etica en el consumo

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ENSAYO FINAL

MIGUEL ÁNGEL PALACIOS GARCÍA

ÉTICA GENERAL

PBRO

ARBEY CANCHALA

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

PUBLICIDAD

Page 3: Etica en el consumo

ÉTICA EN EL CONSUMO: CUANDO SE NACE PARA SER CONSUMIDO.

Para nadie es un misterio que la primera difusora del consumo es la publicidad. Y es que al

ser “cualquier forma remunerada de prestaciones no personales y de promoción de ideas, bienes

o servicios por parte de un patrocinador identificado” (Philip, Armstrong, 2003) tiene como

objetivo influir en la manera en cómo el consumidor se va a comportar, cómo va a pensar, que va

a elegir, las nuevas tendencias que va a seguir. La gente constantemente está bombardeada por

anuncios de diferente tipo y con el auge de las nuevas tecnologías y su rápido avance, es mucho

más fácil para las empresas atrapar y manipular al público al cual, el producto quiere conquistar.

Analógicamente, la publicidad es un puente que ayuda a conectar al individuo con el bien o el

servicio, a la vez que conecta al individuo con la marca. Todo esto con el fin de que la persona

se identifique a través del producto y se pueda generar una relación de interdependencia entre

ambos. La relación de la publicidad con el consumidor se fortalece aún más cuando este

promete un uso que puede o no ser necesario, para brindarle al consumidor felicidad a través de

un elemento netamente material. Al mencionar esto, se puede notar que la publicidad está

fuertemente ligada con el utilitarismo. Con esto hago referencia a “la doctrina que acepta como

fundamento de la moral a la utilidad, como principio de la máxima felicidad, donde las acciones

son correctas en proporción a su tendencia a promover la felicidad, e incorrectas si tienden a

producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por

infelicidad al dolor y a la ausencia del placer” 1. En este contexto se pretende encontrar el placer,

según el tipo de productos que consumamos. De lo contrario, se podría generar cierto dolor y

amargura, al no poder conseguirlos. Al momento de comprar, elegimos el que más beneficios

tenga, y cuando ya no sirve más, es desechado. La mayoría de elecciones que se hacen gracias a

la influencia de la publicidad son netamente utilitaristas; funcionales.

No se puede negar que esta relación producto-cliente es vital para poderlo orientar al

momento de tomar una decisión de compra. Pero el punto de crítica de la situación nace cuando

estas relaciones se llevan a tal límite que toman un papel protagónico en el individuo. La

publicidad es utilizada entonces como la máscara que nos muestra la cara amable de las

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implacables industrias, que tan sólo quieren volvernos el fin que los ayudará a lucrarse, sin

pensar en los efectos secundarios de este consumismo compulsivo. Aquellos efectos pueden

afectar cualquier ámbito de nuestras vidas. Por ejemplo, si examinamos el escenario cultural,

gracias a la globalización, se podría generar desde una transculturación (proceso mediante el cual

ocurre una transmisión de hábitos o costumbres de una cultura a otra), hasta una fatal y

lamentable aculturación (cambio de la cultura propia, por la de otros). Si en vez, examinamos el

campo ambiental, la producción cada vez más acelerada de productos que no se sabe si

satisfagan las necesidades más prioritarias del individuo, está acabando cada vez más rápido con

los recursos naturales y dejándonos un montón de desechos y productos inútiles. El humano

hecho para el consumo también suele perder en el campo de la salud. Hoy en día es común ver

productos de mala calidad y comidas con niveles nutricionales deplorables, que atentan contra la

salud del individuo. En el plano psicológico la preocupación por el consumismo genera estrés e

incentiva a la aparición de varios trastornos mentales. Vivimos en un mundo que vive por el

consumo y para el consumo. Dejando atrás otros aspectos importantes de la vida, como el

contacto con el otro, y las necesidades comunitarias.

El ser, aparte de ser un ser completamente manipulado y enajenado, aparece como un ser

Hedonista. Porque sólo piensa en satisfacer su necesidad de obtener algo. Tan sólo busca

complacer sus placeres. Este Hedonismo que el individuo desarrolla se da a nivel personal, ya

que encierra a la persona en sí misma y en sus deseos. La sociedad capitalista pretende hacerle

creer a su público que entre más capacidad adquisitiva tenga, más cerca estará de su

autorrealización. Generando una relación muy personal entre el Dios dinero, la persona, el

producto y la satisfacción. “Asimismo sucede con la sociedad contemporánea que, en una

ilusoria búsqueda de la felicidad, recurre en exceso a la adquisición de artículos y servicios. (La

mayoría de ellos suntuarios, adulterados y de pésima calidad), generándose de esta forma, una

civilización anómica y patológica donde impera el despilfarro de recursos naturales y humanos

en las cuales las cosas adquieren más valor que las personas”2.

El individuo hoy está a merced de las industrias, no puede hacer nada para evitar ser

enajenado. Empezando, porque estas son un mal necesario, ya que a pesar de que nos

perjudican y que están destruyendo nuestro entorno, necesitamos de ellas para sobrevivir. Una

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posible solución ética para esta situación sería aprender a controlar nuestros instintos

consumistas. Deberíamos inspirarnos un poco en el pensamiento estoico, porque a pesar de que

los placeres ocupaban un papel muy importante en su forma de vida, pensaban que “La

verdadera sabiduría reside en la capacidad de discernimiento de las personas a la hora de elegir

entre los placeres necesarios y los superfluos. Los necesarios, y los prescindibles” 3

. Se deben

evaluar las causas y las consecuencias de los actos antes de ejecutarlos. Y en cuanto a la

publicidad no puede ser vista como entera responsable de la proliferación del nefasto escenario

que deja el consumismo. Cabe recordar pues, que esta sólo induce a la compra, pero quien tiene

total libertad de escoger lo que quiere y lo que no, es el consumidor.

El problema aquí no radica en la búsqueda de placer particular. Epicuro postula que la

felicidad individual debe extenderse al mayor número de sujetos a fin de corresponderse y

complementarse con el bienestar de la colectividad. Nacimos con la necesidad de consumir. Por

su parte, las industrias consumen nuestros recursos, nuestra mente, y nuestra alma. No se sabe

cuándo acabará, pero si la manera en que lo hará: la sociedad del consumo terminará

consumiéndose a sí misma, es decir, autodestruyéndose.

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REFERENCIAS

1

Kotler Philip y Gary Armstrong, Mercadotecnia, p.581 2

Ceballos H. La ética hedonista o el arte del buen vivir, p.3. 3 Ceballos H. La ética hedonista o el arte del buen vivir, p.4.