impacto de las distintas situaciones de pobreza y precariedad€¦ · 7.1. acceso a los servicios...
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COMUNIDAD AUTÓNOMA
DE EUSKADI
ESTADÍSTICA DE DEMANDA
DE SERVICIOS SOCIALES
Encuesta de Necesidades
Sociales 2018
Módulo General Principales resultados 5 de septiembre de 2019
Órgano Estadístico Específico del Departamento de Empleo y Políticas Sociales
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ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN 7
PRINCIPALES RESULTADOS 15
1. PROBLEMAS SOCIALES EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN 15
1.1. La atención a menores de 0 a 5 años 15
Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años al sistema de
guarderías y centros educativos. Esta dinámica se asocia al colectivo menor de 2 años 15
En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación
básica, los factores que limitan el acceso a un centro se vinculan a una mayor relevancia
tanto de las preferencias familiares como de otros factores en juego (distintos a la falta de
plazas) 16
1.2. Problemas socio-educativos en menores en edad de escolarización obligatoria 18
Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de
dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada 18
Mejoran los indicadores relativos a la población menor extranjera pero no en los aspectos
más problemáticos, una dinámica que también se observa en la población menor no
extranjera. La situación es menos problemática, en cualquier caso, que la observada en
2006 19
La compleja dinámica observada caracteriza a escolares con problemas de privación
económica 22
2. PROBLEMAS ESPECIALES DE INSERCIÓN EN EL PERIODO LABORAL 23
Aunque con tendencia a mejorar, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue
siendo relevante en 2018 23
El colectivo afectado es muy mayoritariamente nacional y entre 25 y 54 años, aunque con
una evidente tendencia al envejecimiento, y con mayor presencia de población femenina 25
Siguen resultando muy elevados los indicadores de exclusión del mundo del trabajo
normalizado en la población afectada. Dentro de ella, aumenta la parte que se sitúa en
los bordes del mercado de trabajo 27
La exclusión laboral estructural mantiene una estrecha relación con la privación
económica 30
3. LAS PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA 32
El impacto de la limitación y la dependencia muestra en general una línea descendente,
salvo en lo relativo a la dependencia al menos moderada, en especial en grupos mayores
de 75 años 32
Se recuperan los niveles de acceso a la atención externa en la población con
dependencia especial aunque sin llegar a los niveles de 2010, apoyada sobre todo en la
atención privada o particular 34
Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos
externos sigue reflejando una línea alcista de las horas de atención, particularmente
llamativa en presencia de dependencia total o grave 40
4
Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las
prestaciones del sistema de atención a la dependencia 41
Los niveles de insatisfacción con la cobertura de las necesidades de la vida diaria de la
población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018 aunque, en sus
formas más graves, sólo en el caso de la población con dependencia total o grave 42
Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la
vivienda entre las personas con dependencia especial total o grave pero se percibe más
intensamente en otros casos 44
El porcentaje de ocupación no empeora entre las personas con dependencia especial,
aunque sí en las meramente afectadas por limitaciones funcionales, pero una mayor
propensión a la actividad se traduce en mayores niveles de paro y en problemas
especiales de inserción laboral 45
4. EL CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA 49
4.1. Gastos extraordinarios ligados a la presencia de situaciones de dependencia 49
Se prolonga el proceso de reducción de los gastos extraordinarios ligados a la presencia
de situaciones de dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos
se limita a los casos de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio
hogar, a la presencia de dos o más casos de dependencia al menos moderada 49
Cuando están presentes, se observa un aumento de la carga que suponen los gastos
extraordinarios para los hogares, con mayor proporción de recortes en gastos básicos y
repercusión en la correcta atención a las personas con dependencia 51
4.2. Las personas cuidadoras 54
Sigue reduciéndose la proporción de personas dedicadas al cuidado de personas
dependientes en el hogar 54
Aunque disminuye el número de personas cuidadoras, resultan comparativamente
mayores las cargas asociadas a las tareas de cuidado que asumen actualmente estas
personas 56
5. PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES Y SOCIALES 60
En 2018 se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento
o actitud 60
El impacto de los problemas de soledad y tristeza se muestra ligeramente a la baja 62
El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o
violencia aumenta de forma llamativa, en especial entre las mujeres y en hogares con
privación básica 65
La percepción de rechazo social por origen, raza o religión repunta al alza 66
En una perspectiva de conjunto, el impacto de los distintos problemas sociales graves
considerados mantiene la línea de moderada reducción que se observa desde 2010.
Pero repuntan al alza las problemáticas en algunos colectivos 67
5
6. PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL 71
Se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de reducción de la proporción de
personas con problemas de acceso a una vida independiente fuera del actual hogar 71
Entre 2014 y 2018, cae de forma llamativa el impacto de las dificultades que impiden
tener el número de hijas o hijos deseados, en especial en hogares de personas menores
de 35 años 73
7. DEMANDA DE SERVICIOS Y PRESTACIONES POR LOS HOGARES 76
7.1. Acceso a los servicios sociales 76
Se mantiene estable el acceso a los servicios sociales públicos. Aumenta la atención a
personas mayores de 75 años y se reduce la dirigida a población extranjera o residente
en hogares con privación básica 76
Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. Pero cambia el perfil de demandantes,
con un peso dominante de hogares de personas mayores de 45 años, nacionales y
ajenas a las formas precarias de inserción laboral 80
7.2. Demanda de prestaciones y ayudas económicas en la CAE 84
La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un
sistema de prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, atiende a
muchos más hogares que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en
niveles muy bajos y con notable tendencia descendente 84
El sistema de prestaciones generales de la CAE sigue orientándose a personas en
hogares con problemas de privación 87
7.3. Demanda de servicios de cuidado en la CAE 92
En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a
los servicios de cuidado repunta al alza, en particular en hogares de mujeres y de
personas mayores de 75 años 92
Aumenta el acceso a ayudas económicas del sistema de atención a la dependencia, en
especial en presencia de casos graves 95
7.4. Acceso a ayudas para las familias 96
Se reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares 96
ANEXO 1: Indicadores, conceptos y definiciones 99
Indicadores de integración social 99
Integración en la escuela 99
Integración en el trabajo 99
Integración social general 100
Limitaciones por salud o edad avanzada y dependencia especial 100
La situación de las personas cuidadoras. 101
Problemas asociados a los procesos de acceso a una vida independiente. 101
Los problemas ligados a la reproducción (tener los hijos/as deseados) 102
Demanda de servicios y prestaciones por los hogares 102
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7
INTRODUCCIÓN
La Estadística de Demanda de Servicios Sociales (EDSS), en su faceta de Encuesta de Necesidades
Sociales (ENS), es una operación del Departamento de Empleo y Políticas Sociales, desarrollada por
primera vez durante el año 2006.
Los objetivos genéricos de la EDSS se centran en las dos cuestiones siguientes:
a) Conocer la dinámica de la demanda de servicios y prestaciones sociales, tanto en su dimensión
cuantitativa como cualitativa.
b) Conocer igualmente las necesidades sociales existentes entre la población, analizando su impacto en
términos de demanda efectiva.
La EDSS tiene por tanto dos componentes complementarios: el estrictamente relacionado con la
demanda formulada ante los distintos tipos de servicios sociales y el relacionado con el estudio de las
necesidades sociales existentes entre la población.
En el presente informe se difunden los resultados relativos a esta segunda dimensión de la EDSS,
centrada en las necesidades sociales, dimensión que constituye el núcleo principal de la Encuesta de
Necesidades Sociales. Sin perjuicio de lo anterior, la EDSS-ENS también aporta información de interés
sobre la demanda formulada, relacionando las necesidades detectadas con la demanda efectivamente
realizada ante los servicios sociales y demás servicios orientados a la inserción o inclusión de las
personas.
Los datos aportados corresponden al cuarto periodo de aplicación de la operación, desarrollada en el
segundo trimestre del año 2018. Al haberse desarrollado anteriormente en 2006, 2010 y 2014, se dispone
por tanto de información de distintos momentos históricos, circunstancia que permite introducir un análisis
diacrónico de las necesidades sociales en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE).
Conviene precisar que la aproximación al concepto de necesidades sociales que se contempla en la
EDSS-ENS desborda el marco tradicional de los servicios sociales. Se centra en este sentido, de forma
más amplia, en el campo relativo a las necesidades ligadas a los distintos procesos de inserción/inclusión
social, incluidos los relativos al acceso al mercado de trabajo y al empleo. Esto no supone no obstante
descuidar aspectos clave relacionados con la dinámica de los servicios sociales (problemáticas que
afectan a la población menor de edad, cuestiones relativas al tratamiento de la dependencia, etc.).
8
Desde 2014, la EDSS-ENS también contempla un módulo adaptado de la Encuesta de Pobreza y
Desigualdades Sociales (EPDS-2018). Su objetivo central es analizar los distintos indicadores de pobreza
y ausencia de bienestar en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE), con énfasis preferente en los
utilizados en la Unión Europea (UE) y en los introducidos de forma específica en la EPDS. Esta
aproximación permite disponer, desde 2012, de datos sobre pobreza y desigualdad para la CAE con
carácter bienal. Los resultados correspondientes a esta parte de la estadística se presentan en un
informe específico relativo a los aspectos relacionados con el Módulo EPDS 2014.
En cuanto al contenido concreto del informe, conviene precisar que éste no pretende ser un análisis
completo y detallado de todos y cada uno de los aspectos abordados por la EDSS-ENS. Su objetivo es
presentar, en exclusiva, sus principales resultados. En este sentido, aborda de forma detallada los
siguientes cambios observados para el periodo 2014-2018:
PROCESOS DE INSERCIÓN EDUCATIVA
1. Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años a una atención en centro
(guardería o centro educativo).
Esta dinámica se asocia, por una parte, al colectivo de niños y niñas menores de 2 años. Por otra
parte, y a diferencia de lo observado en periodos previos, de forma específica entre 2006 y 2010, se
vincula a menores pertenecientes a hogares que no están afectados por formas de privación en la
cobertura de las necesidades básicas (o privación básica).
En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los
factores que limitan entre 2014 y 2018 la integración en centros se vinculan, a una mayor relevancia
tanto de las preferencias familiares como, de manera menos intensa, de otros factores en juego. En
este sentido, en 2018 se detecta un impacto al alza de otros factores limitativos del acceso a los
centros (precios, desajuste en la oferta, etc.), entre los que no se incluye sin embargo la variable
falta de plazas.
2. Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de dimensión
social en la población de 6 a 16 años escolarizada.
En este contexto, y a diferencia de lo observado entre 2010 y 2014, también mejoran en 2018 los
indicadores relativos a la población menor extranjera. Esta mejora no afecta, sin embargo, a los
aspectos más problemáticos (tales como la desescolarización, el absentismo, el retraso escolar igual
o superior a 2 años, o los problemas de acoso, maltrato, rechazo o violencia). Esta dinámica
diferenciada, en función de la gravedad de los problemas, también se observa en la población menor
no extranjera. En ambos colectivos, la situación de 2018 se aleja en todo caso de la existente en
2006, con un impacto mucho más limitado de los problemas escolares más graves de integración en
la escuela.
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PROCESOS DE INSERCIÓN LABORAL
3. A pesar de la moderada caída en el impacto de los problemas especiales de inserción laboral, el
fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo relevante en 2018. Tanto en términos
cuantitativos como relativos, los indicadores de 2018 resultan todavía muy superiores a los
existentes en el periodo 2006-2010 y más cercanos a los registrados en 2014.
En el colectivo afectado por estos problemas aumenta, entre 2014 y 2018, la parte de población que
se sitúa en los bordes del mercado de trabajo. Los datos de la EDSS-ENS reflejan las grandes
dificultades de acceso al empleo en un grupo de población que carece mayoritariamente de una
experiencia previa en un empleo regularizado (apenas un 37,8% hace menos de 5 años) y que en un
29,7% de los casos, la cifra más elevada desde 2010, no mantiene una demanda activa de acceso
al empleo.
Entre 2014 y 2018 destaca, por otra parte, el proceso de envejecimiento de la población afectada por
problemas especiales de inserción laboral. Por primera vez desde 2006, las personas mayores de 45
años resultan mayoritarias dentro del grupo. Este proceso se vincula a la siguiente dinámica en la
población de 25 a 64 años: a mayor edad, menor caída de la proporción de personas con problemas
especiales de inserción laboral en el periodo 2014-2018.
Se observa además una mayor presencia relativa de población femenina. Es el resultado de una
línea de leve incremento entre 2014 y 2018 de los problemas especiales de inserción laboral entre
las mujeres que contrasta con la significativa caída que se detecta entre los hombres.
4. En las personas con dependencia especial, el porcentaje de ocupación no empeora durante la crisis
y el periodo posterior de recuperación económica, a diferencia de lo que sí se observa entre las
personas con meras limitaciones funcionales ligadas a problemas de salud. En este último caso,
más allá del repunte coyuntural del periodo 2010-2014, se observa una línea tendencial
descendente, moderada pero continuada, del porcentaje de población ocupada desde 2006 a 2018.
En presencia de dependencia especial o limitación funcional, en todo caso, una mayor propensión a
la actividad se traduce en mayores niveles de paro y de problemas especiales de inserción laboral
en 2018 que en 2014.
PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA
5. Se reduce la proporción de personas que tienen alguna limitación funcional ligada a un problema de
salud o de edad avanzada o algún tipo de dependencia especial asociada a estas limitaciones. La
caída del impacto de la dependencia especial es particularmente llamativa en las personas mayores
de 55 años, en especial en las de 65 a 74 años.
La evolución señalada es compatible con una tendencia ligeramente alcista del impacto de las
formas más graves de dependencia especial (total, grave o moderada). En contraste con la línea en
10
general favorable observada en los grupos menores de 75 años, en las personas mayores de esa
edad, tras la caída del periodo 2010-2014, entre 2014 y 2018 se detecta un relevante repunte alcista
del impacto de la dependencia especial total, grave o moderada.
6. La atención a las personas con dependencia especial mejora en distintos sentidos en 2018:
a) Aunque sin llegar a los niveles de 2010, se recuperan los niveles de acceso a apoyos o servicios
externos al hogar. Parte de la recuperación de los niveles de atención se vincula a un incremento
en el recurso al sistema de servicios públicos (directos o concertados), una circunstancia que
refleja un cambio notable respecto a la dinámica que se había venido observando desde 2006. La
atención aumenta más nítidamente, no obstante, en el ámbito de la atención estrictamente
privada, incluyendo en este último caso no sólo los servicios privados estrictos sino también la
contratación de personal de apoyo externo en el domicilio.
b) Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos
viene acompañado entre 2014 y 2018 de un fuerte incremento en el número medio de horas
semanales de atención, muy superior al que ya se vislumbraba entre 2010 y 2014. El aumento se
centra, en lo fundamental, en situaciones de dependencia total o grave.
c) Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones
del sistema de atención a la dependencia. El incremento en el acceso a estas prestaciones se
percibe más intensamente en hogares de personas mayores de 75 años.
A pesar de estas evidentes mejoras, los niveles de insatisfacción percibida respecto a la cobertura
de las necesidades de la población dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018. No
obstante, en sus formas más graves (con niveles que siguen resultando en cualquier caso
relativamente bajos, siempre inferiores al 10% de población afectada), sólo se detecta esta dinámica
de leve crecimiento de la insatisfacción entre la población con dependencia especial total o grave.
7. Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre
las personas con dependencia especial total o grave, pero aumenta la percepción de estos
problemas en el resto de la población con dependencia especial o algún tipo de limitación funcional.
CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA
8. Sigue reduciéndose el número absoluto y el peso relativo de las personas dedicadas al cuidado de
personas dependientes en el hogar. Entre 2014 y 2018, la caída más significativa de participación en
los cuidados corresponde a las personas mayores de 65 años. En 2018, las personas entre 45 y 64
años se perfilan en cambio como las más propensas a asumir un papel activo en materia de
cuidados a personas con dependencia dentro del hogar.
A pesar de la tendencia descendente en la participación en los cuidados, en el grupo que sigue
asumiendo el papel de persona cuidadora, resultan comparativamente mayores en 2018 las cargas
11
asociadas a las tareas (horas de atención y renuncias a la vida social, educativa o laboral). Aunque
también repunta en paralelo la presencia asociada de tensiones importantes en la vida familiar, el
cambio no es tan intenso en esta dimensión.
9. Se prolonga la línea de caída en la proporción de hogares que necesitan realizar gastos
extraordinarios relacionados con el mantenimiento de una atención adecuada a personas con
dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos se limita entre 2014 y 2018 a
la atención de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio hogar, de dos o más
personas con dependencia al menos moderada.
Por otra parte, y en comparación con la situación existente en 2006 y 2010, cuando están presentes
gastos extraordinarios para la atención de personas dependientes, su impacto tiene mayor
repercusión en 2014 y en 2018. Se observa, en este sentido, una mayor relevancia relativa de los
recortes en gastos básicos. Aunque en línea estable respecto a 2014, la repercusión de estos
recortes en la correcta atención a las personas con dependencia se sitúa en 2018 en niveles
comparativamente más altos que en 2006 y 2010.
PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES
10. En 2018 mejoran muchos de los indicadores que miden el impacto de determinados problemas
sociales graves que afectan a la vida social y a las relaciones personales. En este sentido:
a) Se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento o actitud. La
línea descendente es generalizada y se extiende, aunque de forma menos intensa que en otros
grupos sociales, a la población en hogares afectados por situaciones de privación básica.
b) Cae igualmente, levemente pero de forma clara, el impacto de los problemas de soledad y
tristeza. La positiva evolución resulta particularmente llamativa en la población extranjera donde
se registra, por primera vez en 2018, un impacto cercano al que resulta habitual en la población
nacional.
La evolución es algo menos favorable entre la población mayor de 65 años. Se trata en este caso
del único grupo que, afectado de forma diferencial por la problemática considerada, no muestra
una clara línea de mejora entre 2014 y 2018. A pesar de ello, en esta población mayor de 65
años la incidencia de la soledad y la tristeza se sitúa en 2018 más de cinco puntos porcentuales
por debajo de las cifras de 2006 y 2010.
Aunque el impacto de los problemas se reduce en 2018 entre las personas con limitación o
dependencia especial, este colectivo se mantiene en 2018 como el más afectado por los
problemas de soledad y tristeza. Su impacto es siete veces mayor al que se observa entre las
personas sin limitaciones ni dependencia especial.
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11. Otros indicadores muestran no obstante un deterioro, en particular los siguientes:
a) El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o violencia
aumenta de forma llamativa.
Aunque el incremento también se observa en la población masculina, es mucho más intenso
entre las mujeres. En términos de situación socioeconómica, en el periodo 2014-2018 el repunte
de los problemas de desatención, rechazo y maltrato o violencia es particularmente llamativo en
los hogares con privación básica.
b) Sin volver a los niveles de 2006 o 2010, la percepción de rechazo social por origen, raza o
religión repunta al alza en 2018.
Aunque los problemas graves aumentan ligeramente entre la población extranjera, el incremento
más llamativo es el que se detecta entre la población nacional (entre la que se incluyen las
personas nacionalizadas).
PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL
12. Aunque sigue siendo un problema que afecta a un volumen significativo de población en Euskadi, en
especial entre los 25 y 34 años, en 2018 se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de
reducción de la proporción de personas con problemas de acceso a una vida independiente fuera del
actual hogar.
No obstante, en uno de los grupos más beneficiados hasta 2014 por la línea descendente
mencionada, el de la población extranjera, el periodo 2014-2018 marca un significativo repunte
alcista en el impacto de los problemas de acceso a la vida independiente.
Entre 2014 y 2018, la línea de repunte mencionada se observa igualmente en la población residente
en hogares afectados por situaciones de privación básica.
13. Entre 2014 y 2018, se reduce de forma relevante el impacto de las dificultades socioeconómicas y
laborales que impiden tener el número de hijas o hijos deseados.
La reducción es particularmente llamativa en hogares de población extranjera así como en los
conformados por personas menores de 35 años. Por primera vez desde 2006, de hecho, en 2018
resulta superior el impacto de estos problemas de reproducción familiar o demográfica en hogares
de personas entre 35 y 44 años, hogares en los que el impacto señalado también se sitúa a la baja
respecto a 2014 pero en niveles cercanos a los de 2006 o 2010.
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ACCESO A LOS SERVICIOS Y PRESTACIONES
Acceso a los servicios sociales
14. Se mantiene estable, apenas con un leve repunte alcista en 2018, el acceso a los servicios sociales
públicos.
Se detectan, sin embargo, dinámicas diferenciadas en el acceso a estos servicios. Así, mientras
aumenta de forma sustancial el acceso de personas mayores de 75 años, se reduce la atención
orientada a población extranjera o a la residente en hogares con privación básica.
15. Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. En una perspectiva a largo plazo sin embargo, tal
y como ya sucedía en 2014, se mantienen niveles de acceso en 2018 que resultan claramente
superiores a los observados en 2006 y 2010.
Cambia no obstante el perfil de la población demandante, en especial en lo que respecta al
incremento del peso relativo de los hogares de personas mayores de 45 años, por primera vez
mayoritario en 2018.
Este cambio viene acompañado de un aumento del peso relativo de la población nacional en la
demanda así como de una presencia en aumento de los tipos de hogares a priori con menor nivel de
riesgo (hogares de personas inactivas o con personas ocupadas, al menos alguna de ellas estable).
Acceso a las prestaciones y ayudas económicas
16. La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un sistema de
prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, sigue atendiendo en 2018 a
muchos más hogares que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en niveles muy
bajos y con notable tendencia descendente.
El sistema general de protección asistencial de la CAE se orienta de forma creciente a personas en
hogares con problemas de privación, centrándose muy mayoritariamente por tanto en los hogares en
mayor situación de precariedad económica en Euskadi.
A ello contribuye el peso creciente de la atención a hogares de personas inactivas y de personas
activas desempleadas. En cambio, se reducen los niveles de protección a los hogares con personas
ocupadas, en especial en los más potencialmente de riesgo, aquellos en los que están presentes
personas sin ocupación estable. En 2018, cerca del 70% de los hogares protegidos por el sistema de
prestaciones asistencias generales de la CAE son hogares de personas inactivas o de personas
activas todas ellas desempleadas.
14
Acceso a los servicios de cuidado
17. En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a los servicios
de cuidado repunta claramente al alza. En un contexto de envejecimiento de la población y de
aumento del volumen de hogares, la dinámica es particularmente llamativa en términos absolutos,
con un volumen muy superior de hogares atendidos en 2018.
La dinámica alcista es particularmente llamativa en lo relativo a los hogares de mujeres así como a
los encabezados por personas mayores de 75 años. En 2018, más de las tres cuartas partes del
acceso efectivo a los servicios de cuidado corresponde a este último tipo de hogares.
Acceso a las ayudas familiares
18. Finalmente, en un contexto condicionado por la reducción de la natalidad y de la fecundidad, se
reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares.
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PRINCIPALES RESULTADOS
Los principales resultados de la EDSS-ENS 2018, centrados en la evolución del periodo 2006-2018, con
especial referencia a lo ocurrido en el cuatrienio 2014-2018, pueden sintetizarse en los puntos que se
desarrollan a continuación.
1. PROBLEMAS SOCIALES EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN
1.1. La atención a menores de 0 a 5 años
Se retoma la línea descendente en el acceso de la población de 0 a 5 años al sistema de
guarderías y centros educativos. Esta dinámica se asocia al colectivo menor de 2 años
Tras caer del 74,4% al 73% entre 2006 y 2010, la proporción de menores entre 0 y 5 años integrados en
un centro educativo o guardería remontaba en 2014 al 76,6%. En 2018, se retoma sin embargo la línea
descendente, con un 73,4% del colectivo con acceso a un centro, un nivel cercano al mínimo de 2010.
Gráfico 1
A diferencia de lo observado entre 2006 y 2010, la reducción de los índices de atención corresponde
entre 2014 y 2018 a menores en hogares sin problemas de privación básica. Después de avanzar, de
forma continuada, desde el 73,6% de 2006 al 77% de 2010 y el 79,6% de 2014, la proporción de menores
atendidos se reduce en este grupo al 74,7% en 2018, una proporción que sólo supera la de 2006.
En cambio, en el grupo de menores en hogares con problemas de privación básica, el porcentaje de
acceso a centros sigue mostrándose claramente al alza en el periodo 2014-2018 y pasa de 53,2% en
2010 a 62,4% en 2014 y 67,9% en 2018. A pesar de ello, en este grupo la proporción de menores con
atención sigue resultando en 2018 muy inferior al 83,6% que se registraba en 2006. Es además casi 7
puntos porcentuales inferior en 2018 a la del grupo de menores en hogares sin privación básica.
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Considerando el grupo de edad, entre 2014 y 2018 la dinámica descendente de la atención afecta en lo
fundamental a los niños y niñas menores de 2 años. En este caso, tras la caída del 33,3 al 30,8% del
cuatrienio 2006-2010, se observaba en 2014 un aumento significativo, hasta el 40,3%. A partir de 2014 se
retoma no obstante la línea de disminución, con un 30% en 2018 que sitúa la proporción de menores de 2
años con acceso a centros en niveles algo inferiores a los de 2010.
En cambio, después de caer de forma continuada del 84,7% de 2006 al 81,8% de 2010 y el 73,6% de
2014, repunta claramente al alza la integración en centro educativo o guardería en el caso de la población
de 2 años, con un 82,8% que sólo queda por debajo del registro de 2006. En la misma línea, partiendo de
un 96,9% en 2014, repunta también al alza la proporción de personas atendidas en la población de 3 o
más años, con un 97,7% que se acerca al 98,1% de 2010 y al 99,1% de 2006.
En la población menor de 2 años, así como en hogares sin problemas de privación básica, los
factores que limitan el acceso a un centro se vinculan a una mayor relevancia tanto de las
preferencias familiares como de otros factores en juego (distintos a la falta de plazas)
En los grupos más afectados por la caída de la atención en 2018 (menores de 2 años y en hogares sin
privación básica), resulta relevante el repunte de la preferencia por la atención familiar directa en el
colectivo no atendido en guardería o centro educativo. Así, aunque el indicador se mantiene claramente
por debajo de los niveles cercanos al 61% de 2006 y 2010, en 2018 un 54% de la población menor de 2
años analizada es atendida en casa por razones de preferencia familiar, casi 7 puntos porcentuales por
encima del 47,1% de 2014. En el caso de menores en hogares sin problemas de privación básica, la
opción por la atención familiar se muestra igualmente en línea ascendente: de 16,1% a 18,6% entre 2014
y 2018, proporción que se sitúa sin embargo claramente por debajo del 24% de 2006 y del 21% de 2010.
En cambio, en el caso de la población de 2 años, grupo en el que se observaba un aumento en 2010 y
2014 del factor preferencia familiar, entre 2014 y 2018 este factor pierde relevancia. Así, en 2018, apenas
un 8,7% de la población de 2 años es atendida en casa por ese motivo, una cifra que queda lejos de los
niveles del 17,4 y 17,8% de 2010 y 2014 e incluso del 13,1% de 2006. También desciende la preferencia
familiar en la población de 3 o más años (de un 2,6% en 2014 a un 1,1% en 2018).
En la misma línea, en el caso de menores en hogares con problemas de privación básica, la opción por la
atención familiar aumentaba de un 14,3% en 2006 a un 40,2% en 2010. Esta proporción se reduce sin
embargo al 26,8% en 2014 y al 23,1% en 2018, una proporción que a pesar de ello se mantiene todavía
claramente por encima del registro de 2006.
A pesar de la dinámica de caída observada en la población de 2 o más años, el fuerte repunte de la
preferencia familiar en la población menor de 2 años explica la recuperación al alza de la relevancia de
este factor como motivo de no integración en un centro de atención en 2018. La opción por la preferencia
familiar en la población total de 0 a 5 años, que aumentaba levemente entre 2006 y 2010 (del 23,2 al
24%), se reducía un 17,9% de la población menor en 2014. Repunta hasta el 19,5% en 2018, en niveles
todavía inferiores sin embargo a los registrados en el periodo 2006-2010.
17
Otros elementos contribuyen igualmente a prevenir un mayor incremento de la atención entre 2014 y
2018. En este sentido, se detecta un mayor impacto en 2018 de los demás factores limitativos del acceso
a los centros (precios, desajuste en la oferta, etc.). Frente a cifras inferiores al 3% en 2006 y 2010, estos
factores explicaban en 2014 un 5,5% de los casos de no atención, proporción que asciende al 7,1% en
2018.
Esta línea de aumento no afecta a los distintos grupos. En función de la edad, el impacto de estos
factores complementarios caracteriza sobre todo a la población menor de 2 años. En este grupo de
población, la falta de integración en centro por este tipo de razones muestra una línea de alza continuada
desde el 5,9% de 2006 al 7,7% de 2010, el 12,6% de 2014 y el 16% de 2018.
Teniendo en cuenta la situación socioeconómica, después de aumentar de un 2,1% en 2006 a un 6,6%
en 2010 y un 10,8% en 2014, la relevancia de estos factores se reduce al 8,9% en 2018 entre la
población con problemas de privación básica. En los hogares sin estos problemas de privación, en
cambio, el repunte de estos factores (de cifras inferiores al 2,5% en 2006 y 2010 al 4,4% en 2014) se
prolonga en 2018, con un 6,6% de casos de no atención que están asociados a estas causas.
En conjunto, un 7,1% de la falta de atención se asocia a estos factores complementarios en 2018, por
encima del 5,5% de 2014 y de las cifras inferiores al 3% de 2006 y 2010.
Gráfico 2
60,9
13,1
0,8
14,3
24,0 23,2
61,4
17,4
1,7
40,2
21,0
24,2
47,1
17,8
2,6
26,8
16,117,9
54,0
8,7
1,1
23,1
18,6 19,5
5,9
2,20,1
2,1 2,4 2,4
7,7
0,8 0,2
6,6
2,0 2,8
12,6
8,6
0,5
10,8
4,4 5,5
16,0
8,5
1,1
8,96,6 7,1
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
< 2 años 2 años 3 o más años Privación básica Sin privacion básica
Edad Privación Total
Población de 0 a 5 años no atendida en guardería o centro educativo según distintos motivos
por edad y presencia de situaciones de privacion en el hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
No atendida por preferencia familiar 2006 No atendida por preferencia familiar 2010 No atendida por preferencia familiar 2014 No atendida por preferencia familiar 2018
No atendida por otras causas 2006 No atendida por otras causas 2010 No atendida por otras causas 2014 No atendida por otras causas 2018
Un aspecto llamativo, en este contexto de análisis de los factores distintos de la preferencia familiar, es la
pérdida de importancia de la falta de plazas como motivo limitativo del acceso a centros en la población
de 0 a 5 años. En 2018, un 100% de los motivos de desatención no ligados a la preferencia familiar se
relacionan con causas diferentes a la falta de plazas, proporción que era ya del 88,4% en 2014 pero que
se situaba aún entre el 50 y 54,6% en 2006 y 2010.
18
En la población menor de 3 años, donde se concentra el impacto de la problemática analizada, puede
constatarse en el gráfico 3 que, en contraste con la caída entre 2010 y 2018 del efecto “falta de plazas”
hasta la práctica desaparición de la relevancia de este factor, el resto de razones determinan el aumento
de los niveles de desatención: de un 2,5% en 2006 y 2010 a un 9,6% en 2014 y un 13,7% en 2018.
Gráfico 3
1,9
4,0
2,2
0,0
2,02,5
4,0 3,7
,4 ,3
2,7 2,5
0,4
12,3
2,8
5,8
1,3
9,6
,0
16,0
0,0
8,5
0,0
13,7
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
18,0
Falta de plazas Otras razones Falta de plazas Otras razones Falta de plazas Otras razones
< 2 años 2 años Total
Población menor de 3 años según motivos de falta atención en guardería o centro educativo que no están
asociados a la preferencia familiar. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
1.2. Problemas socio-educativos en menores en edad de escolarización obligatoria
Se consolida la dinámica de reducción del impacto de los problemas escolares graves de
dimensión social en la población de 6 a 16 años escolarizada
En el caso de la población entre 6 y 16 años, la EDSS-ENS contempla una serie de problemas en la
escuela que tienen, o pueden tener, una importante dimensión social. Se consideran, por un lado, los
problemas observados en la situación educativa, en particular cuestiones como la desescolarización, el
absentismo o el retraso escolar, con la introducción en este último caso de una distinción entre
situaciones menos graves (un año de retraso) y graves (dos o más años).
Se contemplan igualmente, por otro lado, diversos problemas de integración social en la escuela. Se
recogen, en este contexto, problemas graves o muy graves de maltrato, acoso o rechazo y otras
cuestiones graves que afectan a las posibilidades de integración (como los problemas con el idioma, las
dificultades ligadas a la enfermedad o discapacidad, etc.).
Los datos disponibles revelan que se mantiene en 2018 la tendencia descendente del impacto de estas
problemáticas entre la población de 6 a 16 años escolarizada en Euskadi. La incidencia de estos
problemas pasa así de un 8,6% de la población de referencia en 2006 a 6,9% en 2010, 5,2% en 2014 y
3,9% en 2018.
19
Gráfico 4
8,1
14,6
8,6
6,6
10,6
6,9
4,4
15,1
5,2
3,5
8,8
3,9
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
18,0
Estado Extranjera TOTAL
Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración)
por nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Mejoran los indicadores relativos a la población menor extranjera pero no en los aspectos más
problemáticos, una dinámica que también se observa en la población menor no extranjera. La
situación es menos problemática, en cualquier caso, que la observada en 2006
A diferencia de lo que se detectaba en 2014, la tendencia señalada se extiende en 2018 al colectivo de
población extranjera entre 6 y 16 años. En este colectivo, el impacto de los problemas escolares graves
considerados se reducía de 14,6 a 10,6% entre 2006 y 2010 pero remontaba en 2014, con un máximo del
15,1% para el periodo considerado. En 2018 se retoma la línea descendente, con un 8,8% de población
escolar extranjera con problemas escolares graves, la cifra más baja desde 2006.
Esta línea positiva se vincula a la reducción del impacto de los problemas ligados al retraso escolar de un
año y a otras limitaciones graves de integración en la escuela (problemas con el idioma, dificultades
relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc.) que no están estrictamente relacionadas con las
formas más graves de exclusión en el ámbito educativo. En ambos casos, después de un fuerte
incremento de su impacto entre 2006 y 2014, se observa una significativa caída entre 2014 y 2018. Así,
en lo relativo al retraso escolar de un año, la incidencia aumentaba de 4,2% en 2006 a 6,5% en 2010 y
8,9% en 2014 para volver en 2018 al 4,2% de partida. El 2% de personas con otros problemas graves de
integración de 2018 también se sitúa por debajo de los registros de 2010 y 2014 (2,7 y 4,5%,
respectivamente) aunque, en este caso, por encima del 0,1% de 2006
La dinámica favorable observada es sin embargo compatible con un incremento moderado de la
incidencia de los principales problemas sociales graves en el proceso de integración en la escuela. De
esta forma, la presencia de problemas como la desescolarización, el absentismo, el retraso escolar igual
o superior a 2 años, o los problemas de acoso, maltrato o rechazo, que había llegado a caer a un 1,4%
20
en 2010, pasan a incidir en un 1,7% de la población escolarizada extranjera en 2014 y en un 2,6% en
2018. A pesar de ello, el 2,6% señalado se aleja de forma muy llamativa del 10,3% de 2006.
Gráfico 5.a
3,3
7,0
10,3
,1
4,2
14,6
0,0
1,4 1,4
2,7
6,5
10,6
,6 1,11,7
4,5
8,9
15,1
1,3 1,3
2,62,0
4,2
8,8
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
18,0
20,0
Ret.escolar > 2 años yotros graves en
sit.educativa
Acoso, maltrato orechazo
Principalesproblemas graves
Otros problemasgraves
Ret.escolar 1 año Algún problema
Población de 6 a 16 años de nacionalidad extranjera con problemas escolares graves
(situación educativa e integración) por tipo de problema. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % del grupo)
2006 2010 2014 2018
Gráfico 5.b
1,3 1,1
2,2
0,8
5,2
8,1
0,40,7
1,10,8
4,7
6,6
0,4 0,20,6
0,1
3,7
4,4
0,6 0,6
1,1
0,4
1,9
3,5
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Ret.escolar > 2 años yotros graves en
sit.educativa
Acoso, maltrato orechazo
Principalesproblemas graves
Otros problemasgraves
Ret.escolar 1 año Algún problema
Población de 6 a 16 años de nacionalidad no extranjera con problemas escolares graves
(situación educativa e integración) por tipo de problema. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % del grupo)
2006 2010 2014 2018
21
Entre 2014 y 2018, el incremento moderado de la incidencia de los principales problemas graves
analizados no sólo caracteriza a la población escolar extranjera. También es observable en el caso de la
población nacional. De esta forma, como muestra el gráfico 5.b, después de caer de 2,2% en 2006 a
1,1% en 2010 y 0,6% en 2014, la incidencia de estas problemáticas repunta al 1,1% en 2018 en el
colectivo no extranjero. En este grupo, además, la línea alcista se extiende a otros problemas graves de
integración escolar (problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la
discapacidad, etc.), con un ligero aumento del 0,1% de 2014 al 0,4% de 2018, todavía por debajo sin
embargo del 0,8% de 2006 y 2010. Se acelera en cambio la caída de la problemática ligada al retraso
escolar de un año. Después de reducirse de 5,2% en 2006 a 4,7% en 2010 y 3,7% en 2014, el impacto
de esta problemática se limita a un 1,9% en 2018.
En cualquier caso, las diferencias entre población escolarizada extranjera y nacional se mantienen en los
distintos tipos de problemas graves de integración escolar, con cifras de 1,3% frente a 0,6% tanto en lo
relativo al retraso escolar de dos o más años y otras problemáticas graves en la situación educativa como
en lo que se refiere al impacto del acoso, maltrato o rechazo en la escuela.
En lo que respecta a este último tipo de problemas, se observa entre la población extranjera un leve
deterioro entre 2014 y 2018, con un incremento de un 1,1% a un 1,3%, un nivel cercano al 1,4% de 2010.
Las cifras hablan más bien, por tanto, de estabilización en este periodo, con un impacto muy inferior en
cualquier caso al 7% de 2006. Mayor deterioro puede observarse en lo relativo al retraso escolar de dos o
más años y otros problemas graves en la situación educativa, con niveles prácticamente nulos en 2010
pero que aumentan hasta el 1,3% de 2018, claramente por debajo sin embargo del 3,3% de 2006.
A pesar de que los datos revelan una mejora generalizada de la situación entre 2014 y 2018, debe
señalarse igualmente que se mantienen las importantes diferencias entre población escolar nacional y
extranjera en lo relativo a la incidencia de otros problemas menos graves considerados en la EDSS-ENS.
Así, en lo relativo al retraso escolar de un año, aunque se reduce la distancia de casi cinco puntos en el
impacto diferencial del problema entre menores extranjeros y nacionales que se registraba en 2014 (8,9%
frente a 3,7%), este impacto sigue siendo más del doble entre el colectivo extranjero en 2018 (4,2%
frente a 1,9% en la población nacional entre 6 y 16 años). Si se suman estas problemáticas a otras más
graves en la situación educativa (desescolarización, absentismo y retraso escolar superior a 2 años), la
proporción de población menor extranjera con problemas es del 5,5% en 2018 por apenas 2,5% entre la
nacional. El 5,5% señalado supone sin embargo la incidencia más baja desde 2006, con un mínimo
previo del 6,5% en 2010 y un máximo del 9,5% en 2014 (7,4% en 2006).
La población extranjera también sufre de forma diferencial otras problemáticas graves de integración,
ligadas a problemas con el idioma, dificultades relacionadas con la enfermedad o la discapacidad, etc. En
2018, un 2% de la población menor escolarizada extranjera señala estas dificultades por apenas un 0,4%
de la población nacional. Aunque por encima del 0,1% de problemas de este tipo detectados en 2006, la
cifra refleja una clara disminución respecto al 4,5% de 2014 e incluso el 2,7% de 2010.
22
Gráfico 6
,6 ,61,1
,4
1,9
3,5
1,3 1,3
2,62,0
4,2
8,8
,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Ret.escolar > 2 añosy otros graves en
sit.educativa
Acoso, maltrato orechazo
Principalesproblemas graves
Otros problemasgraves
Ret.escolar 1 año Algún problema
Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración)
por tipo de problema y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018(En % de cada grupo)
Estado Extranjera
La compleja dinámica observada caracteriza a escolares con problemas de privación económica
El aumento de los principales problemas graves entre 2014 y 2018 se observa tanto en la población
escolar con presencia de situaciones de privación básica como en la que no vive estas situaciones. En
los dos casos además se observa una ruptura respecto a la línea de caída observada hasta 2014.
Gráfico 7
6,1
8,8
2,5
5,5
2,2
12,4
1,0
5,0
1,3
13,3
0,5
2,72,4
5,3
1,02,0
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
Principales problemas graves Otros problemas Principales problemas graves Otros problemas
Privación básica Sin privación básica
Población de 6 a 16 años con problemas escolares graves (situación educativa e integración)
por tipo de problema y presencia de situaciones de privacion en el hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
23
El repunte alcista es algo más llamativo en los hogares con problemas de privación básica. En estos
casos, después de caer el impacto de los principales problemas graves de 6,1% en 2006 a 2,2% en 2010
y 1,3% en 2014, repunta hasta el 2,4% en 2018, por encima por tanto de los registros de 2010 y 2014. En
el caso de la población menor en hogares sin privación básica, el aumento es del 0,5 al 1% entre 2014 y
2018, volviendo al nivel del año 2010. Las cifras de 2018 quedan muy lejos no obstante de los registros
de 2006 (6,1% en presencia de privación básica y 2,5% en ausencia de la misma).
La incidencia de los demás problemas analizados (otros problemas graves y retraso escolar de un año)
refleja, por su parte, la dinámica en general favorable que se observa entre 2014 y 2018. En la población
de 6 a 16 años en hogares sin privación, la incidencia mantiene la línea de caída continuada: de 5,5% en
2006 a 5,0% en 2010, 2,7% en 2014 y un mínimo del 2% en 2018. La caída del periodo 2014-2018 es
mucho más relevante en la población menor en hogares con privación. En este caso, después de un
incremento continuado desde el 8,8% de 2006 al 13,3% de 2014, el impacto de los problemas
considerados cae bruscamente al 5,3% en 2018.
2. PROBLEMAS ESPECIALES DE INSERCIÓN EN EL PERIODO LABORAL
Aunque con tendencia a mejorar, el fenómeno de la exclusión laboral estructural sigue siendo
relevante en 2018
En 2014, el principal fenómeno de deterioro social recogido por la EDSS-ENS hacía referencia a la
dinámica de los problemas especiales de inserción laboral. 120.109 personas residentes en la CAE, con
edades comprendidas entre 16 y 64 años, señalaban en ese año alguno de los problemas de este tipo
contemplados en la operación estadística. Esto representaba un 8,5% de la población en estas edades,
en línea claramente ascendente respecto al 3,7% de 2006 y el 2,9% de 2010.
Aunque la recuperación económica se traduce en una notable mejoría de los indicadores señalados, no
determina un rápido y completo retorno a la situación existente en el periodo 2006-2010. En 2018 todavía
91.168 personas señalan la existencia de problemas especiales de inserción laboral, lo que afecta a un
6,6% de la población entre 16 y 64 años. Como puede comprobarse, se trata de cifras que todavía
resultan muy superiores a las existentes en 2006 y 2010. En términos absolutos, de hecho, el volumen de
personas afectadas en 2018 supone un incremento del 69,2% respecto a las 53.885 personas de 2006 y
del 123,1% respecto a las 40.862 de 2010. En referencia a las 120.109 personas afectadas en 2014, el
registro de 2018 supone sin embargo una caída relevante (-24,1%).
El todavía elevado impacto de los problemas especiales de inserción laboral en la CAE es una
consecuencia de los procesos de cronificación en el desempleo o, de forma más relevante en el periodo
de recuperación, de la combinación de este tipo de desempleo con el desarrollo ocasional o temporal de
trabajos que son considerados marginales por la población, por mucho que puedan responder a
esquemas de contratación legales y aceptados.
En este sentido, en 2018 el tipo de problema laboral dominante entre las personas con dificultades
especiales para la inserción laboral sigue relacionándose con diferentes situaciones crónicas de paro o
24
subocupación en empleos marginales, realidad que caracteriza a 81.630 personas. Aunque el volumen
señalado es inferior en -25,7% a las 109.865 personas en esta situación en 2014, sigue siendo más de
tres veces superior a las 26.047 personas afectadas en 2010 y a las 24.680 detectadas en 2006. El
colectivo de referencia pasa de representar apenas un 1,7-1,8% de la población de 16 a 64 años de la
CAE en 2006 y 2010 a un 7,8% en 2014. A pesar de la mejoría del último cuatrienio, esta proporción
sigue siendo del 5,9% en 2018.
Gráfico 8
10.85513.825
24.680 24.593
4.612
53.885
9.455
16.592
26.047
12.151
2.664
40.862
60.179
49.686
109.865
5.062 5.182
120.109
44.358
37.272
81.630
4.012 5.525
91.168
0
20.000
40.000
60.000
80.000
100.000
120.000
Paro osubocupación crónica
(PP > 18 meses)
Paroo subocupación crónica
(Otros > 30 meses)
Paro osubocupación crónica
(Total)
Falta de permiso detrabajo
(pob.extranjera)
Empleo especial oprotegido
TOTAL
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral
C.A. de Euskadi. 2006-2018(Datos absolutos)
2006 2010 2014 2018
Gráfico 9
0,8 1,0
1,7 1,7
0,3
3,7
0,71,2
1,8
0,9
0,2
2,9
4,3
3,5
7,8
0,4 0,4
8,5
3,22,7
5,9
0,3 0,4
6,6
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Paro osubocupación crónica
(PP > 18 meses)
Paroo subocupación crónica
(Otros > 30 meses)
Paro osubocupación crónica
(Total)
Falta de permiso detrabajo
(pob.extranjera)
Empleo especial oprotegido
TOTAL
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de la población de 16 a 64 años)
2006 2010 2014 2018
25
La consecuencia de las tendencias señaladas es que en 2018 aún resulta muy relevante la problemática
asociada a las personas desempleadas o subocupadas crónicas que constituyen la persona de referencia
en el hogar y llevan más de 18 meses en estas circunstancias. De 10.855 casos en 2006 y 9.455 en
2010, las personas afectadas habían aumentado a 60.179 en 2014, con todavía 44.358 casos de este
tipo en 2018. Esta cifra es 4,1 veces superior a la de 2006.
Aunque algo menos intenso, también resulta apreciable el volumen de personas desempleadas o
subocupadas crónicas que no constituyen la persona de referencia en el hogar y llevan más de 30 meses
en paro o accediendo a empleos marginales. El grupo, constituido por 13.825 personas en 2006 y 16.592
en 2010, llegó a las 49.686 personas en 2014 pero aún se mantiene en 37.272 en 2018, 2,7 veces más
que las de 2006.
En fuerte contraste, persiste entre 2014 y 2018 la línea de reducción del número de personas extranjeras
activas sin permiso de trabajo. De 24.593 personas en esta situación en 2006, el número se reduce a
12.151 en 2010, 5.062 en 2014 y 4.012 en 2018. En este año, apenas un 0,3% de la población de 16 a 64
años residente en la CAE se encuentra en esta situación. El colectivo de referencia pasa de representar
un 45,6% de las personas con problemas especiales de inserción laboral en 2006, o un 29,7% en 2010, a
apenas un 4,4% en 2018 (una cifra similar al 4,2% de 2014).
El resto de personas con problemas especiales de inserción laboral, 5.525 en total, corresponden a la
población que vincula esta situación a una ocupación en el marco de un empleo especial o protegido
(programas especiales de inserción laboral, empresas de inserción o centros especiales de empleo)1.
El colectivo afectado es muy mayoritariamente nacional y entre 25 y 54 años, aunque con una
evidente tendencia al envejecimiento, y con mayor presencia de población femenina
Como puede observarse en el gráfico 11, la mayor parte de los problemas especiales de inserción laboral
siguen concentrándose en 2018 entre la población de 25 a 54 años, colectivo que concentra un 73% de
los problemas considerados.
Se trata sin embargo del porcentaje más bajo desde 2006 y la principal razón se vincula al proceso de
envejecimiento de las personas afectadas. De hecho, en 2018, un 51,2% de los problemas especiales de
inserción laboral corresponden a personas mayores de 45 años, lo que supone un cambio esencial. Así,
por primera vez desde que se realiza la EDSS-ENS, este grupo de personas mayores de 45 años se
convierte en mayoritario dentro de la población afectada por problemas especiales de inserción laboral.
De apenas un 27,7% de los casos detectados en 2006, la proporción señalada aumenta al 32,7% en
2010 y al 40,6% en 2014 para convertirse en mayoritaria en 2018.
1 Esta cifra no recoge al conjunto de personas con esta forma de trabajo sino sólo a aquellas que las asocian a
una problemática especial de inserción laboral.
26
Aunque el envejecimiento de la población con problemas especiales de inserción laboral es perceptible
en las personas de 45 a 54 años (un 28,6% del total en 2018, la cifra más elevada desde 2006, por
encima del 25,3% de 2014 y de los niveles de 17,7 a 18,7% de 2006 y 2010), el mayor incremento en la
distribución corresponde entre 2014 y 2018 a las personas de 55 a 64 años. Éstas pasan de representar
entre el 10 y el 15,3% de la población analizada entre 2006 y 2014 a un 22,6% en 2018.
Gráfico 10
5,6
7,5
2,4
6,77,5 7,6
6,65,4
19,3
6,6
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
Varón Mujer 15-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años Estado Otra Total
Sexo Edad Nacionalidad
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por sexo, edad y nacionalidad.
C.A. de Euskadi. 2018 (En % de cada grupo)
Gráfico 11
42,5
57,5
4,4
15,4
29,0 28,6
22,6
75,1
24,9
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Varón Mujer 15-24 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años Estado Otra
Sexo Edad Nacionalidad
Distribución de la población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por sexo,
edad y nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2018 (En %)
27
En términos relativos, en 2018 el impacto de los problemas especiales de inserción laboral resulta en
general bastante similar entre los 25 y 64 años. Tal y como refleja el gráfico 10, alcanza un nivel máximo,
entre el 7,5 y 7,6%, en el caso de las personas de 35 a 54 años; pero se mantiene en niveles cercanos,
entre el 6,6 y 6,7%, en lo que respecta a personas entre 25 y 34 años o entre 55 y 64 años. Sólo cae por
debajo de la barrera del 6,5%, aunque ya de forma sustancial, en el grupo de 15 a 24 años (2,4%).
Es relevante comprobar que en la población de 25 a 64 años, a mayor edad, menor caída de la
proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral en el periodo 2014-2018. Esta
caída es así de -3,9 puntos porcentuales (de 10,6 a 6,7%) entre los 25 y 34 años y de -3,6 entre los 35 y
44 años (de 11,1 a 7,5%). Se reduce a -1,2 puntos entre los 45 y 54 años (de 8,8 a 7,6%) para
prácticamente anularse en las personas de 55 a 64 años, con una estabilización de los niveles de
impacto (de 6,5 a 6,6% entre 2014 y 2018). Esta línea de estabilización también caracteriza al grupo más
joven, entre 15 y 24 años (2,4% en 2018, apenas dos décimas por debajo del 2,6% de 2014).
A diferencia de lo observado en 2014, el impacto de los problemas especiales de inserción laboral es
superior en 2018 entre las mujeres: 7,5% frente a 5,6% entre hombres. Es el resultado de una línea de
leve incremento entre la población femenina (de 7,2 a 7,5% entre 2014 y 2018) que contrasta con la
significativa caída que se detecta entre los hombres (de 9,9 a 5,6%). En 2018, un 57,5% de las personas
con problemas especiales de inserción laboral son mujeres, por encima del 56,4% alcanzado en 2010.
Los problemas analizados siguen teniendo en 2018 una incidencia diferencial entre la población
extranjera, con un 19,3% que muestra algún problema de este tipo. Aunque esta cifra supera el 15,9% de
2010, el impacto de las situaciones consideradas no sólo es muy inferior al 31,4% que se observaba en
2006, un periodo en el que una parte importante de la población extranjera carecía de permiso de trabajo,
sino al 27,3% de 2014. Por su parte, el 5,4% de 2018 supera claramente, entre la población nacional, las
cifras cercanas al 2% de 2006 y 2010 pero también muestra una línea de reducción significativa respecto
al máximo del 7,2% que se alcanzó en 2014.
Aunque la línea de reducción en la incidencia de los problemas especiales de inserción laboral es algo
mayor en la población nacional entre 2014 y 2018, el peso de esta población dentro de la distribución de
los problemas analizados sigue siendo muy mayoritario: un 75,1%. Inferior al 78,8% que llegó a
representar en 2014, se mantiene claramente por encima del 51,5% de 2006 y del 60,9% de 2010.
Siguen resultando muy elevados los indicadores de exclusión del mundo del trabajo normalizado
en la población afectada. Dentro de ella, aumenta la parte que se sitúa en los bordes del mercado
de trabajo
Aunque se reduce el volumen de personas con problemas especiales de inserción laboral entre 2014 y
2018, la línea de empeoramiento de la posición de este grupo de población en el mercado de trabajo, que
se vislumbraba en parte entre 2010 y 2014, se prolonga en gran medida en 2018, tal y como puede
observarse en los indicadores presentados en el gráfico 12.
28
Gráfico 12
57,9
40,0
35,9
18,1
24,3
52,4
79,4
10,5 10,1
26,1 24,7
67,2
13,5
30,3
47,4
75,5
8,4
16,1
10,8 9,4
84,1
11,5
39,2
28,6
83,2
4,6
12,2
19,517,3
75,8
19,8
39,542,3
70,3
9,5
20,2
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
100,0
% ocupadaen la
actualidad
% ocupadaal menos 6 meses
en último año
% que no hatrabajado nadaen el último año
% no ocupadaque ya no
busca empleo
% con experienciahace más de 3 años(emp.regularizado)
% sin experienciao hace más de 5
años(emp.regularizado)
% con demandaactiva
de empleo
% desanimadao demanda no
activade empleo
% sin demanda real
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral. Indicadores de insercion en el
mercado de trabajo y en el sistema productivo. C.A. de Euskadi. 2006-2018
2006 2010 2014 2018
29
En el colectivo afectado por los problemas especiales de inserción laboral, las condiciones del mercado
de trabajo se tradujeron tras la crisis de 2008 en una significativa caída de la parte que seguía teniendo
posibilidad de acceder a alguna ocupación, por muy marginal que pudiera ser. La proporción de estas
personas con contacto con el empleo en el momento de la encuestación se reducía así de 57,9% en
2006 a 26,1% en 2010 y a un mínimo del 10,8% en 2014. Aunque la proporción repunta al alza entre
2016 y 2018, la mejora sólo permite situarla en un 19,5% en 2018. Se trata de una cifra muy alejada de la
existente en 2006 y que resulta también inferior al nivel de 2010.
En la misma línea, la proporción de personas con problemas especiales de inserción laboral que han
trabajado al menos 6 meses en el último año remonta del 9,4 al 17,3% entre 2014 y 2018 pero el
indicador queda lejos tanto del 40% de 2006 como del 24,7% de 2010. En el cuatrienio 2014-2018 se
reduce en paralelo, de 84,1 a 75,8%, la parte del colectivo que no ha tenido contacto alguno con el
empleo en los últimos doce meses. Sin embargo, la proporción de 2018 supera tanto el 35,9% de 2006
como el 67,2% de 2010. En 2018, las situaciones de total alejamiento del sistema productivo en el último
año siguen por tanto afectando a tres cuartas partes de las personas analizadas.
Ni siquiera la línea de mejora del periodo 2014-2018 se traslada a todas las dimensiones consideradas
en la EDSS-ENS. Así, sigue empeorando el indicador relativo a la proporción de personas que han tenido
su última experiencia en un empleo regularizado hace tres o más años. En este caso, el porcentaje
aumentaba de un 24,3% en 2006 a un 30,3% en 2010 y un 39,2% en 2014. Aunque de forma leve, la
línea de incremento se prolonga hasta llegar al 39,5% en 2018.
Repunta al alza además entre 2014 y 2018 el peso relativo de la población considerada que, estando
realmente disponible para el empleo, se encuentra en una situación de extremo alejamiento del sistema
productivo, ya sea por su falta total de experiencia laboral o por haber trabajado en un empleo
regularizado hace más de 5 años. Esta proporción había caído de niveles de 52,4% en 2006 y 47,4% en
2010 al 28,6% en 2014 pero remonta hasta el 42,3% en 2018.
En el colectivo analizado, se alcanza de hecho en 2018 la proporción más reducida de personas con una
demanda activa de empleo, situada en el 70,3%, por debajo de las cifras cercanas o superiores al 80%
de 2006 y 2014 pero también del 75,5% de 2010. Después de haber caído de forma continuada hasta
2014 (de 10,5% en 2006 a 8,4% en 2010 y 4,6% en 2014), el peso relativo de las situaciones de
desánimo o demás formas no activas de demanda de empleo remonta al 9,5%. También llama la
atención el repunte de la falta de demanda, o formas en realidad ficticias de la misma, que llega a
caracterizar en 2018 a un 20,2% del colectivo, la cifra más alta desde el 10,1% de 2006 o el 12,2% de
2014 y que supera también el 16,1% de 2010.
Los datos reflejan por tanto las grandes dificultades de acceso al empleo en un colectivo que carece
mayoritariamente de una experiencia previa en un empleo regularizado (apenas un 37,8% hace menos
de 5 años) y que en un 29,7% de los casos, la cifra más elevada desde 2010, no mantiene una demanda
activa de acceso al empleo.
30
La exclusión laboral estructural mantiene una estrecha relación con la privación económica
Como puede observarse en los gráficos 13 y 14, los datos disponibles siguen poniendo de manifiesto la
fuerte asociación existente en 2018 entre la cronificación en el desempleo u otras formas de precariedad
laboral extrema y la privación económica. De esta forma, mientras un 3,4% de las personas de 16 a 64
años en hogares sin privación básica tienen problemas especiales de inserción laboral, la proporción
alcanza el 28,3% en los hogares en los que están presentes este tipo de situación de privación. En 2018,
de hecho, un 54,1% del total de problemas especiales detectados en los procesos de inserción laboral se
vinculan a personas en hogares afectados por situaciones de privación básica (por encima del 49,6% de
2014).
Los datos muestran, por otra parte, que en 2018 una parte de los problemas especiales de inserción
laboral se desarrollan en hogares con cierta estabilidad ocupacional, con un 33,2% de personas con este
tipo de problemas integradas en hogares con presencia de al menos una persona con ocupación estable
(por encima del 29,6% de 2014). Sin embargo, la gran mayoría de los casos considerados se vincula a
hogares con situaciones generalizadas de inestabilidad laboral o con una salida de facto del ámbito de la
actividad. Así, un 48,3% de los problemas especiales de inserción laboral considerados en 2018 se dan
en hogares en los que ninguna de las personas activas accede a una ocupación estable (o simplemente
a la ocupación) y un 18,5% en hogares en los que ya nadie puede considerarse en situación de actividad.
Mientras aumenta el peso relativo de estos últimos hogares respecto a 2014 (apenas un 10,6% en aquel
año), se reduce la parte asociada a formas de empleo no estable o desempleo (59,8% en 2014).
Gráfico 13
28,3
3,4 2,8
21,7
19,2
6,6
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
Privación básica Sin privación Alguna ocupadaestable
Alguna activa, ningunaocupada estable
Sin personas activas
Privación Relación con la actividad Total
Población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por presencia de situaciones
de privación y relación con la actividad de las personas del hogarC.A. de Euskadi. 2018
(En % de cada grupo)
31
Gráfico 14
54,1
45,9
33,2
48,3
18,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
Privación básica Sin privación Alguna ocupada estable Alguna activa, ningunaocupada estable
Sin personas activas
Privación Relación con la actividad
Distribucion de la población de 16 a 64 años con problemas especiales de inserción laboral por
presencia de situaciones de privación y relación con la actividad de las personas del hogarC.A. de Euskadi. 2018
(En %)
La probabilidad de que, en hogares en los que ninguna persona activa consigue acceder a una ocupación
estable, se den problemas especiales de inserción laboral es todavía alta en 2018. Un 21,7% de las
personas de 16 a 64 años en este tipo de hogares plantean esta problemática en 2018, una cifra que
revela con claridad el riesgo de exclusión laboral al que se enfrenta la población residente en este tipo de
hogares. Aunque se reduce sustancialmente respecto al 30,5% de 2014, sigue resultando claramente
superior tanto al 13% de personas de este grupo afectadas por problemas especiales de inserción laboral
en 2010 como al 19,5% de 2010.
El riesgo diferencial considerado es además evidente respecto a las personas en hogares con alguna
persona ocupada estable, con apenas un 2,8% de población de 16 a 64 años con problemas especiales
de inserción laboral en este tipo de hogares (3,3% en 2014).
La mayor presencia de personas que de facto renuncian a la actividad en el colectivo considerado resulta
otro elemento a destacar, un aspecto que se traduce en un incremento continuado del vínculo entre
inactividad real y problemas especiales de inserción laboral. En este sentido, la presencia de este tipo de
problemas en la población de 16 a 64 años no deja de crecer en hogares con todos sus miembros
inactivos. Se situaba en apenas un 0,8-1,2% en 2006 y 2010 para alcanzar un 12,7% en 2014 y un
máximo del 19,2% en 2018. De esta forma, en 2018, prácticamente una quinta parte de las situaciones
de inactividad en hogares con todos sus miembros de 16 a 64 años inactivos se vincula a la presencia de
los problemas especiales de inserción laboral considerados en la EDSS-ENS.
32
3. LAS PERSONAS CON LIMITACIÓN Y DEPENDENCIA
El impacto de la limitación y la dependencia muestra en general una línea descendente, salvo en
lo relativo a la dependencia al menos moderada, en especial en grupos mayores de 75 años
En 2018, un 9,5% de las personas residentes en la CAE tiene alguna limitación funcional ligada a un
problema de salud o de edad avanzada, lo que supone una evidente reducción respecto a lo observado
en años anteriores. El impacto de estas limitaciones tendía previamente a aumentar ligeramente, con un
10,5% en 2006, un 10,8% en 2010 y un 10,9% en 2014. Las 205.071 personas afectadas en 2018, la cifra
más baja desde 2006, suponen una reducción de -13,1% respecto a las 235.862 de 2014.
En un 53,5% de los casos, la cifra más alta desde 2006, las limitaciones consideradas dan lugar a una
situación de dependencia especial en 2014. Las personas en esta situación son 109.677 en 2018. El
peso de este colectivo en la población total de la CAE es del 5,1%, un nivel cercano pero también en
línea descendente respecto a las cifras de 5,4 a 5,7% del periodo 2006-2014. Mientras las formas leves
de dependencia especial tienden claramente a reducirse (de 2,6 a 1,8% entre 2006 y 2018), las que
implican una dependencia moderada, grave o total se caracterizan por una tendencia ligeramente alcista,
con un 3,3% en 2018 que supera tanto el 2,8% de 2006 como las cifras de 3-3,2% de 2010 y 20142.
Gráfico 15
5,5
2,8 2,6
5,0
10,5
5,7
3,2
2,5
5,1
10,8
5,4
3,02,4
5,5
10,9
5,1
3,3
1,8
4,4
9,5
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
Dependenciaespecial (DE)
DE al menosmoderada
DE Leve Limitaciónsin dep.especial
Alguna limitación/dependencia
Población de 16 a 64 años por presencia de situaciones de limitación y/o dependencia especial
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (% de la población total)
2006 2010 2014 2018
2 Respecto a la caída del impacto general de la limitación/dependencia, debe tenerse en cuenta que en el volumen
de personas afectadas influyen varios factores. Uno de los más relevantes es el peso de los ingresos en
instituciones puesto que la EDSS-ENS se limita a la población no ingresada en centros residenciales. En la
medida en que la dimensión social de las limitaciones, y en especial la existencia de situaciones de dependencia
especial, está condicionada por las mejoras organizativas y tecnológicas que contribuyen a incrementar el nivel
de autonomía de las personas, éste constituye un segundo factor clave, en especial en un periodo de rápido
avance de las tecnologías aplicadas a la mejora de las condiciones de vida de las personas con limitaciones
funcionales (un avance que explica la fuerte caída entre 2014 y 2018 de las formas de limitación sin dependencia
especial, con un impacto mínimo del 4,4% en 2018). Un tercer factor a considerar es el retorno a sus
comunidades de origen de personas mayores tras la jubilación.
33
El análisis de la evolución entre 2006 y 2018 del impacto de las situaciones de dependencia especial por
edad muestra algunas variaciones relevantes. Destaca, en todo caso, el hecho de que en 2018 se
observen los niveles más bajos de impacto de las situaciones de dependencia especial entre los distintos
grupos de personas mayores de 55 años.
En el caso de la población mayor de 75 años, después del aumento del 31,3 al 34,6% del periodo 2006-
2010, se inicia una línea de caída en 2014 que sitúa el impacto de la dependencia especial a estas
edades en un 32,4%, mejora que se prolonga en 2018, con un 30,5% que resulta ya inferior al registro de
2006. Esta línea de mejora se extiende de forma aún más llamativa a las personas entre 65 y 74 años.
En este caso, el impacto de la dependencia especial aumentaba de 8,3 a 8,6% entre 2006 y 2010 para
caer al 6,7% en 2014 y a un 4,4% en 2018. De forma más moderada, la tendencia puede igualmente
observarse en personas entre 55 y 64 años, con niveles de dependencia especial entre el 3,9 y el 4,1%
durante los años 2006-2014 que se reducen al 3,1% en 2018.
También cae el impacto de la dependencia especial entre 2014 y 2018 en el caso de las personas de 35
a 54 años (de 2,8 a 2,2%). En este grupo, el nivel de 2018 es muy ligeramente superior, sin embargo, al
1,9% de 2010.
En las personas menores de 35 años, el impacto de la dependencia especial repunta levemente, del 0,9
al 1,2%, entre 2014 y 2018. En este grupo, las cifras muestran en cualquier caso una línea de gran
estabilidad a largo plazo, con un impacto de la dependencia que se sitúa en un intervalo del 0,9 al 1,4%.
Gráfico 16
1,32,6
4,1
8,3
31,3
1,4 1,93,9
8,6
34,6
,92,8
4,1
6,7
32,4
1,2 2,2 3,14,4
30,5
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
< 35 años 35-54 años 55-64 años 65-74 años > 75 años
Población con presencia de situaciones de dependencia especial por edad
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Al centrar en exclusiva el análisis en el impacto de la dependencia especial total, grave o moderada, los
datos de 2018 muestran sin embargo dos dinámicas algo diferentes.
34
Por una parte, en el caso de las personas menores de 75 años, tiende a observarse en general una línea
de caída del impacto de las formas de dependencia más graves señaladas. La caída más significativa es
la que corresponde a las personas entre 65 y 74 años. En este grupo de edad, el impacto de la
dependencia al menos moderada se mantenía muy estable, en torno a cifras de 3,6-3,7%, en el periodo
2006-2014 pero se reduce de forma llamativa en 2018, con un 2,6%.
Esta dinámica positiva puede igualmente observarse en las personas menores de 35 años donde la línea
de mejora se adelanta a 2014 (0,4% por cifras de 0,6 a 0,8% en 2006 y 2010) pero se mantiene en 2018,
año en el que se alcanza un registro mínimo del 0,3%. En el caso de la población de 35 a 54 años, el
impacto de la dependencia especial total, grave o moderada cae del 1,2 al 0,7% entre 2014 y 2018,
volviendo al nivel mínimo observado en 2010. Aunque aumenta levemente, del 1,0 al 1,2% entre 2014 y
2018, también se mantienen niveles bajos entre la población de 55 a 64 años, inferiores al 1,4-1,5% de
2006-2010.
Por otra parte, y en contraste con la línea en general favorable observada en los grupos menores de 75
años, en las personas mayores de esa edad se observa un incremento del impacto de las formas más
relevantes de dependencia especial. Así, tras la ligera caída del periodo 2010-2014 (de 22,5 a 22%), la
incidencia de la dependencia total, grave o moderada repunta hasta el 24,5%, 5,4 puntos porcentuales
por encima del 19,1% de 2006.
Gráfico 17
,6 ,9 1,4
3,7
19,1
,8 ,71,5
3,6
22,5
,41,2 1,0
3,6
22,0
,3 0,7 1,22,6
24,5
,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
< 35 años 35-54 años 55-64 años 65-74 años > 75 años
Población con presencia de situaciones de dependencia total, grave o moderada por edad
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Se recuperan los niveles de acceso a la atención externa en la población con dependencia
especial aunque sin llegar a los niveles de 2010, apoyada sobre todo en la atención privada o
particular
Un 56,5% de las personas con dependencia especial se beneficia en 2018 de apoyos o servicios
externos al hogar, ya sea accediendo a centros fuera del domicilio o recibiendo dentro de él ayuda de
35
terceras personas, incluida la de familiares, vecinos o amigos3. Se recuperan con ello al alza los niveles
de atención tras la caída que había situado el indicador en un 47,6% en 2014. El porcentaje de población
atendida en 2018 supera también el 53,7% de 2006 y sólo queda por debajo del máximo alcanzado en
2010, con un 58,9%, porcentaje alcanzado tras la puesta en marcha de los programas de ayuda a la
dependencia.
Entre 2010 y 2014, la disminución más relevante del recurso a los servicios de apoyo externo se
constataba tanto entre las personas con dependencia leve o con autonomía suficiente como entre las
personas con dependencia total o grave. Y es precisamente en estos dos grupos en los que se percibe
de forma más intensa la recuperación de los niveles de atención en el periodo 2014-2018. Esta
recuperación no permite sin embargo alcanzar los niveles de cobertura del periodo 2006-2010.
En la línea señalada, en personas con dependencia leve o autónomas, entre 2014 y 2014 los niveles de
atención repuntan del 33,6% al 43%, una cifra que se mantiene sin embargo por debajo no sólo del
máximo del 47,8% de 2010 sino también del 45,3% de 2014. En los casos de mayor dependencia, total o
grave, después de aumentar el recurso a los servicios externos de un 69,4% a un 71,7% entre 2006 y
2010, la proporción se reducía en 2014 al 57,4%. El 66% de 2018 marca una línea de fuerte recuperación
de los niveles de atención pero, de nuevo, en niveles inferiores a los del periodo 2006-2010, con cifras
respectivas de un 69,4% y un 71,7% de personas atendidas.
Gráfico 18
69,4
48,345,3
53,7
71,7
57,1
47,8
58,957,9 59,6
33,6
47,6
66,0
57,2
43,0
56,5
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Total o grave Moderada Leve-autónoma Total
Población con dependencia especial que accede a ayuda externa por grado de dependencia especial.
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
3 Debe recordarse en este apartado que todos los datos de la EDSS-ENS se refieren a la población no
institucionalizada, residente en viviendas particulares.
36
Entre 2010 y 2014, el único colectivo en el que se mantenía la tendencia expansiva de la atención era el
de las personas con dependencia moderada. En este caso, el recurso a servicios externos aumentaba de
48,3% en 2006 a 57,1% en 2010 y 59,6% en 2014. En aquel año, este grupo superaba de hecho al de las
personas con dependencia total o grave en el acceso a recursos externos, públicos, privados o familiares.
Entre 2014 y 2018 la atención se reduce sin embargo al 57,2% de la población de este grupo y vuelve a
quedar en niveles claramente inferiores a los de las personas con dependencia total o grave (66% en
2018).
Parte de la recuperación de los niveles de atención se vincula a un incremento en el recurso al sistema
de servicios públicos (directos o concertados) por parte de la población con dependencia especial, una
circunstancia que refleja sin duda un cambio en la dinámica que se había venido observado desde 2006.
En este, sentido, en el caso de la atención pública o concertada, se observaba una disminución
continuada del recurso a los servicios desde el 20,7% de 2006 al 15,4% de 2010 y el 13,4% de 2014. El
15% de 2018 supone por tanto el primer periodo de recuperación de los niveles de atención pública o
concertada desde 2006.
Sin embargo, la recuperación no es general y no llega a las formas más graves, caracterizadas por un
tipo de dependencia total o grave. En este caso, la proporción de personas que recurren a los servicios
públicos o concertados mostraba una muy fuerte caída entre 2006 y 2010, desde el 31,6% al 20,1%.
Aunque de forma más moderada, esta caída se prolonga con el 18,6% de 2014 y el 16,4% de 2018, el
nivel de cobertura más bajo desde 2006.
Gráfico 19
31,6
19,8
13,7
20,720,1
16,9
10,4
15,4
18,6
15,5
8,2
13,4
16,4
21,4
10,6
15,0
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que accede a servicios públicos o concertados por grado de
dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Esta línea descendente contrasta con la recuperación de los niveles de atención en el caso de las
personas con dependencia moderada. Después de la caída continuada del 19,8% de 2006 al 15,5% de
2014, el 21,4% de 2018 no sólo supone un fuerte relanzamiento de la atención sino la consecución de los
37
máximos niveles desde 2006. En una línea similar, entre la población con dependencia especial leve o
autónoma, después de reducirse del 13,7% al 8,2% entre 2006 y 2014, la atención llega al 10,6% en
2018, por encima del 10,4% de 2010 y sólo por debajo del registro de 2006.
La línea de recuperación de la atención externa es más nítida en lo relativo al recurso a la atención
estrictamente privada, incluyendo en este último caso no sólo los servicios privados sino también la
contratación de personal de apoyo externo en el domicilio. El acceso a este tipo de servicios aumentaba
de 19,3 a 26,9% entre 2006 y 2010 para caer de forma brusca hasta el 17,5% en 2014, en niveles
inferiores a los de 2006. El periodo 2014-2018 supone una muy llamativa recuperación de la línea alcista,
con un 29,2% de población con dependencia especial atendida en 2018, la proporción más elevada
desde 2006. Después de que en 2006 todavía predominara la atención pública o concertada (20,7% de
personas atendidas por 19,3% en el ámbito privado o particular), el predominio de los servicios de tipo
privado o particular, dominantes a partir de 2010, alcanza su mayor expresión en 2018 (29,2% de
personas atendidas por 15% en los servicios públicos o concertados).
Gráfico 20
26,6
18,3
14,8
19,3
32,7
27,9
21,1
26,9
21,3
19,2
13,7
17,5
38,1
14,4
22,3
29,2
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que accede a servicios privados o de particulares por grado de
dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
El proceso de recuperación de la atención privada o particular puede observarse en la mayor parte de
situaciones de dependencia pero no resulta generalizada. Entre los grupos en los que sobresale la línea
de recuperación destaca el de la población con dependencia total o grave. Se trataba del único grupo en
el que en 2014 el indicador de acceso a servicios resultaba muy inferior al de 2006 (21,3% por 26,6% en
2006 y un máximo de 32,7% en 2010). 2018 supone sin embargo una muy notable recuperación de los
niveles de atención y se alcanza un nivel máximo desde 2006, con un 38,1%. Lejos queda el bajo nivel
comparado de 2014, con el 21,3% ya mencionado.
Una tendencia similar puede observarse en el recurso a servicios privados por la población con
dependencia leve o autónoma. En este grupo, los niveles de atención habían aumentado del 14,8 al
38
21,1% entre 2006 y 2010. Después de caer al 13,7% en 2014, por debajo de los niveles de 2006, la
atención repunta claramente al alza en 2018 para alcanzar la cobertura más elevada, con un 22,3%.
En la población con dependencia moderada, el 19,2% de 2014 se mantenía por encima del 18,3% de
2006 pero muy por debajo del 27,9% de 2010. En este caso, sin embargo, la línea descendente de la
atención se prolonga, con un mínimo del 14,4% en 2018. Esta diferente evolución se vincula sin embargo
con el notable repunte en este grupo, durante el periodo 2014-2018, de los niveles de acceso a servicios
públicos o concertados (del 15,5% al 21,4%), lo que convierte en 2018 a la población con dependencia
especial moderada en el único grupo en el que vuelve a predominar la atención pública o concertada
respecto a la privada o particular. Se vuelve con ello, aunque sólo en este colectivo, a la situación de
predominio de la atención pública que se observaba en general en 2006 entre la población con
dependencia especial al menos moderada.
La recuperación al alza de la atención en servicios, públicos, concertados o privados/particulares,
contribuye, en cualquier caso, a una caída del recurso a familiares externos. Este tipo de recurso había
caracterizado a un 16,8-16,9% de las personas con dependencia en 2006 y 2014 y había llegado a un
máximo del 18,3% en 2010. En 2018, la proporción de personas con dependencia que recurren a este
tipo de apoyos alcanza una cobertura mínima, con un 13,5%.
Gráfico 21
19,1
13,0
16,8 16,8
20,9
14,8
17,218,3
19,4
25,2
11,0
16,9
13,4
21,3
10,6
13,5
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que accede a la ayuda de familiares externos a la vivienda por
grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
En 2018, los niveles más bajos de recurso a familiares externos corresponden tanto a las personas con
dependencia total o grave como a las que tienen problemas leves de dependencia o disponen de un nivel
de autonomía suficiente. En el primer caso, después de haber caracterizado este recurso a entre un 19,1
y un 20,9% de la población con dependencia total o grave en el periodo 2006-2014, la proporción se
reduce bruscamente al 13,4% en 2018. En lo relativo a las personas con dependencia leve o autónomas,
el recurso a los familiares externos muestra igualmente niveles mínimos en 2018, con un 10,6% de
39
personas en esta situación asistencial. En este caso, el proceso de caída de la relevancia de la atención
a través de familiares externos se adelantaba no obstante a 2014. Después de aumentar de un 16,8 a un
17,2% entre 2006 y 2010, la proporción caía al 11%, en niveles ya muy cercanos al 10,6% de 2018.
El comportamiento más atípico es el que se observa entre la población con dependencia moderada,
grupo en el que se detectaba un incremento continuado del recurso a familiares externos hasta 2014.
Mientras el crecimiento del periodo 2006-2010 fue más limitado, con un aumento del 13 al 14,8%, la
proporción aumentaba bruscamente hasta el 25,2% en 2014. Aunque también se observa la línea de
caída de la atención a través de familiares externos en el último cuatrienio, con un 21,3% en 2018, la
cobertura se mantiene en cualquier caso muy por encima de los registros de 2006 y 2010. El bajo recurso
comparado a los servicios privados y particulares en este colectivo con dependencia moderada se asocia
no sólo, por tanto, a la mayor relevancia comparada de los servicios públicos y concertados sino también
a la mayor importancia de la atención a través de familiares externos.
Además de la atención a través de servicios públicos, concertados o privados, de personal contratado de
forma particular o de familiares externos, otra forma de atención habitual es la que se presta en el hogar
a través de una persona cuidadora residente, una cuestión que se analiza con más detalle en el apartado
4.2 del informe. Descontando todas estas modalidades de atención, el gráfico 22 muestra la proporción
de personas que, a pesar de tener una dependencia relevante, total, grave o moderada, carecen de
apoyo directo, personal o a través de servicios específicos.
Gráfico 22
2,7
11,7
6,1
2,6
8,0
4,1
12,1
8,5
10,8
7,9
12,3
8,8
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
Total o grave Moderada Total
Población con dependencia especial total, grave o moderada que no cuenta con ningún apoyo directo
(personal o de servicios) por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
La proporción de personas con dependencia al menos moderada que carece de cualquier apoyo se sitúa
en un 8,8% en 2018. Esta proporción se reduce del 10,8% que había llegado a alcanzar en 2014 pero se
mantiene en niveles superiores al 6,1% de 2006 y al mínimo del 4,1% de 2010.
40
La tendencia es similar en lo relativo a la población con dependencia total o grave, con una caída del
12,1% de 2014 al 7,9% de 2018 en la proporción de personas sin ninguna atención personal o de
servicios. La proporción de 2018 se mantiene claramente por encima, en cualquier caso, de los niveles
de 2,6-2,7% de 2006 y 2010.
La dinámica es más compleja en presencia de dependencia moderada. En este caso, después de caer
de un 11,7% a un 8% entre 2006 y 2010, el impacto de las situaciones caracterizadas por una falta de
atención remonta al 8,5% en 2014 y al 12,3% en 2018.
Salvo en las personas con dependencia leve o autónomas, el acceso a los recursos externos
sigue reflejando una línea alcista de las horas de atención, particularmente llamativa en presencia
de dependencia total o grave
La recuperación entre 2014 y 2018 de la proporción de personas que acceden a servicios y recursos
externos sigue acompañada en este periodo del repunte en el número medio de horas semanales de
atención que ya se vislumbraba entre 2010 y 2014, aunque en forma mucho más intensificada. Así,
después de mantenerse en torno a 32,5 horas semanales en 2006 y 2010, el número de horas de
atención repuntaba de forma moderada hasta 35 horas en 2014. El incremento es mucho más intenso en
2018, con 53,0 horas de atención media a las personas con dependencia especial que acceden a dicha
atención.
Sin embargo, el fuerte incremento del periodo 2014-2018 se asocia prácticamente en exclusiva a la
dinámica observada en las personas con dependencia total o grave. En este caso, después de caer de
50,7 horas semanales/media en 2006 a 46,5 en 2010, la atención volvía a repuntar a 51,2 horas en 2014.
A partir de 2014 esta recuperación se acentúa y se llega a 77,4 horas de atención semanal media en
2018.
Gráfico 23
50,7
34,5
13,3
32,6
46,5
29,2
14,1
32,3
51,2
26,0
19,6
35,0
77,4
26,8
12,9
53,0
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que recibe atención: Número medio de horas semanales de
atención por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
41
Hasta 2014, en la población con dependencia moderada, el número medio de horas semanales de
atención no dejaba de caer, desde las 34,5 horas de atención semanal media de 2006 a las 29,2 de 2010
y las 26 de 2014. La atención se muestra sólo levemente al alza a partir de entonces, con 26,8 horas de
atención semanal media en 2018.
En el caso de las personas con dependencia leve o autónoma, se rompe incluso la línea alcista de las
horas de atención que se observaba hasta 2014 (13,3 horas en 2006 por 14,1 en 2010 y 19,6 en 2014).
Las 12,9 horas de atención semanal media de 2018 suponen el registro más bajo desde 2006.
Sigue aumentando, salvo en presencia de dependencia moderada, el acceso a las prestaciones
del sistema de atención a la dependencia
Los avances en la atención externa del periodo 2014-2018 se producen en paralelo a la aceleración del
proceso de aumento en la proporción de personas con dependencia especial integradas en hogares que
acceden a las prestaciones del sistema de atención a la dependencia. Esta proporción pasa de un 20,7%
en 2010 a un 25,6% en 2014 y un 36,5% en 2018.
Entre 2010 y 2018, el incremento es particularmente llamativo, del 36,6 al 57,4%, en personas con
dependencia total o grave. El aumento resulta igualmente perceptible, aunque en niveles más
moderados, del 8,8 al 13,5%, en personas con dependencia leve o autónomas. En cambio, en presencia
de dependencia moderada, la proporción de personas en hogares que acceden a las prestaciones del
sistema de atención a la dependencia, que había aumentado del 13,6 al 20,7% entre 2010 y 2014, se
reduce al 18,8% en 2018.
Gráfico 24
36,6
13,6
8,8
20,7
47,1
20,7
10,6
25,6
57,4
18,8
13,5
36,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial en hogares que reciben ayudas económicas
vinculadas al sistema SAAD de protección a la dependencia por grado de dependencia especial. C.A. de Euskadi. 2010-2018
(En % de cada grupo)
2010 2014 2018
42
Los niveles de insatisfacción con la cobertura de las necesidades de la vida diaria de la población
dependiente tienden ligeramente al alza entre 2014 y 2018 aunque, en sus formas más graves,
sólo en el caso de la población con dependencia total o grave
En la población con dependencia especial tienden a aumentar ligeramente, entre 2014 y 2018, los
indicadores de insatisfacción con la atención recibida para la cobertura de las necesidades de la vida
diaria. La proporción de personas que señalan alguna insatisfacción, incluida la de tipo leve, pasa de
14,2% en 2014 a 16,2% en 2018. Este porcentaje resulta sin embargo cercano al 15,8% de 2010 y sólo
resulta claramente superior al mínimo del 11,6% de 2006. El registro de 2018 se sitúa en cualquier caso
en el nivel más elevado desde 2006.
El impacto de las formas graves o muy graves de insatisfacción sigue una dirección similar, con un
aumento del 4,5% al 5,2% entre 2014 y 2018, también en niveles superiores al 2,9% de 2006. En este
caso, no obstante, el registro de 2018 se sitúa por debajo del máximo del 6,4% del año 2010. La
insatisfacción grave o muy grave se mantiene, en cualquier caso, en niveles bajos, cercanos o inferiores
al 5% de la población con dependencia especial.
Las tendencias señaladas tienden a mantenerse en los distintos grupos de personas con dependencia,
en particular en lo relativo al conjunto de situaciones de insatisfacción (leve, grave o muy grave).
Únicamente puede hablarse en este contexto de una ligera mejora en el caso de las personas con
dependencia moderada, con un 16,4% en 2018 que mantiene la línea de caída respecto al 21,3% de
2010 y el 16,9% de 2014. El indicador de 2018 sólo se sitúa por encima del mínimo del 10,4% de 2006.
Aunque la insatisfacción aumenta del 13,9 al 16% en el cuatrienio 2014-2018 entre las personas con
dependencia total o grave, las cifras se mantienen entre este colectivo en niveles cercanos a los de 2006
y 2010 (15,9 y 17,4%, respectivamente). En términos generales, el mayor aumento de la insatisfacción
corresponde, en realidad, a las personas con dependencia leve o con autonomía. En este caso, la
proporción de personas insatisfechas no deja de crecer desde el 9,1% de 2006 al 16,3% de 20184.
En lo relativo a las formas de insatisfacción grave o muy grave, éstas tienden a una clara reducción entre
las personas con dependencia moderada. En este grupo, la proporción de población gravemente
insatisfecha se reduce desde el 5,4% de 2010 al 2,4% en 2018, apenas algo por encima del mínimo del
1,5% de 2006. En la misma línea, entre las personas con dependencia leve o autónomas, también se
observa una caída del 3,8% de 2010 y 2014 al 3,5% de 2018, de nuevo únicamente por encima del 1,5%
de 2006.
4 Aunque no se profundiza en esta cuestión en el informe, conviene señalar que los datos sugieren una asociación
entre el aumento de las formas generales de insatisfacción en las personas con dependencia total o grave (así
como en aquellas con dependencia leve o autónomos/as) y algunas variaciones significativas entre 2014 y 2018
en la demanda de apoyos en estos colectivos de personas dependientes. Estas variaciones se relacionan con un
aumento relevante y diferencial de las demandas de apoyo en tres dimensiones: apoyo económico; apoyo de
acompañamiento/supervisión y, en menor medida, dado su menor impacto relativo, acceso a un servicio
residencial especializado.
43
La línea alcista de los problemas de insatisfacción, en sus formas más graves, sólo se observa en
realidad entre las personas con dependencia total o grave. En este caso, después de caer de 9,5% a 5%
entre 2010 y 2014, por debajo entonces del 5,3% de 2006, la insatisfacción grave o muy grave repunta
ligeramente hasta el 7,2% en 2018.
Gráfico 25
5,3
9,5
5,0
7,2
1,5
5,4 5,0
2,41,8
3,8 3,8 3,52,9
6,4
4,55,2
15,9
17,4
13,9
16,0
10,4
21,3
16,9 16,4
9,1
12,213,3
16,3
11,6
15,8
14,2
16,2
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018
Total o grave Moderada Leve-autónomo Total
Población con dependencia especial que muestra insatisfacción respecto a la cobertura de las
necesidades de la vida diaria y grado de dependencia. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
Insatisfacción grave Insatisfacción
Nota: La insatisfacción grave incluye casos de insatisfacción grave o muy grave. La insatisfacción en general incluye también casos de insatisfacción leve.
Teniendo en cuenta el origen de la atención, la tendencia al aumento entre 2014 y 2018 de los niveles
generales de insatisfacción (incluidos los de tipo leve) se vincula a la evolución de la percepción
observada entre las personas que no tienen ningún tipo de apoyo personal externo o de servicios o que
son atendidas por servicios públicos y concertados. En el primer caso, la insatisfacción general no deja
de aumentar desde el 12,6% de 2006 y llega a un máximo del 18,2% en 2018. En el segundo, después
del fuerte aumento observado entre el 7,3% de 2006 y el 20,1% de 2010, el porcentaje de personas
insatisfechas se reducía al 12% antes de volver a repuntar al 23,9% en 2018, el máximo nivel observado
desde 2006.
En estos dos grupos de personas, las formas de insatisfacción graves también aumentan entre 2014 y
2018. En el caso de las personas sin ninguna asistencia externa, incluida la familiar, la insatisfacción
grave llega a un 5,5% en 2018, el nivel más alto desde 2006. La proporción es del 8,9% en el caso de las
personas atendidas por los servicios públicos y concertados, claramente por encima del 2,1% de 2006 y
del 4,8% de 2014 pero por debajo del máximo del 10,1% que se registró en 2010.
En fuerte contraste, entre 2014 y 2018 se rompe en cambio la línea de aumento de la insatisfacción, tanto
en general como en sus formas graves, entre las personas que acceden a formas de atención de tipo
44
privado o particular. En este caso, la insatisfacción en general aumentaba de forma continuada desde el
8,9% de 2006 al 17,2% de 2014 pero la proporción de personas insatisfechas cae al 12,3% en 2018. En
lo relativo a las formas más graves, el incremento era del 3,6 al 8,2% entre 2006 y 2014. Cae sin
embargo al 2,8% en 2018, el nivel más bajo desde que se realiza la EDSS-ENS.
Por su parte, después de aumentar del 17 al 18,7% entre 2006 y 2010, la insatisfacción general con la
atención se reduce entre 2010 y 2018 en lo relativo a las personas que cuentan con un apoyo familiar
externo. La proporción cae así al 13,2% en 2014 y a un mínimo del 12% en 2018. La evolución es algo
menos favorable en lo relativo a las formas graves de insatisfacción. Así, después de aumentar de 2,6 a
6,8% entre 2006 y 2010, la proporción se reducía al 3,4% en 2014 para volver a remontar hasta el 5,6%
en 2018, algo por debajo no obstante del máximo observado en 2010.
Gráfico 26
2,8
4,63,6
5,5
2,1
10,1
4,8
8,9
3,6
7,18,2
2,8 2,6
6,8
3,4
5,6
12,6 13,114,0
18,2
7,3
20,1
12,0
23,9
8,9
15,3
17,2
12,3
17,0
18,7
13,212,0
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018 2006 2010 2014 2018
Ninguna Pública/concertada Particular Familiares (ext)
Población con dependencia especial que muestra insatisfacción respecto a la cobertura de las
necesidades de la vida diaria y origen de la atención. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
Insatisfacción grave Insatisfacción
Nota: La insatisfacción grave incluye casos de insatisfacción grave o muy grave. La insatisfacción en general incluye también casos de insatisfacción leve.
Se consolida la línea de reducción del impacto de las barreras arquitectónicas en la vivienda entre
las personas con dependencia especial total o grave pero se percibe más intensamente en otros
casos
Entre 2014 y 2018 se acentúa la línea de reducción del impacto de la presencia de barreras
arquitectónicas en las viviendas de las personas con dependencia especial total o grave. La caída de la
proporción de personas afectadas, que había sido del 28,9% al 24,4% entre 2010 y 2014, se acentúa en
este colectivo en 2018 con una reducción que sitúa la proporción analizada en el 14,6%.
45
Gráfico 27
28,9
17,616,0
21,5
8,8
15,4
24,4
15,9
13,1
17,7
5,4
11,5
14,6
18,8
14,115,0
7,9
11,7
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
Total o grave Moderada Leve-autónomo Dep.especial Limitación sindep.especial
Total
Población con limitación o dependencia por grado de dependencia especial o limitacion
y presencia de barreras arquitectónicas en la vivienda. C.A. de Euskadi. 2010-2018 (En % de cada grupo)
2010 2014 2018
Esta línea de mejora no se extiende, sin embargo, al resto de personas con problemas de dependencia
especial o con algún otro tipo de limitación funcional, con aumentos en todos los casos de la proporción
de población que percibe la presencia de barreras arquitectónicas en la vivienda.
Dentro de las personas con problemas de dependencia especial, el aumento más llamativo es el que
afecta a las personas con dependencia moderada. En este caso, tras reducirse del 17,6% a 15,9% entre
2010 y 2014, la proporción de población afectada pasa al 18,8% en 2018, por encima del 14,6% de las
personas con dependencia total o grave. En la misma línea, después de caer del 16 al 13,1% entre 2010
y 2014, la proporción remonta al 14,1% en presencia de dependencia leve o en situaciones de autonomía
suficiente.
La tendencia observada se extiende a personas con mera limitación funcional y sin dependencia especial.
En este caso, tras caer del 8,8 al 5,4% entre 2010 y 2014, la percepción de presencia de barreras
arquitectónicas en la vivienda repunta al 7,9% en 2018.
El porcentaje de ocupación no empeora entre las personas con dependencia especial, aunque sí
en las meramente afectadas por limitaciones funcionales, pero una mayor propensión a la
actividad se traduce en mayores niveles de paro y en problemas especiales de inserción laboral
Entre 2010 y 2014, todavía en un periodo de evidente crisis de empleo en Euskadi, un dato a priori algo
sorprendente era que aumentaba el coeficiente de ocupación, o proporción de personas ocupadas, entre
el conjunto de personas de 16 a 64 años con dependencia especial o afectadas por otras limitaciones
funcionales ligadas a la salud. Entre 2014 y 2018, llama en cambio la atención que la línea de mejora se
mantenga en el caso de los grupos con dependencia especial pero que cambie de sentido entre las
personas con meras limitaciones funcionales.
46
Así, por una parte, después de caer del 20,5 al 18,5% entre 2006 y 2010, el porcentaje de personas
ocupadas aumenta al 19% en 2014 y al 22,9% en 2018 entre la población de 16 a 64 años con
dependencia especial. Este incremento de 3,9 puntos porcentuales entre 2014 y 2018 resulta muy
significativo en la medida en que supera los 3,3 puntos de incremento que se observan en la población
sin dependencia especial ni limitaciones funcionales por razón de salud. En este último caso, después de
caer de 68,4% en 2006 a 64,5% en 2014, el coeficiente remonta hasta el 68,8% en 2018. La buena
evolución relativa de la ocupación entre personas con dependencia especial se explica sin duda por la
relevancia de la ocupación en centros especiales de empleo y empresas de inserción en Euskadi.
Por su parte, y aunque la proporción de personas vinculadas a la ocupación es muy superior entre las
personas con limitación funcional pero sin dependencia especial, en este grupo el porcentaje de personas
ocupadas se reduce de un 46,4% en 2014 a un 42,4% en 2018. Si se exceptúa el repunte alcista de
2014, el 42,4% de 2018 es en realidad reflejo de una línea tendencial descendente, moderada pero
continuada, desde el 44% de 2006 y el 43,3% de 2010.
Las diferencias en los niveles de ocupación con respecto a las personas sin dependencia o limitación se
amplían por tanto entre 2014 y 2018 en presencia de estas formas de limitación funcional menos graves,
con un 42,4% de ocupación en 2018 que queda más de 26 puntos porcentuales por debajo del 68,8% de
la población sin dependencia ni limitaciones. A pesar de su línea de mejora en el acceso al empleo, aún
más lejos quedan las personas con dependencia especial, con apenas un 22,9% de personas entre 16 y
64 años con acceso a la ocupación.
Gráfico 28
20,5
44,0
68,4
18,5
43,3
67,5
19,0
46,4
64,5
22,9
42,4
68,8
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
Con dependencia especial Otras con limitación Sin problemas
Población de 16 a 64 años: % de ocupación por presencia de dependencia especial u otra limitación.
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
47
La mejora de los niveles de ocupación en la población con dependencia especial entre 2014 y 2018 no
viene automáticamente acompañada, por otra parte, de mejoras sustanciales en los indicadores más
generales de inserción en el empleo.
En lo relativo a la tasa de desempleo, se observa sin duda una caída en ese periodo en lo relativo a las
personas con dependencia especial, con una tasa del 41,1% en 2014 que se reduce al 36,2% en 2018.
La tasa de paro se mantiene sin embargo en niveles muy elevados en 2018, situados claramente por
encima de los que se observaban en 2006 y 2010, con tasas respectivas del 31,5 y 30,0%.
Entre 2014 y 2018 se prolonga, además, la tendencia al incremento de los problemas ligados al
desempleo en el caso de las personas con limitaciones funcionales pero sin dependencia especial. En
este caso, después de aumentar de 19 a 20,5% entre 2006 y 2010, la tasa de paro se eleva al 32,1% en
2014 y llega a alcanzar un máximo del 39,5% en 2018. Esta tasa resulta tres veces superior a la de la
población sin problemas de dependencia o limitación en 2018 (13,1%).
Gráfico 29
31,5
19,0
8,1
30,0
20,5
12,0
41,1
32,1
18,7
36,2
39,5
13,115,4
5,03,4
13,6
5,2
2,6
25,7
18,8
7,6
28,0
21,8
5,6
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
45,0
50,0
Con dependencia especial Otras con limitación Sin problemas
Población de 16 a 64 años: tasa de paro y proporción de personas con problemas especiales de
inserción laboral por presencia de dependencia especial u otra limitaciónC.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
Tasa de paro 2006 Tasa de paro 2010 Tasa de paro 2014 Tasa de paro 2018
% prob.esp.inserción laboral 2006 % prob.esp.inserción laboral 2010 % prob.esp.inserción laboral 2014 % prob.esp.inserción laboral 2018
En contraste con los matices que se observan en la dinámica del desempleo, la consideración de los
problemas especiales de inserción laboral muestra una línea de deterioro más generalizada entre la
población de 16 a 64 años con dependencia especial o limitaciones funcionales, con aumentos
moderados en los distintos grupos en 2018 que sitúan las proporciones de personas afectadas en sus
niveles más altos desde 2006.
En lo relativo al colectivo de población con dependencia especial, la proporción de personas con
problemas especiales de inserción laboral, que se había reducido del 15,4% al 13,6% entre 2006 y 2010,
aumenta al 25,7% en 2014 y a un máximo del 28% en 2018. Aunque no se alcanzan los niveles
48
señalados entre las personas con otras limitaciones funcionales, el deterioro que se observa con
posterioridad a 2010 en este grupo es particularmente llamativo. Después de situarse en niveles en torno
al 5% en 2006 y 2010, el impacto de los problemas especiales de inserción laboral llega a alcanzar un
18,8% en 2014 y un máximo del 21,8% en 2018.
En 2018, las diferencias en el impacto de los problemas especiales de inserción laboral resultan muy
llamativas respecto al resto de la población de la CAE. El 21,8% registrado en las personas con simples
limitaciones funcionales (sin dependencia especial asociada) y el 28% observado en las personas con
dependencia especial superan entre 3,9 y 5 veces el nivel correspondiente al resto de la población entre
16 y 64 años de la CAE, situado en un 5,6% en 2018. En este último grupo de población, no afectado por
problemas de dependencia especial o por otras formas de limitación funcional, el impacto de los
problemas de inserción laboral se reduce además entre 2014 y 2018, de un 7,6% a un 5,6%, aun cuando
el registro de 2018 se mantenga igualmente en este caso claramente por encima de los correspondientes
a 2006 y 2010 (3,4 y 2,6%, respectivamente). El contraste con la dinámica de las personas con
dependencia especial y otras limitaciones funcionales resulta por tanto evidente.
Como puede comprobarse en el gráfico 30, entre las personas con dependencia especial y otras
limitaciones funcionales ligadas a la salud, el aumento en 2018 de los problemas de desempleo y
exclusión laboral respecto a los niveles propios de 2006-2010 y en muchos casos de 2014 (salvo en lo
relativo a la tasa de paro de las personas con dependencia especial), se vincula a un significativo
aumento de la tasa de actividad a partir de 2010 que contrarresta en gran medida el impacto positivo de
la creación de empleo para este colectivo.
Gráfico 30
30,0
54,4
74,4
26,4
54,4
76,8
32,2
68,4
79,4
35,9
70,0
79,2
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Con dependencia especial Otras con limitación Sin problemas
Población de 16 a 64 años: tasa de actividad por presencia de dependencia especial u otra limitación.
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
49
En la línea señalada, en el caso de las personas con dependencia especial, después de caer desde el
30% de 2006 al 26,4% de 2010, la tasa de actividad aumenta a partir de entonces hasta el 32,2% de
2014 y el 35,9% de 2018.
El incremento es mucho más llamativo en las personas con imitaciones funcionales pero sin dependencia
especial. En este caso, después de mantenerse en niveles del 54,4% en 2006 y 2010, 2014 revela un
brusco proceso de activación, con entrada mucho más extendida de este grupo de población en el
mercado de trabajo. La tasa de actividad llega así al 68,4% en 2014, 14 puntos por encima de lo
observado en 2006 y 2010. Aunque de forma algo más moderada, la línea alcista se prolonga en 2018,
año en el que se alcanza un nuevo máximo, con una tasa de actividad que llega al 70%.
4. EL CUIDADO A LAS PERSONAS CON DEPENDENCIA
4.1. Gastos extraordinarios ligados a la presencia de situaciones de dependencia
Se prolonga el proceso de reducción de los gastos extraordinarios ligados a la presencia de
situaciones de dependencia. Pero la reducción de la necesidad de este tipo de gastos se limita a
los casos de personas dependientes fuera del hogar y, dentro del propio hogar, a la presencia de
dos o más casos de dependencia al menos moderada
En 2018 se prolonga la línea de caída en la proporción de hogares que necesitan realizar gastos
extraordinarios relacionados con el mantenimiento de una atención adecuada a personas con
dependencia5. La tendencia descendente se iniciaba entre 2006 y 2010, aunque entonces en forma de
ligera reducción, del 10% al 9,6%; pero se intensificaba en el cuatrienio posterior, con un 8,4% de
hogares afectados en 2014. Aunque de forma más moderada, la caída se prolonga en 2018, año en el
que el porcentaje de hogares con gastos extraordinarios asociados a la atención a la dependencia
alcanza un nuevo mínimo, situado en el 7,9%.
Hasta 2014, la disminución observada se vinculaba al significativo descenso en la proporción de hogares
que mencionan gastos extraordinarios asociados a la atención de personas dependientes dentro del
hogar. Esta proporción pasaba del 7,3% de 2006 al 6,1% de 2010 y el 4,5% de 2014. En 2018, no
obstante, la mencionada proporción vuelve a remontar hasta un 5,6%.
5 Aunque la dependencia se vincula esencialmente a problemas de salud o edad avanzada, también se incluye en
este apartado la atención a menores dependientes.
50
Entre 2014 y 2018, la prolongación de la línea de caída de la proporción de hogares con gastos
extraordinarios de atención a personas con dependencia se asocia en lo esencial, por tanto, a la caída de
los gastos que se destinan a la atención de personas que residen fuera del hogar. Esta proporción
alcanza en 2018 un mínimo del 2,9% que queda incluso por debajo del 3,2% de 2006. La distancia es
mucho mayor respecto a los niveles del 3,9-4.0% que se había llegado a alcanzar en 2010 y 2014.
Gráfico 31
7,3
3,2
10,0
6,1
3,9
9,6
4,54,0
8,4
5,6
2,9
7,9
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
Sí, en el hogar Sí, fuera de casa Con gastos
Hogares con gastos extraordinarios ligados a la atención de personas dependientes
C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % del total de hogares)
2006 2010 2014 2018
Entre 2014 y 2018, la dinámica de reducción de la proporción de hogares con gastos extraordinarios
ligados a la atención de personas dependientes dentro del hogar se recupera sin embargo en los casos
más graves de dependencia.
Entre 2006 y 2014, el llamativo descenso en la presencia de gastos extraordinarios en el hogar se
vinculaba sobre todo al impacto positivo de la introducción del sistema de apoyo a las personas con
dependencia en estos casos más graves de dependencia. Aunque la proporción de gastos
extraordinarios en presencia de dos o más personas con dependencia moderada en el hogar aumentaba
de 51,4 a 59,4% entre 2010 y 2014, la proporción de hogares con gastos extraordinarios seguía
resultando muy inferior en 2014 al 92,5% de 2006. En este tipo de situaciones de dependencia, la línea
descendente se retoma además entre 2014 y 2018, con un 52,6% que se acerca al mínimo del 51,4% de
2010.
En otros casos de presencia de personas con dependencia o limitaciones ligadas a la salud en el hogar,
la tendencia descendente era menos llamativa pero se mantenía de forma continuada entre 2006 y 2014:
de 51,2 a 41,2% en presencia en el hogar de otros casos de dependencia importantes (dos o más
personas con dependencia especial o una con dependencia al menos moderada) y de 13,4 a 6,6% en
casos más leves de limitación o dependencia.
51
En los casos señalados, sin embargo, el periodo 2014-2018 supone un cambio de tendencia, con un
repunte alcista de la proporción de hogares con gastos extraordinarios dentro del hogar. Este repunte no
es muy llamativo en los hogares con personas afectadas por limitaciones funcionales o formas menos
graves de dependencia, con un aumento del 6,6 al 7,8% entre 2014 y 2018 que mantiene el indicador
todavía lejos del 13,4% de 2006.
En los hogares con dos o más personas con dependencia especial (no moderada, grave o total) o con
una persona con dependencia al menos moderada, el repunte es más llamativo, con un aumento del
41,2% de 2014 al 51,9% de 2018 en la proporción de hogares con gastos extraordinarios en el hogar. En
estos hogares, la proporción considerada alcanza en 2018 su nivel más alto, ligeramente por encima del
51,2% de 2016.
Gráfico 32
92,5
51,2
13,4
1,4
7,3
51,4
43,3
7,41,8
6,1
59,4
41,2
6,6
,54,5
52,6 51,9
7,8
0,95,6
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
100,0
>=2 con dep. al menosmoderada
>=2 con dep.especial o 1con dep.al menos
moderada
Otras limitaciones/dependencia
Otros casos Total
Hogares con gastos extraordinarios en el hogar ligados a la atención de personas dependientes por
tipo de personas atendidas. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Cuando están presentes, se observa un aumento de la carga que suponen los gastos
extraordinarios para los hogares, con mayor proporción de recortes en gastos básicos y
repercusión en la correcta atención a las personas con dependencia
En comparación con la situación existente en 2006 y 2010, cuando están presentes, el impacto de los
gastos extraordinarios ligados a la atención de personas dependientes tiene además mayor repercusión
en 2014 y en 2018. Situada en el 44,6% en 2006 y en el 46,7% en 2010, en 2014 aumenta al 54,1% la
proporción de hogares que se ven obligados a recortar otros gastos para hacer frente a los gastos
extraordinarios de atención a la dependencia. Aunque ya dentro de parámetros de estabilidad, esta
proporción se mantiene ligeramente al alza en 2018, con un 54,6% en este último año.
52
Hasta 2014, la mayor parte de los problemas se vinculaba a una reducción en los gastos de ocio, con un
aumento del 28,8% de 2006 al 34,4% de 2010 y el 35% de 2014. La proporción tiende no obstante
ligeramente a la baja en 2018, año en el que la proporción considerada se sitúa en un 33,4%.
Entre 2014 y 2018, el principal aumento de la carga económica asociada a los gastos extraordinarios
analizados se relaciona con el incremento de las modalidades de recorte asociadas a gastos básicos.
Mientras entre 2006 y 2010 la proporción de hogares forzados a reducir gastos básicos para atender a las
personas con dependencia caía del 15,8 al 12,3%, repunta hasta el 19,1% en 2014 y el 21,2% en 2018.
Esta dinámica tiene efectos en la atención a las personas dependientes, cambiando de sentido a partir de
2014 la línea de mejora del periodo 2006-2010. En aquel periodo, la proporción de hogares que
señalaban una atención incorrecta a sus familiares con dependencia, como consecuencia de los recortes
de gasto introducidos, caía del 9,1 al 7,7% del total de hogares con gastos extraordinarios ligados a la
dependencia. En 2014, en cambio, la proporción de hogares con recortes de gasto y una atención
incorrecta a las personas con dependencia repuntaba al 14,1%. A pesar de una leve mejora, el
porcentaje señalado tiende a mantenerse relativamente estable en 2018, con un 13,7%.
Gráfico 33
28,8
15,8
44,6
9,1
34,4
12,3
46,7
7,7
35,0
19,1
54,1
14,1
33,4
21,2
54,6
13,7
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
Recorte degastos de ocio
Recorte degastos básicos
TOTAL RECORTES Recortes conatención incorrecta
a dependientesdependientes
Hogares con gastos extraordinarios ligados a la dependencia por impacto en la economía del hogar y en
la atención a las personas dependientes. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de los hogares con gastos extraordinarios)
2006 2010 2014 2018
La línea divisoria que separa el periodo 2006-2010 del 2014-2018, en lo relativo a las situaciones
definidas por una atención incorrecta ligada a los gastos extraordinarios de atención a la dependencia,
afecta a prácticamente todos los tipos de hogar en los que están presentes este tipo de gastos. Sin
embargo, en 2018 las situaciones caracterizadas por mayores niveles de atención incorrecta se vinculan
mucho más a algunos tipos de hogar.
En lo relativo al sexo de la persona de referencia, a pesar de la sustancial caída que se observa entre
2014 y 2018 (de 21,6 a 15,1%), se sigue observando en 2018 un mayor impacto de los problemas
53
analizados en hogares encabezados por mujeres (15,1% frente a 12,6% en el caso de hombres). En lo
relativo a la edad, por su parte, la mejora entre 2014 y 2018 de la situación en hogares de personas
menores de 45 años (de 28,8% a 17,9%) no altera el hecho de que siga siendo superior la problemática
en las edades más jóvenes (17,9% frente al 13,1% de los hogares encabezados por personas mayores
de 45 años). Los indicadores en función de la nacionalidad de la persona de referencia del hogar resultan
en cambio similares (13,8% en hogares de población nacional y 11,9% en los encabezados por una
persona de nacionalidad extranjera, en línea de nítida reducción respecto al 43,8% existente en 2014).
En 2014, el incremento de las situaciones de recorte de gasto y atención incorrecta estaba muy asociado
a los hogares en los que estaban presentes situaciones de desempleo o de ocupación no estable, grupo
en el que la atención incorrecta pasaba de incidir en un 3,7% de los hogares con gastos extraordinarios
en 2010 a 39,8% en 2014, muy por encima del 17,9% de 2006. Esta proporción se reduce no obstante al
12,8% en 2014. En cambio, el indicador aumenta notablemente en el resto de hogares. Situado siempre
entre el 8,2 y el 9,4% entre 2006 y 2014, aumenta al 22% en 2018 para superar el nivel de los hogares
con personas paradas u ocupadas no estables.
En cualquier caso, el impacto de los problemas de atención incorrecta sigue resultando mucho más
elevado en los hogares con privación básica. Aunque refleja el nivel más bajo desde 2006, el 30,8% de
2018 supera claramente el 12,2% de los hogares sin esta forma de privación. No obstante, respecto al
periodo 2006-2010, en los hogares que no sufren privación básica se consolida la dinámica de
incremento de los problemas que se observaba en 2014. Así, después de caer del 6 al 4,7% entre 2006 y
2010, el indicador aumenta al 11,9% en 2014 y se mantiene ligeramente al alza en 2018, con un 12,2%.
Gráfico 34
8,9 9,3
14,1
7,8 7,9
29,2
37,8
6,0
17,9
8,2 9,17,4 8,3 8,8
7,4 6,6
37,3
42,4
4,73,7
8,3 7,7
10,9
21,6
28,8
11,4 12,4
43,8
39,7
11,9
39,8
9,4
14,112,6
15,1
17,9
13,1 13,811,9
30,8
12,2 12,8
22,0
13,7
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
Hombre Mujer < 45 años > 45 años Estado Otra Privaciónbásica
Sin privación Conocupadas no
estables oparadas
Otroshogares
Total
Sexo Edad Nacionalidad Privación Relación con la actividad
Hogares con recortes de gastos y atención incorrecta a las personas dependientes por variables
demográficas de la persona principal y del hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018 (En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
54
4.2. Las personas cuidadoras
Sigue reduciéndose la proporción de personas dedicadas al cuidado de personas dependientes
en el hogar
La EDSS-ENS aborda los casos en los que, por razones ligadas a enfermedad, discapacidad o
ancianidad, determinadas personas asumen responsabilidades especiales de atención o cuidado a otros
miembros del hogar. Estos casos incluyen las circunstancias en las que es necesaria una dedicación
personal mayor por falta o imposible colaboración de los demás componentes del hogar.
En las condiciones señaladas, 60.414 personas de 15 o más años asumen en 2018 tareas de atención y
cuidado a otras personas con las que conviven. Se trata de una cifra que no deja de disminuir desde el
máximo de 97.227 personas que se llegó a alcanzar en 2010 y que se sitúa también muy por debajo de
las 82.083 de 2006 e incluso de las 73.230 del año 2014.
Tal y como puede observarse en el gráfico 35, el descenso que se observa desde 2010 en el número de
personas cuidadoras resulta igualmente llamativo en términos de impacto relativo. Después de aumentar
de un 4,4% a un 5,3% de la población de 15 o más años, la proporción que representa la población
cuidadora cae al 4% en 2014 y a un mínimo del 3,3% en 2018.
Gráfico 35
4,0
4,9
2,7
5,9
7,3
5,3
3,6
4,1
5,5
4,44,6
5,9
3,0
7,4
6,6
7,4
3,9
6,3
6,8
5,3
3,84,1
1,8
4,9
7,2
6,2
2,6
5,1 5,2
4,0
2,7
3,7
1,3
5,1
4,1
3,6
2,4
5,9
3,73,3
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
Hombre Mujer < 45 años 45-64 años 65-74 años > 75 años Ocupado/a Pot.parado/a Inactivo/a
Sexo Edad Relación con la actividad Total
Población cuidadora de 15 o más años por sexo, edad y relación con la actividad. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
La tendencia descendente del periodo 2010-2018 se observa con carácter general y con apenas algunos
matices. Se traduce normalmente, además, en los niveles más bajos de participación en tareas de
cuidado desde 2006 en los distintos colectivos considerados en la EDSS-ENS.
55
Teniendo en cuenta la variable sexo, la disminución de participación en tareas de cuidado afecta tanto a
hombres como mujeres. En el primer caso, la proporción cae del 4,6% de 2010 al 2,7% de 2018, con un
descenso del 5,9% al 3,7% entre la población femenina. En ambos casos, la distancia respecto a las
cifras de 2006 (4,0 y 4,9%, respectivamente) se sitúa en -1,2/-1,3 puntos porcentuales.
Un aspecto muy llamativo, sin embargo, es la distinta temporalidad observada en la dinámica de caída en
función del sexo, más concentrada en el periodo 2010-2014 entre la mujer y más distribuida hasta 2018
entre los hombres. De esta forma, tras el máximo del 5,9% alcanzado por la población femenina en 2010,
el 4,1% de 2014 marca un fuerte descenso (-1,8 puntos porcentuales) que se modera con posterioridad,
con apenas -0,4 puntos porcentuales añadidos de reducción hasta el 3,7% de 2018. En el caso de los
hombres, la caída resulta más homogénea en los distintos periodos, con una proporción de participación
que pasa del 4,6% al 3,8% entre 2010 y 2014 (-1,2 puntos porcentuales) y que se prolonga hasta el 2,7%
en 2018 (-1,1 puntos porcentuales entre 2014 y 2018).
La dinámica por edad muestra diferencias más llamativas, con tendencias incluso parcialmente
divergentes. Esto es particularmente claro entre las personas entre 45 y 64 años. En este caso se
confirma sin duda en 2018 la tendencia histórica a la caída de los niveles de participación, con un 5,1%
que resulta muy inferior al 7,4% máximo alcanzado en 2010. Sin embargo, se trata de unos los pocos
grupos en los que repuntan en 2018 los niveles de participación en las tareas de cuidado, con un leve
aumento del 4,9 al 5,1% entre 2014 y 2018, un proceso sólo en parte relacionado con la brusquedad
diferencial de la caída del periodo 2010-2014 (entonces la más llamativa por grupo de edad). De hecho,
la reducción en los niveles de participación respecto al 5,9% de 2006 se sitúa por debajo del punto
porcentual en 2018.
Fruto del repunte alcista de participación, en un contexto de muy llamativas caídas en otros grupos, en
2018 las personas entre 45 y 64 años vuelven a recuperar el papel de principal grupo con participación en
las tareas de cuidados, situación que compartían con las personas mayores de 75 años en el año 2010.
En sentido opuesto, la línea de reducción en la participación en las tareas de cuidado es prácticamente
continuada en lo relativo a las personas menores de 45 años. Con niveles de 2,7 y 3% en 2006 y 2010,
esta participación cae al 1,8% en 2014 y al 1,3% en 2018.
La misma tendencia de fuerte disminución de la participación, tanto respecto a las cifras de 2010 como
de 2006, se observa en las personas mayores de 75 años. En este caso, no obstante, el periodo de
mayor caída corresponde a los años 2014-2018. Así, aunque se reducía del 7,4% al 6,2% entre 2010 y
2014, el nivel de participación de las personas mayores de 75 años en las tareas de cuidado resultaba
aún superior en 2014 al 5,3% de 2006. La fuerte disminución que se observa en el cuatrienio 2014-2018
sitúa sin embargo la participación en apenas un 3,6% en 2018.
56
La brusca disminución de participación que se da en el periodo 2014-2018 en la población mayor de 75
años se extiende a la de 65 a 74 años. En este caso, sin embargo, la disminución se reduce al cuatrienio
de referencia. Después de caer ligeramente en el periodo 2006-2010 (del 7,3% al 6,6%), en 2014 la
participación remontaba de hecho al 7,2%, en niveles cercanos a los de 2006. El 4,1% de 2018 supone,
no obstante, una llamativa caída que sitúa los niveles de participación en niveles cercanos a los de las
personas mayores de 75 años (3,6%), grupo en el que la línea de menor contribución a las tareas de
cuidado se había iniciado ya en el periodo 2010-2014.
En 2018, la participación en las tareas de cuidado se ve condicionada por el tipo de relación con la
actividad. Respecto a los niveles de participación de 2006 y 2010, las cifras de 2018 muestran notables
caídas de participación en la población ocupada e inactiva pero no en la población desempleada. En este
último caso, de hecho, la reducción del 6,3 al 5,1% que se observa entre 2010 y 2014 se ve
contrarrestada en 2018, con una recuperación de los niveles de participación hasta el 5,9%, apenas unas
décimas por debajo del máximo de 2010 y claramente por encima del 4,1% de 2006.
Tal como ya sucedía en años anteriores, por otra parte, la práctica totalidad de las personas cuidadoras
atienden a personas en las que está presente al menos una persona con dependencia especial (93,5%
en 2018). Más de las tres cuartas partes atienden a personas con una dependencia al menos moderada,
un hecho que tiende aumentar de forma significativa en 2018. Aunque ya se observaba esa línea alcista
con anterioridad, era moderada hasta 2014, con cifras del 64,7% en 2006 y del 66,0-66,8% en 2010 y
2014. La proporción considerada llega sin embargo hasta el 77,4% en 2018.
Aunque disminuye el número de personas cuidadoras, resultan comparativamente mayores las
cargas asociadas a las tareas de cuidado que asumen actualmente estas personas
Además de la caída de los niveles de participación en las tareas de cuidado, durante el periodo 2010-
2014, otro aspecto relevante a destacar en relación con las personas cuidadoras mayores de 15 años es
que tendían a reducirse las cargas asociadas a su trabajo de cuidado. Entre 2014 y 2018, sin embargo, la
prolongación de la línea de caída en la participación se acompaña de un repunte en las cargas asociadas
a las actividades de cuidado.
Tal y como puede observarse en el gráfico 36, el cambio más significativo de tendencia es el que afecta a
las horas de atención. En este sentido, la proporción de personas que dedican más de 2 horas diarias al
cuidado, que se había reducido ligeramente desde el 54,7% de 2006 al 52,3% de 2014, aumenta a un
66,5% en 2018.
En lo relativo a las renuncias asociadas a la atención, el mayor impacto se vincula a las asociadas a la
participación en la vida social. De esta forma, tras caer la proporción de personas afectadas por este tipo
de renuncia a la participación social del 58,4% de 2006 al 53,7% de 2014, el indicador remonta al 68,2%
en 2018.
57
Gráfico 36
70,2 69,1
26,0
54,7
32,5
14,5
5,6
13,7
74,2
70,5
33,2
58,4
24,0
20,1
10,5
17,3
60,4
70,0
18,6
52,5
13,0
18,9
9,4
15,2
52,2
69,8
32,0
55,6
21,0
29,3
10,3
22,2
52,0
64,2
28,0
52,3
9,0
14,813,6 13,7
47,4
61,4
40,6
53,7
19,820,1
3,3
15,5
69,6
77,4
29,4
66,5
31,6
22,8
19,4
22,6
59,0
73,7
53,0
68,2
24,3
19,3
12,9
18,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
2 o máspersonascon dep.especial
Una con dep.al menos
moderada
Otroscasos
Total 2 o máspersonascon dep.especial
Una con dep.al menos
moderada
Otroscasos
Total 2 o máspersonascon dep.especial
Una con dep.al menos
moderada
Otroscasos
Total 2 o máspersonascon dep.especial
Una con dep.al menos
moderada
Otroscasos
Total
2 o más horas diarias de atención Renuncias en vida educativa o laboral Renuncias en vida social Tensiones importantes en vida familiar
Población cuidadora de 15 o más años. Indicadores de carga de trabajo por tipo de personas atendidas. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
58
Aunque de forma algo menos intensa, también afectan las cargas asumidas con la atención a la
participación educativa o laboral. Con un porcentaje de personas con renuncias en estas dimensiones de
la vida cotidiana que oscilaba entre el 13,7 y el 15,2% entre 2006 y 2014, la proporción llega al 22,6% en
2018, también por tanto en línea claramente alcista.
En la misma línea, se deteriora igualmente el indicador asociado a la presencia de tensiones importantes
en la vida familiar, ligadas a los procesos de cuidado. Así, entre 2014 y 2018 aumenta del 15,5 al 18,5%
el porcentaje de personas cuidadoras que experimentan esta tensión importante durante el desarrollo de
sus tareas de atención. En este caso, no obstante, el porcentaje de 2018 es cercano al de 2006 (17,3%) y
queda claramente por debajo del máximo de 2010, con un 22,2% de personas afectadas.
Considerando las tendencias por tipo de personas atendidas, se constata que las necesidades de
atención intensivas aumentan de forma diferencial entre las personas cuidadoras que atienden a dos o
más personas con dependencia especial. En este caso, después de caer de un 70,2% a un 52% entre
2006 y 2014, la proporción de personas que dedican dos o más horas de atención a la dependencia
aumenta hasta el 69,6%, en niveles de nuevo cercanos a los de 2006.
En términos de participación social, y en las circunstancias de atención señaladas a dos o más personas
con dependencia especial, las consecuencias son bastante llamativas en las personas cuidadoras. Así, la
proporción de personas cuidadoras que señalan renuncias en la vida social aumenta entre 2014 y 2018
del 47,4 al 59%, una proporción que sólo queda por debajo del 74,2% de 2006. Aunque el peso relativo
del colectivo afectado es mucho menor, el mayor cambio se vincula a la participación en la vida educativa
o laboral. En este caso, frente a los niveles del 9 a 13% de 2010 y 2014, hasta un 31,6% de las personas
que cuidan a dos o más personas con dependencia especial se enfrentan a renuncias ligadas a su
participación educativa o laboral. Se vuelve con ello a los niveles de 2006, con un 32,5% de personas
afectadas en aquel año.
Remontan también los casos de tensión importante durante el proceso de atención, con un 24,3% de
personas cuidadoras afectadas, ligeramente por encima del 24% de 2006. En este caso, no obstante, el
indicador no se aleja en exceso del mínimo del 19,8% que se registró en 2014.
El aumento de las cargas también se observa entre las personas cuidadoras que atienden a una única
persona con dependencia al menos moderada. De esta forma, la proporción de personas cuidadoras que
dedica dos o más horas a la atención pasa de un 64,2% en 2014 a un 77,4% en 2018, por encima
también de los niveles del 69,1-70% de 2006 y 2010.
59
El impacto negativo en términos de renuncia a la vida social, educativa o laboral también resulta evidente
en este grupo de personas cuidadoras, con máximos de personas afectadas en 2018. En el caso de las
renuncias relacionadas con la vida social, se pasa de un 61,4% de personas afectadas en 2014 a un
73,7% en 2018, por encima de los niveles de 2006 y 2010 (70,5 y 69,8%).
También se alcanza un máximo en lo relativo a las renuncias ligadas a la vida educativa o laboral, con un
22,8% de personas afectadas, por cifras cercanas al 14,5% en 2006 y 2014 y del 18,9% en 2010. A
diferencia de lo que se observa en lo relativo a las renuncias asociadas a la vida social, con mayor
impacto relativo en este tipo de personas cuidadoras, las renuncias ligadas a la educación o el empleo
tienen un impacto algo menor que el observado en el grupo orientado a la atención de dos o más
personas con dependencia especial.
Sin embargo, en el grupo de personas orientadas al cuidado una única persona con dependencia al
menos moderada, un rasgo diferencial relevante y favorable en 2018 es que se contiene, incluso en
términos levemente a la baja, la presencia de tensiones importantes en la relación con la persona
atendidas. Sólo un 19,3% de las personas cuidadoras señaladas las mencionan, por debajo del 20,1% de
2006 y 2014 y del máximo del 29,3% de 2010.
El impacto de las problemáticas analizadas es mucho menor en el resto de población cuidadora, la que
atiende a casos más leves de dependencia o limitación, con menores cargas asociadas. En este caso, no
obstante, la línea de empeoramiento de la situación, que se consolida en 2018, viene de años anteriores.
Así, aumenta de forma continuada la proporción de personas que dedican más de 2 horas al cuidado de
las personas con dependencia: del 18,6% de 2010 al 28% de 2014 y el 29,4% de 2018. Como puede
comprobarse, desde 2014 se supera el 26% de 2006.
Las consecuencias son importantes para este tipo de personas cuidadoras. Las renuncias a la vida social
pasan de afectar a cifras de 32-33% de las personas implicadas en 2006 y 2010 a 40,6% en 2014 y un
53% en 2018. Las renuncias a la vida educativa y laboral también avanzan, y de forma continuada. Pasan
de afectar a un 5,6% de las personas cuidadoras en este grupo en 2006 a 9,4% en 2010, 13,6% en 2014
y un máximo del 19,4% en 2018.
Aunque no se aleja en exceso de las cifras cercanas al 10,5% de 2006 y 2010, en el colectivo
considerado, el 12,9% de 2018 marca igualmente la proporción más elevada de personas cuidadoras con
tensiones importantes en la atención. Supone un significativo incremento, además, respecto al 3,3% de
2014.
60
5. PROBLEMAS EN LAS RELACIONES PERSONALES Y SOCIALES
En 2018 se reduce de forma significativa el impacto de los problemas de comportamiento o
actitud
La EDSS-ENS aborda los problemas de comportamiento o actitud que suponen para la persona afectada
problemas serios en las relaciones con la familia, la vecindad o las personas con las que se relaciona en
la escuela, el trabajo y demás puntos de relación social habitual. Dentro de la población de 6 o más años
de la CAE, el impacto de esta problemática se sitúa en un 2,5‰ en 2018. Después de aumentar de un 4,6
a un 6,8‰ entre 2006 y 2010, se observa una nítida línea de caída en este indicador. La reducción resulta
inicialmente muy ligera, con un 6,5‰ en 2014, pero se acentúa de forma muy llamativa entre 2014 y 2018
hasta llegar al actual 2,5‰.
A medio y largo plazo, la tendencia descendente del impacto de los problemas de comportamiento y
actitud resulta muy significativa en dos colectivos específicos de la población. El primero hace referencia
a las personas mayores de 65 años, grupo en el que el impacto de estos problemas se reduce de un
máximo del 13,0‰ en 2010 a 5,1‰ en 2014 y un mínimo del 3,1‰ en 2018. Esta evolución tiene una
estrecha relación con la observada entre la población con dependencia especial. En este caso, tras
aumentar de 43,3 a 67,8‰ entre 2006 y 2014, el impacto de los problemas de comportamiento y actitud
se reduce a 32,4‰ en 2014 y a un mínimo del 24,8‰ en 2018. Lo mismo ocurre con la dinámica de las
personas en hogares de personas no activas, grupo con un 4,5‰ de población con problemas en 2018,
una cifra inferior al 5,1‰ de 2006 y en fuerte caída respecto al 16,7‰ de 2010.
El segundo grupo con una fuerte reducción de los problemas de comportamiento y actitud entre 2010 y
2018 es el de la población de nacionalidad extranjera. En este caso, la tendencia descendente se
prolonga desde 2006, con una caída de 10,9‰ en 2006 a 6,9‰ en 2010, 2,1‰ en 2014 y 2,0‰ en 2018.
Entre 2014 y 2018, la línea de caída de los problemas de comportamiento considerados se extiende al
resto de colectivos, incluso a aquellos en los que se observaban incrementos hasta 2014. Esto se
observa, por ejemplo y en función de la edad, en el caso de las personas menores de 35 años. Después
de aumentar de forma continuada, de 2,5‰ en 2006 a 9,1‰ en 2014, el 1,6‰ de 2018 supone una muy
notable mejora en este grupo de edad. Ocurre lo mismo con la reducción de 9,2‰ a 4‰ entre 2014 y
2018 en el caso de las personas entre 55 y 64 años, grupo que mantiene sin embargo la incidencia más
elevada de estas problemáticas de comportamiento.
Por sexo, las mejoras son igualmente evidentes entre hombres y mujeres. En el caso de la población
masculina, esta tendencia favorable se observaba ya en 2014, con una caída desde el 7,2‰ de 2010 al
5,4‰ de aquel año. El 2,7‰ de 2018 marca una nueva reducción que permite situar el indicador por
debajo del 3,9‰ de 2006). En el caso de la población femenina, hasta 2014 los problemas aumentaban
de forma continuada, desde el 5,3‰ de 2006 al 7,5‰ de 2014. 2018 supone un cambio sustancial de
tendencia, con un 2,3‰ que llega a situarse, por primera vez desde 2006, por debajo del nivel
correspondiente a los hombres.
61
Gráfico 37
3,9 5,32,5 3,2
7,9 8,5
4,3
10,9
43,3
2,2
17,3
3,7 3,4
12,0
5,1 4,67,2 6,3 5,6 4,8 5,5
13,0
6,7 6,9
67,8
2,8
7,8 6,74,0
9,8
16,7
6,85,47,5 9,1
4,1
9,2
5,16,8
2,1
32,4
5,08,2
6,3 6,38,5
5,7 6,52,7 2,3 1,6 2,3 4,0 3,0 2,5 2,0
24,8
1,2
7,0
1,9 1,9 2,54,5
2,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
Hombre Mujer < 35 años 35-54 años 55-64 años > 65 años Estado Otra Dep.especial Sin dep.especial Privación básica Sin privación Algunaocu.estable
Noestable/parada
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Dependencia Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Población de 6 o más años con problemas de comportamiento o actitud por distintas variables demográficas, personales y de hogar
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En ‰ de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
62
Al considerar variables generales relativas al hogar, resulta particularmente positiva la caída del impacto
de los problemas de comportamiento y actitud en hogares en los que todas sus personas activas están
paradas o trabajan en una ocupación no estable. En este grupo, el impacto de los problemas
considerados ya se reducía de forma continuada con anterioridad a 2018, desde el 12‰ de 2006 al 8,5‰
de 2014, pero la caída se intensifica en 2018, con un mínimo del 2,5‰. Después de la línea ascendente
que había caracterizado a los hogares con alguna persona ocupada estable (de 3,4‰ en 2006 a 6,3‰ en
2014), en 2018 la reducción es igualmente muy llamativa en estos hogares, con un 1,9‰.
Los datos resultan menos favorables en aquellos casos en los que están presentes problemas de
privación en el hogar. Aunque se reduce de 8,2 a 7‰ entre 2014 y 2018, y el indicador se sitúa en niveles
mínimos, muy alejados del 17,3‰ del año 2006, la caída de los problemas de comportamiento es menos
intensa en la población en hogares afectados por situaciones de privación. Si se toma como referencia
2010, año en el que la incidencia de estas problemáticas empieza a caer, puede comprobarse que en
presencia de privación básica la incidencia de los problemas se reduce sólo 0,8 puntos (de 7,8‰ en 2010
a 7‰ en 2018). En cambio, entre 2010 y 2018 la caída de la incidencia de los problemas de
comportamiento en hogares sin privación básica es de 6,7‰ a 1,9‰ (-4,8 puntos porcentuales).
El impacto de los problemas de soledad y tristeza se muestra ligeramente a la baja
En general, el impacto de los problemas de soledad y tristeza se ha venido caracterizando por una muy
fuerte estabilidad en la CAE. Así, entre 2006 y 2014, su incidencia se situaba en un intervalo del 18,3 al
18,7‰. Aunque sin grandes rupturas respecto al periodo anterior, el impacto de los problemas de soledad
y tristeza muestra una leve pero clara tendencia descendente en 2018, con un 15,5‰.
La línea de ligera reducción de los problemas analizados esconde no obstante significativas variaciones,
e incluso dinámicas evolutivas diferentes, en función de los distintos grupos sociales. En la parte más
positiva, el impacto de los problemas de soledad y tristeza sigue reduciéndose de manera muy llamativa
entre la población extranjera, con una caída continuada desde el 91,1% de 2006 al 33‰ de 2014 que se
prolonga hasta el 17,8‰ de 2018, por primera vez dentro de parámetros muy cercanos a la media de la
CAE. De hecho, el impacto de los problemas considerados en la población nacional resulta cercano, con
un 15,3‰. En este colectivo de población nacional se vuelve a niveles similares a los de 2006 y 2010
después de aumentar el impacto de los problemas considerados al 17,4‰ en 2014.
La evolución de la población extranjera explica en buena medida la caída paralela de esta problemática
entre la población con privación básica, una caída que en el periodo 2006-2014 se situó entre el 85,8‰ y
el 46,3‰ En este caso, no obstante, la mejora que se registra a partir de 2014 es mucho más limitada,
con un 38,8‰ en 2018 que sigue poniendo de manifiesto el impacto de las formas de pobreza y ausencia
de bienestar en el mantenimiento de los problemas de soledad y tristeza. La percepción de estos
problemas en presencia de privación básica en el hogar es más tres veces superior en 2018 al 12,2‰
que se detecta en los hogares sin privación. En este último tipo de hogar, la cifra de 2018 resulta inferior
a los niveles del 13,7-14,6% de 2006 y 2014 y se acerca al mínimo del 12,3‰ de 2010.
63
Gráfico 38
14,4
22,9
6,0
20,1
13,2 13,3
19,6
42,8
15,1
91,1
86,1
10,8
85,8
13,7
18,714,5
22,0
5,4
18,9
13,2
18,9
10,0
45,2
15,3
63,8
82,4
10,6
80,8
12,3
18,417,019,5
2,3
15,5 13,5
22,3 21,5
37,2
17,4
33,0
82,4
10,4
46,3
14,618,3
11,1
19,6
2,66,5
12,314,6 14,7
37,7
15,3 17,8
70,0
9,8
38,8
12,215,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
100,0
Hombre Mujer < 25 años 25-34 años 35-44 años 45-54 años 55-64 años > 65 años Estado Otra Limitación odep.especial
Sin limitación Privaciónbásica
Sin privación
Sexo Edad Nacionalidad Dependencia Privaciónen el hogar
Total
Población con problemas de soledad o tristeza por distintas variables demográficas, personales y de hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En ‰ de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
64
Entre 2010 y 2014 llamaba igualmente la atención la caída de los problemas de soledad y tristeza en las
personas menores de 35 años. Este proceso se consolida en 2018 y muestra, en particular, la notable
reducción a largo plazo de los problemas entre las personas de 25 a 34 años. En este grupo, la incidencia
de la soledad y la tristeza disminuye desde el 20,1‰ de 2006 al 18,9‰ de 2010, el 15,5‰ de 2014 y el
mínimo del 6,5‰ de 2018, ya en niveles claramente inferiores a la media de la CAE. En la misma línea,
después de mantenerse entre 5,4 y 6,0‰ entre 2006 y 2010, el impacto del fenómeno en la población
menor de 25 años cae en 2018 a un 2,6‰, sólo ligeramente por encima del 2,3‰ de 2014.
A diferencia de lo observado hasta 2014, los problemas de soledad y tristeza también tienden a remitir en
2018 entre las personas de 45 a 64 años. Hasta aquel año, en la población de 45 a 54 años el aumento
de la incidencia había sido continuada, con un incremento del 13,3‰ de 2006 al 22,3‰ del 2014. Sin
embargo, en 2018, el impacto se reduce al 14,6‰, apenas algo por encima del nivel de 2006. En la
población de 55 a 64 años, después de caer del 19,6 al 10‰ entre 2006 y 2010, la incidencia de la
soledad repuntaba al 21,5‰ en 2014. 2018 supone también en este caso una evidente disminución, con
un 14,7‰. En este caso, no obstante, el impacto sigue siendo en 2018 algo superior al mínimo de 2010.
En cualquier caso, como ya sucedía en 2014, el problema de la soledad y la tristeza sigue teniendo en
2018 mayor impacto en las personas entre 45 y 64 años que en las personas entre 25 y 34 años, uno de
los grupos más problemáticos hasta 2010. En contraste con estos grupos de edad, en las personas de 35
a 44 años la problemática de la soledad y la tristeza muestra una gran estabilidad, con niveles entre 12,3
y 13,5‰ durante todo el periodo 2006-2018. Aun así, el 12,3‰ de 2018 supone una ligera caída respecto
a los niveles previos, situados entre el 13,2 y 13,5‰.
Dentro de los distintos grupos de edad, el mayor impacto de la soledad y la tristeza sigue
correspondiendo en cualquier caso a la población mayor de 65 años, con un 37,7‰ en 2018, una cifra
similar al 37,2‰ de 2014. Se trata del único grupo que, afectado de forma diferencial por la problemática
considerada, no muestra una clara línea de mejora entre 2014 y 2018. A pesar de ello, la incidencia de la
soledad y la tristeza se mantiene por debajo de las cifras del 42,8 a 45,2‰ de 2006 y 2010.
Otro grupo en el que también se reducen los problemas de soledad y tristeza entre 2014 y 2018 es el de
las personas con dependencia especial u otras formas de limitación funcional. En este caso, frente a los
niveles del 86,1‰ de 2006 y del 82,4‰ de 2010 y 2014, el registro de 2018 cae al 70‰. A pesar de ello,
este colectivo se mantiene en 2018 como el más afectado por los problemas considerados, con un
impacto siete veces superior al 9,8‰ de las personas sin limitaciones. En este último grupo se mantiene
la línea de mejora, leve pero continuada, que se observa desde el 10,8‰ de 2006.
En función del sexo, hasta 2014 la línea descendente del impacto de la soledad y la tristeza era más
nítida entre las mujeres, con una disminución prolongada desde el 22,9‰ de 2006 al 19,5‰ de 2014. En
2018, la cifra se estabiliza no obstante en un 19,6 ‰. Después de aumentar de 14,4-14,5‰ en 2006 y
2010 a 17 ‰ en 2014, entre los hombres la línea descendente es más marcada en los últimos años, con
un 11,1‰ en 2018 que supone el nivel más bajo desde 2006.
65
El impacto de los problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o violencia
aumenta de forma llamativa, en especial entre las mujeres y en hogares con privación básica
Un 6,0‰ de la población señala sufrir en la CAE algún problema de desatención o rechazo dentro de la
familia o de maltrato, acoso o violencia en su entorno social. Esta cifra supone un significativo incremento
respecto a los niveles de 2,3- 2,7‰ del periodo 2006-2014.
También en este caso se observan dinámicas internas diferentes entre la población. En términos
personales, el cambio principal se vincula al factor sexo. Después de oscilar entre niveles del 2,3 al 3,1‰
entre 2006 y 2014, el indicador aumenta de forma llamativa entre la mujer y llega al 7,7‰ en 2018.
Aunque no se alcanzan estos niveles, la problemática también se muestra al alza entre los hombres, con
un crecimiento además continuado desde el 1,7‰ de 2006 al 4,2‰ de 2018. El cambio cualitativo del
periodo 2014-2018 también es evidente en este caso, con un impacto todavía del 2,4‰ en 2014.
En función de la edad, uno de los grupos más afectados por el aumento del impacto de los procesos de
desatención, rechazo o maltrato es el de las personas menores de 25 años. En este grupo de edad, el
deterioro de la situación se observaba desde 2006, con una línea alcista que llevaba el indicador desde
niveles de 0,5-0,7‰ en 2006 y 2010 a 1,7‰ en 2014. El aumento en 2018 es mucho más llamativo, con
un impacto del 4,8‰. Una dinámica paralela sigue el colectivo entre 35 y 44 años que pasa del 0‰ de
2006 al 2,5‰ de 2014 y el mismo 4,8‰ en 2018. En este caso, no obstante, se observa una intensidad
de crecimiento de la problemática más similar en el tiempo, sin la clara ruptura asociada al periodo 2014-
2018 que se da en la población menor de 25 años.
La ruptura asociada al cuatrienio 2014-2018 es igualmente evidente en las personas mayores de 45
años. En este caso, después de aumentar de 3,5‰ a 4,5‰ entre 2006 y 2010, el nivel del indicador se
reducía al 2‰ en 2014. Un nuevo y fuerte repunte se observa no obstante en 2018, con un máximo por
grupos de edad del 7,2‰ en este colectivo de personas mayores de 45 años. En cambio, después de
reducirse de 3,9 a 1,9‰ entre 2006 y 2010, y volver a remontar hasta el 4,7‰ en 2014, el impacto de los
problemas analizados se estabiliza en un 4,5‰ en lo relativo a las personas entre 25 y 34 años.
El notable repunte de los problemas de desatención, rechazo, maltrato o violencia entre 2014 y 2018 es
particularmente llamativo en los hogares con privación básica. En la población en estos hogares vuelve a
retomarse la línea alcista que se observaba entre 2006 y 2010, con un aumento del 8,3‰ al 14,1‰. Tras
reducirse al 3,1‰ en 2014, el indicador de 2018 llega al 22,6‰, más de seis veces por encima del 3,6‰
que corresponde a las personas en hogares sin privación (grupo en el que, sin embargo, también tiende a
aumentar la problemática desde el 1,6-1,8‰ de 2006-2010).
La dinámica observada, con caídas entre 2010 y 2014 pero fuertes repuntes en 2018, caracteriza
igualmente a los hogares de personas inactivas o de personas activas en las que ninguna de ellas
accede a una ocupación estable. En ambos casos se alcanza en 2018 un impacto máximo de los
procesos de desatención, rechazo, maltrato o violencia, con cifras respectivas de 14,6 y 12,0‰. Estos
66
niveles contrastan con el 2,5‰ que corresponde a la población en hogares con presencia de al menos
alguna persona con ocupación estable.
Gráfico 39
1,72,9
,5
3,9
0,0
3,5
8,3
1,8 1,62,4
5,6
2,32,23,1
,7
1,91,3
4,5
14,1
1,6,9
4,6
9,6
2,72,4 2,31,7
4,7
2,52,0
3,12,2 2,3 2,7
2,2 2,3
4,2
7,7
4,8 4,5 4,8
7,2
22,6
3,62,5
12,0
14,6
6,0
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
Hombre Mujer < 25 años 25-34 años 35-44 años > 45 años Privaciónbásica
Sin privación Algunaocu.estable
Noestable/parada
No activas
Sexo Edad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Población con problemas de desatención/rechazo familiar o maltrato, acoso o violencia por distintas
variables demográficas, personales y de hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En ‰ de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
La percepción de rechazo social por origen, raza o religión repunta al alza
La EDSS-ENS recoge información relativa a los problemas de rechazo social sufridos por las personas
residentes en la CAE. La observación se centra en problemas relacionados con el origen social o
geográfico, la raza, la etnia, la cultura, la lengua, la religión o la condición de extranjero. En este caso es
donde se detectaba uno de los principales cambios positivos observados entre 2010 y 2014 en las
problemáticas personales vinculadas a las relaciones sociales o entre personas. De esta forma, después
de aumentar de un 6,5 a un 9,6‰ entre 2006 y 2010, la proporción de personas afectadas por problemas
de rechazo se reducía al 2‰ en 2014. En el caso de los problemas graves, el indicador pasaba de 2,7 a
4,5‰ entre 2006 y 2010 pero se reducía a apenas un 0,9‰ en 2014.
Aunque lejos de volver a la situación de 2006 y 2010, la problemática considerada repunta al alza en el
periodo 2014-2018. El impacto de los problemas generales de rechazo pasa así de 2 a 3,7‰ entre 2014 y
2018, todavía muy por debajo en cualquier caso del 9,6‰ de 2010 o del 6,5‰ de 2006. En el caso de los
problemas graves, el aumento es de 0,9‰ en 2014 a 2,3‰ en 2018. La cifra se acerca al 2,7‰ de 2006
aunque queda por debajo del máximo del 4,5‰ de 2010.
Esta dinámica se vincula en parte al repunte alcista de los problemas de rechazo graves entre la
población extranjera, con un aumento del 9,1‰ de 2014 al 11,3‰ de 2018, cifras que quedan muy lejos
no obstante de los niveles entre el 50,8 y 59,1‰ de 2006 y 2010. En la misma línea, el impacto general
de estos problemas de rechazo, graves o no, queda muy lejos en 2018 de las cifras superiores al 100‰
de 2006 a 2010, en aumento además en ese periodo, con un máximo de 128,9‰ en 2010. El 20,2‰ de
67
2018, aunque todavía significativo, se mantiene además en línea descendente respecto al 23,6‰ de
2014.
La dinámica es más globalmente negativa en lo relativo a los casos de rechazo social por condición
personal que afectan a la población nacional (tanto de origen como nacionalizada). En este colectivo,
2018 es el año que marca el nivel más alto de rechazo social percibido. En el caso de los problemas
generales de rechazo, después de caer de forma continuada de 1,8 a 0,7‰ entre 2006 y 2014, el
indicador repunta al 2,5‰ en 2018. En lo relativo a las situaciones graves de rechazo, la estabilidad de
unos niveles situados entre el 0,4-0,8‰ en el periodo 2006-2014 se ve rota con un 1,7‰ que se muestra
claramente al alza en 2018.
Gráfico 40
1,8
101,5
6,5,4
50,8
2,71,5
128,9
9,6
,8
59,1
4,5,7
23,6
2,0 ,4
9,1
,92,5
20,2
3,7 1,7
11,3
2,30,0
20,0
40,0
60,0
80,0
100,0
120,0
140,0
Estado Otra Total Estado Otra Total
Rechazo en general Rechazo grave
Población con problemas de rechazo social asociado al origen social o geográfico, raza, etnia, cultura,
lengua, religión o condición de extranjero por nacionalidad. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En ‰ de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
En una perspectiva de conjunto, el impacto de los distintos problemas sociales graves
considerados mantiene la línea de moderada reducción que se observa desde 2010. Pero repuntan
al alza las problemáticas en algunos colectivos
A modo de síntesis, la EDSS-ENS estudia la presencia de algún problema social grave ligado a alguno de
los rasgos o circunstancias personales de la población residente considerados hasta ahora (incluyendo
igualmente las situaciones de internamiento o prisión así como los problemas de separación familiar que
implican la percepción de soledad o tristeza).
Los datos indican que un total de 47.519 personas sufren alguno de los problemas sociales graves en las
relaciones personales, familiares y sociales considerados, un 12,2% menos que los 54.133 de 2014 y un
19,8% menos que los 59.257 de 2010. Tras aumentar el impacto de estos problemas de un 24,5‰ a un
27,2‰ entre 2006 y 2010, su incidencia se reduce ligeramente en 2014 hasta situarse en un 25,1‰ de la
población residente en la CAE. La línea descendente se acentúa ligeramente en 2018, con un 22,0‰ que
supone el impacto más bajo desde el registro de 2006.
68
Gráfico 41
19,7
29,1
11,8
24,5
16,821,7
51,9
19,5
125,0
141,6
70,8
14,7
110,3
18,1
12,2
62,5
55,2
24,523,930,2
13,4
30,3
21,1 21,5
57,7
21,3
113,0
152,5
73,9
16,5
118,5
18,314,1
54,6
67,8
27,221,8
28,1
9,3
28,1
16,4
30,0
41,6
23,8
46,2
128,8
83,8
15,1
59,8
20,6
14,3
43,348,8
25,1
18,225,6
7,813,1
22,0 21,1
43,3
21,0
36,6
99,693,9
14,1
64,2
16,08,5
39,7
58,9
22,0
0,0
20,0
40,0
60,0
80,0
100,0
120,0
140,0
160,0
Hombre Mujer < 25 años 25-34 años 35-44 años 45-64 años > 65 años Estado Otra Dependencia
especial
Limitación sin
dep.especial
Otros sin
limitación
Privación
básica
Sin privación Alguna
ocu.estable
No
estable/parada
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Dependencia Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Población con algún tipo de problema social grave en las relaciones personales, familiares y sociales por distintas variables demográficas,
personales y de hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En ‰ de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
69
Tal y como puede observarse en el gráfico 41, la mayor parte de los grupos sociales participan de la
evolución favorable que se observa entre 2010 y 2018 y alcanzan un impacto mínimo en 2018. En
algunos casos, sin embargo, la caída del impacto de los problemas sociales graves considerados es más
llamativa, en especial en comparación con la situación existente en 2006.
Teniendo en cuenta el sexo, tanto en el caso de hombres como de mujeres la dinámica reciente es
favorable y se alcanza en 2018 el impacto mínimo del periodo posterior a 2006. El grupo más afectado en
aquel año, el de las mujeres, es sin embargo el que muestra mejor dinámica, con una caída de -3,5
puntos entre el 29,1‰ de 2006 y el 25,6‰ de 2018 (-1,4 puntos en la población masculina, con un 19,7‰
en 2006 y un 18,2‰ en 2018).
En términos de edad, la dinámica favorable señalada puede observarse de forma general en la población
menor de 35 años, en especial la de 25 a 34 años. En este caso, el mínimo del 13,1‰ de 2018 supone
una caída de -11,4 puntos respecto al 24,5‰ de 2006. La caída es menor, pero también significativa en
el caso de las personas menores de 25 años: -4 puntos entre el 11,8‰ de 2006 y el 7,8‰ de 2018.
El grupo que más claramente mejora, sin embargo, es el de la población extranjera. En lo relativo a este
colectivo, la caída del indicador es particularmente llamativa, reduciéndose de forma continuada los
problemas detectados desde el 125‰ de 2006 al 113‰ de 2010, el 46,2‰ de 2014 y un mínimo del
36,6‰ en 2018.
La evolución no es tan favorable en otros grupos sociodemográficos. En función de la edad, por ejemplo,
la mejora del periodo 2014-2018 es evidente en el caso de las personas entre 45 y 64 años, con una
reducción del impacto de los problemas analizados del 30‰ al 21,1‰ en ese periodo. Se trata sin
embargo, en este caso de un nivel similar al del 21,5-21,7‰ de 2006 y 2010.
En el caso de la población mayor de 65 años, la tendencia es en general positiva, con un impacto de los
problemas considerados que resulta -8,6 puntos inferior en 2018 que en 2006 (43,3‰ frente a 51,9‰).
Sin embargo, después del repunte de los problemas de 51,9 a 57,7‰ entre 2006 y 2010, su impacto
alcanzaba un mínimo del 41,6‰ en 2014. El 43,3‰ de 2018 supone por tanto un ligero repunte alcista en
el periodo 2014-2018.
La dinámica más desfavorable es la del grupo entre 35 y 44 años. Después de alcanzar en 2014 un
mínimo del 16,4‰, el impacto remonta al 22‰ en 2018, una cifra que supera también el 16,8‰ de 2006 y
el 21,1‰ de 2010. Este colectivo pasa de situarse en niveles de impacto siempre inferiores a la media
vasca a posicionarse en esos niveles medios en 2018, sólo superados en realidad, en términos de grupos
de edad, por las personas mayores de 65 años.
La población nacional también participa, por su parte, de la caída del periodo 2014-2018 (de 23,8‰ a
21‰). El registro de 2018 resulta superior, sin embargo, al 19,5‰ de 2006 y similar al 21,3‰ de 2010.
70
Considerando las características generales del hogar, la dinámica más favorable se observa en la
población residente en hogares con personas activas paradas o no ocupadas estables. En este caso, el
impacto de los distintos problemas graves analizados se reduce de forma continuada en el periodo 2006-
2018: de 62,5‰ en 2006 a 54,6‰ en 2010, 43,3‰ en 2014 y 39,7‰ en 2018. El periodo 2014-2018 es
muy favorable igualmente en los hogares en los que al menos una persona dispone de una ocupación
estable. Después de aumentar de un 12,2‰ a un 14,3‰ entre 2006 y 2014, el impacto de los problemas
analizados se reduce al 8,5‰ en 2018.
Mucho más oscilante es la dinámica de la población en hogares de población inactiva, un colectivo que
se ve afectado por los cambios detectados entre la población mayor de 65 años. En este caso, después
de aumentar el impacto de los problemas del 55,2‰ de 2006 al 67,8‰ de 2010, 2014 marcaba el nivel
más reducido, con un 48,8‰. El repunte de 2018, hasta un 58,9‰, es sin embargo comparativamente
superior en este caso puesto que el registro sólo queda por debajo del máximo del 67,8‰ de 2010.
En lo que respecta a la presencia o no de situaciones de privación básica, la mejor evolución a largo
plazo corresponde a las personas en hogares afectados por estas situaciones. De esta forma, el impacto
de los problemas graves en personas integradas en hogares con privación básica se sitúa en 2018 en un
64,2‰ que resulta muy inferior a las cifras de 110,3-118,5‰ de 2006 y 2010. Sin embargo, el registro de
2018 supone un aumento respecto al mínimo del 59,8‰ alcanzado en 2014.
El impacto de los problemas analizados es muy inferior en la población en hogares sin problemas de
privación básica, con un 16‰ en 2018, el mínimo del periodo 2006-2018, en clara ruptura además
respecto al ligero avance del 18,1 al 20,6‰ del periodo 2006-2014.
Mención especial merece el análisis en función de la presencia de situaciones de dependencia especial o
limitación funcional entre la población. Considerando los distintos grupos en función de esta variable, el
impacto de los distintos problemas graves analizados alcanza en 2018 un mínimo en la población sin
dependencia o limitación, con un 14,1‰ que supone también el nivel mínimo del periodo de realización
de la EDSS-ENS.
Aunque el impacto de los problemas considerados alcanza un nivel máximo entre la población con
dependencia especial, con un 99,6‰ en 2018, la línea evolutiva a largo plazo también es claramente
favorable, con una fuerte caída del impacto de los problemas analizados desde el 141,6‰ de 2006 y el
152,5‰ de 2010.
En fuerte contraste, empeora en cambio la posición de las personas con una limitación funcional que no
viene asociada a dependencia especial. En este caso, el impacto de los problemas graves analizados no
deja de aumentar desde el 70,8‰ de 2006 y alcanza un máximo del 93,9‰ en 2018. De quedar muy
lejos de las personas con dependencia especial en 2006 (70,8 frente a 141,6‰), el impacto de los
problemas graves considerados se acerca claramente en 2018 (93,9 frente a 99,6‰).
71
6. PROBLEMAS EN LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN Y REPRODUCCIÓN
SOCIAL
Se prolonga el proceso, mantenido desde 2006, de reducción de la proporción de personas con
problemas de acceso a una vida independiente fuera del actual hogar
La EDSS-ENS analiza aquellas situaciones en las que determinadas personas desean independizarse del
actual hogar y no pueden hacerlo por motivos económicos. Éste sigue siendo en 2018 un problema
significativo en la CAE, con un total de 122.858 personas que desearían explícitamente formar un hogar
independiente y no pueden hacerlo por dificultades económicas. Sin embargo, entre 2006 y 2018 se
observa una sustancial caída en el impacto, tanto cuantitativo como relativo, de esta problemática dentro
de la población. De esta forma, el número de personas afectadas se reduce de forma continuada desde
las 247.349 de 2006, con una caída de -50,3% en el periodo 2006-2018. En términos relativos, el peso de
los problemas de acceso a una vida independiente pasa de afectar a un 11,5% de la población de la CAE
en 2006 a un 8,3% en 2010, un 6,2% en 2014 y un 5,7% en 2018. A pesar de ello, se detecta una
progresiva desaceleración en el ritmo de caída (-3,2 puntos porcentuales entre 2006 y 2010, -2,1 entre
2010 y 2014 y -0,5 entre 2014 y 2018).
La línea descendente no resulta, sin embargo, por completo general para los distintos grupos
sociodemográficos, en particular en función de la edad y la nacionalidad, aunque sí resulta evidente en
los dos sexos. Así, en la población masculina, el indicador cae de manera continuada del 14,3% de 2006
al 6,9% de 2018, caída que es del 8,9 al 4,6% entre la población femenina durante el mismo periodo.
Por grupos de edad, las principales reducciones correspondían hasta 2014 a las personas entre 16 y 34
años. En el grupo de 16 a 24 años, el impacto de los problemas de independización pasaba así de un
31,4% en 2006 a un 20% en 2010 y un 10,7% en 2014. En el de 25 a 34 años, la caída también era
significativa pero menos intensa. El impacto de los problemas pasaba, así, de 37,1% en 2006 a 31,3% en
2010 y 26,7% en 2014.
Aunque entre 2014 y 2018 se mantiene la línea de reducción de los problemas de independización entre
los 25 y 34 años y se alcanza un nuevo mínimo, con un 25,6%, la reducción es limitada respecto al 26,7%
en un grupo de edad en el que el impacto de los problemas de independización sigue resultando todavía
más de dos veces superior al de cualquier otro grupo de edad. En el caso de las personas de 16 a 24
años, el indicador repunta incluso al alza, con un 11,9% que supera ligeramente el 10,7% de 2014. Aun
así, la cifra de 2018 queda muy por debajo de las cifras iguales o superiores al 20% de 2006 y 2010.
La evolución de la población de 35 a 44 también muestra un leve deterioro de los indicadores de
emancipación. Así, después de caer de 9,7 a 7,7% entre 2006 y 2014, la proporción de personas que
desearían independizarse del actual hogar aumenta en 2018 al 8,5%, en niveles cercanos al 8,7% de
2010.
En el resto de grupos, la proporción analizada se mantiene en niveles bajos y ligeramente a la baja, con
mínimos del 1,4% en la población de 45 o más años y del 0,5% en la población menor de 15 años.
72
Gráfico 42
14,3
8,9
3,0
31,4
37,1
9,7
1,6
10,3
35,4
18,6
29,4
3,9
14,8
11,3
24,2
10,611,5
9,4
7,2
1,9
20,0
31,3
8,7
1,6
7,6
18,5
11,1
31,6
3,0
15,6
7,8
15,3
7,6 8,37,5
5,0
1,0
10,7
26,7
7,7
1,5
6,1
8,39,2
18,1
1,2
4,3
6,37,6
6,0 6,26,9
4,6
0,5
11,9
25,6
8,5
1,4
5,2
12,8
7,6
18,9
2,1
12,0
5,4
9,1
5,2 5,7
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
Hombre Mujer < 15 años 16-24 años 25-34 años 35-44 años > 45 años Estado Otra Ocupado/a Pot.parado/a Inactivo/a Sí No Privaciónbásica
Sin privación
Sexo Edad Nacionalidad Relación con la actividad Problemas dereproducciónen el hogar
Privaciónen el hogar
Total
Población que desea independizarse del hogar actual y no puede hacerlo por motivos económicos por distintas variables demográficas,
personales y de hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Nota: No se incluye al colectivo que podría plantearse la independización, sólo a los que la mencionan como necesidad explíci ta.
73
En función de la nacionalidad, la línea de caída de los problemas de independización se mantiene entre
2014 y 2018 en la población nacional. La proporción de personas que desean independizarse se reduce
de forma continuada en este grupo, desde el 10,3% de 2006 a un mínimo del 5,2% en 2018. En el caso
de la población extranjera, la caída había sido sustancial hasta 2014, con una reducción del 35,4% de
2006 al 18,5% de 2010 y el 8,3% de 2014. En este caso, sin embargo, 2018 supone un repunte alcista
significativo, con un 12,8% que supera en 4,5 puntos porcentuales el registro de 2014.
Aunque menos marcada, una dinámica similar puede igualmente observarse entre las personas paradas
u ocupadas no estables. En este caso, después de aumentar de 29,4 a 31,6% entre 2006 y 2010, los
problemas de independización caían al 18,1% en 2014. Aunque muy ligeramente, remontan al 18,9% en
2018. En un contexto definido por un impacto mucho más reducido de los problemas de independización,
este ligero repunte se extiende a la población inactiva, con un 2,1% en 2018 que supera el 1,2% de 2014,
muy por debajo en cualquier caso de las cifras de 3 a 3,9% de 2006 y 2010. En cambio, en la población
ocupada se prolonga la tendencia de caída progresiva del indicador de emancipación, con un 7,6% de
población que desea independizarse que refleja niveles mínimos en 2018 y que queda muy lejos del
18,6% de 2006.
La dinámica de la población extranjera y de la población parada u ocupada inestable está muy
relacionada con la que se observa en hogares afectados por problemas de privación económica. De esta
forma, frente a la caída continuada de los problemas de independización en hogares sin privación básica
(de 10,6 a 5,2% entre 2006 y 2018), en presencia de este tipo de privación el periodo 2014-2018 supone
una ruptura en la fuerte línea descendente observada hasta 2014 (de 24,2% en 2006 a 15,3% en 2010 y
7,6% en 2014). En 2018, los problemas de independización repuntan hasta el 9,1% en la población en
este tipo de hogares.
No obstante, el principal cambio detectado es el que se observa en lo relativo a las personas vinculadas a
hogares que señalan tener problemas para la reproducción familiar, accediendo al número de hijos o
hijas deseados. En este caso, después de caer de forma sustancial desde niveles de 14,8 a 15,6% entre
2006 y 2010 hasta el 4,3% de 2014, la proporción repunta bruscamente hasta el 12% en 2018. En el
resto de hogares, en cambio, se consolida la línea de reducción continuada del impacto de los problemas
de independización (desde el 11,3% de 2006 al 5,4% de 2018).
Entre 2014 y 2018, cae de forma llamativa el impacto de las dificultades que impiden tener el
número de hijas o hijos deseados, en especial en hogares de personas menores de 35 años
En 2018, un 4,2% de los hogares vascos, 39.216 en total, señalan tener problemas ligados a la
reproducción familiar, sin alcanzar el número de hijos o hijas deseados. La incidencia de los problemas
de reproducción vuelve a retomar con ello la línea descendente que había mostrado entre 2006 y 2010,
con una caída del 6,2 al 5,1% en ese periodo. El repunte de 2014, con un 5,6% de hogares entonces
afectados, se presenta con ello como meramente coyuntural.
74
Dentro de las problemáticas subyacentes al todavía significativo número de hogares con problemas de
reproducción familiar destaca el papel de las dificultades económicas. De esta forma, los problemas
ligados a recursos insuficientes o a la ausencia de una vivienda adecuada, como factores limitativos de
los procesos de reproducción, afectan a un 3,3% de los hogares por 2,8% de los problemas de
inseguridad laboral y 2% de los relacionados con el cuidado de hijos e hijas.
En todos los casos se comprueba la línea de disminución del impacto de las problemáticas analizadas,
menos nítida sin embargo en lo relativo a los problemas relacionados con los recursos económicos y la
vivienda. En este caso, el 3,3% de hogares afectados en 2018 resulta sin duda inferior al 4,4% de 2006 y
al 4% de 2014 pero se sitúa en niveles muy cercanos al 3,4% de 2010.
Gráfico 43
4,4
3,43,9
6,2
3,4 3,3
2,6
5,1
4,0 4,0
3,2
5,6
3,32,8
2,0
4,2
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
Recursos económicos insuficientes/ausencia de vivienda
adecuada
Inseguridad laboral Problemas decuidado de hijos/as
Algún problemade reproducción
Hogares con problemas de reproducción (para tener los hijos/as deseados)
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % del total de hogares)
2006 2010 2014 2018
La disminución de las problemáticas de reproducción familiar entre 2014 y 2018 se observa en los grupos
de edad más relevantes pero con intensidades muy diferentes. La reducción es particularmente llamativa
en hogares encabezados por personas menores de 35 años, con un 10,3% de estos hogares con
problemas en 2014, prácticamente a la mitad del 20,2% de 2014. Se trata de la segunda caída notable
desde la que se observó entre 2006 y 2010 (de 26,7 a 17,8%), alterada por el repunte detectado en 2014,
año en el que el indicador repuntó al alza hasta el 20,2% mencionado.
Aunque también se reduce entre 2014 y 2018 el impacto de los problemas de reproducción familiar en el
grupo de hogares encabezados por personas entre 35 y 44 años, de un 13,3% a un 10,9%, la
disminución de las problemáticas es mucho menos intensa en este grupo. El registro de 2018 se acerca
mucho, además, a los niveles de 11,5-11,6% de 2006 y 2010. Esta mayor resistencia de los problemas
demográficos entre los 35 y 44 años convierte a este tipo de hogares en los más afectados en 2018
(10,9% frente a 10,3% de los encabezados por menores de 35 años). Es la primera vez desde 2006 en
75
que se observa este hecho, con un impacto hasta 2014 superior en al menos 6 puntos porcentuales en
los grupos de hogares más jóvenes.
La línea descendente de los problemas de reproducción familiar se observa tanto en hogares de
población nacional como extranjera aunque es mucho más notable en los hogares encabezados por
personas extranjeras. En este caso, frente a un 35,1% de hogares que en 2006 señalaban problemas
para tener los hijos o hijas deseados, con un 27,2% en 2010, la proporción se reduce al 9% en 2014 y al
6,6% en 2018. Aunque el impacto de estos problemas cae del 5,4 al 4,1% entre la población en hogares
nacionales entre 2014 y 2018, se trata en cambio de niveles similares a los de 2010, con el mismo 4,1%,
y no en exceso alejados del 5,3% de 2006 o del 5,4% de 2014.
Gráfico 44
26,7
11,5
1,6
5,3
35,1
15,1
5,5
8,0
12,8
6,5
,3
6,2
17,8
11,6
1,5
4,1
27,2
18,5
3,9
6,1
11,0
8,4
,4
5,1
20,2
13,3
1,9
5,4
9,0
11,6
4,8
7,6
12,6
5,8
,1
5,6
10,3 10,9
1,9
4,1
6,6
8,2
3,65,1
8,88,1
0,4
4,2
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
< 35 años 35-44 años 45 y más años Estado Otra Privaciónbásica
Sin privación Algunaocupadaestable
Algunaocupada
no estable
Activas,todas
paradas
No activas
Edad Nacionalidad Situación de privación Relación con la actividad Total
Hogares con problemas de reproducción por edad y nacionalidad de la persona principal,
presencia de situaciones de privación y relación con la actividad de los miembros del hogar C.A. de Euskadi. 2006-2018
(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
Se consolida, por otra parte, la línea de disminución de la proporción de población con problemas de
reproducción en los hogares con privación básica. Después de aumentar de 15,1 a 18,5% entre 2006 y
2010, el nivel del indicador cae a 11,6% en 2014 y a un mínimo del 8,2% en 2018. En hogares sin
problemas de privación, después de caer de 5,5 a 3,9% entre 2006 y 2010, los problemas de
reproducción repuntaban hasta el 4,8% en 2014. En 2018 se retoma la línea descendente, con un 3,6%
que resulta sin embargo muy cercano al registro de 2010.
Otro dato destacable, entre 2014 y 2018, es la caída de los problemas de reproducción familiar en
hogares con presencia de personas ocupadas, tanto en condiciones estables como no estables (de 7,6 a
5,1% y de 12,6% a 8,8%, respectivamente). Se trata en todos los casos de los niveles mínimos desde
76
2006, aunque con registros en general cercanos a los de 2010 (6,1% entonces en hogares con alguna
persona ocupada estable por 5,1% en la actualidad; 11% en 2010 en hogares con personas ocupadas no
estables por 8,8% en la actualidad).
Después de haber alcanzado en 2014 su nivel más bajo, con un 5,8%, inferior tanto al 8,4% de 2010
como al 6,5% de 2016, entre 2014 y 2018 aumenta sin embargo el impacto de los problemas de
reproducción demográfica en hogares con todas sus personas activas paradas. El 8,1% de 2018 vuelve a
acercarse al máximo observado en 2010; y se sitúa en niveles igualmente muy cercanos al nivel máximo
que todavía corresponde en 2018 a los hogares de personas ocupadas no estables (8,8%), el grupo
históricamente más afectado por los problemas de reproducción familiar.
7. DEMANDA DE SERVICIOS Y PRESTACIONES POR LOS HOGARES
7.1. Acceso a los servicios sociales
Se mantiene estable el acceso a los servicios sociales públicos. Aumenta la atención a personas
mayores de 75 años y se reduce la dirigida a población extranjera o residente en hogares con
privación básica
Entre 2006 y 2010 aumentaba de 15,1 a 16,7% la proporción de hogares vascos con acceso a los
servicios sociales públicos en los tres años anteriores a la fecha de encuestación. A pesar de la
transferencia de la gestión de la Renta de Garantía de Ingresos y de la Prestación Complementaria de
Vivienda a Lanbide, la proporción se mantenía en un 16,1% en 2014, apenas 0,6 puntos porcentuales por
debajo del registro de 2010. Entre 2014 y 2018, el porcentaje de hogares con acceso a los servicios
sociales se recupera ligeramente y llega hasta el 16,4%. Entre 2010 y 2018 se observa por tanto una
relativa estabilidad en el nivel de acceso a los servicios sociales públicos, con niveles de acceso que se
sitúan entre el 16,1 y 16,7% de los hogares.
El leve repunte alcista de la demanda (o acceso, concepto de facto equivalente al considerar los servicios
sociales) no es sin embargo un proceso que resulte generalizado entre 2014 y 2018. Al contrario, el rasgo
más llamativo es que si el acceso a los servicios sociales públicos tiende claramente al alza en este
periodo en algunos grupos, otros tienden a limitar en paralelo el recurso a los servicios sociales públicos,
la mayoría de ellos después de un fuerte incremento de los niveles de acceso entre 2006 y 2014.
Teniendo en cuenta la nacionalidad, este proceso de reducción de la demanda entre 2014 y 2018
caracteriza sobre todo a los hogares de personas de nacionalidad extranjera. Después de aumentar de
46,1 a 57,8%, la proporción de hogares de personas extranjeras que accede a los servicios sociales
públicos se reduce al 50,2% en 2014 y a un mínimo de 38,8% en 2018. En este colectivo se observa con
claridad el efecto de la transferencia de la gestión de las prestaciones RGI y PCV a Lanbide aunque
también son relevantes los procesos que facilitan mayores niveles de inserción social a medio y largo
plazo para la nueva población residente.
77
En sentido contrario, la proporción de hogares de población nacional que accede a los servicios sociales
es algo superior en 2018: 14,8% frente a 14,2% en 2014 o 14,1% en 2006. El registro de 2018 vuelve a
situarse en el nivel que se había alcanzado en 2010, tras aumentar la demanda de 14,1% en 2006 a
14,8% en 2010.
En comparación con el periodo 2010-2014, en 2018 también se observa un menor recurso a los servicios
sociales de hogares afectados por formas de precariedad en el empleo o por el desempleo. Así, después
de aumentar de 25,6% en 2006 a 33,9% en 2010, en 2014 se reduce al 24,7% la proporción de hogares
con alguna persona ocupada en condiciones no estables que solicitan apoyo de los servicios sociales,
una proporción que se mantiene en 2018. Aunque algo diferido en el tiempo, el proceso es similar en lo
que se refiere a los hogares con todas sus personas activas desempleadas. En este caso, el principal
aumento de la demanda, desde cifras del 43,9 y 42,6% en 2006 y 2010, se registra en 2014, año en el
que el acceso a los servicios sociales llega a caracterizar a un 51,9% de este tipo de hogares. En 2018, la
proporción se reduce al 47,6%.
Como puede comprobarse no obstante, en estos hogares afectados por formas de precariedad ante el
empleo o por el desempleo, aunque a la baja respecto a 2010 o 2014, la demanda de servicios sociales
públicos se mantiene en 2018 en niveles elevados, cercanos a los de 2006 y en ocasiones superiores a
ellos.
La dinámica señalada viene, en cualquier caso, acompañada por incrementos de la demanda en otros
tipos de hogares. Así, después de caer del 11,5 al 8,3% entre 2006 y 2014, el acceso a los servicios
sociales remonta al 8,9% en 2018 en hogares con población ocupada de forma estable. El repunte más
llamativo corresponde no obstante a los hogares de personas inactivas. En este caso, la demanda pasa
de afectar a un 18,2% de los hogares en 2014 a un 23,9% en 2018, la cifra más elevada desde el 21,3%
de 2010. Tras la caída observada en 2014, el repunte alcista del periodo 2014-2018 resulta claramente
perceptible en este tipo de hogares.
Este repunte de la demanda en hogares de personas inactivas se vincula al proceso estructural más
llamativo en esta dimensión, asociado al crecimiento continuado, pero acelerado en 2018, de acceso a
los servicios sociales de los hogares de personas de más de 75 años. Situada en el 17,5% en 2006, la
demanda sube al 23,1% en 2010. Tras un incremento moderado en 2014, con un 24%, vuelve a
acelerarse en 2018, con un 28,3% que refleja un aumento de casi 10 puntos porcentuales respecto a
2006.
La línea alcista de la demanda en personas mayores de 75 años viene acompañada a partir de 2014 de
un incremento del acceso a los servicios sociales públicos en los hogares de personas entre 55 y 74
años, de 11% de hogares implicados en 2014 a 11,7% en 2018. Con ello, la demanda vuelve a acercarse
a los niveles próximos al 11,9% de 2006. Este registro queda sin embargo lejos del máximo del 15,5%
observado en 2010.
78
Gráfico 45
11,8
24,6
18,415,8
11,9
17,5
14,1
46,1
41,1
13,211,5
25,6
43,9
17,015,114,4
23,320,7
13,915,5
23,1
14,8
57,8
51,7
13,711,0
33,9
42,6
21,3
16,7
13,3
22,3 23,2
16,0
11,0
24,0
14,2
50,2
53,1
11,1
8,3
24,7
51,9
18,216,1
12,1
23,1
19,6
14,7
11,7
28,3
14,8
38,8
43,6
12,3
8,9
24,7
47,6
23,9
16,4
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
Hombres Mujeres < 35 años 35-54 años 55-74 años 75 y más años Estado Otra Privaciónbásica
Sin privación Algunaocupadaestable
Algunaocupada
no estable
Activas,todas paradas
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Hogares que han recurrido a los servicios sociales públicos en los últimos tres años por variables demográficas de la persona principal y del hogar. C.A. de Euskadi.
2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
79
En los hogares de personas menores de 55 años se observa, por su parte, una nítida línea de reducción
de la demanda entre 2014 y 2018. Así, en el caso de hogares de personas entre 35 y 54 años, el acceso
a los servicios sociales públicos se reduce del 16% de 2014 al 14,7% de 2018, una cifra que supera sin
embargo el mínimo del 13,9% de 2010. La mayor caída corresponde, no obstante, a los hogares de
personas menores de 35 años. En este caso, después de incrementarse de forma continuada desde el
18,4% de 2006 al 23,2% de 2014, el acceso a los servicios sociales públicos se reduce al 19,6% en 2018.
Esta cifra resulta también inferior al 20,7% de 2010 y sólo supera el mínimo del 18,4% de 2006.
La línea de caída más significativa en la demanda de servicios sociales públicos se vincula, en cualquier
caso, a los hogares afectados por problemas de privación básica. En este caso, después de aumentar de
forma continuada esta demanda entre 2006 y 2014, de 41,1% a 53,1% de los hogares, el nivel de acceso
a estos servicios refleja una importante caída en 2018, con un 43,6% que, a pesar de ello, aún se sitúa
2,5 puntos porcentuales por encima del 41,1% de 2006. Después del mínimo alcanzado en 2014, con un
11,1%, remonta en cambio al 12,3% la demanda de servicios sociales públicos que se asocia a los
hogares sin problemas de privación básica, una proporción que se mantiene sin embargo por debajo de
los niveles del 13,2-13,7% de 2006 y 2010.
Por sexo, finalmente, entre 2014 y 2018 repunta al alza la demanda en hogares encabezados por
mujeres (de 22,3 a 23,1%, cifra cercana al 23,3% de 2010 y sólo claramente inferior al 24,6% de 2006).
En cambio, después de aumentar de un 11,8% a un 14,4% entre 2006 y 2010, se mantiene la línea de
caída de la demanda en hogares encabezados por una persona de sexo masculino, con un 13,3% en
2014 y un 12,1% en 2018.
En contraste con el gráfico 45, que refleja el impacto relativo de la demanda de servicios sociales
públicos en los distintos grupos de hogares, el gráfico 46 recoge la forma en que se distribuye
internamente la demanda ante dichos servicios. Como puede comprobarse, la evolución observada entre
2014 y 2018 se traduce en un perfil algo diferente de los hogares demandantes de servicios sociales
públicos, más envejecido pero también más asociado a la participación en el empleo y a hogares sin
privación económica.
En lo que respecta a la edad, y en lo relativo a los hogares de personas mayores de 55 años, tras la
caída observada entre 2010 y 2014 (con una participación en descenso desde el 54,4% al 47,7%), en los
últimos cuatro años vuelve a retomarse la línea alcista que se perfilaba desde el 46,6% de 2006. Así, en
2018 se alcanza un máximo de participación en la demanda, con un 56% que supera en ocho puntos
porcentuales el 44% que corresponde a los hogares encabezados por personas menores de 55 años.
Por su parte, en la distribución de la demanda de servicios sociales públicos, los hogares con problemas
de privación básica, que habían pasado de un 18,5% en 2006 a un 24,6% en 2010 y un 39,6% en 2014,
muestran por primera vez en 2018 una línea de inflexión. La participación en la demanda se sitúa por
primera vez a la baja, aunque representa todavía en dicho año un 35% de la misma. El 65% restante se
vincula no obstante a hogares sin privación básica asociada, por encima del mínimo del 60,4% de 2016.
80
La caída de participación que se observa en hogares con problemas de privación básica es más llamativa
en lo relativo a los hogares con todas las personas activas en paro. En este caso, la participación en la
demanda total había llegado a alcanzar un 28,7% en 2014, en muy notable aumento respecto a las cifras
entre el 9,6 y el 10,4% de 2006 y 2010. La gran mejoría del empleo sitúa el porcentaje de participación
claramente a la baja en 2018, con un 14,7%, todavía por encima no obstante de los niveles de 2006 y
2010.
En contraposición, repunta al alza la participación en la demanda de los hogares con presencia de alguna
persona ocupada, con un aumento del 39,1% al 43,8% entre 2014 y 2018, una proporción que se
mantiene bastante por debajo sin embargo de los niveles del 56,8 a 59,6% de 2006 y 2010. Después de
oscilar entre el 30,9 y el 32,8% de la demanda total entre 2006 y 2010, el mayor despegue corresponde
en cualquier caso a los hogares de población inactiva. En 2018, su contribución a la demanda de
servicios sociales públicos llega al 41,6%.
Gráfico 46
53,4
46,6
18,5
81,5
59,6
9,6
30,9
45,6
54,4
24,6
75,4
56,8
10,4
32,8
52,347,7
39,6
60,4
39,1
28,732,1
44,0
56,0
35,0
65,0
43,8
14,7
41,6
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
< 55 años > 55 años Privaciónbásica
Sin privación Activas,alguna ocupada
Activas,todas paradas
No activas
Edad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Hogares que han recurrido a los servicios sociales públicos en los últimos tres años por variables
demográficas de la persona principal y del hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018(Distribución de la demanda en %)
2006 2010 2014 2018
Se estabiliza el acceso a los servicios asociativos. Pero cambia el perfil de demandantes, con un
peso dominante de hogares de personas mayores de 45 años, nacionales y ajenas a las formas
precarias de inserción laboral
La demanda de apoyo que se formula ante los servicios sociales y de atención del movimiento asociativo
(o de las entidades vinculadas a la Iglesia católica, como Cáritas) se mantiene en 2018, aunque
ligeramente a la baja. En una perspectiva a medio y largo plazo, sin embargo, esta estabilización refleja
una línea ascendente de la demanda respecto al periodo 2006-2010. De esta forma, como se observa en
el gráfico 47, después de caer de 1,9 a 1,6% entre 2006 y 2010, esta demanda llega al 3% en 2014 para
mantenerse en torno a un 2,9% en 2018.
81
El perfil de los hogares con mayor propensión a la demanda, o de sus personas de referencia, resulta sin
embargo diferente en 2018. En lo relativo al sexo, se prolonga la línea de incremento del acceso a estos
servicios en el caso de hogares encabezados por una mujer, desde el 1,2% de 2010 hasta el 4,4% de
2018, el nivel máximo desde el 2,9% de 2006 y el 3,7% de 2014. En cambio, después de aumentar de
1,5% a 2,7% entre 2006 y 2014, la demanda se reduce al 1,9% en hogares encabezados por hombres.
En función de la edad, el dato más relevante es la muy significativa caída de la demanda en hogares de
personas menores de 35 años. Después de aumentar de cifras de 5,7-6,1% en 2006-2010 a 10% en
2014, el indicador vuelve a situarse en los niveles originales en 2018, con un 5,8%. La caída de la
demanda también caracteriza entre 2014 y 2018 a los hogares de personas entre 35 y 44 años: de 5,6 a
5%. En este caso, sin embargo, el 5% de 2018 se mantiene claramente por encima de los niveles de 2,1-
2,3% de 2006-2010.
En fuerte contraste, se mantiene la línea ascendente de los hogares de personas mayores de 45 años,
con un 2% de demandantes en 2018, una cifra que supone un máximo desde 2006 y que se muestra en
ascenso continuado desde el 0,8% de 2010.
Entre 2014 y 2018 se reduce igualmente la demanda de hogares de personas extranjeras. Después de
situarse ligeramente por encima del 21% entre 2006 y 2010, el acceso a los servicios asociativos
aumentaba en este caso al 26,6% en 2014. La demanda cae bruscamente, no obstante, entre 2014 y
2018 para alcanzar en este año su nivel mínimo, con un 16,4%. En cambio, la demanda de hogares
nacionales aumenta de forma continuada desde el 0,7% de 2010 al 1,9% de 2018, la cifra más elevada
del periodo 2006-2018, superior al 1,3% de 2006.
En referencia a las variables socioeconómicas generales del hogar también se observan algunos
cambios relevantes. Así, mientras la demanda se mantiene estable y en niveles bajos en 2018 (1%) en el
caso de hogares con alguna persona ocupada estable, se detecta por primera vez desde 2006 una
dinámica de reducción en el caso de hogares con personas ocupadas pero no estables. Así, después de
crecer del 6,3% al 9,2% entre 2006 y 2010, la demanda se reduce en este tipo de hogares al 8,2% en
2018, en niveles de nuevo cercanos al 8,1% de 2010.
Se mantiene ligeramente al alza, por contra, el acceso a los servicios asociativos en el caso de hogares
con todas sus personas activas desempleadas, grupo en el que la demanda aumenta de 3,7% en 2006 a
9,5% en 2010, 16,2% en 2014 y un máximo del 16,7% en 2018. Lo mismo sucede con los hogares de
personas inactivas. Después de una caída del 1,1% al 0,5% entre 2006 y 2010, la demanda se mantiene
a partir de entonces al alza hasta llegar a un máximo del 2,8% en 2018.
En cualquier caso, en la dimensión social, la novedad más llamativa que puede destacarse de los datos
presentados en el gráfico 47 es la reducción de la demanda observada en hogares en situación de
privación básica.
82
Gráfico 47
1,52,9
5,7
2,11,3 1,3
21,1
7,9
1,5 1,6
6,3
3,7
1,11,91,7 1,2
6,1
2,3
,8 ,7
21,3
14,1
,5 ,7
8,19,5
,51,6
2,73,7
10,0
5,6
1,5 1,7
26,6
18,7
,9 ,9
9,2
16,2
1,5
3,01,9
4,45,8
5,0
2,0 1,9
16,4 16,0
0,9 1,0
8,2
16,7
2,8 2,9
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
Hombres Mujeres < 35 años 35-44 años 45 y más años Estado Otra Privación básica Sin privación Alguna ocupadaestable
Alguna ocupadano estable
Activas, todasparadas
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Hogares que han recurrido a servicios asociativos en los últimos tres años por variables demográficas de la persona principal y del hogar
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
83
En este tipo de hogares con privación básica, la demanda a los servicios asociativos no dejaba de crecer
desde el 7,9% de 2006 al 18,7% de 2014. Aunque se mantiene por encima del 14,1% de 2010, el acceso
a estos servicios asociativos se reduce sin embargo al 16% en 2018. Aunque aumenta del 0,5 al 0,9%
entre 2010 y 2018, la demanda asociada a hogares sin privación se mantiene por su parte en niveles
inferiores al 1,5% que se alcanzó en 2006.
A pesar de la caída observada y en términos de distribución interna de la demanda, el gráfico 48 muestra
que los hogares en situación de privación básica siguen siendo en 2018 los principales demandantes
ante los servicios asociativos, con un 73,7% que no se aleja en exceso del máximo del 74,4% de 2014.
Gráfico 48
53,0
47,0
28,4
71,6
65,2
34,8
23,4
6,5
70,1
66,3
33,7
71,2
28,8
40,1
59,9
39,5
24,6
36,0
63,8
36,2
74,4
25,6
53,3
46,7
20,9
48,0
31,1
48,1
51,9
73,7
26,3
61,0
39,0
23,2
29,5
47,3
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
< 45 años > 45 años Privaciónbásica
Sin privación Estado Otra Algunaocupada
no estable
Activas,todas paradas
Otros casos
Edad Privaciónen el hogar
Nacionalidad Relación con la actividaden el hogar
Hogares que han recurrido a los servicios asociativos en los últimos tres años por variables demográficas de la persona principal y de hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018
(Distribución de la demanda en %)
2006 2010 2014 2018
Se consolidan igualmente otras tendencias, en particular el peso creciente de los hogares nacionales en
la demanda de servicios asociativos. Después de caer de 65,2 a 40,1% entre 2006 y 2010, la proporción
de demandantes en hogares nacionales remonta al 53,3% en 2014 para alcanzar en 2018 un 61%, muy
cerca del 65,2% que había llegado a suponer en 2006. A pesar de ello, el grupo de población extranjera
aún supone en 2018 un 39% de los casos de acceso a estos servicios asociativos.
Otras dinámicas muestran sin embargo cambios relevantes. Por una parte, después de aumentar de un
6,5% en 2006 a un 48% en 2014, la contribución de los hogares con todas sus personas activas paradas
se reduce al 29,5% en 2018. El registro señalado se mantiene no obstante todavía por encima del 24,6%
de 2010.
84
La caída observada apenas se ve compensada con el aumento de participación de los hogares con
alguna persona ocupada no estable, del 20,9 al 23,2% entre 2014 y 2018, un nivel similar al 23,4% de
2006 pero que se mantiene muy por debajo del 39,5% que había llegado a alcanzar en 2010. En realidad,
el mayor incremento corresponde a otros tipos de hogares (de personas inactivas o con personas
ocupadas, al menos alguna de ellas estable). En este caso, después de caer del 36 al 31,1% entre 2010
y 2014, la contribución a la demanda llega al 47,3%, lejos sin embargo del 70,1% que llegó a suponer en
2006.
El mayor cambio, no obstante, se observa en la contribución a la demanda ante los servicios asociativos
que se asocia a la variable edad. En este caso, el peso de los hogares de personas mayores de 45 años
no deja de crecer desde el 33,7% de 2010 y supera por primera vez la barrera del 50% en 2018, con un
51,9%. Esta cifra supera también el 47% registrado en 2006. Por primera vez desde que se realiza la
EDSS-ENS, el principal grupo demandante de apoyo a servicios asociativos corresponde a hogares de
personas mayores de 45 años.
7.2. Demanda de prestaciones y ayudas económicas en la CAE
La recuperación económica permite una disminución de la protección asociada a un sistema de
prestaciones asistenciales generales de la CAE que, sin embargo, atiende a muchos más hogares
que en 2010 y 2014. La acción asistencial estatal se mantiene en niveles muy bajos y con notable
tendencia descendente
En el periodo 2010-2014, el impacto de la crisis contribuyó a un notable incremento de la demanda de las
prestaciones que conforman el sistema asistencial de garantía de ingresos de la CAE. Este incluye tanto
el modelo de protección RGI/PCV/AES como otras prestaciones generales igualmente orientadas a la
garantía de ingresos (PNC/FBS y restos del PAGAMI, hoy integrados en la estructura de la RGI,
justificando la existencia de unos niveles de garantía de ingresos superiores entre la población
pensionista). Situada en un 5,7% de los hogares en 2006, la demanda se caracterizó por un alza
moderada en 2010, con un 6,8%, pero se disparó con la crisis, alcanzando a un 11,3% de los hogares en
2014.
La recuperación económica del periodo 2014-2018 ha facilitado una relajación de la demanda. Sin
embargo, el repunte de la inmigración y los procesos de emancipación retrasados por la crisis no se
traducen en una vuelta a los niveles de demanda de 2006 o 2010 sino que se mantienen muy por encima,
todavía en un 9,3% en 2018. Este nivel de demanda supera en un 64% el de 2006 y en un 35,8% el de
2010.
La evolución observada refleja el papel comparativamente mayor del sistema asistencial vasco en la
protección a la población con problemas de pobreza y privación, incluso en fases de alto nivel de
crecimiento económico. De hecho, desciende mucho más claramente con la recuperación la demanda de
otras ayudas económicas menores, de gestión normalmente local y relacionada con aspectos como la
bonificación de tasas de vivienda, las becas de comedor escolar o de guardería o incluso ayudas
puntuales para la subsistencia de algunos Ayuntamientos o instituciones asociativas. En este caso,
85
después de aumentar de 6,6 a 9,2% entre 2010 y 2014, la demanda se reduce al 7,5% de los hogares en
2014 y a un mínimo del 6,2% en 2018.
Sin embargo, es sobre todo en relación al sistema asistencial complementario del Estado (RAI,
PREPARA, PAE y otras prestaciones similares, incluidas las orientadas a facilitar el acceso a la vivienda)
donde se detecta la más nítida diferenciación respecto al proceso de asentamiento y fortalecimiento del
sistema general de protección de la CAE. De esta forma, la demanda hacia este sistema de prestaciones
asistenciales del Estado, que apenas había pasado de un 1,2 a un 2,2% entre 2006 y 2010, se reduce a
un 1,6% en 2014 y a apenas un 0,8% de los hogares en 2018.
Gráfico 49
5,75,0
6,6
4,3
1,2 1,0
6,8
5,3
9,2
7,1
2,21,8
11,3
9,4
7,5
6,4
1,6 1,3
9,3
7,7
6,25,2
0,8 0,5
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
Demanda Acceso Demanda Acceso Demanda Acceso
Sistema de proteccióneconómica de la CAE
Otras ayudaseconómicas CAE
Prestaciones asistencialesdel Estado
Hogares que han demandado y accedido a prestaciones y ayudas económicas por tipo
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En %)
2006 2010 2014 2018
Estas mismas tendencias se mantienen al considerar el acceso efectivo a los diferentes sistemas. De
esta forma, frente a niveles de acceso situados en torno al 5% de los hogares en 2006 y 2010, el recurso
efectivo al sistema general de protección de la CAE aumenta al 9,4% en 2014. Aunque la recuperación
permite limitarlo al 7,7% de los hogares en 2018, los niveles de atención se mantienen claramente por
encima de los registrados en 2006 y 2010 (5% y 5,3%, respectivamente).
La línea de caída es mucho más nítida en el caso del acceso a las ayudas menores complementarias de
las Administraciones Públicas vascas o del sistema asociativo. Aunque se mantiene la atención por
encima del 4,3% de 2006, la proporción de hogares atendidos se reduce del 7,1% de 2010 al 6,4% de
2014 y el 5,2% de 2018.
86
De nuevo, el mayor contraste se detecta en la comparación con el sistema de ayudas asistenciales del
Estado vinculado a la RAI, PREPARA, PAE y medidas similares. En este caso, apenas un 0,5% de los
hogares vascos acceden a las prestaciones en 2018, en nítida línea descendente respecto al 1,8% de
2010 y lejos incluso del 1% observado en 2006.
En comparación con los niveles de 2006 o 2010, el importante aumento en 2018 de la atención en el
sistema RGI/PCV/AES, y otras prestaciones generales del sistema general de protección establecido en
Euskadi, no sólo se vincula al aumento de la necesidad sino también a una recuperación de los niveles
de atención de la demanda. Como se observa en el gráfico 50, entre 2006 y 2010, la proporción de
hogares demandantes atendidos por el sistema general de la CAE se había reducido del 88,8 al 77,5%.
En 2014, remonta al 83%, un nivel que tiende a mantenerse en 2018, con un 82,7%.
El acceso a las ayudas menores complementarias de las Administraciones Públicas vascas o del sistema
asociativo muestra igualmente una línea de estabilización, apenas ligeramente descendente, entre 2014 y
2018. Tras avanzar los niveles de cobertura de 65% en 2006 a 77,4% en 2010 y 85,5% en 2014, se
reducen levemente hasta el 84,8% en 2018.
La evolución presentada contrasta con los niveles de cobertura de las prestaciones estatales, con una
atención de la demanda situada en un 87,5% en 2006 que no hace sino descender con posterioridad
hasta quedar en un 64,5% en 2018.
Gráfico 50
88,8
77,5
83,082,7
65,0
77,4
85,5 84,8
87,5
81,3 80,8
64,5
60,0
65,0
70,0
75,0
80,0
85,0
90,0
95,0
2006 2010 2014 2018
Grado de cobertura de la demanda de prestaciones y ayudas económicas por tipo
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de los hogares demandantes)
Sistema de proteccióneconómica de la CAE
Otras ayudaseconómicas CAE
Prestaciones asistencialesdel Estado
87
El sistema de prestaciones generales de la CAE sigue orientándose a personas en hogares con
problemas de privación
Las prestaciones generales del sistema de protección de la CAE se orientan en lo fundamental a proteger
a grupos en situación de privación básica o muy cercanos a esta realidad. Tal y como puede
comprobarse en el gráfico 51, si la proporción de hogares en situación de privación básica atendidos era
del 25,5% en 2006 y del 29,9% en 2010, llega al 48,9% en 2014, una proporción que se muestra sólo
ligeramente a la baja en 2018 (44,9%). La proporción de hogares sin privación atendidos es apenas del
2% en 2018, el nivel más bajo desde 2006, con un mínimo previo del 3,2% en 2010. En la distribución
total de hogares atendidos, recogida en el gráfico 52, el peso de los hogares con privación pasa de un
34,7% en 2006 a 44,8% en 2010, 62,7% en 2014 y un máximo del 77,2% en 2018.
La dinámica observada se vincula en gran medida al cambio que se opera en la atención a los hogares
con personas activas todas ellas paradas. Así, después de caer del 31,5% de 2006 al 24,6% de 2010, la
cobertura del sistema asistencial general de la CAE aumenta en este tipo de hogares hasta el 44% en
2014 y un máximo del 50,8% en 2018. También resulta relevante el fuerte repunte de la atención a
hogares sin personas activas, de cifras cercanas o apenas superiores al 4,5% en 2006 y 2010 al 11,1%
en 2014. A pesar de reducirse al 9,5% en 2018, el impacto de la protección en estos hogares de
personas inactivas se mantiene en 2018 claramente por encima de los niveles del periodo 2006-2010.
Aunque se mantiene en niveles altos, en un 15,2% en 2018, se prolonga en cambio la línea de reducción
de la proporción de hogares atendidos cuando en dichos hogares están presentes personas ocupadas en
condiciones no estables. Partiendo de un 11,2% en 2006, esta proporción había llegado a alcanzar un
19,2% en 2010, con una primera caída hasta el 17,3% en 2014 que se prolonga hasta el 15,2%
mencionado para 2018.
Se consolida, finalmente, la pérdida de participación en el sistema de protección general de la CAE de los
hogares con alguna persona ocupada estable (apenas un 2% de ellos accede al sistema en 2014 y 2018,
un porcentaje en línea descendente desde el 3% de 2006 y el 2,7% de 2010).
El aumento del volumen de ocupación y empleo en 2018 se traduce sin embargo en un aumento del peso
relativo de los hogares con personas ocupadas en la distribución del acceso a las prestaciones del
sistema de protección general de la CAE. Después de caer de cifras entre el 53,4 y 59,2% en 2006 y
2010 a apenas 24,6% en 2014, la proporción remonta hasta el 31% en 2018.
Como consecuencia de la caída del desempleo, los hogares con todas sus personas paradas pierden por
su parte algo de relevancia en la distribución: de 41,8% en 2014 a 33,5% en 2018, muy por encima en
cualquier caso del 20,7% de 2006 y del 18,9% de 2010. Se mantiene en cambio la línea alcista de los
hogares con personas inactivas: 25,9 y 21,9% en 2006 y 2010 pero 33,6% en 2014 y 35,5% en 2018. En
conjunto, los hogares de personas no ocupadas representan un 69% del total de los que acceden a las
prestaciones en 2018, apenas algo por debajo del 75,4% de 2014.
88
Gráfico 51
3,3
9,8
12,5
5,1 5,73,2 4,1
32,5
25,5
3,5 3,0
11,2
31,5
4,8 5,04,0
9,011,7
7,0
4,1 3,9 3,8
37,3
29,9
3,2 2,7
19,2
24,6
4,5 5,36,2
16,418,0
12,3
8,67,2 7,5
43,2
48,9
4,02,0
17,3
44,0
11,19,4
5,3
11,3
16,0
11,38,6
4,9 5,6
35,6
44,9
2,0 2,0
15,2
50,8
9,57,7
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
Hombres Mujeres < 35 años 35-44 años 45-54 años 55 y más años Estado Otra Privaciónbásica
Sin privación Algunaocupadaestable
Algunaocupada no
estable
Activas, todasparadas
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Hogares con personas que han accedido a prestaciones del sistema de protección económica de la CAE en el último año por variables
demográficas de la persona principal y del hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
89
Gráfico 52
49,2 50,8
45,9
54,1
79,8
20,2
34,7
65,3
53,4
20,7
25,9
55,5
44,547,8
52,2
68,9
31,1
44,8
55,2
59,2
18,921,9
45,9
54,1
42,0
58,0
75,6
24,4
62,7
37,3
24,6
41,8
33,6
42,2
57,8
43,5
56,5
68,4
31,6
77,2
22,8
31,033,5
35,5
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Hombres Mujeres < 45 años 45 y más años Estado Otra Privaciónbásica
Sin privación Algunaocupada
Activas, todasparadas
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Hogares con personas que han accedido a prestaciones del sistema de protección económica de la CAE en el último
año por variables demográficas de la persona principal y del hogarC.A. de Euskadi. 2006-2018
(Distribución del acceso en %)
2006 2010 2014 2018
Teniendo en cuenta los rasgos sociodemográficos de la persona de referencia en el hogar, el acceso al
sistema de prestaciones asistenciales generales de la CAE sigue resultando superior en 2018 en hogares
de personas jóvenes así como en los encabezados por personas extranjeras. En lo relativo a los
encabezados por personas menores de 35 años, después de reducirse de 12,5 a 11,7%, la proporción de
hogares con acceso a las prestaciones llega a 18% en 2014, una proporción que sólo se reduce
moderadamente en 2018, con un 16%. En los hogares de personas de 35 a 44 años, por su parte,
después de aumentar la atención de forma continuada del 5,1% de 2006 al 7% de 2010 y el 12,3% de
2014, la proporción se reduce ligeramente hasta el 11,3% en 2018. Aunque a la baja respecto a 2014, en
ambos grupos de edad las proporciones de acceso al sistema de protección de la CAE se mantienen en
2018 claramente por encima de las observadas en 2006 y 2010.
Algo similar ocurre en los hogares de personas mayores de 55 años. Así, después de un incremento de
3,2 a 3,9% entre 2006 y 2010, la atención llega a un máximo del 7,2% en 2014. Aunque la proporción de
hogares atendidos se reduce al 4,9% en 2018, el impacto de la atención se mantiene también por encima
de los valores de 2006 y 2010.
La dinámica más diferenciada corresponde a los hogares con personas de referencia entre 45 y 54 años.
En este caso, tras la caída del 5,7 al 4,1% de 2006-2010, el acceso al sistema general de protección de
la CAE llega al 8,6% en 2014. Pero, a diferencia de otros grupos de edad, en este caso la proporción se
mantiene estable en el nivel señalado en 2018.
90
En cualquier caso, y aunque la reducción de los niveles de acceso en personas mayores de 55 años se
traduce en una ligera caída en la distribución total de la atención respecto al 58% de 2014, los hogares de
personas de 45 o más años se mantienen en 2018 como grupo mayoritario en el acceso al sistema
general de prestaciones en Euskadi. Así, suponen en 2018 un 56,5% del total de hogares con acceso a
las prestaciones, una proporción que supera el 54,1% de 2006 y el 52,2% de 2010.
En lo relativo a la nacionalidad, en los hogares de población extranjera, el acceso a las prestaciones del
sistema general de protección de la CAE aumentaba de un 32,5% en 2006 a un 37,3% en 2010 y un
43,2% en 2014. Aunque sigue siendo muy elevada, la proporción se reduce de forma llamativa en 2018,
con un 35,6% que sólo supera el registro de 2006. También caen los niveles de acceso en los hogares de
población nacional entre 2014 y 2018, del 7,5% al 5,6%. En este caso, no obstante, el indicador de 2018
no sólo supera el 3,8% de 2010 sino también el 4,1% de 2006.
En la distribución de los hogares atendidos resulta no obstante decisivo el repunte de la inmigración en
2018 así como el acceso a la emancipación de población extranjera que, con anterioridad al proceso de
recuperación económica, no podía acceder a la vida independiente. Así, el peso de los hogares
encabezados por una persona extranjera en el sistema de prestaciones generales de la CAE alcanza en
2018 su nivel más alto, con un 31,6%, ligeramente por encima del máximo previo de 31,1% en 2010.
En función del sexo, la reducción del acceso a la atención se observa en los últimos años en todo tipo de
hogares. La caída más intensa entre 2014 y 2018 puede observarse en los hogares encabezados por una
mujer (de 16,4% a 11,3%) aunque también en visible en los hogares que tienen a un hombre como
persona de referencia (de 6,2 a 5,3%). En ambos casos los niveles de acceso de 2018 se mantienen no
obstante claramente por encima de los de 2006 y 2010 (situados entonces entre 9 y 9,8% en hogares
encabezados por mujeres y entre 3,3 y 4% en hogares con un hombre como persona de referencia).
En términos de participación relativa en el conjunto de hogares atendidos, la mayor caída de los niveles
relativos de acceso en hogares encabezados por una mujer se ve compensada por el fuerte incremento
en el volumen absoluto de este tipo de hogares, de forma que se mantiene al alza su participación en la
distribución de la atención. Así, después de caer de un 50,8% a un 44,5% entre 2006 y 2010, la
proporción de los hogares de mujeres en el sistema de prestaciones generales de la CAE llega al 54,1%
en 2014 y a un máximo del 57,8% en 2018.
Las tendencias observadas en relación a las prestaciones RGI/PCV/AES, y a las prestaciones tipo
PNC/PAGAMI o el complemento de ingresos RGI para pensionistas, se reproducen en gran medida en lo
relativo al sistema de ayudas menores complementarias (incluidas las procedentes de servicios
asociativos), tal y como se percibe en el gráfico 53. En particular, el recurso a estas ayudas vuelve a ser
determinante en presencia de situaciones de privación, con un 21,6% de los hogares con acceso en 2018
que resulta muy superior al 10,7% de 2006. En este caso, no obstante, el registro de 2018 no sólo se
sitúa por debajo del de 2014 (24,6%) sino también del de 2010 (23,4%). En cualquier caso, el peso de los
hogares con privación en la distribución de estas ayudas complementarias resulta igualmente creciente.
Pasa de 16,9% en 2006 a 26,1% en 2010, 46,5% en 2014 y 54,4% en 2018.
91
Gráfico 53
4,2 4,5
9,6
11,8
3,9
0,5
3,7
23,2
10,7
3,85,2
7,8
9,8
0,6
4,3
7,8
5,1
12,7
19,1
7,5
1,0
5,9
34,7
23,4
5,7
7,5
18,917,4
1,0
7,15,8
7,7
13,6 13,9
9,4
1,0
5,1
29,9
24,6
3,95,5
15,8
19,5
1,8
6,4
4,2
6,9
10,6 10,4
8,4
1,4
4,0
22,421,6
2,73,9
13,8
22,0
2,6
5,2
0,0
5,0
10,0
15,0
20,0
25,0
30,0
35,0
40,0
Hombres Mujeres < 35 años 35-44 años 45-54 años 55 y másaños
Estado Otra Privaciónbásica
Sin privación Algunaocupadaestable
Algunaocupada no
estable
Activas, todasparadas
No activas
Sexo Edad Nacionalidad Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Hogares con personas que han accedido a otras ayudas económicas en la CAE en el último año por variables demográficas de la persona
principal y del hogar. C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
92
También destaca la orientación a hogares con todas las personas activas en paro, grupo en el que sí se
observa una continuidad en la línea alcista del acceso a las ayudas complementarias. De esta forma, en
los hogares considerados se observa un aumento continuado del acceso a este tipo de ayudas desde el
9,8% de 2006 al 17,4% de 2010, el 19,5% de 2014 y el 22% de 2018.
Aunque en niveles mucho más reducidos, el aumento en la atención que se observa en los hogares con
todas sus personas desempleadas también caracteriza a los hogares de personas inactivas. En este
caso, la proporción de hogares atendidos aumenta de forma continuada desde el 0,6% de 2006 hasta el
2,6% de 2018. Este incremento es paralelo al de los hogares de personas mayores de 55 años (de 0,5 a
1,4% entre 2006 y 2018).
En llamativo contraste, desde 2010 se observa una significativa línea de caída del acceso a estas ayudas
complementarias en los hogares de personas ocupadas (de 7,5% en 2010 a 3,9% en 2018 en presencia
únicamente de personas ocupadas estables; y de 18,9% a 13,8% en dicho periodo cuando está presente
alguna persona ocupada no estable). En los hogares con presencia de formas inestables de ocupación,
el nivel de acceso sigue siendo no obstante muy relevante en 2018, sólo superado por el que
corresponde a los hogares con todas sus personas activas desempleadas. En este tipo de hogares de
personas ocupadas no estables, el 13,8% de 2018 resulta además muy superior al 7,8% de 2006.
También cae el acceso a la protección de los hogares de personas extranjeras. Después de aumentar del
23,2 al 34,7% entre 2006 y 2010, el porcentaje de acceso a las ayudas complementarias en la CAE se
reduce al 29,9% en 2014 y al 22,4% en 2018, el nivel más bajo para el conjunto del periodo 2006-2018.
La línea de caída es igualmente evidente en la población en hogares nacionales, de 5,9% en 2010 a 4%
en 2018, un registro que sin embargo se mantiene en este caso por encima del de 2006 (3,7%).
En función de otras variables demográficas, como el sexo y la edad, con el matiz ya comentado sobre el
colectivo de hogares de personas mayores de 55 años, la línea del periodo 2014-2018 resulta en general
de acceso descendente. No obstante, tanto en los hogares encabezados por mujeres como en los de
personas de 45 a 54 años, la proporción de hogares que acceden a estas ayudas en 2018 (6,9% y 8,4%,
respectivamente), además de superar los niveles medios de la CAE, se mantienen por encima de los
registros de 2006 y 2010. En el caso de los hogares de personas de 45 a 54 años, además, la reducción
respecto a 2014 resulta relativamente limitada (8,4% en 2018 por 9,4% en aquel año).
7.3. Demanda de servicios de cuidado en la CAE
En gran medida como respuesta a una tendencia creciente en la demanda, el acceso a los
servicios de cuidado repunta al alza, en particular en hogares de mujeres y de personas mayores
de 75 años
Además de las ayudas y prestaciones económicas para la inserción, la EDSS-ENS considera igualmente
la demanda relacionada con los servicios para el cuidado de miembros del hogar. Los servicios
93
considerados de forma específica son la ayuda a domicilio, los centros de día u ocupacionales, la
teleasistencia, la estancia temporal en residencia y los servicios de vivienda comunitaria o residencia.
En este caso, entre 2010 y 2014 se observaba una tendencia descendente en la demanda de este tipo de
servicios por parte de los hogares. La proporción de hogares demandantes pasaba así de 7,4% en 2010
a 6,5% en 2014, la misma cifra que en 2006. Entre 2014 y 2018 se observa sin embargo un importante
repunte de la demanda, con un 8,4% de los hogares implicados.
Situada en torno al 90% en 2006 y 2010, la demanda atendida aumentaba al 92,3% en 2014, lo que se
traducía entonces en una reducción comparativamente menor en la proporción de hogares que accedían
de forma efectiva a este tipo de servicios. Después de subir del 5,9 al 6,6% entre 2006 y 2010, la
proporción de referencia se situaba así en el 6% en 2014, ligeramente por encima del nivel de 2006.
Aunque la cobertura cae ligeramente en 2018 (de 92,3% en 2014 a 91,2%), entre 2014 y 2018 la línea
ascendente de la demanda viene acompañada de una dinámica de incremento paralelo en los niveles de
atención. De esta forma, en 2018 se alcanzan la proporción más elevada de hogares con acceso a los
servicios de cuidado, con un 7,7% que supera en 1,1 puntos porcentuales el máximo previo para el
periodo posterior a 2006 (el correspondiente al año 2010, con un 6,6%).
Gráfico 54
6,55,9
7,4
6,66,56,0
8,47,7
0,0
1,0
2,0
3,0
4,0
5,0
6,0
7,0
8,0
9,0
10,0
Demanda Acceso
Servicios de cuidado
Hogares que han demandado y accedido a servicios de cuidado
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En %)
2006 2010 2014 2018
Nota: Se incluye la atención asociada a la teleasistencia.
En términos absolutos, el cambio que representa la situación de 2018 en el acceso a los servicios de
cuidado resulta más llamativo. Situado en 46.220 en 2006, el número de hogares atendidos aumentaba a
53.788 en 2010, con una ligera caída hasta 52.258 en 2014. En 2018, en un contexto de sustancial
94
incremento en el número de hogares en la CAE, el repunte alcista que se observa en la atención permite
llegar a un total de 70.983 hogares cubiertos por los servicios de cuidados6.
Como se observa en el gráfico 55, la tendencia ascendente en el acceso a los servicios de cuidado en el
periodo 2014-2018 afecta a los distintos colectivos analizados en la EDSS-ENS, con la única excepción
de los hogares encabezados por personas entre 65 y 74 años.
El incremento se centra sobre todo en los hogares con presencia de situaciones graves de dependencia.
Por una parte, en el caso de hogares con dos personas con dependencia al menos moderada, se
mantiene la línea alcista observada desde 2010. En este caso, después de caer del 74,7 al 69,4% entre
2006 y 2010, el indicador remonta al 78,1% en 2014 y a un máximo del 85,7% en 2018.
Por otra parte, se retoma la línea de aumento de la protección a las situaciones caracterizadas por la
presencia de formas intermedias de dependencia (con dos o más personas en el hogar con dependencia
especial, ninguna de ellas total, grave o moderada) o por la presencia de una única persona con
dependencia al menos moderada. En este caso, después de aumentar de 46,1 a 51,2% entre 2006 y
2010, el acceso a los servicios de cuidado se había reducido al 43,1% en 2014. En 2018, el acceso a la
atención se recupera claramente, con un 58,3% de hogares atendidos, el nivel más elevado desde 2006.
Gráfico 55
3,2
13,5
1,6 3,25,1
21,2
74,7
46,1
2,6
7,75,7 5,94,3
13,0
1,14,2 5,2
25,5
69,4
51,2
2,56,0 6,6 6,6
3,8
10,7
,72,4
5,0
27,0
78,1
43,1
3,0 1,4
6,6 6,04,1
13,3
1,1 3,0 4,6
32,9
85,7
58,3
3,5 4,68,1 7,7
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
70,0
80,0
90,0
Hombres Mujeres < 55 años 55-64 años 65-74 años > 75 años >=2 con dep.al menos
moderada
>=2 condep.especialo 1 con dep.
al menosmoderada
Otraslimitaciones
Privaciónbásica
Sin privación
Sexo Edad Tipo de personas atendidas Privaciónen el hogar
Total
Hogares con personas que han accedido a servicios de cuidado en el último año por variables demográficas de la persona princ ipal y del hogar.
C.A. de Euskadi. 2006-2018(En % de cada grupo)
2006 2010 2014 2018
6 Para valorar el cambio cualitativo observado, es preciso tener en cuenta el proceso de envejecimiento, que se
traduce en un aumento cuantitativo de los hogares de riesgo, así como el fuerte avance de la atención asociada
a la teleasistencia. En este último caso, de un 0,8% de hogares atendidos en 2006 se pasa a un 1,6% en 2010,
un 2,9% en 2014 y un 4,3% en 2018.
95
Entre 2014 y 2018, el repunte en los niveles de acceso a la atención es particularmente llamativo en lo
relativo a los hogares encabezados por una mujer, grupo que sin embargo había sido el más afectado por
la caída de la protección en 2014. Tras el descenso del indicador de acceso a los servicios de cuidado de
13-13,5% en 2006 y 2010 a 10,7% en 2014, en 2018 se vuelve a los niveles iniciales, con un 13,3%. En
los hogares encabezados por un hombre se recuperan igualmente los niveles de atención en 2018, con
un 4,1% que supera el 3,8% de 2014 y se acerca al 4,3% de 2010.
En función de la edad, la recuperación de los niveles de atención en el periodo 2014-2018 también
caracteriza a los grupos de hogares encabezados por personas menores de 65 años, con aumentos del
0,7% al 1,1% en los hogares de personas menores de 55 años y del 2,4% al 3% en hogares
encabezados por personas entre 55 y 64 años. Se trata de niveles que se quedan por debajo, no
obstante, de los máximos del periodo 2006-2010 (1,6% y 4,2%, respectivamente).
Se mantiene, por su lado, la línea ascendente del acceso a la atención en los hogares de personas
mayores de 75 años, único grupo de edad en el que se mantenía esa dinámica positiva de acceso a los
servicios de cuidado entre 2010 y 2014. En este grupo, el acceso a los servicios pasa de un 21,2% en
2006 a un 25,5% en 2010, un 27% en 2014 y un máximo de 32,9% en 2018. Ya dominante en la
distribución del acceso a los servicios en 2006, con un 63,5%, la proporción de hogares de personas
mayores de 75 años llega a concentrar un 76,5% del recurso efectivo a los servicios de cuidado en 2018,
el nivel más alto desde 2006.
Se consolida en cambio la línea de ligera caída en el acceso a los servicios en los hogares de personas
entre 65 y 74 años. Después de situarse en niveles de 5,1-5,2% entre 2006 y 2010, en este caso la
proporción de hogares con acceso a los servicios de cuidado se estabiliza a la baja en 2014, con un 5%,
para caer algo más intensamente hasta el 4,6% en 2018.
Aumenta el acceso a ayudas económicas del sistema de atención a la dependencia, en especial en
presencia de casos graves
En paralelo al repunte de la demanda y del acceso a los servicios de cuidado, se mantiene la línea alcista
en la cobertura de las prestaciones y ayudas del sistema para la autonomía y atención a la dependencia
(SAAD). La proporción de hogares que acceden a estas ayudas aumenta del 2,6% de 2010 al 3% de
2014 y el 3,9% de 2018.
Entre 2014 y 2018, el aumento de los niveles de acceso tiende a predominar en los distintos grupos, una
dinámica que resulta particularmente evidente en el caso de los hogares con presencia de situaciones de
dependencia especial. De esta forma, en el caso de los hogares con presencia de dos o más personas
con dependencia al menos moderada, el acceso a las prestaciones o ayudas SAAD aumenta de 43,1%
en 2010 a 50,7% en 2014 y 52,6% en 2018. En presencia de dos o más personas en el hogar con
dependencia especial pero no total, grave o moderada, o de una sola persona con este nivel de
dependencia, el punto de partida inicial resultaba más bajo, con un 27,4% de hogares con prestaciones o
96
ayudas en 2010 y un 35,3% en 2014. El avance es sin embargo mucho más llamativo entre 2014 y 2018,
con un 46,3% de hogares cubiertos en este último año.
En cualquier caso, un 89,9% de los casos de acceso de hogares a las prestaciones y ayudas del SAAD
corresponden a los tipos de situaciones de dependencia analizados. El 10,1% restante corresponde a
hogares con otros tipos de perfiles de atención. En estos hogares, el acceso a las prestaciones se
mantiene estable en torno a niveles del 0,3-0,4% entre 2010 y 2018.
Un 86% de los hogares con acceso a las prestaciones del SAAD corresponden a hogares encabezados
por personas de 55 o más años, con un 54,9% directamente atribuible a hogares de personas mayores
de 75 años. Este último tipo de hogares es el que más accede a las prestaciones, con un 11,9% en 2018
frente a cifras de 3,2 a 3,6% en los hogares de personas entre 55 y 74 años y de un 1,2% en los
encabezados por menores de 55 años. En los hogares de mayores de 75 años, después del leve
aumento entre 2010 y 2014, de 7,6 a 8%, el repunte hasta el 11,9% de 2018 resulta particularmente
llamativo.
Gráfico 56
2,23,7
,63,1 3,0
7,6
43,1
27,4
,32,4 2,6 2,63,0 3,2
1,3 2,24,3
8,0
50,7
35,3
,4 ,83,3 3,02,9
5,4
1,23,6 3,2
11,9
52,6
46,3
,42,2
4,1 3,9
0,0
10,0
20,0
30,0
40,0
50,0
60,0
Hombres Mujeres < 55 años 55-64 años 65-74 años > 75 años Dos o más condep. al menos
moderada
Dos o más condep.especial ouna con dep. al
menosmoderada
Otraslimitaciones
Privación básica Sin privación
Sexo Edad Tipo de personas atendidas Privaciónen el hogar
Total
Hogares que han accedido a ayudas económicas para el cuidado de personas dependientes en el hogar por variables demográficas de la
persona principal y del hogar. C.A. de Euskadi. 2010-2018(En % de cada grupo)
2010 2014 2018
7.4. Acceso a ayudas para las familias
Se reduce la proporción de hogares que acceden a las ayudas familiares
La EDSS-ENS recoge finalmente información sobre los hogares que se han beneficiado en los últimos
doce meses de las ayudas del Plan Interinstitucional de apoyo a las familias con hijos e hijas o de otras
medidas paralelas de apoyo (como las gestionadas por algunos Ayuntamientos o por la Administración
Central del Estado, normalmente relacionadas con la concesión de ayudas ante el nacimiento de un
nuevo hijo o hija). Como muestra el gráfico 57, en un contexto condicionado por la reducción de la
natalidad y de la fecundidad, en este caso se reduce el nivel de acceso a este tipo de ayudas, de un 3,9%
de los hogares en 2014 a un 3,4% en 2018.
97
Gráfico 57
4,7
1,9
6,9
13,5
2,2
,2
3,93,1
11,1
3,4
1,6
4,2
6,3
2,7
,4
3,93,73,0
10,7 11,1
1,9
,2
3,1
7,88,4
3,2
5,7
3,14,5 4,8
1,3
3,4
0,0
2,0
4,0
6,0
8,0
10,0
12,0
14,0
16,0
Hombres Mujeres < 35 años 35-44 años 45-54 años > 55 años Estado Otra Conproblemas
Sinproblemas
Privaciónbásica
Sin privación Algunaocupadaestable
Algunaocupada no
estable
Ningunaocupada
Sexo Edad Nacionalidad Problemas dereproducción
Privaciónen el hogar
Relación con la actividaden el hogar
Total
Hogares que han utilizado en el último año alguna de las medidas de apoyo a las familias (incluidas ayudas por hijos/as) por variables
demográficas de la persona principal y del hogar. C.A. de Euskadi. 2014-2018(En % de cada grupo)
2014 2018
98
La evolución del periodo 2014-2018 resulta sin embargo diferente en función de la situación del hogar. En
particular, en lo relativo a la posición en relación con la actividad y la ocupación, se observa por una parte
una caída del acceso a las ayudas en los hogares con alguna persona ocupada estable. En este caso, la
proporción de hogares con cobertura cae del 6,3% al 4,5% entre 2014 y 2018. En cambio, en el periodo
considerado aumenta la cobertura en el resto de hogares: de 2,7% a 4,8% en el caso de hogares con
alguna persona ocupada pero no estable y de 0,4 a 1,3% en hogares sin presencia de personas
ocupadas. A pesar de ello, se trata de ayudas que siguen llegando mayoritariamente a hogares con
ocupación estable, un 76% del total en 2018.
Teniendo en cuenta la edad, un 63,8% de las ayudas familiares llega a hogares de personas entre 35 y
44 años. Un 11,1% de estos hogares se benefician de estas ayudas, en línea descendente respecto al
13,5% de 2014. Aunque su peso en la distribución del total de hogares beneficiarios se reduce al 22%,
aumenta en cambio la cobertura en los hogares de personas menores de 35 años. En este caso, el
porcentaje de hogares que se benefician de las ayudas familiares aumenta del 6,9% de 2014 al 10,7% de
2018.
En función de la nacionalidad, mientras cae entre 2014 y 2018 la atención en los hogares nacionales (de
3,9% en 2014 a 3,1% en 2018), aumenta del 3,1 al 7,8% en los hogares de población con nacionalidad
extranjera. A pesar de ello, un 84,5% de los hogares beneficiarios de estas ayudas son nacionales.
Las ayudas llegan, finalmente, más nítidamente a hogares en los que se detectan problemas de
reproducción familiar, con dificultades por tanto para conseguir el número de hijos o hijas deseado. Un
8,4% de estos hogares acceden a las ayudas frente al 3,2% que corresponde a los hogares en los que no
se mencionan estos problemas. En ambos casos cae, sin embargo, el nivel de acceso a las ayudas
respecto a los niveles de 2014 (11,1 y 3,4%, respectivamente).
99
ANEXO 1: Indicadores, conceptos y definiciones
Indicadores de integración social
Los principales indicadores de integración social considerados en la EDSS-ENS hacen referencia a los
siguientes aspectos:
Integración en la escuela
Dentro del colectivo entre 6 y 16 años, se contemplan problemas o dificultades relacionados con:
* La situación educativa, detectando problemas de desescolarización, absentismo escolar frecuente o
retraso escolar.
* Los procesos de integración en la escuela, detectando problemas de rechazo, acoso o maltrato en la
escuela y otros aspectos que dificultan la participación en la vida escolar.
Se consideran igualmente los procesos de integración en guardería o centro educativo de la población
menor entre 0 y 5 años.
Integración en el trabajo
Dentro de la población entre 16 y 64 años se abordan una serie de problemas especiales de inserción
laboral. Se trata con carácter general de casos propios de situaciones de riesgo de exclusión laboral
grave o de acceso a un tipo de empleo situado al margen de los circuitos normales de entrada en el
sistema productivo.
De forma específica, los problemas especiales de inserción laboral considerados son los siguientes:
* Encontrarse en paro, o desarrollando trabajos marginales, desde hace más de 18 meses (en el caso
de tratarse de la persona de referencia del hogar).
* Encontrarse en paro, o desarrollando trabajos marginales, desde hace más de 30 meses (en el caso
del resto de las personas del hogar).
* Encontrarse sin permiso de trabajo en el caso de personas extranjeras ocupadas o buscando empleo.
* Siempre que se considere un problema, encontrase ocupado/a en circunstancias especiales como las
siguientes:
- Procesos especiales de acceso al empleo (en la línea de programas como el antiguo Auzolan).
- Empresas de inserción
- Centros especiales de empleo.
100
Integración social general
Se abordan igualmente otros aspectos que afectan a los procesos de integración social general, en
particular los siguientes:
* Problemas serios asociados a cuestiones como la soledad, procesos de separación familiar,
desatención, marginación, rechazo, conflicto, acoso o violencia, contemplándose específicamente las
siguientes cuestiones:
- Problemas de soledad o tristeza.
- Problemas de separación familiar.
- Problemas de desatención o rechazo familiar.
- Situaciones de maltrato, acoso o violencia en el entorno social.
* Problemas, tanto graves como menos graves, de rechazo social por origen social o geográfico, raza,
etnia, cultura, lengua, religión o condición de extranjero.
Limitaciones por salud o edad avanzada y dependencia especial
Las limitaciones por salud o edad avanzada recogen en general aquellas situaciones, asociadas a
problemas de salud o edad avanzada, en las que ha sido diagnosticado algún tipo de enfermedad crónica
o dependencia o se experimentan dificultades, aunque sean mínimas, en el desarrollo de las actividades
de la vida diaria (inclusive la necesidad de un apoyo especial en la escuela o en el trabajo).
Los problemas de dependencia especial incluyen, en el caso de personas menores de 6 años, a las que
necesitan de algún tipo de atención o apoyo mayor al que se da habitualmente a los niños y niñas de su
misma edad. En el caso de las personas de 6 o más años, incluyen alguna de las tres circunstancias
siguientes:
* Dependencia puntual o continuada de terceras personas para el desarrollo de al menos alguna
actividad de la vida diaria.
* Necesidad de apoyo especial en la escuela (incluida la asistencia a centros educativos especiales).
* Necesidad de apoyo especial en el trabajo (incluida la asistencia a centros especiales de empleo).
En la población de 6 o más años, en aplicación de una escala mixta Barthel-Lawton, se clasifican las
formas de dependencia especial en las siguientes categorías:
* Total o grave.
* Moderada.
101
* Leve.
* Práctica autonomía.
En función de la presencia en el hogar de las distintas situaciones de dependencia especial
consideradas, se establece la siguiente clasificación relativa al tipo de personas con dependencia
presentes en los hogares:
* Dos o más personas con dependencia especial al menos moderada
Incluye casos en los que están presentes en el hogar dos o más personas con dependencia especial al
menos moderada.
* Otros casos con dos o más personas con dependencia especial
Incluye otros casos en los que están presentes en el hogar dos o más personas con dependencia
especial (con un máximo de una persona con dependencia especial al menos moderada).
* Una persona con dependencia especial al menos moderada
Incluye casos en los que está presente en el hogar únicamente una persona con dependencia especial
al menos moderada.
* Otros casos
Incluye los casos caracterizados por la presencia de situaciones personales de limitación y/o
dependencia especial no contemplados con anterioridad.
La situación de las personas cuidadoras.
En estrecha relación con el estudio de la dependencia, la EDSS-ENS registra los casos en los que, por
razones ligadas a enfermedad, discapacidad o ancianidad, determinadas personas asumen
responsabilidades especiales de atención o cuidado a otras personas del hogar. Estos casos incluyen
aquellas circunstancias en las que es necesaria una dedicación personal mayor por falta o imposible
colaboración de los demás miembros del hogar.
Problemas asociados a los procesos de acceso a una vida independiente.
Dentro de la parte correspondiente a problemas económicos, la EDSS-ENS considera también aquellas
situaciones en las que determinadas personas desean independizarse del actual hogar y no pueden
hacerlo por motivos económicos. En 2014 y 2018 se distinguen los casos en los que está presente la
necesidad o podría posiblemente plantearse.
102
Los problemas ligados a la reproducción (tener los hijos/as deseados)
La EDSS-ENS facilita datos relativos a los procesos de reproducción familiar o demográfica,
contemplando los casos de hogares y familias en los que se dan los siguientes problemas:
* No tienen el número de hijos o hijas deseado (inclusive adopción) por carecer de recursos económicos
suficientes para hacer frente a las necesidades básicas y/o por no disponer de una vivienda adecuada
* No tienen el número de hijos o hijas deseado por problemas de inseguridad laboral: paro, trabajos
eventuales y otras formas de inseguridad en el empleo (posible cierre o reducción de empleo)
* No tienen el número de hijos o hijas deseado por problemas relacionados con su cuidado: carencia de
recursos para contratar a una persona o enviar a los menores a la guardería, carencia de servicios
adaptados a sus necesidades u otro tipo de problema similar.
Teniendo en cuenta los resultados a las preguntas anteriores, la EDSS-ENS determina los hogares y
familias que no tienen los hijos o hijas deseados por alguno de los problemas contemplados.
Demanda de servicios y prestaciones por los hogares
La EDSS-ENS se completa con una aproximación al estudio de la demanda efectivamente realizada por
los hogares en relación con los servicios y prestaciones vinculados con la atención y resolución de los
problemas que se abordan en la operación estadística. Se entiende que esta demanda supone la
traducción práctica de las situaciones de necesidad existentes en la CAE. También se considera el
acceso a servicios y prestaciones.
Se consideran en este contexto los siguientes aspectos:
* El acceso a los servicios sociales.
Se contempla el acceso de los hogares a los servicios sociales, tanto los de carácter público como los
dependientes de asociaciones y ONG. La aproximación se centra en el contacto con estos servicios en
los tres años anteriores al momento de realización de la encuestación.
* La demanda y acceso a prestaciones y servicios en la CAE, fundamentalmente en lo relativo a los que
resultan de gestión directa por las Administraciones Públicas vascas, con referencia específica a las
ayudas, prestaciones y servicios siguientes:
- Las ayudas y prestaciones generales para la subsistencia de las Administraciones Públicas de la
CAE.
Dentro del ámbito de actuación de las instituciones autonómicas y forales de la CAE se consideran a
tales efectos las siguientes ayudas y prestaciones generales:
103
-- La Renta de Garantía de Ingresos (RGI), antigua Renta Básica o Ingreso Mínimo de Inserción.
-- La Prestación Complementaria de Vivienda (PCV).
-- Las Ayudas de Emergencia Social (AES).
-- El sistema de prestaciones no contributivas (PNC/FBS) y demás prestaciones asociadas
(PAGAMI).
- Otras ayudas económicas en la CAE.
Dentro del ámbito de actuación complementario de las instituciones municipales o de las
organizaciones no gubernamentales con intervención en el ámbito de actuación considerado, la
EDSS-ENS contempla las siguientes ayudas:
-- Otras ayudas económicas, normalmente de gestión municipal, tales como reducción de tasas de
vivienda, becas de comedor escolar o de guardería, etc.
-- Otras ayudas para la cobertura de las necesidades básicas, en particular las gestionadas desde el
ámbito de las organizaciones no gubernamentales.
- Los servicios de cuidado y atención a personas dependientes
Se incluye la demanda, así como el acceso efectivo, asociados a los siguientes tipos de servicios:
-- Ayuda a domicilio
-- Centros de día u ocupacionales
-- Teleasistencia.
-- Estancias temporales en residencia.
-- Servicios de vivienda comunitaria o residencia.
- Las ayudas económicas para el cuidado (dependencia).
Estas ayudas recogen las prestaciones económicas de apoyo a las personas con dependencia o a
sus personas cuidadoras. Se centran fundamentalmente en la actualidad en el sistema SAAD.
104
- Las ayudas a las familias
Se incluye finalmente información relativa al acceso directo en los últimos doce meses a las ayudas
del Plan Interinstitucional de apoyo a las familias con hijos e hijas o a otras medidas paralelas de
apoyo, como las gestionadas por algunos Ayuntamientos o por la Administración Central del Estado.
Estas últimas, importantes en 2006, han tendido en la práctica a desaparecer.