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Page 1: Indicadores de Conocimiento

Rodríguez, O. (2003): “Indicadores de capital intelectual: concepto y elaboración”

I Congreso Internacional y Virtual de Intangibles 213

“INDICADORES DE CAPITAL INTELECTUAL: CONCEPTO Y ELABORACIÓN”1

Óscar Rodríguez Ruiz Investigador

Instituto Universitario de Administración de Empresas. Universidad Autónoma de Madrid. Tlf. 91-3978705. Fax 91-3974218.

[email protected]

RESUMEN

El “capital intelectual” es uno de los conceptos más difíciles de medir en economía. Quizá por ello, existe un escaso consenso en la doctrina en torno a cómo ha de tratarse conceptualmente los activos intangibles y qué es lo que constituye una medición satisfactoria de los mismos. La profusa literatura sobre capital intelectual aparecida en los últimos años dedica una atención muy limitada al diseño y elaboración de indicadores de medición y gestión de activos intangibles. Este documento pretende contribuir modestamente a atenuar esa “laguna doctrinal”, estableciendo unos criterios claros para la definición de un cuadro de indicadores de capital intelectual. PALABRAS CLAVE Capital intelectual, activos intangibles, indicadores de medición, Modelo Intellectus. ABSTRACT Intellectual capital is one of the most difficult concepts to measure in economic science. There is a lack of consensus around how to deal with intangible assets and what is a satisfactory measure of them. The overwhelming literature about intellectual capital of the last years hardly dedicates attention to the design and elaboration of indicators for the measurement and management of intangibles. This paper attempt to solve this problem offering clear criteria for the definition of a panel of indicators of intellectual capital. KEY WORDS Intellectual capital, intangible assets, measurement indicators, Intellectus Model. 1.- IMPORTANCIA DE LA MEDICIÓN Y GESTIÓN DEL CAPITAL INTELECTUAL EN

LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO.

En los inicios del S. XXI, las empresas más exitosas han optado por evaluar su organización en términos de conocimiento, considerando que las actividades intangibles y los recursos intangibles que generan son una fuente inagotable de creación de riqueza. La capacidad de medir y gestionar estos recursos o activos se ha convertido, de esta manera, en una necesidad básica para poder explicar de forma satisfactoria los procesos de obtención de ventajas competitivas sostenibles en el tiempo. El capital intelectual es la denominación genérica comúnmente aceptada para designar el valor del conjunto de activos intangibles poseídos2 por una organización. La valoración de estos activos corporativos de naturaleza inmaterial o intangible es una actividad de la que se ha ocupado 1 Esta ponencia está basada en los documentos preeliminares que elaboró el autor para la obra colectiva “Metodología y elaboración de indicadores de capital intelectual”. Documento Intellectus Nº 4. 2 La posesión de estos activos intangibles por las organizaciones no implica necesariamente titularidad jurídica. Es más, en la mayoría de los casos los derechos de propiedad respecto a estos activos no están bien delimitados. Pueden considerarse a título de ejemplo los intangibles que integran el capital humano, que ha sido definido tradicionalmente como “el conocimiento que reside en la mente de los empleados y que abandona la empresa al final de la jornada laboral”. En cualquier caso, resulta claro que de un modo u otro, el conocimiento se “encarna” básicamente en las personas.

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tradicionalmente la contabilidad financiera3. Sin embargo, dada la escasa apreciación de los factores no materiales en la actividad económica hasta épocas muy recientes, la técnica contable no ha prestado excesiva atención a la valoración de activos intangibles como el fondo de comercio. Debido a ello, la revelación de información sobre estos activos ha adolecido de la base teórica necesaria para el establecimiento de criterios de medición y reconocimiento, frustrándose el propósito de proporcionar una imagen fiel del verdadero valor de las empresas. De hecho, el criterio ínsito en los principios generales de la contabilidad de que los activos inmateriales y el fondo de comercio se deprecian por el uso ha quedado desvirtuado por la realidad económica global del tercer milenio que demuestra, día a día, la ilimitada capacidad de generación de rentas futuras de los activos intangibles.

Por esta razón, una serie de empresas pioneras y de instituciones innovadoras se han inclinado por la adopción de una perspectiva no estrictamente financiera en la valoración de los activos intangibles, complementando la información de los estados financieros con una información económica obtenida mediante la utilización de determinados indicadores de medición4. Resulta indudable que en el ámbito contable sigue abierto un debate permanente, de carácter metodológico y praxiológico, referido a los problemas de la medición y armonización de escalas a la hora de ofrecer una información razonable y una imagen fiel de la riqueza existente y de la renta creada por la organización en un momento determinado del tiempo. El eje central del debate se desarrolla en torno a dos aspectos fundamentales. En primer lugar, se pretende establecer cómo deben aplicarse las diferentes escalas de medida y sus indicadores. En segundo lugar, se trata de determinar cómo ha de presentarse la información sobre el valor explicado a tenor de los principios contables vigentes y de las diferentes normativas y objetivos de la información contable. No obstante, dado que en la mayoría de los sistemas contables hay cierta discrecionalidad en el reconocimiento de los activos intangibles y en la elección del método de amortización, resulta de extraordinario interés el análisis de las prácticas adoptadas por las empresas en diferentes países (Cañibano, García Ayuso y Sánchez, 1999). Desde este punto de vista, es preciso identificar y sistematizar las mejores prácticas en la gestión de los intangibles y fomentar su generalización con la finalidad de mejorar la capacidad de los estados contables de ofrecer una imagen adecuada de la situación económico-financiera de la empresa. Es conveniente tener presente que, aunque la práctica contable debe

3 Los principios contables orientados a la valoración del capital intelectual se refieren fundamentalmente al registro e información de las transacciones de activos intangibles. Así por ejemplo el principio de objetividad determina la necesidad de que las cantidades que se utilizan para reflejar la adquisición o enajenación de estos activos estén basadas en la evidencia objetiva y no en juicios subjetivos. Por lo que respecta al uso de la información, el principio de coste exige que las transmisiones de intangibles se registren a precio de adquisición. Uno de los aspectos singulares del tratamiento contable de los activos inmateriales es la consideración de las inversiones en activos intangibles como gastos del periodo. En los últimos tiempos, se están desarrollando distintas iniciativas para que la información contable refleje los intangibles adquiridos o producidos por las empresas. Así por ejemplo, cada vez es más común la inclusión en los estados financieros de notas explicativas con información factual relativa a las inversiones en tecnologías de la información, formación de los empleados, adquisición de clientes, actividades en internet, etc. (Lev, 2002). En nuestro país, la Resolución del 25 de marzo de 2002 del Instituto de Contabilidad y Auditoria de cuentas aprobó una serie de normas para el reconocimiento, valoración, e información de los aspectos medioambientales en las cuentas anuales. En septiembre del 2002 la Comisión de expertos contables del Ministerio de Economía presentó un Libro Blanco con 105 medidas encaminadas a proporcionar una imagen real y transparente de las empresas. Entre estas medidas destaca la adopción del criterio del valor razonable en la contabilidad de determinados activos en detrimento del criterio del valor histórico. 4 Los sistemas contables tradicionales no permiten identificar los factores generadores de valor más allá de la esfera financiera. Por ello se hace necesario el diseño de sistemas de medición que combinen de forma equilibrada indicadores financieros a corto plazo e indicadores no financieros a largo plazo, configurándose estos últimos como “un sistema de información satélite a la contabilidad tradicional” (Lev, 2002). Resulta significativo el hecho de que en los últimos tiempos los inversores han dedicado una atención preferente a los indicadores no financieros en detrimento de los ratios financieros, ya que los primeros se consideran indicadores del rendimiento futuro y los segundos indicadores del rendimiento pasado (Barsky and Marchant, 2000). Todo parece indicar que son necesarios sistemas combinados de medición que permitan a los directivos disponer de una serie de medidas clave que anticipen la evolución futura de la empresa, y conocer, al mismo tiempo, los factores que propician los resultados contables (Koller and Peacock, 2002). La utilización de indicadores de gestión empresarial proporciona, además, ventajas extraordinarias, entre las que se pueden destacar “clarificar objetivos, obtener información de las actividades realizadas, conocer los resultados alcanzados, mejorar la utilización de recursos y la rendición de cuentas y motivar a las personas” (AECA, 1997).

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esperar a las directrices de los reguladores para incluir los activos intangibles en los estados financieros, no hay inconveniente alguno para que las empresas utilicen el “informe anual como un medio para dar a conocer cómo su capital intelectual está generando valor” (Wall, 2003). En un futuro inmediato será necesario, por consiguiente, desarrollar nuevas prácticas de revelación de información sobre los determinantes intangibles de la situación económica de las organizaciones. Un hito importante en el debate contable fue marcado por Richard Mattessich en 1964. Mattessich, siguiendo el sistema de Stevens (1958) recogido en la obra de Churchman y Ratoosch (1959), propone la utilización en los procesos de medición económica de cuatro escalas. De acuerdo con esta propuesta, la medición es un procedimiento por el cuál se emplean símbolos para representar un concepto. La asignación de estos símbolos o numerales se realiza en función de ciertas reglas que pueden ser expresadas mediante las escalas ordinal, nominal, de intervalo y ratio. La escala ordinal es la forma más básica de medición y consiste en la determinación de un orden preferencial entre los numerales. En un nivel más elevado de sofisticación, la escala nominal establece una clasificación y agregación de los numerales para establecer un rango entre los mismos. En el caso de que las igualdades o diferencias se establezcan entre grupos lineales de numerales cabe referirse a la utilización de la escala de intervalo. Finalmente la escala de ratios supone la yuxtaposición de varias escalas. Mattessich, señala que el objetivo final de la medición, con independencia de la escala utilizada, es “clasificar” las actividades que desarrolla la organización. Por ello, todo procedimiento de medición debe incluir métodos para verificar la exactitud, ya que el conteo, la clasificación y la ordenación de las actividades tiene poco significado si no existe un conocimiento de la precisión alcanzada.

La utilización de una escala múltiple de valoración de los activos intangibles es uno de los núcleos básicos de la investigación en el área del capital intelectual. Por ello, el presente documento tiene como objetivo establecer una serie de pautas que faciliten la elaboración de un cuadro de indicadores que permitan la medición de la riqueza inmaterial de las organizaciones.

Las distintas experiencias de evaluación del capital intelectual desarrolladas hasta el momento han puesto de manifiesto la importancia de la elaboración de un cuadro de indicadores no financieros adecuado a las necesidades de cada empresa. La virtualidad del modelo de gestión de los activos intangibles estará supeditada a que los indicadores de medición ofrezcan una imagen veraz de la creación de valor dentro de la organización. Por ello, los indicadores deben proporcionar diferentes tipos de información:

- Información de cuantificación de los intangibles en diferentes escalas de medida. - Información dirigida a los gestores que identifique donde reside el valor de la empresa. - Información dirigida a terceros sobre el valor de la empresa.

Dentro de la información proporcionada por los indicadores, hay que distinguir entre datos y observaciones. Mientras que las observaciones requieren un diseño deliberado, los datos son simplemente obtenidos, reunidos y coleccionados. La medición del capital intelectual precisa en mayor medida información no obtenida por mera acumulación, por lo que es necesario el establecimiento de criterios conceptuales (componentes, elementos y variables) que permitan establecer relaciones entre observaciones, datos y evidencias. En este sentido, Morgenstern (1970) señala que “el valor de una observación depende no sólo de su propio nivel de exactitud inmediatamente reconocible, sino también de la forma particular en que la observación haya sido combinada con otras”.

La información puede ser, además, de naturaleza descriptiva, cuando hace referencia a la situación de los indicadores en un momento determinado o en su evolución temporal, y valorativa cuando recoge los efectos de una determinada política empresarial.

Resulta incuestionable que incluso las mediciones más sofisticadas se verán abocadas al fracaso si no se adaptan de forma conveniente a la situación concreta de cada empresa. En este sentido, es

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preferible la elaboración de indicadores que además de reunir la simplicidad y robustez informativa necesaria, resulten adecuados a las necesidades de la empresa y al sector de la economía en el que se desenvuelve. 2. CONCEPTO DE INDICADOR

Desde la segunda mitad del siglo pasado, se ha asentado en el pensamiento de los economistas la idea de que existían instrumentos de medición para todos los fenómenos sobre los que teorizaban. La expresión la “Era de la medición” (Morgan, 2001), denota el inicio de un periodo caracterizado por la emergencia de instrumentos de medida de la realidad económica cada vez más precisos. Sin embargo, el creciente interés de la ciencia económica por el estudio de los activos inmateriales ha puesto de manifiesto la ausencia de instrumentos de medición adecuados para este tipo de recursos. Los indicadores de capital intelectual surgen, por lo tanto, como consecuencia de la necesidad de transformar las observaciones económicas de los activos intangibles en medidas estandarizadas útiles para los sistemas de gestión empresarial. Desde un punto de vista general, los indicadores de medición del capital intelectual son definidos como instrumentos de valoración de los activos intangibles de las organizaciones expresados en diferentes unidades de medida5. Pueden ser de naturaleza cuantitativa o cualitativa, pero en este caso deben ser susceptibles de cuantificación. A este respecto es interesante destacar que en la medición de algunos intangibles, como la eficiencia de las actividades de I+D, se ha distinguido entre indicadores basados en medidas objetivo-cuantitativas, indicadores basados en medidas subjetivo-cuantitativas e indicadores basados en medidas cualitativas (Martínez y Pérez, 2002). Los indicadores basados en medidas objetivo-cuantitativas son numéricos y toman como referencia información objetiva como la referida a los procesos organizativos. Los indicadores basados en medidas subjetivo-cuantitativas proceden de valoraciones subjetivas (bueno, malo, etc) a las que se asigna una equivalencia numérica. Finalmente, los indicadores basados en medidas cualitativas tienen en cuenta las opiniones o evaluaciones de expertos sin llegar a expresarlas de forma cuantitativa. No obstante, parece razonable pensar que si el cuadro de indicadores debe integrarse en el sistema de gestión de la empresa, cualquier medición cuantitativa debe expresarse de forma numérica. En cualquier caso, es importante destacar que los indicadores no son un objetivo en sí mismo, sino que son descripciones que requieren ser interpretadas y valoradas conforme a estándares. La utilización de indicadores de capital intelectual ha suscitado simultáneamente un notable interés y ciertas dosis de escepticismo. Este interés se explica por la vocación de los mismos de valorar aquello que es difícil de medir para las empresas: lo inmaterial, lo que no tiene sustancia física6. Al mismo tiempo, la desconfianza que en algunos sectores ha despertado el uso de indicadores se deriva de la inexistencia de un sistema de evaluación de los intangibles que utilice un denominador común generalmente aceptado7.

5 Son muchas las definiciones de indicadores que se han utilizado en los distintos campos de la ciencia económica. Además de la arriba apuntada, resulta especialmente ilustrativa la definición de AECA (1998) de indicador de gestión como “instrumento empírico que permite representar en alguna medida la dimensión teórica de una variable clave.” 6 Como señala Lev (2001), dado que los activos intangibles interactúan con activos tangibles y financieros para crear valor corporativo y riqueza económica, su valoración y medida constituye un auténtico reto. Pese a ello, la deficiente medición del capital intelectual en las organizaciones sigue desencadenando consecuencias indeseables como el deterioro continuo de la utilidad de la información financiera y la errónea estimación del valor real de las empresas. De acuerdo con Barsky y Marchant (2000) “debido a la ausencia de herramientas de medición del capital intelectual, muchas empresas gestionan inadecuadamente sus activos intelectuales, llegando incluso a destruir el valor del conocimiento que poseen”. 7 Frente a las posturas más escépticas, Barsky y Marchant (2000) esgrimen un argumento incuestionable: “aunque los activos intelectuales son invisibles, no por ello dejan de ser susceptibles de medición y gestión”. Wall (2003) se manifiesta de forma parecida señalando que “la falta de un método estandarizado de evaluación no debe disuadir a las empresas de medir su valor”.

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La ausencia de un marco teórico institucionalizado de valoración de los activos intangibles8 ha propiciado la proliferación de sistemas de indicadores que proporcionan a los gestores una gran cantidad de datos de difícil interpretación9. Estos datos no responden a prioridades de información predeterminadas de forma coherente, ni se agrupan en una estructura lógica y sistemática10 por lo que resulta difícil relacionarlos con los cambios experimentados por los resultados comerciales de las empresas.

De acuerdo con Bueno (1974), un sistema de indicadores satisface plenamente las funciones de información y gestión cuando se concibe como «un conjunto de flujos de información, circulando por unas redes y procesos específicos, con miras a la obtención de unos resultados aptos para la toma de decisiones y a todos sus niveles». La situación de “hipertrofia” en el establecimiento de indicadores de capital intelectual pone de relieve la necesidad de que la elaboración de los mismos sea un proceso “ad hoc” que se adapte a las características específicas de la empresa que se está evaluando.

No obstante, el diseño de los indicadores debe situarse en el marco un modelo genérico de capital intelectual (En la tabla 1 aparece una enumeración de los principales modelos de capital intelectual con las características más destacadas de sus indicadores11). En este sentido, el Modelo Intellectus de medición y gestión del capital intelectual, elaborado en el seno del Instituto Universitario de Administración de Empresas, puede constituir una referencia de partida adecuada. El Modelo Intellectus, a través de su desarrollo arborescente trata de aportar un marco clarificador de las interrelaciones entre los diferentes componentes y niveles que integran su estructura.

8 Aunque en los últimos años ha proliferado una ingente bibliografía respecto al estudio del capital intelectual, no hay un acuerdo científico en torno al tema de cómo deben tratarse metodológicamente los activos intangibles y qué constituye una medición satisfactoria de los mismos. 9 Es un hecho constatado que las organizaciones tienden a definir un gran número de indicadores para valorar su capital intelectual. De esta manera los cuadros de indicadores utilizados varían sustancialmente de una entidad a otra dependiendo de los activos que posea y de la información que desee obtener. No obstante, no son infrecuentes los casos de confluencia en la utilización de indicadores comunes. 10 Como señala Bueno (1971), desde una perspectiva característica de la Teoría General de Sistemas (Klir, 1969), “Un sistema de gestión se define como de información, cuando se diseña un conjunto de redes interconectadas que transforman datos en información a través de una organización o por medio de un proceso de transformación.”. Desde este punto de vista puede decirse que gran parte de los sistemas de indicadores aparecidos hasta el presente no constituyen verdaderos sistemas de información, pues únicamente ofrecen como resultado agregaciones de datos no estructuradas de forma coherente en un sistema. En opinión de Lev (2001), un sistema efectivo de información proporciona indicadores capaces de anticipar evoluciones futuras, permitiendo a los directivos identificar factores específicos de generación de valor. 11 Como puede apreciarse, la Tabla 1 realiza una distinción entre modelos básicos y modelos relacionados. Los modelos básicos “son aquéllos que tienen como finalidad principal medir los activos intangibles de una organización, con el fin de efectuar un diagnóstico y rendir información de su capital intelectual permitiendo adoptar decisiones de gestión. Por el contrario, los modelos relacionados no son estrictamente modelos de medición y gestión del capital intelectual, sino instrumentos de dirección estratégica de la empresa que contemplan, en alguna medida, la dimensión intangible de las organizaciones” (IADE-CIC, 2003).

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Tabla 1: INDICADORES DE LOS DISTINTOS MODELOS DE CAPITAL INTELECTUAL

MODELOS BÁSICOS INDICADORES Navegador de Skandia (Edvinsson, 1992-1997)

Indicadores de medida absoluta del C.I. Índices de eficiencia del C.I.

Technology Broker (Brooking, 1996)

Indicadores no cuantitativos Auditoría del C.I.

University of Werstern Ontario (Bontis, 1996)

Indicadores de resultados organizativos

Canadian Imperial Bank of Commerce (Saint Onge, 1996)

Indicadores de aprendizaje

Monitor de activos intangibles (Sveiby, 1997)

Indicadores de crecimiento y renovación Indicadores de eficiencia Indicadores de estabilidad

Modelo Nova (Camisón, Palacios y Devece, 2000)

Indicadores de procesos dinámicos

Modelo Intelect (I. U. Euroforum, 1997-1998)

Indicadores de presente y de futuro

MODELOS RELACIONADOS INDICADORES Balanced Business Scorecard (Norton y Kaplan, 1992-1996)

Indicadores de intangibles Indicadores financieros

Modelo de Dow Chemical (1993)

Indicadores de intangibles con impacto en los resultados organizativos

Modelo de aprendizaje organizativo (KPMG, 1996)

Factores de aprendizaje Factores que condicionan los resultados de aprendizaje

Modelo de Roos, Roos, Edvinsson y Dragonetti

(1997)

Índices de C.I. que integran los diferentes indicadores en una única medida

Modelo de Stewart (1997)

Indicadores internos Indicadores de clientes

Directrices Meritum (1998-2002)

Indicadores de intangibles críticos

Modelo de dirección estratégica de competencias

(Bueno, 1998)

Indicadores de competencias básicas distintivas

Teoría de los agentes interesados (Atkinson, Waterhouse y Wells, 1998)

Indicadores de rendimiento de los agentes

Modelo de gestión del conocimiento (Arthur Andersen, 1999)

Flujo de información valiosa

Modelo de creación, medición y gestión de intangibles: el diamante de conocimiento

(Bueno, 2001)

Indicadores de información, aprendizaje, innovación y competencias básicas

ICBS (Viedma,2001)

Indicadores de competencias nucleares de benchmarking

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La metodología y la lógica interna del Modelo Intellectus aparecen en la Figura 1. Su estructura básica gira en torno a cuatro conceptos: componentes, elementos, variables e indicadores. El concepto de componente hace referencia a una agrupación de activos intangibles en función de su naturaleza. Desde este punto de vista, puede decirse que los componentes del capital intelectual son el capital Humano (CH), el capital estructural (CE) -en su doble vertiente de capital organizativo (CO) y capital tecnológico (CT)- y el capital relacional (CR). Cada uno de estos componentes se integra por grupos homogéneos de activos intangibles denominados elementos. Estos elementos se componen, a su vez, de activos intangibles que pueden ser identificados como variables. Finalmente, el Modelo Intellectus concibe los indicadores como instrumentos de medición para conocer el estado y evolución de las variables.

Figura 1: METODOLOGÍA Y LÓGICA DEL MODELO INTELLECTUS

Fuente: IADE-CIC (2002).

3.- PROCESO DE ELABORACIÓN DE LOS INDICADORES

En el proceso de elaboración de indicadores de capital intelectual puede emplearse tanto un método deductivo como un método inductivo. El método deductivo parte de elementos integrantes del capital intelectual determinados a priori, para ir desarrollando los distintos niveles de activos intangibles hasta llegar a los indicadores. El método inductivo recurre a la observación empírica para formular los indicadores, que son el presupuesto básico para la construcción de los restantes elementos del modelo de capital intelectual.

La complementariedad de estas metodologías es notoria ya que la evidencia empírica se encuentra en el origen del método inductivo y en el término de las deducciones lógicas del método deductivo. Por esta razón, resulta muy aconsejable la combinación de ambos métodos en la elaboración de indicadores de capital intelectual.

Dejando aparte las preferencias que pueden suscitar cada uno de los métodos en función de las características de las organizaciones, resulta aconsejable el empleo del método inductivo como

(CH, CO, CT, CR)

E

Componente

Elemento

V1 VnV1Vn V1 Vn V1 Vn Vn V1 V1 VnV1 Vn V1 Vn

C H

i1 in i1 in i1 in i1 in i1 in i1 in i1 in i1 ini1 in i1 in i1 in i1 ini1 in i1 in i1 in i1 in

M o d e l o I n t e l l e c t u sM o d e l o I n t e l l e c t u s

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V

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C E

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complemento final del método deductivo. De esta manera, el contraste de los apriorismos definidos con la evidencia real permitirá verificar la validez del modelo. A continuación se exponen los principales pasos a seguir para el desarrollo del método deductivo.

Una vez identificados los elementos que integran cada uno de los componentes del Capital Intelectual y sus variables más representativas, se iniciará el proceso de elaboración de los indicadores de medición.

Un primer aspecto a considerar es qué es lo que se pretende evaluar con cada uno de los indicadores. Las características de los mismos vendrán determinadas por la naturaleza de las variables que se tratan de medir. De esta manera, se elaborará un cuadro provisional de indicadores12 que recogerá los criterios de medida diseñados para las variables representativas de los componentes del capital intelectual. La segunda etapa del proceso de elaboración consistirá en la realización de una medición experimental de los intangibles de la empresa con el cuadro provisional de indicadores. Los resultados obtenidos de esta medición servirán para perfeccionar los indicadores diseñados y establecer criterios de agregación de los mismos13. Finalmente, los indicadores perfeccionados y adaptados se vincularán con el modelo de gestión de la empresa14. El objetivo es que la información proporcionada por los indicadores permita tomar decisiones a los directivos. Barsky y Marchant (2000) apuntan en este sentido que “los estrategas corporativos deberán establecer objetivos y referencias de comparación” para los recursos intangibles. Estos objetivos se plasmarán en planes estratégicos de acción, que se vincularán con los indicadores de medición. De esta manera, la métrica diseñada permitirá obtener datos concretos sobre el rendimiento de las personas y el grado de cumplimiento de los objetivos corporativos. La vinculación de la estrategia de la empresa con el sistema de indicadores es uno de los aspectos más difíciles en el proceso de elaboración de los mismos. En este sentido, es necesario destacar que “en la medida en que las empresas (…) tengan clara su estrategia, los sistemas de indicadores serán más fáciles de diseñar e implantar” (AECA, 1998). Los problemas estructurales que se presentan usualmente en el enlace entre la estrategia de la empresa y el diseño de indicadores son los siguientes (AECA, 1998):

- Excesivo énfasis en el corto plazo - Visión excesivamente departamental - Escasa atención a las necesidades del cliente interno y externo - Uso de los indicadores desvinculado del aprendizaje

12 En la elaboración de este cuadro provisional de indicadores resulta de gran utilidad la elaboración de fichas de diseño de los mismos como la que aparece en el Anexo. 13 El capital intelectual es susceptible de expresarse en distintas unidades de medida, por lo que resulta aconsejable estructurar los indicadores en diferentes niveles de agregación. Bueno et al. (2002) han distinguido a estos efectos entre indicadores de primer nivel, de segundo nivel, de tercer nivel y de cuarto nivel. Los “indicadores de primer nivel” se presentan en valores absolutos y dan una idea global del intangible sujeto a medición (Ejemplo: Número de titulados universitarios en la empresa). Los “indicadores de segundo nivel” son valores relativos (ratios) y reflejan el potencial existente en la organización (Ejemplo: Número de Postgraduados / Total plantilla). Finalmente, los “indicadores de tercer nivel”, serán expresados en valores porcentuales (Ejemplo: Porcentaje de gastos en I+D / Gastos totales). Finalmente, los indicadores de cuarto nivel expresan mediante tasas de variación la evolución de una variable (Ejemplo: Tasa de variación anual del número de cursos de formación). 14 La interconexión de la medición y gestión de los activos intangibles es uno de los grandes retos en la elaboración de modelos de capital intelectual, ya que como señala Von Hayek (1945) el rendimiento de una organización depende de la ubicación del poder de decisión al lado del conocimiento relevante para la toma de decisiones. Con una orientación análoga Van der Spek (1994) define la gestión del conocimiento como un conjunto de actividades encaminadas al desarrollo y control del conocimiento que permite cumplir los objetivos de la organización.

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- Prioridad a la función de medición de los indicadores sobre la función de gestión. En un último paso, la explotación de la información obtenida de los indicadores permitirá la elaboración de herramientas, métodos y reglas de dirección. Un buen ejemplo de articulación operativa de los indicadores es la utilización de los mismos en el Balanced Scorecard de Kaplan y Norton (2001).

Las distintas secuencias del proceso de elaboración de los indicadores pueden observarse en la Figura 2:

Figura 2: PROCESO DE ELABORACIÓN DE LOS INDICADORES

Fuente: Elaboración propia

Fuente: Elaboración propia

DEFINICIÓN DEINDICADORES

EN FUNCIÓN DELAS VARIABLES

ELABORACIÓN DEL CUADROPROVISIONAL DE

INDICADORES

VINCULACIÓN DELOS INDICADORES

CON LA GESTIÓN DELA EMPRESA

VARIABLES

ELEMENTOS

COMPONENTES

MODELO DE GESTIÓN DELCAPITAL INTELECTUAL

MEDICIÓNEXPERIMENTAL

DE INTANGIBLES

CUADRO DE INDICADORESDEFINITIVO

MODELO DEGESTIÓN

EMPRESARIAL

HERRAMIENTAS,MÉTODOS Y REGLAS

DE DIRECCIÓN

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4.- CONCLUSIONES Resulta indudable que cada vez es mayor el número de empresas que son conscientes de la importancia del capital intelectual. De hecho, un porcentaje significativo de organizaciones están midiendo en la actualidad algunos elementos de su capital humano, organizativo y relacional. Sin embargo, las distintas iniciativas de medición se están desarrollando dentro de actividades generales de la empresa, sin que exista ningún tipo de coordinación con un programa específico de capital intelectual. De esta, manera la evaluación de la riqueza intangible de las organizaciones se realiza de forma fragmentada y no responde a los principios de una estrategia global. Desde este punto de vista, los indicadores de capital intelectual pueden convertirse en un instrumento clave para explicar los procesos de obtención de ventajas competitivas y lograr la inclusión de los activos intangibles en la estrategia general de las empresas. La valoración de este tipo de activos es una actividad de la que se ha ocupado tradicionalmente la contabilidad financiera. Sin embargo, los diferentes sistemas contables no permiten identificar los factores generadores de valor más allá de la esfera financiera, por lo que han proliferados sistemas de indicadores no financieros para reflejar los intangibles adquiridos o producidos por la organización. El diseño de estos indicadores se ha realizado sin una base teórica fundamentada en criterios de medición y reconocimiento generalmente aceptados. Como consecuencia de ello, se hace necesario identificar las mejores prácticas en la gestión de intangibles y fomentar su generalización con la finalidad de proporcionar una imagen fiel del verdadero valor de las empresas. Los indicadores de capital intelectual deben proporcionar información de cuantificación de los intangibles en diferentes unidades de medida, información dirigida a los gestores, e información dirigida a terceros sobre el valor de la empresa. Como regla general, el diseño de indicadores debe situarse en el marco de un modelo genérico de capital intelectual. En este trabajo se ha sugerido la posibilidad de utilizar como referencia de partida el Modelo Intellectus, que por su lógica interna lleva a distinguir distintos niveles de intangibles (componentes, variables, elementos e indicadores). En el proceso de elaboración de los indicadores de capital intelectual resulta aconsejable la combinación de los métodos deductivo e inductivo. El método deductivo parte de los elementos integrantes del capital intelectual para ir desarrollando los distintos niveles de agrupación de los activos intangibles hasta llegar a los indicadores. En el método inductivo la observación empírica da lugar a la formulación de una batería de indicadores que se perfila como presupuesto básico para la construcción de los restantes elementos del modelo. La Tabla 2 refleja las distintas fases en el proceso de elaboración de los indicadores, las actividades que tienen lugar durante el mismo y los principales resultados obtenidos.

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Tabla 2: FASES DEL PROCESO DE ELABORACIÓN DE INDICADORES DE CAPITAL INTELECTUAL

FASE ACTIVIDADES RESULTADOS

FASE 1: DEFINICIÓN DE INDICADORES EN FUNCIÓN

DE LAS VARIABLES

- Diagnóstico de Actividades

Intangibles y Mapas de Conocimiento

- Estructuración de los intangibles en elementos y variables

- Definición de indicadores

• Inventario de intangibles existentes • Mapas de Conocimiento • Documento de Diagnóstico • Listado de indicadores

FASE 2: CUADRO PROVISIONAL DE

INDICADORES

- Propuesta de indicadores por

variable

- Diseño del cuadro provisional de indicadores

• Sistema de indicadores integrado en el

modelo genérico de capital intelectual

FASE 3: MEDICIÓN EXPERIMENTAL DE

INTANGIBLES.

- Prueba piloto

- Propuestas de mejora de los indicadores y establecimiento de diferentes niveles de agregación

• Evaluación del Modelo tras la Prueba

Piloto • Propuesta de mejora de los indicadores

de cada variable

FASE 4: VINCULACIÓN CON EL MODELO DE GESTIÓN DE

LA EMPRESA.

- Vinculación de los indicadores con

los objetivos estratégicos de la empresa

- Inclusión de los indicadores en el

Plan Estratégico de la empresa

• Cuadro de indicadores definitivo • Modelo de gestión empresarial

orientado hacia los activos tangibles e intangibles.

• Herramientas, métodos y reglas de dirección

Fuente: Elaboración propia

Page 12: Indicadores de Conocimiento

Rodríguez, O. (2003): “Indicadores de capital intelectual: concepto y elaboración”

I Congreso Internacional y Virtual de Intangibles 224

4.- BIBLIOGRAFÍA AECA, (1997): “Los indicadores en la gestión de la Entidades Públicas”, Documento Nº 16. Comisión de Contabilidad de Gestión, Madrid. AECA, (1998): “Indicadores para la gestión empresarial”, Documento Nº 17. Comisión de Contabilidad de Gestión, Madrid. BARSKY, N. P. y MARCHANT, G. (2000): “The most valuable resource. Measuring and managing intellectual capital. Strategic Finance. February. Vol. 81. Issue 8. Pág. 59-62. BUENO, E. (1971): “El sistema de información en la empresa (Sistemas y Modelos contables de Planificación y Control)”. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid. BUENO, E. (1974): “El sistema de información en la empresa”. Fondo para la Investigación Económica y Social de la Confederación Española de Cajas de Ahorros, Madrid. BUENO, E., et al. (2002): “Indicadores de Capital Intelectual aplicados a la Actividad Investigadora y de Gestión del conocimiento en las Universidades y Centros Públicos de Investigación de la Comunidad de Madrid” en Capital Intelectual y Producción Científica, Madri+d, Dirección General de Investigación, Pags.19-69. BUENO, E. (Dir.); RODRÍGUEZ, O. ; MURCIA, C. y CAMACHO, C.: “Metodología para la elaboración de indicadores de capital intelectual”. Documento Intellectus. Nº 4. IADE-CIC. CAÑIBANO, L. ; GARCÍA AYUSO, M. y SÁNCHEZ, M.P. (1999): “La relevancia de los intangibles para la valoración y la gestión de las empresas: Revisión de la literatura (1)”. Revista Española de Financiación y Contabilidad. Nº 100.Págs. 16-88. IADE-CIC (2003): “Modelo de medición y gestión del capital intelectual: Modelo Intellectus”. Instituto de Administración de Empresas. Universidad Autónoma de Madrid. (En prensa). KAPLAN, R. y NORTON, D. (2001): “Cómo utilizar el Cuadro de Mando Integral”, Ed. Gestión 2000, Barcelona. KLIR, G.J. (1969): “An approach to general systems theory”. Van Nostrand Reinhold. New York KOLLER, T. y PEACOCK J. (2002): “Time for CFOs to step up”. The Mc Kinsey Quarterly. Special Edition: Risk and resilience. Pp. 105-108. LEV, B. (2001): “Intangibles: Management, Measurement, and Reporting”. Brookings Institution Press. Washington, D.C. Págs.7, 33, 43, 80, 93, 106 y 107. MARTÍNEZ, A. y PÉREZ, M. (2002): “El control de la eficiencia en las actividades de I+D de la empresa industrial española”. Cuadernos de Economía y Dirección de la Empresa. Nº 13. Septiembre-Diciembre. Págs.: 499-518. MATTESSICH, R. (1964): Accounting and Analytical Methods, Richard D. Irvin, INC. Homewood, Illinois. MERITUM (2002): “Directrices para la gestión y difusión de información sobre Intangibles”, Ed. Fundación Airtel Móvil, Madrid. MORGAN, M. S. (2001): “Making Measuring Instruments”. History of Political Economy. Winter Suplement. Vol.33. Pp: 235-251. MORGENSTERN, O. (1970): “Sobre la exactitud de las observaciones económicas”. Ed. Tecnos. Madrid.. STEVENS, S.S. (1959): “Measurement, Psychophysics, and Utility”, en W.C. CHURCHMAN Y P. RATOOSCH (eds): Measurement, John wiley & Son, New York. WALL, T. (2003): “Mental arithmetic”. Financial Management. December/January 2002/2003. Pp. 28-29.

Page 13: Indicadores de Conocimiento

Rodríguez, O. (2003): “Indicadores de capital intelectual: concepto y elaboración”

I Congreso Internacional y Virtual de Intangibles 225

Anexo 1: Ejemplo de ficha de elaboración de indicadores

CAPITAL HUMANO

COMPONENTE ELEMENTO VARIABLE

INDICADOR

Categoría

Nivel de agregación

Multifuncionalidad1

Simplicidad Objetividad Carácter estratégico

Medidas de gestión vinculadas

Utilidad2

Forma de medición

Benchmarking3

1. El término “Multifuncionalidad” hace referencia a aquellos indicadores que pueden proporcionar

información relevante en varios de los componentes del modelo de Capital Intelectual.

2. En la casilla “Utilidad” debe indicarse la finalidad del indicador o qué es exactamente lo que pretende

medir.

3. Es recomendable que los indicadores puedan ser utilizados como instrumentos de benchmarking o de

comparación con los competidores. Por ello, deben señalarse expresamente mediciones empleadas por

otras empresas que puedan ser comparadas con el indicador.