filosofia final. desarrolo de la unidad i

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La flosoía como problema. ¿Para qué sirve la flosoía? Con una recuencia para nada extraña esta cuestión se encuentra cercada por las sospechas de su inutilidad. Sin duda, la flosoía es la nica disciplina que pre!unta por sí "is"a, incluso se atrevido a llevar al ho"#re a los confnes de su pensa"iento$ dotada de un sin!ular poder para escar#ar las inquietudes "%s proundas, co"o la pre!unta por el sentido, existencialista por excelencia, pareciera ta"#ién e"pu&ar al ho"#re a conce#irse uera ' dentro del cos"os, ela#orar su propia cos"ovisión ' pre!untarse por la ra(ón intrínseca de todo lo que es. )l pre!untarse por sí "is"a, la flosoía constitu'e a la par un fn en sí "is"o. Su utilidad no se traduce en un resultado específco cuantifca#le o can&ea#le, la flosoía es un fn en sí "is"o co"o lo es la o#servación ena&enada de un su&eto ante el roció que #aña los pétalos de una rosa. ) lo lar!o del tie"po hu#o pensadores que conci#ieron ' nos heredaron sus propias "iradas en torno a la cuestión del porqué del e&ercicio flosófco, inau!urando ' preservando la vi!encia de ta"año privile!io ' su in&erencia en nuestras pr%cticas cotidianas. *s inne!a#le que las construcciones culturales, históricas, políticas ' econó"icas se encuentran atravesadas por el pensa"iento. +icho enó"eno es pr%ctica"ente inevita#le por el si"ple hecho de que nosotros so"os los nicos seres con conciencia de nuestra fnitud, sa#e"os que he"os de apa!arnos ' tal certe(a nos an!ustia al tie"po que nos "ueve al interro!atorio infnito por la ra(ón del ser. ueda pues, de "anifesto, la le!iti"idad histórica del e&ercicio flosófco. -al e&ercicio ha pelli(cando/ re0exiva"ente a ho"#res ' "u&eres que al#er!aron en sí "is"os diversas inquietudes de acuerdo a dierentes circunstancias personales de las que ueron prota!onistas. Se "e ocurre pensar que tal ve( se ha'an pre!untado ¿Para que vivi"os? ¿) dónde va"os cuando "ori"os? Cosas co"o esas. 1nduda#le"ente "iles de nosotros nos las he"os hecho ta"#ién de al!una "anera u otra. 2a sido la flosoía la encar!ada de col"ar de "%s interro!antes a#is"ales pre!untas. 2a sido la flosoía la que ha escudriñado las "entes de distintos ho"#res ' "u&eres a lo lar!o del tie"po. 3 co"o la flosoía, es "u' pro#a#le que tales ho"#res ' "u&eres ha'an descu#ierto dentro de ellos "is"os su fn. 4n placer por la eterna pre!unta$ una incertidu"#re ina!ota#le que se acrecienta con la lle!ada de otro ' de otro interro!ante$ un cacheta(o que nos recuerda a cada "o"ento que no sabemos nada/.

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Filosofia como saber situado

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La filosofa como problema.Para qu sirve la filosofa?Con una frecuencia para nada extraa esta cuestin se encuentra cercada por las sospechas de su inutilidad. Sin duda, la filosofa es la nica disciplina que se pregunta por s misma, incluso se atrevido a llevar al hombre a los confines de su pensamiento; dotada de un singular poder para escarbar las inquietudes ms profundas, como la pregunta por el sentido, existencialista por excelencia, pareciera tambin empujar al hombre a concebirse fuera y dentro del cosmos, elaborar su propia cosmovisin y preguntarse por la razn intrnseca de todo lo que es. Al preguntarse por s misma, la filosofa constituye a la par un fin en s mismo. Su utilidad no se traduce en un resultado especfico cuantificable o canjeable, la filosofa es un fin en s mismo como lo es la observacin enajenada de un sujeto ante el roci que baa los ptalos de una rosa.A lo largo del tiempo hubo pensadores que concibieron y nos heredaron sus propias miradas en torno a la cuestin del porqu del ejercicio filosfico, inaugurando y preservando la vigencia de tamao privilegio y su injerencia en nuestras prcticas cotidianas. Es innegable que las construcciones culturales, histricas, polticas y econmicas se encuentran atravesadas por el pensamiento. Dicho fenmeno es prcticamente inevitable por el simple hecho de que nosotros somos los nicos seres con conciencia de nuestra finitud, sabemos que hemos de apagarnos y tal certeza nos angustia al tiempo que nos mueve al interrogatorio infinito por la razn del ser.Queda pues, de manifiesto, la legitimidad histrica del ejercicio filosfico. Tal ejercicio ha pellizcando reflexivamente a hombres y mujeres que albergaron en s mismos diversas inquietudes de acuerdo a diferentes circunstancias personales de las que fueron protagonistas. Se me ocurre pensar que tal vez se hayan preguntado Para que vivimos? A dnde vamos cuando morimos? Cosas como esas.Indudablemente miles de nosotros nos las hemos hecho tambin de alguna manera u otra. Ha sido la filosofa la encargada de colmar de ms interrogantes abismales preguntas. Ha sido la filosofa la que ha escudriado las mentes de distintos hombres y mujeres a lo largo del tiempo. Y como la filosofa, es muy probable que tales hombres y mujeres hayan descubierto dentro de ellos mismos su fin. Un placer por la eterna pregunta; una incertidumbre inagotable que se acrecienta con la llegada de otro y de otro interrogante; un cachetazo que nos recuerda a cada momento que no sabemos nada. A continuacin esbozar brevemente las distintas concepciones filosficas de autores que admiro y subrayo por encontrar en sus textos un pulsar de mis propias inquietudes y una aproximacin a las propias reflexivas conclusiones.a) En una seccin de su Obra La filosofa y el barro de la historia, Jos Pablo Feinmann compara la filosofa con un asesino serial. El autor arrastra a su trabajo la figura de uno de los asesinos seriales ms importantes de todos los tiempos, estamos hablando de la figura de Jack El Destripador. Este asesino jams fue capturado. Se dice que tena un modo muy particular de matar a sus vctimas: las cortaba en partes. Una famosa encomienda que envi a la polica portaba la siguiente leyenda:Les envi un rin de la vctima. El otro no. Me lo com.Qu tiene que ver todo este grfico compendio de descripciones canbales y sangrientas con la filosofa o porque el autor eligi compararla con tan repugnante personaje?El autor afirma que la filosofa posee una obsesin por destruir, desterrar y matar ideologas y personas. Ejemplo de ello es la muerte de Dios en Nietzsche, y otras muertes que han estado de moda los ltimos treinta aos en la filosofa: la muerte del sujeto, del comunismo, la muerte del humanismo, de las utopas, etc. Es legtimo, afirma el Feinmann, que cada nueva generacin de filsofos y pensadores llegu para destituir a la a la anterior. Qu significa? Podemos ligar el concepto de destitucin a los de construccin y desconstruccin. Segn Heidegger, la superacin generacional de filsofos no responde a una destruccin ideolgica indiscriminada de la camada anterior sino a la posibilidad de reconstruir eso que se plante antes aggiornndolo. Dir Feinmann: Hay filsofos que lo hacen. Otros que no. Y encuentran en la interpretacin infinita, en la pregunta infinita, el sentido de la filosofa.

Conclusin personal: la prctica del ejercicio filosfico nos conectar a los orgenes y elementos propios de una identidad tanto individual como colectiva, nos obligar a cuestionarlos y por ende a transformarlos luego de haberlos interpretado.

b) Se ha dicho que los filsofos se han limitado nada ms que a interpretar al mundo (cuando de lo que se trata es de transformarlo), ahora bien, Franois Chatelet manifiesta su oposicin a la nocin marxista cuando expone: afirmar que los filsofos no han hecho ms que interpretar al mundo es proponer una reduccin de la historia y una visin de la filosofa completamente apartadas de la realidad. Desde Platn, los filsofos han sido siempre hombres comprometidos y siempre han intervenido polticamente en su tiempo. Esta postura del segundo filsofo que he elegido para desarrollar el porqu de la filosofa evidencia una ligazn entre la teora o el ejercicio del pensamiento con la puesta en marcha de acciones por parte del sabio, acciones que repercutirn en su entorno social. Me parece interesante destacar a este respecto, lo que he ledo recientemente en un foro de debate acerca de la utilidad de la filosofa hoy en da. En el ltimo prrafo se hace alusin a la alegora de la caverna de la siguiente manera: En su Repblica, Platn traz una extraordinaria alegora: los hombres-dice all- vivimos como encadenados en una caverna, y el que logra desencadenarse y ver el sol- es decir, el filsofo que sabe que hay algo ms bello, ms verdadero y mejor que las tinieblas en las que est sumida la multitud- debe regresar a la oscuridad para llevar su noticia y persuadir a los dems de que lo sigan, aunque lo llamen loco o maldito. Las interpretaciones ticas y polticas de esta alegora son incontables pero hay una enseanza para los aspirantes a filsofos que sin duda la mantiene viva: la filosofa no servir ni para la propia vida en comn si no es, de algn modo, un placer dulce y un retorno arduo a la caverna.Podramos establecer sin ningn tipo de dificultad la existencia de un ntido vnculo entre Scrates y el generoso retorno a la caverna. A diferencia de sus colegas hbiles en el arte de hablar, Scrates no peda dinero a cambio ni abre escuelas, lo hace en nombre de su daimon o genio personal. Es claramente perceptible que la intencin va ms all de una retribucin econmica por mera transmisin de saberes. El filsofo inaugur lo que veinte siglos despus sera conocido como concepto, cuando invita a sus interlocutores a pensar en la representacin de cualquier pregunta, ms que en la pregunta misma, lo que en ella reside, lo que contiene. En un dilogo relatado por Platn, se origina un choque de posturas ideolgicas en los generales Laques y Nicias, a cuya ayuda haban acudido padres en busca de respuesta a la cuestin de si es o no conveniente que sus hijos tomen lecciones de arte militar. Uno de los generales acaba de manifestar la inutilidad de tomar dichas lecciones afirmando que el arte militar se aprende en el terreno. Su compaero, por el contrario, reconoce haber mejorado mucho luego de haber tomado lecciones. Le llega el turno a Scrates, quien haba sido llamado para tratar tambin de responder a la cuestin. No puede responder a la pregunta ya que cree que no hara ms que dar un punto de vista subjetivo que no tiene ningn tipo de importancia. Tras un sagaz interrogatorio a Laques y a Nicias se evidencia que stos hablaban de manera mecnica y haban fabricado sus argumentaciones basndose en ideas preconcebidas. Los padres entonces acuden directamente a Scrates por una solucin. Y all es donde Scrates toma el camino de la invencin de la filosofa. Dice: Qu se quiere lograr con hacer tomar lecciones de arte militar a los hijos? Que sean capaces de derrotar al enemigo, y honrar nuestro nombre al batirse como corresponde y preservar la vida. Ahora bien, el arte militar tiene por adquisicin la virtud militar. Es preciso saber qu es la virtud militar. Si no se responder, al margen del problema. Vuelve a interrogar a Laques y a Nicias para saber qu es la virtud militar. Ninguno de los generales es capaz de responder a dicha pregunta. Ya es evidente que no tiene ni sentido ni argumento lo que stos dicen. Por lo tanto esperamos la elaboracin de un brillante desenlace por parte del astuto indagador, pero el dialogo concluye as: He dicho que para responder a la cuestin planteada era preciso saber en qu consiste la virtud militar, pero jams he dicho que yo lo saba.Platn, por su parte, se acerca a la resolucin de un esquema bastante acertado de una definicin filosfica:Muestra que no hay ninguna razn para que la mayora tenga razn. El nmero de voces no hace a la verdad. Por lo tanto, l se propone, con la sola ayuda de la palabra, construir un discurso que ser juez de toda palabra. Lo logra, precisamente retomando el camino Socrtico. Sus dilogos partes de cuestiones simples. Cuestiones como el fin y sentido de la justicia, cuestiones que empapaban la vida cotidiana de los hombres de aquellos tiempos.Por lo tanto, es pertinente afirmar que la filosofa parte de cuestiones empricas y, en consecuencia, se esfuerza por construir una argumentacin que responda en el nivel del concepto. Lo que representa el concepto es la estructura mental que acompaa al desarrollo del discurso.El primer concepto que mayormente define a la filosofa es el de universalidad. Dicha universalidad como producto de la totalizacin de los diversos acuerdos que se establecen en el curso de la dialctica (dilogo). El dilogo es la forma normal de la filosofa naciente; conforma un juego de preguntas-respuestas argumentadas con la posibilidad que cada interlocutor posee de intervenir solicitando explicaciones suplementarias. El filsofo considera al hombre como un ser comunitario, se torna pues necesario, que en dicha comunidad sea posible construir un discurso bien argumentado, considerando fortalezas y debilidades humanas. La construccin de tal discurso no tiene una importancia menor debido a que las cuestiones que en l se plantean nunca son inocentes. Al respecto, Chatelet afirma no creer que existan preguntas inocentes, ya que al interrogar acerca de la justicia, de la piedad, del placer, tales cuestiones remiten a la conducta de los individuos y de la colectividad. Aristteles llama al discurso del filsofo Sofa que se traduce como sabidura. En este discurso se hallan comprendidas dos dimensiones: la dimensin terica es el discurso que genera el aval de todos sus oyentes y la dimensin prctica comprende una exigencia para con el discurso: que los individuos implcitos en ese acuerdo comunitario lleguen a comportarse de acuerdo a las prescripciones definidas por dicho discurso. Es ni ms ni menos que una coherencia en el saber y el obrar, la gnesis del concepto de sabidura, y una aproximacin a la pregunta del porqu del ejercicio filosfico que mucho tiene que ver con la sinapsis pensamiento-conducta.La esperanza del filsofo es entonces construir una especie de tribunal pacfico, capaz de elaborar el discurso de conjunto, juez de todos los discursos y pueda ser al mismo tiempo juez de todas las prcticas, de todas las conductas.