el leon del pampas
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Reportaje sobre el lider campesino Manuel Llamoja Mitma, realizado en el diario La República de Lima, PerúTRANSCRIPT
La República - Revista Domingo
Domingo, 05 de septiembre de 2010
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El león de pampas
Manuel Llamojha Mitma es un intelectual y líder campesino que ayudó a recuperar las tierras
disputadas a los hacendados en la década de los 60 en Vilcashuamán, Ayacucho. Tiempo
después sufrió las consecuencias del choque entre Sendero Luminoso y las fuerzas armadas.
Los militares destruyeron su pueblo, su casa, sus archivos, y desaparecieron a su hijo. Hoy
continúa trabajando al lado de los campesinos de la comunidad de Concepción.
Por Ricardo Caro y Valérie Robin
Manuel Llamojha Mitma camina apoyándose en una muleta, moviendo sus 89 años lenta pero
animadamente. El que fuera segundo secretario general de la histórica Confederación
Campesina del Perú vive hace años en Concepción, en la provincia de Vilcashuamán. Cuando
llegamos a Huamanga pocas personas nos daban razón de él, incluso alguien dijo que lo
creían fallecido. Finalmente pudimos encontrarlo en su comunidad de origen.
Esta mañana don Manuel nos guía a través de su memoria para mostrarnos las huellas de lo
ocurrido en Qoyllur Qocha, lugar donde se instaló una base contrasubversiva del ejército
peruano en 1983. Levanta su muleta y nos señala cinco lugares donde estaban las fosas
comunes en las que se habría enterrado a decenas de campesinos de su comunidad y de otras
vecinas, víctimas olvidadas, como si sus habitantes no fueran parte de este país, dice don
Manuel, quien ha podido sobrevivir no solo a aquellas épocas sino también a la indiferencia
general.
El camino de Ayrabamba
“En realidad Sendero empezó su lucha armada en Concepción, no en Chuschi”, cuenta
Donato Velapatiño, ex dirigente sindical de una fábrica textil limeña. Velapatiño, también de
Concepción, está de visita. Nos lo presenta don Manuel, con quien recuerda que el pueblo y
sus anexos ya eran acusados de comunistas desde mucho antes de que Sendero llegara. El
informe de la Comisión de la Verdad (CVR) también señala que desde mediados de los años
setenta la zona de Vilcashuamán fue un ámbito de trabajo de Sendero Luminoso. Pero la
memoria de la guerra posterga otras historias anteriores, las del campesinado local por
reconquistar sus tierras y su dignidad.
Hace cincuenta años Concepción estaba rodeada de seis haciendas. Y estas, en el curso de
varias generaciones, expoliaron sus tierras y sometieron a los comuneros a la servidumbre y al
aislamiento. Entre las varias pugnas judiciales que llevó a cabo Concepción, la que realizó
contra la hacienda Ayrabamba y sus abusos fue de lejos la más significativa. Llamojha
organizó una estrategia de confrontación con la búsqueda de pruebas documentales en
archivos coloniales y republicanos. También elaboró reseñas históricas y memoriales.
Siempre llevaba a todas partes su máquina de escribir. Su inocultable vocación de historiador
contribuyó decisivamente a que los comuneros de Concepción ganaran el juicio contra los
hacendados de Ayrabamba, luego de décadas de pugnas. En 1966 la comunidad había
recuperado todas sus tierras, 1650 hectáreas, mientras el predio de los Parodi fue reduciéndose
a menos de 200.
El ahínco por el detalle de Llamojha más un carisma peculiar contribuyeron a extender su
fama que venía desde sus tiempos de personero en la hacienda de Ccaccamarca. En 1948
formó allí un sindicato de colonos y lideró una huelga de un año para abolir el trabajo
gratuito. Esa lucha exitosa permitió acabar con la prepotencia de los dueños, quienes
finalmente vendieron su hacienda a los comuneros en 1962. La prensa comenzó a llamarlo “El
león del valle del Pampas” y su vigorosa labor sindical fue denunciada por hacendados y
funcionarios del Estado.
Le siguió Pomacocha a inicios de la década de 1960. La historia de las tomas de tierras de esta
comunidad se hizo famosa en el universo de la izquierda y sus intelectuales, y particularmente
en Sendero Luminoso, aunque más adelante los senderistas calificarían estas experiencias de
legalistas y burocráticas. Llamojha lideró la fundación de la Federación de Comunidades
Campesinas de Cangallo, viajó unos meses a Cuba, Rusia y China, pasó varios episodios de
su vida en prisión pero, tan pronto salió, continuó asesorando las iniciativas campesinas por
recuperar sus tierras. Eso hizo en Rurunmarca, en 1974. Allí tuvo una fuerte discusión con
Lino Quintanilla, quien lideraba a un sector de los invasores y años después se acercaría a
Sendero Luminoso.
Poco después Llamojha se retiró a Huamanga, donde trabajó como secretario en la
cooperativa magisterial por varios años.
Sin imaginarlo, con estos éxitos, él y su jefe político, Saturnino Paredes, fundador del partido
maoísta Bandera Roja, dejaron una impronta ideológica que facilitó el trabajo proselitista de
Sendero Luminoso. A pesar de la legitimidad y de la eficacia que iban ganando la comunidad
y la organización campesina, los senderistas continuaron viendo en las empequeñecidas y
alicaídas haciendas como Ayrabamba la persistencia de su pasado despótico, por lo que
convirtieron este fundo en un blanco para iniciar “el camino de cercar las ciudades desde el
campo” y avanzar “hacia la guerra de guerrillas”.
La noche del 10 de julio de 1980, un grupo de senderistas y campesinos de los pueblos
cercanos, liderados por Augusta La Torre, primera esposa de Abimael Guzmán, atacó el
fundo Ayrabamba. Buscaron al propietario de la hacienda, el ingeniero César Parodi, pero
este logró escapar cruzando el río Pampas, hasta llegar al puesto policial de Chincheros,
donde denunció el ataque. Siguiendo un formato que será típico de los siguientes años, los
senderistas comprometieron a los comuneros de los anexos en el saqueo y reparto de los
bienes del predio. Para Sendero Luminoso la toma del fundo de Ayrabamba remecía así “las
bases semifeudales del Estado, descargando el peso de la acción reivindicadora armada contra
gamonales de nuevo y viejo cuño”.
Venganzas
Cinco días después una patrulla de guardias civiles partió hacia la vecina comunidad de
Concepción. La tomó por asalto, rompiendo puertas y aplicando una golpiza a los pobladores.
Un grupo de comuneros locales afines al hacendado, entre ellos Grimaldo Castillo, apoyó en
la persecución de los implicados en el saqueo de Ayrabamba. Capturaron a varios campesinos
de Concepción y Chacari, que luego fueron enjuiciados en la corte de Huamanga. Con la
acusación de que la zona estaba controlada por la subversión, las incursiones punitivas en los
anexos continuaron en los meses siguientes.
Dos años después, Sendero Luminoso cobró venganza. El 30 de marzo de 1982 asesinaron a
Grimaldo Castillo en la plaza de Concepción. Meses antes, asediado por las amenazas de sus
antiguos enemigos, denunciado varias veces y perseguido por el rumor que lo asociaba con la
insurrección senderista, Manuel Llamojha huyó a Lima. Allí se mantuvo a buen recaudo por
muchos años hasta que el 2001 retornó a su comunidad.
Mientras tanto, en Concepción las cosas fueron de mal en peor. Desde 1983 las fuerzas
armadas tomaron la iniciativa en la zona. Tras ocupar el pueblo, el ejército no solo saqueó y
quemó 26 viviendas, también torturó y desapareció a varios pobladores. Poco después se creó
la base militar de Qoyllur Qocha. La casa de Llamojha también fue saqueada y destruida. Sus
archivos personales, que reunían cientos de documentos compilados en sus años como
dirigente nacional, fueron arrebatados por las fuerzas del orden y nunca los recuperó. Un año
después el ejército secuestró a su hijo Herbert, de poco más de veinte años, quien lo
acompañaba a los congresos y reuniones en sus épocas de asesor campesino. Quizás porque el
joven participó en la toma de Ayrabamba, sin mediar justicia ni explicación lo desaparecieron.
Un alcalde, dos jueces de paz, un teniente alcalde, el director del colegio y decenas de
pobladores asesinados o desaparecidos son el precio que ha pagado la comunidad por
encontrarse en la boca del lobo.
El león no está dormido
A la vuelta de su autoexilio en Lima, Llamojha redactó un informe para la CVR. Este
contenía una relación de los pobladores del distrito que perdieron sus viviendas durante la
guerra y una lista de las víctimas. A pesar de los años transcurridos, las fosas que nos mostró
al lado de las ruinas de la base de Qoyllur Qocha permanecen sin exhumar. Ninguna
institución se ha acercado a indagar por los cuerpos y por lo que ocurrió en esa comunidad tan
mentada en tesis y libros que hablan de la historia de las tomas de tierras. Quizás en esas fosas
se encuentren los restos de Herbert Llamojha al lado de quién sabe cuántos pobladores.
Manuel Llamojha escribe y lee todos los días. “No sabe hacer otra cosa”, se queja doña
Honorata, su esposa desde hace más de 60 años. Tiempo atrás el anciano líder sufrió un
derrame cerebral que le ha dejado sin visión en un ojo. También está recuperándose de una
fractura en la cadera. Su extraordinaria memoria ha empezado a fallarle. “Me han hecho
brujería”, nos dice sonriendo antes de agregar con ironía: “Triste la vida, pues”. Sin embargo,
continúa atendiendo a sus paisanos que lo buscan para aclarar trámites, preparar documentos
o dibujar planos y mapas.
Al momento de despedirnos de Concepción, lo dejamos frente a su eterna máquina de
escribir. Don Manuel, un genuino intelectual campesino, no ha dejado el trabajo que lo llevó a
ser dirigente nacional. Tampoco ha perdido su curiosidad y empeño por investigar la historia
de las comunidades del distrito. “Siempre me gusta estar con mis campesinos”, asegura.
Siempre con ellos.
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