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Corriente Revolución Anarquista Documentos de Discusión El Estado en el Proceso Globalizador La Transformación del principal aparato de dominación Septiembre del 2005

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Corriente Revolución Anarquista Septiembre del 2005 Documentos de Discusión La Transformación del principal aparato de dominación

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Page 1: El Estado en el Proceso Globalizador

Corriente Revolución Anarquista Documentos de Discusión

El Estado en el Proceso Globalizador La Transformación del principal aparato de dominación

Septiembre del 2005

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La Globalización del Capitalismo

La Globalización posee múltiples caras o dimensiones, que en conjunto, han ido

transformando casi todos los ámbitos de la vida social a lo largo y ancho del planeta.

Transforma las relaciones sociales, las instituciones políticas, económicas, culturales y la

estructura de todas las sociedades.

Desde un punto de vista económico, constituye el perfeccionamiento del sistema capitalista,

fortaleciendo los mercados globales, como instancias de intercambio de bienes, servicios y

capitales a nivel planetario. En estos mercados participan indistintamente Estados nacionales

o entidades privadas transnacionales, que agrupados en diferentes firmas o consorcios,

constituyen los principales actores económicos de la actualidad.

Para Altvater y Mahnkopf, la globalización consiste en la inserción de los diferentes países y

sociedades en el espacio global, este fenómeno supone un paso previo denominado como

“Proceso de Valorización” que recodifica todo los significados sociales, transformando

cualquier recurso natural o humano de cada país o región, en un producto transable en los

mercados globales. Este proceso transforma todas las cosas y las personas en mercancías,

“pero la conversión en mercancías no es el objetivo final de este proceso, lo sería más bien

la conversión en dinero de los recursos transformados en mercancías”1.

De esta forma, las distintas regiones y países a lo largo y ancho del mundo se unifican en el

proceso de globalización, transformando sus recursos humanos y naturales en mercancías

transables en los mercados mundiales con el fin de obtener la mayor cantidad de ganancias

posibles a partir de ellas.

Sin embargo, como Arrigui sostiene, no se debe pensar el proceso globalizador como algo

completamente nuevo, muchas de sus dimensiones corresponden a tendencias del

capitalismo mundial que se presentan desde inicios de los tiempos modernos. Más aún, lo

importante es descubrir y comprender correctamente, que elementos del desarrollo

capitalista se mantienen y cuales se han modificado en los últimos años. 1 E. Altvater y B. Mahnkopf, “Los Límites de la Globalización. Economía, Ecología y Política de la Globalización”, ED. Siglo Xxi, México, 2002, Pág. 87.

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Un primer mito a desalojar, corresponde a la creencia errónea de que con la globalización ha

aumentado significativamente la inversión directa en el extranjero por parte de los países

más ricos o de las empresas transnacionales. En este sentido, dicho fenómeno se ha

mantenido relativamente estable desde inicios del siglo XX, cuando “la inversión extranjera

creció tan rápidamente que en 1913 se puso por encima del 9% del producto mundial –una

proporción que todavía no había sido superada al comienzo de la década de 1990”2, es decir,

no constituye una característica propia del proceso globalizador, sino que se ha mantenido

durante más de un siglo. Si bien algunas empresas han instalado sus industrias o plantas de

producción en diferentes países, este fenómeno no conlleva necesariamente un aumento

significativo de las inversiones, por lo que no necesariamente constituye un beneficio para el

país receptor.

Lo realmente nuevo, que constituye la principal fuerza de la globalización, no es la inversión

directa extranjera sino la creciente importancia de los mercados financieros mundiales. “El

primero en globalizarse, y actualmente el mayor y en muchos sentidos el único auténtico

mercado global es el mercado de divisas. Las transacciones por cambio de divisas fueron

diez veces mayores que el comercio mundial en 1983; sólo diez años después, en 1992,

esas transacciones eran sesenta veces mayores”3.

Es decir, los mercados financieros constituyen la pieza clave del desarrollo capitalista de la

era globalizada, transando divisas y moviendo capitales de un lugar a otro en busca de

mejores tasas de interés y tipos de cambio más convenientes. Más aún, los Estados

Nacionales deben flexibilizar sus mercados financieros y su política monetaria para atraer la

atención de los “capitales golondrinas” y poder acceder a parte de las ganancias obtenidas.

“La idea de globalización estuvo desde el comienzo entretejida con la idea de intensa

competencia interestatal por la creciente volatilidad del capital y por la consiguiente

subordinación más estricta de la mayoría de los Estados a los dictados de las agencias

capitalistas”4. Si se desea atraer a los inversionistas extranjeros, los distintos países

subdesarrollados deben mostrarse políticamente estables y sin mayores trabas arancelarias 2 Arrigui Giovanni, “La Globalización, la Soberanía Estatal y la Interminable Acumulación de Capital”, en Revista Iniciativa Socialista, N° 48, marzo de 1998. Pág. 12. 3 Ibíd.. 4 Ibíd.. Pág. 13.

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o impositivas, sujetos a los dictámenes del Fondo Monetario Internacional y del Banco

Mundial.

Es en este punto donde es necesario abrir y profundizar un poco el debate, ya que se

comienzan a evidenciar ciertos conflictos entre las tendencias globalizantes y los aparatos

estatales tradicionales. Específicamente, se aprecia una perdida del dominio monopólico del

Estado Nación sobre su espacio territorial, el cual al ser valorizado por completo, es objeto

de transacción en mercados globales por los diversos grupos económicos transnacionales.

Más aún, en ciertas ocasiones los Estados Nacionales actúan como verdaderas barreras al

desarrollo de las “cuatro libertades” que requiere imponer el proceso globalizador, es decir,

para la libertad de comercio, libertad para el flujo de capitales, libertad en la prestación de

servicios y la libertad de migraciones.

Se puede concluir, que la valorización se desarrolla en un espacio que no puede ser cercado

con fronteras, por lo que obliga a redefinir el rol de los Estados Nacionales, transformando su

dinámica de funcionamiento y su estructura, adaptándolo a los requerimientos del capitalismo

globalizado y a las demandas sociales más recurrentes en nuestra época.

Para Altvater y Mahnkopf, los Estados nacionales “no desaparecen, pero sí operan según la

lógica del Estado Nacional de Competencia, que aparece en el mercado mundial como el

administrador de una economía nacional competidora frente a otros administradores de

economías nacionales competidoras“5, destinados a regular el funcionamiento de la

economía en un país determinado y presentar las mejores condiciones posibles para la

unificación de esa sociedad al proceso globalizador. En otras palabras, los Estados deben

competir por posicionarse de mejor manera en el proceso globalizador, competencia por

recibir inversiones, que aunque sean sólo de capital financiero, pueden marcar una fuerte

diferencia en la balanza comercial de una nación pequeña.

Todo esto nos habla de que “la formación de un sistema capitalista mundial, y su

transformación subsiguiente de ser un mundo entre muchos mundos hasta llegar a ser el

sistema socio – histórico del mundo entero, se ha basado en la construcción de

5 E. Altvater y B. Mahnkopf, “Los Límites de la Globalización. Economía, Ecología y Política de la Globalización”, ED. Siglo Xxi, México, 2002, Pág. 89.

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organizaciones territoriales capaces de regular la vida social y económica y de monopolizar

los medios de coacción y violencia. Estas organizaciones territoriales son los Estados, cuya

soberanía se ha dicho que va ser socavada por la ola actual de expansión financiera. En

realidad, la mayoría de los miembros del sistema interestatal nunca tuvieron las facultades

que se está diciendo que los Estados van a perder bajo el impacto de la ola actual de

expansión financiera; e incluso los Estados que tuvieron esos poderes durante un tiempo no

los tuvieron en otro”6.

Lo que realmente esta en discusión, es la articulación política de la globalización, cual es el

devenir del Estado y las formas de representación y participación política en las sociedades

que se suman a los nuevos lineamientos del capitalismo global. “Ya los teóricos del sistema

mundial han hecho notar que resulta una paradoja histórica el hecho de que en la misma

época ilustrada de hace aproximadamente quinientos años, pudiese surgir el moderno

Estado Nacional con sus fronteras limitantes y el moderno sistema mundial, cada vez más

abierto... La nacionalidad y la globalidad tienen la misma raíz, se desarrollan de manera

paralela, son las dos caras del modelo común del desarrollo capitalista”7.

Desde su origen el capitalismo se ha desarrollado en base al poder político encarnado en el

Estado, como fundamento jurídico en tiempos de calma o aparato bélico y de conquista en

tiempos de turbulencia; un Estado activo económicamente o regulador y subsidiario, en la

Historia del capitalismo ha adquirido distintas formas y funciones, pero siempre resguardando

la incansable acumulación de capital.

6Arrigui Giovanni, “La Globalización, la Soberanía Estatal y la Interminable Acumulación de Capital”, en Revista Iniciativa Socialista, N° 48, marzo de 1998. Pág. 19. 7 Ibíd.. Pág. 101.

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Entre el Estado Global y el Imperialismo

Según Jaques Bidet, la dimensión política de la globalización, se desarrolla articulando “un

Estado mundial que emerge imperceptiblemente a nuestras espaldas, en simbiosis con la

forma dominante, la del sistema imperialista”8. Ambas formulas, Imperialismo y Estado

Global, lejos de ser opuestas, serían complementarias y funcionales para la supremacía

global del sistema capitalista.

Para llegar a esta conclusión, Bidet inicia su análisis desde los postulados de Kant y las

teorías contractualistas9 propias del liberalismo. Estas teorías plantean que los individuos

sólo consiguen salir del peligroso y agresivo “Estado de Naturaleza”, a través de un

advenimiento o “Contrato Social” que configura un Estado y les permite conseguir la

seguridad y protección anhelada para sus vidas y su propiedad. Así, el Estado es el

encargado de regular la interacción entre los individuos, estableciendo el imperio de la ley, la

integridad de sus ciudadanos y el respeto a las autoridades.

De igual forma, desde el liberalismo se postula que entre los Estados, también existiría

inseguridad e inminentes peligros de guerras e invasiones, por lo que es necesario articular

acuerdos entre naciones o instancias globales de decisión, capaces de enfrentar el “nuevo

contexto, marcado por una tendencia a la superación de los Estados – Naciones, por una

internacionalización de la economía, por la emergencia de riesgos ecológicos comunes a

todos y por el hecho de que la ONU ya existe, si bien débilmente, como lugar de coerción

colectiva”10. Sólo a través de este acuerdo o articulación política a nivel global, se podría (en

teoría), garantizar el predominio de la paz y la armonía en las relaciones competitivas entre

los diferentes Estados. Sólo en la medida que esta instancia se vaya fortaleciendo se podrán

ir enfrentando adecuadamente los riesgos que afectan al conjunto de la sociedad global.

Para comprender mejor este fenómeno, resulta interesante la distinción que Dirk Messner

establece entre la “Soberanía Interna” y la “Soberanía Externa” de un Estado: “La Soberanía

8 Bidet Jacques, “Imperialismo, Estado Mundial y Ciudadanía Mundial”, en Revista Actuel Marx Intervenciones, N° 1, Santiago, Segundo semestre 2003. Pág. 51. 9 Se puede revisar las teorías contractualistas en las obras de Locke, Hobbes y Rousseau principalmente. 10 Bidet Jacques, “Imperialismo, Estado Mundial y Ciudadanía Mundial”, en Revista Actuel Marx Intervenciones, N° 1, Santiago, Segundo semestre 2003. Pág. 53.

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Externa alude a relaciones entre los Estados dentro del sistema internacional; la Interna se

circunscribe a las relaciones del Estado con los actores sociales y la economía dentro del

territorio nacional”11. La primera determina la política internacional y la forma de relación con

otros Estados y la segunda, el orden interno, sus características institucionales y la forma de

canalizar conflictos.

Ambos tipos de soberanía son complementarias y de hecho, se entrecruzan en diferentes

aparatos estatales y leyes que rigen en cada país. Sin embargo, el proceso de globalización

tiende a debilitar o corroer la soberanía interna de las naciones, no en sentido legal o jurídico,

sino en términos operativos, impidiendo que un Estado específico, pueda resolver todos los

problemas que le afectan o canalizar adecuadamente ciertos conflictos. Con esta

característica de la globalización, se evidencia la imposibilidad de que un Estado Nación,

pueda responder e intervenir con existo, problemas que sobrepasan sus propias fronteras.

Obviamente, para poder regular una economía nacional inserta en los mercados globales o

para revertir el calentamiento global por ejemplo, los diferentes Estados Nacionales deben

encontrar mecanismos de dialogo y decisión conjuntos que lentamente comienzan a emerger

y constituir un poder político global, encarnado en organismos específicos que con distinto

niveles de éxito comienzan a operar sobre temas económicos, políticos, ecológicos,

demográficos, etc.

En definitiva presenciamos una fricción entre los problemas fuertemente globalizados y las

instancias de respuesta e intervención política, que aún se encuentran operando en un nivel

particular, limitados en un territorio y bajo un angosto margen de soberanía y poder de

acción. Para hacer frente a estos problemas, “los Estados – Nación tienen que construir

organizaciones multi y supranacionales en las relaciones interestatales, así como formas de

cooperación en su interacción con el mundo social, en una escala y profundidad nunca

vistas, sólo así puede detenerse la erosión de la soberanía interna de los Estados”12. Así,

como a problemas de particulares debieran operar las instancias regionales o nacionales, la

tendencia globalizadora postula que para los problemas mundiales se requieren instancias

de igual tipo.

11 Messner Dirk, “Globalización y Gobernabilidad Global”, texto electrónico: http://www.nuevasociedad.org.ve/ens.htm, Pág. 4. 12 Ibíd. Pág. 6.

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Lo que se esta planteando es que la “globalización de la economía exige la reproducción de

las estructuras sociales de los planos regionales y nacionales en un plano supranacional e

internacional... Así, el banco central es el banco de los bancos. También los bancos centrales

necesitan para sus negocios un banco de los bancos centrales... Las instituciones creadas

para ello son sumamente parecidas entre sí en los distintos planos en el espacio nacional o

supranacional”13. Esta tendencia, denominada a “Fractalización” por Altvater y Mahnkopf,

configura desde abajo hacia arriba, un orden global que intenta dar coherencia al sistema,

permitiendo su dinamismo y desarrollo, pero evitando los mayores conflictos y enfrentando

los peligros comunes.

De acuerdo a esta tendencia diferentes estructuras Estatales o pseudo-estatales, según

participen directa o indirectamente los Estados Nacionales, van asumiendo funciones

específicas en la “Aldea Global”. La ONU, funciona como un foro abierto, cuyo órgano de

decisión es el Consejo de Seguridad, el FMI y BM, conceden créditos y orientan las políticas

fiscales y monetarias a las distintas naciones, para trabajar acuerdos mínimos sobre

determinados temas sociales, se han conformado instancias como la OIT, UNESCO o la

OMS. En definitiva, todas estas instancias buscan su legitimación y funcionan en torno a los

Estado Nacionales, de allí surgen y hacia ellos orientan su desempeño. Lentamente se

conforma un no siempre coherente entramado de instancias supranacionales con distinto

grados de autonomía y niveles de acción, pero siempre con una visión global y estatista.

Siguiendo las teorías liberales, la posibilidad de emergencia de un Estado Global, entregaría

la posibilidad de mantener las reglas de interacción entre los Estados Nacionales,

estableciendo las bases de un complejo y coercitivo Derecho Internacional, regulando los

mercados globales así como también las normativas ambientales y migratorias para todo el

globo. Si bien este escenario aún no existe, “el principio de que los Estados independientes,

cada uno de los cuales reconoce la autonomía jurídica y la integridad territorial de los otros,

deberían coexistir en un sistema político único se estableció por primera vez en el siglo XVII,

13 E. Altvater y B. Mahnkopf, “Los Límites de la Globalización. Economía, Ecología y Política de la Globalización”, ED. Siglo Xxi, México, 2002, Pág. 107 – 108.

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bajo la hegemonía holandesa, con los Tratados de Westfalia”14, los cuales regularon por casi

un siglo el devenir del desarrollo europeo.

En la actualidad, esta articulación y sus posibilidades, se vislumbra de forma aún más

compleja y conflictiva. En primer lugar, porque para enfrentar los problemas económicos,

ecológicos, demográficos y desequilibrios políticos y tecnológicos de la globalización, los

Estados deben cambiar su actitud particularista y de competencia acérrima, por una

disposición de política internacional denominada por algunos autores como de “Cooperación

Competitiva”, donde todos compiten por las ganancias y beneficios de los mercados

globales, pero asumiendo colectivamente las consecuencias negativas de éste modelo de

desarrollo.

Esta forma de relación interestatal, supone una amplia interdependencia entre los Estados,

que los obliga a resolver sus problemas en conjunto y que limita sus acciones individuales.

“Los Estados deben contentarse con una soberanía dividida que no les quita el monopolio de

la autoridad y la fuerza hacia adentro, pero les exige renunciar a la soberanía hacia fuera

para poder abordar colectivamente los problemas de la interdependencia”15.

Lamentablemente esta tendencia política que se asocia fácilmente a la socialdemocracia

Europea, en el ámbito global se contradice con el accionar de las potencias que se rehúsan

responsabilizarse en problemáticas mundiales, como ejemplo de esto, podemos mencionar el

rechazo de Estados Unidos a reducir sus emanaciones de dióxido de carbono, o la

insistencia francesa de continuar las pruebas nucleares en el océano Pacífico.

En concreto, “esta figura del Estado – Mundo no anuncia en ningún caso el fin del

imperialismo, sino su paroxismo... en realidad este proceso de mundialización capitalista no

debilita indistintamente a las naciones. Las más poderosas, las del centro, conservan

importantes medios de política económica y una gran capacidad para influir sobre las reglas

mundiales del mercado. Entonces no hay contradicción sino correlación entre le Estado

global de clase (en gestación) que instaura una ley –formalmente la misma para todos-,

ejercida por instancias estatales mundiales (versus internacionales), y la dinámica del 14 Arrigui Giovanni, “La Globalización, la Soberanía Estatal y la Interminable Acumulación de Capital”, en Revista Iniciativa Socialista, N° 48, marzo de 1998. Pág. 21. 15 Messner Dirk, “Globalización y Gobernabilidad Global”, texto electrónico: http://www.nuevasociedad.org.ve/ens.htm, Pág. 12.

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imperialismo según la cual los Estados del Centro dominan e instrumentalizan para su

provecho conquistador estas reglas y toda esta ascendiente estaticidad mundial”16.

De lo que se trata, es de construir instancias de coerción global que incluyan a los diferentes

Estados Nacionales, legitimando sus decisiones y propuestas, pero manteniendo los

mecanismos de dominio y preponderancia de las naciones ricas y poderosas. La relación

Centro – Periferia, propia del imperialismo, mantiene su dinámica asimétrica bajo esta nueva

estructura y mejorando su legitimidad y funcionamiento al institucionalizar bajo lógicas

estatistas distintos niveles de decisión e intervención global.

Si bien en algunas instancias todos los Estados pueden participar indistintamente, esto no

considera las condiciones de desigualdad inicial entre los participantes, los diferentes niveles

de desarrollo, la distribución de la riqueza o las características culturales, económicas,

sociales y políticas de cada país. En otras ocasiones incluso la distribución de poder es

abierta y descarada, como es el caso de Naciones Unidas y las facultades especiales de los

miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

“En cuanto a la institución política suprema, la ONU, ella puede parecer débil porque esta

pobremente provista de poder efectivo y es enteramente manipulable por los más poderosos.

En realidad se trata de su propia eficacia en tanto instrumento del imperialismo. Sobre todo

dos mecanismos son decisivos aquí. Por una parte, el derecho a veto al interior del Consejo

de Seguridad, que permite que sólo sean pronunciadas resoluciones favorables a las más

grandes potencias. Por otra parte, el hecho de que la aplicación de las resoluciones sea

ampliamente dejada a la discreción de Estados que tienen poder efectivo de ponerlas en

funcionamiento y, por lo tanto, que sólo lo hacen cuando sirve a su interés”17. Nuevamente

podemos hacer referencia a la nula voluntad política de las potencias hegemónicas por

enfrentar y revertir los cambios climáticos provocados por el exceso de contaminación en el

ambiente o las reiteradas condenas a los Estados considerados violadores de los Derechos

Humanos.

16 Bidet Jacques, “Imperialismo, Estado Mundial y Ciudadanía Mundial”, en Revista Actuel Marx Intervenciones, N° 1, Santiago, Segundo semestre 2003. Pág. 56. 17 Ibíd.. Pág. 57.

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Otro aspecto importante de señalar, es que muchos de estos organismos supranacionales,

como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de

Comercio, en ocasiones influyen o determinan la aplicación y la reforma de determinadas

políticas públicas o situaciones internas de los Estados Nacionales, incluso condicionando su

ayuda financiera a cambio de determinadas medidas de ajuste o transformaciones

económicas, políticas e institucionales. Esto no sólo cuestiona la soberanía interna de cada

Estado, sino la legitimidad del orden democrático representativo, dejando escapara fuera de

la opinión pública y del control ciudadano, importantes decisiones que afectan la vida diaria

de millones de personas. Muchas de estas decisiones aparecen dictaminadas por estos

supuestos organismos técnicos o asesores, que en realidad funcionan como las instancias

pensantes del capitalismo globalizado, completamente ajenos al juego electoral y la

representación política de cada país.

Es necesario recordar, que “al imperativo económico de la unificación lo obedecen también

las instituciones globales, principalmente el FMI y el BM, al someter a los Estados Nacionales

y a sus economías a programas de ajuste estructural”18. Sin embargo, estas prácticas en

ocasiones traen consecuencias devastadoras para las economías pequeñas, provocando

graves problemáticas sociales, como el aumento del desempleo, la disminución de la

capacidad de regulación del sistema político, empeoramiento de la distribución del ingreso,

fuertes daños ecológicos, etc.

Esto pone de relieve la supremacía o los niveles de hegemonía alcanzados por las potencias

y su capacidad para traducir esta relación de poder en su propio beneficio directo y

constante. A juicio de Ana Ceceña, “la gran burguesía asentada en Estados Unidos, la más

globalizada de todas, ha sabido construir un Estado capaz de expresar sus intereses e

ideología particular como de la sociedad en su conjunto, no sólo nacional sino mundial,

hacerlos valer utilizando todos los elementos a su alcance: militares, tecnológicos,

financieros, diplomáticos y culturales”19.

18 E. Altvater y B. Mahnkopf, “Los Límites de la Globalización. Economía, Ecología y Política de la Globalización”, ED. Siglo Xxi, México, 2002, Pág. 104. 19 Ceceña Ana Esther, “Estrategias de Dominación y Planos de Construcción de la Hegemonía Mundial”, texto electrónico: http://www.geocities.com/catedragramsci/textos.htm, Pág. 2.

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Para la autora, la hegemonía debe ser entendida como una categoría compleja que articula

diversos planos de la realidad social agrupados en (al menos) las siguientes cuatro

categorías de sentido. En un sentido militar, la potencia crea las condiciones reales e

imaginarias de su invencibilidad. En sentido económico, dicho Estado obtiene las mayores

ganancias y establece las reglas del juego económico. En el plano político la potencia se

coloca como el hacedor y arbitro de las decisiones mundiales. Y finalmente en sentido

cultural, hace de la propia concepción del mundo y sus valores la perspectiva civilizatoria

reconocida universalmente.

Así, en la actualidad “el sujeto social dominante es un sujeto que se desdobla y que aparece,

desde nuestra perspectiva, bajo dos formas fundamentales: la del Estado norteamericano y

la de las grandes empresas transnacionales de base estadounidense. Por ello, las

estrategias parciales de dominio y competencia en los mercados, y las políticas de Estado en

el terreno de la seguridad nacional, mantienen una coherencia impecable en las líneas

generales”20. En otras palabras, hasta ahora el imperialismo de Estados Unidos no sólo ha

convivido armoniosamente con las emergentes instancias globales, sino que les ha dado un

sentido propio, que estas instancias aceptado y desarrollado completamente, actuando de

forma funcionales y ayudado a mantener y reproducir la situación de dominación.

Hasta ahora el orden mundial parece bastante armonioso, con la Fractalización se comienza

a configurara un Estado Global, que permite mantener las formas de dominio del capitalismo

imperialista, bajo nuevas formas de legitimación y participación política. La desarticulación

del Estado solo es aparente, pues este reconfigura su accionar, hacia Estados

Administradores de Competencia y mantiene su principio jerárquico de toma de decisiones

en su territorio y en el ámbito global a través de instancias multi o supranacionales.

Más aún, “en la actual expansión financiera, en contraste, el declinante poder de los viejos

centros organizadores no se ha asociado mediante una fusión en un orden superior, sino con

una escisión entre poder militar y financiero. Mientras el poder militar se ha centralizado aún

más en manos de los Estados Unidos y de sus más estrechos aliados occidentales, el poder

financiero se ha llegado a dispersar entre un conjunto multicolor de organizaciones

20 Ibíd.. Pág. 8.

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territoriales y no territoriales que, no pueden ni remotamente aspirara a alcanzar las

capacidades militares globales de los Estados Unidos. Esta anomalía señala una ruptura

fundamental con el modelo evolutivo que ha caracterizado la expansión del capitalismo

mundial durante los últimos 500 años”21.

Si bien el Estado se ha transformado, modificando sus funciones y dinámicas,

fractalizándose hacia instancias globales, sigue siendo fundamental para el desarrollo del

capitalismo, compitiendo por atraer capitales, regulando los mercados e implementando las

medidas de ajuste necesarias para su reproducción.

21Arrigui Giovanni, “La Globalización, la Soberanía Estatal y la Interminable Acumulación de Capital”, en Revista Iniciativa Socialista, N° 48, marzo de 1998. Pág. 29.

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La Construcción del Estado de Derecho

Por otra parte, un segundo elemento preponderante de la articulación política de la

globalización y las transformaciones del Estado, es la creciente institucionalización de casi

todos los ámbitos de la vida social, en la construcción y expansión del denominado “Estado

de Derecho”.

Con el Estado de Derecho se pretende normar las diferentes relaciones sociales,

institucionalizando formas de interacción entre actores y métodos para resolver conflictos. Se

garantiza la vigencia y racionalidad de las instituciones publicas, la mantención de las leyes,

se regula las intervenciones y las metodologías de las autoridades, además de reconocer

derechos y deberes para todos los ciudadanos, articulándose la esfera publica y privada en

cada sociedad. En definitiva, se intenta despolitizar la toma de decisiones, casi todos los

asuntos políticos y económicos de relevancia social, se tratan como problemas puntuales

entre intereses privados, como el conflicto Mapuche, entre comunidades y forestales; la

concesión de carreteras, entre ministerios y privados, etc.

Por su parte, la ciudadanía, corresponde al rango alcanzado por las personas en el Estado

de Derecho. Es un constructo que se ha ido desarrollando lentamente como la articulación

Estado – Individuo y que, en términos clásicos, se entiende como la pertenencia de alguien a

un determinado cuerpo social, así como la posesión y ejercicio efectivo de ciertos derechos y

deberes civiles, políticos y sociales. Basta pensar en el gran número de leyes y códigos

vigentes actualmente en nuestra sociedad, los cuales si bien poseen altos grados de

complejidad, son dados como conocidos, asumidos y legitimados socialmente.

La importancia de la ciudadanía radica en que en los diferentes modelos de ciudadanía se

puede apreciar el grado de participación de las personas en la toma de decisiones, las

formas de relacionarse con las autoridades políticas, el grado de organización social o

comunitaria, los diferentes derechos y deberes existentes, entre otros muchos elementos. De

hecho, las características que adquiera la ciudadanía en una sociedad determinada, también

pueden dar cuenta de los distintos conflictos o desajustes provocados por el funcionamiento

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y la estructura del sistema, la distribución de la riqueza, las formas de marginación o

exclusión social, los conflictos interculturales o migratorios, etc.

Como Bidet lo plantea, la transformación estatal en tiempos de globalización requiere

garantizar “el contrato de ciudadanía desde el cual quedan aseguradas las libertades

subjetivas de acción y la protección jurídica de las personas, el derecho de pertenecer y

participar en una cité... es decir, se concuerda con que el mundo, en su conjunto, pertenece

a los poseedores del capital, bajo reserva de que esté asegurado ese estatus de ciudadano

que permite discutir con ellos su uso... Este discurso, que comúnmente pasa hoy día por el

discurso de la democracia y de los demócratas, parece adolecer de una contradicción

interna, de esta contradicción pragmática en donde el contrato de esclavitud es el paradigma

absoluto”22, en donde mientras se detente el estatus de ciudadano, las reglas del capitalismo

global funcionan sin importar los costos sociales o ecológicos.

Así como se aprecia una Fractalización del Estado hacia arriba, es decir hacia instituciones

supranacionales o globales, también podemos apreciar un fortalecimiento del Estado hacia

abajo, normando e institucionalizando cada ámbito de la sociedad, regulando prácticamente

todos los tipos de relaciones sociales.

Esto, como lo sostiene Colombo, porque el “Estado es, fundamentalmente, un paradigma de

estructuración jerárquica de la sociedad... es construido a partir de la expropiación que

efectúa una parte de la sociedad sobre la capacidad global que tiene todo grupo humano de

definir modos de relación, normas, costumbres, códigos, instituciones, capacidad que hemos

llamado simbólico – instituyente y que es lo propio, lo que define y constituye el nivel humano

de integración social. Esta expropiación no es necesariamente ni exclusivamente un acto de

fuerza: ella contiene y exige el postulado de la obligación política o deber de obediencia”23.

Para comprender este fenómeno, debemos distinguir dos elementos complementarios y

constitutivos del Estado: Por una parte, su principio básico como paradigma de poder, o más

bien como la organización jerárquica del poder político. Y por otra parte, la composición y

22 Bidet Jacques, “Imperialismo, Estado Mundial y Ciudadanía Mundial”, en Revista Actuel Marx Intervenciones, N° 1, Santiago, Segundo semestre 2003. Pág. 53 - 54. 23 Colombo Eduardo, “El Espacio Político de la Anarquía”, Ed. Nordam, Montevideo, 2000, Pág. 57.

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estructura empírica que el Estado desarrolla en cada sociedad y época específica. Es decir,

debemos distinguir entre el principio del Estado que en cada sociedad le concede sólo a

grupo específico la posibilidad de definir e institucionalizar las formas de participación social,

la estructura de autoridades, la forma de canalizar conflictos, etc. de la forma específica que

estas dimensiones adoptan en cada país y en un periodo de tiempo específicamente.

De esta forma se puede entender que hace cuarenta años en Chile, el Estado se levantaba

como el principal motor de la economía, desarrollando fuertes inversiones directas y

apoyando a través de créditos y subsidios a la emergente industria nacional. En cambio en la

actualidad, el Estado limita y reduce su aparataje económico, liberaliza los mercados y sólo

regulando y fiscalizando el juego de la oferta y la demanda. Pese a esta transformación, el

Estado se ha mantenido y fortalecido como la instancia de decisiones políticas por

excelencia, ha mantenido el monopolio legítimo de la violencia y ha establecido y hecho

vales las normas de funcionamiento de la sociedad en su con junto. El Estado como centro

de poder y estructura jerárquica de dominación capitalista no sólo ha continuado su

existencia, sino se ha adaptado a los requerimientos del proceso globalizador. Si se pone el

acento de las políticas públicas en el fortalecimiento de la ciudadanía, es porque desde el

Estado así se ha definido

“Es necesario comprender que la institucionalización del poder en su forma Estado articula al

nivel del imaginario social, un sistema de ideas de legitimación que permiten la reproducción

de ese mismo poder político o dominación sobre la base de una estructura inconsciente de

participación”24. La sociedad se instituye como tal, configurando un mundo de significaciones

en un proceso circular, por el cual el Hacer y el Discurso, la acción y el símbolo se producen

mutuamente. El Estado genera las condiciones para su propia existencia.

La construcción política Estatal, pese a ver modificada su estructura y su dinámica, a cambiar

el peso que ejerce en la economía, sigue siendo una pieza clave en la construcción y

reproducción de la sociedad. Esta en cada relación social normada por ley, resguardada por

derecho, protegida jurídicamente. Su principal función, mantener y reproducir la sociedad

24 Ibíd.. Pág. 65.

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Page 17: El Estado en el Proceso Globalizador

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capitalista, se mantiene invariable aunque emplee menos funcionarios o se dueño de menos

empresas cada vez.

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Texto presentado en el 3° Taller sobre Materialismo Histórico y Globalización, realizado en la Universidad de Warwick en abril de 1998.

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