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MIÉRCOLES 3 de noviembre 2010 Edición especial por Aniversario de Independencia cmyk E SECCIÓN Los mercados capturan el alma y la esencia de los cuencanos. El colorido de los puestos y la variedad de alimentos los convierte en una de las manifestaciones populares más pintorescas de Cuenca.

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Sección especial del 3 de Noviembre de Diario EL TIEMPO. Cuenca - Ecuador.

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MIÉRCOLES3 d e n o v i e m b r e 2 0 1 0 Edición especial por Aniversario de Independencia

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ESECCIÓN

Los mercados capturan el alma y la esencia de los cuencanos. El colorido de los puestos y la variedad de alimentos los convierte en una de las manifestaciones populares más pintorescas de Cuenca.

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Cuenca. Los cuencanos tienen gran sa-tisfacción en tomar un relax o una pla-centera caminata por los espacios ver-des de la urbe morlaca. Las orillas de los ríos protegidas desde hace algún tiempo constituyen un es-pacio predilecto para la amena charla entre amigos o en pareja, acompañados de un esplendoroso sol matutino o las llamativas luces multicolores que ilu-minan las riberas del río Tomebamba en una noche cualquiera.“La ciudad bien puede gloriarse de ser propietaria de un bello espacio natural, donde crecen hermosos ejemplares de árboles que hoy constituyen valiosos te-soros patrimoniales. El clima primaveral favoreció a que, una vez instalados los españoles, llegaran del viejo mundo nuevos tipos de plantas y árboles que recordaban los jardines ibéricos y que empezaron a convivir con preciosos ejemplares autóctonos. Algunas de estas especies se aclimata-ron muy bien provocando que Cuenca adquiera en el futuro una biodiversidad botánica impresionante, compuesta de árboles y arbustos apreciados hasta hoy con suma admiración”, manifi esta en el libro Cuenca Patrimonial, el escri-tor Diego Demetrio Orellana.

Sector residencialIniciar un paseo a cualquier hora, don-de las viviendas presentan un cuadro llamativo en su estilo arquitectónico, cubiertas algunas por una espesa vege-tación de las hojas de yedra, conjugan la belleza única entre la naturaleza y el arte plasmado en la piedra y el ladri-llo. El amor que ofrendan las mujeres por la naturaleza viva hace que las plantas de diferentes denominaciones, formas y colores engalanen los balcones del Centro Histórico, villas residenciales, edifi caciones públicas y privadas, de-jando de convertirse en seres inertes para llenarse de vida y esplendor ra-diantes, propios de los habitantes de la Atenas del Ecuador. (RET)

Cuenca, vivir y sentir el

patrimonioCaminar por los espacios modernos y antiguos de la ciudad es introducirse en una fusión de cultura e identidad

CIUDAD

Cuenca. Al despertar el alba en cada maña-na, Santa Ana de los Ríos de Cuenca mues-tra su belleza inconfundible, la riqueza natural, la belleza arquitectónica, el trinar de las aves, el silbido del viento, el sonido de los pasos acompasados de los peatones y el fragor inconfundible de los primeros diálogos se conjugan en la única identidad, a la Cuenca rodeada por los cuatro ríos que trae a la memoria el 1 de diciembre de 1999, cuando la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La voluntad del hombre que nace o viene a esta tierra ha hecho de esta urbe el espe-jo atrayente para consolidar los grandes sueños de verla como el lugar ideal para vivir, crear, compartir y mantener la con-vicción de que el querer es poder. Los sitios geográfi cos de nuestra naturaleza deben ser conservados porque están destinados al bienestar del ser humano. El patrimonio intangible que agrupa a las expresiones culturales de un pueblo manifestadas en las tradiciones, las costumbres, la música, la gastronomía, el folclore y las danzas po-pulares deben ser celosamente mantenidas a lo largo del tiempo, tal como lo señala el libro Cuenca Patrimonial, publicado en el 2009.

ConceptoCaminar por las calles, plazas, museos, iglesias, casas antiguas, bares y restauran-tes tradicionales, engalanados en la silue-

Una ciudad para quedarse más tiempo“Opinar sobre una ciudad, viviendo en ella, es un compromiso, pero al mismo tiempo una gran oportunidad. Claudio Malo dijo que la urbe ha conjugado bien lo urbano con lo rural. Y sumamos que en el plano de la vivencia humana, es posiblemente, la más democrática del

país. Filosofamos a menudo y en todos los ambientes citadinos. Los extranjeros que nos visitan, y a quienes en varias ocasiones he preguntado sobre su experiencia, se fascinan por la facili-dad con la que los y las cuencanas nos integramos a ponderar las bellezas, que

luego son fácilmente comprobadas, amén de nuestros pequeños incon-venientes que los lavamos casa aden-tro”, comenta el comunicador Romel Berrezueta.“Para los cuencanos, no hay ciudad más linda, por su gente y sus costumbres¨.

La Catedral de la Inmaculada Concepción, el Parque Calderón, la Glorieta , forman parte de

la Cuenca patrimonial. Edwin Tapia | EL TIEMPO

El verdor de los campos en todo su esplendor

Naturaleza

La familia Torres disfruta de un día de sol en el parque El Paraíso, cerca al río Tomebamba.

Ciudad históricaEn el 2008 la revista National Geographic ubica a Cuenca en el pues-to 48 entre las 100 ciudades históricas.

D ATOS

Destino turísticoEn 2009, Inter-national Living la declaró como el primer destino del mundo que prefi e-ren las personas.

Cuenca. Cuando de arte culinario se trata están invitados a saborear lo dul-ce y salado al estilo especial de la comi-da morlaca, que a cualquier visitante foráneo le obliga a volver otra vez. En el barrio Todos Santos trabaja por más de 30 años Augusto Tenemea, nacido en Santa Isabel y cuencano de corazón, quien hornea pan en los tradicionales hornos de leña, cuyo sabor y delicia únicos han atraído a varias generacio-nes de familias cuencanas.Del horno extrae panes de huevo, rodi-llas de Cristo, pan blanco, empanadas de dulce y sal, chuchonas de dulce. Para épocas especiales como Carnaval, Navi-dad y fi n de año se acompaña el dulce de leche, durazno e higos, únicos en su sabor; no hay cuencano que haya deja-do de venir por las panaderías tradicio-nales, comenta Tenemea.

AnécdotasLa calle Mariano Cueva que conduce al sector de las panaderías tradicionales es la muda testiga de anécdotas vividas en cada uno de los eventos del año. Las madres con sus hijas es casi seguro que regatearon con el primer dueño de la panadería el precio de 50 o 100 panes para sevirse con los infaltables dulces de higo, durazno, pera, membrillo, tradicio-nales frutos de nuestra tierra en los días de Carnaval, comenta en tono amable Tenemea.Y es que el pedido del delicioso pan no

El pan de los hornos de leña, delicia única

Atractivo

solo estaba presente en las fi estas importan-tes como el Día de la Madre, Día del Padre, Navidad, Fin de Año. Los pedidos también tenían lugar para pe-queñas ceremonias, un cumpleaños de la hija o el hijo o para el café de la tarde para disfrutar entre amigos o simplemente para dar la bienvenida con tradicionales dulces y bocaditos al ilustre visitante extranjero. Las familias cuencanas se han destacado a mu-cho honor por buenos anfi triones y hospita-larios con los visitantes que se han quedado embrujados con el toque exquisito de la coci-na cuenca, patrimonio inmaterial.

ta de la riqueza arquitectónica, es como enfrascarse en un ambiente heredado con carácter social. Pensar en la Cuenca patri-monial recuerda la herencia como legado adquirido. Para Fausto Cardoso el término “patrimonio”, según aproximaciones de la UNESCO, signifi ca “Aquello que ha sido o puede ser heredado… El acto de heredar: sucesión hereditaria … Cualquier cosa en-tregada o recibida que constituya una pose-sión, una parte o porción heredada…”.Los cuencanos sienten el valor y el orgullo por lo que les representa en lo tangible e intangible. Sentir en el corazón y la mente que es una fusión alcanzada por diferentes sociedades y culturas de América Latina, manifestada de manera auténtica en el pai-saje urbano, como lo expresa Cardoso.

John Samaniego PinedaEL TIEMPO - CUENCA

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Oficio

Un herrero querendón de su tierra cuencana

Cuenca. “Por tus cholas buenas mozas, y tus longos bien plantados, por tus cu-yes bien asados, y el mote pelado. Por eso, por eso, por eso te quiero Cuenca”, tararea sonriente Carlos Calle Cabre-ra, al ser consultado de por qué le gus-ta vivir en Cuenca.

HerreroÉl es uno de los pocos maestros de la forja, que aún quedan en el barrio Las Herrerías, ubicado al sureste de la ciu-dad.Cubierto la cabeza con un gorro de lana, los anteojos apoyados en la punta de la nariz, golpea fi rme con un combo a una varilla al rojo vivo, para darle la forma de lanza, que será utilizada en una verja.El calor que emana la fragua, más el esfuerzo físico, hacen que la transpi-ración baje por el rostro convertida en gotas de sudor.“Esto es así, me retiro unos 50 centí-metros de la boca de la fragua y me refresco en el friecito que hace”, dice refi riéndose al clima de Cuenca, que para él es el ideal para trabajar.Relata que por su habilidad en mol-

dear al hierro, hace unos 40 años un empresario guayaquileño le contrató para fabricar tanques de acero inoxi-dable, trabajó un día y al siguiente re-tornó porque no soportó el sofocante calor, y desde aquella vez nunca más se aventuró en otras tierras.Dice ser un cuencano de pura cepa, na-cido hace 68 años en una casa de adobe y teja construida en la calle Las Herre-rías, frente a la iglesia de El Vergel.

AñoranzasEntre sus recuerdos de juventud están las acequias en los costados de la calle en la que su vecina María Cruz lava-ba el azufre de los sombreros de paja toquilla. Añora la época en la que las aguas del río Tomebamba eran crista-linas, ideales para la pesca de bagres.Extraña el tropel de los caballos que se acercaban por la polvorienta calle para el cambio de herraduras.Está conciente que son cambios pro-pios de la modernidad, pero que las nuevas corrientes nunca superarán a la fuente de inspiración de Enrique Ortiz Cobos, cuando escribió la can-ción Por eso te quiero Cuenca.

Cuenca me ha dado todo, y debo darle todo de mí para que siga creciendo”

Manuel León Viñanzaca.Ciudadano

Mi ciudad es única, bella con sus ríos, montañas y un clima envidiable ”

Carlos Calle Cabrera. Herrero

Gracias a los cuencanos he podido ganarme la vida vendiendo empanadas”

Rosa Fernández.Ama de casa

Tradición

Empanadas de viento recorren la ciudad

Cuenca. Se las ve sentadas junto a las puertas de los templos, vestidas con delantales y gorras blancas, ofre-ciendo las exquisitas empanadas de viento a los fi eles católicos que acuden a adorar al Santísimo.

CostumbreEllas son las hermanas Ana, Rosa y Teresa Fernández Maldonado, quienes heredaron de sus padres esta acti-vidad, que durante el Jubileo de las Cuarenta Horas es su principal fuente de trabajo.Con humor dicen que les conocen como las “Palomas Anunciadoras”, porque están enteradas en qué iglesia es la próxima exposición del Santísimo.Califi can a los cuencanos como gente amable, razón que les motiva a seguir trabajando con esmero para ofrecer una golosina, que con el paso del tiempo se ha converti-do en un ingrediente indispensable en la tradición cató-lica de visitar al Santísimo.

Rosa Fernández fríe las tradicio-nales empanadas de viento para

ofrecer a los feligreses que salen del templo La Trinidad, en Racar.

El herrero Carlos Calle da forma de lanza a una varilla calentada al rojo vivo en la fragua.

“A Cuenca se entra con la vista baja y con el sombrero en la mano”

Son gente sencilla nacida en esta ciudad, que nunca salió de su tierra

en busca de fuentes de trabajo. Se consideran cuencanos de pura cepa

VIVENCIAS

Cuenca. Sentado sobre un tarro metálico, con un cartón que sirve de cojín, Manuel León Viñanzaca, todos los días observa el amanecer y atardecer cuencano, desde el umbral de la puerta de su tienda, ubicada en la esquina de las calles Bolívar y Manuel Vega, en el corazón del tradicional barrio San Blas.

A sus 85 años, recuerda con nostalgia su niñez y juventud que transcurrió en medio de una ciudad apacible, cuando la empedrada calle Bolívar era la puerta obligada de políticos en campaña para sus entradas a la ciudad.

RecuerdoLa memoria le lleva a la década de los 50, cuando llegó a esta ciudad el candidato a la presidencia de la República, Carlos Guevara Moreno, quien para iniciar una marcha hacia el Parque Calderón pronun-ció “A la carga”, frase que en lugar de ani-mar a los simpatizantes les asustó, porque creyeron que se trataba de una batalla y se dispersaron. Días después estuvo en la ciudad otro can-didato, Ricardo Chiriboga, quien se había enterado de la desacertada frase de More-no, y para ganarse la simpatía de los cuen-canos expresó “A Cuenca se entra con la vista baja y con el sombrero en la mano”.Frase que se ajustó al cariño y amor que

siente don Manuel por su tierra que nunca pensó dejarla por otra ciudad, pese a haber tenido la oportunidad de salir al exterior. “A mi Cuenca no la cambio por nada”, dice al referirse a la época de la conscripción que cumplió en un cuartel de Quito, en donde por cosas del destino conoció a la familia de un embajador norteamericano, que le quería llevar a los Estados Unidos para que trabaje como jardinero, pero más pudieron los recuerdos de su Cuenca y el amor por Griselda Vargas, para volver a su terruño.

EsperaLas horas pasan, se muestra impaciente porque su compañera de toda la vida está ausente, dice que se fue a compartir una mañana recreativa con un grupo de la ter-cera edad al que pertenece.De pronto se pone inquieto, es que la ve llegar a paso lento, apoyada en un bastón, va a su encuentro y le ayuda a sentarse en una silla de madera. Desde la equina de su tienda, juntos contemplan el movimiento en el parque San Blas y el paso de la gente que con su trabajo engrandecen la ciudad, a la que defi ne como un pedacito de cielo en la tierra.

Los esposos Griselda Vargas y Manuel León caminan lentamente en su querido

parque San Blas. Diego Cáceres | EL TIEMPO

Armando Suquisupa QuezadaEL TIEMPO - CUENCA

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Sociedad

Cuenca. Todos los cuencanos tienen su lugar en el Parque Calderón, pero aquel que ocupa el jubilado es especial. Es una costumbre de años. Cada ma-ñana, desde hace décadas, decenas de adultos mayores copan varios espacios de la plaza. Entre las 08:30 y las 12:30 los cuadros se suceden religiosamente. Los jubilados se prestan al encuentro con los ami-gos impecablemente vestidos. Llegan ataviados con boinas de tonos oscuros, con corbatas, chalecos, trajes. Arriban al parque con pasos lánguidos pero ele-gantes, discretos, sobrios. Llegan ávi-dos por desempolvar historias, de evo-car los amores de antaño, de regresar al pasado.

Historia Manuel Reino Villacís, de 73 años, dice que él y sus amigos encuentran en el parque una cuota más de paz para sus vidas. “Todos los días vengo acá antes de recoger a mi nieta Pamela de la es-cuela, ya es una costumbre; hago un recorrido por las esquinas y luego me

siento porque aquí se siente una espe-cie de paz y tranquilidad”, dice Manuel tras hacer una pausa a la lectura del pe-riódico, otra de las actividades de cada mañana. Manuel recuerda, asimismo, que sus paseos por el parque empezaron a los cinco años. “Desde esa edad mi padre ya me traía a pasear por aquí; él tam-bién se encontraba con sus amigos en estos mismos espacios”, señala. Hoy Manuel lleva al parque a sus nie-tos. Cuenta que compartir con ellos la paz que experimenta allí es parte vital de su estilo de vida. Según Humberto Chacón, esta costum-bre nació de la necesidad del adulto mayor de generar un espacio de diálogo generacional. “El Parque Calderón es tan adulto ma-yor como los adultos mayores que lo visitan. Este espacio cobró vida y esta costumbre se creó desde el primer día que ellos empezaron a llenarlo. Allí se han ido cuajando un sinnúmero de ex-periencias de vida a través de los años”, argumenta el sociólogo cuencano.

El cuencano no es conservador, es revolucionario porque guarda su patrimonio”.

Napoleón Almeida ANTROPÓLOGO

La mujer cuencana ha cuidado siempre la espiritualidad de la familia”.

Humberto Chacón SOCIÓLOGO

Todos los días me siento un ratito en el Parque Calderón; se siente paz”.

Manuel Reino (73 años)CIUDADANO CUENCANO

Hábitos

La visita al mercado, todo un rito

Cuenca. Ponchito para el frío, canastilla y sueltos. Sin eso, muy difícilmente el ama de casa hará las compras en cualquiera de los mercados de la urbe. Esa clásica actividad mañanera signifi ca otra de las fuertes costumbres de los cuencanos. Son las 10:15 de un miércoles cualquiera y Lucrecia Saltos recorre atareada los pasillos del mercado Diez de Agosto. Mientras busca afanada un poco de lechu-ga, tomate y arvejas para “completar el almuerzo”, Lucrecia recuerda que su primera visita a uno de es-tos recintos se dio después de una semana de haber contraído matrimonio con Rigoberto. “Llevo 37 años comprando en los mercados del centro, lo hago des-de que me casé, en cambio cuando era niña y adoles-cente acompañaba a mi madre a la plaza”, dice.Como ella, miles de cuencanos acuden cada día a los mercados de la ciudad, cuyos espacios han resultado históricamente una parte esencial de sus quehace-res cotidianos.

Decenas de jubilados ocupan diariamente los espacios del Parque Calderón.

Cada mañana, muchas amas de casa hacen sus compras en el mercado Diez de Agosto.

Cuenca. El Pase del Niño es el quinto río de Cuenca, decía Antonio Lloret Bastidas. Al proyectar esa com-paración, el escritor cuencano hacía alusión a la masa de fieles que acude cada año a venerar la imagen del Niño Dios la víspera de Navidad.

Ríos de gente. Ríos de fe. Las expresiones desplegadas en esa fi esta popular son solo una muestra de cómo el cuencano vive su religiosidad: con alma, vida y corazón. Por eso, de aquel sincretismo religioso se desprenden tradiciones y costumbres fuertemente arraigadas, algo que, pese al actual proceso de globa-lización, los hijos siguen heredando de sus padres a rajatabla. Por eso, dejar la cama en el crepúsculo de la madruga-da para rezar el rosario y luego ir a misa es la prime-ra acción de cada día –especialmente- de las abueli-

tas. O darse de aros y más tarde contraer matrimonio a lo grande, con traje, fajín, vestido blanco y una mega fi esta es la ilusión de los novios. Y más tarde, cuando padres, vivir con plenitud el bautismo, la primera co-munión o la confi rmación de los chicos. Según Humberto Chacón, sociólogo cuencano, estas prácticas son producto del proceso de colonización es-pañola (…) “Son fuertes tradiciones de los cuencanos y vienen de manera primordial de la religión católica. El evento del matrimonio tiene prácticas complemen-tarias de carácter pagano como la fi esta, que tiene fi nes utilitarios y de alianzas sociales”, argumenta Chacón. El caso de Nataly, de 27 años, corrobora la cita de Cha-cón. Ella trabajó y estudió en Madrid desde 2003. Cinco años más tarde no tuvo empacho en renunciar a su tra-bajo y regresar a Cuenca para cumplir uno de sus sue-ños: casarse de blanco frente a sus padres y amigos.

En el ámbito de la liturgia, la historia de Regina Mendieta denota la vida concebida desde la fe. Des-de hace 15 años, a las 07:30 de cada día, esta ama de casa tiene una cita con Dios. Ese encuentro empieza a suscitarse a las 05:30, cuando deja su cama y cubre su cuerpo con una chalina de seda y se dirige a la iglesia de San Alfonso. Napoleón Almeida, antropólogo cuencano, asegura que más allá de su sincretismo religioso el cuenca-no no debe ser concebido como alguien conservador. “El cuencano se ha ganado gratuitamente el título de conservador, pero creo que más bien es alguien revolucionario porque guarda su patrimonio”, sos-tiene Almeida.

Algunas de las prácticas más fuertes de los habitantes de la urbe se derivan de la transculturización y el mestizaje

Miles de fieles asisten cada año

al tradicional Pase del Niño.

El Parque Calderón fraguó

costumbres

Los cuencanos son religiosos por esencia

Agustín Reinoso OrmazaEL TIEMPO - CUENCA

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El cantado, sello de identidad y tradición de los cuencanos

IDIOSINCRASIA

Hay quienes todavía recuerdan con entusiasmo las palabras que desataron risas al entablar un diálogo con un quiteño o un guayaquileño

Cuenca. “Habla mi cholo, a los tiempazos que te dejas ver. Si oye, es que vos sabes el camello y las guaguas ya quitan la bola de tiempo. Y cuando nos vamos a farrear. Aho-rita, no, chendo, yo te llamo para darle al goce...” Este diálogo entre Eduardo y David es una muestra de la tradición oral que emplean muchos cuencanos al entablar una conver-sación cotidiana, en la cual no puede faltar el popular cantadito, que simboliza el tim-bre de identifi cación de los morlacos.Varios ciudadanos coinciden que no se pue-de negar la identidad cuencana refl ejada en su manera de hablar, ya que se vuelve única y representativa, más aún cuando se combi-na con su particular entonación. “Sólo un cuencano entiende a otro cuen-cano y más cuando se lo escucha hablar en televisión o en la radio, ese es el momento para darnos cuenta que nuestro dialecto se torna inconfundible”, comenta Lorena Mora, una ciudadana que siente orgullo por su identidad oral y que no necesita clases de idioma para comunicarse mejor. Con el tiempo se incrementaron los dichos y tér-minos, mientras que otros fueron desapare-ciendo, y aunque éstos no hayan sido regis-trados en la Real Academia de la Lengua,

las generaciones morlacas se encargaron de almacenarlas en su archivo coloquial. Frases y dichos populares

Hay quienes todavía utilizan frases como Me fui de Herodes a Pilatos, dejaraste ver o haura siii se armó la del San Quintín. Di-chos que suelen escucharse en las conver-saciones de los adultos y escasas veces en los jóvenes.La entonación o el llamado cantado cuen-cano junto con los modismos, forman parte de la reliquia lingüística de la ciudad, que con el paso del tiempo se ha incrementado en las frases y los diálogos sobre todo de los jóvenes. En las escuelas, los colegios, mercados, entidades municipales, locales comerciales, universidades, entre otros sec-tores es común escuchar términos como: bueno fuera, es un cuy de vivo, a cómo las papas, me hice la foca, que caldo, tengo la bola de novias, hecho cera, está garísima, entre otros. Hay quienes dicen estar orgu-llosos de su dialecto, pues forma parte de la idiosincrasia cuencana y de una tradición que se lleva en el alma.

Característica

Palabras que nacen del ingenio popular

Cuenca. Pablo Sánchez, oriundo de Pi-ñas decidió vivir en Cuenca por cues-tiones de estudios. Al relacionarse con sus compañeros le resultaba agradable e interesante escuchar cada conversa-ción, manifi esta que el cantado cuenca-no le da ese toque especial que el resto de ecuatorianos no lo tienen. “Poco a poco he adoptado algunas palabras en mi vocabulario, me gustan ciertos tér-minos que suenan diferente y muy ori-ginal”, menciona Sánchez.

Modismos La gracia y las palabras que nacen del ingenio popular del pueblo están presentes en los modismos cuencanos, como una interesante faceta idiomáti-ca, llenos de humor y tonos animados. Los tradicionales dichos cuencanos forman parte de la versatilidad concep-tual de un idioma, como símbolo de su riqueza y vitalidad en su vocabulario.Entre los términos y palabras más co-munes que suelen escucharse a diario están: De ley, hijue pato, no seas muco, no hay chance, acolita a ver a la pelada,

me quedé chiro, le sacamos el aire por alevoso, ese man es un trucha, le pegué un quiño, ese sapo, entre otros. Orgullo cuencano

El léxico de los cuencanos se convierte para muchos en la lectura de un espacio cultural, varios ciudadanos se sienten orgullosos de poseer una identifi cación a través de su lenguaje. El catedrático Felipe Aguilar es uno de ellos, quien asegura sentir amor y afecto especial por la ciudad que lo vio nacer y posiblemente morir, lo que da como resultado su cariño por cada cosa que lo identifi que como cuencano. Para Aguilar, el ciudadano que renie-gue su dialecto, está negando sus raí-ces y su identidad, ya que el habla, los dichos cuencanos y el cantado forman parte de la tradición oral ecuatoriana.“La parte esencial para encontrar nues-tra idiosincrasia es el habla cuencana, acompañado de su cantado, que debe ser mantenido en su esencia, porque permite diferenciarnos de otros”, men-ciona Aguilar.

En cualquier lugar el cuencano siempre será reconocido por su léxico”.

Julio Guillén ESTUDIANTE

El dialecto cuencano representa su identidad, que sólo en Ecuador está”.

Avigail Albarracín CIUDADANA

El cantadito es parte de la idiosincrasia; debemos sentirnos orgullosos”.

Verónica Moreno PROFESORA

Términos

La adquisición de los modismos cuencanos

Cuenca. El lenguaje español, en lo que se refi ere a su léxico, es una lengua muy rica y expresiva. La len-gua de los cuencanos y azuayos se nutre del caudal hispánico, de la creatividad propia, de la contribu-ción diaria de nuevas combinaciones lingüísticas y de los aportes de las lenguas aborígenes propias del lugar como el cañari y el quichua. Con estos aportes el cuencano ha incrementado su lenguaje adquiriendo nuevos términos y palabras que actualmente son utilizadas por la mayoría de los jóvenes.Varios términos que los cuencanos escuchan y re-piten a diario, parten de la plasticidad del español morlaco y la presencia de los quichuismos, que son usados en diferentes estratos de la sociedad.Sin duda una infi nidad de términos han pasado por diferentes generaciones, otras ya ni se pronuncia-rán, pero lo que probablemente no cambiará es el cantado cuencano.

Varios jóvenes de la Universidad del Azuay manifiestan que el

cantado cuencano es el orgullo morlaco. Diego Cáceres | EL TIEMPO

La gracia y la creatividad para adquirir nuevas palabras

ha llevado a los jóvenes a tener cariño por su dialecto.

La gente adopta términos del habla coloquial. En los mercados el uso de términos costumbristas es evidente.

Johana Ochoa AguirreEL TIEMPO - CUENCA

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