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COMUNIDAD DE MADRID CONVOCATORIA JUNIO 2008

S O L U C I Ó N D E L A P R U E B A D E A C C E S OAUTOR: José Ucedo Babiloni

Cuestiones� La romanización es el proceso histórico mediante el cual

la población indígena de Hispania asimiló los modos devida romanos en diversas facetas: administración pro-vincial, urbanización y obras públicas, estructuras eco-nómicas y sociales y legado cultural.

� Administración provincial. En los inicios, el término deprovincia era utilizado por los romanos para definir elámbito de competencias de un magistrado. Más ade-lante, cuando las tropas militares comenzaron atomar posesiones permanentes en diferentes áreas,se decidió designar a cada una de las demarcacionesterritoriales con la denominación de provincia, comoes el caso de la provincia de Hispania. En la evoluciónde la Administración romana de la Península y Balea-res se distinguen tres etapas:

� La República (197 a. C.–siglo I a. C.). En esta épocapredominó la administración militar. Las dos grandesprovincias en las que estaba dividida la Hispaniaromana eran:

- La Hispania Citerior, al nordeste, con capital enTarraco.

- La Hispania Ulterior, al sur, con capital en Corduba.

Al frente de cada provincia, había un pretor. Lastierras del noroeste peninsular quedaban fuera delos dominios peninsulares romanos.

� El Alto Imperio (siglos I a. C.–III). Toda la Península,incluidas las Islas Baleares, pasó a formar parte delImperio romano. Estaba dividida en tres provincias:la antigua Hispania Citerior pasó a ser la provinciaTarraconense a la que se le adhirieron todos losterritorios del norte y del noroeste de la Penínsulaasí como las actuales Islas Baleares. Su capital eraTarraco. La antigua Hispania Ulterior se dividió endos: la provincia de Lusitania y la Bética, con capitalen Emerita Augusta y Corduba, respectivamente.La provincia Betica, considerada más romanizada ypacífica, no tenía tanta presencia militar como lasotras dos provincias hispanas.

� El Bajo Imperio (siglos III–V). En esta etapa la dióce-sis de las Hispanias englobaba siete provinciasmás pequeñas, dirigidas por un vicarius (delegado).Además de las tres anteriores, surgieron Gallaecia,con capital en Bracara Augusta, Cartaginense, cuyacapital era Cartago Nova, Baleárica, con capital enPalma, y Mauritania Tingitana, con Tingis, comocapital.

� Urbanización y obras públicas. La ciudad fue la uni-dad administrativa básica que establecieron losromanos y el instrumento principal de romanizaciónde los territorios conquistados. Para llevar a caboeste proceso, se utilizaron dos vías alternativas:

� Creación de nuevas ciudades. Estas fundaciones(colonias) seguían el modelo de la propia Roma, yse poblaban preferentemente con ciudadanosprocedentes de Roma o de Italia, y a veces, consoldados veteranos licenciados, es decir libres desus obligaciones militares. Los emperadores queimpulsaron la creación de nuevas ciudades enHispania fueron Octavio, Claudio, los Flavios (Ves-pasiano, Tito y Domiciano) y Adriano. EmeritaAugusta, por ejemplo, fue fundada por Octavio.

� Transformación de poblaciones ya existentes enciudades romanas, que pasaban a ser ciudadesfederadas o libres de impuestos y de ocupación mili-tar. Por lo general, habían colaborado con los roma-nos durante la ocupación, y por ello, recibían un tratoprivilegiado. Entre ellas se encontraban Malaca,Gades, Saguntum, Cartago Nova y Tarraco.

La ciudad hispanorromana presentaba un plano deplanta ortogonal con dos grandes ejes: cardo y decu-manus. Una muralla delimitaba la ciudad y servíacomo medio de defensa. La ciudad disponía de unforo o centro urbano, donde se encontraban la basí-lica (edificio en el que se impartía justicia), la curia(Administración municipal), el tabularium o archivodel municipio, los templos y las tabernae o tiendas.Albergaba monumentos conmemorativos, comoarcos de triunfo, que también delimitaban entradas yvías de acceso. Estaba dotada de infraestructuraspara las comunicaciones (puentes, calzadas, puertosy faros), sanitarias (red de cloacas) y también para elabastecimiento de agua (acueductos y cisternas). Enel extrarradio se encontraban la necrópolis o cemen-terio y los edificios para los espectáculos públicos:teatros, anfiteatros y circos.

� Estructuras económicas y sociales. Los romanos, al igualque otros pueblos procedentes del Mediterráneo,intensificaron la explotación de los recursos econó-micos de la Península, en particular las minas deplata, oro, plomo, hierro, cobre, estaño y mercurio(estas últimas en Almadén, Ciudad Real). Los meta-les eran decisivos para Roma, ya que con ellos seacuñaba la moneda. Además de minerales y meta-les, los romanos exportaron también los productosde la trilogía mediterránea (vino, aceite de oliva y

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trigo), los salazones y el garum (salsa de pescadomacerado con sal), y la cerámica local (sigillata hispa-nica). En las actividades económicas abundaba lamano de obra esclava.

Respecto a la sociedad hispana, estaba formada porunos siete millones de personas, hacia el siglo I, queposeían diferente situación jurídica:

� Los colonos romanos e itálicos. Minoría que gozabade plenos derechos políticos y de propiedad, yque llegó a influir en la vida política y cultural deRoma.

� Las élites indígenas. Imitaban a los romanoscopiando sus nombres, sus costumbres, su idiomay su estructura familiar patriarcal.

� Los indígenas libres. Se encontraban en la base dela sociedad, por encima de los libertos o esclavosliberados que dependían del antiguo dueño.

� Los esclavos. Situados en el último escalón de lasociedad.

� Legado cultural. El latín era la lengua utilizada en elderecho, la ciencia y la cultura. En el ámbito religioso,los romanos respetaron los cultos locales, siempreque no amenazaran la lealtad a Roma y al emperador,que llegó a ser venerado como un dios más. Para lasélites locales, la devoción por el emperador reforzabasu integración en el Estado romano. A partir del siglo Illegaron a Hispania los cultos mistéricos del Medite-rráneo oriental, asociados a ritos de purificación obautismo y a promesas de resurrección e inmortalidad(Cibeles, Isis, Mitra). Rivalizando con ellos y procedentetambién de Oriente, se introdujo el cristianismo enla Península. Sus seguidores, al negarse a adorar alemperador, se convirtieron en enemigos de Roma.Por ello sufrieron persecuciones; más tarde, la religióncristiana obtuvo el beneplácito del Estado romano,primero con Constantino I y después con Teodosio Iel Grande (379-395), que la convirtió en la religión ofi-cial y prohibió la práctica de otros cultos. Privilegiadajurídica y económicamente, la Iglesia católica cola-boró en la latinización de la sociedad hispánica.Como contrapartida, perdió su independencia y losemperadores intervinieron activamente en los conci-lios (asamblea que representa a toda la Iglesia; podíamodificar la doctrina y disciplina eclesiásticas).

� La vida intelectual y artística de al-Ándalus alcanzócotas muy altas con respecto a la Europa medieval y alresto del mundo islámico. Su ciencia, su literatura y suarte se inspiraron en modelos árabes de Oriente, a losque consideraban de máxima excelencia. Los intelectua-les se expresaban en árabe, pero su pensamiento reflejóinfluencias de la filosofía y cultura persa y grecorromana.A medida que se desarrolló, la cultura andalusí adquirióuna gran originalidad, sobre todo en el período de lastaifas (siglos XI-XIII). Existía, en esta etapa, un clima degran libertad intelectual, que se ha denominado la edadde oro de la cultura andalusí. Esta ejerció una gran

repercusión en los reinos cristianos peninsulares y enla Europa occidental cristiana, principalmente en losámbitos de la literatura (poesía y prosa: biografía, relatosde viajes…), la filología, las ciencias religiosas (teología)y jurídicas, la historia, la geografía, las ciencias naturales,la medicina y la filosofía.

El mayor erudito andalusí fue, quizá, el cordobés IbnHazm (siglo XI) que cultivó las ciencias religiosas, la his-toria y la poesía, y escribió una de las obras literariasmás conocidas de al-Ándalus, El collar de la paloma,que constituye un tratado sobre el amor. Un poeta líricodestacado fue el codobés Ibn Zaydun (siglo XI). Entre losfilósofos sobresalieron Ibn Bayya, más conocido comoAvempace, Ibn Rusd, denominado Averroes, y el judíoandalusí Musa (Moisés) Ibn Maymun, llamado Maimó-nides. Los tres contribuyeron a la difusión de las ideasde Aristóteles en el Occidente europeo del siglo XII. Elprimero se vio obligado a huir de al-Ándalus a causade la intolerancia religiosa de los almorávides; similarsuerte corrieron Averroes y Maimónides, en este casodebido a la intransigencia almohade.

� El dominio del islam sobre el territorio del reino visigo-do de Toledo no fue completo. En el norte peninsularhabía regiones apenas controladas por los musulmanesen las que aparecieron núcleos cristianos independien-tes, que con el tiempo, constituyeron grandes reinos.

El primer reino surgido en la Cordillera Cantábrica fueel de Asturias: entre los años 718 y 722, un jefe local,Pelayo, promovió una revuelta, que acabó con la derrotade los musulmanes en la batalla de Covadonga (722).

Al otro lado de los Pirineos se encontraba el reino delos francos; en la frontera entre al-Ándalus y este reino,surgieron varios estados pirenaicos: el reino de Pamplona,en el Pirineo occidental, que alcanzó su independenciahacia el año 905 con Sancho Garcés I; los condados deAragón, Sobrarbe y Ribagorza, que se formaron en el siglo IX, en los valles altos del Pirineo central; y en elPirineo oriental, varios condados (Barcelona, Gerona,Pallars, Rosellón, Cerdaña y Urgell, entre otros). El condede Barcelona, Wifredo I, logró imponer, desde el año 878,su hegemonía al resto de los condados del Pirineooriental, que fueron independizándose progresivamentedel reino franco.

Los núcleos cristianos fueron ganando terreno a al-Ándalus a lo largo de un proceso discontinuo que seaceleró debido a la desaparición del califato de Córdoba(segunda mitad del siglo XI), el fin del Imperio almorávi-de (mediados del siglo XII) y la desaparición del poderalmohade (primera mitad del siglo XIII).

� Inferioridad de los reinos cristianos. Entre el siglo VIII ymediados del XI (nacimiento y consolidación de losreinos cristianos peninsulares), se manifestó la hege-monía de al-Ándalus.

En Asturias, los sucesores del rey Alfonso II exten-dieron el reino hasta el valle del Duero, una zonafronteriza bastante despoblada; Navarra se extendió

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hasta el Ebro, se anexionó los condados del Pirineocentral, y durante el reinado de Sancho Garcés III elMayor, se apoderó del condado de Castilla. A sumuerte, en el año 1035, surgieron dos nuevos reinos:Castilla y Aragón.

� Avances sobre el valle del Tajo. Entre mediados delsiglo XI y mediados del siglo XII, se produjeron variascircunstancias que permitieron la expansión cristiana:los reinos de taifas pagaron abundantes parias (tribu-tos) a los cristianos y estos financiaron con ellas susconquistas. Los avances más importantes los protago-nizó un nuevo reino surgido de la unión de Castilla yLeón. Su rey Alfonso VI conquistó Toledo (1085) y con-troló el valle del Tajo. Se consolidó el dominio caste-llano de La Rioja y los territorios vascos. En la zonaoccidental de Castilla y León, el condado de Portugalse independizó y se constituyó en reino (a partir de1139).

� Avances sobre el valle del Ebro. Aragón (unido aNavarra desde el siglo XI), y su monarca Alfonso I el Batallador, conquistó Zaragoza (1118) y controló elvalle del Ebro. El reino de Navarra se separó y quedólimitado a un pequeño territorio. Entretanto, Aragónencontró un nuevo aliado en el condado de Barce-lona (compromiso matrimonial entre el conde RamónBerenguer y Petronila, heredera del reino de Aragón);el reino surgido de esta unión pasó a llamarse Coronade Aragón.

� La hegemonía de los reinos cristianos: del Guadalqui-vir al Mediterráneo. A partir de la derrota almohadefrente a una coalición cristiana en Navas de Tolosa, en1212, la superioridad cristiana fue nítida: se produjoun espectacular avance de Castilla, Portugal y Aragón.Los reinos de Castilla y León se unieron definitiva-mente con Fernando III en 1230, y ocuparon los vallesdel Guadiana y del Guadalquivir, conquistando Jaén ySevilla. Alfonso X, hijo de Fernando III, ocupó Cádiz,Huelva y Jerez. La expansión de la Corona de Aragónse debió a Jaime I el Conquistador, que se adueñó delas Islas Baleares y Valencia. Estos avances convirtie-ron a la Corona de Aragón en una potencia marítima.

� La crisis de los siglos XIV y XV o Baja Edad Media es perci-bida como una época de cambio económico, social, polí-tico y cultural.

� Crisis demográfica. Desde mediados del siglo XIV seprodujo en toda Europa un notable descenso demo-gráfico, y los reinos peninsulares no fueron unaexcepción. La crisis demográfica se debió a las ham-brunas reiteradas, provocadas por malas cosechas, alas epidemias (como la peste negra), relacionadas conel hambre, y propagadas por la ausencia de medidashigiénicas y sanitarias, a las guerras civiles y a la vio-lencia feudal que por lo general intensificaron la des-nutrición y las enfermedades.

� Crisis económica. La despoblación de las zonas rura-les del norte del Sistema Central y del Ebro, ocasionó

un descenso de la producción agraria que originóproblemas de abastecimiento de las ciudades, y portanto, hambre. A lo largo de los siglos XIV y XV setomaron una serie de medidas para transformar laeconomía: se abandonaron las tierras marginales ode menor rendimiento, con lo que aumentó la pro-ductividad; crecieron los pastos para la ganaderíatrashumante, especialmente en el interior de Castilla(dirigida por el Honrado Concejo de la Mesta) y enAragón, con lo que comenzó la exportación de lana;la agricultura se reorientó a cultivos de interésindustrial y comercial (lino, cáñamo, azafrán, frutossecos, cítricos, caña de azúcar), que se destinaron ala exportación (sobre todo en Cataluña y Valencia);se promovió la actividad pesquera, y la navegaciónen el Atlántico y el Mediterráneo; y se incrementó elcomercio a larga distancia, lo que provocó el progre-so del artesanado de las ciudades y la construcciónnaval.

� Crisis política. Los cambios acaecidos durante la BajaEdad Media tuvieron importantes repercusiones enlas instituciones políticas de los reinos. Aparecieronlas Cortes, que eran asambleas en las que estabanrepresentados los tres estamentos medievales. Sucelebración empezó a ser habitual en los siglos XIII

(en Castilla y Aragón) y XIV (en Navarra), aunque seconvocaron de forma irregular, generalmente cuan-do los monarcas querían solicitar una contribución(impuesto) especial. Los monarcas también aborda-ron la unificación de las leyes mediante la creaciónde una legislación inspirada en el derecho romanoque otorgase más prerrogativas a la Corona (Ordena-miento de Alcalá en Castilla, Fueros de Aragón, Furs(fueros) de Valencia, Fuero General de Navarra).

� La política exterior de los Reyes Católicos continuó conlos objetivos marcados por los Trastámara en sus res-pectivos reinos:

� La recuperación de los territorios perdidos por losTrastámara aragoneses y que Fernando reivindicabacomo parte del patrimonio familiar: Navarra (en laque había reinado su padre, Juan II, y ahora los con-des de Foix, de origen francés), Rosellón y Cerdaña(condados que Juan II había cedido al rey de Franciaa cambio de su apoyo en la guerra civil catalana) yNápoles (donde reinaban los Trastámara, pero cons-tantemente reivindicado por Francia). En cualquiercaso, la anexión de estos territorios implicaba algúntipo de enfrentamiento con Francia.

� La consolidación de la expansión mediterránea de laCorona de Aragón. Este objetivo conllevaba conflic-tos con los reinos musulmanes del norte de África,una zona que siempre había tenido un gran interéscomercial para Aragón y, tras la conquista de Grana-da, también para Castilla. Esta expansión incluía, asi-mismo, el reino de Nápoles.

� El avance de la expansión atlántica del reino de Castilla.Hacia el sur, esta aspiración tenía muchas limitaciones

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debido a los acuerdos firmados con Portugal. Conrespecto a las rutas atlánticas del norte, la ruptura dela alianza con Francia obligaba a cambiar de aliados:Inglaterra, el Sacro Imperio Romano Germánico (tam-bién llamado Imperio alemán, que comprendía granparte de Europa, incluyendo la actual Alemania, Suiza,Austria, el norte de Italia, los Países Bajos…) y losPaíses Bajos (Flandes), eran los candidatos a estable-cer nuevas alianzas.

Los Reyes Católicos utilizaron varios instrumentos parallevar a cabo su política exterior:

� Una diplomacia ágil.

� Un Ejército permanente y en aumento.

� Una política matrimonial para lograr las alianzasnecesarias.

Respecto a la política italiana, en esta época, Franciareactivó las guerras en Italia, que estaba formada poruna multitud de estados muy pequeños y débiles mili-tarmente, aunque por lo general, ricos, cultos y deextremada habilidad diplomática. Para ello, quiso ase-gurarse la neutralidad de sus enemigos potenciales.Con este fin, en 1493 devolvió el Rosellón y la Cerdaña(Tratado de Barcelona) a la Corona de Aragón. Más tarde,Francia acordó con Aragón el reparto del reino deNápoles (Tratado de Granada, 1500). La falta de enten-dimiento entre Francia y Aragón condujo a la guerraen 1502. Las tropas francesas, mucho más numerosas ymejor armadas, fueron derrotadas en las batallas deCeriñola y del río Garellano (1503). Como consecuencia,los Trastámara recuperaron Nápoles. Fernando siguióinterviniendo en Italia para mantener el equilibrio depoderes entre los estados que dominaban la zona:Francia y Venecia, al norte; el papado en el centro; yAragón, en el sur.

Los Reyes Católicos pusieron al frente de las guerras deItalia a Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán),que supo combinar las armas de fuego de los arcabuce-ros, con las picas largas de otros soldados, muchos deellos mercenarios alemanes, en formaciones cerradas,creando el embrión de los tercios.

En cuanto a la política norteafricana, entre 1497 y 1510,los castellanos realizaron diversas expediciones por estacosta. El objetivo era ocupar una serie de plazas fuertes(puertos y bases estratégicas) para garantizar la seguri-dad política y comercial del Mediterráneo occidentalfrente a la piratería berberisca o bereber y la expansióndel Imperio turco (otomano).

� La condición de extranjero de Carlos V produjo unafuerte oposición, que se convirtió en rebelión cuandotuvo que ausentarse del reino.

� La revuelta de las Comunidades, se inició en 1520 yfinalizó en 1522. Estuvo protagonizada por variasciudades del interior de Castilla (Toledo, Segovia,Salamanca, Zamora, Ávila, Cuenca y Madrid), que seautoproclamaron una comunidad, por lo que los

partidarios de la revuelta recibieron el nombre decomuneros. La rebelión tuvo un carácter político, ya quepretendía imponer varias condiciones al monarca:que prescindiera de los consejeros extranjeros y queacatara la voluntad del reino, es decir, de los procu-radores de las ciudades representadas en las Cortes.Entre las peticiones de los comuneros destacaban,además, la limitación del poder real, la reducción delos impuestos, la protección de la industria textil, ylas reformas municipales a favor de plebeyos y con-tra la nobleza. En la batalla de Villalar (1521), loscomuneros fueron derrotados, y sus tres líderes prin-cipales, Juan Bravo (de Segovia), Juan de Padilla (deToledo) y Francisco Maldonado (de Salamanca) ejecu-tados. Las ciudades de Toledo y Segovia sufrieron unadurísima represión.

� La revuelta de las Germanías, comenzó en 1519 yfinalizó en 1523. Las germanías eran hermandadesarmadas que fueron creadas, con autorización delmonarca por los gremios de las ciudades costerasdel reino de Valencia, en el siglo XVI, para protegersede los piratas berberiscos. La revuelta de las Germaníasse produjo en Valencia y Mallorca y tuvo un compo-nente social más marcado que la de las Comunidades(con la que no tuvo conexión alguna), pues se dirigiócontra los señores feudales y sus siervos mudéjares(muy numerosos en toda la región).

Como consecuencia de las revueltas, los señores feuda-les y las oligarquías (nobles y mercaderes) reforzaron supoder social y económico; se decretó la expulsión de losmudéjares de la Corona de Aragón (1526), aunque lamayoría se convirtió al cristianismo a la fuerza, pasandoa ser conocidos como moriscos; y la monarquía reforzósu poder frente a las ciudades y las Cortes (que en Castilla,se convirtieron en una institución sumisa), y tambiénfrente a los nobles, que, temerosos e impotentes antelas rebeliones, se apoyaron en el poder de la Corona yse convirtieron en aliados fieles del rey. Tanto Carlos V(como Felipe II después) pudieron abordar así unapolítica exterior muy ambiciosa y costosa, y obtenerrecursos humanos y económicos de Castilla sin encon-trar apenas oposición.

� En el siglo XVII se desarrollaron una serie de conflictosinternos que coincidieron con los reinados de los Austriasmenores, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Los tres reinados secaracterizaron por el gobierno de validos, favoritos oprivados, que suponía que los reyes no gobernaran per-sonalmente sus reinos, sino que se apoyaban en estaspersonas, que dirigían la política en su lugar.

El principal conflicto interno que tuvo lugar durante elreinado de Felipe III, fue la expulsión de los moriscos, en1609 (sobre todo en Valencia y Aragón) que unido a lacrisis económica (falta de mano de obra campesina, elaumento de los precios y a la enorme presión fiscal),empobreció al campesinado.

Durante el reinado de Felipe IV se vivieron varios conflic-tos, debidos, principalmente, a la ambiciosa política

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que desarrolló el conde duque de Olivares, valido delmonarca. El primero estuvo relacionado con la inten-ción de imponer, de forma autoritaria, una reforma fiscal,con el objetivo de incrementar los ingresos de la Coronapara financiar su costosa política exterior, y para ellonecesitaba conseguir que los reinos no castellanosaumentaran sus contribuciones. Presentó, así, su pro-yecto conocido como Unión de Armas (1625), quesuponía la creación de un ejército de 140 000 hombres,reclutado y mantenido por cada reino en función desus recursos demográficos y económicos. Este proyectochocó con la crisis económica y social, y la resistenciade los distintos reinos, que se apoyaban en sus fueros yprivilegios para oponerse, lo que provocó discusionesy presiones, hasta que finalmente el rey aceptó reducirla aportación y que esta fuera en metálico, no en solda-dos. La implantación del nuevo impuesto sobre la sal(1631), fue otro proyecto de reforma del conde duquede Olivares, que se intentó aplicar a todos los súbditosen Castilla, pero suscitó la oposición del clero (que veíapeligrar su exención fiscal), de la nobleza (que consi-deraba que ya proporcionaba suficiente apoyo a laCorona reclutando soldados) y de los territorios quetradicionalmente disfrutaban de exenciones fiscales,como el señorío de Vizcaya. En este último lugar, la salera indispensable, pues muchos de sus habitantes sededicaban a la salazón de pescado. Por ello, el nuevoimpuesto se consideró un atentado contra los fuerosvizcaínos y se produjo una rebelión popular (1631-1632) frente a las oligarquías de las ciudades y losrecaudadores de impuestos. Finalmente, el impuestotuvo que abolirse a cambio de un subsidio en metálicoque debían pagar las ciudades.

En Cataluña se desarrolló otro conflicto interior. Elcomienzo de la guerra con Francia en 1635 fue su deto-nante. La frontera pirenaica peligraba frente a enemi-gos exteriores y Olivares pensó que podía ser una bue-na excusa para obligar a Cataluña a contribuir a laguerra con tropas y dinero. Además, penetraron en elterritorio catalán los soldados de los tercios reales, habi-tualmente muy indisciplinados. Las protestas contraellos se multiplicaron desde la Generalitat y el Consell(gobierno municipal) de Barcelona. En mayo de 1640estalló una rebelión de campesinos, que atacaron a lostercios concentrados en las comarcas de Gerona; unmes después se les unieron los segadors («segadores»),que se habían congregado en Barcelona con motivo dela procesión del Corpus Christi (7 de junio) y se apode-raron de la ciudad en los sucesos conocidos como Cor-pus de Sangre. Los representantes del rey, incluido elconde de Santa Coloma, virrey de Cataluña, así comoparte de la oligarquía y de la aristocracia de la ciudad,fueron pasados a cuchillo. Esta rebelión de contenidosocial conducía inevitablemente a la guerra civil, por loque los representantes de la Generalitat, (pertenecien-tes a la baja nobleza, la burguesía y las oligarquías urba-nas), temerosos de las represalias del rey y de la radica-lización social de las masas populares, decidieron

ofrecer el condado de Barcelona a Luis XIII de Francia;este nombró un virrey francés y, con sus tropas, ocupóCataluña, que pasó a ser un escenario más de susenfrentamientos con los Habsburgo. Finalmente, trasdoce años de guerra, el ejército del rey Felipe IV logróentrar en Barcelona (1652), poniendo fin a la secesión.El ejemplo de Cataluña debilitó la autoridad de laCorona y alentó a Portugal a rebelarse. Además, losholandeses amenazaban las colonias portuguesas enAsia, África y Brasil. Portugal no se sentía protegida porEspaña; esta, a su vez, alegaba que era difícil defenderlas posesiones lusas sin su contribución económica ymilitar. En 1640 se reclutaron soldados portuguesespara sofocar la rebelión catalana y se intentó movilizara la nobleza lusa liderada por el duque de Braganza. Losnobles no solo se negaron a colaborar, sino que, a suvez, se sublevaron (diciembre de 1640) y proclamaronrey al duque de Braganza con el nombre de Juan IV. Laguerra (conocida en Portugal como Guerra de Restau-ración) se prolongó hasta 1668, año en el que la Coronaespañola reconoció la independencia del reino portu-gués. Olivares, agobiado por la necesidad, exigió a losnobles de los diferentes reinos que contribuyeran a lascampañas militares aportando dinero y tropas; la mayo-ría de ellos respondió abandonando la corte. Comoconsecuencia, el duque de Medina Sidonia, primo deOlivares y cuñado del rey de Portugal, se sublevó enAndalucía (1641) con la intención de hacer de la regiónandaluza un reino independiente.

En 1643, Felipe IV se vio obligado a destituir al condeduque de Olivares. Sus proyectos de reforma habían fra-casado: el absolutismo político, la presión fiscal y losproyectos centralizadores, combinados con una guerrainacabable, provocaron la crisis de la monarquía y el fra-caso personal del valido. Tras la destitución de Olivares,las sublevaciones no acabaron: en 1643 se produjeronalborotos y tumultos en la Corona de Aragón y en Valen-cia; no obstante, el miedo de la nobleza al desorden y ala guerra garantizó la fidelidad de estos dos reinos, queaportaron al monarca grandes contribuciones económi-cas. Entre 1647 y 1652 también se produjeron disturbiosen distintos puntos de Andalucía (Granada, Córdoba,Sevilla), al grito de «viva el rey y abajo el mal gobierno»;la protesta se dirigía contra las oligarquías y nobles loca-les, los impuestos y la subida del precio del pan. Estasrevueltas, sin embargo, carecían de dirigentes y progra-mas políticos y finalizaban cuando las autoridadesmunicipales hacían concesiones (que luego revocaban)a la población.

Pese a todas estas revueltas, la monarquía de los Aus-trias sobrevivió; durante el reinado del último de losAustrias, Carlos II, resurgieron los disturbios sociales. EnCataluña se produjeron nuevas revueltas campesinas,como la de los barretines (1688-1689), contra el acuarte-lamiento de tropas y las contribuciones militares. EnValencia estalló la Segunda Germanía (1693), unarevuelta contra los señores y las gravosas rentas quehabían impuesto a los campesinos tras la expulsión de

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los moriscos. En 1699 hubo disturbios en Valladolid yMadrid, debido a la falta de pan. El de Madrid, conocidocomo motín de los Gatos (abril de 1699) fue más grave(al residir allí la corte) y provocó la dimisión del condede Oropesa, valido de Carlos II.

El despotismo ilustrado fue una política absolutistaencaminada a producir riqueza en el reino para mejorarel bienestar de los súbditos y, sobre todo, para aumentar elpoder y los recursos del monarca. El reinado de Carlos III(1759-1788) fue decisivo para el desarrollo de las políti-cas reformistas pues supuso la instauración en Españadel despotismo ilustrado. Este sistema estaba dirigidopor equipos de reformistas que se inspiraba en pensa-dores de la época, sobre todo británicos y franceses; eraracional y antitradicionalista, es decir, ilustrado, por unlado, e inmovilista y antidemocrático, por otro, ya que nopretendía cambiar la estructura jerárquica de la socie-dad ni alterar el sistema político absolutista. El despotis-mo ilustrado presentaba, por tanto, serias limitaciones:falta de decisión para aplicar las reformas, retrocesosante las resistencias suscitadas por estas reformas, exce-so de leyes y decretos sin aplicación práctica, y medidasque lograban efectos opuestos a los pretendidos. Pero lamayor limitación fue presupuestaria, pues los cambiosse abordaron en un período de continuas guerras(que generaron enormes gastos) con el Reino Unido.La falta de recursos afectó a muchos de estos proyec-tos y endeudó a la Hacienda estatal hipotecandoincluso reinados posteriores. Para llevar a cabo su polí-tica, el monarca se rodeó de un equipo de secretarios,que en esta época comenzaron a llamarse ministros(el italiano Esquilache y los españoles Pedro Rodrí-guez, Campomanes y José Moñino, conde de Florida-blanca).

Durante los primeros años del reinado de Carlos III, lapolítica de reformas fue impulsada por un Gobiernodirigido por extranjeros; circunstancia que suscitaba laoposición de los privilegiados y también las protestasdel pueblo, que percibía las reformas como medidas deimportación que alteraban costumbres tradicionales de lasociedad española.

Durante este reinado, se abordaron reformas económi-cas y sociales que apenas habían sido afrontadas por losgobiernos anteriores. El impulso de la agricultura fueprioritario, ya que desde ella se pretendía potenciar todala economía del país. Por este motivo, se debatió lanecesidad de emprender una reforma agraria cuyoobjetivo era triple:

� Aumentar la producción agraria y lograr un mercadolibre de trabas institucionales (precios establecidospor el Gobierno, peajes…) que incrementaran losbeneficios de los agricultores.

� Fomentar la estabilidad social, creando un sector depropietarios rurales que trabajaran para aumentarsus ganancias. Este sector enriquecido daría, además,su apoyo al Gobierno.

� Elevar los ingresos del Estado procedentes de la agri-cultura, estableciendo una contribución sobre larenta agraria, es decir, un impuesto sobre las comprasy las ventas realizadas. Además, al existir más propie-tarios agrícolas, se incrementarían los contribuyentes.

Para conseguir estos objetivos, se propusieron lassiguientes medidas (aunque no se llevaron todas a lapráctica):

� La modificación de la estructura de la propiedad. Estamedida finalmente no se abordó.

� El libre comercio de cereales. Provocó fuertes subidasde precios.

� La limitación de los intereses ganaderos de la Mesta.Al incrementarse el precio del cereal, los propietariosprefirieron invertir en cultivos y no en ganado.

� La colonización de nuevas tierras. Se produjo en lasllamadas nuevas poblaciones de Sierra Morena y elvalle del Guadalquivir.

� La construcción de obras públicas. Se prosiguió laconstrucción del Canal de Castilla y se inició la delCanal Imperial de Aragón. Además, se diseñó un planradial de carreteras procedentes de Madrid.

� La financiación de la deuda pública. Para solucionar lasdeudas generadas por las guerras se creó el BancoNacional de San Carlos (1782), destinado a financiar ladeuda del Estado gestionando los llamados vales rea-les: títulos de deuda pública por los que se pagaba uninterés a quien los adquiría y que podían emplearsecomo papel moneda. Con el tiempo, circularon tantosvales reales que se depreciaron, pero aún así se siguie-ron emitiendo. Los impuestos apenas se modificaron.

TemaEl régimen de la Restauración se vio muy afectado por la lla-mada cuestión cubana, que incluía los siguientes problemas:

� Los brotes de conflictividad. Provocados por los inde-pendentistas cubanos, se reprodujeron ocasionalmente(Guerra Chiquita de 1879, insurrecciones de 1883 y1885). Estos conflictos y su represión, unidos a una largaguerra (1868-1878), alimentaron el nacionalismo popu-lar en Cuba, al que se sumaron tanto los esclavos comolos criollos ricos.

� La negación de la autonomía. Los burócratas, comer-ciantes y azucareros españoles residentes en la isla seopusieron a cualquier tipo de autonomía. Además, elcomercio con Cuba, prácticamente un mercado enrégimen de monopolio, proporcionaba a la Penínsulaun saldo positivo. La abolición de la esclavitud en la islafue tardía (1880-1886); el proyecto de autonomía no sellevó a cabo y se intentó convertir la isla en una provin-cia de España enviando a unos 700 000 emigrantes,sobre todo gallegos (1868-1894).

� La relación con Estados Unidos. Cuba obtenía gran partede sus ingresos de este país, al que exportaba más del90 % de la producción de azúcar y tabaco. La presión

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diplomática estadounidense sobre la isla se incrementó;en 1892 Estados Unidos obtuvo un arancel favorablepara sus productos; después financió a los independen-tistas con la intención de ejercer de árbitro cuando sur-giera un conflicto entre Cuba y la metrópoli.

La guerra estalló en febrero de 1895 con el Grito de Baire,nombre con el que se conoció el levantamiento que tuvolugar en la zona oriental de la isla. A continuación se procla-mó el Manifiesto de Montecristi (República Dominicana),redactado por José Martí y Máximo Gómez (líderes civil ymilitar, respectivamente). A la muerte de Martí, al poco deiniciarse la guerra, Gómez y Antonio Maceo, un mulato muypopular, asumieron la dirección militar de los rebeldes. Aesta revuelta se unió la de Filipinas en 1896, encabezadapor Emilio Aguinaldo. El general Polavieja, al mando de lastropas españolas, actuó con extrema dureza y ejecutó alprincipal intelectual independentista del archipiélago, JoséRizal. La rebelión fue sofocada en 1897.

En estas circunstancias, en febrero de 1898 tuvo lugar unincidente: la voladura del Maine, un acorazado estadouni-dense que se encontraba en el puerto de La Habana, en elque murieron más de 250 marinos norteamericanos. Aunqueprobablemente estalló a causa de algún accidente, la pren-sa y el Gobierno de Estados Unidos culparon a España y seofrecieron a comprar la isla; los políticos de la Restauraciónprefirieron una derrota honrosa antes que una paz compra-da. Por su parte la opinión pública y la prensa españolas semostraron, en general, muy belicistas y nacionalistas. Esta-dos Unidos declaró la guerra a España en abril de 1898. Elconflicto se decidió en el mar: las escuadras estadouni-denses derrotaron a las españolas en Cavite (frente aManila), y después frente a Santiago de Cuba (mayo-juliode 1898). El 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado deParís, por el cual España reconocía la independencia de Cubay cedía a Estados Unidos Puerto Rico, la isla de Guam, enlas Marianas, y las Filipinas.

En 1899, España vendía al Imperio alemán los restos de suimperio insular en el Pacífico, las islas Carolinas, las Marianas(excepto Guam) y Palaos.

La pérdida de las últimas colonias fue conocida en Españacomo el desastre del 98, que tuvo importantes repercusio-nes, entre las que destacan las siguientes:

� El resentimiento de los militares hacia los políticos, cau-sado por la derrota y el sentimiento de haber sido utili-zados.

� El crecimiento de un antimilitarismo popular, pues elreclutamiento para la Guerra de Cuba afectó a los queno tenían recursos, ya que la incorporación a filas podíaevitarse pagando una cantidad. Esto, unido a la repatria-ción de los soldados heridos y mutilados, incrementó elrechazo de las clases populares al Ejército. El movimientoobrero hizo campaña contra este reclutamiento injusto, loque provocó la animadversión de los militares hacia elpueblo y las organizaciones obreras.

� La aparición del regeneracionismo, un importante movi-miento intelectual y crítico que rechazaba el sistema de

la Restauración al considerarlo una lacra para el progre-so de España o, en el caso de los regeneracionistas másextremos, un símbolo de la decadencia moral del país.La oposición política no rentabilizó la derrota.

Comentario de texto� Se trata de una fuente primaria, de carácter histórico-

político, perteneciente al discurso que pronunció ManuelAzaña, presidente de la República, en el ayuntamiento deValencia el 21 de enero de 1937, seis meses después dehaberse iniciado la sublevación militar que dio comienzoa la Guerra Civil española (1936-1939). Los destinatariosde este discurso son todos los españoles, y entre elloscabe destacar algunos presentes, como el presidentedel Gobierno, Francisco Largo Caballero, y sus ministros,así como los embajadores de URSS y México, los encarga-dos de los negocios de Inglaterra y Francia, el presidentede las Cortes, el del Tribunal Supremo y el del Tribunal deGarantías, numerosos diputados, algunos intelectuales,hombres de ciencia, artistas y autoridades locales y pro-vinciales. El discurso pretende ser una llamada interna-cional, puesto que, según Azaña, aunque el problemaplanteado era de orden interior, se había convertido enuno internacional desde el mismo momento en que seprodujo la rebelión militar.

� La idea principal de este fragmento, es evidenciar el ata-que que ha sufrido el Gobierno de la República, que,según Azaña, no ha agredido a nadie, y justificar tam-bién, ante el mundo y ante los españoles de ambos ban-dos, la obligación de la República de defenderse y dehacer la guerra. Azaña insiste en que el Gobierno de laRepública hubiera preferido que el problema planteadohubiese sido resuelto como un grave incidente públicode orden interior, en lugar de convertirse en un proble-ma internacional.

� a) Fueron varias las causas que condujeron al estallidode la Guerra Civil:

� La inestabilidad del Gobierno del Frente Popular,alianza de partidos de izquierda, que venció laselecciones de febrero de 1936.

� Los enfrentamientos continuos entre la derecha yla izquierda.

� El incremento del terrorismo. Se desarrollaron unaserie de atentados protagonizados por pistolerosfalangistas, con la intención de desestabilizar elrégimen y de crear un clima de alarma social:asesinatos abortados como los de Jiménez deAsúa y Largo Caballero, y consumados, como losde Manuel Pedregal, Carlos Faraudo o el alférezAntonio de los Reyes, entre otros. Primo de Riverafue encarcelado, y su partido, prohibido. Por su par-te, muchos militantes de izquierda, encuadradosen milicias armadas, se tomaron la justicia por sumano y respondieron a los atentados con represa-lias. En este contexto, el 12 de julio se produjo elasesinato de José Castillo, socialista y teniente de la

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Guardia de Asalto. Al día siguiente, sus compañerospolicías acudieron al domicilio de Calvo Sotelo,que era entonces el parlamentario más famoso dela extrema derecha, y le asesinaron.

� El Gobierno de la Segunda República no tomó lasmedidas adecuadas para prevenir el alzamientomilitar. Confió demasiado en sus fuerzas y no seatrevió a armar a las organizaciones obreras hastaque ya fue demasiado tarde.

Así, al triunfar en una parte del país, pero fracasaren la mayoría de las grandes ciudades y zonasindustriales, la sublevación militar iniciada el 17 dejulio en Marruecos se convirtió en una Guerra Civilque asoló España durante tres años.

b) La guerra obligó a las grandes potencias a adoptarposiciones individuales, pero también una posturaconjunta que se conoció como no intervención. Aello hay que añadir el debate ideológico que afectótanto a la opinión pública como a los intelectualesde todo el mundo.

� Apoyo a los sublevados. La posición particular delas potencias fue un aspecto totalmente decisivoen el devenir de la Guerra Civil debido a la inter-vención de la Italia fascista y de la Alemania nazi afavor del ejército rebelde, primero, y del nuevoEstado franquista, después. Ambos países recono-cieron inmediatamente al Gobierno de Franco yrealizaron iniciativas diplomáticas a su favor. Losmotivos de Italia y Alemania para prestar apoyo alos sublevados fueron de tipo político y estratégico:

� El conflicto español les servía para realizar unapuesta a punto de sus ejércitos de cara a la gue-rra mundial que se avecinaba y para la que seestaban preparando concienzudamente.

� Los alemanes e italianos simpatizaban ideológica-mente con los sublevados. La victoria de Francorepresentaba el triunfo del fascismo y proporcio-naba prestigio a todos los regímenes autoritarios.

� El apoyo a los sublevados permitía ejercerinfluencia sobre un nuevo aliado, lo cual podíaser útil para la política internacional en el futuro.

� La mayor parte de las ayudas italogermanas fue-ron a crédito y se convirtieron en semigratuitas.Durante la Segunda Guerra Mundial, Españaaportó a Alemania los materiales de interésestratégico que necesitaba. Alemanes e italianosrecibieron, por tanto, limitadas contraprestacio-nes económicas por su apoyo a Franco.

Las ayudas de Italia y Alemania se desarrollaron entres ámbitos:

� Unidades militares. La Corpo di Truppe Volontarie(CTV) italiana llegó a sumar 40 000 hombres. LaLegión Cóndor alemana (unos 6 000) combinabaaviación, artillería antiaérea y técnicos de primeraclase.

� Cobertura naval y aérea. Tuvo lugar durante todo elconflicto y fue decisiva para el paso del estrechode Gibraltar por parte de las tropas de África. A lolargo de la guerra, la superioridad aérea de lossublevados fue creciendo.

� Material bélico. El procedente de Alemania era deprimera categoría y muy innovador. Proporcionó alos sublevados abundante artillería y reservas demuniciones.

Aparte del apoyo italogermano, los sublevadoscontaron también con el de Portugal, gobernadopor Antonio de Oliveira Salazar. Este país envió unadivisión de apoyo (los Viriatos) pero su colabora-ción más importante fue el control de la frontera,que abrió a los rebeldes y cerró a los republicanos.Franco contó también con el apoyo de los fascistasirlandeses, que organizaron la Legión de San Patri-cio. El respaldo diplomático más importante paralos sublevados lo proporcionó, sin duda, el papado,que alentó a los católicos de todo el mundo a apo-yar lo que la Iglesia española calificó de cruzada.Esta actitud tuvo una enorme repercusión en laopinión pública internacional. El Estado vaticanoreconoció al régimen franquista en el verano de1937.

� Apoyo a los republicanos. El Gobierno republicanoespañol solo tuvo el apoyo de la Unión Soviética (apartir de septiembre de 1936 y tras muchas reti-cencias) y con una escasa ayuda de México, presidi-do por Lázaro Cárdenas. Este último proporcionómuniciones y acogió a exiliados republicanos al tér-mino de la guerra. El apoyo soviético se debió auna política de acercamiento a las democraciaspara hacer frente a la amenaza del nazismo.

El respaldo soviético se desarrolló en dos facetas:

� Entrega de armamento. Se hizo de forma clan-destina y lenta, y la Segunda República hubo depagar al contado con el oro del Banco de Espa-ña. Este armamento era más anticuado (espe-cialmente el de aviación) que el que recibíaFranco de sus aliados, con excepción de loscarros de combate. Estos vehículos, sin embargo,no se emplearon con mucha frecuencia, ya quese encontraban todavía en fase experimental.

� Reclutamiento de voluntarios. El Gobierno sovié-tico ordenó a la Internacional Comunista queorganizara el reclutamiento de las Brigadas Inter-nacionales e impulsó movimientos de solidari-dad antifascista en los países occidentales.Fomentó, asimismo, la presencia diplomáticacon la llegada a España del primer embajadorsoviético de la historia de nuestro país.

� Iniciativas de las democracias. Fueron tan decisivaspara el desenlace de la guerra como las de los fas-cismos. Los gobiernos conservadores de Gran Bre-taña se abstuvieron de apoyar al Gobierno de la

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Segunda República y mantuvieron una discretaoposición al triunfo de esta causa. Los políticosbritánicos temían las repercusiones del éxito deuna posible revolución social en España y promo-vieron una política de apaciguamiento hacia losfascismos.

En Francia se permitieron e, incluso, se alentarontodo tipo de adhesiones colectivas y actos deapoyo al Gobierno republicano español, aunqueno hubo ningún pronunciamiento oficial. ElGobierno francés cerró las fronteras para evitar laentrada de armas en España. Las razones de Esta-dos Unidos para mantenerse neutral fueron noalentar el «comunismo europeo», lo que no impi-dió el acceso del ejército de Franco a la gasolinaestadounidense.

� Acuerdo de no injerencia diplomática y militar enlos asuntos españoles por parte de todas laspotencias, que prohibieron las exportaciones dearmamento a España. Esta política de no interven-ción sirvió para impedir al Gobierno legítimo de laSegunda República que se aprovisionara libremen-te de armas en el extranjero para defenderse deuna rebelión (tuvo que hacerlo de forma clandesti-na y con enormes dificultades, lo cual ahondó ladiferencia de equipamiento entre ambos ejércitos).Para que el acuerdo de no intervención fuera efec-tivo, se encargó a un comité (creado en Londres,

por iniciativa francesa, en septiembre de 1936)que velara por su cumplimiento. Esta política,defendida principalmente por el Gobierno británi-co, tuvo éxito hasta cierto punto, ya que aisló elconflicto español. Sin embargo, fracasó en lo fun-damental, pues reforzó el fascismo y no impidió,sino que alentó, un conflicto internacional: laSegunda Guerra Mundial.

� La opinión pública y los intelectuales. La causarepublicana atrajo de manera espectacular las sim-patías de toda la izquierda mundial y de la mayoríade los intelectuales. En Gran Bretaña y Francia, sinembargo, ni unos ni otros lograron acabar con lapolítica de no intervención. En los países con regí-menes fascistas no existía una opinión públicafavorable a los republicanos españoles ni a losintelectuales libres, aunque sí hubo voluntariosantifascistas que lucharon al lado del Gobierno dela Segunda República, como los numerosos italia-nos de la Brigada Garibaldi. La opinión de la dere-cha en los países democráticos fue más variada,pues, aunque parte de los católicos se inclinabanhacia Franco, muchos de ellos tenían sentimientosantialemanes, especialmente en Francia. En Europay América, la mayoría de los intelectuales indepen-dientes tomaron partido por la República, tanto enel ámbito del arte y la literatura como en el del ciney la ciencia.

Cuestiones� La romanización es el proceso histórico mediante el cual

la población indígena de Hispania asimiló los modos devida romanos en diversas facetas: administración pro-vincial, urbanización y obras públicas, estructuras eco-nómicas y sociales y legado cultural.

� Administración provincial. En los inicios, el término deprovincia era utilizado por los romanos para definir elámbito de competencias de un magistrado. Más ade-lante, cuando las tropas militares comenzaron atomar posesiones permanentes en diferentes áreas,se decidió designar a cada una de las demarcacionesterritoriales con la denominación de provincia, comoes el caso de la provincia de Hispania. En la evoluciónde la Administración romana de la Península y Balea-res se distinguen tres etapas:

� La República (197 a. C.–siglo I a. C.). En esta épocapredominó la administración militar. Las dos grandesprovincias en las que estaba dividida la Hispaniaromana eran:

- La Hispania Citerior, al nordeste, con capital enTarraco.

- La Hispania Ulterior, al sur, con capital en Corduba.

Al frente de cada provincia, había un pretor. Lastierras del noroeste peninsular quedaban fuera delos dominios peninsulares romanos.

� El Alto Imperio (siglos I a. C.–III). Toda la Península,incluidas las Islas Baleares, pasó a formar parte delImperio romano. Estaba dividida en tres provincias:la antigua Hispania Citerior pasó a ser la provinciaTarraconense a la que se le adhirieron todos losterritorios del norte y del noroeste de la Penínsulaasí como las actuales Islas Baleares. Su capital eraTarraco. La antigua Hispania Ulterior se dividió endos: la provincia de Lusitania y la Bética, con capitalen Emerita Augusta y Corduba, respectivamente.La provincia Betica, considerada más romanizada ypacífica, no tenía tanta presencia militar como lasotras dos provincias hispanas.

� El Bajo Imperio (siglos III–V). En esta etapa la dióce-sis de las Hispanias englobaba siete provinciasmás pequeñas, dirigidas por un vicarius (delegado).Además de las tres anteriores, surgieron Gallaecia,con capital en Bracara Augusta, Cartaginense, cuyacapital era Cartago Nova, Baleárica, con capital enPalma, y Mauritania Tingitana, con Tingis, comocapital.

Opción B

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� Urbanización y obras públicas. La ciudad fue la uni-dad administrativa básica que establecieron losromanos y el instrumento principal de romanizaciónde los territorios conquistados. Para llevar a caboeste proceso, se utilizaron dos vías alternativas:

� Creación de nuevas ciudades. Estas fundaciones(colonias) seguían el modelo de la propia Roma, yse poblaban preferentemente con ciudadanosprocedentes de Roma o de Italia, y a veces, consoldados veteranos licenciados, es decir libres desus obligaciones militares. Los emperadores queimpulsaron la creación de nuevas ciudades enHispania fueron Octavio, Claudio, los Flavios (Ves-pasiano, Tito y Domiciano) y Adriano. EmeritaAugusta, por ejemplo, fue fundada por Octavio.

� Transformación de poblaciones ya existentes enciudades romanas, que pasaban a ser ciudadesfederadas o libres de impuestos y de ocupaciónmilitar. Por lo general, habían colaborado con losromanos durante la ocupación, y por ello, recibían untrato privilegiado. Entre ellas se encontraban Malaca,Gades, Saguntum, Cartago Nova y Tarraco.

La ciudad hispanorromana presentaba un plano deplanta ortogonal con dos grandes ejes: cardo y decu-manus. Una muralla delimitaba la ciudad y servíacomo medio de defensa. La ciudad disponía de unforo o centro urbano, donde se encontraban la basí-lica (edificio en el que se impartía justicia), la curia(Administración municipal), el tabularium o archivodel municipio, los templos y las tabernae o tiendas.Albergaba monumentos conmemorativos, comoarcos de triunfo, que también delimitaban entradas yvías de acceso. Estaba dotada de infraestructuraspara las comunicaciones (puentes, calzadas, puertosy faros), sanitarias (red de cloacas) y también para elabastecimiento de agua (acueductos y cisternas). Enel extrarradio se encontraban la necrópolis o cemen-terio y los edificios para los espectáculos públicos:teatros, anfiteatros y circos.

� Estructuras económicas y sociales. Los romanos, al igualque otros pueblos procedentes del Mediterráneo,intensificaron la explotación de los recursos econó-micos de la Península, en particular las minas deplata, oro, plomo, hierro, cobre, estaño y mercurio(estas últimas en Almadén, Ciudad Real). Los meta-les eran decisivos para Roma, ya que con ellos seacuñaba la moneda. Además de minerales y meta-les, los romanos exportaron también los productosde la trilogía mediterránea (vino, aceite de oliva ytrigo), los salazones y el garum (salsa de pescadomacerado con sal), y la cerámica local (sigillata hispa-nica). En las actividades económicas abundaba lamano de obra esclava.

Respecto a la sociedad hispana, estaba formada porunos siete millones de personas, hacia el siglo I, queposeían diferente situación jurídica:

� Los colonos romanos e itálicos. Minoría que gozabade plenos derechos políticos y de propiedad, y quellegó a influir en la vida política y cultural de Roma.

� Las élites indígenas. Imitaban a los romanoscopiando sus nombres, sus costumbres, su idiomay su estructura familiar patriarcal.

� Los indígenas libres. Se encontraban en la base dela sociedad, por encima de los libertos o esclavosliberados que dependían del antiguo dueño.

� Los esclavos. Situados en el último escalón de lasociedad.

� Legado cultural. El latín era la lengua utilizada en elderecho, la ciencia y la cultura. En el ámbito religioso,los romanos respetaron los cultos locales, siempreque no amenazaran la lealtad a Roma y al emperador,que llegó a ser venerado como un dios más. Para lasélites locales, la devoción por el emperador reforzabasu integración en el Estado romano. A partir del siglo Illegaron a Hispania los cultos mistéricos del Medite-rráneo oriental, asociados a ritos de purificación obautismo y a promesas de resurrección e inmortalidad(Cibeles, Isis, Mitra). Rivalizando con ellos y procedentetambién de Oriente, se introdujo el cristianismo enla Península. Sus seguidores, al negarse a adorar alemperador, se convirtieron en enemigos de Roma.Por ello sufrieron persecuciones; más tarde, la religióncristiana obtuvo el beneplácito del Estado romano,primero con Constantino I y después con Teodosio Iel Grande (379-395), que la convirtió en la religión ofi-cial y prohibió la práctica de otros cultos. Privilegiadajurídica y económicamente, la Iglesia católica cola-boró en la latinización de la sociedad hispánica.Como contrapartida, perdió su independencia y losemperadores intervinieron activamente en los conci-lios (asamblea que representa a toda la Iglesia; podíamodificar la doctrina y disciplina eclesiásticas).

� La vida intelectual y artística de al-Ándalus alcanzócotas muy altas con respecto a la Europa medieval y alresto del mundo islámico. Su ciencia, su literatura y suarte se inspiraron en modelos árabes de Oriente, a losque consideraban de máxima excelencia. Los intelectua-les se expresaban en árabe, pero su pensamiento reflejóinfluencias de la filosofía y cultura persa y grecorromana.A medida que se desarrolló, la cultura andalusí adquirióuna gran originalidad, sobre todo en el período de lastaifas (siglos XI-XIII). Existía, en esta etapa, un clima degran libertad intelectual, que se ha denominado la edadde oro de la cultura andalusí. Esta ejerció una granrepercusión en los reinos cristianos peninsulares y enla Europa occidental cristiana, principalmente en losámbitos de la literatura (poesía y prosa: biografía, relatosde viajes…), la filología, las ciencias religiosas (teología)y jurídicas, la historia, la geografía, las ciencias naturales,la medicina y la filosofía.

El mayor erudito andalusí fue, quizá, el cordobés IbnHazm (siglo XI) que cultivó las ciencias religiosas, la his-

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toria y la poesía, y escribió una de las obras literariasmás conocidas de al-Ándalus, El collar de la paloma,que constituye un tratado sobre el amor. Un poeta líricodestacado fue el codobés Ibn Zaydun (siglo XI). Entre losfilósofos sobresalieron Ibn Bayya, más conocido comoAvempace, Ibn Rusd, denominado Averroes, y el judíoandalusí Musa (Moisés) Ibn Maymun, llamado Maimó-nides. Los tres contribuyeron a la difusión de las ideasde Aristóteles en el Occidente europeo del siglo XII. Elprimero se vio obligado a huir de al-Ándalus a causade la intolerancia religiosa de los almorávides; similarsuerte corrieron Averroes y Maimónides, en este casodebido a la intransigencia almohade.

� El dominio del islam sobre el territorio del reino visigo-do de Toledo no fue completo. En el norte peninsularhabía regiones apenas controladas por los musulmanesen las que aparecieron núcleos cristianos independien-tes, que con el tiempo, constituyeron grandes reinos.

El primer reino surgido en la Cordillera Cantábrica fueel de Asturias: entre los años 718 y 722, un jefe local,Pelayo, promovió una revuelta, que acabó con la derrotade los musulmanes en la batalla de Covadonga (722).

Al otro lado de los Pirineos se encontraba el reino delos francos; en la frontera entre al-Ándalus y este reino,surgieron varios estados pirenaicos: el reino de Pamplona,en el Pirineo occidental, que alcanzó su independenciahacia el año 905 con Sancho Garcés I; los condados deAragón, Sobrarbe y Ribagorza, que se formaron en el siglo IX, en los valles altos del Pirineo central; y en elPirineo oriental, varios condados (Barcelona, Gerona,Pallars, Rosellón, Cerdaña y Urgell, entre otros). El condede Barcelona, Wifredo I, logró imponer, desde el año 878,su hegemonía al resto de los condados del Pirineooriental, que fueron independizándose progresivamentedel reino franco.

Los núcleos cristianos fueron ganando terreno a al-Ándalus a lo largo de un proceso discontinuo que seaceleró debido a la desaparición del califato de Córdoba(segunda mitad del siglo XI), el fin del Imperio almorávi-de (mediados del siglo XII) y la desaparición del poderalmohade (primera mitad del siglo XIII).

� Inferioridad de los reinos cristianos. Entre el siglo VIII ymediados del XI (nacimiento y consolidación de losreinos cristianos peninsulares), se manifestó la hege-monía de al-Ándalus.

En Asturias, los sucesores del rey Alfonso II exten-dieron el reino hasta el valle del Duero, una zonafronteriza bastante despoblada; Navarra se extendióhasta el Ebro, se anexionó los condados del Pirineocentral, y durante el reinado de Sancho Garcés III elMayor, se apoderó del condado de Castilla. A sumuerte, en el año 1035, surgieron dos nuevos reinos:Castilla y Aragón.

� Avances sobre el valle del Tajo. Entre mediados delsiglo XI y mediados del siglo XII, se produjeron varias

circunstancias que permitieron la expansión cristiana:los reinos de taifas pagaron abundantes parias (tribu-tos) a los cristianos y estos financiaron con ellas susconquistas. Los avances más importantes los protago-nizó un nuevo reino surgido de la unión de Castilla yLeón. Su rey Alfonso VI conquistó Toledo (1085) y con-troló el valle del Tajo. Se consolidó el dominio castella-no de La Rioja y los territorios vascos. En la zona occi-dental de Castilla y León, el condado de Portugal seindependizó y se constituyó en reino (a partir de 1139).

� Avances sobre el valle del Ebro. Aragón (unido a Nava-rra desde el siglo XI), y su monarca Alfonso I el Batalla-dor, conquistó Zaragoza (1118) y controló el valle delEbro. El reino de Navarra se separó y quedó limitado aun pequeño territorio. Entretanto, Aragón encontró unnuevo aliado en el condado de Barcelona (compromisomatrimonial entre el conde Ramón Berenguer y Petro-nila, heredera del reino de Aragón); el reino surgido deesta unión pasó a llamarse Corona de Aragón.

� La hegemonía de los reinos cristianos: del Guadalqui-vir al Mediterráneo. A partir de la derrota almohadefrente a una coalición cristiana en Navas de Tolosa, en1212, la superioridad cristiana fue nítida: se produjoun espectacular avance de Castilla, Portugal y Aragón.Los reinos de Castilla y León se unieron definitiva-mente con Fernando III en 1230, y ocuparon los vallesdel Guadiana y del Guadalquivir, conquistando Jaén ySevilla. Alfonso X, hijo de Fernando III, ocupó Cádiz,Huelva y Jerez. La expansión de la Corona de Aragónse debió a Jaime I el Conquistador, que se adueñó delas Islas Baleares y Valencia. Estos avances convirtie-ron a la Corona de Aragón en una potencia marítima.

� La crisis de los siglos XIV y XV o Baja Edad Media es perci-bida como una época de cambio económico, social, polí-tico y cultural.

� Crisis demográfica. Desde mediados del siglo XIV seprodujo en toda Europa un notable descenso demo-gráfico, y los reinos peninsulares no fueron unaexcepción. La crisis demográfica se debió a las ham-brunas reiteradas, provocadas por malas cosechas, alas epidemias (como la peste negra), relacionadas conel hambre, y propagadas por la ausencia de medidashigiénicas y sanitarias, a las guerras civiles y a la vio-lencia feudal que por lo general intensificaron la des-nutrición y las enfermedades.

� Crisis económica. La despoblación de las zonas rura-les del norte del Sistema Central y del Ebro, ocasionóun descenso de la producción agraria que originóproblemas de abastecimiento de las ciudades, y portanto, hambre. A lo largo de los siglos XIV y XV se toma-ron una serie de medidas para transformar la econo-mía: se abandonaron las tierras marginales o demenor rendimiento, con lo que aumentó la producti-vidad; crecieron los pastos para la ganadería trashu-mante, especialmente en el interior de Castilla (dirigi-da por el Honrado Concejo de la Mesta) y en Aragón,

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con lo que comenzó la exportación de lana; la agricul-tura se reorientó a cultivos de interés industrial ycomercial (lino, cáñamo, azafrán, frutos secos, cítricos,caña de azúcar), que se destinaron a la exportación(sobre todo en Cataluña y Valencia); se promovió laactividad pesquera, y la navegación en el Atlántico yel Mediterráneo; y se incrementó el comercio a largadistancia, lo que provocó el progreso del artesanadode las ciudades y la construcción naval.

� Crisis política. Los cambios acaecidos durante la BajaEdad Media tuvieron importantes repercusiones enlas instituciones políticas de los reinos. Aparecieronlas Cortes, que eran asambleas en las que estabanrepresentados los tres estamentos medievales. Sucelebración empezó a ser habitual en los siglos XIII

(en Castilla y Aragón) y XIV (en Navarra), aunque seconvocaron de forma irregular, generalmente cuan-do los monarcas querían solicitar una contribución(impuesto) especial. Los monarcas también aborda-ron la unificación de las leyes mediante la creación deuna legislación inspirada en el derecho romano queotorgase más prerrogativas a la Corona (Ordena-miento de Alcalá en Castilla, Fueros de Aragón, Furs(fueros) de Valencia, Fuero General de Navarra).

� La política exterior de los Reyes Católicos continuó conlos objetivos marcados por los Trastámara en sus res-pectivos reinos:

� La recuperación de los territorios perdidos por losTrastámara aragoneses y que Fernando reivindicabacomo parte del patrimonio familiar: Navarra (en laque había reinado su padre, Juan II, y ahora los con-des de Foix, de origen francés), Rosellón y Cerdaña(condados que Juan II había cedido al rey de Franciaa cambio de su apoyo en la guerra civil catalana) yNápoles (donde reinaban los Trastámara, pero cons-tantemente reivindicado por Francia). En cualquiercaso, la anexión de estos territorios implicaba algúntipo de enfrentamiento con Francia.

� La consolidación de la expansión mediterránea de laCorona de Aragón. Este objetivo conllevaba conflic-tos con los reinos musulmanes del norte de África,una zona que siempre había tenido un gran interéscomercial para Aragón y, tras la conquista de Grana-da, también para Castilla. Esta expansión incluía, asi-mismo, el reino de Nápoles.

� El avance de la expansión atlántica del reino de Castilla.Hacia el sur, esta aspiración tenía muchas limitacionesdebido a los acuerdos firmados con Portugal. Conrespecto a las rutas atlánticas del norte, la ruptura dela alianza con Francia obligaba a cambiar de aliados:Inglaterra, el Sacro Imperio Romano Germánico (tam-bién llamado Imperio alemán, que comprendía granparte de Europa, incluyendo la actual Alemania, Suiza,Austria, el norte de Italia, los Países Bajos…) y losPaíses Bajos (Flandes), eran los candidatos a estable-cer nuevas alianzas.

Los Reyes Católicos utilizaron varios instrumentos parallevar a cabo su política exterior:

� Una diplomacia ágil.

� Un Ejército permanente y en aumento.

� Una política matrimonial para lograr las alianzasnecesarias.

Respecto a la política italiana, en esta época, Franciareactivó las guerras en Italia, que estaba formada poruna multitud de estados muy pequeños y débiles mili-tarmente, aunque por lo general, ricos, cultos y deextremada habilidad diplomática. Para ello, quiso ase-gurarse la neutralidad de sus enemigos potenciales.Con este fin, en 1493 devolvió el Rosellón y la Cerdaña(Tratado de Barcelona) a la Corona de Aragón. Más tar-de, Francia acordó con Aragón el reparto del reino deNápoles (Tratado de Granada, 1500). La falta de enten-dimiento entre Francia y Aragón condujo a la guerraen 1502. Las tropas francesas, mucho más numerosas ymejor armadas, fueron derrotadas en las batallas deCeriñola y del río Garellano (1503). Como consecuencia,los Trastámara recuperaron Nápoles. Fernando siguióinterviniendo en Italia para mantener el equilibrio depoderes entre los estados que dominaban la zona:Francia y Venecia, al norte; el papado en el centro; yAragón, en el sur.

Los Reyes Católicos pusieron al frente de las guerras deItalia a Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán),que supo combinar las armas de fuego de los arcabuce-ros con las picas largas de otros soldados, muchos deellos mercenarios alemanes, en formaciones cerradas,creando el embrión de los tercios.

En cuanto a la política norteafricana, entre 1497 y 1510,los castellanos realizaron diversas expediciones por estacosta. El objetivo era ocupar una serie de plazas fuertes(puertos y bases estratégicas) para garantizar la seguri-dad política y comercial del Mediterráneo occidentalfrente a la piratería berberisca o bereber y la expansióndel Imperio turco (otomano).

� La condición de extranjero de Carlos V produjo unafuerte oposición, que se convirtió en rebelión cuandotuvo que ausentarse del reino.

� La revuelta de las Comunidades, se inició en 1520 yfinalizó en 1522. Estuvo protagonizada por variasciudades del interior de Castilla (Toledo, Segovia,Salamanca, Zamora, Ávila, Cuenca y Madrid), que seautoproclamaron una comunidad, por lo que lospartidarios de la revuelta recibieron el nombre decomuneros. La rebelión tuvo un carácter político, ya quepretendía imponer varias condiciones al monarca:que prescindiera de los consejeros extranjeros y queacatara la voluntad del reino, es decir, de los procu-radores de las ciudades representadas en las Cortes.Entre las peticiones de los comuneros destacaban,además, la limitación del poder real, la reducción delos impuestos, la protección de la industria textil, y

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las reformas municipales a favor de plebeyos y con-tra la nobleza. En la batalla de Villalar (1521), loscomuneros fueron derrotados, y sus tres líderes prin-cipales, Juan Bravo (de Segovia), Juan de Padilla (deToledo) y Francisco Maldonado (de Salamanca) ejecu-tados. Las ciudades de Toledo y Segovia sufrieron unadurísima represión.

� La revuelta de las Germanías, comenzó en 1519 yfinalizó en 1523. Las germanías eran hermandadesarmadas que fueron creadas, con autorización delmonarca por los gremios de las ciudades costerasdel reino de Valencia, en el siglo XVI, para protegersede los piratas berberiscos. La revuelta de las Germaníasse produjo en Valencia y Mallorca y tuvo un compo-nente social más marcado que la de las Comunidades(con la que no tuvo conexión alguna), pues se dirigiócontra los señores feudales y sus siervos mudéjares(muy numerosos en toda la región).

Como consecuencia de las revueltas, los señores feuda-les y las oligarquías (nobles y mercaderes) reforzaronsu poder social y económico; se decretó la expulsiónde los mudéjares de la Corona de Aragón (1526), aun-que la mayoría se convirtió al cristianismo a la fuerza,pasando a ser conocidos como moriscos; y la monar-quía reforzó su poder frente a las ciudades y las Cortes(que en Castilla, se convirtieron en una instituciónsumisa), y también frente a los nobles, que, temerosose impotentes ante las rebeliones, se apoyaron en elpoder de la Corona y se convirtieron en aliados fielesdel rey. Tanto Carlos V (como Felipe II después) pudie-ron abordar así una política exterior muy ambiciosa ycostosa, y obtener recursos humanos y económicos deCastilla sin encontrar apenas oposición.

� En el siglo XVII se desarrollaron una serie de conflictosinternos que coincidieron con los reinados de los Austriasmenores, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Los tres reinados secaracterizaron por el gobierno de validos, favoritos oprivados, que suponía que los reyes no gobernaran per-sonalmente sus reinos, sino que se apoyaban en estaspersonas, que dirigían la política en su lugar.

El principal conflicto interno que tuvo lugar durante elreinado de Felipe III, fue la expulsión de los moriscos, en1609 (sobre todo en Valencia y Aragón) que unido a lacrisis económica (falta de mano de obra campesina, elaumento de los precios y a la enorme presión fiscal),empobreció al campesinado.

Durante el reinado de Felipe IV se vivieron varios conflic-tos, debidos, principalmente, a la ambiciosa política quedesarrolló el conde duque de Olivares, valido del monar-ca. El primero estuvo relacionado con la intención deimponer, de forma autoritaria, una reforma fiscal, con elobjetivo de incrementar los ingresos de la Corona parafinanciar su costosa política exterior, y para el lo quenecesitaba conseguir que los reinos no castellanosaumentaran sus contribuciones. Presentó, así, su pro-yecto conocido como Unión de Armas (1625), que

suponía la creación de un ejército de 140 000 hombres,reclutado y mantenido por cada reino en función de susrecursos demográficos y económicos. Este proyectochocó con la crisis económica y social, y la resistencia delos distintos reinos, que se apoyaban en sus fueros y pri-vilegios para oponerse, lo que provocó discusiones ypresiones, hasta que finalmente el rey aceptó reducir laaportación y que esta fuera en metálico, no en soldados.La implantación del nuevo impuesto sobre la sal (1631),fue otro proyecto de reforma del conde duque de Oliva-res, que se intentó aplicar a todos los súbditos en Casti-lla, pero suscitó la oposición del clero (que veía peligrarsu exención fiscal), de la nobleza (que consideraba queya proporcionaba suficiente apoyo a la Corona reclu-tando soldados) y de los territorios que tradicionalmen-te disfrutaban de exenciones fiscales, como el señoríode Vizcaya. En este último lugar, la sal era indispensable,pues muchos de sus habitantes se dedicaban a la sala-zón de pescado. Por ello, el nuevo impuesto se conside-ró un atentado contra los fueros vizcaínos y se produjouna rebelión popular (1631-1632) frente a las oligar-quías de las ciudades y los recaudadores de impuestos.Finalmente, el impuesto tuvo que abolirse a cambio deun subsidio en metálico que debían pagar las ciudades.

En Cataluña se desarrolló otro conflicto interior. Elcomienzo de la guerra con Francia en 1635 fue su deto-nante. La frontera pirenaica peligraba frente a enemi-gos exteriores y Olivares pensó que podía ser unabuena excusa para obligar a Cataluña a contribuir a laguerra con tropas y dinero. Además, penetraron en elterritorio catalán los soldados de los tercios reales, habi-tualmente muy indisciplinados. Las protestas contraellos se multiplicaron desde la Generalitat y el Consell(gobierno municipal) de Barcelona. En mayo de 1640estalló una rebelión de campesinos, que atacaron a lostercios concentrados en las comarcas de Gerona; unmes después se les unieron los segadors («segadores»),que se habían congregado en Barcelona con motivo dela procesión del Corpus Christi (7 de junio) y se apode-raron de la ciudad en los sucesos conocidos como Cor-pus de Sangre. Los representantes del rey, incluido elconde de Santa Coloma, virrey de Cataluña, así comoparte de la oligarquía y de la aristocracia de la ciudad,fueron pasados a cuchillo. Esta rebelión de contenidosocial conducía inevitablemente a la guerra civil, por loque los representantes de la Generalitat, (pertenecien-tes a la baja nobleza, la burguesía y las oligarquíasurbanas), temerosos de las represalias del rey y de laradicalización social de las masas populares, decidieronofrecer el condado de Barcelona a Luis XIII de Francia;este nombró un virrey francés y, con sus tropas, ocupóCataluña, que pasó a ser un escenario más de susenfrentamientos con los Habsburgo. Finalmente, trasdoce años de guerra, el ejército del rey Felipe IV logróentrar en Barcelona (1652), poniendo fin a la secesión.El ejemplo de Cataluña debilitó la autoridad de laCorona y alentó a Portugal a rebelarse. Además, losholandeses amenazaban las colonias portuguesas en

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Asia, África y Brasil. Portugal no se sentía protegida porEspaña; esta, a su vez, alegaba que era difícil defenderlas posesiones lusas sin su contribución económica ymilitar. En 1640 se reclutaron soldados portuguesespara sofocar la rebelión catalana y se intentó movilizara la nobleza lusa liderada por el duque de Braganza. Losnobles no solo se negaron a colaborar, sino que, a suvez, se sublevaron (diciembre de 1640) y proclamaronrey al duque de Braganza con el nombre de Juan IV. Laguerra (conocida en Portugal como Guerra de Restau-ración) se prolongó hasta 1668, año en el que la Coronaespañola reconoció la independencia del reino portu-gués. Olivares, agobiado por la necesidad, exigió a losnobles de los diferentes reinos que contribuyeran alas campañas militares aportando dinero y tropas; lamayoría de ellos respondió abandonando la corte. Comoconsecuencia, el duque de Medina Sidonia, primo deOlivares y cuñado del rey de Portugal, se sublevó enAndalucía (1641) con la intención de hacer de la regiónandaluza un reino independiente.

En 1643, Felipe IV se vio obligado a destituir al condeduque de Olivares. Sus proyectos de reforma habían fra-casado: el absolutismo político, la presión fiscal y losproyectos centralizadores, combinados con una guerrainacabable, provocaron la crisis de la monarquía y el fra-caso personal del valido. Tras la destitución de Olivares,las sublevaciones no acabaron: en 1643 se produjeronalborotos y tumultos en la Corona de Aragón y en Valen-cia; no obstante, el miedo de la nobleza al desorden y ala guerra garantizó la fidelidad de estos dos reinos, queaportaron al monarca grandes contribuciones económi-cas. Entre 1647 y 1652 también se produjeron disturbiosen distintos puntos de Andalucía (Granada, Córdoba,Sevilla), al grito de «viva el rey y abajo el mal gobierno»;la protesta se dirigía contra las oligarquías y nobles loca-les, los impuestos y la subida del precio del pan. Estasrevueltas, sin embargo, carecían de dirigentes y progra-mas políticos y finalizaban cuando las autoridadesmunicipales hacían concesiones (que luego revocaban)a la población.

Pese a todas estas revueltas, la monarquía de los Aus-trias sobrevivió; durante el reinado del último de losAustrias, Carlos II, resurgieron los disturbios sociales. EnCataluña se produjeron nuevas revueltas campesinas,como la de los barretines (1688-1689), contra el acuar-telamiento de tropas y las contribuciones militares. EnValencia estalló la Segunda Germanía (1693), unarevuelta contra los señores y las gravosas rentas quehabían impuesto a los campesinos tras la expulsión delos moriscos. En 1699 hubo disturbios en Valladolid yMadrid, debido a la falta de pan. El de Madrid, conocidocomo motín de los Gatos (abril de 1699) fue más grave(al residir allí la corte) y provocó la dimisión del condede Oropesa, valido de Carlos II.

El despotismo ilustrado fue una política absolutistaencaminada a producir riqueza en el reino para mejorarel bienestar de los súbditos y, sobre todo, para aumentar el

poder y los recursos del monarca. El reinado de Carlos III(1759-1788) fue decisivo para el desarrollo de las políti-cas reformistas pues supuso la instauración en Españadel despotismo ilustrado. Este sistema estaba dirigidopor equipos de reformistas que se inspiraba en pensa-dores de la época, sobre todo británicos y franceses; eraracional y antitradicionalista, es decir, ilustrada, por unlado, e inmovilista y antidemocrático, por otro, ya que nopretendía cambiar la estructura jerárquica de la socie-dad ni alterar el sistema político absolutista. El despotis-mo ilustrado presentaba, por tanto, serias limitaciones:falta de decisión para aplicar las reformas, retrocesosante las resistencias suscitadas por estas reformas, exce-so de leyes y decretos sin aplicación práctica, y medidasque lograban efectos opuestos a los pretendidos. Pero lamayor limitación fue presupuestaria, pues los cambiosse abordaron en un período de continuas guerras(que generaron enormes gastos) con el Reino Unido.La falta de recursos afectó a muchos de estos proyec-tos y endeudó a la Hacienda estatal hipotecandoincluso reinados posteriores. Para llevar a cabo su polí-tica, el monarca se rodeó de un equipo de secretarios,que en esta época comenzaron a llamarse ministros(marqués de Esquilache, que procedía de su etapa ita-liana, y los españoles Campomanes y José Moñino,conde de Floridablanca).

Durante los primeros años del reinado de Carlos III, lapolítica de reformas fue impulsada por un Gobiernodirigido por extranjeros; circunstancia que suscitaba laoposición de los privilegiados y también las protestasdel pueblo, que percibía las reformas como medidas deimportación que alteraban costumbres tradicionales de lasociedad española.

Durante este reinado, se abordaron reformas económi-cas y sociales que apenas habían sido afrontadas por losgobiernos anteriores. El impulso de la agricultura fueprioritario, ya que desde ella se pretendía potenciar todala economía del país. Por este motivo, se debatió lanecesidad de emprender una reforma agraria cuyoobjetivo era triple:

� Aumentar la producción agraria y lograr un mercadolibre de trabas institucionales (precios establecidospor el Gobierno, peajes…) que incrementaran losbeneficios de los agricultores.

� Fomentar la estabilidad social, creando un sector depropietarios rurales que trabajaran para aumentarsus ganancias. Este sector enriquecido daría, además,su apoyo al Gobierno.

� Elevar los ingresos del Estado procedentes de laagricultura, estableciendo una contribución sobrela renta agraria, es decir, un impuesto sobre las comprasy las ventas realizadas. Además, al existir más propie-tarios agrícolas, se incrementarían los contribuyentes.

Para conseguir estos objetivos, se propusieron lassiguientes medidas (aunque no se llevaron todas a lapráctica):

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� La modificación de la estructura de la propiedad. Estamedida finalmente no se abordó.

� El libre comercio de cereales. Provocó fuertes subidasde precios.

� La limitación de los intereses ganaderos de la Mesta.Al incrementarse el precio del cereal, los propietariosprefirieron invertir en cultivos y no en ganado.

� La colonización de nuevas tierras. Se produjo en lasllamadas nuevas poblaciones de Sierra Morena y elvalle del Guadalquivir.

� La construcción de obras públicas. Se prosiguió laconstrucción del Canal de Castilla y se inició la delCanal Imperial de Aragón. Además, se diseñó un planradial de carreteras procedentes de Madrid.

� La financiación de la deuda pública. Para solucionar lasdeudas generadas por las guerras se creó el BancoNacional de San Carlos (1782), destinado a financiar ladeuda del Estado gestionando los llamados vales rea-les: títulos de deuda pública por los que se pagaba uninterés a quien los adquiría y que podían emplearsecomo papel moneda. Con el tiempo, circularon tantosvales reales que se depreciaron, pero aún así se siguie-ron emitiendo. Los impuestos apenas se modificaron.

TemaLa transición democrática es el proceso de restablecimientode las instituciones democráticas que tuvo lugar en Españaentre 1975 y 1982; comenzó con la muerte de Franco y laproclamación de Juan Carlos I (1975) como rey y jefe delEstado, lo que supuso, además, la restauración de la monar-quía borbónica por tercera vez en la historia de nuestropaís. La victoria electoral del PSOE (1982) ha sido general-mente aceptada como el fin de la transición, pues con ellaempezaron a gobernar los herederos políticos de los quehabían perdido en 1939. Dentro de la transición destaca elquinquenio 1975-1979, una etapa constituyente en la quese diseñó el actual Estado español.

La transición tuvo las siguientes características:

� Fue una evolución controlada del franquismo hacia lademocracia.

� Fue fruto del acuerdo y el consenso.

� Respondió a la presión y movilización popular.

A diferencia de otros procesos de democratización (como elque dio paso a la Segunda República), la transición demo-crática fue impulsada desde dentro del sistema. Por esemotivo, no se sustituyó al rey Juan Carlos I, jefe del Estadodesignado por Franco, ni al presidente del Gobierno nom-brado por el monarca, Adolfo Suárez, que había sido un altocargo en los últimos años del franquismo. De hecho, elmonarca y Suárez fueron los principales impulsores de latransición.

� Tras el juramento de Juan Carlos de Borbón como rey, el22 de noviembre de 1975, el entonces presidente delGobierno, Carlos Arias Navarro, fue confirmado en sucargo (diciembre de 1975); su continuidad pareció seña-

lar el camino de una «monarquía de corte franquista» oun «franquismo sin Franco». Sin embargo, el proyectofracasó debido, en parte, al enfrentamiento personalentre Arias Navarro y el rey, partidario de una democrati-zación plena. Además, antes y después de la muerte deFranco se incrementaron la actividad de la oposición yla politización de la vida pública española. La oposiciónse aglutinaba en la Junta Democrática, creada en 1974 yliderada por el PCE; y en la Plataforma de ConvergenciaDemocrática, constituida en el año 1975 e impulsadapor el PSOE. Ambos grupos se unieron y formaron Coor-dinación Democrática, un organismo de la oposiciónantifranquista que concentraba a todas las fuerzas polí-ticas y sindicales no reconocidas por ley; conocida comola Platajunta, la Coordinadora publicó su primer mani-fiesto en marzo de 1976. En Cataluña, la oposición formóla Assemblea de Catalunya.

Durante estos meses se sucedieron importantes proble-mas de orden público (sucesos de Vitoria y Montejurra,en Navarra, entre marzo y mayo de 1976), una oleadahuelguística en el contexto de una crisis económicacada vez más acentuada y atentados terroristas de ETA yGRAPO.

Finalmente, presionado por el monarca, Arias Navarrodimitió en julio de 1976. El nuevo presidente del Gobiernodebía ser elegido por el rey entre tres candidatos (unaterna) propuesta por el Consejo del Reino que dirigíaTorcuato Fernández-Miranda; este, de acuerdo con elmonarca, incluyó en la terna a su candidato preferido(que era también el del rey): Adolfo Suárez.

� La primera etapa de gobierno de Adolfo Suárez (juliode 1976-junio de 1977) presentó las siguientes carac-terísticas:

� Su gabinete y las circunstancias del momento fuerondecisivas para la restauración de la democracia enEspaña. Suárez constituyó un Gobierno con políticosde su misma generación.

� Se logró el asentimiento de los herederos del régi-men franquista al proceso de reforma. El Gobiernopresidido por Suárez promovió la aprobación de laLey para la Reforma Política, una norma que establecíaunas nuevas Cortes bicamerales (formadas por unCongreso y un Senado). Aunque la ley no lo indicaraexplícitamente, las nuevas Cortes tendrían carácterconstituyente. El Congreso sería elegido por sufragiouniversal; sin embargo, una quinta parte de losmiembros del Senado serían nombrados por el rey.Además, el Gobierno quedaba facultado para convo-car elecciones.

La ley fue debatida y aprobada mayoritariamente porlas Cortes franquistas en noviembre de 1976. Paratranquilizar a los militares reacios a las reformas, elpropio Suárez les prometió que el PCE no sería legaliza-do. La Ley para la Reforma Política fue aprobada enreferéndum el 15 de diciembre de 1976, a pesar de quela oposición recomendó a los ciudadanos que no acu-dieran a votar (la abstención apenas alcanzó un 30 %).

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� Más tarde, se obtuvo también la conformidad de laoposición con el proceso de reforma. Dado que la rup-tura con el régimen anterior no había sido posible,los partidos antifranquistas negociaron por separadola posibilidad de participar en las elecciones. A partirde enero de 1977, el tema central del debate políticofue la legalización de los partidos que deberían pre-sentarse a los futuros comicios. El Gobierno teníadificultades para legalizar al PCE. Suárez preparódiscretamente su legalización, que se hizo efectivadurante las vacaciones de Semana Santa (9 de abril de1977). Como consecuencia, se produjeron numerosasdimisiones (entre ellas, la del ministro de Marina) yprotestas de militares.

El PCE, por su parte, renunció al uso de la banderarepublicana y se comprometió a acatar la monarquía,hecho que se produjo el 9 de abril de 1977.

� Adquirieron creciente influencia los partidos naciona-listas, tanto en el País Vasco como en Cataluña. En elPaís Vasco existía el PNV, el partido tradicional de laderecha nacionalista moderada; en la transición sur-gió una izquierda nacionalista o abertzale muy radi-calizada que más tarde (1978) acabaría constituyen-do la coalición Herri Batasuna, fachada política de lasactividades terroristas de ETA. En Cataluña, la situa-ción era la opuesta: el partido nacionalista histórico,Esquerra Republicana de Catalunya, era de izquierdas.La derecha nacionalista moderada formó un nuevopartido, Convergència Democràtica de Catalunya, yconsolidó Unió Democràtica de Catalunya. Ambos seintegrarían en la coalición Convergècia i Unió (CiU),liderada por Jordi Pujol. A ellos se unieron despuéslos partidos nacionalistas o regionalistas de Galicia(Bloque Nacionalista Galego, BNG), Andalucía (PartidoSocialista Andaluz, luego Partido Andalucista) y Valen-cia (Unió Valenciana).

� Finalmente, el 15 de junio de 1977 se celebraron lasprimeras elecciones democráticas y plurales desde1936.

La formación política ganadora en las elecciones fuela UCD del presidente Suárez, aunque no alcanzó lamayoría absoluta, es decir, la mitad más uno de losdiputados.

Los resultados de los comicios de 1977 preludiaron lasfuturas contiendas electorales, que se estableceríanentre dos grandes partidos, uno de centro-izquierday otro de centro-derecha; junto a ellos coexistían otrosmás pequeños y de corte nacionalista.

� Tras las elecciones, la UCD intentó gobernar en solitarioestableciendo pactos con otras fuerzas políticas con tresobjetivos primordiales:

� Elaborar una nueva constitución.

� Construir el Estado de las Autonomías.

� Gestionar una política económica de urgencia parapaliar los efectos de la crisis energética mundial.

En la fase constituyente de la transición predominó lapolítica de acuerdos (el llamado consenso), que permi-tió firmar los Pactos de la Moncloa, restablecer la Gene-ralitat en Cataluña y aprobar la Constitución.

� Los Pactos de la Moncloa. Fueron firmados en octubrede 1977 entre el Gobierno y los representantes de losprincipales partidos de la oposición, involucrando ade-más a la patronal y a los sindicatos. Estos pactos cons-tituyeron un gran acuerdo económico que proponíaun nuevo modelo de relaciones laborales; pretendía,además, neutralizar la conflictividad social. Consiguie-ron ciertas mejoras, pero su aplicación se vio limitadapor la segunda crisis mundial del petróleo (1979).

� El restablecimiento de la Generalitat. El único gobier-no autonómico creado antes de la Guerra Civil era laGeneralitat, institución que fue reinstaurada en sep-tiembre de 1977. Al mes siguiente regresó su presi-dente en el exilio, Josep Tarradellas, miembro deEsquerra Republicana de Catalunya. A lo largo de esteperíodo (septiembre de 1977-octubre de 1978), elGobierno estableció un régimen preautonómico entrece regiones españolas. Estas medidas implicabanla extensión del principio autonómico a todo el terri-torio español, con algunas excepciones.

� Entre 1979 y 1982 tuvo lugar una nueva etapa de latransición. Tras la aprobación de la Constitución se disol-vieron las Cortes y se convocaron nuevas elecciones(marzo de 1979). Ganó por segunda vez la UCD, que vol-vió a gobernar en minoría.

El panorama político de este período presentó lassiguientes características:

� Se diseñó el mapa autonómico y municipal. Se desarro-lló el Estado de las Autonomías con la aprobaciónde estatutos y la celebración de elecciones, entre1979 y 1983, para constituir los respectivos parla-mentos autonómicos. También se celebraron las pri-meras elecciones municipales democráticas.

� Se llevó a cabo una importante labor legislativa, conla aprobación del Estatuto de los Trabajadores (1980)y la Ley del Divorcio (1981); esta última fue promovi-da por el ministro de Justicia, Fernández Ordóñez, apesar de la oposición del ala derecha de su partido.

� En estos años (1981-1982), España ingresó en la Orga-nización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), hechoque provocó una gran oposición de la izquierda.

� Tuvo lugar una reforma en la oposición. El PSOErenunció a la ideología marxista y se encaminó haciaun liderazgo muy centrado en la figura de FelipeGonzález, quien le proporcionaría grandes éxitoselectorales en las décadas de los ochenta y losnoventa. Por su parte, el PCE sufrió una crisis debi-do a sus constantes disidencias y a la impotencia deSantiago Carrillo para controlarlas. Entre tanto, AP sereforzó con la incorporación de políticos procedentesde la UCD.

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� El partido gobernante entró en decadencia. La hete-rogeneidad de sus miembros y la moción de censura(procedimiento por el cual una décima parte de losdiputados propone en el Congreso un candidato apresidente de Gobierno que sustituya al existenteen ese momento) presentada por el PSOE en mayode 1980 incidieron negativamente sobre el lideraz-go de Suárez. Este empezó a recibir críticas de supropio partido, que se hallaba escindido en dosgrandes grupos. Esta situación provocó la dimisiónde Fernando Abril Martorell, vicepresidente delGobierno y mano derecha de Suárez (julio de 1980)y de este último como presidente del Gobierno(enero de 1981). La UCD eligió como sucesor a Leo-poldo Calvo-Sotelo, quien no pudo detener la des-composición del partido. Suárez incluso lo abandonópara crear el Centro Democrático y Social (CDS), enjulio de 1982.

� Se produjo un intento de golpe de Estado (23 defebrero de 1981); su fracaso resultó decisivo paraafianzar la democracia española.

En octubre de 1982 se celebraron nuevas elecciones gene-rales que dieron el triunfo al PSOE y puso fin a la etapa detransición democrática.

Respecto a la elaboración de la nueva Constitución se tomócomo modelo la de 1931 y otras normas europeas. No esuna Constitución partidista, ya que es fruto de un consensopolítico entre fuerzas de izquierda y derecha. Esto la dife-rencia de las constituciones del siglo XIX y, sobre todo, dela de 1931, que había resultado excesivamente progresista,democrática y laica para la derecha del momento. En algu-nos aspectos (como en el de las autonomías) resulta impre-cisa, lo que, no obstante, le ha conferido a la vez flexibilidadpara adaptarse a gobiernos de distinto signo político y le hapermitido insertar los nacionalismos periféricos en el sistemademocrático. El nuevo texto constitucional se fundamentóen el consenso: una comisión o ponencia formada por sietemiembros redactó un anteproyecto que se debatió en lasCortes (mayo-octubre de 1978). La Constitución fue aproba-da en referéndum el 6 de diciembre y promulgada el 29 dediciembre de 1978; contiene los siguientes principios:

� España es un Estado democrático.

� La soberanía nacional reside en el pueblo español.

� La forma de Estado es la monarquía parlamentaria.

� La unidad de España es compatible con la pluralidadnacional.

El Estado español es unitario, es decir, no es federal, perotampoco centralista, sino autonómico. El castellano es elidioma oficial del Estado; el resto de las lenguas existentesen España son también oficiales en sus respectivas comuni-dades autónomas.

El rey es el jefe del Estado; aunque sanciona y promulgalas leyes, disuelve las Cortes y convoca las elecciones, esinviolable y no está sujeto a responsabilidad; además, estáal margen del debate político. El monarca también tiene elmando supremo de las Fuerzas Armadas. En la sucesión a

la jefatura del Estado se favorece al varón sobre la mujer, loque convierte al tercer hijo de don Juan Carlos, Felipe, en elheredero al trono.

El poder legislativo reside en dos cámaras elegidas porsufragio universal: el Congreso de los Diputados y el Sena-do. El Congreso tiene mayor peso en la aprobación de lasleyes, mientras que el Senado prácticamente se limita arefrendarlas. El poder ejecutivo reside en el Gobierno, quedirige la política interior y exterior y depende para su per-manencia de la confianza del legislativo. El poder judicialcorresponde a los juzgados y tribunales; en la cúspide delsistema judicial español se encuentra el Tribunal Supremo.

En la Constitución se recoge una declaración de derechos ylibertades muy avanzada. Como novedad respecto a consti-tuciones españolas anteriores, la actual incluye numerososderechos de carácter social y económico.

Respecto a la no confesionalidad del Estado, la Constituciónespañola es muy moderada, ya que abre cauces para laprotección estatal de las creencias religiosas y su promo-ción a través de la educación, lo cual resulta llamativo enun Estado laico. Cuando se redactó el texto en 1978, sepensó en proteger la religión mayoritaria, la católica, paraevitar la polémica religiosa que tanto daño hizo a la Segun-da República. La protección se amplía, sin embargo, a otrasconfesiones religiosas existentes en la sociedad española,comprometiéndose el Estado a garantizar el derecho a laformación religiosa y moral.

La organización territorial del Estado español está diseñadaen la Constitución de 1978 de una manera ambigua: puedeevolucionar hacia un Estado federal, pero también puedenmodificarse las competencias transferidas por el Estado alos entes territoriales o comunidades autónomas.

El nivel de desarrollo autonómico queda sujeto a la capaci-dad de negociación de cada comunidad autónoma y alequilibrio de fuerzas políticas de cada momento. Esta cir-cunstancia ha llevado a los movimientos nacionalistas yregionalistas a buscar el apoyo electoral suficiente paraexigir más competencias al Estado. Actualmente, el Estadoespañol es uno de los más descentralizados de Europa.

El texto constitucional admite las desigualdades entre lascomunidades autónomas al distinguir las nacionalidades(también conocidas como comunidades históricas) del restode las regiones.

Como consecuencia, se establecieron dos vías para crearcomunidades autónomas:

� La prevista por el artículo 151, también llamada vía rápi-da, que permitía el acceso directo e inmediato al nivelmáximo de competencias mediante la aprobación enreferéndum de un Estatuto de Autonomía. Este procedi-miento se diseñó para las nacionalidades históricas,aunque también fue empleado en Andalucía.

� La establecida por el artículo 143, conocida como víalenta. Estas comunidades podían asumir todas las com-petencias en el plazo de cinco años y no precisaban unreferéndum para crearse.

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Entre 1979 y 1983 se llevó a cabo el proceso de creación delas diecisiete comunidades autónomas existentes.

� País Vasco y Cataluña. El 25 de octubre de 1979 se apro-baron en referéndum los primeros Estatutos de Autono-mía en Cataluña y el País Vasco o Euskadi; en amboscasos, la abstención fue muy elevada.

� Galicia. Fue la tercera región que se constituyó enComunidad Autónoma al aprobar su Estatuto de Auto-nomía mediante referéndum (con altos niveles de abs-tención) en diciembre de 1980.

� Andalucía. Intentó acogerse al artículo 151 de la Consti-tución para crear su Comunidad Autónoma, pero alcontar con la oposición de la UCD (que quería aplicaresta vía exclusivamente a las nacionalidades históricas)hubo que organizar un referéndum en febrero de 1980para decidir si deseaban acceder a la autonomía plenamediante la vía rápida (que resultó positivo) y otro másen octubre de 1981 para aprobar el proyecto de Estatuto.

� El resto de las comunidades autónomas, hasta un totalde 17, celebraron sus primeras elecciones autonómicasen mayo de 1983. A estas comunidades hay que añadirCeuta y Melilla, constituidas en ciudades autónomasen 1995; ambas disponen de un Estatuto de Autono-mía y de una Asamblea Parlamentaria, aunque su nivelde autogobierno es menor que el de las comunidades.La mayor parte de las autonomías han adquirido elmáximo de competencias previstas, por lo que se esperaque en el futuro todas ellas terminen equiparándose eincluso se acerquen al modelo del Estado federal.

Comentario de texto� Se trata de una fuente primaria, de naturaleza histórico-

jurídica, firmada por Fernando VII, y perteneciente almanifiesto en el que el monarca prometía jurar laConstitución de 1812. Fue firmado el 10 de marzo de1820 en el Palacio de Madrid, meses después del pro-nunciamiento que el oficial Rafael del Riego realizócon sus tropas en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) enenero de 1820, y que supuso un cambio político, asícomo el inicio de una nueva etapa política en España, elTrienio Liberal, que se desarrollaría entre 1820 y 1823;en este nuevo período se proclamó la vigencia de laConstitución de 1812. El destinatario es el pueblo espa-ñol, al que informa de la decisión de retornar al constitu-cionalismo, y abandonar el absolutismo, al tiempo quele agradece su ayuda en su liberación tras los años decautiverio en Francia, durante la Guerra de Indepen-dencia, lo que permitió su llegada a España en 1814 y elretorno de la dinastía borbónica al trono español.

A pesar de que Fernando VII manifiesta su propósito deacatar la Constitución gaditana, los hechos posterioresdemostrarían que sus palabras, en cuanto a la defensadel constitucionalismo y su disposición a apoyarlo, noeran verdaderas. En 1823 entraron en España los CienMil Hijos de San Luis, que acabaron con el período degobierno liberal, lo que supuso la instauración, de nuevo,del absolutismo.

� La idea principal que se expone en el texto, es la inten-ción del monarca de jurar la Constitución promulgadaen Cádiz en 1812. Con esta intención, agradece, primero,a todos los españoles la ayuda que le prestaron para suliberación. Asimismo asegura que desde su llegada altrono fue consciente de la necesidad de cambiar las ins-tituciones políticas para adaptarlas a la nueva realidadque imperaba. Justifica después la necesidad de retor-nar a la Constitución de Cádiz, puesto que el puebloespañol así lo manifestaba, y finaliza con un alegato dedefensa de la implantación del constitucionalismo, cuyaadopción debe servir de modelo a Europa.

� a) La Constitución (marzo de 1812), era una extensanorma que reflejaba el programa de los liberales dela época (llamados doceañistas en su honor). Consti-tuyó la primera ley fundamental aprobada por unParlamento nacional en la historia de España; susprincipios básicos se inspiraban en la Constitución dela Revolución francesa de 1789 y eran los siguientes:

� Soberanía nacional: reunión de «todos los españo-les» incluidos los habitantes de las colonias.

� División de poderes: el poder legislativo residíaen las Cortes unicamerales, el poder ejecutivo loostentaba el rey y el judicial competía a los tribu-nales. El régimen político era una monarquía parla-mentaria, es decir el Gobierno en torno al rey era elresponsable ante la ley y ante el Parlamento oCortes. El poder del rey estaba muy limitado.

� Reconocimiento de los derechos individuales: seincluían derechos como la libertad, la propiedad,igualdad jurídica y fiscal, la inviolabilidad del domi-cilio, las garantías penales y la libertad de imprenta,entre otros. No existía una declaración explícita dederechos individuales, como sucedió en la Revolu-ción francesa.

� Proclamación del catolicismo como religión oficialdel Estado prohibiéndose el ejercicio de cualquierotra (se afirmaba la intolerancia religiosa).

� Nuevo sistema electoral: sufragio general masculinomuy amplio (solo se excluía a los sirvientes domés-ticos y a los vagabundos) e indirecto (los electoresno elegían directamente a los diputados a Cortessino a unos representantes que se encargaban, asu vez, de designarlos). La mujer no tenía derechoa voto.

� Democratización de la vida municipal: las corpora-ciones municipales serían renovadas anualmente, ysus miembros (alcaldes y regidores o concejales),elegidos por sufragio general masculino e indirecto.

� Se creaba la Milicia Nacional (cuerpo armado civil,independiente del Ejército, encargado de defenderla nación y la Constitución).

b) Tras el pronunciamiento de Riego, Fernando VII firmóun decreto en el que prometía jurar la Constituciónde 1812 (marzo de 1820). Se inició así el Trienio Liberal

21© Oxford University Press España, S. A. H i s t o r i a d e E s p a ñ a

COMUNIDAD DE MADRID CONVOCATORIA JUNIO 2008

(1820-1823), una etapa de Gobierno en la que seintentaron aplicar las reformas aprobadas por lasCortes de Cádiz. No se trató simplemente de una res-tauración liberal, pues tuvo algunas peculiaridadesmuy destacables: los liberales gobernaban y disponíande una milicia armada, pero también empezaron aescindirse en una corriente moderada y otra exalta-da. Al mismo tiempo se gestaba una oposición alnuevo régimen que desencadenaría rebeliones mili-tares de carácter absolutista.

A diferencia de lo que había sucedido durante lasCortes de Cádiz, cuando las medidas aprobadasdifícilmente podían aplicarse en un país en guerra, elliberalismo debía enfrentarse ahora a la realidadsocial y económica de España. Era preciso poner enpráctica las reformas e implicar en ellas a los poderesdel Estado, incluido el monarca, que se mostrabareticente a aceptar la Constitución. Se restablecieronleyes aprobadas en Cádiz, como la supresión defi-nitiva del Tribunal de la Inquisición y la abolicióndel régimen señorial; se reemprendió, asimismo, ladesamortización, aplicándola a los mayorazgos, quefueron suprimidos. También se abordó una reformaeclesiástica para reducir el número de monasteriosy de órdenes religiosas; los bienes de las órdeneseliminadas se nacionalizaron (pasaron a manos delEstado) y se vendieron. Asimismo, se redujo a lamitad el importe del diezmo cobrado por la Iglesia.En este período se aprobaron el Reglamento Generalde Instrucción Pública (la primera legislación espa-ñola sobre enseñanza), el primer Código Penal yuna nueva división del territorio español en 52provincias.

Los liberales se dividieron en dos facciones cada vezmás definidas:

� Moderados. También llamados doceañistas, creíanque bastaba con aplicar las medidas aprobadasentre 1810 y 1813.

� Exaltados. Eran los organizadores de la Revoluciónde 1820 y reivindicaban reformas más radicales.

Los primeros gobiernos del Trienio Liberal, hastaagosto de 1822, estuvieron en manos de moderados.Entre estos se encontraban Agustín de Argüelles yFrancisco Martínez de la Rosa, que habían estado en

el exilio y que incluso habían sido encarceladosdurante la primera etapa absolutista de Fernando VII.Por su parte, los exaltados, entre los que figuraban elpropio Riego, Juan Álvarez Mendizábal y AntonioAlcalá Galiano, lideraron diversas protestas urbanas afinales de 1821 (como la batalla de las Platerías enMadrid), que inauguraron los movimientos popularesurbanos de signo liberal característicos del siglo XIX.El grupo de liberales exaltados se hizo cargo delGobierno en 1822.

Durante el Trienio Liberal surgió también una opo-sición de corte conservador al régimen liberal. Elrey, cuyos poderes estaban muy limitados por laConstitución de 1812, se enfrentó en varias ocasio-nes a sus ministros y a las Cortes. Un sector del Ejér-cito y de las élites del Antiguo Régimen lo apoya-ban, ya que consideraban que estaba «cautivo» y«secuestrado» por los liberales. La mayor parte delclero se oponía también a las reformas y a la des-amortización y atrajo a su causa a las clases popula-res rurales. El campesinado no simpatizaba con elliberalismo, que percibía como un movimiento declases medias urbanas que favorecía a los terrate-nientes y convertía a los labradores en simples asa-lariados y contribuyentes. Los componentes de laoposición conservadora o contrarrevolucionaria,conocidos como absolutistas, realistas o apostóli-cos, acuñaron el lema «Dios, patria y rey», frente a ladoctrina liberal, que, según creían, traía el laicismo yel desorden. La contrarrevolución realista se mani-festó en distintas rebeliones militares urbanas,como la que tuvo lugar el 7 de julio de 1822 enMadrid, cuando la Guardia Real intentó un golpe deEstado con la complicidad del monarca.

El régimen del Trienio Liberal fue derrocado por laintervención extranjera, acordada por varios paísesen el Congreso de Verona (1822) y solicitada por elpropio Fernando VII. Francia organizó la expediciónconocida como los Cien Mil Hijos de San Luis, quepenetró en España en abril de 1823. El Gobierno, sinapoyo popular, se trasladó a Sevilla y después aCádiz, llevándose al rey consigo. Finalmente, se vioobligado a capitular y a liberar al monarca (octubrede 1823). El segundo período de Gobierno liberal enEspaña volvía a fracasar.