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Revista del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo

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  • i

    para el tercet miando

    i

    \

    S U M A R I__0

    ENCUENTRO RACIONAL

    Reflexiones sobre el Tercer Encuentro Racionis Miguel R.Ramondetti.. 1Comunicado de Santa Ee 1970......................... ............ ........ 3

    "Profetismo y Poltica"s Rolando Concatti............................... 5

    Obispos en en Encuentro,........................................ . ..* *.....1

    El Enouentro en nmeros .................................................. lS

    Ecfranges et Dialogues Bruno Rouy..... . ......................... ......... 19Carta al Movimiento Ecfranges et Dialogue.......... ..................... 22

    DOCUMENTOS

    Conferencia de Mons . Di Stfano......................... ................ 25Al Pueblo Santafesinos Movimiento de sacerdotes y laicos del Tercer Mun do de Santa Fe ........................................................... 27A nuestros hermanos en la Fes Cristianos de La Gallareta, Villa Ana y Vi lia Guillermina................................................... **.... 29Un documento inadvertidos Lucio Gera - G.Rodrguez Melgarejo...... .. 31Sobre la situacin tucumanas Secretariado Tercer Mundo de Tucumn.... 34

    El "Te Deum" del 25 de Mayo en Goya............................ . 35La crisis correntinas

    Declaracin de sacerdotes............................. ....... 36Declaracin de laicos........... ............. ................ 37

    yBIBLIOGRAFIA

    "Los guerrilleros"s Rolando Cawozzi 39

    material documental 4o V\ {O

  • \i-encuentro %%|

    4REFLEXI ONES SOBRE EL TERCER ENCE1TRO FACI ORAL

    o 0

    Miguel N. Ramondetti

    0 O

    Con la presencia de 113 sacerdotes pertenecientes a 24 dicesis se llev a ca Lo el 1- y 2 de mayo nuestro Tercer Encuentro Racional.

    A los ya muchos puntos que fijramos en el programa, se fueron agregando otres sobre la marcha. Es natural. Algunos porque se relacionaban, directa o indirectamente, con los temas propuestos y otros porque engrosaban la mochila de inquietudes que cada uno cargaba al llegar a la reunin.

    Entre estos ltimos cabe destacar uno que fu,por momentos,objeto de acalorados debates; "Nuestro Movimiento, tal como ha sido concebido hace tres aos y se viene desarrollando desde entonces tiene an vigencia?" Algunos plantearon elmds mo tema desde otra perspectiva; Lo elaborado en el Encuentro constituye un avan ce, ra retroceso o es simplemente un signo de estancamiento del Movimiento?

    Confieso que a mi regreso de Santa Fe, siento en mi mochila el peso de esa pre ocupacin.

    A partir de ella he procurado hacer el balance del Encuentro. Al ponerlo,por medio de Enlace, al alcance de todos los amigos del Movimiento -participantes o no del Encuentro- lo hago exclusivamente con el nimo de aportar una simple ayu da al esfuerzo de reflexin personal de cada uno y con el deseo de que se lo cri_ tique, de manera que pueda ser un aporte ms al esclarecimiento de esta cuestin.

    Comencemos por la "cscara", sin dar a ella ms valor e importancia que la que tiene. Es indudable que, de acuerdo a las apariencias externas, el Encuentro Nacional ha demostrado un avance del Movimiento en gran parte del pas.

    Comparado con los Encuentros anteriores, el nmero do participantes ha crecido notablementes 1 1 3 sacerdotes-en relacin a 23 del primero y 8o del segundo.

    Por supuesto que en s mismos estos elementos no tienen ninguna importancia .Sin embargo, unidos a otras cosas, podransignificar algo.

    En el Encuentro se ha reflexionado y convivido, se ha discutido y v o t a d o s e ha hablado y escuchado... Elementos que pueden ser mucho ms significativos que simples nmeros y fras estadsticas, si se los analiza y relaciona debidamente.

    No es mi intencin hacerlo aqu. Creo'que debiera ser el fruto de un esfuerzo colectivo a nivel,sobre todo, de Coordinadores y Secretariado. Es difcil que po damos hacerlo esta vez. Creo que es algo que deberamos prever para el prximo En cuentro Nacional.

    Personalmente quisiera slo retomar un elemento que en el Encuentro fue objeto de reiteradas intervenciones, discusiones a nivel pblico y privado. Me refie ro al tan mentado tema del "compromiso".

    Creo no equivocarme al afirmar que para la inmensa mayora, sino para la tota lidad de los presentes, el avance, retroceso o estancamiento del Movimiento debe medirse por su grado de "compromiso" con la realidad histrica del proceso de can bio que vive nuestro pueblo.

    Comparto totalmente este criterio en la medida en que se acepten algunas acia raciones que creo de suma importancia. Es necesario, entre otras cosas, distinguir entre compromiso del Movimiento como tal y el de cada uno de sus miembros. En este sentido creo que el trabajo sobre "Profetismo y Poltica" de Concatti o frece importantes elementos para seguir reflexionando.

  • Creo que esta"distincin"encierra un riesgo, pero brinda,a la vez, la posibi lidad de escapar a lo que podramos llamar el "drama de una cristiandad de iz- - quierda".. Riesgo de pretender "salvar" la institucin al precio de impedir el cumpl -

    miento de su misin fundamental. Con el pretexto de "autenticidad proftica" ,p_o demos hoy reincidir en el pseudo-espiritualismo del pasado,que nos volvera a co locar5 al menos como grupo, al margen de la marcha de la historia, que es como ponerse fuera del camino de Dios,

    Pero esa "distincin" constituye, a la \rez9 una posibilidad e ovitar ese otro antigu pecado clerical que consiste en imponer al mundo el peso "institucional" del grupo cristiano que como tal, no ha sido creado para edificar ni para gober nar la convivencia humana sino,a lo ms, para cuestionar cada una de sus etapas, esencialmente provisorias y necesariamente superables. Problema complejo que exi ge una constante atencin de nuestra parte. Presupone en cada uno de nosotros u_ na amplitud de mira-s y un espritu abierto que nos impida caer en la tentacin de pretender que el Movimiento asuma y comparta,como tal, todos nuestros puntos de vista personales o del grupo poltico en que estemos comprometidos.

    Lo difcil en este asunto, como deca Concatti, ser encontrar el "lmite" ai tre lo que constituye el compromiso del grupo. como tal y el de cada uno de susmiembros,

    Personalmente pienso que a- nivel puramente terico no podr encontrarse una salida verdadera, ya que no se trata de dar "recetas" que vengan bien en todos los oasos.

    Por el contrario, nos encontramos frente 3, una realidad vital, que ha de con jugarse en el juego dialctico de los mltiples elementos que la componen.

    Creo que la autenticidad del avance del Movimiento Sacerdotes para el Tercer Mundo estar dado fundamentalmente por la interaccin(que ser eventualmente choque - roce - lucha interna, etc.) del compromiso a nivel grupal y el compromiso a nivel personal.

    Pienso, incluso, que muchos de los problemas "tericos" y de las exigencias un tanto imprecisas que a veces su suscitan, dejarn de constituir un problema serio el da en que cada uno de nosotros asumamos Con fidelidad evanglica y es pritu proftico un "compromiso" personal en el que seamos capaces de jugarlo tc- do, ta el propio pellejo.,.

    Serjpor supuesto, el da de la maduracin y de la adultez de nuestra fe de cristianos y de sacerdotes, porque ser el da en que dejemos de pedir a otros (Movimiento, Iglesia...) lo que cada uno de nosotros est llamado a hacer por s mismo. Ese da la Iglesia (llmese Movimiento o como sea) ser lo que la ha gan la suma de los valores que cada uno aporte y estar iluminada por el grado dc"luz" que ponga cada uno de sus miembros.

    Ser el da de la unidad verdadera constituida con la conciencia de aceptacin de las diferencias temporales que no3 separan y por encima de ellas. El da del dilogo verdadero, que no trata de encubrir falsamente diferencias reales, sino de construir en la fe que no destruye sino que exige pluralismo, un mundo ms justo, ms humano y fraternal.

    En sntesis, el "compromiso" del Movimiento como tal podr ser iluminado e impulsado por la suma de los compromisos personales de sus miembros y ha de os presarse em el nivel en que stos sean coincidentes y afirmen los valores funcb, mentales en que estn en juego el hombre y la convivencia humana.

    El avance o retroceso del Movimiento no lo descubriremos tanto por el nmero de participantes a un encuentro, la calidad de los temas tratados o la profundi dad de las reflexiones realizadas 5 ni siquiera podremos detectarlos exclusivamente por las manifestaciones colectivas (Declaraciones, gestos, etc.). Ese avan oe,retroceso o estancamiento se juega principalmente en el "estilo de vida" de sus miembros. Un estilo de vida que ser sntoma de compromiso autntico, en la medida en que asuma c.on firmeza y con constancia la suerte del proletariado,al margen del oul todo intento derevolucin", "liberacin", "Hombre lluevo" opasar de ser un simple cambio de palabras en nuestro lxico habitual.

    es 2

  • MOVIMIENTO DE SACERDOTES PARA EL TERCER MUNDO *

    El Movimiento Sacerdotes para el Tercer Mundo ya est en su tercer ao de existen cia.

    Surgi en diciembre de 1967 por iniciativa de un pequeo grupo de sacerdotes como respuesta al "Mensaje de 18 Obispos del Tercer Mundo",

    Estos aos han servido, entre otras cosas, para perfilar y profundizar las lineas fundamentales que orientan hoy nuestra accin.

    El ao pasado, en su segundo Encuentro Nacional, el Movimiento expres estas l - neas en un documento que llevaba el ttulo de "Nuestras Coincidencias Bsicas",

    En ese documento hemos expresado nuestra visin del llamado "tercer mundo". Ex - presamos nuestro "formal rechazo del sistema capitalista vigente y su lgica consecuencia, el imperialismo econmico y cultural" y nos "adherimos al proceso revolucio nario*,, que promueve el advenimiento del Hombre Nuevo", Hicimos nuestra opcin por un "socialismo Latinoamericano" que implique necesariamente la "Socializacin de los medios de produccin, del poder econmico y poltico y de la cultura"

    Este proceso revolucionario y este camino al socialismo no comienza hoy En cada pas tiene antecedentes vlidos. En Argentina constatamos qu' la experiencia peronis ta y la larga fidelidad de la masa al Movimiento peronista constituyen un elemento clave en la incorporacin de nuestro pueblo a dicho proceso revolucionario.

    Creemos que el reconocimiento de este hecho por parte de todas las fuerzas revolu cionarias ayudar a concretar la unidad de todos los que luchan por la Liberacin Nacional, ....... ....... .........

    En este Tercer Encuentro Nacional ratificamos el contenido de "Nuestras Coinciden cias Bsicas" y, con el objeto de evitar interpretaciones- errneas o tendenciosas,ex presamos "* .

    1) El "Movimiento Sacerdotes para el Tercer Mundo" de la Repblica Argentinaes un Movimiento sacerdotal y por lo tanto cristiano. Ello implica una voluntad inquebrantable de pertenencia a la Iglesia, Catlica, Pueblo de Dios, segn la definie ra el Concilio Vaticano II,

    2) Tenemos fe en que nuestra pertenencia a la Iglesia Catlica en la Argentina y en Latinoamrica, no ha de constituir un obstculo sino un impulso para nuestra insercin sacerdotal y cristiana en el proceso revolucionario que vive nuestra Pja tria y nuestro Continente* Por eso no queremos "otra Iglesia", Nos sentimos fun-

    . lamentadment.e . solidarios., .con la que., creemos verdadera Iglesia de Cristo,Sin embargo, advertimos la necesidad imperiosa de un cambio radical en la

    mentalidad y en la conducta de muchos de los hombres de nuestra Iglesia sobre to do entre aquellos que la gobiernan,

    Pero, para ser autnticos y justos, hemos de comenzar por nosotros mismos, reconocer nuestras fallas y limitaciones y procurar una. constante rectificacin de nuestra conducta.

    De la Jerarqua Eclesistica Argentina y Latinoamericana slo aspiramos que se decida, en forma clara, unnime y total a poner en prctica lo que elabor y declar en Medelln y San Miguel, (l)

    3) Por "Tercer Mundo", el Movimiento entiende fundamentalmente- la realidad humana la masa de los oprimidos de todo el mundo, qu > marcha inexorablemente hacia su beracin. Ms que de fronteras geogrficas, s> trata de los pueblos oprimidos y los oprimidos de los pueblos.

    Qp.ede definitivamente en claro que al de :inirnos por el "Tercer Mundo" no lo hacemos por una "ideologa" o "una posicin tercerista" que pudiera colocarnos al margen de la nica lucha reais la del pueblo ciplotado, contra las minoras opresoras que detentan el poder.

    ip &

  • Por el contrario, nos hemos definido y lo seguiremos haciendo cada vez ms clara y eficazmente por el mundo de los pobres y oprimidos. Nos lleva a ello i nexorablemente nuestra opcin por Cristo que hoy, como ayer y como siempre, nos dices "Los aseguro que en la medida que lo hicieron con el ms pequeo de mis ha? manos, lo hicieron conmigo". (Mateo 25, 40)-r

    4) El Movimiento se ha definido por el socialismo en el sentido expuesto, por consi. derarlo ms acorde c.on el Evangelio y como uno de los principales elementos que, en ese orden, constituyen el "Signo de los Tiempos".

    Sin embargo, por mltiples razones el "Movimiento no es, ni quiere, ni pueefe constituirse en "partido poltico". Rechaza asimismo y por las mismas razones,oon vertirse en un grupo revolucionario para la toma del poder poltico.

    El Movimiento como tal se prohbe, en ese orden de cosas, opinar y tomar pjo sicin acerca de tcticas, estrategias o tendencias de grupos y organizaciones, respetando con ello la libertad de opcin de sus propios miembros.

    No obstante, consideramos que no habr-socialismo autntico en Latinoamrica sin esa toma del poder por autnticos revolucionarios surgidos del pueblo y fieles al mismo.

    5) Ratificamos lo dicho y obrado por los integrantes del Movimiento en las acciones populares de Crdoba, Rosario, Tucumn, El Chocn, etc., que marcaron nuevas eta pas en el proceso de la Liberacin Nacional.

    As mismo repudiamos una vez ms la represin que se ha desatado en nuestro pas y que persigue, tortura y hace desaparecer a militantes revolucionarios. Re conocemos en estas vctimas, el precio doloroso que el pueblo paga en su lucha por la liberacin. Nos indigna que las instituciones nacidas para proteger los de_ rechos humanos y defender la Nacin, se hagan ejecutores o cmplices de esas prc_ ticas salvajes.

    Santa Pe, 2 de mayo de 1970

    (l) El Movimiento aprovecha la ocasin para declarar pblicamente que los conflictos intraeclesiales vividos, este ao por algunos de sus miembros como ha sido el caso de Corrientes y Rosario, son consecuencia lgica de la irritacin y fricciones que necesariamente se han de producir cuando no se ven llevados a la prctica,co:a la urgencia y en la medida necesaria, los compromisos pblicamente asumidos en Me delln.

    = = * = = = = *!!.s ::0!=* = *= 9= ::!.3. = . = | = ~ a = t = | 3| = | = | = | = | S | = ( = | a l = t = t S a = . = .

    s... P R 0 F E T I S M 0 .. *.......... ................................... ,O a.o o0

    1 "EL PROPETA TIENE UN ROL POLITICO..."o ao oo os "Dios juzgar a los Consejeros y a los Jefes de su pueblos o o

    porque han devorado la via, y los despojos del pobre 1 1 c f2 nan sus casas. Porque han aplatado a mi puehlo y ba?i man I0 Q1 chado ol rostro de los pobres", (is. 3 , 14-1 6 )

    = 4 =

  • t o P R O F E T I S M O T P O L I T I C A

    Rolando Concatti

    I PARTE; EL PROFETISMO CRISTIANO.

    Aunque sea de un modo sinttio y rpido -como este trabajo lo exige- intentaremos descubrir las lneas maestras del profetismo cristiano,; para intentar preci_ sar luego las pautas del profetismo hoy, sus exigencias y sus lmites.1-. Cristo ha vivido como un Profeta, y ha trastocado las jerarquas admitidas

    en su tiempo en favor del profetismo.Esta es una evidencia innegable para un lector objetivo de los Evangelios, yILe

    na de consecuencias para la inteligencia del cristianismo, pero que no se subraya suficientemente. En efecto, en la imagen de Jess que nos han dejado los Evange - los, pero sobre todo San Lucas y San Marcos, aparecen los rasgos ms caractersticos de los profetas. La historia de Jess es prcticamente la historia de un a- frontamionto entre la novedad y radicalidad de su mensaje y los valeres recibidos- las autoridades y las jerarquas imperantes. Delante de ellos, Jess retoma la libertad y la actitud crtica de los profetas; severidad para los que tienen las lia ves en la mano pero no dejan entrar (Le. 1 1 ,52)5 clera contra la religiosidad es_ crapulosa que encubre la falta "a lo ms importante de la Ley; la Justicia, la Mi sericordia y la Lealtad" (Mt. 23?23)j indignacin ante la hipocresa religiosa (Mt. 1597-9)3 purificacin del templo (Me. 11,15) y anuncio de un culto perfecto, despus de la destruccin del santuario material (jn. 2,16), etc. Rasgo tpicamente protico, Jess no invita a cultivar las doctrinas sapienciales, sino a develar el contenido de los "signos de los tiempos" (Mt. 16,2-3) En fin, detalle pro fundo que lo identifica con los profetas de antao, Jess ve su mensaje rechazado (Mt* 1 3 9 13-15)9 negado sobre todo por esa Jerusaln que asesina a los profetas (Mt 23?37)* Y como stos, muchos rasgos ms.

    lo en vano, en el pasaje capital de Mt. 16, cuando Jess interroga a los discpulos sobre "quin dice la gente que es El", todos los nombres evocados son pro fetas (J u a n E l i a s , Jeremas). La conclusin es evidentes Jess aparece a los ojos de sus contemporneos como un Profeta.

    ils an, es preciso recordar que en tiempos de Jess, la sociedad juda estaba inertemente jerarquizada, y las categoras sociales eran irreductibles. Desprovis tos de Rey por la ocupacin romana, el "nuevo David" era esperado ansiosamente,Peco era slo una esperanza. La jerarqua de hecho, y que responda al espritu del Deu teronomio, era aceptada por todos. Primero los sacerdotes segundo los doctores , los escribas 5 tercero los profetas 5 y fuera de toda jerarqua, sujeto pasivo, el pueblo. ..... .

    Aora bien, Jess, por su vida y su palabra ha invertido esta jerarqua (en es te al menos, todos admitirn que fu un revolucionario...)

    i'or eso los estudiosos de la Biblia pueden decimos que en la ptica de Jess y de los Evangelistas, el orden jerrquico se invierte; primero estn los profetas y c.l ruobio sencillos las Bienaventuranzas, esencia del Evangelio,, son un mensaje profetreo y una exaltacin definitiva del pueblo simple, los pobres a los que esta des ornado el Reino; segundo estn los doctores, los escribas que como Ricodemo ouscan de verdad la luz y son an rescatadles; tercero los sacerdotes, a quinnes los nvangeliscas nombran siempre con dureza y que parecen "irrecuperables"

    Esta inversin de jerarquas, este asumir de Jess los.rasgos y el destino pro- ftico, deberan marcar claramente a nuestras iglesias y a nuestras vidas cristiaas.

    Pero largos siglos, en los que el contact y el "dilogo" con el paganismo y su valoracin absoluta del sacerdote, como el establecimiento de la "cristiandad" a

    = 5 =

  • partir de Constantino y sobre todo Cariomagno, nos han llevado a una prctica y u na teologa de Iglesia-establecida, en las que se han re-implantado casi las jerar quas pre-cristianass o sea, el totalitarismo del culto y el sacerdote5 el "fascs mo de conciencia" de una doctrina y una ortodoxia sin concesiones^ el silenciarais! to prctico de todo profetismo*..

    Ha sido necesario el sacudn de los ltimos tiempos, la aparicin de un Juan XXIII, el descongelamiento que inaugur el Concilio, para que la verdadera valoracin del profetismo comenzara a replantearse.

    2 -, 'Qu es el profetismo, quin es el profeta al que Jess se identifica?Para saberlo, debemos remontarnos a la experiencia vivida del pueblo de Israel,

    trasmitidas por la Biblia. Sinteticemos brevemente lo que nos parece ms impartan te. -

    El:profe tsmo, en el antiguo Israel, no es una institucin, como el Rey o el 1 cerdote. Se aproxima ms a lo que hoy llamaramos un "movimiento"., una realidad qie .juega un rol decisivo, pero que' se conserva fluida, sin constituirse en casta niel jerarqua, sin perpetuarse con estatutos fijos* La Biblia conserva grandes nombres, personalidades excepcionales que han marcado un momento de la historia y han legado un mensaje. Esto subraya el carcter fuertemente personal del profetismo. Pero al mismo tiempo hoy sabemos que ba'jo el nombre de un profeta, se han agrupado ver daderas"escuelas" de profetas, que han prolongado ciertas "corrientes de opinin", ciertas lneas fuertes do opcin.

    Sin ser una institucin, el profetismo fuega un papel decisivo en la vida de Is r e l o En un pueblo que se considera el elegido de Dios, el profeta representa la palabra actual de Dios, sus interpelaciones y sus promesas. Esto lo lleva a enfren tarse frecuentemente con los poderes establecidos, a los que no deja nunca ni tran quilos ni seguros:.. .

    Por otra parte, y es urgente destacarlo, el profeta no es un adivinos l habla del presente y al presente. Pero porque mira la historia no de cara al pasado sino en perspectiva de-futuro, anuncia el porvenir del que ya est grvido el presai te, Y porque el futuro y la historia se construyen a travs de opciones actuales, l descifrar el contenido real de las opciones de.sus contemporneoss ya sea la catstrofe, ya sea la salvacin. El profeta intenta pues decir a su tiempo -y a menudo "contra" su tiempo- cul es el "juicio" hoy de Dios, la voluntad hoy de Dios, las interpelaciones actuales del Altsimo.

    Para l "Dios habla en presente". Por eso no puede ser el hombre de los "crite rios" o de los "consejos0 , sino el hombre de las opciones y los imperativos.

    De algn modo el rol, el ministerio del profeta es doble. En primer lugar, un rol espdritual. El no sustituye a los sacerdotes, a quienes corresponde el culto a Dios y la santificacin del pueblo5 ni a los doctores que ensean la Ley y

    la Sabidura 5 pero l denuncia cuando el culto se ha transformado en ritualismo falso, cuando la santidad de Dios es olvidada, cuando la Ley es ignorada. Son e- llos, los profetas, los que recuerdan las exigencias ms espirituales de Dios,lce que llaman a trascender siempre los valores recibidos, hacindolos ms puros y ms nobles.

    Y en segundo trmino, el profeta tiene un rol poltico. Delante del pueblo y del Rey, le corresponde una tarea de esclarecimiento. Debe juzgar si la accinem prendida, si las opciones tornadas, son queridas por Dios 5 si una poltica determi nada responde al plan de salvacin, lo sirve o lo contradice.

    Hombre de tareas contradictorias, es a la vez el que seala la extrema trascen dencia de Dios y su extrema inmersin en la historia el que defiende la Santidad sin mezclas,de Dios y su derecho a mezclarse en la turbia historia de los hombres

    ITatn, Elias, Eliseo, sobre todo Isaas, como Jeremas y Ezequiel, son testi - gos de este rol poltico.

    Este doble rol -espiritual y poltico- es el que lo enfrenta constantemente

    6

  • con los valores establecidos, no slo por la Ley, las instituciones, el culto o los compromisos polticos, sino por esa fuente de cristalizacin social que son la riqueza y el poder, con sus injusticias sociales y sus iniquidades humanas.

    Por eso, el tema central de casi todos los profetas es la justicia, y no en normas sapienciales sino en juicios concretos.

    All justamente, en la pasin por la justicia, que revela la pasin de Dios por el hombre, por todos los hombres, encontrarn casi todos los profetas su grandeza y su martirio. Por ser fieles a la exigencia de Dios, que demanda"hqyr y aqu" la justicia realizada, sern odiados y asesinados por los poderosos de su tiempo.

    Profeca, justicia y martirio forman una ecuacin trgica que se repite a lo largo de la Biblia, y que Jess no har sino confirmar llevndola a plenitud,,

    Y es aqu tambin,a propsito de la justicia, donde aparece otro rasgo tpi_ co dol profeta. El no es un terico. lo habla con alusiones. Es el.hombre que seala con el dedo,que llama por su nombre a los culpables,corno Natn a Davids "Bu eres e3e hombro".De Elias a Juan el Bautista y a Jess de Nazareth,los pro fetas no acusan en el aire, sino "personalmente",concretamente, directamente.

    Por otra parte -pero cuestin esencial- el profeta es el hombre desafiado por lo imprevisible. *

    Al revs del sacerdote o dol sabio, que cuentan con toda una tradicin ante rior, al profeta las preguntas que se le formulan en el hoy concreto de la his toria son inditas,originales,nicas. Debe hacer luz en la oscuridad, debe ser fiel en la incertidumbre. Su respuesta no cuenta casi con "antece'dentcs"quela respalden o la caucionen. Slo el futuro -al que l mismo no. asistir casi nun ca!- dir si su juicio proftico era verdico.

    Por eso es el hombre librado a la angustia y al riesgo. Llamado a una tarea de la que quisiera huir (jer. 20, 7-1 8 )jy por eso tambin es el testigo de un Dios que no da seguridades confortables, y al que hay que librarse confiados en queesel Seor de la historia y el nico dueo de la verdad.

    Finalmente, pero tambin cuestin decisiva, este hombre lcido de la mezquin dad humana, testigo do las miserias y las traiciones de sus contemporneos,es sin embargo el hombre de la Esperanza. El afirma que las espectativas mestnicas. sern cumplidas, que la Justicia se impondr, que ..la Liberacin total llegar pese a todo y contra todo.

    3- Cul es el profetisao do la Iglesia?Si Cristo ha vivido como un profeta, y ha muerto por ser fiel a su mensaje

    proftico, sera fcil concluir que sus discpulos deben do continuar en su es^ tilo.As es, en efecto, pero el problema es ms complcjo^porque la muerte y la resurreccin del Seor inaugura un tiempo nuevo, el tiempo definitivo, en e 1 que el rgimen de la Antigua Alianza, la Sinagoga y el Antiguo Israel son supe rados.

    Sin embargo, para nosotros, "sacerdotes" de la Nueva Alianza, tan preocupados por la "esencia" de nuestro sacerdocio, por aquello que lo es "especfico", etc.,etc.,nos resultara muy saludable descubrir que el ministerio apostlico tal como aparece en la comunidad primitiva no es fundamentalmente "sacerdotal". No es el momento para entablar una discusin, pero personalmente creo que uno de los callejones sin salida en que nos seguimos encontrando es la obsesin per centrar todo en torno a lo que es o no es sacerdotal. Y puestos en ese plan - teo, la cuestin no tiene salida. Porque efectivamente, el sacerdocio est e- sencialmente dirigido al culto,a la liturgia,a lo sagrado,a la santificacin si cramental. Y es preciso hacer mil estiramientos dol concepto de sacerdote para "conceder" que l es tambin un misionero,tambin un pastor, tambin un profeta.Pero el monopolio de lo sacerdotal sigue vigente.

    El planteo debe ser radicalmente distinto.El problema es saber si el minis-

    = 7 =

  • tro de la Hueva Alianza es primariamente un sacerdote, Y la respuesta, sin nin guna duda, es que no. El ministro de la Hueva Alianza es tambin un sacerdote, sobre todo porque preside la oracin y la Eucarista. Pero no lo es primaria - mente, como esencia de su ministerio, No se trata do negar todo lo que la v i da, la experiencia y el desarrollo de la Iglesia ha puesto de manifiesto. Pero se trata de reaccionar, de una vez por todas, contra el "exclusivismo" dlo sacerdotal, contra el privilegio incuestionable de lo sacerdotal;

    Pero volvamos a nuestro tema. Yo creo que sin forzar los textos ni la inteli gencia de la comunidad primitiva, se debe decir que el ministerio que Jess instituye, es un sdnlifcraoproftico. A mi juicio esto es claro. En primer lugar , porque la tarea de los apstoles no es sino una prolongacin, un hacer presente la misin misma del Seor, Ellos son enviados "a invitar a la conversin, la rup_ tura con la vida antigua 5 y a proclamar la liberacin, la salud, la vida nueva"; exactamente el programa de los profetas. Si algo hay aqu novedoso, es que Jess institucionaliza el ministerio proftico, hasta entonces librado a llamados excepcionales de Dios, Los apstoles -y la vida de la primera Iglesia os elocuen te- no sern doctores que ensean una doctrina nueva, ni autoridades que gobios? nan una institucin, sino heraldos de un mensaje proftico.

    Pero para no detenernos en una discusin sobre el ministerio apostlico, que no me parece lo ms importante, y que a la larga nos reducira a una visin clerical del problema, yo preferira pasar a destacar las tres notas que me pareen caractersticas y esenciales, verdaderamente novedosas en el profetismo cristia no, en el movimiento proftico despus de Pentecosts.

    A) La primera nota, es que toda la Iglesia, toda la comunidad reunida en torno del Seor, es una Iglesia Proftica,

    Podramos citar, para avalar esta afirmacin, largos trozos de textos conci liares, sobre todo de "Lumen Gentium" y de"Gaudium et Spes". Pero esta Iglesia, toda olla, comunitariamente, realidad proftica, no es una novedad del Vaticano II, Es la experiencia a la vez desconcertante y jubilosa de la comunidad primi tiva.

    Cuando la Iglesia nace, en Pentecosts, Pedro la' interpreta y la anuncia co no el advenimiento realizado de lo que hasta entonces no era sino esperanzastodo- el pueblo es profetice (Act.2, 16-18)5 que responde a la gran aspiracin ex presada por Moiss; "Ojal que todo el puoblo de Yahv profetizara! (Nm.11,29) y al anuncio de Joels "Derramar mi espritu sobre toda carne" (joel 3>1 )

    Sin lugar a dudas, uno de los significados de Pentecosts y su famoso y enig mtico "hablar todas las lenguas", reside en esta afirmacin "capitals Dios; no habla ya slo por algunos elegidos, ni solamente en lengua israelita, sino atea vs de toda la comunidad, y en todas las lenguas.

    Contra el monopolio cultual del Templo, contra el monopolio doctrinal de los doctores, contra el monopolio proftico do Israel, aparece esta realidad nueva -la Iglesia- nacida de la libertad del espritu, abierta universalmente a todos los hombres, expresada en todas las lenguas!

    B) La segunda nota es que el profetismo de la Iglesia es catlico,universal , ecumnico.

    Por la muerte y la resurreccin do Jesucristo, el Espritu Santo ha sido do rramado sobre toda carne, dado a todos los hombres, acta e interpela a travs de todo hombre y de todo acontecimiento.

    Es preciso subrayar aqu que el profetismo de la Iglesia naciente no reside en anunciar calamidades o maravillas, ni en exhortar a conversiones de tipo "mo ral" , sino en lo ms .intrseco del profetismo bblico; el anuncio de la irruu - cin liberadora de Dios, realizada no em favor de un grupito privielegiado d e. hombres sino en favor do toda la humanidad.

    La Iglesia ser justamente esos la "apertura" de la Sinagoga a todos los hom bres, la superacin de una Alianza restringida por una Alianza universal, la ja

    = 0 =

  • firmacin de que la salvacin, la liberacin mesinica no es "para algunos" si no"para todos".

    Iglesia equivale a apertura, a ruptura del muro que simblicamente represn- taba la separacin, la distincin radical de judios y gentiles (Sf.2, 11-20).

    Contra la "pura verticalidad" de la religin juda, la Iglesia naciente a - firma una suerte de "dimensin horizontal" en el encuentro con Dios. Porque Dice no est de algn modo "localizado" en el Templo, y no "desciende" a travs de las jerarquas hasta el slo pueblo judo, sino que irrumpe a travs do todo hombre y todo acontecimiento y debe sor reconocido all donde El est y donde El convoca. Nadie tiene la "posesin" privilegiada de Dios, sino que debe reoo nocerlo humildemente cuando El viene y llama y sto puede ocurrir a travs ds cualquier hombre y cualquier acontecimiento.

    Pedro, representando a toda la comunidad primitiva, ha vivido intensamente -y conflictualmente- esta mutacin radical.

    En el acontecimiento que es de alguna manera el centro de los Hechos de les Apstoles y seguramente la clave para entender su contenido, es justamente ejs ta "mutacin" lo que est en juego. Vale; la pena leerlos ocupa todo el captu lo 10 y bueno, parte del captulo 11 (hasta vors.18). Es la conversin de Cornj lio -sin cincuncidarso- y lo que llaman "el Pentecosts de los Paganos": la vr nida del Espritu Santo sobre los gentiles. Pedro se resiste, su fidelidad de judo lo tortura, pero debe rendirse ante la evidencia: el Espritu Santo no es privilegio de una raza ni de una comunidad, sino don viviente para todos l o s hombres.

    El Espritu"se anticipa" libremente, obra incluso en los que uno crea mal ditos y excluidos 5 la tarea y el misterio de la Iglesia es "reconocerlo",con.

    fosarlo, ratificarlo. "Podr acaso alguno negar el agua del bautismo a estos que han recibido el Espritu Santo igual que hosotros? (Act.10, 47 s.cfr. 11, 16-18).

    Este es el profotismo de la Iglesia: lo que un Isaas, un Jeremas, un Eze_ quiel anunciaban para el futuro es hoy realidad: Dios "se ha hecho ecumnico", Dios est en el mundo, Dios viene por su Espritu sobre toda carne y puede sor prendernos a travs de aquellos que creamos extraos y malditos.

    Pedro es el profeta al estilo nuevo, porque ya no anuncia la irrupcin de Dios en la historia, sino que la reconoce realizada, y la proclama, y se somete a ella.

    San Pablo har do esta "apertura", de esta novedad, de esta mutacin en la economa religiosa del mundo, el centro de su predicacin y la clave de la I- glesia. Se lo dice a menudo poro se olvidan las consecuencias. Porque esta _I glesia nacida en un parto doloroso, esta realidad do un pueblo elegido abierto a los gentiles, no os un acontecimiento pasado, una ancdota, sino la ley permanente de la Iglesia. No es un hecho esttico, sino un dinamismo pormanen, te. La Iglesia debe ser siempre, hoy tambin, "Israel abierto a los gentiles", sinagoga trascendida. El mundo y la historia no son para ella marco o contorino , sino "gentilidad que adviene", gentilidad renovada, a la que hay que con vertir pero a la que hay que convertirse 5 humanidad tumultuosa en la que hay que rechazar sus vicios y sus idolatras, poro en la que hay que reconocer la prsencia del Espritu, discernir sus venidas, rendirse a su libertad creado

    ra.El profotismo hoy, el profetismo de toda la Iglesia, est llamado a probar

    cmo la "apertura" esencial de la Iglesia, su "catolicidad", no es slo una ex tensin geogrfica, o racial, o puramente religiosa, sino un compromiso con to do lo que en el mundo es coherente con la denuncia y la promesa proftioa,con todo lo quo en la historia es combate por li liberacin y la salud total del hombre 5 es decir, con la realizacin de las promesas mesinicas. Ser profeta hoy, a la manera de Pedro y de Pablo, es confesar quo no se tiene necesaria

    mente ni el monopolio ni la iniciativa de Ir, denuncia o de la promesa prof-

    = 9 =

  • tica, sino que se est a su servicio, dispuestos a reconocerla, a confesarla y a hacerla propia, all donde aparezca para condenar a este mundo inicuo y anun ciar la salvacin. Y esto ser ms cierto an cuando ese profetismo secular o extranjero, est al servicio de la denuncia o de la promesa en favor de los pjD bi*es, esos testigos y esos destinatarios privilegiados del profetismo y de la salvacin.

    Por eso la profeca es todo lo contrario de la demagogia o del oportunismo, porque no es una maniobra de astucia humana, sino reconocimiento, a veces desconcertante, a veces humillante- reconocimiento de que la iniciativa proftica le pertenece slo a Dios, y la realiza a travs de todos los hombres.

    C) La tercera, hota es que el profetismo de la Iglesia es "misionero",__ytiende a lo que hoy llamamos profetismo "poltico".

    Para decirlo brevemente, y con una imagen que es una gran verdad, me parece muy justa la afirmacin de un telogo protestante, Blauws "La ruta del Evangelio es el camino desde Jerusaln, el centro de Israel, a Roma, el centro daL mun do". S, es cierto.

    Es el camino desde el Templo, el corazn religioso de un pueblo, hasta Roma, el corazn poltico del mundo. Esto es mucho ms que una metfora o que un accidente histrico. El instinto secreto que impuls a los primeros apstoles hacia Roma, hacia la urbe donde se decida el destino concreto del imperio, es algo ms que una casualidad o una aventura. Es el impulso normal de un Evangelio que anuncia la salvacin para todos y que convoca a la gran tarea de hacer verdica y total esta salvacin, esta liberacin, este advenimiento de una humanidad nueva.

    "Hacia Roma", el centro donde se decide la historia real de los hombres, di rige siempre el Evangelio con su potencia liberadora. "Hacia Roma", La sido,es y ser siempre la orientacin del Espritu y de su servidora, la Iglesia.

    Ho somos los curas modernos, con nuestra inclinacin por lo poltico y por todo aquello que decide efectivamente el destino de los hombres, los que hacemos un descubrimiento nuevo, sino ios que coincidimos -casi sin saberlo- , .con la ms antigua y ms pura tradicin de la Iglesia.

    Y este es un verdadero movimiento proftico, una constante del profetismo, porque no se va a Roma para rendirle pleitesa, para someterse $ sino para denunciar sus falsas sacralizaciones, para negarse a quemar incienso a su emperador, para condenar sus iniquidades 5 pero tambin para cambiar, desde adentro, para abrir radicalmente aquel mundo -todo el mundo- a una idea nueva del hombre, a un proyecto superior de la historia.

    Este aspecto del profetismo cristiano es decisivo. Gracias a l, la Iglesia es profeta para s mismo, al convertirse de su tentacin permanente de volver a la Sinagoga, de volver a Jerusaln y su templo5 y renovar el camino riesgoso del servicio al mundo, al cual no puede ja considerar extranjero y perdido,si no interior a su propio misterio y grvido, por lo tanto, de Dios, llamado a la liberacin mesinica, esbozo viviente de "la tierra nueva y el cielo nuevo",

    Pero, siendo fiel a este aspecto del profetismo, la Iglesia es tambin pro feta para el mundo.

    Cuando el centro de gravedad de la historia no pasa ms por la vieja Roma, la Iglesia lo descifra y lo anuncia.

    As, para ejemplificar histricamente, cuando el imperio romano es derrumbado y el mundo brbaro irrumpe incontenible, la Iglesia no participa del cli ma de desolacin y de "fin del mundo" que se apodera de los viejos romanos,sino que anuncia que es preciso acoger a los brbaros, "pasarse a los brbaros".j_jl centro decisivo de la historia ha cambiados "Roma no est ms en Roma" 5 yla iglesia anuncia a un mundo condenado a muerte que la nica supervivencia ,que ella misma asume, est en el mundo nuevo que los "brbaros" traen.

    Ya nos hemos extendido mucho y no quiero cansar. Pero yo. creo que si hacemos una lectura contempornea de San Pablo, sta es la Iglesia que l ha soa

    = 10 =

  • do y de la que ha trazado en sus cartas una imagen ideal.Ella debera ser, toda entera, anuncio y proclamacin proftica; Ella debe

    ra responder a la esperanza mesinica de los hombres, anuncindoles la libera cin de toda fatalidad (que en lenguaje paulino toma la forma de falsos dioses o de dolos, o potencias opresoras), para que as, profeta de la liberacin to tal, pudiera anunciar el Nombre del verdadero Liberadors Cristo.

    II PARTE; EL PROFETISMO TIENDE A LA POLITICA.

    No es el momento para analizar aqu los vericuetos histricos por los quede algn modo hubo una cierta "desaparicin" del profetismo en el mundo cristiano y sobre todo catlico, a lo largo de muchos siglos.

    Ms que una desaparicin real, se trat de una desaparicin oficial.Como ya aludimos antes, la aparicin de lo "sacerdotal" como centro de todo

    el ministerio, y la subordinacin de toda actividad eclesial a lo cultual ocuan do ms a lo doctrinal, a lo sapiencial, ha marcado incluso nuestra conoepcin de la Iglesia y nuestra inteligencia de su rol en la historia. Incluso la tarea misionera de la Iglesia, que como vimos incluye esencialmente eso que llamamos "el movimiento de Jerusaln a Roma"; la misin, digo, fu reducida a un prose- litismo, a una captacin de nuevos practicantes, de ms numerosos bautizados y sacramentados

    Nuestro tiempo c o n o c e lo que podramos llamar "el retorno del profetismo".Es un lugar comn hablar al respecto de Juan XXIII; pero sin lugar a dudas os un sntoma capital.

    En l, como en el Concilio o en Medelln, lo que ha impresionado y cautivado a los hombres de nuestro tiempo, no son los retoques litrgicos ni los orga nismos ssmi-democrticos que se han creado; sino la asuncin, por izarte de la Iglesia, de una responsabilidad y un compromiso en el gran combate por la justicia, por la libertad, por la humanizacin verdadera de todos los hombres.

    Pero ms que estas actitudes "oficiales", est el combate cotidiano de los curas y de los cristianos que cada da ms numerosos participan de la denuncia proftica, entienden su fe y su compromiso cristiano como una participacin ac tual en la renovacin, en la revolucin del mundo contemporneo.

    No en vano los socilogos apuntan como uno de los cambios ms decisivos en los ltimos diez aos, en Latino-Amrioa al menos, el paso de la Iglesia, de pi lar y sostn monoltico del orden establecido, a realidad inquieta e inquietan te para los que detentan el poder, y peligro cada vez ms grande para el orden establecido.

    Pero lo que irrita, lo que confunde a muchos -incluso bienintencionados- es que este desplazamiento incluya cada vez ms claramente el compromiso poltico.; que ya no se entienda ni se acepte la fe separada de la lucha con que los hombres actuales construyen su destino.

    Esto yo creo que ya es claro para todos nosotros.Pero el compromiso poltico no es una mera idea o una frase cmoda. Cuando

    se intenta vivirlo en serio, supone un universo de opciones concretas y discutibles; exige un anlisis, una estrategia, un juego de tcticas, etc,, que por lona parte son lo nico que otorga verdad, realidad al compromiso poltico;pero por otra parte no pertenecen propiamente al universo de la fe, no pueden ser jus tificados con "razones profticas"

    Hasta dnde se identifican o se entrelazan profetismo y opcin poltica ? Donde y cmo se diferencian y se separan? Esta es una cuestin difcil, pero que, sin embargo, es preciso abordar.

    Yo creo que ya desde el principio es evidente que no puede haber aqu una l nea divisoria neta. Sera querer cortar en la vida misma. Quin puede preten -

    = 11

  • der esta viviseccin? Quin es capaz de separar netamente lo que pertenece al movimiento ms profundo, a la inspiracin ms radical, y lo que pertenece a la materia contingente, transitoria, en la que se expresa y con la que se constru ye nuestra vida?

    Pero como hay que aclarar el panorama, yo propongo ciertas pautas, quiz de_ masiado simples, pero que yo creo pueden clarificar un poco.

    1 Aspeoto convergente de profeca y poltica. Homogeneidad entre pro fecia y poltica

    A pesar de lo que dijimos ms arriba sobre el profetismo bblico y las notas del profetismo cristiano $ debemos ser conscientes de las diferencias hist ricas profundas, que hacen imposible e ilegtimo querer traspasar aquellas re^ a lidades a nuestro tiempo.

    El profetismo bblico era, como lo destacamos, claramente poltico. Pero se trataba de una funcin religiosa, en un pueblo estructurado sobre la religin, donde el poder poltico mismo era entendido como una teocracia. Es imposible transferir literalmente aquella realidad a nuestro mundo secularizado, a nuestra poltica sin ninguna referencia a las realidades divinas.

    El profetismo cristiano cambia esta ptica. Como todos sabemos ya hoy, la I glesia que se abre a todo el mundo, pero que al mismo tiempo proclama que el nico Seor es Jesucristo, y que lo nico sagrado es Dios, est en la raz del gran movimiento de nuestros das. Un hombre que, como Pedro, marcha a Roma, re conoce el valor y la importancia de las autoridades humanas, pero al mismo tdera po les niega todo carcter divino, es ya virtualmente un contemporneo. Pero l se mueve en un mundo donde la cultura, el lenguaje, los hbitos, estn todja va empregnados de religiosidad. Es preciso llegar a nuestro tiempo para que la gran paradoja cristiana aparezca-con toda claridad, para que sus extremos se per filen netamente:; ser a la vez el hombre de la fe, cuya vida est profundamente anclada en Dios; y el ciudadano de este mundo, apasionadamente comprometido en la construccin de la ciudad secular y profana.

    plantear el rol y la posibilidad de la profeca hoy, es plantear la paradoja de una profeca en un mundo secular.

    Porque nuestro mundo es un mundo definitivamente secular, donde las referen cias a las realidades trascendentales son silenciadas, donde Dios es puesto en tre parntesis. Este es un mundo hecho por el hombre y para el hombre; donde se encuentra.por'toiia'S partes nada ms que la huella y el rostro del hombre; donde lo humano basta para darle consistencia y verdad.

    Pero este es tambin un mundo adulto, salido de la infancia de la historia, con sus terrores y sus supersticiones. La ciencia, la tcnica, la experiencia histrica han enseado al hombre a "conquistar y "dominar" el mundo y la historia, y no aceptar ms el sometimiento o la resignacin de antao. El hombre se escapa de la experiencia y de la mirada "fatalista", propia del pasado, y alcanza por primera vez la posibilidad y el a-petito de una liberacin total del hombre, y de una humanizacin total de la vida.

    Al mismo tiempo, nuestros contemporneos descubren la dimensin colectiva de la historia, y el carcter terriblemente solidario de todo lo que importa e_ lectivamente en el destino humano.

    Por otra piarte, como nunca, se descubren las increbles aberraciones que an subsisten en el seno de la humanidads las esclavitudes, las desigualdades crecientes, la miseria de pan y la miseria de dignidad y de libertad, etc;, etc.

    Finalrnehte, cada da comprendemos ms que el drama de la humanidad no es un problema de pequea moral, de culpa o de inocencia de ciertos individuos, sino un problema de "estructuras", un problema de los engranajes fundamentales sobre los que funciona nuestra sociedad.

    Ahora bien, el nico instrumento a la medida le problema humano, el nico

    = 12 =

  • medio que sea a la vez radicalmente secular, creado y dominado per el hombre;que sea suficientemente adulto, capaz de servir a la voluntad del hombre de construir su destino; que aborde la empresa a nivel colectivo y ataque y pro yecte en funcin de las estructuras sociales 5 este nico medio es la poltica Slo la poltica permite construir, adultamente, para todos los hombres, estructuralmente, el destino humano. Slo la poltica permite afrontar la fata lidad aparente de la historia, para transformarla en proyecto y construccin.

    Quien apunte "por debajo" de la poltica, slo abordar problemas "privados" o de grupos parciales, slo conseguir cambios superficiales y aparentes pero no impactar en lo que decide el destino de todos, 'Quien apunte "por a- rriba" de la poltica, slo formular bellos sermones idealistas, llenos de_i deas trascendentales 5 o propondr utopas fascinantes 5 pero ni unos ni otros aterrizarn en la vida, forzarn positivamente la realidad.

    La profeca en un mundo secular, tampoco escapa a esta ley y estas exigeri cas. Si en su origen se inspira y radica en la F, en la Esperanza, en el _E vangelio; en su objetivo, en su destino, es decir, al hacerse actual, palabra e imperativo para hoy, tiene que encarnarse necesariamente en lo poltico, Le lo contrario tampoco ella estar a la medida, en el registro propio de lo que influye y decide el destino de todos. Le lo contrario, o se "evaporar" en las grandes inventivas generales y abstractas, al estilo de los discursos pontificios, que tocan a todos y no tocan a nadie, 0 descender , se "reducir" a nuestros sermones parroquiales, llenos de buenas intenci nes pero sin ningn efecto real.

    Por otra parte, un cotejo, un confrontamiento entre las notas caracteris ticas del profetismo y las exigencias actuales, nos convencen de que no puc de haber autntica denuncia proftica, nm autntica promesa, si el profetas mo no apunta a lo poltico, si no discierne en los caminos y las opciones p_c> lricas, aquello que son ms coherentes con la interpretacin profetica de la realidad*

    As por ejemplos -El "tema" de los profetas es la Justicia, la Liberacin, el Porvenir del hombre, I la justicia en serio, la liberacin a escala comuni taria, el porvenir como proyecto real, no se conquistan ni se construyen sino por las opciones polticas. La profeca se pone de relieve, se hace necesaria en las "crisis". Es decir, en los momentos en que se afronta, tensamente, un mundo llamado a morir y un mundo que no acaba de nacer; un mundo que se deba te y se defiende para perpetuarse y una realidad nueva que no acaba de formu larse, que no es an suficientemente fuerte para imponerse por s sola. La pro feca debe decir ac su i>alabra esclarecedora, pero debe comprometerse tam - bin en el terreno poltico, porque slo la poltica -y en estos casos la p_o ltica revolucionaria, es la gran"partera" de la historia; la que hace "dar a luz" lo que ya est suficientemente maduro, en las entraas de un tiempo y u as circunstancias histricas. Adems, la profeca es denuncia, condenacin de todo lo que aliena,explota, aniquila al hombre, Y sto a travs de hechos concretos y denunciando "con el dedo" este sistema, estas estructuras, estas opresiones, Pero nadie puede condenar, denunciar, si al mismo tiempo no propone, nn anuncia "un porvenir mejor posible" para el hombre y el mundo. El profeta no es un pesimista avinagrado, sino un hombre indignado porque loque ya es posible, alcanzable en esta etapa de la evolucin humana, es an negado, escamoteado a la gran mayora de los hombres. Ahora bien, la ciencia y el arte de lo verdicamente posible, de lo alcanzable hoy, es justamente la poltica. Slo lo poltico nos arranca de un moralismo distinguido y diletan te y nos arroja al combate, al trabajo laborioso, realista, tenaz, que arran ca a la realidad el fruto difcil pero verdico de un mundo mejor.

    La profeca, habamos dicho antes, es la"defensora del Pobre". La que denuncia en la pobreza el testimonio, la prueba de hasta dnde el desrden establecido es inicuo e inhumano; y la que anuncia un porvenir del que los pobres sern los directos beneficiari os. Pero quin puede hacer ese planteo hoy, sin considerar que la pobreza es un fenmeno masivo, continental; un de

    = 13 =

  • sorden a nivel planetario? Hoy ya el trmino mismo de pobreza es estrecho,y p^ra designar a los condenados de la historia hay que hablar de Tercer Mundo. Nuestro movimiento es claro testigo de este desarrollo del lenguaje y las ideas. Pero quererse al.servicio del Tercer Mundo, en serio, significa no slo adoptar la terminologa de la poltica sino afirmar que la pobreza es un hecho poltico, y que la redencin, la liberacin no se conseguir sl_ no en el combate y en la construccin de una realidad poltica distinta.Por eso, como lo hicieron los obispos a cuyo documento inicial nos adherimos,1 a promesa para los pobres no puede ser autntica si no designa ya las estructuras nuevas, las opciones polticas por donde la liberacin y la justicia vendrn, ese "orden nuevo" que nosotros creemos se cumple en el socialismo.

    Por eso mismo, la profeca no puede ser nunca "neutral" polticamente (oo mo lo puede ser, tal vez, la sabidura o la liturgia). Ms ari la profeca afirma que la neutralidad no existe, que quien se llama neutral siempre es un cmplice 5 que todo acontecimiento juega un rol, ejerce una influencia en pro o en contra del hombre y su destino. De all que el profeta tenga irremediablemente que coincidir con los movimientos que la comodidad del lengua je ha llamado "de izquierda. 5 es decir con los movimientos que al margen de sus errores parciales, constituye la juventud de la historia, la posibilidad de renovacin y de cambio radical en un mundo esclerotizado. Pero por su na turaleza y por su nobleza, la profeca no puede quedarse en una tibia simpa ta, en una sonrisa cmplice, sino que tiende a comprometerse en serio, a a sumir el riesgo de las opciones y las elecciones, con las que las izquierdas polticas intentan romper la coraza del orden, establecido, y abrir el mundo a un porvenir distinto* Finalmente, porque, el profeta sabe que-, no tiene ron gn monopolio del Espritu, y que la liberacin mesi-nica puede venir de mu chas partes, os un escrutador de los signos de 1 -os tiempos, un apasionado de eso que Juan XXIII llamaba "los movimientos de la Historia". Y esos sig nos y esos movimientos, se llaman hoys la rebelin de los jvenes 5 las luc chas de liberacin a travs del mundo5 la bsqueda y formulacin de un so - cialismo con rostro humano5 la Revolucin Cultural de Maoj los intentos de una Revolucin Total de Fidel. De todo sto el profetismo no puede ser un espectador desinteresado, indiferente, sino que se sentir impulsado a ser un partidario, un defensor, un militante. Pero nadie puede participar o mi litar en estos movimientos de le, historia, sin saber que sto implica una opcin y una militancia poltica, que cada vez se har ms exigente y ms concreta.

    1 * ', ? . *

    2.- Aspecto "divergente" de profeca y poltica

    En efecto, si nosotros tenemos que afirmar que el profetismo para ser autntico debe tender a encarnarse en lo poltico, no es menos cierto que estas dos.realidades profeca y poltica son distintas y deben guardar su autonoma.

    a) Desde el punto de vista de la poltica.l) La poltica, en concreto, pertenece a las realidades estricta

    mente seculares, terrestres, actuales. Si bien para un cristiano toda rea lidad est secretamente penetrada por Dios,.no por eso "puede ver" a Dios en todas las cOsas, y sobre todo no puede exhibirlo, no puede esgrimirlo como una bola mgica en la que pueda adivinar o resolver cada uno de los problemas de la vida y cada uno de los desafos de la historia. Por eso ai fe no lo exime de esa mirada comn a todos los hombres, creyentes o no,en la que el mundo y la historia son asumidos por su consistencia propia, y sin ninguna referencia extraa a ellos mismos.

    De all que las realidades terrestres tienen una legtima autonoma ,un espacio propio, al cual no se entra sino con el bagaje de la sola condicin humana comn a todos, donde no se construye sino apoyado en la inte ligencia, el coraje y la perseverancia que son propias de la existencia 'humana.

    = 14 =

  • La Poltica es una tarea puramente humana, estrictamente secular. Querer hechar mano en ella a razones sobrenaturales o a certidumbres de fe, es un abuso.

    2) Los problemas que constituyen el proceso histrico son esen ~ cialmente ambiguos y las salidas se vislumbran como en claroscuro. La poltica no es Lina ciencia que conozca "a priori" todas las respuestas, si no que es a la vez ideologa-yaccin. Intenta comprender racionalmente el proceso histrico, pero sobre todo intenta construirlo, dirigirlo,y es_ to no se hace sin "ensuciarse las manos", sin arriesgar, sin aceptar el precio de equivocarse y de rectificar. Asumir la poltica es asumir el ries go de "quemarse", de fallar en la opcin. Pero en cualquier caso, el xito o el error, todo debe ser el fruto de un estricto anlisis poltico,que se quiere severo y realista, que responde al juego de tcticas y estrategias con que se intenta combatir. En una palabra, el de la poltica es un universo propio, original, con determinadas leyes de juego. Q^iien intente ingresar en l debe aceptarlas, y "dejar en la puerta" de algn modo, todo su bagaje de excesiva pureza, de idealismo sin matices. El profetismo aparece aqu demasiado intolerante y demasiado ambicioso (los dos polos de la accins la profeca y la polticas Moun.)

    3) Otro aspecto que distancia la profeca y la poltica me pare ce el siguiente. La profeca intenta, a la luz del Evangelio y de la fe, denunciar ciertas aberraciones y proponer nuevas opciones 5 la poltica , sin embargo, es mucho ms pragmtica. Su ley es de algn modo la ley de la eficacia, la ley de los resultados efectivos5 y por eso, planteada lalucha, los caminos que tienden a un mismo objetivo se harn a veces dis

    tintos, optarn por mtodos divergentes, llegarn a afrontarse incluso.Si la profeca tiende a hacer la unidad en la conciencia de los cristianos, la poltica tiene que aceptar la pluralidad, la diversidad a menudo conflictual en el terreno de la accin. Aqu es importante huir de esa ob sesin y de ese escrpulo inmovilizante que pretende la unidad monoltica de los cristianos en todos los terrenos. No. El cristiano de verdad can prometido debe aceptar, aunque sea desgarrador, el afrontamiento y la lucha con sus propios hermanos en la fe. Pero para esto es necesario distin guir el campo de la lucha poltica -donde el afrontamiento, incluso mortal, es legtimo- y el campo de la fe y de la fidelidad al Evangelio,donde nadie puede excomulgar al otro.

    1

    4) Para terminar este breve "muestreo" de discrepancias entre lo proftico y lo poltico, me parece importante subrayar que la poltica tien de por naturaleza a conquistar el Poder, a arrebatar la autoridad y la fuer za que permitan implantar, pacfica o coactivamente un orden nuevo, un sis tema social diferente. Ingresar en la poltica, es ingresar en la lucha por el poder, en la toma y en el ejercicio del poder. La profeca, por el con trario, aunque denuncie al poder establecido y aunque motive la lucha por la conquista del poder, no es en ella misma un intento de ejercicio del po der. Ella es, por una parte respetuosa del poder poltico, al que conside ra suficientemente adulto y legtimo como para exigirle un orden social hu mano5 y al mismo tiempo ella es libre como para poder criticarlo y denunciarlo ante nuevas circunstancias.

    b) Desde el punto do vista de la profeca.Las discrepancias, las diferencias, no vienen slo del campo de la po

    ltica y su naturaleza radicalmente secular, sino tambin de la profeca, y de su naturaleza claramente religiosa.

    1) La profeca en cuanto tal, se mueve en un mbito "religioso" -en sentido amplio- Sus "motivaciones primeras" y sus "objetivos ltimos" se inspiran en la fe y el Evangelio. Hay una "idea" del hombre, de la historia y del destino humano, que no son extradas de ninguna ideolo ga secular sino de la Pe y de la Esperanza cristiana. Pongamos un ejemplo, voluntariamente difcil. Para un marxista la realidad est regida po?

    = 15 =

  • una suerte de "deterninismo" positivo, de tal forma que la historia tiene "necesariamente" que progresar, y el triunfo del proletariado y la insta*

    racin del comunismo y la sociedad sin clases es un hecho que ineluctable mente arribar. Aunque sea una simplificacin exagerada, es cierto que el marxismo es una especio de "fatalismo al reves", un fatalismo positivo.Bs to no excluye ni el combate ni las crisis, pero la seguridad del triunfo radica en la evolucin necesariamente positiva de la historia, fe ac sa ca el marxismo su mstica y su moral.

    .Para un cristiano, sin embargo, y para el profetismo con mayor razn , aunque pueda coincidir en enormes segmentos del anlisis y de las afirma ciones marxistas, aunque pueda parecer a primera vista habitado por el iros no optimismo histrico, su certidumbre no radica en una necesidad inmanen te a la naturaleza y a la historia5 sino en la "Promesa de Pos", en laso guridad que Dios quiere la redencin total dol hombre y de la historia.;mfc an, en la certidumbre de que en Cristo, muerto y resucitado Dios ha di -cho definitivamente "SI" al porvenir humano. Como lo dice hermosamente Sen Pablo en II Cor. 1,19-20, la historia ya no est ms en la etapa de la in decisin o do la.duda, entre el s y el no, sino que en Cristo resucitado Pos ha dicho definitivamente Si a la redencin, a la liberacin, a lasespctativs mesinicos de la humanidad* Es aquel famoso textos "Perqu el Hijo de Pos,Cristo Jess, no ha sido si y no3 ha sido solamente Si.Cuan__ tas promesas hay do Pos son en E!l Si3 y por El decimos Ann"

    2) Adems, lo propio del profeta es que no solamente se inspira en la fe, sino que "ico"explcitamente sus razones de fe. Pos no o s ^ iesto entre parntesis", no es un transfondo escondido, sino que al oon iranio es "nombrado" como causa y garanta tanto de la denuncia profeta, ca Como de la promesa o el porvenir a cue'se invita a abrirse.

    Se puede hablar quizs de un cristianismo gnramente no es annimo. Se reclama' de Pies, y manifiestamente.

    annimo, Poro el profeta se se remite a Pies explcita

    3 ) Una consecuencia de lo anterior, el profetismo en cuanto tal se dirige primariamente a los creyentes. Abierto a todos los hombres de buena voluntad, dispuesto a reconocer la accin del Espritu Santo all, dnde SI acto, por extraos y gentiles que nos parezcan, el profetismo, sin embargo, se dirige fundamentalmente a los creyentes, ya apela a la fi delidad, a la vigilancia, a la conversin de los que creen en P o s , en

  • Las opciones profticas no son mero "consejos", sino verdaderos imperativos. Poro imperativos a la luz de la Pe y del Evangelio. Y estos imperativos pueden no ser para un poltico suficientemente concretos y "a vanzados", como pueden ser tambin excesivamente utpicos y pretenciosos (ej. la lucha armada5 la revolucin cultural). Lo que pasa es que el poltico est urgido por el proceso inmediato, por la estrategia y el proyecto actual5 y el profeta por ciertos valores absolutos, por ciertas as_ piraciones totales. De all que la dialctica entre profeca y poltica sea a dos puntass no es siempre la poltica la ms avanzada y audaz De all tambin el dilogo que se impone a arribas.

    III PARTES GRITERIOS PARA DISTINGUIR COMPROMISO POLITICO Y COMPROMISO PRO FETICO.

    1.- Recordar la dificultad de la distincin. En el corazn del hombre comprometido, "coexisten sus razones profticas y sus razones p_o lticas,

    2.- Evitar ciertos equvocos frecuentessa) Los argumentos de "coraje, audacia, capacidad de arriis

    gar.b) La tentacin frecuente de pedir a la profeca que nos a-

    compae hasta nestres ltimas opciones polticas, como una especie de jus tificacin, de respaldo tranquilizante. ITo. Quien sepa que debe comprom_e terse polticamente, debe hacerlo con la adultez, con la virilidad, incu so con esa, porcin de "soledad que cada uno debe aceptar en sus opciones ms hondas. Hay que aceptar que no tenemos ningn privilegio resxjecto a los otros ciudadanos. Las dificultades que los dems padecen, son nes - tras dificultades. Las opciones desgarrantes para los dems, tambin nos desgarran. La necesidad de arriesgar y el peligro de equivocarse y de qie_ marse" existe para nosotros como para todos.

    = laicos / curas duras / obispos

    3.- Evitar el planteo como se presenta frecuentementes- Hasta dndepuede irel profetismo en su compromiso politi

    co.- Hasta dndeest permitido comprometerse.( Idea "descendente y aristocrtica / poltico=peligroso / cleric,)

    El planteo es casi el inverso. Dado por supuesto como en realidad es que la profeca tiende a la poltica, busca descifrar y comprometerse en el hecho poltico, hasta dnde es "obligatorio ir, o mejor, hasta dnde puedo obligar a optar y elegir. Dada la actual maduracin histrica,hasta donde la fidelidad a la fe y al Evangelio me obligan a llegar y a comprometerme. Porque el mensaje proftico no es un sabio consejo ni una opinin sino un imperativo; debe intentar dilucidar lo que en la actual coyuntura poltica es imperioso e impostergable asumir.

    Es lo que ya espontneamente hacemoss (Capitalismo / socialismo)- "Coincidencias bsicas (que deben ser "abiertas" y actualizadas)- Un movimiento popular, enraizado en la masa y fiel a ellas.El Peronismo? Pero en cuanto a la colaboracin concreta, la estrategia,

    la pugnas opcin personal.Lo que pone lmite no es la "desconfianza" en la accin y en el compro

    miso poltico, sino la franca confesin de que no podemos obligar en conciencia, de que no podemos imponer. Pero esta actitud permanece abierta, vigilantes no es una frmula chara y confortable (ej. el Cordobazo)

    4*- Valorizar la distincin "clsica" entre el Movimiento y sus integrantes

    = 17 =

  • Esto no significa una tarea "moderadora" o tmida del MovimientoPuede ser lo contrario, que el Movimiento nos impulse ms all que nuestras timideces,

    Pero significa reforzar la responsabilidad personal de cada uno. Las limitaciones del Movimiento -que no son cautela sino realismo- no puedai aceptarse cmodamente como mis limitaciones. Cada uno debe responder en funcin de su circunstancia, las apelaciones de la realidad concreta ,1 a vocacin personal incluso. Lo que cada uno tendra que meditar es basta dnde llega el terreno comn en el que podemos exigir la coincidenciaccn otros, y dnde comienza el territorio ms solitario de la bsqueda y la respuesta personal.

    Tambin aqu debemos luchar contra la fcil tendencia de la uniformidad,Siendo todos autnticamente del Tercer Mundo,aceptar una pluralidad que puede desconcertarnos, enfrentarnos, pero a la larga enriquecernos,

    = = e ~ 22 ^5 ~ 4 = ~ o = o o = > o

    O E I S P O S E N E L E N C U E N T R O

    Le acuerdo a lo resuelto en la reunin de Coordinadores en que se p: par el Tercer Encuentro nacional, se invit al mismo a los siguientes bisposs ENRIQUE ANGELELLI (La Rioja), ANTONIO A, ERASCA (Rafaela), CARLOS M. CAFFERATA (San Luis), ALBERTO DEVOTO (Goya), ITALO DI STEFANO(P. R.Sanz Pea), JUAN CARLOS PERRO (Concepcin), JAIME P.DE NEVARES (Neu- qun) y EDUARDO PIRONIO (CELAM).

    El criterio de seleccin empleado fue su actuacin en defensa de los oprimidos,

    Participaron del Encuentro, al menos parcialmente, el obispo de Rafaela, Antonio Brasca y el de Goya, Alberto Devoto.

    El de San Luis y el de Neuqun respondieron por escrito, agradecien do la invitacin y comunicando su imposibilidad de asistir.

    En algn momento contamos con la presencia de Mons. Vicente Zaspe , obispo del lugar-

    E L E N C U E N T R O E N N U M E R 0 S s

    PARTICIPANTES s 117 sacerdotes, pertenecientes a las siguiente 25 dice- siss AVELLANEDA, AZUL, BAHIA BLANCA, BUENOS AIRES, CATAMARCA, CORDOBA, CORRIENTES, COYA, LA PAMPA, LOMAS DE ZAMORA, MENDOZA, MERCEDES, MISIONES, MORON, NEUQUEN, NUEVE DE JULIO, RAFAELA, RECONQUISTA, RESISTENCIA, ROSARIO, SAN NICOLAS, SAN FRANCISCO, SANTA FE, TUCUMAN y VILLA MARIA.

    FINANZAS s

    Total recaudado en concepto de cuotas y venta dex trabajo"Profetismo y Poltica" y la "Declaracin de Santa Fe". o . * , . , , ,$153*350Total gastos.............. .......................... ."120,350Remanente destinado al Secretariadoc .......... ............... . 33.000

    = 18 =

    lo |