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En la encrucijada los v El perfil de una época. El comienzo de la década de los años treinta estuvo cruzado por cambios estructurales en la mayoría de los países latinoamericanos. Las transformaciones en esos diez años fueron lideradas por movimientos de naturaleza populista, que irrumpieron en el poder en un proceso de derrumbe de viejas hegemonías conservadoras. Un jalonamiento a la construcción del Estado-nación en las condiciones del siglo XX se llevó a cabo en el continente. En la mayor parte de los países latinoamericanos se producen revoluciones que instalan en el poder a un elenco nuevo de dirigentes y partidos políticos surgidos desde la década anterior bajo los postulados del aprismo continental en el caso del mundo andino, centroamericano, mexicano y del Caribe; y de la herencia del positivismo comtiano en el caso del Brasil. A los partidos populistas les correspondió sacar a sus países de la crisis económica que había empezado en 1929. Se trataba del periodo de la historia contemporánea conocido con el nombre de entreguerras. Los efectos de la Gran Depresión económica sobre la política fueron considerables en América Latina. En palabras del historiador Eric Hobsbawm: "doce países conocieron un cambio de gobierno o de régimen en 1930-1931, diez de ellos a través de un golpe militar" 1 . En Brasil se inicia la era Vargas; Chile vive su primera experiencia socialista en 1932 bajo la dirección del coronel Marmaduke Groveí México consolida su proceso revolucionario con la radicalización del Partido Nacional y la emergencia de Lázaro Cárdenas, que profundiza las transformaciones sociales iniciadas en la revolución de 1910. 1 Hobsbawm, Ene. Historia del siglo XX: 1914-1991. Barcelona. Editorial Critica, 1996. p. 111.

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En la encrucijada los

v

El perfil de una época.

El comienzo de la década de los años treinta estuvo cruzado por cambios estructurales en la mayoría de los países latinoamericanos. Las transformaciones en esos diez años fueron lideradas por movimientos de naturaleza populista, que irrumpieron en el poder en un proceso de derrumbe de viejas hegemonías conservadoras. Un jalonamiento a la construcción del Estado-nación en las condiciones del siglo XX se llevó a cabo en el continente.

En la mayor parte de los países latinoamericanos se producen revoluciones que instalan en el poder a un elenco nuevo de dirigentes y partidos políticos surgidos desde la década anterior bajo los postulados del aprismo continental en el caso del mundo andino, centroamericano, mexicano y del Caribe; y de la herencia del positivismo comtiano en el caso del Brasil. A los partidos populistas les correspondió sacar a sus países de la crisis económica que había empezado en 1929. Se trataba del periodo de la historia contemporánea conocido con el nombre de entreguerras. Los efectos de la Gran Depresión económica sobre la política fueron considerables en América Latina. En palabras del historiador Eric Hobsbawm: "doce países conocieron un cambio de gobierno o de régimen en 1930-1931, diez de ellos a través de un golpe militar"1. En Brasil se inicia la era Vargas; Chile vive su primera experiencia socialista en 1932 bajo la dirección del coronel Marmaduke Groveí México consolida su proceso revolucionario con la radicalización del Partido Nacional y la emergencia de Lázaro Cárdenas, que profundiza las transformaciones sociales iniciadas en la revolución de 1910.

1 Hobsbawm, Ene. Historia del siglo XX: 1914-1991. Barcelona. Editorial Critica, 1996. p. 111.

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No son distintas las cosas en el mundo entero. La ideología del movimiento de liberación de entreguerras en Asia estuvo inspirada en los postulados del populismo ruso. Sun Yat Sen, Sukarno o Gandhi son expresión tambiénde cambios estructurales a los que aspiraban sus sociedades. Lo mismo ocurría en África. Pero mientras los pueblos del tercer mundo se debatían en la conquista de sus democracias, se desbocaron hacia modelos autoritarios los países de Europa oriental, como Polonia, Hungría , Rumania, Yugoslavia, Grecia y Turquía. Se salvaba de esta lista Checoslovaquia. Del contagio autoritario no escapa Europa occidental. La Marcha sobre Roma y el establecimiento del fascismo en Italia en octubre de 1922 produjo un modelo político que tendrá en todo el mundo aspirantes a reproducirlo a imagen y semejanza. En España, desde cuando en 1923 accedió al Ministerio de Gobierno el mariscal Miguel Primo de Rivera, se desencadenó una dictadura militar que se prolongó hasta abril de 1931 cuando los candidatos republicanos conquistaron la mayoría en las elecciones municipales, y consiguieron con esto la abdicación del Rey y el advenimiento de la República. Fue en extremo dramática y accidentada la estabilidad de la Nación española entre 1931 y 1936. Tanto este proceso como el de la guerra civil que sobrevino después (1936-1939) influyeron en Colombia como si se tratase de una prolongación de sentimientos históricos e ideológicos. Por ejemplo, en un debate de 1935, un parlamentario socialista colombiano sostenía que : "la República liberal debe seguir el ejemplo marcado por los revolucionarios de España cuando derrumbaron en gesto colérico la monarquía y la Iglesia de la península, única manera de realizar la revolución liberal que tanto desea el pueblo colombiano"2.

A su vez, en Portugal, en 1926, después de 15 años en el poder, cayó el régimen republicano, lo que dio inicio a la era de Oliveira Salazar.

Entre nosotros, no obstante la creación del Partido Comunista de Colombia en julio de 1930, el socialismo no ocupará el lugar que había tenido en la década anterior. En vez de un avance del socialismo, la creación de ese partido reveló más bien la crisis de este pensamiento en el país. El liberalismo que arribó al poder en febrero de 1930 será desde entonces un nuevo liberalismo, es decir un liberalismo que, arropado con el manto del populismo, opacará la influencia que había ganado el socialismo independiente de la década pasada. Por eso la crítica del conservatismo colombiano al liberalismo como filosofía y como doctrina no coincidirá con el ideario alejado del liberalismo clásico que profesaba el Partido Liberal que arribó al poder,

La irrupción de un nuevo régimen.

Muchos vieron la luz, los vencedores. Otros vislumbraron tinieblas, los perdedores. Así se percibieron las cosas en Colombia después de febrero de 1930, cuando los liberales derrotaron por vía electoral 45 años de dominio político conservador. En el liberalismo hubo fiesta, regocijo, revancha! en el conservatismo desolación, incertidumbre, desazón e incomprensión.

Quienes por largo tiempo esperaron el retorno liberal saludaron el advenimiento de la buena nueva. En Manizales, El Nacionalismo dedicó sus páginas a saludar a Enrique Olaya Herrera, el nuevo mandatario. Lo mismo ocurrió con El Montañero, nacido en el que será un municipio paradigmático en las luchas populares

2 Véase Diario Nacional, octubre 29 de 1935, p. 2.

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santandereanas del siglo XX: San Vicente de Chucurí. Ambos periódicos revelaron su intención nacionalista desde la orilla del liberalismo en una época de caracterizado nacionalismo conservador. El Montañero elevó su voz contra la penetración de las compañías extranjeras en desmedro de unos baldíos que se adjudicaban o que se les adjudicaban contrariando los anhelos de tierra por parte del campesinado3. El semanario regional inventó metáforas maravillosas para calificar los tiempos que corrían: "Colombia está entrando en una nueva era"; "el nuevo sol que alumbró el 7 de agosto". Advertía el semanario, en un editorial que tituló "La influencia liberal en el actual Gobierno", la tendencia que temían los conservadores:

Podemos pregonar a todos los vientos, que el gobierno actual no es, no puede ser, un gobierno de partido y esto que estamos l lamando la Concentración tiene mucha semejanza con el movimiento de acción republicana de 1910: hoy como entonces, no estamos viendo marchar la acción ejecutiva del gobierno paralela a la de los comités políticos, pero dentro de los lineamientos del programa presidencial, está la idea liberal palpitante, el mismo concepto de patr ia de Murillo Toro, de Uribe y de Herrera, la concepción de la verdadera república que tuvieron los grandes conductores del liberalismo, ahí está en ese hermoso programa la expresión genuina de la nacionalidad dentro de los más legítimos sentimientos de igualdad, libertad y fraternidad4.

Sabía que el Congreso todavía no era el que necesitaba el nuevo liberalismo pero esperaba que en las elecciones de 1931 lo fuera.

A diferencia de lo que escribirán los conservadores cuando empiecen a fabricar la imagen positiva de su añorada República Conservadora, El Montañero verá en la nueva época que se inicia una luz de la esperanza, la cual le permite imaginarse que todos los problemas sociales acuciantes en Colombia serán resueltos, el del analfabetismo, por ejemplo: "El labriego, el trabajador, pueden soportar resignadamente la miseria y las rudezas de su labor, pero resulta una inequidad hacerle más amarga su vida privándolo de todo conocimiento, de todo saber"5. Señalaba la urgencia de continuar el desarrollo del país (del Estado-nación), truncado en los finales del anterior régimen:

Nuestros tratadistas al sentir el tintineo de los dineros provenientes de los empréstitos se lanzaron valerosamente por el lado de las mejoras materiales, pero lo hicieron con tan mala suerte que el país se halla incomunicado y siguiendo esclavo de sus ríos, de sus montañas, de todos los obstáculos naturales. No hay vía que conduzca a ninguna parte, sino trozos de ferrocarril y carretera, anémicos y embotellados. La república es un conglomerado de voluntades, temperamentos y aspiraciones que no se conocen, de riquezas que no se cambian, de posibilidades que no se realizan [...] Ya se vio que las dificultades económicas y fiscales afectaron hondamente el ramo de las obras públicas, haciendo que la administración pasada llegara a su ocaso sin haber hecho nada por cumplir el programa de la vialidad que inició, a no ser el de gastar los ingentes recursos de que dispuso, sin provecho alguno para el contribuyente. Muchos llegaron a pensar que los dineros obtenidos por los empréstitos se emplearían en estrechar los lazos que unen a las secciones, pero las tristes emulaciones que se despertaron y las injusticias que se cometieron en el reparto ya se vio a qué extremos nos llevó. Hoy no tenemos apoyo a la agricultura, vías de comunicación, ni educación nacional que nos oriente con firmeza hacia los ideales colectivos6.

Es interesante que desde un periódico de la profunda provincia colombiana se reflejen nítidamente las ansias de alcanzar un desarrollo que complemente la integración de la Nación. El de San Vicente de Chucurí, adonde no llegó la República Conservadora y que tendrá todo el tiempo del siglo XX para progresar, es una muestra del ambiente dentro

2 El Montañero, septiembre 15 de 1930. p. 4. Ibid.. septiembre 7 de 1930. p. 1. Luis Alejandro Barrera Martínez ejercía como propietario, director y redactor del periódico y J. M.

Barrera y Barrera como administrador. Como está consignado en sus páginas, el director del periódico aspiraba a ser alcalde de la población. El nuevo régimen le permitirá esta aspiración, vedada en el anterior,

7 Ibid. 77 Editorial7 "Sobre el porvenir del país", en íbíci, septiembre 15 de 1930. p. 1.

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del cual transcurrirá la cotidianidad de los primeros años de la década de los treinta. Será en lo que los editores del periódico denominan nuevo liberalismo que encontrarán el eco a sus llamamientos. Palabras más, palabras menos, se trataba de metérseles al rancho a los conservadores que consideraban suyo el espacio del campo y el mundo de los campesinos. El retorno al suelo no era propuesto ya como coto cerrado del conservatismo, sino que vendría de parlamentarios jóvenes recién llegados a esa corporación. La provincia hará la presión, San Vicente hallará en él su momento. Por eso, el periódico alaba los proyectos agraristas que se ventilan en el Congreso:

Dispone el referido proyecto que los municipios destinen un porcentaje de sus rentas por concepto de licores hacia las compras de tierras de labor a fin de repartirlas entre los pequeños cul t ivadores median te la re t r ibución de un exiguo in te rés [...] la ve rdade ra campaña nacional is ta radica en fomentar el desarrollo constante de la r iqueza y de la adecuada explotación que de ella se haga7.

Comentará el periódico un proyecto presentado por el joven Gaitán sobre el concepto social de la propiedad que pretendía poner al país a tono con los avances al respecto en el mundo. La iniciativa proponía penas severas al ejercicio del acaparamiento y tendía a gravar las grandes extensiones de tierras no cultivadas. Además, el liberalismo popular era un gigante acabado de despertar. También en la provincia los jóvenes se alistaron a movilizar las masas en las primeras elecciones locales posteriores al triunfo de febrero de 1930:

El liberalismo a diferencia del conservatismo, debe conservar un contacto directo con las masas, para que de este modo sepa el pueblo cuáles son los jefes que más fielmente interpretan sus aspiraciones y cuáles los que tienen de la realidad económica nacional una concepción anticuada y conservadora. La campaña electoral de febrero debe hacerse buscando la adhesión de las masas y no la amistad de los políticos influyentes. El candidato debe ser hombre activo, emprendedor y enérgico que pueda ir por las ciudades y aldeas enseñando a los miembros de la familia liberal cuál es el espíritu que hoy anima al partido y cuáles las ideas que hoy preocupan a sus hombres8.

Álzate en los comienzos de los años treinta.

La caída del régimen conservador a principios de febrero de 1930 sorprendió sobre todo a su juventud, que se venía caracterizando por su ímpetu en las vísperas de la debacle. En particular, los más impactados fueron los Leopardos, cuyos primeros pasos en la política se registraban momento a momento en la prensa conservadora. Como lo anotamos en el primer capítulo, La Patria, de Manizales, desde su fundación en 1921, les abrió de par en par sus puertas. El Colombiano, de Medellín, también les acogió con generosidad9; y así, conforme avanzaba el tiempo y aparecía compulsivamente más prensa conservadora, se les ensanchaban los espacios.

Pero la Manizales de comienzos de los años treinta no era patrimonio de los conservadores. Esa es una impresión falsa. Ni siquiera el nacionalismo como categoría referencial le pertenecía en exclusivo a esa colectividad. Un semanario liberal, con el sugestivo nombre de Nacionalismo, circulaba por sus calles en el cabalístico año de 193010. Como los conservadores, difundía el pensamiento de Bolívar. El periódico saludaba la presencia de los Leopardos en gira por Caldas en enero de 1931, pero llamaba a la militancia liberal a no asistir a sus concentraciones para evitar los insultos y las refriegas11. Su

7 Ibid., septiembre 28 de 1930. p. 1. - Ibid.. octubre 19 de 1930, p. 1. 77 Esto periódico fue fundado on 1912 por Francisco de Paula Pérez, un año después de haber salido a la luz los órganos liberales El Tiempo

y El Liberal, el primero en relación estrechísima con el republicanismo y el segundo de ideario abiertamente liberal. 777 Nacionalismo. Política, intereses generales, buen y mal humor. 1930, año 1. 1 Ibid.. enero 3 de 1931, p. 1.

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tono era triunfalista, expresaba la represión de tantos años en espera del poder. En sus páginas, la figura de Olaya Herrera descuella con generosidad. Una separata especial saludó el advenimiento del liberalismo al poder:

[...] nuestro partido es el único que en Colombia tiene el derecho para dirigir sus destinos y pol­lo mismo a él debe apoyarse y sostenerse, si queremos tener patria grande y dignificada, como la soñaron los fundadores de la República [...] Estamos asistiendo a la hora de la resurrección de la República: la hora más significativa y de más alta trascendencia que hayamos contemplado y debemos arrodillarnos, como buenos patriotas y tender los mantos a la vera del camino, para que por ellos pase triunfalmente el salvador de la Patria. Hoy es día de gaudeamos1-,

Y fue precisamente este periódico el que tuvo a bien denunciar el uso y abuso del lenguaje utilizado por los Leopardos en sus giras por Boyacá durante la brega política inmediatamente después de la derrota de 1930. Abuso que según el periódico desencadenó la ola de violencia que se vivió después de la mencionada fecha. Así, La Patria y los Leopardos tuvieron en El Nacionalismo uno de sus principales contradictores. Se sumaría a este coro La Voz de Caldas.

De este modo, la Manizales que dejó Álzate no era tan pacata como podría pensarse. Pero Medellín, ciertamente, era más viva, al fin y al cabo era ya la segunda ciudad del país y en cuestión de ideas nada tenía que envidiarle a la capital. En Manizales, por ejemplo, si bien la protesta estudiantil era frecuente en tiempos de la secundaria de Álzate, continuó siéndolo después de su partida, pero el movimiento estudiantil no tenía el grado de organización que había alcanzado en la capital paisa. Apenas hacia 1930 se comenzó a crear en esta ciudad el capítulo de la Confederación Nacional de Estudiantes.

Á l z a t e e n el IV Congreso E s t u d i a n t i l en S a n t a M a r t a .

El año treinta fue, entonces, dramático para los conservadores. Nada más ni nada menos : habían perdido el poder. Pero los tonos del nuevo gobierno que se instaló auspiciaban tranquilidad. La promesa de una administración nacional expresada en los nombres del nuevo gabinete calmó tensiones: "El partido conservador con decoro romano, digno de las mejores épocas del imperio, entregó el poder al doctor Olaya, en gesto de grandeza mezclada de dolor de inmortalidad, que le dan el perfil de los acontecimientos"13, editorializó después del 7 de agosto de 1930 el diario nariñense El Derecho.

No alcanzaron a conmemorar desde el gobierno el primer centenario de la muerte de quien consideraban su principal símbolo: Simón Bolívar. Pero, de todos modos, pensar a El Libertador (así se escribía y así se escribe todavía) en estas condiciones cubrió la conmemoración del sabor fecundo de la derrota. Aunque hay que aclarar que Bolívar no estaba sólo en el ideario de los jóvenes conservadores. En la misma Manizales, Nacionalismo, periódico liberal al que nos hemos referido atrás, conmemoró el centenario de su muerte con devoción, y quien presidía los actos de rememoración era un presidente liberal, que coincidía con los estudiantes en la misma ciudad. Como Bolívar era ya muy popular, los ferrocarriles nacionales suspendieron labores a la una de la tarde y guardaron no uno sino dos minutos de silencio. Por doquier se colocaron bustos, algunos traídos del exterior y erigieron monumentos".

72 Ibid.. agosto 7 de 1930, p. 1 7 Citado en El Tiempo, agosto 10 de 1930. p. 6 1 Kn Armenia la Sociedad de Mejoras Públicas acordó nombrar una junta para que recibiera al escultor Roberto Henao "quien viene de

París trayendo una estatua del Libertador que será colocada con motivo del centenario"", Ibid.. agosto 30 de 1931), p, ti

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En el recinto donde deliberó el Congreso, las instalaciones del Concejo Municipal de Santa Marta, junto a los líderes liberales Diego Luis Córdoba y Gerardo Molina estaban los conservadores Juan Zuleta Ferrer15, Luis Guillermo Echeverri, Jorge Castro y Gilberto Álzate. Aunque su participación fue de obstrucción a las propuestas de socialistas y liberales, les correspondió atender, de todas maneras a planteamientos relacionados con la injerencia del Estado en la orientación espiritual de la enseñanza, la función social de la universidad; la política y la instrucción pública, relaciones entre el proletariado y los estudiantes; la juventud frente al imperialismo, la cooperación estudiantil internacional, la participación de los universitarios en congresos internacionales de juventudes. Además, fueron testigos de la manera unánime cómo el Congreso aprobó una proposición de censura a la tiranía venezolana de Juan Vicente Gómez.

El evento de los estudiantes fue cubierto en primera página por los diarios locales. En esta ocasión, Álzate hizo gala de su temprano aprendizaje en la política: en una hábil maniobra consiguió aliarse electoralmente a los socialistas en desmedro de los liberales para acceder a la primera vicepresidencia del certamen. Así, el evento fue presidido por José Francisco Socarras, un radical de izquierda, y por Álzate Avendaño, un conservador ya fundamentalista.

En esta época, también era corriente la participación activa de la reina de los estudiantes en eventos de naturaleza académico-política como los congresos estudiantiles. Para esta ocasión, doña Ana Sáenz -"doña" se le decía a la reina de los estudiantes-, preparó unas palabras alusivas. En realidad, ella fue quien instaló el evento. Llamó a los congresistas a ocuparse de la suerte de la mujer en los destinos nacionales y clamó por la educación universitaria para las mujeres16. Habló a favor de la Cruz Roja de la Juventud, una organización de caridad que asistía a los estudiantes en momentos difíciles. Para la reorganización de la Casa del Estudiante, la reina les propuso que pensaran en una cooperativa de consumo de artículos de primera necesidad para la juventud universitaria. Finalmente, la soberana abogó por la fundación de la ciudad universitaria. La reina hablaba cual si fuera toda una dama de Estado: "Quiero expresaros para terminar, que solamente os deseo que la sabiduría y el amor patrio que informaron la vida sin mancha del Libertador de cinco naciones, os asistan en vuestras benéficas labores; que el espíritu del gran Bolívar flote sobre esta asamblea, de la cual no falten nunca la abnegación y la concordia, señales distintivas de un gremio cuya cultura debe ser proverbial"17.

Los trazos de un mundo intelectual exigente.

Le había correspondido a Gilberto Álzate Avendaño crecer en una época de grandes paradigmas intelectuales. Si aspiraba a competir tendría que prepararse tenazmente. El mapa intelectual que se dibujaba alrededor de su propio partido era amplio. La Crónica Literaria, el suplemento semanal que editaba el diario conservador bogotano El País, y que salía los sábados, estaba en circulación desde el 12 de marzo de 193218, bajo la dirección del poeta Rafael Maya. Escribían allí, ante todo, los intelectuales jóvenes del conservatismo, aunque recibían colaboraciones de Antonio García, Jorge Zalamea y Abelardo Forero Benavides, entre otros. Gracias a este suplemento literario los jóvenes contaron con un espacio más para socializar su pensamiento. El suplemento literario salía los sábados y hacía las veces de una revista ilustrada. Densos ensayos hicieron

77 Dirigirá a partir del 2 de agosto de 1931 el Suplemento Literario de El Colombiano que aparecerá en la edición dominical. 77 En julio de 1931, el Congreso aprobó en primer debate un proyecto de ley por el cual se permitía el ingreso de las mujeres a la

universidad. Véase El Colombiano, julio 27 de 1931. p. 3. 77 El Estado, diciembre 19 de 1930. p. 1. '" El diario había salido a la luz pública el 21 de febrero de 1932 bajo la dirección de Mario Fernández de Soto.

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parte de una serie denominada "La Encuesta Nacional", en la que cada uno de los jóvenes paradigmas conservadores expuso por escrito su pensamiento: Mosquera Garcés, Silvio Villegas, Fernando de la Vega, y, por supuesto, Álzate Avendaño, entre tantos. La Crónica Literaria ejercía como la primera de las fuentes del nuevo discurso y por eso cumplía un papel ideológico de primer orden. De lo que se dijera en sus páginas dependía el comportamiento de los intelectuales conservadores de provincia. Los autores de los ensayos, hombres de no más de veinticinco años, serán quienes planteen los temas que pautarán las grandes discusiones de doctrina en el interior del conservatismo, una manera interesante y novedosa que encontró esta generación conservadora de abrirse espacio. Esa fuente nacional de discurso ideológico se nutría de escritos de la intelectualidad extranjera cara para los nacionalistas criollos: José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, José Antonio Primo de Rivera. Era una combinación de producciones teóricas nacionales e internacionales. Y, como sucede siempre, el conjunto de los jóvenes conservadores no era homogéneo. Entre ellos había matices.

También contaban esos jóvenes con Claridad, dirigida en Popayán por el joven Guillermo León Valencia, hijo del poeta Guillermo Valencia, carísimo en los afectos de la derecha colombiana. El primero de abril de 1933 salió Revista Colombiana, dirigida por Laureano Gómez y José de la Vega. Era un órgano quincenal y expresaba la voz de la sensibilidad conservadora de estirpe laureanista. El curioso nombre lo justificaban sus editores en "nuestro fervor nacionalista"19. Entendían por ello cultivar la tradición en lo que tiene de vivificante y fecunda. Sus editores consideraron oportuno poner de presente lo siguiente:

No se t ra ta de hacer una labor de partido sino de escuela. Interésanos [...] la consolidación definitiva de las ideas que son el arco toral de la civilización contemporánea. La religión, la mora l , la p r o p i e d a d , la f ami l i a , el de recho , noc iones que u n día c r i s t a l i z a r o n admirablemente en fórmulas jurídicas que en t rañan motivo de orgullo para Colombia, y que hoy aparecen sometidas a prueba más o menos inminente por el afán innovador de n u e s t r a raza , h a n de cons t i tu i r , por ello mismo, la esencia de n u e s t r a p r o p a g a n d a doctr inaria . Podríamos decir que la " inmensa cuestión del orden de que habló Augusto Comte, será el punto cardinal de nues t ras preocupaciones ideológicas20.

La p r imera pues t a en escena de un pensamien to alternativo de resistencia o los brotes de una anarquía conservadora.

Yo trato de explicar ¡a historia colombiana

como una porfía entre ¡a inteügencia y e¡ héroe.

Es la pálida logia, que se rodea en sus lujos

dialécticos, frente al agnánimo tipo humano

que oscuramente se sabe depositario de un

destino y lo cumple. El artificio de los sistemas

o el ímpetu orgánico, una lógica en vocablos o

la feraz evidencia del corazón 21.

4 Véase Revista Colombiana, abril T'de 1933. p. 1. '" Ibid.. p. 2. 21 La Crónica Literaria, mayo 12 de 1934. p. 1-2.

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Álzate se presentó en la sociedad cultural de todo el país. Dos artículos suyos fueron publicados en la Crónica Literaria en 1934. El primero de ellos apareció en la edición del 12 de mayo, y se titulaba: "El Caos de las nuevas gentes. Ascensión y caída de la inteligencia: El héroe. Memorándum para más conferencias en el Instituto Universitario de Manizales".

Le escribía Álzate a Rafael Maya, director de la Crónica Literaria, para decirle que se t rataba de unos apuntes que él había utilizado en un par de conferencias dictadas hacía poco en el Instituto Universitario de Manizales, transmitidas, a su vez, por la radio, las cuales habían provocado polémica en el curso de su disertación. Era la manera que encontraba Álzate de cumplirle al director de la Crónica Literaria con su voz íntima para el periódico, cosa que ya había hecho la mayoría de los jóvenes conservadores de su generación: "Allá te va. Son estas conferencias", le escribió22.

Álzate había convertido su texto oral en escrito. Aunque lo que tenemos a mano es el escrito, nos imaginamos la intervención oral tan llena del colorido de las figuras literarias como el texto preparado para ser publicado.

Se excusaba Álzate, pues consideraba que los apuntes habían sido tenidos en cuenta como guía para la exposición, pero justificaba rápidamente su audacia:

Valen por su tema, tal vez por la vehemencia que he puesto en ellos. Eso sí, yo estoy allí plenamente. Esas ideas no se me han ocurrido al voltear la esquina, sino que han vivido larvadas en mi intimidad, expresándose más en actos que en palabras. Pueden estar confusas en su exposición, pero mi vida, particularmente mi conducta política aclara el texto. Creo que esas conferencias representan una tentativa de definición para mi grupo, son casi un manifiesto de espíritu y de voluntad política. No me siento solitario en estas palabras. La nueva generación conservadora para salvarse de su caos interior tiende al fascismo, que entre nosotros se llama cesarismo democrático. He dicho mi verdad. Con coraje y con justicia. No sé hasta dónde haya atisbos lúcidos en mi análisis de las generaciones precedentes. No me importa su agudeza, sino la veracidad del aserto23.

Era cierta la advertencia. A sus veinticuatro años, Álzate usaba su memoria como si hubiera vivido un siglo. Declarando haber renunciado a las pedanterías de su primera juventud, por las cuales había sido expulsado del plantel donde hablaba, proyectaba, en su escrito, la imagen de un hombre maduro y serio: "Vuelvo al Instituto Universitario distinto por dentro y por fuera, porque varios años han dejado su signo en el cuerpo y en el espíritu"21.

Prometía decir su verdad, darle trascendencia, y por ello quería borrar la fama de pendenciero para cubrir de solemnidad sus afirmaciones. Álzate quiso aprovechar su regreso al Instituto Universitario para exponer ante los estudiantes lo que constituía su pensamiento, identificado con el de los jóvenes conservadores de su edad, que venían expresando sus idearios en la Crónica Literaria. Por eso abordó el tema del que todos sus contemporáneos hablaban y escribían en ese momento histórico: el de las generaciones. Se lanzó a la exposición de lo que había avanzado en una interpretación de la historia colombiana apelando, entre otros, a la sugestiva teorización del infinitamente emulado José Ortega y Gasset. Era, además, la primera

' Ibid. . p. 1, 77 ibid. " Ibid.

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puesta en escena de su concepción de la historia, que estaba construyendo de la mano de una gama bastante amplia de autores, lo que revela a un Álzate embebido en la literatura clásica; en viejos y nuevos libros que se consumían en el país con ansiedad y que nutrían un pensamiento alternativo de resistencia ideológica20. Thomás Carlyle, "grande animador y maestro de almas"26, un autor escocés que podría considerarse pasado de moda en otras latitudes, en Colombia se consultaba como fuente de inspiración e incluso como autoayuda política27. Le ha debido resultar a Álzate y a los demás jóvenes de la derecha conservadora útil para la fabricación del héroe que necesitaban. De todas maneras, era harto justificado y refrescante el tratamiento que Carlyle le daba al problema:

El culto a un héroe es admiración trascendente a un Grande Hombre. Y yo os digo que los grandes hombres son admirables todavía, ¡y aún diré que en realidad no hay nada más admirable! Sentimiento más noble que este de la admiración hacia otra persona más alta que nosotros no anida en el pecho del hombre [...] El culto de los Héroes, la admiración cordial y prosternada: la sumisión, ardiente, sin límites, hacia una más noble y divina forma de Hombre, ¿no es éste el germen de la misma Religión Cristiana?28.

Para Carlyle, la sociedad estaba fundada en el culto al héroe, y la historia del mundo era obra de los grandes hombres; pero lo más importante consistía en que éstos, en el enfoque de Carlyle, eran vistos como seres sociales y, ante todo, históricos. Es decir, el culto a los héroes no es analizado como etapas graduales en la evolución civilizatoria de la humanidad:

Empezaremos a tener probabilidad de comprender el paganismo cuando comencemos por admitir que para sus secuaces fue, un tiempo, seriamente verdadero. Tengamos por cosa muy cierta que los hombres creyeron en el paganismo; y fueron hombres con los ojos abiertos, sanos sus sentidos, hombres en todo semejantes a nosotros: y que nosotros, si nos hubiésemos hallado en su situación, habríamos creído en él29.

Decía Álzate, a propósito de las generaciones:

A una generación la hace una coincidencia en el tiempo y en el espíritu. Al principio es apenas una informe camaradería, una comunidad de júbilos en la infancia y en la adolescencia, un semejante estupor ante el enigma. Entonces, al iniciarse la controversia con el destino, empieza a amanecer vagamente la conciencia del vínculo. En el primer accidente de tráfico contra la vida en uso, contra los valores vigentes, los jóvenes abandonan la soledad en que cada alma se ha atrincherado para ingresar en él nosotros, porque se han visto unánimes, viviendo a la lontananza , llenos por dentro de pr isas . La juventud -circui to biológico- deviene en la generación, término que señala un nuevo rumbo del espíritu, peculiares vivencias, un ethos y un pa thos . Pero esa concepción del mundo que el grupo lleva consigo no se produce simultáneamente en todos los que a la postre participan de la alianza. Unas pocas almas de aventajado porte, alertas y ávidas, captan primero la buena nueva. En torno suyo, por virtud de pujanza se congregan las otras. Cada generación tiene protagonistas, coro y paisaje30.

Álzate no ignora que entre nosotros el grupo generacional estaba atravesado por la cultura política férreamente bipartidista de los colombianos. Por eso habla de dos hemisferios de una misma generación: los Nuevos y los Leopardos. A los primeros los tilda de fauna equívoca y les adjudica el haber introducido el marxismo a Colombia, pero no los considera consecuentes con su prédica: "Ninguna literatura de clase

771 En esa gama de autores que desfilan por el texto estaban7 Lenin, Lunacharsky. Kierkegaard, Bolívar, Waido Frank, Carlyle. Cecil Jane, Víctor Hugo, Chateaubriand, Proust, Plejánov, Henry Beraud. .lean Richard Bloch. Théophite Gautier, Gerardo Diego, Saint-Pol-Roux, Paul Valéry, Pablo Luis Lansberg y Ortega y Gasset.

7777 J. Parran y Mayoral, "Introducción", en Carlyle, Thomas. Los héroes. Barcelona, Ediciones Orbis. 1985 [l8411, 777 Thomas Carlyle había muerto el 5 de febrero de 1881. -* Carlyle, Thomas, Los héroes.... p. 42. •• Ibid.. p, 36 711 La Crónica Literaria, mayo 12 de 1934. p. 3.

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producen [...] Su política es contradictoria y precaria, falta de perfiles netos. Son socialistas de intención, pero burgueses de conducta"31. Su evaluación de los Leopardos, en cambio, es menos severa y coincide con el momento en que por estrategia coyuntural han renunciado a la influencia de Maurras y Daudet y a su tendencia expresa hacia el fascio. Esto para no entrar en contradicciones con el mensaje que intenta proyectar entre los jóvenes manizalitas. A estos grupos de una misma generación los denomina los penúltimos. De la suya, anota: "Somos unos seres sumidos en la incertidumbre del tiempo presente, sin rumbo y sin ancla en el alma confusa, que están pidiendo y buscando claridad y verdad para sus vidas"32. Eso era una verdad a medias. La generación de la que le hablaba Álzate a los adolescentes caldenses no constituía el espíritu suyo, sino el de una parte de su generación: una parte también de la juventud conservadora. Un poco más exacto hubiera sido hablar de la generación de los años treinta dentro del conservatismo, como en realidad se venía haciendo. Paralelamente a los intrépidos jóvenes del conservatismo que respiraban por la herida de la derrota en 1930, sus pares dentro del liberalismo celebraban el advenimiento de una nueva época para su partido.

La apelación a Ortega en Colombia no era empresa fácil. El concepto de generación no abrazaba a todos los intelectuales colombianos contemporáneos de Álzate como había abrazado en el caso de Argentina, por ejemplo, a la generación de los constructores, o a la del centenario de ese país. En un ambiente de jóvenes vinculados por nacimiento unos a un partido y otros a otro, la polémica que ha debido producir la intervención de Álzate en el Instituto Universitario ha debido ser intensa e interesante. De hecho, la muchachada que le escuchaba era apenas un destinatario inmediato. Había dejos de intertextualidades e interdiscursividades históricas en la intervención del joven político, que colocaban a los viejos ideólogos conservadores como contradestinatarios. De ahí la importancia de haber convertido sus conferencias en el texto escrito que ahora podía leer el contradestinatario al que realmente iba dirigido el mensaje de Álzate. Se trataba de un ampho proceso dialógico que estaba teniendo lugar en el interior del conservatismo colombiano y que Álzate y gente cercana a él afrontaban desde la problemática de las generaciones. Hablaban de su experiencia como si fuera la de todos sus contemporáneos. La necesidad de cubrir el conservatismo de nuevos enfoques ideológicos estaba presente en la disertación: "En el proceso de las generaciones el escepticismo es umbral de la fe, la interpretación económica de la historia provoca a la postre un retorno al héroe"33. El Partido Conservador debería volcar la atención sobre grandes personalidades, figuras denostadas en la doctrina programática de ese partido, que consideraban al héroe como un embeleco liberal. La historia conservadora de siempre, sin embargo, probaba otra cosa. No más un ejemplo: en 1922, la competencia entre Benjamín Herrera y Pedro Nel Ospina por la Presidencia puso de presente la importancia del héroe, como, en efecto, lo era el contrincante liberal. El conservatismo, entonces, se vio obligado a fabricarle heroicidad a su candidato31. En la realidad, de Núñez y Caro se alimentaba el conservatismo, que decía que ese partido no seguía hombres, sino ideas.

El héroe que estaba buscando Álzate en 1934 no estaba vivo. Ni siquiera él daba indicios de estarse autofabricando en el sentido del hombre necesario, del hombre síntesis. No miraba en derredor: ni conservador ni liberal le servían. Más bien, la parte conservadora correspondiente a su generación sería "el grupo transitivo" que afectaría el destino de Colombia. "Yo trato de explicar la historia colombiana como

•: ib id .

= ibid. p, i. 7 Ibid. 77 Véanse, entre otras, las ediciones de La Patria y El Colombiano de 1921 y 1922.

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una porfía entre la inteligencia y el héroe. Es la pálida logia, que se rodea en sus lujos dialécticos, frente al magnánimo tipo humano que oscuramente se sabe depositario de un destino y lo cumple. El artificio de los sistemas o el ímpetu orgánico, una lógica en vocablos o la feraz evidencia del corazón"30, decía. Álzate ya estaba pensando en Simón Bolívar. Ahí estaba la síntesis: "No hay generación mientras Bolívar existe. Es el acontecer, el fenómeno. Los demás son el paisaje de su biografía"36. Era el héroe que había sintetizado su época, de ahí en adelante, hasta Rafael Núñez apenas se esbozan proyectos de héroes con uno u otro defecto, con una u otra falencia: "hilera de presidentes vegetativos sin genio político, [...] aunque le faltará cierta intuición poética y el flujo afectivo sin los cuales el hombre de Estado no llega a la auténtica grandeza, al ámbito de los héroes"37. Rasgos que sólo poseerá Núñez:

Letrado ambicioso, cuya caudalosa hombredad y energía espiritual específica le permitían cruzar abismáticos piélagos mentales sin hundirse [...] Expuso sobriamente, sin titubeos ni blanduras, la urgencia de salvar al país de un divorcio progresivo entre las realidades y las leyes, entre las instituciones y las costumbres, entre la letra y el espíritu. Regeneración fundamental o catástrofe. Lema y diagnóstico38.

Viene luego la recaída en gramáticos y oradores. Le reconoce méritos a Reyes hasta el advenimiento del verdadero y primer héroe colombiano del siglo XX: "Con Ospina [Pedro Nel] aparece otra vez el hombre fuerte, el animal que construye"39.

Álzate destaca en sus héroes —Bolívar, Núñez y Ospina— la originalidad, y deplora en los proyectos de héroes -Mosquera, Mallarino, Arboleda, Murillo y Reyes, entre oíros­la ausencia de ella; la incapacidad de ser originales. Acusa a los intelectuales colombianos, de impotencia para crear, y sentencia algo que podría, en poco tiempo, revertirle a él y a quienes como él así pensaban:

El plagio que vino a nuestros puertos desde la independencia, ha concluido por nacionalizarse, volverse tradicional. Hoy es una manera de ser colombiano. No he de seguir hito t ras hito esa l i teratura de cleptómanos. Básteme decir que en los amaneceres del siglo pasado las gentes de l e t r a s tuv ie ron a su servicio La Encic lopedia , La N u e v a Eloísa y el Emil io . Los románticos se nutrían en Víctor Hugo, Chateaubriand y Lamartine de altisonancias y sollozos. H a s t a los cuadros de cos tumbres , esos menudos re la tos domésticos, neces i ta ron pa ra producirse un precedente en la l i teratura peninsular. Políticamente el fraude era más inmediato y nocivo. Los "ideólogos" querían hacer una República a imagen y semejanza de otros pueblos, sin respeto al hecho, en un limbo de utopías, promulgaban sus recuerdos creyendo que b a s t a b a d e c r e t a r p a r a c rear . Las c o n s t i t u c i o n e s s u y a s e r a n fol le t ines f r anceses o norteamericanos, hechos con la fantasía que emplea un liróforo del trópico para encomiar la gracia de los parques versallescos poblados de bergamascos y máscaras fugaces. Nada de sentido práctico o histórico. Nuest ros sofistas operaban con una human idad abs t rac ta , olvidando que, "sólo existe el hombre de una raza y una tierra que lucha o sucumbe, mientras el universo prosigue en torno su curso con magnífica indiferencia"40.

Toda esta argumentación la traía a cuento Álzate para apuntalar a su héroe princi­pal poseído de originalidad. Los documentos célebres de El Libertador le servían de comprobación, de cantera mágica donde reposaban sin alteración todas las soluciones a los problemas de Colombia. En esto, curiosamente, tampoco Álzate era original. Simplemente, compartía la relectura que de la vida y de la obra de Bolívar se estaba haciendo en Venezuela y Ecuador para no citar más allá de Vallenilla Lanz o Velasco

35 La Crónica Literaria, mayo 12 de 1934, p. 3 7,7 ibid. " Ibid. 7" Ibid. '" Ibid. 10 Ibid.

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Ibarra, entre los nuevos ideólogos latinoamericanos. En la relectura de Bolívar, los contenidos de la Carta de Jamaica resonaron:

No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Nuestro pueblo más que una emanación de Europa, es un compuesto de África y América, pues hasta que la España misma deja de ser europea por su sangre morisca, por sus instituciones, por su carácter. Nosotros constituimos un pequeño género humano, un mundo apar te cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y la ciencia, aunque en cierto modo viejo en los usos de la sociedad civil41.

Álzate sintetiza, además, la obra del Libertador:

[Bolívar] propone formas políticas nuevas, adecuadas a un continente original por su territorio, su raza y su historia. Defiende los gobiernos paternales y fuertes sobrepuestos a la gazapera parlamentaria, aptos para darse una ruta y proseguirla sin respiro. Una monarquía sin corona, una presidencia discrecional y vitalicia, era lo que convenía para enderezar la turbulenta mocedad de estos pueblos. La historia se ha puesto de su lado, los acontecimientos de un siglo corroboran cuanto dijo42.

Ahí estaba el modelo. Hacia 1934 Álzate, en medio de la confusión, tenía cosas claras. No le llamaba la atención establecer una polémica entre liberales y conservadores sino entre juventudes de derecha y de izquierda, las dos expresiones del caos en ese momento. Estaba seguro de que las primeras iban hacia el fascismo y las segundas hacia el comunismo, que ambas estaban en contra del parlamento y de todos los contenidos de la democracia occidental: "Las juventudes estragadas de la política pequeñoburguesa, van hacia esos partidos extremos, donde encuentran no un museo de dogmas sino una mística del poder, símbolos y mitos, la afirmación creadora contra la duda metódica de los parlamentos"43.

Álzate se creía original. No lo era tanto, era casi imposible serlo. Simplemente, estaba pensando, hablando, escribiendo y autocriticándose, al tiempo que utilizaba ecos y voces de otros textos y discursos, esa vez muy de moda. En el fondo se trataba de una autocrítica: "el caos viene de afuera", decía él mismo, y profundizaba:

En nuestros pueblos gaseiformes que continúan siendo una colonia o sucursal del alma europea, había de repercutir inmediatamente este derrumbamiento anárquico, ese ir a tientas. Ya os dije cómo América importa modas en el ves tuar io y hábi tos menta les , manufac tu ras y pensamientos, maquinarias y esquemas teóricos [...] Ese desembarco sistemático de ideas o larvas de ideas que vienen a aclimatarse y crecer entre nosotros con insólito brío, no nos permitía permanecer inmunes al malestar europeo44.

Ahí estaba la influencia de Spengler. El estudiante universitario que era Álzate, trasladó a Colombia la angustia y la crisis espiritual de una Europa entre guerras y de un mundo abatido por la crisis económica que se vivía desde 1929. Así, importó el caos, lo utilizó, a través de él montó su postura. Fustigó la inautenticidad de las generaciones colombianas. Pero, a diferencia de su admirado Spengler, opinó que ese caos suyo y de su generación estimulaba una incoherencia creadora que podría seguirse analizando en las nuevas tendencias del arte contemporáneo. 'Ya nadie cree en la eficacia de las palabras para aglutinar una ciudadanía no unánime, ni que la verdad nazca del constante fluir de opiniones contrapuestas" l0, escribía. Álzate padecía su

77 Ibid. " Ibid. " Ibid.. p.4. 77 Ibid.. p.3 17 Ibid.. p.4

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propia crisis y su propio caos en voz alta, tenía la suerte de contar con un medio que le permitía expresarla. En el fondo estaba haciendo parte de un proceso dialógico que contradecía lo que escribía. Hacía suya, también, la polémica en boga de la traición de los intelectuales que en Europa enarbolaba J. Benda, no para adherir a sus posturas, sino para acercarse a la fuerza que aquel impugnaba: el nacionalismo de la Acción Francesa. En Barres y Maurras se basaba el joven universitario46. Queriendo un intelectual de este tipo, culpaba al intelectual que quedaba en el pasado:

El intelectual ha sido enjuiciado como responsable de la aridez del alma moderna. Es un sujeto por cuyas venas corre tinta, que no opera como un hombre de carne y hueso. Llevando una vida en subjuntivo, como diría Kierkegaard, se aventura por el mundo cautamente para abarrotarlo de imágenes y conceptos. Cuando sus palabras se encarnan, el intelectual se sobrecoge. No ha querido afirmar nada, se mantiene en un plácido balanceo dubitativo. Esto explica por qué los intelectuales reculan frente a la empresa política, aunque en cierto modo la hayan suscitado por la ley de la caída de las ideas17.

Es cuando surge el nuevo intelectual, el de acción: "Tal fue el caso de Rusia cuando Vladimir Ilich obligó a este clan irresponsable no a pensar sino a actuar la revolución. Lunacharsky nos cuenta su cobardía y sus escrúpulos. En Italia, según Curzio Malaparte, hubo algo semejante cuando el movimiento fascista. Los intelectuales empalidecieron ante los apremios del acto"48. Álzate creía estar haciéndole una crítica a toda la intelectualidad, cuando en realidad se refería al intelectual contemplativo y saludaba el supuesto advenimiento del intelectual de acción, como si no hubiese existido desde siempre, incluso en la historia misma de la Santa Madre Iglesia. Álzate se creía viviendo en una época de anarquía y caos saludables para construir su propio camino, el de los conservadores y el de Colombia toda: "Somos la anarquía, salimos de la costumbre estadista y vamos hacia un orden nuevo, que vendrá en una hora demasiado tardía para nosotros. Nuestra obra está en aceptar heroicamente ese destino"49, termina así este primer ensayo de Álzate.

La publicación de la conferencia de Álzate removió los recuerdos de don Aquilino Villegas. Justo es mencionar que estamos en 1934, en la campaña electoral por la Presidencia para suceder a Olaya Herrera. El texto de Álzate, como ha quedado anotado arriba, es de mayo; el 11 de agosto, a pocos días de posesionado Alfonso López Pumarejo como Presidente de Colombia, Villegas, sin mencionarlo directamente, replicó a las interpretaciones históricas de Álzate. Se trataba de la publicación de una serie llamada "Por qué soy...". Primero, Luis Eduardo Nieto Caballero había escrito en los comienzos de los años treinta: "Por qué soy liberal". A Aquilino Villegas le correspondió escribir "Por qué soy conservador". Ambos libros constituyen memorias de dos paradigmas de los partidos tradicionales, que sirvieron para afianzar las razones de una u otra militancia, y, que nos sirven ahora para comprender el fenómeno que intentamos demostrar. Atrapado en el universo de su pertenencia política y de su propia historicidad, Aquilino Villegas interpreta el proceso político colombiano. Va al pasado para explicarse y explicarnos, a lo mejor no de manera consciente, sus prejuicios contra el liberalismo, al que no reconoce pensamiento refinado alguno. No era un capricho suyo, era su propia cultura, lo que su familia había vivido: "Liberalismo para mí significaba tiranía y opresión, y para mi niñez y para mi adolescencia siguió significando tiranía y opresión"50. La interpretación de la historia de Colombia, ad portas de la Revolución en Marcha, intentada por un hombre

"' Justamente, desde el primer número, en marzo de 1932, La Crónica Literaria abrió edición con enorme titular: "La hora intelectual". '• La Crónica Literaria, mayo 1 2 de 1934, p. 4. '* Ibid. 19 Ibid. '"• Villegas. Aquilino. Por qué soy conservador.... p. 20.

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supuestamente conciliador, arte y parte del republicanismo, contribuye precisamente a comprender justamente no el carácter equilibrado que debía tener, sino su contribución misma a la refabricación del enemigo. Su texto da cuenta de detalles interesantes para comprender a los intelectuales de aquellos tiempos, la mayoría perteneciente, inevitablemente, a uno de los dos partidos tradicionales colombianos. Se trata de escudriñar, más que en los orígenes, en el fortalecimiento de la conciencia de pertenencia a uno de los partidos tradicionales. Sin embargo, los contenidos del libro implican los discursos de los Leopardos y de Álzate integrados de lleno a la actividad política dentro del mismo partido al que pertenece el autor. Pero sin una mención directa a sus postulados para dar la imagen de un conservatismo unido y cerrado en doctrina. Justamente, los puntos que toca son los mismos que han incorporado los jóvenes de la derecha al discurso conservador, ciertamente provenientes del enemigo histórico, pero sin los cuales no hubiera podido el conservatismo continuar en la palestra de las disputas por el electorado colombiano. Su narración, orada en estereotipos: "El liberalismo creó en Colombia la cosa y la expresión 'el jefe único'. A veces ha habido ligeras discrepancias, y en torno al jefe único se han reñido batallas fanáticas y el jefe único ha impuesto su voluntad"51. Tal situación la vivirá el conservatismo, poco después, alrededor un hombre que los amalgame. Dirigiéndose al estilo liberal de hacer la política, intenta marcar la diferencia con la juventud derechista que está haciendo lo propio:

La literatura liberalizante era una antiguaya abolida; nosotros íbamos mucho más lejos! nuestros au tores y nues t ros libros, nues t ra vida y preocupaciones, desbordaban los viejos moldes estrechos del sectarismo ininteligente. El símbolo era el grito aguardentoso "¡Viva el gran partido liberal!, propio de la fiesta populachera de Las Cruces, asco del análisis y náusea de la inteligencia y de la mesura. No nos producía cólera sino una especie de lástima, como pensábamos que el señor Vargas Vila no podía interesar sino al peluquero grasoso de la provincia lejana e indocta. Esta posición pueril y orgullosa de mi espíritu por la fofa palabrería liberalizante decidió definitivamente en mis ideas políticas7'2.

Este concepto aristocratizante de la política es justamente el que empieza a rechazar Álzate, del que trata de distanciarse. Por eso, cuando Villegas increpa contra el comportamiento del liberalismo, le está enviando un mensaje a la joven derecha conservadora que está intentando innovar el ejercicio político en su partido. De ahí la siguiente diatriba del viejo dirigente:

El partido liberal, como partido político, no se dirige a la razón de sus adeptos, sino a sus sentimientos; no trata de mover sus ideas, sino de conmover sus pasiones: vive y prospera en el corazón de la multitud excitada y de la juventud ignorante; sus jefes toman proporciones apostólicas, por mediocres que sean, dando valor místico a cuatro palabras pomposas y vacías, soliviantan las multitudes. Estos estados de espíritus extraños al frío razonamiento y ajenos a toda convicción, son campo propicio para el influjo personal del dictador. En hombros de la multitud delirante, sube el jefe afortunado; a la demagogia sigue irremediablemente la dictadura. Esa multitud que seguirá siendo la víctima y la explotada por el régimen personal durante algún tiempo se hace la ilusión de que sigue gobernando bajo las especies del jefe único y de sus caciques. Lentamente se la va enervando al sonoro cascabeleo de grandes y fastuosas palabras, obras públicas, progreso; y debilitada al fin y embrutecida, pierde a la postre la costumbre y hasta la noción de la libertad. El pueblo queda reducido a la condición de un menor de edad. El proceso que acabo de describir es clásico en nuestra América, y no tiene sino ligeras variantes según las circunstancias locales; ha llegado a crear su propia mística: y la inteligencia venal ha forjado la fórmula que cree sintetizarlo: ''Cesarismo Democrático". Y por estos tortuosos pero

7 Ibid.. p. 80. '•' Ibid.. pp. 33-34.

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lógicos caminos, se explica psicológicamente el fenómeno que arriba anuncié, de la tolerancia, de la afinidad simpática, de la permeabilidad del liberalismo a los regímenes personales y dictatoriales'3.

La estrategia de Villegas es destruir el discurso de estirpe alzatista que está ganando espacio en la nueva generación conservadora. De ahí que categóricamente manifieste que al conservatismo le interese más el campesino que el obrero de las ciudades, adonde quieren llegar los nuevos ideólogos. Los Leopardos, primero, y Álzate con ellos o sin ellos, se la jugaron por llevar el conservatismo a los obreros, por conquistar la plaza pública de las ciudades, por incorporar a todo el mundo, más allá del campesino rico o pobre. Era lo menos que podían hacer. No podían taparse los ojos ante las evidencias. El general Benjamín Herrera había introducido el pueblo a la política y con él al obrero en la disputa electoral de la mano del Partido Liberal. "En su condición de jefe en 1923, ordenó que los obreros y campesinos fueran llevados como principales a los cabildos"04. Se trataba, sobre todo, de la cuestión social, de todas maneras incompletamente planteada hasta entonces por el conservatismo. Las fuentes no había que buscarlas muy lejos: estaban en las encíclicas papales. Silvio Villegas lo estaba manifestando: "A nuestras derechas les falta una política proselitista. Dueñas de la inmensa mayoría de las masas campesinas, muy poco han hecho por conquistarse las masas urbanas. El obrero es el elemento político por excelencia. Sin una política social no puede aspirarse hoy a conquistar el poder o a conservarlo"55.

Las generaciones de Silvio Villegas y de Álzate, que eran también las del primer centenario de la muerte de Simón Bolívar, terminaron por sustraerse de la influencia del sector conservador de la generación del centenario, a la que pertenecía en toda su expresión Aquilino Villegas. Los bolivarianos, como se autodenominaron Álzate y Silvio, no podían coincidir ya con aquel cuando afirmaba:

[...] el liberalismo ha prosperado con mayor vigor entre el obrero y el artesano de las ciudades grandes, en donde el orador demagógico ha desquiciado sus malas pasiones, para poder contar con su voto el día de las elecciones o con su sangre el día de la guerra civil; y en cambio, el conservatismo ancla sus raíces instintivamente entre el campesino, peón manual, labrador, y pequeño propietario, hijo y amo de la tierra nutricia que sólo sufrimientos ha ganado en la agitación revolucionaria y que siempre prosperó a la sombra de la mesura y de la tranquilidad.713

Un punto de quiebre interesante en la interpretación del pasado, más o menos reciente, lo constituyó la campaña electoral que enfrentó a Pedro Nel Ospina y a Benjamín Herrera entre 1921 y 1922 por la Presidencia de la República. Las formas se confundieron y los conservadores le copiaron, podría decirse, a los liberales. A partir de entonces, sensibilidad liberal y la magnificación del héroe, que tanto fastidiaban a don Aquilino, pasaron a ser, también, preocupación de los conservadores. Así repudiaba el viejo manizalita lo que el nuevo manizalita emulaba:

[...] el partido liberal nuestro, necesita para vivir y prosperar, el fanatismo de sus multitudes por un hombre, por un ídolo, por un tótem [...] El liberalismo no perdura sino a la temperatura del frenesí [...] El general Herrera ha dejado de ser un jefe, un prestigioso jefe conductor de su partido para convertirse en un ídolo intocable, en un ser sobrehumano, un bello y robusto y majestuoso tótem que se pasea ante las absortas multitudes de nuestros conciudadanos liberales. No se opina con él, se cree en Él; no es una opinión política la que anima a sus adeptos, es un verdadero culto; no es entusiasmo, es fervor lo que los guía; no es un candidato político, es un

77 Ibid.. pp. 80-81. 7,7 Molina. Gerardo. Las ideas liberales en Colombia. 19151934. T. II. Bogotá, Tercer mundo. 1979, p. 79, s77 Véase Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha.... p. 196. '' Villegas. Aquilino. Por qué soy conservador.... p. 239.

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concepto místico. De él lo esperan todo con implacable ceguera; triunfe su nombre, y quedará asegurada la lluvia y el buen tiempo, la cosecha y la fortuna y la dicha doméstica. Y como todo fervor místico, aun el más satánico, tiene un innato poder purificador, ardiendo en él la llama del amor, sus adeptos adquieren un candor que nunca soñaron [...] Esa mórbida inclinación a la idolatría política, ha sido el distintivo de lo que pudiéramos l lamar en nuestra América española, el liberalismo tropical, bien distinto por cierto del liberalismo doctrinario, que está poco menos arrumbado en los países civilizados, entre los trastos gloriosos e inútiles. Ya los hombres de estado no dicen: el individuo contra el Estado, laissez faire, laissez passer; el minimun de gobierno y el máximo de libertades y otras generosas antiguayas, sino todo lo contrario. Los pueblos piden Estados activos, invasores absorbentes. Pero volviendo a nuestro liberalismo tropical, parece ser que el distintivo de su psicología, está en la inclinación a la idolatría política. Diríase que está en su esencia el amor a los caudillos57.

No obstante esta lectura del adversario histórico que hacía don Aquilino, en su propio suelo, cabe recordar que en 1921, mientras él trabajaba y escribía, surgía un periódico: La Patria, que construirá a la manera del odiado tótem de Villegas la figura de Pedro Nel Ospina, de la misma forma como el liberal fabricaba la de su general Benjamín Herrera: "El general Ospina puede decirse que representa en su estructura intelectual los anhelos de la nación: su talento preclaro, su voluntad indomable cuando se dirige al bien de la colectividad, sus condiciones ejemplares de trabajador, de patriota, de hombre de Estado, capacitan a este varón egregio para ceñir a su pecho la banda de primer mandatario de la República"58.

Álzate daba continuación a esa búsqueda de héroes que habían emprendido los Leopardos. Preocupación, además, en un país que uno y otros emulaban: Alemania. Aquí, Cari Schmitt, formulando un nuevo concepto de lo político aplicado a la crisis que vivía ese país desde los tiempos de la República de Weimar, proponía la decisión de una voluntad que se manifestara en un estado de excepción. Llamaba a la voluntad como la última instancia del Estado. Exhortó a un poder fuerte, unificador, decidido, según la antigua tradición59. Junto a esto se habló y se fundamentó la necesidad de un conductor de masas de nuevo tipo.

Más adelante, el 16 de septiembre, apareció en La Crónica Literaria el segundo artículo de Álzate escrito en 1934: "África Habla"60. Es un texto sorprendente. Muestra a un Álzate con una sostenida inclinación por la literatura, dispuesto a comprender en profundidad, desde su condición de blanco de ascendencia española, de orígenes antioqueños y de nacimiento manizalita, una cultura aparentemente extraña: el mundo africano y su influencia en América. Muy posiblemente la reflexión bolivariana: "Nuestro pueblo más que una emanación de Europa es un compuesto de África y América", lo tenía meditando. Bien pudiera haber escrito sobre los indígenas, como era la moda entre los intelectuales latinoamericanos, pero no lo hizo, se sintió más cómodo haciéndolo sobre cultura negra, pensando su poesía y sus cultores. Advertimos también que el reconocimiento que hacía Carlyle de la importancia del universo mítico de los paganos le llevó a t ra tar de comprender el universo cultural de la raza negra.

" ,7l/ari„pp. 119. 139yl43. '* A partir de agosto de 1921, La Patria dedicará todos sus esfuerzos a la fabricación de Ospina como nuevo héroe nacional. Tlíí Véase Schmitt, Cari. O conceito do político. Petrópolis, Editora Vozes. 1992 [1932], 7777 Álzate advertía que se trataba de "materiales de construcción para un ensayo anodino'7 y estaba dedicado a Edgardo Salazar Santa-

Coloma". La Crónica Literaria anunció al final del texto que publicaría en las siguientes ediciones tres nuevos ensayos de Álzate7 "La posguerra ha muerto"", "Controversia sobre el paisaje" y "El Bolivarismo, vertiente de extrema derecha", los cuales nunca fueron publicados. La Crónica Literaria, septiembre 16 de 1934, pp. 1-2.

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