el simbolismo de los colores

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EL SIMBOLISMO DE LOS COLORES EN LA ICONOLOGÍA Y LA LITURGIA CRISTIANAS Introducción Dentro del universo simbólico de la iconología y de la liturgia cristianas juegan un papel fundamental los elementos que se perciben por medio del sentido de la vista; forman parte de ese lenguaje propedéutico y simbólico tan utilizado por el hecho religioso. Los colores –hijos de la luz- insuflan alma y plenitud a la forma. Despertando reacciones en la sensibilidad del espectador, significan con un alto contenido simbólico, elaborando un lenguaje propio, que se puede rastrear, con una mayor o menor complejidad, en todas las culturas. Es fácil observar que el uso simbólico de los colores constituye una costumbre cultural de la vida cotidiana: la pertenencia a una nación o sociedad, los estados de ánimo -el negro, luto-, indicaciones de comportamiento -el rojo, prohibición-... pueden expresarse por medio de los distintos colores. Incluso pueden rastrearse unos principios básicos de interpretación interculturales con cierta base biológica, hacia la que apuntan prácticas como la cromoterapia. Para una correcta interpretación, hay que tener en cuenta que los colores van adquiriendo distintas acepciones según el objeto al que se apliquen partiendo de unas notas comunes: el blanco es símbolo de la divinidad y del sacerdocio, de la pureza, de la virginidad, de la inocencia, de la justicia, de la resurrección, de la alegría 1 . Es preciso situarse en el contexto de este lenguaje común, en el que influyen una serie de factores de diverso orden - naturales, psicológicos, culturales-. Como tantos otros elementos del arte sagrado y de la liturgia, el código de los colores se va desarrollando en la Edad Media, quedando fijado en la era del gótico, que gustaba tanto de alegorías y simbolismos. Como dice Durando, los paramentos litúrgicos con sus colores son las insignias y blasones de las virtudes a que amonestan los misterios de la fe celebrados 2 , o como resume la actual Ordenación General del Misal Romano, “la diversidad de colores en las 1 PORTAL p. 28. 2 Lib. 2, cap. 9. Simbolismo cristiano de los colores Página 1

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EL SIMBOLISMO DE LOS COLORES EN LA ICONOLOGÍA Y LA LITURGIA CRISTIANAS

IntroducciónDentro del universo simbólico de la iconología y de la liturgia cristianas juegan un papel fundamental los elementos que se perciben por medio del sentido de la vista; forman parte de ese lenguaje propedéutico y simbólico tan utilizado por el hecho religioso. Los colores –hijos de la luz- insuflan alma y plenitud a la forma. Despertando reacciones en la sensibilidad del espectador, significan con un alto contenido simbólico, elaborando un lenguaje propio, que se puede rastrear, con una mayor o menor complejidad, en todas las culturas. Es fácil observar que el uso simbólico de los colores constituye una costumbre cultural de la vida cotidiana: la pertenencia a una nación o sociedad, los estados de ánimo -el negro, luto-, indicaciones de comportamiento -el rojo, prohibición-... pueden expresarse por medio de los distintos colores. Incluso pueden rastrearse unos principios básicos de interpretación interculturales con cierta base biológica, hacia la que apuntan prácticas como la cromoterapia. Para una correcta interpretación, hay que tener en cuenta que los colores van adquiriendo distintas acepciones según el objeto al que se apliquen partiendo de unas notas comunes: el blanco es símbolo de la divinidad y del sacerdocio, de la pureza, de la virginidad, de la inocencia, de la justicia, de la resurrección, de la alegría1.Es preciso situarse en el contexto de este lenguaje común, en el que influyen una serie de factores de diverso orden -naturales, psicológicos, culturales-. Como tantos otros elementos del arte sagrado y de la liturgia, el código de los colores se va desarrollando en la Edad Media, quedando fijado en la era del gótico, que gustaba tanto de alegorías y simbolismos. Como dice Durando, los paramentos litúrgicos con sus colores son las insignias y blasones de las virtudes a que amonestan los misterios de la fe celebrados2, o como resume la actual Ordenación General del Misal Romano, “la diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aun exteriormente, tanto las características de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico”3. En cuanto a su introducción en la liturgia cristiana, siempre se mostró preferencia por el blanco, que en opinión de muchos autores, como el Papa Benedicto XIV Lambertini (1740-58), era el único color litúrgico en uso antes del siglo IV4; no olvidemos que el sacerdote representa a Dios en la tierra, por lo que en una mayoría de religiones visten de blanco, símbolo de la luz increada: así ocurría en la Ley mosaica, en Egipto, en el zoroastrismo, en los sacerdotes de Júpiter, en el druidismo...5. 1 PORTAL p. 28.2 Lib. 2, cap. 9.3 Nº 307.4 De Sacro Sacrificio Missae I, VIII, nº 16.5 PORTAL p. 21. El Papa también hoy viste de blanco.Simbolismo cristiano de los colores Página 1

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Posteriormente, según podemos colegir de los mosaicos y frescos paleocristianos y de la Alta Edad Media, los clérigos usaban en la liturgia ornamentos de diversos colores –marrón, verde, rojo, morado, azul...-, incluso los participantes de una misma celebración. Poco a poco van surgiendo interpretaciones simbólicas en los colores de los ornamentos, sobre todo en las Galias. En la vida de San Livino, escrita hacia el año 600, se cuenta como su maestro, San Agustín de Canterbury, el evangelizador de Inglaterra, le donó el día de su ordenación una casulla púrpura, como prenda de caridad y aviso de martirio, recamada de oro y piedras preciosas, símbolo de las virtudes. Mas en el periodo carolingio aun no existe regla general, aunque sí gran variedad y riqueza. Es en torno al siglo IX, junto con la fijación de los paramentos litúrgicos, se reglamentó el uso de los colores, asignándoles un significado inspirado en el simbolismo imperante.En la liturgia romana el primer sistematizador oficial del simbolismo de los colores, aunque con total libertad en cuanto a las tonalidades posibles, casi tal como hoy lo entendemos, es el Papa Inocencio III dei conti di Segni (1198-1216). En su tratado sobre los ritos de la misa, aparece bien definido el uso de los colores: el blanco es el color de las fiestas gozosas; el rojo, para los mártires y Pentecostés; el verde, para los días sin ningún carácter especial; el negro, para Adviento, Cuaresma y difuntos6. Ya en el siglo XIII, es Durando de Mende quien señala el morado para los tiempos penitenciales, porque afirma ser un color sombrío, tétrico y como impregnado de sangre7. Un Ordo Romanus del siglo XIV enumera ya estos cinco. San Pío V Ghislieri, en las rúbricas generales del Misal Romano, que reforma y unifica, fija definitivamente el uso litúrgico de los colores, recogido actualmente en el nº 308 de la vigente Ordenación General del Misal Romano. El Ceremonial de los Obispos añadió el rosado, como alivio del morado. En el nº 308 de la vigente Ordenación General del Misal Romano se expone el uso actual general. Complementarias a este uso general, se conservan excepciones locales, como el rojo para el Corpus en la Iglesia de Milán, y antes del siglo XVI en Francia, Inglaterra y Alemania. En España y sus colonias y para la Orden Franciscana, se concedió el privilegio del azul celeste en la fiesta de la Inmaculada Concepción. Es curioso que en el cristianismo oriental no se prescriban colores litúrgicos. Sólo en el Rito Griego hay un uso recomendado, pero que no es de estricta obligación. Los Rutenos, por su parte, adoptaron la regulación romana desde 1891.No obstante, en cuanto al uso de los colores, nos advierte la Ordenación General del Misal Romano que “en los días más solemnes pueden emplearse vestiduras sagradas más nobles, aunque no correspondan al color del día o del tiempo litúrgico”8. Ahora bien, esta norma debe ser interpretada con discreción: aunque de mucho mérito, desdecirían, por ejemplo, unos ornamentos negros en un culto eucarístico.

6 De Sacro Altaris Mysterio (P. L. 217, 773-916), I.7 Rationale divinorum officiorum.8 Nº 309.Simbolismo cristiano de los colores Página 2

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Se incluyen en las rúbricas de los colores los ornamentos del altar, los del celebrante y los de los ministros, fuera de los manteles, amito, alba, sobrepelliz y roquete, siempre blancos: el frontal o antipendio del altar, el velo del ambón y el del atril y el de hombros, el conopeo del sagrario, el paño cubrecáliz y la bolsa de los corporales, el cíngulo (si es de color), la estola, la casulla, la capa y las dalmáticas. El color prescrito debe ser el predominante u ocupar la parte constitutiva de cada vestidura, de manera que sea fácilmente identificable.

El color blancoEl BLANCO es la suma de los tres colores primarios, por lo que asume un valor de totalidad e atemporalidad que lo hace apto para expresar la gloria y la eternidad, la misma vida divina. Dios, no lo olvidemos, es la unidad absoluta, de la que dimanan los mil tonos de la creación. Es el color festivo por excelencia, el color de la luminosidad, atributo de Dios: el profeta ve a Dios blanco como la nieve9, y del mismo color aparece revestido Jesús en su transfiguración, como muestra de su divinidad10. Por este carácter sintético de todos los colores puede sustituir a cualquiera: así para las estolas de las concelebraciones, por ejemplo, cuando no haya bastantes del color de la celebración. Es, por tanto, el color más apropiado para la Santísima Trinidad, así como para Navidad y Pascua y el resto de las celebraciones de misterios no pasionistas de Cristo (Santísimo Nombre de Jesús, Presentación en el Templo, Transfiguración, Sagrado Corazón...), que se revela como “irradiación de la gloria [de Dios] e impronta de su sustancia”11, en conexión con la prefigura de la Sabiduría del Antiguo Testamento, “resplandor de la luz eterna”12, pues es el que hace surgir el mundo de las tinieblas del caos y lo regenera salvándolo del abismo del pecado y de la muerte. El Pseudo Germán de París explica que el blanco es el color pascual en recuerdo del ángel revestido de blanco del Evangelio13. El Señor asciende, comenta Inocencio III, sobre una nube blanca, que es su escabel cuando se presenta glorioso en el Apocalipsis14. Aquí queda incluido el culto eucarístico (Jueves Santo, Corpus Christi, Viático, comunión y adoración extra missam), presencia perenne del Señor Resucitado en medio de su pueblo, actualización permanente del misterio pascual del Cordero Inmaculado. De la misma manera, era, según San Jerónimo, el blanco usado para los sacrificios, por simbolizar la luz, la gloria, la inocencia y la alegría15, y es este Sacramento el memorial del Sacrificio de la Cruz.

9 Daniel VII, 9.10 Cf. Mateo XVII, 2.11 Hebreos I, 3.12 Sabiduría VII, 26.13 P. L. 72, 98.14 XIV, 14.15 AZCÁRATE, p. 116.Simbolismo cristiano de los colores Página 3

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El mismo significado tiene el tisú de oro, que puede ser empleado tradicionalmente por blanco, rojo y verde, pero no por morado o negro, que son colores de tristeza y penitencia, por ser color festivo16. El tisú de plata, sin embargo, sólo sustituye al blanco, al que se asimila17. Es también emblema el blanco de la virginidad y pureza; en Isaías se promete: “vuestros pecados blanquearán como la nieve”18. Por eso se aplica a los ángeles: en el Apocalipsis se representa a los ejércitos celestiales “vestidos de lino finísimo, blanco y limpio”19; blancas son igualmente las vestiduras de los ángeles de la Resurrección20 y de la Ascensión21. La misma justificación tiene su uso en las exequias de párvulos. Por el mismo motivo es el color de la Santísima Virgen, la Pura y Limpia. Con Ella, prototipo de la Iglesia, Virgen y Madre, se identifica la Mujer del Apocalipsis, que se presenta como “vestida de sol” y “con la luna bajo sus pies”22 así como la Esposa del Cantar de los Cantares, que es llamada paloma e inmaculada23, “resplandeciente como el sol”24. Este color representa las vestiduras blancas de los justos del Apocalipsis: “Después miré y vi una muchedumbre inmensa [...] ataviados con vestiduras blancas y palmas en las manos”25, que “lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero”26; en las Lamentaciones se decía que los jóvenes selectos de Israel eran “más limpios que la nieve y más blancos que la leche”27. Es además símbolo de la victoria de la vida sobre las tinieblas del pecado y de la muerte: “El que venciere, ése será vestido de vestiduras blancas”28; ya en las culturas antiguas se amortajaban con este significado los muertos. Símbolo de la victoria del bien, es el color propio de las celebraciones de acción de gracias. Es por tanto el color de la Solemnidad de Todos los Santos, así como de los bienaventurados no mártires o de las festividades que celebran misterios o milagros de santos anteriores a sus martirios (Natividad de San Juan Bautista, Cátedra de San Pedro, Conversión de San Pablo, etc.). De este color es, también, la vestidura que se le impone al catecúmeno en su Bautismo, que llevaba puesta, en la disciplina antigua, desde la Vigilia Pascual hasta el siguiente Domingo, II de Pascua, llamado in albis por este motivo. Todo lo expuesto justifica su uso también en la

16 Decreta Authentica (edición de 1900), nn. 3145 (28-IV-1866), 3191 (5-XII-1868), 3646 (20-XI-1885).17 Decretum cit. nº 3646.18 I, 18.19 XIX, 14.20 Marcos XVI, 5; Juan XX, 11 s.21 Hechos I, 9 s.22 Apocalipsis XII, 1.23 VI, 9.24 VI, 10.25 VII, 9.26 VII, 14.27 IV, 7.28 Apocalipsis III, 5.Simbolismo cristiano de los colores Página 4

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administración de los sacramentos del Bautismo, del Orden Sacerdotal y del Matrimonio, así como de la consagración de iglesias y altares.

El color rojoEl ROJO es el color de la sangre y del fuego, ligado por tanto a la fecundidad de la vida, apto para simbolizar el heroísmo del sacrificio y el incendio de la caridad. En todas las religiones antiguas el sacrificio, base del culto, se consuma con las hostias abrasadas por el fuego, símbolo de la aceptación de éstas por parte de la divinidad, por lo que pasa a representar este elemento el amor divino. La ofrenda del profeta Elías es consumida por el fuego de Yavé, a pesar de estar deliberadamente mojada, como signo de la aceptación de Éste, mientras que la de los profetas del dios falso Baal permaneció intacta29.Es el color, según esto, del Espíritu Santo, “ignis, caritas”30, que se manifestó en Pentecostés en forma de lenguas de fuego31, símbolo del ímpetu y de la fuerza amorosa de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, pues es un color ilimitado, de explosión exuberante, de resplandor poderoso, irresistible, y, además, en sánscrito vahni significa fuego y tres. Ya Dios se había manifestado a Moisés en la zarza ardiente32, una columna de fuego guió a los israelitas por el desierto33, el trono de Dios está inflamado34 y el propio Bautista anuncia a Cristo como el que bautiza con fuego35. De esta concepción surge la cremación de los cadáveres, como símbolo de purificación post mortem, y las hogueras de San Juan. Así como el amor divino, también se vincula al amor humano, por ser el color del corazón: una simple rosa roja puede ser toda una declaración. El manto de San Juan Evangelista es rojo porque fue el discípulo amado del Maestro. También entre los musulmanes simboliza el amor del hombre a Dios y la oración, el trato con Él: Mahoma llevaba ropas rojas los viernes y en las fiestas del Beyram36. También simboliza el combate y el martirio de los que derramaron su sangre, bautismo rojo, por la fe que habían recibido. Por supuesto también la Pasión de Cristo, rey de los mártires y el sacrificio de la Cruz: en el Apocalipsis aparece vestido “un manto empapado en sangre”37, por lo que se utiliza el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, la Preciosísima Sangre, la Exaltación de la Santa Cruz). No olvidemos que la sangre se considera el principio de la vida, por lo que perder la sangre es perder la vida.

29 Cf. I Reyes XVIII, 22.30 Himno Veni creator.31 Cf. Hechos II, 3.32 Cf. Éxodo III, 2.33 Cf. Éxodo XIII, 21.34 Cf. Daniel VII, 9 s.35 Cf. Mateo III, 11.36 Cf. PORTAL, p. 61.37 XIX, 13.Simbolismo cristiano de los colores Página 5

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En cuanto a la tendencia de asignar el rojo a la Eucaristía, que se observa entre nosotros, es acentuar su carácter sacrificial: el vino, hijo del fuego, alegría del corazón, símbolo de la verdad divina en el Antiguo Testamento, se convierte en la sangre de Cristo en la Nueva Alianza. De ahí la cera roja que se reserva para el culto eucarístico y para identificar a las Cofradías Sacramentales, costumbre que parece introdujo en el siglo XVI la del Sagrario de Sevilla.

El color verdeEl VERDE es un color complementario del rojo, como el agua del fuego; el color de la fotosíntesis, efectuada entre la verde clorofila y el rojo sol. Así mismo, está entre el ardiente rojo y el frío azul, por lo que el verde puro simboliza el equilibrio perfecto. Inocencio III destaca esta característica de color intermedio entre el blanco, el negro y el encarnado, por lo que lo cree muy adecuado para el tiempo ordinario, que camina entre la alegría y la tristeza38. Es un mensaje de vida, por representar la savia y el regreso a la vida del reino vegetal cada primavera y por su relación con el agua, elemento al que representa; en la Antigüedad, las tres esferas, que llenan los tres cielos, eran una, roja, la del amor; otra, azul, la de la sabiduría, y la tercera, verde, la de la creación39. De regeneración, por traslación semántica, pasa a simbolizar la esperanza y la victoria, por significar el triunfo de la vida.Se convierte en alegoría de la regeneración espiritual, del renacimiento que exige Jesucristo40. María y el Niño Jesús aparecen con frecuencia con vestiduras verdes, como esperanza de la Salvación anunciada que ya se está realizando. Por lo mismo es, el color de los profetas y de San Juan Evangelista, el apóstol que nunca abandonó a Jesús, iniciadores de los sagrados misterios. Es también el color del Islam, apóstol del Dios Único41. Por esa significación salvífica aparece a menudo la Cruz de Cristo policromada en verde y éste es el color de las Cofradías de la Veracruz, pues es el árbol de la nueva creación, simbolismo ya asumido por Jesús camino del Calvario: “porque si esto se hace en el leño verde, en el seco ¿qué será?”42. En la iconografía medieval los instrumentos de la Pasión y el sepulcro también se solían pintar de verde.

El color azulEl AZUL es el más profundo e inmaterial, a la vez que frío, de los colores. Recuerda al agua, al aire, al cristal. Es un color pasivo en el nivel material, por su débil resplandor, pero activo en lo espiritual, al estar orientado hacia la trascendencia por su transparencia. Por eso es el color del pájaro de la felicidad, el ideal más absoluto. Por eso también se usó 38 AZCÁRATE, p. 117.39 Cf. PORTAL, p. 91.40 Cf. Juan III, 3.41 Cf. PORTAL, p. 104.42 Lucas XXIII, 31.Simbolismo cristiano de los colores Página 6

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en la liturgia cristiana medieval en el tiempo de Pentecostés, simbolizando “el viento que sopla con ímpetu” con el que se manifestó el Espíritu Santo en dicha fiesta43, pues el símbolo del Espíritu es el aire, el más inmaterial de los elementos. No olvidemos que Dios había dado la vida a Adán inspirándole en el rostro su aliento44, y que el propio Jesús había argumentado a Nicodemo: “El viento sopla donde quiere y oyes su voz, y no sabes de dónde viene ni a dónde va; así ocurre con todo aquél que ha nacido del Espíritu”45. El azul intenso quiere simbolizar el desapego a los valores de este mundo y el ascenso del alma que tiende hacia lo divino, como expone Efrén el Sirio (+373): “Hoy María se ha hecho cielo y ha traído a Dios, porque en Ella ha descendido la excelsa divinidad y ha hecho morada. La divinidad se hizo en Ella pequeña para hacernos grandes, dado que ésta por su naturaleza no es pequeña”46. De ahí que se constituya en símbolo de la Salvación, por lo que la bola del mundo en las iconografías de la Inmaculada, del Niño Jesús o del Salvador se tiñe de ese color, y que en muchas representaciones medievales Jesús, Ungido del Espíritu, va vestido de azul o con un manto de este color durante los años de Su predicación.Por eso, junto al blanco virginal, es el color de la Inmaculada, fijados por la visión de Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción. Representan el encuentro del cielo con la tierra, las dos partes del eje cósmico. Además, la lucha apocalíptica se simboliza por la oposición del azul y el blanco frente al rojo y el verde, encarnación de los poderes mundanos e infernales. De aquí el uso del azul celeste para esta solemnidad47, surgido según la tradición en Sevilla, donde en el Convento de San Antonio de Padua se guarda según la tradición el primer terno usado con este color.De salvación pasa a simbolizar inmortalidad, por lo que se convierte en color fúnebre en la Edad Media, apuntando a la esperanza en la vida futura.Un curioso privilegio litúrgico era el concedido para la Diócesis de Urgell en 1871, consistente en poder usar tanto para las fiestas de Confesores y Vírgenes como para las de la Virgen ornamentos litúrgicos en los que el blanco está tejido con el celeste a partes iguales, quizá para ahorrar en iglesias pobres, aunque sólo hasta que desaparezcan los existentes48.

El color morado o violetaEl MORADO o VIOLETA es un color oscuro; simboliza la penitencia y la humildad. A este significado apoya su concepción como un rojo y un negro amortiguados y su característica de color oscuro y como impregnado de sangre. En el Adviento simboliza la humillación de Dios 43 Hechos de los Apóstoles II, 2.44 Cf. Génesis II, 7.45 Juan III, 8.46 II Discurso de la Madre de Dios.47 Decretum 4083, privilegio sancionado el doce de febrero de 1884.48 Cf. SOLÁNS-CASANUEVA, nº 86, p. 76, n. 2.Simbolismo cristiano de los colores Página 7

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en su obra salvadora, y en la Cuaresma, el proceso kenótico de Cristo que le lleva hasta la Cruz, lo que nos invita a la oración, a la mortificación y a la entrega. Por su carácter penitencial es el color usado en las rogativas, cultos penitenciales, en los Sacramentos de la Reconciliación y de la Unción de Enfermos y también, junto al negro, en la liturgia funeral.En este último uso, aparte de la connotación penitencial, viene de su carácter de síntesis entre el rojo, color del amor de Dios y del Espíritu que vivifica, y del azul, inmortalidad a la que se ve elevada el alma por este misterio salvador. En correspondencia con esto, Dios exige al hombre fidelidad, por lo que el azul pasa a tener también este significado.Durante su vida pública, Jesús, prototipo del hombre nuevo, a menudo, aparece representado con túnica roja, símbolo del amor, y manto azul, símbolo de la sabiduría y salvación. En la túnica morada de Cristo en la Pasión se han fundido el rojo y el azul al mostrarse como Hijo de Dios que se entrega por el rescate de la humanidad, pues en Dios ambas virtudes forman un solo atributo. A esto se une ser el morado la representación en heráldica de la púrpura, atributo de la realeza y del sacerdocio, como veremos más abajo, doble carácter del mesianismo de Jesús. Esa unión entre ambos colores tiene además otro simbolismo. Frente al cielo, que es azul, se presenta la tierra, que es roja. De aquí que ambos colores, azul y rojo, muy contrastados espiritualmente, armonicen perfectamente en María, que ve glorificada Su humanidad, y en Cristo, en quien se unen hipostáticamente las dos naturalezas, la divina y la humana, en una única persona divina.La PÚRPURA, representada en heráldica por el morado, ya desde la Antigüedad era símbolo de alta dignidad, como se atestigua en Homero49

y en la parábola evangélica del rico Epulón50. También se presenta como distinción en la victoria: el profeta Daniel la recibió como recompensa51. Estos contenidos hace que en Bizancio pase a significar la realeza suprema. Junto a estos contenidos de distinción social se unen en una sociedad teocrática como la del Antiguo Testamento los sacerdotales, pues la púrpura está presente en las vestiduras del Sumo Sacerdote52, en la cortina del atrio del Santuario53 y en el velo del Tabernáculo54.

El color rosadoEl ROSADO se concibe no como un color independiente, sino como un atemperamiento de la penitencia del morado por la esperanza; es un violeta aclarado, como un alivio de luto, una alegría efímera. En la

49 Cf. Odisea XIX, 225.50 Cf. Lucas XVI, 19.51 Cf. Daniel V, 29.52 Cf. Éxodo XXXIX, 1 ss.53 Cf. Éxodo XXXVIII, 18.54 Cf. Éxodo XXVI, 35.Simbolismo cristiano de los colores Página 8

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liturgia se usa en los domingos Gaudete (III de Adviento)55 y Laetare (IV de Cuaresma)56, que, al señalar ambos el punto medio de estos tiempos penitenciales, atemperan sus rigores con el rayo de esperanza de las próximas alegrías que ya se otean en el horizonte.

El color negroEl NEGRO, en nuestra tradición occidental, es el color del luto, pues simboliza, además de tristeza por su oscuridad, término o fin, por ser ausencia de color y negación de la luz: la nada, el caos, la angustia y la muerte absorben la luz sin restituirla. Por eso en la tradición medieval servía para representar a Satanás y sus adoradores. Igualmente, Jesús, a veces, se cubre de un manto negro cuando lucha contra las tentaciones en el desierto, pues se reviste de los males de la humanidad. Las Vírgenes negras quizás simbolicen el combate de la Iglesia, de la que María es prototipo, contra las tinieblas del mal. Ya en el paganismo se representaba con este color a los dioses benéficos que descendían al reino de las tinieblas para rescatar a los hombres. Entre los musulmanes españoles designaba el negro el dolor y la constancia ante los reveses, y en heráldica simboliza prudencia, sabiduría y constancia en la tristeza y adversidad57.En la liturgia funeraria es señal de lo transitorio de nuestra estancia en la tierra, cuyo fin es un paso a la vida verdadera58, pues no olvidemos que el negro de la noche guarda la promesa de la aurora, y fue la antesala de la Creación, pues al principio “las tinieblas cubrían la superficie de la tierra”59. Aparece, por tanto, como símbolo de la germinación que da paso a la renovación de la vida, por lo que se usó en la liturgia tridentina para el Viernes Santo, cuando las tinieblas se cernieron sobre la faz de la tierra en el misterio del Deus absconditus. Este mismo significado hace que quede excluido del culto eucarístico, celebración del triunfo de la vida.

El color grisEl GRIS es una mezcla de negro y blanco, por lo que representa el tránsito de la muerte terrestre a la vida eterna, la resurrección, y, por eso, lo escogen muchos artistas para el manto de Cristo, Juez Universal, en la Parusía, “Cristo ha resucitado de los muertos como primicias de los que duermen”60; al ser la unión del color de la divinidad y el de la materia es muy apropiado para simbolizar la resurrección de la carne. No es color litúrgico.

El color marrón

55 Cf. C. E., nº 236.56 Cf. C. E., nº 252.57 Cf. PORTAL, p. 87.58 Cf. Apocalipsis XIII.59 Génesis I, 2.60 I Cointios XV, 20.Simbolismo cristiano de los colores Página 9

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El MARRÓN es el color del suelo, de la arcilla, del sembrado. Es, por consiguiente, símbolo de humildad, que viene de humus, tierra, y de pobreza, al significar la necesidad de una muerte lenta al mundo para llegar a ser tierra abonada por Dios. Es por tanto elegido por muchas congregaciones para su sayal religioso, como es el caso de los carmelitas, que acaban vistiendo a su patrona, la Virgen del Carmen, con su propio hábito. También es el color del otoño, por la caída de las hojas caducas, por lo que en la Antigüedad y en la Edad Media simbolizó también duelo. No es color litúrgico.

ConclusiónPara terminar, una llamada de atención: como hemos observado, el uso de los colores en la liturgia y en la iconología tiene un alto valor catequético y una importante carga simbólica, que sirve para crear un ambiente propicio y un tono adecuado en la celebración e importantes claves interpretativas de la obra de arte. Por lo tanto, su elección no debe estar sujeta a arbitrariedad o simple predilección estética: no es un mero detalle decorativo a integrar en el conjunto, es algo más profundo que entronca con la Tradición de la Iglesia, atenta siempre a la necesidad del hombre de expresar externa y comunitariamente las más íntimas realidades y sentimientos de su espíritu. Perfectamente resume este pensamiento, y ha de servir de colofón, la frase que el famoso Abad Suger hizo grabar en el frontispicio de su Basílica de Saint Denis de París: Mens hebes ad Deum per naturalia surgit (“la torpe mente se eleva a Dios por medio de las cosas naturales)61.

BibliografíaALDAZÁBAL, J.: Gestos y símbolos, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona 1989, pp. 49-54.ALONSO FERNÁNDEZ CHECA, J. F.: Diccionario de Alquimia, Cábala y Simbología, Trigo, Madrid 1995.AZCÁRATE, A.: La flor de la liturgia, Abadía de San Benito, Buenos Aires (Argentina) 1951, pp. 115-118.CAVAGNA, J.: La liturgia y la vida cristiana, Luis Gili, Barcelona 1935, p. 73.CIRLOT, E.: Diccionario de símbolos, Siruela, Madrid 1997.DE HERDT, P. J. B.: Sacrae liturgiae praxis juxta Ritum Romanum, Barcinone 1865, nº 163, pp. 292-7.GARCÍA BONAÑO, M.: Curso de Liturgia Romana, BAC, Madrid 1961, pp. 216-8.GOMÁ TOMÁS, I.: El valor educativo de la liturgia católica, t. I, Rafael Casulleras, Barcelona 1945, pp. 453 s.JUAN PABLO II WOJTYLA: Caeremoniale episcoporum, Vaticano 1985. Cit. C. E.

61 PÉREZ DE URBEL, p. 15.Simbolismo cristiano de los colores Página 10

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