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Estimado amigo, estimada amiga, La temporada de Cuaresma nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestras vidas, nuestras relaciones con nuestros vecinos y nuestro mundo mientras avanzamos hacia la celebración de la resurrección de Cristo y la Pascua. Esta décima edición de Meditaciones de Cuaresma de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo, es un camino de oración y reflexión que puede guiar a descubrir cómo podemos ayudar a aliviar el hambre y mejorar el suministro de alimentos del mundo, a través de la abundancia de Dios en nuestras vidas. Están escritas por un grupo de líderes de la Iglesia Episcopal, que aportan sus perspectivas teológicas y espirituales particulares en estos escritos, al meditar en sus pasajes de las Escrituras favoritos y otras fuentes de sabiduría espiritual. Es nuestra esperanza que las 2103 Meditaciones de Cuaresma profundicen nuestra comprensión del llamado de Dios a nuestras vidas y nos ayuden a pensar en cómo podemos sanar a un mundo que sufre. Sinceramente en Cristo, Robert W. Radtke Presidente de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo. Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos? El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí. —Mateo 25:37-40 (NVI) Mandato de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo

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Estimado amigo, estimada amiga,

La temporada de Cuaresma nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestras vidas, nuestras relaciones con nuestros vecinos y nuestro mundo mientras avanzamos hacia la celebración de la resurrección de Cristo y la Pascua.

Esta décima edición de Meditaciones de Cuaresma de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo, es un camino de oración y reflexión que puede guiar a descubrir cómo podemos ayudar a aliviar el hambre y mejorar el suministro de alimentos del mundo, a través de la abundancia de Dios en nuestras vidas. Están escritas por un grupo de líderes de la Iglesia Episcopal, que aportan sus perspectivas teológicas y espirituales particulares en estos escritos, al meditar en sus pasajes de las Escrituras favoritos y otras fuentes de sabiduría espiritual.

Es nuestra esperanza que las 2103 Meditaciones de Cuaresma profundicen nuestra comprensión del llamado de Dios a nuestras vidas y nos ayuden a pensar en cómo podemos sanar a un mundo que sufre.

Sinceramente en Cristo,

Robert W. Radtke Presidente de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo.

Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?

¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos?

¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron

por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.

—Mateo 25:37-40 (NVI)

Mandato de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo

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La Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo es clasificada como una organización no lucrativa 501(c) (3) independiente. El organismo toma su mandato de las palabras de Jesús que se encuentran en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo. Sus programas trabajan para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la Organización de las Naciones Unidas. Junto con la iglesia mundial y las asociaciones ecuménicas, la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo fortalece hoy las comunidades para cumplir con los desafíos del mañana. Reconstruimos comunidades después de desastres y fortalecemos a los pueblos ofreciendo soluciones duraderas que luchan contra la pobreza, el hambre y la enfermedad, incluyendo la infección con VIH, el SIDA y la malaria.

La Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo colabora con Iglesias Anglicanas y organizaciones locales en más de cuarenta países alrededor del mundo.

Apoyamos programas en las áreas siguientes:

• Aliviandoelhambreymejorandoelsuministrodealimentos.• Creandooportunidadeseconómicasyfortaleciendolas

comunidades.• Promoviendolasaludycombatiendolaenfermedad.• Ayudandoenlosdesastresyreconstruyendolascomunidades.

La Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo “Episcopal Relief & Development” utiliza los ODM para medir el impacto del programa. Todos nuestros programas buscan lograr uno o más de los ocho ODM:

1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre2. Conseguir la educación primaria universal3. Promover la igualdad entre los géneros y otorgar mayor poder

a la mujer4. Reducir la mortalidad infantil5. Mejorar la salud maternal6. Combatir la infección del HIV y el SIDA, la malaria y otras

enfermedades7. Asegurar la sustentabilidad del medio ambiente8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo

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AutorEs

La Rev. Jennifer Baskerville-Burrows es la Directora de Redes en la Diócesis de Chicago y durante quince años ha estado activa en la defensa de la justicia en la alimentación.

Brin Bon, es seminarista en la Escuela de Teología Berkeley en Yale y es candidato a Órdenes Sagradas en la Diócesis de Utah. Comparte apasionadamente las Buenas Nuevas de Cristo por medio de los alimentos.

La Rev. Bárbara Cawthorne Crafton es escritora, directora de retiros y Rectora interina en la Iglesia Episcopal de San Lucas en Metuchen, New Jersey.

La Rev. Vanessa Glass es Rectora en la Iglesia Episcopal de San Francisco de Asís en Novato, California.

La Hna. Catherine Grace, es miembro de la Comunidad del Santo Espíritu, vive y trabaja en su Granja Bluestone y el Centro de Artes Vivas en Brewster, NY, donde su principal responsabilidad implica la conservación de alimentos.

El Rev. Scott Gunn es Director Ejecutivo de Forward Movement.

El Revmo. Marcos Hollingsworth, Jr., es Obispo de la Diócesis de Ohio.

La Rev. Nancy Hopkins-Greene sirve en la Iglesia del Redentor en Cincinnati, Ohio, y es Editora Asistente de Forward Movement.

La Revma. Katharine Jefferts Schori es la Obispa Presidente de la Iglesia Episcopal.

El Rev. Gay Clark Jennings es Presidente de la Cámara de Diputados de la Iglesia Episcopal.

Nagulan Nesiah sirve como Oficial de Programa en la Oficina de Programas Internacionales de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo, actualmente vive en Colombo, Sri Lanka.

Leónidas Niyongabo es Oficial Provincial de Desarrollo con la Iglesia Anglicana en Burundi y ha trabajado como Administrador de Proyectos y Jefe de Equipo de Seguridad de Vida con Interés Mundial por Burundi.

Robert W. Radtke es Presidente de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo.

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La Rev. Lisa Ransom es clériga que vive en una granja en Vermont donde participa en la iglesia emergente con su familia, un rebaño de ovejas, cría de pollos, colmenas de abejas, varios patos y una llama.

Marianne Van Vorst Ryan es jardinera y episcopal de toda la vida y es Directora Asistente de la Escuela Gooden en Sierra Madre y miembro de la parroquia de Todos los Santos en Pasadena.

El Revmo. Stacy Sauls es Oficial Jefe Operativo de la Sociedad Misionera Doméstica y Extranjera de la Iglesia Episcopal.

Brian Sellers-Petersen es Consejero Sénior para el Presidente de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo.

El Rev. Jay Sidebotham es Rector de la Iglesia del Santo Espíritu en Lake Forest, Illinois.

Nicole Seiferth anteriormente fue Editora Administrativa de Forward Movement.

El Rev. Steven L. Thomason es el nuevo deán de la Catedral de San Marcos en Seattle, Washington.

El Hno. Michael Trent Thompson es un Asociado Ecuménico Laico del Monasterio Cisterciense (Trapista) del Espíritu Santo y fundador del Proyecto de Oración Orgánica en La Granja en Santa María, Sewanee, TN.

El Rev. Dr. Brent Was es Sacerdote a Cargo Encargado de la Iglesia de la Resurrección en Eugene, Oregón y vive en una granja con su esposa y dos hijas jóvenes en las estribaciones de las Montañas Cascadas.

Fuentes y Permisos

Las citas bíblicas son de la Nueva Versión Internacional <http://www.biblegateway.com/versions/Nueva-Version-Internacional-Biblia-NVI/> (la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by Biblica <http://www.biblica.com/> , Inc. ® Used by permission. All rights reserved worldwide). Los pasajes de los Salmos han sido tomados del Salterio del Libro de Oración Común.

Página 32—Oración Nocturna (reimpresa en la p. 168 en Un Libro de Oraciones de Nueva Zelanda /He Karakia Mihinare o Aotearoa) © por Jim Cotter, de Oraciones en la Noche y Oraciones al llegar la Noche, Cairns Publications, varias fechas. La edición más reciente disponible en www.cottercairns.co.uk. Reimpreso con permiso.

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2013

MiércolEs dE cEnizAs, FEbrEro 13

Y Dios creó al ser humano a su imagen;

lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó,

y los bendijo con estas palabras:

“Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla;

dominen a los peces del mar y a las aves del cielo,

y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.”

También les dijo: “Yo les doy de la tierra todas las plantas

que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla;

todo esto les servirá de alimento. Y doy la hierba verde como alimento a

todas las fieras de la tierra, todas las aves del cielo y a todos

los seres vivientes que se arrastran por la tierra.” Y así sucedió.

Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.

Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el sexto día.

— Génesis 1:27-31

En el último acto de la historia de la creación, Dios crea a la humanidad y le encarga la mayordomía de todos los demás animales. Toda la creación es bendecida y la declara “muy buena”. A menudo no se advierte que se espera que todos los animales, incluyendo los seres humanos, sean vegetarianos.

Gran parte de la imaginería bíblica del Reino de Dios tiene que ver con el alimento, no sólo el mínimo indispensable, sino el suficiente para terminar con el hambre y el acaparamiento. El banquete celestial es un repudio a la escasez de alimentos, pues la intención divina en la creación es la seguridad alimentaria. Las hambrunas y las guerras por los alimentos y los medios para producirlos (tierra, agua, mano de obra, combustible y fertilizantes) continúan hoy. La inseguridad alimentaria rige la vida de muchas personas, unamedida de cuán lejos estamos del reinado de la abundancia de Dios.

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El testimonio bíblico pide amar a quien y a lo que Dios ha hecho. Amar a nuestro prójimo implica asegurar que tiene lo suficiente para comer. Nuestras propias decisiones hacen la diferencia.

Comer más sencillamente, más vegetales, granos y frutas y menos alimentos de origen animal, que no sólo es mejor para nuestra salud, sino porque además aumenta nuestra capacidad para alimentar a más personas más adecuadamente. Por ejemplo: producir una libra de proteína animal, exige aproximadamente cien veces más agua que para una libra de proteína vegetal.

Oremos: “venga tu Reino, a la tierra... Danos hoy nuestro pan de cada día”.

¡Oremos... y actuemos!

— La Reverendísima. Katharine Jefferts Schori

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2013

JuEvEs, FEbrEro 14

Danos hoy nuestro pan cotidiano.

— Mateo 6:11

A veces damos las gracias en nuestra mesa con palabras sencillas: “Alimenta al hambriento, O Dios; Y que quienes tenemos abundancia, tengamos hambre de ti”. A mis hijos les gusta ésta principalmente porque es breve. Pero también nos hace reflexionar sobre de qué tenemos hambre en nuestras vidas.

En lugares de sequía en el mundo en desarrollo, las personas pueden pasar casi todo un día caminando hasta un pozo de agua o esperando en cola por alimentos. Satisfacer las necesidades básicas es su ocupación principal. ¿Estamos satisfechos los que tenemos abundantes alimentos? No, seguimos deseando más cosas: buen vino, el último dispositivo electrónico o un mejor trabajo. Nuestros apetitos, al parecer, son insaciables. Entonces, ¿qué significaría tener hambre de Dios?

Jesús nos enseñó a orar, “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Pero es importante no espiritualizar el hambre y olvidar a quienes físicamente están muriendo de hambre. Pedir a Dios el “pan de cada día” significa pedirle algo más que comida, le pedimos que nos dé lo que verdaderamente necesitamos, no todas las demás cosas que creemos necesitar.

¿Qué puede ser hoy el pan de cada día para usted?

— Nancy Hopkins-Greene

8

2013

viErnEs, FEbrEro 15

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

“Les aseguro que esta viuda pobre ha echado

en el tesoro más que todos los demás. Éstos dieron

de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza,

echó todo lo que tenía, todo su sustento”.

— Marcos 12:43-44

En una reciente visita a uno de nuestros programas agrícolas en Myanmar, me sorprendió saber que la cooperativa de la comunidad local decidió utilizar el 30 por ciento de sus ganancias como dotación de capital para la puesta en marcha de un nuevo programa agrícola en un área diferente en un pueblo vecino. Como resultado del aumento de las cosechas y los ingresos, debido al éxito de sus esfuerzos en la agricultura ecológica, la comunidad se contentaba con satisfacer sus necesidades y, aunque todavía dentro del nivel de pobreza, optaron por compartir generosamente con los demás, en lugar de seguir obteniendo mayores beneficios para distribuir dentro de la comunidad.

Todo esto fue por propia iniciativa; la que seguramente es alentada por la parábola de la viuda pobre que ofrece todos sus bienes a la misión de Dios.

Durante esta Cuaresma reflexionemos sobre cómo compartimos nuestra abundancia.

— Nagulan Nesiah

9

2013

sábAdo, FEbrEro 16

Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—.

El que a mí viene nunca pasará hambre,

y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.

— Juan 6:35

El pan es importante en mi vida, en casa es un elemento básico. Siempre hay algún tipo de pan en la casa, y las raras ocasiones cuando falta la harina, pueden precipitar una pequeña crisis.

El pan es también el centro de mi trabajo. Cuando serví como ministra de campo, el objetivo fue siempre tener verdadero pan en la comunión, incluso mejor si era casero. Después del culto, el pan era parte de la comida que compartíamos. Y mientras comíamos, hablábamos de las muchas personas que no tienen pan para comer y tampoco seres queridos y amigos con los que reunirse. El pan como sustento, partimiento del pan, familiares y amigos, tantas metáforas e imágenes. Realmente lo comprendimos.

Pero no importan las circunstancias, el acto de comer pan es hecho sagrado cuando ha sido preparado por manos conocidas. Mucho mejor es ese primer bocado de pan caliente recién salido del horno, el suave olor de la levadura todavía percibiéndose en el aire. Cada vez que horneo pan, me pregunto por qué no lo hago más a menudo. Vale la pena hacerlo aunque sea sólo por esos primeros bocados. Por desgracia, he dejado la costumbre de hornear, pero aún lo recuerdo. El deseo de pan fresco, elaborado a mano, es como mi hambre de Jesús, no tiene fin.

Tal vez esta es la disciplina espiritual a la que me llama este tiempo de Cuaresma: hornear, partir y compartir el pan para recordar mejor al que satisface realmente.

— Jennifer Baskerville-Burrows

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2013

doMingo, FEbrEro 17

Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso

trabajar duro para ayudar a los necesitados,

recordando las palabras del Señor Jesús:

“Hay más dicha en dar que en recibir”.

— Hechos 20:35

Los cuarenta días de Cuaresma constituyen un viaje para dar. Nos damos a Dios como Jesús se entregó a sí mismo, realizando un sacrificio mayor que nos hace cada vez más disponibles para Dios como vehículos para sanar el quebrantamiento del mundo. Año eclesiástico tras año eclesiástico, dedicamos esta temporada para rendirnos, para entregarnos nuevamente. A menudo, empleando disciplinas particulares, buscamos eliminar las distracciones que nos distancian de Dios y del mundo que Dios ama. Prestando atención a nuestro comportamiento, cambiando la rutina, eliminando algún hábito o sumando una nueva práctica; caminamos en una nueva dirección, siguiendo los pasos de Jesús que se entrega a Dios en la Cruz.

Andar con Jesús hacia Jerusalén, es una procesión paso a paso hacia Dios, entregándonos más plenamente con cada oración, con cada acto de negación y la generosidad o la compasión. Dar apoyo a los débiles, como Pablo explicó a los ancianos en Éfeso (en el pasaje de Hechos sobre el que reflexionamos hoy), es parte integrante de esa propia entrega que, Jesús lo promete, será nuestra bendición.

— Marcos Hollingsworth

11

2013

lunEs, FEbrEro 18

“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento

y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?

¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos

alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos?

¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”

El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron

por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”

— Mateo 25:37-40

La Cuaresma es una invitación a preguntarnos qué nos acerca a la vida, a la muerte y al amor de Cristo. Las preguntas que me hice durante la Cuaresma hace unos años fueron: “¿Dónde hay hambre en mi propia vida y en las vidas de los demás?”; y tal vez lo más importante: “¿Qué debo hacer con las respuestas?” Hasta entonces, no tuve el coraje de hacerme esas preguntas.

Cuando abrí la puerta a las preguntas y a la oración, el Espíritu Santo, sin perder tiempo, me dio las respuestas rápida y claramente. Era obvio que no tenía hambre física, mi hambre era por autocomplacencia espiritual. No estaba poniendo mi fe en acción por algo que me preocupaba profundamente: las personas que en mi propio entorno sufren hambre.

En esta Cuaresma me preguntaré: “¿Qué más puedo hacer acerca del hambre de los demás?” Y daré gracias a Jesús por ser la definición de mi valentía, mientras espero que el Espíritu Santo viva y se mueva en mi ser, desafiándome a ser una fiel administradora y ejemplo del que nos ama a todos.

— Marianne Ryan

12

2013

MArtEs, FEbrEro 19

Booz dio estas órdenes a sus criados...

dejen caer algunas espigas de los manojos

para que ella las recoja... Así que Rut recogió espigas

en el campo hasta el atardecer... Luego, Rut le entregó

a su suegra lo que le había quedado después de haber comido

hasta quedar satisfecha.

— Rut 2:16-18

Ante las necesidades manifiestas, los actos de bondad pueden traer un sentido de valor y bienestar a las vidas de las personas y pueden también satisfacer sus necesidades básicas.

La Iglesia Anglicana de Burundi junto a sus socios, ha podido distribuir herramientas y materiales para la excavación de zanjas. La erosión del suelo es un reto que muchos agricultores encaran, pues es causa su propia pobreza y de la de sus comunidades. Sencillas trincheras han aumentado la fertilidad del suelo. Los pastos cultivados para forraje en sus bordes, no sólo ayudan a evitar la erosión, sino que se convierten en fuentes de ingresos. Una madre de cinco hijos describe cómo la venta de la hierba le permitió comprar dos cabras, algunas ropas, aceite, sal y azúcar. Ella y otros miembros de la comunidad han podido aliviar el hambre, pues ahora pueden proporcionar a sus hogares dos comidas al día en lugar de una sola.

Booz dio a Rut la ayuda básica que necesitaba y ella pudo proveer para sí misma. También nosotros podemos suministrar las herramientas adecuadas y las oportunidades para resolver un problema inmediato, y quizás también traer bendiciones inesperadas.

— Leonidas Niyongabo

13

2013

MiércolEs, FEbrEro 20

Ustedes... que comen corderos selectos

y terneros engordados

— Amós 6:4

Aquí el Profeta sobre habla sobre el desperdicio: comerse un cordero desperdicia la lana que puede producir durante toda su vida y una ternera, la leche que puede proporcionar durante su vida útil.

El pollo que compré pesa aproximadamente tres libras. Primero, lo asamos: una suculenta comida caliente que me recuerda las cenas dominicales cuando era niña. Luego separo toda la carne restante en los huesos para una ensalada de pollo o algún otro plato. Probablemente otras dos comidas, pues ahora somos sólo dos. Los huesos van dentro de la olla junto con restos de vegetales y las hierbas que pueda encontrar en el jardín, hierven a fuego lento sobre la estufa durante un par de horas, y la sopa llena la casa con un olor maravilloso. Cuelo el caldo en un recipiente y lo congelo. Lo que queda en el colador va al montón de compost, para nutrir la vida nueva en el jardín.

Cuando se mata a un animal para comerlo, le debemos a éste, creado como nosotros por un Dios de amor, dignificar su sacrificio aprovechándolo al máximo. Dios no ha desperdiciado nada en la creación; y nosotros que somos su imagen, tenemos la obligación de no desperdiciar nada.

¿Su cena de pollo le exige un deber moral? ¿Algo tan cotidiano y sin importancia? Pues sí. En la creación, las cosas pueden ser cotidianas, pero nunca carecen de importancia.

— Bárbara Cawthorne Crafton

14

2013

JuEvEs, FEbrEro 21

Y lleven una vida de amor,

así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros

como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.

— Efesios 5:2

Una vez pensé que los jalapeños no eran comestibles. Pero cuando empezamos a cultivarlos (junto a sus similares picantes), tuve que manipularlos. Había investigado los pimientos picantes, y tenía que haber sabido que usar guantes es una buena idea. Pero las pruebas y los errores son los mejores maestros... y aprendí.

Además del uso de los guantes, descubrí que la causa de mi dolor (la capsaicina) se convirtió en el motivo de mi alegría. La exposición adaptó mi cuerpo al picante del pimiento habanero, el pescado y la pimienta; me regodeaba con el distinto sabor de cada pimiento y aprendí que la capsaicina es buena medicina para el corazón y un tratamiento eficaz para la artritis.

Los pensadores occidentales del siglo veinte, son desafiados a abrazar la idea del sacrificio, que algo precioso puede tener un alto costo. Pero todo lo que comemos cuesta algo: las zanahorias, las patatas, las remolachas, los pollos y peces, pierden la vida; los tomates, pimientos y la col rizada comparten sus vidas hasta terminar su crecimiento, y entonces también mueren.

Algo maravilloso siempre tiene un precio. Aprender a entregarse para compartir, para pagar el precio, es parte del viaje humano. Que nuestra propia vida sea una ofrenda fragante y un sacrificio, entregándola en servicio de la Vida.

— Hermana Catherine Grace

15

2013

15

viErnEs, FEbrEro 22

Gloria a Dios cuyo poder, actuando en nosotros, puede hacer

infinitamente más de los que podemos pedir o imaginar.

— Oración de la tarde II (Efesios 3:20),

Libro de Oración Común

La visita a los programas de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo que más me ha gustado (y me atrevo a decir que fue desesperante), fue en Kenia, a una cooperativa de apicultura organizada por las mujeres de la comunidad donde trabajamos. Para regocijo de mis anfitrionas, me vestí de pies a cabeza con el equipo de protección de los apicultores y me acerqué a las abejas que fabricaban su miel.

A través de nuestro socio en Kenia, estamos suministrando el equipo y la capacitación técnica para fomentar el desarrollo económico. Esta forma de trabajo crea una habilidad basada en la comunidad, desatando la capacidad humana y capacitando a las personas para transformar sus propias vidas. El negocio de la apicultura pronto se hizo autosuficiente. Contando con el entrenamiento y el equipo básico, el grupo compró frascos para la miel, que venden sellados higiénicamente con etiquetas de garantía de calidad del Consejo Regulador de Kenia, lo que les permite cobrar precios más altos que la que se vende sin verificación de calidad.

La enseñanza de las industrias domésticas como la apicultura, da poder a los individuos. Pueden aferrarse a las habilidades que adquieren, aprovechándolas y enseñando a otros. El ingreso adicional mejora la vida de sus familias.

Y ése es el “aspecto dulce” del desarrollo sostenible.

— Robert W. Radtke

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2013

sábAdo, FEbrEro 23

No acumulen para sí tesoros en la tierra... Más bien,

acumulen para sí tesoros en el cielo... Porque donde

esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

— Mateo 6:21

Cada Cuaresma, mi congregación se enfoca sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Durante varios años, hemos patrocinado la “Locura de los ODM”. Con doce dólares se participa en un fondo común en línea con el torneo de baloncesto de la NCAA. El dinero no se acumula para el ganador, sino para la compra de otro tipo de “red”: una mosquitera a través de la colaboración de con el programa Nets for Life®. El ganador recibe premios donados.

También fijamos una meta cada Cuaresma para comprar un animal de granja de una familia a través del catálogo de Gifts for Life. Un año compramos una vaca y otro una bandada de pollos. Se distribuyen los “Cofres de Esperanza”, alcancías provistas por la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo para recoger dinero, y tal vez el que habría sido destinado a comprar caramelos, helado o vino u otras cosas, puede ser “donado” durante la Cuaresma.

Podríamos pedir un cheque. Pero estos programas nos invitan a responder a las necesidades de quienes están lejos, en términos concretos y tangibles: los $12,00 que gastamos para participar en el fondo común del baloncesto en la oficina, puede salvar una vida. El dinero que gastamos en golosinas en un año puede comprar una vaca que daría leche para alimentar a una familia. Jesús dijo: “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”.

— Nancy Hopkins-Greene

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2013

doMingo, FEbrEro 24

Y dijo Dios: “¡Que produzca la tierra

seres vivientes: animales domésticos,

animales salvajes, y reptiles,

según su especie!” Y sucedió así.

Dios hizo los animales domésticos,

los animales salvajes, y todos los reptiles,

según su especie.

Y Dios consideró que esto era bueno,

— Génesis 1:24-25

Daisy es una gallina araucana que vive en la cooperativa detrás de nuestra casa. Está decidida a mantener segura su prole y arropa bajo sus alas a sus crías que asoman de su pecho muy suave. Temprano en la mañana, despierta para anunciar a nuestra pequeña granja de Vermont que ha puesto otro huevo. Su día comienza cuando ella y su cría siguen a las ovejas, comiendo gusanos tras ellas.

Daisy nos mantiene conscientes de la realidad de nuestras vidas. En lugar de vivir ansiosos por nuestro ajetreo diario y despertar cada mañana con el estrés que sufrimos por ganar más dinero y comprar más cosas, Daisy nos recuerda que 870 millones de personas en el mundo tienen hambre, no porque falten los alimentos, sino porque la abundancia de nuestra creación no está disponible para poblaciones enteras.

¿Se ha desconectado nuestro disfrute de la comida en nuestra mesa de la creación de la buena tierra de Dios? La conciencia de nuestra tierra viviente, nuestra cosecha abundante, nuestra gallina feliz, es fundamental para nuestra mayordomía de la creación y nuestro

18

amor al prójimo. Daisy vive en la gracia profunda, la abundancia y la interdependencia de toda la creación: el clima, el agua y el aire limpios, el suelo sano y nuestra convivencia junto a la creación y nuestros prójimos. La conciencia de la abundancia y bondad de la creación, es el comienzo del amar al prójimo.

— Lisa Ransom

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2013

lunEs, FEbrEro 25

Dios todopoderoso, al darnos potestad sobre las cosas de la tierra, nos hiciste colaboradores en tu creación: Danos

sabiduría y reverencia en el uso de los recursos naturales, para que nadie sufra de los abusos que de ellos hagamos,

y que las generaciones venideras continúen alabándote por tu generosidad; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

— Por la conservación de los recursos naturales, Libro de Oración Común

Las experiencias en jardines que encontramos en las Escrituras, proporcionan varios relatos dramáticos de transformación: la creación, la reconciliación y la resurrección en el jardín del Edén, el jardín de Getsemaní y el jardín donde primero apareció Jesús resucitado.

Después de trabajar con los estudiantes durante varios años en el jardín de A.O.A.T. (Ayudando a Otros y Agradando a la Tierra)*, he descubierto que no hay mejor manera de enseñar sobre la vida, la muerte, la esperanza y la resurrección, que coger una semilla, plantarla en el suelo y ver cómo surge la nueva vida. He descubierto que cultivar alimentos para los hambrientos, es la mejor manera que conozco para vivir los votos bautismales. He descubierto la oración que hacemos después de la Eucaristía: “Envíanos para hacer el trabajo que nos has confiado, para amarte y servirte como testigos fieles de Cristo nuestro Señor”, se cumple entregando productos frescos a una despensa de alimentos. He descubierto que la mayor alegría que he conocido como maestra es haber trabajado junto a los estudiantes en el jardín. He descubierto que mi espiritualidad se basa en las historias de los jardines en la Biblia y en el jardín de A.O.A.T.

¿Qué has descubierto en los jardines de tu vida?

— Marianne Ryan

*El acróstico utilizado, en español no tiene el sentido que posee en inglés.

20

2013

MArtEs, FEbrEro 26

La tierra no se venderá a perpetuidad,

porque la tierra es mía y ustedes

no son aquí más que forasteros y huéspedes.

— Levítico 25:23

En su corazón, la historia del pueblo de Dios es también una historia de la tierra. En el Antiguo Testamento, Adán y Eva son expulsados de la tierra y los israelitas vagan durante años por una tierra extraña, para finalmente establecer su hogar en la tierra prometida a ellos por Dios. En Levítico 25:23 Dios recuerda a los israelitas, a punto de establecerse en Sion, que la tierra pertenece a Dios; y ellos no son más que “extranjeros e inquilinos”.

Es significativo que Dios hable tan específicamente de la tierra, dando detalladas instrucciones para dejar la tierra descansar cada séptimo año y su restauración el año de Jubileo, delineando nuestra conducta en relación a ella, porque él la cuida especialmente. Sin nuestro cuidado genuino de la tierra, no podemos cuidar adecuadamente a la gente de Dios, ni, por lo tanto, obedecer sus instrucciones tal como él ordena.

A mediados de siglo, la población mundial llegará a nueve mil millones de personas, y actualmente una de cada siete está subalimentada o padece desnutrición crónica. El uso que damos a la tierra ahora es sin duda importante para Dios, como lo fue en tiempos de los israelitas. Trabajemos y oremos para usarla sabia y compasivamente, recordando que no somos más que “extranjeros e inquilinos” en la tierra de Dios.

— Brin Bon

21

2013

MiércolEs, FEbrEro 27

Jesús... les contó esta parábola: “Un sembrador salió a

sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al

camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra

parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas

se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos que, al

crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen

terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno.”

— Lucas 8:4-8

Cuando se cultivan alimentos, se debe estar dispuesto a dejar que las cosas se vayan de las manos. El primer año preparé el suelo con un año de anticipación. Cuidadosamente coloqué diez capas de compost, recortes de césped, hojas, tierra y periódicos rotos y dejé que se descompusieran durante el invierno. Al llegar la primavera, planté col rizada, acelga y brócoli, muchas plantas de tomate, dos filas de calabacines y calabazas y mucha lechuga, espinacas, rábanos y remolachas. Y aunque el brócoli no produjo mucho, el jardín fue exuberante y produjo un ciento por uno. Yo no esperaba tal abundancia y aprendí rápidamente que tener demasiada comida en las manos, es el mejor modo de hacer amigos rápidamente.

Al año siguiente planté menos filas, roté mis cultivos y todavía tuve demasiados alimentos para nuestra familia de dos. Hubo muchos “voluntarios” en nuestro jardín, con ajos y tomates apareciendo donde no sembramos. De nuevo, una inesperada abundancia, que hizo un hábito santo ayudar a alimentar a los vecinos y a los visitantes de la despensa de la parroquia.

Sembrar es siempre un acto de fe, pero cuando hay un buen suelo y receptividad al rendimiento, los resultados son siempre mayores de lo que podemos utilizar solos. Y, por supuesto, no debemos hacerlo. El rendimiento, el crecimiento y el alimento son para compartirlos.

— Jennifer Baskerville-Burrows

22

2013

JuEvEs, FEbrEro 28

Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas.

— 1 Pedro 4:10

En nuestro hogar tratamos, tanto como nos sea posible, de comer alimentos cultivados localmente. Viajar regularmente hasta los agricultores en Marcoset, nos asegura una variedad constante a través de las estaciones. Antes de mudarnos a un apartamento urbano, cultivábamos algunos de nuestros alimentos. A principios del verano, disfrutábamos durante semanas de sorprendentes ensaladas.

Alimentarse de esa manera garantiza la variedad, porque las frutas y verduras disponibles, cambian constantemente. En los meses más fríos, probamos nuevos platos con hortalizas de invierno, tratando de evitar la monotonía. El verano viene con salsa de tomate, gazpacho, tomates rellenos y más. Después de todo, ¡los tomates son para comerlos!

Me pregunto si pudiéramos pensar que nuestros ministerios son como esfuerzos “locales”. Tal vez en lugar de perseguir nuestros propios deseos y organizar lo que estamos seguros que encajará con nuestras esperanzas, miráramos a nuestro alrededor para descubrir oportunidades. Y no estoy diciendo que debemos descuidar la misión global. ¡Nunca!

Es tentador crear ministerios basados en alguna idea arbitraria: ¡Comencemos una recogida de abrigos! ¡Quiero iniciar un programa de lectura! Pero, ¿y si nos fijamos antes en las necesidades que nos rodean? Tal vez tendríamos más variedad al descubrir algunas que no sabíamos existían y a las que debemos atender. Quizá descubriríamos una abundancia de dones en nosotros mismos o en nuestras congregaciones.

— Scott Gunn

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2013

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viErnEs, MArzo 1

El que labra su tierra tendrá abundante comida,

pero el que sueña despierto es un imprudente.

— Proverbios 12:11

En el remoto atolón de Ontong, Java, nuestra asociada, la Iglesia Anglicana de Melanesia, acompaña a los agricultores locales en un proyecto de Permacultura que introduce técnicas de cultivo innovadoras, para mejorar el abastecimiento de alimentos luchando contra la salinidad del suelo y la elevación del nivel del mar. El proyecto comenzó en 2010 y dos años más tarde obtuvo su primera cosecha, proporcionando una variedad de frutas y verduras a la comunidad de la isla.

El acceso al atolón es muy limitado, con un barco haciendo un viaje de ida y vuelta de seis días, cada cuarenta días. Al comienzo del proyecto, el personal diocesano permaneció en una de las islas durante los cuarenta días, trabajando duramente en la preparación de la tierra, la siembra de los cultivos y la capacitación de los agricultores en los nuevos métodos de trabajo. Fue un gran sacrificio pasar esos cuarenta días lejos de sus familias, labrando la tierra en un entorno desconocido. Pero la bendición de una cosecha abundante cada año fue una recompensa muy valorada.

Durante estos cuarenta días de Cuaresma, reflexionemos sobre nuestros esfuerzos por “labrar la tierra”.

— Nagulan Nesiah

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2013

sábAdo, MArzo 2

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,

con todo tu ser, con todas tus fuerzas

y con toda tu mente y ama

a tu prójimo como a ti mismo.

— Lucas 10:27

Como agricultor orgánico, me preocupo por la salud y el bienestar de los ecosistemas agrícolas, por lo que me parece útil pensar en el Gran Mandamiento, no en términos de vecino, sino más bien de vecindario.

Nuestra santísima y bendita Trinidad es una suerte de ecosistema. La Trinidad es una dinámica e incomprensible nube de relaciones. Dios se reveló de esta manera a nuestro entendimiento, en parte porque refleja la verdadera naturaleza de la existencia. No vivimos simplemente en relación con Dios y con otras personas. Vivimos en una relación íntima e increíblemente compleja con todo tipo de cosas vivas y muertas, con combinaciones de suelos, cuencas hidrográficas, placas tectónicas, lunas, planetas y estrellas.

Nuestra responsabilidad como seguidores de Jesucristo, es intentar amar a Dios y a esta masa arremolinada de vida y luz que Dios ha creado, nuestro vecino y nuestro vecindario, tanto como nos amamos a nosotros mismos. Este es un objetivo cuaresmal por el que vale la pena trabajar.

— Brent Was

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2013

doMingo, MArzo 3

Dios el Señor hizo que creciera toda

clase de árboles hermosos,

los cuales daban frutos buenos y apetecibles.

— Génesis 2:9

Junto a las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales;

sus hojas no se marchitarán, y siempre tendrán frutos.

Cada mes darán frutos nuevos,

porque el agua que los riega sale del templo.

Sus frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales.

— Ezequiel 47:12

Si decimos que “la tierra es don del Señor”, debemos estar dispuestos a vivir como si eso fuera cierto. ¡No podemos abusar de un regalo del Señor! Si queremos llamarnos discípulos de Jesucristo, debemos estar preparados para el discipulado radical, “viviendo sencillamente, para que otros puedan sencillamente vivir”, como tantos han defendido.

El compromiso de la Comunión Anglicana y sus socios por el medio ambiente, se basa en el llamado cristiano a la mayordomía de la creación de Dios. Las comunidades mismas están contribuyendo poniendo sus propios recursos a trabajar, aportando líderes y voluntarios junto a sus conocimientos tradicionales, y con su entusiasmo y dinamismo al abordar los problemas. La Iglesia Anglicana de Burundi está terminando un programa de reforestación de tres años financiado por Ayuda Cristiana, una organización sin fines de lucro con base en el Reino Unido, que ha

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plantado alrededor de 6 millones de árboles, ha capacitado a los agricultores y establecido viveros de árboles. Se plantan árboles en las faldas de las colinas y en las granjas, en tierras de la Iglesia y la escuela. Los beneficios son que las comunidades tienen leña, madera para construcción y otros usos, hojas para las medicinas tradicionales, tierra protegida de la erosión, abundantes lluvias para que los cultivos crezcan y el aumento de la producción.

La Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo y la Iglesia Anglicana de Burundi, basándose en la experiencia exitosa de este programa, están buscando apoyo para continuar el trabajo de reforestación.

— Leónidas Niyongabo

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2013

lunEs, MArzo 4

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque

serán saciados.

— Mateo 5:6

Vivir en una sociedad con los recursos necesarios, impide a muchos familiarizarse con la experiencia de padecer hambre y sed. Supongo que la mayoría de las personas que lean este folleto puede saber lo que se siente al dejar de hacer alguna comida o al estar sediento después de algún esfuerzo físico; pero nos hemos ahorrado sentir el hambre extrema, los largos días de hambre y la sed de una deshidratación que impide hasta producir saliva. Lógicamente, eso limita nuestra sensibilidad y respuesta al dolor del hambre y la sed de los que diariamente las sufren.

Asimismo, aquellos relativamente privilegiados, que no han sufrido la opresión de primera mano, no pueden saber lo que significan el hambre y la sed de justicia, anhelarlas como algo de lo cual dependen nuestras vidas. Por supuesto, que la vida que Dios quiere para cada uno de los hijos preciosos, depende por igual de los alimentos, las bebidas y la justicia. Por lo tanto, para estimular nuestra hambre y sed de éstos, ayunamos.

Que este ayuno de Cuaresma nos abra a las tres: la comida, la bebida y la justicia, en todas sus manifestaciones.

— Marcos Hollingsworth

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2013

MArtEs, MArzo 5

No tienen que irse —contestó Jesús—. Denles ustedes mismos de comer. Ellos objetaron: —No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados.

— Mateo 14:16

A medida que avanza la temporada, nos rodea la abundancia: calabazas, miel, huevos, tomates y arándanos. Las ramas de los arándanos están tan llenas, que se doblan hasta el suelo. Cada día comemos arándanos desde el mismo árbol mientras llenamos cubos con ellos. Los congelamos, hacemos pasteles con ellos y los regalamos.

Recordando nuestra abundancia, podemos entender cómo fueron alimentados los cinco mil en el Evangelio de Mateo. Conocemos los hechos: una comunidad reunida, algunos alimentos y amor. Esa es la verdad de la abundancia que se produjo en la ladera de una colina en Galilea, y que diariamente ocurre cuando los trabajadores migrantes comparten el almuerzo en una granja de productos lácteos de Vermont, o cuando un millón de microbios se alimentan en una pila de compost. La abundancia de Dios es el amor que todos los días se vive en comunidad. ¿Cómo podemos compartir la abundancia de nuestra cosecha?

“No tenemos nada”, respondieron los discípulos. Hoy, cerca de mil millones de personas en el mundo padecen hambre. La abundancia de Dios no es evidente para ellos. Jesús dice, “Tráiganme su ‘nada’”. Bendice los pescados y los panes y reparte el alimento a las masas. Como narra Mateo, “todos quedaron satisfechos”.

El compartir comienza tomando conciencia de nuestra comunidad, de la abundancia de arándanos, de las redes llenas de pescado y de las cestas llenas de pan.

— Lisa Ransom

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2013

MiércolEs, MArzo 6

El SEÑOR... se dijo a sí mismo:

“Mientras la tierra exista,

habrá siembra y cosecha, frío y calor,

verano e invierno, y días y noches”.

— Génesis 8:22

Todos los años planto mi jardín en una porción de terreno con una oración. No soy un jardinero natural; más bien aspiro a serlo. Confío en los elementos básicos: agua, tierra, sol y semillas. No parece que las semillas que planto den mucho fruto, así que he comenzado a plantar posturas de vegetales. Tal vez he plantado las semillas en tierra rocosa y el sol las secó. También soy algo impaciente cuando debo esperar que las semillas germinen.

Mis hijos, por el contrario, son prolíficos productores a partir de semillas. Mi hija trató insistentemente de hacer germinar las semillas de una manzana. Su persistencia le consiguió un árbol de manzanas para su cumpleaños. Lo plantamos hace tres años, y este año dio fruto por primera vez. Un ciclo completo del leccionario ha pasado desde que sembramos su manzano. Lo vimos crecer hasta hacerse un delgado árbol que produce manzanas crujientes y dulces. Nos agradó cosechar y comer sus primeros frutos.

Ahora estamos esperando pacientemente otra vez, mientras las estaciones cambian la cosecha por el fogón.

— Vanessa Glass

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2013

JuEvEs, MArzo 7

Bendice estos alimentos para nuestro uso

y úsanos en tu amoroso y fiel servicio.

— Libro de Oración Común, 1928

Recuerdo a mi familia que, cuando era niño, celebraban varios cocidos del Bajo País: un festín de mariscos y vegetales, cocinados lentamente a lo largo de un día.

Esa comida se hacía con el trabajo de nuestras manos, desde los mariscos capturados por mi abuelo, hasta las verduras picadas por mis tías y la gran olla de cocción que mi primo y yo revolvíamos.

La oración que mi padre pronuncia en las reuniones familiares, siempre me resonaba más fuertemente en estas comidas en particular; que “usábamos”, no solamente para alimentar nuestros cuerpos, sino que alimentaba aún más nuestras relaciones mutuas.

El viaje que hacemos juntos en nuestras comunidades de fe durante la Cuaresma y después, me recuerda ese día de preparación y cocción. Tratamos de vivir como seguidores de Jesús, trabajamos juntos, nos reímos mucho, hay un poco de tensión (a veces más que un poco). Y también esperamos, al final de ese día, o de la temporada, o de toda la vida, una celebración maravillosa de la abundancia provista, en última instancia, por el amor.

— Nicole Seiferth

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2013

viErnEs, MArzo 8

Él cubre de nubes el cielo,

envía la lluvia sobre la tierra

y hace crecer la hierba en los montes.

— Salmo 147:8

A veces mientras trabajaba nuestro stand en el Marcoset de los agricultores, la gente nos decía: “Ustedes cultivan los mejores tomates”, a lo que generalmente respondo, “Bueno, muchas gracias, pero para decirle la verdad, las plantas de tomate fueron las que hicieron el trabajo más duro”.

No importa lo mucho que lo intentemos, no podemos hacer tomates por nuestra cuenta. Cómo es que los tomates llegan a ser, al final, es un misterio. Son la obra de Dios. Pero como no podemos hacer tomates nosotros mismos, lo que sí podemos hacer es crear las condiciones para que las plantas de tomate puedan hacer aquello para lo que fueron creadas: los tomates.

Ya se trate de criar a los hijos, construir una comunidad, cultivar alimentos o cualquier trabajo importante que se nos haya encomendado, no lo hacemos solos, porque realmente nunca estamos solos. Dios está con nosotros en nuestros corazones y manos, en las nubes y la lluvia, en el césped bajo nuestros pies. Dios está con nosotros.

— Brent Was

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2013

sábAdo, MArzo 9

El Dios de paz... les haga aptos en toda obra buena para

que hagan su voluntad, haciendo él en ustedes lo que es

agradable delante de él.

— Oración del Oficio de Completas,

Libro de Oración Común, p. 98

Mi esposa y yo acostumbramos a orar las Completas antes de retirarnos por la noche, lo que nos sirve para enmarcar el día con esa práctica de oración, que es especial en la vida de la catedral en la que sirvo. Para evitar la monotonía, de vez en cuando cambiamos la versión de Completas que utilizamos.

Hay una hermosa y sencilla oración próxima a la apertura del Orden para Completas de la Iglesia de Nueva Zelanda y que nos introduce a todo lo que sigue:

Querido Dios,Gracias por todo lo que es bueno,Por nuestra creación y nuestra humanidad,Por la administración de este planeta tierra que nos has dado,Por el regalo de la vida y de cada uno,Por tu amor ilimitado y eterno.

Es realmente una letanía, una lista que incluye lo que podemos considerar dones, concedidos a nosotros con un propósito, mientras procuramos vivir nuestras vidas en relación con Dios y la bondad que de él fluye hacia el mundo a través de nosotros.

El resto de Completas, de hecho el resto de la vida en general, es una invitación a considerar qué hacer con esos dones.

— Steven L. Thomason

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2013

doMingo, MArzo 10

El sábado se hizo para el hombre,

y no el hombre para el sábado,

añadió.

— Marcos 2:27

Los discípulos cruzaban un maizal y comieron de lo que allí había. Más tarde, una severa crítica: ¿por qué les permitió Jesús coger maíz en el día de reposo, cuando todo trabajo está prohibido?

Pues porque tenían hambre. Además, Jesús dice que el sábado fue hecho para la humanidad, y no al revés.

La observancia del sábado es lo suficientemente importante para los judíos como para incluirlo en los Diez Mandamientos. Pero el pueblo siempre se relacionó con la ley de manera práctica: quizás no trabajaran en sábado, pero tendría que alimentar a sus animales y sus vacas lecheras. Permitir que otro ser sufra, no es un modo legítimo de guardar el sábado. En esta declaración, Jesús se encuentra completamente dentro de su propia tradición.

Gran parte de lo que hace la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo en nuestro nombre, es tan sencillo como esto: semillas, alimentos y refugio. Elije la vida cuidando de aquellos que necesitan ayuda. No es una ciencia complicada y no hay que ser abogados para comprenderlo. Solamente necesitamos ser personas de buen corazón con fe en Dios y con algún sentido común.

— Bárbara Cawthorne Crafton

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2013

lunEs, MArzo 11

Un dirigente de una comunidad preguntó a

Abba Poemen: “¿Cómo puedo ganar el temor de Dios?”

Abba Poemen respondió: ¿Cómo podremos ganar el

temor de Dios cuando tenemos los estómagos llenos de

queso y frascos de pescado salado? “

— de Los Dichos de los Padres del Desierto

El hambre es una sensación que todos conocemos, ya sea que, trabajando afanosamente, nos saltemos la hora del almuerzo o ayunemos como una práctica espiritual. En todo caso, cualquiera de nosotros con recursos suficientes, puede acercarse a la despensa o abrir la nevera y alimentarse cuando el hambre nos impulsa a comer. Pero muchas veces no es el hambre lo que nos impulsa a comer, sino más bien contar con alimentos a mano, tazones de caramelos, armarios de bocadillos, comida rápida o antojos que nos incitan a comer incluso si no tenemos hambre. Pero ¿qué sucede cuando nunca sentimos verdadera hambre, la clase de hambre que nos hace anhelar el alimento, que mira más allá de quedar satisfechos a simplemente desear alimentarse?

¿Sabemos realmente lo que significa sentir hambre? Esta es una pregunta que podemos hacer a nuestros cuerpos y a nuestros espíritus. Si siempre estamos llenos de cosas fáciles y agradables, ¿podremos conocer la profunda hambre espiritual que sólo Dios puede satisfacer? ¿Podemos tener hambre de Dios cuando nuestros estómagos siempre están llenos?

¿Cómo podría nuestra hambre hacernos recordar las necesidades de los demás y nuestra profunda dependencia de Dios durante esta temporada de ayuno y oración?

— Brin Bon

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2013

MArtEs, MArzo 12

Si alguien que posee bienes materiales

ve que su hermano está pasando necesidad,

y no tiene compasión de él,

¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?

— 1 Juan 3:17

La Iglesia Anglicana en Sudán del Sur es una de las mayores instituciones de la sociedad civil en el país. Con una membresía de unos 20 millones de personas (en una población de 65 millones), la Iglesia está presente al final de cada camino de tierra en el país. Aunque rica en miembros, la Iglesia no lo es tanto en sus ingresos y es constantemente desafiada en el cumplimiento de sus variadas obligaciones financieras.

Dadas las circunstancias en el Sudán meridional, parece que casi cada semana surge una crisis humanitaria, principalmente de los conflictos entre los dos Sudán o entre grupos étnicos en el sur del Sudán del Sur. Pero la gente de la Iglesia en Sudán, a pesar de sus limitaciones, es ejemplo del llamado al amor y al servicio de Dios, y responde instintivamente a cada emergencia, siendo una presencia sanadora en la comunidad o ayudando a los necesitados.

Durante esta Cuaresma, reflexionemos sobre cómo podemos expresar aún más el amor sin límites de Dios.

— Nagulan Nesiah

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2013

MiércolEs, MArzo 13

Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—.

El que a mí viene nunca pasará hambre,

y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.

— Juan 6:35

Somos alimentados espiritualmente cada vez que participamos en la Eucaristía, en comunión con nuestro Cristo, que está en el mundo pero que no es del mundo. Es entonces, cuando nos damos completamente a otra cosa que no sean nuestros propios deseos y voluntades, que podemos seguir los pasos que nuestro Cristo ha puesto ante nosotros con fe, esperanza y amor, en el camino hacia la eterna verdad. Y cuando penetramos plenamente en el misterio de Cristo al acercarnos al altar, las manos extendidas hacia él, experimentamos el gozo vivificador de participar en cada Eucaristía.

Primero debemos saber por qué estamos allí, qué es lo que comemos y de dónde viene realmente. Somos alimentados por el mundo o por nuestro Cristo. Puede decirse que somos lo que comemos. También es importante saber de dónde viene nuestro alimento, quiénes son los que lo cultivan y cosechan para nosotros y preocuparnos por cómo crece. Participar en los Marcosets de los agricultores locales crea un sentido de comunidad, mientras se cuida la tierra. Las prácticas de jardinería y agricultura orgánica y biodinámica, dan una esperanza para que la tierra sea sanada. Como Wendell Berry escribe en su poema “La granja”: “Sé agradecido y recompensa el crecimiento con cuidado y buen trabajo. El trabajo realizado con gratitud, amablemente y bien, es una oración”.

Señor, escucha nuestra oración.

— Michael Trent Thompson

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2013

JuEvEs, MArzo 14

Pero si envías tu Espíritu, son creados,

y así renuevas la faz de la tierra.

— Salmo 104:30

Animal, Vegetal, Milagro; es el relato de Bárbara Kingsolver de la aventura de su familia que durante un año comieron exclusivamente productos que ellos cultivaron o compraron a los agricultores locales. La palabra milagro me lo dice todo. Ya adulta me he hecho una apasionada jardinera, y para mi sigue siendo un milagro que mis perennes revivan cada primavera después de morir en otoño. Es un milagro que surjan nuevas cañas de frambuesas cuando mueren las viejas. Es un milagro cuando planto unas semillas diminutas y producen tanta espinaca que tengo que regalar a los vecinos. Es un milagro cuando mis restos de comida se convierten en compost fertilizador.

Sí. Sé que no son técnicamente “milagros”, no como cuando Jesús dio vista a los ciegos. Aun así, no puedo evitar admirarme por la forma en que Dios creó este mundo que se renueva constantemente, dando una y otra vez.

Tal vez nuestra reflexión cuaresmal debe incluir arrepentirnos por nuestra incapacidad de ver lo milagroso en esta tierra que Dios nos ha dado.

— Nancy Hopkins-Greene

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2013

viErnEs, MArzo 15

Luego Leví le ofreció a Jesús un gran banquete en su casa... Pero los fariseos y los maestros de la ley que eran de la misma secta les reclamaban a los discípulos de Jesús: ¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores? No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos —les contestó Jesús. No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan.

— Lucas 5:29-32

Cuando era un niño creciendo en un pequeño apartamento en la ciudad de Nueva York, la mesa de la cocina era el centro de nuestro hogar. Servía como espacio de estudio, sala de estar y, por supuesto, comedor.

Hace varios años me invitaron a casa de un amigo para almorzar, lo que me hizo recordar muchas otras mesas. Disfrutamos de sopa de tomate (una muy suculenta con trozos de zanahorias y rematada con albahaca morada rallada), una baguette y quesos, raviolis cubiertos ligeramente con mantequilla y queso parmesano, una variedad de higos, buen chocolate oscuro y esas maravillosas finas galleticas, especie de cruce entre galletas escocesas de mantequilla (shortbread) y bizcocho. Esta comida sencilla pero extravagante, unió a dos amigos que rieron, soñaron, discutieron sobre los temas del día y se escucharon mutua y profundamente.

Jesús no tenía una mesa de cocina propia, pero me imagino que la comida que compartió con sus amigos y seguidores tendría un sabor parecido.

Eso es el altar para mí. Es central y esencial, mantiene los recuerdos y trae a la memoria lo que hacemos alrededor de las “mesas de comer” en los salones de nuestra parroquia, en nuestros hogares, en restau-rantes y en parques. Las mesas de comer y el altar de Cristo tienen mucho que enseñarnos sobre la hospitalidad radical, tal como lo hacen sobre la satisfacción de las hambres espirituales y físicas.

— Jennifer Baskerville-Burrows

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2013

sábAdo, MArzo 16

También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:

—Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.

De la misma manera tomó la copa...

— Lucas 22:19-20

Cuando Jesús se reunió con sus amigos para la comida de Pascua, habló sobre el pan y el vino en términos de entregar su vida para que otros puedan vivir. También dijo que recordaran este misterio.

Observamos ese evento ritualmente en la iglesia, pero ¿lo hacemos cada vez que comemos?

Los alimentos que consumimos proceden de un universo basado en el constante intercambio de energía. Toda la energía en la tierra proviene del sol, que surgió cuando murió su abuela estrella, liberando elementos vitales y energía para la existencia de la vida en la tierra. Todas las plantas y animales que nos alimentan para poder movernos, pensar, cantar, crear, soñar, toman su energía del sol.

El universo existe intercambiando energía constantemente. Finalmente cada ser rinde su vida liberando energía hacia el universo. Una y otra vez, ese intercambio se produce, en ciclos de muerte a vida, de transformación y resurrección.

Jesús no tuvo acceso a esta ciencia, pero sabía que la comunión era algo más que el encuentro para una comida ritual. Es reconocer que todo lo que existe es una malla, tejida durante 13,7 mil millones de años de creación, que es esencialmente eucarística en su mismo ser.

— Hermana Catherine Grace

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2013

doMingo, MArzo 17

No tienen que irse —contestó Jesús.

Denles ustedes mismos de comer.

— Mateo 14:16

A veces el reto de satisfacer el hambre del mundo nos puede abrumar hasta la desesperación. Ya sea que nos confrontemos con la macilenta mujer sin hogar con la que nos cruzamos en la calle, la sala abarrotada del comedor social de la parroquia, o la cantidad de noticias de los que mueren de hambre por causa de guerras o desastres naturales, la solución parece superarnos, y nuestra impotencia se convierte en el agente de nuestra indiferencia.

Jesús, percibiendo el hambre de los reunidos junto al mar de Galilea para escuchar sus enseñanzas, dijo a sus discípulos que consiguieran algo de comida para alimentarlos. Pasmados por el tamaño de la multitud y abrumados por el problema, decidieron distanciarse de éste y de la gente, respondiendo, “No tenemos más que cinco panes y dos peces”.

Pero Jesús sabía cómo abordar el hambre, tanto la física de la multitud, como la espiritual de los discípulos: una persona a la vez. Y negó el poder del mal, de la herramienta que tan a menudo utiliza para que ni siquiera lo intentemos: la indefensión.

Cuando no estamos indefensos, tampoco lo están quienes necesitan nuestra ayuda.

— Mark Hollingsworth

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lunEs, MArzo 18

Los primeros capítulos del Génesis... son... una revelación... de la visión de Dios del universo y de sus intenciones para

el hombre...Dios hizo el mundo como un jardín en el cual él mismo se deleitaba. Hizo al hombre y le dio la tarea de

colaborar en el cuidado divino de las cosas creadas. Hizo hombre a su propia imagen y semejanza,

como un artista, un trabajador... el jardinero del paraíso.

— Thomas Merton in “La Danza General”,Nuevas semillas de Contemplación

Como escribió Thomas Merton, se pretende que seamos jardineros, unos que cultivan una vida de oración que prepara el alma (nuestra tierra) para escuchar; como dice San Benito, “con el oído de nuestro corazón”. Cultivar una vida de oración a través de su práctica, permite hacerse fruto, visto como un modo de vida sacramental. Ni más, ni menos.

El mantra benedictino, ora et labora, que significa “oración y trabajo”, nos ofrece un enrejado donde puede crecer nuestra vida y comunidad espiritual. Esta antigua práctica, que nos ha llegado gracias a los monjes y monjas que viven esa vida orgánica de oración y trabajo, es un rico patrimonio o, podríamos decir, la buena tierra donde podemos plantarnos. Combinar la oración con el trabajo, es la mezcla apropiada para cultivar nuestras vidas de manera fructífera, alimentándonos a nosotros mismos y a otros con alimento espiritual.

Podríamos reflexionar sobre nuestras vidas personales y sobre la de la comunidad parroquial, utilizando la metáfora de un jardín. ¿Realmente estamos cuidándolo? ¿Estamos preparando el suelo, mirándonos interiormente, a nuestras mentes, observando nuestros corazones? ¿Estamos experimentando a Cristo entre nosotros? En el centro de nuestra alma, la esencia del Espíritu habita en nosotros, descansando en Dios, en el jardín del Edén.

— Michael Trent Thompson

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2013

FiEstA dE sAn José — MArtEs, MArzo 19

Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el

Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes

de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes

sirven a Cristo el Señor.

— Colosenses 3:23-24

Hoy celebramos la fiesta de San José, el esposo de María y padre terrenal de Jesús, que no debe confundirse con José, el de la capa multicolor o José de Arimatea, quien ministró a Jesús en su muerte. Me gusta especialmente que San José sea conocido como “el obrero” y sea el santo patrón de los trabajadores. Era un carpintero, maestro de carpintería de sus hijos y probablemente de otros chicos en Nazaret.

Cada día nuestro camino se cruza con el de los trabajadores y obreros que hacen posible la vida. Los que cultivan y llevan sus productos a Marcoset; maestros que van algo más lejos, conserjes y señoras de la limpieza que mantienen limpios nuestros lugares de trabajo. La lista no termina.

Pocos trabajan más duramente que Juan Awinsor, maestro carpintero y director de una escuela de carpintería para niños discapacitados en Teshie, Ghana. Su trabajo y ministerio de oración, bendice a los niños bajo su cuidado, a su comunidad y a todo aquel con quien entra en contacto. Se pone a trabajar en sus tareas “para el Señor”. Una inspiración para todos nosotros.

— Brian Sellers-Petersen

Para leer más sobre la historia de Juan e historias de otras personas que trabajan para servir al Señor Jesús, por favor visite el blog de Brian Sellers-Petersen en: http://blog.er-d.org/blog/engaging-the-church-to-reach-a-hurting-world/lent-2012-dust-and-hope

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2013

MiércolEs, MArzo 20

Este mandamiento nuevo les doy:

que se amen los unos a los otros. Así como yo los he

amado, también ustedes deben amarse

los unos a los otros. De este modo todos sabrán

que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.

— Juan 13:34-35

El servicio del equinoccio de primavera de mi comunidad termina con esta oración:

Que todos brotemos. Que extendamos nuestras ramas brillantes y elegantes. Que seamos miel uno para el otro. Que lo que seamos, lo que sepamos y lo que podamos ser, sea para el mutuo servicio. Amén.

Que seamos miel el uno para el otro.

Cuando decimos esas palabras, las veo como un intercambio de saludos, algo así como solía hacer hace años cuando con mis hermanas nos hacíamos reverencias cuando pasábamos a la sala: el Cristo en mí saluda al Cristo en ti.

La miel es el increíble regalo de las abejas que recolectan el néctar y, a continuación, hacen trabajar su magia de abejas para hacer el dulce y saludable producto dorado que disfrutamos. Dura mucho tiempo y conservada adecuadamente puede durar muchos años. Si la conservación no es apropiada, la miel puede hacerse no apta para los seres humanos, pero las abejas la consumirán alegremente.

¿No sería maravilloso que todos nos convirtiéramos en miel el uno para el otro? Habría una dulzura esencial en todo el mundo. Nos alimentaríamos mutuamente y a nosotros mismos. Todos seríamos deliciosamente buenos y, tratada adecuadamente, nuestra amistad duraría mucho tiempo.

Te amo, miel. El Namasté (saludo) del agricultor.

— Hermana Catherine Grace

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JuEvEs, MArzo 21

Danos hoy nuestro pan cotidiano.

— El Padre Nuestro

Las plantas están llenas de fresas rojas y brillantes y de gruesas vainas de guisantes. Cada mañana, desde principios de la primavera hasta el verano, mis hijos salen descalzos al jardín para coger la primera fresa de la planta y buscar las vainas perfectamente llenas de guisantes para el desayuno. Las vainas de guisantes, las plantas de fresas, el suelo oscuro, rico, todo cubierto aún con el rocío de la mañana.

La tierra es la base de nuestro sistema alimentario. Nos alimentamos según se alimenta nuestra tierra. Una tierra sana está viva, llena de microbios hambrientos. Como nosotros, esos microbios se multiplican y relacionan unos con otros y con la lluvia y el sol, alimentados por los nutrientes elementales, el carbono y el nitrógeno. La tierra sana ofrece los nutrientes a los campos y granjas y finalmente a nuestros cuerpos. La tierra es nuestra vida.

La resurrección ocurre bajo nuestros pies todos los días. Los alimentos nos relacionan con la tierra, el agricultor, la luz solar y la lluvia, todo ello proporcionado por la milagrosa creación de la tierra de nuestro jardín. Cuando somos conscientes de ese precioso regalo, también nos relacionamos con los 870 millones de personas en todo el mundo que no tienen acceso adecuado a los alimentos. Estos dones de Dios están ocultos o se pierden por nuestra falta de conciencia de este mundo de interrelaciones. Cuando empezamos a reconocer que nuestro pan de cada día es un don, entendemos que todos los alimentos, el pan, las fresas, los guisantes, son un regalo de la generosidad de la tierra. ¿Podemos ser mayordomos de este regalo para todos los hijos de Dios? ¿Podemos cuidar la tierra tanto como ella nos cuida?

Nuestro mundo depende de ello.

— Lisa Ransom

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2013

viErnEs, MArzo 22

[Dios]... abrió la roca, y brotó agua

que corrió por el desierto como un río.

— Salmo 105:41

Una tierra seca y árida no puede sostener la vida. El agua es esencial para la vida, pero debe ser limpia y administrada correctamente en beneficio de todos.

Los proyectos de agua iniciados por la Iglesia Anglicana de Burundi, junto a sus socios, han ayudado a reducir enfermedades como el cólera, así como la diarrea y los parásitos. Ahora miles de personas han mejorado las condiciones de higiene en sus hogares y se están dando cuenta de la importancia de lavarse las manos regularmente, de lavar su ropa y de utilizar agua de una fuente limpia. Tener fuentes locales de agua limpia también ha reducido el tiempo dedicado a buscar agua. En algunos lugares, la caminata para obtener agua se ha reducido casi a la mitad.

La conservación del agua de lluvia ha contribuido a desarrollar cultivos cuando las lluvias son insuficientes. Una de las catedrales tiene ahora un gran depósito para recoger el agua de lluvia que cae del techo. El agua que una vez causó inundaciones está siendo utilizada productivamente.

Las comunidades están asumiendo la responsabilidad de la propiedad y el cuidado de los pozos y las fuentes de agua. Esto ha ayudado a promover mejores relaciones en la comunidad, según las personas van aprendiendo a vivir y trabajar juntos en armonía, algo que otros han observado.

Permitamos que el Agua de Vida del Espíritu del Dios nos llene de nuevo y refresque las áreas secas y áridas de nuestras vidas.

— Leónidas Niyongabo

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sábAdo, MArzo 23

¿Cuándo te vimos hambriento?

— Mateo 25:37

Donde vivo sacamos los alimentadores para los colibríes el primer día de abril. Mezclamos cuatro partes de agua y una de azúcar, un cóctel rico en energía para esos diminutos organismos que queman tantas calorías en un día. Si no vienen el 1 de abril, y por lo general no lo hacen, al menos sabemos que pronto llegarán. Mi objetivo es hacer de nuestro jardín un paraíso para los colibríes, con tantas flores y alimentadores como pueda reunir allí.

Lo curioso es que ellos no siempre quieren vivir en el paraíso. Aunque hay mucha comida para todos, ¡créame cuando lo digo!, los colibríes se pelean para mantener a otros fuera del patio. A veces pienso que prefieren pelearse por la comida que comerla.

Son como nosotros, mucha abundancia, pero poco compartir, acaparando lo que no se necesita, negándolo a otros que sí lo necesitan. Fuimos hechos a imagen de Dios, es cierto, pero también somos como los animales.

Esa doble naturaleza es fácil de ver, pues la parte egoísta es muy evidente. No lo son menos las medidas que tomamos para superarlo y la generosidad que expresamos cuando estamos bien. Pero somos más que nuestros peores defectos, pues a veces los seres humanos nos unimos para ministrar a los que sufren. Todas las comunidades de fe se consagran a ese impulso, y el pasaje de las Escrituras sobre el que reflexionamos hoy, sugiere que, más que ninguna otra cosa, eso es fundamental para nuestra vida de fe.

— Bárbara Cawthorne Crafton

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doMingo dE rAMos, MArzo 24

¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor!

¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! Algunos de los

fariseos que estaban entre la gente le reclamaron a Jesús:

¡Maestro, reprende a tus discípulos! Pero él respondió:

Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras.

— Lucas 19:38-40

Jesús no fundó una religión sino un movimiento: la llegada del Reino de los cielos o, en el lenguaje de este folleto cuaresmal, un viaje para sanar a un mundo que sufre. El Domingo de Ramos, marca un momento crucial en ese movimiento, el recuerdo del desfile triunfal de Jesús en Jerusalén, el comienzo de la Semana Santa que nos traslada hacia las horas oscuras en la Cruz y por ella hacia la luz de la Pascua.

La procesión de hoy inicia ese movimiento de muchas maneras, pero no como la gran entrada de un emperador victorioso ni un inmenso despliegue de poder militar; sino con la aclamación espontánea dada a un rey cabalgando en un burro, señal de que el trabajo de sanidad, la esperanza del mundo, llegará con sencillez y humildad. La multitud aclama mientras Jesús entra. Poco después le volverán las espaldas.

Hoy, las liturgias en nuestras iglesias capturarán ese latigazo espiritual, pasando rápidamente de la celebración festiva a narrar la Pasión triste y sombría. Este día especial nos da la oportunidad de pensar en donde estamos al comenzar esta Semana Santa. ¿Nos uniremos al movimiento hacia la sanidad de un mundo sufriente, o le volveremos nuestras espaldas? ¿O tal vez peor, sencillamente nos apartaremos?

—Jay Sidebotham

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2013

lunEs dE sEMAnA sAntA, MArzo 25

Él hace que salga el sol sobre malos y buenos,

y que llueva sobre justos e injustos.

— Mateo 5:45b

El nuestro es un Dios de abundancia, pero la abundancia de Dios se distribuye de manera que escasamente comprendemos. Mientras el medio oeste de Estados Unidos sufre una sequía milenaria, Filipinas y la Costa del Golfo se inundan por las lluvias. En tiempos como este, los cristianos adoramos a Dios en Cristo, oramos, cuidamos de otros y nos esforzamos por ser generosos con amigos y extraños. Les ofrecemos las bendiciones de Dios, y aquí lo dejamos. ¿Qué más podemos hacer?

Tenemos muy poco control sobre nuestra propia vida, sobre lo que nos sucede o no. Menos control tenemos sobre las vidas de los demás, el ritmo de las mareas o el movimiento de los planetas en sus órbitas. Lo que sí podemos controlar, y que Cristo nos pide, es mantener en nuestros corazones que, si bien tenemos poco poder sobre el mundo, tenemos un gran poder para controlar nuestras reacciones ante el mismo; lo que hacemos mientras el mundo gira día tras día, mes tras mes, año tras año. Siempre podemos adorar, orar, cuidar y ser generosos mientras bendecimos a nuestro Señor y Salvador.

¿Qué más necesitamos hacer?

— Brent Was

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MArtEs dE sEMAnA sAntA, MArzo 26

Si te dedicas a ayudar a los hambrientos

y a saciar la necesidad del desvalido,

entonces brillará tu luz en las tinieblas,

y como el mediodía será tu noche.

—Isaías 58:10

Hace varios años, mientras colocábamos alimentos en los estantes de la despensa de la unidad de alimentación escolar, la mesa en el centro de la despensa me atrajo. En ella había productos desechados, que no serían elegidos por los clientes de la tienda de comestibles, pues estaban casi podridos.

Me sentía muy angustiada por esa mesa que me hizo pensar en la mesa de la Eucaristía, a la cual los fieles, y los no tan fieles, los ricos y los pobres, los hambrientos y los bien alimentados, son invitados cada semana; la mesa donde somos alimentados y nutridos por el cuerpo y la sangre de Cristo. En ella recibimos lo mejor de Dios, no las sobras.

Mi angustia se transformó en acción y, por la gracia de Dios y con la ayuda y el amor y cuidado de muchos, comenzó la escuela Gooden, con gran alegría y corazones eucarísticos, para transformar esa mesa cultivando y entregando vegetales frescos y orgánicos.

¿Tienes algún pedazo de terreno que pudieras preparar para cultivar alimentos para los hambrientos? En la despensa del mundo hay mesas que necesitan ser transformadas. Juntos podemos convertirlas en mesas de Dios.

— Marianne Ryan

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MiércolEs dE sEMAnA sAntA, MArcH 27

El Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan,

y después de dar gracias, lo partió y dijo: “Este pan es mi

cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria

de mí”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa

y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que

beban de ella, en memoria de mí”. Porque cada vez que comen este pan y

beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.

— 1 Corintios 11:23-26

Con todo el ritual y el simbolismo de la Eucaristía es fácil olvidar que la Última Cena fue, en su forma más sencilla, una comida que Jesús compartió con sus amigos más cercanos. Aunque generalmente no la comparamos con la comida de la cena del domingo, la Última Cena no fue más que una cena, una comida que los primeros cristianos compartían entre ellos en conmemoración de Jesús, y en la que también participamos hoy.

¿Qué significa pensar, no en el Jesús divino que nos invita a “comer su cuerpo y beber su sangre”, sino en un Jesús humano, que comía con gente que lo amaba y personas que lo traicionarían, que alimenta a multitudes de extraños y que incluso cena con los publicanos y las prostitutas? Nuestro Dios es un Dios que disfruta de los alimentos, que saborea la compañía de amigos y extraños en medio de una buena comida, que acepta la hospitalidad de los marginados y los envilecidos, y que también ayunó en el desierto y predicó las buenas noticias de pueblo en pueblo, sin tener segura su próxima comida. La humanidad de Jesús revela la que todos debemos procurar: una humanidad que nos conduce a una mayor humildad, a más profunda compasión y al servicio comprometido.

— Brin Bon

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JuEvEs sAnto, MArzo 28

Entonces [Jesús] les dijo: —

¿Entienden lo que he hecho con ustedes?

Ustedes me llaman Maestro y Señor,

y dicen bien, porque lo soy.

Pues si yo, el Señor y el Maestro,

les he lavado los pies,

también ustedes deben lavarse

los pies los unos a los otros.

Les he puesto el ejemplo, para que hagan

lo mismo que yo he hecho con ustedes.

— Juan 13:12-15

A finales del siglo XVIII, mientras la Revolución Industrial se extendía por Inglaterra, el visionario cristiano y poeta William Blake (1757-1827) escribió “Jueves Santo” (en Canciones de Experiencia), una amarga acusación de la situación religiosa, política y económica inglesa.

¿Es esto algo sagrado para verEn una tierra rica y fructífera,Bebés reducidos a la miseria,Alimentados con fría y usurera mano?

En tiempos de Blake, como en el nuestro, los rápidos cambios tecnológicos habían producido una riqueza sin precedentes y una pobreza devastadora. En su tiempo, como en el nuestro, fueron urdidos planes bien intencionados para aliviar la miseria humana sin alterar el status quo económico. En su tiempo, como en el nuestro, algunos de los que prestaban ayuda, creyeron que debían poner ciertas condiciones a quienes la recibían.

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El Jueves Santo, Jesús lavó los pies a sus discípulos. Fue un cambio tan profundo, que todavía intentamos imitar, aunque sea por un momento. Lavando los pies de quienes lo llaman maestro, Jesús los aleja del poder, el prestigio y el ejercicio de la autoridad a la que pueden creer que, por su experiencia o conocimientos, tienen derecho. Jesús nos llama a servir sin referencia ni relación con nuestra propia necesidad de poder o reconocimiento.

La última estrofa de Blake, dice:Porque dondequiera brille el sol,Y dondequiera la lluvia caiga,Allí los bebés no deben pasar hambreNi la pobreza aterrorizar la mente.

Podemos servir más plenamente la misión de Dios, garantizando que todos los niños sean alimentados, nutridos y amados a todos los niveles: el físico, el emocional y el espiritual. No podemos hacer menos.

— Gay Clark Jennings

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2013

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viErnEs sAnto, MArzo 29

Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de

compadecerse de nuestras debilidades,

sino uno que ha sido *tentado en todo de la misma manera

que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos

confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la

gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.

— Hebreos 4:15-16

Sobre todo hoy, es el día de la pasión, la pasión de nuestro Señor Jesucristo. Pasión, cuyo significado latino original es “sufrir”. No es de extrañar que prefiramos evitar el sufrimiento y, cuando somos realmente buenos, deseemos aliviarlo en otros. A eso lo llamamos compasión.

Sin embargo, la compasión en realidad no es lo que generalmente pensamos. La palabra procede del latín, y está compuesta de passio, “sufrir “ y cum, “con”. Compasión significa “sufrir con”, y en su sentido más estricto, la compasión no pretende aliviar los sufrimientos de los demás, sino de sufrir con ellos, que es un desafío mucho mayor.

Aliviar el sufrimiento está bien. ¿Quién puede oponerse? Pero no es el tema del Viernes Santo, y tampoco el de la compasión. Se trata de sufrir con. Ese es camino de Dios hacia la reconciliación. Es el camino, tan evidente en este día, por el que Cristo nos conduce y por el que Cristo se nos ofrece. Jesús dijo, “ Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.” (Marcos 8:34).

Compasión. Ese es el modo de vida.

— Stacy Sauls

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sábAdo sAnto, MArzo 30

Si a un árbol se le derriba, queda al menos la esperanza de que retoñe y de que no se marchiten sus renuevos. Tal vez sus raíces envejezcan en la tierra y su tronco muera en su terreno, pero al sentir el agua, florecerá; echará ramas como árbol recién plantado.

— Job 14: 7-9

En mi experiencia, no muchas congregaciones observan el Sábado Santo. A menudo vamos directamente de la agonía del Viernes Santo a la alegría del día de Pascua. Pero el Libro de Oración Común proporciona un hermoso Oficio para ese día. La Colecta incluye una petición sorprendente: “Concede que, así como el cuerpo crucificado de tu

amado Hijo fue puesto en el sepulcro y descansó en este Sábado santo, de la misma manera aguardemos con él la venida del tercer día, y resucitemos con él a la vida nueva”.

En otras palabras, incluso la resurrección hace una pausa para el descanso del sábado. Nuestra cultura no acepta fácilmente el descanso sabático y tampoco la contemplación de la muerte. Pero la Pascua no llega sin el Viernes Santo ni la nueva vida sin el fin de la anterior.

Si queremos hacer realidad la nueva creación en nuestro mundo, me pregunto qué de nuestra antigua vida tendrá que morir para que aparezca la nueva. Tal vez tendremos que hacer una pausa en nuestro ajetreo constante y abrir espacio al descanso y la contemplación. Ciertamente, nuestra búsqueda de la riqueza debe morir si queremos compartir nuestra abundancia con los necesitados.

Mientras anhelamos el gozo de la Pascua, detengámonos aquí por un momento. Miremos la muerte con valentía, sabiendo que una nueva vida nos espera.

— Scott Gunn

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doMingo dE rEsurrEcción, MArzo 31

¡La diestra del Señor realiza proezas!

¡La diestra del Señor es exaltada!

¡La diestra del Señor realiza proezas!

— Salmo 118:16

¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado!

Por fin rompemos el ayuno de la Cuaresma y nos deleitamos en la vida abundante que Jesús nos trae a todos por su muerte y resurrección.

Los símbolos de la Pascua hablan de los generosos dones de Dios a través de la alimentación. Hoy muchos niños buscarán huevos de Pascua, esos coloridos huevos que son una tradición de los antiguos cristianos y que simbolizan el renacer que nos llega a todos por la resurrección de Cristo.

De los huevos salen pollos, que se multiplican prodigiosamente proporcionando huevos y más pollos para alimentar a las personas. Las cooperativas de cría son una fuente vital de ingresos y alimentos en los programas de la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo en todo el mundo.

Otro símbolo de la Pascua, el cordero, nos recuerda el cordero Pascual que se convierte en el Cordero de Dios. Al ver a Jesús, Juan el Bautista proclama: “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

Es por medio de la muerte de Jesús y su resurrección que nuestros pecados son limpiados y recibimos la vida abundante.

Verdaderamente el Señor ha resucitado. ¡Aleluya!

— Robert W. Radtke

MI RESPUESTA DE CUARESMA

Durante esta época de reflexión, quiero seguir a Jesús en el cuidado de las personas en necesidad. Adjunto envío mi ofrenda de Cuaresma para ayudar a aliviar el hambre y mejorar el suministro de alimentos, y asegurar que las personas dispongan de alimentos suficientemente nutritivos y asequibles.

Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo y sus asociados, trabajan para aliviar el hambre y mejorar el suministro de alimentos, a través de programas integrados basados en la comunidad que permitan a personas vivir una vida más saludable y productiva. Trabajando junto con sus asociados de las iglesias, las organizaciones locales y miembros de la comunidad, luchamos contra la pobreza y por aumentar la autosuficiencia:

l Proporcionando herramientas, semillas y entrenamiento para apoyar granjas pequeñas y familiares.

l Dando a las familias y a las comunidades animales sanos para ayudarlas a generar otras formas de ingresos.

l Mejorando la nutrición diversificando los productos que las familias cultivan, venden y comen.

l Capacitando a los agricultores en las técnicas agrícolas que aumentan la producción de alimentos.

l Ayudando a las comunidades a emplear la agricultura sostenible y ecológicamente racional que mejore las cosechas.

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Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo es la agencia de ayuda internacional y desarrollo de la Iglesia Episcopal y una organización independiente 501(c)(3). La Agencia toma su mandato de las palabras de Jesús en Mateo 25. Sus programas trabajan para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo trabaja en estrecha colaboración con la Iglesia en todo el mundo y asociados ecuménicos, para ayudar a la reconstrucción después de desastres y potenciar a las comunidades locales para encontrar soluciones duraderas en la lucha contra la pobreza, el hambre y la enfermedad, incluyendo el VIH/SIDA y la malaria.

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