el libro de los esnobs del duque de bedford (kailas editorial)

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    El libro de los esnobsdel duque de Bedford

    Por

     John, duque de Bedford

    En colaboración con

    George Mikes

    Nicolas Bentleyrealizó las ilustraciones

    Traducción deAlicia Frieyro Gutiérrez

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    KNF9

    El libro de los esnobs del duque de Bedford Título original: The Duke of Bedford’s Book of SnobsPublicado originalmente por Peter Owen Publishers, Londres

    © 1965, Chester Enterprises y George Mikes© 1965, de las ilustraciones: Nicolas Bentley© 2015, de la traducción: Alicia Frieyro Gutiérrez© 2015, Kailas Editorial, S. L.

      Calle Tutor, 51, 7. 28008 Madrid  [email protected]

    Diseño de cubierta, camisa y guardas: Rafael RicoyDiseño interior y maquetación: Luis Brea Martínez

    ISBN: 978-84-16023-84-4Depósito Legal: M-29609-2015

    Impreso en Artes Gráficas Cofás, S. A.

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni entodo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperaciónde información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotomecá-nico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sinel permiso por escrito de la editorial.

    www.kailas.eswww.twitter.com/kailaseditorialwww.facebook.com/KailasEditorial

    Impreso en España — Printed in Spain

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    Índice

    Observaciones preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    PRIMERA PARTE: TEORÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Esnobocracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17¿Qué es un esnob? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23Qué venerar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Un privilegio de todas las clases . . . . . . . . . . . . . 33Cómo no ser un par . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

    SEGUNDA PARTE: PRÁCTICA  . . . . . . . . . . . . . . . 47Macroesnobismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

    Sobre los nombres y los apellidos . . . . . . . . . . . . . 55Sobre los nombres de pila . . . . . . . . . . . . . . . . 61Una manera de hablar . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67Sobre el vestir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75Sobre los coches . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87Sobre las cenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93Sobre los deportes y el juego . . . . . . . . . . . . . . . 103Sobre las Artes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115Viajar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123Algunas observaciones curiosas . . . . . . . . . . . . . . 129Sobre las fiestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131Sirvientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139Sobre la Temporada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149Sobre la vida amorosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159Sobre la enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165En alza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171Sobre la humildad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

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    Observaciones preliminares

    H este capítulo Observaciones

     preliminares  en honor a mi ilustre colega, y

    predecesor en este campo, William MakepeaceThackeray, quien, como es bien sabido, inauguró

    «sus»  reflexiones sobre el tema bajo un encabezamientosimilar. Me considero admirador acérrimo de Thackeray comoel que más y agradezco que este problema del esnobismo fuesecapital en su filosofía: al fin y al cabo, su obra maestra, Laferia de las vanidades es, además de una gran novela, otro

    Libro de los esnobs. Con todo, no puedo estar de acuerdo conThackeray en lo que respecta a este asunto.

    En primer lugar, Thackeray trató todo el tema con de-masiada ligereza, por no decir con displicencia. En lo que aél atañía, no existía nada más importante que el esnobismo,de modo que su displicencia era, obviamente, un recurso yuna pose. Cualesquiera que fueran sus razones psicológicas,

    el caso es que su frivolidad resulta del todo inadecuada parael asunto.

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    EL LIBRO DE LOS ESNOBS DEL DUQUE DE BEDFORD

    Segundo, Thackeray no aprobaba a los esnobs, los atacaba

    y se burlaba de ellos. Cierto es que, como bien sabemos todos,tituló su libro El libro de los esnobs. Escrito por uno de ellos,pero lo que con tanto acierto se acordó de resaltar al principiodel libro, parece luego haberlo olvidado en el transcurso dela escritura. Escribió sobre los esnobs como si pertenecierana una especie aparte: como si algunas personas fueran esnobsy otras no. Ya puestos, uno bien podría escribir un libro so-

    bre «Personas que respiran» y son, por tanto, responsablesen parte de la contaminación del aire; o sobre «Personas quesudan» cuando corren o hacen un gran esfuerzo y condenarla sudoración como un hábito más propio de las clases bajas.Lo cierto es que todas las personas respiran y sudan; y quetodas las personas son esnobs. Oh sí, algunas sudan más pro-fusamente que otras; el ritmo de la respiración también puede

    variar. Pero todas sudan y todas respiran. De manera semejan-te, el esnobismo puede variar en grado; la calidad, intensidad,sentido y textura del esnobismo de las personas puede diferir.Pero, si no se es esnob, entonces no se es humano. Atacar a losesnobs es lo mismo que atacar a quienes respiran.

    En tercer lugar, el libro de Thackeray —por agudo y di-vertido que sea— es harto anecdótico, expositivo y carente de

    pretensiones científicas, incluso desde el punto de vista prácti-co. Como quiera que todos somos esnobs, es de justicia dedu-cir que un Libro de los esnobs no solo es un libro «sobre» losesnobs sino que debe ser, además, un libro «para» los esnobs.A la gente le gusta leer sobre sí misma y, en consecuencia, legusta leer sobre los esnobs. Sin embargo, no desea saber cuanmala y estúpida es, desea saber cuan buena y admirable es.

    Además, en tanto que esnobs, todos queremos progresar ennuestro esnobismo. No queremos que se nos insulte y ridiculi-

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    OBSERVACIONES PRELIMINARES

    ce; queremos ser esnobs de éxito. Queremos que nos instruyan

    y que nos preparen personas que tengan o, al menos, debierantener, mayor conocimiento.De modo que voy a mejorar a Thackeray. Les diré qué de-

    ben hacer y cómo han de comportarse si desean ser unos es-nobs de éxito y ascender en la escala social.

    Todo tratado científico que se precie arranca con las defini-ciones y el mío no va a ser la excepción. Antes de llegar a eso,

    no obstante, deseo abordar otro asunto: la difícil situación queatraviesan los esnobs en la sociedad de nuestros días. Muy po-cos son conscientes de que ser esnob hoy es incomparablemen-te más difícil de lo que lo era en tiempos de Thackeray. Estetriste cambio se debe a varios motivos, si bien principalmenteal marksismo. No al marxismo, el cual ha propiciado escasos,pero considerables, cambios tanto en nuestra forma de pensar

    como en nuestra forma de vida. Es más, tengo el placer deconstatar que el esnobismo está floreciendo en la mitad mar-xista del mundo tan alentadora y prometedoramente comoen la nuestra. Es a la familia Marks —la activa e influyentemedia naranja de Marks & Spencer y, en particular, el difuntolord Marks (antes sir, antes señor Simon Marks)— a la que merefiero. La significación social de Marks fue mayor que la de

    Marx, o por decirlo de otra manera: Simon fue un revolucio-nario más importante —y de mayor éxito— que Karl.

    En tiempos de Thackeray, distinguir a un caballero de untipo corriente y vulgar era un juego de niños. Si un hombretenía aspecto de caballero, era un caballero. Si una mujer lucíaun vestido caro, era una dama; si iba vestida con harapos, noera una dama. Y si ciertos bribones o fabricantes ambiciosos

    en ascenso lograban engañarle a uno con su apariencia, trai-cionaban su verdadero yo tan pronto como abrían la boca.

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    Las personas de clase alta hablaban el idioma de la clase alta;

    los cockney1

     hablaban supuestamente el mismo dialecto queSam Weller2, y las personas de entre las dos clases hablaban

    como deberían hacerlo las personas entre ambas clases. Pero

    ¿cuál es la situación hoy en día? La televisión está limando

    la barrera lingüística entre clases y cualquier persona con

    un mínimo interés en estos asuntos puede imitar el acento

    adecuado y hablar libremente como un locutor de la BBC.

    (O como uno de la ITV, que viene a ser casi igual de válido).Claro está que el acento no lo es todo y que el habla es mu-

    cho más. Pero si se tiene el más mínimo interés, cualquiera

    puede ir y comprarse ese utilísimo —y ciertamente indispen-

    sable— manual del profesor Ross, miss Mitford et al., No-

    blesse Oblige, y aprenderse las normas de la lengua refina-

    da o U-speech. Desde la publicación de ese célebre tratado,

    muchas personas preferirían morir antes que pronunciar laimperdonable sílaba cheers [salud] al alzar sus copas; prefe-

    rirían morir antes que decir note-paper en lugar de writing

     paper [papel de cartas] y jamás se dejarían ver limpiándose

    los labios con una serviette: debe ser una table-napkin [ser-

    villeta] , eso es así. De todo esto se deduce, como es obvio,

    que se está produciendo una filtración de los secretos de las

    clases altas y que cualquier persona de baja estofa bien puedehacerse pasar por par del reino si se aplica a ver la televisión

    y a estudiar el manual de miss Mitford.

    Los estragos que la Revolución Marksiana ha causado en

    el ámbito de la apariencia externa de las personas son aún

    1. Persona nacida en el East End de Londres, tradicionalmente de clase obrera. El

    término también se refiere al acento o dialecto inglés hablado por los londinenses de

    clase obrera. (N. de la T.)

    2. Sam Weller, personaje ficticio coprotagonista de Los papeles póstumos delClub Pickwick, de Charles Dickens, el cockney por antonomasia. (N. de la T.) 

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    EL LIBRO DE LOS ESNOBS DEL DUQUE DE BEDFORD

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    OBSERVACIONES PRELIMINARES

    peores. Hoy en día, ya no hay nadie que vaya por ahí vestido

    con harapos y, a no ser que uno sea un experto en tejidos yotros materiales (y ninguna persona refinada o U-person  loes), gracias al marksismo uno ya no puede distinguir a una du-quesa de una dependienta. Para complicar aún más este estadode cosas, muchas de las duquesas que conozco «compran» susvestidos en la citada cadena de almacenes.

    Como quiera que el habla y la apariencia han dejado de

    ser orientativas, la vida de un esnob auténtico se ha tornadoinfinitamente más complicada de lo que lo era en tiempos deThackeray. Si el esnobismo por aquellos días era un ábaco,hoy es un ordenador. La U-people o gente refinada tiene queconfiar en pequeñas señales, diminutos gestos reveladores,palabras, aficiones u otros intereses y acciones a fin de reco-nocer a una NOOU-person (pronunciado noe, que rima con

    shoe; y que son las siglas de Not One Of Us [No Es Uno DeLos Nuestros]). Pero conforme se van filtrando los secretos—debido a las traicioneras revelaciones de miss Mitford, elque suscribe (y unos cuantos más)—, estos hábitos y eslóga-nes deben cambiarse con la misma frecuencia que los eslóga-nes y el santo y seña de un ejército en el campo de batalla.Viajar significaba algo en los días del Grand Tour; hoy en día

    viajar está tan ligado a la clase alta como lo pueda estar lacostumbre de llevar zapatos en lugar de ir por ahí descalzo.Hacer un crucero tenía, no hace tanto tiempo, un cierto aura;hoy es una actividad típicamente NOOU , casi un palabro.La vela era definitivamente «lo más» hace menos de cincominutos; hoy por hoy va a menos. O fíjense en el asombrosocaso de la pala de pescado. Durante mucho, mucho tiempo, la

    pala de pescado fue intocable, desde luego. La idea era quela pala de pescado, en tanto herramienta novedosa sin ayuda

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    «¿Es una pala de pescado eso que veoante mí, con el mango hacia mi mano?»3.

    3. Aquí el autor juega con las célebres palabras de Macbeth (II, i, 33): «¿Es un puñal

    eso que veo ante mí, con el mango hacia mi mano?». (N. de la T.)

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    OBSERVACIONES PRELIMINARES

    de la cual los Lancaster e incluso los Estuardo se manejaban

    perfectamente bien, no debía utilizarse en las U-tables o me-sas refinadas. Otra buena razón: la plata georgiana era bue-na, la plata victoriana de pésima calidad. Como quiera quela pala de pescado se inventó durante el reinado de la reinaVictoria, su material habría de ser forzosamente inferior, yla pobre y práctica pala de pescado sencillamente no tuvonunca la más mínima posibilidad de entrar en sociedad. Al-

    gún par o alguna anfitriona de alto copete —en un ataque deimprudente entusiasmo por el reformismo osado y alocado—introdujo la pala de pescado en su mesa y el instrumentose convirtió en objeto de controversia. Los modernizadoresla incorporaron a sus mesas, mientras que los auténticos einflexibles tradicionalistas la rechazaron con desprecio. Du-rante un tiempo fue un asunto delicado. Progresó un poco,

    pero, de momento, todo apunta a que la pala de pescado haperdido la batalla del reconocimiento. Hoy en día, ningúnhogar que se precie la admitiría. La vetusta afectación decomer pescado con dos tenedores se está perdiendo. Lo apro-piado es comerlo con un tenedor. Pero ¿con pala de pescado?¡Jamás! O al menos, no en estos tiempos. ¡Antes muérameatragantado con una espina!

    Como resultado de todos estos cambios y fluctuaciones,el presente volumen —una vez aclarado su propósito cientí-fico— no puede sino ofrecer consejos prácticos y al día parael aspirante a esnob. Si el libro consigue el apoyo que merecedel público, lo convertiremos en publicación anual y, másadelante, en bianual. Porque lo que este año es «lo más» , bien podría ser «lo menos» el año siguiente; lo que es U en

    enero, bien puede ser una costumbre definitivamente NOOU  en julio. De aquí a dentro de tres años, quién sabe, puede que

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    hasta la gente brinde con un cheers antes de beber. Y decir

    que alguien está «en la onda» o tiene «mucha marcha» o va«a la última» puede que no tarde en convertirse en una ex-presión sosa, igual que la palabra «sosa» es ya, hoy por hoy,una palabra sosa.

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    PRIMERA PARTE: TEORÍA

    Esnobocracia

    G B es una democracia; es una esno-

    bocracia.

    No es que todos los esnobs busquen poder e in-fluencia; pero aun así los tienen. El verdadero esno-

    bismo es puro y desinteresado: su propósito no es amasar po-

    der, riquezas e influencia. Existe por el mero hecho de existir.

    Pero tampoco sucede lo contrario: no es que los esnobs sean

    los únicos en alcanzar el poder político, la riqueza y el estatus

    social; pero el ambiente en el país es tal que, una vez alcanzados,

    la gente —con muy pocas excepciones— tiende a infectarse.La situación por fuerza ha de empeorar antes de que pueda

    mejorar, y no solamente por las razones ya mencionadas. La

    nobleza, como clase, puede ser esnob, pero ninguna supera en

    esnobismo a la nobleza venida a menos. Puede que algunos

    pares del reino sean altaneros, pero ninguno supera en altane-

    ría a los pares venidos a menos. La gente se comporta como

    si el mundo les perteneciera, sobre todo si ya ha dejado de ha-cerlo. Una potencia mundial puede ser esnob también, pero no

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    hay país más esnob que una potencia mundial empobrecida.

    Si el mundo ha cambiado, la culpa es solo suya; si no consigueapreciar nuestra excelencia, peor para él.Se han escrito bibliotecas enteras sobre la Commonwealth.

    Se ha comparado con el viejo Imperio millones de veces y enmillones de ámbitos. Se la ha encomiado o ridiculizado, de-pendiendo de las inclinaciones políticas del escritor. Todo elmundo sabe perfectamente que la esnobocracia británica ado-

    raba el Imperio y detesta la Commonwealth. Muchos creenque este sentimiento es una expresión de su patriotismo; ode pesar por el declive de la influencia británica; un lamentopor el cambio de los tiempos. Pero el motivo principal es mássencillo: uno ya no puede enviar a sus hijos a los países de laCommonwealth. Ya no hay puestos de trabajo como comisio-nado de Distrito. Construir el Imperio estaba bien; no existe

    tal cosa como construir la Commonwealth. (Sí que existe, des-de luego, la demolición de la Commonwealth. Lo curioso esque los lazos interpersonales son, para muchas personas de laCommonwealth, mucho más importantes de lo que lo fueronen los días del Imperio. Vivir a la inglesa es mucho más im-portante en la India hoy en día de lo que lo fue en tiempos delraj británico. Exceptuando Canadá, quizá, donde no todos se

    sienten del todo a gusto con sus ricos y consumistas vecinos yestán tan diseminados que les cuesta hacerse una idea sobre loque significa ser canadiense).

    La propagación del bienestar económico y la devaluaciónde los títulos nobiliarios supusieron otros dos duros golpesa la esnobocracia. Y no es que esta sea perversa o envidiosa.Pero si «todo el mundo»  goza de una situación económica

    desahogada y los tipos que vas conociendo día sí y al otrotambién —prácticamente cualquier mercader de pantalones

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     La materia prima de tu personalísimo desdén.

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    de nailon o de loción para el afeitado— consiguen el título de

    Knight Bachelor4

    , entonces la posición de la esnobocracia seve seriamente amenazada. En los viejos tiempos, si un hom-bre era gobernador de un estado indio —por pequeño queeste fuera— tenía el puesto asegurado. (No en la India, claro,en la sociedad). Un hombre rico era rico y un hombre pobreera pobre. Un Knight Bachelor jamás resultaba ser  jockey oproveedor de paquetes vacacionales populares y a nadie se le

    nombraba barón por el mero hecho de haber alcanzado el éxi-to abriendo un número ingente de tiendas en el negocio de lamercería. Hoy por hoy, las fortalezas de la esnobocracia se venamenazadas desde todos los flancos: ninguno de nosotros esgobernador colonial, pero la práctica mayoría somos ricos yextremadamente distinguidos.

    Surgió así el sentir general de que había que defender los

    muros de la esnobocracia no solo mediante la más acérrimade las determinaciones sino haciendo valer toda suerte de ma-quinaciones y artimañas también. Esto, una vez más, no esperversidad. La esnobocracia no es enemiga del hoi polloi, del

     profanum vulgus. No le pide nada al Hombre Común, salvoque siga siendo común. ¿Cómo puede nadie brillar si la co-mún muchedumbre no es lo bastante común? ¿Cómo mirar

    por encima del hombro a la turba de quienes la componen, sisus miembros son más educados, están mejor instruidos, sonmás inteligentes y más ricos que uno mismo? ¿Cómo hacerlocuando, de hecho, le asola a uno la incómoda y fastidiosa sen-sación de que son «ellos» los que le miran a uno por encimadel hombro? Y no es que a uno le importe lo más mínimo.Pero aun así… El sentimiento dominante por el que se rige

    4. Es el título nobiliario de menor rango del sistema de honores británico y el único queno requiere que su poseedor sea miembro de alguna orden de Caballería.(N. de la T.)

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    ESNOBOCRACIA

    —y se sustenta, desde luego— la esnobocracia es el «desdén».

    No un desdén despiadado, sino simplemente un desdén que teda confianza en ti mismo. ¿Adónde iremos a parar si no haygente suficiente a la que despreciar? ¿Si no hay materia primasuficiente para tu personalísimo desdén? ¿Si al miembro de laesnobocracia se le lleva a creer que no está tan seguro de símismo como pretendía, y como pretendía su larga ristra deantepasados? ¿Si se le lleva a concluir que no desprecia a nadie

    tan profundamente como se desprecia a sí mismo?Esta forma de pensar es lógica y noble. Así y todo, no la

    puedo compartir. Deseo abrir las puertas de par en par y des-velar nuestros secretos. Quiero enseñar al lector cómo ser unesnob de éxito. Supongamos que es usted un próspero cons-tructor. Usted tiene su dinero; usted sabe que si llama a lapuerta de la Alta Sociedad, esta le será abierta. (Hoy en día

    jamás permanece cerrada si el que llama tiene un millón delibras en el bolsillo). Pero usted «no sabe» dónde llamar; cómoempezar; cómo prosperar; cómo entrar; qué hacer una vezdentro; si tirar a la basura su colección de palas de pescado oconservarla; qué hacer cuando lo «consiga» y cómo mirar porencima del hombro, una vez llegado, a los arribistas aspirantesy los nouveau-riche de la siguiente década. Este libro está es-

    crito de forma que pueda usted superar todas las dificultades;le lleva de la mano y —una vez aclarados ciertos prelimina-res teóricos— le ofrece consejos prácticos sobre cómo ser unesnob. Estudie usted las normas con diligencia y con sumaatención. No hay nada que no sea importante; las trampas sonmúltiples. Si se pone en evidencia, estará perdido.

    Tengo la sensación de que Gran Bretaña jamás podrá con-

    vertirse en una democracia real, sencillamente porque ningúnpaís del planeta puede hacerlo. Pero sí que se la puede trans-

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    EL LIBRO DE LOS ESNOBS DEL DUQUE DE BEDFORD

    formar en una auténtica esnobocracia: una esnobocracia de-

    mocrática, y eso constituiría un tremendo avance. «Todos» podemos ser los Joneses5. «Todos» podemos estar por encimade nuestros vecinos. «Podemos» ser todos ricos. «Podemos» ser todos lores. «Podemos» prescindir todos de la pala de pes-cado. «Podemos» todos despreciarnos unos a otros.

    5. El latiguillo inglés To keep up with the Joneses, es decir, Estar a la altura de los Jo-neses, hace referencia a la comparación con el vecino de al lado para medir el estatussocial y económico. La frase la popularizó una tira cómica de Arthur R. Momand,donde los Joneses eran vecinos de los protagonistas. (N. de la T.)

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    ¿Qué es un esnob?

    E generalizada —y he de admitirque toda etimología es sospechosa— de que en la

    Edad Media, las dos universidades6  marcaban losnombres de los estudiantes que provenían de familias

    sin título nobiliario con las palabras sine nobilitate [sin noble-za]. La expresión acabó abreviándose con la forma s.nob y deahí surgió la palabra snob [esnob]. La palabra pronto empezóa emplearse para calificar a un hombre que, a pesar de perte-necer a una vulgar familia de hombres corrientes, intentaba

    competir con los hijos de los pares y mostrarse un ápice másdistinguido que aquellos. El hombre sin par entre los pares.Este era el sentido original de la palabra esnob; una definiciónmás o menos aceptable incluso hoy en día.

    Pero el esnob genuino es más que eso. Según el DiccionarioOxford  (desechadas las acepciones irrelevantes y arcaicas), losesnobs son «personas que muestran una exagerada deferencia

    6. Se refiere, cómo no, a la Universidad de Oxford y a la Universidad de Cambridge.(N. de la T.)

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    hacia la posición social o la riqueza y que acusan una clara

    predisposición a avergonzarse de sus allegados socialmente in-feriores, a mostrarse serviles ante quienes ocupan escalafonesmás altos en la sociedad y a juzgar el mérito de las personaspor las apariencias».

    Excelente definición. Hay dos puntos esenciales que unodebe tener siempre en mente:

    1) Un esnob en condiciones, como bien constata el DiccionarioOxford , jamás concede valor alguno al mérito, solo a su reco-nocimiento externo. Y, desde luego, lo reverencia esté respalda-do o no por algún mérito. Si un esnob que se precie conoce aun científico de fama mundial o a cualquier otro benefactor dela humanidad sin título nobiliario (y el Premio Nobel, que losepan, cuenta más bien poco), no se sentirá impresionado ni en

    lo más mínimo. Por el contrario, si tiene la ocasión de conocera un rico fabricante de loción antiverrugas, cuya devoción porlas carreras de caballos o alguna dudosa donación le han con-seguido un título nobiliario, nuestro esnob empezará a salivary sentirá cómo se le desboca el corazón. Se dirigirá a él como«sir Herbert» tres veces en cada oración, no tanto para honrar asir Herbert —el cual, al fin y al cabo, le importa un pimiento—

    como para honrarse a sí mismo. «Soy uno de esos tipos conamigos con títulos», esta forma de pensar es esnobismo puroy duro. Ser un par en la segunda mitad del siglo tiene algode anacronismo; pero ser amigo de un par, bueno, eso todavíacuenta. Para la persona a quien le importa, claro está. Y siemprey cuando el par no se haya visto envuelto en demasiados escán-dalos y no sea demasiado pobre.

    Así que la primera norma a seguir es la siguiente: Ignóresela esencia, la apariencia es lo único que cuenta.

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    ¿QUÉ ES UN ESNOB?

    2) En El acto de la creación, Arthur Koestler analiza la estética

    del esnobismo y habla de una amiga suya a quien regalaron undibujo de Picasso que ella, tomándolo por una reproducción,colgó en la pared del hueco de la escalera. El dibujo, no obs-tante, resultó ser un original, visto lo cual la dama lo descolgóy le concedió el puesto de honor sobre la chimenea. Koestlerle pidió que le explicase el motivo de este cambio de actitud.Después de todo, arguyó, el dibujo no había cambiado, así

    que, ¿por qué promocionarlo? Pero ahí se equivocaba de partea parte, desde luego: el dibujo sí que había cambiado. No solometafóricamente; no solo simbólicamente. No se trataba tansolo de un acto de sentido común —de respeto por el valor delo material— el hecho de trasladar una valiosa obra de artedel hueco de la escalera al salón. El dibujo había cambiadofísicamente. Tan pronto como resultó ser un valioso original,

    la dueña —y sus invitados— percibieron un mérito insospe-chado en él: resplandecía; brillaba; hacía las delicias y emo-cionaba genuinamente a las personas que antes habían pasadoindiferentes junto a él. Y así llegamos a la segunda gran regladel mundo esnob: Como lo que cuenta es solo la apariencia yno la realidad, la apariencia es la realidad. La hipocresía es laesencia del esnobismo.

    En el mismo ensayo, Koestler se refiere a una mujer —queconociera durante sus días en Berlín— famosa por una peculia-ridad. «Había mantenido una serie de aventuras amorosas conescritores, sin importarle su sexo o edad, si bien solamente conaquellos que habían vendido más de veinte mil ejemplares desus libros. Su única explicación a este hecho era que con los au-tores de menos éxito era incapaz de obtener satisfacción física».

    Yo mismo escuché una historia vagamente parecida deboca de un amigo mío francés, un caballero chapado a la anti-

  • 8/20/2019 El libro de los esnobs del duque de Bedford (Kailas Editorial)

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    EL LIBRO DE LOS ESNOBS DEL DUQUE DE BEDFORD

    gua, otrora diplomático, con barba de chivo y exquisitos mo-

    dales. Al parecer, había recogido por ahí a una joven señoritallamada Yvonne, la invitó a cenar con toda pompa a uno delos mejores restaurantes de París, la cortejó como un galantecaballero y finalmente la acompañó a su casa, donde procedióa «seducirla» —cuidándose mucho de pasar por alto el he-cho de que ella estuviese harto presta a ser seducida—. Cuan-do todo hubo acabado, se giró hacia ella y le preguntó, a su

    muy vetusta manera, si había disfrutado del encuentro. «Sí, lohe hecho —susurró la dama—, porque tiene usted la Légiond’Honneur». (Si bien hoy por hoy cada vez es más difícil co-nocer a alguien que no la tenga).

    Naturalmente, tanto la dama de Berlín como Yvonne de-cían la verdad; ni intentaban impresionar a nadie ni muchomenos trataban de hacerse las graciosas o las sabihondas. No

    solo eran auténticas esnobs, eran grandes esnobs. Eran lasgrandes virtuosas, las Jasha Heifetzes y las Anna Pavlovas delesnobismo. Muy pocas personas pueden alcanzar «semejan-tes» cotas; el mero intento de emularlas ya sería pretencioso.Poco importa lo que pudiera haber dicho Napoleón sobre unbastón de mariscal y el bolsillo de un soldado, ningún esnoben ciernes puede siquiera aspirar a alcanzar tan asombrosas

    alturas. Lo único que puede hacer es contemplar a estos gigan-tes con admiración e incrédulo respeto. De no ser así, la vidano tendría sentido.