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7/31/2019 Escepticismo-(Filosofo equilibrista) (59).pdf http://slidepdf.com/reader/full/escepticismo-filosofo-equilibrista-59pdf 1/5 Rchard Dawkns Te God Delusión Houghton Mn, 2006 (trad. esp. El espejismo de Dios, Espasa, 2007) Danel Dennett Breaking the Spell. Religion as a Natu- ral Phenomenon Vkng, 2006 (trad. esp. Rompiendo el hechizo. La religion como enómeno natural, Katz, Buenos Ares, 2007) Chrstopher Htchens God is Not Great Da Capo Press, 2006 Chrstopher Htchens (ed.) Te Portable Atheist Da Capo Press, 2007 Norman Maler (con Mchael Lennon) On God. An Uncommon Conversation, Random House, 2007 Fernando Vallejo La puta de Babilonia Planeta, 2007 Para NCG 1.  A medados del sglo pasado  André Malrau armó: “El s- glo xx será relgoso o no será”. Domnado por la eroz opos- cón entre captalsmo y comu- nsmo, el mundo suría enton- ces las tensones de la guerra ría y nada parecía vatcnar un repentno auge esprtual. Hubo que esperar a la caída del Muro de Berlín y la dsolucón de la Unón Sovétca para que el anuncado resurgmento de la relgón –y de su gemelo per- verso, el naconalsmo– se con- vrtese en una amenaza real. Como un vrus latente, el ana- tsmo ocupó el lugar de las deologías y comenzó a mult- plcarse hasta provocar una au- téntca pandema. Aunque el nuevo protagonsmo de la rel- gón puede advertrse en todas partes –del renovado poder de la Iglesa Ortodoa en Rusa al etremsmo hndusta o la multplcacón de las sectas evangélcas en Corea y Amér- ca Latna–, el papel central que ha adqurdo tanto en Estados Undos como en el mundo s- lámco ha termnado por con- vertrse en el mayor desaío de nuestra época. Desde los años ochenta la “derecha crstana” ocupa una poscón domnante en la so- cedad estadoundense y sus consgnas determnan en bue- na medda el dscurso públco en este país. El lacsmo se mantene de orma nsttuco- nal, pero nngún polítco pue- de permtrse el lujo de gno- rar a ese núcleo relgoso que contnúa creyendo que Esta- dos Undos está destnado a cumplr una msón dvna o que el aborto y los matrmo- nos homoseuales son aborre- cbles y pecamnosos. Lo que ocurre en el ámbto slámco es aún más grave: en cuanto las presones de la guerra ría comenzaron a desvanecerse, se multplcaron los grupos rad- cales que, amparados en una lectura lteral del Corán y en las contnuas vejacones come- tdas por Israel contra el pue- blo palestno, han socavado el lacsmo que prevalecía en muchos de sus gobernos –por ejemplo Sra, Egpto y el pro- po Irak– y se han embarcado en una guerra rontal contra los “neles”, cuya máma e- presón ha sdo, por supuesto,  Al-Qaeda.  Justo cuando el mundo ce- lebraba el nco de un mleno marcado por la dstensón y la toleranca –y, hay que decrlo, por el truno neluctable del captalsmo y el lbre merca- do–, la caída de las orres Ge- melas nauguró una nuevo tpo de guerra ría. Bajo la pres- denca del segundo George Bush, Estados Undos replcó a los atentados con las nvaso- nes de Aganstán e Irak, mot- vado por un espírtu de ven- ganza con tntes relgosos y no por una adecuada estratega geopolítca. Desde ese mo- mento el planeta se halla sum- do en un nuevo órdago, ese “choque de cvlzacones” pre- conzado por Huntngton que es, más ben, un enrentamen- to entre dos varedades de a- natsmo. Cuando uno vaja a Medo Orente, al norte de Árca o al Medo Oeste estadoundense no puede evtar la msma sen- sacón de agobo ante el pre- domno que la relgón ejerce en el espaco públco. Incluso en países de sólda tradcón laca, como Europa Occdental o m propo país, Méco –donde la separacón entre la Iglesa y el Estado se remonta a medados del sglo xix–, la reaparcón del ntegrsmo es evdente, sobre todo rente a temas como el aborto, el con- trol natal o los matrmonos homoseuales. Lejos estamos de las conqustas de la Ilustra- cón o de la conanza que la era vctorana le reservaba a la cen- ca y a la razón. Ante la pre- senca ncontenble que dos vuelve a tener en nuestro tempo, no es casual que ha- yan aparecdo tantos lbros que, desde óptcas muy ds- tntas, buscan eplcar o de plano combatr la nueva rel- gosdad que nos rodea. 2. Como demuestra el lósoo rancés Mchel Onray en su raité d’athéologie , el zoólogo brtánco Rchard Dawkns en Te God Delusión o el crítco brtánco, naconalzado esta- doundense, Chrstopher Ht- chens en God is Not Great , el ateísmo aún goza de mala ama en nuestro tempo, como s la prvatva del nombre convr- tera a sus adeptos en ecep- cones rente a la tendenca general –y natural– a tener un dos * . Ser ateo en Estados Un- dos representa un sero ncon- venente (sólo un 49% de la poblacón votaría por un polí- tco ateo, rente al 79% por un homoseual o al 94% por un católco), y abjurar de dos en países regdos por la sharia s- lámca puede conducr a la muerte. Pero, nssto, aún en países de tradcón secular o al menos con una relgosdad “suave”, como la mayor parte de Europa (con la rudosa e- cepcón de Polona) o Amérca Latna, declararse “ateo” mue- ve al despreco, el rechazo o de plano la censura. Obsesonados con obtener certa respetabldad, numero- sos ateos preeren declararse “agnóstcos” –un térmno más oscuro y menos alarmante–, “no creyentes”, “lbrepensado- res” o, tal como cuenta el ló- 78 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 178 RELIGIóN MANUAL DEL PERFECTO ATEO  Jorge Volpi * Los ateos militantes, como Hit- chens, se empeñan en escribir “dios” con minúscula, mientras que otros, más to- lerantes, conservan la grafía tradicional. Me declaro partidario de los primeros, así que sólo conservaré la mayúscula en las citas textuales.

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Rchard DawknsTe God DelusiónHoughton Mn, 2006(trad. esp. El espejismo de Dios, Espasa, 2007)

Danel DennettBreaking the Spell. Religion as a Natu-ral Phenomenon

Vkng, 2006(trad. esp. Rompiendo el hechizo. La religion como enómeno natural, Katz,Buenos Ares, 2007)

Chrstopher HtchensGod is Not Great Da Capo Press, 2006

Chrstopher Htchens (ed.)Te Portable Atheist Da Capo Press, 2007

Norman Maler(con Mchael Lennon)

On God. An Uncommon Conversation,Random House, 2007

Fernando VallejoLa puta de Babilonia Planeta, 2007

Para NCG

1. A medados del sglo pasado André Malrau armó: “El s-glo xx será relgoso o no será”.Domnado por la eroz opos-

cón entre captalsmo y comu-nsmo, el mundo suría enton-ces las tensones de la guerra ría y nada parecía vatcnar unrepentno auge esprtual.Hubo que esperar a la caída delMuro de Berlín y la dsolucónde la Unón Sovétca para queel anuncado resurgmento dela relgón –y de su gemelo per-verso, el naconalsmo– se con-vrtese en una amenaza real.Como un vrus latente, el ana-

tsmo ocupó el lugar de lasdeologías y comenzó a mult-plcarse hasta provocar una au-téntca pandema. Aunque el

nuevo protagonsmo de la rel-gón puede advertrse en todaspartes –del renovado poder dela Iglesa Ortodoa en Rusa aletremsmo hndusta o la multplcacón de las sectasevangélcas en Corea y Amér-

ca Latna–, el papel central queha adqurdo tanto en EstadosUndos como en el mundo s-lámco ha termnado por con-vertrse en el mayor desaío denuestra época.

Desde los años ochenta la “derecha crstana” ocupa una poscón domnante en la so-cedad estadoundense y susconsgnas determnan en bue-na medda el dscurso públcoen este país. El lacsmo se

mantene de orma nsttuco-nal, pero nngún polítco pue-de permtrse el lujo de gno-rar a ese núcleo relgoso quecontnúa creyendo que Esta-dos Undos está destnado a cumplr una msón dvna oque el aborto y los matrmo-nos homoseuales son aborre-cbles y pecamnosos. Lo queocurre en el ámbto slámcoes aún más grave: en cuantolas presones de la guerra ría 

comenzaron a desvanecerse, semultplcaron los grupos rad-cales que, amparados en una lectura lteral del Corán y enlas contnuas vejacones come-tdas por Israel contra el pue-blo palestno, han socavado ellacsmo que prevalecía enmuchos de sus gobernos –porejemplo Sra, Egpto y el pro-po Irak– y se han embarcadoen una guerra rontal contra los “neles”, cuya máma e-

presón ha sdo, por supuesto, Al-Qaeda. Justo cuando el mundo ce-

lebraba el nco de un mleno

marcado por la dstensón y la toleranca –y, hay que decrlo,por el truno neluctable delcaptalsmo y el lbre merca-do–, la caída de las orres Ge-melas nauguró una nuevo tpode guerra ría. Bajo la pres-

denca del segundo GeorgeBush, Estados Undos replcóa los atentados con las nvaso-nes de Aganstán e Irak, mot-vado por un espírtu de ven-ganza con tntes relgosos y nopor una adecuada estratega geopolítca. Desde ese mo-mento el planeta se halla sum-do en un nuevo órdago, ese“choque de cvlzacones” pre-conzado por Huntngton quees, más ben, un enrentamen-

to entre dos varedades de a-natsmo.Cuando uno vaja a Medo

Orente, al norte de Árca o alMedo Oeste estadoundenseno puede evtar la msma sen-sacón de agobo ante el pre-domno que la relgón ejerceen el espaco públco. Inclusoen países de sólda tradcónlaca, como Europa Occdentalo m propo país, Méco–donde la separacón entre la 

Iglesa y el Estado se remonta a medados del sglo xix–, la reaparcón del ntegrsmo esevdente, sobre todo rente a temas como el aborto, el con-trol natal o los matrmonoshomoseuales. Lejos estamosde las conqustas de la Ilustra-cón o de la conanza que la era vctorana le reservaba a la cen-ca y a la razón. Ante la pre-senca ncontenble que dosvuelve a tener en nuestro

tempo, no es casual que ha-yan aparecdo tantos lbrosque, desde óptcas muy ds-tntas, buscan eplcar o de

plano combatr la nueva rel-gosdad que nos rodea.

2.Como demuestra el lósoorancés Mchel Onray en suraité d’athéologie , el zoólogo

brtánco Rchard Dawkns enTe God Delusión o el crítcobrtánco, naconalzado esta-doundense, Chrstopher Ht-chens en God is Not Great , elateísmo aún goza de mala ama en nuestro tempo, como s la a prvatva del nombre convr-tera a sus adeptos en ecep-cones rente a la tendenca general –y natural– a tener undos*. Ser ateo en Estados Un-dos representa un sero ncon-

venente (sólo un 49% de la poblacón votaría por un polí-tco ateo, rente al 79% por unhomoseual o al 94% por uncatólco), y abjurar de dos enpaíses regdos por la sharia s-lámca puede conducr a la muerte. Pero, nssto, aún enpaíses de tradcón secular o almenos con una relgosdad“suave”, como la mayor partede Europa (con la rudosa e-cepcón de Polona) o Amérca 

Latna, declararse “ateo” mue-ve al despreco, el rechazo o deplano la censura.

Obsesonados con obtenercerta respetabldad, numero-sos ateos preeren declararse“agnóstcos” –un térmno másoscuro y menos alarmante–,“no creyentes”, “lbrepensado-res” o, tal como cuenta el ló-

78 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA ■Nº 178

R E L I G I ó N

MANUAL DEL PERFECTO ATEO

 Jorge Volpi

* Los ateos militantes, como Hit-chens, se empeñan en escribir “dios” conminúscula, mientras que otros, más to-lerantes, conservan la grafía tradicional.Me declaro partidario de los primeros,así que sólo conservaré la mayúscula enlas citas textuales.

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79Nº 178 ■CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA 

soo estadoundense DanelDennett en Breaking the Spell ,ncluso se han apropado de

un térmno que orgnalmen-te buscaba dengrarlos, “brig-hts ”, sguendo el ejemplo delos gays .

Según Mchel Onray,

“[N]o este nngún térmno para calcar de modo postvo al que nornde pletesía a las qumeras uera deesta construccón lngüístca que ea-cerba la amputacón: a-teo, pues,pero tambén n-el, a-gnóstco, des-creído, r-relgoso, n-crédulo, a-rel-goso, m-pío (¡el dos del ausente!) y todas las palabras que dervan de és-

tas: r-relgón, n-creduldad, m-pe-dad, etc. No hay nnguna para sgn-car el aspecto solar, armatvo, pos-tvo, lbre y uerte del ndvduo ub-cado más allá del pensamento mág-co y de las ábulas”.

Más allá del nombre, acerta Onray al señalar que la trad-cón atea ha sdo sstemátca-mente oscurecda de la hstora ntelectual por los poderes re-lgosos que han gobernado –y 

aún gobernan– al mundo.anto en la Greca clásca como en la Edad Meda no en-contramos ateos en sentdo

estrcto, sno lósoos o pensa-dores que no se someteron a los doses de su tempo, que se

enrentaron a teologías nsttu-conalzadas o que enarbolaroncertos grados de teísmo o pan-teísmo, por más que las dstn-tas ortodoas los hayan acusa-do de apostasía, herejía o, en elpeor de los casos, de “ateísmo”.En Te Portable Atheist , su ses-gada recoplacón del pensa-mento ateo, Chrstopher Ht-chens no duda en nclur entrelos undadores del ateísmo a personajes tan contrastantes

como Lucreco, Omar Jayyamo Spnoza.Onray, en cambo, sostene

que el prmer ateo auténtcohabría sdo Jean Mesler, cura de Etrépgny (1664-1729), au-tor de un estamento en el quearremete contra todos los po-deres de su tempo, aunque esen su Memoria de pensamientos 

 y sentimientos de Jean Meslier  donde por prmera vez en la hstora un pensador proesa,

demuestra y argumenta suateísmo (Htchens no lo ncor-pora en su nómna, pero contípco chauvnsmo anglosajón

tampoco ncluye al propoOnray).

ras el cura de Etrépgny, la 

tradcón ntelectual atea con-tnúa con La Mettre, Helve-tus, Sylvan Maréchal y, sobretodo, con el Barón d’Holbach,contemporáneo de Voltare y Rousseau y sempre olvdadopor lósoos e hstoradores (y,de nuevo, por Htchens). Ha-brá que esperar al terremotodesatado por la “tríada ner-nal” del sglo xix, Darwn,Mar y Netzsche, para que elateísmo recupere un lugar pre-

ponderante en el pensamentooccdental. (Pese a su mpor-tanca ndscutble, Htchenstampoco ncluye al lósooalemán en Te Portable Athieist ,acaso porque su ama póstuma ncomoda demasado a su “l-beralsmo”).

De los tres, quzás sea Da-rwn quen le haya conerdomayor legtmdad al pensa-mento ateo. Prmero de orma tímda y cudadosa, y en su ve-

 jez de modo decddo, su lucha por desterrar sus convcconesrelgosas a avor de una vsóncentíca del mundo es uno de

los grandes htos de nuestra lucha contra dos. En un céle-bre pasaje de su autobograía,ctado por Htchens, Darwnnarra su “camno de Damasco”nverso:

“Formerly I was led by eelngssuch as those just reerred to (al-though I do not thnk that the rel-gous sentment was ever strongly developed n me), to the rm convc-ton o the estence o God, and o the mmortalty o the soul. In my 

 Journal I wrote that whlst standng n the mdst o the grandeur o a Bra-zlan orest, ‘t s not possble to gvean adequate dea o the hgher eel-ngs o wonder, admraton, and de-voton, whch ll and elevate my mnd’. I well remember my convc-ton that there s more n man than

the mere breath o hs body. But now the grandest scenes would not causeany such convcton and eelngs torse n my mnd. […] Te state o mnd whch grand scenes ormerly ected n me, and whch was nt-mately connected wth a bele nGod, dd not essentally der romthat whch s oten called the sense o sublmty; and however dfcult tmay be to eplan the geness o thssense, t can hardly be advanced as anargument or the estence o God[…]”.

(“Antes me movían sentmentoscomo los que he menconado (s ben

creo que el sentmento relgosonunca estuvo uertemente desarro-llado en mí) haca la rme convccónen la estenca de Dos y la nmor-taldad del alma. En m daro escrbíque, mentras permanecía en medode la grandeza de la selva brasleña,“no era posble dar a dea adecuada de los altos sentmentos de maravlla,admracón y devocón que llenan y elevan m alma”. Y tambén recuerdom convccón de que hay más en elhombre que la mera respracón de sucuerpo. Pero ahora las más grandesescenas no provocan que esa convc-

cón se nstale en m mente. [...] Elestado mental que las grandes escenasme provocaban anterormente, y queestaba drectamente relaconado con

Daniel Dennett y Richard Dawkins.

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MANUAL DEL PERFECTO ATEO

80 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA ■Nº 178

la creenca en Dos, no dere esen-calmente de lo que comúnmente seconoce como sentdo de lo sublme; y sn mportar cuán dícl sea eplcareste sentmento, no puede deducrsede él nngún argumento sobre la e-stenca de Dos […]”).

Como escrbe Dennett enotra obra mprescndble,Darwin’s Dangerous Idea  (1995), (La peligrosa idea de Darwin, Círculo de lectores,1999) el naturalsta brtáncoconcbó una de las deas máspoderosas jamás desarrolladaspor una mente humana: la evolucón. Como un ácdo quetodo lo corroe, la evolucón es

capaz de eplcar toda suertede enómenos naturales, desdela creacón del unverso hasta la mente humana, sn neces-dad de recurrr a ntervenco-nes dvnas o a un “dseñadorntelgente” encargado de po-ner en marcha la relojería delcosmos. Te God Delusion, elpolémco teto de Dawkns,utlza la evolucón darvnana para conclur que, “cas concerteza, dos no este”.

Por más que rechazara el judaísmo ortodoo de sus an-cestros, Mar no tenía entresus metas prncpales enren-tarse con la dea de dos, snocon las relgones nsttucona-lzadas; no obstante, su maln-terpretada cta sobre la rel-gón como opo de los pueblosha servdo como accate a centos de pensadores antcle-rcales (aunque no necesara-mente ateos). Por ello, en rea-

ldad debemos a Netzsche elmayor salto en el pensamentoateo, gracas a su rechazo ron-tal a la tradcón judeocrsta-na. Como arma Onray, sucrítca despadada de la rel-gón no llevó a cabo toda la tarea ateológca, pero la hzoal n posble.

 A partr de aquí, la lucha contra dos se multplca y contamna a centos de espír-tus nquetos. Htchens recoge

en su nómna a muchos deellos, en su mayor parte centí-cos: Freud, Ensten, Russell,Martn Gardner, Carl Sagan,

Steven Wenberg y los proposDawkns y Dennett, al lado deescrtores y polítcos como Sal-man Rushde, Ian McEwan y 

 Ayaan Hrs Al, quen cerra ellbro con estas palabras que

podrían ser un buen corolarodel pensamento ateo de nues-tro tempo:

“Te only poston that leaves mewth no cogntve dssonance s athe-sm. It s not a creed. Death s cer-tan, replacng both the sren song o Paradse ad the dread o Hell. Leon ths earth, wth all ts mystery and beauty and pan, s then to belved ar more ntensely: we stumbleand get up, we are sad, condent,nsecure, eel lonelness and joy andlove. Tere s nothng more; but I

want nothng more”.(“La únca poscón que me deja 

sn dsonancas cogntvas es el ateís-mo. No es un credo. La muerte esnevtable y remplaza a la vez a las s-renas del paraíso y a las amenazas delnerno. La vda en esta terra, contodo su mstero y su belleza y su do-lor, debe ser vvda ntensamente:caemos y nos levantamos, estamostrstes, conados, nseguros, sentmossoledad y alegría y amor. No hay nada más; pero yo no quero nada más.”).

El problema con la selec-cón de Htchens es que parecedemasado marcada por supropa agenda deológca. Encualquer caso, no cabe duda de que, pese a la mala ama que le sgue acompañando, elateísmo cuenta en nuestrosdías con deensores de prmera línea, dspuestos a arresgar suama, y en casos etremos la vda, para combatr esa “uentede todos los males” (como la 

denomna Dawkns).En una época en la que,como nsste Onray, el cadá-ver de dos sólo ha sdo vstopor Netzsche y la relgos-dad goza de tan buen estadode salud, ¿cómo responderdesde una óptca laca al con-cto que enrenta al judeo-crstansmo y al Islam?¿Cómo conclar la toleranca y a la vez mpedr que mllo-nes de nños sean educados

por sus padres en esa orma radcal de gnoranca que esla e? ¿Cómo ser ateo a prn-cpos del sglo xx?

3.Comencemos con el punto devsta de dos centícos, Daw-kns y Dennett, para observardos maneras dstntas (y enocasones drástcamente en-

rentadas) de eplcar el ateís-mo y argumentar contra la estenca de dos. MentrasDawkns se empeña en demos-trar que dos y la relgón hansdo esencalmente negatvospara la humandad y se drge,por tanto, a un públco ateoque en general concde consus deas, Dennett preere es-tudar la relgón como “enó-meno natural” y compartr suconvccón bright con lectores

relgosos que, tras segur sumnucoso eamen, puedanconcdr con él.

Dawkns utlza la cenca como arma de combate contra la e y a lo largo de su lbrodesmonta las convccones re-lgosas como s qusera des-trur un edco sustrayéndolepoco a poco sus cmentos. Sutarea es a la vez monumental y,hay que decrlo, un tanto vana.Un ateo mltante como yo no

podría dsrutar más con susstemátca y lúcda demol-cón del “espejsmo de dos” y su certera eposcón de lascontradccones, errores y a-llas de cualquer sstema rel-goso, pero al nal la conc-denca absoluta con sus plan-teamentos provoca certa n-satsaccón, y supongo que enel caso de los lectores relgosossólo generará un enado cre-cente (algo smlar a lo que

ocurre con Htchens).Dennett opera en sentdocontraro: eplca paso a pasoel surgmento de la relgóncomo enómeno natural –em-pleando las deas sobre la repl-cacón de los memes elaboradaspor el propo Dawkns en Te Selfsh Gene (1976)– y preeredrgrse a esos lectores que po-drían termnar abjurando desu e. Págna a págna Dennettlos nvta a desmenuzar sus ar-

gumentos, jamás despreca oataca sus convccones y porsupuesto no consdera a doscomo la raíz de todos los ma-

les. Con un estlo ágl y drectomuestra cómo pudo surgr la dea de dos, cómo ésta evolu-conó con el tempo y cómo,gracas a su enorme capacdadpara adaptarse –y a los bene-

cos concretos que representópara las socedades del pasa-do– termnó por convertrseen el meme más contagoso ja-más nventado por nuestra es-pece. A partr de allí, eponepacentemente cómo se puedeser ateo sn dejar de tener con-vccones étcas e ncluso sndejar de ser “relgoso”.

Dawkns pertenece, pues, a la tradcón del centíco lus-trado que arremete contra sus

adversaros relgosos, dspues-to a ganar cualquer batalla gracas a sus argumentos basa-dos en la razón. Dennett, encambo, opera como un “evan-gelsta” del ateísmo: no aspra a devastar las convccones desus adversaros, sno a conver-trlos paulatnamente a su cau-sa. Ambas estrategas resultanparadójcas: es cas mposbleconvencer a alguen que enprncpo renega de la razón y 

se ampara en la e (eso que losateos llamamos “snrazón”)para que abandone sus sent-mentos relgosos a partr deargumentos puramente raco-nales. Frente a tales cuestona-mentos, el creyente sempreresponderá: la e eplca lo quela razón no puede, o cosas porel estlo, y se mantendrá mpá-vdo ante las tess que pruebanque, “cas con certeza, dos noeste”.

 Aun así, Dawkns no deja títere con cabeza y espera sacu-dr, o ncluso volentar, a sulector para removerlo y a la postre lberarlo de la tranía dedos. Más cortés, Dennett seesuerza por seducr a sus lec-tores: no pretende estremecer-los, sno conducrlos paulat-namente haca la duda, la ma-dre de todo ateísmo. ¿Cuál delos dos obtendrá mejores re-sultados? Aunque smpatzo

más con la postura cvlzada de Dennett, sólo puedo recor-dar m eperenca personal:provenente de un entorno ca-

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 Jo rg e Vo lp i

81Nº 178 ■CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA 

tólco, me hce ateo gracas a lo dardos envenenados de Ne-tzsche, no medante la jucosa argumentacón de pensadoresmás serenos.

4.God is Not Great  de Chrsto-pher Htchens no utlza la cenca para descalcar a dosy a las relgones, sno la retór-ca. Como suele hacer en buena parte de sus tetos, su tono as-pra a la polémca y a la provo-cacón. No hay sutleza en susplanteamentos (que cualquerateo comparte de antemano):su teto es un juco sumaro,a veces volento, otras super-

cal, sólo de vez en cuanto agu-do, de las mentras, engaños y atrocdades que han cometdolas relgones –partcularmenteel judaísmo, el crstansmo y,como era de esperarse, el Is-lam– a lo largo del tempo.Resulta dícl estar en des-acuerdo con su rrtante epo-scón: en eecto, la relgónnace ante la alta de razón, suspractcantes jamás han sdomejores desde un punto de

vsta moral que los ateos, algu-nas de las mayores catástroesde la Hstora han sdo pro-ducto de las luchas entabladasen su nombre y el nvel de h-pocresía de sus sacerdotes, pas-tores, manes y rabnos deja atónto a cualquera.

ras la agotadora lectura desu lbro, un ateo no puede snoconcdr en que dos no sólono es grande, sno que ha ge-nerado más perjucos que be-

necos y ha sdo una uentede opresón, una barrera para el desarrollo, y un ecaz sste-ma para reprmr la seualdady la lbertad. El problema, n-ssto, radca en el carácter au-tocelebratoro del ateísmo deHtchens y en su necesdad demostrarse como el prncpaladald de su causa. No hay ensu lbro un auténtco análssdel orgen de la dea de dos ode la utldad que ésta tuvo

para nuestros antecesores,como en Dennett, y n sque-ra un undamento centícode su eposcón, sno la con-

vccón de que la relgón uesólo el producto de la gnoran-ca, como s el conocmentocentíco no hubese sdo la consecuenca etrema de esemsmo pensamento relgoso.

Con esa arroganca que no lo-gra evtar n squera en susmomentos más lúcdos, Ht-chens sostene que la relgónresponde esencalmente a nuestra estupdez nnata.Como dce en el prólogo a Te Portable Atheist :

“[…] there s a reason why rel-gons nsst so much on strange eventsn the sky, as well as less quantablephenomena such as dreams and v-sons. All o ths thngs cater n ournborn stupdty, and our wllngnessto be persuaded aganst all the ev-dence that we are ndeed the centero the unverse and that everythng sarranged wth us n mnd”.

(“[…] hay una razón por la quelas relgones nssten tanto en señalaretraños sucesos en el celo, así comoenómenos menos cuantcablescomo sueños y vsones. odas estascosas llenan nuestra estupdez nnata y nuestra voluntad de ser persuaddoscontra todas las evdencas de que eneecto somos el centro del unverso y que todo está arreglado pensando en

nosotros”).

Htchens jamás busca en-tender cómo es posble quepersonas razonables del sglo

 xxi, educadas y con una am-pla cultura, sean capaces denegar todas las evdencas para segur consderándose creyen-tes. Su lbro ataca a la relgóndesde todos sus ancos (¿peroen verdad resulta útl a estas

alturas desmenuzar las contra-dccones de los evangelos oenumerar las atrocdades delCorán?), convencdo de quela abrumadora eposcón desus allas bastará para dsm-nur su poder. Se trata, sí, deuna cuestón nquetante, quehabla del carácter no partcu-larmente raconal de la espe-ce humana, pero la e nopuede ser eplcada sólo comoun producto de nuestra ten-

denca a “creer que somos elcentro del unverso”.La conclusón nal de God 

is not Great resume ben la po-

scón de Htchens. Hay queconocer los entresjos de la re-lgón –nuestro enemgo– para poderla combatr hasta la muerte:

“Above all, we are n need o a re-newed Enlghtenment, whch wllbase tsel on the proposton that theproper study o manknd s man, andwoman. […] However, only the mostnaïve utopan can beleve that thsnew human cvlzaton wll develop,lke some dream o ‘progress’, n a straght lne. We have rst to tran-scend our prehstory, and escape thegnarled hands whch reach out todrag us back to the catacombs andthe reekng altars and the gulty pleas-ures o subjecton and abjecton.‘Know yoursel’, sad the Greeks,gently suggestng the consolatons o phlosophy. o clear the mnd or thsproject, t has become necessary toknow the enemy, and to prepare toght t”.

(“Por encma de todo, necesta-mos una nueva Ilustracón, la cual sebasaría en la proposcón de que elestudo propo de la humandad es elhombre, y la mujer. […] Sn embar-go, sólo los utópcos más ngenuospueden creer que esta nueva cvlza-cón humana se desarrollará, comoun sueño de “progreso”, en línea rec-ta. Prmero tenemos que trascendernuestra prehstora y escapar de las

garras que ntentan devolvernos a lascatacumbas y a los altares y a los pla-ceres culpables del sometmento y la abyeccón. “Conócete a t msmo”,decían los gregos, sugrendo gentl-mente las consolacones de la loso-ía. Para aclarar la mente para esteproyecto, se vuelve necesaro conoceral enemgo, y prepararse para lucharcontra él”).

S el lbro de Htchens alla es porque no asume por com-pleto su condcón panetara 

–un género lteraro tan res-petable como cualquer otro–,a derenca de lo que ocurrecon La puta de Babilonia delescrtor colombano FernandoVallejo. Nos hallamos aquírente a un teto que no pre-tende convencer a los creyen-tes, n mostrar argumentospartcularmente sóldos, snoque emplea el lenguaje –rco,verboso, agudísmo– comouna descarga de artllería con-

tra su blanco avorto: la Igle-sa católca. El nco del lbromarca ya, ebrlmente, sutono general:

“La puta, la gran puta, la grandí-sma puta, la santurrona, la smonía-ca, la nqusdora, la alscadora, la asesna, la ea, la loca, la mala; la delSanto Oco y el Índce de LbrosProhbdos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que sa-

queó Constantnopla y bañó de san-gre Jerusalén; la que etermnó a al-bgenses y a los vente ml habtantesde Bezers; la que arrasó con las cul-turas ndígenas de Amérca; la quequemó a Segarell en Parma, a JuanHus en Constanza y a GordanoBruno en Roma; la detractora de la cenca, la enemga de la verdad, la adulteradora de la Hstora; la perse-gudora de judíos, la encendedora dehogueras, la quemadora de herejes y brujas […]”.

Sn squera dvdrse en ca-

pítulos, prescndendo de or-den y cronología, artculadosólo como una poderosísma datrba, La puta de Babilonia  no cesa de ncrepar a la Iglesa,a Crsto, a los papas –en espe-cal a Wojtyla “y su rosaro debellaquerías” y a quen él llama “Benedcta”–, y a los msmoscreyentes a través de una epo-scón tan caótca como catár-tca. Vallejo no es un lósoon un centíco, sno un ensa-

ysta lteraro que, apelando a la más pura tradcón jacobna de Amérca Latna, converteal nsulto en una de las bellasartes. Sus lanzadas, sn embar-go, no sólo se drgen a loscrstanos:

“Mahoma (c 570-632) es uno delos seres más dañnos y vles que haya pardo la terra. Una máquna de n-amas que n de la reproduccón seprvó: tuvo ses hjos con Jadya, la vuda rca con que se casó para que-darse con su herenca, y otro con suconcubna María la copta. De los 25a los 45 años este mercader tamadoque habría de undar la relgón ma-hometana (una plaga peor que el sda y la malara)”.

Nada hay del lenguaje polí-tcamente correcto de sus paresanglosajones (sería nteresantesaber cómo sería recbdo estelbro en Estados Undos). Va-llejo no se mde a la hora de

contar centos de anécdotassobre la vleza de los santos ode enumerar las estaas econó-mcas de la Iglesa:

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MANUAL DEL PERFECTO ATEO

82 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA ■Nº 178

“Ya saben, ovejas, a dónde van a dar las lmosnas que mandan al Vat-cano. A la juerga de los mllones de la Puta. En los años noventa el BancoVatcano tenía nversones por más dedez ml mllones de dólares y por la-vado de dnero cobraba el cnco por

cento, lo cual era una bcoca s tene-mos presente que Sndona le cobraba a la amla maosa de los Gambnoel cncuenta por cento por lavarles sudnerto provenente de la heroína a través de una shell corporation o com-pañía de evasón scal y lavado dednero, la Mabus. Vaya a saber Dospor qué estos ensotanados de hoy endía han bajado tanto la tara. Las -nanzas de la Puta son oscuras y secre-tas como las de Cuba. ¿O por quécreen que se entendó tan ben JuanPablo II con Castro? al para cual.an tenebroso el uno como el otro y los dos más alsos que Judas, que n

estó”.

 Al nal, dejando de lado porun momento sus mprecaco-nes, burlas y datrbas contra la Iglesa católca, Vallejo termna llevando agua a su molno conuna apasonada deensa de losderechos de los anmales, una de sus obsesones de sempre(que comparte, entre otros,con el sudarcano Coetzee).

No deja de ser coherente queun escrtor que arremete contanta volenca contra sus con-géneres termne reugándoseen la empatía con los demásseres vvos. Quzá esta vuelta a San Francsco sea una de lasúltmas posbldades que lequeda a la esprtualdad en losalbores del sglo xxi.

5.Frente a tantos relatos de ateos,

descreídos o antclercales, OnGod. An Uncommon Conver-sation del recentemente alle-cdo Norman Maler es quzásel teto más personal, dspara-tado y ecéntrco de cuantoshan aparecdo sobre dos enechas recentes. En estas con-versacones con su albacea lte-raro Mchael Lennon, el no-velsta estadoundense conesa que ue ateo durante su juven-tud pero que en certo mo-

mento comprendó que la pre-senca de Dos –para él así, conmayúsculas– en el mundo era ncuestonable. Sólo que su ser

supremo es partcularmenteetraño: Maler lo concbecomo un artsta –un demurgoen térmnos antguos– que noes todopoderoso y que se en-renta día con día contra el

mal a través de sus craturas:

“Whether my motve s pure ormpure, I do beleve n God the Art-st, the Creator. Tat makes the mostsense to me. Whether I have a prvateagenda, or whether I am beng an ob-

 jectve phlosopher (to the etent onecan propose the estence o whatmay be an oymoron–objective ph-losopher!)–so be t. Whether gulty ornnocent, ths wll be the argument Iadvance: God s an artst. And lkeartsts, God has successes, God hasalures”.

(“Sn mportar s m motvo espuro o mpuro, creo en Dos el Ar-tsta, el Creador. ene sentdo para mí. Sn mportar s tengo una agenda propa o s estoy sendo un lósooobjetvo (en la meddo en que unopueda proponer la estenca de loque quzás sea un oímoron: ¡lósooobjetvo!) así es. Sn mportar s soy culpable o nocente, éste es m argu-mento: Dos es un artsta. Y como losartstas, Dos tene étos y Dos teneracasos”).

El dos de Maler se com-porta como un novelsta qu-zás no demasado talentoso.Para eplcar la presenca delmal en el mundo, tan abstrusa para las teologías tradconales,Maler sostene que dos teneun poder lmtado. Los sereshumanos seríamos su mejorobra, pero eso no sgnca queseamos perectos n que deje-mos de estar sometdos a lastentacones del dablo, su eroz

antagonsta. Lennon no duda en preguntarle drectamentesobre éste y Maler responde:

“Whatever the orm t takes, my understandng s that God and theDevl are oten present n our actons.

 As I’ve sad may tmes over the years,when we work wth great energy t’sbecause our best motve to do ourworst motve–or put t n anotherway, God and the Devl–are equally engaged n the outcome and so, or a perod, workng wthn us”.

(“Sea cual uere la orma que

tome, m dea es que Dos y el dabloestán presentes en nuestras accones.Lo he dcho muchas veces a lo largode los años: cuando trabajamos con

gran energía es gracas a que nuestrosmejores motvos para hacer lo peor—o, dcho de otra manera, Dos y eldablo— están gualmente compro-metdos para lograrlo y, por un per-odo, trabajan dentro de nosotros”).

En opnón de Maler losseres humanos somos el cam-po de batalla de dos contra eldablo, tal como lo entendíanlos manqueos, sn que de an-temano sepamos quén será elvencedor de la gran batalla cósmca. Desde luego cabepreguntarse s en verdad el no-velsta cree en estas armaco-nes o s se trata sólo de unpunto de vsta metaórco. Élmsmo reconoce el carácter un

tanto antasoso de sus teorías,pero las sostene hasta el nal–justo lo que debe hacer cual-quer novelsta que aspre a la verosmltud.

Las rarezas teológcas deMaler no hacen más quemultplcarse conorme avan-zamos en su conversacón conLennon: no cree en la esten-ca n del celo n del nerno,aunque luego se contradce y se deja seducr por la dea del

purgatoro; concbe un proce-so de reencarnacón drgdopor dos, aunque en certos ca-sos un alma (que consdera unregalo del creador) puede sm-plemente agotar su cclo y des-aparecer para sempre; pensa que dos y el dablo en ocaso-nes pueden actuar a través deseres humanos partcularmen-te poderosos, como Htler oNapoleón; aventura que cada uno de nosotros guarda en su

nteror una mezcla partcularde dos y el dablo… Pero,cuando Lennon le pregunta drectamente s se concbecomo un gnóstco, Maler res-ponde con certo astdo:“Tat has no meanng or meether”. (“Eso tampoco tenennngún sgncado para mí”).

ras la ascnante y descon-certante lectura de On God ,uno no puede evtar pregun-tarse hasta qué punto Maler

se burla sn tregua del cánddoLennon –el cual parece encan-tado con representar el papelde dscípulo amado del proe-

ta del malersmo– o hasta dónde el novelsta estadoun-dense es víctma de demenca senl. Entre los dos etremoscabría sugerr una posbldadntermeda: aunque Lennon

no se dé cuenta, Maler está escrbendo aquí uno de susmás audaces relatos de vejez,una ccón tan ambcosa,mordaz, juguetona y egocén-trca como Los desnudos y los muertos, La canción del verdu-

 go o El antasma de Harlot , la aspracón suprema de cual-quer escrtor de ccón: la n-vencón de una teodcea, la creacón de un sstema tan vá-ldo y ordenado –o tan absur-

do y caprchoso– como el decualquer otra e surgda a lolargo de la Hstora. Aunquesu objetvo parecera consstren una deensa de dos renteal ateísmo de autores comoHtchens, Dennet o Dawkns,con este lbro Maler quzásdesacredta a las relgones demanera más radcal que ellos.En vez de utlzar argumentosraconales, de eponer las atro-cdades cometdas en nombre

de dos o de dnamtar lascontradccones de las glesas,Maler ehbe el procedmen-to medante el cual cualquerndvduo dotado con una gran capacdad de abulacón–Mosés, Crsto, Mahoma,Maler– puede nventar una relgón a su medda. ■

[Este artículo tambén se publca enPRL, la prmera publcacón especa-lzada en lbros edtada en español enEstados Undos].

Jorge Volpi es doctor en Flología,novelsta y ensaysta. Autor de La gue-rra y las palabras y No será la ierra.