historia udi 1967_2000

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1.- LA FORJA DE UNA GENERACIÓN Durante 1967 el presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de derecho de La Universidad Católica de Chile, Jaime Guzmán Errázuriz, lideraba a una reducida minoría opositora a los intentos de la FEUC demócratacristiana por iniciar una reforma radical en esa cada de estudios superiores. Por su parte, amparada en la desidia del gobierno y apoyada por algunos grupos al interior del mismo PDC, la izquierda marxista ganaba terreno en el mundo universitario. Como reformistas y revolucionarios encontraban que había que provocar pronto un quiebre en la educación superior, no se dejaron esperar los actos de fuerza, comenzando en la UCV y alcanzando su momento culminante con la toma de la Casa Central de la UC, en agosto de ese año. El acontecimiento tuvo secuelas decisivas para el futuro de Chile, tanto porque marcó el inicio de la caída que llevaría al establecimiento de un gobierno marxista a partir de 1970, como por la llamativa presencia de un Movimiento Gremial que enfrentó la toma con decisión en los principios y en la acción. El grupo había nacido a principios de 1966, de la mano de Jaime Guzmán, y estaba integrado principalmente por Jovino Novoa, Hernán Larraín, Sergio Gutiérrez, Ernesto Illanes, Felipe Lamarca, Máximo Silva, Manuel Bezanilla, Luis Monge, Rodrigo Mujica, Roberto García y Raúl Lecaros, entre otros. Guzmán era el líder natural del movimiento desde sus comienzos, porque conjugaba ya desde muy joven la máxima solidez doctrinal y moral con un notable sentido de la oportunidad y la decisión en sus acciones. Era ya un líder muy distinto a todos los demás. Creía que en la entrega completa de la propia vida a una causa residía la más vigorosa de las fuerzas; por eso mismo, desde ese triste 11 de agosto de 1967 su influencia adquiría un relieve inusitado, proyectándose fuera de toda previsión y de un modo decisivo en la historia de Chile, hasta nuestros días. En efecto, Guzmán comenzó a forjar a su alrededor a un grupo, los gremialistas, que no sólo se oponían doctrinariamente a la instrumentalización política de las organizaciones estudiantiles, sino que comenzaron a proponer una sociedad rectamente ordenada de acuerdo al principio de subsidiariedad, y lo hicieron con igual o mayor voluntad de lucha que las juventudes políticas; lo comenzaron a planear, además, con una mística desconocida, con alegría e ilusión de triunfar. Pocas veces, quizás nunca antes, ha habido en la historia de Chile un grupo de personas tan entregadas a una causa, con tal nobleza y desprendimiento: ser gremialista era simplemente un modo vibrante de enfrentar la realidad, con optimismo y valentía; el éxito podría llegar de inmediato o más adelante, pero desde un comienzo, Guzmán les infundió la voluntad de triunfar, de no capitular, por difíciles que fueran las circunstancias. Y ciertamente lo eran.

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BREVE HISTORIA DE LA UDI

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Page 1: Historia udi 1967_2000

1.- LA FORJA DE UNA GENERACIÓN

Durante 1967 el presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de derecho de La

Universidad Católica de Chile, Jaime Guzmán Errázuriz, lideraba a una reducida minoría

opositora a los intentos de la FEUC demócratacristiana por iniciar una reforma radical en

esa cada de estudios superiores. Por su parte, amparada en la desidia del gobierno y

apoyada por algunos grupos al interior del mismo PDC, la izquierda marxista ganaba

terreno en el mundo universitario. Como reformistas y revolucionarios encontraban que

había que provocar pronto un quiebre en la educación superior, no se dejaron esperar los

actos de fuerza, comenzando en la UCV y alcanzando su momento culminante con la toma

de la Casa Central de la UC, en agosto de ese año.

El acontecimiento tuvo secuelas decisivas para el futuro de Chile, tanto porque marcó el

inicio de la caída que llevaría al establecimiento de un gobierno marxista a partir de 1970,

como por la llamativa presencia de un Movimiento Gremial que enfrentó la toma con

decisión en los principios y en la acción. El grupo había nacido a principios de 1966, de la

mano de Jaime Guzmán, y estaba integrado principalmente por Jovino Novoa, Hernán

Larraín, Sergio Gutiérrez, Ernesto Illanes, Felipe Lamarca, Máximo Silva, Manuel Bezanilla,

Luis Monge, Rodrigo Mujica, Roberto García y Raúl Lecaros, entre otros.

Guzmán era el líder natural del movimiento desde sus comienzos, porque conjugaba ya

desde muy joven la máxima solidez doctrinal y moral con un notable sentido de la

oportunidad y la decisión en sus acciones. Era ya un líder muy distinto a todos los demás.

Creía que en la entrega completa de la propia vida a una causa residía la más vigorosa de

las fuerzas; por eso mismo, desde ese triste 11 de agosto de 1967 su influencia adquiría un

relieve inusitado, proyectándose fuera de toda previsión y de un modo decisivo en la

historia de Chile, hasta nuestros días.

En efecto, Guzmán comenzó a forjar a su alrededor a un grupo, los gremialistas, que no

sólo se oponían doctrinariamente a la instrumentalización política de las organizaciones

estudiantiles, sino que comenzaron a proponer una sociedad rectamente ordenada de

acuerdo al principio de subsidiariedad, y lo hicieron con igual o mayor voluntad de lucha

que las juventudes políticas; lo comenzaron a planear, además, con una mística

desconocida, con alegría e ilusión de triunfar. Pocas veces, quizás nunca antes, ha habido

en la historia de Chile un grupo de personas tan entregadas a una causa, con tal nobleza y

desprendimiento: ser gremialista era simplemente un modo vibrante de enfrentar la

realidad, con optimismo y valentía; el éxito podría llegar de inmediato o más adelante,

pero desde un comienzo, Guzmán les infundió la voluntad de triunfar, de no capitular, por

difíciles que fueran las circunstancias. Y ciertamente lo eran.

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Efectivamente, tras la derrota de la postulación de Jaime Guzmán a la presidencia de la

FEUC a fines de 1967, sólo un año después una lista gremialista encabezada por Ernesto

Illanes obtuvo el triunfo, estrecho pero espectacular, sobre los cabecillas de la reforma

universitaria, grupo que parecía incontrastable. Y en los años siguientes volvieron a

repetirse los éxitos con Hernán Larraín y Tomás Irarrázaval. Al iniciarse la década de los

70, el gremialismo había ganado en muchos centros de alumnos de la UC y empezaba a

tener influencia en todo el país. En 1972, Javier Leturia fue elegido quinto presidente

gremialista consecutivo y Juan Carlos Bull consiguió ganar en la Universidad Católica de

Valparaíso. El ideal de Guzmán comenzaba a encarnarse en miles de universitarios y

decenas de organizaciones estudiantiles que defendían la doctrina gremialista.

UN IDEAL Y UNA FIGURA EMBLEMÁTICA

La fórmula era novedosa y acarreaba el interés de la prensa y de los analistas políticos. Es

que Jaime Guzmán había comenzado a generar un estilo nuevo en la acción pública, el que

exigía el crecimiento personal de sus compañeros y seguidores. Así se comenzaba a dar

vida a una generación de universitarios de distintos orígenes políticos, pero que unificados

por la doctrina de la autonomía de los cuerpos intermedios, comenzaban a adquirir

formación cívica y un alto nivel de compromiso en reuniones realizadas en la casona de la

calle Suecia, junto al Instituto de Estudios Generales, y en las frecuentes comidas con que

el joven líder aglutinaba a pequeños grupos de los suyos, en su propia casa. No se conocía

nada igual o comparable.

Por eso, en Arica, Antofagasta, Valparaíso, Concepción y Valdivia se desarrollaban

paralelamente los distintos Movimientos gremiales, a cargo de jóvenes como Juan Carlos

Bull, Francisco Bartolucci, Eugenio Cantuarias, Carlos Vío, Javier Vera, Carlos Goñi,

RenéPiantini, Jaime Torrealba, Carlos Valcarce y muchos otros. El gremialismo

universitario le debe mucho a un importante grupo de mujeres: Karin Becker, María Elisa

Bulnes, Blanca Arthur, Paula Raffo, Sonia Guilisasti, María de la Liz Larraín y Ximena Pinto,

entre otras.

En muy pocos años, estos Movimientos crecieron como un eco del deseo natural de los

estudiantes por que se respetara el fin propio de las organizaciones intermedias de la

sociedad y de las universidades en particular. Pero el aporte más importante y lo que les

permitió transformarse en una fuerza de cambio permanente desde esos años, fue que se

los dotó de una base conceptual sólida y de una mística generacional.

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2.- LA GRAN BATALLA CONTRA LA UP.

Jaime Guzmán, quien a una brillante inteligencia unía la intuición política, vio desde un

comienzo el enorme peligro que a corto plazo significaba un gobierno en manos de los

socialistas y de los comunistas. Las sucesivas agresiones que Allende y su gente iniciaron

contra la institucionalidad democrática, removieron aún más el ánimo de Guzmán y sus

seguidores, poniéndose las diversas organizaciones gremialistas en un creciente estado de

alerta ante el gobierno marxista. Estar en contra de Allende se hizo sinónimo de la defensa

de un Chile libre y de instituciones intermedias libres.

En mayo de 1973, Guzmán tenía la convicción de que el volcán en que Chile vivir desde la

ascensión al poder de Salvador Allende en 1970, había empezado a entrar definitivamente

en erupción. Le preocupaban cada vez más la violencia política, el odio desatado, el

desprecio del derecho, la indefensión de la propiedad, la pérdida de libertades -muy

particularmente la de expresión-, la existencia de grupos civiles armados, etc. En especial,

su fina mentalidad jurídica.

Rechazaba el uso de resquicios legales, con los que el gobierno de la UP buscaba alcanzar

sus objetivos, debido a que no contaba con las mayorías parlamentarias necesarias para

impulsar el control del Estado al que aspiraba. Entendía que había que enfrentar el

surgimiento del así denominado "poder popular", cuyo propósito era sustituir la

institucionalidad vigente, descalificando al Parlamento, al Poder Judicial y a la Contraloría

General de la República como órganos burgueses. Por otra parte, le inquietaba la situación

económica cada vez más deteriorada, porque veía con claridad que el gobierno pretendía

usar el desastre económico que había provocado, para justificar la conquista del poder

absoluto mediante un asalto final.

Su figura se hizo especialmente conocida por su participación en el programa televisivo de

Canal 13, "A esta hora se improvisa", y por sus discursos llenos de lógica y fuerza en las

numerosas asambleas de los convulsionados años de la UP. Cumplió apenas 27 años a

mediados de 1973. Se le veía siempre en los comités organizadores de actos, ya fuese para

la defensa de la Papelera, en apoyo del conflicto de la Universidad de Chile, por la

posibilidad de extender las transmisiones de Canal 13, junto a las movilizaciones de los

mineros del cobre, en contra de la Escuela Nacional (ENU), etc. Y ahí estaban fielmente a

su lado gremialistas que provenían ahora de sectores laborales muy diversos, a los que esa

doctrina se iba extendiendo: profesionales, camioneros, comerciantes, pobladores,

mineros, etc. Sin saberlo ún, comenzaba así a fraguarse una nueva opción política para el

Chile del futuro, en medio de la más incontrastable vigencia de las dictaduras marxistas

que dominaban parte importante del mundo, imponiendo fórmulas opresoras de toda

dignidad humana, de las cuales apenas se comienza hoy a saber la auténtica verdad.

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AQUELLOS DÍAS DECISIVOS.

En agosto de 1973, la FEUC, con Javier Leturia a la cabeza, pidió la renuncia de Allende e

inició una campaña de recolección de firmas destinadas a este propósito. Definitivamente,

los gremialistas estaban empeñados en librar a Chile del gobierno marxista, para lo que

hacía falta mucho coraje y una persistencia a toda prueba, sin ser profesionales de la

política, sino sólo estudiantes, empleados y trabajadores comprometidos con un alto

ideal, quienes todo lo realizaban artesanalmente, aunque con un enorme sentido del

deber.

Con una inflación anual del 300 por ciento, el paro nacional mostró a Jaime Guzmán como

una de las cabezas de la rebelión civil contra el gobierno, junto a dirigentes de los más

variados gremios y actividades nacionales, a la Democracia Cristiana y a los nacionales,

sumándose así todos a la petición de la FEUC.

En medio de esa incertidumbre, Jaime Guzmán parecía no tener miedo a nada, a pesar de

su evidente fragilidad física; en esas horas difíciles se hizo patente toda la hondura de su

sentido del deber patriótico, sin importarle el sacrificio que implicara. A su madre le había

escrito en mayo: "El panorama nacional es complejo y explosivo; nadie sabe cuándo no

dónde estallará, pero es previsible que se produzcan acontecimientos delicados e

importantes en poco tiempo más". Eran éstas las circunstancias tristemente propicias para

que ese espíritu de abnegación se grabara definitivamente en todos sus seguidores, fuese

cual fuese su origen.

Por eso, el 11 el septiembre de 1973 fue para Jaime Guzmán y su gente la hora de la

liberación de Chile de la amenaza inminente de una dictadura marxista-leninista, una

realidad que en años posteriores tras la caída del Muro de Berlín, se develó como el

sistema que ha perpetrado las mayores violaciones a los derechos humanos en la historia

de la humanidad.

3.- COLABORACIÓN CON EL GOBIERNO MILITAR

Desde el primer momento, Guzmán y sus colaboradores entendieron que había que

respaldar e incorporarse al nuevo gobierno de las Fuerzas Armadas y Carabineros. El

mismo 11 de septiembre, el líder del gremialismo embanderó su departamento, pero

también rezó para dar gracias por la liberación de Chile y para pedir por el alma de los

caídos y por todos aquellos que, con o sin culpa de su parte, pudieran estar sufriendo.

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Su versación jurídica lo había llevado a trabajar junto con otras personas en la redacción

del bando número 5, texto en el que se partía de la base que los hechos de ese día

constituían el ejercicio del derecho de rebelión contra un gobierno ilegítimo y fracasado,

lo que confería legitimidad moral y jurídica al gobierno militar.

Con el correr de las semanas, Guzmán aceptó integrar la Comisión encargada de redactar

una nueva Carta Fundamental, tarea importantísima, pues la UP prácticamente había

destruido la institucionalidad chilena. En paralelo Sergio de Castro, Emilio Sanfuentes,

Pablo Barahona, Álvaro Bardón, Sergio de la Cuadra, Jorge Cauas, y Roberto Kelly,

destacados economistas, comenzaban a participar en el gran imperativo de la

reconstrucción económica del país. Por su aporte, Guzmán comenzaba a colaborar más

detenidamente con el gobierno en criterios, textos, y, sobre todo, en la designación de

numerosas personas para cargos públicos durante todos esos primeros años. Ahí harían

sus primeras armas de servicio público efectivo, muchos de los que llevaban cinco o más

años trabajando en la defensa de los cuerpos intermedios.

Paralelamente, Guzmán continuaba coordinando la acción de su gente en reuniones

semanales y no perdía de vista las universidades porque sabía que de ahí saldrían muchos

servidores públicos que el nuevo Chile reclamaba. La generación tenía ya varios millares

de integrantes, pero la mística se mantenía y se acrecentaba. Era la contemplación de un

Chile destrozado y la posibilidad de rehacer una patria digna y soberana lo que movió a

cientos de jóvenes profesionales a dejar de lado notables oportunidades y dedicar sus

mejores años al servicio público.

Así, Jaime Guzmán y su gente fueron encontrando diversos cauces efectivos en el

gobierno militar, para hacer de Chile una gran Nación, constituyendo una influencia

gravitante y una fuerza decisiva en la definición de un itinerario constitucional que

culminase en la entrega de una nueva democracia para el país. Desde diversas posiciones,

dejaron huella en la labor de casi 17 años de las Fuerzas Armadas. Entre muchos otros,

Sergio Fernández, Jovino Novoa, Luis Cordero, Carlos Bombal e Ignacio Astete dedicaban

sus mejores esfuerzos en estas labores. Si esta tarea puede resumirse, a pesar de su

enorme amplitud, habría que escoger la intervención decidida en la elaboración de una

Constitución Polítixa, la formación de miles y miles de jóvenes, quienes desarrollaron su

labor en la Secretaría Nacional de la Juventud, y las aportaciones técnicas en materias

socio-económicas desde la Oficina de Planificación Nacional, (Odeplán), cuya principal

figura fue el carismáticos Miguel Kast . Kast, murió cuando sólo tenía 33 años, después de

haber ejercido como Presidente del Banco Central, Ministro del Trabajo y Director

Nacional de Odeplan.

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KAST Y LA LUCHA CONTRA LA POBREZA.

Miguel Kast fue un hombre que en su corta vida se entregó por entero a la lucha por

erradicar la pobreza, entusiasmando a otros cientos de profesionales y universitarios en la

tarea de conocer dónde estaban realmente los más necesitados y de buscar los

mecanismos más eficaces para llegar directamente a ellos con los beneficios sociales. Con

Jaime Guzmán se habían conocido en los años primeros del gremialismo universitario.

Kast también consideraba vital conseguir que lo mejor de las promociones que egresaban

de las universidades dedicara parte de sus primeros años de ejercicio profesional a

trabajar en las regiones, desarrollando esa verdadera mística de servicio público desde

fines de los años 70. Ahí se forjaron Patricia Matte, Cristián Larroulet, Martín Costabal,

Ernesto Silva, Dense Coyundjian, Juan Hurtado, Antonio Recabarren, Julio Dittborn, Jorge

Selume, Felipe Lamarca, Norman Bull, Marcelo Astoreca, Pablo INEN, Luis Larraín, José

Yuraszeck, Alvaro Donoso, Alvaro Vial, Renato Peñafiel, María Teresa Infante, Juan Ariztía,

Juan Antonio Guzmán, Evelyn Matthei, Cristóbal Philippi, José Pedro Undurraga, Norman

Bull y, por cierto Joaquín Lavín.

Así, las generaciones sucesivas de gremialistas fueron colaborando en la aplicación de un

sistema de economía social de mercado, con las consiguientes modernizaciones en el área

laboral, previsional, de salud, de vivienda y de educación, que llegaron a ser núcleo

fundamental de las realizaciones del régimen militar.

4.- UNA NUEVA GENERACIÓN

Pero es fundamental consolidar esta nueva generación de servidores públicos para Chile.

Por eso, la participación de los jóvenes afines a Jaime Guzmán en el gobierno de las

Fuerzas Armadas y de Orden fue importante, desde el principio, también a través de la

flamante Secretaría Nacional de la Juventud, organismo con que el régimen naciente

Quería llegar a conocer y satisfacer las necesidades de los jóvenes de Chile.

Parte de estos jóvenes , que iban adquiriendo experiencia política en cargos de gobierno,

formó en el cerro Chacarillas, en Julio de 1975, el Frente Juvenil de Unidad Nacional,

anticipando el lugar en que, dos años después, el presidente Augusto Pinochet reseñaría

el itinerario de la transición a la democracia, discurso en el que de modo evidente se

percibía que Jaime Guzmán había logrado presentar la mejor opción, frente a quienes se

oponían a que el gobierno militar fijara un camino institucional hacia la democracia.

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El Frente Juvenil de Unidad Nacional aspiraba a reunir y organizar a la juventud chilena

para trabajar en la grandeza futura de la Patria, respaldando al gobierno, pero como

movimiento autónomo del régimen. El grupo estaba imbuido de la necesidad de crear una

nueva institucionalidad, que configurara una democracia renovada, libre y protegida, con

autoridades elegidas mediante sufragio universal, secreto e informado, una democracia

capaz de combatir a las doctrinas que atentaran contra ella.

El frente propiciaba una economía que combinara el papel del mercado con la acción

reguladora del Estado, fundada en la propiedad privada y la iniciativa particular, moderna,

basada en la eficiencia, abierta al exterior y con desarrollo social simultáneo. Guzmán

presentaba al país su primera fundación propiamente política, anticipándose en muchos

años a la necesidad de preparar a quienes podrían consolidar la restauración del gobierno

militar. Ahí comenzaban a destacar Cristián Larroulet, Ignacio Astete,Juan Antonio

Coloma, Andrés Chadwick, Patricio Melero, Cristián Leay, Jaime Orpis, Domingo Arteaga,

Mikel Urquiza, Eduardo Silva, Cristóbal Silva, Luis Parot, Manuel Cereceda, Fernando Pau,

Cristián Letelier y Andrés Serrano.

LA EXPRESIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA

Pero hacía falta algo más, otra organización en la que jóvenes profesionales pudiesen

desarrollar la misma tarea de promoción de las ideas comunes. por eso, en 1979 nace

Nueva Democracia, una nueva expresión política de la gente de Jaime Guzmán. Ahí

estaban Javier Leturia, Roberto Pulido, Humberto, Jorge Fernández, Claudio Arteaga, y

Carlos Bombal, entre muchos otros. En su primer manifiesto, señalan que la democracia

es la forma de gobierno más adecuada para Chile, que el sufragio universal debe ser el

método predominante para generar las autoridades políticas, que la soberanía debe

reconocer límites objetivos entre los que sobresalen los derechos que emanan de la

naturaleza humana, anteriores y superiores al Estado, que rechazan por incompatible con

la democracia la perpetuación de un régimen militar, y que sólo una actitud cómoda o

miope de ciertos sectores podría pretender endosarle indefinidamente a las Fuerzas

Armadas y de Orden una responsabilidad que correspondía en definitiva a la ciudadanía

toda, como es el ejercicio habitual de la actividad política contingente.

El documento defiende, además, la existencia de partidos políticos, de un sistema

electoral que garantice la efectiva igualdad entre ellos y los independientes, la vigencia de

un sistema económico que asegure la libertad económica, exigencia básica para la

existencia de la libertad política. Y, recogiendo la fecunda experiencia de Kast, apunta a la

necesidad de erradicar gradualmente la extrema pobreza. Finalmente, Nueva Democracia

se jugaba por la idea de aprobar en un mismo acto la nueva Constitución Política y la

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duración y modalidades propias de la transición, asegurándose asó el objetivo de la

vigencia plena de la nueva democracia para la segunda mitad de la década de los 80.

Contemporáneamente a Nueva Democracia, Guzmán había logrado dar vida con la

decisiva colaboración de Ernesto Illanes y Aníbal Vial, a la revista Realidad, destinada a

difundir las ideas del sector y apoyar al régimen, y al Instituto para una Sociedad Libre, a

cargo de Hernán Larraín y Edmundo Crespo, acercando asó a muchos independientes al

núcleo más tradicional de sus seguidores. Con estos instrumentos, grupo, instituto y

revista, se podía dar por satisfecho en esta etapa.

5.- LA CONSTITUCIÓN DE 1980

Sin duda alguna, para esta generación era fundamental contar con una nueva

institucionalidad capaz de superar las deficiencias demostradas por lo anterior, en especial

en lo relativo a defender al régimen democrático futuro de los embates de cualquier

totalitarismo. Por eso, en 1980, Jaime Guzmán y su gente desplegaron sus mejores

esfuerzos para apoyar la aprobación plebiscitaria de la nueva Constitución Política del

Estado, desarrollando durante el mes de campaña el mayor trabajo electoral casa a casa

que se hubiese conocido en la historia de Chile. La mística de los 60 se proyectaba a los

80.

Sabían que, al igual que cualquier otro texto jurídico, el proyecto era perfectible, pero

consideraban que tenía el enorme mérito de institucionalizar el régimen, fijarle plazos y

otorgar a Chile un cuerpo moderno y realista de normas. Obviamente la Constitución lleva

el sello de Jaime Guzmán, con un fuerte presidencialismo que recoge la evidencia histórica

de la necesidad de dar herramientas al Presidente de la República para gobernar

efectivamente.

También incluye un capítulo acerca de las garantías constitucionales, con nuevos recursos

procesales para su protección; delimita las áreas de acción de los diversos poderes

públicos, con un sistema de contrapesos que permite un adecuado equilibrio de poderes,

dentro de la primacía del ejecutivo; contiene los principios de descentralización y

desconcentración de la administración pública; define el carácter profesional de las

Fuerzas Armadas y de Orden, asegurando su rol institucional dentro del orden jurídico y

crea el Consejo de Seguridad Nacional, un avance en la defensa del orden interno y

externo.

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IMPULSANDO LA TRANSICIÓN.

La Constitución de 1980 contenía, el concepto de que la democracia no es algo rígido, si

no un camino por hacer, una tarea exigente a desenvolverse en el tiempo y en la realidad.

Y, lo que sería fundamental para los años siguientes, contemplaba un itinerario para la

transición desde el gobierno militar a uno de plena democracia. Por eso, Jaime Guzmán y

quienes seguían sus inspiraciones, siempre defendieron la Constitución, incluso cuando el

gobierno militar pareció titubear respecto de su contenido, en los tensos días de la crisis

económica 198-1983 y sus secuelas políticas de los años siguientes.

El sector que estaba a punto de dar nacimiento a la UDI, exigió permanentemente la

aplicación efectiva de la Constitución, para dar así forma a la transición, pidiendo con

imaginación y energía que se impulsaran las modernizaciones que faltaban para la nueva

Carta Fundamental pudiera dar pleno fruto; todo el fruto que el líder del gremialismo que

alguna vez soñara.

6.- NACE LA UNIÓN DEMÓCRATA INDEPENDIENTE

En el ambiente propicio de la apertura política de 1983, Jaime Guzmán y un grupo de

jóvenes vieron la necesidad de dar un paso más: crear una organización ya formalmente

política, que agrupara a quienes tenían una historia y un ideal en común. El Frente Juvenil

y Nueva Democracia debían dar un paso a una nueva etapa, mejor articulada y más

cercana al futuro democrático Pleno. Así nació la Unión Demócrata Independiente, el 24

de Septiembre, con un Comité Directivo presidido por Guzmán e integrado por el ex

Ministro del Interior, Sergio Fernández, Javier Leturia, Guillermo Elton Pablo Longueira y

Luis Cordero. Un movimiento político creado para aglutinar e interpretar a jóvenes llenos

de ideales tal como en el pasado lo hiciera la Falange Nacional, ciertamente un rival

político de Guzmán y su gente, pero también un referente permanente en cuanto a su

mística inicial y a su primer sentido de bien común.

El germen del futuro partido nacía en un clima de especial adversidad, incluso mal visto

por buena parte de las autoridades del gobierno con el que se había colaborado

intensamente. A pesar de este rechazo, sin duda alguna era un imperativo para el

momento presente y el porvenir. Al igual que otras fundaciones anteriores y futuras,

Guzmán se lanzaba a un trabajo en el medio de una gran adversidad, cuando todo

aconsejaba postergar o cambiar de rumbo, cuando solo la confianza en lo que resultaba

ser una misión superior alumbraba su camino.

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Y así, quienes eran y deseaban seguir siendo gremialistas, contaron desde 1983 con el

germen de un partido que les permitía desarrollar su vocación política plenamente

respetuoso de las esferas propias de la acción de los gremios. Al respecto, decía Jaime

Guzmán que los miembros de la UDI actuarían como demócratas independientes en lo

político, pero como gremialistas en lo gremial. "Chile, Ahora" fue el documento que la UDI

publicó tres años después para fijar sus puntos de vista en un momento difícil el que

empeoraría a partir de septiembre con el atentado del Frente Manuel Rodríguez contra el

Presidente Augusto Pinochet.

El análisis de los hechos era crudo: se afirmaba que con posterioridad a 1981, Chile había

sido afectado por la crisis económica mundial agravada por errores internos en la forma

de afrontarla y, simultáneamente, la vitalidad creadora del gobierno había sufrido un serio

menoscabo, a la vez que el proceso político de transición hacia la meta constitucional

democrática era insuficiente y a veces errático. En especial, el texto deploraba la

mantención de situaciones incompatibles con ese propósito, como el exilio, la aplicación

de estados jurídicos de excepción de modo permanente y el no esclarecimiento de ciertos

crímenes de connotación política, derivados de transgresiones a las normas éticas y

legales en que debía enmarcarse el combate antiterrorista. Advertía que el régimen tenía

menor apoyo ciudadano, pero distinguía entre los errores que el gobierno presentaba en

los últimos años y la línea fundamental de su obra, a la que consideraban modernizadora

e institucionalizadora.

SIMÓN YÉVENES, PRIMER MÁRTIR

Desde sus inicios, la UDI buscó tener un CARÁCTER popular, convertirse en un partido que

rompiese con el tradicional aislamiento de los políticos no marxistas respecto de los

sectores poblacionales, superar el absurdo marco de lucha de clases impuesto por la

dialéctica comunista. Para eso, se creó un departamento especial, pero, en realidad esa

organización no era más que la expresión institucional de la tarea que se venía realizando

desde hace varios años atrás. Eran momentos en que era habitual encontrar a Jaime

Guzmán junto a Luis Cordero, Pablo Longueira, Cristián Leay, Mario Varela, Roberto Lewin

y Víctor Krefft en contacto con las más sencillas pobladoras y trabajadoras, en rincones de

Santiago al que ningun otro dirigente de partido democrático osaba llegar a esas horas de

la noche, para dar formación política a los militantes poblacionales de la nueva

organización. Ahí estaban llenos de entusiasmo para encauzar esa tarea Alfredo

Galdames, Inés Hurtado, Alicia Contador, Rubén Carvacho, Sonia prieto, Luis Cortés, Alicia

Leiva, Manuel Muñoz, Oscar Plaza, Guillermo Walter, Mauricio Besoaín, Fernando Zúñiga,

Amanda Soto, Cecilia Inarejo, Eduardo Rosales, René López, Ramón Cid, Víctor Hugo

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Miranda, Ramón Cárdenas, Bernardo Norambuena y tantos otros, muchas veces

anónimos.

El 2 de abril de 1986 este trabajo con los más necesitados tendría un verdadero bautizo de

fuego, cuando al anochecer fue ametrallado por extremistas de izquierda en su negocio en

la Granja, Simón Yévenes. Hombre joven, padre de 4 hijos menores y marido dedicado, a

los 42 años era un ejemplo de esfuerzo y perseverancia de valentía y fe. Este fundador del

departamento poblacional de la UDI, paradójicamente lucho siempre contra la violencia

en las poblaciones y, a pesar de las constantes amenazas que ya se habían concretado con

un bombazo en su casa y el intento de secuestro de uno de sus hijos jamás se dejó

amedrentar. Fue asesinado en forma fría, brutal y cobarde por el Frente Manuel

Rodríguez; pero su muerte solo vino a confirmar la voluntad de lucha de la UDI contra la

izquierda violentista en los terrenos más difíciles, junto a los más desposeídos,

disputándole palmo a palmo las poblaciones al comunismo. Esa noche, en su casa,

Guzmán le dijo a Luis Cordero, Pablo Longueira y Andrés Chadwick: la sangre de Simón

Yévenes no nos permitirá dar un paso atrás en nuestra tarea de consolidar la UDI. Y

agregó con dramatismo: tengo la convicción de que el próximo será uno de nosotros 4.

En efecto, Yévenes fue el primer mártir de la UDI, pero no sería el único.

UN BREVE PARÉNTESIS.

Mientras se continuaba con el trabajo en el sector poblacional, mientras los dirigentes

luchaban por profundizar al institucionalización del país y se persistía en el a poyo a la

modernización económica y social y junto con continuar desarrollando una importante

gestión en los gobiernos municipales, en 1987, a la luz de la nueva ley de partidos políticos

y frente a la cercanía del plebiscito que debería terminar la sucesión del régimen militar,

marcó el reinicio de la actividad política y el momento que la UDI, debería transformarse

en partido político.

Llegaría el momento de un breve paréntesis en su historia, cuando, junto con la Unión

Nacional y el Frente Nacional del Trabajo, conformó Renovación Nacional. La primera

directiva quedó presidida por el abogado independiente Ricardo Rivadeneira, y los

vicepresidentes Andrés Allamand, Juan de Dios Carmona y Jaime Guzmán. Pero quienes

llegaron al nuevo conglomerado tenían diferentes propósitos y estilos, los que en

definitiva provocaron el quiebre del proyecto.

La crisis estalló pronto y se concretó en la injusta expulsión de Jaime Guzmán, quien

denunció irregularidades en las primeras elecciones internas y pidió la renuncia de toda la

Directiva, de la cual él mismo era parte. Con su habitual fortaleza, y convencido que el

paso en falso no podía frustrar el proyecto político, Guzmán reagrupó a los militantes de la

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UDI, quienes, en número de miles, abandonaron Renovación Nacional, primero para

formar un movimiento, "UDI por el Sí", y luego, a pesar de la derrota de esa opción en el

plebiscito, un partido político.

LA LUCHA POR LA SOBREVIVENCIA.

Es muy probable que los años 1989, 1990 y 1991 sean recordados para siempre como los

años más difíciles de la UDI. En ese período hubo que luchar para sobrevivir. Primero para

reorganizarse como partido, luego contra el embate de los demás sectores partidistas,

quienes, sin excepción, querían ver desaparecer a la UDI de la arena política; finalmente, y

lo más doloroso, había que sobrevivir a la pérdida del fundador, líder y amigo,

brutalmente asesinado por el extremismo.

Después de un lapso como partido en formación y en cuya Comisión Política participaron

entre otros Ernesto Silva, Willy Arthur, Federico Valdés, Gabriel Villarroel, Carlos Villarroel,

Alicia Soto, Fabio Valdés, Andrés Tagle y Gonzalo Rojas, el 16 de mayo de 1989 la UDI

completó su proceso de inscripción como partido político. Contra todos los augurios de los

que injustamente la responsabilizaban del quiebre de Renovación Nacional más de 80.000

militantes dieron nacimiento a la UDI, asumiendo el compromiso de trabajar por Chile, por

nuestros ideales y por los más pobres.

En Abril de 1989, en el Consejo General del partido, la primera Directiva, que estaba

integrada por el Presidente Jaime Guzmán; los Vicepresidente, Jovino Novoa, Francisco

Bartolucci, Eugenio Cantuarias, Julio Dittborn, y Joaquín Lavín; el Secretario General, Pablo

Longueira y el Tesorero Arturo Matte, traspasó el mando a una nueva, integrada por el

Presidente Julio Dittborn; Vicepresidentes, Jovino Novoa, Francisco Bartolucci, Eugenio

Cantuarias, Andrés Chadwick, Pablo Longueira y Secretario General, Joaquín Lavín.

Así, por primera vez en la historia de la UDI, Jaime Guzmán dejaba la conducción máxima

de la organización, dando la señal que el partido, por muy fuerte que fuera su liderazgo

que hoy lo distingue.

EN EL PARLAMENTO CONTINÚA LA LUCHA

A pesar del éxito electoral, la lucha por la sobrevivencia no estaba ganada. La clase

política, si se ponía de acuerdo, podía excluir a un partido que contaba con sólo dos

senadores, de un total de 47, y 14 diputados, de un total de 120. Las aprensiones de que

ello ocurriera estaban fundadas en hechos ciertos y el desafío de la UDI fue impedir que

así fuera.

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La amenaza no se concretó gracias a varios factores; el triunfo de Jaime Guzmán fue

emblemático y marcó un hito que derivará en historia; la capacidad política de Jaime y la

movilidad y decisión de la UDI, le permitieron al partido ser el primero de la Oposición que

concurriera a entrevistarse con Patricio Aylwin, Presidente electo, descolocando al mundo

político; finalmente, una gestión notable para formar una mesa en el Senado, con Gabriel

Valdés en la Presidencia y Beltrán Urenda en la Vicepresidencia, y Juan Antonio Coloma

asumiendo una Vicepresidencia RN la Cámara de Diputados, dejaron en evidencia que la

UDI entraba a la política para quedarse.

El trabajo parlamentario hizo el resto. La Bancada de 14 Diputados de la UDI fue

reconocida como la mejor en el primer año de funcionamiento del Parlamento y fue

público también el reconocimiento a la notable gestión de los Senadores Guzmán,

Cantuarias y Urenda.

En este empeño Jaime Guzmán sufriría graves decepciones por la lentitud con que a veces

se practicaba la transición, lo que provocó en él una clara definición, por la que mantenía

su disposición a colaborar con el régimen militar, pero sin someterse a una

incondicionalidad ciega.

7.- ASESINATO DE JAIME GUZMÁN, HOMBRE CLAVE DE LA TRANSICIÓN

DEMOCRÁTICA

El dolor que infringió el terrorismo de izquierda al asesinar fríamente a Jaime Guzmán el 1

de Abril DE 1991, hizo madurar a su dirigencia y catalizó la decisión de muchas

personalidades que vieron en ello una señal de la necesidad de fortalecer al partido, al

considerar que representaba una tradición de lucha por la verdadera libertad. Así fue

como el primer efecto se vio en la incorporación a la UDI de ex miembros, como Hernán

Büchi, y de cientos de destacados profesionales jóvenes a lo largo de todo Chile.

Jaime Guzmán, único senador asesinado en la historia de Chile, se venía convirtiendo en

mucho más que un ícono del partido. Se consolidaba como la figura más importante de la

oposición al gobierno de la Concertación, como el senador mejor evaluado y como un

adversario serio y con autoridad moral del terrorismo de izquierda, aún operativo en esos

primeros años de la nueva democracia. Jaime Guzmán, luchador de tantos años, no se

dejó amilanar por las amenazas terroristas y hasta el último de sus discursos -pronunciado

pocos días antes del atentado que le costó la vida a los 44 años - abogó porque la Cámara

Alta rechazara el proyecto de reforma constitucional que otorgaba atribuciones al

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Presidente de la República para indultar terroristas por delitos cometidos antes del 11 de

marzo de 1990.

Si bien la UDI había concurrido a aprobar las modificaciones que permitían agilizar los

procesos de los denominados "presos políticos", favoreciendo el cambio de competencia

desde juzgados militares a otros civiles en aras a que toda persona merece un juicio

adecuado y justo, no podía ceder en materia tan fundamental. Jaime Guzmán consideraba

que el Primer Mandatario ya contaba con las herramientas legales para favorecer a

quienes no hubieran cometido hechos de sangre.

VALENTÍA A TODA PRUEBA.

Premonitoriamente, Guzmán advirtió sobre el peligro de la actividad terrorista vigente en

Chile y sostuvo que personas que podrían ser beneficiadas con la enmienda constitucional

estaban vinculadas a las mismas organizaciones que continuaban ejecutando y

reivindicando crímenes terroristas, como el Frente Lautaro o el Frente Manuel Rodríguez.

Sellaba con la verdad de sus palabras la triste realidad de un crimen que pocos días

después privaría a Chile de uno de sus más ilustres servidores públicos.

El cobarde asesinato de Jaime Guzmán ocurrió cuando apenas llevaba un año ejerciendo

el cargo de elección popular. En ese lapso aportó decisivamente al funcionamiento del

Senado de la República y dejó una herencia al interior de ese órgano del Estado que aún

se mantiene y que caracteriza a la corporación: el trato respetuoso, la altura de miras y la

profesionalización de la labor legislativa. Manteniendo, simultáneamente, vigente la

necesidad de conservar la herencia del régimen militar, es decir, el articulado permanente

de la constitución Política y el marco económico-social, con su habitual disposición a

perfeccionar las normas de carácter accidental.

Por ello su sobrecogedor funeral fue la coronación de una vida entregada al servicio de la

unidad de todos los chilenos, ambiente al que contribuyó la actitud serena y con altura de

miras de la UDI, presidida entonces por Julio Dittborn. No hubo una palabra de rencor;

sólo un profundo perdón en aras de un Chile mejor.

8.- PARTIDO POPULAR, DE INSPIRACIÓN CRISTIANA Y

PARTIDARIO DE LA LIBERTAD

Medio año después del atentado, la UDI se embarcó en un ambicioso proyecto: realizar el

Congreso Doctrinario "Jaime Guzmán Errázuriz", anticipándose, con una reflexión

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oportuna, a los cambios políticos y sociales en el país y en el mundo entero, producto del

derrumbe de los socialismos reales y del complejo proceso de globalización. Recogida,

todavía con un profundo dolor, la UDI se abocó a actualizar su propuesta partidaria.

Allí se consagró la definición de la UDI como un partido popular, pues el protagonista y

destinatario de la acción del partido es el pueblo chileno, formado por todos sus

habitantes sin exclusión alguna. En este aspecto se afirmó que es vital para la UDI

mantener un afán permanente por aliviar la situación de los más pobres, asumiendo un

compromiso prioritario con quienes sufren la indigencia. En concreto, reafirmó su

vocación de ser un partido con una fuerte presencia en sectores poblacionales, donde la

gente sencilla de nuestro país comprenda esta opción y la apoye, sintiéndola propia.

La UDI se definió también como un partido que promueve la libertad plena del pueblo.

Una libertad responsable y creadora de más libertad. Por eso, la UDI, como partido del

pueblo libre, había acuñado su muy logrado "fuerza creadora". Insistió, por tanto, en su

apoyo a la cultura, a la subsidiaredad, a la democracia y a la economía social de mercado,

en cuanto son todas emanaciones de la libertad. Pero, simultáneamente, como partido de

hombres y mujeres libres, afirmó promover que en su seno se debatan opciones diversas,

enriqueciendo a la sociedad mediante un permanente e ilustrado debate de ideas.

El Congreso enfrentó con altura de miras el problema de la cultura y los valores a las

puertas del tercer milenio. Ante el panorama del consumismo y la visión anárquica y

hedonista de la libertad, con sus consecuencias como la proliferación del divorcio, el

aborto, la permisividad sexual, la drogadicción, el alcoholismo, la UDI insistió en postular

con valentía que la familia, las sociedades intermedias y el propio Estado, deben

organizarse a partir de una concepción que ponga como centro de su estructura al

hombre libre, que cree en el amor y que es respetuoso de la naturaleza, tanto en cuanto

sujeto material como en su dimensión espiritual y trascendente. Desde esta perspectiva,

el partido recordó que postulaba que el cristianismo, como pensamiento moral y como

resultado histórico, contribuye a darle un marco de referencia y sentido a su obra política.

Sin embargo, la UDI insistió en que contingentes no admiten una respuesta única.

A cargo de la tarea formativa de los jóvenes afines al pensamiento de Guzmán, quedó

desde poco después de su asesinato la Fundación Jaime Guzmán E., cuya presidencia ha

ocupado su madre, la Sra. Carmen Errázuriz. Han sido sus directores ejecutivos Patricio

Dussaillant y Marco A. González, y su principal gestor, Juan Eduardo Ibáñez.

AÑOS DIFÍCILES PARA LA CENTRO DERECHA

Así como el asesinato de Jaime Guzmán movió a muchos a ingresar a la UDI, todos los

dirigentes del partido, ante la ausencia de su líder, redoblaron su compromiso de trabajo y

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entrega. Jovino Novoa, quien hasta el asesinato de Jaime se había mantenido en un

segundo plano, fue elegido Presidente del Partido en Enero de 1992, cargo que ocupó

hasta Abril de 1998.

Durante este período, integraron las mesas directivas numerosos dirigentes. Andrés

Chadwick, Pablo Longueira, Eugenio Cantuarias, Hernán Larraín, Jorge Ulloa, Juan Antonio

Coloma, Jorge Coderch, Joaquín Lavín, Carlos Bombal, Julio Dittborn y Domingo Arteaga,

junto a dirigentes regionales, juveniles, poblacionales y a destacados miembros de la

Comisión Política, fueron protagonistas de la consolidación de un partido que ha luchado

con voluntad de hierro en contra de la adversidad y que ha sabido crecer sostenidamente,

sin perder fidelidad a sus principios y sin caer en posturas acomodaticias. En este

importante contingente de dirigentes, cabe señalar el aporte permanente que han hecho

Carlos y Gabriel Villarroel, Carlos Goñi, Mario Varela, Alfredo Galdames, Guillermo Arthur,

Javier Leturia, Hernán Büchi, Ernesto Silva, Patricio Valdivia, Nalto Espinoza, Flavio

Angellini, Carola Plaza, Floridor Pinto, Javier Vera, Luis Parot, Iñaki Busto, Pilar Urrutia,

Jacqueline Van Rysselberghe, Juan Jorge Lazo, entre muchos más.

Los dos años iníciales de esta nueva directiva fueron electorales: las primeras elecciones

municipales, en 1992, y las elecciones presidenciales y parlamentarias en 1993. Ambos

comicios se desarrollaron en un clima de pesimismo, ya que la Concertación, después del

triunfo del No en 1988, de su victoria en las elecciones de 1989y contando con el aparato

del gobierno, aparecía como una fuerza política arrolladora.

En 1992 todas las encuestas asignaban a la oposición un magro resultado. Para la UDI, el

desafío era aún mayor, ya que por primera vez en su historia, disputaba una elección en

todo el territorio nacional, con la desventaja de que sus parlamentarios no alcanzaban a

cubrir ni un tercio de todas las comunas del país.

Ante la dificultad que para la UDI presentaba esta elección, Joaquín Lavín quiso asumir

una primera línea en este duro desafío y se presentó como candidato a alcalde por Las

Condes. El Secretario general de la UDI daba el ejemplo de aspirar a un cargo, que en esa

época, era considerado de menor valor político que una diputación o una senaturía.

Comenzaba así a fijarse un destino político de incalculables proyecciones.

En algo que con el tiempo se ha convertido en una constante, los resultados electorales

echaron por tierra tanto los negros vaticinios, especialmente los aparentemente

científicos estudios de opinión pública. Ni la Concertación arrasó, ni la Oposición

disminuyó su votación. La UDI eligió 22 alcaldes, entre ellos Joaquín Lavín y 178 concejales

y 9 Cores, pudiendo continuar así con una de sus tradiciones más queridas, cual es servir

al país desde los gobiernos locales. No obstante lo anterior, los equilibrios políticos,

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claramente favorables a la Concertación, se mantenían, lo que ponía una exigencia

permanente a la acción política del partido, la que al año siguiente sería puesta a prueba

en forma muy exigente.

9.- PARTIDO FUERTE E INFLUYENTE

No es común que en política se formulen programas de trabajo de largo plazo y, cuando

ello se hace, lo más frecuente es que el programa no se cumpla. No es el caso de la UDI.

Inmediatamente después de la elección parlamentaria de 1993, el partido formuló su plan

de trabajo para los seis años siguientes, dividido en tres etapas, de dos años cada una.

Los años 1994 y 1995 fueron definidos como el período de la organización interna, de

crecimiento hacia sectores no cubiertos adecuadamente hasta ese momento y de

consolidación de la presencia en el mundo popular. Los segundos dos años, 1996 y 1997,

debían ser los del fortalecimiento electoral, tanto en el nivel municipal como en el

parlamentario. Finalmente, en los años 1998 y 1999, la meta propuesta era ganar la

presidencia para la Centro Derecha, con un candidato de la UDI.

Las dos primeras etapas ya se cumplieron, y no cabe duda que con pleno éxito; sin

embargo, es conveniente describir cómo se alcanzaron los objetivos propuestos.

Para crecer hacia sectores no tradicionalmente cubiertos por la acción de la UDI, para

fortalecer su identificación con el mundo popular y consecuentes con el espíritu de

servicio público que caracteriza al partido, se diseñó y ejecutó el programa "UDI en

Terreno". Bajo ese lema, toda la estructura de la UDI, dirigentes regionales y juveniles,

diputados y senadores, profesionales y técnicos, alcaldes y concejales, simultáneamente

en todo el país, abordaban en terreno, junto con la gente, los problemas reales que más

afectan a la población y, posteriormente, se daban a conocer las conclusiones y

proposiciones.

Así se profundizó en los temas de la salud, de la seguridad ciudadana, de la droga, de las

oportunidades laborales, o más bien de la falta de ellas para los jóvenes, etc. Un partido

popular debe orientar su acción hacia los temas reales y debe resolverlos desde la

perspectiva de quienes están siendo afectados. En ese consistió la "UDI en Terreno"; ésa

es la definición principal y permanente de la UDI.

Pero la "UDI en Terreno" no sólo profundizó la vocación del partido por el mundo popular,

sino que sirvió también para llevar su presencia y estilo hacia lugares o sectores donde

antes no se había actuado con fuerza. La vinculación con las zonas extremas del país y sus

problemas singulares, y la fuerte presencia de la UDI en el mundo agrícola y campesino,

fueron fruto de intensas actividades en terreno.

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Dentro de esta estrategia de crecimiento, la UDI, que había nacido fuertemente vinculada

al mundo universitario y que, en su desarrollo había contado con un importante

contingente de profesionales dedicados al servicio público, decidió fortalecer su presencia

en ese ambiente y convocar a profesionales, técnicos y empresarios que, por razón de sus

actividades privadas, estaban alejados de la política. Así nació la organización denominada

Profesionales al Servicio de Chile, donde participan militantes e independientes.

En una reunión que impresionó por el poder de convocatoria que mostró la UDI, su

presidente llamó a los más de dos mil asistentes a hacer su aporte a la vida pública y a

colaborar, desde sus distintas actividades, con quienes estaban en la primera línea de la

lucha política. Así, en diciembre de 1994 quedó constituida la organización, cuyo Consejo

Directivo, encabezado por Sergio de Castro, estaba integrado por Miguel Allamand,

Guillermo Arthur, Jorge Ballerino, Pablo Barahona, Alvaro Bardón, Eduardo Boetsch,

Guillermo Bruna, Hernán Büchi, Luis Cordero, Martín Costabal, Sergio Covarrubias,

Edmundo Crespo, Sergio de la Cuadra, Jorge Desormeaux, Patricio Dussaillant, Patricia

Figueroa, Francisco Garcés, Juan Antonio Guzmán, María de la Luz Herrera, Antonio

Horvarth, María Teresa Infante, Roberto Kelly, Joaquín Lavín, Alfonso Márquez de la Plata,

Patricia Matte, Juan Carlos Méndez, Hermógenes Pérez de Arce, Bruno Philippi, Miguel

Angel Poduje, Jorge Prado, Gabriel Ruiz -Tagle, Alvaro Saieh, Miguel Schweitzer, Alvaro

Vial, José Rafael Vicuña y Luis Enrique Yarur. Secretario Ejecutivo es Miguel Flores.

Profesionales al Servicio de Chile cuenta hoy con más de 4.000 adherentes y constituye un

grupo de excelencia, probablemente el más destacado que conoce el país.

El crecimiento y la influencia de la UDI quedaron de manifiesto cuando, a finales de 1995

debió encabezar, solidariamente, la oposición a las reformas constitucionales que el

gobierno de la Concertación quería imponer, como pretexto de una solución a los

problemas de derechos humanos. En efecto, la Concertación, incapaz de solucionar los

problemas pendientes de derechos humanos y descolocada ante la Propuesta por la Paz

que habían elaborado los partidos de oposición, recurrió a su manoseado "caballito de

batalla": proponer numerosas reformas constitucionales.

La Directiva de RN se plegó a esa propuesta, pero la UDI, en una notable demostración de

capacidad política, logró impedir que la Concertación consumara sus propósitos.

La defensa de la institucionalidad quedó plasmada de un documento, El Valor de la

Estabilidad, que suscribieron el Almirante Merino, los ex ministros del Interior Sergio

Fernández, Sergio Onofre Jarpa y Carlos Cáceres, los ex candidatos presidenciales a la

Centro Derecha, Hernán Büchi y Arturo Alessandri, y el Presidente de la UDI, Jovino

Novoa.

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10.- EL CAMBIO QUE CHILE NECESITA

Joaquín Lavín es un servidor público que lleva impreso en su modo de hacer política las

características que el movimiento tuvo desde sus orígenes. En Joaquín Lavín se aprecia

con claridad el concepto, profundo y amplio, que Jaime Guzmán tenía de los derechos de

las personas, al considerar que no era posible asimilarlos solamente a los derechos

humanos o a los derechos políticos, había que hacerlos extensivos también a los que él

denominaba los derechos cotidianos de la gente.

En este espíritu de atender los problemas de la gente, de preocuparse de sus necesidades

cotidianas, a partir de 1980 muchas figuras jóvenes habían comenzado a realizar su

vocación de servicio público mediante una acción social efectiva y desinteresada, creando,

en los municipios y en la administración pública, una verdadera escuela de liderazgo en la

solución de los problemas sociales. El fenómeno político que representa Joaquín Lavín,

puede explicarse, entre otras razones, porque una inmensa mayoría del país percibe que

él ha encarnado de manera notable este nuevo estilo político, que más que buscar el

poder, pretende servir. Bajo esta nueva forma de liderazgo, que excede los marcos

tradicionales de la política chilena, la Alianza por Chile, que integran la UDI y RN, junto con

millones de chilenos de todos los sectores, apoya decididamente el proyecto de su

candidato presidencial, Joaquín Lavín, cuyo triunfo traerá el cambio que Chile necesita.

Un cambio profundo en lo político, económico y social, que hará que Chile retome la

senda de desarrollo y progreso que la Concertación ha extraviado, que dará a Chile un

nuevo Gobierno que dedique su esfuerzo a solucionar los problemas de la gente y no se

desgaste en inútiles querellas políticas, y que permita que los chilenos puedan mirar con

esperanza el futuro, en un clima de paz y unidad.

UDI: MÁS QUE UN PARTIDO, UN CAMINO PARA SERVIR A CHILE

La UDI enfrenta en estos momentos su mayor desafío político: alcanzar la Presidencia de

la República. Pero ni este desafío, ni los éxitos pasados o los que vengan en el futuro,

harán que la UDI abandone su razón de ser: servir A Chile, conservando y custodiando el

sello de su fundador. Por eso, se proyecta hacia el futuro con su ideario y fuerza

tradicional y con el realismo del momento presente.

El futuro, como el pasado, no será fácil, pero el éxito premia a quienes perseveran, aún en

la adversidad. La UDI sabe que en el horizonte de la política nacional, está llamada a

cumplir un destino histórico, que se forja en el trabajo, en los éxitos y en la adversidad,

que trasciende a los hombres e incluso a las grandes victorias que ellos puedan obtener;

por ello, la UDI; más que un partido, es un camino para servir a Chile.