enfoque multilocal

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X Congreso Español de Sociología La metodología de investigación multisituada en el análisis del transnacionalismo migrante Natalia Moraes Mena Departamento de Sociología y Política Social Universidad de Murcia [email protected] Introducción: En los últimos veinte años el desarrollo de la perspectiva transnacional sobre las migraciones internacionales ha traído consigo un debate sobre la metodología adecuada para el estudio de los flujos, las conexiones y las redes transnacionales. ¿Cómo estudiar un objeto que se construye a través de múltiples relaciones entre diferentes localidades? ¿Cómo analizar fenómenos sociales producidos transnacionalmente? En el marco de estas reflexiones surge la propuesta de una etnografía multisituada o multilocalizada (Marcus, 1995a; Hannerz, 2003) como estrategia metodología fundamental para el trabajo de campo y el proceso de recogida de datos en un contexto global y crecientemente transnacional. El objetivo de esta comunicación es analizar las ventajas y desafíos que implica esta metodología en el estudio de las migraciones transnacionales. Para ello me baso en el proceso de investigación desarrollado en mi tesis doctoral sobre el transnacionalismo político de los migrantes uruguayos en España y los diferentes actores que construyen el campo político transnacional (Moraes, 2010) En la primera parte de la comunicación me ocupo de definir la etnografía multisituada. En la segunda parte analizo sus principales limitaciones: la intensidad, la segmentación, la debilidad de los vínculos establecidos con los informantes y los problemas logísticos y prácticos que genera. Finalmente, analizo el proceso de

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Page 1: Enfoque multilocal

X Congreso Español de Sociología

La metodología de investigación multisituada en el análisis del

transnacionalismo migrante

Natalia Moraes Mena

Departamento de Sociología y Política Social

Universidad de Murcia

[email protected]

Introducción:

En los últimos veinte años el desarrollo de la perspectiva transnacional sobre

las migraciones internacionales ha traído consigo un debate sobre la

metodología adecuada para el estudio de los flujos, las conexiones y las redes

transnacionales. ¿Cómo estudiar un objeto que se construye a través de

múltiples relaciones entre diferentes localidades? ¿Cómo analizar fenómenos

sociales producidos transnacionalmente? En el marco de estas reflexiones

surge la propuesta de una etnografía multisituada o multilocalizada (Marcus,

1995a; Hannerz, 2003) como estrategia metodología fundamental para el

trabajo de campo y el proceso de recogida de datos en un contexto global y

crecientemente transnacional. El objetivo de esta comunicación es analizar las

ventajas y desafíos que implica esta metodología en el estudio de las

migraciones transnacionales. Para ello me baso en el proceso de investigación

desarrollado en mi tesis doctoral sobre el transnacionalismo político de los

migrantes uruguayos en España y los diferentes actores que construyen el

campo político transnacional (Moraes, 2010) En la primera parte de la

comunicación me ocupo de definir la etnografía multisituada. En la segunda

parte analizo sus principales limitaciones: la intensidad, la segmentación, la

debilidad de los vínculos establecidos con los informantes y los problemas

logísticos y prácticos que genera. Finalmente, analizo el proceso de

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investigación llevado a cabo y cómo transité del análisis de los sitios al análisis

de las relaciones entre los sitios. Y cómo a lo largo de este proceso fue

necesario incorporar la investigación on line y a Internet como medio y

contexto de la etnografía.

La etnografía multisituada: del análisis de los sitios a sus relaciones

La etnografía llamada multisituada, multilocal o multilocalizada, como

metodología para el estudio de lo social en el contexto globalizador actual ha

venido adquiriendo relevancia desde la década de los ochenta. En su

desarrollo, especial influencia han tenido los estudios sobre medios de

comunicación, la ciencia y las nuevas tecnologías, la investigación feminista en

antropología médica y los estudios migratorios, especialmente desde el

enfoque transnacional.

Una aportación relevante al debate sobre este enfoque metodológico, aún

emergente, lo representa el trabajo de Marcus y sus reflexiones sobre los

problemas de la etnografía en el sistema-mundo moderno. Los estudios

desarrollados por este autor sobre medios de comunicación (Marcus, 1995b,

1996), lo han llevado a hacer una propuesta específica que busca no sólo

señalar el por qué de la emergencia de esta metodología sino también el cómo

realizar un estudio multisituado y cómo elaborar el espacio multilocal a través

del cual se debe mover el investigador (Marcus, 1995a).

Este tipo de metodología viene a cuestionar algunos de los principales

supuestos de la etnografía tradicional, fundamentalmente aquel que relaciona

el trabajo de campo con una intensa presencia en un lugar determinado. Ese

“estar ahí” (Geertz, 1997), pasa a convertirse, en palabras de Hannerz (2003),

en “estar ahí, ahí y también ahí”. Sin embargo, para este autor, esta propuesta

no es tan nueva e innovadora como lo plantea Marcus. Desde su perspectiva, y

si se tiene en cuenta las aportaciones de los análisis sobre el fenómeno

migratorio, muchos de los trabajos realizados en el pasado sobre esta temática,

ya incorporaban en sus estudios tanto al país de origen como al país de destino

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y podrían, en este sentido, considerarse bilocales. Para Hannerz (2003), el

concepto de etnografía multilocal quizás sea un poco erróneo o confuso,

porque lo verdaderamente nuevo que propone este tipo de etnografía no es la

comparación entre lugares diferentes, sino que se basa en la relación y los

vínculos entre estos lugares. La investigación multilocal no es un mero estudio

comparativo de las localidades sino que se centra en las conexiones,

asociaciones y relaciones entre las mismas. Del estudio de los sitios se

propone pasar al análisis de las relaciones entre sitios (Sinatti, 2008). “The

sites are connected with one another in such ways that relationships between

them are as important for this formulation as the relationships within them; the

fields are not some mere collection of local units”. (Hannerz, 2003:2006)

La etnografía multilocal no es una simple suma de perspectivas ni un tipo

diferente de comparación (Marcus, 2001). Lo verdaderamente nuevo, por tanto,

no es la diversidad de sitios y localizaciones en las cuales se ubique el

investigador, sino el hecho de que el objeto de estudio no puede ser abordado

si el etnógrafo permanece centrado en una sola localidad, ya que el mismo se

construye a través de las relaciones entre los diversos lugares y localidades.

Implica una etnografía móvil (Marcus, 2001), itinerante, que permita captar

estas relaciones.

Este tipo de etnografía no ha estado ajena a críticas y cuestionamientos

relacionados fundamentalmente con sus limitaciones en cuanto a la intensidad

del trabajo de campo, la segmentación del conocimiento producido, la debilidad

de los vínculos y relaciones establecidos con los informantes y los problemas

logísticos y prácticos que genera. Estas “ansiedades metodológicas” (Marcus,

2001:13) más que un obstáculo se convierten en punto de partida y de reflexión

en el diseño de las propias investigaciones y en el proceso de investigación.

Desde la premisa de que no es posible conocer el objeto si no es desde

diversas localizaciones y desde el convencimiento de que, aun cuando se lleva

a cabo un trabajo de campo intensivo y localizado esto no quiere decir que los

objetos de estudio también lo sean1, la etnografía multisituada surge como una

1 Dietz explica bien este aspecto y la necesidad de moverse tanto en el tiempo como en el espacio en su análisis sobre el movimiento indígena Purhépecha ya que el mismo no sólo se

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estrategia metodológica fundamental para el trabajo de campo y el proceso de

recogida de datos y de información en un contexto global y crecientemente

transnacional. Las limitaciones o los riesgos de la etnografía multisituada

pueden ser variados, pero lo cierto es que sin la misma, la posibilidad de

conocer y comprender ciertos fenómenos sociales actuales y, especialmente,

los producidos a través de procesos transnacionales, es escasa.

Tanto Marcus (2001) como Hannerz (1998, 2003) se ocupan de explicitar y

discutir las principales limitaciones de este tipo de etnografía. En primer lugar,

ambos coinciden en resaltar que en un estudio multisituado las pretensiones de

comprender la cultura o vida social completamente no existen. No se busca

tener una visión holística de todo el entramado cultural sino más bien de

aspectos específicos o segmentos de un problema determinado. Pero en

realidad, este holismo de lo fragmentario es la pauta común en los estudios

sobre sociedades cada vez más complejas. En la etnografía multisituada los

problemas y objetos de estudio son los que determinan los diversos lugares,

sitios o localizaciones que formarán parte del trabajo de campo. Son las

oportunidades de comparación entre estos sitios, a partir de un objeto de

estudio específico, lo que lleva al investigador a integrar determinados lugares

en su etnografía. Como señala Hannerz (1998, 2003), a menudo estos lugares

van emergiendo en el propio proceso de investigación a partir de la

observación de los diversos vínculos existentes con los que el investigador se

va encontrado a medida que desarrolla el trabajo de campo.

Oportunidades y limitaciones de la etnografía multisituada:

La dispersión en detrimento de la intensidad es una de las principales críticas

que ha recibido esta metodología. No sólo por los problemas prácticos que la

dispersión acarrea, sino y fundamentalmente, por la posible dificultad de

establecer vínculos fuertes con nuestros sujetos de estudio. Estar allí, allí y allí

construye a través de relaciones con actores locales sino también a nivel regional y nacional (Dietz, 1999). En diversos trabajos Mato también ha mostrado cómo la producción social de ciertas representaciones (que tienen un papel significativo en tanto que articuladoras del sentido de las prácticas de organizaciones y movimientos sociales) están influidas de diversas maneras por relaciones transnacionales entre actores locales y globales (Mato, 2001, 2004, 2007).

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también, puede generar el riesgo de no estar intensamente en ninguno de los

tres sitios o de que el investigador no logre integrarse ni conocer en

profundidad ninguno de ellos. De igual modo, puede hacer que perdamos

acontecimientos, hechos, situaciones importantes para nuestro estudio, por

estar en ese momento en otro lugar. Porque, claro está, un investigador no

puede estar en dos sitios al mismo tiempo. La etnografía multisituada no

implica simultaneidad, una simultaneidad que con frecuencia es determinante

para nuestro objeto de estudio. Para estos dos problemas, el logístico o

práctico y el de la profundidad obtenida, tanto Hannerz (2003) como Marcus

(2001) plantean algunas soluciones o, al menos, caminos a través de los

cuales limitar las debilidades de esta metodología y aprovechar las

posibilidades de conocimiento que ofrece.

En cuanto a los problemas prácticos se puede mencionar el hecho de que

incorporar diversas localizaciones puede implicar contextos culturales muy

diversos que exijan conocimiento de diversas lenguas o competencias

culturales específicas. Al mismo tiempo, puede requerir renegociaciones

permanentes de la identidad del etnógrafo. Cada nuevo lugar requerirá una

entrada al campo, un rol a asumir por el etnógrafo y derivará en unas

determinadas relaciones establecidas en el mismo.

Otro aspecto no mencionado por estos autores, pero que también puede ser

importante, tiene que ver con el hecho de que una investigación multisituada

implica siempre un desplazamiento, y aunque éste no siempre tenga que ser

geográfico, si nos basamos en la propuesta de Marcus (2001), en una gran

parte de las investigaciones que desarrollan esta metodología lo es. Por tanto,

los gastos a los que el investigador debe hacer frente en cada desplazamiento

encarecen notablemente la investigación y pueden obligar a tener que dejar de

lado localizaciones importantes por falta de financiamiento. Sobre todo cuando

estas localizaciones surgen como relevantes en el trabajo de campo y al no

estar previstas en pueden quedar fuera de presupuesto. Parte de estos

problemas podrían superarse, como señala Hannerz (1998), a partir del

desarrollo de etnografías colaborativas en las cuales diferentes grupos de

investigación se encarguen de distintas localizaciones. Ésta puede ser una

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buena forma de desarrollar estudios sobre el transnacionalismo. Aunque en

este tipo de estudios será necesario una coordinación importante entre los

diferentes investigadores y todos ellos deberán participar de todo el proceso de

la investigación.

El riesgo de la renegociación permanente de los roles del investigador lleva a

Marcus (2001) a hablar de la necesidad de un tipo de activismo específico. Un

activismo no asociado a la militancia en un determinado movimiento social o

con los sujetos de estudio, tampoco se refiere a una afiliación con un

determinado estilo particular de escritura, sino a un activismo circunstancial

producto de la propia investigación multisituada y de los diferentes roles

asumidos. Lo define de la siguiente manera: “Al realizar investigación mutilocal,

uno se encuentra con todo tipo de compromisos personales contradictorios.

Estos conflictos se resuelven, tal vez de manera ambivalente, no al refugiarse

en ser un antropólogo académico distanciado, sino en ser una especie de

etnógrafo activista, renegociando identidades en diferentes lugares mientras

uno aprende más sobre una parte del sistema mundo”. (Marcus, 2001:123)

Pero este activismo o esta militancia no están relacionados únicamente con la

diversidades de roles adquiridos en las distintas localizaciones sino más bien

con que estos roles cambiantes pueden situar al investigador a veces de un

lado y a veces de otro, es decir, “en ciertos lugares parece que uno está

trabajando con, y en otros, parece que está trabajando contra conjuntos de

sujetos cambiantes” (Marcus, 2001:123). En este caso, el carácter asimétrico

de la relación en el campo no se limita sólo a la relación investigador-

informantes sino también en tanto que la localización múltiple puede conllevar

pertenencias diversas y contradictorias y militancias circunstanciales y

esencialmente opuestas. La permanente dialéctica entre identificación y

distanciamiento no es sólo, en este caso, parte fundamental del trabajo de

campo, sino el único medio de a través del cual el investigador puede integrar

posicionamientos múltiples sin grandes conflictos éticos.

En lo referente al posible problema de la debilidad de los vínculos y las

relaciones que se establecen con los sujetos de estudio en este tipo de

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etnografía una forma de solventar el mismo está relacionado con la

incorporación de otros medios de contacto como el teléfono e Internet. Como

señala Hannerz (1998) cuando se hace un estudio con esta metodología es

frecuente que el investigador siga manteniendo contacto con los informantes

aún cuando esté en otro lugar, construyendo así “vínculos poliformes” con los

sujetos de estudio (Gusterson en Hannerz, 1998). Es obvio que el factor tiempo

determina las relaciones que se pueden establecer en el campo, por este

motivo Hannerz (2003) señala que con frecuencia los trabajos multisituados

dependen más de las entrevistas que de la observación, especialmente de la

observación participante. Sin embargo, desde mi perspectiva todo dependerá

de cómo se proponga este tipo de etnografía y del objeto y sujetos específicos

de estudio. Claro está que en las investigaciones que realiza este autor sobre

medios de comunicación transnacionales y su trabajo con periodistas y

corresponsales de varios países del mundo, parte de su observación se

limitaría, como señala Hannerz, a lo que hacen éstos en las largas horas que

pasan dentro de sus despachos frente al ordenador. Y por tal motivo, obtenga

quizás más información de las entrevistas con ellos que de la observación

misma. Pero esto tiene que ver con su objeto de estudio y con las

características de sus informantes más que con la metodología etnográfica

multisituada propiamente dicha.

Una de las debilidades que tiene la etnografía multisituada es que pocas veces

explicita cómo ha construido ese espacio multisituado en el cual se mueve el

investigador. Con el fin de delimitar ese espacio, Marcus (2001) propone

diferentes prácticas de movimiento y rastreo. La etnografía multisituada podría

entonces seguir a las personas, seguir a los objetos, seguir la metáfora, la

trama o la historia, la vida o la biografía o seguir el conflicto. Desde mi punto de

vista estas diversas prácticas no son excluyentes, y pueden formar parte de

una misma investigación.

Finalmente, en el marco de los estudios sobre el transnacionalismo, quizás una

de las principales debilidades de la etnografía multisituada tenga que ver con la

tensión permanente entre captar la dimensión transnacional sin descuidar los

factores locales que la conforman o determinan. Es decir, integrar la dimensión

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temporal y la espacial en sus diferentes niveles: local, regional, nacional y

transnacional. En lo que al fenómeno migratorio específico se refiere, como

señala Sinatti “El estudio de ambos lados del rastro migratorio no implica sólo

la observación de los flujos, conexiones y redes que se establecen entre

lugares lejanos, sino también el análisis de cómo este último reconfigura

determinados lugares o entornos, tanto en el contexto emisor como el receptor”

(Sinatti, 2008: 109)

Por tanto, uno de los desafíos más importantes de la etnografía multisituada en

los estudios sobre migraciones internacionales desde un enfoque transnacional

tiene que ver con el identificar cómo lo local influye en las prácticas

transnacionales y cómo estas prácticas están influidas por lo local.

La etnografía multisituada en el análisis del transnacionalismo político de

los migrantes uruguayos

En el marco de la investigación de mi tesis doctoral sobre el campo político

transnacional construido a partir de la migración de uruguayos a España y la

reconstrucción de las representaciones sobre la nación uruguaya que se

producían en este contexto opté por incorporar una metodología multisituada.

Esta metodología me posibilitó conocer con mayor profundidad algunos

fenómenos pero al mismo tiempo, me generó una serie de dificultades. En este

apartado voy a describir brevemente el proceso de investigación llevado a cabo

y a comentar cómo uno de los principales hallazgos en este proceso ha tenido

que ver con el hecho de incorporar a la red Internet como otro contexto, otro

“sitio” en el cual y a través del cual el campo político transnacional objeto de mi

estudio se iba construyendo.

Debo reconocer que en el momento de realizar el proyecto de investigación

asociaba el carácter multisituado de mi metodología al mero hecho de

considerar y hacer trabajo de campo en origen y destino. No sabía

exactamente aún cuáles serían los diversos lugares a través de los cuales

analizaría mi objeto de estudio. El primer viaje a Uruguay con el fin de redefinir

el proyecto y hacer una primera entrada al campo, así como la búsqueda que

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comencé a realizar a través de Internet, me indicaron que una buena puerta de

entrada para mi estudio eran las asociaciones de uruguayos que estaban

comenzando a surgir por todo el territorio español. En un primer momento se

pensó hacer una muestra de las asociaciones en función de sus características

internas y fundamentalmente a partir de las características de sus vínculos

transnacionales. Con tal fin se desarrolló un formulario que fue enviado por

correo postal y electrónico a las diferentes asociaciones. Paralelamente a esto,

comencé a entrar en contacto con las asociaciones a través del teléfono y del

correo electrónico y comencé a hacer un primer análisis de sus páginas web.

En este proceso, fui descubriendo que las conexiones de las asociaciones

entre sí, así como con el país de origen eran diversas y, dado que tampoco

tuve una respuesta satisfactoria al cuestionario realizado, decidí hacer una

primera muestra a priori, basándome, entre otros criterios, en su localización.

La primera toma de contacto con mis sujetos de estudio me indicaba que los

contextos locales específicos parecían influir no sólo en las relaciones de las

asociaciones entre sí, en sus actividades y movilizaciones, sino también en los

vínculos que mantenían con el país de origen.

Definí así una primera muestra basada en distintos aspectos relacionados con

los diferentes lugares donde éstas se localizaban. Así, me basé en criterios

como el número de uruguayos residentes, el número de asociaciones en la

misma localidad, las relaciones percibidas entre las asociaciones en los

primeros contactos telefónicos y vía correo electrónico y, fundamentalmente,

teniendo en cuenta que me interesaba analizar también representaciones sobre

la nación y discursos étnicos y nacionalistas, busqué incorporar localidades

diversas para integrar también en el análisis aquéllas consideradas como parte

de comunidades autónomas concebidas como diferenciadas, en especial

incorporando localidades donde se hablaba otra lengua y que estaban

desarrollando políticas diferentes en materia de integración de los inmigrantes.

Con respecto al país de origen, opté por centrarme en Montevideo ya que

Uruguay es un país fuertemente centralizado y en la capital reside la mitad de

la población del mismo. De esta forma, diseñé un trabajo de campo

multisituado delimitado por provincias: Montevideo, Madrid, Barcelona y

alrededores, Bilbao y Valencia.

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En un primer momento, por tanto, mi investigación estaba centrada en la

comparación de las diversas asociaciones de estas diferentes localidades y en

intentar indagar las relaciones entre las mismas y con el país de origen. Una

vez que entré al campo, y cuando comencé a desarrollar la etnografía móvil,

comencé a conocer las relaciones existentes entre las asociaciones y sus

vinculaciones con distintos actores sociales de Uruguay. La estancia en las

diferentes ciudades y el contacto con los miembros de estas asociaciones me

llevaban a su vez a otras localizaciones y a vincularme con otras asociaciones.

Amplié entonces el trabajo de campo a Granada y Málaga pero cambié el foco

a partir de reconocer lo que esta metodología verdaderamente representaba.

Así, pasé de centrarme en las localidades específicas y las asociaciones allí

existentes hacia los movimientos que se producían entre éstas, los eventos en

donde participaban diversos miembros de este movimiento asociativo, las

relaciones que se establecían entre éstos y las acciones conjuntas que

llevaban adelante. En este sentido, se puede decir que recién en ese momento

pasé de una etnografía con múltiples localizaciones a una etnografía

multisituada e itinerante. Este cambio se produjo a partir de comenzar a seguir

los movimientos, las relaciones y los acontecimientos. Si se parte de la

clasificación de Marcus (2001), se puede decir que comencé a seguir a las

personas, a los acontecimientos, a las metáforas y a las ideas. Claro está, que

esto sólo lo pude hacer una vez que ya había desarrollado trabajo de campo en

esas diferentes localizaciones y había estado un tiempo en cada lugar

participando de las diversas actividades que realizaban las asociaciones. Sólo

después de esta fase, había podido conocer cada asociación, había

comenzado a identificar las relaciones y los vínculos entre éstas y sus líderes,

así como los contactos que algunas mantenían con el Estado, con partidos

políticos y con otros diversos actores del país de origen. Mi etnografía pasó

entonces a estar centrada en seguir los encuentros que se producían entre los

actores que comenzaba a identificar como parte del campo político

transnacional (miembros de las asociaciones, líderes de las asociaciones,

representantes del gobierno, partidos políticos y otras organizaciones de la

sociedad civil). Comencé también a seguir las diversas movilizaciones que se

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iban desarrollando. Al mismo tiempo, comencé a identificar la circulación de

ciertas ideas y discursos entre los diversos actores así como el uso de ciertos

íconos nacionales o imágenes. De un trabajo de campo en el que pasaba

periodos diferentes pero continuados en cada localidad pasé seguir

acontecimientos, movilizaciones, encuentros, etc. en diferentes localidades y

contextos, entre ellos, también comencé a seguir lo que acontecía a través de

la red Internet.

Esto no quiere decir que el trabajo de campo no haya tenido ningún tipo de

segmentación geográfica, fundamentalmente porque no podía viajar a Uruguay

cada vez que se producía un acontecimiento o que las personas o

movilizaciones se desplazaban allí. Por tal motivo, concentré el trabajo de

campo en origen y destino en tiempos diferentes pero en cada uno de éstos, y

sobre todo, en el trabajo realizado en España, el trabajo de campo fue

itinerante buscando, no la comparación de los diferentes sitios, sino más bien

seguir los movimientos que ponían en relación a los diversos actores.

Las dificultades de este tipo de trabajo han sido varias. Fundamentalmente,

tanto en lo que tiene que ver con el presupuesto necesario para llevar a cabo

esta metodología como en relación a las relaciones del investigador en el

campo y el compromiso asumido en el mismo.

Uno de los principales problemas al desarrollar una etnografía multisituada e

itinerante ha estado relacionado con los múltiples roles asumidos por la

investigadora en cada localización. El trabajo de campo en las diferentes

localidades y el desarrollado siguiendo los acontecimientos, las historias, las

ideas, etc. conllevó la necesidad de asumir diversos papeles en estos

diferentes ámbitos. Esto me produjo un cuestionamiento ético no sólo producto

de los tipos de roles adquiridos sino de lo que representaba para los diferentes

actores asumir los mismos. Es decir, el mundo asociativo y su relación con

diversos actores institucionales era complejo. Las asociaciones tenían entre sí

y con los otros actores del campo transnacional relaciones diversas. Mientras

entre algunas había mucha afinidad, entre otras había agudos enfrentamientos.

Esto me ubicó en una situación en la que sólo por el hecho de estar trabajando

Page 12: Enfoque multilocal

y participando en alguna de las asociaciones, podía parecer que me estaba

posicionando en contra de otras. Los conflictos entre las asociaciones,

detectados en mis primeras incursiones en el campo, me llevaron a evitar en la

medida en que me era posible comentar qué hacía en cada asociación, con

cuales había estado trabajando y los diversos nexos que me unían a unas y

otras. Al mismo tiempo, me ponía en una situación en la que conocía lo que

pensaban los líderes asociativos y los motivos que alegaban para su rechazo a

algunas asociaciones o a sus dirigentes.

Estas circunstancias me producían continuos cuestionamientos éticos ¿Qué

debía comentar y qué no? ¿Qué podía ser útil que mis informantes supieran de

las otras asociaciones y qué podía perjudicar mi relación con éstos? También

me cuestionaba el activismo circunstancial (Marcus, 2001) que estaba

desarrollando, ya que no sólo no me comprometía con las diversas

organizaciones a través de una participación militante, sino que mi participación

en otras asociaciones con las que algunas de ellas mantenían conflictos podía

ser percibida como una muestra de cierta deslealtad y falta de compromiso con

mis sujetos de estudio. Si bien estas circunstancias se fueron superando a

medida que pasé de una etnografía de localización múltiple a una etnografía

multisituada, en este pasaje también se produjo un mayor distanciamiento con

los sujetos de estudio, quienes habían pasado de concebirme como una

integrante activa a un miembro pasivo y ocasional. Una de las estrategias para

superar o para relativizar estos conflictos éticos fue asumir esta militancia

circunstancial como medio necesario para una etnografía multisituada. El

asumir que sólo a través de este tipo de militancia era posible producir

conocimiento sobre mi objeto de estudio contribuyó a disminuir las tensiones y

los cuestionamientos éticos que periódicamente surgían ante determinadas

circunstancias. Sin embargo, considero que la militancia circunstancial que

propone Marcus (2001), sobre todo en relación a su cuestionamiento ético, es

un asunto aún no cerrado. Este tema ha sido escasamente debatido por los

investigadores que llevan a cabo esta metodología y necesita una mayor

atención y reflexión.

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Gran parte de las limitaciones que he encontrado en la investigación

desarrollada por haber optado por este enfoque metodológico eran

compensadas y contrarestadas, en parte, por la incorporación de la red Internet

como medio y contexto fundamental en el trabajo de campo. Gracias a la

participación en listas de correo y foros de discusión, el seguimiento de las

páginas web, el contacto telefónico con mis informantes, pude llevar a cabo

esta investigación y contrarrestar así los periodos de ausencia. La “etnografía

del ciberespacio” (Mayas, 2002) desarrollada en el marco de mi tesis doctoral2

ha representado un complemento fundamental a la etnografía desarrollada

sobre el terreno y me ha permitido superar algunos de los problemas de la

etnografía multisituada.

La experiencia del proceso de investigación llevado a cabo me lleva a concluir

que si bien la etnografía multisituada es una metodología necesaria para

conocer y captar los intercambios y las conexiones transnacionales, aún tiene

muchos desafíos por delante. Quizás la aportación más importante de la misma

en este caso, ha sido la posibilidad de integrar dos contextos específicos como

el online y el offline. Dos contextos en donde los sujetos de estudio interactúan

y a través de los cuales, simultáneamente, se va construyendo el campo

político transnacional.

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2 En otros trabajos me refiero a las características de la etnografía en el ciberespacio desarrollada en esta investigación. (Moraes, 2005)

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