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    CIENCIAS 85 ENERO MARZO 2007

    El colapso del bloque sovitico en 1990 permiti la aparicin de un po-der mundial unipolar sin contrape-sos. La supremaca que impusieron los Es tados Unidos de Amrica sobre el resto del mundo es incontestable des-de el punto de vista militar e ideolgi-co y ha conducido a la humanidad, por las buenas o por las malas, hacia una globalizacin homogeneizante lo cual no quiere decir que los pueblos de la Tierra tomen lo mejor los unos de los otros para enriquecer su acervo cultural, ms bien signifi ca la forzo sa aceptacin de los estndares y valo-res estadounidenses. Esto se puede constatar todos los das en los medios electrnicos; la msica, los deportes y el entretenimiento son importados del Norte. Un ejemplo claro es la exage-rada exaltacin de la vida sana. Esta pasin no tendra nada de malo si no fuera porque es promovida casi im-puesta por compaas que logran pinges ganancias con la venta de bie-nes de consumo que la mayor parte de las veces representan un engao to-

    tal: maquinitas o remedios para lo-grar una fi gura perfecta, un desempe-o sexual extraordinario o bien curas para todos los males, incluida la mala suerte o el mal de amores. Como el li-beralismo econmico y sus agentes po-lticos no entienden de tica o de mo-ral y su nica fi nalidad es la ganancia inmediata, no es de extraar que sea el mismo sistema el que, hipcrita-mente, provoca los transtornos que despus pretende remediar. Por ejem-plo, la comida chatarra es el origen de muchos de los males, como la hiper ten-sin, hipercolesterolemia y la obesi-dad, que despus las medicinas chata-rra pretenden curar.

    En la actual comercializacin de la salud se encuentran mtodos y tc-nicas tanto emergentes como tradi-cionales. El torbellino con el que nos atosigan los medios incluye la medi-cina biomagntica, la iridologa, la ci-ruga psquica, la alfabitica, la aro-materapia y muchas otras. Valdra la pena discutir cada caso y ponerlos, de uno por uno, en su lugar, pero este

    en sayo est dedicado a otros fines; aqu hablaremos de una teora mdi-ca que tuvo una legtima razn de ser en sus orgenes pero que hoy es cues-tio nada. Sin embargo, su gnesis, histo-ria y fi losofa, as como su importan-cia econmica y la amplia aceptacin que tiene en algunos estratos de la po-blacin hace que valga la pena poner-la en la lente de una discusin desapa-sionada. Me refi ero a la homeopata.

    La medicina en el siglo XIX

    Pese al esfuerzo racionalista del enci-clopedismo francs de fi nales del si-glo XVIII, hasta bien entrado el XIX la medicina se manej como un ofi cio ms cercano a la brujera que a una ac-tividad cientfi ca. En la segunda mitad de ese siglo, cientfi cos de la talla de Louis Pasteur, Claude Bernard y otros, sentaron las bases para su estudio sis-temtico y contribuyeron para que la disciplina de Hipcrates y Galeno em-pezara a liberarse del lastre, que carg durante siglos, de prcticas empricas

    Pedro Miramontes

    Homeopata:mitos y realidades

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    sin sustento en otra cosa que no fue-ran mitos y fbulas.

    Al inicio del siglo XIX todava se en contraba vigente y muy en boga la teo ra mdica del equilibrio de los hu-mo res fundamentales. Originada en al-gn sitio del Peloponeso alrededor del siglo VI antes de nuestra era, se ba sa-ba en el supuesto de que los humores eran cuatro lquidos fundamentales del cuerpo humano: sangre, bilis negra, fl e-ma y bilis amarilla. El dese qui librio de su balance era la causa de las enfer-medades, de los rasgos de la persona-lidad y del comportamiento social. La cosmovisin de la poca incluso iba ms lejos: los cuatro humores tenan su contraparte en otros aspectos de la naturaleza y todo formaba un cuadro coherente y completo. Por ejemplo, la sangre se asociaba con la primavera, el aire, el hgado, el comportamiento va-liente y amoroso, y tena la sala man-dra como ttem. Anlogamente, los do minados por la bilis negra son in-somnes y abatidos la palabra atra-biliario proviene del latn atra bilis que signifi ca bilis negra, melancola tambin quiere decir lo mismo pero por la ruta del griego melas, negro, y

    jol, bilis. Los individuos con exceso de bilis amarilla seran colricos e intole-rantes y, por ltimo, los fl emticos se caracterizan por la desidia y la falta de emociones. Curiosamente, lo que hoy llamamos humor el sentido hu-mano de percepcin de la diversin y la propensin a la risa proviene de la clasifi cacin hipocrtica; eran los in-dividuos sanguneos los que tenan mejor humor.

    En estricta consecuencia con estas ideas, la prctica mdica de la poca intentaba mantener el equilibrio de los humores mediante mtodos que en nuestro tiempo bondadosamente po-dramos califi car como ligeramente brutales. Las sangras fueran median-te lanceta o con sanguijuelas eran prescritas con frecuencia cuando se pensaba que el desequilibrio era cau-sa do por el exceso de sangre, tambin eran prescritos segn fuera el caso el uso de potentes emticos sustan-cias que provocan el vmito, lava-tivas, enemas o emplastos altamente txicos de compuestos de mercurio o cro mo. Si bien estos mtodos se han aban donado casi totalmente, en su po ca po dan constituir buenas solu-

    ciones por malas razones. Por ejem-plo, en casos de hipertensin o de po-liceturia, los pacientes sometidos a sangras podan tener una notable me-jora sintomtica que no se deba al equi-librio de los humores sino al efec to mecnico del sangrado o a la conse-cuente disminucin de eritrocitos en la sangre.

    Para terminar de iluminar la es-cena de la medicina de fi nales del si-glo XVIII y principios del XIX, hay que tomar en cuenta que la mayora de la poblacin ni siquiera tena acceso a estos horrores. Las grandes masas, con suerte, tenan que recurrir a barberos que ejercan su ofi cio y, simultnea-mente, el papel de cirujanos o dentis-tas. All, entra en la historia el joven Samuel Hahnemann cuando ingresa en la universidad de Leipzig con el no-ble nimo de estudiar medicina para aliviar el dolor de la gente.

    Similia similibus curentur

    Hahnemann naci en 1755, en el seno de una familia modesta de artesanos de la porcelana, en la ciudad sa jona de Meissen. Trevor Cook, uno de sus ms

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    reputados bigrafos, afi rma que de nio, mostraba una notable aptitud pa-ra el estudio, destacando tanto en cien-cia como en lenguas extranjeras. Ha bla-ba fl uidamente ingls, francs, griego y latn. En 1775 se matricul en la es-cuela de medicina de la Universidad de Leipzig, misma que abandon r-pidamente pues sus instalaciones no le parecieron satisfactorias. De ah pa-s a la Universidad de Viena, donde su estancia tambin fue breve nueve me ses pues no pudo sostenerse eco-nmicamente. Gracias a la recomenda-cin de un profesor que le tom apre cio en la capital austriaca, consigui un trabajo como mdico y bibliotecario de un poderoso e infl uyente funciona-rio pblico en Hermannstadt lo que ahora es Sibiu, Rumania. En este lap-so tuvo tiempo y tranquilidad para de- dicarse al estudio autodidacta en la bien provista biblioteca del funciona-rio, lo cual rindi frutos dos aos des-pus cuando luego de cursar un se-mes tre en la Universidad de Erlangen, en 1779 solicit directamente el exa-men para obtener el ttulo de mdico presentando la tesis Conspectus adfec-

    tuum spasmodicorum aetiologicus et

    therapeuticus algo as como Obser-vacin acerca de las causas y trata-miento de los calambres.

    A partir de ese momento, no se sabe mucho de su vida salvo que en 1782 contrajo matrimonio hasta 1784 cuan-do se muda a la ciudad de Dresden. En este periodo en el contexto de una medicina que normalmente agrega-ba a los males del paciente los deriva-dos de sus mtodos y tcnicas Hah-nemann se siente horrorizado de la prc tica mdica, abandona la medici-na y se labra una buena reputacin co-mo traductor de textos cientfi cos.

    Ocupado en esta labor, en 1790 cae en sus manos el libro Materia Medica de William Cullen y mientras lo tra-du ce, Hahnemann aprende que el au-tor recomienda la quinina como un re medio contra la malaria. Poco con-vencido de las razones que expone Cu-llen, decide experimentar en su per-sona y someterse a pequeas dosis de quinina durante periodos largos, lo que le produce fi ebres intermiten-tes, que son sntoma de la malaria, y le sugiere el principio mdico de simi-

    lia similibus curentur los semejantes curan a los semejantes.

    Despus de aos de intensa acti-vidad de recopilacin y experimenta-cin, en 1796 publica el Ensayo sobre un nuevo principio y regresa a la prc-tica de la medicina. En esta obra con-solida su estudio sobre la quinina y lo extiende a muchas otras plantas y com-puestos minerales.

    En 1804 se establece en la ciudad de Torgau sobre el ro Elba la cual ga-n fama en la segunda guerra mundial pues ah se encontraron por vez prime-ra los ejrcitos sovitico y estadouni-den se cuando cerraban la pinza sobre lo que quedaba del Tercer Reich. En es-ta poblacin reside siete aos, lo que es todo un rcord personal toman do en cuenta que los doce anteriores se mu-d de ciudad catorce veces. Se puede de cir que Torgau es la cuna de la homeo-pata. All publica Fragmenta de viribus, seguido de la Medicina de la experien-cia y posteriormente, lo que se consi-dera su opera magna, El Or ganon.

    En 1812 regresa a Leipzig y consi-gue un puesto de profesor en la univer-sidad local. Desde esa posicin inicia

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    aos atrs acogi a Johann Sebastin Bach, quien esencialmente le per-miti hacer en la ciudad de Cthen lo que le viniera en gana, que en su caso consista en preparar sus propias me-dicinas y realizar sus experimentos con tranquilidad.

    En 1830 fallece su esposa y cuatro aos ms tarde se casa con Melanie dHervilly, una joven francesa cua-renta aos menor que l. Por este ma-tri monio se cambia una vez ms de ciudad, la ltima. Se establece en Pa-rs donde contina su trabajo hasta que la muerte lo alcanza en 1843.

    Una lgrima en el mar

    En qu consiste exactamente el m-todo homeoptico de Hahnemann? La homeopata es una doctrina pro-ducto de una intensa y prolongada re fl exin y sus postulados son claros: 1) ley de la similitud; 2) experimen-

    tacin pura; 3) reglas de curacin; y 4) dosis infi nitesimal y medicamento nico.

    El primer punto afi rma que en la naturaleza no existe nada que pueda daar y que, a la vez, no pueda curar, pero exclusivamente aquello que la misma sustancia caus. La experi-mentacin pura seala la imposibi-lidad de determinar con certeza, a prio ri, el efecto de un medicamento so bre una persona enferma. Puesto que se administran los semejantes, es imposible saber cules son los efec-tos o sntomas de la enfermedad y cules los del medicamento. En con-secuencia, el mtodo de experimen-tacin homeoptica tiene que reali-zarse exclusivamente en individuos sanos.

    Las reglas de curacin se refi eren al tratamiento de las enfermedades siguiendo rdenes temporales y es-paciales perfectamente bien especi-fi cados. La primera regla dice que la curacin se produce de adentro hacia afuera, donde adentro quiere decir el plano mental y afuera las mucosas y la piel. Por ejemplo, si a un paciente se le somete a tratamiento por depresin y mejora, pero como consecuencia le surge una dermatitis, entonces esto es una clara indicacin de que la cura-cin va por buen camino, pues el nue-vo mal es ms externo que el primero y esta dolencia se debe respetar si no se desea una regresin al cuadro ante-rior. Las dems reglas, son cua tro en total, son semejantes y hablan de cu-rar de arriba hacia abajo y del or den temporal en el que van apareciendo las enfermedades.

    El cuarto rubro dosis infi nitesi-mal y medicamento nico es el n-cleo de la medicina homeoptica y quiz el ms difundido y el peor en-tendido. Se parte del supuesto, como

    la propagacin de su teora de que lo se mejante cura lo semejante. Esto es, si uno padece de fi ebre, entonces el re-medio es tomar en dosis pequeas la misma sustancia que la produce o si se presenta una alergia, pues entonces ha br que tomar una sustancia que la produzca siempre en dosis peque-as. Al principio, sus cursos tuvieron un gran xito, pero Hahnemann acom-paaba la exposicin de su sistema m-dico con ataques cada vez ms viru-lentos contra el establishment mdico, lo que le rest la confi anza de sus cole-gas y despus, la popularidad entre los estudiantes. Con el tiempo lleg al extremo de tener un grupo de slo cin-co estudiantes y qued en una posi-cin muy frgil ante los ataques de sus colegas que, a la larga, lo obligaron a abandonar Lepzig. Entonces, tuvo la suerte de encontrar el mecenazgo del duque Ferdinando de Anhalt-Ct-hen la misma corte ducal que cien

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    lo dice la ley de la similitud, de que no hay sustancias inertes en la natura leza. Pero para que alcancen el grado nece-sario para actuar sobre el organis mo, tienen que ser sometidas a una pre pa-racin fsica especial. En la prc tica homeoptica se emplean nicamen-te sustancias despus de ser dinamiza-das, sistema de diluciones sucesivas que es el fundamento de la prepara-cin de los remedios homeopticos. Se toma una parte del compuesto esen-cial, que puede ser mineral, vegetal o animal, y se diluye en agua o en al-cohol cuando la sustancia es inso-luble, se muele fi namente y se mez-cla con lactosa para su dilucin, se emplea la letra X, el nmero diez en romano, para representar la dilucin a la que se llega despus de mezclar una parte del original en nueve de agua. Este proceso puede repetirse va-rias veces. Una dilucin 6X quiere de-cir que se realiz el proceso seis veces y que consecuentemente queda una parte del material original entre un mi-lln de partes de la dilucin fi nal, una dilucin 30X quiere decir que la parte original es una entre uno seguido de treinta ceros. Anlogamente, se em-plean los numerales romanos C y M para representar las diluciones 1:100 y 1:1 000.

    La segunda parte del proceso de dinamizacin de los remedios homeo-pticos es la sucusin o la manera co-mo se agita la mezcla despus de cada paso de dilucin. Tiene que agitarse vi-gorosamente golpeando el recipiente con la mano o con una pieza de cuero, y con un mnimo de cien enrgicas agi-taciones por minuto hoy, este paso se hace mecnicamente. Una vez com-pletado el proceso puede hablarse de, por ejemplo, la primera dinamizacin centesimal (1C) o de la sexta dinamiza-cin decimal (6X) y as sucesivamente.

    Con el lquido resultante se impregnan unos glbulos de azcar y es sta la presentacin que recibe el paciente.

    Hahnemann recomendaba y em-pleaba diluciones de 6X o de 24X y eso fue la norma durante mucho tiempo, hasta comienzos del siglo xx cuando James Tyler Kent, un mdico estadou-ni dense que pas de la medicina aca-d mica a la homeoptica y que tuvo gran infl uencia en el crecimiento de la homeopata en su pas y en Inglate-rra, emprendi una cruzada en favor de diluciones ms altas y, dependien-do de la enfermedad, recomendaba con pasin, y en ocasiones con enojo y desdn hacia los mdicos home-patas que no seguan sus pasos, las diluciones 30C, 200C, 1M, 50M, CM, DM y MM.

    La estructura molecular de la materia

    Los fi lsofos materialistas griegos Leu-cipo de Mileto y su discpulo Dem-cri to de Abdera, as como el romano Tito Lucrecio Caro, sugirieron que la materia estaba compuesta por tomos: pequesimas partculas cuyas carac-te rsticas fsicas determinaran las pro piedades macroscpicas de los ob-jetos de nuestro mundo. El cristianis-mo temprano reprimi estas concep-ciones pues complicaba terriblemente las explicaciones sobre la composi-cin del alma y el espritu, conceptos centrales para la cosmogona cristia-na. Despus de siglos, en el XVIII Rud-jer Josip Bosco vich, un jesuita croata estudioso de la astronoma y la fsica, enunci una teora atmica coherente. Boscovich falleci en 1787, diez aos despus del nacimiento del ingls John Dalton, quien reuni evidencias incontestables en favor de que la ma-teria se encuentra conformada por tomos, de manera que un tipo de to-

    mo corresponde a un elemento y sus combinaciones dan lugar a los com-puestos que forman las sustancias que encontramos alrededor nuestro. Aun as, durante algn tiempo hubo con fusin entre lo que son los tomos y lo que son las molculas. El ltimo concepto lo propuso por primera vez Amedeo Avogadro, quien alrededor de 1811 mostr que cada litro de gas a 20 grados centgrados y una atmsfera de presin contiene una cantidad enor-me de molculas un diez seguido de 22 ceros.

    Aunque nos parezca natural pen-sar en tomos y molculas pues as fui mos educados desde pequeos, la idea de que la materia est formada por los tomos y sus combinaciones que son las molculas fue confronta-da hasta inicios del siglo XX. Uno de los representantes ms conspicuos de esa resistencia fue Ernst Mach, fsico y fi lsofo austriaco asociado con la es cuela del positivismo. La cuestin de la estructura de la materia qued resuelta con los trabajos de Albert Eins tein en 1905 y de Jean Perrin en 1911. As, la materia se forma de mol-culas que son entes discretos muy

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    pequeos pero que tienen una indi-vidualidad espacial nica y se carac-terizan por tener dimensiones fsi-cas determinadas. Por ejemplo, una molcula de azcar (glucosa) mide aproximada mente un nanmetro, que es la milmillonsima parte de un metro.

    Hagamos un ejercicio aritmtico: veinte gotas de lquido hacen un mi-li li tro un centmetro cbico, por lo tanto, tenemos 20 millones de gotas por metro cbico. Por otra parte, si la mo lcula de glucosa mide un nan-me tro, entonces como los volme-nes van como el cubo de las dimen-sio nes li neales hay un nmero igual a un diez seguido de veinte ceros de mo lculas en una gota. Si esta gota la sometemos a una dilucin homeop-tica de 30X, entonces hace falta un vo-lumen igual que un diez con treinta y nueve ceros de gotas para encontrar una molcula. Prosiguiendo el ejerci-cio, llegamos al resultado de que tal cantidad de go tas ocupan un volumen igual al de una esfera de diez millo-nes de kilmetros de radio. Resumien-do, despus de una dilucin 30X muy baja para los gustos de Tyler Kent existe una molcu la del compuesto original en una esfera que tiene un radio semejante a la distancia del Sol a Venus, si de ah sa camos una gota pa-ra mojar nuestros chochitos de azcar, es absolutamente seguro que no ha-br ninguna molcula del compuesto original.

    Entonces, si no queda una sola mo-lcula de la sustancia original en mis chochitos de azcar, qu es lo que cu-ra de la homeopata, si es que cura?

    La memoria del agua

    Una vez aceptada la naturaleza mo-lecular de la materia lo cual Hahne-

    mann nunca conoci esta pregunta queda abierta y es polmica. Tenemos a tericos de la homeopata clsica, como el contemporneo ingls Peter Morrell, que afi rman que la homeo-pata se basa en un agente llamado dynamis o fuerza vital. Segn Mo rrell, esta fuerza es la hiptesis de trabajo con la cual se explica cmo una sustan-cia potenciada que no es del mundo fsico entra en contacto con la es-tructura fsica de un organismo y al-tera su estado. En sus palabras: Pode-mos defi nir la fuerza vital como una nada. Una entidad invisible e intan-gible que manipula la sustancia del cuerpo y produce el fenmeno que llamamos vida. La fuerza vital es la fuer za motriz y la organizadora de las molculas. Es aquel agente que se encuentra en un organismo vivo y cla-ramente ausente en un cadver. En la muerte, las molculas pierden su or-ganizacin y velocidad de movimien-to. Ya se encuentra ausente la fuerza que las obliga a moverse en patrones con signifi cado o que las une en una matriz armnica y bien coordinada. El cadver carece de percepcin o vo-luntad aunque todava posee una bio-qumica estacionaria bastante sofi s-ticada.

    Yo supongo que todo lector de la revista Ciencias levantar las cejas y emitir alguna interjeccin ms o menos altisonante ante esta perla de estulticia.

    Desafortunadamente, ms para mal que para bien, esta es la esencia de la homeopata clsica. Los escri-tos de Hahnemann y de sus principa-les seguidores no difi eren esencial men-te del discuro de Morrell. No obstante, hay que intentar ser justos y analizar la obra de Samuel Hahnemann en su tiempo y su entorno, no podemos cul-parlo de pensar que la diferencia en-

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    tre la materia viva y la inerte es una fuerza vital sin peso, sin sustancia, invisible e imponderable si todava en pleno siglo xx el fi lsofo francs Henri Bergson premio Nobel de lite-ratura en 1927 y su seguidor Gilles Deleuze argumentan en favor de la exis tencia de este lan vital de lo que Bertrand Russell haca mofa diciendo que el lan vital explica tanto del fe-nmeno de la vida como el lan loco-motrice lo hace del funcionamiento de una locomotora. Actualmente, las personas educadas no aceptan como explicacin de algn fenmeno natu-ral la existencia de sustancias que no se puedan ver, medir, oler, sentir ni de-tectar. Por lo que cualquier explica-cin que se busque del fenmeno de la homeopata no puede ir por este camino.

    La homeopata en diskette

    En 1988 aparece en la prestigiada re-vis ta britnica Nature un artculo cuyo ttulo no presagiaba la tormenta que iba a desatar. Efectivamente, Human basophil degranulation triggered by very dilute antiserum against IgE po-dra pasar por ser uno de tantos artcu-los de inmunologa accesibles ni-camente para los especialistas en el tema. Este reporte fue firmado por trece cientfi cos, de los cuales, segn los usos y costumbres de las publica-cio nes en biologa, el ltimo es el in-vestigador principal, quien se vio en-vuelto en apasionadas discusiones, descalifi caciones y debates sin fi n.

    Nacido en Pars, Jacques Benve-nis te fue un inmunlogo descendien-te de una famosa y antigua familia ju-da de acadmicos e intelectuales con asiento en la histrica ciudad meridio-nal de Narbona, cuyos orgenes pue-den rastrearse hasta la edad media. El

    punto medular del artculo es que este grupo de investigadores afi rmaban que haban logrado activar la des gra nu la-cin la liberacin de sustan cias de los leucocitos basfi los cuando los ex-ponan a dosis extremadamente dilui-das homeopticas de anticuerpos. Los basfi los son clulas que respon-den a la presencia de agentes externos al organismo liberando una sustancia llamada histamina que, a su vez, pro-duce cambios locales en el metabolis-mo de todas aquellas clulas que con-tienen los receptores adecuados; entre otras reacciones, la histamina puede producir dilatacin de los vasos san-guneos y reacciones alrgicas.

    Benveniste y su equipo interpreta-ron su resultado como la transmisin de informacin biolgica pese a la au-sencia de molculas activas. En pocas palabras, el medio usado para la dilu-cin homeoptica poda provocar una reaccin alrgica. No es difcil imagi-nar el revuelo que provoc este artcu-lo. Benveniste y su equipo tuvieron una enorme cobertura meditica: Un descubrimiento francs que podra trastornar los fundamentos de la fsica: la memoria del agua, titul su nota, con buena dosis de nacionalismo galo, el peridico Le Monde en su edicin del 30 de junio de 1988. Aquellos ho-mepatas honestos y no satisfechos con la hiptesis del lan vital creyeron encontrar la explicacin cientfi ca de su disciplina. Aquellos escpticos, pe-ro de buena fe, estuvieron dispuestos a conceder el beneficio de la duda. Sin embargo, el grueso del establish-ment cientfico se escandaliz ante algunas afi rmaciones un poquito exa-geradas del propio Benveniste, como: es como si usted metiera las llaves de su carro en el ro Sena en Pars y luego descubre que si toma agua de la des-embocadura unos 400 kilmetros

    sta tiene la informacin sufi ciente para echar a andar su carro!.

    Despus de que varios laboratorios independientes no pudieron reprodu-cir los resultados, la agitacin lleg a tal grado que sir John Ryden Maddox, el editor en jefe de Nature, con entre-namiento formal en qumica, tuvo que pedir que el equipo de Benvenis-te repitiera el experimento en su pre-sencia y de un equipo convocado y en cabezado por l, que constaba de expertos en desenmascarar fraudes cientfi cos. Los resultados fueron ne-gativos. Intentos subsecuentes de re-producir el experimento en laborato-rios independientes tambin fallaron. La revista Nature retir el artculo de sus archivos y aunque Benveniste nun-ca se retract, su prestigio sufri un dao irreparable. Fue un buen investi-gador mdico que alcanz notoriedad por el descubrimiento de un factor de

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    activacin de las plaquetas en la san-gre y lleg hasta la direccin de una unidad de investigacin del Instituto Nacional de la Salud y de la Investiga-cin Mdica de Francia, institucin que se vio forzado a abandonar como consecuencia del escndalo. Falleci en 2004, de una afeccin cardaca.

    Uno de los integrantes del comit fue Jame Randi, un excntrico millo-na rio canadiense que en su juventud trabaj como escapista e ilusionista y en su edad madura se dedica a desen-mascarar casos de fenmenos para-normales o de pseudociencia. Es uno de los editores de la revista The Skep-tical Inquirer. Despus del affaire Ben-veniste, Randi ofreci un premio de un milln de dlares a quin pudiese demostrar la accin fi siolgica de di-luciones ultramoleculares. El reto fue recogido por Madeleine Ennis, profeso-ra de la Queens University de Belfast en 2001 y se mont cuidadosamen te un experimento que fue supervisado por la Royal Society de la Gran Breta-a, por medio de su vicepresidente sir John Enderby, fsico de profesin, y fi l mado paso a paso por la BBC. El expe-riento fue asistido por un equipo de mdicos, expertos en estadstica y el mismo Benveniste. Los resultados, de nuevo fueron negativos.

    La puntilla al esfuerzo de Benvenis-te y sus seguidores por demostrar que el agua posee memoria, lo que a la lar-ga sera la explicacin racional de la homeopata, la dio un estudio patroci-nado por la Agencia de Proyectos de Investigacin Avanzada de los Estados Unidos de Amrica. El reporte fi nal: Can specifi c biological signals be digi-tized? fue publicado recientemente en la muy prestigiada revista The FASEB Journal. El estudio cont con la partici-pacin de un impresionante equipo multidiciplinario que incluy a Jac-

    ques Benveniste, quien no vivi lo su-ficiente para llegar a la conclusin negativa de la investigacin.

    Hasta donde llega la ciencia moder-na, la cuestin de la memoria del agua est completamente desechada. As pues, la situacin en octubre del 2006 es contundente: no existe mecanismo fsico conocido que pueda explicar la accin de la homeopata.

    Sin embargo, bien pudiera suceder que ese mecanismo exista y que sim-plemente la ciencia contempornea no haya sido capaz de detectarlo. Si se concede el benefi cio de la duda a la homeopata y aceptamos la premisa de que ese mecanismo existe y asimis-mo reconocemos nuestra actual in-capacidad para explicarlo, se puede todava recurrir a un mtodo muy em-pleado por los mdicos para los casos en los que se requiere probar la accin o falta de accin de algn medicamen-to; me refi ero a los estudios clnicos. Son tcnicas diseadas para estable-cer una relacin de causalidad entre la administracin de un frmaco y sus consecuentes efectos cuando se desco-noce con precisin la accin fi siolgi-ca de ellos o bien su actividad qu mica o molecular. Uno de los protocolos ms aceptados es el estudio aleatorio controlado, doble ciego y con control de placebo del latn complacer. De manera muy sucinta, en estos estu-dios se elige una muestra de pacien-tes, a cada uno de ellos se le administra de manera aleatoria sea el medicamen-to que se prueba o un placebo. Ni los pacientes ni los investigadores saben cmo se hace la asignacin por eso se llama doble ciego.

    Es necesario aclarar que este tipo de estudios normalmente se realizan para que algn frmaco nuevo consiga aprobacin para ser comercializado. Esto quiere decir que la nueva droga

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    ya pas por toda una serie de experi-mentos previos, posiblemente inclu-yendo su prueba en animales de labo-ratorio, y que desde su diseo se sabe o se tiene fundada sospecha de para qu sirve. El estudio clnico propor-ciona una medida estadstica de su efi ciencia y de los posibles efectos secundarios.

    En el caso de la homeopata, los es tudios clnicos tienen que ser par-ticularmente cuidadosos pues ya sa-bemos que no hay mecanismos de interaccin molecular involucrados y que no se puede deducir su efi ciencia de leyes conocidas o de principios acep-tados. Por lo mismo, los estudios clni-cos lo ms que pueden hacer es com-parar cuantitativamente, mediante mtodos estadsticos, la respuesta de los pacientes que toman el remedio homeoptico con los que reciben un placebo.

    La cantidad de estudios clnicos que se han hecho para indagar si la ho-meopata logra un nivel de curacin por encima de lo que obtiene un pla-

    cebo es enorme. Una investigacin su-perfi cial en alguna base de datos yo us el PubMed arroja cientos de ar-tculos que reportan los resultados ms encontrados y contradictorios. Afortunadamente, dentro de ese ma-remagnum existe un buen nmero de artculos de revisin. Recurr a varios, en particular a uno que me pareci que destacaba por su profundidad, A systematic review of sys tematic re-views of homeopathy, y cuyo autor, E. Ernst de la Universidad de Exeter, es un reconocido profesionista. Las con-clusiones de esta revisin ya no de-jan lugar para dudas, la homeopata no consigue efectos distinguibles del efecto placebo. En pocas palabras, no tiene efecto alguno sobre el organis-mo ms all de la sugestin y para to-do fi n teraputico es igual de efi caz que rezar un rosario.

    Primum non nocere

    Esta frase en latn, que con frecuen-cia es atribuida errneamente a Hip-

    crates, es la mxima fundamental de la medicina y se ensea a todo estu-dian te durante su carrera: primero, no daar.

    La mayora de la gente que yo co-noz co opina que puesto que la ho-meo pata no hace dao, ms all de la posi ble autosugestin, se debera per-mitir que quien quiera recurra a esa prctica pues, despus de todo, aun-que el efecto placebo siga siendo un misterio para la ciencia qu importa qu sea lo que haga que el paciente se sienta mejor mientras efectivamen-te se sienta mejor? Es difcil estar en contra de esta posicin y diga lo que diga aqu y en otros foros, la gente se-guir recurriendo a la homeopata. Sin embargo, quiero llamar la aten-cin sobre cuatro aspectos poco dis-cutidos cuando se habla de homeo-pata.

    Primero, una prctica muy fre-cuen te en la literatura cientfi ca es que los equipos de investigacin, como regla general, nicamente reportan resultados positivos. Es muy difcil,

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    casi imposible, encontrar un artculo que diga: despus de llevar a cabo cui-dadosamente el protocolo experimen-tal diseado, los resultados fueron contrarios a lo esperado. Aunque los resultados negativos tienen valor cien-tfi co en s, el investigador que los pu-blique si es que se los publican se suicida profesionalmente. Esta acti-tud desgraciadamente es la regla y es muy importante para el tema que nos ocupa pues en todos los reportes que consult acerca de los supuestos efec-tos benfi cos de la homeopata, ningu-no tom en cuenta el efecto placebo

    negativo, el cual en ocasiones es lla-mado respuesta nocebo, que se refi ere a que un paciente que recibe una sus-tancia inerte tambin puede sentir se mal por pura autosugestin. En re su mi-das cuentas, los artculos que es tu dian la supuesta efi cacia de la ho meo pa-ta, no slo no logran niveles distingui-bles del efecto placebo sino que nunca reportan efectos negativos, aunque es tos sean por autosugestin.

    Segundo, aunque ingerir un gl-bu lo de azcar no daa, el hacerlo en lu gar de un medicamento con efi ca-cia pro bada en un caso grave s lo ha-

    ce. En esta situacin, el dao que se le pro voca al paciente es por omisin; bien pudiera ser que alguien tenga un cua dro sintomtico comn un dolor de ca beza que oculte un problema gra ve. En ese caso, acudir a la medi-cina ho meoptica puede representar una pr dida de tiempo fatal para el paciente.

    Tercero, la industria homeoptica se apart por completo de la fi losofa hah nemaniana original y ya no es ti-ca mente superior a la industria farma-cutica ortodoxa. Antes de escribir este ensayo, visit algunas farmacias ho-

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    meopticas y me llev una tremen da sorpresa; se vende rnica en prepa ra-cin homeoptica para la curacin de infl amaciones y hematomas, cuando esa planta macerada o en infusin se usa exactamente para lo mismo. Es im-posible, segn la teora homeoptica, que una planta tenga los mismos efec-tos en dosis homeopticas y en prepa-racin macro. Consecuentemente, en dosis homeopticas el rnica debera de provocar infl amacin y hemato-mas. Tambin encontr valeriana con-tra el insomnio, cuando debera de ser lo contrario; para dormir habra que to mar cafena en dosis homeopticas. El problema de fondo es que la ex ce-siva y poco tica comercializacin de todo lo que tiene que ver con la salud no respeta principios ni tradiciones; cuando lo nico importante es la ga-nan cia, pueden vender cualquier co-sa bajo una etiqueta de medicamento homeoptico o de los otros.

    Por ltimo, cuando realizan las di-namizaciones tambin entran en jue-go trazas de los compuestos de los que estn fabricados los recipientes, tubos de ensayo, tapas, etctera. Cmo dilu-cidar el efecto del compuesto homeo-ptico de las dinamizaciones de mo-lculas de xidos de silicio del vidrio del frasco o de los compuestos org-nicos del corcho de la tapa y de todos los dems?

    Qu hacer?

    La gente seguir recurriendo a la ho-meopata y lo har por razones pa-reci das a las que orillaron a Samuel Hah nemann a formular su teora. La me dicina en Mxico y en muchos lugares del mundo en el siglo XXI es una actividad deshumanizada y sin valores. Si uno acude a los servicios pblicos de salud, se encontrar mal-

    tra tos, regaos, groseras, mala aten-cin, escasez de medicamentos o mer-cado negro de ellos. Si se est entre el 5% de afortunados que pueden acudir a los servicios privados, la mala atencin viene enmascarada detrs de una falsa sonrisa y acompaada de una factura que quita la respiracin. Ante ello, no es de extraar que se re-curra a las medicinas alternativas, lo que no quiere decir que las ltimas tengan alguna validez o sirvan para al-go. De hecho, en su gran mayora son un engao y su fi nalidad es sacarle el dinero a la gente.

    Es una verdadera lstima que la homeopata no funcione pues las dis-torsiones de la medicina que provo-caron su nacimiento son tan vlidas hoy como lo fueron en el tiempo de Hahnemann. Se seguir empleando, al igual que los medicamentos chata-rra que se anuncian en la televisin, sin saber nada de su rica historia e ig-norando que surgi como un rechazo hacia un sistema de salud inefi ciente, elitista y deshumanizado. Tambin es una lstima que la comercializacin de la homeopata la lleve por el cami-no de la chatarrizacin.

    Desgraciadamente, es difcil ter-minar este ensayo con una nota opti-mista; mientras sigamos teniendo en Mexico gobiernos nacionales que se desentienden de sus obligaciones en salud y en educacin para favorecer las instituciones privadas sobre las pblicas, las multitudes cuya lucha cotidiana es la supervivencia segui-rn acudiendo al tipo de medicina que les pongan enfrente. Es triste que la gente desposeda sea acarrea-da por la propaganda televi siva al con-sumo de medicamentos frau du lentos que caen en, al menos, dos ca te-goras: los populares que son los si-milares vendidos sin ningn control y

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    Pedro Miramontes

    Departamento de Matemticas,Universidad de Sonora.

    Palabras claves: homeopata, Hahnemann, dilucin homeopticaKey words: homeopathic, Hahnemann, homeopathic dilution

    Resumen: Se hace un recuento histrico del origen, desarrollo y estado actual de la prctica mdica de la homeopata. Se expone la biografa de Samuel Hahnemann, creador de la homeopata, y se ubican sus propuestas en su contexto histrico y social. Se discuten los debates modernos en torno a la efectividad de los tratamientos homeopticos y de sus posibles mecanismos causales.Abstract: A historical presentation of the origin, development and present state of the medical practice of Homeopathy is given. The biography of the Samuel Hahne-mann, the author of Homeopathy is exposed. His life and work is inserted and in his time and discussed in its social environment. The modern debates about the effec-tiveness of homeopathic treatments and their possible causal mechanisms are reviewed.

    Pedro Miramontes es profesor de tiempo completo del Departamento de Matemticas de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Integrante del Grupo de Biomatemtica de la misma. Actualmente se desempea como profesor en la Universidad de Sonora.

    Recibido: 26 de octubre 2006, aceptado 6 de noviembre de 2006.

    cuya calidad es, en el mejor de los ca-sos, dudosa, y los medicamentos cha-tarra de costo elevado como los de Genomma Lab cuya venta consti-tuye un crimen social pues al insul-to del precio se le agrega la burla del engao.

    Colofn

    Samuel Hahnemann falleci de bron-quitis en Pars en 1843. El amor lo lle-v a radicar en la ciudad luz. Fue se-pultado en el panten de Montmartre y hubiera sido vecino de sepultura por la eternidad de Heinrich Heine y Thophile Gautier de no haber suce-dido que una suscripcin pblica or-ga nizada en los Estados Unidos reu ni

    fondos para trasladarlo al ms encum-brado cementerio del Pre Lachaise. El destino, siempre juguetn y capri-cho so, quiso que su tumba se encuen-tre muy prxima de la de Joseph Gay-Lussac y casi vecina de la de Fran ois-Vincent Raspail. El primero, impulsor de la teora molecular de la materia y el segundo, un famoso revoluciona rio francs que destac por su partici pa-cin activa y militante del lado repu bli-cano en los sucesos del 48 en Fran cia. La imagen poltica de Raspail opac sus logros profesionales como mdi-co. Como tal, preconiz la higiene y el uso de antispticos. Fue un adherente a la teora patognica de las enferme-da des, negada por Samuel Hahneman y sus seguidores. r

    IMGENES:Axel Grospernih, Cuaderno de bocetos, 2005, tinta sobre papel.