feminismo y ciudadanía ana rubio1

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    DIVERSIDAD FEMINISTA

    Feminismo y

    ciudadana

    Ana Rubio CastroAna Rubio Castro

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    Ana Rubio Castro

    Es doctora en Derecho por la Universi-dad de Granada y profesora titular de Fi-losofa del Derecho de la Facultad deDerecho de la misma universidad.

    Fue investigadora del Instituto de Es-tudios sobre La Paz y los Conflictos de la

    Universidad de Granada; directora dela Coleccin Monogrfica Eirene de Estu-dios sobre la Paz y los Conflictos; inves-tigadora principal del proyecto La Fami-lia Matrimonial en el mbito del ordena-miento jurdico espaol, del InstitutoAndaluz de la Mujer, entre otros cargos.

    Entre sus publicaciones se encuen-tran: Gnero y desarrollo: internacionali- zacin de los derechos humanos de las mujeres (2002); La inaplicabilidad e ine- ficacia del derecho en la violencia contra las mujeres: un conflicto de valores (2003); Las polticas de igualdad: de la

    igualdad formal al mainstreaming (2003)y Por un nuevo contrato social, crtica jurdica (2004).

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    FEMINISMO Y CIUDADANA

    COLECCINDIVERSIDADFEMINISTA

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    Comit editorial del CEIICH

    Luis Bentez-BribiescaNorma Blazquez Graf Daniel Cazs Menache

    Enrique Contreras SurezRolando Garca Boutigue

    Rogelio Lpez Torres John Saxe-FernndezIsauro Uribe Pineda

    Guadalupe Valencia Garca

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    Feminismo y ciudadana

    Ana Rubio Castro

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Centro de Investigaciones Interdisciplinariasen Ciencias y Humanidades

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    Primera edicin: 2007

    Ana Rubio Castro Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y HumanidadesTorre II de Humanidades, 4 piso, Circuito Interior,Ciudad Universitaria, Coyoacn, 04510, Mxico, D.F.www.ceiich.unam.mx

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquiermedio sin la autorizacin escrita delCEIICH.

    ISBN 970-32-4064-X

    Impreso en Mxico / Printed in Mexico

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    Feminismo y ciudadana es un libro clave para comprender la di-mensin poltica de la que, en palabras de su autora, es la revolu-cin social ms larga de la historia: la transformacin feminista delmundo. Constituye una referencia obligada para quienes se intere-san por comprender el lugar que el Estado asigna a las mujeres, ascomo las razones por las cuales stas se han rebelado contra la ex-clusin, el silenciamiento y la conculcacin de sus derechos, mis-mas que el propio Estado ha promovido a travs de las institucionesque lo conforman.

    Hasta hace poco, este libro circul en Mxico en forma de unoscuantos ejemplares propiedad de investigadoras y acadmicas que,

    de acuerdo con un arraigado uso, ponen sus bibliotecas personalesa disposicin de las personas que las necesitan. Su reimpresin en lacoleccin Diversidad Feminista permitir hacerlo accesible a unpblico cada vez ms amplio en el pas y en Amrica Latina.

    Agradecemos a la doctora Ana Rubio la confianza depositadaen el Programa de Investigacin Feminista al otorgarnos los dere-chos para reproducir su obra, as como al Instituto Andaluz de laMujer por autorizarla sin ningn reparo. Con ello, las acadmicasinvolucradas en estas instituciones conjugamos esfuerzos paraampliar la influencia del conocimiento feminista en ambos ladosdel mar.

    MARTHAPATRICIACASTAEDASALGADOCOORDINADORA DELPROGRAMA

    DE INVESTIGACINFEMINISTA DEL CEIICH-UNAM

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    Presentar un libro escrito por una mujer, desde el pensamiento feminista,supone no slo establecer un puente entre la lectora o el lector que a l seacerque y el discurso que encontrar entre sus pginas, sino considerarlodesde el contexto en el que se ha escrito; en este caso, el contexto estsujeto a enormes cambios debido a la emergencia femenina en una socie-dad cuyo cdigo est dominado por lo masculino.

    La autora, Ana Rubio, estudiosa feminista y experta en investigacio-nes sobre la paz, se hace eco de los cambios producidos en nuestro pas,referidos al avance de las mujeres en todos los espacios, situndose espe-cialmente en la necesidad de la intervencin poltica y posicionndose enla defensa de la interaccin igualdad/diferencia.

    Para ello hace un recorrido-crnica del feminismo en nuestro pas alque considera en retrospectiva histrica muy comprometido con las

    fuerzas polticas y propone la elaboracin de un planteamiento tericocapaz de ser alternativa bajo el amparo de un nuevo horizonte utpico.

    En coherencia con sus investigaciones y contribucin al discurso dela paz, la autora manifiesta su gran preocupacin por unir las aportacio-nes de los diferentes discursos feministas, demostrando, desde su posi-cionamiento, la ambigedad jurdica del principio igualitario, por lo quedemanda cambios institucionales que afecten a la fundamentacin de este

    principio, acompaado de la conexin con la realidad para lo que pideniveles de concrecin.

    Su deseo es la promocin de una cultura que supere la que hastaahora ha generado la parcialidad del principio de igualdad y que hautilizado conceptos clave del movimiento feminista con diferentes alcan-ces, dependiendo de los contextos.

    El Instituto Andaluz de la Mujer desea con esta publicacin contri-buir al esfuerzo de seis aos de trabajo en la elaboracin de este libro a loque la autora, profesora de Filosofa del Derecho de la Universidad deGranada, califica en su presentacin como Odisea intelectualmente com-

    prometida.

    CARMENOLMEDOCHECADIRECTORA DELINSTITUTOANDALUZ DE LAMUJER

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    No ests a la modaPor hoy. Maana volver a estarlo.

    Maana t no estars aqu.No importa. Estar alguien que sea como yo.

    Y, a travs de su convencimiento, yo, est,donde est, volver a sentir el gozo de

    mi conviccin

    MARALEJRRAGAUNA MUJER POR CAMINOS DEESPAA

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    ndice

    Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

    I. Feminismo de la igualdad yfeminismo de la diferencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21Un nuevo hacer poltico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31Ambivalencias en el concepto de ciudadana . . . 39Algunas anotaciones sobre el feminismode la diferencia en Espaa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

    II. Igualdad y diferencia. Dos principios

    jurdicos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55Historia de un mito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55De la igualdad de derechos a la igualdad formal . 60Una vuelta atrs renovada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68Cmo resuelve la igualdad formalel reconocimiento de las diferencias? . . . . . . . . . . 71Apuesta por una igualdad compleja . . . . . . . . . . . 84

    III. El binomio poder-sexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95Modelo antropolgico moderno: Rousseau . . . . . 95

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    La sociedad civil: relaciones entre hombres

    y mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106Necesita la democracia el sometimientode las mujeres? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110Qu perdura de Rousseau en el presente? . . . . . 115Algunas propuestas de futuro . . . . . . . . . . . . . . . . 122

    IV. Obstculos invisibles en el ejercicio

    de la ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133Una introduccin al tiempo y al espacio . . . . . . . . 133Un espacio diferente para las mujeresy los hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138Tiempo de vida: tiempo productivo-tiemporeproductivo-tiempo de ocio . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142Tiempos de vida en la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . 152

    V. Aportaciones del feminismo al discursode la paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163Feminismo y paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163Concepto de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167Aportaciones del feminismo de la diferenciaal mbito terico de Peace Research . . . . . . . . . . . 173

    Eplogo: Perdamos el miedo a la diferencia . . . . . . . . 181

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    Presentacin

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    Escribir un libro durante seis aos se parece bastante a unaodisea intelectualmente compartida y a un largo debate. Elhaberle puesto punto final ahora no significa que todos losproblemas hayan sido resueltos, por el contrario, algunos deellos slo han sido enunciados. S creo que ha concluido unaparte de mi investigacin respecto a los presupuestos teri-cos que, segn mi opinin, deben ser tomados en considera-cin para analizar la igualdad y la diferencia hoy en el mbito jurdico-poltico. Para aquellos lectores que quiz estn inte-resados, esta obra ha sido publicada en fragmentos y en el

    orden que aqu se presenta, con alguna variacin.Mi primera intencin fue estudiar el feminismo de la igual-dad y el feminismo de la diferencia, pero pronto me sentatrapada por las ambigedades y las ambivalencias de laigualdad y de la diferencia. No bastaba con el anlisis que losdiferentes feminismos realizaban de dichos principios, eranecesario profundizar en su origen moderno y desvelar las

    razones de las distintas insuficiencias y parcialidades, mos-trando al mismo tiempo su necesaria interconexin. Un pro-blema me llev a otro. No era posible comprender la igualdady la diferencia construidas por el sistema jurdico sin atender

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    al modelo antropolgico que estaba determinando su alcan-

    ce y su significado.Mi primera estrategia para dar respuesta a estas cuestio-nes fue utilizar el discurso feminista como teora para la elabo-racin de alternativas, pero pronto se hizo en m evidente, dadami formacin dentro de la investigacin para la paz, que estediscurso poda proporcionar un marco terico ms complejoy amplio, desde el que dar respuesta a los problemas ante-

    riormente descritos. No se trataba de abandonar el feminis-mo, ni su imprescindible aportacin terica, sino de integrarambos discursos para pensar con ms complejidad las cues-tiones abordadas.

    Este cambio de orientacin me acerc a problemas y ex-periencias que no haba percibido con anterioridad y me diola oportunidad de comprobar que ambos discursos llevabanmucho tiempo entrelazados, no en los discursos acadmicos,sino en las prcticas asociativas y en los movimientos demujeres.

    Este libro no aspira a conclusiones definitivas, prefierolos desacuerdos, el debate abierto y la crtica que es capaz demejorar lo mejorable. No olvidemos que en la disidencia estla riqueza.

    Mi objetivo bsico ha sido elaborar una teora compro-metida con el principio de la emancipacin humana y capazde aportar elementos para el logro de un dilogo ms igual.Hay quienes defienden que una teora para ser cientfica debedistanciarse de las personas, de los sentimientos y de las ex-periencias para conocer la verdad. Yo he hecho todo lo con-trario. He deseado convertir mi argumentacin en un continuotejer entre teora y prctica, abstraccin y concrecin, claros yoscuros. Mi postura coloca a quien teoriza dentro del mun-do, implicado en una teora donde le sea imposible asomarse

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    Presentacin 19

    a conocer la realidad sin descubrirse a s misma/o. Esto re-

    presenta algo importante. El mundo se mover en una direc-cin slo si queremos ir en esa direccin. Supone afrontar elpropio trabajo terico como un desafo, y la realidad comoun proceso de sucesos, permanencias y rupturas, que en modoalguno se asemeja a un proceso lineal y progresivo.

    Comenzaba esta presentacin afirmando que este trabajoes compartido. Por esta razn, considero imprescindible in-

    corporar una larga relacin de agradecimientos. En primerlugar, debo al profesor Nicols Mara Lpez Calera una espe-cial mencin por su apoyo y colaboracin en todo el devenirde mi investigacin. De l he aprendido mucho intelectual-mente, pero sobre todo de su talante humano. A mi amiga ycompaera Mara Luisa Espada Ramos, profesora de Dere-cho Internacional Pblico de la Universidad de Granada, deboagradecerle el haber pensado en m para poner en marcha, junto a otros compaeros de diferentes disciplinas, el Institu-to de Estudios sobre la Paz y los Conflictos, especialidad queme acerc a un mbito de investigacin que me era descono-cido, hasta ese momento. Sin su ayuda esta obra sera incom-pleta. Gracias adems a mis compaeros del Departamentode Filosofa del Derecho por leer y criticar los diferentes bo-rradores, ofrecindome sus ideas siempre valiosas. Finalmen-te, la mayor deuda es para mis aliadas de investigacin ElidaAponte y Mara Juana Gil, quienes han debatido y revisadoconmigo los argumentos y propuesta aqu recogidos.

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    Captulo IFeminismo de la igualdady feminismo de la diferencia

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    Feminismo de la diferencia

    El objetivo de este captulo es exponer y analizar algunas delas aportaciones ms importantes que han llevado a cabo elfeminismo radical de los aos setenta y el actual feminismode la diferencia. En este feminismo se encuentran algunas ideasclaves para la construccin de un proyecto de futuro capaz deinvolucrar e ilusionar a la gran mayora de las mujeres.

    Para su comprensin hay que partir de las debilidades deun feminismo de larga tradicin histrica, el feminismo

    reivindicativo, que lucha nica y exclusivamente por la igual-dad de los derechos entre hombres y mujeres y olvida loslmites y las insuficiencias dela igualdad jurdico -formal .No podemos negar la importancia que el reconocimiento deciertos derechos civiles y polticos ha tenido para el ser hu-mano y, cmo no, tambin para la mujer.1 Sin embargo, he-

    1 Vase: P. Mars Vancells,La mujer en el Cdigo Civil , Universidad deNavarra, 1970. Varios,Mujer y Sociedad en Espaa (1700-1975) , Ministeriode Cultura. Instituto de la Mujer, Madrid, 1986. Mara Telo, La evolucin delos derechos de la mujer en Espaa,La mujer espaola: de la tradicin a la

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    mos de afirmar que el derecho es un simple instrumento, que

    se readapta en sus formas y en sus contenidos a los interesesy a las necesidades de la realidad social, poltica y econmi-ca. Por consiguiente, no estamos ante un instrumento neutro.Cuando el feminismo ha olvidado la ideologa y los valoresque subyacen en el derecho moderno, ha pagado un alto pre-cio por ello. Ha luchado por leyes que le suponan un altocoste social y poltico, porque sus resultados eran, la mayora

    de las veces, insuficientes y limitados. Estas insuficiencias ylimitaciones derivan de la propia estructura de las leyes, quehace abstraccin de la realidad de los individuos, oculta lasdiferencias bajo la mscara de lacategora de sujeto , parahacer posible el mito de la igualdad entre los hombres. Laigualdad, pues, est elaborada formalmente mediante la pro-clamacin de la universalidad de la categora de sujeto, tomacomo modelo para su elaboracin los intereses parciales delciudadano -varn-propietario .

    Cuando las mujeres luchan por legislaciones especialespara solucionar algunos de los mal llamados problemas fe-meninos, se encuentran con que las leyes difcilmente los re-suelven, porque derivan de la situacin de discriminacin einferioridad que se produce como consecuencia del repartoarbitrario de roles sociales entre hombres y mujeres, que ge-nera la separacin entre lo pblico y lo privado o domstico.Estas legislaciones no slo no solucionan los problemas, sinoque adems mantienen y reproducen la situacin de inferio-ridad y discriminacin al ofrecer una imagen de mujer des-

    modernidad (1960-1980) , Tecnos, Madrid, 1986. Concepcin FernndezVillanueva, Ana Ins Fernndez Cantero, Paloma Orts Poveda,La mujer antela administracin de Justicia , Ministerio de Cultura. Instituto de la Mujer,Madrid, 1988.

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    23Feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia

    valida, vctima, con la que tratan de justificar unsuplemento

    de proteccin respecto a la legislacin general.2

    Si el derechono diese esta imagen no podra legitimar una legislacin es-pecial, salvo que expresamente reconociera que en las socie-dades existen realmente ciudadanos de primera y ciudadanasy ciudadanos de segunda, lo cual alterara uno de sus princi-pios bsicos, la igualdad de todos los individuos. El error hasido luchar por la igualdad con legislaciones y polticas ten-

    dentes a confirmar la especificidad.Frente a la homogenizacin y al reduccionismo que elderecho hace, desde algunos sectores del feminismo se co-mienza a reclamar en los aos setenta el derecho de las muje-res a ser escuchadas por aquello que tienen que decir,

    2 Un ejemplo de legislacin especial es la legislacin reguladora del abor-to. La mayora de las leyes reguladoras del aborto en modo alguno se mues-tran eficaces para resolver el problema de fondo: una redefinicin del derechoa la vida, que es un derecho bsico en las sociedades occidentales, por estarestrechamente conectado con el tema de la seguridad, la defensa, la paz, laproteccin del grupo, la legtima defensa, etc. Las sociedades occidentales en-tienden el derecho a la vida como derecho a la reproduccin, a la super-vivencia de la especie. Sobre la base de esta interpretacin cobra sentido lapenalizacin de toda accin que limite la reproduccin. Esta forma de inter-pretar el derecho a la vida genera necesariamente un derecho para el hombrey una obligacin para la mujer: no impedir, ni obstaculizar la reproduccin dela vida. Todas las leyes reguladoras del aborto parten de esta fundamentacindel derecho a la vida, no sometiendo a crtica sus fundamentos y olvidandoque la mujer ha sido despojada de su libertad de decisin, de su individualidad,para sobrevalorar su funcin de madre, de instrumento o medio para la vida.

    En nuestra legislacin, un ejemplo claro de suplemento de proteccinlo encontramos en el delito de infanticidio, donde el motivo de evitacin de ladeshonra aparece como tipificador del hecho, dando lugar a una pena infe-

    rior a la del delito de parricidio. En la reforma del Cdigo Penal espaolrealizada tras la Constitucin de 1978, el infanticidio se recoge as en el art.410: La madre que para ocultar su deshonra, matare al hijo recin nacido,ser castigada con la pena de prisin menor. En la misma pena incurrirn losabuelos maternos que, para ocultar su deshonra, cometieren este delito.

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    rechazando ser reducidas a un problema: aborto, divorcio,

    violencia sexual, malos tratos...- o vistas en funcin de la ima-gen que los otros se hacen de ellas. Lo que se reclama, en defi-nitiva, es el derecho a ser sujeto, el derecho a hablar en primerapersona, el derecho a decidir. En esta lnea son bastante elo-cuentes las palabras de Carla Lonzi en su obraEscupamossobre Hegel : La igualdad es todo lo que se le ofrece a loscolonizados en el terreno de las leyes y los derechos. Es lo

    que se les impone en el terreno cultural. Es el principio sobrecuya base el colono contina condicionando al colonizado.El mundo de la igualdad es el mundo de la superchera

    legalizada, de lo unidimensional: el mundo de la diferencia esel mundo en el que el terrorismo depone las armas y la su-perchera cede al respeto de la variedad y multiplicidad dela vida. La igualdad entre los sexos es el ropaje con el que sedisfraza hoy la inferioridad de la mujer.3

    Este cambio en la valoracin de la igualdad jurdica y enla lucha por una identidad propia pone al descubierto pro-blemas mucho ms difciles de resolver. Lo que se reclama esla necesidad de construir una cultura propia, un nuevo len-guaje y una simbologa donde la mujer pudiera reconocerse,donde la mujer no fuese lo otro, lo negativo.4 A pesar de que

    3 C. Lonzi,Escupamos sobre Hegel , Editorial Anagrama, Barcelona, 1981,pp. 16-17.

    4 Lo que se est rechazando es una forma de conocimiento que se presentacomo neutro y universal, vlido y apropiable por todos los seres humanos, conindependencia de su identidad sexual. Demandar una cultura propia fueun tema bsico para el feminismo por su dimensin poltica. No podemosolvidar que el conocer es una forma de apropiacin de la realidad, un acto

    esencial en el ejercicio de la propia subjetividad. En el acto de conocer se estproduciendo una definicin de s y del mundo. Vase: M.L. Boccia, Percorsidella mente femminile e forme del sapere, enCon voce di donna: pensiero,linguaggio, comunicazione , Edit. Centro culturale della donna. Mara Meoni,Siena, 1988, pp. 37-60.

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    25Feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia

    esta perspectiva incorpor nuevas dificultades y gener prc-

    ticas difusas5

    que en nada favorecieron la implantacin delfeminismo, sus logros fueron mucho ms importantes: co-mienza a valorarse positivamente todo lo femenino. Se recla-ma independencia mental. Se rechazan las viejas estructurasy jerarquas del pasado. Se demandan nuevas formas de ac-tuar en el mbito de lo pblico y de lo privado. Darse cuentaque todo ligamen con el mundo masculino es un verdadero

    obstculo para la propia liberacin, sirve para hacer brotar laconciencia de s entre las mujeres, y la sorpresa de esta situa-cin revela horizontes insospechados a su expansin. Es eneste pasaje en el que aparece la posibilidad de una accin crea-dora feminista: en la afirmacin de s misma, sin garantizarsela compresin del hombre, la mujer alcanza aquel estadio delibertad que pone de manifiesto la decadencia del mito de lapareja con todo cuanto tena de tensiones hacia el ser de quiendependa su destino.6

    5 Intorno al 1975 cominciano a costituirsi gruppi che si dedicarono allarealizzazione di qualcosa, como librerie, biblioteche, case editrici, loughi diritrovo. Nasce la cosiddetta pratica del fare tra donne . Esta prctica intentasuperar las dificultades del aislamiento en que haban incurrido las prcticas

    de la autoconciencia, etableciendo enlaces entre los grupos de mujeres y lasociedad. Pero estos intentos no logran vencer el aislamiento, no consiguendar forma a ese hacer social y poltico nuevo por el que luchan. Para superarsus insuficiencias se crea elSottosopra verde ; este grupo usa un lenguajefemminile tutto regionante, secondo il modo di lavorare del suo grupo autore .Este grupo pretende crear una cultura y una simbologa propiamente femenina.Se piensa que la falta de avance y de consolidacin del feminismo tiene sucausa en la ausencia de la cultura propia.Libreria delle donne di Milano, Noncredere di aver dei diritti , Roseberg & Sellier, Torino 1987, pg. 89 y pg.135. Vase tambin: la revistaMemoria , 19-20, 1987. Este nmero estdedicado al movimiento feminista de los aos setenta.

    6 C. Lonzi., Significado de la autoconciencia de los grupos feministas,Rivolta femminile , Edit. Anagrama, Barcelona, 1981, pp. 102-103.

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    Lo que diferenciaba a este feminismo radical que va to-

    mando fuerza en los setenta, de las exigencias reivindicativasdel feminismo reformista y del feminismo socialista era, antetodo, una concepcin diferente del papel de las mujeres. Noentienden a las mujeres como un grupo social oprimido, comotal, homogneo y necesitado de tutela, sino como un sexo di-ferente, privado de existencia en el sistema social dominante.Este presupuesto permita que las mujeres se situaran en una

    nueva posicin que habra de producir cambios, porque cues-tionaba la validez del sistema. No es posible participar don-de no se existe, afirman una y otra vez las feministas radicales.Este rechazo a toda colaboracin institucional crea fuertestensiones en los colectivos feministas, por la difcil situacinen la que se encuentran aquellas feministas que durante aoshaban ejercido la doble militancia en partidos o sindicatos yen el movimiento feminista.

    Sin embargo, este cambio importante de orientacin reali-zado desde la perspectiva del feminismo radical ha sido olvi-dado con relativa frecuencia. Algunas veces, porque slo serecuerdan de este feminismo sus excesos o sus ambigedades.7

    7 Quiero advertir tambin que no todas las feministas de la diferenciautilizan exactamente del mismo modo este trmino; unas, las ms, hacen dela maternidad el ncleo de la diferencia; otras llegan a reivindicar el trabajodomstico; las hay que menosprecian el lesbianismo y otras que consideranque sta es su diferencia... No se trata aqu pues de valorar a tal o cual autora,sino de analizar qu significa el feminismo de la diferencia y a dnde lleva sureivindicacin; cules son, en definitiva, las consecuencias polticas que tienepara el movimiento de liberacin de las mujeres reivindicar el feminismo dela diferencia.

    Finalmente, parece importante tambin llamar la atencin sobre unacuestin singular: no espere nadie encontrar una definicin exacta de lo quehemos dado en llamar feminismo de la diferencia. Quienes se definen comosus partidarias rechazan, incluso explcitamente, definirlo...Ms an, las queconscientemente defienden la diferencia se limitan, en la inmensa mayoria de

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    27Feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia

    La sobrevaloracin del hecho biolgico les haca incurrir en un

    esencialismo tosco que desconoca el pluralismo existente en-tre las mujeres, y conduca a la reivindicacin de relacionesslo entre mujeres. Y otras veces era marginado por cierta co-modidad, porque era ms fcil situarse en las instituciones ydesde ellas realizar ciertos cambios, ciertas mejoras, que in-ventar una nueva cultura, un nuevo lenguaje, tal y como de-mandaban las feministas radicales. La mujer ha estado siempre

    acostumbrada a moverse y situarse en discursos ajenos. Haaprendido a sobrevivir en ellos, a utilizar lo que de utilizablestienen, pero no ha aprendido a construir.

    Este feminismo pona de relieve adems un dato impor-tante:la mujer no nace, se hace . La feminidad y la masculini-dad son smbolos culturales que han servido para justificar yservir de fundamento a una determinada relacin de poder.La mujer no se halla definida por su relacin con el hombre.La conciencia de este hecho es fundamental tanto para nues-tra lucha como para nuestra libertad.8 Con estas palabrasCarla Lonzi defenda que las prcticas de la autoconcienciaeran un instrumento imprescindible para entender que la ima-gen femenina con la que el hombre ha interpretado a la mujerha sido invencin suya.9 Unifiquemos las situaciones yepisodios de la experiencia histrica femenina: en ellas la mu- jer se ha manifestado interrumpiendo por primera vez el mo-nlogo de la civilizacin patriarcal.10 Ahora bien, esta toma

    las ocasiones, a oponerla a la igualdad, sin explicitar qu entienden por diferenciay qu por esa igualdad a la que se oponen. Empar Pineda, El mito de lafeminidad cabalga de nuevo?;El Viejo Topo , Extra 10, 1980, pp. 19-22.

    8 Carla Lonzi, Manifiesto de Rivolta Femminile, enEscupamos sobreHegel , Anagrma, Barcelona, 1981, p., 9.

    9 Op. cit. , p. 10.10 Op. cit. p. 11.

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    de conciencia, aunque importante, no era suficiente. Haba

    adems que transformar la realidad. ste fue el punto dbilde las prcticas de la autoconciencia que se desarrollaron enEuropa durante la dcada de los setenta.

    Estas prcticas de la autoconciencia, como intercambiode experiencias comunes, fueron para muchas mujeres el lu-gar social donde podan, por primera vez, hablar abiertamentede sus experiencias y que stas fueran positivamente valo-

    radas,11 pero no todo fue positivo en ellas. La insistencia yreiteracin de aspectos dolorosos de la condicin femeninageneraba sentimientos de insatisfaccin y frustracin, al nocontar con cauces adecuados que permitieran transformar esta

    11 Un ejemplo importante de estas prcticas lo encontramos en Millan,en el grupoDemau , durante 1970-1974. En este grupo se encuentra por primera

    vez en Italia una referencia clara a la capacidad de trascendencia de la mujer,frente al planteamiento hegeliano que sita a la mujer en la inmanencianegndole capacidad de trascendencia, la cual slo se reconoce al hombre.En la divulgacin de estas ideas y prcticas de la autoconciencia interesadestacar la importante labor de divulgacin realizada por la revistadellAnabasi ,dedicada a recoger textos americanos y franceses, ySottosopra , interesada enhacer pblicas las experiencias llevadas a cabo por grupos italianos.Libreradelle donne di Milano , Non credere di avere dei diritti , Roseberg & Sellier,Torino, 1987, pp. 32-33.

    En Espaa la experiencia ms parecida a estas prcticas de laautoconciencia se realiza por el Grupo Mujeres Independientes de Madriden La casa de Atocha . La casa de Atocha trata de buscar nuevas formas dedebate y de trabajo con mujeres, rechazan la doble militancia y suean confraguar un mundo de mujeres. La experiencia duro slo tres meses,desapareciendo en enero de 1981. Aunque el propio colectivo rechaza ladenominacin de grupo de autoconciencia, lo cierto es que sus prcticas seasemejan bastante a las actividades de grupos como el grupoDemau . Ponenciapresentada por el Grupo de Independientes de Madrid, Ojeada histrica, alas Jornadas Feministas estatales, celebradas los das 1, 2 y 3 de noviembre enBarcelona, 1985, pg. 61. Existen dificultades a la hora de citar esta ponenciapor existir dosdossier diferentes con ponencias correspondientes a estas jornadas, uno impreso, al que hacemos referencia y otro mecanografiado.

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    negativa realidad. El problema de estas prcticas era su difi-

    cultad para establecer puntos de conexin entre lo privado ylo pblico. Al haber rechazado toda participacin institucionaly no estructurar nuevas formas de actuacin pblica, queda-ban reducidas a la simple toma de conciencia de una situa-cin y a la reivindicacin de su autonoma. Pero defender laautonoma para la mujer, no es defender su aislamiento.

    Las relaciones entre mujeres se piensa entonces han

    sido, y continan siendo, una pieza clave para la construc-cin de una identidad y una subjetividad femenina no abstrac-ta, esto es, en estrecha conexin con la realidad de las mujeres.Pero esas relaciones no han de ser exclusivas. Las mujeres nopueden agotar su dimensin humana en las relaciones entremujeres, pues existe otra dimensin esencial: su relacin conlos hombres. El olvido de la importancia de estas otras rela-ciones ha sido un error del pasado del cual se intenta huir enla actualidad.

    El feminismo ha aprendido, tambin, que uno de sus gra-ves errores lo ha cometido cuando ha pretendido, frente a lacultura dominante, sustituir un esencialismo por otro, cuandoha cado en la trampa de creer que era posible definir qu es sermujer. No existe nada que pueda ser llamado mujer u hom-bre, existen mujeres y hombres, en los que confluyen dife-rencias de todo tipo. Por este motivo el proyecto feminista nodebe ser exclusivo ni excluyente de nadie. No es posible cons-truir una identidad abstracta, un modelo en el que reconocersehoy y siempre. Aquello que las mujeres y los hombres son yquieren ser habr de determinarse histrica y socialmente.

    Sobre la base de todo lo expuesto creo que el feminismocomo teora y como prctica debe ser capaz de desvelar todasy cada una de las distintas situaciones de discriminacin y dedesigualdad existentes. Ahora bien, este anlisis crtico, aun-

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    que importante e imprescindible, no transforma nada, slo

    nos hace dirigir nuestra mirada hacia el objeto del cambio. Alfeminismo, como movimiento social, no le basta ser un mo-vimiento cultural o de opinin, debe adems de aportar lasbases para construir unas nuevas relaciones de poder.12 Hade comprometerse en todos y cada uno de los niveles de larealidad. Es necesario y urgente estar presente donde se to-man las decisiones, donde se determina el presente y se cons-

    truye el futuro. Los movimientos de opinin, culturales oticos, no tienen capacidad para combatir la explotacin ma-terial. La situacin de discriminacin en la que se encuentranlas mujeres es compleja, por lo que la teora capaz de explicaresta situacin y de establecer vas de transformacin y de cam-

    12 Abbiamo messo in campo unesperienza su cui abbiamo ancorabisogno di regionare e riflettere; unesperienza che ci dice non soltantodifficolt che sono tante e numerose; ci dice potenzialit, contenuti, percorsi .

    Nel nostro ragionamento, nella costruzione e nella practica di unarappresentanza sessuata a queste potenzialit, a questi contenuti, a questipercorsi dobbiamo guardare con attenzione, assumendo politicamente alcuneparzialit alcune incrinature, che abbiamo sperimentato e che possonoessere pratica feconda di una rappresentanza che agisce un discorso de riforma.Penso sopratutto, alla pratica della trasversalit che in Parlamento sta cominciandoa prendere corpo; che ha avutto un momento alto nella presentazione dellaproposta di legge contro la violenza sessuale, nella battaglia contro la leggefinanziaria, nelle iniziative per la pace e la solidariet interazionale... Rifletendosu di noi, nei giorni scorsi, in un nostro seminario, ragionando sulla parzialite le contraddizioni del nostro percorso abbiamo nominato alcune questioniche vorrei riprendere: la nostra idea e practica dellautonomia; lassunzionedella trasversalit in luoghi in cui sono radicate la verticalit delle decisionie delle representanze; quali regole istituzionali nuove necessarie per sfuggirea meccanismi di integrazione-neutralizzazione; come modificare lassetotradizionalmente neutro delle assemblee elettive, come valori strutturalmenteantinomici hanno diritto di cittadinanza nelle istituzioni. Ersilia Salvado, Iltempo delle donne nella rappresentanza politica, ponencia presentada alCongreo II tempo delle donne , Roma, 15-16-17 abril, 1988,a cura delGruppo Comunista del Senatodella Repubblica , p.7.

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    bio no puede ser simple, ni sencilla, porque los problemas

    surgen en los ms diferentes niveles de la realidad: biolgi-co-sexual, inconsciente, ideolgico, econmico, etc. La prc-tica poltica del movimiento debe afrontar todos y cada unode estos planos, estableciendo el tiempo, los medios, los lu-gares, para conseguir la transformacin de una realidad quereduce a las mujeres al silencio, a la no existencia. Pero estaprctica no debe nunca olvidar los presupuestos tericos de

    un proyecto de futuro, de un proyecto utpico.En este orden de cosas, es importante que las mujeres lu-chenpor salir de lo privado , mbito donde la cultura domi-nante la sita. Quedarse ah, como hicieron las prcticas de laautoconciencia, conducira a la frustracin o a la negacinde lo que son como sujeto activo, sujeto que habla y decide.Estar en lo pblico significa dos cosas: estar presentes enlos centros de decisin y decidir, y algo an ms importan-te ser pblicas, ser vistas, ser conocidas por el pblico, ofre-cer, en pocas palabras, una imagen de normalidad. Esnecesario, en estos momentos de extraordinaria importanciade la imagen, ver cmo la mujer est en la poltica.

    Un nuevo hacer poltico

    Cmo participar y cmo estar en la poltica? El hecho de quelas mujeres acten y estn presentes en el mbito poltico esde gran importancia por lo que supone de adquisicin de laautntica ciudadana. Ahora bien, esta presencia no es sufi-ciente. Es necesario participar en la vida poltica einstitucional, pero de otra manera.

    Cuando la mujer se ha acercado a la esfera poltica, ellamisma y los dems han intentado, a toda costa, efectuar su

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    homologacin, no ser, ni mostrar nada que evidenciara la

    condicin de mujer, en otras palabras, no evidenciar ladife-rencia . Pero la falta de eficacia de esta actitud ha sido eviden-te. Se estaba en la poltica, pero nada cambiaba. No sealcanzaba a encontrar un hacer nuevo, una va de relacinentre lo privado y lo pblico especficamente feminista. Secaa en las mismas actuaciones y hbitos que se haban criti-cado. Cuando se intenta comprender las razones de esta con-

    tradiccin, se piensa que la causa est en la falta de unasimbologa propia y nueva, en la falta de un lenguaje sexuado,de una estructura sexuada de mediacin. Es preciso dar unpaso ms, adoptar una actitud ms radical, estar en la polti-ca pero haciendo que sta se transforme, haciendo poltica deotra manera. Cmo hacer posible esta prctica nueva?13 Noexisten recetas, sino que habr que ir construyndola da ada, a partir de la nueva subjetividad femenina. En la elabo-racin de estos nuevos modos y formas es preciso conseguirromper la distancia existente entre lo pblico y lo privado.Las mujeres pueden aportar a esta transformacin, su expe-riencia nica de estar, a un mismo tiempo, en el mbito de loprivado y de lo pblico, esto es, pueden utilizar positivamentesu ambivalencia.

    Como Sartre afirma, el poder y la voluntad general lo cons-tituye el grupo que logra totalizar el espacio social; no la serieatomizada, para la que este espacio no es sino un horizontede fuga. Esto implica afirmar que el poder no puede ser al-canzado individualmente, ha de accederse a l como sexo-

    13 M. Luisa Boccia, Stare da donne del Pci. Per una lettura sessuata delDocumento congressualeReti , 1-1989, pp. 3-16 Isabella Peretti, Donne edemocrazia. Una rassegna per una discussione, Centro de studi e iniziativeper la riforma dello stato, Roma, julio. 1990.

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    gnero. El feminismo tiene el reto de transformar los espa-

    cios de la impotencia en espacios de los iguales, en espaciosdonde se acta y se decide en primera persona, donde se ac-ta como sujeto.14Como no es posible partir de cero, ni pode-mos esperar a que la construccin de una subjetividadfemenina est concluida para comenzar la andadura en elmbito pblico, ser necesario ir elaborando ambas en para-lelo. A medida que vaya construyndose una identidad y un

    saber femenino, la nueva poltica ir tomando forma y conte-nido. Lo que propugno, pues, es una relacin dialctica entreteora y prctica feminista.

    Qu puede aportar de novedad el principio de la dife-rencia en la construccin de un proyecto feminista futuro?Antes de valorar las aportaciones que el actualfeminismode la diferencia 15 puede realizar, es preciso puntualizar al-

    14 C. Amors, Espacio de los iguales, espacio de las idnticas. Notassobre el poder y el principio de individuacin, enArbor , nm. 504, 1987,pp. 123-125.

    15 El actual feminismo de la diferencia comienza a tomar forma en ladcada de los ochenta en Italia y parte de la crtica radical que C. Lonzi hacea la cultura dominante y de las experiencias llevadas a cabo por los diferentesgrupos que realizan prcticas de autoconciencia, fundamentalmenteRivoltaFemminile . Rivolta Femminile es el grupo al que C. Lonzi estar siempreligada, tras abandonar sus trabajos de crtica de arte. El nico contenido delgrupo es laautoconciencia . Los escritos de C. Lonzi van dirigidos a explicitary analizar las diferentes etapas de la toma de conciencia y no pretende enmodo alguno establecer una teora poltica. En los escritos deRivolta Femminileautoconciencia y movilizacin poltica son prcticas irreconciliables, porquerepresentan dos modos distintos de situarse la mujer respecto al mundo. Estegrupo entiende que el feminismo comienza cuando la mujer busca laresonancia de s en la autenticidad de otra mujer, porque comprende queel nico modo de afirmarse a s misma reside en su propia especie. Y nopor querer excluir al hombre, sino porque se da cuenta de que la exclusincon que el hombre le retrueca expresa un problema del hombre, unafrustracin, una incapacidad suya, una costumbre masculina de concebir a la

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    gunos de los conceptos por l utilizados. Se reivindica la di-

    ferencia respecto a lo masculino, al hombre. Afirmar que laidentidad de las mujeres ha de construirse desde la diferen-cia significa rechazar la subjetividad humana-universal, don-de la mujer no est ni se reconoce. Marcar la diferencia sexualsupone una ruptura lgica, que permite enfrentarse a la his-toria y a la teora de la igualdad. Identificarse, diferencindo-se del estatuto ontolgico humano genrico, supone no

    aceptar dicha universalidad desvelando que la mujer no sereconoce en l.La diferencia de ser mujer ha encontrado su libre exis-

    tencia haciendo hincapi no en contradicciones determina-das, presentes en el conjunto social, sino en contradiccionesque cada mujer viva en s y que no tenan forma social antesde recibirla de la poltica feminista. Nosotras mismas, por asdecirlo, hemos inventado las contradicciones sociales quehacen necesaria nuestra libertad.

    La primera y fundamental invencin fue la de abrir enla sociedad lugares y momentos separados de socializacinfemenina autnoma.16

    Con el trmino diferencia sexual no se hace referencia a lafeminidad, a la individualizacin de la identidad o del carc-ter femenino. Feminidad y masculinidad son una produccinsimblica de la relacin de dominio entre sexos. El surgir de la

    mujer en vista a su equilibrio patriarcal. Texto del grupoRivolta Femmenile ,Significado de la autoconciencia de los grupos feministas (Miln, marzo,1971), Escupamos sobre Hegel , Edit, Anagrama, Barcelona, 1981, p. 103.

    El feminismo de la diferencia intenta salvar esta instancia dando un alcancedistinto a las relaciones entre mujeres, haciendo de estas relaciones el motor deuna prctica poltica nueva. Vase M. Luisa Boccia, Per una teoriadellautenticit. Lettura de Carla Lonzi,Memoria , 19-20, 1987. pp. 85-108.

    16 Librera delle donne di Milano , Non credere di avere dei diritti , cit.,p. 59.

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    diferencia sexual seala, en primer lugar, la produccin de la

    distancia existente entre la feminidad y la percepcin de sque las mujeres tienen. Es en este espacio de no adherencia alo femenino, donde surge el principio de la diferencia. Si noes tan obvio que ser mujer sea lo femenino, qu cosa es sermujer? Pensarse a s misma, no aceptar, sin ms, lo que losdems digan qu es, construir el yo, con independencia men-tal, es el fin que se propone el principio de la diferencia.

    El principio de la diferencia es, pues, la expresin de losniveles de contradiccin que desencadena la sociedad con-tempornea, consecuencia del avance y ampliacin de losprocesos de emancipacin, as como de la redistribucin deroles entre los sexos. La sociedad actual exige que la mujer seincorpore, como otro sujeto cualquiera, al mundo de la pro-duccin y del trabajo, pero a su vez mantiene su identidadunida al mbito de la reproduccin, de la sexualidad. La mujerha sido educada para que su autoestima se construya a partirde la aprobacin del marido o compaero y de los hijos/as.La ambivalencia que produce el moverse en dos mbitos tandistintos genera fuertes tensiones no slo a nivel personal,sino tambin familiar. El olvido del mbito domstico porparte de la poltica moderna se ha revelado, no como un errorde omisin sino como una eleccin profundamente funcio-nal y esencialmente inamovible.

    Hasta el momento, ningn partido, de la tendencia quesea, ha demostrado su voluntad de afrontar seriamente el temadel mbito domstico en su saber y en su proyecto poltico. Siaparece considerado es de modo marginal, unido a la cues-tin del reconocimiento del trabajo del hogar o a la mejora delos servicios sociales, sin poner en discusin el planteamien-to de fondo. Es posible que, cada vez ms, se est abriendocamino la opinin de que el modelo cultural de la casa es

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    intocable en cuanto es necesario y vital para el sistema, aun-

    que, curiosamente, no por ello desaparece el tono demarginacin y devaluacin hacia el modelo mismo.17El principio de la diferencia intenta ofrecer a la existencia

    de la mujer un modo de dar cuenta de s, haciendo convergerlos procesos de identificacin social y poltica que le afectan,con los procesos de individualizacin subjetiva. No porcausalidad el feminismo conjuga estrechamente el pensamien-

    to poltico y el psicoanlisis.18 El modo de liberar la diferen-cia sexual de la dependencia de un sujeto masculino universal,es que las mujeres se reconozcan diferentes.

    Este principio no ha alcanzado an credibilidad social, niha adquirido la legitimacin o reconocimiento social necesa-rios. Es una premisa, una nueva perspectiva, una nueva mi-rada. Esta nueva perspectiva exige recorrer un largo camino,en el que se demandan conceptualizaciones que afirmen enla sociedad la diferencia sexual. Estas conceptualizaciones seharn imposibles si se trabaja fuera y separadamente del or-den existente, fuera de las instituciones. La autonoma y lalibertad de las mujeres slo se conseguir introduciendo unlleno all donde slo hay vaco, introduciendo voz all dondeslo hay silencio.

    La produccin de un nuevo orden sexuado presuponenecesariamente la existencia y la autonoma del sujeto feme-

    17 Adriana Caverero, Lemancipazione diffidente. Considerazioni teorichesulle pari opportunit,Reti , 2, 1988, p. 47.

    18 Luisa Boccia, La ricerca della differenza, enMateriali e atti , nm.10, Suplemento al nmero 1 de enero-febrero 1988 deDemocrazia e diritto ,pp. 20-22. Vase en el mismo sentido: La prattica di rapporti tra donne nelmovimiento degli anni 70 nel feninismo oggi, enlo- lo specchio-laltra. Larelazione tra donne , Giannini editore, 1988, 29-37; Differenze nelladifferenza,Materiali e atti , nm. 8, Suplemento al nmero 1-2 de enero-abril de Democrazia e diritto , 1987, pp. 121-136.

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    nino, pero su xito depende de ver como opuestos, con igual

    presencia a las mujeres y a los hombres. La nueva perspecti-va debera determinar, paso a paso, cules son las diferenciasque se revelan a la luz de la realidad social y de la situacinde sujecin y dominio que las mujeres padecen, teniendo pre-sente que la superacin de esta situacin se hace posible, nopor la garanta de ser tratadas de igual modo prescindiendodel sexo, sino por la garanta de liberarse de una sistemtica

    subordinacin por razn del sexo.19Es necesario e imprescindible potenciar las relacionesentre mujeres para producir un saber, un conocimiento nue-vo, pero estas relaciones no son, no pueden ser exclusivas. Lasubjetividad femenina debe actuar en un doble plano: rela-ciones entre mujeres, relaciones hombres-mujeres.20

    Los aciertos de esta opcin por la diferencia vienen da-dos por su capacidad para construir una crtica radical a losfundamentos del actual orden social. La teora y la prcticafeminista de la diferencia tienden a configurar un nuevo sis-tema, un nuevo orden social, donde la idea motor sea laigualdad compleja . Compleja porque asume la dimensinde la diferencia, no slo como cualidad emprica, sino tam-bin como posicin asimtrica entre los sujetos. En este sen-tido, la igualdad es el efecto de una relacin, por supuestocompleja, entre identidades no reducibles a una medida co-mn; y la relacin entre diferencia e igualdad no puede re-solverse mediante la distincin lgica entre lo particular ylo general.21

    19 Marzia Barbera, Modelli deguaglianza. La giurisprudenza sulladifferenza tra i sessi.Reti , 5, 1989, p. 11.

    20 Luisa Boccia, La ricerca della differenza, cit, p. 24.21 Luisa Boccia, Liguaglanza impermeabile,ll bimestrale , nm. 1, enero,

    1989, p. 84.

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    El fin que se pretende conseguir es mostrar la parcialidad

    de lo masculino, como dato previo imprescindible para darpaso a la reciprocidad y a una nueva relacin.Despus de luchar durante aos por la paridad, resulta

    paradjico que, cuando an hoy no se ha alcanzado esta pari-dad en el mbito de los derechos sociales y econmicos, seluche por la diferencia. La dificultad terica que esta opcinconlleva es cmo dar cabida y valorar la diversidad, cmo cons-

    truir una relacin dialctica entre igualdad y diferencia. A es-tas dificultades hay que unir los recuerdos negativos que eldiscurso de la diferencia lleva consigo. Sin embargo, a pesarde todas estas dificultades es necesario rectificar el actual sis-tema poltico corrigiendo su tendencia a homogeneizar, aneutralizar a los contrarios, mxime cuando los modelos to-mados en consideracin son de una gran parcialidad. Slo deeste modo, creo, ser posible construir un orden social dondela persona humana pueda desenvolverse plenamente. No hayque ocultar los conflictos que existen y han de existir en lasociedad. Es preciso recuperar valores antagnicos: libertad-dependencia, igualdad-diversidad, solidaridad-egosmo, etc.,valores entre los que debe darse una relacin dialctica. Slode este modo se puede elaborar y configurar un orden polti-co vivo, dinmico, alejado de las abstracciones y encorse-tamientos del pasado.

    Ahora bien, no podemos olvidar que cada disciplina,cada investigacin terica tiene su historia, y esta historiase concreta en una herencia cultural, que es recibida por elque investiga. No es posible prescindir, sin ms, de estaherencia recibida, no es posible partir de cero. Pero cmorecibir esta herencia? La cultura heredada ha de ser utili-zada con espritu crtico. Debemos tomar y utilizar su va-lor pedaggico, su valor instrumental y conceptual. No es

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    posible una negacin total de toda la cultura dominante,

    porque esto reducira al feminismo, como movimiento ti-co cultural, a la nada. Pero hay que sacar a la luz las diferen-cias, all donde la cultura actual las oculta, hay que desvelarel entramado terico con que la homogeneizacin ha sidoconstruida.

    Ambivalencia en el concepto de ciudadana

    La eficacia de esta perspectiva de la diferencia podemos cons-tatarla en el anlisis de tres grandes ambivalencias o tensio-nes que estn presentes en elconcepto de ciudadana . Laprimera ambivalencia se refiere alconcepto de individuo-libre-autodeterminante , que configura la categora de ciu-dadano frente a la de sbdito. La definicin rousseaunianade ciudadano,varn-poseedor-padre de familia , no testimo-nia una visin parcial, sino que define los requisitos de laciudadana. La importancia de una familia sobre la que ejer-cer la autoridad y las consecuencias negativas que esto pro-duce en la ciudadana de las mujeres, contina siendo unaconstante, incluso en la articulacin de los derechos econ-micos y sociales. Pensemos, por ejemplo, en el concepto desalario mnimo, cuyo contenido est determinado por las ne-cesidades de unafamilia normal .

    Desde su origen, el concepto de ciudadana se encontrfrente a una inherente imposibilidad, realizar el universalismoque predicaba. Marx, al explicitar esta cuestin, mantiene elvalor de la independencia basada en la autonoma econmica.Otros tipos de relaciones de dependencia-independencia noson reconocidos. Esto explica por qu la falta de ciudadana delas mujeres se ha pretendido resolver a travs de la simple in-

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    corporacin al trabajo. La nica interdependencia reconocida

    y valorada es la existente entre los trabajadores.22

    La segunda ambivalencia, en un mundo de Estados-na-cin, afecta a la relacin del individuo con el Estado, comouna de las bases principales de la ciudadana. No tener na-cin significa no poder ser ciudadano. Si recordamos cmose ha regulado la nacionalidad, se comprueba perfectamenteque las mujeres no han sido incorporadas como ciudadanos-

    individuos, sino como miembros de la familia. Adquiran lanacionalidad del marido perdiendo la suya propia. De estemodo se pretenda garantizar la unidad de la familia y el con-trol sobre la descendencia. La construccin del Estado-naciny de la familia burguesa es paralela. Las mujeres tenan en lanacin la misma posicin que en la familia.23

    La tendencia moderna, por el contrario, es la de la conser-vacin por la mujer de su propio estatuto y nacionalidad, porlo que no sigue necesariamente la del marido al concluir sumatrimonio o al cambiar ste su nacionalidad por naturaliza-cin. Las razones de este cambio de orientacin,24que se acen-

    22 Chiara Sargceno, La struttura di genere della cittadinanza,Democraziae diritto , nm, 1, 1988, pp. 277-280.

    23 Op. Cit ., pp. 280-283.24 En Espaa habr que esperar a 1975 para que se introduzca este cambio

    de orientacin. La Ley 14/1975 de 2 de mayo, en su exposicin de motivos,afirma que aunque el principio de la unidad de la familia, en materia denacionalidad, ha regido en el derecho civil espaol, los cambios en lamultiplicacin de las relaciones internacionales, tanto a escala de Estados comode personas y el decidido cambio hacia comunidades ms amplias, exige laalteracin de aquellas premisas, entendindose que no hay razn para rechazarque en el seno de la familia puedan coexistir distintas nacionalidades.

    En 1982 se da un paso ms suprimindose todo el rgimen de lanacionalidad de la mujer casada, elaborado en 1975. Esta supresin se justificaen el principio de igualdad. El principio de igualdad reconocido en laConstitucin espaola hace innecesario, se afirma en la Ley 51/1982 de 13 de

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    ta despus de la segunda guerra mundial a travs de la ac-

    tuacin de Naciones Unidas, se encuentran en las fuertes dis-criminaciones que sufren los derechos de las mujeres casadasen el mbito del Derecho privado al existir el peligro de quelas mujeres lleguen a ser aptridas como consecuencia delmatrimonio.

    Finalmente, es preciso sealar cmo los ciudadanos son talesal margen de sus diferencias. Es ms, slo aquellos que pueden

    evitar la interferencia de las diferencias y de las particularida-des son verdaderos ciudadanos. La tensin entre individuo, enel que confluyen la multiplicidad de diferencias, y ciudadanose haba logrado resolver mediante la construccin de la dico-toma pblico-privado. Lo pblico representa lo homogneo,el rea de los derechos; lo privado representa lo particular, lafamilia, el rea de la diferencia, de los particularismos. Aque-llos que no podan separar la vida privada de la colectiva, ir-nicamente, eran condenados a ser slo personas privadas, nopblicas. Es decir, quienes no tenan una verdadera privacidad,perdan o no adquiran el reconocimiento de ciudadano, el de-recho a la universalidad homognea de la ciudadana.

    En el caso de las mujeres, la cuestin se produca de otromodo. Las mujeres estaban excluidas de la vida pblica, pre-cisamente porque tenan asignada la funcin de garantizar,crear y simbolizar la esfera privada, el lugar de la individua-lidad, de la diferencia. Cuando las mujeres no aceptaban esterecinto eran consideradas, no hombres, sino mujeres de se-gunda categora. La vida y las relaciones pblicas suponen

    julio, la existencia de un rgimen jurdico diferente para los hombres y lasmujeres en materia de matrimonio.

    Para conocer estos cambios jurdicos de orientacin en materia denacionalidad de la mujer casada, vase: B. Dutoit,La nationalit de la femmemarie . Vol. I., Libraire Droz S.A., Ginebra, 1973.

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    un riesgo, una corrupcin, para la mujer. Pensemos, por ejem-

    plo, en el trmino mujer pblica.La unidad familiar fundada sobre una especfica divisindel trabajo, se ha revelado un mecanismo eficaz de resolu-cin de las tensiones inherentes a la ciudadana, mxime cuan-do apareca como algo obvio y natural. Sin embargo, estemecanismo ha comenzado a ser problemtico, a medida quese ha ampliado y extendido la ciudadana a grupos sociales

    que no constituan el referente ideal de ciudadano.25Profundizando en esta perspectiva, se ha construido elconcepto derepresentacin sexuada , en un intento de forzaral lmite el concepto abstracto de representacin existente enlas democracias occidentales. Las crticas no se han hechoesperar. Se afirma que, detrs de este concepto, slo existe lareivindicacin de acciones positivas. Que, oculto en un hipo-ttico programa emancipador, slo existe la actuacin de ungrupo de presin o un grupo de intereses.26

    La representacin sexuada no comporta, sin embrago, unproyecto poltico en el que todas las mujeres han de encon-trarse, anulando su diversidad y pluralismo. Si fuese as, es-taramos hablando de representacin de gnero, de un partidoslo de mujeres, lo que dara lugar a unapartheid poltico.No slo razones tericas e ideolgicas llevan a rechazar unpartido feminista, sino tambin razones de eficacia. Los sis-temas electorales penalizan a las formaciones polticas mino-ritarias, lo que hara casi imposible estar representadas yactuar en las instituciones.27

    25

    Op, cit. , pp. 286-287.26 Gianfranco Pasquino, La diferenza nel rappresentare e nel governare,Materiali e atti , nm. 10, pp. 159-165.

    27 Vase: Maria Rodano, II genere femminile nei sistemi politici europei,en Materiali e atti , nm. 10, pp. 99-120.

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    Asumir la diferencia como fundamento de una represen-

    tacin sexuada en las instituciones, significa asumircrticamente la idea y la forma de la representacin, de susprincipios organizativos, de sus mitificaciones. Supone unacrtica de la representacin como expresin de la soberanapopular, del conjunto de la voluntad de los ciudadanos con-cebidos como seres asexuados, entidades genricas y abstrac-tas.28 Asumir la diferencia significa optar por la realidad.

    Significa hacer evidente cmo, a pesar de que una y otra vezse repite que en las sociedades modernas todas las personassomos iguales, que las diferencias, aunque existentes, no sonsignificativas, la diferencia sexual atraviesa todos los planosde la vida social, poltica y jurdica.

    Si fuera cierto que no existen diferencias entre las muje-res y los hombres respecto a sus valores, intereses, etc., por-que todos somos perfectamente incluibles en la categoraabstracta de sujeto-ciudadano, la representacin sexuada, larepresentacin de hombres y mujeres como integrantes am-bos de la sociedad, no tendra ningn significado especial,parecera por el contrario algo obvio y natural. Sin embargo,no es as, sino que levanta oleadas de protesta criticndose alas mujeres porque quieren constituirse en un grupo de inte-rs. Si las mujeres son un grupo de inters, hemos de pensar

    28 La presenza femminile in realt rappresenta Iemersione di unaltralogica, di unaltra storia-come mi sembra rica la Rossanda-, di un altro sistemadi regole, diverso da quello che storicamente ha portato alle forme attuali,fortemente segnate dal soggetto maschile. Luniverso femminile esprimeunalterit radicale, no iscrivibile nei codici e nelle forme organizzative eistituzionali che abbiamo sperimentato; coincide con tutto ci che non statodetto nella storia, e per questo-io credo costituisce un enigma che interrogala storia e che ci costringe a interrogarci sulla pensabilit di forme dellasoggettivit diverse da quelle che conosciamo. P. Barcellona, Soggettivit emercificazione,Materiali e atti , 10, 1988, pp. 142-143.

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    que durante decenios han sido gobernadas por otro grupo de

    inters, el de los hombres. En el momento en que las mujereshan cuestionado la conquista de la ciudadana poltica y so-cial como horizonte de su lucha poltica, se han constituidocomo sujeto, volvindose hacia la individualizacin de susrazones de parte de sexo.

    Por todo lo expuesto, entiendo que esta perspectiva de ladiferencia aporta un modo de hacer y decidir en el que prima

    la independencia mental de las mujeres y, cmo no, tambinde los hombres, en tanto que se apuesta por un pensamientofuertemente impregnado de dudas e inacabado. La apuesta,pues, por una subjetividad integrada por mujeres y hombresha de estar continuamente configurndose para no caer enabstracciones y esencialismos.

    Un sector importante del feminismo italiano ha incorpo-rado esta perspectiva a su lucha poltica y ha experimentadoen los ltimos aos la utilidad de esta opcin.29 La diferencia

    29 Costruire la forza delle donne un impegno che dobbiamo a noistesse e al partito in cui militiamo. Con la forza delle donne possibile costruirela societ umana nella quele le donne, in quanto donne, e gli uomini, inquanto uomini, possano riconosciersi pienamente. Per questo vogliamo esserein tante a fare politica nel Pci e riconoscerci como donne in ogni sede ocampo della nostra attivit. Daltra parte le scelte e valori espressi dalle donnesono oggi uno dei fondamenti e una delle pi profonde ragioni dessere dellasinistra e del Pci.Dalle donne. La forza delle donne. Carta itinerante .,Documento a cura de la sezione femminile della direzione del Pci, Edit. Nuovastampa di Mondadori, 1987, p. 10.

    La importancia del feminismo en el seno delPCI es hecha pblica de unmodo contundente por Enrico Berlinguer durante la VII Conferencia nacionalde las mujeres comunistas, celebrada en Roma durante los das 2, 3 y 4 demarzo de 1984, donde afirma: Oggi che le donne hanno portato avanti il temadella liberazione (che comprende, ma supera, quello dellemancipazione) icomunisti, conseguenti, in quanto rivoluzionari, e perci fautori della fine diogni forma di oppressione, devono superare quegli orientamenti culturali, guegliatteggiamenti, metali e pratici, quelle abitudini che sono proprie di una societ

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    sexual es un principio constitutivo de la mujer como sujeto, y

    lo es porque tiende a dar forma y eficacia a la parcialidad. Lademocracia no puede asimilar la diferencia como punto devista autnomo del sujeto femenino. Las sociedades demo-crticas, se entiende, son aquellas en las que existe una repre-sentacin formal de la sociedad. No estn en modo algunopensadas como sociedades sexuadas, ni como un orden pol-tico sexuado. Precisamente por esto, el discurso de la dife-

    rencia acierta a ofrecer un discurso radical que no puede serfcilmente asimilado y eliminado por el sistema. Su opcintrae a la luz importantes problemas, sobre los que no existenrespuestas fciles, entre los cuales hay que destacar los si-guientes: Cmo articular esta especificidad femenina?, esposible su insercin en el mbito institucional? Existe en es-tos momentos un importante debate terico abierto, no hayrecetas ni frmulas fciles, aunque algunas prcticas y rela-ciones se han hecho eco de estas perspectivas.30

    e di una cultura, e quindi anche di un modo de far politica, construiti secondolimpronta machilista, cio in nome di una pretesa supremazia delluomo sulladonna e dell concesioni che ne sono derivate e che egli ha ereditato .

    El peso y la importancia del feminismo en elPCIse ha vuelto a poner de

    manifiesto en los debates del ltimo congreso celebrado en febrero de 1990en Bolonia, donde se debati en profundidad el peso que la mujer haba detener en la nueva configuracin del partido.

    30 La questione di un diritto che tenga conto dellesistenza di due sessi stata posta, in Italia, contestualmente alla battaglia, durata dieci anni, permodificare la legislazione penale sulla violenza sessuale. Essa tuttavia ha giuna storia meno visible, consegnata piuttosto ai processi che non al tentativodi mutare le norme, nei conflitti che nascono da separazioni, divorzi,convivenze de fatto che si dissolvono, i quali oppongono gli interessi delledonne a quelli degli uomini rispetto al mantenimento, la responsabilit neicontronti dei figli, ecc.Riflessioni a partire della differenza di sesso. Ipotesidi lavoro (a cura di M.L. Boccia), Sezione problemi istituzionali italiani, Centrodi studi e iniziative per la riforma dello stato, Roma, junio, 1989, p. 7.

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    Existen problemas graves en las sociedades actuales para

    los que la cultura dominante no tiene respuesta, porque elmismo hecho de afrontarlos supondra cuestionar algunos desus principios constitutivos. En el mbito de la procreacinse plantean importantes interrogantes sin resolucin, talescomo: Puede sostenerse que sea el cuerpo de la mujer espa-cio del ejercicio de un derecho ajeno, tal y como se hace alpenalizar el aborto? No se fragmenta de este modo la sub-

    jetividad de la mujer? Iguales tensiones se producen en elanlisis de la familia. La sociedad sita a la familia en un pro-ceso continuo de desintegracin como lugar de relacin so-cial y la somete a la lgica del mercado; pero al mismo tiemponecesita de la familia para reconstruir los deteriorados lazosde la solidaridad social, ante la crisis del Estado social. Estehecho introduce un elemento continuo de tensin en el senode la familia, tensin que se hace cada da ms fuerte y quetendr necesariamente que resolverse valorando la importan-cia social y econmica de la unidad familiar, algo negado hastael momento, al reducir y recluirla al mbito exclusivo de loprivado.

    Reclamar el desempeo de una actividad tradicionalmenterealizada por hombres, como es la actividad poltica, no su-pone hacerlo del mismo modo, ni con los mismos criterios ovalores. El lugar donde las mujeres han de encontrar las cla-ves para la configuracin de una nueva cultura poltica, hade ser las otras mujeres. La posibilidad de centrar, en las rela-ciones entre mujeres, el desarrollo de la propia subjetividad

    En este mismo trabajo encontramos otros ejemplos de cmo la perspec-tiva de la diferencia se ha introducido en el anlisis y en la reflexin tericaacerca de la representacin, de la procreacin, la familia, paridad o igualdadde oportunidades en el trabajo.

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    ha sido el descubrimiento ms importante, logrado en los aos

    setenta.31

    Desde la autoconciencia, se reclama y reconoce lacapacidad, como sujeto sexuado, de la mujer a juzgar y de-fender el propio juicio, contra un mundo cultural, el de loshombres, en el que esta capacidad est negada.

    Algunos autores han destacado el proceso actual de re-duccin y alteracin, no slo de las garantas, sino en generalde las formas de la poltica en las democracias occidenta-

    les. Esta situacin de peligro no es comprendida como unproceso de degeneracin de un modelo, sino como la pro-duccin de contradicciones y tensiones inditas en la rela-cin entre los sujetos y las formas de la poltica. De ah lanecesidad de hoy plantear el tema de la democracia en rela-cin con los sujetos sociales y, cmo no, en relacin con elsujeto mujer, para comprobar su incidencia.

    El valor del feminismo viene determinado por su inci-dencia como instrumento desestructurador, por su capacidadpara producir innovaciones sociales y abrir un campo de op-ciones y de oposiciones a la situacin social, desde una nue-va cultura. Su radicalidad y su identidad vienen determinadaspor su capacidad para resistirse a la forma del negocio o ac-ceso a derechos,32 por su capacidad, en definitiva, para cons-truir un nuevo lenguaje, una nueva cultura opuesta a la culturadominante. Hacer vivo el conflicto entre los sexos, dentro delas instituciones polticas, permite reconocer el lmite de laforma democrtica y de la forma poltica. Mostrar este lmitees el mejor modo de afrontarlo, as como de construir nuevas

    31 Vase: II movimiento feminista negli anni 70, enMemoria , Rivista distoria delle donne, nm. 19-20 (1-2, 1987).

    32 Luisa Boccia, I soggetti dei conflitti attorno alla storicita,Democraziae diritto , nm. 1, 1988, p. 312.

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    formas polticas ms adecuadas a la naturaleza de los con-

    flictos en las sociedades actuales.Existe, por ltimo, algo valioso en esta perspectiva delfeminismo de la diferencia: el protagonismo otorgado a losactores sociales. Esto es importante, cuando las modernas teo-ras cancelan, con demasiada frecuencia, a los sujetos, privi-legiando la referencia al sistema como principio explicativodel cambio social.

    Algunas anotaciones sobre el feminismode la diferencia en Espaa

    En qu medida el feminismo de la diferencia puede ser enEspaa un motor de cambio? En la historia del feminismo sedistinguen tres tendencias: feminismo igualitario, feminismosocialista y feminismo radical, tendencias que de un modo uotro estn presentes en todos los pases, aunque su desarro-llo e importancia dependen de las caractersticas de cada pas.En Espaa tambin se dan estas distintas opciones ideolgi-cas, pero con una especificidad: el feminismo espaol quemaetapas tan apresuradamente que en 1979 opta por el feminis-mo radical de la diferencia, sin haber debatido suficientementelos contenidos ideolgicos y las propuestas polticas del fe-minismo de la igualdad. Esta precipitacin da lugar a la con-fusin y, a veces, al desconcierto. La rapidez con la que losacontecimientos se producen, no es exclusiva del feminismo,sino que viene determinada por la rapidez de los propios acon-tecimientos polticos, jurdicos y sociales.

    Para comprender las razones que llevan al feminismo espa-ol a optar, tras intensas tensiones, en las Jornadas de Granadade 1979, por el feminismo de la diferencia, es preciso conocer

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    cmo nace el proyecto feminista. La falta de Ilustracin en Espa-

    a, los escasos momentos33

    en que el liberalismo encuentra ex-presin en nuestro pas, explican suficientemente las enormesdificultades para encontrar un espacio social y poltico.

    En la dcada de los sesenta no existen en Espaa organi-zaciones feminista.34 En el periodo de 1974-1977, coincidien-do con la muerte de Franco y el advenimiento de lademocracia, se produce la expansin del feminismo.35Ahora

    bien, este feminismo nace integrado en la lucha antifascista yanticapitalista, nace muy comprometido con las fuerzas pol-ticas. Las consecuencias de este compromiso son que las rei-vindicaciones feministas constituyen un simple apndice enlos programas polticos, ante la necesidad de llevar a caboreformas urgentes e importantsimas en todos los niveles dela vida espaola. Despus de aprobada la Constitucin, pare-ca el momento de la independencia.

    Las Jornadas de Granada significan, ante todo, el distan-ciamiento de las directrices de los aparatos de los partidos. Elproblema era que no se tena suficientemente claro qu debaser ese nuevo feminismo independiente; mxime cuando des-de el feminismo de la igualdad se rechazan tan abiertamenteestas nuevas propuestas36 y se evita la posibilidad de un di-

    33 Vase: Gloria ngeles Franco Rubio, La contribucin de la mujerespaola a la poltica contempornea: de la Restauracin a la guerra civil(1876-1939), enMujer y Sociedad en Espaa (1700-1975) , Ministerio deCultura, Instituto de la Mujer, Madrid, 1986, 2 edicin, p. 245.

    34 Vase: Celia Amors, El movimiento Feminista en Espaa, enLamujer espaola: de la tradicin a la modernidad (1960-1980) , Tecnos, Madrid,1986, pg. 29.

    35 Op. cit ., pp. 32-38.36 Las paradojas del discurso de la diferencia, sin embargo, no solamente

    se ponen de manifiesto llevndolas a los lmites escatolgicos de ValrieSolanas. Basta con representarse el espectculo de una manifestacin de

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    logo, del que seguramente hubiesen surgido propuestas

    innovadoras y enriquecedoras para ambos planteamientos.Los pocos intentos de teorizacin que se producen en los aossucesivos, en las jornadas de las independientes, fracasan. Selograron celebrar con cierto xito jornadas de 1981 a 1984, yaen este ltimo ao se produjo un descenso importante en laasistencia y en el inters de las ponencias y talleres que sehaban montado, en el intento de dar un giro a los contenidos

    de las jornadas.En el aspecto ideolgico, las Jornadas de Mujeres Inde-pendientes de 1984 evidencian la separacin, dentro del fe-minismo independiente, de un feminismo ms ldico y otrofeminismo ms comprometido socialmente. Como ocurriratambin en las jornadas de 1985, las participantes se definena s mismas como integrantes de un feminismo radical, no deun feminismo de la diferencia. Pero, paradjicamente, no tieneclaro qu significa ese feminismo radical e independiente.

    Lo que triunfa en 1979 en Granada es el anhelo de pensarcon independencia. No saben muy bien los colectivos demujeres independientes qu quieren ser, pero s tienen clarolo que no desean ser; ser una fuerza engullida por los apara-tos organizativos. No quieren hablar por boca de otros. Surechazo a ser etiquetadas bajo la rbrica de feminismo de ladiferencia, no es consecuencia de su rechazo al contenido ideo-lgico de este feminismo, sino consecuencia de sus dudas eincertidumbres. No se rechaza un proyecto, se rechaza el nodecidir con libertad qu ser, como lo prueban sus preocupa-

    mujeres reivindicando militantemente y no veo cmo ello sera posible sincarga alguna de agresividad los valores femeninos de la dulzura, la ternuray la emocionalidad. C. Amors, Feminiso, discurso de la diferencia, discursode la igualdad,El viejo topo , extra 10, p. 31.

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    ciones y temas: exaltacin de lo femenino, crtica a la cultura

    dominante, anhelo de una cultura diferente, referencia a lasprcticas de autoconciencia, intento de conectar lo pblicocon lo privado.

    En el balance crtico que las mujeres independientes deMadrid presentan en las Jornadas 10 aos de lucha del Mo-vimiento Feminista, celebradas en Barcelona los das 1, 2 y3, de noviembre de 1985, afirman cmo las Jornadas de Gra-

    nada son la primera manifestacin clara del feminismo de ladiferencia, si bien no se tenan muy claras las teoras quemanifestaron sus creadoras (Anni Leclerc) o, al menos, unamayora: Sobamos con fraguar un mundo de mujeres.37

    Nada volvi a ser igual. Se crean superadas ciertas eta-pas de construccin de la democracia y de lucha por las liber-tades burguesas. Era el momento de reivindicar algo ms, elreconocimiento de la posibilidad de actuar y de tomar deci-siones por s mismas. Pero no haber contado con tiempo paraconsolidar el movimiento, tuvo efectos negativos en la ma-

    37 En nuestras reuniones intentbamos plasmar una idea casi embrionariade nuevas formas de organizacin, rechazbamos una estructura organizativargida y un feminismo puramente reivindicativo. Buscbamos nuevas formas

    de debate, de estar, de trabajar entre mujeres. Tenamos las cosas muy claras,sobre todo, respecto a lo que no queramos, rechazbamos la doble militanciay tenamos como punto de referencia el mundo masculino que no nos gustabanada. Sobamos o dbamos las primeras pinceladas de cmo fraguar unmundo de mujeres.

    Los debates y discusiones no partan de algo ajeno a nosotras, y tratbamosde no hacer separaciones tajantes entre el mundo de lo pblico y de lo privado,para nosotras lo privado tambin era poltico, pblico y nos importaba comomujeres. Partamos de nuestras propias vivencias, contradicciones, avances yponamos en comn una serie de inquietudes encaminadas a un concepto devida distinto en un mundo exclusivamente nuestro. Grupo de Independientesde Madrid, Ojeada histrica, Jornadas 10 aos de lucha del movimientofeminista, Barcelona, 1-2-3 noviembre, 1985, texto impreso, p. 61.

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    durez y consolidacin del discurso feminista. En efecto, el

    discurso feminista sigue siendo an, en Espaa, el gran des-conocido. En un catlogo de 1987, de seiscientas organizacio-nes relacionadas con la problemtica de la mujer, slo sesentase definen como feministas. La gran mayora huye de esteadjetivo y prefiere configurarse en torno a un conflicto par-ticular: educacin no sexista, aborto libre, desarrollo de unacultura femenina, etc.38 Con esta fragmentacin pretenden

    huir de la inexistencia de un proyecto global. La mayora delos colectivos feministas espaoles toman contacto con laopinin pblica slo con motivo de acontecimientos especia-les y espordicos: da de la mujer trabajadora, crticas a cier-tas actuaciones de la administracin de Justicia, temasrelacionados con la violencia sexual, etc. Esta falta de conti-nuidad, motivada por la carencia de medios econmicos y deinfraestructura, hace muy difcil la incidencia social.

    Para salvar de algn modo esta situacin, algunos colec-tivos feministas utilizan la Universidad o los partidos comoplataformas desde las que hacerse or. En el mbito universi-tario, basta con hacer referencia a losSeminarios de Estu-dios de la Mujer . En ellos no slo se investiga, sino que ademsse realizan importantes labores de divulgacin de los proble-mas de las mujeres. Respecto al feminismo que acta en tor-no a los partidos, hay que destacar la labor realizada por elInstituto de la Mujer desde su creacin en 1983, cuyo objeti-vo primordial ha sido remover los obstculos que dificultan

    38 Vase: Pilar Folguera, De la transicin poltica a la democracia. Laevolucin del feminismo en Espaa durante 1975-1988, enEl feminismo enEspaa: dos siglos de historia , Pablo Iglesias, Madrid, 1988, p. 126. PilarEscario, Ins Alberdi, Ana Ins Lpez-Accotto,Lo personal es poltico. ElMovimiento Feminista en la transicin , Ministerio de Asuntos Sociales, Institutode la Mujer, 1996.

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    el cumplimiento efectivo del principio de igualdad.39 Las ac-

    tividades llevadas a cabo por el Instituto, o financiadas porl, han ido dirigidas, sobre todo, al conocimiento de la situa-cin socio-jurdica y econmica de la mujer espaola, es de-cir, a la investigacin sociolgica. Esta investigacin es muyimportante para establecer planes de actuacin poltica y fi- jar prioridades, pero entiendo que no es una investigacinsuficiente. No basta con conocer la realidad, es preciso tam-

    bin establecer los mecanismos que hagan posible el cambio,la transformacin profunda. En el caso de la mujer esta trans-formacin slo es posible, como hemos pretendido exponeren estas pginas, si se elabora un planteamiento terico ca-paz de ser alternativa, si se elabora, en definitiva, un nuevohorizonte utpico.

    Los problemas y necesidades que el materialismo feme-nino genera son de tal complejidad que la necesidad de bus-car una respuesta inmediata hace, a veces, olvidar quimportante es fijar con claridad los objetivos y los fines lti-mos que mueven al feminismo. La importancia de la teoratampoco nos debe hacer caer en un intelectualismo elitista

    39 A partir del conocimiento que le proporciona el estudio de la legislacinprecedente, Juana M Gil realiza un estudio crtico y comparativo entre losdistintos planes de Igualdad, centrndose especialmente en los planes nacionales,por ser la base sobre la que se redactan los diferentes planes regionales. Elobjetivo central en este trabajo, de inters para el anlisis del feminismoinstitucional espaol, trata de desvelar la existencia de un discurso alternativodesde el feminismo institucional que oponer al patriarcado imperante. Unabsqueda en la que se demuestran cambios significativos respecto al primery al segundo Plan para la Igualdad de Oportunidades para las mujeres.Adems, merece destacarse el estudio realizado respecto al feminismoindependiente, de inters ante la dificultad que supone el manejo de susfuentes. Vase: Juana M Gil,Las polticas de igualdad en Espaa: avancesy retrocesos , Universidad de Granada, 1996, pp. 186-263 y 156-180.

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    alejado de la realidad. Hay que aunar teora y prctica, no se

    debe caer en la artificialidad y abstraccin que se critica en lacultura dominante. Hay que elaborar un cuerpo de conoci-mientos ms total, un saber ms global y menos sectario.

    En suma, entiendo que, para la elaboracin de este pro-yecto de futuro, el feminismo de la diferencia abre una vams renovadora y ms radical, una nueva perspectiva quepermite esa otra mirada de la realidad que demanda urgen-

    temente la sociedad actual. El feminismo de la diferencia nodesconoce la utilidad y la necesidad de la lucha por la igual-dad jurdica; slo afirma que esta lucha no es suficiente paraproducir la eliminacin de la subordinacin. Acceder a laigualdad jurdica y a la plena ciudadana no es suficiente, sino se han establecido otros modelos, otros fines, otros objeti-vos, otro proyecto de vida, otra cultura. Si se accede a la ple-na ciudadana sin que el proyecto global haya sido sustituidopor otro nuevo, nada cambiar. El nico cambio ser que lasmujeres aceptaran que el modelo de hombre-individuo-ciu-dadano es universal, porque estn dispuestas a subsumirseen l sin decidir por s mismas qu desean o quieren ser.

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    Captulo IIIgualdad y diferencia.Dos principios jurdicos?

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    Historia de un mito

    La historia del principio igualitario es una parte importantede la historia de la modernidad inconclusa. Desde que losrevolucionarios burgueses hicieron del principio igualitario junto a la libertad y la fraternidad sus seas de identidad haformado parte de la historia de las sociedades occidentales.En este devenir ha cambiado su forma, su contenidosemntico, se han transformado sus horizontes de expectati-vas, incluso ha quedado reducido, a veces, a un trmino va-

    co, pero ninguno de estos cambios ha alterado su fuerzautpica ni su consideracin de valor social.En su lucha por la igualdad sorprende comprobar cmo

    los revolucionarios delXVIIIque tienen como objetivo lapositivizacin de los denominados derechos del hombre y delciudadano, consideran sus exigencias satisfechas con la sim-ple declaracin y no consideran la necesidad de un desarrollo

    normativo.1

    Las palabras expuestas por los representantes del1 E. Resta, II diritto fraterno. Uguaglianza e differenza nel sistema del

    diritto,Sociologa del diritto , 3, 1991, p. 5.

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    pueblo francs de la Declaracin de los Derechos del Hombre

    y del Ciudadano de 26 de agosto de 1789, son suficientementeexplcitas: Los representantes del pueblo francs, constitui-dos en Asamblea Nacional, considerando que laignorancia,el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las ni-cas causas de los males pblicos y de la corrupcin de los Go-biernos, han decidido exponer, en declaracin solemne, losderechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, con el

    fin de que esta declaracin, constantemente presente para to-dos los miembros del cuerpo social, les recuerde permanente-mente sus derechos y sus deberes (...); con el fin de que lasreclamaciones de los ciudadanos,fundadas desde ahora enprincipios simples e incontestables se dirijan siempre al man-tenimiento de la constitucin y a la felicidad de todos. La fuer-za de los principios est para ellos en su fuerza prescriptiva, ensu consideracin de fundamento y valor de la vida pblica.

    Al establecerse como objetivo por la burguesa lapositivizacin de los derechos naturales se est decidiendo quindebe asumir la funcin de construir la igualdad. Para hacer frentea esta responsabilidad se establece, en primer lugar, la naturale-za como regla de la igualdad. Bastaba nacer hombre para serigual. Este binomio naturalidad-igualdad iba a servir para mu-cho y para poco al mismo tiempo. Para mucho porque separa-ba norma y realidad, y permita representar sujetos diferentescomo si fueran iguales . La forma jurdica que superpona so-bre la realidad ofreciendo una imagen distorsionada, pero ca-paz de proyectar una imagen igualitaria. Para poco porque laigualdad que construye es una igualdad artificial, formal,2 que

    2 La crtica que hacemos a la igualdad, tal y como se configura en lasociedad burguesa, no supone menosprecio ni olvido de su valor histrico ytransformador. ste es de todos conocido y por esta razn no nos detenemosen exponerlo.

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    57Igualdad y diferencia. Dos principios jurdicos?

    rpidamente se desvela un instrumento insuficiente para ge-

    nerar cambios sociales.De este modo, el sistema jurdico moderno asumir unarepresentacin y una forma que garantizan y construyen laigualdad. La forma se convierte, pues, en elemento deautodescripcin y de diferenciacin respecto a otros sistemasde la realidad social. Por qu construir lo propio y lo dife-rente del sistema jurdico utilizando la igualdad? La igual-

    dad permita construir un sistema opuesto radicalmente alsistema jurdico anterior, fundamentado en el privilegio y ladesigualdad. Y por su abstraccin, haca posible considerarequivalentes para el intercambio en el trfico econmico ele-mentos en esencia diferentes.

    La igualdad podra ser construida, del mismo modo quela diferencia, fundamentada en la naturaleza humana o fun-damentada en la necesidad. Se elige esta ltima siguiendo elplanteamiento de Hobbes y se defiende que lo importante noes que los hombres sean iguales, sino el hecho de que se reco-nozcan como tales en el pacto, en la forma jurdica. Recono-cerse iguales jurdicamente serva para poner fin a la simetratrgica y destructiva que conduce a la aniquilacin, a la gue-rra de todos contra todos. De esta igualdad de capacidadessurge la igualdad en la esperanza de alcanzar nuestros fines.Y, por lo tanto, si dos hombres cualesquiera desean la mismacosa, que, sin embargo, no pueden ambos gozar, devienenenemigos; y en su camino hacia su fin (que es principalmentesu propia conservacin, y a veces slo su delectacin) se es-fuerzan mutuamente por destruirse o subyugarse.3

    Entrar en un Estado de paz es superar la soberbia de consi-derarse diferentes, tomar conciencia de la igualdad y de la li-

    3 T. Hobbes, Leviathan , Edit. Nacional, 1979, p. 223.

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    bertad que existe entre todos y en cada uno de los hombres:

    (I)as pasiones que inclinan a los hombres hacia la paz son eltemor a la muerte; el deseo de aquellas cosas que son necesa-rias para una vida confortable; y la espera