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DAVID HUME Y LA IMPOSIBILIDAD DE PASAR DEL 'ES' AL 'DEBE' Nicolás Zavadivker David Hume no sólo fue uno de los filósofos más destacados de los tiempos modernos debido a la importancia de sus doctrinas, sino que además elaboró una serie de refinadísimos argumentos críticos que echaron por tierra a algunas de las pretensiones de la tradición filosófica y que aún hoy tienen plena vigencia. Uno de los argumentos más notables dados a luz por Hume consistió en mostrar el carácter falaz de un modo de razonar propio de los filósofos morales: el de deducir normas a partir de juicios de hecho. De esta argumentación se ocupará el presente trabajo. Dada la brevedad y contundencia con que el pensador escocés formuló esta objeción, la citaré en su totalidad: "En todo sistema moral del que haya tenido noticia, hasta ahora, he podido siempre observar que el autor sigue durante un cierto tiempo el modo de hablar ordinario, estableciendo la existencia de Dios o realizando observaciones sobre los quehaceres humanos, y, de pronto, me encuentro con la sorpresa de que, en 1

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Page 1: Hume - Guilotina

DAVID HUME Y LA IMPOSIBILIDAD DE PASAR DEL 'ES' AL 'DEBE'

Nicolás Zavadivker

David Hume no sólo fue uno de los filósofos más destacados de los tiempos

modernos debido a la importancia de sus doctrinas, sino que además elaboró una serie de

refinadísimos argumentos críticos que echaron por tierra a algunas de las pretensiones de la

tradición filosófica y que aún hoy tienen plena vigencia.

Uno de los argumentos más notables dados a luz por Hume consistió en mostrar el

carácter falaz de un modo de razonar propio de los filósofos morales: el de deducir normas

a partir de juicios de hecho. De esta argumentación se ocupará el presente trabajo. Dada la

brevedad y contundencia con que el pensador escocés formuló esta objeción, la citaré en su

totalidad:

"En todo sistema moral del que haya tenido noticia, hasta ahora, he podido siempre

observar que el autor sigue durante un cierto tiempo el modo de hablar ordinario,

estableciendo la existencia de Dios o realizando observaciones sobre los quehaceres

humanos, y, de pronto, me encuentro con la sorpresa de que, en vez de las cópulas

habituales de las proposiciones: es y no es, no veo ninguna proposición que no esté

conectada con un debe o no debe. Este cambio es imperceptible, pero resulta, sin

embargo, de la mayor importancia. En efecto, en cuanto que este debe o no debe

expresa alguna nueva relación o afirmación, es necesario que ésta sea observada y

explicada y que al mismo tiempo se dé razón de algo que parece absolutamente

inconcebible, a saber: cómo es posible que esta nueva relación se deduzca de otras

totalmente diferentes"1

Este argumento fue denominado de muchas maneras: Max Black decidió llamarlo

“la guillotina de Hume”2 (denominación que tomaremos para este trabajo), Hare se refirió a

1 David Hume: Tratado de la naturaleza humana. Tomo III: De la moral, Ediciones Orbis, Buenos Aires, 1984. Pags 689-690.2 Max Black; “The gap between ‘is’ and ‘should’”, en Philosophical Review 73, Estados Unidos, 1964

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él como la “Ley de Hume”3 y otros autores optaron por el nombre de la “Navaja de Hume”,

por analogía con la no menos filosa “Navaja de Ockam”. Lo que en rigor el argumento

muestra es que las normas tienen una forma lógica distinta (que llama “nueva relación”) a

la de los enunciados fácticos; de allí que los deberes no pueden deducirse de los enunciados

sobre cuestiones de hecho sin incurrir en la falacia denunciada.

Hasta el momento en que Hume escribió el citado pasaje, los distintos intentos por

dar una fundamentación filosófica de los deberes humanos ya habían sido abordados a

partir de perspectivas metafísicas, teológicas y seculares. En todos los casos, se partía de

afirmaciones factuales (relativas a Dios, a la naturaleza humana, etc.). El problema de cómo

deducir las normas a partir de estas consideraciones previas no se había planteado, no era

propiamente un problema para los filósofos morales.

Es a partir de Hume, y más fundamentalmente de la recuperación de su objeción por

parte de algunos pensadores analíticos en el siglo XX, que se percibió la complejidad del

pasaje del ser al deber ser; difundiéndose la idea de que hay un abismo lógico insalvable

entre ambos órdenes.

La tajante separación entre el orden del deber y el orden del ser fue una de las bases

de gran parte de los estudios éticos en el siglo XX. Los cultores de la Filosofía Analítica,

reconocidos deudores del legado humeano, dejaron de lado los tratamientos tradicionales de

los temas éticos para ocuparse de un nuevo campo de estudio, la metaética. Esta disciplina

se ocupa del análisis del lenguaje moral, intentando precisar (de un modo descriptivo) cómo

usamos los términos morales, y abandonando toda pretensión por fundamentar las normas.

Algunas corrientes metaéticas de la Filosofía Analítica son particularmente

deudoras del legado humeano. Así, existe un aire de familia entre la ‘guillotina’ y la falacia

naturalista denunciada por Moore. El famoso pasaje de Hume aparece también citado con

aprobación por el intuicionista Prichard4, por el emotivista Ayer y por el prescriptivista

Hare5. A su vez, Popper sugiere que la consideración lógica de Hume es la puntualización

más importante realizada en materia ética6, valoración similar a la realizada por Nowell-

3 R. M. Hare: Freedom and reason, Oxford, 1963.4 H. A. Prichard; Moral Obligation, Oxford, 1949.5 R. M. Hare; The language of morals, Oxford, 1952.6 Karl Popper; Aristotelian Society Proceedings, supp. Vol XXII, 1948.

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Smith7. La notable vigencia del planteo del pensador escocés muestra por sí sola el carácter

vivo de su filosofía en el pensamiento ético contemporáneo.

DIFERENTES INTERPRETACIONES

DE LA ‘GUILLOTINA’

Si bien el citado fragmento de Hume es a primera vista bastante claro en cuánto a su

significado y propósito, una serie de comentaristas ha venido sugiriendo que la

interpretación que tradicionalmente se hace del mismo (y que aún hoy goza de gran

aceptación) es equivocada. La lectura que se hizo del pasaje en la primera parte de este

trabajo corresponde aproximadamente a la interpretación más aceptada y difundida, y es la

que reivindican los autores de inspiración analítica que se sienten influenciados por la

‘guillotina’.

Tras las discusiones interpretativas del famoso pasaje humeano se asoma una

polémica de fondo. Ella tiene como protagonistas a dos sectores diferentes de la filosofía

contemporánea, que se reivindican ambos como seguidores de la tradición empirista

inglesa, y que se disputan la herencia humeana.

La vertiente moral del empirismo ha quedado escindida en el siglo XX: por un lado

la corriente analítica –especialmente el Positivismo Lógico- ha venido insistiendo en que no

hay conocimiento posible en cuestiones éticas y denunciando que los intentos por

fundamentar la moral son una quimera. En la vereda de enfrente, un conjunto de pensadores

cercanos al utilitarismo continúa reivindicando la necesidad de apelación a los hechos en

los asuntos morales, fundamentalmente a aquellos hechos que se relacionan con los

intereses colectivos humanos.

Los analíticos dominaron la primera mitad del siglo XX, convirtiendo a David

Hume en uno de sus pocos aliados de la historia. En cambio, a partir de la década del ’50

comenzaron a aparecer con cierta fuerza una serie de propuestas éticas de base empírica, a

7 P. H. Nowell-Smith, Ethics, London, 1954, p. 37.

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la par que una visión de un Hume esencialmente preocupado por los asuntos morales y más

cercano al utilitarismo del siglo XIX de lo que hasta entonces había parecido.

En esta dirección parte de la polémica se centró en torno al mencionado pasaje

humeano, que fue el fragmento que más gustosamente citaron los pensadores analíticos. En

lo que sigue expondré los argumentos de quienes consideran que se ha entendido

erróneamente el famoso pasaje, para más adelante explicar y fundamentar mi propia

posición en relación al tema.

Antes de iniciar estas exposiciones, quiero aclarar –acaso innecesariamente- que la

validez del argumento de Hume no depende de que el filósofo escocés lo haya sostenido o

no. No faltaron en el siglo XX pensadores que intentaron demostrar que en ciertas

ocasiones el paso del ‘es’ al ‘debe’ es lógicamente legítimo (por ejemplo Max Black8 o

John Searle9), sin que ninguno de esos intentos haya alcanzado la suficiente aceptación por

parte de la comunidad filosófica. Se trata, no obstante, de dos discusiones independientes.

Dentro de los autores que han sostenido que la interpretación tradicional del

mencionado pasaje de Hume es equivocada, quizás quien merezca mayor atención es el hoy

conocido filósofo Alasdair MacIntyre10, debido a la fuerza de los argumentos con que

fundamenta su posición, en un artículo publicado por vez primera en 1959. MacIntyre ataca

dos puntos de la interpretación más aceptada: el que sostiene que el “deduzca” del párrafo

humeano hace alusión a una deducción lógica, y la lectura del “parece del todo

inconcebible”11 deducir un deber de un juicio de hecho como un modo irónico de decir “es

del todo inconcebible”.

En relación al primer punto, MacIntyre sostiene que la palabra “deducción” en el

siglo XVIII no tenía el mismo significado que en la actualidad, sino que era un sinónimo de

inferencia, y se utilizaba para referirse a todo razonamiento discursivo y no solamente al

que hoy llamamos deductivo. Para referirse a éste último, se hablaba más bien de

argumento demostrativo, denominación que también Hume solía utilizar.

8 Max Black; "The gap between 'is' and 'should', Philosophical Review, tomo 73, 1964.9 Jhon Searle; "How to derive 'ougth' from 'is", Philosophical Review, tomo 73, 1964.10 A.C. MacIntyre; "Hume on "is" and "ought", Philosophical Review 68, 1959.11 Hume dice "what seems altogheter inconceivable" (ed. del Tratado de L.A. Selby-Bigge).

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En relación al “parece del todo inconcebible”, MacIntyre toma la frase en sentido

literal, por lo cual afirma que Hume no niega que exista una posibilidad de inferir el deber

del ser. Realizadas ambas correcciones, el sentido del pasaje en cuestión cambia de modo

radical: Hume estaría diciendo que los sistemas morales pasados no han sabido explicar la

verdadera relación entre el ser y el deber, por lo que esa relación parece inconcebible, pero

no lo es. Y a lo largo del Tratado, el filósofo escocés mostraría justamente cuál es esa

relación, cuyo carácter no es el de una implicación lógica. No habría un abismo lógico entre

el ‘es’ y el ‘debe’, sino una vinculación que Hume creía poder explicar. Dice MacIntyre:

“Hume no afirma en este pasaje la autonomía de la moral, puesto que no creía en

ella; y no está tampoco tratando de la implicación lógica, puesto que no la

menciona. Lo que está afirmando es que la cuestión de cómo se relaciona la

moralidad con su base fáctica es un problema lógico crucial, y que la reflexión sobre

él permitirá darse cuenta de que hay maneras en que se puede hacer esta transición,

y maneras en que no se puede hacer. Es necesario ir más allá del pasaje en cuestión

para poder distinguirlas, pero si se hace así, es claro que podemos conectar los

hechos de la situación con lo que debemos hacer sólo por medio de uno de esos

conceptos que Hume trata bajo el nombre de pasiones y que he indicado por

ejemplos tales como querer, necesitar y otros semejantes”12

Basándose en el Tratado, MacIntyre intenta probar que para el filósofo escocés es

razonable inferir (no deductivamente) lo que debe hacerse a partir del interés común. Hume

entendería al deber como aquellas acciones que son de interés común a largo plazo. Dice

MacIntyre:

“...la noción de ‘deber’ sólo se explica para Hume en término de la noción de

consensus de interés. Decir que debemos hacer algo es afirmar que hay una regla

12 A.C. MacIntyre, op. cit., citado por W.D. Hudson, La filosofía moral contemporánea, Alianza Universidad, Madrid, 1987. Trad: José Hierro Pescador.

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comúnmente aceptada; la existencia de tal regla presupone un consenso de opinión

en cuanto a nuestros intereses comunes”13

Esta es la interpretación que del famoso pasaje realiza MacIntyre. Existen otras

versiones del mismo que también niegan algunos aspectos de la lectura tradicional14, pero

sus argumentos no son lo suficientemente convincentes. Expondré ahora mi propia posición

en relación a esta disputa, a partir de las objeciones realizadas por MacIntyre.

CRÍTICA A LA INTERPRETACIÓN

DE MACINTYRE

Para comenzar, me parece sumamente difícil que Hume haya sostenido, como dice

este intérprete, que ningún sistema por él conocido había dado cuenta de la relación entre el

‘es’ y el ‘debe’, si lo que el filósofo escocés iba a afirmar a este respecto es que esa

transición se da por la mediación de los intereses comunes de las personas. Y esto me

parece sumamente difícil porque muchos autores anteriores a Hume (y entre ellos el

mismísimo Aristóteles) habían sostenido que las leyes del Estado (que evidentemente son

prescriptivas) tienen como requisito e inspiración fundamental el atender al bien común de

la población. Esto hace pensar que, cuando Hume objetaba el paso de es al debe, exigía

algo más que la transición del primero al segundo por medio de la postulación de intereses

comunes.

Pero vayamos a las críticas más puntuales que MacIntyre dirige contra la

interpretación tradicional. El autor sostiene que el “deduzca” del pasaje humeano no alude a

una deducción lógica, basándose en el supuesto uso que de la palabra se haría en el siglo

XVIII, que sería más abarcativo. Ya Atkinson15 objetó convincentemente este punto de

vista, mostrando como un contemporáneo de Hume (Reid) entendió el pasaje en el sentido

13 Ibíd.14 Por ejemplo, la interpretación realizada por Hunter en G. Hunter; "Hume on 'is' and 'ought', Philosophy 38, 1963.15 R.F. Atkinson; "Hume on 'is' and 'ought'. A reply to A.C. MacIntyre, Philosophical Review 70, 1961.

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de una implicación lógica. Así que, en principio, cuando Hume dice “deduzca” debemos

entender eso mismo y no cualquier otro tipo de inferencia.

En relación a la discusión de cómo interpretar el “parece del todo inconcebible”

(deducir el deber del ser), mi posición difiere tanto de la lectura tradicional como de la

realizada por MacIntyre. La primera de ellas sostiene que el “parece del todo inconcebible”

es una forma irónica de decir “es del todo inconcebible”, de modo que Hume habría

afirmado la existencia de un abismo infranqueable entre el ser y el deber. La versión de

MacIntyre insiste en que el filósofo escocés sólo habría querido decir que parece haber un

abismo, pero que no lo hay.

Creo que ambas lecturas pecan de rebuscadas: Hume no dice que el paso del ser al

deber es inconcebible (interpretación tradicional) ni menos aún que parece serlo pero no lo

es (MacIntyre). Sólo dice que “parece inconcebible”. Mi interpretación es la siguiente:

Hume leyó con ojos críticos la exposición de distintos sistemas de moral, tratando de

encontrar sus puntos débiles. Halló que todos ellos comenzaban hablando de un modo

descriptivo, y que tarde o temprano lo hacían de un modo prescriptivo. Este paso tan

importante no encontraba ninguna justificación dentro de esos sistemas, y a Hume le

pareció que sería muy difícil dar con alguna.

Como el tema no formaba parte de sus preocupaciones centrales, ni tenía conexión

directa con sus otras críticas a los sistemas de moral ni aparentemente con el suyo propio,

se limitó a consignar la objeción. En definitiva, creo que Hume no estaba del todo seguro

acerca de si existía o no alguna posibilidad de pasar del es al debe, y al no haber examinado

exhaustivamente el problema (por ser completamente secundario dentro de su obra) optó

por afirmar que esa deducción “parece inconcebible”. Es decir que el “parece del todo

inconcebible” tiene el mismo sentido que suele tener usualmente, esto es, el de consignar

una afirmación que se cree verdadera pero de la cual no se tiene plena seguridad.

Hemos acordado poco y nada con la posición de MacIntyre, pero reconocemos que

tiene razón cuando se queja de que se ha hecho depender demasiado del pasaje en cuestión

la interpretación de la ética humeana. Es cierto que la ‘guillotina’ fue puesta injustamente

por los pensadores analíticos en el centro de la ética de este autor, provocando que toda su

obra moral se interpretara inadecuadamente a la luz de ella. Justamente nuestra próxima

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tesis consistirá en afirmar que el filósofo escocés no le atribuyó tal importancia, y que se

trata de una reflexión aislada dentro de su obra.

El pasaje en cuestión aparece al final de la sección l del Tercer Tomo del Tratado.

En esta sección Hume intenta demostrar, contra el racionalismo ético, que las distinciones

entre el vicio y la virtud no provienen de la razón. Para ello nos colma de argumentos

tendientes a probar que la razón es inerte y que por tanto no puede producir una acción, y

que la moralidad no consiste ni en una relación de objetos ni en una cuestión de hechos, por

lo cual no puede ser percibida por la razón. Sobre el final, y presentada claramente como un

mero añadido y no como parte del entramado argumentativo que venía siguiendo, aparece

el pasaje del ‘es-debe’. El encabezado con el que Hume lo introduce dice simplemente: “No

puedo dejar de añadir a estos razonamientos una observación que puede resultar de alguna

importancia”16. Con ello, la sección finaliza y comienza otra en la que intenta probar que las

distinciones morales se derivan de un sentimiento moral.

Llama la atención que ninguno de los intérpretes haya tomado nota del hecho de que

ni en el resto del Tratado ni en ninguna de las posteriores obras morales de Hume (que,

como él mismo explicó, son nuevas formulaciones de las ideas expuestas en el Tratado) el

filósofo escocés haya vuelto siquiera a mencionar la cuestión del ‘es-debe’. Esta omisión

es, desde mi punto de vista, elocuente. ¿Cómo puede constituir ese pasaje el centro de la

filosofía moral de Hume, cuando la idea es apenas mencionada una vez y al modo de un

mero añadido?

La filosofía moral humeana poco y nada debe a la ‘guillotina’. En ella se respira un

aire naturalista muy propio del siglo XVIII. De allí que los deberes fundamentales no sean

presentados como arbitrarios, como podría sugerir la ‘guillotina’, sino como basados en la

naturaleza humana o en la naturaleza de la vida en sociedad. Es claro que dentro de la ética

humeana no hay un abismo entre el ser y el deber, como igualmente sucede en toda ética

naturalista.

¿Cómo se concilia, entonces, la formulación de la ‘guillotina’ con el resto de la

filosofía moral de Hume? Como venía diciendo, se trata de un argumento aislado del

filósofo escocés al que él mismo no le atribuyó la importancia que hoy tiene y que no se

16 David Hume, ibíd. Pag. 689.

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ajustaba claramente su entramado argumentativo. No es extraño, pues, que el propio Hume

incurriera ocasionalmente en la falacia denunciada, puesto que si bien situaba su proyecto –

el de fundar una ciencia del hombre- en el plano descriptivo, ciertas veces se pasó

indebidamente al terreno de la prescripción. Más estrictamente: pasó de la explicación de

ciertos hechos humanos a su justificación. He hallado un fragmento del Tratado en el que

puede ejemplificarse esto, que por razones de espacio quedó fuera de este trabajo, pero al

que podemos recurrir en el momento destinado a las preguntas.

Pero considerar que Hume en realidad no dijo lo que dijo sólo porque algunas de sus

ideas son de difícil compatibilidad me parece una conclusión desatinada, subsidiaria del

falso supuesto de acuerdo al cual los filósofos construyen sistemas de ideas perfectamente

coherentes, sin ninguna ambiguedad.

Finalmente, quisiera reivindicar la figura de David Hume, cuya agudeza crítica le

permitió generar argumentos tan sólidos que pueden hacer tambalear no sólo los rígidos

cimientos de la metafísica tradicional, sino incluso también aspectos de su propia filosofía.

(publicado en AAVV, Los avatares de la modernidad, San Miguel de Tucumán, UNT,

2001)

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