fcta-unp: nosotros y ellos, ensayo sobre las categorías de exclusión

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Page 1: FCTA-UNP: Nosotros y Ellos, Ensayo sobre las categorías de exclusión
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En la misma corriente liberal de Gaitán y Alfonsín se lo puede ubicar al Dr. Domingo Laíno en Paraguay, un liberal de pensamiento progresista que lideró la resistencia a la dictadura de Stroessner en las últimas décadas de la misma, habiendo sido, tras la caída de la dictadura, tres veces candidato a Presidente de la República.

Tanto Gaitán como Laíno pagaron un costo muy alto por asumir posturas liberales en países exageradamente conservadores como Colombia y Paraguay, el primero pagó con su vida en 1.948 lo que desembocó en el bogotazo y generó el comienzo de una guerra civil que continúa hasta nuestros días y, en el caso de Laíno, tuvo que soportar las campañas más virulentas de los sectores conservadores a través de medios masivos de comunicación, que fueron minando el apabullante apoyo popular de que gozaba y que lograron destruir su liderazgo político, hasta el punto de haber sido expulsado del Partido Liberal Radical Auténtico, del cual ha sido fundador en plena dictadura de Alfredo Stroessner.-

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El liberalismo cuenta con abundantes herramientas teóricas y prácticas para vehiculizar los proyectos con perfiles autonómicos en América Latina, teniendo en cuenta que, desde su génesis, el liberalismo ha sido un proyecto revolucionario y emancipador y, sus principios básicos como el respeto a la soberanía del pueblo, a los derechos humanos, a la libertad individual, mercado sin posiciones monopólicas ni oligopólicas, la igualdad, etc, son contenidos básicos y presentes en todos los proyectos latinoamericanos.

Rafael Correa, siendo uno de los más conspicuos políticos e intelectuales del socialismo del siglo XXI, ha dicho claramente que, actualmente, no se concibe un sistema económico sin mercado por ejemplo. Es más, puede afirmarse que el socialismo del siglo XXI, es un producto sincrético de la mezcla de los principios del socialismo, del liberalismo y de ideas y pensamientos propios de corrientes ideológicas y estéticas marcadamente latinoamericanas, como el bolivarianismo, el indigenismo, etc.-

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Tal como ya se afirmó en otra parte de este trabajo, las grandes líneas de la batalla de ideas de todo el siglo XX y principios del XXI se definieron a fines del siglo XIX y principios del XX.

La corriente europeizante, que se apoyó fundamentalmente, en principio, en el positivismo cientificista, puede adjudicarse la victoria, si se toma como referencia el ejercicio del poder y la hegemonía de su ideología durante todo el siglo XX en América Latina y el Paraguay, sea este ejercicio del poder político en su forma democrática o autoritaria.

En el ámbito económico, el positivismo, identificado con el economicismo conservador o neoliberal, tuvo mucho menos dificultades para imponerse, ya que tuvo la virtud de generar el convencimiento de que sus principios y dogmas eran naturales, indiscutibles, únicos, válidos y cualquier alternativa a los mismos era considerada como pura ideología o como un utopismo ingenuo.-

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Parece evidente que, al no existir en nuestros países una burguesía suficientemente consolidada y autónoma como para liderar y articular los procesos de desarrollo nacionales y regional, resulta imprescindible un fuerte protagonismo público o estatal para motorizar dichos procesos.

Pero el Estado que deberá impulsar el desarrollo no es cualquier Estado, sino uno democrático, dinámico, que sea expresión política y cultural de las mayorías y no de una burguesía minoritaria, conservadora y subalternizada a culturas e intereses extraregionales.

Nuestras burguesías son agentes sometidos, dependientes económica e intelectualmente de las burguesías de los países centrales, es decir, son funcionales al desarrollo de estos países, cuyas burguesías operan y se expanden en el marco de proyectos de desarrollo de sus respectivos países y regiones, siempre bajo el paraguas de sus Estados y entidades Supranacionales, estructurados y movilizados con este fin.-

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En principio, no son nuestros Estados los dependientes, son nuestras burguesías y nuestras élites las que históricamente estuvieron y están subalternizadas a las élites más poderosas del mundo y, al haber sido nuestros Estados estructural y funcionalmente expresiones jurídico-políticas de los intereses y de las ideas de nuestras élites subalternizadas, también terminan siendo dependientes, más o menos directamente de los Estados centrales y de sus organismos supraestatales de naturaleza política y económico-financiera.

Por lo tanto, no se puede pensar en una verdadera soberanía política o económica sin un sustento cultural pertinente, es decir, debemos generar y consolidar una urdimbre simbólico-cultural propio, que imponga su hegemonía a la cosmovisión eurocéntrica que se nos presenta como la única legitima por ser científica, siendo esta, sin embargo, no más que un plexo ideológico-axiológico naturalizador de las injustas relaciones entre los llamados países del Primer Mundo y los nuestros.

Esta cosmovisión eurocéntrica se ha convertido en el dogma sagrado de nuestras élites y las instituciones que las legitiman como las universidades por ejemplo, las que, en estos tiempos, con la excusa de la calidad, en su mayoría, se limitan a cumplir tediosos procedimientos burocráticos-administrativos para satisfacer indicadores que imponen el mercado y cierta élite académica pseudo neutral y se olvidan de protagonizar el debate cultural y crítico necesario para aportar ideas y marcos teóricos adecuados a las necesidades y objetivos de nuestros pueblos.