historia de guatemala ii

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Europa a fines del siglo XVIII El siglo XVIII presenció una serie de acontecimientos que, para el objeto de estudio de este capítulo, resultan significativos Inglaterra y Francia se hacían cada vez más poderosas; la primera con su escuadra, la segunda con sus ideas revolucionarias, al paso que, una desafortunada sucesión de reyes más o menos ineptos habían hecho descender a España a un segundo plano. En el aspecto intelectual, se dará en el mundo civilizado un movimiento que se conoce con el nombre de La Ilustración. Consistió éste en un avance inusitado de las ciencias, y al mismo tiempo en un abandono total de las preocupaciones de la Edad Media. Por todas partes surgirán pensadores que revolucionan los conceptos que se tenían hasta entonces sobre el mundo y la sociedad; podría decirse que los hombres del siglo XVIII, se volvieron más materialistas, y como consecuencia de ello, nace una confianza ilimitada en la ciencia, la razón y, retroceden la espiritualidad y el misticismo de épocas anteriores. Nombres como los de Charles Darwin, con su teoría sobre la Evolución de las Especies; Voltaire con su anti clericalismo, Juan Jacobo Rousseau con sus teorías sobre el Naturalismo y el Barón de Montesquieu con su teoría sobre la separación de los poderes del Estado, bastan para comprender la magnitud del movimiento cultural a que nos estamos refiriendo. Producto de aquel afán d*s recopilar el conocimiento de la época, fueron también dos célebres intelectuales de aquel siglo que ha sido llamado, de la enciclopedia y del abanico: el Barón Alejandro Von Humboldt, quien recorrió gran parte del globo, clasificando especies*animales, vegetales, así como los minerales, que fue el último sabio de la humanidad; si se entiende por sabio a quien maneja el cúmulo y la suma del saber humano. No menos impresionante y titánica fue la labor del sabio Diderot, quien en Francia, emprendió la tarea de escribir él solo la enciclopedia. La ilustración contribuyó a propagar en América, las ideas que se pregonaban sobre la libertad irrestricta y absoluta del

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Europa a fines del siglo XVIII

El siglo XVIII presenció una serie de acontecimientos que, para el objeto de estudio de este capítulo, resultan significativos Inglaterra y Francia se hacían cada vez más poderosas; la primera con su escuadra, la segunda con sus ideas revolucionarias, al paso que, una desafortunada sucesión de reyes más o menos ineptos habían hecho descender a España a un segundo plano.

En el aspecto intelectual, se dará en el mundo civilizado un movimiento que se conoce con el nombre de La Ilustración. Consistió éste en un avance inusitado de las ciencias, y al mismo tiempo en un abandono total de las preocupaciones de la Edad Media. Por todas partes surgirán pensadores que revolucionan los conceptos que se tenían hasta entonces sobre el mundo y la sociedad; podría decirse que los hombres del siglo XVIII, se volvieron más materialistas, y como consecuencia de ello, nace una confianza ilimitada en la ciencia, la razón y, retroceden la espiritualidad y el misticismo de épocas anteriores. Nombres como los de Charles Darwin, con su teoría sobre la Evolución de las Especies; Voltaire con su anti clericalismo, Juan Jacobo Rousseau con sus teorías sobre el Naturalismo y el Barón de Montesquieu con su teoría sobre la separación de los poderes del Estado, bastan para comprender la magnitud del movimiento cultural a que nos estamos refiriendo. Producto de aquel afán d*s recopilar el conocimiento de la época, fueron también dos célebres intelectuales de aquel siglo que ha sido llamado, de la enciclopedia y del abanico: el Barón Alejandro Von Humboldt, quien recorrió gran parte del globo, clasificando especies*animales, vegetales, así como los minerales, que fue el último sabio de la humanidad; si se entiende por sabio a quien maneja el cúmulo y la suma del saber humano.

No menos impresionante y titánica fue la labor del sabio Diderot, quien en Francia, emprendió la tarea de escribir él solo la enciclopedia.

La ilustración contribuyó a propagar en América, las ideas que se pregonaban sobre la libertad irrestricta y absoluta del individuo y sobre la soberanía que deberían disfrutar las naciones —según Rousseau— como un derecho natural.

Como una consecuencia de lo anterior, surge en Europa una modalidad al sistema de gobierno, en un resurgimiento del centralismo y a un cierto absolutismo, pero con la característica de que el monarca se hacía rodear por un gabinete de hombres cultos y prominentes por su saber. El gran representativo del Despotismo Ilustrado para la América Española y, en consecuencia para Guatemala, lo fue Carlos III, soberano éste que implantó en sus dominios el régimen de Intendencias, con lo cual restó poder a los virreyes y capitanes generales y tomó en sus manos, un control más directo del manejo de sus reinos. Al mismo tiempo, la ilustración de su gobierno permitió ciertas libertades ideológicas, que fueron filtrando poco a poco las nuevas ideas políticas entre los intelectuales del reino.

Un factor mucho más claro y decisivo, en cuanto a la propagación de las ideas libertarias, lo constituyó la expulsión de los jesuitas, Decretada por Carlos III, en todos sus dominios. Centenares de religiosos militantes en la Compañía de Jesús fueron expulsados en 1767, aparentemente por intervenir en política y contravenir las reales disposiciones.

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Los religiosos expulsados de los dominios españoles, fueron a residir a diferentes puntos de Europa, pero sobre todo a estados de Italia. La reacción de los jesuitas no se hizo esperar, algunos atacaron violentamente al rey, incitando a los americanos a la independencia de España. Tal fue el caso de la famosa Carta a los españoles Americanos, donde Vizcardo exhorta a emanciparse de España.

Particular importancia tiene para los guatemaltecos en este misino orden de ideas, la expulsión de su suelo natal, del jesuita Rafael Landívar, quien en el destierro sintió inflamarse su corazón, con el recuerdo del terruño lejano. Landívar, menos violento que Vizcardo, se dejó llevar en alas del recuerdo, dando rienda suelta a sus dotes extraordinarios de poeta, quiso inmortalizar a su patria en las páginas de la celebérrima Rusticano mexicano, escrita en Bolonia entre los años de 1775 a 1780.

"¡Salve caro suelo natal, bien amada ciudad de Guatemala

Salve! Tú el júbilo y origen y fuente de mi vida.

¡Cuánto recrea, ciudad augusta, evocar tus blasones:

Tu temperado clima, tus fuentes, alamedas, tus templos y lares!

¿Por qué me acongojan tales recuerdos;

Si mansiones enhiestas surgen ya del sepulcro.

Y al cénit imponentes se yerguen los templos"?

No menos importante fue la carta escrita por el Conde de Aranda, donde manifiesta la posibilidad de una próxima emancipación de las colonias españolas en América.

La economía de Guatemala en los inicios del siglo XIX

Puede afirmarse que el cultivo que sostuvo principalmente la economía del Reino de Guatemala, fue el añil, a lo largo de las fértiles tierras de la Costa Sur se establecieron obrajes, en donde se procesaba esta planta que produce un tinte de color azul intenso. El añil, al final del proceso, era empacado en cueros de res, cortado en marquetas llamadas panes. En Europa se le utilizaba como colorante básico para la industria textil. Sin embargo, el desarrollo de las ciencias en el Viejo Mundo, hizo que tintes producidos artificialmente, con productos químicos, desplazaran del mercado al añil guatemalteco, que aunque de mejor calidad, resultaba más caro, por la distancia existente entre los sitios donde se producía y donde se consumía. La anterior situación dio por resultado, que el Reino se vio privado de los ingresos que le producían el principal de sus productos agrícolas de exportación.

Otros de los factores que contribuyeron al empobrecimiento general de Guatemala lo fue la ruina que sufrió la capital del Reino en 1773, como consecuencia de los terremotos de Santa Marta.

Bien sabido es que la ciudad hubo de ser trasladada en 1776 al valle de la Ermita, con lo que podrá el lector imaginar la cuantía de los gastos que ocasionaba una empresa de tal magnitud. Debe recordarse que todo debió reedificarse en relativamente corto tiempo: templos,

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conventos, edificios del poder real y civil, casas de habitación, acueductos, puentes, i Mininos y hasta los pueblos indígenas circunvecinos hubieron de ser trasladados. Ciertamente el rey cedió sus rentas por un período de diez años para ayudar a la reedificación de la Nueva Guatemala, pero aun así, el drenaje económico fue de tal magnitud, que mermó las ya castigadas finanzas de los guatemaltecos.

A pesar de los descalabros económicos descritos, existía aún algún comercio que nutría a Guatemala mediante la exportación, si bien escasa, de ciertas telas que producía el numeroso gremio de los tejedores, ubicados en el antiguo barrio de San Sebastián; pero he ahí que el desarrollo de la industria europea hizo que se aplicara la fuerza expansiva del vapor de agua a las máquinas de la industria textil —especialmente en Inglaterra y Holanda— con lo cual se abarató considerablemente el costo de tales productos, en tanto que los infortunados tejedores de Guatemala vinieron a agregarse los añileros, al número de los que quedaron lucra de competencia comercial, irónicamente por el adelanto de la tecnología en el Viejo Continente.

No debe dejarse de lado al contrabando como otra de las causas que contribuyeron a desquiciar la economía guatemalteca en los inicios del siglo XIX. En efecto, el infortunado sistema monopólico comercial impuesto pro España en sus dominios, provocó que las colonias buscaran otros medios de abastecerse de los productos que habían menester; mientras que Inglaterra y Holanda no deseaban otra cosa y hacían cuanto les era dable para minar las rentas de España, su archienemigo por muchas razones. De este modo, los ingresos por concepto de aforos aduanales vinieron a verse muy menguados, en tanto que la actividad comercial fundamentada en el contrabando subía de punto, con el efecto ya señalado.

La piratería fue quizá el mayor de los males de cuantos aquejaron al comercio y a la economía colonial. Esta plaga de bandidos del mar, aumentaba sensiblemente durante los conflictos armados entre España y las otras naciones, que con una absoluta falta de escrúpulos, autorizaban y alentaban la institución del corso. Naves piratas procedentes de Inglaterra, Holanda, Francia y aún de Argel, pululaban en los mares, especialmente en las rutas comerciales que forzosamente debían seguir las naves para aprovechar la ventaja de la corriente del Golfo de México.

Ante la constante carnicería que cometían los piratas en las naves mercantes indefensas, hubo de disponerse, por parte de la Corona Española, la organización de flotas, lo cual consistía en agrupar un número considerable de buques mercantes y hacerlos acompañar de naves de guerra, convenientemente artilladas. Esta medida redujo —aunque no eliminó— los riesgos de ser apresados en alta mar, pero motivó que el comercio disminuyera, pues la flota tocaba puertos americanos únicamente dos veces por año.

Los piratas, ante la dificultad de apresar y robar naves protegidas por la marina de guerra, optaron por asaltar los puertos, cuyas bodegas estaban llenas de mercaderías, especialmente unas semanas antes de la llegada de la flota. Ante esta situación, hubo que apelar al supremo recurso de fortificar las costas. Naturalmente que la construcción de fortalezas a lo largo de una costa tan extensa, resultaba sumamente costoso, no sólo por la construcción en sí, sino porque había que mantener en ellas guarniciones en sitios insalubres y apartados.

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Para costear todo este aparato de protección contra la piratería, tuvo que recurrirse a elevados impuestos, de los que ya tratamos en el capítulo de la economía colonial, lo cual encarecía los productos, frenaba el comercio y fomentaba el contrabando alentado por las mismas naciones piratas.

Por otra parte es preciso recordar, que el comercio que se realizaba estaba en manos de los criollos y, consecuentemente, no debe extrañarnos que hayan sido precisamente éstos quienes pusieran tanto empeño en lograr la independencia de España, porque en esta forma, no sólo liberaban de la supremacía de los peninsulares en materia de gobierno y empleos públicos, sino que tendrían mano libre para practicar el comercio con las naciones que desearan hacerlo. Por algo, un autor escribió una vez con cierta sorna, que la conquista la hicieron los indígenas, mientras que la independencia la lograron los españoles.

Las Cortes de Cádiz

A principios del siglo XIX, hace su aparición en Europa la recia figura de Napoleón I, quien llegó a hacerse coronar Emperador de los franceses.

El célebre guerrero invadió a España en 1808, obligando la abdicación del monarca don Carlos IV en su propia persona; luego de esto, Napoleón coronó a su hermano José I. La reacción de españoles y americanos no se hizo esperar, y se convocó a integrar Cortes Generales, para dirigir la lucha contra los franceses y para lograr la restauración del orden roto por la invasión napoleónica.

De inmediato se convocó a las colonias americanas, para que elijan diputados de provincias para integrar aquel congreso de hombres notables. En momento tan apurado para España, se llegó a declarar en el seno de las Cortes, que los territorios americanos de ultramar, no eran colonias, sino parte integrante y esencial de la propia España.

El Reino de Guatemala depositó su representación en el doctor Antonio Larrazábal, a quien se dieron instrucciones específicas por parte del ayuntamiento, mismas que fueron redactadas por don José María Peynado. Las célebres peticiones que Larrazábal presentó en el seno de las Cortes, pueden resumirse de la manera siguiente. * No se deseaba un rey absoluto, sino una constitución, para evitar el despotismo.

* Libertad de comercio para las colonias.

* Que los puestos públicos no fuesen vendibles.

* Igualdad ciudadana entre peninsulares y americanos.

Finalmente, en 1812 se puso en vigencia la esperada constitución, la cual se conoce con el nombre de Constitución de Cádiz, o simplemente de 1812. Esta suprema carta de gobierno establecía entre otras cosas:

* La abolición de la Inquisición

* La abolición de los tributos

* El libre comercio

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* La libertad de imprenta

* Diputaciones provisionales con voz y voto en la metrópoli.

Napoleón sufrió algunos reveses militares y principió a debilitar su posición en España, hasta que terminó por retirar sus tropas de la península; así, en 1814 asciende al trono español el rey don Fernando VII; lo primero que hizo el deseado príncipe, fue derogar la Constitución de 1812, disolver las Cortes y darle vigencia de nuevo al estado de cosas que prevalecía antes de la invasión napoleónica. De este modo, vuelven las colonias a su antiguo status, bajo el control de la Inquisición, vuelven a pagarse los tributos, se restringe el comercio, etcétera.

En 1820 ocurre un acontecimiento en España, que viene a modificar una vez más la situación descrita: un ejército español, mandado por el brigadier Rafael del Riego, que esperaba ser embarcado para la América a combatir contra las fuerzas independentistas, se declaró en rebelión contra don Fernando VII, demandando del Rey, que jurara la Constitución de 1812. Al monarca no le quedó otro recurso que ceder, de esta manera su reinado en una monarquía constitucional.

Fácil es comprender, para el objeto de nuestro estudio, que esta situación favoreció a las ideas de independencia, no sólo porque la autoridad del rey se había debilitado, sino porque al amparo de las garantías constitucionales, se podía ya hablar sin ambages sobre la separación de Guatemala del tutelaje de España, así se hizo en los periódicos que surgieron, protegidos por la libertad de imprenta y sin el ojo fiscalizado!" de la Inquisición, que en los últimos años había venido a ser un arma al servicio de los intereses del rey.

Ideologías de la independencia

Los funcionarios coloniales, solían denominar con el mote de afrancesados a los hombres que predicaban la idea independentista; la cosa no iba descaminada, pues es un hecho conocido, que Francia ejerció una muy notable influencia en los intelectuales americanos mediante la propagación de las ideas de los pensadores de aquella nación. En efecto, la Revolución Francesa marcó un hito en la historia de Occidente al punto que dicho acontecimiento señala el fin de la Edad Moderna y el principio de la llamada Edad Contemporánea.

Los pensadores franceses que ejercieron mayor influencia o más fácilmente reconocible entre los intelectuales guatemaltecos de inicios del siglo XIX, fueron:

* Voltaire: (Francisco María Arouet). Este pensador fue un filósofo polémico y combativo, que fundamentaba su moral natural en la tolerancia y la razón. Fue además muy conocido por su antimilitarismo, pero sobre todo, por un marcado anticlericalismo.

* Juan Jacobo Rousseau: Fue un hombre sistemático y de carácter apasionado; fue el autor de la doctrina, conocida como el Naturalismo, la cual establece que el hombre es naturalmente bueno; que la sociedad corrompe esta bondad y que, por lo tanto, es necesario volver a la virtud primitiva. Su obra principal se denomina: El Contrato Social.

* Barón de Montesquieu: (Carlos de Secondat). Fue un notable escritor, cuya obra principal se denomina: El espíritu de las leyes, donde expone su famosa teoría sobre la separación de los

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poderes del Estado, en el sentido de dividir en poder ejecutivo, legislativo y judicial, el omnímodo y absoluto que tenían los reyes. La teoría de Montesquieu constituye la base del sistema parlamentario actual.

De manera que cuando leemos escritos de los próceres de la independencia de Guatemala, unos más, otros menos, pero todos, sin excepción estaban influenciados por las ideas de los intelectuales franceses anotados anteriormente. No debe pues extrañarnos, que el guatemalteco (Francisco Barrundia, Pedro Molina), sea una mezcla de las ideas naturalistas de Rousseau, la separación de poderes de Montesquieu y el ataque a la Iglesia de Voltaire.

Periódicos y los primeros partidos políticos.

Se recordará, que en 18 20 la llamada rebelión del brigadier del Riego, había obligado al rey Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, y que ésta garantizaba la libertad de imprenta, lo cual equivaldría hoy a una ley sobre libre emisión del pensamiento.

Precisamente, bajo el amparo constitucional, el doctor Pedro Molina fundó un periódico que llamó, con el significativo nombre de El Editor Constitucional, verdadera tribuna desde la cual Molina, Barrundia y sus correligionarios, exponían sin ambages sobre la independencia. Molina enfrento algunas dificultades con su periódico, el cual tuvo que clausurar para hacerlo reaparecer en breve con el nuevo nombre de El Genio de la Libertad, el cual subsistió hasta los días de la independencia, y aun un corto tiempo después.

Casi simultáneamente, apareció otro periódico de contrapartida, jefeado y dirigido por el economista, Licenciado José Cecilio del Valle, el cual llevó el nombre de El Amigo de la Patria. Los artículos que aparecían m sus páginas, hablaban también de independizar a Guatemala de España, sólo que éstos eran más eruditos y mesurados, invitando a hacer las cosas paso a paso, en tanto que el periódico de Molina era más fogoso y atrevido.

La importancia que tuvieron estos impresos fue, que en torno de ellos se reunieron grupos de personas con ideas afines y que, rápidamente se convirtieron en corrientes de opinión definida. Dicho en otras palabras, los primeros partidos a la sombra de los periódicos de la independencia.

Alrededor de las figuras de Molina y Barrundia, surgió el partido Caco, en el cual, la línea de pensamiento era muy afrancesado, a la manera que expusieron anteriormente. Deseaban los cacos, una independencia inmediata, absoluta, libertad irrestricta para el individuo, obra conforme a la naturaleza, separar los poderes del Estado y en fin, darle vuelta al país "de derecho a revés".

Por otra parte, en torno de Valle y sus amigos, surgió el partido Gazista, el cual era de corte más moderado. Opinaban los gazistas, que la independencia debía hacerse paulatinamente, pues el país no tenía rentas, ni un sistema tributario que permitiera obtener fondos para organizar el nuevo gobierno: opinaban, asimismo, que careciendo Centro América de agregados comerciales, buenos puertos, caminos, etcétera, .sería desastroso iniciar una aventura independentista precipitada. Por lo tanto recomendaban— obrar con cautela, aunque siempre con rumbo a la Independencia del Reino de Guatemala.

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El partido Caco se transformó posteriormente en el partido Liberal. También se les conoció con los motes de: Jacobino, fiebres, panteristas, volterianos, etcétera.

El partido Gazista, por su parte, se transformó en el Conservador. También se le conoció como: Serviles, aristocráticos, clericales, ultramontanos, cachurecos, cachos, etcétera.

El 15 de septiembre de 1821

Todos los acontecimientos que hemos estudiado anteriormente, confluyeron hacia el objetivo de la emancipación política del Reino de Guatemala, de la que fue su madre patria durante casi tres centurias. La decadencia de España como potencia europea, su propio retraso tecnológico con relación a otras naciones europeas, la independencia de las colonias inglesas de América del Norte en 1776, el crecimiento del grupo criollo, las necesidades de comercio no satisfechas por España, la Revolución Francesa, el espíritu positivista y materialista del siglo XIX, etcétera, pesaron más en la balanza política del momento y así, acelerándose aquel acontecimiento con el movimiento separatista de la provincia de Chiapas, un puñado de hombres notables, casi todos ellos pertenecientes al partido Gazista, se reunieron, redactaron y firmaron, el célebre documento que se conoce como Acta de Independencia; aquello ocurrió el sábado 15 de septiembre de 1821, en el salón que ocupaba la esquina sureste del Palacio de los Capitanes Generales.

Como epílogo de este capítulo, creemos que vale la pena hacer algunas consideraciones finales.

Después de este hecho, se puso en boga entre los intelectuales guatemaltecos del siglo XIX, buscar sus valores y puntos de referencia cultural y político en los más avanzados de los países europeos; fueron, sobre todo, Francia e Inglaterra a donde se dirigieron las miradas. Baste para ello recordar el afrancesamiento, un tanto chocante, de Enrique Gómez Carrillo: El Despertar del Alma. Treinta Años de Vida. Así como la profunda admiración de don José Milla por todo lo europeo y particularmente lo francés: un viaje al Otro Mundo, pasando por Otras Partes. Ya entrado el siglo XX, los países americanos buscaron sus raíces en lo indígena, negando lo español; sin embargo, a estas alturas, es tiempo ya de conceder su sitio a cada cosa. España trajo al Reino de Guatemala SU lengua, que vino a ser el medio común de comunicación entre los distintos pueblos indígenas, nos legó su cultura, la universidad, nos puso a punto con la marcha de los pueblos de occidente y nos vinculó definitivamente al mundo civilizado. Sus naves no sólo sacaron las riquezas mineras del reino (que no fueron muchas, en ninguna época) sino que llegaron repletas de libros, misioneros que propagaron el cristianismo, jurisconsultos, artesanos, nuevas semillas y ganados desconocidos aquí, (que pronto se reprodujeron en las pasturas de la Costa Sur. En fin, Guatemala recibió una inyección de sangre nueva, que en definitiva forjó el carácter de la actual República.

Acta de la independencia

"Palacio Nacional de Guatemala, quince de Septiembre de mil ochocientos veinte y uno.

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"siendo públicos e indudables los deseos de independencia del gobierno Español que por escrito y de palabra ha manifestado el pueblo de esta Capital: recibidos por el último Correo diversos oficios de los Ayuntamientos Constitucionales de Ciudad Real.

Comitán y Tuxtla, en que comunican haber proclamado y jurado dicha independencia, y excitan a que se haga lo mismo en esta Ciudad: siendo positivo que han circulado iguales oficios a otros Ayuntamientos: determinado de acuerdo con la Excelentísima Diputación Provincial que para tratar de asunto tan grave se reuniesen en uno de los Salones de este Palacio la misma Diputación Provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los Señores individuos que diputasen, la Excelentísima Audiencia territorial el Venerable Señor Dean y Cabildo Eclesiástico, el Excelentísimo Ayuntamiento, el Muy Ilustre Claustro, el Consulado y Colegio de Abogados, los Prelados regulares, jefes y funcionarios públicos: Congregados todos en el mismo Salón: Leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto: y oído el clamor de viva la independencia que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores, y ante sala de este palacio se acordó: por esta Diputación e individuos del Excelentísimo Ayuntamiento

1°. Que siendo la independencia del gobierno Español, la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.

2°. Que desde luego se circulen Oficios a las Provincias por Correos extraordinarios para que sin demora alguna se sirvan proceder a elegir Capital a formar el Congreso que deba decidir el punto de independencia y fijar, en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que deba regir. 3°. Que para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas Electorales de Provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a Cortes.

4°. Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos, sin excluir de la Ciudadanía a los originarios de África.

5°. Que las mismas Juntas electorales de Provincia teniendo presente los últimos censos se sirvan determinar según esta base el número de Diputados o Representantes que deban elegir.

6°. Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacer las elecciones de modo que el día primero de Marzo del año próximo de 1822 estén reunidos en esta Capital todos los Diputados.

7°. Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y leyes, hasta que el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico.

8°. Que el Señor Jefe Político Brigadier Don Gavino Gainza, continúe con el Gobierno Superior Político y Militar, y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una junta provisional consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta Diputación Provincial, y de los Señores Don Miguel de Larreynaga Ministro de esta Audiencia Don José del Valle Auditor de Guerra, Marqués de Aycinena, Doctor Don José Valdez, Tesorero

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de esta Santa Iglesia, Dr. Don Ángel María Candina, y Licenciado don Antonio Robles, Alcalde 3°. Constitucional: el primero por la Provincia de León el 2°. Por la de Comayagua, 3°. Por Quetzaltenango, 4°. Por Sololá y Chimaltenango 5°. Por Sonsonate, y el 6°. Por Ciudad Real de Chiapa.

9°. Que esta junta provisional consulte al Señor Jefe político en todos los asuntos económicos y gubernativos dignos de su atención.

10°. Que la Religión católica que hemos profesado en los siglos anteriores, y profesaremos en lo sucesivo, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala, respetando a los Ministros eclesiásticos seculares y regulares, y protegiéndoles en sus personas y propiedades.

11°. Que se pase oficios a los dignos Prelados de las comunidades religiosas, para que cooperando a la paz y sosiego, que es la primera necesidad, de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que estando unidos en el sentimiento general de la independencia, deben estarlo también en todos los demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos, y producen funestas consecuencias.

12°. Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos.

13°. Que el señor Jefe político publique un manifiesto haciendo notorios a la faz de todos, los sentimientos generales del Pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones: las medidas de este gobierno: Las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor Alcalde Primero, a pedimento del Pueblo, el juramento de independencia y fidelidad al Gobierno Americano que se establezca.

14°. Que igual juramento presten la junta provisional, el Excelentísimo Ayuntamiento: el Ilustrísimo Señor Arzobispo: los Tribunales, jefes políticos y militares: los Prelados regulares: sus comunidades religiosas: jefes y empleados en las Rentas: autoridades, corporaciones: y tropas de las respectivas guarniciones.

15°. Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la solemnidad, y señale día en que el Pueblo deba hacer la proclamación, y juramento expresado de independencia.

16°. Que el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetúa en los Siglos la memoria del día quince de Septiembre de mil ochocientos veinte y uno, en que Guatemala proclamó su feliz independencia.

17°. Que imprimiéndose esta acta, y el manifiesto expresado Se circule a las Excelentísimas Diputaciones provisionales, Ayuntamientos constitucionales, y demás autoridades eclesiásticas, regulares, seculares, y militares, para que siendo acordes en los mismos sentimientos que ha manifestado este Pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto.

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18°. Que se cante el día que designe el Señor Jefe político una misa solemne de gracias, con asistencia de la Junta Provisional y de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillería, y tres días de iluminación.

Gavino Gaínza, Mariano Beltranena, José Mariano Calderón, José Matías Delgado, Antonio de Rivera, Manuel Antonio de Molina, José Antonio de Larrave, Mariano de Larrave, Ysidoro de Valle y Castriciones, Mariano de Aycinena, Pedro de Arroyave, José Domingo Dieguez, Secretario de Palacio; y Lorenzo de Romana, Secretario.

CAPITULO 11 El Federalismo

Antecedentes

Como se puede ver en el capítulo anterior, la declaración de independencia se vio apresurada un tanto por los sucesos de Chiapas, y también por la rivalidad que existió desde sus inicios, entre cacos y gazistas.

Si analizamos el artículo No. 1 del acta de independencia, veremos que desde aquel momento se pensó en la instalación de un congreso, que conociera lo acaecido el 15 de septiembre y tomara una resolución final sobre ello.

El artículo 2°. Es todavía más claro, en cuanto a que no se decidió qué hacer con los territorios independizados, sino que el antes dicho Congreso debería: decidir el punto de independencia y fijar en caso de acordarla, la forma de gobierno y la ley fundamental que deba regir.

Significa esta, que el resto del año 1821, fue, para Centro América, un período confuso en lo que tenía que ver con su situación de gobierno, y se dejó la responsabilidad de resolver sobre este espinoso asunto al congreso ya mencionado, mismo que no llegó a reunirse el día 1 marzo de 1822, como estaba previsto en el artículo 6°.del Acta, porque ocurrieron otros sucesos, como veremos a continuación.

Anexión al Imperio Mexicano

Separada de España la América Central, pronto surgieron corrientes de opinión que favorecían la idea de anexarla al naciente Imperio Mexicano; las interesadas eran las familias adineradas de Guatemala, que soñaban acaso, con formar parte de una futura nobleza americana.

No se hizo esperar la reacción de El Salvador, su pueblo alzado en armas rechazó la dominación imperial; a continuación tiene lugar el primero de los muchos combates que se dieron durante el siglo XIX, entre salvadoreños y guatemaltecos. Vista la resistencia de la pequeña provincia, Iturbide dispuso relevar del mando a don Gabino Gainza y encarga el gobierno al general Vicente Filísola, quién ingreso a Guatemala al frente de sus tropas el 12 de junio de 1822.

Breve y desafortunada fue para Guatemala la aventura de anexión a México: mientras las tropas mexicanas cuidaban en Centro América los intereses imperiales, en México ocurrían acontecimientos políticos, que culminaron con la caída de Iturbide y su imperio efímero. Filísola retornó a México con sus fuerzas, no sin antes convocar al congreso que debía reunirse de acuerdo a lo plasmado en el Acta de Independencia; de este modo salió airoso el jefe del

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ejército mexicano, de quien en honor a la verdad histórica, no quedaron en Guatemala malos recuerdos, si hemos de atenernos a los asertos de don Miguel García Granados en sus Memorias. No puede decirse lo mismo de Guatemala como país, al hacer el balance de los dieciocho meses de pertenencia al Imperio, encontramos un saldo terriblemente negativo:

* En primer lugar, la ocupación de las fuerzas mexicanas produjo una bancarrota en las pobres finanzas del país, los pagos de la tropa y su manutención, debieron ser cubiertos con magros recursos fiscales, golpe severo al país, atendida la circunstancia de que no existía por entonces un sistema de recaudación adecuado. Pronto el oro emigró hacia México, quedando aquí ruina y deuda pública. » También cabe mencionar, que la participación de Guatemala al lado del Imperio en contra de El Salvador, produjo un sentimiento de odio entre ambos Estados, este fue germen de la desunión de Centro América y de futuros conflictos.

» Por último, hemos de anotar, que la provincia de Chiapas se perdió para siempre para Centro América, aunque los chiapanecos manifestaron su deseo de continuar perteneciendo a esta jurisdicción, el gobierno mexicano se apresuró a ahogar aquella aspiración, con el convincente argumento de las bayonetas.

La Asamblea de 1823

El 24 de junio de 1823, se reunió e instaló, aquel cuerpo notable de hombres, que representaban lo más granado de la provincias en cuanto a Intelecto. Sobre ellos dice el historiador Marure que fue "la reunión de hombres instruidos más numerosa y más acreditada que había visto la República".

El primer acuerdo que emitió la Asamblea Nacional constituyente, fue uno donde se dice que la anexión de Centro América a México fue violenta y tiránica, de hecho y nula de derecho.

En breve se emitió el célebre decreto de independencia absoluta de las provincias que componían el antiguo Reino de Guatemala. Este decreto examina detenidamente los sucesos acaecidos en los últimos años, y después de maduras y juiciosas consideraciones, declara de manera solemne:

1*.Que las expresadas provincias, representadas en esta Asamblea, son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquier otra potencia, así del antiguo como el nuevo mundo; y que ni son ni deben ser patrimonio de persona ni familia alguna. 2*. En consecuencia, son y forman nación SOBERANA con derechos y con aptitud de ejercer y celebrar cuantos actos, contratos y funciones ejercen y celebran los otros pueblos libres de la tierra.

3°. Que la provincias sobredichas, representadas en esta Asamblea (y demás que espontáneamente se agreguen de los que componían al antiguo reino de Guatemala) se llamarán, por ahora sin perjuicio de los que resulta en la Constitución que ha de firmarse: PROVINCIAS UNIDAS DEL CENTRO DE AMERICA".

La Asamblea Nacional Constituyente, emitió además otros decretos que la hacen digna de especial recordación. Quizá el más importante de éstos fue el que se conoció como Ley Sobre la Libertad; mediante esta disposición legal, Centro América abolió la esclavitud. La lectura del

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articulado de la citada ley impresiona por el alto espíritu humanitario y libertario que se ve en ella.

Sobre este punto, dice el historiador y filósofo José Mata Gavidia:

"Tiene Centroamérica el legítimo orgullo de haber abolido la esclavitud 24 años antes que Francia, 39 antes que Rusia y los Estados Unidos, 65 antes que el Brasil y 9 antes que Inglaterra. El día 24 de abril de 1824 emitió la Asamblea el histórico decreto".11

La Constitución Federal de 1824

La Asamblea trabajó arduamente, en un período relativamente corto de tiempo la constitución estuvo lista. Se promulgó el 22 de noviembre de 1824, y en ella se daba forma por primera vez a Centro América. Deberá recordarse, que el acta de 1821 no definía la situación política del antiguo reino; la anexión de 1822, sabemos fue sólo de hecho, pero nunca se formalizó; el año 1823 y buena parte de 18 24 se ocuparon en redactar la carta fundamental.

Lo importante de esta constitución política fue que definió la situación del país, como una república federal, según el modelo de la unión de los estados anglosajones del norte de la América. La nueva república conservó el nombre que le había dado la misma asamblea el año anterior; Las Provincias unidas del Centro de América, se compondrían de cinco Estados, sujetos todos a una constitución federal, aunque cada una de las provincias tendría sus propias leyes estatales; la República estaría gobernada por un presidente y un vicepresidente, al propio tiempo que cada uno de los Estados tendría un jefe y un vicejefe.

La Constitución de 1824, además de definir y normar políticamente al país, estableció la ciudadanía a los dieciocho años.

El emblema de la República Federal, fue una bandera azul y blanco, cuyas tres bandas corrían horizontalmente, correspondiente la del centro Al color blanco y las de los extremos al azul; en el centro un escudo Compuesto por un triángulo equilátero, con cinco volcanes y un gorro Frigio además de la fecha 15 de septiembre de 1821; el lema de la naciente república fue: Dios, Unión, Libertad.

La Federación: situación física, económica, social y política

La República Federal se inició bajo los mejores auspicios, sin duda, dirigida por los talentos más sobresalientes de aquella época; se había tomado como modelo la organización que se había dado años antes a los Estados Unidos de América. Sin embargo la situación de una y otra federación era harto distinta. Las diferentes provincias de Centro América se hallaban aisladas unas de otras prácticamente sin vías de comunicación, los pocos caminos que había eran estrechos y de tránsito peligroso, situación que acentuó el sentido provinciano y localista.

Las rentas de la República eran prácticamente nulas, no existía un sistema tributario que captara fondos para el funcionamiento del gobierno federal, tampoco del estatal. A este respecto cabe recordar, que luego que se dio la independencia, el Ministro Tesorero de las Reales Cajas de Guatemala, presentó un informe al rey, del estado de las finanzas hasta el 29 de septiembre de 1821, fecha en la que suponemos debió haber entregado su cargo; se lee en

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ese informe, que en efectivo había en las reales cajas de Guatemala la suma de ¡sesenta pesos con medio real! Es posible que esta fuera la causa por la que el monarca español dejó pasar las cosas, sin dar la menor señal de haber querido evitar la independencia de aquel reino.

A la precaria situación hacendaría descrita, debe agregarse que el añil, único producto de exportación de cierta importancia, había sido desplazado del mercado internacional, por el aparecimiento de tintes artificiales. Los caminos no ofrecían comodidad para el transporte de mercaderías, los puertos tampoco ofrecían facilidad alguna para la operación de carga y descarga de buques.

Debe recordarse que las costas regulares y de bajo fondo de Guatemala en el Océano Pacífico nunca facilitaron el atracamiento de buques; baste recordar que el puerto de San José se inauguró hasta en 1870, bajo la administración del Mariscal Vicente Cerna, también se recordará, que la carga y descarga de mercaderías se hizo de una manera difícil y lenta por más de una centuria, pues los buques anclaban en aguas profundas, a una distancia aproximada de un kilómetro de la cabeza del muelle, distancia que debía salvarse mediante pesados lanchones tirados por remolcadores,

Que iban y venían entre el muelle de San José y los buques. El moderno puerto del Pacifico —como se le llamó primeramente— o Puerto Quetzal como se denominó después, fue iniciado durante el gobierno del general Romeo Lucas García en 1980 y puso en funcionamiento en 1985, durante el gobierno del general Oscar Mejía Víctores.

El aspecto social de la población tampoco puede decirse que haya contribuido al buen funcionamiento de la República Federal de C. A., como sabemos, ya sólo en el Estado de Guatemala, se hablaban por entonces unas veinticuatro lenguas diferentes, mismas que representaban a un igual número de grupos étnicos; en la costa atlántica de Honduras y Nicaragua, se hallaban establecidos los Mosquitos o Miskitos, como los llaman hoy. Los descendientes de españoles eran una minoría establecida en un puñado de ciudades, mientras que la creciente población ladina no tenía acceso al poder; por lo demás el país estaba prácticamente despoblado, en 1830 la población del Estado de Guatemala era de unos 600,000 habitantes, la de la república entera de aproximadamente 1.500,000.

Desde la declaración absoluta de independencia, acaecida el 1 de julio de 18 2 3, hasta la proclamación de la República Federal, el 2 2 de noviembre de 1824, posesionaron en el mando varias juntas de gobierno compuestas de tres individuos. El primer triunvirato estuvo conformado por los ciudadanos Pedro Molina, Juan Vicente Villacorta y Manuel José Arce.

El primer presidente de la República Federal, fue el general Manuel José Arce (1825-1828), prestigioso militar salvadoreño, a quien acompañó en la vicepresidencia el señor Mariano Beltranena,(1825-1828-1829).

Arce pertenecía al partido Liberal, mientras que Beltranena participaba de las ideas del partido Conservador; la idea fue hacer cesar la pugna de ambos bandos, dándoles participación en el gobierno, pero los otros miembros del partido Liberal no vieron Con buenos ojos el compartir el poder con sus rivales políticos. Entretanto, la Jefatura y Vice jefatura del Estado de

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Guatemala había recaído en don Juan Barrundia y don Cirilo Flores, dos furibundos miembros del partido Liberal.

Hemos dicho que los liberales no vieron con buenos ojos la participación del partido Conservador en el gobierno y así principiaron a distanciarse de Arce primero y a atacarlo después; el presidente que se vio abandonado de su propio partido, buscó apoyo en los conservadores, éstos le respondieron fortaleciéndolo y rodeándolo de sus mejores hombres. La situación llegó a ponerse tensa entre las autoridades federales y estatales, al punto que, sabiendo Arce que Barrundia fraguaba una asonada en su contra, invocando los poderes que le confería la Constitución, ordena la captura de Barrundia y otros complicados en el complot y los reduce a prisión, cuidando además de disolver el Congreso Federal.

El propio día 6 de septiembre de 1826, el Vicejefe Cirilo Flores asumió la jefatura del Estado y declarándose en rebelión marchó hacia el occidente del país acompañado de algunos políticos y miembros del disuelto congreso.

En su marcha hacia el occidente, Flores se detuvo por un corto tiempo en San Martín Jilotepeque, para luego continuar su marcha hasta Quetzaltenango, donde pensaba hacerse fuerte e iniciar la reconquista del poder perdido por Barrundia.

Lo que ocurrió después es una de las páginas más tristes de la historia de la Federación. Puede dar al lector una idea, de que siendo éste el inicio de la vida federada, cuál podría ser el final: Flores principió a hacer requisa de elementos de guerra para la campaña que se proponía abrir contra Arce más tuvo la mala inspiración de querer tomar por la fuerza algunas cabalgaduras de los frailes que tenían a su cargo la administración espiritual de Quetzaltenango; esto ocasionó una explosión de descontento e ira por parte del pueblo quetzalteco, al punto que se levantaron en contra del vicejefe. Flores reunió tropas para defenderse, alguien hizo fuego sobre la multitud y la plebe se lanzó sobre el desventurado Flores, quien buscó asilo en el interior de la iglesia Catedral. En vano trató un sacerdote de proteger la vida del perseguido, levantando en alto una custodia con la hostia consagrada y poniéndosela al acosado sobre la cabeza, además de conducirlo a lo alto del pulpito, desde donde el religioso insistía en aplacar a aquella turba enardecida; todo fue en vano, porque alguien colocó un puñal en el extremo de una vara, con el cual hería al desdichado vicepresidente, mientras que otros lo tomaban por los cabellos y se los arrancaban. Pronto todo había acabado para aquél, en cuyo recuerdo la cabecera departamental de Peten lleva su nombre. Barrundia preso y Flores linchado. Tal fue la suerte de los primeros gobernantes del Estado de Guatemala, tal sería la marcha borrascosa de Centro América en los días de la Federación.

Partidos políticos

Como se ha visto ya, dos eran los partidos políticos que rivalizaban en aquel momento: liberales y conservadores. Podría decirse que una vez que faltó en Centro América la autoridad del rey, estas facciones iniciaron una escalada de hostilidades que se mantuvo a lo largo del siglo XIX, hasta la primera mitad del siglo XX. A esta infortunada rivalidad debió Centro América no pocos quebrantos en su economía, guerras sin fin, odio entre las provincias y finalmente un sentimiento de desunión.

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Los partidos políticos disputaban por todo, y así, cuando cada uno de los cinco Estados tuvo que elaborar sus leyes fundamentales que debían derivarse de la gran Constitución Federal y adaptarse a los principios consignados en ésta, ocurrió lo contrario, cada Estado pretendía que la constitución Federal se amoldara a las leyes particulares de cada cual.

Organización Federal de Centro América en 1834

a) República Federal

* Poder Legislativo: Congreso Federal con 41 representantes uno por cada 30,000 habitantes, distribuidos así: Guatemala 14, El Salvador 5, Honduras 1, Nicaragua 4 y Costa Rica 2.

* Senado: Dos senadores por cada estado.

* Poder Judicial: Corte Suprema de Justicia, que se componía de un presidente, cuatro magistrados y un fiscal.

* Poder Ejecutivo: Presidente, Vicepresidente, Secretario General, Jefes de Sección (ministros) de Relaciones Exteriores, Hacienda, Guerra y Marina, un Intendente, Contaduría Mayor, Administración de Alcabalas, Tesorero y Administración General de Correos. Fuerza armada: tres batallones de infantería, dos escuadrones de caballería y una brigada de artillería.

b) Estado de Guatemala

* Poder Legislativo: Se componía de 17 diputados, más un consejo representativo, que se integraba con 7 individuos.

* Poder Ejecutivo: Jefe de Estado, Vicejefe y un Secretario.

* Corte Superior de Justicia: 7 Magistrados y un fiscal.

* Gobierno Departamental: Un Jefe y 4 Comandancias.

* Fuerza Armada: Un batallón de infantería y un escuadrón de caballería como fuerzas permanentes; además existía un cuerpo de reservas.

c) Estado de El Salvador

* Poder Legislativo: Se componía de 13 diputados, más un consejo representativo.

* Poder Ejecutivo: Jefe de Estado, Vicejefe y un Secretario.

d) Estado de Honduras

* Poder Legislativo: Estaba compuesto de 11 diputados, más un consejo representativo.

* Poder Ejecutivo: Jefe de Estado, Vice jefe y un Secretario.

* Fuerza Armada: 2 batallones de infantería y un escuadrón de caballería.

e) Estado de Nicaragua

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* Poder Legislativo: Se componía de 11 diputados, más un consejo representativo.

* Poder Ejecutivo: Jefe de Estado, Vice jefe y un Secretario.

* Poder Judicial: Se integraba con 7 magistrados.

* Fuerza Armada: 2 batallones de infantería y un escuadrón de caballería.

f) Estado de Costa Rica

* Poder Legislativo: se componía de 11 diputados, más un consejo representativo.

* Poder Ejecutivo: Jefe de Estado, Vice jefe y un Secretario.

* Poder Judicial: Se integraba con 4 Magistrados.

Francisco Morazán en escena

Se recordará que el Presidente de la Federación, general Manuel José Arce entró en conflicto con el Jefe del Estado de Guatemala, señor Juan Barrundia y que, en el propio año de 1826, Arce disolvió el Congreso Federal, el cual tenía mayoría de representantes liberales. Aquella fue la piedra del escándalo, de inmediato se hicieron oír las protestas de El Salvador y Honduras. Mientras Arce convocaba a un nuevo congreso, estos últimos estados iniciaban una lucha armada contra Guatemala.

Será en estas guerras fratricidas, donde surgirá la figura del hombre que descolló en el teatro centroamericano, desde 1827 hasta su muerte acaecida en 1842; nos estamos refiriendo a José Francisco Morazán Quezada, más conocido como el general Morazán.

Nació este célebre personaje en San Miguel de Tegucigalpa, el 3 de octubre de 1792, fue hijo de don Eusebio Morazán y de doña Guadalupe Quezada. Pronto sobresalió el caudillo en sus luchas contra Guatemala, en las cuales la fortuna le fue propicia y pronto su nombre se hizo célebre en las acciones de armas de Gualcho, San Miguelito y otras.

Debido a la fuerza de sus armas, a su popularidad como caudillo y a la ayuda que le prestaron algunos mercenarios franceses dentro de las filas de su ejército, Morazán logró, al frente del llamado Ejército Aliado Protector de la Ley, derrotar al Presidente Arce y a las fuerzas federales, las cuales eran sostenidas casi exclusivamente por el estado de Guatemala; Morazán sitió la ciudad de Guatemala, cuya escasa defensa estaba a cargo del Jefe del Estado, don Mariano de Aycinena.

Morazán hizo avanzar sus fuerzas hasta la finca "Las Charcas", en el rumbo sur de Guatemala. Viendo lo apurado de la situación y comprendiendo que ofrecer resistencia sería inútil y sólo costaría vidas y daños a la propiedad, los guatemaltecos negociaron la rendición de la plaza, mediante una capitulación, en la cual, el gobierno del Estado de Guatemala se comprometía a entregar las armas del ejército y a licenciar sus tropas, a cambio de que los invasores respetasen la vida y la propiedad de los guatemaltecos. De este modo, las fuerzas de Morazán ocuparon la ciudad el 13 de abril de 1829.

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Lo que siguió a la caída de la ciudad, fue sólo la primera de las felonías que la animadversión que Morazán sentía por Guatemala, le hicieron cometer. Una vez en poder de la ciudad, de las armas que se le entregaron en su totalidad y licenciadas las fuerzas del Estado, Morazán declaró nula, por sí y ante sí, la capitulación que él mismo había firmado, y, de aquí en adelante fueron incontables los atropellos que cometió: saqueo de templos, exclaustración de los conventos dominico, franciscano y recoleto, además ordenó la expulsión del territorio nacional de los regulares de estas órdenes, confiscaron bienes particulares, saquearon residencias, se encarceló primero, y expulsó del país después, a todos los adversarios políticos del general victorioso; confiscó más de dos mil fusiles en los almacenes de guerra del Estado, decretó la devolución de dos años y medio de los sueldos devengados por los diputados del Congreso, desde la disolución de éste el 5 de septiembre de 1826. Envió al destierro al arzobispo de Guatemala fray Ramón Casaus y Torres, haciéndolo sacar de su residencia en horas avanzadas de la noche, metido por la fuerza en una silla de manos, lo despachó camino del Golfo dulce; vendió a personas particulares varios edificios públicos, incluyendo el Palacio de Gobierno a los comerciantes franceses don Pedro de Jourdán y don Luis de Watelín. Cuando finalmente se retiró de Guatemala, se llevó consigo buena parte de los archivos de la capital, y ordenó además desmontar el reloj público que se encontraba en la torre del Palacio de Gobierno, el cual trasladó a El Salvador, en donde nunca pudo ser armado de nuevo, porque sus piezas se deterioraron en el camino hacia aquella provincia. El último episodio de la presencia de Morazán, fue quitar a Guatemala la sede de la Federación y ordenar su traslado a San Salvador en 1835.

Estas y otras actitudes del general Francisco Morazán, como segundo presidente de la República Federal, han provocado acaloradas discusiones y polémicas, entre los admiradores y los opositores de aquel hombre que, independientemente de sus errores o aciertos, es —sin lugar a dudas-una de las figuras cimeras de la historia patria durante el siglo XIX.

Balance de sus actos

El juicio final sobre la actuación de don Francisco Morazán, como figura política máxima de la época Federal, lo dejaremos al filósofo José Mata Gavidia, quien se expresó de la siguiente manera:

"La figura militar más importante de estas luchas fratricidas lo fue sin duda Francisco Morazán, a quien endiosan sus partidarios y vilipendian sus adversarios. Fue un caudillo que con sus armas poderosas llega a ser el segundo Presidente de la Federación, lleva la guerra por donde quiera que vaya; ejerce un poder absoluto e irrestricto y sucumbe en 1842, fusilado en San José de Costa Rica. Fue el primer presidente reelecto de Centroamérica. Fue Jefe del Estado de El Salvador al cesar su segundo período de Presidente, y finalmente de Costa Rica. Saqueó en 1829 la capital de Guatemala. Expulsó la brillante intelectualidad de este país. Esto le hizo odioso a los guatemaltecos, que ya no vieron en él sino a un resentido contra la sede de la antigua Capitanía General.

La presencia de Morazán, en Centroamérica, probó con evidencia, por primera vez, que las armas y la fuerza no pueden ser el vínculo de unión centroamericana, y que todo autócrata no debe regir los destinos de nuestra Patria Grande. Morazán se coronó de gloria militar, pero como político fue desacertado en el gobierno y sin visión de estadista en el difícil momento

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histórico en que le tocó actuar. Su actitud partidista acrecentó el odio entre los pueblos y su intención centroamericanista fracasó porque no conocía que la fuerza, y la guerra, lejos de unir, separa a los pueblos por generaciones

Capítulo 12 Gobierno de Mariano Gálvez

Antecedentes

Hemos anotado en el capítulo anterior, la forma en que culminaron los acontecimientos que ocurrieron en Guatemala entre 1826 y 1829, que a partir de este último año Centro América estuvo bajo el dominio del segundo presidente de la Federación, don Francisco Morazán. En 1831 se hicieron elecciones para la jefatura del Estado de Guatemala, habiendo resultado ganador en las mismas, el doctor en leyes Mariano Calvez; esto significa que el ejercicio de su mando lo realizó al mismo tiempo que Morazán gobernaba la república entera.

El período de gobierno de Calvez terminó en 1835, luego de haber realizado importantes reformas en casi todas las ramas de la administración gubernamental. Fue reelecto para un segundo período de gobierno, pero no aceptó; se realizó nuevamente la elección y volvió a recaer en Calvez; éste tornó a manifestar su rechazo y se retiró a Amatitlán. Por tercera vez se procedió a efectuar elección y nuevamente fue designado Calvez; ante esto no tuvo más remedio que aceptar un nuevo período de gobierno del Estado, período que no llegó a terminar, debido a los graves sucesos que ocurrieron posteriormente y que puntualizaremos más adelante.

Mariano Calvez: el hombre

Fue Calvez un niño de padres por largo tiempo desconocidos, que fue abandonado en la puerta de la casa de don Manuel Fadrique Goyena, casado con doña Gertrudis Calvez de Fadrique; esta casa estuvo marcada a principios del siglo XX, con el No. 15, en la décima calle oriente.

Supónese que fue hijo del doctor Rayón, conocido literato mexicano que residió en Guatemala a fines de la época Colonial y de una sencilla mujer del pueblo, que se ganaba la vida con tareas manuales, pero como esto nunca fue reconocido legalmente, preferimos seguir considerando a Calvez un expósito, que fue acogido amorosamente por la dama ya mencionada, y a quien llenó el vacío de los hijos que le negó la naturaleza.

Tuvo Calvez un hermano materno, que creció con su madre; tratase del presbítero Joaquín Planas, única persona con quien tuvo Calvez lazos de sangre en Guatemala.

Realizó sus estudios en el colegio San José de los Infantes y en la Universidad de San Carlos. Se doctoró en 1820; al año siguiente cuando ocurre la independencia del reino, lo encontramos actuando como consejero de don Gabino Gainza, y, en 1822 participó con ardor en la anexión de Guatemala al Imperio de Iturbide; luego abraza las ideas liberales, las cuales aplicó con firmeza durante su gobierno. Exiliado en México, retornó un tanto hacia la ideología de su juventud, sobre todo, cuando su hija predilecta María de la Cruz, profesó en un convento de

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Carmelitas; hecho que se convirtió en una ironía más en la vida de aquél, que exclaustró religiosos y religiosas en Guatemala, y que atacó tan duramente a la Iglesia durante sus años como jefe del Estado.

Su obra: la Iglesia, la educación, la colonización, sistema tributario, reformas legislativas

La Iglesia

Como se sabe, el liberalismo político, doctrina que profesaba el doctor Calvez, tiene sus bases ideológicas en las ideas surgidas de la Revolución Francesa. El liberalismo político, teóricamente es una mezcla de las ideas de Juan Jacobo Rousseau, contenidas en sus escritos en torno al Naturalismo y expresadas en el Contrato Social. Sumaremos a esto las teorías jurídicas del Barón de Montesquieu; se complementa el cuadro teórico del liberalismo, con el profundo anticlericalismo del filósofo Voltaire.

Naturalmente, no es éste el lugar apropiado para entrar a discutir cuáles eran las bases del liberalismo y cómo las entendieron nuestros liberales; tampoco discutiremos en esta oportunidad cómo debió funcionar y la forma en que lo llevaron a la práctica en Guatemala los liberales del siglo XIX. Aunque podemos decir, que se trata de un liberalismo sui géneris; entendido según particulares conveniencias y circunstancias. Lo que sí es cierto, es que la parte de la doctrina liberal, que toca con el control por parte del Estado sobre la Iglesia, sí la comprendieron muy bien y la aplicaron a fondo; no sabremos decir a punto fijo, si actuaron de tal manera por convencimiento, o por la conveniencia de agenciarse considerables fondos y propiedades.

Como quiera que haya sido, es un hecho, que buen número del extenso programa de reformas impulsado por Calvez, afectaba directa o indirectamente los intereses de la Iglesia, resulta entonces explicable, que los religiosos no hayan visto con buenos ojos su administración, y que así, cuando se presentó la ocasión de librarse de quien tantas molestias les causaba, la aprovecharon muy bien.

Entre los años del829a!831, se inauguró en Guatemala una política de fuerte control sobre la Iglesia, por ejemplo la censura de la correspondencia, se confiscaron sus fondos, asimismo lo fueron sus propiedades. Esto que mencionamos, ocurrió a continuación de la expulsión del arzobispo Ramón Casaus y Torres. A partir de 1831, el gobierno de Calvez fue más lejos aún, en 1832 ordenó la supresión de los tributos que se pagaban a la Iglesia; asimismo mandó eliminar la gran mayoría de los asuetos religiosos, confiscó la casi totalidad de los bienes de la Iglesia; en 1837, el cuerpo legislativo autorizó el matrimonio civil y legalizó el divorcio. Naturalmente, la Iglesia no tomó a la ligera semejantes medidas tendientes a la aniquilación de su poder, que era considerable por aquellos días, cuando los sacerdotes, sobre todo en las áreas rurales de Guatemala, eran algo más que meros guías espirituales.

Para ilustrar en mejor forma, lo anteriormente dicho, citaremos al viajero norteamericano John L. Stephens, quien describe las funciones de un sacerdote en una población que él visitó en el interior del país en 1839.

"Aparte de oficiar en la iglesia, visitar enfermos y acompañar a los difuntos en su entierro, mi digno anfitrión, era tenido como consejero por todos los indígenas del pueblo. Padre y amigo

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de todos, las puertas del convento estaban siempre abiertas, los indígenas acudían en su busca constantemente. Un hombre que había tenido dificultades con su vecino; una mujer maltratada por su marido; un padre al cual le habían reclutado su hijo para el servicio militar; una muchacha enamorada y no correspondida; en general todo aquel que sufría de aflicción o estaba en dificultades, venía en busca de consejo y consuelo, y nadie salía sin él. Finalmente, el sacerdote era el eje principal de todos los asuntos del pueblo y funcionaba además como brazo derecho del alcalde".

El 1 de marzo de 1834, la asamblea Legislativa del Estado de Guatemala, haciendo eco a una iniciativa de ley de Gal vez, decretaba:

"Son días de hacienda todos los del año, a excepción de los domingos, jueves y viernes santo, jueves de corpus, quince de septiembre, primero de noviembre, ocho y veinticinco de diciembre".

Naturalmente es comprensible que en la situación que hemos apuntado, los sacerdotes estaban en perfectas condiciones de provocar la animadversión de sus fieles en contra del gobierno, que tan rudamente los atacaba.

La educación

Según sabemos, el gobierno del doctor Calvez se preocupó bastante por readecuar el sistema educativo de Guatemala, ya que en 1835, se principió a ensayar el famoso sistema lancasteriano que por aquella época era tenido como óptimo, y que es bien conocido por el auxilio que el maestro se hacía dar de sus discípulos aventajados, que recibían el nombre de "monitores". El 26 de julio de 1835, se estrenó el primer plantel educativo de este tipo. Sin embargo, no faltan acusaciones contra la política educativa del doctor Calvez; por vía de ejemplo anotaremos la siguiente, que procede de don Manuel Cobos Batres:

"Siendo Jefe del Estado el doctor don Mariano Calvez, decretó una ley amplísima para la enseñanza primaria, propia para convertir en bachilleres a todos los guatemaltecos, pero no estableció ni una sola escuela de primeras letras; a duras penas pudieron subsistir las dos que fundó el arzobispo Francos y Monroy...".

De cualquier manera que haya sido, la labor, o por lo menos la intención de Calvez en materia de educación, fue notable y muy fecunda. A continuación presentamos un breve listado de sus principales logros en cuanto a impulso de la educación:

1. En 1831 se crean diez becas costeadas por el Estado, con el nombre de "Becas Guadalupe", para niños procedentes de los departamentos, siendo condición expresa, que la mitad de los favorecidos fuesen indígenas.

2. En 1831 se ordena la creación de una escuela de mineralogía.

3. Asimismo, se crea una escuela normal, dirigida por la Sociedad Económica, para formar preceptores de enseñanza elemental.

4. En 1831 se ordena la creación de un museo nacional "que sea depositario de las curiosidades en que abunda el suelo guatemalteco".

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5. También en 1831, se decreta la creación de una escuela de niñas en la ciudad de Guatemala. "En ella se enseñará a leer, escribir y contar, y los principios de las labores propias del sexo".

6. En 1832, se crea la Academia de Estudios, que sustituye a la Universidad de San Carlos.

7. Se crea, además, un sistema de premios, para estimular a alumnos aventajados, maestros notables, escritores prominentes, preceptores que ejercieran gratis, etcétera.

De todas maneras, hay ocasiones en que por buena que sea una intención los resultados no siempre van acordes a lo previsto esto sucedió con parte del programa educativo de Calvez, que como se verá, dio los frutos más inesperados. Woodward, que revisó este aspecto bastante a fondo, nos informa categóricamente que:

"El nuevo programa educativo, designado para proveer educación a todos, tenía previsto que los niños que no habían tenido educación, debían ser separados del seno de sus padres y asignados a ciertos "protectores", que deberían proveerlo de educación. En la práctica, esto lo que hacía, era proveer de criados baratos a las gentes adineradas". Como se puede ver, tal procedimiento, lo que hacía era poner en vigor de nuevo el atacado sistema de las encomiendas, porque bien vistas, no difieren en nada ambas medidas en la práctica, esto lo que provocó fue resentimiento popular, ya que se estaba desintegrando el núcleo familiar tan respetado y sólido sobre todo en el área rural de Guatemala.

La colonización

Otro aspecto interesante, que indudablemente tiene bastante que ver con el malestar que fue cundiendo en el campo y que a la larga terminó en la sublevación de la montaña, fue la política de colonización que desarrollaron los liberales de 1834 en adelante; pues es natural que las gentes del campo, agricultores, y por lo tanto dependientes de la tierra para subsistir, no habrían de ver con buenos ojos la importación de agricultores rubios, protegidos por el gobierno del Estado, y que además enajenaba las tierras comunales en una aventura de colonización contratada con súbditos de una nación tan poco confiable como Inglaterra. Por otra parte, debido a que durante el régimen español se evitó el ingreso de extranjeros al reino de Guatemala, y debido también a que los ingleses se habían posesionado de Belice y las islas de la Bahía, la gente era especialmente temerosa de los extranjeros. Gal vez, en esta oportunidad subestimó doblemente la situación, hizo de lado el sentir popular de su gente, además no midió el riesgo de propiciar un asentamiento inglés dentro del Estado, debido a que estos colonos jamás se hubieran puesto bajo la bandera de Guatemala, sino llegado el momento hubieran sido un puente de unión entre los intereses de Inglaterra en Nicaragua, la costa norte de Honduras y Belice.

De todas maneras, entre los meses que corrieron de marzo a agosto de 1834, el gobierno de Guatemala había cedido la casi totalidad de las tierras nacionales a las compañías extranjeras de colonización, o sea un área equivalente a las tres cuartas partes del área total del Estado de

Guatemala.

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Así las cosas, nos informa el historiador Alejandro Marure en su obra Efemérides, que el 3 de julio de 18 3 6, arribó a Izabal la goleta inglesa Mary Ana Arabella, procedente de Londres, conduciendo a las primeras sesenta y tres personas con que se dio principio a la colonización de "Boca Nueva", en el departamento de Verapaz, bajo la dirección de mister Fletcher. Al poco tiempo, esta colonia fue rebautizada con el nombre inglés de "Abbottsville", con que se le conoció en el extranjero.

Nos quedaría por anotar el consentimiento oficial a la adquisición de las tierras comunales de los indígenas y campesinos de las áreas rurales del país por parte de capitalistas particulares para incrementar la producción de tipo comercial. Efectivamente, después de 1829 estos esfuerzos recibieron mayor impulso fomentando con ello el latifundio y la supresión de la economía de subsistencia a la que son dados los indígenas. Se entiende claramente, que la gente del campo viera con desasosiego caminar la reforma agraria y la llegada de extranjeros que recibían tierras, mientras que a ellos se las quitaban.

Sistemas de tributación

Cuando examinamos la copiosa lista de reformas y modificaciones planeadas y efectuadas por el gobierno del doctor Calvez, necesariamente surge la pregunta: ¿Y de dónde salía dinero para tanto?, porque ya sabemos, que dos condiciones son necesarias por lo menos para hacer obra material: dinero, primeramente y mano de obra, en segundo lugar.

Para 1837, el presupuesto de gasto del Estado era de casi 300,000 pesos, los cuales necesariamente tenían que proceder de alguna parte. En efecto, Calvez puso en vigor una política tributaria encauzada a hacer llegar a las arcas del Estado los fondos necesarios para realizar el amplísimo programa de reformas, que necesitaba urgentemente de considerables cantidades de dinero. La construcción de acueductos, drenajes, mercados, cárceles; situar fondos para sueldos, pagos de becas a escolares y mil menudencias más, requerían de una fuerte carga impositiva para los ciudadanos.

Aparte de ello, los bienes de la Iglesia, y los préstamos forzosos que se hacían a los ricos propietarios, aliviaban el apuro, pero como éstos eran aportes momentáneos, no regulares, se recurrió a otros arbitrios, de manera que se estableció una tributación general de los ciudadanos, correspondiente a dos pesos peí cápita, lo cual era suficiente para causar malestar general, sobre todo entre los peones y clases desposeídas. Parece que se puso bastante celo en la recaudación del tributo o "contribución" como se le llamaba popularmente, y aun se entiende claramente en las Memorias del General Carrera, que había prisión para las personas y hasta embargo sobre los bienes de los ciudadanos que incurrían en mora o incumplimiento de pago de la mencionada "contribución" o tributo de dos pesos anuales, la anterior afirmación se infiere claramente del siguiente fragmento de las citadas Memorias:

"(Carrera) reunía bastante opinión en aquel pueblo (de Mataquescuintla), y a quien consideraban los habitantes, porque a muchos que se hallaban presos por la contribución, los sacaba de la cárcel pagando por ellos y desembargando de esta manera sus fierros de labranza y los trastos más precisos para vivir...".

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Naturalmente, que el tributo no era el único impuesto que se pagaba, el plan de Calvez tendiente a la ampliación de la red caminera y portuaria, incidió duramente sobre los campesinos; esto es, que se estableció un impuesto de vialidad, cuyo producto era empleado en la tarea de apertura y ampliación de caminos; pero los ciudadanos, frecuentemente no tenían lo suficiente para cubrir esa obligación; se discurrió, entonces, que podía ser pagado con servicios personales. Durante la época que nos ocupa, eran frecuentes los recordatorios a los empleados del gobierno en el interior del país, sobre la obligación de todos los ciudadanos de trabajar gratuitamente en la apertura de caminos durante tres días de cada mes, o efectuar el pago equivalente. El trabajo obligatorio de tres días por mes, equivale a treinta y seis días anuales, o sea que los ciudadanos debían trabajar en estas tareas gratuitamente, como ya se dijo, nada menos que una décima parte del año. Ciertamente, esta práctica no era la primera vez que se empleaba, pero sí fue notablemente vigorizada durante la administración de este gobernante.

Reformas legislativas

Según llevamos visto, el programa de gobierno de Calvez, incluida las reformas de toda la organización del país, era una especie de prurito reformador, bajo el supuesto de que todo lo que existía era anticuado, es natural pensar que siendo Calvez un jurisconsulto notable, pensara, por supuesto, en reformar el sistema legislativo del Estado; tanto más, cuanto que él mismo era versado en ese campo. No se puede entonces pensar que en la fiebre de reformarlo todo, no hubiera lugar donde cupiera el campo de acción profesional del ilustre jefe de Estado.

En cuanto a la legislación civil, quizá la reforma más conocida y que causó gran malestar, fue el establecimiento del matrimonio civil, por lo tanto del divorcio. Decimos que causó gran malestar, porque afectaba frontalmente las bases de la institución familiar, y modificaba de un golpe, siglos de tradición y costumbres arraigadas, demostrando con ello temeridad, más que audacia, puesto que tales medidas hacían chocar de frente la tradición de trescientos años con una ley prematura y no calculada en sus resultados.

El insigne historiador del siglo XIX, Alejandro Marure, con su mesura acostumbrada nos dice al respecto que:

"10 de abril de 1837, la Legislatura de Guatemala declaró en esta fecha, que la ley sólo consideraba los matrimonios como un contrato civil y que, en consecuencia, podían rescindirse..."

Desde luego, cuando estudiamos estos hechos a siglo y medio de distancia, no dudamos que Calvez y sus pródigos colaboradores, tenían en mente hacer un auténtico servicio al país y a sus conciudadanos; desafortunadamente su entusiasmo desenfrenado por modificarlo todo los perdió.

Por otra parte, en materia de Derecho Penal, los reformadores del sistema jurídico guatemalteco fueron más lejos; ya que a iniciativa de José Francisco Barrundia, se estableció en Guatemala el Código de Livingston para las causas criminales. Según este código, estaban llamados a ejercer el cargo de jueces jurados todos los ciudadanos guatemaltecos, por lo

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tanto, podía perfectamente darse el caso de que miembros de un jurado fuesen analfabetos, o bien hablantes de alguna lengua nativa, y por lo tanto no comprendiesen bien el castellano, idioma en el cual se seguía determinado juicio.

El caso fue que Barrundia, que admiraba los progresos logrados por la Federación Norteamericana, propuso la adopción en Guatemala, del código preparado por Edgard Livingston para el Estado de Lousiana, Estados Unidos de América, en 1824, pero nunca fue adoptado ni utilizado allá. De manera, que un código anglosajón, que nunca tuvo utilización en su sitio de origen, fue trasplantado al clima tropical de Guatemala, sin contar con que si en algunas ocasiones, la justicia que era aplicada por un juez, resultaba poco adecuada, la otra modalidad de jurados venía a ser impracticable, en un pueblo con las características que ya hemos anotado. Marure nos informa ahora, que:

"El 1°. De enero de 1837, se verificó en Guatemala la solemne promulgación de los Códigos de Livingston, adoptados en abril de 834 y diciembre de 35 por la Legislatura del Estado con el objeto de establecer en él, el sistema de jurados para la administración de justicia. El 23 del mismo mes comenzó a plantearse el nuevo sistema, abriendo sus audiencias la corte del primer distrito en la Nueva Guatemala y sucesivamente las demás de los otros diez distritos del Estado. Tristes fueron los resultados de este ensayo prematuro y tan grande el descontento de los pueblos y tan universal el clamor contra los nuevos códigos, que fue preciso en 13 de marzo de 1838 mandar suspender su ejecución que ya lo estaba de hecho. Únicamente se dejó en vigor el capítulo 6, título 2, del libro primero del código de procedimientos criminales, que se mandó rigiese en el Estado como ley del habeas corpus. El gobierno federal adoptó también para el distrito los Códigos de Livingston en el mismo año de 37, pero allá tampoco pasó el establecimiento del nuevo sistema de un ensayo malogrado, aunque no produjo los fatales efectos que en Guatemala".

El aspecto éste de la adopción para el Estado del mencionado código norteamericano, es generalmente bastante conocido, más a simple vista, uno no se explica qué cosa de él pudo haber causado tantas dificultades, pero el aspecto que corrientemente ningún autor menciona y que es poco menos que desconocido, es el hecho de que el nuevo procedimiento adoptado, prescribía que los reos debían purgar su condena en celdas individuales y no estar en habitaciones colectivas, como se venía usando hasta entonces; pero como las mencionadas celdas individuales no existían por entonces, las autoridades ordenaron su construcción. Naturalmente, para esto se acudió al trabajo forzoso de los habitantes del Estado, quienes vinieron a sumar esto al resentimiento que ya existía. Se comprenderá, que no dejaba de ser inquietante para los ciudadanos tener que trabajar en la construcción de cárceles que eventualmente serían usadas para confinarlos a ellos mismos; eso libre de que no debe haber sido bien visto por las gentes el hecho de que el gobierno emprendiera obras tan poco llamativas y sospechosas como lo era la construcción masiva de un nuevo sistema carcelario. En la Nueva Guatemala esas prisiones principiaron a construirlas en el interior del convento de Santo Domingo, y parece que su aspecto no era nada agradable a la vista del público, según veremos por la descripción que hace de ellas un observador anónimo, que publicara su descripción en el periódico El Tiempo, número 2 3, de fecha 11 de agosto de 1839, páginas 91-92.

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"Hace pocos días, que por curiosidad fui al convento de Santo Domingo. Los vestigios de destrucción y de ruina que presenta aquel edificio, no excitaron mi atención porque así están todos los establecimientos públicos, y ya me lo figuraba. Mi deseo era conocer las cárceles que se preparaban según el sistema de Livingston; y creía ver realizadas las hermosas descripciones que había leído de las penitenciarías de Filadelfia y otros lugares de Norteamérica. Pero mi sorpresa fue indecible, cuando me vi en un cementerio. Sí aquellos calabozos son sepulcros de vivos, donde los desventurados que hubiesen entrado, debían morir entre la desesperación, el hambre y la dificultad de respirar. Entré en varios de aquellos horrorosos calabozos; y medí su largo que era como de dos varas y media; su ancho era de una vara larga; y la altura de tres o cuatro varas; una ventanita redonda como de tres pulgadas de diámetro que servía para comunicar una muy escasa luz, que venía de un callejón largo y obscuro. Estaban fabricadas sobre cincuenta; y delineadas más de ciento. El que crea que falto a la verdad que vaya al momento a satisfacerse por sí mismo, antes que las acaben de deshacer".

Teniendo en cuenta lo citado en el párrafo anterior, se explica la actitud de desagrado de las gentes del campo y la creciente impopularidad del gobernante del Estado.

En resumen, las reformas legislativas concebidas con sano deseo de superar al país, resultaron un sonoro fracaso, y se vinieron a sumar a los otros aspectos tratados, que ya puestos en conjunto indudablemente tuvieron suficiente peso como para inclinar la balanza de la opinión ciudadana contra aquel gobierno ilustrado, que tan peligrosamente jugaba a cambiar radicalmente los usos y costumbres de los habitantes del Estado de Guatemala.

Graves sucesos

El Cólera morbus

El factor desencadenante de la violencia que culminó con la salida del gobierno del doctor Calvez fue, a no dudarlo una epidemia de cólera morbus, que hizo sentir sus efectos en el Estado durante el año de 1837. El mencionado azote, no cayó de improviso sobre el Estado de Guatemala, más bien, se esperaba ya como una cosa muy probable de que sucediera; la prensa guatemalteca de 1831 advertía sobre una grave epidemia que azotaba Europa en aquel momento. En 1833, la temible peste hizo sentir su presencia en México; por lo que el gobierno del Estado de Guatemala se vio obligado a tomar medidas sanitarias de emergencia, como prudente prevención ante la amenaza que se presentaba. De manera que a continuación se establecieron cordones sanitarios en la frontera con la zona afectada. Además de lo anterior, en materia de salubridad, pero generalmente se desconoce que esta obra sanitaria se hizo bajo la presión que ejercía la presencia del cólera en una zona tan próxima como lo es México. Con la aclaración anterior y ya sabiendo a qué se debe ese impulso para sanear el país, le cedemos la palabra al licenciado Antonio Batres Jáuregui, cuando nos informa que:

"Se disecó un área pantanosa en el noroeste de la ciudad, que constituía un peligro para la salud de los habitantes; se construyeron tanques públicos para el abasto popular del vital líquido... Se construyó la presa de La Brigada en el sector suroeste de Guatemala".

A pesar de las oportunas medidas higiénicas que las autoridades tomaron para evitar el avance de la peste mencionada no se pudo evitar que por fin el mal llegara al Estado, a fines de 1836 o

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a inicios de 1837; puesto que el doctor Buenaventura Lambur, comisionado por el gobierno del Estado para rendir un informe acerca del origen y progresos del temible azote, se dirigió al gobernante en los siguientes términos en carta fechada en El Aceituno a 3 de abril de 1837: Ciudadano Secretario General del Estado: no hay duda de que el cólera vino (de Belice) por Omoa a Gualán, y de allí pasó a Zacapa y a Esquipulas, siendo este último pueblo el foco de donde ha irradiado con tanta velocidad a los pueblos hoy infestados".

Para mediados de julio de 1837, ya se computaban, solamente en la ciudad capital, 819 defunciones a causa del cólera morbus.

Asumiendo una población de 50,000 habitantes para la ciudad de Guatemala en el año de 1837, esto arroja un porcentaje de mortalidad del 1.63%, sólo hasta julio, sobre la población de la ciudad, lo cual haciendo un cálculo comparativo, nos da, que la epidemia de cólera fue más mortífera que el terremoto de 1976, relativamente.

Como la epidemia continuó, podemos inferir que por lo menos e1 2% de la población de la capital falleció. Un cálculo equivalente puede hacerse para el interior del país, ya que si bien puede señalarse como atenuante de la misma la dispersión de las viviendas, también actúan en sentido contrario la carencia de drenajes y agua potable en el área rural.

La emergencia ocasionada por la enfermedad, obligó al gobierno a reforzar los cordones sanitarios, a practicar campañas de vacunación y a tratar las aguas de uso público. La gente del campo que veía ya con sumo desagrado y desconfianza las medidas de Calvez, echaron a rodar la especie de que los productos químicos que se ponían en el agua, eran veneno, y que las muertes provenían del envenenamiento de las aguas; por otra parte, es justo hacer notar, que la enfermedad se presenta en la víctima con síntomas que fácilmente pueden confundirse con los propios de un estado de intoxicación. Naturalmente, esto fue la gota que colmó el vaso, y la violencia estalló. El primer encuentro armado se dio entre un grupo de campesinos de San Juan Ostuncalco que estaban siendo obligados a trabajar en la construcción de cárceles para la aplicación de los códigos de Livingston, y los dragones que custodiaban al juez de distrito. Luego, la chispa de la discordia pasó a Mataquescuintla, donde a la sazón vivía una persona que sería clave de aquí en adelante, en los destinos de la patria; nos referimos a José Rafael Carrera.

Los liberales en pugna

En medio de una situación tan apurada como la que vamos estudiando, se viene a sumar un nuevo suceso, que vendría a debilitar aún más la crítica situación en que ya se encontraba el gobernante.

Esto fue que Calvez procedió en forma arbitraria contra un médico que se había excusado de ir a atender la emergencia del cólera en el oriente del país; Calvez no aceptó la certificación de enfermedad que el galeno presentó para amparar su negativa de ir al desempeño de la comisión y fue preciso pasar el asunto a los tribunales, airado el gobernante por el entredicho planteado, devolvió la papelería rota en dos pedazos a los tribunales, y la situación se puso más tirante aún.

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Para mala suerte de don Mariano, el médico del litigio resultó ser pariente cercano de don José Francisco Barrundia, quien hizo suyo el desaguisado, dando esto origen a que se entablara una ruidosa polémica entre los jerarcas del partido Liberal, como lo eran Calvez por una parte, y José Francisco Barrundia y Pedro Molina por la otra. No hay pues, motivo de duda, que la causa que minó la poca popularidad y seguridad que quedaban al doctor Mariano Calvez en 1837 fue la polémica que le restó el apoyo de parte muy considerable de su propio partido político.

Montúfar publica en su Reseña Histórica, una buena cantidad de cartas de Barrundia al jefe del Estado, afeándole su proceder, que él —es decir Barrundia— juzga inconstitucional; el jefe de Estado se defiende con inteligencia, y se justifica argumentando el estado anárquico del país, carente de rentas y minados sus recursos financieros por los gastos extraordinarios, producto de combatir el cólera y la insurrección. El historiador Pedro Tobar Cruz, nos describe así la situación en su obra Los

Montañeses:

"La Oposición, (era el) periódico de combate de Barrundia y cuya única finalidad era destruir a Calvez, resaltando sus faltas para hacer más notoria su poca visión de gobernante. Calvez también desde el 5 de octubre contó con el vocero La Verdad, redactado por Felipe Mejía y Manuel J. Jáuregui, para contrarrestar las sistemáticas acometidas del no menos apasionado José Francisco Barrundia; los artículos de La Verdad eran impactos que causaban duro escozor en las filas opositoras.

El Semidiario de los libres, redactado por el doctor Pedro Molina, había aparecido el 1 de septiembre de 1837; sus artículos destilaban amarga crítica para el gobierno de Calvez".

Con el fin de dar una idea concreta de la situación del Estado de Guatemala en el último trimestre de 1837, recurriremos a algunas cifras en materia hacendarla, que serán más elocuentes que muchas explicaciones; en éstas se reflejan las prioridades y los apuros del gobierno, en un esfuerzo por impedir el naufragio político de su régimen. Indiscutiblemente, conforme la revuelta se hacía más seria, las reformas y programas de Calvez fueron desapareciendo, motivado esto por la creciente necesidad de hacer frente a los gastos que cada vez eran mayores. El presupuesto de gastos para el Estado, puesto en vigor el 4 de septiembre de 1837, contenía las siguientes sumas, que, de un presupuesto total de casi 300,000 pesos, se descomponían así:

1. Departamento de Guerra $110,000

2. Departamento de Justicia 57,000

3. Departamento de Educación 12,000

Conforme la insurrección creció, los liberales principiaron a atacar a Calvez por la prensa y en la asamblea, acusándolo de suprimir la libertad en todo el Estado, para sofocar una revuelta local. Calvez intentó acercarse más al partido Conservador, y con miras a relajar la tensión,

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llevó a su gabinete a dos personajes moderados: Juan José Aycinena y Marcial Zebadúa. La medida anterior le valió un mayor apoyo de los conservadores, pero le alejó aún más de los liberales. A raíz de esta situación, Francisco Morazán, presidente de la Federación, tomó una actitud de reserva hacia el doctor Mariano Calvez, y le negó posteriormente el apoyo que pudo haber salvado a su gobierno de la caída definitiva.

Fin de su gobierno

La lucha armada estalló en la montaña; José María Zapeta y Teodoro Mejía recorrían los pueblos predicando la rebelión; mientras tanto, tropas del gobierno atacarían Santa Rosa; los santarroseños pidieron ayuda a Mataquescuintla, y Carrera va en su auxilio:

Sufren las tropas de éste un revés, pero se sobreponen. A partir de este momento, Carrera se consolida como líder indiscutible del movimiento. Ante los levantamientos populares, los liberales atemorizados aumentaron su oposición a Calvez; aun así, el gobernante fue autorizado para reclutar milicias al número que lo considerara conveniente; como el gobierno se encontraba corto de fondos, ofreció amnistía a los presidiarios, excepto a los asesinos y ladrones. A fines del mes de junio, Carrera anunció su programa revolucionario; pliego que encerraba su contenido en seis puntos, que reflejaban el deseo de los pueblos y la tendencia de su lucha; helos aquí:

1. Abolición de los códigos de Livingston.

2. Protección a la vida y la propiedad.

3. Retorno del arzobispo expulsado y restablecimiento de las órdenes religiosas.

4. Abolición del tributo personal.

5. Amnistía para todas las personas exiliadas en 1829.

6. Obediencia a las órdenes de Carrera, bajo pena de muerte.

Hacia fines de 1837 e inicios de 1838, la situación en el Estado de Guatemala era sumamente difícil; las comunicaciones, por lo tanto el comercio, estaban paralizados, merced a lo inseguro de los caminos; esto, desde luego, afectaba duramente la economía, las rentas estaban casi nulificadas, al tiempo que los gastos de guerra crecían notablemente. Mientras tanto, José Francisco Barrundia viajó a El Salvador, a obtener el permiso del presidente de la Federación, general Francisco Morazán, para entrar en tratos con Carrera; mientras tanto, Manuel Carrascosa, comandante de la facción de Barrundia en Sacatepéquez, tenía conversaciones con el padre Mariano Duran, quien representaba a Carrera, acordando respetar los siguientes puntos:

1. Abolición del Código de Livingston.

2. Relajamiento del anticlericalismo.

3. Aceptación de Carrera como comandante de todas las fuerzas insurgentes.

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Todos los hechos anteriores se sucedían rápidamente, eran esfuerzos de última hora, medidas desesperadas, intentos para evitar lo inevitable: la caída del régimen del doctor Gálvez, que había llegado al clímax del caos político; mas todo fue en vano, ocurrió que el 31 de enero de 18 3 8 el ejército de los pueblos al mando de su comandante Rafael Carrera, principió a entrar en la ciudad, hasta concentrarse en ella unos doce mil hombres.

La masa de campesinos ingresó en la ciudad al grito de "¡Viva la religión y muerte a los extranjeros!". Carrera mantuvo el control de este enorme grupo humano, evitó el pillaje y los actos de vandalismo que eran de esperarse en una situación de este tipo.

En esta forma finalizó el gobierno del ilustre ciudadano Mariano Gálvez, a quien se ofreciera con instancias el mando del Estado para un segundo periodo de gobierno en 18 35, luego cuando ya estaba en ejercicio de él, fue obligado a dejarlo violentamente.

Conclusiones

Las medidas reformistas del doctor Gálvez fracasaron, porque fueron aplicadas violentamente y subestimando los usos y costumbres populares.

La reacción en contra del gobierno de Gálvez, surgió en el campo, porque fueron las gentes desposeídas quienes llevaron la peor parte en el programa de reformas.

Los liberales del período 1829-1838 actuaron sin tacto político, al importar de otras latitudes, leyes, conceptos, usos y costumbres, que no se aclimataron en Guatemala.

Algunas reformas se llevaron a cabo sin tener en cuenta los resultados peligrosos que podían acarrear a la soberanía nacional, tales como la cesión de tierras a empresas británicas.

Si juzgamos por los resultados, la administración del doctor Gálvez fue un constante experimentar con la cosa pública, y tanto tuvo de positivo como de negativo.

CAPITULO 13 El Régimen Conservador:

Rafael Carrera

Escenario nacional

Por los años en que ocurrieron los hechos que vamos refiriendo, Guatemala era un Estado poco poblado, los habitantes llegaban a unos 600,000; las vías de comunicación eran intransitables, escasas, al punto que para poder viajar, frecuentemente las personas ricas se hacían llevar en sillas de manos, o más aún, en cacastes que un infeliz indígena llevaba a la espalda y sostenía con un mecapal sobre la frente. El viaje entre la ciudad de Guatemala y el Golfo Dulce o lago de Izabal se hacía en ocho días y con bastante incomodidad. El recorrido entre la capital y las playas del Pacífico se hacía en dos días.

La población estaba aglomerada en el centro y occidente del país, mientras que el norte (Peten) y el oriente permanecían punto menos que despoblados.

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La ciudad capital tenía por el año 1838, unas 50,000 personas y sus límites coincidían aproximadamente con la actual zona 1. Las casas estaban sólidamente construidas bajo el estilo colonial, con gruesas paredes, grandes portones, ventanas cerradas hacia el exterior con enrejados de hierro, amplias habitaciones, varios patios, cochera o caballeriza, casi todas las construcciones eran de un solo piso y desde las sobresalientes torres campanarios de los treinta y tantos templos, podían verse los rojos tejados sobre las encaladas paredes de la ciudad. Las calles principales estaban empedradas y sobre ellas rodaban algunos pocos coches tirados por caballos criollos.

La parte más vistosa e importante de la pequeña metrópoli era la Plaza de Armas, hermoso espacio flanqueado por el Portal del Señor al norte, Portal del Comercio al Sur, Palacio de Gobierno al poniente, y hacia el oriente la hermosa iglesia Catedral, construida de cantera amarilla, aunque por aquellos años no se habían levantado aún sus torres campanarios. Al centro de la plaza se alzaba la fuente de Carlos III, y sobre ella ondeaba la bandera del Estado."

Rafael Carrera: el hombre

Al iniciar el estudio de tan importante capítulo de la historia patria, parece conveniente dar una semblanza del hombre que fue el factótum de este período desconocido por la generalidad de los guatemaltecos, así como tergiversado por el ardor de las pasiones políticas.

Nació el futuro gobernante de Guatemala en el antiguo barrio de Candelaria, el 25 de octubre de 1814y recibió los nombres de José Rafael, por celebrar la Iglesia la fiesta del arcángel Rafael en la víspera. Fueron sus padres don Simón Carrera y doña Juana Rosa Turcios; fue bautizado el 26 de octubre del mismo año en la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria, habiéndole asentado la partida de bautismo el sacerdote Antonio Cróquer. Dicha partida presenta la particularidad de que al infante ya le había echado el agua una persona desconocida, debido a que el niño presentaba riesgo de morir durante el parto. Fue miembro de una familia del pueblo, de recursos modestos; otros hermanos suyos fueron: Santos, Sotero y Laureano. Desde su niñez se dedicó al trabajo, en ayuda al sostenimiento de su numerosa familia; así lo encontramos desempeñando diversas tareas en su inquieta juventud: pastor de ganado, talabartero, comerciante y corneta de órdenes del ejército. En 1826 —a los doce años de edad— ya militaba en la caballería de la Federación; en 1828 obtuvo los galones de sargento; en 1830 ascendió a capitán por su valor y don de mando; en 1837 fue nombrado comandante; en 1838 teniente coronel; en 1839 recibió el grado de general de brigada; en 1840 fue honrado con el grado de teniente general, como recompensa por haber liberado a Guatemala de la invasión y ocupación por las fuerzas de Morazán; finalmente, la patria agradecida, le confirió los entorchados de capitán general, como reconocimiento por haber obtenido el más grande de los triunfos que las armas guatemaltecas hayan tenido jamás: La batalla de la Arada, contra un enemigo cuatro veces superior.

Alrededor del año 1835 casó con la señorita Petrona García, en Mataquescuintla, con quien procreó seis hijos que fueron: José, Ascensión, Mercedes, Francisco Xavier, José Leocadio y Teresa de las Victorias.

Fue un hombre de escasa ilustración formal; ya que por aquellos años la educación era un privilegio de las familias adineradas y hemos dicho que nuestro personaje era de la más pura

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extracción popular. Fue de mediana estatura, moreno, de complexión excepcionalmente fuerte, cabello negro, gustaba de llevar bigote, una pequeña pera (barbilla), su mirada era fiera y relampagueante. Fue un legítimo estratega, puede decirse de él, que realizó sus estudios militares en el campo de batalla y en la universidad de la vida. De su muerte, acaecida en 186S, hablaremos más adelante.

El Estado de Los Altos y la liberación de la ciudad de Guatemala en 1840

El año 1838 es de acontecimientos rápidos e importantes, que se suceden uno tras otro con gran velocidad.

La Facción de la Montaña, dirigida por Carrera, logra la deposición del mando del doctor Calvez; acción ocurrida el 2 de febrero del año citado; ese mismo día posesionó el vicejefe don Pedro Valenzuela. El mismo día, 2 de febrero de 1838, los departamentos occidentales de Guatemala se declaran independientes y forman un sexto Estado, conocido como Los Altos; ocho de los departamentos actuales quedaron así segregados de Guatemala, fueron éstos: Quetzaltenango, Retalhuleu, Suchitepéquez, Sololá, Quiche, Totonicapán, Huehuetenango y San Marcos. El gobierno de Los Altos se organizó mediante un triunvirato formado por los señores: licenciado Marcelo Molina, José M. Gal vez y licenciado José A. Aguilar.

El 5 de junio de 1838, el Congreso Federal, con sede en El Salvador, reconoció la existencia del Sexto Estado, aduciendo que era ésta la única forma de balancear el poder que tenían los diputados guatemaltecos en su seno; se recordará que siendo Guatemala el más poblado de los Estados, tenía un mayor número de diputados, pero los verdaderos móviles fueron otros: se trataba de debilitar a Guatemala, con el fin de acarrear su destrucción, como veremos.

Volviendo un poco nuestros pasos, diremos que el 31 de enero de 1838 principió a entrar a la capital el ejército de los Pueblos —como se llamó a las fuerzas de Carrera— hasta totalizar unos doce mil hombres, al grito de "¡Viva la religión y muerte a los extranjeros!". (Esto era una alusión a los colonos ingleses traídos por Gálvez). Lo verdaderamente sorprendente de este hecho, fue cómo el joven comandante de 2 3 años de edad, se hacía obedecer de aquella masa de campesinos, al punto que, concentrando esa fuerza en los alrededores de Santo Domingo, evitó del todo los actos de pillaje y vandalismo que tanto temían los capitalinos.

Carrera se pone a las órdenes del gobierno del Estado de Guatemala, una vez asegurados tres puntos que deseaban los insurrectos regresa a Mita. Los puntos de acuerdo con el gobierno fueron:

1. Abolición del Código de Livingston

2. Relajamiento del anticlericalismo

3. Aceptación de Carrera como comandante de todas las fuerzas insurgentes.

Conseguido esto, el gobierno nombra a Carrera, Comandante Militar del Distrito de Mita (actualmente los departamentos de Jutiapa, Jalapa y Santa Rosa). Parte el comandante Carrera con sus hombres a desempeñar el puesto al oriente del país, llevando consigo dos mil fusiles

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nuevos que el gobierno guardaba en bóvedas y que serían empleados en la guerra contra los montañeses.

El 30 de marzo de 1838, el presidente de la Federación decide enfrentar personalmente a Carrera, de este modo la guerra vuelve a las montañas del país. Esta situación culminó con el Tratado de El Rinconcito, en Chiquimula.

El 30 de mayo el Congreso Federal declara que los Estados que componían la Federación son libres para constituirse del modo que consideren conveniente. Esto significaba prácticamente la disolución del pacto federal.

El 23 de julio hizo dimisión del mando don Pedro Valenzuela y entró a ejercerlo el señor Mariano Rivera Paz; entretanto, los pueblos del oriente vuelven a levantarse en armas, considerando —decían— que habían sido burladas sus demandas. Pronto se suceden fuertes combates en Jalapa, Petapa, Villa Nueva, Ahuachapán, Santa Ana, etcétera, con resultados ora favorables ora adversos para los insurgentes.

Mientras tanto, Nicaragua primero, luego Honduras y posteriormente Costa Rica, se declaran formalmente separadas del pacto federal. Por su parte, el Estado de Los Altos instalaba su propia Asamblea Constituyente en Totonicapán y designaba como Jefe del ejecutivo al licenciado Marcelo Molina.

El 30 de enero de 1839, la Asamblea Legislativa de Guatemala, actuando bajo presiones de Morazán, depone del mando al señor Mariano Rivera Paz e impone al general Carlos Salazar, militar que se había distinguido por combatir con energía a los montañeses, ocasionándoles un fuerte revés en Villa Nueva.

Naturalmente, estos acontecimientos vinieron a avivar el fuego de los odios; las fuerzas de Carrera tienen de nuevo una bandera de lucha. A esto hay que agregar un hecho por demás importante: el 1 de febrero de 1839 concluyó el segundo período constitucional del general Morazán como presidente de la República Federal, pero este mandatario no cumplió con el precepto legal de convocar a elecciones con lo cual siguió ejerciendo el mando en forma de facto y dio el tiro de gracia a la ya maltrecha Federación Centroamericana. Debe entenderse, que las acciones que emprendió Morazán de aquí en adelante fueron ilegales.

Por lo que llevamos visto, la situación política de Centro América no podía ser más desastrosa y caótica que la prevaleciente en aquellos años que corrieron de 1837 a 1840.

Retomando el hilo de nuestro estudio, diremos que vigorizada la acción de los montañeses, y enardecidos éstos con los últimos acontecimientos, Carrera toma por segunda vez la ciudad de Guatemala el 13 de abril de 18 3 9 e interviniendo esta vez ya en la política del Estado, depone a Salazar, se dirige a la casa de Mariano Rivera Paz y lo reinstala como Jefe del Estado invirtiendo la anterior acción de Morazán.

El 17 de abril de 1839, el Jefe del Estado de Guatemala declara, que este Estado queda en el goce completo de su independencia y soberanía. Debe, sin embargo comprenderse, que cuando esto ocurre la Federación no existía ya y los otros Estados habían antecedido a

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Guatemala en este paso. Por lo tanto Rivera Paz fue el primer presidente del Estado de Guatemala.

Mientras tanto, el Estado de Los Altos continuaba gobernándose con independencia de Guatemala, emitía sus propias leyes y se pronunciaba anuente a formar parte de un nuevo pacto federal que pudiera establecerse, firmando mientras tanto, en Quetzaltenango, un tratado de amistad y alianza con El Salvador. Pronto se verá cuál era el fin de esta alianza.

En 1840 se inicia con nubarrones de guerra, pues concertados Morazán y don Marcelo Molina, el Jefe del Estado de Los Altos, levantaban tropas para atacar a Guatemala desde dos frentes y obligar a los guatemaltecos a dividir sus fuerzas.

Ante esta angustiosa situación, don Mariano Rivera Paz, Presidente del Estado, puso el problema en manos del brigadier Rafael Carrera para la defensa del territorio guatemalteco, quien consideró oportuno adelantarse y atacar él primero a las fuerzas de Los Altos.

El general Carrera dividió sus fuerzas en dos brazos, uno de ellos marcharía por la Costa Sur; iba esta división compuesta de 700 hombres al mando del general Doroteo Monterrosa. Carrera mismo tomó el mando de la segunda división que se componía de 500 hombres. Salió el cuerpo expedicionario de la capital el 18 de enero de 1840. Los Altos, por su parte, dividieron su ejército en dos cuerpos que deberían presentar batalla a los guatemaltecos.

El 26 de enero se enfrentaron en San Andrés Semetabaj, Sololá, habiendo sido derrotado el ejército de Los Altos, compuesto por 800 hombres y mandado por el general Agustín Guzmán, quien fue hecho prisionero. Continuó Carrera su marcha y ocupó Quetzaltenango el 30 de enero destituyendo a don Marcelo Molina y nombrando Corregidor del departamento a don Mariano López. Mientras tanto, en la Costa Sur, los guatemaltecos, al mando de Monterrosa, habían derrotado a los altenses en la acción de El Bejucal, comandados por un coronel Corzo, quien murió en la fuga emprendida.

De este modo llegó a su fin la existencia del Sexto Estado, que subsistió dos años casi exactos, puesto que se había separado el 2 de febrero de 18 3 8. Es muy claro que con la desmembración hecha a Guatemala, se había pretendido debilitarla para más fácilmente poderla destruir. Por fortuna no prosperó aquella separación. Guatemala le debe a Rafael Carrera la conservación de su integridad territorial.

Contrariado Morazán, al ver abortados sus planes de atacar a Guatemala desde El Salvador, en tanto que Guzmán lo hacía desde Los Altos, y más aún con la noticia de que el guerrero guatemalteco había reincorporado al solar patrio aquellos ocho departamentos occidentales, marchó desde El Salvador sobre Guatemala rápidamente, al frente de 1,500 hombres, con la seguridad de repetir su hazaña de 1829 y humillar de nuevo a la antigua capital de Centro América.

Carrera, ante la inminente invasión de Morazán, organizó la defensa en tres días, situándose en las alturas de El Aceituno, al oriente de la capital, en tanto que ordenó la fortificación de la plaza Central, dejando allí 500 defensores al mando del coronel Vicente Cruz. Morazán ingresó a la ciudad el 18 de marzo de 1840; atacó y tomó la plaza Central en horas de la mañana. Mientras Morazán tomaba la capital y situaba en el hospital San Juan de Dios a las vivanderas

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de su ejército, Carrera ordenó al general Doroteo Monterrosa que atacara con 350 hombres por el guarda del Golfo (Barrio de la Parroquia Vieja) mientras él y su hermano Solero, cruzando el pueblecito de San Pedro Las Huertas (zona 5), incursionaron por el guarda de La Barranquilla (puente de ese mismo nombre) y atacaron las alturas de El Calvario, en donde estaban situados 800 salvadoreños al mando del propio general Francisco Morazán. Este encuentro tiene la particularidad de que por única vez en la vida estuvieron frente a frente los dos grandes hombres, llamados por su destino a ocupar tan altos lugares. Morazán disparó sus pistolas sobre Carrera si acertar los disparos, en tanto que Carrera descargó tan tremendo golpe con su espada sobre el hondureño, que cortó la silla de montar de éste.

Morazán desalojado de sus posiciones, buscó en vano el abrigo de la plazuela del Santuario de Guadalupe y de San Juan de Dios; la persecución fue tan tenaz que el ejército morazánico tuvo que concentrarse en la plaza Central, en donde fue completamente rodeado por las fuerzas guatemaltecas. Al atardecer del 18 de marzo, las fuerzas de Carrera entonaron su canto de guerra la Salve Regina Mater. Miles de voces de hombres y mujeres de los pueblos, que contristaron el ánimo del sitiado general y abatieron el de sus tropas pues sin duda se sentían cazadores cazados.

Morazán concibió un plan desesperado para ponerse a salvo y lo comunicó a sus oficiales. En la madrugada del 19 de marzo concentrarían toda la presión sobre la esquina suroeste de la plaza para escapar, ordenando la bárbara disposición de volar la iglesia Catedral, apilando en ella todos los barriles de pólvora de que disponían. Afortunadamente sus oficiales no cumplieron tan terrible orden.

A las cuatro de la mañana, abrieron fuego los sitiados con toda su artillería y fusilería, logrando Morazán romper el cerco en la esquina apuntada (actualmente 8a. Calle y 6a. Avenida, zona 1 de la capital). Junto con Morazán escaparon el general Agustín Guzmán y 300 hombres, huyendo por el Guarda del Incienso (actual puente del mismo nombre), pero dejó comprometidas a sus tropas. Al amanecer del 19 de marzo se vio que la escapada de Morazán costó la vida a 414 de sus hombres, quienes fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de San Juan de Dios; además se tomaron 396 prisioneros y todo el equipo de guerra del invasor.

Las autoridades del Estado premiaron a Carrera por servicio tan señalado que prestó a la patria, otorgándole el grado de Teniente General. Para Morazán, la terrible derrota sufrida en Guatemala significó el principio de su fin como político y como militar.

Mientras ocurrían estos acontecimientos, debemos referir que al ser aparentemente tomada la ciudad de Guatemala por Morazán el 18 de marzo, se despachó un correo extraordinario a Quetzaltenango, haciendo saber la noticia del supuesto triunfo de Morazán. Los altenses se apresuraron a declarar de nuevo la independencia del Sexto Estado, caro debió pagar la municipalidad quetzalteca la ligereza de su proceder, airado Carrera por esta reincidencia en querer desmembrar al país, viajó rápidamente a Los Altos y ordenó el fusilamiento de los responsables del nuevo intento de destruir a Guatemala.

Terminado el peligro de la invasión de Morazán a Guatemala y abortado el segundo intento de constituir el Estado de Los Altos, restaba aún que diera Carrera un nuevo triunfo a su patria,

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pero esta vez sería en el campo de la diplomacia Morazán buscó refugio en El Salvador, en donde pensaba rehacer sus tropas y volver sobre Guatemala, pero fue rechazado por los salvadoreños. Ante tan delicada situación, no quedó al caudillo más arbitrio que emigrar hacia el Perú; se embarcó en La Libertad, a bordo de la goleta Izalco en compañía del ex vicepresidente Diego Vigil y de treinta y cinco incondicionales suyos.

En tanto Morazán preparaba su salida hacia la América del Sur, Carrera escogió a 200 hombres de su confianza y de los más aguerridos, formó con ellos una escolta y se adentró en territorio salvadoreño, acompañado del licenciado Joaquín Duran, quien llevaba nombramiento como representante de gobierno de Guatemala. Llegaron a San Salvador el 10 de mayo de 1840. Al día siguiente llamó a su posada al Ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador, quien se presentó acompañado de otros funcionarios de gobierno. Carrera les entregó un documento y les advirtió que nada había que discutir del contenido, sino pasarlo en limpio y firmarlo.

El convenio señalaba una serie de garantías para Guatemala, prohibía el regreso de Morazán y sus seguidores, disponía el intercambio de prisioneros y la devolución, por parte de El Salvador, de cierto armamento sustraído por Morazán del almacén de guerra de Guatemala. También se obtuvo la devolución de 10,000 pesos de oro que habían sido sustraídos de la tesorería. Firmaron aquel histórico documento: Rafael Carrera y Joaquín Duran por Guatemala, Manuel Barberena y J. Lacayo por El Salvador, el 13 de mayo de 1840 en la Casa de Gobierno de la capital cuscatleca.

Dos años más tarde, Morazán continuaba sus correrías por Centro América; quiso apoderarse del gobierno de Costa Rica, pero su estrella había ya declinado en el firmamento político.

Capturado en Alajuela y conducido a San José fue pasado por las armas, en compañía del general Francisco Villaseñor, por orden del comandante militar Antonio Pinto; el triste final del segundo presidente de Centro América, ocurrió el 15 de septiembre de 1842 al atardecer.

En Guatemala se conservó la memoria de la célebre victoria del 19 de marzo de 1840, día del Señor San José, denominado después —en 1846— como San José de Buena Vista a la fortaleza que se erigió al sur del Calvario, sobre las alturas del mismo nombre.

Primer período de gobierno

El 7 de diciembre de 1844 renunció del mando el presidente don Mariano Rivera Paz, y el 11 del mismo mes asumió la presidencia el general Carrera, por virtud de un decreto de la Asamblea Legislativa, que rezaba: "En defecto o por renuncia del consejero en ejercicio, se haga cargo del gobierno del Estado el comandante militar".

Sin embargo, hubo algunas dudas sobre la legitimidad de tal decreto, y para disiparlas, Carrera se separó del mando el 25 de enero de 184S, haciéndose cargo del mismo el señor Joaquín Duran. El 3 de junio del mismo año, quedaron resueltas las cuestiones jurídicas planteadas y Carrera reasumió el gobierno.

Durante este primer período de gobierno sucedieron algunos hechos muy importantes, así como otros casi intrascendentes, pero así mezclados como ocurrieron los describimos. Durante este período se inauguró en la capital el alumbrado público, el cual era muy deficiente,

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consistía en unos faroles de mecha colocados sobre postes en las esquinas de las calles, el encargado de prender al atardecer y de apagar al amanecer era un sereno, el cual llevaba consigo una escalerilla de madera que le servía para el propósito ya mencionado. También de esta época data el primer cuerpo de policía que patrulló la ciudad en una forma sistemática. Es verdad que durante la época Colonial el Alcalde de Primer Voto contaba con ciertos agentes de la autoridad llamados corchetes, pero, en justa razón, estos pobres vigilantes no podrían ser llamados un cuerpo de policía. En la época que estamos estudiando, la vigilancia nocturna era ejercida por los serenos, a quienes ya mencionamos; en tanto que el mantenimiento de la paz ciudadana durante el día era desempeñado por un cuerpo de vigilantes a quienes los guatemaltecos bautizaron como los asoleados, aludiendo a la contrapartida que hacían a los nocturnos serenos. Estos asoleados, iban uniformados con un traje color verde fuerte, por lo que también se les conoció como perejiles; llevaban a guisa de arma defensiva un sable colgado de la cintura y eran, por lo general, descalzos.

En 1846 se realizó una obra, que consistió en levantar una fortaleza sobre las alturas de Buena Vista, destinada a proteger la ciudad de Guatemala. Ya en otra parte de este capítulo hemos mencionado que se denominó a este cuartel San José de buena Vista, en memoria de la victoria alcanzada el día de San José de 1840, cuando se recuperó la ciudad. El fuerte de San José fue construido por albañiles guatemaltecos, bajo la dirección del agrimensor don José María Cervantes. Existió durante casi un siglo, sirvió durante muchos años como cuartel de artillería, finalmente fue destruido en octubre de 1944, cuando una granada cayó dentro de la Santa Bárbara o polvorín del fuerte, lo cual causó una andanada de explosiones y severos incendios. Posteriormente, en 1960, se iniciaron sobre sus ruinas trabajos de remodelación, que culminaron con la inauguración, en 1978, del llamado Centro Cultural o Teatro Nacional, pero en el lugar que realmente ocupó el fuerte, se inauguró el 27 de junio de 1986 el Museo de Armas del Ejército.

Indudablemente, el más grande de los sucesos acaecidos durante el período 1844-1848, lo constituyó la Fundación de la República de Guatemala, el 21 de marzo de 1847, pero a este importante hecho histórico le dedicaremos un lugar por separado.

El año 1848 fue de mucha inestabilidad política, porque las facciones llamadas de los Lucios y los Cruces, sembraban la intranquilidad en el país, el 1S de agosto del año citado, el presidente Carrera consideró que el malestar político que amenazaba la institucionalidad era un asunto personal en su contra por lo que dimitió el mando, dejando que la Asamblea eligiera a su sucesor de acuerdo con la ley; al día siguiente, 16 de agosto, asumió la presidencia de la República don Juan Antonio Martínez, miembro del partido Liberal. Carrera, entre tanto, se tomó unos días para asuntos personales en Sansur, Falencia, y el 26 de agosto de 1848 parte hacia un destierro autoimpuesto y auto aceptado, no sin antes recibir honores militares decretados por la Asamblea, atendida su condición de expresidente de la República.

El 30 de agosto, apenas se tuvo noticia de que Carrera había traspuesto el confín entre Guatemala y México, la misma Asamblea que acababa de tributarle honores militares, emitió algunos decretos declarándolo fuera de la ley, dictando pena de muerte para él si volvía al suelo patrio, así como para cualquier persona que lo ayudara a volver; también se solicitaba al gobierno mexicano que internara a Carrera en su territorio y no le permitiese volver.

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El 5 de septiembre, al saberse en el occidente de Guatemala el autoexilio de Carrera, y creyéndolo caído para siempre, volvieron, por tercera vez, a declararse independiente de Guatemala y nombraron un triunvirato compuesto por los señores Fernando Antonio Dávila, Rafael de la Torre y José Velasco, el cual gobernaría a Los altos. Por supuesto, el Estado de El Salvador se apresuró a reconocer la independencia de Los Altos una vez más, violando el tratado suscrito con Guatemala el 13 de mayo de 1840. Nuevamente hubo necesidad de enviar tropas a Quetzaltenango y tras un enfrentamiento desfavorable para Los Altos, éstos hubieron de reincorporarse a Guatemala por tercera y última vez.

Mientras tanto, en Guatemala, la situación iba de mal en peor, por el contrario, las facciones de la Montaña, en vez de apaciguarse, se tornaron más audaces aún. Convencido el gobernante Martínez de su fracaso, presentó su renuncia el 27 de noviembre de 1848, haciéndose cargo del mando don Bernardo Escobar, quien sintiendo la fuerte presión de la situación política, dimitió el mando el 3 de enero de 1849. La Asamblea eligió para sustituirle al señor Manuel Tejada, pero éste no aceptó el difícil encargo que se le hacía; en una nueva elección, la designación recayó en el coronel Mariano Paredes, quien gobernó hasta el 6 de noviembre de 1851.

Tan pronto asume la presidencia de la República el coronel Paredes, envía un emisario a Yucatán, a conferenciar con Carrera sobre la posibilidad de su regreso. Los más conspicuos miembros de la Asamblea: José Francisco Barrundia, Pedro Molina y Lorenzo Montúfar, temerosos de la vuelta a Guatemala de Rafael Carrera, por haber sido ellos los promotores de que se le declarara reo de muerte, si reingresaba a la patria, presionan fuertemente para que se alisten tropas que marchen a custodiar la frontera con México, para evitar que volviera el expresidente.

En efecto, las fuerzas guatemaltecas se situaron en Huehuetenango, pero Carrera era hombre de muchos recursos y debió ser un verdadero guía de masas, pues cruzó la frontera por Comitán, y poniéndose al habla con el comandante de la fuerza, llegaron a un arreglo y, al día siguiente iniciaba su marcha hacia la capital, al frente de las tropas que debían evitar eso mismo.

Al acercarse a la capital, la Asamblea se apresura a derogar los decretos que lo declaraban hombre sin patria, en su lugar, ordenan rendirle honores militares al realizar su ingreso; salen hasta el Guarda Viejo a darle la bienvenida, una comisión de bellas muchachas ofrecen un vaso de temperante (horchata) al guerrero para mitigar su sed en tanto le hacen entrega del nombramiento que le extiende la misma Asamblea, como Comandante General de las Armas de la República.

Al entrar la columna en la ciudad, el fuerte de San José saluda a su fundador con una salva de 21 Cañonazos..., era el mediodía del 8 de agosto de 1849, fecha del inicio de la restauración de la República.

Fundación de la República de Guatemala

Alcanzar la plenitud no es tarea fácil para un país; Guatemala, a la cabeza del reino del mismo nombre declaró su independencia de España en 1821; luego en 1822 ocurre la malhadada

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anexión a México; el 1 de julio de 1823, se emite el célebre decreto de independencia absoluta por parte de la Asamblea Nacional Constituyente; un año después, el 22 de noviembre de 1824- se promulga la Constitución Federal, la cual da vida a aquella organización de las cinco provincias; el 30 de mayo de 1838 el Congreso Federal deja en libertad a los Estados de organizarse en la forma que mejor les convenga; el 2 de febrero de 1839, queda legalmente disuelta la Federación al haber concluido el segundo período de gobierno del general Morazán, sin que éste llamara a elecciones.

Terminada la federación y roto el pacto de unión, Guatemala quedó en un status de indefinición, pues se recordará que los otros Estados se habían separado ya del pacto federal; por lo tanto, Guatemala en rigor, no se separó nunca del pacto, porque es muy claro que no puede existir una sociedad de un solo socio. Por el contrario, cabe a los guatemaltecos el orgullo legítimo de haber sostenido la Federación con los fondos de su Estado.

Considerando lo anterior, Guatemala necesitaba constituirse de alguna manera, necesitaba de acreditar agregados comerciales y recibirlos, celebrar tratados internacionales y obtener el reconocimiento de las demás naciones del mundo. Así que los hombres que gobernaban el Estado de Guatemala en 1847, optaron por el sistema republicano y así, cupo su lugar a otra de las fechas memorables y que debiera conocerse por todos los guatemaltecos, y aún festejarse como día de fiesta nacional.

Fundó, pues, el teniente general Rafael Carrera la República de Guatemala, el 21 de marzo de 1847.

La Batalla de la Arada

Luego del retorno de Carrera, de su exilio en 1849, el gobernante salvadoreño Doroteo Vasconcelos dio asilo a los liberales guatemaltecos, quienes hostigaban al gobierno de Guatemala en varias formas: don José Francisco Barrundia lo hacía desde un periódico que fundó con ese expreso fin; Vasconcelos alimentó, durante todo el año de 1850 a la facción de la Montaña, en el oriente de Guatemala, distribuyendo dinero y armas entre los sublevados. A fines del citado año de 1850, Vasconcelos se sintió cansado de esta guerra lenta contra Guatemala y decidió obrar abiertamente. Así las cosas, el mandatario salvadoreño inició una cruzada contra Guatemala, invitando a participar en ella a Honduras y Nicaragua; pero de ambos estados, sólo el gobierno hondureño, presidido por don Juan Lindo, aceptó participar en la aventura.

Entretanto, en Guatemala, donde se reconocían perfectamente los planes de invasión en su contra, el presidente don Mariano Paredes tomaba las previsiones necesarias para enfrentar la situación, mientras el arzobispo don Francisco de Paula García Peláez ordenaba en su arquidiócesis rogativas por la paz.

El día 4 de enero de 18 S1 se reunieron en Ocotepeque los presidentes de Honduras y El Salvador, con lo cual quedó sellada la alianza en contra de Guatemala. El ejército salvadoreño se componía de 4,000 hombres perfectamente municionados y con apoyo de artillería; los hondureños por su parte, aprestaron 2,000 hombres para la campaña. El ejército salvadoreño

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formó en línea a lo largo de la frontera con Guatemala, mientras Carrera se movía por distintos lugares, a efecto de tenerlos dispersos.

Finalmente, el grueso de las fuerzas aliadas se situó en Metapán, por ser esta una ubicación próxima a Honduras y a la frontera guatemalteca. El 28 de enero de 1851, el presidente Doroteo Vasconcelos dirigió al Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala un extenso comunicado, en el cual le manifestaba:

No. 1. Que el presidente guatemalteco abandonara el mando, para que éste fuera ocupado por un hombre de confianza de los invasores.

No. 2. Que Carrera fuera extrañado del país, debiendo ser conducido hacia uno de los puertos del sur por una partida de tropa salvadoreña.

No. 3. Que una vez estuvieran en poder del mando de Guatemala los salvadoreños, se convocara a una Asamblea Nacional Constituyente.

No. 4. Que el ejército salvadoreño podría ocupar los territorios de Guatemala que sus jefes consideraran conveniente y por un tiempo indefinido.

El gobierno Guatemalteco respondió lacónicamente una nota que dice:

"No teniendo usted autoridad por las leyes de San Salvador para hacer declaratorias de guerra, y no pudiendo mandar tropas sin permiso de las cámaras, al presentarse armado declarando la guerra a Guatemala, este gobierno, considera a usted y a los que lo acompañan como facciosos ejecutando un atentado. No le corresponde, pues, otra cosa que dar conocimiento del anuncio que usted hace de que se introducirá con tropas en este territorio, a S. E. el general en jefe que guarnece las fronteras, para que obre como corresponde al honor y a la seguridad de la república. Dios guarde a usted muchos años

La batalla

El ejército aliado ingresó en Guatemala por tres lugares diferentes, ya que el 29 de enero entró por Piñuelas, Agua Blanca, Jutiapa, un contingente de 500 hombres, al mando del general Vicente Raquero, pero el grueso de la fuerza marchó desde Metapán. Comandaban el ejército unido de El Salvador y Honduras los siguientes militares: general Isidoro Saget, militar francés muy experimentado en otras guerras contra Guatemala. Se le nombró Jefe del estado mayor del ejército; general José Santos Guardiola, comandante de la 1 *. División; general Ramón Belloso, comandante de la 2a. División; general Indalecio Cordero, comandante de la 3a. División; general Domingo Asturias, comandante de la 4a.

División; general Trinidad Cabañas, a cargo de la división hondureña; general Gerardo Barrios, jefe de la división de San Miguel; además mandaban otros cuerpos de tropa, los generales salvadoreños Ciriaco Bran y Carrascosa, además de dos generales guatemaltecos renegados: José Dolores Nufio y Doroteo Monterrosa. Como comandante general del ejército se obedecían las órdenes del licenciado Doroteo Vasconcelos, presidente del Estado de El Salvador.

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¡Once generales! ¡Lo mejor de la oficialidad que había entonces en Centro América!, al frente del más poderoso ejército visto hasta entonces por estas tierras.

Del lado de Guatemala llegaron a reunirse 2,000 hombres, comandados por el coronel Manuel María Bolaños; coronel Vicente Cerna, corregidor de Chiquimula; coronel Ignacio García Granados comandante de la 1a. división; coronel Joaquín Solares, comandante de la 2a. división; teniente coronel Leandro Navas, a cargo de la retaguardia y coronel Mariano Álvarez, jefe de la artillería; teniente general José Rafael Carrera, comandante general.

Quizá el mayor mérito de la estrategia empleada, fue el hecho de que Carrera se movía de tal manera, que fingiendo que se retiraba, fue haciendo que el enemigo lo siguiera hasta el sitio que él deseaba; o sea que escogió su propio terreno de lucha; el día 1 de febrero de 1851, ambos ejércitos pernoctaron con sólo el río San José de por medio.

Carrera se fortificó en las estribaciones del cerro La Arada, el cual termina en una colina de contornos suaves, de aproximadamente 50 metros de altura sobre el nivel del río; entre dicha colina y el río hay unos 300 metros de vegas, mientras que los alrededores estaban sembrados de caña de azúcar. Carrera dividió su fuerza en tres secciones: la izquierda, mandada por Cerna y Solares; la derecha por Bolaños, y él mandaba personalmente el centro, donde colocó la artillería. 500 hombres quedaron en Chiquimula en defensa de la plaza y previendo cubrir una posible retirada, por lo que sólo participaron 1,500 guatemaltecos contra unos 4-,500 enemigos.

Se inició el combate a las 8:30 de la mañana del 2 de febrero de 1851, atacando los aliados por tres puntos diferentes, abriéndose un fuego muy vivo por ambas partes. La primera carga de los aliados fue repelida por los defensores de la colina; al segundo ataque, los aliados lograron tomar la primera línea de trincheras, de donde nuevamente fueron arrojados. A la tercera carga, la fuerza hondura-salvadoreña avanzó aún más, hasta llegar a confundirse con los soldados guatemaltecos que peleaban ahora cuerpo a cuerpo y con la bayoneta calada, mientras la artillería castigaba duramente al grueso de los atacantes. En lo más reñido del combate, y cuando el resultado parecía incierto, Carrera ordenó que se pegara fuero a los cañales que flanqueaban la vega del río donde operaba el ejército invasor. Cuando un cañal se incendia, se producen ciertas explosiones o detonaciones similares a disparos; con los que los atacantes se creyeron víctimas de un movimiento envolvente. Tenemos entonces al ejército invasor rodeado: al frente el fuego vivo del ejército guatemalteco, por los costados un incendio y hasta atrás el río, que dificultaba una retirada rápida y ordenada. El general Saget ordenó tocar retirada para el cuerpo de tropa que mandaba Cabañas, pero todo el ejército emprendió la retirada al toque de corneta salvadoreño. Pronto se inició un retroceso, que era más bien una fuga desesperada de aquella trampa mortal que una retirada estratégica. El fuego fue haciéndose menos fuerte y a las cinco de la tarde, el sol del oriente guatemalteco alumbraba una escena terrible: entre el humo y las cenizas, quedaba el campo sembrado de cadáveres.

Cuando terminó el combate se notó la falta del jefe guatemalteco; se le buscó entre los muertos y finalmente fue hallado tendido a la sombra de un árbol, boca arriba, con los brazos en cruz y respirando lentamente; en su mano derecha sostenía aún su espada tinta en sangre, la cual no podía soltar, pues la tenía hinchada, por lo que se hizo necesario limar los gavilanes del guardamano, y era que dos veces fue desmontado al ser herido su caballo.

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Los 500 hombres que mandaba el coronel Leandro Navas, y que se hallaban frescos por haber estado en la retaguardia, se lanzaron a la persecución de los fugitivos que buscaban la frontera de sus países a marchas forzadas.

El recuento final de las pérdidas de los aliados arrojó: 528 muertos, 200 prisioneros, 1,000 fusiles, 13,000 tiros de fusil, multitud de bestias y equipajes, 11 cajas de guerra y dos piezas de artillería.

El presidente Vasconcelos buscó refugio en El Salvador, mientras que se vio cruzar la frontera hondureña a dos generales que montaban el mismo caballo.

Carrera hizo formar al ejército y cruzó la frontera de El Salvador; se encontraba acampado en Santa Ana cuando recibió órdenes de su superior el general Mariano Paredes, quien le mandó volver a suelo guatemalteco en vista de que enviados del gobierno salvadoreño solicitaban la paz.

La Batalla de la Arada significó la hegemonía de Guatemala en Centro América y aseguró el clima para una época de restauración, seguridad y cierta bonanza económica.

Acta constitutiva de la República

Como resultado inmediato del triunfo de las armas guatemaltecas en La Arada, una Asamblea Nacional Constituyente promulgó el 19 de octubre del mismo año de 1851, una carta fundamental de gobierno, que se llamó el Acta Constitutiva de la República. Su contenido era breve, sólo constaba de dieciocho artículos en los cuales se establecían los principios generales para el funcionamiento de la República, fundada cuatro años antes.

Los capítulos del 1o. al 3o. trataban sobre los deberes y derechos de los guatemaltecos; los artículos del 4o. al 9o. establecían lo relativo al gobierno de la República. Mediante el artículo 10o. se creaba un Consejo de Estado, en tanto que el artículo 11o. normaba la existencia de una Cámara de Representantes, compuesta por 55 individuos, que duraban cuatro años en el ejercicio de sus funciones y podían ser reelectos. El artículo 12o. establecía la forma en que se administraría la justicia; el resto de los artículos se referían al gobierno de los departamentos, disposiciones generales y transitorias.

Carrera: presidente vitalicio

A mediados del siglo XIX estuvo en boga en muchos países la presidencia vitalicia de determinados gobernantes; así hubo presidentes perpetuos en varias naciones de la América del Sur, el ejemplo más cercano que se tuvo en Guatemala lo fue el caso del general Antonio López de Santa Anna, quien se hizo proclamar presidente perpetuo de México.

Así las cosas, en Guatemala fue la Junta General de Autoridades quien resolvió que la presidencia que desempeñaba el general Carrera fuese vitalicia; y quedó establecido en el acta suscrita el 21 de octubre de 1854, por todas las corporaciones que representaban algún sector del país. Firmaron este documento los ministros del gobierno, el Consejo de Estado, el rector de la Universidad de San Carlos, la Sociedad de amigos del País, los fejes y comandantes del ejército, el arzobispado, la Corte de Justicia, los corregidores departamentales, los priores de

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los conventos, los oficiales mayores de los distintos ministerios, la Cámara de Representantes, la Municipalidad de Guatemala, el Consulado de Comercio, el Protomedicato, etcétera.

Carrera ejerció la presidencia perpetua de Guatemala desde el 21 de octubre de 1854hasta el 14de abril de 1865, lo cual equivale a computar un período de diez años, cinco meses y veinticuatro días, o sea mucho menos que el general J. Rufino Barrios, el licenciado Manuel Estrada Cabrera o el general Jorge Ubico, quienes se perpetuaron en el poder, usando distintos subterfugios legales, sin declarar jamás que eran o se consideraban presidentes vitalicios y que, en la práctica lo fueron, como el caso de Barrios, que asumió la presidencia en 1873 y murió ejerciendo ese cargo en 1885.

Sentidos por la derrota de La Arada, algunos de los generales vencidos tramaban practicar una revancha contra Guatemala; la ocasión se presentó pronto. Ocurrió que a raíz de los sucesos de La Arada, el presidente salvadoreño fue sustituido por don Francisco Dueñas, quien celebró un tratado de paz y amistad con Guatemala en 1852. Dueñas persiguió a los seguidores de Vasconcelos, quienes buscaron asilo en Honduras, donde fueron acogidos por el gobernante Juan Lindo; al final del período de gobierno de éste, fue sustituido en la jefatura del Estado por el general Trinidad Cabañas, a quien conocimos como hombre aguerrido en la acción de La arada. Cabañas fue rodeado por los morazanistas, quienes lo incitaban a recoger los laureles que quedaron en La Arada; así, en julio de 1853, Honduras declara la guerra a Guatemala. Inmediatamente ocurre una nueva invasión de fuerzas hondureñas, al mando del propio general Trinidad Cabañas, a quien auxiliaba otro conocido nuestro: José Dolores Nufio, un renegado guatemalteco. Las fuerzas hondureñas llegaron hasta Chiquimula. Nuevamente vuelve Carrera movido por las circunstancias, al campo de batalla; derrota a las fuerzas de Cabañas que buscan abrigo en el fuerte de San Fernando de Omoa, en Puerto Cortés. Carrera mueve sus fuerzas hacia Izabal y ordena al general José Víctor Zavala cercar el puerto; el 24 de agosto de 1853 fue capturado el famoso fuerte que sólo había sido tomado una vez en el siglo XVIII por los ingleses. Luego de izar en él la bandera de Guatemala, Carrera se posesiona de cuanto hay en la fortaleza, toma la determinación de desmantelarlo, como represalia por la invasión hecha a Guatemala y decide hacer conducir hacia su patria los pesados cañones coloniales de la fortaleza, a guisa de trofeo de guerra. Penosa fue aquella empresa para lo cual construyeron balsas que remontaron la pesada carga por el río Motagua hasta Gualán, desde donde fue conducida a la ciudad de Guatemala por tierra, hasta concluir el considerable trayecto de 80 leguas.

Los cañones fueron puestos en exhibición en la Plaza de Armas a fines de 1853; cada uno tenía en la parte superior el escudo de España y el nombre que le correspondía, tal como: Marata, Acarizoba, Nervión, New-port y Culebrino. Posteriormente fueron llevadas estas piezas al Castillo de San José; actualmente cuatro de ellas ornamentan el frontispicio de la antigua Escuela Politécnica, en la avenida La Reforma.

El autor de estos apuntes da fe que en 1980, el gobierno de Honduras presentó ante el de Guatemala una reclamación, pidiendo se devolvieran los cañones traídos hacía más de un siglo; consultado, como fui en mi calidad de Director General del Instituto de Antropología e

Historia, dictaminé que tal solicitud era improcedente por constituir tales piezas un trofeo de guerra ganado en buena lid.

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Esta nueva victoria consolidó el prestigio de Guatemala en Centro América.

Situación Económica, Social, Política y Religiosa

Entre 1851 y 1869 se dio un período de cierta bonanza económica, como resultado de la paz que se experimentó. Puede decirse que el sostén económico del país lo fue el cultivo de la grana, que consiste en un insecto que crece y se desarrolla en forma parasitaria sobre las hojas del nopal; se le cosechaba por el mes de abril, su producto era un tinte de color rojo vivo, de donde le vino el nombre. La grana fue un producto de poco volumen y gran precio, que sustituyó al añil en las exportaciones, aunque servía para el mismo fin que éste. Se cultivaba en terrenos de temperatura templada, por lo que los centros productores estuvieron principalmente en Amatitlán, Antigua y aún en San Lucas Sacatepequez.

Para el año de 1840 se cultivaron 200,000 manzanas, que produjeron grana por valor de 1.700,000 pesos, 20 años después, en 1860, la exportación del país por concepto de venta de grana arrojó 1.800,000 pesos. Fue durante esta época cuando se introdujo al país el crédito agrícola, por parte de la Sociedad Económica del Amigos del País, en un loable afán de apoyar al sector granatero; entidad ésta que resurgió por cuarta vez en 1841 para beneficio del país, fundada duran te el siglo XVIII por el benemérito Jacobo de Villaurrutia, sufrió altibajos a lo largo de la historia de Guatemala.

Explicación separada, merece el hecho de que durante este período se estimuló la actividad minera en la República, poniendo a extraer oro y plata, a viejas minas que permanecían abandonadas desde la época Colonial; debido a esta acertada disposición, se mandó acuñar excelente moneda acordonada de oro y plata de todas las denominaciones, que iban, en plata, desde un cuarto de real, hasta las magníficas monedas de un peso, llamados hoy pesos carrereños; en oro se acuñó moneda con valor desde cuatro reales, hasta las llamadas onzas de oro, que valían 16 pesos de plata. También se acuñó moneda de oro con valor de 20 pesos. Durante este período se inició, con toda formalidad la construcción de una red caminera en el país, de lo cual se necesitaba mucho, pues subsistían las malas y escasas carreteras de la época hispánica; de esta manera se construyó la primera carretera al golfo Dulce (lago de Izabal), para lo cual hubo de tenderse sobre el río Motagua el primer puente de acero con que contó el país. Por último mencionaremos dos hechos, que a nuestro parecer, contribuyeron a la modesta prosperidad económica de la época. El primero de tales hechos, lo fue lisa y llanamente, que Guatemala exportaba más de lo que importaba, porque era aquella una época en la que se cultivó el nacionalismo, y los productos que se importaban eran pocos y sólo para algunos ricos de la ciudad; el segundo de los anunciados hechos, consistió en que el gobierno gastaba sólo lo estrictamente necesario. Sorprenderá al lector, mayormente si es joven, saber que Rafael Carrera —casi un rey con título de presidente— ganaba 200 pesos mensuales y nada más, que vivía en su casa particular y que montaba su propio caballo. No había llegado aún el tiempo en que la casa del gobernante se sostuviera con fondos de la nación, ni se oyó decir jamás por aquellos dichosos años, que se improvisaran fortunas astronómicas sirviendo algún destino público.

La sociedad guatemalteca estaba compuesta por tres clases sociales. La clase alta, que vivía especialmente en la capital de la República y que, en términos generales correspondía a los criollos de los días de la independencia, aunque es justo hacer notar que las fortunas de

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aquellas familias eran relativamente moderadas. La clase media, que se componía de medianos agricultores, la alta oficialidad del ejército y el grueso de mercaderes que tenían puesto algún establecimiento comercial. La clase baja, estaba integrada por la gran mayoría de gente del país, sobre todo por artesanos y campesinos. Es de justicia subrayar, que los indígenas tuvieron durante este período una época de tranquilidad, puesto que el cultivo de la grana no requería de mucha mano de obra, no fueron molestados y continuaron con su tradicional forma de vida rural, habitando dispersos y practicando la ancestral economía de subsistencia.

La situación política no admite mayores comentarios, la hemos examinado con bastante detenimiento a lo largo de este capítulo. Simplemente diremos que con la presidencia perpetua del caudillo prácticamente la actividad política entró en un letargo, la oposición era débil y apenas hacía oír su voz dentro de la Cámara de Representantes. Apoyándose en el prestigio nacional e internacional de Carrera, gobernó el partido Conservador, con una línea de gobierno tendiente a fortalecer el país, mantener su integridad territorial y promover las buenas relaciones con las potencias europeas, especialmente Inglaterra.

La Iglesia tuvo también un lugar preferente durante el régimen Conservador; el gobierno de Carrera le devolvió el esplendor al culto, se respetó la dignidad sacerdotal y el ambiente estable y la situación económica, permitieron que los templos religiosos pudieran concluirse por fin, ya que algunos de éstos estaban en construcción desde la época colonial. Fue así como se inauguró el templo de la Recolección el 21 de enero de 1845, el de San Francisco el 23 de febrero de 1851, el de Candelaria el 2 de febrero de 1861, etcétera. Las órdenes religiosas expulsadas del país en 1829 por Morazán, volvieron a Guatemala con el disgusto de algunos y el contento de otros.

Indudablemente, lo más relevante ocurrido durante el régimen del conservatismo, en materia religiosa, lo fue la celebración de un concordato celebrado entre la República de Guatemala y la Santa Sede. El concordato fue obra del más influyente de los asesores del régimen, el licenciado Manuel Francisco Pavón, quién también fue el autor del borrador del Acta Constitutiva, así como de la presidencia vitalicia de Carrera. Sobre este punto nos guiaremos por lo que nos indica el historiador guatemalteco Marco Antonio Molina M.:

"En el ramo de negocios eclesiásticos, tuvo encomiable preocupación el Lie. Pavón, dada la convicción religiosa que sustentaba que lo convertía en el más decidido defensor de la religión católica en cuyo seno de la jerarquía local gozaba de gran prestigio, admiración y respeto. Luchó porque la religión fuese protegida en forma legal por el Estado, y porque el culto fuera restablecido para beneficio de los habitantes que recuperarían la fe única que puede mantener al hombre libre de tantas revoluciones, decía.

Por las razones expuestas, son comprensibles sus esfuerzos al llegar al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1851 por establecer una legación en Roma para que trabajara en pos de la celebración del Concordato. Este trabajo lo mantuvo estrechamente ligado con el Prelado Metropolitano, del Vicario general del arzobispado y de los otros jerarcas eclesiásticos para aunar esfuerzos a efecto de fortificar el poder de la iglesia y sentar una disciplina en ella que diera buen ejemplo a las demás instituciones así como a los habitantes de la República.

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El Lic. Pavón, pedía y exigía de los curas: instrucción, moderación, puntualidad y caridad, por algo se le consideraba de parte de los liberales como el más influyente y persuasivo de los conservadores para con los elementos de la iglesia.

El papado por consideración a los reyes de España que siempre fueron los más fieles y adictos, les dio muchos poderes que pertenecían directamente al Vaticano. Por la bula ínter caetera del 4 de marzo de 1493 les fue concedido a los reyes de Castilla el derecho de propagar la fe cristiana en los dominios del Nuevo Mundo (en forma exclusiva).

El poder que proporcionaba el Patronato a los reyes les permitía el control de la iglesia ya que podían nombrar obispos, disponer de las erecciones de iglesias, monasterios, colegios, escuelas, control de los diezmos, administración de los fondos de la Cruzada y lo que es más, tomaban decisiones sobre disputas y controversias entre dignatarios de la iglesia.

Al declararse la independencia, se suscitó el problema de si el Patronato pasaba a manos de los gobiernos de las nuevas Repúblicas o si este derecho sería conservado por el rey de España o bien dejaba de operar, es decir, si volvía el derecho exclusivamente al papado. Para la iglesia, lo mejor era mantener una postura canonista que la librara del poder temporal sobre todo en los momentos de crisis política en que debatían las pasiones partidistas por alcanzar el poder civil. Prevaleció esta última tesis pues el Vaticano juzgó que era lo más conveniente y no fue sino hasta con el Concordato de 1852 en que se vuelve a otorgar de parte del Vaticano el Patronato o privilegio de presentación para los vacantes que causaren en las iglesias metropolitanas y Episcopales canónicamente electas.

Debido a la pugna de liberales y conservadores el Estado había ido cambiando paulatinamente sus relaciones con la iglesia al grado de llegar a la confiscación de los bienes, el establecimiento del matrimonio civil, el divorcio, la enseñanza laica, etc. Al advenimiento del partido conservador se quiso volver a encauzar lo que por varios centenares de años se había acostumbrado al país y es así como se autoriza nuevamente la llegada de la orden de los jesuitas, se deja sin efecto el matrimonio civil, se les otorgan nuevamente las prebendas a las órdenes religiosas. De tal modo que el asunto del concordato no era nada nuevo ya que lo que se trataba era de ponerlo nuevamente en vigencia, actualizando las relaciones con el Vaticano.

Para un mejor entendimiento de lo que fue este trabajo también fruto en gran parte de la participación de Pavón que corrobora lo dicho anteriormente sobre los conceptos religiosos y educativos que sustentaba el político conservador.

Hacemos un resumen de los aspectos que tocan directamente con la educación del pueblo, considerando que este aspecto era de vital importancia para crear en el ánimo de los habitantes una manera de pensar dirigida hacia la obediencia irrestricta de los poderes y dogmas de la iglesia.

Queda establecida la religión católica como oficial de la República, desapareciendo en esa forma la libertad de cultos y para una mayor seguridad de que este principio se cumpliría a cabalidad la enseñanza en todos los niveles quedaba bajo el control de la iglesia, para que en ningún establecimiento se enseñara cosa contraria a la religión.

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Para quienes no estuvieren en ningún centro de enseñanza, pero que podían agenciarse de libros e ilustrarse mediante la lectura también quedaba bajo control religioso puesto que se nombraba a los obispos censores sobre todos los libros y escritos, teniendo para su cometido todo el apoyo de parte del gobierno en las disposiciones que ellos tomaren al respecto para proteger debidamente la religión y evitar todo lo que fuere en su contra.

En lo económico el Concordato legaliza el diezmo destinado exclusivamente para beneficio de la iglesia y hasta se establece que el Estado tomará del tesoro nacional la cantidad de cuatro mil pesos como asignación anual para aliviar los gastos de la iglesia. Por virtud de este nuevo acuerdo, nuevamente la Santa Sede, otorgaba el derecho de presentar para cualesquiera vacantes de iglesias arzobispales o episcopales los candidatos a ocuparlas al presidente de la República. Candidatos que tomarían posesión al recibir las bulas de institución canónica. Esta concesión otorgada por la Santa Sede al presidente, le proporcionaba en forma directa y decidida la fuerza de la iglesia para ejercer el control de la población del país, pues siendo presentados estos candidatos a ocupar las vacantes por el propio presidente éstos tenían que ser afines a las directrices del gobierno lo que evitaría fricciones y antes bien quedarían las dos fuerzas debidamente respaldadas y consolidadas". '4

La educación, Ley Pavón y La Universidad

Luego de la firma del Concordato con la Santa Sede el 16 de septiembre de 1852, quedó expedito el camino para el establecimiento del sistema educativo que caracterizó al régimen del conservatismo.

Nuevamente nos remitimos al historiador citado anteriormente quien en materia educativa dice:

"El régimen conservador no alteró el proceso de enseñanza sino después de diez años de haber alcanzado el poder, teniendo pues un antecedente bien conocido y hasta practicado por el mismo conservadurismo. El sistema educativo del Dr. Calvez es eliminado no por uno superior sino por otro que iba a frenar la incipiente libertad de pensamiento y de religión, cambio que llevaría como triste consecuencia la intromisión de un funesto fanatismo que ya puesto en práctica no permitió el progreso de la ciencia.

Pavón era partidario de entregar la educación al clero, quienes se encargarían de formar la conciencia justa que habría de acomodarse a todo el sistema que él veía como salvador de todos los males sufridos, partiendo de algo muy importante y que debe inculcarse desde la niñez: "La obediencia". En la Gaceta del 12 de octubre de 1844 encontramos un artículo escrito por Pavón en donde se dirige al Ilustrísimo Señor arzobispo Coadjutor Fr. Francisco García Peláez en los siguientes términos: "El gobierno, animado del deseo de promover el bien de los pueblos se dirige a V. S. como prelado de la iglesia y superior inmediato de los párrocos, con el fin de que se restablezcan en todos los pueblos las escuelas de enseñanza primaria, que tanto influye en suavizar las costumbres inspirando a la juventud por medio de la doctrina cristiana, principios morales y religiosos, sin los cuales no puede haber ni orden ni bienestar en la sociedad.

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Las leyes de indias y otras muchas disposiciones que deben considerarse vigentes recomendarlas a los párrocos y aún les imponían la obligación de cuidar de la enseñanza pública y si este deber ha sido descuidado por razón de los trastornos en que desgraciadamente ha estado envuelto el Estado y a causa de hallarse la iglesia sin cabeza ahora que V. S. por providencia Divina tiene ese cargo, el gobierno cuenta con que empleará todo su influjo a fin de que se cumpla con tal objeto me dirijo a V. S. por disposición del señor presidente del Estado, a fin de que en el particular se sirva tomar aquellas medidas que le dicten su ilustrada prudencia, pudiendo contar en todo caso con la ayuda que necesite de parte del gobierno", (La Gaceta, 12 de octubre de 1844).

Pavón utilizaba la prensa cuando se trataba de poner en práctica alguna idea que le favorecería al sistema político imperante y daba a entender que lo hacía como recomendación o consejo.

En el periódico El Tiempo, febrero 27 de 1840 encontramos otro artículo de Pavón en el que deja ver con claridad sus puntos de vista sobre el tema de la educación relacionándola íntimamente con la religión, dice así parte del escrito: "al examinar cuanto puede contribuir a la mejora de la condición intelectual y moral de un pueblo la clase que hemos citado no consignamos meramente un hecho, emitimos una opinión nacida del más íntimo convencimiento y la emitimos con tanto más esperanza de propagarla, cuanto que toca ya su fin la decrépita escuela que juzgó posible alumbrar y vivificar al mundo sin la antorcha de la religión verdad es que de aquella seductora doctrina quedan todavía rastros, que no ha podido borrar el escarmiento, porque hay espíritus refractarios que resisten a las lecciones de la historia; verdad es que aún se excita la desconfianza contra el clero tratándose de debilitarle como un obstáculo, en lugar de fortalecerle y aprovecharle como un instrumento útil, ya haciéndole dependiente y pobre, ya negándole la representación de los intereses populares so pretexto de unos privilegios que al propio tiempo se le desconocen y se le arrebatan. Pero en las naciones que nos han precedido en la carrera de las verdaderas reformas y también en la de los desvaríos, se nota ya ceso y reacción pero nosotros no vemos más en todo ello que el insensible aplomo de un edificio que busca el asiento de su gravedad y naturalmente se consolida". (EI Tiempo, 27 de febrero 1840).

En el aspecto educativo, nuestro personaje histórico fue más atacado por sus contrarios y por esa razón es que se le conoce en la Historia de la Educación de Guatemala, como el responsable directo de uno de los movimientos educativos tildados de retrógrado causante según los liberales del período de oscurantismo que tuvo que soportar la juventud de Guatemala.

Al imponerse las ideas de Pavón, la enseñanza es entregada a la religión por medio del Concordato inspirado por el propio Pavón, quitando el principio de libertad de enseñanza puesto que se ponía bajo la tutela de una sola religión.

La famosa ley Pavón que ya venía operando en Guatemala antes del Concordato pues su promulgación tiene fecha 16 de septiembre de 1852, es un instrumento legal que entra a regir la Educación guatemalteca como un verdadero retroceso que nos alejaría de toda posibilidad de ponernos a la par de muchos pueblos.

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Esta ley no contempla o no lo indica de manera precisa, el sistema gradual de la enseñanza primaria. Volvía a pretender que el poder era de origen divino al disponer de los respetos que debía guardar el niño para sus superiores. No contiene esta ley de instrucción los principios necesarios que debe tener el ciudadano en cuanto a conocimiento de las ciencias naturales, sociales como la Economía, la Historia y la Geografía del lugar donde se vive y la de los que lo rodean y que forman un total.

Era una ley que no daba oportunidad al desenvolvimiento de las ideas y al encumbramiento de los conocimientos para un saber vigorizante. Era una negación de todo derecho individual. En ella no se establecía la obligatoriedad ni la gratuidad y mucho menos la laicidad.

Representa esta ley un volver a las antiguas leyes de España en cuestiones de Instrucción Pública siendo el encargado de su inspiración el ministro de Gobernación encargado también de la instrucción Pública, don Manuel Francisco Pavón quien para el efecto al momento de presentarla dice haber tomado en consideración la opinión de los corregidores de los departamentos. El proyecto hace hincapié en que el fundamento de toda buena y sólida enseñanza consiste en el aprendizaje de la doctrina de la religión y la moral inculcando a la juventud desde sus primeros años sus máximas, así como también inculcar a la juventud el respeto que deben observar para con sus mayores, a los funcionarios y autoridades por quienes se debe la beneficencia de los pueblos.

El proyecto de Pavón pasó a dictamen del Consejo de Ministros y previo visto bueno del muy R. Prelado Metropolitano, el gobierno decreta el reglamento para todas las escuelas de primeras letras de la República el 16 de septiembre de 1852.

En cada parroquia se establecían por lo menos dos escuelas de primeras letras, una para niños y otra para niñas, llevando el distintivo según el nombre de la parroquia. El número podía aumentar si los pueblos que las componían eran muchos. Estas escuelas quedaban bajo la inspección de una comisión compuesta del padre cura, de una persona nombrada por la Municipalidad; pero que sería miembro de su propio cuerpo municipal y un vecino del lugar que sería elegido por el padre cura y por el miembro nombrado por la Municipalidad. Esta comisión sería la encargada de nombrar a los maestros pero para quedar en el puesto era necesario recibir la aprobación del gobierno, previo consentimiento del corregidor, la dirección de las escuelas y la administración de los fondos. También correspondía a la comisión la vigilancia de lo preceptuado para el buen funcionamiento de las escuelas y esto se haría por cada uno de los miembros de manera alternativa.

Se contemplaba en la ley el sistema de celadores para encargarse de las secciones de las escuelas controlando las faltas a la disciplina, la inasistencia a clases y de cerciorarse el porqué de ellas, visitando las casas de los alumnos y si se debía esto a cuestiones de salud informar sobre la manera de prestar socorro. Esta medida de control es digna de fijarse con atención en sus propósitos pues aseguraba la regularidad en la asistencia de los alumnos a sus cursos y además ayudaba a mantener el orden disciplinario que se proponía con la puntualidad, la sinceridad y el control de los quebrantos de salud, que suelen sufrir a menudo los escolares. Este sistema fuera la forma que haya sido puesto en práctica establecía un lazo de unión absolutamente necesario entre la familia y la escuela para llenar los objetivos que se perseguían.

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En el caso de la Ley Pavón es considerable el alcance que tuvo esta medida pues de ella podemos deducir en gran parte el adoctrinamiento a que se llegó en aquel entonces que hasta pasó los límites justos puesto que se cayó en un fanatismo que obstaculizó el desarrollo de las ideas. La ley contemplaba para el nombramiento de los maestros que éstos fueran ejemplo vivo para los alumnos, de allí que se recomendaba a la comisión que los escogidos fueran de reconocida religiosidad, buenas costumbres, de instrucción suficiente, carácter moderado y trato cortés. Este aspecto de la ley no indica qué clase de preparación tenía que poseer el maestro aunque sí nos dice del carácter y del trato que debe observar, es esto un ligero esbozo de las cualidades que se requieren para la difícil tarea de la enseñanza; pero es de suponer que esto no podría ser plenamente definido puesto que los encargados de hacer los nombramientos no estaban pidiendo un título específico de mentor, no eran ellos personas capacitadas suficientemente para determinar si este o la otra persona tenía cualidades, méritos, habilidad y carácter para ejercer la docencia.

Para la dotación de las escuelas se asignaba el producto de las fondas, y tanto el corregidor como la comisión quedaban encargados de hacer la distribución correspondiente entre todas las escuelas parroquiales de su departamento; aquella parte de los fondos de propios que cada municipalidad destinaba a las escuelas de niños y niñas; el impuesto de una colecta mensual que con ese objeto haría la comisión de cada parroquia entre los vecinos pudientes de la misma y lo que dieran para utensilios los niños de familias acomodadas.

De la manera como se establecía la forma de mantenimiento de las escuelas se deduce su estado precario puesto que no quedaba determinado un presupuesto fijo que pudiera servir cura y por el miembro nombrado por la Municipalidad. Esta comisión sería la encargada de nombrar a los maestros pero para quedar en el puesto era necesario recibir la aprobación del gobierno, previo consentimiento del corregidor, la dirección de las escuelas y la administración de los fondos. También correspondía a la comisión la vigilancia de lo preceptuado para el buen funcionamiento de las escuelas y esto se haría por cada uno de los miembros de manera alternativa.

Se contemplaba en la ley el sistema de celadores para encargarse de las secciones de las escuelas controlando las faltas a la disciplina, la inasistencia a clases y de cerciorarse el porqué de ellas, visitando las casas de los alumnos y si se debía esto a cuestiones de salud informar sobre la manera de prestar socorro. Esta medida de control es digna de fijarse con atención en sus propósitos pues aseguraba la regularidad en la asistencia de los alumnos a sus cursos y además ayudaba a mantener el orden disciplinario que se proponía con la puntualidad, la sinceridad y el control de los quebrantos de salud, que suelen sufrir a menudo los escolares. Este sistema fuera la forma que haya sido puesto en práctica establecía un lazo de unión absolutamente necesario entre la familia y la escuela para llenar los objetivos que se perseguían.

En el caso de la Ley Pavón es considerable el alcance que tuvo esta medida pues de ella podemos deducir en gran parte el adoctrinamiento a que se llegó en aquel entonces que hasta pasó los límites justos puesto que se cayó en un fanatismo que obstaculizó el desarrollo de las ideas.

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La ley contemplaba para el nombramiento de los maestros que éstos fueran ejemplo vivo para los alumnos, de allí que se recomendaba a la comisión que los escogidos fueran de reconocida religiosidad, buenas costumbres, de instrucción suficiente, carácter moderado y trato cortés. Este aspecto de la ley no indica qué clase de preparación tenía que poseer el maestro aunque sí nos dice del carácter y del trato que debe observar, es esto un ligero esbozo de las cualidades que se requieren para la difícil tarea de la enseñanza; pero es de suponer que esto no podría ser plenamente definido puesto que los encargados de hacer los nombramientos no estaban pidiendo un título específico de mentor, no eran ellos personas capacitadas suficientemente para determinar si este o la otra persona tenía cualidades, méritos, habilidad y carácter para ejercer la docencia.

Para la dotación de las escuelas se asignaba el producto de las fondas, y tanto el corregidor como la comisión quedaban encargados de hacer la distribución correspondiente entre todas las escuelas parroquiales de su departamento; aquella parte de los fondos de propios que cada municipalidad destinaba a las escuelas de niños y niñas; el impuesto de una colecta mensual que con ese objeto haría la comisión de cada parroquia entre los vecinos pudientes de la misma y lo que dieran para utensilios los niños de familias acomodadas.

De la manera como se establecía la forma de mantenimiento de las escuelas se deduce su estado precario puesto que no quedaba determinado un presupuesto fijo que pudiera servir de bise al desarrollo de cada escuela, quedaban pues en esta forma las escuelas en un continuo vaivén que no permitía la prosperidad de la enseñanza a pesar de que sí se contemplaba la manera de cubrir los déficit que pudieran suscitarse.

El gobierno tenía una participación en el presupuesto de estas escuelas, de tal manera que no se echaba toda la responsabilidad de su mantenimiento, lo que daba lugar a un estancamiento de las mismas.

Con los recursos asignados para la dotación de las escuelas se formaba el fondo del que salían los gastos de alquiler de casas, la compra de muebles, de plumas, papel, tinta, cartillas. Cada corregidor era el encargado de velar porque no faltase nada de los útiles. De ese mismo fondo salía el pago de los maestros. La Ley Pavón no contempló la formación de los maestros creando una escuela específica para su preparación, esto nos hace deducir el alto grado de empirismo al que se llegó dejando la educación en estancamiento que sólo los autodidactas pudieran traspasar.

Los estudios consistían en (para niños) cartilla, catón cristiano, moral y urbanidad por Escoiquiz texto que aprendían los niños de memoria al igual que la doctrina del padre Ripalda, además aprendían escritura y las cuatro primeras reglas de la aritmética. Para las niñas se tenía la variante además de lo que estudiaban los niños, instrucción sobre bordados, economía doméstica y otras materias relativas al sexo.

Esta ley contaba dentro de sus disposiciones con los deberes religiosos, lo siguiente: obligación de cada escuela de ponerse bajo la protección de un santo cuya efigie tenía que estar en un altar especial a donde llegaría cada niño todos los días al entrar a la escuela para invocar su protección, puesto de rodillas por algunos minutos. Cada año se hacía la celebración del Santo

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Patrono de la escuela. Durante los domingos v fiestas de guardar asistirían los niños a misa entrando a la iglesia en fila y llevando el estandarte del santo como divisa.

Es digno de mención lo que se refiere al control individual de los alumnos, pues reviste una gran importancia para la ficha personal que además de los datos personales como el nombre y apellidos, se anotaban los nombres de los padres, la residencia, la edad, fecha de entrada en la escuela, y llevaría un control del progreso en el aprendizaje, marcando en este libro tanto lo positivo como lo negativo del alumno, faltas a la disciplina, ausencias escolares, desaplicación, reprensiones de que fuera objeto, aplicación, conducta, premios recibidos, capacidades y todo lo que fuera digno de quedar en el historial.

Sobre la armonía entre maestro y alumnos, la ley recomendaba no familiarizarse con el alumno para que éste no perdiera el respeto y la compostura necesaria.

La ley tendía a marcar cierta uniformidad en muchas de las actividades escolares así nos expresa la necesidad de que todos vistan igual, de que todos guardaran las mismas distancias para con su maestro. Las horas de clase comprendían el horario siguiente: por la mañana de las ocho a las doce y por la tarde de las tres a las cinco. Los domingos y jueves por la tarde, los niños y niñas pasaban a la iglesia a rezar para ser examinados por el párroco en la doctrina cristiana.

Sobre los exámenes, se establecían dos, uno en el mes de mayo que versaría sobre lectura, doctrina cristiana y del estado de la escuela y sus utensilios. Los exámenes mayores tenían lugar en el mes de diciembre y versarían sobre todos los ramos de la enseñanza. A estos exámenes acudían como invitados los funcionarios superiores, repartiendo al final premios a los alumnos distinguidos.

El artículo 29 de la ley manifiesta que todo aquel alumno que se distinga por su capacidad, aplicación y aprovechamiento podrán ser empleados, por el cura párroco como acólitos o cantar para lo que pasaría a disposición del cura.

Para estimular a las personas que intervenían en el funcionamiento de las escuelas, el gobierno tomaría en consideración los servicios de cada quien, para promover sus ascensos de un establecimiento a otro de primera, de segunda y tercera clase.

Si alguna persona particular deseaba abrir una escuela, liceo o colegio tenía que recibir la aprobación del ministerio del interior previo estudio y autorización del programa de estudios".

El régimen conservador, como hemos visto, descuidó la enseñanza primaria, reduciéndola a una formación más bien fundamentada en la moral religiosa, pero donde las ciencias estuvieron ausentes. En cambio, fue favorecida la enseñanza superior, reapareciendo la Universidad de San Carlos, que había sido cancelada en 1832 por el gobierno del doctor Calvez, para hacerle así paso a la Academia de Estudios.

La educación superior había decaído mucho desde los días de la independencia, sobre todo por las continuas guerras de la época de la Federación. Durante el período Conservador se quiso devolver a la universidad sus primigenias metas y objetivos, para lo cual se ponen nuevamente en vigor los estatutos originales de 1676, redactados por el licenciado Francisco

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de Sarassa y Arce, mismos que se escribieron tomando como modelo el funcionamiento de la antigua y notable universidad de Salamanca.

La universidad tomó la regencia de algunos colegios, e impartió las carreras de teología, derecho, medicina y humanidades, produciendo una pléyade de hombres notables que fueran, a la postre, los que realizaron las reformas de 1871.

Guerra Nacional de Centro América contra los filibusteros

Para el año de 1855, los odios políticos habían llegado al clímax en Nicaragua, pues tanto el partido Demócrata (Liberal) que tenía su principal bastión en León, como el partido Legitimista (Conservador) que se asentaba en Granada, combatían entre sí. En 1855, los legitimistas ganaron el poder con don Frutos Chamorro; los demócratas concibieron entonces un plan funesto para destruir a sus enemigos: importar mercenarios para la lucha.

A fines de 1854 se firmó un contrato entre los liberales y el norteamericano Byron Colé, para la llegada a Nicaragua de 200 mercenarios que fueron llamados colonos, equipados con modernos fusiles de repetición; su paga montaba 100 pesos mensuales y dos caballerías de tierra. Ante tan atractiva oferta, los voluntarios se engancharon en el sur de Estados Unidos de América. Colé cedió sus derechos al abogado William Walter y éste llegó a Nicaragua, donde pronto se vio al frente de 2,200 hombres que costaban a aquel Estado 2.640,000 pesos al año en sueldos.

El resto de países centroamericanos ante el creciente poder de los filibusteros; sabían perfectamente que Walter era el típico exponente de la mentalidad sureña de los Estados Unidos de América, que soñaba con crear un imperio esclavista que incluyera a México, Centro América y el Caribe.

En marzo de 1856 Costa Rica va a la guerra, con éxito al principio, pero luego la fortuna les fue adversa, porque sus filas sufrieron el embate del cólera morbus. Luego emisarios nicaragüenses recorrieron Centro América pidiendo auxilio. Guatemala, El Salvador y Honduras consideraron que estaban frente a un peligro común, y que tras Nicaragua, correrían la misma suerte. El 12 de julio de 1856 llegó el ejército salvadoreño, y el 18 del mismo mes, hacía acto de presencia, en el teatro de la guerra, el ejército guatemalteco, luego de cruzar territorio salvadoreño y hondureño; marchaba la hueste guatemalteca comandada por el general Mariano Paredes.

España y Francia protestaron airadamente ante el gobierno de Estados unidos de América y amenazaron con enviar sus escuadras a Centro América, lo mismo hizo Brasil; Perú ofreció un préstamo a Costa Rica para costear la guerra; Chile anunció que enviaría tropas a Centro América y, finalmente, Inglaterra envió un buque de guerra con 250 infantes de marina a la orden de Centro América, para el caso de que fuese requerida esta ayuda.

Ante la creciente presión internacional en su contra, Walter necesita cada vez más de los pertrechos y hombres que le llegan del sur de los Estados Unidos de América; tal ayuda debe ser pagada con esclavos indígenas que debían ser remitidos a las plantaciones de algodón de aquellos Estados. En julio de 1856, Walter se erige en presidente de Nicaragua y decreta:

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No. 1. La contratación de un préstamo, ofreciendo como pago tierras de Nicaragua.

No. 2. La expropiación de tierras a ciudadanos nicaragüenses, para darlas a sus soldados.

No. 3. El inglés como idioma oficial. No. 4. Restablece la esclavitud.

La guerra fue larga y penosa; el presidente de Guatemala, Rafael Carrera, decide el envío de un segundo contingente de tropas, el cual marcha al frente, bajo el mando del general José Víctor Zavala, al tiempo que para mantener abastecido al ejército, Guatemala compró dos buquecitos de guerra artillados, los cuales iban y venían llevando vituallas, trayendo heridos y participando en el bloqueo y cañoneo de puertos en poder de los filibusteros. Lo anterior significa que Carrera fue el fundador de la marina de guerra en nuestro país.

Los ejércitos centroamericanos, comprendiendo que resultaba contraproducente que cada uno guerrease separadamente y sin unidad de mando ni plan de guerra, accedieron a unificar el mando en la persona del comandante salvadoreño, general Ramón Belloso. En mayo de 1857, Walter fue derrotado y huyó hacia su país. En 1857, luego de una extensa campaña de reclutamiento en Mississippi, Texas y Nashville, Tennessee, su ciudad natal, reapareció Walter en Nicaragua, durante el mes de noviembre; desembarcó en Nicaragua, pero fue capturado por la marina de su propio país y repatriado a los Estados Unidos de América.

En 1858 vuelve a Centro América y prepara un desembarco en Honduras, pero naufraga frente a Omoa y un buque inglés lo lleva de nuevo a los Estados Unidos de América.

En 1860 regresa a Honduras, se apodera de Trujillo, pero es capturado y el 12 de septiembre del mismo año muere fusilado.

El caso de Belice

Luego de una de las tantas guerras ocurridas en el siglo XVIII entre las potencias europeas, el 3 de septiembre de 1783, se firmó el Tratado de Versalles entre España e Inglaterra. Una de las concesiones dadas a esta última fue el usufructo de un territorio en la costa atlántica de Guatemala, que tenía por límites el río Hondo al poniente y el río Belice al sur; este territorio se componía de unos 6,000 kms2. Luego, se amplió lo pactado, mediante el tratado de Londres, el cual fue firmado el 14 de julio de 1786; este tratado corrió la línea divisoria hacia el sur, hasta el rio Simún, en vez del río Belice, con lo cual el territorio dado en usufructo se amplió a unos 10,000 kms2.

Tiempo después, las grandes potencias se disputaban la hegemonía en Centro América, debido a que se creía que el canal interoceánico sería abierto en Nicaragua, de modo que los intereses británicos llegaron a chocar con los norteamericanos, al punto, que las dos naciones llegaron a verse al borde de la guerra. La dificultad fue zanjada mediante la firma del tratado Clayton-Bulwer en 1850. Este tratado establecía que: "por ningún motivo potencia alguna podrá fundar colonias en territorio centro americano".

El 17 de octubre de 1856, mediante el tratado Dallas-Clarendon, nuevamente suscrito entre las naciones citadas, los ingleses excluyeron a Belice de la prohibición anterior; además, los Estados Unidos reconocieron a Inglaterra:

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1. Derecho territorial sobre Belice.

2. Límite hasta el río Sarstún, en vez del río Simún, aumentando así, graciosamente a Inglaterra a 22,000 kms2 el territorio que detentaba y que era de sólo 6,000 kms2; con el agravante de no consultar a Guatemala, país al cual se cercenaba aquel considerable territorio.

Ante la situación de hecho que se presentaba, Guatemala encaraba el peligro de un nuevo avance inglés dentro del territorio nacional. La experiencia demostraba que Inglaterra avanzaba cuando quería y que, una vez ocupado ese territorio por los súbditos de la pérfida Albión, no habría poder humano capaz de hacerlos retroceder.

Considerando detenidamente asunto tan grave, el gobierno de Guatemala no encontró más arbitrio que reconocer este límite, mediante la firma en 1859 del tratado Wyke-Aycinena. Sin embargo, tomando en consideración que no se estaba simplemente reconociendo el límite de la República al nororiente de la misma, sino que se estaba haciendo una cesión territorial, Guatemala reclamó compensaciones, e Inglaterra se comprometió a: "establecer la comunicación más fácil, entre el lugar más conveniente de la costa del Atlántico cerca del establecimiento de Belice y la capital de Guatemala".

Al incumplir Inglaterra con esta cláusula, es claro que Guatemala quedó liberada de tal cesión territorial, por lo que la ocupación británica de aquella tierra guatemalteca constituye un acto de abuso de un país fuerte sobre otro más débil, atropellando el Derecho Internacional, con el viejo y convincente argumento de las bayonetas.

Intento de colonización negra en Guatemala

A mediados de 1861 llega a Guatemala un abogado norteamericano de 43 años de edad, oriundo de Nueva York, quien es portador de las cartas que lo acreditan como Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de América en Guatemala. Trae, además, instrucciones del presidente Abraham Lincoln, en el sentido de negociar con el gobierno guatemalteco, el establecimiento de una colonia de negros libertos en el territorio de la Verapaz e Izabal. Este plan fue concebido por los asesores de Lincoln, como un esfuerzo desesperado para prevenir la explosión de la bomba de tiempo, que constituía la inminente separación de los Estados del sur y su conformación como una confederación independiente. Consideraban que disminuyendo la población del sur, éste se vería imposibilitado de iniciar un conflicto bélico, o cuando menos tendría pocas probabilidades de triunfar.

Elisha Osear Crosby, el Ministro estadounidense traía, además, instrucciones de inclinar la balanza de la simpatía en Guatemala a favor de los Estados de la Unión, y consigue que el presidente Carrera ordene, que no se preste ayuda a los buques del sur que lleguen a puertos de Guatemala.

El proyecto consistía en obtener la aprobación del gobierno guatemalteco, para establecer unos dos millones de negros del sur de los Estados Unidos, que serían comprados a sus amos esclavistas con fondos federales. La Colonia estaría bajo la protección de los Estados Unidos, ofreciéndose a Guatemala todo tipo de ayudas para su desarrollo.

Carrera, rodeado de sus asesores, dio al diplomático enviado de Lincoln la siguiente respuesta:

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"Que una muy considerable cantidad de negros de habla inglesa que se introdujera al país, no podría ser asimilada por la población ya mestiza; así como que, el número estimado de los que vendrían sería tan grande, que muy pronto se crearía un balance de poder en sus manos, solo comparable al del resto de la población entera. Que por razones de seguridad, así como por el deseo de continuar el gobierno a su manera, bajo formas y costumbres españolas, creía que el plan no funcionaría, ya que estos colonos gradualmente introducirían un nuevo orden de cosas, que eventualmente llevarían a un rompimiento entre los colonos y los grupos nativos del país".16

Aunque no es misión del historiador examinar los hechos que pudieron haber sucedido, sino explicar lo que ocurrió y cómo ocurrió, —creemos que sí vale la pena en este caso— imaginar lo que sería hoy Guatemala, si el gobierno conservador hubiera aceptado los proyectos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, en el sentido de ceder parte del territorio nacional "Para establecer una colonia de negros libertos, bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos". Los alcances que la realización de ese proyecto hubiese tenido, son materialmente imposibles de imaginar y opinamos que en el mejor de los casos, Guatemala estaría hoy reducida a la mitad de su territorio.

Guerra entre Guatemala y El Salvador en 1863

Corriendo el año de 1860, llegó a la primera magistratura salvadoreña el general Gerardo Barrios, ya conocido por nosotros durante la batalla de La Arada. De credo liberal, Barrios intentó conducir al vecino Estado, por los caminos del progreso económico; quiso someter a la Iglesia al poder del Estado, y obligar a sus prelados a jurar una constitución que atentaba contra sus derechos, conflicto que llegó al punto de ordenar, por parte de Barrios, la expulsión del obispo Pineda y Zaldaña. Barrios, además pactó una alianza con Honduras, lo cual inquietó al gobierno de Carrera en Guatemala; a esto contribuyó el hecho de que el presidente salvadoreño tenía como empleado suyo a un liberal furibundo emparentado con los Molina: don Manuel Irungaray, quien trabajaba en el ánimo del gobierno salvadoreño contra Guatemala. Carrera pidió a Barrios que expulsara a Irungaray de El Salvador, a lo cual justamente se negó Barrios. Una situación más, al parecer intrascendente, contribuyó a enemistar definitivamente a ambos gobernantes: la moneda guatemalteca, excelente moneda de oro y plata, la mejor que ha tenido el país, circulaba por Centro América con gran aceptación, lo cual, sin duda, no era muy del agrado del mandatario salvadoreño, quien ordenó, que la moneda guatemalteca que llegaba a El Salvador fuese contramarcada a golpe de martillo, con un sello a propósito. El asunto estuvo en que tal marca a golpe, se hacía sobre el rostro de Carrera, el cual estaba grabado de perfil en el anverso de las mencionadas monedas. Este incidente, o todos juntos, sirvieron para el rompimiento de las hostilidades.

Al iniciarse 1863, Carrera principió sus preparativos bélicos para la campaña que pensaba iniciar contra el general Gerardo Barrios. El S de febrero Carrera llegó a Jutiapa, seguido de un batallón mandado por Serapio Cruz y la artillería que comandaba el veterano José Víctor Zavala; en Chalchuapa se le unieron las fuerzas de Chiquimula mandadas por el general Vicente Cerna. El presidente salvadoreño atrincheró sus tropas en Coatepeque, un sitio estratégico y ahí aguardó. Carrera atacó con su ímpetu acostumbrado, pero alejado de sus fuentes de aprovisionamiento y luchando en posición desventajosa, a pesar de la tenacidad de

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sus ataques y de 24 horas de fuego de artillería, no pudo tomar la posición de los salvadoreños, autorizando la retirada de sus tropas, que volvieron a Jutiapa en una completa derrota. Barrios no lo persiguió, porque quedaba maltrecho y tampoco estaba en condiciones de hacerlo dentro de territorio guatemalteco.

Esta fue la única derrota sufrida por Carrera, peleando guerras regulares; fue dura e influyó fuertemente en su ánimo, pues no estaba acostumbrado aquel guerrero a encarar la vergüenza de volver a su tierra derrotado.

De vuelta en Guatemala, Carrera principió activamente a trabajar en la preparación de una nueva expedición que le permitiera la revancha obre lo acontecido. En abril de 1863, encontramos a Carrera de nuevo movilizándose sobre El Salvador. Esta vez envió primeramente al mariscal Cerna a combatir con los hondureños para neutralizar la ayuda que anteriormente habían prestado a su adversario. Cerna fue a Honduras, y i recia lucha venció a los hondureños en Santa Rosa.

Conocida la victoria de las fuerzas guatemaltecas en Honduras, Carrera inicia su avance sobre El Salvador, enviando en la vanguardia a los generales Serapio Cruz y Víctor Zavala, mientras él iba en la retaguardia.

El primer contingente de fuerza de oposición lo hallaron en Santa Ana, especialmente se encontraba un cuerpo del ejército salvadoreño en la altura de la iglesia de El Carmen, sobre el que cargó el general Gregorio Solares con tropas de Jutiapa y Amatitlán, poniéndolos en fuga.

Tras la victoria de Santa Ana, los guatemaltecos continuaron hacia San Salvador. La guerra fue larga, sangrienta y penosa; finalmente, sintiéndose Barrios imposibilitado para seguir resistiendo el asedio a que lo sometía Carrera, optó por fugarse de la ciudad el 26 de octubre de 1863, habiéndose embarcado en La Unión.

Los vecinos, las municipalidades y la Iglesia, dieron gracias a Carrera, mandaron acuñar una medalla de reconocimiento. La bandera de Guatemala fue izada sobre el asta del Palacio de Gobierno de El Salvador.

Las fuerzas expedicionarias volvieron una vez más, y por última vez, cubiertas de gloria; se decretaron cuatro días de fiesta, del 29 de noviembre al 2 de diciembre de 1863. Se engalanó la ciudad, especialmente la actual 6*. Avenida; la antigua plazuela de San Francisco recibió el nombre de Plaza de las Victorias y allí se levantó un enorme arco triunfal, que estuvo a cargo de don Julián Rivera. La plaza Central estaba perfectamente adornada con diferentes emblemas, pabellones, gallardetes y colgaduras.

En el palacio de gobierno se sirvió un almuerzo; al momento de los brindis, el Ministro de los Estados Unidos de América, abogado Elisha Osear Crosby, dijo:

"A Su Excelencia, Don Rafael Carrera, presidente de Guatemala; patriota puro, sincero amante de la paz y del bienestar de su país, el hombre querido de sus conciudadanos, a quien se complacen en honrar y cuya conducta aprueban los buenos de otras naciones. Sea su vida larga, para defender las libertades de su hermoso país y para asegura la felicidad de un pueblo agradecido".

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Muere el caudillo adorado de los pueblos

Para narrar la muerte de aquel al que se le llamó con cierta burla el Caudillo adorado de los pueblos, cederemos la pluma al desaparecido periodista don Clemente Marroquín Rojas, quien lo explica a su manera:

"Pero nada se puede contra la destrucción orgánica del hombre. Mientras hay un organismo sano, el alma está joven y potente. Pero cuando la materia comienza a corromperse, el alma se marchita, el espíritu decae. Y esto sucedía a Carrera. Mientras el cáncer, disfrazado de disentería, carcomía sus entrañas, su espíritu declinaba. Ya no había entusiasmo, ambición, deseo de gobernar ni de mandar. Ni siquiera la muerte de sus hijos varones ni de su esposa habían minado tanto ese organismo recio; pero el cáncer sí. Y desde los primeros golpes comenzó a decaer, no obstante su esfuerzo por mostrarse entero, animoso, alegre. Y al fin fue vencido por el dolor. Le aconsejaron las aguas de Escuintla, le aconsejaron tratamientos especiales; pero nada pudo nada, como nada puede, nada, en nuestros días contra tal destrucción.

Y así entraron los primeros días de marzo de aquel año de 1865. Carrera retornaba de Escuintla, donde pasara una larga temporada de distracciones. Fue un viaje en busca de salud, en busca de clima acogedor, de aguas saludables. Pero nada pudieron ni el clima ni las aguas. El mal, como sucede en estos casos, se agravó durante el mes de marzo aludido. Tuvo el recio varón que guardar cama. Y entonces se vio solo; solo porque sus familiares eran pocos y no los más íntimos. Durante un mes entero, de mediados de marzo a mediados de abril, la lucha fue heroica por parte del gobernante que, si no quería vivir más, tampoco quería morir rápidamente y lleno de dolores... Por eso dice la leyenda que murió casi solo el 14-de abril de 1865, un viernes santo, mientras el país guardaba luto por la pasión de Cristo. Y de esta manera, el hombre que había entrado en las lides políticas en muy temprana edad; el gobernante que ocupó el gobierno en edad más temprana, el hombre que había luchado, sufrido y vencido en tantas dificultades, moría en su cama, llorado, querido, sentido por muchos que ya veían descolgarse de nuevo los cortinajes de la ambición que Carrera había mantenido alejados.

Acababa de cumplir los cincuenta años de edad, pero llevaba más de treinta de estar en plena actividad guerrera o política. Moría, pues, en plena vida, cuando el hombre está completamente formado, lleno de experiencias, seguro de sus actos, deseoso de afirmar en una realidad todo lo que la juventud empujaba por los senderos del entusiasmo, no siempre cuerdo y eficaz".

Balance final

Fue el de Carrera un gobierno dictatorial. Sus incondicionales lo llevaron a la presidencia vitalicia, lo cual fue, sin duda, un exceso de aquellos hombres. Fue guerrero rudo e implacable con sus enemigos.

Para Guatemala, su administración significó la consolidación del Estado, la fundación de la República, bonanza económica, gracias al respeto que se le tenía al país, luego de asegurar su hegemonía con las armas. Significó también la defensa de su territorio y tradiciones. Aniquiló

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para siempre la pretensión de crear un sexto y un séptimo Estados, como lo deseaban los enemigos de Guatemala, a costa de su territorio.

En el campo de las armas, fue el militar más notable que haya tenido el país y cubrió de gloria la bandera guatemalteca, paseándola en triunfo por donde quiera que la llevara.

Como estadista, supo rodearse de hombres de gran ilustración, que prepararon el país para el siguiente hito histórico, el de 1871.

Gobierno del mariscal Vicente Cerna .Antecedentes

La muerte del presidente Carrera, dejó un vacío de poder que debía ser llenado; el 14 de abril, fecha en que ocurrió el fallecimiento, se hizo cargo del gobierno en forma interina don Pedro de Aycinena, quien desempeñaba el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores de la República. Cerna hizo entrega del corregimiento de Chiquimula y se presentó en la capital, haciéndose cargo del gobierno con toda formalidad el 3 de mayo de 186S.

Cerna: su gobierno

El mariscal Cerna continuó con el sistema de gobierno de su antecesor; más aún, prácticamente siguió trabajando con los mismos funcionarios del equipo anterior; continuó los trabajos de construcción del puerto de San José, que fue finalmente inaugurado por el año de 1870.

Asimismo se introdujo al país el telégrafo, habiéndose instalado en 1869 la primera línea que hubo en el país, entre Amatitlán y la ciudad de Guatemala. Por aquellos años no hería aún los vientos el silbato de las locomotoras de vapor ni el fragor de los ferrocarriles. En lo económico se hadan intentos por acostumbrar a la población al sistema decimal en cuanto a la moneda se refiere; para esto se acuñó moneda de oro y plata con denominaciones distintas al uso ancestral que se hacía en el país, consistente en pesos divididos en ocho reales o treinta y dos cuartillos. El cultivo de la grana decaía cada vez más pero el gobierno no se decidía a lanzarse hacia el cultivo del café, porque este otro cultivo implicaba efectuar cambios profundos en el sistema agro-económico del país, que necesariamente afectarían las tierras ejidales de los pueblos, necesitaría de un sistema de vías de comunicación, puertos, créditos agrícolas, etc. Por otra parte, en la ciudad capital, avanzaban los trabajos de construcción del viejo Mercado Central, precisamente ese mismo que vimos desplomarse por los terremotos de 1976 y que prestó servicio como punto de abastecimiento de los capitalinos durante 1 OS años, después de haber tenido el extraño uso de cuartel, caballeriza y hospedaje de las tropas y sus cabalgaduras que entraron en la ciudad el 30 de junio de 1871.

Reelección en 1869

Apenas entrado el año 1869, se convocó a elecciones para elegir al gobernante, puesto que Cerna estaría llegando en breve al término de su mandato de cuatro años. El Acta Constitutiva de la República permitía la reelección, así que dos candidatos se presentaron a la palestra política, eran ellos el mariscal de campo don José Víctor Zavala por el partido Liberal y el de idéntico grado don Vicente Cerna, por el partido Conservador.

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Zavala era, por aquellos días, un militar prestigioso, que había ganado fama en las campañas de Nicaragua de 1856-57 y El Salvador en 1863; encontrábase casado con una dama de privilegiado lugar en los círculos sociales capitalinos; era, en pocas palabras, el candidato favorito de la población Cerna, aunque soldado valiente y con las mismas ejecutorias y méritos militares que Zavala, ganados en La Arada en 1851, Honduras en 1853 y El Salvador en 1863, se había desgastado políticamente por el ejercicio del poder por muchos años en manos de los conservadores, pero particularmente le había tocado sostener entre 1865 y 1869 un linterna de gobierno implantado por Carrera en una época que iba ya tiendo diferente.

El 17 de enero del citado 1869 se practicó la elección, habiendo resultado Cerna reelecto para un nuevo período de gobierno. Los liberales se encendieron en ira por el resultado de la elección, negativo para ellos, y de inmediato se pensó en la desestabilización del régimen, valiéndose para ello de un viejo caudillo montañés, que a la manera de nuestros volcanes, periódicamente se ponía activo en las montañas del país.

Serapio Cruz reaparece

Serapio Cruz fue, sin duda, el más importante de los miembros de esa aguerrida familia de montañeses. Amigo y cuñado de Carrera, había participado con él en no pocas acciones de armas, tal como la campaña contra El Salvador en 1863; sin embargo, inconforme con su situación, díscolo o ambicioso, en ocasiones se pasaba a las filas contrarias a Carrera y combatía contra su compañero de armas, tal y como ocurrió en 1848; del mismo modo, deberá recordarse cómo los enemigos de Carrera trabajaron en el ánimo de Cruz para que éste se levantara en armas durante el año 1863, mientras aquél estuviera empeñado en la guerra contra El Salvador.

Los acontecimientos relativos a la reelección de Cerna dieron motivo para que el general Cruz se pusiera de nuevo en pie de guerra. Abrió su campaña a mediados de 1869, habiendo invadido la república por el lado de Chiapas, acompañado de un regular número de guatemaltecos, que se encontraban en el vecino estado por causas y razones diversas, tal el caso del notario público Justo Rufino Barrios, a quien en breve veremos transformado en general y caudillo de un movimiento un poco posterior al que nos ocupa en este momento.

Cruz se empeñó en una guerra de montaña, a la que estaba tan acostumbrado y con la cual se proponía fatigar y dispersar a las fuerzas de la República, lo que casi consiguió, pues se movía con velocidad por el norte, occidente y centro del país, escapando hacia México cuando la persecución le ponía en aprietos.

La reacción del gobierno fue encomendar la guerra contra Cruz a otro montañés, igualmente rudo y experimentado en aquel tipo de lucha; recayó aquel difícil encargo en el santarroseño general Antonino Solares, miembro de la igualmente aguerrida familia de los Solares. Cabe hacer la digresión, de que los guatemaltecos de aquel entonces conocían a ambos generales con los nombres familiares de: Tata Lapo a don Serapio y Tata Tonino a don Antonino.

El 23 de enero de 1870 ocurrió muy temprano un acontecimiento que conmovió a todos. Cruz se había aproximado demasiado a la capital y sabiéndose de su presencia en Falencia, el general Solares se movió rápidamente en su busca; se trabó el combate y fueron derrotados

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los seguidores de don Serapio; el propio Cruz murió en el enfrentamiento, los vencedores, en un acto reprobable, le cortaron la cabeza para enviarla a la ciudad como signo inequívoco de su victoria. Aquel triste suceso no hizo más que avivar el fuego de la revuelta que se había iniciado y precipitó la toma de la ciudad, por parte de los liberales el 30 de junio de 1871.

Conclusiones sobre su gobierno y la era del conservatismo

Cerna realizó un gobierno que siguió los lineamientos trazados por su antecesor, bajo los cánones del conservatismo, lo que equivale a decir apoyo a la familia como piedra fundamental de la sociedad, estrecha vinculación entre el Estado y la Iglesia, costumbres formales y actos de gobierno serios y pomposos, vinculación política con las monarquías, descuido de la instrucción primaria o elemental y favorecimiento de la superior, gobierno de tipo centralista y nacionalista, poco interés por el progreso puramente material del país, pero cuidado en los aspectos morales de la ciudadanía.

Cerna fue un buen hombre, sin lugar a dudas, y muy lejos estuvo de ser el dictador del que nos hablan los escritores oficiales de 1871, pero continuó gobernando con un equipo de trabajo que el tiempo había desgastado y no tuvo la visión de poner el país a tono con el espíritu innovador y positivista del siglo XIX; por aquella época la fuerza expansiva del vapor de agua impulsaba los ferrocarriles y las hélices de los buques con casco de acero; Cerna se quedó relegado en el tiempo. Para poner el país en sintonía con la época se necesitaban cambios profundos que tendrían que lastimar los intereses de muchas personas y Cerna estaba muy lejos de actuar con la fiebre innovadora con que lo hicieron los hombres de 1871 en adelante.

Capítulo 14 LA REFORMA LIBERAL 1871-1885

Factores que determinaron el triunfo del Movimiento Liberal de 1871

El gobierno liberal, presidido por Mariano Calvez fracasó en 1838 cuando un vigoroso levantamiento popular tomó fuerza en el oriente del país; desde entonces, cada vez que hubo intentos de entronizar de nuevo al credo liberal la voluntad recia de Carrera se impuso y nunca en vida de aquel gobernante prosperaron las iniciativas en ese sentido; pero una vez muerto el caudillo, Cerna, su sucesor, no tuvo ya la misma dimensión política, entonces el descontento cundió por el país. A esto habría que agregar que el siglo XIX fue el del positivismo y del materialismo y que muchos de los inventos de que hoy disfruta la humanidad hicieron su aparición durante la segunda mitad del siglo decimonono; así que la Revolución Industrial, la invención de la hélice y su aplicación a buques de vapor y con cascos metálicos, hizo que la comunicación entre las naciones fuera más frecuente, rápida y regular; la aplicación de la fuerza motriz generada por el vapor y aplicada a las locomotoras, hizo que los ferrocarriles pusieran en comunicación a muchas regiones distantes entre sí; el telégrafo, el teléfono y otros medios de comunicación hicieron prosperar los negocios, en suma, todo llevó hacia un crecimiento de la economía mundial, a la cual debía vincularse Guatemala de alguna manera, situación que resultaba imposible bajo el patrón de gobierno continuado por Cerna, patrón que había resultado exitoso en los años de Carrera para sacar al país de la profunda crisis política en que se hallaba hacia 1840, pero que a fines de siglo resultaba ya poco funcional y un tanto caduco.

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El sostén económico de Guatemala durante la era del conservatismo había sido la grana, pero desde 1860 este producto había principiado a decaer debido a la invención en Europa de un colorante artificial que sustituía a la grana con la ventaja de ser más barato por lo que el cultivo guatemalteco pronto estuvo fuera de competencia. Urgía transformar a Guatemala del primer productor mundial de grana que era, por algún otro producto que fuera aceptado en el extranjero; de modo que pusieron los ojos en el café como sustituto de la grana, sin embargo para dar este paso había que salvar ciertas dificultades, en cuanto a tenencia de la tierra, créditos agrícolas, vías de comunicación, puertos, etc. El gobierno de Cerna, por su corte ideológico no podía dar este paso y así la situación fue agravándose hasta que fue insostenible, puesto que los revolucionarios contaban con el apoyo mexicano, tanto en armas como en cuanto a santuario para las fuerzas insurgentes. Pocos años después, en 1882, Guatemala tendría que pagar onerosamente con parte de su territorio la ayuda mexicana recibida por las fuerzas de García Granados en 1870 y 1871.

Los caudillos de la Reforma: García Granados y Barrios

Don Miguel García Granados: (1809-1877). El jefe del movimiento reformador nació en España; en efecto, procedente de una familia de comerciantes del puerto de Santa María se dedicó al comercio y con otros miembros de su familia participó en política desde la alta condición social en que su fortuna los colocaba. Al momento de la Reforma que encabezó era ya un hombre de cierta edad; sus desavenencias directas con el régimen de Cerna principiaron con motivo de haber apoyado don Miguel la candidatura de José Víctor Zavala; Cerna no vio aquello con buenos ojos y... México fue el destino del futuro Jefe de la Reforma, en donde se puso a la cabeza de otros exiliados que encontró en aquel país. Tuvo parentesco político con algunas de las más notables figuras del régimen que adversó: Luis Batres, ministro de Carrera y Manuel Pavón —ideólogo prominente del mismo régimen— fueron sus cuñados.

García Granados se hizo cargo de la presidencia de la República por espacio de año y medio, desde el triunfo de su movimiento el 30 de junio de 1871, hasta el 28 de diciembre de 1872, fecha en que con asombro de la Asamblea Legislativa, le fue presentada por éste la renuncia al cargo de presidente provisorio, aunque los trámites le prolongaron su estadía en el mando hasta el 4 de junio de 1873. Con ocasión de presentar dicha renuncia, García Granados dijo que él se hizo cargo de la presidencia como jefe de la revolución y con el deseo de aplicar medidas de tipo liberal-conservador, pero que como siempre, hubo y habrá personas que adversan el régimen, ha sabido que algunos de los antiguos soldados de la revolución, así como personas particulares se hallaban descontentas con sus medidas conciliatorias, y que ante tal situación, él optaba por dejar el cargo en manos de la Asamblea.

Miguel García Granados, hombre prominente, experimentado, veterano de las interminables luchas políticas de la época Federal, nacido bajo el régimen colonial, educado a la manera tradicional, conocedor de la situación política y social de España, México y Centro América, con estudios realizados en Nueva York y Filadelfia, con relaciones personales con los hombres más cultos de la época (José Martí, Pepe Batres, etcétera), perteneciente a una clase social privilegiada, resultaba ser el hombre ideal para darle cartel y solidez al movimiento reformador; sin embargo, veterano de luchas, dueño de largas experiencias y una edad de sesenta y dos años en el momento de la Revolución, lo hacían un hombre que tenía que ser lo

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que fue: el prestigio, el motor y el intelectual de la Reforma, pero moderado, cuidadoso y escrupuloso, como correspondía ser a quien ha visto auroras y ocasos de brillantes soles políticos: Gálvez, Carrera, etcétera.

García Granados fue lo que tenía que ser de acuerdo con su personalidad y formación: un liberal conservador, enterado que para modificar el estado de cosas imperante en su patria tendría que herirla irremisiblemente, prefirió ceder el puesto a su segundo, el hombre fuerte aunque no filósofo, al joven que por inexperto y audaz era el indicado para abrir profundos tajos en las estructuras socio-económicas de Guatemala. García Granados vio correr esa sangre, pero logró su objetivo: no se manchó.

Don Justo Rufino Barrios: (1835-1885). Nació en el pueblo de San Lorenzo, departamento de San Marcos, el 19de julio de 1835. Fueron sus padres el agricultor don José Ignacio Barrios y doña Josefa Auyón. Hizo sus estudios elementales en San Marcos; más tarde fue enviado a un colegio de jesuitas en Quetzaltenango. Siendo joven principió a estudiar Derecho en la Universidad de San Carlos, donde recibió el título de notario público por el año de 1862. Hacia el año de 1869, situaciones apuradas de tipo personal y que no tiene objeto referir, obligaron al joven notario y finquero del occidente a buscar refugio en México; allá trabó conocimiento con otros exiliados, pero de tipo político, y resultó involucrado en los movimientos armados que finalizaron con el triunfo culminado el 30 de junio de 1871.

Barrios fue un hombre de conducta y procedimientos muy distintos a los de don Miguel García Granados, se caracterizaba aquél por tener un carácter recio y un temperamento violento, pronto fue rodeado por los liberales más extremados y puso en marcha el programa de reforma del país a toda costa. Gobernó como dictador desde mediados de 1873 hasta inicios de 1880, cuando se promulgó la Constitución de 1879. Murió en 1885 intentando lograr la reunificación de Centro América por la vía de las armas; descansan sus restos en el cementerio General de la ciudad de Guatemala en un impresionante mausoleo.

Reformas en la vida nacional

Hacienda pública: Se abolieron los impuestos de Diezmo y Garita, en tanto que fueron creados los impuestos al café, sobre bienes inmuebles, al tabaco, a la caña de azúcar, a los licores, sobre vialidad y el destinado a la beneficencia pública.

Bancos: Por aquellos años se inició en Guatemala la circulación y aceptación forzosa del papel moneda, pero el aparecimiento de los bancos obedeció más bien a la necesidad de proveer créditos agrícolas. Se crearon los bancos siguientes: Nacional, Agrícola Hipotecario, de Occidente, de Guatemala, Americano. Cada uno de los establecimientos nombrados fue emisor de moneda, por lo que se dio el caso, por aquella época, de que circulaban billetes de banco de todos los colores y tamaños.

Industria: Del período que estudiamos data la existencia de la fábrica de tejidos Cantel, ubicada en el municipio de ese mismo nombre, la fábrica de cemento de los señores Novella, una empresa fosforera y varias fábricas de aguardiente.

Agricultura: Se impulsó la producción en gran escala de caña de azúcar, cacao, quina, banano y por encima de todo, café. Por cierto, este último rubro agrícola requiere de una explicación

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por separado. Hemos enfatizado que durante el régimen conservador fue la grana el sostén económico del país, pero que en la década de 1860 a 1870, este cultivo entró en crisis debido a las razones ya anotadas, por lo que el régimen de la Reforma volvió sus ojos hacia el café, como el cultivo con el cual podría Guatemala vincularse al mercado internacional, mediante lo que se ha llamado con cierta elegancia, una economía de sobremesa. Para lograr lo anterior, es preciso tomar en cuenta algunas cosas que hacían notoriamente diferente el cultivo de la grana al del café; veamos: la grana se obtenía de un insecto parasitario del nopal, llamado cochinilla; la cochinilla se daba en climas templados y moderados de extremos climáticos, se cultivó coa profusión en Amatitlán, Villa Nueva, Petapa, Villa Canales, Antigua Guatemala y áreas circundantes; la grana es un producto de poco volumen y gran precio, no requería de grandes extensiones de terreno, sino que preferentemente se cultivaba en los sitios traseros de las casas de habitación. Además de lo anterior, el nopal se ensemillaba al comienzo de la estación lluviosa. Poco antes de un año, hacia marzo o abril se estaba en posibilidad de cosechar el tinte; por supuesto, esto implicaba que podía hacerse domésticamente y que eran, del todo innecesarios el crédito agrícola, así como una mano de obra numerosa. El hecho de que la grana no requiriera de mano de obra especial, dio por resultado que los indígenas no fueran molestados para su cultivo. Jamás se oyó hablar de fincas de grana con mozos para su cultivo.

Por último, tratándose de un producto de poco volumen y gran precio, bastaban para su exportación a Inglaterra unas cuantas recuas de bestias de carga, para poner los panes de grana en el golfo Dulce. De lo anterior se deduce que tampoco se necesitaba de importantes vías de comunicación ni vehículos para transporte pesado.

El café, en cambio, es un producto de mucho volumen, que requiere ser cultivado y beneficiado en gran escala para que sea rentable; así que hubo que formar grandes fincas para sembrarlo, pero para obtener la tierra, los reformadores hubieron de confiscar las propiedades de la Iglesia, así como cercenar a la mayoría de los pueblos de la costa y boca costa sus tierras comunales o astilleros que conservaban desde los tiempos del rey de España. El café sembrado en aquella época era de la variedad que se conoce como "arábigo", misma que tiene la particularidad de rendir su primera cosecha hasta después de los cuatro años de sembrado. Naturalmente, una finca en formación requiere de un crédito agrícola para sostenerla, en tanto se obtiene la primera cosecha; esta fue la razón Je la apertura de tantos bancos, que fueron capitalizados en gran medida, con el producto de la venta de las tierras confiscadas a la Iglesia, así como con la expropiación de otros bienes inmuebles y con las joyas y plata labrada que servían para el culto en los templos y conventos que quedaron abandonados, al ser expulsados del país varias congregaciones religiosas —ellos llamaron a estos dineros bienes consolidados—.

El café madura casi todo junto en una misma época del año, lo que hace indispensable para su corte una muy considerable cantidad de mano de obra, la cual fue proporcionada por los indígenas, obligados éstos a vender su fuerza de trabajo, al habérseles privado de las tierras comunales de sus pueblos, así como por el reglamento de Jornaleros y otras medidas coercitivas de tipo legal, que los señores jefes políticos departamentales se encargaban de hacer cumplir, para lo cual se instalaron los primeros teléfonos que hubo en Guatemala —hacia 1880— entre las grandes fincas cafetaleras y la jefatura política respectiva.

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Los miles y miles de sacos de café producidos, requerían de vehículos masivos para su transporte; el ferrocarril fue la respuesta al problema, por lo que los primeros tramos ferroviarios construidos fueron en las zonas cafetaleras. Del mismo modo se habilitaron puertos y se construyeron otros, a la par en que se liberaba a los buques de los impuestos de anclaje y faro, para incentivarlos a tocar puertos guatemaltecos.

En resumen, el lector puede comprender, que para llevar a cabo y a fondo tales modificaciones, fue preciso cortar muy hondo, y podemos afirmar, que gran parte de lo que realizaron los reformadores del 71, cobra sentido, si se le entiende en función de transformar a Guatemala de país con estructuras semi coloniales, en un país vinculado al resto del mundo mediante su considerable exportación cafetalera.

Comunicaciones: Se realizó la construcción de carreteras y se puso mucho énfasis en la construcción de vías férreas, ya que merced al vapor de agua el ferrocarril era por aquellos días el principal medio de transporte en Europa y América del Norte. El ferrocarril entre el puerto de San José y la ciudad de Guatemala fue inaugurado el 19 de julio de 1884, con motivo de celebrar el gobernante su cuadragésimo cumpleaños, ingresando Barrios en la locomotora vestido de fogonero; la primitiva estación del tren en la capital estuvo en el interior del exconvento de San Francisco, ingresando el camino de hierro por el antiguo callejón concordia (actual 6a. Avenida "A" zona 1, de la ciudad capital).

También hemos mencionado ya, que se colocaron en aquel tiempo los primeros teléfonos, con la finalidad apuntada; se tendieron hilos telegráficos para anunciar la llegada de los buques a puerto y, consecuentemente, se pudieran despachar los productos de exportación; del mismo modo se incrementó la actividad postal con otras naciones.

Propiedad: Ya hemos anotado que uno de los arbitrios a que se recurrió para agenciarse dinero, así como para contar con tierras suficientes para estructurar grandes fincas, fue la expropiación de los bienes de la Iglesia. También, sobre este asunto, se dio la libertad testamentaria, del mismo modo que se suprimieron las tierras comunales de que disfrutaban los pueblos para el alivio de sus necesidades más urgentes. Se dio un régimen de propiedad privada que fue el origen de nuevas y grandes fortunas, de las cuales, sin lugar a dudas, la del propio presidente Barrios fue la más considerable.

Trabajo: Las relaciones entre patronos y campesinos se rigieron por el reglamento de Jornaleros, instrumento jurídico que dotó a los primeros de abundante y barata mano de obra, pero que, a la vez, creó la dolorosa institución de los mozos colonos, misma que subsistió hasta la administración del presidente Ubico, en que mediante el decreto No. 199S se liberó a los indígenas de esta carga. Los mozos colonos eran campesinos que vivían en una determinada finca, en la cual se les daba anticipos de su jornal, a menudo obligatorios, creándoles una deuda que difícilmente podían pagar en su vida, lo bajo de los jornales no les permitía cancelarlas; esta práctica venía a ser casi una esclavitud, si los trabajadores querían ir a prestar su servicio a otra finca, era menester que el nuevo patrono pagara su deuda al anterior, con lo que éstos cambiaban de lugar de trabajo, pero no de situación, la deuda continuaba activa en su nuevo destino.

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Educación: Puede afirmarse que durante la época de la Reforma fueron invertidos los procedimientos del régimen anterior, si los conservadores atendieron la Universidad pero descuidaron las escuelas de primeras letras; los reformadores atendieron la enseñanza elemental y descuidaron la superior. Se instituyó la enseñanza laica, gratuita y obligatoria. La Universidad perdió su autonomía, fue puesta bajo el Ministerio de Instrucción Pública, mismo que fue creado en 1872, es decir, que las facultades y, en general, la instrucción superior, formaron parte de un ministerio del Estado. Algunas de las personas extranjeras que residían en Guatemala, notables por su erudición, fueron llamadas a dirigir centros de enseñanza, tal y como fue el caso del poeta cubano José Martí en 1877.

Relaciones exteriores

Los límites de las antiguas provincias y reinos de la época colonial, no fueron nunca clara y perfectamente definidos, por razón de que no había necesidad de ello, siendo estas tierras, como lo eran, todas del rey. En 18 21 principiaron a surgir dudas y desavenencias, sobre todo después de la separación de Chiapas del territorio centroamericano, y su anexión un tanto forzada por las armas mexicanas al imperio de Iturbide; luego siguió el problema de los límites entre Peten y Yucatán, pero el caso más ruidoso fue el de Soconusco. Este partido de Chiapas, aunque perteneciente geográficamente a aquella provincia, se administró siempre separadamente desde Guatemala por sus autoridades, respecto a esta situación particular, México aceptó para Soconusco un status especial, consistente en que mientras se dirimía su situación ellos no ejercerían jurisdicción sobre ese territorio, al igual que el Estado de Guatemala. Barrios comisionó hacia 1880 a don Lorenzo Montúfar, notable hombre de leyes, para que negociara con su homólogo mexicano, don Ignacio Mariscal la situación aludida. Impaciente Barrios por solventar definitivamente aquel negocio que marchaba lentamente, como marchan las cosas de las cancillerías, determinó ir personalmente a definir la situación de Soconusco.

En mayo de 1882, Barrios fue ampliamente facultado por la Asamblea Legislativa para negociar de la manera que juzgara más conveniente la cuestión de límites con México (Decreto No. 42 del 4 de mayo de 1882). A continuación, el presidente marcha hacia Nueva York, ciudad donde se celebrarían las negociaciones, dejando interinamente en la presidencia de la República al general José María Orantes; una vez establecido en aquella ciudad, destituyó del cargo al doctor Montúfar y se encargó personalmente de las negociaciones.

El acuerdo sobre la cuestión de límites entre Guatemala y México, se hizo sobre las siguientes bases de entendimiento:

"Artículo 1°. — La República de Guatemala prescinde de la discusión que ha sostenido acerca de los derechos que le asisten sobre el territorio del Estado de Chiapas y su departamento de Soconusco.

Artículo 2°. - El tratado definitivo de límites entre Guatemala y Méjico se celebra bajo la base de considerar a Chiapas y á Soconusco como partes integrantes de los Estados Unidos Mejicanos.

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Artículo 3°. - La República de Guatemala, satisfecha con el debido aprecio que Méjico hace de su conducta, y con el reconocimiento que son dignos y honrosos los elevados fines que inspiran lo convenido en los artículos anteriores, no exigirá indemnización pecuniaria ni otra compensación por motivo de las estipulaciones precedentes".18

A fines de 1882 la Asamblea Nacional Legislativa emitió el decreto siguiente: Decreto No. 28

Artículo único. La Asamblea Nacional Legislativa, inspirándose en sus propios sentimientos y secundando los del pueblo de Guatemala, consigna el más expresivo y somete voto de gracias al señor General J. Rufino Barrios por el arreglo definitivo de la cuestión de que se ha hecho mérito. Pase al Ejecutivo para su publicación.

Dado en el salón de sesiones á los veintisiete días de Diciembre de 1882. —Francisco Lainfiesta, Presidente. —Vicente Saenz Srio. —E. Martínez Sobral, Srio.

Palacio de Gobierno: Guatemala, 29 de Diciembre de 1882._ Publíquese. José Ma. Orantes

El Secretario de Estado en el Despacho de Gobernación y Justicia. —Cayetano Díaz Mérida."

En un período de gobierno tan prolongado hubo, desde luego, muchos otros asuntos internacionales, tales como fricciones un tanto serias con países tales como España, Inglaterra, Francia, Italia, etcétera, pero fueron de un jaez que quedan fuera de los límites y finalidad de esta obra. Inciso separado dedicaremos al intento de unión de Centro América, en el cual Guatemala volvió a rebasar los límites de sus fronteras.

Intento de unión de Centro América y muerte de Barrios

La unión de Centro América bajo una sola bandera, era uno de los más sostenidos ideales de los liberales desde la desaparición de la escena política de Francisco Morazán; para 1883 ya el presidente Barrios había arreglado, si bien a su manera, el enojoso asunto de límites entre Guatemala y México: quedaba limpio el horizonte para intentar la aventura de la unión. La dolorosa experiencia del fracaso del sistema federal, que tantos infortunios, guerras y odios trajo a Centro América, había hecho que en el ánimo del presidente guatemalteco tomara forma la idea de lograr la unión de Centro América, pero bajo un sistema unitario teniendo a Guatemala por capital de la nueva república, la cual, por supuesto, estaría bajo la presidencia del propio general Barrios. Por otra parte, ya hemos visto que el caudillo era impetuoso y práctico, de manera que juzgando él que la vía parlamentaria o diplomática sería inútil para lograr la unión, decidió emplear la de las armas para lograrla. La enorme fortuna personal del caudillo, el dominio férreo que tenía sobre el país y la voluntad ciega con que era obedecido, hicieron que pudiera levantar y poner en armas el ejército más numeroso y bien pertrechado que se había visto hasta entonces por estas tierras; el caudillo compró considerable equipo bélico, incluyendo seis enormes cañones que adquirió de la casa Krupp, de Alemania; cinco de los cuales recibieron los nombres de los países de Centro América, al sexto se le llamó J. R. Barrios; estos cañones estuvieron durante algunos años en la cúspide del actual Teatro Nacional en la capital, pero cuando fue inaugurado el nuevo edificio de la Escuela Politécnica en San Juan Sacatepequez, algunas de esta piezas fueron llevadas hacia aquel lugar.

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A fines de 18 84, Barrios invitó a los jefes de Estado de Centro América a visitar Guatemala; en aquella ocasión recibió el beneplácito de los gobernantes de El Salvador y Honduras, quienes a su vez eran protegidos de Barrios y, en cierta manera a él le debían ocupar aquel honroso cargo.

El 28 de febrero de 1885, se emitió el Decreto de Unión de Centro América, el cual, luego de una larga serie de considerandos y de una especie de arenga dice en sus partes principales:

"El Jefe de la República de Guatemala proclama la unión de Centro América en una sola República; inicia, protege y sostiene todos los trabajos, operaciones y movimientos, dirigidos a conseguirla; j con ese fin asume el carácter de Supremo Jefe Militar de Centro América y el ejercicio absoluto del mando como tal, hasta lograr que se reúnan estas secciones en una sola nación y bajo una sola bandera.

El pabellón de Centro América, y que servirá desde esta fecha para los defensores de la unión, será el azul y blanco, dispuesto en tres fajas verticales de las que la del centro será blanca y azules las de los extremos. La faja blanca llevará el escudo: un quetzal sobre una columna, y en esta la leyenda: Libertad y Unión, 1S de septiembre de 1821, 28 de febrero de 188S.

Queda a cargo de la Secretaría de la Guerra atender a todo lo demás que requiera la ejecución de este Decreto.

Dado en el Palacio Nacional de Guatemala, a 28 de febrero de 1885, Al divulgarse en Centro América el decreto anterior, Rafael Zaldívar, gobernante salvadoreño cambió de postura y se opuso francamente a la unión; para el efecto envió embajadores a solicitar la protección de los Estados Unidos de América y México, cuyos gobiernos se hicieron eco del llamado salvadoreño y principiaron a ejercer presiones y amenazas sobre Guatemala, conminando a Barrios a abandonar su proyecto, México llegó a movilizar sus tropas sobre la frontera occidental de Guatemala, olvidando de pronto aquello de "La República Mexicana aprecia debidamente la conducta de Guatemala y reconoce... etcétera", que quedó plasmado en el decreto por medio del cual recibió graciosamente el territorio de Soconusco tres años antes. Tan sólo don Luis Bográn, presidente de Honduras se mantuvo leal a Barrios.

Lo demás es historia militar. Se reunió una fuerza total de 14,500 hombres, la cual principió a movilizarse hacia el oriente el 10 de marzo; el 30 del mismo mes el ejército se hallaba en Chingo, última población guatemalteca antes de cruzar la frontera; el propio día 30 la artillería guatemalteca abrió fuego sobre la hacienda El Coco y en horas de la tarde, las fuerzas del Batallón Jalapa hicieron contacto con la infantería salvadoreña, al cruzar el riachuelo llamado asimismo El Coco. La batalla que se empeñó en este sitio fue ganada por el Batallón Jalapa, apoyado por la artillería. El día siguiente se inició la acción de San Lorenzo, en la cual, al anochecer del 31 de marzo, el ejército guatemalteco desalojó al salvadoreño, ocupando el pueblo del mismo nombre.

El 1 de abril el general Barrios se situó en el paraje conocido como San Juan Chiquito, en preparación de la batalla que habría de darse en Chalchuapa; la única acción que se dio aquel día fue un intercambio de fuego de artillería con las posiciones de Chalchuapa.

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El 2 de abril se preparó el ejército para la batalla en la que habría de tomarse aquella población; se encomendó de nuevo al batallón Jalapa la punta de lanza en el ataque sobre el punto conocido. Así las cosas, aproximadamente a las nueve de la mañana, llegó al sitio donde se encontraba Barrios un emisario del comandante del Batallón Jalapa, indicando que los soldados del mismo se habían insubordinado; de inmediato el general Barrios montó sobre su yegua inglesa y cabalgó hacia el lugar donde se presentaba el grave problema, el cual resolvió encarando a las tropas y proponiéndoles mandar él mismo el batallón, lo cual fue aceptado de inmediato por los soldados en medio de una aclamación. Se inició el ataque, Barrios subió montado a una pequeña colina para divisar el campo enemigo; la yegua era blanca y de gran alzada, por lo que colocada sobre dicha colina ofrecía un blanco perfecto; el presidente se inclinó sobre el pescuezo del animal para cubrirse un poco, pero en ese instante, una bala le penetró por el hombro derecho, cruzándole el pecho en forma oblicua y saliendo por el costado izquierdo; cayó de su cabalgadura; en el momento en que sus ayudantes llegaban a levantarlo expiró. Su cadáver fue embalsamado en Cuilapa, posteriormente transportado a la ciudad de Guatemala.

La muerte del jefe produjo gran confusión en las filas guatemaltecas, los soldados principiaron a desbandarse; apenas lograron una retirada medianamente ordenada hacia suelo guatemalteco.

Con la muerte del general Justo Rufino Barrios terminó una época en Guatemala. Antes de cerrar este capítulo, es preciso decir que, en medio de pasiones personales, tuvo Barrios el sueño, y casi lo logró, de engrandecer a Guatemala.

Desde la época en que ocurrieron estos hechos, se discutió sobre la procedencia de la bala que cortó la vida al jefe unionista: El Doctor Rafael Meza afirma, en su obra Centro América, Campaña Nacional de 188520 que el proyectil vino desde las líneas salvadoreñas, atraídos los tiradores por el blanco que ofrecía un hombre distinguido que montaba tan llamativa cabalgadura. Por otra parte, el licenciado Luis Beltranena Sinibaldi asegura, en su obra La Tragedia Je Chalchuapa2', que el general Barrios fue emboscado y tiroteado desde algún punto más alto, quizás un árbol, por una escuadra del batallón Jalapa que mandaba el cabo Onofre Ovando, quien —indica— era hijo de uno de los ajusticiados por Barrios en Jalapa durante la llamada pacificación de la montaña en 1876.

Haya sido de esto lo que fuere, mientras no se aporten nuevas pruebas que confirmen uno u otro aserto, cada lector puede sacar sus propias conclusiones, pero hay un hecho cierto: Barrios murió en campaña, al frente de sus tropas, tratando de engrandecer a Centro América, eso le da un lugar en el panteón de los hombres ilustres.

CAPITULO 15 ASPECTOS DEL DESARROLLO ECONOMICO Y SOCIAL DE GUATEMALA, A LUZ DE FUENTES HISTORICAS ALEMANAS.

Hemos visto que tanto, los comerciantes nativos como los extranjeros tuvieron muchas dificultades y agudizadas contradicciones durante el periodo de Barrios.

Sin embargo, era común para todos la tarea de tratar de apropiarse de la mayor parte de la plusproducción agraria, así como evadir impuestos por medio del contrabando o subterfugios.

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No tenemos a mano listas de los comerciantes nativos más importantes. Sin embargo podemos asegurar que algunos de ellos provenían de familias de la oligarquía tradicional, tratándose en otros casos de nuevos ricos, embuídos de ideas liberales. No sabemos el origen de éstos últimos pero consideramos difícil que provinieran de los estratos campesinos o de la plebe urbana. Más bien creemos que se trataba de individuos que como Miguel García, estaban de una forma u otra emparentados con las viejas "familias", o de descendientes de comerciantes españoles radicados en el país después de la Independencia. Aparentemente su número e importancia iba en descenso a partir del triunfo liberal, debido tanto a la actividad concurrente de los comerciantes extranjeros como a las prácticas dictatoriales de J. R. Barrios, especialmente al sistema de empréstitos forzosos. Los constantes acosos a que se veían sometidos por parte del régimen liberal nos hacen pensar que el Dictador sentía profundo desprecio por ellos. El capital comercial se logra desarrollar en Guatemala bajo el imperio del feudalismo colonial. Después de las vicisitudes que sufre a raíz de la Independencia logra robustecerse nuevamente, al desarrollarse en el país el cultivo de la cochinilla. El comerciante no era, pues, un elemento nuevo en la sociedad guatemalteca sino un viejo integrante y colaborador de la clase dominante. El gran comercio capitalino, que hasta antes del auge del cultivo de la cochinilla había operado en un marco no capitalista, inicia con éste su penetración y su alianza con el capitalismo agrario incipiente. El comerciante tradicional utilizaba su pequeño o mayor capital para financiar operaciones que le producirán ganancias en el campo de la circulación e intercambio de mercancías. No es sino hasta que se decide a realizar inversiones de tipo capitalista en la agricultura cuando su capital se vuelve productivo y su función parasitaria en la sociedad adquiere rasgos humanos. Es precisamente colocando el capital en la esfera de la producción y obteniendo aquí una plusvalía cuando el comerciante puede considerarse empresario capitalista. El gran comerciante, residente en la Capital, tiene los ojos puestos en el horizonte que se prolonga más allá de las fronteras del país pero las manos para apropiarse del fruto del trabajo del guatemalteco las tiene en Guatemala, bien extendidas.

Esa era y es la gran contradicción de su actividad: por una parte desarrolla una función social como traficante y distribuidor de mercancías de diverso origen, elevando el grado de desarrollo de las relaciones económicas a nivel tanto local como internacional, por otro lado, desarrolla una labor antisocial al dedicarse al robo velado de todo aquel que se coloca a su alcance. En realidad el comercio, íntimamente ligado a la agricultura, desempeñaba un papel de primer orden en la economía general de Guatemala, pero no hay que olvidar que muchos de los comerciantes invertían en la agricultura. El capitalismo agrario se desarrolla en Guatemala paralelamente el capital comercial del período nacional, ambos se apoyan y se rechazan recíprocamente, hasta llegar a formar un mismo todo, en nuestro siglo. Esta estrecha relación del comercio con la agricultura, su poca relación con la actividad industrial fue la que le imprimió su carácter conservador ya desde antes de la Independencia.

De ahí la mentalidad poco progresista del comerciante guatemalteco y extranjero, su poca disposición a apoyar los movimientos revolucionarios. Los movimientos políticos y sociales en los que interviene el capital comercial son causados por las contradicciones inherentes a su desarrollo. En este sentido no es nada extraño ver a un Miguel García al frente de los "liberales" de la Capital. La mal llamada REVOLUCIÓN LIBERAL DE 1871 no fue más que una plataforma para satisfacer los intereses económicos de grupos de comerciantes capitalinos de

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propietarios de plantaciones, ávidos de tierras y de mano de obra servil. El choque de los Liberales con la Iglesia tuvo en primer lugar motivaciones de índole económica. La Reforma Liberal sacudió fuertemente el poder económico pero también el dominio político de la Iglesia al arrebatarle no solo sus tierras y demás bienes "terrenales", rompiendo a la vez su monopolio religioso al permitirle el ingreso al país a las sectas protestantes y al convertir en laica la educación. Las consecuencias positivas que la introducción de la cultura laica representará para el progreso de Guatemala fueron de gran importancia para los capitalistas, ya que la influencia política que tenía la Iglesia en la población guatemalteca debía de ser anulada. Eso explica que inicialmente al Clero no solamente se haya confiscado sus bienes sino que también expulsado a lo más representativo de sus miembros. El aumento de la importancia política de los Liberales estaba en directa correlación con la disminución de la influencia política de la Iglesia sobre la población, especialmente la de la Capital, tradicionalmente católica ferviente. La destrucción del poder económico y político de la Iglesia, el gran bastión y remanente del feudalismo colonial en Guatemala, se nos presenta entonces como una pre condición para superar la supraestructura ideológica de la vieja sociedad. La reacción conservadora y clerical, no perdió nunca de vista el derrocamiento de la dictadura liberal y la esperanza de recobrar sus antiguas posiciones de poder perdidas. Se le ve actuar en cuanta conjura es revelada. La pérdida de su poder político y la desmoralización de muchos de sus componentes fueron causas primordiales para la no realización de sus planes. El movimiento de la Reforma no estaba interesado en atacar la propiedad territorial de la vieja oligarquía tradicional. Las expropiaciones se concentraron en los bienes de la Iglesia, primero, y en las posesiones de muchas comunidades de aldea después. Sin considerar necesario el pago de una indemnización. Las tierras expropiadas eran repartidas entre los allegados al Dictador o directamente apropiados por este mismo. La vieja oligarquía conservadora fue sustituida por una nueva de tendencia burguesa, cuya fuente principal de ingreso era la renta capitalista del suelo. Puede afirmarse que las transformaciones agrarias de la época de Barrios están imbuidas de intenciones progresistas.

La distribución de tierras a pequeños propietarios tuvo el carácter de una verdadera reforma agraria. El hecho sin embargo de que las confiscaciones de tierras y las reformas en la agricultura hayan sido realizadas desde arriba y no impulsadas por las masas, desde abajo, le resta contenido revolucionario, disminuyéndose de esta manera su significado histórico.

Durante el régimen de Barrios se convierten los dueños de plantaciones de café y azúcar, sector dominante en la agricultura, en el elemento dominante, verdadero factor de poder, dentro del conjunto de la clase dominante, a la cual pertenecen además los grandes comerciantes de la Capital y del interior y los altos funcionarios administrativos y militares, ligados en mayor y menor grado al capitalismo agrario que se desarrolla. El auge del cultivo del café se debe a las inversiones de capital realizado en la agricultura así como a la utilización de nuevas y racionales técnicas de cultivo, pero ante todo debe atribuirse al trabajo compulsorio a que se vieron sometidos miles de campesinos provenientes de las comunidades de aldea, obligados a vender su fuerza de trabajo en las plantaciones de café apenas si tenían participación del plusproducto creado por ellos mismos. La mayoría de los laborantes en las plantaciones de café percibían un salario insignificante. El sistema de peonaje reduce a un mínimo el poder adquisitivo del campesinado laborante en las plantaciones. Eso a su vez es un obstáculo para el desarrollo del comercio interior y exterior. Precisamente este miserable

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salario y su condición original de hombres libres es lo que les hace merecer la categoría de obreros agrícolas. La explotación brutal a que son sometidos los trabajadores agrícolas, solamente pueden ser explicados si tomamos en cuenta que los que la realizaban eran empresarios capitalistas, dispuestos a enriquecerse a la mayor brevedad posible. Esto concierne especialmente a los extranjeros que deseaban ir a disfrutar y a invertir sus ganancias a sus países de origen.

El desarrollo del comercio exterior, con sede en la capital, y el entrelazamiento del mismo con la agricultura, hace que la economía urbana impere sobre el resto de las existentes en el país. El aumento del comercio exterior, el auge del capitalismo agrario a nivel nacional y los desplazamientos poblacionales ocasionados por la reforma de la estructura agraria, no impide que la Capital permanezca siendo una ciudad de marcado aspecto pre-capitalista. A esto contribuyen la situación y prácticas políticas imperantes. Las contradicciones principales que pudimos advertir en la capital se dan entre los comerciantes nativos y sus colegas extranjeros; entre los extranjeros en general y el régimen liberal, debido a los empréstitos forzosos a que se ven aquellos sometidos por éste; y a la contradicción que surge entre el régimen dictatorial y la población urbana en general, que se obliga a soportar prácticas de gobierno de carácter dictatorial que apenas si se logran diferenciarse de las ejercidas anteriormente por la dictadura de Carrera. Entonces, pues, el aspecto pre-capitalista de la Capital oculta una economía urbana de tipo capitalista que se desarrolla en medio de múltiples contradicciones.

Por una parte aumenta el comercio exterior, uno de sus bastiones tradicionales, por la otra, es precisamente el aumento de este comercio basado en la importación de productos de ultramar el freno principal del desarrollo de las artesanías e industrias urbanas. El capitalismo en Guatemala nace y se desarrolla en el siglo XIX, sobre la base del reforzamiento en el campo de métodos pre-capitalistas de explotación de la fuerza de trabajo, de opresión del comercio urbano y exterior, de la existencia de fuertes obstáculos para el desarrollo de la artesanía y manufactura urbana, de una constante descapitalización y bajo una dictadura patriarcal opresora.

No sabemos de alguna industria textil que se haya logrado desarrollar en esta época en la Capital, aunque sí de una industria de calzado. Un autor guatemalteco ha mencionado, en una recopilación de decretos y disposiciones de carácter económico emitidos durante el período de J. R. Barrios, la concesión del monopolio que se le hace a un empresario para abastecer de calzado al Ejército y a las escuelas de la República (Díaz Castillo, op Cit., p.215).

Desconocemos el número de la población activa en las pocas manufacturas existentes, así como las formas económicas que rigen en ellas. La referencia que se hace en un documento diplomático a artesanos alemanes que se han enriquecido en pocos años ejerciendo su oficio nos hace suponer la existencia de talleres grandes y de muchos maestros extranjeros devinieran en nuevos ricos. Es posible que el número de artesanos no fuera insignificante, especialmente si tomamos en cuenta que las constantes guerras internas y externas posibilitaron el surgimiento de ramas manufactureras estrechamente enlazadas con las empresas militares. La artesanía urbana de este período se enriquece con la llegada al país de maestros artesanos Europeos, que introducen nuevas y en el país desconocidas técnicas y métodos de trabajo. Los productos artesanales de la capital eran realizados en su mayor parte

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en la misma ciudad aunque es posible que muchos de ellos fueran llevados a mercados rurales y urbanos del interior del país. La frustración del artesano guatemalteco, provocado por la imposibilidad de desarrollarse hacia manufacturero, es posiblemente lo que motiva su actitud pasiva e inclinación al alcoholismo, también mencionado por el mismo Bernouilli.

Precisamente diferencias de riquezas dentro de los artesanos es lo que provoca entre ellos el malestar del que nos habla Bernouilli. Un ulterior desarrollo de artesanía se vio entorpecido por el papel desempeñado por la burguesía compradora, muchas veces ya mencionado. En la capital encontramos además a otros elementos de la población que merecen ser mencionados. Ante todo está la mediana burguesía formada por los funcionarios liberales y los altos militares, la pequeña burguesía, que comprendía a los intelectuales (abogados, médicos, periodistas, diputados, etc.), a los pequeños comerciantes, artesanos y pequeños propietarios de talleres. El obrero urbano en esta época reducido en número (obreros ferroviarios, de la construcción, etc.), y su importancia política se encuentra en directa relación con éste. Otro integrante del mosaico poblacional de la ciudad la formaban los pequeños indígenas que llegaban diariamente a la capital. El lugar de los capitalinos en la escala social estaba dado por la diferencia de riqueza, por el papel que ocupaba frente a los medios de producción y en la escala burocrática servil. Apenas si nos cabe duda que la gran mayoría de los capitalinos estaba formada por la plebe: por jornaleros no calificados, domésticas, arrieros, vagabundos, pordioseros y enfermos, sin mencionar a la población flotante. Es de suponerse que después de los terratenientes comerciantes y burócratas, fueran los artesanos los componentes sociales más importantes de la capital. La ciudad capital es dominada económicamente por un grupo de comerciantes y políticamente por una camarilla de individuos que giran en torno a un dictador de turno. No conocemos el grado de acumulación de la riqueza capitalina en manos de los comerciantes aunque si de la existencia de una diferencia de recursos económicos dentro de éstos. En la capital los más ricos entre los comerciantes no eran los nativos sino los extranjeros. Es posible que los comerciantes más ricos fueran los alemanes. Este papel de segundo rango, desempeñado por la burguesía compradora nativa, es precisamente el origen de la máxima contradicción existente en el seno de la clase dominante a lo largo de toda la dictadura de J. Rufino Barrios. Bajo estas circunstancias, es difícil afirmar que la ciudad de Guatemala en el período que nos ocupan no dominara la relación mercancía-dinero. Por el contrario, es posible advertir la existencia de una economía monetaria balanceada al compás del desarrollo de comercio exterior, el transporte de los productos agrarios para la exportación era efectuado por muías y bueyes guiados por asalariados libres, muchos de los cuales viven en las zonas periféricas de la capital. La existencia de 49 grandes casas comerciales extranjeras nos hacen suponer bastante actividad comercial así como la existencia de cantidades de medios de circulación.

Los gravámenes financieros impuestos a los comerciantes y propietarios le atrajo al Dictador y a sus allegados muchos enemigos. El terror imperante en el país hace que muchos descontentos permanezcan a la defensiva, contribuyendo indirectamente a su propia ruina y al afianzamiento de la camarilla liberal en el poder. La reimplantación de relaciones de producción pre-capitalistas en la agricultura se vio favorecida por la actitud pasiva de las masas indígenas frente a los abusos del régimen de los empresarios agrarios. La existencia en las plantaciones de asalariados libres junto a la de peones endeudados atados a la plantación y a familias de colonos "pertenecientes" a ésta fue un fuerte obstáculo que impidió la

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organización de todos los trabajadores agrícolas en un frente común contra el explotador, el cual en la mayoría de los casos supo aprovechar a cabalidad la diferenciación surgida entre los laborantes de su empresa agrícola.

La conciencia de clase se desarrolla durante este período mayormente en el seno de la burguesía comercial nativa y entre la pequeña burguesía urbana.

Esto está demostrado por la creciente oposición de aquella a la firma de un Tratado de comercio y navegación entre Guatemala y el Imperio Alemán, el cual de ratificarse por el Congreso guatemalteco tendría onerosas consecuencias para el desarrollo del capital comercial nacional. La pequeña burguesía por su parte se adhiere y es principal portavoz de los principios liberales. Cree encontrar precisamente en ellos la solución de los problemas económicos, políticos y sociales que agobian al país. Las masas campesinas se encuentran en bajo grado de politización, optando por aislarse del resto de los grupos sociales existentes en el país y tratando de hallar consuelo a la miseria en que han sido relegadas por la clase dominante, en la ejecución de sus ritos religiosos pre-colombinos. Su actitud ante sus opresores no toma en la mayoría de los casos carácter agresivo. Muchos rehúyen el contacto del ladino, refugiándose en zonas hasta entonces inaccesibles para éstos. De esta forma surgirán más tarde pequeños caseríos en las regiones del Peten, fronterizas con el establecimiento colonial inglés de Belice, y en este territorio mismo. No sabemos de organizaciones de comerciantes, artesanales u obreras. Los comerciantes extranjeros, según fuera su nacionalidad, se agrupaban en torno a sus colegas connacionales de más antigua estadía en el país y mayor experiencia, y alrededor de su representante diplomático, siempre dispuesto a velar por sus intereses comerciales y a respaldar su rechazo a aquellas disposiciones y decretos gubernamentales que hicieran a los mismos. En este contexto fue posiblemente la pequeña burguesía urbana la mayor opositora de la dictadura liberal. A muchos de sus miembros se les ve formar parte activa en las conjuras y complots en contra del dictador. Su falta de organización y relación con otras capas de la población, así como la gran influencia que en su seno tenía el clericalismo contribuyó en gran medida al fracaso de sus acciones.

La ciudad de Guatemala, sede del gobierno se caracteriza, entonces, por adquirir en este período rasgos capitalistas, siendo el más dominante la existencia de la libertad de trabajo y contratación. Las relaciones de servidumbre que se pueden observar en la Capital no son de tipo pre-capitalista. La mayoría de sus habitantes eran personas libres, dedicados a distintos oficios fuera del marco de las relaciones de dependencia feudales. Así pues, el incremento del comercio exterior, de la relación mercancía-dinero lleva al desarrollo de una economía urbana capitalista. Este desarrollo se ve, sin embargo frenado, por las prácticas opresivas a que se ve sometido el comercio por parte de las autoridades "liberales", y que muchas veces impiden su normal desenvolvimiento.

Al radicarse comerciantes extranjeros en distintas regiones del país se logra romper el monopolio del comercio exterior que había ejercido la Capital hasta entonces. En este contexto, es necesario no confundir las relaciones recíprocas de dependencia y de explotación entre la ciudad Capital y las regiones del interior de Guatemala. Es sabido que existían diversos tipos de dependencia, siendo las más importantes la económica y política. La Capital, valga

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decir, sus comerciantes (en su mayoría extranjeros), vendían caro y compraban barato. Esto era precisamente la base económica de la Capital: la apropiación desmedida del plusproducto creado en los Departamentos productores de la República. Además de esto sus políticos imponían monopolios del Estado sobre la fabricación y venta de algunos productos, y que despertaban verdaderos, resentimientos en el interior. Los funcionarios venales enriquecidos en el poder y los comerciantes enriquecidos a costa de prácticas comerciales de sospechosa naturaleza, sin excluir a otra constelación de intereses que ya hemos mencionado que existían en la región occidental del país, contribuyeron a agudizar el conflicto Capital-Departamentos.

Se ha dicho ya que el triunfo de Quetzaltenango sobre la Capital sólo fue posible después de debilitarse el poder central radicado en la Capital, como consecuencia del decaimiento de la producción de la cochinilla y de las profundas contradicciones que se albergaban en el seno de la sociedad guatemalteca en las postrimerías de la era conservadora. Hemos visto que paralelo al desgaste económico del poder central, causado por los gastos ocasionados en las guerras externas e internas contra los elementos de oposición al régimen imperante, vemos surgir un fuerte grupo económico localizado en el occidente del país, independiente de las fuerzas dominantes tradicionales. El derrumbe de la dictadura conservadora fue motivado principalmente por el desgaste interno que sufrió a consecuencia de la guerra que tuvo que emprender en contra de Serapio Cruz y a sus combatientes, y a la acción del capital agrario y comercial nativos, capaces de aprovechar a cabalidad la coyuntura histórica surgida del fenómeno primeramente mencionado. El movimiento liberal triunfante no significa el triunfo definitivo del capitalismo sobre los remanentes del feudalismo colonial sino, más bien, la desaparición de la escena política de las fuerzas más reaccionarias de la sociedad guatemalteca y la iniciación de un proceso reformista a nivel político y económico, que pese a su dinámica interna no logra barrer con aquellos remanentes del feudalismo colonial que le serán necesarios para su desarrollo y consolidación como nuevo factor dominante del poder. El movimiento liberal que triunfa en junio de 1871 no es pues el movimiento popular que instaura en Guatemala el capitalismo, después de derrotar a los elementos feudales de la sociedad. Basta ver a las primeras figuras que se destacan alrededor de García, como Presidente Provisional, para comprender en qué manos se pretendía depositar el poder político recién adquirido. Sus mismos nombres (Batres, Beltranena, etc.) denotan los lazos con el pasado que se quiere desarraigar. Vemos, entonces, constituirse un aparato estatal que surge con una gran contradicción: la de estar formado por sectores capitalistas y sus representantes, y por grupos que no son más que la continuación en el poder de las estirpes oligarcas tradicionales así como representantes del clero. Con la ayuda activa de los elementos más conservadores de la Iglesia católica y de terratenientes de la misma ideología se desatan insurrecciones campesinas de inspiración reaccionaria que, sin embargo, debido a la pronta y eficaz actitud militar de J. R. Barrios son reprimidas una tras otra.

Es precisamente en las campañas de Oriente en donde se perfila en toda su dimensión la fuerte personalidad de Barrios, terminando por relegar a Miguel García a un segundo plano. Es en esta época en donde con más claridad se puede notar la administración relativamente independiente de la zona de los Altos por elementos liberales agrupados en torno a la figura de su caudillo. El poder central localizado en la Capital se ve entonces en una situación de verdadera impotencia, completamente a la defensiva ante las medidas y actitudes que toma y que pueda tomar en el futuro el General Barrios. Este, buen conocedor de la situación surgida

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decide apoderarse completamente del gobierno guatemalteco encabezado hasta entonces por García Granados. El traslado de Barrios a la Capital, juntamente con un gran número de sus partidarios incluidos en las filas del ejército, significó para García la pérdida definitiva de lo que quedaba de su prestigio personal y posición de poder. Más tarde se le encontrará escribiendo sus "Memorias" y defendiendo con la pluma sus pérdidas posiciones de poder. El conflicto que surge entre las fuerzas que apoyan a García y aquellas de Barrios finaliza con la implantación de una dictadura de tipo patriarcal, personalizada en la figura de J. Rufino Barrios, a quien se enaltece y halaga como caudillo de la "Revolución" liberal. Barrios como hombre inteligente, comprendió muy pronto que una segregación por parte de Los Altos de Guatemala era un absurdo. Por el contrario, está demostrado que toda su política exterior se encaminó desde un principio a re-incorporar todos aquellos territorios perdidos por el poder central cincuenta años antes. Nos parece que en este punto estaba guiado no solamente por deseos de mayor dominio y autoridad personal sino también por altos sentimientos patrióticos. La derrota de la reacción en el campo de batalla y en los campos económico, político e ideológico, debe verse como el triunfo indiscutible de los representantes de una nueva formación económica que está aún por desarrollarse en el país. El triunfo de Barrios sobre sus oponentes conservadores no es otra cosa que el triunfo del capital agrario sobre los remanentes en el país de un modo de producción envejecido y caduco.

Las bases para el desarrollo en nuestro país del capitalismo agrario, se sientan a lo largo de la dictadura de J. R. Barrios. Este desarrollo será deforme y recaerá sobre los hombres más explotados y discriminados de nuestro pueblo. Paradójicamente, ahí donde el peonaje como sistema no ocupa un lugar predominante en la producción es en donde mejores condiciones se plantean para un desarrollo pleno del capitalismo agrario. Por el contrario, en las regiones en donde éste está minado por las contradicciones originadas de las relaciones de producción propias del feudalismo colonial, se desarrollará un capitalismo deforme, condenado al fracaso como sistema que llevará a Guatemala al progreso. Desgraciadamente para nuestro país, es el sistema de peonaje el que, auspiciado por el régimen de J. R. Barrios, predominará no solamente durante este período sino que también a lo largo de los gobiernos llamados "liberales" de los decenios posteriores previos a la Revolución democrática burguesa de 1944. Del triunfo del campo sobre la Capital salió ésta fortalecida al instalarse aquí el máximo representante de las fuerzas económicas y políticas de Occidente. Condición previa para el desarrollo del Estado nacional era un poder central fuerte. Si durante el período del dominio conservador vemos debilitarse paulatinamente el poder central a la par que el de la región occidental del país iba en aumento, la dictadura liberal con su sede central en la Ciudad de Guatemala logró fortalecer a ésta, acentuando el papel tributario de todas las regiones del país en relación a la capital. En efecto, si la autoridad central estaba débil al hacerse Barrios cargo de ella, la dictadura implantada por éste no hizo más que fortalecerla. De esta forma se frustró la intentona de las zonas occidentales por sustraerse al control y dominio de la Capital. Es posible que algunas revueltas contra Barrios que tuvieron efecto en Occidente tengan relación con la frustración arriba mencionada. Es de notarse, que nunca antes de Barrios había adquirido Occidente tanta importancia política e independencia económica respecto al poder central. No hay que olvidar que fue precisamente en Quetzaltenango en donde primero se logró desbaratar el poder de la Iglesia, al expulsarse a sus más connotados miembros y a consolidarse sus bienes.

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Los comerciantes extranjeros habían acrecentado sus ganancias a la sombra del régimen conservador. Si bien es cierto que los componentes clericales de éste habían amenazado en alguna ocasión su existencia, esto no impidió que formaran parte activa del sistema económico y social imperante ese entonces, así como que se sintieran de una forma u otra ligados a la estructura política imperante. El movimiento liberal significó para ellos un cierto estancamiento comercial y el peligro de perder a manos de los insurrectos parte de sus propiedades. Esto determinó que su actitud frente a éste fuera desde un principio de rechazo, cuando no hostil. Sin embargo lo que verdaderamente les interesaba era salvaguardar sus intereses comerciales. El país era para ellos un simple objeto de explotación. Es muy posible que esto haya contribuido a acentuar el desprecio que por ellos sentían los Liberales.

El elemento extranjero radicado en el país, muy ocupado en la forma de aumentar sus ganancias en el comercio y en las plantaciones agrícolas subestimó la envergadura del movimiento político y económico que se encontraba aparejado a la insurrección de los Liberales, en los años previos a 1871, acostumbrado como estaba, a menospreciar todo aquello que proviniera de los hombres "de color" nativos de Guatemala. Sus aspiraciones máximas eran monopolizar completamente el comercio mayorista y colocar en situación dependiente y subordinada a los comerciantes guatemaltecos. La misma penetración del capital comercial extranjero en la producción agrícola obedecía a estos intereses. En estas circunstancias es comprensible la actitud de los comerciantes capitalinos nativos y de sus aliados, la pequeña burguesía intelectual, fiel sostén delas ideas liberales en Guatemala. Barrios por medio de donaciones de dinero y prebendas políticas, llegó a comprometer a un fuerte sector de personalidades liberales pequeño-burguesas, atándolas a su carro dictatorial. Estos individuos devinieron en fuerte apoyo de su régimen debido al miedo personal que le tomaron al Dictador, y al desprecio que le tenían a la reacción conservadora.

La debilidad de los comerciantes frente al poder central estaba determinada por la falta de cohesión que reinaba entre ellos. Sabemos que su situación no fue muy satisfactoria para ellos durante este período. Pese a que muchos seguramente lograron acumular capital en proporciones antes desconocidas, las continuas necesidades monetarias del Estado y del Dictador los colocaba en embarazosas situaciones financieras, teniendo que contribuir con empréstitos forzosos al sostenimiento de un régimen por ellos temido a la par que odiado. El poder central logró consolidarse por medio del terror y por medio del debilitamiento económico de sectores tradicionalmente fuertes. El terror desatado por J. R. Barrios da cuenta de la debilidad de un régimen que casi únicamente puede mantenerse en el poder por fuerza de las armas y gracias a una vasta red de espías.

El mismo Stoll se refiere con desprecio a la existencia de agentes de Barrios dentro de los mismos comerciantes extranjeros. Cuanto más aumente el movimiento de los conservadores más fuerte y estable se nos presenta la figura del Dictador, quien no escatima medios para aplastar y humillar a sus oponentes.

La dictadura férrea de Barrios nos revela que el poder económico y la influencia política de los comerciantes extranjeros dependían de la debilidad o fuerza del poder central. Barrios aprendió muy pronto a utilizar el sistema fiscal y todo el aparato estatal para apropiarse de grandes cantidades de dinero proveniente de la plusproducción del campo. Los constantes

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gastos de la camarilla liberal dirigente, gastos ocasionados por las guerras contra otros Estados centroamericanos y por la red de asalariados oficiales y no oficiales, determinaron que el régimen se decidiera cada vez más a apoderarse no solamente de la mayoría de los ingresos fiscales sino también de aquella parte del plusproducto que había ido a parar a manos de los comerciantes. Pero sin duda alguna eran las apropiaciones monetarias por parte de Barrios lo que más pesaba sobre la economía del país. A tal punto cayeron los comerciantes en desgracia que aquellos que no estaban dispuestos a colaborar con el régimen adquiriendo bonos estatales —valga decir haciéndole préstamos al gobierno— eran forzados a entrar al Ejército. El debilitamiento económico de los comerciantes le permitió a Barrios convertirse no sólo en el hombre de mayor influencia política y económica del país. Los obstáculos que le puso a las comerciantes en el camino, al decretar medidas de carácter económico lesivo a los intereses de éstos, redujo su base económica y su influencia política. Lo anterior tuvo fuertes repercusiones en la posición social de los comerciantes, los cuales fueron relegados a un segundo plano en la estructura social. El Congreso como institución democrática, se revela como un instrumento de poder en manos de los dirigentes liberales, especialmente del Dictador y sus allegados, instaurado con el objeto de darle visos legales a las disposiciones del régimen recién instaurado. Todo parece indicar que si bien el Congreso era poco funcional en lo que respecta a salvaguardar su independencia de criterio y de acción frente al Poder Ejecutivo, no era éste el caso cuando se trataba de velar por los intereses de la verdadera clase dominante del País, entregando en sus manos métodos légales de coacción para el sometimiento de la fuerza de trabajo indígena. En el seno del Congreso llega a destacarse una fuerza política que en un momento determinado se colocará en velada oposición al caudillo liberal, cuando considera que los intereses del país están siendo puestos en juego por éste. A estos elementos patriotas los tratará de neutralizar el Dictador por medio de sobornos, o simplemente por medio del terror. La "lucha" parlamentaria de la época obedecía a os diversos intereses que los miembros del Congreso representaban. Sin embargo nos parece difícil tomarla en serio toda vez que proyecta sobre ella la sombra del dictador, bajo cuya inspiración eran tomadas al fin y al cabo, las medidas y los actos legislativos más importantes. Es digno de notarse que el aparato estatal sufre continuos cambios a todo lo largo de la permanencia de J. R., Barrios en el poder. Estos cambios están determinados por la agudización de las contradicciones en el seno de la clase dominante y no significan otra cosa que nuevas alineaciones de las fuerzas económicas y política que se mueven tras la fachada del régimen. La mayoría de los componentes del aparato de Estado del régimen liberal instaurado en 1871 eran hombres provenientes de sectores de la población antiguamente marginados de toda actividad política. Muchos de ellos estaban imbuidos de ideas liberales y eran quienes en el Congreso propugnaban por el desarrollo del país en todas direcciones.

Posiblemente se deba a ellos el planteamiento de leyes progresistas concernientes a la educación, al comercio, al fomento de la agricultura, etc. Cuando nos referimos a la clase dominante en el período de J. R. Barrios, pensamos ante todo en los grupos de terratenientes que derivan sus ingresos de la posesión de empresas agrarias y de la explotación de la mano de obra indígena que el Estado por ellos creado puso a su disposición gracias a la cooperación de dos eficaces instrumentos de poder estatales creados al efecto; El Congreso Nacional y el Ejército. El surgimiento, desarrollo y la consolidación en Guatemala del Ejército como institución, debe verse pues, en conexión con la ampliación del comercio exterior y con la

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explotación de la mano de obra indígena en las plantaciones de café. En este contexto puede afirmarse que se trata de la formación de un Ejército profesional destinado a salvaguardar los intereses de una clase dominante asentada en el desarrollo de una estructura capitalista deforme.

Es a esta clase a la cual el Ejército Profesional le debe su nacimiento, su lealtad y obediencia, tal y como la historia de los años posteriores nos lo demostrará. La clase dominada, como resultado de lo anterior, no será otra que aquella agrupación social que ha sido obligada a ingresar al proceso de la producción en calidad de "jornalera", valga decir, esclava del "caficultor", a cambio de una mísera remuneración.

En general era la población guatemalteca la que tenía que pagar las consecuencias de las contradicciones en el seno de los grupos dominantes y los intentos de la camarilla en el poder, por recobrarse financieramente de sus constantes dilapidaciones en aventuras de guerra a expensas de los capitalistas comerciales. Es primordialmente a la masa urbana y a los propietarios de plantaciones a quienes están dirigidas las mercancías extranjeras introducidas por la burguesía compradora. Pero también una parte considerable del ladino del interior es consumidora de productos extranjeros. Los gastos de las guerras aventureras de J. R. Barrios las debe pagar en fin de cuentas los habitantes de la Capital y del interior del país, aquellos comprando los productos extranjeros a más altos precios y éstos al ser sometidos a mayor explotación y endeudamiento por parte de los empresarios agrícolas.

Debido a que una porción considerable del plusproducto creado en la agricultura va a parar a manos de las casas de comisión y al extranjero es difícil conocer la renta aproximada de la mayoría de los propietarios de plantaciones y por ende, de su capacidad de compra de los mercados locales y capitalino.

Pese a lo anterior, es posible descubrir un aumento del poder adquisitivo de la población urbana, a cuyas manos llega, por diversos canales, una parte del plusproducto agrario. Nos parece que el pequeño campesino libre, que a partir del triunfo liberal ve crecer su número considerablemente, va adquiriendo, a lo largo del período que nos ocupa, mayor capacidad de compra de productos manufacturados en el extranjero.

No conocemos de cerca el desarrollo de la pequeña propiedad agraria. A partir de 1871 aumentan considerablemente los pequeños campesinos libres. Solo un bajo porcentaje de los agricultores pequeños disponían de una tecnología adecuada, de créditos suficientes y de acceso al mercado interno. La mayor parte de ellos, suponemos, trabaja con métodos de cultivos tradicionales y en condiciones de subsistencia.

El capitalismo agrario que se desarrolla durante el período que nos ocupa no fue capaz de convertir al país en una unidad económica, sino simplemente llegar a ser el elemento económico preponderante de algunas regiones. El desarrollo del capitalismo agrario, a partir de 1871, el aumento del número de pequeños propietarios agrarios y el gran predominio de asalariados libres en la capital no fueron factores determinantes a nivel nacional para la superación de las relaciones de producción pre-capitalistas. En la Ciudad de Guatemala, del período que nos ocupa, no hemos podido descubrir elementos socio-económicos nuevos, que nos permitan atestiguar en forma determinante, que con el triunfo de los liberales el

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capitalismo agrario en desarrollo va imprimiéndole su carácter a la sociedad. En efecto, aparentemente la vida de la ciudad no nos revela que el país se desarrolle hacia nuevas reformas económicas. La canalización del capital comercial hacia la agricultura impide en mucha medida que el comerciante se convierta en empresario industrial. El comercio exterior impulsó en Guatemala el capitalismo agrario.

El capital comercial de la época está fuertemente unido al capital agrario. Puede decirse que existe a expensas de éste. Los principales comerciantes invierten en forma capitalista en la agricultura. Esta correlación capital comercial-capital agrario es quizá la mayor característica de la economía de la época.

Los primeros centros de economía capitalista del interior del país fueron rápidamente reforzados a costa de la propiedad de la Iglesia y de las comunidades de aldea, que además de arrebatárseles sus tierras perdieron gran número de su fuerza de trabajo. Precisamente esta actitud dinámica del empresario agrícola fue la causa fundamental de que desde un principio se lograra neutralizar cualquier acción coordinada de todos los elementos opuestos a las medidas reformistas del régimen liberal. El hecho de que muchos comerciantes de la Capital devinieran en terratenientes propietarios de plantaciones de café o ataran sus capitales al desarrollo de éstas, nos revela la estrecha vinculación capitalista existente entre ciudad y campo. El capitalismo agrario que se desarrolla en el país es un sistema de producción para el mercado exterior bajo el cual la fuerza de trabajo indígena era, de hecho, una mercancía.

La polarización cada vez más creciente de los medios de producción en poder de grupo de empresarios nacionales y extranjeros, la expropiación de las tierras comunales y la conversión del campesinado indígena en "jornalero", dependiente para poder subsistir de la venta de su fuerza de trabajo, son momentos cumbres para la capacidad cíe desarrollo del capitalismo agrario. Este, bajo las condiciones históricas concretas de Guatemala, únicamente era funcional sometiéndose al campesinado a sistemas de reclutamiento forzoso tipo "mandamiento", tomados del feudalismo colonial, y a coacciones económicas, y extraeconómicas, al obligársele al trabajador a aceptar las llamadas "habilitaciones", que lo encadenarían a la plantación en calidad de "jornalero" endeudado.

Puede afirmarse que el capitalismo agrario dio un paso atrás al adoptar formas de explotación de la fuerza de trabajo comparadas únicamente a las utilizadas por los conquistadores hispanos y sus descendientes a lo largo del período más oscuro de nuestra historia. Es sabido que la conquista de Guatemala significó una catástrofe para la población nativa. Esto lo comprendieron muy pronto aquellas mismas tribus indígenas que se habían aliado al invasor extranjero para poder derrotar a antiguos enemigos. Los españoles se repartieron hombres y mujeres "indios", y tierras para que éstos trabajasen. En el país, como en tantas otras regiones de América, se inició un período de opresión extranjera que duró 300 años, así como —una lucha sorda entre invasor extranjero y oprimido nativo, y que gira en torno a la explotación de la mano de obra indígena y a la posesión de la tierra. La decadencia de una sociedad es un proceso largo, que muchas veces puede durar ciertos años. Su causa fundamental es la contradicción que surge entre los hombres que producen y las relaciones de producción a que se ven sometidos por los dueños de los medios de producción. El capitalismo agrario se desarrolla en Guatemala en medio de grandes contradicciones, surgidas fundamentalmente de

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la existencia en el país de diversos modos de producción y de una oligarquía terrateniente atada con fuertes vínculos al pasado. Fueron precisamente estas influencias del pasado las que impidieron un desarrollo capitalista en línea recta. Otros factores que impidieron el surgimiento y desenvolvimiento de un capitalismo autóctono hay que buscarlos en el papel de objeto que jugó el país en las relaciones y mercados internacionales. La decadencia del feudalismo colonial, que alcanza su clímax con la Independencia no significó su completa desaparición. La Iglesia, como uno de sus principales bastiones, se las arregló para prolongar su existencia dominante en la sociedad guatemalteca por lo menos cincuenta años después de haberse efectuado nuestra separación política de España. Hemos hecho repetidamente hincapié en el capitalismo agrario que se desarrolló inicialmente alentado por el auge del cultivo de la cochinilla, concentrándose en el centro del país, en el seno de una sociedad dominada por un elemento conservador, prejuicioso y renuente a unir sus vínculos con el exterior. Es de notarse, sin embargo, que los elementos remanentes del feudalismo colonial habían sido debilitados en las guerras civiles que sucedieron a la emancipación de España. Estos fueron obligados a reconcentrarse en la Ciudad de Guatemala y a aceptar el retorno de la masa indígena a formas de convivencia social y a relaciones de producción pre-colombinas. Ante esta situación, el desarrollo del capitalismo agrario, lento y geográficamente limitado, se nos presenta como una pequeña isla económica, en medio de un mar de elementos y restos de sociedades caducas. El decaimiento del cultivo, de la cochinilla coincidió con el incremento de un nuevo cultivo, capaz de continuar con la difusión de las nuevas formas de producción. Paralelo al cultivo de crecientes extensiones de tierra para la producción capitalista vemos surgir tendencias a frenar su desarrollo y a deformar éste reimplantando organización y métodos de trabajo poco más o menos característicos del pasado colonial. La antigua oligarquía capitalina subordinada ahora a los mandatos de oligarcas de nuevo cuño, fue testigo de la institucionalización de prácticas y relaciones de producción que habían enriquecido en otros tiempos a sus antepasados. El período que estudiamos y que comprende mayormente a la primera dictadura "liberal" no es más que el primer intento por implantar definitivamente en el país la forma de producción capitalista en base a métodos pre-capitalistas de apropiación de mano de obra indígena. En las posteriores dictaduras "liberales" logró imponerse este modo de producción híbrido, aunque, minado por su gran contradicción interna, no haya sido capaz de perdurar más de setenta años como elemento dominante en la economía del país.

Como resultado de las reformas impulsadas por el régimen de Barrios, cabe mencionar en primer lugar los robos y expropiaciones de tierras a las comunidades de aldea y la situación de subordinación y miseria en que cayó gran parte del campesinado. El desarrollo del capitalismo agrario lleva aparejado el progreso técnico en la agricultura, un gran aumento de la relación mercancía-dinero; pero sobre todo una gran tendencia a la restricción de la libertad del campesinado, del obrero agrícola. El sistema de "habilitaciones" es bien sabido que en la práctica no significaba otra cosa que la reintroducción en el país de relaciones de producción basadas en la creciente dependencia del productor respecto al propietario de la plantación de café, sin excluir los elementos de esclavitud que contiene el sistema de peonaje. Causa fundamental de este fenómeno es el origen mismo del capitalismo agrario en Guatemala. Este proviene del exterior: capitales, técnica, al hacerse cada vez más necesaria en los mercados europeos y norteamericanos la afluencia de productos agrícolas "coloniales". En las relaciones entre capitalista agrario y campesino asalariado de esta época encontramos, pues, diversos

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elementos típicos de la vieja sociedad, mezclados extrañamente con aquellos propios del capitalismo incipiente que trataba de abrirse paso en el campo, basándose en la economía de la plantación. Es sabido que encada nueva formación económica y social encontramos siempre resabios de elementos pertenecientes a la formación socioeconómica en vías de desaparecer. Esta situación tradicional puede prolongarse por decenas y centenas de años. En el caso guatemalteco se prolongarán teóricamente más allá de siete decenios. En la práctica perdurará más tiempo aún. Esta tendencia al retorno y reforzamiento de relaciones de producción de tipo feudal debe verse como el último intento de los elementos remanentes del feudalismo colonial, apoyados por el capital extranjero, por perpetuar su dominio de clase. La extraordinaria falta de mano de obra llevó a los liberales a emitir disposiciones que colocaban a los campesinos en alto grado de subordinación respecto al empresario agrícola. Sin embargo trataron de romper con el pasado colonial emitiendo una serie de disposiciones favorables al campesinado y que debían ser cumplidas por el empresario agrícola. De esta forma se trataba de garantizarle al campesino laborante en las plantaciones un mínimo de prestaciones que debían estar acordes con el camino reformista que se habían trazado los dirigentes del régimen. Teóricamente es posible asegurar que el régimen liberal pretendía concederle al campesinado, frente al patrón, el mayor número posible de garantías individuales, asegurándole su libertad personal así como su derecho a emigrar de su lugar de trabajo si no había contraído deudas y si consideraba que su permanencia en éste no convenía a sus intereses. De esta forma se pretendía romper todas aquellas tendencias de los empresarios a someter a los trabajadores agrícolas a vínculos semifeudales. Sin embargo es de sobra conocido el fraude realizado por los empresarios y el poco respeto que le concedieran a las disposiciones de los Liberales. Más aún, es posible afirmar que ni éstos mismos respetaban sus propios postulados. Esta actitud de desprecio por determinados postulados teórico-ideológico relativos al liberalismo contribuyó en no poco grado a la restauración en el campo de relaciones de producción semifeudales. El aumento de la demanda de café en los mercados europeos hizo que se dedicara mayor número de tierras a su cultivo intensivo, así como a tratar de procurar mayor cantidad de mano de obra. De esta forma, todas aquellas disposiciones gubernamentales concernientes a la libertad del trabajador agrícola frente al empresario fueron relegadas a un segundo plano, desatándose por parte de éste una lucha sorda por retener el mayor tiempo posible en su plantación a los hombres que tenía a su disposición. Las consecuencias del sometimiento del campesinado al sistema de peonaje fueron extremadamente onerosas para el desarrollo del país por la vía capitalista, al desvirtuarse la funcionalidad de ésta. Como resultado inmediato de esto surgió en el campo una agricultura que no era ni feudal ni totalmente capitalista. Muchos de los trabajadores libres asalariados cayeron en la condición de siervos atados a la gleba por endeudamiento. Debido, sin embargo, a que únicamente durante el período de la cosecha era necesaria la presencia de gran número de trabajadores fue que este sistema no adquirió las proporciones y ampliación que hubieran significado la desaparición de las comunidades indígenas y la total inclusión de éstos en el sistema de peonaje. El carácter progresista del capitalismo agrario se ve frustrado precisamente ahí donde su desarrollo está apoyado sobre la base de relaciones de producción pre-capitalista. La existencia en el campo de relaciones de producción y de explotación de tipo pre-capitalista no nos deben hacer perder de vista que los empresarios agrícolas trataban por todos los medios de elevar la renta capitalista producida.

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Sin embargo, existen regiones del país, en donde el capitalismo agrario trae consigo relaciones de producción que podríamos considerar nuevas y en donde las formas de explotación de la fuerza de trabajo del obrero agrícola, llamado "mozo", no se da bajo condiciones similares a los días de la ocupación española del país, cuando imperaba el feudalismo colonial. En realidad el capitalismo no pudo desarrollarse plenamente en Guatemala es este período debido precisamente a la situación creada en el campo con la ampliación del sistema del peonaje. A partir de 1871 es posible advertir dos momentos de gran importancia en el desarrollo capitalista de nuestro país. El primero, que se prolonga hasta 1944, está caracterizado por sus fuertes ataduras a los elementos provenientes del feudalismo colonial. El segundo, que se inicia con la ampliación de las plantaciones de banano destinado a la exportación, en la costa del Atlántico, en las postrimerías de la época que nos ocupa, se desarrolla a lo largo del siglo XX, prolongando su existencia hasta nuestros días. Es el período del capitalismo que ha logrado salir de su adolescencia pero para poder sobrevivir ante los embates de las fuerzas populares ve como su única posibilidad de existencia en la alianza al capital monopolista extranjero. Ambas fases del desarrollo capitalista en Guatemala están íntimamente unidos y no es posible separarlos históricamente. Ambos corresponden a dos etapas decisivas de nuestro desarrollo económico, político y social. En su primera etapa, nos parece que el capitalismo incipiente jugó un papel progresista, pese a la brutalidad con que logró imponerse, tomando en cuenta que históricamente fue el encargado de barrer con la nociva influencia política y económica de los sectores más retrógrados conocidos en la historia del período nacional, fielmente representados por las fuerzas más reaccionarias del Clero guatemalteco y extranjero.

Cuando estudiemos el proceso de formación y desarrollo del capitalismo en Guatemala debemos incluir al capitalismo agrario deforme de sus inicios. El peonaje como sistema no puede ser excluido de este proceso.

La llamada "Reforma" sirvió únicamente a los intereses de los grupos de empresarios agrícolas, especialmente los intereses personales del mismo Barrios, llamado "el Reformador". En cuanto a que las reformas introducidas mejoraron la situación de la inmensa mayoría de la población y resolvieron los problemas agrarios, y en general, económicos y sociales, es algo que no nos atrevemos a afirmar. En realidad la clase dominante no pensó nunca seriamente en tratar de resolver por medio de reformas las profundas contradicciones económicas, políticas y sociales que minaban la sociedad guatemalteca. La gran importancia histórica del régimen liberal de Barrios es de haber puesto fin al dominio político de los representantes del feudalismo colonial en nuestro país: la Iglesia y la camarilla oligarca de los Aycinena, Pavón y demás conservadores. Otro de los logros del régimen de Barrios y posiblemente uno de los más importantes para la clase dominante (finqueros, comerciantes, aristocracia burocrática, altos oficiales del Ejército), es el haber formado el Estado nacional guatemalteco de la actualidad, al integrar en un todo definitivo las distintas porciones geográficas del país, que anterior a su gobierno encontrábanse aislados o en relación de subordinación unas de otras. El Estado nacional surge y se consolida paralelamente al desarrollo del capitalismo agrario. La lucha de las provincias contra el poder central radicado en la capital es un factor importante que acelera su formación, que no logra efectuarse antes del triunfo liberal de 1871, al consolidarse en el poder el caudillo liberal, quien al estrechar los lazos políticos y económicos de todo el país crea al mismo tiempo las condiciones más óptimas para su desarrollo. La unión del comercio con la agricultura capitalista le aporta su propia dinámica.

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CAPITULO 16 GOBIERNOS LIBERALES

La muerte del general Justo Rufino Barrios, el 2 de abril de 1885 en Chalchuapa, en oportunidad que se proponía realizar la Unión Centroamericana, causó un serio impacto en el proceso revolucionario liberal iniciado en 1871.

Las metas progresistas que se habían alcanzado mediante aquel movimiento revolucionario, favorecieron a un grupo reducido de la población que muy pronto entró en contradicción con las mayorías desposeídas, llegándose a identificar sus intereses con los grupos conservadores de corte colonial.

Es cierto que la Revolución incrementó, en gran media, el desarrollo del país, también es innegable que a la par de éste subsistieron formas de explotación en el sector rural con un carácter colonial muy marcado, situación que permitió que los terratenientes cafetaleros en su mayoría enriquecieran rápidamente a costa de esa inicua explotación semifeudal.

Sucedió a Barrios en la Presidencia el segundo designado, el Gral. Manuel Lisandro Barillas, en cuyo gobierno no se siguió con la dinámica revolucionaria que las circunstancias demandaban, limitándose a mantener algunas conquistas liberales, negociar tratados relativos a la Unión Centroamericana. En el año de 1891, se convoca a elecciones; hay dos candidatos: Doctor Lorenzo Montúfar y el general José María Reyna liarnos. El segundo candidato, gozando del apoyo oficial resulta vencedor y asume la primera magistratura el 15 de marzo de 1892.

El gobierno de Reyna Barrios confrontó serios trastornos económicos que culminaron con el cierre de las escuelas en forma temporal. Obra positiva de este gobierno fue la continuación del ferrocarril del Norte, iniciado por Barrios, llegando el mismo a la población denominada el Rancho. El general Reyna Barrios bajo la influencia de «lis viajes a Francia inicia un desarrollo urbano metropolitano en la ciudad de Guatemala, surgiendo para entonces el Boulevard 30 de junio (Avenida de la Reforma) incontables monumentos dedicados a las efemeridades de la Revolución de 1871, el Puente de la Barranquilla, así como organiza una de las primeras ferias a nivel centroamericano, resaltando el progreso del país. Acontecimiento que resulta poderoso para las finanzas del Estado.

El asesinato perpetrado en la persona del Presidente Reyna Barrios obliga a nombrar como presidente interino al primer designado, Licenciado Manuel Estrada Cabrera, quien posteriormente mediante elecciones llevadas a cabo asume la presidencia y gobierna por espacio de 22 años, constituyendo una de las más violentas dictaduras que el país haya sufrido. En el llamado Régimen Cabrerista la presencia del imperialismo norteamericano y su influencia en el desarrollo económico del país y no se diga, de toda Centroamérica se deja sentir.

"La relación establecida con el mercado mundial a través del café en el que Inglaterra actuaba como el cliente principal, fue completada, a principio del siglo XX por una vinculación a través del banano en la que los Estados Unidos actuaba como socio, más exactamente como socio mayoritario de la empresa, acontecimiento posible dentro del espíritu liberal que oficialmente proclamaban los grupos del poder en toda Centroamérica. La inversión bananera exclusivamente de capital norteamericano no podía producirse sino a comienzos del presente

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siglo, cuando los recursos de capital y técnicas industriales hicieron rentables el negocio (especialmente por la aparición del transporte refrigerado, la construcción de ferrocarriles y la mayor velocidad en la navegación marítima). El desarrollo del capitalismo en el siglo XIX y principios del XX, impulsa la búsqueda u obtención de mercado de materias primas y a principios del siglo XX el proceso de reparto de la superficie de la tierra se ha llevado a cabo por parte de las potencias imperialistas: Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, etc. En Centroamérica la inversión del banano se establece por medio de Contratos a nivel del Estado, siempre en relación con concesiones FERROVIARIAS OTRANSPORTE MARÍTIMO." (Torres Rivas, Edelberto: págs. 90-92).

Los países de Centroamérica producían el banano el cual era comprado por las compañías norteamericanas, transportado, y revendido en los Estados Unidos. Para el año de 1901, el gobierno, de Estrada Cabrera suscribe el primer convenio para el transporte regular de la producción de banano con la UFCO, pudiéndose observar que en el mismo contrato las mayores ventajas se las lleva la compañía norteamericana, sirviendo un ejemplo el pago de 30,000 pesos anuales que el gobierno guatemalteco debía realizar para compensar los servicios que se le prestaban por parte de la UFCO. Años más tarde se suscribe el contrato con la IRCA TRANSFIRIÉNDOSELE el muelle de Puerto Barrios, así como el material rodante, edificios, líneas, equipos y demás bienes que el gobierno había comprado para el ferrocarril del Norte, otorgándole dicha concesión por espacio de 99 para que la compañía construyera ESCASAMENTE 62 MILLAS, comprendidas del Rancho a la ciudad de Guatemala." (Gonzáles Orellana, Carlos: 327-330).

Por el interés mismo que Estados Unidos como potencia imperialista tiene dentro del área desde estos momentos, es celosa de la paz y tranquilidad que reine en los países de Centroamérica, razón que obliga a brindar sus buenos oficios, junto con el gobierno mexicano al suscribirse el llamado PACTO MARBLEHEAD, de 20 de julio 1906, que puso fin al conflicto entre Guatemala, El Salvador y Honduras, estando presentes en el mismo representantes de Costa Rica y Nicaragua. Dicho conflicto se originó por las invasiones organizadas por guatemaltecos para derrocar al régimen Cabrerista. En dicho pacto los países que los suscribieron se comprometieron a "retornar a la concordia, olvidando diferencias pasadas así como el obligarse a celebrar en dos meses, a más tardar un tratado general de paz y amistad, sujetándose desde este momento al arbitraje cuando se sucediera controversia alguna" (Arévalo Martínez, Rafael: 202-205). Un año más tarde, el 20 de diciembre en la ciudad de Washington, firmaron los representantes de los cinco países centroamericanos el Tratado General de Paz y Amistad por el que se convenía que tenían como obligación primordial resolver cualquier desacuerdo por medio de la llamada CORTE DE JUSTICIA CENTROAMERICANA, fundada en esa convención. Así mismo, por iniciativa de los países centroamericanos se crearon: 1) EL INSTITUTO PEDAGÓGICO, ubicado en Costa Rica; 2) LA OFICINA INTERNACIONAL CENTROAMERICANA, en Guatemala, y se recomendó la creación de una Escuela Práctica de Agricultura, en El Salvador, y una Escuela de Minería y Mecánica en Honduras y otra de Artes y Oficios en Nicaragua. Los títulos obtenidos en alguna de ellas, sería válida para los restantes. Dichas iniciativas sólo quedaron así ya que para un ejemplo, el Instituto Pedagógico que se proyectaba con el fin de unificar criterios a nivel de una educación centroamericana no tuvo éxito. Así como en Centroamérica en estos momentos se preocupa que la paz reine en el área por todas partes y en todos los continentes se engendran sueños de

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robustecer un Derecho Internacional. Las grandes naciones llevaban a cabo interesantes convenciones, suscribiéndose un convenio en donde se aconsejaba que para dirimir disputas, los países lo debían hacer por medio de arbitraje. A pesar de esos esfuerzos las naciones europeas se ven envueltas en una guerra.

El 2 8 de junio del año 1914, el asesinato de los Archiduques de Austria, herederos del trono, prepara el estallido de la primera guerra mundial. Austria declara la guerra a Serbia, lugar en donde se había provocado el incidente; Francia, Rusia e Inglaterra forman el bloque de los aliados junto con Estados Unidos que se une a ellos luego de estallar la conflagración y apoyan a Austria mientras que Alemania apoya a Serbia junto con Hungría e Italia.

Guatemala ante tal acontecimiento se declara neutral conforme las convenciones suscritas en la Haya, Ginebra, Suiza, sin embargo la guerra trae grandes repercusiones para el país. Alemania para ese entonces, se perfilaba como el mejor comprador de café para Guatemala y Centroamérica. Hacia 1913, según estadísticas los alemanes producían en Guatemala dos tercios de la producción total y poseían unas 170 fincas que representan el 10 por ciento del total de las mismas, cultivando la mayor cantidad de café, debido a las facilidades de préstamos y bajos intereses que obtenían en los Bancos de Alemania. Las propiedades alemanas de café, fincas de azúcar, así como la industria de energía echada a andar con tecnología alemana en el siglo anterior, son expropiadas pero como sucedió con la empresa eléctrica, el gobierno de Guatemala al no poder obtener las refacciones necesarias para el mantenimiento de la maquinaria, se ve forzada a vender a los Estados Unidos la industria del fluido eléctrico por una suma que no equivalía a su valor financiero ni nominal. A partir de este momento una vez concluida la guerra mundial los Estados Unidos monopolizan la energía eléctrica, el transporte aéreo, naviero, telegráfico, etc., en toda el área centroamericana.

• El gobierno de Manuel Estrada Cabrera se caracterizó como ya lo hemos apuntado arriba desde su principio como un gobierno impopular, no nacionalista, rasgo que se marcó en todos los actos entreguistas hacia los Estados Unidos. Para sostenerse en el poder mantuvo un aparato represivo de espías y esbirros que provocaron zozobra en el pueblo de forma constante. Por eso mismo durante su gestión gubernamental se dieron varios atentados contra su persona (La Bomba, Los Cadetes como los más sonados).

En materia educativa, además de padecerse de grandes limitaciones económicas, también esas limitaciones fueron ideológicas ya que la educación se tornó eminentemente militarizada, reflejo de ello fueron los incontables desfiles en honor al Presidente y sus famosas fiestas dedicadas a la diosa Minerva.

La Universidad quedó reducida al capricho del gobernante, amordazándole para que no se desarrollara libremente. Obra que puede ser mencionada como original de este gobierno en materia educativa, es la creación de las llamadas escuelas prácticas que fueron creadas por iniciativas de profesores belgas residente en Guatemala.

La transformación social causada por la primera guerra mundial se deja sentir en toda Hispanoamérica y se manifiesta en la llegada de la clase media y los grupos vinculados con los conservadores de antaño al poder en un afán de revisar el caudillismo tradicional representado por los gobiernos que hasta este momento se habían autodenominado

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LIBERALES, que habían llegado a establecer y entronizar verdaderas OLIGARQUÍAS en casi todas las naciones de América y su desprestigio era evidente. En Guatemala, un grupo bastante heterogéneo social y económicamente, enarbola la bandera de la Unión Centroamericana, un 8 de abril de 1920 y logra derrocar del poder a Estrada Cabrera. EL MOVIMIENTO UNIONISTA de 1920 como suele llamársele aglutinaba dos fuerzas antagónicas: OBREROS y un grupo de personas pertenecientes a familias de abolengo del país, cuyo objetivo común fue el de derrocar al tirano Estrada Cabrera.

Los obreros, mucho antes que los chancles "como se les llamó a los segundos, se habían organizado para defenderse del trabajo forzado a que se veían sujetos por parte del gobierno para realizar obras públicas o privadas, recibiendo a cambio un pago miserable. Los otros, influenciados por las ideas democráticas que se respiraban en Europa, consideran que es necesario romper el esquema dictatorial para permitir la toma del poder dé los grupos que desde el triunfo de la Revolución de 1871 habían quedado relegadas a un segundo plano, limitándosele su participación política.

El movimiento ideológicamente se caracteriza por una tendencia liberal de avanzada, tendiente a elevar la educación pública y privada, el respeto a los derechos humanos, la defensa a la NO REELECCIÓN, la libre emisión del pensamiento etc. La iglesia, estuvo vinculada fuertemente con el movimiento; los sacerdotes desde los pulpitos enviaban mensajes a sus feligreses en contra del régimen y en el apoyo al movimiento.

El partido unionista quedó legalizado al suscribirse la llamada ACTA DE LOS TRES DOBLECES, el 25 de diciembre de 1919 y en ningún momento se mencionó que su creación obedecía al deseo de derrocar al Presidente Estrada Cabrera; todo lo contrario dentro de sus objetivos se hablaba de la UNIÓN CENTROAMERICANA, el respeto a los derechos del ciudadano, la estabilidad económica del área, etc.; situación tal que no provocó malicia en el gobernante.

Finalmente es conveniente resaltar que en el momento de firmar los obreros lo hicieron por separado, lo que hace pensar que estas dos clases sociales antagónicas, hasta el último momento estaban claras en cuanto a su posición de clase.

Una vez derrocado Manuel Estrada Cabrera sube al poder DON CARLOS HERRERA terrateniente, hombre de negocios y representante del grupo de conservadores que pertenecían al movimiento.

Su gobierno se destaca por las reformas constitucionales que se llevan a cabo tales como: garantía de la libertad del individuo, prohibición de concesiones especiales al Ejecutivo, 4 años como tiempo para ejercer la presidencia, Defensa a la NO reelección, limitación a las Concesiones otorgadas a los monopolios norteamericanos.

Dentro de las disposiciones socionacionalistas que beneficiaban en buena medida a los obreros encontramos: la defensa a la justa REMUNERACIÓN DELTRABAJO creación de instituciones tendientes a defender la vida, la salud y el trabajo de los asalariados, EL DERECHO A HUELGA, reconocimiento de la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA y para la Universidad se plantea organizaría con autoridades propias, iniciativa de la AUTONOMÍA MUNICIPAL.

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En materia económica, se suprime el contrato MENDEZ-WILLIAMSON y el de la Empresa Eléctrica para el alumbrado de la ciudad capital.

El lesionar los intereses de Norteamérica conduce el derrocamiento del régimen por un golpe de estado encabezado por el general JOSÉ MARÍA ORELLANA, favorito del gobierno Yanqui, quien gobernó del año de 1921 al 26.

Cuestiones importantes dentro de este gobierno pueden ser, la Creación del Observatorio Meteorológico, se arriendan las márgenes del RÍO MOTAGUA a la UFCO, se le da vigencia al contrato MÉNDEZ-WILLIAMSON y el de la Empresa Eléctrica; empieza a operar en Guatemala la ALL AMERICAN CABLE, que luego se denominará TROPICAL RADIO y actualmente GUATEL.

De gran trascendencia económica es la creación del QUETZAL COMO MONEDA NACIONAL.

El general ORELLANA, súbitamente muere. Se convoca a elecciones y resulta triunfador el señor LÁZARO CHACÓN. Durante este régimen se crea la Dirección General de Aeronáutica Civil, la Aviación Militar el Crédito Hipotecario Nacional, etc.

En materia educativa se promulga la LEY ORGÁNICA EDUCATIVA que reorganiza la educación; se establece la escuela de Maestras para Párvulos, una escuela de preceptores para varones y mujeres y la ESCUELA NORMAL SUPERIOR, antecedente inmediato de la Facultad de Humanidades.

Por razones de enfermedad Chacón deja el poder y la misma inestabilidad que ha provocado el inicio de la crisis del capitalismo que hace que se restrinjan las exportaciones, se deprecie el Dólar y la Libra Esterlina, se marque el desempleo y desalojo de tierras cultivables, etc., lleva a marcarse un relevo en el poder mencionándose figuras como BAUDILIO PALMA, MANUEL ORELLANA, JOSÉ MARÍA REYNA ANDRADE, hasta que se convoca a elecciones y resulta ganador el general JORGE UBICO CASTAÑEDA quien va a establecer otra dolorosa dictadura que durará 14 años.

Se inicia el régimen ubiquista clausurando la Escuela Normal Superior, militarizando institutos educativos, eliminando la Autonomía Universitaria.

Las limitaciones de las libertades ciudadanas y la instauración de un orden represivo y brutal, dio como resultado la depauperación de la cultura y el debilitamiento de la iniciativa en el campo educativo.

El período de Ubico coincide con la crisis mundial del capitalismo que obliga a tomar medidas tendientes a defender exclusivamente los intereses de los grupos agro-exportadores.

Dicha crisis se hace sentir en Guatemala a partir de 1929 inclusive 1933 y se resintió notablemente la economía del país, ya que los precios del café en el mercado externo se vienen abajo.

En el plano laboral sustenta su política de gobierno en Leyes con sus respectivos reglamentos como lo fueron LA LEY CONTRA LA VAGANCIA, LA LEY DE VIALIDAD Y LA CREACIÓN DE LA CÉDULA DEVECINDAD, leyes que permitieron y garantizaron la mano de obra en las fincas de

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café, recibiendo a cambio del trabajo sueldos de miseria por tales circunstancias, el gobierno toma medias imponiendo nuevas cargas impositivas que recaen en la clase trabajadora.

Los contratos de los monopolios norteamericanos siguieron teniendo vigencia ya que el gobierno de Ubico giró alrededor del poder Norteamericano.

Capítulo 17 JORGE UBICO