el comienzo de un pequeÑo un misterioso tubérculo como tantos avances científicos, la invención...

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EL COMIENZO DE UN PEQUEÑO

GRAN DESCUBRIMIENTO

La historia de la píldora anticonceptiva es

azarosa e imprevisible. Se desarrolla en los

más disímiles escenarios, desde la selva

mexicana a los rascacielos de Nueva York;

desde los más impolutos laboratorios a las

barriadas africanas. Es, probablemente, el

fármaco más utilizado en el planeta y,

durante los últimos treinta años, ha

formado parte de la rutina cotidiana de

millones de mujeres de las más diversas

razas, mentalidades y culturas. Sin embargo,

su descubrimiento surgió casi por casualidad.

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INDICE

EL COMIENZO DE UN PEQUEÑO

GRAN DESCUBRIMIENTO

Un Misterioso Tubérculo

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Hormonas: Los Mensajes Secretos

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La Millonaria y la Activista

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Un Misterioso Tubérculo

Como tantos avances científicos, la invención de la

píldora fue fruto de una conjunción del azar, cuyo

punto de partida está en las profundidades del

territorio mexicano.

Entre los profesores y estudiantes que solían hasta hace poco hacersus compras en el supermercado de una pequeña ciudad universita-ria de Estados Unidos, se mezclaba de vez en cuando un desacos-tumbrado cliente. Se trataba de un anciano cercano a los noventa, devestimenta descuidada y escurridizo mirar, que compraba lo justo ylo necesario en una arrugada bolsa de papel, y que se retiraba sinpronunciar palabra.

Es posible que ninguno de los parroquianos supiera que tan apagadopersonaje ejerció una influencia extraordinaria en la moralidad y lasprácticas sexuales de la mayoría de las personas en el mundo: el desali-ñado individuo, que pasaba sus días en el más radical anonimato, eraRussell E. Marker que, en ciertos anales científicos, figura nada menosque como el padre de la píldora anticonceptiva.

Durante décadas, Marker -un simple químico que ni siquiera ostentaba elgrado de Doctor- intentó dejar en claro que jamás se propuso elaborar unfármaco para el control de la natalidad. En la década de los '40, cuandorealizó su hazaña, su objetivo era, simplemente, obtener una sustancia debajo costo para la elaboración de los recién descubiertos esteroides.

El Comienzo de un Pequeño

Gran Descubrimiento

Dioscorea villosa

Para ello, montó una noche en un bus destartalado que lo condujo a las pro-fundidades del territorio mexicano. Sacó del barro varias docenas de unmaloliente tubérculo que transportó a su laboratorio. Durante incansablesdías y noches, extrajo de ellos un líquido turbio y viscoso que, inesperada-mente, se transformaría en la materia prima de uno de los avances científi-cos más gravitantes del siglo.

Y es que, como la historia de tantos descubrimientos, la invención de la píl-dora se asemeja a una novela de misterio en que una pista lleva a la otra, yen que cada eslabón de la cadena es menos ambicioso y espectacular que elresultado final.

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La primera ilustración que se co-noce de un preservativo se en-cuentra en las pinturas rupestresde Les Combaralles, en Francia.Una de ellas muestra una escena

erótica entre una mujer y unhombre, cuyo pene está forradocon una suerte de funda.

El registro siguiente corresponde

El condón: Una Armadura para el Amor

El condon

Imágenes masculinas delAntiguo Egipto, que exhibenfundas genitales.

Un inocente tubérculo ocultaba la atesorada materia prima.

Hormonas:

Los Mensajes Secretos

El descubrimiento de las hormonas suscitaba

difíciles interrogantes: ¿cómo "sabían" los

órganos a qué hormona obedecer?, ¿con qué

código secreto descifraban sus misteriosos

pero urgentes mensajes? La investigación sobre

aquello constituyó un paso clave.

A fines del siglo XIX, se llegó a la conclusión de que las glándu-las secretaban sustancias misteriosas que poseían el poder de sus-citar ciertas reacciones en órganos determinados. Tales sustanciasfueron bautizadas como "hormonas" -del vocablo griego que im-plica estimulación o impulso a la acción.

Pasarían más de veinte años antes de que se produjera el siguien-te descubrimiento acerca del sistema reproductor femenino. En1921 se transplantó el ovario de una rata preñada a otro animalque no lo estaba. Como consecuencia, se detuvo la ovulación.

Lo anterior requería de una investigación más acuciosa.En primer lugar, dos científicos norteamericanos -Geor-ge Corner y Willard Allen- describieron la secuencia enque el sistema reproductivo de la mujer libera un huevo

El Condon

El transplante de ovarios de unarata a otra dio importantes claves.

a imágenes halladas en Egipto,realizadas hace cerca de tres milaños atrás. Representan cubiertasgenitales, aunque resulta imposi-ble discernir si fueron diseñadaspara uso sexual o ritual, o ambos.

Posteriormente, hay teorías acerca

de la utilización del condón entrelos hombres romanos. Difierenacerca de la materia prima: algu-nos expertos señalan que se fabri-caban con vejigas de macho ca-brío, y otros, más imaginativos,aseguran que se confeccionabancon tejido muscular de los guerre-

ros caídos en la batalla.

Con todo, los preservativos másantiguos han sido encontrados enlos cimientos del castillo de Dud-ley, cerca de Birmingham, en In-glaterra. Hechos con intestinos depeces y de animales, datan de me-

diados del siglo XVII. Fueronprobablemente empleados paraprevenir enfermedades venéreasdurante la guerra entre las fuerzasde Oliver Cromwell y las huestesdel rey Carlos I.

No hay acuerdo entre los historia-

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tras otro. También definieron el funcionamiento del folículo y del cuerpolúteo, y el proceso de secreción de una hormona que, según los investigado-res, resultaba crucial para el ciclo. No se equivocaban, pues dicha sustanciaera nada más y nada menos que la sin par progesterona.

Tiempo después, otro científico en Estados Unidos descubrió una nuevahormona, tan relevante como la anterior: Edward Doisy, ganador del Pre-mio Nobel de Medicina en 1943 por aislar la vitamina K, había hallado elinapreciable estrógeno.

Luego se aclaró el papel del cerebro en el proceso y, gradualmente, comen-zó a dilucidarse el complejo sistema de mensajes de ida y de vuelta que per-miten el desarrollo del ciclo de la mujer. Cerca de una década más tarde, seprodujo un nuevo e importante descubrimiento, pues tres investigadores dela Universidad de Pennsylvania -Makepeace, Weinstein y Friedman- con-cluyeron que el embarazo no era la única situación en que las señales hor-monales podían bloquear un nuevo estado de preñez y que, probablemen-te, el organismo podía ser "instigado" a enviar el mismo mensaje aunque nose hubiese producido la concepción.

Ese mismo año, Raphael Kurzrok, ginecólogo de la Universidad de Co-lumbia, describió otra modalidad del fenómeno, al observar que du-

rante la lactancia materna el organismo finge estar preñado aunqueno exista embarazo. A partir de ello, Kurzrok publicó una hipóte-sis que, de comprobarse, podía resultar impactante: el científicoaventuró que si tales ciclos podían inducirse a voluntad, sería po-sible elaborar un muy seguro método anticonceptivo.

El condon

dores acerca del nombre del ad-minículo. Se especula que cierto"doctor Condom" suministraba alrey Carlos II de fundas genitalespara protegerlo del contagio ve-néreo en relaciones con prostitu-tas, y para evitar que procreasehijos ilegítimos. Sin embargo, notuvo demasiado éxito en su come-

tido, pues el monarca reconoció acatorce de sus bastardos, cuyonúmero total se desconoce. Se di-ce también que la denominaciónresponde a un "Coronel Cun-dum". Lo más probable, sin em-bargo, es que el vocablo derive dela voz latina condus, que significa"receptáculo".

Embajadores ycaballeros

Mientras los japoneses adquiríancierta fama por el empleo de fundasde cuero, de piel de reptiles o, inclu-so, de caparazón de tortuga, en Eu-ropa se había desarrollado la manu-factura de condones hechos con tri-

pas de cordero, tratadas química-mente, suavizadas y disecadas. Lue-go se cortaban según el largo reque-rido y, en el extremo, se les adheríaun pedazo de cinta para ajustarlas.

En el siglo XVI, el anatomista ita-liano Gabriel Fallopio dio un pasoimportante al inventar el condón de

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Edward Doisy, ganadordel Premio Nobel, logró

aislar el estrógeno.

el condon

lino húmedo. Sin embargo, su prin-cipal preocupación era proteger a loshombres del contagio de la sífilis.

Casanova los usaba con frecuenciapara "poner al bello sexo a resguardode todo temor". En el siglo XVII,Madame de Sévigné -de la alta so-ciedad francesa- lo describía como

una "armadura contra el amor y unatelaraña frente a la infección".

Sin embargo, durante mucho tiempolos condones fueron asociados con laprostitución y la vida licenciosa. EnFrancia se los llamaba "gorra inglesa",mientras que en Inglaterra se deno-minaban "cartas francesas". Para dar-

les un cariz de mayor seriedad, se ex-pendían disimulados, en envoltorioscon un retrato de la muy prolífica rei-na Victoria sobre su etiqueta.

También en Londres se publicitabancomo instrumentos "para preservartea ti mismo de la vergüenza o el te-mor". El Almacén de la Señora Phi-

llips los suministraba a "boticarios,químicos y farmacéuticos, y tambiéna embajadores, extranjeros, caballerosy capitanes de ultramar". En NuevaYork, un ingenioso empresario los fa-bricaba durante la noche, utilizandola misma materia prima que emplea-ba para su respetable empresa diur-na: una fábrica de salchichas.

Hasta mediados del sigloXIX, el sistema repro-ductivo de la mujer eraprácticamente desconoci-do. Se pensaba que era elhombre quien "creaba" lavida a través de su si-miente, y que el cuerpofemenino sólo proporcio-naba el refugio apropiadopara anidar al nuevo ser.

Tal noción se originó amediados del sigloXVII, cuando el natura-lista holandés Antonievan Leeuwenhoek visua-lizó "pequeñas criaturas"

bajo su micros-copio al anali-zar una gota defluido seminal.

El instrumentopara aumentar lavisión estaba fa-bricado a partir delas lentes que utili-zaban las tejedo-ras de encaje de suDelft natal, y si bien eraenormemente precario,se mantuvo en uso hastael siglo XIX.

Con él, el investigador pu-do describir los esperma-tozoos de diversas especiesanimales. Pudorosamente,expuso su descubrimientoante la Royal Society de

Londres, con laadvertencia deque, quizás, elasunto podía serconsiderado ofen-sivo o de mal gus-

to -en cuyo caso, elinvestigador rogaba a

sus colegas londinensesmantener la discreción.

Pequeñas Criaturas

Movedizas

Así dibujaba losespermatozoides que

veía en su microscopio.

El naturalista Antonievan Leeuwenhoek nunca

abandonó suHolanda natal.

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Los condones verdaderamente efectivosy fáciles de usar no se manufacturaronsino hasta el invento de la vulcanizacióndel caucho, en 1840. Posteriormente, ellátex mejoró su calidad y eficacia, y trasla Segunda Guerra Mundial, se le agre-garon los lubricantes y espermicidasque, en versiones más efectivas, se aña-den en la actualidad.

El invento de lavulcanización delcaucho constituyóun verdaderoaporte para lahistoria del condón.

el condon

Después de la Segunda GuerraMundial, a los condones se les

agregaron espermicidas y lubricantes.

La Millonaria y la Activista

La creación de la píldora representó una genuina

aventura, que se desarrolló con los más apasionados

protagonistas. Algunos de ellos involucraron su

prestigio y sus intereses en pos del descubrimiento.

Otros pusieron en juego su carrera, su familia

e, incluso, su libertad.

Se suele hablar de, al menos, cinco "pa-dres" de la píldora. Sin embargo, la ideade un anticonceptivo oral no surgió demente masculina alguna, sino de la visiónde dos mujeres -la activista Margaret San-ger y la millonaria Katharine McKor-mick- que tenían clarísimo su propósito.En rigor, ellas son las auténticas madresdel invento; son ellas quienes impulsa-ron la creación de un método barato yfácil de usar -de una simple píldora, enotras palabras-; más aún, ellas aporta-ron el financiamiento y exigieron rapi-dez al grupo de científicos que comi-sionaron para la ejecución del encargo.

Margaret Sanger era una mujer de pequeña estatura y de voz delgada, loque no constituyó nunca un obstáculo para los enardecidos discursos quepronunció durante su vida a favor de las minorías, de los pobres del mun-do y de los oprimidos.

A pesar de suaspecto suavey femenino,MargaretSanger seerigió en unapoderosaactivista.

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Ella misma fue la hija primogénita de una paupérrima familia de inmigran-tes irlandeses establecidos cerca de Nueva York. Después de seis partos yotras tantas pérdidas, su madre murió, consumida por la tisis y la pobreza,cuando la joven Margaret tenía 19 años.

La muchacha quería ampliar sus horizontes, y con gran esfuerzo, ingresó auna escuela local de enfermería. Posteriormente partió a estudiar a un hos-pital en la ciudad, donde conoció a un joven arquitecto y pintor, WilliamSanger. Hasta aquel momento, la muchacha consideraba que el matrimo-nio equivalía al suicidio, según sus propias palabras. Pero su opinión cam-bió de la noche a la mañana, y seis meses después de su encuentro, duran-te la hora libre que su empleo le concedía para almorzar, accedió a acudir aun juez de paz para contraer matrimonio.

En los arrabales deNueva York campeabanla pobreza y la miseria.En la fotografía, el"Bandit's Alley" o"Callejón de los Bandidos".

Isla de Ellis

Por muchos años, los europeos em-pobrecidos por las guerras pensa-ban que las calles de América esta-ban pavimentadas con oro. Millonesde hombres, mujeres y niños seaventuraron en malolientes embar-caciones para llegar a la "Isla de la

Esperanza", como se conocía a la Is-la de Ellis, por donde ingresaban aEstados Unidos a comenzar unanueva existencia.

Luego de pasar por estrictos con-troles sanitarios, las familias se en-

contraban con que la vida era mu-chísimo más dura de lo que imagi-naban. Hacinados en estrechosconventillos y edificios sin agua nialcantarillado, se ocupaban en fá-bricas -textiles, por lo general-,igualmente hacinadas.

La Isla de la Esperanza

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William Sanger introdujo a Margaret a la bohemia y la intelectua-lidad de la época. El matrimonio pasaba gran parte del tiempo en laparte sur de Manhattan, donde se reunían, por ejemplo, con el pe-riodista John Reed, quien algún día sería enterrado en el Kremlin;también conversaban largamente con Emma Goldman, la activistadel feminismo de izquierda que, desde 1900, abogaba por el revolu-cionario concepto de "maternidad voluntaria".

A pesar de que muy pronto llegaron los hijos -la pareja sumó untotal de cinco-, Margaret Sanger se reveló como una poderosa ac-tivista. El movimiento obrero comenzaba a organizarse en Nueva

York, y en los barrios de la ciudad circulaban pan-fletos que llamaban a la agitación y a la huel-

ga. Al comienzo, Sanger se inscribió en elPartido Socialista, del cual recibía un sala-rio como organizadora de los mitines. Sus

A principios del siglo XX,la ciudad bullía de

actividad y las fábricasempleaban a cientos

de obreros.

La numerosaprole de los recién

llegados eravíctima del

hambre y de lasenfermedades.

Los inmigrantesque ingresaban ala “Isla de laEsperanza”debían atravesarestrictos controlesmédicos.

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deberes consistían en reclutar cuadros, revisar la propaganda de los so-cialistas y de las sufragistas y organizar cursos de adaptación para losnuevos inmigrantes.

Pero pronto abrazó la causa del control de la natalidad, pues también sedesempeñaba como enfermera en los arrabales de Manhattan, y cada vi-sita la dejaba profundamente conmocionada por la miseria y los sufri-mientos de las familias de inmigrantes.

Una boca más

Aquellas mujeres poseían una ignorancia abismante respecto de su pro-pio cuerpo; eran víctimas constantes de la sífilis y la gonorrea, y recurríana sórdidas parteras para deshacerse de los embarazos no deseados. En1912, por ejemplo, se hablaba de más de cien mil abortos clandestinos enla ciudad, pues cada nuevo hijo era una boca más que alimentar. Marga-ret Sanger no daba abasto para responder a las peticiones de sus pacien-tes, que no dejaban de interrogarla para saber "cómo lo hacen las muje-res ricas".

Un testigo de la época relata que "existía una infinidad de métodos abor-tivos. Uno de los más comunes era un brebaje con sales y ginebra. Es pro-bablemente por ello que la ginebra es conocida como 'Madre ruina'. Lasmujeres lo bebían y luego tomaban un baño de asiento. Pero era difícilhacerlo, porque nueve de cada diez personas no poseían ni siquiera un la-vatorio con agua corriente".

"Había también decenas de comadronas callejeras que ofrecían sus ser-vicios. Si las capturaban, recibían sentencias muy severas, pero supon-go que ellas creían estar cumpliendo con un servicio público, pues, la

Ley Comstock

Anthony Comstock (1844-1915)era el líder de la cruzada contra elvicio en Nueva York. En la décadade 1870 auspició una iniciativa le-gal contra la obscenidad. Entreotras actividades "impuras", la leyprohibió importar o enviar por

correo cualquier tipo de dispositi-vo o de información sobre el tema;utilizar métodos anticonceptivos,y menos publicitarlos, ni siquieraen textos médicos.

Eventualmente, Comstock fue de-

signado comofuncionario es-pecial del Co-rreo, y durantelos últimos añosde su vida se jac-taba de haber con-

Anthony Comstockpropició leyes

que prohibían todainiciativa parael control de la

natalidad.

Cruzada contra el Vicio

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ley comstock

verdad, cobraban bastantepoco", cuenta el testimonio."El problema era que poseíantan bajo nivel de educaciónque causaban más perjuiciosque otra cosa. Hubo muchasmuertes, o bien, daños para elya deficiente estado de saludde estas personas".

Persecución policial

Margaret Sanger fabricaba panfletos, ofrecía conferencias y escribía artícu-los en los diarios progresistas. En uno de ellos acuñó el término "control dela natalidad", que causó un escándalo de proporciones y que la hizo acree-dora de la persecución policial, bajo cargos de indecencia y de violación a la"ley Comstock", propiciada por la Sociedad de la Supresión del Vicio.Debió abandonar el país, aunque luego se vio obligada a regresar pues lapolicía amenazaba con llevar preso a su marido -dejando a sus hijos enuna virtual orfandad.

A su regreso, se enfrentó con las autoridades, quienes finalmente la libera-ron de los cargos. Comenzó entonces a dar charlas y conferencias por todoel país y en 1916 abrió la primera clínica para el control de la natalidad enEstados Unidos.

El día de la inauguración, temprano por la mañana, ya había una fila demujeres que daba vueltas la esquina. Durante todo el día y hasta el ano-checer, atestaron el local en busca del "secreto" para impedir embarazos,-secreto que poseían los ricos pero que hasta entonces, estaba vedado pa-ra los pobres.

La clínica deMargaret Sanger

no daba abastopara los cientos de

mujeres queesperaban ser

atendidas.

denado a "suficientes individuoscomo para llenar un tren de 61 ca-rros con sesenta pasajeros cadauno: he destruido 160 toneladasde literatura obscena", vociferaba.

Uno de aquellos individuos era,

precisamente, Margaret Sanger,quien, bajo la llamada "ley Coms-tock", fue constantemente hosti-gada. Ignoraba que años más tar-de, luego de su muerte, el mismoDepartamento de Correos acuña-ría un sello en su honor.

En varias oportunidades,la clínica de MargaretSanger fue allanada, ysus encargadasdetenidas.

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xxx

A partir de aquel día, el lugar estaba constantemente abarrotado porlas mujeres de todas las religiones y de las más variadas procedenciasraciales que llegaban a consultar. Los testimonios eran dramáticos: unade ellas, por ejemplo, de 37 años, había dado a luz a quince hijos, de loscuales sólo seis quedaban vivos.

Diez días después de la apertura de la clínica, se hizo presente una mujerde rasgos severos. Se abrió paso y declaró ser una oficial de policía, comi-sionada para detener a Margaret Sanger. "Usted no es una mujer: ¡Es unatraidora del género!", se cuenta que fue la respuesta de la activista. Al ins-tante hicieron su aparición tres hombres vestidos de civil y allanaron el lo-cal. Finalmente, Margaret Sanger fue condenada a treinta días de cárcel porofensas a la moral. Lo anterior, sin embargo, contribuyó a hacerla más ymás conocida, y a continuar con sus actividades en pro de su causa tanto enEstados Unidos como en Europa. Finalmente, en 1936, la American Medi-cal Association incorporó la práctica anticonceptiva dentro del ejercicio dela profesión.

Mientras, en Gran Bretaña, Marie Stopes -la primera mujer inglesa que ob-tuvo el grado de doctor en paleobotánica- seguía los pasos de la norteame-ricana. La problemática sexual la tocaba en forma personal, pues su maridosufría de impotencia. Luego de investigar la materia, escribió un libro titu-lado "El Amor en el Matrimonio", tras el cual recibió miles de cartas de mu-jeres que le expresaban su temor a un posible embarazo. Para responder adicha inquietud, publicó una nueva obra, "La Maternidad Sabia", y luegofundó la Sociedad para el Control de la Natalidad y Progreso Racial en1921. Mantenía además una clínica móvil para suministrar anticonceptivosa mujeres de bajos ingresos.

Finalmente, MargaretSanger fue condenada.

En la fotografía, escuchael veredicto de la corte.

En Inglaterra, MarieStopes seguía los pasos de

Margaret Sanger.

La clínica móvil deMarie Stopes.

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La millonaria rebelde

Si la infancia de Margaret Sanger transcurrió entre el hambre y el frío, la deKatharine McKormick se desarrolló entre su Chicago natal y el suntuosocastillo de su madre en Ginebra -construido por José Bonaparte.

Su padre era miembro de una familia de prosapia y tradición en la ciudadde Michigan -de cuya universidad fue fundador-. Viva e inteligente, Katha-rine siempre supo que su propósito existencial no sería únicamente buscarun marido. Así, fue una de las primeras mujeres en ingresar al Massachu-setts Institute of Technology (MIT), donde se licenció con una tesis acer-ca del sistema muscular de los reptiles.

Lo tenía todo: belleza, inteligencia y un apuesto novio, Stanley McKor-mick, heredero de una de las más grandes fortunas de Norteamérica, quienademás era un dotado artista plástico.

La vida de la pareja se sucedía entre salones y cocteles, hasta que, dosaños después del matrimonio, una tragedia empañaría sus vidas parasiempre: Stanley McKormick comenzó a mostrar brotes de esquizofre-nia cada vez más frecuentes, hasta que, al poco tiempo, fue declarado le-galmente incapaz.

Katharine se convirtió en viuda sin serlo y sehizo el firme propósito de jamás concebir unhijo. Los años que siguieron ilustran su empe-ño, pues dedicó el medio siglo siguiente a en-contrar el método "perfecto" para el control dela natalidad.

Al comienzo, sin embargo, debía encubrir susintereses, pues los albaceas de la fortuna fami-liar ponían obstáculos si la dama ayudaba a fi-nanciar causas poco decorosas -como la de la planificación familiar.

No obstante, aportaba pequeñas sumas a las ligas del controlde la natalidad que proliferaban en el país, e incluso,

ayudó en el contrabando de diafragmas para la clíni-ca de Margaret Sanger.

El matrimonioMcKormick parecíatenerlo todo: belleza,inteligencia y riqueza.

Durante cincuenta años, KatharineMcKormick hizo suya la causa de laplanificación familiar.

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Carta original de 1925, escrita por una

mujer de clase baje a Margaret Sanger

Querida Sra. Sanger:

Tengo once hijos, el mayor tiene trece y el menoruno. Estoy enferma de mis riñones y de micorazón y estamos muy pobres. Porfavorayúdeme. Tengo atrasos en mi regla y estoy comoloca no sé qué hacer. Esto tan procupada que e(sic) llorado y me enfermé y si no estoy bien meva a pasar igual como a mi pobre hermana quese volvió loca y murió. El doctor dice que nopuedo seguir así pero no puedo hacer nada y éltampoco me ayuda porque los doctoresnunca han tenido un bebé y no saben cómoes y tampoco me dan nada. Porfavordígame quién puede darme uno de lospesarios de goma, ningún doctor losda. Por favor ayúdeme, prefieromorir a tenerotro niño.

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PRODUCCION EDITORIAL: © EUROPA PRESS

Editora: Verónica Waissbluth•

Diagramación: Erika Ruz•

Documentación: Europa Press Chile

ep EUROPA PRESSCOMUNICACIONES

El Frankenstein de Norteamérica

Recién en 1947, a la muerte de Stanley McKormick, su viuda pudo dispo-ner libremente su herencia. Un par de años más tarde, decidió reunirse conMargaret Sanger para financiar y comisionar los estudios que concluyeronen la fabricación de un anticonceptivo simple, barato y seguro.

Para ello convocaron al biólogo Gregory Pincus. De imponente melena grisy penetrantes ojos negros, su temperamento era plácido y tranquilo, a pe-sar de su aspecto amenazador. Por aquella época era la autoridad mundialen el estudio del óvulo de los mamíferos. Logró incluso la fertilización in vi-tro de un óvulo de coneja, en un proceso que sus amigos bautizaron comola "pincogenesis". Más aún, se ganó el título de "el Frankenstein de Nortea-mérica" luego de que, por una lamentable omisión tipográfica, un periódi-

co publicó que "el doctor Pincus (no)planea proseguir con sus investigacio-nes para crear vida humana en un tubode ensayo".

Margaret Sanger y Katharine McKor-mick no imaginaban por dónde podíaPincus comenzar. El, sin embargo, lo te-nía claro como el agua: debía dirigir suspasos a la Ciudad de México, en buscade cierto científico norteamericano quecoleccionaba misteriosos tubérculos.

A pesar de su aspectoamenazador, GregoryPincus era un hombre

tranquilo y gentil.

Gregory Pincus era laautoridad mundial enel estudio del óvulo delos mamíferos.

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