escribe hermano leon nº 109

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10 MENSAJES OFICIALES DEL PAPA PARA VIVIR AUTÉNTICAMENTE ESTA NAVIDAD 1. EL PESEBRE REPRESENTA LA TERNURA DE DIOS “Les invito a detenerse ante el pesebre, porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina que se ha hecho carne, y que enternece nuestra mirada” 2. JESÚS NOS DEDICÓ TODA SU VIDA, DEDIQUÉMONOS A LOS DEMÁS “Jesús no se ha limitado a encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros” 3. EL AMOR DE LA NAVIDAD NO SE IMPONE POR LA FUERZA “El pesebre nos dice que Él nunca se impone con la fuerza. Recordad bien esto, chicos y chicas: el Señor nunca se impone con la fuerza. Para salvarnos no ha cambiado la historia con un milagro grandioso. Ha venido con gran sencillez, humildad, mansedumbre. Dios no ama las imponentes revoluciones de los potentes de la Historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Se hace pequeño, se hace niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su humilde bondad; para conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros de este mundo”. 4. LA NAVIDAD ES LUZ, ES UN CAMINO, MÁS ALLÁ DE ALGO EMOTIVO Y LOS REGALOS La Navidad “no se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor –y también dentro de nosotros– hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver” (24.12.2013). 5. EN ESTA NOCHE, HAY SALVACIÓN PARA TODOS LOS HOMBRES “La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para

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10 MENSAJES OFICIALES DEL PAPA PARA VIVIR AUTÉNTICAMENTE ESTA NAVIDAD

1. EL PESEBRE REPRESENTA LA TERNURA DE DIOS

“Les invito a detenerse ante el pesebre, porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina que se ha hecho carne, y que enternece nuestra mirada”

2. JESÚS NOS DEDICÓ TODA SU VIDA, DEDIQUÉMONOS A LOS DEMÁS

“Jesús no se ha limitado a encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros”

3. EL AMOR DE LA NAVIDAD NO SE IMPONE POR LA FUERZA

“El pesebre nos dice que Él nunca se impone con la fuerza. Recordad bien esto, chicos y chicas: el Señor nunca se impone con la fuerza. Para salvarnos no ha cambiado la historia con un milagro grandioso. Ha venido con gran sencillez, humildad, mansedumbre. Dios no ama las imponentes revoluciones de los potentes de la Historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Se hace pequeño, se hace niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su humilde bondad; para conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros de este mundo”.

4. LA NAVIDAD ES LUZ, ES UN CAMINO, MÁS ALLÁ DE ALGO EMOTIVO Y LOS REGALOS

La Navidad “no se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor –y también dentro de nosotros– hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver” (24.12.2013).

5. EN ESTA NOCHE, HAY SALVACIÓN PARA TODOS LOS HOMBRES

“La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para

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librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros” (24.12.2013).

6. LOS ÚLTIMOS, LOS HUMILDES, COMO LOS PASTORES, RECIBIERON AL NIÑITO

“Los pastores fueron los primeros que vieron esta “tienda”, que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque eran de los últimos, de los marginados. Y fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño. Es condición del peregrino velar, y ellos estaban en vela. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos, desde dentro de nuestro corazón, alabamos su fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo, que te has despojado de tu rango por nosotros. Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te has hecho débil”. (24.12.2013).

7. NO HAY LUGAR PARA EL MIEDO. LA NAVIDAD ES

AMOR RENOVADO QUE VENCE SIEMPRE

“El Señor nos dice una vez más: “No teman” (Lc 2,10). Como dijeron los ángeles a los pastores: “No teman”. Y también yo les repito a todos: “No teman”. Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona siempre. Y Él es nuestra paz. Amén”.

8. VIVIR LA NAVIDAD ACOGIENDO LOS PROBLEMAS DE QUIEN ESTÁ A NUESTRO LADO

¿Tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios”.

9. ¿CÓMO ACOGEMOS LA TERNURA DE DIOS?

¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque? «Pero si yo busco al Señor» –podríamos responder–. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me busque, quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera?

10. BONDAD, MANSEDUMBRE POR UNA NAVIDAD AUTENTICA

“La vida tiene que ser vivida con bondad, con mansedumbre. Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la humildad en cualquier conflicto”.

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SEÑOR ME DIO HERMANOS:

SANTA CLARA DE ASÍS Y LA NAVIDAD

Las intuiciones navideñas de Clara son muchas y están relacionadas, sobre todo, con María, contemplada desde el punto de vista de la maternidad y la pobreza. Por eso no es extraño que sucediera lo que ocurrió la noche de Navidad de 1252. Esa noche, el Niño Jesús transporta a Santa Clara lejos de su lecho de enferma, y el amor, que carece de lugar y tiempo, la envuelve en una experiencia mística que la introduce en profundidad infinita de Dios. Tanto quería el Niño Dios ser contemplado y adorado por la Santa, que muy a pesar de los dolores y enfermedades que ella sufriera, Él mismo la transportó, para que ella con sus ojos pudiera contemplarle en esa Noche Santa, con sus labios alabarle y con su corazón amarle. Tal como el Niño Dios esperaba ser abrazado por el amor de Santa Clara, esta Noche Bendita que se aproxima, desea que nosotros le esperemos con el corazón dispuesto para amarle y adorarle. “Narraba también Clara como, en la pasada noche de la Navidad del Señor, al no poder ella levantarse del lecho para entrar en la capilla, por su grave enfermedad, las hermanas fueron todas a maitines como solían, dejándola sola. Entonces ella dijo suspirando: ‘Oh Señor Dios, mira cómo me han dejado sola contigo en este lugar’. Entonces inmediatamente empezó a oír los órganos y responsorios y todo el oficio de los frailes de la iglesia de san Francisco (en Asís), como si hubiese estado allá presente” .La sobrina de Clara, sor Amada de messer Martín de Coccorano añade “que ella oyó a Clara que aquella noche de la Navidad del Señor vio también el pesebre de nuestro Señor Jesucristo”. Y sor Balbina, hermana de sor Amada, después de repetir que Clara “oyó maitines y los demás oficios divinos que se hacían aquella noche en la iglesia de san Francisco, como si hubiese estado allí presente”, agrega las palabras que diría más tarde a sus compañeras: “Vosotras me dejasteis aquí sola, yendo a la capilla a oír maitines, pero el Señor me ha dado buena satisfacción, porque no podía levantarme del lecho”. No es extraño, pues, que el papa Pío XII, el 14 de febrero de 1958, con el breve “Clarius explendescit”, la declarase patrona de la televisión, ese invento que permite a tantos enfermos e impedidos seguir desde sus casas no sólo las noticias del mundo y tantos espectáculos profanos, sino también la celebración de la misa y otros acontecimientos y programas de contenido religioso.

http://monasteriosantaclaralima.blogspot.com.es/2011/12/santa-clara-de-asis-y-la-navidad.html

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EL SEÑOR ME DIO HERMANOS: SAN ALBERTO CHMIELOWSKI

CONSIDERADO EL SAN FRANCISCO POLACO DEL SIGLO XX

La vida del Santo que inspiró la vocación

del Papa Juan Pablo II, pintor de

profesión y Hermano Lego dedicado a

los pobres.

Alberto, en su juventud, luchó por la libertad de su patria; luego se dedicó al estudio y al ejercicio de su

vocación artística en el campo de la pintura; pero pronto centró su vida en el seguimiento de Cristo que

atiende a los más pobres y necesitados; los "Albertinos" y "Albertinas", por él fundados en el seno de la

ORDEN TERCERA DE SAN FRANCISCO, han seguido y ampliado su obra y su estilo humilde y fraterno.

Alberto Chmielowski, en el siglo Adán, nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de

1845, de padres nobles: Adalberto y Josefina Borzyslawska. Creció en un clima de ideales patrióticos, de

una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres. Quedó huérfano muy pronto y sus

familiares se hicieron cargo de él y de los demás hermanos, ocupándose de su formación.

A los 18 años se matriculó en el Instituto Politécnico de Pulawy. Tomó parte en la insurrección de

Polonia en 1863. Cayó prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. Al fracasar la

insurrección, se trasladó al extranjero, huyendo de la represalia zarista. En Gante (Bélgica) inició

estudios de ingeniería. Dotado de buenas cualidades artísticas, decidió estudiar pintura en París y en

Munich. En 1874, maduro ya como artista, regresó a Polonia, decidido a dedicar «el arte, el talento y sus

aspiraciones a la gloria de Dios». Comenzaron así a predominar en sus actividades artísticas los temas

religiosos. Uno de los mejores cuadros, el «Ecce Homo», fue el resultado de una experiencia profunda del

amor misericordioso de Cristo hacia el hombre, experiencia que llevó a Chmielowski a su

transformación espiritual.

En 1880 entró en la Compañía de Jesús como hermano lego. Después de seis meses tuvo que dejar el

noviciado por su mala salud. Superada una profunda crisis espiritual, comenzó una nueva vida, dedicada

totalmente a Dios y a los hermanos. Acercándose a la miseria material y moral de quienes carecen de

techo y a los desheredados en los dormitorios públicos de Cracovia, descubrió en la dignidad

menospreciada de aquellos pobrecillos el rostro humillado de Cristo, y decidió por amor del Señor

renunciar al arte y vivir al lado de los marginados una vida pobre, dedicándoles toda su persona.

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El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año,

pronunció los votos religiosos, iniciando la congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de San

Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la rama femenina de la

misma congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer a las mujeres necesitadas y a los niños. El

hermano Alberto organizó asilos para pobres, casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a

trabajar en hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, y asilos y

orfanotrofios para niños y jóvenes sin techo. En los asilos para los pobres, los hambrientos recibían pan;

los sin techo, alojamiento; los desnudos, vestidos; y los desocupados eran orientados a un trabajo. Todos

contaban con su ayuda, sin distinción de religión o nacionalidad. En la medida en que satisfacía las

necesidades elementales de los pobres, el hermano Alberto se ocupaba también paternalmente de sus

almas, tratando de reavivar en ellos la dignidad humana, ayudándoles a reconciliarse con Dios.

Tomaba fuerza del misterio de la Eucaristía y de la Cruz para su acción caritativa. A pesar de su

invalidez, viajaba mucho para fundar nuevos asilos en otras ciudades de Polonia y para visitar las casas

religiosas. Gracias a su espíritu emprendedor, cuando murió dejó fundadas 21 casas religiosas en las

cuales prestaban su trabajo 40 hermanos y 120 religiosos.

Murió, de cáncer de estómago, el día de Navidad de 1916 en Cracovia, en el asilo por él fundado, pobre

entre los pobres.

Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la Virgen de Czestochowa: «Esta Virgen

es vuestra fundadora, recordadlo». Y: «Ante todo, observad la pobreza». Su entera dedicación a Dios

mediante el servicio a los más necesitados, su pobreza evangélica a imitación de San Francisco de Asís,

su filial confianza en la divina Providencia, su espíritu de oración y su unión con Dios en el trabajo de

cada día son la herencia que ha dejado el hermano Alberto a sus hijos e hijas espirituales. Enseñó a todos

con el ejemplo de su vida que «es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que cada cual

puede tomar para satisfacer el hambre».

La herencia espiritual del hermano Alberto pervive en sus

congregaciones, que extienden su acción misionera por tierras de

Polonia, Italia, Estados Unidos y Argentina. Convencidos de la

santidad del hermano Alberto, sus contemporáneos lo definieron

como «el hombre más grande de su generación». Considerado el

San Francisco polaco del siglo XX, el hermano Alberto fue

beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan

Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989 en

Roma.

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REFLEXIÓN:

GRECCIO: ¡VAYAMOS A BELÉN! FR. JOSÉ RODRÍGUEZ CARBALLO (GRECCIO 25-12-2009)

A cuantos habéis llegado desde lejos o desde cerca a este lugar bendito de Greccio, para celebrar este día de alegría y de exaltación de la Navidad del Señor: el Niño de Belén, nacido de las entrañas virginales de María Virgen, os haga rebosar de gozo y experimentar la singular consolación que experimentó el hermano Francisco de pie ante el pesebre (cf. 1 Cel 85).

Greccio, lugar escogido por la Providencia para que el Seráfico Padre san Francisco hiciese memoria del nacimiento de Jesús en Belén (cf. 1 Cel 84), de una forma tan inusual en aquel tiempo que «para que dicha celebración no pudiera ser tachada de extraña novedad, afirma san Buenaventura, pidió antes licencia al sumo pontífice» (LM 10,7).

Greccio, nueva Belén, donde, al igual que en la primera Navidad de la historia, la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, y se valora la humildad (1 Cel 85). Greccio, lugar consagrado a la memoria de Francisco y al que, desde aquella noche memorable del 1223, acuden peregrinos de todas partes para recordar a este enamorado del misterio de la Encarnación que en este lugar quiso contemplar con sus propios ojos las modalidades elegidas por el Hijo de Dios para su ingreso en la historia de la humanidad. En efecto, fue aquí, en Greccio, donde tres años antes de su muerte, el Poverello quiso, de alguna manera, ver con sus propios ojos lo que el Niño de Belén sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en un pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno, para lo cual mandó prepararlo todo (1 Cel 84).

Esta es la razón de la reproducción viviente del nacimiento de Jesús en Belén: ver con los ojos de la carne, pero más aún con los ojos del corazón, a Jesús que siendo rico se hace pobre, siendo Señor se hace siervo, siendo el primero se hace último. Se trata de un ver que va más allá de la mirada física. La mirada de Francisco es una mirada amorosa, la mirada de un enamorado a la persona amada. Nos lo hace ver Celano cuando dice que Francisco está de pie ante el pesebre, desbordándose de suspiros, traspasado de piedad, derretido de inefable gozo (1 Cel 85), lo mismo que san Buenaventura cuando afirma que el Poverello transido de ternura y amor predica sobre el nacimiento del Rey pobre (LM 10,7).

Es esa mirada la que le abre al conocimiento y a la penetración profunda en el misterio de la Encarnación. No un conocimiento intelectual, sino un conocimiento que, como en la Biblia, es relación amorosa, y que manifiesta una cierta complicidad entre el amante (Dios que ama al hombre y envía a su Hijo) y el amado (Francisco que dejándose amar, se transforma en el amado). Y es esa presencia del amado la que le lleva a Francisco a derretirse en inefable gozo. Ya no hay motivo para tener miedo. A Francisco, como a todos los pobres de corazón, le ha sido revelada la gran noticia: Ha nacido el Salvador (Lc 2,11). Ya no hay situación, por desesperada que parezca, que pueda arrebatar esa alegría

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que sólo Dios puede dar. Finalmente nuestro Dios ya no se manifiesta en el fuego o en la nube, ya no se deja oír entre truenos, como hacía en el Antiguo Testamento; nuestro Dios deja la altura para abajarse y abrazar, con todas sus consecuencias, nuestra naturaleza herida. Nuestro Dios ya no es un Dios lejano: se ha hecho hombre, y se llama Emmanuel, Dios-con-nosotros.

De este modo el proceso de fe que inició con el ver, lleva a Francisco a encontrarse con el Verbo hecho carne, revelación de un Dios amor, y de este modo le lleva a creer. Y de nuevo hemos de decir que su fe no es una simple adhesión intelectual, sino que es transformación profunda de su ser, lo que le lleva al seguimiento. De este modo podemos decir que Francisco, reproduciendo de un modo plástico en Greccio el nacimiento de Jesús en el portal de Belén, quiere ver para conocer, y conocer para creer, y creer para seguirlo.

Francisco, que ha visto con sus propios ojos el nacimiento de un Rey pobre, nacido en una ciudad pequeña, en un establo, de una madre pobrecilla, quiere ahora, imitando sus huellas, seguirlo en la pobreza más radical, -sine proprio, sin nada de propio-, y en minoridad y humildad. Si el Verbo eterno del Padre eligió ese camino para hacerse hombre, Francisco elegirá ese mismo camino para seguir a Cristo. De este modo su misma vida será un icono del misterio de la Encarnación, y su existencia un evangelio viviente.

Queridos hermanos: llevados de la mano de las lecturas de estas celebraciones navideñas, también nosotros somos invitados a ir a Belén, para ver y contemplar, con José y con María su madre, al recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lc 2,12). Como los pastores vayamos con presteza, corriendo (cf. Lc 2,16), allí nos aguarda algo maravilloso, jamás sospechado: el que desde un principio estaba junto a Dios, porque era Dios mismo, aquel por el cual todo fue hecho, y en quien estaba la vida, al cumplirse la plenitud de los tiempos, se hace hombre y planta su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,1ss; Gal 4,4), y entonces nuestros ojos podrán ver el retorno del Señor (cf. Is 52,8) y contemplar la bondad de Dios y su amor por la humanidad (cf. Tt 3,4).

Vayamos a Belén y al igual que los pastores, una vez visto y contemplado este prodigio del amor de Dios por la humanidad, volvamos a nuestras casas, a nuestro trabajo, y allí, en la cotidianidad de nuestra vida contemos lo que hemos visto y oído de ese Niño, el Dios-con-nosotros. De este modo Navidad se transformará en la fiesta del testimonio, de la misión. Y nosotros, como los ángeles en la noche santa de Navidad, como los pastores que corrieron a ver al recién nacido, como Francisco que aquí en Greccio hizo memoria viviente del misterio de la Encarnación, nos convertiremos en evangelistas, pregoneros y misioneros de la Buena Noticia que es para todo el pueblo: En la ciudad de David ha nacido el Salvador(cf. Lc 2,10-11).

Sí, hermanos: Nuestra Navidad no puede reducirse a una fiesta cualquiera. No basta con adornar nuestras casas y ciudades, no basta ni siquiera con colocar en ellas hermosos belenes. Jesús viene y pide posada en nuestros corazones, en nuestras vidas. Quiere nacer en ellos. Juan afirma: Vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1,11). Los "suyos" estaban demasiado distraídos o tenían otros intereses. Tal vez el corazón de muchos estaba embotado. ¿Haremos nosotros lo mismo?

Necesitamos de la Navidad. Necesitamos de ese Niño indefenso que trae la salvación de nuestro Dios (cf. Is 52,10). Necesitamos de ese Niño envuelto en pañales, que trae la paz y es fuente de la verdadera alegría. Pero nuestro mundo también necesita de hombres y mujeres que anuncien y testimonien con su palabra y con sus vidas la presencia en medio de nosotros del Emmanuel, del Dios-con-nosotros. ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncian la buena noticia! (Is 52,7), afirma el profeta. Esa es nuestra misión: ser mensajeros de aquel que nos da la posibilidad de ser hijos de Dios (Jn 1,12). Ser hijos en el Hijo: esa es la vocación a la que hemos sido llamados. Y entonces, como en aquella Navidad de Greccio, en el 1223, Cristo resucitará en el corazón y en la vida de aquellos que lo habían olvidado (1 Cel 86). Y la alegría reinará en todos, porque para todos será Navidad.

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LECTURA FRANCISCANA:

LA CELEBRACIÓN DE LA NAVIDAD EN SAN FRANCISCO DE ASÍS

PEDIDOS E INFORMACIÓN:

[email protected]

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SEÑOR, ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA? http://jovenes.ofminmaculada.org

Jóvenes en la web

Franciscanos

https://vocacionesfranciscanas.blogspot.com.es

http://www.hermanoscapuchinos.org/vocaciones

http://www.juveniltor.org/pastoral-juvenil-vocacional

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INSTRUMENTO DE TU PAZ

UN ARACOIRIS DE COLORES UN PUZLE DE AMOR

Y MUCHAS MÁS ACTIVIDADES SOCIALES

[email protected] comisiondeaccionsocialofsesp.blogspot.com.es

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OREMOS HERMANOS

“Silencio.”

¡¡Estamos esperando!! Toda la atención para la mínima

señal. Esperamos, escuchamos, abrimos los corazones.

Oración.- Leer despacio y en voz alta Esperando, esperando.

Esperando al Mesías que nos ha de salvar,

porque Dios va a llegar.

Esperando Señor tu venida,

tu venida de verdad.

¿Hasta cuándo, Señor, jugaremos

como niños con la fe?

Aunque vanos discursos gritemos,

Pregonando una falsa hermandad.

¿Hasta cuándo, Señor, viviremos

sin justicia y caridad?

Esperamos a un niño que en Belén nacerá

como nace en mi alma, si hay Navidad.

Más no habrá de verdad nacimiento

si a nosotras nos falta el amor.

Si hay un niño que llore sin pan,

aunque suenen canciones y fiestas,

no podremos tener Navidad.

Lecturas Bíblicas.- Leer y medita Is, 2, 1-5; Sal 23 (22); Mt 1, 46-55.

Reflexión (Raoul Follereau)

Que Dios nos conceda a todos pesadillas, si esas pesadillas nos llevan al camino de nuestros hermanos. Para que nosotros, las personas terriblemente felices, podamos excusarnos de nuestra felicidad, aprendiendo a amar.

PAZ Y BIEN.

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