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    Movimiento, contradiccin y enfrentamiento social: qu hemos aportado loshistoriadores al conocimiento de la historiad de los trabajadores en Argentina?

    Nicols Iigo Carrera(Conicet/Iehs-Uncpba/Pimsa)

    Anlisis sociolgico y anlisis histrico: el tiempo como dimensinLos estudios sobre los trabajadores y su actividad, el trabajo, constituyen,potencialmente, uno los campos ms fructferos en la relacin entre la investigacinhistrica y la sociolgica. Y no puede ser de otra manera, ms all de las especificidadesque cada una de las diciplinas pueda presentar.

    Cmo concebir una historia que no tenga como sujeto colectivo a la sociedad, a losgrupos sociales, las clases y fracciones sociales que la componen? Cmo concebir unahistoria que no sea social, an cuando deba, en ciertas circunstancias, tomar enconsideracin las acciones de determinados individuos, condensacin ellos mismos derelaciones sociales?

    Si se pretende hacerla cientficamente, no hay historia posible del hecho nico eirrepetible sin ponerlo en el contexto del proceso social general en que se encuentra. Slosi se parte de los individuos vivientes reales, en sociedad, y se analiza su proceso dedesarrollo real, y por ende empricamente registrable, la historia deja de ser una coleccinde hechos muertos, como lo es para los empiristas, o una sucesin de acciones imaginariasde sujetos imaginarios, como lo es para los idealistas.

    Si algo parece dar especificidad a la historia como disciplina entre las ciencias queestudian a los humanos en sociedad es que (...) el tiempo (es) el lugar de suinteligibilidad1. Pero esto no puede ser atributo exclusivo de la historia si, comoacertadamente seal Marx, el tiempo es el espacio en que se desarrolla la humanidad2.

    Dicho de otra manera cmo investigar la sociedad prescindiendo de la dimensintemporal, que nos coloca inmediatamente en el campo de la historia de los procesossociales? cmo entender los rasgos que presenta el objeto de investigacin sin tenerpresente el proceso histrico en que se ubica? Resulta bastante obvio, a esta altura deldesarrollo de las ciencias sociales, que como fue sealado hace ms de un siglo y medio, lahumanidad hace su propia historia, pero bajo determinadas circunstancias que existen ytransmite el pasado. As como no hay historia que no sea social, tampoco hay anlisis de lasociedad que pueda prescindir de la dimensin histrica.

    Pero, volviendo a la especificidad de la historia como disciplina, generalmente seentiende a la historia como la ciencia que estudia el pasado, el tiempo pasado. De ningunamanera resulta novedoso sealar que, aunque el soporte emprico de la investigacin selocalice en cualquier tiempo pasado, por remoto que sea, el problema que una investigacincientfica pretende resolver slo puede ser planteado como tal a partir de interrogantes quepresenta la misma realidad en la que el historiador se encuentra inmerso, y con elinstrumental terico metodolgico que el conocimiento acumulado le brinda. De maneraque, en ese sentido, toda historia es presente.

    1 Bloch, Marc; Introduccin a la Historia; Mxico, FCA, 1957; p. 26.2 Eric Hobsbawm, sin duda uno de los historiadores actuales ms reconocidos, ha sealado, refirindose aKarl Marx, que seramos insensatos si descuidramos la prctica del pensador que, ms que cualquier otro,ha definido o sugerido la serie de cuestiones histricas que hoy atraen a los cientficos sociales (Hobsbawm,Eric; Historia social e historia de la sociedad, enSobre historia; Barcelona, Crtica, 1998, p.91).

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    Quizs resultara entonces ms apropiado distinguir historia de pasado yentenderla como anlisis de los momentos de gnesis y formacin de procesos socialescontemporneos; un desarrollo continuo en el que el historiador, con los instrumentosterico metodolgicos de que dispone, seala hitos y realiza periodizaciones.

    Es esta relacin entre pasado y presente la que permite al historiador entender, a

    partir de conocer las formas desarrolladas que se presentan hoy, lo que en el pasado sloapareca como embrin o forma no desarrollada. Pero, a la vez, en tanto la sociedadpresente est edificada sobre elementos de sociedades pasadas, un anlisis de cualquieraspecto de la sociedad actual que no atienda al proceso histrico no podr dar cuenta derasgos que aparecen en la sociedad presente. No porque la historia se repita, sino porqueexisten resabios de formas anteriores, que pueden aparecer como ininteligibles para quincarezca del conocimiento histrico. Tambin porque el presente se viste, a veces, de ropajehistrico en busca de la legitimacin que da el pasado3, no slo por aquellos que pretendenconservarlo sino tambin por los que pretenden cambiarlo e, incluso, para revolucionarlo4,con lo que la historiografa se constituye en instrumento de confrontacin, en el campo dela lucha terica e ideolgica.

    Esta relacin entre historia y presente se proyecta sobre cualquier anlisis quepretenda desentraar las tendencias existentes en la sociedad actual. Cmo analizar lasituacin por la que transita una sociedad, sus manifestaciones en todos los campos que lacomponen, y las tendencias, sin tomar en consideracin que ninguna formacin socialdesaparece antes de que se desarrollen todas las potencias productivas que caben en ella yjams surgen nuevas formas de organizacin social si no han aparecido, al menos, lascondiciones para su realizacin?

    De manera que si bien, como seala Bloch, el presente no se explica por el pasado,tampoco se puede entender plenamente la sociedad presente sin conocer su proceso degnesis y formacin. Es decir el movimiento histrico. Toda la historia es un proceso, esdecir, movimiento, cambio constante, transformacin y desarrollo. Movimiento de la sociedadque involucra los movimientos de la vida material (fuerza de produccin), del estado social(modo de cooperacin) y de la conciencia; movimientos que a su vez tienen velocidades dis-tintas, y pueden y deben entrar en contradiccin entre s. Contradiccin y conflicto de lasfuerzas, es decir direccin del movimiento sujeto a la voluntad, nunca individual sinoresultante colectiva, que actan en la sociedad. Voluntad y conciencia (cualquiera sea su gradode desarrollo) que siempre estn presentes.

    Pero aqu debe introducirse la distincin que seala Antonio Gramsci entre lo quellam movimiento y hechos orgnicos (relativamente permanentes) de losmovimientos y hechos de coyuntura, que se presentan como ocasionales, inmediatos,casi accidentales5.

    Y ac es posible que se encuentre uno de los puntos que han contribuido a undistanciamiento del anlisis de historiadores y socilogos. Porque mientras la sociologa,desde su nacimiento, se presenta como ciencia de lo orgnico (aunque muchos socilogossuelen dejar de lado el movimiento), la historia, al menos la tradicional acadmica, sepresent como el relato de lo ocasional, de los acontecimientos, sin intentar siquieraestablecer el nexo con el movimiento orgnico o confundiendo ste con las historias de la

    3 Marx, Karl; El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.4 Hobsbawm, Eric; El sentido del pasado; enSobre Historia.5 Gramsci, Antonio; Notas sobre Maquiavelo, la poltica y el estado moderno.

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    civilizacin, que suelen serlo slo del espritu, las ideas, los estados, etc., sinatender a sus condiciones materiales de existencia.

    Slo si se conoce el nexo dialctico entre ambos movimientos y hechos se puedeconocer la sociedad investigada, incluyendo sus procesos histricos. De manera que elanlisis sociolgico y el anlisis histrico deben tener presente el movimiento, en sus dos

    manifestaciones (orgnico y coyuntural) y su nexo dialctico, tal como se manifiestan entodos los campos de relaciones (materiales e ideolgicas) que constituyen a los individuosen sociedad y a esta misma como algo ms que la mera sumatoria de individuos. El desarro-llo de la sociedad, es la resultante de las fuerzas que operan contradictoriamente en losdistintos campos de relaciones sociales, originando los momentos de crisis, en que se dirime larelacin entre fuerzas y emerge a una nueva situacin. El proceso de gnesis, formacin ydesarrollo de las fuerzas sociales as como el momento en que se dirime la relacin defuerzas estn constituidos por enfrentamientos sociales.

    Conocer el nexo entre el movimiento orgnico y el movimiento ocasional implicaconocer las contradicciones entre la fuerza productiva material de la sociedad, las formassociales en que se organiza la sociedad conformando los grupos sociales asentados en lasformas de la propiedad, y la conciencia de su situacin que toman los distintos grupossociales. Conciencia que es distinta para cada grupo social, que conlleva a la confrontacinentre ellos y que se manifiesta en los procesos de enfrentamientos sociales.

    Hobsbawm ha sealado que los conflictos sociales ponen de manifiesto aspectoscruciales de la estructura social porque aqu se fuerzan hasta el lmite y que ciertosproblemas importantes no pueden estudiarse excepto en tales momentos de erupcin6.Ms an, puede decirse que la observacin de los enfrentamientos sociales permite conocertodos los elementos constitutivos de la sociedad en movimiento.

    Trabajadores, historiadores y socilogos en ArgentinaObservado en el campo de la historia como disciplina, parece bastante evidente que

    cierto distanciamiento entre historiadores y socilogos se ve acentuado por el proceso decreciente corporativizacin que las ciencias sociales han sufrido especialmente desdecomienzos de los aos 80. Cuando, como sealar ms adelante, se reduce una disciplinacientfica a una corporacin, las principales preocupaciones terminan apuntando, ms que alos resultados del trabajo de investigacin, a las disputas por espacios ocupacionales ycargos dentro de cada corporacin y entre corporaciones.

    Pero, en lo que hace a los estudios sobre los trabajadores y el trabajo, no es sta lanica razn. La historia escrita del movimiento de los trabajadores, y ms an de la clasetrabajadora, es una tarea en gran medida incumplida en la Argentina; hay vastos campos yperodos casi completamente ignorados, y an el mero registro de hechos es muchas vecesinexistente.

    Torre7 ha sealado acertadamente que esto se debe a la visin elitista de los crculosde los historiadores acadmicos, que han considerado sujeto de la historia, muchas vecesescrita como historia familiar, a individuos de las clases dirigentes. Desde esa perspectivalas llamadas clases subalternas conforman, en el mejor de los casos un espectador pasivopara las acciones del hroe, y slo ocasionalmente irrumpen en la escena, probablemente

    6 Hosbawm, Eric; Historia social e historia de la sociedad enSobre historia.7 Juan Carlos Torre, Acerca de los estudios sobre la historia de los trabajadores en Argentina, enAnuariodel IEHS, N5, Tandil, 1990.

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    espoleadas por agentes subversivos. Para una concepcin de la historia que todava hoyconsidera a la estructura de clases como un producto cultural, asentado sobre ciertas ideasde clase, y sus representaciones simblicas, tantode parte de los actores del perodo, comode quines registran ese proceso para la historia"8 y al proceso histrico (poltico,econmico y sociocultural) como producto de la aplicacin de ideas-fuerza que, con

    divergencia de grado, animaron los esfuerzos de varias generaciones de argentinos

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    ,difcilmente los trabajadores constituyan un tema de inters: su objeto de investigacin sonesas ideas-fuerza y sus portadores en este mundo: polticos, militares, curas ydiplomticos10. Los historiadores liberales, apologistas de la sociedad argentina deprincipios del siglo XX para los que el orden conservador constituye el mximo exponentede la organizacin social, ignoran o minimizan la lucha de los trabajadores, cuyos efectosno deseados ms vale olvidar11.

    Sin embargo, la historiografa sobre la organizacin sindical y poltica de lostrabajadores en la Argentina existe y se remonta mucho msatrs que la dcada de 1960,cuando el tema irrumpi en algunos espacios universitarios12. Esa historia fue escrita pormilitantes del movimiento obrero, de distintos orgenes sindicales y polticos, aunquemanteniendo ciertas caractersticas de la historia acadmica: narrativa de hechoscronolgicamente ordenados.

    Este rasgo, lo mismo que su carcter apologtico o crtico, ya que estabanfuertemente teidas por el intento por justificar las posiciones polticas del grupo al queperteneca el autor, han sido reiteradamente sealados por los historiadores profesionalescomo falencia de los historiadores militantes, pretendiendo reducirlos a la categora defuentes. Sin embargo, ninguna de estas obras dej de hacer referencia, con ms o menosdetalle o precisin, a la naturaleza y fisonoma socio econmica de la Argentina en que segestaba el movimiento obrero. Por otra parte, aunque realizaran recortes, recordando unoshechos y olvidando otros, no tienen slo la enorme virtud de haber recopilado materialdocumental, sino tambin de haber sido escritas, a pesar de su explcito alineamientopoltico (o probablemente debido a l), a partir de problemas reales planteados almovimiento obrero y a la sociedad argentina (por ejemplo, las metas del movimiento de los

    8 Academia Nacional de la Historia,Nueva Historia de la Nacin Argentina tomo 4, p. 134.9 Idem, tomo 4, p. 134.10 Esta concepcin de la historia no ha tomado nota de un descubrimiento realizado por la ciencia hace ms

    de un siglo y medio: los procesos histricos no pueden atribuirse simplemente al desarrollo general delespritu y las instituciones jurdicas no se explican por s mismas. En cambio, se ha propuesto reafirmar sudesconocimiento de los aportes metodolgicos realizados desde las teoras del socialismo (que en el campoespecfico de los estudios histricos han dado lugar a trabajos tan ricos como los de Eric Hobsbawm,E.P.Thompson, Georges Rud, Ernest Labrousse o Pierre Vilar) para reivindicar las posiciones de los tericosdel capitalismo naciente o incluso anteriores: se trata de superar al decimonnico Marx con los dieciochescosAdam Smith y Montesquieu, o con Alexis de Tocqueville, Joseph-Arthur de Gobineau, Toms de Aquino o

    Agustn de Hipona.11 Prefieren ignorar, as, la existencia de un movimiento obrero que tan tempranamente como 1909 se habadesarrollado al punto de forzar con su lucha a que el gobierno nacional, en la persona del presidenteprovisional del Senado, virtual vicepresidente de la Nacin, tuviera que reunirse a negociar con lasdirecciones de las centrales sindicales.12 Por ejemplo, la clasicaLa FORA, de Diego Abad de Santilln, publicada en 1933. O Historia delsocialismo argentino, de Jacinto Oddone (tornero, ebanista, historiador y diputado), publicada en 1934, yGremialismo Proletario Argentino, del mismo autor, publicada en 1949, que fue el intento ms ambicioso dehistoria del movimiento obrero desde la perpectiva del partido Socialista. Y otras menos conocidas como la deMartn CassarettoHistoria del movimiento obrero, publicada en 1946 y 1947.

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    trabajadores, reforma o revolucin, partido o sindicatos, legislacin laboral, etc). Su relatose centraba en buena medida en la descripcin de la lucha de los trabajadores, por lo que ladimensin del enfrentamiento social estaba siempre presente. Por muchos aos fueron elnico registro sistemtico de la historia de los trabajadores y bibliografa obligada (anhoy) de cualquier estudioso del tema.

    Esta historia llamada militante intent relacionar los aspectos econmicos ypolticos con los principales hechos de la lucha de los trabajadores, pero centr la mirada enlas organizaciones sindicales y los partidos polticos. El resultado fue un relato, ms omenos detallado segn los casos, de huelgas, surgimiento de sindicatos y centralessindicales, y luchas entre las distintas corrientes ideolgicas y polticas. El sujeto de estashistorias era el movimiento obrero organizado sindical y/o polticamente,fundamentalmente, aunque no exclusivamente, urbano: otras fracciones proletarias eranmenos consideradas pero no ignoradas en la medida que a veces se pretende sealar.

    El clima intelectual gestado en la Argentina desde fines de los 50, pero que florecien los sesenta y setenta, expres el desarrollo de las luchas polticas y sociales tanto en elTercer Mundo como Europa y Estados Unidos. El desarrollo de movimientos de liberacinnacional y social, en particular la Revolucin Cubana, ayudaron a la radicalizacin deestudiantes e intelectuales, convocados por las luchas populares, en particular cuando conlos azos de 1969 se hizo presente en el escenario poltico una fuerza social, que se habagestando a lo largo de los quince aos previos, acaudillada por el proletariado. Tampoco sepuede olvidar que frente al ascenso de las luchas populares tanto los centros de podermundial como local estimularon la investigacin sobre los nuevos protagonistas de lahistoria.

    Sin embargo, resulta difcil encontrar en esos aos trabajos de historia delmovimiento obrero y sus luchas realizados por historiadores13.

    Los aportes ms conocidos en la nueva serie de estudios sobre la historia de lostrabajadores, en particular sobre las luchas que los tuvieronpor protagonistas, fueronrealizados desde fuera del mundo acadmico y universitario14: aparecieron nuevas historias,con caractersticas semejantes a las ms antiguas, realizadas por militantes sindicales ypolticos15; y el tema instalado en el mbito de la ciencias sociales, fue ms bien patrimoniode socilogos, devenidos historiadores16 o no. Algunos de los trabajos histricos hoy

    13 Aunque dirigidos a un pblico general no puede dejar de mencionarse trabajos comoLos anarquistasdeHugo del Campo, publicado en 1971 y, especialmente, laHistoria del movimiento obrero, dirigida porAlberto Pl y publicada en fascculos por el Centro Editor de Amrica Latina.14 Por ejemplo, los trabajos de Osvaldo Bayer sobre el anarquismo, como Los anarquistas expropiadores(1975), que recopilaba artculos escritos entre 1967 y 1971, ySeverino DiGiovanni, el idealista de laviolencia(1970) , y sobre las huelgas de la Patagonia en los aos 20, Los vengadores de la PatagoniaTrgica (1972-1974). Si bien estn hechos con la metodologa narrativa tradicional arrojaron luz sobre hechosde la historia de los trabajadores silenciados hasta ese momento.

    15 Por ejemplo, los tres volmenes deEl movimiento sindical argentino, de Sebastin Marotta, quecomenzaron a publicarse en 1960; laHistoria del Movimiento sindical, de Rubens Iscaro, publicada en 1973;laHistoria del movimiento social y de la clase obrera argentina, de Alfredo Lpez, publicada en 1971; sinolvidar la breve pero muy ledaDel anarquismo al peronismode Alberto Belloni (1960). Pueden citarsetambin, entre muchos otros, Los marxistas del 90de Jos Ratzer (1969), El movimiento socialista en laArgentina, del mismo autor, o Los socialistas, de Jos Vazeilles (1967).16 Julio Godio public en 1972La Semana Trgica de enero de 1919, centrada en el anlisis de eseenfrentamiento social, y El movimiento obrero y la cuestin nacional: inmigrantes, asalariados y lucha declases. 1880-1910, que en 1973 reedit con el ttulo deHistoria del movimiento obrero argentino, y el mismosubttulo. Este trabajo se constituy en el primer tomo de una historia ms bien poltico institucional en varios

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    clsicos generados en esa poca, por ejemplo sobre el papel de los trabajadores en losorgenes del peronismo, fueron obra de socilogos17. Lo mismo cabe decir sobre los hechosdel 69 (Cordobazo, Rosariazo, etc.): las investigaciones no superadas en la construccin deconocimiento sobre ellos, han sido obra de investigadores formados en la sociologa18, yalgn trabajo realizado recientemente reivindicando una perspectivahistrica no ha

    significado un avance en el conocimiento, sino ms bien lo contrario

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    .Sera entonces acertado decir que en ese momento comenz a instalarse entre loshistoriadores la temtica de los trabajadores, tanto en su aspecto de clase constituida por elcapital (migraciones, condiciones de vida, etc) como en el aspecto de la construccinde suconciencia, aunque este inters se reflej poco, y ms tarde, en la produccin escrita20. Eldesarrollo de los estudios sociolgicos enriqueci los estudios histricos; el mbitocompartido en la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA, asi como la formacin delCentro de Estudios de Historia Social, contribuyeron a la apertura de nuevas perspectivas,sobre todo con relacin a las condiciones de vida de los trabajadores, y a generar nuevasinquietudes entre los futuros historiadores. Pero debe recalcarse que las obras pioneras ymuchas de las que se citan ms adelante fueron realizadas fuera de Buenos Aires21.

    En realidad, los trabajos de investigacin de los historiadores slo pudieronapreciarse aos ms tarde, en obras escritas por historiadores argentinos fuera del pas22 y

    volmenes, centrada en las corrientes poltico sindicales, que abarc todo el siglo XX y acaba de serreeditada, revisada y corregida nuevamente, por el autor.17 Por citar slo los ms conocidos Murmis, Miguel y Portantiero, Juan CarlosEstudios sobre los orgenes delperonismo, publicado en 1971 por Siglo XXI y Durruty, CeliaClase obrera y peronismo, publicado en 1969por Pasado y Presente. Posteriormente las investigaciones y compilaciones realizadas por J uan Carlos Torre:La vieja guardia sindical y Pern. Sobre los orgenes del peronismo, Sudamericana, 1990;La formacin delsindicalismo peronista, Legasa, 1988; El 17 de octubre de 1945, Ariel, 1995. Tambin Pont, Elena SusanaPartido Laborista: estado y sindicatos, CEDAL, 1984.18 Balv, Beba, Marn, Juan Carlos, Murmis, Miguel et al Lucha de calles, lucha de clases. Delich, Francisco,Crisis y protesta social, Balv, B. y Balv, B. El 69. Huelga poltica de masas.19 Para una extensa fundamentacin de esta afirmacin ver Nicols Iigo CarreraAcerca de los sesenta y lossetenta. Comentario de dos libros, Anuario IEHS N12, 1997. La historia ciencia o literatura? A propsitode la respuesta de James Brennan, Anuario IEHS N13, 1998. Criterios de verdad en el anlisis cientfico dela historia. Un ejercicio, en Juan Carlos Cena (compilador) El Cordobazo. Una rebelin popular; BuenosAires, La Rosa Blindada, 2000.20 Por ejemplo en los trabajos de Leandro Gutirrez Condiciones de la vida material de los sectores popularesen Buenos Aires. 1880-1914yCondiciones materiales de vida de los sectores populares en el Buenos Airesfinisecular (enDe historia e historiadores. Homenaje a Jos Luis Romero (Mjico, Siglo XXI, 1984).21 Jos Panettieri public en 1968 su tesis doctoral realizada en la Universidad de La PlataLos trabajadores.

    Ofelia Pianetto public Industria y formacin de la clase obrera en la ciudad de Crdoba, 1880-1906, en1972. No puede dejar de mencionarse la reedicin en 1968 por la Universidad de Crdoba deEl estado de lasclases obreras argentinas a comienzos del siglo, esto es el completsimo Informe realizado por Juan BialetMass en 1904.22 Por ejemplo, Argentina: fromanarchismto peronism. Workers, unions and politics, 1855-1985, de RonaldoMunck, Ricardo Falcn y Bernardo Galitelli.

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    en la eclosin de trabajos publicados despus de la salida del gobierno militar23, a los quese incorporaron los producidos por una nueva generacin de historiadores24.

    Otro campo de problemas que se origin en los 60 (aunque esta filiacin sea pocoasumida hoy), se constituy a partir de las polmicas acerca de la naturaleza y fisonomaque presentaba el desarrollo capitalista en Amrica Latina, con el correlato poltico que

    derivaba de su caracterizacin (revolucin socialista / revolucin democrtico burguesa).La persistencia de relaciones consideradas precapitalistas, aunque producidas por elcapitalismo, dificult la caracterizacin como proletarios de grandes grupos sociales,aunque se tratara deun vasto semiproletariado, del mismo tipo en muchos sentidos, deldescripto en Europa25, pero con los rasgos especficos propios del proceso histrico deconquista militar y sometimiento de la poblacin indgena y africana.

    Es quizs con relacin a este campo de problemas (las relaciones productivas en laArgentina de los siglos XVIII y XIX) donde se han realizado los mayores avances en lasltimas dcadas, ampliando el campo de losestudios sobre los trabajadores. Aunque pocasveces se centran especficamente en stos26, esas investigaciones, con sus derivaciones entrabajos de demografa histrica (migraciones, poblacin), permitieron matizar la imagende un campo rioplatense dedicado exclusivamente a la ganadera con el descubrimiento deuna produccin agraria bastante diversificada, la existencia relevante de un campesinadocuya actividad productiva se basaba en la utilizacin de la fuerza de trabajo familiar, peroque tambin se ocupaba temporalmente en los establecimiento productivos grandes omedianos como asalariados, junto a los esclavos (despus, libertos) y a migrantesasalariados del interior27. Tambin contribuyeron las investigaciones que se ocupan de lasdistintas formas delacoaccin extraeconmica (aunque no necesariamente lasconceptualicen as)28.

    En este aspecto de las relaciones productivas y la formacin del proletariado, coneventuales referencias a las luchas de los trabajadores, el mbito investigado se ampli no

    23 Por citar slo algunos: Del Campo, HugoSindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vnculoperdurable(1983); Falcn, RicardoLos orgenes del movimiento obrero (1857-1899) (1984); Bilsky,Edgardo La Semana Trgica (1984) y La FORA y el movimiento obrero (1985); Fiorito, SusanaLas huelgasde Santa Cruz (1921-1922) (1985)24 Por ejemplo, Salas, ErnestoLa resistencia peronista: la toma del frigorfico Lisandro de la Torre (1990);Frydenberg, Julio y Ruffo, Miguel La Semana Roja de 1909(1992) y la mayor parte de los trabajoscompilados por Waldo Ansaldi enConflictos obrero-rurales pampeanos (1900-1937), publicado en 1993.25 Por ejemplo en Kautzky enLa cuestin agraria.26 Una excepcin esLos trabajadores de Buenos Aires. La experiencia del mercado: 1850-1880de HildaSbato y Luis Alberto Romero (Sudamericana, 1992).27 Entre otra investigaciones, con posiciones y resultados contrapuestos acerca de la caracterizacin de lasrelaciones productivas en la campaa bonaerense de los siglos XVIII y XIX pueden citarse Fradkin, Ral(compilador) La historia agraria del Ro de la Plata colonial (1993); Azcuy Ameghino, EduardoPoder

    terrateniente, relaciones de produccin y orden colonial (1996); los numerosos artculos publicados en elAnuario IEHS N12 (IEHS-FCH-UNCPBA, Tandil, 1997); Garavaglia, Juan CarlosPastores y labradores deBuenos Aires. Una historia agradria de la campaa bonaerense (1999). Un balance de los resultados de estasinvestigaciones puede verse en Garavaglia, Juan Carlos y Gelman, J orge; Mucha tierra y poca gente: unnuevo balance historiogrfico de la historia rural rioplatense (1750-1850), en Historia Agraria N 15, SEHA,1998.28 Por ejemplo: los trabajos de Ricardo Salvatore, entre ellos: El mercado de trabajo en la campaabonaerense (1820-1860) y Reclutamiento militar, disciplinamiento y proletarizacin en la era de Rosas, y de

    Jorge GelmanEl fracaso de los sistemas coactivos de trabajo rural en Buenos Aires bajo el rosismo, algunasexplicaciones preliminares.

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    slo temporalmente, desde finales del siglo XVII29 hasta la primera mitad del siglo XX,sino tambin a reasdistintas dela estrictamente pampeana y rioplatense, en particular alnoroeste azucarero30 y el Chaco31.

    Tambin originado en los sesenta, aunque indirectamente a travs de la influenciade otras experiencias32, se introdujo en los ochenta, una nueva manera de hacer historia: la

    llamada Historia desde abajo, en la que la atencin est centrada en los trabajadoresmismos ms que en sus vanguardias organizadas, y en sus luchas y formas de organizacin.Comparando la menor importancia de la historia desde abajo en Argentina, Torre loatribuye al hecho de que en Brasil la historia tradicional ignor a los trabajadores mientrasque en Argentina el peronismo oblig a tenerlos en cuenta. Sin embargo, no pueden dejarde considerarse otros factores: en la Argentina el sindicalismo y el economicismo tienen ungran peso como concepciones ideolgicas, por lo que la historia de la clase obrera fueconsiderada, durante dcadas, la historia de los sindicatos y de las organizaciones polticasque actuaban en ellos. Despus, a finales de los 70 y en los 80, mientras el movimiento delos trabajadores en Brasil se encontraba en un momento ascendente (incluyendo elcrecimiento del PT) en la Argentina los estudios sobre las luchas de los trabajadores (y, enrealidad, los trabajadores mismos) estaban casi prohibidos. Con el fin de la tendenciaascendente y el comienzo del perodo contrarrevolucionario, las ciencias sociales fueronafectadas por las polticas antisubversivas, cuyos efectos en las conciencias fueronbastante ms all de los producidos por las muertes, desapariciones o prisiones deintelectuales y cuadros de la fuerza popular.

    Por eso, si partimos del hecho de que las reconstrucciones de la realidad por elpensamiento son una resultante de las relaciones establecidas entre los seres humanos,difcilmente podamos hacer un anlisis de la situacin en que se encuentran los estudioshistricos sobre los trabajadores y el trabajo hoy sin partir de una caracterizacin de lasituacin general en que esos estudios se insertan.

    Si en los aos 60 y 70, generalmente tomados como punto de partida para el anlisisde la historiografa contempornea sobre los trabajadores, el hincapi de los pocoshistoriadores que se ocupaban del tema estuvo centrado en las luchas de los obreros, en los80 y 90, ofensiva exitosa y hegemona del capital financiero mediante el inters temticoemprendi otros recorridos. Si hace casi medio siglo se abocaron a estudiar ms bien elmovimiento, en los ltimos aos se ha hecho ms visible su aporte al estudio de esa parte

    29 Tandeter, Enrique; Coaccin y mercado. La minera de la plata en el Potos colonial (1692-1826); BuenosAires, Sudamericana, 1992.30 Los numerosos trabajos que han realizado Daniel Campi (entre otros como autor y compilador deEstudiossobre la historia de la industria azucarera argentina; Unju-UNT, 11991 y 1992, 2 volmenes), y Ana Teruel,Marcelo Lagos y otros miembros de la UNHIR de la Universidad de Jujuy. Por ejemplo: Conti, Viviana,

    Teruel, Ana y Lagos, Marcelo; Mano de obra indgena en los ingenios de Jujuy a principios de siglo;

    CEDAL, 1988. Terual, Ana y Jerez; Omar Pasado y presente de un mundo postergado, UNJu, 1998.31Nicols Iigo Carrera; La violencia como potencia econmica;Buenos Aires, Cuadernos de Cicso Nro 35,1979. Reeditado CEDAL, 1988.Las modalidades de la coaccin en el proceso de gnesis y formacin delproletariado para la industria azucarera del nordeste argentino (1870-1940), en Campi, Daniel(compilador); "Estudios sobre la Historia de la Industria Azucarera" Vol. II; S.S. de Jujuy; 1992.La conquistade un territorio: economa y coaccin en la gnesis, formacin y crisis de la regin chaquea 1870-1990 enCuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Jujuy; N5; 1995.Fracciones y capas que constituyen el proletariado chaqueo. Los obreros en la regin algodonera desde1910 hasta 1950; PIMSA, Documento N 8, 1997.32 La ms importante la de los historiadores ingleses que partieron de Marx (Hobsbawm, Thompson).

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    de las relaciones ideolgicas (relaciones que dependen de la voluntad, que pasan por laconciencia) a las que se refieren como lo cultural.

    Cules son las condiciones sociales y polticas en que se insertaron las versionesargentinas de la historia desde abajo?33

    A partir de 1976, y hasta hoy, la oligarqua financiera consigui imponer sobre los

    trabajadores condiciones que se resumen en mxima jornada de trabajo y mnimo salario(disminuidos no slo en trminos reales sino nominales), para los que tienen empleo,precario e inestable, junto con el despojo de condiciones conquistadas histricamente. En labase de esta situacin est el crecimiento de una masa de poblacin sobrante para el capital,que va hundindose en la pobreza, consolidndose en la miseria.

    La ofensiva exitosa de la clase capitalista desarrollada a nivel mundial desde losprimeros aos de la dcada del 70 tuvo como uno de sus arietes, en el plano de lasconciencias, la proclamacin de la falacia que afirma que, en el capitalismocontemporneo, la clase obrera disminuye hasta desaparecer, reemplazada por mquinas yrobots; esta falacia, que se apoya en un uso ms bien simpln de los datos censales queasimila categoras ocupacionales a clases sociales, tuvo amplia difusin en la Argentina, ycontribuy a aislar y debilitar a la clase obrera. Lo mismo que la afirmacin de que susformas histricamente constituidas de lucha y organizacin son sustituidas por nuevosmovimientos sociales (de mujeres, jvenes, indgenas y otros) que no son de baseeconmica sino, ms bien, "de base sociocultural"34.

    Especficamente en el campo de la historiografa, particularmente de la liberal, estasfalacias se complementaron con la afirmacin de la inexistencia de la clase obrera en laArgentina de la primera mitad del siglo XX debido a la fortaleza del estado y la altamovilidad social, negando entidad a buena parte de los 130 aos de luchas que vienendesarrollando los trabajadores argentinos tantoen la defensa de sus intereses inmediatoscomo en la bsqueda de sus metas histricas35.

    33 Resulta llamativo cmo los balances ms conocidos sobre la produccin historiogrfica argentina sobretrabajadores (el ya citado trabajo de Juan Carlos Torre, y Los sectores populares y el movimiento obrero, deLeandro Gutirrez y Luis Alberto Romero), que hacen explcita referencia a las condiciones sociales ypolticas (Revolucin Cubana includa), en que se gest la historiografa de los sesenta y setenta, presentan lahistoriografa de los ochenta en adelante como un fenmeno exclusivo de los historiadores, msprofesionales, menos atados a los requerimientos de la sociedad.34 Los resultados de una investigacin que estamos realizando en PIMSA sobre las formas de la protestasocial en la Argentina de los ltimos 12 aos muestran que son los trabajadores asalariados los que mayorcantidad de acciones de protesta han realizado y que son las personificaciones de categoras econmicas(asalariados, pequeos productores) o sociales tradicionales (como estudiantes) los que dan cuanta de ms del90% de las acciones realizadas, mientras que los nuevos movimientos sociales realizan menos del 10% delas acciones registradas.35

    Incluso Daniel James (Resistencia e Integracin. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-1976; Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1990), que se plantea "explorar la experiencia histrica de lostrabajadores argentinos" y acierta en su crtica porque "la clase trabajadora aparece generalmente como unacifra, casi como una construccin ideal al servicio de diferentes paradigmas ideolgicos, o como "masasurbanas pasivas y manipuladas que resultan de un proceso de modernizacin incompleto, por la distancia quetoma de los instrumentos tericos y de las explicaciones que apuntan a la totalidad no advierte que la claseobrera desarrollaestrategias, como aparentes propietarios de fuerza de trabajo y como reales expropiados. Poreso, aunque entiende por qu la clase obrera se incorpora mayoritariamente a la alianza que toma la formapoltica deperonismo, no advierte que esa incorporacin expresaba una poltica como clase y concluye quePern constituy a la clase obrera argentina.

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    Conceptos como clases sociales o proletariado fueron reemplazados porsectores populares, que, segn sus cultores, presentan la ventaja de ser ms indefinidos ypor ello ms tiles para analizar la siempre compleja sociedad (sic). Lo mismo que en elcampo de la sociologa se apela a un saber ms profesional, que no busca leyesexplicativas, ms que a un conocimiento cientfico basado en la utilizacon de instrumental

    terico (al que se anatemiza como lecho de Procusto).En estas condiciones se insert la historia desde abajo, de manera que, por logeneral, no se intent analizar la lucha misma de los obreros. La investigacin se centrms bien en las condiciones de vida y de trabajo, aunque, en buena medida, la lnea deestudios sobre las condiciones de vida de los trabajadores deriv hacia un importantedesarrollo de los estudios sobre los inmigrantes y sus organizaciones, que claramente sealejaron de la investigacin sobre los trabajadores para ocuparse de aspectos tnicos yculturales sin especial referencia a clases sociales.

    Aunque debemos felicitarnos de que el posmodernismo, con toda sus debilidadesdesde el punto de vista del conocimiento cientfico36 ha tenido poca influencia sobre loshistoriadores argentinos, probablemente por el peso de E.P.Thompson, los 80 y los 90 hanasistido a la difusin de los estudios sobre la cultura obrera, que es el campo msbeneficiado por estas tendencias en la historiografa argentina, emparentndose quizs mscon la antropologa que con la sociologa37. Sin embargo, aunque abordan el campo de lasconcepciones ideolgicas, es decir de las formas de la conciencia, eluden asumir la temticadesde esta perspectiva.

    Con una lectura particular de los trabajos de Thompson y Williams38, esta corrientehistoriogrfica pretende estudiar la diversa y compleja experiencia cultural de lostrabajadores, observando valores, percepciones e instituciones, pero olvidando que laexperiencia de lucha debera estar en el centro de su inters: si se trata de entender culesson las concepciones del mundo que guan las acciones de los trabajadores qu mejor queanalizar esas mismas acciones, ms que tratar de reconstruir sus presuntas lecturasmediante registros de fondos editoriales o contenidos de bibliotecas39. El nfasis en lahistoria de la cultura marcha junto con la explcita renuncia a todo intento por establecer unorden jerrquico entre las distintas esferas de las relaciones sociales presentes en eldesarrollo histrico.

    Aunque esta tendencia se ha constituido actualmente en la dominante, no es lanica.

    36 Ver Hobsbawm, Eric; Sobre historia.37 Aunque, nuevamente, una sociloga ha realizado varios trabajos sobre la temtica (Barrancos, DoraEducacin, cultura y trabajadores (1890-1930), Cedal, 1991 y Anarquismo, educacin y costumbres en laArgentina de principios de siglo, Contrapunto, 1990) existen numerosos trabajos de historiadores como, por

    ejemplo, los trabajos de Leandro Gutirrez y Luis Alberto Romero y los compilados por ellos enSectorespopulares, cultura y poltica. Buenos Aires en la entreguerra, Sudamericana, 1995, y Anarquistas. Cultura ypoltica libertaria en Buenos Aires. 1890-1910, Manatial, 2001, de Juan Suriano.38 Los trabajos ms conocidos sonThe Making of the English Working Class, de E.P. Thompson, y Marxismoy Literatura, de Raymond Williams.39 No existe una relacin directa entre lecturas y acciones. Por ejemplo, es posible que algunos de loshistoriadores que siguen los lineamientos dominantes en la historiografa actual lleguen a leer este artculo;pero parece poco probable que esa lectura influya en sus acciones.

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    Reivindicndose tambin como historia desde abajo, con nfasis en lo cultural40,y con la pretensin de dar a la tcnica de la historia oral el status de teora, se han realizadonumerosos trabajos, especialmente sobre los trabajadores y sus luchas en las ltimasdcadas41. Tambin aqu puede plantearse una cierta involucin hacia el historicismo, en elsentido de que se enfatiza lo que los sujetos dicen ms que lo que hacen, y cierto

    positivismo, en el sentido de considerar a la fuente (ahora oral) como directa transmisora dela verdad.La lucha de los trabajadores, fundamentalmente en los aos 60 y sobre todo de los

    70, se ha enriquecido con mltiples descripciones realizadas en ponencias a congresos,particularmente las jornadas organizadas por el grupo Hacer la Historia42.

    Las investigaciones realizadas en PIMSA43, toman como dimensin central la luchay centran la observacin en los enfrentamientos sociales como momentos constitutivos dela clase obrera (de las clases sociales), intentando, a la vez, un uso riguroso del instrumentalterico.

    A la vez, este, seguramente incompleto, registro de las tendencias y productos de lainvestigacin histrica argentina, debe resaltar la creciente produccin de investigacionessobre la historia de los trabajadores del interior del pas a lo largo del siglo XX, en granmedida ignorada an al nivel del mero relato, pero en la que se han realizado avances desdedistintas perspectivas, que, curiosamente, toman en cuenta los procesos de lucha yorganizacin44.

    La investigacin en historia hoyHace algo ms de diez aos Torre afirmaba que los historiadores argentinos que

    tienen como objeto de investigacin a los trabajadores tendan a reemplazar la tradicional

    40 Y tambin con otros puntos de contacto con la concepcin dominante: coinciden en que son loscomportamientos individuales de los investigadores, ms que criterios cientficos de produccin deconocimiento, los que deben utilizarse para evaluar la produccin cientfica: para unos, la adscripcin a lademocracia en abstracto y el cumplimiento de un cdigo de tica; para los otros, tener como interlocutores alos trabajadores. Coinciden tambin en el rechazo a la teora como instrumento imprescindible para elconocimiento cientfico y en un relativismo y subjetivismo que por momentos parece bordear la renuncia a labsqueda de la verdad cientficamente comprobable. Estas afirmaciones estn extensamente fundadas enNicols Iigo CarreraLa investigacin en historia disciplina cientfica o corporacin profesional, Razn yRevolucin N5, 1999 yQu historia y qu militancia, Razn y Revolucin N7, 2001.41 Pozzi, PabloOposicin obrera a la dictadura, Contrapunto, 1988. Pozzi, Pablo y Schneider, AlejandroCombatiendo al capital. Crisis y recomposicin de la clase obrera argentina (1985-1993), El Bloque, 1994.Berrotarn et al. Estudios inconformistas sobre la clase obrera, Letra Buena, 1994.42 Recopilados en Antognazzi, Irma y Ferrer, Rosa (compiladoras), Del Rosariazo a la Democracia del '83,UNR, 1995 yArgentina. Races histricas del presente, UNR, s/f., que incluyen varios trabajos realizados porsocilogos43 Por ejemplo: Mara Celia Cotarelo y Fabin Fernndez Lucha del movimiento obrero y crisis de la alianza

    peronista argentina, junio y julio de 1975 y marzo de 1976(1997) yHuelga general con movilizacin demasas. Argentina, junio y julio de 1975 (1998). Nicols Iigo CarreraLa estrategia de la clase obrera. 1936,Pimsa/La Rosa Blindada, 2000.44 Por ejemplo el trabajo de Daniel Dicsimo Ms all de la fbrica (La Colmena-IEHS, 2000), sobre losobreros metalrgicos de Tandil; los de Mnica GordilloEl movimiento obrero ferroviario desde el interiordel pas (1916-1922) (Cedal, 1988) yCrdoba en los 60. La experiencia del sindicalismo combativo (UNC,1996); y el de Mara Celia Bravo Liberales, socialistas, iglesia y patrones frente a la situacin de lostrabajadores en Tucumn(en Juan Suriano compiladorLa cuestin social en Argentina 1870-1943; LaColmena, 2000). Tambin, aunque dentro de una temtica mayor, Pl, Alberto (coordinador), Aguila,Gabriela, Guevara Gustavo y Viano, CristinaRosario en la historia. De 1930 a nuestros das (UNR, 2000).

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    pregunta por el cmo, que produca la historia narrativa, por la pregunta sobre el porqu. Sin embargo, un balance de la produccin historiogrfica hace que esta afirmacinsea hoy ms que controvertible.

    Hoy predomina el empirismo, que tiene como punto de partida y de llegada loshechos. Las concepciones dominantes pretenden imponer el rechazo a toda explicitacin

    de instrumentos organizados en teoras. Se plantea como un estadio del conocimientosuperado el intento por comprender el conjunto del movimiento de la sociedad, y seconsidera que la investigacin histrica no debe buscar conocer las leyes (tendencias) querigen ese movimiento, intentando articularlas en un sistema, sino que debe limitarse aconsiderar hechos aislados, en los distintos campos de la realidad (polticos, econmicos oculturales), sin intentar descubrir las vinculaciones existentes entre los distintos campos.Como es imposible conocer un campo de la realidad sin ponerlo en vinculacin con el todo,es decir, atendiendo a las contradicciones inherentes a esta sociedad que se hacenobservables en los enfrentamientos sociales, slo se consideran la superficie de losfenmenos. Otra manifestacin del empirismo es un proclamado eclecticismo, que, dehecho, no consiste en la incorporacin de conocimientos obtenidos desde distintos orgenestericos a un cuerpo terico sistematizado que ordena al conjunto de los conocimientosalcanzados, sino en la negacin prctica de toda teora, y en la incorporacin deexplicaciones ad hoc o, frecuentemente, la apologa o denigracin de lo que se deberaexplicar.

    Las concepciones dominantes postulan la conveniencia de centrarse en sujetos msestrechos y el abandono de las grandes narraciones que son reemplazadas por pequeasnarraciones. La historia sigue centrada en la observacin del movimiento ocasional ms queen el anlisis del nexo entre ese movimiento y el movimiento orgnico.

    Estas posiciones dominantes, con una concepcin que parece entroncar directamentecon la falacia del progreso lineal e indefinido de fines del siglo XIX, se fundamentanargumentando que lo nuevo es mejor que lo antiguo, pasado de moda, que es comose caracteriza a todo intento por conocer la totalidad y las tendencias que en ella existen.Sin embargo, debera reflexionarse que nuevo no es sinnimo de verdadero, y que lameta del conocimiento cientfico no es la novedad sino la verdad.

    Directamente vinculado a la prdida de la verdad como meta est la apelacin a unahistoria asptica, desprendida de las contaminaciones de las ideologas. Claro que, dadoque no hay conocimiento desprendido de alguna concepcin del mundo, la postulacin deuna ciencia que se atiene a recoger los hechos slo puede estar encubriendo eldesconocimiento por parte del investigador de las mismas condiciones en que estproduciendo conocimiento, con la imposibilidad de superar lo que puede convertirse en unobstculo epistemoflico, y la consiguiente naturalizacin de las percepciones, de losinstrumentos utilizados y de los resultados obtenidos. O, peor an, puede tratarse deldeliberado ocultamiento de los alineamientos del investigador, que permite presentar unasituacin como lo natural, incuestionable, tan caro a los liberales y otros defensores delorden social establecido. El desenlace de los procesos de luchas polticas y sociales delltimo medio siglo y la hegemona lograda por el capital financiero, que naturaliza (aveces bajo la forma de percibirla como lo que es posible hoy) una determinadaconcepcin del mundo, brindan para ello condiciones favorables. Cualquier conocimientoque muestre el carcter social, histrico y por tanto contradictorio y expresado enenfrentamientos y conflictos sociales es considerado ideolgico.

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    Con el argumento de superar el positivismo, se ha abandonado a la verdad comometa. En cambio son los dictmenes de lo que se denomina la comunidad de loshistoriadores los que van estableciendo las prcticas que se deben seguir, aparentementepor fuera de cualquier inters poltico de cualquier clase o fraccin social. La verdad encada momento es lo que determina la comunidad cientfica. Y al no haber criterios

    objetivos, bajo la supuesta defensa de una pluralidad de opiniones se termina negando laexistencia de la realidad ms all del sujeto que conoce, y los distintos grados deaproximacin a un conocimiento verdadero de esa realidad.

    De modo que, ms que la consolidacin del conocimiento cientfico sobre la historiade los trabajadores que comenz a desarrollarse hace cuarenta aos, lo que se est lograndohoy es la conformacin de unacorporacin profesional. Un panorama no demasiadodiferente del de otras disciplinas de las ciencias sociales, que se corresponde con lafisonoma y naturaleza del momento por el que transita el capitalismo.

    diciembre 2001