existió realmente jesús a

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Page 1: Existió Realmente JesúS A
Page 2: Existió Realmente JesúS A

JUDÍOS

Rabínicos •Talmud•Oraciones litúrgicas

Históricos •Flavio Josefo

ROMANOSHistóricos •Plinio el joven

•Tácito•Suetonio

CRISTIANOS

Canónicos •Los cuatro Evangelios•Hechos de los

Apóstoles•21 Epístolas

Apócrifos •Más de 50 evangelios

Primeros escritores cristianos

• La literatura cristiana a partir de finales del s. I

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Escasos en tiempos de Jesús Dos grupos: la literatura

religiosa (rabínica) y la profana (los libros de historia de Flavio Josefo). Ambos tipos de literatura nos hablan de Jesús.

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Escritos rabínicos: son escasos, dan interpretaciones parciales e irreverentes. Así sucede, por ejemplo, en el libro llamado Talmud, uno de los principales textos religiosos judíos.

"En la víspera de la fiesta de pascua se colgó a Jesús. Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: `Es conducido fuera para ser lapidado, por haber practicado la magia y haber seducido a Israel y haberlo hecho apostatar. El que tenga algo que decir en su defensa, que venga y lo diga´. Como nadie se presentó para defenderlo, se lo colgó la víspera de la fiesta de pascua" (Sanhedrin 43a).

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2. Escritos históricos: el historiador Flavio Josefo, en sus libros Antigüedades Judías y la guerra de los judíos, escritos a finales del siglo I, habla de Jesús y da detalles de su vida. Llama la atención la simpatía que parece manifestar Flavio Josefo hacia la persona de Jesús.

"Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre; porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los príncipes responsables de entre los nuestros, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos que de él toma nombre.“ Flavio Josefo, Antiguedades Judías 18, 3, 3; 20, 19, 1

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Plinio el joven: (62 – 113), gobernador de la provincia romana de Bitinia. Escribió en el año 112 al Emperador Trajano consultándole la conducta que debía seguir respecto a los cristianos, contra los que había orden de condena a muerte:

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«Maestro, es regla para mi someter a tu consideración todas las cuestiones en las que tengo dudas. ¿Que podría hacer mejor para dirigir mi inseguridad o instruir mi ignorancia?…

Nunca he participado en las investigaciones sobre los Cristianos. Por tanto no se que hechos ni en que medida deban de ser castigados o perseguidos. Y con no pocas dudas me he preguntado si no habría de hacer diferencias por razón de la edad, o si la tierna edad ha de ser tratada del mismo modo que la adulta; si se debe personar a quien se arrepiente, o si bien a cualquiera que haya sido Cristiano de nada le sirva abjurar, si ha de castigarse por el mero hecho de llamarse cristiano, aunque no se hayan cometido hechos reprobables, o las acciones reprobables que van unidas a ese nombre.

Mientras tanto, esto es lo que he hecho con aquellos que me han sido entregados por ser cristianos. Les preguntaba a ellos mismos si eran cristianos. A los que respondían afirmativamente, le repetía dos o tres veces la pregunta, amenazándolos con suplicios: a los que perseveraban, los he hecho matar. No dudaba, de hecho, confesaran lo que confesasen, que se los debiera castigar al menos por tal pertinacia y obstinación inflexible.

A otros, atrapados por la misma locura, los he anotado para enviarlos a Roma, puesto que eran ciudadanos romanos. Bien pronto, como sucede en estos casos, multiplicándose las denuncias al proseguir la indagación, se presentaron otros casos diferentes.

Fue presentada una denuncia anónima que contenía el nombre de muchas persona. Aquellos negaban ser cristianos o haberlo sido, si invocaban los nombres de los dioses según la formula que yo les impuse, y si ofrecían sacrificios con incienso y vino a tu imagen, que yo había hecho instalar con tal objeto entre las imágenes de los dioses, y además maldecían a Cristo, cosas todas ellas que me dicen que es imposible conseguir de los que son verdaderamente cristianos, he considerado que deberían ser puestos en libertad.

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Otros, cuyo nombre había sido dado por un denunciante, dijeron que eran cristianos, pero después lo negaron. Lo habían sido, pero después dejaron de serlo, algunos al cabo de tres años, otros de mas, algunos incluso por mas de veinte. También todos estos han adorado tu imagen y las estatuas de los dioses y han maldecido a Cristo

Por otra parte, estos afirmaban que toda su culpa o su error había consistido en la costumbre de reunirse determinado día antes de salir el sol, y cantar entre ellos sucesivamente un himno a Cristo, como si fuese un dios, y en obligarse bajo juramento, no a perpetuar cualquier delito, sino a no cometer robo o adulterio, a no faltar a lo prometido, a no negarse a dar lo recibido en deposito. Concluidos esos ritos, tenían la costumbre de separarse y reunirse de nuevo para tomar el alimento, por lo demás ordinario e inocente. Pero que habían abandonado tales practicas después de mi decreto, con el cual, siguiendo tus ordenes, había prohibido tales cosas.

He considerado sumamente necesario arrancar la verdad, incluso mediante la tortura, a dos esclavas a las que se llamaba servidoras. Pero no logre descubrir otra cosa que una superstición irracional desmesurada.

Por eso, suspendiendo la investigación, recurro a ti para pedir consejo. El asunto me ha parecido digno de tal consulta, sobre todo por el gran numero de denunciados. Son muchos, de hecho, de toda edad, de toda clase social, de ambos sexos, los que están o serán puestos en peligro. No es solo en la ciudad, sino también en las aldeas y por el campo, por donde se difunde el contagio de esta superstición. Sin embargo, me parece que se la puede contener y acallar.

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El historiador Tácito (54 – 119) en su obra Anales de Roma (116), habla de los cristianos con ocasión del incendio de Roma y de la falsa acusación del emperador Nerón contra ellos.

“Para acallar los rumores sobre el incendio de Roma, Nerón señaló como culpables a unos individuos odiosos por sus abominaciones, a los que el vulgo llama cristianos. Este nombre les venía de Chrestos, el cual, durante el reinado de Tiberio, fue condenado al suplicio por el procurador Poncio Pilatos... Fueron detenidos primero los que confesaban su fe; luego, por indicación suya, otros muchos, acusados no tanto de haber incendiado la ciudad cuanto de odio contra el género humano.” (Tácito)Anales de Roma 3, 15, 38 - 44

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Suetonio: (75 – 160) en sus dos obras “Vida de los doce emperadores y Vida del emperador Claudio, también hace claras alucinaciones a la persona de Jesús.

“ L os cristianos, hombres pertenecientes a una nueva superstición maléfica, fueron sometidos a grandes tormentos…” (Suetonio, Vida de los doce emperadores 6, 9)

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El texto más importante sobre la existencia y la vida de Jesús es el Nuevo testamento y, en especial, los cuatro Evangelios, cuyos autores son Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La cuestión radica en precisar el valor y la credibilidad de lo que narran los Evangelios. Plantean tres cuestiones:

1. Historicidad de los evangelios: se trata de conocer quien es el autor de cada libro y, si es posible, datar la fecha en que fue escrito.

2. autenticidad del texto: se trata de que nos preguntemos si lo que leemos es lo que realmente escribió el autor, o, por el contrario, se ha añadido o suprimido algo.

3. Veracidad: supuesto que sepamos quién y cuándo se escribió una obra y nos consta también la autenticidad del texto, ¿cómo podemos estar seguros de que el autores veraz, es decir, de que narra lo que realmente ocurrió?

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Los tres evangelios, sinopticos – Mateo, marcos y Lucas: fueron escritos entre el año 45 y el año 70. Fechas muy próximas a los hechos que relatan, cuando aún vivian la mayoría de los testigos de la predicación de Jesús.

Papías, obispo de Hierápolis, escribe un libro posterior a los evangelios (60 años después)

San Irineo, discipulo directo de san juan, atestigua que los autores de los evangelios son: Mateo , Marcos, Lucas y Juan.

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Si bien es cierto no se conservan los originales de los evangelios, sin embargo, se conservan muchas copias manuscritas (códices) un promedio de 6,000 en griego y más de 40,000 en otras lenguas.

Todo este abundante material ha sido sometido a un minucioso examen por medio de computadoras, y se ha comprobado que con pequeñas variaciones, todos los códices dicen lo mismo.

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Los únicos que pueden decir lo que realmente ocurrió son los testigos presenciales de los hechos.

De los cuatro evangelistas, dos (Mateo y Juan) convivieron con Jesús durante sus tres años de predicación. Los otros dos (marcos y Lucas) pusieron por escrito lo que oyeron predicar a Pedro y Pablo respectivamente.

Por lo tanto, todo lo que leemos en los Evangelios está escrito por testigos directos o indirectos que no escriben después de muchos años, cuando la memoria podría deformar los hechos, sino pocos años después de haberlo escuchado y de haberlo predicado innumerables veces desde el día de Pentecostés.

Los cuatro son testigos de un mismo hecho, pero lo relatan de modos diferentes.

“Ya que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal como nos lo

han enseñado quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me pareció también a

mi, después de haber investigado con exactitud desde los orígenes, escribírtelo por su orden…” (Lucas 1, 1 – 3)