el sentido del humor en el cocodrilo rojo de eduardo liendo

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UNIVERSIDAD DE CARABOBO AREA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN MAESTRIA: LITERATURA VENEZOLANA EL SENTIDO DEL HUMOR EN EL COCODRILO ROJO DE EDUARDO LIENDO Autora: Alicia Rumbos Tutor: Dr. Jesús Puerta. Trabajo presentado ante el Ärea de Estudios de Postgrado de la Universidad de Carabobo para optar al Título de Magister en Literatura Venezolana Valencia, Julio de 2000 RESUMEN EL SENTIDO DEL HUMOR EN EL COCODRILO ROJO DE EDUARDO LIENDO Autor: Alicia Rumbos Tutor: Jesús A. Puerta El presente estudio explora en el manejo del humor presente en El Cocodrilo Rojo del escritor caraqueño Eduardo Liendo. En tal sentido intentamos: ubicar al escritor dentro de la modernidad literaria en Venezuela; definir el humor como un valor estético de la modernidad; establecer los elementos compositivos del cuento como género moderno y el encuentro con el humor en la construcción de la modernidad; examinar el recurso humorístico en obras significativas del cuento

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Page 1: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

UNIVERSIDAD DE CARABOBO

AREA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

MAESTRIA: LITERATURA VENEZOLANA

EL SENTIDO DEL HUMOR EN EL COCODRILO ROJO

DE EDUARDO LIENDO

Autora: Alicia Rumbos

Tutor: Dr. Jesús Puerta.

Trabajo presentado ante el Ärea de Estudios de Postgrado de la

Universidad de Carabobo para optar al Título de

Magister en Literatura Venezolana

Valencia, Julio de 2000

RESUMEN

EL SENTIDO DEL HUMOR EN EL COCODRILO ROJO

DE EDUARDO LIENDO

Autor: Alicia Rumbos

Tutor: Jesús A. Puerta

El presente estudio explora en el manejo del humor presente en El Cocodrilo

Rojo del escritor caraqueño Eduardo Liendo. En tal sentido intentamos: ubicar al

escritor dentro de la modernidad literaria en Venezuela; definir el humor como un

valor estético de la modernidad; establecer los elementos compositivos del cuento

como género moderno y el encuentro con el humor en la construcción de la

modernidad; examinar el recurso humorístico en obras significativas del cuento

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moderno en Venezuela y por último identificar la ironía como un recurso textual

utilizado en la creación del efecto estético-humorístico en algunos relatos de El

Cocodrilo Rojo. Para lograr los objetivos expuestos nos apoyamos en la concepción

teórica del cuento moderno, formulada por Edgar Allan Poe en el Método de la

Composición (1.846); en los fundamentos sobre el cuento expresados por Antón

Chéjov en sus Cartas sobre el cuento (1924); en el concepto del lector implícito

propuesto por Umberto Eco en Lector in Fábula (1.981) y en la noción de juego

desarrollada por Jesús Puerta en El humorismo fantástico de Julio Garmendia. El

ejercicio crítico lo desarrollamos de la siguiente manera: en primer lugar realizaremos

un recorrido por la literatura moderna en Venezuela, destacando obras cuentísticas

relevantes en las distintas épocas; seguidamente revisamos el humor y su incursión en

la literatura occidental, deteniéndonos en su fisonomía como valor estético de la

modernidad; a continuación indagamos en el perfil del cuento y el humor,

estableciéndolos como fundadores de la modernidad literaria; posteriormente

exploramos en el humor como recurso ficcional del cuento moderno en Venezuela,

destacando su experimentación y transcendencia a través de la cuentística de Pedro

Emilio Coll, Julio Garmendia, Alfredo Armas Alfonzo, Luis Brito Garcia y Eduardo

Liendo. Finalmente examinamos la ironía como estrategia textual de algunos cuentos

de El Cocodrilo Rojo y su efecto estético-humorístico en su reconstrucción por parte

del lector.

INTRODUCCIÓN

Ante la crítica, Eduardo Liendo se inscribe dentro del grupo de escritores de

mayor incursión en las posibilidades de la ficción literaria, propias de la modernidad.

Los ejercicios de análisis en las voces de Armando Navarro, José Napoleón Oropeza,

Orlando Chirinos, Alexis Márquez, Jesús Puerta, Gabriel Jiménez Emán, entre otros,

definen su estilo bajo una prosa desnuda, donde subyace el recurso textual

humorístico, con todas sus variantes. El doble, la alienación urbana y la soledad como

obsesiones temáticas y el manejo de técnicas vanguardistas complementan el tejido

Page 3: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

narrativo del escritor, para ubicarlo en la primera línea de la Literatura Venezolana,

sitio que ha conquistado agregaríamos por la visión irónica de la realidad propuesta

en su obra y que se implanta como la filosofía del hombre moderno y por sus

significativos aportes en la construcción de una consciencia estética, crítica y

emancipadora del hombre.

Eduardo Liendo, esencialmente narrador, cuentista y novelista y uno de los escritores

más leídos de la actualidad, nace en Caracas en el año de 1.941.

Ha publicado las novelas: El Mago de la Cara de Vidrio (1.973), Los Topos

(1975), Mascarada (1.978), Los Platos del Diablo (1.985), Si yo fuera Pedro

Infante (1.989), Diario del Enano (1.995) y la serie de cuentos “El Cocodrilo

Rojo” publicada en 1.987. Ha recibido tres importantes galardones, el Premio

municipal de Literatura del Distrito Federal, el del Consejo Nacional de la Cultura y

el Premio Pedro León Zapata.

Una vasta experiencia literaria, construida a partir de sus lecturas al legado

vanguardista y las convicciones políticas y sociales de sus años más jóvenes,

consolidarán la forma de la obra Liendana. “Yo soy un escritor en el que confluyen la

calle, la cárcel y la biblioteca” (1.994), afirmaba en una de sus conferencias. Así

encontramos en toda su creación, indicios evocadores de un pensamiento combativo

por un lado y por el otro el juego formal de elementos ficcionales de avanzada.

Su primera publicación El Mago de la Cara de Vidrio (1.973), aparece en una

década de grandes búsquedas en la literatura venezolana. Los espacios de reflexión y

creación ofrecidos por las revistas: Tabla Redonda, Crítica Contemporánea, Sardio,

El Techo de la Ballena y más tarde por los talleres Calicanto, en los cuales participa

Liendo, son el trampolín de la irrupción de los recursos utilizados en el arte de contar

desarrollado hasta la época: Mundos insospechados, personajes de compleja

existencialidad, técnicas y estilos de abordaje experimental y múltiples dimensiones

temporales y espaciales, son el resultado del trabajo literario de esta década y que se

expresa en El Mago de la Cara de Vidrio, conocida por su transcendencia estética y

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social y por su alta proyección en el campo lectoral que se traduce en la venta de más

de 100.000 ejemplares.

Con claras reminiscencias quijotescas, El Mago de la Cara de Vidrio nos

cuenta en la voz de Ceferino, personaje protagonista, la historia de una familia

enajenada, a causa de los estragos que le ocasiona la influencia de la televisión, Mr

T.V. termina transgrediendo el más noble de las órdenes familiares e instaurándose

como el instrumento normador de comportamientos familiares y sociales antagónicos.

Elocuencia y locura se funden para entregarnos una atmósfera narrativa que nos

recuerda el discurso paródico cervantino.

En Los Topos (1.975), la historia descansa en el testimonio de los años de

cautiverio vividos por el escritor. Los Topos construyen un túnel en busca de la

libertad, asumida posiblemente a través de dos líneas: como la salida de la cárcel y

como la utopía socialista.

Continúa su trayectoria literaria con Mascarada (1.978). Como su título nos

sugiere es un juego con las máscaras. La angustia y ansias por la

supervivencia impulsa al personaje a usar distintos antifaces o yoes para

enfrentar un mundo de apariencias y falsos valores. El disfraz acentúa y alivia

las incertidumbres existenciales del personaje, así como expresa la vigencia de

esta obra.

Los Platos del Diablo, publicada en 1.985, ganadora del Premio

Municipal y llevada al cine venezolano, cuenta la historia de un plagio

literario. La impotencia creadora de la cual se trata, según el mismo autor,

desencadena el plagio y aun más la búsqueda del otro, que finalmente se decide

bajo el infortunio propio de la novela policial.

El Cocodrilo Rojo (1.987), única experiencia del escritor en el relato breve,

es una serie de veinticinco cuentos, algunos de dos y tres líneas y elaborados

dentro de un ambiente citadino, que ilustran en extractos las obsesiones del

escritor. Técnicas del relato moderno, el desarrollo de las posibilidades del

lenguaje humorístico, irónico paródico y fantástico y la revelación de una

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metateoría sobre la ficcionalidad literaria, caracterizan estos cuentos que

diversifican y amplían el campo de acción de Liendo.

Continúa su trabajo literario con la publicación de Si yo fuera Pedro

Infante en 1.989, una novela cuya inspiración es el ídolo de la canción ranchera,

mitificado por el pueblo mexicano. El tejido novelístico narra la historia de Perucho

Contreras, personaje protagonista que instigado por el estrepitoso ruido de una alarma

de automóvil (imagen que abre la narración) se contempla en el despojo existencial

que deja en su humanidad la espera y la soledad y se vuelca en una experiencia

onírica que encarna en el deseo de ser Pedro Infante. Desde allí describe su pasado,

así como la vida y muerte del ídolo que se convierte en el eje temático de la novela.

La nostalgia por el cine mexicano, el eco de multiplicidad de voces, el juego con los

dobles y un tiempo pluridimensional como elementos compositivos fundamentales, se

conjugan en la reconstrucción del mito del cantor popular.

En Diario del Enano publicada en 1.995, se narran las disímiles experiencias

vividas por José Niebla. Transmutado por el juego con los apellidos, nuestro

personaje se realiza en episodios oníricos a través de múltiples tiempos y espacios

hasta perpetuarse en la figura de José niebla, cuyos actos se configuran como una

sátira al poder.

La doble perspectiva narrativa José Niebla Vs el enano y reminiscencias míticas

de la tradición artística e histórica pueblan los motivos narrativos de este viaje

fantástico, contado a través de un lenguaje articulado por breves ráfagas de

erotismo y leves formas del humor.

De estas ideas iniciales se deriva el siguiente ejercicio crítico, el cual pretende la

exploración en el humor de El Cocodrilo Rojo, conjunto de relatos, que a nuestro

juicio, muestra un gran despliegue de éste como recurso ficcional literario.

En tal sentido nos apoyaremos en la propuesta teórica de Umberto Eco

desarrollada en Lector in fábula (1981); en la noción de juego de Jesús Puerta

expresado en El humorismo fantástico de Julio Garmendia (1991) y en la tesis

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sobre el cuento moderno, formulada por Edgar Allan Poe en el Método de la

Composición (1846) y por Antón Chéjov en sus Cartas sobre el cuento(1924).

Nuestro ejercicio se iniciará con un breve recorrido por los grandes momentos de

la literatura en Venezuela, destacando autores y obras cuentísticas que signaron

distintas épocas; a continuación revisaremos el humor y su desarrollo en el ámbito

literario moderno; seguidamente indagaremos en el perfil del cuento y el humor con

miras a descubrir posibles identidades y encuentros en la construcción de la

modernidad; posteriormente exploraremos en el humor como recurso ficcional de la

prosa breve en Venezuela.; su significación, particularidades y transcendencias, la

ilustraremos a través de un acercamiento a la cuentística de: Pedro Emilio

Coll, Julio Garmendia, Alfredo Armas Alfonzo y Luis Brito García. Finalmente

examinaremos algunos relatos de El Cocodrilo Rojo, haciendo especial énfasis en

los procesos textuales de la ironía y la reconstrucción del sentido del humor en el

campo del lector.

CAPÍTULO

UNA NUEVA VOZ EN LAS LETRAS VENEZOLANAS

I.- Contrapunto y un intento de modernidad.

La historia y crítica de la literatura venezolana han calificado y difundido los

orígenes de ésta como la expresión natural de una época marcada por el pensamiento

independentista. Una literatura nacional que expresara las ideas de restablecimiento y

progreso de la nueva república, se definió como el objetivo de nuestros primeros

escritores.

A partir de la aparición de la Peonía (1890) de Manuel Vicente Romero

García, considerada por los críticos como la primera novela venezolana, la narrativa

se nos muestra a través de la imposición de un modelo literario, variante del

romanticismo español, acentuadamente costumbrista, donde sus elementos

compositivos se deshacen en el retoricismo político e ideológico que la estructura y

que, a excepción de la obra de Teresa de la Parra, Julio Garmendia, Guillermo

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Meneses y Enrique Bernardo Nuñez, arrastró nuestra literatura hasta

aproximadamente 1.929 con la publicación de Doña Barbara de Rómulo Gallegos.

A finales de la década del 40, Venezuela se debate política y socialmente en una

convulsión que en sus raíces prometía cambios sustanciales. Rómulo Gallegos intenta

un régimen democrático que derroca la dictadura encabezada por Marcos Pérez

Jiménez. En medio de este clima surge de los ideales de un grupo de jóvenes, un

movimiento con pasos trascendentales, cuyas creaciones van a marcar el quehacer

literario en Venezuela. Encaminados, en su gran mayoría hacia el cuento como el

laboratorio de sus experimentaciones, este grupo de jóvenes encaran el arte de narrar

con principios fundamentados, donde va a prevalecer: el rechazo hacia el

tradicionalismo y la imposición de un modernismo con proyección universal. Rosa

Nieves explica donde reside su importancia:

El grupo adquiere la significación de un nexo entre

generaciones, pero su importancia en el árbitro literario se

manifiesta, más bien por la promoción que dieron a la

renovación de la literatura en el país, en ese deseo de incorporar

un sentido más contemporáneo y universal, y a la vez por un

intento de fusionar las propuestas en una necesaria relación con

lo histórico (1985, p.28).

Este grupo autodenominado Contrapunto lo integran: Antonio Márquez Salas,

José Ramón Medina, Eddie Morales Crespo, Héctor Mujica , Heriberto Aponte,

Ernesto Mayz Vallenilla, Juan Manuel González, Oswaldo Trejo, Alfredo Armas

Alfonzo, Luis Colmenares, Oscar Guaramato, Humberto

Rivas Mijares, Sergio Antillano, Alí Lameda, Alarcón Fernández, Aquiles

Nazoa, Gustavo Díaz Solis, José Luis Salcedo Bastardo y Pedro Lhaya; sus

creaciones las publican en una revista con su mismo nombre y siguen ejemplos

literarios extranjeros adoptando en su escritura modalidades que en Europa se

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imponían. Con su actitud y labor despierta el modernismo en las letras venezolanas,

lo que vino a completar el trabajo que escritores como Julio Garmendia, Teresa de la

Parra, Guillermo Meneses y Enrique Bernardo Nuñez habían iniciado.

Con el citado movimiento, se creaban nuevas posiciones en el arte de contar:

un lenguaje mágico, una detención o prolongación del tiempo y un enfoque

abstracto del pensamiento. Según José Fabbiani Ruiz: “se declaran enemigos de lo

rural y tratan de hacer del subconsciente el paisaje preferido de sus obras”. ( 1977,

p.117).

Si hacemos alusión a los estilos de mayor trascendencia, podemos comenzar con

Antonio Márquez Salas (1919), quien es a nuestro juicio quien lleva el timón del

grupo. Creador de un conjunto de narraciones breves, cuya forma devela uno de los

estilos más sorprendentes de nuestro quehacer literario. Fue galardonado con tres

premios del concurso de cuento de El

Nacional con El hombre y su verde caballo (1948), Como Dios (1952) y Solo en

campo descubierto (1964).

Sus producciones son relatos donde la estructura se impone dentro de una nueva

manera de contar. Aunque tienen un fondo rural, tradicional, son hilvanados con una

técnica que consiste en incursionar en el tiempo interno del personaje y contar desde

allí sus más delirantes conflictos humanos. Por otra parte existe en los cuentos de

Márquez Salas una exhuberante simbología, donde el símbolo se despoja de sus

misterios para revelarnos las más controversiales y novedosas significaciones.

Andrés Mariño Palacios (1927), la estrella fugaz del grupo, pues su existencia

está signada por una temprana partida. Es considerado prodigio intelectual de la

época. A los 19 años escribe su primer libro El límite del hastío (1946), un volumen

de cuentos; no obstante, es el precursor de la novela urbana en Venezuela. Con un

estilo muy cercano al de Thómas Mann (1875), refleja en sus creaciones la urbe con

su turbulenta existencialidad.

Alfredo Armas Alfonzo (1921), cuentista por antonomasia, construye sus relatos

usando como materia prima la memoria de un pueblo. En el viaje hacia su forma

Page 9: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

como escritor, podemos decir que tenemos a un Armas Alfonzo que va de un crudo

realismo, enmarcado en lo criollista, en el tema de la tierra a un Armas Alfonzo de

temas expresados bajo una atmósfera de sutil ironía que perfila sus relatos como

mitificaciones del pueblo venezolano.

Oswaldo Trejo (1928), el más osado en experimentación formal, cuentista y

novelista y considerado dentro del movimiento como el más raro por sus extrañas

atmósferas. En sus inicios, el laberinto es el ambiente de los cuentos de Trejo. Sus

personajes, conflictivos por excelencia, son seres que buscan incesantemente su

complemento, enmarañados en su tiempo interno que se deforma en base a los

recuerdos, a las reiteraciones, a sus sueños. La imposibilidad de comunicarse los

convierte en seres solitarios que cavilan en la oscuridad en el silencio, en sus

miserias.

El universo de Trejo de sus últimas producciones se torna volcado en la intensa

búsqueda de la palabra, según críticos del arte de narrar, se perfila como un cosmos

donde el lenguaje es el protagonista y los personajes y la anécdota queda relegada a

un segundo plano. Así es considerado como el creador de un nuevo código literario.

Entonces, podemos definir la labor del grupo Contrapunto como el alba del

verdadero quehacer literario en Venezuela y cuyas huellas percibimos en los

escritores de la actualidad.

Reafirmando esto último, concluiremos con un aporte de José Ramón

Medina al respecto:

Contrapunto cumplió una etapa de extraordinario brillo en los

últimos tiempos. Agitó consignas que conmovieron el mundo de

nuestras letras. Trajo un soplo de renovación, de universalidad y

de impulso vital para su momento histórico. Intentó y logro

incorporar un sentido más contemporáneo para la obra literaria

en Venezuela. (1.981, p.248).

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II.- El techo de la ballena: Consolidación de una vanguardia.

En 1958, tras la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, Venezuela se ve

envuelta en una turbulenta esfera de incertidumbre. Con la iniciación de la

democracia presidida por Rómulo Betancourt, los grupos culturales que se

encontraban mancomunados en la clandestinidad, en su mayoría de izquierda

emergen jubilosos, y con la reinstitución de sus derechos emprenden la búsqueda del

desarrollo intelectual, integrándose en diferentes movimientos y revistas destinados a

la promoción de sus creaciones artísticas.

Entre estos movimientos y revistas que surgen podemos citar a Tabla redonda y

Crítica contemporánea y una de corta duración que sentará las bases de la renovada

vida intelectual. Se trata de Sardio que publica solo ocho números entre 1958 y 1961,

año en el cual desaparece debido a problemas políticos, generados por la aliación

ideológica de algunos de sus integrantes a la revolución que en Cuba se perpetraba.

El comité de redacción estuvo formado por Adriano González León, Luis García

Morales, Guillermo Sucre, Gonzalo Castellanos, Elisa Lerner, Salvador Garmendia,

Rómulo Aranguibel, Rodolfo Izaguirre y Ramón Palomares. Narradores, críticos y

poetas cuyos sueños serán la cuna del espíritu vanguardista.

Los jóvenes de Sardio hacen una revisión de las manifestaciones artísticas

anteriores y coinciden en el rechazo a los rasgos que habían debilitado nuestras

expresiones: el exceso de color local, de folklorismo, de fórmulas moralizantes. A

partir del afán de modernidad literaria y conscientes de las exigencias históricas del

momento se proponen la universalidad de la tierra venezolana, lo que hasta cierto

punto sería la continuidad del legado de Contrapunto.

En 1961 cuando Sardio se disuelve, algunos de sus integrantes se concentran en

la nueva revista y nuevo movimiento: El techo de la ballena, que en la historia de

nuestra literatura se revela como un movimiento artístico, producto de las diversas

controversias que genera la violencia de la época. Angel Rama aprueba la

transcendencia del grupo:

Page 11: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Tanto o más importante que esas condiciones estrepitosas, que

lo definieron como un estallido más que como una escuela o una

estética coherente, fue su capacidad para aglutinar por breve

tiempo a un conjunto de creadores jóvenes entre quienes se

contaron algunos de los narradores y poetas que habrían de

llevar a cabo la renovación literaria en Venezuela. (1975, p.29).

La mayoría de sus escritores se habían dado a conocer a través de la revista

Sardio y a estos se unieron poetas como Juan Calzadilla, Francisco Pérez Perdomo,

Efraín Hurtado, Caupolicán Ovalles, Dámaso Ogaz y Edmundo Aray, quienes

hicieron de sus manifestaciones artísticas, hitos centrales del movimiento.

Entre los años 1960 y 1964 se suscitan varios focos de protesta que actúan en

contra de la represión, encarnada por las fuerzas betancouristas. De allí que las

creaciones de los escritores de El techo de la ballena traten de ser voceros de esa

insurrección. De esta manera surge una literatura agresiva, de corte pesimista,

determinada por la crítica violenta o por el tinte del humor negro, como es el caso de

la poesía de Juan Calzadilla.

A pesar de que las circunstancias sociales del momento formaron a estos

escritores, su renovación estética se constituyó, además, bajo el influjo del dadaísmo

y el surrealismo, movimientos franceses que habían elaborado el patrón de la

literatura universal, 40 años antes en la vanguardia de la época y que los torna más

audaces en sus composiciones. La autenticidad del movimiento vanguardista

encarnado en este grupo de jóvenes radica en la toma de conciencia de la nueva

realidad y el estímulo necesario para su transformación.

Hacia 1968, año en que pareciera concretarse el rumbo pacificador del país, el

grupo se desintegra y cada una de sus figuras se dirige hacia el intento personal de

unificar su forma literaria. Así lo señala Rama:

Page 12: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Se produce, como antes en el surrealismo francés, el

reconocimiento tardío de sus naturaleza de literatos, que hacen

los integrantes del movimiento, decidiéndose a acometer esas

obras ambiciosas y realizadas que antes aborrecieron. Por lo

mismo, la dominante grupal de la primera época, deja paso a la

inclinación individual hacia el reconocimiento de la

especificidad literaria de cada uno y a la búsqueda de la creación

propia (1975, p.61).

Salvador Garmendia, más conocido por sus novelas que por sus cuentos, es el

creador de uno de los universos más hermosos de nuestra literatura. En 1966 publica

Doble fondo, en 1970 Difuntos, extraños y volátiles, sus dos volúmenes de cuentos.

En el relato garmendiano encontramos los fantasmas que le acompañarán

siempre. En primer lugar, puede decirse que la belleza se construye a partir de la

exhaltación de lo feo, las sensaciones que experimentamos son múltiples. Elaborado

con una metaforización que crea un mundo de asco, de repulsión que nos envuelve en

atmósferas morbosas, alucinantes, fantásticas y aunque juega con los puntos de

focalización narrativa, los personajes se sumergen en una introspección onírica donde

lo que cuenta es la línea sensual a la que son conducidos y donde el sentido del olfato

adquiere una misteriosa supremacía. Pareciera que Garmendia se propone provocar a

través de una deleitación morosa del lado visceral, una reacción nauseabunda por

parte del lector. El ambiente urbano por excelencia no armoniza con los personajes y

utiliza la cosificación y la humanización en sus producciones con instrumentos que

acentúan la corrupción, los desechos de la sociedad y el sentido del hombre como

basura.

Una sociedad de consumo destructora de los valores del hombre y un lenguaje

insinuante de múltiples y discrepantes sensaciones es el universo que cristaliza la

obra de este autor.

Page 13: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Adriano González León, uno de los escritores más auténticos, es el de mayor

despunte en el juego temporal. Viene de Sardio y publica una serie de cuentos en

1.957: Las hogueras más altas. Son seis relatos definidos por el tema telúrico con

sus caudillos y peones explotados. Estructurados por una compleja temporalidad,

ruptura que se perfila como un síntoma de la modernidad y que continúan nuestros

escritores más contemporáneos.

Estos cuentos son ejercicios de técnicas como el monólogo exterior y la

yuxtaposición de planos temporales y espaciales como un recurso exploratorio de la

estirpe humana. Los personajes son ahondados a través de una visión subjetiva y así

nos muestran un interior desolado donde los límites entre la vida y la muerte se

borran y se describen en medio de climas delirantes.

El techo de la ballena es el protagonista de uno de los pasos más importantes en

el camino de la construcción de una nueva conciencia estética que abrirá el horizonte

de la madurez literaria en Venezuela.

III.- La irrupción de los nuevos y la figura de Eduardo Liendo.

En los albores de la década del setenta nuestros escritores, expertos e inexpertos,

formados bajo el sello de los movimientos anteriores comienzan a publicar materiales

que arrojan como resultado el ingreso de una literatura testimonial y una de corte

combativo por el otro.

La literatura de índole testimonial nos entregará mundos donde se cuenta de un

modo personal, casi autobiográfico los incidentes de la lucha armada, de las guerrillas

urbanas y rurales que se hacen aun más vigentes con los resultados esperanzadores de

la revolución cubana. Esta literatura se manifiesta a través del género de la novela y

muchos la acreditan como una revolución desde las letras. Es lo que denomina

Orlando Araujo (1.988) la literatura violenta, cuyo gérmen temático a partir de la

segunda mitad de la década, será la inestabilidad social.

El cuento es el género literario más vigoroso de la contemporaneidad. El afán de

experimentar de nuestros escritores del texto breve en prosa, arroja estampas de una

visión universal de la realidad del hombre venezolano, lo que genera el despunte que

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en los últimos tiempo ha adquirido nuestra cuentística. Entre el cuento moderno brilla

el nombre de David Alizo por el mundo autónomo, urbano que sorprende por su

temática y las múltiples dimensiones de la ciencia ficción.

Otros destacan por la osadía en la experimentación formal. Tales son los casos de

José Balza (1.939) y Oswaldo Trejo (1.928). Sus ejercicios narrativos son universos

personales, donde rigen sus propias leyes estéticas.

Laura Antillano (1.950) incursiona en el mundo de la ficción a través de la

literatura testimonial forjando mundos plenos de cotidianidad con un lenguaje de tono

sutil, espontáneos y a veces melancólicos.

José Napoleón Oropeza (1.950) ahonda en la adjetivación y a través de su

despliegue nos sugiere diversas sensaciones, entregándonos múltiples rostros del

conflicto de la realidad del hombre.

Un ejemplo de literatura combativa o literatura para el pueblo es la de Eduardo

Liendo, uno de los escritores de izquierda que en la época de la insurrección,

lucharon en la clandestinidad. Formado bajo los principios marxistas donde se

concibe la sociedad de consumo y la mercantilización del hombre, propios del

sistema capitalista, como elementos destructores del estado de felicidad de éste.

Liendo extrae sus temas de esa concepción y así ingresan a su forma como escritor: la

alienación urbana, el doble como conciencia deseante y la soledad como obsesiones

temáticas. Ha escrito siete novelas y una serie de cuentos, los cuales revelan una

profunda conciencia estética y un lugar privilegiado en la historia de la literatura en

Venezuela.

CAPÍTULO II

EL PODER DEL HUMOR EN LA FICCIONALIDAD LITERARIA

La etimología de la palabra humor se identifica plenamente con el

temperamento. Según el Diccionario del Saber Moderno: La literatura desde el

simbolismo al nouveau roman, su origen está vinculado con la medicina:

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“El temperamento varía en los individuos de acuerdo con el

predominio de los humores: la sangre, la bilis, la atrabilis y la

hufa, humores relacionados con los cuatro elementos: el aire

(seco), el fuego (caliente), la tierra (fría) y el agua (húmeda)”.

(Gros Bernardy otros, 1.976, p.236).

Según esta afirmación, estos cuatro fluidos corporales, determinan la salud y

disposición de la persona, por consiguientes un exceso humoral puede ser la

causa de trastornos o alteraciones en el carácter.

En la época Isabelina se observan los primeros visos de la traslación de este

concepto al plano de la literatura. En las obras teatrales, los personajes se

caracterizaban por su humor dominante y se dividían en sanguíneos, flemáticos,

coléricos y melancólicos; categorización que determina la naturaleza cómica del

drama.

Aunque se le emparente con los orígenes mismos de la literatura en

occidente, manifestado en las raíces cómicas del carnaval y la comedia, el humor

garantizará su fisonomía como valor artístico–literario a partir de este gran

paso de la poesía dramática.

A fines del siglo XVIII, el humor como carácter deriva en el humor como

creación intencional. Paralelo a esta manifestación, en otros lugares de Europa, se

desarrollaba, aunque sin conciencia artística. No obstante, casi dos siglos antes, el

humor se configuraba en una línea más reflexiva que cómica en el Canal de la

Mancha: conjunción del arte y humor cervantinos.

En la primera mitad del siglo XIX con el romanticismo alemán, el humor se

expresó en la imaginación que pugnaba en contra de la imposición absoluta y el

agotamiento de los esquemas puramente formales de la literatura clásica. Se destacan

Lichtenberg y Jean-Paul Richter, especialmente quien sorprendió por su conciencia

estética en la creación de pasajes oníricos del vivir y que sirve de antesala a la

actividad literaria del surrealista. Segundo Serrano Poncela a propósito de su obra

Page 16: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

señala: “Es un escritor desconcertante, de difícil catalogación: en él se mezclan la

sátira, la ironía, el sentimentalismo, la apelación al inconsciente, la ambigüedad del

sueño” (1.971, p.451).

El realista conserva la tradición cómica de la comedia y la ironía

comedida del romántico, pero imprime un tono aun más irreverente al erigir la

ironía y utilizarla como elemento ficcional de mayor trascendencia. Donald Fanger al

exponer los rasgos del realista señala: “Todos los grandes realistas han sido

grandes ironistas que con mayor seriedad y pesar que sus colegas puramente

cómicos, trataron de desenmascarar las creencias sociales más santificadas”.

(1.967, p.18) y más adelante califica la ironía realista como un recurso tradicional

aplicado de una manera nueva.

En otras obras nos encontramos con lo grotesco, no como las figuras

alucinantes derivadas de la alienación y la locura, sino como un elemento

visionario de una realidad hiperbólica multiforme, depravada o

proporcionalmente rarificada: Consiste, según Boris Eyenbaum, citado por

Fanger: “en el jugueteo con las proporciones, es decir, en una manipulación

esencialmente cómica de la realidad, para construir un mundo nuevo e irreal

donde cualquier bagatela puede tomar proporciones verdaderamente

colosales”. (Ib, p.130). Lo grotesco como la exaltación de lo deforme, como

lo feo que en la subjetividad cobra dimensiones artísticas, esa extraña unión

entre lo repulsivo y lo festivo se ha realizado magistralmente en los cuentos de

Gogol y en toda la obra de Dostoievski, así como en escritores

latinoamericanos, especialmente en nuestro José Rafael Pocaterra, quien

ha recurrido a su extravagancia del sentido

Siguiendo la trayectoria del humor nos encontramos en el discurrir del siglo XX.

Extendido por toda Europa, desplegado en distintas facetas y acompañando la

amplitud que inicia la literatura en terrenos más modernos, se impone con auténticas

prácticas y teorizaciones.

Page 17: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Uno de los protagonistas en terrenos de reflexión teórica acerca del humor es

Mijaíl Bajtín, quien en su propósito de acercarse históricamente a la novela,

encuentra en lo cómico una de sus raíces. Bajtín señala la comicidad como una de las

creaciones del lenguaje novelesco de la antigüedad y de nuestros días, expresado en

la parodia y en la sátira y realizado a través del “plurilinguismo”. La irreverencia que

acompaña el inicio de la novela viene dado precisamente por la creación del lenguaje

de la risa, proveniente de los dialectos populares. En la construcción de la literatura

griega y romana se creaba la palabra seria, pero seguida a esta surgía la palabra

cómica, como su complemento “la forma directa, seria, parecía tan solo un

fragmento, tan solo la mitad del conjunto; la plenitud del conjunto solo se restablecía

después de añadir una contre-partie cómica de la forma respectiva. Todo lo que fuese

serio, tenía que tener, tenía su doble cómico” (1.975, p.426).

Lo cómico se concebía como la ridiculación de la forma seria, se burla el clero,

la iglesia, la erudicción, la gramática escolar y todo aquello que simbolizara lo

prescriptivo del comportamiento social, se hurgaba en sus aspectos cómicos, se

exageraba en su naturaleza. Los personajes extraídos de estratos inferiores, lucían

frágiles y elementales, lo que acentuaba el tono cómico de la forma. Estas formas

populares de la risa tenían sus momentos triunfales en épocas destinadas y

autorizadas para ello. De allí que Bajtin afirme: “la risa medieval es una risa festiva, a

ésta le estaba permitido casi todo” (1975, p.439). No obstante, este fenómeno, aunque

limitado, cumplió su cometido en el campo de la literatura. La risa y el plurilingüismo

medieval de relatos, juegos carnavalescos, parodias, comedia satíricas entraran con

buen pie a la novela y desarrollaran sus posibilidades de ficción.

El humor se inaugura bajo nuevas dimensiones en las cavilaciones de Baudelaire,

que desencadena grandes amenazas a sus inicios como generador de comicidad y que

servirá de marco formal y semántico de simbolistas y surrealistas. Para Baudelaire el

humor “es el placer aristocrático de desagradar” lo que supone un nuevo concepto del

humor que supera lo cómico y que se implanta como valor estético de la modernidad.

Page 18: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Umberto Eco en el ensayo Los marcos de la libertad cómica, en

Carnaval, ratifica y amplía la posición de Baudelaire partiendo de las

suposiciones Bajtinianas de lo cómico. Según Eco, lo cómico es comparable al

Carnaval, teorizado por Bajtin: es la violación de la regla, propia de la comedia y

complementaria del Carnaval, pero la transgresión es inherente al humor, de allí que a

su juicio este tenga un sentido más profundo:

El negocio del espectáculo con muy poca frecuencia muestra un

humor real. Con más frecuencia vende el carnaval. Cuando

aparece una pieza de humor verdadero, el espectáculo se

convierte en vanguardia: un juego filosófico supremo. Sonreímos

porque nos sentimos triste de haber descubierto, aunque solo por

un momento la verdad. Pero en este momento nos hemos hecho

demasiados sabios para creerla. Nos sentimos tranquilos y

calmados, un poco enojados, con un matiz de amargura en la

mente. El humor es un carnaval frío. (Eco, 1.992, p.19-20).

El carnaval supone la degradación momentánea de los valores, de una manera

festiva, festín que es regulado, por instrumentos de control social al establecerlo

como situaciones instantáneas limitadas (una liberación del espíritu que se da en

un pequeño espacio, una vez al año). En tal sentido afirma Eco: Sólo son

“claros ejemplos del reforzamiento de la ley” por lo tanto no hay “transgresión real”.

Friedrich von Schlegel, en 1.788, contribuye

en la construcción de este concepto de humor al señalar la reflexión como la esencia

de éste. Igualmente Víctor Bravo plantea la distinción entre humorismo y

comicidad. Lo cómico, apunta Bravo: “es el efecto de lo incongruente que

desencadena la risa; el humorismo es noción más englobadora, y supone,

junto al posible efecto de lo cómico, la distancia crítica sobre esa percepción de lo

incongruente” (1.997, p.132).

Page 19: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

La distancia crítica aleja el humor de lo puramente cómico y lo pone al servicio

del descubrimiento de lo degradado o de lo incongruente. Así el humor puede

contener elementos cómicos, pero lo cómico pocas veces puede generar efectos

humorísticos. Lo cómico engendra risa, no reflexión.

En tal sentido, es pertinente decir que el humor actúa: enfrentando los valores o

normas estéticas y sociales, precisando su anatomía, desmontando sus debilidades y

por último atacándolo a través de la implantación de otros de mayor contenido

humano. Su poder reflexivo y crítico le convierte en posible reconstructor de lo real-

social. En esta línea se puede hablar de la seriedad del humor. En el “Don Quijote”

cervantino, novela de humor, se transgrede la novela de caballería como valor

artístico, la antinovela que da como resultado, paradójicamente se instaura como la

novela moderna.

Entre las producciones de simbolistas y surrealistas, se construye quizá el humor

más serio de la literatura, sus oscuros motivos, su solemnidad, su acento fúnebre, le

otorgaron el calificativo de negro y permeará de un modo gradual toda la literatura

occidental. Lo elaboraron y proporcionaron Jonathan Swiff, como su iniciador y

André Bretón. Si el humor inicialmente provoca sensaciones de risa y compasión,

este tipo de humor se convierte en el medio para causar emociones antagónicas: como

risa y descontento, agrado y repulsión. Ante una sociedad que cae postrada por el

mutilamiento de sus edificaciones morales y sociales, resultado de los conflictos

sociales, surge el humor negro para explicitar, cuestionar las verdades posibles y

crear otras de auténtica proyección literaria y filosófica. Es un humor que desacredita

el entorno, a través de la unidad irreverente y cínica a las normas que niegan las

posibilidades de la existencia humana y donde la salida propuesta es la anulación

definitiva: la locura o la muerte. Según Marco Ristitch: poeta yugoslavo el humor

negro:

Es en su esencia una crítica implícita del mecanismo mental

Page 20: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

convencional una fuerza que extrae un hecho o conjunto de

hechos de lo que es dado como normal para precipitarlo en un

juego vertiginoso de relaciones inesperadas o surreales por una

mezcla de lo real y lo fantástico, fuera de todos los límites del

realismo cotidiano y de lo lógico racional, el humor, únicamente

el humor, da a lo que lo rodea una novedad grotesca, un carácter

alucinatorio de inexistencia. (1961. p.140).

Ristitch sugiere la potencialidad que cobra el humor en el movimiento

surrealista, en tal sentido sirve plenamente al cuestionamiento del arte y todas las

instancias sociales. Además el humor negro habita en el deseo, el sueño, la

imaginación. De allí se levanta insurgente perturbando todas las esferas sociales.

Según el propio André Bretón, el humor negro es un recurso intelectual y artístico

que debe prevalecer en la mirada reflexiva del hombre:

“Cada vez es menos cierto, teniendo en cuenta las

exigencias específicas de la sensibilidad moderna, que las obras

poéticas, artísticas, científicas, los sistemas filosóficos y

sociales, desprovistos de esa especie de humor, no dejen

bastante que desear, no estén condenados, con mayor o menor

rapidez, a perecer” (1.939, p.8).

Esa óptica estética, pregonada y practicada por el surrealista, se configura en la

negación que imprime al existir una anarquía patética, dada por la transgresión

humorística, arma que para el surrealista es la materialización de la libertad y que se

expresa precisamente en su autodenominación: un conjunto de calificativos

configurados con el prefijo anti” anti-capitalista, anti-objetivo, anti-cristiano con los

cuales se dan a conocer en el ámbito de la vanguardia europea.

La investigación literaria señala a Jonathan Swift como el iniciador del humor

negro. Sus creaciones son una respuesta certera y cínica a las instituciones sociales.

El humor negro en la obra de Swift teje un escepticismo frente a las instituciones

Page 21: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

sociales imperantes. En Una modesta proposición para evitar que los hijos de los

pobres de Irlanda no sean una carga para sus padres o su país y para hacerlos

útiles al público, el narrador propone que ante la imposibilidad de producción de

bienes y sobrevivencia que acompaña a los niños en su existir, éstos sean

consumidos como alimento:

Y es exactamente al año de edad cuando yo propongo que nos

ocupemos de ellos de manera tal que en lugar de constituir una

carga para sus padres a la parroquia a de carecer de comida y

vestido por el resto de sus vidas, contribuyan por el contrario, a

la alimentación, y en parte a la vestimenta de muchos miles.

(1.939, p.22).

Para Swift la solución es intempestiva. Seguramente nuestra respuesta se expresa

en una repugnancia visceral y finalmente la toma de conciencia de las imperfecciones

del sistema que rige la vida del irlandés y del hombre mismo.

En Latinoamérica las circunstancias que rodean el cultivo del humor moderno en

la literatura, vienen dadas por la proyección de las corrientes europeas de la

intelectualidad del grupo de escritores del llamado “Boom de las letras”; aunque con

un precedente en la figura de Julio Garmendia. En creaciones de Julio Cortazar, Jorge

Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Felisberto Hernández, Augusto

Monterroso y Alfredo Bryce Echenique, entre otros, está presente el humor como uno

de los elementos ficcionales más importante de sus experimentaciones. Según Víctor

Bravo, especialmente “Borges y Cortazar, Felisberto Hernández y Julio Garmendia

hacen una literatura en América Latina: la del absurdo como juego de la inteligencia

como simulacro a la vez festivo y escéptico, como derivación hacia las formas

leves del humor”. (1.997, p.108).

Con orientaciones que dejan plenamente demostrada la sensibilidad estética y el

interés en las manifestaciones vanguardistas, la literatura humorística venezolana, ha

Page 22: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

sido una variante de estas inquietudes europeas, propias de la modernidad. La

fisonomía de nuestro quehacer literario en materia de humor, muestra que tiene sus

raíces en la realidad histórica y cultural del país, y que en todo caso, los modelos de

vanguardia son un aporte del cual se nutren nuestras obras, y en tal sentido devienen

en correspondencias dadas por el influjo admitido universalmente en el campo de las

artes.

En consecuencia, el humor se constituye en un modelo visionario de mundos que

es incorporado por nuestros escritores en las más inusitadas recreaciones. Así lo

encontramos como soporte de la prosa de ficción de autores como Pedro Emilio Coll,

Teresa de la Parra, Alfredo Armas Alfonso y en los textos de Julio Garmendia, quien

es considerado como uno de los escritores más importantes de la literatura en

Venezuela.

Ahora bien, este intento de recorrer las distintas acepciones del humor,

proyección y matices en el quehacer literario occidental, sin discriminar

géneros, posiblemente ha mostrado pistas de análisis muy globales; no

obstante, necesarias en el ejercicio crítico que sostenemos. Resulta entonces

pertinente detenernos en el núcleo que nos ocupa: el cuento.

CAPÍTULO III

EL CUENTO Y EL HUMOR O LA CONSTRUCCIÓN DE LA

MODERNIDAD

El legado teórico.

El impulso modernizante que vive la sociedad en general en la primera mitad del

siglo pasado, se expresa en el cuestionamiento de la realidad estética existente más

que en cualquier esfera humana. Ello deviene en una nueva conciencia estética que se

asoma en el arte literario con las propuestas que sirven a la mirada reflexiva que

acompañará la incertidumbre del hombre y que se inicia según Jurgen Habermas con

la tarea del romántico:

Page 23: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

En el curso del siglo XIX, el espíritu romántico, que había

radicalizado su conciencia de la modernidad se liberó de

remisiones históricas específicas. Ese nuevo modernismo

planteó una oposición abstracta entre tradición y presente.

Todavía somos hoy, de algún modo, los contemporáneos de esa

modernidad estética surgida a mediados del siglo XIX. (1.989,

p.132).

Contrario al arte objetivo promulgado por la tradición literaria clásica, el

romanticismo, con su nueva actitud frente al arte, va a estremecerlo según Víctor

Bravo por la “valoración de la subjetividad”. Nuevas formas de asumir el arte se

despliegan, sin negar la belleza objetiva de éste, incluyen lo subjetivo y muestran

infinitas posibilidades artísticas, que derrumban la rigidez de la preceptiva clásica.

Habermas, al respecto, ha señalado: “la modernidad se revela contra la función

normalizadora de la tradición; en verdad, lo moderno se alimenta de la experiencia de

su rebelión permanente contra toda normatividad” (1.980, p.133).

El ser moderno se impuso con expresiones vanguardistas que en la reflexividad,

diversificaron las opciones estéticas, introduciendo una nueva concepción del

tiempo, la belleza de lo feo, de lo imperfecto, del caos. El humor y el cuento son

objeto de esa reflexividad del romántico. A partir de ella el humor se instaura como

concepción estética y el cuento como género literario moderno.

El cuento, por vez primera, es observado con miras a definirlo, categorizarlo y

establecer sus bases compositivas por el cuentista romántico Edgar Allan Poe. En su

Método de Composición, Poe señala el efecto como elemento a considerar por

encima de otros caracteres del cuento:

A mi modo de ver la primera de todas las consideraciones debe

Page 24: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

ser la de un efecto que se pretende causar. Teniendo siempre a la

vista la originalidad (porque se traiciona a sí mismo quien se

atreve a prescindir de un medio de interés tan evidente y fácil),

yo me digo, ante todo: entre los innumerables efectos o

impresiones que es capaz de recibir el corazón, la inteligencia o,

hablando en términos más generales, el alma, ¿Cuál será el

único que yo deba elegir en el caso presente?. (1.846, p.2).

La originalidad, para Poe, reside en la creación singular del efecto, más que en la

novedad de la anécdota. La brevedad es condición necesaria para la creación del

efecto, elemento que además, es inherente solo al relato breve. Así lo manifiesta Poe

en su análisis frente a la novela: “En conjunto, la obra toda, a causa de su extensión

excesiva, carece de aquel elemento artístico tan decisivamente importante: totalidad o

unidad de efecto” (1.846, p.3).

La intensidad, así mismo es elemento decisivo en la búsqueda del efecto y viene

dada por la brevedad que exige el cuento, la cual supone la omisión de artificios

estéticos que no sean determinantes en la construcción de la anécdota y que Poe

confiere al ámbito del poema. En ese sentido la brevedad acentúa la intensidad del

efecto.

Poe sistematiza en esta teoría los elementos constitutivos del cuento oral. De

igual manera lo practica en su cuentística plagada de momentos dramáticos, cruciales

o importantes en la vida secreta del hombre, con finales impensados, que aún

conociendo su recurrencia temática, cada final dejará un nuevo signo de terror, de

angustia, de impotencia ante la implacable realidad, en la emoción y mente del lector.

El precedente histórico literario que dejará Poe en su intento por definir el cuento

moderno queda sentado en la imbricación de la brevedad, y el efecto estético, así

como en la verdad, concebida como la verosimilitud de la anécdota, como elementos

artísticos que posteriormente serán objetos de profundas controversias. Tal vez la

Page 25: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

teoría del efecto poesiano sea el único que se mantendrá como verdad universal en la

concepción y recepción del cuento moderno.

Antón Chéjov, importante dramaturgo y cuentista propone una reflexión teórica

que replantea y amplía la visión de Poe. Chéjov concentra sus postulados en el

momento narrativo, quizá en un intento por desplegar la verdad, uno de los objetivos

del cuento para Poe, y propone el desarrollo de situaciones cotidianas. A diferencia de

Poe, que sugiere y centra los motivos narrativos del cuento en escenas de crisis en la

condición humana, Chéjov piensa: “Que todo sea en escena igual de complejo e igual

de sencillo que en la vida. La gente está almorzando - almorzando y nada más – y,

entre tanto, cuaja su felicidad o se desmorona su vida”. (1.924, p.64)

Chéjov subraya el efecto, pero considera la posibilidad de invertir la intensidad

de éste. Mientras que Poe propone la construcción gradual de la intensidad en giros

narrativos ascendentes hasta lograr el clímax del cuento y producir el impacto en el

lector, Chéjov incita y practica inicios intensos con finales “pianíssimos”, sin que esto

ponga en tela de juicio la originalidad y universalidad del cuento como género

literario.

Así mismo, es significativo el carácter reflexivo que debe imprimirse al efecto

a causar. Según Chéjov al lector: “hay que impresionarlo y eso es todo; él se sentirá

entonces interesado y comenzará a reflexionar” (1.924, p.62). Esto se logrará a partir

de la creación de paisajes narrativos sugerentes, que no expliquen, sino que instiguen

las ansias de reflexionar en el lector.

Horacio Quiroga, maestro del cuento latinoamericano, plantea una tesis de éste

en su Decálogo del perfecto cuentista y en La Retórica del Cuento, que contiene

reminiscencias de Poe y Chéjov, aunque su práctica como cuentista, ilustra

claramente el influjo de Poe. Quiroga sostiene la brevedad como característica

natural del género, lo que resulta luego de su polemización acerca del cuento y

la novela. En tal sentido expresa: “Si no es del todo exacta la definición de

síntesis para la obra del cuentista, y de análisis para la del novelista, nada mejor

puede hallarse” (1.928, p.172).

Page 26: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

La brevedad debe concebirse como la consecuencia formal de la energía que

imprime, lo que llama Quiroga “la tensión al cuento”. Para el logro de ésta el

cuentista debe tener presente la linealidad. Se trata de construir el cuento a través de

una sola línea narrativa, cuyos motivos, a manera de hilos vayan perfectamente

unidos en la búsqueda de la tensión e impacto que se propone el autor. Para tal fin

este debe considerar dos pasos: dar con la palabra exacta y lograr la unidad en la

expresión de las ideas, pues tanto la primera como la última son determinantes en la

creación: “El arte de escribir consiste en hallar para cada idea, la palabra justa que la

expresa; y en disponer estas palabras con el summun de eficacia nacional” (1.966,

p.24). De igual manera Quiroga sugiere abstenerse de adornar con adjetivos, que en

todo caso pueden adjudicarse con mayor holgura a la novela y que Quiroga lo señala

en el sétimo mandamiento de su Decálogo: “No adjetives sin necesidad. Inútiles serán

cuantas colas adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él, solo,

tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo” (1.970, p.336).

Con respecto al cuentista Quiroga concentra su tesis en ciertas aptitudes que debe

poseer el que pretenda cultivar el género “la sobriedad y la concisión” de cuyas

capacidades emergerá un cuento de verdad.

Este horizonte conceptual del cuento moderno, nos plantea dos situaciones

determinantes: Su génesis ha provocado las reflexiones sobre la teoría y praxis de

todo el que hace cuento. Así es frecuente encontrar cuentistas que frente a sus

creaciones o dentro de ellas manifiesten sus posiciones sobre el cuento. Tales son los

casos de Julio Garmendia, Jorge Luis Borges, Guillermo Meneses, Julio Cortázar,

Luis Brito García y Eduardo Liendo, entre otros. Otra situación es el hecho de que

a pesar de los aportes que pueden ampliar o restringir las condiciones y poderes de

ficción de los elementos compositivos, en la trayectoria del cuento, se nos muestran

como constantes, aquellos postulados por Poe.

El cuento así, constructor y revelador de mundos posibles, se interna en las

facultades de la metáfora narrativa, donde el cuentista crea a través de la palabra

exacta el instante que se perpetuará en la memoria del lector.

Page 27: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

El humor es incorporado a los albores de la modernidad. Al celebrar la

imperfección y lo feo como reveladores de la belleza, el romántico apela al poder de

construcción y reflexivo del humor, que se va a realizar en la textualización de los

géneros narrativos, especialmente en el cuento. Las incertidumbres e incongruencias

de la realidad alimentarán la reflexividad del humor y en las entrañas del cuento se

convertirán en momentos estelares de la literatura. En este sentido podría decirse que

el humor se realiza en las esferas de lo sugerente reflexivo de que habla Chéjov o en

el efecto estético que particulariza Poe.

Baudelaire, instaurador de la modernidad, en el prólogo a la obra completa de

Edgar Allan Poe señala: “El autor de un cuento dispone de muchos tonos y matices

del lenguaje, tales como el razonador, el sarcástico o el humorístico”. (1.955, p. 65).

El humor se desarrolla en los juegos del lenguaje y encuentra su plenitud en los

procesos textuales de la ironía. La ironía, que antes del romántico se movía en los

campos de la retórica, se convierte en valor estético en el pensar crítico de éste y en el

lente de la visión del mundo de los narradores actuales. La negación de lo

supuestamente real lo implanta la ironía, mientras que la reconstrucción a través del

aliento reflexivo lo sugiere el humor. Los juegos del lenguaje creados por la ironía y

el efecto reflexivo del humor, no hacen sino instaurar el estado real del mundo. En

esencia, el mundo es irónico y así lo percibe la subjetividad de la conciencia estética

moderna. El humorista irónico sustrae esa esencia y la vuelve en el material narrativo

un eslabón de lo real.

El humor se desarrolla y transfigura en las posibilidades de ficción de la narrativa

breve. En la subjetividad y reflexividad de la modernidad estética, la conjunción de

estos valores artísticos: el cuento y el humor, guiarán de un modo significativo los

caminos abiertos de la literatura.

I- El humor y el cuento moderno en Venezuela.

Posiblemente el cuento sea el género narrativo más afortunado de la literatura en

Venezuela. A pesar del imponente influjo ejercido por el modelo español que plagó el

texto literario de ideologías políticas y sociales y que costó casi un siglo agotar, el

Page 28: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

cuento resultó casi ileso, gracias a la conciencia estética de algunos escritores que con

sus experimentos se pusieron a la par de las vanguardias literarias, logrando

diversificar y universalizar el ámbito del cuento. En la incursión definitiva del cuento

moderno a la literatura nacional, fueron significativos los aportes de los que

publicaron en la década del 40, especialmente los provenientes del Movimiento

Contrapunto, y de los que participaron en los talleres de creación literaria de las

décadas del 60 y 70. De tal forma que el cuento entra tempranamente a los espacios

de la modernidad a través de las exploraciones de las técnicas acerca del tiempo y el

espacio y del lenguaje con la exploración de lo fantástico, lo grotesco, el humor, el

absurdo y la parodia, a través de los procesos textuales de la ironía.

Pedro Emilio Coll se cuenta entre los primeros escritores que explora en las

posibilidades del humor. Con El Diente Roto y Orpoponax publicados en 1.901,

propone una ironía que apunta a las formas amargas del humor. Con espíritu de

crítica de burla de las figuras políticas, artísticas e intelectuales de la época. A través

de un lenguaje regodeado en la ironía y el absurdo, logra plantear de una forma

exquisita y certera el cuestionamiento del ser. Blanco Fombona ha descrito la

naturaleza de su discurso y señala:

Coll gusta de asociaciones y disociaciones de ideas, a propósito

de cualquier nadería, no en tono solemne, campanudo y

dogmático sino con agilidad mental y travesuras ingeniosas, en

el más ameno lenguaje (1.917, p.59-60).

Así mismo, Guillermo Meneses descubre la presencia del humor en los cuentos

de Coll: “Fino, irónico, de grata habla criolla, elegante en su voluntaria simplicidad,

en su ausencia de adorno” (1.984, p.3).

Indiscutiblemente, la cuentística de Julio Garmendia se constituye en uno de los

ámbitos más importantes del cuento en Venezuela y Latinoamérica y de mayor

influjo en los cuentistas contemporáneos. Es el iniciador del cuento moderno en

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Venezuela, lugar que comparte con José Rafael Pocaterra y Guillermo Meneses. Por

primera vez en la pluma de estos narradores se dirige una mirada autorreflexiva de la

prosa de ficción breve, lo que abre la construcción de la conciencia estética que

madurará en creaciones posteriores.

Hallamos en La Tienda de Muñecos (1.927), su primer libro de cuentos, el

humor como un recurso de ficción, matizado en múltiples formas.

Orlando Araujo, en su mirada crítica a la obra de Garmendia, descubre toda una

tradición literaria del cuento y un discurso que adjudica a la herencia cervantina,

aunque con formas más sutiles del humor:

Pues de tanta lejanía viene Julio Garmendia con su tienda

insólita, con sus mundos imaginarios, llenos de gracia irónica,

flanqueados por el humor, penetrados por la bondad sonriente

de un hombre que se exila de la realidad para hurgarla

hasta su quinta esencia fabulosa, improbable, extraordinaria.

(1.988, p. 304).

Jesús Puerta, advierte en los ocho relatos de La Tienda de Muñecos, un humor

que, hermanado con la fantasía, determinan su estructura:

El humor que domina lo fantástico en Garmendia dirige su

burla al progreso, a los grandes discursos, a un rígido orden

social que muñequiza a los hombres; la ironía apunta a lo tenido

por sublime, que se cuartea aquí y allá disuelta en lo trivial. Se

elogia la mentira y se simpatiza con el diablo. Mentir sin

pestañear es el valor más alto por el cual se puede vender el

alma. La personificación del mal es un ser amable, discreto e

inteligente, de cortesía indulgente y pulcra, dialéctica,

Page 30: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

negociadora. Los valores están revueltos, invertidos. El mundo

está al revés. (1.991, p. 126).

El cuento ficticio revela la conciencia estética garmendiana. La invitación al

retorno de los cuentos azules, envuelve la anécdota, que no es más, que la reflexión

sobre el cuento como género literario. Con una prosa elocuente y sutilmente irónica,

Garmendia intenta desmitificar la concepción realista del relato, prefigurada en

Venezuela y expone todo un planteamiento sobre el cuento fantástico que sustenta su

narrativa. Para Víctor Bravo, El cuento ficticio es “un manifiesto de modernidad”.

Además sobre La Tienda de Muñecos señala: “Con la publicación de La Tienda de

Muñecos, lo fantástico, el absurdo y la levedad del humor, abren el horizonte de una

magistral literatura, la de sensibilidad moderna atravesada por la conciencia irónica”.

(1.997, p.107).

En el escritor Alfredo Armas Alfonzo, tenemos la muestra del uso del humor, de

un modo sustancial, dentro del Movimiento Contrapunto. Aunque en Los cielos de la

muerte (1.949) y Cresta del cangrejo (1.951), sus primeros libros de cuentos, se

percibe un tono grave o serio, en El Osario de Dios (1.969), expresa el mundo

geográfico y mítico del campesino enredado en pasajes irónicos contundentes que

lindan con las formas oscuras del humor. Así lo percibe Orlando Araujo: “Siento un

tono de humor y de ironía donde antes contemplaba un ojo más dramático y

tradicional”. (1.988, p.200).

Rajatabla (1.970) de Luis Brito García, es considerada como la serie de cuentos

de mayor resonancia de la década. Brito García con su expresión manifiesta hasta en

sus últimas consecuencias, la negatividad de la ironía. Sus cuentos los pueblan

seres anulados por sus imposibilidades de realización. Sus experimentalismos,

en materia de humor nos sugiere su predilección por este recurso estilístico, y sus

palabras en una de las entrevistas así lo confirman: “El humor es inteligencia y la

madurez de los géneros, puesto que es entonces cuando el género se cuestiona a sí

mismo (1.979, p.574).

Page 31: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Verónica Jaffé interpretando a Rajatabla señala:

...el tomar convencionales presupuestos de la realidad

sociocultural, normas, imágenes, ideas del contexto de la praxis

vital contemporánea y jugar con ellos en formas realistas y

satíricas, fantásticas e irónicas, parece repetirse en la mayoría de

los textos de esta colección. (1.991, p. 102).

Eduardo Liendo es subrayado por la crítica como uno de los escritores de mayor

proyección artística de la actualidad. La narrativa de Liendo nos ofrece un mosaico de

artificios estéticos donde resalta la naturaleza múltiple del humor, que garantiza su

permanencia dentro de la modernidad. Buen número de críticos han hurgado en su

escritura y descubierto su obsesión por el tono irónico, humorístico de la prosa.

Alexis Márquez describe la actitud de Liendo frente a la obra de ficción:

En el caso de Liendo, la correspondencia entre su posición en la

vida y su obra literaria se manifiesta en el sentido

profundamente satírico de esta. Todo sus libros y demás escritos

poseen ese valor esencial con verdadero carácter definitorio. Y

aunque maneja hábilmente diversos recursos en función de

ese sentido satírico, su instrumento primordial es la ironía.

(1.985, p.11).

José Napoleón Oropeza en su acercamiento a la obra Liendana establece las

constantes temáticas y discursivas del escritor:

En 1.973, Eduardo Liendo publica “El mago de la cara de

vidrio”. Instaura con él, de la manera formal, la indagación de

Page 32: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

una de sus obsesiones: la crítica a la alienación urbana a través

de recursos alegóricos. En este caso toma el televisor como

personaje. Teje en torno a él una fábula en la cual la ironía, la

fantasía y el humor negro, establecerán las constantes que darán

forma a un universo, motivo de experimentación de obras

posteriores. (1.993, p.3).

Su única serie de cuentos, pues su mayor exploración ha sido en el tramado

novelístico, aparece en 1.987 con el título de El Cocodrilo Rojo. Es un libro donde el

juego con lo fantástico, con el humor, con la sorpresa y una síntesis propia de los

grandes del género devienen en veinticinco relatos de gran altura intelectual y

artística, que es donde finalmente se expresa el rigor del cuento en su composición.

El humor que se expresa en El Cocodrilo Rojo se realiza en sus profundidades

estéticas. Pareciera que la intención de Liendo es desarrollar su poder como elemento

artístico. Es un humor que se inicia como visor del verdadero rostro del hombre y

alcanza su cometido final al proponer otras realidades. Humor reflexivo que se debate

entre sus formas más leves y más graves. Se asoma tímidamente en la gracia ligera, el

chiste jocoso, la festividad, la sutileza, se torna sarcasmo, desenfado, burla en sus

formas amargas o ácidas hasta imponerse abruptamente en su forma espesa: el humor

negro, aquel que se enreda en el absurdo, en la paradoja, en la cosificación del ser, en

lo cruelmente realista.

La pluralidad anecdótica, recreada a partir de la vida del hombre citadino, se

revela en este libro, intenso por la reflexividad del humor.

CAPÍTULO IV

EL COCODRILO ROJO: EL JUEGO CON LAS MÁSCARAS

Y LA RECONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO

Desde que la literatura se construyera en campos del arte, la filosofía del

lenguaje, motor de su realización, se ha preocupado por fijar sus deslindes y

Page 33: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

esencialidades. De los preceptos de Aristóteles hasta las reconsideraciones de los

lingüistas y semióticos modernos: Saussure, Barthes y Lewis, entre otros, la palabra

como material artístico debe procurar engendrar deleite o placer en su destinatario, el

receptor o lector. Así la función de la literatura se centra en crear a través de la

palabra emoción estética. Este concepto referido a la utilidad del arte se ha mantenido

como uno de los grandes sedimentos ontológicos de la ficción, diversificados en

las innovaciones y estructuras volubles de los géneros.

Para tal fin, el artista literario forja la palabra en la creación de múltiples

significados partiendo del signo en tratamiento. Pierre Guiraud, en su interpretación y

comprensión del texto literario, desde los alcances de la semiótica ha señalado:

las literaturas crean mensajes-objetos que, en tanto que objetos

y más allá de los signos inmediatos que los sustentan, son

portadores de su propia significación y pertenecen a una

semiología particular: estilización, hipóstasis del significante,

simbolización, etc. (1979, p.14).

Thomas Pavel, bajo ésta referencialidad semiótica, así como la de los estudios de

David Lewis y Bárbara Herrnstein, especialmente, ha considerado este aspecto como

una de las convenciones de la ficción, la cual rige la actividad del lector en la

reconstrucción de los nuevos significados y la explica:

Esta convención regula la conducta de los lectores al

exigirles una participación máxima orientada hacia la

explotación óptima de los recursos textuales. La convención

de la ficcionalidad advierte a los lectores que los mecanismos

referenciales habituales, en su mayor parte, están suspendidos

y que, en lo que toca la comprensión del texto literario, los

datos externos tienen una menor significación que en las

situaciones de todos los días de modo que hay que examinar y

Page 34: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

almacenar cuidadosamente todo fragmento de información

textual. (1994, p.149).

La participación del lector se materializa en el juego que se plantea tácitamente

en la lectura del texto y que según Pavel, constituyen su marco, el horizonte de

expectativas donde el autor y el lector se desenvuelven. En el juego se realizan las

grandes novedades de la ficción, es la cuna de la renovación de las convenciones.

Jesús Puerta examina la noción de juego en la narrativa de vanguardia y explora

en sentido amplio y crítico su condición. Los textos literarios, según Puerta pueden

generar diversos tipos de juegos:

Ciertos textos nos invitan a jugar dentro de ciertas reglas. Nos

retan para que nos adelantemos a su desenlace, para que

demostremos nuestra habilidad e inteligencia. Otros textos nos

plantean un acertijo, nos preguntan sobre el referente de tal o

cual palabra o situación. Pero hay un tipo de juegos en los cuales

la incitación es a suspender las reglas de la lengua, a hacer girar

los significantes y significados en una loca deriva, a

desencadenar las oposiciones y desintegrar convenciones

(1991, p.115).

Esta variedad de juegos lingüísticos requiere de un lector avezado: provisto de

competencias lectoras que se correspondan con las exigencias participativas del juego

literario, de estrategias inferenciales, de expectativas modernas; un lector que aunque

use como referencialidad las convenciones establecidas en obras familiares, sea capaz

de contemplar la novedad de la convención en la reconstrucción del significado

propuesto y pueda abrirse a que se generen en él expectativas más altas en

experiencia lectoras siguientes.

Umberto Eco ha planteado teóricamente la posición implícita del lector en la

obra de ficción. Una obra de ficción debe preveer la participación activa del lector.

Page 35: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

En tal sentido debe ser abierta; es decir, contemplar espacios vacíos, que el lector

debe llenar para que se realice el efecto, y que en todo caso estará determinado por la

referencialidad estética y social del mundo del lector: “El texto está plagado de

espacios en blanco, de intersticios, que hay que rellenar; quien los emitió preveía que

se los rellenaría y los dejó en blanco”. (1.981, p. 144)

El texto así previene y propone al lector ciertos vacíos, a través de estrategias

textuales, que por el juego de los puntos de identificación dado por el horizonte de

expectativas y las estrategias de lectura que posee el lector se van cargando de

sentido hasta conformar el texto como objeto estético.

Wolfgang Iser, ha previsto otros tipos de vacíos. En la modernidad literaria, los

vacíos según Iser se han hecho múltiples. Dentro de estos existen aquellos vacíos

originados por las innovaciones estéticas que introduce el texto y que además, niegan

las presuposiciones literarias con respecto a la referencialidad de otros textos de

ficción. Así el vacío en el juego puede negar las convenciones que regían las

estrategias del lector dentro de la ficcionalidad y retar y dinamizar una

participación aún más activa del lector. Generalmente los vacíos que niegan las

normas se dirigen a los temas literarios o a las formulaciones del texto y obligan al

lector a una segunda lectura, utilizando estrategias distintas a las habituadas y así

poder contribuir en la reconstrucción del sentido del texto.

Partiendo del juego como medio de realización del texto literario y de las

estrategias textuales como generadoras de los intersticios o llamados a la

participación del lector, revisemos ahora la ironía como procedimiento estético

que en los juegos del humor se puede constituir en un elemento compositivo de

gran potencia en la garantía del lector implícito.

La ironía, usada en la antigüedad en las suposiciones y cuestionamientos de

Sócrates, como herramienta de acceso al conocimiento; es revisada e instaurada por el

romántico como valor estético y en la modernidad, se ha convertido en la óptica por

antonomasia de los mundos de ficción. En un sentido tradicional, Gayol Fernández,

define la ironía como “una figura que consiste en expresar lo contrario de lo que

Page 36: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

pensamos aunque dando a entender por el giro de la frase lo que en realidad

queremos manifestar ” (1952, p.177).

Siguiendo la línea de esta concepción, presentimos la ironía, como un elemento

perturbador e inconcluso en la comunicación con el lector, pues el signo lingüístico se

reviste de una doble significación: la que expresa la coherencia de los elementos que

estructuran la frase y la que se oculta detrás de ésta y que se devela como la verdadera

intención del autor. De esta manera la relación entre el significante y el significado es

muy imprecisa.

La vertiginosa experimentación en el tecnicismo literario inaugurado por el

romanticismo originó un progreso en la ironía como recurso textual, según Víctor

Bravo, sobre todo a partir de las teorías románticas de Friedrich von Schlegel, donde

se despliega como valor estético. De ser un elemento compositivo más pasa a

convertirse en el eje donde descansa la estructura del relato en obras elaboradas con

un lenguaje irónico donde en cada línea del discurso se dibuja una doble

intencionalidad. De allí que tengamos novelas o cuentos calificadas como irónicas.

Críticos motivados por esta nueva forma de contar, que atenta de una manera

abrupta en contra de lo literario canonizado, han intentado profundizar en su

naturaleza, canalizando su examen en el efecto que causa en el lector. Para Wayne

Booth, por ejemplo, la ironía es una figura intencionada donde la doble significación

es reconstruida por el lector en cuatro pasos:

Primer paso: El rechazo del significado lateral.

Segundo paso: Ensayo de interpretaciones o explicaciones alternativas.

Tercer paso: Toma de una decisión sobre los conocimientos o

Creencias del autor.

Cuarto paso: Elección de un significado o conjunto de

Significados de los que el lector pueda estar

Seguro. (1986, P.36,37 Y 38).

Page 37: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

En el análisis de Booth resalta la ambigüedad, inmersa en la significación dual

de la ironía (la literal y la supuestamente real), visión que acentúa la opinión de

Gonzalo Díaz Migoyo, quien nos dice que “la ironía es un procedimiento expresivo

consistente en dar a entender que no se dice lo que se dice, puesto que la expresión

irónica lo que principalmente no hace es dar a entender lo que dice”. (1984, p.50).

En función de estas dos acepciones podemos afirmar que la ironía se realiza en

una frase enmascarada dada por el enfrentamiento de dos sentidos: uno literal y uno

pragmático, donde este último deriva de la comunicación conceptual entre el autor y

el lector, quien ejerciendo su función de cómplice desentrañará el enigma irónico.

Bajo esa fisonomía e infinitas exploraciones, la ironía es elemento vital de

ficción en la narrativa contemporánea. Víctor Bravo descubre la ironía como esencia

de la estética de la modernidad:

La ironía como desenmascaramiento de las presuposiciones del

mundo se despliega en la estética (expresándose en el arte como

la revelación estética de las incongruencias) y en la filosofía (y,

podríamos decir, en todas las formas del saber) y se convierte de

este modo es rasgo fundamental de la modernidad. (1997, p.11).

Para Bravo la ironía se expresa en distintos procesos textuales que son: la

paradoja, lo absurdo, la parodia, lo grotesco, la alegoría y el humor:

La literatura moderna, partiendo de esas dos grandes

imantaciones (la identidad y la diferencia) ha desarrollado

diversos procesos textuales de la ironía: procesos de la

diferencia, como la paradoja y el absurdo que, en su capacidad

de refutación de lo real, abre la posibilidad de mundos

imposibles; y procesos de la identidad, como la parodia y lo

Page 38: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

grotesco, la alegoría y el humor, que, en una afirmación

paradójica de lo real, crean posibilidades expresivas, y

reconstrucciones de sentido, en el turbión mismo de la

negatividad. (Ib, p. 12).

La ficción ironica en El Cocodrilo Rojo se realiza en los juegos del humor. Son

cuentos que se desarrollan en escenarios narrativos, donde la palabra se disfraza

reiteradamente, violentando el ánimo del lector con sus continuas sorpresas y efectos,

así como proponiendo a éste, nuevas convenciones en la reconstrucción de la

anédocta a través de las diversas formas del humor.

La conjunción de lo paródico y lo absurdo se expresa en algunos relatos de la

serie. Lo paródico como negación y recreación a la vez del objeto parodiado, lo

percibimos en El Cocodrilo Rojo, cuento que da el título al volumen. El personaje

principal y narrador, un cocodrilo provinciano, llega a la ciudad en busca de

superación, donde vive una serie de incidentes atravesados por una atmósfera de

jocosidad que advierte al lector sobre el juego y su complicidad, desde el inicio del

cuento:

Me arrecha que me miren ¿qué me ven? ¿nunca habían visto un

cocodrilo? Todo el mundo viene y me molesta, me jalan por la

cola, me meten un dedo en la nariz. Si, lo hacen ahora después

que se me cayeron los dientes. Algunos dicen que estoy

loco, eso me desquicia y les grito: cocodrilo, cocodrilo,

cocodrilo ( Liendo E. 1987, p.13).

La capacidad construtiva del lector se activa para participar festivamente de las

viscisitudes del personaje, con las cuales se identifica a través de las miserias humanas

que encarna; no obstante, distanciado ante la degradación que le ofrece éste como

espejo de sí mismo, pues el personaje le ha invitado a reirse de sus soledades y a

descubrirse en la nostalgia del desarraigo en la condición repulsiva de un cocodrilo:

Page 39: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Ahora dicen que estoy loco, que vivo babeado, que se me fueron

los tapones; la verdad que está no es vida para un cocodrilo, yo

soy de arena y sol, me gusta sentarme en una piedra y que la

vista se pierda lejos, lejísimo, hasta donde la mirada se gasta en

el agua. En la palya soy igual a todos, igual a Amatista y a los

caracoles (Ib, p.16).

La parodia como crítica al éxodo y a la alienación urbana, oculta tras la máscara

festiva del humor, en la figura del hombre degradado por la naturaleza absurda de un

cocodrilo, se evidencia en este relato. Posiblemente el efecto en el lector comience con

esa animalización y termine en la enajenación de la cual es objeto el personaje, y en la

conmiseración y reflexión dados por el efecto del humor:

¡ Ay Amatista, esto está lleno de trampas para cocodrilos! Lo

peor es que ya no puedo regresar, se me perdió el camino, me

encandilan mucho las vidrieras del centro comercial, me gusta

subir y bajar la escalera mecánica aunque algún carajito me

tuerza la cola, para colmo ya hasta prefiero las salchichas a los

camarones. A veces pienso en regresar a la quebrada y esperar

las lluvias, perderme contigo en el gamelotal, escamarme en la

arena, volver a ser Ramón. Ya hasta miedo me da quitarme la

franela. A veces sueño que a las palmeras se las llevó el viento.

(Ib, p.17)

A través de la parodia, también se nos expone el cuestionamiento al protocolo

artístico, como es el caso de Ecuanimidad:

Pero hoy, respetables señores, ¿ qué demonios puedo hacer con

este galardon?. Además, ya me jode el complejo de culpa, debo

confesar sin tapujo que las fulgurantes tonalidades del amarillo

que tanto ha ponderado el jurado, se debe simplemente a que no

tenía otros colores para combinar, y toda la idea de Jirafa

Page 40: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

Brincando Mecate, que precisamente es lo más original, le

pertenece a Carmen Resignación y ella no está (Ib, p.76)

Un juego con el humor, tal vez de mayor exigencia participativa para el lector es

el Sintetizador, donde la ironía se encuentra en la construcción alegórica de la imagen

que encierra la anécdota. A nuestro personaje se le extravía algo que tiene que ver con

su cuerpo. Como lectores competentes, como apunta Eco, debemos seguir el juego de

imágenes, donde subyacen los indicios de reconstrucción y así develar lo que se le ha

perdido, que en ningún momento es revelado en forma literal por el narrador:

Es un instrumento delicado que responde a un principio

fundamental, es decir a un esquema básico. La elaboración de

una placentera vibración es la sintesis de sus tres componentes:

longitud o frecuencia, contenido armónico otimbre y amplitud

en el tiempo o cobertura (Ib, p.19).

De tal forma que nusestro personaje encara festivamente la pérdida y nosotros le

acompañamos placeteramente en una búsqueda sin hallazgo, lo que resuelve el final

del cuento.

El absurdo es otra experiencia que vivimos en estos relatos: el juego con la causa

o un efecto insólito y sobre todo la metamorfosis de algunos personajes, encuentra en

la ironía una de sus más significativas expresiones. El absurdo tal como lo señala

Bravo revela la incongruencia del mundo, recreado en mundos de ficción que se

realizan en el sinsentido. Unilateral, ilustra esta aseveración. El juego con el absurdo

se centra en la división paulatina del personaje, donde el efecto del humor se desplaza

hacia su forma sutilmente amarga:

Ella dijo así, tranquilamente, como quien le da un mordizco a

una manzana: “ No siento nada por ti, eso es...UNILATERAL”

y me partió la noche en dos pedazos (Ib, p.93).

La estética del absurdo en La valla nos ofrece un encuentro con un efecto

inesperado. Acompañamos al personaje en la realización de un deseo: saltar la cerca

Page 41: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

metálica que rodea la carcel donde se encuentra, y finalmente somos impactados por el

insólito destino de éste:

Al caer, sentí una súbita liberación. Me di vuelta para

despedirme, y apenas tuve tiempo de ver por un instante la

terrible mirada del puma que me apuntaba con el arma.

-lo siento – dijo antes de disparar- yo también esperé mucho

tiempo esta oportunidad (Ib, p.23).

De este modo, la reflexividad y crítica dada por la reconstrucción humorística, se

nos propone a través de la formas graves del humor, dejándonos atónitos frente al

sinsentido de la existencia y a la negación del ser.

Mención a parte merece ¿Quién mató a Sheerezade?, relato que nos muestra el

ideario estético del escritor en las ésferas del humor. La anécdota: condena y muerte

de Sheerezade, debido a lo estéril de su arte,es el pretexto del autor para cuestionar el

hermetismo en el discurso narrativo. Bajo un aire garmendiano, encontramos en este

cuento un texto de ficción que niega otras posiciones del arte y propone la reflexión

sobre el discurso narrativo a través de la mirada humorística de sí mismo y de la

valoración de la desnudez verbal:

...se limitó a repetir torrentes de pretenciosas palabras,

cantaditas al oido del rey. Ést, primero vaciló desconcertado,

tratando de descifrar el novedoso arte de su predilecta, pero

después comenzó a bostezar hasta que, finalmente,

decepcionado y aburrido prefirio encender el televisor (Ib,

p.107-108).

La trama novelesca un asunto pasado de moda. Los personajes

carecían realmente de interés y quizas, lo único que valía la pena

era la simple y descarnada palabra (Ib, p.107).

La narrativa breve de Eduardo Liendo, puede definirse bajo la mirada del juego

estético del humor. Las aflicciones existenciales del hombre de la ciudad, expresadas a

través de personajes mutilados en su esencialidad: metamorfoseados en la rebelion

Page 42: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

festiva y escéptica del humor, y resignados en la negatividad de la ironía, componen lo

anecdótico de estos cuentos.

El humor con sus mosaico de máscaras: la parodia, el absurdo y la alegoría como

estrategías textuales abren múltiples espacios que el lector competente llenará en el

juego de reconstrucción, o juego de identidades al descubrirse en los mundos que se

proponen. El desplazamiento de la risa a la reflexión conforma el poder en la ficción

de estos realatos: crisis y reconstrucción del sentido, donde subyace la conciencia de lo

real.

CONCLUSIONES

El arte de narrar en Venezuela madura en los disímiles y vigorosos estilos de

nuestros escritores a partir de la innovaciones y búsquedas de los movimientos,

revistas y talleres de la década del cuarenta. Bajo el legado de escritores que

tempranamente, con sus creaciones lograron traspasar las fronteras venezolanas y de

los movimientos de vanguardia que se imponían en Europa, los nuevos creadores, se

propusieron explorar la condición del hombre venezolano, a través de recursos y

técnicas de ficción, propios de la modernidad que se gestaba. La exploración en el

subconsciente como soporte temático y la incursión en las posibilidades artísticas de

los juegos con los focos narrativos, espaciales y en estrategias textuales innovadoras,

signaron la prosa de ficción de estos escritores, garantizando su protagonización en la

modernidad literaria en Venezuela.

La modernidad se inscribe en el cuestionamiento de la verdad, en la

incertidumbre de lo real. El hombre moderno se critica a sí mismo, se pregunta por su

esencia, por su destino. En este contexto la modernidad literaria expresa ese discurrir

incierto. Nacida en las extrañas del romanticismo, se recrea en las interrogantes sobre

lo estético y lo real.

El humor se funda en la rebelión del romántico. En el desplazamiento de lo

cómico a la reflexión se encuentra su esencia como valor estético. Con esta

fisonomía, se erige para comprometer y revelar las debilidades de lo real objetivo,

Page 43: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

instaurado como la verdad del arte en la preceptiva clásica. Así le hemos visto crecer

en la literatura en Occidente.

El cuento moderno, fundado por Edgar Allan Poe y nutrido con los aportes y

reafirmaciones de Antón Chéjov y Horacio Quiroga, ha fijado como dos de los

elementos compositivos de mayor importancia estética, la intensidad y el efecto,

donde posiblemente el humor tiene una de sus más grandes realizaciones.

En la intensidad donde se desenvuelve la metáfora narrativa se realiza la

negatividad de la ironía; el humor, en la reconstrucción sugerida por los intersticios del

texto y por el efecto del final. Así, en los juegos del humor, la ironía como proceso

textual,impulsa los espacios destinados a la participación del lector, que una vez

llenos, concretarán la rearticulación del sentido ficcional del texto.

Es importante destacar ese papel creador del lector en los juegos del humor, que

posiblemente reemplace a aquel lector, blanco impresionable de los juegos de la

narrativa grave. Un amplio manejo del humor con sus tonos y matices puede estimular

una mayor participación del lector. De tal manera que si hay lector implícito siguiendo

a Eco, sin duda es precisamente en los juegos del humor.

El cuento en Venezuela incursiona tempranamente en la modernidad literaria,

gracias a las múltiples exploraciones de nuestros escritores, surgidas a partir del

legado cultural de las grandes vanguardias.El humor como recurso artístico-literario,

producto de esas vanguardias se desplegó y ha madurado significativamente en la

prosa de autores como Pedro Emilio Coll, Julio Garmendia, Alfredo Armas Alfonzo,

Luis Brito Garcia, y Eduardo Liendo,quien con su serie de cuentos El cocodrilo rojo

ha protagonizado un gran momento del cuento moderno en Venezuela.

El humor en El Cocodrilo Rojo de Liendo se configura en distintas líneas y

máscaras a partir del despliegue textual de la ironía. Unos cuentos son articulados por

la parodia como El Cocodrilo Rojo y Ecuanimidad por ejemplo, donde el juego con

el humor aparece de una manera festiva, proponiendo un lector que participe

reconstruyendo el cuetionamiento en el discurso paródico, a partir de la reflexividad

del humor; otros se desarrollan en el juego con el absurdo, donde lo incongruente de la

Page 44: El Sentido Del Humor en El Cocodrilo Rojo de Eduardo Liendo

realidad, se manifiesta en la fragmentaciones del personaje y en los insólitos finales

que se desvían hacia las formas graves del humor, y donde el efecto como impacto,

que instaura Poe y la reflexión como final abierto que analiza Chéjov devienen en el

juego de recostrucción por parte del lector. Tales son los casos de La Valla y

Unilateral. Finalmente en otros relatos como El Sintetizador, la alegoría atraviesa la

anécdota, invitando al lector a un juego donde la consigna consiste en el rechazo

permanente del sentido literal y la reconstrucción de un sentido superior por la

ambigüedad de las imágenes.

En el análisis de los cuentos, hemos apelado al desarrollo de una mirada

imaginativa crítica y reflexiva, intentando la valoración estética de algunos relatos,

que por sus especificidades, nos han resultado representativos del fenómeno estudiado;

sin ánimo de apresarlos en categorizaciones que puedan comprometer la apertura a

exámenes posteriores. En tal sentido quisieramos que éste se instaure como una

descripción que se propuso ser sensible a las cualidades artísticas del sentido del

humor, en la sonrisa del cocodrilo.

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