festival de fez 2005

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   J    u     l    i    o     d    e    2    0    0    5     |      B     a      t     o     n     g     a             ! festivales Crónicas y comentarios p34 esde hace once años, la ciudad marroquí de Fez se convierte, a principios de vera- no, en sede de uno d e los mayores festi-  vales de músicas sagradas del mundo. Este año, del 3 al 12 d e junio, se sucedió una auténtica mara- tón de actividades reunidas bajo t res denomina- ciones: «Encuentros de Fez», «Festival en la ciu- dad» y «Festival de Músicas Sagradas». LOS ENCUENTROS DE FEZ Una espectadora in- dignada me dio la mejor definición: «los grandes del  mundo se reúnen para hablar de nuestros problemas.. .  pero sin nosotros» . La «crême de la crême» (sirva co- mo ejemplo el vídeo-mensaje de ¡Carlos de Ingla- terra!) se reúne para debatir sobre problemas que dudo que afecten la vida palaciega: la mundializa- Festival des Musiques Sacrées du Monde de Fès ción y el diálogo entre las culturas. Todo por el módico precio de veinte euros la sesión: doscien- tos dirhams en un país donde el sueldo medio es de mil quinientos. God save the queen? EL FESTIVAL EN LA CIUDAD El año pasado no dudé en resaltar este escenario al aire libre, gra- tuito y con programa doble cada tarde, como lo mejor de lo mejor. En la presente edición nos fal- tó la música bereber y nos sobró la lluvia, sufri- mos largos retrasos casi a diario y cambios de pro-  gramación sin aviso, y asistimos, atónitos, a ac- tuaciones dignas de Monty Python. Sólo los in- combustibles componentes de Nass el Ghiwa- ne, mítico grupo marroquí de canción protesta, estuvieron a la altura y convirtieron el lugar en una enorme fiesta, como hizo también el maravi- lloso Faiz Ali Faiz, quien ofreció dos conciertos desmesurados en el festival, dejando boquiabier- tos a los que tomábamos con reservas su título de heredero de Nusrat Fateh Ali Khan. EL FESTIVAL DE MÚSICAS SAGRADAS Amenu- do el festival de Fez se ha jugado entre Francia y Marruecos; este año, sin embargo, la pelota ha caído en la Península Ibérica, donde tres nom- bres excepcionales la estaban esperando. Para empezar, Curro Piñana, en un concierto íntimo recreando sus versiones flamencas de los poemas de Ibn Arabi: una voz de Murcia cantando a un poeta murciano. Siguió Eduardo Paniagua que, con su grupo compuesto por judíos, musulmanes y cristianos, rindió homenaje a Maimónides, sabio (palabra fea pero necesaria en este caso) cordobés y judío. El trabajo está basado en canciones judeo-andalu- sís de las que sólo se conservan los textos, pero que Paniagua ha musicado basándose en las tradicio- nes de los cordobeses musulmanes y cristianos de la época con un resultado sonoro estremecedor. Y como culminación , ya en el escenar io principal, donde los marroquís hablan sólo en francés, donde los teléfonos móviles no dejan de sonar y donde la sensación de irrealidad es tan acuciante que marea (¿o es la mezcla de perfumes caros?), actuaron Miguel Poveda, Duquende, Chicuelo y Faiz Ali Faiz con su party en lo que se ha llamado qawwali flamenco. La crítica re- currente que recibe esta propuesta es que no es una fusión. T otalmente de acuerdo: hay apenas diez minutos de simultaneidad entre las tres vo- ces, diez minutos, eso sí, de auténtico infarto. Pe- ro qawwali flamenco es una yuxtaposición con efectos explosivos. Faiz Ali Faiz es irresistible: cuando empieza a cantar tienes unos segundos para analizar su voz sorprendente, para intelectualizarla, para atra- parla en adjetivos. Per o no se deja. Bien al con- trario, cuando todavía estás con tus cábalas, de repente te asaltan el dolor de estóma go, las lágri- mas en los ojos y la piel de gallina. T e ha atrapado: catarsis pura y dura. Entonces entra en juego Mi- guel Poveda, que ya no es de este mundo, como una ducha de a gua fría en pleno verano, salvador, con ese algo de angelical que tiene su cante, tan sutil y contrapuesto a la furia endiablada del can- to de Faiz Ali Faiz. La guinda la pone Duquende, que es real en- tre tanta irrealidad, que canta un dolor que reco- noces como tuyo, devolviéndote a la tierra para que todo vuelva a comenzar. Chicuelo apenas se nota: ahí está su parte de magia. Es el centro que, como buen centro, no es y es el todo. Su guitarra es la guía, la que te lleva cuando ya no tienes fuer- zas ni sabes donde ir, auténtico hilo conductor que hace del todo un posible. ¿Resultado? El taa-  rab, la conmoción estética, quieras o no quieras. Ysi ésta fue la parte española del festival, hu- bo otra también memorable, dedicada a las músi- cas del Asia Central representadas por tres gru- pos: Tengir Too, de Kirguistán, formación que está realizando grandes esfuerzos por adaptar las músicas nómadas a las formaciones musicales es- tables con resultados sonoros extraordinarios; Shahiba, sutil bailarina y espléndida cantante que presentó las tradiciones sagradas de Badaks- hán; y Shash Maqam, representante de la mítica escuela uzbeka de la tradición culta que reúne en un sonido, cristalino como pocos, los aires turk- menos, árabes y persas. Hubo otras actuaciones, más o menos acer- tadas: Teresa Berganza cantando a Falla, elec- ción al menos curiosa para un festival de músicas sagradas, Ravi Shankar, anciano pero aún enor- me, y el dulzón Khadem Saher, ejerciendo de es- trella del  pop que, al fin y al cabo y por mucho que se vista de seda, es lo suyo. LO MEJOR DE LO MEJOR Cada noche, en el patio de Dar Tazi, una casa-palacio típica de la medi- na de Fez, asistimos a las sesiones de las principa- les cofradías marroquís y su continuada repeti- ción de los nombres divinos para alcanzar la em- briaguez. Para entendernos, una rave sin más sus- tancias que el té y la música. He visto en sesiones de este tipo cosas extraordinarias, pero nunca pensé que me encontraría con lo siguiente: un  sikh con hermoso turbante fucsia y poblada barba blanca, un judío con kippa  y tirabuzones por pati- llas y un grupo de fornidos musulmanes con chi- laba cogidos por los hombros y saltando enloque- cidos coreando «Allah, Allah!». Lo consiguió la inefable cofradía de los Ais- saouas y lo consiguió también la zawiyaOuazza- nia: voces hipnóticas y percusiones irresistib les que nos convirtieron a todos en creyentes por dos noches y nos ofrecieron auténtica confrater- nización, hermandad en el sudor y en la alegría. ¿Será cierto, finalmente, que la música es el único lenguaje que todos entendemos? B! D texto yfotos brigitte vasallo MUSA DIENG KALA «QAWWALIFLAMENCO»

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8/6/2019 Festival de Fez 2005

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   J   u    l   i   o

    d   e

   2   0   0   5    |     B    a     t

    o    n    g    a            !

festivales

Crónicas y comentariosp34

esde hace once años, la ciudad marroquíde Fez se convierte, a principios de vera-no, en sede de uno de los mayores festi-

 vales de músicas sagradas del mundo. Este año,del 3 al 12 de junio, se sucedió una auténtica mara-tón de actividades reunidas bajo t res denomina-ciones: «Encuentros de Fez», «Festival en la ciu-dad» y «Festival de Músicas Sagradas».

LOS ENCUENTROS DE FEZ Una espectadora in-dignada me dio la mejor definición: «los grandes del 

 mundo se reúnen para hablar de nuestros problemas...

 pero sin nosotros» . La «crême de la crême» (sirva co-mo ejemplo el vídeo-mensaje de ¡Carlos de Ingla-terra!) se reúne para debatir sobre problemas quedudo que afecten la vida palaciega: la mundializa-

Festival des Musiques

Sacrées du Monde de Fèsción y el diálogo entre las culturas. Todo por elmódico precio de veinte euros la sesión: doscien-tos dirhams en un país donde el sueldo medio esde mil quinientos.God save the queen? 

EL FESTIVAL EN LA CIUDAD El año pasado nodudé en resaltar este escenario al aire libre, gra-tuito y con programa doble cada tarde, como lomejor de lo mejor. En la presente edición nos fal-tó la música bereber y nos sobró la lluvia, sufri-mos largos retrasos casi a diario y cambios de pro- gramación sin aviso, y asistimos, atónitos, a ac-

tuaciones dignas de Monty Python. Sólo los in-combustibles componentes de Nass el Ghiwa-ne, mítico grupo marroquí de canción protesta,estuvieron a la altura y convirtieron el lugar enuna enorme fiesta, como hizo también el maravi-lloso Faiz Ali Faiz, quien ofreció dos conciertosdesmesurados en el festival, dejando boquiabier-tos a los que tomábamos con reservas su título deheredero de Nusrat Fateh Ali Khan.

EL FESTIVAL DE MÚSICAS SAGRADAS Amenu-do el festival de Fez se ha jugado entre Francia y Marruecos; este año, sin embargo, la pelota hacaído en la Península Ibérica, donde tres nom-bres excepcionales la estaban esperando. Paraempezar, Curro Piñana, en un concierto íntimorecreando sus versiones flamencas de los poemasde Ibn Arabi: una voz de Murcia cantando a unpoeta murciano.

Siguió Eduardo Paniagua que, con su grupocompuesto por judíos, musulmanes y cristianos,rindió homenaje a Maimónides, sabio (palabrafea pero necesaria en este caso) cordobés y judío.El trabajo está basado en canciones judeo-andalu-sís de las que sólo se conservan los textos, pero quePaniagua ha musicado basándose en las tradicio-nes de los cordobeses musulmanes y cristianos dela época con un resultado sonoro estremecedor.

Y como culminación, ya en el escenarioprincipal, donde los marroquís hablan sólo enfrancés, donde los teléfonos móviles no dejan desonar y donde la sensación de irrealidad es tan

acuciante que marea (¿o es la mezcla de perfumescaros?), actuaron Miguel Poveda, Duquende,Chicuelo y Faiz Ali Faiz con su party en lo que seha llamado qawwali flamenco. La crítica re-currente que recibe esta propuesta es que no esuna fusión. Totalmente de acuerdo: hay apenasdiez minutos de simultaneidad entre las tres vo-ces, diez minutos, eso sí, de auténtico infarto. Pe-ro qawwali flamenco es una yuxtaposicióncon efectos explosivos.

Faiz Ali Faiz es irresistible: cuando empiezaa cantar tienes unos segundos para analizar su vozsorprendente, para intelectualizarla, para atra-parla en adjetivos. Pero no se deja. Bien al con-trario, cuando todavía estás con tus cábalas, derepente te asaltan el dolor de estómago, las lágri-

mas en los ojos y la piel de gallina. Te ha atrapado:catarsis pura y dura. Entonces entra en juego Mi-guel Poveda, que ya no es de este mundo, comouna ducha de agua fría en pleno verano, salvador,con ese algo de angelical que tiene su cante, tansutil y contrapuesto a la furia endiablada del can-to de Faiz Ali Faiz.

La guinda la pone Duquende, que es real en-tre tanta irrealidad, que canta un dolor que reco-noces como tuyo, devolviéndote a la tierra paraque todo vuelva a comenzar. Chicuelo apenas senota: ahí está su parte de magia. Es el centro que,

como buen centro, no es y es el todo. Su guitarraes la guía, la que te lleva cuando ya no tienes fuer-zas ni sabes donde ir, auténtico hilo conductorque hace del todo un posible. ¿Resultado? El taa-

 rab, la conmoción estética, quieras o no quieras.

Ysi ésta fue la parte española del festival, hu-bo otra también memorable, dedicada a las músi-cas del Asia Central representadas por tres gru-pos: Tengir Too, de Kirguistán, formación queestá realizando grandes esfuerzos por adaptar lasmúsicas nómadas a las formaciones musicales es-tables con resultados sonoros extraordinarios;Shahiba, sutil bailarina y espléndida cantanteque presentó las tradiciones sagradas de Badaks-hán; y Shash Maqam, representante de la míticaescuela uzbeka de la tradición culta que reúne enun sonido, cristalino como pocos, los aires turk-menos, árabes y persas.

Hubo otras actuaciones, más o menos acer-tadas: Teresa Berganza cantando a Falla, elec-ción al menos curiosa para un festival de músicassagradas, Ravi Shankar, anciano pero aún enor-me, y el dulzón Khadem Saher, ejerciendo de es-trella del pop que, al fin y al cabo y por mucho quese vista de seda, es lo suyo.

LO MEJOR DE LO MEJOR Cada noche, en el patiode Dar Tazi, una casa-palacio típica de la medi-na de Fez, asistimos a las sesiones de las principa-les cofradías marroquís y su continuada repeti-ción de los nombres divinos para alcanzar la em-briaguez. Para entendernos, una rave sin más sus-

tancias que el té y la música. He visto en sesionesde este tipo cosas extraordinarias, pero nuncapensé que me encontraría con lo siguiente: un

 sikhcon hermoso turbante fucsia y poblada barbablanca, un judío con kippa y tirabuzones por pati-llas y un grupo de fornidos musulmanes con chi-laba cogidos por los hombros y saltando enloque-cidos coreando «Allah, Allah!».

Lo consiguió la inefable cofradía de los Ais-saouas y lo consiguió también la zawiyaOuazza-nia: voces hipnóticas y percusiones irresistiblesque nos convirtieron a todos en creyentes pordos noches y nos ofrecieron auténtica confrater-nización, hermandad en el sudor y en la alegría.¿Será cierto, finalmente, que la música es el únicolenguaje que todos entendemos? B! 

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texto yfotos

brigitte vasallo

MUSA DIENG KALA

«QAWWALI FLAMENCO»