implicaciones teologicas

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5. Capítulo segundo: “La propuesta teológico-metodológica de J. Daniélou” El segundo capítulo, “La propuesta teológico- metodológica de J. Daniélou”, es el núcleo esencial de la primera parte. Consta de dos apartados. En el primero se exponen los puntos clave de su propuesta teológica y en el segundo, los “momentos” del método teológico de J. Daniélou. Los principios teológicos que hemos encontrado en la obra teológica de nuestro autor – sus puntos clave – son los mismos que la Iglesia contempla en santo Tomás de Aquino y que hicieron de él – en palabras de J. Daniélou –, maestro de sagrada doctrina y paradigma del teólogo católico. Éstos son, la afirmación de las capacidades de la mente humana de alcanzar la verdad. Este principio dará al teólogo la seguridad de reflexionar sobre verdades y no solamente sobre “experiencias subjetivas” incomunicables. el primado de la Revelación como criterio último de verificación de toda “hipótesis teológica”. Este principio ofrecerá al teólogo el criterio último y cierto para valorar el significado y el alcance de sus propuestas teológicas. La Revelación es la base de la teología: si se cuestiona la fe, la teología pierde pie y acaba por disolverse. el despliegue de todas las capacidades del entendimiento humano, puestas al servicio de una mejor comprensión del dato revelado. Este último principio abre la teología al diálogo con las corrientes filosóficas y culturales de su tiempo, sin miedo a quedar enredada en el relativismo ideológico, pero enriqueciéndola con el análisis

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Documento en el cual un teólogo habla acerca del pluralismo religioso, propone una metodología para poder abarcar el tema sobre todo a los teólogos modernos

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Page 1: implicaciones teologicas

5. Capítulo segundo: “La propuesta teológico-metodológica de J. Daniélou”

El segundo capítulo, “La propuesta teológico-metodológica de J. Daniélou”, es el núcleo esencial de la primera parte. Consta de dos apartados. En el primero se exponen los puntos clave de su propuesta teológica y en el segundo, los “momentos” del método teológico de J. Daniélou.

Los principios teológicos que hemos encontrado en la obra teológica de nuestro autor – sus puntos clave – son los mismos que la Iglesia contempla en santo Tomás de Aquino y que hicieron de él – en palabras de J. Daniélou –, maestro de sagrada doctrina y paradigma del teólogo católico. Éstos son,

1º la afirmación de las capacidades de la mente humana de alcanzar la verdad. Este principio dará al teólogo la seguridad de reflexionar sobre verdades y no solamente sobre “experiencias subjetivas” incomunicables.

2º el primado de la Revelación como criterio último de verificación de toda “hipótesis teológica”. Este principio ofrecerá al teólogo el criterio último y cierto para valorar el significado y el alcance de sus propuestas teológicas. La Revelación es la base de la teología: si se cuestiona la fe, la teología pierde pie y acaba por disolverse.

3º el despliegue de todas las capacidades del entendimiento humano, puestas al servicio de una mejor comprensión del dato revelado. Este último principio abre la teología al diálogo con las corrientes filosóficas y culturales de su tiempo, sin miedo a quedar enredada en el relativismo ideológico, pero enriqueciéndola con el análisis de “los movimientos fundamentales del espíritu” que están a la base de las corrientes de pensamiento moderno.

Estos principios hacen posible la armoniosa compenetración entre fe y razón al interno del discurso teológico. La fe ofrece el “material”, el contenido, sobre el que una razón iluminada sobrenaturalmente se ejercitará de acuerdo con sus propios principios. La fe presupone la razón en cuanto que la adhesión a la verdad revelada es un acto plenamente racional, y la fe, por otro lado, se constituye como la razón última en cuanto que la fe abre a la consideración de la realidad desde su perspectiva más objetiva, desde la perspectiva divina.

Aquí entra el significado de teología que subyace a la obra teológica de J. Daniélou. Ésta es el ejercicio de la razón sobre un dominio particular que es el de la historia de la salvación. Es una reflexión (especulación) sobre los hechos históricos singulares (concreción), para descubrir y describir las mores divinas – los mirabilia Dei – que nos

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introducirán después en el misterio de su intimidad. La teología brota espontáneamente desde sus inicios como exigencia de comprensión racional de la revelación. Ésta elabora el dato revelado, no según las exigencias de la razón, sino según las exigencias de la Revelación misma. Si algo no es teología, es precisamente el tentativo de adecuar las categorías de la Revelación según un esquema mental preconcebido. Dicho de modo gráfico: no se trata de recortar el evangelio para hacerlo aceptable a Platón, sino estirar a Platón de acuerdo con las medidas del Evangelio. La teología es, para nuestro autor, la reflexión racional sobre las implicaciones de la fe, tal como está expresada en la Escritura y en la Tradición.

La teología es, por tanto, obra de la fe y de la razón. Tiene un punto de partida que es la Revelación. Ésta se entiende, en J. Daniélou, sobre todo como la Revelación de las “costumbres divinas” que se manifiestan paulatinamente en la historia de la salvación, tal y como aparecen en la Sagrada Escritura. Va al Dios de la revelación a través de sus intervenciones históricas. La teología parte así de un fundamento sólido, el del testimonio que Dios hace de sí mismo en Cristo y del testimonio que la Iglesia ha recogido de los apóstoles que convivieron con el «Verbo de la Vida» (1Jn 1, 1). J. Daniélou considera por esto que el tipo de verdad que manifiesta la Revelación es del tipo de verdades que se conocen por el testimonio; es, en definitiva, una verdad histórica. Este carácter histórico de la Revelación la hace susceptible de ser analizada con el método histórico. Ahora bien, no obstante su carácter histórico, el protagonista es, sin embargo, metahistórico. Dios es el centro de la historia y por ende, el método para descifrar el significado de la historia es l’esprit de prophétie – por usar una expresión de Pascal – capaz de descubrir en el “dato” el “hábito” divino.

Así, toda la teología, la única teología católica, se despliega en una pluralidad de tentativos coordinados con el fin de elucidar, de descubrir y de comprender esa gramática de la fe presente en la Revelación – esa “filigrana” – que son las costumbres de Dios y que descubrimos a través de la reflexión sobre la historia de la salvación. El pluralismo no compromete así la unidad de la ciencia teológica, sino que está al servicio de ella. El pluralismo enriquece la única teología.

Finalmente, hemos analizado los cuatro momentos de su propuesta teológica. Estos momentos son como la trama sobre la cual nuestro autor construye sus conclusiones teológicas. Estos momentos son:

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el metafísico o de afirmación de la realidad: J. Daniélou parte de verdades sólidas, parte del “ser” más que del “aparecer”; éste será el momento del reconocimiento del dato en su existencia objetiva, ya sea ontológica (gracias a la analogía), ya sea histórica (con el análisis crítico de las fuentes). El teólogo se mueve con la convicción de que habla de realidades, no sólo de lenguaje o de experiencias subjetivas.

el momento tipológico de acercamiento a la Sagrada Escritura: la teología de J. Daniélou es una teología bíblica en cuanto que tiene su punto de partida en la Biblia. Es, además, teología de la historia porque trata de pasar de la narración bíblica a los hechos fundamentales que son narrados en ella. En la Biblia encuentra las características del actuar y del ser divino y la clave de interpretación del misterio de Cristo y de la historia.

El momento histórico o del cariz histórico de la fe: si toda la Escritura se ha de interpretar con toda la Escritura, se podría decir lo mismo de la historia de la teología; es decir, un problema o una cuestión teológica presente se resuelve a la luz de toda la historia de fe y de razón, que es la teología católica. Un teólogo debe ser, en la medida de lo posible, un histórico de la fe, y la historia de la teología debe ser considerada una ciencia estrictamente teológica. Esto tiene una relevancia trascendental precisamente a causa de la consideración de la historia al interno de la fe. El crecimiento del Cuerpo Místico de Cristo a lo largo de la historia es parte integrante de la revelación…

El momento hermenéutico, presente en todo el quehacer teológico, por cuanto que el teólogo pertenece a una época determinada, su época y su contexto cultural marcarán las pautas de su investigación, etc. La hermenéutica no significará una reinterpretación de los contenidos, que son inmutables, sino del modo de transmitirlos. Para ello será esencial comprender bien el significado de una noción teológica dentro de su contexto para tratar, en la medida de lo posible, de actualizarlo, sin perder el valor perenne de su significado original, pero enriqueciéndolo con las aportaciones del presente. La clave hermenéutica será: así como Dios actuó en el pasado, así continúa actuando en el hoy de su Iglesia.

De entre estos momentos sobresale el “momento tipológico”. El acercamiento a la Sagrada Escritura es, tal vez, la característica más específica de J. Daniélou. Éste ha logrado extraer del estudio de los Santos Padres la enjundia de su lectura bíblica. A la base se encuentra la propuesta de reformular la doctrina de los sentidos de la Escritura, tratando de purificarla de los elementos ajenos a la misma; es decir, del influjo de la exégesis filoniana y de la escuela de Alejandría.

Para J. Daniélou no existen más que dos sentidos teológicos de la Escritura. Todo otro sentido brota de éstos. Son el sentido literal, que se centra en lo que el hagiógrafo quiso narrar (el sentido de las palabras según santo Tomás); y el sentido tipológico que

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es el sentido de las cosas mismas que son narradas (el sentido que Dios imprime a los acontecimientos). Este es el sentido cristológico de la Escritura, porque toda ella habla de Cristo. Ahora bien, no se debe considerar “simbólica” a esta exégesis. El sentido tipológico es también histórico. Hace referencia a las intervenciones de Dios en la historia, intervenciones que trazan unas coordenadas que tienen como punto de convergencia el misterio del Christus Totus; es decir, el del cumplimiento del designio divino de salvación en Cristo y en su Iglesia, hasta la consumación de los siglos. Es, finalmente, una exégesis que abarca los misterios de la vida terrena de Cristo y de su presencia en la Iglesia, de sus sacramentos y de su acción en el interior de las almas.