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Gloria Primera Parte Por Benito Pérez Galdós

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GloriaPrimeraParte

Por

BenitoPérezGaldós

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PRIMERAPARTE

I

Arribaeltelón.

Allálejos,sobreverdecolinaáquienbañanporelNorteelOcéanoyporLevante una tortuosa ría, está Ficóbriga, villa que no ha de buscarse en lageografía,sinoenelmapamoraldeEspaña,dondeyolahevisto.

Marchemoshaciaella,queelclarodíaylapurezadelamorosoambienteconvidanalviaje.EstamosenJunio,mesencantadorenestacomarcacosteracuandoladejadesusterriblesmanosdestructoraselhuracán.Hastaelmar,eldisciplenteysañudoCantábrico,estáhoytranquilo:permiteálasnavescorrersinmiedoporsuquietasuperficie,searrojaadormecidosobrelasplayas,yenlo profundo de las grutas, en las ensenadas, en los acantilados y en losarrecifes,susmillenguasdeespumamodulanpalabrasdepaz.

Las suaves colinas verdes van ascendiendo desde el mar hasta lasmontañas,subiéndoseunassobreotras,cualsiapostaranáquiénllegaprimeroarriba. En toda la extensión del paisaje se ven casitas rústicas de peregrinaformaesparcidasporelsuelo;masenunpuntolosdesparramadosedificiosseconvocan, se reunen, se abrigan unos contra otros, formando el nobilísimoconjunto urbano que los siglos llamaron Ficóbriga. Elévase en el centro latorre no acabada, semejante á una cabeza sin sombrero; pero tiene en sucampanariodosojosvigilantes,yallídentrotreslenguasdemetalquellamanámisaporlamañanayrezanalanochecer.

Entornoalpueblo(puesestamoscercaypodemosverlo),lozanasmiesesypraderasmuylindasanuncianciertoesmeroagrícola.Silvestreszarzascercanuna y otra heredad, y madreselvas llenas de aromáticas manos blancas,árgomas espinosas, enormes pandillas de helechos que se abaniquean á símismos, algunos pinos de verde copa ymultitud de higueras, á quienes sindudadebesunombreFicóbriga.

¡Hermosoespectáculoofrecendesdeaquí lasmontañas, inmensaescaleraqueconduceáloscielos!Lasmáslejanasconfundensusvagastintasconlasnubes; en lasmás próximas se venmanchas rojas, semejantes á sangrientasheridas,ylosonrealmente,hechasporelescalpelomineroqueunoyotrodíadestroza la musculatura de aquellos gigantes. Atropellándose suben haciaPoniente, y la luz simula en las remotas cumbres extrañas cresterías,protuberancias, torres, grietas, excrecencias, lobanillos, hasta que las nubesenvuelvenenvaporososvelosladeformearquitectura.

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Después de atravesar un puente de madera, que sumerge en el fangosalobre sus podridos pilotes, subimos una cuesta (casi estamos ya enFicóbriga),desdelacualsevelaría,dandovueltascomosinosupieraádóndedirigirse,nidóndeestáelmarquelaespera,metiéndoseentodosloscharcosde las marismas, cuando hay marea, y huyendo de ellas á prisa desde queempiezalabaja.Escasonúmerodebuquesnavegaensuspobresaguas,ysabeDios el trabajo que les cuesta dar dos pasos dentro de aquella angostacallejuela,cuandoseduermeelvientoylacorrienteempujahacialapeligrosabarra.

Las primeras casas (por fin llegamos, señores), son miserables; lassegundas también.Es Ficóbriga una villa demarineros y labradores pobres.Algunosindianosricosduermensobresuslauroscomercialesenmediadocenadeviviendaspulcrasycómodas.¡Quécalles,santoDios!Lashumildescasasestrechas y sucias no se caen al suelo por no dar qué decir, y de susindescriptibles balconajes penden redes, vestidos azules, húmedos capotes ymilsuertesdedescoloridosharapos,asícomodesuscaducosaleroscuelganpanojasenracimos,pulpospuestosásecaryrosariosdecebollas.

Pasamos por delante del Consistorio, sito en el fondo de la plaza,enfáticamenteconvencidodequeesdignodeservisto;pasamoscercade laAbadía, huraña vieja que se esconde entre casuchas tan viejas como ella,formandoelmásdeplorablecorrilloarquitectónico,ydespuésdedarvueltaála villa, volvemos al extremo de ella sobre la ría, por donde entramos. Endicho sitio hay una plazoleta, sombreada por dos acacias y un álamoverrugoso.

Enlaplazoleta(miradlabienporqueahoracomienzanuestrahistoria)hayunacasa;mejorseríallamarlapalacio,porquesuaspectoenmediodetanruínpuebloesverdaderamentemagnífico.Compóneseenrealidaddedosedificios,elunoviejoydecoradoconhiperbólicaspiezasheráldicas;nuevoybonitoycasiartísticoelotro,nomenoselegantequelasllamadasvillasócottagesenellenguaje á la moda. Adórnalo por sus partes de Mediodía y Levantehermosísimo jardíndepinosdeAlepo, floridasacacias,plátanos,magnolias,coníferasdevariasclases,porentrecuyasramassevenlascincoventanasdelpiso principal. Variada muchedumbre de arbustos, entre cuya frescuradescuellancameliascomoárboles,recortadosmirtos,tamarindos,rosalesyunpuebloinmensodepensamientos,geranios,imperialesyotragentemenuda,seveporloshuecosdelaverjadehierro,allídondenoloimpidenlasoficiosasenredaderas, tan cuidadosas siempre de que el transeunte no se entere de loquepasaeneljardín.

Estamansiónencantadoraestásituadaenpuntodesdeelcualsedominaelmar por el Norte, la extensión toda de la accidentada costa y la ría con supuente por el Este, Ficóbriga por Poniente, y porMediodía el campo y las

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montañas.Rodéalavegetaciónumbrosayflorida,y labañanbenéficosaires.Esviviendahechaparaelamoregoísta,ópara lasmeditacionesdelestudio.¡Quédichaparaelalmatocadadeamoródelasanhelantescuriosidadesdelaciencia encerrarse en tan deliciosa prisión, buscando al modo de aparentemuerteparaelmundoyvidainmensaparaellasola!

Lacasaesdeesasquedetienenalviajeroyledicen:«¿áquenoaciertasquiénviveenmí?»

Silencio:ábreseunadelaspersianasverdesquedanaljardínporelladodelas montañas. Hermosa mano rápidamente la empuja; se mueve la cortina,dejandoverunacarademujer.Susojosnegrosexploranduranteunratotodoel paisaje, y si la luz va lejos, ellos van más. Su rostro indica con rasgosinfalibles la ansiedad del que espera y las penosas inquietudes de unpensamientoocupadopor entero con la imagende la personaquenoquierevenir.

Miramosnosotrostambiénhacialosmontesynovemosmásquemontes.Lagraciosajovendesaparece,yalpocoratotornaápresentarseyámirar,másimpacientecuantomástiempopasa.Diríasequesusaudacesojosquierenverloquehaydetrásdelasmontañas...Peroenlosremotoscaminosnoapareceaúncosaalgunaconformadehombrenidebruto,yellaseinquietaprimero,sefastidiadespués.Nosóloestáimpaciente,sinoenojada,ydelenojopasaálacólera,ydelacóleraáladesesperación.

Esta linda casa, que tiene el inmenso interés de toda vivienda á cuyaventana se asoma un semblante hermoso; esta mujer graciosa, estos ojitosnegrosquebuscanynohallan, seenfurecenyechanrayos insolentescontraunapartedelacreación...¡Oh!poraquíandaelamor.

¡Adentro!

II

Gloriaysupapá.

EstabanlosdosenunasaladelMediodía,conventanaaljardín,porlacualésteprestabagratísimavistayoloresalsentido.Parecíadespachomásqueotracosa la talpieza,por la regularbalumbade librosypapelesqueendiversoslugaresdeellahabía;ylasparedessevestíanconmapas,láminasdesantos,elbustodelSumoPontíficeyungrancuadroqueconteníaelretratoalóleodeunobispo,representadoconplumaenlamano.

SentadoenanchosillónestabaallídonJuandeLantigua,hombrequeiba

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ya mucho más allá de los cincuenta, serio, muy simpático á la vista y defisonomía harto inteligente. Su frente y perfil no carecían de majestad, sinofrecerbellezasacadémicas;perolodominanteentodaslaspartesdesurostroeralaexpresiónpatentedeunatenacidadacerada,comodebiódeseraquellaquehizoloshéroescuandohabíahéroesylosmártirescuandohabíamártires.Asíesquesipasósuvidasinserniunacosaniotra,noconsistióenél.Parecíala naturaleza corporal de aquel hombre quebrantada ó por estudios ó porpenas. Podía también observarse en su semblante una tristeza serena, muydistinta de la teatral misantropía de los escépticos. Cuando le conozcamosmejor, veremosque aquelmelancólico sentimiento, que tan claramente salíadelohondoálasuperficiedesupersona,eramásquedescontentoyhastíodesímismo,unacomolástimaprofundísimadelosdemás.

Contemplandoásuhija,queporcentésimavezseasomabaálaventana,ledijoconafabletono:

—Gloria, por más que te muevas y mires, y esperes y tornes á mirar,nuestroqueridoviajeronovienetodavía.Tencalma,queyallegará.

Gloriavolvióalladodesupadre.Andabaenlosdieciochosañosyeradebuena estatura, graciosa, esbelta, vivísima, muy inquieta. Su rostro, por locomúndescoloridoen lasmejillas, revelabaundesasosiegoconstante, comodequiennoestádondecreedeberestar,y susojosnopodíansatisfacerconnada su insaciable afán de observación. Allí dentro había un espíritu deenérgica vitalidad que necesitaba emplearse constantemente. ¡Encantadorajoven! A todo atendía, cual si nada ocurriese en la creación que no fueseimportantísimo;atendíaálahojadesprendidadelárbol,álamoscaquepasabazumbando,ácualquierruídodelvientoóbullangadeloschicosenelcamino.

Sufisonomía,parlanteyexpresivacomoninguna,nocarecíadedefectos;maserandeesosquenosóloseperdonan,sinoqueseadmiran.Erasubocaunpoquitograndeysunarízcasimáspequeñadeloregular:peroelconjuntonopodíasermáshechicero.Suslabiosencendidoseranlamáshermosaydulcefrutaquepuedeofrecerseenelárbolde labellezaá loshambrientosantojosdel amor. Contrastaba con la frescura de esta golosina la exaltación, laflamígeravivezadesusojosnegros,quetanprontoresplandecíanconsúbitorayo, tan pronto se abatían con lánguida pereza. Sobre estos dos astrosaleteaban sus grandes pestañas.Mirando comomiraba, ponía en sus ojos elreflejo de una conciencia pura. Aquella profunda sensibilidad, dispuesta ádesarrollarse á tiempo, y que, no encendida todavía con verdadero fuego, átodashorasechabachispas;aquelclaroafándesentirfuerteestabatanllenodehonestidad, como el de algunas que por este medio han llegado á lacanonización.Elquenoloquieracreerquenolocrea.

Vestía la preciosa criatura á la moda, con elegancia no afectada. Todo

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participaba en ella de la gracia de su persona, y ningún pormenor de supeinadoydesuropapodíaestardeotramaneraquecomoestaba.

Enelinstanteenquelavemos,lainquietuddeGloriaeratangrande,queno existía rasgo alguno en su semblante en el cual no se mostrara laimpaciencia. Cuando se apartaba de la ventana, recorría la estancia de unpuntoáotro,tomandounobjetodeestesitioparaponerloenaquél,moviendolas sillas sin motivo alguno que justificase las ventajas del cambio decolocación, observando los cuadros que había visto mil veces en su vida.Podíadecirsedeellalodelpoeta:«Hastacuandoelpájaroanda,seleconocequetienealas.»

III

Glorianoesperaunnovio,sinounobispo.

—Son ya las diez, papá—dijo la señorita con impaciencia.—Desde laestacióndeVillamojadaaquínosetardanmásdedoshoras.

—Sí;perosabeDiosáquehorahabrállegadoeltren—repusoelpadre.—Estafórmulaabreviadadelacivilizaciónsetomaunaslibertades...Nohayqueimpacientarse.Desdeque llegue el coche al ventorrillodeTres casasnos loavisaráel tíoGregoriodisparandounbuenpuñadodecohetesquealegraráncon sus estallidos la comarca. Caifás está en la torre aguardando el primerchispazoparaecharávuelolascampanas.Descuida,quenopodrádarnosunasorpresa;habrádemasiadoruído.

Gloria se asomó de nuevo para mirar á la torre de la Abadía que porencimadelostejadosalzabasucaducocampanario,ydijoconalborozo:

—Sí;allíestáCaifáscontodossuschiquillos,esperandopararepicaráquerevienteenlosaireselprimercohete...Bien,muchachos,bienPaco,bienSildoyCelinina:tocadfuerte,muyfuerteparaqueseoigaentodalaprovincia.

Elpadresonriócondulzura,demostrandoelapaciblecontentodesualmaenaquelinstante.

—Papá—añadióGloriaponiéndoseledelanteconresolución:—¿apostamosáqueFranciscanohaespumadolascuatrogallinas,nipuestoenelhornoladorada, ni arreglado los platos de leche?... Francisca es así: dos horas paramovercadabrazoyotrasdosparapensarlo...ynada, llegarán losviajerosyestarántodoelsantodíaesperandolacomida.

Luégoqueestodijomarchóálacarrerahacialapuerta.

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—Gloria,Gloria—indicó el padre obligándola á detenerse.—Ven acá; nosalgasdeaquí.Siéntate...

—¡Ay!nopuedo,nopuedoverqueenundíadetantoapuroselespaseeelalmaporelcuerpo—exclamólajovensentándose.—Yomeabrasolasangre.Llegaránynohabránadapreparado.

—Mira,hija—dijoelbuenseñorriendo:—esprecisoqueaprendasánosertanvehemente,ánotomartanápechoscosasnimiasydeescasointerésparaelcuerpoyparaelalma.¿Cuándo teenseñaré la serenidadyelaplomoquedebetenerlapersonaenpresenciadelosactoscomunesdelavida?Díme,sipones esa exaltación y esa fuerza inusitada de la atención en negociostriviales,¿quépiensashacercuandoteencuentresenalgunodelosmilgraveslancesqueofrecelavida?Reflexionaenesto,hijamía,ymoderatuarrebatadotemperamento.Mira,lapobreFranciscaáquientúacusas,tepodrádarbuenaslecciones.Observaconquéadmirablemétodoyprevisiónyreposadoestudiohace lascosasde lacasa.Pareceque tarda,ysinembargo, todo lohaceconprontitud, porque todo lo hace bien. En cambio, tú con tu impaciencia yligerezateequivocasámenudoyónoconcluyesnada,ósiconcluyesalgo,esprecisovolverloáempezar.Yohevistomuchachasatolondradas,ligerascomoelaire,yvivasydeslumbrantescomolaluz;perotú,hijamía,átodaslesdaspalmetazo.Agradece áDiosque te hizobuena, piadosa, honesta, que te diónaturalhonradoygeneroso,quepusoentualmalasmaravillasdelafe,todoslos sentimientos puros y nobles y el don de la gracia inefable, dejando lasagitacionesparalasuperficie.

—SiDiosmediótantascosasbuenas—dijoGloriaconlaconviccióndeunPadre de la Iglesia,—también es El quienme ha dado este genio vivo, estaimpacienciaporquepaseprontolavida,yesteafándellegarámañana.

—Vamos á ver. ¿Qué motivo hay para que la próxima llegada de mihermanotehayapuestoenesesobresaltocalenturiento?

—Comoquehacetresnochesquenoduermo—repusoella.—Afequehaypoco que hacer... ¿A un señor obispo se le puede recibir como á cualquierpersona? Mi tío traerá consigo á su secretario el doctor Sedeño, y quizásquizásádosdesuspajes,ócuandomenosáuno;¿ynosehandedisponerlascosasparatantosytandignoshuéspedes?SimefiaradeFrancisca,yahabíaque tener paciencia hasta el año que viene. ¿Cree usted que hay poco quehacer?Puesnada:todoelpisobajodelacasaespocoparalagentequeviene.Ynoselesvaáponerenlamesapan,vinoyaceitunas.TresviajeshadadoRoqueparatraerlonecesario.¿Puesylacapilla?

—Vamosáver,¿quétienelacapilla?

—Nada;queSuIlustrísimaquerrádecirmisaenellacomolaotravez.¡En

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bonito estado se hallaba la capilla! Ha sido preciso dar tres jabonaduras alCristo, encuyo santocuerpo lasmoscashabíanhechomásdesperfectosquelos judíos. Elmanto de laVirgen, perdido: he tenido que quemarlo y hacerotronuevoconelterciopeloquecompréparamí.Yocreíquenosaldríancontoda la tiza que hay en la casa las manchas de los candeleros.AfortunadamenteCaifásyyofregoteamosbien,y todohaquedadocomounoro...Pero¡ay!¡sisupieraustedquelosratonessehabíanempezadoácomerlospiésdeSanJuan!...

—¡Pícarosanimalejos!—exclamóD.Juanriendo.

—¡Noséquélesharía!GraciasáqueCaifás,queestanhabilidoso,lepusoalsantoenlasheridasdelospiésnoséquépastasyrellenos,conlocualyunamano de pintura, ha quedado muy bien... Ya no harán más picardías estostunantes que nada respetan.En tres días que van de armada la ratonera hancaído once, todos como lobos... ¿Todavía le parece á usted poco trabajo elmío?

—Meparecedemasiado.

—¿Puesy lascamisasquehetenidoquehacerá loshijosdeCaifásparaquepuedansalirárecibirdecorosamenteámitío?¡Yseasombrausteddequeentreysalgaysubasincesar!Yosoyasí,papáquerido.

—Túeresasí...losé.Diostebendiga.

—Adoroámitío,queesunsanto,ymesientotanfelízalconsiderarquevaávivirbajoelmismotechoqueyo;meparecetanpocoloquetenemosparaobsequiarle,quequisieratraeraquílasmaravillasdelospalaciosdeunrey,yno teniéndolas, me doy á inventarmil agasajos para albergar dignamente áquientantosepareceáDios...Novivo,nopuedotenercalma,medesveloyme consumo... Paso las noches sin dormir pensando en la pachorra deFrancisca, en la capilla, en el pobrecito San Juan roído, en los candelabrosmanchados,enlosratones,enlapequeñezdelacasaparataleshuéspedes...

—¿Has creído—dijo con bondad cariñosa el padre,—que mi hermanonecesita palacios y lujo y ostentación? No, hija mía. Mi hermano, comodiscípulo de Jesucristo, es humilde. Si esta casa fuera una choza, no seríamenos digna de albergarle. Ofrezcámosle corazones puros, ardiente fe yadmiraciónprofundadesusvirtudes;regocijémonosalcalordesucompañíapara ver de imitarle; apropiémonos parte de los inmensos tesoros de sucorazón,llenodeDios,ynonoscuidemosdelodemás...

—Esoesloprimero;perotambién...

—Pobre ó resplandeciente de riqueza, la capilla será siempre un recintosagrado,puesmihermanohacelebradoyvolveráácelebrarenellacuandolos

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albañilescomponganeltechoquesehacaído.SilosratonesseatrevieronconlospiésdeSanJuan,fuéporqueesosinfelices,tambiéncriadosporDios,noencontraronbocadomásexquisitoconqueregalarse.Nilaestátuadejaráporeso de ser imagen de un bienaventurado, ni éste dejará de interceder pornosotros, aunque no llamemos al industrioso Caifás para que remiende elretrato.Hijamía: que tu alma no atienda tanto á la superficie de las cosas;eléveseálasalturasdeloquenovenlossentidos;noseinquietetantodelosasuntosque laencadenarándemasiadoá lo terrestre.Ysobre todo,eseardortuyoporcualquierinsignificantesucesodeundía,nomehacegracia.

Apenas pronunciada la última palabra de este discursillo, oyóse unestallidolejanoenlosaires,luégootroyotro,comosilosángelesestuvierancascandonuecesenelcielo.

—¡Ya...ya!...—gritóGloriaponiendotodasualmaenlosojos.

—Ya está ahí mi hermano—dijo Lantigua con calma, acercándose á laventana.—Bienvenidosea.

IV

ElSr.deLantigua.—Susideas.

DonJuanCrisóstomodeLantiguanaciódepadreshonradosen lamismavilladonde lehemosconocido,yagastadopor la edady consumidopor lostrabajos. La riqueza que desde 1860 poseía, así como lamoderna casa y elbienestar tranquilo que disfrutaba, provenían de un tío suyo que volvió deMatzalán (Méjico) con regular cargadepesosduros, la cual al poco tiemposoltódesushombros,juntamenteconladelavida,muriendocasienelprimerdía de descanso. Su fortuna, que era de las más bonitas, pasó á los cuatrosobrinos,D.Angel,álasazóncapellándeReyesNuevos;D.Juan,abogadodemucha fama, y losmás jóvenesD. Buenaventura y Serafinita Lantigua.Noentrandoporahoraennuestrosfinesestosdosúltimos,lesdejamosáunlado,concretándonosálosdosprimeros,yporahoraexclusivamenteáD.JuandeLantigua.

HabíarecibidoéstedeDiosnaturalezaapasionadayardiente;imaginacióndespierta,queseinclinabaálascosascontemplativas;inteligenciaelevada,sibienun tantoparadójica; sentimientos enérgicos, que impulsaban su almaalexclusivismo,lomismoenlosafectosqueenlasideas.Susprimerostrabajosen la abogacía fuerondenopocoprovechoybrillo, ymás tarde, cuando laherenciadeltíoleasegurócómodobienestar,noabandonócompletamenteelforo.Renunciarálascontroversias,hubierasidoenélrenunciarálavida.

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Devoradopor insaciableafándeestudio,mezclócon la jurisprudencia lateología y la historia y la ciencia política. Dedicóse con predilección áentresacar de los escritores místicos y políticos del siglo de oro en Españacuantopudierahallardeeternamenteverdadero,yporconsiguiente,aplicableálagobernacióndelospueblosentodoslostiempos.Perosuentendimiento,acalorado por entusiasmos juveniles y por prejuicios formados no se sabecómo, se aferraba tercamente á ciertas ideas; así es que no pudo, aunintentándolodebuena fe, juzgarcon imparcial serenidadni lahistoriani lasobrasdelosqueportantossigloshandisputadosobrelosmediosdehacerálahumanidadmenosdesgraciada.

Su inclinacióncontemplativa le llevóáconsiderar la fe religiosa,nosólocomo gobernadora ymaestra del individuo en su conciencia, sino como uninstrumento oficial y reglamentado que debía dirigir externamente todas lascosashumanas.Diótodoálaautoridadynadaómuypocoálalibertad.Pocosañosdespuésdehabersemetidoenelgolfodeestaslecturasyeneltorbellinode estos pensamientos, D. Juan de Lantigua salió fuerte en erudición y ensilogismos; desafió con indomable orgullo la turba de frívolos y descreídos;brindóle la política con una tribuna, y subido en ella, la nube que habíacondensadotantapasiónytantosabertronóyrelampagueócontraelsiglo.LaelocuenciadelnuevoIsaíasarrebataba.

Sus enemigos (pues ya se comprende que los tuvo encarnizadísimos)decían:«Lantiguaeselabogadodeloscurasydelosobispos;hacesuagostoconlascausasdeespolios,decapellaníascolativas,dedisciplinaeclesiástica.Justoesqueaduleysirvaálosquelemantienen.»Estasgroserías,comunesenlaépocapresente,hacíansonreiralSr.D.Juan.Nuncasecuidódedefendersede este cargo, porque, según afirmaba, es preciso no quitar á los tontos elderechodedecirtonterías.

Comohombredeconvicciones inquebrantablesyprofundas,honradísimocaballeroen su trato socialyde intachablescostumbres, le estimaban todos.Enlavidapráctica,Lantiguatransigíabenignamenteconloshombresdeideasmáscontrariasálassuyas,yaunseleconocieronamigosíntimosáloscualesamómucho, pero sin poderles convencer nunca.En la vida de las ideas eradonde campeaba su intransigencia y aquella estabilidad de roca jamásconmovida de su asiento por nada ni por nadie. Las tempestades de larevolución del 48, de la república romana, de la formación de la unidad deItalia, de la caídadel imperio austriaco, de la humillacióndel francés, de ladestrucción del poder temporal del Papa, de la formación de Alemania,Minerva parida por el cerebro deBismark, y otrasmenos trascendentales yque,localizadasennuestrapatria,sólofueronlloviznasmenudasenelcielodeEuropa,noprodujeronenelánimodeaquelvaróninsigneotroefectoqueelde cimentar más y más su creencia de que la humanidad pervertida y

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desapoderadamereceuncamisóndefuerza.

Estos hechos y otras recientes desgracias ocurridas en el suelo patrio,llevaronáLantiguaáunestadodeirritaciónlamentablequedióásusescritosy á sus discursos lúgubre y displicente tono. Profetizó el vilipendio delpróximosiglo,laconfusióndelaslenguasytraslaconfusiónladispersiónytras la dispersión la esclavitud, hasta que una nueva florescencia de la fecatólica en los corazones fecundados por la desgracia reorganizase á lospueblos, congregándolos bajo el manto tutelar de la Iglesia. Según él, lasdecantadas leyes del humano progreso conducen á Nabucodonosor. AntesmurieraLantiguaquecederenesto.Yenrealidad¿cómohabíadeceder?Losque han reducido todas sus ideas á esta fórmula abrumadora ó Barrabás óJesús, necesitan dejarse llevar hasta los últimos extremos, porque la menorflaquezaequivaleenellosápasarseáBarrabás.

V

Cómoeducóásuhija.

DonJuandeLantiguanohabíapresididopersonalmenteálaeducacióndesu única hija.Además de que sus ocupaciones en el foro y en la tribuna ledejabanpocovagarparaconsagrarseáello,creíaqueconencerrarásuhijaenun colegio bastaba. Lo importante era que en el colegio reinasen buenosprincipios.AdvirtamosqueD.Juanenviudóáloscatorceañosdecasado.SudignaesposaledejóáGloria,dedoceaños,yádospequeñitosquevolaronalcielo,desdeFicóbriga,cuandoapenashabíanaprendidoáandarporlatierra.

Gloria,despuésderesidiralgunosañosenuncolegio,áquedabanombreunadelasadvocacionesmáspiadosasdelaVirgenMaría,volvióásucasaencompletaposesióndelcatecismo,dueñadelahistoriasagradaydepartedelaprofana, conmuchas, aunque confusas nociones de geografía, astronomía yfísica,mascullandoelfrancéssinsaberelespañol,yconmedianasconquistasenlosdominiosdelartedelaaguja.Sesabíadememoria,sinomitirletra,losdeberesdelhombre,yeraregularmaestraentocarelpiano,hallándosecapázdeponerlasmanosencualquieradeesashorriblesfantasíasquesonencantodelasniñastocadoras,terrordelosoídosybaldóndelartemusical.

Lantigualaoyórecitartrozosdehistoriasagrada,ynopareciósatisfecho.

—En estos colegios del día—afirmó,—preparan el entendimiento de losniños para las ideas como los dedos para las teclas. El pensar es tocar,reproduciendoconelórganodelapalabralamúsicadelpadreAstete.

Undía,comoGloria,viéndolesumergidoenhondoscomentariossobrela

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unidad religiosa impuesta á los Estados después de la unidad política, sepermitiesedecirlequeensusentir los reyesdeEspañahabíanhechomalenarrojardelpaísá los judíosyá losmoros,Lantiguaabriómucho losojos,ydespuésdecontemplarlaensilencio,mientrasduróelbreveparoxismodesuasombro,ledijo:

—Esoessabermásdelacuenta.¿Quéentiendestúdeeso?Veteátocarelpiano.

Gloria corrió como un pájaro alegre que siente en su alma el ansia detrinar,yposándoseenlabanquetaydejandocorrersusmanosporeltecladosepusoátocaralgoquesonabaázarzuela.Lantiguanoentendíaunapalabrademúsica.HabíaoídohablardeMozartydeOffembach,yparaéltodoseranlomismo,esdecir,unosholgazanes.Pero suespírituelevadoy su sensibilidadexquisita le hacían encontrar instintivamente diferencias profundas entre lasvariasclasesdemúsicaquehabíaoído.Engeneral,todocuantotocabaGlorialeparecíahorrible.

—Noséquédiera,hijamía—ledecía,—poroirte tocarotracosaqueesesonsonetedeorganillode lascalles.Nomedigasqueasíes toda lamúsica,porque yo he oído en alguna parte, no sé si en la Iglesia ó en el teatro,composiciones graves y patéticas, que penetrandomás allá de los sentidos,conmuevenelánimoynossumergenendulcemeditación.¿Nosabesalgodeeso?

Gloriarepasabatodosurepertoriodefantasías,nocturnos,floresdesalónyaurorasdelpianista,sinpoderencontrarlograveypatéticoqueelaltoespíritudesupadrepedía.Enhonordelaverdad,queesantesquetodo,aunantesqueelprestigioylasgraciasdelalindaniña,debodecirqueGloriaaporreabaelpianodeunmodolamentable,cualsilasteclas,convictasyconfesasdealgúnespantablecrimen,merecieranserazotadastodoslosdíasporespaciodetreshoras.

—Bastayademonserga,hijita—ledecíaD.Juan;—cogeunlibroyponteáleer.

Gloriavolabaálabibliotecadesupadre,mirabaátodoslados,hojeabaunlibro y con desdén lo volvía á poner en su sitio. Cogía otro, leía algunaspáginas;masprontosecansaba.

—¿Qué buscas?... ¿novelas?—decía D. Juan entrando tras ella ysorprendiéndolaenelescrutinio.—Algodeesotengotambién...Espérate.

—Ivanhoe—decíaGloria,leyendounrótulo.

—Esaesbuena,perodéjalaporahora...Aquíhanentradopocasnovelas.De la basura que diariamente han producido en cuarenta años Francia y

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España,nohallarásunasolapágina...Delobuenohayalgo,poco...MeparecequeenalgúnrincónencontraremosáChateaubriand,áSwift,áBernardinodeSaintPierre,yantesqueáninguno,ámiidolatradoManzoni.

Pero al poco tiempo D. Juan prohibió á su hija la lectura de novelas,porqueaunsiendobuenas,decía,enardecenlaimaginación,enciendendeseosyafanesenellimpiocorazóndelasmuchachas,extravíansujuicioyleshacenvercosasypersonasconfalsoypeligrosocolorpoético.

En cambio, siGloria no leía para sí, leía para su padre.D. Juan, con lamucha fatiga del estudio, con el contínuo hervir de su cerebro y las largasvigilias y aquel afán constante en que su viva pasión política le tenía, ibaperdiendo lavista.Llegóánopoder leerdenoche;mascomoá todo trancenecesitasetenerámanotextosdeQuevedo,NavarreteySaavedraFajardoparailustrarlaobraqueálasazónescribía,instituyóásuhijaenlectora.D.Juanseocupó algún tiempo en comentar los discursos ascéticos y filosóficos deQuevedo, porque aquel genio colosal de las burlas descansaba de sugigantescoreirconseriedadestaciturnas.

Gloria leyó en voz alta la Vida de San Pablo Apóstol, La Cuna y lasepulturayLasCuatropestesdelmundo.DespuésseengolfóenlaPolíticadeDiosyGobiernodeCristo,ycomoelsabiocolectortuvoelbuenacuerdodeponer en el mismo tomo en que se halla el mencionado escrito, laincomparablehistoriadelBuscón,Gloria,cuandosupadremandabasuspenderla lectura para escribir, doblaba bonitamente algunos centenares de hojas, ytapándoselabocaparaquenoestallaselarisaqueáborbotonespugnabaporsalir,sedeleitabaconlastravesurasdelgranPablos.

Enotrasocasiones,comoD.Juannopusiesereparosáloslibrosclásicosespañolesdelgransiglo,Gloriaseapoderódevariostomos,yleyólaVirtudalusoymísticaálamoda,deD.FulgencioAfándeRibera.Casicasiestuvoápuntodeengolfarseen laPícara Justina;peroLantiguaal finpusomanoenello,permitiéndolesóloGuzmándeAlfarache.DesgraciadamenteenelmismotomoestabaLaCelestina.

VI

Cómoseexplicabalaniña.

Sin más norte que su buen juicio y libre de preocupaciones, Gloriaconversando un día con su padre sobre el viejo asunto de las novelas cuyalecturadebepermitirseóvedarseálajuventud,dijoquelaliteraturapicarescade que tanto se envanece España por sus riquezas de estilo, le parecía una

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literaturadeplorable,inmoral, irreverenteyensumaanti-religiosa,porqueenellasehacelaapologíadelasmalascostumbres,delaholgazaneríaingeniosaytruhanesca,detodaslasmalasartesytravesurasgroserasquedegradanáunpueblo. Concluyó por afirmar con una osadía verdaderamente escandalosa,quelasgraciasdeaquellosperdidos,héroesdetalesnovelas,sialprincipiolecausaron agrado, bien pronto le dieron repugnancia, y tedio; y que talesgracias,comúnmenteobscenasysindelicadeza,habíanencanalladolalengua.

Sihemosdecreerátestigospresencialescuyaveracidadnodebeponerseen duda, Gloria, mutatis mutandi, dijo también que al penetrar con ánimovalerosoenellaberintodedesvergüenzas,engaños,groseríasyenvilecimientoquecontantochistepintalaliteraturapicaresca,nopodíamenosdeconsiderarálasociedaddelsigloXVIIcomounasociedadartistaenlaimaginación,perocaducaenlaconciencia;yquecomprendíaeldecaimientodelarazaespañola,que á la sazón no conservabamás virtud que un heroísmo ciego, virtud nosuficiente á suplir la falta de un sentido moral puro y de una religiosidadsencillaydesnudadesuperstición.

Cuentan que D. Juan de Lantigua, cuando esto oyó, estuvo largo ratoperplejoyconfuso,no tantopor loperegrinode talesconceptos, sinoporeldesenfadoconquesuhijalosmanifestaba.Luégosucedióálaconfusiónciertoterror ocasionado por la precocísima aptitud que mostraba Gloria para elsofismay laparadoja;masnotandoenellaunentendimientodemuchobríoaunque extraviado, consideró lo mejor llevarlo dulcemente por el buencamino.Contalesideasypropósitos,ordenóásuhijaquesedieseunabuenahartadadecomediasdeCalderón,acompañándolaconlecturasdiariasde losmísticos, poetas y prosadores religiosos, para que variasen sus ideasradicalmenterespectoálasociedadespañoladelgloriososiglo.

Enefecto,hizolaseñoritatodoloquesupadrelemandaba,yávueltadealgunas semanas le manifestó que en efecto sus ideas habían cambiado unpoco, aunque no radicalmente. Usando términos comunes que me veoobligadoávariarparaexpresarloconmásviveza,aseguróqueenlasociedaddeaquellostiemposencontrabaademásdeloindicadoantes,unainclinacióndemasiadoardientealidealismo,lacualsibienproducíamaravillososefectosenlapoesíayenlasartes,eratalquesacabaálasociedadfueradesuasiento.Le repugnaban los perdidos, los rufianes, las busconas, los estudiantes, losmilitares, los escribanos, los oidores, los médicos, las terceras, los maridoszanguangosylasmujereslivianasdelasnovelaspicarescas;perotodosestostiposteníaninnegablesellodeverdad.Comounaprotestacontratallinajedegentuza, los galanes y damas, los caballerosos padres y los hidalgoscampesinos de los dramas querían establecer, con sus nobles ideas yestupendas acciones, el imperio de lo bueno y de lo justo; pero á juicio deGloria, había en el hermosísimo semblante de aquellas figuras sin par la

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expresiónmelancólicadequienhaestadodurantecienañosempeñadoenunobjetosinconseguirlo.

Como Lantigua se riese de tan evidente despropósito, Gloria afirmó(empleando por supuesto frases comunes), que aquel ideal del honor y delamornoeralamejornimássólidapiedraparaasentareledificiomoraldeunasociedad. Luégo se ocupó de los místicos, reconociendo en ellos falta deequiponderación entre la fantasía y el discernimiento, y afirmando que suliteratura,enocasionesmuybella,nopodríaservirnuncadeguíaalcomúndelasgentes,porserdepocoscomprendida.

Resumiósus ideas sobreestepuntodiciendoquenopodía tolerarquesetratasedereligiónsinsencillézsuma,por locualponíaporencimade todoslos tratados y disertaciones místicas el Catecismo de las escuelas, que,hablandocomoJesucristo,lodecíatodo.ParecequealllegaráestepuntoD.JuandeLantiguahizo,nosinburlarsedesuhija,algunasobservacionessobrelaprofundafilosofíayestudiodeladivinidadydelhombrequeentalesobrasse encierra, y viérais aquí á la pícara Gloria sosteniendo que la sociedadmodelo,segúnlasideasdesupadre,habíaalambicadoydesvirtuadounpocolaideareligiosa,dejándoseseducirdemasiadoporlossímbolosquelamismaidea religiosa empleacomoórganoseficacesy almismo tiempocomocultotributadoporlaverdadálabellezaeterna.

—Esas novelas de truhanes y desalmados—dijo Gloria para terminar,—esas comedias de caballeros enamorados y discretos, aunque no siempreintachables bajo el punto de vista de la moral cristiana, esas disertacionesdondemiespíritusepierdesinpoderseguirelhilosutilísimodelenrevesadodiscurso,bastanádarmeideadelagenteparaquientalescosas,porlocomúnadmirables, se escribían. Veo las conciencias muy anchas y gran toleranciaparamuchapartede losviciosquedegradanalhombreen todas lasépocas.Nodudoqueexistiesencaracteresgenerosos, loscualescreyerancumplir sumisiónydarvueloálosnoblesimpulsosdesualma,elevandoporencimadelageneraltorpeza,comoenseñassagradas,elidealdelhonorylafereligiosa.Peroelpueblo,áquiennohabíanenseñadoádiscerniryquevegetabacomidodevicios,incapázparaeltrabajoysoñandoconguerrasquetraíanelpillaje,óconquistas que dieran fácil fortuna, no tenía más que sentidos. No poníaatención á nada, ni aun al sublime misterio de la Eucaristía, si no se lopresentabanenformadecomedia.

»Por un lado se me presenta una realidad baja y común compuesta deepidémicamiseria,encuyosenoharaposoyvacíoseagitabalagranmasadelaNaciónpidiendodestinosalrey,álosnobleslassobrasdesusmesas,álosfrailes el bodrio, y á lapolíticanuevas tierrasque expoliar.Porotronoveomásquehombresbienalimentados,áquienesdeslumbraunidealdegloriayuna dominación del mundo, que cual sombra vana se desvanece al fin,

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dejándoles con la mano puesta en las mechas de sus arcabuces para matarpájaros.Enelarte,veotambiéndostérminos:lospoetasquecantanelamoryel honor, y los místicos y poetas de cláustro, que pasan sus días buscandofórmulas nuevas para hacer comprender al pueblo los dogmas sagrados.Deestas dos musas, una sublima el amor humano y otra el divino, peroempleando iguales formaspoéticas, iguales símiles,hasta igualesversos, sinduda porque lenguas de la tierra han sido hechas para lo humano yhumanamentelodicentodo.

»Lospoetas,losgrandesguerreros,losfrailes,losteólogos,loshombresdeinteligencia cultivada entreven una sociedad mejor, vislumbran un mundomoralsuperioráaquelenquevivenyseagitanlospedigüeñosydesnudos,losholgazanes,pícarosydemásgentemenuda.Luchanunosconotros.Lacosano va bien; pero no se sabe cómo puede enmendarse. Los unos piden pan,destinos,bienestarmaterial,ynohallandoquienselodé,robanloquepueden;losotrospidengloria,amorexaltado,profundafe,religiosidad,caballerosidad,justicia perfecta, belleza perfecta, y jamás pueden entenderse. De estas dosvoluntadesqueaparecenunafrenteáotraenaquellasociedadcalenturienta,seapoderaCervantesyescribeellibromásadmirablequehaproducidoEspañaylossiglostodos.Bastaleerestelibroparacomprenderquelasociedadqueloinspiró no podía llegar nunca á encontrar una base firme en que asentar suedificio moral y político. ¿Por qué? Porque D. Quijote y Sancho Panza nollegaronáreconciliarsenunca.

Parece indudable por los datos confusos que han llegado ámis noticias,quecuandoGloriaexpusoásumaneralasideasdelpárrafoanterior,estabanen compañía de su padre obra de cuatro ó seis personajes graves, que nopodíanconlafamadesabios,taleseranelpesoygrandordeella.Alabandoelagudoingenioparadójicodelamuchacha,serieronmuchodesusdonaires,ycelebraronlasoriginalesocurrencias,mezclandohábilmenteáveceslacríticacon la galantería; y como alguno, más curioso que los demás, manifestasedeseosdeconocerenquéconsistíalareconciliaciónentreD.QuijoteySanchoPanza, Gloria, un poco confusa por el dudoso éxito de su osada tesis, seexpresóasí:

—Ustedes que son tan sabios no habrán dejado de observar que si D.QuijotehubieraaprendidoconSanchoáverlascosasconsuverdaderafiguray color natural, quizás habría podido realizar parte de los pensamientossublimesque llenaban sugrande espíritu; así como si el escudero... peronodigo más porque se ríen ustedes de mí. Ya sé que esto que hablo es algoextraño,quizásdisparatadoyhastaridículo,porlomuycontrarioálaverdad,quesóloustedespuedenconocer;perosiesasí, ténganlopornodichoóporpurabromamía.

Mástarde,cuandolossabiosprivaronálacasadesupresenciamajestuosa,

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D. Juan de Lantigua, á quien las desatinadas opiniones de su hija habíanpuesto algo malhumorado, encerróse con ella y la reprendió afablemente,ordenándolequeen lo sucesivo interpretaseconmás rectitud lahistoriay laliteratura.Afirmóqueelentendimientodeunamujerera incapázdeapreciarasuntotangrande,paracuyoconocimientonobastabanlaboriosaslecturas,niaun en hombres juiciosos y amaestrados en la crítica. Díjole también quecuantosehaescritoporvaronesinsignessobrediversospuntosdereligión,depolíticaydehistoria,formacomouncódigorespetableanteelcualesprecisobajar la cabeza, y concluyó con una repetición burlesca de los disparates yabominacionesqueGloriahabíadicho,yqueevidentementelaconducirían,noponiendofrenoenello,alextravíodelarazón,álaherejíaytalvezalpecado.RetiróseGloriamuyconfusaásualcoba,pueserahoradedormir,yásolasmeditó largo rato, llegandopor fin ¡tal era el ascendiente de su padre sobreella! á un convencimientoprofundísimodequehabía pensadomil tonterías,despropósitosybarbaridades abominables.Perodeseosade absolverse, echótodalaculpaáloslibros,éhizovotodenovolveráleercosaalgunaescritaóimpresa,comonofueraellibrodemisa,lascuentasdelacasaylascartasdesustíos.Arrodillándoseparaorar,segúnsupiadosacostumbre,dijo:

—¡Gracias,Diosmío,porhabermereveladoátiempoquesoytonta!

Acostándose discurrió que le iba á ser muy difícil dejar de pensar todasuerte de extrañas y endemoniadas cosas, porque aquella facultad suya dediscernireraunamonstruosidadfecundaquellevabadentrodesíyqueátodashoras estaba procreando ideas. Pronto pudo observar que si bien los librosestimulaban en ella aquel surgir constante de pensamientos varios y jamásideadosdeotroalguno,elfenómenonocesabaporcompletorenunciandoálaslecturas.Estolapusoencuidado.

—Puessinopuedomenosdepensar—sedijo,—almenoscallaré.

Pero la verdad es que, aun sinmanifestarse pormedio del discurso, susfacultadesestabansiempreenfebrilejercicio,yásuobservaciónnoescapabacosa alguna. Durante largo tiempo, su padre no cambió con ella una solapalabra relativa á ningún alto asunto.Asistía la joven al culto religioso condevociónminuciosayconregocijo,yenlodemásmostrabaaficiónálascosasnimias, detallando hasta un extremopueril todos los actos de la vida.Teníacortadaslasalas.Asílahemoshallado.

Pero en sus horas de soledad y meditación, en los crepúsculos queprecedenósiguenalsueñoyenloscualeslapercepcióninternasuelesermásviva,Gloriasentíahondasvocesdentrodesí,comosiundemoniosemetieseensucerebroygritase:

—Tuentendimientoessuperior...losojosdetualmaabarcantodo.Abrelosymira...levántateypiensa.

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Cuandoleía,cuandodabasuopiniónsobrelospícarosysobrelasociedaddelgransiglo,Gloriateníadieciseisaños.

VII

LosamoresdeGloria.

Peroenlosdíasenqueestahistoriaempiezateníayadieciocho.

Aún no se le habían conocido amores, ni noviazgos, ni inclinación áningúnmozalvete, ni señales de que hubiese entregado partemínima de sucorazón á hombre nacido. Don Juan no la tenía sometida á inquisitorialvigilancia, ni le prohibía que fuese al teatro, al paseo y á las tertulias encompañíadesusprimas.

PerosilajuventudmasculinaqueGloriaconocíanodespertabaenellaniaunmediano interés,noporesosucorazóndormía.Perdióásumadreá losdoceañosdeedad.Quedáronledoshermanitos,elunodetresaños,yelotrode quince meses, con los cuales hizo el papel de madre, hasta que ambosmurieron,conintervalodepocosdías.Ellamisma,despuésdecuidarlesensuenfermedadconextremadocelo,leshabíacerradolosojos,leshabíavestidoypuesto flores en las sienes y en las manos, y al fin había cerrado la caja,cuando Caifás se los llevó al camposanto de Ficóbriga. Las dos inocentescriaturasocuparonsiemprelugarmuygrandeenelcorazóndesuhermana,yésta no pasaba sin derramar lágrimas por el rústico cementerio de la villa,dondeaquélloshabíandejadosumortalvestidura.

Además,elcorazóndeGloriaestaballenodeunamorinefableycelestialinspiradoporsutíoD.Angel,obispode***.Leconsiderabacomounsantobajado de los altares, ómejor dicho, del cielo, para departir con ella, darlebuenosconsejosyvivirbajosumismotechoycomerdesumismopan.

Gobernabaaquel santovarónunadiócesisdeAndalucía, ymuy raravezveníaáMadrid;peroúltimamentesusachaquesleobligaronábuscaralivioenelpaísnatal,ysolíapasaralgunosmesesdeveranoenFicóbrigaencompañíade suhermanoy sobrina.No era suprimer visita aquella reciente enque lehemos visto llegar, anunciado por los cohetes. Dos años antes había estadotambién.

LaaficiónpurayentrañabledeGloriaalhermanodesupadrepertenecíaalorden de sentimientos que consigna en su primer artículo el Decálogo. LeamabacomoáunarepresentacióndeDiosenlatierra.Recordabaqueenunagrave enfermedad que ella padeciera en la niñéz, su tío había venido de ladiócesis para verla; recordaba haber sentido ante él alegría tan viva, que

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cuerpoyalmasereanimaronconardordesconocido.Figuróselequeunamanocelestial la sacaba del negro abismo en que iba sumergiéndose. Yaconvaleciente,selepermitíajugarenelcuarto,masnuncasalirdeél.

Elobispo,dejandoáunladosubreviario,tomabaasientojuntoálamesadonde Gloria tenía un completo ajuar diminuto de casa, con preciososmueblecitos,vajillasdecomedorycocina,ydosdocenasdedamasyseñoritasde alta categoría, de las cuales unas estaban en visita y otras recibían. SuIlustrísimadiscutíalargamenteconGloriasobrelacolocaciónquedebíadarseálassillasysofás,yambossepasabanlashorasmuertasconlasimaginariasvisitasyloscumplidosysaludosdelasmudaspersonasdecartón.Llegadalahoradelacomidaparaloshabitantesdeencimadelamesa,elpatriarcaporunlado y la chiquilla por otro parecían la gente más atareada del mundo,limpiandocacerolasdeltamañodededales,espumandocazuelasencuyosenounos pedacitos de pan hacían las veces de pavos y gallinas, y soplandohornillossinlumbre.

«Quepongaustedbienesosmanteles,tío...»«Allávoy,hijita,ynoseastanvivadegenio...»«¿Quétal?¿Estáyafritalamerluza?...»«Divinamente;comoqueme están dando ganas de comérmela...» «Vaya, lave usted esos platos,mientrasyo limpio loscuchillos,pronto...»«Puesmanosá laobra...»«Todoestá preparado: que entren las señoras...» «Pues allá van las señoras...»«Música, tío, música...» «Pues allá va la música... Ton, torontón...» Alcoloquio de las dos voces igualmente infantiles, aunque de distinto tono,sucedía entoncesmusicalmurmullo, almodo de himno de Riego ómarchareal,acompañadadegolpecitossobrelamesa,dadosconlaspatitasdepalodeunamuñeca.

En aquellos solitarios diálogos dentro de una estancia donde ningúnextraño podía penetrar, no se oía nada teológico; pero á veces caían bocaarriba las figurillas; olvidábase todo, cacerolas, visitas, cocina, sofás,ceremonias; Gloria fijaba sus ojos en el placentero semblante de su tío;preguntábalecómoeraelCielo,yentoncesel ángelyel santoempezabanáhablardeellocontantofervorcomolosdesterradoshablandelapatria.

Más tarde, años adelante, cuando Gloria, disputando con su padre,comenzabaádarlasmuestrasdeprecocidadquehemosexpuesto,D.Angelsereíadetanbuenagana,queeracosadeseguirdisparatandoparagozarensualegría.Elobisposecerciorabafrecuentemente(yestoconlamayorseriedad)delaortodoxiadesusobrina,yenpuntotandelicadojamástuvoocasióndecensura, antes al contrario, de grandes alabanzas y de que el inmenso amorqueleteníaseaumentase.

Aquípunto.

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VIII

Unpretendiente.

Estalló,comohedicho,elcoheteenlosaires,ycasienelmismoinstanteresonaronlascampanasdelaAbadía,mezclándoseelagudosondelaesquilacon la hueca salmodia del fabordón, para anunciar á los habitantes deFicóbriga el felíz suceso. Salieron todos á la calle; abandonaron la playamarinerosycalafates;deloscamposacudieronlabriegosypastores;afluyódeuna y otra parte enjambre de chiquillos; todos los funcionariosmunicipalesaparecierondegranetiqueta,yningunapersonaquedóensucasa.Lacariñosamanifestación provenía de que los Lantiguas eran muy queridos en lalocalidad,especialmenteelD.Angel.

De todas las personas importantes que salieron al encuentro de suIlustrísima, el más apresurado fué D. Silvestre Romero, cura de la villa.Siguiólecorreteando,segúnselopermitíansuspiernecitas,elllamadoD.JuanAmarillo,varónpálidoyrico,quenollevabatalapellido,porser,comoera,elusurero de la comarca, sino porque lo heredó de sus dignos padres. Fuétambiénelboticario,industrialingeniosísimoqueibaencaminodeserrico,yno se quedó atrás, sino que fué de los primeros en correr al camino,abrochándose el recién puesto y de antiguo raído pantalón. D. BartoloméBarrabás, el liberalote del país, exdómine con puntas de filósofo, ogañomaestro de escuela, con pespuntes de hombre político, y aun de orador ytambién de periodista. Siguiéronle varios indianos, paso á paso, marchandocongravedadycompostura,porquehombresquehabíanpasadotodasuvidatrabajandonopodíanigualarseá loschicosdelascallesniá losholgazanes,comoD.BartoloméBarrabás. Iban acompañados de sus sombreros de pelo,paratanaltaocasiónsacadosdelassombrereras,y tambiéndesusparaguas,quedesafiabanálasnubes.

CuandoD.Angelllegóálasprimerascasasdelpueblo,sebajódelcocheparaabrazarásuhermanoysobrina.Exclamacióninmensa,comoelbramidodelmar irritado, lesaludó.Deentreaquel tumultodeentusiasmosaltaronalairegorrasysombreros.Losparaguasdelosindianos,cualavesmajestuosas,desplegaron sus alas negras para recibir unas cuantas gotas que á la sazóncaían.AbalanzóseelgentíohaciaSuIlustrísimaparabesarleelanillo,ymuydifícillefuéáD.AngelllegarálaAbadíaparaorarbreverato.DelaAbadíaála casa continuaron las apreturas, y fué preciso que la autoridadmunicipal,siemprevigilanteenloquealbuenordendelospueblosserefiere,intervinieseparaapartaráunladoyotroálapegajosamuchedumbre.

Cuando el prelado entró en la casa, quiso orar también un rato en la

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capillita de ésta; pero le advirtió su hermano que estaba fuera de uso porhallarse en reparación. En la sala baja, el prelado conversó un rato con laseminenciasficobrigensesquehabíansalidoárecibirle.

Enlacasahabíagranmovimientodepersonasqueibandeaquíparaallí,ysubíanybajaban.Gloriasedirigíaprecipitadamenteálaescaleraparasubirádar ciertasórdenes, cuandoencaróconun joven.Ambos sonrieron; ella consorpresa,élconalegría.

El señor obispo había traído consigo á tres personas, dos del ordensacerdotalyunláico.

El láico era un joven como de treinta años muy cumplidos, delgado yrubio,deojosobscurosacompañadosde sutilísimasgafasdeoro, cejasmuyarqueadas como curva de puente antiguo, barba abundante y azafranada,fisonomía inteligenteyporte caballerosoyhasta ciertopunto elegante.Eranfácilessusmanerasysuhablaunpococampanuda,comodequiengustadeoirseysehaoídomuchoenestrados,enlasCortesóenlasvariasacademiasdemancebosaprovechadosquehayenMadrid.Nadahabíaensupersonadeasacristanadoófrailuno,comopudieracreersealverlevenirencompañíadeclérigos.

Este personaje fué el que encaró conGloria en el primer peldaño de laescalera,inmutándoseunpocoalverla.

—¡Cómo! ¿usted por aquí, Rafael? ¿Ha venido usted con mi tío?—lepreguntólaseñorita,despuésdelprimersaludo.

—He venido con Su Ilustrísima; pero me quedé un poco atrás, porquenuestrocochesedetuvoenlacuesta—repusoelmanceboestrechandolamanoálajoven.—Yaséquetodosestánbuenos.ElSr.D.Juanhechounmozalvete.Ustedsiempretanlinda...

—YocreíqueustednosaldríadeMadrid.Comoahoraestánlascosastanenredadasporallá...

—Por allá y por aquí y por todos lados... No sé á dónde irá á parar elmundo.YohevenidoáFicóbrigaparaciertoasuntodeeleccionesytambiénparaunomío...YaselodirááustedD.Juan.HevenidoenelmismotrenqueSuIlustrísima,quedespuésmeofreciósucocheyhospitalidadensucasa.Nola he aceptado por no molestar. Además tengo compromiso con mi íntimoamigoelseñorcuraparavivirconélunosdías.

—¿Estaráustedmuchotiempoporaquí?

—Meestaríatodalavida—dijoeljovenconevidentesseñalesdedebilidadamorosaensugravesemblante,yarqueandolascejasdeunmodoexcesivo,hastaponerlasenmitaddelafrente.—Elmespasadolavíáustedporúltima

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vezencasadesu tía... ¡Quépícara! ¡Dejarnosen tal soledad...!¿Seacuerdausteddeloquehablamosallílaúltimanochedetertulia?

Gloriaseechóáreir.

—Dos días después fuí á casa de mi amiga. El pájaro había volado.FicóbrigaysiempreFicóbriga.Aborrezcoáestepueblo.

—¡Aborreceáestepueblo!

—No,ahorano—respondióconvivezaeldelasgafas.—Esunparaísoestelugar.Pordesgracia el asuntode las eleccionesmeentretendrápocomásdedossemanas...¡Quédulceesviviraquí,tancercadeusted,Gloria!...Pareceunsueño, y sin embargo, es verdad... ¡Verla á usted todos los días, á todashoras...!

—Elhonoresparanosotros,Sr.delHorro.Perodispénsemeusted...Voyámandarquebajenlosazucarillos...¡Francisca,peroFrancisca!...

IX

Recepción,discurso,presentación.

El joven entró en la casa. Estaban allí además de los dos hermanosLantigua, el doctor López Sedeño, secretario de Su Ilustrísima, el paje delmismo,D.JuanAmarillo,elcurayelalcaldedeFicóbriga,lostresindianosyD.BartoloméBarrabás,queápesardelafirmezadesusideasrepublicanas,novacilaba en tributar respetuoso homenaje á la principal gloria de Ficóbriga,aunquetalgloriaestuvieserepresentadaenunpríncipedelaIglesia.

ElcuradeFicóbriga,D.SilvestreRomero,queeraunhombreproceroso,fornido,defisonomíaduraysensualcomoladeunemperadorromano,peromuysimpáticoyfrancote,diócomienzo,nosinturbación,áundiscursoquepreparado llevaba, y del cual la historia, muy negligente en esto, apenasconservaalgunospárrafos.

—Todos loshabitantesdeestahumildevilla—dijo,—sienten lamásvivaalegríaalveráUsíaIlustrísimaenelsenodeestahumildevilla,yesperanquelapresenciadeUsía Ilustrísimaenestahumildeyhonradavilla seaanunciofelicísimodepaz,origendeconcordia,yseñaldebienessincuento...

Ymásadelante,cuandoseserenóunpoco,ypudocondesembarazoecharfueralospensamientosquetraíaalmacenadosensumente,agregóesto:

—¡Benditos nosotros que vivimos ausentes de los escándalos que pasanalládonde la corrupcióny la irregularidad tienen su asiento!Loque llega á

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nuestros oídos nos hace estremecer. El Sr. D. Juan profetizó en aquel sucélebrediscursolosfuegosdeNínive,ylosfuegosdeNínivequeyacayeronsobreFrancia,caerántambiénsobrelacatólicaEspañaylaabrasaránypodrádecirsedeella:«Pereciósumemoriaconelsonido»periitmemoriaejuscumsonitu.

Ydespués:

—Antes se había entibiado la religiosidad; pero ahora se ha perdido porcompleto en lamayor parte de las personas, y las que aún sabendirigir susalmas al cielo, se ven perseguidas, amenazadas por la caterva brutal defilósofos y revolucionarios. Los hombres que gobiernan al país predicanpúblicamente el ateísmo, se burlan de los Santos Misterios, insultan á laVirgenMaría, denigran á Jesucristo, llaman bobos á los Santos, y mandandemoler las Iglesias y profanar los altares.Losministros del Señor hállansehoy en la condición más precaria: se les trata peor que á los ladrones yasesinos:elcultosindecoronimagnificencia,ácausadelageneralpobrezadela Iglesia, entristece el ánimo. Los hombres no piensan más que en reunirdinero, en reñir los unos con los otros y en disputarse el gobierno de lasnaciones,quealdejardeserguiadasporlapolíticacristianayúnicogobiernoposible,queeseldeCristo,marchanconpaso ligeroá sudisolucióny totalruína.

Don Silvestre no quitaba los ojos, mientras hablaba, de D. Juan deLantigua, como preguntándole: «¿Qué tal lo hago?» Pero el insignejurisconsulto fué la única persona que no se mostró entusiasmada con eldiscursodelcura,sindudapornocreerloninuevonioportuno;quetodaslasocasiones no son propias para decir verdades.El doctorSedeño, que era unpocoenfático,dijo tambiénalgocoruscantesobre la ruindadde los tiempos;peroápesardesuméritonohallegadoeltextoánuestrasmanos.

—Malossonlostiempos—dijoSuIlustrísima,dirigiéndoseprincipalmenteal cura y á Barrabás, que muy azorado no decía palabra;—pero Dios noabandonaráálossuyosenmediodelatempestadqueseacerca,nifaltaráunarca para los que viven en él. Oremos sinceramente, señores; la oración esantídotocelestecontralaepidemiadelpecadoqueportodaspartesnosrodea;oremospornosotros,ypor losquecierran susoídosá lavozdeDiosy susojosálaluzdelaverdad.Fervorypiedadconstantesenlosquecreenpuedenatraersobrelatierraespecialesfavoresdelcielo.Te,domine,custodiesnosagenerationehacinæternum.«Tú,Señor,nossalvarásynosguardarásdeestageneraciónparasiempre.»

Alllegaraquí,elpreladofijósusojosconexpresióndegranbenevolenciaen el joven seglar que había traído consigo y presentándole á sus amigos,hablóasí:

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—Aquí está nuestro heróico joven, nuestro valiente soldado. Señores yamigosmíos,saludenustedesalbeneméritocampeóndelosbuenosprincipios,de las creencias religiosas, de la Iglesia católica, y al perseguidor delfilosofismo, del ateísmo, de las irreverencias revolucionarias. ¡Gloria á lajuventudcreyente,fervorosa,llenadefeydeamoralcatolicismo!

Don Rafael del Horro, inclinándose con modestia, balbució algunaspalabrasenprotestadeaquelloselogios.

—Cuando la juventud—añadió el prelado,—se entrega á los vicios de lainteligencia y se corrompe con perniciosas lecturas, este joven aspira alhonrosonombredesoldadodeCristo.LaIglesiapeleaallídondelaprovocanalcombate.¡Ah,señores!Noesvanacortesaníaloquesaledemislabios,sinoadmiración por su valiente espíritu, por su animosa decisión en pro de lacombatida Iglesia, por la constancia con que persigue, acosa y anonada lapícarafracmasoneríayelmaterialismo,porsuelocuenciaysuenérgicoestiloliterario,prendastodasquehansidoarmaspoderosasdelacausadeDiosenelperíodoqueacabadepasar...

—¡Ah!—exclamó D. Juan Amarillo, haciendo un saludo pomposo,—yasabemosqueelseñoresungranoradoryungranperiodista.

Don Silvestre Romero abrazó con efusión á Rafael del Horro. Eranantiguos amigotes, y en cierta ocasión, como el joven orador y publicistanecesitase un buen corresponsal en Ficóbriga, brindóse á desempeñar estecargo el cura, enviando unas cartas muy saladas que no dejaban nada quedesear.

Mientras duraron las felicitaciones, don Bartolomé Barrabás, que era eldemagogo de la localidad, no se atrevió á decir una palabra en pro de susperversasdoctrinas,yaunqueelcurayAmarillodejaroncaeralgunapunzantecuchufleta sobre la persona del filósofo de aldea, este no creyó prudenteempuñarlasbienafiladasarmasdesudialécticaenaquellaocasión.ElrespetoáD.Angelponíaunamordazaensuslabios.Ytanbienpagóelnoblepreladoesta prudencia, que como D. Silvestre aludiera claramente al demagogo,diciendo que también Ficóbriga estaba tocada de pestilencia, habló de estamanera:

—Nome toquen á D. Bartolomé, que espero convertirle, puesto que sucorazónesbueno,yestosdesvaríosnoperderánsualma,sillegamosátiempo.

Barrabásseinclinódandolasgracias.Pordeciralgo,dijo:

—Y según la prensa, el Sr. D. Rafael del Horro viene á trabajar en laselecciones.

—Vieneátrabajaryátriunfar—repusocondesenfadoelcura,—nopasará

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comolaotravez,cuandopornuestranegligenciaydescuidosenospusieronéstosencima.

Yluégo,amenazandoáBarrabásconladerechamano,añadió:

—Ahora se dirá: Exurgat Deus et dissipentur inimici ejus, et fugiant...Sicutfluitceraáfacieignis,sicperiantpecatoresáfacieDei.«LevánteseDiosyseandispersossusenemigos,yhuyan...Comosederritelaceradelantedelfuego,asíperezcanlospecadoresdelantedeDios.»

Repitiendoelgestodeamenaza,D.Bartolomédijoriendo:

—Iremosávotar.

Eldemagogonoestabaenlalistadelosconvidadosdeaqueldía;peroD.Angel le rogó que se quedase, lo que en extremo agradeció Barrabás. AlmismotiempoD.JuandeLantiguagritabadesdelapuerta:

—Gloria,Gloria,hijamía;¿peronosecomehoyenestacasa?

X

D.AngeldeLantigua,obispode***.

Elobispoparecía unniñogrande.Su cara redonda, sonrosaday siemprerisueña,sedestacabaentrelaampulosaenvolturaepiscopalybajoelsombreroverde,respirandoprofundogozodeespíritu,benevolencia,pazcompletaconla conciencia y relaciones perfectas con Dios. Era hombre que por naturalimpulso de su sano corazón se inclinaba á suponer lo bueno en todo. Susestudios,suexperiencia,suconfesonarioleenseñabanquehaymalvadosenelmundo; pero siempre que hablaba con alguien, decía para sí: «¡Qué buenapersona,quéexcelentesujeto!»

Como una luz alumbra cuanto la rodea, así su corazón proyectaba lasclaridadesdelabondadsobrelosqueseleacercaban.Eraincapázdetenerunmalpensamientoacercade individuosconocidos,ycuandooíahablarde laspicardías de alguien, no omitía decir cualquier palabra en su defensa. Suinteligenciaeraquizás inferiorá ladesuegregiohermanodonJuan,pero leganabaenverdaderapiedadyendulzuradesentimientos;yaunquetocanteámateriasdogmáticasprofesaba ladoctrinade la intolerancia en el verdaderosentido teológico no en el vulgar de esta manoseada palabra, la vivacompasión que sentía hacia los errores de nuestros contemporáneos parecíaatenuar el rigor de sus ideas. Se ignora lo que D. Angel habría hecho sihubiera tenido en el hueco de lamano á la pecadora sociedad presente. EncuantoáD.Juan,esseguroquelahabríaechadoalfuego,quedándosedespués

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conlaconciencia,nosólotranquila,sinosatisfechadehaberrealizadoelbien.

EnlasprácticasreligiosaseraD.Angelintachable.Noselepodíatildarnideflaquezanideexcesodecelo.Jamásdesmayóensusdeberesdeprelado:jamásextremólaletraáexpensasdelespíritu.Ensusratosdevagar,recreabaelánimoconpiadosaslecturas,yaborrecíalosperiódicosdecualquierpartidoquefuesen.EnFicóbriga,comolosmédicosleordenasenunavidatranquilayquehuyesedelecturastaciturnasymentalestrabajos,gustabadepasearporeljardín,contemplandolasmuchasybellasflores,yoyendolasexplicacionesdesusobrinaacercadeltiempoycondicionesenquecadaunasecriaba.Gustabatambiéndepasearporelpueblohacialamar,bajandocasisiempreálaplayayalmuelle,ydeteniéndose infaliblementeáver llegar las lanchaspescadoras,cuyavueltaalabrigoleproducíainefablesensacióndeplaceryasombrodelabondadinfinitadeDios.Susojoslasbuscabanenelhorizonte,lasseguíanporla superficie del mar, y cuando atracaban, tenía gozo especial en verdesembarcar la sardina, la merluza y el besugo. Siempre le causabaadmiraciónque trajesen tantos peces, y decía á losmarineros: «Creí quenoquedabamás,despuésdeloquetrajísteisayer.¡BenditoseaDiosquenodejamorirálospobres!»

Leagradabalamúsica,cualquieraquefuese,sindistincióndeescuelas.Noentendía debuenaómalamúsica.Para él toda era buena, y siempreque susobrina tocaba el piano, oíala con placer, y aun con cierto respeto, porqueaquelprecipitadocorrerde losdedossobre las teclas, leparecíaelcolmodelas habilidades humanas. Pegábansele al oído aquellos ritmos, y por lasmañanas,cuandobajabaaljardín,despuésdedecirmisaenlaAbadíaóenlacapilla,solíatararearentredientesalgúncantorriosinprincipionifin.Perosuprincipal gusto consistía en departir con su sobrina sobre cualquier materiasagrada ó profana. Autorizábala benévolamente para decir cuanto se leantojara: le preguntaba mil cosas frívolas que de ningún modo podíaninteresarle, y hacía comentarios sobre los diversos sucesos que ocurrían enFicóbriga,puestambiénallíhabíasucesos.

Tenía en tanto aprecio á su secretario el doctor López Sedeño, que enninguna cosa grave ponía mano sin consultarle, por ser Sedeño teólogoeminenteygransabedordecánones;perodealgúntiempoacásehabíadadoelsecretarioconexcesoálosnegociospolíticos,yleíaconafánlosperiódicosyaunescribíaalgoenellos.SialprincipiodesagradóestoáD.Angel,prontose fué acostumbrando, y acabó por alabarlo, considerando que los tiemposexigían tomar las armas. No faltaron maliciosos que en las antesalas delpalacio episcopal de *** murmuraron de la excesiva preponderancia deldoctor Sedeño en los consejos de Su Ilustrísima, y hubo quien, por mote,llamóal leal servidory amigo lepetitAntonelli.Perode estosdetalles, quequizásfueranmalignidades,nonosocuparemosaquí.OtrosdecíanqueSedeño

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eramuysoberbioyaspirabaalepiscopadode***,cuandofuesetrasladadoD.Angel, como se anunciaba, á la metropolitana de S, y recibiera el capelo.Nosotrosloignoramosycerramoslosoídosáloschismescapitulares.

SólosabemosqueD.Angeleraamadocondelirioporsusdiocesanos, lomismo que por sus compatriotas los de Ficóbriga; que su corazón estabalimpiode ambiciones; que si tomaba conmucho calor la perversidadde lostiempos, era sólo atendiendo á lo espiritual. Gran cariño tenía á Rafael delHorro, joven espada de la Iglesia, diputado, una especie de apóstol láico,defensor enérgico del catolicismo y de los derechos eclesiásticos. Sinembargo, cuando por el tren le habló el ardiente joven del negocio de laelección,SuIlustrísimaledijo:

—Creoquemispaisanoslevotaránáusted,porquesonbuenoscatólicos,ydaránfuerzaálosdefensoresdelaIglesia;peronomepidaustedqueleshabledeestenegocio.AlláselasentiendaconsuamigoD.Silvestre,quees,segúndicen,un águilapara estode elecciones, pues lasque élhadirigidodejaronfamaentodoelpaís.

Este fué un punto en que ni el mismo doctor Sedeño, con ser le petitAntonelli, pudo hacer variar la inquebrantable resolución del prelado.Tampocoquiso éste intervenir en otro asuntillo que traía áFicóbrigaRafaeldelHorro,yloencomendóporenteroalcuidadodesuhermanoD.Juan,comoseveráenelcapítulosiguiente.

XI

Unasuntograve.

RafaeldelHorrovivíaencasadelcura,ytodoslosdías,bienalalmuerzo,bienálacomida,sepersonabaencasadeLantigua,llevadodelafándehablarcon Gloria. Una mañana, antes de que el aguerrido campeón de Jesucristoparecieseporlacasa,D.Angel,queacababadellegarconGloriadelaAbadía,dondehabíacelebradolamisa,dijoáésta:

—Tupadreestáeneljardínyquierehablarte;ve.

Gloriacorrióal jardín,dondeestabadonJuanenpié,con lasmanosá laespalda, inspeccionando los materiales que habían traído para componer lacapilla.Fueronambosásentarseenunapartadoyumbrosositioqueabrigabancorpulentas magnolias y otros árboles. Un sol tibio calentaba el jardín,convocandoenelespesoverdordeésteátodalarepúblicadepájarosvecinosqueentrabanysalíanpordiversaspartes jugandoycharlando.D.Juanmiróconafectuososojosásuhija,ylehablóasí:

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—Por lomuchoque tequiero,voyá enterartedeunasuntoque interesamuchoá tuporveniryá tu felicidad.Sise trataradeuna jovenzueladeesasquenoposeentubuenjuicioniturectitud,seguramenteelcaminoquedebíaseguirse sería distinto; pero tú no eres como las demás, y yo tomo la sendamásbreve.Creo,hijamía,quehallegadolaocasióndequetecases.

Gloriasequedóabsorta;quisohablar,ynoseleocurriónadadignodeserdichoentancríticaocasiónyantelamajestadimponentedeD.Juan,enquienveíaentoncesjuntaslasdospersonasdesupadreydesutío.

—Sí—prosiguióLantigua.—Loqueenotraclasedepersonasescuestióndifícil,aquíesproblemafacilísimo,ypuederesolverseconhonraycontentode todos. Una joven que no ha entretenido su edad florida en noviazgosindecentes, ni con necios amoríos de balcón ó de tertulia, es el tesoromáspreciado de una honesta familia. Esa joven eres tú. Tu carácter bondadoso,dócil, tu educación cristiana y hábitos humildes, tus pensamientos, que sialguna vez han sido soberbios, después se han sometido al yugo de laautoridad,memueven á hablarte de estemodo, seguro de que tus ideas seacordaránconlasmíasytusentirconmisentir.

La señorita quiso de nuevo hablar algo, aunque fuera para dar suasentimiento; pero nada de lo que vino á su mente le pareció digno de lagravedaddelcaso,porcuyarazónhubodecallarse.

—¡Qué seria te has puesto!—dijo el padre;—y también pálida. Así megusta.Unamuchachacasquivanayligerahabríasonreídoysoltadoporlabocamilpalabrastorpesófútiles;perotúcomprendesqueelasuntodequetratoesunapiadosauniónportodalavida,unSacramentoinstituídoporDios,elpasomásdifícil ymásdelicadode la existencia, y sólo la idea de avanzar el piéparadarlodebesuspenderelánimodelamujercristiana.

Despuésdesonreir,prosiguióasí:

—Sin duda sospechas quién es el hombre á quien tengo por el más ápropósitoparasertuesposo.Hayunjovencuyocarácter,talentosnocomunesycostumbrescristianassonunaexcepciónentretodoslosdesuclaseydesuedad, como lo eres tú entre las niñasde estos tiempos.Esemozo, ¿necesitonombrarle?,esD.RafaeldelHorro...Enverdadquesinodescollaseporsusvirtudestantocomoporsutalento,sehabríadirigidoátíytehabríamareadola cabeza con boberías de novela, contrarias á lamoral cristiana y que, auncuandolosfinesseanbuenos,dejansiempregermendevicioyconcupiscenciaenelalma.Cuerdo,sensato,honesto,respetuosocontigoyconnosotros,sehaabstenido de demostraciones apasionadas.EnMadrid, y aquímismo,me haconfesado que siente hacia tí una afición purísima y santa, y que seconsideraráfelízsiledaselnombredeesposo.

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Gloria,másincapázentoncesquenuncadepronunciarunapalabra,trazabaconlapuntadelasombrillarayashorizontalessobreelpisodearena.

—SifueseprecisoenumerartelosméritosdeRafael,hijamía—agregóD.Juan,—tediríaque,entretodaslaspersonasqueconozco,nohayningunaquemásmecautiveporlavalentíadesusconvicciones,porelentusiasmoconquehaconsagradosujuventudáladefensadeunacausaperseguidaporlosmalos,por suhonradéz, laboriosidady formalidad,prendas todasqueno suelen seradornode los jóvenes, sinodehombres sesudosymaduros, ya templadosyhechosálavidaporeltrabajardelosaños.

Gloria, después que trazó sobre la arena regular número de líneashorizontales paralelas, empezó á trazar otras perpendiculares, que formabanenrejadoconlasprimeras.

—En este último período, Rafael ha conquistado la admiración y lagratitud de todos los que vivimos perseguidos. Su talento y su valor paralucharsolocontralosverdugosdelaIglesiamehanrecordadoalgranJudasMacabeo; sólo que aquél trabajaba con la espada y éste con la lengua y lapluma. Admirables triunfos le debe la Iglesia en sus relaciones temporales,gratitud eterna los pobres eclesiásticos perseguidos, que no pueden ir ádefenderseálosantrosdeherejíanisubirálacátedradelasblasfemias.Perocomo la verdad necesita órganos en todas las esferas, en la de estasmundanales luchas tiene la Iglesiabuennúmerodepiadosos seglaresque ladefienden, la amparan y son un valladar firme contra las amenazas de losimpíos.

—¡Unacatervadepícaros!—dijoGloria,queencontrandoalfincoyunturaápropósitoparadeciralgo,noquisodejarlapasar.

—Talvezensuconciencianoseantanmaloscomodicen—indicóD.Juan;—peroelloesqueRafaelsabeentenderles...¡Pobrejoven!Cuandomereveló,respetuosamente por supuesto, la casta afición que le has inspirado, sentímuchogozo.«Puestoquemihijanohadesermonja,dije,yaleencontramoselcompañerodesuvida...»Nohequeridocontestarlenadahastasaberloquepiensasacercadeesto.

Gloriaempezóátrazarrayasdiagonalesenelenrejado.

—Mis ideas en esto son, hija, que al matrimonio debe preceder unaelecciónlibredelcorazón,previoelconsejodelaspersonasmayores.Perosiadmitoelconsejoyáveceslaoposiciónáinconvenientesafectosdelasniñas,rechazolaviolenciaylaimposiciónpararealizarelgusto,ávecesequivocado,delospadres.Estosuelesercausadematrimoniosdesgraciadosypecadores.SiápesardelasprendasrarísimasdeRafael,nosientesinclinaciónádarletumano,nadadehipocresías,nadadeviolencias.Si lehastratadopocoytees

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indiferente,comocreo,untratodecorosoterevelarálostesorosdesucorazónbuenoyrecto.Noconfundaslosarrebatosdeundíaconelafectotranquiloyquehadedurartodalavida,reflejodelamorpuroyreposadoquetenemosáDios.

Gloriaseocupóentrazarenloscuatrocostadosdelenrejadounospicosámaneradefleco.Despuésapartódesucomplicadaobrageométricalosojosyfijándolosensupadre,dijo:

—Bien,papá,yoharésiempreloqueustedmemande.

—Si yo no te mando nada—declaró Lantigua con viveza.—Veo que noestásdispuestaádarunacontestaciónterminanteycategórica.Esoespruebadesensatéz.Estascosasdebenpensarse...

—¡Esoes;pensarse!—exclamóGloriaasiéndoseálaideadelpensar,comoelnáufragoáunatabla.

—Bien—dijoD.Juanlevantándose.—Tómatetodoeltiempoquequieras,y piensa, hija mía. Tienes entendimiento, corazón, piedad y fe cristianasuficientesparaencontrarlamejorsolución.¿Quedamoseneso?

—Quedamos.

—Perodesearíaquetucontestaciónnoseretardasemucho.

—Contestarépronto—afirmóGloria.

—Tedoy tresdías;vamos, cuatro.Esomeprueba, comohedichoantes,quenohahabidonoviazgo.¿Rafaeltehahabladodeesto?

—Unpoco...peroasícomobroma.Yosiemprelotomécomobroma...

—Ya ves que es muy serio. Con que, hijita, prepárate á responderme.Medítalobien.Ni tuconsentimientoni tunegativadisminuiránelcariñoquetupadre te tiene...Vaya,adiós.Mevoyá trabajar.Teencargoquecuidesdequenomehaganruído.

—Descuideusted,papá.

DonJuandeLantiguasemetióensucuarto,ycomoelbuzosearrojaalmar,élsumergióseenelocéanodesuslibros.Hastalahoradecomer,nadietendríanoticiadesuexistencia.

XII

Elotro.

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Lo propuesto por D. Juan dejó á Gloria en la mayor confusión. Aquelasuntorealmentegravenopodíapresentarseásuespíritusinocuparloalpuntovivamente,ydurantelargoratosumeditaciónfuétanprofunda,queeltiempotranscurría sin que ella lo advirtiese.Al fin, dando un suspiro, y alzando lacabeza,comoquevolvióensuacuerdo,advirtiendogransoledadeneljardín,bastantecaldeadoporelsolqueámuchaalturaestabaya.Cerradastodaslaspersianas de la casa, ningún ruídovenía de ella; hasta los pájaros se habíancallado,y sólodosó trescuchicheabanalgúnsecretoó refunfuñabanalgunadisputaenlasúltimasramasdelosplátanos.Gloriaselevantó,pueselardientevibrardesusnervioslaimpulsabaápensarmarchando.

Complacida del silencio y soledad en que estaba, dejóse ir hacia unescondidoyamenobosquecillo.Alverel apresuramientode sumarchayelafán con que, marchando hacia el obscuro sitio, miró á sus espesuras,cualquierahabríacreídoquealgunapersona laaguardabaallí;peronohabíanadie.Elbosquecilloestabaenteramentesolo.Despuésacercóseálaverja,ypor entre los huecos que dejaba á trechos el follaje de lamadreselva,miróhaciaelcaminoconlosojosfijosyelsemblantepálido:susgrandespestañasaleteabancomomariposasnegras jugandoen la luz. ¡Ah!Cualquieraqueentalactitudlahubiesevistoyobservaseconcuántointerésexplorabansusojoselcamino,yaendirecciónálaplaya,yaendirecciónálasmontañas,habríacreído que esperaba á una persona. Sin embargo, podemos jurarlo y lojuramos:porallínopasójamásnadiequeinteresaseásucorazón.

Luégosubióásucuartoysepusoátrabajarenunaobradeaguja.Seguíameditando;perolossonidosmásinsignificanteslahacíanvolversúbitamentelacabeza.Aveceselcaerdeunahoja,laspisadasdeljardinerosobrelaarena,elruídodelashuecasregaderasdelatónalserpuestasvacíasenelsuelo,elsurtidorquecaíaenlapilallenadeaguaconpececillosencarnados,elarrullode laspalomasen loaltodelgranerode lacasavieja, el silbar lejanodeunvapor zarpando de la ría impresionaban su oído tan enérgicamente, cual sivoces amadas la llamaran y la nombraran en distintos puntos del espacioinfinito.Y,noobstante,seráprecisorepetirlo,nadielallamabadesdeeljardínnidesde losaltosairesvacíos,nidesde losmaresprofundos,comonofueraunavozsóloporellaoída.Sucorazónlatíaconfuerzayvivocompás.Sobreélsesentíanpasos.

Intentaremosdescribir la situacióndeespíritude la señoritadeLantigua.La razón no le decía nada en contra del proyecto de su padre, y reconocíafácilmenteenRafaeltodaslascualidadesdeunjovenmaduro,deuncarácterhonrado y bondadoso, de un atleta del catolicismo, de un trabajadorincansable, de un apóstol seglar. Reconociendo esto, hacía esfuerzos paradespertar en su pecho inclinación vehemente hacia aquel joven; pero aquíempezaba la dificultad, porque se interponía siempre entre ella y él una

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sombraintrusa,viniendonosabemosdedónde.

Estodebieraconducirnosá laafirmacióncategóricadequelaseñoritadeLantigua había encontrado ya el elegido de su corazón; pero una serie deindagaciones hechas con ayuda de las personas más curiosas de Ficóbriga,demuestran lo contrario. Teresita laMonja, esposa deD. JuanAmarillo, encuyacasahayunventanucodesdeelcualseatisbanconbuenojoeljardín,lospatiosycorredoresdelacasadeLantigua,aseguraquesiGloriatuviesealgúnnoviodeltamañodeunalenteja,órecibiesecartas,óhablaraporelbalcón,áellanoselehubieraescapado.LomismodicenlasdoshijasdeD.BartoloméBarrabás, ambas muy instruídas en todas las historias del pueblo, amigasíntimas de Francisca Pedrezuela, criada principal de nuestros héroes. Y sinembargo,elotroexistía.¿Dónde?¿Quiénera?

La señorita de Lantigua descendió al jardín después de la comida.Entonces,sinmoverloslabios,hablaba.Oigámosla:

—Esuna locura—decía,—estoque tengo:esuna locurapensaren loqueno existe, y desvanecerme y afanarme por una persona imaginaria... Fuera,fueratonterías,ilusionesvagas,diálogosmudos.Aquíhayalgodeenfermedadsinduda,ymi cabezanopuedeestarbuena.Vivoengrandeerror, sueño loimposible, loquenoexistenipuedeexistirsobre la tierra.¿Enquéconsiste,pues,queentretodosloshombresquehevistoyoídoyconocido,ningunosepareceáéste?Simipadreymitíoleconocieran,noharíantantoselogiosdeRafael.

»¿Perocómolehandeconocersinoexiste,sinoestáenningunaparte,sinotienecuerpo,nivida,nirealidad?... ¡Loca,milveceslocasoy!...Déjame,tú, y no vuelvas más... Calla, tú, y no digas una palabra más, pues no teescucho.Eresunamentira,menosqueuna sombra,menosqueun fantasma,menosqueunrayodesol;eresunpensamientonadamás.Nosólonoexistes,sinoquenopuedesexistir,porqueseríaslaperfección.Sal,pues,deljardínynovuelvasmás,nimehables,nimellamesenelsilenciodelanoche,nipaseshaciendosonarcontuspisadaslashojasarrugadasysecasdelotoño...Adiós,tú; has sido conmigo cortés, fino, generoso, delicado, leal, apasionado sinimpurezaycariñosoconunrespetosagradohaciamí;perotedespido,porquemi padre memanda que quiera á ese D. Rafael; buena persona, apreciablejoven,comoéldice.Sindudanopuedehaberlosmejoressobrelatierra,yelcreerentí,elpensarentíesundisparate,comoalzarlamanoparacogerunaestrella.

»Cadacosaensulugar.Elcielotieneestrellasysoles,latierrahombresygusanos...Vivimosabajoynoarriba.Mipadremehadichovariasvecesquesinocortolasalasalpensamientovoyásermuydesgraciada...Vengan,pues,lastijeras.O se tiene voluntad ó no se tiene... ó se vive en la realidad ó en el

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sueño. Señor y padre querido, tienes razón en llevarme por este camino;guiadaportanfielmano,entrarégozosaenélymecasarécontusoldadodeCristo.

Luégosiguiópensandoqueeranecedadpropiadecolegialas,castigadasápanyaguapornosaberlalección,eldivagarásolasfijandoelentendimientoen imaginarios galanes, el representarse escenas platónicas y apasionadasentrevistas ymil otras aventuras dramáticas, embellecidas al mismo tiempopor la fantasía y la inocencia. Afirmó además que tales desvaríos eranindignosdeunapersonadesólidascalidadesyprincipioscomoella,yaunquesuconcienciadiáfana,claraylimpiacomoloscielosnolemostrabalanubedeninguna impureza, juzgóqueenaquelperpétuoydescarriado imaginarsuyohabíanopocodepecadoóalmenosdegermenpecaminoso.

Despuésserióunpocodesímisma,ydejandoirelpensamientohaciasupadre,encontróenéltantabondad,tantaprevisión,talrectituddemiras,quesintió aumentarse la admiración y el cariño que hacia él sentía. Por laconcatenación natural de las ideas, su pensamiento, después de revolotearlocamente,fuéáposarsesobrelapersonadeRafael.

—¡Quéexcelente joveneseseRafael!—dijoandandohacia lacasa.—Hesidounatontaennocomprenderantessumérito.Seletomaríaporunviejo...¡YluégoesetalentazoquelehadadoDios!...Ahíesnadatraermareadosálospícaros revolucionarios y herejes, y volverles tarumbas con sus discursos ydespedazarles con sus artículos... ¡y qué discursazos! Bien me acuerdo deaquel que decía: «¡Estáis conculcando todas las leyes divinas y humanas;estáis insultando á Dios...!» Luego es piadoso, es creyente; no tiene ladespreocupación infame de los muchachos del día... ¡Ay!... allí viene; meescaparé.

Y azorada huyó por un lado,mientras elmodelo de jóvenes entraba porotro.

XIII

Llueve.

TalespensamientosduraronpocoenlamentedeGloria.Comomudanlascorrientesenlaesferadelmundo,volviéndosedelNortealSur,así lasideasdeellamarcharonconrumbodistinto,sedijo:

—No,yonopuedoquereráesehombre.Hayenélalgoquemerepugna,sinpodermeexplicarloquees.

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Aquellatarde,queeraladel23deJunio,vísperadeSanJuan,fuerontodosá la Abadía. D. Angel la recorrió toda para ver las composturas hechas enalgunosaltares,losnuevosvestidosconquehabíasidoobsequiadalaimagende la Virgen, y los ornamentos de plata Meneses recién comprados porsuscripción entre los fieles de Ficóbriga. Examinólo bien el obispo, y sobrecada pieza dió su dictamen con mucho acierto. Después de orar un rato,salieronparadarunpaseo.Enelatrio,SuIlustrísimadijo:

—Daremosunpaseoporlaplayasilespareceáustedes.

DonJuan,eldoctorSedeño,Rafaelyelcuraaccedieronmuygustosos.

—Veremosllegarlaslanchas—indicóelcura,poniéndoselamanoáguisade pantalla ante los ojos para mirar el mar.—Hoy vendrá buena sardina...Hola,estápicadalamar.

—¿Tendremostemporal?—preguntódonAngel.

Elcuramiróalcieloyalhorizonte.Parecíaqueolfateabalasvíasaéreas,inquiriendoelrastrodelastempestades.

—Tendremos vendaval esta tarde—afirmó, echándose atrás el manteo,prenda para él de grandísimo estorbo, pero que no podía menos de usarmientrasacompañasealprelado.

—HombredeDios—dijoéstecon festivodisgusto;—¿seempeñaráustedenaguarnoselpaseo?

—Don Silvestre—manifestó el padre de Gloria,—se deja atrás á losmejoresbarómetrosconocidos.

RomeroextendiólamanohaciaelNoroeste,señalandouncerroaplanadocuyafaldatocabaelmaryqueteníapornombrelaCoteradeFronilde.

—Infalible—dijo.—Haycelajeallí,ynopuedefallarlasentenciaquedice:Fronildenublada,Ficóbrigamojada.

—Puespicaelsol—indicóelobispo.

—Otraseñaldepróximalluvia,IlustrísimoSeñor...

—Enfin,¿bajamosónoálaplaya?

—¡Quiéndijomiedo!...¿Vienestú,Gloria?

Esta,durante lasobservacionesmeteorológicassehabíavistoprecisadaácontestarávariaspreguntasdeljovendeHorro,yáescucharestudiadasfrasesquebajofrivolidadaparenteescondíanlaintenciónamorosa.

—¿Vienes,Gloria?—repitióD.Juan.

—No—replicóellavivamente,—tengoquerezar,ymevuelvoadentro.

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ElsemblantedeRafaelsenublócomolaCoteradeFronilde.

—Seleeximeáusteddelaobligaciónporestatarde—dijoafablementeyconciertotonillodegalanteríaSedeño.

—No,no;querece,querece—dijoD.Angel.—Sr.D.Rafael,démeustedelbrazo.

Gloria volvió á entrar en laAbadía, y los demás emprendieron su paseoporunaveredapedregosa,queempezabadetrásdelaIglesiayterminabaenlaplaya.DelanteibaD.Angel,apoyadoeneljovenoradoryperiodista,imagende la Iglesia sostenida por la entusiasta juventud batalladora. Desde aquelrústico sendero seveíaelmarenextensiónconsiderable.Dosó tres lanchascorríantendiendolasblancasolashacialabarra,yallálejos,muylejos,enelpuntoenqueseconfundíancieloytierra,unamanchanegraensuciabaelazuldelfirmamento.

—Unvapor—dijoSuIlustrísima.

—Pasadelargo—indicóRomero.

Enelmismoinstante,elsoldejódeiluminarelgrupodepaseantes.

—Parecequeelseñorpárrocosevaásalirconlasuya—apuntóD.Angel.—Nosquedamossinsol,aunquemásallásiguedescubierto.Estopasará.

—Tenemosagua—manifestóelbarómetro.

DonAngelmiróalcielo,yalmirarlecayóunagotadeaguaenlapuntadelanaríz.

DonJuanextendiólamano,diciendo:

—Caengotas.

—Yaqueestamosaquí—propusoD.Angelalargandotambiénlamano,—másvaleque sigamosydemos lavueltaporelResguardopara salir á casa.Casisetardalomismo.

—Puesadelante—dijoD.Silvestre,abriendosuparaguasrojoydándoloáRafaelparaquecubriesealseñorobispo.

Don Juan abrió también el suyo. Las gotasmenudeaban.De pronto unarachadeNoroeste sopló con fuerza, levantando remolinosdepolvo, pues latierraapenassehabíamojado,yazotandoconviolenciasumaálospaseantes,obligólesádetenerseunmomento.Lasropastalaresdelobispo,delcuraydelsecretariosearremolinaronsilbandoentornodeloscuerpos,comosielvientoquisieraarrancárselasparaponérselasél.

—¡Diosmío!¿quéesesto?—exclamódonAngel.

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Enpoco tiempo lanubepardaseextendiópor todoelcielo,cubriéndole.Los viejos álamos de tronco leproso y de sonoras hojas se encorvabangimiendo,ysacudíansusramasconmovimientosdedesesperación.Elviento,despuésdebarrerfuriosolostejados,arrancandotodaslastejasquenoestabanseguras,caíaconfurialocasobreelmar,yembistiendolasolaslasahuecaba,silbando en los cóncavos cilindros de ellas y esparciendo su espuma.Habíadesaparecidoel horizonte, y cieloy tierra eranuna inmensidadblanquecina,todaagua, todabruma.Derepente,velózculebradefuegovioláceocruzóelespacio, vibrando fugazmente en él como el pensamiento dentro de nuestrocerebro, y después sonó allá arriba hondo estrépito de mil montañas queparecíanrodar,chocandounasconotras.

Lalluviaempezóácaerfuerte,punzante,espesa,torrencial.Caladoenuninstantehastaloshuesos,D.Angelsevolvióásusamigos,yconvozdoloridaysemblantedecompasiónprofunda,exclamó:

—¡Pobresmarineros,pobresnavegantes!

XIV

Elotroestácerca.

Gloria penetró en la Iglesia, gozosa de encontrarse sola y en sitio ápropósitoparasoltarelfrenoásuimaginación.Enelsagradorecintonohabíayasinocincoóseispersonas,entreellasTeresitalaMonja,queeralaúltimaquesalía,ydosmarinosancianosqueibantodaslastardes.

Dirigióseálacapilladesufamiliaysentóseenunrincóndeella,mirandoalaltar.Latranquilaatmósferadeltemplo,lamedialuz,elsilencio,erancomounespejodondeelalmaposabablandamentesusojosyseveía.Buenaocasióntambiénpararezar,paramiraráDioscaraácara,comosidijéramos,ysubirhastaEl con el pensamiento, dejando acá todo lo que puede dejarse.Así lopensóGloria.

En la Iglesia de Ficóbriga hay sillas muy bajas y de alto respaldo, lascuales sirven de reclinatorio. Gloria tomó una de las de su casa, yarrodillándoseenellaapoyósufrenteenelrespaldo,sosteniéndolaconambasmanos.Unmomentodespuéspensabaasí:

—¿Quenopuedayoarrojar estodemí?¿Enquéconsiste,Señor,que loque no es nada, lo que no existe, lo que no puede existir, ocupa mipensamientonocheydíaparamortificarme,paracondenarmetalvez?Rezaré,rezarécontodamialma.

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Empezóárezarconlaboca.Perosupensamientonoibaádondelatiránicavoluntadlomandaba,yasícomolabrújulamirasiemprealNorte,élmirabaconstantementeásuidea.Nohabíafuerzahumanaqueleapartasedeaquelladirección.

—Estoeslocura,locura...—afirmóGloriaalzandolacabeza.

Volvióácerrarlosojosyáhundirlafrente,yunavozdecíadentrodesucerebro:

—¡Yavoy,yaestoycerca,yatetoco!

La señorita de Lantigua experimentó una sensación de anhelo óexpectativa que la llenaba de indecibles congojas. Sentía su corazónensancharseycontraerse.Alládentro,enlo íntimodesusér,habíacomounanunciomisterioso,quenoteníaexplicaciónfácil.Elalmasentíapasos,queescomodecir que su facultad de adivinación anunciaba la proximidadde algoprofundamente interesante para ella. Era un resplandor que en la dulceobscuridad del sér iba poco á poco despuntando como una aurora, y queanunciabaotra luzmayor.DentrodeGloria,misteriosos sonesmurmuraban:—«¡Oh,alma;prontoentíserádedía!»

Alzandoderepentelosojos,tuvomiedo.Miróálasbóvedasdeltemployviólas obscuras, á pesar de ser las cinco de la tarde. La arquitectura de lavetusta Iglesia, obra románica del undécimo siglo, estaba toda cubiertaprofanamenteporunacapadeyeso,bajolacuallasemblemáticasfigurillasdeloscapitelesyde lasarchivoltasapenas teníanforma.Parecían tiritardefríoarrebujadas en gruesos mantos blancos. Muchos arcos ogivos ó peraltadoshabíanperdido,conelpesodetantosaños,suoriginalcurva;muchasventanasdesquiciadas hacían muecas; muchas columnas habían dejado de serverticales; paredes había que se inclinaban con ceremoniosa reverencia. Elconjuntoestéticodetalfábricaeratriste.

Gloria,sobrecogidaporsecretoespanto,selevantó.Enelmismoinstanteunfragorhorrísonoretumbóalláarriba,sobreeltecho,ylaAbadíagimióenlosatléticosbrazosdelsuelo.Porlasabiertasogivasentraronráfagasviolentasque recorrieron las bóvedas cantando con atronadores bramidos, y dieronvuelta á toda la Iglesia, rozando los bancos, difundiendo el polvo de losaltares,agitandoloshuecosvestidosdelasimágenes.Derribaronunalámpara,querompióalcaerlaurnaósepulcrodecristalenqueestabaelSeñordifunto.AzotaronconunramodefloresdetrapoelrostrodeSanJosé,ylearrancaronla espada de lamano á SanMiguel, arrojándola dentro de un confesonario.Dieron vueltas alrededor del órgano, haciendo murmurar á los tubos, yvolvieronlashojasdellibrodecoro,comosifebrilmanodeunlectorinvisiblelasrepasara.BesaronlafrentedeGloria,yescaparondespuésporlaspuertas,cerrándolas con tal violencia, que éstas perdieron la mitad de sus podridas

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tablas.

La señorita deLantigua tuvomiedo; vió la Iglesia casi á obscuras y sinalmaviviente.Alsalirdesucapilla,creyósentirpasos,corrió,yalguiencorríatrasella. Indudablementeoíapisadasyunavozdiciendo:—«Espera, soyyo,soyyoquehellegado.»

Suterroraumentó,yconsuterrorelafándehuir.Pasabadeunacapillaáotra... Casi estuvo á punto de pedir auxilio. Creyó ver los altares corriendotambién, y oir á los santos gritar: ¡socorro!... Detúvose al fin; trató deserenarse,mirandohacia atrásy á todos lados conobservación atrevidaquedisipaselasabsurdasaprensiones.Peronopudotranquilizarseporcompleto,ysu corazón se contraía recogiéndose, como la sensitiva cuando la tocan.Creíasetocadaporunamanoinvisible.

—¡Quénerviosaestoy!—dijotratandodesacudirelmiedo.

De pronto sintió una alegre voz de muchacho. Por la sacristía apareciócorriendounodeloshijosdelsacristán.

—Sildo,Sildo—gritóGloria,—venacá.

—¡Ah!...laseñoritaGloria—dijoelmuchachoacudiendoáella.

—Venacá:damelamano.

—Voy á cerrar las puertas; se ha metido un aire, que... ya, ya. ¿Quiereustedsalir?

—No,parecequelluevemucho.Esperaré.

Pocodespués,Sildolaguiabaálasacristía.

XV

Vaállegar.

—¿Estátupadre?

—Sí,señorita.Estáponiendounatablaalatauddepobres.

PasóGloriaálasacristía,queeralóbregayhúmeda;deallíáunpatiecilloestrechocubiertodehierba,ydelpatioáunahabitacióndestartalada,queteníael techoen tresplanosdistintos,yen lasparedesun restodearcobizantinodestrozadoycubiertodeyeso;viviendaconstruídasobrelasruínasdelpalacioabacial,yqueservíadeasiloalsacristándelaparroquia.Dichapiezaestaballenadeobjetosdistintosenrevueltomontón:eraalmacén,carpintería,tallery

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dormitoriodeCaifásysushijos.Hacherosdemaderaplateada,horriblementemanchadoscongotasdeamarillacera,aparecíanpatasarribajuntoaltúmulonegro que servía para los funerales. Un San Pedro sin manos, y porconsiguientesinllaves,mostrabasucalva,coronadaconelnimbodeoro,porencimadeunrimerodeastillasytablasrotas.Lienzospintados,comotelonesde teatro, ó más bien como pedazos de monumento de Semana Santa,aparecíandispuestosverticalmenteparaservirdebiomboóabrigoá lacamaenquedormíanlostreshijosdeCaifás,ylaarmazóndeunaviejamangacruzsinforro,teníadentroollasrotas,vasosdesportillados,unacalaveradepaloyun librodepalo también, atributosde alguna imagendeanacoreta.Ningunasillaniotromuebledestinadoásentarsehabíaallí,comonosirvieseparaestounbancodecarpintero.CuandoGloriaentró,Caifásmartillabaen lasneciastablasdelatauddepobres,echándoleunapiezaenelfondo.Acadagolpe,elhorriblecajóndespedíaungemido.

—¡Qué espantoso temporal!—exclamó Gloria entrando en el taller deCaifás.

—Señorita—dijoel sacristán riendocariñosamente,—¡cómo lahacogidoelaguaenlaIglesia!Iréácasadelseñorcuraporunparaguas.

—No,esperaréáquepaseelchaparrón.Decasavendránpormí—repusoGloria,buscandoconlosojosunsitiodondesentarse.

—¡Ay,niñademicorazón!EstoesunaBabel.Nohaysillasparasentarselas personasdecentes.Pero acomódeseusted en esta tarimade laVirgen.AbienquenoestámalenellaquienpodríaserpuestaenlosaltaressinqueDiosseenfadaseporello.

Gloria se sentó,Caifás, dandoelúltimomartillazo,diópor terminada suobra.

—Vamos, ya he concluído—dijo.—Ahora no les entrará aire á lospobrecitosquevaná la tierra.Lacajaestabadesfondada,yanteayercuandollevaronalcementerioelcuerpodeltíoFulastre,selesaliófueraunbrazoporla tabla rota.Comoel brazo saliera al pasar por frente á la casadeD. JuanAmarillo, y se movía á modo de insulto, la gente dijo que el tío FulastreaplazabaáD.JuanAmarilloparaeldíadelJuicio.

Gloria no estaba serena.El desorden de aquella estancia y la vista de latriste caja no eran espectáculo propio para volver el sosiego á un espíritusobresaltado.

—¡Quéterribletempestad!—dijomirandoeltorvocieloqueporlaventanaseveía.—¡Cuántosbarquitoshabránperecidohoy!

—El Señor no manda más que calamidades—afirmó Caifás dando un

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suspiro.—No sé cómo hay quien quiera vivir. ¡Bonito oficio es este de lavida!...Verdadesquecomononoslodieronáescoger...

—Tenpaciencia—ledijoGloria,—queotroshaymásdesgraciadosquetú.

Caifás, que estaba en el suelo, elevó sus ojos hacia la hermosa doncellasentadaenlatarima.Noeraposiblemayorsemejanzaconloscuadrosenqueel arte ha puesto una figuramundana orandode rodillas al pié de laVirgenMaría.Sólo los trajespodíanquitar la ilusión.Entre losojosde topo, la fazangulosa, el estevado cuerpo, la color amarilla de JoséMundideo (á quientodosenFicóbrigaconocíanporelmotedeCaifás),ylaseductorahermosuradeGloria,habíatantadistanciacomodelamiseriadelmundoálamajestaddeloscielos.El sacristán inflóelpechoparaechar fueraun suspiro tangrandecomolaAbadía,yacurrucándoseenelsuelo,dijo:

—¡Paciencia yo!... Pues qué, ¿queda todavía algo de paciencia en elmundo?Creíqueyomelahabíacogidotoda...EnverdadquesinofueraporlasalmascaritativascomolaseñoritaGloria,¡quéseríademíydemispobreshijos!

Los tres chicos de Mundideo parecían confirmar esta aseveración delpadre, contemplandoá la señoritadeLantigua conmiradas fervorosas.Erandosvaronesyunahembrapequeñuela.Esta,poseídadeprofundaadmiraciónhacia la señorita, se acercaba tímidamente, y con sus deditos sucios, comohojasde rosaquehan caído en el fango, tocaba losguantesdeGloria y losbordes de su sobrefalda, y hubiera tocado algo más, si el respeto no lacontuviera.Elmayor,Sildo,limpiabaelpolvodelatarimaydetodocuantoáGloria rodeaba, mientras el segundo, Paco, cuidaba de poner en el mayorordenloshilosdelaborladelquitasolqueestabancadaunoporsulado.

Gloriasacósuportamonedas,diciendo:

—Estasemananotehedadonada.Toma.

—¡BenditasealamanodeDios!...—exclamóJosétomandoseismoneditasdeplata.—Yaveis,hijos,cómoDiosnonosabandona...¡Ah!señorcura,señorcura,notodostienencorazóndehierrocomousted.

—¿Quédicesdelcura?

—SeñoritaGloria—repusoCaifásenjugandounalágrimaconlamangadela camisa,—desde el primero de mes ya no comeré el amargo pan de laparroquia.Elseñorcuramedespide.

—¿Tedespide?

—Sí,dicequepormisescándalos...porquetengomuchasdeudasynolaspuedopagar,porquesoyuntramposo,unmiserable,undesdichado...Ytienerazón.Yonodeboestarmásenestoslugaressagrados.Soyuntramposo,estoy

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comidodedeudas; tengoempeñadahasta lacamisaencasade laCárcabaydeboáD.JuanAmarillomásdeloquepeso...Iréprontoálacárcelydespuésápresidioydespuésálahorca,queesloquemerezco.

—Por Dios, José, me estás asustando—dijo Gloria, acariciando á loschicos,quesehabíanechadoállorar,viendolloraralpadre.—Siesverdadloquedices,eresunhombredemuymalaconducta.

—Yo no soymás queCaifás el estúpido,Caifás el feo,Caifás el idiota,comomellamanenFicóbriga,yCaifáseldesgraciado,comomellamoyo.

—FranciscamedijoqueeldomingoestabasborrachocomounacubaenelpradodelaPesqueruela.

—¡Oh! sí, señorita Gloria; es verdad. Me emborraché... ¿cómo lo diré?Estuve dudando si echarme al mar ó emborracharme para dormir algunashoras, para olvidarme de que soy Caifás el horrible. El vino alegra óadormece...¡Sueñoyalegría!¡Quécosastandivinasparaquiennolasconocenunca!

—No, no vengas con disculpas—dijo Gloria en tono de amableamonestación.—Túnoeresbueno;yonocreoqueseastanmalocomodicen;pero ello esque túno eresbueno.Verdad esque estásmal casadoyque tumujerescapázdehacerpecaráunsanto.

—¡Oh Dios mío, oh Virgen mía, oh señorita Gloria!—exclamó Caifás,demostrandoenlolastimerodesutonoquelaheridadesucorazónhabíasidotocada.—¿Cómohade haber virtud al ladode esamujer? ¡Si usted la vieracuando entra aquí de noche, con el carpancho tan sucio como su cara, y sucaratanduracomoelcarpancho,pintadatodaconlaalmagredelmineral,quenoparecesinoquelahanechadodesuscavernaslosinfiernos!...Comoenelembarcaderobebenqueesunprimor,siemprevienealegre,mepega,mequitaeldinero,azotaáloschicos,dagritos,yechaunoscantorriosqueescandalizanalseñorcurayátodoslosvecinos.Ella,señoritaGloria,eslacausadequeyotengami casa por los suelos, de que todasmis ropas y alhajas y colchoneshayanidoápararácasadelaCárcaba,dequejamástengaunreal,dequeestéápuntodeserllevadoájuiciopordonJuanAmarillo,yechadodelasacristíapor el señor cura... ¡Esta es mi situación, esta es la situación de Caifás, eldejadodelamanodeDios!... ¡deCaifás,elquese iráal Infiernoporculpasajenas!...

—Eresunmajadero—dijoGloriaconenfado,—¿porquétedejasdominarporesaharpía?

—Yo no me dejo dominar por ella. Anoche reñimos y le pegué. Pero,aunquequiera,yanopuedosalirdelinfiernoenquemehemetido.Comonopuedopagarmistrampas,meechandelasacristía,ycomomequedosinpan,

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pedirélimosna,iréálacárcel...No,señoritaGloria,yocreoqueCaifáselfeonopuedeseguirviviendo...Medanunasganasdeecharmealmar...¡Québiensedebeestaralláenelfondo,enelfondo!...

—¡Infelíz!—exclamó Gloria conmovida.—Ya se te amparará. Nodesconfíes deDios, José; no pienses en el suicidio, que es elmayor de lospecados.

—Cuandoustedmedicequetengaconfianza,casilatengo;cuandolaveoá usted, parece queme sale de dentro un no sé qué...me sientomás fuertecontra la desgracia...Diosdebede sermuypoderoso, cuando la hahecho áusted, señoritaGloria...Mi vida es negra y obscura como este ataud.Ustedpasa,memirayparecequedeestacajasalenflores.Sí,señoritamía,delantede usted yo soy otro... Adoro á la doncella celestial que me ha socorridotantas, tantísimasveces, á laqueme sacóde la enfermedadque tuveel añopasado,álaquenohapermitidoquemishijosandendesnudos,álaquesehadignadoconsolarme,honrandomihumildemorada,álaúnicapersonaquemehadicho:«Caifás,túnoerestanmalocomodicen.ConfíaenDiosyespera.»

—Erestonto.¿Esoquésignifica?

—Significa que usted es un ángel... ¡Ay! si seme presentara ocasión demostrarlemiagradecimiento...¿Peroyoquépuedosisoycomounguijarrodelascalles,áquientodoelmundodaconelpié?

—Vamos, no te acuerdes de mis beneficios, que no valen nada—dijoGloriaconimpaciencia,mirandoalcieloáversihabíaconcluídodellover.

—¿Que nome acuerde? ¿Que nome acuerde de quienme da el pan decada día?No la aparto á usted del pensamiento á ninguna hora, y creo queantes que olvidar á mi ángel tutelar, me olvidaré de mí mismo y de lasalvacióndemialma.MeparecequeveoentodaspartesámiDivinaPastora.Anoche,señoritaGloria,soñéconusted.

—¿Conmigo?—dijoGloriasonriendo.—¿Quésoñaste?

—Unacosatriste,peromuytriste.

—¿Quememoría?

—No:quemehabíaolvidadoustedámíyámispobreshijosyyanonoshacíacaso.

—Esparticular.¿Yporquéosolvidabayo?

—Porqueestabaustedenamorada.

Gloriasesonrojó,poniéndoseseria.

—Sí:soñéquehabíavenidounhombre.

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—¡Unhombre!

—Esclaro. ¿Pues á quiénpodíaquerer usted sino áunhombre?...Yo leveía,ymeparecequeleestoyviendo.

—¿Cómoera?—preguntóGloriasonriendo.

—Era...¿cómodecirlo?...unhombrehorrible,espantoso...

—¡Jesús!

—No, entendámonos... no era horrible de cara, sino al contrario, tanhermoso, que no hay otro semblante que pueda comparársele sino el deNuestroSeñorJesucristo.

—Entonces,¿porquéteespantaba?—preguntóGloriaprestandoáaquellatrivialidadmásatencióndelaquemerecía.

—Porqueselallevabaáustedlejos,muylejos—dijoCaifásconelénfasisdeunartistamuyposeídodesuasunto.

—Caifás,nomemareesconesosnovioshorriblesyguaposyque llevanmuylejos.

—Yo soñé que había venido volando por los aires, y que caía del cielocomounrayo.

—Vamos,calla.Mevoyádestemplarotravez.Esta tardeheestadomuynerviosaenlaIglesia;José,tuvemuchomiedo.

Gloriaselevantó.

—¿Sabes—dijo después de mirar al cielo,—que la tempestad no cesa?Extrañomuchoquedemicasanomehayanmandadoábuscar.

—Esparticular—indicóCaifás,—¿quierelaseñoritaqueavise?

—No, ya vendrán. Papá querrá mandarme el coche, y estaránenganchándolo...Peroahorameacuerdodequeunadelasmulassehapuestomalaayer...AlmenoshapodidovenirRoqueconunparaguas.

—Yotengounoqueestároto—dijoMundideo;—peroalgotapa.¿Quiérelolaseñorita?

—No,esperaré.Handevenir.

Comopasasealgúntiempo,Gloriaseimpacientómucho.

—Pues estoy con gran cuidado. Anochece, y nadie viene á buscarme.¿Habrápasadoalgoenmicasa?

—¿Quiere la señorita marcharse? Vamos allá. Parece que ahora lluevemenos.

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—Sí, el temporal cede. Vámonos. Aprovechemos este claro. ¡Cómoestaránesascalles!

—Ladistanciaescorta.

CaifássacódedetrásdeSanPedrounparaguasrojo,yloabriódentrodelacasa para enterarse de su estado. No era pieza, en verdad, de consoladoraspecto para un día de temporal. La tela huía de las puntas de las varillas,dejándolas descubiertas, y los descosidos paños se recogían hacia dentro,plegándosecomolashojasdeunaflormarchita.

XVI

Yallegó.

—Estábueno—dijoanimosamenteGloria.—Vamos.

Despuésdedaráloschicostodosloscuartosquellevaba,laseñoritayelsacristánsalieron.Gloriaserecogíaelvestido,Caifásponíacuidadosamenteelparaguas demodo que su Divina Pastora se mojase lomenos posible, y leindicaba loscharcosdelcaminoy laspiedrassalientesdondedebíaponerelpié.

—Estoyconcuidado—repitióGloria.—¿Quésucederáenmicasa?

CercadelaAbadíayámayoralturaqueella,contenidoporgruesomurodemamposteríasobrelacalledelaPoterna,estabaelcementeriodeFicóbriga.Glorianuncapasabaporallísinsentirreligiosaemoción.

—¡Quémalanocheparamispobreshermanitos,Caifás!—dijo.

—Ellosnotendránfríocomonosotros—repusoelsacristán.

—Esverdad;perosomostanmateriales,estamostanapegadosálatierra,quenopodemospensarnadadelalmasinoloreferimosalcuerpo.

Sopló de súbito otra racha del Noroeste tan fuerte, que los dos viajerostuvieronquedetenerse.ACaifásselevolvióelparaguasdelrevés,ytuvoquehacergrandesesfuerzosparadefenderlodelvientoquequeríaarrancárselodelas manos. Una rama arrastrada por el huracán pasó rozando el rostro deGloria.Despuéslalluvialesazotóáentrambosconfuria.

—¡Jesús,Diosnosfavorezca!—exclamó.

LívidaclaridadiluminóáFicóbriga,yGloriavióunacintadefuegobajarculebreandohasta los techosde lavilla,ápuntoqueel truenoretumbabaenlosaltoscielosllenosdeagua.

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—¡Unrayo!—gritóconangustia.—Caifás...¿noteparecequehacaídoenmicasa?

DetúvoseespantadaysinalientomirandohaciaOriente;masenlanegruradelanochenosedistinguíanconprecisiónlosedificios.

—Poralláparecequecayó...peromuchomás lejos.Notenga laseñoritacuidado;hacaídoenlaría.

—Corramos,Caifás;mehequedadomuerta.¡Diosmío,quénerviosaestoyestanoche!Juraríaqueelrayocayósobremicasa.

—Es el hombre que ha bajado del cielo—dijo Mundideo riendo;—elhombreconquienyosoñé.

—Tú estás borracho... PorDios, José, ¿querrás callar?...Mira que estoymuyexcitadaestanoche.Mehacesdaño.

—Puescallo.

—Aprietaelpaso...Vaya,alfinestamoscerca.Veoluzenlaventanadelcuartodepapá.Parecequetodoestátranquilo.

Lanocheeraobscurísima;masnotantoquenosevieseperfectamente lasuperficie de un gran charco que las aguas habían formado en la plazoletafrenteálacasadeLantigua.

—Bonitoestáesto,Caifás.Siesunlagolaplaza...

—Yopasaréálaseñoritaenbrazos—dijoCaifásdisponiéndoseáhacerloquedecía.

—No,noespreciso.Poraquí,porelcallejónsepuedepasarálacasavieja.Meparecequeestáabiertalaportalada.

Ya hemos dicho que el palacio de Lantigua lo componían dos casas, laviejamoradasolariegadelosprimerosLantiguasylamodernaquefabricóelindiano y que fué heredada por D. Juan. Ambos edificios estaban unidosexterioréinteriormente,perolaviejanoteníasinounpardepiezashabitables.Lodemásdestinóseágraneroyalmacén.Enlaplantabajahabíaunhermosoestablo y las cocheras. Por la portalada de la casa antigua entró Gloria,despuésdedarlasgraciasáMundideoporsucompañía.

Subió rápidamente la escaleravieja, atravesóel largocorredordesiertoyentróenunavastapiezaqueservíaparaconservarfrutasencuelga,yconteníasacosvacíos,arcasyotrosobjetos.Deallísepasabaáotrapiezaamuebladaqueservíadecomunicacióncon lacasanueva.Gloriaempujó lapuertayalpronto sorprendiósemuchodever luz allí dondenohabitabanadie.Entróymiróátodoslados,quedándoseatónitaysinhablaporbrevesmomentos.Allíhabíaunhombre.

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Estabatendidoenlacamaycubiertocongruesasmantas,áexcepcióndelacabeza. Sobre la cercanamesa había una luz.La señorita dió algunos pasoshacia el lecho, y vió un rostro lívido y dolorido, con algunas manchasamoratadas como de golpes, entreabierta la boca, cerrados los ojos,ligeramente fruncido el ceño, húmedo el pelo. El perfil de aquella cara eraperfecto,lafrentehermosísima,entreobscuroscabellosdesordenados.Delascejasrectasligeramentearqueadashacialasién,partíalanarízaguileña,fina,intachable,comocortadapordiestrocincel.Bigotecastañoybarbadelmismocolor, un poco puntiaguda y ligeramente bifurcada en su extremidad,remataban dignamente un rostro que era de los más acabados que puedenimaginarse.Gloria, en aquel breve instante deobservación, hizounparalelorápidoentrelacabezaqueteníadelanteyladelSeñorqueestabaenlaAbadía,dentrodelaurnadecristalycubiertoconblanquísimassábanasdelamásfinaholanda.

Peronohabíatenidotiempodehacerdeducciónalgunacuandoseabriólapuertaquecomunicabaconlacasanueva,yaparecieronD.AngelyD.Juan.Andabanconcuidadoparanohacerruído.

—¡Oh!¿Yaestásaquí?—dijoD.Juan.—¿Pordóndehasentrado?

—Porlaportalada.

—Hija,nomandéábuscarteporquenohemostenidounpuntodereposo.Yaves.

DonJuanseñalabaalhombre.

—Nos hemos llevado un rato, hija...—dijo el obispo con orgullo.—Peroporbienempleado.Hemosrealizadounactoheróico.

Gloriapreguntabaconlamirada.

—Ahí lo tienes, ahí tienes á un desgraciado joven á quien acabamos desalvardelfurordelasolas.¡Quésatisfaccióntanpura!

—Peronohagamosruído—murmuródonJuan.—Elmédicohadichoquenohayyacuidado;peroqueseledejedescansar.

—¿Yquiénes?—preguntóGloria.

—Es... el prójimo. ¿Qué nos importa? ¡Bendito sea Dios que nos hapermitidohacerestaobradecaridad!

—SinoesporD.Silvestre...

—¿DonSilvestrelesacó?

—De enmedio de las olas, hijita. Todavía estoy conmovido. ¡Qué tardehemos pasado! Pero triunfamos de los elementos, y todos se salvaron. Los

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pobresnáufragosestánrepartidosporlascasasdeFicóbriga,yánosotrosnoshatocadoéste...Peroestáshechaunasopa,hija.Veámudartedevestido.

El hombre se movió entonces, y dijo algunas palabras en lengua queningunodelospresentesentendió.

XVII

Elvapor«Plantagenet.»

Retrocedamosunascuantashoras.

Después que Su Ilustrísima, bajando de paseo á la playa, dijo aquellaspalabras: «¡pobresmarineros, pobres navegantes!» siguieron andando á todaprisaparaguarecerseenlacasilladelresguardo.Todosdeplorabanelchasco,y aunqueD. Angel reía para animar á los demás, antes se oían quejas quefelicitacionesenelgrupo.ElgravedoctorLópezSedeñotuvolamalasuertede meter su pié derecho en barro hasta la pantorrilla, con lo que todosrecibieron gran disgusto. Por fin llegaron á la casilla del resguardo, que fuécomotocarlatierradespuésdeunlargoviajeporentreescollosytormentas.

—EscosadecantarunTeDeum—dijoRomerosacudiéndoselaropa.

DonAngel,tomandoasientoenunbarrilvacíoquelepresentaron,repitió:

—¡Pobresmarineros!

Enelmismoinstanteoyóseuncañonazo.Eraunbuquequepedíaauxilio.Mirarontodos,yentrelabrumadelmarvieronunfantasmaqueelevabasusbrazosalcielocondesesperación,vomitandohumo.

—¡Unvapor,unvapor!—gritarontodos.

Enelembarcadero,reuniéronsealpuntomuchosmarinosypescadores.

—¡SeestrellacontraLosCamellos!

A la izquierda de la boca de la ría había una serie de rocas que semostrabancompletamenteenmareabaja,yen lapleamareran indicadaspormoviblesespumarajosdelagua.Unode lospeñascos tenía formaparecidaáuncamello,ydeaquívinoelnombredadoátodoelarrecife.

—¡Jesucristo les ampare! ¡Pobres marinos!—exclamó el obispo,asomándosetambiénálapuerta.¿Conocenustedesesebarco?

—Esinglés—indicóunmarinero.

—Ya; es el Plantagenet—dijo un forastero de los que á la sazón se

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guarecían allí.—Le he visto la semana pasada atracado en los muelles deManzanedodescargandocarriles.

—¿Y se perderá, se perderá?—preguntaron con ansiedad D. Juan, D.Angelylosdemásdelapartida.

—Debedehaberperdidoeltimón,ynopuedegobernar—dijounrobustoyhermosomarinero, que vestía grueso camisón de lona, pantalones recogidosdejandovertodalapiernadesnuda,ycubríasuvaronilcabezadeNeptunoconunsuestedehulequeportodossusbordesdespedíaelagua.

—¡Pero se ahogará esa pobre gente!—exclamó con terror el Sr. deLantigua.—Germán,esprecisohacerunesfuerzo.

—Señor,esirábuscarlamuerte,señor—repusoGermánllevandolamanoáladelanteradelsueste.

El Plantagenet, mientras de este modo se discutía sobre su suerte, seacercabamásáLosCamellos.Arrojabaelvaporsilbandoconverdaderarabia,como lanza sugrito el animal heridoquepresiente lamuerte.Eraunbuquepesado y sin elegancia, como nave de carga. Su casco parecía un almacénnegro,ysuarboladurasingarboniesbeltézconsistíaentrespalosconescasocordaje.Teníadosvergasenelpalodetrinquete,yeneldemesana,queerapequeñísimo,flotabaungirónrojo,ennegrecidoporelhumo,encuyasaspaspodíanreconocerselasinsigniasdelaGranBretaña.Laproaverticalsealzabadesmesuradamente, mostrando hasta el último número de las medidas deflotacióny lasplanchas rojasdehierromalpintado.Dabagrandes tumbosábaboryestribor,mostrandooralahorriblepanza,oralacubiertaendesorden,negra y húmeda, las escotillas, el mamparo de la máquina, el puente y lachimeneanegra,condosanillosblancosyunaT,emblemadelacasaTaylorandCo,deSwansea,poseedoradetreintaydosbuquesdecargaypasaje.

El pobre barco inspiraba esa compasión hondamente patética queacompañaalespectáculodelosgrandespeligros.Seleveíaforcejearconlasolastratandodegobernarseconlahéliceparahuirdelosescollos,ysufiguratomaba la especial fisonomía que adquiere todo lo que interesa,personificándoseálosojosdelosqueestánensalvo.Noeraunbuque,sinounhombre, un pobre nadador que luchaba con la resaca; se le veía romper lasolas con la dura cabeza, y sacarla fuera para respirar por los dos agujerosllamados escobenes, abiertos á manera de narices. La hélice trabajaba confrenesí,tornillandoelaguaysacandohirvientesvirutasdeespuma.Tragabaelcascoinmensossorbosdeaguayaltumbarselosarrojabaencatarataporlosportalones,sincesardedirigiralcielosuespantosaimprecaciónenformadehumodensísimoy de rugiente vapor blancoy rabioso comoel chorro de laballenaherida.

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—A los condenados ingleses—observó Germán,—les pasa esto porborrachos.SabeDiosloscuartillosdeaguardientequetendrááestashorasenelbucheelcapitán.

—No digáis desatinos, hijos míos—manifestó con angustia el señorobispo,—yvedsipodéissalvaráesosdesgraciados.

Germánpusoungestoquedabamiedo.

—Esebuqueveníaánuestropuerto—dijoelprelado,buscando todos losmedios para interesar á los rudos marineros ficobrigenses,—con el fin detraernosriquezas,mercancías,dinero,trabajo.

—PerdoneSuIlustrísima—gruñóunodelospresentes.—ElPlantagenetnopuede entrar en esta ría.No es sino que pasaba para Levante, se sintió conaveríasyquisoguarecerseenelabradeFicóbriga,aguantándoseámáquina.Perose le rompióel timón,yyaveSuIlustrísima...Dentrodedoshorasnoquedaránada.

—Sí, ya veo que el buque no puede salvarse; pero la tripulación, latripulación...

EnaquelmomentoelpobrePlantagenetvolviólaproaáNoroesteyhundiótodalapopaenelagua.Habíacaídoenlatrampa.Losagudosescollos,comotenazasdehierro,trincaronlaquilladepopaylahélice:lapresanodebíasersoltadaya.Alzabaelbuquemoribundolaproa,dejandoendescubiertotodalaroda y á ratos parte de la quilla. Ya no semoviómás; y en su convulsiónpostrera temblaban las rotas jarcias;yelpalode trinquetecon ladoblecruzformada por las vergas se doblaba como un báculo roto. Entonces las olasavanzaron triunfantes sobre el cadáver de la nave que ya era un cuerpoinmóvil,yseposesionarondeél,ébriasdeferózgozo.Unaentrabafrenéticaysemetíahasta lasbodegas;otrapasabaporencimade lacubiertaarrollandocuanto hallaba al paso; ésta subía, salpicando por las escalas de las jarcias,hastatocarlascofas;aquéllaseestrellabacontralaconvexaarmaduranegra;yotra, lamásfatuade todas,dabaunsaltohasta lachimeneayentrabapor labocaparainundarlasmáquinas.

—¡Hijosmíos!—exclamó el obispo en tono grandioso, alzando lamanobendecidorade lospueblos.—Nosois cristianos,no sois españoles, sidejáispereceráesapobregente.

Losmarinerosgruñeron.Semiraronunosáotros,buscandoentreellosalmásvaliente.Peroelmásvalientenoparecía.

—No se puede, Ilustrísimo Señor—dijo al finGermán, encogiéndose dehombros.

—Parece que se aplacan las olas—manifestó D. Juan, que trataba de

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convencerádosmarinerosamigossuyos.

—¡Animo,muchachos!

—En nombre de Nuestro Señor Jesucristo—dijo Su Ilustrísima conexaltación evangélica,—os suplico que salvéis á esos pobres náufragos. ¡EnnombredeNuestroSeñor!...

Profundo silencio. Alguno se rascaba la oreja. Alguno se escabullóbonitamente,subiendoáFicóbriga.

—Señor,quenosvamosáahogartodos—exclamóGermán.—¿Noveusíaesasmarescomomontañas?

—Fuera de aquí, cobardes—gritó una voz enérgica, terrible, única vozdignadealzarseentrelaespantosamúsicadelosmares.

Eralavozdelcura.

—¿Qué,seatreveráelseñorcura?...

—¿Puesnomehedeatrever?—vociferódonSilvestrearrojandomanteo,canaleja, paraguas, inútil carga de fastidiosos dengues. Su impetuosanaturaleza, su indómito valor, hecho á los combates con la Naturaleza,mostróseensublimecuadro.

—¡Bien, bien por el soldado de Cristo! ¡Bien por el sacerdote!...¡Aprended, hombres sin fe!—exclamó el obispo derramando lágrimas depiedadyadmiración.

DonSilvestre searremangó losbrazos,mostrando lasmusculosasmanosdeoso,aquellasmanosquelomismotomabanlahostiaqueelremo.Quitadatambiénlasotana,seencajóunacamisueladelana.

—¡Vengalatrainera,uncable,dos!...Averquiénessonlosguaposquemevanáacompañar.

—Yo,yo,yo...

Ytodosqueríanir.

—Tú,tú,tú,tú...—dijorápidamenteelcura,escogiendosuescuadrón.

XVIII

ElcuradeFicóbriga.

Ha llegado la ocasión. A su hazaña debe preceder su retrato. Era D.Silvestre joven, sanguíneo, fuerte, grandullón de cuerpo, animoso hasta la

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temeridad,ambiciosodeaplausosyganosodeestarsiempreenprimeralínea;grandeamigode sus amigos,y alpropio tiempomuyalegre,muy rumboso,vivísimo de genio, generoso y de trato galán y campechano con grandes ypequeños.EnlaIglesia,lashembraslequeríanmucho,porquepredicabaconaltaentonaciónydramáticoypintorescoestilo; losvarones también,porquedespachaba lamisa enunmomento.Así es que cuandodecíamisa el padrePoquito, que era de mucha pesadéz, todos aquellos fieles, abrumados deocupaciones,sequedabancharlandoenlaplaza.

—Para una misa corta no hay otro como D. Silvestre—decían.—Biencomprendequenosomosholgazanes,quevanádesperezarseyádormirenlaIglesia. Hace todas las ceremonias y dice los latines con una presteza queenamora.

Don Silvestre era hombre rico. Además de que poseía regular haciendaheredada, se había dadomañas para adquirir algunasmieses, prados, y porúltimo, unahermosa finca de bienes nacionales.Vivía con comodidad, y noeratacañoniapurabaálospobrescaserosparaquelepagasen,sindescuidarpor esto la administración de sus bienes. Socorría á los menesterosos, sepreciabadehacermuchaslimosnas,yporesto,asícomoporsucarácterfrancoybondadoso,estabamuyenpazconsusfeligreses.

—DonSilvestrenoesunsanto—decíanallí;—perosíuncaballero.

Elpárroco teníaademásuna saluddehierro, fortalecidaconel frecuenteejercicio de la caza y la pesca, diversiones que ocupaban gran parte de suexistencia.Sucasaera,pues,unarsenalvenatorioypiscatorio,cualnoseveíaenaquelloscontornos.Escopetas,carabinas,cuchillos, trampas,milartificiosingeniosos, ora aprendidos, ora inventados por su propio genial cacumen, yque teníanporobjetoapoderarsede lamitaddel reinovolátil,ocupabanunaregularpieza.En laotrano faltabaninguna abominablemáquinade lasquearrancandelsenodelasaguastodolonadante.Cañas,liñas,aparejos,diversoslinajesdeanzuelos,garabatos,pinchosyagujas,losunosparalamerluza,losotros para el calamar; moscas artificiales para las pobres truchas de losregatos,garfiosparalossalmonesdelosríos,guadañetasparaloscalamares,yademás redes, chinchorros, tramayos, medio-mundos, palangres; todo loguardabaaquelNemroddelatierraylosmares.

Había nacido Romero en aquella región montaráz que llaman Picos deEuropa, donde parece que el hombre retrocede á las primeras edadesvenatorias,yhadevivirdisputandoálasbestiaselsuelo,queaúnnosesabesipertenecerá á la fuerza ó la destreza. Agil, valiente, emprendedor, atrevido,habíadesafiadolos temiblesosos,encompañíadeotros jóvenesdelpaís.Sefamiliarizóconelterrenoabrupto,quebrado,conlosprecipicios,lascascadas,las deformidades de un suelo que parece no ha concluído aún de tomar,

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despuésdelcataclismo,su formadefinitiva,yvivíacontentoensusalvajeylibreestado.Mascomolavozpaternasonaraundíaensusorejas,haciéndoleverlaconvenienciadenodejarperderciertascapellanías,Silvestreseatiborróde latín y se hizo cura. No le fué mal. Olvidó muchas cosas, pero no laingénitaaficiónálacaza.

—Esunvicio—decía,—perounviciodereyes.

DonSilvestreerahombrevehementeyalgotestarudo.Eneldesempeñodecuantotomabaásucargoponíasiempremuchoardor.Enciertaocasiónlediópor revocar y componer la Iglesia, y se hizo pintor, albañil y arquitecto.Cuandoleescribieronparaquetrabajaseenlaselecciones,realizóestupendasmaravillas.Su regular hacienda, el prestigiodequegozaba en el pueblo, sucarácter jovial y caballeroso le hacían á propósito para acaudillar hueste deelectoresymangoneareficazmenteenlacomarca.Poníacontantoahincosuvoluntad y su influencia al servicio de la causa política, que durante losazarosos días en que los ficobrigenses ejercitaban elmás importante de susderechos,elbuendonSilvestrenoparabaenelbosque,nienlaplaya,nienlasacristía, ni en su casa, sino que, cual poseído del Demonio ó enamorado,corríadeunaparteáotrasindescanso.Viéraisleallíempleardoctamenteoralaastucia,ora laamenaza,conéste la rudacoacción,conaquélelmaliciososoborno,ydeestemodosometerlesátodosásuarbitrio.

Con tales experiencias adquirió Romero acabada maestría en el arte deelegir,quenuncahasidofácil,queámuchosempequeñece,peroquealcuradeFicóbriga,por sumucho ingenioysutileza, leponíaen loscuernosde laluna.Montarácaballo,andarseisósieteleguasconfríoynieveenbuscadeFulano para comprometerlo; tomar la delantera á los contrarios acumulandorecursos sin aumentar por eso de un modo escandaloso la tarifa de gastoselectorales;realizarelportentodelamultiplicacióndelospanesydelospecesaplicadoálascédulasdevotar,eranotrostantosarbitriosqueaumentabanlavalía de D. Silvestre. Como prueba de su enérgica voluntad avasalladora,óigaseloquelamismaFicóbrigareferíapocohá.

Estabamuyreñidayápuntodeperderselaelección.Entrelosvotantesdeúltimahorahabíaunpastordeaquellosandurriales,hombrezafioytorpequeapenas sabía hablar. Cansado del plantón en las puertas del edificio dondefuncionaban los comicios, y maldiciendo las obligaciones políticas que lehabíanllevadotanfueradesurústicoelemento,volviólaespaldaysemarchó.Había juntoá laurnaelectoralun río,pormásarribavadeable,porallímuyhondo.MihombretomóporelvadolasdeVilladiego.

Aquel voto de menos podía comprometer seriamente la elección.AdvirtióloD.Silvestre,ybramandodefurorllamóalcampesino,queensalvoyaenlaotraorillayfrenteporfrentedeloscomicios,conelríodepormedio,

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hacía con ambos brazos gestos de burla y provocación. Exasperado D.Silvestre contra aquel salvaje, que no sólo se escabullía en el momento devotar,sinoqueconlossignosdelosdosmoviblesbrazosleinsultabadelantedelaNaciónenelmomentodeejerceréstasusoberanía,noreparóennada,ycon presteza suma se arrojó al agua. Como era gran nadador y se habíadespojadodellevitónqueleceñía,bienprontopusoelpiéenlaotramargendel río.Corrió hacia el fugitivo, le agarró por el cuello, y arrastrándole conhercúlea fuerza, se metió con él nuevamente en el agua, y asido por loscabellosletrajoálaorilladeacáyleentróenlacasuchaylepuso,chorreandoagua, delante de la urna. Este acto de energía, atemorizando á los que semostrabanindecisos,asegurólaelección.

Otrasmuchasanécdotaspodríacontarparamayorrealcedelavalentíadeestevaróninsigne;peronoquieroalargarlasdimensionesdesuretrato.Afindequesea,aunquebreve,completo,diréqueD.Silvestredespuntabaen losjuegosdetresilloyajedréz.ElyD.JuandeLantiguasebatíansobreeltablerocasitodaslastardes.Comoposeíadosótreslanchasdepesca,salíaálamarmuchas tardes y era más conocedor del terrible elemento que los mejoresprácticosdeFicóbriga.Tambiénnadabacomounpez, siendoel asombrodetodoscuandoseponíaálucharconlasolas,ysiseofrecíaempuñareltimónóel remo y dirigir la ciaboga mientras la embarcación pasaba la barra, losmarineros más forzudos no le igualaran.Muchos aseguraban que el mar letenía miedo, y bien se podía decir con el Libro Santo: Draco iste quemformastiadilludendumei;«estedragónáquienhicisteparaburlarle.»

Cuandolehemosconocido,laocupaciónfavoritayelsueñodoradodeD.Silvestre eran cuidar una huerta primorosa que había formado en un sitiollamadoelSotodeBriján,frenteáFicóbriga,álaotraorilladelaría,pasandoel puente de Judas.Allí estaba lamayor parte del tiempo, sin descuidar susdeberesparroquiales(dichoseaenhonorsuyo).AunquevivíadeordinarioenFicóbriga, tenía en el Soto hermosa casa, losmejores frutales del país y unampliocorralyestablollenosdeanimaliapusillacummagnis,decuantoDioscrió. Pavos, gansos, gallinas de diversos linajes, vacas de leche, conejos,cerdosgordísimos,áquienesD.Silvestresolíarascarconlapuntadelbastón,pájaros, cabras exóticas; en suma, nadade cuanto puedehacer placentera lavidadelcampofaltabaallí.

EnlosdíasdenuestrahistorianoatendíamuchoD.Silvestreásugranja,porque le distraían los negocios electorales de su buen amigo Rafael delHorro.Habíaseestrechadoestaamistadpor relacionesperiodísticas,ypor lavirtud de ciertas cartas que D. Silvestre escribió desde Ficóbriga á unperiódicodeMadrid,firmadasconelpseudónimodeElpastordelamontaña.RafaeldelHorrovivíaencasadelcuraytodaslashoraslaspasabanengrataconferenciasobre loselementosdequepodíandisponery lasprobabilidades

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detriunfo.Habíanconcertadoplantarseambosenelterrenodelaluchaynoabandonarlohastaalcanzarcompletavictoriasobrelosimpíos.

Este era el hombre extraordinario y valeroso que dijo: «Yo salvaré á losnáufragos.»

Momentosdespuéssaltabaá la trainera. Impávidose lanzóá lasolas.D.Silvestreteníafeensupoderosobrazo,ensupericiademarinoydepescador.

La trainera embistió las olas. Subía por la empinada pendiente,desapareciendo después entre revueltos torbellinos de espuma. A vecescreeríaseque losmontesdeagua se la tragabandeun sorbo, ávecesque laescupíanentresalivazosderabia.Peroavanzaba,débilyvalerosa,comolafeenDios,porentrelosembatesdelmundo.

Don Angel se había quitado el sombrero que era ya una esponja, yarrodillándoseenelfango,rezabaenvozalta.D.Juan,Rafael,Sedeño,sentíanlasvivísimasemocionesdelsentimientocristianoensumayorpureza.

—Llegarán, llegarán y les salvarán—dijo D. Angel con la inefableconviccióndelcreyente.—Diosoiránuestrosruegos.

Y los atrevidos salvadores lograron acercarse á los costados del buque,recogieron el grueso cable que de éste les fué arrojado, y enmenos de unahoratodalatripulaciónestuvoentierra.¡AdmirableefectodelamisericordiadeDios!Cuandola traineravolvióá tierra, lasolasseaplacaron,comosielmismo Océano, que jamás perdona, se sintiera enternecido. Cuando losinfelicestripulantes(eranocho)pusieronelpiéentierra,D.Angellesabrazóátodos,mezclandosus lágrimasconelaguasaladaque lesempapaba.Habíanacudidoálaplayaelalcalde,elsecretario,elalguacilymuchaspersonas,entrelascualessecontabaD.JuanAmarillo,queeravicecónsuldeFrancia.Enuninstantesedecidiódarálosdesgraciadosnáufragoselauxilioquenecesitaban,conviniéndose en repartirlos en las casasdemásviso.AlSr. deLantigua letocóunocongravescontusionesyquehabíaperdidoelconocimiento.

XIX

Elnáufrago.

Le asistieron con grande solicitud; le acostaron; vino D. Nicomedes,médicotitulardeFicóbriga...

—Golpesen lacabeza,quenoparecen tenergravedad—dijo,—yademásunpocodeasfixia.

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Ordenóalgunosremedioscaserosyqueledejasenreposardespués.Hízosetodo con presteza, y el enfermo, después de pronunciar algunas palabras ámedia voz, reposó al parecer tranquilo. Salieron de la pieza un instante ycuandovolvieronáentrar,elcaballero(puesindudablementeloera)sacadodelasaguasabriólosojos,mirandoátodosladosconcuriosidad.

—Tranquilícese usted—dijo D. Juan.—Está usted entre amigos, bienasistido,ynocarecerádenada.Ellancehasidoterrible;perograciasáDios,ustedysusdignoscompañerosestánensalvo.

El náufrago dijo algunas palabras en inglés. Miraba á un lado y otro,abriendo con gozo á la luz sus ojos azules, y examinando uno por uno lossemblantesdeGloria,D.JuanyD.Angel.Losqueresucitannomirandeotromodo.

—Estoyen...—murmuróenespañol.

—En España, en Ficóbriga, humildísimo puerto de mar, que si tuvo ladesgraciadepresenciarlapérdidadelPlantagenet,tambiénhatenidoladichadearrancarochohombresálamuerte.

Conacentopatéticoysolemnedijoelnáufrago:

—¡Señor,Señornuestro!¡cuánmaravillosoestunombreentodalatierra!

Yelobisporepitióelsalmoenlatín:

—¡Domine,Dominenoster,quamadmirabileestnomentuuminuniversaterra!

Hubouninstantedegravesilencio,enquetodoslospresentessintieronsucorazónpalpitarconfuerza.

—¿Yquétalseencuentrausted?

—Bien,bien—respondióelextranjeroconsegurotono,poniendolamanosobresucorazón.—Gracias.

—Aunquehablaustednuestralengua,semefiguraqueesustedinglés.

—Noseñor;yosoydeAltona.

—¿Altona?—dijo Su Ilustrísima, poco fuerte en geografía moderna.—¿Dóndeeseso?

Yalinstanteseacercóáunviejomapaquedelaparedcolgaba.

—EssobreelElba,cercadeHamburgo—manifestóD.Juan.

—Soyhamburguésdenacimiento—dijoconenteravozelenfermo,—peromi familiaesde Inglaterra.HevividoseismesesenSevillayCórdobahacetresaños,yahora...

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—¿IbaustedparaInglaterra?

—No le convienemucha conversación por ahora—dijo solícitamente SuIlustrísima.—Dejémosledescansar.

—Gracias, señores. Puedo hablar. Sí, yo iba á Inglaterra. Dios no haquerido...

Susemblanteexpresóvivapesadumbre.

—Tranquilidad,amigo—añadióD.Juan.—Nohayqueapurarse.Iráustedásucasa.¿Tieneustedfamilia?

—Padres,hermanos...

—Cuideusteddereponerse.Enmicasanolefaltaránada.MinombreesJuandeLantigua;esteesmihermanoAngel,obispode***,yestaseñoritaesmihijaGloria.Lecuidaremosáustedlindamente.Diosnosmandaconsolaraltriste,ampararaldesvalido.Todoslosdíasnosepresentaocasióndepracticarlasobrasdemisericordia.

ElnáufragomirósucesivamenteáD.AngelyáGloria,conformeelSr.deLantigua se los presentaba, y después, tomando lamanode éste, la oprimiócontrasupecho.

—Elquesiguelamisericordia—dijo,—hallarávida,justiciaygloria.

DonAngelrepitiótambiénenlatínestasentenciadeSalomón.

—Ahora—dijo elSr. deLantigua,—descanseusted, señor... ¿Cómoes elnombredeusted?

—Daniel.

—¿Ysuapellido?

—Morton.

Al decir su nombre, el extranjero añadió las más ardientes y cariñosasexpresionesdegratitud.Lesdevorabaátodosgozosamenteconlosojos,comosifueranaparicionescelestialesquesucedíanalhorroryá las tinieblasde lamuerte.

—Esto que hemos hecho—dijo D. Juan,—no merece ni alabanza niagradecimiento.Es lomás sencillo y fácil que nos hamandado Jesucristo...Pero usted tomará algo. Gloria, haz preparar una buena colación para estecaballero.Yacomprenderásquenodebetomarcosaspesadas.

XX

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ElsantoproyectodeSuIlustrísima.

ElsolaparecióseisvecesporencimadelgallardopicodeMonteluz,juntoalmar;seisvecessehundiótrasdelaCoteradeFronilde,vistiendodepúrpuralasmontañas,yenlacasadeLantiguanoocurríanadadignodesercontado.UnicamenteocuparonlosociososratosfervienteselogiosdelaacciónheróicadeD.Silvestre,comentándolaquierporelladohumano,quierporeldivino,yponiéndola todos en lasmismas nubes como en realidadmerecía; resultadoportentoso,aldecirdeD.Angel,delafecristianaydelahercúleaconstituciónfísicaquedebíaelgranRomeroálabondaddeDios.

La noticia corrió por toda la provincia, que tiene el honor sumo desustentar en su risueño suelo á la excelsa Ficóbriga, y llegó hasta Madrid,llevandocaminodepasardespuésáLondres,comoenefectopasó.

OrgullosísimoestabaD.Silvestre,yaquellosdías teníaunacaracomoelsolresplandeciente,ysincesarrepetíansuslabioseltrancesublime,pintandoentérminostanvivoslafuriadelborrascosomar,quelosoyentescreíanverlo.DanielMortongustabamásqueningunodeoircontaralSr.Romerolahistoriatoda del naufragio y salvamento milagroso, y no sabía de qué maneramostrarle su agradecimiento, pues no bastaban las manifestaciones de unaamistadprofundaquedebíadurartantocomolavida.

Elextranjerosacadodeenmediodelasaguasnohabíapodidoaúndejarelcuarto que le fué destinado, pero recibía frecuentes visitas de todos loshabitantesdelacasa,queletratabanconmuchísimoagasajoycariño.Elporsupartemerecíabientantasatenciones,porqueeradeloquenohayenpuntoácaballerosidad y cortesía. Bien pronto conoció D. Juan que había dadoalbergueáunapersonabiennacida,de tratomuyafable,decarácternobleyrecto, delicadísima y adornada con instrucción tan vasta, que en casa deLantiguatodosestabanatónitos.

—¡Cómoseconocequeesuncumplidocaballero!—manifestóD.Juanásu hermano cuando los dos, juntamente con el doctor Sedeño, tomabanchocolate, después de volver de la Abadía, donde el prelado decía misadiariamente.

—Es verdad.Me agrada en extremo—dijo el obispo.—¡Lástima que seaprotestante!

—¿Yloserá?

—Debe de serlo—afirmó Sedeño.—Siempre que hablamos de asuntosreligiososparecedeseosodeesquivarlaconversación.

—¿PerohadichoalgoofensivoánuestraSantaIglesia?

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—Niunapalabra.Semuestramuydeferenteconelcatolicismo,ynoleheoídojamásvocablonireticenciaquepuedantomarseávituperio...

—¡Quéocasión,hermanomío—indicódonAngelcondevotocelo,—parahacerunagranconquista,paratraerunaovejaalrebañodeJesucristo!

—Esdifícil—murmuróLantigua.—Seráhombredeconvicciones.

—Pero de convicciones perniciosas.Mira tú, hermano; pues yo lo he deintentar...

—Cuidado,queestosherejes,cuando les tocanásuherejía,soncomoelpuercoespín.

—Nadasepierdeconintentarlo,hombre.Elestarátodavíaalgúntiempoentucasa,porquenoes justoque ledejemosmarcharantesdequese repongaporcompleto.

—Seguramente.

—Bien, ¿pues qué se pierde? Yo le diré algo que le llegue al alma.Sembraré, hijo. Si la simiente cae en pedregales, no es culpa mía. Habrécumplidoconmideber.

—Caerá en pedregales—afirmó D. Juan con la sequedad del hombreacostumbrado á ver las malicias del mundo, y cansado de arrojar simientesobreélsinquenacierajamás.

—PerofigúratequeDiosletocaelcorazón,figúratequeunrayodeluz...Nada,nomequedarésinintentarlo.

—Perderáseltiempo,queridohermano.

—O no... Ese caballero me ha demostrado no ser un alma vulgar. Alcontrario,poseeunentendimientoprivilegiado.

—¡Oh,esosí!¡quélástima!...

—Yungrancorazón.

—También.

—Tenemosloprincipal,elterreno.

—¿Y las preocupaciones, y la costumbre, y las ideas adquiridas ya, esdecir,lamalahierbaquehaechadoraícesytodoloinvade?

—Hombre,porDios.¡Lahierba!...meríoyodelahierba.NuestroSeñorJesucristo nos enseñó el modo de arrancarla y echarla al fuego. Yo nodesconfío hasta no probarlo... ¿Me permites que le proponga quedarse unoscuantosdíasmás?

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—Comoquieras.Veremosquétallotoma...Peronovayamosáperdersubuenaamistad,yhastaelagradecimientoquenostiene...

—Puesmiratú,poresodelagradecimientolevoyámetereldiente;esaeslahendiduradesucoraza,yporahí,porahí...

Don Juan se echó á reir. Después llamó á su hija. Gloria se habíadesayunadoálahoraenquelospájarossaludaneldía,porqueenaquélteníamuchasocupacioneslaseñoritadeLantiguayeraprecisoempezarpronto.

Cuando por el comedor pasó apresurada como persona que traemuchosnegociosentremanos,supadreledijo:

—¿Tehasolvidadodelcaféparaesecaballero?

—Noseñor.Selohansubidoahoramismo.

—¡Quémal gusto tienen estos extranjeros en no gustar del chocolate!—dijo el reverendo D. Angel, arramblando lo que en el fondo del cangilónquedaba.—Gloria,sobrinamía,acompáñameádarunavueltaporeljardín.

Sedeñotomóunperiódicoquehabíallegadolanocheanterior,ydirigióáéllosvidriosdesusanteojos,poniendocaradegranimportancia.

—Veaustedádóndeconducelairreligiosidad,Sr.D.Juan—dijo,dandoungolpeconlasiniestramanoenlahojaimpresa.—Oigaustedestecaso.

Yleyó.D.Juan,apartandoeljicarón,ahuecólapalmadelamanoylapusoen el oído almodode trompeta.Era un poco teniente, es decir, sordo de laorejaderecha,sobretodocuandohabíavariacionesatmosféricas.Entanto,D.Angelsaliómurmurandounacancioncillayacompañadodesusobrina.

—Picarona—ledijo,—graciasáDiosqueteecholazarpa.Tupadrequierehablarte.

Gloriasintióciertapena,porquerecordóquecuandodíasantesledijosutío«tupadrequierehablarte,»fuéparaelenojosoasuntodeRafael.

Alpasaraljardíncogióenlapuertaunaflordemadreselvayselapusoenlabocaparamascullarleelpalo.

—Juansequeja—indicóelobispo,—dequenolehascontestadoaúnáunapreguntaquetehizo.

—¡Ah! ya sé...—dijo Gloria, sintiendo que las palabras de su tío se leclavabanenelcorazóncomoespinas.

—Peroyonomemezcloentalesasuntos—añadióSuIlustrísima.—Alláteentiendascontupadre.Noessinoquecomohoysemarchaesejoven...Perohazmeelfavordenoandartanáprisa,quemispiernas,hijita,noestánparafiestas.Desdeeldíadelagranmojada...

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—CuandosalvaronalSr.Morton...

—Por bien empleado doy el chapuzón, eso sí. Gran conquista hicimos.Dímeunacosarespectoáesecaballero...

Gloria,arrojandolamadreselva,oyócontodasualma.

—¿Has observado—preguntó Su Ilustrísima deteniendo el paso,—si esecaballero...?

—¿ElSr.Morton?

—Justamente: sihapronunciadoalgunapalabra referente ánuestra santareligión.

—LeheoídohablardeDios,de...Aguardeusted.

—Noeseso,tonta,deDioshablantodos.¡Cuánpocosleconocen!¿Lehasoídopronunciaralgunafrasedepresivaparanuestrasantareligión?

—No,tío...

—Porque, verás; mi hermano y yo, lo mismo que Sedeño, hemoscomprendidoqueesehombreesprotestante.

—¡Protestante!

Gloriasequedóatónita.

—Esdecir,quesecondenará—dijoGloriavivísimamente.—Eslástimaqueteniendotanbuencorazón...

—Síqueesunalástima...Teconfiesoqueestoyverdaderamenteafligido,afligidísimo.

—Sidaganasdecorrerhaciaélygritarle:«¡Caballero,porDios,sálveseusted,ádóndevausted...!Véngaseustedconnosotros.»

—Justo,comocuandomiramosáunciegoque,pornoverelcamino,sevaá caer en un pozo. Has interpretado á maravilla mi pensamiento. Yo estoydesasosegadodesdequeesejovenestáennuestracasa,yeldíaenqueleveamarchar tendré un disgusto... quiero decir, si se marcha como ha entrado,ciego.

—Protestante.

—Cabal.YmeparecequesoyindignoapóstoldeCristosinoconsigo...

—¿Convertirle?—preguntólaseñoritaconincredulidad.

—¿Teparecedifícil?Otrascosasmásdifícilessehanvistorealizadas.Esimposible que Dios haya creado un ejemplar tan hermoso de la personahumana para dejarle perder. ¡Quién sabe si su sabiduría infinita encaminó á

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este hombre á nuestras playas abriéndole con el naufragio el camino de susalvación!

—¡Oh,quiénsabe!—exclamóGloria,elevandosusojosalcielocomoparapreguntarle si era verdad la suposición de su tío.—¡Dios dispone tanadmirablementelascosas!

—Eles laverdad, lavida,elcamino.Nada,estoydecididoádirigirmeáese caballero, á encararme atrevidamente con él, comoministro que soy deJesucristo,ydecirle:«Morton,túdebessercatólico.»

—Muybien,tío—exclamóGloria,aplaudiendoconentusiasmo.

Susojossehumedecieronligeramente.

—Estoydecidido—continuóSu Ilustrísima, sintiendoen sí la inspiraciónevangélica,quelehacíatanadmirableenelpúlpito,—ádecirlecomoJesúsáLázaro:«¡Morton,despierta;Morton, levántate!Túnohasnacidoparaviviren la regiónde las tinieblas.Arroja esa sacrílega vendaymira esta luz quetengoenlamano,estaluzdivinaqueelSeñorsehadignadoconfiarmeparaqueteguíe,paraqueteilumine.Venyreposasobremicorazón,hijomío;vená aumentar el reinado de Jesucristo con tu preciosa inteligencia, con tusensibilidad exquisita, con tu noble aunque extraviado espíritu.» ¡Oh! y siviene,esedíaseráelmásgloriosodemivida,porquehabréarrancadodelasmanos de Satanás una víctima; habré rescatado unmiserable cautivo de lasregiones infernales; habré conquistado una oveja al rebaño de Cristo yaumentado los celestes dominios de la Iglesia; y cuando Dios me llame ájuicio,podrédecirle:«¡Señor,heganadounabatallaalenemigo!»

—¡Oh, tío, tío de mi alma!—exclamó Gloria, besando con frenesí lasmanosdelprelado,trémulasaúnporlaoraciónoratoria.—¡Ustedesunsanto!

—Santo, no; pero al considerar este caso de que ahora hablamos, no seapartademimenteelrecuerdodeaquelgentilllamadoSaulo,quedespuésfuégloriosísimo apóstol.Yo sería felíz desempeñando el papel deAnanías, quepormandatodeDioscorrióenbuscadelperseguidorde laIglesia,y ledijo:«Saulohermano, elSeñor Jesús, que se te apareció en el caminopordondevenías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del EspírituSanto.»Y al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró lavista,ylevantándose,fuébautizado.

—SanPablo.

—Unadelasmásgloriosasconquistasdelafecristiana,sí.Aquelhombreera tan despejado, que Nuestro Señor quiso traerle á su servicio y le trajo.Hacedosótresdíasquenopiensomásqueenesto,ycuantomástratoáesejoven,yoigosuspalabras,ymido laalturadesudiscernimiento,másvivos

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son mis deseos de decirle: Saulo hermano, Jesucristo me ha enviado ádevolvertelavista.Enlasempresasheróicas,másenergíaybravuradesplegaelalma,cuantomásseñaladoeselméritodelaplazaquesequiereconquistarymásgrandeslafamaydestrezadelenemigo.

—YcomoDanielparece...

—No parece, sino que es una de las más acabadas hechuras de Dios.Cuando veo aquel admirable y soberbio vuelo de su entendimiento, digo:«¡quélástima,Señor,quélástima!»¿RecuerdasquébellísimaexplicaciónhizodelasfuerzasdelaNaturaleza,relacionándolasconlaprevisióndivina?

—Sí,sí,lorecuerdo.

—¿Yaquellasencillaypatética figuraque trazóde lascostumbresdesuancianaabuela?

—¡Oh!Sí,sí,lorecuerdo.

—¿Y las consideraciones que hizo sobre lamuerte de sus dos hermanasdoncellas,contagiadasdelapesteporasistirálosenfermos?

—Sí,tío,sí...lorecuerdobien.

—¡Y qué bienmanifestó sus aficiones sencillas, patriarcales, exentas devicios,suadmiraciónálasobrasdeDios!

—También,tambiénlotengopresente.

—¿Yelcariñoquetieneánuestropobrepaístandesgraciado?...

—Sí,sí,tío,todolorecuerdo.

—Yyoaloirleyalverle,digo:«¡quélástima,Señor,quélástima!»

—¡Qué lástima!—repitióGloria cruzando lasmanos y elevándolas hastaapoyarenellaslabarba.

—Hoymismo,hoymismopiensodarprincipioámigranempresa—afirmóelobispoconnobledecisión.—Alfinharemosalgograndeennuestrapobrevida.

—¿Hoy mismo?... pero si se marcha pronto—dijo Gloria afectandonaturalidad.

—No,porquetupadreyyohemosconvenidoenrogarlequesequedeenFicóbrigayennuestracasaquincedíasmásóunmes.

—Entonces,entonces,tío—dijolasobrinitadisimulandomalsualegría,—triunfaráusted,triunfarálaIglesiadeJesucristo...¡Oh!¡quéexcelenteideahantenidopapáyusted!

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—Ahorasubiréádecírselo.Aceptará,porquenosehallabiendesaludyelsosiegodeestepaís lerepondrá.Hoylehablodereligióny...nomefaltaránargumentos. Donde hay un buen corazón, estamos á la mitad del camino...¿Sabessisehalevantado?

—Roquenoslodirá.

Elcriadopasabaporeljardín.

—¿SehalevantadoelSr.Morton?

—Síseñor.Voyconunencargosuyo—dijomostrandounpaquete.

—¿Quéeseso?

—TodalaropaqueelSr.D.Danielteníaenlosbaulesmojados.Lallevoalseñorcuraparaquelarepartaálospobres.

—Apuesto—manifestóGloriaconpena,—áqueD.SilvestrenodaningunapiezaáCaifás.

—Voyalinstantearriba—dijoelobispo.

Glorialeacompañóhastalaescalera.Despuéscorrióálacocina.Sualmarevoloteaba en el seno del éter más puro, en plena luz celestial, como losángelesqueagitansusalasjuntoalTronodelSeñordetodaslascosas.

XXI

Sepulcroblanqueado.

Y era en verdad contraste singular que mientras su alma, como dice elsalmista,escapabaalmontecualave,estuviesesucuerpoenlugartanrastrerocomo una cocina, y arremangándose los lindos brazos y poniéndose undelantalblanco,empezaraábatircon ligeramanomuchedumbredeclarasyyemas de huevo, que en honda cacerola espumarajeaban formando bolas defragilísimo cristal. La cuchara, que por la rauda agitación apenas se veía,levantabaamarillanube;hervíanlasalbuminosasclaras,simulandograciosasexcrecencias de ámbar y mil y mil engarzos de topacios, en cuyas facetastemblabalaluz.Despuéspasóaquelmenjurgedeunacacerolaáotra,quitóáunlimóntodalacáscara,picólaenmenudostrocitos,revolvióconharinaloshuevos, sacó de un cajón unas viejecillas arrugadas y dulcísimas que en sujuventud se llamaron uvas, acaparó bizcochos, apoderóse por último de unmoldedehojadelata,todocongranprestezaypulcritud,hastaqueFrancisca,nopudiendotolerartalinvasiónensusdominios,ledijodemuymaltalante:

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—¿Quéhacesahí,tonta?¿Quécomistrajoesese?

—Tú sí que eres tonta—repuso Gloria riendo.—¡Qué entiendes tú decocinafina,nidepudines!

—¿Yesoparaquiénes?—prosiguiólarespetablecriadaconironía.—¿Paraelperro?Niña,porDios,que tevasáecharáperder lasmanos.Vetearriba,queaquínohacenfaltaespantajos.

LaantiguacocineratratabaáGloriaconlafamiliaridaddeloscriadosquehan visto nacer á todos los niños de una casa. Gloria, después de agitarsemucho,dióporterminadasutareayabandonólacocina,subiendoásucuarto,dondeseocupóenarreglarseyponerseguapa,porquelahoradelalmuerzoseacercaba.

Atentosáella,entraronenlacasaD.RafaeldelHorroyelcura,queaqueldíaandabanmuyentretenidosconelnegociodesuviajeelectoral.SubieronásaludaráD.Juanensudespacho;perocomohallaranáéstemuyatareadoconlascartasqueescribíaparavariospersonajesinfluyentesdelaprovinciayquenuestrosdosexpedicionarioshabíandellevar;comoademásvieranaldoctorSedeñoabstraídoenlalecturadelosperiódicospolíticos,tornaronaljardín.

Gloria, después de pasar revista al comedor y ver qué tal ponía lamesaRobustiana,salióaljardín.Habíaenéste,porlapartepróximaalcamino,unbosquecillo formado de altasmagnolias, algunos espesos pinos y dos ó tresplátanos,loscualessobrepujabanátodalafamiliavegetaldelrepuestojardín,extendiendosusgrandesramasentangrandeespacio,queporunladosalíansobre la verja hasta fraternizar con los olmos del camino, y por otroacariciaban las ventanas de la casa. En el centro del bosquecillo había unaglorieta,á laque rodeabanespesosmatorraleshechosdeevónymus, retamasolorosas, tamarindos, verónicas, adelfas y otros arbustos, combinados conprimoroso arte. Por detrás corría un estrecho camino semicircular, obscuro,húmedo,enelcualsolíanversemenudoshilosdetelarañatendidosentre lasramasyenlostroncosdelosárbolesgrandes.Gloriaentróporestecamino.Alpoco rato oyó voces y se detuvo. Su primera intención fué no hacer caso yseguir adelante. Pero oyó pronunciar su nombre, reconociendo la voz deRafael. Este y el cura hablaban en la glorieta. No pudiendo refrenar lacuriosidad,escuchó:

—Gloria es perfecta, como usted dice—hablaba el cura,—y además deperfectaeshijaúnicadeunhombrerico.Miopiniónes,amigoD.Rafael,quetodonodebesersentimentalyteamoyteadoro,sinoquedebemirarsemuchoalbienestardeamboscónyuges.LapinturaqueustedmehahechodelocaraquesehapuestolavidaenesaendiabladaCorte,mehorripila.Dígameusted,¿quétalpintalaabogacía?

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—Mal—repuso el joven con hastío,—después que Lantigua entregó subufete á lospasantes, éstoshanacaparado todos losnegocios eclesiásticos...Sinembargo,algosehace.

—¿Yelperiodismo?

—Esonosenombrecomoprofesiónlucrativa.Esunexcelentemedioparahacerselugarenlapolítica,únicacarreradeprovechoparalajuventud.

—Y usted la ha hecho buena—dijo hiperbólicamente el cura.—A lostreintaycuatroaños...Estenenevaátragarseelmundo.

—Peroustednosabe,amigomío,quécompromisos,quécargastanatrocestrae este maldito oficio en su primera época. La posición que se adquiereimpone...

—¡Ajajá! Ya lo sé. Gastos atroces, ¿no es verdad? ¿Pues qué? ¿Queríaustedpescartruchasábragasenjutas?

—No...yasécómosepescan.

—PoresodicenqueenInglaterrasólosededicanálapolíticalosricos—dijoelcura.—Estesistemamepareceexcelente.

—EnEspaña,porelcontrario,eslacarreradelospobres.Yesunmal,loconozco,pero ¡quésevaáhacer!Lospleitosnodan,amigomío,sinoá losque han empollado el bufete con el calor que les dejó en el cuerpo la sillaministerial. Los negocios exigen capital; el comerciomenudo es indigno dequienhaestudiadounacarreracientífica;noquedan,pues,másquelasarmasylapolítica,yámínomegustanlasarmas.

—Las armas de la palabra, de la pluma, amigo mío—dijo el cura conentusiasmo.—¿Sabe usted que si alguna cosa envidio en este mundo es lagloriadeusted?

—Pues tiene poco de envidiable—replicó Rafael con cierto tonillo dedespreocupaciónquecontrastabaconsuhabitualprosopopeya.—Yomeríoávecesdemímismo,ycuandoestoyásolasenmidespacho,medigo:«parecementira que seas tú mismo ese que pronuncia tales discursos terroríficos yescribe los artículos furiosos que entusiasman al partido.» Yo, que no soycapázdematarunapulganigustodequesemolesteánadie,predicolaruínade la sociedad actual; yo, que tengo como cada hijo de vecinomis dudillasacerca de muchas cosas que nos enseña el catecismo, aunque no de lasprincipales,parece,segúnlavehemenciaconquelodigo,quemequierotragarálosquecreenpoco.

—¡Ah!¡ah!—exclamóelcurariendo,—eseesmalcomúnátodalagentedehoy,blancosynegros.Nadietienefe.Hacepocohablabayoconunseñorque pasa la vida escribiendo contra los incrédulos y llevando y trayendo

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recados alPapa.Enconfianzamedecía: «Sr.D.Silvestre, nohayquienmehaga creer en el Infierno.» Yo me reía mucho con sus rarezas, y jamásdisputábamos, porque aborrezco las disputas. Ibamos á cazar juntos. Yo leenseñabaelcartapaciodemissermonesparaquelesecharaunvistazo...Yaseve... Es persona de muy buen gusto y estilo, una especie de fray Luis deGranada sinhábitosy sin fe,ypor lodemás sujetoapreciabilísimo,personaexcelente.Ustedtambiénesdelosquehablanmuchoycreenpoco.

—Entendámonos, señor cura. Yo creo que sin religión no hay sociedadposible.¿Adóndellegaríaelfrenesídelasmasasestúpidaséignorantes,siellazodelareligiónnoenfrenarasusmalaspasiones?

Alocualelcura,riendo,contestó:

—Pero en esto de creer hay algomás que un freno para contener á losignorantes.Losilustradosylossabiosdebenacrisolarsufeconelestudio.

—Así debiera ser—dijo Rafael.—Conviene que todos contribuyamos áconservar sólida y firme esta base del edificio social. Si la religióndesapareciera, los demagogos y petroleros nos declararían una guerra ámuerte.Escosaqueespanta.

—Tremendo,sí.

—Por eso yo soy de opinión de que sigan las misas, los sermones, lasnovenas,lasprocesiones,lascolectasytodoslosdemásusosyritosquesehancreado para coadyuvar á la gran obra del Estado, y rodear de garantías yseguridadesálasclasespudienteséilustradas.

—Segúnusted—observóelcuradandoriendasueltaásujovialidad,—lasprácticas religiosas no son otra cosa que una especie de instrumentocorreccionalcontralospillos.PeroSr.D.Rafaeldemialma,desarrollandosusistema de usted debiéramos decir: «suprímase la religión y auméntense lospresidios.»

—¡Oh!nobromeeustedytengapresentequeaquíhablamosenconfianzayqueestonosaledelosdos.¡Buenoandaríaelmundosinreligión!¡Benditasseanmil veces las creencias quenos legaronnuestros padres y la fe enquefuímoscriados!¡Quédulceeslareligión!...¡Lasmujerestienenenellatalesconsuelos...! Se muere una persona de la familia, madre, hermano, niño, yellascreenquelaverándespuésyqueeldifuntoseestápaseandoporencimadelasnubes,ysiesniño,correteandoyenredandodeestrellaenestrella.Lareligióndebeexistirsiempre,siempre,yexistirá.Ademáshayenellamuchascosasqueconsuelanyalgunasquesonverdadesirrecusables.

—Todas;quenoalgunas,comousteddice,loson—dijoelcuraafectandocierta gravedad.—Si yo tuviera ámanomis libros ó recordara fácilmente lo

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muchoybuenoqueenellosheleído,leprobaríaáustedquetodo,todoloquelareligiónsostieneesverdad,ytodosirvedegranconsueloalignoranteyalsabio, al pobre y al rico. Pero tengo una memoria perversa, y con misocupacionesdecadadíanomeacuerdodenada.

—¡Oh!yohe leídobastante,ypormipartenopuedoacusarmedehaberhechodañoalgunoálaIglesianiálaspersonaseclesiásticas.Porelcontrario,en mis discursos, en las conversaciones privadas conmis amigos políticos,siemprehedicho:«Señores,lareligiónantesquetodo.Noquitemosalpuebloese frenomoral...Conviene,pues,que la Iglesia estédenuestraparte.Eselgran auxiliar del Estado, y hay que tenerla contenta. ¿Pide seis? pues darleocho...»Aborrezcoáesosquesellamanfilósofosylibrepensadoresyqueseponenágritarenlasasambleasyenlosclubs,haciendoverquelaIglesiaesesto y lo otro. Yo les digo: Señores, en el fondo casi estamos conformes.¿Cómopuedenegarsequemuchasdelascosasquenosquierenhacercreer,noandan muy acordes con el sentido común? Pero ¿hay necesidad de subirseencima de una silla y decirlo á todo el mundo? El pueblo ignorante no loentiende,yaloiráustedes,creequeleestánpermitidoselroboyelasesinato.Hay que mirarse bien antes de propagar ciertas doctrinas... Por esto soyenemigodeesoscharlatanes,yenmihumildeesferadefiendoconlapalabrayconlaplumalascreenciasreligiosas,ladoctrinatodadelaIglesiacatólica,elculto y el clero, venerandas instituciones sobre las cuales descansa el ordensocial;defiendolafedenuestrospadres,lasprácticassencillas,lasoracionesque nos enseñó nuestra madre en la cuna, todo eso, en fin, tan fácil deaprenderytanbonito...porquelareligiónesbonita.YoheestadoenRoma,hevisto muchas ceremonias en San Pedro. ¡Ah, Sr. D. Silvestre! Es cosa queentusiasma... ¿Pues y las procesiones de Sevilla?... Todo esto debeconservarse.

—Todoestodebeconservarse;peroloqueimportaprincipalmenteeslafe,ysiéstanoseconserva...

—Sí,también,también.Todosdebemostrabajarparaquecreanlosdemás,paradifundirlosdonesdelEspírituSanto,paraquesemantengaincólumelafedenuestrospadres...¡Oh,lafedenuestrospadres!

—Usted,Rafael,perteneceálaescueladelosquedefiendenlareligiónporegoísmo,esdecir,porque lescuidasus intereses.Venenellaunaespeciedeguardería rural,ydicen:«Lareligiónesmuybuena:debecreerse:verdadesqueyonocreo;perocreanlosdemásparaquetenganmiedoáDiosynomehagandaño.»Entantonosecuidandelosaltosfinesreligiososnidelavidaeterna.

—¡Lavidaeterna!—dijoD.RafaeldelHorro.—Aquíestálagrancuestión.¡Admirableideaparaquelasociedadnosedesborde!

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—¿Nocreeustedenella?

—Sí; forzosamente ha de haber alguna otra cosa después del morir...porquenodebeacabarseunosinmásnimás...Perodigoyo:sidespuésqueexpiremos resulta que no hay nada de lo dicho, y caemos en profundísimosueño, ¡que chasco, amigoRomero!Y laverdadesquepormuchoqueunopiense,nopuedelimpiarsededudas.Francamente,esodequeloquenoesnisombra,nialiento,nirayo,ensuma,loquenoesnada,sigaviviendodespuésdelhoyo,ynosmandenalCieloóalInfierno...¡Ah!loqueesesto...NohayquienmehagacreerenelInfierno.¿Esposiblequeustedmesostengaquehayunpozo llenode fuegodondecaen losquehanhechopicardías?Vamos,yocreoquelamismaIglesiahadetenerquetransigiralfindiciendoqueesodelInfiernoes...cualquiercosa,nadaentredosplatos...¿Puesylavidaeternayelparaíso?Enfin,seaturdeunoalpensarenello,ymásvaledejarloáunlado.

—Vive Dios—exclamó con vehemencia don Silvestre Romero dándosefuerte porrazo en la rodilla con la palma de su mano de oso,—que si yorecordaraloqueheleídoenmislibros,lecontestaríaáustedpuntoporpuntoátodasesascuestiones,dejándoletanconvencidodequehayalma,dequehayInfierno,dequehayCielo,comodequeahoraesdía;perotengounamemoriainfame; leohoyuna cosaymañana semeolvida.Luégomis ocupaciones...figúreseustedque este ir yvenir alSotoy á laplayahá tiempoquenomepermiteabrirunlibro.¡VayaconeldonRafael,quéideastiene!Cáspita,nosehadedecirestoáloselectores,porqueentonces...Alcontrario,todohadeserreligión ymás religión. A este son les hemos tocado siempre, y á este sonbailanqueesunamaravilla.

—Bailarán también ahora—dijo delHorro sonriendo;—por cierto, Sr.D.Silvestre,quesinonosvamoshoy,meparecequellegaremostarde.

—Tenemostiempodesobra.EstanochellegamosáVillamojada,vemosálos amigos; pasado mañana á Medio-Valle, vemos á los amigos... Todo sereduceápasardepuebloenpuebloyáveramigos.Fíeseusteddemí,hombre.En todo loque seade losMadrilesyde lapolíticagorda,puedediscurrir yquebrarselacabeza;peroenestatierrayenelecciones,déjemeustedámíycálleseyestésequieto.Cadaunoensuelemento.

—Nome falta confianza, señor cura Caraculiambro—dijo Rafael dandouna gran palmada en el hombro del gigante clérigo.—¡Oh! si todos losnegociosquehetraídoáesteFicóbrigademildemoniosfuerantanbiencomoeldemielección...

—¡Ah! ¿Lo dice usted por la señorita de Lantigua? ¡Qué bocado deángeles!...Ustedtienelaculpadequeestepeznohayapicado...

—¡SiGlorianomequiere,nipareceinclinarseáquerermenunca...!

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—Ya; después de casada ya la enderezaría yo—afirmó el cura.—Ello esqueustedhapuestosuasuntoenmanosdeD.Juan,yéstecon lasfinurasytiquis-miquisqueusalohabráechadoáperder.SiyofueraD.Juan,saldríadelpasodiciendo:«Niña;ácasarse,ychitón.»

—A mí nadie me quita de la cabeza que Gloria tiene algún novio enFicóbriga—dijoRafaelpensativo.

—Loqueeseso...Yosostengoqueestaniña,ápesardesuvivezaydesusojosqueechanlumbre,esunhielo.

—Qué sé yo, qué sé yo...—indicó el joven campeón de Cristo mirandofijamentealsueloypronunciandoconmuchalentitudpalabratraspalabra;—ledigoáustedqueesaniñametieneyahastalacorona.

Glorianoquisooirmásyseretiró.

XXII

LarespuestadeGloria.

EntróeneldespachodeD.Juanalmismotiempoqueelseñorobispo,elcual tenía gozoso semblante y se acariciaba unamano con la otra, señal deregocijoqueseadvierteentodoslosqueacabandehacerunacosabuena.

—Queridohermano—dijoSuIlustrísima,—meparecequenohetocadoálapuertadeunacasavacía:alguienresponde.

—¿Deveras?—exclamóD.Juanmetiendoenelsobrelaúltimacarta.

—Ha empezado por mostrarse muy agradecido á tus nuevas bondades.Aceptalahospitalidadqueleconcedesporquincedíasóunmes.

—¿Has hablado con él de religión?—preguntó Lantigua pasando por sulengualaparteengomadadelsobre.

—Sí;masél,conhabilidadsuma,haeludidoentrarenlascosashondasdedoctrina.Nohablamásquedegeneralidades,delaCreación,delabondaddeDios,delperdóndelasinjurias...nadaconcreto.

—Temedescubrirse.Esareservameagrada,porquenomegustaverálosherejeshaceralardedesu impiedadyprovocarnosconargumentoscomunesdelosqueusanlosperiódicos.

—No le he oído ni una sola vulgaridad.Mas nada puedo sacar en clarorespectoáloconcretodesuscreencias—dijoSuIlustrísimaconlástima.—Loquesípuedoasegurartecontodaverdadesque...

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DonAngelacercósusillaálasilladesuhermano.

—Queesunalmaprofundamentereligiosa,llenadefe...

—Faltasaberquéespeciedefe...

—Tienes razón—dijo el obispo rectificándose con presteza.—Llámalopredisposicióná lafe, íntimoanunciode laverdaderafequehadevenir.Alestado de ese noble espíritu le comparo yo á una lámpara perfectamentepreparada,llenadeaceitehastalosbordesyconsumechaentodaregla.Nofaltamásqueencenderla.

—¡Yesnada!

—Bastaunfósforo,queesunsoplo,unaráfaga,elmomentoconvertidoenluz.Loquenoconseguiráspor todos losmediosdelmundoesdar lumbreáunalámparavacía.

—Seguramente.

—Nuestro Sr. Morton—añadió D. Angel,—podrá estar á obscuras de laverdaderaluz,perobienseconocequenoesporfaltadeojos.¡Cuándistintoes de muchos jóvenes de por acá, que diciéndose cristianos católicos yhabiendo aprendido la verdadera doctrina, nos muestran en su frivolidad ycorrupciónmoral, almas vacías, almas obscuras, almas sin fe, los sepulcrosblanqueadosdequenoshablóelSeñor!

Gloriaseacercóásupadre.

—¡BuenasehaarmadoenlaAsambleadeFrancia!—exclamódesúbitoeldoctor Sedeño, que leía un diario.—Esto es la dispersión de gentes. ¡Oh!¡Francia, Francia, bienmerecido lo tienes! Oiga Usía Ilustrísima y formaráideadecómoseacabaunpaísporabandonarlasvíasdelcatolicismo.

DonAngelmiróásusecretarioyalperiódicoqueleía.

Gloriapusolamanosobreelhombrodesupadre.

—¿Qué quieres, hija mía?—le dijo éste cariñosamente tomando aquellamano.—¡Ah!picarona,yaqueestásaquíno temarcharássin llevarunbuensermón.

—¿Porqué?

—Porque no tienes formalidad. Hace días te hablé de un asunto; meprometistecontestarpronto,yestaeslahora...

—Puesbien,papá—indicóGloriainclinándose.—Voyácontestar.

DonJuandejólapluma.

—Y contesto que no—dijo la señorita sonriendo y reforzando su frase

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negativaconunvivomovimientodecabeza.

—¿Rehusas?

—Rehuso...perodetodocorazón.

—¿Lohaspensadobien?

—Lohepensadobien,ynopuedo,nopuedodeningúnmodoquerer...

—¿Podrías darme alguna razón?—dijo don Juan, mostrando unsentimientoextrañoquesólopodríallamarseseveridadbenévola.

—Unano,mil—replicóGloriaconsunaturalpropensiónálahipérbole.

—Conunamecontento.¿Hasconsideradobienlasprendasdeesejoven?

—Sí,yhevistoqueesunsepulcroblanqueado.

—Mirabienloquedices.

—¡Ah! usted mismo no tardará en reconocerlo. No es oro todo lo quereluce. Verdad es que paramí nunca ha brillado el D. Rafaelito sino comohojalata.

—¡Quémaneradejuzgar!—observódonJuan.—¿Acasotú,unachiquilla,puedesjuzgar...?Perosilencio,quevieneaquí.

Don Silvestre y Rafael entraron, dirigiéndose ambos á besar el anillo alobispo y preguntarle por su salud. Por un instante no se hablómás que delproyectadoviaje.

—¡Oh! aquí tenemos un documento importantísimo—dijo el doctorSedeño señalando otro periódico.—Es una carta de Ficóbriga en que se dacuentadelaportentosaynuncavistahazañadeD.SilvestreRomero,alsacarásalvodeenmediodelasolasálostripulantesdelPlantagenet.

—¿Aver,áver?—dijoelcurallenodeemociónyconlosojoschispeantesdevanidad.

—Leponenáustedenlasnubes...aquí;leausted—indicóSedeñodandoelperiódicoaltonsuradoatleta.

Romero leyó en voz alta el articulejo en que se narraba con prolijosdetalleselsucesodel23deJunio,ydijoalconcluir:

—Noestámal,noestámal.

—El señor cura—agregó Su Ilustrísima con bondad,—se vanagloriademasiadodesuacciónbenéficayledapublicidadexcesiva,presentándoladeunmododramáticoyteatral,conloqueaquéllapierdeuntanticodesugranméritoyespontaneidadevangélica.

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DonSilvestre,algoturbado,seinclinóconrespeto.

Si esto dijo el obispo al ver la complacencia con que Romero leía lasalabanzas de su proeza, ¡cómo le reprendería si hubiera sabido que estabanhechasporélmismo!

—Los amigos—dijo éste reponiéndose,—se empeñan en que todo elmundohadesabermihombrada.Yonomehevueltoáacordardeloquehice.

—Yasí debe ser, amigomío—manifestóSu Ilustrísima, estrechándole lamano.—Elrecuerdodelalimosnaincumbealquelarecibe.OigaustedalSr.Morton.¡Québiencaenensubocaloselogiosdelavalentíadeusted!

—¿YalfinelSr.D.Danielsenosmarcha?—preguntóRomero.

—No—repusoelobispo.—Conpermisodemihermano,acabodeinvitarleparaqueestéaquíquincedíasmásóunmes.

DonJuan,quemeditabaalladodesuhija,alzólacabezaydijo:

—¿Noteparecequebastaráconochodías?

—Comoquieras;peroyalehedichoquequincedías...

—Comoquieras tú—indicóD. Juan.—Loque ahora nos importamás escomer. Gloria, esa comida, por amor de Dios. Mira que estos dos señorestienenquemarcharsepronto.

—Ya pueden ustedes bajar—repuso ella con semblante animadísimo,derramandoclaridadyalegríaporsusnegrosojos.—Tío,señordoctor,señorcura,Rafael...

Alsuaveanunciodelcomer,Sedeñodejóenpazlaprensaperiódica.

—¿BajahoyelSr.Morton?

—Sí,hoybajaporprimeravez—dijoSuIlustrísima.—Aquíestá.

Unasombraseinterpusoenlapuerta.EraMorton,todovestidodenegro,pálido, hermoso y demacrado, semejante á unmártir de los primeros siglosque,resucitando,sepusieralevita.

—Bien,amigo,bienporesevalor—gritóelcurasaliendoalencuentrodelextranjero.

Elseñorobisposalióapoyándoseensubastón.OfrecióleDanielelbrazoybajaronambosdelante.Siguiéronlelosdemás.

Gloriasequedólaúltima.

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XXIII

Dosopinionessobreelpaísmásreligiosodelmundo.

DanielMortonnosalvósinounapartemuypequeñadesuequipaje,queeraconsiderable;perosílosfondosquetraíaenlacajadeábordoácargodelcapitán. Este fué á visitarle el día en que partieron todos los náufragos, yentrególe lo que de él había recibido, descontando una cantidad queDanieldestinó á auxiliar á la tripulación. Púsose luégo éste en relaciones con elcónsulinglésdelacapitaldelaprovincia(situadaádiezyseiskilómetrosdeFicóbrigaporcamino real),y recibiódosgrandesbaulesconefectos.Aldíasiguientedesuprimerasalidadelacasa,Mortontuvolaabnegacióndeconfiarsupersonaáundescuadernadocajoncillo,queusurpandoaleveelnombredecoche, iba todos los días á la capital de la provincia, moliendo gente sopretexto de llevarla y traerla. Por la noche Daniel volvió caballero en ungallardopotronegro.

—Fuí con intención de comprar un caballo, aunque sin esperanza deencontrarlo—dijoalllegarjuntoálaverjadelacasa,dondesehabíandetenidolostresLantiguasdespuésdesupaseovespertino;—perohepodidoconseguiresteanimal,quenoesunprototipodebelleza,peroqueanda.

—Amíme parece arrogantísimoy digno deSantiago, si fuera blanco—dijoD.Angel.

—Pues no creí yo que allá encontrara usted tan buena pieza—indicóD.Juanexaminandoelcorcel.—Esdelopocobuenoquesesueleencontrarporestastierras.

Glorianodijonada.

Morton,despuésdedejarsucaballo,subiódiciendo:

—Yatengocaballo.Nomefaltamásqueescudero.

Yaquellamismanochecerró el trato conRoque, criadode la casa, paraqueunhijodeéste,nombradoGasparucoyqueparecíabueno,lesirviesedecriado.

—Porlovistosedespiertaenustedlaaficiónánuestropaís—dijoelSr.deLantigua.—¿Yletendremosáustedmuchotiempoporaquí?

—Esposiblequesí—repusoMorton.

EnpocosdíaselcaballerohamburguésvisitóyconocióprolijamentetodaFicóbriga,enespecialidadlaAbadía,curiosísimaobradelundécimosiglo,quenoporestar tandejadade lamanode loshombres, todadestruídayafeada,carecía de encantos para el artista. También vió el castillo desmantelado, el

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torreón ó cubo señorial que se alza más arriba de la huerta abacial, ogañocementerio,ylascasasinfanzonasdelavilla,algunasdelascualesllamanconjusticialaatencióndelosforasteros.

Los habitantes de ésta miraron con simpatía al extranjero, si bien leinundarondecomentarios.Variaspersonas,comoD.JuanAmarilloydosdelosindianos,hicieronamistadesconél.

En casa de Lantigua había ganado Morton las simpatías de los doshermanos, por su trato afabilísimo, y la amenidad de su conversación.Demostraba un entendimiento privilegiado sin pedantería, sensibilidadexquisitasinafectaciónyacabadoconocimientodetodaslasreglassociales.

No se le cocía el panáD.Angelhastaplantearde lleno la empresaquepensabaacometer,apretándoleáellosutesóndeapóstolcristianoyelnaturalafectoqueelextranjeroleinspiraba.Undíaenuncióeltemaresueltamente.

Por desgracia para nuestra fe sacratísima, las santas aspiraciones delpreladonotuvieronéxito.PasabanhorasdiscutiendosinqueMortonrevelasedeseosdeabrazarelcatolicismo,yparaque lapenadel reverendopastordealmasfuesemáshonda,niaunpudoconocerdeunmodoclarolascreenciasreligiosas del extranjero, que hablaba siempre en términos generales yeludiendosupersonalidad.MaravillóciertamenteáD.Angelenestasdisputas,estériles por desgracia para el aumento de la grey católica, el conocimientoque Daniel mostraba de todos los libros santos, desde el Génesis hasta elApocalipsis. No ignoraba lo más selecto de los Santos Padres, y conocíaperfectamente toda la polémica religiosadel presente sigloyde los tiemposmáscercanos,conlasdisposicionesdelSantoPadre,elúltimoConcilioylostriunfosypersecucionesrecientesdelaIglesiadeCristo.

Mas de tanta erudición, hija de formales estudios y afición á las cosasdivinas, nada de provecho sacaba el buen pastor, lo que le causabaamarguísima pena. Ultimamente había pensado desistir de su empeño,considerandoqueDioselegiría,sinduda,otroscaminosyocasióndistintaparallevarlaluzalespíritudeaquelhereje.

EncuantoáD.JuandeLantigua,sialprincipioasistióconinterésvivoálos diálogos religiosos, pronto se apartó de ellos, por no permitirle perderningún tiempo los trabajos que entre manos traía. Devorado por una ansiafervorosa,entregábasesindescansoálaslecturasyálacomposiciónliteraria,bebiendoenlibrosyderramandosupensarencuartillas.Estabasuespíritutanporenterodadoáaquelafán,quenohabíafuerzashumanasquelearrancarandeldespachodurantecuatrohorasporlamañanayotrastantasporlanoche.Suhermano le reprendía cariñosamente por esta tarea ardorosa y febril, quegastabasusperegrinasfacultadesyleibairritandoelcerebroyenflaqueciendolasfuerzasfísicas,entérminosqueD.Juansedesmejorabamáscadadía.Pero

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nohacíacasoéldelossermonesepiscopales,yseguíaerrequeerresobreloslibros,sacándoleselredañoparaescribirdespués.¡Admirableaplicaciónquedebíadarporresultadounadelasmáshermosasobrasdelaépocapresente!

Unamañana era tanta su fatiga, que don Juan, sintiendo su cabezamáspesadaqueelplomo,salióáversiseledespejabaconversandoconMorton.Cuando llegó al gabinete de éste, extrañó que no estuviese allí de visitaD.Angel,porsercostumbretratarlaspolémicasenaquellahora.

—Vamos—dijo,—veo que mi buen hermano se ha visto obligado álevantarelsitio.

—Elseñorobispo—dijoMorton,—estanbuenoytansabio,quesindudaganará muchas plazas en el mundo. Las que él no tome sin duda soninexpugnables.

Tomando pié de esto, D. Juan le preguntó si había firmeza en suscreencias, cualesquiera que fuesen.No vaciló en contestarleDaniel que suscreencias no eran superficiales, rutinarias y endebles, como las de lamayorpartedeloscatólicosespañoles,sinoprofundasyfijas;á locualcontestóD.Juanquemáslegustabavereltesónylaconsecuenciaenlossectariosdelasfalsasreligiones,quelatibiezaydespreocupaciónenlosqueteníanladichadehaber nacido en la verdadera.Añadió que efectivamente se había debilitadomucholafeennuestrocatólicosuelo,peroqueestemal,ocasionadopor losexcesosrevolucionariosylainfluenciadeextranjerosenvidiososdelaNaciónmás religiosa del mundo, tendría fácil remedio en la propaganda, en lasoracionesyenlostrabajosdelaIglesia,siacertabaáencontrarunGobiernopiadosoqueleayudara.

Mortonnopareciómuyconformeconestaopinión.Sinembargo,deferenteconsugenerosoamigo,dijoqueconfiabaenlaregeneraciónreligiosadeestepaís,siabundabanenélpastorestanvirtuososytanilustradoscomoD.AngeldeLantigua,yseglarescomoD.Juan.

—YoconozcoregularmenteelMediodíaylacapitaldeEspaña—añadió.—Ignoro si el Norte será lomismo; pero allá, querido señormío, he visto elsentimientoreligiosotanamortiguado,quelosespañolesinspiranlástima.Noseofendaustedsihabloconfranqueza.Enningúnpaísdelmundohaymenoscreencias, siendo de notar que en ninguno existen tantas pretensiones deposeerlas. No sólo los católicos belgas y franceses, sino los protestantes detodaslasconfesiones,losjudíosyaunlosmahometanospracticansudoctrinaconmásardorquelosespañoles.Yohevistoloquepasaaquíenlasgrandesciudades, las cuales parece han de ser reguladoras de todo el sentir de laNación, y me ha causado sorpresa la irreligiosidad de la mayoría de laspersonasilustradas.Todalaclasemedia,conrarasexcepciones,esindiferente.Se practica el culto, peromás bien comoun hábito rutinario, por respeto al

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público, á las familiasy á la tradiciónqueporverdadera fe.Lasmujeres seentreganádevocionesexageradas,peroloshombreshuyendelaIglesiatodolo posible, y la gran mayoría de ellos deja de practicar los preceptos máselementales del dogma católico. No negaré que muchos acuden á la misa,siemprequeseacorta,seentiende,ynofaltenmuchachasbonitasqueverálasalida;peroesoes fácil,amigomío;¿nocomprendeustedqueestonobastaparadecir:«somosloshombresmásreligiososdelatierra?»

—Efectivamente no basta, no—dijo don Juan con voz triste,mirando alsuelo.

—Usted conocemuchas,muchísimas personas ilustradas, buenas, leales,quenopuedenmenosdeconsiderarsevirtuosas;personasáquienesusted,queestanbuencatólico,nonegarásuamistad;personasdequienesnadieseapartaconhorror,personasamables...

—Ya,yaséloqueustedmevaádecir—indicóD.Juanmelancólicamente.

—Pues bien, de esas personas... (y supongo que conocerá ustedmás demil) de esas personas, ¿cuántas cree usted que cumplen el preceptofundamentaldelcatolicismo,lapenitencia?

—¡Oh!tieneustedrazón,tieneustedrazón—dijoLantiguaconverdaderaangustia.—Decadacien,noventaycinconosehanconfesadoenveinteaños.

—Con la particularidad—añadió Morton,—de que la Iglesia mandaconfesarunavezalañoá lomenos.Losgrandesé intachablescatólicos, losquesepuedenllamarvasosdeelección(merefieroálosvarones,queridoD.Juan),graciasquecumplanesavezalaño,olvidandoquelaIglesiaaconsejaunavezalmesyaseguraque losqueno lohacenvivenunavida relajadayestánenpeligrodeperderse.Sitienenustedesconciencianodebensuponerseenpeligro,sinocompletamenteperdidos.

—Elprecepto, el precepto,Sr.Morton—dijoD. Juan con sequedad,—nomandamásqueunavezalaño.

—Hayotrosíntoma—prosiguióDaniel,—queheobservadomuchasveces.Cuandoenunacasarezanelrosario,loshombresseechanfuera,sinqueporestosealarme la familia femenina.Heoídoáalgunosniños inocenteshaceresta pregunta: «Díme,mamá, ¿por qué papá no reza?»Muchas veces no sesabequé contestar; pero enocasiones se lesdice:«Papá reza en su cuarto.»Perodonde rezapapá es en el casinoó en el café.Lasmujeres aquí, por logeneral, creen que siendo ellas rezonas, no importa que sus maridos seanblasfemos.Deboañadir,ynocreoqueustedseofendaporesto,queEspañaeselpaís,nodirémásblasfemodelmundo,sinoelpaísblasfemoysacrílegoporexcelencia.

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—Enesotieneustedrazón—afirmóLantiguaconpesadumbre.—Tambiénreconozco la irreligiosidad; pero usted parece indicar que las causas de estegravemalestánenotrapartequeenlafilosofíayenlaslibertadesmodernas.

—Nopuedocreerqueestasdoscosashayanarrebatadoalpuebloespañolsus creencias. En otros países hay más, muchísima más filosofía que aquí,más, muchísimas más libertades, y sin embargo, la fe religiosa no muere.¡Hablan de revoluciones! Si en España no ha habido nada quemerezca talnombre, amigo mío. Si en España todos los trastornos políticos han sidotempestades en un vaso de agua. PorDios, ¿qué idea hemos de formar delespíritu religioso de un país si es tal que lo echan por tierra esos quince óveinte movimientos políticos que se han sucedido desde 1812? Comprendoque los grandes edificios caigan en el sacudimiento de un terremoto; pero¿cómo han de caer con la trepidación que producen las patadas de unregimiento de caballería? Admitiendo, como no puede menos de admitirse,que ustedes no han tenido grandes cataclismos, es preciso deducir que losedificios caídos no pueden haber sido muy grandes. Fuéronlo, sí, en otrostiempos;peroalentrarestesiglotodoestabayacarcomido.España,comolamujer rencillosadequehabla elEclesiastés, es ahoraun tejado conmuchasgoteras.

—Noadmitoesodequenohayamostenidorevoluciones—dijoD.Juan.—Las hemos tenido superficiales y profundas en el orden político; pero ¿y lairrupción de libros, y la transformación social, esas oleadas de soberbia, deamorallujo,deconcupiscencia,dematerialismoquenosvienendefuera?

—Veo que muchas cosas que en otras partes hacen poco daño, aquíenvenenan.SindudaelorganismomoraldeEspañaestanendeblecomoeldeaquellosséresenfermizosynerviosos,queseemponzoñansóloconelolordelveneno.

—¿Conelolor...?

—Sí;porquede los inmensosprogresos industriales,del lujo,delcolosalaumentodelasriquezas,delrefinamientomaterial,ustedesnotienenmásqueel olor. España, por lo que veo, no puede vivir sinometiéndose dentro delfanal de su catolicismo para que nada la toque ni contamine, para que niátomossiquieradeloexteriorlleguenhastaella.

—¿Yquélerecetaríausted?

—Elairelibre—dijoMortonconenergía,—elairelibre,elandarsintreguaentretodaclasedevientos,arribayabajo,dejarsellevaryarrastrarportodaslasfuerzasquelasolicitan;rompersucapademendigoómortajadedifuntoyexponerseálasaludableintemperiedelsiglo.Españaseparecealenfermodeaprensión, todo lleno de emplastos, vendajes, parches, abrigos mil y

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precaucionesnecias.Fueratodoeso,yelcuerpoenfermorecobrarásuvigor.

HabíanllegadoáunpuntodeladiscusiónenqueD.Juan,creyendoásuhuéspedtotalmentedescarriado,leteníalástima.

—Hace usted un uso poco razonable de la fantasía—le dijobondadosamente y en tono de maestro.—De esa manera nunca me probaráustedqueEspañaeselpaísmenosreligiosodelmundo.¿Porventura,amigoMorton,nohavistoustedenélalgoquelepruebelocontrario?

—No significan nada para mí—continuó Daniel,—las manifestacionesteatralesdedevoción,quesonmásbienpolíticasquereligiosas.Yomeríodela piedad de un pueblo que, comoMadrid, habla mucho de religión, y sinembargo,jamássupolevantarunsolotemplodigno,nodigoyodeDios,peroniaunde loshombresqueentranenél.EnMadrid,pueblorico,vemosmásteatros que en Londres, una plaza de toros que es un monumento, caféssoberbios, tiendas, paseos y distracciones donde se conciertan el lujo y lasartes;peronohayunasolaIglesiaquenoseaunapocilga.

—¡PorDios,Sr.Morton!—dijoLantigua,—esoesdemasiadoduro.

—Unpocoduro—repusoelextranjeroriendo,—perola ideaesexacta.YloquepasaenMadridpasaen todaEspaña.El sentimientocatólico,queenestesiglonohalevantadounsoloedificioreligiosodemedianovalor,estantibio,quenosemanifiestaencosaalgunadegranvalíaylucimiento.Elpaísmás piadoso ha venido á ser elmás incrédulo. El paísmás religioso, y quetuvotiemposenquelapiedadseasociabaátodaslasgrandezasdelavida,alheroísmo, á las artes, á la opulencia, á la guerra misma, ha concluído porformardelapiedadcosaaparte;separadadelodemás.UnhombredevotoquesepersignaalpasarporlaIglesia,queconfiesaycomulgasemanalmente,esenlamayorpartedeloscírculosunhombreridículo.

—¡PorDios,amigoMorton!...

—SeñordeLantigua,porDios,dispénsemeusted;peroesfuerzadecirlo.Hábleme usted con su franqueza de hombre honrado y de católico sincero.Dígame usted si hay enEspañamujer alguna capáz de dar su corazón y sumano á un hombre que pase tres ó cuatro horas todos los días dentro de laIglesia, que se rompa el pecho á golpes, que tenga su casa llena de aguabendita,yqueentoneunaoraciónalrealizarlosactosmásinsignificantesdelavida,cualessonsalirálacalle,entrarenella,estornudar,etc...Undevoto,talcomo lo conciben las congregaciones piadosas del día, es un ente irrisorio:confiéselousted.HastalosmismosquedefiendenápiéfirmelareligiónysellamansoldadosavanzadosdelasfilasdeCristocuidanmucho,ensociedad,dedisimulartodoloposiblesuortodoxia,ómejordichodeolvidarla,sopenadeperdergranpartedelassimpatíasydelasamistadesqueporsusprendas,

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sufiguraósusvirtudeshayanlogradoalcanzar.

—Algohaydeeso;peronotanto,amigomío.

—Quizáslosdecasanoveanestotanclaramentecomolosextraños—dijoMorton.—Quizás yo me equivoque; pero he manifestado mi opinión conlealtad.CreoáEspañaelpaísmásirreligiosodelatierra.Yunpaíscomoéste,donde tantos estragos ha hecho la incredulidad, un país que tanto tiene queaprender,quetantosesfuerzosdebehacerparanutrirse,parallenardesangrevigorosasusvenaspordondecorreunhumortibioydescolorido,noestáendisposición,no,deconvertiránadie.

BreveratoestuvoD.JuandeLantiguasindarcontestación;peroalfin,conciertasequedad,muypropiadesucarácter,hablóasí:

—No aseguro yo que mi país sea hoy el más piadoso del mundo. Pordesgracianolefaltaáustedrazónenpartedeloquehadicho,perocreoquesisiguiéramos discutiendo, hallaríamos iguales ó quizás peores señales dedescomposición enotras tierras queustedmepresentará comomodelo.Hayaquí hombres perversos, hay hombres indiferentes en grandísimo número;perotenemosintactoeltesorodenuestradoctrina,conservamoslasemilla,yunperíododeproteccióndel cielopuedehacerla fructificar.Enmediode latorpezayfrivolidadquepor todaspartesseve,existepurayenteralafe,nodañada ni podrida por los errores, y la fe ha de triunfar, la fe ha de darresultadosdevirtud,sinohoy,mañana.

»Deplorolosdesórdenesdemipatria:peronoloscreoirremediablescomolamuerte,comolapodredumbrequeconstituyenelfondodeotrospaísesbajoengañosa cubierta de prosperidad, de orden, de brillo artístico, industrial,social.Cadarazatienesuorganismopropio.NosésiDiosmedejarávereldíadelaregeneracióntotaldelmundo,peroestaregeneración,nolabusqueusted,nolabusqueustedfueradelosprincipiosinmutablesdelamoralcatólica.Deentre las ruínas no renacerá sino aquello quehaya conservado el germendeesamoral,yesegermen,Sr.Morton,lotenemosnosotros,nosotros,sí,aunqueustednolovea.

»Quíteme usted las revoluciones chicas ó grandes, las ideas subversivasque vienen de fuera, y que en otros países tienen aplicación transitoria;quíteme usted la propaganda de doctrinas contrarias á nuestra naturalezasocial,yentoncespodráverustedqueestanación,resucitadaypuestaenpiédespuésdetantosañosdeaparentemuerte,sehallarádenuevoendisposicióndeconvertirátodaslasgentesenunoyotromundo,deconvertirlas,sí,señor,porque la posesión de la verdad, le da derecho á decirlo y á ejecutarloresueltamente.

IbaácontestarDaniel, cuandoseoyeronvocesenel jardínde lacasa,y

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conlasvoceslamentosyllorodechiquillos.

—¿Quéesesto?—preguntóLantiguadesdelaventana.—Gloria,Gloria...

Mortonseasomótambién.

—Noesnada—dijoLantiguaretirándose.

—Son los hijos deCaifás que vienen pidiendo auxilio en nombre de supadre,unperdido,unborracho,áquienestoycansadodesocorrer.

SuIlustrísima,desdeeljardín,llamabaáD.Juan.

—Vamos—dijoéste.—Mihermanosehaenternecidoyquierequeyotomebajomiamparoáesemalhombre.Esunmiserable;perolacaridadcristiana,amigoDaniel,nosmandaperdonarycompadecer.

XXIV

Unaobradecaridad.

Ambosbajaron.EneljardínestabadonAngel,yfrenteáélunlastimosotercetodemuchachosllorones,lospuñosenlosojos,lossuciosrostrosllenosdebabasydetierra,queconlaslágrimasseamasaba.

—Vamosáver,¿quéeseso?—preguntódonJuan, tirandosuavementedelaorejaálapequeñuela.

Laaflicciónnolesdejabacontestar.

—QueeltenientecurahadespedidoáCaifásporordendeD.Silvestre—dijoSuIlustrísima.—Pero,hijosmíos,sivuestropadreesmalo,¿cómoqueréisqueestéenlaIglesia?

—¡Buenapiezaesel talMundideo!—exclamóLantigua.—¿Yquémás lepasa?¿QuehaperdidotodalaropapornohaberpodidopagarálaCárcaba?

—Sí,se...se...se...ñor—gimióSildo.

—¿YqueD. JuanAmarillo leha echadode la casadeArriba,y leva állevarálajusticia?

—Sí,se...se...ñor.

—¿Yqueoshabéisquedadosincasa?

—Sí,se...se...ñor.

—Estospobresniñosestándesnudos—dijoD.Angel.—Esprecisodarlesalgoderopa.

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—Deesoseencargarámihija.¿EndóndeestáGloria?

—Ha salido al camino á hablar con Caifás, que no ha querido entrarporqueledavergüenza.

—Yconrazón.Nopiensohacernadaporél.Estoycansadodefavorecerle.Ledaréparacomeryropaparaestosniños;peronadamás.

Gloria apareció entonces por la puerta del jardín. Sus ojos encendidosanunciabanlaafliccióndesualma.

—Papá—dijo, secando sus lágrimas,—ahí está Caifás. Dice que quierehablarte,yquetecontaráloquelepasasinoteenfadas.

—¡Pobre hombre!—dijo Lantigua mirando á Morton.—Mira, Gloria,prefieroquetúmecuentesloquelepasaáesetunante.

—Pueslehanechadodelasacristía.

—Bienmerecido.

—YD. JuanAmarillo le ha embargado lo único que le quedaba ya, lasherramientasdecarpintero.

—Yaseve.NoparecesinoqueD.JuanAmarillotieneeldineroparaqueCaifáslogasteenbeber.

—Y él y sus hijos han andado desde ayer pidiendo limosna por loscaminos.

—Basta—dijoD.Juangravemente.—Aquíentralacaridad.Daleshoydecomer.Puedesdecirlequemandeáloschicostodoslosdías.

—Vendrán—dijoGloriaconalegría.

—No,loqueesélnotienequeponerlospiésencasa.

—Pero,papá...

—Esunvicioso.Quevenganloschicos.

—Ylosvestiráspormicuenta,Gloria—dijoSuIlustrísima.—AlgopodrédarletambiénáCaifás.

—Peroélquisiera...

—¿Aúnpidemás?

—Paralosdesgraciados—indicóD.Angel,—seescribióaquellodepedidyseosdará.

—Darle dinero es fomentar sus vicios—afirmó Lantigua.—¿No lo creeustedasí,señorMorton?

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—Seguramente.

—Vamos,vamos—murmuróD.Juan,sonriendoconbondad.—Mefiguroloquequeréis.

—Sí,papá.LacasadelaCortigueraserá,aunquenotienemásquemediotecho,unpalacioparaelpobreCaifás.

—¡Unverdaderopalacio!—dijoSuIlustrísima.—¿Sabeusteddóndees,Sr.Morton? Allí detrás de aquella loma, por donde están los cinco viejísimoscastañosquellamanenelpaíslosCincoMandamientos.

Mortonmiraba,yD.Angelhacíaindicacionesconelpalo.

—Bueno,puesquesemetaenlacasa.

—Bien,Juan,biendeterminado.Vaya,niños,ahoraospodéismarchar.LaseñoritaGloriaosdaráparacubriresascarnes.

Gloria salió corriendo á dar la noticia al pobre Mundideo. Los chicosfuerondetrás.

Cuandolaseñoritavolvió,D.AngelsehabíaunidoaldoctorSedeño,quelemostrabalascartasreciénllegadas,yD.Juanseacercóálosalbañilesquehabíanvenidoparacomponerlacapilla.Enel jardíntansóloestabaMorton.Gloria, al verse sola junto á él se turbó ligeramente. Dudó si seguir ódetenerse, y cuando el extranjero se dirigió á ella en ademán de hablarle,temblócomotiemblaelreflejodelaluzenelaguacuandoéstasemueve.

—Gloria—dijoMorton,—¡quéfelicessonlospobresdeFicóbriga!

—¿Porqué?—preguntólaseñorita.

—Porqueustedseocupadeellos.

—¡EstepobreCaifásesuninfelíz!...Tienefamadeviciosoydemalvado,peroesunalmadeDios.Yonopuedomenosde favorecerle. ¡Elmequieretanto!...Sedejaríamatarpormí.

—Esolocomprendo.¡Morirporusted!...¡Ah!Gloria,yoharíalomismo.

—¿Qué?...—dijolaseñoritaconturbación.

—¡Morirporusted!Esloúnicoposibledespuésdehaberlaamado.

—¡Daniel,porDios!

—¡Gloria!...¿Dequémaneralodiréparasercreído?

Elexpresivorostrodelextranjerorevelabaunaemocióngraveyhonrada.

—Mevoy—dijoGloriadesúbito.

Veíaclaramentelaemociónquebrillabaconluzsingularenlosazulesojos

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del hamburgués. Medía también la inmensidad de la suya, que le alzabaturbulentooleajeenelfondodelalma,ydeambastuvomiedo.

—¿Sevausted?—dijoDanieldandounpasohaciaella.

—Sí.

—Nosinoirunacosa.

—¿Unacosa?

—Quelaadoroáusted.

YaselohabíadichoMortondosveces;peronoconlasmismaspalabrasniconlavehemenciadeentonces.

XXV

Otra.

Alosdosdíasdeestaescenaydespuésdealmorzar,Gloriaestabaensucuartomuy atareada.Había salido por lamañana á comprar algunas telas yluégo revolvía sus roperos buscando todo aquello con que pudiera vestir ladesnudéz de los hijos deCaifás. El señor obispo entró á la sazón, y le dijomostrándoleunenvoltoriodepapel:

—Mira,sobrinita,estoestodoloqueposeo.Lostiemposrevolucionariosnostienenálospobresobisposálacuartapregunta.

—¡Oh! ¡tío, qué bueno es usted!... ¿á ver?—dijo Gloria sacando lasmonedasdelpapelejoquelasaprisionaba.—Estoesuncaudal:conestoyconloqueyotengoledesempeñaremosáCaifásloscolchones,partedelaropa,ylasherramientasparaquetrabajeyseahombredebien.

—Haspensadoadmirablemente.Yosientonotenermás.Herebañado,hijamía,herebañadomierariosinpoderreunirniunochavomás.¿Peronovesque estamos sin renta? Este invierno las pobres monjas de *** me hanlimpiadolasarcas.¡Infelices!yoquisieratenermillonesparadárselos.

—¡Bendito sea usted mil veces!—exclamó la joven con piadosoentusiasmo.

—Yonoopinocomotupadre—dijoSuIlustrísima,—quedebamosprivarenabsolutodedineroáesedesgraciadoMundideo.Eldineroesnecesarioparatodo,ysicomotúdicesyyolocreo,noesunperversosinomásbienunpobrede espíritu, justo es que le ayudemos á salir de su miserable estado.Convénceledelanecesidaddequeseaeconómico,bienarreglado,precavido.

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—Suinfamemujertienelaculpadetodo.

—«¡Infame!...»nodes tales epítetos áningúnnacidodemadre, sin estarbien segura de que lo merece—dijo el reverendísimo en tono de afableamonestación.

—Esverdad,tío;peroelloesquelaCaifasanoesbuena.Todoelmundodicequenoesbuena.

—¿Vas á mandar esos trapos y ese dinero al pobre desterrado de laCortiguera?

—Selosllevaréyomisma.

—Debuenaganateacompañaría.Unasolafelicidadhayenelmundo,hija,yeslaqueproporcionamosálosdemás.

—Vengausted.

—¡Oh!no:tengoquehacer.Primerorezar,luégodespacharelcorreoparaladiócesis.Veteáladulcísimafaenadetuscaridades,queyomequedoaquí.

Un rato después, Gloria tomó su sombrilla y salió. Atravesando laplazoleta y una calleja rodeada de higueras y zarzas, pasó á un grande yhermosopradoquefrenteálacasaseextendía,yalcualcruzabandosótresveredas.Ibaconlavistafijaenelsuelo,despacio,deteniéndoseáratos,comosilospensamientosqueseguramenteocupabansumenteselepusierandelanteparanodejarlapasar.Otrasvecesalzabalavistaalcieloymirabacruzarlasbandadasdepájaros,volviendolosojosconformeellostorcíanelraudovuelo,ysiguiéndoleshastaquesóloeranpuntostemblorososqueseborrabansobrelainmensidadazul.

Pasó por el sitio en que estaban los cinco castaños llamadosMandamientos,antiguosejemplaresllenosdecicatrices,yamilvecespodados,pero que devolvían las injurias del hacha con bendiciones, es á saber, concastañas. Luégo atravesó una mies, donde los frescos plantones de maízsosteníanensusprimerospasosá las tiernasalubias,viendocorrerporentresuspiésálasholgazanasyrastrerascalabazas.Enseguidatuvoquedescenderporunapendiente,desdelacualnoseveíayalacasadeLantigua,niningúnedificio de Ficóbriga, á excepción de la torre. Allí había tres vacas, quemientraspasó,sequedaronmirándolasinpestañear.Pasandodespuésporunpequeño hueco abierto entre las zarzas, árgomas y helechos de una cerca,Gloriapenetró en losdominiosdeCaifás.Al acercarse sintió la vozde éstequecantaba.Laseñoritadijoparasí:

—MuycontentoestáMundideo.

Lostreschicoscorrieronásuencuentrogritando:

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—¡LaseñoritaGloria,laseñoritaGloria!

Caifássalióálapuertadesucasa,quemásbienerachoza,yalverqueeraverdadloquesuspequeñosdecían,soltóelmartillodelamano,ydelafieraboca,comoespuerta,unacarcajadadealegría.

—SeñoritaGloria,DivinaPastora,ángeldelcielo,bienvenidaseaustedámicasa...¡bienvenida!

—Alegreestás.

Mundideo, no creyendo que las risas expresaban bien su gozo, dió unbrincoenelaire.

—Esas risotadas y esas cabriolas—dijoGloria sentándose en una piedraque juntoá la casahabía,—nosientanbienen lapersonadeundesgraciadoqueacabadesufrirtanterriblesgolpes.

—Siyonosoydesgraciado,sinoherecibidogolpes,si lluevensobremífelicidades.

—Vamos, túhasperdidoel juicio—dijo la señoritamostrándoleel líoderopa que traía.—Si me prometes ser hombre de bien, ser arreglado yeconómico,teauxiliaréconunpocode...

Gloriamostróelpapelqueconteníaeldinero.

—¡Dinero!—exclamóCaifás.—Sinonecesitonada,sisoyrico...

—¡Ricotú!—exclamóladeLantiguaconenojo.—Noteburlesdemí.

—¿Burlarme yo de mi ángel divino? Es verdad lo que digo, señorita—manifestóCaifástomandoairedepersonaformal.—¿Ustedcreeráquemiropaymiscolchonesestánencasade laCárcaba?Patraña:yaestánaquí.¿Ustedcreeráquemisherramientasestánembargadas?Patraña:aquílastengotodas.¿UstedcreeráqueyodeboalgúndineroádonJuanAmarillo?Patraña: aquítengolosrecibosquemedevolvió.

—¿Lehaspagado?—preguntóGloria.

—Cuatrocientostreintaydospesos.Aestoascendíamideuda,queempezópormilreales,yconlospícarosintereseshaidosubiendo,subiendocomoelhumodelinciensoquenoparahastaeltechoyllenatodalaIglesia.

—Túdeliras.

—Creídelirarayer,cuando...

—¿Tehasdesempeñado,hasarregladotusasuntos?...—dijoGloriallenadeconfusión.—Explícameesemilagro.

—¡Ahíestálapalabra,señoritademialma!—exclamóJoséconacentode

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predicadorentusiasmado.—Milagro.Yocreíaenlosmilagros;peroteníaciertacomezoncillaporveralguno,ydecía:¿porquéahoranohaymilagros?Puesbien,señoritademialma,ayerhevistounmilagro.

—Vamos,tehasencontradountesoro—dijoGloriariendo.

—Noeseso.Eltesorohavenidoenbuscamía.Dios...

—¡Dios!NollamesDiosálalotería.¿Tehatocadoelpremiogordo?

—Nuncajugué.

—Entonces...

—¡Dios!...—repitióMundideo.

—¡Dios!...Diosnodadineroasíálobóbilisbóbilis.

—Esomismocreíayo.NomenegaráustedqueDiosdaátodoselpandecadadía.

—Noloniego.

—Puesámímehadadodeungolpeelpandeunaño,elpandetodamivida.Yomepusederodillasenesatierrayexclamé:«Señor,túdijiste:pedidyseosdará,puesbien,Señor:¿cómoesqueyo tepidoy tevuelvoápedirynunca me das nada?» No habían pasado diez minutos desde que lo dije,cuando...¡milagro,milagro!

—Me estás engañando. Enséñame tus pagarés devueltos por D. JuanAmarillo.

José penetró corriendo en la casa. Sildo y Paquillo se habían alejado.GloriasequedósolaconCelinina,cuyonombreeraabreviaturaydiminutivodeMarcelina.

—¿Quiénhaestadoayeraquí?

—Unbabero—repusolaniña.

Gloria,conocedorayadelidiomaespecialdeCelinina,sabíaqueunbaberoqueríadeciruncaballero.

—¿Ycómoeraesebabero?

—Ito.

Gloriatradujobonito.

—¿Ycómovenía?

—Balo.

—Acaballo,¿noeseso?¿Ydedóndevenía?

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Celinina elevó su manecita, y con expresión religiosa y acento ypronunciaciónclarísima,dijo:

—DelCielo.

MundideopresentólospagarésáGloria.

—Enresumidascuentas,José,túhastenidounprotector;unabuenaalmaquetehasocorrido.

—Hayalgomás,señorita;estoesunmilagro.

—Yanohaymilagros;hasidounapersona,unapersona—repusoGloria.—Ahorahasdedecirmequépersonaesesaquetehahechotangrancaridad.

El sacristán miró fijamente á Gloria, y su semblante expresabacontrariedadypesadumbre.

—¿Peroestáslelo?Habla.

—Nopuedo.

—¿Porqué?

—Porquemelohanprohibido.Sentiréqueustedseenfade;pero...yonopuedodecirloqueustedquierequelediga.

Gloriameditóbreverato.

—Yacomprendo.Jesucristohadicho:«Tumanoizquierda...

—Nodebeverloquehacetumanoderecha.»Nosontodoscomoelseñorcura,quecuandodadosdurosálospobres,ólesreparteelpescadopodrido,ósacaáalgúnmalnadadordelaría,mandaunrelatoretumbantedeelloátodoslospapelesdeMadrid.

—¿Quién,quiénhasido?—preguntóGloriaconverdaderaansiedad.

Oprimió el lío de ropa contra su pecho, cual si sintiese insaciable yvivísimoanhelodeabrazaráalguien.

—Nolopuedodecir—repitióMundideobajandolosojos.

—Ysiyodijesequiénesyacertase,¿mediríasquesí?

—Entonces...

—PueshasidoelSr.Morton.

—¡Ah,señoritaGloria!¿Porquélohaadivinadousted?...Elextranjero,eldel vapor...Yo no sé su nombre; pero es el que se parece á nuestroDivinoRedentor.

—Ningún hombre se parece á nuestro Divino Redentor—objetó la de

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Lantigua.—Noblasfemes.

—Se le parece en la cara. En las acciones le obedece, ¿no es verdad?...¡Ay!señoritademialma,yohecometidounafalta.Mehizojurarquenolorevelaría á nadie... pero usted no es nadie, señoritaGloria, quiero decir queusted no está comprendida en eso de... nadie, porque usted es la DivinaPastora,unángeldelCielo.

—Yonorevelaréelsecreto—dijo ladeLantiguadominandosuemoción,lacualeratangrande,queapenasladejabarespirar.—Perodímecómovino,cuándo,quéhablócontigo.

—Hablamos poco. El estaba ya enterado de mi situación. Preguntómecuánto debía... ¡Ay! yo había cantadomuchas veces en el coro: «Alzad, ohpríncipes,vuestrascabezas,yalzáosvosotras,puertaseternasyentraráelReydegloria...»masCaifáselfeo,Caifáselmalo,nohabíavistoqueseabrieranlaspuertasniqueentraraparaélningúnReydegloria...peroayervíeso,vícomo se suele decir, abierto de par en par elCielo, cuando ese hombremedijo:toma,ymediódeungolpetodoloquenecesitaba.

—Esmuyrico—dijoGloria.

—Más rico debe de ser D. Juan Amarillo, y sin embargo... Cuando mifavorecedor,mienviadodeDios,alargósumanoymepusoeldineroaquíycerróelpuñoconsuspropiosdedos,yo lemirabacreyendosoñar.Mevolvítonto: ni siquiera supe darle las gracias. Después me eché de rodillas, yllorandolebesélospiés.Elmelevantó;yabrazándome...¡porquemeabrazó,señorita!...abrazándome,díjomequesuacciónnoteníanadadeparticular.

—¿Ynotereprendiótusfaltas,notedijoquefuesesbueno?

—Medijo:«Túnoeresperverso,sinodesgraciado.Sésiemprehombredebien,» y nadamás. Yo estaba aturdido. Creí que Dios había entrado en micasa,ycuandoelcaballerodelvaporpartíaensucaballo,mevolvíáponerderodillas.

—¿Ynotedijonadamás?¿Notehabló?...

Gloria se detuvo, como si no acertara con la palabramás adecuada paraexpresarsuidea.

—¿Deque?

—¿No te habló de ninguna otra persona?... Porque podía suceder...Recuerdabien:¿notedijonadade...?

—¿Dequé?

—¿Notedijonadade...demí?

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Esforzábaselaseñoritaenafectarcompletanaturalidad.

—Tengo todas suspalabras tanpresentes comosi las estuvieraoyendoátodashoras,ynada,nadamedijodeusted.

Gloriaselevantó.

—Aunquenolonecesitas—dijo,—yotrajeestoparatí,yaquítelodejo.

—Aunquenolonecesito,lotomoporserdeesasdivinasmanos,yconlacondicióndedarlo áotrospobresmáspobresqueyo... ¡Ah! ¡Qué felíz soy,señoritamía!Sifueramalomevolveríabuenoahora.Trabajosincesar,yelSr.D. Juan no se arrepentirá de haberme dado esta choza, porque se la estoycomponiendo.

Gloria no miró las grandes obras de carpintería que traía entre manosMundideo.

—Adiós—dijo.—Abrázame.

—¡SeñoritaGloria,porDios!—exclamóMundideoretrocediendo.

—¿Noteabrazóeldelvapor?

YantesqueCaifáspudieseimpedirlo,Glorialeestrechóentresusbrazos.

—Ahoratienesqueserhombredebien—gritóalejándoseábuenpasodelachoza.

Andando hacia su casa, no vió las vacas que al pasar la miraban, ni elverdemaizal,niloscincocastañosmutiladosygenerososquesecargabandefrutoensuvejéz,comolospatriarcasbíblicoscargadosdehijos;niviólatorredeFicóbriga,nilospájarosquevolvíandelhorizonteenvagabundogrupo.Noviónadamásqueunsolpoderosoquehabíasalidohá tiempoensualma,yque subiendo por la inmensa bóveda de ésta, había llegado ya al zénit y lainundabadeesplendorosaluz.

XXVI

Elángelrebelde.

Por las noches, después de la cena que recrea y enamora, se rezaba elrosarioenelcomedor,conlapuertadeljardínabiertasieltiempoerabueno.Duranteesteactopiadoso,Mortonsalíafuera,peropermanecíasentadoeneljardínconlacabezadescubierta.

Tras la cena venía un poco de grata tertulia, y luégo cada cual iba á su

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cuarto.Gloriasubíalaúltima.Pocodespués, todoerasilencio,yenvueltaensombrasdesosiego,lacasadormía,tranquilaycalladacomoeljusto.

Pero en la habitación de la esquina velaba el pensamiento y seguíanabiertos, fijos en la obscuridad, los ojos deGloria. El ruído de una cercanafuente,elcantodelossaposyáveceselamorososilbodelviento,formabanen torno al cerebro de la joven despierta un ritmo extraño que favorecía laactividaddesuimaginación.Desubrazoderechohacíaunaaureola,dentrodelacualmetíalacabeza,escondiendoelrostrocomoloescondeelpájarobajoelala;ysolaallí,sinmástestigoqueDios,abríadeparenparlaspuertasdesucorazón para que á borbotones saliese la llama que en él ardía; soltaba losdiquesalpensamientoparaquesindetenersecorriesefuera.Asípasabalargashoras de la noche, primero inmóvil, inquieta después á causa del febrilinsomnio, hasta que la vencía el sueño ya cercano el amanecer, y sobre ellechotranquilo,flotabasurespiración.

Unadeaquellasnoches,cuandomatóla luzyseescondióentresusalas,hablabaasí:

—Hoy me dijo: «Yo he nacido con mala estrella, Gloria, y preveodesgracias. El corazón me anuncia que no llegaremos al complemento denuestrodestino.¿Tienestúconfianza?...»Yolerespondí:«ConfíoenDios...»Y él dijo tristemente: «Muchas veces se le llama y no responde, y otrasmuchaspermitequelosconflictosdelcorazónseanresueltosporlasmaldadesde los hombres...» ¿Qué quiso decir? ¡Diosmío, yo dudo; soy felíz y estoyllenadezozobras,esperoytemo!Nocesodepensarenlasflorecillasdelosprados,tanbonitasytanfelices,peroque,segúnmepareceámí,handeestarsiempremedrosasytemblando,noseaquelaspiselaplantadelbueyquevenacercarse...Yotiemblo,yoveollegarelpesadopiédelbuey...

»Hoy, cuando salió á pasear á caballo, ¡tardaba tanto!... yo creí que novolvería más, y una nube negra se asentó sobre mi corazón, oprimiéndolo.Cuandolevíaparecer,cuandosentílasherradurasdelanimalsobrelaspiedrasdelpatioviejo,meparecequetodoseiluminaba.Yonoséloqueesesto.¡Quécosatanextraña!Recuerdoquecuandohetenidoépocasdeestarmuytriste,por ejemplo, cuandomurieronmis hermanitos, todo se revestía demi pena.Losárbolesylascasasyelcielo,Francisca,mipadre,micuarto,mivestido,eljardín,laescalera,lavajilladelcomedor,lajauladelpájaro,lasmagnolias,elcamino, los palos del telégrafo, el reloj de laAbadía, las nubes, los barcos,Germán,Caifás,elcura,midedal, laesfera, losprados, las teclasdelpiano,todo,todoestabavestidodemitristeza.Ahoratodoestávestidodeél.

»Hacediezdíasmedijoloqueyapresagiabamicorazón...Haceseisquemeexigióunarespuesta.Bienclarodebíaconocer,aldirigirmelapalabra,queel alma se me estaba saliendo por los ojos. Muchos días hemos estado

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diciendo discreteos que en mí eran verdaderas simplezas. Al fin no hemospodidodisimularmás,ylaspalabras,lomismoqueentralaluzporunapuertacuando la abren, seme han arrojado fuera de la boca, y le he dicho que lequiero con todami vida.Nome avergüenzo de ello, ymi conciencia siguetranquila.Diosestáconmigo,losiento,loconozco.Veolamanoinmensaquetrazaenmiinteriorlacruz,bendiciéndome.

»Gloria,mehadicho,malditoseayo,malditosmipadreymimadre,sinoteadoro.Micorazón te adivinabahace tiempo.Cuando tevínomeparecióvertesinohallarte.»¡Ay!Micorazónleaguardabatambiéncomoalhermanoquesehaidoparavolver.

»Niunasolapalabrahasalidodesuslabiosquenoseademiagrado.Niunsolo movimiento he visto en él que no me enamore más. Su persona esperfecta,sucorazónllenodebondadesquenuncaseagotan,suentendimientocomoelsolquetodoloalumbra,sugeniosuaveydulcequejamásofende,suspalabrasdelicadas.Meadorayleadoro...Puesbien,yopreguntoalcieloyálatierra,áloshombresyáDios:«¿Porquéestehombrenohadesermimarido?¿Porquénohadeestarunidoámí,siendolosdosunosoloenlavidausual,comosomosunoenladelespíritu,yloseremossiempre,sinquenadaninadielopuedaimpedir?...Aver,¿porqué?respóndanme,¿porqué?»

Como nadie le respondía, Gloria se daba á sí misma la contestacióndiciendo,cualsinoestuvierasola:«Miespososerás.»

Perootranocheseexpresabaentonodistinto,diciendo:

—Aquelloquesóloexisteparaelbien,aquelloquevienedeDios,aquelloqueeslanecesidadprimeraylaluzdelalma,lareligión,eshoyparamífuentede amargura. Entre los dos cae el filo de una espada terrible. Nadie puederesolveresto,nadiepuedehacerpolvoestamurallaquesenosponeenmedio,yenlacualsehierendesgarradosnuestrosbrazoscuandoqueremosjuntarnosparasiempre.

»Conozco á mi padre. Es una roca. Malditos sean Martín Lutero, laReforma,FelipeII,GuillermodeOrange,elElectordenosédónde,lapazdeWestfalia, la revolución de no sé cuántos, el Syllabus, todo eso de que hahabladopapáestanoche...Héaquíqueatajanuestrospasosycortaelhilodevidaquenosune,noDios,autordeloscorazones,delavirtudyelamor,sinoloshombresqueconsusdisputas,susrencores,susenvidias,susambiciones,han dividido las creencias, destruyendo la obra de Jesús, que á todos quisoreunirlos.Nosécómohayalmahonradaqueleaunlibrodehistoria,lagunadepestilenciallenadefango,sangre,lágrimas.Quisieraquetodoseolvidase,quetodosesoslibrosdecaballeríasfuesenarrojadosalfuego,paraquelopasadonogobernaralopresente,ymurieranparasiemprediferenciasdeformaydepalabras.

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»Yopregunto:¿Noesélbueno,nopracticalaleydeDios?¿Lequerríayosi así no fuera? ¿No tiene un alma privilegiada? ¿Qué le diferencia demí?Nada, un nombre vano, una palabrota inventada por los malvados paraencubrirsusrencores.¡Ay!Losqueseamansondeunamismareligión.Losque se aman no pueden tener religión distinta, y si la tienen, su amor lesbautiza en un mismo Jordán. Quédense las sectas distintas para los que seaborrecen.Mirándolo bien, veo dos religiones, la de los buenos y la de losmalos.¡ConcebiryoqueDanielnoestáconJesús,concebiryoqueDanielnoesdelareligióndelosbuenos...esonopuedeser!

»Pero si digo esto mañana á la luz del día se reirán de mí. ¡Oh! ¡Diospoderoso,yoloveotanclarocomolaluz,comotuexistencia,comolamía,ynopuedodecirlosinpasarportontaálosojosdetantosabio!»

Ycuandoestopensaba,aquellavozsecretadesualmaqueotrasvecesledaba consejos de orgullo, decíale ahora: «Levántate, no temas. Tuentendimientoesgrandeypoderoso.Abandonaesasumisiónembrutecedora,abandona la pusilanimidad que te ha oprimido, y haz cara á laspreocupaciones,áloserrores,álasideasfalsasdondequieraquesehallen.Túpuedesmucho.Eresgrande;noteempeñesenserchica.Túpuedesvolarhastalosastros;notearrastresporlatierra.»

Gloria,oyendoesto,decía:

—Sí,sí.Yosémásquemipadre,yosémásquemitío.Lesoigohablar,hablarmuchoconelsabiolenguajedeloslibros,yenmisadentrosdigo:«Conunafrasesolaecharíaabajotodaesabalumbadepalabras.»Ellossonbuenos,estánllenosderectitud;peronosientenelamor,queeselqueataydesata.Sefijanenlasuperficie;peronovenelfondo.Yo,iluminada,loveoylotoco.Nopuedoequivocarme,porqueunaluzdivinameacompaña,porqueamo,porquelassombrasqueáelloslesobscurecenlavista,caendelantedemí.¡Ay,simeatreviera!...Yohesidohipócrita;yomedejécortarlasalasycuandomehanvuelto á crecer he hecho como si no las tuviera... He afectado someter mipensamientoalpensamientoajeno,yreducirmialma,encerrándoladentrodeunaesferamezquina.Perono:¡elcielonoesdeltamañodelvidrioconquesemira! Esmuy grande.Yo saldré fuera de este capullo en que estoymetida,porquehasonadolahoradequesalga,yDiosmedice:«Sal,porqueyotehiceparatenerluzpropiacomoelsolynoparareflejarlaajenacomouncharcodeagua.»

Gloriavertíalágrimasardientes,sucerebrorelampagueaba,yensussienesvibraban las arterias como los bordones de una arpa heridos por vigorosamano.Todoenellagritaba:

—¡Rebélate,rebélate!...¡Aydetísinoterebelas!

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Ynopudiendopermanecerenmolestaquietud,arrojósedel lechopara irtentandoenelvacíoyadivinandoconsufebrilmanolosobjetos,envueltosenprofundaobscuridad.

—¿Dóndeestás,SeñoryDiosmío?—dijo.

AlfinpusolamanosobreelCristodemarfilquepresidíaensucuarto.

—Señor—murmuró.—¿Esposiblequeconsientaseso?¿Paraestovalíalapenadequeexpirarasenesaafrentosacruz?¿Sehacumplidotuley?

Despuésinclinólacabezasobreelpecho,exhalandoungemido,ypuestalamanoantelosojos,lloróalsentirlaamarguradelcáliz.Noteníamásquedoscaminos:resignarseórebelarse.

Las primeras luces de la mañana, entrando por las rendijas que en lasmaderas de la ventana había, resbalaron sobre el hermoso cuerpo mediovestidodelaenamoradadoncella.Auntiempomismoafectáronlaelfríoyelpudor,yseacostótemblando.Durmiósealfin.

XXVII

Seva.

UnamañanaD.JuandeLantiguadijoásuhermano:

—Veintiséis días hace que el extranjero está en nuestra casa.Yaoiste loquedijoanoche.

—Sí; aunque nos tiene buena amistad, su delicadeza le ha impulsado ápedirnoslaveniaparamarcharse.Bienseleconocequenotieneganas;peronoquiereabusardenuestrahospitalidad.

—Aunque le dije anoche que se quedara algunos días más, no piensoinstarlemucho.Convienequesemarche.¿Quéteparece?

—Meparecebien.

—¿Y qué tal?—dijo D. Juan con cierta ironía.—¿Estás satisfecho de tuconquista?Estos protestantes, querido hermano,mientrasmás discretos son,másapegadosvivenásuherejía.Hayquedejarles.

—No creo lo mismo—objetó Su Ilustrísima.—Debe intentarse atraer alrebaño la oveja extraviada; llamarla, correr tras ella. Si á pesar de eso noquierevenir...

—Yavescómotusesfuerzosnohantenidoéxito.

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—¿Quésabes tú?Yonopierdolaesperanza.Hehablado.Elmehaoído.Derramélapalabradivina.¿Puedestúasegurarquenofructifiquealgúndía?

DonJuanmoviólacabezaindicandoduda.

—Pordepronto—dijo,—buenoesquesemarche.Noesnadaconvenientequeesehombreestémástiempoenmicasa.Nosprivamosdeunaexcelentecompañía; pero es preciso que salga de aquí. No carece de atractivossuperficiales.Hay en todo él cierto brillo que fascina y encanta. Tengo unahijabastanteimpresionable...

—¿Peroqué,temesqueGloria?...

—No,notemonada...¿Cómopuedoimaginarquemihija...?Hayaquíunabismoinsuperable, lareligión,yanteeseobstáculocreoque,noyaelbuenjuicio,sinolafantasíamismaylasensibilidaddeunamuchachaeducadaenelcatolicismo deben detenerse. No puede ser de otro modo... Pero con todo,aunque es grandemi confianza en ella, bueno es alejar hasta lamás remotaprobabilidad.

—Meparecequehashabladocuerdamente—dijoD.Angel.—Pormipartenunca sospeché que pudiera suceder lo que tú temes. No concibo que,existiendo el obstáculo religioso, pudiera nacer el amor en una mujer deverdaderapiedad.

—QueridoAngel,nodebeolvidarsequeelamorespuramentehumano.

—Ylareligióndivina,sí;pero...

DonAngelseconfundía.

—Nada que sea humano es imposible—afirmó D. Juan.—Porconsiguiente,alejemoslasocasiones.

—Dicesbien;nadasepierdeenello.

Despuésdeestebrevecoloquio,D.Juansediólaencerronadecostumbre,calentándoselacabezaconlecturasyelcontínuoescribir.Porlatardedijoásuniña:

—Ya sabes que se va el Sr.Morton. Acaba de entregarme una cantidadconsiderable para los pobres de Ficóbriga. Entre tú, Angel y yo larepartiremos.

Gloria no respondió nada; mas á pesar de sus esfuerzos por aparecerserena,D.Juancreyóveralgunanubeenaquelpurocielodelespíritudesuhija.

—¿Quétienes?—lepreguntósorprendidoyreceloso.

—Nada—respondió.—Pensabaquenovaáhaberpobresparatantodinero.

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—¡Oh!Síhabrá.Vebuscando.Tambiénhadadoparalaspobresmonjasde***.Yaseve.Eldineroesparaestehombrecomoparanosotroslaarenadelaplaya.

—Peronoesélcomoelricoavariento.

—Esonolosabemos.

—¿Creeustedquenosesalvará?

—Pregúntaseloátutío—dijoD.Juanriendo,ápuntoqueD.Angelentrabaeneldespacho.—Oye,Angel,elproblemaqueplanteaestachica.MepreguntasiMorton podrá salvarse. ¿Cuál es su religión? Se me figura que no tieneninguna.

—¡Salvarse, salvarse!...—indicó el obispo frunciendo el ceño.—Nisiquierasabemosápuntofijocuálessonsuscreencias.¡Salvarse!¿Piensasqueesa cuestión puede resolverse con una palabra? Según y conforme seencuentre su alma. ¡Quién sabe las vicisitudes de ésta en elmomento de lamuerte!...PeroaquísaleelSr.Mortondispuestoáabandonarnos.

Morton se inclinó respetuosamente para besar el anillo á Su Ilustrísima.DespuésdiólamanoáD.JuanyáGloria.Estabaligeramenteconmovido,locual á los dos hermanos no causó extrañeza, porque también ellos no veíancon indiferencia la partida del náufrago. Su caballo le aguardaba en laplazoleta.DoshorasanteshabíamandadotodosuequipajeconGasparuco.

—¿Vendrá usted por estos barrios alguna vez?...—le dijo Lantiguaapretándoledenuevolamano.

—Síseñor.NopiensopartirparaInglaterrahastaelmesqueviene.

—¡Tendremosmuchogustoenverle!—dijoD.Angelconvozpatética.—¡Cuántosientonoverenustedmásqueunamigo!

—Yo veo en usted algomás—repusoMorton con cariño,—veo un buenconsejero,unadmirablepastordealmasyunahermosaimagendeDios.

—Malpastorhesidoconusted—manifestóelobispoconsentimiento.—Alver que tan valiosa res se me escapa, debería romper mi cayado y decir:«Señor,miinteligenciaeslimitada,ynosirveparaacrecentartusdominios.»

—EllímitedelosdominiosdeEl,¿quiénlosabe?—dijoMorton.

—Esverdad,muchaverdad.Poresoyoespero...yoesperosiempre...¿porquénodecirloclaramente?—repusoD.Angelconenfadode símismo.—Yoesperoquealgúndíaseráustedcatólico.

—Diosquieraqueseasiemprebueno—replicóDanielbajandolosojos.

Despidióse otra vez, no olvidando al doctor Sedeño, y después partió á

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caballo.

XXVIII

Vuelve.

AlOeste de Ficóbriga, hay un pinar solitario y abandonado, vecino á lamar, expuesto á todos los vientos, en tal disposición que siempre, por levesque éstos sean, suenan conmurmurantemúsica las ramas.Espesísimo en elcentro,seclareaensusextremosformandoanchascalles,yalgunospinosseseparan del grupo corriendo hacia el arenal ó hacia la montaña, cual sihubieran reñido con sus compañeros. Corre pormedio una cerca de rústicaarquitectura,dondepiedrasyhierbasseconfunden, formandoalparecerunasolafamilia.Alpiédelospinoscrecenmilencantadorasflorecillasazulesderaraespecie,quenosonconocidasenlosjardines,yparecenquebrillanentreloshelechoscomopedacitosdecieloquelastempestadesarrancandelagranbóvedadelmundo, esparciéndolospor la tierra.LaNaturalezaestáallí sola,atentaásímisma,regocijándoseensupaznemorosa,yloscaminantescreenoirunavibracióndeaquellamúsicacalladadequehablóelpoeta,yqueentalsitiolesdice:«nometurbéis.»

Una tardedeJulio laalfombradehelechos fuéholladaporuncaballo,yDanielMortonquelomontabaechópiéátierrajuntoálacerca.Noteníaqueesperar, porque á dos pasos de allí, fiel y puntual como las horas, estabaGloria.Todalahermosuradelatardetempladayserenasehabíaconcentradoensupersona,segúnlaveíanlosojosdelcariñosoamante,yellaeraelcieloazul,lamarprofundayllenadearmoníaspatéticas,elsuelofrescoysalpicadodesonrisas,ladulceumbríadelbosqueconsubalsámicoambiente,laluzqueátrechosentrabaporlosclaros,semejantesálasventanasdeunacatedral.

Gloriamiróátodosloslados.

—Nohaynadie—murmuróMorton.

—Siempremeparecequealguiennosve—dijoGloria.—Anteayer,cuandovolvía,encontréáTeresitalaMonja,lamujerdedonJuanAmarillo.

Elinsectoquealeteabasobrelasflores,laarañaquesedescolgabaporunacuerdacasiideal,unavelaenelhorizonte,unescollo,queconelmovimientodelaguasetapabaysedescubríacomoelqueacecha,asomandoáintervaloslacabeza...estoseranlosúnicostestigos.

—Nohaynadie—repitióMorton.

—Peroalgúndíahabráalguien—dijolaseñoritadeLantiguacontristeza,

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—yseremosexpulsadosdeaquícomolofuímosdemicasa,ynohabráplayanibosquequenosamparen.Enlassietevecesquehemosvenidoaquíhemostenido suerte; pero ¿sucederá otra vez lo mismo? Todo está lleno de ojossuspicacesquemiran,Daniel.

—¿Porqué siendobuenos los dos, vivimos comocriminales?NohemosfaltadoáningunaleydeDios,ysinembargo,huímoscomoelincendiarioquehapegadofuegoaltechodelrico.¿Porquéesesto?

—Esopreguntoyo,¿porqué?Diosmío,¿esposiblequeTúhagasesto?

—Elno lohace—dijoDaniel conmelancolía.—Estamos tocando laobrade estas sociedades perfeccionadas, que juzgándose dueñas de la verdadabsoluta,conservanlasleyesdecastacomoentiempodelosfilisteos.

—Yohepensadoanocheque loque loshombreshanhecho loshombrespuedendeshacerlo—repusoGloria,regocijándoseencontemplarelsemblantedeMorton,cuyahermosamiradaparecíadescenderdeloaltodelacruz.—Noestandifícil.Estudiemosunmedio...¡Peroesparticularquesiempre,pormásquenospropongamoslocontrario,hemosdehablardecosastristes!

—¿Novesquehablamosdereligión?Ylareligióneshermosacuandoune;horribleycruelcuandosepara.

Morton acercó su rostro, fijando la vista en los ojos de la señorita deLantigua.

—¿Quémiras?—preguntóéstaretrocediendounpoco.

—En tus pupilas negras—dijoDaniel riendo,—estoy viendo elmar y elcielo.Esadmirablelobienquesereproduceenesapequeñaconvexidadtodoelpaisaje.Cuandopestañeasseborrayluégovuelveáaparecer.

—Noatiendasátonteríasypiensaenloquetehedicho...—replicóGloria.—Mira,tienesunacosaenlabarba...

—¿Qué?...¿aquí?—dijoMortonechandomanoálabarba.

—No,máshacia laboca.Esungusanitomuychicoqueha caídode lasramasdeunpino.

—¿Aquí?

—Notanto...Máshacialaboca.Aquí.

Diciéndolo, arrancó Gloria con los dedos, de la barba de su amado, elextrañoobjetoyletirólomáslejosquepudo.

Comosecazaunamariposaalvuelo,Daniellecazólamanoyselabesóconafán,diciendo:

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—Gloria, ¿de quéquieres quehablemos?Si nadapodemosdecir que noseatristecomolospensamientosdelcondenadoámuerte...

—Nosotros también somos condenados á muerte—dijo la señoritaretirandosumano.—Yloqueespeor,condenadosinocentes...

—Como del presidio los presidiarios—dijo el hamburgués;—nosotrossacamosdenuestrascunasunamarcaenlafrente.Nadieenelmundonoslapuedequitar.

—¿Nadie?No tanto—observóGloria.—Pidamos fuerza áDios, yEl nosabrirácamino.

—Perosenecesitavalor,unvalormuygrande,vidamía.

—¡Unvalormuygrande!PorDios—exclamó la doncella conpena,—noaumentes las dificultades en vez de allanarlas. Si eres valiente, lo seré yotambién.

—¿Por qué me respondes así?... Querido amor mío, cuando llegan losconflictossupremos,losgrandessacrificiosestáncerca.

—Sí,esprecisohacerungransacrificio,Daniel;peroesesacrificiolodebehacerunodelosdos.¿Acuálletocará,átíóámí?

Morton,cayendoenprofundatristeza,fijólosojosenelsuelo.

—Alosdos,queridamía.

—¿Losdos?—repitióGloria algoconfusa.—No te entiendoentonces.Lacuestión es muy sencilla. Daniel, no la compliques. Somos dos... nosqueremos; pero ¡ay! si nuestras almas adoran áDios, vivimos cada cual enIglesiadistinta:aquísobraunareligión,hijo.

—Es verdad, sobra una religión, y es preciso eliminarla—afirmóDanielsombríamente.

—Esprecisopagaresetributoálasociedad.¿Túquépiensasdeesto?

—Quelasociedadesterriblementeferóz,yconmuchadificultadseaplaca.

—Eso quiere decir—manifestó Gloria con enojo,—que no hay soluciónposible.Yoabrolaspuertasytúlascierras.

Morton suspiró,mirando al cielo, señal evidente de que no veía puertasabiertasnicerradasenningunaparte.

—¿Por qué suspiras así? ¿qué tienes?—preguntó la joven con elimpacientedesasosiegodeunaalmaalborotada.

—Nada...pensabaenmidesgracia,queesmásgrande,infinitamentemásgrandequelatuya.

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—No... no—dijo Gloria, rompiendo á llorar.—Me voy convenciendo deunacosa,deunacosamuytriste...¡Ah!Daniel,túnomequieresámícomoyoátí.

—¡Gloria,vidamía,Gloria!PorDios—exclamóelextranjero,besandolasmanos de su amiga,—no me mates con tus quejas... Si supieras cuántopadezco;yoqueheestadoápuntodedespreciarlo todo,nombre, familia, elamor demis ancianos padres, de perderlo todo por tí... yo que aun en estemomentovaciloytiemblo,igualmenteaterradoporlaideadeposeerteyporloterrible del sacrificio que quieres imponerme. Claramente lo has dicho: esprecisoquitardeenmediounadelasdosreligiones.

—Sí.

—Ycomosiecháramossuertes,letocaálamía,¿noesesoloquepiensas?

—Túereshombre.Elhombredebesacrificarseporlamujer.

—En este asunto, la sentencia debe caer sobre el que tenga creenciasmenosfirmes.¿Cuálessonlastuyas?

—Creo en Dios uno, Señor del cielo y de la tierra—declaró Gloria, lamanopuestaenelpechoyelevandoalcielolosojosllenosdelágrimasydelaluz divina;—creo en Jesucristo, quemurió en la cruz por redimir al génerohumano;creoenelperdóndelospecadosyenlaresurreccióndelacarne,enlavidaperdurable...Tedesafíoáqueseas tanexplícitocomoyo.Nuncamehasdichodeunmodoclarocuálessontuscreencias.

—Gloria, tufeestibiaenmuchascosasordenadasporlaIglesia...Melohasconfesado.

—Esfirmeyardienteenloprincipal.

—Todoesprincipal.Pregúntaloátutío.

—Notengonecesidaddedeclararmecontrariaáciertascosas.

—Entoncesnoeresbuenacatólica.Esprecisocreerlotodoabsolutamente.Yavesque...

—¿Quéhedever?

—Queyosoymásreligiosoquetú,porquecreotodo,absolutamentetodoloquemireligiónmeenseña.

—Esoquieredecir—afirmóGloria,ahogadaporlapena,—queelsacrificiodebohacerloyo.

Mortonnocontestaba.

—Esto quiere decir—manifestó al fin,—que moriremos, Gloria, que

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moriremos,yqueDiosharáconnosotrosenelotromundoloqueesimposiblealcanzar en éste, porque este mundo, amiga de mi corazón, no es paranosotros.

Gloriaselevantó,yconlainspiraciónsublimedequienponeelpiéenlapuertaqueconducealmartirio,exclamó:

—¡Adiós!

Morton,asiéndolelaspuntasdelosdedosdeambasmanos,tiródeella.Lajovencayódenuevoensuasientodepiedra.

—Noharáelsacrificiounodelosdos,sinolosdosáuntiempo—afirmóDaniel.

—Jesucristo,quemurióen lacruz—dijoella.—Jesucristo,áquienadoro,me ha enseñado el modo de hacerlos yo sola, si es preciso: pero si me dafuerzas para aceptar el de la vida, nome las da para aceptar el cáliz de unescandaloso cambio de religión, por casarme á disgusto demi familia. ¡Oh,Diosmío,dichosaslastierrasdondelareligiónestáenlasconcienciasynoenloslabios,dondelareligiónnoesunaimpíaleyderazas!Andamosporaquícomolasresesmarcadasconhierroensucarne.

Concluyendo su ardiente protesta, la señorita de Lantigua se levantó denuevorepitiendo:

—Adiós,adiósparasiempre.

—Has pronunciado la palabra terrible—dijo Morton con amargura;—lapalabra que ha venido á ser nuestra única solución. ¡Adiós! No hay otrafórmula, Gloria. Yo sentía enmi alma esta palabra; pero no podía ni debíadecirla.Tulahasdicho.

—Porquetúacabasdearrancarmetodaesperanza.

—Porque no hallo solución alguna á nuestro conflicto, porque esimposible,porquenohayremedio,porquenopuedeserdeotramanera.

—Sea,pues—dijoGloria,cayendoentristeabatimiento.

—Diosloquiereasí.

—Nossepararemosparasiempre.

—Mañana.

—No,hoymismo,ahoramismo—afirmólaseñoritaconviveza.

—¡Oh,grandezadelsacrificio!No,noestantoloqueyopedía—manifestóMortonconenergía.—Nobleyhermosaestualma,Gloria.Sicomodices,nosseparamospara siempre,déjameque teveaalgún tiempomás.Piensaenmi

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soledad,quevaásercomoladelosmares,siemprerevueltosensímismos,ensulejanainmensidadsintestigo.Gloria,vidamía,soldemivida:óyeme,nomedejesasí.Sicuandodesaparezcasdemisojosquedoconrecelodehaberteofendido,padecerémucho...

Gloriaselevantó.

—Todavíano,aguarda—dijoéldeteniéndola.—Grandeesmi feenquienhizoloscielosylatierra,enquienátítehizo.Poniéndoleportestigo,juroqueteadoro,quedemibocanosalióexpresiónquenofueseverdad,quejamás,mientrasrespire,ningúnotroamormásqueeltuyoentraráenmipecho,nienmimemoriaotrorecuerdoqueelrecuerdodetí.

La infelíz joven sentía temblar lasmanos deMorton que le oprimía susmanos,yensurostrosentíaelalientodeélylareverberacióndesusardientesmiradas.Ladoncellaseagitógimiendo,comolaespigadevoradaporlallama.Sucorazónsedeshacía.

—Gloria—añadió él con el acento de quien llama al que no ha deresponder;—Gloria,yoarrastrarétodamividaunremordimientomuypesado,sinoteconfiesoahoraquesoyunmalvado,porquenodebíamarteyteamé,porquenodebímirarteytemiré.Tusojos,tugracia,tuhermosura,tubondady tu alma todame cautivaron... Olvidándome de las leyes terribles que nosseparan,meacerquéátí.Reconozcoquemideberentonceserahuir,huirantesque el mal fuese irremediable; pero fuí débil, conocí que me amabas, y tuespíritu encadenóalmío.Senecesita serDiosparanocaer eneste lazo.Yavistemi conducta.En vez de abandonar á tiempo tu casa, quedéme en ella.DespuéscreíqueunfavorespecialdelCieloallanaríalosobstáculos;perohapasadoel tiempo,ylosobstáculossubsistenmásterriblesé imponentescadadía. Ha llegado la hora del envilecimiento ó de la retirada, y tú me das elejemplo.Túeresgrande;sabeshacerloqueyo,miserable,nosupe.¡Malditosea yo, que ví la felicidad y no la pude poseer!Te devuelvo á tu casa, á tureligión,y tedevuelvopura, inmaculada...PorDios,¿noves,novesclaraypatentelahonradézdemialma?

—Sí—respondióGloriaentreangustiosossollozos.

—¿Conservasalgunasombradereceloconrespectoámí?

—No.

—¿Mecreeríasdignodetí,siunafatalidaddenacimientonoloimpidiera?

—Sí.

—Pues ahora—dijo resueltamente el extranjero levantándose,—separémonos.

—Parasiempre—añadióGlorialevantándosetambién.

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Pálida y grandiosa en su dolor, semejaba el ángel de la muerte cuandovieneá llevarseunalma.Daniel laabrazó.LaseñoritadeLantiguaocultó lafrenteenelpechodesuamigo,regándoloconlágrimasbreverato.

—Dameunrecuerdotuyo—dijoMorton.

—Lamemoriafielnonecesitarecuerdosmateriales.

—Esverdad:yonolosnecesitaré;perositevas,notevayastoda.Dameaunqueseauncabello.

Gloriasellevólamanoálacabezayseparódeellaunamatadepelo.

Sonriendoenmediodesupena,conesasterriblespalpitacionesóvagidoshumorísticosquetieneeldolor,dijo:

—Nohaytijeras.

—Noimporta—dijoMorton.—Locortaréyo...

Yconlosdientes,enmediominuto,cortóelpelo.

—Escasidenoche.

—Paramíyatodoesnoche—murmuróelextranjero.

Sesepararonalgunospasos;perovolvieronájuntarse.Erancomolaplayay laola,quesiempreparecequehuyen launade laotra,ysiempreseestánabrazando.Porfin,cuandolanocheavanzómás,porloscerroslejanos,tierraadentro,seveíaunginetequemarchabadespacio,inclinadalacabezasobreelpecho. Su figura negra no era favorable á la armonía del risueño paisaje, yparecíaquedespuésqueélpasabatodovolvíaáestaralegre.

Hacia Ficóbriga caminabaGloria arrastrando la pesadumbre de su dolor,comoelimitadordeCristoáquienéstehadicho:«tomatucruzysígueme.»Todoenderredorsuyorespirabapazyeldulcereposodeloscampos.Volvíanlosbueyesdelaspraderasydeltrabajo,lentos,pasoápaso,cabeceandoconlaspesadastestasysusnoblessemblantesllenosdegravedad.Lasmujeresdelaaldeaibanenopuestosentido,llevandosobrelacabezalargospanesdemásdemediavara,ylospescadoresponíanásecarsobreelaltozanodelaAbadíalashúmedasredes,encuyasmallasbrillabanaúncomolimadurasdeplatalasescamasdelassardinas.

TodoestolovióGloria,ytodosevestíadeaquelfúnebrelutodesualma.

XXIX

Sefué.

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Al día siguiente muy de mañana, las persianas del cuarto de Gloria seabrieron de par en par, y la luz penetró á punto que ella se asomaba. Ladoncellaesparciósuvistaporelcampoylavilla,ydeteniéndolaenlosárbolesdelcementerio,pensóasí:

—Ahora,hermanitosmíos,vosotrossoismisúnicosamores.

No lejos de la ventana, corría el camino real, y por él los hilos deltelégrafo,queplantabaálolargosusescuetospostesádistanciasigualesqueparecíanpasos.En losalambresveníanáposarse todas lasmañanasalgunospájaros, que habían encontrado muy bueno aquel casi invisible punto dedescansoenmediodelosaires,ydesdeallícontemplabanlacasaylaventanaabierta, donde la señorita de Lantigua aparecía temprano á saludar el día ybendeciráDios.

Esta no creía que aquellos graciosos séres fueran las almas de sushermanos,acompañadasdelasdeotrosniños,porquenopodíacreertalcosa;pero en sumente se asociaba aquel espectáculo con el recuerdo de las dospersonitasáquienesCaifáshabíallevadoalcementerioenazulescajas.Elloesqueunoyotrodíasolíamirarconamorálospájarosdelalambre,sintiendonoverlos cuando les alejaba la lluvia. A tan rara ilusión contribuía lacircunstancia de haber sobre el cementerio de Ficóbriga una gran arboleda,queeraelcuartelgeneraldeaquellosvagabundos.Glorialesveíasalirdeallíen bandadas y volver á la caída de la tarde, haciendo gran ruído, hasta quevencidos del sueño, callaban dentro del espeso ramaje, y el cementerio sequedabasinmúsica.

Pero aquella mañana Gloria proyectaba su tristeza á todo lo creado. Sipudiera existir luz negra, ella sería el sol de ella. El contrasentido de laspalabras no está en las ideas, porque el mundo parecíale alumbrado con elnegrorde sualma.Envezde sonreirante lasavecillasqueenelalambre laesperaban como siempre, creyó ver la figura de sus dos hermanosmuertos,que se le acercaron tal como estaban en las cajas azules el día del entierro,amarilloscomoceralosrostros,tanfrescasaúnlasfloresdesuscoronascomosecaslasdesusmejillas,cubiertosdeblancasvestidurasrizadasyencintadas.Peroveníanconlosojosabiertos,dandolamanoelmayoralmáspequeñoymoviendolospiececillosporelaire.Señalandolatierraledecían:«Sóloaquíseestábien.»

Mirando luégo á la torre de la Iglesia, experimentó viva sensación demiedo y antipatía. La torre era una idea, y el espíritu de la joven chocó,rebotando con dolor, en aquella idea, como el ave ciega que tropieza en unmuro.Deprontounavozgritódesdeeljardín:

—Niña,¿nobajas?TeesperohaceunratoparairálaIglesia.

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Era D. Angel, que salía para decir su misa en la Abadía. Gloria leacompañabasiemprecongozo;masenaqueldíasintiófríoenelcorazónyunextrañoímpeturebelde.Unióse,sinembargo,consumisiónycariñoalbenditoprelado; mas al entrar en el templo, renovóse en su alma el terror, porqueaquellas piedras bárbaramente blanqueadas no la dejaban respirar,oprimiéndolaconsupeso.

CuandoD.Angelsalióalaltar,Gloriaevocótodaslasfuerzasdesualma,supiedadysufe,ynoenvano,porquesiendoD.Angelunsanto,laimpiedadnoeraposibleensupresencia.Laturbadadoncellaluchabaconlasdolorosasrepugnancias que surgían en su espíritu, débiles aún, pero que crecíanenroscándose,comolasculebrasalsalirdelnido;ycuandovióquelosdedosdelancianoalzaban lahostia,ensupechoseelevóunaámaneradeolaquefué creciendo, creciendo, hasta caer como catarata, y entonces Gloria sedeshizoenlágrimasydijo:

—Señor,Señor,yotambiénsabrépadecerymorir.

DonJuandeLantigua,queobservababiencuandoqueríaobservar,yporaquellosdíashabíadadounpocodelamanoásustareasliterarias,notóqueensu hija ocurría algo.Meditó en ello, y como la sospecha es hermana de lacavilación,dióseáhacerjuiciosmásómenostemerarios,perosinpensarnadacontrario á la honestidad de la joven, porque esto, dicho sea en honor deambos,no lecabíaen lacabeza.Sussospechasyreceloversabansobreotroordendecosas.

—Gloria—decíaD.Juanásuhermanounamañanaenelcuartodeéste,—noestátranquila.Algopasaensuespíritu.Leheoídofrasesyreticenciasqueindican gran trastorno en sus ideas religiosas. Su imaginación es viva, y suentendimiento, inclinado á remontarse sin guía, es susceptible de caer engrandeserrores.Además,temomuchoásusensibilidad.

Gloriaentró.

—Hija mía—dijo su padre.—Otros años has recibido á Dios el día deSantiago.¿Hacemuchoquenocumpleselprecepto?

—DesdePascua—repusoella,palideciendo.

—¡Oh!esmucho,muchotiempo—dijoSuIlustrísimaconbondad,dejandocaerambasmanossobrelosbrazosdelsillónenqueestabasentado.

—¿Por qué no confiesas hoy ó mañana—manifestó D. Juan afectandoindiferencia,—para que puedas comulgar el día de Santiago? Mira: se meocurrequeyodebohacerlomismo,yestatardeconfesaré.JuntosrecibiremosáSuDivinaMajestad.

—Miconfesor,elpadrePoquito,noestáahoraenFicóbriga—dijoGloria.

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—¿Esoquéimporta,tonta?Antesconfesabascontutío.

—Sí,cuandoeraniña.

—¿Yahora,porquéno?

—Ven acá, mansa ovejuela—dijo D. Angel sonriendo.—¿Tienesvergüenza?Yaseve...conesospecadazostantremendos...

—Pues me retiro—dijo D. Juan, á tiempo que su hermano extendíaamorosamente el brazo derecho para agasajar con paternal cariño á lapenitente.

Glorianopudodecirunapalabra.Desfallecía.Cayóderodillas,yD.Angellerodeóelcuelloconsubrazo,diciendo:

—Vamosáver,hijamía.

Silencio:laconfesióndeunalmahaempezado.Anteactotansolemne,elmás hermoso que existe en religión alguna, el narrador calla. Nadie tienederechoáinmiscuirsuatenciónirreverenteenestediálogodelalmaconDios.Lector,cierraellibroyespera.

XXX

Pecadorayhereje.

Loconfesótodo,absolutamentetodo;rebañóensuconciencia,sacandodeellahasta lasúltimasheces, y ámedidaque iba sacando, respiraba conmásdesahogo,porqueverdaderamentesucargaeragrande.

Durantelaconfesión,unindiscretoqueseacercasehabríaoídosuspirosysollozos,yalgunapalabrasueltadelbuenpastordeCristo.Cuandoconcluyó,D.Angelnoestabasereno.Subondadosorostro,quesegúnlaexpresióndeunentusiastaamigosuyo,eraunpedazodeParaíso,teníaciertamovilidadquenopuede definirse; desconsuelo semejante al de los que presencian ladesaparicióninstantáneadeunacosamuybella,sinpoderloevitarnitampocoenojarse. Se quedó D. Angel como Tobías cuando vió desaparecer parasiempreelángelqueleacompañaratantotiempo.

Después de rezar brevemente, ordenando á su sobrina que hiciese lomismo,ledijoconvozmuytriste:

—Hijamía,notepuedoabsolver.

Gloriainclinólacabezaconsumisión.

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—Porahora—añadióelprelado,—procuraserenarte...descansa.Salgamosunmomentoaljardínóápaseo,yhablaremosdespacio.

Lapecadoracorrióátomarelsombreroyelbastóndesutío.

—Porcierto—dijoéste,—quenomegustaquetupadreignoreestascosas.Yo no le puedo decir una palabra, si nome autorizas para ello, delmismomodoquesinotehubieraoídoenconfesión.

—Quieroquelosepa—dijoGloria;—yomeconfiesoálosdos.

—Muy bien, me parece muy bien... No te sofoques. Vamos á dar unavuelta.

SaliendoambosdepaseohacialaPesqueruela,elpreladoseexpresóasí:

—Tedijequenopodíaabsolverte.Ahorasabrásporqué.Noeslacausademi rigor que hayas amado. Eresmuchacha y la ley natural, en esta tu edadflorida, despierta inclinación hacia otro sér, la cual, si es honesta y va biendirigidaporeldiscernimiento,puedeproducirbienes,conduciendoalserviciodeDios.Bienesverdadquehalloeneseafectotuyodemasiadoardor,yesdetal suerte, que más parece desasosiego de un alma llagada y enferma,miserablementeansiosa,comodiceSanAgustín.

»Tambiénesmuyvituperablequehayasguardadosecreto.Esasentrevistasocultassonmuyimpropiasdeunadoncellapudorosaybieneducada.Loqueseescondenopuedeserbueno.Sinembargo,estepecado,consertangrandeytalquejamáslocreyeraentí...

A Su Ilustrísima se le turbó un poco la voz por la emoción; masdominándose,prosiguió:

—Consertangrandetupecado,noesimperdonable,mayormentesíestásdispuesta,comohasdicho,áarrojardetíesainsensatallama,sofocándolaconunaaspiraciónfirmehaciaelúnicosoberanoamor,queeseldeDios.

»Para que veas cuán grande esmi tolerancia, te perdono también el quehicierasobjetode tupasiónáunhombrequevive fueradenuestra santa fe,porqueenverdaddebistecerrarprontamentetuherida,negándolealalmatodacomunicación y roce con el alma de un hereje. Y reconociendo yo laseducción aparente de las prendas morales de ese joven, á quien estimémucho, extraño que tú pudieras hallar verdadero encanto amoroso en quiencarecede laprincipalymásvaliosahermosura,quees lade la fe católica...Pero me has manifestado tu firme propósito de renunciar á la inquietudtenebrosadeeseamor,loqueesverdaderamenteunméritoentuflacaedad,yestobastaparaobtenermiindulgencia.Hastaaquívamosbien,hijamía;peroladesconformidadempiezaahora,yvoyámanifestártelaclaramente.

Gloriaatendíacontodasualma.

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—Puesbien,hijamía—continuóelvenerableseñor;—lacausademienojocontigo es que, segúnmehas confesado, hannacido en tu espíritu y lo hananublado, de la misma manera que los vapores cenagosos obscurecen laclaridadylimpiezadelsol,ciertasideaserróneascontrariasdetodoentodoála doctrina cristiana y á las decisiones de la Iglesia. El mal no estáprecisamenteenque tehayascontaminadodeesoserrores,pueselenemigo,quevigilanteacechaelestadodeflaquezaparaverterenlaorejadelhombrelaponzoña, pudo sorprender tu alma é inficionarte de la pestilencia. A estospercancesestánsujetostodosloshombres,aunlosmásfuertes;perovienedeimproviso la saludable reacción del alma, se aclara el sentido, entrapoderosamente la gracia, y el error huye como los demonios arrojados delcuerpo,entrealaridos.Túnohasgozadodeestebeneficiodelalimpiezadetuentendimiento, sino que conservas tus errores, estás encariñada con ellos,segúnme has dicho, los tienes enclavados en tu espíritu como el rótulo deignominia que los judíos pusieron en la cruz, y en vez de arrancártelos yarrojarlosalfuego,losacaricias.¿Noesestoloquemehasqueridodecir?

—Síseñor—repusolapenitenteconrespeto,perotambiénconseguridad.

—Pues bien, estás infestada de una pestilencia muy común en nuestrosdías,yqueeslamáspeligrosa,porquetomandociertotintedegenerosidad,ámuchoscautiva.Esloquellamamoslatitudinarismo.Túdices:«Loshombrespuedenencontrarelcaminodelaeternasalvaciónyconseguirlagloriaeternaenelcultodecualquierreligión...»Puesbien,esaproposiciónestácondenadaporelSoberanoPontíficeenlasEncíclicasQuiPluribusySingulariquadam,yen la alocución Ubi primum. Tú dices: «Todo hombre tiene libertad paraabrazaryprofesaraquellareligiónque,guiadoporlaluzdelarazón,creyeraverdadera...» Pues bien, esta proposición está condenada en las LetrasApostólicasMultiplices inter, y en laAlocuciónMaxima quidem... ¿Qué teparece?

SuIlustrísimasedetuvo,mirandocaraácaraálaseñoritadeLantigua.

—Ya te explicaré con toda calma esos delicados puntos—prosiguió elreverendo.—Hablaremos largo, porque no dormiré tranquilo mientras no tesaquehastalasúltimashecesdeeseveneno.Perodímeahora,loquillademicorazón,¿cómopudistedarcalorentuentendimientoáesasmalditasvíboras?Sindudaelhombre,áquienhas tenido ladesdichadeamar, te inculcóesosprincipiosdel latitudinarismo,desgraciadamenteesparcidosporelmundoenrazóndelaaparentebenevolenciaygenerosidadqueencierran.

—No ha sido él—dijo con viveza la pecadora,—quienme ha inculcadoesasideas.Danielsindejardeentreverápuntofijocuálessonsuscreencias,sehamostradosiemprepocoinficionadodeesoquellamausted...

—Latitudinarismo,hija.

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—Latitudinarismo...Puesenesehombre,lascreenciasparecenmuyfirmesy hasta intolerantes, señor. Además, siempre ha tenido la delicadeza de nodecirmenadaquequebrantara enmi alma la religióndemispadres.Hemoshabladodelareligióncomolazosocialynadamás.

—Entonces,tú...Mira,estoyalgocansado,ybuenoseráquenossentemosenestapiedra.

—Yo, yo sola—dijo Gloria sentándose también,—soy la culpable. Hacetiempo, desde que le conocí, díme á cavilar en estas cosas noche y día.Nopodía apartarlas de mi pensamiento y, según mi entender, discurríaacertadamentesobreellas.Meparecíaquemisargumentosnoteníanréplica,ymevanagloriabadeellos,pronunciándolosenmisdiálogosobscurosconmigomisma.

—Has dicho, «desde que le conocí,» luégo él en cierto modo esresponsable...

—No, no, querido tío, yo, yo sola. Si he de hablar á usted con enteralealtad, mostrándole mi alma hasta lo más hondo, aun antes de conocerlepensaba yo en estas tristes cosas, si bien no daba forma clara á mispensamientos.EltratodeDanielparecequeencendióenmiespíritumilluces,yásuclaridadempecéáverdiferentestemasdereligiónydelasdisputasdeloshombressobreella,asícomodelagrandezaylejanoslinderosdelreinodeJesucristo,áquienyoveíaSeñordetodaslasgentes,detodoslosbuenos,detodosloslimpiosdecorazón.

DonAngelfruncióelceño.

—Veo—dijo con cierta severidad,—que tu llaga crece, crece que es unprimor.¡Oh!¡cuandotupadresepaesto!...¡élquesobresaleporsusestudiosortodoxosylaclaridadconquehasabidodeslindarlaverdaddelerrorenlasabominablesluchasdelaépocapresente!...

—Mi padre y ustedme convencerán de seguro—dijo Gloria, inclinandoconhumildadlafrente.

—¡Teconvenceremos!...y lodicescomosifueratarealarga...¿Demodoque te encastillas en tu error, y te cercas de lamuralla de una terquedad yreincidenciamásabominablesqueelerrormismo?...Gloria,Gloria,hijamía,por Dios, vuelve en tí. Mira que no puedo absolverte si no desechas esospensamientos, sino losarrojasconespantode tí, comoarrojaríasunanimalinmundoquetemordiese.

—Nohaymayortormentoparamí—declarólaseñoritadeLantigua,—queestarseparadadeustedydemipadreporcosatanpequeña,tanvanacomoesunpensamientoqueácualquierhorapuedemudarse.Perosiahoraledijeseá

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usted: «tío, ya he desechado el mónstruo asqueroso, ya estoy limpia deerrores,»hablaríaconlabocaynoconelcorazón,porqueesas ideasquehedichonosevandemicabezaconsólodecirlesvete.Estántanarraigadas,quenopuedoecharlasfuera.InvocomifeenJesucristoáquienadoro,ymifeenJesucristonomedicenadacontraellas.

—¡Chiquilla,porDios,porlaVirgenMaría!...

—¿Noseríapeorqueelerrormismo,negarloconloslabios,careciendodefuerzainteriorcontraél?

—Eso sí. ¿Pero estás loca? ¿Has perdido acaso la gracia divina y lospreciososdonesdelEspírituSanto?

—Nosé, tíodemicorazón, loqueheperdido.Sóloséquemeserámuydifícilconvencermedequenosonverdaderaslasideasqueusteddesaprueba.Noquieromentir,noquieroserhipócrita.Aquíestámialmaabiertahastalomás recóndito, para que ustedmire dentro de ella.Nopuedo hacermás; nopuedoviolentarmiconciencia.

—De modo que para tí nada vale la autoridad... ¡Veo que marchas deherejíaenherejía!—exclamóD.Angelconverdaderoespanto.

—Puessiestoyenerror,siestoytocadadeherejía—dijoGloria,—declaroque deseo no estarlo; que haré todo lo posible para limpiarme de ella, peroentretanto, ¡oh, buen pastor mío!, huyo de la mentira, huyo de confesarmecreyenteenciertospuntosquenocreo,porquenoescapricholoquemeobligaá pensar lo que pienso, sino una fuerza poderosa, una llama tan viva comoperdurablequehayenmientendimiento.

—Demodoqueterebelas...¡Gloria,poramordeDios,considerabienloquedices!—exclamóSuIlustrísimallenodetribulación.

—Tío, tío mío, si pierdo el amor de usted—dijo Gloria derramandolágrimas,—mepareceráqueestoyyacondenada.

—Yloperderás,loperderás,loperderástodo—afirmóD.Angelcadavezmássevero.—Estonopuedequedarasí.¿Meautorizasparahablarátupadre?

—Yahedichoquesí.

—Puesvamosácasa—dijoelpreladolevantándose.

No hablaron más. Por el camino, D. Angel pensó que los ejercicios depiedad,combinadosconunsaludablesistemadepacienciaydeexhortacionesdelicadas,cualconveníanáladelicadísimaalmadeGloria;ciertareclusiónyun comerciomuy frecuente con las cosas santas, curarían aquella lepra quehabíatocadoelprivilegiadoespíritudesusobrina.

Esta, andando hacia la casa, absorta, pensativa, triste, oía zumbar en su

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oídolafunestavozquehátiempo,ensusdesvelosyensusmeditaciones, ledecía:

—Rebélate,rebélate.Tuinteligenciaessuperior.Levántate;alzalafrente,limpia tus ojos de ese polvo que los cubre, ymira cara á cara el sol de laverdad.

XXXI

Pausa.Elconflictopareceresolverseytansóloseaplaza.

Pordesgraciaóporventurasuya(queestonolohemosdedilucidarahora),Gloriamovíaconmásvigorácadahoralasfunestasalasdesulatitudinarismo,quedebíanconducirlaDiossabeáquéregionesdeespanto.

Despuésdemeditarlomucho,D.Angelresolviónorevelarásuhermanolafunesta pasión deGloria.Aquello era ya cosa pasada y resuelta, ymientrasmásprontoseolvidasemejor.Peroalmismotiempojuzgóprudenteadvertirlede loserroresdesuhija,porquesise lesdejaba, tomaríangrancrecimiento,comolamalahierba.

No es preciso decir que D. Juan sintió viva pesadumbre al conocer lasdescarriadas pendientes por donde iba dando tumbos el despeñadopensamientodesuhija.RecordandoentonceslasatrevidasideasdeGloriadosañosantes,comprendióqueelmaleraantiguoyquesólovariabade forma.Amargóselelavidaenaqueldía,ytodoenéleradiscurrirpaliativos,imaginartratamientosmoralesquevolviesenásuadoradaniñaalprimitivosércatólicoqueantestenía.

NopudoadivinarLantigualoquehabíapasadoconMorton;peroalláenelfondodesualmarebullíaunasospechavaga.Sincreerquesuhijaamaraalextranjero, consideraba que el brillo exterior de éste no habían dejado deinfluirenlosdesvaríosheterodoxosdelainteresantemuchacha.PorestarazóndeplorabaentoncesmásquenuncaellastimosonaufragiodelPlantagenet.

Los dos hermanos emprendieron sin pérdida de tiempo un verdaderoasediodeconsejosyamonestaciones.Consuavidadelobispo,yelseglarconenojo y rigor trataban de volverla al camino de la salvación; pero estasembestidasnoprodujeron resultadoalgunopositivo,ómejordicho,diéronlocontrarioálasbonísimasintencionesdeambosLantiguasyalesplendordelaIglesia.

En aquelmismodíade la confesión,Gloria, deunaproposiciónheréticapasó á otra, y en su cabeza iban entrando atropelladamente demonio tras

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demonio. Del latitudinarismo pasó al racionalismo y á otras execrablespestilencias.

Llegó,sinembargo,unpuntoenquelasrelacionescariñosísimasentreellaysupadreytíoempezaronáquebrantarse,yaquílasensibilidaddelainfelízmuchacha se sobrepuso á todo. Perder el amor de ellos era desgraciairreparable,yresolvióecharenolvidosuserrores,yaquenopodíaestirparlos.Aldíasiguiente,cuandoD.Angellaamonestabadelantedesupadre,dijo:

—¡Ay! ¿Quién puede resistir á la autoridad y á la bondad de usted?Medeclaroconquistada.CreotodoloquelaSantaMadreIglesiamemandacreer.

Sometióse, sí; pero, allá en el fondo de su espíritu, las proposicioneslatitudinarias, aquello que mil veces llamó pestífero la autoridad visible,continuabanvivasensumente,comoraízquedeunañoparaotroguardaelgermendenuevaflor.Gloriahizoloquehacenlasnuevedécimaspartesdeloscatólicos,esdecir,guardarsesusheterodoxiasparanolastimarálosviejos.Deaquí resultó que era, como la muchedumbre, creyente para los demás ylatitudinariaparasí.

DonJuandeLantiguavolvióentoncesconnuevoardorásustrabajos,yelprelado tornó lentamente á la paz de su espíritu, satisfecho en extremo dehabersalvadodeespantosacatástrofe lahermosísimaalmadesusobrina.Elamorque sentíaporGlorianodisminuyócon losdesvaríosdeella, antes semezclabadeciertacompasióncariñosa.Aquelvaróninsigne,quetodoqueríaresolverloconsubondadangelical,dejábalotodo,noobstante,sinresolución;ejemploquemuyámenudoserepiteenelmundo.Quisoconvertirunhereje,ysu santo empeño no dió fruto. Intentó también desviar el noble espíritu deGloriadeunvulgarerror,ysuvictorianofuémásqueaparente.Labondad,labuenavoluntaddelpreladoderramabansuluz;perolaherejíayelerroribansin inmutarse derechos á realizar el fin que una ley inflexible les habíamarcado.

Cuando los hechos toman una dirección determinada, es inútil quererdesviarlos de ella.Así, en esta ocasión, nos hallamos con que á pesar de laaparenteserenidadquehantomadolascosas,latempestadestásólocontenida,masnoaplacada,ylacorrienteocultabajoelhielosaldráfueraymarcharápordondeteníatrazadosucamino.

Ved de qué singular manera se anudan los sucesos, cómo los pequeñosincidentes traen los grandes y de qué suerte se establece la naturalconsecuenciaylalógicadelascosas.ElconflictodeFicóbriganoestabamásquesuspendido;habíatomadounrespiroparaestallarconmásfuerza,almodoqueelcoléricodetienelavozyelbrazoantesdedescargarelgolpe.Aquellapausa enteramente ilusoria era, bien puede decirse así, como el intervaloaparente entre el relámpago y el trueno (á causa de la diversa rapidéz del

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sonidoylaluz),siendoenrealidadsimultáneos.

Hemos visto ya el relámpago. Pues irremisiblemente sonará el trueno.Dijimosquelosacontecimientostraíanmarcadosucursofatal.¿Llamaremosáestofatalidadólógica?Elloesdifícildedecidir.Corría,pues,lalógicasinquelabondaddelosbuenosnilaperversidaddelosperversospudierandetenerla.

XXXII

Loscazadoresdevotos.

Llegó la víspera de Santiago, y no eran las nueve de lamañana cuandooyósegranvocerío en la casadeLantigua.Echóse fuerade sudespachoD.Juan,creyendoquehabíaestalladounmotínensuvivienda;massetranquilizóviendoquetodaaquellaalgazaralahacíaD.SilvestreRomero.

—¡Ganamoslaselecciones!¡Ganamoslaselecciones!

Aquella vigorosa y sensual cara de emperador romanodespedía fulgoresdetriunfoyalegría.

Juntamente con Romero venía su amigo Rafael del Horro, candidatotriunfante, á quien también le rebosaba el júbilo por los ojos. No les habíaabrazadoaúnD.Juan,cuandoempezaronácontarlelosgraciosísimoslancesde la lucha,quesalpimentadosconmildonosasocurrenciasdelcura,hacíanmorirderisa.

—Si no fuera porque es caro, inmoral y pernicioso—decía del Horrodesprendiéndosedesuabrigodeviaje,—estoquellamanjuegoparlamentariodebieraconservarse.

A poco llegó el doctor Sedeño, que venía de oir misa, y allí fueron lascongratulaciones y los plácemes. En un punto Sedeño les enteró de cuantohabíaeruptadolaprensaperiódicadurantelalargaausenciadelosdosamigos,yelloshicieronunpasmosorecuentodevotosyrelacióndevariasprotestas,palos,cohechos,bofetadas,etc...

DonAngelnotardóenpresentarse.

—Muchotiempohaestadoustedausentedesusovejas,distraídopastor—dijobondadosamentealcura.

—Tambiénsecuidaelganado,IlustrísimoSeñor,persiguiendoáloslobosótrabajandoporconfundiráesospícarosladronesdeovejas.

—También,también—dijoelobispo.—Sinoriño...Peroánosotrosnonos

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hanhechocazadores,sinopastores.Paseporunavez...yaséqueespreciso,absolutamentepreciso.Entalesapreturasnosvemoslospastoresque,maldenuestrogrado,hemosdecogerlahonda.

—Yelpaloyelcuchilloycuantohayquecoger. ¡Óellosónosotros!—vociferóD.Silvestre.

—Justo es—dijo D. Juan mirando á su hermano,—que tomemos lasmismas armas que ellos usan contra nosotros. Si sólo se tratara de nuestrasvidas, moriríamos; pero la Iglesia está en nuestras manos y no podemosabandonarla.

El abogado, el seglar, se expresaba así, con el tono de la autoridadirrecusable, mientras el sacerdote, el pastor callaba, aceptando su papel depasiva bondad. El uno tenía la idea, el otro el prestigio exterior; el uno lainiciativa,elotrolasbendiciones.

Durantelargorato,eldespachodeD.Juanfuéunherviderodeplanes,denoticias,deamenazas,dereligiosidadesmezcladasconmundanosímpetus.Alfin, D. Angel y Rafael pasaron á la sala, donde Gloria recibió á éste. Eldistinguido joven seempeñóconcierta fatuidaden llevar la conversaciónalpunto para él interesantísimo de su reciente triunfo; pero Gloria, quederramaba su resplandor en las cumbres del espíritu, estaba demasiado altaparadeslumbrarseconladébilluzdeunfósforo.

Oyéndoles,D.Angelsentíaensualmaprofundapena,sabedor,comoera,dedossucesosigualmentedeplorables:eldesairequehabíahecholapícaraálasgracias yperfeccionesdel soldadodeCristo, y sudetestable afecto á unextranjeroimpío;perorespetandolosdesigniosdeDios,bajabasuspárpadosorandoparasí,yenlazabalosdedosdeambasmanos;rozandounaconotralayemadelospulgares.

—Dioslohadispuestoasí—pensó.

Romerobajótambiénásaludarálaseñoritadelacasa.

—Unaquejatengodeusted,señorcura—ledijoGloria,despuésqueleoyóalabarsedesusrecienteshazañas.

—¿Cuál,queridaniña?¿Unaquejademí?

—Quemandara usted arrojar de la sacristía al pobre Caifás. ¿No es undolor...?

—¡Ah, tunante, borracho! Pero no debe quejarse; pues según me handicho,estáhechounpotentado.

—¡Ah,sí!...—murmuróGloriaturbándose.

—AlentrarenFicóbriga,supequeMundideohapagadotodassusdeudas

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ydesempeñadotodasuropa...Vamos,queestárico.

—Mi sobrina y yo—dijo Su Ilustrísima sonriendo,—le dimos algúnsocorro, pero no era para tanto. Si no se ha repetido el milagro de lamultiplicacióndelospanes...

—Para milagros estamos—añadió el cura.—Aquí no ha habido sinolatrocinio.¡Oh!esmuchopájaroaquelCaifás.

—¡Señorcura,porDios!—exclamóGloriaconindignación.

—Qué,¿meequivoco?¿PuesdedóndesacaCaifástantodinero?

—Selohabrádadoalguien.

—¡Oh, sí!... eso dice él. ¿Pues no tiene la poca vergüenza de decir queDanielMortonselodió?

—Yseráverdad.

—Yonolocreo.D.JuanAmarillo,queentiendemuchodeestascosas,mehadichoqueestáalarmadísimo...Hacontadosudinero;estásegurodequenolefaltanada...sinembargo,nopuededesecharciertorecelo...

—Sí—dijoD.Juan,queálasazónentró.—EntodoFicóbriganosehablamásquedelasriquezasdeCaifás.Parecequemeestácomponiendolacasa.Vamos,yonosalgomal.

—Mi opinión—afirmó el cura,—es que no debe levantarse mano hastaaveriguarloquehayenesto.YaelJuzgadoestádecididoáintervenir.

—¿Por qué? es una iniquidad—afirmóGloria con ardor.—Esto no debeconsentirse...ynoloconsentiremos.

—Yaestámihijaensuelemento—repusoLantigua,—esdecir,ocupándoseexcesivamenteycongranfurordeunafrívolacosa,quenadaleinteresa.

—Meocupodesalvardelacalumniaáuninocente.

—¿Y cómo sabes tú que es inocente? Vamos á ver... Lo mejor es nohacertecasoydejartecontutema...Conque,señores,vámonosácomer.Hoyesdíadealegría.

Elcuralesdetuvoantesdepasaralcomedor,ysolemnementehablóasí:

—Señores,señores...

—¿Tenemos discurso?—preguntó D. Juan viendo que, después delvocativo, el buen párroco alzaba el brazo derecho en la actitud másciceroniana.

—Señores: espero que mañana todos los presentes, empezando por Su

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Ilustrísima el reverendo obispo de *** y acabando por nuestro insigne yvaleroso diputado Sr. del Horro, me honrarán aceptando mi mesa y unahidalgareuniónenmifincadelSotodeBriján.Deestamanerasencilla,ypormediodeunafrugalcomida,piensoquecelebremosnuestravictoria,sinruído,sin mundano estrépito, sin pompa, sin jactancia, como se reunían losprimitivoscristianosenaquellospiadososbanquetes...

DonJuanvióqueelcuraibatomandountonillodesermónhartoenojosoenhoradegrandeapetito,ydijoasí:

—Aceptado,aceptado.Masporahora,vamosáloqueestámáscerca.Alamesa,señores.

Bien pronto estuvieron todos reunidos en la mesa de D. Juan, que erasuculentaápesardeserdevigiliapormarcarelAlmanaqueel24deJulio.

—¿Conqueaceptanustedes?—preguntóRomero.

—¡Comilonas!—dijo Su Ilustrísima.—Por mi parte, doy las gracias alseñorcura.

—SiUsíaIlustrísimanogustadeestefestejo—dijoRomeroconsumisión,—renunciamosáél.

—No,hijosmíos,¿porqué?Celébreseelbanquete,queyasupongohadeserfrugalydecoroso.Peronoasistiré;primero,porquenogustodefestines;segundo, porque celebran ustedes con él un acto político, y yo huyo de losactospolíticos.

—SientoenelalmaqueSuIlustrísimanonosacompañe—dijoelcura.—¿Acaso vamos á celebrar una orgía? El salmista ha dicho: «Banqueteen losjustos.»Etjustiepulentur.

—Et justi epulentur et exultent in conspectu Dei—añadió vivamente elprelado.—«Y regocíjense en la presencia de Dios.» No violentemos lossagrados textos, señor cura, ni sostengamos que el inspirado David nosrecomiendalaglotonería.

—¡Oh!IlustrísimoSeñor—exclamóelpárroco,—loqueUsíadigaesaserámiley.

—Pues digo que celebren ustedes su banquete profano; pero que nomeinviten á él, porque no voy. Por lo tanto, luégo que hayan ustedes comido,alargarémipaseohastaallá.Noesmuylejos.

—Nohaymásquebajarálaría,pasarelpuentedeJudas,subirlospradosdeD.JuanAmarillo,yenseguidasellegaalSoto.

—Ya,yaséelcamino.

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EntróuncriadoconunacartaparadonJuan.Este laabrió,ydespuésderecorrerlaconlavista,dijo:

—EsdeDanielMorton.Me escribe anunciandoque se embarcamañanaporlamañana,ysedespidedetodos.

Don Angel miró con disimulo á su sobrina. Fuerte, animosa, heróica,Gloria recibió el golpe sin dar á conocer las grandes sacudidas de su almaangustiada. Sólo D. Angel, sabedor del caso, creyó distinguir una extrañaneblinaenel rostrode la joven.D. Juan lamiró también.QuizássehubieraentabladoconversaciónsobreDanielMorton;peroentróelSr.deAmarillo,yquequierasqueno, tuvoquesentarseá lamesay tomarunbocado,aunquecon prisa, porque el juez le estaba esperando para ver qué resolución setomabaenelnegociodeCaifás.D.JuandeLantigua,áquienconsultó,dijodeestemodosuopinión:

—NoveorazónalgunaparamolestaráMundideo,mientrasquenose lepruebequeesedinerohasidomaladquirido.

—Esqueseleprobará.

—¿Lefaltaáustedalgoensucaja?

—No,señor;peroeldineronosaledelatierracomolahierba.Caifásharobadoáalguien.PropongoquetodoslosvecinosdeFicóbrigarecuentensusfondos,ymientrastantoqueJoséMundideoseapuestoálasombra.

—Perolaley...

—¿Quéley,niley?...

—Sr.D. Juan—dijo el cura,—¿quiere usted venir á comermañana ámicasadelSoto?

—Ya sé que han ganado ustedes las elecciones. ¡Bien por el ejército deCristo!—exclamóAmarilloconentusiasmo.

Ylevantándosealinstanteconunacopadevinoenlamano,añadió:

—Propongo un bríndis, señores. Brindo por Su Ilustrísima D. Angel deLantigua,elgloriosohijodeFicóbriga,elapóstolmásfervientedelapostoladoespañol, el modelo de virtudes, de quien todos debemos tomar ejemplo, elvarónpiadoso,eljusto...

—Por Dios, por Dios—dijo Su Ilustrísima tapándose los oídos y todoconfundido y turbado.—Basta de incienso, D. Juan, basta, basta. El mejorbríndisqueustedpuededirigirmeyelúnicoqueleagradeceré,esnomolestaralpobreCaifás.

Todos los presentes besaron el anillo al prelado, y cuando éste se retiró,

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tomaroncafé.

XXXIII

Agape.

EldíadeSantiagohabíaferiaenFicóbriga,esdecir,ventadeganadoenlapradera, un novillo corrido en la plaza, diversos puestos de frutas y pastas,vinoylicores,algodeteatros,bailesdelpaís,yporlanochegranfuncióndefuegos artificiales. Pero el principal festejo del día debía de ser el banqueteconqueD.SilvestreRomero,espléndidoentodassuscosas,obsequiabaásusamigosenelSotodeBriján.

Desdemuytemprano, innumerablesservidoresnodabanpazá lasmanosni á los piés, apercibiéndolo todo con arreglo á las instrucciones del buenpárroco, tan perito en estas materias. Llegaban las provisiones en repletoscarrosdel país, cuyas ruedas sin engrasar gemían al subir la cuesta en cuyoaltotérminoestabalafinca.

Era admirable la diligencia que ponía en tan grande faena la señoraSaturnina,áquienpodremosllamararchiama,porsercomogobernantedelasdosótresamasydemásservidumbredelopulentocura.Puededecirsequelaexcelentemujernodurmióenlanochedel24,porquetodaellaselapasódeclaroenclaro,orabatiendohuevos,queporcentenaresfueronvaciadosenundesaforado artesón; ora desplumando aves, que al anochecer perecieron enhorrorosahecatombe.

Pero lagranbataola fuépor lamañana,cuando,encendida lacocina,dióprincipioelfuegoásugranobra,ylascacerolasempezaronámurmurar,yelhumo y los espesos vapores olorosos, llenando parte de la casa, salían alcampo como nuncios benditos de la gran hartazga que se preparaba. DoñaSaturnina y cuantas le ayudaban no tenían manos para tomar quién lospapelillos de las especias, quién la nuezmoscada ó el limón ó la canela; yespumandoguisados,óalbardando fritos,óbatiendoensaladas,ó templandosopas,parecíantraerensusmanoselsustentodeunejército.

Ahora conveniente, dos jayanes pusieron sobre lamesa del comedor unmedianomontedepan,mientrasnolejosdeallísepreparabanlavajillaylamantelería. Cestas ventrudas parían dulces á montones, obra de hábilesmonjas;ydeunbarrigudísimotonelibansacandoelricovinoañejodeRioja,el cual, después de hacer buches y remolinos en un embudo de latónamoratado por el uso, se colaba dentro de las botellas, sonándolas comobocinas.DoñaSaturninanoolvidabaningunadelasoperaciones,poniendosus

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ojosentodoparaquenadaseretrasase,yhastadispusoellamismalosramosdefloresquesehabíandecolocarenlamesa,lospalillos,elaguamanilyotrasmenudenciasyaccesoriosdeunabuenacomida.

MediodíaeraporfilocuandolosconvidadossalierondeFicóbriga,conunsolqueaunenaquellasfrescastierrasabrasaba.DelanteveníanenelcochedeLantigua, D. Juan, el cura y Rafael. Seguían luégo en otro coche D. JuanAmarilloconel tenientecuraydosbeneficiadosdelascercanías,ydespués,en un breck, los demás convidados, que eran amigos venidos para talsolemnidaddelacapitaldelaprovincia.Total:oncebocas.

Sentados los comensales, bendijo D. Silvestre la comida, y comenzó elstridordentum.

HabíatenidodoñaSaturninalafelízideadeponerlamesafueradelacasa,enmediodelafrondosahuerta,yálasombradedosótresálamos,queconsusramaslacubríantoda,dejandotansólopenetraralgunosrayosdesolquecaíanaquíyacullá,comosihubieransidosalpimentadosconluzlosmanteles.Aquíbrillabaunmelocotón,allíelcuellodeunabotella,másalláunsalero,máslejoslacalvadeD.JuanAmarillo.

Encuantoá laparteprincipaldelbanquete,queera lacomida, todos loselogiosquedeellasehaganseránpálidosantelarealidaddesuabundanciayelexquisitosabordetodaella,sibieneramásricaquefina,algoálapatalallana, demasiado suculenta, comida española de esa que más parece hechaparaatarugarrústicoscuerposqueparadeleitardelicadospaladares.

Viéraisallílasopadearrózcalduda,quebastabaporsísolaádejarahitoalmáshambriento,ydespués lospolloscon tomate,precediendoá lasmagras,tambiénentomatadas,parahacerlugarálosfinísimospescadoscantábricosenpicantesescabechesónadandoenricassalsas.Entreellosveníanlasbermejaslangostas,mostrando la carne comonieve dentro de la destrozada armaduraroja,ylossabrosospercebes,comopatasdecabra;yluégovolvíaelimperiode la carne representado en piezas adobadas del animal que mira al suelo,siguiendo á esto chuletas con forro de fritura y otras viandas riquísimas yolorosas,acompañadaspordelanteypordetrásdeaceitunas,pepinillos,rajasde queso flamenco ó del país, anchoas y demás aperitivos, sin que faltaranunos calabacines rellenos, en los cuales no se sabía qué admirarmás, si elespecioso sabor del alma ó la dulzura del cuerpo, y también gran copia decoloradospimientos,quecomollamasdefuegoibandebocaenboca.

¿Y qué diremos de los vinos, algunos de ellos de las mejores estirpesandaluzas? ¿quéde los dulces y platos de leche, quebastarían para hartar átodos los golosos de la cristiandad? Por último, el generoso olor del tabacohabanosedejósentir,yunaazuladanubeflotósobrelamesa,envolviendoelgrupodeconvidadosensensualatmósfera.

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ElanfitriónD.SilvestreRomero(lamodanosobligaádarleaquelnombre)habíacomidobien;D.Juannohabíahechomásqueprobarlosplatos,Rafaeldel Horro estuvo muy parco y D. Juan Amarillo devoraba. Los demás nodesairaronáD.Silvestre.Estesedesvivíaporquetodoscomieranmucho,ynotenía consuelo al ver que no se atracaban como él, y á cada instante lesexcitabaechándolesencara sudesganaypresentándoles losplatosparaquerepitiesen.

Fué digno de notarse un incidente de la comida, por la semejanza queofrecía con casi todos los banquetes políticos que se celebran en Madrid.RafaeldelHorropropusoqueel ramilletepuestoenel centrode lamesa seenviaseálaseñoritadeLantigua.

Cuandofumaban,D.Silvestrecreyóquedebíatomarlapalabra,ylopeorfuéquelatomó.

—Queridos hermanos y amigos míos—dijo:—nos ha reunido aquí lacelebracióndeuntriunfo.Porquehasidountriunfogrande,inmenso,quenoshade conducir áunavictoria aúnmayor, á lavictoriade laverdad sobre elerror,delavirtudsobreelvicio,deDiossobreSatanás.

—Muy bien—repusoD. JuanAmarillo abriendo los diminutos ojos quehabíacerradopocodespuésdelaúltimacopa.

—Hemos combatido como buenos—añadió el cura, que gustaba deemplear, hasta en los sermones, símiles guerreros,—y seguiremoscombatiendo. En los libros santos se ha dicho: «Y tú Jehová, Dios de losejércitos, no hayas misericordia de los que se rebelan con iniquidad...Acábalos con furor, acábalos y no sean; y sepanqueDios domina en Jacobhasta losconfinesde la tierra.»Yenotropasaje:«Fuego irádelantedeélyabrasará en redor sus enemigos.» Nuestra obligación es, pues, combatir, yaquelascosashanllegadoalextremodetenerqueemplearsusinfamesarmas.¡Oh!señores,siyotuvieralaelocuenciaylaerudicióndemiilustreamigoelgrancatólicoD.JuandeLantigua,osdiríaáquéextremoslleganlaimpiedady osadía de los revolucionarios, y el aprieto en que quieren poner á loshombresreligiososypíos;siyotuviera,repito...

DonSilvestreseatragantóligeramente.Todosleoíanconserenidad;enloslabiosdeD.Juanvagabaunasonrisillaqueparecíadecir:

—Másvalequetecalles,pedazodealcornoque.

—Pero, en fin, no las tengo—añadió el cura atleta,—no tengo ni esaerudiciónpasmosa,niesaelocuenciaarrebatadora;yasíesbienquelecedalapalabra...

—¡Oh! si el Sr. D. Juan nos concediera oir su palabra...—dijoAmarillo

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cabeceando.

Lantiguasepusolamanoenelpechoytosió.

—Señores, no puedo—dijo con humildad.—Rafael, hable usted, que loharámejorqueyo.

Del Horro se excusó con frases de modestia; pero al fin, no pudiendoresistirá lasugestiónde todos losconvidados,queáun tiempo leapretabanpara que hablase, se levantó, limpió las gafas, se las puso, y arqueando lascejas,hablódeestemodo:

—Señores, ninguna voz más desautorizada que la mía para dirigiros lapalabra. Joven, sin experiencia, sin conocimientos, me falta autoridad.Válganmeporlasprendasdequecarezco,miacendradafe,misinceroamoralcatolicismo,losesfuerzosquehehechoenmilimitadaesferaparaconseguireltriunfo práctico de la Iglesia, de esa amorosísimamadre nuestra, por quienvivimos,porquienalentamos,porquien respiramos.Dioshaqueridoqueelmásindignodesussoldados,elmáspequeñodesusservidoresalcancehoyuntriunfomaterial en las contiendasquehan establecido los inícuos.Elmedéfortalezaparadefenderle,Eldéfuerzaámilabio,energíaámicorazón,vigorámiespíritu.Estoteergofortesinbello.«Sedfuertesenlaguerra.»

»Inmensa, asquerosa, pestilente lepra cubre el cuerpo social. El llamadoespíritu moderno, dragón de cien deformes cabezas, lucha por derribar elestandarte de la cruz. ¿Lo permitiremos? De ninguna manera. ¿Qué valenalgunos centenares de inícuos depravados contra lamayoría de unaNacióncatólica?Porquenosólosomoslosmejores,sinoquesomoslosmás.AlcemosenestaCruzadaelgloriosoestandarte,ydigamos:«Atrás, impíos,malvadossectarios de Satanás, que contra el reino de Nuestro Señor Jesucristo noprevaleceránlaspuertasdel Infierno.»Yluégo,volviendomihumilderostrohaciaelOriente,distingounavenerableyhermosafigura.Alverlallénasemicorazóndeintensísimacongojaylaslágrimasacudenámisojos,considerandoel aflictivo estado en que los perversos tienen al que es antorchaesplendorosísima que ilumina el mundo. Lleno de admiración y respeto,exclamo: «Grande eres, ¡oh Pedro! no sólo por tus bondades, sino por tusmartirios. También de tí se puede decir que rasgaron tus vestiduras y sobreellas echaron suertes. ¡Ay de los impíos que después de despojarte te hanencarcelado! Ya les arreglarán los demonios en el Infierno. En tanto, ¡ohPastor Santo! yo te saludo con lágrimas en los ojos, yo canto un hosannaamorosísimoentupresencia,ytepidolabendiciónparaqueseredoblenmisfuerzas, se enardezcami espíritu y no desmaye en la gran contienda que seprepara.»

Terminado el discurso del valeroso joven, recibió apretados abrazos detodoslosconcurrentes,yentoncesD.JuandeLantigua,sindejarsuasiento,y

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congranatenciónyreligiososilenciodetodos,dijolosiguiente:

—¿Meatreveré,queridosamigosyhermanosmíos,áhacerospresentequepara esta lucha á que la impiedad y malvada desvergüenza de losrevolucionariosnosllama,nobastan,no,lafinuraytempledelasarmas,nieldenuedodelosbrazosvaroniles?Lamejorarmaeslaoraciónyelmásterriblebaluarte las virtudes y el buen ejemplo. Seamos buenos, píos, caritativos,fervientes católicos, y tendremos asegurada la mitad del triunfo. Tengo elsentimientodedeclarar,porqueasíloreconozco,queelespíritureligiosoestámuyenflaquecidoentrenosotros.Sehablamuchodebatallarypocodelamorde Dios. Inter vos dormiunt multi, «entre vosotros duermen muchos.» Esprecisoquetodosdespierten,porquelatempestadestáencima;esprecisoquedespierte, no sólo la carne, sino el espíritu. ¿No habéis conocido que entrenosotros cundedesparramada la herejía? ¿Novéis quehasta losmás fuerteshan caído? ¿No véis que el racionalismo y el ateísmo han robado muchasalmas al seno deDios? ¿No véis que disminuye cada día el número de losfervorosos católicos y aumenta el de los indiferentes? Hé aquí un maldemasiado grave para conjurarlo fácilmente.Yo os digo: no sólo es precisobatallar,sinopredicar;nosólohallegadolahoradelapelea,sinodelejemplosanto. Abnegación, paciencia, martirio. Hé aquí tres palabras mágicas quesuperaneneficaciaálosmáscortantesaceros.

—Muybien,muybien.¡VivaelSr.Lantigua!—exclamóD.JuanAmarillosinpodersecontener.

—Aborrezcolasexclamacionesydetestolasapoteosisdehombres.Nosedebe enaltecermás que áDios; no se debe glorificar sino áAquel que era,comodiceDavid, antes que nacieran losmontes y desde el siglo y hasta elsiglo. Continuando, pues, mis observaciones, diré que los males que heindicado y esta general corrupción y ponzoña provienen de los maleficiosextranjeros que han dañado nuestro cuerpo. Gozaba España desde edadesremotaselinestimablebeneficiodeposeerlaúnicafeverdadera,sinmezcladeotracreenciaalgunanidesectasbastardas.Perolostiemposylamaldaddeloshombreshantraídounpodercivilque,porobedecerálosmalvadosdefuera,hadejadosinamparoálaIglesia,cuandoeldeberdelapotestadcivil,comodijo San Félix, es dejar á la Iglesia católica que haga uso de sus leyes, nopermitiendoquenadieseopongaásulibertad.

»¿Qué sucede, pues? Que el error ha fundado mil cátedras en nuestrosuelo. Espantáos, católicos: según los enemigos de Dios, la preciosísimaunidaddenuestrafeesunmal,ypararemediarlo,pidenqueseabralapuertaálos cultos idólatras, á los errores de la Reforma, á los desvaríos delracionalismo,semejantesádespropósitosdehombresborrachos.Vedaquíporquécorrenlasmásasquerosasdoctrinas,comoarroyosdeinmundicia,cuando,desatadaslascataratasdelcielo,rompenlasaguaseldiquedelosmuladares,y

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el fangode los camposes arrastradoentremateriasputrefactasymiserablescuerposmuertos.

»No,ymilvecesno.OEspañadejarádeserEspaña,ósusuelosehadelimpiar de esta podredumbre, y en su claro cielo volverá á brillar único yesplendorosoelsoldelafecatólica.Yodemísédecirqueestaideapuedeenmiespíritumásquetodaslasideas,másquetodaslasafecciones,másquelavidayquecuantoexiste.Porverrealizadaestaideayextirpadoelcáncerqueempiezaádevorarnos,dieramilvecescuantoposeo,lapazdemifamilia,mifamilia misma, mi persona miserable. Tengo el ardor de los verdaderoscreyentes,señores,ymifenoestáenloslabios,sinoenloprofundodelalma.

»Si no lucháis por tan grandioso fin, más vale que no luchéis; si notrabajáiscontodaslasfuerzasdelespíritu,conlaoración,conelejemplo,conla caridad, más vale que os arrinconéis, cual mujeres, dejando á otrageneraciónmásvaronillasantaempresa.»

No dijo más porque estaba fatigado, y en verdad había dicho bastante.Todas suspalabras fuerondeoro, según la expresióndedon JuanAmarillo.Lasfelicitacionesnopodíansermásdelirantes.Reinabagranentusiasmoenlareunión, y quizás, quizás se hubiera atrevido á tomar la palabra el cura, siRafael,mirando al camino, noviese áSu IlustrísimaD.Angel deLantigua,quelentamenteseacercaba.Entoncesdijoconlenguayexpresiónmísticas:

—HéaquíqueseacercaelquevieneennombredelSeñor.

Ytodossalieronárecibirle.

XXXIV

EnelpuentedeJudas.

Mientrasunadocenadeláicosarreglabanasí,despuésdecomerbien, losasuntos de la Iglesia católica, D. Angel de Lantigua, separándose de susobrina, áquiendejó rezandoen laAbadía,marchabaporel camino real endirecciónalpuentedeJudas,conobjetodevisitaráloscomensalesdelSoto.Acompañábanle á un lado y otro su secretario y el paje, y seguíanle varioscojos, tullidosy toda lapobreteríadel camino, anhelantesdeque les echasebendiciones,puesalgunoslasestimabanenmásquelaslimosnasquerecibían.

El santo varón, con el alma gozosa como de costumbre, iba departiendoafablemente con sus dos adláteres, cuando al entrar en el puente de Judas(cuyafábricadepaloeraenextremofrágil)notóqueésteseestremecíabajosus piés.Mas no tardó en hallar la razónde la sacudida, porque por la otra

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cabezadelpuenteacababadeentrarunhombreácaballo.Galopaba.

—¡Eh!caballero—legritóelguarda.—Estámandadoqueporaquísevayaalpaso.

ElgineteeraDanielMorton.LuégoquevióáSuIlustrísima,observandoalmismo tiempo la estrechura del puente, semejante en esto al que tienen losmahometanosparaentrarenelparaíso,detúvoseyechópiéátierra.

—¡Ah! ¡Sr.Morton!...—exclamóD.Angel con estupor, sintiendoquedeimprovisosedesvanecíaelgozodesualma.

Danielbesóelanillocongranrespeto,ydescubriéndose,dijo:

—¿NoesperabaSuIlustrísimavermeotravezenFicóbriga?

—No, seguramente. Ayer recibiómi hermano una carta en que usted leanunciabasuviaje.

—PuesDiosnohaqueridoquemevayahoy.

—Cuidado: no hay que echar la culpa de todo á Dios—dijo el preladogravemente.—Dioslohabrápermitido;peronolohabráquerido.

—Con perdón de Usía Ilustrísima—afirmó Morton,—pienso que lo haquerido.YoestabaenelmuelledeX...juntoámiequipaje,esperandoelbotequemehabíadeconducirábordodelvapor,cuandosentíqueunamanomuypesada me tocaba al hombro; volvíme y ví á Caifás, Sr. D. Angel, con elsemblantemásangustiadoquepuedeimaginarse.

—Ya,yavoycomprendiendo.

—Caifássepusoderodillasdelantedemíymedijo:«Señor,enFicóbrigaaseguranqueherobado,enFicóbrigadicenqueeldineroquetengonoesmío.EljuezmeamenazaytodospidenqueCaifáselfeo,Caifáselmalo,Caifáselidiotavayaá lacárcel.Yo,quebrantandomipalabra,hedichoqueustedmesacódelamiseria;peronadiecreealhumilde,yD.JuanAmarillo,soberbioentre lossoberbios,clamacontramí...»Enresumen,señorobispo,he tenidoquedetenermiviajeparasacaráesehombredetanmalpaso,puessiasínolohiciera, la limosna que le dí y que nada vale en verdad, se trocaría envilipendiosuyo,sumergiéndoloenlamiseria.

—¡Buenpensamientoy excelente acción!—dijo el prelado seriamente.—Ellaestal,queselepuedepermitiráustedelpasodeestepuente,quedeotromodo le estaría vedado. Adelante, pues, y no se me detenga usted enFicóbriga.

Despidióle bondadosamente, aunque con sequedad, y Morton siguió sucaminohaciaFicóbriga,mientrasD.AngelnoparabaeneldelSoto;peroácadadiezpasosvolvíalacabezaparaverquédireccióntomabaelhamburgués.

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Viólemarchar hacia la Cortiguera, donde vivía Caifás, y con esto Lantiguasintiócalmarselazozobraqueempezóáalborotarsuespíritu.

CuandoelobispoestuvocercadelSoto,todalaservidumbreydeudosdelcura,conlasamasálacabezaydoñaSaturninaalfrentedeéstas,álamaneradetambormayor,salieronárecibirleybesarleelanillo,deloqueresultónopocaconfusión.Yalmismotiempoleaclamabancongritosydecían:«VivalagloriadeFicóbriga.»

Hastaqueelvenerablenoatravesólaportaladadelahuerta,nocesaronlasimportunidadesdelaplebe.

—Aún están aquí los restos del festín—dijo el prelado viendo ladesordenadamesa.—Hasidobuenaideaponerlaalaire,porquehaceuncalorsofocante.

—Puesmeparecequenopasarálatardesinllover,señores—dijoelcurahusmeandoelhorizonte.—¿NoquiereSuIlustrísimatomarelchocolate?

Al punto trajeron los cangilones, y don Angel se sentó en un banquillorústico.Rodeáronletodos,menosSedeñoyRafaeldelHorro,queseapartaronparaleerunsueltodeperiódico.

—Sr.D. Silvestre—dijo el prelado cuando empezó á tomar chocolate.—¿Lloveráestatarde?

—Metemoquesí.Estálaatmósferamuycargada.Tendremosvendabal,yfuerte. Así se puso el tiempo el día que naufragó el Plantagenet. ¡Qué día,señores,quédía!

—Fuétremendo—dijoSuIlustrísima.—¿Aquiéncreenustedesqueacabode encontrar ahora al pasar el puente de Judas?... ¿No lo adivinan ustedes?PuesalmismoD.DanielMortonenpersona.

—¿IbaáFicóbriga?—preguntóconmuchointerésD.JuanAmarillo.

—Alláiba...ParecequeélfuéquienledióáCaifás...

—Quien no te conoce que te compre—dijo el usurero ficobrigense,guiñandoelojo.—Nocreoen tales limosnas, aunqueese extranjerodebedeserhombremuyadinerado...

—Entoncesbienpodíahacerunalimosna...

—Precisamente lo que no creo es la limosna; lo que no creo es unagenerosidaddeesaespecie.Aquínosomosbobos,Sr.Morton;aquíenEspañanonosmamamoseldedoysabemosconocerálospillos.

—Amigo D. Juan—manifestó Su Ilustrísima devolviendo el pocillo dechocolate,—Jesucristodijo:«Nojuzguéisparaquenoseáisjuzgados.Porque

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coneljuicioconquejuzguéisseréisjuzgados...»

Yvariandodetonoydeasunto,añadió:

—Es una gloria esta huerta de D. Silvestre. Aquí todo prospera, y eltrabajo y esmero del cultivo son frutos de bendición. ¡Ojalá sucediera lomismo en toda nuestra España, y tras de cada siembra de sanos consejos yexhortaciones viniese una cosecha de buena conducta! ¡Quémanzanos, quéperales,quémelocotoneros!

DonSilvestrevió llegadoelmomentodesaborearunode losmásdulcesplaceres de su regalona vida, enseñar su huerta. Levantóse el prelado, yRomero fué delante mostrando las hermosas castas de perales alineados enespaldera los unos, sustentados otros por alambres gordos, y todos ellosfrondosísimos y cuajados de peras. Las había bergamotas, duquesas,amantecadas,pardasde inviernoydeotrosmuchos linajesexóticos.El curahacíafijarlaatenciónenlosramilletesdefrutasverdesaún,ylastomabaenlamano para mostrarlas, diciendo:—¿Pero ven ustedes qué peras? En toda laprovincianohaynadaque se lespuedacomparar.Mientrasesto sucedía,D.JuanAmarillohabíallevadoaparteádonJuandeLantiguaparahablarledeunnegocioimportante.

—Nonosalejemosmucho—ledijoelliteratoyjurisconsulto,—porquemeparecequevaálloverestatarde.

XXXV

LosjuiciosdeDios,abismogrande.

MortondetuvosucaballoenlaCortigueraySildoledijo:

—Padrevendráenseguida.HaidoárezarálaIglesia.

NotardóenaparecerCaifás.

—Aquí me tienes—le dijo Morton.—Llévame á donde quieras; perodespacha pronto, porque he de volverme áX... antes de anochecer. ¿Dóndeestáesejuezquenocreequeloshombrestengandinerosinoesrobándolo?

—Si vuecencia me quisiera acompañar á casa del escribano D. GilBarrabás,hermanodeD.BartoloméBarrabás,y firmarmeunpapeldiciendoquemehacedonacióndelosdiezyochomilreales...

—AndadelanteyguíaácasadeBarrabás.

—¡Oh,señor,cómopodrépagarleávuecenciatantasbondades!...

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—QueSildometengaelcaballoylocuideaquímientrasvolvemos.Estonodurarámucho.

MediahoradespuésMortonvolvióconCaifásálaCortiguera;perounoyotro miraron á todos lados. ¡Oh sorpresa de las sorpresas! Ni Sildo ni elcaballoestabanallí.

YsucedióqueSildo,altenerlasriendasdelgenerosoanimal,sintióensualmaunvivísimo impulsodecaballero,esdecir,quedeseómontarle.En losdoceañosdesuedad,elpobrechiconohabíaoprimidoloslomosdeningúncaballo.

—¡Siyomemontaraenél—dijo,—ydieradospasosdeaquíálosCincoMandamientos,cómosereiríanmishermanos!

La vanidad se amparó de su alma.La serpiente dijo en su oído palabrastentadorasySildooyóclaramente:«Subeenelcaballodelbienydelmal,ymontaráscomoelSr.Morton,ycomoélserásgallardoyhermoso.»

Es difícil detenerse en la pendiente de los goces. Sildo fué de losCincoMandamientos á la ladera del Rebenque, y del Rebenque atravesó todo elprado de la Pesqueruela, y después un poco más allá y siempre más allá.Cuando quiso detener el caballo no pudo, y éste emprendió á correr, nopareciendo dispuesto á parar enmedia provincia.Celinina y Paco indicaronque Sildo había corrido hacia la Pesqueruela. Marcharon allá á toda prisaMortonyCaifás;peronovieronnada.Bajaronálaplayaporelpinar;maselginete no parecía por ninguna parte, y las noticias que adquirían de lostranseuntes eran contradictorias. Desesperado estaba Daniel por aquelaccidente,ymásdesdequeleparecióverenelcielosíntomasdemaltiempo.Caifás se encomendaba á todos los Santos y rezaba Padre-Nuestros á SanAntonio.Porúltimo,discurrieronbuscarcadaunoporunladoyreunirseenlaCortiguera.Separáronse,pues,enelpinar.

PeroMorton,cansadoalfindebuscarenvanosucaballo,decidióvolverseápié.PornoatravesarelcentrodeFicóbriga,dióungranrodeo,pasandopordetrásdelaAbadía.AlllegaralcallejónquedaentradaporOrientealatriodeella,sintiógemirlosviejosgoznesdelapuerta.Miróyviósalirálaseñoritade Lantigua. En presencia de una visión sobrenatural, Daniel no hubieraexperimentado tan vivo sacudimiento en todo su sér. El primer impulso fuécorrertrasella;perosecontuvoyenunodeloshuecosdelcarcomidomuroseincrustó como estátua. Gloria tomaba el camino de su casa. Pasó como lospensamientos placenteros que al modo de relámpagos cruzan la mente enhorasdetristeza.

Morton la vió desaparecer en la revuelta de una calle é instintivamentesaliódesuesconditeparacorrertrasella.

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—¡Que esté condenado á no verla más!...—pensó.—¡Ni una vezsiquiera!...

Lasiguióámuchadistancia,deteniéndosecuandoestabademasiadocerca,adelantándosecuandosequedabamuylejos.Porfin,cuandoGloriaentróeneljardíndesucasa,Mortondijoparasí:

—Todoacabó.Ahoramemarcharé.

Peroantesdedecidirseápartirestuvomediahorasentadosobreunapiedraenciertacallejaqueporunladosalíaálaplazoleta,yporotroálaspendientesquebajabanalmar.

Pesada y tibia gota de agua, cayendo sobre su mano, le sacó de suabstracción.Mirandoalcielo,vióunanubeamarillaconintensoscambiantesgrises, y pudo observar el aire sofocante. Sopló formidable viento que hizoremolinosdepolvo,yempezaronácaergruesasgotasquemanchabanelsuelocon redondeles negros, como si llovieran piezas de dos cuartos. Buscandodonde guarecerse, salió Daniel de la calleja, penetró en otra, y al fin pudohallarunagrantejavana,bajolacualseabrigóperfectamente.

Entonces descargó una lluvia tremenda, espantosa, diluvio que parecíainundarlatierraydesleíráFicóbriga.

—Así llovía sobre el pobre Plantagenet el día del naufragio—pensóMorton.—¡Pobre demí! Las tempestadesme trajeron y las tempestadesmellevan.¿QuiénpuedepenetrarlosdesigniosdelSeñor?

Después, mirando al cielo que se descuajaba en rayos y se vaciaba enchorrosdeagua,dijoasí:

—«Viéronte las aguas, ¡oh Dios! viéronte las aguas, y temieron ytemblaronlosabismos...Lasnubesecharoninundacionesdeagua,tronaronloscielosydiscurrierontusrayos...Anduvoenderredorelsonidodetustruenos,losrelámpagosalumbraronelmundo,estremecióseytemblólatierra...Enlamarfuétucamino,ytussendasenlasmuchasaguas,ytuspisadasnofueronconocidas.»

Latempestadacabódeobscurecerlatardequeyatocabaásufin.MortonmiróálacasadeLantigua,quefrenteáélestabaporelcostadodeOeste,yvióluzenlashabitacionesaltas.

—Yaestánahítodoslosdelacasa—pensó.—Gloria,consusencantosquelaigualanálosángeles,alegralashorasdelosdosancianos...¡Oh,Diosmío,quéfelicesson!

Pasó algún tiempomás.Las calles eran ríos.Los tejados vaciaban agua,cual si sobre ellos se rompiesen las compuertas de un estanque; la lluviaazotabaconsusmil látigos lasparedes;corría lagentedespavorida.Por fin,

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despuésdemediahoradediluvio,parecióquesehabíaconcluídoelaguadeloscielos.Adelgazaronloschorros.Lanubedeveranopasaba,ylaNaturalezatendíaáserenarseconlarapidézdelquesehaencolerizadoporbroma.

—Me parece que podré seguir—pensó Morton.—Pero ¡cómo habránquedado esos caminos!... Está escrito que no naufrague yo una vez sola enFicóbriga.

Estopensaba,cuandosintiógritosyvocesenlaplazoletaytambiéndentrodel jardín de Lantigua. Mucha gente se reunía allí. Daniel acudiótranquilamenteprimero,yá todaprisacuandosintióentre lasdistintasvocesdealarmalavozdeGloria.

—¿Quéocurre?—preguntóalprimeroqueencontróenlaplazoleta.

—Que con la mucha agua, el puente de Judas se ha roto, y la señoritaGloria está asustada porque el Sr. D. Juan y el señor obispo no han vueltotodavíadelSoto.

Mortonhallóabierta lapuertade laverjayentró.Loprimeroquevieronsus ojos fué á Gloria, que atravesaba el jardín, envuelta en un mantónencarnado.Ensucarayensuspestañasbrillabanalgunasgotasde laescasalluviaqueaúncaía.Elfríoyelespantolahacíantemblar,cubriendodepalidézsuhermosorostro.

—¡Daniel!—exclamósobrecogida,—¿québuscasaquí?...

Ycorrióhacialacasa.Mortonlasiguió.

—¡Jesús crucificado!—añadióGloria:—¿no sabes... no sabeusted loquepasa?La lluviahadestruídoelpuentedeJudas.Mipadreymi tíodebendehaber salido ya del Soto...Yo no puedo vivir en esta incertidumbre...Corroallá.

Volvióásalir.

—Sinosepuedepasar—dijouno.

—Sepuedepasar—afirmóotro.—Francisquín,eldelcura,acabadevenirdelSoto.Hayuntramomedioroto;peroagarrándosebien,sepuedepasar.

—¿DecísquehavenidoFrancisquín?—preguntóGloriaconvivaansiedad.

—Sí,señorita:ahíestáconunrecadodelseñor.

—¡Francisquín,Francisquín!—gritóGloriadesdelaverja.

Unmuchachopequeñoycolorado,húmedotododesdelacabezahastalospiés,comounadeidaddelosríos,penetróeneljardín.

—¿Ymipadre,ymitío?—preguntólaseñorita.

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—Notienennovedad;peronopuedenpasarparaacáencoche,yápiéconmuchotrabajo.Lacrecidaesgrande.

—¿Tedieronalgúnrecadoparamí?

—Sí, señorita; que esté usted sin cuidado, que todos los señores sequedaránenelSotoestanocheyvendránmañana,subiendohastaVillamojadaparacogerelpuentedeSanMateo,aunqueyocreoquemejorsepodrápasarenlanchas.

—¡GraciasáDios!—dijoGloria.—Yaestoytranquila.

Entonces fijó los ojos en Daniel Morton. Desvanecidos sus temores, suespírituseocupóporenterodeaquellaaparición.

—Adiós—dijoelextranjero.—Puestoquedenadasirvoaquí...

Gloriasedetuvouninstanteturbadayconfusa.

—Adiós—repitió.—¿No estabas ya en camino de Inglaterra? ¿Hanaufragadootravezelvapor?¡Jesús!¡Vienessiempreconlastempestades!...¿Porquéestásaquí?...¿Cómoestásotravezaquí?...Daniel,porDios,¿quéesesto?

Curiosidad muy viva se marcó en su semblante, juntamente con clarasseñalesdelamorqueladominabayquenosehabíaextinguido.

—Hazmeelfavordedarmelamano—dijoelextranjero.

Loscriadosqueestabanpresentessealejaronunotrasotro.

—PeroyoquierosaberporquéestásaquíynoencaminodeInglaterra.Nopensévertemás...¿Porquéhasvuelto?...Peronoquierosaberlo...noquierosabernada.

—Dioshaqueridoqueteveaestanoche.Damelamano.

—Tómala,yadiós.

Mortonlebesóardientementelamano.

—Peroadiósdeveras.

—Deveras—repitióDaniel.

—¿Dóndeestátucaballo?—dijoGloria.

—Loheperdido...

—¡Perdido!Entonces...

—Mevoyápié.

—¿Pordónde,sinohaypuente?

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Morton pensó con profunda seriedad en aquella singular ruptura delpuente.

—Haymuchadistancia...—dijolaseñoritasondeandoconsusojoselalmadesuamigo.

—MequedaréenlaposadadeFicóbriga.

—Esverdad.Adiós.

Mortonparecíaclavadoenelsuelo.

—Adiós.¿Peroteretirasya?¡Ay!¡Estoesespantoso!¡Estoesinícuo!

Gloriaestabatambiénclavadaenelsuelo.

—Sí, es preciso...—dijo con voz dolorida.—Este encuentro inesperadopareceunacosainfernal.Amigo,vete.

—¡Meexpulsas!...Esosíqueesinfernalyhorrible.MaldígameDiossiteobedezco—dijoMortondandounpasohacialacasa.

—Puesyoteechodemicasa,porqueespreciso,porqueDiosloquiereasí—dijoGloria,tratandoenvanodeechartierrasobresupasión.

—¡Mentira!¡mentira!—exclamóésteconfebrilardor.—Túnomeamas,túhashechoburlademí,delpobreextranjeroarrojadoaquíporlosmaresyquequierehuirynopuede.

—Tú no eres ya juicioso y bueno, como la última vez que nos vimos.Amigo,simeestimas,simeamas,vete.Telosuplico.

Lapobrejovencasiseahogaba.

—¡Novertemás!...Sicuandohuyo,Diosmetraeotravezaquí.¡Novertemás!...¡Mearrancarélosojosantesqueobedecerte!

—Sevemejorconelpensamientoqueconlosojos.Túmeaconsejastequehiciéramosambosunsacrificio,¿porquéteoponesahora?

—PorquemiDiosmeimpulsahaciatí,ymedice:«Andaytómala,queestuyayloseráporlossiglosdelossiglos.»

—¿QuiénestuDios?

—Eltuyo.Nohaymásqueuno.

Gloriasintióqueáborbotonesmanabadesualmalasensibilidad.Nopudocontenerla.

—Morton,amigodemialma—dijoconpasión,—tesuplicoquetevayas.Vete,siquieresquedarteenmicorazón.

—¡Noquiero,noquiero!

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Lodijocontantafuerza,quecausabamiedo.

Gloria sintió circular enderredorde sus sienesun remolino ardientequecegaba las claras facultades de su espíritu, como el vértice de caliginososvaporesqueobscurecenlaluzdelsol.

—Amigo, si quieres que te quiera más que á mi vida—dijo mediotrastornada,—vete, y déjame en paz... ¿No crees lo que te digo? Ausente,ausenteescomotequieromás.

—¡Falsedad,falsedad,falsedad!

—¡Oh, qué pequeño eres!—exclamó la joven apelando desesperada á larazón.—Estoesindignodetí.Noerescomoyocreía,Daniel.

—Soy...comosoy—murmuróMorton,—ynodeotramanera.

—Teaborreceré.

—Aborréceme.Loprefiero...esmilvecespreferible.

—Todos los lazos están rotos—agregó con viva agitación la señorita deLantigua.—¿Porquénohuyesdemí?

—Huíya...peroeldestino,Dios,ónoséquién,mehatraídootravezátulado.

—¡Dios,Dios!—exclamóellacondesesperación.

—Nocreoenlacasualidad.

—YocreoenSatanás.

Furioso viento se levantó entonces, como para secar la tierra inundada.ApenasseoyeronestaspalabrasdeMorton.

—¡Oh,porelDiosquehizoelCieloylatierra!Gloria,Gloriademivida,ven,huyeconmigo,sígueme.

—¡Jesús!—gritólaseñoritadeLantiguahorrorizada.

—Túnoentiendeslasmisteriosasvocesdeldestino,deDios.ElCieloylatierra,todomeestádiciendo:«estuya...»

—Adiós, adiós—exclamó Gloria llevándose las manos á la cabeza, yhuyendohacialacasa.

—Aguarda—dijoDaniel,corriendotrasella.

Gloria entró y quiso cerrar la puerta; pero Morton, impidiendo conenérgicamanosumovimiento,entrótambién.

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XXXVI

¡Quéhorribletiempo!

—¡Qué horrible tiempo!—refunfuñó Francisca.—¡Si parece que se va áacabarelmundo!...¡Jesús!elvientohaapagadolaluzdelaescalera...¡Cómogolpeanlaspuertas!Roque,Roque.

Alavozdelavenerablecriada,queavanzabaporelfondodelpasillobajo,Roqueapareciósoñoliento.

—Hombre, muévete—dijo Francisca andando casi á tientas hacia laescalera.—Jesús,Maríay José... ¡quémiedo!Simeparecequehevistounasombra,unbultoescurriéndoseporlaescaleraarriba...

—Ustedvevisiones,señoraFrancisca.

—Converteátítengobastante,mónstruo.

—Cierra la puerta del jardín. Puesto que los señores no vienen... ¡Quéhorribleventisca!Vaya,queSantiagoseporta.Despuésdelatormenta,fuelle.Si parece que los demonios levantan en peso la casa y se la llevan por losaires...Díme,zopenco,¿hasvistosubirálaseñorita?

—Sí,señora,hacemuchorato.

—¡Qué has de ver tú, si dormías! ¿Estará en el comedor? No, todo áobscuras...Anda,cierralapuerta,enciendeelfarolilloyvamosáregistrar lacasa.

—¿Aregistrar?

—Sí;noestoytranquila.Meparecióqueví...¡SanAntoniobendito!...

—Algúnalmadelotromundo.

—Ea,cierra,subeycalla.

Calladossubieronambosdespuésdecerrar.

—¡Ah!—dijo la dueña al llegar al pasillo alto,—la señorita está yaencerradaensucuarto.Veoclaridadporlaventanillaalta.

YacercándoseálapuertadelcuartodeGloria,gritó:

—Buenasnoches,señorita.

Enseguidadieronunpaseoporlacasa,peronohallaronánadie.

El viento seguía, daba vueltas alrededor de la casa, estrechándola envorágine horrible, como si la arrancase de sus poderosos cimientos parallevárselaenunvuelo.CreeríasequetodaFicóbriga,consuAbadíaenmedio

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ysutorrecomounmástil,corríallevadaporelhuracán,delmismomodoquecorre un mísero barco sin timón. Los árboles del jardín flotaban cualdesmelenadascabelleras,sacudiéndose,y lasrachasde lluviarasguñabanloscristalescomouñas.Cuandoelvientocalmabasufuria loca,seguíallorandoen el techo con lastimero y penetrante gemido que se apagaba y avivaba,recorriendotodalaescala,cualunmonólogodeaflicción,conimprecacionesysuspiros.

Despuésvolvía á soplar con rabia; las ramas, en su rozarvertiginoso, seazotaban unas á otras, y parecía que entre aquel torbellino difundido por lainmensidaddeloscielos,seestabaoyendoelrumordelasdestrozadasalasdeunángelquecaíaarrojadodelParaíso.

XXXVII

Alfinsesupo.

Gloria sintió frío en el cuerpo y en el alma. Volvía lentamente á lanormalidaddesuespíritu.Cuandodirigiólaprimermiradaásuconciencia,sehorrorizó.Todoeranegroyespantoso.Cuandotrajoálamemoriasufamilia,sunombre,creyóseabandonadadeDiosydeloshombres.

—¡Daniel,Daniel!¿Dóndeestás?—exclamócerrandolosojosyalargandolamanocomosipidierasocorro.

Mortonlaestrechóensusbrazos.

—Aquí—dijo,—átulado,delcualnomesepararéjamás.

—¡Qué locurasdices!Debeshuir;peroporDios,nomedejes ahora.Yomuero.

—Ahora—afirmó Daniel con energía,—nadie, nadie me arrancará de tulado.

—Mipadre...—murmuróella.

—Nomeimporta.

—Mireligión...

Elextranjerocalló,hundiendolacabezasobreelpecho.

—¡Daniel,Daniel!—clamólajovenllenadecongoja.—¿Quétienes?

Mortonnocontestaba.Gloriapusosumanoenlabarbadeél,tratandodeobligarleáalzarlacabeza.

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—Has pronunciado la palabra terrible; ya no me acordaba de ella—murmuróelextranjero.—Hasheladolasangreenmisvenas,hashechosaltarmicorazóncomosihubierasdadosobreélunlatigazo.

—¿Porquéteespantasasí?—dijoladeLantiguaespantándosetambién.—Daniel,amigodemialma,noaumenteselabismoquenossepara;alcontrario,tratemosdellenarlo.

—¿Cómo?

—Hagamos un esfuerzo: reunamos nuestras creencias en una sola;reconciliemos nuestras conciencias. ¿No han concordado ya en el pecado?Pueshagámoslasunaenelbien,enlaverdad.Daniel,examinemosbienloquenossepara,yseveráqueladistanciaentrelosdosnopuedesergrande.

—Ante el que hizo los cielos y la tierra, no; pero ante los hombres esinmensa...

—¡Diosmío!—exclamóGloriabañadoelrostroenlágrimas.—¿Nohabráparanosotrosmisericordia?

—Queridoamormío,esposa—dijoMortonabrazándolaconefusión;—hallegadoelmomentodequetodoseaverdadentrenosotros.

—Ydequemiremoscaraácaraesteproblemacruel.

—Sí,sí.

—Nuestroremordimientosaleterribleyamenazadordelfondodenuestraalma—dijoGloria,—ynosgrita:«Yaestáisunidosparasiempre.»

—Parasiempre—murmuróél.

—Laseparaciónesimposible.

—¡Imposible!...Perolahoradelaverdadhallegado.

—¡Oh! Daniel, Daniel—exclamó la de Lantigua, sintiendo en su almaviolentísima irrupción de sentimiento religioso;—amigo de mi vida,compañerodemialma,esposomío,arrodillémonosdelantedeesaimagendeNuestro Señor Jesucristo y hagamos voto solemne de disponer esta nochemismanuestrareconciliaciónreligiosa,haciendotodoslossacrificiosposibles,tantotúcomoyo.HijossomosambosdeJesucristo:volvamosáEllosojos...Daniel,Daniel,¿porquéhuyesdemí?

Gloria,arrodillándosedelantedelaimagen,tiródelbrazodeMortonparaque hiciera lomismo.Daniel dejó caer la cabeza sobre el pecho.Nunca surostro había estado más hermoso ni más patético. Pálido y grave, sus ojosazulesseabatíanconsombríatristeza,yvistasdeperfillaelegantelíneadesunaríz y de su frente, y la graciosa barba puntiaguda, su semejanza con el

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semblantemortaldelSalvadordelmundoeraperfecta.

—¿Porquénomemiras?—preguntóGloriallenadedesconsuelo.

—Nopuedomás—gritóMortonconsúbitoarranque.—Gloria,yonosoycristiano.

—¿Quédices?¡Daniel,porDiosylaVirgen!

—Esprecisodecírteloalfin—añadióelextranjeroconvoztrémula,—ytelodiré.Gloria:yonosoycristiano;soyjudío.

—¡Jesús!¡PadreyRedentormío!

EstaspalabraslaspronuncióGloriaconelespantodelquemuerecosidoápuñaladas, del que ve abrirse bajo sus piés la tierra y salir las llamas delInfierno. Diciéndolas, cayó sin sentido. Morton acudió en su auxilio;arrodillándose tomóla en brazos, procuró reanimarla con amorosas palabras;pero cuando ella abrió los ojos y pudover junto á sí el característico rostrosemítico que tanto contribuyera al cautiverio de su corazón, le rechazóseveramente,diciendo:

—¡Impostor!...¡Judas!...¡mehasengañado!

—Teocultémireligión—dijoMortonsombríamente.—Esaesmiculpa.

—¿Por qué has ocultado tu religión?—dijo Gloria incorporándose conviveza.

Susnegrosojosechabanllamas.

—Por egoísmo, por temor á que no me amases—repuso Daniel contimidézysumisión.—Yonomentí;nohicemásquecallar;peroreconozcoquecallarfuégranfalta.

—¡Infamia, infamia!No;esmentira...—dijoGloriacondesesperación.—Túnopuedestenerfeenesadoctrina.

—¡Quizásmásquetúenlatuya!—repusoMorton.

—Mentira, mentira—exclamó la joven de rodillas en el suelo yretorciéndose los brazos.—Si fueses tú israelita, es imposible que yo tehubiesequerido.¡Ah!parecequelalenguasemequemaaldeciresapalabra...Si el nombre sólo de tu religión es una blasfemia... ¿Es posible, dí, que nocreasenJesucristo,quenoleames?...Siestoesverdad,¡quéhorribleengaño,qué vida tan espantosa, quémuerte de lasmuertes! ¡Creer yo en tí de estemodo, amarte, adorarte, y cuando pensaba vivir unida á tí para siempre,descubrir,Diosmío,descubrirmetúmismoestehorrendosecreto!...¿Porquénoescribisteenlafrentetuinfamecreencia?¿Porquécuandomevistecorrerhaciatínomedijiste:«apártate,queestoymalditodeDiosydeloshombres?»

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—¡Aquédelirio te lleva tufanatismo!—dijoDaniel,contemplándolaconexpresión compasiva.—Acúsame por haberte ocultado la verdad; pero noinjuriesámidesgraciadaraza,niparticipesdeunodiovulgar,indignodetí.

—Siesverdadloquemehasdicho,¿porquénotuvistemalaapariencia,como tienes mala religión? ¿Por qué no fueron horribles tus acciones, tuspalabrasytupersonacomoloestucreencia?¡Impostor,cienvecesimpostor!

—Gloria,Gloria,amigademivida,nohablesasí.Tusinjuriasmematan.

—¿Porquémehasengañado,porquéconsentistequetequisiera,sabiendoquedebíamosestareternamenteseparados?—interrogóellaconeldesvaríodequienvaáperderlarazón.—Díme,¿porquéconsentistequeteamara?

—Porqueteamabayo.Esverdadqueprocedímal;perotambiénconocímifalta, y viendo venir imponente y amenazador el conflicto religioso, de mípartiólaideadesepararnosytelopropuse.Mipensamientonopodíasermáshonrado.

—Sí;perodespuésvolviste.

—Volví—repuso Morton confuso como el criminal.—Es verdad; no séquiénmetrajo.Todoseordenódemodoqueyovolviese.Metrajounaespeciedeolainfernal,óquizáhálitodivino.ElhombreesjuguetedelasfuerzasdeDios,quegobiernanelmundo.

—¡Dios!Notomesentubocaesenombre...Túnoerestú;nopuedodecirfijamentesiteamoóteaborrezco,ysicupieraestoenlamentehumana,diríaquealmismotiempoteaborrezcoyteamo.

Ocultandoelrostroentrelasmanos,rompióállorarsinconsuelo.

—¡Ytodoporunnombre,porunapalabra!¡Oh,quéiniquidad!—murmuróMortonconangustia.—Laspalabrasgobiernanalmundo,nolasideas.Díme,cuandomeamaste,¿porquémeamaste?

—Teamé,porquemeparecíaqueDios tehabíapuestodelantedemí; teamé por tu lenguaje, por tus acciones, por tu persona, por una dulceconcordanciadetualmaconlamía...¿quéséyoporqué?...Perono...túmeestásengañandoahora...túnopuedesserloquedijiste,Daniel,porquetúhaspracticadolacaridad.

—Nuestraleynosdice:«Bienaventuradoelquepiensaenelpobre.EneldíamalololibraráJehová.»

—Tú no puedes pertenecer á esa secta abominable—añadió Gloriaasiéndoseásuincredulidadcomoáunclavoardiendo.—Aunquemilvecesmelojures,milvecesmenegareácreerlo...Siloeres,¡quéhorribledisimuloeltuyo!

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—He disimulado, sí. Esta es nuestra costumbre cuando viajamos por unpaísintolerantecomoeltuyo.Peroátídebídecirtelaverdad,loconozco,loconfieso,declaroantetímiculpa,esperandoperdón.

—Estonopuedeperdonarse,no,deningúnmodo—dijoGloriaconairadaresolución.

—TuMaestro—afirmóMorton,—te ha dicho: «Perdona á tus enemigos,ama á tu prójimo como á tí mismo.» ¿Es posible que tú participes deltradicionalenconocontranosotros,ydeesavulgarantipatíaconqueapacientasu rudezaysusmalaspasiones laplebecristiana?Gloria,porelquehizoelCieloylatierra,nopuedocreerquedegradesasítupreciosainteligencia...

—Dentro de Jesús lo admito todo; fuera de El nada. No llamespreocupaciónalhorrorquemeinspiras.

—Horrorquedesaparececallandounnombre.¿Porventuraestonotedicenada?¡Meamastesinconocerme!Dí:¿nopareceestounaburladetumismafe?Oyoestoyloco,óestoeslavozdelahumanidadqueágritosreclamasusderechos.

—¡Ay! ¡Yonosé loqueesesto!...—exclamóGloriaconarrebato.—¿Porquésiendoloqueeres,todoentíesamable?Sindudatualmaesbuena,yseconservapuraenesecienodondehasnacido.Unesfuerzo,amigodemialma,unesfuerzoysacudirásdetíesapodredumbre.Tuespírituestápreparadoparala redención: basta un movimiento ligero, una mirada dentro de tí mismo.Daniel,Daniel—añadióabrazándoleconpasión,—porelamorquemetienes,por el que yo te tengo y que ahora ó se extinguirá para siempre ó seaumentará, te pido que seas cristiano... Daniel, Daniel, abandona tu falsacreenciayentraconmigoenelsenoamorosodeNuestroSeñorJesucristo.

Morton la estrechó contra su pecho.Después, rechazándola suavemente,dijoconvoztétrica.

—¡Abandonaryolareligióndemispadres!...¡Jamás,jamás!

Gloria,saltandolejosdeél,lemiróconespanto,comosemiraunavisióndelinfierno,másterriblecuantomáshermosa,másespantablecuantomássevistederisueñaforma.

—¿Quéhasdicho?

—Queyotambiéntengofamilia,padres,nombre,fama,yaunquesinpatriacomún,noslaformamosennuestroshonradoshogaresyenlasantaleyenquenacemos y morimos. Desde mis remotos abuelos, que eran de Córdoba yfueronexpulsadosdeEspañaporunaleyinícua,hastaelpresenteyentodasestassucesivasgeneracionesdehonradosisraelitasqueconstituyenmifamilia,niunosolohaabjuradolaley.

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—¡Ni uno solo!—dijo Gloria con amargo desconsuelo.—¿Y crees quegozandeDios?...

—Losquefueronbuenos,comoloesmipadre,gozarádeElporlossiglosdelossiglos—afirmóDanielconelacentodeunaconvicciónprofunda.—No,nollenaréisconnosotrosvuestrohorribleinfiernocristiano.

—Siempre me he resistido á creer en el infierno—dijo Gloria con elespanto pintado en sus ojos;—mas ahora seme figura que va á existir sóloparamíesacavernallenadellamas.¡Oh,quéhorribleconfusiónenmisideas!Sinohayinfierno,paranosotrosdos,paratíyparamísoloscrearáDiosuno,Daniel...Perono,yomesalvaréytesalvaré.Merezcoardereneleternofuegosinotesalvo...Daniel,Daniel,abretusojos,venámí.

—Delmodoque tú quieres que vaya es imposible—afirmó el extranjeroconsombríaresolución.

—Entonces...dí,¿quépalabrashayparavituperarte?...¿Cuálesmisuerteahora?...Veoqueentureligiónnohayconciencia.

—Puedesleerenlamíacomoenunlibro.

—Nohaylaadmirablevirtuddelarrepentimiento.

—Siesteeseldolorylavergüenzaquecausaelpecado,yopuedodecir:«Señor, estoy encorvado, estoy humillado en gran manera... mi dolor estádelantedemícontínuamente.»

—Nohayabnegación,nohaylaconfesióndelospecados.

—Sí,porqueyodigo:«Misiniquidadeshanpasadomicabeza:comocargapesada se han agravado sobre mí. Por tanto, denunciaré mi maldad,congojarémeconmipecado.»

—¿Dices que lea en tu conciencia?—repitióGloria.—No, no puedo leernada en ella. Todo lo veo obscuro como la noche, comomi infamia, comoestastinieblasenquehecaídoparasiempre.ArrodíllatedelantedeeseCristo,ycreerécuantomedigas.

—Nodelantedeeseprofetacrucificado,enquiennocreo,sinodelantedetí, á quien adoro, me humillaré—dijo Morton arrodillándose y besando lasmanosdeGloria.—¡Quemipadrememaldigaymearrojedemicasasinotemuestroahoramiconcienciatoda,talcomoes,ysiteocultomínimapartedela verdad! Yo te ví, y desde que te ví te amé. Creí desde luégo que minaufragioeraprovidencialyqueDiostedestinabaásermía.¿Quiénsabesusdesignios? ¿Quién lee en su libro?Mi creencia enEl esgrandey fuerte; entodo le veo, y cuando falto á su ley, más terrible pero más claro se meaparece... Hice para tí un misterio de mi religión y procedí con egoísmo,porqueconociendoelhorrorqueinspiramosáloscatólicos,noqueríadestruir

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con una palabra la felicidad de que inundabas mi alma. Sabía que no mepodíasamarconociendomireligión,ycallé...Cuandoquisehablar,yanoeratiempo,tequeríademasiado,estabacogidoenlasredesdeuninsensatoamor;parece que mi vida toda dependía de tí en el alma y en el cuerpo, ydescubrirme equivalía al suicidio... Entonces pensé en los medios paraconseguir una unión perpétua contigo; pero el problema religioso meespantaba,mevolvíaloco,meaturdíamásquelosmiltruenosdelSinaíyquetodas las venganzas de Jehová... Al fin comprendí que no había solución.Nuestro amoreraunacontradicciónhorrible entreDiosy laHumanidad,unabsurdoespantoso,laideaabsolutadelairreconciliación;yalentenderloasí,retrocedí y saqué fuerzas demi espíritu para la separación que te aconsejé.Huímos el uno del otro, porque no teníamos más remedio que separarnos,comolanocheyeldía...Hastaaquínoestangrandemimaldad.

—Perodespués...

—Después...Yonohabíapensadoquebrantarmiresolución.Conelalmadestrozada me disponía á abandonar para siempre este suelo, cuando losincidentes producidos por una obra de caridad, que carece de importancia ymérito,meobligaronávolver.Yonosécómovineátucasa;peronocreoenlafatalidad,ysegúnmisideas,nadapasasinlavoluntadexpresadelqueconsusdedoshizoelmundoy formó losastrosy lasalmas.Hesido juguetedemisteriosas fuerzas. Dios me envió, sin duda, para probarme y conocer eltempledemiespíritu.Caí;notuverectitud;caí,comocayóDavid;hesidounmalvado,¿quéquieres?peroteamo, teamo,yestomedisculpaanteDiosydebedisculparmeantetí.Mipasiónhasidomásfuertequeyo...Confiesomicrimen... Yo no protesto. Pero quita de en medio la funesta disparidad denuestrascreencias,yveráscuángranpartequitasámiiniquidad.

—¡Oh,nomezcleselnombredeDiosáesto...nolomezcles!

—Yodigo:«¡Tujusticia,comolosmontes;tusjuicios,abismogrande,ohJehová!...»ObradeDios es este conflicto supremo.El amorvivísimoque áentrambosnos inflamaobra suya es.Maldigamos... pero ¿áquiénhemosdemaldecir?ADiosnoesposible;ánuestroamortampoco...Maldigamosálasedadesdequienesestoesobraperversa.

—Maldiceáturazaque,sacrificandoáJesús,seimposibilitóenconjuntopara laredención...—dijoGloriaconbrío.—Nocreoen tuconfesión,porquetualmaestááobscuras.Huyedemí.Elmismoamorquete tengo,yquenopuedovencer,aumentamihorror.

—¡Oh,Gloria,Gloria!—exclamóllenodedolorelhebreo,—noconsientasen ser inferior á mí, porque yo aborrezco el catolicismo, y á tí te venero;porquesédistinguirentretufalsacreencia,quedesprecio,ytúmisma,áquienpongosobre todas lascosasde la tierra.Entre losángelesde la luzhassido

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escogida.Megloríoentí,ysifuerasmiesposa,ningunamujerexistiríaenlatierra,nimásvenerada,nimásamada.

—¡Yotuesposa,tuesposayo...!¿quédices?—gimióGloria.—¡Yotambiénsoñabaeso,Diospoderoso,y losoñabacreyéndoloposible!¡Cómohabíadesospechar este horrible conflicto! Dios me ha desamparado, Dios me haabandonadoparasiempre.

—Sieltuyotedeja—dijoMortoncorriendohaciaella,—elmíoterecoge.«¡Tusjuicios,oh,Jehová,abismogrande!»

—Déjame—gritóGloriahuyendodeél.—Nometoques.

PeronopudoimpedirqueMortonlaestrecharaentresusbrazos.Trémulaysobrecogida, Gloria se arrodilló, y abrazándole los piés, gritó con vozdolorida:

—¡Daniel,Daniel,míramederodillasantetí;míramedeshonrada,perdidaparaDiosyparaelmundo!Porelamorquetetengo,porelhonorqueperdí,porelrespetoáDiosyelinstintodelbienquehayentualma,tesuplicoqueme saques de este infierno.Hazte cristiano; lava tu alma, y con tu almamideshonra.Hashechounaruínaespantosa;repárala.Quizáseaestounavisodelcielo.Ungranpecadohaabiertoámuchoslosojos...Conviértete,simeamas,sécristiano,adoraesacruz,yveráscómosientessublimadotuespíritu,veráscuánprontosellenadelverdaderoDios.

—Hagamosunpacto—dijoMortonlevantándoladelsuelo.

—¿Cuál?

—Sígueme.

—¿Yo...ádónde?

—Amicasa...

—¡Oh,túhasperdidoeljuicio!

—Sígueme.

—Puesbien—dijoGloriaconentusiasmo.—Recibeelaguadelbautismo;creeenJesucristoytesigo,teseguiréabandonándolotodo,cualquieraqueseala voluntad de mi familia; te seguiré aceptando mi deshonra. ¿Puede darsemayor sacrificio? Pero ganar un alma para el reino de Jesucristo, bien lomerece.

—Mipactoesotro—prosiguióMortonconfebrilimpaciencia.—Cadacualtratadeconvertiralotroásureligión.Sitúvencesserécatólico,siyovenzoserásjudía.

Gloriavolvióelrostroconhorror.

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—Esonopuedeser—declaró;—laideadenosercristianameespantamásqueladelacondenacióneterna.

—Yyonopuedosercristiano,nopuedo.

—Daniel—murmuró Gloria desfalleciendo de dolor,—¿por qué no mematas?Buscaunarma.

—Gloria, vidamía, ¿por qué nomematas tú ámí?Yo soy el que debemorir,túno.Elcriminalhesidoyo,notú.

—Hallegadolaocasióndemorir.Diosnosabandona.

—Nohaysoluciónenlatierra—dijoDanielsombríamente.

—Ni en el cielo—añadió la joven con desesperación, dejando caer susbrazossinalientoycerrandolosojos,porquelasfuerzastodasdesuespíritusehabíanagotado.

Cayóderodillas,yapoyandolafrenteenellecho,oróensilencio.Morton,sentado en un sillón, se oprimía la abrasada frente entre las manos. Deimprovisolosdosseestremecieronysemiraron,porquehabíansentidopasos.

XXXVIII

Job.

DejamosalbuenodeD.Silvestremostrandollenodeorgullolasperasdesuhuerta,mientrasD.JuanAmarilloseapoderaba,cualavederapiña,delSr.deLantigua,llevándoleaparteparahablarledeungraveasunto.

Digamos algo de este hombre, cuyo apellido es de los que másadmirablementeseconformanconlapersona.PasabaAmarillodelossesentaaños,yeraunhombredespacioso,metódicohastalosumo,muycasero,granrezador de rosarios, blando en su conversación, atravesado en su mirar, decabeza generalmente inclinada hacia un lado como breva madura, naríz depico,cabezacalva,ojosnegrossombreadosdelargaspestañasásperas,barbafuerte, pero afeitada, y todo el rostro amarillísimo y reluciente comopergamino.Suocupacióneraprestarconusura.EraelbanquerodeFicóbrigayá todos sacaba de apuros, previo un interés que jamás pasó de cuarenta porciento.Comoseve,nodebíadeserdelospeoresenelarte.

ConeldotequelellevósuesposaTeresitalaMonja,yconsubuenmanejoy economía (pues fué económico en todo hasta en tener hijos), en cuatrolustrossehizomuyrico.TeníabastanteamistadconD.JuandeLantigua,unadelaspocaspersonasdeFicóbrigaáquienesjamásprestónada,comonofuera

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atención.Gozabafamadeserhombremuyreligioso,lomismoquesumujer,granatisbadoradevidasajenas,ytanfuerteenlavidaymilagrosdetodoelmundo,quesolíanllamarlaelconfesonariodeFicóbriga.

AmarillotomódelbrazoáD.Juan,yllevándoleporbajounemparradoensitiomuysolitario,ledijo:

—Hacedías,miqueridoD.Juan,quedeseabahablaráusteddeunasunto,ynoquierodejarpasarmástiempo.

—¿Quéesello?—preguntóLantiguaalgoalarmadoporeltonomisteriosoqueelotroD.Juantomaba.

—Unasuntograve. ¿Quéopiniónha formadousteddemícomohombreveráz?

—Opiniónmuyfavorable.

—¿Mecreeustedcapázdementir?

—Noseñor,niporpienso.

—¿Deembrollar,decalumniar,delevantarcatálogos?

—Nadadeeso.

—Puesoigaustedlaadvertenciadeunhombrehonradoqueleestima,queseinteresaporlahonradesucasa.

—¡Porlahonrademicasa!D.Juan—exclamóLantiguaconenojo,—¿quéquiereusteddecir?

—Sólolosojosdemaridonosonciegos.Sónlotambiénlosdelospadresbondadososyconfiados.

—Nocomprendo...

—Pues acabaré de una vez.Debe usted vigilarmucho, peromucho á suhija.

—¡AGloria!—exclamóD.Juanlanzandoungrito.

—A la señorita Gloria—afirmó el judío cristiano. Ella es buena, no lodudo;peroestáenlaedaddelaspasiones...Noencuentroyovituperablequelasmuchachas tengan novio, esmuy natural; pero almenos que le escojancatólico.

—Don Juan, ¿qué farsa es esa?—dijo Lantigua poniéndose tan amarillocomosuinterlocutor.

—¿Mecreeustedcapázdedecirunacosaporotra,defaltarálaverdadydemortificarinútilmenteáunamigo?Cuandomeatrevoáhablaráusted,Sr.

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de Lantigua, es porque el hecho es cierto, ciertísimo. Gloria ha tenidoentrevistasconDanielMorton.

—¿Dónde... cuándo?—preguntó Lantigua, cambiando del amarilloenfermizoalrojosanguíneo.

—En los pinos... hace pocos días... Con decir á usted quemi esposa loadvirtióprimero,yquedespuéslovíyoconmispropiosojos...ComosedijoqueMortonpartía,yomecallé;peroaloiralseñorobispoquelehabíavistoentrarenFicóbriga,mealarméydije:«PuesnopasadeestatardesincontarletodoalamigoD.Juan.»

—¡Porvidade!...—exclamóLantigua,cerrandolospuñosyapretandolosdientes,—quesinofueraverdadloqueustedmecuenta...¿Quiénlohavisto,quién?

—Mi esposa y otras personas de la villa. Morton venía á caballo de lacapitaldelaprovincia,ydandounrodeoporlospradosdelaPesqueruelaparanoentrarenFicóbriga,ibaálospinos,dondeleaguardaba...

Después del primer arrebato, vacilante entre la incredulidad y la alarma,Lantiguacayóenestuporprofundo.Sintióundoloragudísimoenelcorazón,ynopudodecirpalabra.Parecíaquelehabíanarrancadoderepentelailusióndetodasuvida,yquedósecomoelsantoárabeJob,cuandollegandouncriadoledijo: «Tus hijos y tus hijas estaban bebiendo en casa del primogénito.Yhéaquíungranvientoquevinodelladodesierto,éhiriólascuatroesquinasdelacasa,ycayósobrelosmozosymurieron,ysolamenteescapéyoparatraertelasnuevas.»

PeroD.Juannorasgósu levita,ni trasquilósucabeza,nicayóen tierra;antesbien,reponiéndosealgodelasorpresa,sibiennodelapena,decíaluégoparasí:—Esmentira,esmentira.

—Pero haremos bien en guarecernos dentro de la casa, porque llueve,amigoLantigua—indicóAmarillo.

Enefecto,llovía.Todossemetierondentrohuyendodelagua,yloscriadosdeD.Silvestreretirabanátodaprisamesayvajillaexpuestasálaintemperie.

—Estopasarápronto—dijoelpadredeGloriamirandoalcielo.

—Yo creo—manifestó Romero—que tendremos una segunda edición deaquelfamosodía,cuandosacamosálosnáufragosdeábordodelPlantagenet.¡Qué día, señores! Aquello sí que era llover, aquellas sí eran olas... Yo, loconfieso,tuvemiedo...

—Vámonos—dijo de improviso el señor de Lantigua, indicando en surostrounagranimpaciencia.

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—¿Lloviendo?...PorDios,D.Juan,¿quéprisahay?

—Yomequieromarchar. Peor será esperar á que lluevamás y á que sehagaenteramentedenoche.

—Comotúquieras—dijoD.Angel.

DonSilvestremandóengancharelcochedeLantigua.

Cuando el coche estuvo preparado en el Soto de Briján, arreció de talmodolalluvia,quefuéopinióngeneralesperaráquepasaselaturbonada.Loscaminos estaban intransitables, y el cochero de Lantigua, así como el delbreck, aseguraron que sería milagro llegar á Ficóbriga sin que se rompiesealgunaballesta.

—Noimporta—manifestóD.Juan.—Vámonos.

Peroenelmismoinstantesedijo:

—ElpuentedeJudassehaquebrantadoynopuedepasarningúncoche.

—Hoyesdíadedesgracia—gruñóD.Juanhiriendoelsueloconelpié.—¡Elpuentequebrantado!Veanustedes loquesonnuestros ingenieros... ¡QuéGobierno!Coneldineroquesegastóenesepuentedepalo,sepodríanhaberhechodosdesólidapiedra.

—No hay más remedio que tener paciencia—dijo Su Ilustrísima contranquilidad.

—No hay más remedio que marcharnos á pié—añadió D. Juan.—Escalamidad...Nisiquieratenemosparaguas.

—¿Pero túestás loco?¿Adóndevas?—manifestóD.Angeldeteniendoásuhermano.

—¡PorDios!D.Juan...noparecesinoqueardelacasa.

Elcaminoenrealidadestabaintransitable,yespumososarroyosdefangoyaguadescendíanporlasladeras.

DonSilvestredispusoqueuncriado suyo, llamadoFrancisquín, bajase áreconocer todo el caminohastaFicóbriga.Alpoco ratovolviódiciendoqueestabamedianillo,yqueelpuentesepodíapasar,andandoporélconmuchocuidado.

—¡Quécobardessomos!—exclamóLantiguadirigiéndoseálapuerta.

Porsegundavezledetuvieron;yhéaquíqueelcuradijo:

—Más vale que pasen ustedes aquí la noche. Tengo buenas camas. Lacrecida de la ría es espantosa, y no vale la pena de que nos expongamos áperecer. Si subimos hasta Villamojada para pasar el puente de San Mateo,

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tardaremoscincohoras lomenos, porque el acarreodemineral hapuesto lacarreteracomoustedessaben.

Mucho costó persuadir á D. Juan á que se quedase; pero al fin loconsiguieron,ysemandóásucasaelrecadodequeyatenemosnoticia.

YhéaquíquealvolverFrancisquín,dijo:

—LaseñoritaGloriaesperabamuyalarmada;peroyaestátranquila.

—¿Quiénestabaallí?—preguntóD.Juanconvivaansiedad.

—Roque,D.Amancio el de la botica, José el cartero, elmaestroRubio,Germán...

—¿Ynadiemás?

—YelSr.D.Daniel.

Por el abrasado pensamiento de D. Juan de Lantigua pasaron aquellaspalabrasdellibrodeJob:«FuegodeDioscayódelcielo,quequemólasovejasy los mozos y los consumió; solamente escapé yo solo para traerte lasnuevas.»

—¿Quéeseso,D.Juan,lehahechoáusteddañolacomida?—preguntóD.Silvestreásuamigo.

—¿Estásmalo?—ledijoelobispoobservándolecariñosamente.

DonJuansehabíapuestoverde.

—A ver ese pulso—indicó D. Silvestre, que también se la echaba demédico.

—Por fin—dijo unode los compinches del cura, que había venidode lacapital de la provincia,—cierto amigo que encontré en Villamojada y queacaba de llegar de Madrid, me ha informado de la religión de ese señorMorton,áquienD.Juanhanombrado.Esnadamenosquejudío.

Unaexclamacióndesorpresayespantosonóentodalasala.

—¿Esesoverdad?—preguntóLantiguaechandofuegoporlosojos.

—¡Tan verdad!... Daniel Morton es hijo de un riquísimo israelita deHamburgo,rabídelasecta,ócomosidijéramos,elsumosacerdoteóelpapadelosjudíos.

—Apesardeeso,nomepesahaberlesalvadolavida—dijoconpetulanciaD. Silvestre,—porque está escrito: Bendecid á los que osmaldicen y hacedbienálosqueosaborrecen...¡Quédíaaquel!

—Muy bien—afirmó el prelado estrechando lamano del cura.—Asíme

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gusta.

Despuéssequedótanpensativo,queparecíaunaestátua.

—Mi opinión—dijo D. Juan Amarillo gravemente,—es que no se debeconsentirenFicóbrigalapresenciadeesehombre.

—Nosedebeconsentir—añadierondosótresdelospresentes.

EntoncesSuIlustrísimahablóasí:

—Mientraselimpíoexista,existirálaesperanzadetraerlealbuencamino.Diosnorevelaánadieloscaminosdesujusticia.SanAgustín,amigosmíos,nosenseñaqueelimpíoestásobrelatierrautcorrigatur,utperillumbonumexerceatur,esdecir,paraquesecorrija,paraqueelbien,porrazóndeél,seahecho.

DonJuandeLantiguaselevantó,diciendoconfirmeza:

—Yomevoy.

Su tono indicaba una resolución tan firme que nadie se atrevió ácontradecirle. El obispo, empezando á participar de la inquietud de suhermano,añadió:

—Puesyomevoytambién.

—IremosporVillamojada—indicóD.Juan.

—¡Qué temeridad!—dijoD. Silvestre en voz baja al joven delHorro.—Cuando á este D. Juan se le mete una cosa en la cabeza... Y no está nadabueno.¿Noveustedquécolorselehapuesto?Tienecalentura.

XXXIX

Elrayo.

GloriayDanielMorton,habiendosentidopasos,temblaron.Niunoniotrose atrevieron á moverse. Ninguno de los dos pudo articular una sílaba.Contenían el aliento. Ambos deseaban ser aire impalpable é invisible paradesaparecer.

DerepentelapuertaabrióseyaparecióD.JuandeLantigua.Glorialanzóungrito terrible.Nosesentirámayorespantocuandoseoigan las trompetasdeljuicio,yaparezcaentreinflamadasnubeselquehadevenirájuzgarálosvivosyálosmuertos.

DonJuanavanzóhaciasuhijaconelbrazolevantado;perocomosifaltara

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la tierra á sus piés, cayó violentamente al suelo, exhalando un gemido. Suvenerablecabezacanarebotócontraelsuelo.

Don Angel que venía detrás, Sedeño, Gloria y Morton se abalanzaronsobreelcuerpodelinfelízpadre.Leexaminaron:parecíamuerto.

Diéronse voces de socorro y acudieron atropelladamente los criados.CuandolevantabanáD.Juan,elpreladoseparóconvigorosamanoáDanielMorton,diciéndole:

—¡Deicida,saldeaquí!

PorprimeravezensuvidasehabíavistolairaenelsemblantedelgloriosohijodeFicóbriga.

Elhebreosaliócomounmuertoqueanda.

En tanto vino el médico, y dijo que don Juan de Lantigua había sidoatacadodeunaapoplegíafulminanteyqueduraríapocashoras.Sinembargo,seaplicaronconactividadfebriltodoslosremediosindicadosparaarrancarsupresa á la muerte. Perdió por completo el conocimiento y sólo el pulsoanunciabalosúltimoscongojososesfuerzosdeladesesperadavida.

Gloria tenía en su remordimiento y en su dolor un peso tan grande, quecuandolaretirarondelladodelenfermo,llevándolaásucuarto,nopudosalirdeél,niaunmoverse.Derodillas,atónita,conlosespantadosojosfijosenelsuelo,parecíaestátuademármolesculpidaparaconmemorarungrandesastreórepresentarlaideadelacondenacióneterna.Ensuparoxismodedoloroyólos lúgubres pasos de los sacerdotes que subían trayendo elOleoSanto; lessintiódespuésbajarápuntoqueentrabaporlasventanaslaluzdeunaauroramástristequelalóbregayfríanoche.

AlfinvióapareceráD.Angelqueledijo:

—Tupadrehamuerto.

Elsantohombrellevóambospuñosásusojos,yrompióállorarcomounniño.

Madrid.—Diciembrede1876

FINDELAPRIMERAPARTE

Page 148: Gloria Primera Parteweb.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/gloria_i.pdfPRIMERA PARTE I Arriba el telón. Allá lejos, sobre verde colina á quien bañan por el Norte el Océano y

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