ia entre sueños

Upload: xandasbolas

Post on 04-Apr-2018

229 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    1/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 1

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    2/267

    NGELES IBIRIKANGELES IBIRIKAEntre SueosEntre Sueos

    Entre Sueos (2010)

    ARGUMENTO:ARGUMENTO:

    Beatriz nunca quiso conocer a su abuelo, pero cuando se entera de que a sumuerte todas las propiedades del viejo le pertenecen, las acepta paravenderlas al mejor postor.

    Antes de que las tierras sean adquiridas por un comprador, una situacininesperada y humillante, provoca que Beatriz, la sofisticada mujer de ciudad,corra a refugiarse en aquel lugar que considera inhspito.

    All, en el apacible pueblo de montaa de Roncal, se encuentra con Jon, elatractivo veterinario que gobierna las tierras, el ganado y los negocios de suabuelo, y que siempre pens que las posesiones pasaran a sus manos paracontinuar con la labor del anciano, al que quiso como a un padre.

    La llegada de Beatriz, a la que l considera una mujer sin alma que permitique el abuelo viviera y muriera solo, ser el inicio del enfrentamiento entre doscorazones orgullosos que estn seguros de tener poderosas razones paraodiarse.

    Pero el Valle de Roncal es una tierra legendaria y hermosa. Podr, ese lugarmgico, cambiar las ambiciones, transformar los sueos, convertir el odio endeseo, y el deseo en amor?

    SOBRE LA AUTORA:SOBRE LA AUTORA:

    ngeles Ibirika, la mayor de cuatro hermanos, es una mujer sencilla queadora la naturaleza, los animales, la tranquilidad. Vive en el campo, junto al

    amor de su vida y sus hijos, Aitor e Irati. Amante de los placenteros momentosde lectura, disfruta de modo especial creando sus propias novelas.Dirigi durante aos su propia librera hasta que el deseo de ser madre, porsegunda vez, le llev a dejar todo lo que pudiera mantenerla apartada de sushijos. Cuando stos dejaron de necesitarla, comenz a narrar las vidas de lospersonajes que conviven en su pensamiento. No les puedes escuchareternamente y no escribir lo que te cuentan, asegura mientras, seguramente,su cabeza entreteje su siguiente historia.

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    3/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    El Valle del Roncal, una zona de los Pirineos moldeada porEl Valle del Roncal, una zona de los Pirineos moldeada porancestrales tradiciones. Un lugar repleto de bosques, de genteancestrales tradiciones. Un lugar repleto de bosques, de gentesencilla y de incgnitas. Ubicacin excepcional para recrear estasencilla y de incgnitas. Ubicacin excepcional para recrear estanovela de sentimientos, rencores y enfrentamientos que nosnovela de sentimientos, rencores y enfrentamientos que nosenreda, sin embargo, en una de las ms hermosas historias deenreda, sin embargo, en una de las ms hermosas historias de

    amor.amor.Beatriz ha crecido aborreciendo a Ignacio Ochoa de Olza, suabuelo. Aun as, el anciano la sorprende legndole suspropiedades. Desde que recibe la noticia, su nico pensamientoes venderlo todo y llevar a cabo su ilusin: un hotel de lujo.

    Jon, sin embargo, ha conocido a ese hombre trabajado con l yha llegado a quererlo como a un padre. La aparicin en el valle dela arisca y altiva mujer que hereda todo lo que l soaba quefuera suyo provoca su inmediata antipata hacia ella.

    Entre sueos es una novela que enamora desde la primera

    pgina, que te arrastra a un entorno de increble belleza yaumenta la fascinacin en el correr del entramado de estaasombrosa historia. La escritora no se cie simplemente al relatoromntico de sus protagonistas, sino que te involucra en la espiralde sus vidas, te obliga a emocionarte con ellos y dar tu opinin envoz alta ante el conflicto de emociones que les atraen y alejan ala vez. Porque desde que comienzas a leer la novela, ya eresparte de ella.

    ngeles Ibirika es una narradora portentosa. Un autnticoresplandor para los que amamos las novelas de pasin.

    NIEVES HIDALGO

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 3

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    4/267

    Dedicado a un navarro muy especial. Eduardo Ibirika, mi abuelo. Elhombre con el corazn ms noble y tierno que he conocido jams. El

    llevaba, en sus ojos y en su alma, la nobleza y la magia que loshombres del Reino de Navarra poseen.

    Y a la memoria de Begoa Ibirika, con todo mi amor y miagradecimiento por la bondad que derroch siempre su corazn.Siempre la llevar en el mo.

    NGELES IBIRIKA

    Dales vida a los sueos que tienes escondidos, descubrirs quepuedes vivir estos momentos con los ojos abiertos y los miedosdormidos, con los ojos cerrados y los sueos despiertos.

    MARIO BENEDETTI

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    5/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    Valle del Roncal, 1950.

    Tan poco hombre eres que no piensas defenderte? acometi Luca conojos llenos de odio.

    Ignacio permaneci sentado, con los brazos sobre la mesa y la mirada en lascartas que ella haba arrojado junto a sus manos. Cmo iba a defenderse, sino tena ni argumentos ni fuerzas para hacerlo?

    Qu he hecho mal? volvi a preguntar Luca. Dime en qu te hefallado.

    El neg con la cabeza. Se saba el nico culpable, el responsable delsufrimiento que estaba mortificando a su esposa y a l mismo, responsable deaquella agona inmensa que ni siquiera le permita hablar. Entrecruz los dedossobre la madera y se trag las lgrimas. Le haban enseado que un hombreno debe llorar, aun cuando la vida se le est cayendo a pedazos.

    Luca s lloraba, y lo haca con la mezcla de dolor y de rabia que habaapagado el amor que hasta entonces haba sentido por su esposo.

    Ni siquiera te vas a dignar mirarme mientras te hablo? pregunt,parada junto a la puerta de la cocina.

    Ignacio necesit coger aire antes de hacerlo. El peso del desnimo le anclabay le inmovilizaba el cuerpo y hasta el pensamiento. Se volvi despacio, y elcorazn le dej de latir cuando vio una pequea maleta a los pies de suesposa.

    Qu significa eso? consigui balbucear, con el rostro descompuesto.Me voy dijo ella, sacando fortaleza de su dolor. Me voy de esta casa yde tu vida. Me voy porque no quiero verte nunca ms.

    El llanto de un beb son a la vez que Ignacio se levantaba. Luca sali haciala habitacin conyugal y unos segundos despus regresaba con su nio enbrazos, abrigado con una mantilla blanca de lana.

    Es mi hijo dijo Ignacio a media voz, consciente de que estaba a punto deperderlo.

    Pero yo lo he parido respondi Luca, y se ir conmigo.El desafo en la mirada de la mujer se clavaba en la sombra doliente y

    vencida en la que en la ltima media hora se haba convertido Ignacio. Sabaque ya no tena ningn derecho a pedir, pero necesitaba hacerlo.

    No me abandones suplic. En sus ojos se evidenciaban todas laslgrimas que se estaba tragando, toda la oscuridad en la que se estabasumiendo.

    Pero eso a Luca no le despert la piedad. La agraviada era ella, que siemprese haba entregado sin condiciones.

    Cmo tienes la poca decencia de pedirme algo as? bram con la durezaque le brotaba de su alma herida.

    Sabes que puedo impedir que os vayis dijo l con toda su verdad perosin rastro de amenaza. La ley estara de mi parte.

    El temor atenaz el pecho de Luca. Se encogi, abrazando con fuerza a su

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 5

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    6/267

    beb. Se dijo que, a pesar de todo, l no sera capaz de obligarla a vivir a sulado hacindole ms dao del que ya le haba causado. No le rompera la vidapor segunda vez.

    Lo hars? pregunt, con un atisbo de duda.Ignacio inspir con fuerza pero el oxgeno no le alcanz los pulmones. Neg

    con la cabeza, despacio, sin dejar de mirarla. No poda retenerla contra suvoluntad. No poda causarle ms dolor ni ms frustracin. Tena muy clarodnde terminaban sus derechos, dnde comenzaba su dignidad.

    Luca suspir y cogi su maleta. Volvi a enfrentar su mirada con la de suesposo, reprochndole en silencio que hubiera sido capaz de provocar tantodao. El nio comenz a llorar de nuevo, como si presintiera que jamsvolvera a escuchar el sonido de la voz de su padre y se revelara ante ello.Ignacio trat de acariciarlo con dedos temblorosos, pero ella retrocedi dospasos para que no lo alcanzara.

    Espero que los remordimientos no te dejen vivir sentenci Luca, dejando

    que el orgullo le ocultara el desconsuelo. Rezar para que te consumas en elinfierno.

    Ignacio no pudo responder. El sufrimiento que haba causado le dola ms al mismo que a ella, por eso se resignaba a ser quien ms perdiera en laseparacin.

    La observ salir con su pequeo, que era toda su vida. Conoca muy bien la

    fortaleza y la obstinacin de su esposa, saba que no volvera a verlos.Fue su desesperacin la que le hizo avanzar tras ella.

    Luca se detuvo en mitad del pasillo, se gir despacio y se encar con l. Ledesafiaba en silencio a que intentara detenerla. Y lo haca porque estabasegura de que eso no ocurrira. Saba que en apenas tres segundos cruzara lapuerta y se alejara para siempre de esa casa y, unos minutos despus,tambin abandonara la villa de Roncal para no regresar jams.

    Ignacio se mes el cabello con dedos crispados. Volvi a tragarse laslgrimas, esta vez ms amargas, ms afiladas, ms dolientes, que ledesgarraron las entraas. An tuvo tiempo de mirar, por ltima vez, lahermosa carita de su nio antes de que Luca se diera la vuelta y caminarahacia la calle.

    Cuando la perdi de vista regres a la cocina y se par ante las cartas,apret los puos y cerr los ojos con pesar. En ese momento no poda sentir losremordimientos que ella le haba deseado que fueran eternos, no los tena.Slo le embargaba una pena inmensa, una tristeza profunda que comenzaba acongelarle el corazn.

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    7/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    CAPTULO 01CAPTULO 01

    Valle del Roncal, en la actualidad.

    Lament que la fra lluvia de marzo que haba cado durante todo el dahubiera cesado justo para recibirla.

    Consideraba que ella mereca como bienvenida una tormenta de granizobien cargada de rayos y truenos. Eso le hara entender, nada ms llegar, queaqul no era su sitio.

    De aquella mujer slo conoca el sonido de su voz y su nombre, pero encuanto vio el BMW que abandonaba la carretera comarcal para internarse en elcamino de la finca, supo que el buitre ya haba llegado a por su parte del festn.

    Y l tena que hacer de anfitrin, pens mirando hacia aquellas nubes negrasque haban dejado de derramar agua. Las mismas que Beatriz observ desde elinterior de su automvil cuando lo detuvo al inicio del sendero.

    Segn las coordenadas que ella misma haba introducido en el navegador,se era el lugar, pero no terminaba de creerlo. Aquello estaba en medio deninguna parte. El abogado tena que haberse equivocado al darle la direccin.

    Se alegr cuando descubri presencia humana. Y aunque su nimo noestaba para frivolidades, le gust que fuera un hombre joven y atractivo.

    Sac del bolso sus elegantes gafas de sol y se las puso con rapidez mientrasel desconocido que podra orientarla se acercaba. No quera que viera sus ojos

    congestionados por las lgrimas que haba derramado durante horas.Baj el cristal de la ventanilla para preguntar, pero l, parado ante la

    portezuela, con las manos en las caderas, se le adelant:Beatriz Ochoa de Olza, imagino dijo, percibindola tan altiva y orgullosa

    como la haba imaginado, pero con un aspecto ms dulce y delicado del que lehaba supuesto.

    Beatriz no supo si deba alegrarse. Por un lado, que l fuera el hombre quebuscaba, era bueno; y por otro, que aquel espacio verde y salvaje fuera sulugar de destino, era algo terrible. Haba deseado llegar all para refugiarse allorar en una casa que no vea por ningn lado.

    T debes de ser Jon dijo sonriendo y tratando de no adelantarse a losacontecimientos. No estaba segura de haber acertado con el sitio.

    Pues lo ha hecho seal l, preguntndose cmo lo haba conseguidocon esas gafas oscuras en un da tormentoso y plomizo. Aqu est reunida laparte ms importante de toda su herencia.

    An no estaba todo perdido, pens Beatriz. Probablemente sta era laexplotacin ganadera, pero la casona que haba pertenecido a su abuelo ydonde iba a pasar los prximos das, deba de estar en un lugar ms civilizado.

    Esto es bonito minti para no mostrar que tanta naturaleza le provocabavrtigo, pero imagino que no es todo aadi, sin querer interesarse demodo directo por la casa.

    Abri la portezuela del coche.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 7

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    8/267

    Jon pudo verla con un vestido azul que le cubra hasta la mitad del muslo, yque al final de unas largusimas piernas se calzaba con unos zapatos de alto yfino tacn de aguja. Un atuendo perfecto para visitar los establos, pensenojado.

    Los negocios de su abuelo estn en Pamplona explic con impaciencia,

    dicindose que adems de arrogante deba de ser corta de entendimiento.Son unas carniceras, una de ellas de carne caballar. El resto, lo que msamaba, est aqu, entre las tierras, la cabaa de ganado y su casa en...

    A eso me refiero interrumpi Beatriz, satisfecha, saliendo del automvil ymirndole por encima del cristal de las gafas. Me dijo el abogado que lacasona era...

    Cort lo que estaba diciendo para lanzar un grito a la vez que caa haciaatrs, sobre el hueco de la puerta abierta del coche. Estir los brazos y sesujet con dificultad a la carrocera.

    Jon no movi ni un dedo para ayudarla. Acababa de apreciar el alivio que le

    provocaba a ella escuchar hablar de la casa de Ignacio; como si hubierahallado un palacio en un mundo de mugrientos. Ahora observaba satisfechocmo la generosa tierra de Roncal, bien empapada de lluvia, le haba engullidolos finos tacones y los mantena bien sujetos mientras ella luchaba pormantenerse en pie.

    Est segura de que saba adnde vena? pregunt en tono de burla,retrocediendo unos pasos para contemplarla mejor.

    Beatriz se qued inmvil, con las punteras de sus zapatos levantadas y lostalones bien encajados al suelo, y mirndole, perpleja. No esperabaencontrarse con un sofisticado dandi, pero tampoco con un patn que

    disfrutara vindola en apuros. Estaba acostumbrada a caballeros que sedesvivan por complacer a una dama.

    Sin atreverse a mover las manos para encontrar algo bien firme dondesujetarse, sopl con fuerza para apartarse un grueso rizo dorado que le caaentre los ojos. Estuvo a punto de responder a aquel hombre como mereca,pero se dijo que no lo hara; no se mostrara tan vulgar como l. An en unmedio hostil como aquel valle perdido entre montaas y ante un majadero sineducacin, ella no perdera la suya.

    Inspir y exhal con suavidad, tal y como su profesor de yoga le habaenseado a mantener la serenidad en momentos de crisis, y mir a su

    alrededor. Una pequea casa de piedra, de una planta, con un banco demadera bajo una de las ventanas, llam su atencin.Espero que eso no sea la propiedad que he heredado de Ignacio dijo,

    segura de que la respuesta sera un rotundo no.Jon se entretuvo un momento observndola. Trataba de medir, fijndose en

    la fuerza con la que aquella mujer aleteaba los orificios de su nariz y comprimalos labios, lo frustrada y lo enfurecida que estaba.

    Puedes responderme? apremi Beatriz con impaciencia. Esa no es lacasa de Ignacio, verdad?

    A Jon le incomod que para referirse a su abuelo lo llamara por su nombre.

    Mir hacia la pequea edificacin de piedra que se ergua, solitaria, en unextremo de la finca. Despus se volvi a ella: demasiado altiva. Seguramentese consideraba por encima de cualquier cosa que pudiera encontrarse en aquel

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    9/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    lugar; pero sobre todo por encima de l. Inspir con una malsana satisfaccinal comprender que eso era, principalmente, lo que ella haba llegado buscando:la estupenda casa de Ignacio. No soportaba la idea de verla all ahora que ya

    no estaba el pobre viejo.sa es dijo, disfrutando de la sorpresa que lea en los ojos de Beatriz.

    Su abuelo acostumbraba estar cerca de sus negocios, y los ms importanteseran su ganado y sus quesos. Por eso convirti la borda en su casa.

    Borda... repiti ella, jurndose que no perdera los nervios.Mientras se preguntaba qu maldita cosa era una borda, intent liberar sus

    tacones del barro, pero slo consigui sacar el pie del zapato. Frustrada, lointrodujo de nuevo y dej de pelear con la tierra para mirar con orgullo a Jon.

    l no pudo contener una carcajada mientras se giraba hacia un costado.Desde que el abogado del difunto Ignacio le llam diciendo que la nieta

    heredera pasara a conocer sus propiedades, se haba consumido en un humorendemoniado. Ahora, viendo el agobio en el que ella agotaba sus energas,comenzaba a relajarse.

    Una borda es una cabaa de pastores inform con placer al mirarla denuevo. A veces es necesario quedarse a dormir cerca del ganado.

    Y ella tendra que pasar all la noche.Beatriz se trag el nudo de llanto que le oprima la garganta. De las seis

    horas que haba conducido desde Madrid, ms de tres se las haba pasadollorando. No quera comenzar otra vez. Al menos no delante de aquelpueblerino ignorante y spero que la trataba sin ninguna cortesa.

    El albacea me asegur que era una gran casa.El albacea, que adems siempre fue el abogado de su abuelo, es un tipo

    muy guasn, pero no sabe gastar bromas. Resopl para evitar volver a rer.Se habr divertido mucho imaginando su cara al llegar aqu.

    Mirar hacia aquel lugar, pequeo y sombro, la agobiada, pero, aun as,prefera aquella visin a la del gesto de mofa de Jon. Record al abogado, el talLuciano Bessolla, sentado ante la mesa de su lujoso despacho, en lo mscntrico de Pamplona, con las paredes cubiertas de ttulos, diplomas y mspapel inservible, mientras le hablaba de las propiedades que haba heredadodel difunto Ignacio Ochoa de Olza: su abuelo.

    Es increble que alguien que se considera un profesional pueda jugar conestas cosas farfull, tan abatida como enfadada. Pero me va a or. Ytambin a Diego, porque cuando l se entere...

    Recordar a Diego le termin de agriar el humor. No quera pensar ni en l nien el abogado.

    Ech un vistazo hacia los lados. Haba conducido entre estrechosdesfiladeros que ya le auguraban que la llevaran a ese infierno verde en el queahora se hallaba, con una alfombra hmeda y espesa bajo sus pies, con tierrafangosa que le estaba engullendo los tacones de sus mejores zapatos. A suizquierda, al inicio de la finca, estaba la carretera por la que haba llegado, el

    ro Esca y una selva ascendente de rboles y arbustos. A su derecha, msbosque, ms pinos, ms verde... Y todo aquel verde comenzaba a marearla.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 9

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    10/267

    Por primera vez, comprendi lo que Boucher quera decir cuando asegurabaque la naturaleza es demasiado verde y est mal iluminada.

    De pronto escuch el sonido del silencio junto al inquietante murmullo de lasaguas del ro. El perturbador sonido del silencio.

    Pero... inspir despacio para no mostrar preocupacin. No querafacilitarle ms motivos para que se divirtiera a su costa, no puedo creer quealguien quiera vivir aqu. Esto es muy solitario.

    Solitario.A cualquier cosa llamaba solitario, pens Jon. De haber sentido un mnimo de

    simpata por ella, le habra hablado de lugares en verdad solitarios y nicos.Lugares en los que el silencio sabe hablarle al alma, donde se escucha caer elroco y respirar a los rboles, donde la tierra hmeda huele a vida y hasta lasleyendas se pueden sentir, lugares a los que jams llevara a alguien como ella.Cruz los brazos sobre el pecho, separando las piernas, mostrando que elaprieto en el que ella estaba le traa sin cuidado.

    No debe preocuparse por eso. Con un movimiento de cabeza le sealotra parte del terreno, a su espalda. Estar bien acompaada.

    A Beatriz, con los pies clavados al suelo y sujetndose al coche para no caer,no le result sencillo girar el cuerpo. Pero lo consigui, y sus ojos se posaron enlo que le pareci una larga nave como la de cualquier polgono industrial deMadrid. La parte superior de las paredes blancas, algo as como un tercio,desapareca y eran las columnas desnudas las que soportaban el peso deltejado rojo.

    Eso que ve son los establos de las ovejas continu Jon, asegurndose deque ella entendiera dnde iba a quedarse. A la derecha, en la zona cerrada

    hasta el tejado, estn la quesera y las cmaras. El resto, hasta el final, es lacasa de los Ionescu; la familia rumana que trabajaba para su abuelo y queahora lo hace para usted. Por si ella se haca ilusiones de tener compaa esanoche, Jon lo aclar, con una malvola sonrisa. Ya han terminado susquehaceres por hoy; estarn cenando, as que se los presentar maana.

    Beatriz calcul la distancia que separaba aquello que l llamaba casa delabuelo, de los seres vivos ms cercanos; podra ser como dos manzanas delPaseo de la Castellana del Madrid que ya comenzaba a aorar.

    Jon, insensible a su angustia, se acerc hasta apoyar una mano sobre lapuerta trasera del coche y continu hablando:

    Tras esa nave hay otra que usted no puede ver desde aqu. Lade lacabeza para observar de cerca la tierra que morda sus tacones, y sus ojoschispearon divertidos. Y dudo que tenga algn deseo de moverse.

    Estoy descubriendo que eres un hombre muy sagaz dijo Beatriz conirona. Prueba a iluminarme

    le desafi, volvindose hacia l y tambalendose de nuevo hasta queconsigui sujetarse a la carrocera con ms fuerza.

    Jon sonri sin disimulo. Le habra gustado ver la frustracin que ocultaban lasgafas en los ojos de esa mujer del mismo modo en que, estaba seguro, ellaestaba leyendo la mofa en los suyos.

    Son los establos de las vacas y las yeguas. Despus todo son pastos yaadi con sorna: Hay algo ms que quiera usted saber?

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    11/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    Beatriz tena muchas preguntas, pero no quera hacerlas porque la actitudde aquel hombre la exasperaba. A pesar de todo, no fue capaz de resistirse:

    Dnde vives t? Ms que a consulta, son a exigencia.

    Aquellos aires de reina que un rato antes le hubieran encendido a Jon todossus demonios, ahora le divertan. Pens que era una fierecilla codiciosaatrapada y vencida por un poquito de barro... y por l, que estaba dispuesto aterminar de arreglarle el da.

    Vivo en Roncal; el pueblo que ha dejado atrs, como a un kilmetro. Seapart del vehculo y se detuvo ante ella, introduciendo las manos en losbolsillos. Yo slo trabajo aqu, y estaba a punto de irme aadi para hacerlasentir an ms sola.

    En el rostro de Jon continuaba danzando una sonrisa de guasa yautosuficiencia. Beatriz volvi a ventilar su rabia dilatando y encogiendo los

    orificios de su nariz. Record a su profesor de yoga. Volvi a respirar de modortmico y pausado, y se dej caer sobre la fina piel negra del asiento de suBMW. Alz los pies descalzos hasta las alfombrillas secas del automvil y seinclin hacia el exterior para alcanzar sus zapatos pringados de hierba hmeday barro.

    Acercar el coche hasta la casa dijo con brusquedad, a la vez que loslanzaba con mpetu hacia la parte trasera, estiraba el cuello y elevaba labarbilla.

    Condujo descalza, tratando de mantener el ritmo de su respiracin yrepitindose que en dos o tres das regresara a Madrid, se olvidara de aquel

    inhspito lugar, y su vida volvera a ser la que siempre haba sido.No se dign mirar atrs. Confi, o ms bien rez porque l la siguiera y le

    entregara la llave, le abriera la puerta o le dijera de qu maldita forma podaentrar en aquella horrible cabaa.

    Jon camin tras ella con una sospechosa sonrisa. Estaba de buen humor.Tanto, que segn se acercaba decidi que la ayudara a meter sus maletas enla casa.

    Hora y media despus era noche cerrada. Las nubes negras queamenazaban tormenta, derramaban una pesada oscuridad que llen de fro elespritu de Beatriz cuando cedi a la ocurrencia de mirar a travs del cristal dela ventana.

    No tuvo nimos para llamar al abogado y pedirle que le explicara lo de lamaravillosa casona que segn l haba heredado. En ese momento sudesesperacin segua siendo lo que haba dejado atrs, el dolor que le causabarecordar lo ocurrido y no ser capaz de comprenderlo.

    Con el estmago vaco, el miedo en el cuerpo y una soledad en el almamayor an que la que tena cuando sali huyendo de Madrid, se meti en lacama y alz las mantas hasta cubrirse la cabeza, igual que cuando era nia y

    jugaba al escondite, tapndose los ojos con las manos ante la creencia de que,si ella no vea a nadie, nadie la poda ver a ella.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 11

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    12/267

    Ahora necesitaba esconderse de la vergenza que senta, del lugar patticoen el que se refugiaba, de la oscuridad, de la soledad, del silencio.

    Mientras tanto, en una acogedora cocina de Roncal, en el segundo piso deuna gran casa de piedra, Aitana pona sobre la mesa una bandeja con filetes demerluza rebozada y un cuenco con ensalada.

    Para Cosme y su esposa, la hora de la cena la marcaba la llegada de Jon, elhijo menor y el nico que an permaneca soltero. Acostumbraban esperarlesin importar lo que tardara, excepto en pocas especiales de trabajo intenso.Entonces, llegada una hora prudente, Aitana pona un puchero con agua alfuego y colocaba sobre l un plato hondo con una generosa racin, y lo cubracon una tapa. Una vez que el agua comenzaba a hervir, reduca la temperaturapara que slo mantuviera el calor y se acostaba sabiendo que, cuando su hijollegara, encontrara la cena caliente.

    Pero sta no era una de esas noches, y Aitana estaba sentada a la mesa,entre su marido y su hijo, dispuesta a disfrutar, ms de la compaa que del

    delicioso pescado.Cosme estaba emocionado. Esa tarde l y su compaero de cartas haban

    ganado la partida de mus en la que los perdedores pagaban una tanda decafs. Haban transcurrido semanas desde su ltima victoria, y no se cansabade contar, con todo detalle, cmo se haba desarrollado el tercer juego que lesdio el triunfo.

    Jon cenaba en silencio. Ni participaba de la conversacin ni la atenda. Tenasu mente en la borda, en Beatriz, en que con ella en Roncal la paz se le habaacabado. En que si ella no se iba, tendra que ser l quien abandonara eltrabajo, y si la cosa se complicaba demasiado, tal vez hasta los negocios que

    ahora compartan.Terminada la cena y cuando su padre comenzaba a escenificar por tercera

    vez el momento sublime del ordago, Jon pareci despertar de su letargo.Ha llegado dijo, manteniendo la vista en el trozo de pescado que le

    quedaba en el plato y que desplazaba de un lado a otro con el tenedor.Ha llegado? pregunt su madre, sorprendida. Quin ha llegado?Beatriz Ochoa de Olza con la mirada an baja, exager la resonancia de

    cada palabra. Ha llegado hace unas dos horas.Cosme olvid su grandiosa hazaa del mus, y apartando su plato vaco

    inclin el cuerpo sobre la mesa.

    No habas dicho que vendra maana?Estaba equivocado. Jon dej caer el tenedor, que son sobre la

    porcelana, y alz la mirada. El abogado me ha llamado a primera hora de latarde. Segn dijo, ella acababa de decidir que vendra. Cmo iba aimaginarme que ya estaba en camino? se lament, y agit la cabeza,incrdulo. La gente normal necesita hacer planes, preparar maletas, avisaren el trabajo. Cosme resopl y guard silencio. Saba lo que aquella llegadasupona para su hijo. Hasta haba rezado para que la nieta no se dignaraaparecer por all para conocer lo que haba heredado. Se palp el bolsillo de lacamisa y sac un arrugado paquete de cigarrillos. Una mirada reprobatoria de

    Aitana bast para que devolviera el tabaco a su lugar.La madre preocupada pas a dedicar toda su atencin a su hijo.

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    13/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    La esperbamos. Poca importancia puede tener que llegue un da antes oun da despus dijo, tratando de transmitirle calma.

    Jon ni siquiera la escuch. Se senta demasiado molesto y malhumorado.

    Si la hubierais vistocoment entre dientes. Es orgullosa, estpida,soberbia...

    No deberas hablar as de ella interrumpi con suavidad Aitana. Es lanieta de Ignacio.

    Nieta de Ignacio... Sus labios se curvaron en una sonrisa cnica. Esettulo le queda grande.

    Cosme volvi a recostarse en el respaldo de su silla. Sobre aquel asuntoprefera no opinar delante de su esposa, al menos hasta conocer a lamuchacha.

    Eso no es de nuestra incumbencia continu diciendo Aitana. Ella tienetodo el derecho a estar aqu, y t no deberas dejar que esto te amargue.

    No lo har. Sonri, slo para tranquilizarla. Despus mir a su padre, queobservaba en silencio. Saba que pensaba como l, pero que no lo dira por nocomenzar una discusin. De todos modos, mam, parece que has olvidadotodo el sufrimiento del viejo.

    No se me ha olvidado nada! Haba alzado demasiado la voz. Suspir ytom la mano de Jon entre las suyas. No lo he olvidado, cario, pero estoysegura de que a estas alturas Ignacio ya la habra perdonado.

    Jon respir hondo. Haban pasado pocos meses desde la muerte del abuelo yan le dola recordarlo. Si al menos Beatriz hubiera esperado un poco ms paraaparecer, l hubiera tenido tiempo para asimilarlo, para esperarla, parahacerse a la idea de que las cosas haban cambiado.

    Aitana lo sinti lejos, le vio el brillo en los ojos y le apret la mano que anmantena entre las suyas.

    Cuntanos cmo es la chica dijo, intentando aligerar la conversacin.Jon agit la cabeza para sacudirse los pensamientos y tranquiliz a su madre

    con una expresiva y enternecedora sonrisa.Y para qu, si no merece la pena? Suspir, haciendo una pausa en la

    que volvi a verla con claridad. Es rubia, de altura puede que me llegue por

    la barbilla, delgada... ms bien seca aclar, siendo consciente de queexageraba. Seguro que a ti te parecera guapa, pero yo slo veo una mujerinsoportable que aparenta tener muy mala leche.

    Como su abuelo! intervino Cosme, animado porque aquel comentario nole comprometa.

    Sdijo, mirando a su padre, como su abuelo, aunque lo domina mejorde lo que lo haca l. Mientras hablbamos me sonrea como si todo lepareciera perfecto. Pero te aseguro que por dentro arda en furia aadi convisible satisfaccin.

    No habrs discutido con ella! exclam Aitana, inquieta.

    No. Tan slo nos hemos tanteado. Cuando le mostr... Pens mejor loque iba a decir. Cuando le mostr su casa me desaparecieron todas lasganas de pelea.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 13

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    14/267

    Creo que debera ir a verla pens Aitana en voz alta. Presentarme yofrecerle mi ayuda para lo que necesite. Mir a su marido, que seguaobservando en silencio. En cuanto recoja la cocina, t y yo iremos a ver a esachica.

    No tan deprisa, mam. Cogi aire mientras sonrea. Ella no est en el

    pueblo.Cmo que no est en el pueblo? Dnde est, entonces?Jon mir los rostros interesados de sus padres. Saba que en cuanto abriera

    la boca recibira un buen sermn. Pero las reprimendas de su madre no lepreocupaban, y las de su padre apenas si se producan. Cogi su vaso de vino yapur despacio el ltimo sorbo.

    Est en la borda dijo, dejndolo de nuevo sobre la mesa. Pasar all lanoche.

    Dios del amor hermoso! exclam Aitana. Pero, en qu estabapensando esa chica para quedarse en ese sitio?

    Dio por sentado que eso no poda ser la casona de su abuelo. Jon recordel aire de superioridad de Beatriz y apret los dientes hasta que se le deshizola sonrisa. No pude resistirme. Le dije que eso era la fantstica morada quehaba heredado.

    Cmo has podido hacerlo? Aitana se esforzaba en no alzarle la voz. Sialguien me hubiera dicho que t haras una cosa as, no lo hubiera credo.

    No soy un santo, mam. Ni se consideraba un santo ni le gustaba que lepresionaran para que lo fuera. Y no te pongas trgica por esta tontera, nodeja de ser una vivienda aunque lleve deshabitada mucho tiempo.

    Deberas subir a buscarla y llevarla a su casa.Mam, por favor! protest con impotencia. No le des tantaimportancia. Es un buen modo de bajarle los aires de reina con los que hallegado. Dselo, pap! pidi, volvindose hacia Cosme. Dile que nadie semuere por pasar una noche en la borda.

    Prefiero no opinar, hijo. Siempre que discuto con tu madre salgoperdiendo. Pero... mir a su esposa y susurr, nosotros hemos vivido alldurante muchos aos y somos gente normal; sin traumas.

    No es lo mismo; ella est acostumbrada a otras cosas! contest, yCosme decidi continuar callado. Es una seorita!

    Jon rio, ponindose en pie y apilando los platos; el suyo en la parte superiorpor ser el nico que contena restos.Una seorita que, con un poco de suerte, maana ser historia porque se

    habr largado por donde ha venido aventur, dejando los platos junto a lafregadera.

    Y si ha llegado para quedarse? pregunt la madre, acercndose con loscubiertos en las manos. Trata de verle las virtudes, hijo; seguro que las tiene.Hazlo por Ignacio.

    Mam, te lo ruego. No hagas eso suplic, mirndola con tristeza. Noutilices el cario que yo tena al viejo para convencerme de que tengo que

    soportar a su nieta.Me preocupas. Tal vez si dejaras de pensar en conseguir esas tierras y ese

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    15/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    ganado, miraras a esa chica de otro modo.No piensas lo que dices. Se acerc a la mesa a por los vasos y los dej

    junto a la loza. Tengo motivos bien fundados para no soportarla, y t lo

    sabes. Pero escuchndote parece que lo que siento hacia ella es sloresentimiento porque es la duea de algo que yo deseo.

    No quise decir eso, cario se disculp al ver que le haba ofendido consus palabras.

    Pues lo ha parecido.Aitana suspir y le mir dolida por su seca respuesta. Jon suaviz el

    semblante.Lo siento, mam. Entiendo lo que queras decir. Mir a su padre,

    buscando su silenciosa complicidad. Pero como pap est callado, slo puedopagar mi mal humor contigo. Aitana sonri y l se sinti mejor. Gracias por

    tu preocupacin.Pero no vas a seguir ninguno de mis consejos, verdad?Jon neg con la cabeza. Revolvi con los dedos el castao y bien peinado

    cabello de su madre, y se dirigi hacia la puerta que daba al balcn.Aitana suspir mientras daba paso al agua para comenzar a fregar.La noche era fresca. Jon tom una gran bocanada de aire y apoy los brazos

    en la barandilla de madera, en el corto espacio que quedaba entre los tiestoscargados de geranios. Bajo l, los costados de un cuidado huerto donde suspadres pasaban las horas se iluminaban desde las farolas de forja adosadas alas fachadas. Unos doscientos metros de buena tierra en los que las diferentesverduras y hortalizas ocupaban su espacio como si de flores ornamentales setratara.

    Pero el verdadero jardn, en la villa de Roncal, estaba en las ventanas ybalcones de madera de sus casas de piedra y grandes mansiones seoriales,adornados con geranios frescos, grandes y olorosos; en su mayor parte rojos.Supona un placer para los sentidos caminar por sus calles empedradas enforma de y, y ascender sin prisa hasta la iglesia parroquial de San Esteban.

    Su madre tena razn. A Ignacio no le habra gustado ver la hostilidad con laque trataba a Beatriz. Ella era su nica nieta y seguro que, desde dondeestuviera, ya la haba perdonado. Pero l no era Ignacio. l ni poda ni queraentenderla, mucho menos perdonarla por todo el dolor que haba causado alabuelo.

    Frunci el ceo, y su anguloso perfil de nariz recta y mandbula marcada secontrajo en un gesto amargo. Qu buscaba aquella mujer all? Qu demoniosestaba pensando hacer con todo lo heredado? No se fiaba de los caprichos deuna nia pija de ciudad. No confiaba en que supiera apreciar el verdadero valorde todo aquello.

    Comenz a llover de nuevo. Jon, a salvo del agua bajo el pequeo tejado quedaba proteccin al balcn, sonri al escuchar el primer estallido de tormenta.Sus ojos negros otearon el cielo contando los segundos hasta el primer rayo:

    seis segundos; la tormenta estaba a unos dos kilmetros. En unos minutos latendran encima. Se pein el oscuro cabello con los dedos hasta alcanzarse la

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 15

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    16/267

    nuca despejada. La senta tensa, agarrotada. Se la frotaba con fuerza cuandoun nuevo trueno resquebraj el firmamento y aument el caudal de agua.

    S, seor! Aqulla iba a ser una magnfica tormenta que complicara lanoche a aquella niata y, con suerte, la espantara en direccin a Madridapenas amaneciera.

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    17/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    CAPTULO 02CAPTULO 02

    Sin atreverse a abrir los ojos, Beatriz se encomend a todos los santosconocidos. Despertaba con una aguda sensacin de angustia y rogaba porquetodo hubiera sido una absurda pesadilla. Necesitaba despertar en Madrid, entrelas paredes moradas de su habitacin, remolonear entre las sbanas antes delevantarse y darse una estimulante ducha, tomarse un caf rpido y conducir,asediada por el agobiante trfico de la ciudad, hasta su trabajo en las oficinasdel Paseo de los Cerezos.

    Inspir hondo para exhalar despacio, cont hasta tres y abri con lentitud losojos.

    El techo blanco, atravesado por fuertes vigas de madera oscura, fue laconfirmacin de que sus problemas eran reales. Todo; desde la pesadilla vividaen Madrid, hasta la llegada al Valle del Roncal y a la casa, borda o como fueraque la haba llamado ese tal Jon, absolutamente todo era tan amargo comoreal.

    Se cubri por completo con las mantas y llor de nuevo. En apenasveinticuatro horas haba derramado ms lgrimas que en toda su vida,exceptuando las vertidas por la prdida de sus tres seres ms queridos.

    Cuando se qued seca y sin fuerzas, apart las mantas, despacio, y volvi afijarse en la habitacin en la que se haba mantenido despierta casi toda lanoche, rezando por que se debilitara la tormenta. Nunca la asustaron lasinclemencias del tiempo, pero esta vez lo haba sentido como un arranque de

    enfado de la naturaleza, como una real y cruda amenaza. Se habaestremecido con el golpeteo del agua en el tejado, justo sobre su cabeza, y conel viento haciendo aullar a los rboles que rodeaban la finca. De modo continuola sobresaltaron el crujido de los truenos, que parecan partir la casa por lamitad. Ni siquiera cerrando los ojos pudo ignorar el fogonazo intermitente queiluminaba la habitacin a jirones, dndole un aspecto intimidante y ttrico.

    Al parecer, en aquel maldito lugar no slo el verde era ms intenso, tambinlas tormentas rugan de modo ms fiero y despiadado.

    Se sent sobre la cama, apoyando la espalda contra los barrotes de hierrodel cabecero, y, secndose las mejillas con un extremo del embozo de algodn,

    mir a su alrededor.Con la luz del nuevo da, tambin nublado y oscuro, la sensacin no

    mejoraba. Segua viendo un trapo arrugado vistiendo la ventana de una solahoja. Tambin la mesilla, el aparador y el armario le parecan muebles viejosque no serviran ni para el ms indulgente de los restauradores.

    Se levant y camin hasta el pasillo, descalza y temblando de fro. Justo a suizquierda quedaba la puerta que daba al exterior. Frente a ella, un arco de obraera el acceso libre a la cocina. A su derecha otra habitacin con dos camas, y,al fondo del pasillo, un pequeo cuarto de bao con un sencillo plato de ducha.A eso quedaba reducida la gran casa que haba esperado encontrar all.

    Ms demoledora que aquella absoluta humildad, le result la tristeza de lacasa, la falta de luz y de vida. Era como si las paredes no hubieran escuchadovoces y risas durante aos... pero slo haca unos meses que haba muerto

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 17

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    18/267

    Ignacio. Se estremeci al pensar que tal vez era ella quien le haba contagiadosu oscuro y afligido estado de nimo. Se senta tan mal que no le extra quehubiera conseguido el cambio en una sola noche.

    Mientras se duchaba con un agua helada que le golpeaba la piel comoafiladas virutas de acero, dej que sus penas se escurrieran por el desage a la

    vez que se iba vistiendo de orgullo. Nadie se muere por pasar dos das en unlugar como ste, se dijo, mientras secaba su cuerpo con una spera toallablanca. Nadie se muere de vergenza, nadie se muere de amor, nadie semuere de pena, se repiti mientras comprobaba si en aquella maleta, hechacon prisas, haba metido algn calzado sin tacones. Al final la vaci sobre lacama y, entre el revoltijo de sus prendas de reconocidos diseadores, encontrlas zapatillas de lona que usaba para acudir al gimnasio y las recibi con unsuspiro de alivio.

    De lo nico de lo que puedo morir, es de hambre dijo en voz altamientras buscaba tambin unos pantalones y recordaba que la noche anterior

    no haba encontrado en la cocina ni un rancio mendrugo de pan. Y decidi salirhacia la casa de la familia rumana. O lo que era lo mismo: al encuentro de unbuen desayuno.

    La ducha la haba dejado temblando de fro. Se puso unos vaqueros, unacamisa azul celeste de manga larga y un jersey azul marino, bien grueso. No lepareci suficiente y, antes de salir, aadi a su conjunto una acolchada yfloreada cazadora que cerr hasta el cuello.

    Pis con firmeza el verde vivo empapado an de lluvia, y respir profundo.Despus de una larga y estrepitosa noche de tormenta, apreci un poco ms latranquilidad de aquel espacio silencioso. Agradeci que el cielo se hubiera

    quedado en silencio, aunque eso aumentara la sensacin de soledad que leprovocaba ese lugar. Mir a lo lejos, donde el valle volva a cerrarse en unangosto desfiladero que conduca al pueblo de Urzainqui, y suspir mientras seprometa que nadie vera su tristeza ni adivinara sus problemas. Se ira en tresdas con la misma dignidad con la que haba llegado.

    Cuando alcanz la casa de los Ionescu, la humedad de la hierba le habatraspasado hasta los calcetines, congelndole los pies.

    Golpe la puerta con los nudillos y esper largo rato. Encima de su cabeza,en el centro del dintel, estaba clavada una flor seca, grande y plana querecordaba al sol del medioda con sus rayos extendidos. Haba otra igual sobrela entrada de la borda. Preguntndose cul poda ser su significado, an golpeotras dos veces antes de darse por vencida.

    Su lujoso y delicado Cartier sealaba las nueve de la maana, y nadie enaquel lugar daba seales de vida. Prob con la puerta de la quesera y obtuvola misma respuesta. Pero esto no era el hogar de nadie y no eran necesariaslas ceremonias; presion sobre la manilla y la puerta cedi. Se encontr con unamplio espacio de paredes blancas que haca de distribuidor a cuatro puertas,dos de ellas simples y pintadas de blanco, y otras dos grandes, correderas y deacero inoxidable. De un perchero colgaban tres prendas oscuras de abrigo.Bajo ellas, un par de botas de montaa, unos mocasines femeninos y unasbotas blancas de goma.

    Oy murmullo de voces tras una de las dos sencillas puertas que tenaenfrente. Pensar que al otro lado poda estar Jon, tan cido como la tarde

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    19/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    anterior, la oblig a coger aire y expulsarlo muy despacio. Se mir en elpequeo espejo colgado en la pared, sobre un lavabo de acero inoxidable en elque haba un dispensador con jabn azul. Se anim dicindose que, a pesar de

    las lgrimas, tena buen aspecto. Se ahuec sus bucles pajizos, se pein lascejas con los dedos y ensay una sonrisa que le hizo sentirse ms segura.Esta vez entr sin llamar.Jon y Doina, de espaldas a ella, no la oyeron entrar. De pie, junto a un gran

    tanque rectangular de acero inoxidable, material que facilitaba una pulcralimpieza, trabajaban y hablaban sobre lo diferentes que eran, entre s, los doshijos de Doina.

    En el recipiente, la leche cuajada ya haba sido partida en trozos del tamaode una pequea perla, haba sido vuelta a prensar y cortada en partes msgrandes. Con ellas iban rellenando moldes de plstico en los que antes haban

    extendido unos trapos blancos para que envolvieran el cuerpo fresco del quesoy ayudaran a formar la corteza. Trabajaban sobre una placa, tambin de aceroinoxidable, colocada a modo de mesa sobre uno de los extremos del tanque.

    Beatriz, sorprendida por el olor denso que despeda el suero separado de laleche, los observ un momento antes de dejarse sentir. Todo aquello era nuevopara ella, que si bien saba disfrutar del placer de un buen queso acompaadode un gran vino, nunca se haba preguntado cmo se elaboraba.

    Tambin, por primera vez, poda analizar el aspecto de Jon sin sentir sobreella sus penetrantes ojos negros o su sonrisa burlona. Y comenz por las botasde goma blancas con las que l pisaba sobre un suelo encharcado en agua y

    suero.Pens que tena una retaguardia atractiva. Se adivinaban unas piernasrectas y largas bajo el tejido azul marino de un pantaln de mahn, y unaespalda delgada y musculosa que daba forma y movimiento a una gruesacamisa, tambin azul, con los puos recogidos hasta los codos. Una especie dedelantal de cuero blanco que evitaba que se le empapara la ropa mientrasmanipulaba el queso, y la cinta que lo anudaba en la parte baja de su espalda,hizo pensar a Beatriz que, al abrigo de tanta tela, exista una cintura muymasculina y estrecha.

    Tom aire y, con los ojos fijos en la nuca de Jon, carraspe antes de decir contimidez:

    Buenos das.Los dos rostros se giraron a la vez. En el de Jon ella pudo leer, adems de la

    sorpresa, el fastidio; en el de Doina, una sonrisa amable. Para evitarse el malrato, prefiri quedarse mirando a la mujer. Pero ninguna de las dos tuvo tiempopara presentarse.

    Jon haba necesitado apenas un segundo para analizarla: cabello suelto,cazadora, vaqueros, zapatillas hmedas...: un banco de grmenes.

    Qu haces aqu? solt con brusquedad. Lo ests contaminando todo.Beatriz se qued clavada ante la puerta. Ella tuteaba de pronto, pero lo

    haca con tal grosera que no poda agradecrselo. Le resultaba evidente queno beba los vientos por ella, pero segua sin entender por qu la trataba contanta desconsideracin. Suspir con pesar y baj la cremallera de su cazadora,

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 19

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    20/267

    manteniendo a duras penas la compostura.Slo vine a conocer a los Ionescu ya...Est bien la interrumpi l, iniciando una rapidsima presentacin. sta

    es Doina, esposa de Mihai. Mir a la sorprendida rumana para decir: Doina.Esta es Beatriz, nieta de Ignacio. Se volvi hacia Beatriz, muy serio. Ahoraya os conocis, as que sal de aqu, porque lo ests contaminando todo.

    Volvi a prestar toda su atencin al molde que acababa de llenar y, cruzandolos extremos de la tela sobre la superficie, apret con fuerza con ambas manospara escurrir el suero y no dejar ningn espacio vaco.

    Beatriz sinti que le herva la sangre. Fij la mirada en el duro perfil de Jon,en la boca que apretaba con ms fuerza de la que ejercan sus manos sobre elrecin moldeado queso. Quin era l para hablarle as? Qu derecho createner para humillarla cada vez que la vea?

    Comprimi los labios en una fina lnea recta, respir con fuerza por la nariz ycontuvo los deseos de gritarle.

    No puedo contaminar nada respondi, segura de que le dejara sinpalabras; acabo de ducharme con agua casi congelada en esa cosa que tllamas borda y en la que no hay ni...

    Gracias por la informacinseal Jon, mirndola de nuevo. Ahora yasabemos que eres una chica muy limpia. Pero aqu elaboramos queso, yadems lo hacemos con leche cruda. La examin con gesto crtico. Traeslos cabellos sueltos y unas zapatillas bien cargadas de bacterias, por no hablarde otras muchas cosas.

    Beatriz baj la mirada hacia sus empapadas deportivas blancas y despusobserv las inmaculadas botas de Jon.

    Lo siento dijo con sinceridad. No lo saba.Pero, ha dormido usted en la borda, seorita Beatriz? pregunt Doina

    en cuanto pudo meter baza en la conversacin.Beatriz la mir sorprendida. Tambin mir a Jon, que volva a sonrer,

    templado y misterioso.Es que hay otro lugar donde poda haber pasado la noche?Por supuesto que lo hay respondi l, llevando varios moldes, ya llenos

    de cuajada, hasta la prensa, al otro extremo de la habitacin.Ni Beatriz ni Doina siguieron hablando. Observaron sus movimientos

    aguardando a que l continuara. Pero Jon se tom su tiempo. Gir la manivelay aprision la hilera de moldes apilados. Cuando regres al tanque, tom unnuevo molde, coloc en su interior el trapo e introdujo en l un bloque decuajada antes de informar a la sorprendida Beatriz:

    Hay una casa, tal y como te comunic el albacea. Est en el mismo pueblode Roncal. Hizo una pausa para disfrutar del fuego en el que se calcinabanlos ojos verdes que vea por primera vez. Tu abuelo nunca vivi aqu.

    Entonces, las manos de Jon se detuvieron sobre el molde que estaballenando. Esperaba la lgica explosin de furia, los insultos, los gritos. Pero ellale mantuvo la mirada en silencio, tan digna y orgullosa como cuando la tierra le

    devoraba los tacones.Y es que Beatriz no poda creer que hubiera dormido en aquella casucha slo

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    21/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    porque l quera divertirse a su costa. Le pareci una broma infantil, estpida.Le habra gustado borrarle aquel aire de superioridad dicindole que, a pesarde su rostro atractivo, su altura y su cuerpo delgado y musculoso, le faltaba

    mucho para que se pudiera considerar un verdadero hombre. Pero una vezms se mordi la lengua para conservar las formas.Eres con todo el mundo igual de amable, o te ests esforzando en

    desplegar todos tus encantos conmigo? pregunt, con la voz ms suave quepudo fingir.

    La sonrisa de Jon termin dominando en su rostro y sus ojos llamearondivertidos.

    La nieta especial merece un tratamiento igualmente especial. Y ahora quetodo comienza a estar ms claro entre nosotros, sal de aqu. Lade la cabezapara sealarle la puerta. Busca a uno de los hijos de Doina. l te acompaar

    al pueblo; a esa gran casa que venas buscando.Beatriz estaba desconcertada. No entenda a qu obedeca tanta

    desconsideracin. Apret los puos hasta clavarse las uas en las palmas, alzla cabeza y sali al instante. Ante aquel maleducado prepotente, las clases deyoga y relajacin que haba dado durante aos no le servan para nada.Necesitaba gritar a pleno pulmn para desahogarse.

    Y tal vez lo hubiera hecho si, nada ms pisar el exterior, un mastn pirenaicode noventa kilos no se le hubiera plantado delante como si fuera un muro decontencin.

    Todo el calor que le emanaba de su furia se transform en un fro mortal que

    le recorri la columna vertebral hasta hundirle el terror en la nuca. Queragritar pidiendo ayuda, pero no encontraba su voz.No te muevas. No te muevas, se repeta en silencio como una orden para

    s misma y para el monstruo blanco que clavaba en ella sus pequeos ojoscolor avellana. La cabeza del animal, con una mancha gris sobre cada una delas orejas y parte del rostro, era enorme; su cuerpo era enorme; todo en l,excepto los menudos y sagaces ojos, era enorme.

    Hizo esfuerzos por conservar la calma. Pero la respiracin se le agitaba ytemi que acabara con una de las crisis de ansiedad que desde haca yatiempo mantena bajo control. El animal avanz unos pasos, le temblaron las

    piernas y supo que estaba perdida. Morira en medio de un valle rodeado deescarpadas montaas, devorada por un gigantesco perro salvaje.Obi, ven aqu, campen!Era una voz humana. Beatriz sinti alivio y esper, sin atreverse ni a

    parpadear, a que el perro atendiera la llamada de su amo. Pero el animal o nose llamaba Obi, o estaba sordo, o tal vez era ms salvaje y peligroso de lo queella haba imaginado.

    Cuando crey que sus piernas no la sostendran por ms tiempo, volvi aescuchar la voz. Esta vez mucho ms cerca; a su lado, y le hablaba a ella.

    Buenos das. Creo que no nos conocemos.

    Beatriz gir la cabeza muy despacio para no provocar a la fiera. Traan, elmayor de los hijos de Doina, le vio el terror en los ojos.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 21

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    22/267

    Qu ocurre? pregunt, sorprendido y preocupado.Por favor consigui susurrar Beatriz; atrapa a ese monstruo antes de

    que se me eche encima.Traan se acerc a Obi y lo sujet por el collar. No poda creer que un animal

    tan pacfico como aqul pudiera provocar tanto pnico a nadie.No te preocupes dijo, tratando de tranquilizarla. Es un perro muy noble

    y no tiene ninguna intencin de atacarte.Beatriz trag saliva. El miedo le haba secado la boca. Iba a responderle que

    cmo poda conocer las intenciones del animal, cuando otro mastn, msgrande an que el primero, lleg despacio, se detuvo a los pies de Traan y sequed mirndola con fijeza.

    Por favor susurraba con miedo a que las fieras la escucharan. Aleja aestos monstruos. Por favor.

    Est bien dijo l con paciencia. No te agobies, tranquila.

    Traan comenz a alejarse caminando de espaldas y sonriendo divertido. Unsimple vamos!, bast para que los dos mastines olvidaran el objeto de sucuriosidad y se fueran tras el chico.

    Beatriz aguant inmvil hasta que los tres desaparecieron en el establo, ycorri por la hierba mojada como si con la humedad le hubieran crecido alas enlas zapatillas.

    Mientras, en el interior de la quesera, Doina haba hecho mencin delevantarse para salir tras Beatriz y presentarse con correccin. Jon la detuvo.

    La nia refinada puede esperar a que terminemos el trabajo.Ella continu llenando moldes y tratando de ponerle nombre a lo que

    acababa de ocurrir. Aqul no era el Jon tierno que conoca, y se lo dijo:No ha sido muy amable con la chica, seor Jon.Ella era el nico miembro de los Ionescu que le trataba de usted y lo llamaba

    seor. Al principio, l haba peleado durante meses para terminar con elparticular y absurdo tratamiento, pero la tozudez de Doina fue ms fuerte.Haca aos que el cerebro de Jon haba dejado de escuchar el seor y aconsiderar que le hablaba de usted por mera costumbre.

    No me cae bien, Doina le aclar. No puedo fingir una simpata que nosiento.

    Poda darle una oportunidadpropuso ella, desplegando otro pao blanco. Parece una buena nia.

    Ests segura? Jon comenz con un nuevo molde. A m me recuerda auno de esos buitres que sobrevuelan el ganado en busca de carroa. Lacuajada blanca ocup su espacio sobre la tela. Y yo no voy a ayudarla, conuna sonrisa complaciente, a recoger su botn.

    Y si se equivoca con ella? Y si dentro de un tiempo se da cuenta de queera una buena nia?

    Si eso llega a pasar, Doina, me fustigar, por cabrn.Fustigar? No conozco esa palabra. Jon rio, relajado, antes de explicar:

    Fustigar, castigar, azotar... Te parece bien que haga eso si me equivococon esa mosquita muerta?Doina sonri mientras encajaba la tapa en el molde y coga uno nuevo.

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    23/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    Pens que sera todo un espectculo verlo sin camisa, azotndose a s mismosobre aquella espalda musculosa en la que ella haba curado ms de unaherida. Pero nunca una herida de expiacin.

    Me parece bien brome, risuea. Voto por que la seorita Beatrizmaneje el ltigo.

    S que sabes lo que significa perversa, no es verdad? Doina le mir desoslayo. Claro que lo sabes! Llevas en este pas media vida y son muy pocaslas palabras que no conoces. Pues bien; eso es lo que t eres: perversa.

    Ella ni pregunt ni protest, dando por hecho que conoca el significado yque, en aquel momento de malsana felicidad, la definicin le iba a ella comoanillo al dedo. An rellen y prens con sus manos un nuevo molde antes devolver a hablar.

    Lo que no he entendido bien es por qu se qued la seorita a dormir en la

    borda.Mejor as, Doina. Es una tontera. Y adems da igual, porque Traan o

    Marcel la llevarn hasta el pueblo. Si antes no se vuelve para Madrid,pens. No soportara tenerla merodeando por aqu todo el santo da.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 23

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    24/267

    CAPTULO 03CAPTULO 03

    Elaborar el queso les llev toda la maana. Al inicio de la temporada, haciael mes de diciembre, conseguan menos unidades y terminaban antes. Durante

    los primeros meses la leche de las ovejas que haban pastado en la sierradurante el verano y el otoo era ms floja y se necesitaban hasta siete litrospara conseguir un pequeo queso de un kilo. Ahora, en pleno mes de marzo,con el ganado en los establos y alimentndose de fardos de paja, forraje de larivera y algo de pienso, elaboraban cada uno con tan slo cinco litros.

    En la pequea entrada que separaba la quesera de un mundo de bacterias,Doina cambi las botas de goma por sus mocasines, colg su delantal blancosobre la percha y se apresur hacia la casa para preparar la comida.

    Jon se lo tom con ms calma. Sentado en un estrecho banco de listones deacero, at con parsimonia los cordones de sus botas de monte, recordando el

    encuentro con Beatriz. No dudaba que a esas horas ya estara fisgoneando enlos armarios y cajones de la casa de su abuelo en busca de algo de valor. Ledola imaginarla all, ahora, cuando el viejo ya no necesitaba sus visitas.

    Suspir profundamente y se puso en pie, frotndose las manos sobre elabrigado tejido de su pantaln. Tom del perchero un ligero tabardo azulmarino y sali en direccin al pueblo. Le gustaba caminar. Por eso, en sus idasy venidas a la finca, siempre que le era posible evitaba utilizar su automvil.

    En cuanto Beatriz entr en la casa, el terror a los mastines cedi para dar

    paso a la furia. No poda creer que hubiera pasado la noche en aquella cabaaslo porque el maldito Jon hubiera querido divertirse a su costa. No entenda aaquel hombre, pero haba decidido que lo perdera de vista: a l, a su borda y asus detestables animales.

    En la habitacin sus ropas an estaban desperdigadas sobre la cama, junto ala maleta. La abri con brusquedad y comenz a arrojar prendas que se fueronacumulando en el centro, como trapos viejos. A pesar de las lgrimas que seagolpaban en sus ojos, descubri que el montn era idntico al que habaformado haca menos de veinticuatro horas, cuando otra enorme decepcin lahaba empujado a salir huyendo de Madrid.

    Al comprenderlo, toda su furia se le deshizo en dolor. Empuj la maleta,estrellndola contra el suelo. Despus fue ella quien se dej caer, apoyando laespalda en la cama y envuelta en sollozos.

    La desolacin por lo ocurrido a quinientos kilmetros de all volvi a romperleel corazn; el sentimiento de humillacin y vergenza le hizo deseardesaparecer, tal y como haba intentado hacer al llegar a ese insufrible lugar.

    Estaba repitiendo, paso a paso, todo el proceso como en un particular yestpido Da de la Marmota. La haban agraviado de nuevo, esta vez unpueblerino inculto, y ella recoga sus cosas para esfumarse, vencida y ensilencio. Se sinti el saco de arena al que todos podan golpear sin temor a quehiciera nada para defenderse.

    Acurrucada en el rincn que formaba la mesilla junto a la colcha, dej que seadueara de ella el llanto, la frustracin, la impotencia, hasta que su espritu

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    25/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    fuerte y luchador la zarande.Cuando lleg el medioda y Jon atravesaba el pastizal para dirigirse a Roncal,

    ella haba terminado con los lloros y haba hecho sus cuentas. Crea que, como

    mucho, en dos noches ms, se sentira preparada para regresar a su casa. Dosnoches y abandonara ese valle inmundo. Dos noches que estaba dispuesta apasar en esa casucha o donde fuera con tal de no sentir que haba perdido lapoca dignidad que le quedaba. Y aunque en el fondo saba que aqulla era unarebelin absurda, tomar esa decisin le hizo sentirse un poco mejor.

    Su hambre de veinticuatro horas le mordisqueaba el interior del estmago. Atravs del cristal de la ventana cuid los pasos del intratable pastor. Nada msperderlo de vista abri la puerta y ote con cuidado, asegurndose que las dosbestias blancas y peludas no estuvieran por los alrededores, y corri,perdiendo el aliento, hasta la casa de los Ionescu.

    A la vez que Jon coma con sus padres y les explicaba que Beatriz ya estabaacomodada en su verdadera casa, ella saboreaba un nutritivo guiso de patatascon bacalao en la clida y animada cocina de los rumanos. Por fin se habapresentado y conocido a los Ionescu. A Doina, de la que ya haba descubiertosu dulzura nada ms verla junto a Jon; a su esposo Mihai, hombre carioso y depocas palabras; y a Traan y Marcel, jvenes despiertos y alegres que animaronla conversacin. Traan, por su parte, tuvo la delicadeza de fingir que la veapor primera vez.

    Entre charlas ms o menos banales, tambin hubo momentos mstrascendentales que mantuvieron encogido el corazn de Beatriz. Mihai contcmo, veinticinco aos atrs, l y su esposa haban abandonado su queridaRumania en busca de un mejor futuro para la familia que deseaban crear. Yambos le hablaron de su acertada llegada a Roncal donde sus dos hijosnacieron y crecieron sin problemas, como dos roncaleses ms.

    Al cabo de una hora de animada sobremesa, los tres hombres se fueron de lacasa para iniciar sus labores de la tarde, y Doina sac del frigorfico algunascosas para que Beatriz pudiera cocinarse la cena.

    Si quiere, esta tarde la puedo acompaar al pueblo para que llene ladespensa dijo, metindolo todo en una bolsa de plstico que cerr con unnudo, aunque sigo pensando que debera quedarse en su casa; la de verdad.

    Me quedar aqurepiti Beatriz, por tercera o cuarta vez desde quefinaliz la comida. En tres das regresar a Madrid. No merece la penacomenzar con cambios. Ya he plegado mi ropa en los cajones minti, peros voy a aceptar tu ofrecimiento para ir de compras.

    Prepare una lista con lo que crea que va a necesitar aconsej Doinamientras le tenda la bolsa, que Beatriz cogi encantada.

    No imaginas cunto agradezco tu ayudaexpres Beatriz con una sonrisaamable.

    An conversaron un buen rato. Doina se ofreci a ayudarla a instalarse en laborda, si era all donde quera quedarse, pero Beatriz le dijo que no eranecesario. Entonces le dio la buena noticia de que exista una caldera quefuncionaba con gas butano. Marcel pasara a ponrsela en marcha esa mismatarde y por fin dispondra de agua caliente.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 25

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    26/267

    Al final Beatriz sali de la casa satisfecha, portando en sus manos unpequeo tesoro comestible. Mir a su alrededor y no hall ni rastro de lasbestias. Y mientras atravesaba el prado con la mirada puesta en los marcos demadera de las ventanas de la borda y en la exagerada inclinacin de su tejado,pens que ya le quedaba menos tiempo para perder de vista semejante choza.

    La leche ordeada a ltima hora de la tarde esperaba en el tanque derefrigeracin, donde se conservara a siete grados hasta el da siguiente.Entonces la mezclaran con la del ordeo de primera hora de la maana paraelaborar con ella el queso.

    Aunque los Ionescu cumplan con su trabajo a la perfeccin, Jon dorma mstranquilo si antes se haba dado una vuelta para comprobarlo todo. Esa tarde,despus de inspeccionar en la quesera la temperatura del tanque, seentretuvo arreglando el vendaje de la pata herida de una oveja y revisando el

    estado de la ordeadora automtica. Cuando sali de los establos ya habacado la noche, y la ventana iluminada de la cocina de la borda destacabacomo un faro encendido en lo alto de un oscuro acantilado.

    Profiri una maldicin, pero no contra Beatriz, sino contra s mismo, que consu estupidez haba dado a esa mujer la posibilidad de quedarse cerca. Perocmo habra podido sospechar que estara a gusto en un lugar como aqul?Haba visto su BMW, su Cartier, sus zapatos, su ropa; la haba visto y habacomprendido que tena gustos caros.

    Poco poda imaginar que, en ese preciso momento, y a pesar de que habacomprado, en Roncal, alimentos para tres das, ella terminaba de cenar un

    trozo de pan y dos manzanas con el sabor a mar con el que las habanempapado sus lgrimas. S, esa noche, sentada junto a la mesa de madera dela cocina, mirando el fuego bajo que desde haca aos nadie encenda, Beatrizhaba vuelto a llorar.

    Ahora, con la misma tristeza, pero ya calmada, miraba su mvil calculando elriesgo que tena encenderlo a esa hora de la noche.

    Por fin lo hizo. Introdujo su clave y lo dej sobre la mesa, esperando quecesara la sucesin de pitidos que indicaban las abundantes llamadas perdidasy la entrada de mensajes. Borr sin leer todo lo recibido y marc el nmero deLuciano Bessolla: su albacea.

    Se disculp por llamar fuera de las horas de trabajo, pero a l no pareciimportarle. Ms bien al contrario.

    Tu llamada me alegra, Beatriz respondi la voz grave de Luciano, al otrolado del telfono. Me resulta imposible contactar contigo. Quera saber qutal te haba ido el viaje y qu opinas de esa preciosa villa y de las propiedadesde tu abuelo. Tengo el telfono de Jon, pero no quera molestarle para estetema.

    Has hecho bien respondi Beatriz, aliviada. l no te habra contadodemasiado porque apenas si nos hemos visto an.

    Bueno! exclam Luciano con voz animosa, y qu opinas de todo eso?

    La casa es preciosa invent ella, pues slo haba visto su exterior esamisma tarde, al hacer las compras con Doina. Y el pueblo, con esas casonas

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    27/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    de piedra y madera tan hermosas y cuidadas, me ha gustado mucho.En eso s era sincera. Cuando cruzaba el puente sobre el ro Esca, le haba

    deslumbrado la belleza del primer y gran edificio rodeado de arcos y

    balconadas, con un reloj en lo ms alto de su fachada y el colorido escudo de lavilla, ofreciendo al visitante una clida bienvenida. Y, tras l, la torre de laiglesia de San Esteban, emergiendo de su impresionante cuerpo macizo,dominando desde lo alto todos los tejados rojos y las calles empedradas.

    No se haba detenido, pues los datos introducidos en su GPS le indicaron quean no haba llegado al lugar que buscaba. Pero cruz el pueblo despacio,fijndose en las estrechas calles que quedaban a su izquierda y en lasventanas y balcones de las casas, adornados con geranios.

    Me alegra que te guste, Beatriz confes Luciano. Ya te dije que todo elValle del Roncal, y en especial esa villa, tiene un encanto que muy pocas veces

    podemos ver.S respondi ella, recordando el especial encanto de Jon. Pero yo te

    llamaba para otra cosa. Has encontrado compradores para todo esto?Eres muy impaciente, Beatriz. Cuntos das han pasado desde que me

    pediste que vendiera?, tres, cuatro? Si queremos conseguir un buen precio, nodebemos darnos prisa. Estoy tratando de adjudicarlo todo por separado: fincas,animales, casa, negocios... Creo que es la mejor manera de rentabilizarlo, perotambin ser un proceso ms largo.

    Est bien. Lo dejo en tus manos. No tengo demasiada prisa reconoci.Si necesitas hablar conmigo, dentro de unos das estar de regreso en Madrid.

    Lo digo porque aqu casi nunca tengo cobertura minti. de nuevo, y por esotengo apagado el mvil.Podr esperar hizo saber el albacea. En realidad necesitar un tiempo

    para tener algo preciso que contarte. Disfruta de los das que te queden deestar ah y olvdate de este asunto le aconsej. Yo me ocupo, y cuando lotenga todo listo me pondr en contacto contigo.

    Tras la conversacin con Luciano, Beatriz llam a su amiga Laura. Habasalido precipitadamente de Madrid, sin querer ver a nadie, pero no poda dejarque ella se angustiara por su ausencia durante los das que an tardase enregresar.

    Le cont que estaba bien, pero no quiso hablarle del lugar donde estaba nide los motivos por los que se haba ido. Saba que Diego recurrira a ella enbusca de informacin y no quera comprometerla.

    Conversaron un buen rato. Beatriz, mientras con los dedos juntaba sobre lamesa las miguitas cadas del pan con sabor a sal que haba comido, le dijo queacababa de tomar una cena fantstica y que ahora le esperaba una nochereparadora en una estupenda cama de dos metros. Al final, el buen humor deLaura consigui dibujarle alguna sonrisa y mejorarle un poco su desdichadonimo.

    Se senta como un gato encerrado en una caja de zapatos; en su propia caja

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 27

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    28/267

    de zapatos. Daba igual que husmeara por los bordes o diera zarpazos en lasesquinas. Slo consegua alterarse y aumentar su sensacin de ansiedad eimpotencia.

    Haca dos das que Bea haba desaparecido y l slo poda pasear suinquietud de un lado a otro y llamar a un telfono que siempre le responda

    que estaba apagado o fuera de cobertura.Diego dej de caminar y mir por el ventanal que ocupaba toda una pared

    de su despacho. Eran las ocho de la maana y el sol comenzaba a alzarseperezoso sobre los edificios adormilados de Madrid.

    Dnde ests, Bea, dnde te has metido? se pregunt en voz alta, con lamirada perdida en el trfico, y la memoria en la ltima vez que la vio.

    Aquel recuerdo termin de mortificarle. Resopl con fuerza, deslizando losdedos por su corto pelo castao, y camin con energa hasta su mesa. Apenasla alcanz, se gir con brusquedad para regresar junto a la ventana.

    Si no apareces o me llamas pronto, acabar volvindome loco murmurde nuevo.

    Sac el mvil del bolsillo de la chaqueta de su traje gris, de Armani, quepotenciaba el atractivo de su cuerpo alto, delgado y de amplios y rectoshombros. Sin ninguna esperanza, marc el nmero de Beatriz. Despus decientos de intentos sin ningn resultado, esta vez el telfono le devolvi elsonido de una seal de llamada. Contuvo la respiracin mientras escuchaba unprimer tono, despus un segundo... Cerr los prpados sobre sus esperanzadosojos negros y apoy la frente contra el cristal.

    Cgelo, Bea. Por Dios, coge el telfono suplic en voz baja.

    A casi quinientos kilmetros de all, Beatriz, vestida con los nicos vaquerosque portaba en su maleta, se ajustaba una chaqueta naranja de punto sobreuna camiseta de manga larga de pequeas flores naranjas, verdes y blancas.Sus zapatillas de lona no hacan juego con el atuendo, pero al menos yaestaban secas y lo estaran durante todo el da, pues el cielo prometadesplegar los rayos de un sol radiante.

    Se cepillaba el cabello en el pequeo cuarto de bao, cuando escuch elsonido de su mvil. Palideci al recordar que la noche anterior lo haba dejadosobre la mesa de la cocina... encendido.

    Camin por el pasillo, despacio, como si el telfono fuera un animal tangrande y peligroso como cualquiera de los mastines y temiera despertarlo. Seacerc a la mesa y mir el nombre que parpadeaba en la pantallita al son de lameloda: Diego. Lo cogi y acarici con el pulgar la tecla de apagado. No querahablar con l. No quera escucharle. Pero, como una autmata, lo descolg y selo llev al odo, en silencio.

    Gracias a Dios que te encuentro, Bea! exclam Diego con alivio.Sabes cuntas veces te he llamado durante estos das? Estaba a punto devolverme loco.

    Beatriz no respondi. Baj los prpados mientras las lgrimas comenzaban adeslizarse entre sus pestaas.

    Por favor, Bea. Dime algo. No me castigues ms suplicaba con desgarro.

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    29/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    Sabes que te amo.Beatriz, an demasiado herida, busc entereza para no atender a sus

    explicaciones.

    Voy a colgarte, Diego susurr.El cerr con fuerza los ojos cuando la voz que amalla son en sus odos con

    palabras que le desgarraron el corazn.No! Por favor, Bea. Perdname. Te juro que no volver a ocurrir. Segua

    sintindose un gato encerrado en su propia y minscula caja de zapatos.Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para que me perdones. Cualquier cosa,Bea.

    Voy a colgar repiti ella en voz baja.No! Dime dnde ests. Djame verte imploraba con desesperacin.

    Estas cosas no se pueden hablar por telfono. Te amo y te lo voy a demostrar.No con palabras ni con regalos. Esta vez te lo voy a demostrar con hechos. Golpe su frente contra el cristal, una y otra vez, mientras se le extingua lavoz. No me abandones, Bea. Te lo suplico. No me abandones.

    Beatriz colg y apag con rapidez el mvil, arrojndolo sobre la mesa. Secubri el rostro con las manos y solloz con tanta rabia como desconsuelo.

    No quera escucharle. Haba huido para no hacerlo. Necesitaba estar alejadade l unos das para tranquilizarse, para pensar, para recuperar la dignidad quesenta que haba perdido.

    Con el hombro apoyado contra la entrada a los establos del ovino, Jonobservaba el cuidado con el que Marcel conduca el pequeo tractor,empujando la paja ya usada por las ovejas. Haban terminado con el ordeo dela maana y l aguardaba los minutos que restaban para comenzar a elaborarel queso.

    Buenos das, seor Jon salud Doina, a su espalda. Mientras termina detrocearse la cuajada voy a llevar un poco de leche a la seorita Beatriz.

    El mir el pequeo cubo en el que se meca el suave lquido blanco. Mihaiordeaba cada maana la vaca con la que cubran el consumo diario de su

    familia y el de la casa de Jon.As que le llevas el desayuno dijo, pensativo. Cmo ha podido surgiresa confianza entre vosotras con tanta rapidez? pregunt, dolido por lo queconsideraba una traicin.

    Ayer vino a comer a casa y yo la acompa al pueblo a hacer compras.Espero que no le moleste.

    Por qu haba de hacerlo? respondi, cruzando los brazos sobre elpecho. Iba a preguntar a qu comida y a qu compras se refera, pero sedetuvo al ver que Traian se acercaba corriendo.

    Tienes que ir a casa, mam dijo, e inspir con fuerza para recuperar el

    aliento. Pap ha tenido un accidente mientras arreglaba la cerca.Qu ha pasado? preguntaron a la vez Jon y Doina, preocupados y sin

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 29

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    30/267

    apercibirse del rostro tranquilo del muchacho.No te inquietes, mam inform con la misma rapidez. No es nada

    grave. Se ha rasgado el interior de dos dedos con el alambre. No son cortesprofundos, pero ya sabes cmo se pone con estas cosas. Sonriendo, sedirigi a Jon: Si el viejo ve un poco de su propia sangre cree que va a morir, y

    si eso ocurre slo deja que le toque mam.Ests seguro de que no es nada serio? pregunt Jon, mirando la palidez

    de Doina. Mira que tu padre es muy duro y si se queja ser porque...Es duro interrumpi Traan. Puede con todo, menos con su propia

    sangre. Se sentir bien en cuanto mam le cubra la herida y no vea ese feocolor rojo cont con una sonrisa de burla en el rostro.

    El chico tiene razn exclam Doina, ms tranquila. Ser mejor quevaya le coment, dejando el cubo a sus pies. En unos minutos estar aqu yempezamos a trabajar.

    Pero no se movi. Mir a Jon, como si esperara una respuesta.Ah, no, Doina! reaccion l, riendo y alzando las manos para apartarse

    . A m no me mires porque no pienso llevarle leche a esa estirada. Tiene ungrifo estupendo del que puede beber agua.

    Se le est endureciendo el corazn, seor Jon. Qu le cuesta dejarle elcubo en la cocina?

    Prefiero ir a curar los dedos a Mihai indic, convencido.Eso lo dice porque no sabe lo mal enfermo que es. Mientras yo le cure esas

    heridas, l gritar como un cerdo en da de matanza. Doina sonri al recordarel escndalo que su hombretn arm la ltima vez. Crame, seor Jon. No le

    gustar estar all. Aunque l tampoco le dejara acercarse. Ya ha odo a mimuchacho: cuando Mihai cree que se muere, slo quiere que Doina le toque.Jon mir a Traian con expresin aliviada; l iba a resolverle el problema

    haciendo de recadero. Pero el chico sonri con burla y seal con la cabeza asu hermano, que terminaba de limpiar el establo. Llegaba el momento deponer paja limpia, y se alej con la disculpa de ayudarle a arrastrar fardos,abrirlos y extenderlos por el suelo.

    Mirando a las ovejas que se agrupaban junto a las paredes mientras loschicos se afanaban a su alrededor, Jon emiti un tremendo bufido.

    No puedo ayudarte. Tengo cosas que hacer.

    No sea mentiroso! exclam ella. Est esperando que la cuajada estbien cortada para empezar a trabajar.Eres incansable, Doina exclam, agobiado.An es pronto y ella estar dormida; no tiene que verla afirm con

    suavidad. Puede entrar con la llave que est escondida en la piedra.No me vas a dejar tranquilo hasta que lo haga, verdad? pregunt con

    aire de derrota.Mihai dice que soy como un perro de presa; agarro y no suelto. El

    silencioso gesto de duda de Jon la anim a continuar. Pasado maana ella sevuelve para Madrid. Deje que antes de irse saboree la buena leche con la que

    desayunamos aqu.Jon se alegr al escuchar que la iba a perder de vista ms rpido de lo que

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    31/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    haba imaginado. Pero an se lo pens un momento antes de agarrar confuerza el pequeo cubo y volverse hacia Doina.

    Escchame bien dijo para claudicar con un poco de dignidad: esta vez,

    y slo esta vez, le voy a llevar la dichosa leche. Pero prestar atencin antesde entrar, y si tengo la ms ligera sospecha de que est despierta, le dejo elcubo en la puerta y me voy. La sonrisa satisfecha de Doina le hizo aadir: Yotra cosa. Si llega a enterarse de que he sido yo quien se la ha llevado, tedesuello viva.

    Desuello? pregunt Doina, fingiendo inocencia. No conozco esapalabra.

    Ya. Ya lo s. Tens la mandbula para evitar sonrer. Estoydescubriendo que son muchas las palabras que no conoces. Pero ya puedes irbuscando sta en el diccionario antes de contarle a Beatriz que yo le he llevado

    la condenada leche.Doina se encamin hacia su casa sin aadir una palabra; no quera que l se

    arrepintiera. Pero se fue tarareando, en voz muy baja, una bella cancin deamor rumana, dispuesta a curar con mimos a su quejica y amado Mihai.

    Jon se detuvo ante la puerta de la borda y, durante unos instantes, prestatencin. Al parecer Doina tena razn y Beatriz an no se haba levantado.

    Sujetando el balde de leche en su mano izquierda, alz la derecha hastaalcanzar la llave, oculta en una hendidura entre dos piedras, sobre el marco. Laroz con la yema de los dedos. No le gustaba la idea de entrar sigilosomientras ella dorma, aunque slo fuera para dejarle un poco de leche. Lasocurrencias de Doina no siempre eran buenas, y la de que l entrara hasta lacocina le pareca psima. Decidi que dejar el cubo junto a la entrada ymarcharse sin ser visto era lo ms apropiado.

    Pero la puerta se abri de golpe. No le dio tiempo a reaccionar. Todo dur uninstante.

    Beatriz avanz como un huracn, con ojos ciegos que no le mostraron atiempo que Jon se interpona en su camino. Intent detenerse, pero la fuerzade su propia inercia hizo que el encontronazo fuera inevitable. Lanz un grito a

    la vez que su delgado cuerpo chocaba contra unos muslos firmes y un torsomusculoso y duro como una roca. Jon adelant las manos hacia ella para evitarque cayera y, mientras alcanzaba a sujetarla por los brazos, el cubo seestrellaba contra el suelo, derramando la leche.

    Su primera reaccin fue de preocupacin. La mir al rostro, por si el golpecontra su pecho le hubiera lastimado la nariz o cualquier otra zona sensible.Pero cuando vio que ella estaba bien y recuperaba la estabilidad, la solt comosi temiese que su contacto pudiera infectarle de alguna enfermedadcontagiosa.

    Maldita sea! grit, furioso. Es que no tienes ojos?

    Beatriz se senta hundida, furiosa y frustrada despus de haber hablado conDiego, tanto que ni siquiera repar en la leche vertida. Saba que slo tena

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 31

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    32/267

    que escucharle decir un par de veces ms que la amaba, y ella se lanzara asus brazos para que le curara el dolor que l mismo le haba causado. Siempreocurra igual. Siempre era lo mismo.

    Estaba cansada de contener sus lgrimas y su ira, de ser amable con todo elmundo, de ser correcta. Y all estaba Jon, desafindola de nuevo.

    Y t qu narices haces parado ante mi puerta? le increp con los ojosen llamas.

    Es que tengo que informarte por dnde voy a caminar cada da? rugiJon, colrico. O tal vez prefieres que te pase una hoja de ruta con todo biendetallado para que nos aseguremos de que la entiendes? aadi con unasorna hiriente.

    Eres un prepotente insufrible! le bram con una peligrosa mezcla dedolor y rabia. Estoy harta de soportar tus malas formas y tus ofensas.

    Y yo estoy cansado de aguantar tu torpeza asegur l con menosprecio. Cada vez que te encuentro ests jodiendo algo.

    Creo que aqu el especialista en joder al prjimo eres t alz la barbilla ycrisp los dedos de su mano derecha sobre el marco de madera. Desde quellegu, y sin ningn motivo, te has empeado en amargarme la vida.

    Sin ningn motivo, se repiti Jon, agitando la cabeza. No la crea tanestpida como para no saber qu haba hecho mal durante toda su vida, y lno tena ninguna intencin de recordrselo.

    Qu demonios haces aqu? solt, con los brazos cados y los puostensos. Reconoce que te equivocaste al venir. Lrgate, esto no es lo tuyo.

    Lo mo? exclam, atnita. Y qu sabes t qu es lo mo? No me

    conoces, o sea que deja de juzgarme.Te conozco lo suficiente se pavone Jon, mirndola de arriba abajo coninsolencia. Doina dice que te vas pasado maana. Por qu no nos haces unfavor a todos, recoges tus maravillosos modelitos y te largas hoy mismo? Lonico que haces aqu es estorbar a quienes s trabajamos.

    Me ests llamando intil? Irritada, aleteaba los orificios de su nariz ycomprima con fuerza los labios.

    S. Te estoy llamando intil y te estoy llamando estorbo espet,satisfecho. Imagino que en Madrid hay cosas para las que eres perfecta, peroaqu no. Aqu slo seras til si desaparecieras para no volver jams.

    Ests olvidando que todo esto me pertenece? pregunt con frialdad.No hay nadie que pueda echarme.Te pertenece el valor econmico, no el lugar al que nunca... hasta ahora

    aclar con malicia, te habas dignado visitar. Por qu no lo vendes todo y temarchas con el botn? Para eso has venido, verdad?

    No pienso explicarte a qu he venido dijo Beatriz, con una sonrisaarrogante. Y mi nica equivocacin ha sido pensar que eras un hombrenormal. Por fin compruebo que eres un amargado intratable que no soportatener a nadie cerca.

    Depende de quin se acerque y, sobre todo, de con qu rastrera intencin

    lo haga respondi con simulada calma.Beatriz abri la boca para responder, pero la cerr sin haber emitido ningn

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    33/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    sonido. Por un instante, la hostilidad en los ojos negros de Jon le avivrecuerdos amargos. Los de unos das atrs, cuando con parecido desprecioalguien le habl de sus rastreras intenciones. No te atrevas a alzar la barbilla

    ante m, haba tenido que or cuando lo nico que estaba haciendo eraenrojecer de vergenza. Conozco a las mujeres como t. Eres unaoportunista, una vulgar ladrona que se aprovecha de la confianza que leotorgan para aduearse de lo que no le pertenece. Cuando escuch esaspalabras, ya haba deseado cien veces que la tierra se rasgara bajo sus pies yla grieta profundizara hasta el averno, pero aquello no haba hecho ms queempezar...

    As que tienes razn continu diciendo Jon, y Beatriz regres al presentey expuls el aire envenenado del que llevaba respirando ya dos das, los dosprimeros das de los muchos en los que an seguira hacindolo.

    En qu tengo razn? consigui preguntar sin que le temblara la voz.En que soy un amargado intratable que no soporto tener al lado a alguiencomo t sonri a pesar del coraje que le consuma. Preferira la soledadeterna.

    Beatriz inspir para bufar despus como un animal herido.Eres el hombre ms maleducado y ordinario que he conocido jams.No est mal chasque los labios, fingiendo diversin. Es casi

    halagador, comparado con la insensible oportunista que creo que eres t.Beatriz crisp las manos a ambos lados de su cuerpo.Eres un prepotente que se atreve a juzgar lo que ignora, que por otra parte

    debe de ser mucho intent devolverle un gesto de satisfaccin, pero latensin y la rabia la dominaron. No me extraa que hayas escogido vivirrodeado de animales. Ellos no te juzgan y, aunque no te soporten, no teabandonan como seguramente ha hecho todo el que te ha conocido.

    No veo que t te ests dando demasiada prisa en largarte seal,manteniendo con dificultad la sonrisa.

    Te equivocas. Slo sueo con perderte de vista para siempre apuntillella, a punto de explotar.

    Jon torci el gesto y sus ojos se transformaron de nuevo en carbonesencendidos. No saba si le abrasaba ms la rabia o la impotencia.

    Estupendo exclam, alzando el brazo y golpeando la pared de piedra conel puo. Los dos seremos mucho ms felices cuando te hayas ido.

    Imbcil! estall Beatriz, entrando en la casa y cerrando con un portazo.Intil! respondi Jon con furia, recogiendo el cubo del suelo y

    volvindose para caminar hacia la quesera.En cuanto se vio en la soledad de la borda, Beatriz se desmoron. Su ira se

    aplac para dar paso a la tristeza, y sus gritos airados se transmutaron enllanto desconsolado.

    Escaneado por PALOMA Corregido por Mara Adiln Pgina 33

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    34/267

    CAPTULO 04CAPTULO 04

    La maana siguiente Beatriz despert con los prpados inflamados y uninsoportable dolor de cabeza, resultado de haber pasado casi toda la noche

    llorando. El enfrentamiento con Jon la haba despertado a la verdad que sehaba estado negando a s misma: los tres das que llevaba escondida en esatierra inhspita no haban bastado para mitigar el dolor de lo ocurrido enMadrid. Y lo peor era que no saba cuntos das, semanas o meses iban atranscurrir sin que ella encontrara fuerzas para presentarse ante Diego yexigirle una explicacin. La herida por la que se desangraba el da en el quelleg a Roncal, continuaba tan abierta y fresca como el recuerdo de la miradacobarde que le rompi el corazn y la dignidad en dos mitades.

    Cuando lleg el amanecer del da siguiente, Beatriz haba pensado condetenimiento en su situacin. Sus problemas continuaban ah, insalvables, almenos de momento. Pero mientras esperaba que el tiempo transcurriera y ledevolviera la normalidad, haba algo que poda hacer, algo que la ayudara asentirse un poco mejor. Y ante ese convencimiento tom la decisin msabsurda de su vida.

    Eran las siete de la maana y ya se haba duchado y puesto sus inseparableszapatillas de loneta, una falda de hilo blanco y una camisa verde manzana demanga larga. Llevaba el cabello recogido en una coleta alta, bien tirante, de laque ni un solo pelo estaba fuera de lugar.

    Ya en la cocina, sac del frigorfico lo que le quedaba de la leche fresca queel da anterior le haba llevado Traan. La verti en una pequea cazuela y lapuso al fuego. Mientras esperaba que se calentara, record la tarde que haba

    pasado de compras con Doina. La buena mujer haba protestado muchocuando vio que la lista estaba llena de productos precocinados. Tena muyclara la diferencia entre lo que era comida sana y bazofia para llenar elestmago, pero, aun as, la ayud a encontrar todo lo que llevaba anotado.

    Despus, y con toda la compra en el interior del coche, se dedicaron acallejear entre suelos y casas de piedra, pequeos huertos familiares ypreciosos y olorosos geranios rojos.

    Pero, entre tanta belleza, hubo una parte mala: descubrir, en la calle Arana,la casa de Ignacio. Era hermosa, con una gran puerta en forma de arco y unlargo balcn central en el que, en el pasado, su barandilla estuvo tambin llena

    de flores. Era seorial y se encontraba en el centro del pueblo mientras ellaestaba pasando los das en una borda.

    Doina, que haba fingido la casualidad de llevar encima la llave de la casona,insisti hasta lo indecible para que entraran a verla. Beatriz se neg con lamisma terca insistencia. No confiaba en su fuerza de voluntad y tema que, unavez que hubiera visto la comodidad y la ventaja que supondra pasar all eltiempo que necesitaba estar escondida, habra cogido su maleta y se habratrasladado sin perder un segundo.

    Ahora, sentada junto a la mesa de la cocina, saboreando el tazn de lechecon un poco de pan con mermelada y recordando la bronca con Jon, se

    alegraba de no haber cedido.No le entusiasmaba la idea de quedarse en esa borda soportando las

    impertinencias de un desabrido pastor, pero por el momento necesitaba

  • 7/29/2019 IA Entre sueos

    35/267

    Entre SueosNGELES IBIRIKA

    hacerlo. Adems, el ltimo enfrentamiento con l haba cambiado algunascosas.

    Se jur que nadie volvera a echarla de ningn sitio. Nadie volvera a pisarle

    su dignidad y su orgullo. Nadie volvera a decirle qu poda o no poda hacer,dnde deba o no deba que