el hombre que queria ser feliz.doc

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CONTRAPORTADA Cuando, por curiosidad, el protagonista de esta novela decide acudir a un curandero antes de finalizar sus vacaciones en Bali, está lejos de sospechar que padece «infelicidad». Se inicia entonces una larga y fructífera conversación con el curandero en la que Julián verá derrumbarse, uno a uno, los pilares que sostienen su vida. Como muchos occidentales, Julián ha llevado siempre una vida muy ajetreada aparentemente feliz y exitosa, pero que esconde en realidad un poso de amargura que amenaza con arruinar su vida. A lo largo de sus repetidos encuentros con el curandero, Julián deberá descubrir cómo liberarse de lo que le impide ser realmente feliz y decidirá tomar, por fin, las riendas de su vida. Una reflexión, en forma de parábola, acerca del auténtico sentido de la felicidad. Laurent Gounelle

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CONTRAPORTADACuando, por curiosidad, el protagonista de esta novela decide acudir a un curandero antes de finalizar sus vacaciones en Bali, est lejos de sospechar que padece infelicidad. Se inicia entonces una larga y fructfera conversacin con el curandero en la que Julin ver derrumbarse, uno a uno, los pilares que sostienen su vida. Como muchos occidentales, Julin ha llevado siempre una vida muy ajetreada aparentemente feliz y exitosa, pero que esconde en realidad un poso de amargura que amenaza con arruinar su vida. A lo largo de sus repetidos encuentros con el curandero, Julin deber descubrir cmo liberarse de lo que le impide ser realmente feliz y decidir tomar, por fin, las riendas de su vida. Una reflexin, en forma de parbola, acerca del autntico sentido de la felicidad.

Laurent Gounelle

El hombre que quera ser feliz

Para Zo, mi amor.

Somos lo que pensamos.Con nuestros pensamientos,construimos el mundo.

BUDA

No quera marcharme de Bali sin ir a verle. No s por qu, pues yo no estaba enfermo. Es ms, siempre he gozado de una excelente salud. Me inform acerca de sus honorarios ya que, a punto de finalizar mis vacaciones, tena la cartera casi vaca y me daba reparo consultar mi cuenta bancaria desde el extranjero. Quienes le conocan me aconsejaron:

Slo tienes que darle la voluntad. Se lo puedes dejar en una pequea hucha que tiene sobre una estantera. Bueno, esto me tranquiliz, aunque me angustiaba un poco la idea de dejar un miserable billetito a alguien que, segn contaban, haba curado al primer ministro de Japn.

Fue difcil encontrar su casa, perdida en un pueblito a varios kilmetros de Ubud, en el centro de la isla. Desconozco el motivo, pero en este pas casi no existen los carteles indicadores. Uno puede leer un mapa cuando tiene puntos de referencia, de lo contrario el mapa resulta tan intil como un telfono mvil en una zona sin cobertura. Por supuesto, siempre me quedaba recurrir a la salida ms fcil: preguntar a alguien. Por muy hombre que sea, esto nunca me ha planteado ningn problema. A veces me parece que la mayora de los tos tienen la impresin de perder su virilidad si se ven obligados a rebajarse a ello. Por este motivo, prefieren refugiarse en un silencio que viene a significar: Yo s llegar, y fingen orientarse hasta que se encuentran completamente perdidos y su mujer les reprocha: Te lo dije! Tendramos que haber preguntado.

El problema en Bali es que la gente es tan amable que siempre te dicen que s. En serio. Si le sueltas a una muchacha: Me parece que eres muy bonita, te contemplar con una bella sonrisa y responder: S. Cuando preguntas por una direccin, es tal el deseo que tienen de ayudarte que les resulta insoportable admitir que no pueden hacerlo. Entonces, sealan en una direccin, elegida sin duda al azar.

Por este motivo, estaba un poco molesto cuando por fin llegu ante la puerta del jardn. No s por qu, me haba imaginado una lujosa mansin, como las que se ven a menudo en Bali, con estanques cubiertos de flores de loto a la acogedora sombra de los frangipanes que exhiben sus enormes flores blancas cuyo perfume es tan embriagador que resulta casi impdico. En lugar de una mansin, me encontraba ante una sucesin de campanes, una especie de casetas sin paredes intercomunicadas entre s. Al igual que el jardn, eran de una gran simplicidad, bastante sobrias, pero no por ello daban sensacin de pobreza.

Una joven vino a recibirme, envuelta en su sarong, el cabello negro recogido en un moo, la tez tostada, una naricita regular y los ojos sin rasgar, un detalle que siempre me ha sorprendido de esta poblacin oculta en el corazn de Asia.

Buenos das, qu desea? me pregunt, expresndose de entrada en un ingls bastante rudimentario. Supongo que mi metro ochenta y mi pelo rubio no dejan lugar a dudas sobre mis orgenes occidentales.

Quiero ver al seor esto al maestro Samtyang.

Ahora viene me inform antes de desaparecer entre los arbustos y la sucesin de pequeas columnas que sostenan los techos de los campanes.

Me qued un poco con cara de tonto, de pie, esperando a que SU excelencia se dignara venir a recibir a un humilde visitante como yo. Al cabo de cinco minutos, que se me hicieron lo suficientemente largos como para empezar a preguntarme sobre la pertinencia de mi presencia en ese lugar, vi acercarse a un hombre de, por lo menos, setenta aos, puede incluso que ochenta. Lo primero que me vino a la mente fue que, si le hubiera visto con la mano extendida en la calle, le habra dado cincuenta rupias. Por norma general, slo les doy limosna a los ancianos. Me parece que si a sus aos estn mendigando es porque realmente no les queda otra opcin. El hombre que avanzaba con lentitud hacia m no vesta harapos, es cierto, pero su vestimenta era de una sobriedad conmovedora, minimalista e intemporal.

Me avergenza reconocer que mi primera reaccin fue pensar que me haba equivocado de persona. ste no poda ser el curandero cuya reputacin se extenda ms all de los mares. A no ser que su don fuera parejo a su falta de discernimiento y que aceptara cobrar al primer ministro de Japn en cacahuetes. Tambin puede que se tratara de un genio del marketing, y fuera consciente de que se diriga a una clientela de occidentales crdulos, vidos de estereotipos, como el del curandero que lleva una vida de asceta, con total desapego por las cosas materiales, pero que al final de cada sesin acepta una generosa contribucin.Me salud y me dio la bienvenida con sencillez, expresndose con mucha dulzura en un buen ingls. La luminosidad de su mirada contrastaba con las arrugas de su piel curtida. Tena una deformacin en su oreja derecha, como si el lbulo hubiera sido parcialmente seccionado.

Me invit a seguirle al interior del primer campan: un techo sostenido por cuatro pequeas columnas, adosado a una antigua pared a lo largo de la cual estaba la famosa estantera. En el suelo, una esterilla y un cofre de madera de alcanforero. ste, que estaba abierto, rebosaba de documentos, entre los cuales haba unas planchas que representaban el interior del cuerpo humano. En otro con texto, me hubiera muerto de risa de lo alejadas que estaban esas representaciones de los conocimientos mdicos actuales.

Me descalc antes de entrar, como exigen las tradiciones balinesas. El anciano me pregunt de qu sufra, lo que me devolvi de golpe a la razn de mi presencia all. Qu buscaba, mejor dicho, puesto que no estaba enfermo. Le iba a hacer perder el tiempo a un hombre cuya honestidad, por no decir integridad, comenzaba a percibir, aunque todava no tena ninguna prueba de su competencia. Simplemente, tena ganas de que alguien estudiara mi caso, se interesara por m, me hablara de M y, quin sabe, quiz descubriera que haba un medio para que las cosas me fueran todava mejor. Tambin puede ser que estuviera obedeciendo a una especie de intuicin A fin de cuentas, me haban dicho que se trataba de un hombre extraordinario, y simplemente tena ganas de conocerle.

Vengo a hacerme un chequeo le confes, sonrojndome al pensar que no estaba pasando la revisin mdica anual de la empresa y que esta solicitud quedaba fuera de lugar.

Tmbese aqu me dijo, sealando la esterilla y sin manifestar ninguna reaccin ante la futilidad de mi peticin.

De este modo comenz la primera y espero que sea la ltima sesin de tortura a la que me he visto sometido en mi vida. Todo haba empezado con normalidad: tumbado boca arriba, relajado, confiado y un poco divertido, le dej que palpara con dulzura diversas zonas de mi cuerpo. Para empezar, la cabeza; despus, la nuca; luego, a lo largo de ambos brazos hasta llegar a las ltimas falanges de los dedos; siguieron distintas zonas, aparentemente muy precisas, del torso; despus, el vientre. Me alivi constatar que pas directamente del vientre a la parte alta de los muslos. Las rodillas, los gemelos, los talones, las plantas de los pies: lo palpaba todo, y esto no me molestaba demasiado. Finalmente, lleg a los dedos de los pies.

No saba que se poda hacer sufrir hasta tal punto a una persona nada ms que pellizcando con el pulgar y el ndice su dedo meique del pie izquierdo. Grit y me retorc en todas las direcciones sobre la esterilla. Quien nos viera desde lejos, dira que se trataba de un pescador intentando ensartar en su anzuelo a un gusano de un metro ochenta. Reconozco que soy un poco delicado por naturaleza, pero el dolor que estaba sintiendo sobrepasaba en intensidad a todo lo que haba conocido hasta entonces.

Le duele me dijo.

No era broma. Dej escapar un S entre dos gemidos. No tena fuerzas ni para gritar. Mi sufrimiento no pareca afectarle y conservaba una especie de neutralidad condescendiente. Su rostro expresaba incluso una cierta bondad, que contrastaba con el trato que me estaba inflingiendo.

Usted es infeliz dijo, como quien realiza un diagnstico.

En ese preciso instante s lo era, y mucho. No saba si deba echarme a llorar o a rer ante esta situacin en la que me haba metido.

Creo que hice ambas cosas a la vez. Siempre se me ha dado bien meterme en embrollos como ste. Con lo bien que habra podido pasar el da tirado en la playa, charlando con los pescadores y contemplando a las hermosas balinesas!

El dolor que usted siente en este punto exacto es el sntoma de un malestar ms general. Si ejerciera la misma presin en el mismo lugar en cualquier otra persona, no le hara tanto dao afirm. Con estas palabras, solt por fin mi pie y me sent de golpe el hombre ms feliz del mundo. A qu se dedica?

Soy profesor.

Me estuvo escrutando por un instante y despus se alej, con aire ensimismado, como preocupado. Tuve la sensacin de haber dicho algo que no deba, o de haber cometido una tontera. Se qued mirando vagamente hacia una buganvilla en flor que haba a pocos pasos de all. Pareca absorto en sus pensamientos. Qu se supone que tena que hacer yo? Irme? Toser para recordarle mi presencia? Me sac de mis cavilaciones volviendo hacia m. Se sent en el suelo y me habl mirndome directamente a los ojos.

Qu es lo que no funciona en su vida? Parece que goza de una buena salud. Qu le pasa, entonces? El trabajo? Los amores? Su familia?

Era una pregunta directa y sus ojos me contemplaban fijamente sin dejarme ninguna escapatoria, aunque su voz y su mirada fueran condescendientes. Me senta obligado a responder, desnudando mi alma ante un hombre a quien una hora antes no conoca.

Pues no lo s. S, podra ser ms feliz. Como todo el mundo, no?

No le he pedido que responda por los dems, sino por usted mismo replic con mucha calma.

Empezaba a exasperarme este tipo. Yo hago lo que me viene en gana y esto no es de su incumbencia, pensaba mientras empezaba a sentir un principio de cabreo.

Digamos que sera ms feliz si tuviera pareja.

Por qu le dije eso? Notaba cmo mi clera se volva contra m. Soy incapaz de oponerme a lo que cualquiera me pide. Es lamentable.

En ese caso, por qu no la tiene?

Bien, a partir de ah haca falta tomar una decisin, aunque eso no fuera precisamente mi fuerte.

O le interrumpa y me iba, o le segua el juego hasta el final. Me encantara, pero hace falta que le guste a una mujer me escuch responderle.

Qu es lo que se lo impide?

Bueno, soy bastante delgado solt, rojo de vergenza y de ira al mismo tiempo.

Expresndose muy lentamente, casi en voz baja, desglosando una a una cada palabra, me dijo:

Su problema no se encuentra en su cuerpo, sino en su cabeza.

No, no est en mi cabeza. Es algo objetivo, concreto. No tiene ms que ponerme en una bscula, o medir mis pectorales o la circunferencia de mis bceps. Podr comprobarlo usted mismo. La cinta mtrica y la bscula son imparciales. No puedo influenciarlas con mi mente retorcida y neurtica.

sa no es la cuestin me respondi con paciencia, conservando su gran calma.

Resulta fcil decirlo

El problema no reside en su fsico, sino en cmo usted cree que le perciben las mujeres.

En realidad, el xito que uno tiene o deja de tener con el otro sexo tiene poco que ver con nuestra apariencia fsica.

Si le dijera eso a mi vecina de ciento veinte quilos que tiene la nariz con forma de patata, me estampara en la cara el triple Big Mac que siempre lleva en la mano y apretara hasta que el ketchup se me subiera por las fosas nasales.

Nunca ha visto a personas cuyo fsico est muy alejado de los cnones de belleza emparejadas con alguien bastante ms agraciado fsicamente?

S, claro que s.

La mayora de las personas que tienen su mismo problema poseen un fsico normal, con pequeos defectos sobre los que se concentran: una boca demasiado fina, las orejas demasiado grandes, las caderas un poco anchas, un ligero doble mentn, una nariz muy grande o muy pequea Piensan que son un peln demasiado bajos o demasiado altos, demasiado gordos o demasiado delgados, y terminan por convencerse de ello. Cuando conocen a alguien que podra amarles, no tienen ms que una obsesin: su defecto. Estn convencidos de que no podrn gustar a esta persona por este motivo. Y sabe usted qu pasa?

Qu?

Que tienen razn! Cuando uno se ve feo, los dems le ven feo. Estoy seguro de que las mujeres le encuentran demasiado delgado.

Ya se lo haba dicho!

Los dems nos ven como nosotros mismos nos vemos. Cul es su actriz favorita?

Nicole Kidman.

Qu le parece esa mujer?

Una excelente actriz, una de las mejores de su generacin. Me encanta.

No, quiero decir fsicamente.

Soberbia, magnfica. Es una bomba, vamos.

Seguro que ha visto Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick.

Ve pelculas americanas? Tienen parablica en el campan?

Si la memoria no me falla, hay una escena en la que aparece Nicole Kidman completamente desnuda junto a Tom Cruise.

Su memoria funciona perfectamente.

Vaya al videoclub de Kuta y pdales que le pongan Eyes Wide Shut. Tienen unas cabinas

para la gente que no posee vdeo en casa.

Cuando llegue a esta escena, detenga la imagen y contmplela atentamente.

Bueno, esto no me costar mucho esfuerzo.

Olvdese por unos instantes de que se trata de Nicole Kidman. Imagnese que es una desconocida y contemple su cuerpo con objetividad.

S

Podr constatar usted mismo que est bien, tiene un cuerpo bonito, pero no perfecto.

Tiene un hermoso trasero, pero podra ser ms redondeado, un poco ms respingn. Sus senos no estn mal, pero podran haber sido ms voluminosos. Tambin podran tener un perfil ms bonito y estar un poco ms firmes, erguidos. Y podr ver que los rasgos de su rostro son regulares, finos, pero que no esconden una belleza excepcional.

A dnde quiere llegar?

Hay decenas de miles de mujeres tan bonitas como Nicole Kidman. Se cruza con ellas todos los das en la calle y ni tan siquiera se da cuenta. La verdadera fuerza de esta actriz reside en otra cosa.

S? En qu?

Aparentemente, Nicole Kidman est convencida de ser superior. Debe de ser consciente de que todos los hombres la desean y las mujeres la admiran o la envidian. Probablemente se vea como una de las mujeres ms hermosas del mundo y lo crea con tanta fuerza que los dems terminan por verla as.

En 2006 la revista britnica Eve la eligi como una de las cinco mujeres ms guapas del mundo.

Ah lo tiene.

Y cmo explica esto?

Que los dems tengan tendencia a vernos como nosotros mismos nos vemos?

S.

Mire, va a hacer una prueba. Durante un momento, se va a imaginar una cosa, sin importarle que sea verdadera o falsa. Convnzase a s mismo de que es cierta. Est listo?

As, de repente?

S, ahora mismo. Puede cerrar los ojos, si de este modo le resulta ms sencillo.

Vale, estoy listo.

Imagnese que usted se ve muy guapo. Est convencido de tener un enorme impacto sobre las mujeres. Est dando un paseo por la playa de Kuta, rodeado de veraneantes australianas. Cmo se siente? Muy, muy bien. Es un autntico placer.

Descrbame cmo camina, su postura. Le recuerdo que se ve muy guapo.

Pues tengo una forma de andar cmo explicarlo?, bastante confiada; voy todo tieso.

Descrbame su rostro.

Camino con la cabeza erguida, la mirada al frente, una ligera sonrisa natural en los labios. Se puede decir que soy bastante atractivo y al mismo tiempo tengo mucha confianza en m mismo.

Bien. Ahora imagine cmo le ven las mujeres.

Pues, est claro. Tengo, por as decirlo, cierto gancho.

Qu piensan ellas del dimetro de sus bceps y sus pectorales?

Pues No se fijan mucho en ello, la verdad.

Puede volver a abrir los ojos. Lo que le agrada a las mujeres es lo que emana de su persona, sin ms. Y esto depende directamente de la imagen que usted tiene de s mismo. Cuando creemos algo sobre nosotros mismos, ya sea positivo o negativo, nos comportamos de una manera que lo refleja. Se lo demostramos a los dems constantemente. Aunque en principio se trate de una creacin de la mente, termina por convertirse en la realidad para los dems, y por lo tanto para usted.

Es posible. Esto, de algn modo, me dice algo, aunque todava me resulta un poco abstracto.

Poco a poco lo ver ms claro. Me propongo hacerle descubrir, a travs de diferentes ejemplos, que prcticamente todo aquello que usted vive tiene como origen lo que usted cree. Empezaba a preguntarme dnde me estaba metiendo. Todava andaba lejos de imaginarme que nuestra conversacin y las charlas que le seguiran iban a trastocar toda mi existencia de forma permanente. Imagnese retom la palabra que est convencido de ser alguien poco interesante, que aburre a los dems cuando habla.

Me gustaba ms el otro juego

No sern ms que un par de minutos. Imagneselo. Para usted es una evidencia: la gente se aburre en su compaa. Intente sentir lo que debe ser creer eso. Lo consigue?

S. Es pattico.

Siga en ese estado, consrvelo en su mente. Ahora imagine que est comiendo con unos compaeros o amigos. Descrbame la comida.

Mis colegas hablan mucho. Estn contndose lo que han hecho durante las vacaciones.

Yo no digo gran cosa.

Siga en ese estado. Ahora va a hacer un esfuerzo para contarles una ancdota que le ha sucedido en sus vacaciones.

Djeme un segundo, que me imagine la escena De acuerdo: no ha tenido mucho efecto. No me prestan mucha atencin.

Es normal. Usted est convencido de no ser interesante, por eso se expresa de una forma que har que su discurso resulte poco atractivo.

S

Por ejemplo, como usted inconscientemente tiene miedo de aburrir a sus amigos, seguro que sin darse cuenta va a hablar deprisa, atrancndose con las palabras en un intento de no extenderse y resultar pesado para sus colegas. Como consecuencia, no tiene ningn impacto y su ancdota pierde inters. Usted lo siente as y lo transmite: soy pattico contando historias. En consecuencia, cada vez lo hace peor e, inevitablemente, uno de sus colegas termina por tomar la palabra y sacar otro tema de conversacin. Al final de la comida, todo el mundo habr olvidado que usted ha hablado.

Es duro

Cuando estamos convencidos de una cosa, termina por convertirse en realidad, en nuestra realidad.

Estaba bastante afectado por la demostracin.

Bien, de acuerdo. Pero por qu alguien iba a querer convencerse de algo semejante?

se, sin lugar a dudas, no es su problema, sino el de ciertas personas. Cada uno tiene sus propias creencias sobre s mismo. Era slo un ejemplo. Para seguir con ese modelo, imagnese que est convencido de lo contrario: usted est seguro de que interesa a la gente y de que impacta a los dems cuando se expresa. Desde que toma la palabra en la comida con sus colegas, est convencido de que su ancdota va a ser un xito: va a hacerles rer, sorprenderles o, simplemente, atraer su atencin. Movido por esta conviccin, imagnese cmo va a tomar la palabra: anticipando el efecto que espera, se dar tiempo para sacar el tema y ajustar su voz. Se autorizar determinados silencios bien ubicados para aumentar el suspense. Sabe qu? Los tendr a todos pendientes de lo que salga de sus labios.

De acuerdo. Comprendo que lo que creemos se convierte automticamente en real.

Pero, aun as, tengo una pregunta. S? Cul?

Cmo empezamos a creer cosas sobre nosotros mismos, sean positivas o negativas?

Hay muchas explicaciones. De entrada, est lo que los dems afirman sobre nosotros. Si, por una razn u otra, estas personas gozan de nuestra confianza, entonces nos lo creemos. Nuestros padres, por ejemplo?

Pues s, generalmente empezamos con nuestros padres o las personas que nos educan.

Un nio pequeo aprende muchsimo de sus padres y, al menos hasta una cierta edad, tiende a aceptar todo lo que stos le dicen. Se graba en l, lo interioriza.

No podra darme un ejemplo?

Si los padres estn convencidos de que su hijo es guapo e inteligente y se lo repiten constantemente, es muy probable que el nio se vea as y demuestre mucha seguridad en s mismo. En este caso, no habr ms que efectos positivos, aunque puede que el cro salga un poco arrogante

Entonces, las dudas que tengo sobre mi fsico son culpa de mis padres?

No necesariamente. Como acaba de ver, hay muchos orgenes posibles para lo que creemos acerca de nosotros mismos. En lo que concierne a la influencia de los dems, no se debe slo a los padres. Por ejemplo, la opinin de los profesores tiene a veces el mismo impacto, positivo o negativo.

Esto me recuerda algo. En la escuela, yo era muy bueno en matemticas hasta que llegu a quinto. Tena una media de dieciocho sobre veinte. Pero, cuando estaba en cuarto, tuve una profesora que no paraba de repetir que ramos todos unos negados. Recuerdo que gritaba sin parar. Cmo se le hinchaban las venas del cuello cuando nos regaaba! Termin el curso con un cuatro de media.

Seguramente crey lo que ella deca.

Es posible. Pero, en honor a la verdad, no todos mis compaeros sacaron un cuatro como yo.

Sin duda eran menos sensibles que usted a la opinin de la profesora.

No s, puede ser.

En los aos setenta, investigadores de una universidad americana llevaron a cabo un experimento. Comenzaron formando un grupo de alumnos de la misma edad que haban sacado el mismo resultado en las pruebas de coeficiente intelectual. Segn el test, estos nios tenan, todos, un nivel similar de inteligencia. Dividieron al grupo en dos. A unos les asignaron un profesor, a quien le dieron esta consigna: Siga el programa habitual, pero, para su informacin, sepa que estos nios son ms inteligentes que la media. Al profesor encargado del otro grupo le dijeron: Siga el programa habitual, pero, para su informacin, sepa que estos nios son menos inteligentes que la media. Al cabo de un ao, los investigadores repitieron el test de inteligencia a todos los nios. Los del primer grupo sacaron unos resultados claramente superiores a los del segundo.

Qu pasada!

En efecto, resulta bastante impresionante.

Es increble! Basta con hacer creer a un profesor que sus alumnos son listos para que los haga inteligentes. Y si est convencido de que son unos zoquetes, los convierte en brutos.

Es un experimento cientfico.

Aun as, hay que estar enfermo para hacer ese tipo de experimentos con nios.

En efecto, es bastante discutible.

Pero, vamos a ver, cmo es posible? Quiero decir, cmo el hecho de creer que sus alumnos son idiotas puede llevar a un profesor a convertirlos en ello?

Hay dos explicaciones posibles. De entrada, cuando se dirige a alguien estpido, cmo se expresa?

Pues con palabras muy sencillas, haciendo frases muy cortas y utilizando ideas fciles de entender.

Ah lo tiene. Si nos dirigimos de ese modo a nios cuyo cerebro necesita ser estimulado para desarrollarse, van a estancarse en lugar de progresar. sta es la primera explicacin. Hay otra, ms perniciosa todava. A ver

Si se ve obligado a ocuparse de un nio a quien considera estpido, todo en usted estar insinundole constantemente que es estpido: no solamente su vocabulario, como acabamos de decir, sino tambin su forma de hablar, su mmica, su mirada Sentir cierta compasin por l o, por el contrario, exasperacin, y esto no se le escapar al pequeo: se sentir idiota en su presencia. Si usted es alguien importante para l, si su posicin, su edad y su papel le convierten en una persona que goza de credibilidad a sus ojos, entonces hay muchas probabilidades de que el nio no ponga en cuestin este sentimiento. Empezar a pensar que es estpido. Ya sabe lo que viene despus.

Es increble.

Asusta un poco, es cierto.

Estaba muy trastornado por lo que estaba aprendiendo. Todas estas ideas quedaban como suspendidas en el aire. Permanecimos unos instantes sin decir nada. Una brisa ligera me trajo los sutiles aromas de las plantas tropicales que crecan en libertad cerca del campan. A lo lejos, un lagarto gecko hizo su sonido caracterstico. Hay una cosa que me sorprende.

Dgame.

No quiero ofenderle, pero dnde tiene acceso a este tipo de informacin? Me refiero a los experimentos cientficos realizados en Estados Unidos.

Espero que acepte que me reserve un cierto misterio respecto a mi persona.

No iba a insistir, pero me habra encantado saberlo. Me costaba trabajo imaginar que el campan de al lado tuviera conexin a Internet. Ni tan siquiera estaba seguro de que la aldea tuviera telfono. Pero, sobre todo, no me imaginaba a mi curandero entrando en foros de ciencia. Me resultaba ms fcil verle meditando durante horas en la postura del loto a la sombra de los mangles.

Deca que existen otros orgenes para lo que uno puede creer sobre s mismo.

S. Estn las conclusiones que, sin ser conscientes de ello, sacamos de determinadas experiencias que vivimos.

Ya sabe que me gustan los ejemplos.

Bueno, le dar un ejemplo un poco caricaturesco para ilustrarlo mejor. Imagnese a un beb cuyos padres no prestan mucha atencin a lo que hace. Que llora?, no se mueven. Que grita?, silencio sepulcral. Que se re?, ninguna reaccin. Podemos suponer que en l se va a desarrollar progresivamente el sentimiento de que no tiene ningn tipo de impacto sobre el mundo que le rodea, que no puede obtener nada de los dems. Est claro que no va a reflexionar conscientemente sobre ello; especialmente a su edad. No es ms que un sentimiento, una sensacin, algo de lo que se impregna. Ahora, para simplificar al mximo el proceso, suponiendo que no viva otras experiencias que vayan en el sentido contrario, podemos imaginar que, una vez que se convierta en adulto, ser una persona fatalista.

Nunca acudir a los dems para encontrar lo que anda buscando, no intentar cambiar las cosas. Si un amigo le ve un da en apuros, en el campo profesional por ejemplo, slo podr constatar su pasividad. Por mucho que intente convencerle para que reaccione, que llame a las puertas adecuadas, que tome las riendas de la situacin, que mueva sus contactos, no servir de nada. Adems, este amigo probablemente va a juzgarle con severidad, cuando su actitud no es ms que el resultado de la conviccin profunda, enterrada en l, de que no tiene ningn impacto sobre el mundo que le rodea y no puede obtener nada de los dems. Ni tan siquiera ser consciente de esta creencia. Para l, las cosas son as. Es la realidad, su realidad. Tranquilceme: no existen casos como ste ni padres as, verdad?

Slo era un ejemplo. Podemos imaginar lo contrario: unos padres que sobre reaccionan a la mnima expresin de su hijo. Si llora, acuden. Si sonre, se maravillan. Si re, se extasan. El nio, sin lugar a dudas, desarrollar el sentimiento de que ejerce una influencia sobre su entorno. Dando un enorme atajo, podemos suponer que a la edad adulta se convertir en un proactivo, o incluso en un seductor. Estar convencido del efecto que posee sobre los dems y nunca dudar en acudir a ellos para obtener lo que quiere. Pero tampoco ser consciente de lo que cree. Para l, no se tratar ms que de una evidencia: produce un efecto sobre las personas. As de simple. No sabr que, en origen, una creencia se instal en su mente a raz de las experiencias que vivi en su infancia.

La joven que me haba recibido entr en el campan y nos sirvi t y unas golosinas, por llamar de algn modo a esa especie de pasta hmeda, dulce y pegajosa que hay que comer con los dedos respetando las tradiciones balinesas. Un proverbio de esta tierra dice que comer con la ayuda de cubiertos es como hacer el amor utilizando un intrprete. Hay que tomar la comida con las manos e introducirla en la boca empujndola con el pulgar. Esto exige un poco de prctica, si no queremos encontrarnos en la misma situacin que un beb sin babero.

Entonces, empezamos a creer cosas sobre nosotros mismos a partir de lo que los dems nos dicen o de lo que deducimos inconscientemente de determinadas experiencias vividas, no es as?

S.

Y esto sucede solamente durante la infancia?

No. Digamos que durante ella se forjan la mayora de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos. Sin embargo, tambin podemos desarrollarlas ms adelante, incluso en la etapa adulta. Pero, en este caso, se tratar del resultado de experiencias muy fuertes en el plano emocional.

Por ejemplo?

Imagnese que la primera vez que usted habla en pblico resulta un chasco total. Farfulla, se piensa las palabras antes de decirlas, su voz se le atraganta, su boca est seca como si se hubiera pasado tres das sin beber en medio del desierto En el auditorio se puede escuchar hasta el vuelo de las moscas. Ve que la gente siente lstima de usted. Algunos manifiestan una ligera sonrisa burlona. Dara todo el dinero que tiene, e incluso sus ingresos del prximo ao, con tal de estar en otro sitio y no vivir ese momento. Siente vergenza y no hay nada que pueda hacer. En un caso como ste, puede que empiece a creer que no est hecho para hablar en pblico. En realidad, slo ha fallado una vez, ese da, ante ese pblico, hablando sobre ese tema. Sin embargo, su cerebro ha generalizado la experiencia sacando una conclusin definitiva.

Me acababa de terminar las golosinas y tena los dedos pegajosos. Dudaba entre relamerlos o limpiarlos en la esterilla. Incapaz de decidirme, me qued con las manos extendidas en el aire. Probablemente estaba desarrollando la creencia de que no estaba hecho para comer al estilo balins.

Maana, cuando regrese, descubriremos juntos otras creencias que le impiden ser feliz me dijo con amabilidad.

No saba que iba a volver maana.

No intentar hacerme creer que sus quebraderos de cabeza se limitan a sus dudas acerca de su aspecto fsico? Tiene otros problemas ms serios, y los abordaremos juntos.

Es usted un poco duro.

No se ayuda a la gente dicindoles lo que quieren escuchar respondi sonriente.

Sabe? Crea que usted no era ms que un curandero que se ocupaba de enfermedades y dolores.

Ustedes, en Occidente, suelen separar el cuerpo del espritu. Aqu, pensamos que ambos estn ntimamente ligados y forman un todo coherente. Tendremos ocasin de volver a hablar de esto. Slo tengo una ltima pregunta. Me siento mejor cuando estas cosas estn claras, aunque me moleste hablar de ello: cunto le debo por su ayuda, por el tiempo que me dedica?

Me mir atentamente y me dijo:

S que en su profesin transmite cosas a los dems. Me basta con que se comprometa a no guardarse para usted solo las cosas que va a descubrir.

Le doy mi palabra.

Al salir, introduje un billete en la pequea hucha de la estantera.

Por su intervencin en los dedos de los pies.

La carretera que lleva a Ubud es especialmente hermosa. A la ida no me haba fijado en ella, preocupado como estaba por encontrar el camino. Muy sinuosa, atraviesa en algunos tramos pequeos campos bordeados de plataneros salvajes, entrecortados aqu y all por arroyos. Esta regin ondulada del centro de la isla se ve permanentemente sometida a las alternancias de sol y lluvia, una lluvia clida que exalta los aromas de la naturaleza. Este clima propicia la explosin de una exuberante vegetacin tropical.

Al dar una curva, vi a tres balineses a la linde de un campo, a pocos metros de la carretera.

Deban de tener entre veinte y treinta aos, el cuerpo esbelto e iban completamente desnudos. Me sorprendi su inesperada aparicin. No tena conocimiento de esta falta de pudor en la cultura balinesa.

Vendran de darse un bao tras una jornada de trabajo en los campos? Caminaban serenamente, uno al lado del otro. Cuando llegu a su altura, nuestras miradas se cruzaron. No logr interpretar la extraa expresin que le en ellas. Estaban sorprendidos por cruzarse conmigo en esta carretera tan poco frecuentada? Se haban dado cuenta de mi desconcierto ante su desnudez?

Mi ruta continuaba y, en las proximidades de Ubud, atravesaba pequeas aldeas. Las viviendas denotaban cierta pobreza, aunque las calles estaban cuidadas, limpias y llenas de flores. Ante cada puerta se podan ver, dispuestas permanentemente en el suelo, ofrendas constituidas por flores o algunos manjares recogidos en fragmentos de hojas de platanero entrelazadas. Estas ofrendas se renovaban con regularidad a lo largo del da.

Los balineses viven en lo sagrado. Su religin no descansa en una prctica codificada a una hora fija o determinados das de la semana.

No, ellos estn en contacto directo con los dioses. Parecen embebidos con su fe, habitados por ella constantemente. Siempre tranquilos, dulces, sonrientes, son, sin lugar a dudas, junto a los mauricianos, el pueblo ms gentil de la tierra. Constantemente de buen humor, da la impresin de que nada les puede desestabilizar. Aceptan todo lo que les sobreviene con la misma serenidad.

Bali hace pensar a todos los que la visitan en el paraso. Cunto se sorprenderan al conocer que esta palabra no existe en balins! El paraso es el elemento natural de los balineses, por eso no tienen un trmino para designarlo, al igual que los peces no deben de tener una expresin para referirse al agua que los rodea.

Recordaba mi visita al curandero y todava me senta fascinado por nuestra conversacin.

Ese hombre tena un aura particular, una energa que emanaba de forma natural de su persona. Estaba bastante entusiasmado por lo que me haba hecho descubrir, aunque sus declaraciones a veces me hubieran desconcertado. Nunca me habra imaginado encontrarme un da en la otra punta del mundo escuchando a un sabio anciano balins hablndome sobre las tetas y el trasero de Nicole Kidman.

A la salida de Ubud, torc hacia el este para regresar a mi casa. El da haba sido rico en emociones y senta la necesidad de quedarme un poco a solas para asimilar todo lo que haba descubierto. Me quedaba menos de una hora para llegar al pequeo pueblo de pescadores de la costa este donde haba alquilado un bungalow plantado al borde de una hermosa playa salvaje de arena gris. Por suerte, los turistas preferan las extensiones de arena blanca del sur de la isla y eran muy pocos los que me cruzaba por mi playa. Slo una pareja de holandeses haba elegido, como yo, alojarse apartados del mundanal ruido. No eran desagradables y me los encontraba raramente. Mi bungalow perteneca a una familia que viva ms lejos, en las tierras del interior. Lo haba alquilado durante un mes por una suma bastante aceptable para m y muy suculenta para ellos. Me encantan las situaciones en las que todo el mundo sale ganando. Por la maana la playa estaba desierta. A medioda venan a jugar en ella algunos nios del pueblo. Los nicos que pasaban eran los pescadores, a los que a veces escuchaba salir al mar en sus canoas a las cinco de la maana. Una vez les acompa, a pesar de que, sin hablar balins, me result bastante difcil hacerme entender y conseguir que me aceptaran.

Aqul es uno de mis recuerdos ms bonitos de Bali. Salimos antes del alba. No me senta muy seguro a bordo de aquella inestable canoa, sentado a ras del agua, sin ver prcticamente nada en la oscuridad de una noche sin luna. Pero los pescadores conocan su oficio y ese da experiment lo que es la confianza, una confianza ciega en este caso. El chapoteo del agua y la brisa fresca que rozaba mi rostro constituan casi los nicos elementos que mis sentidos en vilo podan captar. Tres cuartos de hora ms tarde, vi el sol aparecer lentamente en el horizonte, como un proyector iluminando una escena a ras de suelo, dando vida de repente a un decorado grandioso, inmenso, mgico. Descubr al mismo tiempo la inmensidad del mar, la enormidad del cielo y la pequeez de la canoa que pareca flotar por arte de magia sobre un abismo sin fondo, como una cerilla posada sobre el ocano. Descubr tambin las sonrisas de los pescadores y, de repente, me sent feliz sin saber por qu. En el trayecto de vuelta, vimos algunos delfines cerca de la canoa y manifest mi deseo de darme un bao junto a ellos, con la actitud idiota del occidental que ha visitado muchos parques de atracciones. Los balineses me lo impidieron, hacindome entender, bien que mal, que los delfines nadando en la superficie podan ser seguidos en la profundidad por tiburones que persiguieran el mismo banco de peces. El argumento bast para convencerme y me conform con admirar visualmente estas bellezas de la naturaleza, con sus movimientos libres, sus destinos libres, sus vidas libres.

Hice un alto en el camino para tomarme en un tenderete de comidas un nasi goreng, plato tpico a base de arroz, como casi toda la cocina balinesa. Al cabo de cuatro semanas, slo con ver el arroz perda el apetito. Llegu a mi bungalow a la puesta del sol, momento ideal para dar un paseo por la playa sin cruzarse con un alma. Me descalc y me dirig hacia la arena directamente. Como haba pensado, el lugar estaba desierto y me di un largo paseo a la orilla del mar con los pantalones remangados.

Rpidamente, mi mente vagabunda me llev de nuevo a mi encuentro con el curandero y reflexion acerca de todo lo que me haba hecho descubrir. As pues, nosotros los humanos habamos desarrollado creencias sobre nosotros mismos en razn de la influencia de personas de nuestro entorno o de conclusiones extradas inconscientemente de nuestras experiencias. No tena problemas en aceptarlo, pero, en este caso, hasta dnde se extienden estas creencias? Habamos visto que uno se puede sentir guapo o feo, inteligente o estpido, interesante o aburrido. Podamos creer en nuestra capacidad de influencia o, por el contrario, sentirnos incapaces de conseguir nada de los dems. En qu otros mbitos podramos desarrollar creencias? Comprenda que pudiramos creer en un determinado nmero de cosas y que las creencias tuvieran un efecto sobre nuestra vida, pero hasta dnde? Me preguntaba cmo mis propias creencias habran influenciado el curso de mi existencia y en qu otras cosas habra yo podido creer, en funcin del azar de mis encuentros y experiencias, que hubieran dado una direccin distinta a mi vida.

Mis preguntas no encontraban ms respuesta que el murmullo del agua a mis pies, salpicando el silencio de la playa desierta. Las palmeras que la bordeaban estaban totalmente inmviles. No soplaba el viento en sus delicadas ramas. Me haba acostumbrado a baarme todas las noches. Me quit el pantaln y la camiseta y me zambull en las tibias aguas de la mar. Nad largo rato sin pensar en nada, bajo la acogedora mirada de la luna naciente.

Me despert tras un sueo particularmente profundo y descubr que el sol ya estaba alto en el cielo. Tom algo de fruta a modo de desayuno tardo y fui a darme un paseo matutino por el bosquecillo que se extenda detrs de la playa. Cuando llegu cerca del bungalow de Hans y Claudia, la pareja de holandeses, reconoc sus voces. Todava no est lista la comida? deca Hans, sentado sobre una piedra con un libro entre las rodillas. Era un hombre de cabello gris oscuro, un semblante poco expresivo, y labios finos.

Dentro de poco, cario, dentro de poco.

Claudia era una mujer dulce y amable, de unos cuarenta aos, con un rostro lleno de redondeces enmarcadas por unos hermosos rizos rubios. Estaba asando unas brochetas de pescado en una barbacoa. Utilizas demasiado carbn, as no puede ser, lo estropears todo! Hans dijo esto sin darse cuenta de que era un reproche. Para l, constitua una evidencia, nada ms.

Es que, si no, tarda mucho en hacerse se justific ella.

La ltima vez que me los haba cruzado, Claudia limpiaba el bungalow mientras Hans lea su condenado libro. Me preguntaba qu poda llevar a una mujer a aceptar que le encasquetasen el papel de ama de casa en pleno siglo XXI. Adems, Hans no era un macho en el sentido estricto de la palabra. Simplemente, para l seguro que era normal que su mujer se ocupase de estas cosas. Sin duda, ni tan siquiera habran debatido la cuestin entre los dos. Era as y ya est.

Hombre, Julin, qu alegra verte! me dijo ella al notar mi presencia.

Buenos das, Julin salud Hans.

Buenos das.

Quieres comer un poco de pescado con nosotros? me propuso Claudia, mientras Hans alzaba imperceptiblemente una ceja.

No gracias, acabo de desayunar.

Te acabas de levantar? pregunt Hans . Nosotros ya hemos hecho dos visitas esta maana: el templo de Tanah Lot y el museo de Subak, en Tabanan.

Qu bien! Enhorabuena.

No capt la irona de mi respuesta. Hans perteneca a ese tipo de personas que oyen las palabras pero no son capaces de descodificar el tono de voz ni las expresiones del rostro de quien las pronuncia.

Tengo la impresin de que t no visitas muchas cosas. No te interesa?

S, pero sobre todo me gusta disfrutar del ambiente: pasearme por las aldeas, intentar charlar con la gente, probar a ponerme en su lugar y ver qu se siente. Comprender su cultura, vamos. A Julin le gusta descubrir la cultura desde dentro. T, querido, prefieres comprender la cultura desde los libros dijo Claudia.

S, es ms rpido. Se gana tiempo solt Hans con desprecio.

Asent. Para qu discutir? Cada uno tiene su modo de ver las cosas.

Te gustara acompaarnos esta tarde? pregunt Claudia . Vamos a asistir a un concierto de gameln en Ubud. Despus, cuando caiga la noche, iremos a observar las tortugas en la playa de Pemuteran. Es la poca de eclosin de los huevos. No dura ms que uno o dos minutos, despus ser demasiado tarde.

La perspectiva de pasar una velada con Hans no me atraa ms de lo razonable, pero me apeteca mucho ver a las tortuguitas.

Adems, me dio la impresin de que a Claudia le haca bastante ilusin que aceptara acompaarles.

De acuerdo, gracias por el ofrecimiento. Por la tarde ya estar por Ubud, as que nos vemos all.

Dadme la direccin.

Es en la sala de ceremonias. Ya sabes, al lado del gran mercado. A las siete dijo Claudia.

Vas a visitar las galeras? pregunt Hans.

Ubud es el pueblo de los artistas, y est lleno de galeras de arte.

No, voy a visitar a Cmo decirlo? A una especie de maestro espiritual.

Ah, s? Y, para qu?

Saba que su inters era sincero. Hans es de esas personas que te preguntan por qu vas al cine, a la iglesia o al cementerio, o incluso por qu llevas siempre un pantaln nuevo en lugar de uno pasado de moda. Todo lo que no siguiera una lgica racional (la suya) constitua para l un misterio de la naturaleza.

Me ayuda a ser consciente de ciertas cosas. Y, en cierto modo, tambin a encontrarme a m mismo, por as decirlo.

A encontrarte? su tono era a la vez divertido y desconcertado.

S, algo as.

Pero, si te encuentras perdido, cmo sabes que te vas a encontrar en Ubud y no en Nueva York o en msterdam?

Qu gracioso! Hay gente que se cierra por completo a la dimensin espiritual de la vida.

No estoy perdido. Si miras en un diccionario, por cierto, te recomiendo su lectura porque podrs soportar su nivel emocional, vers que el verbo encontrarse tiene varios significados. En este caso, significa conocerse mejor para llevar una vida ms en armona con uno mismo.

No te enfades, Julin.

No me enfado le ment.

Querido, deja a Julin tranquilo, anda dijo Claudia . Por cierto, Julin, t buceas todos los das?

S, casi todos.

Nosotros lo hicimos el primer da dijo Hans . Tuvimos suerte, haca bueno y el agua estaba clara. En una hora, vimos lo ms importante que hay que ver.

Yo voy a menudo. Siento un gran placer nadando en medio de los peces, acercndome a ellos. Estn tan acostumbrados a los humanos que casi se les puede tocar.

Esperaba que me preguntase para qu quera tocarles.

El hombre desciende de los peces. Julin se reencuentra con sus orgenes perdidos brome Hans.

Y t te dispones a zamparte a un descendiente de tus ancestros asado en la barbacoa.

Te parecer bonito! Bueno, os dejo comer tranquilos. Qu os aproveche! Hasta esta tarde.

Suerte con tu bsqueda. Y sobre todo, no pierdas la esperanza. Siempre te quedar la oficina de objetos perdidos de Yakarta.

Hasta esta tarde dijo Claudia.

Continu mi paseo pensando en Hans. Me preguntaba cul poda ser su problema. Era un tipo un poco raro, de todos modos. Me pareca que, en el fondo, no era un maleducado, que no tena intencin de herirme. Slo se mostraba hermtico a ciertas cosas.

Volv a mi bungalow, me arregl a toda prisa y cog mi coche. El itinerario me result ms sencillo esta vez y me plant ante la casa del maestro Samtyang a media tarde.

La misma joven del da anterior me recibi con mucha amabilidad y me condujo directamente al campan en el que me haban atendido la vspera. Esta vez tuve tiempo para observar el lugar con ms calma. Era sobrio y al mismo tiempo hermoso. Desprenda serenidad, paz y armona. Empezaba a agradarme de verdad este sitio. Senta que en un lugar as uno poda despegarse de un montn de cosas. Aqu, se dejaban a la puerta una buena parte de las preocupaciones que nos agobian. El tiempo permaneca como suspendido. Tena la impresin de que podra haberme quedado all durante aos sin que me saliera ni una sola arruga.

No le vi venir. Me di la vuelta y le tena detrs. Nos saludamos y me inform de que, a esa hora, no podra dedicarme mucho tiempo.

Una lstima.

Entonces, ha ido al videoclub de Kuta? me pregunt.

Esto No admit con un tono un poco pattico.

Sin el menor rastro de reproche ni de autoridad, me dijo:

Si realmente desea que le acompae en la va que le har avanzar por su vida, es necesario que haga lo que le pido siempre y que no ponga pegas a mis demandas. Si se contenta con venir a verme y escucharme, no conseguir grandes progresos. Est dispuesto a comprometerse en este sentido?

De acuerdo.

Ya que deseaba que nuestra relacin continuara, acaso tena otra eleccin?

Dgame, por qu no ha ido a Kuta?

Bueno, la verdad es que ayer tarde estaba un poco agotado y necesitaba descansar.

Con un tono condescendiente, me dijo:

Si miente a los dems, por lo menos no se mienta a s mismo.

Perdn? estaba desconcertado.

De qu tiene miedo?

Su voz desprenda mucha dulzura y sus ojos se sumergan en los mos. En lo ms profundo de m. Sin embargo, no perciba ninguna intrusin. Simplemente me senta escrutado. Este hombre lea en m como en un libro abierto.

?

Qu habra perdido yendo?

Cmo lo haca para saber plantear la pregunta, para tocar delicadamente con su dedo ah donde precisamente haca falta? Tras un cierto silencio, me escuch decir:

Creo que tena ganas de conservar intacta mi admiracin por mi actriz preferida.

Tena miedo de perder sus ilusiones.

Sonaba raro, pero era cierto. Tanto ms cuando, la vspera, yo haba dudado de que l tuviera razn a este respecto. Entonces, por qu negar la verdad?

Puede ser dije.

Es normal. Los seres humanos estn muy unidos a todo aquello que creen. No buscan la verdad, slo quieren un cierto modo de equilibrio, llegando a construirse un mundo ms o menos coherente fundado sobre sus creencias. Esto les proporciona tranquilidad y se aferran a ello inconscientemente.

Pero por qu no nos damos cuenta de que eso en lo que creemos no es la realidad?

Recuerde que lo que creemos termina convirtindose en nuestra realidad.

No estoy totalmente seguro de estar siguindole. Sabe? Quizs todo esto resulta demasiado filosfico para m. Adems, por muy soador que sea, no dejo de ser una persona muy racional. Para m, la realidad es la realidad.

Es muy sencillo, de hecho. Si le pido que cierre los ojos, se tape las orejas y luego me describa la realidad que se encuentra a su alrededor, no podr hacerlo a la perfeccin. Es normal, pues sta se compone de miles de datos y usted no es capaz de captarlos todos.

Slo percibe una parte de la realidad.

Y esto qu significa?

Por ejemplo, en el plano visual: la cantidad de datos relativos al entorno, la disposicin de las paredes y los pilares de los distintos campanes que entran en su campo visual, los rboles, los arbustos y las plantas provistas de miles de hojas que se agitan cada una a su manera al capricho de una ligera brisa. A esto se unen los muebles, los objetos y sus contornos. Cada una de estas cosas est compuesta de diversos materiales. Las materias no son uniformes ni los colores homogneos.

Tambin hay una locura de datos sobre la luz del ambiente, las sombras, el cielo, las nubes que se desplazan, el sol. Solamente mi cuerpo le est enviando miles de informaciones relativas a mi postura, mis movimientos, mi mirada, las expresiones de mi rostro que cambian de un segundo a otro Y todo esto no son ms que impresiones visuales! A esto hay que aadir los datos auditivos: los ruidos diversos y variados, cercanos o lejanos, las mltiples inflexiones de mi voz, su volumen, tonalidad, el ritmo de mis palabras, el sonido que emite el roce de nuestras prendas cuando nos movemos, los insectos volando, los pjaros en la lejana, el ruido del viento en las hojas, etc. Y esto no es todo. Usted tambin se encuentra sumergido en informaciones olfativas y relativas al tacto: la temperatura del aire, la humedad, los aromas de las distintas plantas que nos rodean, que cambian en funcin de las corrientes de aire, la sensacin de mltiples puntos de contacto de su cuerpo sobre el suelo, la

Vale, vale! Me ha convencido le interrump . Lo reconozco, sera incapaz de transmitir toda esa informacin con los ojos cerrados y las orejas tapadas, es cierto.

Y esto se debe a una razn muy simple: usted no es consciente de todos esos datos. Hay demasiado y su mente, inconscientemente, hace una seleccin. Capta algunos, pero no todos.

S, sin duda.

Lo que resulta realmente interesante es que esta seleccin no es la misma para usted que para m. Si les pidiramos a distintas personas que hicieran este ejercicio y que escribieran en una lista lo que han observado en su entorno, no encontraramos dos listas iguales.

Cada uno hace una seleccin particular.

De acuerdo.

Y esta criba nunca se debe al azar.

Cmo que no?

Cada seleccin le pertenece a uno mismo, y depende de sus creencias, de lo que cree sobre el mundo en general. En resumidas cuentas, de su visin de la vida.

S?

Nuestras creencias nos llevan a filtrar la realidad. Es decir, a seleccionar lo que vemos, omos y sentimos. Esto me resulta un poco abstracto.

Voy a darle un ejemplo. Un ejemplo un poco caricaturesco para simplificar las cosas.

Vale.

Imaginmonos que usted est totalmente convencido de que el mundo es un lugar peligroso, que no hay que fiarse de nadie, que hay que protegerse constantemente. sta ser su creencia, de acuerdo?

De acuerdo.

Si esta creencia se encuentra grabada en su persona, entonces, segn usted, en qu se va a fijar su atencin en el momento actual?

Qu informaciones va a captar si cree, en lo ms profundo de su ser, que el mundo es peligroso?

Bueno, pues Vamos a ver, no s. Me imagino que de entrada desconfiara un poco de usted, porque, a fin de cuentas, casi no le conozco. Creo que observara sobre todo su rostro para intentar leer sus pensamientos, comprender lo que puede haber detrs de sus amables palabras. Intentara fijarme en posibles incoherencias en su discurso para saber si es usted de fiar o no. Tambin mantendra un ojo en la puerta del jardn para asegurarme de que permanece abierta y que puedo escapar fcilmente si surge cualquier problema. Qu ms? A ver Puede que le prestase atencin a esa viga que parece sostenerse por obra del Espritu Santo y podra carseme encima. Vigilara al gecko que escucho pasearse entre las vigas, temiendo que baje y me muerda. No me fiara de ese tipo de reptiles. Me fijara tambin en que la esterilla est muy usada y podra clavarme alguna astilla si no tengo cuidado.

Eso es! Su atencin se centrara en los riesgos potenciales que toda situacin entraa. Si se le pidiera que, con los ojos cerrados, nos describa la situacin, seran estos elementos los que le vendran a la memoria.

Sin lugar a dudas, en efecto.

Ahora, imagnese que su creencia es totalmente opuesta. Que considera que el mundo es amistoso, que las personas son amables, honradas y de fiar, y que la vida ofrece un montn de buenos placeres para degustar. Haga como si esta conviccin estuviese profundamente enraizada en su ser. Sobre qu centrara su atencin en este momento, y qu podra describir con los ojos cerrados y los odos tapados?

Supongo que hablara de las plantas, que son realmente bonitas. De este viento suave y agradable que hace ms soportable el calor. Creo que hablara tambin del gecko, pues me dira: Anda! Hay un gecko en el techo. Seguro que no hay insectos revoloteando alrededor. Adems, describira el semblante sereno de este simptico hombre que me hace descubrir montones de cosas interesantes sin tan siquiera cobrarme por ello.

Exactamente! Lo que creemos sobre la realidad, sobre el mundo que nos rodea, acta como un filtro, como unas gafas selectivas que nos conducen sobre todo a ver los detalles que van en el sentido de lo que nosotros creemos. De este modo, se refuerzan nuestras creencias y as se cierra el crculo. Si creemos que el mundo es peligroso, efectivamente vamos a dirigir nuestra atencin a todos los peligros reales o potenciales, y tendremos la sensacin de que vivimos en un mundo cada vez ms amenazador.

Es lgico, por supuesto.

Pero no se termina ah la cosa. Nuestras creencias tambin nos van a permitir interpretar la realidad.

Interpretar?

Usted acaba de mencionar las expresiones de mi rostro. Estas expresiones, junto a mis gestos, pueden ser interpretadas de distintas maneras. Sus creencias le van a ayudar a encontrar una interpretacin. Una sonrisa ser percibida como un signo de amistad, cortesa o seduccin, pero tambin de irona, burla o condescendencia. Una mirada insistente, como un signo de marcado inters o, por el contrario, como una amenaza, una voluntad de desestabilizacin. Cada uno estar convencido de su interpretacin. Lo que usted cree sobre el mundo le conduce a dar un sentido a todo aquello que es ambiguo o incierto. Y esto refuerza sus creencias, una vez ms.

Comienzo a entender por qu deca que lo que creemos termina convirtindose en nuestra realidad.

S, sobre todo teniendo en cuenta que esto nunca se detiene.

Es infernal, su historia.

Cuando uno cree algo, le lleva a adoptar ciertos comportamientos, los cuales van a tener un efecto sobre la forma de actuar de los dems en un sentido que va, a su vez, a reforzar lo que uno cree.

Vaya, esto se enmaraa.

Es muy simple. Quedmonos con el mismo caso como ejemplo. Usted est convencido de que el mundo es peligroso y de que hay que andarse con ojo. Cmo se va a comportar cuando conozca a alguien?

Voy a andarme con precaucin.

S, y su rostro, probablemente, mostrar un gesto hostil, muy poco atractivo.

Cierto.

Estas personas que acaba de conocer van a percibirlo, a sentirlo. Cmo van a comportarse ellas, por su parte, ante usted?

Pues, en efecto, es muy probable que se anden con ojo y que no se abran mucho ante m.

Exacto! Y adems usted lo va a notar y tendr la sensacin de que esta gente es cerrada y se comporta de un modo un poco extrao con usted. Adivine cmo va a interpretar esto, bajo el influjo de sus creencias.

Evidentemente, me voy a decir que tena razn al desconfiar.

Sus creencias se refuerzan.

Es terrible.

En este caso, s. Pero tambin funciona a la inversa. En el ejemplo contrario, si usted, en lo ms profundo de su ser, est convencido de que todo el mundo es simptico, se va a comportar de forma muy abierta ante la gente. Va a sonrer y mostrarse relajado. Esto, por supuesto, va a conducir a que los dems se abran por s solos y se encuentren distendidos en su presencia. Inconscientemente, tendr la prueba de que la gente es simptica. Su creencia se reforzar. Pero hay que comprender que todo este proceso es inconsciente. Ah reside su fuerza. En ningn momento usted se dice conscientemente: Est bien esto que creo, la gente es simptica. No, no necesita decrselo porque para usted es lo normal. Es as, la gente es simptica, es una evidencia. Del mismo modo, los que creen que hay que desconfiar a todo precio de los dems encuentran natural conocer a gente cerrada, desagradable, aunque, por otro lado, lo lamenten.

Qu locura! Finalmente, sin darnos cuenta, cada uno se crea su propia realidad que, de hecho, no es otra cosa que el fruto de sus creencias. Es realmente increble. Alucinante.

Esta ltima palabra es muy acertada.

Adivin una cierta satisfaccin en l. Deba de darse cuenta de que yo empezaba a comprender la fuerza y el alcance de esta teora. Es cierto que estaba anonadado. Tena la sensacin de que los seres humanos son vctimas de sus propias ideas, de sus propias convicciones, de sus propias creencias, utilizando su expresin. Lo ms terrible, quizs, era que no se daban cuenta de ello. Y con razn! Ni tan siquiera son conscientes de que creen lo que ellos creen. Sus creencias no estn conscientemente en su mente. Tena ganas de gritarle a la tierra entera, de explicarle a la gente que hay que dejar de creer en cualquier cosa. Quera decirles que se estaban arruinando la vida debido a ideas que ni tan siquiera eran la realidad. Me imaginaba recorriendo el planeta al volante de una de esas furgonetas que sirven para anunciar circos en gira. Gritara de pueblo en pueblo a travs de un altavoz que amplificara mi mensaje: Seoras y seores, es necesario que dejen de creer en lo que creen. Se estn haciendo sufrir, cranme. En menos de tres das apareceran los hombres de blanco y se me llevaran embutido en una camisa de fuerza. Mi circo particular tendra las paredes acolchadas.

Bien, pero, una cosa: las creencias que tenemos, a qu dominios conciernen? Hasta dnde se extienden?

Todos hemos desarrollado creencias sobre nosotros mismos, sobre los dems y nuestras relaciones con ellos, sobre el mundo que nos rodea. En definitiva, tenemos creencias sobre casi todo: desde nuestra capacidad para sacar adelante nuestros estudios hasta la educacin de nuestros hijos, pasando por nuestra evolucin profesional y nuestras relaciones conyugales. Cada uno lleva en su interior una constelacin de creencias. Son incontables y dirigen nuestra vida. Unas son positivas y otras negativas, no es as?

No, para nada. No se puede juzgar nuestras creencias. Lo nico que podemos afirmar es que no son 1a realidad. Lo que es ms interesante, en cambio, es comprender sus efectos. Cada creencia tiende a producir a su vez efectos positivos y limitantes. Ahora, reconozco que determinadas creencias inducen ms efectos positivos que otras.

S, me parece que tenemos ms inters en creer que el mundo es amistoso, no? Adems, no veo en qu puede resultarnos positiva la creencia de que el mundo es peligroso.

Pues s que puede. Una creencia de ese tipo le llevara, por supuesto, a protegerse en exceso, malgastando un poco su vida sin lugar a dudas, pero el hecho es que, si un da se encontrara con un peligro real, seguramente estara ms protegido que una persona que cree que todo va a pedir de boca en el mejor de los mundos.

S.

Por eso es pertinente ser conscientes de lo que creemos y despus darnos cuenta de que no son ms que creencias, para finalmente descubrir sus efectos en nuestra vida. Esto puede ayudarnos a comprender bien las cosas que vivimos.

A propsito de esto, ayer me dijo que trataramos lo que me impide ser feliz.

S, pero de entrada voy a ponerle a trabajar solo: tengo dos tareas que encargarle y debe realizarlas despus de esta sesin, esperando que volvamos a vernos.

De acuerdo.

La primera consiste en soar estando despierto.

Bueno, creo que sabr hacerlo.

Bien, entonces va a soar que est en un mundo donde todo es posible. Imagine que no hay ningn lmite a lo que usted es capaz de realizar. Haga como si tuviera todos los diplomas del mundo, todas las cualidades que existen: una inteligencia perfecta, unas habilidades sociales muy desarrolladas, un fsico de ensueo todo lo que quiera. Todo es posible para usted.

Creo que este sueo me va a gustar.

Entonces, imagnese cmo sera su vida en ese contexto: qu hace, su profesin, sus placeres, cmo se desarrolla su existencia. Tenga siempre presente que todo es posible. Despus anote todo esto y me lo trae.

Muy bien.

Su segunda misin consiste en realizar una serie de bsquedas.

Bsquedas?

S. Quiero que recopile los resultados de las investigaciones cientficas llevadas a cabo en Estados Unidos sobre el efecto de los placebos. Despus hablaremos de ello.

Pero dnde puedo encontrar eso?

En Estados Unidos los laboratorios farmacuticos estn obligados a llevar a cabo tales experimentos. No se les autoriza a sacar al mercado un nuevo frmaco sin antes haber demostrado cientficamente que es ms eficaz que un placebo, es decir, una sustancia inactiva. Esto proporciona indirectamente datos precisos sobre la eficacia de los placebos. Nadie utiliza esta informacin, pero para m merece un gran inters. S que los laboratorios han publicado algunos resultados. Usted tiene que encontrarlos.

Usted los conoce?

Claro que s.

Entonces, por qu me pide que los busque? Ganaramos ms tiempo si hablramos de ellos ahora mismo. El sbado cojo el avin para volver a casa, as que no tenemos mucho tiempo para vernos.

Porque no es en absoluto lo mismo escuchar a alguien revelar una informacin que obtenerla uno mismo directamente de la fuente.

Disclpeme, pero no veo que esto cambie mucho las cosas.

Si se lo dijera yo, siempre podra dudar de los datos que le proporciono. Conocindole un poco, estoy seguro de que sa sera su reaccin. Quiz no ahora, pero puede que ms adelante. Adems, no se progresa escuchando a una persona, sino actuando y viviendo experiencias.

Pero de dnde voy a sacar esos datos? No me alojo en un hotel. No tengo ninguna forma de acceder a Internet y no he visto ningn cber en la isla.

Quien tira la toalla ante la primera dificultad del camino nunca llega muy lejos en la vida.

Vamos, confo en usted.

Una ltima cosa. A qu hora debo venir maana para que est plenamente disponible, para que tenga tiempo?

Me mir durante unos instantes sonriendo. Me pregunt si habra vuelto a decir algo que no deba. Ese da no paraba de meter la pata.

Sobre todo, no empiece a creer que me necesita. El tiempo que le pueda dedicar a la hora que usted venga ser suficiente.

Mientras volva al coche, me preguntaba cmo este hombre podra permanecer tan calmo, sereno y con una mirada tan acogedora al decir cosas que a veces no iban en el sentido de lo que me apeteca escuchar. Se trataba de un ser imprevisible, distinto a los dems.

Segua maravillado por el conocimiento que demostraba de cuestiones cientficas occidentales, algo que contrastaba con su personaje. Habra jurado sin problemas que nunca haba salido de su pueblo, y me costaba imaginar que este viejecillo de la otra punta del mundo pudiera extraer su sabidura de experimentos llevados a cabo en Occidente. Todo era muy extrao.

Empezaba a conocerme la carretera, as que tard muy poco en llegar a Ubud. El sol se pone muy pronto en los trpicos y ya era de noche cuando aparqu junto al gran mercado. Un olor a incienso emanaba de la terraza jardn de un pequeo restaurante. Los balineses suelen utilizar el incienso para espantar a los mosquitos. Se podan ver barritas consumindose sobre platitos dispuestos en los jardines o a la entrada de las casas. Esto contribua a crear ese ambiente mgico de la noche de Ubud.

Entr en el restaurante, me instal bajo un rbol y ped pescado asado. Sobre las mesas del jardn haban dispuesto velas, acompaadas por antorchas plantadas en la hierba que ardan lentamente difundiendo una luz dulce y clida. Algunos gritos surgan aqu y all, provenientes de la calle, sin duda balineses que atraan a los paseantes extranjeros para ofrecerles sus servicios de taxistas improvisados. Tena una hora por delante antes del concierto. Bali es el nico lugar sobre la faz de la tierra en el que no miro el reloj cada media hora. Aqu, el tiempo no tiene importancia. Es la hora que es, eso es todo. Pasa lo mismo con el clima. Nadie se preocupa por saber qu tiempo har maana. Sea como sea, cada da ofrecer su racin de sol y de lluvia. Es as. Los balineses aceptan lo que les ofrecen sus dioses sin plantearse cuestiones embarazosas.

Reflexion sobre lo que me haba pedido el sabio: soar con una vida ideal en la que fuese feliz. Necesitaba un poco de tiempo para meterme en la piel de alguien que pudiera permitrselo todo e imaginarme cmo sera mi vida. Uno no se plantea estas cuestiones todos los das. Personalmente, soy ms proclive a fijarme cada da en lo que no funciona en mi vida, en lugar de pensar en cmo me gustara que fuera.

En cuanto di rienda suelta a mi imaginacin, la primera cosa que me vino a la mente fue que, si todo fuera posible, cambiara de oficio. Profesor es un trabajo noble y gratificante, no lo niego, pero ya estaba un poco harto de ensear una materia a alumnos que no la saban apreciar y a quienes incluso les aburra profundamente. Por supuesto, era consciente de que si me lo tomaba de otra forma podra acrecentar su motivacin por aprender y llegar a interesarles, pero estaba obligado a aplicar al pie de la letra el programa oficial y a aferrarme a los mtodos pedaggicos en boga, mtodos por otra parte muy poco apropiados para los alumnos de hoy en da. No aguantaba ms verme atrapado entre las exigencias de la administracin y las de la realidad del da a da, totalmente opuestas.

Tena ganas de aire fresco, de cambiar radicalmente de profesin y de realizarme en un dominio artstico. Soaba con hacer de mi pasin mi oficio, y mi pasin era la fotografa. Sobre todo, me encantaba capturar la expresin de los rostros con retratos que revelasen la personalidad del sujeto, sus emociones y estados de nimo. Incluso me atraa la fotografa de bodas. Si todo fuera posible, creara mi propio estudio. No sera una de esas fbricas de despachar fotos sin ningn inters, no, se tratara de un estudio especializado en retratos tomados al instante, en vivo, para captar actitudes y expresiones que mostraran quin era esa persona. Mis fotos contaran historias. Al mirarlas, entenderamos qu piensa y siente cada individuo retratado. Descifraran las emociones de los padres, las esperanzas o temores de los abuelos, la mirada de la hermana mayor que se pregunta cundo le llegar su hora, la de los divorciados que se dicen que los recin casados creen en Pap Noel. Tambin me gustara inmortalizar la felicidad de las personas para que, toda su vida, pudieran con slo un vistazo sumergirse de nuevo en el ambiente de ese gran da y recuperar esas emociones que haban sido suyas. Una foto bien lograda dice muchas ms cosas que un largo discurso.

Mi estudio tendra mucho xito y alcanzara cierto renombre. Las revistas se interesaran por mi trabajo y publicaran algunas de mis obras. Sera reconocido por mi talento. S, eso estara bien. Mantendra tarifas razonables por mis trabajos, para permitir el acceso a mis servicios a una gran clientela. Aun con ello, no me costara mucho doblar o triplicar mi sueldo de profesor. Por fin podra permitirme una casa, una hermosa mansin cuyos planos diseara yo mismo y que encargara construir.

Tendra un jardn para leer los fines de semana, tirado en una tumbona a la sombra de un tilo. Me tumbara en la hierba y me echara la siesta con el perfume de las chiribitas hacindome cosquillas en la nariz. Y, por supuesto, estara con una mujer a la que amase y que me amase. Eso por descontado. Tambin aprendera a tocar el piano. Siempre he tenido ganas de tocar un instrumento. Esta vez, lo hara e interpretara los nocturnos de Chopin al atardecer, en mi gran saln, mientras el fuego crepita en la chimenea. De vez en cuando, invitara a mis amigos y tocara para ellos. Mi felicidad sera contagiosa.

Su pescado, seor.

Eh? Perdn.

Quiere limn o salsa picante?

Limn, gracias.

El pescado estaba servido de una pieza en el plato. Tena la impresin de que su ojo me contemplaba. Empec a atormentarme por soar en la felicidad mientras mataban a este pez para m. Adems, l se encargaba de recordrmelo mirndome fijamente.

Estaba sorprendido de constatar que mi sueo no era muy exagerado. No necesitaba ser millonario para ser feliz, ni convertirme en una estrella del rock o en un famoso poltico. Sin embargo, este simple sueo y la felicidad que conllevaba me parecan inalcanzables. Incluso le llegu a reprochar al curandero el haberme entreabierto una puerta que daba a lo que podra haber sido mi vida. Una puerta que, una vez cerrada, me dejara un regusto amargo, pues resultara visible en mi conciencia el inmenso desfase entre sueo y realidad. Me quedaba por cumplir la otra tarea que me haba encomendado. Me preguntaba dnde podra conseguir acceso a Internet. Sin duda en un hotel, siempre que fuese lo suficientemente lujoso para estar equipado en condiciones. Pero corra el riesgo de que no me dejasen utilizarlo por no ser residente en l. Bueno, lo intentar maana. Probar suerte en alguno de los lujosos complejos de la costa. Me inventar una trola e intentar salirme con la ma. Al pescado pareca no gustarle mi idea. Segua mirndome fijamente con su ojo acusador. Perd el apetito y termin pidiendo la cuenta y dejando mi plato casi intacto. Lo siento, amigo, has muerto para nada. Fuera, me sumerg en el ambiente distendido de la calle. Me top con Hans y Claudia ante la sala de ceremonias. Estaban comiendo de pie y a toda prisa una especie de bocadillo de aspecto poco apetitoso. Normal, por qu darse un placer? Perdemos menos tiempo comiendo algo rpido y adems es ms barato. En resumen: ms racional. Buenas tardes, Julin dijeron al unsono.

Hola a los dos. Cuntos templos habis visitado esta tarde?

Digamos que hemos rentabilizado bastante bien nuestra jornada respondi Hans.

El concierto est a punto de empezar anunci Claudia.

La sala de ceremonias era una especie de anfiteatro al aire libre. Estaba casi llena, as que nos sentamos al fondo, en la ltima fila, pero enfrente del escenario. Yo, como buen melmano, haba tenido ya alguna experiencia previa con los gamelanes, una especie de enormes xilfonos de bamb que producen una gama limitada de sonidos poco sutiles. Esa noche no habra menos de ocho en el escenario y, desde que comenz el concierto, me sorprendi la amplitud del sonido que se elev en el anfiteatro. En un principio, pareca un estruendo ensordecedor, incluso cacofnico, pero pronto me pareci percibir una especie de coherencia de conjunto. Al final, termin por reconocer que hay algo de cautivador en esta msica, aunque resulte poco armnica para un occidental. En un momento dado, la repeticin de las melodas te hipnotiza y te encuentras en otro estado, como transportado por los obsesivos sonidos que tienen una influencia en tu cerebro.

Un fuerte olor a incienso se difunda por el anfiteatro, desde diferentes lugares, envolviendo al pblico. Pasaron diez o veinte minutos, puede que ms, porque haba perdido la nocin del tiempo, hasta que aparecieron en escena las bailarinas, ricamente vestidas con sus sublimes trajes tradicionales, llenos de colorido y extremadamente refinados. Sus peinados eran muy sofisticados y consistan en un moo adornado con perlas y finas cintas. Sus pasos de danza eran precisos, delicados. Cada movimiento portaba en s una feminidad y una gracia increbles. De lejos, pude ver sus ojos medio en blanco y, de un solo golpe, lo entend todo: estaban en trance, danzaban hipnotizadas. Era impresionante verlas en ese estado movindose perfecta y rtmicamente, al son de los gamelanes que les mantenan en trance y se lo comunicaban a los espectadores. Sus desplazamientos en el espacio estaban medidos, su coordinacin era perfecta. Las manos desempeaban un papel fundamental en el baile. Se movan con una serie de gestos delicados, muy codificados, cuya elegancia era pareja a su precisin.

El pblico estaba cautivado, poda sentir cmo vibraba en armona con las bailarinas. El olor a incienso nos hechizaba. Slo Hans miraba de cuando en cuando su reloj. Claudia estaba subyugada por el espectculo. Me dio la impresin de que se iba a poner a levitar, fenmeno que habra interesado a su cientfico marido. El ritmo se fue acelerando progresivamente, y el sonido ensordecedor de los gamelanes se amplific, tomando posesin de mi cerebro y envolviendo mi alma, que ya no era del todo ma. El perfume del incienso habitaba mi cuerpo e impregnaba cada fibra de mi ser. Las luces de la escena se arremolinaban en mi cabeza, mientras cada clula de mi cuerpo vibraba al ritmo de la percusin.

Resultaba difcil conducir de noche tras un concierto como se. Por fortuna, me bastaba con seguir al vehculo de los holandeses sin pensar en mi itinerario. Saba que poda confiar en Hans: haba conservado intacto todo su juicio. Conduje maquinalmente, por eso la ruta se me hizo bastante larga. Atravesamos bosques, campos e innumerables pueblos en los que tena que hacer un esfuerzo para concentrarme y no atropellar a los pocos peatones todava presentes en las calles. Lo ms duro era esquivar a los coches que circulaban en todos los sentidos, la mayora de ellos con las luces apagadas. Los balineses creen en la reencarnacin, y por eso no les da miedo la muerte. Esto les vuelve muy imprudentes, ya sea como peatones o al volante Yo, como pobre mortal, tena que redoblar la vigilancia.

Era casi medianoche cuando llegamos a la playa de Pemuteran. La noche era oscura, aunque algunos puntos de luz revelaban la presencia de gente en distintos lugares de la playa. La luna se asomaba por momentos, escapando del intento de las nubes por cubrirla, e

iluminaba con su halo blanco y fro las pequeas olas que laman la arena. Los tres nos encontramos ante un funcionario que controlaba el acceso a la playa.

Buenas noches. Venimos a ver las tortugas dijo Hans.

Buenas noches. Tienen derecho a acceder a la playa si respetan las siguientes normas: no deben acercarse a ms de dos metros de las tortugas adultas; no hablen en voz alta y permanezcan siempre del lado de la costa; no estn autorizados a andar en el espacio que separa a las tortugas del mar.

De acuerdo.

Que pasen una buena velada.

Pisamos la arena en silencio, aspirando el aire clido de la noche, cargado de sutiles olores marinos. Distinguimos unos grandes bultos oscuros dispersos por la playa: tortugas de ms de un metro y ciento veinte kilos cada una.

Parecan inmviles, como dormidas sobre la arena. La luz plida que asomaba de cuando en cuando, como si se tratara de un faro celeste, les daba la apariencia de inquietantes seres prehistricos. Nos quedamos contemplndolas en suspenso durante largo rato. Por nada del mundo habramos perturbado su quietud. Se disponan a cumplir el acto ms bello del mundo en un silencio religioso, apenas roto por el nfimo chapoteo de las olas. Nos encontrbamos sumergidos en un universo de lentitud, inmersos en la calma, aletargados por nuestra fascinacin ante este extrao momento, sintiendo el latir sordo de nuestros corazones sonando en lo ms profundo de nuestro ser.

Todava pasaron largos minutos sin que pronunciramos ni una sola palabra. Despus nos dirigimos hacia un grupo de gente reunida un poco ms adelante. Pertenecan a una asociacin de defensa del medio ambiente, desplazados al lugar para la ocasin. Protegan a las tortugas y vigilaban los huevos esperando que eclosionaran, puesto que, una vez puestos, eran abandonados por sus madres en la arena.

Nos explicaron que llevaban un registro de nacimientos anuales para seguir las estadsticas de ao en ao. Durante siglos se haba cazado a las tortugas, pero el gobierno, sensible a la gran amenaza de extincin de la especie, haba terminado por prohibir su comercio. Desde entonces, los furtivos estaban en apogeo, y los funcionarios se esforzaban por vigilar las escasas playas en las que tena lugar la corta temporada de puesta: una o dos noches al ao. Las tortugas que haban venido a desovar esta noche haban nacido all, en esa misma playa, haca ms de cincuenta aos. Durante todo ese tiempo haban viajado, recorriendo decenas de miles de kilmetros, y regresaban a dar vida al mismo lugar que les haba visto nacer haca ya medio siglo. Nadie sabe por qu, ningn cientfico ha encontrado una explicacin. Es as, simplemente, y es muy conmovedor.

Estaba contemplando a estas tortugas silenciosas, guardianas de un secreto milenario, portadoras de una sabidura desconocida. Por qu regresaban a este lugar? Cmo lo haban memorizado? Qu les impulsaba a dirigirse a travs de los ocanos precisamente all, al mismo lugar de su nacimiento? Tantas preguntas que quedarn sin respuesta. Estuvimos casi tres horas esperando la eclosin de los huevos. Con los ojos como platos y el corazn en un puo contemplamos a los bebs recin nacidos dirigirse hacia el mar, recorriendo sin atisbo de duda los pocos metros que les separaban del agua. Sabamos que la mayora iba a morir en las siguientes horas, devorados por distintos depredadores, entre los que estaban los tiburones. Las que lograran penetrar mar adentro, en sus profundidades, tendran ms posibilidades de salir con vida.

Estadsticamente, de todos los nacimientos de la noche, al final slo unos pocos sobreviviran. La vida es una lotera dijo Claudia, disgustada.

La vida es una carrera perpetua replic su marido . Slo sobreviven los ms rpidos. Los que pierden el tiempo, mariposean o se entregan a los placeres, mueren. Siempre hay que mirar hacia delante.

Estaba atnito, tanto por las cras de tortuga como por lo que acababa de escuchar. Era extraordinario. En apenas unas pocas palabras, cada uno haba resumido su visin de la vida. La ltima pieza del puzle holands se coloc, dando sentido al conjunto de imgenes que haba observado. Ahora entend por qu Claudia aceptaba el papel de ama de casa impuesto por su marido: simplemente, a su nmero no le haba tocado el premio. Cuando se ha perdido, se ha perdido, no hay nada que hacer. Cuando perdemos en el casino o en la lotera no discutimos ni argumentamos. Las cosas son como son, no sirve de nada querer cambiarlas. En cuanto a Hans, comprend mejor su obsesin por la accin y su incapacidad para concederse unos instantes de relajacin.

Me preguntaba si las tortugas tendran tambin creencias sobre la vida, o si, por el contrario, la falta de creencias les permita finalmente vivir ms en armona con ellas mismas.

Contemplaba a los bebs tortuga dirigirse serenamente hacia su elemento natural y me preguntaba cul de ellos sobrevivira y regresara all, dentro de cincuenta aos, cuando le llegara, a su vez, la edad de dar vida.

El camino de regreso a mi playa discurri sin problemas. Despus me di mi chapuzn ritual nocturno, preguntndome cul sera mi destino si fuera un beb tortuga. Siendo por naturaleza presa fcil de las dudas, me pareci que la expresin devorado por las dudas habra venido como anillo al dedo en este contexto.

A la maana siguiente, me despert bastante temprano tras una noche muy corta. Quera tener tiempo para reunir los datos que el curandero me haba pedido antes de ir a verle. Localic en mi gua el complejo hotelero ms cercano y sub al coche a toda prisa. Veinte minutos ms tarde, pasaba al ralent ante la entrada del Amankila, sin duda uno de los hoteles ms hermosos del mundo, y tambin uno de los ms privados. Tragu saliva al franquear la entrada del parking al volante de mi barato coche de alquiler. Me di cuenta de golpe de su incongruencia en ese lugar, acentuada por la suciedad de quince das de travesas todoterreno por las polvorientas carreteras de la isla.

Ascend lentamente la rampa bordeada de opulentos macizos de flores, esperando hacer el menor ruido posible, y aparqu lo ms lejos que pude de la recepcin. Tom el hermoso sendero que se diriga a ella, zigzagueando a travs de un precioso jardn paisajstico de un refinamiento exquisito. Sobre un parterre bordeado de piedras, vi a dos empleados de rodillas. Armado cada uno con un par de tijeras, cortaban concienzudamente el csped. En lugares como ste, una vulgar mquina cortacsped estara fuera de lugar, pues perturbara el reposo de los clientes. Permanec un instante desconcertado antes de retomar mi camino, intentando andar con naturalidad, fingiendo la indiferencia de quien est habituado a este tipo de sitios. Fue difcil mantener este registro cuando la belleza del lugar que se ofreca ante mi vista casi me corta la respiracin. Una sucesin de edificios de una sola planta y parcialmente sin paredes, construidos en estilo colonial contemporneo con materiales selectos, maderas extraas y hermosas piedras que ofrecan a la vista una agradable gama de tonos crema, se abra en direccin al mar. Frente a ellos haba una fila de tres sublimes piscinas en cascada a tres niveles. La primera estaba llena hasta el borde de agua que caa silenciosamente sobre la segunda que, ms abajo, verta sus aguas en la tercera. En lnea, a lo lejos, una cada vertiginosa sobre el mar, del mismo azul que las piscinas. Estaban tan mgicamente integradas en el paisaje que daba la sensacin de que el propio mar haba sido coloreado para hacer juego con ellas. Por encima, la inmensidad azul del cielo.

Algunos cocoteros y otros rboles tropicales estaban dispuestos juiciosamente para reforzar la belleza y la perfeccin del lugar. Tena la sensacin de que no se poda aadir o quitar nada sin manchar esta perfeccin. Una calma absoluta, ninguna presencia humana a la vista. Los residentes preferan sin duda la intimidad de las piscinas privadas de las que disponan delante de cada suite, en elegantes jardines particulares al resguardo de las miradas. Slo algunos empleados, cuyas libreas de tonos crudos se fundan con el color de las paredes, hacan de vez en cuando una discreta aparicin, deslizndose como fantasmas entre las columnas de los edificios dispersos. Retom mi camino hacia la recepcin, sintindome cada vez ms incmodo en este lugar. Me atendi un hombre distinguido, afable y sonriente, que tambin vesta una librea cruda. Intent ofrecer una imagen de confianza en m mismo.

Buenos das. Querra consultar un ordenador con conexin a Internet, por favor.

Es usted cliente del hotel, seor?

Por qu me preguntaba esto? l saba perfectamente que no lo era. Haba ledo en mi gua que el hotel tena doscientos empleados que se ocupaban de setenta residentes. Los trabajadores se aprendan todos los das de memoria sus nombres, y los usaban cada vez que se los cruzaban: Cmo est usted, seor Smith?, Hermoso da, no le parece, seora Greene?, Est usted en plena forma, seor King!.

No, estoy en el Legian ment, mencionando otro complejo hotelero de la isla . Estoy visitando el este y necesito conectarme imperiosamente a Internet por unos minutos.

De todos modos, estaba seguro de que no iba a llevarle la contraria a un occidental.

Sgame, por favor, caballero.

Me condujo a una elegante sala equipada con un ordenador ya encendido, como dispuesto para m. La estancia era casi tan grande como el apartamento en el que vivo. Atmsfera acogedora, moqueta extendida en el suelo, maderas tropicales en las paredes y una puerta con pequeos cuarterones de cristal y cuyo picaporte esculpido deba costar casi tanto como mi billete de avin.

En menos de un cuarto de hora ya haba consultado las distintas propuestas del buscador sobre el acceso a la informacin que andaba buscando. Lo que le confirm aquello que el curandero haba mencionado de pasada: los laboratorios farmacuticos reunan a pacientes voluntarios afectados por una enfermedad. Distribuan entre la mitad de ellos el medicamento que acababan de poner a punto para curar esta afeccin y a la otra mitad le daban un placebo, es decir, una sustancia inactiva totalmente neutra que tena la apariencia de un medicamento. Estos pacientes, por supuesto, no saban que se les haba suministrado un placebo. Crean que se trataba de un medicamento que supuestamente les iba a curar. A continuacin, los investigadores medan los resultados obtenidos en cada grupo de pacientes. Para poder demostrar la eficacia del medicamento, los enfermos que lo haban tomado tenan que presentar resultados superiores a los reflejados por el grupo de personas que haba tomado el placebo.

Pronto descubr que los placebos tenan un cierto impacto sobre las enfermedades, lo que ya era extremadamente sorprendente, puesto que se trataba de afecciones reales y los placebos eran sustancias totalmente inocuas contra ellas. El nico aporte era psicolgico: los pacientes crean que se trataba de un medicamento, por eso pensaban que les iba a curar. En algunos casos, eso bast para sanarles. Lo que me sorprendi fue el nmero de casos en los que esto ocurra. Era una media de un 30 por ciento! Incluso los dolores desaparecan. Un placebo fue tan eficaz como la morfina en el 54 por ciento de los casos. Los pacientes tenan dolor, sufran, y el consumo de un vulgar comprimido de azcar o de no se sabe qu ingrediente neutro lo suprima. Slo bastaba con que creyeran en ello. Pasmado, segu consultando una cantidad de datos similares relativos a diversas y variadas enfermedades. Despus descubr una cifra que me dej boquiabierto, con los dedos pegados al teclado. Se haba suministrado a un grupo de enfermos un placebo presentado como quimioterapia y el 33 por ciento de ellos haban perdido el pelo ntegramente. Permanec con la boca abierta ante la pantalla. Estos pacientes haban tomado algo parecido a un azucarillo creyendo que se trataba de un medicamento cuyo efecto secundario ms conocido es la prdida del cabello, y efectivamente se les haba cado el pelo. Pero si lo nico que haban hecho era tragarse un puto azucarillo, por Dios! Estaba petrificado, confundido por este poder de las creencias sobre el que tanto haba insistido el curandero. Simplemente, era algo increble. Sin embargo, los datos eran bien verdicos, publicados por un laboratorio muy serio, reputado por su quimioterapia. Al instante, me sent extraamente un poco indignado. Por qu, en efecto, no se hacan pblicos estos datos? Por qu no los difundan los medios de comunicacin? Esto abrira una serie de debates que terminaran por obligar a la ciencia a ocuparse de esta cuestin. Si unos fenmenos psicolgicos podan tener tal impacto sobre el cuerpo y las enfermedades, por qu concentrar el esfuerzo investigador en la produccin de costosos medicamentos nunca exentos de efectos secundarios? Por qu no interesarse de entrada en la forma de curar las enfermedades por medios psicolgicos?

Abandon la estancia dejando voluntariamente la pantalla encendida con la pgina que contena esta informacin. Con un poco de suerte, el prximo residente que entrase aqu sera el dueo de un gran grupo meditico.

Soar es gratis. Salud con desgana al recepcionista al marcharme, sin preocuparme por el coste de mi tiempo de conexin. No habra resultado muy creble en un habitual de este tipo de lugares.

Buenos das salud a la joven que, como de costumbre, sali a recibirme. Me haba costado menos de una hora y media llegar desde el Amankila. La sola visin del campan y de su jardn bastaba para trasladarme a un estado de profundo bienestar, como si estuviera en una pequea nube. Como cuando abrimos el tubo de crema solar del ao pasado y su perfume nos transporta por un instante el lugar de nuestras ltimas vacaciones.

El maestro Samtyang no est hoy.

Perdn?

Regres de golpe a la realidad. Que no estaba? Este lugar me pareca tan indisociable de su persona que me costaba imaginar que el maestro pudiera encontrarse en otro distinto.

Ha salido y va a regresar? Le esperar.

No. Me ha pedido que le entregue esto dijo, dndome un papel de color beis plegado en cuatro.

Me haba dejado una nota? Si quera excusarse por su ausencia, por qu no haba transmitido simplemente un mensaje oral a