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LA POTENCIA PLEBEYA Acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia Armado Linera.qxp:Armado sfez 10/13/08 9:17 PM Page 3

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  • LA POTENCIA PLEBEYA Accin colectiva e identidades indgenas,

    obreras y populares en Bolivia

    Armado Linera.qxp:Armado sfez 10/13/08 9:17 PM Page 3

  • lvaro Garca Linera

    LA POTENCIA PLEBEYA Accin colectiva e identidades indgenas,

    obreras y populares en Bolivia

    Antologa y presentacinPablo Stefanoni

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  • n d i c e

    PrefacioPablo Stefanoni ........................................................................................ 9

    Captulo I: Marxismo y mundo agrario .................................................... 23Introduccin al Cuaderno Kovalevsky ....................................................... 23Amrica .....................................................................................................40

    Captulo II: El Maniesto comunistay nuestro tiempo ............................... 53Es el Maniesto comunistaun arcasmo poltico, un recuerdo literario? Cuatro tesis sobre su actualidad histrica.................................................. 53

    Captulo III: Ciudadana y democracia .................................................. 133Ciudadana y democracia en Bolivia 1900-1998..................................... 133

    Captulo IV: Movimiento obrero........................................................... 151Los ciclos histricos de la formacin de la condicin obrera minera en Bolivia (1825-1999)......................................................................... 151La muerte de la condicin obrera del siglo XX ......................................... 162

    Captulo V: Movimiento indgena......................................................... 193Narrativa colonial y narrativa comunal................................................... 193Autonomas indgenas y Estado multinacional ....................................... 209

    Captulo VI: Estructuras de los movimientos sociales.............................. 269Sindicato, multitud y comunidad. Movimientos sociales y formas de autonoma poltica en Bolivia............................................... 269

    Captulo VII: Crisis estatal y poca de revolucin.................................... 331Crisis del Estado y sublevaciones indgena-plebeyas en Bolivia ................ 331La lucha por el poder en Bolivia.............................................................. 350Indianismo y marxismo. El desencuentro de dos razones revolucionarias ......373El Estado en transicin. Bloque de poder y punto de bifurcacin.............. 392

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  • 9P r e f a c i o

    Yo me veo como uno de los ltimos jacobinos de la Revolucin Francesa y veo a Evo como Robespierre.

    lvaro Garca Linera

    Pablo Stefanoni

    Adems de vicepresidente y copiloto de Evo Morales, lvaro Garca Lineraes uno de los intelectuales ms destacados de Bolivia, lo cual lo coloca inmedia-tamente en el lugar de intrprete del complejo proceso poltico y social iniciadoel 22 de enero de 2006 con la llegada al gobierno del presidente Evo MoralesAyma, el primer indgena en dirigir las riendas de esta nacin andino-amaznicaen la que el 62% de sus habitantes se autoidentica como parte de un pueblo ori-ginario, mayoritariamente quechua y aimara1. En efecto, Morales lo convocen 2005 para acompaarlo en el binomio presidencial (luego de un primerintento de buscar un empresario nacional) por considerarlo un puente yun traductor, como gusta presentarse Garca Linera a s mismo entre los cam-pesinos e indgenas, y las clases medias urbanas2 reacias a votar por un campesinoiletrado, con un bachillerato de provincia como nica credencial educativa,pero ms abierta a aceptar a un dirigente cocalero acompaado por un hombreque sabe, como rezaba uno de sus aches durante la campaa electoral de 2005.

    A ms de dos aos de su llegada a la vicepresidencia, nadie puede armar con evidencias serias que Garca Linera sea el cerebro del gobierno, pero ellotampoco puede ocultar que este matemtico y socilogo autodidacta, seguidor

    1 El censo boliviano, a diferencia de otros, como el ecuatoriano, no utiliza preguntas sobre autoidenti-ficacin racial sino tnico-cultural. Mientras que las primeras incluyen categoras como blanco, ind-gena, mestizo, negro, etc., las segundas refieren a la pertenencia a un pueblo originario concreto:aimara, quechua, guaran, etctera. Esto implica que no habra contradiccin entre el hecho de que msdel 60% de los bolivianos se autoidentifica como mestizo (en muchas encuestas) y un porcentajesimilar se considera parte de un pueblo nativo en el censo.2 El concepto de clase media, aplicado a Bolivia, oscurece por momentos ms de lo que aclara. La exis-tencia de capitales tnicos hace que se consideren clases medias a los blanco-mestizos (incluso los debajos ingresos) y se excluya de esta categora a los sectores cholos (indgenas urbanos) que han acu-mulado importantes capitales econmicos, fundamentalmente mediante el comercio informal.

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    Pablo Stefanoni

    entusiasta del socilogo Pierre Bourdieu (a quien cita a menudo en entrevistasperiodsticas y acadmicas), tiene en la nueva administracin boliviana un perlque lo aleja de la intrascendencia que histricamente tuvo el cargo de vicepresi-dente. De hecho, casi no utiliza su despacho en la vicepresidencia, y desempeasus labores en una ocina ms modesta pero a escasos pasos de la del jefe deEstado, en el Palacio Quemado de La Paz. Son casi inexistentes las reunionesimportantes del presidente boliviano en la que no est sentado Garca Linera,habitualmente vestido con terno (casi siempre sin corbata) y sobretodo negro.

    El actual vicepresidente naci en una familia mestiza de clase media en Cocha-bamba, el 19 de octubre de 1962. Comenz a interesarse por la poltica bajo la dic-tadura de Hugo Banzer (1971-1978), y apenas cada la dictadura a los 17 aossinti el efecto del gran bloqueo aimara a La Paz, organizado por la ConfederacinSindical nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) ya fuerte-mente inuenciada por las ideas indianistas difundidas por el movimiento kata-rista3. Poco despus, su inters por el vnculo entre poltica y etnicidad continuen Mxico, donde se traslad a cursar una licenciatura en matemtica en la Uni-versidad Autnoma porque crea que las ciencias blandas poda aprenderlasyo solo4. All, en el contexto de las campaas de solidaridad con los movi-mientos armados en Centroamrica fue atrado por el debate sobre la cuestintnica (maya) alentado por la guerrilla guatemalteca. Y segn recuerda iniciael pasaje de una orientacin ms losca y abstracta vinculada al estudio de Elcapital, de la dialctica de Hegel y de la losofa de Kant, a una mirada ms prc-tica que, ya en los ochenta, conllevar su giro hacia lecturas ms leninistas. Un

    3 El movimiento katarista surgi en los aos setenta promovido por sectores aimaras urbanos que acce-dieron a los estudios superiores. Inspirado por las ideas de Fausto Reinaga, se lo considera el primermovimiento indianista contemporneo en Bolivia. Los kataristas introdujeron una lectura de la his-toria de Bolivia como el pasaje de la dominacin colonial espaola al colonialismo interno mantenidopor las elites republicanas y contribuyeron a la construccin de una identidad india aimara-quechua.Pese a su importante influencia en los sindicatos campesinos, nunca lograron consolidarse como movi-miento poltico. Luego de su divisin en torno a la participacin poltica en el Estado liberal en losnoventa, uno de sus referentes, Vctor Hugo Crdenas, accedi a la vicepresidencia de Bolivia en unaalianza con el MNR en su etapa neoliberal, bajo el mando de Gonzalo Snchez de Lozada. Desde esecargo, promovi el reconocimiento constitucional de Bolivia como un pas pluritnico y multicul-tural. Con todo, el actual proceso de cambio liderado por Evo Morales reconoce en el katarismo unade sus matrices poltico-ideolgicas. Para un estudio de esta corriente, ver Rivera, Silvia 1986 Opri-midos pero no vencidos. Luchas del campesinado aimara y quechua, 1900-1980 (La Paz: Hisbol).4 Ramrez Gallegos, Franklin y Stefanoni, Pablo 2006 La monte au pouvoir des mouvements sociauxen Bolivia, entrevista a lvaro Garca Linera en Mouvements, septiembre-diciembre, pp. 47-48.

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    Prefacio

    caso poco comn en la intelectualidad boliviana, Garca Linera nunca milit enla izquierda tradicional (histricamente representada por el Partido ObreroRevolucionario y el Partido Comunista de Bolivia) ni en las agrupaciones queheredaron una ideologa cristiano-guevarista como el Movimiento de IzquierdaRevolucionaria (MIR), frente a las cuales mostr cierto desprecio. En efecto, suslecturas de Marx, Lenin, Althusser o Gramsci le serviran de insumos en su pol-mica contra la vieja izquierda y en su bsqueda de un marxismo adaptado a larealidad andina, previamente ensayada por el comunista peruano Jos CarlosMaritegui. Su regreso a Bolivia, en 1985, coincidi con el rotundo fracaso delgobierno reformista de la Unidad Democrtica Popular (conformada original-mente por el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, el PartidoComunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria), agobiado por lahiperinacin y las presiones cruzadas de la entonces poderosa Central ObreraBoliviana (COB) y los sectores empresariales conservadores.

    Con el abandono anticipado del poder por la UDP, la izquierda desaparecidel escenario electoral, a excepcin del MIR, que sobrevivi al costo de conver-tirse al neoliberalismo, al tiempo que la hoja de ruta poltico-intelectual deGarca Linera se centraba cada vez ms en el esfuerzo por articular dos razonesrevolucionarias en ese momento en disputa, marxismo e indianismo5: Ahcomienza una obsesin, que mantuve durante diez aos, de rastrear aquello quehaba dicho Marx sobre el tema [tnico]. Comenzamos entonces a escudriarlos cuadernos, los textos de Marx sobre los pueblos sin historia del ao 48 y lostrabajos de Engels, pero tambin empezamos a revisar la lectura de los Grun-drisse, as como tambin los textos sobre la India, sobre China. Luego las cartasa Vera Zaslich6, luego los manuscritos etnolgicos, y tambin los otros manus-critos, inditos, que estn en Amsterdam. Viajamos hasta all a buscar un con-junto de cuadernos que ah existen sobre Amrica Latina; hay unos ocho o diez

    5 El Pacto militar-campesino, firmado en los aos sesenta entre el movimiento campesino y el presi-dente militar Ren Barrientos, contribuy a aislar a los mineros (masacrados por la dictadura) y generun largo perodo de desconfianza obrera hacia los campesinos, lo cual fue agravado por la supuesta trai-cin de los campesinos al guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara. Estos estigmas fueronrevertidos parcialmente con el crecimiento del katarismo y la nueva alianza obrera-campesina a partirde finales de los aos setenta. Desde 2003, son los campesinos quienes se consideran la vanguardiadel proceso de cambio liderado por Evo Morales.6 Proveniente del populismo (narodniki) adhiere posteriormente al marxismo y es parte del Grupo deEmancipacin del Trabajo fundado por Plejanov.

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  • cuadernos de Marx sobre Amrica Latina. Comienza una obsesin, con dis-tintas variantes, a n de encontrar el hilo conductor sobre esa temtica indgenadesde el marxismo, y creyendo que era posible que el marxismo pudiera darcuenta de la fuerza de tal dimensin, del contenido y del potencial de la demandatnico-nacional de los pueblos indgenas. Ello implicaba mltiples peleas, entextos menos acadmicos y ms polmicos, con la izquierda boliviana, para la cualno haba indios sino obreros, campesinos o clase media. Se trataba de una pol-mica marginal porque ramos un grupo de personas que no inuamos en nin-guna parte, nos dedicbamos a repartir nuestros panetos, nuestros textitos,nuestros policopiados de cincuenta pginas, en las marchas, en las minas. Peroah se inicia una polmica7. Entre las polmicas, se encuentra el breve textoAmrica, donde Garca Linera polemiza con Jos M. Aric en relacin al acer-camiento de Marx sobre Amrica Latina, en gran medida expresada en su discu-tido texto sobre Simn Bolvar, publicado en TheNew American Cyclopedia.

    Todo ello se produca en un contexto de contrarreformas neoliberales quecondujeron a la derrota de la Marcha por la Vida de los mineros, que ante elcerco militar organizado por Paz Estenssoro, y el derrumbe internacional de losprecios del estao, produce un repliegue y posterior desbande del que el movi-miento obrero boliviano y la COB no se lograron recuperar hasta nuestros das,cuando Bolivia vive una nueva primavera popular liderada por campesinos eindgenas iniciada con la guerra del gas de septiembre y octubre de 2003. Perola crisis obrera era la expresin de un fenmeno de mayor magnitud: el n delcapitalismo de Estado impulsado por la Revolucin Nacional de 1952, cuyaextremauncin en 1985-1986 qued paradjicamente a cargo del propio cau-dillo de ese levantamiento de obreros, campesinos y policas, que nacionaliz lasminas, decret la reforma agraria e impuso el voto universal: el doctor Paz, comoera llamado popularmente, transformado en un convencido impulsor de lasreformas estructurales promovidas por el Consenso de Washington.

    En ese contexto de retroceso obrero, junto a teorizaciones plasmadas en libroscomo Las condiciones de la revolucin social en Bolivia (basado sobre su lectura deLenin) y Marx y la revolucin en las extremidades del cuerpo capitalista, se produceun acercamiento a campesinos ex kataristas, cuyo lder era Felipe Quispe Huanca,y grupos mineros de base. Todo ellos apostaban a una repolitizacin y reinven-

    Pablo Stefanoni

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    7 Stefanoni, Pablo; Svampa, Maristela y Ramrez Gallegos, Franklin Conversaciones con lvaro GarcaLinera, de prxima publicacin.

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  • cin del mundo popular mediante la activacin de una identidad tnica amenudo oculta detrs de la identidad obrera o campesina, fortalecidas tanto porla izquierda marxista como por el nacionalismo revolucionario, que conceba labolivianidadcomo sinnimo de mestizaje. Esta constelacin de intelectuales (queinclua a su hermano Ral Garca Linera y a su esposa e intelectual mexicanaRaquel Gutirrez), campesinos y (ex) obreros da lugar a la experiencia de la Ofen-siva Roja de los AyllusTupakataristas y a su brazo armado, el Ejrcito GuerrilleroTupak Katari, cuyos marcos interpretativos de la realidad boliviana a diferenciadel foquismo clsico de matriz guevarista ponan nfasis en la organizacin deuna gran sublevacin indgena mediante la organizacin militar y el armamentode las comunidades8. Pese a su temprano fracaso militar, la actividad del EGTK seasent en un imaginario como lo indican los nombres de la organizacin aso-ciado a la memoria histrica de la rebelin del caudillo aimara Tpac Katari en elsiglo XVII, ahogada en sangre por las tropas coloniales espaolas9, y esta guerrillaaimara mostr cierto xito en la formacin de cuadros indgenas. Incluso algunoscampesinos del norte del lago Titicaca establecieron vnculos con el grupo guerri-llero peruano Sendero Luminoso (en sus escuelas de cuadros) pero regresabandecepcionados por la invisibilizacin de lo indio por parte de ese grupo mesinicode ideologa maosta pasada por el tamiz de las tesis por momentos delirantesdel Presidente Gonzalo, tal como su lder, Abimael Guzmn, era llamado por losmilitantes senderistas. Programticamente, la Ofensiva Roja defenda el derechoa la autodeterminacin e incluso a su separacin del Estado burgus bolivianode las nacionesaimara y quechua10. No obstante los esfuerzos por articular mar-xismo e indianismo, tal como muestran los propios panetos del grupo armado,el nfasis en las posiciones indianistas, con los qaras11como enemigos, o marxistas,que destacan en su anlisis la dimensin de clase, era variable en virtud de losautores de cada pronunciamiento. Mientras en algunas declaraciones del grupo sehablaba de los partidos de izquierda como portadores de ideologas forneas tras-plantadas de Europa, Qhanachiri (seudnimo de Garca Linera)12 dedica cente-

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    8 Ver Iturri Salmn, Jaime 1992 EGTK: la guerrilla aimara en Bolivia (La Paz: Ediciones Vaca Sagrada).9 Ver Thompson, S. 2006 Cuando slo reinasen los indios. La poltica aimara en la era de la insurgencia (LaPaz: Muela del Diablo).10 Iturri Salmn, Jaime, op. cit.11 Trmino que significa literalmente desnudo y los indgenas utilizan para referirse a los blanco-mes-tizos (blancoides).12 Aqul que clarifica las cosas, en aimara.

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  • nares de pginas a hurgar en Marx, Engels o Lenin para encontrar respuestas alproblema nacional o comunitario-campesino. De todos modos, la idea delgobierno indio aparece en unos y otros. A diferencia de la izquierda clsica, losegetecoscomo se los llamaba popularmente otorgan a los campesinos un papelrevolucionario, y hasta comunista, e imaginan un socialismo basado en el ayllu(estructura comunitaria aimara)13. Es notable que Garca Linera mantuviera hastala actualidad esta idea de luchar para que un indgena llegue a la presidencia de laRepblica, incluso cuando haba abandonado su posicin socialista (al menos entrminos ortodoxos, es decir, de cambio del capitalismo por una economa estati-zada y planticada).

    Luego de algunos atentados dinamiteros contra torres de alta tensin o poli-ductos, todos los integrantes de la direccin del EGTK son detenidos. GarcaLinera es aprehendido el 10 de abril de 1992, en la tranca de Senkata, en laciudad de El Alto, colindante con La Paz, y posteriormente denunci haber sidotorturado por la polica. No obstante, pasada la peor parte de los interrogatorios,comienza una etapa intelectualmente productiva, con lecturas en antropologaandina, de etnohistoria y de economa agraria. Sobre la base de El capital deMarx y los textos de los cronistas coloniales, emprende un esfuerzo terico quese materializar en el libro Forma valor, forma comunidad, que trabaja el tema delvalor de uso, el valor de cambio y las lgicas organizativas de la modernidad parahacer un contrapunto con las lgicas organizativas del mundo andino. De talreexin deriva la lgica de la forma valor como la lgica de la modernidadcapitalista, y la forma comunidad no como movimiento social, sino comolgica organizativa del mundo andino. Como tena mucho tiempo disponiblepude aplicar cierta forma de reexin antropolgica, matemtica, y estudiarciertos espacios sociales. Fueron cinco aos de encierro. Creo que es mi libro

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    13 Dice Felipe Quispe: A nuestros opresores de siempre les tocar obedecer nuestras leyes naturales[pero] nuestras leyes naturales y comunitarias no sern para esclavizar ni discriminar a los qaras blancosextracontinentales, a los mestizos europeizados, etc., sino que nosotros pondremos la ley comunitaria,de igualdad de derechos para todos los que viven y trabajan con honradez en nuestra patria Qullasuyu(Bolivia). Los aimaras no estamos enfermos con un crudo racismo indio, no planteamos la lucha derazas de ninguna manera, entindanlo bien: aqu nadie est labrando un movimiento racial, nuestrosplanteamientos no tienen nada de irracional y mucho menos tienen rasgos medulares del pensamientofascista europeo, como algunos intrusos doctorcillos esgrimen para tratar de desprestigiar, ensuciar ytergiversar el verdadero Tupakatarismo-Comunitario que llama a la lucha de las Naciones Originariasal lado de las banderas de la lucha de clases, Quispe Huanca, Felipe 2007 (1988) Tupak Katari vive yvuelve, carajo (La Paz: Ediciones Pachakuti).

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  • mejor logrado por el tiempo que pude dedicarle, por la paciencia que tuvimos enarmar las transcripciones, las palabras, recuerda ms de una dcada despus14.

    Inmediatamente de su salida de la crcel, se involucr en el mundo acad-mico, en la facultad de Sociologa de la Universidad Mayor San Andrs. Susdebates sobre el mundo obrero con la izquierda obrerista y con quienes traan aBolivia las tesis sobre el n de la clase obrera se tradujeron en dos investigacionesacadmicas, que se plasmaron en dos libros: Reproletarizacin, sobre el mundofabril y sus cambios organizativos y tecnolgicos, y La condicin obrera, sobreesos mismos cambios en torno a la nueva minera. Se trata de analizar al nuevoproletariado de microempresas, de empresas fragmentadas, desconcentradas,que son mujeres, hombres muy jvenes, sin derechos, no tomados en cuenta poruna entidad sindical matriz atada a la idea de que los mineros seguan siendo lavanguardia del pueblo boliviano. En sus propias palabras: Las conclusionesgenerales son que los obreros no han desaparecido, incluso aumentaron, peroha habido una modicacin de la estructura material de la condicin obrera, dela identidad obrera y de la composicin poltica y cultural de la clase obrera [boli-viana]; de all se deriva una explicacin de por qu la COB se extingue comomovimiento social unicador del pas. De todos modos, los aos noventa noeran un buen momento para la intelectualidad crtica, la mayora de los intelec-tuales de izquierda fueron cooptados por el neoliberalismo multiculturalista deGonzalo Snchez de Lozada15 y fue escasa la recepcin de estas obras.

    En realidad, el salto a la palestra pblica de Garca Linera y otros intelectualesagrupados en torno al grupo Comuna, fue de la mano de la guerra del agua de2000, cuando los habitantes de Cochabamba se levantaron contra el aumentode las tarifas por parte de la empresa Aguas del Tunari (Bechtel) con una violentapueblada que acab con la expulsin de la empresa trasnacional. Pero, aun msimportante que eso, la inesperada guerra del agua marc un punto de ine-xin, acabando con una dcada y media de derrotas populares y con la ilusin promovida por los intelectuales neoliberales del n de la poltica de las calles ydel triunfo de la democracia representativa (liberal) como el nico espacio de laaccin poltica. De a poco, un nuevo sentido comn nacional-popular y la reva-

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    14 Ramrez Gallegos, Franklin y Stefanoni, Pablo La monte au pouvoir..., op. cit.15 Bajo el gobierno de Snchez de Lozada y del vicepresidente Vctor Hugo Crdenas primer aimaraen llegar a esa posicin se reconoci constitucionalmente el carcter multicultural y pluricultural deBolivia.

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  • lorizacin de la accin directa como forma de lucha recuperan parte de la legiti-midad perdida. Poco despus, los aimaras del Altiplano paceo liderados porFelipe Quispe bloquean masivamente La Paz, impidiendo incluso el ingreso dealimentos16. En un contexto de nuevas formas de lucha, pero sobre todo, denuevos actores (sobre todo campesinos e indgenas) poco comprendidos en lasciudades, se va consolidando el papel de Garca Linera como socilogo-intrprete,lo que se reeja en su presencia creciente en los medios de comunicacin bajo lagura de moda del analista; en efecto, su creciente prestigio intelectual vahaciendo olvidar a la opinin pblica su pasado guerrillero.

    Si bien hablaba desde el compromiso con los movimientos sociales un tr-mino que fue ganando espacio frente a la terminologa clasista de antao susformas y posiciones polticas aparecan moderadas por sosticados anlisis,capaces de traducir a las clases medias urbanas la racionalidad (cosmovisin,dirn los indianistas) de la Bolivia profunda y tradicionalmente despreciada,completamente opaca para los intelectuales hegemnicos. En esa poca, ademsdel italiano Antonio Negri (cuyos textos utiliz en sus estudios sobre la compo-sicin poltica de la clase en sus trabajos sobre el mundo obrero), Garca Linerahace un giro sociolgico hacia las teoras de los movimientos sociales, e incor-pora la sociologa histrica de Charles Tilly y la visin ms racionalista de lamovilizacin de recursos, tomando distancia de tericos como Alain Touraine.Es en este momento que surge el artculo sobre la forma sindicato, la formacomunidad y como elemento novedoso la forma multitud, uno de sustextos ms innovadores para entender las transformaciones en las formas deagregacin poltica y social producto de las reformas neoliberales desdemediados de los aos ochenta. Este artculo marca su momentuumautonomista,con cierta inuencia del Negri de la multitud, adems de su referente ms per-manente, el francs Pierre Bourdieu y el boliviano Ren Zavaleta17. No obs-tante, Garca Linera aclara que utiliza el concepto multitud en un sentidodiferente al de Negri, que lo puso de moda, y se reere a una asociacin de aso-ciaciones de varias clases e identidades sociales sin una hegemona nica en suinterior. All, segn el vicepresidente boliviano, pueden sumarse campesinos,regantes, estudiantes, obreros sindicalizados, desocupados, intelectuales, indi-

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    16 La Paz se encuentra en una especie de pozo (hollada) lo que facilita los bloqueos y cercos.17 Socilogo nacionalista que posteriormente evolucion hacia el marxismo. Desarroll un profundoanlisis poltico-sociolgico de Bolivia como una sociedad abigarrada.

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  • viduos sueltos, y la hegemona se mueve alrededor de temas, de circunstancias,movilizaciones temticas, autonoma de cada organizacin en funcin de susrepertorios, estructuras y sus maneras de cumplimiento; subsiste, sin embargo,una voluntad de accin conjunta en torno a un tema y a liderazgos mviles ytemporales. El Movimiento al Socialismo (MAS) fue un resultado de esta agre-gacin de sindicatos campesinos de diverso tipo, herederos de una cultura sin-dicalista del mundo plebeyo que histricamente suele hacer poltica desde elsindicato. En este marco, en 1995 se aprob la tesis del instrumento polticoque instrua la conformacin de un partido que permitiera a estas organiza-ciones populares dar un salto a la arena electoral sin necesidad de alianzas con lospartidos legales de entonces (incluyendo los pequeos grupos de izquierda conlos cuales los campesinos, sobre todo los cocaleros ncleo duro del MASdeban aliarse a falta de personera electoral propia)18.

    De manera sorprendente, el ciclo de movilizaciones iniciado en 2000 tuvo suexpresin electoral en 2002: el dirigente cocalero Evo Morales, embarcado en vio-lentas confrontaciones con el Estado en defensa del cultivo de la hoja de coca,obtuvo el segundo lugar en las elecciones presidenciales de ese ao, a menos de dospuntos de Gonzalo Snchez de Lozada, que cosech algo ms del 22% de losvotos. Pero poco ms de un ao despus, el mandatario que hablaba castellanocon acento estadounidense fue derribado por una masiva insurreccin popularconocida como la guerra del gas, que comenz contra los planes gubernamen-tales de exportar gas a Mxico y Estados Unidos por puertos chilenos (pas que enla Guerra del Pacco de 1879 se apoder de la salida de Bolivia al ocano Pacco)pero acab construyendo un nuevo sentido comn antineoliberal y anticolonial.Garca Linera comenz a dividir su tiempo entre la universidad, los medios decomunicacin donde empez a trabajar de forma sistemtica, incluso como ana-lista en un popular noticiero y el asesoramiento a los sindicatos campesinos.

    Ese perl de intelectual con vnculos con los movimientos sociales (inclusolos aimaras ms radicales lo respetan por haber estado preso por indianista)atrajo a Evo Morales, a quien comenz a asesorar de manera ms o menosformal. Ms tarde, en 2005, en medio de una nueva guerra del gas, esta vez endemanda de la nacionalizacin de los hidrocarburos, que provoc la cada delgobierno de Carlos Mesa y abri paso a elecciones anticipadas, su batalla coti-

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    18 Ver Stefanoni, Pablo y Do Alto, Herve 2006 La revolucin de Evo Morales. De la coca al Palacio(Buenos Aires: Capital Intelectual).

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  • diana por el sentido comn, como Garca Linera gusta denir retrospectiva-mente su actividad, lo proyect como el complemento ideal del lder cocaleroen su objetivo de atraer a las clases medias urbanas, temerosas del devenir del pasen manos de un indgena formado en la escuela del sindicalismo agrario19. Y elclima nacionalista que viva el pas, junto al fuerte desprestigio de la derecha representada electoralmente por el ex presidente Jorge Tuto Quiroga allanel camino al triunfo electoral del binomio Morales-Garca Linera el 18 dediciembre de 2005, con un indito 53,7% de los votos (el mayor porcentajeobtenido por una frmula presidencial desde la restauracin de la democraciaen 1982) e inaugur la fase del socilogo-vicepresidente. Continuaba, as, unatradicin boliviana y latinoamericana de intelectuales que pasaron, con xitodesigual, de las armas de la crtica a la crtica de las armas para transformaruna realidad que en el caso boliviano fue moldeada por la incapacidad de suselites para construir una nacin incluyente y un proyecto de pas compartido.Al mismo tiempo, su candidatura vicepresidencial implic una ruptura deni-tiva con Felipe Quispe, quien siempre estuvo enfrentado a Morales en una peleade liderazgos por el control de los sindicatos campesinos y perdi con el ldercocalero la contienda por ser el primer presidente indgena de Bolivia.

    A poco de ocupar una ocina en el Palacio Quemado, Garca Linera sostuvo:La reexividad sociolgica es decisiva porque si no uno se pierde en el bosque.Es muy fcil perderse y comenzar a actuar intuitivamente, rodeado de innidadde pequeos arbolitos. Creo que buena parte del funcionamiento de la adminis-tracin pblica es as, de ah el esfuerzo por mirar el bosque en su conjunto, perosta no es una tarea fcil. Mientras que el acadmico puede ver en un procesorelativamente largo la comprensin de la palabra y el saber en sentido colectivo(la conversin mediada del verbo en ideologa), en el gobierno vemos la conver-sin de la palabra en materia poltica, en hecho prctico institucional (la conver-sin del verbo en materia mediante la maquinaria burocrtica). Pero es muybonito lograr esta combinacin: un nivel de especicidad inaccesible para elinvestigador externo y un nivel de generalidad y mirada global imprescindiblepara orientarte en trminos ms sistmicos. Hacia all se dirige mi esfuerzo20.

    Pablo Stefanoni

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    19 En su concepcin de un gobierno de poncho y corbata, a l le tocaba usar ese smbolo de la sociedadurbana-moderna e incluso de la aculturacin de los indgenas.20 Stefanoni, Pablo 2006 El surgimiento de un neopatriotismo indgena, entrevista a lvaro GarcaLinera en El Viejo Topo (Espaa), octubre.

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  • No obstante, este aterrizaje en la cpula del poder pondra a prueba las teo-rizaciones previas de Garca Linera: ya no se trataba solamente de analizar lo queocurre sino de interactuar con un universo popular que, como ya advirtieraAntonio Gramsci, contiene tendencias disruptivas pero tambin conservadorasfrente al orden vigente. Y esto es especialmente vlido para el caso de Bolivia,donde esas tendencias conservadoras muy visibles en el plano cultural y moralse combinan con fuertes delidades corporativas, desde las cuales los sectorespopulares leen el mundo, hacen poltica y se movilizan en defensa de sus inte-reses. Adems, cuestiones ms prosaicas, como el patrimonialismo, los cons-tantes repliegues particularistas y la falta de cuadros poltico-administrativosaparecieron como los lmites de la original, pero no menos incierta, revolucindemocrtica cultural, como desde el gobierno denieron al nuevo rumbo ini-ciado por Bolivia en enero de 2006. Para algunos conclua as una progresivamoderacin de las posiciones polticas e ideolgicas del ex matemtico; paraotros esa moderacin es slo un maquillaje que encubre una radicalidad nuncaabandonada, y para sostener esta perspectiva se basan sobre declaraciones deGarca Linera, como las que pronunci en Omasuyos el 20 de septiembre de2006 cuando dijo, en un discurso de barricada, que en esta combativa reginaimara cercana al Lago Titicaca aprendimos a amar y a matar en defensa de lapatria y de los recursos naturales, y record sus andanzas con un fusil bajo elponcho en sus pocas de guerrillero del EGTK21. No obstante, pese a pasajerasexpresiones de radicalidad, el actual vicepresidente defendi en el plano polticoe intelectual una salida pactada a la crisis entre el bloque indgena-plebeyo emer-gente del occidente del pas y el bloque oligrquico-empresarial hegemnico enlos departamentos del oriente boliviano. Frente a la discusin bastante opacasobre el denominado socialismo del siglo XXI, promovida por el presidentevenezolano Hugo Chvez, Garca Linera sostuvo que en Bolivia slo puede aspi-rarse a la consolidacin de un capitalismo andino-amaznico, como potencia-lidad y lmite de un escenario posneoliberal. No obstante, ms que una teora,el capitalismo andino consiste en algunas propuestas vinculadas a una articula-cin entre las formas modernas (capitalistas) y tradicionales de la economa(comunitario-microempresariales), con el Estado como artce del potencia-miento de estas ltimas mediante transferencia de tecnologa y recursos. De esta

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    21 2006 Los Tiempos (Cochabamba), 21de septiembre. En

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  • forma, no se aspirara a modernizar de manera homogeneizante el pas (comoocurra bajo el antiguo desarrollismo latinoamericano), sino a imaginar unamodernizacin pluralista que reconozca el abigarramientoboliviano. No obs-tante, el centro de la poltica posneoliberal pasa en la prctica por una recupe-racin parcial del desarrollismo de los aos cincuenta que en lo econmico sebasa sobre la recuperacin del control estatal de los hidrocarburos (mediante lanacionalizacin del 1 de mayo de 2006) que oblig a las empresas transnacio-nales a rmar nuevos contratos con la estatal Yacimientos Petrolferos FiscalesBolivianos (YPFB) y a pagar mayores impuestos.

    Quizs la evolucin poltico-ideolgica ms signicativa de Garca Linera essu pasaje con escasas mediaciones de sus posiciones autonomistas hacia unadefensa casi hegeliana del Estado, como sntesis de la voluntad general. Perodejemos al propio vicepresidente explicar esta evolucin: En las movilizaciones[desde 2000] haba anidado un enorme potencial comunitario, un enormepotencial universalista, un enorme potencial autonmico. Mis momentos demayor lectura autonomista, autogestionaria y de posibilidad comunista son losmomentos anteriores a la movilizacin social. En los momentos en quecomienzan a desplegarse las movilizaciones vemos sus enormes potenciales perotambin tenemos muy claras las limitaciones que van aorando. Recuerdo que,desde 2002, vamos teniendo una lectura mucho ms clara y hablamos delcarcter de la revolucin, como democrtica y descolonizadora. Y dijimos: novemos an comunismo. Por doctrina, la posibilidad del comunismo la vimos enun fuerte movimiento obrero autoorganizado, que hoy no existe, y que, en todocaso, podr volver a emerger en veinte o treinta aos. Y agrega: En los aosnoventa se produjo una reconguracin total de la condicin obrera que desor-ganiz todo lo anterior y dej micro ncleos dispersos y fragmentados de iden-tidad y de capacidad autoorganizativa. En el mundo campesino indgena vimosla enorme vitalidad en trminos de transformacin poltica, de conquistas deigualdad, pero la enorme limitacin y la ausencia de posibilidades de formascomunitaristas de gestin y produccin de la riqueza. Eso lo comenzamos aobservar con el tema del agua en Cochabamba en 2000 y, ms tarde, en 2003,con las dicultades para el abastecimiento de garrafas en El Alto22 Y agrega:

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    22 Eso fue todava ms claro en la segunda guerra del gas, en junio de 2005, cuando las organizacionessociales fueron incapaces de resolver el abastecimiento de garrafas y otros productos bsicos a la pobla-cin movilizada, de modo tal que los bloqueos terminaron debilitando a los propios alteos.

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  • Entonces, cmo interpretar todo esto? El horizonte general de la poca escomunista. Y ese comunismo se tendr que construir a partir de capacidadesautoorganizativas de la sociedad, de procesos de generacin y distribucin deriqueza comunitaria, autogestionaria. Pero en este momento est claro que noes un horizonte inmediato, el cual se centra en conquista de igualdad, redistri-bucin de riqueza, ampliacin de derechos. La igualdad es fundamental porquequiebra una cadena de cinco siglos de desigualdad estructural, se es el objetivode la poca, hasta donde puede llegar la fuerza social, no porque lo prescribamosas sino porque lo vemos. Ms bien, entramos a ver al movimiento con ojosexpectantes y deseosos del horizonte comunista. Pero fuimos serios y objetivos,en el sentido social del trmino, al sealar los lmites del movimiento. Y ah vinola pelea con varios de los compaeros acerca de qu cosa era posible hacer.Cuando entro al gobierno lo que hago es validar y comenzar a operar estatal-mente en funcin de esa lectura del momento actual. Entonces, dnde quedael comunismo?, qu puede hacerse desde el Estado en funcin de ese horizontecomunista? Apoyar lo ms que se pueda el despliegue de las capacidades organi-zativas autnomas de la sociedad. Hasta ah llega la posibilidad de lo que puedehacer un Estado de izquierda, un Estado revolucionario. Ampliar la base obreray la autonoma del mundo obrero, potenciar formas de economa comunitariaall donde haya redes, articulaciones y proyectos ms comunitaristas. Sin con-trolarlos. No hay un proceso de cooptacin ni de generacin desde arriba decomunitarismo. Eso no lo vamos a hacer nunca23.

    La seleccin de textos que presentamos en este volumen deja en evidencia laevolucin terica y poltica de un intelectual cuyas agendas de investigacinfueron dictadas, en una primera instancia, por las necesidades de la lucha poltica(como intelectual militante). Ms tarde, y sin perder esta perspectiva, el trabajo deGarca Linera se inserta de manera ms sostenida en el campo acadmico, con laautonoma y las reglas de juego que conlleva (ya como acadmico comprome-tido), para nalmente, recalar en la poltica institucional en una nueva y tensaarticulacin entre praxis poltica e intelectual.

    Por eso este libro tiene varias claves de lectura. Por un lado, es una suerte debiografa intelectual del vicepresidente boliviano. Pero, y an ms importante,

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    23Svampa, Maristela y Stefanoni, Pablo 2007 Evo simboliza el quiebre de un imaginario restringidoa la subalternidad de los indgenas, entrevista con lvaro Garca Linera en Observatorio Social de Am-rica Latina, N 22, septiembre.

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  • la seleccin de artculos ayuda a comprender las mutaciones sociopolticas (ana-lizadas desde registros tericos y sociolgicos) y el devenir poltico de Bolivia enel siglo XXI, al tiempo que deja entrever los debates ideolgicos que atraviesanla rica historia poltica nacional. La historia de un pas que, parafraseando aJames Dunkerley, lleva la rebelin en las venas.

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  • C a p t u l o I

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    Introduccin al Cuaderno Kovalevsky *

    En septiembre de 1879, Kovalevsky, un historiador ruso, regal a Marx ellibro que l haba escrito titulado Obshchinnoe Zemlevladenie. Marx, que poresos aos vena estudiando materiales sobre la existencia de las comunidadescampesinas en particular y, en general, materiales sobre las relaciones agrariaspara la redaccin del volumen III de El capital, no tard mucho tiempo enincluir en sus lecturas esta obra de Kovalevsky. Como resultado de su lectura,Marx redact, entre notas, comentarios y transcripciones, ms de ochentapginas de uno de sus cuadernos que despus de su muerte, junto con otros,fueron a parar al Instituto Internacional de Historia Social de Holanda24, con lanumeracin B140.

    Al igual que otros materiales valiossimos de esos aos, que contienen el enri-quecimiento del pensamiento de Marx sobre las sociedades agrarias, el Cua-derno Kovalevsky hasta ahora no ha sido publicado en las obras completas deMarx y Engels en alemn, y menos an ha sido traducido al castellano. La pri-mera publicacin parcial de estas notas de Marx se realiz en ruso, en revistasespecializadas que solamente dieron a conocer algunos captulos25. Posterior-mente, en 1975, el antroplogo Krader public la mayor parte de este cuadernoen ingls, pero aun as esta publicacin es incompleta, porque faltan las notas deMarx a los captulos I y II del libro de Kovalevsky, que segn Krader tampocohan sido publicadas, al menos hasta 1975, ni en alemn ni en ruso.

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    *1989 (La Paz: Ofensiva Roja).24 Sobre el destino de las obras de Marx, ver Marx, Karl 1968 Cuadernos etnolgicos (extractos escogidos)(La Paz: Ediciones Ofensiva Roja).25 La cronologa de la historia de la India hecha por Marx fue publicada en ruso en 1947. Los captulosIII-IV fueron publicados en 1958, tambin en ruso. Y finalmente se publicaron los captulos VIII y IXen 1959.

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  • Kovalevsky y Marx

    La obra de Kovalevsky est dividida en tres partes. La primera trata acerca dela propiedad en las culturas de caza y pesca en el nuevo mundo y sobre las formasde control de la tierra por los espaoles en las partes conquistadas de Amrica.Lamentablemente esta parte, que quizs hubiera sido la de mayor inters paranosotros, no fue publicada por Krader.

    La segunda trata de la cuestin de la tierra en la India durante la invasininglesa y, anteriormente, durante la invasin de otros pueblos asiticos. La ter-cera parte trata igualmente de las relaciones de propiedad de la tierra en Argeliabajo el dominio de los rabes y luego de los franceses.

    De esta obra, Marx ha de tomar principalmente numerosos datos y referen-cias para comprender mejor la historia de esos pueblos, pero en particular ha detomar nota favorablemente de una serie de argumentos desarrollados porKovalevsky, que de algn modo enlazan con posiciones anteriormente soste-nidas por Marx. ste es el caso de los argumentos desarrollados por Kovalevskyacerca de la existencia de la propiedad comunal de la tierra en los momentosiniciales del surgimiento de la organizacin social de los hombres, la asociacincomunitaria del trabajo agrcola desde los momentos mismos en que los gruposhumanos comenzaron a establecerse permanentemente en zonas jas. Asi-mismo, Kovalevsky tambin desarroll y mostr claramente cmo es que lasacciones de Espaa, Francia e Inglaterra durante la invasin y la colonizacinde los pueblos americanos, indios y argelinos destruyeron, o al menos hicieronlos esfuerzos al alcance de su visin histrica, para desarticular las relacionescomunales ancestrales sobre la tierra a escala social. Estas ideas Marx ya lashaba anticipado con anterioridad, en particular respecto a la India, desde1853, en sus artculos periodsticos.

    Si bien Marx coincidi con estas apreciaciones de Kovalevsky y con otrascomo ser la posibilidad de la continuidad de la comunidad por caminos propiossi no hubiera intervenido la colonizacin, etctera en muchas otras partessomete a crtica las posiciones de Kovalevsky y desarrolla por cuenta propia y encontraposicin a l sus ideas. As, por ejemplo, Marx desarroll en contraposi-cin a Kovalevsky, que vea en la conciencia una de las causas de la divisin delclan el estudio de las condiciones materiales objetivas que empujaron en rea-lidad a tal divisin. Asimismo, Marx rechaza las apreciaciones de Kovalevskysobre unas supuestas tendencias a la individualizacin de la propiedad de la

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  • tierra comunal y seala, por su parte, el surgimiento de las tendencias a la diso-lucin de la comunidad original, en trminos de la autonomizacin de la auto-ridad frente a la comunidad y a las diversas fuerzas de control de la posesincomunal sobre las tierras que van estableciendo e imponiendo.

    En sus notas, Marx a la vez contina tratando, de una manera novedosa ysumamente enriquecedora, el problema de la distincin entre posesin y pro-piedad de la tierra. Ya en 1857-185826; intent precisar en sucesivas denicionesel signicado de propiedad comunal y estatal, y de posesin individual ensociedades agrarias donde no existe supuestamentepropiedad privada de la tierra.En el Cuaderno Kovalevsky, esta distincin se hace ms tajante, por cuanto Marxda cuenta de la imposibilidad de aplicar el mismo concepto de propiedadusado para Europa, para estudiar sociedades en donde la tierra no puede ser alie-nada (vendida). Cambiando sistemticamente los ttulos de Kovalevsky dondese habla de propiedad por el de posesin, Marx preferira hablar de la comu-nidad como duea de las tierras y de los individuos trabajadores como pose-edores de ella. Por ltimo, otra de las crticas ms sustanciales e importantes deMarx a Kovalevsky ser el rechazo continuo del primero al intento de Kova-levsky de aplicar la teora del feudalismo europeo al desarrollo histrico de laIndia. Marx no slo ironizar con el descubrimiento de supuestos feudalismosque Kovalevsky querr ver tras la colonizacin inglesa y la invasin turca a laIndia, sino que tambin se opondr a sus intentos de aplicar fcilmente losesquemas interpretativos vlidos para Europa Occidental a una sociedad total-mente distinta y marcar la necesidad de entender, a partir de categorasindias, el desarrollo histrico de esa sociedad. Posteriormente trataremos estepunto un poco ms.

    La importancia del Cuaderno Kovalevsky

    Las notas de Marx a Kovalevsky, forjadas en el mismo mbito de preocupa-ciones y enriquecimiento del pensamiento de Marx de los Cuadernos etnolgicos,presentan la misma importancia que habamos sealado para ellos.

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    26 Marx, Karl 1957-1958 Formas que preceden a la produccin capitalista en Elementos fundamen-tales para la crtica de la economa poltica (Grundrisse). Sobre el estudio detallado de este tema verKrader, L. The asiatic mode of production, Cap. III y IV.

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  • En primer lugar, rearman y desarrollan la concepcin de Marx sobre el con-tenido multilineal de la historia que precede al capitalismo, o mejor, semejantea la de un espacio continuo y orientado, en donde el devenir de los pueblos ini-ciado en un punto comn la comunidad primordial ha avanzado por mlti-ples y distintos caminos hasta un momento en que el curso de uno de ellos, eldesarrollo capitalista, comienza a subordinar al resto de cursos histricos a susnes, disgregndolos, sometindolos e imponindoles a su propio devenir.Diversos cursos no capitalistas de la historia, empujados y obligados ahora a serparte integrante de un solo devenir histrico capitalista. Pero, en tanto se man-tenga esta lucha contra la imposicin capitalista, an no realizada plenamente(existencia de trabajadores comunitarios del campo) y por las propias tendenciasde su realizacin consumada (existencia del proletariado), abren la posibilidadde continuidad, en condiciones nuevas, de los cursos histricos comunitariosno capitalistas, pero ahora como integrantes impulsores de un nuevo caminohistrico: el comunismo, que representa, en parte, la continuidad con la antiguatrayectoria no capitalista, pero tambin su superacin, porque la nueva comu-nidad estar marcada por las guerras anticapitalistas que ayudaron a derrotar,tanto a las fuerzas capitalistas, como a las antiguas fuerzas internas que la empu-jaban a su disolucin.

    Marx, en sus notas, al rechazar frontalmente los intentos de caracterizacinfeudal de la historia socioeconmica de India y Argelia, explcitamente estrechazando, a la vez, no slo la concepcin evolucionista de Kovalevsky here-dada de Maine sino que tambin est enfrentando todo tipo de visin mec-nica y lineal de la Historia, segn la cual todos los pueblos del mundo tendranque recorrer caminos similares a los de Europa. Marx, al no aceptar esta concep-cin, al burlarse de ella y rechazar el uso de categoras propias para el conoci-miento de Europa, pero errneas para el entendimiento de otras sociedadescuyo curso histrico es distinto, nos est indicando la imposibilidad para el pen-samiento revolucionario de encajar o rellenar a la fuerza la realidad en esquemasabstractos. Y nos muestra, en cambio, que todo conocimiento cientco de larealidad debe hacer emerger del estudio de sus propias condiciones reales, lasposibilidades de similitud con otras realidades o sus diferencias.

    Esta concepcin marxista de la diversidad del desarrollo histrico de los pue-blos del mundo y su oposicin a trazar caminos progresivos y obligados de his-toria, ciertamente es ya una continuacin de las ideas expresadas por Marx en laredaccin de El capital, sobre las sociedades agrarias antiguas y, en particular, de

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  • los razonamientos desarrollados en los Grundrisse sobre las diversas sociedadesque se desarrollaron sobre la base de la comunidad originaria, como la forma-cin econmica social eslava, germnica, asitica, etctera. En conjunto vemos,pues, en Marx, una concepcin del desarrollo histrico que diere antagnica-mente de los esquemas linealistas y en ocasiones con rasgos racistas con querepresentantes de la Segunda Internacional caracterizaron el desarrollo hist-rico27, y que luego fueron continuados por Stalin en su famoso texto Materia-lismo dialctico, materialismo histricoy por todos los manuales de divulgacinmarxista. Segn stos, la historia conoce cinco modos de produccin progre-sivos que todos los pueblos habran tenido que atravesar invariablemente:comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo28. Dia-metralmente opuestos a estos esquematismos reaccionarios, el pensamientorevolucionario de Marx avanz, en cambio, en la comprensin de que la historiasocial haba continuado a partir de un punto comn inicial, la comunidad pri-

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    27 Los pases modernos ya no podrn arreglrselas sin regiones que proporcionen ciertas materiasprimas y productos tropicales indispensables para la industria y las necesidades de la humanidad [...].Por lo tanto, hasta la sociedad socialista del futuro deber elaborar su poltica colonial, reglamentandolas relaciones de los pases que han alcanzado en la escala de la evolucin econmica un grado superioral de las razas atrasadas [...] Podemos abandonar la mitad del globo al arbitrio de pueblos que an nohan superado el perodo de la infancia? [...]. La hiptesis de Karl Marx de que ciertos pases podrn, almenos parcialmente, obviar el perodo capitalista en su evolucin econmica no se ha realizado. Lospueblos primitivos slo accedern a la civilizacin pasando por ese calvario. Por lo tanto, nuestro deberconsiste en no obstaculizar el desarrollo del capitalismo [...]. Nosotros, socialistas libres de todo pre-juicio de razas y colores, guardamos en nuestro corazn una esperanza ilimitada en el futuro de las razasllamadas inferiores Kol, Van, Congreso Socialista de Amsterdam del 14 al 20 de agosto de 1904, citadoen Schara, S. y Carrre, Hlene, 1965, El marxismo y Asia.28 Stalin, J. Materialismo dialctico, materialismo histrico en Obras completas (Mxico). La sucesinprogresiva de estos cuatro primeros modos de produccin aun para el caso de Europa en el que Engelsy Kautsky se basaron para generalizarlos, es relativa. En el estudio que Karl Kautsky hizo con los ltimosdatos histricos despus de la muerte de Marx y de Engels Kautsky, Karl, 1963 (1898) La cuestinagraria (Mxico: Editorial Era), sobre el campo alemn entre el siglo XV y XVIII, no puede ocultarla existencia, en medio de relaciones feudales, de formas comunitarias de trabajo (la marka), que nodesapareci totalmente, como se crea despus de las invasiones germnicas al Imperio Romano, sinoque permanecieron en algunos casos hasta fines del siglo XVIII, configurando en estos casos una rela-cin de subordinacin de la comunidad a los llamados seores feudales, muy parecida a la estudiadapor Marx en la India y a la cual, como luego veremos, se opuso a denominar como relacin feudal deproduccin. Una relacin similar, Marx la vio en la historia econmica de los pueblos eslavos (Bulgaria,Rumania, Hungra, Eslovaquia, parte de Yugoslavia, etc.) y tambin en los pueblos de las alturas alpinasde Suiza, etctera. Resulta entonces que no es exagerado afirmar que el mismo feudalismo lejos de serun modo de produccin ampliamente difundido, en realidad constituy una particularidad de lapropia historia europea antes del capitalismo.

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  • mordial, por mltiples vas de desarrollo, distintas de un pueblo a otro o de uncontinente a otro. As, en su concepcin, ya en los Grundrisse de 1857, Marxseala cuatro caminos distintos de transformacin y desarrollo de la antiguacomunidad original: la comunidad eslava, la comunidad germnica, la comu-nidad asitica o peruana que luego dio lugar al modo de produccin asitico, yla comunidad antigua de donde surgi la sociedad esclavista europea29. Esta cla-sicacin es inicial, ya que est dada en funcin del conocimiento restringidoque para entonces tena Marx sobre las sociedades no capitalistas30; y es parcialporque, por ejemplo, est ausente el tipo de sociedad que sigui a la comunidadprimordial y antecedi al feudalismo en Japn31; o el carcter de las similitudesy diferencias entre la comunidad asitica y la comunidad prevaleciente en lasregiones andinas durante el imperio incaico. Aunque en los Grundrisse ambasestn bajo el denominativo de Primera forma de propiedad de la tierra, y algosimilar aparece en el primer tomo de El capital32; en el tercer tomo redactadoaos despus, la comunidad asitica es calicada como forma articial33 porestar constituida, en parte, por disposiciones desde el poder central, cosa que noencontr Marx en la India, aunque s un poco en la comunidad rural rusa. Porestas diferencias y otras que seguramente Krader encontr en las notas de Marxsobre Kovalevsky en relacin a Amrica Latina (no publicadas hasta ahora) esque l, al hacer un balance de la concepcin sobre el desarrollo histrico, ve quepara Marx la comunidad precolombina en Amrica constituye una va distintadel desarrollo del modo de produccin asitico, diferente del de la India, China,Argelia, Rusia, Medio Oriente y otros pases.

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    29 Marx, Karl Grundrisse, op. cit.30 Como establece Eric Hobsbawm (Hobsbawm, E. y Marx, K. 2002 Formaciones econmicas precapi-talistas [Mxico: Siglo XXI] Introduccin, pg. 20), en la poca de Marx la antropologa modernaestaba en su infancia y Morgan an no haba publicado su obra fundamental La sociedad primitiva,queenriqueci mucho el pensamiento de Marx. Con todo, en los aos cincuenta del siglo XX, entre las lec-turas de Marx sobre el tema, aparte de los economistas clsicos y de Filosofa de la historiade Hegel, esttambin Prescott, quien escribi sobre la historia de la conquista del Per y de Mxico; as como E.Wakefield, H. Merivale, W. Howitt y otros autores sobre la historia de la colonizacin. Estas lecturas ysus comentarios estn en el Cuaderno XIV en el Instituto de Amsterdam y an no han sido publi-cados. Sobre esto ver Dussel, E. 1985 La produccin terica de Marx (Un comentario a los Grundrisse)(Mxico: Siglo XXI).31 Sobre el sealamiento de esta ausencia y de otros puntos sobre la concepcin multilineal de Marx verMelotti, Umberto 2002 Marx y el Tercer Mundo (Buenos Aires: Amorrortu).32 Marx, Karl. El capital (Mxico: Siglo XXI) Tomo I, pg. 107.33 Marx, Karl. El capital (Mxico: Siglo XXI) Tomo III, pg. 1114 .

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  • Lo importante de todo esto, es la metodologa usada por Marx al estudiar lahistoria de los pueblos bajo formas de produccin no capitalistas comunitarias,que lejos de encajar como hacen los pseudo-marxistas locales la realidad enesquemas preestablecidos, lo que hace es desentraar de esa realidad, su conoci-miento y su caracterizacin. Y es de esa riqueza desde donde Marx va desentra-ando la multilinealidad y diversidad de desarrollos histricos diferentes deEuropa, Amrica, Asia y frica, y ha de encontrar en ello las tendencias comu-nistas de esas sociedades antiguas, que junto con las tendencias comunistasdentro del capitalismo, y precisamente por ellas, abren la posibilidad y la nece-sidad de la Revolucin Comunista en el mundo.

    El marxismo y la comunidad andina

    La importancia de este pensamiento creativo de Marx para nosotros es fun-damental. Y no nicamente para reconocer nuestra realidad y nuestro pasado,sino en primer lugar, para entender las fuerzas comunitarias que junto a las queha creado el capitalismo para negarlo, empujan a nuestra sociedad a la posibi-lidad del socialismo. En este intento de conocimiento no slo emprico de datosde la realidad precolonial, colonial y republicana, sino tambin en el entendi-miento global de las estructuras sociales de estas pocas, nada se le tiene que agra-decer a los supuestos marxistas ociales que han poblado nuestras tierras todosestos aos. Lo poco hallado y entendido hasta ahora, en cuanto a datos emp-ricos sobre la comunidad agrcola en los Andes, ms se debe al trabajo de antro-plogos e investigadores liberales extranjeros que pese a su dudosa exposicinpoltica, han aportado elementos para la comprensin de la realidad.

    El supuesto marxismo, que en realidad no fue ms que una caricatura de ter-cera de l, que desde los aos treinta comenz a aparecer por estas tierras, lo hizosobre bases deformadas. En las dos vertientes en las que apareci, trotskista yestalinista, y a pesar de su supuesto antagonismo, en realidad compartieron (ycomparten) las mismas deformaciones, tergiversaciones y desconocimiento delmarxismo revolucionario. Ambas corrientes, asentadas en la misma concepcintecnicista y esttica del socialismo, que de marxista no tiene ni el nombre, en elterreno de la concepcin de la Historia igual compartieron (y comparten) elmismo esquematismo lineal y gradualista canonizado por Stalin y popularizadopor los famosos manuales de economa y losofa. As por ejemplo, atrapados en

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  • el dilema de entender una realidad como la incaica, no encontrada en las recetasde los manuales, pero constreidos a encajarla a como d lugar dentro de uno delos cinco moldecitos que esos manuales marxistas les indicaban, J. AntonioArze, el mximo representante del estalinismo local de los aos cuarenta, optpor la denicin de semi-socialismo34, sin tomar en cuenta que el socialismoslo puede darse bajo los trminos del control de los trabajadores directos sobresus condiciones de produccin, de vida social y del producto de su trabajo, cosaque en el Imperio Inca no suceda ya, por la presencia de un estado burocrati-zado, por tanto de una clase social diferenciada del trabajador directo, queasumi para s, tanto del control de parte del excedente producido, como de larelacin econmica poltica entre las diversas comunidades, etctera.

    Por su parte, el trotskista Liborio Justo, en el mismo lmite de sus cincoopciones a elegir, opt por una combinatoria confusa de dos de ellas: calic alincario como esclavismo basado en la propiedad comn de la tierra por la clasedominante (?)35; a su vez, Guillermo Lorca, del que se puede decir que hastaahora no ha logrado conocer el marxismo36 y mucho menos entenderlo, preererechazar el trmino de socialista para las sociedades precolombinas, y se limitaa usar precapitalistas, lo que demuestra su ignorancia y total confusin al res-pecto, porque mete en un mismo saco a diversas formas de sociedad como la for-macin econmica eslava, germnica, el modo de produccin asitico, etc., conlo que el entendimiento del incario queda peor que antes de haber comenzado.

    En general, todos estos calicativos lo que sealan es la incapacidad de estemarxismo deformado de entender una realidad concreta. Marx, que jamsintent sacralizar los cinco modos de produccin sealados en su introduccin

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    34 Arze, J. Antonio 1978 (1941) Fue socialista o comunista el Imperio de los Incas en Los modos deproduccin en el Imperio de los Incas (Lima: Amaru Ediciones). Otro autor, Arturo Urquidi, igualmenteaferrado al mecanicismo linealista, en su libro Las comunidades indgenas en Bolivia, coloca a la comu-nidad incaica dentro de la comunidad primitiva en proceso de transicin hacia el esclavismo o el feu-dalismo. Por su parte, Jorge Echazu en Los problemas agrario-campesinos en Bolivia 1983(La Paz), habladel incaico como de una variante andina de un supuesto modo de produccin tributario. Si bien esnecesario reconocer en este ltimo autor cierta apertura intelectual, lo del modo de produccin tribu-tario (que en realidad ya fue usado por otros autores para estudiar frica), es una categora inconscientey no marxista en tanto define las relaciones econmicas a partir de la esfera de la distribucin y circula-cin del excedente, siendo que en realidad el fundamento de toda relacin econmica debe ser estu-diada en trminos del proceso inmediato y global de produccin.35 Justo, Liborio Bolivia, la Revolucin derrotada.36 Lorca, Guillermo Elementos del marxismo, pg. 42 y siguientes. As, por ejemplo, en su clasificacindel desarrollo histrico de la sociedad se limita a copiar, textualmente, los esquemas de Stalin.

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  • de 1859, en otros textos como los Grundrisse y luego en El capital, los Cua-dernos Kovalevsky, los Cuadernos etnolgicos, etc., seal la existencia de otrasposibles formas de produccin distintas; tal es el caso de la comunidad incaicaque para Marx, ni era esclavismo, ni feudalismo, ni es la comunidad primitiva,ni mucho menos un semi-socialismo, sino que fue sealada como una formade desarrollo-disolucin de la comunidad primordial que da paso a otra forma-cin econmico social basada en un nuevo tipo de comunidad en donde se con-jugan una elevada divisin del trabajo, una forma de control comunal de latierra, asociacin para el trabajo junto al trabajo individual, unin de la manu-factura y el trabajo agrcola, la existencia de un estado como personicacin dela unidad de las comunidades, pero en cuyo seno han de manifestarse y desarro-llarse diferencias sociales y relaciones de dominacin, etctera. Se trata entonces,de un modo de produccin, estudiado por Marx en los Grundrisse, bajo el deno-minacin inicial de forma comunitaria incaica, y luego en su forma desarro-llada, generalizada como modo de produccin asitico, que tambin podrahaberse llamado inca, afro-asitico, etctera37. Pero en todo caso se trata, paraMarx, de un modo de produccin diferente a las tonteras con que los pseudo-marxistas intentaron clasicarlo.

    Respecto a la caracterizacin de la colonia y la repblica, la suerte de estosautores y otros herederos del esquematismo reaccionario de la II Internacional yde Stalin, no es distinta. El pirista J. A. Arze caracteriz a la colonia como sociedadfeudal38, de igual forma lo hizo T. Marof. Al estudiar los primeros aos de larepblica que, como bien sabemos, no cambi el fundamento de la estructuraagrcola heredada de la colonia y que tan slo en trminos de la distribucin delexcedente, ste pas del control de la corona y sus representantes, al de los crio-llos Roberto Alvarado, socilogo del PCB, caracteriz a esta estructura eco-nmica agrcola, en trminos feudales39, al igual que J. A. Ovando Senz40. Latesis programtica del PCB redactada en 1986, ratica esta visin feudal de lasrelaciones de produccin en el campo hasta 1952. Por su parte, G. Lora, tam-bin incapaz de superar esta religiosa repeticin de las leyes histricas de

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    37 Krader, L. Evolucin, Revolucin y Estado: Marx y el pensamiento etnolgico, en Historia delMarxismo (Espaa: Bruguera) Tomo II.38 Arze, J. Antonio, ibdem.39 Alvarado, J. R. 1979, Apuntes para una visin dialctica de Bolivia, publicacin pstuma.40 Ovando Senz, G. 1984, El problema nacional y colonial de Bolivia (La Paz).

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  • manual, pero obligado a diferenciarse parcialmente de los primeros, solucionael problema sencillamente no estudindolo y por tanto, no entendiendo elrgimen de la tierra (y en general de la economa entera) en la colonia y en larepblica; as, slo habla de pas capitalista atrasado donde se combinandiversos modos de produccin y predomina el capitalista41, en otras parteshablar de la feudal-burguesa aceptando explcitamente la caracterizacinfeudal de la economa agraria al menos hasta 1952.

    Lamentablemente, la superacin de este burdo esquema (esclavismo-feuda-lismo-capitalismo) en el que se quiere arrinconar a la historia, tampoco ha sidosuperado por otros autores muchsimo ms creativos pero inuenciados indi-rectamente por el esquematismo staliniano. Ramiro Condarco, al hablar de lavida econmica previa a la gran sublevacin aimara de 1898, se queda en mediode la caracterizacin feudal del campo. Hanz Dietrich, a pesar de su amplioconocimiento de Marx, queda preso de los prejuicios de los autores locales sobrelos que basa su estudio sobre Bolivia y tambin se queda en la misma armacinque el anterior42. Danilo Paz, que aporta en la comprensin de la diversidad derelaciones de produccin prevalecientes en el campo hasta 1952, rescata la exis-tencia de relaciones productivas comunales al interior de las comunidades en lahacienda, pero al estudiar la relacin entre estas dos, hacienda y comunidad, verelaciones feudales entre ellas por la existencia de renta en trabajo43 que, como

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    41 Lora, G. Tesis de Pulacayo.Historia de los partidos polticos de Bolivia.42 Dietrich, Hanz. Relaciones de Produccin en Amrica Latina (Mxico: Ed. Cultura Popular). En lamisma caracterizacin feudal, tambin encontramos autores diversos como Urquidi, Arturo. 1969Bolivia y su Reforma Agraria; Antezana, Luis 1979Proceso y sentencia a la Reforma Agraria en Bolivia (Ed.Puerta del Sol); Canelas, Amado Mito y realidad de la Reforma Agraria; Echaz, Jorge Los problemasagrario-campesinos de Bolivia; Mantilla, Julio 1986 Grupos postergados de Bolivia (UNICEF), pg. 295,etctera. Sin lugar a dudas esta discusin abarca tambin autores de todo el continente, desde Mari-tegui, Haya de la Torre, Baudn, hasta autores ms recientes; sobre los aportes de los ltimos aos ver:AA. VV. 1973 Modos de produccin en Amrica Latina (Mxico: PyP), N 40; AA. VV. 1979 Modos deproduccin en Amrica Latina (Ed. Cultura Popular); AA. VV. Amrica Latina Feudalismo o Capitalismo?(Ed. Quinto Sol); AA. VV. 1969 El modo de produccin asitico (Ed. Era), etctera.43 Paz Ballivian, Danilo. 1983 Estructura agraria en Bolivia (La Paz: Ed. Popular). En su comentario aun captulo de los Grundrissede Marx en Temas SocialesN 11, D. Paz habla del desarrollo histrico quehabra partido de un punto comn, la comunidad primitiva, y habra atravesado distintos caminoshasta culminar en el feudalismo; como es claro, esta concepcin evolucionista nada tiene de marxista.Como Marx ha demostrado en sus estudios sobre Oriente y en particular, en sus notas sobre Kovalevskyy Maine, la comunidad oriental no evolucion ni tenda a evolucionar hacia el feudalismo; eincluso, ni la colonizacin rabe y luego inglesa trajeron consigo la feudalizacin de la comunidad.

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  • veremos despus, segn Marx no es una condicin determinante para la carac-terizacin de la produccin feudal. Quiz uno de los autores marxistas que conmayor claridad vio el problema de la comunidad agraria para caracterizar elmodo de caer en el falso dilema de feudalismo o semifeudalismo ha sido Zava-leta44, que seala que el acto productivo primario, esto es, el acto fundante de laeconoma durante la colonia, parte de la repblica y parcialmente ahora, estcaracterizado por relaciones comunitarias propias distintas a otras organiza-ciones econmicas tradicionales (feudales, esclavistas, etctera). Ahora, esasrelaciones comunitarias deben ser entendidas y estudiadas por s mismas a partirde la caracterizacin general dada por Marx en los Grundrisse, El capital, losEtnolgicos, etc., y sobre las cuales se han erigido formas de distribucin del exce-dente posiblemente similares a las feudales, pero sin alterar la estructura produc-tiva esencial, y en tanto eso, esas relaciones distributivas pierden el carcter defeudal para asumir una naturaleza distinta.

    Las notas de Marx a Kovalevsky, son ante esto, un riqusimo aporte que echapor tierra las repeticiones mecnicas, los acomodos inconsistentes con los quelos supuestos marxistas han querido entender las relaciones agrarias en el pas.Y decimos que las notas de Marx son un valiossimo aporte porque nos muestranen vivo la metodologa de Marx al estudiar una sociedad no capitalista comuni-taria, en trminos generales, caracterizada por Marx en los Grundrisse, comomuy parecidos a los de la comunidad en el incario y, por otro, porque Marxestudia aqu lar repercusiones y el papel de las invasiones y colonizaciones queesas formas comunitarias asiticas sufrieron en especial con los ingleses y que,bajo condiciones y resultados distintos, pero semejantes en su globalidad, tam-bin se dieron ac, en este continente, con la dominacin espaola.

    As, una de las mayores enseanzas que este texto da, es la forma marxista deabordar la interpretacin del desarrollo histrico de los pueblos comunitarios

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    44 Zavaleta, Ren Lo nacional popular en Bolivia en Temible Willka (Ed. Siglo XXI). Un rechazoexplcito a la explicacin feudal de la colonia y los primeros aos de la repblica ya se encuentra en Elpoder dual en Amrica Latina (Ed. Siglo XXI), pg. 79. Entre los pocos autores que rechazan la caracte-rizacin feudal de las haciendas en la poca de la repblica, est Silvia Rivera, que en su libro Oprimidospero no vencidos, de 1986, prefiere hablar de un modo de produccin servil-colonial, caracterizacinmuy parecida a la de Ciro Flamarion en su estudio sobre los modos de produccin en Amrica durantela colonia. Por su parte, J. Albo y J. M. Barnadas en La cara campesina de nuestra historia, si bien nossealan la conservacin y subordinacin formal de las relaciones comunitarias por la hacienda, engeneral caracterizan las relaciones agrarias como feudal-latifundistas.

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  • bajo procesos de colonizacin y dominio, no slo por naciones extranjeras, sinoesencialmente por formas de produccin distintas. En particular, Marx rechazaque el nico camino posible de salida, cuando un pueblo con una forma de pro-duccin distinta somete a otro, sea el de la imposicin de la forma de producirde los dominantes sobre los dominados como en Irlanda45. En sus notasmuestra, como ya lo hizo antes (en los Grundrisse), que los sometedores bienpueden dejar subsistir el antiguo modo de produccin, sometindolo a tributosy ciertos cambios en las relaciones de distribucin y control del excedente comohicieron los romanos, los turcos y los ingleses en sus colonias46 y, como creemosnosotros, sucedi ac, en las comunidades altiplnicas al menos, en algunoscasos, hasta el remate de las tierras comunales en los aos ochenta del siglo XIX,y, en general, hasta la revolucin de 1952.

    En sus notas a Kovalesky, Marx aporta nuevas observaciones que nos ayudana descalicar la aplicacin directa de la teora del feudalismo, al menos en laregin altiplnica con existencia de comunidades durante la colonia y parte dela repblica. As, Marx seala que la sola existencia de los benecios en la entregade tierras a personalidades o jefes militares de las fuerzas invasoras (Ikta en el casode la India), para que stos asuman el control de la produccin y el cobro deimpuestos a los originarios destinados al nuevo poder estatal, no prueba la exis-tencia de feudalismo ya que esta forma tambin existi en Roma. Respecto alargumento de que la renta en trabajo sera una condicin suciente para hablarde feudalismo, Marx, en sus extractos, toma nota de las diversas formas de pagode tributo o impuestos de los trabajadores indios a los colonizadores, que varadel pago en dinero, en especie e incluso en trabajo en tierras estatales y serviciosen el caso de Argelia; y seguidamente descarta que al conjunto de esta forma decontrol de la tierra y el trabajo agrcola implantado en la India y Argelia puedallamrsele feudalismo. De hecho, ya en El capital, Marx seal la existencia deciertas formas de servidumbre e incluso de esclavitud restringida en las forma-ciones econmicas asiticas. Engels seala tambin que la renta en trabajo no esuna caracterstica fundante del feudalismo cuando escribe a Marx: me com-place ver que en cuanto a la historia de la servidumbre de la gleba estamos de

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    45 Marx, Karl Grundrisse, Tomo I, Introduccin.46 Mismo texto. Adems, Marx seala aqu tambin la posibilidad del surgimiento de una formacineconmica social nueva como fruto de la accin recproca entre la de los dominados y la de los domi-nantes, como en Germania.

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  • acuerdo, como se dice en la jerga de los negocios. Sin duda alguna, la servi-dumbre de la gleba y la servidumbre en general no son una forma especca-mente medieval y feudal; la tenemos en todas o casi todas las partes donde losconquistadores obligan a los antiguos habitantes a que cultiven para ellos latierra: en Tesalia, para poner un ejemplo ()47. Por estas razones el reparti-miento en la poca colonial en el continente, en particular el mayorazgo, quehizo de las tierras cultivables propiedades indivisibles e inenajenables en manosde los espaoles, y la propia encomienda, que impuso el trabajo forzado de lamasa indgena en tierras ya ahora ajenas y en servicios personales, no son puespruebas irrefutables de feudalismo en Charcas y luego en la repblica, sino quetienen que ser estudiados, como lo hizo Marx en la India colonial, como formasde apropiacin y organizacin, al menos en regiones con asentamientos comu-nitarios, de una forma productiva esencial asentada en la relacin comunitaria.En otras regiones como en los valles, ya durante la repblica, ciertamente estono tiene validez, pero ah estamos ante formas de transicin en la renta de latierra como la aparcera, los colonos y la pequea propiedad individual que des-carta de entrada su caracterizacin como feudalismo.

    Pero quiz lo ms signicativo que es mostrado por Marx a lo largo de todassus notas, y que expresa claramente la situacin vivida ac es que, en otros modosde produccin distintos a la forma asitica, como el feudalismo, la dependenciaesto es la sujecin a un seor feudal, la prdida de libertad es impuesta sobrelas personas en forma individual. En cambio en el llamado asitico o semi-asi-tico, la no libertad o la relacin de dependencia ya sea con el poder estatal o conel poder colonial personicado en autoridades o en el terrateniente, escomunal48. En el caso de la mita y el repartimiento, el pago de tributos, la pres-tacin de servicios o la renta en trabajo, es una relacin entablada entre el podercolonial y la comunidad, donde sta ltima se adecua y da respuesta a estas exi-gencias, ciertamente a travs de la individualidad de sus miembros, pero entanto stos pertenecen a la comunidad. Es cierto que tambin han de existir enla colonia formas de dependencia individual en el trabajo agrcola, como elyanaconazgo aplicable a los indios vagantes, que en realidad eran trabajadores

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    47 Carta de Engels a Marx, 22 de diciembre de 1882, en Marx y Engels, Correspondencia (Ed. CulturaPopular).48 Marx, Karl. El capital, Tomo III, pg. 1006; y Cuadernos Etnolgicos (Extractos), pg. 43-44. Sobreel tema tambin ver Krader, L. The asiatic mode of production, pg. 149.

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  • que huan de sus comunidades para escapar de las cargas coloniales que sobreellos pesaban, pero es una relacin secundaria y pequea en comparacin a laprimera; en otros casos, haba un pago monetario pero adems, a diferencia delo sealado por Marx en El capital, este tipo de trabajador no es un productorindependiente como lo fue en el caso de los siervos frente a los seores feudalesen Europa49 que no slo trabajaban para su seor, sino tambin para s mismos,lo que los impulsar (a los siervos) a aplicar ms intensamente su fuerza de tra-bajo abriendo as la posibilidad de un cierto desarrollo econmico, que, comosabemos, no se dio ac en las haciendas con el empleo del yanaconazgo en laexplotacin de la fuerza de trabajo indgena.

    Aparte de estas observaciones, en sus notas Marx da otras ideas en su oposi-cin para caracterizar como feudal la economa agraria en la India y Argeliacolonizadas, que tambin pueden ser de mucha utilidad para la colonia. Engeneral, muestran la intencin de Marx, por encontrar en el funcionamientoreal de las relaciones econmicas comunales, en sus formas de transformacin,resistencia y disolucin, la llave de la economa agraria en formaciones econ-micas comunitarias sometidas a dominio colonial. Marx descarta el uso de lateora feudal en las economas sustentadas en formas transformadas y an pordisolucin de la comunidad agraria por efecto de la colonizacin. No da unnombre especco al resultado inicial (hasta la completa disgregacin de lacomunidad) del enfrentamiento entre comunidad-colonizacin, pero, por losresultados ms o menos comunes que de ello surgen, como la existencia de untipo especco de terratenientes, de burocracia estatal sometedora, imposicinde cierta servidumbre y lenta disolucin de los lazos comunales, estas sociedadesse asemejan a lo que Marx caracteriz como semiasitico50, como es el caso deRusia en los ltimos siglos de su existencia.

    En todo caso un nuevo estudio a la luz de la totalidad de las observaciones mar-xistas de la realidad colonial y republicana se hace necesario, ya sea para asentar lavalidez de la categora semiasitico o bien para proponer una nueva (colonial,por ejemplo), sin tener miedo a ello; tal como lo hizo Marx a medida que fue com-prendiendo la amplitud de la realidad histrica de los pueblos y las supo apre-hender desde un punto de vista cientco, por tanto, de clase revolucionario.

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    49 Marx, Karl. El capital, Tomo III, pg. 1006 y siguientes.50 Marx, Karl 1977 El Seor Vogt (Mxico: Ed. Juan Pablo); (1980) Historia Diplomtica Secreta del sigloXVIII (La Paz: PyP); Marx y Engels contra Rusia1965 (Bs. As.: Lbera).

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  • Y es que, en estas diferencias, en la claricacin del carcter feudal o semia-sitico, comunal o capitalista de las relaciones agrarias en nuestros pases, noexiste slo un problema de nombre o de palabra, sino esencialmente un pro-blema de lucha revolucionaria. Ah se dene el entendimiento, el impulso, elfortalecimiento y las tareas de las fuerzas sociales revolucionarias que se desarro-llan dentro de la sociedad agraria; y el ataque y enfrentamiento hacia aquellasfuerzas que constituyen una oposicin hacia la revolucionarizacin de lasociedad. La caracterizacin como feudal de las relaciones comunitarias esen-ciales de la produccin campesina, en el caso de Bolivia y de otros pases delmundo en donde prevalecieron formas transformadas de comunitarismo,incluso en medio de relaciones capitalistas, siempre ha llevado a desconocer elpapel y las tendencias revolucionarias de las masas comunarias que slo sonvistas como residuos feudales que deben dar paso al pujante capitalismo; con-virtindose as, estos tericos del feudalismo, en pregoneros al servicio del capi-talismo, que no slo niegan el papel revolucionario de la comunidad frente alcapitalismo, sino que tambin le restan al proletariado la fuerza esencial: el cam-pesino comunitario, sin el cual la revolucin en pases agrarios como el nuestroes imposible51. En particular lleva tambin a desconocer el signicado real de la

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    51 Ya al referirse a la Revolucin Socialista en Francia durante el auge revolucionario europeo de 1848-1850, Marx seal que el derrocamiento del rgimen burgus no poda realizarse mientras la marchade la Revolucin no sublevase contra ese orden, contra la dominacin del capital, a la masa de la nacin:campesinos y pequeos burgueses (Lucha de clases en Francia, 1849). Se trata en definitiva de que slocon la lucha anticapitalista de las masas trabajadoras del campo la Revolucin Proletaria obtendr esecoro sin el cual su solo resulta un canto de cisne en todos los pases campesinos (18 Brumario... enObras Escogidas en un tomo, 1852). La comprensin marxista del papel anticapitalista de las luchas delas masas trabajadoras del campo en Amrica Latina, tiene en Jos Carlos Maritegui un excepcional yaislado defensor. Reconociendo la existencia de socialismo prctico en la agricultura y la vida ind-gena y que por tanto, las comunidades representan un factor natural de socializacin de la tierra,seal la necesidad de la Revolucin Socialista plena en el Per, dirigida por el proletariado y apoyadaen las tradiciones ms antiguas y slidas existentes en la comunidad (Maritegui, (1927) Siete ensayosde interpretacin de la realidad peruana; Tesis sobre la cuestin indgena, etctera). La lucidez revolucio-naria del pensamiento mariateguista cobra mayor dimensin no slo porque no conoci varios de losmanuscritos de Marx que apuntalan ms firmemente esta posicin (Carta a Vera Zaslich, Cuadernosetnolgicos, etc.), sino tambin porque fueron formuladas en contra de la corriente reaccionaria y pro-burguesa que se impuso plenamente en la III Internacional despus de la muerte de Lenin. La III Inter-nacional, en el programa aprobado en su VI Congreso de 1828, sealaba que en los pases coloniales,semi-coloniales y dependientes la tarea principal que tenan que llevar a cabo en el campo era una revo-lucin agraria que barriera las formas feudales y precapitalistas de explotacin y diera paso a las trans-formaciones burguesas de la sociedad, dejando de lado el impulso de las tendencias comunistas en lalucha proletaria y comunal-agraria en contra del capital. Renegando del marxismo y de las propias indi-

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  • reforma agraria, el carcter reaccionario de la parcelizacin de la tierra y la pre-sencia de las actuales tendencias socialistas revolucionarias en el campo dadaspor la pervivencia transformada de la comunidad.

    En contra de esta posicin feudalista, Marx se preocup por entender lanaturaleza real de las sociedades con relaciones comunitarias extendidas, porqueesa particularidad comunitaria an sobreviviente en gran escala en medio de lacolonizacin y el capitalismo industrial constituy para l la clave y la posibi-lidad de la revolucin socialista en esos pases52, sin que tengan que pasar obliga-toriamente por la completa proletarizacin de la sociedad que, en muchos casos,si bien acerc a la sociedad de una nueva forma, hacia la posibilidad del comu-nismo, tambin la alej; como en Europa, donde la plena subordinacin de lasociedad, incluido el campo, al capital, ha creado sus propios mecanismos quetambin estrangulan ininterrumpidamente las luchas socialistas de las masasproletarias. La vigencia de relaciones comunitarias en formas transformadas alas originales, o en vas de disolucin, en escala nacional, son entonces para Marxuna nueva fuerza revolucionaria que no slo da al proletariado industrial la posi-bilidad de contar con una fuerza revolucionaria en su lucha contra el capital,sino que tambin ella misma, la comunidad, le da ya de entrada una fuerza obje-tiva que, sumada a las que nacen antagnicamente dentro del capitalismo, nossealan, la proximidad y la posibilidad de la revolucin comunista en nuestrospases.

    Pero a la vez que Marx tom nota de esta caracterstica revolucionaria de lacomunidad campesina, nos seal tambin la existencia de fuerzas antagnicasinternas y externas que empujan a la disolucin de los lazos comunitarios reales:fuerzas externas como las relaciones capitalistas que en el ininterrumpido pro-ceso de incorporacin del campo a sus leyes buscan estrangular la comunidad oen otros casos, subordinar formalmente el trabajo comunitario al capital, trans-formando las antiguas relaciones asociativas en una caricatura de ellas. Fuerzas

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    caciones que Lenin haba sealado sobre la posibilidad de la Revolucin Socialista con el apoyo del pro-letariado mundial, la nueva Internacional sealaba que la dictadura del proletariado es aqu impo-sible, como regla general, solamente a travs de las etapas preparatorias, como resultado de todo unperodo de transformacin de la Revolucin democrtico burguesa (VI Congreso de la I. C., en PyP,N 66). De hecho, se puede decir que es a partir de estos aos y de estas resoluciones que todos los Par-tidos Comunistas del mundo, con excepciones temporales, han emprendido el camino de convertirseen nuevas fuerzas productivas tericas, culturales y materiales del capitalismo mundial.52 Marx, Karl. Borrador a Vera Zaslich, en PyP,N 90.

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  • internas como la tendencia al control individual de ciertas tierras, la desigualdaden el control del ganado, la posesin de indios de servicio, para el cultivo de lastierras de las autoridades comunarias antes y en la colonia53, el trabajo individualde parcelas o, nalmente, la propiedad privada, que empujan a la comunidad asu disolucin. Consciente de esto, Marx no se puso a gloricar la comunidad ensu estado actual, ni mucho menos se puso a inventar medidas caritativas parapedir al estado burgus que resguarde la comunidad. Vio, en cambio, que lacomunidad ancestral slo poda desarrollarse y hacer prevalecer sus rasgos colec-tivistas en tanto fuera capaz de promover levantamientos generales en contra delrgimen capitalista, esto es, en tanto las masas comunitarias llevaran a cabo unaguerra revolucionaria como parte fundante de la Revolucin Socialista de tra-bajadores de la ciudad y el campo que pusiera n tanto a las fuerzas individua-listas al interior de la comunidad, como al rgimen capitalista que la acosa portodas partes. Entonces, la comunidad no slo habr de conservarse, sino quehabr de recuperar sus condiciones primarias de asociacin y control de los pro-ductores sobre la produccin; y lo mejor de todo, lo har en condiciones nuevasy superiores por la existencia de nuevas fuerzas y riquezas productivas y por lapresencia mundial del proletariado, que posibilita la incorporacin de esasriquezas y su control social, comn, comunitario por los trabajadores directos;por tanto, superacin de las antiguas condiciones que por siglos empujaron a lacomunidad hacia su lenta disolucin.

    Estas condiciones revolucionarias previstas por Marx hace ya cien aos, sonlas que en la actualidad comienzan a despuntar con gigantesca fuerza en la luchay en los preparativos revolucionarios de comunarios y proletarios del pas y elcontinente.

    La Paz, julio de 1989Qhananchiri

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    53 Ver, por ejemplo, Sempat Assadourian, Carlos (1987) Intercambios en los territorios tnicos entre1530-1567, en La participacin indgena en los mercados surandinos (CERES). Sobre la relacin entrevencedores y vencidos entre las mismas Confederaciones de Ayllus y las nuevas jerarquas establecidasen la poca precolombina, ver Platt, Tristn (1988) Pensamiento poltico aymara, en Races de Am-rica: El mundo aymara (Madrid: Alianza).

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  • Amrica*

    Las lecturas y escritos de Marx sobre el continente latinoamericano son nume-rosos, tal como lo muestra el volumen publicado por Siglo XXI. En el InstitutoSoacila de Amsterdam es posible tambin encontrarse con numerosos extractos ynotas de lectura sobre Amrica de la poca que estamos tratando ac (1850-1858),aunque tambin es cierto que no tienen el volumen ni la profundidad que tuvieronlos artculos y textos sobre la India, Rusia o Espaa, por ejemplo. En el OIHSA sepueden ver varios manuscritos de resmenes comentados de lecturas de historiade Amrica realizados por Marx precisamente en estos aos54; y es indudable quesu publicacin nos ayudara muchsimo a entender las razones internas de las ideasy aseveraciones que hallamos en sus escritos conocidos; sin embargo, por ahora escon estos ltimos con los que tenemos que conformarnos para escudriar laimagen de Marx sobre la realidad latinoamericana.

    En estos escritos conocidos los temas tratados son diversos: van desde lasrepercusiones del descubrimiento de Amrica sobre el desarrollo industrial ycomercial mundial, el comercio britnico en el continente, las exportaciones deplata a Asia, la importancia comercial a futuro de los puertos de Centroamrica,hasta temas como la trata de esclavos por Inglaterra y Espaa a Estados Unidos,Per y Cuba, noticias sobre el bloqueo ingls al Ro de la Plata y otras regiones,las intrigas diplomticas rusas, el envo de tropas espaolas, etctera. Lo notoriode todo