gregorio mateu - es posible ser feliz

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1 ES POSIBLE SER FELIZ Gregorio Mateu Herder GREGORIO MATEU ES POSIBLE SER FELIZ BARCELONA EDITORIAL HERDER 1985

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una guía para encontrar la felicidad, una guia de la vida

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Page 1: Gregorio Mateu - Es posible ser feliz

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ES POSIBLE SER FELIZ

Gregorio Mateu

Herder

GREGORIO MATEU

ES POSIBLE SER FELIZ

BARCELONA EDITORIAL HERDER

1985

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Es posible ser feliz

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Las ilustraciones han sido realizadas expresamente para este libro, por el pintor naif Miguel Rivera Bagur. Sus obras están en los más importantes museos del mundo. De él ha dicho el crítico de arte, José Corredor Matheos:

«Lo importante de Rivera Bagur es esto: que sea artista de verdad y que sus obras nos lleguen de manera tan directa y simple. En su obra existe una tremenda añoranza del paraíso terrenal... Felicidad, paz, sosiego, un participar íntimamente en el mundo como si éste no fuese algo distinto a ti. Todo es hermano de todo. Todo parece muy simple, lleno de infinita gracia, que nos encanta. Parece, en efecto, que se trata de un mundo maravilloso, encantado.

»Rivera Bagur es una isla, una isla afortunada, en medio del confuso y engañoso mundo artístico de hoy. Él da testimonio de lo que ve, de lo que tiene delante, con una inocencia que parece estar en las cosas, y está en la mirada.»

ÍNDICE

Es posible ser feliz La felicidad

La educación La personalidad

La esperanza La libertad La verdad El amor

Los otros La oración Testigos

Dios

ES POSIBLE SER FELIZ

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1 PORQUE HE VISTO LA VERDAD, SÉ QUE LAS PERSONAS PUEDEN SER HERMOSAS Y FELICES CONSERVANDO LA

BONDAD MIENTRAS VIVEN EN EL MUNDO. NO CREERÉ, NO PUEDO CREER, QUE EL MAL SEA LA

CONDICIÓN NORMAL DE LA HUMANIDAD Dostoiesky

Frecuentemente siento enormes ganas de expresar algo que llevo dentro, pues

todas las cosas me hablan, me dicen a gritos sus misterios, y me siento condenado a un terrible silencio.

Cuando anochece quiero hablar íntimamente con alguien, decirle mis pensamientos, sugerirle mis alegrías, entonar mis esperanzas, mostrarle los acordes de mi fe, pegarle los ritmos de mi desbordante felicidad.

Pero, al tratar de expresar algo que llevo dentro, siento que mi voz se quiebra y mi pluma se detiene como sedienta de palabras hermosas y profundas. Mi lenguaje se torna superficial, incapaz de expresar los hermosos sentimientos que guarda mi corazón.

¡Es tremendo tener que depender del vocablo prosaico y cotidiano para comunicar los pensamientos! Pero, por otra parte, siento la necesidad de hablar con mis amigos y decirles todo lo que siento.

Las limitaciones del lenguaje me han colocado al lado de otros hombres privilegiados que supieron decir — pintar, plasmar, sugerir— de una forma hermosa y precisa pensamientos, sentimientos y vivencias que quiero compartir con todos los que quieran leer estas páginas.

He tenido, a lo largo de mis años de vida, imborrables momentos de comunicación y de amistad con miles de seres humanos. A todos les regalé mi buena noticia, les di mi amistad, les acerqué mi ayuda. Con ellos compartí momentos de alegría y de sufrimiento. Hoy les recuerdo a todos y quiero brindarles mis reflexiones, mis vivencias y mis ilusiones con la es-peranza de que les sirvan para su completa realización.

En la soledad de mi oración, comienzo a reflexionar en mi vida y siento la necesidad de decir como Benjamín Franklin: «Cuando reflexiono, cosa que hago frecuentemente, sobre la felicidad de que he disfrutado, a veces me digo a mí mismo que si se me ofreciera de nuevo exactamente la misma vida, la volvería a vivir de principio a fin. Todo lo que pediría sería el

privilegio de un autor que corrigiera en una segunda edición los errores de la primera.»

Escribir un libro es entregar al lector el timón de nuestro espíritu, las riquezas de nuestra morada, los acordes de nuestra canción. Es comunicarle nuestros sentimientos con la esperanza de que puedan ayudarle a plantearse muchas preguntas.

Quiere ser este libro una llamada a la felicidad. Estamos a tiempo de mejorar la calidad de nuestra vida, de ser mucho más dichosos, de vivir con más plenitud. «Ningún hombre feliz trastornó nunca una reunión, ni predicó una guerra o linchó a un negro. Ninguna mujer feliz hostigó jamás a su esposo o a sus hijos. Ningún hombre feliz cometió un asesinato o un robo. Ningún patrón dichoso intimidó jamás a alguno de sus empleados. Todos los crímenes, todos los odios, todas las guerras pueden ser reducidas a la infelicidad» (Neill).

Ser dueños de nuestras vidas, vivir a tope nuestras posibilidades, aceptar con creatividad nuestras limitaciones es un buen camino para conseguir la dicha de vivir. La mayoría de seres humanos no viven en plenitud sino que son arrastrados por las corrientes de las distintas circunstancias. No actúan desde dentro ni controlan sus situaciones, reaccionan y obedecen órdenes externas. Son personas que han perdido el puesto de mando de sí mismos.

No es normal para una persona ser desdichada, sufrir desconsoladamente, mantener una permanente insatisfacción. Lo normal y lógico es ser creativa, dichosa, feliz. Pero, para lograr este preciado estado, tenemos que usar todos los recursos que estén a nuestro alcance.

Esto es lo que pretendo con estas páginas: lograr que el hombre piense, que descubra su tesoro interior, que sea capaz de vivenciar su fe y que, en definitiva, logre ser feliz.

No vas a encontrar, en este libro, un tratado magistral sobre la manera de encontrar el gozo definitivo; es, más bien, un conjunto de reflexiones en torno al amor, a la oración, a la libertad, a la educación, a la esperanza, a los otros y a Dios como medios oportunos para conseguir la dicha de vivir.

Cada reflexión tiene por objeto que el lector se adentre en un mundo apasionante de realización personal, y se plantee muchos e inteligentes interrogantes que le faciliten el camino de la verdad.

Yo no quiero ser maestro de nadie. Prefiero ser amigo de todos los hombres; me gusta escuchar sus latidos de felicidad o de pena, escudriñar el

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significado de los acontecimientos, compartir deliciosos momentos de amistad y reflexionar sobre todo ello.

He intentado ser directo, conciso y claro. Quiero decir las cosas con lenguaje actual, sugeridor, penetrante. No pienso que la forma pueda acallar la riqueza del contenido. Si logro que el lector se sienta motivado a penetrar un poco más en alguno de los temas planteados, o que amanezca una nueva sonrisa en su corazón, me doy por bien satisfecho con mi sencillo trabajo.

«¡Yo sólo vivo dentro de la primavera! ¿Los que veis por fuera qué sabéis de su centro? Si salís a su encuentro, mi sueño no se altera... ¡Yo sólo vivo dentro de la primavera!» (J.R.Jiménez.)

FELICIDAD

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1 EL HOMBRE ES UN SER QUE SE TRASCIENDE A SI MISMO.

ES ALGO MAS QUE SUPERFICIE, ES TAMBIÉN PROFUNDIDAD, AUNQUE LA PROFUNDIDAD SEA UNA DIMENSION PERDIDA EN

NUESTRA SOCIEDAD MODERNA P. Tillich

Trascender es ir siempre más allá, profundizar hasta las últimas

consecuencias, penetrar en lo más íntimo de los pensamientos, actitudes y sentimientos para encontrar la raíz, el motivo y la razón de todo.

Muchos hombres pasan por la vida sin apenas rozarla, quedándose en las capas superficiales, vegetando aturdidos por la prisa, los ruidos y las apariencias.

Pasamos por encima de todo, noticias, acontecimientos, habituándonos a las situaciones más increíbles. No interesa pensar, analizar; hay que vivir al día, «pasando» de todo, procurando evitar las complicaciones.

Queremos mirar el agua y el fuego sin mojarnos ni quemarnos. Deseamos ser espectadores anónimos sentados al borde de la vida sin comprometernos para nada. No obstante, el hombre debe ser siempre el agente principal de su propio desarrollo. No puede abandonar su maravillosa misión humana.

Llega una situación en la que repetimos maquinalmente gestos y palabras. Los medios de comunicación de masas nos enseñan modos y formas a las que no nos sabemos resistir. Vamos hacia un mundo de robots dirigidos y manipulados por la diosa publicidad.

Podremos saber muchas cosas, pero de poco nos van a servir si no sabemos vivir felizmente. Los conocimientos, sin más, nos llevan a la pedantería. Todas nuestras realizaciones tendrán poca incidencia en nuestro proceso de dicha si no sabemos ser personas integradas.

Nos falta personalidad, visión creativa, clarividencia porque no hemos tenido tiempo para pensar, para analizar, para descubrir. No hemos sabido encontrar diariamente unos minutos para parar el tren de la existencia y penetrar hasta la última cima de nuestra vida con el propósito de encontrar la fuente de la felicidad.

Con mucha facilidad sabemos exteriorizar: sentimientos, palabras, noticias, experiencias. Pero nos falta capacidad para interiorizar, para saber recorrer el camino hacia nuestra propia fuente de acción, de emoción y de vida.

Con unos minutos diarios de silencio, de paz interior, de ausencia de actividad podemos trascender hasta las profundidades de nuestra alma para descubrir la clave de nuestras posibilidades, para detectar las causas últimas de nuestros sufrimientos, las motivaciones de nuestros aturdimientos, la razón de nuestra infelicidad.

Se ha acuñado una frase feliz que nos apunta hacia el camino de la dicha humana: «meditación trascendental». Una meditación que nos permite usar el portentoso don de la inteligencia creativa; una trascendencia que nos lleva por senderos de realización y descubrimiento, que van más allá de las vulgares apariencias.

Podrías hacerte con algún buen libro de oración, de meditación, de yoga o de meditación trascendental, qué más da. Lo importante es que caigas en la cuenta de la importancia de vivir una vida con más profundidad. ¿No te parece?

2 UNA RISA VALE MÁS QUE CIEN LAMENTOS EN CUALQUIER

MERCADO Larnb

¿Por qué será que los hombres tenemos tanto temor a lanzar nuestra risa al

viento? Precisamos excesivos estímulos exteriores para dibujar una sonrisa en nuestros labios o para manifestar la satisfacción profunda del corazón. Y la risa es un ingrediente imprescindible para nuestra dieta vital.

Un hombre desdichado, triste, amargado, aunque tenga un gran deseo de ayudar a los otros, ¿qué puede hacer? Aun sin proponérselo, lo único que logrará será que sus lágrimas y su tristeza contagien a los demás. El que está muy ocupado sufriendo con amargura sus desgracias, no encuentra tiempo para suavizar el padecimiento de los demás.

Muy al contrario, cuando un hombre es feliz, su comprensión aumenta. Irradia, con su rostro plácido, alegría y felicidad a su entorno. La alegría, así como la tristeza, son comunicativas y pueden facilitar un clima de luz o de oscuridad.

Me ha preocupado grandemente el sentido de esta frase: «Ríe, y el mundo reirá contigo; llora, y llorarás solo.» La senda más fácil de seguir, la carga más ligera de llevar es la alegría. Ella nos hace capaces de las mayores

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aventuras y facilita la colaboración solidaria de los demás en nuestras empresas.

La alegría elimina las sombras del corazón; levanta los ánimos decaídos; llena el ambiente de evocadoras sonrisas; contagia el gozo de vivir; revitaliza las ilusiones perdidas; alivia la depresión; es fuente inagotable de salud; es la caricia del amor; es la expresión manifiesta de los corazones puros; es la flor de la esperanza; es el lenguaje de los niños; es el cálido abrazo de la felicidad; es el paraíso de los enamorados; es el fruto de la unión con Dios; es la antinomia del pecado; es el rostro apacible de Dios; es la puerta de la felicidad; es el cielo en la tierra.

Me he fijado cómo la gente anda triste por las calles, con el rostro ensombrecido por la preocupación, en busca de la felicidad perdida. La buscan en las tiendas, en los escaparates, en los cines, en las revistas... Siempre fuera de sí mismos. Como si fuera un producto más que se compra por unas vulgares monedas.

La felicidad se encuentra dentro de uno mismo y crece en los lugares más inverosímiles, en los sitios aparentemente menos atractivos: en una humilde casita, en un oscuro convento de clausura, en una mina lóbrega, en una escuela popular, en un hogar campesino. ..

¿Hemos sabido buscar la felicidad dentro de nosotros mismos?

3 JAMÁS LA ANGUSTIA Y EL MIEDO DEBERÍAN ANIDAR EN LAS ALMAS

DE BUENA VOLUNTAD, PORQUE EL EVANGELIO ES EXIGENTE, PERO TAMBIÉN PROFUNDAMENTE LIBERADOR

Juan Pablo II Si encontráis algún día a un cristiano que está triste, pensad que no ha

entendido el significado del verdadero cristianismo. Los frutos del Espíritu, en las vidas de los creyentes, son siempre gozo y paz.

Quienes han entrado en el silencio de Dios están llenos de gozo, tienen los ojos de niño y generan felicidad en su entorno.

La Iglesia no es una fortaleza a la cual hay que atraer a todos los hombres para salvarlos. Es, más bien, una comunidad de creyentes —peregrinos hacia la patria celestial — cuyas fronteras pasan por el corazón de cada hombre. Una comunidad es una familia unida que comparte la alegría de vivir, con un ambicioso proyecto de salvación.

Cristiano es aquel que vive su fe en esta comunidad. Es el hombre abierto a la Palabra, fiel al Evangelio,

dócil a la voz del Espíritu; es el hombre de corazón y de reflexión, amigo de los demás hombres, cercano a todos, atento a los signos de los tiempos.

El cristiano es el hombre de la esperanza que brinda a todos la buena noticia, asume las alegrías y los dolores y sabe infundir optimismo en todos los co-razones. Es el hombre de la escucha, de la amistad y de la confianza, que ama a los hombres como son y no como quisiera que fueran.

Para cumplir su misión, debe revestirse de ánimo, saber renunciar a todo tipo de poder, de prestigio y de violencia para saber anunciar la salvación a la humanidad con el arma poderosa de la humildad.

La brutal discrepancia entre el mensaje evangélico y la realidad cotidiana de muchos cristianos es una violenta bofetada al rostro de la Iglesia. Muchos rechazan, con su vida, la doctrina evangélica y, sin haberla vivido, lanzan los dardos de la crítica más despiadada y más injusta contra las exigencias de este providencial mensaje.

Solamente podrán gustar las delicias de la buena noticia evangélica aquellos que hayan tenido la osadía de convertirla en vida en el duro campo de batalla del quehacer diario. Es entonces cuando saborean el agua viva de la felicidad prometida por Cristo.

La lectura y la vivencia de la palabra de Dios deben ser una fuente de renovados impulsos que nos inciten, aquí y ahora, a experimentar la belleza, la fidelidad y la pasión por el riesgo de lo trascendente.

No hay duda: el Evangelio es exigente, pero con capacidad para liberarnos de todas las esclavitudes que nos atosigan y que nos tienen varados en la vulgaridad.

¿Lees el Evangelio como un mensaje de vida y de esperanza? ¿Te sientes capaz de vivenciar la doctrina evangélica en tu entorno vital?

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4 VIVIR EN PAZ CON LOS DUROS, PERVERSOS,

MAL ACONDICIONADOS Y CON QUIEN NOS CONTRADICE GRAN VIRTUD Y GRACIA ES, VARONIL Y MUY LOABLE

Kempis Frecuentemente, en mis largas y densas horas de soledad y de reflexión, me

sumerjo y me refugio en la sabrosa lectura de La imitación de Cristo de Tomás de Kempis.

Y ¿qué quieren que les diga?, pese a sus 600 años — no dudo que provechosos y fecundos —, me siento bien releyendo sus páginas añejas que, como el vino bueno, son una permanente sorpresa de agradables sabores.

Es para mí un libro moderno envejecido, añejado, de sólida estructura ascética, buena medicina para los ojos modernos saturados de superficialidad.

Lo leo cuando más difíciles son las cosas y cuando más necesidad tengo de acogerme a lo esencial, a lo que no pasa con el tiempo.

Lejos de vivencias místicas profundas, ejercita al hombre en el angosto camino de arrancar hierbas malas, superar rencores, quitar miserias y pecados. Es un soberbio tratado de ascética espiritual.

Es el ejercicio gimnástico adecuado para adoptar posturas y actitudes correctas y coherentes con lo que uno cree.

Es, en definitiva, un compendio de sabiduría humana con lenguaje sereno, sugeridor, cálido, aun a pesar de sus resonancias medievales y ligeramente truculentas.

Tenemos que pasar por sus páginas sin apresuramientos, ceñidos con el valor de los intrépidos y bien dispuestos a seguir los caminos de las bienaventu-ranzas.

La santidad supone dominio de uno mismo, aceptación incondicional de los demás, pese a sus debilidades, espíritu de sacrificio para saber aceptar con una sonrisa los contratiempos de la vida.

Hoy podemos decir las grandes verdades de nuestra fe de una manera más atractiva, con unas palabras más actuales, pero queda siempre un contenido teológico que no cambiará jamás. Ese contenido sólido y profundo es la gran riqueza del libro del Kempis.

Su lectura reposada nos llevará a una vivencia intensa de nuestra fe. Fruto de la vivencia de nuestra fe será, inevitablemente, la paz en nuestros espíritus y la felicidad en nuestros corazones.

¿Sabemos encontrar tiempo para dedicarnos a la sabrosa labor de una buena lectura espiritual? ¿Procuramos cuidar nuestra permanente formación religiosa?

5 ALGUNAS PERSONAS ESTÁN TAN TEMEROSAS DE MORIR

QUE NUNCA COMIENZAN A VIVIR H. Van Dyke

El temor paraliza al ser humano, le impide gozar de la felicidad a la que ha

sido destinado. Efectivamente, la vida es siempre un juego, maravilloso juego, de felicidad. Para conseguir el triunfo en este atractivo juego tenemos que saber disfrutar

de los pequeños goces de cada día: de la hermosura de una flor, de la suave caricia de un niño, del saludo afectuoso de un buen amigo, de la mirada subyugadora de una madre, de la magia de una melodía, de un rato de evocadora soledad, de la contemplación paradisíaca de un buen paisaje...

Y la muerte forma parte fundamental de la vida. Decía Walter Scott: «¿Es la muerte el último sueño? No, la muerte es el despertar último y final.»

La muerte es el paso hacia una eternidad feliz, hacia un futuro sin fronteras, sin dolor, sin angustias, sin tristezas ni soledad.

Morir es nacer a la verdadera vida. Por ello afirmaba Spinoza: «Un hombre libre piensa en la muerte menos que en cualquier otra cosa, y su sabiduría es una meditación no sobre la muerte sino sobre la vida.»

La muerte, a los ojos de la fe cristiana, es el nacimiento definitivo al paraíso de la paz, de la luz y del amor. Allá nos encontraremos con aquel que dijo de sí mismo: «Yo soy la VIDA.» Si nos acercamos a él, beberemos fuentes de «agua viva» que saciarán plenamente nuestros infinitos deseos de felicidad.

Muchas veces he reflexionado cuán terrible y desolador debe ser pensar que todo acaba debajo de unos palmos de tierra de un cementerio anónimo.

¡Qué tranquilidad supone, por el contrario, saber que nuestra fe nos lleva por senderos de vida, de acogida, de paz inacabable!

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No hay cura para el nacimiento y la muerte, salvo la de disfrutar el intervalo entre ambos. El oscuro tras-fondo que proporciona la muerte hace resaltar los colores de la vida con toda su pureza.

Hay que vivir cada instante con la seguridad de que, cumpliendo nuestra vocación de eternidad, estamos dando un ejemplar sentido a la existencia. Felices y alegres, afrontamos nuestra jornada terrena porque sabemos que tenemos posada en el cielo.

¿Cómo podemos vivir con sentido de eternidad nuestra aventura existencial? ¿Cuáles son los motivos que justifican el miedo ante la muerte?

6 SOY COMO UN NIÑO DISTRAÍDO QUE ARRASTRAN DE LA MANO POR LA FIESTA DEL MUNDO. LOS OJOS SE ME CUELGAN, TRISTES,

DE LAS COSAS... ¡Y QUÉ DOLOR CUANDO ME TIRAN DE ELLAS! J.R. Jiménez

Es una triste realidad que las cosas asumen un excesivo valor y significación

en la vida, de tal manera que llegamos a depender totalmente de ellas. Las cosas alimentan nuestra vanidad, nos dan prestigio social y nos facilitan el

poder. Y cuando dependemos de las cosas hasta tal punto que éstas asumen un valor y una importancia completamente desproporcionados, se origina el conflicto y la lucha por poseerlas.

Es importante plantear la siguiente pregunta: ¿Dependo de las cosas para mi felicidad psicológica, para mi completa satisfacción?

Si dependemos de las cosas es que internamente somos pobres, muy pobres, y que, para acumularlas, estamos dispuestos a mentir, a defraudar, a luchar, a destrozarnos unos a otros.

Las guerras son siempre por las cosas y en ellas están basados, desgraciadamente, nuestros valores sociales y morales.

Es verdad que necesitamos alimentos, ropa, vestidos, vivienda, dinero, pero esta necesidad se convierte, frecuentemente, en codicia, en fuerza irresistible que nos impulsa a dar un valor excesivo a todas estas cosas.

«Mirad las aves del cielo... Mirad los lirios del campo...» Estas frases evangélicas despiertan en nosotros hermosas resonancias de igualdad, de libertad, de desprendimiento, de uso y no de abuso, de providencia acogedora... Dios ha puesto en la creación material suficientes bienes para

todos. Lo malo es que están mal repartidos debido a la fuerza del egoísmo humano.

La felicidad no consiste en la desmedida satisfacción de muchas y siempre nuevas necesidades materiales, sino en saber contener las aspiraciones en el límite de lo necesario, de lo imprescindible, de lo indispensable, de lo funcional. Es rico el que se conforma con lo que tiene, lo usa con amor y lo comparte con generosidad.

El apego excesivo a las cosas fomenta las discordias sociales, facilita los conflictos entre hermanos y lleva al peligro de una destrucción mundial.

¡Qué maravilloso sería que supiéramos usar las cosas con humildad, con templanza, con desprendimiento, con desinterés, con corazón abierto hacia los menesterosos!

¿Está nuestro corazón atado a las cosas? ¿Sabemos compartir con generosidad lo que Dios ha puesto en nuestras manos?

7 LO CONTRARIO A UN PUEBLO CRISTIANO

ES UN PUEBLO TRISTE, UN PUEBLO DE VIEJOS Bernanos

Demasiados cristianos permanecen de cara a un doloroso muro de

lamentaciones, regodeándose en sus penas, en sus autoconmiseraciones, en su desesperanza. Son incapaces de ver un poco más allá de los acontecimientos y se quedan rumiando su tristeza sin saber disfrutar del inmenso regalo de su vocación cristiana.

Las pruebas y las dificultades forman parte fundamental de nuestra vida. Si bien, en lugar de aferramos desesperadamente a ellas, de quejarnos y de sentir profunda lástima por nosotros mismos, deberíamos sentir la satisfacción de participar de la hermosa experiencia de la vida.

La tristeza es el camino que nos lleva a la desesperación y a la soledad. «Ríete y el mundo reirá contigo, llora y sólo conseguirás que se te ponga la nariz colorada» (JAV. Ford).

Hay una alegría transitoria que depende únicamente de circunstancias externas y cambiantes, que aparece y desaparece con suma facilidad. Ésta, por supuesto, no es la alegría cristiana que colma todas las ansias del corazón humano. La verdadera alegría procede de la satisfacción interior, del gozo profundo, de la esperanza sincera.

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La alegría cristiana es el mejor mensaje de la esperanza; es la buena noticia de la salvación; es la expresión viva de la paz; es la manifestación de un corazón puro; es el hábito de la humildad; es el canto de la sencillez; es la sombra de la felicidad; es la flor del verdadero amor.

Se ha dicho, con gran acierto, que «la esperanza tiene un nombre: Jesús. La alegría tiene un rostro: María.»

Jesucristo es el extraordinario remedio para llenar el vacío que hay en todo ser humano. La vida abundante que Cristo ofrece, además de llenar este vacío, da un extraordinario poder para superar todas las pruebas. El poder de Dios en el hombre es el motivo fundamental de nuestra esperanza.

María, cumplidora perfecta de la voluntad de Dios, es el testimonio de la buena noticia de la alegría cristiana. Ella es la fiel intérprete del mensaje bíblico de la felicidad: «Y no entristezcáis al Espíritu Santo con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad desaparezca de entre vosotros» (Ef 4,30-31).

La alegría cristiana no busca su motivación en una salvación futura, lejana, sino en la seguridad presente de que ya estamos salvados y formamos parte de una familia numerosa que está en el camino de la dicha inacabable.

La tristeza es el rostro del pecado y la prueba evidente del rechazo de los hombres hacia su Dios.

8 SÓLO SE VE BIEN CON EL CORAZÓN.

LO ESENCIAL ES INVISIBLE PARA LOS OJOS Saint-Exupéry

Mis pies fatigados de recorrer los caminos del mundo han pisado esta mañana

las piedras seculares de un viejo monasterio de humildes monjas clarisas. Mientras me iba acercando, mi mente saciada de vana ciencia y henchida de

nuevas visiones sociológicas, hilvanaba pensamientos contradictorios y se hacía preguntas inquietantes: ¿Qué sentido tendrán, en el siglo de los milagros científicos, y de las fabulosas conquistas sociales, las vidas de estos seres humanos escondidos en la misteriosa penumbra de estos viejos muros monacales?

A mi llegada, unos rostros radiantes, enmarcados en simpáticas tocas, me han regalado una cascada de sonrisas deliciosas que han caído mansamente

sobre mi alma vieja y he sentido — ¿por qué no decirlo? — la vergüenza de haber errado, en muchas ocasiones, el camino de la verdadera felicidad.

Mendigo de venturas, he recorrido las sendas del mundo, he tocado a las puertas de los hombres, me he postrado ante los ídolos del arte o de la ciencia, he acariciado la piel de la duda, he buscado en la luz cegadora de mil auroras la melodía eterna de la felicidad. Y mi corazón ha sentido la dolorosa experiencia de tender la mano a lo imposible, mientras que los acordes de la dicha resbalaban entre mis dedos.

Pero hoy he encontrado el gozo verdadero e inacabable. Lo he visto encarnado en 3 muchachas jóvenes que decían, cantaban, interpretaban los acordes de esa melodía celestial de la felicidad del vivir.

Ante ellas han cobrado sentido muchas cosas: la vida, el amor, la entrega, la oración, la soledad, la vida comunitaria, la pobreza voluntaria, la castidad positiva, la obediencia desprendida, la alegría, la esperanza. ..

3 muchachas jóvenes, repletas de ilusiones y de vida, escondidas en la sugestiva soledad del Monasterio de Santa Clara de Palma de Mallorca, me han dado hoy una imborrable lección de vida abundante y positiva.

De regreso a mi casa, me han dicho mis hermanos, pensando seguramente en los efectos del sol mallorquín sobre mi rostro: «Se te ha pegado el sol en las mejillas.» «Una legión de soles — les he contestado — juegan hoy alborozados en mi alma.»

Efectivamente, unas sonrisas, evocadoras, unos cantos del corazón, unas palabras llenas de vida, un mensaje de esperanza han llegado a mi alma de la mano de unas humildes monjas de clausura, cuya existencia es una apasionante aventura de gozosa felicidad.

¿Hemos sabido entender el mensaje de la vocación religiosa? ¿Sabemos apreciar el valor del silencio, de la oración y de la entrega a Dios?

9 EL DÍA MAS PERDIDO DE TODOS

ES AQUEL EN QUE NO SE HA REÍDO NI UNA SOLA VEZ Chamfort

Observo gran cantidad de personas abatidas, desoladas, tristes, envueltas en

una maraña de confusiones, con poca ilusión de vivir y que se atormentan continuamente con pensamientos negativos y frustrantes. Son las víctimas de la depresión.

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Es posible ser feliz

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En opinión autorizada de numerosos investigadores, la humanidad sufre más a consecuencia de la depresión que de cualquier otra enfermedad.

Todos, en algún momento de la vida, hemos atravesado por un momento de depresión la cual, aun en sus formas más benignas, puede empañar el brillante cristal de la vida.

Se afirma que las personas de más elevado índice de inteligencia son las más vulnerables a los efectos de la depresión. Grandes genios universales padecieron de este mal. Al terminar una magnífica obra de arte u otra expresión creativa, solían caer en un profundo período de angustia existencial. Van Gogh llegó a cortarse una oreja en un momento de hundimiento psíquico.

El hombre es siempre un ser hambriento de felicidad. Pero, al ser la vida del todo imprevisible, todo ser humano necesariamente experimenta algo de infelicidad. Depende de cada uno afrontar las dificultades que se presentan, de una manera alegre y optimista o de una forma amarga y desolada.

La felicidad no es un lujo raro, sino algo al alcance de todos, ya que no depende tanto de las circunstancias como de la actitud mental de las personas ante los acontecimientos. He observado gente feliz y contenta cuya alegría se irradiaba en medio de las más desdichadas circunstancias, en tanto que otras truncaban las circunstancias de alegría en abismos de de-presión.

El hombre maduro sabrá afrontar los momentos de dolor con optimismo y valor. Aceptará los ciclos vitales con sabiduría, adaptándose a las nuevas circunstancias de una manera creativa.

La sonrisa no es un simple gesto facial, sino la expresión acabada de la felicidad interior, del equilibrio de las personas. La sonrisa superficial, meramente externa, acaba siempre en mueca de dolor.

La sonrisa exterior, para que resulte auténtica, tiene que estar hecha de gozosa esperanza. Debe fundamentarse en la seguridad de que cada día podemos mejorarnos y mejorar nuestro entorno. Supone vivir el momento presente usando todas las posibilidades que Dios ha depositado en nosotros.

«No busques, alma, en el montón de ayer, más perlas en la escoria. La primavera del futuro es toda de hojas nuevas para ti» (J.R. Jiménez).

No prives de tu sonrisa a los que se acercan curiosos a los prados de tu alma para contemplar los frutos de tu fecundo verano. ¿Crees que ello es posible?

EDUCACION

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10 LAS PERSONAS PERSISTENTES INICIAN SU ÉXITO

DONDE OTROS ACABAN POR FRACASAR E. Eggleton

La psicología moderna está descubriendo que todos tenemos dentro de

nosotros una fuente inmensa e inexplorada de creatividad, de energía y de felicidad que, en la mayoría de casos, se queda sin aprovechar. ¿Por qué no nos afanamos en sacar partido de este filón de oro?

El éxito no se mide por los resultados espectaculares, por las subidas ganancias económicas ni por la admiración que despertamos ante los demás. Es, más bien, fruto de un trabajo constante y de una ilusión mantenida. Quien quiere apurar la copa del éxito, sin pisar las dolorosas espinas del fracaso, no llegará jamás a las murallas del triunfo.

Una larga serie de fracasos, encajados estoicamente, siguiendo adelante cuando la mayoría ha desistido de su empeño, han jalonado la senda de todos los triunfadores.

La crítica, incluso la más despiadada, es para los triunfadores un fuerte acicate para la superación, una poderosa fuerza para renovar sus propósitos, un estímulo para mejorar sus posiciones.

La diferencia entre un triunfador y un fracasado se manifiesta en que el primero supo seguir adelante, aun en medio de una copiosa lluvia de reveses y dificultades, mientras que el segundo abandonaba la carrera a la menor contrariedad.

«Podemos tener esperanza en la humanidad porque, en principio, cualquiera podría convertirse en hombre bueno y saludable. Pero, también debemos sentirnos tristes por el hecho de que tan pocos se conviertan, en realidad, en hombres buenos» (Maslow). A muchos les falta el valor necesario para aceptar la adversidad, el sufrimiento y el esfuerzo que les permitan enfilar la carrera del triunfo.

No se trata de poseer muchas y brillantes cualidades. Se necesita, únicamente, que uno sea fiel a sí mismo, que desarrolle sus potencialidades y que confíe en su propia personalidad.

La acción brillante es la que procede de una personalidad madura e integrada. «Las personas debían pensar menos, mucho menos, respecto a lo que deben

hacer y más en relación con lo que deben ser. Si sólo su ser fuera bueno, sus obras sobresaldrían brillantemente» (M. Eckhart).

«La base del arte de la acción es el arte de ser» (Aiaharishi). Todos los grandes maestros de la filosofía de la vida han entendido la urgencia de que el hom-bre se encuentre a sí mismo y sea capaz de presentarse tal cual es.

¿Tenemos el valor de seguir adelante a pesar de los fracasos? ¿Hemos conseguido los propósitos que nos hemos propuesto en la vida?

11 NINGUNA ÉPOCA HA SABIDO CONQUISTAR TANTOS Y TAN

VARIADOS CONOCIMIENTOS SOBRE EL HOMBRE COMO LA NUESTRA. SIN EMBARGO, NINGUNA ÉPOCA HA CONOCIDO EL HOMBRE TAN

POCO COMO LA NUESTRA Heidegger

Vivimos en un mundo de tecnología y de riqueza material jamás alcanzados.

Nuestros logros médicos, científicos e industriales nos ofrecen salud, comodidad y abundancia. Hemos inventado medios de comunicación sutiles y poderosos. Sin embargo, el hombre no es tan feliz como podría ser.

Es cierto que hemos descubierto métodos activos de educación donde el niño ha comenzado a ser el principal protagonista de su propio desarrollo. La libertad, el respeto a su propia personalidad, el descubrimiento de su propio yo, el hallazgo de sus posibilidades son los objetivos de la nueva educación y, sin embargo, no estamos logrando un mejor conocimiento del hombre. ¿Qué está pasando?

La Unesco ha pedido que «los niños, que serán ciudadanos del mundo del mañana, vivan seguros y disfruten de una vida constructiva. Uno de los medios para conseguirlo es reducir la carga, peligrosa y aplastante, de los armamentos. Otra es el proporcionar los servicios necesarios y apropiados para satisfacer las necesidades de las nuevas generaciones.»

No estamos facilitando un desarrollo armónico y equilibrado de nuestros niños y jóvenes. Les hemos sumergido dentro de un mundo competitivo y feroz donde, con excesiva frecuencia, triunfa la ley del más fuerte. Un mundo donde la rapidez, el ruido y la falta de equilibrio psíquico forman parte fundamental de la existencia.

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Es posible ser feliz

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El modo frenético, casi loco, de vivir viola las leyes fundamentales del organismo humano, ya que todas las funciones deben ejecutarse según un ritmo adecuado. Pensar, dormir, respirar, entristecerse, alegrarse, comer, digerir deben realizarse con ritmos de reposo. La frustración, la fatiga y la ansiedad son el resultado de una vida en completo desorden.

¿Qué significa estar satisfecho? Unos creen que la dicha está en el dinero y en las comodidades materiales, otros la apoyan en el amor, algunos piensan que nada más la libertad puede darnos la felicidad. Pero la realidad es que el hombre no está, en general, satisfecho de sí mismo y se siente cada vez más desconcertado respecto a qué dirección debe volverse.

Hemos sido incapaces de llegar a nuestras metas, débiles para vivir una existencia feliz y no hemos creado una sociedad habitable porque no hemos sabido emplear el potencial íntegro de que disponemos, por que nos hemos encerrado dentro de nuestros egoísmos y porque nos hemos despreocupado de los demás.

«Si hay una declaración verdadera respecto a toda persona viviente debe ser ésta: no ha realizado su potencial completo» (W. Schutz). Se ha quedado en las capas más superficiales de su enorme potencial humano y espiritual; ha desaprovechado gran parte de sus cualidades.

El progreso del ser humano — progreso hacia el exterior y progreso hacia el interior— solamente se realiza cuando el hombre cobra conciencia de sus maravillosas cualidades y las usa para bien de toda la sociedad.

¿Intentamos conocernos cada día un poco más? ¿Desarrollas al máximo todas tus posibilidades?

12 NINGÚN HOMBRE ALCANZA NUNCA SU YO VERDADERO

HASTA QUE SU SER ES MEJOR Montaigne

Hoy ponemos en tela de juicio la educación tradicional basada en los

contenidos, en el maestro, en los métodos y no en el propio alumno. No estamos contentos de la «necedad solemne de la erudición».

La palabra educación proviene de la raíz latina e-ducere, «sacar o conducir fuera». Implica una extracción y un desarrollo de la capacidad completa de un individuo para la vida.

Tenemos demasiada instrucción y muy poca educación. La educación, para justificarse, debe permitir a un hombre emplear todo el potencial de su cuerpo, de su mente y de su espíritu. Debe ayudarle, en verdad, a descubrir y crear valores y metas significativos que den dirección a la vida. Debe prepararlo para resolver problemas y responder a los profundos in-terrogantes que plantea la existencia.

Los cambios de la educación deben comenzar en el interior, en el nivel de la conciencia de los individuos. No son añadidos a su personalidad, hábilmente elaborados por el maestro desde el exterior.

El mismo Albert Einstein afirmó que «la escuela debe tener siempre como objetivo que el joven salga de ella como una personalidad armoniosa, no como un especialista». Un estudiante debe encontrar quién es y en qué debe convertirse realmente, viviendo bien y en forma plena en una sociedad en intenso cambio. Si se le satura de conocimientos, de habilidades, podrá ser ingeniero, médico, arquitecto, albañil, etc., pero no sabrá ser hombre.

Desplegar el potencial íntimo del hombre, despertar sus cualidades, dejarle elegir su camino es la forma correcta de la verdadera educación. El alumno debe convertirse siempre en más de lo que es: más inteligente, más creador, más perceptivo y liberal, más compasivo y amoroso, más productivo y efectivo. Pero, todas estas cualidades no le vienen impuestas desde fuera; las tiene potencialmente dentro de sí mismo. Lo que necesita es hacerlas aflorar.

Se ha dicho que lo mejor es enemigo de lo bueno. Quien se conforma en la vida, ha dejado de crecer; y, quien ha dejado de crecer, renuncia a una existencia positiva, estimulante y creativa.

El hombre está siempre en etapa de aprender y de mejorar. Tiene que aprender a andar, a comer, a reír, a mirar, a ser feliz, a convivir, a descansar, a morir. Tiene que aprender a aprender. Nuestra educación se basa en qué pensar y no en cómo pensar.

¿Intentas mejorarte cada día? ¿Eres capaz de aceptar tus limitaciones? ¿Has aprendido a aprender por ti mismo, sin muletas innecesarias?

13 EL HOMBRE, TODO HOMBRE,

ES UNA PERMANENTE VOCACIÓN DE VALOR G. Vázquez

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Uno de los propósitos más importantes de una educación que se precie de tal es el de clarificar valores para la vida. El valor da sentido y dirección a la vida humana, justifica sus esfuerzos y proporciona la alegría de vivir.

El afianzamiento y el desarrollo los valores que hoy están en juego para el futu Je nuestra sociedad, se encuentran ligados a la necesidad de insistir en que la enseñanza, desde sus primeros niveles, sea más formativa que informativa.

La familia, la escuela, la sociedad misma deben procurar la adquisición de una serie de valores sociales, éticos, estéticos, afectivos, religiosos, físicos... Pero, jamás impondrán valores a la fuerza. Para que los valores sean plenamente válidos, deben ser voluntaria y libremente aceptados.

La escuela debe tener, por supuesto, unos objetivos. Una escuela neutra, sin objetivos, lo único que logrará, será conseguir unos alumnos problemáticos, sin criterios, amorfos.

Es oportuno que sean los propios educadores y educandos quienes determinen qué valores pueden ponerse como metas en la tarea educativa. Pero, desde luego, no puede haber una escuela sin valores.

La educación tiene que fijarse como tarea primordial, no la imposición de unos valores, pero sí la clarificación de los mismos a fin de que los propios alumnos puedan descubrirlos, apreciarlos y vivirlos.

Desde una escala axiológica muy amplia, se pueden apreciar valores sumamente importantes y determinar cuáles son necesarios para la vida. Entre ellos cabe destacar: — la personalidad del profesor y del alumno; — los valores espirituales; — la sociabilidad; — la afectividad; — la creatividad; — los factores intelectuales; — la libertad; — la participación; — la sexualidad; — la responsabilidad; — la mutua aceptación y respeto; — la felicidad de vivir; — el diálogo...

Más importante que una adquisición de conocimientos es el descubrimiento de unos valores que definan la personalidad y den dirección a la vida. El hombre se definirá por los valores que posee y por la fidelidad que manifieste a sus creencias.

¿Practicamos frecuentemente la clarificación de valores para nuestra vida? ¿Ayudamos a los demás a adquirir una voluntaria jerarquía de valores?

14 SÓLO SON EDUCADAS LAS PERSONAS QUE HAN APRENDIDO

CÓMO APRENDER, QUE HAN APRENDIDO A ADAPTARSE Y CAMBIAR

C. Rogers La educación tradicional ha sido un campo propicio para las constantes

represiones y para la sistemática anulación de la personalidad, de la creatividad y del juicio original.

Liberar la curiosidad, permitir que las personas evolucionen a su propio ritmo y según sus intereses, desatar el sentido de la indagación, abrir a los niños a la pregunta y a la exploración han sido los medios más eficaces para que surjan hombres plenamente realizados.

Es necesario facilitar el aprendizaje con aprecio, aceptación y confianza hacia el alumno, siempre desde un clima de autenticidad.

Todo educador — sea padre o maestro — debe evitar las máscaras y las fachadas. Debe manifestarse tal cual es, con sus limitaciones y con sus cualidades, sabiendo ser el mismo en todo momento. Puede entusiasmarse, aburrirse e incluso equivocarse. La equivocación y el error deben ser provechosas lecciones que nos faciliten la maduración de la personalidad.

Es aleccionador que los padres y maestros acepten que se pueden equivocar; que no siempre tienen razón; que cada día pueden aprender más; que pueden aprender de un niño, de un pobre hombre; que los niños son libres de dirigir su propia vida; que los alumnos no son artefactos mecánicos; que cada ser humano es diferente y tiene su propia personalidad; que el triunfo no es lo más importante en la vida; que los títulos no hacen a la persona; que el ser humano no es un depósito de conocimientos; que no sólo se educa en la escuela...

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Es posible ser feliz

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Se educa desde la vida y para la vida. Y la educación del ser humano no acaba nunca, es un proceso generador de ciencia, de personalidad y de vida.

Spencer lo ha entendido acertadamente: «El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos y no para ser gobernados para los demás.»

A través de la existencia, puede el hombre aprender constantemente de los demás, del sufrimiento, de la soledad, de la convivencia, de los éxitos, de los fracasos, de la lectura, de los medios de comunicación, en suma, de todo lo que le rodea. La vida misma es una gran maestra para los hombres con ojos abiertos y la curiosidad siempre dispuesta.

En la medida que dependamos menos de los demás y seamos fieles a nosotros mismos, podremos decir que estamos educados.

¿Sabemos adaptarnos a los cambios inevitables que impone la sociedad? ¿Vamos perdiendo el tren de la existencia mirando siempre hacia atrás?

15 SE EDUCA POR CONTACTO. EL CONTACTO ES LA PALABRA

CLAVE EN EDUCACION M. Buber

Grave equivocación ha sido el creer que el ser humano es solamente un

depósito de conocimientos. Se pensaba, equivocadamente, que el que sabía más era siempre el más sabio y el mejor preparado para afrontar las dificultades de la vida.

Los niños tienen sentimientos, son volubles, lloran, ríen, están tristes, viven intensas frustraciones, sueñan en un mundo plenamente feliz. Tiene sus propios intereses y motivaciones.

Necesitan la presencia viva, estimulante, acogedora y tolerante de sus padres y maestros para aprender a dar los primeros pasos. Todo ello sin imposiciones opresoras ni temores injustificados.

¡Cuántas tragedias de soledad y desamparo de miles de niños ante la ausencia sistemática del calor de sus padres!

Hay padres tan importantes que no sirven para ser padres. Tienen tiempo para el partido político, no faltan jamás a las reuniones del club, son miembros de la asociación de vecinos, pero carecen de tiempo para sus hijos.

Según el doctor Diatkine, sólo un 20 % de niños tienen unos padres capaces de perder el tiempo con ellos, y perderlo de un modo placentero.

El contacto padres-hijos, en un ambiente tranquilo sin tensiones ni apremios, puede paliar muchas de las dificultades del niño en su proceso educativo.

Los llamados «malos estudiantes» cada día presentan más perturbaciones que arrancan de la historia personal de cada uno. Los hay más expuestos que otros a estas perturbaciones: los niños sin padres o con muchos padres, los hijos de cónyuges separados o divorciados, los de padres tarados, los hijos odiados, no aceptados o simplemente ignorados.

Los niños comienzan la vida creyendo en la bondad y en el amor de sus padres. Pero pronto ven gritar desaforadamente a su padre, mentir sin rubor a la madre, observan la desidia de los maestros y su fe se quebranta, su equilibrio se resquebraja.

Y el individuo desengañado, sin fe, sin ilusión, empieza a sentirse desgraciado, a odiar la vida. ¿Cómo puede ser feliz quien odia la misma vida?

¡Qué responsabilidad la de los padres y maestros ante este ser indefenso que tienen ante sí y que espera de ellos un contacto positivo, estimulante y creativo!

Este contacto educativo supone la presencia constante al lado del hijo, el saber escucharle con atención, el ofrecerle bondadosamente la ayuda que necesita y el saber respetar siempre su sagrada individualidad.

Cabe preguntarse con seriedad: ¿Cómo es nuestra relación con los hijos/alumnos? ¿Se manifiesta el amor y el espíritu de tolerancia en nuestro contacto con los niños? ¿Encontramos tiempo para estar a su lado?

16 LA EDUCACIÓN ES LA COMPRENSIÓN DE UNO MISMO... Y

CAPACITA AL HOMBRE PARA SER MADURO, LIBRE Y PARA FLORECER ABUNDANTEMENTE EN EL AMOR Y EN LA BONDAD.

CONSISTE EN COMPRENDER AL NIÑO TAL COMO ES, SIN IMPONERLE EL IDEAL DE LO QUE NOSOTROS OPINAMOS

DEBIERA SER Krisnamurti

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La creatividad sólo se desarrolla en una atmósfera de libertad. Sin libertad el niño crece atemorizado, sin ilusión y con muy poca capacidad para superar sus conflictos.

El padre sabio debe aprender esta lección: el niño necesita ser independiente, desarrollar una gran confianza consigo mismo y conocer las consecuencias de sus propios errores.

Evitar, por todos los medios, que el niño falle o se equivoque, es crear un ser inútil para la vida, estéril para el trabajo e incapaz de disfrutar de una existencia positiva.

En un clima de libertad, la educación es como realmente debe ser: una empresa emocionante de realización personal, una búsqueda incansable hacia la madurez, un ambicioso proyecto de futuro.

Es sugestivo sentir que alguien nos estima, nos admira, nos acepta y nos valora en lo que somos y queremos.

¡Qué bien lo ha expresado Mounier! «La educación no tiene por finalidad condicionar al niño al conformismo de un medio social... No tiene por función dirigente el hacer unos ciudadanos conscientes, unos buenos patriotas o pequeños fascistas o pequeños mundanos. Tiene como misión despertar seres capaces de vivir y comprometerse como personas.»

La educación debe ser democrática, creadora, original: respeta todas las capacidades del individuo y las desarrolla al máximo. Los maestros y los padres deben intentar estimular a los niños para que desplieguen su enorme caudal de posibilidades, que la educación debe ayudar a madurar.

Los maestros y padres, al respetar la sagrada individualidad del niño, manifestarán una gran comprensión y les iniciarán por el recto camino de la libertad, único posible para que se dé el necesario crecimiento.

Madurez, libertad, bondad y amor son palabras mágicas que, aplicadas a la educación, provocan felicidad y satisfacción. Es lo que de verdad necesitan nuestros niños para afrontar con seguridad su complicado futuro.

Muchos padres deberán cambiar su mentalidad estrecha, anclada en tradiciones que defendían la disciplina a ultranza, que mantenían dichos tan funestos como que «la letra con sangre entra», que creían en el valor absoluto de la memoria, que pensaban solamente en las notas, y comenzar a valorar la individualidad del educando, verdadero protagonista y maestro de su propio desarrollo.

Nadie educa a nadie, cada uno es actor y sujeto de su propia educación. Los demás son, solamente, puntos de referencia, motivos de encuentro, guías oportunos, etc.

¿Hemos aplicado el amor, la comprensión, la bondad en nuestro quehacer educativo? ¿Dedicamos el tiempo suficiente a valorar las cualidades de los niños, sus ilusiones, sus esperanzas, sus temores?

17 TODO ESTÁ POR HACER POR INVENTAR Y ALEGRAR, POR

NACER. HAY QUE VOLVER A EMPEZAR Y DESCUBRIR COMO NUEVA LA EXPLOSION PRIMAVERAL

G. Celaya Hemos educado a nuestros niños para la repetición, para la adaptación al

pasado y no para la originalidad y para la protesta responsable. Crear no es únicamente hacer cosas nuevas, geniales, originales, sino

participar en la vida de cada día, mejorándola, aunque sea en aspectos aparentemente insignificantes.

La creatividad es una necesidad y una obligación de la vida. No vamos a encontrar soluciones prefabricadas para todos los problemas y adecuadas a todas las situaciones.

El hombre creativo posee una exquisita sensibilidad para ir al fondo de los problemas, mantiene una fluidez de ideas y de imágenes operativas, tiene una gran flexibilidad para adaptarse a todas las circunstancias y situaciones y manifiesta una evidente originalidad en sus obras. Está en el centro de las cosas, huye de la rutina y se siente capaz de tomar decisiones responsables.

La actividad mental del ente responsable y creativo es productiva y no meramente reproductiva. Sabe aceptar los riesgos que supone ser diferente de todos los demás.

El hombre creativo sabe salirse de la masa anónima; tiene el valor de disentir; acepta las consecuencias de ser divergente; asume el hecho de pasar por incómodo; no se deja moldear ni manipular; gusta de la atrevida aventura; posee una personal jerarquía de valores; cuestiona constantemente la realidad; va más allá de las apariencias; da siempre un paso más que los otros; está siempre en la vanguardia de la vida; sabe afrontar sus propios errores; busca soluciones a sus problemas; es autor de

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Es posible ser feliz

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su propio destino; lleva a cabo obras diferentes; vive de acuerdo con sus convicciones.

Me parece muy importante que todo hombre entienda que el mundo ha sido creado para ser recreado. Todos podemos poner una nueva mirada, un poco de delicada poesía a todas las cosas que nos envuelven.

«Cuando luchamos, creamos, somos de veras quien somos palpitando cara al cielo, somos pura actividad y al cantar, cantemos lo que cantemos, cantamos la libertad» (Celaya).

¿Nos interesa llegar a ser hombres creativos? ¿Preferimos la repetición aburrida a la originalidad positiva?

PERSONALIDAD

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18 DE CADA DIEZ CABEZAS,

NUEVE EMBISTEN Y UNA PIENSA Machado

El recto pensar es uno de los secretos de una vida fecunda y positiva. En el ser

humano existe una fuente inagotable de inteligencia, energía y dicha que da fuerza y vitalidad a todas sus acciones. Un hombre que no sabe quién es, cómo y por qué actúa, encuentra que la vida misma carece de base.

Es realmente maravilloso el poder de la mente. Las personas que son capaces de un alto grado de concentración logran una mayor efectividad en sus propósitos. Evitan la dispersión de su atención hacia cosas inútiles y manifiestan una enorme capacidad de trabajo.

Todo, en nuestro mundo, tiene una intencionalidad, un propósito. No suceden las cosas porque sí, al azar, sin ton ni son. «La fuerza más intensa y noble detrás de la investigación científica es una fe profunda en la racionalidad de la estructura del mundo» (Einstein).

Distinguimos fácilmente a una persona equilibrada y serena porque de ella emana una sensación de sosiego, capaz de poner tranquilidad en su entorno. Sus obras tienen ese aplomo de las cosas serias y bien hechas, sin locos apresuramientos.

El hombre es un ser pensante, capaz de las más increíbles hazañas. Sólo le falta decisión y valor para, tras una reflexión serena y equilibrada, lanzarse a la palestra de la vida.

La raíz de todo pensamiento es el conocimiento de uno mismo. Desde nosotros mismos, atendiendo a nuestras posibilidades, partiendo de la base de nuestra capacidad, podemos iniciar el ejercicio de pensar.

Piensa quien sabe encontrar la felicidad, el amor y la esperanza en sí mismo; piensa quien busca apasionadamente la verdad; piensa quien reflexiona antes de obrar; piensa quien mide las consecuencias de sus actos; piensa quien sabe distinguir lo esencial de lo accidental; piensa quien elabora ideales asequibles; piensa quien sabe descubrir sus capacidades; piensa quien tiene valor para descubrir su vocación; piensa quien sabe que cada día puede mejorar su conducta;

piensa quien mantiene viva su capacidad de aprender; piensa quien busca su autocomprensión; piensa quien no se hace esclavo de sus pasiones; piensa quien no se hace víctima de sus sentimientos; piensa quien encuentra tiempo para la oración; piensa quien cuida de alimentar su espíritu; piensa quien se acepta a sí mismo y acepta a los demás.

El pensamiento sereno, profundo y eficaz llevará al hombre hacia su perfecta realización, sin frustraciones ni resentimientos.

Una de las declaraciones más trágicas que puede hacer cualquier ser humano de sí mismo es la del «hombre que hoy saluda tristemente al hombre que puede haber sido» (Hebbad).

¿Vivo de lamentos por mi pasado o soy capaz de ir labrando un presente positivo? ¿Procuro practicar el ejercicio del recto pensar?

19 LA GUERRA COMIENZA EN LAS MENTES DE LOS HOMBRES

Uttesco La vida exterior es expresión de lo que el hombre lleva por dentro. Toda

palabra que pronunciamos, toda acción que efectuamos es prueba inequívoca de nuestro yo interior.

Un hombre que es apacible y está lleno de amor, contribuye repartiendo paz y amor. Si está repleto de cólera y frustración, colabora sembrando intranquilidad y desasosiego.

«Los males del mundo continúan existiendo sólo porque los individuos tienen en sus almas pasiones que son malas. Creo que todas las dificultades en el mundo moderno... residen en la psicología individual, en las malas pasiones de la persona humana» (B. Russell).

Cuando gran número de personas son infelices, tensas y perversas, la atmósfera del mundo está saturada de estas influencias negativas. Y cuando tensiones negativas persisten en una colectividad, revientan en calamidades imparables.

Lo he observado muchas veces: Apenas entramos en un hogar unido, detectamos un clima especial de felicidad y de acogida; si, por el contrario,

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Es posible ser feliz

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hay tensión, desamor, sentimos la necesidad de salir, de liberarnos de aquel ambiente.

Pese a los maravillosos adelantos de la técnica, aun en medio de los fabulosos medios económicos, encontramos la inseguridad social en nuestro mundo. ¿Qué está pasando? ¿Por qué los hombres no conviven en armoniosa paz, buscando la felicidad individual y colectiva?

La triste realidad es que «existe un orden superficial, pero no hay tranquilidad y comprensión interiores... Sin un estado mental sólido, las conferencias diplomáticas, económicas y de comercio no pueden alcanzar nada. La única base en verdad auténtica para la coexistencia pacífica es el estado mental correcto» (V.L. Pandit). Hasta que los hombres no vivan en paz consigo mismos, será imposible que vivan en armonía con los demás.

«Mientras el hombre no pase por una transformación, ninguna proporción de ciencia y conocimiento mejorará la situación humana» (T. Suzuki). Toda expresión de nuestro ser, positiva o negativa, creadora o aniquilante, sabia o necia, influye decisivamente en el estado del mundo. De ahí la necesidad de penetrar dentro de nosotros, ver nuestra situación, mejorar nuestras actitudes, cambiar nuestros caducos esquemas mentales, vaciar nuestros prejuicios y llenar nuestro corazón de amor.

A partir de una mente clara, un corazón generoso y una actitud feliz, podremos dar un nuevo sentido a la existencia, mejorando la situación de una sociedad abocada, por ahora, a la destrucción.

¿Nos sentimos capaces de mejorar el mundo que hemos heredado? ¿Es nuestro interior un remanso de paz y de bondad?

20 NUESTRA GRAN TAREA NO CONSISTE EN VER

LO QUE ESTA BORROSAMENTE EN LA DISTANCIA, SINO EN HACER LO QUE ESTA CLARAMENTE A NUESTRO ALCANCE

Carlyle El mundo de las excusas, para justificar nuestra impotencia, nuestra pereza o

nuestra desidia, es de una variedad increíble: «No puedo», «no lo entendí», «si me lo hubieran dicho antes», «si yo hubiera tenido esta oportunidad», «qué mal repartida está la inteligencia», «como no explican»... Podríamos alargar la lista indefinidamente.

La excusa es el recurso de los débiles, la pantalla de los indolentes, la justificación de los irresponsables.

Por el contrario, los grandes hombres viven conscientes de sus posibilidades, tienen una visión realista de la vida y se sienten capaces de conseguir sus metas. Lejos de utópicas visiones, saben afrontar sus responsabilidades sin acudir a fáciles excusas justificadoras de voluntades débiles.

Los hombres, al buscar lejos de su mirada metas irrealizables, se hacen incapaces, por soñadores, de llevar a feliz término sus obligaciones caseras, lanzándose en picado al fracaso más absoluto.

«Una de las cosas más trágicas acerca de la naturaleza humana es la tendencia a escapar de la vida. Todos soñamos con un mágico jardín de rosas que vemos en el horizonte, en lugar de disfrutar de las rosas que florecen al pie de nuestras ventanas» (D. Carnegie).

El más increíble de los milagros es que el hombre sepa realizar cumplidamente sus pequeñas labores que, al margen de espectaculares triunfos, llenan de felicidad el corazón.

Los diminutos puntos de luz de las estrellas son los que dan magia y belleza al firmamento. Lo que aparenta una pequeña chispa de luz es una masa enorme de cegadora luminosidad. Lo mismo que una pequeña acción del hombre, realizada con amor y fidelidad, es la manifestación de una personalidad gigante.

¡Cuántos seres humanos llegan al atardecer de la vida sin haber logrado alcanzar sus lejanos sueños de aventuras irrealizables! ¿Por qué no sabemos disfrutar de las pequeñas alegrías que, sumadas y asimiladas, son capaces de dar cumplido sentido a toda una vida?

Los grandes santos fueron acumulando en su haber una larga serie de pequeñas fidelidades, supieron aprender sabrosas lecciones de humildad y, sin temor a los fracasos, afrontaron realizaciones de increíble eficacia. Es que, cuando uno es capaz de hacer bien las cosas pequeñas, insignificantes, encuentra abierto el camino de las cosas grandes.

Lo decía Newman: «Señor, no os pido que me mostréis el lejano horizonte, me basta dar un paso.» No podemos quemar etapas inútilmente; cada momento tiene su propia inquietud y cada segundo su oportunidad. Lo importante es saber aprovecharlo.

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21 EN CUALQUIER RELACION HUMANA EN LA CUAL

DOS PERSONAS SE CONVIERTEN EN UNA. EL RESULTADO SERA SIEMPRE DOS MEDIAS PERSONAS

W.W. Dyer Uno de los grandes descubrimientos de la pedagogía moderna radica en el

reconocimiento de la originalidad del individuo, en su sagrada individualidad, en su capacidad única de creatividad.

La educación debe llevar al ser humano por caminos de autorrealización personal. Nadie puede pensar por él, aprender por él, amar por él.

Ni siquiera el amor puede justificar la pérdida de la sagrada individualidad. El amor que pone por condición el sometimiento y la pérdida de la personalidad, es siempre una manifestación de opresión y de esclavitud.

«Seréis dos en una sola carne», afirma la Sagrada Escritura. Dos personas libres, solidarias, eso sí, con un proyecto de vida en común, tolerantes, respetuosas, pueden formar un verdadero hogar.

El sagrado respeto a la individualidad ha sido muy bien descrito por Pablo VI: «Son diversos los carismas y deberes de los esposos dentro del matrimonio. Marido y mujer son ciertamente diferentes, pero también iguales; las diferencias han de ser respetadas, pero nunca justificadas para la dominación de uno sobre otro.»

El filósofo Erich Fromm ha hablado magistralmente del respeto dentro del proyecto amoroso del matrimonio: «Respetar significa preocuparse de que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es.»

Han pasado, venturosamente, las épocas del sometimiento de la mujer en la sociedad. Ella ya forma parte fundamental del proyecto vital de dos seres humanos que quieren compartir juntos su existencia.

Se decía antes que la mujer debía dedicarse a los niños, a la cocina, a la iglesia y a los vestidos. Triste caricatura de lo que debe ser una esposa, o una madre, o simplemente la mujer a secas.

Mucho peor es considerar a la mujer como un objeto que se puede comercializar por su belleza, por su estructura física o por otros motivos banales.

Hoy, desde una perspectiva de igualdad, hombre y mujer mantienen una amplia serie de interacciones psicológicas que los enriquecen mutuamente y

les estimulan a un desarrollo más completo, armónico y rico de sus personalidades.

Se ha escrito mucho y bien sobre la relación matrimonial. Afirma Gibran: «Permitid los espacios en vuestra unión, y que los vientos celestiales bailen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero que el amor no sea una atadura: Dejad más bien que sea un mar fluyente entre las playas de vuestras almas...»

La individualidad del ser humano, su sagrada personalidad, debe permanecer siempre por encima de todo proyecto o de toda unión.

¿Eres capaz de ser tú mismo en toda ocasión? ¿Te sientes dominado u oprimido por los demás? ¿Sabrás manifestar con espontaneidad tus opiniones?

22 TENGO LA INTENCIÓN DE HACER UN HOMBRE DE Mí MISMO,

Y SI TENGO ÉXITO EN ELLO TENDRÉ ÉXITO EN TODO LO DEMAS

Garfield La persona humana no es algo dado, sino algo a realizar desde una exigencia

de perfección. La esencia de la naturaleza humana no está en lo recibido sino en lo que somos capaces de hacer con nosotros a través de nuestra decisión personal.

La persona es la capacidad de abandonar todos los límites, realizar todo lo que se propone y quedar abierta a todas las posibilidades. El hombre es el milagro más grande del mundo y muy contadas veces logra realizar su enorme caudal de posibilidades.

La vocación es algo muy personal. Cada uno tiene que estar muy atento a esta llamada interior que nos sugiere el camino a seguir, la labor a realizar, las necesidades a socorrer...

«Si no puedes ser un pino en la cima de una colina, sé maleza en el valle..., pero sé la maleza mejor del torrente; sé arbusto, si no puedes ser árbol. Si no puedes ser camino real, sé un atajo. Si no puedes ser sol, sé estrella. No vencerás por el volumen sino por ser el mejor de lo que seas» (D. Mallock).

Sé tú mismo sin avergonzarte jamás de tus debilidades, ni de tus limitaciones, ni de tu origen, ni de tus capacidades. Sé trasparente compartiendo con los demás tu yo profundo, tu rostro interior, tu vida genuina. Trasparentar es

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ser lo más plenamente posible uno mismo ante la mirada del otro, sin máscaras ni afeites.

Serás hombre (o mujer) perfecto si te manifiestas tal como eres; si expresas claramente tus opiniones, si reconoces valientemente tus fallos; si no juegas a las dos caras; si amas y practicas la verdad; si te lanzas decididamente a mejorar el mundo; si sigues tu propia vocación con fidelidad; si viajas frecuentemente hacia tu interior; si eres fiel a tus convicciones; si afirmas con decisión tus valores; si vives consciente de tus posibilidades; si sabes conseguir lo que te propones; si cree' Jeras y trabajas. Tú eres el primer educador de tu propia personalidad. No podrás encontrar

fuera de ti mismo los secretos de tu crecimiento y de tu realización. Los maestros, los sabios, los profetas serán solamente puntos de referencia para que sigas tu propio camino.

¿Me siento capaz de ser yo mismo, realizando mi vocación en plenitud? ¿Vivo feliz sabiendo que soy el milagro más grande del mundo?

23 MIRARSE A UNO MISMO CLARAMENTE ES MUY DIFICIL,

PORQUE DESEAMOS ESCAPAR DE NOSOTROS MISMOS Krisnamurti

Con la forma de vivir actual, el ser humano se ha vuelto solitario,

atemorizado, ansioso, presa del desasosiego, descontento, infeliz. Siempre encontramos honrosas excepciones a esta regla, por supuesto.

Debemos volver a ser libres, curiosos, sin prejuicios. Si logramos adquirir una mente nueva, podremos enfrentarnos a cualquier problema, superar cualquier circunstancia.

No podemos depender de nadie. Tenemos que habérnoslas con nosotros mismos. Cuando no sigas a nadie, entonces serás fiel a ti mismo, tu propio maestro, tu propio discípulo. Los demás serán como puntos de referencia

necesarios, motivos de encuentro y confrontación, complementos de nuestro yo. Pero, jamás deben dictarte tu comportamiento, tus proyectos, tus acciones.

Si tienes una mente sencilla, serás capaz de ver claramente. Cuando vemos una cosa con claridad el problema cesa, se acaba.

La gran vocación del hombre es ser creador de su propio destino, autor de su genuina personalidad. Seremos siempre dueños del sentido que demos a nuestra existencia en un clima de libertad y responsabilidad.

Es fácil nacer hombre, lo difícil es hacerse hombre maduro. Supone una labor paciente, constante, abnegada.

Hay que atenerse a la cruda realidad. En la vida hay muchos caminos, frecuentes espejismos, demasiada propaganda. Cuando no tenemos una fuerte personalidad, todo nos tienta. Cada libro, cada paisaje, cada hombre o cada mujer son una llamada, igual que una maravillosa tentación, como una atractiva sirena que nos sale al paso en cada esquina.

Es complicado y arriesgado escoger siempre sabiendo que hay muchas probabilidades de una gran equivocación. Pero, solamente el que toma decisiones personales, libres y responsables es el que triunfa de verdad.

No podemos ser permanentes prófugos de nosotros mismos, viviendo condicionados por las cosas exteriores, por los atractivos de la publicidad alienante o por las sugestiones de la comodidad.

Mientras nuestra mirada esté puesta en las cosas, caminaremos como ciegos chocando violentamente contra todo lo que se ponga en nuestro camino.

«Nuestra cultura ha renunciado a todos: al santo, al héroe, al gentilhombre, al caballero, al místico» (A. Maslow). Todos los mitos se han caído y está sur-giendo un nuevo ideal: el del hombre autorrealizado. Es el hombre que emplea sus facultades de un modo completo y creativo, quien actúa con espontaneidad y libertad, que irradia amor y bondad, se acepta a sí mismo y a todos los otros.

¿Tenemos miedo a mirarnos a nosotros mismos? ¿Nos aceptamos tal como somos, con nuestros defectos y nuestras cualidades?

24 LA ESENCIA DE LA GRANDEZA RADICA EN LA CAPACIDAD DE

OPTAR POR LA PROPIA REALIZACIÓN PERSONAL EN CIRCUNSTANCIAS EN QUE OTRAS PERSONAS OPTAN POR LA

LOCURA

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W.W. Dyer Una manera de conseguir la felicidad es aprendiendo a ser dueños de nuestras

propias vidas, a dirigir y orientar nuestras propias existencias. Y, para lograrlo, es preciso conocernos, saber cómo sentimos y cómo pensamos, cuáles son nuestras aspiraciones.

A pesar de que cada persona quiere vivir su vida, es muy frecuente el caso de seres humanos que no tienen lo que desearon, que hacen lo que no quieren, que no viven como les corresponde. Y optan por la desesperación.

Hay muchas personas que constantemente se quejan de que otros no les permiten ser felices y frenan sus aspiraciones. Encuentran siempre a quienes culpar de sus dificultades y fracasos. No se dan cuenta de que la responsabilidad de vivir es únicamente de ellos y de nadie más.

Cada ser humano tiene un potencial, una energía interior, una fuerza vital que nadie puede impedir desarrollar. Lo que pasa es que no resulta una empresa fácil y sólo está al alcance de los valientes.

Es importante no tener miedo a conocernos, a enjuiciarnos, a penetrar en nuestra intimidad. Hay personas que conocen muy poco de ellas mismas. Contestan con un «no sé», «no lo he pensado nunca» a preguntas sobre su personalidad. ¿Cómo va a lograr la felicidad si desconocen sus metas vitales?

Solamente nos pertenecemos cuando escuchamos nuestros pensamientos, cuando reflexionamos, cuando hablamos con nosotros mismos, cuando aprendemos a sintonizar con nuestro yo interior, cuando no tenemos miedo a confrontarnos.

Encontramos la felicidad al aprender a confiar en nuestras posibilidades, en nuestros recursos, en nuestras decisiones. Cuando nos amamos y adquirimos el dominio pleno de nuestras vidas. Es entonces cuando podemos dar más de nosotros mismos y hacer felices a los demás.

Hay personas que afirman que nacieron para sufrir, para ser infelices, para ahogarse en su propia desgracia. Se pasan la vida amargadas, desesperadas, víctimas de una lamentable resignación. Y no hacen nada para cambiar.

Ten el valor de conocerte a ti mismo. Aprende a amarte, a sentirte, a apreciarte, a analizarte sin frustración. Defínete. Ponte de acuerdo contigo mismo. Así podrás lograr la felicidad que mereces. Es una responsabilidad solamente tuya.

«Oh qué serena el alma cuando se ha apoderado, como una reina solitaria y pura, de su imperio infinito» (J.R. Jiménez).

¿Te has detenido a pensar en lo que significa la felicidad para ti? ¿Hacia dónde quieres dirigirte? ¿Cuáles son los mejores medios para lograrla?

25 EL YO NO ES ALGO QUE ES, SINO ALGO QUE SERÁ.

ES UNA TAREA

Kierkegaard Resulta sumamente difícil descifrar el enigma de nuestra propia personalidad.

Le cuesta al hombre describirse a sí mismo, descubrir el misterio de su propia vida.

Buscar la propia identidad es definirse ante uno mismo y ante los demás. Es conocer nuestros propios sentimientos, descubrir nuestra propia vocación y conocer nuestras aptitudes para afrontar con éxito la aventura de la existencia.

Vivir es cambiar, y llegar a ser hombre equivale a haber cambiado muchas veces. El inmovilismo paraliza toda ansia de crecer, de realizarse.

El hombre debe buscar dentro de sí mismo ya que nadie, absolutamente nadie, puede decirle lo que encierra su yo.

No contrates mineros para que descubran en los túneles de tu vida los lingotes de oro de tus cualidades. El único que puede trabajar con acierto en tu mina eres tú. Con el faro de la sinceridad en una mano y el pico de la constancia en la otra, podrás descubrir los secretos de tu realización plena.

Avanza, sal de tus cerrados egoísmos y parte hacia el descubrimiento de tu propio yo. Es una tarea de titanes y sólo triunfan los esforzados.

No quieras imitar a nadie. No intentes caminar y trabajar con las herramientas de los demás. Toda la felicidad del mundo está en tus propias manos.

«Arriésgate a ser lo que eres» (Gide). No creas que sea nada fácil. Con frecuencia, nos tenemos miedo a nosotros mismos, a nuestras imprevisibles reacciones, a nuestras tremendas debilidades. Pero vale la pena lanzarse a la increíble aventura de la realización personal.

Para llegar a ser tú mismo tienes que decidirte a dar los siguientes pasos: Construye tu propia vida; Encuentra tu puesto en el mundo; Sé protagonista de tu propia historia; Vive la aventura de tu yo sin imitar a nadie; No

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permitas que nadie diga o decida por ti; Asume tus propios errores; Acepta, sin frustraciones, tus limitaciones; Sé siempre fiel a tu vocación; Pon constancia y amor en todas tus obras; No vuelvas atrás ante los fracasos; No te envanezcas con los éxitos; Mira la vida con alegría y esperanza. «Que sepa caminar con los ojos bien abiertos, con la sonrisa dibujada en mis labios y con el corazón radiante entre las espinas de la incomprensión, las piedras de la dificultad y las sombras de la duda. Es la aventura de los fuertes.» ¿Te sientes capaz de aceptarte a ti mismo? ¿Estás dispuesto a ser alguien en la vida?

26 LA GENTE VULGAR SÓLO PIENSA EN PASAR EL TIEMPO.

LA GENTE DE TALENTO, EN APROVECHARLO

Schopenhauer Si es verdad, (¿y quién lo duda?), que todos tenemos una misión que cumplir

en la vida, es importante aprovechar cada minuto para llevar a feliz término nuestra tarea.

El hombre de talento vive con unos ideales, realiza unos proyectos y mantiene valor y esperanza para cambiar, mejorándolo, su entorno.

El hombre moderno ha ideado muchas y variadas formas de «matar» el tiempo. La televisión, la radio, el cine, el juego de cartas son algunas de estas formas.

Se intenta, por todos los medios, dominar al hombre, domesticarlo, manipularlo para que sea un elemento inconsciente del enorme engranaje del consumismo.

¡Cuántas horas —tesoro de infinitas posibilidades — perdidas en la desidia de una vida estéril, sin ilusión, sin proyectos y sin sentido!

Ahí radica la diferencia entre el triunfo y el fracaso, entre una vida fecunda y una vida estéril, entre la ilusión y la desgana: en saber aprovechar el tiempo, en saber sacarle todo el jugo que posee.

El tiempo es la medida de la generosidad de los fuertes; es la posibilidad de crecer, de crear, de triunfar; es la ocasión propicia para recrear el amor; es el tesoro de los genios; es la oportunidad de los esforzados; es el cielo de los optimistas; es la labor de los ilusionados; es la vida en acción.

«Yo no tengo tiempo», se oye decir con frecuencia. Fácil excusa para los débiles y los timoratos, cuya vida permanece anclada en la fácil y cómoda postura de la ineficacia.

No tenemos o dejamos de tener tiempo. Somos tiempo en actitud de crecer, de madurar, de crear felicidad, de producir vida abundante, de compartir amor.

«No hay nada más precioso que el tiempo, puesto que es el precio de la eternidad» (Bourdalone). Y solamente los que saben aprovechar el tiempo presente lograrán el éxito de una vida positiva y estimulante.

La falta de tiempo para justificar el absentismo de nuestras responsabilidades es el recurso banal de las personas irresponsables. Siempre sabremos encontrar tiempo para llevar a cabo nuestras obligaciones si sabemos apreciar el valor de cada momento de la vida.

En un tiempo eficaz y bien aprovechado no cabe jamás el aburrimiento. Surge inevitable la pregunta: ¿Es tu tiempo una oportunidad para crecer, para

madurar, para vivir en felicidad? ¿Es tu vida una canción, un día de fiesta, una apasionante aventura de gozosa esperanza?

27 CAMINANTE HAY UN CAMINO QUE NADIE SINO TÚ PUEDE

RECORRER. NO PREGUNTES ADONDE VA. SIGUELO

Nietzsche Aquel que tiene miedo a obrar, que no quiere arriesgarse, que quiere sentirse

siempre perfectamente seguro de los resultados, ése lo pierde todo, se destruye a sí mismo y está abocado al fracaso.

Tenemos necesidad de actuar de acuerdo con nuestras reales posibilidades y siguiendo un camino de responsabilidad y de riesgo. El pensamiento correcto sobre nosotros mismos nos señala la dirección a seguir. Los pensamientos engendran sentimientos y los sentimientos engendran

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acciones; por consiguiente, los pensamientos positivos o negativos afectan positiva o negativamente sobre nuestras acciones.

El que posee una autoimagen de confianza y es capaz de realizarla sin frustraciones, rendirá al máximo y se hará insensible a los fracasos; no será así para el que está siempre inseguro y carece de esta confianza. Esto explica por qué fracasan algunos talentos y triunfan algunos aparentemente mediocres.

«Los que triunfan son los que luchan. Son aquellos que de una firme convicción tienen llena el alma y la mente, y que de un alto destino traspasan la cima marchando absorbidos por un ideal teniéndolo ante los ojos de noche y de día, sin cesar. ¡Oh, qué sublime labor, qué santo amor los anima!» (V. Hugo).

Es un grave error estar comparándote continuamente con los demás y tratar de imitarlos, minusvalorando tu propia capacidad. Es ésta una práctica nefasta y de imprevisibles consecuencias.

Jamás serás feliz si te pasas la vida tratando de ser otro distinto de ti. Dios te hizo como individuo único. Eres poseedor de una auténtica grandeza que te pertenece exclusivamente. No la malgastes. Y la malgastas cuando dejas de ser tú mismo, cuando intentas ser otro, cuando dejas que los otros hagan lo que a ti te corresponde realizar.

Las personas maduras son capaces de confiar en sí mismas, de aceptar la plena responsabilidad de sus actos, de seguir sus propios caminos aun a costa de posibles e imprevisibles riesgos y fracasos. Jamás echan sobre los demás la culpa de sus propios errores.

El fracaso, valientemente aceptado, nos ayuda a ser más nosotros mismos, a ser más hombres. Es la puerta necesaria del éxito futuro, del triunfo final.

Cada ser humano tiene su propio camino, su ineludible responsabilidad. Ésta es la senda que tenemos que seguir iluminados por la estrella de nuestra personalidad única e irrepetible. Lo que dejamos de hacer y deberíamos haber hecho, dejará siempre un vacío que nadie jamás podrá llenar.

«Qué triste observar cómo la oscuridad apaga nuestros ojos y sentir que no sabemos dónde ni para qué hemos vivido.»

¿Te sientes capaz de seguir tu propia vocación aceptando los riesgos que ello suponga? ¿Procuras mantener unos pensamientos positivos sobre tus caminos a seguir?

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LA COSA DE IMPORTANCIA SUPREMA DE ESTE MUNDO, LO DE MÁS VALOR PRÁCTICO PARA LA RAZA, NO ES, DESPUÉS DE TODO, LA

INVENCION O EL DESCUBRIMIENTO ÚTIL, SINO LO QUE RESIDE MUY DENTRO DE ELLOS, ESTO ES, EL MODO EN QUE PIENSAN LOS

HOMBRES R.A. miikan

No podemos vivir ensimismados, contemplando egoísticamente nuestras

personales realizaciones como si fuéramos el centro del mundo. Somos importantes en la medida que nos aceptamos a nosotros mismos y sabemos vivir en armoniosa comunicación con los demás.

El camino hacia nosotros mismos nos indicará la forma de comunicarnos con Dios y de sintonizar con nuestros hermanos los hombres.

«Escuchaos a vosotros mismos, de forma que encontréis el camino de Dios en el interior de los frágiles muros de vuestra humanidad... Escuchad bien pues si oís su voz, os llenaréis de la sabiduría del Señor y entonces seréis capaces de oír la voz de los hombres...» (R.A.M.). Saber escuchar es una gran sabiduría. Es una fuente de conocimientos de

inmenso valor. Las tres dimensiones de la escucha son: Dios, los demás y nosotros mismos. Es urgente armonizar estas tres dimensiones para vivir equilibradamente y sin innecesarias tensiones:

Escuchar es resucitar a los demás; es respetar la voz del silencio; es atender la llamada de Dios; es curar las heridas de la prisa; es sintonizar con el hermano; es una invitación al descanso; es prestar atención a la voz de la verdad; es asear nuestra tienda interior; es abrir las ventanas de la confianza; es paliar los azotes de la duda; es sincerarnos con nosotros mismos; es auscultar, percibir, atender, aceptar...

De poco sirven las conquistas sociales, los descubrimientos científicos, los adelantos educativos si no son capaces de facilitar una mayor comprensión entre los hombres.

Con frecuencia, asistimos a reuniones, seminarios y congresos donde todos saben lo que tienen que decir y comunicar, pero sin una disposición humilde para aceptar las ideas de los demás. Ahí radica el fracaso de muchas de estas reuniones.

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¿Damos la importancia debida al arte de saber escuchar? ¿Cuando asistimos a una reunión, ¿somos capaces de atender la llamada de los otros?

29 SE DEDICAN A CRÍTICOS LOS QUE NO SON CAPACES DE LLEGAR

A ARTISTAS G. Flaubert

En nuestra sociedad todo se somete a crítica. No escapan de ella ni los

políticos, ni los líderes religiosos, ni los mandos sindicales, ni los propios padres. La crítica que, en principio, es buena, puede convertirse en perjudicial cuando pasa a ser una norma de resentidos a quienes todo les parece mal.

No podemos aceptar una crítica meramente destructiva, sin compromiso alguno, hecha de despecho y amargura, que busca únicamente el desmoronamiento del contrario.

Muchas veces, la crítica es «el impuesto que la envidia le cobra al mérito» (Levis). Efectivamente, nadie golpea las ramas de los árboles que no tienen fruto.

Es fácil, demasiado fácil, destruir, romper, derribar, saquear, desbaratar; lo difícil y meritorio es edificar, crear, producir, imaginar.

Hay que cultivar un espíritu crítico renovador, capaz de recrear las cosas y darles un nuevo estilo, revistiéndolas de amor.

La conciencia crítica positiva y creativa es propia de las personas maduras. Solamente los cobardes y los frustrados se amparan en una crítica destructiva y en el pesimismo desolador.

El hombre crítico, artista de su propia realización, es el que sabe mirar las cosas y va más allá de su aparente significado; el que aporta una nueva mirada sobre el mundo; el que sabe enjuiciar y busca el porqué de las acciones humanas; el que piensa en trasformar la realidad negativa, mejorándola; el que se sabe limitado; el que, con sus palabras, aporta rayos de esperanza; el que cree que puede mejorar el mundo; el que es responsable de sus actos; el que sugiere nuevas soluciones a los problemas; el que escucha siempre todas las partes; el que camina un paso más cuando todos se han parado;

el que saca provechosas lecciones de los fracasos; el que imagina, programa, vive y realiza sus proyectos.

Tan ocupadas están muchas personas en criticar lo que hacen los demás que no tienen apenas tiempo para realizar y llevar a cabo sus propias obligaciones. Mientras observan y comentan la situación del jardín ajeno, permanecen impasibles ante la muerte de sus propias plantas.

Ser artistas de nuestra propia realización es una labor tan trascendente que debe ocupar todo el tiempo de que disponemos sin que nos quede oportunidad de destruir lo que hacen los demás. El buen crítico debe ser muy exigente consigo mismo y muy comprensivo y tolerante con los demás.

¿Sientes la necesidad de recrear continuamente nuestro mundo? ¿Estás siempre ocupado en tu realización personal y en ayudar a los demás?

30 OUÉ BUENO ES SER CIEGO. NUESTROS OJOS CERRADOS VUELTOS

HACIA NUESTRO INTERIOR. SENTARSE EN SU ORILLA Y CONTEMPLAR EL MAR QUE SE AGITA EN NOSOTROS

Nazim Hikmet

Es cierto, y a la vez lamentable, que siempre estemos abocados hacia el exterior, saturándonos de superficialidad y de futilidades.

Cada día la técnica va ofreciéndonos nuevos y atractivos artículos que se convierten poco a poco en necesarios. El deseo irrefrenable de máxima comodidad hace indispensable demasiadas cosas. Y nos convertimos en esclavos dóciles y sin voluntad.

Y cuando el hombre se deja esclavizar por las cosas, está abocado al camino sin salida de la infelicidad. Ya sólo le importa «tener más» y no «ser mejor», que es lo verdaderamente importante.

Ello hace necesario un agudo sentido crítico para no dejarse manipular, pues la crítica responsable madura al hombre, le hace sujeto de su propio desarrollo.

La sociedad del consumo — serás más feliz cuantas más cosas tengas — acumula objetos, aumenta caprichos, subyugando los ojos, los oídos, las manos, acabando por hacer del cuerpo un objeto de culto, una verdadera religión, con sus ritos y su liturgia propia. Así lo vemos con las modas y sus desfiles, en la publicidad con sus mitos, en el cine con sus estrellas, en los

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salones de belleza con los milagros estéticos, en los concursos con sus mises y en mil otras facetas de nuestra sociedad.

El hombre alienado, subyugado, adocenado, se lanza a una carrera alocada de posesión de cosas que le llevan a la desesperación. Compramos lo que no necesitamos con el dinero que no tenemos para acabar en una tristeza que no deseamos.

Demasiada superficialidad para un hombre con vocación de eternidad. Se necesita mucho valor para acallar tantas atractivas solicitudes del exterior y regresar quedamente al santuario interior del ser humano y buscar allí los grandes secretos de la dicha inacabable.

¿Por qué buscar fuera lo que llevamos dentro? ¡Cuántos ciegos que no pueden o no quieren ver la dimensión interior, profunda, maravillosa de su propia felicidad!

Sentarse al borde de nuestro yo, contemplar sus ideales, adivinar sus amores, detectar sus proyectos, admirar sus posibilidades, intuir sus realizaciones es una de las mejores experiencias de la vida y, sobre todo, la más conveniente a nuestro crecimiento.

«Ciegos, profetas de la oscuridad, echad de vuestro lado con vuestros palos a la multitud» (J.R.J.). El viaje más largo y más difícil que realiza el hombre en su vida es el que le

lleva a su propio interior.

ESPERANZA

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31 HAY QUE DECIRLE AL HOMBRE

QUE CAMINE, QUE LUCHE, QUE SE HAGA. SI EL NIÑO SE HACE BARRO HAY QUE HACERLO ESPERANZA

M. Pacheco El hombre inteligente no es el que sabe dar muchas respuestas acertadas, sino

el que sabe plantear preguntas interesantes e inquietantes. Lo primero su-pone un depósito de conocimientos dados y previamente elaborados; lo segundo supone creatividad, descubrimiento, novedad.

Todos estamos hartos de dogmatismos, imposiciones, respuestas prefabricadas. Con tantas soluciones perfectas no hemos logrado un hombre feliz, sino que hemos elaborado una caravana anónima de mediocridades, incapaces de recrear la felicidad y la esperanza.

No creo que ninguna persona colme sus aspiraciones o se autorealice por suerte o por feliz coincidencia. Detrás de cada triunfador hay muchas historias de sufrimientos ocultos, renuncias calladas, luchas denodadas y privaciones constantes. Los triunfadores no fueron personas que se quedaron a sestear esperando que el éxito llegara a sus puertas. Fueron a buscarlo.

Mientras unos usan sus recursos internos para lamentarse, para quejarse, para culpar a los demás, los triunfadores los usan para luchar, para resolver sus problemas, para aprender de sus errores.

Seremos víctimas, y no los dueños de nuestras vidas, mientras nos mostremos inseguros, débiles, cansados, al tiempo que otros deciden por nosotros. Si lo hacemos así, estaremos caminando por la senda del más absoluto fracaso.

Si, por el contrario, dirigimos nuestra vida, entre luchas y sufrimientos, cometeremos errores, afrontaremos más riesgos, pero conoceremos las mieles del que ha crecido, del que ha madurado.

El conformismo ha sido siempre el cáncer de la juventud, la ha adocenado y le ha matado su capacidad de superación. «Conozco vuestra sinceridad y respeto vuestra opción. No permitáis, jóvenes, que haya indiferencia a vuestro alrededor. Procurad y provocad discusiones. Que vuestra juventud obligue a pensar y a adoptar una postura, incómoda como la verdad, exigente como la justicia» (H. Cámara).

Tenemos el enorme privilegio de poder elegir lo que queremos, de enfrentarnos a los riesgos, de poder usar nuestras energías constructivamente. Podemos llenar el cielo de nuestras vidas de luz y de azul, o ennegrecerlo con tormentas de desolación. Ésta es la gran incógnita del hombre, tan difícil de descifrar.

Del barro de los fracasos, de las limitaciones, de las debilidades, de las luchas y de las caídas podemos sacar provechosas lecciones de esperanza. He ahí una hermosa aventura para el hombre moderno.

¿Te has parado a pensar en tus inmensas posibilidades? ¿Vives anclado en un triste muro de lamentaciones? ¿Das la culpa a los demás de tus propios errores?

32 HE VUELTO YA, VENGO DEL SILENCIO. HE PERDIDO LA VOZ

CANTANDO AL VIENTO, GRITOS DE VIDA QUE HUNDIÓ LA METRALLA. PERO, AL FIN, HE VUELTO

Aguaviva El ser humano tiene que luchar contra la aparente ineficacia del trabajo y el

esfuerzo. Al no ver los resultados inmediatos de su actividad, siente, en lo más íntimo de su alma, el gusano roedor de la desesperación.

Es muy triste el no ver, siquiera, un sentido o una salida a la vida. Lo que se logra con ello es ir minando todas las reservas espirituales que son la única y verdadera fuente de una acción positiva y eficaz.

Hay demasiadas personas que van por la vida pregonando las trágicas excelencias de la negatividad. Y, siendo así que el derrotismo es siempre contagioso, lo único que logran es emponzoñar las bonitas ilusiones de los demás, al tiempo que ellos caen víctimas de su propia amargura.

Nuestra sociedad necesita seres optimistas, atrevidos, luchadores que sirvan de necesario contrapunto a la medianía, a la vulgaridad y a la estupidez.

Las grandes batallas las ganaron soldados cansados, rotos por la metralla, heridos por la soledad, saturados por el sufrimiento, pero que supieron mantener la ilusión despierta, alerta la esperanza y levantado el deseo de victoria. Quien no sale ilusionado al campo de batalla de la vida, no sabe de las delicias de la amistad, ni del gozo de la victoria, ni de la inmensa satisfacción del deber cumplido.

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Es necesario, por otra parte, que regresemos, a menudo, a nuestro santuario interior para repostar energías, para purificar nuestra mirada, para descargar nuestras acumuladas reticencias y para aprender la verdadera dimensión de los fracasos y de las victorias. El silencio nos remitirá a nuestra interioridad, a ese fondo riquísimo de justicia y de amor que Dios ha depositado en nosotros.

Es muy triste oír la repetida cantinela de los derrotados de la vida: «ya no puedo más»; «pasó mi oportunidad»; «lo mejor es cerrar la tienda»; «de todas maneras...»; «no hay nada que hacer»; «a eso no lo cambia ni...»; «yo me quedo»; «ya me he quemado»; «yo paso...».

En la medida que sepamos entrar dentro de nosotros mismos, conocernos, equilibrarnos, serenarnos, más efectiva y eficaz será nuestra actividad. Después de cada fracaso o de cada victoria debemos poner silencio en nuestra morada para seguir programando nuestro futuro. Tenemos que aprender a estirar con más fuerza la cuerda del arco de nuestra vida para que la flecha de la ilusión apunte más lejos.

De la reflexión serena, del silencio fecundo y de la meditación reposada, despertaremos siempre a una actividad generadora de abundante felicidad.

¿Sabemos sacar provechosas lecciones de nuestros fracasos? ¿Nos retiramos frecuentemente a nuestro interior para estudiar las causas de nuestras derrotas?

33 VED LA VIDA COMO UNA PRADERA EN DONDE LOS HUMANOS

ESTAMOS LLAMADOS A FLORECER Y FLORECEMOS PRECISAMENTE EN LA MEDIDA QUE SOMOS ARTISTAS, EN LA MEDIDA QUE

HAGAMOS DE NUESTRA VIDA UNA OBRA DE ARTE J.J. Santiago

Creo que una de las cosas más grandes de la vida es ser un artista, ser un poeta

que es capaz de recrear un mundo de bellas imágenes, de versos delicados, de sentimientos profundos y de sueños evocadores.

Es muy importante hacer de la vida un poema, una canción. Y saturar de optimismo y alegría nuestro entorno. Y vivir en permanente fiesta, en sintonía con todos los hombres de buena voluntad.

Ser poeta es ir traduciendo el caos, el mal, la confusión, la intolerancia y la opresión en orden, bondad, equilibrio, libertad y tolerancia.

Lo dice claramente la Escritura: «Somos obra (jtow¡i*x- poema-criatura) suya; creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (Ef 2,10).

La alegría es virtuosa y la tristeza pecaminosa. Es malo todo lo que ahoga la vida y no la deja desarrollarse.

La vida, como poema u obra de arte, supone la abolición de toda injusticia, el desarrollo pleno de una libertad responsable, el proyecto sugestivo de un mundo mejor.

El mundo actual, sumergido en las tristes garras de un consumismo brutal necesita poetas, hombres y mujeres, que sepan encontrar, en el seno fecundo de la esperanza, destellos de belleza y de bondad.

Los santos fueron poetas a lo divino. Supieron cerrar los ojos y, en alas de su inquebrantable fe, levantaron el vuelo de su imaginación, prisionera antes por el pecado, para adivinar rayos de luz y de gracia donde los otros veían malicia y perdición.

Los poetas-santos han creído siempre en la bondad del hombre, en el amor de Dios, en la belleza de la creación material, en el sentido redentor del sufrimiento, en la riqueza de la humildad, en la grandeza de la misericordia, en el poder del perdón, en la seguridad de una vida inacabable.

Los poetas-santos supieron entender la grandeza del amor y su significado profundo. «Donde hay amor, no hay dolor y, si lo hay, se ama» (S. Agustín).

Los poetas-santos actualizan para su época, encarnan en su entorno, la doctrina fecunda y aparentemente irrealizable de las bienaventuranzas evangélicas.

¿Tienen actualidad, en nuestra época, las bienaventuranzas? ¿Es nuestra vida un poema, una vivencia alegre de la doctrina de Jesús? ¿Nos sentimos capaces de dar un nuevo significado a nuestra vida?

34 ID, JUVENTUD DE EUROPA Y DE OTROS PAÍSES, JUVENTUD

FATIGADA, HASTIADA, VACILANTE, ID A REHACER EL MUNDO SEMBRANDO LA SALUD, LA ALEGRÍA DE CONOCER. LA CULTURA Y

LA ESPERANZA DE VIVIR CON ENTUSIASMO, ID Y HACED LA PAZ Dr. P. Magnin

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Nuestro tiempo sufre profundamente la precariedad de la paz. Las luchas, los conflictos, los genocidios están agobiando la convivencia humana a lo largo y ancho de la tierra.

El hambre sigue separando peligrosamente pueblos nutridos y pueblos pobres. Todavía mueren por desnutrición la mitad de los niños de uno a cinco años de edad en el tercer mundo.

La escalada de la droga, como evasión alienante, sigue haciendo mella en la juventud. Es el gran negocio de hombres sin conciencia.

Las ansias desmedidas de placer afloran por doquier, ahogando en ciernes las voluntades generosas y desmoronando los valores fundamentales de la vida.

Los bienes materiales ocupan el lugar más alto en las ambiciones del ser humano, mientras que los bienes espirituales están en continua baja en la bolsa de los valores.

Se comprende perfectamente el inmenso malestar de la juventud que rechaza frontalmente el juego competitivo y brutal de una vida injusta. Y si matamos la ilusión en el joven, estamos preparando el fin del mundo.

Cuando la juventud haya dejado de luchar habremos detenido el ciclo de la creación, se habrán cerrado todos los caminos de la esperanza, ya no habrá más amaneceres en el horizonte de la vida.

Es muy triste que un mundo de mediocridad constituya el entorno vital de miles de jóvenes, alimentados de slogans y flashes disparatados, anacrónicos, que les transforman en espectadores pasivos de un ambiente anestesiante.

Una juventud que niegue la posibilidad del esfuerzo y de la lucha, firma el acta de defunción del entusiasmo y de la vida misma.

Venturosamente, surge una nueva juventud, agresiva, creadora, diferente, capaz de rebelarse contra la injusticia, dispuesta a librar con generosidad la batalla de la convivencia, de la justicia, de la esperanza.

«Yo siento en lo profundo del corazón que triunfaremos un día. Caminaremos de la mano un día; La libertad nos hará libres un día; Dios estará de nuestra parte un día; Viviremos en paz un día; Yo lo siento en lo profundo del corazón» (Joan Baez). Lo vemos a diario en las universidades, en los puestos de trabajo, en el

deporte, en la calle: con su vida, los jóvenes están gritando himnos a un

futuro mejor. Esta juventud, con su entrega, con su protesta, es el seguro inapreciable de un porvenir más humano y más cristiano.

¿Sabemos estimular a los jóvenes a conseguir los propósitos de un mundo mejor? ¿Somos capaces de valorar las cualidades de los jóvenes?

35 LA JUVENTUD ES LA SEÑORA DE LA VIDA

Y TIENE, AGUARDANDOLA, UN REINO Wilde

Ha sido una moda muy extendida hablar de la juventud alabando su

atrevimiento, su capacidad de esperanza y sus intentos de superación. Casi siempre con la intención de ganarla para alguna causa. Pero pocas veces se ha intentado ayudar a la juventud para que sea ella misma, para que afronte la responsabilidad sagrada de un futuro mejor, aun a costa del derro-camiento de muchas conquistas de los mayores.

Está surgiendo a pasos agigantados una nueva cultura en la que, como dice la gran antropóloga norteamericana Margared Mead, los jóvenes son los nativos y los adultos los extranjeros. Los jóvenes tienen las resonancias emotivas, los símbolos, el lenguaje, los valores de esa cultura pero no tienen la autoridad. La autoridad la tienen los adultos, los extranjeros.

¡Cuántas veces se ha confundido la autoridad con la razón y el acierto! Se ha creído que por el mero hecho de ser mayores se poseía la verdad en exclusiva. ¡Grave error! Por ello los jóvenes han elaborado su propio mundo, su personal sistema de valores, su particular proyecto de vida.

Cabría preguntar: ¿Cuántos nos sentimos a gusto en el mundo joven, en ese nuevo amanecer de la humanidad? ¿Nos sentimos raros, extranjeros? ¿Cómo reaccionamos ante su música, sus modos, sus expresiones?

El hombre siempre es el mismo, con los inevitables cambios que impone la historia en su proceso evolutivo. Quedarnos anclados, mirarnos en el espejo de nuestras realizaciones nos hace perder el tren de la historia, desconectarnos del mundo joven.

Se tiene que lograr que el hombre se encuentre a sí mismo, pero no a un hombre superficial, moldeado por una determinada sociedad, sino al hombre total, al hombre universal que sabe vivir su propia historia en un tiempo determinado. Mientras más lleguemos al hombre universal,

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mientras más descubramos que en nosotros duerme el cavernícola y el astronauta, el hombre y la mujer, el patán y el poeta, el demonio y el ángel, más unidos nos sentiremos a todos y cada uno de los seres humanos.

Al descubrir en nosotros al hombre universal caeremos en la cuenta de que algunos cristianos hemos sido exclusivistas, intransigentes, intolerantes. Nos hemos creído en posesión de toda la verdad y nos hemos inventado guerras santas, seguridades ofensivas, condenaciones indiscriminadas.

Y los hombres, cada hombre, en el fondo es católico, universal y participa de todas las ideologías, las comprende. La genuina juventud supone una incalculable capacidad de tolerancia, de sorpresa y de respeto.

Ser joven no es instalarse en una verdad absoluta, en una región concreta, en una meta precisa, sino aceptar al hombre de todos los tiempos y de todas las latitudes, con sus personales idiosincrasias y con una inmensa capacidad de creatividad.

36 CUANDO MUERE UN AMOR, CUANDO MUERE UNA FLOR,

¿QUÉ HACE UN POETA? CREA UN AMOR, SIEMBRA UNA FLOR, Y ESPERA, ESPERA...

A. Colon

La desesperanza es el detonador de la angustia. Y uní hombre angustiado, deprimido pierde la ilusión de vivir, quedando incapacitado para superar los inevitables escollos de la vida.

Al creer el hombre moderno que la ciencia y la técnica podían facilitarle su rápido regreso al paraíso perdido ha sentido una inmensa decepción, pues ha observado el doloroso engaño de tantas falsas promesas de felicidades imposibles.

Porque, queramos o no, el hombre es un poeta que cree que, por encima de las coordenadas de la técnica, de la ciencia o de la inteligencia existen nuevos cielos abiertos de gozosa felicidad y que no son captados por los prosaicos ordenadores electrónicos.

Todo hombre tiene una latente vocación de poeta. Pero muchos de ellos jamás logran decir, expresar, entonar su canción. Y el mundo se queda sin la belleza exótica de un poema vital encarnado en un ser humano.

Poeta es el que sabe cambiar las tinieblas en luz;

el que hace germinar flores en campos de piedras; el que adorna con perlas de alegría los dominios de la tristeza;

el que es capaz de que jueguen las fieras con los corderitos; el que convierte a los hombres en niños; el que transforma a los niños en

dioses; el que crea un mundo sin guerras, sin odios, sin rencores; el que riega con su sonrisa las raíces de la ilusión; el que ve a Dios en una

flor, en una puesta de sol, en los ojos de un niño; el que opone a la tempestad el arco iris de la calma; el

que sabe esperar contra toda esperanza. Cristo ha sido el poeta por excelencia que ha sabido conjugar

armoniosamente los versos de la esperanza con las notas del amor. A un mundo, perdido en las intrincadas redes del pecado y de la tristeza, supo darle la poética visión de un nuevo porvenir con fronteras de feliz eternidad.

Ante tantas visiones apocalípticas que desfilan ante nuestra atónita mirada, debemos saber sembrar los campos de la ilusión con la fecunda semilla de un mañana mejor. No podemos dejarnos envolver por la maraña negativa de visiones sociológicas que intentan empañar continuamente los cristales de nuestra alegría.

El futuro del mundo pertenecerá a los que sepan ofrecer una más gozosa esperanza. Y esa es una misión que pertenece a los poetas.

El cristiano es siempre un poeta de la esperanza, capaz de creer que el sufrimiento y el dolor tienen un sentido positivo, redentor.

¿Hemos matado en nuestras vidas las semillas de la poesía? ¿Somos capaces de entonar cada día la melodía de la esperanza?

37 TENER 70 AÑOS DE JUVENTUD ES A VECES MAS ESPERANZADOR

QUE TENER 40 AÑOS DE VEJEZ /. Word Howe

Se habla frecuentemente de los jóvenes prematuramente viejos y de los viejos

sorprendentemente jóvenes. Con ello se está diciendo que la juventud o la vejez van más allá de unas etapas cronológicas o de un determinado número de años.

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Es posible ser feliz

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Somos tan viejos como nuestra ilusión o nuestra esperanza o nuestra capacidad de creación. «La juventud dura toda la vida» (Clemenceau) y permea la actuación de los individuos a través de su quehacer diario.

Nuestra juventud se mide por la capacidad de aprender, de imaginar, de ser útil a los demás. Una de las condiciones esenciales para estar viejos es el sentido de la inutilidad que nos hace estériles, caducos y sin posibilidad de recrear la vida. La capacidad de aprender, de imaginar y de servir deben estar presentes en nosotros aun en los mismos instantes de la muerte.

¿Qué pueden hacer las personas mayores para mantenerse jóvenes y tener el respeto a que se han hecho acreedores?

El hombre maduro logra la felicidad cuando aprende a gozar de la vida, cuando sabe ajustarse a los cambios inevitables de los años, cuando sabe variar de actividad sin lamentos ni melancolías. No se puede pensar que el hombre valga solamente por lo que produce, sino que vale por lo que es.

Las personas mayores deben saber organizarse, unirse, no para pedir más, sino para dar más todavía de lo que han dado. Existe una necesidad imperiosa, desde los mismos años de la juventud, de planear poco a poco la vida de la vejez.

Al hombre creativo jamás se le podrán oxidar las ilusiones de una actividad hermosa al servicio del arte, de la religión, del depone, de la sociedad, etc. Los estimulantes ejemplos de Pau Casals, Joan Miró, Churchill, Schweitzer, Juan XXIII son muy significativos al respecto.

Cuando ya no sea necesaria nuestra actividad productiva con repercusión económica, podremos realizar aquellas cosas con las que habíamos soñado antes y no habíamos podido llevar a cabo por las responsabilidades familiares o por falta de tiempo. Será entonces cuando tendremos la oportunidad de llevar a feliz término labores abnegadas que necesitan mucha dedicación y bastante tiempo. Por muchos años que uno tenga, jamás se debe arrojar la toalla de la derrota. ¡Qué delicada admiración me han producido siempre las sutiles atenciones de mi buena madre cuando, al atardecer de su vida, sabe hacerse presente con sus encantadoras preocupaciones, con sus consejos atinados, con sus oraciones estimulantes! ¡Qué delicia contemplarla al realizar sus labores de punto como si de ellas dependiera la seguridad de los suyos!

¿Por qué tenemos que fomentar una sociedad contradictoria que, mientras alarga la vida con medicinas, atenciones y alimentos, hace imposible la misma vida de las personas mayores?

38 NO TENGO NINGUNA RAZÓN PARA EL OPTIMISMO,

PERO MI ESPERANZA AUMENTA DÍA A DÍA E. Fromm

Vivimos en una sociedad donde el pesimismo está a la orden del día. De todas

partes llueven trágicos presagios de noticias desagradables que intentan matar toda posibilidad de renovada ilusión.

Esperar no es meramente aguardar a que algo tenga lugar, sino que es una irrenunciable confianza en que algo cambiará para bien. Es un constante «todavía no». Ese cambio no se propiciará desde el exterior, de una forma mágica, sino como una actividad responsablemente ejercida por cada uno.

El mundo mejor, al que todos aspiramos, no es una promesa a la cual asistimos pasivamente, sino una tarea a realizar, un propósito a cumplir. Cada uno de nosotros, con su actuación, responsable, puede crear un mundo nuevo, un orden radicalmente distinto.

«Hay una esperanza en los hombres, no en la sociedad, no en las situaciones, ni siquiera en los credos religiosos organizados, sino en vosotros y en mí» (Krisnamurti).

La juventud es la etapa de la vida en la que la esperanza alcanza su máxima plenitud. Pero hoy asistimos, aterrorizados, al espectáculo triste de tantos jóvenes cansados, agotados, sin ilusión, perdidos en la confusa maraña de un mundo conflictivo. ¿Qué parte de culpa tenemos ante esta situación?

El obispo Etxegaray ha dibujado un retrato muy real de la juventud que puebla nuestro mundo: «Nos resulta difícil hablar de los jóvenes, tan móviles, tan varios, herederos sin herencia, constructores sin modelo, viajeros sin equipaje y sin billete... Lúcidos hasta ser feroces, exigentes hasta ser injustos, los jóvenes se liberan de lo que ellos creen encontrar en nosotros de formalista, de rutinario, es decir, de hipócrita.»

Hemos matado la esperanza de los jóvenes porque les hemos prometido paraísos artificiales repletos de cosas; les hemos brindado nuestra horrible hipocresía; les hemos cortado las alas de la ilusión con fáciles promesas de felicidades imposibles y, al final, nos miran decepcionados ante los tristes resultados obtenidos.

La esperanza no es un premio, ni un regalo, ni una prenda que se hereda. Es una aventura apasionante de realización humana que sólo los intrépidos

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son capaces de efectuar. Y los jóvenes, aún en medio de tanta desesperación, son todavía capaces de levantar el vuelo hacia cielos abiertos, no contaminados, y hacer un mundo diferente.

¿Hemos atendido las ilusiones del mundo joven? ¿Hemos sabido entender su mensaje de esperanza? ¿Nos; sentimos capaces de hacer una sociedad diferente- con nuestra actividad responsable?

39 SED DE TAL MANERA Y VIVID UNA VIDA TAL QUE

SI TODO HOMBRE FUERA COMO VOSOTROS Y TODA VIDA COMO LA VUESTRA, ESTA TIERRA PUDIERA SER EL PARAÍSO TERRENAL

Ph. Brooks Uno piensa, con frecuencia, en lo maravilloso que sería que todos los hombres

se amaran, que los niños pudieran jugar libremente en los parques, que no hubiera contaminación en los ríos y en las ciudades, que todos colaboráramos para que en el mundo haya sonrisas, gozo y alegría. ¿Será todo esto un sueño irrealizable?

Es cierto que difícilmente solucionaremos los problemas que atormentan a la sociedad actual, pero no es menos cierto que cada uno puede fabricar un pequeño cielo en su limitado entorno vital.

Cualquier cambio en verdad significativo en la existencia humana debe principiar ciertamente en las vidas y en los corazones de los hombres. Esperando que cambien los demás, trabajamos muy poco para que en nuestro pequeño entorno haya paz, haya comprensión, haya fraternidad. Si no existen estas hermosas realidades es porque nosotros no nos esforzamos en llevarlas a feliz término.

Cada individuo debe mantener una luminosa esfera de influencia capaz de cambiar la tristeza y la angustia en alegría y felicidad. Para ello, no hay que hacer cosas extraordinarias sino, sencillamente, poner bondad, equilibrio y serenidad en el trabajo, en el hogar, en la escuela, en la fábrica, en la calle...

«Nadie logrará la verdadera grandeza si no está más o menos convencido de que su vida pertenece a la humanidad, y que lo que Dios le da, se lo da para sus semejantes» (F.B.).

Cada día debe el hombre emprender una estimulante peregrinación, llevando sobre sus espaldas una luminosa carga de esperanza. Todos adivinarán

nuestro estado interior. Si somos buenos, sinceros y acogedores, fácilmente pondremos rayos de gozo en las vidas de los demás.

El hombre debe mantener siempre una bondadosa actitud de ternura hacia todas las criaturas, una ternura cósmica que no tenga límites ni fronteras. Que no haga diferencias de clases, de raza o de religión. Todos son sus hermanos y a todos debe aceptar sin reticencias ni temores.

La hospitalidad de los corazones es la mejor terapia para aliviar los espíritus cansados y doloridos. Esta hospitalidad supone estar siempre disponible para ayudar al hermano, tener una palabra cariñosa, saber brindar un perdón, ser capaz de aclarar una duda... Es preciso que en su oración, en sus lágrimas y en el interior de su cabaña quepan todos los hombres sin excepción.

El hombre jamás está solo; el mundo está siempre con él. Sólo falta que obremos de tal manera que nuestra vida sea un canto perenne a la hospitalidad. Todos podemos cambiar el mundo, mejorando nuestro entorno, nuestra familia, nuestra actividad profesional. Es posible hacer de nuestro mundo un paraíso acogedor.

¿Hemos sabido mejorar nuestro entorno? ¿Es nuestra vida una luminosa estela de luz para todos los que nos observan a diario?

40 SER JOVEN ES LUCHAR, MANAR MUY DENTRO, UN DARSE A LOS DEMAS,

UN DERRAMARSE SINTIENDO LAS ESTRELLAS POR LOS DEDOS Y ALENTAR OTRA VEZ, COMO LA AURORA, UN FRUTO DE ESPERANZA CASI

ANGÉLICO AI. Sánchez

Ser joven es tener una inmensa capacidad de sorpresa, de atención, de

creatividad. Joven es el que desafía los contratiempos y las dificultades y es capaz de lanzarse a aventuras aparentemente irrealizables.

Lo escribió hace muchos años un soldado a su general: «La juventud es un período de la vida, un estado del espíritu, un efecto de la

voluntad, una cualidad de la imaginación, una intensidad emotiva, una victoria del valor sobre la timidez, una predisposición a la aventura por encima de la comodidad. No nos hacemos viejos por haber vivido un cierto número de años. Nos hacemos viejos cuando desertamos de nuestro ideal.

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Los años arrugan la piel; renunciar al ideal envejece el alma. Eres tan joven como tu fe, tan viejo como tu duda. Tan joven como tu esperanza, tan arrugado como tu desilusión.»

La juventud ha sido alabada, vilipendiada, manipulada según la conveniencia momentánea de cada grupo social. De la juventud se ha dicho todo: que es un tesoro inapreciable, que es la esperanza del mundo, que es inconstante, que es irresponsable... ¿Quién tiene la razón?

No me cabe la menor duda de que, pese a las duras críticas que hacemos a los jóvenes, todos, de alguna manera, queremos conservar las cualidades de la juventud. Y hablamos con gusto de la moda joven, del espíritu joven, del rostro joven como cualidades deseables.

Efectivamente, los jóvenes, por su intrepidez, por su generosidad, por su capacidad de esfuerzo, están llamados a arriesgadas aventuras en favor de un mundo nuevo. La juventud sigue siendo la gran fuerza de presión para el cambio, y no sólo imagen o esperanza de la patria del mañana.

Recomendaba Pablo vi a los jóvenes: «Edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros padres.» Las farisaicas promesas de paraísos artificiales, ofrecidos por el capitalismo y por el comunismo, que degeneraron en dos crueles guerras mundiales, se han diluido en nuevas esperanzas de paz y de fraternidad escondidas en el corazón ilusionado de los jóvenes.

La juventud tiene un gran reto: aportar su generosidad y su entrega para hacer un mundo distinto al que han heredado, donde puedan anidar el amor y la paz. Llega al ensombrecido panorama de los hombres una esperanzada aurora de mano de la juventud.

¿Sabemos entender el grito de una juventud que clama por un mundo más humano, menos competitivo, menos brutal? ¿Damos a los jóvenes el alimento de la esperanza?

LIBERTAD

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42 AMOR ES AQUELLO QUE HACE ESCLAVOS A LOS LIBRES Y LIBRES A LOS ESCLAVOS.

Y NO SE SABE EN QUÉ CONSISTE ESENCIALMENTE EL AMOR, SI EN ESTA ESCLAVITUD O EN ESTA LIBERTAD

Ramón Llull

El amor es el gran drama de la existencia humana. Es el motor de la actividad de los hombres y es capaz de provocar las mayores alegrías y de generar las más amargas tristezas.

Con frecuencia, la palabra amor ha sido notablemente tergiversada, manipulada, mal interpretada. Los medios de comunicación social parecen intentar confundir las ideas sobre el amor. Hacen creer que la libertad del instinto es la acertada expresión de la madurez del amor. Y, con ello, logran crear amarguras, desilusiones, conflictos y frustraciones.

Si da miedo el amor es porque el sexo se ha convertido en una droga y se vive, a menudo, con angustia. El vacío, en muchos jóvenes, ¿no se debe, acaso, a la incapacidad de amar?

Pensar que el amor reduce su significado a una mera relación corporal es minimizar su extraordinaria grandeza. Hay un amor eros, amor de hombre-mujer; un amor filos, o amor de amistad; y un amor ágape que significa amar sin recibir nada a cambio.

El agape es un amor basado en la verdad, sabiendo que la verdadera paz, la alegría y la felicidad yacen en la reconciliación con Dios y en la convivencia con los hermanos. Se ama de una forma desprendida, generosa, sin esperar recompensas.

El amor no es una aventura pasajera, sino una permanente responsabilidad del hombre que busca la felicidad. Toma su valor del hombre entero. Es el peso de todo su destino. La eternidad del hombre pasaba través del amor. Por eso, se encuentra en la dimensión de Dios.

Con el amor, la libertad adquiere nuevas dimensiones: «El amor no deja libertad de querer ni al que ama ni al que es amado; pero, al mismo tiempo, el amor es liberación de la libertad, porque una libertad sólo para uno mismo sería horrible. Siendo padre me convertiré en esclavo por amor. A la vez, a través del amor, me libero de la libertad y también llego a ser libre de la soledad» (Woytila).

La educación del amor debe ser también educación de la libertad, ya que ambos conceptos están expuestos a múltiples tergiversaciones. La auténtica libertad acepta unas responsables limitaciones que la dignifican y le dan un más genuino y acertado sentido.

La cumbre del amor pasa por la entrega a un Dios bueno que quiere la salvación de todos los hombres. Por ello el verdadero amor abre nuevos horizontes de liberación al tiempo que nos purifica del egoísmo y de la soledad.

¿Somos capaces de amar en libertad? ¿Sentimos la esclavitud de las pasiones que no nos permiten amar con espontaneidad?

43 NO CONOZCO AL HOMBRE, SINO A LOS HOMBRES

NO CONOZCO LA LIBERTAD, SINO HOMBRES LIBRES Saint-Exupéry

Pocas palabras han sido tan dolorosamente manipuladas y tergiversadas

como el término libertad. Es una palabra muy popular, pero, para mantenerla viva, hay que pagar un alto precio.

La libertad no es una herencia gratuita que recibimos sin más. No la encontramos por casualidad en el cofre de nuestros sueños.

Ser libre es construir, trabajar, actuar, luchar para que en nosotros y en el mundo haya más justicia, más paz, más fraternidad, más solidaridad. Es querer participar en todo lo que de bueno tienen la vida y los hombres para que todos puedan disfrutar de ello.

Hay conceptos abstractos que no tienen sentido alguno si no están encarnados en realidades concretas y vivenciales. Efectivamente, no existe la libertad, sino hombres libres; no tiene sentido la religión, si no la vemos practicada por hombres religiosos; ¿para qué sirve la fe si no está encarnada en hombres creyentes?

La libertad supone un compromiso existencial del hombre. Con su actuación diaria logra que el ejercicio de la libertad madure su personalidad integrada.

Ser libre es sentirse responsable de sus actos; ser libre es sentirse solidario en la lucha contra toda esclavitud; ser libre es respetar la libertad de los demás; ser libre es saber ir contra corriente;

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ser libre es tener valor para defender nuestros valores; ser libre es saber superar viejos prejuicios sociales; ser libre es dejarse encadenar por el verdadero amor; ser libre es amar la verdad; ser libre es tener el valor de ser uno mismo; ser libre es ser capaz de crear y no de imitar; ser libre es tener intrepidez para superar el miedo; ser libre es superarse a sí mismo; ser libre es mejorar el mundo que hemos encontrado; ser libre es manifestar nuestra fe sin temores; ser libre es esperar contra toda esperanza.

Es preciso conquistar la libertad cada día, sin odios, sin rencores, con trabajo y con bondad. La libertad, es una conquista que dura toda la vida.

No vale una libertad conquistada a golpes de sangre, de dominio, de odio. «Me considero incapaz de odiar a nadie. Ahí está el secreto del hombre libre» (Gandhi).

Podría ser un buen lema para todos los que buscamos ansiosamente los caminos de la libertad, en medio de tanta opresión, el grito dramático escrito sobre la tumba de Luther King: «Al fin, libre; al fin, libre. Doy gracias a Dios, porque, al fin, soy libre.»

¿Sabemos defender con nuestra vida el derecho a la libertad? ¿Respetamos bondadosamente la libertad de los demás?

44 EL ESCÁNDALO DEL UNIVERSO NO ES EL SUFRIMIENTO, ES LA LIBERTAD.

DIOS HIZO LIBRE A SU CREACIÓN; ÉSTE ES EL ESCANDALO DE LOS ESCÁNDALOS,

PUES TODOS LOS DEMÁS PROCEDEN DE ÉL Bernanos

Pese a todas las afirmaciones clarificadoras, a mí sigue pareciéndome que la

libertad está rozando continuamente los dinteles del misterio. Creo que jamás lograré una visión panorámica abarcadora del concepto libertad, aunque parcialmente posea bonitas visiones de su contenido.

El hombre se siente seducido de tal manera por unas infinitas ansias de felicidad que fácilmente pone su corazón en los goces fugaces de este

mundo, olvidando que no está solo en la creación. Al no hallar este gozo total en ningún sitio, comienza a sufrir.

La búsqueda apasionante y apasionada de la felicidad por los interesantes caminos de la libertad es siempre una aventura difícil, arriesgada. Muy pocas personas han sabido encontrar la ruta correcta y seguirla hasta las últimas consecuencias.

Es posible la libertad aunque existan tantas limitaciones exteriores. Lo que necesitamos es mantener el ánimo levantado para seguir adelante y superar los inevitables contratiempos que nos quieren cerrar el camino.

Cuando hemos hallado el inapreciable tesoro de la libertad, ha llegado el momento de abrirnos a la conquista del mismo tesoro para todos los demás. Ésta es la dura y comprometida batalla de tantos mártires que luchan por la promoción humana de tantos hombres sumidos en la miseria y en la opresión.

«Usted me dice: Yo soy libre. Y, sin embargo, yo le digo: Yo no soy hombre libre, puesto que no existen los hombres libres cuando el pueblo, la inmensa mayoría, no goza de elementales libertades, como la de los salarios, duración y modos de trabajo. No es, por tanto, cierto que seamos libres y, si lo queremos ser, debemos batallar» (R. Garaudy).

Son, evidentemente, dos dimensiones distintas de la libertad: la personal y la social. Pero, no son antinómicas sino complementarias. La libertad individual es el paso necesario para lograr la libertad colectiva.

El gran escándalo de la falsa libertad ha sido practicar, en nombre de la misma libertad, la opresión, el dominio, la manipulación. El hombre tiene que tras- formarse para producir libertad en su entorno. No es el sistema el que trasforma al hombre, es el hombre quien trasforma el sistema.

Comprendiéndome a mí mismo, equilibrando mis valores y aceptando a los demás es como destruiremos el caos, la miseria, el miedo, la brutalidad, y crearemos condiciones de luminosa libertad.

La libertad individual y social incluyen el elemento tiempo. Se trata de actuar hoy y no mañana. El mañana es solamente para la mente perezosa y estéril. Si no cambiamos y actuamos ahora, no cambiaremos ni actuaremos nunca.

«La verdad nos hará libres» no es solamente una frase sutil, sino una necesidad vital para que el mundo cambie. Es el imperativo urgente al que tenemos que ajustar nuestra actuación. La mentira ha sido siempre el sendero oscuro que ha encadenado al hombre a una dolorosa esclavitud.

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Ser libre, aquí y ahora, para lograr la justicia de nuestro entorno es el acertado camino de un mañana mejor.

¿Hemos entendido el mensaje de la libertad? ¿Luchamos para la conquista de la libertad en nuestro entorno social?

45 LA DEMOCRACIA ES EL MAS EXIGENTE DE LOS REGÍMENES.

PORQUE SER LIBRE ES UN ARTE R. PaJirtic

Si hay una palabra que ha sido lamentablemente prostituida perdiendo, casi

siempre, su genuino significado, ésta es la palabra DEMOCRACIA. Se la ha considerado como mágica panacea de gran parte de los problemas sociales como si ella, por sí misma, bastara para solucionar los conflictos que azotan a nuestra atormentada sociedad.

La democracia no es solamente una realidad social o política, sino una forma de entender la vida, un modo de funcionar como seres humanos, una manera de relacionarnos y de convivir con los demás. «La democracia es un sistema que crea las condiciones económicas, políticas y culturales para el desarrollo completo del individuo» (E. Fromm).

Se convierte en un régimen ideal cuando funciona con individuos adultos, plenamente responsables de sus decisiones y de sus ineludibles deberes. Siendo así que el individuo es el corazón de la sociedad, cuando el individuo está tarado la sociedad permanece enferma.

Una real democracia debe considerar primordialmente el cultivo de la persona. Las reformas no tienen que fundamentarse simplemente en unas leyes, en unas sanciones o en unas amenazas... «La sociedad solamente puede ser fiel a sí misma siendo fiel al mejoramiento de los individuos que la constituyen» (J. Dewey).

La debilidad de la democracia radica en su propia grandeza. Al confiar plenamente en el hombre, le concede un amplio margen de libertad que, al no ser empleada responsablemente, genera incontables conflictos.

La mejor escuela de la democracia debe ser la misma vida. El hombre realizado, solidario con sus hermanos, sujeto de derechos y de obligaciones, respetuoso, tolerante, justo y creativo, sabrá poner la sintonía adecuada a esa melodía que todavía esperamos escuchar.

Habrá genuina democracia cuando haya respeto hacia todos los seres humanos; cuando haya libertad responsable; cuando haya crecimiento en armonía; cuando se cumplan las obligaciones ciudadanas; cuando haya participación comunitaria; cuando se viva en fraternidad; cuando se respeten todas las ideologías; cuando haya inquebrantable fidelidad a la verdad; cuando se ejercite un respetuoso diálogo; cuando se acepte la igualdad entre todos los hombres; cuando se luche denodadamente por la justicia; cuando se emita un voto responsable; cuando haya sinceridad, equilibrio, solidaridad.

Lamentablemente, observamos cómo el cáncer del libertinaje afecta fuertemente los cimientos de la democracia. «Siempre llevo una corbata negra... en señal de luto por la democracia... hasta que crezca. Entonces me pondré otra» (J.J. Servan-Schreiber).

¿Luchamos denodadamente para que la democracia verdadera permanezca en nuestra sociedad? ¿Qué aportamos cada uno de nosotros al triunfo definitivo de, la convivencia armónica?

46 SI LIBERO EN UN DESIERTO A UN HOMBRE QUE NADA SIENTE, ¿QUÉ SIGNIFICA LIBERTAD?

LIBERAR REALMENTE A ESTE HOMBRE CONSISTIRÍA EN MOSTRARLE LA SED Y SEÑALARLE LA RUTA HACIA EL POZO

Saint-Exupéry Es una aventura difícil al tiempo que maravillosa la conquista de la libertad.

Nunca se había hablado tanto de libertad como ahora y, posiblemente, nunca el hombre había sufrido tantas estereotipadas formas de esclavitud.

Mientras una persona esté atada por el miedo, el odio, la sospecha o la confusión, o cuando soporte tormentos insufribles no es libre, pues lleva consigo la prisión de sus deficiencias que restringen su comprensión, sus emociones y sus actividades.

Por otra parte, numerosos factores externos intentan dominar nuestra mente para que nos convirtamos en robots anónimos al servicio de la política o del capital.

Pero los mayores obstáculos a la libertad están dentro de nosotros mismos. El hombre «se ha liberado de las ligaduras externas que le impedían hacer y pensar lo que considerase adecuado. Estaría libre para actuar de acuerdo con su propia voluntad, si supiera lo que deseaba, pensaba y sentía. Pero no

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lo sabe. Se conforma con autoridades anónimas y adopta un ser que no es suyo. Mientras más hace esto, más impotente se siente» (E. Fromm).

La libertad positiva consiste en la actividad espontánea de la personalidad total, integrada, junto con una habilidad para vivir en forma activa y feliz. Cuando más absoluta es la forma en que el hombre utiliza sus facultades internas, de modo más completo y espontáneo logra funcionar en la vida.

La libertad es una realidad vital y no sólo un deseo utópico. La idea de libertad, el deseo de libertad, los libros y tratados sobre la libertad carecen de sentido si no pasan a ser experiencias.

El clima de seguridad interna, manifestado en una personalidad autorrealizada, es plenamente necesario para el recto ejercicio de la libertad. De poco nos serviría el poder expresar nuestros pensamientos si carecemos de ideas propias.

Sin miedo, con realismo y seguros de nuestras posibilidades, podemos lanzarnos a la apasionante aventura de la libertad. La libertad y el miedo no pueden coexistir, ya que el temor impide una visión realista de las cosas.

¿Puede ser el hombre realmente libre? «Creemos que hay una respuesta positiva y que el hombre puede ser libre... El hombre puede obtener esa libertad por la realización de su ser, siendo él mismo» (E. Fromm). En este caso, poco importará la propaganda, la manipulación y el engaño ya que chocarán frontalmente con el muro infranqueable de un hombre libre y capaz.

Ya Kierkegaard afirmaba que «querer ser lo que uno es, es ser verdaderamente libre». Ahí encontramos la mina riquísima de una libertad sin fronteras.

¿Te sientes realmente liberado de las mil insinuaciones de la propaganda alienante? ¿Eres capaz de tener tus propios pensamientos y de manifestar tus ideas?

47 LA FUERZA DE LA NUEVA CONCIENCIA NO RESIDE EN EL PODER DE MANIPULAR LOS

PROCEDIMIENTOS NI EN EL PODER DE LA POLÍTICA O BE LOS COMBATES CALLEJEROS,

SINO EN ÉL PODER DE UNOS VALORES NUEVOS Y DE UN NUEVO ESTILO DE VIDA. Reich

El hombre de nuestros días necesita ser crítico y responsable de su crítica ante una alarmante situación de un progresivo deterioro de la conciencia. Las bases estables de nuestra sociedad futura deberán descansar sobre unas sólidas vivencias de paz y de solidaridad.

No podemos seguir viviendo a dentelladas, bajo la ley del más fuerte, oprimidos por la nueva colonización del consumo, lanzados a una loca carrera de destrucción.

Debemos buscar un saludable estilo de vida basado en unas amistosas actitudes de convivencia que conlleven el vivir en paz con voluntad firme y apasionada de comprender, respetar y colaborar.

Las tensiones y los persistentes conflictos únicamente engendran odios y rencores. Por ello se hace plenamente necesaria una equilibrada convivencia en la libertad.

La libertad debe estar siempre atemperada por un gran respeto al prójimo. En una sociedad donde todos exigen sus derechos, cosa justa y buena, se ignoran lamentablemente los propios deberes. Debe haber una armonización equilibrada de ambos conceptos para, sin negarlos, buscar una solución integradora y creativa.

El hombre debe ser siempre fiel a su manera de pensar, sin desteñir ni desdibujar sus criterios; solamente se debe cambiar de opinión por razonamientos sopesados, por convencimiento reflexivo, jamás por imposiciones exteriores o por miedos absurdos.

La desidentificación ideológica hace del individuo un náufrago de sí mismo, o un pasota, como se dice ahora, perdido en un mar de confusiones y de dudas. Hay que saber practicar la crítica metódica y constante, distinguir lo esencial de lo accidental, con el propósito de elaborar una adecuada jerarquía de valores que den sentido y dirección a la vida humana.

El hombre perdido entre los tiros cruzados de ideologías dispares, al no estar plenamente integrado en un proyecto de autorrealización personal, se debate en una angustia existencial que frustra todos sus propósitos.

La sociedad del futuro necesita una familia, una escuela, una comunidad social que sean formadoras de un correcto vivir democrático y plural, donde los jóvenes puedan elaborar un sistema de valores que sean la base axiológica de su completo desarrollo.

¿En qué medida participamos de la confusión ambiental, en la clarificación de nuestros personales valores? ¿Cómo educamos a la juventud? ¿Con frus-trantes imposiciones? ¿Con libertad responsable?

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48 LIBERARSE NO ES NADA,

LO QUE ES ARDUO ES SABER SER LIBRE Gide

Es preciso ser muy dueño de uno mismo para poder ser verdaderamente

libres. La genuina libertad no se cifra únicamente en vivir sin trabas exteriores, en tener muchas ocasiones para escoger, en disfrutar de numerosas oportunidades en la vida.

No depende, en definitiva, de realidades ajenas a nosotros mismos, sino en la capacidad interna de decisión que tiene el ser humano. La libertad comienza y acaba en ese santuario interior que debemos gobernar y dirigir únicamente nosotros mismos.

Tenemos que ser libres para elegir, para obrar con responsabilidad aun en medio del riesgo y de la inseguridad. Podrán aconsejarte, facilitarte opciones, brindarte libros pero, al fin, solamente tú puedes tomar una decisión que te afecte a ti mismo.

Necesitamos la libertad para decidir nuestro destino, para clarificar nuestras ideas, para purificar los motivos profundos que guían nuestras acciones. Es necesario superar las presiones, desechar los temores resistir las manipulaciones y andar por la vida con los ojos bien abiertos para ser verdaderamente libres

Creemos, a veces, que nos hemos liberado de algo cuando lo que realmente sucede es que hemos cambiado de dueño. Hemos entregado nuestra voluntad a un nuevo amo que ha sabido conquistar nuestro aprecio con hábiles y sugestivas maniobras sin que nos diéramos cuenta de ello.

Nos dejamos esclavizar por las cosas, por las presiones, por las pasiones, por las personas y perdemos nuestra propia personalidad viviendo a la deriva y sin orientación.

La libertad sin fronteras viene de Dios. Entregarse libremente a Dios es sumergirse en un remanso de paz, de alegría y de esperanza. El don de sabiduría y de entendimiento nos tornan libres y nos desatan de todas las presiones que tratan de abatirnos.

De verdad que si vivimos abandonados a la voluntad de Dios no sentiremos temor y seremos hombres nuevos, capaces de decidir por nosotros mismos. No tendremos necesidad de armas, de defensas, de medios psicológicos

para funcionar como seres humanos. Aceptaremos con alegría todo lo que nos suceda, superando con valor los contratiempos y dificultades.

Las obras libres son aquellas que acontecen gratuitamente para complacer a Dios y por amor al prójimo. Liberados del egoísmo y del buscarse únicamente a uno mismo, se realizan en el olvido de sí, de un modo espontáneo y como un juego. No es necesario forzarlas.

Cuando uno es de verdad libre, sabe vivir en paz consigo mismo y con los demás. Sabe ser fiel a la verdad y es capaz de realizar obras fecundas y generosas.

¿Nos sentimos libres en nuestra actuación? ¿Tenemos miedo a la libertad? ¿Es este miedo el que nos impide ser libres?

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Es posible ser feliz

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VERDAD

49 ¿TU VERDAD? NO, LA VERDAD; Y VEN CONMIGO A BUSCARLA.

LA TUYA, GUÁRDATELA A. Machado

Lo ha dicho Juan Pablo II: «Sólo la verdad libera, sólo la verdad construye; es

la verdad la que abre el camino a la santidad y a la justicia.» Muchas verdades personales están en función del capricho, de la comodidad,

de la conveniencia. Son pequeñas verdades que no están en consonancia con la verdad total.

¡Cuántas cosas injustificables se intentan justificar con medias verdades! Y no hay peor mentira que una verdad a medias. En estas medias verdades, es más lo que se oculta que lo que se dice.

Es que, para afrontar la verdad con todas sus consecuencias, hay que tener mucho valor, mucha generosidad y una enorme responsabilidad. Hay que ser hombres o mujeres de cuerpo entero.

Así lo entendió aquel genial apóstol de la sencillez, llamado Juan XXIII, quien, desde su ingenuidad campesina, supo abrir puertas y ventanas, reconociendo históricas equivocaciones de la Iglesia. Su actitud humilde de pedir perdón a los hermanos separados por la secular intransigencia de la Iglesia, es un* clara muestra de cómo se debe buscar la verdad.

La verdad es como un puente. Si se parte o se divide, pierde toda su virtualidad, toda su razón de ser. Ya nadie puede cruzarlo.

«Esto es así porque yo lo digo» es la pesada cantinela de muchos seres intransigentes, incapaces de abrir su corazón a la verdad, cuando participan del atractivo juego de la convivencia.

Los grandes hombres han sido apasionados buscadores de la verdad. La han buscado en los libros y en las personas, en los niños y en los mayores, en los sabios y en los ignorantes. Nadie es dueño absoluto de la verdad. Ésta se encuentra repartida, lo permea todo como el aire, o como el sol, o como el viento. Cuando falta la verdad, todo muere, llega la tristeza, se acaba la esperanza.

Contra la verdad están la mentira, la intolerancia, la imposición, la intransigencia, la seguridad, el orgullo, la patraña, el infundio, la farsa, la burla, el chisme... Son las diferentes caras de una situación que hace imposible la fraternidad humana.

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Por el contrario, la verdad es limpia, acogedora, tolerante, respeta todos los temperamentos, hace fácil la convivencia y mantiene la ilusión en todos los corazones.

Con el arma poderosa de la verdad lograremos las victorias más espectaculares en el campo de la libertad. «La verdad os hará libres» y os permitirá sentir el gozo de ver cómo el mundo es un remanso de paz y de amor.

¿Somos capaces de mirar cara a cara a la verdad? ¿Somos testigos de la verdad con nuestra manera de actuar? ¿Ocultamos la mentira detrás de dolorosas medias verdades?

50 LA SIMPLE VERDAD ES SIEMPRE LA DEFENSA MÁS SEGURA,

EL ACERO MÁS AFILADO EL CAMINO MÁS DERECHO PARA LA META Gandhi

La verdad va siempre mucho más allá de la palabra. Llega a los rincones más

recónditos del corazón humano y es capaz de desvelar todos los secretos. Está en todas partes y da vida a todos los hombres sinceros de corazón.

La verdad no es un concepto abstracto, ni un conjunte de supuestos filosóficos, ni un caudal escondido de ciencia. No la encontramos en los libros, ni en les museos, ni en los laboratorios...

Para encontrar la verdad limpia, sin sombras, tendremos que correr hacia aquel que dijo de sí mismo: «Yo soy el camino, la VERDAD y la vida.» La verdad, a partir de la buena noticia que él nos trajo, tiene un nombre, es una persona, Jesús de Nazareth, y se manifiesta en cada ser humano que sigue su doctrina. Esta verdad se convierte en poesía y misterio a la vez, dando luz al corredor oscuro que es la aventura humana. Cada hombre tiene su propio camino hacia la verdad, como lo tiene hacia Dios: «Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda mi rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios.» (León Felipe). Con la verdad en nuestras vidas, logramos maravillosos resultados: suavizamos las angustias de la duda;

liberamos al hombre de la confusión; mostramos los secretos de la libertad; facilitamos los caminos de la comunicación; allanamos los senderos de la fe; prendemos la luz de la alegría; comunicamos la satisfacción de la buena noticia; ganamos la batalla del amor; llenamos el corazón de vida abundante; nos manifestamos tal como somos; nos identificamos con el que nos da la salvación; alimentamos la esperanza de la paz. Con la verdad por delante, conseguimos la meta que nos hemos propuesto. Somos capaces de superar los más difíciles escollos que encontramos en nuestra marcha.

51 NO POR CAMBIAR LA APARIENCIA DE LAS COSAS,

ESTAS DEJAN DE SER ELLAS MISMAS

Nos estamos acostumbrando, desgraciadamente, al fingimiento, a la apariencia, al engaño. Con una facilidad asombrosa giramos el significado real de las cosas y de los acontecimientos y nos quedamos tan tranquilos, aunque hayamos sembrado nuestro entorno de dolorosas mentiras.

Cuando no nos gusta aparecer como realmente somos, nos vestimos una coraza brillante, bonita, atractiva y nos presentamos ante los demás de una forma engañosa. Mostramos la cara atractiva, pero falsa, de nuestra personalidad.

Y, cambiando el significado genuino de las palabras, creemos que hemos trasformado nuestra conducta. Legalizamos el engaño a través de conceptos con significado ambiguo.

Y a la mentira la llamamos diplomacia; al robo lo llamamos negocio;

a la impureza la llamamos amor; a la grosería la llamamos sinceridad; a la falta de respeto la llamamos libertad; a la indolencia la llamamos descanso; a la despreocupación la llamamos tolerancia;

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Es posible ser feliz

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a la ignorancia la llamamos humildad; a la injusticia la llamamos orden establecido; al conformismo lo llamamos prudencia; al dominio opresor lo llamamos seguridad; a la suciedad la llamamos inconformismo; al capricho lo llamamos personalidad; a la pereza la llamamos pasotismo; en vez de decir «no quiero», decimos «no puedo»; en vez de decir «por capricho», decimos «en conciencia»; en vez de decir «no me da la gana», decimos «lo siento»; en vez de decir «no me gusta», decimos «no conviene»; en vez de decir «no me molestes», decimos «otra vez será».

Es increíblemente extenso el rosario de falsas excusas que el hombre se ha inventado para justificarse. Necesitamos mucho valor para presentarnos ante los demás tal como somos.

El engaño más estúpido es el que nos hacemos a nosotros mismos. A fuerza de repetir una actitud mentirosa podemos llegar a formarnos una segunda personalidad, falsa, ficticia, que lo único que hace es llenarnos de angustia e insatisfacción.

Dice Santa Teresa que «la humildad es la verdad». No tenemos por qué ocultar nuestras cualidades, revestir nuestras miserias o pregonar virtudes que no

poseemos. Nuestras obras hablan por sí mismas y manifiestan nuestra real situación.

Aceptarse como uno realmente es y presentarse con la cara al viento y el corazón abierto es el camino correcto de la solidaridad humana.

¿Aceptamos las cosas tal como son sin buscar fáciles excusas? ¿Tenemos temores injustificados de presentarnos tal como somos?

52 PARA GANARME EL PAN, CADA MAÑANA VOY AL MERCADO DONDE

COMPRAN MENTIRAS. LLENO DE ESPERANZA ME PONGO A LA COLA DE LOS VENDEDORES

B. Brecbt Resulta complicado ser pregonero de la verdad ya que ésta molesta y escuece

en un mundo donde la farsa y la mentira campan por sus respetos. Se prefiere, a la verdad, la farsa, el fingimiento, las medias palabras...

Las tiendas de la mentira están situadas en todas las esquinas, la voz de sus pregoneros se oye en todas las plazas, sus anuncios se publican pródigamente en los papeles impresos.

No solamente vendemos mentiras a los demás, también intentamos engañarnos a nosotros mismos. No nos gusta reconocer nuestras miserias, ocultamos hábilmente nuestras limitaciones, aceptamos con dificultad nuestras caídas.

«No hay peor ciego que aquel que no quiere ver», que se cierra a la verdad, que monta su negocio de falsedades en los dominios de la oscuridad. La ceguera voluntaria no se cura en ningún hospital ni encuentra medicinas adecuadas.

A menudo encontramos justificaciones para mentir, para ocultar la verdad o para lanzar al viento verdades a medias. Y en todo caso jamás faltan compradores ingenuos que caen rendidos a nuestros pies.

Mentimos con excesiva frecuencia cuando adulamos a los demás; cuando callamos la verdad; cuando ocultamos nuestros sentimientos; cuando jugamos a las dos caras; cuando fingimos sentimientos que no sentimos; cuando damos la mano y rechazamos el corazón; cuando, con vestidos lujosos, tapamos mentes sucias,; cuando tergiversamos las palabras; cuando cumplimos por agradar; cuando separamos la teoría de la práctica; cuando intentamos justificar lo injustificable; cuando decimos amar a Dios y no amamos a los hermanos; cuando exigimos a los demás lo que no nos exigimos a nosotros; cuando decimos saber orar y no sabemos dialogar; cuando queremos sin amar; cuando queremos compartir sin dar; cuando «usamos» la religión para nuestros fines; cuando engañamos, disimulamos, fingimos, falseamos...

Desgraciadamente, la tienda de la mentira sigue abierta. Y miles de compradores ingenuos acarrean su vulgar mercancía. Y el mundo sigue siendo una comedia cuyos actores están cada vez más decepcionados.

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Es necesaria una acción eficaz para que la esperanza esté de parte de la verdad. Los cristianos tenemos un maravilloso ejemplo en aquel que dijo de sí mismo: «Yo soy la verdad.»

Y por ser fiel a la verdad, Cristo supo del dolor, del martirio, de la muerte cruel. Retazos de verdad acabarán con la injusta situación de un mundo sin ilusión y sin esperanza.

¿Somos pregoneros de la verdad? ¿Tenemos miedo a la verdad? ¿Estamos dispuestos a cerrar la tienda de las mentiras?

AMOR

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Es posible ser feliz

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53 EL AMOR ES LA PREOCUPACION ACTIVA POR LA VIDA

Y EL CRECIMIENTO DE LO QUE AMAMOS E. Fromm

Pocas empresas humanas tienen un comienzo más risueño que el matrimonio.

Palabras amables, pequeños servicios, hermosas sonrisas son las manifesta-ciones de la felicidad de los primeros días. Se comienza a saborear el amor.

¿Cuanto tiempo dura este panorama? Al cabo de unos años parece que todo ha terminado. Él y ella han ido cayendo en una vulgaridad sin tono. El amor ha sido como una energía declinante, al compás de los cuerpos, hasta acabar siendo costumbre, rutina, aburrimiento. Ésta ha sido, desgraciadamente, la historia de muchos matrimonios que no supieron desarrollar el amor hasta su plenitud.

Para que el amor vaya afirmándose y profundizándose, se necesita: que la pareja tenga un ambicioso proyecto de vida en común; que tengan y mantengan una jerarquía de valores estimables; que posean un conocimiento sutil de sus posibilidades; que el amor se apoye en la mejora personal de los enamorados; que se superen cada día a sí mismos; que sepan vencer el egoísmo con generosidad; que disminuyan la voluntad de dominio; que se evite la soberbia que minusvalora al otro; que se encuentre la alegría del servicio; que se aumente la mutua disponibilidad; que cada día se renueve la ilusión; que se respete la manera de ser del otro. El amor humano, correctamente desarrollado, permite que él y ella se

enamoren más y más y vayan madurando hacia un proyecto en común. El amor, si es auténtico, produce más amor, ensancha los horizontes de la

pareja y les da nueva vida. Ya no es una experiencia dura, amarga, saturada de imposiciones y de frustraciones.

El amor que impone el sometimiento a la otra persona no es más que una aventura de egoísmo ampliado- La libertad, en el matrimonio, alcanza su más completo significado ya que tiende a lograr la convivencia y el proyecto en común sin esclavitudes opresoras.

El matrimonio maduro debe durar toda la vida, como una sugestiva experiencia de dos seres humanos que, respetándose y amándose, son capaces de afrontar la carrera de la vida, apoyados en sus dos irrenunciables personalidades.

En la medida en que somos capaces de regar nuestras vidas con el agua de la preocupación activa por el otro, crecerá en nosotros la dicha de una unión sin temblores ni roturas.

¿Somos capaces de mantenernos fieles en el amor? ¿Es nuestra vida una aventura de soledad y de intransigencia?

54 LA MAYOR URGENCIA DEL AMOR:

DAR LO QUE SE ES Y TAMBIÉN LO QUE SE POSEE A.C. Contíii

El amor es una necesidad fundamental y básica del ser humano. Es la

afirmación de la vida, del crecimiento, de la felicidad, de la libertad. Muchos buscan el amor y sólo encuentran una colección intermitente de

contactos epidérmicos y fugaces, triviales, carentes de todo contenido anímico y afectivo. Posturas y masajes donde el amor — aprendido en películas de dudoso gusto— es una pantomima.

Un amor así conduce a caminos estrechos, sin salida posible. Es la muestra más evidente de un egoísmo redomado. Y «el egoísmo es el gusano de todo amor» (Lemaitre).

El amor es la cualidad más inocente de la vida. No puede ser urdido, programado, manipulado. Es la manifestación más espontánea de un corazón íntegro y generoso. La demostración del amor sin amor genuino es una vergüenza para la vida.

S¡ nuestro amor quiere producir más amor, debe salirse de los límites estrechos del egoísmo, debe saltar las barreras de los convencionalismos, tiene que superar los escollos de la manipulación. Si nuestro amor es como un pequeño charco, al mover el agua provocaremos pequeñas ondulaciones y aflorará fácilmente el fango. Para que el amor sea válido, fecundo y alegre tenemos que adquirir la magnitud del océano insondable, grandioso.

Amar no es dar cosas, facilitar objetos; no es decir lindas palabras para oídos fáciles. Las cosas no son el objeto válido del amor. La realización plena del

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amor se encuentra en la donación total de nosotros mismos, en la comunicación de lo que es más grande y apreciado en nuestras vidas: nuestro tiempo, nuestra dedicación, nuestra propia felicidad.

No podemos eludir nuestra responsabilidad de cara a la humanidad. Todos, en algún momento de la vida, sentimos la llamada a la generosidad, a la entrega. «Unos después de otros, delante del mundo moderno, debemos realizar nuestro camino de Damasco. Ya se sabe la pregunta que está al final: «¿Señor, qué es necesario que yo haga?» «En primer lugar, no evadirse» (Mounier).

La presencia activa, respetuosa y estimulante es la condición indispensable para producir amor. Así lo han entendido tantas personas que han entregado su vida en actitud de servicio, que reparten sonrisas a su alrededor, que siembran las flores del cariño en los jardines del mundo.

Mientras haya un hombre que se entregue a los demás en actitud de servicio, podremos decir que en el mundo todavía no ha muerto la esperanza.

¿Somos capaces de entregarnos a los demás? ¿Es nuestro amor egoísta, cerrado dentro de nosotros mismos, motivado por el interés?

55 DONDE HAY UN AMOR DE HOMBRE, PROFUNDO. SENCILLO,

OMNIMODO, DEL MUNDO CREADO DE COSAS VIVIENTES E INANIMADAS. ENTONCES HABRA RESPETO POR LA VIDA.

LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA T. Merton

Si uno supiera expresar con bellas palabras todos los sentimientos que

florecen en su interior, tendría que trasformarse en poeta, en trovador o en cantor de la felicidad.

Paseo por los caminos de mi mente de una forma rauda y veloz y descubro un horizonte inmenso donde puedo dibujar hermosas páginas de una historia increíblemente bella.

¡Pobres de aquellos seres pusilámines, faltos de ilusión y de poesía, que no saben gozar del dinamismo de su eterna juventud! En un lugar recóndito de nuestro interior se encuentra ese manantial de agua cristalina y pura que jamás deja de regalarnos su delicioso sabor.

Quisiera acercarme a todos los hombres, brindarles mi alegría y regalarles mi amistad. Nada en el mundo puede bastarnos para saciar esta imperiosa ansia de dar y de darnos a los demás, que llevamos muy dentro. No un dar superficial y momentáneo, sino un dar en cada instante, en cada palabra y en cada gesto, lo mejor de nuestras vidas.

Puede que nuestro amor sea pequeño y simple como un humilde capullo. ¿Cuándo podrá abrirse plenamente, decir su belleza, comunicar su perfume, manifestar el milagro de su existencia? Con una vida sencilla, tranquila y abnegada lograrás poner en el mundo nubes de sonrisas y caricias que calmarán los ardores de la humanidad.

¡Qué alegría y qué tristeza es ver lo pequeño que es nuestro corazón! Pero, ¡qué milagro saber que este, corazón puede tener dimensiones universales! La medida del verdadero amor es el mundo. Cuando van pasando los años, caemos en la cuenta de que nuestro amor ha adquirido un pasaporte universal.

Aunque hace muchos años que estoy jugando con las palabras y que me llevo muy bien con ellas, todavía no he encontrado ninguna que sea capaz de describir todos los matices del amor. Cada vez que releo las letras que he ido rotulando sobre el papel, siento la tragedia de observar cómo no he logrado decir todo lo que siento.

¿Será que el amor no necesita palabras? ¿Acaso la palabra es como la jaula que, cuando encierra el amor, le quita todo su significado?

El amor es como el viento, o como el sol, o como el aire, que acarician las cosas, les dan calor y proporcionan la vida sin esperar respuesta ni agradecimiento.

En mis horas de soledad juego a amar a mis amigos lejanos, les digo cosas bonitas, acaricio sus sufrimientos, escucho el latido invisible de sus corazones y les dejo muy cerquita las flores de mi cariño.

El amor sencillo, callado, humilde… es el sendero necesario que tenemos que pisar para encontrar la vida, la libertad y la justicia. No hay duda: vale la pena esta andadura para lograr tan maravillosos resultados.

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56 NADIE TIENE DERECHO A QUEJARSE DE UN DOLOR

QUE ÉL MISMO, PERSONALMENTE, NO TRATA DE MITIGAR EN VIRTUD DEL AMOR.

EL AMOR ES LA ÜNICA FUERZA QUE PUEDE CON El DOLOR. SÓLO EL AMOR HACE QUE LA VIDA MEREZCA SER VIVIDA.

SÓLO LA AYUDA A LOS DEMAS PROCURA LA GRAN ALEGRÍA DE VIVIR

K. Tillmann Puedo afirmar que donde más alegría he encontrado ha sido donde había más

generosidad, más entrega, más amor. La alegría jamás está aliada con el egoísmo ni con la intransigencia.

Qué bien lo ha sabido expresar J.M. Pemán: «Yo no me quejo, Señor, yo sé que el gozo es dolor, si se sufre por amor; y el padecer es gozar si se padece de amor.»

Toda obra de caridad debe ser hecha con mucho amor, con ternura, con comprensión, con naturalidad, con delicadeza. Una caridad helada, fría, ausente, hecha con ampulosas manifestaciones externas, resulta del todo contraproducente.

Una caridad que intente sustituir la justicia es una falsa manifestación de amor. No se debe dar por caridad aquello a que uno tiene pleno derecho por justicia. ¡Cuántas veces un pequeño regalo ha querido ocultar la injusticia de un bajísimo salario!

Amar significa salir al encuentro de tantas personas heridas y maltratadas por la vida para darles el regalo de nuestra comprensión y de nuestra solidaridad.

Amar es darnos a nosotros mismos con la maravillosa esperanza de producir alegría en el encuentro. Amar es aceptar a los demás tal como son, compartir con ellos la experiencia de la vida y ser capaces de renunciar a nuestros caprichos y reticencias.

La pasión del amor es siempre una aventura inesperada. Pasión, en general, quiere decir sufrimiento. El amor y la pasión no solamente se dan la mano, sino que están estrechamente enlazados. No hay amor sin sufrimiento y no hay sufrimiento que no tenga que ver con el amor. Es inconcebible el amor sin sufrimiento.

«Saber sufrir y tener el alma recia y curtida es lo que importa saber. La ciencia del padecer es la ciencia de la vida» (Pemán).

El perdón es, también, fruto del amor. El amor de Dios está siempre lleno de perdón. Perdonar es tener la capacidad de aceptar a los demás sin echarles en cara sus miserias y sus debilidades. Es saber compartir el dolor por las inevitables miserias de la vid. Es tener el valor de reconocer la grandeza de ser humano por encima de sus debilidades.

«Bendito seas, Señor, por tu infinita bondad: porque pones con amor sobre espinas de dolor rosas de conformidad» (Pemán).

57 EL AMOR JAMAS SE PIERDE.

SI NO ES CORRESPONDIDO, RETORNARÁ Y SUAVIZARÁ Y PURIFICARÁ EL CORAZÓN

W. Irving

El amor es un poder en el hombre que produce más amor. Cuando se reparte amor sucede un prodigio de incalculables consecuencias: se transforman las personas amadas y se purifica la persona que ama.

Amar es, fundamentalmente, dar, no recibir. Pero, dar no es renunciar a algo, privarse de algo, sacrificarse. Dar es realizarse en el otro, proyectarse en el otro, compartir la alegría de vivir.

El amor no puede ser una acción egoísta que produce satisfacción, un acto que siempre tiene su recompensa. «El amor sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales» (E. Fromm). Cuando amamos al pobre, al extranjero, a la viuda, al marginado, a don nadie.

El amor supone siempre un acto de fe, un compromiso sin garantías, un entregarse gratuitamente con la esperanza de producir amor. El clima apacible de convivencia y de alegría es siempre fruto de un amor generoso y desprendido.

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El amor hacia una persona concreta implica necesaria; mente un amor hacia la humanidad. No puedo amar a esta persona si no amo al hombre como tal, ciudadano del mundo, huésped de mi corazón.

Amar es confiar en los otros; Amar es compartir lo nuestro con lo demás; Amar es tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro; Amar es saber aceptar a los demás tal como son; Amar es creer que todos los hombres somos hermanos; Amar es comprender los errores de los demás; Amar es saber regalar sonrisas; Amar es dar nuestro tiempo a una causa noble; Amar es escuchar sin prisas a los demás; Amar es saber callar a tiempo; Amar es saber guardar un secreto; Amar es ceder un puesto; Amar es ayudar a levantar el ánimo decaído; Amar es contestar una carta; Amar es orar por los demás; Amar es dar, recibir, ayudar, compartir, sugerir, esperar... Cada ser humano entonará la melodía del amor de acuerdo con sus

posibilidades, teniendo en cuenta su personal vocación — llamada a la realización personal— y asumiendo sosegadamente las limitaciones que impone la vida misma.

Solamente los privilegiados llevarán la aventura del amor a la cumbre del martirio. Luther King, H. Cámara, monseñor Romero… son la vanguardia del amor hecha presencia y testimonio en un mundo atormentado por la injusticia y que necesita testigos ejemplares y geniales de una entrega desbordada.

¿Sabemos ser testigos del amor en nuestras pequeñas comunidades? ¿Sabemos que el verdadero amor purifica nuestras intenciones?

58 LA MUERTE NO DESTRUYE EL AMOR, LO COLOCA EN SU PERSPECTIVA CORRECTA

J.J. Santiago

Si el amor fue un amor físico, necesariamente terminará con la muerte, pero si penetró hasta la profundidad del ser, la muerte no sólo no lo destruirá, sino que lo elevará.

Pasados los momentos de dolor de los primeros días, las emociones se irán serenando y el recuerdo del ser amado estará lleno de paz, de tranquilidad, casi me atrevería a decir que de alegría.

Las personas no habrán muerto, simplemente habrán cambiado su forma de existir. Habrán nacido a la verdadera vida que no acabará jamás.

Se habrán purificado definitivamente las ásperas experiencias del dolor, de la angustia, de la tristeza, y amanecerá definitivamente la primavera de una eternidad sin fronteras.

El amor es un paisaje del alma y, al acabar nuestra carrera mortal, este paisaje recibe el sol radiante de una felicidad inacabable. Con la muerte, disfrutaremos de la oportunidad de pasear por nuestra alma y ver los amores lejanos que siembran flores y sonrisas y esperanzas en los campos del mundo. La fe verá culminada su aventura con el gozo de la presencia de un Dios que es amor.

¡Qué bien ha expresado Luther King sus hermosos sentimientos ante el hecho incuestionable de la muerte!

«Aunque nuestros días sean oscuros y nuestras noches más tenebrosas que mil medias noches, queremos pensar siempre en que en el mundo hay una gran fuerza que bendice, y que se llama Dios. Dios puede abrir caminos de un callejón sin salida. Quiero trasformar el ayer oscuro en un claro mañana, últimamente en la mañana luminosa de la eternidad.» La muerte es el paso necesario hacia una eternidad feliz. Es el despertar

alborozado a una vida inacabable. Es el encuentro definitivo con el Dios de nuestra esperanza.

Con la muerte, nuestra capacidad de amar, lejos de enmudecer para siempre, alcanza límites insospechados al fundirnos con el Amor definitivo que es Dios. La muerte no es un pozo sin fondo, ni una noche sin aurora, ni un callejón sin salida. Es el desvelar de mil estrellas que, al desaparecer las nubes de la tristeza y del pecado, alumbran gozosamente los prados de la alegría.

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¿Hay alguien que, yendo hacia el atardecer de la vida tenga temor a la muerte? ¿Por qué el temor a la muerte si es el paso hacia la eternidad? ¿Por qué desesperar? ¿Por qué este temor?

59 ¡AMOR Y VIDA SE FUNDEN, COMO EL CIELO CON LA TIERRA,

EN UN ESPLENDOR SUAVE QUE ES, UN INSTANTE ETERNO! J.R. Jiménez

Hay palabras que tienen ángel, que tienen carisma, como se dice ahora.

Palabras que, al ser pronunciadas, sugieren, despiertan delicadas resonancias en los corazones de los hombres.

Así, las palabras AMOR y VIDA. Lo malo es usar estos términos para significar conceptos equívocos. Jamás se había hablado tanto del amor, de su dinamismo generador de vida y

de felicidad, de sus resonancias emotivas. Pero, por otra parte, jamás se ha-bía prostituido tanto su genuino significado.

Hay revistas de amor, canciones de amor, películas de amor, citas de amor, mercaderes del amor... Se trata al amor como a una vulgar mercancía que se compra y se vende en el ruidoso mercado de los egoísmos humanos.

¿No será que se confunde lamentablemente el amor con el placer? ¿Son, acaso, los mercaderes del amor vulgares mercachifles del sexo? ¿No estará perdiendo el amor su significado elemental, su encantadora poesía, su esencia de generosidad, de entrega y de sacrificio?

Una vida sin amor es una muerte anticipada, ya que todos necesitamos amar y ser amados, dar y recibir, abrazar y ser abrazados, en suma, compartir las inapreciables riquezas guardadas en nuestro corazón.

Vivir es comunicar, repartir, participar a todos las esencias delicadas que llevamos en la frágil vasija de- nuestra vida en flor. La vida es una apasionante aventura que debe producir felicidad a quienes saben afrontarla con ánimo generoso.

Los hay que se empeñan en convertir la vida en un rosario de amarguras, caminando al son de la desventura y del pesimismo. Eso no es vida.

Vida y amor forman el mágico encuentro de indescriptibles experiencias que generan y provocan felicidad. Es el amor a la vida lo que el aire a los pulmones. Si falta, llega la muerte, la desesperación.

Vida y amor son como tierra y sol que, al abrazarse, sugieren campos fecundos, frutos maduros, paisajes hermosos y destellos de inacabable hermosura.

¿Tendremos valor para dar al amor y a la vida su auténtico significado? ¿Sabemos vivir el dinamismo del amor como entrega y como donación, en nuestro quehacer diario?

60 SI AMAMOS SIN PRODUCIR AMOR, ES DECIR, SB NUESTRO AMOR COMO TAL NO PRODUCE

AMOR... ENTONCES NUESTRO AMOR ES IMPOTENTE, ES UNA DESGRACIA Marx

El amor es comunicativo, fecundo, servicial, acogedor. Pero, si se conjuga

únicamente en voz activa, queda incompleto, le falta su dinamismo esencial. El amor es como el agua que besa suavemente la tierra, penetra

misteriosamente en sus entrañas, acaricia las raíces y se manifiesta, más tarde, en la fecundidad de las plantas, en el fruto de los árboles y en la sonrisa agradable de los campos.

Es como el sol que sale por la mañana y pone en movimiento todas las cosas, les da calor y color y estimula el proceso creador de la vida.

El amor que regresa infecundo a nosotros, recibe el nombre de egoísmo, o de egocentrismo, da igual, pues son las dos caras de la misma moneda.

El amor fecundo produce alegría; el amor infecundo genera la tristeza. El maravilloso dinamismo del amor se pone en funcionamiento cuando

iniciamos la aventura, aparentemente irrealizable, de edificar un mundo más justo, y más acogedor, donde los niños puedan vivir sin represiones, donde a los viejecitos les sea dado gozar de sus experiencias y todos sintamos el agradable calor de la fraternidad.

En nombre del amor se han cometido horrorosas injusticias, se han llevado a cabo guerras santas, se han ahogado delicados sentimientos, se han roto múltiples hogares, se han mantenido situaciones sangrantes.

Un amor a Dios que se aleje de la preocupación por los hermanos es una gran mentira, un fiasco indigno de un cristiano.

Las injusticias sociales han sido consecuencia del egoísmo humano que es un pozo sin fondo de individuos insaciables de placer, de dominio y de

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intransigencia. El egoísta intenta compensar su falta de amor con acciones de vulgar apariencia.

El amor, si es auténtico, es siempre ordenado y jamás tiene una actitud de rechazo o de intolerancia. El amor pone todas las cosas en su sitio y las juzga en su recta perspectiva.

Matan al amor quienes viven sólo de apariencias, quienes acallan la voz de la justicia; quienes aprisionan con la palabra; quienes lo confunden con el sexo; quienes lo convierten en mercancía; quienes lo usan para su conveniencia; quienes destrozan la familia; quienes lo separan de Dios; quienes facilitan la tristeza; quienes desprecian la vida. ¿Se producen, en mi entorno, situaciones de felicidad y de acogida? ¿Nuestro

amor pone en funcionamiento las estructuras sociales capaces de generar la justicia?

61 LA ÜNICA COSA QUE LA VIOLENCIA NO PUEDE DESTRUIR ES LA

VIOLENCIA MISMA: POR MUCHO QUE DESTRUYA, NO PUEDE JAMAS DESTRUIRSE. SUS FRUTOS SON SIEMPRE LA SANGRE, EL

DOLOR Y LAS LAGRIMAS M R. Mila

La violencia en forma de terrorismo, asesinato, robo, destrucción, guerra,

reivindicación, secuestro, etc., es siempre un mal que hay que evitar en nuestra sociedad.

No hay, pienso, violencia al servicio del bien, sino lisa y llanamente violencia que anula al adversario. La cualidad esencial de la violencia es la destrucción. Y ésta es, siempre, contraria a la vida.

Es cierto que se han dado algunos casos de violencia que tienen explicación, aunque no me atreva a justificarlos. «Yo respeto a los que en conciencia se han sentido obligados a optar por la violencia, no la violencia demasiado fácil de los guerrilleros de salón, sino la de los que han testimoniado su sinceridad con el sacrificio de su vida. Creo que el recuerdo de Camilo

Torres o de Che Guevara merecen tanto respeto como el del pastor Luther King» (H. Cámara).

Las situaciones de injusticia son, a veces, tan flagrante tan violentas que sublevan el ánimo de quienes la sufren en su propia carne. Hay casos intolerables opresión que claman justicia al cielo y que no pueden continuar por más tiempo. Hay que luchar para que se acaben.

Pero la vocación del hombre es ser peregrino de la paz luchador incansable con el arma del amor para acabar definitivamente con unas estructuras injustas y aberrantes.

«Prefiero ser matado que matar. Esta postura se funda en el Evangelio. No tenemos derecho a encerrarnos en nuestro egoísmo, tenemos que abrirnos al amor de Dios y al amor de los hombres... La no violencia es creer, más que en la fuerza de las guerras, de les asesinatos y del odio, en la fuerza de la verdad, de la justicia y del amor... Sólo con esta opción de la no violencia llegaremos a ser instrumentos válidos para el milagro de ser violentos como los profetas, veraces como Cristo, revolucionarios como el Evangelio, pero sin herir el amor» (H. Cámara).

El amor no violento no es resignación pasiva y conformista esperando a que todo cambie. Muy al contrario, es un compromiso por la justicia hasta el límite; es fe inquebrantable en la igualdad entre todos los hombres;

es entrega total al servicio de los demás; es ser testigos de la verdad; es el grito sincero a favor de los oprimidos; es conquistar la libertad sin derramamiento de sangre; es trabajar sin odios ni rencores; es hacer bien a todos y mal a nadie; es defender incansablemente los derechos de los débiles; es unirse para trabajar por la paz; es optar por la igualdad social; es dar la vida por el amor.

¿En nuestras relaciones sociales, practicamos la no violencia? ¿Estamos conscientes de las injustas desigualdades de nuestro mundo? ¿Luchamos para que desaparezcan?

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62 HAY SITUACIONES CUYA INJUSTICIA CLAMA AL CIELO.

TENEMOS POBLACIONES ENTERAS FALTAS DE LO NECESARIO, IMPEDIDAS DE TODA INICIATIVA Y RESPONSABILIDAD.

LAS DESIGUALDADES SOCIALES SON TREMENDAS H. Cámara

Acabo de sentir el látigo lacerante de una pobreza radical azotando las

sufridas espaldas del hombre hispanoamericano. He visto el sufrimiento marcado en los rostros tristes de miles de seres

humanos que, con la mirada anclada en la tierra, esperaban la imposible sorpresa de una esperanza nueva.

Los mensajes del mundo capitalista— ron Bermúdez, Coca-Cola, Winston, Toyota —caen como lluvia de hirientes cristales en el alma noble de un pueblo injustamente oprimido.

Es hoy mi protesta el inútil grito de una víctima más de un mundo sorprendentemente agresivo, competitivo, brutal.

El Evangelio —buena noticia — se hace hoy lágrima inmensa que crece y crece y se torna río caudaloso que serpentea juguetón; los mil repliegues de una fe que hoy quiere romper los lejanos dinteles de una difícil esperanza.

De caridad hemos hablado demasiado al tiempo que levantábamos suntuosos monumentos a la más radical injusticia.

Jesús, revolución hecha palabra, me grita hoy lecciones de teología combativa, hiriente, sangrante... y mi alma se queda sorprendentemente prendida en los hilos de la duda.

<Señor, hasta cuándo?

63 EL QUE VIVE EN LA MISERICORDIA

NO CONOCE NI SUSCEPTIBILIDAD NI DESENGAÑO, SE DA SIMPLEMENTE,

OLVIDANDOSE DE SI MISMO ALEGREMENTE, CON TODO SU FERVOR GRATUITAMENTE,

SIN ESPERAR NADA A CAMBIO Regla de Taizé

Es ampliamente conocido el fenómeno Taizé que ha permitido a miles de jóvenes del mundo entero encontrar el camino de la fraternidad universal y de la unión con Dios en un clima de gozosa esperanza.

«En una época en la que reina la confusión, corre la sangre, se organiza el desorden, en donde lo arbitrari©' toma fuerza de ley, en que la humanidad se deshumaniza, no digas nunca: es natural, puesto que todos estos abusos no son inmutables.» Estas palabras de B. Brecht nos sitúan en el plano de la necesidad de una auténtica reforma de la humanidad. Exactamente lo que buscan los creadores de Taizé.

Las relaciones basadas en el principio de dar se hacen más constructivas y alientan las ganas de vivir. Destruyen el pesimismo egoísta de los que creen que nada puede cambiar.

£s cierto que sólo podemos dar a partir de la felicidad, de la dicha, de la alegría. Sólo las mentes y los corazones contentos pueden dar positivamente.

¿Cómo puede dar amor una persona que no tiene amor y alegría dentro de ella? ¿Cómo puede alguien llevar paz y armonía a su ambiente si no es primero pacífico y armonioso?

Cuando uno tiene alegría, suavidad de corazón, amor positivo, fácilmente esparce a su alrededor entusiasmo y paz. La plenitud interior proporciona unos cimientos adecuados a la relación humana. La misericordia es comunicativa por sí misma, se proyecta espontáneamente en alegría.

La misericordia se vive en cada frase, en cada gesto, en cada momento de silencio. Las generosidades genui- nas deben manar de un corazón bondadoso, afable, delicado, atento. Deben ser como el eco de una epifanía luminosa y pura de la bondad humana.

Para llegar a tiempo al corazón de los demás hay que vivir con ellos, aprender de sus valores, compartir sus penas y alegrías; todo ello con una actitud de respeto y de comprensión, liberándonos de todas nuestras reservas mentales.

Esa actitud de comprensión hacia todos los hombres es la causa del éxito del mensaje de Taizé. Miles de jóvenes, decepcionados ante tanta publicidad frustrante, desengañados ante la farsa montada por muchos líderes políticos y religiosos, acuden a esta localidad francesa en busca de una fe alegre, de una oración recogida y de un mensaje esperanzado qué ^ permita vivir la buena noticia del Evangelio.

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¿Proporcionamos a los jóvenes los medios para vivir l0s valores espirituales? ¿Sabemos compartir nuestras vivencias de fe en un clima de alegre fraternidad?

64 LA ÚNICA VERDAD ES AMARSE

R. Follereau Todos somos apasionantes buscadores de la verdad. La buscamos en los

libros, en los viajes, en la investigación científica, en la filosofía. Recorremos caminos, consultamos a los maestros, intentamos penetrar todos los secretos y, al final, nos encontramos con respuestas académicas, muy bien elaboradas, sumamente hábiles, pero que no llegan a satisfacer nuestra inmensa curiosidad.

Pero un día nos decidimos a amar, a ocuparnos de los demás, a compartir las alegrías, las angustias y las esperanzas de nuestros hermanos, y algo maravilloso sucede en nuestro interior.

Se enciende una luz, amanece una sonrisa. Aparece un destello de felicidad porque hemos hallado el secreto de la verdad, a saber, el amor.

Y la verdad, al hacer su aparición de la mano del amor, comienza a dibujar una renovada fisonomía del hombre en el mapa agrietado de nuestras existencias. Una radiante primavera adorna, desde entonces, nuestra actividad.

«Donde no hay amor de hombre, ni amor de la vida entonces haga todas las leyes que desee, todos los edictos y tratados, emita todos los anatemas, esta-blezca todas las salvaguardias e inspecciones, llene el aire con satélites y espías, y cuelgue cámaras en la luna. Mientras vea a su prójimo como un ser para ser temido, para desconfiar de él y ser odiado y destruido, no puede haber paz sobre la tierra» (T. Merton).

El amor trasforma y purifica la visión del hombre. Le da una nueva dimensión antes desconocida. Pueden cambiar muchas cosas en la vida del hombre: puede perder su fortuna, sufrir una enfermedad, ser víctima de la injusticia, pero, si en su corazón permanece encendida la llama del amor, jamás perderá su sonrisa.

Todo cobra sentido a la luz del amor. Ya san Agustín afirmó: «Ama y haz lo que quieras.» Si el amor es auténtico y está alejado de todo egoísmo, generará necesariamente la paz.

Ante las múltiples mentiras que jalonan nuestro paso, tenemos que levantar la vista y descubriremos una estrella de luz propia — el amor — que alumbrara permanentemente nuestra vida.

El amor pondrá en nuestra tierra un clima de igualdad y de libertad. Quien ama no puede tener los ojos vendados, pues verá claramente la desigualdad, las injusticias, las formas de opresión y tendrá la necesidad de vencerlas con la poderosa arma del amor.

¿Ejercitamos la dinámica del amor? ¿Luchamos denodadamente para sembrar en nuestro mundo la verdad del amor?

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Es posible ser feliz

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LOS OTROS

65 FUERA GUERRAS INUTILES.

GUARDAD VUESTRAS ARMAS PARA OTRA OCASIÓN. QUEREMOS VIVIR EN PRADERAS Y VER LA PUESTA DEL SOL,

HACER NUESTRA CASA EN UN ARBOL, PLANTAR MUCHAS FLORES EN NUESTRA CANCION

Na (grupo musical) Confieso que siempre me ha interesado el fenómeno musical que hemos

venido a llamar rock. Representa, entre otras cosas, la búsqueda apasionante y apasionada por parte de la juventud de su propia identidad.

Esta música, violenta y agresiva, invita a la participación más que a la escucha reposada. Revela una postura de rechazo y de ruptura contra numerosos convencionalismos.

Los rockeros intentan el planteamiento de una nueva actitud frente a la vida. Por ello les sigue una juventud que está cansada de apariencias, farsas e hipocresías y que desea cambiar las formas estereotipadas de concebir la sociedad.

Manifiestan esta protesta a su modo, con ritmos trepidantes, con gestos significativamente arrebatados, amparados en un clímax de una música inconformista y atrevida.

Cuando sin prejuicios he contactado con el alma rock, he descubierto realidades, experiencias, frustraciones aspiraciones, deseos, interrogantes, dudas y evasiones de una juventud sumamente inquieta y creativa.

Buceando en el alma joven he observado la necesidad que manifiestan de ser protagonistas y creadores de su propia historia, al margen de presupuestos elaborados por sus mayores.

Hay maravillosos retazos de esperanza, de insatisfacción, de protesta, de ilusión y de vida nueva en muchas canciones:

«Con valentía rebélate contra un mundo en descomposición, frente a las drogas del engaño pondrás tus sueños de libertad. Abandona ya la podredumbre niégale su derecho al mal, y vive solo con tu verdad,

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tus esperanzas, tu sed de amor y gozo, piensa, haz del amor tu ley» (Bloque). Es un grave error y una gran falta de tacto no escudriñar el significado

profundo de toda protesta, no ir más allá del grito estentóreo o del gesto excitante, conformarse con el viejo lamento de «no entiendo esta juventud de hoy».

Hay muchas flores, más de las que imaginamos, en las canciones de los jóvenes. Es urgente saber verlas.

¿Nos rebelamos cuando oímos cantar a los jóvenes? ¿Nos sentimos incómodos ante sus gritos de denuncia? ¿No será que nos resistimos al cambio?

66 NO SEAS MEZQUINO: SI TU VIDA NO TE SIRVE,

NO LA TIRES COMO SI FUESE UNA CHATARRA. PUEDE SERVIR A OTRO

Aníbal Colón La persona no puede vivir aislada y ensimismada y, para satisfacer sus

exigencias y alcanzar sus fines, precisa de la comunicación con otras personas y de su auxilio.

No somos seres aislados, incomunicados, capaces de vivir en una islita solitaria completamente separados de los demás. Somos seres solidarios, embarcados en la apasionante aventura de edificar un nuevo mundo donde sea plenamente posible el amor.

La existencia del «yo» lleva consigo también la existencia del «otro», o sea, que la existencia presupone la coexistencia.

El ser humano, para justificar su existencia, tiene que desarrollar todas sus posibilidades de cara a sí mismo y de cara a los demás. ¡Qué bien lo ha expresado el apóstol de los negros, Martin Luther King!:

«Toda vida completa tiene 3 dimensiones: longitud, latitud y altura. La longitud en la vida es el impulso interior para alcanzar los fines y

ambiciones personales de cada uno. La latitud es una preocupación interior por el bienestar de los demás. La altura de la vida es la aspiración ascendente hacia Dios.» No hables jamás del fracaso mientras queda en ti la posibilidad de ayudar a

alguien, de prestar un auxilio, de despertar una sonrisa, de levantar un

ánimo decaído. Tu vida es una mina repleta de incalculables tesoros. Ábrela para los demás y observarás el amanecer de una nueva esperanza.

Los cristianos formamos un cuerpo gigante — el cuerpo místico de Cristo— que nos une misteriosamente, creando entre todos unos vínculos de unidad y de amor que nos convierten en responsables los irnos de los otros.

«Ningún hombre es una isla que se baste a sí misma; cualquier hombre es un pedazo de continente, una parte del todo. Si el mar se lleva un trozo de tierra, todo eso pierde América. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque pertenezco a la humanidad, y por eso no es preciso que preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti» (J. Donne).

Pío XII expresó claramente la responsabilidad de los cristianos en la salvación de los demás: «Cosa verdaderamente tremenda y que jamás meditaremos suficientemente es cómo la salvación de muchos depende de las oraciones, sacrificios y trabajos de unos pocos.»

¿Crees que tu vida puede servir a alguien? ¿Vives con la constante preocupación de servir a los demás?

67 LA TIERRA COMO SISTEMA SOPORTE DE LA VIDA SE DETERIORA

PROGRESIVAMENTE... EN ALGUNOS ASPECTOS EL MUNDO DE NUESTROS HIJOS SERA MEJOR QUE EL NUESTRO, PERO, EN

CONJUNTO, SERA MAS FEO, MENOS INTERESANTE Y MAS PELIGROSO R.T. Tanner

Es muy curiosa la actualidad del aviso bíblico: «Os introduje en una tierra de

abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra e hicisteis abominable mi heredad» (Jeremías 2,7).

Los hechos están a la vista de todos: ciudades con atmósferas irrespirables, aguas y suelos contaminados, floras y faunas condenadas a la extinción.

Está de moda hablar de los problemas ecológicos de nuestra tierra. Y, pese a las exageraciones de algunos que mantienen visiones apocalípticas, lo cierto es que la naturaleza y el medio ambiente están sufriendo una evidente degradación.

La ciudad, que hasta ayer facilitaba las relaciones humanas, es, actualmente, un inmenso conjunto de seres solitarios que sólo ven a sus hermanos a través del parabrisas y con los inevitables apresuramientos.

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Es posible ser feliz

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La costa ha perdido su encanto al surgir estas enormes moles de cemento, sin la menor visión estética, contaminando las aguas y matando la vida marina.

Miles de árboles tienen que desaparecer para dejar paso a horribles urbanizaciones que carecen de parques, de sitios abiertos, de campos de deportes, etc.

Las fábricas, los plásticos, los envases irrecuperables y otros objetos de la sociedad de consumo siguen ensuciando el bello paisaje que nos ha legado la madre naturaleza.

Muchos niños no saben lo que es una flor, no han contemplado jamás una puesta de sol, no han tenido la oportunidad de mirar el cielo abierto, viven encorsetados y aburridos en los cotos de la nueva civilización ciudadana tan alejada de la serenidad y de la paz.

Pero hay otra contaminación más dolorosa y punzante en nuestro mundo. Es la que sufre el ser humano, que es parte importante de la naturaleza. El ser humano está contaminado en su espíritu con pasiones inconfesables, con pensamientos vengativos, con intenciones aviesas, con desmesuradas ambiciones de riqueza y de poder. Y ahí está la causa fundamental de la contaminación.

Si sabemos purificar nuestro interior, seguramente nos volveremos desinteresados y, si somos desinteresados, nos será más fácil purificar el aire, el agua y la tierra, porque los hombres desinteresados y que aman a Dios son puros, limpios, acogedores. La concupiscencia personal y el pecado social contaminan al hombre interior antes de contaminar la tierra.

Solamente si sabemos evitar la contaminación de los espíritus seremos capaces de ofrecer a nuestros hijos un mundo donde sea plenamente posible la convivencia armónica y feliz.

68 EL HOMBRE QUE HA CRECIDO ENTRE LAS GRANDES OBRAS DE LA

NATURALEZA, CULTIVA LA VERDAD, LA INDEPENDENCIA Y LA CONFIANZA EN UNO MISMO

B. Powel Vivimos atosigados por la prisa, el vértigo, el vaivén y la inseguridad de la

ciudad moderna. Estamos atrapados en las sucias garras de una rampante contaminación que no nos deja ni respirar.

Nuestros niños crecen aprisionados entre monstruosas moles de cemento, sin aire, sin sol, sin árboles, sin parques, como si fueran objetos sin sentimientos y sin capacidad de contemplación. Las calles, como ríos de prisas y de ruidos, ya no sirven para los encuentros de amistad y de convivencia.

La poesía de una vida serena, acogedora, pausada, ha tenido que salir de la ciudad en busca de espacios abiertos, limpios, hermosos, donde sea plenamente posible entonar cantos a la libertad.

Todos necesitamos salir de vez en cuando de la ciudad, buscar campos sembrados, acariciar con nuestros pies desnudos los verdes prados, mirar — mejor, contemplar — nuevos paisajes, percibir la presencia bucólica de los animales y la inmensidad del firmamento.

¿Somos todavía capaces de comprender las maravillas de la naturaleza y de descifrar su mensaje? Es muy sencillo: Ve al campo, al mar, a los bosques. Aspira el perfume de las flores, escucha la música de los arroyos, observa el volar de los pájaros, deja que la brisa acaricie tu rostro y pon tu corazón en Dios.

En el campo, tu mente se sentirá libre para correr hacia la verdad. Lejos de las mil esclavitudes de la sociedad consumista, podrás sentirte a tus anchas y tendrás la oportunidad de dejar volar tu imaginación prisionera.

Poco a poco notarás cómo los paisajes de tu alma se llenan de luz y cómo en sus campos florecen las virtudes y nacen los capullos del amor y se tiñen de esperanza las nubes de tu vida.

Alguien ha dicho que «Dios creó los campos y el hombre las ciudades». Por ello, cuando queremos encontrarnos con Dios tenemos que dejar el ajetreo de la ciudad y emigrar a la naturaleza virgen para saturarnos de verdad, de independencia y de bondad.

La experiencia me ha demostrado que los niños del campo son más espontáneos, más confiados, menos huraños, más acogedores que los niños de la ciudad. Con inmensa satisfacción he dedicado muchas horas de mi vida a la labor difícil pero siempre estimulante de la pedagogía de la naturaleza.

¡Con qué emoción recuerdo aquellas noches de sueño reparador en una tienda de campaña, tras duras marchas, mochila al hombro, por las montañas mallorquinas! ¡Qué ambiente de fraternal convivencia en aquellos fuegos de campamento o en las misas de campaña en la catedral inmensa del firmamento! Muchos hombres maduros recuerdan hoy aquellas maravillosas lecciones recibidas en aquellas inolvidables jornadas.

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¿Sabemos aprender la pedagogía de la naturaleza? ¿Mantenemos a nuestros niños encerrados en la contaminación de la ciudad?

69 A NUESTROS PADRES EMBELLEZCAMOSLES LA TARDE DE LA VIDA,

ASI COMO ELLOS EMBELLECIERON LA AURORA DE LA NUESTRA P. Lorson

¡Qué injustos solemos ser con aquellos que están ya en el atardecer de la vida!

Cuando las personas dejan de ser útiles a la sociedad, cuando apunta el declive de su actividad o cuando no pueden seguir el ritmo de la sociedad, caemos en el grave error de arrinconarlos como trastos viejos que ya no sirven para nuestro uso.

Los mayores son como el contrapunto necesario de una sociedad que va demasiado aprisa, casi siempre sin reflexión y sin aplomo. La vejez produce una sabiduría llena de bondad, paciencia y sentido del humor que posibilitan la existencia de un mundo más equilibrado.

Las personas mayores son el complemento necesario de un mundo que pone tanto acento sobre las cualidades de la juventud. «La vejez es una nueva vida llena de encanto y dignidad si se sabe vivirla, pero hay que saber vivirla» (R. Pastor).

La vejez no es una enfermedad: es un estado de graduales cambios degenerativos, de lento desgaste, pero no es una enfermedad ni tiene por qué venir acompañada de dolores ni angustias. Simplemente, la persona mayor tiene que acostumbrarse a una nueva manera de vivir, de estar en el mundo.

No condenemos a los mayores a un estado de espera angustiada de una muerte inevitable. Balzac escribió acertadamente: «La vida es como un vestido: cuando está sucio, se le cepilla; cuando está roto, se le zurce, pero tiene que permanecer uno cubierto con él todo el tiempo que pueda.»

Es una tragedia para los viejos la pérdida de la ilusión de vivir. Envejecemos porque permitimos que el tiempo corra por encima de nosotros sin aprovecharlo como se debe. El tiempo tiene que utilizarse siempre de una o de otra manera.

Sabemos que una persona sufrida, en el aspecto emocional, envejece físicamente de la noche a la mañana, ya que el proceso de envejecer abarca

toda la personalidad. «No somos viejos tan sólo porque somos biológicamente viejos, sino porque psicológicamente nos sentimos viejos» (E. Sánchez).

No hay que colgar una hamaca para esperar pasivamente el fin de la apasionante aventura de la existencia, sino tratar de ser útil, buscar aquellos aspectos de la vida que todavía se pueden desempeñar productivamente, planeando cada día la siguiente actividad.

Grave responsabilidad, la de los hijos, de atender, respetar, estimular a sus padres para que den de sí el máximo, no por interés egoísta, sino porque los mayores tienen muchas cosas que decir y que hacer para bien de la sociedad.

¿Arrinconamos a las personas mayores como seres inútiles o molestos? ¿Somos capaces de dialogar, colaborar y trabajar con los mayores?

70 LA PRINCIPAL BARRERA EN LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL

MUTUA ES NUESTRA TENDENCIA A EVALUAR, A JUZGAR, A APROBAR O DESAPROBAR LO QUE DICE LA OTRA PERSONA O EL

OTRO GRUPO C. Rogcrs

Debemos saber contactar con la gente, penetrar en sus corazones y dejar que se

internen en los nuestros. Las relaciones interpersonales, en sentido cristiano, significan contactos de

amor y llevan la presencia de Dios a la comunidad. Somos testigos de Dios por presencia, por contacto. Se dice más con una

sonrisa, con una palabra cariñosa, con una actitud respetuosa de escucha, que con ríos de palabras.

Resulta maravilloso repartir el aceite de la ternura y el vino sabroso del amor en nuestras relaciones humanas. Para ello nos falta desarrollar la capacidad de adivinar lo positivo de cada uno de los que viven con nosotros, reconocer sus talentos, alegrarnos de sus éxitos, respetar sus opiniones.

En la medida que estamos en armonía con los hombres, manifestamos nuestra serena relación con Dios y sabemos si esta relación es del todo correcta.

La coexistencia pacífica es relacionalmente pasiva. La convivencia, en general, es activa y supone el desarrollo de actitudes y capacidades para comprender que puede haber otras opiniones y posturas distintas de las nuestras.

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Es un buen ejercicio, en nuestras relaciones, ponerse en lugar del otro, sintonizar con sus problemas y preocupaciones, mantener una actitud empática hacia los demás.

Hay que saber reconocer la verdad que hay fuera de nosotros sin romper el compromiso de fidelidad con nuestra propia verdad. La comprensión, la aceptación y la tolerancia posibilitan la colaboración hacia una meta común con ideas diferentes.

La aceptación de un pluralismo enriquecedor conseguirá que sea plenamente posible la convivencia activo- positiva entre personas o grupos que mantienen ideologías dispares sobre aspectos tan importantes como la religión, la moral, la política, el arte, etc.

Podemos rechazar o, mejor, no compartir las ideas, pero tenemos que aceptar y respetar a las personas. De un diálogo sincero y cordial saldremos siempre más enriquecidos y mejor preparados para afrontar las dificultades que supone la convivencia.

¿Manifestamos una cerrada intransigencia en nuestra, relaciones con los demás? ¿Sabemos aceptar con respeto las opiniones de los otros?

71 CUANDO ESCUCHO REALMENTE A OTRA PERSONA ENTRO EN CONTACTO CON ELLA, ENRIQUEZCO MI VIDA... ESCUCHAR A

ALGUIEN ES COMO ESCUCHAR LA MÚSICA DE LOS ASTROS, PUES MAS ALLA DEL MENSAJE ESTA EL UNIVERSO

C. Rogers Se trata, por supuesto, de escuchar profundamente, atendiendo a las palabras,

a los sentimientos, a los matices del gesto y de la voz, a los suspiros, al lenguaje de los ojos...

Si oímos lo que hay más allá de los signos, pronto adivinamos en el otro una sensación de alivio, una mirada agradecida, un destello de limpia felicidad.

¡Cuántas personas viven una triste soledad, esperando infructuosamente un corazón abierto para la escucha!

Escuchar es rescatar a otro del caos de sus encontrados sentimientos. Escuchar es prestar atención al dolor, al gozo, a las frustraciones y a los

propósitos de los demás.

Escuchar es acercarnos en silencio y sin prejuicios al corazón del hombre, levantar allá nuestra tienda y esperar a que despierte la fe y la confianza.

Es muy triste escuchar lo que solamente uno quiere oír. Es lamentable distorsionar maliciosamente el mensaje emitido por el otro. Es descorazonador no querer entender al que habla. No hay peor sordo que

aquel que no quiere oír. Hay que escuchar de una manera creativa, activa, sensitiva, cabal, exacta,

acogedora, empática y sin evaluar. Si se escucha de este modo se ayuda a crecer, a madurar, a vivir una vida positiva.

Uno de los grandes impedimentos de la comunicación es el prejuicio. No podemos acercarnos a otra persona llevando en nuestro equipaje una pesada carga de resentimientos que bloquean dolorosamente todo intento de acogida.

Los buenos conversadores son personas con inmensa capacidad de escucha, con un corazón siempre atento a la llamada de los otros.

A los que saben escuchar, los llama la palabra de Dios «pobres», porque tienen sitio en sus corazones para que todos puedan aparcar en ellos.

¿Sabemos mantener una actitud de escucha respetuosa en nuestras relaciones humanas? ¿Sabemos aceptar las opiniones de los demás sin prejuicios?

EL QUE VIVE PARA LOS DEMAS NO TIENE TIEMPO PARA PECAR... PORQUE NO TIENE TIEMPO PARA SER EGOISTA

Aníbal Colón La preocupación desmedida por uno mismo es fuente de permanentes

problemas. Cuando la mirada interior pierde distancia e intensidad llega la miopía del egoísmo, fuente de constantes tensiones e inquietudes.

La hospitalidad de corazón, el compartir lo que se tiene y una constante postura de ofrenda nos sitúan en la sutil onda de la santidad. Amor y pecado son dos conceptos antinómicos. No pueden coincidir en el mismo corazón.

¡Qué bueno sería que todos los hombres perdiéramos las llaves de nuestra casa para que nuestras puertas quedaran siempre abiertas a la hospitalidad y a la acogida! Deberíamos saber compartir nuestra mesa y nuestra ilusión en un gozoso clima de alegría. Haríamos felices a los demás y solucionaríamos nuestros propios problemas.

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«Qué simple es: ¡en un día, en una hora todo podría ser arreglado de inmediato! Lo principal es amar a otros como a uno mismo, eso es lo grande, y eso es todo, no se pide más... Y, sin embargo, es una vieja verdad que ha sido contada y recontada un billón de veces... ¡no ha formado parte de nuestras existencias...! Si realmente lo quieren todos, puede ser dispuesta de inmediato» (Dostoievsky).

Hoy estamos cambiando notablemente el concepto de pecado. Creemos menos en las prácticas obligatorias, impuestas a golpes de autoridad, y nos detenemos más en las actitudes profundas del corazón que son las que dicen y manifiestan nuestras verdaderas intenciones.

Pecar es cerrarnos a la acción de Dios; pecar es vivir alejados y despreocupados de los hermanos; pecar es negarnos a nosotros mismos; pecar es renunciar a nuestra vocación humana; pecar es vivir apegados a la tristeza; pecar es contaminar al hombre, la naturaleza; pecar es negarnos al verdadero amor; pecar es dar la espalda a la verdad; pecar es dar muerte a la vida; pecar es renunciar a la fiesta; pecar es matar la esperanza; pecar es negar la sonrisa, el afecto, la comprensión; pecar es llenar el mundo de oscuridad.

Ojalá nuestra activa preocupación por los demás no nos deje tiempo para sembrar el jardín del mundo de oscuridad, de angustia y de tristeza, o sea, de pecado.

Tenemos declarada la guerra al pecado en nuestras vidas? ¿Somos capaces de sembrar a nuestro alrededor las flores del optimismo y de la esperanza?

73 LA MAYOR FALTA DE PUNTUALIDAD

ES LLEGAR TARDE A LAS PERSONAS Todos tenemos miedo a llegar tarde al avión, a la entrevista, al trabajo, a la

película de cine. ¿Y a las personas, qué? Desgraciadamente solemos llegar tarde a las personas

porque no hemos sabido reconocer sus valores; porque hemos estado repletos de prejuicios; porque estamos excesivamente ensimismados con nosotros mismos; porque vivimos en mundos distintos; porque sólo vemos con los ojos del egoísmo; porque el reloj de nuestra generosidad anda muy atrasado; porque no sabemos escuchar las llamadas de socorro; porque las ventanas de nuestra vida están cerradas; porque seguimos perdidos en los caminos de la comodidad y la indiferencia; porque no sabemos escuchar, comprender, dialogar... «Nada de lo que ocurra a los hombres nos debe resultar ajeno» (Juan XXIII).

Para no perder la sintonía con los demás hay que estar en una actitud de per-manente alerta, dispuestos a dar los pasos necesarios para que se produzca el feliz encuentro.

Para llegar a los demás tenemos que expresarnos con claridad, tanto en palabras como en hechos; ello será posible solamente si tenemos una gran claridad de pensamiento y una notable rectitud de intención. La claridad de expresión es una consecuencia del pensamiento lúcido; la honestidad de nuestras acciones dependerá del acuerdo con nuestras creencias y valores.

Si podemos pensar y decir claramente lo que hay en nuestro pensamiento, sin tergiversarlo ni adulterarlo, lograremos llegar a las personas. El paso siguiente será tener valor y libertad para llevar a la práctica todo aquello que creemos en teoría.

La farsa, el doble juego, la inconsecuencia de nuestras acciones nos conducen a la incomunicación con las personas. Y la incomunicación, facilitada por la despreocupación hacia los demás, nos mantiene secos para el amor y estériles para la colaboración.

Tenemos que llegar a tiempo a las personas, ni antes ni después; tanto se puede pecar por exceso como por defecto. Una preocupación excesiva que mine la libertad y la espontaneidad de los individuos es una forma más de manipulación, que debe ser puntualmente rechazada.

Llegar a tiempo es estar a la escucha, con tolerancia, con respeto, con atención, estar dispuestos a saltar la muralla cuando suene la voz de alarma. Habrá entonces, llegado el momento de tender la mano escuchar en silencio, brindar una sonrisa, prestar el corazón.

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Muchos problemas de nuestra humanidad quedarían plenamente solucionados si los hombres llegaran a tiempo al grito de socorro del hermano.

¿Estás atento a las preocupaciones e inquietudes de las personas que se cruzan en tu camino? ¿Sabes dar esperanza en los momentos de dolor? ¿Vives ensimismado en tu propia comodidad?

ORACIÓN

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74 LA ORACIÓN ES LA DEBILIDAD DE DIOS

Y EL PODER DEL HOMBRE San Agustín

El Señor nos llama a una oración más profunda, nos quiere cerca de él en

sabroso diálogo y en entrañable actitud de intimidad. La verdadera oración se hace desde Cristo y desde el corazón del hombre.

Supone un alto grado de identificación, sobre todo en el terreno práctico y vivencial de las actitudes. Al salir de la oración nos encontramos más identificados con nuestros hermanos y sentimos más fuerza para afrontar nuestras obligaciones.

La criatura, por la oración, descubre los íntimos secretos de Dios y logra comprender mejor los misterios del hombre.

Por un prodigio de la bondad de Dios, el hombre puede participar íntimamente de la vida divina en medio de la actividad y el quehacer de cada jornada.

En las cosas de Dios lo importante no es estudiar, prever, calcular,… sino confiar, crear, esperar con la completa y absoluta seguridad de que el Señor jamás falla a sus amigos.

Casi siempre nos detenemos excesivamente en el «ejercicio» de la oración, en su estructura, en su organización; se discuten las posturas, los modos, el tiempo y se olvida la esencia, el dinamismo interior que la hace plenamente posible.

Se «reza» mucho y se ora muy poco. Se repiten palabras, se dicen oraciones aprendidas, se recitan salmos sin que se llegue a un cambio interior, a una unión transformante, a una plena identificación con el Señor.

El termómetro de la verdadera oración está en los frutos que quedan en el corazón después de haber orado. Si seguimos tristes, desesperanzados, sin ilusión y sin deseos de cambio, es que nuestra oración está falta de vida.

El cambio de conducta, manifestado en un gozo más intenso, en una fraternidad más alegre, en una esperanza más viva, en una vivencia más evangélica, es la prueba más evidente de que estamos en los acertados caminos de la oración cristiana.

El poder de la oración se expresa en una seguridad mayor en el hombre, en un equilibrio humano más intenso, en una conformidad más jubilosa con la voluntad de Dios.

«Cuando salimos de nosotros mismos, y nos refugiamos en ti, vemos que los cielos y la tierra, la historia de los hombres, su tristeza, su angustia, su alegría y su dolor, los amigos y los enemigos, los hombres todos nos invitan a encontrarte, a seguirte, a llegar donde tú estás.»

Orar no es, de ninguna manera, manipular la voluntad de Dios para adaptarla a nuestros particulares caprichos, emanados de nuestro egoísmo o de nuestra comodidad. Es, más bien, dejar el volante de nuestra vida para que Cristo nos guíe por sus caminos.

¿Manifestamos en nuestra oración el deseo de cumplir la voluntad de Dios? ¿Encontramos en la oración el cauce oportuno de nuestro mejoramiento?

75 EL OCCIDENTE TIENE LA PALABRA,

PERO EL ORIENTE TIENE EL SILENCIO PARA ESCUCHARLA Bro. David

La palabra es el signo preciso, el instrumento necesario para expresar las ideas,

para proyectar los sentimientos. Cuando carecemos de originalidad y de espíritu creativo, cuando tenemos el corazón vacío, nos conformamos en repetir conceptos aprendidos y carentes de todo contenido vital.

Todos somos víctimas de una lluvia intermitente de palabras que ahogan los nacientes pensamientos, ganan nuestra atención e intentan subyugar nuestro espíritu. Es necesario poseer una gran libertad para sacudirse la fuerte opresión de la palabra.

Cuando el término no está en consonancia con el genuino pensamiento estamos ante la mentira, la farsa, el fingimiento. Ello nos lleva a la incomunicación y a la más absoluta falta de entendimiento.

La crisis de la palabra ha llegado también al terreno de la fe. Nos hemos acercado a la palabra sin indagar su profundo sentido, sin intentar conocer las consecuencias de su aceptación.

La palabra tiene que llevarnos necesariamente a aquel que es la Palabra por excelencia, que se hizo carne y habitó entre nosotros.

La nuestra es la religión del silencio expectante, de la escucha agradecida, de la ilusión esperanzada. Deberíamos saber callarnos, estar atentos,

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permanecer abiertos a la única Palabra viva que se hace presencia y testimonio en la vida de cada cristiano.

La Palabra hecha carne, Jesús de Nazaret, tiene el poder de hacerse presente en cada cristiano, dar sentido a su existencia y llevarle por nuevos caminos de realización: «El cristiano del futuro o será un místico, es decir, una persona que ha experimentado algo, o no será cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyará ya en una convicción unánime, evidente y pública, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la experiencia y a la decisión personales» (Rahner).

Por ser una invitación, el cristianismo no se puede forzar con una saturación de palabras. Por ser una respuesta, ha de brotar de dentro hacia fuera, ha de ser el fruto de una experiencia profundamente personal.

Pretender que la espiritualidad crezca de fuera hacia dentro es pretender petrificarla, fosilizaría, matarla. De fuera recibiremos conocimientos, habilidades, técnicas, esquemas, etc. Pero, todos ellos, por sí solos. no son capaces de hacernos experimentar las delicias de la fe personal.

En nuestras acciones litúrgicas, en nuestras reuniones cristianas escuchamos con frecuencia la Palabra, pero, si no dejamos tiempo para meditarla, internalizarla, vivenciarla, se convierte en pura prosa vacía e infecunda. La mística de la experiencia será la que dará sentido a toda palabra.

«Cuánta angustia, Señor, cuando oímos tu llamada y no sabemos dónde está tu voz. Ella quema el alma, angustia la conciencia, hace gemir el corazón» (J.I., Torres). ¿Sabemos escuchar la palabra, dejando tiempo para meditarla? ¿Corresponde

nuestra palabra de fe a nuestras obras?

76 TODA TÉCNICA DE ORACIÓN ES BUENA

CON TAL DE QUE PONGA AL HOMBRE EN CONTACTO CON DIOS A. Carrell

Observamos en los escaparates de nuestras librerías numerosos tratados que

intentan enseñarnos hábiles técnicas de oración, como si ellas bastaran para que mantuviéramos un constante diálogo con Dios.

La oración no es simplemente la autocomprensión del ser humano. Tampoco es una técnica psicológica para el crecimiento o el desdoblamiento de nuestra personalidad.

La oración es algo que tiene que ver con amistad, camaradería, solidaridad con el Señor. Por la oración, Dios se hace presencia viva en la vida de cada persona y se reconoce esta presencia en sus obras. «La mejor oración es la que tiene más amor» (C. de Foucauld).

Para orar tenemos que pasar humildemente por el corazón de Dios como anawin, o pobres de las bienaventuranzas, transformarnos en su fuego abrasador y regresar a los hombres más contentos y esperanzados para comunicar el calor de la felicidad encontrada.

Es maravilloso dejarse llevar a la deriva de Dios, sin pensar en puertos seguros, sin temor a violentas tempestades, dejándonos ahogar en la felicidad del amor. Para orar tenemos que descubrir los retazos de poesía que hay en nosotros, desatando nuestros más íntimos sentimientos de ternura y de fidelidad.

«Día tras día, oh Señor de mi vida, estaré ante ti cara a cara. Con las manos juntas, oh Señor de todas las palabras, estaré ante ti cara a cara. Bajo tu gran cielo, en soledad y silencio, con humilde corazón, estaré ante ti, cara a cara. ¿En este mundo laborioso, con las herramientas y con las luchas, entre multitudes que llevan prisa, estaré ante ti, cara a cara? (Tagore).

Estamos cansados de programaciones, técnicas, habilidades, ciencias... Todo está elaborado en nuestro mundo. Por ello se hace más necesaria la creatividad del amor, de la amistad. Podemos amar a Dios, estar en contacto con él e iniciar un estimulante diálogo bajo la luz de las estrellas de la noche, ante la mágica visión del mar, arropados por la cálida sonrisa de un niño, en la soledad sonora del bosque, en el entramado del tráfico de la ciudad, en la tranquilidad hogareña o al volante de nuestro utilitario. Sólo falta que despertemos nuestra sensibilidad espiritual y levantemos nuestra mirada a Dios.

Estar en contacto con Dios, sentir la fuerza de su presencia y actuar de acuerdo con su vigorosa llamada es el único secreto de la oración.

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¿Sabemos aprovechar todas las ocasiones para levantar nuestra alma al Señor? ¿Somos capaces de convertir toda nuestra vida en oración?

77 SI NO FUERA POR LA ORACION Y LA REFLEXIÓN

QUE TRATO DE MANTENER EN MI VIDA, NO SERÍA MAS QUE LO QUE DICE SAN PABLO:

«UNA LATA QUE SUENA.» Hay gente que cree que la oración es una práctica egoísta que aparta a las

personas de la realidad convirtiéndolas en introvertidas y apáticas. Muy al contrario, la oración aumenta el nivel de actividad dinámica de un individuo, incrementa su preocupación por los otros y su irrefrenable deseo de recrear un mundo mejor.

La oración facilita un reposo profundo, natural, que, aparte de facilitar la comunicación con Dios, provoca una conducta espontánea y jubilosa.

«Los que oran hacen más por el mundo que los que combaten, y si el mundo va de mal en peor se debe a que hay más soldados que hombres de oración» (D. Cortés).

Nos detenemos demasiado en hablar de oración, explicando su significado, estudiando sus técnicas, intentando descubrir sus secretos. Casi siempre es tiempo perdido. ¿Serviría de algo dedicar largas horas intentando explicar los matices del color y sus intensidades a un ciego de nacimiento? Sería inútil toda explicación al no haber unos marcos de referencia que le facilitaran la comprensión de nuestras palabras.

Lo mismo pasa a tantas personas saturadas de superficialidad, ciegas para las cosas del espíritu, incapaces de poner unos minutos de silencio en sus vidas. La oración les parece tiempo perdido al desconocer esta nueva vertiente que nos lleva al centro de nuestro corazón, verdadera caja de resonancia de la voz amorosa de Dios.

Por la oración — diálogo amoroso con Dios — se llena nuestro corazón de alegría, adquiere sentido nuestra actividad, se proyecta nuestra vocación humana y cristiana en una presencia positiva en el mundo. En la oración repican las campanas de la esperanza salpicando nuestros oídos de melodías antes desconocidas.

¿Quién puede describir con acierto las deliciosas experiencias de la oración? Encontramos páginas — de Juan de la Cruz, Isabel de la Trinidad, Teresa de Jesús, san Agustín — de hermosura subyugadora que nos trasportan a moradas sobrenaturales, pero que siempre sugieren más que lo que dicen. Son fruto de experiencias y no de denodados estudios. Es muy difícil, casi diría imposible, que el verbo humano pueda expresar acertadamente las vivencias de su mística relación con Dios.

Por otra parte, a duras penas podremos entender estas bellísimas descripciones si no hemos experimentado, aunque sea débilmente, las intensas experiencias de la comunicación con Dios.

Puede que estemos saturados de clases de religión, de imposiciones morales, de cumplimientos obligatorios, pero que apenas hayamos experimentado las delicias de la comunicación, de la amistad con Dios. Si es así, podemos afirmar que nuestra fe es una teoría fría, aséptica, incapaz de llenar nuestro corazón de gozo espiritual.

¿Hemos sentido alguna experiencia profunda de comunicación con Dios? ¿No sería conveniente que dedicáramos unos días a la reflexión en unos ejercicios espirituales, en un retiro espiritual?

78 BUSCAD LEYENDO Y HALLARÉIS MEDITANDO.

LLAMAD ORANDO Y ABRIROS CONTEMPLANDO S. Juan de la Cruz

Se habla poco de la necesaria formación teológica y moral de los cristianos.

Tenemos nuestro corazón seco y estéril porque lo alimentamos solamente de la noticia pasajera, del acontecimiento del momento, de la historieta superficial.

Es cierto que han pasado de moda las vidas de muchos santos. Hijos de unos tiempos caducos, nos parecen, sus vidas, como historias añejas desconectadas totalmente de nuestras vivencias en el momento presente. Pese a todo ello, si sabemos descartar los ropajes de la mentalidad de la época, encontraremos testimonios maravillosos de hombres completos y cabales que supieron dar de sí lo mejor en la aventura de la vida.

Lo tengo que confesar con sencillez: A mí me gustan las vidas de los santos. Juan de la Cruz, Francisco de Asís, Juan XXIII y otros son mis compañeros de

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ruta en mis largas horas de lectura y de reflexión. Ellos me han enseñado encantadoras lecciones de felicidad y de ventura.

Con mucha frecuencia me he sentido descrito en las hermosas páginas rotuladas por aquellos que experimentaron profundas vivencias de comunicación con Dios: «¡Qué tarde te he amado, hermosura tan antigua y tan nueva, que tarde te he conocido y amado! Tú estabas dentro y yo fuera, y era fuera donde te buscaba; pobre desgraciado, me abalanzaba sobre las bellezas que creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Aquellas criaturas me mantenían alejado de ti, siendo así que si no existieran en ti, caerían en la nada. Me llamaste, a gritos me llamaste, y lograste romper mi sordera. Brillaste, resplandeciste y pusiste en fuga mi ceguera. Exhalaste tu fragancia, te respiré y anhelo por ti. Gusté de ti y siento hambre y sed. Me tocaste y ardí como una llama en tu paz» (San Agustín).

Nos falta tiempo para leer, para meditar, para orar, para contemplar. Vivimos demasiado aprisa, sin apenas tiempo para lo más importante de la vida, a saber, comunicarnos con Dios. Es tremenda la tirantez desoladora y la frustrante desorientación que se produce en los individuos al someterlos a un cambio excesivamente brusco. La aceleración del cambio, cuando no está apoyado en un pasado fecundo, se convierte en una enfermedad, ya que nada tiene valor, todo pasa a ser relativo.

El camino hacia la contemplación es lento, supone grandes dosis de silencio expectante y está sembrado de dificultades. La oración no es un camino fácil, nunca lo ha sido: «Yo te doy mi tiempo, mi actividad, mi amor y tú, a cambio, me das consuelo y paz.» Dios no es un comerciante dispuesto a comprar o canjear nuestras voluntades. El acto de contemplación comienza siendo obediencia de fe y termina siendo aceptación incondicional. Contemplar es creer, escuchar, oír, obedecer...

La formación religiosa, la lectura espiritual, la práctica piadosa sirven de muy poco si no nos llevan a las cumbres de la contemplación donde Dios nos transforma, nos modela, nos transfigura.

¿Dedicamos parte de nuestro tiempo a la lectura formativa? ¿Sabemos encontrar ocasiones propicias para la oración de contemplación?

79 NUESTRAS ORACIONES ESTAN CENTRADAS EN EL HOMBRE.

LAS ORACIONES EN LA BIBLIA ESTAN, SIN EMBARGO, CENTRADAS EN DIOS

J.C. Ortiz Nuestras oraciones son casi siempre humanistas. Están centradas en el

hombre: «Señor, bendice mi casa», «ayuda a mi marido», «cuida a mi perro», «atiende todo lo mío».

Cantamos himnos sobre nosotros y para nosotros: «Ayúdame, bendíceme, protégeme...»

Queremos un Evangelio — buena noticia — centrado plenamente en el hombre y que satisfaga plenamente sus apetencias.

Y la verdadera oración es un acto de amor, una forma de conformidad con la voluntad de Dios, una aceptación inquebrantable de sus designios. Cuando dos personas se aman, se satisfacen con mirarse, con apretarse las manos y, con ello, van identificándose, uniéndose. El gesto, la mirada, el silencio son símbolos auténticos de hermosos sentimientos.

La oración no es una escuela de cultura religiosa, tampoco es revisión de vida, ni un examen de conciencia, ni una práctica piadosa. Es «estar con Dios amándole», perneándose de la gracia del Espíritu. Es dejar que Cristo actúe libremente en nuestra vida para mejorarla, para saturarla de gracia.

La oración nace en la Palabra, se desarrolla al ritmo que marca la Palabra y se sublimiza en el encuentro amoroso. ¡Ojo! No se trata de una lección más de cultura bíblica, sino de un camino luminoso para el encuentro entre el hombre — criatura frágil — y Dios — dador de felicidad—.

Por la oración se entra en un mundo feliz, maravilloso, sin fronteras ni orillas. Teresa de Jesús habla de «moradas»; Buenaventura de «encuentros de amor»; Pablo de «cielos nuevos»... Todos ellos se funden en un horizonte de felicidad donde el hombre se embriaga de Dios, y Dios se enamora del hombre.

Dios no puede ser el recurso fácil para nuestras dificultades y problemas. Dios no es un seguro pararrayos para nuestros temores.

Dios debe ser el centro, el eje, el motivo fundamental de nuestra existencia. En él comienzan y en él acaban todas nuestras oraciones. Nuestras comunida-des cristianas deberían «ejercitar» con más frecuencia la oración de alabanza,

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por la que aceptamos plenamente la voluntad de Dios y le devolvemos nuestro sincero agradecimiento.

Así lo hacían las primeras comunidades cristianas. En los Hechos de los apóstoles encontramos una oración de permanente alabanza. Sabían que Dios lo era todo para ellos y, por ello, le cantaban, le alababan, le glorificaban. Era la oración de la generosidad, no del egoísmo.

¿Cómo son nuestras oraciones? ¿Nos detenemos frecuentemente para levantar nuestros himnos de acción de gracias al Creador?

80 SIEMPRE HABRÁ SOLITARIOS O DEBERÍA HABERLOS.

PERO LA ESENCIA DE LA PUSTINIA ES LA INTERIORIDAD, ES UN LUGAR ÍNTIMO, UN RESULTADO DEL BAUTISMO DONDE CADA UNO

DE NOSOTROS CONTEMPLA LA TRINIDAD C. Huock Doherty

Pus ti nía (desierto) es una palabra con resonancias exóticas y lejanas. Se trata

de una habitación secreta o cámara oculta donde el Padre nos dará su recompensa.

Un hombre o una mujer pueden retirarse a una casita en los límites o afueras de la ciudad o pueblo sin tiempo fijo. Entonces su pustinia (su desierto) se transforma en un lugar donde el cielo y la tierra se encuentran.

¿Es posible retirarnos al desierto en medio de las preocupaciones de la familia, de los hijos, del trabajo? ¿Podemos abandonar nuestras obligaciones para buscar el encanto de la soledad?

La realidad es que cada uno debe afrontar sus responsabilidades desde su casa, desde su situación concreta. Pero, también es verdad que podríamos encontrar un sitio, un rincón, un momento, para poder estar en soledad.

Hay que predicar sin rubores ni ñoñerías las maravillas del silencio, de la soledad y del desierto, realidades de las que el hombre moderno tiene más necesidad que los solitarios y monjes de antaño.

El verdadero silencio es la conquista, la búsqueda y el reposo de Dios. Es como un puente colgante entre el alma y Dios. El silencio es coloquio de amantes, pues sólo el amor conoce la belleza, la plenitud y lo absoluto de la alegría del silencio.

El silencio es la llave del corazón inmenso y acogedor de Dios. Y la manifestación del silencio es la caridad sin fronteras ni barreras al servicio del prójimo.

Un silencio así, sencillo, impregnado de oración, vivido en la soledad de la habitación, en un banco del parque, a la orilla del mar o en la tranquilidad de la montaña, debe ser patrimonio de todo cristiano.

Desierto, silencio, soledad no son lugares sino estados del espíritu y del corazón. Se encuentran desiertos en pleno corazón de las ciudades y en lo cotidiano de la existencia.

La interioridad de cada uno es el lugar de los encuentros, de la búsqueda, de las idas y venidas del amor. La interioridad es el campo de acogida de los mensajes de lo alto.

¿Será posible que algún día, en tu propia casa, dispongas de un rincón para estar a solas con tu Dios?

81 LA FAMILIA QUE REZA UNIDA ES CAPAZ DE RESISTIR TODAS

LAS PRUEBAS Madre Teresa

No hay duda: la familia es el determinante mayor del desarrollo de nuestra

sociedad. Los padres son los primeros educadores y la familia la primera escuela de valores que tiene el ser humano.

Pero vivimos en un mundo de agitación y de prisas que apenas dejan tiempo a los padres para estar con sus hijos y escuchar sus inquietudes y proyectos.

Son muchos los problemas que afectan a la familia en la sociedad contemporánea; se tambalea el sentido del matrimonio, se pone en tela de juicio la fidelidad conyugal, no se sabe exactamente cuál es el significado de los hijos.

Y el papa habla una y otra vez de la familia como de la «iglesia doméstica», algo así como la iglesia a domicilio, a medida humana. La fe no se aprende con hábiles lecciones teóricas, sino que se vive y se asimila por contacto humano.

La oración en familia será la culminación de una vida de unión y de contacto entre padres e hijos en el hogar. ¿Será pedir demasiado?

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Hace poco me contaba una supervisora de lengua y literatura que, al visitar una escuela, preguntó a un niño que apenas sabía leer: — Oye, ¿alguna vez lees a tus padres o hermanitos? — No, señora, nunca he leído a persona alguna, yo sólo le leo a mi perro.

¡Cuántos niños tienen que buscar refugio en un perrito para hablar, dialogar o expresar sus nacientes sentimientos! Sus padres, sumamente ocupados, viven una vida al margen de estos seres necesitados de ayuda y de comprensión.

El niño cristiano necesita a Jesús, estar con él aquí y ahora, en medio de la tierra y de los suyos. La oración en familia hace presente a Cristo en el hogar y da renovadas fuerzas para seguir caminando en comunidad hacia metas positivas.

La oración cristiana nace de la fe y, por consiguiente, está encarnada en el compromiso. Por tanto, una familia que ora acaba por aceptar la voluntad de Dios manifestada a cada uno de sus miembros.

Los problemas de cada uno de los componentes de la familia, acogidos y compartidos en la comunidad hogareña, y con la ayuda de un Dios que ama profundamente al hombre, se hacen más llevaderos y facilitan la maduración de la propia personalidad.

No es necesario buscar tiempo extraordinario para levantar las alas de la oración. Se pueden aprovechar momentos de unión familiar, como pueden ser antes o después de las comidas, cuando todos están sentados frente al televisor, en una salida al campo en un fin de semana o en cualquier celebración familiar.

Cuando los padres están plenamente convencidos de su misión educadora en la fe y de su ineludible responsabilidad de ser fieles testigos de la verdad, son capaces de encontrar momentos oportunos para estar con sus hijos, dialogar con ellos y encontrar instantes de gozosa oración.

TESTIGOS

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82 EL EVANGELIO ES LIBERADOR EN TODA SU DIMENSIÓN,

TANTO EN LA LIBERACIÓN ESPIRITUAL COMO SOCIAL DEL HOMBRE

El Evangelio es todo lo contrario a opio del pueblo, a esclavitud subyugante, a

sumisión irreflexiva. Es la buena noticia de la liberación del hombre. Así lo entiende el conocido premio Nobel de la Paz de 1980, Adolfo Pérez

Esquivel. Apenas 50 años, casado y con 3 hijos. Es arquitecto y escultor. Su mujer es pianista y compositora. Sus 3 hijos estudian y ayudan a los padres en su labor a favor de los derechos humanos.

Toda la familia está empeñada en una positiva labor de evangelización. La madre trabaja de enfermera en la Cruz Roja y dedica su tiempo libre a un centro misionero. Adolfo está plenamente entregado al movimiento de liberación como militante no violento, es coordinador general del Servicio de Paz y Justicia, colabora en el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y sostiene y anima a las madres de la plaza de Mayo (madres de hijos desaparecidos con la represión).

Este hombre cristiano gasta toda su vida en un hermoso ideal de liberación de un pueblo secularmente oprimido. «Para nosotros cristianos — dice — el evangelio es liberar. De lo contrario no estaríamos hablando de evangelio... Para nosotros, la liberación está en el evangelio y en Cristo, es el Cristo histórico, presente en nuestro mundo, aquí y ahora y siempre. La liberación parte del hombre concreto. Que el hombre tome conciencia de que es persona, y es persona en la medida en que reconoce en el prójimo a otra persona con sus mismos derechos y obligaciones. Este reconocimiento debe ocurrir en todos los niveles: en el nivel personal, familiar, en la sociedad, en las estructuras y, lógicamente, si al hombre le falta la libertad, le falta todo.»

La lucha por los derechos humanos supone una entrega testimonial evidente y sitúa a la persona al borde del martirio. La América Latina vive una situación alarmante. Las diferencias sociales, la desmedida opresión de los poderosos, la implacable persecución a los que luchan por la justicia, ahogan los deseos de un positivo cambio hacia una nueva sociedad donde sean posibles los más elementales derechos de la persona humana.

Toda lucha por los derechos humanos debe estar alejada de egoísmos personales y de protagonismos innecesarios: «Yo no tomo este premio —ha

afirmado Pérez Esquivel— en el plano personal. Lo asumo en nombre de los pueblos de América Latina, de los más pobres, de los campesinos, de los indígenas, en nombre de los religiosos, de las organizaciones que luchan en todo el continente por la dignidad del hombre.»

Hombres como él hacen posible que nuestro mundo se torne más humano, más habitable, más acogedor. Él ha sufrido en su propia carne la opresión, el oprobio, la cárcel, la persecución y, no obstante, sigue su lucha.

Su último proyecto ha sido crear un fondo internacional para frenar la producción de armas en el mundo. Piensa que se debería llegar a su reconversión para usos civiles de las actuales industrias militares.

¿Somos capaces de entender el grito dramático de los oprimidos? ¿Cómo ha sido nuestra lucha en favor de los desheredados?

83 SI LA IGLESIA ES FIEL A SU MISIÓN DE DENUNCIAR EL PECADO QUE LLEVA A MUCHOS A LA MISERIA Y SI ANUNCIA LA ESPERANZA DE

UN MUNDO MAS JUSTO Y MAS HUMANO, ENTONCES SE LA PERSIGUE Y CALUMNIA, TILDANDOLA DE SUBVERSIVA Y COMUNISTA

Monseñor Romero El 24 de marzo de 1980 caía vilmente asesinado un obispo que dio voz a los

oprimidos de su pueblo. Una bala segó su vida mientras celebraba la memoria de la muerte y resurrección de Jesús.

Monseñor Óscar Romero, símbolo de lo mejor de la Iglesia de El Salvador, era molesto porque decía la verdad, denunciaba las fragantes injusticias de los poderosos y luchaba denodadamente por la conquista de la libertad para un pueblo oprimido.

«Mi doctrina es la doctrina del Evangelio. Yo no hago más que seguir los dictados de la justicia divina. Tengo una fe grande, ya que a los hombres les guía la racionalidad y queda siempre un resto de buena voluntad para encontrar una solución pacífica.»

De momento, siguen las injusticias, continúan los martirios. Es una triste realidad el hecho brutal y clamoroso de una mayoría de habitantes de América Latina viviendo y muriendo en condiciones infrahumanas. Subnutrición, hambre, enfermedades endémicas, falta alarmante de hospitales, carencia de escuelas, de viviendas, de seguridad social son el triste tributo pagado a una secular situación de injusticia.

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Muchos cristianos han comprendido, desde su fe, que esta dolorosa y sangrante situación tiene que cambiar, aunque sea a costa del martirio. Y se ha iniciado una denuncia profética que ya está cobrando sus mártires. La teología de la liberación ha tomado partido por los oprimidos, por los más débiles, por los pobres y marginados.

Las fuerzas represivas dominantes se resisten a perder unos privilegios adquiridos a golpes de dolor y de sangre, intentando aplacar todo intento de denuncia o de liberación. Se están viviendo días amargos en los que el combate de la fe nos lleva a las épocas más truculentas de las persecuciones de los primeros cristianos.

Ante tanta atrocidad, las luces de un mañana más humano se van encendiendo. Frente a un mundo marcado por la angustia y por la desesperación, se va encontrando el sentido genuino y salvador de la exis-tencia, la pasión por el riesgo y la belleza de una fe combativa.

Todos estos anhelos de justicia, de libertad y de amor son los que han llevado a monseñor Romero a derramar su sangre para la liberación definitiva de su sufrido pueblo.

¿Será el último de los mártires de la liberación de América Latina? ¿en qué medida favorecemos la injusticia con nuestro conformismo o nuestro silencio?

84 SI CADA CRISTIANO TUVIESE EN SUS VENAS UNA SOLA GOTA DE

SANGRE DE SAN FRANCISCO DE ASÍS, SE HABRIA YA TRANSFORMADO EL MUNDO

Clemenceau Siempre me ha llamado profundamente la atención el porqué del aprecio, la

admiración y, casi diría, la devoción de agnósticos, incrédulos y hermanos de otras creencias religiosas hacia Francisco de Asís.

¿Qué tiene de extraordinario ese hombre de figura diminuta, que todo el mundo no se cansa de ir tras él, aun muchos siglos después de su muerte?

Resulta sumamente atractivo a todos los hombres la «sublime anarquía» de aquel loco a lo divino quien, en los inicios del siglo XIII, comienza una revolución pacífica solamente comparable a la de los Apóstoles.

Contra el evangelismo rabioso y polémico de los herejes, Francisco opone la dulzura, la humildad y el ejemplo de una pobreza ejemplar, practicada pero

no predicada a los demás. Con una alegre sencillez, vistiendo paupérrimamente, cantando unas coplas populares se ganó el aprecio de sus conciudadanos y se puso en camino hacia la santidad.

Cuando los teólogos modernos han saturado nuestros ambientes con la teología de «la muerte de Dios», el carisma franciscano sigue gritando «la teología de la esperanza». La doctrina, la herencia y el espíritu franciscano son un permanente canto a la esperanza.

Hay una excesiva tristeza en el mundo de hoy; y la vocación franciscana, que llama hermanas a todas las cosas, es fuente inagotable de perfecta alegría. A la sabiduría humana, al poder de los fuertes, a la fuerza de los hábiles argumentos opone Francisco la sencillez, el ejemplo de vida, la fraternidad.

Francisco ha hecho gustar como algo nuevo y en toda su frescura el agua viva del Evangelio. Dos grandes lecciones evangélicas, llenas de ingenuidad y de sabor popular, han sido los tradicionales «nacimientos» y el austero «vía crucis» con sus 14 estaciones.

La penitencia, la oración afectiva, la alegría desbordante, la infancia espiritual y la pobreza voluntaria cobran nuevo sentido en el vivir franciscano. Los aspectos de amargura, de renuncia se cambian por conceptos tan maravillosos como son amor, libertad, poesía, acogida...

Francisco de Asís atrae a los hombres de todos los tiempos porque sabe vivir la perfecta alegría, porque pone grandes dosis de esperanza en los corazones, porque en su alma caben todos los hombres, porque posee la encantadora sabiduría de los pobres.

Desprendido de todas las cosas humanas, que mantienen el corazón atado a la tierra, sabe repartir sonrisas, dialoga con todas las criaturas, alivia todas las penas, desata su alma de poeta en delicados cánticos a todas las maravillas de la creación y abre nuevos y cada vez más hermosos caminos a la fraternidad.

Efectivamente, resulta comprensible el que todos los hombres, sin distinción de ideologías, se acerquen a Francisco de Asís para beber en la fuente inagotable de su doctrina espiritual.

¿Nos sentimos capaces de practicar la doctrina franciscana del amor, de la pobreza y de la sencillez? ¿No es acaso la doctrina franciscana la terapia que necesita nuestro mundo?

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85 CUANDO LEO EL EVANGELIO ME SIENTO CRISTIANO,

PERO CUANDO VEO A LOS CRISTIANOS HACER LA GUERRA, OPRIMIR A LOS PUEBLOS COLONIZADOS...

ME DOY CUENTA DE QUE NO VIVEN SEGÜN EL EVANGELIO Gandhi

Gandhi es un santón hindú, ejemplo de lucha pacífica a favor de sus

semejantes, que vivió y luchó para obtener la independencia y la completa liberación de su pueblo.

Su doctrina se basó en su fe inquebrantable en Dios, fe en sí mismo como hombre universal e instrumento divino y fe decidida en los medios pacíficos para alcanzar la fraternidad entre los hombres.

Maestro de la verdad y del sacrificio, aun en medio de incomprensiones y de persecuciones, dedicó su existencia a la implantación de los derechos humanos en su India natal. Con su presencia humilde, pisando los polvorientos caminos de su patria, supo infundir esperanza a los pobres y desheredados y llevarles hacia una nueva frontera de gozosa libertad.

Pese a tener un espíritu plenamente cristiano, jamás llegó a abrazar esta fe, pues había sufrido la amarga decepción de la vida poco ejemplar de muchos que se decían seguidores de Cristo. A este respecto afirmaba: «Estoy seguro de que si Cristo volviera, bendeciría la vida de muchos que jamás han oído hablar de él, pero que con su vida han constituido un ejemplo vivo de las virtudes practicadas por Cristo: la virtud del amor al prójimo más que a sí mismo, la de hacer bien a todos y no hacer mal a nadie.»

Nuestra sociedad está saturada de palabras. Incluso nuestra fe se ha revestido de un ropaje excesivamente barroco; se quiere proyectar la fe en formas externas, en expresiones felices, en cumplimientos superficiales que están muy alejados del testimonio evangélico que Cristo nos legó.

¿Hemos olvidado que la doctrina del amor justifica, explica y da sentido a nuestra fe cristiana?

Dios, la religión, la práctica piadosa no pueden seguir siendo conceptos anestesiantes, tranquilizadores de conciencias, incapaces de comprometer al creyente en una acción revolucionaria.

«Está bien hablar de Dios cuando se ha desayunado bien y se espera un almuerzo mucho mejor todavía. Pero, es imposible calentarse al sol de la

presencia divina cuando millones de hambrientos llaman a nuestras puertas.»

El problema básico de los cristianos es que dicen una cosa y hacen otra, no compaginan sus teorías con sus realizaciones, convierten la religión en un seguro de vida, en un pararrayos para aplacar las iras de Dios.'

La fe verdadera es un compromiso de todo hombre ante sí mismo, ante los demás y ante Dios. Supone un fuerte espíritu de lucha para defender la justicia y la igualdad entre todos los hombres, la paz entre las naciones y la convivencia armónica entre todas las religiones.

Gandhi es un testigo excelente de una fe profunda en Dios y de una entrega generosa y desprendida hacia la humanidad.

86 LO ESENCIAL DE MI VOCACIÓN ES SECAR LAS LAGRIMAS DE

DIOS EN TODAS PARTES DONDE ÉL LLORA W. Van Straaten

A veces llegan cartas que hacen sangrar el corazón al recordarnos punzantes

realidades que asolan brutalmente nuestro injusto mundo. Hoy me ha llegado una de estas cartas. Me la mandó una misionera comboniana, Magdalena Ribas, desde el corazón de África.

Hace ya bastantes años conocí a Magdalena. Ella tenía 16 años. Yo acababa de estrenar mi sacerdocio. Fue en un retiro. Detrás de una apariencia radiante de desbordante actividad, adiviné un corazón maravilloso, con ideales sublimes, dispuesto a secar miles de lágrimas. Ante la irresistible llamada del amado, decide Magdalena enfilar la dura pendiente de la generosidad y de la entrega, y se hace misionera.

Hoy, en la plenitud de su vida, vive la amarga experiencia de una guerra civil que azota inmisericorde a Chad, uno de los países más pobres de la tierra.

«Yo sigo muy feliz. Vale la pena gastarnos y desgastarnos por Cristo. La Iglesia se construye al pie de la cruz. La situación que vivimos no es segura. Estamos siempre bajo vigilancia. A pesar de ello, seguimos trabajando con alegría y amor entre estos hermanos que sufren las terribles consecuencias de una guerra totalmente injusta. Aquí falta todo. Es terrible ver a las personas despojadas de todo y que no tienen nada, ni un simple centavo, para comprar un pedazo de pan para llevarse a la boca. Los niños mueren

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como moscas, desnutridos, anémicos. Los enfermos son abandonados porque no se pueden comprar medicinas; se les deja morir por simples resfriados o simplemente de hambre.»

«Hablar de estas cosas a gente de Europa a quienes no les falta nada, que cambian de coche cada varios años, que, por no trabajar, van al restaurante, es algo realmente absurdo. Nosotros vivimos esta cruel situación con serenidad y con esperanza. No me cansaré de gritar a los 4 vientos que todos los cristianos somos responsables de estos hermanos. No podemos quedarnos tan tranquilos en casa cuando hay gente muriendo y sufriendo de una forma terrible.»

No hay duda: Dios llora en la tierra. Hay pocas personas generosas dispuestas a secar las lágrimas de Dios. ¿Eres tú una de ellas?

Las lágrimas de los pobres son las lágrimas de Dios. Y las lágrimas de los viejos abandonados. Y las lágrimas de los niños de nadie. Y tantas lágrimas que se derraman a lo largo y a lo ancho de nuestro planeta.

Unos pocos testigos, como Magdalena, siguen en la brecha para ejemplo de quienes vivimos rodeados de todas las comodidades posibles, con la mesa bien surtida y sin apenas privaciones.

«En medio de toda esta situación, la Iglesia florece, la gente viene a buscar el consuelo de la fe y a aprender a luchar por la justicia. El mensaje evangélico es plenamente liberador de cualquier esclavitud. Este año, en las vísperas de pascua, hemos tenido 210 bautizos de adultos. Éstas son las recompensas que recibo con alegría y que me dan una paz que no he encontrado en otras cosas del mundo.»

¿Son estos testimonios un estímulo para despertar de nuestra comodidad? ¿Sabemos secar las lágrimas de Dios en la humanidad?

87 LO PASADO HA PASADO.

LO QUE HA DE VENIR NO SABEMOS QUÉ SERA. HAGAMOS BIEN LO PRESENTE

Sor María Rafaela A veces nos encontramos con preciosas joyas de santidad que nos dan

maravillosas lecciones a los hombres, hijos de la tecnología y de la ciencia. Descubrir los quilates de estos diamantes es una labor sumamente positiva.

Éste es el caso de sor María Rafaela Lladó Sala, fundadora de las Hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones. Viene al mundo en 1814 en la villa de Campos del Puerto, pueblo mallorquín eminentemente agrícola y de gentes sencillas y amables.

Vive en una época de profundas transiciones, iniciando un dinamismo de renovación con una encarnación vigorosa en el Evangelio, logrando desencadenar un fuerte movimiento de imitadoras. Su riquísima herencia espiritual ha llegado a nosotros con toda su vitalidad y su arrolladora fuerza.

Lo que dijo, pensó y, sobre todo, vivió posee un extraordinario valor de futuro. En sus visiones ciertamente proféticas, se revela sorprendentemente moderna, pese a vivir en un pueblo anclado en cerradas tradiciones.

Maestra de profesión, intuye las nuevas corrientes pedagógicas y quiere que sus hijas espirituales se dediquen a la enseñanza de las primeras letras. Adivina la importancia de la catequesis, gastando su vida en esta encomiable labor.

Más de 75 años antes del concilio Vaticano II, defiende asombrosamente los siguientes extremos que hoy tienen todavía una evidente actualidad: Pregona el respeto inviolable a la persona humana. Estimula la vida del amor fraterno en pequeños grupos. Ensambla maravillosamente la acción y la contemplación. Cultiva la devoción y rechaza el devocionismo. Da a la mujer un puesto relevante en las actividades apostólicas. Dirige y quiere que sus hijas dirijan ejercicios espirituales. Se dedica a la promoción de la mujer casada. Abre las puertas de su convento a las madres de familia. Estimula a rezar en lengua vernácula el oficio. Fomenta la pastoral juvenil. Es innovadora sin ser rebelde. Acepta lo nuevo sin echar a perder lo antiguo.

En esta época de renovación que estamos viviendo, es como un hálito de aire fresco y puro tener la oportunidad de encontrar testimonios como los de esta formidable mujer que, como Maria Montessori, da lo mejor de su vida para lograr una renovación pedagógica y para que la mujer ocupe el puesto que le corresponde en la sociedad.

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Logra que la mujer desarrolle plenamente sus capacidades y se lance a una actividad creadora de comunicación de la palabra de Dios en la catequesis y en los ejercicios espirituales.

La conversión le costó un alto nivel de vida de una familia acomodada, en un tiempo conflictivo; le costó la seguridad, los bienes, las propiedades, los caminos fáciles y trillados. Pero, le dio la posibilidad de encarnarse en un mundo nuevo y liberador que comenzaba a nacer.

Me ha llamado la atención encontrar cientos de religiosas que hoy siguen a sor María Rafaela en distintos campos del mundo con una fidelidad y un acierto que me honro en pregonar.

88 LA VALÍA DEL HOMBRE SE MIDE

POR LA CALIDAD Y NÜMERO DE LOS COMPROMISOS QUE TOMA Saint-Exupéry

Con mucha frecuencia buscamos fuera de casa lo que ya tenemos dentro, pero

no habíamos caído en la cuenta de ello. Esto no está referido únicamente a aspectos materiales de la vida, sino, sobre todo, a aspectos tan importante como son la santidad, la entrega a los demás y la generosidad.

Las multinacionales de la santidad también nos ofrecen sus modelos, universalizados a golpes de propaganda. Pero yo prefiero quedarme en casa, mirar los modelos de santidad que están a nuestro alcance, que viven una vida como la nuestra y que participan de problemas idénticos a los nuestros. Éste es el caso de Francisco Salieras Martorell, estudiante de químicas que murió el 4 de enero de 1979 víctima de un accidente de tráfico.

En breve tiempo había recorrido una larga carrera, y sus manos no estaban vacías, pues, como el siervo bueno y fiel del Evangelio, había sabido negociar con los talentos que Dios le había dado. Dotado de corazón noble y compasivo gozaba en prestar su ayuda a los necesitados, iluminando con la luz de su sonrisa limpia y acogedora a cuantos se acercaban a él.

Los entrañables recuerdos de su fecunda vida no se apagarán jamás. Su fe comprometida le impulsaba a dedicarse a la enseñanza de la catequesis en la populosa barriada de Son Gotleu de Palma de Mallorca. Su entrega abnegada y su alegría desbordante al servicio del club juvenil «Juventud Seráfica» es todavía recordada por todos aquellos que compartieron con él

retiros espirituales, campamentos, excursiones, actividades y ratos de sano esparcimiento. Como director de la coral «Antics Cantors», primero, y como miembro de la «Coral Universitaria», después, hizo de la música un lenguaje universal que le facilitaba la comunicación con los demás y le permitía dar adecuado cauce a su exquisita sensibilidad. ¡Con qué unción acariciaba las teclas del órgano en las funciones religiosas a las que asistía con asidua fre-cuencia!

Todo esto no era más que el marco de una vida fecunda y plena de sentido. Las horas que con él compartí me permiten afirmar que su vida espiritual era recia porque frecuentemente alimentaba su alma con la eucaristía y con la oración, y, debido a su carácter pacífico e inclinado a la bondad, a él se le podía aplicar la frase de Cristo a Natanael: «He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez.» Por eso el Señor se dio prisa en sacarlo de este mundo, cambiando su vida por otra mejor.

Su recuerdo sigue siendo, para todos los que le conocimos y amamos, un estímulo que nos incita a imitar sus virtudes y a llevar una vida menos egoísta y mucho más cristiana.

Desde el 4 de enero de 1979, en el hogar cristiano de la familia Salieras Martorell hay un ser menos, pero en el cielo hay un santo más. Pero, entre nosotros queda su ejemplo de entrega y generosidad al servicio de los demás y el testimonio imperecedero de sus virtudes para miles de jóvenes que buscan un sentido a la vida.

¿Sabemos entender el mensaje de los santos? ¿Nos sentimos capaces de imitar sus virtudes? ¿Qué significado tiene para nosotros aquello de que «si el grano de trigo no muere, no produce fruto»?

89 JAMAS HE INTENTADO QUE NUESTROS ASISTIDOS

SE CONVIERTAN AL CRISTIANISMO. LO FUNDAMENTAL ES QUE ENCUENTREN A DIOS

A TRAVÉS DE LA RELIGIÓN QUE SEA Y COMO SEA. LO QUE NOS SALVA ES LA FE EN DIOS.

LO DE MENOS ES DESDE QUÉ PUNTO SE LLEGA A ÉL Teresa de Calcula

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Resulta asombroso que esta humilde religiosa — Madre Teresa de Calcuta — alcance una visión ecuménica tan acertada, pese a que ella dice de sí misma que es una mujer de pocas letras.

¿Será que el lenguaje del amor no tiene etiquetas partidistas? ¿Será que los pobres, los pequeños, los humildes conocen con más profundidad que los sabios los secretos de Dios?

Malcolm Muggeridge, escritor socialista y agnóstico, ha afirmado: «Para mí, la Madre Teresa de Calcuta encarna el amor cristiano en acción.» Todas las teorías tienen que rendirse ante una vida ejemplar dedicada a los seres más pobres de la sociedad.

Se ha dicho que «creer es comprometerse», habida cuenta de la importancia enorme de convertir en acción fecunda y eficaz toda teoría. Una fe que excluya el compromiso es opio del pueblo. Los caminos hacia Dios son numerosos y variados, pero todos ellos están

vallados por el amor, la entrega y la generosidad. Una fe teórica, encerrada en los templos y en las librerías, perfumada por el

incienso de las pomposas celebraciones litúrgicas, pero desencarnado de las relaciones vitales que envuelven el trabajo diario del hombre, es un escándalo para el mundo que nos contempla.

La Iglesia de Cristo no se justifica por el número de súbditos sumisos — creyentes bautizados —, ni por el poder de sus ejércitos, ni por la sabiduría de sus doctores, sino por el amor y la entrega de sus santos, por la lucha denodada de sus fieles en hacer un mundo más justo y habitable.

Ésta es la lucha diaria de la Madre Teresa quien, al margen de toda ideología partidista, brega denodadamente con la enfermedad, con la muerte, con el desamparo de unos seres humanos que sufren las amargas consecuencias de la injusticia.

Una multitud de cristos doloridos sienten la caricia inapreciable de la sonrisa y la ternura de esta extraordinaria mujer que es capaz de sembrar esperanza en los dominios del dolor y de la desesperación.

Es importante que estas personas necesitadas tengan un rostro, puesto que ante la muerte y la tragedia uno no puede permanecer distante. La conocida actriz Liv Ullman ha dicho, tras visitar las zonas de la miseria, de la pobreza y del hambre: «Cuando estás al lado de estas personas pobres sabes que tienen tu misma edad, pero aparentan tener 100 años. Cuando te dan la mano notas que su piel es seca... Existen pocas personas buenas, como madre Teresa de Calcuta, que lo abandonan todo. No creo que podamos

esperar esto de nosotros mismos. Pero creo que, como mínimo, uno no puede mostrarse indiferente ante tanto sufrimiento.»

¿Qué estamos haciendo para ayudar a nuestros hermanos necesitados? ¿En qué medida podemos paliar los efectos del hambre en el mundo?

90 LO QUE FALTA ES ANUNCIAR AL VERDADERO DIOS

CON LA PALABRA Y EL EJEMPLO. NO AL DIOS INGENUO, MAGICO, VENGADOR... SINO AL DIOS ÜNICO Y VERDADERO QUE, HABIENDO

CREADO TODO Y CADA HOMBRE A SU IMAGEN Y SEMEJANZA, NO ADMITE AL LADO DE LOS HOMBRES-HOMBRES, HOMBRES-CACTUS,

SOMBRAS DE HOMBRE H. Cámara

Siempre son inquietantes, luminosas, profundas y reveladoras las palabras de

ese profeta de la liberación y peregrino de la paz que es dom Helder Cámara.

Se trata de un hombre de Dios, un hombre de Cristo, un hombre de los pobres, como Francisco de Asís. Un loco del amor que cree en el hombre, que lucha por la justicia y que intenta que la paz y el bien lleguen a todos los hombres, especialmente a los más necesitados.

De él ha dicho la revista «Time» que «es quizás el santo político a quien se profesa mayor veneración en el mundo actual». Y Oriana Fallad ha llegado a afirmar: «Si la palabra santo tiene algún sentido, también yo digo que es un santo.»

Las ideas más sublimes caen en la más absoluta inoperancia cuando no se traducen a la acción. Por ello, el arzobispo de Recife se ha propuesto arrancar de la situación infrahumana a unos hombres que con mugre, costras y miseria pueblan los aledaños de las grandes ciudades de Brasil.

No se puede seguir adormeciendo conciencias con el opio de futuras promesas de felicidad en el más allá, mientras que aquí sufren la opresión, el desahucio y la brutalidad. El cristianismo es esencialmente liberador de cualquier esclavitud ya que la felicidad futura tiene su inicio en el quehacer diario de cada ser humano.

La igualdad esencial entre todos los hombres —reconocida en teoría — sigue siendo todavía un sueño lejano para millones de seres humanos que

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malviven en la miseria más espantosa, mientras algunos despilfarran lo que les sobra.

Es necesario sustituir rápidamente la caridad compasiva — adormecedora de conciencias — por la urgente revolución del amor y de la justicia. Es urgente una acción inmediata de los creyentes que han entendido el carisma revolucionario del Evangelio.

Piden justicia inmediata los hambrientos del mundo, los niños de nadie, los obreros en paro, las mujeres marginadas y oprimidas, los jóvenes huérfanos de cultura y de amor, los viejecitos arrinconados, los enfermos carentes de consuelo y de medicinas, los estrangulados por falta de libertad, los que gritan sin esperanza, los hundidos en el abandono. Su simple enumeración debe agudizar nuestro sentido de solidaridad al hacernos tomar conciencia de la sangrante situación de muchos pueblos.

Éstos son los cristos dolientes que defiende Helder Cámara, para quienes solicita únicamente el ejercicio de sus inalienables derechos humanos. ¿Será pedir demasiado?

El hecho de que algunos seres humanos sean tratados como animales irracionales, que carezcan de derechos, que vivan de una forma infrahumana es motivo suficiente para que miles de cristianos, siguiendo a este intrépido obispo, se hayan aliado a la teología combativa de la liberación.

Otros preferirán un evangelio con sordina, aterciopelado, lleno de resonancias piadosas, pero incapaz de trasformar la sociedad.

¿A cuál de estas tendencias nos apuntamos? ¿Hemos sabido comprender el grito de los pobres?

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Es posible ser feliz

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DIOS

91 BUEN TEOLOGO ES EL QUE TIENE EN UNA MANO LA BIBLIA

Y EN LA OTRA EL PERIÓDICO Kart Barth

Dios se preocupa de los hombres. Ha demostrado, mediante su Palabra, una

predilección hacia el ser humano, dándole una dimensión trascendente, por encima de todas las demás criaturas.

El teólogo debe tener una irrenunciable fidelidad a la palabra de Dios y una oportuna sintonía con los signos de los tiempos. El teólogo debe hacer posible la relación de los hombres con Dios a través de las cosas creadas. Al tiempo que penetra, escudriña y descubre los misterios de Dios, debe estar al día con las inquietudes y problemas de los hombres.

La palabra de Dios nos habla de que la causa radical de nuestros problemas es nuestra independencia de Dios, nuestra rebeldía y hostilidad contra él. Pero, en muchos casos, el hombre peca más por debilidad que por malicia. Se encuentra inmerso en un mundo competitivo, frustrante, que no le facilita su equilibrio emocional. Es necesaria una comprensión integral de este hombre concreto, herido, enfermo por la prisa, saturado de muchas cosas, pero falto de felicidad.

Hay que dejar que la Palabra se haga visible, que sea factible entenderla, que pueda penetrar en las estructuras, que se convierta en vida en el corazón de cada uno. Ello será posible si los teólogos y los líderes religiosos están en sintonía con el hombre y sus problemas.

El ser humano que siente su mente oscurecida por el pecado y por la miseria necesita urgentemente la luz clarificadora de la Palabra, traducida a sus esquemas. Ya no le pueden servir las ideas elaboradas en un aséptico laboratorio, gestadas al margen de sus inquietudes, desconectadas de sus valores.

Los conflictos del hombre no pueden solucionarse con los aparentes milagros del marketing, de las máquinas electrónicas o de las modernas filosofías. La fuente de los problemas es espiritual y no se pueden tratar a no ser de una manera espiritual.

La palabra de Dios, correctamente entendida e interpretada, nos da una completa visión de nuestros problemas. El primero de ellos es el pecado en

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sus múltiples vertientes, personales y sociales, y su solución está en Jesús autor de la vida y fuente de la felicidad.

Interpretar los acontecimientos diarios a la luz de la palabra de Dios puede ser un buen ejercicio para que los creyentes vayamos formando una nueva visión de la apasionante aventura humana, en la que sea posible la salvación y la gracia.

El peligro de una fe anclada en teorías, alejada de las vivencias del ser humano, es cada vez más lejano para quienes entienden el mensaje de la noticia del periódico, del acontecimiento familiar o del fenómeno atmosférico. Dios habla, no sólo a través de la Palabra, sino a través de los sucesos de cada jornada. Lo importante es saber interpretarlos.

Un cristiano debe tener siempre los brazos extendidos. Una de sus manos, puesta en la fe y en la oración, toca a Dios; la otra, puesta en el periódico, en la televisión, en el quehacer humano, toca al prójimo. Debe vivir, en definitiva, en contacto con Dios y con el prójimo.

¿Nos hemos sentido preocupados por el sufrimiento de los demás? ¿Interpretamos los acontecimientos humanos a la luz de la palabra de Dios?

92 CRISTO ES EL SÍMBOLO DE LA CAPACIDAD DE AMAR Y DE DAR

PLACER SIN QUITAR LA ALEGRÍA DEL MUNDO Reicb

La diferencia existencial de nuestra fe radica en Cristo. Ser cristiano quiere

decir tener una relación personal con Cristo mismo. Lo que ofrece el cristianismo no es un ideal, una idea o una ética o doctrina, sino a Jesús de Nazareth vivo.

Es muy común oír hablar de Cristo como una clase de modelo: el hombre para los demás, el revolucionario con causa, el gran maestro de la moral, el testigo del verdadero amor; pero apenas se habla de su acción como salvador personal. Tratar de comunicar lo que se llama sistema cristiano de valores sin referencia a la persona salvadora de Cristo es tomar un camino equivocado.

Se ha hecho mucha teoría de nuestra fe cristiana. Durante muchos años hemos asistido a clase de religión, se nos ha saturado de catequesis, hemos aprendido muchas lecciones teológicas, pero nos quedamos tan campantes,

pues todo ello no se traduce en vida positiva y estimulante en la mayoría de los casos.

Cristo ha sido una teoría hermosa, pero no ha significado un cambio de vida positiva para muchos cristianos. «La expresión de Cristo tiene la cualidad de una pradera iluminada por los primeros rayos de sol de una mañana de primavera. Todavía no puedes ver el sol, pero lo sientes dentro de ti si no estás carcomido» (Reich).

Es Cristo quien llena de sentido la vida de los creyentes, les da una renovada ilusión, alumbra una nueva dimensión. Cambia y transforma los corazones de los que creen en él. No es algo, sino alguien que nos ama, que está cerca de nosotros, que actúa en nosotros, que proporciona una gozosa forma de vivir y de estar en el mundo.

La acción de Cristo alcanza a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que se acercan a él con sinceridad y con limpieza de intención. Es lamentable que miles de cristianos se conformen en seguir jurídicamente su doctrina, sin dejarse permear por su acción salvadora.

«Cristo es la fuente más rica de fuerza espiritual que un hombre pueda conocer. Es el más noble ejemplo de quien quiere darlo todo sin pedir nada. Cristo no pertenece únicamente al cristianismo, sino al mundo entero» (Gandhi).

Viviendo la doctrina cristiana en plenitud podemos alcanzar la felicidad deseada, hallamos la fuerza interior que necesitamos para caminar en paz nuestra dura jornada, afrontamos con valor las aventuras más arriesgadas.

Cristo da respuesta a todos los interrogantes. «El cristiano es aquel que no encuentra sino en Jesús la última palabra acerca del mundo y de la vida» (Rousselot).

Hablar de Cristo es hablar de amor, de alegría, de salvación, de perdón y de vida. Seguir a Cristo es encontrar la razón de vivir, es comenzar un nuevo camino de amistad, es sentir la presencia de Dios en todos los momentos de la vida.

¿Conocemos de verdad a Cristo? ¿Nos conformamos con una información teórica de la vida de Cristo, o experimentamos su acción salvadora en nuestras vidas? ¿Hemos entregado nuestro corazón a Cristo?

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Es posible ser feliz

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93 CONSIDERO COMO PERDIDA AQUELLA PARTE DE MI VIDA QUE NO

PASE EN COMUNIÓN CON DIOS O DEDICADO A HACER EL BIEN Don/te

Los hombres — quiérase o no — tenemos una inmensa sed de Dios, como

peregrinos que somos hacia lo absoluto. Dentro de nuestro ser hay un pozo sin fondo que no pueden llenar todas las cosas humanas por atractivas e interesantes que sean.

Pero, si un hombre está unido a Dios, debe estarlo también a los hombres, pues no hay distinción entre ambas uniones. Amor a Dios y amor a los hermanos sintetizan la esencia de toda vida cristiana.

A Dios lo encontramos en todas partes, pero actúa de una manera especial en un clima de soledad y de silencio. El deseo de una soledad fecunda, lejos del ruido y de la actividad, lleva al hombre a experimentar sensaciones de vigorosa plenitud espiritual.

Hay excesivo ajetreo en nuestros espíritus, buscadores de falsos tesoros en el tráfago apresurado de una loca actividad. Cuando pongamos silencio en nuestro interior, cuando sintonicemos con Dios en la soledad, nos haremos más capaces y flexibles para la comunicación con los hombres.

Encontraremos el secreto de la felicidad cuando permitamos la presencia de Dios en los cielos de nuestra alma. Prenderá, entonces, una hoguera cuyos rayos de calor suavizarán los ardores del sufrimiento. Permeará nuestra vida, saturándola de dicha y alegrará la existencia de los que se crucen en nuestro camino.

Antes se creía que sólo se podía orar en la iglesia. Hoy sabemos que podemos orar en todas partes: entre semáforos, en la calle, en el autobús, en nuestra habitación... Porque la oración es infinita como Dios. Es conversación con Dios. Es trabajo. Es amor. Es servir a los demás. Orar es, en definitiva, vivir en todo momento la presencia activa y estimulante de Dios.

Frecuentemente nos preguntamos el porqué del enfrentamiento entre la acción y la oración. Acción y oración no se oponen, se complementan. Las ocupaciones, las actividades, el trabajo deben llevarnos a la oración ya que ésta les de calor y color. Y la oración nos debe guiar, a su vez, hacia una actividad más fecunda y eficaz.

Eso sí, necesitamos momentos fuertes, más intensos, de oración. Decía alguien que «no habrá oración todas las horas, si antes no hay una hora de oración».

Los grandes místicos han sido testigos actualizados de Dios en un mundo necesitado de paz, de justicia y de amor. Su vida y su oración, perfectamente ensamblados, han sido faros luminosos que han guiado a millones de personas hacia la felicidad completa.

Mirar a Dios y dar la mano al hombre puede ser una postura acertada para quienes desean vivir gozosamente su vocación humana y cristiana.

¿Cómo es nuestra relación con Dios? ¿Mi oración me ha llevado a un compromiso más intenso con mis hermanos?

94 MIL POLICIAS DE TRAFICO NO SABEN DECIRNOS

DE DÓNDE VENIS NI ADONDE VAIS T.S. Elliot

Ha sido ésta una de las preguntas más inquietantes que se ha planteado el ser

humano: ¿Cuál es el sentido de mi vida? Y, con excesiva frecuencia, se ha quedado sin respuesta porque la ha buscado

precisamente donde no estaba. Todo hombre que llega al mundo intenta ser feliz y recorre todos los rincones tras el dinero, el placer, el poder, el orgullo y el amor, creyendo, equivocadamente, que tales cosas pueden satisfacer sus ansias.

El hombre llega al mundo con tres heridas: la de la vida, la del amor y la de la muerte. Y se pregunta ansiosamente: ¿Qué significado tiene mi existencia? ¿Cómo puedo realizarme en el amor? ¿Es mi destino final una desgracia o una liberación?

Miro por todas partes y encuentro un doloroso vacío, juntamente con un profundo anhelo de algo superior.

Hay un vado en lo más adentro del corazón de la gente, un vacío en espera de su plenitud.

Se intenta llenar este vacío con cosas superficiales, con sexo, con honores, con dinero, etc. Pero, al final de la aventura, la cima abierta en el alma es cada vez más grande, la insatisfacción más intensa y la confusión más desbordante.

«... pues vano es el hombre y sin Dios

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sólo una semilla al viento, soplada de aquí para allá sin echar raíces, ni llegar a germinar» (J.R. Jiménez).

La verdadera tragedia de la humanidad es la ausencia de Dios. Solamente Dios da sentido pleno a nuestra vida. Él nos grita de dónde venimos y adonde vamos.

«Lo esencial es no olvidarse de Dios y no intentar hacer de sí mismo la medida de todas las cosas. Quien cree que puede vivir sin Dios, se halla ya huyendo de la verdad absoluta. Si se huye hacia dentro, se puede acabar en la resignación porque ya nada tiene sentido. Se busca refugio en el alcohol, las drogas, o se cae en el poder de las sectas pseudoreligiosas que roban la capacidad de pensar y de sentir. También existe la fuga hacia las utopías políticas y sociales o hacia visiones idealistas de la sociedad» (J. Pablo n).

Alexis Carrel, premio Nobel de medicina, afirmó tras su conversión: «Oh Dios mío, cuanto me arrepiento de no haber entendido nada de la vida y de haber intentado entender lo que era inútil comprender. La vida, en efecto, no consiste en entender sino en amar, en ayudar a los otros, en orar, en trabajar. Haced, Dios mío, que no sea demasiado tarde y que la última página del libro de mi vida no esté escrita aún. Que pueda añadir otro capítulo a este pésimo libro.»

La respuesta a todos los interrogantes que tiene el hombre se encuentra en Dios. Sólo falta que tengamos la sinceridad de ponernos ante él por la oración. ¿"Crees que esto es posible?

95 —¡LO VISTE!

—¡Sí LO VEO! ¡ME PUSISTE EL VENDAJE DE LA FE. CON TU PRISA, BIEN MAL PUESTO!

J.R. Jiménez ¿Cómo iniciar en la vida de fe a nuestros hijos? ¿Cómo adentrarlos en el trato y

diálogo con Cristo? ¿Cómo inculcarles los primeros esbozos morales? ¡Cuántas imposiciones violentas, cuántas prácticas religiosas obligadas,

cuántos temores infundados en el mundo de nuestra relación con Dios! Se ha enseñado la religión como una asignatura más (¡qué triste el recuerdo de

las «tres marías» del colegio!) sin profundidad, sin libertad, sin una voluntaria aceptación, responsable y madura.

Dios se hace presente en el niño a través de los acontecimientos de cada día. Y los hombres captarán la palabra de Dios en la medida que interpreten los acontecimientos, dándoles sentido y dirección.

Nadie — ni los padres ni los profesores — posee a Dios en plenitud. Todos somos buscadores de Dios y podemos encontrarlo en el entramado de nuestra actividad.

La fe no puede ser un vendaje pasajero, de quita y pon, para nuestra infancia y que deja de tener sentido cuando nos hacemos mayores.

Ha sido un error puerilizar la fe, revistiéndola de angelitos, reyes magos, jesusitos-de-mi-vida, cielos con caramelos, etc. Más tarde, se desprenderán de todo esto como del chupete, del caminador o de los cuentos de hadas. Toda la fe habrá acabado como un juego que ya no tiene sentido.

No podemos convertir la religión en una ciencia que se aprende y que se olvida sin que haya tenido incidencia en nuestra vida. Habrá dejado, en algunos casos, bastantes resentimientos o recuerdos frustrantes de plegarias totalmente ineficaces.

Tenemos que evitar el automatismo en la plegaria. El niño podrá acostumbrarse a una oración espontánea, breve y clara dirigida a un Dios que no está allá arriba, perdido entre las nubes, sino que está aquí, entre nosotros, y que participa de nuestra batalla diaria.

Deberíamos abandonar los «cumplimientos» (cumplimiento) que carecen de espíritu, de libertad de elección, de amor y de espontaneidad.

La fe es un estilo de vida, una elegancia espiritual, una manera original de interpretar la existencia, un modo de ser persona. Supone ser «luz y sal de la tierra» en un mundo que necesita a Dios.

La fe permea toda la existencia humana, le da sentido, la lleva por caminos de felicidad y de esperanza. Creer es vivenciar toda una filosofía, encarnar unos valores y luchar por ellos hasta el fin.

¿Crees que la fe se impone o se propone? ¿No crees que puedes manifestar tu fe viviendo de una forma plenamente entregada a los demás? ¿Es la fe una teoría o una manera de vivir?

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Es posible ser feliz

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96 LA PALABRA ES EL HIJO ADOPTIVO DEL SILENCIO,

YA QUE SAN JOSÉ PASA POR LAS PÁGINAS DEL EVANGELIO SIN PRONUNCIAR UNA SOLA PALABRA

Paul Claudel Para oír la voz de Dios hemos de saber escuchar su silencio. Dios habla a

través del silencio poniendo en movimiento todas las potencias del ser humano.

A medida que pasan los años he ido descubriendo que en la vida hay una nueva dimensión, bastante olvidada por el hombre del siglo de la actividad y de la prisa, que es el silencio.

La voz de Dios suena en el silencio. El silencio es el marco adecuado de la felicidad; el silencio es la cuna de la

poesía; el silencio es el caldo de la humildad; el silencio es la música de los santos; el silencio es el templo de la oración; el silencio es el puente del amor; el silencio es la antesala del diálogo; el silencio es el eco de la verdad; el silencio estimula al trabajo; el silencio facilita los encuentros de amistad; el silencio nos permite conocernos; el silencio es el motor que da vida a toda actividad.

Constatamos que, en el mundo actual, hay demasiado ruido. La gente vive muy aprisa, sin tiempo apenas para reflexionar, para parar el tren de la actividad y repostar energías.

Incluso en nuestras iglesias hay demasiado ajetreo, excesiva actividad externa y poco ambiente de reflexión y de silencio.

El silencio, la oración, la reflexión son fuente inagotable de vida espiritual: «Sin una oración viva no hay creación común. Lo que muchos esperan en particular de las comunidades cenobíticas y también de las comunidades parroquiales es que ellas sean lugares de oración donde el misterio de Dios sea plenamente perceptible y no ahogado por una sobrecarga de palabras. Una de las aspiraciones más fuertes es que, con gran sencillez de medios, la oración provoca una espera contemplativa, ese estar a solas con Dios que continúa siendo el punto central de la oración. Las comunidades abren así caminos hacia un compartir con Dios que conduce inevitablemente al compartir con los hombres» (Taizé).

¿Quién no ha escuchado la voz del silencio que habla con acordes amorosos, que dibuja deliciosos paisajes en los corazones abiertos o que palpita intensamente en el sueño de un niño?

La reflexión, la creatividad, el amor y el silencio son algunas — entre muchas — de las flores que germinan en el maravilloso jardín del silencio.

97 AMIGO, REALMENTE NO ME PREOCUPA SI ME ESTOY MURIENDO O NO,

YA QUE SI MUERO, ESTARÉ CON DIOS, Y SI VIVO, DIOS ESTARA CONMIGO

Plutarco Hay unos valores aceptados por una gran mayoría de hombres y que venimos

en llamar universales. Así el amor, la justicia, la convivencia, el diálogo, etc. Hay valores cambiantes, aleatorios, pasajeros, que se resquebrajan o

desaparecen ante el vendaval de los tiempos nuevos. Cada hombre tiene que elaborar su propia jerarquía de valores, libremente

aceptados, asumidos responsablemente y al margen de toda imposición. De acuerdo con su toma de posición ante los valores, el hombre sentirá la

satisfacción o la desazón, marchará por la vida con serenidad o con tensión y será capaz de asumir una existencia positiva o negativa.

El problema radica, fundamentalmente, en acertar a la hora de escoger valores que den plenitud y acierto a la vida.

Dios es un valor, el valor que da sentido a toda una vida. No estoy pensando, por supuesto, en tantas falsas imágenes de Dios que hemos inventado los hombres en nuestro desmedido afán de dominarlo todo.

Dios no es un papá Noel bondadoso, ni el aguafiestas de nuestras alegrías, ni el ingeniero perfecto que se divierte fabricando mundos, ni el inspector implacable de nuestras debilidades.

Dios es el Inaccesible, el que es, el que ama. Dios cree en el hombre. Dios está en el centro de la búsqueda apasionada del hombre. Quien busca sinceramente a Dios ya lo está encontrando.

Morir es un hecho tan biológico como nacer. Se debe morir con dignidad, con serena confianza, como quien recibe un rayo de luz transcendente, precursor de felicidad y de vida inacabable.

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«Mi equipaje está preparado: estoy pronto para el viaje.» Así habló Juan XXIII cuando se percató de que se aproximaba el fin de su vida terrenal.

¿Qué quieren que les diga?, pues yo prefiero una muerte a la antigua, sin cuidados intensivos, sin tubos por todas partes, sin barullos ni esperpentos; la prefiero sencilla, rodeado de los míos, con una despedida cálida y un encuentro delicioso.

La acepto, por supuesto, como Dios quiera, pues poco importa la puerta si la habitación donde se entra es un prodigio de riqueza y de venturas.

¿Creemos que la muerte es el paso a una eternidad feliz? ¿Es el hombre un ser condenado o destinado a la muerte?

98 LA VERDADERA ALTERNATIVA A UNA RELIGIÓN “OPIO DEL PUEBLO”

NO ES UN ATEÍSMO POSITIVISTA. PORQUE EL POSITIVISMO NO ES SOLAMENTE UN MUNDO SIN DIOS,

SINO TAMBIÉN UN MUNDO SIN EL HOMBRE R. Garaudy

Se ha hablado excesivamente de hombres máquina, monos desnudos,

artefactos manipulados y se ha olvidado la dimensión trascendente del hombre.

La verdadera alternativa a una fe inoperante y sin compromiso, es una fe militante y comprometida. Es el principio de la genuina esperanza.

La fe, para ser verdadera, tiene que estar permanentemente en crisis, en tensión, tiene que plantear profundos interrogantes vitales que estimulen a una acción recreadora de la vida.

Ante las repetidas traiciones a la verdadera religión, se ha querido sustituir la fe en lo sobrenatural por la fe en la naturaleza y en las leyes. Gamo si el hombre no fuera más que una cría de animales, un ser predestinado a la muerte después de haber intentado edificar en la tierra su paraíso.

Tenemos que reconocerlo con humildad: Ha habido muchos errores en la vivencia de la fe cristiana. En algunos casos, se ha convertido en opresión para los débiles, ha mantenido situaciones de evidente injusticia, ha sido excesivamente tradicionalista, no ha llenado de esperanza a los creyentes. Podríamos alargar la lista de deficiencias.

Pero los árboles de las pequeñas o grandes deficiencias de algunos no deben impedirnos contemplar el bosque de la inmensa riqueza de santidad, de amor, de entrega, de generosidad de millones de cristianos que lo han dado todo por servir a la causa de la humanidad que es la causa del Evangelio. Testigos del amor de Dios, han sembrado los prados del mundo de santidad, de abnegación, de espíritu de sacrificio y de entrega generosa a los más necesitados.

No hay duda: cuando Dios desaparece, el hombre respira mal, le falta el aire. Porque lo que une el hombre a Dios es un lazo de vida; si se corta, toda civilización está abocada a la muerte. Destruyendo esta fuente de alegría, toda cultura se encuentra postrada en la melancolía. Porque la muerte de Dios es la muerte del hombre.

Por el contrario, con el don de la fe en Dios llegan a la sociedad sus más fundamentales valores: el don de sí, el perdón, la fidelidad, la sobriedad de la vida, el sentido del misterio, la oración, la justicia, la paz y el amor universal.

Encontramos en nuestro mundo, especialmente entre los más jóvenes, una nueva vivencia de fe, encarnada en las más genuinas vivencias humanas. Se va más allá de unas formas externas, de unos cumplimientos superficiales para convertir la creencia en Dios en un compromiso práctico que dé significado y dirección a toda una vida.

¿Damos testimonio de fe con nuestra manera de vivir? ¿Nos desentendemos de los demás a la hora de vivir nuestra fe?

99 LA FE ES LA MADRE DEL AMOR Y DE LA ESPERANZA, Y TAMBIÉN DE

LA CONFIANZA Y DE LA CERTEZA. LA FE VE EL ROSTRO DE DIOS EN CADA ROSTRO HUMANO

C. Huek Se han escrito muchos comentarios sobre las teorías de la fe. A mí me interesa

reflexionar sobre las angustias, las alegrías, las tristezas, las oscuridades y las luces de las vivencias de fe.

La fe nos permite caminar por la noche oscura de la vida con serenidad y gozo. La fe es pacífica y luminosa y anima la lucha de la vida. ¡Qué horror tener que pasar por el oscuro túnel del mundo sin la lámpara de la fe!

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«He llegado a un punto, en que los hombres no existen para mí, ni tampoco Dios existe todavía. Sólo puedo reafirmar, para los que se encuentran en una encrucijada parecida a la mía, que no existe otra alternativa — para ellos y para mí — que la locura o la fe» (Marie Le Hardouin). Son muchos los que sienten esta dolorosa tragedia de no experimentar el bálsamo de la fe.

Por la fe puede el hombre alzar la mano y tocar a Dios, sentir su presencia, beber de su felicidad. Con ella, caminamos como niños entre tinieblas buscando la esperanza de un luminoso porvenir.

La fe es contagiosa ya que los creyentes manifiestan una gozosa alegría al encontrar sentido a la vida, al amor, a la muerte, al dolor, al más allá, al tiempo presente y a todas las ilusiones.

La fe en Dios tiene, por otra parte, una sólida base humana. Difícilmente podremos creer en Dios si no creemos en el hombre, si no confiamos en su bondad, en su ternura, en su capacidad de amar.

Tener fe en el hombre es tener las manos abiertas, mostrar el corazón disponible, mantener la confianza dispuesta y desechar todos los prejuicios y resentimientos. El hombre es objeto de nuestra fe al brindarnos su sorprendente libertad de la mano de la confianza.

¡Es tan importante para todos tener fe, confianza y certeza en la bondad de los otros! Quienes con sus obras perversas fabrican el mal, son los que matan a diario la fe de los niños, al dificultar la convivencia y la fraternidad.

La fe en los otros es la base de toda comunicación. Es el camino que nos impulsa a levantar también la vista y mirar a Dios. A Dios solamente se puede ir por la senda de los hermanos.

Creer es comprometerse en la edificación de un mundo nuevo donde los hombres sean hermanos, donde Dios pueda montar su tienda, donde la bondad y la alegría puedan circular libremente posándose en los corazones.

Creer es mirar a los otros y descubrir en sus rostros la imagen de un Dios que sigue enamorado del hombre.

¿Nos ha llevado nuestra fe a comprender y amar más a nuestros hermanos? ¿Es la fe un motivo de felicidad para nosotros?

100 HAY UN VACÍO EN EL CORAZÓN DE LOS HOMBRES

QUE HA SIDO CREADO POR DIOS, Y QUE PUEDE SER LLENADO SOLAMENTE POR DIOS

Pascal El hombre es un ser intensamente espiritual. Y así como experimenta las

necesidades del hambre, de la sed, las necesidades emocionales, así también tiene profundas necesidades espirituales que se manifiestan en una incesante búsqueda de Dios.

La infelicidad de muchas personas emana del vacío interior en el que falta el ingrediente más importante: Dios. Esta deficiencia espiritual las hace vulnerables a una gran diversidad de dolencias y perturbaciones mentales, emocionales y físicas.

Podrá alcanzar una felicidad momentánea en algunos aspectos de la vida, pero jamás podrá obtener una felicidad duradera hasta que logre llenar plenamente este vacío de Dios.

Dios es el horizonte de la existencia. El mar, para ser mar, necesita un horizonte. El horizonte es lo que limita y define el mar, lo que hace que el mar sea mar. Y así como el mar pierde su sentido si se le quita el horizonte, porque entonces vuelve a ser lago, se vuelve río, de la misma manera la vida del hombre perdería su sentido si se le quita el horizonte de Dios.

Dios no es sólo una idea abstracta, lejana, ausente, sino una realidad profunda que se encarna en la vida de cada uno. La fe en Dios que no despierte una vivencia intensa es una falsa ilusión. La fe será para todos los hombres, pero su vivencia, su resonancia será distinta en cada hombre. La orquestación de la fe, su compromiso es lo que podemos llamar espiritualidad.

Cada ser humano llena el vacío de su corazón de una manera distinta, según sea su vocación personal, de acuerdo con su carisma, siguiendo la llamada que le hace Dios. Así fue María la primera cristiana. Al amanecer en su firmamento el sol divino, todas las estrellas de los amores humanos se apagaron.

Una doctrina cristiana teórica, sin una vivencia experiencial, sería una filosofía más. No incidiría en la vida de los seres humanos, carecería de capacidad de cambio, no mejoraría el mundo.

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No podemos seguir alimentando la fe de cumplimientos externos, de falsos temores, adormecedora de frágiles conciencias. Necesitamos una vivencia religiosa capaz de dar vida abundante y felicidad duradera al ser humano.

La fe en Dios supone un serio compromiso con el mundo; una responsabilidad salvadora del hombre; una superación de los intereses creados; una convivencia con el hombre universal; solidaridad con los necesitados y marginados; la creación de un mundo mejor; la superación de los egoísmos frustrantes; una postura mística de escucha; una irrenunciable fidelidad a la vocación personal; un compromiso responsable con la Palabra; la seguridad en la salvación universal; la confianza en un cambio para bien.

¿Hemos sabido llenar el vacío de Dios en nuestros corazones? ¿Es nuestra fe un compromiso con el hombre?

Esta obra ha sido realizada en la diaria reflexión sobre temas tan apasionantes como la educación, el amor, la felicidad, la esperanza, la verdad, Dios . No hay duda de que, en términos generales, reflexionamos muy poco. Con frecuencia, nos dejamos llevar por la prisa y por la frivolidad y damos la espalda a los grandes y personales problemas que piden atención urgente. Corremos el riesgo de perder de vista lo esencial, lo único que otorga sentido y valor a la aventura de nuestro cotidiano vivir. Estas páginas han sido escritas para ayudar a superar esta situación paralizante, para levantar el espíritu caído de las horas bajas y remontar el vuelo por encima de la desgana y de la superficialidad. Son como sorbos de agua fresca, como caricias de amigo que ofrecen orientación y compañía en la difícil encrucijada de la soledad, del cansancio y de la duda. La obra está ilustrada por el pintor de fama internacional Miguel Rivera Bagur, cuyas obras están en los mejores museos del mundo.