historia económica y social del uruguay introducción

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       P  r  o   h   i   b   i   d  a  s  u   f  o   t  o  c  o  p   i  a .

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    Introducción a la

    historia económica

    1. Objeto y método de la historia económica

    ¿Historia + economía = historia económica?

    Tienes en tus manos un libro de historia económica. ¿Te has pregun-

    tado qué disciplina es esta? ¿Es una mezcla de historia y economía? ¿Qué

    tanto tiene de cada una? Varias y extensas son las argumentaciones res-

    pecto a la relación entre historia, historia económica y economía. Hay

    quienes consideran a la historia económica como una rama de la econo-

    mía aplicada (por ejemplo Schumpeter), otros plantean que la economía y

    la historia económica son ramas de la historia (uno de ellos es Mc Closkey),

    están aquellos que sostienen que economía e historia, aunque distintas,

    son muy cercanas (Solow, Tortella entre otros), y también los que consi-

    deran a la historia económica como una disciplina autónoma y específica

    (Szmrecsanyi, Porcile, por ejemplo).1

    La historia económica y las disciplinas que se han desarrollado en torno

    a ella son fruto de fragmentaciones artificiosas. La profundización en deter-

    minados temas ha permitido la aparición de diversas ciencias particulares

    cuyas fronteras son móviles.2  El historiador económico Carlo Cipolla nos

    dice que:

    La auténtica realidad es el hombre en su complejidad biológica, psicológica,

    social. […] En la realidad de las cosas no existe historia económica, de la misma

    1 Schumpeter, 2005; Mc Closkey, 1993; Tortella, en Temin, 1984; Szmrecsanyi, 2004;Porcile, 2003.

    2 Schumpeter, 2005: 26.

    CAPÍTULO 1

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     Historia económica y social del Uruguay 1870-2000

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    manera que no existe historia política, historia social, historia de la tecnología,

    ni historia cultural. Existe la historia, sencillamente historia, es decir la vida en

    su infinita e inextricable complejidad. […] En virtud de la descripción y el aná-

    lisis, nos vemos obligados a recurrir a las fragmentaciones de las que hemos

    hablado. Pero hay que tener siempre presente que esas categorías son producto

    de simplificaciones colosales, que a veces llegan a los límites del absurdo.3

    Lo que importa de una materia es su aporte al conocimiento y no dónde

    se sitúa en clasificaciones que no dejan de ser esquemáticas. Intentemos

    conocer esta disciplina preguntándonos acerca de su objeto de estudio, su

    método y la verificabilidad del conocimiento que construye.

    El objeto de estudio de la historia económica

    Veamos si podemos acercarnos a una definición de su objeto de es-

    tudio. Cada uno de los autores consultados4 hacen hincapié en distintos

    aspectos; algunos priorizan la importancia de la distribución, otros de la

    producción, otros se apoyan en las estructuras económicas, etcétera. Sin

    embargo, el objeto de estudio, a grandes rasgos, parece ser el mismo para

    todos: conocer el pasado para poder comprender el presente y proyectar el

    futuro desde una perspectiva histórico-económica.

    Dentro de esta disciplina se estudian las permanencias y los cambios

    de las estructuras sociales, políticas y culturales en su relación con las ins-

    tituciones económicas a través del tiempo. Esto es así porque los fenóme-

    nos de tipo económico de una época cualquiera no pueden comprenderse

    sin un conocimiento adecuado de los hechos y el contexto histórico. Por

    ejemplo: ¿es lo mismo el intercambio basado en el trueque de la época pre-

    histórica y el intercambio basado en el trueque de una comunidad anar-

    quista? Si bien hay trueque en ambas, el contexto histórico le imprime

    diferencias a ese tipo de intercambios.

    En este sentido, la historia económica no debería ser de carácter pu-

    ramente económico o de carácter puramente histórico, sino que debería

    reflejar hechos e instituciones así como también las ideas, teorías y doc-

    trinas que las interpretan. Solo así es posible acercarnos a comprender la

    relación existente entre los hechos económicos y los no económicos.

    La historia económica nos permite analizar a qué se ha debido el éxito o

    fracaso alcanzado por los distintos sistemas económicos al intentar satisfa-

    3 Cipolla, 1991: 18.

    4 Tamás Szmrecsanyi, Josep Fontana, Joseph Schumpeter, Gabriel Tortella, Luis Bértola,

    Robert Solow, Carlo Cipolla.

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    Unidad 1. Introducción a la historia económica

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    cer necesidades de consumo humano. En esta capacidad de análisis radica la

    utilidad de la disciplina, en la medida que el objetivo de dicha investigación

    es encontrar herramientas que nos permitan vivir mejor nuestro presente y

    sentar bases para mejores futuros. El hecho de ser historia no significa que se

    dedique exclusivamente al pasado. Nuestro objeto de estudio no reside en el

    pasado; sí en el tiempo, que también es presente y futuro.

    ¿Cuál es su método de estudio?

    Es difícil estipular cuál es el método de esta disciplina pues dependerá

    de la formación del historiador económico y de la escuela del pensamiento

    a la que se afilie. Por ejemplo, un economista podrá realizar su investiga-

    ción recurriendo al método de la economía como primera estrategia, un

    ¿Qué es la historia económica?

    El historiador brasileño Tamás Szmrecsanyi brinda una definición bastante completa don-

    de plantea que la historia económica “es una ciencia humana y social que estudia y sistema-

    tiza las transformaciones a través del tiempo —esto es— la permanencia y el cambio: a) de las

    relaciones económicas en general, sean de producción o distribución; b) de las instituciones

    sociales que determinan y viabilizan tales relaciones; c) de las políticas económicas desarro-

    lladas por varios agentes; y d) de las ideas, doctrinas y teorías económicas subyacentes a

    esos comportamientos y a su contexto”. Podríamos enriquecer esta definición sumando a ella

    la importancia de una línea de trabajo que incluya aspectos de tanta trascendencia como las

    condiciones de vida, laboral o el reparto de la riqueza.

    Szmrecsanyi, 2004: 8.

    ¿Qué tipo de preguntas se hace la historia económica?

    La esencia de la historia económica es tratar de explicar preguntas o discutir temas comolos siguientes: hace un milenio, China lideraba el mundo en materia tecnológica, ¿por qué tole-

    ró que sus más grandes inventos fueran copiados, mejorados y utilizados en su contra? ¿Cómo

    Europa, tan pobre y débil hace mil años, terminó por dominar el mundo? ¿Por qué los países

    de Sudamérica, con tantos o incluso más recursos naturales que los dos grandes países nor-

    teamericanos como Estados Unidos y Canadá, están más atrasados si fueron igualmente co-

    lonizados? ¿Por qué en nuestra era las culturas musulmanas fundamentalistas parecen con-

    denadas al subdesarrollo económico, a pesar de que sus países son ricos en petróleo? ¿Cómo

    fue que Japón, con un ingreso per cápita probablemente muy similar al chileno a comienzos de

    siglo xx, se convirtió en una potencia económica mundial? ¿Acaso las naciones del mundo con-vergen hacia un alto nivel común de productividad y riqueza? ¿O los países ricos simplemente

    están ensanchando la brecha respecto de los pobres?

    Montesinos Jerez, en Landes, 1999.

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     Historia económica y social del Uruguay 1870-2000

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    historiador al de la historia. Por otro lado, un marxista comenzará su aná-

    lisis observando la estructura económica y los modos de producción, un

    institucionalista mirará las instituciones y los agentes económicos.

    Sin embargo, podemos señalar una importante diferencia entre el

    historiador económico y el economista: la forma en que cada uno tiene

    en cuenta el factor tiempo dentro del análisis. Gabriel Tortella se refiere

    a la historia económica como “economía retrospectiva del largo plazo” y

    plantea que mientras la economía realiza análisis del presente y de poco

    tiempo, la historia económica analiza el pasado y en el largo plazo. Sin

    embargo, esto no es un estereotipo inamovible; puede haber un historiador

    evaluando algún desempeño en el corto plazo y un economista mirando

    en el largo plazo.

    La historia económica para Gabriel Tortella utiliza una metodología

    propia que implica dominar la teoría económica y los métodos de recons-

    trucción histórica. Valerse de herramientas que vienen de los dos campos

    no significa que el historiador económico actúe como si tuviera dos per-

    sonalidades. La tarea no es sencilla, porque quien pretenda obtener un

    conocimiento relativamente completo, deberá apostar a la interdisciplina-

    riedad, contactarse con los métodos de otras ciencias sociales y utilizar

    herramientas como la matemática o la estadística. Todos estos campos del

    conocimiento deben formar parte del método en forma equilibrada, nin-

    guna herramienta sustituye a otra. Por supuesto que este tipo de planteo

    complejiza cualquier estudio que uno quiera abordar porque las explica-

    ciones resultan ser finalmente un complejo entramado de estructuras so-

    ciales, instituciones, mentalidades, coyunturas temporales, etcétera, nun-

    ca definitivas, en las que se puede bucear incansablemente.

    ¿El conocimiento que construye es verificable?

    El historiador económico debe ser consciente de qué tipo de conoci-

    miento puede generar su investigación. Por ejemplo, el economista Milton

    Friedman considera útil un modelo explicativo solo en la medida que pre-

    dice; pero la predicción no es un objetivo que pueda plantearse la historia

    económica. No podremos saber lo que vendrá. El historiador económico no

    es un gurú ni tiene una bola de cristal; lo que sí puede hacer es describir el

    pasado, conocerlo e interpretarlo. Todo el tiempo estamos investigando el

    pasado y, a veces, descubrimos cosas que no sabíamos y entonces nuestra

    explicación del pasado cambia y, por lo tanto, también la de nuestro pre-

    sente. Por eso decimos que el objetivo de esta disciplina es la elaboración

    de un conocimiento que debe saberse cambiante en la medida que el in-

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    vestigador, lo investigado, así como el conocimiento, son sujetos históricos

    con coyunturas irrepetibles.

    Podríamos preguntarnos entonces ¿qué sentido tiene investigar, si

    nunca tendremos conocimientos definitivos? La respuesta es sencilla: in-

    vestigamos para poder seguir enriqueciendo el conocimiento. Solo com-

    prendiendo nuestro presente (que es consecuencia de un pasado) pode-

    mos actuar con conciencia en la construcción del futuro. Pero esto no es

    matemático y mucho menos automático. ¿Qué futuro generará nuestra

    acción? Creemos que será un futuro específico, ese con el que soñamos,

    ¿pero será? Y si no lo es, volveremos a estudiar ese futuro, que entonces

    será nuestro presente y volveremos a tratar de accionar sobre él. “El mun-

    do no es inteligible, nuestra profesión consiste en soñar un mapa de labe-

    rinto y nuestro destino el fatigarnos en vano.”5

    2. Escuelas del pensamiento económico

    Piensa en la siguiente situación: imagina una pareja adolescente de no-

    vios que no tiene trabajo y que espera un hijo. Seguramente la opinión

    sobre esta situación que tengan la abuela inmigrante católica de la joven

    y la de un amigo de la pareja que también es adolescente, sean absoluta-

    mente diferentes. También serán distintas las propuestas respecto a lo que

    la pareja debería hacer de ahora en más, como casarse, o conseguir trabajo,

    o irse a vivir juntos sin matrimonio, o seguir viviendo cada uno con sus

    padres. Las diferentes visiones sobre la misma realidad se deben a que la

    abuela de la joven y su amigo, aunque hoy comparten el presente, no han

    formado su visión del mundo en el mismo momento o lugar histórico.

    Al analizar la realidad desde la economía sucede algo parecido. Si bien

    muchos pensadores han reflexionado sobre la disciplina, su forma de ver

    la situación y los consejos para modificarla depende del momento históri-

    co que les tocó vivir y de la opción ideológica de cada uno. Cada sociedad,

    en su época, se pensó a sí misma y planteó caminos para transformar o

    mantener el orden económico. Estos caminos cambiaron la realidad eco-

    nómica, que fue nuevamente pensada y nuevamente cambiada en una ló-

    gica que no tiene fin. “Siempre está la realidad y siempre se construye una

    idea de ella que sirve para modificarla.”6

    En este capítulo nos referiremos a los pensadores e ideologías de los si-

    glos y , al keynesianismo, el estructuralismo (Comisión Económica

    5 Jorge Luis Borges, citado en Porcile, 2003.

    6 Filadoro, 2002.

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     Historia económica y social del Uruguay 1870-2000

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    para América Latina y el Caribe, ), la teoría de la dependencia y el neo-

    liberalismo. Existen otras tantas corrientes de pensamiento, pero habremos

    de desarrollar aquellas que consideramos fundamentales para que logres

    comprender mejor los vaivenes de la historia económica que te contare-

    mos en este libro. Te invitamos a recorrer estas escuelas y corrientes del

    pensamiento económico, para conocerlas y ver su evolución en el tiempo.

    Pensadores liberales de los siglos XVIII y XIX

    Contexto histórico: del feudalismo al capitalismo.

    Nuevas forma de producir 

    ¿Recuerdas el sistema feudal? ¿Recuerdas al señor feudal, su feudo, sus

    relaciones con el campesinado, los siervos? Ese sistema feudal entró en

    decadencia en los siglos y ; desde el aspecto económico se explica

    por el desarrollo y fortalecimiento de otro sistema: el capitalismo.

    En Inglaterra, durante los siglos y , el sector de manufactureros y

    comerciantes había logrado acumular capital como fruto del desarrollo de

    sus actividades económicas e invirtieron ese capital en la fabricación de

    productos, lo que implicó una nueva forma de producción. Junto al antiguo

    artesano apareció un sistema de trabajo a domicilio que consistía en que

    el comerciante-capitalista proveyera de materias primas y herramientas al

    trabajador, que elaboraría el producto en su casa y bajo su supervisión. De

    esta forma reunía para trabajar, bajo un mismo techo, a varios trabajadores.

    Este cambio en la forma de trabajo no es menor. Cuando el artesano

    trabajaba en su taller, decidía respecto a la forma de ejecución del trabajo,

    los ritmos y los resultados. En esta nueva modalidad trabaja bajo la super-

    visión del comerciante-capitalista, que ejerce un mayor control sobre el

    proceso de trabajo. Por otro lado, en el caso anterior el artesano no vendía

    su fuerza de trabajo sino que percibía ingresos al vender su producto. En

    el nuevo sistema de trabajo a domicilio se le paga al trabajador por su

    tiempo de trabajo y no por la cantidad de productos que elabore. El hecho

    de que el trabajador venda su trabajo y no sus productos transforma las

    relaciones sociales y lleva al nacimiento de una nueva relación social:

    patrón-asalariado.

    Pero este no fue el único cambio que trajo la nueva modalidad de pro-

    ducción; también modificó el proceso de trabajo, proceso al que Adam

    Smith llamó la división del trabajo y que explica con claridad en su libro

    Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776),

    que te invitamos a leer.

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    Unidad 1. Introducción a la historia económica

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    La división del trabajo permitió un aumento en la productividad, es de-

    cir, con los mismos recursos humanos o de capital y en el mismo tiempo se

    producía mucha más cantidad de bienes con un costo unitario menor. La

    enorme oferta unida a la reducción de los costos de producción permitió la

    caída en los precios de los productos, que a su vez promovió un aumento

    en la concentración de capital. Poco a poco el comerciante-capitalista se

    fue transformando en industrial, el espacio donde se hacía trabajo a domi-

    cilio se transformará en fábrica, el trabajador en obrero, y así nos encontra-

    remos en la puerta de la sociedad industrial.

    La Revolución industrial implicó una gran transformación en casi todos los

    aspectos de la vida del hombre. Las fábricas atrajeron población del medio ru-

    ral, las ciudades crecieron y surgieron nuevos barrios en los cinturones de las

    urbes. Desde lo técnico podemos señalar la incorporación del uso del carbón,

    el vapor y el hierro. Desde lo económico, la apertura de nuevos mercados en

    Asia y América. En la organización del trabajo la máquina desplazó al hombre,

    se profundizó la división técnica del trabajo que generó que los trabajadores

    perdieran absolutamente el control sobre el producto final de su trabajo.

    La fabricación de alfileres

    Un obrero que no haya sido adiestrado en esa clase de tarea (convertida por virtud de la

    división del trabajo en un oficio nuevo) y que no esté acostumbrado a manejar la maquinaria que

    en ella se utiliza [...], por más que trabaje, apenas podría hacer un alfiler al día, y desde luego no

    podría confeccionar más de veinte. Pero dada la manera como se practica hoy día la fabricación

    de alfileres, no solo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino que está dividida en

    varios ramos, la mayor parte de los cuales también constituyen otros tantos oficios distintos.

    Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos iguales,

    un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar el extremo donde se va a

    colocar la cabeza; a su vez la confección de la cabeza requiere dos o tres operaciones distin-

    tas: fijarla es un trabajo especial, esmaltar los alfileres, otro, y todavía es un oficio distinto

    colocarlos en el papel.

    En fin, el importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas

    dieciocho operaciones distintas, las cuales son desempeñadas en algunas fábricas por otros

    tantos obreros diferentes, aunque en otras un solo hombre desempeñe a veces dos o tres

    operaciones. He visto una pequeña fábrica de esta especie que no empleaba más que diez

    obreros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones.

    Pero a pesar de que eran pobres y, por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria

    debida, podían, cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de

    alfileres. En cada libra había más de cuatro mil alfileres de tamaño mediano. Por consiguiente,

    estas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de cuarenta y ocho mil alfileres,

    cuya cantidad, dividida entre diez, correspondería a cuatro mil ochocientas por persona.

    Adam Smith, 1776.

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    En este contexto histórico se enmarca la escuela clásica, que como

    cuerpo teórico coherente se originó con los trabajos de Adam Smith (1776)

    y continuó con los de Thomas Robert Malthus (1798), David Ricardo (1817)

    y John Stuart Mill (1844). Si bien estos economistas tuvieron divergencias,

    hay una serie de ideas centrales que son comunes a todos: la confianza

    en el mercado, el rol asignado a la competencia, el egoísmo humano y su

    búsqueda de bienestar individual, la mano invisible que mueve al sistema

    económico y que explicaría la innecesaria intervención del Gobierno. Sin

    realizar un planteo exhaustivo de cada uno, conozcamos algunas de las

    ideas de estos autores.

     Adam Smith.7 Estudió las causas del desarrollo de las fuerzas producti-

    vas del trabajo y cómo su producto se distribuye en la sociedad capitalista.

    7 Adam Smith (1723-1790) nació en Kirkcaldy, Escocia, y se graduó en la Universidad de

    Glasgow. Allí fue profesor de Lógica y Filosofía. Influenciado por los trabajos de David Hume

    y François Quesnay, se le asigna la fundación de la escuela clásica de economía política.

    Mercantilismo

    Fue un conjunto de medidas económicas que buscaban, según la particularidad de cada

    monarquía europea, aumentar la acumulación de metales preciosos. Como lo que se buscaba

    era aumentar el poder del reino, los mercantilistas consideraban que el Estado debía interve-

    nir en las actividades económicas y que el monarca debía tener amplias facultades y poderes.

    El mercantilismo se desarrolló en los siglos XV, XVI y sobre todo en el siglo XVII. En un primer

    momento fue fuertemente metalista. Con el correr del tiempo comenzó a percibirse que la

    riqueza no estaba en poseer los metales sino sobre todo en poder conseguirlos. El comercio

    se transformó en una actividad por la cual se podía obtener el oro y plata buscados. Alcanzaba

    con tener una balanza comercial favorable, exportar más de lo que se importaba en términos

    de valor.

    Fisiocracia

    La escuela fisiocrática surgió en Francia en el siglo XVIII. Sus principales exponentes fue-

    ron Quesnay (1694-1774) y Turgot (1727-1781). Los fisiócratas entendían que la única actividad

    creadora de riqueza era la agricultura; la industria y el comercio no eran generadoras sino

    transformadoras. Por este motivo, los trabajadores vinculados a la producción agrícola eran

    considerados como clase productiva mientras que el resto de los sectores económicos eran

    considerados clase estéril. Por ello, recomendaban que solo fuera gravada con impuestos la

    clase productiva, ya que podía generar riqueza con qué pagarlos, no así la clase estéril.

    A diferencia de los mercantilistas, los fisiócratas rechazaban la intervención del Estado en

    las actividades económicas, rechazaban las medidas proteccionistas y las regulaciones del

    comercio exterior. Es famosa su frase “dejar hacer, dejar pasar, que el mundo camina solo”.

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    Como fruto de su investigación publicó en 1776 su obra más importante:

    Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones.

    Adam Smith considera que la economía funciona con leyes naturales. Y

    parte de la base de que el hombre es un ser egoísta que busca su propio

    bienestar, sus propios intereses. Esta búsqueda individual de bienestar lo

    impulsa a intercambiar cosas. De este intercambio se obtiene el beneficio

    individual. De la suma de beneficios individuales termina resultando el

    beneficio de la sociedad. Y todo sucede sin que nadie se lo haya propuesto

    explícitamente. Hay una mano invisible que permite que del interés indivi-

    dual se logre el interés general. La mano invisible garantiza el equilibrio del

    sistema. El funcionamiento de las fuerzas económicas no debe alterarse

    interviniendo desde fuera sobre ellas. Por lo tanto, la acción del Estado

    es contraproducente, pues la completa libertad de la economía produciría

    espontáneamente una “armonía natural de intereses” de los distintos sec-

    tores sociales. Sin embargo, reconoce que es el Estado el que debe promo-

    ver obras e instituciones públicas que no son rentables para la iniciativa

    privada.

    Por otro lado, este autor no considera al oro como la base de la riqueza.

    Para él, el origen de la riqueza está en el trabajo y la riqueza de una nación

    se explica por el trabajo total de una sociedad. Sin embargo, no todo traba-

     jo añade valor al objeto; los funcionarios judiciales, militares, marines, sa-

    cerdotes, médicos, abogados, cómicos, músicos, etcétera; son trabajadores

    improductivos, según Smith. Solo el trabajo del obrero y de los comercian-

    tes e industriales capitalistas es productivo; todos los demás descansan

    sobre ellos. Si la riqueza depende del trabajo, para aumentarla es necesa-

    rio aumentar la cantidad de trabajadores productivos o la productividad

    de los trabajadores. Y esto requiere de un capital adicional, ya sea para

    contratar más trabajadores, para comprar las nuevas maquinarias, u otros.

    La división del trabajo es un factor de importancia para aumentar la

    productividad del trabajo y la riqueza; pero advertía que la monotonía del

    trabajo implicaba un alto costo sobre el desarrollo intelectual y espiritual

    del trabajador asalariado. Encontraba en el gobierno al único agente que

    debía “tomarse la molestia” de evitar esta decadencia progresiva de las

    virtudes intelectuales y sociales de los obreros.

    Según Smith, la sociedad está compuesta por tres clases sociales: asa-

    lariados, empresarios capitalistas y terratenientes, que se diferencian por

    el tipo de ingreso que perciben. Y el salario es la recompensa que se otorga

    al trabajador por su labor. Este trabajador no es el propietario de las herra-

    mientas o maquinarias —bienes de capital— que emplea.

    A su vez, entendía que los beneficios eran apropiados por el capitalista

    y que eran una parte del producto del trabajo. Mientras que la renta era

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     Historia económica y social del Uruguay 1870-2000

       ©    S

      a  n   t   i   l   l  a  n  a   S .   A .

       P  r  o   h   i   b   i   d  a  s  u   f  o   t  o  c  o  p   i  a .

       L  e  y   1   5   9   1   3

    aquella parte del ingreso proveniente del producto de la tierra y que el

    propietario exige en virtud de su derecho de propiedad.

    Smith consideraba que era probable el surgimiento de un importante

    conflicto de clases debido a incompatibilidad de intereses, en la medida

    en que el capitalista desea dar lo menos posible y el obrero obtener lo más

    posible. En esta lucha, obrero y patrón no están en igualdad de condicio-

    nes. Mientras un

    […] propietario, un colono, un fabricante o un comerciante, aun cuando no

    empleen un solo trabajador, pueden generalmente vivir un año o dos, dispo-

    niendo del capital previamente adquirido. La mayor parte de los trabajadores no

    podrán subsistir una semana, pocos resistirán un mes, y apenas habrá uno que

    soporte un año sin empleo. A largo plazo, tanto el trabajador como el patrono se

    necesitan mutuamente; pero con distinta urgencia.8

    Para Smith, la expansión económica no es ilimitada. En determinado

    momento el incremento del capital va a provocar una reducción de las

    ganancias, la expansión se detendrá y dará paso a un estado estacionario.

    En su visión, la historia es un proceso largo y lento que por un devenir

    natural propende a ese estado estacionario, percibido como una realidad

    inevitable pero muy remota. Por lo pronto, en su presente, el mundo y más

    concretamente la Europa occidental de los siglos y respiraba un

    aire generalizado de profunda fe en el progreso, a la luz del desarrollo cien-

    tífico-técnico que inauguró la revolución industrial.

    Entre los aportes de Adam Smith, destacamos las siguientes ideas:

    Libre competencia: considera que solo compitiendo libremente se pue-

    de asegurar el máximo bienestar de la sociedad.

    División del trabajo: explicó la creciente productividad como conse-

    cuencia de la división del trabajo.

    Clases sociales: planteó la existencia de clases sociales, diferenciadas

    por el tipo de ingreso percibido.

    Teoría del valor: planteó que la fuente del valor de los bienes se encon-

    traba en el trabajo (teoría valor-trabajo), ya sea el trabajo que tenía incor-

    porado por su elaboración o el trabajo que se ahorraría alguien empleando

    ese bien en alguna actividad. Al momento de intercambiar bienes, el que

    necesita dos días de trabajo para su elaboración “valdrá” el doble que el

    que necesita un día de trabajo. Utilizando otras palabras: el valor de cam-

    bio de un bien es igual a su costo de producción.

    8 Smith, 1997.

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