enfoque multilocal
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X Congreso Español de Sociología
La metodología de investigación multisituada en el análisis del
transnacionalismo migrante
Natalia Moraes Mena
Departamento de Sociología y Política Social
Universidad de Murcia
Introducción:
En los últimos veinte años el desarrollo de la perspectiva transnacional sobre
las migraciones internacionales ha traído consigo un debate sobre la
metodología adecuada para el estudio de los flujos, las conexiones y las redes
transnacionales. ¿Cómo estudiar un objeto que se construye a través de
múltiples relaciones entre diferentes localidades? ¿Cómo analizar fenómenos
sociales producidos transnacionalmente? En el marco de estas reflexiones
surge la propuesta de una etnografía multisituada o multilocalizada (Marcus,
1995a; Hannerz, 2003) como estrategia metodología fundamental para el
trabajo de campo y el proceso de recogida de datos en un contexto global y
crecientemente transnacional. El objetivo de esta comunicación es analizar las
ventajas y desafíos que implica esta metodología en el estudio de las
migraciones transnacionales. Para ello me baso en el proceso de investigación
desarrollado en mi tesis doctoral sobre el transnacionalismo político de los
migrantes uruguayos en España y los diferentes actores que construyen el
campo político transnacional (Moraes, 2010) En la primera parte de la
comunicación me ocupo de definir la etnografía multisituada. En la segunda
parte analizo sus principales limitaciones: la intensidad, la segmentación, la
debilidad de los vínculos establecidos con los informantes y los problemas
logísticos y prácticos que genera. Finalmente, analizo el proceso de
investigación llevado a cabo y cómo transité del análisis de los sitios al análisis
de las relaciones entre los sitios. Y cómo a lo largo de este proceso fue
necesario incorporar la investigación on line y a Internet como medio y
contexto de la etnografía.
La etnografía multisituada: del análisis de los sitios a sus relaciones
La etnografía llamada multisituada, multilocal o multilocalizada, como
metodología para el estudio de lo social en el contexto globalizador actual ha
venido adquiriendo relevancia desde la década de los ochenta. En su
desarrollo, especial influencia han tenido los estudios sobre medios de
comunicación, la ciencia y las nuevas tecnologías, la investigación feminista en
antropología médica y los estudios migratorios, especialmente desde el
enfoque transnacional.
Una aportación relevante al debate sobre este enfoque metodológico, aún
emergente, lo representa el trabajo de Marcus y sus reflexiones sobre los
problemas de la etnografía en el sistema-mundo moderno. Los estudios
desarrollados por este autor sobre medios de comunicación (Marcus, 1995b,
1996), lo han llevado a hacer una propuesta específica que busca no sólo
señalar el por qué de la emergencia de esta metodología sino también el cómo
realizar un estudio multisituado y cómo elaborar el espacio multilocal a través
del cual se debe mover el investigador (Marcus, 1995a).
Este tipo de metodología viene a cuestionar algunos de los principales
supuestos de la etnografía tradicional, fundamentalmente aquel que relaciona
el trabajo de campo con una intensa presencia en un lugar determinado. Ese
“estar ahí” (Geertz, 1997), pasa a convertirse, en palabras de Hannerz (2003),
en “estar ahí, ahí y también ahí”. Sin embargo, para este autor, esta propuesta
no es tan nueva e innovadora como lo plantea Marcus. Desde su perspectiva, y
si se tiene en cuenta las aportaciones de los análisis sobre el fenómeno
migratorio, muchos de los trabajos realizados en el pasado sobre esta temática,
ya incorporaban en sus estudios tanto al país de origen como al país de destino
y podrían, en este sentido, considerarse bilocales. Para Hannerz (2003), el
concepto de etnografía multilocal quizás sea un poco erróneo o confuso,
porque lo verdaderamente nuevo que propone este tipo de etnografía no es la
comparación entre lugares diferentes, sino que se basa en la relación y los
vínculos entre estos lugares. La investigación multilocal no es un mero estudio
comparativo de las localidades sino que se centra en las conexiones,
asociaciones y relaciones entre las mismas. Del estudio de los sitios se
propone pasar al análisis de las relaciones entre sitios (Sinatti, 2008). “The
sites are connected with one another in such ways that relationships between
them are as important for this formulation as the relationships within them; the
fields are not some mere collection of local units”. (Hannerz, 2003:2006)
La etnografía multilocal no es una simple suma de perspectivas ni un tipo
diferente de comparación (Marcus, 2001). Lo verdaderamente nuevo, por tanto,
no es la diversidad de sitios y localizaciones en las cuales se ubique el
investigador, sino el hecho de que el objeto de estudio no puede ser abordado
si el etnógrafo permanece centrado en una sola localidad, ya que el mismo se
construye a través de las relaciones entre los diversos lugares y localidades.
Implica una etnografía móvil (Marcus, 2001), itinerante, que permita captar
estas relaciones.
Este tipo de etnografía no ha estado ajena a críticas y cuestionamientos
relacionados fundamentalmente con sus limitaciones en cuanto a la intensidad
del trabajo de campo, la segmentación del conocimiento producido, la debilidad
de los vínculos y relaciones establecidos con los informantes y los problemas
logísticos y prácticos que genera. Estas “ansiedades metodológicas” (Marcus,
2001:13) más que un obstáculo se convierten en punto de partida y de reflexión
en el diseño de las propias investigaciones y en el proceso de investigación.
Desde la premisa de que no es posible conocer el objeto si no es desde
diversas localizaciones y desde el convencimiento de que, aun cuando se lleva
a cabo un trabajo de campo intensivo y localizado esto no quiere decir que los
objetos de estudio también lo sean1, la etnografía multisituada surge como una
1 Dietz explica bien este aspecto y la necesidad de moverse tanto en el tiempo como en el espacio en su análisis sobre el movimiento indígena Purhépecha ya que el mismo no sólo se
estrategia metodológica fundamental para el trabajo de campo y el proceso de
recogida de datos y de información en un contexto global y crecientemente
transnacional. Las limitaciones o los riesgos de la etnografía multisituada
pueden ser variados, pero lo cierto es que sin la misma, la posibilidad de
conocer y comprender ciertos fenómenos sociales actuales y, especialmente,
los producidos a través de procesos transnacionales, es escasa.
Tanto Marcus (2001) como Hannerz (1998, 2003) se ocupan de explicitar y
discutir las principales limitaciones de este tipo de etnografía. En primer lugar,
ambos coinciden en resaltar que en un estudio multisituado las pretensiones de
comprender la cultura o vida social completamente no existen. No se busca
tener una visión holística de todo el entramado cultural sino más bien de
aspectos específicos o segmentos de un problema determinado. Pero en
realidad, este holismo de lo fragmentario es la pauta común en los estudios
sobre sociedades cada vez más complejas. En la etnografía multisituada los
problemas y objetos de estudio son los que determinan los diversos lugares,
sitios o localizaciones que formarán parte del trabajo de campo. Son las
oportunidades de comparación entre estos sitios, a partir de un objeto de
estudio específico, lo que lleva al investigador a integrar determinados lugares
en su etnografía. Como señala Hannerz (1998, 2003), a menudo estos lugares
van emergiendo en el propio proceso de investigación a partir de la
observación de los diversos vínculos existentes con los que el investigador se
va encontrado a medida que desarrolla el trabajo de campo.
Oportunidades y limitaciones de la etnografía multisituada:
La dispersión en detrimento de la intensidad es una de las principales críticas
que ha recibido esta metodología. No sólo por los problemas prácticos que la
dispersión acarrea, sino y fundamentalmente, por la posible dificultad de
establecer vínculos fuertes con nuestros sujetos de estudio. Estar allí, allí y allí
construye a través de relaciones con actores locales sino también a nivel regional y nacional (Dietz, 1999). En diversos trabajos Mato también ha mostrado cómo la producción social de ciertas representaciones (que tienen un papel significativo en tanto que articuladoras del sentido de las prácticas de organizaciones y movimientos sociales) están influidas de diversas maneras por relaciones transnacionales entre actores locales y globales (Mato, 2001, 2004, 2007).
también, puede generar el riesgo de no estar intensamente en ninguno de los
tres sitios o de que el investigador no logre integrarse ni conocer en
profundidad ninguno de ellos. De igual modo, puede hacer que perdamos
acontecimientos, hechos, situaciones importantes para nuestro estudio, por
estar en ese momento en otro lugar. Porque, claro está, un investigador no
puede estar en dos sitios al mismo tiempo. La etnografía multisituada no
implica simultaneidad, una simultaneidad que con frecuencia es determinante
para nuestro objeto de estudio. Para estos dos problemas, el logístico o
práctico y el de la profundidad obtenida, tanto Hannerz (2003) como Marcus
(2001) plantean algunas soluciones o, al menos, caminos a través de los
cuales limitar las debilidades de esta metodología y aprovechar las
posibilidades de conocimiento que ofrece.
En cuanto a los problemas prácticos se puede mencionar el hecho de que
incorporar diversas localizaciones puede implicar contextos culturales muy
diversos que exijan conocimiento de diversas lenguas o competencias
culturales específicas. Al mismo tiempo, puede requerir renegociaciones
permanentes de la identidad del etnógrafo. Cada nuevo lugar requerirá una
entrada al campo, un rol a asumir por el etnógrafo y derivará en unas
determinadas relaciones establecidas en el mismo.
Otro aspecto no mencionado por estos autores, pero que también puede ser
importante, tiene que ver con el hecho de que una investigación multisituada
implica siempre un desplazamiento, y aunque éste no siempre tenga que ser
geográfico, si nos basamos en la propuesta de Marcus (2001), en una gran
parte de las investigaciones que desarrollan esta metodología lo es. Por tanto,
los gastos a los que el investigador debe hacer frente en cada desplazamiento
encarecen notablemente la investigación y pueden obligar a tener que dejar de
lado localizaciones importantes por falta de financiamiento. Sobre todo cuando
estas localizaciones surgen como relevantes en el trabajo de campo y al no
estar previstas en pueden quedar fuera de presupuesto. Parte de estos
problemas podrían superarse, como señala Hannerz (1998), a partir del
desarrollo de etnografías colaborativas en las cuales diferentes grupos de
investigación se encarguen de distintas localizaciones. Ésta puede ser una
buena forma de desarrollar estudios sobre el transnacionalismo. Aunque en
este tipo de estudios será necesario una coordinación importante entre los
diferentes investigadores y todos ellos deberán participar de todo el proceso de
la investigación.
El riesgo de la renegociación permanente de los roles del investigador lleva a
Marcus (2001) a hablar de la necesidad de un tipo de activismo específico. Un
activismo no asociado a la militancia en un determinado movimiento social o
con los sujetos de estudio, tampoco se refiere a una afiliación con un
determinado estilo particular de escritura, sino a un activismo circunstancial
producto de la propia investigación multisituada y de los diferentes roles
asumidos. Lo define de la siguiente manera: “Al realizar investigación mutilocal,
uno se encuentra con todo tipo de compromisos personales contradictorios.
Estos conflictos se resuelven, tal vez de manera ambivalente, no al refugiarse
en ser un antropólogo académico distanciado, sino en ser una especie de
etnógrafo activista, renegociando identidades en diferentes lugares mientras
uno aprende más sobre una parte del sistema mundo”. (Marcus, 2001:123)
Pero este activismo o esta militancia no están relacionados únicamente con la
diversidades de roles adquiridos en las distintas localizaciones sino más bien
con que estos roles cambiantes pueden situar al investigador a veces de un
lado y a veces de otro, es decir, “en ciertos lugares parece que uno está
trabajando con, y en otros, parece que está trabajando contra conjuntos de
sujetos cambiantes” (Marcus, 2001:123). En este caso, el carácter asimétrico
de la relación en el campo no se limita sólo a la relación investigador-
informantes sino también en tanto que la localización múltiple puede conllevar
pertenencias diversas y contradictorias y militancias circunstanciales y
esencialmente opuestas. La permanente dialéctica entre identificación y
distanciamiento no es sólo, en este caso, parte fundamental del trabajo de
campo, sino el único medio de a través del cual el investigador puede integrar
posicionamientos múltiples sin grandes conflictos éticos.
En lo referente al posible problema de la debilidad de los vínculos y las
relaciones que se establecen con los sujetos de estudio en este tipo de
etnografía una forma de solventar el mismo está relacionado con la
incorporación de otros medios de contacto como el teléfono e Internet. Como
señala Hannerz (1998) cuando se hace un estudio con esta metodología es
frecuente que el investigador siga manteniendo contacto con los informantes
aún cuando esté en otro lugar, construyendo así “vínculos poliformes” con los
sujetos de estudio (Gusterson en Hannerz, 1998). Es obvio que el factor tiempo
determina las relaciones que se pueden establecer en el campo, por este
motivo Hannerz (2003) señala que con frecuencia los trabajos multisituados
dependen más de las entrevistas que de la observación, especialmente de la
observación participante. Sin embargo, desde mi perspectiva todo dependerá
de cómo se proponga este tipo de etnografía y del objeto y sujetos específicos
de estudio. Claro está que en las investigaciones que realiza este autor sobre
medios de comunicación transnacionales y su trabajo con periodistas y
corresponsales de varios países del mundo, parte de su observación se
limitaría, como señala Hannerz, a lo que hacen éstos en las largas horas que
pasan dentro de sus despachos frente al ordenador. Y por tal motivo, obtenga
quizás más información de las entrevistas con ellos que de la observación
misma. Pero esto tiene que ver con su objeto de estudio y con las
características de sus informantes más que con la metodología etnográfica
multisituada propiamente dicha.
Una de las debilidades que tiene la etnografía multisituada es que pocas veces
explicita cómo ha construido ese espacio multisituado en el cual se mueve el
investigador. Con el fin de delimitar ese espacio, Marcus (2001) propone
diferentes prácticas de movimiento y rastreo. La etnografía multisituada podría
entonces seguir a las personas, seguir a los objetos, seguir la metáfora, la
trama o la historia, la vida o la biografía o seguir el conflicto. Desde mi punto de
vista estas diversas prácticas no son excluyentes, y pueden formar parte de
una misma investigación.
Finalmente, en el marco de los estudios sobre el transnacionalismo, quizás una
de las principales debilidades de la etnografía multisituada tenga que ver con la
tensión permanente entre captar la dimensión transnacional sin descuidar los
factores locales que la conforman o determinan. Es decir, integrar la dimensión
temporal y la espacial en sus diferentes niveles: local, regional, nacional y
transnacional. En lo que al fenómeno migratorio específico se refiere, como
señala Sinatti “El estudio de ambos lados del rastro migratorio no implica sólo
la observación de los flujos, conexiones y redes que se establecen entre
lugares lejanos, sino también el análisis de cómo este último reconfigura
determinados lugares o entornos, tanto en el contexto emisor como el receptor”
(Sinatti, 2008: 109)
Por tanto, uno de los desafíos más importantes de la etnografía multisituada en
los estudios sobre migraciones internacionales desde un enfoque transnacional
tiene que ver con el identificar cómo lo local influye en las prácticas
transnacionales y cómo estas prácticas están influidas por lo local.
La etnografía multisituada en el análisis del transnacionalismo político de
los migrantes uruguayos
En el marco de la investigación de mi tesis doctoral sobre el campo político
transnacional construido a partir de la migración de uruguayos a España y la
reconstrucción de las representaciones sobre la nación uruguaya que se
producían en este contexto opté por incorporar una metodología multisituada.
Esta metodología me posibilitó conocer con mayor profundidad algunos
fenómenos pero al mismo tiempo, me generó una serie de dificultades. En este
apartado voy a describir brevemente el proceso de investigación llevado a cabo
y a comentar cómo uno de los principales hallazgos en este proceso ha tenido
que ver con el hecho de incorporar a la red Internet como otro contexto, otro
“sitio” en el cual y a través del cual el campo político transnacional objeto de mi
estudio se iba construyendo.
Debo reconocer que en el momento de realizar el proyecto de investigación
asociaba el carácter multisituado de mi metodología al mero hecho de
considerar y hacer trabajo de campo en origen y destino. No sabía
exactamente aún cuáles serían los diversos lugares a través de los cuales
analizaría mi objeto de estudio. El primer viaje a Uruguay con el fin de redefinir
el proyecto y hacer una primera entrada al campo, así como la búsqueda que
comencé a realizar a través de Internet, me indicaron que una buena puerta de
entrada para mi estudio eran las asociaciones de uruguayos que estaban
comenzando a surgir por todo el territorio español. En un primer momento se
pensó hacer una muestra de las asociaciones en función de sus características
internas y fundamentalmente a partir de las características de sus vínculos
transnacionales. Con tal fin se desarrolló un formulario que fue enviado por
correo postal y electrónico a las diferentes asociaciones. Paralelamente a esto,
comencé a entrar en contacto con las asociaciones a través del teléfono y del
correo electrónico y comencé a hacer un primer análisis de sus páginas web.
En este proceso, fui descubriendo que las conexiones de las asociaciones
entre sí, así como con el país de origen eran diversas y, dado que tampoco
tuve una respuesta satisfactoria al cuestionario realizado, decidí hacer una
primera muestra a priori, basándome, entre otros criterios, en su localización.
La primera toma de contacto con mis sujetos de estudio me indicaba que los
contextos locales específicos parecían influir no sólo en las relaciones de las
asociaciones entre sí, en sus actividades y movilizaciones, sino también en los
vínculos que mantenían con el país de origen.
Definí así una primera muestra basada en distintos aspectos relacionados con
los diferentes lugares donde éstas se localizaban. Así, me basé en criterios
como el número de uruguayos residentes, el número de asociaciones en la
misma localidad, las relaciones percibidas entre las asociaciones en los
primeros contactos telefónicos y vía correo electrónico y, fundamentalmente,
teniendo en cuenta que me interesaba analizar también representaciones sobre
la nación y discursos étnicos y nacionalistas, busqué incorporar localidades
diversas para integrar también en el análisis aquéllas consideradas como parte
de comunidades autónomas concebidas como diferenciadas, en especial
incorporando localidades donde se hablaba otra lengua y que estaban
desarrollando políticas diferentes en materia de integración de los inmigrantes.
Con respecto al país de origen, opté por centrarme en Montevideo ya que
Uruguay es un país fuertemente centralizado y en la capital reside la mitad de
la población del mismo. De esta forma, diseñé un trabajo de campo
multisituado delimitado por provincias: Montevideo, Madrid, Barcelona y
alrededores, Bilbao y Valencia.
En un primer momento, por tanto, mi investigación estaba centrada en la
comparación de las diversas asociaciones de estas diferentes localidades y en
intentar indagar las relaciones entre las mismas y con el país de origen. Una
vez que entré al campo, y cuando comencé a desarrollar la etnografía móvil,
comencé a conocer las relaciones existentes entre las asociaciones y sus
vinculaciones con distintos actores sociales de Uruguay. La estancia en las
diferentes ciudades y el contacto con los miembros de estas asociaciones me
llevaban a su vez a otras localizaciones y a vincularme con otras asociaciones.
Amplié entonces el trabajo de campo a Granada y Málaga pero cambié el foco
a partir de reconocer lo que esta metodología verdaderamente representaba.
Así, pasé de centrarme en las localidades específicas y las asociaciones allí
existentes hacia los movimientos que se producían entre éstas, los eventos en
donde participaban diversos miembros de este movimiento asociativo, las
relaciones que se establecían entre éstos y las acciones conjuntas que
llevaban adelante. En este sentido, se puede decir que recién en ese momento
pasé de una etnografía con múltiples localizaciones a una etnografía
multisituada e itinerante. Este cambio se produjo a partir de comenzar a seguir
los movimientos, las relaciones y los acontecimientos. Si se parte de la
clasificación de Marcus (2001), se puede decir que comencé a seguir a las
personas, a los acontecimientos, a las metáforas y a las ideas. Claro está, que
esto sólo lo pude hacer una vez que ya había desarrollado trabajo de campo en
esas diferentes localizaciones y había estado un tiempo en cada lugar
participando de las diversas actividades que realizaban las asociaciones. Sólo
después de esta fase, había podido conocer cada asociación, había
comenzado a identificar las relaciones y los vínculos entre éstas y sus líderes,
así como los contactos que algunas mantenían con el Estado, con partidos
políticos y con otros diversos actores del país de origen. Mi etnografía pasó
entonces a estar centrada en seguir los encuentros que se producían entre los
actores que comenzaba a identificar como parte del campo político
transnacional (miembros de las asociaciones, líderes de las asociaciones,
representantes del gobierno, partidos políticos y otras organizaciones de la
sociedad civil). Comencé también a seguir las diversas movilizaciones que se
iban desarrollando. Al mismo tiempo, comencé a identificar la circulación de
ciertas ideas y discursos entre los diversos actores así como el uso de ciertos
íconos nacionales o imágenes. De un trabajo de campo en el que pasaba
periodos diferentes pero continuados en cada localidad pasé seguir
acontecimientos, movilizaciones, encuentros, etc. en diferentes localidades y
contextos, entre ellos, también comencé a seguir lo que acontecía a través de
la red Internet.
Esto no quiere decir que el trabajo de campo no haya tenido ningún tipo de
segmentación geográfica, fundamentalmente porque no podía viajar a Uruguay
cada vez que se producía un acontecimiento o que las personas o
movilizaciones se desplazaban allí. Por tal motivo, concentré el trabajo de
campo en origen y destino en tiempos diferentes pero en cada uno de éstos, y
sobre todo, en el trabajo realizado en España, el trabajo de campo fue
itinerante buscando, no la comparación de los diferentes sitios, sino más bien
seguir los movimientos que ponían en relación a los diversos actores.
Las dificultades de este tipo de trabajo han sido varias. Fundamentalmente,
tanto en lo que tiene que ver con el presupuesto necesario para llevar a cabo
esta metodología como en relación a las relaciones del investigador en el
campo y el compromiso asumido en el mismo.
Uno de los principales problemas al desarrollar una etnografía multisituada e
itinerante ha estado relacionado con los múltiples roles asumidos por la
investigadora en cada localización. El trabajo de campo en las diferentes
localidades y el desarrollado siguiendo los acontecimientos, las historias, las
ideas, etc. conllevó la necesidad de asumir diversos papeles en estos
diferentes ámbitos. Esto me produjo un cuestionamiento ético no sólo producto
de los tipos de roles adquiridos sino de lo que representaba para los diferentes
actores asumir los mismos. Es decir, el mundo asociativo y su relación con
diversos actores institucionales era complejo. Las asociaciones tenían entre sí
y con los otros actores del campo transnacional relaciones diversas. Mientras
entre algunas había mucha afinidad, entre otras había agudos enfrentamientos.
Esto me ubicó en una situación en la que sólo por el hecho de estar trabajando
y participando en alguna de las asociaciones, podía parecer que me estaba
posicionando en contra de otras. Los conflictos entre las asociaciones,
detectados en mis primeras incursiones en el campo, me llevaron a evitar en la
medida en que me era posible comentar qué hacía en cada asociación, con
cuales había estado trabajando y los diversos nexos que me unían a unas y
otras. Al mismo tiempo, me ponía en una situación en la que conocía lo que
pensaban los líderes asociativos y los motivos que alegaban para su rechazo a
algunas asociaciones o a sus dirigentes.
Estas circunstancias me producían continuos cuestionamientos éticos ¿Qué
debía comentar y qué no? ¿Qué podía ser útil que mis informantes supieran de
las otras asociaciones y qué podía perjudicar mi relación con éstos? También
me cuestionaba el activismo circunstancial (Marcus, 2001) que estaba
desarrollando, ya que no sólo no me comprometía con las diversas
organizaciones a través de una participación militante, sino que mi participación
en otras asociaciones con las que algunas de ellas mantenían conflictos podía
ser percibida como una muestra de cierta deslealtad y falta de compromiso con
mis sujetos de estudio. Si bien estas circunstancias se fueron superando a
medida que pasé de una etnografía de localización múltiple a una etnografía
multisituada, en este pasaje también se produjo un mayor distanciamiento con
los sujetos de estudio, quienes habían pasado de concebirme como una
integrante activa a un miembro pasivo y ocasional. Una de las estrategias para
superar o para relativizar estos conflictos éticos fue asumir esta militancia
circunstancial como medio necesario para una etnografía multisituada. El
asumir que sólo a través de este tipo de militancia era posible producir
conocimiento sobre mi objeto de estudio contribuyó a disminuir las tensiones y
los cuestionamientos éticos que periódicamente surgían ante determinadas
circunstancias. Sin embargo, considero que la militancia circunstancial que
propone Marcus (2001), sobre todo en relación a su cuestionamiento ético, es
un asunto aún no cerrado. Este tema ha sido escasamente debatido por los
investigadores que llevan a cabo esta metodología y necesita una mayor
atención y reflexión.
Gran parte de las limitaciones que he encontrado en la investigación
desarrollada por haber optado por este enfoque metodológico eran
compensadas y contrarestadas, en parte, por la incorporación de la red Internet
como medio y contexto fundamental en el trabajo de campo. Gracias a la
participación en listas de correo y foros de discusión, el seguimiento de las
páginas web, el contacto telefónico con mis informantes, pude llevar a cabo
esta investigación y contrarrestar así los periodos de ausencia. La “etnografía
del ciberespacio” (Mayas, 2002) desarrollada en el marco de mi tesis doctoral2
ha representado un complemento fundamental a la etnografía desarrollada
sobre el terreno y me ha permitido superar algunos de los problemas de la
etnografía multisituada.
La experiencia del proceso de investigación llevado a cabo me lleva a concluir
que si bien la etnografía multisituada es una metodología necesaria para
conocer y captar los intercambios y las conexiones transnacionales, aún tiene
muchos desafíos por delante. Quizás la aportación más importante de la misma
en este caso, ha sido la posibilidad de integrar dos contextos específicos como
el online y el offline. Dos contextos en donde los sujetos de estudio interactúan
y a través de los cuales, simultáneamente, se va construyendo el campo
político transnacional.
Bibliografía:
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Geertz, Clifford (1990) La interpretación de las culturas. Barcelona, Editorial Gedisa
Hannerz, Ulf (1998a) Conexiones transnacionales: cultura, gente y lugares. Madrid, Cátedra
Hannerz, Ulf (1998b) “Transnational Research” en Bernard, R. (ed.) Handbook of Methods in Cultural Anthropology Bernard. Londres, Altamira Press.
2 En otros trabajos me refiero a las características de la etnografía en el ciberespacio desarrollada en esta investigación. (Moraes, 2005)
Hannerz, Ulf (2003) “Being there . . . and there . . . and there! Reflections on multi-site ethnography”. Ethnography Vol. 4 Nº 2, pp. 201-216
Marcus, George (1995a) Ethnography In/Of the Word System: the Emergente of Multi-Sited Ethnography. Annual Review of Anthropology, Vol. 24. pp. 95-117
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Marcus, George (1996) Connected: Engagements with Media at the Century’s End. Late Editions 3: Cultural Studies for the End of the Century. Chicago, University of Chicago.
Marcus, George (2001) Etnografía en/del Sistema Mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal. Alteridades Vol.11 (22), pp. 111-127
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