infección. prólogo y cap 1

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Autor: Dan Wolfy.

Título: Infección (Prólogo y Capítulo 1).

Año: 2015.

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de este libro (así como sus

futuras entregas comprendidas por capítulos), ni la transmisión por cualquier medio, ya sea

electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, ni su préstamo, alquiler o

cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo y por escrito del

titular del Copyright.

Prólogo.

No recuerdo la fecha exacta en la inició todo este desastre, sólo sé qué hace unas

semanas todo se fue directito a la mierda por culpa de un terrible accidente

causado por motivos todavía desconocidos para mí. Esto sucedió en un complejo

científico-militar independiente, que no era regido por las leyes de nuestro país y

ninguna autoridad tenía injerencia alguna en los asuntos privados del complejo,

quienes sus integrantes lo hacían llamar como Zona Cero. El complejo Zona Cero

apareció un día sin más, la noche anterior solamente existía un terreno baldío, y al

amanecer, la población de Volga, la capital y la ciudad más importante del

continente Hannover, se llevó una desagradable sorpresa al notar la reciente

construcción que sustituyó en un abrir y cerrar de ojos al terreno abandonado.

Los primeros días, los científicos y obreros del complejo se comportaban de una

manera educada con la gente de la ciudad, demostrando que tenían buenas

intenciones y que no perjudicarían a la población capitalina. Al principio todo iba

miel sobre hojuelas, hasta que llegó la detonación, ¡la maldita detonación! Ese

estallido que mandó todo al carajo y las percepciones de la realidad se vieron

alteradas tras lo acontecido en la Zona Cero, asesinando a sangre fría la

despreocupación de Volga.

¿Y qué fue lo que me ocurrió después de lo acaecido en mi ciudad natal? Mis

recuerdos son excesivamente borrosos e inestables, pareciera que alguien no

quiere que recuerde con exactitud lo sucedido tras el accidente. Por más que me

esfuerzo en intentar evocar los oscuros y siniestros hechos que me llevaron hasta

este preciso lugar en el que me encuentro ahora mismo, no logro cumplir el

cometido y todo ha sido en vano, mis infructuosos intentos no han dado fruto y

tengo que cargar con las consecuencias de mis pasadas decisiones, aunque no

sepa qué lo hice. Un aullido estremecedor irrumpe en lo más recóndito de mis

cavilaciones, sacándome de mi ensimismamiento y poniéndome alerta de lo que

hay a mi alrededor.

Es noche cerrada y la poca luz emitida por la Luna me permite ver con claridad,

aunado a eso, mi espléndida visión nocturna ayuda bastante para observar con

detenimiento en la insondable oscuridad reinante, esto de ser un lobo tiene sus

ventajas; con mis orejas puedo detectar cualquier ruido a varios kilómetros de

distancia, y con la ayuda de mi agudo olfato, sé a la perfección si el individuo que

se aproxima es un ser vivo o uno más de los monstruos asesinos, sedientos de

ADN fresco, y a partir de esto elaboro un plan de acción para matar o huir de esas

abominaciones creadas por mis semejantes. No entiendo cómo es que alguien

pudo haber creado semejantes aberraciones de la Naturaleza, alterando el ciclo

natural de la vida y la muerte a un punto en el que ya no hay marcha atrás.

Preparo minuciosamente la ametralladora que aferro entre mis manos, revisando

si hay una bala en la recámara y si aún sigue funcionando correctamente tras

todas las aventuras en las que me ha acompañado, sufriendo innumerables

percances que acabarían con cualquier otra arma, pero esta es especial y no es

tan fácil de vencerla. Cuento cuántos cargadores llevo encima: tres, sólo tres

cargadores de la maldita arma; por fortuna, no he perdido la pistola reglamentaria

de los Oficiales que me fue otorgada el día de mi ascenso, y sé que me quedan

muchas balas de la pistola.

Suelto un gruñido de desafío a través de mi hocico lobuno, que resuena

sonoramente en la quietud nocturna. Oigo como respuesta otro aullido de aquel

ser maligno, dispuesto a darme guerra; acepto gustoso el reto, deseando con

fervor ver como su sangre es derramada por los impactos de mi ametralladora.

Esbozando una sonrisa que aterrorizaría a cualquier ente inhumano que la viera,

emprendo una carrera en pos de mi siguiente víctima, maldiciéndola en voz alta

por todo lo que perdí al inicio de esta mierda.

Yo, el Capitán Gerson Hastings, perteneciente al Equipo Lobo de las Fuerzas de

Intervención Rápida y Tácticas Especiales, del 1°Escuadrón del Ejército Nacional

de Hannover, estoy preparado para cualquier eventualidad que suceda, ¿y por

qué? Porque soy un sobreviviente.

El comienzo.

Suelto un gemido de satisfacción al sentir como el enorme y grueso nudo que

me ataba salía dentro de mí, dando por finalizada la unión que duró casi una

hora completa. El caliente y palpitante miembro del Comandante Allen Evans

abandona mi interior, acompañado de buena parte de su fluido blanco

expulsado durante el orgasmo que tuvimos simultáneamente sintiendo como

varios chorros de su cálido líquido salen de mi entrada. Otro gemido de

satisfacción escapa de mis fauces sin querer, provocando que Allen sonriera al

oírme; acaricia mi trasero con delicadeza mientras que con la otra mano

mantiene en alto mi peluda cola para que no le estorbe en la labor que lleva a

cabo. Clava suavemente las garras en mi nalga derecha, asestándome una

nalgada, dejo salir un gañido, fingiendo un dolor que no siento en este

momento, que rápidamente se transforma en jadeos de placer al sentir como

tres de sus dedos exploran mi interior; saco la lengua sin poder evitarlo,

sorprendiéndome que aun siento placer después de haber llegado al orgasmo

minutos antes.

— Ven, lobito —dice, sustrayendo sus dedos de mi interior; giro ciento ochenta

grados al notar como Allen libera mi cola, comienzo a menearla de un lado a

otro, sabiendo qué es lo que va a hacer—. Toma, traga —extiende su mano a

mi hocico y yo comienzo a lamerle los dedos con avidez, saboreando su

deliciosa leche calientita—. Buen chico.

Nos encontramos en la habitación privada de Allen, que sólo son otorgadas a

los que alcanzan el grado de Comandante. Es un lugar muy espacioso y bien

amueblado, con todos los aparatos necesarios para llevar una vida cómoda y

sin imprevistos; se nota que el Alto Mando no escatimó en gastos e incluyó

objetos innecesarios, pero no se puede hacer nada al respecto. Aunque esto

tiene sus beneficios, la cama es muchísimo más suave y mullida que la mía, y

mi habitación no es ni la mitad de grande que la de Allen. Él sabe que me

encanta su habitación y por eso siempre me invita a ir.

Allen Evans y yo nos conocimos hace 7 años, cuando ambos ingresamos a las

fuerzas armadas de Volga, conectamos de inmediato y desde la primera vez

que lo vi, supe que tendríamos algo especial. He estado enamorado de él

desde que cruzó una palabra conmigo, pero me confesó que no le gustan ni los

machos ni las hembras, sin embargo, se siente atraído hacia mí de cierta

manera y, gracias a ello, hemos tenido sexo frecuentemente. Es preferible esto

a que no suceda nada entre los dos.

Las habitaciones privadas de los Oficiales del Ejército Nacional están

separadas a diez metros de distancia de las barracas donde se encuentran los

demás soldados, Cabos y Sargentos. Esta base militar es inmensa,

extendiéndose a cientos de kilómetros a la redonda, abarcando una cuarta

parte de la ciudad de Volga. La ciudad posee más de cinco millones de

habitantes, lo que ha provocado que su economía se fortaleciera con el paso

del tiempo, incrementando así su número de rascacielos que inundan la

metrópoli, por lo que la gente de Hannover emigró a Volga para encontrar una

mejor calidad de vida, dando como resultado un masivo intercambio cultural,

incrementando los distintos conocimientos ya establecidos y otorgándoles de

una variedad inmensa de técnicas; todo este intercambio afectó, para bien, la

gastronomía del lugar, ampliando su ya de por sí gran diversidad de platillos,

también se generaron miles de empleos con buenos salarios para los

trabajadores.

Veo como Allen se levanta del colchón y toma su bóxer para vestirse. Allen es

un enorme lobo musculoso de pelaje azul oscuro, a excepción de las partes

interiores de sus brazos y piernas, así como las partes internas de ambas

orejas, y parte de su cara, además de todo el torso y su entrepierna, que son

completamente blancas; sus ojos de color ámbar siempre me han cautivado

cuando poso mi mirada en ellos. Yo soy un lobo completamente blanco de ojos

color verde esmeralda, y ni tan musculoso como Allen pero me defiendo,

tampoco soy tan débil. El lobo azul terminó de vestirse con el bóxer negro que

tomó del suelo, cuando una estridente alarma resuena por toda la base militar.

Allen y yo nos paralizamos en nuestro lugar, perdiendo la capacidad de habla y

de movimiento, oyendo como aquella alarma convocaba a todos los soldados

disponibles reunirse con su Escuadrón. Transcurridos unos segundos

inmóviles, nos movemos a toda prisa, yendo y viniendo por toda la habitación

buscando el uniforme verde camuflajeado de cada uno, para vestirnos con el a

gran velocidad. La sirena atronadora sigue sonando a todo lo que da,

provocando en mí un nerviosismo que no había experimentado desde hace

años, no desde la Guerra Imperial, y mucho menos desde la Guerra de

Rebelión. Ya vestidos con el uniforme reglamentario, Allen extiende su brazo

para entregarme la pistola reglamentaria de los Oficiales, la tomo sin

preámbulos y abandonamos su habitación en dirección al lugar de reunión del

1° Escuadrón.

Cada Escuadrón se conforma por cinco Equipos de diez integrantes cada uno,

que a su vez es liderado por un Comandante y un Capitán, elegidos por sus

habilidades en combate a distancia y cuerpo a cuerpo, su inteligencia y por su

destreza a la hora de elaborar estrategias en situaciones bajo presión. Existen

más de quinientos Escuadrones a lo largo del continente Hannover pero sólo

los diez primeros son los mejores. Allen es el primero al mando del Equipo

Lobo, y yo soy su segundo al mando; el Equipo Lobo es la élite de la élite,

seguido por el Equipo León, el Equipo Perro, el Equipo Cocodrilo y, finalmente,

por el Equipo Guepardo, que es el peor Equipo de los cinco mejores. Desde

tiempos inmemorables, ha existido una rivalidad y tensa hostilidad entre los

Equipos y esto ha ocasionado que ciertas misiones fáciles de cumplir terminen

siendo un completo caos. Como su nombre lo indica, cada Equipo está

conformado por una sola y única especie, porque así se trabaja fácilmente y se

crean lazos irrompibles entre los miembros de cada Equipo.

El lugar de reunión del 1° Escuadrón es en una explanada techada próxima a

los vehículos del Ejército, donde ya se encuentran los miembros

pertenecientes al Escuadrón. Genial, alguien fue lo suficientemente inteligente

como para silenciar la estúpida alarma que ya me tenía aturdido, elevo mis

orejas al instante, ya que las había bajado para que entrara la menor cantidad

de ruido posible. Oh, mierda. El Capitán General Raval se encuentra frente a

nosotros, y creo que no está aquí para darnos buenas noticias, por la

expresión de su canino rostro, puedo notar que algo peligroso ha ocurrido.

Allen y yo nos abrimos paso a base de empujones entre los Equipos hasta

llegar a nuestro sitio, no sin antes recibir varios gruñidos como respuesta.

— Bien, ya nos encontramos todos reunidos, así que ya puedo iniciar —dijo

monótonamente, tosiendo dos veces al terminar de hablar, Raval ya es un

poco viejo para seguir en el Ejército pero el Alto Mando asegura que es

indispensable—. Hace diez minutos recibimos un sinfín de llamadas de gente

preocupada, estas personas decían que hubo una intensa explosión en el

complejo científico-militar Zona Cero, afirman que la detonación fue tan intensa

que la onda expansiva arrasó con todos los edificios a un kilómetro a la

redonda, matando a todo ser vivo que tuvo la mala suerte de estar ahí.

Enviamos un helicóptero en un vuelo de reconocimiento y el vídeo grabado por

un miembro del 7° Escuadrón confirma lo dicho por los civiles; no queda nada

más que escombros, pequeños incendios y cientos de cadáveres.

— Señor, discúlpeme por la interrupción, ¿sabemos las causas de la

explosión? —preguntó alguien del Equipo Cocodrilo, pero no volteo para ver

quién es.

— Negativo, Teniente; los motivos por los que estalló la Zona Cero siguen

siendo desconocidas, incluso para el Alto Mando. ¡Nuestro deber es rescatar a

los sobrevivientes de la explosión y alejar a los civiles del lugar del siniestro! —

profirió con determinación, adquiriendo un brillo nunca antes visto en sus viejos

ojos grises—. El 1° Escuadrón entrará a los restos del complejo científico-

militar, mientras que el 2° Escuadrón vigilará el exterior del recinto; el 3°

Escuadrón viajará como fuerza de apoyo en vehículos motorizados Hunterz , y

el 4° Escuadrón permanecerá en los Black Panther e intervendrán si es

necesario. ¡Mantengan el orgullo en alto y demuestren de que están hechas las

Fuerzas de Intervención Rápida y Tácticas Especiales!

— ¡Sí, señor! —gritamos todos al unísono.

Las Fuerzas de Intervención Rápida y Tácticas Especiales, o FIRyTE como se

le conoce coloquialmente, son lo mejor de lo mejor del Ejército Nacional de

Hannover, me siento honrado de pertenecer a ellas. Dicho esto, el Capitán

General dio la orden de romper la formación, iniciando los preparativos para la

misión que nos fue asignada, permito que los miembros del 1° Escuadrón se

adelanten para tener un momento de tranquilidad y destensar mi cuerpo; mi

instinto me indica que esta situación no es lo que aparenta y que más vale que

tenga precaución con mis siguientes movimientos, nos espera una misión

realmente difícil y no sé cómo reaccionar, ¿le cuento mis preocupaciones a

alguien o me quedo callado?

— Tú también lo sientes, ¿verdad? —habla alguien a mi lado y sufro un ligero

estremecimiento, con el corazón latiéndome a mil por hora, descubriendo a

Allen a mi lado con dos armas idénticas y con sendas mochilas verdes.

— ¡Por todo lo que es sagrado, Allen, jamás vuelvas a darme un susto así en

la vida! —regulo mi respiración para tranquilizar a mi desbocado corazón—.

Creí que el paranoico era yo, pero ya veo que sientes lo mismo. ¿Crees que

sea una trampa de los restantes Imperialistas?

— Existe una posibilidad; cuando fui por las armas, el Equipo León comentaba

que esto en realidad era un ataque terrorista de los Imperialistas resentidos

que sobrevivieron al final de la guerra —murmuró en voz baja, rascándose la

nuca—. Pero hay algo que no me cuadra, si esto es obra de los Imperialistas,

¿por qué atacaron un complejo independiente del gobierno?, ¿por qué no

atacaron el Ayuntamiento u otro lugar?

— Tienes razón, aquí hay gato encerrado —asiento con la cabeza, deseando

conocer la respuesta de los cuestionamientos de Allen. Quiero romper la

tensión, así que acaricio su cola con la mía, en un intento de distraerlo, y

funciona, ya que me dedica una deslumbrante sonrisa—. Bueno, pues manos a

la obra, presiento que nos espera un largo día.

— Y que lo digas.

Allen me entrega una mochila y una de las ametralladoras semiautomáticas

que porta; le sonrió como agradecimiento, porque esa arma es de mis favoritas

por su gran potencia de fuego y fácil maniobrabilidad. El Equipo Lobo se reúne

a nuestro alrededor, y el Comandante Evans da órdenes para abordar uno de

los Black Panther disponibles, el helicóptero de guerra más moderno que

existe, con tecnología de punta; lo más sorprendente son los misiles aire-tierra

que porta bajo el fuselaje y el titánico cañón que va entre los misiles. Nos

montamos en el aparato, que despega inmediatamente cuando cada uno

ocupa su lugar designado y se abrocha el cinturón de seguridad.

Tomo asiento en un lugar cercano a una de las puertas laterales, acomodando

mi cola sobre mis piernas para no aplastarla durante el viaje y depositando la

mochila en el suelo; percibo como Allen hace lo mismo a mi lado, deslizo mi

mano hasta tocar la suya, sintiendo como gira la suya, encerrando mi mano en

un fuerte apretón, el cual me llena de una infinita serenidad y seguridad que no

sentía momentos antes, le correspondo el apretón con otro, como

asegurándole que me encuentro bien. El trayecto en helicóptero no dura

demasiado, tan solo unos minutos, diez cuando mucho; todos los Black

Panther descienden al mismo tiempo a cierta distancia del lugar del accidente,

bajamos del aparato volador a un fuerte viento creado por los rotores de una

decena de helicópteros a pleno funcionamiento. Una humareda formada a

partir de tierra y humo procedente de los pequeños fuegos obstaculiza la visión

de todos nosotros. Los helicópteros se elevan cuando todos nos encontramos

en tierra firme y desaparecen en el horizonte, en dirección a la base militar.

El Capitán General caminaba a paso firme, yendo a la sala donde lo había

citado el Alto Mando, en un concilio de emergencia Clase-V. Receloso sobre lo

que los cinco miembro del Mando se traían entre manos, no quiso hacerlos

esperar más de lo debido y apretó firmemente el paso hasta llegar al susodicho

lugar. Era una habitación enorme y oscura, cinco gigantescas pantallas

adornaban la enorme sala, intimidando de una manera atroz a aquél que osara

entrar con o sin permiso expreso de los altos cargos; tres cámaras de tamaño

mediano seguían cada uno de los movimientos de Raval sin tregua,

monitoreando su ritmo cardiaco y el nivel de respiraciones por minuto, entre

otras cosas. El viejo lobo se situó sobre un círculo con el emblema del Ejército

Nacional y la bandera de Hannover entrecruzados; una pata pisó una

determinada baldosa y activó las pantallas sin que el senil lobo se percatara de

ello.

Como por arte de magia, las pantallas cobraron vida de improviso, asustando

al Capitán General, quien soltó un aullido lastimero de sorpresa, retrocediendo

unos pasos. Cinco siluetas se dibujaban en sus respectivos lugares,

otorgándoles un aire de misterio a los líderes del Alto Mando; los contornos de

aquellos personajes se desdibujaban continuamente como si el satélite

receptor tuviera fallas en el sistema, los oscuros perfiles no permitían entrever

si los miembros del Alto Mando eran machos o hembras.

— Veo que ha recibido nuestra singular petición, Capitán General Raval —

habló una atronadora voz, modificada con algún aparato desconocido por el

lobo—. El motivo en cuestión de este concilio es comunicarle que los

Escuadrones corren grave peligro; y lo que usted cree que está sucediendo es

un error.

— ¿Un error? ¿No fue un ataque terrorista planeado por los Imperialistas? —

preguntó un muy confundido Raval, meneando la cola con nerviosismo latente

hacia sus laterales—. Hace media hora recibí una carta procedente de

ustedes, en la que detallaba el ataque de los Imperialistas…

— Eso es lo que queríamos que usted creyera pero no sirvió de nada, ya que

fue demasiado precavido y optó por no revelar nada de lo sucedido a sus

tropas —tronó otra voz, claramente femenina pero distorsionada como la

masculina—. Hubo un incidente, un virus escapó de los laboratorios de la Zona

Cero gracias a la actuación de un idiota que sobrecargó el generador e hizo

explosión. Nuestros agentes del Servicio Secreto lo han confirmado.

— ¿Un virus? ¿Qué clase de virus? ¿Y qué es lo que provoca ése dichoso

virus en un ser vivo? —demandó Raval con voz dura, creyendo que le

responderían con la verdad.

— Capitán, eso es algo que usted nunca descubrirá —habló otra voz

masculina, finalizando su frase con una carcajada malévola.

Un casi imperceptible movimiento captó la atención de Raval, de reojo fue

observando cómo alguien iba aproximándose hacia él con claras evidencias de

matarlo, portando un filoso cuchillo que brillaba en la oscuridad por la tenue luz

emitida por las pantallas. Fingiendo desconcierto, Raval se llevó una mano a la

pistolera y asió con determinación su preciada arma que le fue entregada

cuando ascendió a Subteniente; le quitó el seguro con sutileza y en completo

silencio. Cuando la silueta de aquel ser estuvo a pocos centímetros de

distancia, giró velozmente sobre sí mismo a la par que sacaba la pistola de su

lugar, la alzó eficientemente y efectuó un disparo a la cabeza de su agresor,

matándolo al instante. Su agresor se desplomó inerte sobre el suelo,

manchando con sangre fresca que manaba del agujero de la cabeza. El

Capitán vio que se trataba de un ciervo macho, ataviado con un traje

completamente negro y con las siglas SSH en el cuello de la camisa. Y echó a

correr, abandonado aquel aciago lugar, donde se enteró de la traición del Alto

Mando; tenía que avisarle a los Escuadrones sobre el peligro que los

acechaba, y rápido.

Escudriño con los ojos entrecerrados, tratando de ver algo a través de la densa

capa de tierra y humo que flotaba en el aire, cuando se despejó todo, le ordené

al Equipo que hiciera la formación de V invertida, conmigo a la cabeza,

intuyendo que él que se situó a mi derecha es Gerson, ese lindo lobo blanco

que está enamorado profundamente de mí. Más a mi derecha, detecto al

Equipo León y a la izquierda al Equipo Perro, adoptando la misma formación

que nosotros; por algo somos el mejor de los Equipos, los Equipos Cocodrilo y

Guepardo se encuentran en una posición más alejada del centro del recinto,

creando un cerco para rodear al complejo científico-militar.

Joder, la cagaron y en grande. La susodicha explosión arrasó con todo a más

de un kilómetro de distancia, por lo que puedo ver; no queda nada que no sean

escombros y restos de lo que antaño fueron casas y edificios habitados por

personas, junto con las oficinas que había en este lugar y los distintos negocios

existentes en la zona del desastre. Y hablando de personas, localizo un

número superior a cinco decenas de fallecidos, son demasiados como para

lograr contarlos, dejando de lado los restos desmembrados desperdigados por

la avenida, quemados por el fuego de la detonación; niños, adultos y ancianos,

machos y hembras, todos están muertos, es imposible descifrar si perecieron

por la explosión o por la onda expansiva, añadiéndoles los que quedaron

sepultados (vivos o no) al colapsar todas las edificaciones. Un cuerpo atrae mi

interés, permanece boca abajo y toda la zona de la espalda está

completamente chamuscada, algo en mi interior tiene la ligera esperanza de

que sea un sobreviviente. Rápidamente, corro hacia el cuerpo, agachándome a

su lado y girándolo para verle el rostro; deposito con cuidado la ametralladora

sobre el suelo y llevo dos dedos a su cuello, buscando cualquier señal de

pulso, por nimia que fuera. No, los escombros tienen más vida que este

cadáver inmutable.

— Co-comandante Evans, ¿ya vio eso que tiene en el abdomen? —una garra

atraviesa mi campo de visión, señalando el lugar indicado; la garra es gris, así

que Luke es el que habló—. Tiene la silueta de una mordedura, similar a la de

un zorro.

— No digas tonterías, Luke, ¿acaso estás insinuando que un zorro atacó a

esta hermosa tigresa? —exclamó Exio exasperadamente, un lobo café del

Equipo—. ¿Quién, en su sano juicio, mordería a alguien?

— So-sólo es una teoría, no es motivo para que enojes conmigo, simplemente

señalé algo que me pareció intrigante —Luke echa las orejas hacia abajo,

tensando a su vez la cola; me compadezco de él, desde que lo conozco ha

tenido baja autoestima, y Exio ama meterse con él y burlarse en cada

oportunidad que se presentara.

— ¡Silencio, Exio! —ordeno secamente, incorporándome con rapidez, y fijando

la vista en un punto situado 8 metros delante de mí; de reojo observo como

Exio cierra las fauces, supongo que ya tenía una respuesta hiriente que decirle

a Luke—. He visto como una figura encorvada se movía entre los escombros

de la casa semidestruida que hay allí.

Aplicándole un intenso escrutinio a la zona que mencioné, todos se ponen

alertas, temerosos de que algo o alguien nos ataque; transcurridos unos

segundos, un pedrusco de concreto cae, estrellándose contra el suelo,

sobresaltando a todos. Preparo la ametralladora, quitándole el seguro y

alzando el arma de fuego, pero luego cambio de parecer, nuestro objetivo es

ingresar al complejo, no investigar misteriosos entes que mueven objetos y

atacan civiles. Hago una seña con la cabeza, indicándole a todos que me sigan

hacia la construcción derruida, donde los demás Equipos ya se encuentran ahí.

Agarro el walkie-talkie que llevo en el cinturón para efectuar una rápida

llamada.

— Aquí Líder Azul, del Equipo Lobo, a Líder Café, del Equipo Nutria; hemos

detectado movimientos no identificados a las 2 en punto, partiendo desde la

entrada principal del complejo. Cambio y fuera —un zumbido de estática

resuena a través de la bocina cuando dejo de hablar.

— Recibido, Líder Azul. Nos encargaremos de ello a su debido momento.

Cambio y fuera.

Gerson aparece delante de mí, impidiendo seguir avanzando, por lo que los

otros nos adelantan con facilidad. El Capitán está demasiado cerca de mí,

tanto que puedo sentir como su aroma inunda mis fosas nasales; suspiro

pesadamente, no sé por qué pero hay algo referente a él que me atrae

irremediablemente pero no lo quiero ni lo amo. Podría besarlo si quisiera, sólo

necesito inclinarme unos centímetros hacia abajo y nuestros hocicos se

encontrarían; deseo probar el sabor de su labios y Gerson anhela lo mismo,

aunque temo hacerlo porque puede malinterpretarlo, así que he tenido que

reprimir las irrefrenables ganas de sentir su lengua contra la mía.

— Esto me da mala espina, Allen, presiento que algo muy malo sucederá —

confiesa con palpable nerviosismo, aproximándose unos centímetros.

— Tranquilo, lobito, yo te protegeré de cualquier amenaza que aparezca y no

permitiré que nadie te haga daño. Te lo prometo, y yo nunca rompo mis

promesas —acaricio su oreja con mi hocico, provocándole que esboce una

tierna sonrisa—. Es normal estar asustado, pero no dejes que eso afecte en tu

desempeño. Recuerda quién eres y a dónde perteneces.

— Gracias. Eres el mejor, por eso te am…

Cierra la mandíbula bruscamente, oyendo como crujen sus huesos al

apretarlos tanto; suelto una risita tranquilizadora, acariciándole el pelaje de la

cabeza para demostrarle que no me afectó en nada su pequeño desliz.

Reanudo la marcha, llegando con unos cuantos pasos al lado de los otros

Equipos; algunos miembros ya se estaban impacientando, yendo a todas

partes sin rumbo fijo. El Comandante del Equipo Perro me dedica una sonrisa

alentadora, y le correspondo con un guiño.

— ¿Los tortolitos ya acabaron con su escenita maricona? —pregunta

sarcásticamente el Comandante del Equipo León, mirándome con profundo

odio.

— Se le llama amor, Lyon, ¿acaso no sabes lo que es? He de suponer que no,

porque desde cachorrito has sido un leoncito huérfano, sin nadie que te quiera

—le respondo, burlándome de él en mi fuero interno por el golpe bajo que

acabo de asestarle.

Un “uuuh” general retumba en el incesante silencio de la avenida desolada,

haciendo que Lyon enrojeciera violentamente hasta adquirir un color granate;

suelta un gruñido amenazador y me da la espalda, muy maduro de su parte.

Cada uno de los Comandantes de los Equipos comienza a relatarme sus

breves pesquisas desde que arribaron al lugar; no tienen nada relevante que

decir, a excepción del Equipo Cocodrilo. Según su Comandante, tres de sus

miembros descubrieron un hueco adyacente a la Zona Cero, y ese hueco

conduce a una pesada puerta metálica de doble hoja que está abierta de par

en par. Interesante, esa pista podría conducirnos al punto de origen de la

explosión, aunque eso signifique descender bajo tierra. Le ordeno a todos que

vayan aventajando el largo camino que nos espera, menos a Gerson y a Luke,

revelándoles que debemos esperar la llegada de los restantes Escuadrones;

posteriormente, sólo quedamos los tres en la devastada avenida. Un crujido de

estática avisa que alguien intenta comunicarse a través de la radio.

— Aquí Líder Naranja, del Equipo Tigre. Tiempo aproximado de llegada de los

Escuadrones: 30 segundos, máximo. Cambio y fuera.

El sonido de estática es ahogado por el estrepito creado por los rotores de los

Black Panther y el rugido motorizado de los Hunterz, que anuncian su pronto

arribo a la zona. Concluido el tiempo indicado, los tres Escuadrones toman

posiciones, menos los helicópteros, dedicados a protegernos vía aérea,

obligados a permanecer en constante movimiento. Ya librados de toda atadura,

Gerson, Luke y yo nos dirigimos corriendo al hueco antes mencionado;

llegando al lugar sin demora. Ingresamos y unas escaleras nos dan la

bienvenida a un lugar oscuro y frío, donde la iluminación es nula, salvo por

escasos faroles distribuidos aleatoriamente a lo largo del pasillo posterior a la

escalinata. Adentro es tenebroso y se siente una presencia maligna difícil de

describir, mi instinto canino permanece en estado de alerta, tratando de

descifrar el origen de esta sensación agobiante. El corredor gira a la izquierda

de forma abrupta, dando paso a una bifurcación, en la cual el Equipo Guepardo

aguardaba nuestra llegada.

— ¿Y los otros? —cuestiono al situarme al lado de su Comandante.

— Lyon se los llevó por el pasillo izquierdo, y a nosotros nos obligó a

quedarnos aquí a esperarlo, Comandante Evans.

— ¡Estúpido Lyon! ¿Quién se cree que es para darle órdenes a mi Escuadrón?

Vámonos, ya no tenemos por qué quedarnos en este lugar.

Un escalofrío recorre toda mi espina dorsal, incrementando la sensación de

terror que me embargó desde que nos internamos en este tétrico pasillo

abandonado, salvo por los ocasionales cadáveres diseminados a lo largo del

túnel. Yo fui el primero en encontrarme con uno, cuando mi pata derecha se

atoró en algo, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de bruces sobre un

leopardo ataviado con una bata blanca de laboratorio, cubierto totalmente de

sangre todavía fresca. Solté un grito de pavor, asustándome al ver su

expresión de miedo grabada en su felino rostro; todos corrieron a socorrerme,

creyendo que me había sucedió algo malo, al levantarme, ellos también vieron

el cuerpo y se horrorizaron pero ninguno reaccionó como yo.

Ahora, Allen y yo vamos agarrados de la mano, detrás de los ocho miembros

del Equipo Lobo y de los diez del Equipo Guepardo, que van abriéndonos

camino a petición del Comandante; me siento culpable porque Allen está

descuidando sus deberes como Líder de Equipo para permanecer a mi lado,

por otra parte, me alegro de sentir su mano apretando la mía, eso hace que me

tranquilice rápidamente, y por si no fuera mucho, su cola va enrollada

alrededor de la mía, retozando alegremente por todos lados. A su lado me

siento seguro y capaz de hacer cualquier cosa, con tal de impresionarlo, y a lo

mejor lograr que por fin se enamore de mí y me pida ser su novio. Daría lo que

fuera porque esto sucediera.

El pasillo desemboca a una gran habitación con finta de laboratorio secreto,

plagado de luces fluorescentes verdes; mesas metálicas volcadas y cientos de

hojas blancas adornan la estancia, como si un tornado hubiera pasado por aquí

justo antes de que llegáramos. Allen da la orden de separarnos y comenzar a

buscar cualquier clase de información relacionadas a las investigaciones

hechas en la Zona Cero; los veinte nos separamos al mismo tiempo,

examinando todo a nuestro paso, lo que sea que hallemos nos será útil. Siento

como mi protector camina detrás de mí, vigilando la retaguardia.

— ¡Comandante Evans, venga! ¡Encontramos un superviviente! ¡Se encuentra

muy mal, requiere asistencia médica de inmediato! —alguien del Equipo

Guepardo gritó desde otra habitación; creo que fue el Teniente Brooks, si no

me equivoco.

El único punto negativo de los Equipos de élite del 1° Escuadrón es que

carecen de médicos preparados para atender a los heridos como se debe

porque, según el Alto Mando, nuestro deber es cumplir con los objetivos

establecidos en cada misión o morir en el intento, que negligencia por parte de

ellos. En situaciones como esta, maldigo la ineptitud de nuestro dirigentes tan

idiotas, ¿qué no ven que en cualquier ejército se necesitan médicos, por más

preparados que estén sus soldados? Mientras yo divagaba, Allen no

desaprovechó la oportunidad y agarró su walkie-talkie para comunicarse con el

exterior. Me sitúo a su lado, deseando oír la conversación mientras que los

demás se dirigen vertiginosamente a la otra habitación.

— ¡Comandante del 2° Escuadrón, hallamos un superviviente, repito, hallamos

un superviviente! ¡Pido que envíen un equipo médico para tratar sus heridas,

es posible que haya más! Cambio —exclamó con rapidez sobre la bocina,

moviendo la cola a un ritmo frenético.

— ¡Negativo, Comandante del 1° Escuadrón! ¡Actualmente nos es imposible

enviar a los médicos, nos encontramos bajo ataque… —un crujido de estática

interrumpe el resto de la oración—… dispara, dispara! ¡Arrrgh, esas malditas

cosas no se mueren! ¿Cómo es que resisten tantos disparos? ¡Refuerzos,

necesitamos refuer…! ¡No, no, aléjense de mí, no se acerquen, se los advierto!

Durante el breve intercambio de palabras se escuchaban muchísimos disparos

resonando, así como los múltiples gritos personas heridas, explosiones y

aullidos inhumanos, capaces de amedrentar hasta al más valiente de todos;

alguien está atacando a los Escuadrones de la superficie mientras que

nosotros estamos bajo la relativa seguridad subterránea. Pálidos como

estábamos, un grito de dolor mucho más cercano retumbó en el laboratorio,

recordándonos de la existencia del superviviente. Emprendimos una carrera

hacia la otra habitación, deteniéndonos en seco por la singular escena que se

desarrollaba ante nuestros lobunos ojos: un miembro del Equipo Guepardo

estaba inmovilizado por lo que yo creí que era el sobreviviente, mientras que

éste le mordía con ferocidad el cuello, desgarrándole la piel, los músculos y los

tejidos, junto con la yugular, provocando que la sangre saliera a borbotes de la

herida; los dieciocho soldados pretendían separar al superviviente de nuestro

compañero de armas, pero en vano, ya que se aferraba completamente a el,

masticando la carne arrancada con ayuda de sus fauces, tragándola con

placer animal y salvajismo anómalo, ávido de más. Viendo que no lograban

moverlo ni un solo milímetro, un miembro del Guepardo tomó una pistola y le

disparó tres veces seguidas en la espalda, pero eso sólo consiguió enfurecerlo

aún más y, olvidando a su primer víctima, fue por la segunda para atacarla

pero no obtuvo éxito porque todos abrieron fuego en ese instante y lo

acribillaron con plomo caliente.

— ¿Qué demonios fue eso? —cuestionó Allen, con el miedo marcado en su

precioso rostro, arruinando sus perfectas facciones.

— No lo sé, Comandante Evans, hace rato estaba tirado en el suelo y al

siguiente segundo se levantó inesperadamente, atacando sin más —respondió

Luke, visiblemente asqueado.

— ¿Cuándo llegarán los médicos, Comandante Evans? Mi subordinado está

muy grave —reclama el Líder del Equipo Guepardo.

— No vendrán, estamos solos —musita Allen, bajando ambas orejas con

resignación

— ¿Cómo que no vendrán? Exijo una explicación...

— ¡Silencio! ¡He oído algo! —replica Exio, impidiendo que iniciara una

discusión.

Corro hasta llegar a su lado, palideciendo mortalmente al percatarme como

más de aquellas criaturas extrañas se aproximaban, rodeándonos y

obstaculizando nuestra única vía de escape. ¡Maldición! Nos tienen rodeados,

sin ningún lugar donde guarecerse o usar como trinchera. Varios aullidos

reverberan por las paredes, advirtiéndonos que es hora de actuar si no

queremos morir.