filosofía: el hombre un ser religioso por naturaleza

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“AÑO DE LA INFRAESTRUCTURA PARA LA INTEGRACION NACIONAL” FACULTAD DE ADMINISTRACION DE EMPRESAS ENSAYO El Hombre un Ser Religioso Por Naturaleza. ASIGNATURA : Filosofía DOCENTE : Mag. Carlos Masias. ALUMNO : Bustamante Edquén, Juan José CICLO : II - - 1 UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

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Trabajo sobre el hombre un ser religioso por naturaleza

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Page 1: Filosofía: El Hombre un Ser Religioso por Naturaleza

“AÑO DE LA INFRAESTRUCTURA PARA LA INTEGRACION NACIONAL”

FACULTAD DE ADMINISTRACION

DE EMPRESAS

ENSAYO

El Hombre un Ser ReligiosoPor Naturaleza.

ASIGNATURA : Filosofía

DOCENTE : Mag. Carlos Masias.

ALUMNO : Bustamante Edquén, Juan José

CICLO : II

GRUPO DE ESTUDIOS : “A”

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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

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Chiclayo, Noviembre del 2006

Introducción.

A momento de explicar la esencia del hombre, cuestión ampliamente discutido y

de gran importancia en la Antropología Filosófica, brotan de inmediato serios

cuestionamientos. La descripción clásica del hombre como "Animal racional", donde la

racionalidad sería la divergencia de lo rigurosamente humano, parece disolverse a la luz

de los actuales avances.

El hombre admite una cierta religación con la divinidad, no en virtud de su

animalidad, sino de su racionalidad, además tiende natural y espontáneamente a ser

religioso, hay en su mente y en sus conocimientos una cierta conciencia de su origen y

de su destino último. Es por eso que el hombre ha expresado y expresa su ser religioso

de diferentes maneras, desde los inicios de la historia hasta nuestros días; estas

expresiones se ofrecen mediante creencias y comportamientos religiosos como son las

oraciones, sacrificios, cultos, penitencias, meditaciones y los demás ritos presentes con

diversos matices en todas las religiones. Todas estas conductas se originan en el ser

natural-religioso del hombre.

Esta religiosidad natural está presente inclusive en los ateos y en quienes niegan

la existencia de una vida después de la muerte; solo que en tales casos expresada

negativamente; además ésta religiosidad es uno de las distintivos esenciales que lo

diferencian al hombre de los animales y otros seres.

Entonces, podemos afirmar con toda certeza que una característica del hombre es

la de ser un ser religioso, de esto cabe preguntarse: ¿Por qué el hombre es un ser

religioso?, ¿Qué es lo que hace que éste busque relacionarse con una divinidad?, ¿Es

razonable tender hacia Dios?, ¿Es importante para la vida del hombre satisfacer ésta

tendencia natural?

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Page 3: Filosofía: El Hombre un Ser Religioso por Naturaleza

1. Lo religioso, definitorio del hombre.

Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios

personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido

revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación en la fe. Sin

embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que

la fe no se opone a la razón humana.

Aunque suene a paradoja, la vertiente espiritual del hombre y su

autotrascendencia permiten afirmar que el hombre no es él solo. La visión completa del

ser humano reclama que se le considere contingente, en dependencia del ser absoluto y

supremo existente por si mismo, causa primera y destino último del hombre.

La religación objetiva del hombre respecto de la divinidad está exigiendo su

reconocimiento por parte del ser humano, es decir, la religacion subjetiva, personal; en

eso consiste la religión. Esta dimensión, precisamente por ser individual, social e

histórica adopta forzosamente forma concreta: es la plasmación de la religación. Aquí,

plasmación significa que se trata de la forma concreta en que individual, social e

históricamente, el poder de lo real se apodera del hombre. Plasmación es, pues, forma

de apoderamiento. Esta plasmación es religión en el sentido más amplio y estricto del

vocablo: religión es plasmación de la religación, forma concreta del apoderamiento del

poder de lo real en la religación. Religión no es actitud ante lo sagrado, como se repite

hoy monótonamente; todo lo religioso es ciertamente sagrado; pero es sagrado por ser

religioso, no es religioso por ser sagrado.

No todos los hombres admiten su religacion con al divinidad, y menor aun en

época de impronta sensorial y científico. Técnica como la muestra, época de

afincamiento en lo fenomenológico y de miopía para lo metafísico. Quienes niegan esta

dependencia de la divinidad son ateos, teóricos, prácticos… Si bien mas que ateos

merecen ser llamados idolatras. Tiene razón Dostoivesky: “el hombre no puede vivir sin

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arrodillarse […] si rechaza a Dios, se arrodilla ante un ídolo de madera, de oro o

simplemente imaginario”1. De esta manera, hasta con su idolatría publican la existencia

religiosa. Lo normal en el hombre es ser racional y religioso, aunque por diversas

circunstancias existen ateos, como existen ateos como también existen hombres

dementes e inteligentes y muchos, a pesar de que el hombre por su misma naturaleza es

racional y hablador.

Se ha visto que el hombre es racional, por definirlo con términos filosóficos que

reflejan la realidad humana, su ser vivo dotado de alma racional.

La religiosidad. La religión es una manifestación específicamente humana; no se da en

ningún otro ser vivo sobre la tierra, solo en el hombre. El hombre es religioso no solo de

hecho, como de hecho es rico o pobre, culto o analfabeto, sino de derecho, por

exigencia de su mismo ser humano, racional, libre, capaz de trascender lo material que

hay en sí mismo. La razón fundamental de la religiosidad, innata del hombre, es su

esencial limitación, su naturaleza creatural, su contingencia, y por ello su dependencia

de su creador, así como la tendencia al ser superior y distinto de si, capaz de saciar el

ansia de ser o de existir y los aspectos derivados de su naturaleza: del de la verdad, de

bondad, de felicidad. Todas las demás cosas son contingentes, y por eso dependen del

ser que es por si mismo.

Por otro lado la irracionalidad del hombre lo incapacita para reconocer su

objetiva contingencia y dependencia. De ahí su incapacidad para la religiosidad. Pero el

hombre es racional, por eso puede y debe llegar, mediante su inteligencia, a la

divinidad.

El hombre desde el momento de serlo, en el instante en el que un ser poseyó

inteligencia y la pudo usar en grado suficientemente desarrollado, ha descubierto o al

menos a podido descubrir las huellas de la divinidad impresas con mayor o menor

nitidez en el cosmos y en su propia naturaleza humana. Sin embargo, ese conocimiento

natural de la divinidad aparece agarrotado por su dependencia de los sentidos, que

apenas pueden ayudar a concebir lo espiritual.

1Fedor Dostoiewski, El Adolescente, Editorial Juventud, 1985

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El hombre por lo tanto, es religioso en virtud de su racionalidad, dotado de

inteligencia percibe la existencia del ser distinto del hombre y superiora él, trascendente

y, al mismo tiempo, inmanente. En cuanto religioso, el hombre pone de manifiesto su

capacidad de trascender lo material de si mismo mas que en ninguna otra de sus

actividades. En la búsqueda de Dios en el momento y en el encuentro con él el hombre

trasciende su ser natural y toda la esfera de lo material que lo circunda. La religiosidad

es el acto más sublimador del hombre, en cuanto que por medio de la razón y mediante

el cumplimiento de la ley natural es capaza de conocer a Dios y llegar a él. En el ámbito

de la religiosidad, el hombre llega a la cima más excelsa mediante la revelación

sobrenatural. La revelación es necesaria incluso para que ‘los hombres puedan conocer

sin dificultad, con certeza segura y sin mezcla de error”, lo que Dios es cognoscible por

medio de la razón humana.

Pero el hombre es un ser dotado de libertad y ante Dios puede responder si o no,

aceptarlo o rechazarlo, amarlo, odiarlo o permanecer indiferente, en el mas acá y en el

mas allá de la muerte, donde la división de los con Dios y de los sin Dios será definitiva,

eterna, con la consiguiente plenitud o frustración de su ser y de sus ansias de verdad

(inteligencia) o bondad (voluntad) y de perfeccionamiento o superación propia

(autotrascendencia).

La racionalidad permite al hombre comprender su condición de creatura y

reconocer su dependencia creatural del Creador, de Dios. Al mismo tiempo, la

racionalidad capacita al hombre dar gloria de Dios de modo consciente o formal y, a la

vez, para trasformar la gloria material de las demás creaturas en gloria formal.

Aparte de lo espíritus puros, los ángeles, solamente el hombre en virtud de su

racionalidad, es religioso y, además de ser gloria objetiva de la divinidad en proporción

a su perfección, es capaz de cooperar con la causa primera en el perfeccionamiento

propio y del cosmos, sin caer en la inmovilidad del reino mineral. Solo el hombre puede

contemplar el resplandor de la belleza divina, reflejada en sus criaturas, extasiarse y

cantar las maravillas de Dios.

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2. Los Diversos modos del Conocimiento de Dios

El hombre puede conocer a Dios de diversos modos. En primer lugar, por las

solas fuerzas de la razón: a) modo precientífico o espontáneo; y b) de modo científico o

filosófico. Por medio de una deducción espontánea, todos los hombres pueden llegar al

conocimiento de Dios. Este primer grado de conocimiento, imperfecto, es suficiente en

su orden: la humanidad, a lo largo de los siglos, siempre ha tenido una cierta noción de

Dios. El segundo modo natural de conocer a Dios es el constituido por las elaboraciones

científico-filosóficas, que no todos los hombres llegan a realizar. Se trata de un

conocimiento, ciertamente válido, que llega a conocer a Dios como causa primera de los

entes y lo que eso lleva consigo, es decir, una serie de perfecciones y atributos. Es claro

que no se trata de un conocimiento exhaustivo, pues no se llega a conocer lo que es Dios

en sí mismo. Ciertamente, con este conocimiento se conoce del absoluto más lo que no

es que lo que es, pues Dios excede infinitamente a nuestros conocimientos.

En segundo lugar, el hombre puede conocer a Dios de modo sobrenatural, es

decir, de un modo que excede las fuerzas de la razón humana. El modo sobrenatural de

conocer a Dios es de dos tipos: a) por la fe, y b) por visión. La fe proporciona un

conocimiento de Dios mucho más alto que el que aporta la razón natural, ya que le

conocemos a Dios mucho más por la manifestación que ha hecho de sí mismo por

medio de la Revelación. Y conocer a Dios por visión es conocerlo cara a cara, por

experiencia: tal como es en sí mismo (visión beatífica o experiencia mística).

Ciertamente la vía filosófica o metafísica hacia Dios es el máximo conocimiento

natural o racional que del Absoluto puede alcanzar el hombre; y en eso consiste su

grandeza; su miseria radica en que como Dios excede completamente a todo lo que

nuestro entendimiento pueda comprender, lo que podemos conocer de Dios es muy

escaso. Pues el entendimiento humano no puede llegar naturalmente hasta su sustancia,

ya que el conocimiento en esta vida tiene origen en los sentidos y, por lo tanto, lo que

no cae bajo el poder de los sentidos no puede ser aprehendido por el entendimiento

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humano sino en cuanto es deducido de lo sensible. Pero aunque el hombre no pueda

conocer por su razón la esencia de Dios, porque excede su capacidad, debe aplicarse al

conocimiento de las cosas inmortales y divinas tanto como pueda, puesto que el

conocimiento imperfecto de Dios confiere al hombre una gran perfección, ya que su

razón se perfecciona más conocimiento las ultimas causas, en lo que consiste la

sabiduría, la verdad es origen de otra verdad.2

Pero para que haya un conocimiento científico o metafísico es necesario en

primer lugar hablar del conocimiento espontáneo, que es paso obligado para el segundo.

Sin necesidad de una demostración elaborada de modo preciso, se da un

conocimiento natural espontáneo de la existencia de Dios, como lo prueba la

experiencia continua universal, cada hombre se encuentra a si mismo elevado a la idea

de un ser trascendente por la mera visión en la naturaleza de su impresionante majestad.

Este conocimiento espontáneo de Dios no solo debe considerarse como

irrelevante, sino que es piedra de toque para el conocimiento metafísico. Importa mucho

tener en cuenta que siempre las mayores profundizaciones de la filosofía deben ser

continuación del recto conocimiento espontáneo. Este tiene también alcance metafísico:

puede llegar a la solución de las cuestiones más altas, como la existencia de Dios, la

inmortalidad del alma, el reconocimiento de la ley natural. Cortar con la experiencia,

con el sentido común natural, con el conocimiento espontáneo invalida siempre una

filosofía, pues el primero es regla para el segundo y no viceversa. Cuando el recto

conocimiento espontáneo es invalidado como precientífico y vulgar, se producen graves

consecuencias a corto plazo en el terreno filosófico.

La filosofía si no tiene su inicio en la experiencia y en el conocimiento

espontáneo, lo tendrá en otra cosa, como por ejemplo, la ciencia positiva, la reflexión

sobre la conciencia, etc. Aplicado al tema de Dios quiere ello decir que el conocimiento

de lo más común y evidente de las cosas que el hombre puede contemplar, a saber, que

son, de ahí puede accederse a Dios, pues el conocimiento natural espontáneo de la

existencia de Dios tiene su fundamento en el paso del conocimiento del mundo como

efecto al conocimiento de Dios como Causa.

2 Santo Tomás de Aquino

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Cometido de la filosofía es perfeccionar, precisar, distinguir, hacer explícito este

conocimiento espontáneo. Si lo mas conocido de las cosas es que son, la filosofía deberá

preguntarse por el porque del ser de los entes. No se puede llegar al Dios verdadero, en

el conocimiento natural, por medio de una ciencia particular, como la lógica, la física,

la antropología o la matemática. Mientras no se considere el ser de los entes, no se

plantea adecuadamente la exigencia de la primera causa.3

Que el conocimiento espontáneo tenga alcance metafísico y pueda acceder a la

cognoscibilidad de Dios no significa que tal conocimiento sea inmediato; una tal

cognoscibilidad es también mediata y discursiva, aunque no lleve consigo una

demostración en sentido estricto. En esa inferencia espontánea de la existencia de Dios

intervienen -o pueden intervenir- factores individuales, sociales o históricos, que en

cierto modo pueden condicionar esa convicción espontánea.

3 SANGUINETI, J.J., La filosofía de la ciencia según Santo Tomás, Pamplona 1977, pp. 345-346

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CONCLUSIONES

El hombre es un ser religioso por naturaleza, porque llega a preguntarse por el

significado de todo, porque se abre a lo trascendental; así llega al nivel de

profundización que denominamos religioso.

La idea de trascendencia o de religiosidad, entendida en un sentido amplio como

una posición intelectual frente a lo trascendente, ya sea tanto de aceptación como de

rechazo, resulta ser privativa y exclusiva de lo humano. Solamente el ser humano se

plantea e interroga por lo trascendente, aún cuando sea para rechazar su existencia.

Hasta el ateísmo más extremo es una posición frente al misterio de lo

trascendente. No hay en el animal nada que se asemeje, ni tan siquiera remotamente,

o en mucho menor grado, a las formas más primitivas de magia, superstición o

esoterismo, que en cambio acompañan siempre a los restos biológicamente

reconocibles sin duda como humanos, aún cuando sean primitivos.

Por ello, la citada definición del hombre como animal "racional" merecería

reconsiderarse. Si se entiende la racionalidad como la capacidad del pensamiento

para operar lógicamente, u obtener conclusiones nuevas a partir de datos

preexistentes. Pero si en cambio retomamos el sentido griego original, según el cual

el hombre tendría la característica de "racional" por el hecho de su participación con

el "logos", esto es, la "razón universal", las definiciones se nos presentan de una

forma bien distinta.

Desde este último punto de vista es notable la analogía existente con la idea

bíblica, ampliamente explicada en San Agustín, que concibe al hombre como

"imago Dei". Precisamente en eso consiste la religión, utilizada siempre en sentido

amplio, que es la "re-ligación", el acto de "volver a ligar" al hombre con la

trascendencia, lo sobrenatural o la Divinidad, característica aparentemente única y

exclusiva del ser humano con conciencia adecuada.

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ANEXO.

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MODOS DEL CONOCIMINETODE DIOS

ModoNatural

ModoSobrenatural

Precientífico oEspontáneo

Científico oFilosófico

Por la Fe

Por Visión

Todos los hombres pueden llegar al Conocimiento de Dios.

No todos los hombres llegan a realizarla.

Conocimiento mucho más intenso que el que aporta la razón.

Conocer a Dios cara a cara, por experiencia: tal como es en sí mismo.

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BIBLIOGRAFIA

CORETH, Emerich; ¿Qué es el hombre?: Esquema de una Antropología

Filosófica, Editorial: Herder, Barcelona - España, 1991. 2ª Edición.

MILLÁN PUELLES, Antonio; Fundamentos de Filosofía, Ediciones Rialp, S.

A.; Madrid - España, 1981.

ARGOTA MARQUINES, German; Filosofía de la Religión; Universidad Sto.

Tomás De Aquino; Bogotá - Colombia, 1981.

BERNHARD, Welte; Filosofía de la Religión; Editorial: Herder; Barcelona -

España, 1982

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