el bosque sabe tu nombre -...
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Elbosquesabetunombre
Elbosquesabetunombre
ALAITZLECEAGA
Dedicatoria
Paramimarido,siempre
Cita
Dondequieraqueestemos,lasombraquetrotadetrásdenosotrastienesindudacuatropatas.
DRA.CLARISSAPINKOLAESTÉS,Mujeresquecorrenconloslobos,
Barcelona,EdicionesB,1998
Primeraparte.Fuego
PRIMERAPARTE
FUEGO
Elhiloinvisible
ELHILOINVISIBLE
Laprimeravezquesentíelfuegoteníaonceaños.Fuelamismatardeenquela abuelaSoledad saltó por el acantiladoquehabía detrás de nuestra casa.MihermanaAlmayapodíahablarconlosmuertosantesdequeanuestraabuelasela tragaran para siempre las aguas heladas del Cantábrico, pero yo tuve queesperarhastaaquellatarde.Almayyohabíamos salido a explorar el bosqueque crecía frente a nuestra
casa como solíamos hacer cuando los días se volvían luminosos y claros otravez, después del interminable invierno. Aunque conocíamos casi de memoriacadaroblecentenario,cadaraízqueseasomabaentrelashojassecasdelsueloolashuellasquelosjabalíesdejabanenlatierrahúmeda,cadatarde—despuésdela siesta que nuestra madre nos obligaba a dormir— Alma y yo nosescabullíamos de lamansión y caminábamos de lamanopara perdernos en elbosquehastaqueempezabaaoscurecer.—Estássangrando,Estrella—medijoAlmasinvolverseparamirarme.Lanocheenqueyonací,uncometaatravesabaelcielodejandoasupasouna
esteladefuego,hieloyestrellasrotas.Yeseesprecisamenteelnombrequemimadreeligióparamí:Estrella.—Tencuidado—añadió—.Si temanchaselvestido,mamá te regañaráotra
vez. Sabes de sobra que a ella y a Carmen no les gusta que juguemos en elbosque,creenquenoespropiodeseñoritas.—Teequivocas,esporloslobos:mamáyCarmentienenmiedodequesenos
coman vivas y después solo encuentren nuestra ropa hecha jirones y nuestros
zapatitosentrelosmatorrales,todomanchadodesangre—respondí,intentandoasustarla.—Sí,igualquelepasóalahijasinpadredelamaestradelpueblo.Alapobre
ni siquierapudieronhacerleunentierrodecentecon lopocodeellaqueno secomieron los lobos.Una lástima—añadióAlma, en un tono que nome sonónadacompasivo.Igualque todoelmundoenBasondo,yohabíaescuchadomuchasvecesesa
mismahistoria,peroahora, alpensar en lahijadespedazadade lamaestra,unescalofríomebajóporlaespalda.—Todavíasangras—añadióAlmaconvozcantarina.Me miré la mano derecha y vi el corte en mi dedo índice: era una herida
irregularquebajabahastaelnacimientodelauña.—Noesnada,solomehearañadoconunarama—respondídemalagana.El sol de la tarde apenas era capaz de llegar hasta nosotras atravesando las
ramasmás altas del bosque, tejidas entre sí como una cúpula vegetal, así queenseguidanotélasangresaliendodemiheridayresbalandopormimano:sangrede color rojo brillante, y tan caliente, que sentí una quemadura invisibleformándosebajomipiel.Nuncaantesmehabíaasustadolavisióndelasangre,peroenesemomentomeparecióalgohorrible,casiinsoportable.Miestómagosecerróporelascoyagitélamanointentandolibrarmedeesehiloalrojovivoque recorríamipiel.Algunasgotascayeronsobre la tierradelbosque,pero lamayoríamancharonlafaldademivestidoazul.—Tedijequetuvierascuidado—insistióAlmamientrasrodeabaeltroncode
un pino enorme para seguir avanzando—.Y deja ya de portarte así, llevas demorros desde que hemos salido de la mansión. Me aburro. No eres nadadivertidacuandoteenfadas,Estrella.—No estoy enfadada —mascullé—. Lo que pasa es que algunas veces te
ponesinsoportable.—¿Insoportable? Pero si yo soy Alma la Santa —respondió ella con voz
demasiadocariñosa.La supuesta «santidad» demi hermana era un secreto a voces en Basondo.
AlgunosvecinoscreíanqueAlmaeraunaespeciedeelegidacapazdeponerlesencontactoconsusseresqueridosalotroladodelamuerte.—Mamá no se enterará de que hemos estado en el bosque si tú no se lo
cuentas—respondí,mirandolastraicionerasgotitasdesangrequesalpicabanmifalda—.Le daré el vestido aCarmen para que lo lave. Seguro que ella símeguardaelsecreto,nocomotú.Alma se volvió para mirarme, sus ojos amarillos siempre parecían más
brillantescuandoestábamosennuestrobosque:—Yotambiénteguardaréelsecreto,tonta.Mi hermana solía pasar largas horas perdida en su propio universo con la
miradafijaenalgúnrincónvacíodelacasa.NosolíaimportarmeporqueAlmaerami hermana gemela y yo siempre sabía lo que estaba pensando, siempre,exceptocuandoellateníaesaexpresiónembrujada.Teníamosseisañoscuandome confesó que veía personas «que ya no existían» viviendo en nuestra casa.Fantasmas. Me contó que algunos hablaban o lloraban en silencio por lashabitacionesvacíasyloslargospasillosdeVillaSoledad.—¿Hasvistoalgúnespectroúltimamente?—lepreguntéyo,fingiendoqueno
estabamuyinteresadaensurespuesta.Alma esquivó una raíz retorcida que salía del suelo. La primera vez que
fuimosallímihermanasecayóalsueloalfombradodehojassecasdespuésdequeesamisma raíz se le enredaraen lospies.Sehizouncorte en la frentealcaer,perolecontóamamáqueyolahabíaempujadomientrasjugábamoseneljardínlateraldelamansión.Pasédossemanascastigadaporsuculpa.—Teaseguroquehablarconlosmuertosnoesalgotanbuenocomoparece—
respondió cuandoya casi habíamos llegado a nuestro claro secreto—.Carmendicequeesunmalaugurioestarsiempreencompañíadelosdifuntos,ymamá,bueno,mamánomedejahablardecosasdefantasmasconella,asíquesolotetengoatiparadesahogarme.Meapartéunmechóndepelonegrodelacara.Apesardelfríoqueflotabaen
el aire del bosque, el sudor por la caminata hacía quemi pelo se pegara a lafrente.—Detodasformasmedaigual,olvidaquetelohepreguntado—respondícon
desdén—.Además, ni siquierame creo que puedas verlos de verdad.No eresmás que una mentirosa a la que le gusta fingir que es especial para poderengañaratodoelmundo.TeníacelosdecadacosaqueAlmapodíahaceryyono.Ellaseencargababien
dequeeso fueraasí.Sinembargo, algunasnoches la escuchaba susurrar enel
dormitorioque ambas compartíamos cuandopensabaqueyoyadormía:Almamanteníalargasymisteriosasconversacionesdemadrugadaconpersonasquenoestaban en nuestra habitación o se reía en voz baja; algunas veces tambiénlloraba contra la almohada, dependiendo del fantasma que nos visitara esanoche.—Noestéscelosa,Estrella.—Noestoycelosaenabsoluto,muchasgracias—mentí—.Podrásengañara
otrosfingiendoqueeresespecialoquepuedeshablarconlosmuertos,peroyosoytuhermanaysémuybiencómoeresenrealidad:eresidénticaamí.Alma acarició la hiedra que subía por el tronco del último roble. Unas
pequeñasfloressilvestresdecolorazulcrecíanenredadasa lahiedraigualqueuncollardeperlas.—Sí,somosgemelas,peronosomosidénticas.Tútienesunojodecadacolor:
unoverdeyelotroamarillo—merecordó—.Yyotengolosdosamarillos.—Detalles,nadamás.Somosidénticasentodoloqueimporta.Yacasihabíamos llegadoal claro.Podía saberloporque reconocía lashayas
retorcidasquehabíamosdejadoatrásoloshelechosdehojasgrandesylustrosas.Desde donde estábamos ya podía escuchar el agua corriendo deprisa en elriachuelo.Después de pasar entre cuatro pinos, tan altos como torres de vigíaqueselevantabanformandounalíneacasirecta,vielpradodefloressilvestresyhierbasaltas.Allísíllegabalaluzdelsol,delmismocolordoradobrillantequelosojosdeAlma,allíelaireolíaafloresfrescasyahierbaquenuncahabíasidocortada.Algunassemillasdedientedeleónflotabanentrelosrayosdesoldelatardeyseperdíanalotroladodelriachuelo,devueltaalbosqueoscuro.—Si tanto miedo te dan los muertos, ¿por qué no se lo cuentas al padre
Dávila? Quizás con un par de padrenuestros y unos cuantos rezos te curas ydejasdeverfantasmas—ledijedemalosmodos.—¿Confesarlo todo? Nadie me creería, o peor aún: me creerían y me
quemaríanen lahogueraporbruja—se lamentóAlma, sentándosecercade laorillaconlaspiernascruzadas—.No,nopuedocontárseloanadie.Almasecubriólacaraconlasmanoscomosiestuvierasollozando,aunqueyo
sabíaquefingía.—Estamosen1927,Alma,yanoquemananadieporbrujería—leaseguré—.
Además,Carmenmecontóunavezquesoloquemabanalasmujeresqueeran
pobres, y tú y yo somos prácticamentemarquesas.Nadie en su sano juicio seatrevería a acusarnos de brujería ymuchomenos a quemarnos en la plaza delpueblo.Mereíalpensarlo,peroAlmamepreguntóangustiada:—¿Qué te hace tanta gracia? ¿Ya no te acuerdas de la historia de Juana de
ArcoquenoscontólaseñoritaLewis?Tuvepesadillashorriblesconlasllamasdevorándomedurantesemanasdespuésdeaquello.Yotambiénsoñabaconelfuego,peroadiferenciadeJuanadeArcoodemi
hermana, el fuego que me rondaba en mis sueños estaba dentro de mí ychisporroteababajomipiel.—Nadievaaquemarte,Alma—dijemientrasmesentabaasuladoenelsuelo
—.Sesuponequetúereslahermanabuena,demodoquesiunadenosotrashadeconsumirseentrelasllamas,seréyo.Alma sonrió y pareció extrañamente aliviada por mi comentario. Supe
entonces que ella, como los demás, también pensaba que yo era la hermanaprescindible.—Unavezleíenunlibroquecuandoungemelomuereelotrosientecomosi
lefaltaraunbrazo,unapiernaounojoduranteelrestodesuvida—empecéadecir—.¿Teimaginas?¿Ir todatuvidaporahícomosi tefaltaraunapartedelcuerpo?Yodesdeluegonoquierosentiralgoasísoloporquetúhayastenidolatontaideadecontarlealcuraquepuedesveralosmuertos.—Hasidoideatuya—merecordóAlma,cortandounaflorsilvestredecolor
azulquecrecíajuntoasuszapatosdecharol.Actoseguido,laposóensumano—.Asíqueahorasimematanseráculpatuya.Unescalofríobajódeprisapormicolumnaperonoteníanadaqueverconel
frío que salía de la tierra esponjosa y húmeda debajo de mí. No. Había algooscuro en las palabrasdeAlma:unapremonición, una siniestrapromesa entrehermanas.«Simematanseráculpatuya.»Miré fijamente la flor azul en la palma de sumano y por unmomentome
pareció que la florecilla comenzaba amoverse. Al principio pensé que era elvientodelnortequehabíaatravesadoelbosquebuscándonos.Elmismovientoheladoquesubíadesdeelmarporelacantiladoysecolabaentrelasventanasdenuestrahabitación lasnoches enque losmuertosnosvisitaban,peronoera elviento. Sentí un hormigueo debajo de la piel, un calor febril que nacía en el
centrodemipechoyqueseextendíarápidamentepormisvenascomovenenocaliente,entonceslaflorecillaempezóadarvueltassobresutalloconlamismadelicadezaqueunabailarinadavueltasensucajademúsica.—¿Loestáshaciendotú,Alma?—lepreguntéconlabocaseca—.¿Erestú?Alma ya era especial, nome pareció justo que también tuviera el poder de
moverlaflor.—No.Creoqueerestú,Estrella—susurróellamirandolaflorquebailabaen
sumano.La flor giraba más deprisa ahora, flotando en el aire de la tarde unos
centímetrosporencimadelapalmadelamanodeAlma.—Notecreo,erestú,loestáshaciendoparaburlartedemí.¡Paraya!—grité,
ylaflorgirómásdeprisatodavía—.¡Queparestedigo!Cuantomásme enfadaba yo,más deprisa giraba la flor.Noté el hormigueo
abrasador corriendobajomipiel comounadescarga eléctricahasta llegar a lapalmademimano,igualqueunalupaqueconcentratodoelcalordelsolenunúnicopunto.—Erestú,estáshaciendomagia,Estrella.—Nosoyyo,eselfuego.
Había esperado once largos años mientras Alma, con sus imposibles ojosamarillos,hablabaconlosmuertoso llevabamensajesdelmásalláa losvivosque llorabanemocionadosy laabrazabanal escuchar laspalabrasde sus seresqueridosyadesaparecidos.Hastaesatarde.Salimosdenuestrobosquey regresamos a casapor el caminomás largo, el
queserpenteabajuntoalacantiladoalotroladodelacarretera.—Notepreocupestanto,siesefuegoquesupuestamentesientesesdeverdad
seguroquepodráshacerlomásveces—meretóAlmaporencimadelrugidodelasolas.Me miré la mano disimuladamente esperando ver una quemadura o la piel
agrietadaporlasllamas,perotodoloquevifueelcortequemehabíahechoenel dedo de camino al claro, nadamás, ni rastro de heridas o ampollas.Y, sinembargo, todavía podía sentir el calor del fuego bajo mi piel, dentro de mí,parecido al calor residual que desprenden las brasas incluso después de habersidoapagadas:elrecuerdodelfuego.—Túno tienesni ideadecómofuncionael fuego,asíquedejayadehablar
comosilosupierastodo—ledije,aunquetampocoyoteníaniidea—.Porsisetehaolvidado,yosoylahermanamayor.—Solopordosminutosdediferencia—mascullóAlmaconunmohín.—Dosminutosessuficiente,teaguantas.YoesperabaqueAlmasiguieradiscutiendoperoentoncessuexpresióncambió
ysequedóquieta,paralizadamirandoelcargaderodemetalquesobresalíadelacantiladoyqueseutilizabaparabajarelmineraldehierrodenuestraminaalosbarcosquenopodíanacercarsealapareddepiedra.
—LaabuelaSoledadestáahí—dijoderepente.Miréalrededorporsiacasonuestraabuelahabíasalidoadarunpaseoporel
acantilado y nos había visto salir del bosque donde no teníamos permiso parajugar.—¿Quédices?¿Dóndeestá?—Estáahímismo—respondióAlma—.Depieenelmuelle,justoenelborde,
comosifueraasaltaralmar.¿Esquetúnolaves?Elcargaderoestabaunospasosmásadelanteperonohabíanadiealfinaldel
salientedehierro.—La abuela Soledad no está ahí, idiota. A esta hora estará tomándose su
AmarettoSourenelinvernaderocomohacecadatardeantesdecenar.Pero los ojos de gata de Alma estaban fijos en el cargadero, viendo algo
invisibleparamí,mientrasluchabaporcontenerlaslágrimas.—Puedoverlatanclarocomoteestoyviendoati—dijoAlmaconvozfrágil
cuando empezó a comprender lo que eso significaba—. Su pelo plateado estámojadoyparecemás largo ahorade lo queparecía estamañana, le llegamásabajodelacintura.Ahoramemira,llevapuestossuscollaresdeperlasyunodesus elegantes vestidos largos de seda mexicana, el de color rojo sangre. ¿Deverdadnopuedesverla,Estrella?Caminéfuriosahastaelbordedelprecipicio,muydecidida,aunquenotécómo
metemblabanlaspiernasyelestómagomediounvuelcoalestartancercadelabismo. El olor a salitre era intenso allí y se te metía por la nariz con cadarespiración,igualquesiunaolatehubieradadounrevolcón.—Mientes,noeresmásqueunamentirosaquetienecelosdemíporquetúno
puedessentirelfuego.—Nomiento.LaabuelaSoledadestáahímismo,enelmuelle,justodelantede
ti. Ahora está diciendo algo. —Alma guardó silencio un segundo como siestuviera escuchando—.Dicequeya estaba cansadadevivir aquí, lejos de sutierraquerida,dondeelabuelolatrajoalafuerzasiendounaniñaylaobligóavivirtodosestosaños.Nolosoportabamás.Yosoloteníaonceañosperosabíabienloqueesosignificaba:nuestraabuela
estabamuerta.—Laabueladicequelosientemucho—continuóAlmayaincapazderetener
laslágrimas—.Sientedejarnossolas,peroqueríavolverasuhogar,asutierra.
Sabíaquesisemoríadeviejaaquí,enBasondo,papámandaríaquelaenterraranennuestrocementeriocomoaunaZuloagayentoncesyanuncapodríavolverasucasa,suverdaderacasa.—Estaessucasa.¡Cállate!—gritéyo—.LaabuelaSoledadestáencasayestá
bien.Nopiensoseguirescuchándote.—Laabuelaquierequesepasquetehadejadoelcolgantedelaesmeralda,ese
que tanto te gusta y que siempre has querido tener. Sabe que te lo pruebas aescondidascuandoellanoestáyquetemirasenelespejodesutocadorparaversihacejuegocontuojodecolorverde.Telohadejadosobretualmohada,ahoraestuyo—dijoAlmaentresollozos,entoncessacudiólacabezaensilenciocomosiestuvieraescuchandoalgoterrible—.No...—¿Quépasa?¿Quémásdicelaabuela?—lepreguntéconelsaborsaladode
laslágrimasatascadoenlagarganta.Almaparpadeódosvecesydespuésbajólamirada.Notuvequepreguntarle
parasaberquelaabuelaSoledadyasehabíamarchado.—Una de nosotras se reunirá con ella antes de cumplir quince años —
respondióAlma,igualquequienpronunciaunamaldiciónenuncuentodehadas—.Unadenosotrasvaamorir.Meapartédelprecipicioycaminédevueltahastadondeestabamihermana.—¿Tehadichocuáldelasdos?—pregunté,conteniendoelalientotemiendo
cualquieradelasposiblesrespuestas.Almatardóuninstanteenresponder:—No.Nomelohadicho.Supequementía,losupenadamásversusojosahogadosporlaslágrimas.Eché a correr entre las hierbas altas en dirección a la casa, crucé el jardín
delanteroyatraveséelvestíbulodelamansiónsindetenerme,lospulmonesmeardíanmientras subía las escaleras hasta nuestra habitación en el último piso,pero tenía que verlo con mis propios ojos para estar segura. Cuando por finllegué juntoamicamaahíestaba, sobre laalmohada, justodondeAlmahabíadicho que estaría: el collar con la esmeralda que la abuela Soledadme habíadejadoantesdesaltaralmar.Y así es como descubrí quemi hermana Alma sí que podía hablar con los
muertos.
—Estate quieta, Estrella. Así no hay manera de abrocharte los botones delvestido.Bastantedifícilesyacomoparaqueencimalopongasmásdifícilcontus juegos —me dijo Carmen mientras luchaba con la tira de botones en laespaldademivestidonegro—.Parecequeestéshechade lapieldeldemonio,niña.Yohiceunamueca aprovechandoqueCarmennopodíaverme la cara, pero
dejé demovermedentro del incómodovestido de seda salvaje y organza paraque terminara de arreglarme. Nos estaba preparando para ir al funeral de laabuelaSoledad.—Nomegustaestevestido,tengomuchosotrosymásbonitosqueeste.¿Por
quénopuedollevaralgunodeesos?—lepregunté.Carmen se colocó unmechón corto de su pelo castaño detrás de la oreja y
suspiró.Noeralaprimeravezqueselopreguntabaesatarde.—Porque este te lo han hecho especialmente para el funeral de la señora
marquesa, tu abuela —me explicó Carmen con paciencia—. Todo el mundoimportante iráalentierro.Los invitados tesaludarány tedaránelpésame,poresotuhermanaytútenéisqueestarlasdosmuyguapas.MiraAlmaquéformaly bonita está, nome digas que no está elegante con su vestido de seda y suszapatosdecharol.Casipareceunamuñequitadeporcelana.Miré a Alma, que estaba sentada en el borde de su cama con las piernas
colgando. Ella ya estaba preparada. Carmen la había vestido primero porquesabíaquesequedaríasentadadespuésenvezdesaliraljardínymancharsecomoplaneabahaceryo.—Sí, como una muñequita —acepté yo a regañadientes—. ¿Me harás una
trenzadecoronaigualqueladeella?Alma llevaba su pelo negro y brillante recogido en una bonita trenza que
rodeabasucabeza...—Claroquetelaharé,perotienesqueestartemuyquietaparaeso—medijo
Carmenmientrasconseguíaabrocharporfinelúltimodelosbotonesforradosdeseda a mi espalda—. Algún día Alma y tú seréis las marquesas de Zuloaga.Tenéis que iros acostumbrando a ser el centro de todas las miradas. Debéisaprenderacomportaroscomoseñoritaselegantesynocomoanimalitossalvajesdelbosque,¿estamos?Yohiceunmohín,peroAlmalesonriócondulzura.—LaseñoritaLewisdicequelasdosseremosunaswonderfulladiesalgúndía,
¿tútambiénlocrees,Carmen?—quisosaberAlmacomosiderepenteestuvieramuy preocupada por el asunto—. ¿Crees que seremos tan buenas marquesascomofuelaabuelaSoledad?—Pues claro que sí, criatura, mejor incluso. Vuestra abuela era una buena
mujer,guapayconunaclasequenosepuedecomprarcondinero,perolapobrenuncafuemuyfelizaquí.—LosojoscastañosdeCarmensevolvierontristesalhablarde la abuelaperoyono entendíporqué—.Esperoque ahora la señoramarquesaestéenunlugardondeporfinsesientaencasa.Ningunadenosotrasdijonadaduranteunbuenrato,casicomositemiéramos
que la abuela Soledad estuviera aún en la habitación escuchando nuestraconversación.—Ahora está en suhogar, en el deverdad.Mepone tristepero tambiénme
alegro de que la abuela esté por fin en su casa —dijo Alma, fingiendo unafragilidadqueyosabíaquenotenía—.Ahoraporfinestáensutierra.—Noestéstristeportuabuela,cariño.Laseñoramarquesanohubieraquerido
que te pusieras triste, ni siquiera en este día.—Carmen se olvidó demí paraacercarse a consolar a Alma, que estaba sentada cabizbaja en el borde de sucama—.Yaveráscomodentrodeuntiempotesientesmejor.Vuestraabuelaosconocía bien y os queríamucho, sus nietas erais lo que la animó los últimosaños.—Aunasílavoyaecharmuchodemenos—añadióAlma.Carmensuspiróyseapartódeellapararegresarjuntoaltocadoraterminarde
peinarme.
—Bueno, tú aguanta el tipo como sea, niña—le dijo—. Que si los demásintuyenqueeresdébilenseguidatecomenviva.Almanorespondió,peropudeverenelreflejodesucaraenelespejoqueno
lehabíagustadonadaqueCarmenvolvieraamilado.Estábamos las tres en el dormitorio, en nuestra pequeña torre sobre el
Cantábrico.Eseeraelúnicocuartoquehabíaallíarriba,separadode todas lasdemáshabitacionesdelacasaporunaescaleradecaracolqueascendíadesdeeltercerpiso.—Carmen,cuandoAlmayyoseamosmarquesas,¿podremoshacerloquenos
délaganacomohacepadre?—lepreguntéanuestraniñera.Ellamesonriócontristezaydespuésmediolamanoparaayudarmeabajar
delescabeldondeestabasubidaparavestirme.—Las mujeres casi nunca hacemos lo que nos da la gana, ni siquiera las
marquesas. Eso está solo reservado para los hombres —respondió conresignación—.Vamos,ahorasiéntateenel tocadoryestatequietaunratoparaquepuedapeinarteigualqueatuhermana.Tupadresubiráprontoparallevarosalfuneralynolegustaráquenoestéislistas.—Claro, como él no tiene que preocuparse de abrocharse todos estos
botones...—masculléyotocandolaespaldademivestido—.Menudofastidio...—Niqueloshubierascerradotú,niña—merecordóCarmen.Alma soltóuna risita en la camayyo la fulminé con lamirada a travésdel
espejodeltocador.—Estevestidonomegusta,esduroymeaprietacuandorespiro—insistí—.
Seguroquelaidiotadelamodistasehavueltoaconfundirconlasmedidas.OtútehasconfundidoymehaspuestoamíeldeAlma,queestámásgordaqueyo.Carmen cogió el cepillo del juego de tocador de plata y me lo pasó unas
cuantasvecespormilargamelenanegraparadesenredarla.—No me he confundido —respondió sin mirarme—. Y aunque lo hubiera
hechodaigualporqueAlmaytúsoisidénticashastaenlatalla,asíquenoseastanpicajosa,niña.—Nosomosiguales—protestéyo,perodespuésmiréamihermanapequeña
mientrasCarmen terminabadepeinarme.Eracomovermi reflejoenelespejodosveces—.Yotengounojodecadacolor.MefijéenqueCarmensacudía lacabezamientrasdividíamicabelloentres
partesparaempezarahacermelatrenza.—Puedequesientasqueelvestidoteaprietaalrespirarporqueprontodejarás
deserunaniñaparaconvertirteenunajovencita—mesugirió.Yonoentendídel todoloqueCarmenqueríadecir,peroporsiacasobajéla
cabeza casi temiendo que mis pechos hubieran crecido de repente mientrasCarmenmeabrochabalosbotonesdelvestido.—Nosé loquequieresdecir—mascullé,sintiéndomeavergonzadasinsaber
muybiendequé.—Yosíquelosé.Quieredecirquedentrodeunañoodosnosdesarrollaremos
ydejaremosdeserniñas,¿verdadquesí,Carmen?¿Verdadqueesoeraloquequerías decir?—preguntóAlma con unamedia sonrisa de satisfacción en suslabiosrosados—.LaseñoritaLewismehahabladounpocodeelloyhastameha permitido ver un libro con unos dibujos asquerosos de cómo es el cuerpofemeninopordentro,peroLewis tambiénmehadichoqueuna señorita jamáshabladeeso.Esunsecreto.—Puesmenudosecreto,niña.YasenotaquelaseñoritaLewisesextranjeray
debuenafamilia,ya.Ahoramedirásquepariresunsecretotambién.Aunque apenas tenía treinta años,CarmenBarrio había cuidado de nosotras
desdequeyopodíarecordar,antesincluso.Unodemisprimerosrecuerdoseraellasentadaenelsuelodeesamismahabitaciónjugandoconnosotrasalaoca,mientrasfuera,elCantábricoserebelabaenformadetempestadyarrancabadecuajoelviejocargaderodehierroquecolgabadelacantiladocomosisetrataradeunahojaenmitaddeunatormenta.Despuéssupimosquehicieronfaltacuatromesesdetrabajoydospartidasdehombrestrabajandoporturnossindescansoparasustituireldesaparecidomuelleporunonuevo.—¿Estoy guapa? ¿Parezco más mayor?—le pregunté a Carmen intentando
mirarmeenelespejosinconfundirmeconAlma.—Estásmuy guapa, niña. Igualita que tu hermana—me respondió ella con
resignación—.Ynotengastantaprisaporhacertemayor,noestanbonitocomolopintan.Carmen tenía la piel bronceada y las mejillas sonrosadas como si siempre
estuviera acalorada. Era una mujer joven—incluso para una niña como yo aquien todos los mayores de veinte años le parecían viejos—, pero al mismotiempo parecía estar ya cansada de todo, derrotada por la vida. Sus ojos eran
castaños, cálidos y afables aunque a menudo parecían estar muy lejos de lamansiónydeBasondo,comoquienseasomaporunaventanaintentandoverelpaisajequehaymásalládelhorizonte.AlgunasvecesCarmentambiénlloraba.Una tarde hacía casi siete años, Alma y yo la descubrimos llorando en suhabitacióndelsótanosentadaconlaespaldaapoyadaenlaparedyabrazadaalasrodillas.Fueunosmesesantesdequenacierasuhija,Catalina.—¿Por qué semató la abuela Soledad?—preguntóAlma desde la cama—.
¿Fuepornuestraculpa?¿Noestabacontentaconnosotras?Dos días antes, mamá nos había contado que la abuela Soledad estaba
paseandocercadelacantiladocuandosehabíacaídoalmarporaccidente.—Nada de eso. ¿Y quién te ha dicho que la marquesa se ha matado? —
preguntóCarmen,dejandomis trenzasymirándolasorprendida—.¿Hasidoelmarqués?Almanegóconlacabezayselevantódespaciodesucamaconcuidadodeno
arrugarseelvestidonegrodefuneral.—No,melodijolaabuela—respondiósinmáscuandollegóhastaeltocador
—. La misma tarde que la abuela Soledad murió nosotras la vimos en elcargadero,¿verdadquesí,Estrella?Yoteníasolounadelastrenzashechaperoasentídemalagana.—Sí.—EnrealidadsololaviyoporqueEstrellanopuedeveralosmuertos,claro
—se corrigió Alma, mientras se apoyaba en el respaldo de la silla donde yoestaba sentada—.La abuela dijo que estaba cansadade vivir aquí, lejos de sutierraqueridadedondeelabuelo laobligóavenir siendosolounaniña.¿Quésignificaeso,Carmen?¿Estabatristeyyanonosqueríamás?¿Poresosemató?LasdosmiramosaCarmenesperandounarespuesta,ellaeraelúnicoadulto
en lamansiónde losZuloaga—yseguramenteen todoelvalledeBasondo—que nos trataba como si fuéramos personas y no molestas muñequitas deporcelana.Carmencolocó lasmanosen lascaderasymiróal techoabovedadodenuestrahabitaciónpensandounarespuestaquepudiéramoscomprenderperosintenerquementirnos.—Significa que vuestra abuela tampoco podía hacer lo que le daba la real
gana,pormuyseñoramarquesadeZuloagaquefuera,ydespuésdeuntiemposecansó —respondió por fin—. No le contéis esto a nadie, ¿de acuerdo? El
marquésseenfadaríamuchosisedescubreenelpuebloquevuestraabuelasaltóapropósitodesdeelcargaderodelacantilado.Seríaunagranvergüenzaparaélyparalafamilia.¿Loentendéis?—No lo contaremos —le prometí, cruzando mis dedos sobre la falda del
vestidoparaqueCarmennomeviera.Teníamos prohibido jugar en el cargadero o acercarnos al acantilado, pero
algunastardes,mientrasCarmenenseñabaa leerasuhijaCatalina,Almayyonosescabullíamosparaasomarnosalprecipicioquehabíamediokilómetromásabajo de la mansión y competíamos para ver cuál de las dos se atrevía aacercarsemásalbordedelacantiladoantesdedarse lavuelta.Cerrábamos losojosycontábamosenvozalta,gritandoporencimadelruidodelasolasfuriosasque rompían abajo contra la pared de roca. Era uno de mis juegos favoritosporqueyosiempreganaba,perounavezmeacerquétantoalbordequeestuveapunto de caerme cuando una asquerosa gaviota pasó graznandomuy cerca dedondeyoestaba.MeresbalésobreloshierbajosquecrecíanjustoenelbordeyperdíunodemisMerceditas—hechosamanoytraídosdesdeMadridsoloparanosotras—,cuandoabrílosojosasustadavielzapatocaeralvacíoyhundirseenelCantábrico.Tuvequevolveracasaconelpiemanchadodebarro,losdientescastañeteandoporelfríoyconelsustotodavíaenelcuerpo.—¿Qué quería decir la abuela con lo de que esta no era su casa?—insistí,
mientrasCarmenvolvíaaempezarmitrenzaporterceravez—.Estaerasucasa.Sellamacomoella:VillaSoledad.PoresoelabueloMartínlepusoesenombrealamansión,porlaabuelayporlomuchoqueéllaquería,¿verdadquesí?Lahistoria de amordel abueloMartín con la abuelaSoledad era épica, casi
una leyenda familiar que Alma y yo habíamos escuchado contar a todo elmundo,atodoelmundoexceptoalaabuelaSoledad:ellajamáshablabadeello,nisiquieradespuésdequeelabuelohubieramuerto,nuncamencionabasuboda,ninoshablabadecómoseconocieronodecómoerasuvidaenMéxicoantesdelabuelo.—¿Carmen?Pero cuando Carmen alargó la mano libre para coger unas horquillas del
tocadorsumanotemblóligeramente.—Vuestro abueloMartín conoció a doñaSoledad enundiminuto pueblode
Méxicomientrasestabaallíhaciendo lasAméricas.Yaeramarquésdesdeque
nació,perosupadreperdiótodoeldinerodelafamiliaenunamalainversión,asíqueavuestroabuelonolequedómásremedioquemarcharseaAmérica—empezó a decir Carmen, evitando levantar los ojos demi pelo—. Se casaronenseguidaycuandodecidióqueeramomentodevolveracasa,setrajoadoñaSoledadconélaBasondo.Almayyohabíamosvistolasfotografíasdelabodadenuestrosabuelosque
estaban colgadas en el pasillo del segundo piso. La abuela Soledad era muyjoven y era muy guapa también, aunque curiosamente en ninguna de lasimágenes aparecía sonriendo. El vestido de novia era de encaje blanco ycontrastabaconsupieldecolorcanela.Nollevabavelosinounacoronaderosasrojassobresumelena,negracomolasalasdeuncuervo,quelecaíasueltacasihasta su cintura. La abuela llevaba siete carísimos collares de perlas naturalesenredados entre sí. Sabíamos que eran siete porque Alma y yo los habíamoscontadounayotravez.«Vuestraabuelaesunaprincesamexicanaquesecansódevivirenesatierra
seca y dejada de la mano de Dios. Por eso se vino aquí», solía decir padrecuandolepreguntábamosporlosorígenesdelaabuelaoporsupiel,queeramásoscuraquelanuestra.—¿A la abuela Soledad no le gustaba vivir en Basondo?—preguntó Alma
jugueteandoconelperfumerodeplataycristaldeljuegodetocador—.Cuandola vimos en el acantilado dijo que quería volver a su casa. ¿Su casa está enMéxico?¿TúhasestadoenMéxicoalgunavez,Carmen?¿Cómoes?¿EsmuydistintodeBasondo?¿Tambiénlluevetodoeltiempocomoaquí?—EnMéxiconollueve,tonta—lacorregíyo.—No, yo nunca he estado enMéxico ni en ningún otro sitio, pero vuestra
abuela echaba de menos su tierra y su hogar —respondió Carmen mientrasterminaba de peinarme—. Imaginad que a vosotras os obligan a vivir en otrositiolejosdeestacasaydelbosque,tambiénestaríaismuytristes.—Peronadielaobligó—insistióAlma—.Elabueloinclusolepusosunombre
a lamansiónparademostrarlea todoelmundocuánto laqueríay le regalóelcollarconlaesmeralda.¿Porquéibalaabuelaaquerermarcharse?—Porque algunas cosas en este mundo, muy pocas pero muy terribles, no
puedensolucionarsecondinero—respondióCarmen.—¿Yconesmeraldas?¿Tampoco?—quisesaber.
—Tampoco.Carmendejó lashorquillasque lehabíansobradoenel tocadorymedioun
empujoncitocariñosoparaquebajaradelasilla.—Yaestáslista.Dejadqueosveaalasdosjuntas.Yome puse junto ami hermana para asegurarme de queCarmen nos había
peinadoalasdosigualymirénuestroreflejoenelespejo:idénticasexceptoporelcolordelosojos.—Estáismuyguapaslasdos.Lástimaqueprontovayáisadejardeserniñas,
algún día nomuy lejano estaré en esta misma habitación ayudando a una devosotrasavestirsedenovia—nosdijoCarmenconunasonrisatriste.No pude explicar por qué, pero las palabras de Carmen me hicieron sentir
intranquila.—¿Puedo llevar el collar de la esmeralda al funeral de la abuela? —le
preguntéderepente—.SeguroquealaabuelaSoledadlegustaríavermeconélensuentierro.Desdequeencontrélagargantillasobremialmohadapadrehabíaintentadosin
éxitoquitármelaparaguardarlaenlacajafuertedesudespachoconlasjoyasdemamáyalgunosBonosdelTesoro.Comosabíaloquetramabahabíaescondidoel collar dentro de una de las cajas para sombreros que guardábamos en elarmariodenuestrahabitación.—No,nopuedesponértelo,niña.Esajoyanoesapropiadaparaunfuneral—
me respondió Carmen—. Las joyas no son para las niñas, es un collar muyvaliosoypodríasperderlosinquerermientrascorreteasporahí.—Pero entonces nadie sabrá que la abuelame dejó el colgante amí y no a
Alma—protestéyo.Recorrí la habitación dando grandes zancadas hasta la pared de armarios
empotradosquehabíaalotrolado.—Estatequietaynolorevuelvastodoahora,queelmarquésestáapuntode
subir—meadvirtióCarmen—.Si tedespeinasnotearreglaréelpelootravez,estásavisada.Peroapesardesuamenazayoabrítodoslosarmarioshastaquevilatorrede
cajasredondasdedistintoscolores.—Puedohacerloquequieraconelcollar,ahoraesmíoysiquieroponérmelo
me lo pongo —repliqué mientras abría las sombrereras y dejaba las tapas
esparcidasporelsuelo—.Túsoloeresnuestraniñera,nopuedesimpedírmelo.Carmensuspirófrustradaycaminóhastadondeyoestaba.—Tu abuela te dejó el collar para que lo usaras cuando seas un poco más
mayor,noahora.Peroyoabríotradelascajasytirélatapadebajodemicamasinmiramientos.—¿Yquépasasinuncamehago«másmayor»?—mascullérevolviendoentre
los sombreros y el papel de seda—. ¿Y simemuero antes de cumplir quinceaños?—Túnotevasamorirantesdecumplirquinceaños,niña.¿Dedóndesacas
esasideastanrarassisepuedesaber?—mepreguntóCarmenintentandoocultarelmiedoensuvoz.YomiréaAlmaderefilón.—¡Aquíestáelcollar!—exclamésatisfecha—.Vamos,pónmelo,quequiero
llevarloalfuneral.—No.Aunqueestéstristeyenfadadaporlodetuabuelanopuedesllevarel
collarasufuneral,quetienesmuchamaníadequerersalirtesiempreconlatuya,niña—meregañóCarmen—.Venga,déjalootravezenlasombrereraparaquetupadrenoloencuentreyyorecogerétodoestomientrasestáisenlacapilla,quemenudolíohasorganizadotúsolaenunmomento.—LaabuelaSoledadmecontóqueelabueloleregalóestecollarporqueella
tenía los ojos verdes como una esmeralda—recordé—.Yo solo tengo uno decolorverde,alomejorporesoellamelodejóamíynoaAlma.Carmenseagachóamiladoymequitóelcollardelamanocondulzura.—Noesculpavuestraquelaseñoramarquesasematara,niñas.Puedesobligar
aalguienavivirenun lugarperonopuedesobligarleaque losientacomosuhogar: la tierra es algo que uno lleva siempre en el corazón —nos explicóCarmen—. Ya lo entenderéis cuando seáis más mayores, pero no hay formahumanademandarenlossentimientosdeotrapersona,esaeslaúnicacosaenestemundosobreloquenadietienepoder.Nisiquieraelseñormarqués.Comosinuestropadresehubieramaterializadoenelairealnombrarlo,José
deZuloagaaparecióenlapuertadelahabitación.—¿Ya están listas?—le dijo a Carmen a modo de saludo—. Su madre ha
terminadodeprepararseylasesperaabajoparallevarlasalacapilla.No le habíamos escuchado subir por la escalera de caracol y no sabíamos
cuánto tiempo había estado escuchando en la puerta, pero no parecía muycontento,aunquenuestropadrenuncaparecíamuycontento.Carmenarrugóloslabios al verle: ella tampoco sabía cuánto de nuestra conversación habíaescuchado.ElmarquésdeZuloagateníaelpelotannegrocomonosotrasynuestraabuela,
perosusojoseranoscurosypequeños,parecidosalosdealgunosanimalesdelbosque.AunqueAlmayyoéramosniñasyaintuíamosquepadreeraeltipodehombrequeinspirabamiedoenlosdemás:nosoloanosotras,alostrabajadoresde la mina Zuloaga, al servicio doméstico o a nuestra madre, no, padreintimidabaprácticamenteatodoelmundoporquesabíaquepodíahacerlo.—Sí,ya estánpreparadas—dijoCarmen, jugueteandoconel collarqueaún
teníaenlamano.—¿Qué haces tú con eso? —preguntó padre cuando vio el collar—. Trae,
dámelo,anda.Túnosabríasquéhacerconalgoasí.—Soledad no nació siendo marquesa de Zuloaga precisamente —replicó
Carmenalentregarleelcollar.PadremiróaCarmenysusojoschisporrotearondebajodesuscejasoscuras.
Incluso desde donde estaba sentí la violencia latiendo bajo su piel, la certezatensadequepadreestabapensandodarleunbofetónaCarmen.—Padre...—meatrevíadecir.—Venga, levantaos del suelo, niñas. Solo los salvajes y los asilvestrados se
sientanenelsuelo—nosdijoélguardándoseelcollarenelbolsillodesutraje—.Andando,vuestramadreosesperaenelvestíbulo.Aunqueesa tarde sehabíapuestoun trajenegroparaasistir al funeralde su
madre,elmarquéscasisiempreibavestidoconropadecazadorconfeccionadaespecialmente para él: capas enceradas, chalecos de tweed verde o beige,pantalonesconbotonesdecareyenelfrente,botasdepielquelellegabanhastacasilamitaddelapiernaparaprotegerledelaszarzas,yelegantesboinasplanasparacubrirsucabeza.Apadrelegustabavestircomosifueraunlordinglés—ocomo él pensaba que se vestían los lores ingleses—, por esomismomandabahacertodasuropaenunaconocidasastreríadeRegentStreet,enLondres,quevestía también a condes, empresarios, banqueros y duques de media Europa.Aunquesupeloonduladoymoreno,susojillosinquietosbajosuscejaspobladasy juntas y sus modales bruscos le daban al marqués un aspecto fiero y
provinciano,muyalejadodelperfildistinguidodelosnoblesbritánicosalosquetantoadmiraba.—IdbajandoqueyotengoquehablarunmomentoconCarmen.Almayyosalimosdeldormitorioperonosvolvimosunavezmásparamirara
Carmen,queestabasentadaenlasilladeltocadoryllorabaensilencio.
El funeralpor laabuelaSoledadsecelebróen lapequeñacapillade la fincaquellevabasunombre.Lacapillafamiliarestabaenelextremooestedeljardín,lejosdelacasa.Parallegarhastaallíhabíaquedejaratráslafuentedelaentradaprincipal, con sus peces japoneses de colores brillantes dentro, bajar por uncaminode losetasgrisesyatravesarungrupode sicomoroscon la cortezadeltronco de color verde amarillenta. En el mismo llano en el que crecían lossicomoros—dondeelairesiempreolíadulcecomoahigosmaduros—sealzabala capilla de Villa Soledad. Allí celebrábamos todas las fiestas de guardarademás de los bautizos, funerales, comuniones y bodas de la familiaZuloaga.Detrás de la capilla había un pequeño cementerio que colgaba sobre elCantábricodonde estaba enterrado el abueloMartíny tambiénunhermanodenuestropadrequehabíamuertosiendounniño.—Vuestro abuelomandó construir esta capilla cuandodiseñó lamansión—
nosexplicómamámientrasdejábamosatráslossicomorosysuolordulceenelairedelatarde—.ElabueloMartíneraunhombremuyreligioso,unverdaderocristiano;losañosquepasóviviendoenMéxicoyenCubasiempreteníaconélaunsacerdotequeleayudabaatomarbuenasdecisionesensusnegociosyensuvida.Poresoordenóconstruirunacapillaaquí,ensucasadeBasondo.Mamános llevaba a unade cadamanomientras nuestropadre caminabaun
pocomásadelantado,estabamuyguapaesatarde,consupelocastañocortadoalaalturadelanucaypeinadoconondasalagua.Sehabíapuestounvestidodeseda negra que le llegaba hastamás abajo de las rodillas y que lemarcaba laformadesucuerpoinclusodebajodelabrigodeangora.Elcuelloylasmangasdesuabrigoestabanforradasdesuavepelodearmiñodelmismocolor,yllevaba
untocadonegroconunveloderedquelecubríalosojos.—¿Y la abuela? ¿Vamos a enterrarla aquí en el cementerio?—le preguntó
Alma, que caminaba con cuidadodeno salirse del caminode piedras para nomancharseloszapatosdecharol—.Igualnoquierequedarseaquí.—Niñas,yaosheexplicadoquenohanpodidorecuperarelcuerpodevuestra
abueladelmar.Nohaynadaqueenterrarenelcementerio,elCantábricoselahatragado—respondiónuestramadre,másaltodeloquepretendía—.Solovamosasimularquelaenterramosparaquetodospodamosllorarla,¿loentendéis?Mamánoshabíaexplicadoqueenrealidadíbamosacelebrarunfuneralporla
abuela pero sin que hubiera cuerpo o ataúd. Por eso mismo saltó desde elcargadero de metal: para que el mar se tragara su cuerpo y nunca pudieranenterrarlaenelcementeriodelosZuloaga.Desde donde estábamos ya se podía ver el tejado de la capilla al final del
camino. Me fijé en que había un grupo de personas esperando de pie en laentradadelapequeñaiglesia.—¿Todaestagenteconocíaalaabuela?—pregunté.Mamánossoltólamanoysecolocómejoreltocado.—No,claroqueno.Yasabesqueen losúltimosañosvuestraabuelaapenas
salíadecasanadamásqueparairacomprarlicordecerezasalpueblo.Lapobrenuncasuperó lamuertedevuestroabuelo, sequerían tantoyhacían tanbuenapareja...—respondiómimadreestirándoseelabrigodelanadeangoraantesquellegáramosa laentradade lacapilla—.Todaestagenteestáaquípor tupadre,muchostienennegociosconélenMadridoenInglaterra:compranelhierroquesacamos de la mina para construir barcos, trenes o armas y quieren darle elpésame.—Perosinoconocíandenadaalaabuela,¿porquéestánaquí?¿Quémásles
daaellos?—insistí.—¡Qué preguntas haces, Estrella! Eso es lo que se hace con la gente
importante aunque no les conozcas: vas a su entierro—me explicómamá, secalmóydespuésvolvióasonreír—.Cuandoalguienimportantemuere,oalguiende su familiamuere, la gente de bien va a darle el pésame al funeral. Es unacortesía. Por eso las dos tenéis que portarosmuybien durante lamisa y estarcalladitas,¿deacuerdo?Noquerréisqueestagentequehavenidodesdetanlejossoloparaveravuestropadreseformeunamalaimpresióndevosotras,¿verdad
queno?Almayyonegamosconlacabezaalavez.—Bien—nosdijomamá—.Ahora dejadqueos vea a las dos juntas, estáis
muyguapas.Ya sabíayoque la sedanegraera lomejorparaestediseño.Sededucadasynohabléisconlosmayoresanoserqueellososhablenprimero,yacordaossiempredesonreír,niñas.Voyahacerlecompañíaavuestropadre,queelpobreestámuytristedesdelodelaabuela.Despuésmamásealejóendirecciónalacapillacaminandoconcuidadopara
quesuszapatosdetacón,forradosdetelanegra,nosequedaranatascadosentrelaspiedrasdelcamino.—Quéguapaestámamáyquéelegantevasiempre.Ojalánosparezcamosa
ellacuandoseamosmayores—dije, todavíamirandoanuestramadremientrasobservabacómoungrupodedesconocidoslasaludabanentresonrisasyhalagos.—Túyyonosparecemosa la abuelaSoledad,noamamá.Tenemos lapiel
claracomomamá,peroesoesloúnicoquehemossacadodeella, lodemásestododelaabuela—respondióAlmaestirándoseunaarrugainvisibledelafaldadesuvestido—.Sobretodotú.Dentro de la capilla olía a incienso y a cera derretida, pero debajo de eso,
podíasentirseelolorahumedady lamezcladeperfumescaros flotandoenelaire.El padreDávila estaba de pie esperando a que la gente se sentara en losbancos.Detrásdeél,elretablodemaderaqueelabueloMartínhabíaencargadohaceraunfamosoebanistavenecianolucíaadornadoconfloresblancasyvelasencendidasenhonoranuestraabuela.Lacapillaestabaarebosarperonadienossaludó al entrar, como si Alma y yo fuéramos invisibles. Nuestro padre —sentado en primera fila al lado de mamá— estaba arrodillado en uno de losreclinatoriosdecaobayterciopelorojotraídosdesdeunaiglesiamuyantiguaenelsurdeItalia.Teníalosojoscerradosylasmanosjuntasmientrasrezaba.—¿Hasvistoquéeleganteestátodoelmundo?—lepreguntéaAlmaenvoz
baja.—Sí.Mamáha dicho que algunos invitados han venido desdeLondres solo
para el funeral. Allí seguro que tienenmuchomás estilo que en Basondo—respondióAlma.Las mujeres lucían chaquetas de terciopelo o estolas de piel de chinchilla
encimade sus vestidos negros para protegerse de la humedaddelmar, que se
colabaporentrelosmurosdelacapilla.Todasllevabanlacabezacubiertaparapoderentrarenlaiglesia:algunascontocadosyvelocomoeldenuestramadre,yotrascondelicadasmantillasrematadasenunpreciosoencajedecolornegrohechasamano.—Nunca había visto a gente tan elegante antes —le susurré al oído a mi
hermana—.Ni siquiera la vez que salimos a hurtadillas de nuestra habitaciónparacuriosearenlafiestadefindeañodemamá,¿teacuerdas?AnuestramadreleencantabadarfiestasenVillaSoledad:findeaño,carnaval,
elcumpleañosdelmarqués...cualquierexcusaerabuenapara llenar lacasadegente,músicaycócteles,peroAlmayyonoteníamospermisoparaasistiralasfiestasaúnydebíamosquedarnosennuestrahabitaciónconCarmenmientraslosinvitadosbailaban,jugabanahacerespiritismoenelsaloncitoconayudadeunamédiumfalsaotomabancaviarrusoenelporche.Haceunpardeaños,Carmense quedó dormidamientras nos leía un cuento y nosotras aprovechamos paraasomarnosalvestíbulo,peromamánosdescubrióynosllevódevueltaanuestrocuarto. Estuvimos castigadas dos semanas, pero solo por ver los trajes de losinvitadoshabíavalidolapena.—Cuandoyomemueraquieroquetodosvenganasídeelegantesamifuneral
—ledije aAlma,mirando fascinada a las invitadas sentadas en losbancosdedelanteenvueltasensedaypuntillasfinas—.¿Mehasoído,Alma?Yotambiénquieroquemientierroparezcaunafiestadefindeaño.Estábamossentadasenelúltimobanco,muycercadelapuertalateralporla
queseaccedíaalpequeñocementerio.Yoyahabíamiradolapuertaderefilónunpardevecespensandoencómosalirdeallí,cuandoelpadreDávilaempezóelservicio.—¿Quieresquenosmarchemos?—mepreguntóAlmasinapartarsusojosdel
párroco—.Sitienescuidadoynohacesruidopodemosllegaralapuertalateralsinquenadienosvea.—Yaunquenosveanmeda igual,nopiensoquedarmeaquídentro:huelea
cerayhacemuchofrío.Me levantéconcuidadodelbancoheladoycaminéendireccióna la salida.
Alma se levantó también, y me siguió con sus andares de bailarina. Podíaescuchar la seda de mi vestido crujir con cada paso, pero todos tenían suatenciónpuestaenelpadreDávila,asíquenadiesepercatódenuestrahuida.
—Menos mal, empezaba a marearme con el olor a incienso —mentí yo,frotándomelassienescomosimedolieralacabezaparadarlemásdramatismo—.¿Quieresiralcementerio?Aúnnohevistolatumbadelaabuela.SesuponíaquealaabuelaSoledadlahabíanenterradoeldíaanterior,aunque
enrealidadsolohabíanenterradounataúdvacíobajounalápidaconsunombre.—Yotampocohevistosutumba.Mamádicequeunatumbanoesalgoquelos
niñosdebanverporqueseasustanyluegotienenpesadillas.—A mí no me asustan los muertos —repliqué, pero a medida que nos
acercábamosalcementerionotécómosemehacíaunnudoenlagarganta.ElpequeñocementeriodelafamiliaZuloagaestabamedioescondidodetrásde
la capilla, suspendido sobre el mar Cantábrico y rodeado por un murete depiedrasirregulares.—Aquífuerahacemásfríoqueenlaiglesia—comentóAlma.Despuéssele
escapólarisitanerviosadequienpretendehacerselavalienteyahuyentaralosdifuntos.Esquivéuncharcoquesehabíaformadocercadelmuretecuandoviunaúnica
florentrelahierba.Eradecolorazul.—Escomolaquehiceflotarelotrodía—dijeyoagachándomeparacogerla
—. Nunca había visto flores aquí dentro, creía que nada crecía en esta tierraporqueelsalitredelmarmatabalasraícesyenvenenabaelsuelo.Ademásdelahierbacortaydesigual,enelcementeriofamiliarsolocrecíaun
árbol: un sauce llorón deslucido e inclinado hacia un lado con las ramasarrastrándosepenosamentesobrelatierra.—Yotampocohabíavistofloresaquíantes. Iguales lamismaflorque teha
seguidodesdenuestroclaroparaquelahagasbailarotravez—mesugirióAlmamirándomeconsusojosamarillosmuybrillantes.—Nolocreo.Pero volví a mirar la flor en la palma de mi mano y sentí la sangre
arremolinándosebajomipiel,quemándomepordentro.—LaabuelaSoledadestáahídepie,juntoasulápida—dijoAlmaderepente.Yomeolvidédelaflorydelaquemazónparamiraralatumbamásreciente.
Sobrelalosadescansabaunaenormecoronaderosasrojas.—Noempiecesotravez,Alma.Noquierooírtuscuentosdefantasmasahora.—Noesuncuento.Laabuelaesjovenotravez,muyjoven,yestávestidade
novia igual que en las fotografías que hay en el pasillo —continuó Alma,mirandofijamentealalápida—.Llevapuestossuscollaresdeperlas,lossiete,ysuvestidoblancodeencaje.Justo en esemomentouna ráfagadevientohelado estremeció las ramasdel
sauce, que se agitaron y rascaron la tierra del cementerio como si fueran lasgarrasdeunanimal.—Notecreo—murmuré,peromentía.—La abuela dice que quiere que sepamos la verdad sobre ella y sobre el
abueloMartín,aunqueesunaverdadfea,delasquesolosecuentancuandounoya estámuerto.—Alma arrugó los labios intentando contener las lágrimas—.No...—¿Quépasa?¿Quéestádiciendo?—preguntéporencimadelruidodelviento.—Cuandoeraunaniña,laabuelaSoledaderatanguapaquetodoelmundoen
los alrededores del pueblecito deMéxico donde vivía había oído hablar de subelleza.Tambiéndecíanqueeraunahechicera,unabrujaconocedoradelatierracapaz de predecir cuándo se desatarían las tormentas o las desgracias de unafamilia.Poreso túyyo tenemospoder también, lohemosheredadodeella—explicóAlma—.LosrumoressobresubellezaysupoderllegaronaoídosdeunespañolquehabíaidoaMéxicobuscandohacerfortuna:elabueloMartín.—Teloestásinventandotodo,laabuelaeraunaprincesamexicana,padrelo
dicesiempre—insistí.PerolosojosamarillosdeAlmaseguíanfijosenalgúnpuntojuntoalalápida.—El español sintió curiosidad y le pidió al padre de lamuchacha que se la
llevaraalahaciendaparaverla.ÉlnoeraelprimerhombrequeseinteresabaporSoledad,pero sí eraelprimerocondinero.Elabuelo seencaprichódeella—añadió—.SecasaronelmismodíaquelaabuelaSoledadcumplióquinceaños.—¿Quinceaños?—mirélaflorazulenmimanomientraspensabaenloque
Almaacababadedecir.LaabuelaSoledadteníapodertambién,poresohablabaelidiomasecretode
los pájaros, sabía cuándo crecerían las rosas del jardín o conseguía que losárbolesdieranmejoresmanzanas.Ellasentíaelfuegodentro,igualqueyo.Recordaba a la abuela saliendo al jardín conuna cesta en lamano enpleno
diciembre para recogermanzanas del manzano americano que el abuelo trajoconél.Aunquenofueratemporada,ellasiemprevolvíaacasaconlacestallena
deunasmanzanasrojasybrillantes.Almasedespidióconungestodelamanodealguienaquiensoloellapodía
ver.—Ya no está—dijo con la voz líquida por las lágrimas—.La abuela se ha
marchadoparasiempre,estamossolas.Dejélaflorazulsobrelatumbavacíadelaabuelayalinstantesalióvolando
enelvientodelnorte.—¿Tehadicholaabuelacuáldelasdosvaamorirantes?—No—respondióAlma,peromecogiólamano—.Notedisgustesconmigo,
Estrella,quiénsabecuántotiemponosquedaparaestarjuntasantesdequeunadelasdoshagacompañíaalosmuertos.ApretélamanodeAlmaqueestabatanfríacomolamía.—Nosquedamuchotiempodepasarjuntasporquecuandoyomuera,antesde
cumplir quince años, tú todavía podrás verme igual que ves a los demásaparecidos.Serácomosinuncamehubieramuerto—susurré.Almaesbozóunamediasonrisaylevantósumanoentrelazadaconlamía.—Nuncajamástedejaréir.Túyyoestamosunidasparasiempreporunhilo
invisible,perotanfuertequepuedosentirlo,aquí,atadoconunnuditoalrededordemimuñeca—medijoenvozbaja—.Unextremoestáatadoamimuñecayelotroalatuya,asíquenuncanossepararemos,noimportacuáldelasdosmueraprimero.Unidasparasiempre.Inseparables.Yomirénuestrasmanosjuntasunmomentomásycasipudenotarelcordón
invisibledelqueAlmahablabaatadoalrededordemimuñeca.—¿Lojuras?—preguntéconvoztemblorosa—.Tenpresentequeestamosen
uncementeriohaciendopromesas.—Lojuro.Yquememuerasimiento.
Lacuevadelasestrellas
LACUEVADELASESTRELLAS
Novolvimosalbosquehastaunasemanadespuésdelentierrodelaabuela.Lacasa que llevaba su nombre estaba de luto, así que nos prohibieron abrir lasventanasosaliraljardínytodosvestimosdenegrodurantesietelargosdíasenlos que mamá no encendió su gramófono. Padre no era supersticioso peroigualmenteordenócubrir los espejosmásgrandesde la casacon sábanasparaevitar que el alma de la abuela se quedara atrapada en ellos, aunque nosotrassabíamosqueyasehabíamarchado.—Vaapasaralgomalo,lopresiento—dijoAlmaconsusojosdemielfijosen
elbosque.—Ya ha pasado algo malo: hemos enterrado a la abuela Soledad hace una
semana,¿teparecepoco?PeroAlmasacudiólacabezatodavíamirandofijamentealahileradeárboles
queteníamosenfrente.—No, no es eso. Hoy es cuando todo empieza a pudrirse, puedo sentir las
raíces del bosque descomponiéndose bajo la tierra —susurró sin mirarme—.Pronto llegará el día en que las dos lamentemos haber entrado esta tarde ennuestrobosque.Todavíapodíasentirelcalordelaslucesdelacasaencendidasdetrásdemí,
pero el aire húmedo y oscuro que salía del bosque me acarició la mejilladándomelabienvenida,igualquelagarradeunacriaturainvisible.—El bosque es diferente cuando está oscuro, parece más salvaje ahora—
murmurémientrasdejábamosatráslosárbolesquemarcabanlafronterainvisible
entreBasondoyelbosque.—Talveznodeberíamosestaraquí,nuncavenimostantarde.—Miedica —repetí yo mientras buscaba flores azules con la mirada—. Si
tanto miedo tienes puedes volver a casa, soy perfectamente capaz dearreglármelassinti,muchasgracias.—Notengomiedo.—Puesclaroquelotienes,loquepasaesquetegustaperderteenelbosque,
igualqueamí—ledijeconunamediasonrisadesatisfacción—.Enelfondotúerescomoyo,aunque tegustehacerte labuenaparaengañara todoelmundo,pero yo soy tu hermana gemela y a mí no me engañas: sé lo que hay en tucabeza.Lo sabía bien y algunas veces eso me asustaba terriblemente: conocer el
abismo que separaba a la chica queAlma fingía ser de la persona que era enrealidad. Pero otras veces—casi todo el tiempo—Alma era solomi hermanapequeña y yo fingía no saber lo que había en su cabeza. Así era como semanteníaelordenfamiliar:Almabuena,Estrellamala.—Yosolosoycomotúporfuera,Estrella.Túestáshechaderocayfuego,yo
no soy así —me dijo muy seria—. Cada una tenemos el nombre que nosmerecemos.—Esosontonterías,essoloqueteaterrapensarquelosdemáspuedantratarte
como a mí: no aguantarías ni una semana en mi piel —respondí—. Por esofingessermejorqueyo.Estabaapuntodedeciralgomáscuandoescuchéunruidoqueveníadelomás
profundo del bosque: una voz. Alma también lo escuchó porque me puso lamanoenelhombroynotésupielfríaatravésdelatelademivestido,casicomosifueraunfantasmaquienmesujetabaynomihermana.—¿Qué es eso? ¿Es ese lobo negro que te sigue a todas partes?—susurró
Almaconvozrasposa—.¿Lohasllamadotú,Estrella?—Loslobosnohablan.Esosolopasaenloscuentosdehadas,tonta—dijeen
vozbaja—.Calla.Intentédistinguir lamisteriosavozentre losdemássonidosdelbosque,pero
losruidosnocturnosnosrodeabanhaciendoimposibledistinguirnada.—Igualtulobosíquepuedehablar—susurróAlmadándomelamano—.Te
hevistohablarconellobomientrassueñas.
—Noesunlobo,alguienestápidiendoayuda.Vamos.Eraunavozmuyhumanayveníadelotroladodelbosque,delcotodecazade
nuestro padre. Avancé entre los árboles sin soltar la mano de Alma para noperdernosenlaoscuridad.Laluzdelasestrellasnollegabaaatravesarlamarañaderamassobrenuestrascabezas,asíqueapenaspodíavernadamásalládeminariz.—¿Sabesadóndevamos?—preguntóAlmaconsusojosimposiblesmirandoa
todaspartes—.Estapartedelbosquenoesdondesolemosestar.—Creoquesí.Elcotodepadrenoestálejosypuedequehayaalguienherido
allí—respondíyoconlarespiraciónentrecortadaporlacaminata—.Noseríalaprimera vez que alguien del pueblo se cuela en el coto para cazar conejos yterminaperdidooalgopeor.Teníamos prohibido acercarnos hasta allí por nuestra propia seguridad: unos
cuantosañosantes,unpardechicosdelpuebloentraronenelcotoparacazarpensando que nadie se enteraría si se llevaban un par de conejos a casa, peropadrelesdisparóporaccidentecreyendoqueeranjabalíes.Nolosmató,peroaunodeellos tuvieronquecortarleelbrazopor lasheridasdemetrallayyanopudovolveratrabajarenlamina.—Nopodemosestaraquí,Estrella,notenemospermiso.Estesitioespeligroso
—merecordóAlmaconvoztemblorosa.—Yalosé,peropadrenoestáaquíahorayéleselúnicopeligrorealdeeste
lugar.—También hay animales—replicó—. Y tú dices que no es peligroso, pero
apuesto a que los furtivos que se colaron aquí unos años atrás pensaronexactamentelomismoquenosotras,ymiraloquelespasó.—Losfurtivosselobuscaronellossolitosporcolarseaquípararobarnos:esos
conejos, los jabalíesy todo lodemásquehayaquísondepadre—ledijemuyconvencida—.Ytambiénnuestros.—Losconejosnosondenadie,Estrella.Ymenosaúndepadre.Enesazonanohabíatantosárboles.Elterrenoeradesigual,llenodecuestasy
desnivelesprofundospordondeerafácilresbalarseconelbarrohúmedoycaerpor uno de los muchos terraplenes. Los robles y los pinos crecían másdistanciadosunosdeotrosysepodíaverelcielonocturnosembradodeestrellasbrillantes. Vi algo moviéndose un poco más adelante, cerca de un grupo de
arbustosquecrecíansinningúncontrol,habíaunbultoenelsuelo,aunoscienpasosdedondeestábamos.—¡Hola! —grité, y mi propia voz me asustó. En ese momento sentí un
escalofríobajandopormiespalda.Almadiounrespingoamilado,igualquesimiescalofríohubieraterminado
en su columna. De repente recordé lo que mi hermana había dicho antes ycomprendíqueeseeraelmomentoqueambaslamentaríamosduranteelrestodenuestrasvidas.—¿Quiénandaahí?—volvíagritarapesardetodo.Elbultosemovió.—Ayuda,porfavor—dijounavozdébildesdelosarbustos,unavozdeniño.Almadejóescaparelalientoquehabíaestadoconteniendoymesoltólamano
paraacercarsemás.—¿Quéhacesaquí?Nuestropadreeseldueñodeestecoto,nadiemáspuede
entraracazar—ledijoalmuchachocuandollegóhastaél.Yomeacerquétambién,peroantesdellegarviundestellometálicoenelsuelo
mediotapadoporlashojassecas:eraunadelastrampasqueelmarquésusabaparacazarciervos.Uncepo.—Menosmalquemehabéisencontrado,llevohorasatrapadoaquíymeestoy
muriendodefrío.Meduelemuchísimo—dijoelchicoatropelladamente—.Oshe oído hablar hace un rato y ya no sabía sime estaba volviendo loco por elhambreyeldolorosieraeldemonioquehabíavenidoparallevarmeporfin.Calculéqueelchicotendríamásomenosnuestraedad,aunquenuncalohabía
visto en Basondo. Su pelo castaño estaba sucio por el barro, tenía restos delágrimasyalgoqueparecíasangresecaenlasmejillas.—Nosomoseldemonio—respondíyomuyconvencida.—Solo quería coger unasmanzanas. He pisado un cepo yme ha pillado el
tobillo—se lamentó el chico mirando su pie atrapado—. He pedido ayuda agritos durante horas y ya me había resignado a pasar la noche aquí tiradoesperando a que el marqués me encontrara por la mañana para rematarme, ohastaqueeseloboqueheoídoantesaparecieraparadarseunfestín.—Poco festín iba a darse el lobo contigo—le dije con brusquedad. Por su
aspectodesvalidoyflacomeparecióquenohabíacomidoendías.—Pobrecillo.—Almalesonrióconcompasión,perosuvozsonóigualquesi
hubieraencontradounpajarillomediomuertoeneljardín.Me agaché junto al muchacho para ver mejor la herida en su tobillo, los
dientesdelcepohabíanhechotrizassupantalónysehundíanensucarne,quesehabíavueltodecolorrojooscuroalrededordelaheridadesigual.Tambiénhabíarestosdesangresecasobrelashojasalrededordelatrampa.—Menosmalquelosanimalesdelbosquenohanolidotusangre,sinoyase
tehubieran comidovivo—comentémientrasbuscabaunpalopara apartar lashojasyvermejorelcepo—.Padreponelastrampasparaloscorzosquepasanporaquí,enrealidadnoesmuybuencazador,aunqueaéllegustacreerquesí,poresonecesitaunpocodeayuda.—¿SoislashijasdelmarquésdeZuloaga?—preguntósorprendido—.¿Yqué
sesuponequeestáishaciendoaquísolasaestashorasdelanoche?—Lomismoquetú:meternosenlíos—respondíyo—.¿Hasintentadoabrirla
conlasmanos?Elchicosemovióconcuidadodemantenersupiernaatrapadainmóvilenel
sueloparanohacerlaheridamásprofunda.—Claroqueloheintentado,loquepasaesqueyosolonopuedoabrirlo,no
tengotantafuerza—respondióél—.Perosimeayudáisvosotrasigualentrelostrespodemosabrirestacosa.Yanoquieromanzanas,podéisquedároslas:soloquieroescapardeestatrampayvolveramicasa.—¿Eres de Basondo? Nunca te había visto antes —dijo Alma mientras
investigabaelmecanismodelcepotambién.—Nocreoquelashijasdelmarquéspasencercademicasaenelpueblo—
respondióelchicoentredientes—.Ayudadmeasalirdeestacosayosprometoquenuncamásmevolveréisaverenvuestravida.Almayelchicopusieronlasmanosenunadelasmandíbulasdelcepoyyoen
la otra. El hierro estaba frío pero sentí el calor que salía de la carne heridarozándomelosnudillos.—Aladetres...—dijecolocandolosdedosparanoarañarmeconlosdientes
demetal—.Una,dos...ytres.Labocadehierroseabrióconunquejidometálicoyelchicoretirólapierna
herida justo antes de que nos fallaran las fuerzas y los dientes volvieran acerrarsedegolpe.—Uff,porquépoco—dijoAlmamirandoelcepoahorainútilenelsuelo—.
¿Cómoestátupierna?¿Creesquepodráscaminarhastatucasa?El chico estaba examinando su tobillo hinchado y la herida con forma de
mordiscodemonstruoqueteníaenlapierna.—Nolosé—dijoporfin—.¿Meayudáisalevantarme?Creoqueyosolono
puedo.ViaAlmasonreírlecondulzurayofrecerlelamano,asíquehicelomismoy
entre las dos le levantamos del suelo. El chico se mantuvo a la pata coja unmomento pero enseguida tuvo que pasar los brazos por encima de nuestroshombrosparapodersostenerseenpie.—Losiento,penséquepodríaarreglármelassolo—sedisculpóelmuchacho
avergonzado—.¿Osimportairabuscarayuda?Elpuebloestáunpocolejosynocreoquepuedacaminarhastacasapormicuenta.Sentíelpesodesubrazosobremishombros.Supielolíaasudoryalasalde
las lágrimas que había llorado mientras estaba atrapado en el cepo. Además,estabacaliente,tantoquepudenotarsucaloratravésdemivestido;noeracomolapieldemihermanaolamía:megustósucontacto.—Si vamos a buscar ayuda, nuestro padre descubrirá lo que has hecho y te
caerá una buena—dije yo colocandomejor su brazo sobremis hombros paraque no pesara tanto—. Alma y yo te acercaremos a Basondo, conocemos unatajoporelbosque,perodespuéstelasapañarástusolito.Sialguiennosveenelpuebloaestashorasnos lacargamosnosotras,ynopiensopagaryoporquetúhayasqueridorobarnosunasmanzanas.Elchicomemiróunmomento sin saberquédecir.Susojoserancastañosy
dulces,merecordóalaformademirarqueteníaPatsy,elsetteringlésdenuestramadre.Patsyteníalosmismosojosamables,siempreparecíaestarextrañamenteagradecidodeque leestuvieranacariciandoenvezdedándoleconunpalo.ElchicoperdidomemirabaexactamenteigualquePatsy.—Gracias,peronoquieroserunamolestia—dijoél—.Bastantehabéishecho
ya.Seguramenteestanochemehabéissalvadolavida.—Sí,seguramente—respondí.APatsylomatónuestropadredeundisparoenesemismocoto.Solíallevarlo
conél cuandosalíadecaza, aunqueamamáno legustaba la ideaporqueellasabíaqueelmarquésnoteníamuybuenapuntería.Segúnlecontópadrecuandoregresó,Patsysecruzópordelantedeunzorrojustocuandoélapretóelgatillo
delaWinchesterdelabueloMartín.ElzorroseescapóperoaPatsy loenterróallímismo.—¿Cómo te llamas?—le preguntó Alma mirándolo con sus ojos amarillos
muybrillantes—.YosoyAlma,yellaesmihermanaEstrella.—Tomás.MellamoTomás.Almalesonrió.—Encantada,Tomás.—Vamos, acerquémosleal caminodelpuebloantesdequeCarmenomamá
nosechendemenos—dije.Los tres caminamos juntos fuera del coto, con Tomás entre nosotras dos
apoyadosobrenuestroshombros.Yoteníamiedodequealgunopisáramosotrodelosceposdepadreycaminabaconlamiradapuestaenelsuelocubiertodehojasesperandodistinguirelbrillometálicodeotratrampa.—Yafaltapocoparallegar,¿verdad,Estrella?—dijoAlmacuandolosárboles
se volvieron más altos y frondosos a nuestro alrededor—. Estrella es la quemejorseorientaenelbosque,aunquelasdos loconocemoscomolapalmadenuestramanoporquevenimosaquíamenudo.Reconocí el tronco de un pino al que había alcanzado un rayo el verano
anterior. Estaba carbonizado por el fuego y en esa zona del bosque el airetodavíaolíaaquemadoalpasarcerca.—Sí, ya hemos salido del coto.Aquí no tenemos que preocuparnos por las
trampas de padre —dije, aliviada por poder dejar de escudriñar el suelo delbosque.—Gracias,nohubierapodidollegarhastaaquísinvuestraayuda—respondió
Tomás.Ypudenotar sualientocálidomoviendoalgunosmechones sueltosdemicoronadetrenzas.—Noesnada, de todas formasnopodíamosdejarte ahí despuésdequenos
hubierasvisto—respondí,evitandosumirada—.Sitehubierandescubiertoconvidaporlamañanalehubierasdichoatodoelmundoquelashijasdelmarquéshabíanestadoahísinpermiso.Tomásserioconsuavidad,sucuerpotibiosemoviócontraelmíoynotéun
extrañocalorunpocomásabajodelestómagoquenohabíasentidonuncaantes.—No, no hubiera dicho nada —dijo él muy serio ahora—. Os hubiera
guardadoelsecreto,aunquenomehubieraisayudadoaescapardelcepo.
No supe si creerle porque Carmen siempre me decía que los hombres sontodos «unosmentirosos que solo quieren que trabajes gratis para ellos con laexcusadelenamoramiento».PeroporaquelentoncesyonoentendíamuybienlaspalabrasdeCarmen,asíquedecidícreerle.Llegamoscercadelalíneadeárbolesqueseparabanelbosquedelacarretera.—¿Cuántos años tienes? —le preguntó Alma, que se había parado para
recuperarelalientoynosotrosconella.—Casitrece.Enunpardeañosdejarélaescuelaparabajaralaminaconmi
padre.Avuestramina.Medaunpocodemiedo,peronopuedoseguiryendoaclase más tiempo —respondió Tomás con resignación—. Ya sé lo másimportante: leer,escribir,algodenúmeros...Aunquesoylistoyestudiarsemeda bien, tampoco puedo aprender mucho más, así que seré minero como mipadreyseguramentemoriréjovenenunderrumbe.—No,yonocreoquetudestinoseamorirenunderrumbe—dijoAlmamuy
seria.Tomáslamiróconunadiminutasonrisa.—He oído hablar de ti, en Basondo todo el mundo dice que eres especial
porquepuedeshablarconlosmuertos.«Especial.»Aloírlepronunciaresapalabrasentíloscelosdevorándomeigual
queunaplanta invasoraquecrecedentrodel tallodeun rosalhastaasfixiarlo.QueríaqueTomásdejarademiraramihermanacomosiestuvieraenpresenciadealguienmaravillosoyúnico,mientrasyomevolvíainvisibleparaél.—¿Todavíatieneshambre?—lepreguntéconunamalaideadanzandoenmi
mente.—Sí, claro —me dijo—. Me duele la pierna y tengo mucho frío, pero el
hambreesmásfuertequecualquierotracosa.—¿Quieresveralgoincreíbledeverdad?—lepreguntédesafiante—.Algoque
nopodrásexplicaraunquelointentesoaunquevivascienaños.—Estrella...¿quévasahacer?—EscuchéunligerotemblorenlavozdeAlma
y supuse que eran celos por apartar la atención de Tomás de ella. Aunquetambiénpodíaseralgomuydistinto:miedo.Sonreísatisfechaenlaoscuridadymeapartéunospasosdedondeestábamos,
examiné los árboles de la zona hasta que por fin encontré lo que estababuscando.
—¿Tútambiénpuedeshablarconlosdifuntos?—mepreguntóTomás,quemehabíaseguidoapoyándosesoloenAlma.—Cualquierapuedehablarconlosfantasmas,peroyoconozcountrucomejor.
Has entrado en el coto del marqués buscandomanzanas, ¿verdad?, manzanasrojasdeotoñodulcesyjugosas.¿Tegustan?—lepreguntémisteriosa.—No he comido en tres días, me gustan hasta las manzanas podridas —
respondióélavergonzado.Medetuve juntoaunpino,elmásaltoy salvajequecrecíaenesapartedel
bosque,yellosdossepararontambién.—¿Vesestepino?—lepregunté,colocandomimanoabiertacontraeltronco
—.Essolounpinonormal.Unomásde losmuchosquecrecensincontrolenestebosque.Sentí el tacto rugoso y áspero de la corteza en la palma de mi mano, los
pequeñosinsectoshaciéndomecosquillasalcaminarentremisdedoscomosiyofueraunenormelaberintoparaellos.—Sí,supongo—respondióTomásnomuyconvencido—.Esunpinonormal.
Veosusagujasenlasramasylaspiñasquecrecenunpocomásarriba.—Ya,puesnodejesdemirarlaspiñas—ledijeconunamediasonrisa.—Estrella,no...—empezóadecirAlma.Peroyoyapodíasentirlasaviadelárbolmoviéndosedebajodelacortezaque
estabatocando,enterradabajocapasycapasdemaderadentrodelgruesotronco.Notéelcalorsaliendodelárbol,comosucedeenlosdíasmáslargosdelveranocuandoelsolcalientalosárbolesdurantehorasyporlanochetodavíaconservanesecalor,soloqueahoraeramuchomásfuerteypoderoso.Eraelfuego.—Laspiñas...—murmuróTomáscomosiestuvierahablandosolo—.Algoles
estápasandoalaspiñasdeesarama,parecen...parecenmanzanas.Vi la expresión maravillada en el rostro de Tomás. Había visto esa misma
expresióndeasombroenotraspersonasantes,perosiempreporAlma.Esafuelaprimeravezquealguienmemiróasíamí.—Laspiñassehanconvertidoenmanzanas—terminóTomás.—Manzanasrojasdeotoño—lecorregíyo,aunqueapenaspodíahablarporel
esfuerzo.Lapalmade lamanomehormigueabay todomibrazohasta elhombrome
quemabacomosituvierafiebrealta.
—¿Cómoesposiblealgoasí?—murmuróTomás—.¿Esestounsueño?Unodeesosextrañossueñosdondelascosasmásimposiblessevuelvenposibles.Sí,esoes,debodeestarsoñando.—Noestássoñando—dije.Alma se acercó al pino paramirar las ramas de las que ahora colgaban las
manzanas de un rojo intenso.Alargó su brazo con cautela y cogió una de lasfrutas,selaacercóalanarizylaolióunmomentoantesdedarleunmordisco.—SabecomolasmanzanasquetraíalaabuelaSoledad—dijoella.Tomás arrancó unamanzana con cuidado, lamiró fascinado unmomento y
despuéslamordióconansia.Observésulenguapasandoporsuslabios,eljugodulceque caíapor subarbilla ymanchaba su camisa sucia, el olor de la frutamaduraenelairemezclándoseconelsuyo.—Estrella,estássangrando—medijoAlmaderepente.Mellevélamanoala
narizysentílasangrecalienteyespesabajandohastamislabios.—Noesnada,seráporelfríodelbosque—dijeyoquitándoleimportancia.Pero Alma sacudió la cabeza y sus ojos de miel me miraron como si yo
acabaradehaceralgoterrible,innombrable;apesardetodasnuestrasfechoríasnorecuerdoquemihermanamehubieramiradoasínuncaantes.—Nopuedeshacereso,Estrella,noestábien.Nopuedeshacerquealgovaya
encontradesupropianaturalezasinpagarunprecio—medijomuyasustada—.Poreso tesangra lanariz: túhascogidoalgoquenoera tuyoy tienesquedaralgotuyoacambio.Tusangre,comounsacrificio.—Esosolosonbobadas—ledijemuysegura,perovolvíamirarlasangreen
eldorsodemimano,enlaoscuridaddelbosqueparecíacasinegra—.Detodasformasunasgotasdemisangreporunasmanzanasnomeparecegrancosa.Perotodavíapodíanotarlasaviacalientecirculandodebajodelacortezadel
árbol. Ya no me importaba Tomás o haberle impresionado conmi poder: medolíalacabezayaltragarsalivapudenotarelsabordemipropiasangre.Tomásme puso lamano sobre el hombro, estaba tan cerca que su aliento a
manzanarozómislabiosalhablar:—Nunca había visto un milagro tan claro como esta noche. Gracias por
hacermecreer.Ningunode los tresdijonadamientrasacompañamosaTomáshastael final
delbosque,dondelosárbolesaltosterminabanyempezabaelrestodelmundo,
desdeahíseveíalacarreterayelcaminoquellevabaalpueblo.Intuílaformadela iglesia en la oscuridad destacando entre las demás casas bajas e irregularesqueformabanBasondo.—¿Volveré a veros alguna vez?—quiso saber Tomás—. ¿O sois un par de
lamias?[1]Deesasquemerodeanporelbosqueparaengatusaraloshombresyalosniñospobrescomoyoypoderasírobarleselalma?—Laslamiasnohacencrecermanzanas—repliqué.—Volveremosavernos—leaseguróAlma.Tomássedespidiódenosotrasconunasonrisayunbrilloensusojoscastaños
quenoteníacuandoleencontramosatrapadoenelcepo.Levimoscaminarhaciael pueblo arrastrando su pierna herida hasta perderse por completo entre lassombras.—¿EsTomás?¿Élesquienharáquenosarrepintamosdehaberentradoesta
nocheenelbosque?—lepreguntéaAlma,aunqueyasabíalarespuesta.Los ojos imposibles demi hermana todavía estaban fijos en elmismo lugar
dondehabíamosvistodesapareceraTomás.—Sí. Llegará el día en que ambas lamentemos haberle salvado la vida esta
noche.
Eldíaenquecumplimostreceañosmamánosregalóunacasitademuñecas.EraunaréplicadeVillaSoledadapequeñaescala:consutejadoverdebrillantehecho de pequeñas placas de pizarra, la fachada de piedra gris rugosa con lasventanasdemuchasformasdistintasporelcaprichodelabueloMartín,ellargobalcónquerecorríael frentedelsegundopisoyqueconectaba losdormitoriosprincipales de la casa, nuestro torreón con sus ventanas redondas o la entradaprincipaldelamansión,conladoblepuertaverdeyloscerrojosdorados.—¿Os gusta la casita de muñecas, niñas? —quiso saber mamá mientras
encendíaotrodesuscigarrillosfranceses—.¿Verdadqueesunapreciosidad?—Espreciosa—murmuré.—Bueno,esoespero,porquehanhechofaltavariosmesesdetrabajoymucho
dineroparaquetodoslosdetallesdelacasitaseanperfectoseidénticosanuestracasa,aunqueviéndolaahora,havalidolapena.—Pero le falta el jardín alrededor, el invernaderode la abuela, la capilla, el
cementerioyelmuroquerodeaelterreno—enumeróAlma—.Ytampocoveoelestanqueconlospecesjaponesesdentro.Mamánorespondióperolediounacaladalargaasucigarrilloyelairedela
bibliotecasellenódehumo.—¿Yaquiénleimportanlosestúpidospecesjaponeses?—dije.Aunque algunas tardes robaba pan seco de la cocina y me escabullía para
desmigarlo sobre el estanque.Me gustaba ver a los torpes y gordos peces decolores brillantes nadando hasta la superficie para atrapar lasmiguitas de panconsusbocassindientes.—En las casitas de muñecas elegantes no hay jardín, cariño —le explicó
mamá aAlma con dulzura—.El jardín es solo para las fiestas o para que lasseñorasdelacasaseentretengancuidandodelasrosas:nohayeleganciaenunjardín lleno de plantas y bichos.Lo importante de verdad es el interior de lascasas,ladecoraciónylosdetalles,ahíesdondeseapreciaelbuengustodelosdueños.Era lahorade lasiestadelúltimodíadeoctubrey todosenlacasadormían
después de la comida especial de cumpleaños queDolores, la cocinera, habíapreparadoparanosotras:cremafríadecalabaza, jamóndulceasado, fonduedequesosuizo—o«fundú»comolollamabaelmarquésmarcandomucholaúltima«u»— y una enorme Paulova con natas y fresas frescas, la tarta favorita deAlma,delaquehabíasobradocasilamitad.Yanoshabíandado lamayoríade los regalospor lamañana, incluidasunas
elegantesmaletasdepielyneceseresajuegoconnuestrasinicialesgrabadasenletras de oro. Mamá también nos había regalado un juego de toallas de hiloegipcioenuntamañoridículamentepequeño.Cuandolepreguntéparaquéeranellamerespondióqueyalodescubriríamos«eseañooelpróximo».Ademásdelasmisteriosastoallasyeljuegodemaletas,mamánosentregódospaquetesdevaloresdelTesoroquepadrevolvióaguardaratodaprisaenlacajafuertedesudespacho después. Esa misma tarde, mientras Villa Soledad dormía, mamáordenócolocar la casita sobreunamesade ajedrezparaquepudiéramosverlabien,ynosllevóalabibliotecaparadarnoslaúltimasorpresa.—¿Elmármolblancodelasescalerasesdelmismotipoqueelqueelabuelo
Martín mandó usar en las de verdad?—pregunté mirando las escaleras enminiatura a travésdel lucernario en el tejado—.¿También lohan traídodesdeItalia?—No,vuestropadreinsistióenqueeraunatonteríaenviaraalguientanlejos
soloparatraerunpequeñobloquedemármol—respondiómamáintentandoquenosenotarademasiadosudecepción—.Perosinolodecísnadielosabrá.—Esmuybonita,mamá,gracias—dijoAlma—.Nopuedoesperarparajugar
conella.—Noesunjuguete,esunaobradearteenminiatura—lacorrigiómamácon
dulzura—.Algohermosoydelicadoparaqueosentretengáislastardesdelluviaenlugardesalirporahí.LaencarguéaunatiendademiniaturasymaquetasquehayenBarcelona,esunade las tiendasmásprestigiosasdelmundo; reinasde
mediaEuropayartistasfamosascompransuscasitasdemuñecasenesamismatienda.—¿Reinas y artistas? ¿De verdad? —pregunté sorprendida—. ¿Y también
GloriaSwanson?CuandoCarmensedespistaba,Almayyosolíamosbajarasuhabitaciónenel
sótano para curiosear entre sus revistas de sociedad. Nos encantaba ver lasfotografíasenblancoynegrodeestrellasdecine,artistas,cantantesdeóperaoaristócrataseuropeas.GloriaSwansonaparecíaenlamayoríadeesasrevistas.—CuandoseamayorvoyasercomoGloriaSwanson,piensohacersiemprelo
quemedélaganaaunqueaotrosnolesguste—lehabíadichomuyseriaaAlmaunatardemientraslasdosmirábamoslosvestidosdelasrevistasaescondidas.—Bueno, no sé si precisamente la señorita Swanson está interesada en las
casitasdemuñecas.¿Osacordáisdeesosseñoresquevinieronhaceunosmesesparahacerlefotosalamansión?Yoosdijequeerandeunarevistadedecoraciónqueestabainteresadaenpublicarunreportajesobrelamansión,peroenrealidadestaban tomando fotografías de la casa para poder reproducirla en el tallerdespuéscontodoslosdetalles.—¿Ylasmuñecas?¿SomosAlmayyo?Además de la casita mamá había encargado hacer pequeñas réplicas de
nosotras.ParaesolemandóaCarmenrecogerpelodeloscepillosyretalesdetela de nuestros vestidos para enviarlos al taller deminiaturas deBarcelona yhacerquevistieranalasmuñecasconropitasidénticasalasnuestras.—Sí, sois vosotras dos y si os portáis como señoritas pronto encargarémás
vestiditos y sombreros para que cambiéis de ropa a las muñecas. Puede queincluso mande hacer unos vestidos de fiesta para celebrar vuestro próximocumpleaños—nosdijomamá.—¿Podemos organizar una gran fiesta?—preguntémás entusiasmada de lo
que pretendía—. Aquí, en la mansión, así todos podrían ver el jardín, lasantigüedades,elpianodelasalademúsica...Almatambiénquiere,¿verdadquesí,Alma?Dilequetútambiénquieres.—Sí,seríadivertido,supongo—respondióella,fingiendoquenoestabamuy
interesada en el asunto—. Podríamos hacerla fuera, en el jardín antes de lapuestadesol.—¿Podemosmamá?—insistíyo—.Anda,porfavor,diquesí.
—Loconsultaréconelmarqués—fuetodoloquerespondió.—Cuidaremos bien la casita, te lo prometo—dijoAlma, después le dio un
besoenlamejillaanuestramadre.Mamáselevantódelsuelodelabibliotecaycaminóhastalapuerta.—Felizcumpleaños,chicas—nosdijoantesdesalirdelahabitación.Encuantoescuchamossustaconesalejándoseescalerasarriba,Almacogiólas
muñequitas y peinó con delicadeza sus melenas largas y negras hechas connuestropropiopeloolvidadoenelcepillo.—¡Miraquédesastre!Sehanolvidadodelosojos—dijoAlmaabatida—.Les
hanpuestolosojosigualesalasdosmuñecasyahoranopodremosdistinguirlas.Nuncasabremoscuálesladecadauna.—No nos fotografiaron a nosotras—recordé—.Tomaron fotos de la vajilla
buena,delascortinasdelasalitademúsicaydelabañerademamáperonoanosotras,poresonosabenquetenemoslosojosdistintos.Losojospintadosamanosobrelascarasdecartónpiedramedevolvieronuna
miradadedesdén,asíque lasdejéenel suelootravez,aunquemeasegurédeponerlasmuñecasbocaabajoparaevitarsusojossinvida.—Detodasformasnocreoquedebamospreocuparnosdemasiadoporeso.—
Almavolvióacolocarlasmuñecasenlamesadelcomedorparaquemamánonotara que las habíamos cogido—. Dentro de dos cumpleaños solonecesitaremosunadelasmuñecas.DespuésAlma se levantó del suelo, se sacudió la falda de su vestido y sin
darmetiempoarespondersaliódelabiblioteca.Yocogíunadelasmuñecasylaescondí detrás de los doce volúmenes de laEnciclopedia de las plantas y lasfloresparaasegurarmedequeAlmanopudieraencontrarlajamás.
—¿Estássegurodequeesporaquí?Miraquelomismotehasconfundidodecaminoyterminamoslostrespasandolanocheenelbosque—ledijeaTomás.ÉlcaminabadospasospordelantedemíperotancercadeAlma,quedevez
en cuando sus hombros se rozaban. Tomás se volvió para mirarme con unamediasonrisaenloslabios.—Esporaquíseguro—medijo—.Deberíasconfiarunpocomásenmíyen
misentidodelaorientaciónparavariar,enestosañosheaprendidoamovermeporelbosquecasicomosifueraunodelosanimalesquevivenenél.Yopuselosojosenblancoyesquivéungrupoderocasafiladasqueasomaban
entrelahierbaalta.—Sí,claro.Laprimeravezquetevimosestabasatrapadoenuncepoeneste
mismobosque—lerecordé.MegustabadiscutirconTomás,llevarlelacontrariainclusoenlascosasmás
pequeñas e insignificantes. Alma nunca hacía eso, llevarle la contraria, ellaprefería no discutir con nadie para evitar que su perfecta imagen de perfectachicaseresquebrajara.—Los animales que viven en el bosque también caen en las trampas de tu
padre —respondió Tomás, ahora sin mirarme—. Eso no significa que noconozcan bien el lugar donde viven, solo que no cuentan con que elmarquéshagatrampascubriendoelsuelodelbosquedeceposparafingirquesabecazar.Hacía caloryyoyaestabacansadadecaminardetrásdeTomásydeAlma,
además,desdehacíaunratomedabalasensacióndequeevitabandarselamanocadavezquesetocaban.UnpardevecesyahabíavistoaTomáscerrarlamanoenunpuñocuandoAlmalehabíarozado,casicomosinecesitararecordarseque
nopodíatocarla.—Lo que padre hace con los animales es espantoso: matarlos y luego
exhibirlosasí,ensusaladetrofeos—comentóAlma.—Pues yo no creo que sea para tanto. Dudo que padre los hayamatado él
mismo —dije—. La Winchester tiene la mira torcida y es casi imposibleacertarleanadamáspequeñoqueunelefante.El abueloMartín se había traído consigounavieja escopeta de caza cuando
regresó de las Américas. Se trataba de una Winchester modelo 1894personalizada con doble cañón y culata de madera de raíz de nogal conincrustaciones de nácar. El marqués adoraba esa escopeta, tanto que la teníacolgadasobrelachimeneadesuhabitacióndecazaenunlugarprivilegiado.LaleyendafamiliaralrededordelaWinchestercontabaqueelabueloMartíncazóélsoloaunjaguarenlafronteradeNuevoMéxicousandoesamismaescopeta.El jaguar de la historiamerodeaba las tierras del abuelo enMéxico y había
matadoyaacincodesusesclavosyaunodeloscapatacesdejandodeélnadamásqueelsombrero,ellátigoylasbotasmordisqueadas.ElabueloMartínhabíaesperado toda la noche con la escopeta preparada, escondido detrás de unaventanahastaquevioacercarsealanimaldemadrugada.Alprincipioelabuelopensóqueeljaguarera,enrealidad,elmismísimodemonio,quehabíacruzadoelmar y las tierrasmuertas deArizona hasta su propiedad para llevárselo devuelta aBasondo, pero entonces vio los ojos brillantes del animal y apretó elgatillomatandoaljaguarenelacto.EscuchéalabueloMartíncontaresahistoriamuchasveces,ydespuésdeque
muriera se la escuché contar a padre, siempre la misma historia aunque condistintas palabras: algunas veces eran siete esclavos los que el jaguar habíadevorado, de vez en cuando no era de noche y otras veces ni siquiera era unjaguar sinounenormeosopardocon lasgarrasmanchadasde sangre.Undía,tiempodespuésdequeelabuelohubieramuertoya,recuerdoquelepreguntéalaabuelaSoledadporlahistoriadelaescopetayeljaguar:«Tupadreytuabuelonocazaríanunjaguarensuvida,otrascriaturashermosassí,peronounjaguar.Ymenossinhacerletrampasalpobreanimal.»—¿Ydesdecuándodefiendestútantoapadre?—quisosaberAlma.Llevábamoscasidoshorasdecaminataavanzandoentrearbustoscubiertosde
espinas y desniveles de tierra, nos habíamos alejado mucho de la zona del
bosquequemejorconocíamos.—Noledefiendo,perosi todaslaschicasdeBasondotuvieranunacasitade
muñecascomolanuestra,laquehaysobrelamesitadeajedrezenlabibliotecaya no sería especial: es especial solo porque hay pocas, como sucede connosotrasdos.¿OnotehasdadocuentaaúndequeTomássolopasaelratoconnosotrasporserquienessomos?EnBasondohaymuchaschicas,yseguroquemásdeunaymásdedosestaríanencantadasdeestarconélmientrasleshabladepolíticaydepoetasquellevansiglosmuertos,peroenvezdeeso,Tomásnosesperaenelbosquecadatardeatiyamí—añadíyoconunamediasonrisadesatisfacción al comprobar que le estaba haciendo daño con mis palabras—.¿Sabes por qué? Porque tú y yo somos las únicas futurasmarquesas que hayaquí.AmenudohablábamosdeTomásdelantedeélcomosinoestuviera.—Dices esas cosas solo para herirme. Tú eres como una de esas zarzas
salvajesquecrecenenelbosqueyarañanatodoelquepasaporsuladohastahacerlessangrar,esaestunaturaleza—medijoAlma.Mihermanateníarazónsoloamedias.—Túsiempretanegoísta,Estrella.Peronotepreocupes,yoteperdonoportus
palabrasvenenosasyportumalicia,notengasmiedo—dijoAlmacondulzuraexagerada—. Estoy convencida de que tú misma empiezas a lamentar haberdicho esas cosas tan horribles sobre Tomás y sobre mí, ¿verdad que sí? ¿Tesientes culpable ya, Estrella? Apuesto a que hubieras preferido callarte y noestropearnoslatardeatodos.—No,sentirseculpableesunapérdidadetiempo—respondímuyseria.Tomás dejó escapar un resoplido y diomedia vuelta dispuesto a ponerse en
marchaotravez.—Venga, vámonos, todavía nos queda un rato para llegar a la cueva y no
quiero que se nos haga de noche en el bosque—dijo sinmirarme—.Mañanatengoquelevantarmetempranoparaayudaramipadreencasaydespuéstengoqueiralaescuela.Alma se puso en marcha caminando hombro con hombro con Tomás. Les
observéalejarseentrelosarbustoshaciaeloesteylesseguísoloporquequeríaver la estúpida cueva de la que Tomás nos llevaba hablando toda la semana.CuandodejamosatrásungrupodeárbolesvicómoestrechabalamanodeAlma
alescucharmispasosdetrásdeellos.Lohizosoloporquesabíaqueyoestabamirando,paracastigarmeporloquehabíadichoantes.Mirésusmanosunidasydeseé con todasmis fuerzas serdeverdaduna zarza cubiertade espinas secasparapoderarañarleslamanoyhacerlessangrar.Avanzamosensilencioun rato.MeparecióqueTomásyAlmamurmuraban
algo pero no podía escuchar lo que decían: solo los susurros cómplices y unarisita mal disimulada de mi hermana. Los arbustos fueron volviéndose másdispersoshastaquepor fin llegamosaunclarodondeapenascrecía lahierba,solo rocas grises y afiladas que parecían salir de la tierra desgarrando lasuperficiedelbosque.—Creoqueesaquí,recuerdoesasrocas—dijoTomás—.Estoysegurodeque
eraenestamismazona.El sol de otoño no se había ocultado en el horizonte, pero las sombras que
dibujabaenelsuelosehabíanvueltoalargadasunratoantes,figurasoscurasyafiladasquemerecordabanunaúnicaverdad:lanocheestabacerca.Despuésdenuestro cumpleaños losdías sevolvíanmás cortosy la luzdel veranoparecíaesconderseenelcentrodelatierraparaesperarlallegadadelaprimavera.—¿Estás seguro de que es aquí? —le pregunté yo de mala gana. Todavía
estabamolesta con él y no iba a perdonarle tan pronto—.Yo no veo ningunacueva.—Esaquí,estoyseguro—respondióTomásconunasonrisatriunfante—.Me
ha costado un poco encontrar el sitio porque todos los que lo conocen solohablandeestacuevacuandohantomadosuficientelicordehierbasenlatabernayelalcoholahogasumiedo.NingúnhombreenBasondo,pormuyvalientequesea,seatreveahablardeestacuevaestandosobrio.Almamiróalrededorconsusojosamarillosintranquilos.Elpaisajedelbosque
que conocíamos había empezado a cambiar un rato antes: el relieve se habíavuelto abrupto y hosco mientras avanzábamos, el suelo se levantabaagrietándoseaquíyallá,yelverdesefuevolviendogriscuandolasrocasmásgrandes empezaron a asomar entre la tierra. Un poco más adelante vi unmontículo de piedra cubierto de musgo que me recordó a un gran animaldormitandoagazapadobajounaespesamantaverde.—Nome extraña que nadie quiera hablar de este lugar.Nos hemos alejado
muchodelacasaydelcotodelmarqués—dijoAlmaconunligerísimotemblor
en su voz que solo yo podía reconocer—. No sabía que el bosque fuera tanenorme,casiparecequeabarqueelmundoentero.—¿Quécreesquehabrádetrásdeesosárboles?—pregunté.—Seguramente otros ocho o diez kilómetros de bosque—respondió Tomás
convencido—.Venga,busquemoslaentradadelacueva,prontooscureceráynoquieroquemipadresedécuentadequehesalido.Además,estánloslobosylasdemáscriaturasnocturnasquevivenenelbosque.Yomereíconganas.—«Criaturasnocturnas.»Nomedigasqueestáshablandootravezdelamias,
brujasyhadas.Pensabaquetúnocreíasenesascosas.Tomáscambiódemanoelfarolquellevabaporsiacasosehacíadenocheyse
rascólanucanervioso.—Ynocreoenesascosas,perolosmismosquemecontaroncómoencontrar
la entrada de la cueva me hablaron también de una misteriosa mujer que seaparecea losviajerosya loscuriososqueseatrevenaentrar.Dicenquees lamoradasecretadeunalamiayquesuentradaestáprohibidaaloshumanosbajopenadedesgracia.Sobre todoa loshombres—empezóadecirél—.Ellanoeshumanaysealimentadelosespíritusdelospobreshombresqueosanentrarensumadriguera.Yo miré el montículo de roca otra vez, sí que se parecía un poco a una
madriguera.—Bueno, puedes quedarte aquí fuera si tanto miedo tienes, Alma y yo no
somoshombres, así que podemos entrar sin problema.Vamos,Alma—ledijedesafiante.Tomás estaba al final del claro sobre elmontículo de piedras grises que era
casitanaltocomoél.Alospiesdelasrocashabíaunagrietaenelsuelomediocubiertaporunacortinademusgo.—Esto parece una entrada—sugirió él—.Hay que agacharse un poco para
poderpasar,perocreoqueentramosbien.Meacerquéparaasomarmea laentradaconcuidado:dentroestabaoscuroy
noseveíaloquehabíaalotrolado,perolaaberturaenlatierramerecordóaunasonrisasindientes.—Ahora parece que eres tú la que tiene miedo—dijo Tomás desde donde
estaba.
Yolevantélacabezaparamirarleynotésumediasonrisadesatisfacciónalvermicarapreocupada.—Quetelohascreído—dije.Ymedejédevorarporlasiniestrasonrisaenlatierra.
Lasúltimaslucesdelatardesecolabanporlagrietaenlatierrailuminandolacámaradondeestábamos,miréalrededormientrasmisojosseacostumbrabanalapenumbra.Algofríoyásperomerozóelbrazoenlaoscuridad,losacudíconfuerzahastaquelasbriznasdemusgoquesemehabíanquedadopegadasenlamangadelvestidoalpasarporelagujerocayeronalsuelo.—Puedeque sea aquí donde se esconde ese lobo tuyo,Estrella—empezó a
decir Alma—. Lo mismo esta es su guarida y ahora está agazapado en laoscuridad esperando el momento oportuno para saltar sobre nosotros ydevorarnosvivos.Alma hizo un sonido gutural imitando el aullido de una bestia a mi lado.
Agradecíqueestuviéramosaoscurasparaquemihermananopudieraverlapielerizadademisbrazos.—Noseasidiota,el lobonoviveaquí.Nonecesitaescondersebajotierra—
respondídeseandoquitarlespoderalaspalabrassiniestrasdeAlma.Pero mi hermana dejó escapar una risita en la oscuridad mientras yo
escudriñaba la negrura un pocomás adelante por si acaso distinguía los ojosbrillantesdelanimal.Un chasquido llenó el aire frío de la cueva y un momento después el
resplandordelfuegoiluminótodalacámara.Tomásencendiólamechadelfarolconcuidadodenoquemarseydespuésdejócaerlacerillaalsuelo.—Vaya,estesitioesmuygrande.Muchomásdeloquepensaba—comentóél,
levantandoelfarolparailuminarmejorlacámara—.Asabercuántoskilómetrostieneestacuevaentotal.ApuestoaquelostúnelessubterráneosrecorrentodoelvalledeBasondo.Parecequecontinúaporahí.
Eltechodepiedraseinclinabaamedidaquebajabahaciaelcentrodelatierra.—¿Sabesadóndeconduce?—preguntémirandoelcamino.—Ni idea—aceptó Tomás—. Pero el padreDávila dice que este lugar está
maldito.—¿Maldito?—repetíintentandoquenosenotaraeltemblorenmivoz.—Sí.SegúnelpadreDávila,lospaganosylosceltasquehabitaronestemismo
valle hacemuchos años profanaron este lugar con sus cánticos, su culto a losdioses antiguos y sus dibujos blasfemos en las paredes. Se supone que losdibujostodavíaestánaquíabajoenalgúnsitio.—Tomásdiounospasoshaciaeltúnelyelcírculodeluzdesufarolsealejóconél—.Aunquelomásseguroesqueestacuevaseaunaantiguaminaromanaabandonada.Yo seguí el resplandor del keroseno ardiendo dentro del farol igual que una
polillabuscalaluz.—¿Dibujosblasfemos?—pregunté.NoteníamuyclaroaloqueTomásoDávilasereferían.MiréaAlmayleíen
surostroqueellatampocolosabía.Derepentemeacordédeloquesucedióunatardeelveranopasado,latardemáscalurosadetodoagosto,cuandoAlmayyobajamosalsótanoconunvasodezumodemanzanaparasentarnosenelpasilloa hojear una de las revistas que le habíamos robado a Carmen. Queríamosescapar del calor asfixiante que se había apoderado de nuestra habitación: eltorreón de Villa Soledad estaba construido para acaparar toda la luz del solposible en los meses más grises y largos del invierno, pero en verano hacíademasiado calor y el sótano era el único lugar de la mansión donde nuncallegaba la luzdelsol,asíqueAlmayyobajamos lasescalerassinhacer ruidomientrasarribatodoslosdemásdormíanlasiesta.Solíamosescabullirnospor la escalerade serviciohastaelpasillodel sótano
sinquenadie sedieracuenta,por esoaquella tardenos sorprendió tantover aCatalina,lahijadeCarmen,derodillasfrentealapuertadesuhabitaciónenelsótano,lamismahabitaciónquecompartíaconsumadre.Catalinamirabaporelojodelacerraduraconteniendolarespiración,asíquenosoyóacercarnosysevolvió asustada para mirar quién la había descubierto. Iba a preguntarle quéhacíaallí fuera,despeinadayconel camisón todavíapuesto, en lugardeestardurmiendo la siesta con su madre, pero Alma se llevó el dedo a los labiosindicándomequemecallara:unossusurrosqueyonuncahabíaescuchadoantes
llenaron el aire del pasillo y la expresión en la cara de Catalina cambió.Meparecióescuchar lavozdepadreen lahabitaciónyapartéaCatalinasinhacerruido para queme dejara ver lo que pasaba al otro lado de la puerta: nuestropadreestabatumbadoenlacamaencimadeCarmen.Suspantalonesdepinzasestabandesabrochados, lahebilladesucinturón tintineabaysusmocasinesdepiel estaban tirados en el suelo al lado de su camisa de verano y el vestidoarrugadodeCarmen.Mefijéenlamaneraenquesusmanosleacariciabanlosmuslosanuestraniñeraysubíanhastasucinturadeteniéndoseunmomentoahí.Entonces vi los ojos entrecerrados de Carmen mientras le besaba el cuello anuestropadreylassábanashúmedaspateadasalfinaldelacama.Recuerdo queme aparté de la cerradura sin sabermuy bien qué era lo que
acababadever.Almaocupómilugarylesmiróduranteunratomásmientrasyome sentaba junto aCatalina en silencio, las dos con la espalda apoyada en laparedylaspiernasrecogidas.LossusurrosenlahabitacióndeCarmenduraronunosminutosmásyelzumodemanzanasecalentóenelvaso.CuandoAlmayyopor fin nos atrevimos a contarle a la señoritaLewis lo quehabíamosvistoaquella tarde, ella nos regañó diciendo que eso eran «asuntos de pecadores yblasfemos»yquenosotrasdosnodebíamoshablarjamásdeesoporqueéramosseñoritas bien educadas.Miré aAlmamientras las dos caminábamos hacia elinteriorde la cuevay supeque ella también estabapensandoen loquevimosaquellatardedeagosto.Eltúneleraestrechoy,amedidaqueavanzábamos,eltechoderocaeracada
vezmásbajo,perolostresseguimosbajandohaciaelcentrodelatierradurantecasiunminutoentero.Laluzdelatardecernollegabahastaallí,asíquelasdosnosacercamosunpocomásaTomásparaquelaoscuridadnonostragara.—¿Qué piensas que hay más abajo? —preguntó Alma con curiosidad—.
Suenacomosiestuviéramoscercadelagua.Por encima del eco de nuestras voces podía escucharse el rumor de agua
corriendo.Toquélapareddepiedradeltúnel.Estabafríayhúmeda,perosentíelaguaquecirculabaporlasentrañasdelatierraigualquehabíasentidolasaviacorriendobajolacortezadeaquelpinolanochequeconocimosaTomás.—No losé.Puedequeseaun río subterráneoynopodamosavanzarmucho
más.—Tomásseencogiódehombros—.Losantiguosceltasylosromanosquevivieronenelvallehacesiglosyaextraíanmineraldehierrodel suelo.Parece
quesetratasolodeunaviejaminaabandonada.Lomismohastaestáconectadaconlavuestraenalgunagaleríaunpocomásadelante.—Dávilateestáenseñandobienytúaprendesdeprisa—dijoAlmacondulzura
—.¿Creesquetedejaráquedartemástiempoenlaparroquia?Tomásarrugóloslabios.—No lo sé.El acuerdo conDávila era por un par de años y ya casi se han
cumplido. A mí no me importa quedarme otro año limpiando la iglesia, lasacristíaylodemássiélquiereseguirenseñándomeydejándomeconloslibros,cualquier cosa antes que tener que bajar a la mina —admitió—. Pero no sécuánto tiempo me dejará mi padre seguir aprendiendo: mi tío ya no puedetrabajaryencasanecesitamosotrosueldo.—Pero no estarás pensando en meterte a cura, ¿verdad?—le pregunté sin
rodeos.—Puede.Dávilamehadichoquesiquieroingresarenelseminarioélmismo
medaráunarecomendación.Medetuveeneltúnel,aunqueTomásylaluzdelfaroltodavíaavanzaronunos
metrosmás.—¿Vasairalseminario?¿Cuándolohasdecidido?—preguntémásaltodelo
quepretendía.MiréaAlmayporsuexpresiónmedicuentadequeellayalosabía.—Yonosoyhijodeningúnmarqués,Estrella.Laúnicaoportunidadquetengo
de no acabar trabajando en lamina comomi padre omi abuelo es aceptar elofrecimientodeDávilaparaentrarenelseminario.—Pero¿porquénomelohasdicho?—insistí—.Y¿cómoseteocurrepensar
semejantecosa?Vayaidearidícula,siteordenansacerdoteyanopodremos...—¿Nopodremosqué?LapreguntadeTomássequedósuspendidaenelairehúmedodelacuevaun
momentomás.—Nada,quémásda.Túymihermanitaya lohabéisdecidido, asíquecura
serás.Enhorabuena.Mepuseenmarchaotravezdandograndeszancadas.—Entiéndelo, tengoquepensarenloqueesmejorparamí—sedefendió—.
Algúndíaseréunhombreytendréqueganarmelavidadealgunamanera,ynohaymuchasmásopcionesparaelhijodeunminero:tehacesminerootehaces
cura.Mientrasesonocambienohaymásfuturoparamí.Yosoltéunbufidoalescucharsuspalabras.—¿EsotambiéntelohaenseñadoDávila?—No, claro que no. Dávila se santigua cada vez que escucha hablar de la
república.Esome lohaenseñadoEsteban, esedel sindicatoque siempreandahablando de los derechos de los trabajadores, de política y todo eso a quienquieraescucharle—continuóTomás—.Yamímegustahacerlo.—Pues tendrás que elegir una de las dos cosas, nopuedes ser sindicalista y
cura—dijeyocuandoestábamoscasialfinaldeltúnel.Llegamosaunaestanciapequeña,muchomáscerradayclaustrofóbicaquela
cámaraquehabíamosencontradonadamásentrar.—Creoquehayotrasalajustoalfinal.—Almaseñalóunaentradaenlaroca
—.Aquíabajoseoyeelruidodelaguamuchomásfuerte.¿Vosotrosnolooís?No podía saber cuánto habíamos descendido, hundiéndonos voluntariamente
enlasentrañasdelatierra,peroelsonidodelaguacorriendoretumbabaenlasparedesderoca.Lagrietaenlaparederaestrecha,tantoquetuvequeponermede perfil para poder pasar y aun así noté la piedra afilada cortándome en loscodos. Al otro lado había una gran cámara, la más grande de todas las quehabíamosdejadoatrás.Elsueloestaba inclinadoybajabahasta lazonacentralde la gruta donde un riachuelo dividía en dos mitades casi perfectas toda lacueva.—Ahíestáelrío—dijoAlmadesdedondeestábamos.—Este sitio es enorme,medirá unos doscientosmetros cuadrados—calculó
Tomás,quemirabaalrededormaravillado—.Yeltecho...podríaestaramásdediez metros sobre nosotros. Ha valido la pena la caminata por el bosque yescucharlasquejasdeEstrellaparaencontrarestelugar.—Sí,noestámal—admitídemalagana—.Podríaserunbuenesconditesino
teimportanlahumedad,elfríooquesetecaigaunadeesascosasdepiedraenlacabezaytepartaendos.Del altísimo techo de la cámara colgaban decenas de estalactitas de las que
goteabaaguaaunritmolentoperoconstante.—Nosecaen,Estrella.Lascreaelaguaquesefiltraatravésdelasparedesde
lacuevaduranteañosyaños—seapresuróacorregirmeAlma—.Llevanmuchotiempo ahí. Sería mucha casualidad que eligieran precisamente este momento
paracaerse.Hice una mueca de disgusto asegurándome de que mi hermaname viera y
despuésempecéabajarlapendientedepiedraquellevabaalriachuelo.AlmadiounazancadaparacruzaralotroladodelríoyTomáslasiguió.Saltéelriachueloparairtrasellosperoalgollamómiatención.—Situviéramosunmapaseguroquepodríamosencontrar laformadellegar
hastavuestraminadesdealgunodeestostúneles,tienenqueestarconectados...—leescuchédeciraTomás.En laparedde lacuevahabíaunpaisajepintadoconalgún tipode tinta, tan
oscuraquecasiparecíanegra.Nohabíanusadopincelesnipalosparadibujarlo,tan solo los dedos. Lo supe porque en algunas zonas podía distinguir huellascomolasquedejabadespuésdetocarelhollíndelachimenea.—PuedesdecirleaDávilaqueestétranquilo,nocreoqueestosdibujosvayan
acorromperanadie—dije.Habíaalgoenelmuralquelohacíaimposibledeignorar,comosinopudiera
apartar mis ojos del trazo irregular y grueso de las líneas hasta habermemorizadocadadetalle.—Parece muy antiguo, como esos dibujos de bisontes y caballos que
encontraronenunpueblocercadeaquíhaceyatiempo.—Tomásseacercóunpocomása lapared—.Recuerdoquehaceunaño leíunartículoenunaviejarevista de ciencia americana que guardó para mí Vicente, el encargado deCorreos,quesabecuántomegustanesascosas.EnélhablabandeunacuevaenArizona,dondedoschiquillos jugandoencontrarondecasualidadunosdibujosantiguos de hombres misteriosos con los brazos y las piernas muy largaspintadosenlasparedes...estoselepareceunpoco.—¿Quécreesquees?—preguntóAlmaconteniendoelaliento.—Creoqueunbosqueyunamujerdepiejustoenelcentro,sola—empezóa
decirTomás—.Esosonárboles,¿verdad?—Sí, son árboles, pero lo que hay sobre ella son estrellas—afirmé yo sin
ningunaduda—.Esunamujerenunclarodeestemismobosquebajoelcielollenodeestrellas.LediungolpecitoaTomásparaqueacercaralamanodelfarolmásalapared
depiedraylassombrasdelacuevasemovieronconél.Enelcentrodelmuralsedistinguía perfectamente a una mujer: una figura femenina con los brazos
abiertos,unvestidotanlargoquelecubríalospiesyelpelosueltohastacasilacintura.Alrededordeellalamismamanofirmehabíadibujadounclarorodeadode árboles. Yo estaba segura de que eran pinos porque las ramas eranpuntiagudas y los troncos altos como torres. Pero lomás llamativo delmuraleran las estrellas en el cielo: estaban sobre lamujer y sobre las copas de losárbolespintadasenuntonomásclaroqueelrestodeldibujo.Conelresplandordelfuegoardiendodentrodelfarolcasimeparecióquelasestrellasbrillaban.—Sí,ahorayotambiéncreoquesonestrellas—dijoAlma—.Ybrillan.—Esporelmineraldehierroqueimpregnalapiedra—lacorrigióTomás—.
Laluzsereflejaenlaparedyporesoparecequeestuvieranhechasdefuego.Lamujermerecuerdaunpocoati,Estrella.—Nodigasbobadas,esimposiblequeesaseayoporqueestaeslaprimeravez
queentroenestacueva.Aunquesínosparecíamosenalgo.Despacio,alarguéelbrazohaciaeldibujo
enlaparedcasicomosidentrodemíunafuerzadesconocidameobligaraatocarlaslíneaspintadasenlaroca.Entoncessentílasyemasdemisdedosarderigualquesituvierachispasdebajodelapiel,fuegovivo.PeroantesdequemisdedosacariciaranlamisteriosapinturaTomásmedetuvo.—Nolotoques,esmuyantiguoypodríadeteriorarse—medijosujetandomi
mano—.Yaescasiunmilagroqueesosdibujoscontinúenahí, soloDiossabecuántotiempollevanenestaparedsoportandoelfrío,lahumedadyelpasodeltiempo.—Puedequeseamoslasprimeraspersonasquevenestosdibujosendécadas,
siglos seguramente —susurró Alma, pero entonces vio que Tomás todavíasujetabamimanoytorcióelgesto—.Nopodemoshablarleanadiedeesto:niamamá,nialaseñoritaLewisnianadie,¿deacuerdo,Estrella?—¿Ypor quéme lo dices amí si se puede saber?Tú eres la que no puede
guardarunsecretodurantemásdediezminutossinquetequemeenlalengua.—Alma tiene razón, no podemos contárselo a nadie. —Tomás me soltó la
mano—. Si en el pueblo se enteran de lo que hay aquí abajo esto pronto sellenarádedoctoresycuriososinvestigandolacuevayrecorriendoelbosqueparaencontrarmásdibujos.No,estetienequesernuestrosecreto.Júralo,Estrella.—Eso,Estrella,júralo,oquealgoterriblesuceda—meretóAlma.Volvíamirarelmuralenlapared,lasestrellasdetintayhierrotitilabanigual
quelasestrellasdeverdad.—Oquealgoterriblesuceda—repetí,sellandoelconjuro.
Puentehaciaelpasado
PUENTEHACIAELPASADO
Celebramos nuestro decimoquinto cumpleaños un día antes. No fue porsupersticiónopormiedoalamaldicióndecuentodehadasquesecerníasobrenosotras,no, fuesolosimplecasualidad.Mamá tuvoqueadelantar la fiestaundía para queunode los invitadosdepadre, un importante empresario alemán,pudieraasistir.La noche antes de la celebración yo estaba tan nerviosa que apenas había
podidodormirdelaemoción:nuncanoshabíandadopermisoparaasistiraunafiesta. Normalmente, Alma y yo teníamos que conformarnos conmirar desdearribadelaescaleraoespiarporlaventanaalasinvitadas,peroeseaño,porfin,despuésdemuchoinsistir,mamáaceptóorganizarnosunafiesta.—Despierta,niña,otevasaperdertupropiafiestadecumpleaños,yseríauna
pena con todo lo que le ha costado a la marquesa prepararla y lo que se hagastado para que sea la mejor fiesta del año—me dijo Carmenmientras mecepillabaelpelo—.Mástevaldríahabertetomadolainfusióndehierbasquetepreparéanocheparalosnervios,perono,túerestercacomounamula.—Ya vale, te he dicho que no tengo sueño y además he dormido
maravillosamente bien a pesar de los ronquidos de Alma, muchas gracias—mentí,poniéndolemimejorsonrisaala imagendelespejoenel tocador—.Loquepasaesquemeestásdandotironesenelpeloyyaestoyharta.—Nodigasesascosasdetuhermana,niña—meregañóCarmenconsuhablar
rápido—. Que a una le ponen fama de algo y luego ya no hay forma dequitársela.Siseempiezaacorrerelrumordequelajovenmarquesaronca...
—¡Pero es que es verdad! Alma ronca como si fuera un hipopótamo —respondímirandoamihermanaatravésdelespejodetocador.Almanorespondió,perovicómosusojoschisporroteabanfuriososysupeque
mástardemeharíapagarelcomentariodealgunamaneraretorcida.Todaslasventanasdenuestrahabitaciónestabanabiertas,elvientocálidode
latardellenabaeldormitorioconelolorsaladodelabrisaquevolabasobreelmarysubíadesdeelacantilado.Devezencuandoescuchábamosalabandadejazz quemamá había contratado para nuestra fiesta ensayando en el jardín deatrás:unanotaaquíyallá,unaescalarápidadepianoparacalentarlosdedosoelsoplidodeuna trompetaque llegabahastaeldormitorio.Cancionesondulantesque me hacían pensar en clubes clandestinos llenos de humo de cigarro yrestaurantesmedioiluminadosquesoloconocíaporlasnovelasdepolicíasqueleíaCarmen.Padreodiabael jazz,peromamá loshabíacontratado igualmentedespuésdesaberqueesamismabandahabíatocadoenlafiestadefindeañodelembajadorbritánicoenMadrid.—Sololomejorparavuestraprimerafiesta—noshabíadichomamá.—Noséporquévuestropadreosdeja llevar elpelo tan largo:parecéisdos
gitanas que se han escapado de la feria o algo peor. Además, hace falta unaeternidad para arreglaros a ambas.—Carmen sacudió la cabeza mientras mepasabaotravezelcepillopormimelenanegra—.Menosmalquetuhermanayaestálistaymiraquéguapaestá,unapreciosafuturamarquesa.Almaestaba sentadaenelbordede sucamaconcuidadodenoarrugarseel
vestido blanco de encaje que llevaba puesto, idéntico al mío en cada detallebordadoamanoenhilofinodesedayplata.—¿Yquémásdaeso?Todoesteasuntodelafiestaesunderrocheterribley
unaexcusaparaquepadrequedebienconsussocios,inclusohaadelantadoundía la fiesta por ellos—protestó Alma—. Además, la mina ya no va tan biencomoantesporqueahorapapánopuedevenderleselhierroalosbritánicosporculpa de la economía, es cuestión de tiempo que la mina Zuloaga cierre. ¿Oacasonohasoídohablarde«lagrandepresión»?Yopuselosojosenblancoparadejarclaromifaltadeinterésydespuésvolví
a juguetear con el perfumero de cristal tallado y plata.Apreté la perilla ymepuse un pocomás en el interior de las muñecas como le había visto hacer amamátantasveces.
—¿Cómopuedesestar tanciega,Estrella? ¿No te importa lagentequepasanecesidades en el pueblo? Si los Zuloaga no nos quedáramos con todo elbeneficiodelhierro...—Me dan igual los negocios de padre o lo que pase en la mina: es mi
cumpleaños y yo lo que quiero es bajar a nuestra fiesta y bailar hastamedianoche.Bailarhastaquemeduelanlospies—respondí,mientraselolorajazmíndelacoloniameenvolvía.—Oh,Estrella, túsiemprepensandosoloen ti.—Almafrunció los labios—.
¡Cómomegustaríaserigualquetúalgunasveces!—Silointentasmuchopuedequealgúndíaloconsigas,quiénsabe,hermanita
—ledijecondesdén.Almamesacólalenguadesdedondeestaba.—Dejayadelamerteloslabiososeteiráelcolor,niña—laregañóCarmen—.
Ynoquerrásqueparezcaquehasestadodandobesosaloschicosporahícomounacualquiera,¿verdad?Lasdosnosquedamosensilenciounmomento.Almabajólamiradahaciasus
zapatosde tacónblancos,peroantespudeverunasombrapasandodeprisaporsusojos.—Y si diera besos, pero solo a un chico, siempre almismo chico, entonces
¿también sería una cualquiera, Carmen?—preguntó Alma en voz baja y sinatreversealevantarlacabeza—.¿Esotambiénestámal?Aloírla,Carmendejóelcepilloeneltocadorysevolvióparamirarla.—¿Quéhashecho,niña?¿Otravezhasestadoconesechicodelpueblo,elhijo
delminero?—lepreguntóconlamanolibreapoyadaenlacadera—.Aúneresjoven, pero debes tener cuidado porque todos los chicos son iguales y todosintentarán convencerte de algo, cada uno con una historia diferente: amor,socialismo,joyasouncuentodehadasconprincesas...peroteaseguroquetodosquierenalgodetiacambiodesuspalabrasbonitasydesuatención.—Teequivocas,túnoleconoces.Tomásnoesasí—ledefendióAlma.—Hazmecaso,niña.Yohepasadoporesoantes,igualquetodas—leexplicó
aAlma con dulzura—.No hagas caso de las palabras bonitas de los hombresporque no son nada más que eso: palabras. Se aprovechan de que tú quieresdemostrarlesloguapaolomayorqueeresparaquehagasloqueellosquieran.—Loquetepasóaticonelmarquésnotieneporquépasarmeamí—replicó
Almademalagana—.Yosoylista,novoyaquedarmeembarazadadelprimeroquemesonría.—Notelovoyatenerencuentaporquetúnopuedesentenderloquesesiente
alserunachiquilladeveinteañosyqueelseñordelacasatebusque.Notienenadaqueverconser listao tonta, tepasaypunto,nopuedeshacernadaparaevitarlo —respondió Carmen con voz afectada. Después añadió—: Y con elmuchachoesedelpueblo,¿hashechoyaalgo?¿Algoquenotengaremedio?—Nohehechonadaaún,pero...—¿Peroqué?—lacortóCarmen—.¿Tehahechoalgoél?¿Losabetumadre?Almasebajódelacamadeunsaltitoycaminóhastanosotrasarrastrandoel
bajodesuvestidodeencaje.—No,mamánosabenadadeTomás.Silosupierayaselohubieracontadoa
padreparaevitarqueestuviéramosjuntos—respondió,colocándosedetrásdemisilla—.LoquepasaesqueheoídoquehanenviadointernaaSuizaalahijadelosIbarraporqueteníaunnovioqueasuspadresnolesgustaba,yyonoquieroquemeenvíeninternaaningúnsitioparasepararmedeTomás.Noquierodejarestacasajamás,asíqueguárdameelsecreto,porfavor.Carmenbajólacabezaysuspirómientrasordenabalashorquillasensumano.
Fuera,labandadejazzempezóatocarotracanciónylasnotassubieronflotandoperezosamentedesdeeljardíntraserohastalasventanasabiertas.—Yatehedichoqueesemuchachonoesparati,paraningunadelasdos.Yos
repitoquenomegustaquevayáisalbosquecada tarde: elbosqueespara lossalvajes,noparalasfuturasmarquesas—dijoCarmenmientrasmeseparabaelpeloenmechonesparalastrenzas.—Peropadretambiénvaalbosque:élvaasucotodecazatodaslassemanas
—repliquémientrasme ponía uno de los pendientes de perlas a juego con lapulseradelaabuelaSoledadquehabíaencontradoeneltocador—.¿Tambiénélesunsalvaje?Sabía que aCarmen le dolía hablar de nuestro padre, pero odiaba no poder
intervenirenlaconversación,asíquelomencionédetodosmodos.—Sí.Vuestropadreeselmássalvajedetodoslosanimalesquehanpisadoese
bosque, y si se entera de que veis a ese chico vamos a tener un disgusto—respondió con una frialdad poco habitual en ella—. Ya sabéis cómo es elmarqués:nolegustaquelellevenlacontraria.
AlmasonriódespacioyabrazóaCarmenporlacinturadesdeatrásigualquesituviera seis años: era su modo de disculparse por cómo la había tratado unmomentoantes.—Peroelmarquésnosevaaenterar,¿aqueno?Porquetúnoquieresqueme
lleveninternaaunhorriblecolegioenSuizaparaquemecongelejuntoconotrasniñastristesalasquesuspadreshancastigadoenviándolasallí.—Almasesoltóde Carmen y se rio—. Además, en Suiza solo hay chocolate y vacas, meaburriríacomounaostraallí.Pero Carmen no sonreía, me fijé en que le temblaban las manos mientras
trenzabaloslargosmechonesdemipelo.—Haríasbienenapartartedeesechico,portodosnosotros.Yaséqueahorano
lovesasí,peroestarconélsolotetraerádesgracias—dijomuyseria—.Miraatuhermana:ellanovaporahídándolesbesosaloshijosdelosmineros,esonoespropiodevuestraclase.—Nisemeocurriría,quéhorror—meapresuréaresponder.HabíavistoaTomásbesandoamihermanahacíadosdías,ennuestroclaro.
MehabíaretrasadoconlosdeberesdefrancésdelaseñoritaLewis,asíquesalíveinteminutosmástardequeAlmadelabibliotecaparareunirmeenelbosqueconelloscomohacíamoscadatarde.Perocuandolleguéallímitedelosárbolesque rodeabanel claro, vi aAlmadepuntillas con losojos cerradosbesandoaTomásenloslabios.MefijéenquelosbrazosdeTomáslerodeabanlacinturaporencimadelvestido,atrayéndolaaúnmáshaciaél,comosinofuerasuficientesolo con un beso. Yo nunca había besado a un chico en los labios, nadiemehabíasujetadoconesaurgenciaporlacinturadeseandohundirsemásymásenmí.Alverlos, sentí los celos escarbandoun agujero enmipecho con sus largas
garras afiladas, justo debajo de mi corazón e instalándose allí, agazapados,esperando el momento justo para atacar. Éramos idénticas en todo y aun asíTomáslapreferíaaella,igualquetodoelmundo.—Noteenfades,Estrella.Hoyesnuestrocumpleañosynoquerrásecharloa
perder,¿verdadqueno?—meamenazóAlmaconunasonrisa—.Nodiscutamos.—Nuestrocumpleañosesmañana—lerecordé.Almaechólacabezahaciaatrásyserio.—Hoy,mañana...¿quédiferenciahay?
Perohabíaunadiferenciaqueseparabalosdosdíasconunmurotanaltocomoelquerodeabalacasa: laspalabrasquelaabuelaSoledadlehabíasusurradoaAlmalatardeenquesaltódesdeelmuelle.Unadenosotrassereuniríaconellaantesdecumplirquinceaños,ytodavíafaltabaundía.—Bueno,yaestáislasdoslistas.Dejadqueosveabienantesdequesalgáisy
volváis hechas una pena después de pasar horas bailando el charlestón en eljardín—dijoCarmen—.Venga,poneosjuntasparaquepuedaverosbien.—Estamos en 1931, Carmen, el charlestón ya pasó de moda —respondió
Almaconsuavidad—.Ahoraloquesellevaeselswing.—Bueno, pues lo que seaque se baile ahora en las fiestas elegantes,meda
igual.Apuestoaquedentrodeunpardeañosestarévistiendodenoviaaalgunadevosotrasaquí, enestamismahabitación.Megustaríaque tuvieraisunpocomásdetiempo,perocuandoeresguapahayquedarseprisaencasarseporqueloshombresempiezanahacercolaprontoenlapuertadeunayseimpacientan—noscontóCarmenconuna sonrisa triste—.Hayqueverquéguapasestáis,oshabéisconvertidoenunpardeseñoritas.—Yonopiensocasarmejamás—dijoAlma.—Puesclaroquetevasacasar,niña,lasmarquesasguapasnosequedanpara
vestirsantos.Todoslosmuchachosquehayabajosondemuybuenasfamilias:hijosdeembajadores,banquerosyterratenientesquehanvenidoconsuspadresdesde media Europa solo para asistir a vuestra fiesta —continuó Carmenmientrasguardabalasbrochasdemaquillajeyelpintalabioseneltocador—.Ysinoesenestafiestaseráenlasiguiente.Noosquedamuchotiempodeestarsolteras,asíqueaprovechadypasadlobienmientraspodáisporqueenseguidaosecharánellazoydespuéstendréisunmaridoalqueobedecer.—¡Quéexageradaeres,Carmen!Niquecasarse fuerael findelmundo—le
respondí yo.Aunque, de repente, la idea de estar casada en un par de años ytenerque«obedecer»aunhombrehizoquemesintiera intranquila—.Tú,porejemplo,notehascasadoynotehasmuerto.Noselodijeconmalaintención,peroalversuexpresiónmearrepentídemis
palabras,algoquenomehabíapasadocasinuncaenmisquinceaños.—Me has arreglado muy bien el pelo, gracias—añadí intentando sentirme
mejorconmigomismaporhaberlaherido.Peronorespondió.
—Ven,hayunacosaquequieroenseñarte—dijoAlma,y sindarme tiempoparaprotestarmecogiódelamanoytiródemíhaciaelpasillo.—Penséquenoteinteresabalafiesta.¿Paraquétantaprisaahora?—pregunté
mientrasbajábamosporlaescalera.Llegamosalapasareladelprimerpiso.Enesepasillo,muycercadelapuerta
cerradadesuhabitación,estabancolgadaslasfotografíasdebodadelosabuelos.—Mira—señalóAlma,deteniéndosefrenteaunadelasfotografías—.¿Nolo
ves?LaabuelaSoledadmedevolviólamiradaalotroladodelcristal.—Nos parecemos a ella,mucho—susurré, impresionada con el parecido—.
ConestevestidoyelpeloasíarregladoestamosigualquelaabuelaSoledadeldíadesuboda.—Cumplimosquinceaños,eslamismaedadqueteníaellacuandosecasó.En
esafotografíaeratanjovencomonosotrasahora—murmuróAlmaamilado—.¿Teloimaginas?Sí,loimaginaba.Ynotécomounligerísimotemblorempezabaasubirpormis
piernasalpensarenello.—Tú te parecesmás—añadió Alma—. Tus ojos son como los suyos, y la
abuelatambiénpodíacontrolarlanaturalezaasuantojocomohacestú.Volví amirarme en el cristal que protegía la fotografía: la chica vestida de
noviaenlaimagenpodríaperfectamenteseryo.—Bobadas—mascullé,peromivozsonópococonvincente.—Sé que tú también lo sientes, Estrella: el lazo invisible que nos ata a la
abuela, su destino es el nuestro. Las dos hemos recorrido un puente hacia elpasado sin siquiera saberlo. Sentía el lazo del que Alma hablaba atado a miespalda tirando de mí hacia atrás en el tiempo, siempre de vuelta al pasado,cerrandoelcírculo.—Abajohayunafiestaennuestrohonorynoquieroperdérmelaportuculpa
—murmuré,conteniendoelescalofríoqueaúnmerecorríalapiel.—No pasa nada. Baja tú primero y ve presentándote a los hijos de los
banqueros,yoahoratealcanzo—dijoAlmasinmirarme.Pasé a su lado y empecé a bajar. La música y los sonidos de la fiesta me
llamaban,peromevolvíunavezmásparamiraramihermana.Alverlaallí,depieenelpasilloconsuvestidoblancoylamiradaperdidaenlasfotografíasde
nuestraabuelamuerta,meparecióqueporprimeravezenmividaestabaviendounespectro.
En mi primera fiesta me presentaron a tantos chicos de buena familia conlargosapellidoscompuestos,queapenasunosminutosdespuésdeconocerlosyanoeracapazderecordarelnombredeningunodeesosmuchachostrajeadosycon demasiada brillantina en el pelo. Tampoco hice el menor esfuerzo poracordarme de sus nombres porque ninguno de ellosme pareció especialmenteinteresante: chicos conojillosnerviososquememiraban igual que si yo fuerasolounobstáculoentreellosyel títulode«marquésdeZuloagayLlano».Asíquedoshorasdespuésyoyaestabaaburrida—ydecepcionada—enmipropiafiestadecumpleaños.Encambio,Almatodavíanosehabíadignadobajar.Mamáyasemehabíaacercadounpardevecesparapreguntarmeporella.—Bueno,seguroqueenseguidabaja,yaverás.Lapobreesmuchomástímida
quetúyestaránerviosaportenerqueconoceratantagentenueva—laexcusómamásinperderlasonrisa.Sabía que estaba molesta con Alma por estar perdiéndose la fiesta, podía
saberlo por la manera en la que unas diminutas arrugas cruzaban su frentecuandofingíaunasonrisa.YotambiénestabaenfadadaconAlma.Mientrasmebebíamitéhelado—concuidadodequenotocaramislabiosparanoquitarellápizde labios talycomoCarmenmehabíaenseñadoahacer—nodejabadepensarencómomevengaríademihermanaporhaberseperdidolafiestaydejarquemeconfundieranconellaacada rato:odiabaqueotrosmemiraranysolovieranaAlma.Cuandoporfinapareció,elsoltodavíasereflejabaenelCantábrico.Mamáse
acercó a ella abriéndose paso entre los invitados sin perder la sonrisa, con suimpresionantevestidoblancomarfildeescoteenuvecon lentejuelascosidasa
mano. Se apartó la boquilla de los labios para inclinarse hacia Alma y poderregañarlasinquenadiemáspudieraoírla.«Leestábienempleadoporhacerselainteresanteinclusoenundíacomohoy.
Así aprenderá, todo por querer llamar la atención», pensé yo, mirándolas sinningúndisimuloparaversimamálareprendíaunpocomás.—...canalentreelCaribeyelocéanoPacífico—terminóunavozamilado.Mevolvíparamiraramiacompañante:eraunchicodepelomorenounosaños
mayor que yo, no recordaba su nombre y había estado ignorándole desde quemamánoshabíapresentado,peroenesemomentotuveunaidea.—¿Quieresconoceramihermanagemela?Precisamenteacabadellegar—le
sugerí—. Seguro que a ella le encantará oír tus historias. Alma semuere pormarcharsedeaquíparaconocermundo,puedequesevayainternaaSuizamuypronto.Vamos,tegustará.Yantesdequeéltuvieratiempoderesponderledilamanoyleguieentrelos
invitados que nosmirabanmientras cruzábamos el jardín. Sabía que él no seresistiría a que le cogiera de la mano en público, hasta noté cómo sonreíasatisfechopensandoquetodoslospresentesveríanlobienquehabíacongeniadoconlajovenmarquesa.El aire calientedel atardecerolía a los licores finosdel bar, a hojaldres con
langosta y mantequilla especiada que paseaban los camareros haciendoequilibrios con sus bandejas, y a la mezcla de perfumes de importación. Loscamarerosllevabantrajesdecolorblanco—mamáhabíainsistidomuchoenello—,inclusoelchicoqueseencargabadeirrecogiendolascopasolvidadasdelosinvitados iba vestido así. Debajo de los arcos la banda de música tocabaversionesdelostemasmásfamososdeGeorgeGershwin.La mano de mi acompañante había empezado a sudar y estaba deseando
librarmedeélycargárseloaAlma.Desde la galería podía verse todo el jardín adornado con flores blancas y
farolillosdepapelcolgadosdesedalesinvisiblesentrelosárboles.Nuncahabíavistoel jardín tanbonito:con las lucesen lossauces lloronesy lossicomoros,los setos podados con formas delicadas y la hierba recién cortada. Además,mamá había ordenado colocar a lo largo de los caminos de losetas velasencendidasqueahoraparecíanluciérnagasrevoloteandoentreelcésped.—Alma,porfinapareces.Yapenséquenoibasabajarnunca—ledijeami
hermanacuandolleguéasulado—.¿Teharegañadomuchomamá?Alma tenía una copa de limonada en la mano pero supe que no la había
probadoaúnporquesuslabiosnohabíanmachandoderojoelbordedelacopa.—Losiento.Mehedistraídomirandoporlaventana,lasballenashanvueltoy
queríaverlasotravez—respondió.Cada año, las ballenas cruzaban el océano con sus crías y, en los días
despejados,cuandoelmarestabaencalma,podíanintuirsesusenormessombrasdebajo de la superficie del Cantábrico.Algunas incluso se asomaban sobre elagua de vez en cuando para respirar o gritaban llamando a sus pequeños concánticosmisteriosos.AAlmayamínosencantabaverpasaralasballenas.—Soy Mario Acosta-Ocaña. El hijo mayor del embajador de Panamá en
Madrid—sepresentóélcontodalapompaposible—.Encantado.Almamiróalchicoquemedabalamanocomosiacabaraderepararenél.—Hola.YosoyAlmadeZuloaga.—Vaya, sí que sois idénticas—exclamó él—. Estrella me había dicho que
eraisgemelas,peroescasi comoverdoble.Todo igualmenos losojos: losdeEstrella sonunodecadacolor,algoquesolohabíavistoenanimalessalvajes,nuncaenpersonas.YohiceunamuecadefastidiosinimportarmequeMariomevieraymesolté
desumanosudorosa.—Sí, es porque mi hermana tiene algo de lobo —añadió Alma con una
diminutasonrisa.EnesemomentoviaTomásenelotroextremodeljardín.Estabasolo, justo
donde empezaba el muro de piedra que rodeaba toda la propiedad. No lehabíamoscontadolodelafiesta,poresomismomesorprendiótantoverleallí.—Voy a hablar conmamá, ahora vuelvo.Hazle compañía ami hermana un
rato¿quieres?—ledijeal chicoconmimejor sonrisa—.AAlma leencantaráescuchartushistoriassobrePanamá.Ynoescatimesendetalles,esloquemáslegusta.Selodijeparafastidiarla,comounapequeñavenganzaporhabersepasadodos
horas en nuestra habitación, pero también porque sabía que ella nunca dejaríasoloaMarioyasíyopodríahablarconTomásasolas.—Vaya,¡quéguapaestás!Parecesunanovia—medijoTomáscuandollegué
hastadondeélestaba.
—¿Quéhacesaquí?¿Ycómohasconseguidoquetedejenentrar?—pregunté.Tomás se había puesto la ropa que usaba para ir a la iglesia los domingos
cuando teníaqueencender lasvelaspara lamisa,preparar laspáginascon lossalmosqueelpadreDávilaibaacantaresedíayasegurarsedequelascajasdeloscepillosestuvieranbienalavista.—Sesuponíaqueeraunsecreto.Laverdadesquenoesperabavertea ti—
respondióTomásconunasonrisaculpable.«Ati.»Claro,eraaAlmaaquienTomáshabíavenidoaver.Mesentícomo
unaidiotaporhabermecreídoquesehabíacoladoenlafiestapormí.—HabíaquedadoaquíconAlma—añadió.Alma y yo habíamos decidido no contarle nada de la fiesta a Tomás. En
realidadhabíasidoideamía,peroAlmamehabíadejadocreerqueellaestabadeacuerdoconmigo:no teníasentidodecirlenadaaTomássobre la fiestaporquenuestrospadresnoleinvitaríanjamás.—¿TelodijoAlma?¿Ellatecontólodelafiesta?—Cuandovolvieraconmi
hermanaibaahacerlealgomásqueprepararleunaencerronaconelchicomásaburridodetodalafiesta.—Sí,me locontóhaceunosmesesperonoqueríaque teenfadarasconella
por decírmelo. Le he guardado el secreto, así que también soy culpable —respondió Tomás con suavidad—. No la tomes con ella, ya sabes que Almasiempreestápensandoenlosdemásantesqueensímisma.Queríaevitarmeeldisgustodequemeenteraraporalguiendelpueblo,ymenosmal,porquevuestrafiestadecumpleañoshasidolacomidilladeBasondodesdehacesemanas.—Claro,mihermana.AlmalaSanta.—Notélarabiacalientecirculandopor
mis venas, mezclándose con mi sangre—. Apuesto a que los dos os habéisdivertido mucho a mi costa mientras yo fingía que no habría ningunacelebración,losdoscuchicheandosecretitosamiespalda.Graciasporhabermedejadocomoaunaimbécil.Tomássequitólagorraquellevabaparaquenadiesefijarademasiadoenély
seacercóunpocomásamí,hastaqueelairedeljardínolióigualqueél:aunamezcladelibrosprestados,ceradeiglesiayalatierramojadadenuestrobosque.—Noteenfades,Estrella.Nocreoqueseasimbécilyteprometoquenonos
hemos reído de ti ni una sola vez en este tiempo. Sabes de sobra que nuncaharíamos semejante cosa—me aseguró él—. Pero Alma siempre ha querido
enseñarmecómoeslacasapordentroyestaesmimejoroportunidaddeverlospeces japoneses,el invernaderodevuestraabuela, lossicomoros...Almahablatantodeestacasaqueescasicomosiyalaconocieradememoria.Apuestoaquepodríadeambularporlashabitacionesdelamansiónsinperderme.Alotroladodeljardínlamúsicasedetuvocuandolabandahizoundescanso
paratomaralgo.—Sí, la casa, claro... —mascullé, recordando el beso entre Tomás y mi
hermana—.DesobraséquetútambiénprefieresaAlmaantesqueamí,peromedaigual,queseáismuyfelicesjuntos.—Noséporquédicesesoperonoescierto—sedefendióél,ysuvozsonótan
gravecomoladecualquierhombreadultodelafiesta—.YonoprefieroaAlma,essoloqueellaesmásdulceyconsideradaconlosdemás.Mevolvíy laencontréalotro ladodel jardín.Memirabamuyseriaentre la
nube de invitados, demasiado educada para deshacerse de su aburridoacompañante.—No tienes ni idea de cómo esmi hermana en realidad—murmuré—.Yo
podríasermásdulceyconsideradatambién,sitúquisieras.Yhastapuedodejardeusarmispoderes:sélomuchoquetedisgustaelfuegooquepuedamanipularlanaturalezaamiantojo,peropuedodejardehacerlosiconesotevoyagustarcomoAlma.Tomásnegóconlacabeza.—Nomedisgustatudon,essoloquenoloentiendo.Ycuantomásestudiolas
sagradasescriturasohablodemilagrosconelpadreDávila,másdudastengodeque lo que tú puedes hacer esté bien —me dijo con suavidad—. Esextraordinario,Estrella.Tehasvueltopoderosa,hevisto cómo tupoder crecíacontigoenestosañosycómopodíashacercosasmásincreíblescadavez,pero...—Pero ¿qué?—le pregunté con impaciencia, nome gustaba lo que Tomás
estabainsinuando.—Que ya no estoy tan seguro de que sea tu voluntad la que hace crecer
manzanasenlospinos.—Esmivoluntadyladenadiemás.Tomásmediolamanoysusdedosseentrelazaronconlosmíos,sentíellatido
desusangrebajosupiel.—Peroesonopuedeser,tienequeserlavoluntaddeDios—susurróél,ypor
la expresión de dolor en su rostro supe que había pasado muchas nochesdespierto pensando en ello—.Hay algomalo dentro de ti, Estrella.Y tarde otempranoesemalquetienesdentrosaldráytearrastrará,atiyatodoelqueestéatulado.Aún no tenía quince años, pero ya estaba acostumbrada a que todos dijeran
quehabíaalgoimpurooperversodentrodemí.Noporculpademipoder,esosololosabíanAlmayTomás,eracasisiemprepormigénero:«Laschicassonmásretorcidas.»«Losmuchachossonmásnoblesymenosatravesadosquelasniñas.»«Mejortehubieraidoconhijos,sonmásdócilesquelaschicas.»«Tencuidado con lo que haces, no le des un disgusto a tu padre.» Eran frases quellevabaescuchandotodamivida,alabueloMartín,apadre,alaseñoritaLewis,aDoloresyaunalargalistadeprofesores,amigosyfamiliares,osimplementeacualquieraquesecreyeraconelderechoylaautoridadparahacermesaberqueserunachicaeraalgomalo.—MedaiguallareligiónymedaigualladichosavoluntaddeDios—ledijea
Tomás, tan cercade sus labiosquevi cómodeslizaba la lengua sobre ellos—.¿No podemos cambiar ya de tema? Estoy cansada de hablar siempre de lomismo,¿tantoteimporta?Escomoculparmeporelcolordelosojosodelpelo,essimplementecomosoy,esminaturaleza,yonoloelegí.—Amímeimportaymucho,Estrella.Meimportaporquenoconsigoentender
cómo Dios le ha dado un poder tan enorme y peligroso a una muchachacaprichosacomotú—respondióTomás.Mesoltédesumanocomosiderepentesutactomequemaralapiel,sentíel
fuegocreciendoenmiinterior.—Apuestoaquesi tú tuvierasmipodernodudaríasde lavoluntaddeDios,
perocomosetratademí,entoncesesomeconvierteenunapecadoraounabruja—dije, casi escupiéndole las palabras—. ¿Y qué pasa con Alma? Ella puedehablarconlosdifuntos.¿Noesellaunapecadoratambién?LoslabiosdeTomássecurvaronenunamediasonrisasinnadadehumor.—Sí,seguroqueloes,peroambossabemosqueAlmaeslamejordenosotros
tres—respondió él con pesar—. Tú eres egoísta, voluble y seguro que vas avolverlocosamuchoshombresentuvida.—Peronoati—terminéyoporél.—Peronoamí.
La canción de la banda terminó y casi al momento empezaron a tocar«Cumpleaños feliz» a ritmo de swing.Me volví y vi amamá, con su vestidoblanco de lentejuelas, delante de un ejército de camareros que caminaban trasella llevando una enorme tarta de merengue con todas las velas encendidas.Quince velas.Alma también estaba con ellos, caminaba del brazo deMario yllevabaunacopadelimonadaenlaotramano.—Estrella, cariño. ¿Dónde te habías metido? Te estábamos buscando para
cortarlatarta,yasabesquenopodemoshacerlosinoestáislasdosjuntas—dijomamá cuando llegó hasta donde estábamos. Me dedicó una sonrisa tensa yañadió—:Venga,pontealladodetuhermana,quierounafotografíadevosotrasdosconlosvestidosdeencajeparacolgarenmisaloncito.Tomás todavía estaba a mi lado y pude sentir las miradas curiosas de los
invitadosfijasennosotros.—¿Quiénerestú?—ElmarquésdeZuloagaaparecióentrelosinvitadosyse
acercó dando grandes zancadas hasta Tomás—.No recuerdo haberte invitado,¿estásaquícontufamiliaoereselhijodealgunadelascamareras?¡Responde,muchacho!Elmarqués ibamuyeleganteesa tarde, sehabíaquitadosuhabitual ropade
cazadelordbritánicoyllevabapuestounesmoquinnegroconchaleco,fajínderaso rojo y pajarita del mismo color, pero sus ojos oscuros chisporroteabandebajodesuscejaspobladas.Tomásnocontestó.—¿Estrella?¿Quéestáhaciendoélaquí?Padre se acercómásanosotros, con sus andaresdehombreacostumbradoa
darórdenes,ysedetuvotancercaquepudesentirsuiraflotandoenelairedelatardequeunmomentoantessoloolíaajazmínyamerengue.—Esmiinvitado—respondíconvozfirme.Nosupequéhabíapasadohastaunsegundodespuésporquetodoloquenoté
fue un dolor compacto y aplastante en la mejilla. De repente tenía la cabezagiradaymirabahaciaelotrolado.Mipadremehabíapegadounbofetón.Escuché los susurros entre los invitados, alguno se aclaró la garganta y dio
mediavueltaparacaminarotravezhacialagaleríacomosinohubieranvistolaescena. Mi madre les hizo un gesto a los camareros para que se llevaran laenormetartademerengueconlasvelasencendidasdenuevoalaterraza.—Ahorayameacuerdodeti,túereselquemerodeaporelbosque.¿Cómote
atreves a presentarte en mi casa? ¡El sucio hijo de un minero! —le gritó aTomás.—Losiento,señor—balbuceóTomás.—Discúlpateahoramismoporhaberarruinadolafiestademimujeromañana
tupadreytodatufamiliaestaránenlacalle—añadióelmarqués.TomásmiróaAlma,casiesperandoqueellaleayudara,peromihermanano
dijonada.—Perdónemeporhabermecoladoensufiesta,señoramarquesa,esqueseveía
todo tan bonito desde fuera con las luces y los adornos que no lo he podidoevitar—sedisculpóTomás—.Notienequedespediramipadredelaminanianadiemás,señor.Leprometoquenuncavolveréaentrarenestacasa.—Ahora largo demi vista.Ymás te vale caminar deprisa o iré a buscar la
escopetayterevientoatirosaquímismo,¿estamos?—leadvirtióelmarqués.Tomásasintióyempezóacaminarcabizbajohacialapuertadelapropiedad.
Dejédeverlecuandodoblólaesquinadelacasa.—¿Ya estás contenta? —me preguntó padre arreglándose la pajarita—.
Siempretienesqueserelcentrodeatención,ojaláteparecierasunpocomásaAlma. Ella sí sabe comportarse como una señorita, tú no eres más que unasalvaje. Eres una de esas mujeres que no sabe cuál es su sitio pero ya te loenseñarálavida,ya.Mispadresylosinvitadosquesehabíanquedadoparaverelfinaldenuestro
dramafamiliardieronmediavueltayempezaronacaminarhacialagaleríaparacontinuarconlafiestacomosinada.PeroAlmatodavíasequedóunmomento
másahí.Susojosdoradosmemiraronensilencioysupequeellalehabíadichoa nuestramadre dónde estaba yo y le había dado la idea de acercarse con losinvitadosyconlatartaparasoplarlasvelas.LohabíahechoparavengarsedemíporhaberestadohablandoasolasconTomás.Enesemomentoempezóa llovercontantafuerzaquelos invitadostuvieron
que correr para refugiarse en la galería mientras el suelo se convertía en unlodazal. Las velas que los camareros habían colocado con cuidado en loscaminosdepiedraseapagaronunaauna,ylosfarolillosblancosquecolgabandelasramasdelosárbolesseagitaronconelvientodelnortequebarrióeljardínconsualientogélido.—¡Loestáshaciendotú!—megritóAlmaporencimadelruidodelalluvia—.
¡Paraya!Unrayocortóelcielogrisoscuroycayómuycercademihermanahaciendo
queelsuelosecristalizaraporelcalor justodondeAlmahabíatenidosuspiesmojados solo un segundo antes. Después sonó un trueno que hizo temblar latierra,elmarycadapiedradeVillaSoledad.
Algomalvado
ALGOMALVADO
La fiesta no había terminado aún pero yo ya estaba en la habitación. Loprimero que hice nada más llegar fue cerrar todas las contraventanas verdes:quería dejar fuera la fiesta, las voces y el sonido de las copas de champagnebrindando. Escuché la escalera de caracol crujir con los pasos familiares deCarmen.Unmomentodespuésllamóalapuerta.—Estrella—dijoconvozsuave—,¿puedopasar?Memiréunmomentoenelespejodeltocador:milargamelenanegratodavía
estaba recogida en la corona de trenzas que Carmenme había hecho, aunqueunos cuantos mechones se habían escapado por el viento y la lluvia, pero elmaquillajepermanecíaintactoapesardelbofetóndepadre.—¿Qué quieres, Carmen? Estoy cansada —pregunté, pero aun así abrí la
puerta.Carmenno estaba sola en el descansillo, su hijaCatalina estaba de pie a su
lado.—Hola, señorita, ¿cómoestá?—mepreguntó ella, que siemprehablaba con
másrespetocuandoCatalinaestabacercaparaquelaniñaaprendieracuálerasulugar en la casa a pesar de que compartíamos padre—.He oído lo que le hapasadoabajoconelmarqués.¿Necesitaayudaparaquitarseelvestidoosoltarseelrecogido?Puedoecharleunamanoconlashorquillassiquiere.Metoquélamejillaytodavíapudesentirlacarnecalienteporelgolpelatiendo
debajodemimano.—Nonecesitotuayudaparanada,puedesretirarteya—ledije,yyaestabaa
punto de cerrarles la puerta en las narices cuando cambié de idea—. ¿SabesdóndeestáAlma?Nolahevistodesdehaceunratoytengoquedecirleunpardecosasbiendichasantesdequesemepaseelenfado.Carmensemovióincómodadentrodesuvestidodedomingo.—No, señorita. No he visto a su hermana por ningún sitio —respondió
despuésdepensarlobien.Catalinamemirabaconsusdulcesojoscastañosclarosmuyabiertos.—¿Estássegura?—leinsistíyo—.Teprometoquenoharéningunatontería.—¿Tantolegustaesemuchacho,señorita?¿Tantocomoparapelearseconla
señoritaAlmaporél?—CarmenbajólavozcomosinoquisieraqueCatalinalaescuchara—.¿Oesquenolegustaelmuchacho,peronopuedesoportarqueélnolaeligieraausted?—Eso no es asunto tuyo —respondí con voz áspera—. Ahora dejadme
tranquila,lasdos.PeroCarmennosemoviódedondeestaba.Envezdeeso,fruncióloslabiose
hizoungestoderesignación.—¡Ay!Mirequelesadvertíqueesemuchachonoeraparaningunadelasdos.
Ahorasehapuestoustedenevidenciadelantede todaesagenteeleganteyhaavergonzadoasuspadressaliendoendefensadeesechico—dijoCarmenconvehemencia—.Ytodoporunmuchachoquenotienedóndecaersemuerto.—¡Cállateya!—lacortésinmiramientos—.Quetieneslalenguamuysuelta
paraserlaniñeraynotienesniideadeloqueestásdiciendoodelascosasqueleheaguantadoamihermanaenestosaños.Carmensecalló,perosusojos,muyparecidosalosdeCatalina,memiraron
conreprocheintentandohacerquemesintieraculpable.Loconsiguió,claro,soloellateníaeseefectoenmí.—¿De verdad no sabes adónde ha ido Alma?—le pregunté yo, ahora más
suave.—No,señorita.Nolahevistoporningúnladodesdehaceunrato.—Bien,mejorparaella,peroyaseenterarácuandovuelva—murmuré.Todavía recordaba la chispade satisfacción en los ojos deAlmadespuésde
quepadremecruzara la cara enmi fiestade cumpleañosdelantede todos losinvitados.Siempremedolíaconfirmar laverdaderanaturalezademihermana.Solíafingirquenomedabacuenta—comocreoquehacíatambiénCarmen—,
pero de vez en cuando notaba en ella comportamientos extraños o maldadessusurradas.Cadavezquedescubríaalgunadesustraiciones—comohabíahechocontándole a Tomás lo de la fiesta después de jurar que no lo haríamos— oenvenenando el oído de mamá para manejarla a su antojo, me preguntaba sinadiemásqueyopodíaveralaverdaderaAlma.—Todos vosotros os habéis pasadomedia vida tratando de convencerme de
quemihermanaeramejorqueyoen todoypermitiendoque sintieracelosdeella. —Recordé todas las veces que me habían confundido con Alma ycuantísimo loodiaba—.Yresultaqueesexactamente igualqueyo,puedequeinclusopeor,yesellalaquetienecelosdemí.Averquédecístodosahora.—Desobraséquenosiemprehejuzgadobienasuhermanaoausted,perono
sedisguste conAlmaporunmuchacho.Chicoshayapatadas en estemundo,pero hermanas...—Carmen bajó la cabeza ymiró unmomento a su hija conpesar—.Hermanasnohaytantas.EntoncesCatalina,quenosehabíaatrevidoadecirnadahastaesemomento,
metiródelvestidoparallamarmiatención.—Yo sé dónde ha ido la señorita Alma —empezó a decir un poco
avergonzada.—¿Dónde?¿Dóndehaido?—La he visto marcharse desde la ventana del saloncito de té, no es que
estuvieraespiandoninadadeeso—respondióCatalina—.LaseñoritaAlmahasalidodelafincaydespuéshacorridohaciaelbosque.—Has prometido no hacer tonterías, Estrella—me recordó Carmen cuando
violachispadevenganzaenmisojos.Peroyoyaestababajandolospeldañosdelaescaleradedosendosparaira
nuestroclaro.Nadiemeviosalirdelamansiónyatravesareljardíndelantero.Caminéporel
césped encharcado hacia la verja de hierro de la entrada, la abrí y crucé lacarretera esquivando los coches de los invitados aparcados en el margen delcaminoparallegarhastalalíneadeárboles,justodondeterminabalacarreterayempezabaelbosque.Avancéesquivando loshelechosdegrandeshojas rugosasquecrecíanen las
zonasmás oscuras acurrucados junto a troncos altos como castillos.Tuve queremangarme el vestido casi hasta las rodillas para poder pasar por encima de
algunasraícesretorcidasqueseasomabanaquíyalláentreelsueloaúnhúmedoporelaguaceroqueyohabíaprovocado.Mecortélapalmadelamanoalapartarunaramaquemecerrabaelpaso.Eldolormeatravesólapieligualqueunhierroal rojo vivo mientras la sangre caliente goteaba sobre mi vestido blancoarruinado para siempre. Un poco más adelante, pasé junto al pino cuyanaturalezahabía alteradoy le lancéuna rápidamiradade ira: casi cuatro añosdespuésaquelestúpidoárbolseguíadandomanzanasrojasyperfectas.Al pensar en Tomás recordé sus palabras: «Hay algo malo dentro de ti,
Estrella.»VilaszarzasdondeAlmayyorecogíamosmorascuandoempezabaelverano
para hacermermelada, aunque siempre nos las terminábamos comiendo en elcaminodevueltaacasa.Alpasarpordelantedelzarzalmeescoció lacicatrizquemehabíahechoenelbrazoseisañosantesmientrasrecogíamorasdeunaramapeligrosamentealta,soloparatenermásqueAlma.Escuchéelmurmullodelriachuelounpocomásadelanteysupequemeestaba
acercando.Yentonceslosvi.AlmayTomásestabantumbadoscercade laorilladelrío,dondelashierbas
eranmásaltasy tupidas.Medetuvedetrásde la líneadeárboles,enelmismositiodesdedondeloshabíavistobesarseunosdíasantes.Tomásestaba tumbadoencimademihermanay sehabíaquitado la camisa,
queestabahechaunabolaarrugadadebajodelacabezadeAlma.VilamanodeTomássubiendopor lapiernadeAlmamientras le levantabaelvestidopocoapoco.Elladejóescaparunsuspiroydespuésunarisitasuavecuandosuslabiosse separaronun segundode losde él.Despuésmihermanavolvió abesarleypasólosbrazospordetrásdesucuelloparaatraerlemáshaciaella.Desdemiesconditeme fijé en la formaen laque se arqueaba la espaldade
Tomás.Notécómosusmúsculossetensabanmientrassesujetabaconunbrazoapoyadoenelsueloparanocaersobremihermana,ysuotramanodesaparecíadebajodelvestidodeAlma.Mepreguntésiesaeralaprimeravezquehacíanaquelloosimihermanase
habíaacostadoconTomásennuestroesconditesecretomuchasvecesantes.Nolo sabía; no podía afirmarlo aunque siempreme había jactado de conocer lospensamientosdemihermana.Contuvelarespiraciónigualquehiceaquellatarde
de agosto que vi a Carmen y a padre a través del ojo de la cerradura, y meacerquéunpocomásparaverlesmejor.—...Alma.Tomásdijosunombrecomoyosabíaquenuncapronunciaríaelmío:igualque
si estuviera hecho de cera caliente y sus labios temblaran solo con la idea depronunciarlo.Cuántoodiéamihermanaenesemomentoycuántoquise serella.Alma,a
quien todoelmundo teníaporunachicamuchomáspiadosaqueyo, estabaapunto de hacer algo que yo nunca había experimentado. Amí ni siquieramehabíanbesadoenloslabiosaún.Almase rio,casicomosipudiera leermispensamientos,ydespuésescuché
quedecíaalgoenvozbajaaunquenoentendísuspalabrasporquenoeranparamí. Tomás se rio también y enterró la cara en su cuello, vi su precioso peloondulado cubriendo el cuello de mi hermana mientras la besaba y bajabadespaciohaciasupecho.Todosestosaños,Tomásnohabíadejadodehablardemispecadosyahoraahí
estaba él, tumbado entre las piernas abiertas de mi hermana gemela con unamanoperdidadebajode suvestido.También leodié a él, perodeunamaneradiferente,porquelasuyaeraunatraicióndiferente:Tomásmehabíahechocreerquenopodíaamarmeporquehabíaalgomalvadodentrodemí,porqueyonoeradigna.Peroahora,viendocómobesabaamihermanaenloslabiosmientrasellabuscabaelcierredesuspantalonesconurgencia,medicuentadelopocoqueleimportabanaélsuspropiospecadosolosdeella.Dimediavueltayempecéacaminarhacialamansión.Mientrasdejabaatrásel
clarodecidíqueselocontaríaalmarquésnadamásllegarparaquelosmismosinvitados queme habíanmirado con desprecio o lástima cuandomi padremehabíaabofeteadoantessupieranqueAlmanoeramejorqueyo.Avanzabaporelsueloesponjosodelbosquesinimportarmequelasramasme
arañaran losbrazos.Podíasentirel fuegoatrapadodebajodemipiel luchandopor salir, miles de chispas listas para desatar un gran incendio. Mi corazónbombeabasangredeprisaempujadoporlatraición,poresoalprincipionomedicuentadeloqueestabapasando:habíaperdidounzapatoymipiedescalzosehundíaenlatierrahúmeda.Me detuve y bajé la cabeza para ver como el musgo engullía mi pie, y
entoncesvicomolashojassecas,quehastahacíaunmomentocubríanelsuelodelbosque,flotabanenelairedelatarde.Amipaso,losinsectosylospequeñosanimalescorreteabanasustadossinsaberquéestabapasando.Mepreguntésilashojas también estarían flotando a dos metros sobre el suelo de nuestro claro.ImaginéaAlmayaTomásasustados,abrazadossinropa,sabiendoqueyohabíadescubiertosupequeñosecreto.Alpensarenellosvolvíacaminarhacialacasamientras las hojas, las agujas de los pinos, las bayas de colores brillantes, laspiñasytodoloquehabíaenelsuelodelbosqueflotabaenelaireamipaso.El lobo negro aulló detrás de mí, tan cerca que casi pude notar su aliento
heladoenminucarevolviéndomeelpeloconsurespiracióndeultratumba.Echéacorrerparadejaratrásalafieradeojosbrillantesygarraspoderosasquehabíavisto en sueños.Una rama rotamearañó lamejilla, peroyo seguí avanzando,huyendomientraselbosqueenteroflotabaamialrededor.Escuchélamúsica,lasvocesylosdemássonidosdelafiestaqueveníandel
jardíndelamansión,yviquetodas las lucesseguíanencendidas.Decidida,diunpasofueradelbosque,peroencuantodejéatráslahileradepinostodoloquemivoluntadhabíahechoflotarcayóalsueloconunruidopesadoyronco.Mevolví a mirar y pude ver las partículas de polvo suspendido danzando en losúltimosrayosdeluzdelatarde.Caminédirectahacia lacasasinpararmeamirar lospecesdelestanqueque
comíanlosrestosdeloscanapésquealgúninvitadoleshabíatirado.Nadamásentrarenelvestíbuloescuchéelpianoenlahabitacióndemúsica:eranalgunoscompasesdeMoodindigoysupusequemamáestabatocandoparasusinvitados.—Estrella,pero¿quétehapasado?—mepreguntómimadrecuandomevio
aparecer—.¿Estásbien?Penséqueyatehabíasretiradoatuhabitación.Mimadreestaba tocandoelcarísimoSteinwayquenuestropadrecompróen
un almacén de pianos en Londres. Mamá solo sabía tocar media docena decanciones, pero lo hacía maravillosamente cada vez que teníamos invitados,mientrasseguíaelritmoconelpie.—Es por Alma... —empecé a decir fingiendo que estaba muy asustada—.
Creoqueeselobonegroquemerodeaporlacarreteraselahallevadoalomásprofundodelbosque.Mamánoselevantódeltaburete.Elmarquésestabaasuladoyteníaunvaso
delicordoradoenlamano.
—Estrella,noteloestarásinventandoparavengartedetuhermanaporloqueha pasado antes, ¿verdad? —Mamá arqueó una de sus cejas perfectamentedelineadascomosolíahacercuandoestabamolestaconmigo—.Loslobosnosellevanalagentealbosque,ymenosaunachicadevuestraedad.Yoquería quemis padres y los demás invitadosme siguieran hasta el claro
para que descubrieran a Alma, tumbada entre las flores silvestres con Tomásentresuspiernas.—Desdeluegoqueno—respondímuyofendida—.Miracómomehepuesto
escapandodellobo,sihastaheperdidounodemiszapatosmientrashuíadeesabestia.Mimadreobservómivestidosucio,elencajedelasmangashechojironesyel
vuelodelafaldadestrozado.—Ya lo veo, no creas que no.El dinero que costará enviarlo aBarcelona y
arreglarlo saldrádirectamentede tuasignación, señorita—dijomamáantesdeponerseatocarMoodindigodondelahabíadejadoantes.Siempremellamaba«señorita» cuando estaba enfadada—. Y más vale que dejes tranquila a tuhermana,queteconozcoyséquenoestástramandonadabueno.Losinvitadossonrieronconindulgencia,algunomemiróysacudiólacabeza
conungestodedesaprobación,peroesofue todo.Ni rastrodelescándaloo lapreocupación por Alma que yo había imaginado. Nada. Y todo hubieraterminadoahí—miprimeragranfiesta,miaventuraporelbosqueyelencuentrosecretodeAlmayTomásenelclaro—simipadrenohubieradejadosuvasosobre el Steinway demamáderramando lamitad de suwhisky por el caminoparadecir:—Yoirécontigo.Hacetiempoquequierometerleunabalaentrelosojosaese
dichoso lobo, puedooírlemerodeandopor las noches junto a la verja cerrada.Vetesaliendo,queyovoyapormiescopeta.Mamádejódetocarelpianoyselevantódeunsaltoparaintentardetenerle.
Laseguíhastaelpasillodondevianuestropadreguardándosealgunoscartuchosenelbolsillodesuesmoquin.Lamitadselecayóalsueloentresusdedostorpesylentos,peronisiquierasediocuenta.—Nosalgasahora,porfavor—lepidiómamá,escuchéunanotademiedoen
suvozaunqueintentabamantenerlasaparienciasdelantedelosinvitadosquesehabíanasomadoalpasilloparaverlaescena—.Yaesmuytardeyelbosquees
traicioneroporlanoche,yalosabes.Además,podríasperderteocaerteporunterraplényhacertedaño.—¡Quétonteríasdices,mujer!Nomeperderé,Estrellameacompañaráacazar
aesesuciolobodeunavezportodas.—ElmarquéscargólaescopetadelabueloMartín y después cerró un ojo para mirar por la mira igual que si estuvieraapuntandoamimadre—.Soloundisparoyeseloboseráhistoria.¡Bang!Mimadrediounrespingodentrodesuvestidodelentejuelastemiendoqueel
marquésfueraadispararladeverdad.—Una cacería improvisada no es lugar para una jovencita, ¿por qué no lo
preparas todo y sales mañana mejor? Cuando estés más despejado. —Mamáintentóconvencerleconunasonrisatensa—.Todavíaquedanalgunosinvitadosencasaynoquerrásquepiensenquesomossolounospueblerinosmaleducados,¿verdadqueno?¿Quétalsivasatudespachoconloshombresparaenseñarlestucoleccióndewhisky?Peroelmarquésyaestabacaminandoporelpasilloconlaescopetaalhombro
endirecciónalapuertaprincipal.—Nadadeeso,seacabólafiesta.¡Vamos,Estrella!—megritó—.Despuésde
cazarlo learrancaremos lapiely lacabezaparacolgarlaenmisalade trofeos.Quedará precioso allí. Así veré sus ojos de cristal todos los días y a ti terecordaráquedudastedetumarido—añadió,mirandoamimadre.Mamáodiabalacazaylascabezasdelosanimalesquedecorabaneldespacho
depadre.Cadavez que elmarqués volvía de una de sus cacerías apestando asangre,a tierramojadayasudor,mamá leobligabaaducharseenelbañodelservicio.—Novayas,por favor.Laniña se loha inventado todoparavengarsede su
hermanaporlodelatarta—lerogómamá,yanoleimportabaquelosinvitadosnotaran el pánico en su voz—. Es por ese muchacho, a las dos les gusta yEstrella está celosa de su hermana, no esmás que eso.No saques la escopetaestandoasí,hasbebidoylamiraestátorcida,yalosabes.Lamira del viejoWinchester del abuelo estaba torcida y era casi imposible
acertarlealblancoaunqueestuvieraquieto,asíquelosjabalíes,ciervos,zorrosycorzosquecolgabandelasparedesdesusalahabíanmuertoporlamalapunteríadelmarqués.Habíaqueapuntarunpocohacialaderechaparapodercazaralgoconlaeleganteescopetadedoblecañónyculataderaízdenogal.
—Yabasta,Julia.Teestásponiendoenevidenciadelantedelosinvitados,conloquenoshacostadoesta fiestay túhaciendoel ridículo—le reprochópadrecon la lenguaestropajosa—.Vámonosya,niña,que sehace tardeynoquierocargarconeselobomuertoaoscurasporelbosque.Yoseguíalmarquéshastalapuerta,peromimadreechóacorrerymesujetó
porelbrazoparadetenermeantesdellegar:—Miraloquehasprovocado,Estrella.Anda,dileyaatupadrequetelohas
inventadotodo.—Nihablar,estavezesAlmalaquesehaportadomal—respondí,sintiendo
elfuegoquevolvíaacrecerenráfagasdentrodemí.Mezafédemamácon facilidady seguí apadrehasta fuerade la casa,pero
mamánossiguióhastalasescalerillasdelaentradaconlágrimasenlosojos.—Siocurreunadesgraciaseráportuculpa,Estrella.Nuncaanteshabíaescuchadoamamáhablarconesadesesperaciónenlavoz.Mientras salíamos por la puerta escuché a Carmen y el enjambre de voces
preocupadasquese formóalrededordemamá.Mevolvíparamirarlayviquedoshombresvestidosdeesmoquinlasujetabanparaquenosedesmayarasobreelsuelodebaldosasvenecianasdelaentrada.
—¿Estásseguradequesabesadóndevamos?Amítodoestomepareceigual—dijo padre con la lengua lenta después de haber estado bebiendo—.Más tevaleque tumadreno tenga razóncon lodel zarrapastrosoesey todoesto seasoloporcelos,porquesino...—No estoy celosa de Alma, muchas gracias —me apresuré a responder
rodeandounamadrigueradeconejos—.Notienenadaqueverconesechico.NoestabacelosadeAlmanimemolestabaqueseacostaraconTomásamis
espaldas, esa no era la traición que me había llevado hasta allí: Alma habíafingidodurantetodasuvidaserlahermanabuenacuandoenrealidaderamuchopeor que yo. Quería desenmascararla delante de mis padres —y también deTomás—yquetodoelmundolavieracomolaveíayo.—Más te vale porque yo no oigo a ese lobo por ninguna parte —dijo el
marqués entre dientes—. Ya me has dado la tarde con tus bobadas y hasdisgustadoatumadreconesteasunto.Sidespuésdetodoloquehasmontadonohayningúnlobotendréqueaguantarsusreprochesdurantedías.—Descuida,yaestamoscerca—mentíyoconunamediasonrisa,pensandoen
lacaradelosinvitadoscuandovieranapareceraAlmaconelvestidoarrugadoysuciomientrasmipadre legritabay laavergonzabadelantedetodosigualquehabíahechoantesconmigo—.Verásquenotemiento.Esjustoahí,unpocomásdelante.Desdedondeestábamosyaseescuchabaelriachueloyelolordelicadodelas
flores silvestres flotabaenel airede lanoche.Llegamosa lahileradeárbolesqueseparabanelbosquedelclaro.—Asómateconcuidadopordetrásdeeseárbolsinhacerruido,noseaqueel
loboteveaysaltesobrenosotros.LavozdeTomásllegóhastanosotros,meparecióqueestabaleyendopoesía
aunque no podía distinguir las palabras desde donde estaba, pero sus frasessonaban hermosas y musicales. Entonces recordé que mi hermana le habíapreguntadoalaseñoritaLewisacercadelospoetasbritánicosrománticosyque,desdehacíasemanas,hablabasinparardeuntalShelleyydesusversosdeamorymuerte.PadretambiénescuchóaTomásporquesurostroenrojecidoporelalcoholyla
caminata se transformó de repente. Caminó hasta los árboles con su paso deelefantesinimportarlepisarlasramitasylashojassecasquecrujierondebajodesuszapatos.Alescucharlosruidos,Tomásenmudeciódegolpe.Elmarquésseasomóalclaromostrandosufiguraamenazante.Desdedonde
yoestabapudeversusojosabrirsedeparenpardebajodesuscejaspobladas,ysupequeleshabíadescubierto.Miplanhabíafuncionado:imaginélosgritosdepadre, su cuerpo torpe pisoteando los helechos para sacar a Alma de allí sinmiramientos,sulabioinferiortemblandoderabiayelpantalóndesuesmoquinmanchadodebarroenganchándoseenlaszarzasalpasar.Peroenvezdeeso,elmarquéssecolocólaescopetadelabueloMartíncontra
elhombroyapuntóconlamiradefectuosa.El estruendo del disparo espantó a los cuervos que dormían en los árboles
cercanos,quehuyeronagitandosusalasnegrasconel sonido terroríficodeuncorodeultratumba.Yonocomprendí loquehabíapasadohastaqueescuchéaTomásgritandoporencimadelabandadadepájarosquesealejabanenlanoche.Elaireamialrededorolíaapólvorayeldisparoretumbabaaúnenmisoídos,
pero corrí hacia el claro pasando junto a padre sin preocuparme que pudieravolveradisparar.Tomásllorabaybalbuceabapalabrassinsentido.Almaestabatumbadaensu
regazoconunlibroenlasmanos,suvestidodeencajeblancoestabamanchadodesangreysusojosamarillosmirabanelcielocubiertodeestrellas.—Alma...—mivoztemblóaldecirsunombre.Abriólabocaintentandodeciralgo,perolefaltabaelalientoylaspalabrasno
llegaronasuslabios.Lasangresalíaaborbotonesdelaheridadesupecho.Yonuncahabíavistotantasangreantes,bajolaluzdelasestrellasmeparecióqueera de color azul oscuro, casi negra, deslizándose fuera del cuerpo de mi
hermana.—¿Alma?—mearrodilléasuladoymiréanuestropadre—.¡Quéhashecho!
¡Peroquéhashecho!Elmarquéstodavíaestabadepieenellímitedelclaro,inmóvil.Elcañóndela
escopeta brilló con un destellometálico cuando volvió a colocárselo sobre elhombro,peronodijonada,solodiomediavueltaysealejócaminandohaciaelbosqueenvueltoenunanubedeolorapólvora.Coloqué lasmanos sobre la herida deAlma para intentar tapar el agujero y
evitarquelasangreabandonarasucuerpo.Sentísucarnepulsanteycalientealtocarlaheridaquelabalalehabíadejadoenlapiel.—Alma...porfavor—susurré.La sangre demi hermana empapó las filigranas del encaje como cientos de
diminutasvenasfinas.LapulseradeperlasdelaabuelaSoledadquellevabaenmimuñeca semanchó tambiénmientras intentaba taponarle la herida. En esemomentoellobonegroaullóyelbosqueenterosequedóensilencio.LoslabiosdeAlmasemovierondespacio,intentabadecirmealgoperoapenas
teníafuerzasparahablar,asíqueacerquéeloídoasuboca:—Estabaequivocada,Estrella.El lobo...—Surespiraciónsuperficial resbaló
pormimejillacubiertadesudorfrío—.Ellobonegronotepersigue.Túeresellobo.
Acariciandoelfuego
ACARICIANDOELFUEGO
EnterramosaAlmadosdíasdespuésdenuestrocumpleaños,enelcementeriofamiliardelosZuloaga.Despuésdemeteramihermanagemelabajotierraparasiempre,secelebróun
funeralen lapequeñacapilla familiar.Mispadresestabansentadossolosenelprimerbancodemaderadelaiglesia,losdosensilencioyvestidosderigurosoluto.Yotuvequesentarmedetrásdeellosporque,apesardequeselosupliquéconlágrimasenlosojos,nomedejaronsentarmeenelprimerbancoasulado.Mamásenegabaamirarmealacaraoahablarconmigoy,hastadondeyosabía,tampocohablabaconelmarqués.Sinembargo,caminócogidadesubrazohastalacapillaparasentarseasulado.DesdemisitiopodíaveralpadreDávilaenelaltardelantedelviejo retablo
barroco.Vestíaunavistosacasulladoradaymarfilporencimadesusotanadedomingo para que quedara claro que aquel no era el funeral de un muertocualquierasinoeldelahijadelmarqués.AlgunosamigosdemispadrestambiénacudieronalfuneraldeAlma.Muchos
permanecieron en Basondo cuando se enteraron de lo que había pasado paraacompañaralosmarquesesenelentierro.ElpadreDávilaleyóuncapítulodelaBibliaquehablabasobreelpecadoyel
castigomientrasyomerevolvía incómodadentrodemivestido.Noteníaropanegra—mamásolíadecirqueelnegroerasoloparalasviejasylasviudas,nopara jóvenes marquesas—, así que llevaba puesto un vestido suyo, el máspequeñoqueCarmenhabíaencontradoensuarmario.Mellegabahastacasilos
tobillosymehabíarecogidolasmangasconimperdiblesparaquenometaparanlasmanos.Nomedijounapalabramientras lohacía, solodobló la telade lasmangas sobre sí mismas unas cuantas veces hasta que mis manos pálidasquedaronaldescubierto.Cuandovolviódelbosquepadrelecontóatodoelmundo,incluidaamamá,
quelodeAlmahabíasido:«Undesdichadoaccidente.»NadieentodoBasondoseatrevióapreguntarlealmarquéssihabíamatadoasuhijaapropósito,aunquemamáhizoañicoslaadoradacoleccióndebotellasdewhiskydepadreencuantoélsaliódecasaparabuscaraDávila.Enelaltar,elcuraterminóporfindeenumerarlasbondadesdelavidaeterna
con tono solemney algunos asistentes se levantaronde losbancosparadar elpésameamispadres.Carmenestabasentadaenelotroextremodemibancoyselevantóconlosdemás.Laviavanzarporelestrechopasillodelaermitaconlacabeza cubierta por una mantilla negra que mi madre le había prestado, suspiernastemblabanconcadapasoquedabaconsusúnicoszapatosdetacón.Yomeremovíinquietaenelbancoymiréhacialapuertalateraldelacapilla,
lamisma por dondeAlma y yo nos habíamos escapado años atrás durante elfuneraldenuestraabuelaSoledad.Entonceslavi:estabadepiejuntoalapuertaabierta.Llevabapuesto elvestidode encajeblancode sedaehilodeplata, sulargamelenaestabarecogidaenunacoronade trenzascomolaqueCarmenlehizo el día de nuestra fiesta de cumpleaños. Quería decirle cuánto lo sentía,queríadecirlequejamáspenséquepadrefueraadispararlayconfesarlequesoloquería darle una lección por haberme mentido y por haber hecho que mehumillaran en nuestra fiesta de cumpleaños, pero sabía bien queAlma estabamuertaporquesusúltimaspalabrashabíansidoparamí.«Túeresellobo,Estrella.»Penséquetalvezmehabíavueltolocadespuésdevercómopadrematabaa
Almayquequizássetratabadeunaalucinaciónprovocadaporlaculpa.Estabaexactamenteigualqueeldíadesumuerte,peronovilasangreensuvestido,niteníaloslabiosagrietadosolosojoshundidoscomocuandosedesangróenmiregazo.Me levantéysinpensaren loquehacía,crucé lacapillay lleguéhastaella.
Alma salió por la puerta lateral con sus andares de bailarina al ritmo de esamúsica inaudible para los demás que ella siempre parecía escuchar mientras
estabaviva.Fueradelaiglesiaelsolbrillabaenelcieloytodavíapudesentirelcalorde
losúltimosdíasdeveranosobremí.AlmasealejóporelcaminitoquebajabahastaelpequeñocementeriodelosZuloagasuspendidosobreelCantábrico.Laseguídeprisa,miszapatosnegrosprestadossehundieronenelbarroaúnfrescodelsendero.Escuchélasvoces,losllantosahogadosylaspalabrasdeconsueloque venían de la capilla, pero seguí avanzando hasta llegar a la portezuela dehierroqueseparabaelcementeriodelmundodelosvivos.«Alosmuertosnolesgustatocarelhierro,lesmolestasutacto»,solíadecirla
abuelaSoledadcuandomirabaesamismaportezuela.Nadamásentrarsentílabrisamarinaquesubíalamiendoelacantiladohastael
cementerio, serpenteando entre las lápidas de los otrosZuloaga enterrados allíparallegarhastadondeyomeencontraba.—Alma,¿estásaquí?Me sentí un poco tonta hablando sola en voz alta, pero seguro que así era
comosesentíaellacuandohablabaconalgúnespíritu.Enelcementeriohabíauna lápida nueva, de mármol blanco pulido con el nombre de mi hermanagrabadoenelegantesletrasdoradas:
ALMADEZULOAGAYLLANO(1916-1931),QUERIDAHIJAYHERMANA.
TURECUERDOVIVIRÁSIEMPRECONNOSOTROS
Almaestabaahí,enterradadebajodelamismatierramarrónquecubríatodonuestrobosque.Casipudesentirsucuerpobajomispiesy,aunquenolahabíavisto en su ataúd, la imaginé con todo detalle: su elegante vestido de colormarfil, supelonegroesparcido sobreel saténque recubríael ataúdy susojosdorados cerradospara siempre.Meacerquéunpocomás a la lápidayvolví aleerlaspalabrasescritasenella:«Turecuerdovivirásiempreconnosotros.»Entoncessupequealgúndíayomecasaríay tendríaunmarido juntoalque
meenterrarían enotro lugar,muy lejosde la tierramarróndenuestrobosque.Almaseríalaúnicadenosotrasdosenterradaenelcementeriofamiliar.Inclusoenesomehabíaganado.Lavidepiebajoelsaucellorón,consuvestidodeencajehastalospiesysu
coronadetrenzastannegrascomolanochemásnegra.Ysupequeyanuncame
dejaríaenpaz.
Almamedijounavezqueuncordóninvisibleatadoalrededordelamuñecanos unía; lo que nome contó es que después de sumuerte ese hilo invisibleseguiríaahí,atadoalrededordemimuñecaderecha.«Unidasparasiempre.Inseparables.»MehabíadichoAlma.Unextremodelcordóninvisiblecontinuabaatadoalrededordemimuñeca:lo
sabíaporquecasipodíasentircómomecortabalacirculaciónmientrasdormíayalgunas veces aparecía una marca fina en mi piel, parecida a la que quedadespuésdellevarunapulserademasiadoapretada.Miextremodelcordónseguíadondesiempre.Peroelotrolado,elladoqueenvidarodeabalamuñecadeAlmahaciéndonos inseparables, sehabía soltadoy ahora se arrastrabapor elmundoenredándosecon todoy reteniéndome,atándome,aunqueyo intentaraevitarlo.Algunas veces pensaba que el extremo del hilo invisible había atravesado ladelicada cortinaque separa a los vivosde losmuertos, yqueAlmadisfrutabatironeando de su extremo para fastidiarme igual que hacía cuando aún estabaviva.Los días que siguieron al funeral de Alma un silencio denso y oscuro se
adueñódeVillaSoledad.Mamáseguíaencerradaensuhabitacióndedondesolosalía para merodear de madrugada por los pasillos solitarios de la mansión.Nadiesubióavermeenesetiemponiacomprobarcómoestabayoahoraquemihermanagemelahabíamuerto,poresomesorprendiótantoescucharunosgolpessuavesenlapuertademihabitación.Melevantéde lacamapensandoquequizásseríaCarmen,queporfinhabía
decididovolveradirigirmelapalabra,perocuandoabrílapuertanohabíanadie.Nuncahabíasidodeltipodechicaqueseasustaconcuentosdefantasmas,así
queme levantéde lacamaysalí aldescansillodescalza.Entoncesalgosemeclavóenlaplantadelpie.Cuandomeagachéparaverlomejorviqueeraunadelasmuñecas de la casita quemamá encargó para nosotras cuando cumplimostrece años. Recogí la muñequita del suelo y la peiné con los dedos, no teníaformadesabercuálde lasdoseraporqueenel tallerdeminiaturas leshabíanpintadoalasdoslosojosdelmismocolor:dorados.Habíaodiadoesasestúpidasmuñecasdesde elmismodía enquemamános las regalóy seguíaodiándolasahora.Nosabíacómohabíallegadolamuñequitahastalapuertadelahabitaciónen
eltorreón—aunqueteníamissospechas—,perodecidíquevolveríaaponerlaenla casita por si acaso mamá se daba cuenta de que había desaparecido. Elsegundopiso de la casa estaba en silencio ymepareció que cada unodemispasos hacía crujir los tablones de madera del suelo igual que si un elefanteestuvieracaminandosobrelatarima.Lacasitademuñecasseguíaestandoenlabiblioteca,sobrelamismamesade
ajedrezdondemamálacolocódosañosantesparaevitarquejugáramosconella.Avancéporelpasillodelprimerpisohastalapuertadelabiblioteca,peronovilaluzencendidadentrohastaquenofuedemasiadotarde.—¿Quéhaces fuerade lacamaaestashoras,Estrella?—mepreguntómamá
sinmirarme—.Yasabesqueapadreno legustaquemerodeéispor lacasademadrugada.Mamá estaba sentada en la butaca con una lamparita de keroseno sobre la
mesa,alladodelacasitademuñecas.EstabaabiertayalguienhabíasacadolacamaenminiaturadeAlmadelapequeñaréplicadenuestrahabitacióndejandosololamía.—Heencontradoestoenmipuerta—ledije—.Soloqueríavolveradejarlaen
susitio.Dejélamuñecacercadelacasitaparaquemamáhicieraloquequisieracon
ella.Entoncesmefijéenquelaotramuñecaestabadesnudatiradaenelsuelo,alguienlehabíaarrancadounosmechonesdepelonegrodelacabeza.Sabíaqueesamuñecaerayo.—¿La tenías tú? La he estado buscando por todas partes —dijo mamá
peinando con ternura a lamuñeca deAlma—. ¿Cómo se te ocurre llevártela?¿Notequedaniunpocodevergüenza?
Volví a mirar la muñeca sin ropa en el suelo de la biblioteca y después amamá.—Yonoledisparé,nisiquierasupeloquepadrepensabahacerhastaqueno
escuchéeldisparo.—¡Perosabíasquealgoibaahacer!Mamámemiróconlosojosmuyabiertos,nuncahabíavistoesaexpresiónen
sumiradaantes.Notéquesentíaverdaderarepulsiónaltenermecerca.—Penséquelacastigaríaisuntiempooquenolecompraríasvestidosnuevos
duranteunosmeses—medefendí—.¡Nocreíquepadrefueraamatarla!—Fueunaccidente,Estrella.Lamiradelrifleestátorcidaytupadreesunmal
tirador. No empeoresmás las cosas con cuentos y rumoresmalintencionados,bastante está pasando ya la familia para que tú vengas con más líos —meadvirtió.—No fue ningún accidente, mamá. El marqués quería matarlos a los dos,
primeroaTomásydespuésaAlma—ledijeconvoztemblorosa—.Peroenelúltimomomentolefaltaronelcorajeylapuntería,comodecostumbre.Supequemamálosabíaalvercomoarrugabasuslabiospálidos.—¡Túlosabes!—exclamé—.Túsabesquenofueningúnaccidenteyaunasí
leencubresymeculpasamíportodo.¿Porquélohaces?PodíahabermatadoaTomásytambiénamí.—Sí, y aun así seguiríamos encubriendo al marqués—respondió ella—. No
tenemosmásremedioquefingirqueloquetupadrecuentaescierto,asíque,porunavez,nolohagastodomásdifícil.—Peroéllamatóapropósito,asupropiahija.Fueunasesinato.Tenemosque
contárselo a alguien, a la Policía —gritaba porque ya no me importaba queCarmen, o incluso padre, pudieran oírme—. ¿Cómo has podido hacerme algoasí? Callarte y permitir que sea yo la que cargue con la culpa cuando todossabéislaverdad.—Laverdadessolo loqueunhombredicequees.—Mamáseolvidóde la
muñecaqueteníaenlasmanosunmomentoperonomemiró—.Mipalabraolatuyanovalendenadacontralapalabradetupadre:élesunhombreyademásmarqués. Pregúntale aCarmen si nome crees, ella lo sabe bien, y tú tambiénaprenderásesaleccióntardeotemprano.Mamá había envejecido diez años en esas dos semanas. Sumelena castaña,
siempre perfectamente peinada con ondas al agua y fijador para mantener laforma,ahoraestabadescuidadaysucia.Habíacírculososcurosalrededordesusojosyunaarrugasehabíainstaladoenelcentrodesufrente.Llevabapuestaunagruesa bata de tela de albornoz de color granate mal atada, tan gruesa queparecía que iba a absorberla hasta hacerla desaparecer dentro en cualquiermomento.Debajollevabauncamisónarrugadoderasoquenosehabíaquitadoen semanas. No recordaba haberla visto arreglada desde nuestra fiesta decumpleaños.—Entonces¿porquémeculpáis todosamí?—lepreguntédolida—.Podías
habermeapoyado.Si sabesque fuepadre,¿porqué tengoquepagaryopor loqueélhizo?—Porquecontigopuedoestarenfadada.LearranquélamuñecadeAlmadeentresusmanos.—Almayanonecesitaráestaestúpidamuñeca.¿Sabesqueellalaodiaba?—le
dijeamamáapesardequepodíanotarcomoseagolpabanlas lágrimasenmigarganta—. Odiaba esta estúpida casita con sus muebles en miniatura, suscortinas de brocados, la porcelana china diminuta y las alfombras a medida.Alma lo odiaba todo y se burlaba a menudo de ti por habernos regalado lamaldita casa. Decía que era un regalo propio de imbéciles superficiales yegoístas a los que les gusta derrochar el dinero. Así era en realidad vuestraqueridaAlma.Sujeté lamuñecacon fuerzaycon laotramanoempecéaarrancarleelpelo
negrodelacabeza;losmechonesestabanbiencosidos,asíquemeresultómásdifícildeloquepensaba.—¿Quéhaces?¡Déjala!—gritómamáintentandoarrancarmelamuñecadelas
manos—.Paraya,Estrella.Conseguíarrancarleunmechónmásantesdetirarlaconrabiacontraelsuelo
delabibliotecajuntoalamía.—Ahoravolvemosaseriguales—dijecondesdén.Mamásetiróalsueloyrecogiólamuñecadespeinadaacariciándolaentresus
manospálidasconlasuñassinpintar.—Eresmala,Estrella—murmurósinmirarme—.Siemprepensandoenhacer
daño.Ojaláhubierassidotú.—Sí,ojalá.
Mamámemirócomosiporfinsehubieradadocuentadeldañoquemeestabacausando,perolapuertadelabibliotecaseabrióconungolpetanfuertequelamanilladebroncedejóunamarcaalimpactarenlapared.—¿Quépasaaquí?¿Sepuedesaberporquéhaytantoalborotoaestashoras?
—bramópadre—.¿Noshemosvueltotodoslocos?Elmarquéslehabíadadounapatadaalapuertadelabibliotecaparaentrar,su
cararedondaestabaenrojecidaporlairacomocuandovioaAlmaconTomásenelclarodelbosque.Mefijéenqueapretabalospuños.—Nopasanada,José.Laniñanopuededormiryhabajadoabuscarunlibro
paraentretenerse.Yasemarchaba—dijomamáintentandofingircalma—.Todoestábien,vuelvealacama.—Amínomedigasloquetengoquehacer,quetambiéneramihija.Yaversi
te vistes como lasmujeres de verdad otra vez, que eres la señoramarquesa yparecesunapueblerina,todoeldíaconesabatamedioabiertayesepelosucio—lereprochóamamá.Después,sevolvióhaciamí—.¿Ytúquémirasconesacara? Si no hubieras tenido la lengua tan larga tu hermana seguiría aquí. ¿Yaestáscontenta?Pensé en decirle que Alma seguía estando aquí. Ahora mismo podía verla
sentadaenlabiblioteca,ensusitio,enlamismasilladondesolíahacerlocadamartes y jueves cuando la señorita Lewis venía a darnos clase de francés yliteratura.—Túlamataste.QueríasdispararaTomásperoolvidastequelaescopetadel
abuelotienelamiratorcida.Piensocontarleatodoelmundoloquehashecho—le amenacé—.Me da igual que seas elmarqués o que seasmi padre, pormícomosiereselmismísimopapadeRoma,túhasmatadoamihermana.Aunque logré que mi voz sonara clara y firme me temblaban las piernas
debajo demi camisón. Imaginé que padre se enfadaría, puede que inclusomepegaraotravezcomohabíahechoenlafiestadecumpleaños,peroenvezdeesoelmarquésechólacabezahaciaatrásyserio.—¿Yquévasahacer?¿Vasacontárseloalagente?Nadietevaacreer—dijo
éltodavíaconunasonrisaensuslabiosfinos—.TodoelmundoenBasondosabeque odiabas a tu hermana. Eres tan idiota que tenías celos de Alma por unmuchachoasquerosodelpueblo,tantocomoparadesearqueyoacabaraconellaenvuestrapropiafiesta.
—Tomás sabe laverdad.Él estabadelante cuandodisparaste aAlma, loviotodoy lo contará también, los dos contaremos lo que sucediódeverdad en elclaro.—Estrella...—mamáme sujetó del brazo con lamano libre—.Vuelve a tu
habitación,noeshoraparaqueestéslevantada.Mañanapensaremosquévamosahacercontigoyconesaformatuyadeser.Peroyomesoltédesumanoparavolveraencararmeconpadre,medetuvetan
cercadeélquenotéelolorawhiskymezcladoconcoloniaquedesprendíasucuerpo.—Piensocontarlotodo—añadí—.Puedequenovayasalacárcelporloquele
hashechoaAlma,perocuandoTomásselocuentealpadreDávila,tú...—Québocazashassidosiempre—mecortó—.Esezarrapastrosoyaseloha
contadotodoaDávila,lohizonadamássalircorriendodelbosqueconelraboentrelaspiernas.Fuederechitoalaiglesia,elmuycobarde...—José, la niña solo está disgustada.No sabe lo que dice, ¿no ves que está
tristeporlodesuhermana?—intentóapaciguarlemamá.—«Laniña», «la niña»—repitió elmarqués—.No serán tanniñas si andan
dejándosesobarporahíporelprimeroquepasa.Túlashasmalcriadocontantaprofesoradelujo,tantosvestidos,librosyjuguetesestúpidoscomoese.Padre se acercó a la casita demuñecas dando zancadas ymetió la mano a
travésde lasventanasdel primerpisoparadarunmanotazo a losmuebles enminiaturadelsalónyelcomedor,quecayeronalsuelodelabiblioteca.—GraciasaDios,elpadreDávilasabebienquiénmantieneestepuebloaflote
ymecontóloqueesepájarolehabíadichoantesdehacernada—continuó—.Porquesinmí,sinlaminaZuloagaysinmisnegocios,Basondosehundiríaenlamiseria: los hombres tendrían que buscar trabajo en otro sitio, las tiendas delpueblo cerrarían, el tren del norte dejaría de parar aquí... Y todo por esedesarrapado,menosmalqueyameheocupadodeél.—¿Quélehashecho?—lepreguntéconunnudoenlagarganta.No había visto a Tomás desde la noche en que Alma murió. Cuando se
desangró empapando la tierra de nuestro claro con su sangre, Tomás saliócorriendo haciaBasondo.No sabía nada de él desde hacía dos semanas, peroimaginé que estaría en casa llorando por Alma, o tal vez en la sacristíaestudiando paramantenerse ocupado y dejar la pena fuera de su pensamiento.
Hastaesemomentonosemehabíapasadoporlacabezalaideadequepadrelehubierahechoalgomalo.—Hehabladoconsupadre,leheexplicadoloquelepasarásisuhijolevacon
elcuentoaalguien.—¿Lehasamenazadoconecharlede laminasiTomáscuenta laverdad?—
pregunté,aunqueyaimaginabalarespuesta.—Sí.Ycondenunciarasuhermanoelmancoylosdemássindicalistasantela
GuardiaCivil.SiTomáshabla,supadreperderáeltrabajoyarrestaránasutíoya losdemás.Sin trabajo semorirándehambrecomo las ratas traicionerasqueson.—¿YTomáshaaceptadoeso?—preguntéconunhilodevoz—.¿Teguardará
elsecreto?Casinomesalíanlaspalabrasmientraslasideasseagolpabanenmicabeza,
peroun calorhormigueante empezaba abullir debajodemipiel.Almaestabamuertayenterrada,peroenvezde intentarvengarseoexigir justiciaparaella,Tomás,elmismochicoquesusurrabasunombrecomoeldenadiemásyquelabesabaenelcuelloaquellanoche,preferíatraicionarlaconsusilencio.—Pues claroque cerrará la boca, no es estúpido.Legustamuchohablar de
políticaydederechos,perosabebienloquepasarásilocuenta.Élhaelegidoelsustento de su familia y el suyo propio antes que a vosotras dos—respondiópadre—.¿Quépensabas?¿Creíasqueesemuchachoosqueríadeverdadoqueos ibais a casar con él? Hay que ver qué fácil es engañar a lasmujeres parametersedebajodesufalda,aunqueseanmarquesas.Me lancé contra él sin pensar.Padre eramuchomásgrandequeyo, pero le
cogíporsorpresay logréqueretrocedieramientrasyolearañabaelcuellocontodasmisfuerzas.Elmarquéspisóunadelassillitasenminiaturadelacasitademuñecas que había tirado antes y el mueble diminuto crujió bajo su pesomientrasyonotabamisuñashundiéndoseenlacarnearrugadaygrasientadesucuello.Mamágritó,peropadremesujetópor loscuellosdelcamisónydespuésme
tiróalsuelo.Megolpeélapartedeatrásdelacabezaconalgosólidoalcaer,elcantodelapuertadelabibliotecaqueelmarquéshabíaabiertodeunapatada.—¡Estás loca! Tan loca como lo estaba tu abuela —me gritó mientras se
palpabalosarañazosensupapada—.Tumadrenoqueríaqueteenterarasaún,
perotehemosmatriculadoenuncolegioparachicasenInglaterra,lasemanaquevieneestarásfueradeestacasa.—¿Inglaterra?¡No!—protesté—.Estaesmicasaynomevoyaningúnsitio,
túnopuedesecharme.Padre seagachó frenteamí, sentí su respiración furiosaenmicarayvi sus
dientesapretadoscuandodijo:—Yalocreoquetevasamarchardeaquí.Ysiseteocurrehablarmásdela
cuenta te prometo que la próxima vez que vea a ese piojoso lomandaré bajotierra con la estúpida de tu hermana, y a ti te sacaremos del colegio paraencerrarteenunmanicomioparalasquesoncomotú.¿Quedaclaro?Viamamádepiedetrásdeél,yanopodíacontenerlaslágrimasperotampoco
protestó ni intentó ayudarme, solo apretaba la muñeca de Alma en su manomientrasmirabalosmueblesenminiaturadestrozadosenelsuelo.IbanaenviarmeaInglaterraparamantenermecalladaydejarqueelescándalo
ylosrumoressobrelamuertedeAlmaseenfriaran.Sentílarabiacreciendoenmiestómago, subiendopormipechohastamigarganta: erauna rabia sordayabrasadora, tanto que casi noté cómome quemaba al pasar por los pulmones.Entoncesvielfuegoardiendodentrodelalámparadekerosenoquemamáhabíadejado sobre la mesita de ajedrez y una corriente recorrió mis brazos hastaconvertirseenchispassaliendodelasyemasdemisdedos.Elmarquésseapartódeunsaltocuandolovio,mamádejócaerlamuñecasin
darse cuenta y se cubrió la boca con lasmanos como quien intentamantenerdentroungritodeespanto.Laschispasseconvirtieronenllamascuandotoquéelsuelodelabiblioteca,elfuegosedeslizóporlostablonesderoblesiguiendouncamino invisible hasta llegar a los pies de padre.Mamá reaccionó primero ycogió lamantade lanaqueestabaen labutacapara tirarlasobreel fuego.Lasllamasseconsumierondeprisaasfixiadasbajolamanta,perohabíandejadounsenderonegroenelsueloqueempezabaenlapuertadelabiblioteca,dondeyoestaba,yllegabahastalospiesdepadre.Asustada, me miré las manos esperando verlas cubiertas de quemaduras
terriblesydecarnechamuscadaperoestabantanpálidascomosiempre:nohabíarastrodeheridasodeningunaotraseñalenmipielquepudieraindicarquehabíaacariciadoelfuego.—Monstruo—medijomipadredespuésdehacerseelsímbolodelacruz—.
Ojalá alguien más piadoso que yo descubra cómo eres en realidad y acabecontigo.
Segundaparte.Agua
SEGUNDAPARTE
AGUA
Dientesdeleón
DIENTESDELEÓN
ElSt.Mary’sBoardingSchoolforGirlserauneleganteydiscretointernadoenSurrey,aunoscincuentakilómetrosdeLondres.Elprimerañoquepaséallínorecibíningunacartadecasa,nipornavidadesni
pormi decimosexto cumpleaños, nada. Tampoco las esperaba porque, cuandomamámeacompañóenelcochequemellevódesdeBasondohastaelpuertodeBilbaoparasubirmeenelferricondestinoaInglaterra,nisiquieramemiróentodoelviaje.Aqueldíamamásehabíapintadolasuñasyloslabiosdecolorrojootravez,tambiénsehabíaarregladoelpeloyllevabaunvestidoazuloscuroconmuchovueloensu faldayunsombreritode fieltroa juego.HabíapasadounasemanadesdequeleprendierafuegosinquereralsuelodelabibliotecadeVillaSoledad.—Teenviaremoselrestodetuscosascuandoyatehayasinstalado.Elcolegio
tiene su propio uniforme, así que no necesitarás casi nada de lo que dejas encasa,perodetodasformasleencargaréaCarmenqueteenvíeloimprescindible—mehabíadichomamácuandollegamosalmuelle—.Tuslibros,lascuartillas,eluniformeytodoloquepuedasnecesitaryateestáesperandoenelcolegio.Mamálediocincuentacéntimosaunmozodelacompañíadelferriparaque
meayudaraasacardelmaleterolapequeñamaletademanoquehabíapreparadolanocheanteriorperonosebajódel taxiparadespedirseoparaacompañarmehastalapasarela.Solomesonriódebajodeltuldesusombreroantesdehacerleungestoalconductorparaquedieralavueltafueradelmuelle.YonuncahabíasalidodeBasondo,nisiquieramehabíaalejadomásdediez
kilómetros de la mansión, precisamente por eso, cuando vi pasar Londres através de la ventanilla del tren queme llevaba hasta Surrey, decidí que jamásvolveríaacasaparaquedarmeallí.Esaciudadmodernayruidosa,conedificiosmásaltosquealgunosdelosárbolesquecrecíanennuestrobosqueoloscochescirculando por avenidas con enormes carteles publicitarios que se iluminabancomounballetmal sincronizado, no se parecía a nadaqueyohubiera podidoimaginarnienmilesdeaños.MividaenelinternadoSt.Mary’sparachicaseramuydistintadelaquetenía
en Villa Soledad. No había ningún bosque cerca, apenas unos campos concolinas suaves y ondulantes de hierba verde corta y espesa, aunque sí habíabastantes árboles—tilos y robles sobre todo—que crecían separados entre sí.Tampoco se veía el mar, ni había cuevas misteriosas con pinturas antiguas ominasabandonadasparaperdersedentroyolvidarsedelmundo.Loquesíhabíaeralluvia,casitantacomoenBasondo,ytambiénfrío:laclasedefríohúmedoygrisquesetemetehastaloshuesos.Eraelmismoclimacambiantealqueestabatanacostumbrada.Algunas internassiempreparecían tener fríoy,paranocaerenfermas,seponíandosjerséisdelanadebajodelachaquetaazulconelescudodelcolegiobordadoenelbolsillo.Lamayoríadelasalumnaseranbritánicasconla piel lechosa, pelo rubio y ojos claros, pero también había chicas de otroslugares:unadocenadeamericanas,dosgemelas francesasquehablaban inglésconunacentoimposibledeentenderyunachicaitalianaconlosojosenormesqueestabayaenelúltimocurso.Lasde segundocontabanqueera lahijadeljefemafiosomáspoderosodetodoMilányquesupadrelahabíaenviadoalSt.Mary’sparaprotegerladesusenemigos.Mi compañera de habitación, LucyWelch, era norteamericana, de Chicago.
Lucyteníaelpelomásnaranjaquehabíavistojamás,losojosdeunbonitocolorcastaño, la nariz cubierta de pecas y un cuerpo que parecía el de una chicamuchomayor.Mecontóquesuspadreseranlosdueñosdeunapequeñafábricade maquinaria agrícola que producía tractores y cosechadoras automáticas,aunquemeconfesóque,enlosúltimosaños,laempresafamiliarnoibatanbiencomoantesporculpadelaGranDepresión.Lucyeralamayordesushermanas.Teníaunafotografíadelascuatrosobresumesilladenocheenlahabitaciónquecompartíamos,queyosolíamirarsinqueellasedieracuenta:elmismorostropecosoyelmismopelodecolorzanahoriamultiplicadoporcuatro.Lucy,consu
apariencia tosca y algo campestre, no era muy apreciada entre las chicasdistinguidas del St.Mary’s—todas tenían almenos tres generacionesmás deantepasadosricosqueella—,asíquesiemprequenoestabaescondidaenelbañollorando, estaba conmigo.No coincidíamos en todas las clases: además de lasasignaturascomunesdelaescuela,Lucyhacíateatroydanzacomoactividadesextraescolares, mientras que yo me había apuntado a clases de economíaavanzada.Salvoesashoras,elrestodeltiemponoseseparabademí.—EsteveranomispadresmellevaránalaExposiciónUniversal,secelebraen
Chicago,¿losabías?Eltemaes«Unsiglodeprogreso»porquesecumplencienañosde la fundacióndemi ciudad—mecontóLucyemocionadamientras lasdos fingíamos estudiar alemán en la biblioteca—. Estoy deseando que lleguejulioparamarcharmedelcolegio.Teecharédemenos,claro,peroquierovolveraveramispadresy,sobretodo,amishermanas.—Seguroqueellastambiénteextrañanati—dijeintentandoseramable,pero
lociertoeraqueLucyysuenormefamiliadepelirrojosmedabanciertaenvidia.AlmamehabíaseguidohastaelSt.Mary’s.Ahoramismo,mientrasnosotras
hablábamos, mi hermana estaba sentada al otro extremo de la larga mesa debibliotecajugueteandoconlalamparitadeestudioquenodejabadeencenderyapagar.—Extrañounpocoeljaleoquehayencasa,siendocuatrohermanasfigúrateel
lío.Aquísiemprehaymuchosilencio,demasiado.—Lucymiróalalamparitadeestudio al otro lado de lamesa que se encendía y se apagaba sola—.Será uncablehúmedo,puedequesehayamojadoconlalluvia.—Sí,esoserá—murmuré.Alma se levantó para pasearse entre los pasillos de estanterías repletas de
libros,deteniéndosedevezencuandoparaleermejoreltítuloescritoenellomodealgúnejemplar.Nosiemprelaveía.Avecespasabasemanasenterassinsaberde ella, hasta que empezaba a fantasear con la idea de que tal vez se hubieramarchadoparasiempre,perojustoentonceslavolvíaaversentadaenelmuretede la fachada norte del edificio donde estaban los dormitorios, debajo de unárbol del jardín mirando a las demás alumnas mientras jugaban al softball, ocomo ahora, sentada a una de las largas mesas vacías de la biblioteca. Almanunca hablaba cuando me rondaba por los pasillos del colegio y tampoco semolestaba en responder a mis preguntas por mucho que yo lo intentara, y lo
habíahechocontodasmisfuerzas:desdegritosasúplicasdesesperadas.Unavezinclusolehabíadejadonotitasescritasconeldedoenlosespejosempañadosdelbaño compartido de la segunda planta para que las leyera, pero no habíaconseguido que me dirigiera la palabra ni una sola vez en todo ese tiempo.Simplementesequedabamirándomeconsusojoscolormielmuyabiertos,igualque hacía cuando aún estaba viva y yo decía algo para fastidiarla. Si alguienademásdemípudieraverlaahoramismo,pensaríaqueAlmaerasolootradelaschicas que estudiaban en el St.Mary’s, aunque no llevara puesto el uniformeazul oscuro con el escudo del colegio bordado en el bolsillo.Más de un añodespués de sumuerte,Alma seguía vistiendo elmismo traje blanco de encajehastalospies,conelpelorecogidoenunacoronadetrenzassobrelacabeza.—¿...esteaño?—preguntóLucy.Yo aparté los ojos de Alma para mirar a mi compañera de habitación que
esperabamirespuesta.—Perdón,¿quédecías?Envezdeenfadarse,Lucymesonriócondulzura.—¿Que si vas a volver a tu casa este verano? Seguro que tu madre está
deseandoverteotravez.Llevascasidosañosenelcolegiosinvolveracasaniunasolavez—medijosinperdersubuenhumor—.LomíotieneexcusaporqueChicagoestáalotroladodelAtlántico,perotú...,túsolotienesquecogereltrenhastaPortsmouth y después el ferri hastaBilbao, dos días de viaje, tres comomáximo.—Nopiensovolver,jamás—respondímuyconvencida.Almahabíadesaparecidoentrelasestanteríasdemaderadenogalqueolíana
humedadyalibrosquenohabíansidoabiertosenmuchosaños.—¿Novasavolvernunca?¿Yquépasarácuandoterminesenelcolegio?—
Lucyinclinólacabezahaciaunladoylaspuntasdesupelocobrizoacariciaronla superficie de lamesa—. ¿Piensas quedarte en Inglaterra para siempre? ¿Dequévivirás?—Nolohedecididoaúnynomeapeteceseguirhablandodeeso—lacortéde
malosmodos—.Ytú¿quévasahacercuandoacabesenelSt.Mary’s?¿Yalohasdecidido?Lucydejóescaparunsuspiroqueresonóenlabibliotecamediovacíaantesde
responder:
—Casarme,supongo,nohaymuchomásquepuedahacer¿no?Amiedadmimadreyaestabaembarazadademí,nodejaderepetírmeloentodassuscartas.He intentado sermás femenina y unpocomenos alocada, pero ni siquiera asíconsigoqueloschicossefijenenmí,ymuchomenossimepasolavidametidaenelSt.Mary’srodeadadeotraschicas...Nohabíaunsolochicoentodoelcolegio,ytampoconingúnhombre.Incluso
las trabajadoras, encargadas de mantenimiento, reparaciones y jardineras eransolo mujeres. Según la directora del internado, la señorita Richardson—unamujer elegante, alta y delgada con un moño canoso y gafas sujetas por unacadenita—nohabíahombresenSt.Mary’spara:«Evitarsituacionesincómodasconchicosyprotegernosanosotras.»Laschicasdelprimercursopasabanhorasespeculando en la sala común sobre qué era lo que la directora Richardsonqueríadecirexactamentecon«evitarsituacionesincómodasyprotegernos»peroyoya losabía: lohabíadescubiertodegolpe lanocheenqueAlmamurió.Ladirectora—igualqueelrestodelasprofesoras,internas,cocinerasytrabajadorasdelcolegio—sabíatácitamentequecuandounasituaciónsevolvía«incómoda»nosotrassiempreéramoslasperjudicadas.«Notecreasqueéllovaapagarsisedesmadranconlosbesos:todalaculpa
seráparalachica,deesopuedesestarsegura.Paraellaserálaculpayparaélladisculpa»,noshabíadichoCarmen.Yonoentendídel todo loquequisodecirconesaspalabrashastaqueenterramosaAlmaenmediodelescándalomientrasque Tomás seguía caminando libremente por Basondo como si nada hubierapasado.—Puedeque la visita a la exposición este verano enChicagome sirva para
encontraralgúncandidatoafuturomarido—añadióLucyconunarisitanerviosa—.Opuedequemispadresyahayanelegidounoyquieranpresentármelo,poresotantainsistenciaenquevayaavisitarles,quiénsabe.«Dentrodeunpardeañosestarévistiendodenoviaenestamismahabitación
a alguna de vosotras.» Aquellas palabras de Carmen resonaban ahora en micabezacomosilashubieraescuchadounmillóndeañosantes.—Yono pienso casarme nunca—dijemuy seria—.Mi antigua niñera tenía
razón:loshombressoncomolapeste,lodestruyentodoynolesimportaeldañoquecausan.—Mujer,notodosloshombressonasí—respondióLucy,aunquenoparecía
muyconvencidadeello.Pensé en el abueloMartín, quehabía comprado a la abuela para obligarla a
casarse con él solo porque esa era su voluntad; en padre, que había hechodesgraciadasamimadreyaCarmen,yenTomás,queguardabasilenciosobreelasesinatodeAlma.—Todoslosqueyoheconocidoloson—terminé.Tomás nome había escrito ni una sola vez desde que llegué al colegio. La
amenazadepadredebióconvencerleporquetampocorespondióaningunadelascartasqueyoleenviédesdeSt.Mary’s,hastaquealfinaldejédeinsistir:sinoquería hablar conmigo después de lo que había pasado —ni siquiera parahacermesaberqueestababien—peorparaél.Pormiparte,yoyahabíadecididoque Tomás era solo un cobarde sin corazón que nunca nos había querido deverdadniaAlmaniamí.Y,sinembargo,lasensaciónalvolverlavistaatrásnomedejabatranquila,comoelrecuerdodeunapesadillaquetardaunpocomásdelo habitual en desvanecerse y continúa flotando dentro de nuestra cabezacubriendo cualquier otro pensamiento con una neblina espesa: Tomás, VillaSoledad,elbosque,nuestroclarosecreto,lacuevadelasestrellas...Alma.—¿Yquévasahacerentonces?—LavozdeLucymedevolvióalarealidad.Meencogídehombrosdentrodelachaquetadeluniforme.—Soybuenaeneconomíayconlosbalances,puedequemehagaempresaria,
contable,administradoraoalgoasí,nolohedecididoaún.Lucysoltóunarisotadaysupelodecolorzanahoriasemovióensucoleta.—¿Empresaria?Nocreo,esosuenamuyaburrido.No,atitepegamáshacerte
actriz,cantantedeópera...Además,¿túnoeresmarquesaoalgoparecido?Creíaqueesoerauntítulodeporvida.—MimadreesahoralaseñoramarquesadeZuloaga.—EnEstadosUnidosnotenemosmarqueses,condesninadadeeso,perosino
encuentrastrabajonimaridosiemprepuedesvenirteconmigoaChicagocuandoacabemosenelcolegio.—Susojoscastañosbrillaronencantadosconlaidea—.Seríaestupendo: túpodríasvivirencasaconnosotrosohacerde institutrizdemishijoscuando los tengayenseñarles todo loquehasaprendidoaquí.Yo tepagaría,claro,ylasdospodríamosseguirsiendoamigascomoahora.Melevantédelasillasinimportarmequelaspatasarañaranelsuelodemadera
centenariaconundesagradablechirrido.
—Desde luegoquenovoya trabajarpara tinipara tu familiadepelirrojos,muchasgracias.Puedesestarseguradequenovoyaserlaniñeradetuprole,nisuinstitutrizninadaparecido—dijemientrasrecogíaatodaprisamislibrosdealemányelrestodemiscosasesparcidassobrelamesa—.Pagarmeunsueldotúa mí, pero ¿cómo se te ocurre semejante disparate? No necesito tu malditaayuda,muchasgracias.SalídelabibliotecasindespedirmedeLucyperotodavíaconelmiedodentro
delcuerpoporhabermecondenadoyosolitaaserunavulgarinstitutrizcomolaseñoritaLewis.Opeoraún,unasimpleniñeracomoCarmen,siemprealserviciodelosniñosydelamodelacasa.
Enverano,elinternadoSt.Mary’sparachicassequedabaprácticamentevacío.Lasprofesoras,cocinerasylimpiadorasregresabanasuspueblosoalaciudadycasitodaslasalumnasvolvíanasuscasasparapasarelveranoconsusfamilias.Entre los muros de piedra gruesa del colegio solo nos quedamos la directoraRichardson,lagobernantadelaescuela,laseñoritaAmelia—quesegúndecíanlos rumores tenía una relación pecaminosa con la directora—, una de lasjardineras y otras tres alumnas a las que sus padres habían olvidadoconvenientementeenelcolegioyyo.YahabíapasadoelveranoanteriorenSt.Mary’speroestavezlosdíasclarosy
brillantes se me hicieron eternos, terriblemente aburridos. Intenté leer paraentretenerme. Las otras chicas no me caían bien y yo a ellas tampoco, y noestaba interesada en espiar a la directora y a la gobernanta para ver si losrumoresquecirculabansobresurelacióneranreales,asíqueadelantétodaslastareas pendientes de mis asignaturas y después me dediqué a pasear y a leercualquierlibroquecaíaenmismanos.Lainmensabibliotecadelcolegioestabasiempreabiertaadisposicióndelas
alumnas,peroyopreferíalasnovelasdeaventurasodemisterioquesucedíanenlugareslejanosyexóticosantesqueloslibrosacadémicos.LosprimerosdíasmesentésolaenlasilenciosabibliotecadelSt.Mary’sconminovelasobrelamesa,peroAlma solía pasearse entre las estanterías o subía la escalerilla demaderaque usábamos para llegar a los estantes más altos y se sentaba en el últimoescalóncongestoaburridomientrasyofingíaleer.Prontomecansédesentirsusojosdoradossiguiéndomeporlospasillosdelaescuela,observándomemientrasintentaba dormir o cuando pasaba el rato en la sala común leyendo revistas
atrasadasdecine.—Empiezoaestarhartadeti,deverteentodaspartes,¿nisiquieraahoraque
estásmuertamevasadejarenpaz?Yonotematé,¿porquénovasarondaraTomás?¿Oalmarqués?¡Élfuequienapretóelgatillo,noyo!—legritéundíamientrasbuscabalasmediasazulesdemiuniformeenloscajonesdelacómoda.Alma no me respondió, se quedó mirándome con esa expresión de
superioridadtansuya.—Sabías que ibas a morir tú, lo sabías desde que la abuela Soledad se te
apareció en nuestro claro después de suicidarse, pero jamás me lo contasteporque querías que me sintiera culpable y desgraciada después de tu muerte.Puesentératedequemedaigual.Inclusodespuésdemuertasiguessiendounafalsayunamanipuladora.Empecé a cansarme de susurrar a solas como solía hacer el abueloMartín
cuandoperdiólacabezaysepasabaeldíaenbatarecorriendolospasillosmásoscurosdelamansión,recitandonombresynúmerosdecargamentosdebarcosquehabíanzarpadomuchosañosatrás.Losdíasquenollovía,pasabaelratoenelpradoquehabíadetrásdeledificioprincipaldelcolegio.Noeracomoestarotravezenmibosqueperomesentabadebajodeunarceconunlibroydejabaquelaspalabrasdeotrosllenaranmicabezaduranteunrato.Unpar devecesdurante aquel verano solitariome sentí tentadadevolver a
escribir a Tomás deseando saber de él—incluso llegué a escribirle una cartahorribleen laque leacusabadehabermatadoaAlmaporsegundavezconsusilencio—, pero sabía que mi orgullo no me permitiría echar más cartas alCorreo para él, no después de que me hubiera ignorado tan dolorosamenteduranteestosdosaños.Tambiénhicecrecerunpuñadodedientesde leóncercadelarce rojodonde
pasaba el rato. No me costó ningún esfuerzo: simplemente coloqué mi manoabierta sobre la tierra y unos segundos después un diente de león empezó acrecerentrelahierbacortayespesa.Nosangréporlanariznimesentímareadadespués de que la tercera flor asomara entre la tierra, así que supuse que losinsulsosdientesde leónno iban contra la naturaleza, no comoaquel pinoquetodavíadabamanzanasrojas.Esatardedescubríqueporfinestabaaprendiendoacontrolarmispoderes.Antesdeaquello,siemprequehabíahecholevitarunaflor,unbosqueenterooprovocarunincendio,apenasmehabíadadocuentade
cómosucedía,peroesatarde,sentadaenlaladerasuavedeljardínoeste,medicuenta de que podía manejar la naturaleza a mi antojo sin tener que estarenfadada.Alma,laculpa,loslibrosylaalfombradedientesdeleónconlosquecubríla
laderaoestedeljardínfueronmiúnicacompañíaaquelveranolargoyaburrido,poresomismomealegrétantocuandoLucyylasdemáschicasdelSt.Mary’svolvieron al colegio en otoño. Pero algo había cambiado enmi compañera dehabitación. No supe qué era exactamente hasta un par de días después de suvuelta,cuandoabriósusbaúlesdeviajeparaordenarsu ropayel restodesuscosasantesdequeempezaranlasclases.—Y tú ¿qué tal has pasado el verano aquí sola?—preguntó sinmirarme—.
Seguroquemejorqueyo.Estaba sentada en mi cama con las tareas de contabilidad abiertas sobre la
colchaazulmarino.Hacíaunratoquemehabíaolvidadodelosbalancesyloslibros de cuentas para observar a Lucy, mientras iba de un lado a otro de lahabitación.—Nohaestadomal—mentíparaqueellanosupiera lomuchoquelahabía
echadodemenos—.Y¿cómoestá tu familia?¿Al final fuiste a laExposiciónUniversal?Nodejabasdehablardeesolassemanasantesdemarcharte.—Sí, estuvo bien, sinmás—respondió encogiéndose de hombros—. Esmi
familia,peroyanosoncomoyolosrecordaba.Ahorasondistintos,oalomejorhesidoyo,nolosé,peronadaescomoantes.—¿Ha pasado algo?—No teníamucha curiosidad por el drama familiar de
Lucy, más bien ninguna, pero estaba agradecida de escuchar una voz que nofueralamía,paravariar—.¿Estántodosbien?Lucycolgóotraperchaconcamisasplanchadasdelabarradesuarmario,pero
antesdeempezaraguardarloscalcetinesparaelinviernosedejócaersobresucamaconunsuspiroprofundo.—Sí,loquepasaesquelafábricademispadresnovamuybien—admitió—.
Hantenidoqueecharacasitodoslostrabajadoresparapodersaliradelanteynoestánsegurosdepodercontinuarconelnegocioelañoqueviene,nosabenquévaapasar.MefijéentoncesenquelaropadeLucynoeranueva.Normalmente,cuando
terminabael cursooempezabaahacer calor, las familiasnosenviabandinero
paracomprarnuevosuniformesalaencargadadevestuariodelaescuela—todocon el escudo del colegio bordado— según las estaciones. Carmen me habíahecho tres giros postales demucho dinero en nombre demimadre: dos paracomprar nuevos uniformes cuando los que tenía empezaron a quedarmepequeños,yotropormicumpleaños.Peronotéque lasmediasde inviernodeLucyhabíansidoremendadassinmuchadelicadeza—podíaverelhilonuevoenel talón desde donde estaba— y vi que su falda azul marino tenía el mismodesgarróneneldobladilloquelaprimaverapasada,cuandosearañósinquererconlasillamientrasestudiábamosenlabiblioteca.—Lamento lo de tus padres y lo de la fábrica—le dije, pensando más en
cuántotiempopodríaseguirabiertalaminaZuloagaqueenlasdesgraciasdesufamilia—.MalditaeconomíaymalditaDepresiónquenoterminanunca.—Sí,noséquépasaráconelnegociofamiliarelañoqueviene,peronotodo
sonmalasnoticias:elveranoenChicagotambiénmehadejadounasorpresa.—UnapequeñasonrisacruzóloslabiosdeLucy—.Heconocidoaunchico.Élesunoscuantosañosmásmayorqueyo,bastantesenrealidad,perosufamiliatienemucho dinero, dinero antiguo, y él es dueño de un rancho en California demuchashectáreasconovejas,vacasyesascosas.Ycreoquelegusto.—Oh,vaya.Mealegroporti—dijemientrasfingíaquemeestirabaunaarruga
enlafaldanuevademiuniforme—.¿Ycómosellamaelafortunadovaquero?Medaba igualelnombredelchicoaunquenoquiseadmitirque tambiénme
fastidiabaunpocoqueLucy,consusmofletesregordetes,supelodezanahoriarizadoconunpatrónimposibleysusmodalesdecampesina,hubieraconocidoaunchicomientrasyohabíapasadoelveranoaburridaconlaúnicacompañíadelosdientesdeleón.—SellamaMason,MasonCampbell.Esguapísimo,tanguapocomounactor
decine.Tieneelpelorubio,losojosazulesylapielbronceada.¡EsigualitoqueGary Cooper!—dijo Lucy entusiasmada—. Hemos paseado juntos por lospabellones de la exposición, tomado un helado de limón en el parque los dossolos e incluso le he acompañado a la oficina de Correos para recoger unospedidosdematerialparasuranchoyalgunosdocumentos.Sonreí por cortesía. Habían tomado helado de limón los dos solos. Me
pregunté si eso era algún tipo de código secreto para insinuar que se habíanacostadoymeacordédeAlmayTomásennuestroclarodelbosque.Perono,
sabíaqueparaLucy«tomarheladodelimón»erajustoeso.—PuesparecequetelohaspasadomuybienenChicago—ledije.—Muybien, y lomejorde todo esqueMason tiene suficientedinero como
paraquemishermanaspequeñasnotenganquedejardeestudiarsialfinalmispadresterminancerrandolafábrica,Diosnoloquiera.Lucymehabíacontadounañoantesqueensufamiliaerantodosevangelistas,
muy conservadores. A su padre no le parecía bien que sus hijas estudiarandemasiadoporqueopinabaqueerasuficienteconquelasmujeressupieranleeryescribir. Lucy era una especie de prueba: un conejillo de Indias pelirrojo. Laapuntaron alSt.Mary’s cuando la empresademaquinaria agrícola todavía ibabien para darle un aire más elegante a la familia: tener una hija estudiandointernaenotrocontinenteeracomocomprarunpurasangreotenerunacasadevacaciones en laRiviera francesa. SiLucy se esforzaba lo suficiente y sacababuenasnotasenelSt.Mary’s,sushermanaspequeñaspodríanseguirestudiando.Pero cuando las cosas empezaron a ir mal en la empresa, el padre de Lucydecidióquesushermanasnoseguiríanestudiandoelañopróximo:tendríanquebuscarseuntrabajoounmaridoqueseocuparadealimentarlasparanoserunacargaparasufamilia,loprimeroquepudieranencontrar.—Mealegroportiyportushermanas—lerespondí,yeraverdad.—Sí,yotambién—respondióLucyaliviada—.Noquisieraqueellastuvieran
quedejardeestudiarparacasarseya,sondemasiadojóvenesparaeso.Lamáspequeñatienesolodoceaños,peromipadrenoescuchaanadie,nisiquieraamimadre,soloimportaloqueéldecida.Mirélafotografíaensumesilladenochedesdedondelascuatrohermanasme
sonrieronconsusdientesdeconejoysusmelenasrizadas.—Losiento,sécómoeseso.—Es injusto.Me he esforzadomucho aquí en el colegio para tener buenas
notasydemostrarleamipadrequesoytanlistacomocualquierchico,merezcopoderseguirestudiandosiesoesloquequierohacer,igualquemishermanas—añadió—. Papá quiere queMason haga una inversión de capital en la fábricaparaayudaralafamiliay,depaso,demostrarquevaenserioconmigo,quesusintenciones sonbuenas, yame entiendes, pero no estoy segura de simegustamuchoesaidea.Nosedebenmezclarlafamiliaylosnegocios,¿no?MesentítentadadedecirleaLucyquesupadreyahabíamezcladolafamiliay
losnegociosalestardeseandovenderlaaltalMasoncomoenunadeesasferiasdeganadodondesecompranysevendenanimalesalmejorpostordespuésdepasearlosenundiminutocorral,peromecontuveenelúltimomomentoparanoherirsussentimientos.—¿Ytúlegustas?AMason,quierodecir.¿Tehahechoalgunaproposiciónen
firme?—Sí,creoquelegustolosuficientecomoparaquequieracasarseconmigo—
afirmóconsusmejillasmássonrosadasde lohabitual—.Todavíanohaynadaoficial, claro, pero sé que planea hacerme «la gran pregunta» porqueme hancontado que ha encargado redecorar el rancho, comprar cortinas nuevas, sofáselegantes,untocadiscoseinclusounanuevacocina.¿Yparaquéibaunhombreamolestarseencomprartodoesosinoplaneacasarsepronto?—Vaya...puesfelicidades.Lonormalhubierasidolevantarmeparaabrazaramicompañeradehabitación
porsupróximocompromiso,peronomemovídedondeestaba.—Gracias,peroestoyunpoconerviosa.Yonosoycomotú,Estrella:nosoy
guapa, ni elegante, ni tengomodales demarquesa o esa aura demisterio quesiempreteacompaña.Yosoycomosueledecirmipadre:provinciana.—Talveztupadredeberíaaprenderaguardarsesusopinionesparasímismo
—murmuré.—Sí,supongo.Envezdeenfadarsepormicomentario,Lucysonrióaliviada.Medicuentade
queellatambiénestabahartadequesupadre—ysufamilia—ledijeransiempreloquedebíahacer.—Me preocupa un poco queMason se asuste o que se piense mejor lo de
nuestrocompromiso.Tampocohacetantoquenosconocemosypodríaanularlotodosinoestá seguro—añadióella retorciendo lasmanosenel regazo—.NoquieroqueMasonsedécuentadequeyonotengomaderaparaserlaesposadeunterrateniente:lomíonosonlasfiestas,losbailesninadadeeso,ysuranchoestáenCalifornia,muycercadedondesehacentodasesaspelículasquevemosenelReginald.¿Teloimaginas?PodríainclusovisitarLosÁngeles.El Reginald era un pequeño cine de Surrey. Lucy y yo solíamos ir allí los
domingos por la tarde—solo un domingo de cada mes— cuando la señoritaRichardson nos daba tiempo libre fuera del recinto de la escuela a todas las
alumnas.Amínuncamehabíaninteresadodemasiadonielcinenilasestrellas,apesar de que había pasado horas conAlmamirando fascinadas las revistas deCarmen. Sin embargo, en el último año, había empezado a gustarme verpelículas en la enorme pantalla del Reginald. Me encantaba sentarme en susviejas butacas desgastadas donde podía notar losmuelles clavándoseme en laespalda cada vez quememovía, hacer cola frente al edificio para comprar laentradaoelolorapolvo,golosinasypalomitasreciénhechasqueflotabaenelairedelasala.Tantomegustabaqueahoraesperabaansiosaesemediodomingolibre que la señoritaRichardson nos daba cadames para poder caminar hastaSurreyconLucyyverunapelículajuntas.—El caso es que Mason va a venir este otoño para cerrar un negocio en
Londres.Nomehacontadoexactamentedequésetrataperohaymuchodineroenjuego.Poresovieneélenpersonaparaocuparsedetodoaunqueodiadejarelrancho—continuóLucyconlosojosbrillantes—.Mispadresyalehanpedidounpermisoespecialaladirectoraparaquemepermitaverloesosdías.—¿Yquéquieresdemí?Lucyseestiróymecogiólamanoconfuerza.—Ayúdame.Venconnosotrosalcine,apasearporLondresopordondesea
quevayamos.AsímedarámenosmiedoestarconélynomepreocuparátantoqueMasonpiensequesoyunapueblerina.Enmimente,MasonCampbellerapocomásqueunaldeanoconlosvaqueros
suciosdeestiércolyoloravaca,noteníaningúninterésenconocerle.—¿Atitegustaél?—lepreguntéconverdaderacuriosidad.—Nolosé,noestoyseguradequerercasarmeconélperolenecesito,ymis
hermanas también le necesitan para poder seguir estudiando. Yo no tengoprecisamenteunahileradehombres ricoshaciendocolaparacasarseconmigo,Masonesmiúnicaopción.—Lucy sonrió con resignación—.¿Quémedices?¿Meacompañarás?Anda,diquesí.Yohubieraaceptadocualquierofrecimientoparasalirunosdíasdelcolegio,ir
alcineovisitarLondres.—Claro, te haré de carabina —acepté por fin fingiendo que no estaba
deseandohacerlo.Lucygritóentusiasmadaymeabrazóconfuerzahastaquesusrizoscobrizos
mehicieroncosquillasenlanariz.
—Gracias,gracias...—dijosinsoltarme—.Eresunaverdaderaamiga.Yonopodíasaberloentonces,peroasífuecomoconocíamifuturomarido.
Sucedióunanoche
SUCEDIÓUNANOCHE
MasonCampbell no era el aldeano sucio con olor a estiércol que yo habíaimaginado.Resultó ser comoLucyme había descrito aquella tarde en nuestrahabitacióndelSt.Mary’s:rubio,altoytanguapocomounactordeHollywood.Mason tenía los ojosmás azules que yo había visto jamás, me recordaban alcolorque teníael aguadelCantábrico lasúltimas tardesdeveranocuando lasolasparabanyelmarestabaencalma.Nohablabael inglés refinadoyformalquenos enseñaban en el colegio, no, él hablabaun inglés conpocaspalabras:secoy sin ningún adornoo floritura.Me fijé también enque tenía un extrañoacentoquehacíaquelas«r»sonarancasicomo«sr»ensuslabios.MegustóMasonnadamásconocerle.LadirectoraRichardsonnohabíatenido
másremedioquecederantelasconstantesexigenciasdelospadresdeLucyparaquelepermitieraasuhija—yasucompañeradehabitación—salirdelcolegiounas cuantas horas aquella semana. Según me contó Lucy, sus padresamenazaronaRichardsonconrevelarsusencuentrosamorosos—notansecretos— con la gobernanta de la escuela si no nos permitían salir del recinto delcolegio.Penséque ladirectoraRichardson se enfadaría connosotrasoque talveznoscastigaríadespuésde leerel telegramaurgentede lospadresdeLucy,pero,envezdeeso,sequitósusgafas,siempresujetasconunacadenitadorada,ynosmiródesdesusojosgrises.—¿Esesoloqueustedesdesean,señoritas?¿Salirdelcolegioentresemanay
perderclasessoloparaverauncaballero?—nospreguntóensudespachoconlapuertabiencerrada.
Intuí que la directora quería que le dijéramos que no era verdad, que enrealidadtodoeraunalocuradelospadresdeLucy,queestabanobsesionadosporcasarlaacualquierprecio.—Sí,esoesloquequeremos—respondióLucyresignada.Richardsonsuspiró.
EnloscasidosañosquellevabainternaenelSt.Mary’snuncahabíavistoaladirectorasuspirar.—Entonces,siustedesdosestándeacuerdo,nohaynadaqueyopuedahacer.
Puedenreunirseconesecaballerodostardesporsemanacomotanamablementehan solicitado suspadres, señoritaWelch—noscontestóRichardsondenuevocon su habitual tono profesional y distante—. Pero deben saber que todo eltiempoquehanpasadoustedesenelcolegioyolasheprotegido,igualquealasdemásalumnas.Unavezquesalganporesapuertayanopodréseguircuidandodeustedes.Nodijodequénoshabíaprotegidoexactamente,peroyointuíaqueteníaque
verconloschicosycon«lassituacionesincómodas».Lucyasintióensilencioyyolamiréderefilón.Laconocíalosuficientementebiencomoparasaberquesesentía miserable por haber ayudado a chantajear a la directora solo paraconseguirunpermisoespecialparaveraMason.—No quería hacerlo porque la señorita Richardson siempreme ha gustado,
peronohetenidomásremedioquepresionarlacomomehanpedidomispadresparaquenosdejarasalir—meconfesócuandoestábamosfueradesudespachoycaminábamoshaciaelpatiodelantero—.Mishermanasyyomismadependemosdequeelcompromisosigaadelante.Esfácilelegircuandonotienesopciones.
HabíanpasadodosmesesdesdequeLucyhabíaregresadodeChicago.Masony ella se habían enviado varias cartas en ese tiempo pero todavía no le habíapedidomatrimonio formalmente y Lucy empezaba a impacientarse: dentro deunosmesesterminaríanuestroúltimocursoenelSt.Mary’syLucyaúnnosabíasiibaapoderestudiarunañoextradeespecializacióntalycomoellaquería.NisiquierasabíasisushermanaspequeñasenChicagoibanacontinuarasistiendoal instituto allí. Lucy estaba cumpliendo su parte y tenía las mejorescalificaciones de todo el curso, pero cuando le había preguntado a su madresobrelaposibilidaddeseguirestudiandoelañosiguientenolehabíadadounarespuestaclara.Yo tampoco sabía qué iba a hacer después de esas navidades, el curso se
terminaba y tendría la excusa perfecta para volver a casa después de casi dosañosfuera.Carmen—queeralaúnicaquemehabíaescritoenestetiempo—mehabía enviado una carta la semana anterior para decirme que esperaban miregreso a Villa Soledad para navidades y que la señora marquesa ya habíaapalabradoconunchóferque fueraa recogermealpuertodeBilbao,peroquetenía que concretarle el día de mi regreso. Yo no quería volver a Basondo ytampoco quería pensar enmi futuro—omás bien en la falta de él—, así quecuandoLucymepresentóaMasonaquellatardeencontrélaexcusaperfectaparaolvidarmedetodasmispreocupacionesporunrato.—Vaya,Lucynomedijoquefuerastanapuesto.Comounactordecine—le
dije aMason mientras los tres caminábamos calle abajo—. Seguro que se loteníacalladitosolopormiedo.Masonserio,surisaerabajaymonótona,peroeralaprimerarisamasculina
queyohabíaescuchadoenmesesymehizosentirunextrañocalorenelcentrodelpecho.—Oh,nocreoqueseaporeso,dedondeyovengotodostenemosesteaspecto:
rubios,altosyconlosojosazules.Teaseguroquenotengonadadeespecial,alcontrario, si lo piensas bien es bastante aburrido—respondióMason con unasonrisaperosinmiraraLucy—.Sinembargo,yonuncahabíaconocidoanadiequetuvieraunojodecadacolorcomotú,noséaquésedebeperoesalgoúnico.Yolesonreícomosiningúnhombre—ochico—antesmehubieradichoesas
mismaspalabras.—Gracias,yotampocolosé.Esdenacimiento—respondísindejardesonreír.Surreynoestabamuylejosdelcolegio,apenasaunkilómetroymedio,perose
hacía más corto porque todo el camino era llano y casi sin tráfico. Entre lasprimerascasitasdedosalturasdeSurreyyel edificioprincipaldelSt.Mary’ssolo había una carretera secundaria de gravilla gris y polvo, que se levantabacadavezqueuncarroouncochepasabaporella,yunascuantascolinassuavesa ambos lados del camino.De vez en cuando podías ver un rebaño de ovejasasomar entre las colinas mientras pastaban tranquilamente o a alguna otrapersonaqueseacercabacaminandoporlacarreterahastaelpuebloparacogereltrencondestinoaLondres,peroesoeratodo.—Y, si no es indiscreción, ¿qué ha venido a hacer a Inglaterra, señor
Campbell?—lepreguntéfingiendoquenoestabainteresadaensurespuesta—.AdemásdeparaveranuestraLucy,porsupuesto.Lucynohabíadichounapalabradespuésdelaspresentaciones,caminabaami
lado con sus ojos fijos en el camino de gravilla como si quisiera hacerseinvisible.—Noesindiscretaparanada.Apuestoaquetrascasidosañosencerradacon
las mismas personas cada día conoce los secretos de todas ellas —me dijoMasonmuy segurode suspalabras—.Esnormalque sienta curiosidadporundesconocido,ensusituaciónyomehubieravueltolocohacemuchotiempo.—Cierto. Cien chicas y treinta adultas conviviendo juntas puede volverse
insoportable.Al final todasnos conocemosya comopara escribir un libro.—Puselosojosenblancoparadarlemásénfasisamispalabras—.Peronomeharespondidoaún...¿ParaquéhavenidoaLondres?EstoyseguradequeesmuydiferenteasuhogarenCalifornia,aquíelclimapuedesertraicionero.
Masonse riootravezymiróal cielo, extendió sumanocon lapalmahaciaarribacomositrataradecomprobarsillovía.—Esomismohabíaoído,pero llevocasidosdíasaquíy todavíanohevisto
caerunasolagotadeagua.Estábamosafinalesdeoctubre,peroaúnnohacíamuchofrío,bastabaconla
chaqueta del uniforme sobre el jersey para protegerse del viento. El cielo definales de otoño estaba despejado, en el horizonte se divisaban algunas nubesbajasyalgodonosasperonopresagiabantormenta.—Espere un poco más señor Campbell, verá cómo termina lloviendo —
respondíconunamediasonrisa.—Estoy aquí para solucionar unos asuntos de familia, nada interesante me
temo—respondióMasoncon suvozprofunda—.Ya sabe cómoes la familia:siemprecreenquetienenrazónymástevalenodecepcionarles,delocontrariotelorecordarántodalavida.Unpequeñofastidio.—Y todos pueden opinar acerca de lo que es más conveniente para ti sin
importartusdeseos—terminé.Nosabíabienporquéhabíadichoaquello,noeradelasquesequejabandesu
familiaenpúblico.«Lostraposdecasaselavanencasa»,solíadecirmimadre,yesoeraexactamenteloquehabíanhechoconlamuertedeAlma.—Pues,aunqueseanunfastidio,mealegrodequesusobligacionesfamiliares
lehayantraídohastaSurrey,asíhepodidoconocerleporfindespuésdetodoloqueLucymehacontadosobreustedysobreeltiempoquepasaronjuntosenlaExposición Universal el pasado verano. —Miré a Lucy para ver si ahora sedecidíaa interveniren laconversación,peroellaparecíamás interesadaen lasovejasqueaparecíanaquíyallá entre las colinasqueenhablar conMason—.¿IráaLondresmañana?—Sí, esta nochehe reservadounahabitación enunaposada conunnombre
peculiar,aquímismo,enSurrey,peromañanacogeréeltrenhastaLondresparadedicarmeamisasuntosunpardedías.—Comprendo. Y ¿cómo se llama la posada?—le pregunté con una media
sonrisa—.Hadichoquetieneunnombrepeculiarperonomehadichocuál.Yosabíadesobraelnombredelhostalporquesolohabíaunaposadadecente
entodoSurrey,perotambiénsabíacuántolesgustaaloshombreshablar,sobretodocuandocreenquesuconversaciónesfascinanteapesardequenoloseaen
absoluto.«Aloshombreslesgustahablarperonolesgustaescuchar»,noshabíadicho
Carmenuna tardemientrasnospeinaba.«Dejaquehablen losuficienteyellossolitosseconvencerándecualquiercosa.»—El Carnero Indignado —respondió Mason—. No sé de dónde viene
semejante nombre y no me he atrevido a preguntárselo al dueño cuando hehecholareserva.Masonserioyyoconél.Noeraestúpida,habíahabladoconalgunoshombres
cuandovivíaenVillaSoledad:más jóvenesqueMasonomásviejos,conmásdineroomenos, con losojosmenosazulesydiferentes acentos.Algunoseranhijos de diplomáticos, herederos de latifundios en Argentina, sobrinos demilitaresconcarrera,empresarios,perohabíaescuchadoesamismarisagraveycálidamuchasvecesantes.Poreso supequeyo legustabaaMasonCampbellantesinclusodequellegáramosaSurrey.
Losprimerostejadosadosaguasasomarondetrásdeunacolinaunpocomásadelante, después el campanario de la iglesia y, un poco más allá, las callesempedradasdeSurrey.—Mehabíanrecomendadoalquilaruncocheparadesplazarme,perounavez
aquínohevistolanecesidad—comentóMason—.Estátodorealmentecercaenestepaís,casimedarisapensarlocercaqueestánunosdeotrosenInglaterra.Séqueesunaisla,perohemosvenidocaminandohastaelpuebloy,encambio,nosepuederecorrerapietodomirancho,nosinmorirdecalor.Nomeacostumbroaquehayatanpocoespacio.—Ya,tienequeserraroestartanlejosdecasa.¿Cómoes?California¿escomo
se ve en las películas? —le pregunté con verdadera curiosidad esta vez—.Siemprehequeridoirallí.Masonserioconganasantesderesponder:—Puesestoysegurodequeunajovencomoustedselopasaríaengrandeen
California:lasplayas,gentedetodoslospaíses,modernoscentroscomercialesyHollywood,porsupuesto.Además,brillaelsoldurantetrescientoscuarentadíasalaño.—Vaya, sí que es diferente. Suena bien ¿verdad, Lucy?—Le di un codazo
disimulado para hacerla reaccionar—. ¿A que suena de maravilla la vida enCalifornia? Sería genial que tú y yo pudiéramos pasar unas agradablesvacacionesenLosÁngelesalgúndía.Lucylevantólacabezaporprimeravezymemiró.Alverlaexpresióndesu
cara,nosupesiestabamásenfadadaconmigo,conMason—porhabersidounapresatanfácilparamí—,oconellamismapornohaberprevistoloquepodía
pasarantesdepedirmequelaacompañaraasucita.—Sí,seríagenial—fuetodasurepuesta.DespuésLucyvolvió a enfrascarse en sumalhumormientras llegábamosal
centrodeSurrey.ElReginaldestabaenesamismaplaza,unoscuantosmetrosmásadelante,perodesdeallíyapodíacaptarelolorapalomitasdemaízreciénhechasflotandoenelaireotoñal.—Menosmalqueaquínohaymuchacola.EnelcinedeSanBernardinolas
colas pueden dar la vuelta a lamanzana los viernes por la tarde cuando hacedemasiadocalorcomoparaestarencasa—dijoMason.Faltaban solo diezminutos para el comienzo de la sesión, pero la cola para
entraralReginaldlaformabanapenasunadocenadepersonas.ComoLucyyyollevábamospuestoeluniformedelSt.Mary’s,algunosvecinosnosmiraronconcuriosidadseguramentepensandoquenoshabíamosescapadodelcolegio.—Aquísolohayestecineytodaslaspelículasqueponentienenyaunañoo
más.ParaverestrenoshayquecogereltrenhastaLondres—leexpliqué.—¿Yquépelículavamosaverhoy?—preguntóMasonmirandoporencima
delascabezasdelosdemásqueestabanenlacoladelantedenosotros.—Sucedióunanoche.Nosédequétrata,peroeslaqueproyectarándurante
todoestemes.Lacolaavanzóunospasosynosotrosconella,ahorayapodíaverelvestíbulo
delcineconlabarradondesevendíanlasgolosinasylaspalomitasalfondo.—Sucedió una noche. Clark Gable y Claudette Colbert se conocen justo
cuando el personaje de Colbert, una niña rica caprichosa y malcriada, va acometer el error de casarse con otro hombre por despecho hacia su padre—empezóadecirMasoncaminandomuycercadetrásdemí—.Peroenelúltimomomentoellacambiadeidea,huyedesupropiabodayconoceaClarkGable,un sinvergüenza pobre con quien terminará viviendo una aventura para evitarvolveracasaconsupadre.—¿Yporelcaminoseenamoran?—quisesaber—.¿Elsinvergüenzaylaniña
malcriadaseenamoranalfinal?Masonmesonrióyvolvíanotaresecalorenelcentrodelpecho.—Tendráqueverlapelículaparadescubrirlo—medijocasieneloído—.Voy
acomprarlasentradas,nosesalgandelafila.MequedémirandoaMasonmientrasélsesalíadelacolaycaminabahaciala
taquilladondeunmuchachoconuniformerojoyunagorradelmismocolor—quelehacíaparecerunrevisordetrenoelbotonesdeunhotel—despachabalasentradasparalasesióndetrásdelcristalcomosifueraeltrabajomáscomplicadodelmundo.—¿Quécreesqueestáshaciendo?—empezóadecirLucycuandoestuvimos
otravezsolas—.Sabesloquemejuegoenesto,loquesejueganmishermanaspequeñasenesto,¿ytútededicasacoquetearconéldelantedemí?—¡No seas tan exagerada, Lucy, por Dios! —me defendí—. Te he dado
decenasdeoportunidadesestatardeparaqueentrarasenlaconversación,perotúhas preferido quedarte callada mirando al suelo como una chiquillamalhumorada.—Pensé que erasmi amiga, es decir, sé lo que las otras chicas del colegio
murmuransobreti,perocreíaqueeransoloeso:chismes—continuóella.Ahorahablabamásaltoylaparejaqueestabadelantedenosotrasenlacolanosmiróde refilón—. Justo por eso quería que vinieras hoy: para darme apoyo yayudarme a queMason se decidiera a pedirme enmatrimonio de una vez, nopara hacer que él se fijara en ti. ¡Si ni siquiera te gusta! Solo lo haces parafastidiarmeyporpuroegoísmo.Túpuedesteneracualquierchicoquequieras.NomegustabaMason,nocomoparadisgustaraLucy,desdeluego,perome
gustaba tener su atención o lamanera en la que él hablaba o cómomovía lasmanos al explicarse con su inglés poco refinado. Y también me gustaba queMasonnomehubieramiradoniunasolavezaquellatardecomoTomás,comosiyonofueralosuficientementebuenaparaestarconélsinojustolocontrario.Lasensación de ser la elegida, la que merecía toda la atención y la sonrisamasculinaeraembriagadora,nuncamehabíasentidoasíconTomás.PuedequeMasonCampbellnomeinteresaracomoparadisputarleelcariñodeLucy,perosímegustabacómomehacíasentir.—Deacuerdo,nohace faltaque tepongas tanmelodramática,Lucy.Yaveo
por qué quieres ser actriz —le respondí ignorando su comentario sobre losrumoresmaliciosos que circulaban sobremí en la escuela—. Tan solo era unpasatiempo inocente, nada más, solo me divertía un poco después de tantotiemposinveraunsolochico.Masonestodotuyo.—¿Melodramática?Sinoconsigoqueesevaqueromedioboboaceptecasarse
conmigo,mifamiliaestáacabada,¿entiendesloquesignificaeso?Tengotodoel
pesodel futuro demi familia sobremis hombros, ellas dependendemí—medijocasialbordedelaslágrimas—.¿Oesqueacasotedaigual?Yonorespondíperomecrucédebrazosydejéescaparunsuspiroinfantil.—Mishermanastendránquecasarseconelprimeroqueselopida,aunquesea
un bruto o un desgraciado porque no podrán seguir estudiando. Mis padrestendránquevenderlaempresaymudarsealnorteconmistíosparapodervivir,y yo... —Lucy hizo una pausa como si estuviera reuniendo fuerzas antes decontinuar—. Después de haber pasado años trabajando como la que más,desterrada en este asqueroso colegio, tendré que esperar a que otro imbécildecidaquesoydignadecasarmeconélobuscaralgúntrabajomalpagadoparavivirenunsuciopisocompartido.Porqueesoestodo:nohaymásopcionesparanosotras, Estrella. Lo que pasa es que eres demasiado orgullosa para ver queprontotútambiénestarásenlamismasituación.Le dediqué una sonrisa de desdén a Lucy, aunque volví a sentir esemiedo
secretoaacabarconvertidaenlaseñoritaLewisypasarmelavidadandoclasesaunpardecríossuciosyruidosos.Yesoenelmejordeloscasos.—No, eso jamás me pasará a mí—le dije intentando convencerme de mis
palabras.Avanzamosunpocoenlacolaylaparejadedelanteseolvidódenosotraspara
cogersedelasmanos.—Comolofastidiesnuncateloperdonaré,¿mehasoído?—Lucymiróhacia
la taquilla para asegurarse de que Mason todavía estaba lejos y no podíaescucharnos—. No es el hombre que yo hubiera elegido, pero no tengoalternativa. Sabes perfectamente que me cuesta mucho hablar con los demás,sobretodoconloschicos,ytútehasaprovechadodeesoparahacerquesefijaraenti.—¡Yonohehechonada!—protesté,ahoraestabamolestadeverdad—.¿Por
quéesculpamía?Alfinyalcabo,esMasonquiensupuestamenteestáloquitopor ti, tanto como para pedirte matrimonio. Entonces ¿por qué me prestaatenciónmientrasqueatitetratacomosifuerasinvisible?Élesquiendeberíacomportarse.Mientras discutíamos, Lucy se había ido poniendomás roja cada vez, tanto
queahorasusmejillascasiteníanelmismocolorquesupelo.—Peroélesunhombre,yloshombrespuedenhacerydeshacerasuantojo,¿o
esquenotehasdadocuentaaún?—respondió—.Ellospuedendecidirmientrasquenosotrassolopodemosaguantarnos.Puedequeseainjusto,peroasíescomofuncionaelmundo,Estrella.«Meenfadocontigoporquenopuedopermitirmeenfadarmeconelmarqués»,
mehabíadichomimadredespuésdelamuertedeAlma,yhastaesemomentoyonohabíacomprendidodeltodoloqueellahabíaqueridodecir.Odiélaideadetenerqueligarmividaymidestinoaldeunhombresolopara
poder sobrevivir y, sin embargo, la promesa de que ese día llegaría estabapresenteparamídesdequecumplídoceaños,muchoantesincluso.TodoloqueaprendíenVillaSoledadconlaseñoritaLewisolasleccionesdebaileyestilodemamá estaba encaminado a sacar de mí solo lo necesario para agradar a unhombre.Sololonecesario,nuncaunpocomás.HastaquenolleguéalSt.Mary’snadie me había enseñado nunca cosas que me ayudaran solo a mí comomisclasesdeeconomíaavanzada,historiaocontabilidad.—Se te da bien manipular a las personas, sobre todo a los hombres, para
conseguirquesevuelvanlocospor tiyhagantodoloquetúlespidas,asíquebúscate cualquier otro y no me estropees esto porque lo necesito —terminóLucy.ViaMasonvolvercaminandohacianosotrasconlastresentradasenlamano
ysusonrisainmaculadasoloparamí.—Descuida, puedes quedarte con él si eso es lo que quieres. No estoy
interesada—ledijeaLucyantesdequeélllegarahastadondeestábamos.Los tres entramos en el vestíbulo del Reginald, compramos palomitas y
refrescosen labarraenmitaddeun silencio incómodoqueMasonni siquieranotó.Lapelículanohabíaempezadotodavíacuandoentramosenlasala,peroyahabíanapagado las lucesy,en lapantalla,enunanunciodebrillantinaparaelpelo, se oía una melodía insoportable pero pegadiza. Le enseñamos nuestrasentradasalacomodador,quenosacompañóhastanuestrossitiosiluminandolosnúmerosconsulinterna.—Aquí es, disfrutende la película—dijo envozbaja para nomolestar a la
docenadepersonasqueyaestabansentadasensusasientos.ViaAlmadepiealladodenuestrasbutacas,ellaseguíateniendoquinceaños
a pesar de que yo ya me acercaba a los dieciocho. Alma me sonrió con esasonrisa cruel y secretaque solousaba cuandoestábamos lasdos solasyno le
importabaquevieracómoera realmente.Mesonrióporque sabíaque lehabíamentidoaLucy.
MasonmeescribiódesdeLondresuna semanadespuésdenuestra cita enelReginald. Pensé que tal vez quería hablar conmigo acerca de su próximocompromiso con Lucy o que necesitaba mi colaboración para sugerirle a micompañeradehabitaciónquevolvieraaquedarconélparadarotropaseohastaSurrey,asíquenolediningunaimportanciaasucarta,simplementeladejésinabrirsobrelamesitadeestudiodenuestrahabitaciónyvolvíaocuparmedemislibrosdeeconomía.FaltabanapenasunpardemesesparaqueterminaramiúltimocursoenelSt.
Mary’s y también para los exámenes finales. Después de nuestra estúpidadiscusiónlatardeenquefuimosalcineconMason,Lucyyanoqueríaayudarmecon los ejercicios de francés, así que ahora tenía que ponerme al día por micuenta.Mesorprendiósuactitudyquetambiénrechazaramiayudaeneconomía—alfinyalcabonoshabíamosestadoayudandolaunaalaotraconlastareasyuna discusión por un chicome parecía poca cosa comparada con eso—, perotambiénme alegré de tener que estar concentrada enmis estudios porque esosignificabaqueno teníamucho tiempo libreparapensarenqué ibaahacerelpróximoaño.Carmen me había escrito otra vez. Quería saber si estaba bien y si había
recibidosuanteriorcarta, tambiénmepreguntabapormivueltaaBasondoyaVillaSoledad.Mimadrequeríaconocer la fechaexactaenque terminaban lasclases en el St.Mary’s para confirmarmi billete de tren y del ferri a Bilbao.Suspiré solo de pensar en tener que volver a Villa Soledad, ver de nuevo almarquésolasmarcasenelsuelodetarimadelabiblioteca.«Puede que mamá haya mandado cambiarla mientras no estabas, así el
marquésnohabrátenidoqueverlayrecordarlanocheenquecasileprendistefuego»,pensé.Peroentoncesrecordéquelostablonesdemaderadelsuelodelamansión eran insustituibles, literalmente insustituibles: pertenecían al antiguosuelodeunpalaceterusoquehabíasidodeunfamosoescritor.AlabueloMartínleencantabansusnovelasyhabíacompradolasruinasdesupropiedadenSanPetersburgoporunamiseria—despuésdequesusherederossedesentendierandelaherencia—soloparahacerarrancarlastablasdelsuelo.Lamarcadelfuegoseguiríaensusitio.Cerrédepuroaburrimientoloslibrosdeeconomíaqueteníasobrelamesay
meestiréenlaincómodasillademaderadelahabitacióndondehabíavividolosúltimos dos años. Añoraríamuchas cosas del St.Mary’s Boarding School forgirls,peronoesamalditasilla.VolvíaverlacartadeMasonolvidadaentremisapuntes y el cuadernito abierto con las tareas de francés. La abrí sin ningunaganayempecéaleer:
EstimadaseñoritadeZuloaga:
Londres es tan emocionante como usted me describió. Estoy ansioso porponerlaaldíademisaventurasenlagranciudad.Megustaríavolveraverla,asolassiesposible,parahablarconusteddeunasuntoquenodejaderondarmela cabeza desde la últimavez que nos vimos.Regreso en tren aSurrey estemiércoles. La esperaré en la estación hasta la puesta de sol. Si no apareceentenderéquenoestáinteresada.
MASONA.CAMPBELL
Parpadeésorprendidayvolvíaleerlacartadeprisa.Noeraloqueyoesperaba.PenséqueMasonquerríahablar sobreLucyo, talvez,quisieramiayudaparaorganizar otra cita a solas con ella, pero no seme había ocurrido pensar quequisieravermeasolas.«Regresoen tren aSurrey estemiércoles, la esperaré en la estaciónhasta la
puestade sol.»Hoyeramiércoles.Mirépor laventanaymedicuentadequefaltabaapenasunahoraparalapuestadesol,asíqueseguramenteMasonestaríaahoramismoenlaestacióndeSurreyesperándome.Melevantécasideunsalto,mepuselachaquetaazulmarinoporencimadeluniformeymerecogíelpeloen
una larga cola de caballo. Ya estaba a punto de salir cuando, justo en esemomento, lapuertade lahabitaciónseabrióyLucyentróhechaunafuria.Losupe por la manera en que apretaba la mandíbula igual que si estuvieramasticandolairaantesdedejarlasalirdefinitivamente.No quería empeorar la situación con ella. Las cosas entre nosotras habían
cambiadoapeordesdelairrupcióndeMasonyClarkGableennuestrasvidas,ambos con sus sonrisas encantadoras y sus palabras bonitas, así que volví adoblar lacartadeMason—que todavía llevabaen lamano—y laguardéotravezenelsobre.—Esmuytarde,¿adóndevasaestashoras?—quisosaberLucy,conelmismo
tonodolidoqueusabaconmigodesdequefuimosalcine.—Voy a Surrey, a la oficina de Correos. Necesito enviarle un telegrama
urgenteamimadreysemehapasado la tardesindarmecuenta.Comoahoratengoqueestudiaryosola...—mentíconsoltura.SiLucypodíahablarmecomosiyofueraotravezlagemelamala,yopodíamentirleaellasinremordimientos—.Tienequereservarelpasajeparaelferriyaúnnosabequédíavuelvoacasa.Luegoteveo.Ymemarché sin esperar su respuesta o sin preguntarle qué era eso que la
habíadisgustadotanto.LecontéalaseñoritaAmelia,laguardesadelcolegio,lamismahistoriaquea
Lucy. Normalmente, no me hubiera dejado salir del recinto de la escuela tantardenienunmillóndeaños,perointuíqueladirectoralehabíahabladosobrelas amenazas de los padres de Lucy, porque me miró con un gesto dedesaprobaciónensusojoscastaños.—Hayunteléfonoenlaescuela,eneldespachodeladirectora,siesunasunto
familiar urgente, estoy segura de que la señorita Richardson le permitirátelefonearasucasa.—EsquetienequevertambiénconLucy,micompañeradehabitación,ycon
sufuturo.Noquieroqueellaseentereyseestropeelasorpresa—lementíconmimejorsonrisa—.Yasabequesuspadressehanvueltounpocoinsistentesconelasunto.CuandomencionéalospadresdeLucy,ellasacudiólacabezaysacóelpesado
manojodellavesdelbolsillodesuvestidonegro.MeacompañóhastalaentradadelcolegioymeabriólapuertadelarejaquerodeabatodoelSt.Mary’s.
—Tenga cuidado con lo que hace ahí fuera, señoritaZuloaga—me advirtiópronunciandomiapellidoconsuformamusicaldehablar—.Algunascosasqueparecenbuenasalprincipioresultanserunamalísimaideaalfinal.Cerrólapuertadehierroamisespaldasyempezóacaminardenuevohaciael
edificioprincipaldelaescuelaatravesandoeljardíndelantero.Mequedésolaenla carretera de gravilla viendo cómo Amelia se alejaba de vuelta al edificioprincipal.Penséenseguirla,llamarlaagritosparaquemedejaraentrarotravezyvolveralahabitaciónparaterminarmistareasdefrancés,perosentíelpesodelacartadeMasonenelbolsillodemichaqueta.Miréhaciaelhorizontedondeelsol aún no se había escondido del todo porque sabía que podía llegar a laestacióndeSurreysicorría.Empecéacaminaralejándomedelaenormesiluetadel colegio. Alma estaba un poco más adelante de pie en el margen de lacarretera en dirección al pueblo. Estaba ahí porque sabía que yo pasaría pordelantedeellaparairalaestación.—Malditaseas,Alma.No tecreas tan interesanteporhaberacertado,estaba
claroqueibaairaverle—ledijeamihermanamuertacuandopaséasulado.Almasonriósatisfecha,peronomesiguiónisemoviódedondeestaba.Aunque ninguno de los centenares de noches que había dormido en el St.
Mary’shabíaescuchadolobosenlosalrededoresdelaescuela,enesemomentoescuchéunaullidocercaentrelascolinas,asíqueapretéelpaso.Cuando llegué a la estación de tren, casimedia hora después, todavía podía
escucharallobo.Masonestabaallítalycomoindicabaensucarta,esperándomeconunmaletíndeviajeenelsueloyunagransonrisabajolaúnicafarolaquehabíaenelpequeñoandén.—¡Havenido!Yaestabaapuntodemarcharme—medijoamododesaludo.Le sonreí para disimular el miedo que había pasado caminando sola por la
carreteraoscurahastallegaraallí.—Sí,sucartaparecíaunpocodesesperadaytambiénalgomisteriosa.—Ya,perdoneporelmisterio—medijoconunasonrisadedisculpa—.Pero
preferíahablarconustedenpersona.Mason llevabapuestoun trajemarrónpasadodemodayunabrigohasta las
rodillasqueparecíademasiadopequeñoparaalguiendesualtura.Imaginéqueesoeraloqueunhombrecomoél—acostumbradoatrabajaralairelibreytratarúnicamenteconvacas—entendíaporvestirse«elegante».
—Puesaquíestoy,¿quésucede?—quisesaber—.EsperoquesusnegociosenLondreshayansidounéxitoyquehayatenidotiempoparavisitarelMuseodeHistoriaNaturalcomolerecomendé.Yonohabíaestadonuncaenesemuseo,dehecho,todoloquesabíasobreese
lugar lo había leído en un librito de propaganda para turistas que encontréabandonadoenlacubiertadelferri,perocomonoqueríaqueMasoncreyeraqueyoeraunapueblerinaenvezdeuna«señoritaelegantedemundo»,comosolíadecirmamá, le hablé de él para impresionarle.Casi ni le conocía—yunmesantes no le hubiera mirado siquiera— pero, por algún motivo que no podíacomprender, ahora necesitaba agradarle, hacer que Mason me prestara suatenciónysedieracuentadeloespecialqueerayo.Menudaidiota.—Sí, todo ha ido bien, pero he pasado dos días con hombres trajeados
hablandosolodenegocios,contabilidadyadquisicionesyyaestoyhartodeesosasuntosdenúmeros.—Hizoungestoconlamanocomosiquisieraespantarunamoscainvisible—.Nuncasemehandadobien.Yoprefieroestarencasa,enmirancho,pasandocalorconmisanimalesantesquetenerqueestarunahoramásconesosprocuradoresybanqueroschupasangre.Me reí sinmuchasganasporqueyoadoraba los asuntosde«números»como
Masonloshabíallamadocondesdén.Dehecho,siyohubierasidounchicolehubierapedidountrabajodeadministradordebienessindudarlo,peroimaginéqueno estaría interesadoen contratarmeoque seguramenteya tendríaunoenCaliforniaparaayudarleagestionarsurancho.—En su carta decía que quería hablar conmigo de algo importante, ¿qué
sucede?—pregunté—.¿EssobreLucy?¿Porfinvaadeclararse?Masonseacercóunpocoadondeyoestabaysaliódelazonailuminadabajo
lafarola.Aesashorasyanohabíanadiemásenlaplataformadelandén,peroloscartelesinformativosquecolgabansobreelenormerelojindicabanquetodavíafaltabaunúltimotrenporllegardesdeLondres.—No,notienenadaqueverconLucy—dijo,perodespuésdudóunmomento
yañadió—:Enrealidad,síquetienequeverconellayconsuspadres.Unodemis contactos enChicagomeha advertidodeque losWelch están arruinados.Han despedido a todo el mundo y tendrán que vender la empresa familiar elpróximo año para poder pagar sus deudas con el Estado, por eso sus padresestabantanansiososporqueyoinvirtieraconellosylepropusieramatrimonioa
Lucy:pretendíansalvarsedelaruinaamicosta.—¿Están arruinados? Vaya, lamento escuchar eso, pobre Lucy—lo dije de
verdadporquehastaesemomentonomehabíadadocuentadelopenosaqueerala situacióndemi compañeradehabitación—.Pero esono cambianada entreustedes,¿verdad?Sucompromiso...—Nuestro compromiso nunca llegó a ser oficial—me cortóMason—. Los
WelchmemintieronparahacermecreerquelaempresafamiliaribabienyLucymemintió también, por omisión tal vez, pero nome contó la verdad sobre lasituacióneconómicadesuspadres.Dicenqueni siquieravanapoderpagar lacuotadelcolegioesteaño.De repente recordé a Lucy entrando en nuestra habitación envuelta en una
nubederabiajustocuandoyosalía,supusequesuspadresacababandedecirlequenopodríaseguirestudiandoy,porconsiguiente,tampocosushermanas.Mesentímal por ella pero también pormí: la situación deLucy era desesperada,perosilaminaZuloagaseguíateniendopérdidascomoveníasucediendoenlosúltimosaños,yonotardaríamuchoenestarensumismaposición.—PuedequeLucytuvieraunbuenmotivoparamentirle.Talvezsuspadresla
obligaron a hacerlo—sugerí—.No creoquedeba juzgarla con tanta durezaocambiardeideasobresumatrimonio,alfinyalcabosussentimientosporellanodeberíancambiarsoloporquesuspadresesténarruinadosMasonmesonriócomosiyohubierasugeridounalocura.—Yonosoytanbenévolocomousted,peroentiendoquequieradefenderasu
amiga—medijoconcondescendencia—.Encualquiercaso,yasospechabaquealgo ibamal, y no solo por las prisas de sus padres para que invirtiera en laempresa y cerrar nuestro compromiso. Lucy no parecía tener ningún interésrománticoenmí,yestáelhechodequefueellaquiennospresentó...¿Quiénsellevacompetenciaaunacita?—¿Competencia?—repetí—.Lucymepidióquelaacompañaraporqueellaes
tímidaylecuestaexpresarsusemocionesalgunasveces.«Competencia»,habíallegadoaodiarcadaletradeesapalabradespuésdelo
quepasóconAlmayconTomás.Nuncahabíaqueridocompetirconmihermana—oconLucyoconningunaotra—porelafectodeTomásoeldeMasonahora:tan solo quería un poco de esa atención masculina como la que Tomás leregalabaaAlma,sentirmeasídedeseadayotambién,peronoteníanadaquever
conellos.Y,sinembargo,nomeabandonabaladesagradablesensacióndequeellos—primeroTomásyahoraMason—disfrutabanconesarivalidadfemenina.—Puesclaroqueesustedcompetencia,yperdónemesilesuenabruscoporque
noesmi intenciónquesesientadealgunaformaresponsableporsusituación,peroloes—dijoélmuyconvencido—.LoquenoséescómoLucynosupoverlo que iba a suceder, quiero decir: es usted guapa, graciosa, también un pocoirreverente,peroyonosoyde losque lesmolestaesoenunamujer,yademásmarquesa...—Mimadreeslamarquesa—murmuré.Estaba acaloradapor la carrera.Había corridoprácticamente todo el camino
hasta la estación por miedo de que el lobo negro me hubiera seguido hastaSurreyyestuvieraesperándome,ocultodetrásdeunadelascolinas,parasaltarsobremícomoenuncuentodehadasyhacermepagarportodaslascosasmalasquehabíahecho.El corazónme latíadeprisadebajode lablusablancaconelescudo de la escuela bordado en el bolsillo, y algunos mechones se habíanescapado de mi cola de caballo, pero, a pesar del calor de la carrera, unescalofríomerecorriólaespaldacuandoempecéadarmecuentadeloqueestabapasando.—Perotúserásmarquesaalgúndía,¿verdad?—Medicuentadequeeltono
de Mason era menos formal ahora, como si nos conociéramos desde hacíatiempo. Se acercó un pocomás amí y sentí el calor de su cuerpo pasando atravésdelascapasdemiuniforme—.Nohedejadodepensarentidesdelaotratarde, lo pasé realmente bien en el cine y en nuestro paseo hasta el colegio.PuedequeeldestinoquisieraqueLucytellevaraanuestracitaporalgunarazón.—Nofueeldestinoquienmeinvitóairalcinecontigoesatarde,teloaseguro
—lerespondíconmidesdénhabitual—.Ynodeberíahabervenidoestanoche.Confieso que después de leer tu carta sentía curiosidad por lo que queríasdecirme,peroseestáhaciendotardeymañanatengounexamenimportante,serámejorquemevaya.RetrocedíunpasodispuestaamarcharmedeallíynocontarlejamásaLucylo
quehabíapasado,peroMasonmesujetólamano.—Esperapor favor,no tevayasdisgustada.Noes sano irse adormir con la
cabeza llenadepreocupaciones—mesugirió conuna sonrisa—.Además, aúnnohasescuchadoloquequeríadecirte,penséquesentíascuriosidad.
Lapiel de sumanoestaba calientey eraunpocoáspera—seguramenteporpasartiempotrabajandobajoelsolyalairelibre—,peromegustósucontactocuandoentrelazósusdedosconlosmíos.—Yalosé,peroesmejorquelodejemosasí,piensaenLucy.—Prefieropensarenti—merespondió—.Mira,hevividosoloenmirancho
desdequemifamiliamurió,mispadreseranlosadministradoresylosdueñosdelaexplotación.Amínuncamehabíaimportadodemasiadolasoledad,supongoquesiemprehepreferidolacompañíadelosanimalesaladelaspersonas,perodesdehaceunpardeañosheempezadoasentirme terriblementesoloybuscounaesposaparaquemehagacompañíaenCalifornia,formarunafamiliaytodasesascosas...Quémedices,¿quierescasarteconmigo?—¿Qué?¿Quieresquemecasecontigo?—Sentílalenguapegajosaalhablar
—.Perosicasinomeconocesniyoatitampoco.—Nonecesitoconocerte, tenemos toda lavidaparaconocernosmejor—me
dijoconunasonrisaexultante—.Sélosuficientesobreticomoparaestarsegurodequeseríasunabuenaesposaymejorcompañía.Notendríasquetrabajarenelranchoninadaparecido,claro,tengotrabajadoresqueseencargandeeso,peropodrías acompañarme en mis viajes a las ferias de ganado por todo el país,organizar loscóctelesparamisclientesencasa,venirconmigoa las fiestasdeotrosempresariosganaderos...EstoysegurodequeseríasunasensaciónentrelaaltasociedadenelsurdeCalifornia,noteparecesanadaquetengamosporallí.Mientras Mason hablaba entusiasmado, centenares de imágenes se
amontonaban en mi cabeza: yo vestida de novia, yo paseando a caballoelegantementevestidacomoenunadeesaspelículasamericanasquehabíavistoenelReginald,yoaburridaenferiasdeganadomientrasMasoncerrabauntrato,yoorganizandounabarbacoa formal enunbonitoymoderno ranchoparaqueMason impresionara a un nuevo cliente, yo eligiendo el uniforme de loscamareroscomohacíamamá...—No,nihablar.Nopuedoaceptar—dijetodavíaconlasimágenesdeesaotra
vidarevoloteandodetrásdemisojos.—¿EsporLucy?Porqueteprometoqueentreellayyonohaynada,ninguna
posibilidad de que nuestro compromiso siga adelante—me aseguróMason—.YaheescritoasuspadresenChicagoparadecirlesqueséqueestánarruinadosyquenohabráboda.
—¿Yaselohasdicho?Claro,poresoLucyestabafuriosaantes—recordé—.Detodosmodos,nopuedoaceptar,noessoloporLucy.—¿Tienealgoqueverconmiedad?Séquesoyalgunosañosmayorque tú,
perotodavíameconsiderounhombrejoven.—Masonsonrióparaquitarlehierroal asunto—. No es como si fuera uno de esos viejos decrépitos que intentancasarseconjovencitasteniendoyaunpieenlatumba.Tengotreintayochoaños,noesparatanto.A lo lejos escuché el silbido del tren acercándose a la estación, sentí como
removíaelairealrededoragitandomifaldaylosmechonesdemipelosuelto.—Medoblaslaedad,aúnnohecumplidodieciocho.Lasonrisa radiantedeMasondesapareciódesus labios,peronomesoltó la
manotodavía.—Yaentiendo,hayalguienmás, ¿noesverdad?Lucynuncamecontónada
directamente,perounpardevecesmesugirióquetuspadrestehabíanenviadoalinternadoparaapartartedeunchicoquenoeraapropiadoparati.Yosílosoy—measeguróconvencido—.Nonecesitasunmuchachodetuedadquenosepanada del mundo, sino a alguien con más experiencia: un hombre. He pasadocontigo menos tiempo del que me gustaría, pero ya te conozco lo suficientecomoparasaberquetúnecesitasunhombreadulto,nounchiquilloqueapenaspuedamantenertecomoesdebidoycomomereces.—¿Ytúeresesehombre?—lepreguntéconironía.—Podría serlo, si tú quieres—dijo Mason por encima del sonido del tren
ahoramáscerca—.Siaceptascasarteconmigo.IntentéimaginarcómoseríaTomásahora,concasidiecinueveaños.Enestos
casi dos años que había pasado en el St.Mary’s había empezado a olvidar sucara,susgrandesojosdecachorrillooinclusosuvoz.—¿Yporquédeberíaconfiaren tioen tuproposición?Hacemenosdeuna
semana ibas a casarte conmi amiga.Tu afectoparece tanvoluble comoel decualquierchiquillodemiedad.Ahoraeltrenestabatancercaqueelpotentefocodelalocomotorailuminóla
plataformadelaestación.Sentílostablonesdelsuelotemblandobajomispiesamedidaqueeltrenseacercaba.—Nocambiarédeopiniónestavez,teloprometo—measeguróél.Miré aMason a los ojos, esos ojos azules y perfectos suyos que le hacían
parecerunactordecinecomolosqueAlmayyosolíamosveraescondidasenlaspáginasdelasrevistasdeCarmenlastardesdeverano.Nomecostómuchoimaginarme aLucymirando a esos ojosmientrasMason les hacía lasmismaspromesasqueamí.—Ya,apuestoaqueesomismopensólapobreLucy.—Mesoltédespaciode
sumano—.Nipuedonideseoaceptartuproposición,pormuchosmotivos,perosobretodoporquenoquierocasarmecontigo.ElúltimotrenprocedentedeLondresyaestabaenlaestación.Sedetuvoenlas
víasmuycercadedondeestábamosconunchirridomecánico.Unhombreconuntrajemarróngruesoysombreroajuegosebajódeltrendeunsaltoynosmiróconcuriosidadcuandopasóanuestrolado.—¿Esun«no»definitivo?—mepreguntóMasoncongestoserio—.¿Puedes,
almenos,pensarlounosdías?Hazlopormí.TodavíamequedaréporaquíunassemanasmásparareunirmeconmásbanquerosychupatintasantesdevolveraCalifornia.Háblalocontufamiliasiquieres.Escríbelesparacontárselosiasítequedasmástranquila.El humo blanco de la locomotora nos envolvió unos segundos hasta que la
máquinavolvióaponerseenmarchaalejándoseenlaoscuridad.Laestaciónsequedóensilenciootravez.—Séqueseríaunbuenmaridoyestoysegurodequeatufamilialeparecerá
bienquenoscasemos—añadióél.—PorsuerteparamíyonosoycomolapobreLucy,notengounafamiliaque
mantener.Adiós,Mason.Medilavueltaymealejédelaestaciónsinmolestarmeenmiraratrásniuna
solavez,convencidadequeacababadeevitarmeunmatrimoniotandesgraciadocomoeldemimadre.
Durante el camino de regreso al colegio ocupémimente analizando lo queacababa de pasar: Mason me había pedido matrimonio. Se había ofrecido allevarmeaCaliforniaparaquevivieraensurancho,leacompañaraensusviajesy organizara fiestas para él y para sus clientes. En otras palabras: me habíaofrecidosermimadre.Haceaños,antesdedarmecuentadeloquepodíahacerconmispoderesoconmisconocimientosdeeconomía,hubieradadocualquiercosaporsercomoellayportenerunavidacomolasuya.Cualquiercosa.Pero,despuésdehabervividofueradecasaestudiandoydescubriendoqueerabuenaen algo más aparte de en meterme en líos, ya no estaba tan segura de quequisiera esa vidaparamí.Tanto era así que las palabras deMasonmehabíansonadocasiridículascuandosalierondesuboca:«¿Quierescasarteconmigo?»No.Desdeluegoquenoquiero,muchasgracias.NoescuchéalloboentodoelcaminodevueltaalSt.Mary’s,peronomedi
cuentadeesohastadespués.Yahabíaanochecidodeltodoyahoralassiluetasdelascolinasalosladosdelacarreteranoeranmásqueunasombra.Cuandoporfinlleguéa laescuelaviaAlmaapoyadaenlapuertadehierroquecerrabalaverjadelSt.Mary’s.Comoerahabitual,nomedijonada,peroteníaesasonrisitade superioridad en sus labios cuando pasé a su lado, una sonrisita que solíasignificar: «Ahora sí que te la has ganado, le he contado amamá lo que hashechoyvasapagar.»—Nomedasmiedo,puedespasearteporahítodoloquequierasquenopienso
pedirteperdón.Vetearondaralmarquéssiteatreves,fueélquientemató—dijesinmirarla.Pero supe que algo ibamal cuando crucé la puerta y noté que las luces del
vestíbulo y las del despacho de la señorita Richardson en el primer piso deledificio principal estaban encendidas. Apreté el paso para cruzar el patiosintiendolahierbamullidaycortadeljardíndelanterodebajodemiszapatosdeuniformeyabrílapuertaprincipaldelaescuelanomuyseguradeloquemeibaaencontrar.—Señorita Zuloaga, por fin aparece —me dijo la directora cuando entré,
parecíaaliviadadeverme—.Mealegracomprobarqueestáustedbienapesardetodo.LadirectoraRichardson llevabapuestaunabatade telade tartándecuadros
azulesyverdesporencimade sucamisón.Supelocanosoestaba recogidoenunacoletaparadormirysehabíaquitadolasombragrisdeojosquesolíausarduranteeldía.Alverla,supusequeyaestabalistaparairseadormircuandoalgola había hecho salir de su habitación sin que tuviera tiempo de volver aarreglarse. Amelia, la gobernanta del colegio, también estaba en el vestíbulo.EllanosehabíaquitadoelvestidonegroquellevabacuandoyolehabíapedidoquemeabrieralapuertadelSt.Mary’s.—¿Apesardetodo?YaleheexplicadoalaseñoritaAmeliaqueteníaqueira
Surreyurgentemente,necesitabaescribiramimadreparaconfirmarlelafechademivueltaaEspaña.Nopenséquefueraaanochecermientrasestabafuera,sientohaberlespreocupado—dijeconmimejorsonrisa—.Novolveráaocurrir.Las paredes del vestíbulo del edificio principal estaban recubiertas por
elegantes paneles demadera de cerezo.Todavía conservaba su color oscuro yligeramenterojizo,peroelpasodeltiempohabíadesgastadosubrillodándoleunaspectoviejoyanticuado.Laúnicadecoraciónerandosbancosidénticosconlosreposabrazosapolilladoscolocadosunoacadaladodelaestancia,justodebajodelasventanas.—Desdeluegoquenovolveráasuceder—dijoAmelia—.Leadvertídeque
algunascosasparecenbuenas,peronolosonenabsoluto.—¿Quésucede?—preguntéconunmalpresentimiento.—LaseñoritaWelchnoshaconfesadoentrelágrimasquesehaescapadousted
del colegiopara reunirseconunhombre,unhombreque, segúnparece, eraelprometido de su amiga, pero al que usted ha ido seduciendo en las últimassemanas hasta conseguir su afecto —empezó a decir Richardson con gestosevero—. Bien, no me importan los asuntos amorosos de las internas, pero
cuandounadenuestrasalumnastraicionadealgunamaneraalasdemás,esmideberintervenir.—YonohetraicionadoaLucy,ni tampocoalaescuela—mecalléporquea
pesardequenohabíatraicionadolaconfianzadeLucy,sílehabíamentidoalaseñorita Amelia para que me permitiera salir del colegio—. Es todo unmalentendido: Lucy me pidió que la acompañara a su cita con su futuroprometidoporqueledabavergüenzairsola,ytalvezyohablémásdelacuentacon él o me mostré demasiado simpática, pero de ningún modo fue paratraicionaraLucy.SiMasonhamalinterpretadolasituaciónessolosuerror.LadirectoraRichardsonsuspirócuandoterminédeexplicarmeysecruzóde
brazos.—Losmalosentendidosseconviertenenalgomuchomásgravecuandohay
caballeros involucrados, ojalámehubiera hecho caso cuando se lo advertí.—Richardson hizo una pausa como si estuviera recordando ella misma algúnmalentendidodolorosoconuncaballeroenparticular—.LaseñoritaAmeliadiceque ha mentido usted para salir de la escuela y Lucy me lo ha confirmadodespués.NohaidoaCorreosniteníaustedunaemergenciafamiliar.—Puesclaroquesí,mimadreteníaque...—Yaessuficiente,señoritaZuloaga,dejedementir,porfavor.—Richardson
agitólamanoenelaireparaquemecallara—.Alertadasporsucompañeradehabitación hemos llamado a su madre en España desde el colegio para estarsegurasdeque todo ibabien.Sumadreno sabíanadadeninguna emergenciafamiliarodeningún telegramaurgente.Yaconoceel castigopormentiryporescaparsedelcolegio.—Laexpulsión—murmuréconlabocaseca—.Elcastigoporescaparsedela
escuelaeslaexpulsión.—Conefectoinmediato—terminóladirectoraalverqueyonoeracapazde
seguir—. Queda expulsada del internado St. Mary’s para chicas. Ya es muytarde, así que esta noche puede dormir aquí, Amelia le ha preparado unahabitación individual para que no moleste a su antigua compañera con supresencia, pero mañana a primera hora recogerá sus cosas y abandonará elcolegio.Almaestabaenelvestíbulomirándomedesdearriba,depieenlasescalerasde
maderaquesubíanhastaelsegundopiso.Sonreíacomosisetrataradeotrade
nuestrastravesurasinfantilesyellahubieravueltoaganar.—Pero ¿y qué pasa con mis exámenes y mis calificaciones? He estado
estudiandomucho y el curso no ha terminado aún, ¿qué va a pasar conmigoahora?—pregunté,casialbordedelaslágrimas—.Dejequemequedehastaqueterminetodosmisexámenesymegradúe,despuéspodrá...—No, me temo que eso no es posible. Las normas son claras, señorita
Zuloaga, no podemos hacer una excepción con ninguna alumna —me dijoRichardsonconpesar—.Esustedunaestudiantedesobresalienteypodríahabertenido un gran futuro, pero en esta vida hay cosas más importantes que lascalificaciones,yesoesjustoloqueintentamosenseñarlesanuestrasinternas.Nopuedevivir con lasdemáschicasdespuésdehaberlas traicionadoacambiodelasatencionesdeuncaballero.Mereísinganas.—¿Yyaestá?¿Soyyoquienpagalosplatosrotos?Masoncambiadeopinión
y rompe su compromiso con Lucy solo porque descubre que su familia estáarruinada, y como yo he sido amable con él ¿la culpa es mía?—Levanté lacabezaparamiraraAlmaque todavía teníaesasonrisaen los labios—.Noesjusto,nodeberíaseryoquiencargueconlaculpa.«Paseloquepaseyhaganloquehaganloshombressiemprequedanlibresde
culpa,noloolvides.Esatiaquienperseguiránlasmalaslenguasylosrumores,asíquecuidaditoconloquehaces»,mehabíadichoCarmenmilveces.—No, desde luego que no es justo y ojalá no tuviéramos que hacerlo. —
Richardsonseacercóymeapretólamanoconafecto—.Peroapuestoaqueestalecciónnolaolvidaráensuvida.
LasrosasdelaabuelaSoledad
LASROSASDELAABUELASOLEDAD
Elcochequemamáhabíacontratadopararecogermemeesperabaa lasalidadelferri,alospiesdelapasarelapordondebajábamoslospasajeros.Tuvequeesperarunratoaquemiequipajesalieratambiéndelasentrañasdelbarco.Erasolounamaleta,lamismaquellenéconmiscosaslanocheantesdemarcharme.MásdetreshorasencocheseparabanBilbaodeBasondo,asíquemelimitéa
observar el paisaje al otro lado de la ventanilla mientras dejábamos atrás elpuerto con sus grúas, el ajetreo de los pasajeros y lasmercancías que partíanrumbo a destinos exóticos en mi imaginación. La carretera seguía siendo tanestrechacomoyorecordaba,tantoquecuandoeltaxisecruzabaconalgúnotrovehículodefrenteteníamosqueapartarnosalarcéndebarroyesperaraqueelotrocochepasaradelargoparanochocar.Lascurvassefueronvolviendomáscerradasacadakilómetroylosárbolesquecrecíanaambosladosdelacarreteramásaltosyfrondosos.CuandoporfinllegamosfrentealaverjadehierroforjadodeVillaSoledadya
estabaoscureciendo.Mebajédelcocheymiré lamansión.Elchófer—alquemamáhabíacontratadoaúltimahoradespuésdetenerquecambiarlafechademibilletedevueltaenelferri—abrióelmaleteroysacómimaletadándoleungolpeenunadelasesquinasreforzadasconcuero.—Ya hemos llegado, señorita. Es aquí, ¿verdad?—me preguntó dejando la
maletacercademispies—.No tenía ladirecciónexacta,peroestaes laúnicacasaquehayaquí.—Sí,esaquí.Hogardulcehogar—murmurétodavíamirandohacialacasa.
—Sumadredeustedyamehapagadoporadelantadoincluyendolapropina,¿quierequeleayudeameterelequipajeenlacasa?—seofrecióélapesardequenoerasutrabajo.—No,muchasgracias.—Comoquiera.Buenastardes,señorita.Despuéselconductorsesubióotravezaltaxi,cerrólapuertay,unmomento
después,escuchécómodabalavueltapararegresarporlamismacarreteraporlaquehabíamosvenido.Nomemoví,esperéaqueelruidodelmotorseperdieradel todo para volver a escuchar las olas rompiendo más abajo contra elprecipicio o los pájaros que cantaban en el bosque, a pesar de ser diciembre,dándome labienvenida,casicomosi supieranqueyohabía regresado. Intuí laenorme masa húmeda y salvaje detrás de mí, llamándome de mil manerasdiferentesysusurrandominombredeunaformaquesoloyopodíaescuchar.Mevolvípor encimademihombroparaver la líneade árboles al otro ladode lacarretera que servía de frontera entre el bosque y el resto del mundo. Almaestabadepiebajounodelosaltísimospinosconsuvestidoblancoimpecableysuseternosquinceaños.Parecíacontentadeestarotravezencasa.—Almenos una de las dos se alegra de estar de vuelta—murmurémirando
otravezhacialamansión.La fachadadeVillaSoledad estaba cubierta de hiedra trepadora.La enorme
planta ascendía por las ventanas de la cocina en el primer piso, y rodeaba losventanalesdel salóndebailey el comedor formal en el frentede la casaparaseguirsubiendoporlafachadahastalasegundaplantaydespuéshastaeltejadoverdeesmeralda.Casimeparecióquelagigantescayedrasehabíaapropiadodelamansión: como una serpiente gigante que se enreda alrededor de una presadesprevenida hasta romperle todos los huesos antes de poder comérsela. Lahiedra crecía sin ningún control cubriendo prácticamente cada centímetro depiedradelafachada.Mesorprendióquemamáhubierapermitidoqueunaplantasalvajeseadueñaradesucasa.Justoenesemomento,lapuertaprincipaldeVillaSoledadseabrióyCarmen
salióarecibirme.—Estrella, ¡ya has llegado!Me ha parecido escuchar un coche acercándose
por la carretera, pero Dolores decía que aún era demasiado pronto porque setarda más en llegar desde Bilbao. —Carmen recorrió el camino del jardín
delanteroque ibadesde la entradade la casahasta lapuertadehierro—.Peromírate,hayquevercómohascrecido.Sinoesporelpelocasinitereconozco.Carmen abrió el portón con su juego de llaves yme abrazó.Olía como yo
recordaba:aunamezcladejabónparalaropaypolvosdetalco.Meabrazóunmomentomáslargodelonecesarioycomprendíquemehabíaechadodemenostantocomoyoaella.—Hola, Carmen—le dije con una pequeña sonrisa, la primera desde hacía
días.—Déjate de «holas» y date la vuelta para que te vea bien, niña—me dijo
haciéndomegirarparavermeconmitrajedefaldaychaqueta,lopocoquehabíaenmimaletaquenoteníaelescudodelSt.Mary’s—.¡Hayqueverquéguapayqué elegante estás! Todavíamás guapa de lo que pensé que serías, casi tantocomotuabuelaSoledad,yesoquede jovenelladebíadesercomounasirenapara hacer que tu abuelo, que era un hombre de pocos afectos, se volvierachocholoporella.—Apesardetuscartasnosabíasitodavíaseguiríasviviendoenlacasa—le
dije aliviada de comprobar que así era—. Temía que sin niñas que atender tehubierasmarchadoaotrositio.—¿Y adónde iba a ir?—respondió ella con una sonrisa triste—. No, llevo
viviendo en esta casamás tiempoque tú y no es fácil que otra familia quieracontratarme,ymenosconunahijayacrecidaytodo.Yamedirásdóndevoyametermeamiedad.Carmeneraunospocosañosmásjovenquemamápero,adiferenciadeella,
nunca había podido permitirse cuidarse la piel con cremas para las arrugas oteñirseelpelo.Ahoradosmechonesblancos—quenoteníacuandosedespidiódemíhacíadosaños—crecíanaambosladosdesucaraademásdeotrascanasque brillaban repartidas en su pelo castaño aquí y allí. Las comisuras de suslabiosestabaninclinadashaciaabajoyunaarrugalerecorríalafrente.Hastaesemomentonomehabíadadocuentadetodoeltiempoquehabíapasadofueradecasa.—Pero venga, no te quedes ahí de pie como un pasmarote en mitad de la
carretera, niña, que te va a llevar por delante un coche sin querer.—Carmenagarróelasadelamaleta.Yo laobedecí sin rechistary lasdos recorrimosel caminoqueatravesabael
jardínhastalapuertadelanteradelamansión.Ahoraqueestabamáscercasentíeloloramargodelayedraquecubríalafachada,mefijéenlostallosmarronesyfuertescruzadosentresíquetejíanunaredparecidaaunateladearaña.Carmen sacóotravez las llavesdel bolsillode su faldapara abrir la pesada
puertadelaentrada.—Venga,vamosdentroqueyaescasilahoradelacenayseguroquequieres
lavarteunpocoantes.—¿Qué hace esa planta trepadora en la fachada? Siempre le he escuchado
deciramamácuántoodialasenredaderas.Carmenresoplóantesderesponder:—Al marqués se le ha metido en la cabeza que esta birria de planta le da
carácteralacasaynoquierenioírhablardepodarlaaunqueelbuenodeEmiliosehaofrecidoahacerlogratis.Tupadresedebedecreerqueesunagliciniaconsusbonitasfloresmoradas,peroaquínocrecenesetipodeflores,sondemasiadodelicadasparaesteclimatanhúmedo.Sabíaaqué tipodeplantas se referíaCarmen: lashabíavistoadornando las
fachadasdealgunascasasenSurreyoenlosaburridoscuadrosdepaisajesquelaseñoritaLewisnosenseñabaenclasedearte.—Menosmalqueenveranoestáunpocomáslucidacontodaslashojasylas
florecillasazulesquelecrecenenlasramas—añadió—.Paraloúnicoquesirveesadichosaplantaesparaatraeratodoslosbichosdentrodelacasa.—¿Floresazules?—pregunté,necesitabasabersieranelmismotipodeflores
azules que crecían en nuestro claro secreto del bosque—. ¿Como campanillassilvestres?Carmenasintióyyomequedémirandolaenredaderaunmomentomásantes
deentrarencasa.Dejamos la maleta sobre las baldosas blancas y negras en el suelo del
vestíbuloymesentéunmomentoadescansar.Almiraralrededornotéque laspuertasdelashabitacionesdelpisodeabajoestabantodascerradasyquefaltabalaalfombrapersaquesolíaadornarelsuelodelcomedorformal.—Atumadrese lecayóunpocodeesmaltedeuñasyhuboquetirarla,una
pena.Intentamoslimpiarlacontodoloquesenosocurrióperonohuboforma—dijo Carmen adivinando mis pensamientos—. La señora marquesa queríacomprarotraaunquefueramáspequeña,peroesteañoyelpasadolaminanoha
idotanbiencomoparapodersustituirlaalfombra.Tambiénecharásenfaltaelespejo veneciano que había en el segundo piso o los candelabros de platamexicanaquetrajotuabuelacuandosecasó:segúnelmarquéssehabíanvueltonegros de tanto limpiarlos Dolores con el trapo, pero la señora marquesasospechaquetupadreloshamalvendidoparapagaralgunodesusvicios.Ellucernarioseguíaensusitio,losupeantesinclusodelevantarlavistapara
mirarloporquesentílosprimerosrayosdelunapasandoatravésdelcristal.—Antes,cuandolaminaibabien,nosenotabasitupadresacabaunpocode
dineroaquíyalláparasuscosas,peroahoracadapesetacuentayaloshombres,sobretodoaloshombrescomotupadre,nolesgustatenerquerenunciarasusvicios —terminó Carmen—. Pero tú no te preocupes por los negocios de lafamilia,veráscomoalfinalmejoran.—Seguro—murmuré, peromepregunté si precisamente así era comohabía
empezado la ruina de los padres de Lucy. Más allá de lo que Carmen habíamencionado no noté que hubiera ningún cambio importante en la casa y, sinembargo, todo me parecía diferente. Miré alrededor intentando averiguarexactamenteaquésedebía:nopodíadescribirloconpalabras,perosentíaalgoparecidoaloquesucedeenlossueñosalgunasvecescuandolamentedormidarecreaunahabitaciónqueconocesbienparaengatusarte,perodealgunamanerasabesquenoeslaverdadera.—Venga vamos, levántate y ayúdame con esto—dijo Carmen volviendo a
coger la maleta—. Y de paso me cuentas todo lo que has aprendido en eseinternadotanlujoso,lobuenoylomalo,quehablardelosmalesvabienparaelalma,asíqueyameestáscontandoquéeseso tan terriblequehashechoparaqueesosinglesesestiradosnoquisierantenertemás.Aunqueviendoquetehasconvertidoenunachicaguapayaimaginoquehabráalgúnmuchachometiendocizañadepormedio,¿aquesí?Elruidofamiliardeunostaconessobrelasbaldosasitalianasdelvestíbulohizo
quemedieralavuelta.—Hola,mamá.—Lapalabramesonóextrañaaldecirlaenvozaltadespuésde
tantotiempo.—Estrella, ya estás aquí. ¡Hayquever cómohas crecido!—exclamómamá
conunasonrisaensus labiosrojos—.Yaestáshechaunaseñorita.¿Quétalelviaje devuelta?Bien, espero.Younavez tuveque coger ese ferri despuésde
acompañaratupadreenunviajedenegociosaInglaterrayvomitédurantetodoel viaje de vuelta hasta Bilbao. Es por el oleaje, ¿sabes? Tengo el estómagodelicadoymicuerponolotolerabien.Como solía hacer mamá cuando algo no le gustaba, o cuando intentaba
reprimir su enfado, hablaba sin parar de tonterías hasta que sus palabras sevolvían un discurso vacío y aburrido, pero era su formade nodecir nada quepudieralamentardespués.Yolehabíavistousaresatécnicamuchasvecesconelmarquéshastaquepadreterminabasaliendodelahabitación,convencidodequesehabíalibradootravez,ymamásequedabasolafingiendoquenolloraba.—Mamá, no ha sido culpa mía, de verdad—empecé a decir—. Yo no he
hechonadamalo,pero...—Sí,ya losé,Estrella:hasidounmalentendidoynoera tu intenciónhacer
queteexpulsaran.—¡Puesclaroquenoeramiintención!—repliqué—.Despuésdetodoloque
heestudiadoyloquemeheesforzado...¿porquéibaaecharlotodoaperder?—Tehevistohacercosasmuchomásestúpidas,Estrella.Mamámiróellargo
pasilloquellevabahastalashabitacionesenlapartetraseradelacasa.TodaslaspuertasestabancerradasperosupequemirabaalahabitacióndondeellatocabaMoodindigoalpianodelantedelosinvitadosennuestrafiestadenuestroquincecumpleaños.—Noesloquetúcrees,nohasidoporél—ledije,aunquesabíaquejamásla
convencería—.LoquepasaesquelospadresdeLucyestándesesperadosyhanpresionadoaladirectoraRichardsonparaquemeexpulseyasílibrarsedemí.—Pensé que tú eras más lista, Estrella, mucho más lista que yo —aceptó
mamáconunasonrisatriste—.Yquetusestudiosseríanlomásimportanteparatiporquesabíasloquehayenjuego.—¡Yasíes!Eraunadelasmejoresalumnasdelcolegio,todosobresalientes.
Puedespreguntárseloa laseñoritaRichardsonsinomecrees—medefendí—.Quiero seguir estudiando, terminarmis clases, aunque sea aquí y despuésmegustaríairalauniversidad.Enalgunasyaaceptanmujeres.—¿La universidad?No vamos a gastarnosmás dinero en ti del que ya nos
hemos gastado. Se acabaron las clases particulares para ti, las academias, lasleccionesdepianoolosprofesoresdeinglés.Loquenohayasaprendidoyanotelovamosapagarnosotros,suficientehemosmalgastadoyaentueducacióny
mira el resultado: incluso en un internado solo de chicas te las has ingeniadoparameterte en líos con un chico—dijomamá en ese tono cortante que solousabaconmigo—.Sialmenosnotehubierasescapadodelcolegioparaverle,notehabríanexpulsado.Perono,túteníasquehacerloquetedieralaganacomohacessiempre.Miraqueengañaralaguardesadelcolegioylargarteenmitaddelanoche...Ytodoparaencontrarteconunchico.—Noesasícomopasó.Meescapédelcolegio,sí,peroélesunhombreadulto
yledioigualqueyotuvieraquementirparavermeconél.Al decirlo en voz alta me sentí mucho más estúpida que cuando vi a la
directora y a la señorita Amelia esperándome en el vestíbulo del St. Mary’s.Masonteníatreintayochoaños,ynisiquieraselehabíapasadoporlacabezaqueyopudierametermeenproblemasporacudirareunirmeconél.Oquizássíylehabíadadoigual.—Y además el prometido de tu compañera de habitación —añadió mamá
decepcionada—.Penséquehabíasaprendidoalgodespuésdeloquepasócontuhermanayese...,esezarrapastrosodelpueblo,peroyaveoquenoerestanlistacomotútecrees.Mamásacudió lacabezacomosinopudiera seguirhablandodeAlmaydio
media vuelta. La vi alejarse hacia la sala de música taconeando sobre lasbaldosasydespuésescuchécómocerrabalapuertadeungolpe.—No se lo tengas en cuenta.Lapobre noha estadomuybiendesdeque te
fuiste, pero últimamente estaba mejorando un poco. Incluso ha empezado acomer en vez de esconder la comida por la casa y también ha empezado ahablarse con tu padre cuando están los dos solos —me explicó Carmen—.Vamos,desharemostumaletaycolgaremoslaropaenelarmarioparaquenosearruguenmáslosvestidos,queyasehabránhechounapasaenelviaje,seguro,yloqueestédemasiadoarrugadoselobajaréaDoloresparaquelorefresqueyloplanche.—Nohacefaltaplancharnada,casitodoesropadeluniformedelaescuelay
nuncamáslopodrévolverausar.Estabaenfadadaconmigomisma,furiosaporhabersidotanpocoprecaviday
tambiénconMason—sobretodoconél—porquesuestúpidocambiodeopiniónme había separado demis estudios y demi futuro condenándome a lamismasuertequeaLucyyasushermanas.
—Anda, no te disgustes, niña. Verás como a tumadre se le pasa el enfadocuandoseacostumbreatenerteencasaotravez—medijoCarmen—.LaseñoramarquesahaestadotansolaestetiempoquecasihabíaempezadoahablarleamiCatalina,figúrate.MamásolíafingirqueCatalinanoexistía,igualquehacíayoconelespíritude
Almacuandoempezóaseguirmeatodaspartes.Simplementenolamirabanilehablaba, ni siquiera cuandoCatalina intentaba llamar su atención. Para ella lahija bastardade sumarido era solouna alucinación, otro fantasmamásde losmuchosquevagabanporlospasillosdeVillaSoledad.DuranteañosAlmayyohicimosexactamentelomismoqueella:ignorábamosanuestramediohermanapequeñasoloporqueeraloquemamáhacía.LapequeñaCatalinanosseguíaporlafincaconlágrimasenlosojososeacercabaamirar lospeces japonesesdelestanquecuandoAlmayyoestábamossentadasenelbordeparaintentarquelehiciéramoscaso,pero la ignorábamoscomosinoexistiera, castigándolaaellapor lospecadosdenuestropadre.LaabuelaSoledadera laúnicade la familiaque le prestaba atención a la niña y, cuando Catalina lloraba desconsoladaporquetodosenlacasalaignorábamos,lecontabahistoriassobreMéxicoparacalmarla.DurantemuchotiemponisiquierameparecióqueignoraraCatalinaohacerla
sufrir estuviera mal: mamá lo hacía y el marqués también, ¿por qué íbamosnosotrasahacerotracosa?Hastaquecumplídoceañosyporfinlepreguntéamamáporquéestabasiempreenfadadaconella:«Noestoyenfadadaconella,essoloquenosoportoverlaporlacasa»,mecontestó.No me di cuenta de lo que sucedía en realidad hasta varios años después,
cuandomimadremedijoalgoparecidoenlabibliotecalanocheenquecasileprendífuego:«Meenfadocontigoporquenopuedopermitirmeenfadarmeconelmarqués.» Mi madre había sabido ya entonces que su supervivencia —y lanuestra,enciertomodo—pasabaporelegirsiemprealmarqués.Inclusocuandolas circunstancias eran demasiado terribles o humillantes para ella—una hijailegítima y otra muerta— no tenía más remedio que ponerse de su parte yperdonarle.—Te íbamos a preparar la habitación de invitados del segundo piso por si
acaso tedabamiedodormir solaen la torre—dijoCarmensacándomedemispensamientos—. Pero resulta que esa habitación está ocupada, así que venga,
levántateyayúdameconlamaleta.—¿Ocupada?¿Quiénduermeenlahabitacióndeinvitados?¿Mamá?—quise
saber.—No, ella sigue durmiendo en el dormitorio de siempre, el de la cama con
doseltanbonita.TenemosuninvitadoenVillaSoledad,esunlordescocésodeporahíqueestáplaneandohacernegocioscontupadre.—LlegamosalprimerpisoyCarmensedetuvounmomentopararecuperarelaliento—.Elcaballerollegó hace una semana y como el único hostal de Basondo está cerrado, elmarquésinsistióenquesequedaraenlacasa.Ahoraestáporahícontupadre,hanidolosdosavernoséquéalregistro,enlacapital.Pasamospordelantedelahabitacióndeinvitadosenelsegundopiso,lapuerta
estabacerrada.—¿Unlord?¿Ycómoes?—lepreguntécuandoempezamosasubirotravez.—Puestediréquenoseparecea loshombresquehayporaquí:esapuesto,
tieneelpelorojofuegocomosolohevistoenalgunasmujeresyartistas,losojosbonitos...peroDoloresdicequeesdemasiadoamableylimpiocomoparatenerdinero.Mereísorprendida.—¿Demasiado limpio y demasiado amable como para tener dinero? —le
pregunté—.¿Quéquieresdecir?—Entodamividajamáshevistoaunseñoritoquefueracapazdeatarselos
zapatos o de limpiarse la nariz él solo sin ayuda de un séquito de criados.Ycuantomásrico,másinútil—empezóadecir—.PeroDoloresmehaaseguradoqueelmisteriosocaballeroordenasuhabitaciónysehacesupropiacamacadamañana.Yahabíamosllegadoalaescaleradecaracolqueuníaeltorreónconelrestode
lacasaydejélamaletaenelsuelo.—Detodasformas,nohaymuchoaquídentroquepuedautilizarademásdel
neceseryelpijama—añadí,yentoncesrecordéqueelpijamatambiénteníaelescudodelSt.Mary’sbordadoenelbolsillo—.EstúpidoMasonyestúpidayopornohaberprevistoloqueibaapasar,nomepuedocreerqueestéotravezenestacasa.Carmensesentóenelotroextremodelamaletadejandoescaparunsuspirode
alivio.
—Puesclaroquesabías loque ibaapasar,niña,ocomopoco intuíasque teibasameterenun lío.Loquepasaesque túerescomoesasolassalvajesdelCantábrico que chocan y chocan sin descanso contra la misma roca afiladaintentando romperla —me dijo con ternura—. No puedes evitar el desastreporquetegustaromperyromperte.¡Ypobredelqueintenteinterponerseentreelmarylasrocas!Nosabeloqueleespera.—No sé qué voy a hacer ahora,Carmen.—Mi voz sonó entrecortada, pero
estaveznoeraporelesfuerzo.Carmenmepasóelbrazoporencimadelhombroymeatrajohaciasucuerpo
cálidoyfamiliarparaconsolarme:—Algosurgirá,niña,veráscomosí.Yahasaprendidolomásdifícil.
Laspesadillasmeasaltaronmientrasdormíaenmiantiguahabitación,perofueel lobo quienme despertó.Abrí los ojos y por unmomento pensé que estabatodavíaeneldormitorioquecompartíaconLucyenelSt.Mary’s,peroenvezdesurespiraciónsuaveenlahabitaciónentinieblas,solooíallobonegroaullandoenelbosque.Estaba amaneciendo, lo sabía por la luz fría y gris que se colaba por las
ventanasdibujandolassombrasdetodocuantohabíaenlahabitación.—Alma,¿estásdespierta?—susurré,peronotuverespuesta.Miréalacamaidénticaalamíaquehabíaalotroladodelahabitación,perola
cama de mi hermana estaba vacía, ni siquiera su fantasma había queridorondarmeesanoche.Ellobonegroaullóotravez,máscercaahora.Melevantédelacamaperono
busqué laperillade la lamparitaen lamesilla:envezdeesomeacerquéa lasgrandesventanasredondasymiréhaciaelbosqueprotegidaporlapenumbraquetodavía llenaba la habitación. En el bosque no había amanecido aún. La luzlechosadediciembreapenasacariciabalascopasdelosarbolesmásaltosperomeparecióintuirunasombraparadajustoenlalíneadeárbolesqueseparabanelbosquedelacarretera.Lasombraeraenorme,casitangrandecomouncocheolamesadecomedorparaveintepersonasquemamáhabíacompradounosañosantes. Me pegué al cristal helado de la ventana hasta que sentí mi propiarespiraciónagitadavolviendoamí,peroantesdequepudieradistinguirallobo,lasombravolvióaesconderseenlomásprofundodelaespesura.Desde allí también podía ver el jardín lateral de la mansión, una de las
poquísimaszonasdondelacasanoproyectabaunasombragigantescahaciendo
imposible que creciera allí nada más que musgo. Cuando regresó de lasAméricaselabueloMartínseempeñóenconstruirlamansióndeindianosmáslujosayenormedeMadridhaciaarriba,peronoseparóapensarqueunacasatangrandeproyectaríaunasombraaúnmásgrande.Enaquellazonaeradondeestaba el invernadero de la abuela Soledad. Ella eligió ese lugar—a pesar deestaralejadodeljardíntrasero—precisamenteporqueeraunodelospocossitiosenlacasadondellegabalaluzdelsol.Laabuelacultivabasusfamosasrosasenel invernadero —las más grandes y sedosas que yo había visto jamás—manteniéndolas protegidas de los elementos dentro de las paredes de cristal,sobretododelvientodelnortequerecorríaeljardínalgunasvecesarrastrandoasupasoelolordelmar.Atravésdeltechodecristaldelinvernaderointuílafiguradeunamujerque
ordenabalasmacetassobrelamesadetrabajodelaabuela.Alprincipiopenséqueseríamamá,otalvezCarmen,quehabíanentradoabuscaralgoparalacasa,perocuandolaviagacharsearecogerunaflordelsuelodetierramefijéenquesupeloeralargoyoscuroigualqueelmío.«EsAlma,habrádecididoembrujarlasrosasdelaabuelaSoledad»,pensésin
darlemásimportancia.PeroentoncesmefijéenquelamujernollevabapuestoelvestidoblancodeencajequeAlmasiempre llevaba,asíquemeapartéde laventanaymevestía todaprisacon loprimeroquepudeencontrar:unvestidocolorazulcieloyunachaquetilladelanagrisparanocongelarmeconelfríodelamañana.Mepuseloszapatosysalíporlapuertadelahabitación.La casa estaba en silencio. El único ruido que distinguí cuando llegué al
primerpisofueelsonidodealguienremoviendoenuntazónconunacucharilla.Imaginéque se trataríadeDolores,quedesayunaba sola en la cocinaantesdequeel restode lacasadespertara,comosolíahacercuandoyoaúnvivíaen lamansión.Dejé atrás la escalinata de mármol para avanzar por el pasillo lateral del
primerpiso.Laspuertasdelashabitacionesseguíancerradas,igualqueayer:elcomedorformal,labiblioteca,elsalónprincipal...Hastaquepasépordelantedelasalademúsica.NolamiréperocasipudeescucharlasnotasalegresdeMoodindigoflotandoenelairegélidodelamañanacomounfantasma.Abrílapuertadecristalysalíalagaleríaquerecorríatodalafachadatrasera
delacasa.Allí,bajolosarcosdepiedra,eradondelabandadeswingquemamá
contrató para nuestro cumpleaños había tocado versiones deGershwin toda latarde.TambiéneradondeyohabíaarrastradoalrepelentehijodelembajadordePanamá—delqueyanisiquierarecordabaelnombre—parafastidiaraAlma.Ahoralagaleríaestabavacíaexceptoporunosterrariosdepiedramacizadondenocrecíanada.Salíaljardíntraseroyavancéporloscaminosdelosetashastaellateraldelacasa.Mefijéenqueeljardín—quesiemprehabíasidoelorgullodemamá con su césped cortado con esmero cada semana y sus árboles exóticostraídos de otro continente— ahora parecía descuidado: las hierbas crecían sincontrolinvadiendolaslosetasdelsenderoynadiehabíapodadolosárbolesantesdel invierno. Ahora parecían siniestros esqueletos de madera completamentevacíosagitándoseenelvientodelnorte.Cuando llegué al invernadero la misteriosa mujer todavía estaba dentro,
inclinadasobrelamesadetrabajo.Nopudeverlabienperodistinguísusiluetamoviéndosealotroladodelapareddecristal.Abrílapuertadecidida:—¿Alma?Elladejóloqueestabahaciendoysevolviósorprendidahaciamí.—¡Quésustomehasdado!—medijoconunasonrisanerviosa—.No,nosoy
Alma.Soy...—Catalina—susurré—.Perdona, te he visto desde arriba y he pensado que
eras...,daigual.Noqueríaasustarte.—Nopasanada,essoloquenadiesabequevengoaquícadamañanaymehe
asustadocomounatontaalescuchartuvoz.—Catalinaserioparaespantarlosrestos demiedo del cuerpo—. Sabía que habías vuelto ayer, pero no te habíavistotodavía.Mimadretienerazón:hascrecidomucho.—Tútambién—ledijeconunadiminutasonrisa.Eraembarazosohablarcon
alguienaquienmehabíapasadoignorandotodalavida—.Estásmuyguapa,yparecesmayor,¿cuántosañostienes?—Catorce,siemprehesidotresañosmenorquevosotras...quetú,quierodecir
—secorrigióella.Catalinanoparecíamolestaporqueyonorecordaraesepequeñoeincómodo
detalle. Al verla ahora, entendí por qué mamá había empezado a dirigirle lapalabra después de años de fingir que la otra hija de sumarido no existía: separecíaunpocoaAlma,ytambiénamí.Poresoyolahabíaconfundidoconelladesdelaventana.Catalinateníaelpelocasitanlargocomoelmío,soloqueel
suyo era de color castaño claro en lugar de negromedianoche. Sus ojos eranbonitos:marronesydespiertos,conlaspestañasoscurasmuytupidas,parecidosalosdeCarmenperomenostristes.Separecíamuchoalmarquésenlasfotosdejovenquehabíavistodeélensuhabitacióndecaza.Sipadrehubieratenidounahermanaguapa,hubierasidoigualqueCatalina.—¿Vienesaquítodaslasmañanas?—lepregunté—.¿Paraqué?Mefijéentoncesenquesusmanosestabanmanchadasdetierrayenquetenía
una maceta de barro sobre la mesa de trabajo donde estaban esparcidas laspequeñasherramientasdejardineríaquesolíausarlaabuela.—Vengo a cuidar las rosas de la abuela Soledad antes de que nadie se
despierte.Ellamedejóalcuidadodesusfloresantesdesuicidarse,medijo:«Atinomepermitendejartenadaaunqueseasminietatambién,asíquetedejoalcargodemisrosasyelrestodelasplantasdelinvernaderoparaquedescubrascómotrabajalanaturalezayaprendastodoloqueyonopodréenseñarte.»Miré alrededor, no solo las rosas seguían creciendo tan enormesybrillantes
comocuando laabuelavivía,además,habíaorquídeasblancasenunmaceteroaltoyalargadoqueocupaba todoelextremodel invernaderoycampanillasdemuchos colores diferentes colgando del techo de cristal tan frondosas que suspétaloscasiacariciabanmihombro.Tambiénvicantidaddeesquejes,pequeñosbrotesyfloresextrañasycoloridasdelasquenisiquieraconocíaelnombre.—Lasplantassetedanbien—acepté.—Hagoloquepuedo.—¿La abuela Soledad habló contigo antes de saltar?—pregunté, todavía
mirandolasrosastanperfectasquecasiparecíanhechasdeterciopelorojo.—Sí, claro—respondió Catalina como si fuera evidente—. También habló
contigo,¿no?Paradespedirsedeti.Me fijé en sus manos manchadas de tierra oscura: la misma tierra oscura
esparcidasobrelamesadetrabajoquellenabalasmacetaseimpregnabaelaireconsuolor.Olíacomoelbosque.Catalinaparecíasentirsecómodacuidandolasfloresde laabuela,protegiendosu legadode rosasperfectas igualquesi fueraalgonaturalparaella,lamismaniñaalaqueyohabíaignoradoduranteañosapesardesaberqueesolahacíalloraraescondidas.—No.Laabuelanosedespidiódemí.Le había dicho «adiós» a Alma en nuestro claro del bosque y también a
Catalina,peronoamí.—Vaya, pues lo siento.—Catalina hizo elmismo gesto de reproche con la
narizqueyohabíavistomilvecesensumadre—.Peroalgotedejaría,¿no?—Sí,uncollarqueellasabíaquemeencantaba.Lodejósobremialmohada
antesdesaltar.—Hacíaañosquenopensabaenelcollarconaquellaesmeraldatangrandecomoelpuñodeunbebé—.Peroelmarqués lodescubrióyme loquitóeldíadesuentierro,seguroquelohavendidoya.—Sí, seguro.Cualquier día, si tumadre le deja, vende la casa con nosotras
dentroparapagar todo loquedebe—respondióCatalinavolviendoaocuparsedel rosal que estaba trasplantando, pero cuando se dio cuenta de lo que habíadicho se olvidó de la planta ymemiró—. Perdona, no quería hablarmal delmarqués y menos delante de ti. Supongo que tengo que estarle agradecidaporquenospermitieraseguirviviendoenlacasaestosañosapesardequemamáyanotrabajaraparalafamilia.Despuésdeañosdeignorarlaydenegarseadarlesuapellidomesorprendió
escuchar aCatalina decir que debería estarle agradecida almarqués.Yo no loestabaenabsoluto,ytampocoteníaningunasganasdevolveraveramipadre.—Por el estado del jardín y por la enorme planta trepadora que se ha
apoderadodelafachadadiríaqueEmiliotampocotrabajaparalafamiliadesdehaceaños.—No, ahora el pobre Emilio viene solo una vez cada dos semanas en
primaverayenveranoparamantenerelcéspedpresentableyarrancarlasmalashierbas que no dejan de aparecer por toda la finca, estamos invadidos—dijoCatalinaconresignación—.Nichófer,nijardinero,nichicodelosrecados:delservicioquetúconocíasyasoloquedaDolores,ymimadre.—Sí,yahenotadoquelacasaytodolodemásestábastanteabandonado.—
Miré alrededor y noté que algunos paneles de cristal del invernadero estabanrajados—. Supongo que el marqués tiene cosas más importantes de las queocuparse.A padre siempre le había dado igual ese invernadero y todo lo demás en la
casa, todo excepto lo que había en su habitación de caza, por supuesto: lascabezas de los animales muertos en las paredes, su colección de whiskyimportadoensuselegantesbotellasdecristal,suscuchillosdecazaparadesollarjabalíes traídosdirectamentedesdeAlemaniayelblasónde lafamiliaZuloaga
quecolgabasobrelachimeneadelahabitación,justoencimadelaescopetaconlamiradefectuosaconlaquematóaAlma.—¿Lehasvistoya?Almarqués—preguntóCatalinaconsuformarápidade
hablar.—Noypretendoseguirasítodoeltiempoquepueda.—Loentiendo,hevistolaquemaduraenelsuelodelabiblioteca—dijoella
connormalidad—.Alprincipiotumadreintentabataparlaconunamesita,perocomo la mesita siempre estaba en medio terminó por quitarla y ahora puedeverseelsueloquemado.—¿Sabesloquepasó?—preguntésorprendida—.Nocreíquemamáhablara
deaquelloconnadieymuchomenoscontigo;noteofendas,peropenséquetúseríaslaúltimapersonaenelmundoaquienmimadrelecontaríaalgoasí.Catalinasesacudiólasmanosparalimpiarselatierra,quevolvióacaersobre
lamesadondelasrosasrojasesperabanpacientementesuturno.—Tumadrenomecontónada—respondióellaconunasonrisitaculpable—.
Porlasnochesyosolíaescaparmedelacamademamáparairalabibliotecaajugarconvuestracasitademuñecas.Sabíaquetumadreseenfadaríamuchosilodescubríayteníamiedodequepudieradespediramimadresiseenterabadequeyomepasabalasmadrugadasjugandoconsuqueridacasitademuñecas,asíqueesanoche,cuandoescuché lospasosqueseacercabandesdeelpasillomeescondídetrásdeldivánfrancésquehayfrentealaventana.—Lovistetodo,visteloquehice.—Sí, todo.Esdecir,yoyasabíaqueAlmay túpodíaishacercosas..., cosas
especiales. Todami vida he oído los rumores que circulaban sobre vosotras ysobrelaabuelaSoledadporelvalle,peronuncalohabíavistoconmispropiosojoshastaqueesanochevicomocasileprendíasfuegoalmarqués—respondió—.Perotranquila,noselocontaréanadie.—Erastú—dijealiviada—.Erastúquienmovíalasmuñecasenlacasitaylas
cambiabadesitioconstantemente.UnadiminutasonrisacruzóloslabiosdeCatalina.—Culpable también, sí. Muchas veces no recordaba cómo las había
encontrado o estaba tan cansada queme dabamiedo quedarme dormida en elsuelo de la biblioteca y ser descubierta, así que dejaba las muñecas por ahíconvencidadequeculparíaisa los fantasmasquevivenen lacasaenvezdea
mí.Elúnico fantasmaqueyopodíavereraeldeAlma,perocuandoellaestaba
vivahablabasinparardelosespíritusqueencantabanVillaSoledad.Yonopodíaverlos entonces—igual que no puedo verlos ahora—pero demadrugada solíaescucharelcrujidodelsuelodemaderaenelprimerpisohundiéndosebajounospasosinvisibles,susurrosqueviajabanpegadosalasparedeshastalosrinconesmásoscurosde lacasay lasfotosdebodade laabuelacayéndosealsuelosinque nadie las tocara. Alma estaba tan viva en esa casa como el resto de losespectrosqueseresistíanamarcharse.—Y qué pasa contigo, ¿tú también puedes hacer cosas especiales? —le
preguntéaCatalina.—Noqueyosepa.Esdecir,unavezmebebíunabotellaenteradelechedeun
tragosinrespirar,otravezmecaídelmanzanoesequehayalfondodeljardínynome rompí ni un solo hueso del cuerpo ymamádice que tardé lamitad detiempo que cualquier niño en aprender a hablar, pero no creo que ninguna deesascosasmeconviertaenalguienespecial,¿verdad?Solosoyunamás.Reconocí en sus ojos color avellana lamisma rabiamal enfocadaquehabía
vistoenlosmíostantasveces.—Durantemuchotiempoyotambiénpenséquenoeraespecial.Nocreoque
seas solo «una más» —le dije sin saber muy bien por qué sentía que debíaanimaramimediohermana.—Túhasnacidosiendomarquesa,siemprehassidoespecial,notienesniidea
de lo que es ser normal —respondió Catalina—. Vivías a la sombra de unahermanaperfectayapenaspodíassoportarlo,imagínateyo,quehecrecidoalasombradedoshijasreconocidasquellevabanvestidosdesedahechosenParísmientrasyodormíaenunacamaconmimadreenelsótanodelacasa.—¿Yquéquieresdemí? ¿Unadisculpa?—Mivoz sonómás fríade loque
pretendía—.Laculpaesdelmarqués,asíqueveapedirlecuentasaélsiquieres,yonotengoculpadelotuyo.Bastantetengoyaconmispropiospecadosyconunahermanaquemeculpadesudesgraciacomoparatenerquecargarconotra,losiento.—Noteculpoporlospecadosdetupadre:suspecadossuyossonydesobra
séqueelmarquésnotienenadaquepuedadarme,nisiquierasuculpa.Aunqueteconfiesoqueapesardetodosestosañosdedespreciossigoesperandoqueél
mequieracomoaotradesushijas—dijoCatalinasinrastrodeamarguraensuvoz—.Esalgocurioso,¿verdad?,lamaneraenlaquenosentregamosaquiennonosamaninosamarájamássoloporladiminutaesperanzadequealgúndíasefijeennosotras.—Asíes—respondí,peronosupesialhacerlopensabaenmipadre,enTomás
oentodoslosquehabíanpreferidoaAlmamientrasyoerainvisibleasusojos.—Yrespectoatupropiaculpa,noparecequetepeseenabsoluto,Estrella,así
quetampocoleveoelsentidoahacertecargarconella,porqueesunpesoquenollevas.—Yjustoasípretendoseguir.Laculpanoesmásqueunapérdidadetiempo:
unatrampainventadaparacontenernos,unajauladebarrotestransparentesquenosobligaa sentirnosmalpordesear loquedeseamosoaquiéndeseamos—respondí—.Hepasadomuchotiempopensandoencómoesquivarlaculpaigualque hace mi padre e igual que hacen los hombres para poder hacer solo mivoluntad.MeacordédeMason,aquienno lehabía importadoabandonaraLucypara
proponerme matrimonio a mí —su mejor amiga— después de una sola cita.Simplemente,yo lehabíaparecidomejoresposa,asíqueseolvidóde lapobreLucy sin una explicación ni una disculpa, porque la única voluntad que leimportabaaMasoneralasuyapropia,nilamíaniladeLucy.—Ojalápudierasermáscomotú.Desearíapoderpensarenmíysoloenmísin
importarmeeldañoquepuedacausaraotros,igualqueaellosnolesimportamipropio daño—me confesó Catalina con una sonrisa triste—. Por favor, no lecuentesatumadrequevengoacuidarlasrosascadamañana.Ellasepiensaquecrecenasídebonitasporeseapestosoabonoquepreparaconlospososdelcaféylaspeladurasdelasnaranjas.Noquieroquelaseñoramarquesadescubraquehagoestoporquelaabuelamelopidió,sepondríatriste.—Descuida, no se lo contaré a nadie —le prometí—. Y, por lo que a mí
respecta,estasrosassontantuyascomomías.Catalinamesonrióydespuésvolvióaocuparsedesusrosasmientrastarareaba
unamelodía.Dimediavueltaparamarcharmepensandoenqueahora teníaunsecreto con Catalina —dos, si contaba que ella me había visto hacer fuegoaquellanocheenlabiblioteca—,peroantesdesalirdelinvernaderolamiréunavezmás:alverladeespaldasycanturreandoasíerafácilconfundirlaconAlma.
Salíycerrélapuertadecristaldetrásdemíperotodavíaescuchésuvozflotandoenelvientodelnorte.
Elmisteriosoinvitado
ELMISTERIOSOINVITADO
Esamisma tarde el cartero dejó un aviso paramí en el buzóndehierro quecolgabadelportóndeVillaSoledad.HabíanenviadoaBasondoelrestodemislibros, ropa y pertenencias desde el colegio.Todo lo que tuve que dejar en lahabitaciónquecompartíaconLucycuandomeexpulsaronporquenocabíaenmiúnicamaletaestabaahoraesperándomeenlaoficinadeCorreosdelpuebloparaquefueraarecogerlo.YonoteníanadaquehacerylashorasenVillaSoledadpasaban lentasyvacías,demodoqueamedia tardedecidíquemeacercaríaaBasondodandounpaseoporlacarreterahastalaoficinadeCorreos.NosabíasiTomás seguiría viviendo en el pueblo después de estos años de silencio, perobarajé la idea de pasar por delante de la casa donde solía vivir con su padrecuandoaúnerauncrío,parahacermelaencontradiza.Había pensado pedirle prestado un vestido a mamá porque todavía llevaba
puesto el vestido de color azul cielo y era demasiado fino para el clima dediciembreenelCantábrico.Nohabíavueltoaverladesdeeldíaanterior,peronosabía quién de las dos evitaba a quién. Llamé dos veces a la puerta de suhabitación en el segundo piso pero no obtuve respuesta, así que entré en sudormitorioyviquemamádormíalasiestaensucama.Nosehabíamolestadoenponerse uno de sus pijamas de raso o en abrir la cama, simplemente se habíatapado con unamanta de angora blanca por encima del vestido pero se habíadejadolospiesdescalzosfueradelamanta.Meacerquéasucamadepuntillasintentandonodespertarlaylatapébienparaquenosequedarafría,peroenesemomentomamásemovió.
—Alma...menosmalqueestásbien,hetenidounsueñohorrible—murmurósinllegaraabrirdeltodolosojos—.Unapesadilla.La miré sin atreverme a moverme y todavía con la manta suave entre las
manos:pensabaqueyoeraAlmayquetodohabíasidounsueño,unapesadilla.—Soñé que estabas muerta y deambulabas por la casa llevando todavía tu
vestido de encaje blanco, el mismo de tu cumpleaños —murmuró contra laalmohadadehilo.Incluso después de muerta seguían confundiéndome con Alma. Me incliné
despaciosobreellayleacariciésupelocastañoycorto.—Nopasanada,mamá.Vuélveteadormir—susurré.Salídelahabitacióndemamásinvestidoyconunnudoenelestómago.Alma
estabaenelpasillodel segundopiso,apoyadacontra labarandademaderadecaobaymediocuerpoinclinadocolgandofueracomosiestuvieraintentandoverlashabitacionesdelpisodeabajootendiendoropalavadaenunhiloinvisible.Su pelo negro y largo caía suelto a los lados de la cara haciendo imposibledistinguirsurostro.—Dejatranquilaamamá,ellanopuedeverteperosabequemerodeasporla
casa—ledije, casi esperandoqueAlma sevolvierahaciamíenseñándomesurostrodecalaveraporfin,peronosemovió—.Asísololehacesmásdaño.Estásmuerta,Alma,dejaqueteentierredeunavez.Elavisodelcartero—yconéllaposibilidaddeveraTomás—mequemaban
enelbolsillodemivestidodeverano,asíqueintentéolvidarmedeAlmaybajélasescalerasquemequedabanhastaelprimerpisodelamansión.Cuandolleguéalvestíbulomedetuveunmomentosobreelsuelodeazulejosblancosynegrosparamirararriba:Almaseguíaapoyadaenlabalaustradadelsegundopiso,peroapenas un instante después vi cómo caminaba hasta la puerta cerrada de lahabitacióndemamáyentrabaparaseguirapareciéndoseensussueños.Ya eramedia tarde, pero el sol débil de diciembre todavía se filtraba por la
ventanadelacocinareflejándoseenlosazulejosblancosdelasparedes.CarmenestabasentadaalamesatomandocaféconlecheypastasconDoloresigualquehacíanlasdoscadadíaaesamismahoradesdehacíacasiveinteaños.—¿Estás bien, niña? Parece que hayas visto un fantasma —dijo Carmen
cuandomevioaparecer.—Esosonbobadas,yonocreoenfantasmas,essololaculpaquenospersigue
atodosparaintentarmartirizarnos.Afortunadamenteyosoymásrápida.Lacocinaolíaacaféreciénhecho,apastasdemantequilladeldíaanteriorya
la leche que se había quemado en el cazo sobre elmoderno fogón de hierro.Mamánococinaba—norecordabahaberlavistohacerloentodamivida—,perohabía mandado renovar la cocina entera después de morir la abuela Soledad.«Nosepuedencocinarplatosmodernosenunaviejacocinadeleña,niqueestofueraunacasuchadepueblo»,habíadichomamámientrashojeabaelcatálogodecocinasquelehabíanenviadodesdeMadrid.«Deberíamoshacernosconunodeesosarmariosrefrigerados,deesosquemantienenlacomidafrescatambiénenverano.UnElectrolux.»—¿Quéquieres?Ynomedigasqueyatehascansadodemerodearporlacasa.
Deniña te pasabashoras vagandopor las habitaciones cerradas comoungatocallejero que entra y sale a su antojo hasta de los sitios prohibidos —dijoCarmenantesdecogerotrapastadelacaja.MamálepagabaalpanaderodeBasondocadamesparaquetodaslasmañanas
enviaraasuhijohastaVillaSoledadcontresbarrasdepanyunacajadepastasdemantequilla.Laspastasfrescasdeldíaeransoloparalafamilia,perocomoaldíasiguiente todavíasepodíancomer,envezde tirarlas,DoloresyCarmenseterminabanlasquesobraraneldíaanterior.—No, es queme aburro aquímetida sin hacer nada y quiero salir a dar un
paseo.—Niñainquietadondelashaya.Túsiemprehasestadohechadelapieldelas
lagartijas,duranteelveranosalena tomarelsolyseescondenrápidamenteencuantoescuchanpasos—medijo—.Yadebebéllorabasporlanocheparaquetehicierancaso,yencuanto tuviste fuerza suficiente teponíasdepie intentandoescapartedelacunatanelegantequetehabíacompradolaseñoramarquesa.Almanollorabadebebéporquehabíasido«laSanta»inclusodeniña,había
escuchadoesashistoriasunmillóndeveces.—¿Sabes dónde puedo encontrar algo que ponerme? —le pregunté más
cortantedeloquepretendíaenrealidad—.IgualCatalinatienealgoquepuedaprestarme, aquí solo tengo el uniforme del colegio y un par de vestidos deverano.—No,miCatalinaesmuyflaquitaparaquesuropatesirva,tieneelcuerposin
formasycasipareceunaniñatodavía,no.Yyosoydemasiadobaja,seteverían
las pantorrillas con cualquiera de mis vestidos. Pero ¿adónde quieres ir si sepuede saber?—Carmen dejó la pasta junto a su taza de café ymemiró consuspicacia—.NomedirásquevasairaBasondo.Metílamanoenelbolsillodemivestidoysaquéelavisodelcartero.—Sí,miscosashanllegadoporfinypensabairabuscarlas,tampocoesque
estéhaciendonadaimportanteaquí—protesté.—Bueno, si te aburres puedes sentarte con nosotras a tomar café—sugirió
Dolores—.Noestamoshablandodenadaenconcreto,solochácharademujeres.Estuve tentada de aceptar su oferta, sentarme en una de las sillas libres
alrededor de la mesa de pino gastado—donde solo comía el servicio porquenosotros lo hacíamos siempre en el comedor de diario— y olvidarme de ir aBasondoparabuscaraTomás.Inclusolaspastasdeldíaanteriormeparecieronapeteciblesdesdedondeestaba.—¿Quérespondes?—Dolorescogiólacafeteradehierrofundidoconcuidado
denoquemarseyserellenólatazaotravez—.Puedescontarnostusaventurasen el colegio si quieres, somos un público agradecido, ¿verdad que sí, doñaCarmen?Doloreseralaúnicapersonaenelmundoaquienyohabíavistollamar«doña
Carmen»aCarmen.Paratodoslosdemásellaerasolo«Carmen»ocosaspeores,peroparaDoloressiemprehabíasidoasí,inclusodespuésdeayudarlaadaraluzaCatalinaensuhabitacióndel sótanoporque lamatronadeBasondonopudollegaratiempo.—¿Vistealgúnactor famosomientrasestuvisteenInglaterra?Dicenquehay
muchosporallí.Másqueaquíseguro.—Doloresserioconfuerza—.¿VisteaFredAstaireporcasualidad?LevihaceunosmesesenSombrerodecopayquémaravilladepelículaydebailes.Salimoslasdosenamoradasdelcine,¿verdadquesídoñaCarmen?Sonreí.—No,noviaFredAstaireaunquesíviaClarkGableunavez.Noeraunamentira exactamente: despuésdever aClarkGablehaciendode
periodistapobreyaventureroenSucedióunanoche,mimentehabíaentrelazadolasdoshistoriashastaconvertirlasenunasolaeinseparable.LapelículayloquepasóconMasonyLucyformabaunaúnicacosaparamí.ClaudetteColbert,elautobús en el que huía de su boda, elReginald con sus butacas de terciopelo
gastado, el olor a palomitas y el inglés tosco de Mason formaba una masapegajosaqueuníalosrecuerdosdeesosdías.—ClarkGable...—repitióDoloresintentandorecordar—.Ah,sí,yaséquién
es:elorejotaseseconelpelonegrocomolanoche.¿Sabequiénledigo,doñaCarmen?Lehemosvistoenunadesusrevistasdecine.Y¿cómoesenpersona?Vamos, siéntate un rato y cuéntanos los detalles, niña, quedoñaCarmenyyonuncahemosvistounacelebridad.—Esmás bajito en persona—terminé yo—. ¿Qué pasa con la ropa? Se lo
pediríaamamáperonoquierodespertarladesusiesta.Nome atreví a decirles queAlma estaba ahoramismo en la habitación con
mamárondandosussueños.—Pues claro que no, deja dormir a la señoramarquesa que últimamente la
pobre tiene el sueño difícil—respondió Carmen—. ¿Y por qué no esperas amañanaparairabuscartuscosassisepuedesaber?Nosevanamoverdedondeestán,niña.AsípodríadecirleaEmilioqueteacompañedevueltaparaquenovayastúsolaporlacarretera.—Prefiero ir dando un paseo, asíme da un poco el fresco y de paso seme
aclaranlasideas,quelamitaddeltiemposolomesalehablareninglésyaquínomeentiendoconnadie—mentí—.Laropa,Carmen.—Sédóndepuedehaberalgoquetesirva—respondióellanomuyconvencida
deestarhaciendolocorrecto—.GuardamoslascosasdelaseñoraSoledadenelsótano después de que ella «volviera al mar». Su ropa, sus sombrerosestrafalariosytodolodemástodavíaestaránahíabajo.Loenvolvimostodobienylopusimosdentrodeunascajasparaqueestuvieraasalvodelpolvoydelasarañas. Tu abuela tenía un cuerpo muy parecido al tuyo, así que seguro queencuentrasalgoque tequepa.Sinoencuentras lascajasdileaCatalinaque teayude, ella sabe dónde están porque más de una vez la he descubiertocurioseando.Me volví hacia la puerta de la cocina sin molestarme siquiera en darle las
graciasaCarmenantesdemarcharme,peroellamedetuvo:—No estarás pensando en meterte en algún lío, ¿verdad, niña? Mira que
acabasdevolver.Lamirédesdeelmarcodelapuertade lacocinade lamansióndisimulando
unasonrisa.
—PeroCarmen,¿cuándomehemetidoyoenalgúnlío?
Basondoapenashabíacambiadoenlosúltimosdosaños.Noeranadadistintodelrecuerdoqueyohabíamantenidointacto:parecíaquehubierapermanecidoencerrado,comoenunodeesosglobosdenieveenminiatura.Unpolvogrisoscurosalíadelaminaycubríalostejados,lasaceraseincluso
a los habitantes del lugar, como una promesa siniestra de la que nadie podíaescapar. Yo misma sentí el polvo gris que salía de las entrañas de la tierrapegándoseamipeloy alvestidoprestadode la abuelaSoledad igualqueunasegundacapadepiel:losuficientementefinacomoparadejarterespirarperonotantocomoparaevitarque lospulmonesse te llenarandeeseresiduogrisáceoconcadarespiración.CuandocaminabahastaelcentrodeBasondobuscandolaoficinadeCorreos,
notéquealgunascabezassevolvíansorprendidasalvermepasar,igualquequienve un fantasma del que cree haberse deshecho ya. Podía imaginar cómo sesentían porque yo misma había creído haberme librado del espectro de mihermanagemelaunpardeveces,antesdevolveraverlamerodeandocomositalcosaporlospasillosdelSt.Mary’s.Nadiemesaludónimedijounapalabramientrasavanzabaentrelasestrechas
callesirregularesdeBasondo,construidassiguiendolaformaafiladadelpaisajefrentealCantábrico.AtrásquedabanlassuavescolinasdelasafuerasdeSurreyoloslargospradostapizadosdehierbatupidadondenoseveíanapenasárboles.Aquílatierraerairregularycortante,siempresiguiendolalíneacaprichosadelacosta.No había un terreno llano o explanada lo suficientemente grande comopara construir una casa de tamaño normal. Esa fue la razón por la que lostrabajadores que levantaronVilla Soledad para satisfacer los antojos de nuevo
ricodelabueloMartíntuvieronquetraertoneladasdetierradesdeelcentrodelvalle para nivelar la parcela donde se alzaría la mansión. El suelo era tanirregular que, de lo contrario, no hubieran podido levantar ni una pared deladrillosenaquellugar.Un grupo de señoras de la edad de Carmen, vestidas de negro y con los
zapatoscubiertosdeaquelpolvogris,memiraronsorprendidascuandopaséasulado.Formabanuncorrilloenlaúnicaaceradelpueblo,laquehabíadelantedelaiglesia del padre Dávila. No escuché bien lo que decían al pasar yo, perodistinguí las palabras «marquesa» y «hermana». La iglesia de Basondo era eledificiomásgrandedelpueblo,mayorinclusoqueelalmacéndehierrodondeelmineral recién extraído de la mina se amontonaba esperando al barco parallevarloasudestino.Laiglesiaeradeestilorománico,conunapuertadedoblehoja con postigos y cerrojo de hierro y un campanario cuadrado en la torre.Sonreísatisfechaalcontemplarlo:habíaaprendidotodasesascosasenlasclasesdehistoriayarquitecturadelaseñoritaObelenelSt.Mary’s.—Vaya,puessíqueexistenlosfantasmasdespuésdetodo—oíquedecíauna
vozfamiliardetrásdemí.EraTomás.Losupeinclusoantesdedarmelavueltaparamirarle.—Precisamentetúdeberíassaberlomejorquenadie—respondí.La imagendeTomásqueyohabíamantenido todoeste tiempoocultaenun
rincón de mi mente que solía visitar solo cuando me sentía con ánimo decausarmedolornoseparecíaennadaaladelhombrequeteníadelante.Llevabaelpelomuchomáscortodeloquerecordaba,nirastrodeaquellosrizoscastañosentre losquehabíavistocómoAlmahundíasusdedos.Sucara tambiénhabíacambiado, sus rasgosmasculinos afiladospor la edad—yseguroque tambiénporelhambre—resaltabansuspómulosaltos.Sinembargo,losojoscastañosdemiradadulcequeyorecordabatodavíaseguíanahí,observándomeahoracomosino dieran crédito a lo que veían. Pero ya no se parecían a los ojos del pobrePatsy sinoa losdeunave rapaz:unhalcóno inclusounáguilacon lamiradaacechante.—Sí,hesido testigodeunascuantascosas increíblesenmivida.Estásmuy
cambiada.Nosésiesporlaropaoporelpelo,peromerecuerdasunpocoatuabuelaSoledad.—Tomás sonrióyyo sentí quevolvía a tener catorce años—.¿Tambiénvasempezarallevarcollaresestrafalariosdeperlas?
—Tútambiénestáscambiado—fuetodoloquesemeocurriódecir.—Veoquetehasdadocuenta.Sí,dentrodeunmesmeordenaránsacerdote.Podíaversusotanaabrochadahastalabarbillayelespacioparaelalzacuello
aúnvacío,alaesperadesuordenación.—¿Sacerdote?—Sí. Supongo que no te sorprenderá. A mi padre y a mi tío no les gusta
mucholaidea,peronoseoponenaquemeordene.Ytodotelodeboati.—¿Amí?—repetíconlabocaseca—.No,teaseguroquenomedebesnada.—¡Pues claro que sí! Sabes, nunca imaginé que precisamente tú intentaras
quitarteelméritodealgoquetepertenece.—Tomásserioenvozbajaydespuésmemiróconsusnuevosojosderapaz—.Loquetúhicisteaquellanocheenelbosquemecambióparasiempre.TuvoqueserDiosquientepusoenmicaminopara convencerme, a ti y a ese pino que todavía sigue dandomanzanas rojasdespuésdetantosaños.Algunasvecesaúnvoyalbosqueparaverlo,¿sabes?—TeaseguroquenofueDios—dijesinapartarlosojosdesutrajenegro.—Me equivocaba: no has cambiado nada, Estrella, sigues siendo igual de
salvaje que cuando correteabas por el bosque ensuciándote de barro —meregañó con amabilidad—.Y sigues diciendo lo primero que se te pasa por lacabezasinimportareldañoquepuedascausarenlosdemás.—Lacabezaes justoloqueteestáfallandoati,¿cómoesquevasahacerte
sacerdote?Eresmuyjovenparadecidiralgoasí.—Losoy,¿verdad?Solotengodiecinueveaños.Seréelsacerdotemásjoven
quesehaordenadonuncaenladiócesisdeBilbao.—Tomásparecíaencantadoconlaidea—.Mecostó,peroelpadreDávilamehaayudadoaconseguirloporfinyleestoymuyagradecidoporello.Yoerauncríoexaltadoyrebeldepero,apesardeeso,élsupoverenmíalhombredefequetienesdelante.SinelapoyodeDávilanoestaríahoyaquí.—¿El mismo padre Dávila que acostumbraba a perseguir al marqués para
conseguirquelepresentaraasusamigosempresariosypoderinvertiréltambiénensusnegocios?¿Oelqueaspiraaconvertirseenelpróximoobispousandoestaiglesiacomolanzadera?¿Notemolestaesounpoco?—No,DávilatienederechoaquererascenderdentrodelaIglesiayseguroque
loconsigue,esmuyqueridoenladiócesisdeBilbao.Dejéescaparunbufido.
—Puesporlamaneraenquesebebíaelwhiskydelmarquésmesorprendequecontinúe con vida—dije demalasmaneras—. Todavía le recuerdo comiendoconfitdepatoadosmanosenlamesadecomedormientrashablabadecómolostrabajadores de la mina no eran más que unos privilegiados que se quejabandemasiado.—No seas tan dura con él. Dávila ha cambiado mucho en estos años. Los
tiemposquevivimoslehanhechosermáshumilde—ledefendióTomás—.Searrepintiódeesascosasehizopenitenciaparaenmendarse.Ahoraesunhombrenuevo.HabíasidoeldíadelaPascua.ElmarquéshabíainvitadoacenaraDávilaya
uncomercialdeunaempresanavierabritánicaconelquepretendíacerrarunaventadehierromillonaria.Elmenúsecomponíadesopadequesoconsalsadevino tinto francés, confit de pato y pastel de chocolate belga con guindas almarrasquino. A mitad de la cena ya solo hablaban Dávila y el marqués. Elcomercialnosabíatantoespañolcomoparaseguirlaconversación,mientrasquemamáynosotrasdosmirábamosasqueadascomeraDávila.Elpárrocosujetabaun muslo de pato con la mano sin importarle que la grasa dulce del confitresbalara por su puño cerradomanchando lamanga de su traje negro. Dávilahablabadelamanerafanáticayconvencidadelosqueestánacostumbradosaserescuchados siempre. Para cuando la ayudante de Dolores —una muchachatímidaalaquenohabíavueltoaverporlacasa—trajoelcarritodelospostresconlatartadechocolatebelgaenunadelasbandejasdeplatademamá,elpadreDávilayasehabíaterminadosutercermuslodepatoysucuartacopadebrandimientrasnoparabadehablardelosprivilegiosdelosmineros,incluidoslosseisquehabíanmuertoaplastadosenelúltimoderrumbedelaminaZuloaga.El comercial de la naviera se marchó al día siguiente de Villa Soledad
poniendo una excusa para no volver jamás, y por supuesto sin cerrar ningúnacuerdoconelmarqués.—ElpadreDávilaqueyoconocíeraunhombreservilymiserablecapazde
cualquiercosaporhacerseunhuecoennuestracasa,enlosnegociosdelaminayenlamentedelmarqués—recordé—.Dávilanohacenadapornadiesinoesparasupropiobeneficio.Pensé que Tomás se enfadaría, que pondría las manos en las caderas yme
miraríaconesamezcladecondescendenciaycensuraquesolíamostrarincluso
cuandoéramosunoschiquillos.Peroenvezdeesoserio.—Oh,Estrella.Nodigasesascosasdeunhombredefe—dijotodavíaconuna
sonrisa—.YaséquehaspasadoestosañosenInglaterrayqueallínohayapenascatólicos, puede que hasta hayan intentado convertirte en protestante oanglicana,peroahoraestásentutierra.Sacudí lacabezacomosiquisieradespertardeunmalsueño,mipelosuelto
mehizocosquillasenelbrazo.—Amímedan igual esas cosas, pero ¿yquépasa con lapolítica?Antes te
encantaba,loeratodoparati—lerecordéintentandohacerlecambiardeopinión—. Siempre estabas hablando de los derechos de los trabajadores, de lossindicatosytodasesascosas.UndíainclusonoscontastecómoeranlashuelgasdelostrabajadoresenChicagoycómohabíanconseguidounajornadadeochohorasorganizándose.—PeroEstrella, a ti siempre tehandado igual lashuelgasy todo lodemás.
Recuerdo cómo protestabas y te ponías a bostezar cada vez que yo sacaba eltema.Nointentesconvencermedequehascambiadodeopiniónporquenomelocreo—mereprochócondulzura.—¿Yporquénoibaacambiardeopinión?¡Tútevasahacercura!—repliqué
másaltode loquepensaba, tantoqueelgrupode señorasqueesperabanparaentraramisasevolvieronparamirarnos—.Yotambiéntengoderechoacambiardeideas,¿no?—Cuandoseasacerdotepodréseguirayudandoalostrabajadores,soloquelo
haré de otra manera —respondió Tomás pacientemente—. Este país estácambiando para bien, Estrella. La República nos traerá un país más justo ymodernoparatodos,incluidoslostrabajadoresdelamina,yyoseguiréestandoahícuandoellosmenecesiten,asítambiénserviréaDios.—Me sorprende que con tus ideas políticas te vayan a permitir ordenarte
sacerdote.—Puesclaroquesí,nodigasbobadas.—Tomáshizounapausaintentandono
enfadarse—.LaIglesiaestácambiandotambién,comoelrestodelpaís:yanoesesa caterva de viejos supersticiosos y asustados por cualquier avance. Y yoformopartedeesecambio,yosoylaprueba.Cuandoelpaísseestabiliceylosproblemasqueatraviesaahoraseresuelvan,lanuevaIglesiaserátanmodernaycivilizadacomoelresto,yaloverás.
—Me da igual la Iglesia y me da igual la República —protesté—. ¿Y lapoesía?Recuerdo que antes siempre estabas con un libro en lamano leyendoversosdeaburridosescritoresmuertos.Habíaestudiadoaesosescritoresrománticos—yamuchosotros—enelSt.
Mary’s y ya no los encontraba aburridos en absoluto, al contrario: disfrutabaleyendo las rimas apasionadas y los versos siniestros que hablaban acerca delamorperdidoo imposible,perono ibaaadmitirlodelantedeTomás.Hacíaunparde añosque inclusohabía reconocido lapoesíaque él le estaba leyendoaAlmalatardeenquemurió:
Quelavidanosepareloquehadeunirlamuerte.
Yonoestabaprestandomuchaatenciónenclaseesedía.Laprofesoraestabahablando de un tal Percy Shelley y de su joven esposa, escritora también, yentonces escuché esas palabras y las reconocí a pesar de haber pasado tantotiempo.Despuésdeesomesentítristeduranteunasemanaenteraycadavezquerecordabaeseverso,elhiloinvisiblequemeuníaaAlmasevolvíaunpocomásvisible.—Lapoesía todavíamegusta,esonohacambiado—respondióTomás—.Y
ahora tengo acceso a más libros gracias a Dávila, que me ha conseguido uncontacto en la diócesis para que me los envíen desde cualquier iglesia ouniversidaddelpaís.¿Teloimaginas?Todosesoslibrosesperandoaqueloslea,¿quiénmehubieradichoqueterminaríasiendounintelectual?—Yuncura—añadí.Tomás sonrió con ternura pero yo no podía dejar de mirar el lugar que
ocuparíael alzacuellosenunosdías.SeguroqueAlma lo sabía, seguroque lohabíasabidodesdeelprincipio.Labusquéconlamiradaparaversiestabacercariéndosedemíperonolaviporningúnlado.—Marchémonos. Los dos juntos, vayámonos esta misma noche —dije de
repente—.Tengoaccesoaunpocodedineroquemedejómiabuelaalmorirypodemosusarloparaircasiacualquiersitio.Hevistootrapartedelmundoyesenorme,Tomás,noteimaginaslograndequeesenrealidad:abarcamuchomásalládeBasondo,lasminasyelbosque.Podemosmarcharnossiquieres,solostúyyo,muylejosdeestelugar,delmarqués,deDávilaydetodoslosfantasmas.Crucé las manos delante de él como si estuviera rezando, intentando
convencerle para que huyéramos juntos. Tomásme sujetó lasmanos entre lassuyas,sentíelcontactocálidoyfamiliardesupieldenuevomientraslosvecinosnosmiraban.—Quécosasdices,Estrella.¿Cómoseteocurrepedirmealgoasí?—preguntó
sinsoltarmelasmanos—.Teníalaesperanzadequeestosañosfueratehubieranhechomadurar,hacerquepensarasenalgomásqueentimisma,peroyaveoqueesoesimposible.—¿Yqué hay de ti? Tú también piensas solo en ti con esa ridícula idea de
hacertecura,tantoquemehablabasdelostrabajadoresydecómolaIglesialesengañabaparasacarleslospocoscuartosqueganan,yahoratúvasaserunodeesossacacuartosconsotana—lereprochéenvozalta—.Asílosllamabasantes,¿oyatehasolvidado?Sacacuartosconsotanas.—Todosnosestánmirando,Estrella.—¡Puesquemiren!—gritésoltándomedesusmanos—.¿QuépensaríaAlma
sitevieraahora?Vicómosucaraseensombrecíaalmencionarla,perocontinuéigualmente.—Ella te creía cuandohablabasde los trabajadoresydepolítica, siempre te
escuchó. Por esomismo sé que ahora se avergonzaría de verte defendiendo aDávila.Noestaríashaciendonadadeestosiellaaúnestuvieraviva.—Peroestámuerta,asíquenoseteocurranombrarla.—Esmihermanaylanombrarécuandomeplazcaporquetengomásderecho
que nadie a pronunciar su nombre —respondí con frialdad. Respiréprofundamente porque empecé a sentir como las lágrimas traicioneras seamontonaban detrás de mis ojos al pensar en Alma y no estaba dispuesta aromperallorardelantedeélydetodoslosdemás.Eranlágrimasdepurarabia—.Teperdonédespuésdequenoteatrevierasacontarlaverdadsobreloquelepasó,sobrecómomurióenrealidad,peroapuestoaquetúteperdonastemuchoantes,¿verdad?Inclusotehabíaperdonadoportodaslascartassinrespuestaqueteenviédesdeelcolegio¿yparaqué?Tútampocoeresmejorde loquesolíasser,Tomás,siguespreocupándotesoloporti.Noté que le habíanheridomis palabras aunqueno tanto comopenséque lo
harían.Élyasabíatodoloqueacababadedecirley,aunasí,parecíadarleigual.—Talvezdeberíaspreocuparteunpocomásporti,Estrella.—¿Quéquieresdecir?—preguntédemalamanera.
—LoquepasóentrenosotrosyloquelepasóaAlmanuncapodráborrarsenideshacerse. No hay ningún futuro para nosotros pero no por esto —me dijoseñalándoseellugardondeiríaelalzacuellos—,sinoporesto...Tomásmecolocólamanoabiertaenelpecho,justoencimademicorazón.—Esporloquehaydentrodeti.NoteníaqueverconAlma,tupadreotodolo
demás:esportuformadeser,porloqueeres.Suspalabrasencontraronacomodoenmicabeza,unnidoconfortablededonde
supe que tardaríanmucho tiempo en salir.Cogí sumano para apartarla demipechoperometoméunossegundosmás.—Puedequevayasaserunbuensacerdotedespuésdetodo,porquenoveoni
rastrodemisericordia en tuspalabraso en tusojos.Supongoque los reservaspara los que son comoAlma y como tú: para los que son buenos desde quenacen.—Soltésumanoporfin—.Tedeseomuchasuerte,nohaytantossantosporelmundocomotúcrees.MefijéenqueTomásabríaycerrabalamanovariasvecescomosiestuviera
conteniendolasganasdevolveracolocarlasobremipecho.—Perdónameunavezmás,porfavor—mepidió.Sonreícondesganaymeapartédeél.Empecéacaminarhaciaelfinaldela
calleperomevolvíhaciaTomásantesdeestardemasiadolejoscomoparaquenopudieraescucharme:—Nosotrasdostambiéncaímosenunatrampaaquellanoche,perotúfuisteel
únicoqueconseguistesalir.
Después de dejar aTomás, recogí el paquete en la oficina deCorreos ymemarchéacasacaminandodeprisaporlacarretera.Elcieloamenazabatormenta.Sabíaquetodavíaquedabanveinteminutoshastaquelaprimeragotacayeradelcielo,sencillamentelointuía,comolosanimalesdelbosquecuandocomienzanacorretearcomosiestuvieranendemoniados.Lagravadelcaminocrujíaconcadapasodentrodeloszapatosprestadosdela
abuelaSoledad.UnpardevecinosdeBasondosesantiguaronalvermepasearporelpueblollevandoelpelolargosueltoyunodesusvestidosnegroshastalospies casi temiendo que la señora marquesa hubiera regresado del fondo delCantábrico.Escuchéelmarmuchosmetrosmásabajogolpeandocontralaparedvertical.Unaráfagadevientofríosubió lamiendo la rocagrisdelacantiladoyme acarició el cuello con sumano gélida.Apreté el paso cuando vi el tejadoverdebrillantedelacasaaparecerdespuésdeunacurva.Alotroladodelacarretera,elbosqueseagitabamecidoporelmismoviento
del norte que susurraba mi nombre. Las ramas de los árboles más altos sesacudíanmezclándose entre sí hasta que era imposible saber dónde empezabaunoyterminabaelsiguiente.Almacaminabaamilado,andabapeligrosamentecercadelprecipicioaunquesupusequeyadabaigual.—Túlosabías—ledijesinmirarla—.Lohassabidotodosestosañosyaun
así dejaste que le escribiera todas esas ridículas cartas desde el colegioconfesándolemiamorporélyasegurándolequeleperdonaba.Almanorespondióporquenuncalohacía.Simehubieracruzadoconalguien
enesemomentoseguramentehubierapensadoquelahijadelaseñoramarquesasehabíavueltolocayhablabaconsigomisma.
—Puesquesepasquevaahacersecuraportuculpa.Sinotehubierasmuertoosilehubierasempujadoaélparaquemurieraentulugarnadadeestohabríapasado—continué—.Sabíasexactamentecuándoibasamorirynohicistenadaporevitarlo.Podíashabertesalvadodemilmanerasdiferentes.Tenporseguroquesiyohubieraestadoentupellejonomehubierapuestoatirodepadreydela escopeta del abuelo Martín. Pero claro, Alma la Santa se sacrificó paraasegurarseseguirsiendosantatodasuvida,otodasumuerte.EstabatancercadeVillaSoledadquepodíaverlaenormepalmeraquecrecía
eneljardíndelantero,elsímbolodequeaquellaeralamansióndeunindianoynoun ricocualquiera.Lapuertadehierroen laverjaestabaabiertaychocabacontraelmarcodehierro forjadoconcada ráfagadevientohaciendoun ruidoinsoportable.Lleguéjustoatiempodesujetarlaycerrarladespuésdeentrarenlafinca,asegurándomeestavezdeponerelpasadordehierroparaquedejaradegolpearse.—Ahoralárgateahacertusasuntosdefantasmasporahí,noquierovertemás
—ledijeaAlmamientrasintentabavolverapeinarmeelpelodesordenadoporelviento—.Nomeapetecequemerondesniquemeespíesdesdelaescalera.—¿Habla conmigo?—preguntó una voz masculina en el peor español que
habíaescuchadoentodamivida.Estaba tan ocupada apartándome el pelo de la cara, cerrando la puerta y
espantandoaAlmaquenomehabíafijadoenelhombrequeestabadepieenlaentradadelacasa.—¿Quiénesusted?—lepreguntésinmiramientos—.¿Quéestáhaciendoen
micasa?Mefijéenqueeldesconocido todavíasujetaba lapuertaverdede laentrada
comosiacabaradesalirdeVillaSoledad.—Veoquenoesustedmuyamableconlosextraños.—Nuncalehevistolautilidadaseramable,especialmenteconlosextraños:
esosolotellevaahacermáscosasquenodeseashacer,comocontinuarconestaconversación,porejemplo—respondícortante—.¿Quéquiere?—Olvidaba que he vistomuchas fotos suyas en la casa, pero usted no sabe
quién soy yo —me dijo con una media sonrisa que no era de disculpa enabsoluto—.MinombreesLiamSinclair.Supadre,elmarqués,mehainvitadoapasarunassemanasenlacasaparatratarconélunosasuntosdenegocios.
Conseguícolocarmeelpelodetrásdelasorejasapesardelviento.—Claro,ustedeselinvitadomisterioso,ellord.Recordé loqueCarmenmehabíacontado lanocheanteriorsobreelhombre
quedormíaen lahabitaciónde invitadosdel segundopiso.Tenía razón:no separecíaa loshombresquehabíaenBasondoydesde luegonohubierapasadodesapercibidoenningúnlugarexcepto,talvez,enunodeesoscuadrosdondeseveía a familias escocesas ricas y antiguas posando frente a la chimenea de sucastilloenInverness.Supeloeradecolorcobrizo,brillanteperonocomoeldeLucy,queparecíaestarhechodelmismomaterialquelaszanahorias,no,elsuyomerecordóaloscarísimoshilosdecobrequehabíavistoenalgunosvestidosdenochedemamáparacoserlaslentejuelas,parecidoalcolorquedejaelsolenlascosasdespuésdecalentarlasdurantehoras.—¿Quéestáhaciendoaquífuera?Sevaalevantargalerna—dijemirandoal
cielosobrenosotros.—«Galerna» —repitió él con dificultad—. No conozco esa palabra, ¿qué
significa?—Esuncambio repentinoenel tiempo:esviolentoe impredecible,poreso,
losquevivimosenlacosta,hemosaprendidoamiraralcieloparasabercuándoseacerca.¿Love?—Señaléhacialasnubesqueempezabanaamontonarsesobreeltejadodelacasa—.Elcielosevuelvenegroylatemperaturabajaderepentehastaquincegradosencuestióndeminutos,después,unvientotanfuertequeescapaz de hacer volcar los barcos más enormes se levanta desde el mar paraazotarlatierrayatodoslosquevivimosenella.Liam levantó lavista al cielode colorgrisoscuroyyome fijémejor en su
cara,ensusojosverdescomoelbosque,ensusrasgosmarcados,enelarcodesuscejaspelirrojasyensumandíbulafuerte,entoncesnotéquesubarbacobrizacubríaunacicatrizen sumejilladerechaquebajabacasihasta subarbilla.Mepareció extrañoporque, aunque acababade conocerle,Liamnoparecía ser unhombredelosquesientenvergüenzadesuaspectofísico,másbienalcontrario:porsuposturarectaysuseguridadalhablarsupusequeélsabíadesobraquesuapariencia era una ventaja. Sentí curiosidad por saber por qué motivo queríaocultaresacicatriz.—Cuando teníadiezañosmecaídemicaballoduranteunacacería,con tan
malasuertequeaterricésobreunapiedraafiladaquehabíaenelcamino—dijo
Liam mientras continuaba ocupado mirando el cielo gris. Después se volvióhaciamíyañadió—.¿Hesatisfechoyasucuriosidad?Meestudióconsusojosentrecerrados,verdesydespiertos,ymedicuentade
que,mientrashablábamos,él tambiénseestabahaciendounaideademí.Supequementía.—¿Quéhaceaquífuera?—lepreguntéevitandoresponderasupregunta.—Heoídolosgolpesdelapuertadesdelabibliotecayhesalidoparaverqué
pasaba.Creíaqueeraunfantasmaintentandollamarmiatenciónhastaquelahevistoaparecerausted.—MededicóunamediasonrisaquedejabamuyclaroqueestabaalcorrientedeloqueserumoreabasobreVillaSoledad—.Peromejorasí:nohubierasabidoquéhacersideverdadhubieraresultadoserunespectro.—¿Unhombredenegocioscomousted,todounlord,creeenlosfantasmas?
—preguntéconironía.Notéquelacomisuraderechadesuslabiosseinclinabahaciaabajo,haciasu
cicatriz.Esegestopodíaparecerunamediasonrisaperotambiénunasutilmuecade desdén. No supe bien por qué, pero intuí que aquella expresión nuncaabandonabadeltodosurostro.—Porsupuestoquecreoenfantasmas—respondiómuyserio—.Enmitierra
nosgustapensarqueesospasosqueescuchamosamedianochesonespíritusquehancruzadouninstantealmundodelosvivosparasaludar.Miré alrededor buscando a Alma en el jardín delantero de la casa pero no
estabaporningúnlado.Mejor.—Menuda idiotez—dije con aspereza—.Si el suelo cruje amedianoche es
porlahumedad,ysioyepasosenelvestíbulo,lomásseguroesquealguiendelacasaestédespiertodeambulandooqueunosladronessehayancoladoporesaventanaqueolvidócerrar.Nadamás.EralomismoqueledecíasiempreaAlma.Cadavezqueellaasegurabahaber
escuchadopasosmisteriososenelpisodeabajoounsusurrofiltrándoseatravésdelasparedesdelamansión,yolerespondíaponiendolosojosenblancooconun suspiro exageradamente alto para que quedara claro que no tenía ningúninterésenelasunto.—Existendistintostiposdefantasmas.Algunossoloquierencompañíaporque
hace tiempoqueolvidaron la sensacióndeestarvivos,poreso intentan llamarnuestraatenciónmoviendosillasoabriendoycerrandolapuerta.—Liamseñaló
alapuertadehierroenlaverja—.Perootrosfantasmasquierenalgomásdelosvivos.—¿Comoqué?—preguntéconlagargantarasposa.—Venganza,porejemplo.Operdón.Perosospechoqueesoustedyalosabe,
puedequemejorquenadie.Eché otro vistazo alrededor buscando aAlma. Esperaba verla sentada en el
borde de la fuente asustando a los peces japoneses pero no parecía estar porningúnlado,nisiquieradebajodelapalmeraqueahorasesacudíaconviolenciaenelvientogris.Liamsesonrióalvermebuscaralgoquenoestabaallí:puedequeélnosupieraqueyobuscabaamihermanamuertaconlamiradapero,sinduda,intuíaquebuscabaalgoquenoestabaallí.—Según tengo entendido en esta casa hay fantasmas también —empezó a
decir como si no estuviera muy interesado en el asunto—. He oído que elespíritu de su difunta abuela merodea por los pasillos de la mansión amedianoche.Hayquienasegurainclusoquelahanescuchadotocarelpianodemadrugada.Estaba«tanteando».Esa era la palabraque solía usarDolores cuando ella y
Carmen jugabanalmusen lacocinadespuésdequeeldíahubiera terminado.Alma y yo bajábamos de nuestra torre de puntillas para espiarlas desde elvestíbuloporquenosgustabaver lodiferentesqueeranesasdosmujeresa lasque habíamos conocido toda nuestra vida, cuando no había nadie mirandoexceptonosotrasdos.Casisiemprenosdescubríanyterminábamosuniéndonosalapartida.Erauno
denuestrosmuchossecretos.Mamá—ymuchomenoselmarqués—nohubieraaprobadojamásqueCarmenyDoloresnosenseñaranajugaralmusenpijamaenlacocinacuandodebiéramosestardurmiendo.Tanteando:averiguarquéeraloquehacíasaltaralaspersonas,verdóndeestabasupuntodébilodescubrirsusmentiras,esoeraloqueelseñorSinclairestabahaciendo.—No tengo tiempopara queme cuente usted cosas queyoya sé—dije sin
perderlacalmanidescubrirmiscartas—.Lerecomiendoquesemetaenlacasaporqueelvientovaabarrerestejardínyprontoempezaráallover.PeroapesardemiadvertenciaLiamnosemovióymeobservóconesegesto
torcidosuyo.—Nocreíaquefueraverdad.
—Nocreíaquefueraverdad,¿elqué?—pregunté.—Lo que se comenta por ahí sobre usted. No suelo prestar atención a los
chismorreosdepueblo,peroahoraquelahevistohablandosolayqueademássabeexactamentecuándoempezaráalloveryanoestoytanseguro.CarmenmehabíacontadoalgunodelosrumoresquecirculabanporBasondo
sobreloquelehabíapasadoaAlmaysobremirepentinamarchaaInglaterra.Había muchos y muy variados: embarazo, asesinato entre hermanas, inclusohabíaquieninsistíaenqueelSt.Mary’seraenrealidadunhospitalpsiquiátricoparajovencitasrebeldescomoyodondeelmarquésmehabíaencerradoparaquemetrataranconbañosdehielo,morfinayelectroshock.—¿Qué es lo que se dicedemí?—lepregunté ocultandoun temblor enmi
voz.—Queesustedunalamia.¿Sabeloquees?Esalgoparecidoaunhadaouna
bruja:unacriaturadelbosquequesesienteatraídaporelaguaylascuevas.Sonmuyhermosas, tanto,quesoncapacesdeprovocar locuraen loshombresysesientenunidasasubosque.—Sédesobraloqueesunalamia,muchasgracias.Denuevomeexplicausted
loqueyoyaconozco—respondíaliviada—.Ynohacefaltaserhermosaparaprovocarlocuraenloshombres,ellossolitossonmuycapacesdeeso.—Sí,esoescierto—admitióLiamconunasonrisa—.¿Ybien?¿Esusteduna
lamia?—¿Yusted?¿Esunverdaderolord?—Porlaexpresióndesucarasupequele
habíacogidodesprevenidoconmipregunta—.Esunpocojoven,¿no?—Eso dicen, pero yo me lo tomo como un cumplido.—Liam recuperó su
sonrisadesuficiencia—.Laverdadesquemispadresmurieronenunaccidentedecochecuandoyoteníadieciséisaños:mipadreconducíademasiadocercadelrío su Ford Runabout cuando perdió el control del vehículo cayendo al agua.Ambos murieron y yo soy hijo único, así que desde hace casi ocho añosadministrosoloellegadodelosSinclairyalgúndíaocuparéellugardemipadreenelParlamento.—Miente.—¿Insinúaquemispadresnohanmuerto?—Pocomeimportansuspadres,peroséquesololosmentirososempiezanuna
frasediciendo«laverdades»—respondíconfiada.
Había intuido que había algo falso en su historia y en su actitud desde elprincipio:parecíamuysegurodesímismocomocasitodosloshijosdefamiliascondineroviejo—yoeraunbuenejemplodeello—,pero, sinembargo,habíasalidoalacalleapesardelfríoparamolestarseencerrarlapuertadeljardín.YtambiénestabaloqueDoloreshabíadichodequesehacíasupropiacamacadadía.Noteníaningunapruebatodavíaperopensabaescribirunacartaesamismanoche aMoira, una alumnadelSt.Mary’squevenía conmigoa clasede arte,para preguntarle por la familia Sinclair. Moira era escocesa y noble denacimiento, su padre era uno de los hombres más ricos de Europa gracias alpetróleo que había encontrado en el mar del Norte. Si la historia de LiamSinclaireracierta,Moirahabríaoídohablardesufamilia.—Si pretende estafar al marqués, le recomiendo que se dé prisa y haga su
numerito antes dequemipadre segaste todo el dineroque aúnnosqueda enwhisky,másnegociosruinososoenalgúnotrocharlatáncomousted.—¿Creequesoyuncharlatán?¿Unestafador?—mepreguntófingiendoestar
ofendido.MeacerquémásaLiamconunasonrisaconfiadaporquesabíaqueahoraera
élquienteníaqueprotegersuscartas.—Noséloqueesustedymedaigual,peroséquenoeslordporquenohay
ninguno con su nombre en el Parlamento británico —me arriesgué a decir,segura de queMoirame lo confirmaría—. ¿Qué le ha propuesto almarqués?¿Unnegocioinmobiliariolejosdeaquí?¿TalvezcomprartierrasenelnortedeEscociadondehanencontradopetróleo?LosojosverdesdeLiamledelataron,fuesoloporunmomento,peroyoestaba
tancercadeélcomoparadarmecuenta.—Seguroquesontierrasdemasiadolejanasoinaccesiblescomoparaquemi
padrepuedavisitarlasantesdelacompra—añadí—.Yapuestoaquetieneprisatambiénporquehaymáscompradoresinteresadosenesamismapropiedad.Quécasualidad.Mefijéencómobuscabaunarespuestacreíblemientrassepreguntabacómo
era posible que yo hubiera descubierto en minutos un timo con el queseguramente había estafadomiles de libras a hombresmuchosmás viejos queyo.—¿Tambiénleelamente?—preguntóconvozgrave.
—Nonecesitoleerlelamente.Normalmentelehubierasalidobiensutruquito,pero por desgracia para usted está intentando estafar a la única familia enkilómetrosqueha tenidounahijaviviendoen Inglaterra, tendráque investigarunpocomejorasupróximapresaparanocometerelmismoerror.Empezóalloverderepenteperonofueunagotayotradespués,no:todaslas
gotascayerondelcielooscuroalmismotiempoconunestruendoensordecedor.Unvientoheladocruzóeljardíndelanteroagitandolahierbacrecidayhaciendotemblarelsuelo,elaguaenelestanqueformóolasmientraslosasustadospecesjaponesesnadabanhastaelfondocubiertodeverdínpararesguardarse.—¡Vaya,síqueesustedunalamiadespuésdetodo!—gritóLiamporencima
delsonidodelvientoylalluvia.Supelo cobrizo estaba empapadoy se pegaba a su frente igual que su ropa
mojada,queempezabaamarcarlaformadesushombrosysupecho.Peronosemoviódedondeestabaapesardelaguacerooelfrío.Notéquesonreíabajolatrombadeaguaigualquealguienaquiennoleasustanlastormentasporquehavistomuchasypeores.—Ahorayaséqueleelamenteyquepuedeatraerlalluvia,¿quémáspuede
hacer?—mepreguntóconsusojosverdesenllamas.—Puedocontarlelosuyoalmarqués.—Nomedamiedoelmarqués—measeguróconsusonrisatorcida.—Puesentoncesesustedmásidiotadeloquepareceasimplevista,milord—
gritéparahacermeescucharporencimadelatormenta—.Elmarquésmatóasupropiahijaasangrefría,¿losabía?Sí,ledisparódelantedesuotrahija.LaexpresióndeLiamcambióysusonrisadesapareciódegolpedesucara.—Nolosabía,esdecir...habíaoídoquefueunaccidentedecaza.Mereíconamargura,apenastresañosdespuésdeapretarelgatillolamentira
demipadrehabíacubiertoporcompletosucrimenparaconvertirseenlaverdad.—Nofueningúnmalditoaccidente,yoestabaallí—ledije,aunquenosabía
muybienporqué—.Elmarquésguardaelarmaconlaquematóasuhijasobresuchimenea,seguroquehastalahavistoya,demodoquemáslevalequemipadrenodescubraqueestáustedintentandotimarle.Nosemetaenmisasuntosyyonomemeteréenlossuyos,señorSinclair.Liamextendiósumano,yolaestrechéylosdoscerramosnuestrosecretobajo
lagalerna.
Laenredadera
LAENREDADERA
Comoamenudosucededespuésdeunanochedetormenta,elsolbrillabaenelcieloaldíasiguiente.SialguienhubierallegadoaBasondoesamismamañanadediciembre,jamássehubieracreídoqueunagalernahabíagolpeadolacostalatardeanterior.El sol débil de invierno me despertó cuando entró por las ventanas de mi
habitación.Imaginéporlassombrasenlacarísimaalfombraindiademamáqueyadebíasermásdemediodía.Carmennuncamedejabadormirhastatantarde,asíquemesentéenlacamaconlaincómodasensacióndehaberolvidadoalgoimportante.Mepeinélamelena,quesehabíaenredadomientrasdormíapornohacerle caso aCarmen y hacerme una trenza para dormir como ellame decíasiempre.Unosgritossubierondesdeelvestíbulodelacasamientrasyotodavíaestaba
ocupadapeinándomeconlosdedos.Contuvelarespiraciónparaestarseguradelo que había escuchado. Una voz masculina gritaba abajo, no distinguía laspalabras pero supe que se trataba del marqués, porque no había olvidado suforma histérica de hablar cuando estaba enfadado o el silencio tenso que sucóleraprovocabaentodoslosdemás.Justodespuésescuché lospasosasustadosdealguienquecorríadetrásdeél
intentando detenerle, igual que aquella maldita tarde cuando mamá trató deimpedirquefueraalbosqueconlaescopetadelabuelo.Otravezseoyeronlosgritosdelmarqués,unapuertaquesecerrabadegolpey loquemepareció lavozdeCarmenhablandomuydeprisaunpocomáslejos,peroparaentoncesyo
ya había salido de la cama y corría descalza escaleras abajo conmi camisónblancodelinoymipelosueltoenmarañado.Padreestabaenelvestíbulo,paseabadandograndeszancadas furiosascomo
hacen los leones dentro de sus jaulas justo antes de lanzarse sobre suscuidadores.Suropaestabaarrugadaysupusequesehabíaquedadodormidootravez conellapuesta sentadoen subutaca frente a la chimenea en su cuartodecaza.Los tirantesdecueroahoraestabancaídoshasta sus rodillasy llevaba lacamisadecolorbeigeporfueradesupantalón,susbotasaltasresonabanenelsuelodelvestíbulomientrascaminaba.—¡Niunasemanahapasado!—gritópadre—.Niunamalditasemanadesde
que ha vuelto y ya está enredada con ese mugroso otra vez. Debería haberlamatadoaellaenesebosque.Mamánosehabíapeinadoaúnytodavíallevabapuestasulargabatadecolor
azul tinta por encima de su camisón. Antes —cuando Alma todavía vivía—hubiera sido impensable ver a mamá sin arreglar más tarde de las diez de lamañana, pero de unos años a esta parte evitaba vestirse hasta bien entrado elmediodíaporqueasíteníaunaexcusamásparaquedarsesolaensuhabitación.—Nodigasesascosas,quesialguienteescuchahablandoasípensaráquelo
de Alma no fue un accidente. Y cálmate, por favor, ya sabes lo que pasó laúltima vez que te pusiste de esta manera. —La voz de mamá tembló alrecordarlo,peroseatrevióadarotropasohaciaél—.¿Oquieresquetengamosotrodisgustoenlafamiliaporculpadelaniña?Yoera«laniña»,porsupuesto,aunqueconlode«disgusto»nosupesimamá
sereferíaaloquelepasóaAlmaoalanochequeprendífuegoalsuelodelabiblioteca.—Alomejorsolosonchismorreosdepuebloyprontoseolvidandetodo,ya
sabesquelagentepuedesermuyenvidiosaylegustamalmeter—añadió—.Selohabráninventadotodoalsaberquelaniñahavueltodelcolegio,nadamás.—¿Chismorreos?—bramóelmarqués,ysuvozresonóportodalacasa—.El
mismísimo padre Dávila me ha dicho que les vio ayer hablando juntos en laexplanada frente a la iglesia.Ya ni siquiera semolesta en esconderse esa hijatuya.—¿Selohaspreguntadoaella?Puedequelaniñatengaunaexplicaciónpara
haberse visto con esemuchacho otra vez—dijomamá, no supe si era por el
miedo pero su voz no sonaba muy convencida—. Por qué no hablamos conEstrella,¿quieres?Loharemosjuntosydebuenasmanerasparaquenosealtere.Mamásehabíaacercadoalmarquésyrozósubrazoconcuidado.Supeporla
expresiónde su caraquehabíapasadomucho tiempodesde la últimavezquehabíatocadoapadre.—¿Quéteparece,José?Selopreguntamosconsuavidad,averquénosdice
—insistiócondelicadeza.—¿Paraquenosealtere?—repitióélentredientes—.Siquieresmepreocupo
tambiéndequenoseenfadelaniña,nosevayaaalterar,loquemefaltabaporoír.Elmarquésdiounmanotazoparaapartaramamáycruzóelvestíbulohastala
puerta de entrada. Hasta ese momento no me había fijado en que llevaba laescopetadelabueloMartínenlaotramano.Alverdenuevoelarmamepareciómuydiferenteacomoyolarecordaba:habíasoñadomuchasvecesconaquellatarde,peroenmissueños,elWinchesterquesiemprematabaaAlmaeramuchomásgrandeypesado.—Señor marqués, ¿por qué no vamos a su despacho para hablar de ese
negocio inmobiliarioque tenemosentremanos?—DistinguíelacentodeLiamunpocomásabajointentandoapaciguarapadre—.Segúntengoentendido,esemuchachoque lepreocupaeselpastordelpueblo,elcura,quierodecir.Estoyseguro de que él no semoverá de donde está, pero yo tengo que partir haciaLondresdentrodeunosdías.Nomegustaríatenerqueofrecerleestetratoaotro,¿porquénomeacompañaasudespachoylofirmamosahora?—Tranquilo, ya seguiremos hablando de lo nuestro cuando termine aquí—
respondiópadreconvozcavernosa—.Siesastierrasenelnortedelasquetantohablas tienen petróleo en sus entrañas, puedes estar seguro de que las quiero,peroesteesunasuntofamiliarquenopuedeesperarmás.Mipacienciatieneunlímite.Bajécorriendoelúltimotramodeescalerashastaalcanzarelvestíbulo.Nada
más poner un pie sobre las baldosas italianas sentí la mirada asustada deCarmen.—Estrella,nena,¿porquénovuelvesatuhabitación?—Escuchéelpánicoen
la voz demimadre pero no supe si teníamiedo pormí omiedo demí—.Elmarquésestámuyalterado,ademásaúnestásencamisónytenemosvisitas.No
querrás que te vean así, ¿verdad? ¿Qué va a pensar nuestro invitado? Venga,subeaponertepresentableytápateunpoco.Mamámededicóunasonrisanerviosaparaintentarconvencerme,peroyono
memoví.—No pasa nada, mamá, seguro que no soy la primera mujer que el señor
Sinclairveencamisón—dijesinmirarle—.Hola,padre.—Aquí está, la hija pródiga—empezó a decir él con ironía—. Por fin has
decididodejardeesconderteybajarasaludaratupadre.Yaerahora,ya.Elmarquéshabíaenvejecidodiezañosdesdelaúltimavezquelevi.Supelo
castaño oscuro empezaba a escasear haciendo visible el centro de su enormecabeza,lasbolsasalrededordesusojossehabíandescolgadounoscentímetrosmásdándoleelaspectodealguienquenoduermelosuficienteyqueestáapuntodevolverseloco.Susdedoscortossehabíanvueltomástorpes,yapenaspodíansujetarbienlaculatadelaWinchesterespecial.—Ahoranohaynadaquecazarenelbosque.¿Adóndevasconeso?—Señalé
casisinatrevermeamirarlaescopeta.—¿Queadóndevoy?Puesdímelotú,queparaesomehegastadounafortuna
entueducaciónenelextranjero.—Elmarquésseacercóhastadondeyoestabaconpasofurioso—.Perohubieradadoigual,¿verdadquesí?Apesardeldineroquenoshascostadovasaterminarsiendounavulgarfregonaounarameradelasquevivenenlacalle,¿eraesoloquequerías?¿Yaestáscontenta?Mefijéenquesulabioinferiortemblabaligeramenteysupequeélteníatanto
miedodemícomoyodeélydeesaviejaescopeta.—¿Adóndevasconeso?—repetíconfrialdad.—Voy a terminar lo que empecé aquella tarde: voy a matar a ese mocoso
desagradecido. Prefiero que me encierren en el cuartelillo a permitir que esedesarrapadoconsigaque teabrasdepiernas igualquehizocon tuhermana—respondióescupiendolaspalabras—.Mientrasyovivaélnuncaentraráenestafamilia.Aunquetengaqueliarmeatirosenplenaplazadelpueblo...Diossabequeloharé.ViaAlmaatravésdelasventanasdevidrieraquehabíaaambosladosdela
puerta.Estabadepiefuera,enlaentradadelacasaexaminandolostallosdelaenredaderaquecubríalafachada.—Nosédequéestáshablandoperoteequivocas,yonohehechonadamalo
—lecontestémientrastratabadeignoraraAlma,queahorabailabasolaalotroladodelapuertadelaentrada—.Dejaesaescopetaantesdequehagasalgoquenopuedasencubrirotravez:nadieenelpueblosecreeráestavezquetambiénhasmatadoatuotrahijaporaccidente.—¿Quésabrástú?Notienesniidea,¿meoyes?Niideadeloquepuedohacer.
Yo soy elmarqués de Zuloaga y sinmí este pueblo demalamuerte se vieneabajo.Dedóndecreestúquesaleeldineroparaquetodosigafuncionando¿eh?Demibolsillo,poresoséquemeperdonaránloquesea.—Levantólaescopetaymeapuntó,miréalcañónya lamira torcidaquecondenóaAlma—.Yquesepasqueeseasquerosoque tanto tegustasecallócomoelcobardequeesencuanto ledijequepodíahacerqueDávila le admitiesepara ser sacerdote. ¡Lefaltó tiempoparadarme lasgraciasy todo!Asíqueél tampocodiránadasi tematoaquímismo.Aunque le había escrito cartas a Tomás mientras estuve en el St. Mary’s
asegurándolequeleperdonabapornotenerelvalordecontarloquerealmentepasóaquellatardeenelbosque,eldíaanteriorhabíasabidonadamásverlequeenrealidadnolehabíaperdonado.Aunasí,laspalabrasdelmarquésmehicieronmásdañodelquehubieraquerido.—Vosotrasdospeleándoosporélcomogatasencelo,¿yparaqué?—continuó
padre—.Esedesgraciadomehaguardadoelsecretotodosestosañosyalfinalsehametidoacura.—Elmarquésmeenseñólosdientesenalgoparecidoaunasonrisa—. Ojalá hubiera podido ver tu cara al verle con la sotana puesta, ¡sihasta sehaolvidadode lapuñeterapolíticaparameterseacura!Y túeres tantonta,porquenohayotrapalabra,tonta,quetepensabasqueestaríaesperándote.Viamamáacercarsecondiscreciónpordetrás.Sonreíaycaminabadespacio
paranoasustaralmarqués.—José,laniñanosabedeloqueleestáshablando,además,nohasalidodela
casadesdequevolviódelcolegio,¿verdadqueno,Estrella?—mepreguntóaltiempoqueasentíaconlacabezaparaqueyohicieralomismo—.Nohatenidotiempodehacernadaconesechico.Solosonloscotilleosdeeseviejocura,queha debido confundirla con otramuchacha o se lo ha inventado para llamar tuatención, nadamás. Anda, José, baja la escopeta antes de que tengamos otrodisgusto.Peroenvezdeesoelmarqués sedio lavueltayempujóamamá,quecayó
sobreelsuelodebaldosasblancasynegrasconunruidoseco.Carmencorrióhastaellayseagachóasulado:—PorDios,señora,¿estáustedbien?Liammiróapadreconcautelay,alverqueestepermanecíainmóvil,seacercó
paraayudaramamáalevantarse.—¿Seencuentrabien,señoramarquesa?—escuchéquelepreguntabaconsu
acentoimposible.Yo tambiénquería iraayudaramamáperonoconseguímovermededonde
estaba, solopodía fijarmeenque labatadecolorazul tintademamásehabíaabiertoconlacaídayahoratodospodíamosversuspiernaspálidasydemasiadodelgadascubiertasdecortesfinos.RápidamenteCarmenlatapóparaayudarlaaesconderloscortesensupielylalevantódelsueloconayudadeLiam.—Sí, estoy bien,me he resbalado sola por el susto.Qué torpe soy,menuda
vergüenza—se disculpó mamá con una sonrisa temblorosa—. Gracias, señorSinclair,quéamableesusted.AlverqueLiamlaayudabaamantenerseenpie,Carmensoltóamamáyse
acercóalmarquésconpasodecidido.—Deja esamaldita escopeta y vuelve a ocuparte de tus asuntos sean cuales
sean,quehastiradoalsueloatumujerdelantedetupropiahija—lereprochóCarmen—.Vergüenzadeberíadarteportarteasí.NuncahabíavistoaCarmenhablarapadredeesamanera.Dentrodelacasa
ellasiempresedirigíaaélcomo«elseñormarqués»ynuncahastahoysehabíadirigidoaélenpúblicocomoloacababadehacer.Elmarquéstambiénlamirósorprendidoconsusojosmuyabiertosy,porunmomento,penséqueibaadejarla escopeta para volver arrastrándose a su habitación de trofeos tal y comoCarmenlehabíadicho.—Amí no vuelvas a decirme lo que tengo que hacer. ¡Jamás!—le gritó a
pesardequeestabatancercadeellaquecasipodíatocarsunariz—.Otecortoelgrifoyteechodeestacasaparaqueesacríatuyaytúosmuráisdehambreenlacalleoalgopeor.PeroCarmennoretrocedióniuncentímetro, soloestiróelcuelloparapoder
mirarledirectamentealosojos.—Notengomiedodetiporquesédesobracómoeres,teconozcomejorque
nadie.Ynoporhaberparidoatuhijasinoporquehevividoenestacasadurante
veinteañosviendocómotratabasatupropiaesposa.—Carmenmiróderefilónamamá que todavía intentaba recuperarse del golpe contra el suelo—.Así queadelante,bajaalpuebloconesaescopetaenlamanoparamataralchicosiesoesloquequieres.ConunpocodesuerteiguallaGuardiaCiviltematadespuésyasínoslibramosporfindeti.Vialmarquéslevantarlamanolibreypenséqueibaapegarlepero,envezde
eso, le apretó las mejillas con fuerza hasta que sus labios formaron una «o»involuntaria,y,sinsoltarla,seacercóasuoídoylesusurró:—Tú nunca te librarás de mí, ni siquiera cuando yo muera, porque me
aseguraré de volver para seguir recordándote que eresmía. Eso te lo prometodesdeya.Después, padre la besó cerca de la mandíbula antes de que Carmen lo
empujaraparaapartarledeella.—¡Lárgateya!—legritóCarmencuandosehubodeshechodeél—.¡Vamos,
vete!Y asegúrate dematarle esta vez, que ni siquiera almuchacho ese fuistecapazdecazarconlamalditaescopetadelviejo.Todalavidallevasintentandosercomoélysoloconseguistequeseavergonzaradeloinútilqueeres.Pero el marqués ya estaba abriendo la puerta principal. Le seguí fuera casi
temiendoquechocaracontraAlma,quehabíadejadodebailaryahoramirabaapadremuyseria.—¿Quévasahacer?—legritédesdedondeestaba—.Nodirásenserioque
vasaintentarmataraTomás,¿verdad?Padrenomerespondió,nisiquierasedignóavolverseparamirarme,solose
ajustólostirantesporqueacababadedarsecuentadequelosllevabacaídosporlasrodillas.—Esmediodía,¡muchagenteteverádispararle!Nosabíaquémásdecirparadetenerle.Elmarquésyaestabacasienlamitad
delcaminoque llevabahasta laverjade laentrada,a laalturadelestanquedepecesjaponeses.—¡Queparestedigo!—legritécontodasmisfuerzas.Escuché algunos pájaros salir volando de entre las copas de los árboles,
seguramente asustadospormivoz, pero funcionó.Padredejóde caminary sevolvióparamirarmeporfin.—Cuandovuelvadehacerloquedebohacerenelpueblomeocuparédeti—
medijoterminandodecolocarselostirantes—.Yanovoyagastarunduromásenti,temeteréenalgúnsuciohospitalmentalparalocascomotúoharéqueteencierrenenunodeesosinternadospúblicosllenosdechinchesdondeencierranalaschicasdelacalle.Loqueseamásbarato.Después, se dio la vuelta y continuó su camino. Escuché que Carmen me
llamaba para hacerme entrar en la casa y también el acentomarcado deLiampronunciandomi nombre, perome pareció que los dos estabanmuy lejos: yosolo podía ver al marqués, con la escopeta del abuelo Martín en la mano,alejándose hacia la puerta de hierromientras su amenaza todavía resonaba enmisoídos.Me apoyé en la fachada de la casa ymis dedos acariciaron los tallos de la
hiedra.Comencéasentircómolasaviaadormecidaporelinviernosecalentababajomimano.—¿Estrella...?Mamá me llamó con voz temblorosa pero no hice caso. Sabía que podía
detener almarqués antes de que saliera de la finca. Dejé que los tallos de laplantaseenredaranentremisdedosysubieranpormimuñeca,abrazándomeconsutactonudoso.Sinapartarlosojosdemipadresentícomolahiedrasemovíapara separarsede laparedgrisde la casadondehabía estadodormidaduranteaños, para arrastrarse sobre el porche primero y sobre el jardín después, igualqueunaserpienteconmuchascabezasquepersigueasupresaconsigiloentrelahierbaalta.—Diosbendito...—susurróCarmen—.¿Quéestáshaciendo,niña?Norespondí.Sentíacómomequemabanlasmanosencontactoconlaplanta,
perocerrélosdedosconmásfuerzasobrelostallosmarronesdelahiedra.Podíacontrolarla a mi voluntad. Los largos brazos desnudos de la enredaderaalcanzaronapadreantesdequetuvieratiempodellegaralapuerta,sujetándoleporlostobillos.Elmarquéscayódebrucesalsuelodel jardínhaciendocasielmismo ruido seco que había hecho mamá al caer sobre las baldosas delvestíbulo.—Estrella,déjale—mepidióCarmen,intentandomantenerlavozfirme—.Lo
másseguroesquesecaigaredondoantesdellegarsiquieraalpueblo,poresolehedejadoir.Pero no la escuchaba. Hice que los tentáculos robustos de la enredadera
arrastraranalmarquéshastaelestanqueapartándolodelaverja.Padregritódepuro terrormientras su cara se restregaba contra el barro todavía fresco, peronadieenlacasaintentóayudarle.Despacio,soltélostallosmarronesquetodavíaquedabanpegadosalafachadadeVillaSoledadybajélasdosescalerasquemeseparabandeljardíndelantero.Metemblabanlaspiernasdebajodemicamisónpor el esfuerzo, pero avancé descalza entre las ramas, que ahora estabanextendidasporeljardíncomounaalfombradepalossecosyramitas.Medetuvejuntoalestanquedondemipadreluchabapordeshacersedelabrazodelahiedra.—Nunca jamás vuelvas a hablarles así amamá o aCarmen—le dije desde
arriba.—Vetealinfierno,bruja—gruñóélcontraelbarro—.Ojalátehubieramatado
atiesatardeenvezdeaAlma,todosestaríamosmuchomejorsifuerastúlaqueestuvierabajotierra.Pregúntalesaellasaverquétedicen...Mevolvíhacia la casa,Almaestabaen la entradamirándomey supepor el
brilloensusojosdoradosloquequeríademí,loquesiemprehabíaqueridodemí:venganza.«Algunosfantasmasbuscanperdón,perootrosquierenvenganza»,habíadicho
Liamlatardeanterior.MamáyCarmenestabandepieenlaentradasinatreverseaponerunpiefuera
delacasa.Lasdosmemirabansinsaberquéhacer,igualqueLiam,quesehabíaquedadoconlabocaabiertaylosojoscomoplatos.—Novoyamatarle,asíquedejayadepedírmelo—ledijeaAlma,queahora
estabadepieamiladomirandoanuestropadreenelsuelo.Habíatardadocasitresañosencomprenderloqueellaqueríademí.Noerami
culpaomiperdón:Almaqueríavengarseperonodemí,onosolodemí.—Cuandoteníamosonceañosrompítusombreroazulcielo,esetancarocon
plumas quemamá nos regaló a las dos para nuestra comunión y que tanto tegustaba—empecéadecirconlavozdébildebidoalesfuerzoyenpartetambiénlaemoción—.Lorompíapropósitocuandomedijistequetúeraslamásguapadelasdos,perodespuésmearrepentíyenterrélospedazoseneljardíndeatráspara que nunca lo descubrieras, porque sabía que si lo hacías, jamás me loperdonarías. No era más que un sombrero pero yo ya te tenía un miedo demuerte entonces, me daba pánico lo que podías hacerme si algún día teenterabas.
El marqués se rio tirado en el suelo, primero en voz baja y después acarcajadas.Sereíademí.—Estástanlocacomotuabuela.Yasabíayoqueconmisantecedentestener
hijaseracomo tentar aldiablo,poresomismo ledi largasa tumadreduranteañosconeltemadelosniños:porquenoqueríaquemesalieraunachicatocadadelalacomotú.Mírate,ahíparadahablandosola.—Elmarquéstosióentrelasrisas—.Lalocurasetrasmitedelamadrealbebéatravésdelcordónumbilical,lo dicen los médicos, o en tu caso, de la abuela a la nieta. Otra brujadesagradecida,mimadre.Nopodíalimitarseatomareltéconlasdemásseñoras,jugaralbridgeeiralaiglesialosdomingos,no:mipadrelasalvódeunavidamiserable en un barracón sobre el barro pero lamuy traidora no le dio ni lasgracias,loúnicoquehizofuetratarlecondesdéntodasuvida.Me acordé de la abuela Soledad y de sus collares de perlas, sus coronas de
rosas rojas y de los vestidos negros que yo le había robado del sótano, ymeolvidédelatrepadora.Loslargostallossinhojassefueronaflojandohastacasidejarlibrealmarqués.—Másvalequesepascorrer,monstruo—murmuróél intentandosoltarselos
pies.Le vi darse la vuelta, todavía sentado en el suelo con la cara y la ropa
manchadasdebarrotratandodedeshacerellazodehiedra.—No voy a matarle, pero puedo hacerle daño por ti —le dije a Alma sin
perderdevistaalmarqués—.Ypormí.CarmenyLiam,queporfinsehabíanatrevidoasalirdelacasa,seacercaban
amí avanzando por entre los tallos caídos. Elmarqués dijo algomás que noentendí porque estaba ocupada tocando la planta conmi pie descalzo.Volví asentir la savia caliente llenando de vida las ramas caídas a mi alrededor ydespuésvielmiedoasomarsedenuevoenlacarademipadrecuandocomenzóanotarcómoelabrazodelahiedrasevolvíamásfuertealrededordesuspiernas.Cayó al suelo otra vez, de espaldas ahora, sin poder ver cómo los tallos
marronesyfuertesrodeabansuspiernasysubíanhastamásarribadesucintura.Elmarquésgritódedolormirandoalcielo,perolaenredaderalefueengullendoigualqueunaarañagiganteensutela.Carmenmediolamanoporlaespaldayme sacudió el brazo para llamar mi atención, pero yo no aparté los ojos delrostroasustadodepadrehastaquelasramaslecubrieronlacaraporcompletoy
yanopudoverelcielo.Almaestabadepieamiladoysereíamientraslasdosmirábamosalmarqués
atrapado dentro de su crisálida, su risa era igual que cuando estaba viva:demasiado alta y afilada para alguien que finge ser buena persona. Y justoentoncesescuchamoselcrujidodeloshuesosdepadrehaciéndoseañicos.
Lostalloslepartieronlatibiayelperonédelapiernaderecha.Padrepasóunasemanaenteraenlacamasinpodermoverse,ydespués,cuandoeldolorledabaalgodedescanso,loúnicoquepodíahacererapedirayudaamamáparasentarseenlabutacadesudormitorioamirarporlaventanaconlavistaperdida.Nomáscaballos,nimáscacerías,nimásviajes,nimásbailesparaelseñormarqués.Mamápagóunasmonedas extras aEmilio, el jardinero, para queviniera de
urgenciadesdeelpuebloapodarloquequedabadelatrepadora.Lamayoríadelostallossehabíanseparadodelafachadayahoraestabandesperdigadosporeljardíndelanteroformandounamarañadepalossecosqueahogabaelcéspedyatraíaalosinsectos.DesdelaventanadelabibliotecavicomoEmiliosesubíadespacio a una escalera con las tijeras de podar en unamano para deshacersepara siempre de la planta. No me sentí mal ni noté nada especial mientrasterminabaconella.Mealegrabadenotenerqueverlamás.Alma estaba conmigo en la biblioteca la tarde en que el jardinero cortó la
planta, fingía entretenerse con la casita demuñecas a pesar de que la odiabadesdeeldíaquenoslaregalaron.—Nohacefaltaquetedisculpesporloquehashecho,peroalmenospodrías
dejarme tranquila un rato. Estoy harta de que me rondes, ni siquiera muertaconsigolibrarmedeti—murmurésinmirarla.YoestabaocupadaviendocomoEmilioenvolvíalosrestosdelaenredaderaen
grandeslonasparadeshacersedeellasdespuésovenderlascomoleña.Almanorespondióperodejódeprestaratenciónalacasitademuñecasparamirarme.—Ya está, ya te has vengado de padre por lo que te hizo: «no volverá a
caminar sin bastón»—le repetí las palabras exactas del pomposo doctor que
habíavenidodesdeBilbaoparaatenderapadre—.Yesoconsuerte,porqueelmarqués ya tiene una edad, si los huesos de su pierna no se sueldan bien,necesitaráunasilladeruedaselrestodesuvida.La expresión deAlma no cambió al escuchar las noticias, no le pareció tan
terriblequeentrelasdoshubiéramoscondenadoapadre—ytambiénamamáyaCarmensinquerer—atenerquepasarelrestodesuvidaimpedido.—Claro,túsiguesteniendoquinceaños:paratitodoestosoloesotratrastada
de las tuyas, una más —murmuré—. Yo soy quien tendrá que pagar lasconsecuencias,comosiempre.Exactamenteigualquecuandoestabasviva.Almasonrióyvolvióajugarconlacasitademuñecasabriendoycerrandolas
ventanasdenuestrahabitaciónenminiatura.Nuncaantes lehabíavistomoverobjetos,perosupusequedelmismomodoquemispoderesnohabíandejadodehacersemásfuertesconlaedad,puedequeaAlmaleestuvieraocurriendoalgoparecido,apesardeestarmuerta.Sialguienhubieraentradoenlabibliotecaenese momento y hubiera visto las pequeñas ventanas abriéndose solas,seguramentehabríapensadoquelacasitademuñecasestabaencantada.Sonreíconamarguraaldarmecuenta:estabaencantadadeverdad.Enesemomento,comosisoloconpensarenellosehubierahechorealidad,
mamáabriólapuertadelasala.Almanosemarchóperodejódejugarconlasventanasysesentóenelsuelo,alospiesdelamesitadeajedrezdondeestabalacasitademuñecas.—El marqués quiere hablar contigo, tiene que decirte una cosa —me dijo
mamá a modo de saludo—. Está despierto y lúcido, le hemos adecentado unpocoparaquepuedasverle,perosébreve,tienequetomarsesuspastillasparaeldolordentrodeunrato.Era la primera vez quemamáme dirigía la palabra desde queme vio en el
jardín.Elgolpecontraelsuelodelvestíbulolehabíadejadounamarcarojaenlamejillaybajoelojoizquierdo.Conelpasodelosdíaselgolpesefuevolviendovioláceohastaconvertirseenuncardenalqueocupabacasilamitaddesucara.—Medaigualloquequieradecirme,nopiensosubiraverle.Mamá respiró profundamente como si estuviera contando hasta tres
mentalmente y se cruzó de brazos.Apenas la había visto desde lo de padre yahorameparecióqueestabamáspálidaydelgada.—Subirásaverleyescucharásloquetienequedecirteporqueselodebes—
medijoconfrialdad—.Yamítambién;yanovoyaseguirprotegiéndotemás,nodespuésdeesto.—Y¿cuándomehasprotegidotú?—lepregunté,peromearrepentítanpronto
comomispalabrassalierondemiboca—.¿Quéesloquequieredemí?Peromamáyahabíadadomediavueltayestabasaliendodelabiblioteca.—Subeparaquetelodigaélmismo—dijosinmirarme—.Notengasmiedo
desureacción,nopuedemoverse.Además,Carmenyyonoshemosaseguradodequenotenganingúnarmacerca.Mamá salió de la habitación sin molestarse siquiera en cerrar la puerta.
Escuchéelsonidodesustaconesgolpeandoelsuelodelvestíbulo,comosifuerasu forma de vengarse por el golpe de su cara. Cuandome volví paramirar aAlma,yanoestaba.Suspirédemalaganaysalíyotambiéndelabibliotecaparasubiraveralmarqués.Aunqueyahabíarecogidoelpaqueteconmiscosas,seguíausandolaropade
laabuelaSoledad.SuolorarosasrojasyajabónhabíadesaparecidodelateladespuésdequeDoloresseocuparadelavar,plancharyguardarcadaunodesusvestidos. Al verme ahora con ellos puestos, nadie se creería que llevabanolvidados en el sótano casi diez años. Los zapatos de tacón ancho tambiénhabían pertenecido a la abuela: eran negros, brillantes y todos los pares queencontré me servían igual que si estuvieran hechos especialmente para mí.Ahora,mientrassubíalasescalerasdemármolparallegaralsegundopisodelacasa, mis pisadas sonaban como la misma rabia contenida que las de mamá.Avancé por el pasillo sin importarme que el ruido de mis tacones prestadospudieramolestaralenfermoyentréenlahabitaciónsinllamar.—Mamámehadichoquequeríaverme—dije,dejandomuyclaroqueyono
queríaestarallí.El marqués estaba sentado en su butaca de cuero verde cerca de la gran
ventanaconbalcón.Alguien,seguramentemamá,lehabíacolocadocojinesenelrespaldoparaqueestuvieramáscómodo.Teníalapiernarotaestiradasobreunadelassillasdelacocinay,paraasegurarsedequenolamovía,eldoctorhabíamandadoasuayudantequeselaenyesaracasihastaelmuslo.—Cuandoeraispequeñas,vuestramadresolíaverosjugareneljardíntrasero
desde estemismo balcón—dijo sinmirarme—. Se sentaba ahí fuera con unarevistademodaotomabaelsol,yosvigilabamientrasvosotrascorreteabaispor
eljardínjugandoaDiossabequé.Yaentonceseraisunpardebestiassalvajes.Mipadrenolodijo,claro,peroesastardesmientrasmamáestabaenelbalcón
vigilándonos, él bajaba a la habitación deCarmen en el sótano para acostarseconellaaprovechandoquesumujerestabaocupada.—¿Quéquiere?—lepreguntéconbrusquedad—.Sivaadecirmealgohorrible
deseprisaporqueleheprometidoaCatalinaquelaacompañaríaalamerceríadeMaiteparacomprarunosbotonesantesdequecaigaelsol.Catalinanohabíaestadopresentecuandolaplantatrepadoracasisecomevivo
almarqués,asíquesolopodíasaberloquelehabíacontadosumadreyloquehubieraescuchadoespiandoescondidaen lossitiossecretosde lamansiónquesoloellaconocía.Sinembargo,nomehabíapreguntadoporelincidenteconlaplantayseguíatratándomeigualqueantes.—Novoyadecirtenadaniamatarte,aunquebiensabeDiosquenomefaltan
motivos después de lo que me has hecho. —Padre dio unos golpecitosimpacientes en el reposabrazos de cuero de su butaca—. Muerto el perro seacabaríalarabia,peroalomejorhastaeresinmunealasbalas.—Almadesdeluegonoloera—dijesinrastrodeemociónenlavoz.Unapartedemísesentíaaliviadasabiendoqueelmarquésnopodíacaminaro
levantarse sin ayuda. Tenía claro que, de haber podido, me habría matado almencionaraAlma.—He llorado muchas veces por la muerte de tu hermana en ese estúpido
accidente —empezó a decir como si no la hubiera matado él. Supe por sumaneradehablarquehabíarepetidoesamismamentiramuchasvecesantes—.Merompíaelcorazónveratumadredestrozada,sentadacadadíaensilencioenlacabeceradeunamesavacíadurantehoras,comosiestuvieraesperandoqueaparecieran los invitados.Permanecíaasí,sinarreglaryconlamiradaperdida,hastaqueCarmenconseguíaquesefueraadescansarasuhabitación.Tumadrenosemerecíatodoeldolorquelehascausado.—Lehubierabastadoconnoapretarelgatillo.Estabaensumanoyenlade
nadie más haberle evitado a madre el dolor de perder a Alma—le dije confrialdad.El marqués se rio amargamente con una risa seca que después de unos
segundosseconvirtióentos,latospropiadeunhombreveinteañosmásviejo.—Sí,me tenía bien engañado tu hermana, como a todos—dijo con la voz
ásperatodavía—.Elotrodíacuandotúhiciste«eso»conmienredaderasupequeellaestabacontigo,a tu lado,susurrándotealoído loque teníasquehacer.Deniñatambiénteenvenenabaconsuspalabrasytútedejabas.Seguroquelamuydesgraciada hasta se reía con esa risa de hiena que tenía cuando estaba vivamientrasteconvencíaparaquemeremataras.Parpadeésorprendida,nuncahabíaescuchadoamipadre—oanadie—hablar
asídeAlmaymuchomenosdespuésdesumuerte.—Sí,llorémuchoporAlmadespuésdelaccidente,peroelotrodíacomprendí
queellamequieremuerto:nosésiporvenganzaoporrencor.Nosoyculpablede loque lepasó,peroaunasí tuhermanaquierematarmeyestoyseguroquevolveráaintentarloconosintuayuda.—Porfindejódemiraraljardínvacíoysemovióconcuidadoenlabutacaparamirarme—.Tienesquemarchartedeestacasa.Noquieroquetúoel fantasmadeAlmameempujéispor lasescalerasome asfixiéis mientras duermo. No voy a permitir que dos crías resentidas ymalvadasacabenconmigo.—¿Qué?¿Quetengoquemarcharmedeestacasaporqueustedtienemiedode
queunfantasmalemate?—preguntéincrédula—.Nihablar,estatambiénesmicasa y no me marcharé solo porque usted se haya convertido en un viejoasustadizoquetienemiedohastadesusombra.—Yaestádecidido.Estaesmicasaytequierofueraporqueséquemientrastú
vivasaquíAlmanosemarchará jamás—medijomuyserio—.Te irásaunquetengaquearrastrartedelospelosyomismofueradeestacasa,¿quedaclaro?Mereícomosielmarquéshubieracontadoalgogracioso.—¿Arrastrarmeustedmismo?¿Ycómovaahacereso?Nopuedenimoverse
sinquemamáoCarmen leayuden.Ahoradependedeesasdosmujeres, a lasque ha tratadomal toda su vida, incluso para poder ir al baño.—Me acerquéconfiadaalabutacaymeagachépeligrosamentecercadesucaraparapodervermejorsuexpresión—.Noesmásqueunviejoquetienemiedodeunfantasma.Es su culpa lo que le hace creer queAlma todavía sigue aquí. Le libró de suasesinatoperosientequedeberíahaberpagadoporloquelehizoasuhija,poresocreequesufantasmaestáenestacasa,peronoesverdad.Alma estaba en la habitación con nosotros, sentada en el borde de la cama
dando saltitos como si estuviera probando el colchón antes de tumbarse paradormirlasiesta.
—Te irás, y además lo harás sin armar ningún escándalo.Tarde o tempranopodrévolveramovermesinayudaaunqueseaconunbastónovayaenunasilladeruedas,yesedía,tejuroporDiosqueterminarécontodaslaspersonasqueviven en esta casa una por una antes de volarme los sesos.—Vi en sus ojososcuros que ya había empezado a dibujar el plan en sumente—. Carmen, tumadre,Catalina...melasllevaréatodaspordelanteencuantotengalamínimaoportunidad,y tenpor seguroqueserámásprontoque tarde,porqueeldoctordicequemishuesossonfuertesyestánsoldandobien.Meapartédeél,noporquetuvieramiedodeeseviejolisiadosinoporquesabía
quesuamenazaeramuyreal.—Nopuedeecharmedecasa,madrenose lopermitirá—ledijesinmuchas
esperanzas.Almasetumbóbocaarribaenlacamadepadreymiróal techo,losmuelles
crujieronligeramenteigualquesiunapersonasehubieratumbadoenlacama.Elmarqués también loescuchóporquemiróasustadoa lacamavacíaporencimademihombro.—Tumadrehaintentadoconvencermeparaquetedejequedarteunañomás,
perohasidoinútil,nomeconvencerácomocuandomepidióqueCarmenysuhijasiguieranviviendoenlacasadespuésdequetútefueras.Catalinamehabíadichoquefueelmarquésquienlespermitióquedarseenla
mansión,mepreguntéentoncessiellasabíalaverdad.—Medaigualadóndevayasoloquehagasparavivir,pormícomositienes
que hacer la calle para comer, te tiras por el acantilado como tu abuela, tevuelvesaInglaterraoloquetedélagana,perovetedemicasayllévateaesadesgraciadamuertacontigo.—Peronotengoadondeir—murmuré.—Noesmiproblema.Ahoramárchate,quequierodormirunrato.Elmarquésseacomodóensubutacaycerrólosojos.Unmomentodespuéssu
labio inferiorsedescolgóyescuchésurespiraciónprofunda:sehabíaquedadodormido. Pensé en coger uno de los cojines bordados en punto de cruz queadornabanlagrancamadematrimonioparaasfixiarle, inclusomeacerquéalacama, peroAlma se había quedado dormida tumbada encima de la colcha deangorablanca.Puedequesoloestuvierafingiendoquedormíacomosolíahacercuandoseenfadabaconmigoyqueríaignorarmecomocastigo.
Salídelahabitacióntemblando.Nocerrélapuertadetrásdemíporsiacasocambiabadeopiniónyvolvíaaentrarahurtadillaspararemataralmarqués,queyahabíaempezadoaroncar.Sintrabajo,niapenasestudiosyconsololospocosahorros que la abuela había dejado a mi nombre no podría sobrevivir muchotiempopormicuenta.Nohabíallegadoalasescalerasdemármolcuandodecidíquemiúnicaopción
eraescribiraMasonCampbellparadecirlequehabíacambiadodeideasobresupropuestadematrimonio.
EscribíunacartaaMasonesamismatarde.UtilicéunahojadelpapeldecartadeAlma,eradepapeldesedarosaconunligeroolorajazmín,deltipoqueseutilizaparaescribircartasdeamor,aunquelamíanofuerarealmenteunacartadeamor.LeexpliquéaMasoncomo,despuésdepensarmejorensuproposiciónyde
dejar pasar unos días sin su presencia, había cambiado de opinión ydefinitivamente quería casarme con él. También le aseguré que mis padresapoyabanmidecisiónyestabanencantadosconlaidea,tanto,quequeríanquelabodasecelebrasecuantoantesenlamansiónfamiliar.Cuandohubeterminadoleescribíelnúmerodeteléfonodeldespachodepadrealpiedelapáginaparanotenerqueesperarmuchotiemposurespuesta.Almameestuvomirandotodoel tiempomientrasyoescribíalacartaconsu
papelespecial.Noparecíaestarmuycontenta,peromedabaigual:noeraellalaqueteníaquebuscarunaformadesaliradelante.«SinoqueríasqueusaratuestúpidopapeldecartasparaescribiraMasonno
habertemuerto», le había dicho sin levantar la cabeza del papel paramirarla.Supe que tarde o temprano tendría que pagar de algunamanera por habermeatrevidoausarsupapeldecartas.Caminé deprisa hasta Basondo para asegurarme de llegar a la oficina de
Correosantesdelahoradelcierre.Queríaquemicartasalieraaldíasiguientehacia Bilbao y después hacia Surrey. Tres días largos y tensos después, elteléfonodeldespachodelmarquéssonóamedianocherompiendoelsilenciodelamansióny,tanprontolooí,corríescalerasabajopararesponder.EraMason.Había leídomi carta y «por supuesto»que seguía interesado en
casarseconmigo.Acordamosque labodasecelebraríaalcabodediezdíasenVillaSoledad,justodespuésdelAñoNuevo.MientrasintentabaevitarmiraralaescopetadelabueloMartín—queseguíacolgadasobrelachimenea—leprometíaMason que yomismame encargaría de los preparativos y de conseguir lospermisos necesarios de la Iglesia y el juez. Él todavía tenía que quedarse unasemanamás en Surrey para terminar de cerrar sus negocios antes de viajar aBasondoparareunirseconmigoyconocerasusfuturossuegros.Cuandoyacasihabíamos terminadodehablarde todo lo importante, lehice laúnicapreguntaquemedabamiedohacerle:«¿HastenidonoticiasdeLucy?»Escuchéelsilencioalotroladodelalíneatelefónicamuylejosdeldespacho
delmarquésdondeyoestabaencamisónyconlospieshelados.«Lucy y yo habíamos empezado a retomar nuestra relación después de
marchartetú,peroellaentenderáquetermineconnuestrotratoahoraquenuestrocompromisoesoficial.»AunquemesentímalporLucyyporsushermanasrecordéqueyonecesitabaa
Masonigualqueellas,ylaculpasediluyójuntoconelrestodemispalabrasenla línea telefónica. A lamañana siguiente les conté amamá y a Carmen quehabíaaceptadolaproposicióndematrimoniodeunhombrequeconocíestandoen el colegio. Mamá sonrió y empezó a hablar deprisa comentando lospreparativos que habría que organizar para la boda: ocuparse del banquete,escribir una lista de invitados, la decoración de lamansión, la ropa y todo lonecesarioparacelebrarcomocorrespondelabodadeunajovenmarquesa.Mamáparecíatanentusiasmadaconlospreparativosquecasimerecordóalamadredeantes:laquevivíaconnosotrasencasaantesdequeAlmamuriera.EncambioaCarmennolehizoningunagraciaescucharlodemiinminenteboda:seretiróasu habitación en el sótano como si hubiera recibido unamala noticia y no lavolvíaverhastaeldíasiguiente.Mamá se ocupaba de todo: desde escoger las flores para decorar la capilla
familiar, hasta decidir qué tipo de champán servirían en la recepción loscamareros—consusridículaschaquetasblancas—alosinvitadosvenidosdesdemediomundo.Comonohabíamuchoqueyopudierahacer,salíadarunpaseoparaevitarpensarenmicompromisoconMason.Al principio barajé la idea de entrar en el bosque y caminar hasta el claro
secreto. Me detuve justo donde la línea de altísimos pinos servía de frontera
naturalentre lacarreterayelbosque.Escuché lospájarosy losdemássonidossusurrando mi nombre entre las ramas trenzadas entre sí, pero vi a Almapaseandounpocomásallá,alotroladodelosárboles,consuvestidoblancodeencajeysusandaresdebailarinafantasmal,asíquecambiédedirecciónydejéquemispasosmellevarancaminoabajoparavariar.Aunque no había un sendero propiamente dicho, con el paso de los años se
había idovaciandode lahierbasalvajequecrecíacercadelacantiladoyahorapodíaintuirseelcaminoqueseguíantodoslosqueseatrevíanapasearcercadelbordedelacantilado,justoantesdelvacío.DejélasiluetadeVillaSoledaddetrásdemímientrasbajabaconcuidadoporlapendienteverde,cercadedondeAlmay yo jugábamos a asomarnos al precipicio cuando éramos niñas para ver elcargadero de metal que sobresalía de la pared y los enormes barcos queesperaban debajo del muelle, desafiando al Cantábrico, para llevarse nuestrohierropormediomundo.Mesentéenlahierba,amenosdeunmetrodelvacío.Imaginé a la abuela Soledad sentada en ese mismo lugar mirando al mar ypreguntándose si debía saltar desde el muelle flotante o tal vez desde elacantilado.Laabuelanosolohabíaqueridohuirdelabuelo—queyallevabaunpardeañosmuertocuandoellasaltó—,tambiénqueríahuirdelavidaasulado,unavida robadaporél.Miréel cargaderopensandoen si algúndíayo tendríaquetomarlamismadecisiónquelaabuelaydejarqueelCantábricometragaraviva.—Aquíestá,porfinlaencuentro—dijounavozconacentoescocésdetrásde
mí—.Lahebuscadoportodaspartesperoestacasaescomounlaberinto,casime damiedo abrir una puerta y descubrir que esconden a otra hija, un tesorofamiliaroalgúnotrosecretoespantoso.—Sí,aquíestoy,disfrutabadelpaisajeydelasoledadhastaquehaaparecido
usted —respondí sin volverme para mirarle—. Catalina es la única hija queguardamosenVillaSoledadynoesprecisamenteunsecreto,yhastadondeyosétampocohayningúntesorofamiliarescondidoenlamansión.Aunquedespuésdedecirloenvozaltarecordéelcollarconlaesmeraldaylos
diamantesque laabuelaSoledaddejó sobremialmohadaantesde saltar.Si elmarquésno lohabíamalvendidoya,puedeque todavíaestuvieraescondidoenalgunacajauolvidadoenelfondodelarmariodemamá.—¿Leimportasimesientoylehagocompañía?—preguntóLiamsinesperar
respuesta—. Bonita vista, aunque sería mejor para el negocio de la mina siconstruyeranunpuertoahíabajo.Noséporquénohan levantadounpequeñopuertodemercancíasdondecomienzalaparedderoca.Sonreísinapartarlosojosdelmarrevuelto.—Esbuenohaciéndoseeltonto,esoloreconozco,apuestoaqueensuvidaha
engañadoamuchoshombrestanricoscomomipadreconestatáctica.—Lemiréynotéquesusojosverdeserancapacesdesoportarlasmentirassintemblar—.Sabedesobraqueesimposibleconstruirnadaahíabajoporquelafuerzadelmararrancaríadecuajocualquierridículomuelleoembarcadero.—He oído que va a casarse —respondió Liam como si no me hubiera
escuchado—.Enhorabuena,supongo.—¿Supone?Siemprehayquedecirle«enhorabuena»a lanovia, lo contrario
traemalasuerte.—No pensé que fuera usted una mujer supersticiosa.—Liam se acomodó
mejor en el suelo de tierra y estiró sus piernas sobre el trecho de hierba quecrecíadelantedenosotros—.Aunquetampocopenséquefueraallegartanlejos.¿Deverdadvaacasarseconunhombrealquenoamayapenasconoce?—Desde luego que sí—afirmé convencida—.Delmismomodo en queme
casaríaconustedsindudarlosituvieradineroyfueraunlorddeverdad.Elamornotienenadaqueverconelmatrimonio,almenosnoparalasmujeres:setrataúnicamentedebuscarlaasociaciónmásprovechosaposible,comosucedeenunafusiónentredosempresasdondecadaunobuscaalgodelotro.¿Ocreequemifuturomaridoestáinteresadoenmiencantadoraformadeseryenmisentidodelhumor?No.Élestáinteresadoenmijuventudyeneltítulodemifamilia,peronoveoquelejuzgueigualqueamí.—¿Encantadora?—repitióLiamconsumediasonrisa.Peroyoleignoréyañadí:—Mireamimadreyamiabuela,nocreoqueellasquisieranasusmaridosni
un solo día de sus vidas, y desde luego ellos tampoco las querían a ellas. Y,además,¿quiénlediceaustedqueyonoamoaMason?—Disculpe, no pretendía insinuar que su apresurado matrimonio con ese
«ovejero»yanquierapuramenteunacuestióndeinterés.—Vaquero, es vaquero, yme importamuy poco lo que usted opine. Desde
fueraesmuyfácilycómodocriticarmisactos,peroyamegustaríaverleausted
o a cualquier otro hombre teniendo que casarse para salvar su vida, supatrimonio o su honor.—Dejé escapar un bufido antes de añadir—: Siemprerepitiendoque lasmujeresnoscasamossoloporel interésoeldineroperosinquererverqueelmatrimonioescasi laúnicaposibilidaddecerrarunnegocioquetenemosnosotras.PenséenLucy,ensuspecas,ensupelocolorzanahoriasiempreenmarañadoy
enlafotografíaconsushermanaspequeñas—todasconlasmismaspecasyelmismopelozanahoria—quesiempre teníaensumesilladenuestrahabitaciónenelSt.Mary’s.Desdeluegoningunadeellaselegiríaconquiéncasarse.—PenséqueesoyahabíaquedadoenelpasadograciasalaRepúblicaytodo
lodemás—dijoLiamcon cautela—.Me cuesta imaginar a alguien casándoseporunastierrasoporunaherencia.—Claro, usted es un hombre y nunca ha tenido que pensar en casarse para
podervivirporquepuedehacerloqueledélagana:nonecesitaelpermisodesupadreodesuesposoparacerrarunnegocio,trabajar,vendersucasa,tenerunacuentadeahorroenelbancoogastarsupropiodinerocomoleplazca,asíquenohablesobreloquenoconoceporqueesolehacepareceridiota,idiotadeverdad,nocomocuandosololofinge.Unaráfagadevientosubiódesdeelmarporelacantiladodespeinándome.—Nuncalohabíavistodeesamanera—respondióLiamdespuésdepensarlo
un poco—. Pero casarse es más que hacer negocios, hay otros asuntoscomplementariosasociadosalmatrimonio,¿hapensadoustedeneso?Mereísinganas.—«Asuntos complementarios», ¿así lo llama?—pregunté, aunque me daba
igualsurepuesta—.Sí,puesclaroquehepensadoeneso.Nocreeráenserioqueyonohabíacaídoenesepequeñodetallehastaquenolohasugeridousted,¿no?Liamseolvidódelmarymeestudióconcuriosidad.Lacicatrizdesumejilla
seguíaahí,medioocultabajosubarbapelirroja,inclusocuandosurostroestabaseriocomoahora.—Lepidoperdónsilaheofendido,essoloquesuformadeentenderelmundo
medesconciertaymeintrigaalmismotiempo—sedisculpóél,ypuedequeesafueralaprimeraverdadquemehabíadicho—.Megustaríaconocerlamejor.—Nomehaofendido,yosoyasícontodoelmundo.Mihermanasolíadecir
quesoycomounazarzasalvajequearañahastahacersangraratodoscuantosse
acercan.—Mecoloquéunmechóndepelonegrodesordenadoporelviento—.¿Ycómovasuestafa,sutimooloquesea?PenséqueaestasalturasyahabríavoladodeBasondoconalgunaexcusaypartedemiherencia.Liamsonrió.—Veoquesigueconvencidadequesoysolounfarsante.—Desde luego, lo queno comprendo es por qué aún está aquí. Solo espero
quenosehayaablandadoporlacondiciónactualdelmarqués,labondadesunamala cualidad para un estafador —le dije—. Y le aseguro que mi padre semerececadaráfagadedolorquepuedasentir:noesunpobrehombreindefensopostradoenunasilladeruedas.Dosdíasantes,Carmenymamáhabíanayudadoalmarquésasentarseenuna
moderna silla de ruedas que el doctor había enviado desde Bilbao diseñadaespecialmente para él.También le habían instalado en una de las habitacionesvacías del primer piso, así que ahora elmarqués podíamoverse por el primerpisosinayudaoinclusosaliralaterrazatraseraparatomarelsolporlastardes.Padre no había vuelto a dirigirme la palabra, ni siquiera para darme laenhorabuena cuando mamá le contó muy emocionada lo de la boda, aunquepermitióquemequedaraenVillaSoledadhastaeldíadespuésdelacelebración.—Laverdadesquemegustaríapodercerrarnuestro trato,peroúltimamente
supadreyanoparecetenerinterésenhablardenegocios—dijoél—.Ahorasoloquiere hablar conmigo del perdón y de Dios, dos temas que me resultantremendamenteaburridos,simepermitedecirlo.Mereíenvozbajaporqueamítambiénmedabanigual.—Y además de aburridos son dos asuntos poco rentables a no ser que sus
negocios tengan que ver con Dios o con el perdón, y no creo que sea ustedsacerdoteopastor—dije,pensandoenTomásyensualzacuellosaúnvacío—.Sucambiodeactitudconmifamilianotendránadaqueverconmigo,¿no?—sugerí—.NoseestaráquedandomástiempoenBasondopormí,¿verdad?—¿Ysifueraasí?—mepreguntó.—Sifueraasílediríaqueesustedidiotaporquesabequeprontoestarécasada
conotrohombre.—Losé,perohaymuchascosasquepodríamoshacerustedyyojuntosqueno
requierendeuncertificadomatrimonial.Le miré con los ojos entrecerrados, no porque me hubiera ofendido sino
porquenosabíabienaquéseestabarefiriendoexactamente.—Yonotengodineroquepuedarobarme,señorSinclair,asíque¿aquétipo
decosasserefiere?—lepreguntécomosinoestuvieramuyinteresada—.Penséqueustederasolounlordinteresadoenvenderalgunastierrasdesufamilia.—Podríamos ser socios, mitad y mitad. Es usted lista, hermosa y
definitivamente tiene corazón de estafadora. Y está también ese asunto de lamagia...—Liamhizounapausaparavermireacción—.Estoysegurodequeescapazdeconvenceraloshombresparaquehaganloqueusteddesea,acualquierhombrequeseproponga.—Denuevohablaustedcomosiesofueraalgodifícildeconseguir—respondí
sin mirarle—. Prefiero seguir trabajando solo para mí, sin mitades ni socios,muchasgracias.Melevantéfrotándomelasmanosparaquitarmelosrestosdetierra.Liamse
levantótambiényselimpiólasbriznasdehierbaquesehabíanquedadopegadasasuspantalones,despuésseacercóunpocomásamí.—¿Sabeunacosa?Casimedalástimasufuturomarido.Casi.—Ah¿sí?Vaya,quéinteresante.Carmenmehabíadichounavez,mientrasmepeinabaantesdeiradormir,que
a los hombres les gusta creer que sus opiniones sobre cualquier asunto eransiempremuyvaliosasporinnecesariasqueestasresultaranserenrealidad.MiréaLiamintentandoaveriguarsieraélquienhablabaosoloellordquefingíaser:unodelosdosmegustaba.—¿Sequedarápara laboda?—pregunté sinmovermeapesardequeestaba
tancercadeLiamquemipelosueltolerozabalamano—.Mamáquieresabercuántosinvitadosseremos,paraelcatering.—Claro, para el catering—respondió él con unamedia sonrisa que dejaba
muyclaroquenomehabíacreído—.Sí,megustaríaquedarmeparasubodasies posible. Además, tal vez logre que en estos ocho días que quedan cambieusteddeidea.—¿Sobreelmatrimonioosobrelodesersusocia?—quisesaber.—Sobreambascosas,espero.VisusojosverdesenllamasysupequeestabatratandoconelverdaderoLiam,
noconesehombreunpocoatolondradoydemodalesexageradosqueélfingíaserpararobaratodoslosnoblesque,comomipadre,secruzabanensucamino.
Meacerquéunpocomásaélhastaquepudenotarsurespiraciónmezcladaconelvientodelnorteenmicaraysusurré:—Nocuenteustedconello.
Laboda
LABODA
Tal y como Carmen había pronosticado unos años atrás, ahora estabaayudándomeavestirmedenoviaenmihabitación.Ellaabrochabalospequeñosbotonesforradosenencajequehabíaenlaespaldademivestido,unoporuno,consusdedoságilesacostumbradosatocartelasfinasypuntillas,perosiempredeotras.—¿Faltamucho?—lepregunté intentandomirar loqueella estabahaciendo
porencimademihombro.—No,yacasiheterminado,peroestatequieta,niña,otardarémás.Suspiré e hice una mueca de fastidio cuando Carmen no podía verme, no
porque estuviera nerviosa como se supone que deben estar las novias, sinoporqueyallevabaahícasiunahoraymeaburríaterriblemente.Estabadepieenun escabel tapizado que mamá solía usar para probarse los vestidos y queCarmen lespudieracogerelbajoconalfileresantesde llevarloaarreglar a lamerceríadelpueblo.—La señoramarquesapodía haberte elegidounvestido conmenosbotones,
quétrabajitomeestándando—protestóCarmenconelceñofruncido—.Aunqueesunvestidopreciosoymuyelegante,atumadrelehabrácostadounojodelacaraconseguirquetelohaganamedida,yencimaconestasprisas...Lasmangasbordadasconhilodesedamemolestabanymecostabaunpoco
respirardesdequeCarmenhabíaconseguidocerrarporfinelúltimobotónenmicorpiñoderasoyencajedechantillí.—¿Yaestá?—volvíapreguntarmásimpacienteahora.
Lasmanos familiares deCarmendesaparecierondemi espalda pero nodijonadaduranteunmomento,solomemiróensilencio.—Bueno,¿estáyaono?—Yaestáslista—respondióporfin,peronotéquehabíaunanotadetristeza
en su voz—. Solo te falta el velo, espera, que voy a buscarlo. Lo dejé biencolgado anoche después de plancharlo para que hoy no tuviera ni una solaarruga.Carmenentróenelcuartodebañodelahabitaciónysesubióconcuidadoal
borde de la bañera de hierro fundido para alcanzar la percha donde estabacolgadoel velo.LanocheanteriorCarmenhabíadejado laperchaconel velocolgada de la antigua barra de las cortinas de la bañera para evitar que searrugara.—Venga,niña,bajaconcuidadodeahíparaquetepongaelveloyacabemos
ya,quetodavíatengoqueiraconsolaraCatalina.—¿Quélepasapues?—pregunté.—Nada,quelapobrellevadoshorasllorandoalágrimavivaenlahabitación
ynoquieroquesepaseeldíadisgustada.Obedecí aliviada al bajarme por fin del escabel, pero tuve cuidado de
levantarme la falda de crepé de seda natural por delante para no pisarme elvestido,quecrujíacadavezquememovía.—¿Porquéllora?Sinsoltarelvelo,Carmencogióunpuñadodehorquillasdelprimercajóndel
tocadoryvinohastadondeyoestabaparacolocármelas.—Lascosasdelmarqués,quecomotodoslosricossepiensaquenuncavaa
necesitarayuda.Yonovoyavivireternamenteynosedacuentadequetardeotemprano necesitará a alguien que le cuide y le haga compañía en esta casaenorme,yparaentoncespuedequeyanolequedeniunapesetaenlacuentadelbanco con la que pagar a alguien que le atienda. —Carmen se guardó lashorquillas en el bolsillo de su delantal para tener las dos manos libres y mecolocóelvelobordadoconperlassobrelacabeza—.Tumadreestádelicadadesaluddesde... bueno, ya sabes desde cuándo, tú ya tienes un pie fuera de estacasa, así que solo le quedaCatalina.Ella es su hija pormuchoque le pese almarqués,ypodríacuidardeélcuandotupadrenoseamásqueunviejoachacosoconlacabezallenadepájaros,perosisiguetratándolaasínoconseguiráquemi
Catalinasequedeasuladocuandonoquedenadiemás.Sentí el peso de las perlas bordadas en el velo sobremi cabeza, llevaba ya
tantashorquillasenelrecogidodelpeloquecadavezquemovíaelcuelloparamirar algo se me clavaba alguna en la cabeza. Aun así, Carmen volvió acolocarmemáshorquillasparasujetarelpesadoveloensusitio.—Deja que elmarqués semuera solo y sin que nadie le llore, es lo que se
mereceportodoelmalquenoshahecho—dijesinningunaemociónenlavoz.PeroCarmenseolvidódelashorquillasunmomentoymemiródesdesusojos
castaños.—Tupadreesunmalhombre,yatienesedadparaquetelodigasinrodeos,
niña.Nuncatendráquepagarporloquelehizoatuhermanaoportodoeldañoquelehahechoatumadre,ysospechoqueestabodaaceleradatuyaescosadeél también—empezóadecir—.PerosiCatalinanoaceptacuidardelmarquéscuando sea viejo, él la echará de esta casa en cuanto yomemuera y a ver adóndevalapobre.—Nuncalohabíapensado—admití,todavíadándolevueltasaesaidea.Nomegustaba la ideadequeCatalina tuvieraquecuidarporobligacióndel
marqués: un hombre que la había despreciado de todas las formas posibles apesardesersupadre.—Puesclaroquenunca lohabíaspensado,niña, túhas tenidosuerteenesta
vida:eres la jovenmarquesaynuncahasvividosindinero,nosabes loqueeseso.Mejorparatiporquelafaltadedinerotehaceprisioneradecualquieraquetengadosmonedasdesobrapara tirártelasa lacara:unmarido,unpadreounseñormarquésalqueservir,peromiCatalinanohatenidotantasuertecomotú—dijoCarmenmientrasmeponíaotrahorquillapeligrosamentecercadelaoreja—.Aunquedespuésdeloquehacostadolabodaydardecomerybeberatodosesosgolfosricosqueestánahíabajo,tampocoesquetúvayasaheredarmuchodetuspadres.—Yaestoyhartadeoírhablardedinero—mascullé.Una fortuna, eso era lo que había costadomi boda sin contar el vestido de
novia hecho amedida en Francia que llevaba puesto. Sofisticados canapés desalmónahumado,foie-grasdepatoquemamáhabíaordenadocomprarporkilos,fresas frescas prácticamente imposibles de conseguir en pleno enero para lastartaletastibiasdemantequillaytomillo,variaslatasdecaviarAlmas,faisanes
rellenos de pétalos de rosa en salsa de Oporto, trufas de chocolate belga, unejércitodelangostasqueaúnestabanvivascuandobajéacuriosearanochealacocina,ybotellasybotellasdevinoychampánfrancésqueseenfriabanen labodega de la mansión. Todo eso además del regimiento de jardineros,limpiadores, cocineros, camareros y floristas quemamá había contratado paraqueledieranaVillaSoledadelaspectoquesolíatenercuandoéramosniñasyelhierroaúnsalíaportoneladasdelaminaZuloaga.—Laminavapeorquenunca,elañopasadotupadrecasituvoquecerrar,pero
al final lasalvó tirandodeunosahorrosque tenía tumadre.Siellanohubieravendido algunas de sus joyas, nunca habrían podido pagarte esta boda—dijoCarmencolocándomelaúltimahorquilla—.TupadreculpaalaRepúblicayalnuevogobiernodesuruina,perolociertoesquelaminayaibamalantes.Hayhombresquenoestánhechosparalosnegociospormuchoqueellossecreanquesí,yelmarquésesunodeellos.Me acordé de mis clases de economía avanzada en el St. Mary’s mientras
Carmenterminabadearreglarmeymecubríalacaraconelvelo.—YohabríaadministradolaminaZuloagayelnegociofamiliarmuchomejor
queelmarqués—dijecontraelvelo.—Puesclaroquesí,niña.Ysihubierasnacidochicoahoranoestaríasmetida
enestelíodeboda.—Carmensealejóunpocoparavermemejorymesonrió—.Pero qué guapa estás, pareces una actriz de Hollywood, ¡igualita que LupeVélez!Peroyobajélacabezaymirélalargafaldadecrepédeseda.—¿Túcreesquesoymala?Antes de responder,Carmen se acercóhasta dondeyo estabaymeobligó a
mirarla.—¿Quiéntehadichoeso?¿Hasidotupadre?PodíaverelrostrofamiliardeCarmendifuminadoporelvelo.—No,nadiemelohadicho,essoloalgoquepiensoúltimamente—admití.Noera algoen loque solierapensarydesde luegonomequitaba el sueño:
pocoonadameimportabaqueotrospensaranqueyoeramala,perodesdehacíaunos días no dejaba de pensar en Lucy y sus hermanas, a las que había«condenado»porcasarmeconMason.Aunqueyosabíaqueerasupropiopadre—ylasituacióneconómicaqueatravesabaelpaís—loquelashabíapuestoen
esa situación, no podía dejar de recordar la fotografía de las cuatro hermanaspelirrojas.—Mira,tienesdosopcionesenestavida,niña:osonríesyhacestodoloque
losdemásseesperandeti,oprepárateparaquetecritiquenhastaeneldíadetuentierro.Ati,comoeresmarquesa,tediránqueeres«mala»,queesmásfino,envezdealgopeor—medijomuyseria—.Peronoesverdad,essolo lamaneraquetienenlosdemásdeintentardominartehaciendoquetengasmiedodeloquete llamen,yprepárateporque te lo llamarándurante toda tuvidahagas loquehagas.—Ya lo sé, es solo que había una chica en el internado conmigo que...—
empecéadecir.—Sí,yaheoídoquetevasacasarconelmozodetuamiga,perotambiénsé
quesidetidependieranotecasaríashoynimañana—mecortóella—.Asíquevenga,dejayadegimotearyvuelveaportartecomolaniñasalvajequeeresotecomerán viva. ¿O crees que tu padre, después de todo lo que ha hecho, estáahorapreguntándosesiesmalo?No.TupadreestaráyaacomodadoensusilladeruedasenelpasillodelacapillaocharlandoconesemeapilasdeDávila,quejamáslediríaalmarquésdeZuloagaqueesmaloporhabermatadoasuhijaoengañadoasumujertodalavida.«Mala»o«puta»soninsultosqueestánsoloreservadosparati...yparamí,claro.Paranosotras.—Carmenhizounapausaysupequeestabarecordandoeldesprecioconelquelamiraronaquellasmujeresqueesperabanparaentraramisa,ytodoslosdespreciosquesiguieronaese—.Nodejesqueteconvenzandequetúeresmalamientrasellosmiranhaciaotroladoparanoversuspropiospecados.Asentíensilencioysupequenuncamásvolveríaapensarenello.Sentícomo
laculpaylavergüenzasehacíanpequeñasdentrodemíhastadesaparecer.—¿Yaestoylista?—Yaestáslista,niña.Voyabajoaquitarmeeldelantalyaponermeloszapatos
buenosparalaboda,quenoquieroperdérmelaniaunquetengaquequedarmedepieenelfondodelacapilla—medijoCarmensoltándosedelnudodeldelantalmientras hablaba—.Todos los invitados deberían estar ya dentro de la ermitaesperandoaque llegue lanoviapero, para asegurartedequeno te cruzas connadie en la casa, tú quédate aquí después de queyo salga y cuenta hasta cienantesdebajar.
Ahora todo estaba en silencio, pero durante esamañana había escuchado eljaleo de los camareros y cocineros en la cocina o colocando los platos de lavajillabuena,lascopasylasfuentesdeplatasobrelamesadelcomedorformalparaelbanquetenupcial.TambiénhabíaescuchadoensayaralosmúsicoseneljardíntraseromientrasCarmenmepeinabaymeponíamáslacaenelpeloparaayudaramantenerlashorquillasensusitio.Estavezmamánohabíacontratadoungrupodeswingparaamenizar la fiesta,sinoaunsobriocuartetodecuerdaqueafinabasusviolinesenlamismanotatristeunayotravez.—Hastacien,entendido—respondísinpensarmuchoenello.Antes de salir de la habitación Carmen me cogió la mano entre las suyas
apretándolaconcariñoymedijo:—Ánimo,niña,queyacasiestáhecho.Despuésmedejósolaenlahabitacióndelatorreycerrólapuertatrasdesí.
Yolaescuchébajarlasescaleras,deprisaparaquenolaoyerallorar,hastaquesuspasosdesaparecieronen ladistancia.Todosequedóensilencioexceptoelcrujido de mi vestido. Tan pronto escuché la puerta principal cerrándose trespisosmásabajoempecéacontar:—Uno,dos,tres...Bajé sola por todo el camino que iba desde la puerta de entrada de la casa
hastalapequeñacapillafamiliarquecolgabacercadelacantilado.Noviniaunosolo de los casi doscientos invitados demamámientras intentaba nomanchardemasiadolalargacolademivestido,quearrastrabasinremedioporeljardín.Amí no me importaba mucho que se manchara, pero sabía que mamá sedisgustaría si me ensuciaba el vestido antes de entrar en la iglesia y que sepasaríaelrestodelabodaculpándomeensilencio.Hastaquenoestuvecasi en lapuertanomedi cuentadequeTomásestaba
allí. Llevaba puesta su sotana y sus zapatos buenos. Pensé fugazmente quequizás había cambiado de opinión y estaba dispuesto a fugarse conmigomuylejosdeBasondo,peroentoncesvolvíaverelhuecovacíoensucamisadondeprontoestaríaelalzacuellos.—Holayenhorabuena—medijomuyserio.—No estás aquí porque hayas cambiado de opinión sobre lo demarcharnos
juntos,¿verdad?Tomás sonrió, pero la tensión entre nosotros no se evaporó en el aire de la
tarde.—No,metemoqueno—respondió—.FueideadelpadreDávila:élcreeque
esbuenoqueyoestéaquíhoy.Aunque la puerta de roble estaba cerrada desde fuera, podía escuchar el
murmullosuavedelosinvitadosquemeesperabandentrodelacapilla.Imaginéa Mason de pie frente al altar, con su traje nuevo y las manos a la espaldaesperando a que sonara la marcha nupcial para verme aparecer. Decidí quetodavíapodíahacerleesperarunpocomás.—¿Dávilaquierequeestéshoyaquíparaqueaprendasaoficiarunaboda?—
lepregunté.Tomásnegóconlacabeza:—No, para que vea cómo te casas con otro. Para que los dos lo veamos y
acabemosporfinconestoantesdequesucedaunadesgracia.—¿Además de la de Alma, quieres decir?—No pude disimular el tono de
reprocheenmivozytampocomemolestéenintentarlo.—Sí,ademásdeladeAlma.Alnombrarlamiréderefilónporsiacasolaveíadetrásdemíesperandopara
entrarenlacapillacomouninvitadomás,perotodoloquevifueelvientodelnorte sacudiendo la hierba del jardín. Mi hermana muerta, que no me habíadejadotranquilaunmomentodesdequelaenterramos,ibaaperdersemiboda.—Ojalátodohubierasidodiferente...ojalánofuerasacasartehoy—murmuró
Tomás.Lemiréyviensusojoscolorchocolatequelopensabadeverdad.—Nunca lehevisto lautilidada lamentarse.Noesmásqueunapérdidade
tiempo,esonovaconmigo—ledije.Mientrashablabamecoloquémejorelveloquesehabíamovidoconelpaseo
hastaallí.—No,esoyalosé.—Tomásserioconamargura—.Túeresmásdeactuarque
delamentartedespués.—Yahoratengoquecasarme,asíquesimehaceselfavordeapartarte...Mirélaspuertascerradasdelacapilla,toméairedentrodemiapretadocorpiño
yalarguéelbrazoparaabrirlapuerta,peroTomasmedetuvo.—Espera...—dijocogiéndomedelamano.Dejéquesusdedosseentrelazaranconlosmíosporquesabíaquesoloduraría
unmomentomás.—Hay otro motivo por el que el padre Dávila me ha hecho venir hoy. La
tradiciónesqueelpadredelanovialallevehastaelaltar,peroelmarquésestáimpedido y no tienes padrino, un abuelo u otro familiar varón para que teentreguea tufuturomarido.—MientrashablabaTomáshabíapasadomibrazoalrededor del suyo como si estuviéramos paseando juntos—. Yo mismo teentregaréalnovio.Tomás dio unos golpecitos en la puerta a modo de señal y un momento
despuéselcuartetodecuerdaempezóatocarlamarchanupcialenelinteriordelacapilla.—¿Preparadaparacasarte?—mepreguntóTomásenvozbaja.Lasnotasdemúsicasalíanporlasventanasabiertasparadejarsearrastrarhasta
elbosqueporelviento.Yomirénuestrosbrazosunidosyderepentemerecordóa la formaenque losdientesdemetal del cepodelmarqués sehundían en lacarnedeesechiquilloqueAlmayyoencontramosperdidoenelbosquehacíatantotiempo.Levantélacabezaparamirarleatravésdelfiltroborrosodelveloydije:—Preparada.
Nomesentídiferentedespuésdecasarme.ElpadreDávilaterminósusermón,quehablabasobreelmatrimonioylaimportanciadelafamilia,ydespuésleyóun pasaje en su Biblia encuadernada en piel con los bordes de las páginasdorados.Yosolohabléparadecir«sí,quiero»despuésdequelohicieraMason.TomássequedócercadelpadreDávilaparairdándolelasvelas,lacopaconel
vinoparaconsagrary todo lodemásquepudieranecesitarduranteel servicio.No me miró ni una sola vez en todo el tiempo que duró la ceremonia, peromientras Dávila hablaba acerca de los peligros de abrazar demasiado lamodernidadensusermón,mefijéenqueTomásnopodíadisimularungestodedisgusto.Quemeestuvieracasandoconotrohombreledisgustaba,peronotantocomoqueDávilanocompartierasusideaspolíticas.«Demenudo pájaro nos fuimos a enamorar», pensé con una sonrisa amarga
mientras nos declaraban marido y mujer. Después de la ceremonia huboaplausos,gritosde«¡Vivanlosnovios!»enespañol—queasustaronaunpardeinvitados alemanes—ygente a la queyoni siquiera conocía quemebuscabapara abrazarme o darme la enhorabuena. Mason apenas sabía dos frases enespañolyunahoradespuésestabacharlandoconunbanquerosuizoacercadelvalordeloroydecómoseestabadevaluandoencomparaciónconelpetróleo.Nadie en la mansión notó mi ausencia cuando me escabullí por la puerta
lateraldelacasaparairhastaelpequeñocementeriofamiliaralfinaldelafinca.Cuando lleguéa lavallabajaqueseparaba la tierraconsagradadelcementeriodel resto de la propiedadmiré entre las tumbas por si acasoAlma estaba allíesperándome, pero no la vi por ningún lado, así que entré sinmolestarme encerrarladestartaladapuertadehierro.
NohabíavueltoalatumbadeAlmadesdeeldíadesuentierro.Mesorprendióquemamá no hubieramandado colocar una corona de rosas blancas sobre sulápidaporsiacasoalgúninvitadodespistadosealejabadelacasayterminabaenel cementerio viendo la tumba. En lugar de eso, el musgo espeso que crecíacercadelmarsehabíahechofuertealrededordesutumbacubriendoloslateralesdelapiedramientrasqueunaenredadera—similaralaqueantestrepabaporlafachada de la casa— crecía enroscada alrededor de la lápida haciendo casiimposibleleersunombre.Almarquéssiempreselehabíadadobienocultarsuspecados.—Al verla he creído que era usted un fantasma—dijo una voz masculina
desdelaportezueladelcementerio.AlinstantereconocíelterribleacentodeLiamdetrásdemí.—Deberíasaberquelosfantasmasylosespíritusnoacostumbranarondanlos
cementerios,señorSinclair.Nolesgusta.—¿Ano?,¿yesoporqué?—Detectéunmatizdeverdaderacuriosidadensu
voz,casicomosiLiamcreyeraqueyoconocíalosmotivosdelosno-muertos.—Porquenuncahaynadieenloscementerios,nadievivo—respondí—.Ylos
fantasmas prefieren rondar a los vivos, por eso mismo se aparecen en lashabitacionesdondesolíandormir,nosvisitanmientrasleemoselperiódicoosepaseanporlacocinademadrugada.Sentícomoabríalaportezueladelcementerioyescuchésuspasosdetrásdemí
acercándosehastadondeyoestaba,cercadelsaucesinhojasquearrastrabalasramasporelsueloconsagrado.—Noesperabaencontraralanoviaaquísola—medijo—.¿Tanprontoyya
estácansadadesumarido?—Yaestabacansadadeélantes.Liamserio.—Veoqueesustedtodaunaromántica.Mevolvíparamirarleymedicuentadequesehabíaacercadoamímucho
másdeloqueyopensaba.—Soy práctica. ¿O acaso debería morirme de hambre en la calle solo para
contentarle a usted?Si quiere, puededarmeuna lista con los trabajoso tareasque considera respetables que yo realice, ¿qué le parece? Y podemospreguntarlestambiénaotrosinvitados,¿porquéno?Quetodoslospresentesden
suopinión—dijecon ironía—.¿Cómosemepudoocurrir tomarunadecisiónqueúnicamentemeafectaamí,sinconsultarloantesconustedycontodoestemaldito pueblo? ¿En qué estaría yo pensando? Dígame, por favor, en suimportantísimaopinión¿deberíabuscaruntrabajodelimpiadoraenalgunacasaelegante como Villa Soledad para que el marqués de turno me pellizque eltraserocuandolevengaengana?¿Otalvezconsideraríamásadecuadoparamíhacermeinstitutrizdedoscríosinsufribles?Esosíesrespetable,¿verdad?Elegirserviraotrosenvezdeservirmeamí.Perodigaalgo,porfavor,estoyansiosaporsabersuopinión.Penséqueseenfadaríaoquemurmuraríaalgunaexcusaparavolveralafiesta
y seguir fingiendo que era Liam Sinclair, lord de Escocia, para seducir a ungrupodeempresariosybanquerosencantadosdecodearseconunnoble.PeroenvezdeesoLiamasintiódespacioconlacabezaydijo:—Veoquelahemolestadoylepidodisculpas.Tienerazónenloquehadicho:
loquehaganoesasuntomíoodenadiemás,yningunadesusotrasopcioneseramejor que casarse con el señor Campbell. Hace bien en cuidar solo de ustedmismaporquenadiemáslohará,sébiendeloquehablo.—Nonecesitolasdisculpasolacomprensióndenadie.Ymenoslassuyas,un
hombrequehahechodelamentirayelengañosumododevida.—Unestafadorsiemprereconoceaotro,¿verdad?—mepreguntósinperderla
sonrisa.Liam llevaba puesto un elegante esmoquin entallado de color negro con las
solapasdelachaquetaenpicoforradasdesaténtambiénnegro,pajaritaajuegoyloszapatosestiloOxfordmásbrillantesqueyohabíavistojamás.Elcortedelaamericanamarcabalalíneadesushombrosfuertesysucamisablanca—conlosbotonesocultos—se ajustaba a laperfeccióna supecho.Sehabíapeinado supelo cobrizo con ayuda de fijador como los caballeros distinguidos, pero susrizos seguían teniendoelmismoaspecto rebeldeque laprimeravezque levi.Sabíabienqueesanoeralaaparienciadeunlordcuyasúnicasobligacioneseranviajarporelmundoparavendertierrasycerrarnegociosconunvasodewhiskyenlamano,sinoladealguienquehabíarealizadoalgúntipodetrabajofísicoduranteaños,seguramentesiendomásjoven.—¿Yquétalvasupequeñaestafa?—lepreguntéconcuriosidad—.Algunos
hombrescuandobebensevuelvenmásgenerososconeldinero,peroelmarqués
esigualdemiserablequecuandoestásobrio.Ledigoestoparaquesedéprisaylehagafirmarlospapelesfalsosantesdequelleguealtercervasodewhisky.Liamteníalasmanosenlosbolsillosdesupantalónnegro,podríaparecerque
eraungestoautomáticoparaprotegersedelfrío,peroaélnoparecíamolestarle,igualquea alguienqueyahapasadomucho frío en suvida.Sinembargo,yosentíacomoelvientoheladoquebarríaelcementeriosecolabaentrelosdibujosdel encaje de mi vestido, haciéndome temblar debajo de las capas de seda ycrepé.—Metemoqueasupadrenolequedamuchoqueselepuedarobar—dijosin
rastrodeironíaensuvoz.Hizounapausayañadió—:Lamentoseryoquienselodiga,perocasitodoelfondofamiliardelosZuloagahavolado,ylascuentasde laempresanoestánmuchomejor.Supadrehahechomuchasymuymalasinversiones en losúltimos añosy lohaperdidoprácticamente todo, prontonoquedarámás dinero en su familia que la pequeña herencia de sumadre y laspocas joyas que no haya vendido para pagar esta boda... El marqués estáarruinado.—¿Cómo sabe todo eso?—le pregunté entornando los ojos para estudiarle
mejor—.Élnolecontaríaalgoasíaundesconocidojamás,nisiquieraestandoborracho.Liamseacercóunpocomásadondeyoestabayechóunvistazoalrededordel
cementerio para asegurarse de que no hubiera nadie vivo—ni muerto— quepudieraescucharnuestraconversación.—Encontréloslibrosdecuentasqueelmarquésescondeenlacajafuerte,los
deverdad,noesosconnúmerosfalsosqueleenseñaasumadrecadaañoyasusabogadosparatenerlostranquilos.Parpadeésorprendida.—¿Losencontróporcasualidad?—Desdeluego—respondióélfingiendoestarofendidopormiinsinuación—.
Supadreestabaocupadoenelcomedorpresumiendodelantedeunaltocargodelejércitoacercadelobienquesehabíacasadosuhija:«LaniñasevaahacerlasAméricas,comoelviejo.Sielvaqueroesenoladevuelveenunpardemeses,piensopedirlehastalaúltimavacaquetengaensurancho:unanimalacambiode otro. Tengo un negocio seguro aquí y necesito liquidez para ponerlo enmarcha.»
Sonreíconamargura.—Love: para elmarqués también se trata solodenegocios, incluso cuando
habladesupropiahija.Duranteunmomentoningunodelosdosdijonadayelsonidodelasolasque
rompían muchos metros más abajo contra la pared de roca llenó al aire. YoimaginéalaperfecciónlaescenaqueLiamhabíadescritoporquelahabíavividomuchas veces en el pasado: elmarqués con su vaso dewhisky en unamano,sentadoensusilladeruedas,hablandodemasiadoaltodesuhijamientrasmamále lanzaba miradas de reproche desde el otro lado de la habitación que élignorabasinmás.Porsupuestomamáno le llamaría laatencióndelantede losinvitados,envezdeesoinventaríaalgunaexcusaparaausentarsedesufiestaunratoypoderesconderseensubañoallorar.—Esunlugarextrañoparauncementerio:hermososí,perotambiénextraño.
Habíaoídoque teníanuncementerioen lapropiedadaunqueno lohabíavistoantes—comentóLiammirandoalrededordelpequeñoterrenovallado—.Sinoleimportaquepregunte...¿esesalatumbadesuhermana?—Sí, pero aAlma nunca le ha gustado demasiado—dije volviéndome para
mirarlalápidacubiertaporlaenredadera—.Ellaprefierepasearseporahíparaatormentarme.—Habla de la culpa y los remordimientos, ¿verdad?—preguntó con una
sonrisa nerviosa—.Noquiere decir que el fantasmade suhermanagemela sepaseerealmenteporlamansióndemadrugada.Me fijé en que cuando Liam se ponía nervioso su «acento» se volvía más
marcadoaún.—No,claroqueno—dijeparatranquilizarle.—He visto al joven aprendiz de sacerdote en la boda. Lo he notado muy
ocupadointentandonomirarlamientrasusteddecíasusvotosmatrimoniales—empezóadecirélconcautela—.Supongoqueeseeseljovendelquehablanenelpueblo,elantiguopretendientedesuhermana.—Sí,esél.—Debesermuytriste:puedeustedteneracualquierhombredelmundomenos
alúnicoqueama.—¿Y quién dice que le ame? —Le miré hasta hacerle sentir incómodo y
después volví a fijarme en la superficie revuelta del Cantábrico—. Además,
Tomásmeamatambién,soloqueélamamásotrascosas.—Nocomprendo,¿quéotrascosaspodríaamarunhombremásqueausted?—LaRepública,aDios,elrecuerdodemiperfectahermana,lapoesía...—dije
—. Elija usted la que prefiera, yo no ocupo en su corazón un lugar tanimportantecomoningunadeesascosas.RecordétodaslasvecesenqueTomásmehabíahechosentirqueyonoeratan
buena como Alma. Durante mucho tiempo mientras estuve en el St. Mary’sfantaseéconlaideadecontarlelaverdadacercadeAlmalaSanta,yvercomoelrecuerdoperfectoybrillantedeellaserompíaenmilpedazos.Peronolohiceporquesabíaqueélnomecreeríanunca.—Asíquepuedetenersuamorperonosuaceptación,queesprecisamentelo
queustedansía.—LavozroncadeLiammesacódemispensamientos.—Nolosé,elmotivoporelquelosdemáshacenlascosasoquéesesoque
guíasussentimientosesunmisterioparamí,mepasa inclusocon losmíos—respondí,despuésmevolvíparamirarle—.Perosospechoqueaustedse ledabiencomprenderlasmotivacionesyelcarácterdelosdemás,mejorinclusoqueaellosmismos,poresoestanbuenestafador:laspersonasysusdeseosnosonunmisterioparausted.Liamestabatancercaquepudeversuspestañas,cobrizasyespesas,rodeando
susojosmientrasmeestudiabaconcuriosidad.—Nosepareceustedanadiequeyohayaconocidoantes,hombreomujer—
medijoamediavoz—.¿Cómosupoqueyomentía?—Lo supe nada más verle, usted mismo lo ha dicho antes: un timador
reconoceaotro.—Sonreísatisfechaalversuexpresión—.Además,despuésdeconocernos escribí una carta a una compañera de mi colegio en Surrey parapreguntarleacercadelosSinclair.Ellaesescocesa,supadreesunmiembrodelParlamento, uno de verdad quiero decir, y nunca había oído su nombre. Lerecomiendoquesebusqueunonuevooquecambiesuhistoriaparanoterminarenlahorca.—Seríaustedunaestafadoraincreíble—medijoconsueternamediasonrisa.Elvientodelnorteyalehabíadespeinadodándoleasupeloelaspectosalvaje
ypocoformalquesolíatener.—¿Quéva a hacer ahora?—le pregunté con verdadera curiosidad—.Ya no
puedeconseguirnadademifamilia,¿semarcharádeBasondo?
Liamseencogiódehombrosantesderesponder:—No lo sé, gracias a su boda he conocido a unos cuantos caballeros
distinguidos que se mueren por decir que son amigos de un lord escocés, ytambiénestándeseandocomprarmelastierrasdemifamiliaenelnortequeyonopuedogestionarporfaltadetiempo.—Lahorca,señorSinclair—lerecordé—.Nopierdadevistaesadesagradable
posibilidad y márchese de Basondomientras pueda. Yo, por mi parte, piensoirmesinmiraratrás.NuestrobarcohaciaPortsmouthsalíadesdeelpuertodeBilbaoa lamañana
siguiente, después embarcaríamos en un transatlántico inglés rumbo aEstadosUnidos.EnapenasunasemanacruzaríamoselAtlántico.Unasemana:eseeraeltiempo que necesitaba para dejar atrás para siempre a Tomás, al marqués, aBasondo y, con un poco de suerte, también a Alma. Los billetes y nuestrospasajesestabanguardadosenunaelegantecarteradepielquehacíajuegoconelrestodemismaletasdeLouisVuitton,lasmismasquemamánosregalóaAlmayamícuandocumplimoscatorceañosyqueellanuncaestrenaría.Desdequelospasajesparaeltransatlánticohabíanllegadoporcorreounpardedíasantes,yonohabíadejadodeacariciarlosydeleerminombreescritoenelpapelgruesoconlaletrainconfundibledelasmáquinasdeescribiryelsellodelacompañía:EstrelladeZuloagayLlano.—Basondo tiene ese extraño efecto—empezó a decir Liam asomándose un
pocosobreelmuretedelcementerioparavermejorelmardebajodenosotros—.Nosésiesporestemarquenosepareceaningúnotroqueyohayavistoantes,oporesebosquesuyoquesiemprepareceestarcubiertodeniebla,inclusoenlosdíasdespejados.Elbosque—mibosque—ynuestroclarosecretoeraloúnicodeBasondoque
ibaaañorarenCalifornia.—La primera vez que llegué aquí con su padre me pareció que este lugar
estabamuy lejos del resto delmundo, oculto en un lugar donde esmuy fácilperder el equilibrio y caer almar si uno nomira bien donde pisa—continuóLiam—.EsdifícilllegaraBasondoperotambiénesdifícilmarcharse.—Dígameloamí:hepasadotodamividadeseandosalirdeestevalleparaver
elmundoyahoraqueporfinmevoyparasiempremepreguntosiextrañaréestelugar tanto como antes ansiabamarcharme.—El sauce sin hojas que colgaba
cerca del muro se agitó en el viento y yo me volví por si había alguienespiándonosdesdelaverja—.MiabuelaSoledadsecasóconunhombremuchomayorqueellaydejósutierraparanovolverjamás.Ellavivióaquí,enestacasaque lleva sunombredurantecasi toda suvidaperonuncaolvidósuverdaderatierra. Pensaba cada día en su casa, su casa verdadera, hasta que una tarde secansódeañorarsutierraqueridaysaltóalmar.El saucevolvió a quedarse en calmaperoyo todavíamiré sus ramasvacías
arrastrándosesobrelatierradelcementeriounmomentomás.—¿Tienemiedodeterminarcomosuabuela?¿Añorandosutierraysuhogar?
—preguntó Liam intentando que yo lemirara—. ¿Saltando desde algún lugarparaquitarselavidayregresarporfinacasa?—Yonomesuicidaríanunca,espocopráctico.Meapartédelviejomuretedepiedra,queeraloúnicoqueseinterponíaentre
yo y elmar, caminé entre las tumbas hasta llegar a la deAlma y coloquémimanosobrelalápidacubiertadehiedra.—EsperoquetúnomesigashastaCaliforniaperoséquetardeotempranonos
volveremosaver—susurré—.Todavíanotoelhiloinvisibleatadoalrededordemimuñeca,peroelotroextremo,tulado,nodejadeenredarseporahíyasíesimposiblecaminar.EscuchélospasosdeLiamdetrásdemísobrelahierbadescuidadaquellenaba
el espacio entre las tumbas pero no me volví para mirarle, estaba ocupadahaciendoloquehabíaidoahacerallí.Misdedosseenredaroneneltallojovende la hiedra, dejé que los nudos de savia se apretaran alrededor de mi piellatiendo al mismo ritmo que mi corazón. Podía notar la piedra helada de lalápidadebajodemimanoconelnombredeAlmagrabadoenella.Laprimeraflor azul apareció en la enredadera un momento después, del tallo donde enprimaveradeberíasalirunahojaverdeenformadeestrella.Despuésotrayluegoun ramillete más de flores azules y silvestres, las mismas flores azules ysilvestresquesolíancubrirelsuelodenuestroclaro, igualque laflorquehiceflotarsobre lapalmademimanola tardequelaabuelaSoledadsaltódesdeelcargaderodehierro.—Las flores azules... —dijo Liam con un hilo de voz—. ¿Por qué? ¿Qué
significadotienen?Yonodejédetocarlalápidaylaenredaderaapesardequelaspequeñasflores
silvestresyacubríanprácticamente toda la tumbay la losahaciendo imposibleleerelnombredeAlma.—Enverano,laentradaalbosquesecubríadeestasmismasfloressilvestres
igualqueunaalfombraespesa—empecéadecirconlavozbajaporelesfuerzo—.Siunonuncahavistoelmarcasipensaríaqueestácaminandoporlaorillaen un día tranquilo mientras avanza entre ellas. Basta con seguirlas entre losárbolesparallegaranuestrolugarsecretoenelmundo.Aparté la mano por fin, pero los nudos de savia de la hiedra siguieron
abriéndose para formar campanillas azules unos segundosmás.Me temblabanlaspiernasperopodíadebersea labrisamarinaynoamispoderes.Mevolvíhacia Liam, que no había dicho nada más pero todavía miraba las florecillasazules hasta que se dio cuenta de que ya había terminado y estaba lista paramarcharme.—¿Ylaenredadera?—preguntóporfin.—Nolosé,esadichosahiedravenenosaahoramesigueatodaspartes.—Nodebepreocuparseporqueyosepasusecreto:nose locontaréanadie
nunca—meprometióél.—Yalosé.—¿Cómo lo sabe? —Me preguntó con su sonrisa torcida en los labios—.
Puedequeyoseaunestafador,perolosuyoesmuchopeor:puedehacermagia.Apuestoaquelasautoridadespasaríanlomíoporaltosileshablodeustedydesusecreto.Lemiré.—Nocontará lomío anadieporqueyo legusto, o almenos creequeyo le
gusto—ledijemuyseria—.Descuide,yotampocolecontarélosuyoanadie.—¿Porqueyolegusto?—mepreguntóconcuriosidad.Miré la tumbadeAlma,ahoracon las floresazulesy laenredaderasobre la
losaimpidiendoqueellavolvieraasalirdesuataúd.—Adiós,señorSinclair.Empecéacaminarparasalirdelpequeñocementerioconelvientodelnortea
laespalda.—¿Creequevolveremosavernos?—megritóLiam.Yoyacasihabía llegadoa laverjadehierroque separabael cementeriodel
mundodelosvivos,peromevolvíparaverleunaúltimavezyledije:
—Nocuenteustedconello.
Terceraparte.Viento
TERCERAPARTE
VIENTO
LasÁnimas
LASÁNIMAS
LaprimeravezquebajédelcochequenoshabíatraídodandotumbosporlacarreteradesdelaestacióndetrendelaciudaddeSanBernardinoyviminuevohogar,penséquenadapodíacrecereneselugarapartadodelmarydelbosque.Un cartel indicaba que acabábamos de entrar en las tierras deMason y leí elnombredelranchoescritoengrandesletrassobreelhierrooxidado:LasÁnimas.AlverlonopudeevitarpensarenAlmariéndosedemíbajosutumbacubiertadefloresazulesyhiedra.La tierra estaba agrietadapor el sol, daba igual enquédirecciónde los casi
30.000acresdeterrenounomirara.Elvientosoplabadurantetodoeldíaytodalanochesindescanso,arrastrandohastadentrodelacasaydelospulmoneselpolvonaranjadeldesiertoque locubría todo.Me recordóalpolvomineraldecolor gris, oscuro y espeso, que cubría los tejados de las casas de Basondocuandollovía,soloqueesteeramásfino,tantoquepodíacortartelapieldelasmejillassiseteocurríasaliralacallebajoelsoldemediodía,cuandosoplabaelvientodelsur.ElvalledeSanBernardinoocupabaprácticamente todoel surdeCalifornia.
Era llano y áspero, excepto por unas montañas grises que se alzaban en elhorizonte y que solo podían verse desde el rancho cuando el cielo estabacompletamentedespejado.LasÁnimasestabaaunostrescientoskilómetrosdelaciudad de Los Ángeles, pero lo suficientemente lejos de Basondo como paradejaratrásaAlma,almarqués,aTomásya todoloquemehabíaempujadoaconvertirmeenlaesposadeMasonCampbell.
El rancho había sido parte de una propiedadmuchomayor cien años atrás,perolafamiliadeMasonhabíaidoperdiendopartedelastierraspocoapocoenfavordeotrosrancherosdelazonaydelestadodeCalifornia.SegúnMason,enlaépocaenquesuabueloeratodavíaeldueño,losterrenosseextendíanhastalafronteraconArizona.LasÁnimaseratanenormequehacíafaltatodoundíaacaballo para poder recorrer la finca. Pero cuando yo llegué aLasÁnimas porprimeravez,bastabaconconducirdosotreshorasparallegarhastalavallademaderaabrasadaporelsolquemarcabaloslímitesdelapropiedad.Las Ánimas debía su nombre a la antigua misión española que los monjes
jesuitas habían levantado en esemismo lugarmuchos años antes.Al poco dellegar,descubríquealostrabajadoresqueMasonteníacontratadosenelranchopara que le ayudaran con el ganado —casi todos descendientes de aquellosespañoles—lesdabaverdadero terrorpronunciarelnombredel ranchoenvozalta. Algunos lo murmuraban de mala gana o se santiguaban con disimulodespuésdepronunciarlo,comoquienintentaalejarunmaleficioconmásmagia.Aprendímuchascosasen losprimerosañosdemividaallí,comoqueelsol
eramuchomás brillante y naranja de lo que yo había visto nunca, y tambiénmuchomáspeligroso:enmiprimerasemanaenelranchomequemélapieldelacara,lasmanosylosbrazoshastatalpuntoqueMasonmandóavisaraldoctorenSanBernardinoparaquevinieraenplenanoche,porqueseasustóalverquesujovenesposateníafiebrealtayalucinacionesconsuhermanamuerta.Conunalocióndecalaminaytiempo,misquemadurasmejoraronyporfinpudevolverasalirdelacasadeparedesdeadoberojasparaexplorarminuevohogar.Mesorprendiódescubrirque todoenel ranchoeraexactamente loopuestoa
Villa Soledad. Lamansión que llevaba el nombre demi abuela tenía grandesventanalesorientadosal sur,galeríasacristaladas, tragalucesyventanascurvaspara captar tanta luz del sol como fuera posible porque era un bien escaso ypreciado a orillas delCantábrico. Pero la casa principal de la hacienda estabaconstruidapensandojustoentodolocontrario:impedirqueelsolentraraenlacasa. Por esa razón las ventanas eran pequeñas y profundas, protegidas congruesasyoscurascortinas, laspuertasestrechassiempreestabancerradasy,entodaslashabitaciones,lossueloserandecerámica.Todoelloparadejarfueralaluzdeldesierto.Aprendímuchosobrelasovejasysobreelganadoengeneral.LasÁnimasera
unallanurainmensa,sincolinasniárboles,dondeloúnicoquecrecíadelsuelosecoeranunosmatojospajizosigualdesecos.AlasovejasdeMason—casimilcabezas— les encantaba rumiar aquella hierba áspera durante horas, peroaprendíquealasvacas—decolormarrónymuchomásgrandesquelasblancasynegrasqueyohabíavistohastaentonces—nohabíaquedejarles comeresetipo de planta porque dejaban de dar leche y los terneros no tardaban enenfermarymorir.Nadiesabíaexactamenteporquésucedíaesoaunquetodoelmundoteníaunateoríaalrespecto:desdeunaenfermedadqueagriabalalechehastaunaantiguamaldición tongvaquehabíacaído sobreesasplantascuandolosindiosaúneranlosdueñosdeesatierra.Tambiénaprendíaconducirparapoderinspeccionarloslímitesmásalejados
delapropiedadpormicuenta.Yohabíaqueridoaprenderdesdelatardeenqueenterramos a la abuela Soledad, cuando vi los lujosos coches aparcados en lacarreteraquepasabapordelantedelacasa.Despuésdeinsistirunpocoydeunpardeintentosfallidos—estuveapuntodeestrellarmecontralapareddelacasade los trabajadores la primera vez que me puse al volante—, mi marido meenseñóausarlasmarchasoasabercuándoelruidosomotorsehabíacalentadodemasiado y había que dejarlo descansar un rato para que no reventaradefinitivamente.La tardequepor finMasonmedejóconducir todoel caminohasta laverjademaderaquemadaporel solhicimoselamorenelasientodelconductor.Mesentésobresuregazoahorcajadasypasélosbrazospordetrásdesucuelloparaatraerlodentrodemícontodasmisfuerzas.Meclavéelvolanteen la espalda todo el rato peromedio igual porquepor fin había aprendido aconducir.Enesosañosdescubrítambiénloqueerasentirsedeseada:sentirunoslabios
calientessobre losmíosounasmanosmasculinasy familiaresbuscándomeenmitad de la noche cuando la casa ya dormía. Mason era apasionado y mebuscabacasicadanoche,perosudeseoseapagabadeprisa:comounacerillaqueproduce chispa y mucho calor al principio pero se extingue después de unossegundosdefuego intenso.Porprimeravezenmividaerayo ladeseadaynoAlma,eraminombreelquesusurrabanunoslabiosinflamadosporlosbesosynoelsuyo.TodavíarecordabacómomesentílatardequedescubríaAlmayaTomás haciendo el amor en nuestro claro secreto del bosque, no fue solo latraicióndeambosloquemedoliósinoloscelosdenohaberexperimentadoalgo
quemi hermana pequeña ya conocía.Ahora era yo la que imaginaba aAlmaasomándose de madrugada sin hacer ruido para espiarnos desde la puerta denuestra habitación dematrimonio sintiéndose traicionada.Nohabía visto amihermanaenmeses,nodesdequellenédefloressilvestressutumba,yempecéadejarmeseducirporlaposibilidaddequesehubieramarchadoparasiempre.Enminuevohogaraprendíqueelaguaeralomásvaliosoqueunopodíatener:
másvaliosoinclusoqueelorooeldinero.Porsupuesto,yomereíenlacaradeValentina cuando ella me lo explicó y repliqué: «Si el agua es tan valiosa,entonces,dedondeyovengodebemosdesertodosricos.»ValentinaeralacapatazdelranchoylamanoderechadeMason.Aalgunode
lostrabajadoresdelafincanoleshacíaningunagraciaestarbajolasórdenesdeesamujermenudaconelpeloplateado,peronadaenLasÁnimasfuncionabasinella. Era una tongva, de las pocas que aún quedaban en la zona. Después demorirsumadrehabíasidocriadaporlosjesuitasensunuevamisión,situadaunpocomásalnorte,dondelehabíanenseñadoespañol—ademásdeinglés—ylascostumbresdelos«blancos»paraquepudieratrabajarcomocriadaoniñeradealguna familia del valle, pero Valentina—aunque ese no era su verdaderonombre— resultó ser más capaz que nadie que el padre de Mason hubieraconocido hasta entonces —hombre o mujer— y le pareció un desperdiciocontratarlaparafregarelsuelopudiendoencargarletareasdecapataz.—Necesitoquemeayudesconunacosa—medijoconsuformacortantede
hablar—.Venycogelasllavesdelcoche,túconduces.Vamosalalindesurdelranchoparaunasunto.Elsolyacasisehabíaescondidoenelhorizonteperosusrayostodavíapodían
quemarte. Cuando apareció Valentina esa tarde, estaba protegida debajo delporche delantero de la casa principal leyendo las últimas noticias sobre lacomplicadasituaciónpolíticaquesevivíaenEspaña.—¿Alsur?¿Yparaquéquieresirallíaestashoras?—preguntémalhumorada
dejandoelperiódicoenelregazo—.Allínohaynadamásquepolvo.Yairemosmañanacuandohayamásluz.—Laluznosevaairaningunapartehastadentrodeunrato,sébienloque
digo—respondióValentinamirandoalcielonaranja.Pero yo la ignoré y volví a levantar el periódico para seguir leyendo las
preocupantesnoticiasquellegabansobremipaís.Algunosdiariosinclusohabían
enviadoasuscorresponsalesaEspañaparaqueinformarandeprimeramanodetodoloquesucedía.Yosolopodíacomprarelperiódicocadadosjueves,cuandoiba conMason—o con Valentina— hasta la ciudad de San Bernardino paracomprarlossuministrosparaelranchoylasprovisionesparalacasa,asíquemeenterabadelasnoticiassolocadaquincedías.—Mañana—murmurésinapartarlosojosdelaspáginas.—No,mañanayaserádemasiadotarde,créeme—insistióella.De mala gana dejé el periódico atrasado sobre la otra silla de mimbre que
habíaenelporcheylamiré:lacaradeValentinaestabacurtidaporelsol,conlamisma pátina que las quemaduras dejan en el cuero. Su piel oscura estabasurcada por arrugas tan profundas y marcadas que me recordaban al aspectoagrietadodelatierra.Sucuerpoerapequeño,encorvadoydeaspectofrágil,perosusojos negros—losmásnegrosqueyohabía visto jamás—eran los deunapersona joven y llena de furia. Era imposible saber su edad, peroMasonmecontó,alpocodellegar,queValentinayatrabajabaenelranchoalasórdenesdesupadreantesdequeélnaciera.—¿Sepuedesaberquéesesotanimportantequenopuedeesperaramañana?
—lepreguntédemalosmodos—.¿PorquénolepidesayudaaMasonoaLeo?Ellostambiénsabenconducir.Valentina se limpió el polvo del desierto de sus pantalones negros. Una
nubecilladepolvonaranja se levantóenelporchey se alejóvolandohacia elhorizonte.—Nose lopidoaellosporquenecesitoaalguienqueno se impresionecon
facilidadyquenoletiemblelamanoalversangre.¿Algunavezhasasistidoaunparto?—No,nunca—respondí.Valentinamehizoungestoconsumanoásperaporeltrabajoyelsol,paraque
melevantaradelasillaylasiguiera.—Pueshoyvasa asistiruno,vamos.Coge las llavesdel todoterrenoyunas
tijerasdelacocinaporsihicieranfaltaparacortarelcordón.MelevantéymesacudíelpolvodeunodelosvestidosdelaabuelaSoledad
que viajaron conmigo desdeBasondo hastaCalifornia. Eran abrigados para elcalordelvalleperotambiénresultaronserlaúnicaropacapazdeprotegermedelsol.
—¿Quién está de parto? —pregunté sorprendida—. No hay más mujeresapartedenosotrasenkilómetrosalaredonda.Valentinaechólacabezahaciaatrásydejóescaparunarisotada.—Llevas ya casi tres años viviendo aquí, en el coño reseco de la tierra, y
todavíatieneslosremilgosdealguiendeciudad—medijoconsuvozcascada—.Nosoloparenlasmujeres,marquesa:unavacapreñadasehaescapadoestamañanadelredilyandadandovueltasporellímitesurdelafincabuscandounagujeroparahuirhaciaeldesierto,asíquecogelasllavesdelcocheylastijerasantesdequelamadreylaterneramueran.Noquierotenerquevolveraespantara los buitres si ellos las encuentran antes. Además de la carroña, los muydesgraciadossebebenlapocaaguaquenosquedaenlareservaolacontaminanconsusasquerosospicos.No le pregunté a Valentina cómo sabía ella que la vaca huida estaba en el
límitesurdelafinca.NomehizofaltapreguntarlenadaporqueenlosprimerosmesesquepaséenLasÁnimashabíaaprendidoqueellasabíatantodesutierraseca,susolnaranjaosusanimalescomoyodemibosqueymimar.Entréenlacasaprincipal—queeraelúnicolugardondeelaireseconservaba
frescoenkilómetrosalaredonda—paracogerlas llavesdelcenicerodebarrodondelasdejábamossiempreydespuésfuialacocinaaporunastijeras.—¿YalehasdichoaMasonadóndevamos?Noquieroquesepreocupesino
me ve por aquí dentro de un rato—le dijemientras las dos nos subíamos alcoche.—No te echarádemenos, ahoramismoestá reunido con ese chupatintas de
Trapanesse, el contable de la familia, revisando los libros y las facturas paraaveriguar a dónde se van los dólares que no ganamos.—Valentina se colocómejorsulargatrenzadeplataconlaquesesujetabaelpeloparaquenoledieracalorduranteeldía—.Total,daigualporqueningunodelosdostienenilamásremota idea de dónde está el agujero por el que se nos escapa el dinero de lahacienda.Arranquéyelmotorprotestócuandoaceleréparadejaratráslazonadelacasa
principal, los establos y la casa de los trabajadores. El todoterreno no teníaventanasnipuertas—ynocreoquelashubieratenidojamás—,asíqueelpolvodel suelo se levantaba a nuestro paso haciéndonos atravesar una permanentenubedecolornaranja.
—¿Ytúsílosabes?—legritéparahacermeoírporencimadelruidodelmotor—.¿Túsabesadóndevaaparareldinero?En el único retrovisor del vehículo vi la casa de adobe rojo de dos pisos
haciéndosemáspequeñaamedidaquenosalejábamoshaciaelsur.—Proveedores, facturas, comida para los animales de cuatro y de dos patas
que viven en el rancho, impuestos, electricidad, sueldos, vacunas para podervender la carnede losanimalesyel restode losgastosnecesarios,pero sobretodoenelagua,ahíesdondemásgastamos.Senosvacasitodoelbeneficioenagua —respondió Valentina sin apartar los ojos del horizonte llano frente anosotras—.Llevamostresmesesdesequíaylosanimaleslanecesitanparavivir,ysisemuerendesednolospodremosvenderyterminaremosporperderlotodo.—¿Nonosquedaaguaenelpozo?—preguntéalarmada—.Y¿dedóndesale
elaguaquebebemos?—Elpozodenuestrahaciendaestá secodesdehacemeses,noquedaniuna
miserablegota.Masonleestácomprandoelaguaaunrancherovecinoquetieneunríoqueatraviesasustierras.Elmuycabrónseestáhaciendodeoromientrastodo lodemásseseca,soloesperoqueseahogueensuqueridoríopronto.—Valentina escupió con desprecio fuera del todoterreno—. Si no llueve prontoestaremostodosacabados:nosotrosyelganado,nohayvidasinagua.Atravesamoslazonadondecrecíanlosmatojosásperosquetantolesgustaba
rumiar a las ovejas y seguí conduciendo hacia el sur sin levantar el pie delacelerador.—Dedondeyovengohayaguadesobra,todoesazulyverdeallí—dijesin
apartarlosojosdelhorizonte.—¿Azulyverde?—Valentinamemirósorprendida—.Debedeserun lugar
horribleparavivir, tan lejosde la tierradorada.Yonoduraríaniunmesen tucasa.—¿Latierradorada?—Asíes:latierradoradaesunsueño,unapromesadefuturo.Unsitiodonde
curarsedelasheridas—respondióella—.Poresojamásdejaréestelugaryestatierra,nisiquieracuandohayamuerto.—Miabuelasolíadeciralgoparecidosobresucasa,sucasadeverdad—dije
de repente y sin sabermuybienpor qué—.Ella también echabademenos sutierradorada.
—Yonosoy tuabuela,novoyadarteunabracitoyunachocolatinacuandoestéstriste.Nodijenadamásduranteunrato.Lassombrasdelosmatojosquecrecíanen
el suelo agrietado se fueron volviendomás alargadas con cada kilómetro quedejábamosatrás.—¿Yquépodemoshacerparaquellueva?—lepreguntésinpensar.Ellaseriosinunápicedehumor.—¿Yquéséyo?¿Creesqueporquesoytongvatengopoderesparahacerque
llueva?Puedohacerladanzadelalluviaparalablanca,sigustáis,marquesa—medijoconironía.Torcíelgestoperonorespondí.—Además, tú eres la que tiene ojos de hechicera y pelo de cuervo, así que
piensa en algo porque pronto será verano y hará tanto calor que se volveráimposible para los hombres y los animales vivir durante el día —añadió—.Entoncesempezaránlosincendios,lastormentassalvajesyel«vientosucio».ValentinaeralaúnicapersonaenCaliforniaconlaqueyohablabaenespañol.
Los demás trabajadores del rancho también hablaban castellano pero ellossiempresedirigíanamíeninglés,justoalcontrarioqueValentina,que,desdeelprimerdía,mehablabaenespañolconunextrañoacento,áridocomosutierra.—¿Quéesel«vientosucio»?—lepreguntéentornandolosojosparaquelos
últimosrayosdesolnomecegaran.—Polvoy arena del desierto arrastrado hasta aquí por el vientomás salvaje
quehayasvisto jamás.Elcielopasadeestardespejadoyperfectamenteazulaconvertirseenuninfiernodearenacapazdearrancar lascasasdesusitioodemataracualquieraqueseatanestúpidocomoparaestaralraso—respondió.—¿Parecidoaunatormentadearena?—Ojalá,estoesmuchopeor.Laarenaenelvientopuedecomertelacarnedel
cuerposinoestásbajotecho,hevistoloqueel«vientosucio»lehacealganadosinoestáprotegidocuandosopladesdeel sur:arranca lacarnede loshuesos,agujerealasparedesdemaderadelosestablosyescapazdeenvenenartodaelaguaenkilómetros.SujetéelvolanteconmásfuerzaalimaginarmeloqueValentinadescribía.—¿Ytúlohasvistoalgunavez?¿El«vientosucio»?—quisesaber—.¿Lohas
vistocontuspropiosojos?
No respondió inmediatamente y la miré de refilón sorprendida porqueValentinaeradeltipodepersonasquenosemordíanlalengua.—Unavez,hacemuchotiempo.Cuandoeraunamocosaytodavíavivíacon
losjesuitasensuorfanato.Unatormentanosatrapódentrodelaiglesiaatodos—respondióporfin.Enesazonadelranchonohabíaseñalesoindicaciónalguna,nadaexceptoel
vacíoylatierraquemadaextendiéndosedurantekilómetrosykilómetroshaciaelsur.Melamíloslabiosresecosporelpolvoyelvientocalienteantesdepreguntar:—¿Yquépasó?—ElpadreAndrés,unodeesosmeapilasentrometidoqueestabaconvencido
dequehacíaelbiensoltandosusmonsergasaunpuñadodeniñoshambrientosypobres,quehabíansidoseparadosporlafuerzadesusmadres,nuncahabíaoídohablar del «viento sucio». La tarde que empezó a soplar—respondió ella— laarena arañaba las paredes de piedra de la misión como un lobo enorme congarraspoderosasrascaríaunapuertaparaintentarhacersalirasupresa.Tragué saliva al escucharlamencionar lapalabra«lobo»y, apesardel calor
asfixiantedelatarde,unescalofríomerecorrióelcuerpo.—Y¿quéhicisteis?—Todos estábamos encerrados en la capilla porque era el único edificio de
todalamisiónconlasparedeslosuficientementegruesascomoparaaguantarlatormentadepolvo—continuóella—.LosniñosleexplicamosalpadreAndrésloqueestabapasando,peroélnosdijoqueeso solo eran tonterías, queDios erabenévoloyjamáslanzaríaalgotandestructorcontraunamisióncatólicallenadeniños,asíquesalióalpatioparademostrarnosqueteníarazón.Cuandolanubedepolvopor finpasóde largo,elbuenodelpadreAndrésyano teníacara,el«vientosucio»sehabíallevadosupiel.Escudriñéelhorizonteenllamasbuscandolamásmínimaperturbaciónenel
polvoposadosobreelsueloqueindicaraqueel«vientosucio»estabacerca,perotodo lo que vi fue el calor acumulado del día saliendo de la tierra en ondasborrosasquesubíanhaciaelcielo.—¿Faltamuchoparallegarhastaesavacaperdida?—lepreguntéaValentina
todavíaconlas imágenesdepesadillarevoloteandoenmicabeza—.Noquieroquesenoshagadenocheestandolejosdelacasa:Leodicequehavistocoyotes
merodeandoporlazonaotravezyanimalesamediodevorarenelcaminoquevahastaelranchodelosPhillips.—Cuando la sed y el hambre aprietan los animales se vuelvenmás feroces
todavía, sobre todo los animales de dos patas, que dejan de fingir que estáncivilizados y sacan todo lo salvaje que llevan dentro —dijo ella con su vozáspera—.Perodescuida,elSharpsestácargadoylisto.Yomismaloreviséayery lo volví a guardar en la parte de atrás, así que, a no ser que uno de esosmanazas que trabajan para mí en el rancho lo haya tocado, no tenemos quepreocuparnosporloscoyotesoloslobos.Sabesdisparar,¿verdad?Valentina siempre llevaba un rifle de cañón largo preparado debajo de los
inútilesasientostraseros.EraunviejofusilSharpsqueparecíallevarallídesdeantesdequeValentinanaciera:duro,funcionalysinningúnadornoofiligrana,ese rifle no se parecía en nada al eleganteWinchestermodificado quemató aAlma.—Nolosé,nuncahenecesitadohacerlo.—Ya imaginaba. Yo soy de las que piensa que una buena arma acaba con
cualquierdiscusión—respondióella—.Siempreestábientenerlaamanoporsiacaso, esta tierra es muy grande y nunca se sabe qué tipo de animales va aencontrarseunaporahí.Dijo«animales»peroporsutonomeparecióintuirqueValentinasereferíaa
otracosa.—Si necesitas disparar con el rifle alguna vez, sujétalo con fuerza contra el
pechoyconténlarespiraciónantesdeapretarelgatilloparaquelabalanosalgadisparadahaciaelcielo.Y,sobretodo,tencuidadoalapuntar,notevayasavolarunpieoalgunaotracosamásvaliosa.Valentinaserioconganasenelasientodelcopilotoperodejódehacerloalver
miexpresiónseria.—¿No tegustan las armas?—preguntó con cautela—. ¿Con loprácticaque
erestú?Noteteníaprecisamenteporunapacifistadeesas,aunquelociertoesqueda igual, porque a los quequerránquitarte tus cosas sí que les gustan lasarmasynotendránreparoenusarlascontrati.¿Oesporotracosa?LaescopetadedoscañonesdelabueloMartínconsuculatahechaamanode
maderaderaízdenogal talladaysumiratorcidanoseparecíamuchoalviejorifle de Valentina, pero aun así yo no había tenido el ánimo de pedirle a la
capataz del rancho que me enseñara a disparar, a pesar de que ella se habíaofrecidoaenseñarmemuchasveces.Hacíamásdetresañosquenopensabaenesa maldita escopeta. Aunque no tenía forma de comprobarlo sabía que laescopetaquematóaAlmaseguíacolgadasobrelachimeneaenlasalitadelostrofeosdelmarqués,muylejosdelatierradorada,enotromundo.—Noesporeso,loquepasaesquenomeinteresaaprenderadispararypunto
—murmurédemalagana.AlpensarenAlma,mipieseresbalóunpocodelpedaldelaceleradorytuve
quesujetarelvolanteconmás fuerzaparadisimularqueperdíamosvelocidad,peronosirviódenadaporquenotélosojososcurosdeValentinafijosenmí.—Entiendo. Algunas veces cazas al lobo pero otras veces..., otras veces el
lobo te caza a ti—medijo en voz baja—.Ya casi hemos llegado, allí está lavaca.Frenaunpocoparaquenoseasustealvernosysalgacorriendo,quenoquierotenerqueperseguirlaportodoelvallehastaquesecaigamuerta.Lavacahuidaestabatumbadaalladodelacercademadera,comosialhaber
llegadohastael límitede lafincano lequedaranfuerzaspara intentarsaltar lavalla y se hubiera resignado a ser encontrada. Frené con suavidad—toda lasuavidad con la que el destartalado todoterreno era capaz de frenar— unosmetrosantesde llegar al animalyunanubedepolvonaranjanosenvolvióunmomento.ParacuandosehubodisipadoValentinayasehabíabajadodelcocheycaminabadecididahaciaelanimal.—Aquí estás,pequeña...—dijoconvoz suavepara calmar a lavaca—.Has
recorridomucho terreno tú sola para intentar evitar lo inevitable, pero ambassabemosloquevaapasarahora.MebajédelcochesinhacerruidoparaseguiraValentina,nomehabíafijado
hasta ese momento en que el abdomen del animal estaba imposiblementehinchadoydeformado.AlescucharaValentina, lavacaagachó lacabezaparalamerse el vientre como si sintieraundolor terribleoquisieraproteger loqueteníadentro.—Te duele, ¿verdad, pequeña? Sí, ya lo sé —continuó ella—. No te
preocupes,yaestamosaquíyprontopasarálopeor.YonuncahabíaescuchadoaValentinahablarconesaternuraantes,nisiquiera
sospechabaqueella tuviera ternuradentro.Ellaestabaacostumbradaa trabajarentrehombresdandolasórdenesoaserquienseocupabadetodoslosasuntos
importantesdelranchosinsiquieraconsultaraMason,quedelegabaencantadotodaslastareasenella.LasprimerassemanasdespuésdellegaraLasÁnimas,penséqueValentinahabíasidolaniñeradeMasonyqueahoraéllamanteníaenelranchoporunaespeciedelealtad.NotardémuchoendarmecuentadequenohabíaniunsologramodeafectoocariñoenValentinahaciaMason.UnavezselopreguntéaprovechandoqueMasonhabíasalidodeviajeparaveraunclienteenTexasyqueestaríamoslasdossolasdurantetresdías.—Nuncamehangustadolosniños,nipropiosniajenos.SielpadredeMason,
esememoquenosabíaniatarseloszapatosélsolo,mehubierapuestoacuidarde suhijo cuandoentré a trabajar enel rancho,mehabría tenidoquemarcharlejosdemicasa.Aversiencimaderobarmemitierraibayoatenerquecuidardesusmocososyseramableconellos,laindiasiempreconunasonrisitaenlacaraparaatenderaesafamiliadebuitres—medijosinmolestarseendisimularsu desdén hacia los Campbell. Entonces comprendí que, para Valentina, losCampbelly todos losdemásblancosqueahoravivíanenelvallenoeranmásqueintrusosensustierrasyque,ademásderobarlesuhogar,lehabíanimpuestounidiomayunascostumbresqueleresultabancompletamenteajenas.—¿Quéesloquelepasa?—preguntéenvozbajaparanoespantaralanimal
—.Penséquehabíasdichoqueibaadaraluz,peroparecemuyenferma.Lavacasacudió lacabezaparaespantarunamosca,peroenseguidavolvióa
quedarsequietaconlabarrigahaciaunladoapoyadasobrelatierracalienteporelsol.—Yvaadaraluz,soloqueelterneroquellevaestámuertoyellatambiénlo
estaráprontosinohacemosnada—respondió—.Vamos,ayúdameasujetarlaenelsuelomientrasyointentosacárselo.Nomehabía fijadoantes,peropordebajodedondeestaba tumbada lavaca
había un charco de un líquido oscuro empapando la tierra agrietada y, alacercarmealacabezadelanimal,sentíelolorácidodellíquidoenelairedelatarde.—Y¿quéhago?—lepreguntéaValentina,queyasehabíaarrodilladoenel
sueloyexaminabaalanimal.—Háblaleconvozsuaveparaquenoseasuste.Noquieroquemepateelacara
mientraslesacoelternero.Obedecí sin rechistar por primera vez enmi vida y acaricié la cabeza de la
vaca:eraenorme,olíaabarrosecoysupelomarróneratanásperocomotodolodemásenLasÁnimas.—¿Hashechoestoantes?—quisesaber.—Alguna vez. Las vacas paren ellas solas casi siempre, pero, de vez en
cuando,necesitanunpocodeayudapara sacar loque llevandentro, como lasmujeres.Lavacadejóescaparunquejidodedoloryunmomentodespuésescuchémás
líquidoderramándosesobrelatierra.Noloveíadesdedondeestaba,perovolvíasentirelolorácidoentrandoporminariz.Elanimalpateóelairecalientedelatardecomosiestuvieraintentandolevantarseyvolvióalamentarse.—Sujétala,yacasilotengo,loestoytocando—dijoValentinaconcentradaen
loqueestabahaciendo—.Nodejesqueselevantetodavía.Me apoyé mejor contra la cerca de madera, así podía hacer más fuerza y
sujetaralanimalparaevitarqueselevantaradelsuelo.Porunmomentonopasónada, pero entonces la vaca levantó el hocico hacia el cielo naranja y dejóescapar un lamento ronco, y después bajó la cabeza para volver a lamerse labarriga.—¿Porquéhaceeso?—preguntéconunligerotemblorenlavoz.—Yaestá.Elternerohanacidomuertoperoaellalahemossalvado.Me temblaban las piernas por el esfuerzo pero me aparté de la cerca para
acercarme hasta donde estaba Valentina, que tenía un gesto serio en su carasiemprebronceada.Vi la sangremanchando la tierra reseca debajo del animalentrandoporcadaunadesusgrietashastaempaparlahaciendoquecambiaradecoloryal terneromuertoenel regazodeValentina,que teníasangredesde lasmanoshastaloscodos.—¿Yquéhacemosahora?—lepreguntésinpoderapartarlosojosdelpequeño
ternero—.¿Loenterramos?—No,nadadeeso,loscoyoteslodesenterraríanyestosellenaríadealimañas.
Hayquellamaralveterinarioparasaberquéesloquehapasado,puedequeelganadoestéenfermoyseacontagioso,malacosa,porqueentoncesnopodremosvenderlo.Otalveznoseanadagrave,soloquelapobrehatenidomalasuerteypocaagua.Valentinadejóelterneromuertoenelsueloensangrentadocondelicadezayse
levantódespacioayudándoseconlacerca.
—¿Pocaagua?—preguntéconlabocaseca.Antesderesponder,Valentinasacóunpañuelodelbolsillodesuspantalones
negrosyempezóalimpiarselasangredelasmanosylosbrazos.—Sí.Todosnecesitamosaguaparapodervivir,eslomásvaliosoquehayen
esta tierra—me repitió Valentina con una bondad en la voz que no le habíaescuchadoantes—.Elterneroestáhechodepolvo,aguaysangre:igualquetú,igualqueyoyqueelrestodelascriaturasquevivenenWa’aach.Wa’aacheraelnombreconelquelostongvallamabanatodoelvalledeSan
Bernardinoantesdequellegaranlosprimerosespañoles:«ElvalledelamanodeDios.»Valentinanohablabamuchoensulenguamaternaporquelosjesuitasquela criaron le hicieron desaprender todo lo que sumadre le había enseñado depequeña,perodevezencuandolasorprendíasusurrandopalabrasenunidiomaquenoconocía,comosihablaraconalguieninvisible.—Polvo,sangreyagua—repetíconarenaenloslabios.—Esoes.Asíquesipuedesatraerel aguahastaesta tierrahazloya,porque
prontosoloquedaránlasangreyelpolvo,yentonceslasbestiassalvajessaldrándesusagujerosparareclamarloquelespertenece.Las palabras deValentina resonaron enmi cabeza.De repente sentí queme
flaqueaban laspiernas,asíquemedejécaerenel suelocercadedondeestabaella. Sentí el calor que salía de la tierra ardiente quemándome la piel de laspiernasyeltraseroatravésdelatelagruesadelvestidodelaabuelaSoledad.—Yo sé un poco sobre las bestias salvajes que salen de sus agujeros...—
murmuré,pensandoenelgranlobonegroquemeseguíaatodaspartes.Arañélasuperficiedelatierrasecadejandoquemisuñassellenarandearena,
hundiendomisdedosdoloridosunoscentímetrosen la tierra,delmismomodoquehaceunanimalquebusca refugiarsedel solenterrándosevivo. Inclusounpalmo más abajo, la tierra a mi alrededor todavía estaba caliente. La vacatumbada detrás demí gimió de dolor, pero yo escarbé un pocomás profundohastaquelatierradejódequemarmelapielyentonceslaprimeragotadeaguaenmesescayódelcielo.Ydespuésotra,yotramáshastaqueempezóallover.—¡Estálloviendo!—gritóValentinamirandoalcielo—.Porfinlohashecho,
marquesa,¡hashechoagua!Valentinadejócaersupañuelomanchadodesangrealsuelo.Sinmovermede
donde estaba vi como ella cerraba los ojos para dejar que el agua fresca le
empaparalacaraigualquehacíaconlatierrasedienta.Lasangredelterneroseescurrióarrastradaporelaguahastadesaparecerentre lasgrietasdel suelo,devueltaalatierra.—Sabíaquelollevabasdentro.—Valentinaabriólosojosymemiró—.Solo
tehacostadotresañosdecidirte.Estabacansadaporelesfuerzo,perosonreídetodosmodos.—Sí,lohehecho—susurréconmislabioscortadosporelsol—.Loconseguí.—¿Cómolohaces,hechicera?—No lo sé, laverdad.No tengoni ideadecómofunciona—admití.Noera
igualprovocarunatormentaenBasondo,colgandosobreelCantábricosiemprecubiertodenubesgrises,quehacerlloversobreelvalledeSanBernardinoenlasoleada California—. Creo que tiene algo que ver con mis emociones: ira,miedo...Ysobretodoconlanaturaleza:cercademibosquemesentíadistinta,máspoderosaqueaquíenelvalle.Lalluviamemojóelpelosueltohaciendoquealgunosmechonessepegarana
micaraymelavóelpolvodeldesiertoacumuladosobremipiel.—¿Nopuedescontrolarlo?—mepreguntósorprendida.—Nosiempre,aunqueconelpasodelosañosheidoaprendiendoamanejarlo
todavía me cuesta mantenerlo bajo control. Es parecido a ir por ahí con unapistolasiemprecargadayconelgatilloflojo.Nosreímoslasdosyyosaquémismanosmanchadasdelatierrayvicómoel
agua sevolvíadecolornaranjaal arrastrar los restosde la arena.Valentina searrodilló delante demí sobre un charco que había empezado a formarse en elsueloagrietado.—Losupenadamásverte,marquesa—medijoporencimadelsonidode la
lluviaquegolpeabalatierra—.Tútienesojosdefierasalvaje.Ojosdelobo.
Llovió durante toda la noche.Gotas heladas y afiladas, como las que solíancaer enmi bosque.Las grietas en la tierra se bebieron cada gota hasta que lasuperficie,antesseca,seconvirtióenunbarrizaldecolornaranja.CuandoValentinayyollegamosalazonadondeestabalacasaprincipalyel
resto de las construcciones de la hacienda encontramos a los hombres y a lasbestiasbajo la cortinadeaguadejandoqueelpolvodeldesierto se fueraparasiempre.Nohablamosduranteelviajedevuelta,elcochehabíaperdidoeltechode tela hacíamuchos años, así que el interior del vehículo semojó igual quenosotras.LepreguntéaValentinaquédebíamoshacerconlavacahuida:—Dejarlatranquila,yavolveráacasacuandoellaquiera.Conoceelcaminoy
estanochelosdepredadoresnosaldrándesusagujeros.Estáasalvo—medijo.Asíqueenvolvimosalterneromuertoenunamantaviejaylocolocamoscon
delicadeza en la parte trasera del vehículo para que el veterinario pudieraexaminarloaldía siguiente.Yahabíaanochecidocuandopor fin llegamosa lacasa principal, las nubes alargadas de tormenta copaban el horizonteamontonadas unas sobre otras. Mason estaba de pie en el porche delanteromirandolalluviaynossaludóconlamanocuandonosvioaparecer.—¿No es increíble? ¡Está lloviendo! —exclamó eufórico. Después y sin
esperaraqueyomebajaradelcochemecogiópor lacinturayme levantóenvolandascomosiintentarahacermesentirmáscercadelcielo.Aningunodelosallípresentes—hombresoanimales—les importóel terneromuertoo lavacahuidaporqueporfinestaballoviendo.Cuandomelevantédelacamademadrugadanohabíadejadodelloveraún.
Masondormíacompletamentedesnudoamiladoapesardequeelairesehabía
enfriadoconlatormenta.Semovióunpocoyprotestóensueños,peronollegóadespertarsecuandoyomepuseelcamisónparasalirdelahabitación.Descalza,bajé las escaleras hasta el primer piso de la casa de paredes rojas y suelo decerámica: nohabía nadahechodemaderaode tela porque cualquier contactoconesascosasproducíaunasensacióndecalorcasiinsoportableeneldesierto.Nuncamehabíamolestadoantes,peroesanochesentí fríoporprimeravezenañosalpisardescalzaelsuelo.Fuera,elsonidodelosgrillosylasdemáscriaturasnocturnasquevivíanenel
valle y dominaban la noche había sido sustituido por el ruido constante de lalluvia.Escuchéelaguagolpeandolasgruesasparedesdeadobedelacasa—losuficientemente gruesas como para mantener el calor del sol fuera de lashabitaciones enverano—unmomentomásydespués entré en el despachodeMason.Elsuyonoeracomoeldelmarqués,conanimalesdisecadosrellenosdeserrín
y trapos o sus cabezas colgando de la pared con ojos de cristal demasiadobrillantescomoparaparecerreales,ytampocohabíachimenea.Medicuentadequelaventanaestabaabierta,seguramenteMasonsehabíaolvidadodecerrarlalatardeanterioralasomarseparaverlalluvia.Atravesélahabitaciónylacerré,peroelaguayahabíaempapadoelsuelodebajodelaventana.Desdeahíseveíaelpatio traserodelracho:nohabía lucesencendidasyesa
nochenohabíalunaoningunaestrellaenelcielo,asíquesolovilatierranegraextendiéndosehaciaelhorizontehastadondemealcanzabalavista.Lomiréunmomentomásantesdedarmemediavueltaparairalacocinaabeberagua,peroentoncesnotéquelamesadeldespachoestaballenadepapelesdesordenadosylibrosdecontabilidadabiertos.RecordéqueValentinamehabíadichoantesqueMasonpasaríalatardereunidoconJoeTrapanesse,elcontablequeseencargabade llevar losasuntosde lahacienda—yde la familiaCampbell—desdeantesinclusodequeMasonnaciera.Encendí la lamparita de la mesa para ver mejor y el despacho entero se
iluminó. Pasé los ojos sobre los números escritos con tinta elegante y plumaestilográficacara,repaséyomismalasfacturasdeaguaquehabíaamontonadasenun lado, los impuestosque faltabanporpagarde losúltimoscincoaños, eldinero que habíamos ingresado con la venta del ganado, los gastos de lapropiedad...yasífuecomodescubríqueestábamosarruinados.
Másvaliosoqueelagua
MÁSVALIOSOQUEELAGUA
Pasétodalanochepensandoencuálseríalamejormaneradehablardelasuntode la bancarrota con Mason. No quería que mi marido pensara que yo mededicabaarebuscarentrelospapelesdelahaciendaporquenoconfiabaenqueélpudierasacarnosdelpozodedeudasdondeestábamosmetidos,aunquenolohacía en absoluto. Planeé decírselo poco a poco, haciéndole ver que mepreocupaban las facturas sin pagar y los impuestos atrasados del estado, paradarlelaoportunidadaMasondequemelocontaraélmismo.Eseeramiplan,perocuandolevialdíasiguientesentadoalamesadelacocinabebiéndosesuzumodenaranjacomosinada,igualquehacíacadamañana,decidíqueMasonya había tenido suficientes oportunidades para contarme la verdad de haberqueridohacerlo.—¿Por qué nome habías dicho que apenas podemos pagar las facturas del
próximomes?—lepreguntésinmás.Mason se olvidó por un momento de su zumo de naranja y me miró
sorprendido. En estos tres años, el sol rabioso del valle había acentuado lasarrugasfinasquelesalíanalrededordelosojoscuandosonreíaocuandoestabapreocupado.—Perdona. No te lo dije porque no quería preocuparte con asuntos de
negocios.—Masonsesirviócaféensutazaydespuésmerellenólamía—.Yasé que en el internado aprendiste mucho sobre contabilidad y finanzas, perohacersecargodelascuentasdeunahaciendatangrandecomoestaesdistintoallevarlacontabilidaddeunaempresafamiliar.
—Sindinerodaigualquétipodeempresasea,siesgrandeopequeña,nohacefaltasercontableparasabereso.Yelranchonodasuficientedineroparapagarlas facturasdeesteaño.—Lemiré fijamenteporquesiemprequenoestabadeacuerdoconmigoMasonapartabalamirada.Normalmenteyoledejabahacerloperonocuandonuestrofuturodependíadeello—.¿Quévamosahacer?Estábamos losdos solosen lagrancocinade la casaprincipal sentadosa la
mesadepinoqueelabuelodeMasonhabíaconstruidoconsuspropiasmanoscincuenta años antes.Había amanecido en la cocinamientras yo preparaba elcafé.Fuera,el solnaranjayaempezabaa secar los restosde la tormentade lanocheanteriorhastaborrarcualquierhuelladelagua.Despuésdeverloslibrosde contabilidad no había podido dormir, así que me dediqué a repasar lasfacturas del agua que les habíamos estado comprando a los Phillips, losimpuestosqueledebíamosalestadodeCaliforniadelosúltimoscincoañosyelpréstamo hipotecario sobre el rancho que Mason había conseguido cuandoestuvoenLondreshacíayamásdetresaños.—Nolohedecididoaúnperoalgosurgirá—medijo.—Sinopagamos lassiguientescuotasdelpréstamoperderemos lahacienda.
Tenemosquepensarenalgo:despediralostrabajadores,vendermáscabezasdeganado, comprar ovejas más baratas en las subastas, deshacernos de todo elmaterialquesepuedavender...todo.Hayqueconseguirefectivocomoseaonoshundiremos—añadí.Mason dejó escapar un suspiro igual que si lleváramos horas hablando del
mismoasuntoyyaestuvieracansadodeltema.—Nopuedodespediranadieaunquequiera:necesitamosatodosloshombres
que tenemos contratados, además es Valentina quien se ocupa de eso —merecordó él como si esa fuera una excusa válida—.Y anoche llovió, cayó unatormentademildemonios,conunpocodesuerte lasequía terminaráprontoyasíyanotendremosquecomprarlesmásaguaalosPhillipsyprontovolveremosatenerbeneficios.Estoessolounbachetemporal,poresonotelodije:porquenoqueríapreocuparte.Masonseencogiódehombrosydespuéscogióunadelastostadasquehabía
enelplatosobrelamesa,leuntóunagenerosacapademantequillayunpocodemermeladadefresa.Mefijéencómosederretíalamantequillasobreelpanaúncaliente.
—¿Quieresque teunteunaa ti?Creoque tambiénhayalgodebeiconen ladespensasiloprefieres—añadiócuandoterminódemasticarelprimerbocado.—No tengohambre,muchasgracias,ynopiensoconfiarnuestro futuroa la
suerte o que se termine la sequía—respondí—.No sé cómo puedes estar tantranquilocuandonisiquieratenemosunplanpararecuperarelnegocio.Mason dejó las tostadas en su plato y alargó la mano sobre la mesa para
sujetarmelamía.—Notepreocupespornada,¿vale?—medijoconunasonrisaencantadora—.
Yaestácasiarregladotodoelasunto,novoyadejarquemiesposasemueradehambre,esotelogarantizo.Después,mesoltó lamanoyvolvióaocuparsedesu tostada.Quisecreerle,
intentécontodasmisfuerzasdejarmeconvencerporsuspalabrasysusonrisadequetodoiríabienydequeMasonsabíaloqueestabahaciendo—Masonysucontable—,perotambiénsabíaqueningunodelosdosteníalamásremotaideadecómollevarunnegocio.«Algunoshombresnosonbuenosenlosnegociosaunqueaelloslesencanta
creerquesíporquelosnegociossoncosadehombres,peronoesverdad»,mehabíadichoCarmenmientrasmevestíadenoviaenmiantiguahabitación.Masonnoerabuenoenlosnegociosperocreíaquesí:gastabademasiadoysin
ningúncontrol,olvidabapagarlasfacturasdelosproveedoresantesdelafechalímite, no se molestaba en conocer a los competidores y le daban igual losbeneficiosporcabezadeganado.Aéllegustabaelrancho,lavidaalairelibre,eldesiertoytrabajarconlosanimalescercadelatierra—aunqueeraValentinaquienseencargabadeque todosiguiera funcionandoen lahacienda—.Masonodiabatenerqueencargarsedelascuentas,lospréstamos,losimpuestos,sumarlosgastosocualquierotracosaqueestuviera relacionadacon la tierra,asíquesimplementefingíaquetodoesonoformabapartedelnegocio.—Deacuerdo,nopodemosdespediraningunodeloshombresquetrabajanen
elranchopero¿porquénodespidesaTrapanesse?Yopuedohacermecargodesutrabajogratisynosahorraríamossusueldo—sugerí—.Yseguroqueloharíamejorqueél.PeroMasonme sonrió concondescendencia comosi acabarade sugeriruna
completalocura.—Tu trabajo no es ese, cariño. Tú sigue ocupándote de acompañarme a las
feriasdelestadoyalasreunionesdeganaderosenTexas.Noquieroquetepaseslos días encerrada en el despacho revisando facturas o buscando lamaneradeahorrar un par de centavos aquí y allá —me dijo—. Tampoco ahorraríamosmucho dinero despidiendo al pobre Trapanesse, que lleva con nosotros desdequepapálocontrató.No,estoesmuchomáscomplejo.—Medaigualelcontableoeltiempoquellevetrabajandoparatufamilia,por
mícomosilocontratóelmismísimopresidente—respondíconfrialdad—.Noscuestadinero,dineroquenotenemosyhayquelibrarsedeél,dealgunamaneratenemosqueempezaraahorrargastos.Masonpusolosojosenblancocomounchiquilloyselimpiólasmigasdepan
tostadodelpantalónvaquero.—Tútranquila,yahepensadoenalgo,algoquenoimplicatenerquedespedir
aunamigodelafamilia—empezóadecir.—¿Ydequésetrata?PenséqueMasonhabría trazadounplandenegocioa largoplazocomonos
enseñaron a hacer en las clases de economía avanzada en el St. Mary’s, quehabía conseguido una buena línea de crédito en el banco agrario de SanBernardinoo inclusoqueunodesus tíoshabíamuertodejándoleunaherenciaquenossalvaríadelaruina.Apartedemí, laúnicafamiliadeMasonerandostíos por parte de padre que vivían en el otro extremo deCalifornia, y aunquefueronamablesconmigocuandonosconocimostresañosantes,sospechabaqueniyo—ninadiequenollevaraelapellidoCampbelldesdesunacimiento—lesagradabarealmente,asíquenolamentaríamuchosumuertesinosdejabanalgodedinero.—Noqueríacontártelotodavíaporsialfinalnopodíamosasistir—empezóa
decirmisterioso—.NoshaninvitadoaunareunióndeganaderosypropietariosdetierraenLosÁngeles.Todoslosgrandesterratenientesycriadoresdeganadode la mitad sur del país estarán allí, pero lo mejor es que también habrábanqueros,agentesdebolsayempresariosdeotrossectoresbuscandoinvertirennuevosnegocios.—¿Buscarunsocioparaelrancho?¿Esaestuidea?—lepreguntésinocultar
mienfado—.Nomegustanadalaideadetenerquecompartirlosbeneficiosconalguienmás,muchasgracias.Masonmesonrió.
—Yasabíayoqueamimujernoibaaconvencerlelaideadebuscarunsocio—me dijo indulgente—. Por eso le dije a Trapanesse que nada de socios:buscaremosunaccionistaenesareuniónoalguienquenospresteeldineroaunbuen interés para poder recuperarnos. Habrá muchos hombres de negocioselegantesenesafiesta,seguroquepodemoscerraruntratoconalguno.—¿Ycuándoesesareunión?—En dos semanas, así que vete pensando en qué ropa te pondrás para
causarlesunabuenaimpresión:nadiequiereprestartedinerosisospechanquelonecesitas,perosicreenqueeresricoestaránencantadosdedártelo.—Masonseterminósutostada,selevantódelasillaycaminóhastaelmostradordelacocinadonde solíamos dejar las llaves del coche y la correspondencia—. Todo searreglará,túnotepreocupes.Aunqueyoseguíamirandoelcaféenmitazaypesandocómorecortargastos.—Ten,semeolvidódarteesto.Llegaronayerlasdos,sonparati.MasonvolvióamiladoymeentrególasdoscartasconmatasellosdeEspaña
queteníaenlamano.Meapresuréaabrirlas,preocupada:ladifícilsituaciónenmipaís,que llevabamucho tiemposiguiendoa travésde losperiódicos,habíadesembocadoenjuniodelañoanteriorenlaGuerraCivil,yelretrasoconelquemellegabanlasnoticiasmeresultabamásinsoportablequenunca.—Espero que no sea nada malo sobre tu familia —comentó mientras se
sentabaotravezparaterminarsesucafé—.Conlaguerraytodoesoseguroqueahora mismo lo están pasando mal. Podríamos decirles que vinieran aquí, aEstadosUnidos,mientrasduralaguerra:haysitiodesobraenelranchoparaquetuspadresseinstalenconnosotros.Mason hablaba pero su voz era unmurmullo de fondo para mí. Las cartas
desdeEspañatardabanmesesenllegaraCaliforniaynuncarecibíadosalmismotiempo:normalmentemamámeescribíaunacartaescuetacadamesdondemementía diciéndome que todo iba bien y que la guerra no había llegado aún aBasondo.ElrestodelacartaselopasabahablandosobrelasrosasdelaabuelaSoledady sobre lomuchísimoquehabíancrecidodesde laúltimavezquemeescribió.—No es fácil salir de España,muchos lo están intentando pero casi ningún
paísenEuropaquiereaceptaralosquehuyendelaguerra,ylomismopasaconEstadosUnidos.México es casi la única opción—murmurémientras abría el
sobre con la carta de mamá—. Tampoco quieren dar asilo a los que huyenasustadosdeAlemania.—¡Peroesosnisiquieraestánenguerra!Noescomotufamilia.Leídeprisaloquedecíalacarta:eralaprimeravezquemamánohablabade
las rosas de invernadero de la abuela Soledad. Sus palabras eran torpes ydesordenadas,comosihubieraescritolacartasinestartotalmenteseguradeloquequeríadecir.Suletra,normalmentepulcrayelegante,parecíaemborronadasobresupapeldecartasconelapellido«DeZuloaga»yelescudofamiliarenelmembretede letrasdoradas.Tuveque leer la carta dosvecespara entender loquemamáqueríadecirme.—¿Quésucede?¿Vatodobien?—preguntóMasonaldarsecuentadequeyo
nodecíanada.Doblélacartayvolvíaguardarlaenelsobre,mimanotemblabayMasontuvo
queayudarmeacerrarlo.—Mimadredicequelosalemaneshanbombardeadounpuebloquehaycerca
deBasondo,eraundíademercado...Haymuchosmuertos.—¿Los alemanes?—repitióMason—. Pensé que ellos y los italianos no se
atreveríanaapoyaralosgolpistas.Masondijoalgomás,peroyono leescuchéporquemirabaelotrosobresin
atrevermeatocarlo.EraunacartadeCatalina.Apenasmehabíaescritounpardevecesenestos tresaños: laprimeravezparacontarmequesehabíacasadoconunmuchachodelpueblo,ylasegunda,hacíasolounosmeses,paradecirmequeestabaembarazada:«Vasasermediotía,esperoqueseaunachicatambién.»LeíelprimerpárrafodelacartadeCatalinaperonopudeterminarla.Elpapel
semeresbalódelasmanosycayópeligrosamentecercadelatazadecafé.—¿Quésucede?Estáspálida.—Masoncogiólacartaquesemehabíacaído
para leerlaélmismo—.Miespañolnoesmuybueno,¿quépone?¿Sonmalasnoticas?—Mimadrehamuerto.Parpadeé intentando borrar las palabras escritas de Catalina, que todavía
flotabandetrásdemisojos.—¿Qué?—Mason se olvidó de la carta y me abrazó—. Lo siento mucho,
cariño.¿Hasidoporlaguerra?
Mezafédelabrazodeosodemimaridoparaalargarelbrazosobrelamesadela cocina y volver a tocar la carta de mamá que había dejado olvidada, casitratandodesentirelcalordeltactodemimadreenelelegantepapelesperandoquealgodeellasehubieraquedadoatrapadoenesaspalabrastemblorosas.—No,bueno,enrealidad,sí—mecorregíconlavozsorprendentementefirme
apesardetodo—.MamácasidejódecomerporcompletocuandoAlmamurió,yaestuvoapuntodematarsedehambrehacealgunosañosperohabíamejoradoun poco. Catalina dice que había vuelto a enfermar por culpa de la guerra:apenascomíayestabasiempreenfermaydébil,ydespuésdelbombardeodelosalemanes sobre un pueblo cercano, se obsesionó con la idea de que tambiénbombardearíanBasondomatándolosatodos.Haceunmescayóenfermaconunaneumonía,sinmedicamentosporelbloqueoysinpodercomerpararecuperarsemurióencuestióndesemanas.DecidíahorrarleaMasonpartedeloqueCatalinacontabaensucarta:cómo
mamá vagaba sola por los pasillos de Villa Soledad llamando a Alma,enloquecida por la fiebre mientras su cuerpo y su corazón se consumíanalimentándose de sí mismos en una lucha caníbal para tratar de frenar laenfermedad. Mi madre no murió plácidamente en su cama mientras dormíasoñando con una época mucho mejor que esa, no. Catalina la encontró unamañana tiradaenelsuelodel invernaderode laabuelaSoledad,helada,conelolorde las rosasy lamuerteatrapadaensumediamelenacastañay la réplicadiminutadesuhijamuertaenlamano.
—Es un poco más adelante, todavía queda un rato —dijo Valentina muysegura.Miréalrededorsinapartarlosojosdelhorizontesobreelcapódelviejocoche
queavanzabahaciaeloestedandotumbosconcadagrietadelsuelo.—¿Estássegura?—lepreguntéconvozáspera—.Esfácilperderseaquí,todo
esigual:llanoynaranjahastadondealcanzalavista.Habíamos salido de la casa principal después de la hora de comer para
esquivar las horasmás calurosas del día, aun así, podía sentir el sol del vallequemándome las mejillas y las manos mientras sujetaba el volante con másfuerzadelanecesaria.—Puesclaroquenomeheperdido,estassonmistierras,lasconozcotanbien
como la palma demimano—replicóValentina—.Te digo que el río está unpoco más al oeste, tú conduce y procura no desviarte demasiado, te avisarécuandoestemoscerca.—¿Cuándofuelaúltimavezquevisteaguaeneserío?—quisesaber.Valentinasereclinóenelasientodelcopilotodesgastadoporelsolyelpolvo.—Haceunosveinteaños.—¿Veinteaños?—repetíescépticalevantandounaceja.Giré el volante para esquivar unas rocas afiladas que salían del suelo. A
medidaqueunoseacercabaalasmontañasquerodeabanelvalleporeloeste,elsuelosevolvíamáspedregosoymacizo.Enesazonadelafincaelpolvonaranjatambién lo cubría todo, pero allí era más habitual ver algunas plantasdesperdigadasaquíyallá.—Notepreocupesporeltiempoquenosignificanada,túsoloconduceypara
cuando veas el pozo—me dijo Valentina con su modo cortante de hablar—.¿Seguroquepodráshacerlo teniendo lode tumadre tan reciente?Miraque sidespuésdehabervenidohastaaquítefallanlasfuerzasolavoluntad...—Misfuerzasnosonasunto tuyoymivoluntades lamismaqueladelotro
día cuando trazamos el plan —la corté—. Si todavía queda agua en ese ríosubterráneo la traeré de vuelta, así dejaremos de comprarles su agua a losPhillips,osino,LasÁnimasnollegaráalAñoNuevo.Túpreocúpatedelotuyoyestate atentapor si acaso llegamosalpozo,no seaque te lo saltespor estarocupadahablandoconmigo.Valentinaestudióelpaisajeconsusojosafiladosacostumbradosa la luzdel
sol.—Ahíestá,siguiendoporesadirecciónunpardekilómetrosmás.—Valentina
señaló con un leve gesto de cabeza y yo giré el volante para seguir susindicaciones—.Y¿quépasarácontumadre?¿Lahabéisenterradoya?Arruguéloslabiosantesderesponder:—Sí. Para cuando la carta de mi hermana llegó por correo ya la habían
enterrado.De todas formas, aunqueme hubiera enterado a tiempo no hubierapodidoentrarenelpaísparairasufuneral,conlaguerraytodolodemás.—Masonmehadichoquemuriómientrasdormía,esunabuenamuerte—me
aseguróella—.Pasasalaotravidasinagoníaysinenterarte,soñando.Dejamosatrásotrokilómetrode tierra,polvoypedruscossinvalor,pero tan
grandes,quepodíanhacernosvolcarsinoteníacuidadoalesquivarlos.—Noesverdad,esoessololoquelecontéaMason—dijesinapartarlosojos
del horizonte—.Mimadremurió igual que había vivido: sola, entre horriblesdolores y perturbada por lamuerte demi hermana. Todavía tenía uno de susjuguetesenlamanocuandolaencontraron.LamuñecadeAlmahechademadera,trapo,serrínypelonaturalquemamá
ordenóhacerparanuestrodecimocuartocumpleaños.Aunque lasdosmuñecasde la casita eran idénticas entre sí, yo estaba segura de que, la que mamásujetaba en sumano en el invernadero cuandoCatalina la encontró, era la deAlma.—Eldolorvuelvelocasaalgunaspersonas,ysi,además,losespíritusdelos
queyanoestánlesrondanynolespermitendescansar,puedesestarseguradecómoterminará:escomoañadirlegasolinaalfuego.—Valentinahizounapausa
antes de añadir—. Te acompaño en el sentimiento, espero que tu madreencuentresucaminohaciaeldescansoquenuncatuvoenvida.AunqueintentabaignorarlaspalabrasdeValentinasentícómosedeslizabana
travésdemioídoparainstalarseenmicabeza.—Gracias—mascullé.Mantuve los ojos fijos en la línea borrosa del horizonte para no perder el
rumboyunpocomásadelantedistinguílasiluetadeunapequeñaconstrucción.Unpozo.—Ahí está, estaba segura de que este era el sitio—dijo Valentina con una
sonrisatorcida—.Vamos,acércateunpocomás.Sitenemossuerte,estamismanocheyanotendremosquecomprarlesaguaaesosdesgraciadosdelosPhillips.A ver qué hacen después: esa familia es tan inútil que sin nuestro dinero searruinaránenpocosmeses.Elpozosehizomásgrandeamedidaquenosacercábamoshastaquepiséel
pedal del freno un poco más adelante. El coche se detuvo con un chirridometálicoenmitaddeunanubedepolvonaranja.Valentina sebajó sinesperarsiquieraaqueelpolvoseasentaradenuevo.—Noparecegrancosa—murmuré.El famoso pozo era una vieja construcción de piedras cubiertas de arena y
polvo.Elmuroexteriorestabaderruidoporunodelosladosynomediríamásdeunmetrodealto.—Ahora no parece gran cosa, pero hace veinte años en esta zona crecían
plantas crasas, salvia y amapolas blancas: lasmás bonitas y brillantes que hevistonunca.Lasflorescubríantodoelterrenoalrededordelpozoyseextendíansobreel río subterráneocomounaalfombrablancaprotegiéndolodelcalordelsol—dijoValentinamirando alrededor como si quisiera asegurarse de que nocrecíaunasolaamapolaentodalazona—.Hoyyanoquedanadaaquí,tansolopolvoyalgunasrocastansecascomomispies.Guardélasllavesymebajédelvehículo.Rodeéelpozoyviquelaspiedras
que faltaban del muro estaban caídas en el suelo formando un pequeñomontículo cubierto de arena que el viento había arrastrado hasta allí desde eldesierto.Measoméconcuidadoparamirardentrodelpozoperonovinada.—Noparecequehayaunasolagotadeaguaahíabajo.—Mivozresonóentre
lasparedesdepiedra.
Valentina masculló algo con su voz cascada en un idioma que yo nocomprendíaylediounmanotazoalairecalientedelatarde,despuésseacercóalpozoyseasomóporencimadeloqueaúnquedabaenpiedelmuro.—Tan seco como el ojo de una vieja—gruñó—. Pero seguro que el agua
todavía está ahí, debajo de la tierra, esperando otra década antes de volver adejarsever.—Puesmás le vale asomarse otra vez porque no tengo unamaldita década
paraesperar, tengofacturasquepagar.—Mepuse lasmanosamododeviserasobrelosojosparamiraralrededorsinqueelsoldelvallemecegara—.¿Noestádemasiadolejosdelacasaprincipalydelosestablos?Aunqueconsigamosquevuelvaelagua,¿paraquénaricesqueremosunpozotanlejosdelosanimales?—ElpadredeMason,otro«genio»de losnegocios,sedeshizode la tubería
que unía el pozo y el río subterráneo con la casa principal y los establos—respondió Valentina con sarcasmo—. Dicen que la estupidez se salta unageneración,peroenelcasodelosCampbellesonoesverdad,sontodosigualdeidiotas:ciegosysordosalmundoquelesrodea.Intentédisimularunasonrisaalescucharlayapoyélasmanosenlapiedradel
muroalrededordelpozo.—¿Crees que funcionará? —pregunté mirando a la oscuridad dentro del
agujero.—¿Y qué tenemos que perder? —Valentina se puso a mi lado y las dos
miramosalfondodelpozocomosiestuviéramosbuscandolarespuestaahíabajo—.Túhazlo.SisalebiennolediremosnadaaMason,claro:aéllegustacreerque sabe lo que hace, como a todos los hombres, aunque no tenga ni idea dedóndetienenlamanoderecha.Además,nosécómolesentaríasaberquesehacasado con una hechicera, lo mismo se espanta y sale huyendo o te pide eldivorcio.Muchas veces en estos tres años pensé en hablarle aMason sobre el fuego,
enseñarle lo que podía hacer con solo desearlo: manipular la naturaleza a miantojoigualqueunmagosacapañuelosdecoloresoconejosdesuchisteraparaimpresionaralpúblico,soloque,adiferenciadelmago,mistrucoseranreales.Yonoteníaquemeterelconejoenlachisteraparasacarlodespués,mebastabacon desearlo. Pero cuando reunía el valor para hablarle de ello, recordaba lamirada en los ojos castaños de Tomás. El miedo familiar a que yo fuera
demasiado poderosa, o demasiado especial como para seguir queriendopermanecerasulado.NoqueríaqueMasonmemirasedeesamanerajamás,conesamezcla demiedo, celos e inseguridadesmasculinas que ni comprendía niestaba interesada en comprender. Y puede que no hubiera un bosque verde ymisteriosoenSanBernardino,oqueelmarestuvieraacientosdekilómetrosdelrancho como para poder demostrarle lo que era capaz de hacer, perodefinitivamente había naturaleza para manipular en el valle: una naturalezasalvaje, seca y naranja. Podía sentir cómo latía su corazón feroz y áspero concada racha de viento llegada desde el desierto, cada vez que tocaba la tierraagrietadaocuandoacariciabaaunadelasovejas.—¿Quémedices,hechicera?¿Quedaaguaahíabajo?LaformaariscadehablardeValentinamesacódemispensamientos,lamiréy
notéqueparecíanerviosaporprimeravezdesdequelaconocía.—Elaguaaúnestáahí,perohaolvidadosucamino,alguienlahadesviadoen
contradesuvoluntad—dije—.Poresoelríosubterráneoyanopasaporaquíyelpozosehasecado.Valentinaseasomóotravezalagujeroenlatierra.—¿Quieresdecirquealguiennoshaestadorobandoelaguatodoestetiempo?—Sí. Los Phillips, seguramente —respondí mirando en dirección a su
haciendaaunquenopodíaversucasadesdeallí—.Supongoquedescubrieronelríosubterráneo,opuedequeelpadredeMasonselomencionaraalgunavez,yellosdecidierondesviarelcaudaldeaguahacia sus tierras sabiendoqueno lodescubriríajamás.—Esosbastardos—mascullóValentina—.Y¿puedestraerelaguadevuelta?En vez de responder respiré profundamente dejando que el aire calienteme
llenara los pulmones, coloqué las manos con las palmas abiertas sobre laspiedrasdelmuroquetodavíaquedabanenpieyprestéatenciónalruidodelaguaquecorríalejosdenuestrastierras.Muchosmetrospordebajodenuestrospieslatierra volvió a empaparse otra vez. El agua robada regresó a Las Ánimasarrastrandoconsigolosañosdepolvoysequíaquehabíantaponadoelcaucedelríosubterráneorecordandoelcaminoqueconducíahastaelpozo.—Puedo escuchar el agua correr —dijo Valentina, primero en voz baja y
despuésmásalto—.¡Puedoescucharelaguacorrer!El agua se abrió camino y llenó cada resquicio entre las rocas bajo la
superficie,rellenandoloshuecosyagujerosquelaarenahabíaocupadoenestosaños.Sentícomoelaguafrescavolvíaacircularbajomispiesigualquequienescuchaunlatidolejanoperoconstante.—Yaestá,yaestá...—murmuréporencimadelruidodelagua.Me temblaban laspiernasporel esfuerzo,peronadaparecidoacuandohice
crecermanzanasenaquelpinoparaTomás,estoseparecíamásahacercrecerdientes de león en esa pradera deSurrey: la naturaleza del agua era pasar pordebajodenuestras tierrasyyosolo lahabía traídodevuelta,asíquenohabíapecadosquepagarestavez.Valentina estabaasomadaalpozoen silencio,yono recordabahaberlavisto
tancalladanunca,meacerquéaellaymeasométambiénalpozo.Yanoestabaoscuroyvacíocomoantes,ahoranotélasgotasdeaguafrescasalpicándomeenlacaraalmirardentro.—¿Nodicesnada?—lepreguntésindisimularunasonrisadesatisfacción—.
Hetraídodevueltaelagua,yaestá:seacabólasequíaytenerquecomprarleselaguaalosPhillips.—Elaguaestábien,estámuybien—reconocióValentinasinapartarlosojos
delrío—.Perosinvegetaciónquecubraestatierraparaprotegerladelsolprontosepondráagria,venenosa,ynopodremosbeberla.Ninosotrosni losanimalesdelrancho.Miréalterrenoalrededordelpozo:apartedelviejotodoterrenoquenoshabía
llevadohastaallí,loúnicoquehabíasobrelatierraerapolvo.—¿Dicesqueantessolíancreceramapolasblancasaquí?—lepreguntétodavía
mirandoelpaisaje.Valentinaseseparódelmurodepozoyasintió:—Sí,ysalviatambién.Llegabanhastaunpardekilómetrosmásaloestepara
darsombraalatierraymantenerfrescaelagua.Elagualashacíacreceryellasprotegíanelagua,secuidabanmutuamente,asífuncionalanaturaleza.—Me cuesta imaginar que alguna vez haya crecido algo en esta tierra —
murmurémirandoalrededor—.Perositúlodices...,amapolasblancas,pues.Meagachéyelvestidode laabuelaSoledadsemanchódepolvohastamás
arriba de las rodillas, pero cuando coloqué lasmanos abiertas contra el suelo,sentí el calor acumulado que salía de la tierra quemándome la piel. El primertalloasomóa la superficie,verdey tierno,despuésotroyunmacizode flores
entero un pocomás adelante hasta que todo el terreno a nuestro alrededor secubriódebrotes.Lasfloresseabrierondespaciomientraselsuelocambiabadecolorhastavolverseblanco.—NosécómovamosaexplicarleestoaMasonolosdemáshombres...—dijo
Valentinaenvozbajamirandoentodasdirecciones.—LediremosaMasonquehasidoporlatormentadelaotranoche—sugerí
—.Lecontaremosqueelpozoyelríosehanllenadodenuevoconelaguadelalluvia y que después el sol ha hecho crecer las flores en la zona como hacíaantes.Amímecreerá.Miréalrededorparaasegurarmedeque las flores seguíancubriendo la tierra
abierta aquí y allá como una alfombra blanca. Entonces me fijé en que unaplantaenredaderahabía rodeadoelpozoconsus tallosmarronescubriendo laspiedrasporcompleto.LahiedrateníalasmismasdelicadasfloresazulesquelaquecubríalalápidadeAlmamuylejosdeallí.—¿Quépasa con eso?—Valentina señaló la planta intrusa con la cabeza—.
Noestípicadelazona.Esonuncahabíaestadoahíantes.Mirélamalditaplantamientrasestaterminabadeenvolverelpozoigualquesi
intentaraasfixiarloconsustallospoderosos.—Esalahetraídoyoconmigo—respondí—.Vamos,quierovolveralacasa
paracontárseloaMason,cuantoanteslosepaantesdejaremosdedarlesnuestrodineroaesosladronesdelosPhillips.Lasdosnossubimosalcocheyyohicegirarelenormevolanteconcuidadode
nopisarlasflores.Mientrasnosalejamosdevueltaalacasaprincipalviporelúnico espejo retrovisor como las amapolas seguían abriéndose y cubriendo elsueloagrietadodecolorblanco.
ElhotelAmbassadordeLosÁngelestenía,enelsuelodelsusalónprincipal,el mismo mosaico de azulejos blancos y negros que el vestíbulo de VillaSoledad.Cuando lopisécasimepareció irrealyporunmomento fugazpenséque si levantaba lavistade lasbaldosas italianasvería aAlmabajandopor laescalinatadelamansióndeBasondo,consuvestidoblancodeencajehastalospies y su corona de trenzas. Pero solo duró un momento porque enseguidarecordé para qué habíamos ido hasta allí: dinero. El rancho necesitaba dinerourgentemente o tendríamos que empezar a vender algo más que cabezas deganado,algomuchomásvaliosoquelasvacasolasovejas:tierra.El río subterráneo y el pozo recuperado habían mejorado algo la precaria
situacióndelascuentasdelaempresafamiliardeMason—yomismarevisabacada noche los libros de contabilidad y las facturas porque no confiabademasiadonienélni enelcontable—,perodespuésdeañosyañosgastandodineroqueno teníamosenagua, suministroso impuestos,LasÁnimas todavíadebía más dinero del que ingresaba. Estábamos prácticamente arruinados ynecesitábamos liquidez para pagar los impuestos atrasados o el estado deCalifornia nos embargaría el rancho, así que esa reunión con inversores,ganaderosybanquerosdelaqueMasonmehabíahabladounassemanasantessehabíaconvertidoennuestraúnicaopciónparanoperderlahacienda.El viaje desde el valle hasta Los Ángeles lo hicimos en tren.Mientras nos
íbamosacercandoalaciudadyomirabaporlaventanillaynodejabadepensarenLucyWelchyensushermanas,tanpelirrojasypecosascomoella,loqueeraextrañoporquenohabíavueltoapensarenellaentodosestosaños.Peroaquellatarde, mientras el tren nos acercaba a Los Ángeles, me pregunté qué hubiera
pensadoLucydesaberqueMasonyaestabaarruinadocuandorechazócasarseconella.—Recuerda, cariño: buscamos un socio capitalista —me recordó cuando
entrábamos de lamano en el salón principal del Ambassador—.Alguien quepueda prestarnos el dinero para recuperarnos pero que no pretenda tomardecisionessobrecómogestionolahacienda.Esaera su idea—suúnica ideaen realidad—parasolucionar losproblemas
económicosdelrancho:unsociocapitalista.Yohabíaintentadohacerleentenderpor qué buscar un socio capitalista era una malísima idea —además deprácticamenteimposible—durantecasitodoelviajehastaLosÁngelespero,porsupuesto, la sugerencia de Joe Trapanesse pesaba más que mi opinión paraMason.—Y si ves que alguno de estos hombres está interesado en firmar con
nosotros, búscamepara queyomeocupede negociar y cerrar el acuerdo estamismanoche.Tengolospapelesdelacuerdo,queJoehapreparado,arribaenlahabitación—añadiómirandoalrededorcomosibuscaraaalguienenconcreto—.Noquierovolveralvalleconlasmanosvacías.—Los hombres que están aquí no buscan ese tipo de negocios, Mason.
Quierenjugaraservaqueros,tienenlafantasíarománticadelsalvajeOestequehan visto en decenas de películas y eso es lo que persiguen. No te darán sudineroacambiodeunasvacasquenoven.Aunqueaúnnohabíamosentradoenelsalónprincipaldelhotelpropiamente
dicho,desdedondeestábamosyapodíavera losbanquerosconsuscorbatinestexanos al cuello, financieros llegados desde Boston con botas de piel deserpiente por fuera de los pantalones de sus trajes italianos y empresarios delcineconenormessombrerosdevaquero.—Pues les enseñaremos las vacas si hace falta para conseguir que inviertan
connosotros.—Esoes lodemenos,paraellos la tierray losanimalesnosonmásqueun
pasatiempo,Mason.Unjuegomuycaroquepuedenpermitirseoalgoconloquedesgravaralgunosdólares—añadí—.LesgustavestirsedevaquerosysentirquesonJohnWayne,matandoindiosyrescatandoalasdamiselasenapurosdesusdiligencias.Masonsonrióconindulgencia.
—Noestásmuycontentaconlaideadebuscarunsocio,¿verdad?Yaséqueen estos años has llegado a considerarLasÁnimas como tu propia tierra y tefastidiatenerquecompartirlaconalguienmás.—Loquepasa esquenocreoqueaquíhayanadiequepuedaayudarnos—
respondíconaspereza—.Quierodecir...Míralos,menudospayasos.¿Deverdadquieresdarlelamitaddenuestrastierrasaalguienasí?—No es que quiera hacerlo, pero ya no tenemos muchas más opciones, y
sientodecírtelo,peronecesitamoseldinerodeesospayasos.Túnotepreocupespornada,todoirábien,saldremosdeaquíconunbuenacuerdobajoelbrazo,yaloverás—measeguróMasonconsuoptimismoridículo—.Estásmuyeleganteconesevestido,porcierto,algunasvecesdetantoverteporelranchoconesosvestidospasadosdemodasemeolvidaqueerestodaunamarquesaeuropea.Masonme dio un beso en la frente y sentí el olor de su colonia cuando se
acercólosuficiente,despuésseseparóotravez.—Me gustan mis vestidos pasados de moda, muchas gracias —repliqué
pasando las manos sobre la falda de mi vestido nuevo—. Aunque deboreconocerqueestenoestánadamal.TalycomoMasonmehabíadicho:«Nadiequiereayudartesicreenqueeres
pobre», así que para que ninguno de los ridículos hombres disfrazados devaqueros que había en el salón principal del Ambassador pudiera siquieraimaginarlaverdaderasituacióndelahacienda,yomehabíacompradoelvestidomáscaroylujosoqueencontréenlaspáginasdelúnicocatálogodemodaquetodavíallegabaalbuzóndeLasÁnimas.Estabaconfeccionadoconterciopelodealta calidad de color morado oscuro cortado al bies, la falda recta estilizadallegabahastaelsueloyteníalaespaldadescubiertasujetaúnicamenteporunosfinos tirantes conpedrería brillante.El terciopelo era tan grueso y pesadoqueMasontuvoqueguardarsuscosasparaelfindesemanaenotramaletaporquenocabíanenlamismaquemivestidodenocheymiszapatosajuego,almenosnosinarrugarlo.Perovalíalapenaelpesoextra—yeldinero—porverlacaídadelterciopelosobremicuerpoolamaneraenlaquelatelasemovíacuandoyocaminaba.—Tevanaadorar,yaloverás.Alosnorteamericanosnosencantalanobleza,
los reyes y todas esas cosas, aquí no tenemos nada de eso y nos gustarelacionarnosconlaaristocracia.—Masondejóescaparunarisotadaamablede
lassuyas—.Sobretodoalosnuevosricos.Lesencantalaideadealmorzarconduqueso invitar a unamarquesa a sus fiestasde finde año en sumansióndeColorado,esoleshacecreerquesudineroestanbuenocomoeldelosricosdetoda lavida,asíquecuandointentesconvencerlesparafirmarno teolvidesdemencionarporcasualidadqueeresunamarquesaespañola.—Descuida,noloolvidaré—respondísecamente.EscuchandoaMason recordándome loquedebíadecir,mepreguntécuántas
veceslaabuelaSoledadhabríatenidoquementirdiciendoqueeraunaprincesamexicanaounacondesadeMontenegroenfiestasparecidasaesaparaquenadiedescubrieralaverdad:queeraunaesclava.—Yyo¿cómoestoy?¿Bien?¿Lapajaritasigueensusitio?Masonlevantólacabezaparaqueyolecolocarabienelnudo.—Yaestá, todounvaquero elegante—ledije conuna sonrisa vacía cuando
hube terminado de arreglarle el lazo—. Ahora ve y enamórales como hicisteconmigo.Despuésmebesóenlamejillaparanoestropearmeelmaquillajecomoyole
habíapedidounadecenadeveces,ymesonrió.—Lo mismo digo. Y recuerda, ven a buscarme en cuanto alguno de ellos
acepteparaquefirmemoslospapeles,noquierodarlelaoportunidaddeecharseatrás—merepitióantesdealejarseparaperderseentreelrestodeloshombresdelsalónprincipal.YoasentíaunqueMasonyanopodíaverme.VolvíapensarenLucyWelchy
sushermanas,perosolomepermitíunmomentoparasaborearlaamargaironíade la situación. Y como no tenía tiempo para estúpidos arrepentimientos osentimientosdeculpa, respiréhondoyentréenel salóndelhotelAmbassadorconpaso firme.Yono era la únicamujer en el salónprincipal, tambiénhabíaotras esposas con sonrisas perfectas, vestidos de alta costura adornados conperlas,joyasbrillantesyelpelorubiopeinadocomoJeanHarlow.Unpardeesasmujeres me sonrieron con amabilidad cuando pasé por su lado mientrasavanzaba hacia la barra situada al fondo del salón, pero la mayoría de ellasteníanunamiradavacíaquemerecordóalaquemamásolíaponeralgunasvecesenfiestasparecidasaaquella.Mepreguntésiahora,despuésdemásdetresañoscasada,yoteníaesamismamiradahuecaenlosojos.—UnacopadeVeuveClicquotmuyfrío,porfavor—ledijealcamareroque
estabadetrásdelabarraconunaamericanablancaimpoluta.Elcamareromededicóunasonrisaprofesionalmientrassacaba labotellade
champánde lacubiteraconhieloque teníaenun ladode labarraycogíaunacopadelaestanteríatrasél.Eraunadeesasridículascopasbajasyrechonchasenlasquelosestadounidensessolíantomarelchampán,lamiréunmomentoydespuéslediuntragolargoalclicquottodavíapensandoenmimadre.—Yaledijequealgúndíavolveríamosavernos—dijounavozamiespalda.Mevolvíaúnconlacopaentreloslabiosylasburbujasalfinaldelagarganta,
peroyasabíaquiéneraeldueñodeesavoz.—Señor Sinclair, desde luego no esperaba verle aquí; o volver a verle en
absoluto —le dije con mi mejor sonrisa—. ¿Me está siguiendo? Pensé quedespuésdeestosañosyasehabríaolvidadodemí.—Mi querida marquesa, ¿cómo iba yo a olvidarme de usted? Eso sería
imposible—dijoexagerandosuacento,yestuveseguradequehabíaengatusadoamuchosestadounidensesparaqueledieransudineroconeseacentocantarínsuyo—.Sobretodo,despuésdelasconfidenciasquecompartimosensumansióndeBasondo.Liam mantenía su aspecto juvenil: su pelo de fuego ondulado —ahora
domesticadocon ayudadel fijador—, losojosbrillantes como losdeun zorroescondido entre los arbustos esperando para atacar y su barba cobriza, que leayudabaadisimular lacicatrizcercadesus labios.Apenashabíacambiadoenestos tresañosaunquemeparecióqueahora sueterna sonrisa torcidahacia laderechasehabíavueltounpocomásamarga.—Noséaquéserefiere,yojamásintercambiaríaconfidenciasconunhombre
como usted.—Le di otro trago al champán y añadí—: ¿Qué le ha traído a laconvención de granjeros? Cuando nos conocimos no me pareció usted unhombre interesado en los negocios de la tierra y el ganado, de hecho, si norecuerdomal,estaba intentandousteddeshacersedeunas tierrasenelnortedeEscociaquepertenecíanasufamilia.Igual que entonces, Liam no pareció en absoluto molesto conmis maneras
cortantes —que, sin embargo, fastidiaban a todos los hombres que habíaconocidoenmivida—,mesonrióconironíayrespondió:—Estoy allá donde esté el dinero, mi querida marquesa, y este hotel es el
mejorlugardeLosÁngelessiunobuscaacercarsealosricosyfamosos.Creo
quemehecruzadoconelseñorClarkGableenelvestíbuloestatarde.Alescucharesenombresonreíamipesar.—Puessivuelveacruzarseconélhágameelfavordepedirleunautógrafo.—Miqueridamarquesa,nolateníaporunacaza-autógrafos—dijoLiamcon
unasonrisadivertida.—Noesparamí,esparaalguienqueconozco.Carmen.NohabíatenidonoticiasdeCarmendesdelaúltimacartadeCatalina,
peromegustaba creer que estaba bien a pesar de la guerra y de lamuerte demamá.—Descuide,sihacefaltaarrastraréalseñorGablehastasusmismísimospies
paraquelefirmesulibritodeautógrafos—measeguró.—Pueslecostaráunpocohacerlo,estelugaresenormeinclusoparaserLos
Ángeles.Liamlepidióunabebidaalcamarerodetrásdelabarra,aunquenoalcancéa
escucharquéera,viqueelbarman leponíaunwhiskyydespués leañadíaunbotellínderefrescodecolahastallenarunvasoporlamitad.SielmarquésdeZuloagalohubieravistosehubieramuertodeldisgusto.—Whiskyconcola,penséqueesoeracomounpecadomortalparaunescocés
—bromeé.—Desde luegoque loes,peromeheaficionadoaestemejunjedulzónenel
tiempo que llevo en los Estados Unidos. Además, a ellos les hace casi tantagracia como a usted ver a un escocésmezclando su preciosowhisky con esaporqueríadecola.—Liammeguiñóunojo—.Megustapensarqueesomismoesloquemepasaamíconellos.MiréunmomentoalosdemáshombresdelsalónydespuésotravezaLiam.—Claro, usted es el exquisito whisky escocés y ellos el refresco barato de
cola,seguro.—Puselosojosenblancoyañadí—:Séalgosobrelabebidamásfamosadesupaísporqueelmarquéseraaficionadoagastarnuestrodineroenella,y le aseguroquenomepareceusted tanexquisitocomosuwhiskynidelejos.Liamseriodivertido.—Me alegra comprobar que el matrimonio no ha doblegado su carácter,
marquesa,mepreocupabaquealcasarseperdieraustedpartedesuencanto.—Alomejorsilohubierahechoahoraseríamásfeliz—murmurésinpensar.
Aunque no le estaba mirando, noté que Liam me estudiaba con curiosidadmientrasyofingíaquejugueteabaconmicopa.Yahabíasentidoantessusojosverdessobremicuerpo—enBasondo,latardedelagalernacuandoleconocíyel díademiboda—,pero estavezmeparecióquemirabadirectamente amislabios.—Siquisierabesarlaahora...¿lepareceríabien,marquesa?—Sitienequepreguntarloalomejornodeberíabesaranadie.Ymimarido
estáenestemismosalón.—Sí,sindudasearmaríaunbuenescándalo,peronuncameparecióusteduna
mujeralaqueleimportaranlosescándalosolosrumores.Lemiréporfin,estabamuchomáscercadeloquepensabaylamangadesu
chaquetamerozólamanoalvolvermehaciaél.—Yno losoy,peroestanocheestoyaquípormispropiosmotivosyresulta
quesonincompatiblesconunescándalo—respondíenvozbaja—.Asíqueno,nopuedebesarme.—Lástima,mehubieragustadovereseescándalo—susurró.—Claro, para usted es fácil decirlo, pero como ya le expliqué una vez, las
mujeresnosiemprepodemoshacerloquenosplazca.Liamtodavíamirómislabiosunmomentomás.—Y ¿qué le parece este lugar? El hotel Ambassador es como una pequeña
ciudad: tiene 21 hectáreas de jardines, pistas de tenis, un campo de golf,restaurantes, una sala de cine, piscina, salónde belleza, peluquería, tiendas deropa, zapaterías...—enumeróLiammientras el camarero añadíauna rodajadelimón recién cortado a su vaso—. Incluso tiene una oficina de Correos en elprimer piso para que los huéspedes no tengan que salir jamás del hotel y noromperasílailusióndevivirenunaburbujadelujoyglamur.—Puesclaro,afindecuentasestoesHollywood,señorSinclair:lailusiónes
elnegociomáslucrativodeLosÁngeles.Liamlediolasgraciasalcamarerocuandoestelediosuvaso.—Desdeluegoqueloes—dijodespuésdedarleuntragoasuwhiskyconcola
—.Yelclubnocturnodeestehotel,elCoconutGrove,contodasesaspalmerasfalsas, es el corazón de la fábrica de los sueños por aquí. Es donde la altasociedaddeLosÁngelesymedioHollywoodhacencolacadanocheparapoderentrar:estrellasdecine,cantantes,directores,políticos,gánsteres...Sibuscael
autógrafodelseñorGableyoempezaríaporelCoconutGrove.—LaspalmerasfalsasaparecíanenunaantiguapelículadeRodolfoValentino:
TheSheik.Cuentanqueeldueñodelclubnocturnolascomprócuandoelestudiocerróa cambiode soloquinientosdólaresporquequeríaquea susclientes lesdieralaimpresióndeestarenunexóticodesierto.Liammemirógenuinamentesorprendido.—¿Cómopuedesabereso?Carmenme había hablado de esas palmeras, de The Sheik y sobre todo de
RodolfoValentinomuchasveces.Yoeraunacríacuandoélmurió,perorecuerdohojearlasrevistasdecinequeCarmencomprabacadamesenlaúnicatiendadeperiódicosdeBasondo,yveresasmismaspalmerasenlasfotografíasenblancoynegrodesuspáginas.—Lo sé y punto —dije yo evitando responder a su pregunta—. Por sus
palabrassediríaquenolegustanlosricos.Cuandonosconocimospensabaquesí,sinembargo,ahoradetectounlevetonodereprocheensuvozhacialavidanocturnadeLosÁngeles.Liamserioconsuavidadysacudiólacabeza.—No,meencantanlosricos.Siempreestánbuscandolaformadehacerseun
pocomásricos,unpocomáspoderososounpocomástemibles,poresoresultatansencilloengañarles—dijo.Despuésseacercómásamioídoparaquenadiepudiera escuchar lo que decía y añadió—: Mírelos, disfrazados de vaqueroshablandodecabezasdeganadoydecuotasdeaguacomosise trataradealgomuyimportante,peroustedyyohemosvenidodesdeelotroextremodelmundo,desde Basondo, donde el mar se levanta contra la tierra y el viento arrancaárbolescentenariosdelsuelo.Loshombresvestidosdevaqueros—ocomoellospensabanquevestían los
vaqueros—charlabanentresíenpequeñoscorrillosrepartidosportodoelsalón,algunossereíanenvozaltayotrosbebíanmientrashablabandecomprarlotesdetierraounagranjadeavestruces,queeralaúltimamodaenlaindustriadelacarne y la piel. Suspiré porque ya sabía que no encontraríamos ningún sociocapitalistaeneselugar.—¿Noechademenossucasa?—mepreguntóderepente.—Estaesmicasaahora,consuspalmerasfalsasysucampodegolf.Liamentrecerrólosojoscomosiintentaradecidirsimecreíaapesardequea
mínomeimportabaenabsolutoquelohiciera.—Apuestoaquesiquisierapodríabarrernosa todos losdeestasalaconun
vientohuracanado,unagalernaotalvezusandounadeesaspalmerasfalsasquehayportodaspartes.Soloconqueustedlodeseara,todoslosmemosqueestánestanocheaquíjugandoalosvaquerosseiríanalinfierno—dijoconsumediasonrisatorcida—.Perosumaridolatienehaciendodeacompañante,demascotapara los inversores. Como a uno de esos preciosos perritos con pedigrí bienentrenadosquesabencuándosaltarocuándohacerselosmuertosparaentreteneralasvisitas.—Vaya,menosmal que usted es un hombre íntegro y nunca finge ser otra
personaparaconseguirsusobjetivos—respondícon ironía—.Recuerdoqueenunaocasiónyaledijecuantísimomeimportabasuopiniónoladelosdemás.—Esverdad,lodijo.—¿Yquépasaconusted?—pregunté—.¿Todavía finge serun lordescocés
queintentavenderpartedesustierras?¿Osehabuscadounahistoriamejorparasusestafas?Antesderesponder,Liamjugueteóconsuvasoigualquesiestuvierapensando
larespuesta.Dentrodelvasoloshieloschocaronentresí.—Ahora dejo que crean lo que ellos quieran: un lord escocés, un playboy
aburrido, el hijo rebelde de una familia dueña de todo el gas de Escocia... Elviejomundosehunde,miqueridamarquesa,yEuropasehundeconél.Hayqueadaptarseomorir,yyo,desdeluego,nopiensoconformarmeconmirarcómosedestruyesipuedosacaralgúnbeneficiodeello.Sonreísatisfechaylediunsorboalchampánenmicopa,queyaempezabaa
calentarse.—Ya suponía yo que unhombre con su talento para lamentira y el engaño
buscaríalamaneradesacarprovechoencualquiersituación,inclusodelacaídaendesgraciadetodouncontinente.—¿Ymeculpaustedporeso,miqueridamarquesa?—preguntófingiendoque
estabaescandalizadoconlaidea—.Hagolonecesarioparasobrevivir,igualqueusted.Inclusocuandopiensoqueestoyyendodemasiadolejosenmisnegociosmepreguntoamímismo:«¿QuéharíamiqueridamarquesadeBasondo?»—Québien,mealegrodeserunainspiraciónparasuscensurablesactividades
—respondíconsarcasmo.
—Lo es, sin duda. Aunque me apena pensar en las cosas espantosamenteilegalesyespantosamentelucrativasquepodríamoshacerustedyyojuntos,consutalentoyelmíounidossoloparanuestrobeneficio.—No sé de quéhabla—respondí volviendo ami copay sinmolestarme en
mirarle.—Ya, claro. ¿Y qué tal es la vida de esposa de terrateniente? ¿Se aburre?
Apuestoaquehabiendonacidousteda lasorillasdelCantábrico lemolestaelsoldelvalledeSanBernardino,dicenqueescasiinsoportableduranteelverano—me dijo—.He oído que el agua ha vuelto a recorrer sus tierras después deañosdesequíaayudandoasumaridoasalirdelpozodedeudasyfacturasenelqueestabametido,unauténticomilagro.—Esohasidoprecisamente,sí:unmilagro,elcaprichodelamadrenaturaleza.
—Busqué aMasonpor encimadel hombrodeLiampero no le vi por ningúnlado—.Aunqueelpozoenelqueestamosmetidosestanprofundoqueempiezoasospecharquenitodaelaguadelmundopodrásacarnosdeél.Lasdeudasnodejandecrecercomolamalahierba.—Vaya,lamentoescuchareso.Apuestoaqueesonoesloqueteníaenmente
cuando aceptó casarse con el señor Campbell: verse obligada a contar cadacentavo,teniendoqueahorrarencosasqueantesdabaporhechasorezandoparaquesuesposonodecidainvertirenalgunaotraestupidezypierdaneldineroqueyanotienen.Sonreíconamargura.—Yaveoquedisfrutaustedconmidesgracia.—¿Con su desgracia? No, en absoluto, mi querida marquesa, incluso me
gustaría poder ayudarla —respondió tajante. Después, sacudió la cabeza yañadió—:Con lade suesposo, sinembargo,deboaceptarqueunpoco síquedisfruto.—Me alegro de que le divierta tanto, pero la desgracia de Mason será mi
desgraciasielestadodeCaliforniafinalmentenosembargalatierra.—Sería irónico, ¿no le parece?—empezó a decir Liam con suavidad—. El
abuelo deMason les robó esa misma tierra a los tongva y a los serrano quevivíanantesenelvalle,yahoraessunietoquienvaaperderlahacienda.—Paraserustedunvulgarestafadorsepermiteunosprincipiosmoralesmuy
elevados,señorSinclair.
AunquegraciasamiintervenciónyaladeValentina—laideafuesuyaalfindecuentas—yanoteníamosquecompraraguaalosvecinos,lasfacturasdelosúltimos años seguían sin pagarse y las deudas del rancho se acumulaban cadadía.Masonnoteníaunplandenegocioalargoplazonilamásremotaideadecómo obtener beneficios con el rancho. En cierto modo, me recordaba almarqués,culpandodesumalasuerteenlosnegociosatodoyatodosexceptoasupropiaineptitudparalosasuntosdedinero.—Apesardelasdeudasdesuesposo,debedargraciasporestarahoramismo
aquí, en esta bonita fiesta, en lugar de en España—dijo Liam sin rastro dehumor en la voz—. Europa se está volviendo muy peligrosa para algunaspersonasymetemoquesolovaaempeorar.—¿Serefierealosespañolesqueintentanhuirdelaguerra?—lepregunté.—También, desde luego, es casi imposible salir deEspaña ahoramismo—
respondió mirando alrededor por si acaso alguien podía escuchar nuestraconversación—.Peroahorahablabadelosjudíos,gitanos,enfermos,opositores,periodistasobásicamenteacualquieraqueintentesalirdeAlemania—¿Alemania?—preguntésorprendida—.Peroahínoestánenguerra.—Todavíano,aunqueescuestióndetiempoquelosnazisempiecenuna,con
lospaísesasualrededorprimeroyconel restodelmundodespués.YasehanatrevidoinclusoareclamarAustriayChecoslovaquiacomopropias.En los mismos periódicos donde leía las noticias sobre la Guerra Civil en
España,sepublicabanartículosycolumnasdeopiniónalertandosobreelpeligrodedejarentraren losEstadosUnidosa los judíosoacualquieraqueestuvieraintentando marcharse de Alemania. Además de esos artículos, en algunosperiódicostambiénsepublicabancaricaturasdelosjudíoshuyendoentreratasodudososestudioscientíficosapoyandolaideadequelosrefugiadoseuropeoseramásviolentosomássuciosquelosamablesciudadanosestadounidenses.Nuncame habían interesado lo más mínimo esas noticias, simplemente no era miproblema,peroaLeo,lamanoderechadeValentinaenelrancho,leobsesionabaquelosjudíosllegaranenbarcoshastaCaliforniaysehicieranconelcontroldelestadoparaecharledespuésdesutrabajo.—Ysinoestánenguerra,¿porquéhuyendeAlemania?—quisesaber.—Digamosque laspolíticasdelFührer asustanymuchoaalgunaspersonas
—respondióLiamcongravedad—.Hayaquienesnolespermitenocuparcargos
públicos o boicotean sus negocios culpándoles de la crisis económica queatraviesaelpaíshastahacerlescerrarodifundenrumoresperversossobreellosparaponeralrestodelosciudadanosensucontra,ycuandoporfinconsiguenemigrar,debenpagarun impuestodemencialalpaísquenodejadecrecerañotras año hasta que ya no pueden seguir pagando y son embargados. Así elgobierno se asegura quitarles sus propiedades legalmente una vez que les hanechado.—¿Aquépersonas?¿Serefierealosjudíos?Liamasintióantesderesponder:—Judíos,gitanos,opositorespolíticosdelpartido,homosexuales,periodistas,
escritores, mujeres, sindicalistas, liberales, enfermos, protestantes... cualquieraqueseaconsideradoun«indeseable»porelgobiernoesperseguidoyarrestado.Dicenquelesencierranenunoscamposdetrabajoparatenerlescontrolados,serumoreaquehayunoenDachau,alsurdeAlemania,peronoconozcoanadiequelosepaconseguridad.Casitodosonrumores.—Esterrible,y¿elrestodelospaíseslopermiten?—Desde luego, igual que no hanmovido un dedo para ayudar a su país en
estosañosdeguerra—respondióél—.FranciaySuizaacogenalgunosdeesospobresdesgraciados,peroCanadá,InglaterraylosbenditosEstadosUnidoshancerrado sus fronteras a todos los que huyen de la persecución en Alemania.Alguien tiene que ofrecerle a esa gente papeles para poder salir del país y unviajeseguropormarhastalatierradelasoportunidades.—¿Así que a eso es a lo que se dedica ahora? —le pregunté, aunque ya
imaginaba la respuesta—.Traficar con las personas que huyen de su país pormiedo.—Soloconlosquepuedenpagarlo.—Liammesonrió—.Y«traficar»esuna
palabradesagradable,yoprefierodecirquemededicoal«transporteurgentedepersonas».Dejé escapar un bufido y volví a concentrarme en mi copa que se vaciaba
peligrosamenterápido.—Esustedunsinvergüenza.—Nofinjaestarescandalizadaconmioficio,miqueridamarquesa,porquesé
bien que no lo está. Y, personalmente, siempre he encontrado esa falsaindignacióndelosricosanteunainjusticiabastantehipócrita:yosoloaprovecho
laoportunidaddehacerunbuennegocio—sedefendióél—.Laculpaesdelospaísesquelesnieganelvisadoyelpasoseguroaesaspersonas.Silohicieran,yonopodríaganar dinero con sudesgracia: oferta ydemanda.Apuesto a queestudióesoensueleganteinternado.—Sí,todavíarecuerdomisclasesdeeconomía,muchasgracias.Yclaro,usted
ayudaaesaspersonasasalirdeAlemaniayahuirdeEuropaporqueesunalmacaritativaygenerosaquesepreocupaporlosdemás.Liammesonrióysusojoschisporrotearon.—Lacaridadesgratis,perolaayudasiempreesacambiodealgoparalosque
soncomonosotros.—Yaselodijeunavez,yonosoyenabsolutocomousted.—Es exactamente como yo: hace lo que sea necesario para no hundirse,
inclusoaunqueesolecausedolor.Desdeluegonoesparanadacomoél—dijoseñalando aMason con unmovimiento de cabeza—. Pero de todosmodos secasóporquenoteníamásalternativa,igualquehagoyoconmisnegocios.—Sí,igual,igual...—mascullé.Mason estaba al otro lado del salón charlando con un grupo de hombres
vestidosdecowboysconunossombrerosespantosamentegrandes.—Mi marido ayudaría a esa pobre gente gratis —respondí convencida y
todavíamirandoensudirección—.Noesmuybuenoen losnegocios,poresocasi nos arruinamos, pero, gracias a mí, hoy tenemos algo parecido a unaposibilidaddenoperderelrancho.Liamlevantósuvasoparabrindar.—Pornosotrosentonces:porlosquesoncomoustedycomoyo,quehacemos
lo que se debe hacer para que los demás puedan seguir durmiendo con laconcienciatranquila.Choquémi copa con suvaso, ya apenasquedaba clicquot dentro, así que la
dejéenlabarracercadedondeestábamos.—Solo Dios sabe por qué los estadounidenses sirven el champán en esas
ridículas copas—dije limpiándome lasmanos conuna servilleta de papel quemedioelbarman.—Es sencillo: algunas personas no distinguen el dinero de la clase, desde
luego yo sí, y apuesto a que usted también, especialmente ante su inminenteruinaeconómica.
—Sí,laclasenodadecomernipagalasfacturas,peroeldinerosí.Y¿seganamucho dinero ayudando a esas personas a escapar?—le pregunté como si noestuvieramuyinteresadaensurespuesta.Liamlediountragoasuwhiskyconcolaantesderesponder:—Bastante, aunque también hay unos cuantos gastos importantes a tener en
cuenta: barcos, suministros, víveres, un pequeño ejército de hombres armadosqueseencargandeltransporteportierra...Esonoesbarato.—Sino sabequéhacer con su reciente pequeña fortunay quiere limpiar su
concienciaysudinero,siemprepuedeinvertirenelrancho—lesugeríconunasonrisa encantadora—. Mi marido está buscando un socio capitalista, estoyseguradequecontinuarálloviendoenlahaciendayelpozonosesecará,prontohabrábeneficiosy...—No—mecortóélconsuavidad—.Losiento,perono.—¿Cómoqueno?—preguntésorprendida—.Hacecincominutosmehadicho
quedeberíamostrabajarjuntosyahoraleofrezcoesoprecisamente:sersocios.Liam se separó de mí como si tuviera que hacer un gran esfuerzo para
conseguirloymededicóunasonrisadedisculpa.—Aunquemeencantaríaayudarlaasalirdelagujeroysersusocio,noestoy
interesadoenasociarmeconsumarido.Masonpareceunbuentipo,perocomotodosloshombresquehannacidocondinero,noparecemuycapazdesalirdeunacrisisporsuspropiosmedios,asíquenoleconfiarémidineroaalguienquenome inspiraningunaconfianza—respondióLiamconsuacentoenmarañado—.Lolamento.—Qué molesto es usted, me ha estado haciendo perder el tiempo aquí a
propósito—ledijeentredientes—.Tiempoquepodíahaberocupadoenbuscaraalguienquesíestuvierainteresadoenasociarseconnosotros.—Menuda decepción, y yo pensando que disfrutaba usted demi compañía,
marquesa. Me siento estafado, sí, esa es la palabra, mi querida marquesa:estafado.Nisiquieraibaadignarmearesponder.Resopléydiunpasoparaapartarme
deélydelabarraperoLiamañadió:—No puedo ayudarlos, pero si usted y el vaquero necesitan efectivo con
urgencia, en esta tierra hay algomuchomás valioso que el agua. No cae delcielo,peropuedehacerleganarmuchodinerosiporcasualidadaparecerensus
tierras.—Petróleo—terminélafraseporél.RecordéqueMasonmencionóalgoensudíasobrecontrataraunprospector
para que buscara petróleo bajo la tierra del rancho, pero, como solía hacerdespués de hablar de ello durante días, se había olvidado por completo delasunto.—Exacto,elpetróleoeselnuevooro,miqueridamarquesa.¿Havisto todas
esas torres extractoras a las afueras de la ciudad? Son como un ejército demonstruos gigantes y cuellilargos bebiendo directamente de las entrañas de latierra.—Liammemiróconsusojosentrecerrados—.Siporcasualidadencuentrapetróleo en sus tierrasyapuede ir vendiendo susovejasy todo lodemásparainstalar una docena de esas torres extractoras. Pronto habrá una guerra conAlemania, es solo cuestión de tiempo, y eso significa que pronto tendremosmuchosaviones,barcos,tanquesalosqueabastecerdecombustible.NuncahahabidopetróleobajoelsuelodeLasÁnimas,niunatristebolsa—
Valentina me lo hubiera dicho— pero podría haberlo. Me miré las manospreguntándomesiseríacapazdecambiarelaguaporpetróleo.—¿Nisiquieravaadarmelasgraciasporlasugerencia?—mepreguntóLiam
sacándomedemispensamientos.Le miré, pero mis pensamientos todavía revoloteaban alrededor del líquido
negroyviscoso.—Se fue de Basondo después de mi boda y sin conseguir una peseta del
marqués,¿porquélohizo?—quisesaber—.Yasehabíametidoalmarquésenelbolsillo.ApesardequeLiam—ocualquieraquefuerasuverdaderonombre—eraun
timador y un charlatán, no se había llevadonada deVillaSoledad: ni el pocodinero que quedaba en las cuentas de la familia, ni las joyas demamá, ni elTurnerfalsoquecolgabasobrelachimeneadelsalónformal.—¿Creeacasoquemefuidesucasaconlasmanosvacíasporalgúntipode
lealtadhaciaustedohaciasufamilia?¿OqueayudoaesapobregenteahuirdeAlemaniaporqueenelfondosoyunbuentipoquesoloquiereredimirse?—Semehapasadoporlacabeza,sí—admití.Liamseacercóhastadondeestabayseinclinóhaciamí,duranteunmomento
penséqueibaabesarme,peroentoncessentísuslabiosrozandomioídocuando
murmuró:—¿Preferiríaquefueraunbuenhombre?¿Comosumarido?—Mimaridotampocoesunbuenhombre—susurré,acordándomedelapobre
LucyWelch y sus hermanas a las que Mason había cambiado por mí en unsegundo.Liamserioenvozbajayseseparódemí,eloloralimónyamaderahúmeda
quesalíadeéldejóderevolotearamialrededor.—Aunasíapuestoaqueesmejorqueyo,miqueridamarquesa.Yoayudoa
escapar únicamente a los que pueden pagar mis servicios y me marché deBasondoporquenoquedabanadaensucasaquérobar.—Liamhizounapausaymesonrió—.¿Volveremosavernos?—Nocuenteustedconello.
Vientodefuego
VIENTODEFUEGO
LamismatardeenqueregresamosalranchohicebrotarpetróleobajolatierranaranjadeLasÁnimas.Dehabersidopormí,lohubierahechonadamásllegaracasadesdelaestacióndetrenenSanBernardino,peroestabatancansadadelviajeque,apesardequeeltiempojugabaennuestracontra,dormíhastacasilapuestadesol.Masonno regresóal ranchoconmigo, sequedóenSanBernardinoesa tarde
para reunirse con el contable de la familia. No habíamos encontrado ningúnsocioennuestroviajeaLosÁngeles,talycomoyolehabíaavisado.NingunodeloshombresdisfrazadosdevaqueroquebebíanenelsalónprincipaldelhotelAmbassadorhabíaestadointeresadoeninvertirsudineroenelrancho.Volvimosa casa con lasmanosvacías yMason apenasmedirigió la palabra en las treshorasqueduróelviajedevueltahastaelvalle:selimitóamirarelpaisajealotroladodelaventanillacongestodesconsoladoyasoltaralgúnsuspirodevezencuando. Podía ver en sus ojos azules que no tenía ni idea de qué hacer parasalvarsurancho.Cuando desperté, las cigarras llenaban el silencio del valle fuera de la casa
principal.MevestídeprisaconunodelosvestidoslargosdelaabuelaSoledad,merecogímilarguísimamelenanegraparaqueelpelonomedieracalorysalíabuscaraValentina.Porlastardes,losdíasantesdequellegaraelveranoysevolvieraimposible
pasearporelvallehastadespuésdelapuestadelsol,Valentinasolíarecorrerlaviejacercademaderaquerodeabalazonadelosestablosdelosanimalespara
asegurarsedequetodoestababiencerradoydequelasvacasnoteníanformadeescapar.Esoeraalmenosloqueelladecía;yointuíaqueenrealidadlegustabapasearporlafincaalatardecerparavercómoelsuelonaranjacambiabadecoloralesconderseelsolyelairesevolvíafrescoyrespirableporfindespuésdetodoundíadefuego.—Habíaoídoqueyaestabaisdevuelta—medijosinvolverseparamirarme
cuandomeescuchóacercarme—.¿Quétalelviaje?Yameimaginoquenomuybien.Lassombrasempezabanaalargarsesobreelsuelopolvoriento,incluidalade
Valentina,queestabaapoyadaenlacercamirandoalhorizonte.—Nohemosencontradoanadiequequierasernuestrosocio.—Nomeextraña,eraunaporqueríadeplan,yademásdesesperado.Soloaun
memoseloocurriríadarlesudineroauncompletoinútilcomoMasonCampbell—respondió.Justodespuéssevolvióparamirarmeporfin—.¿Yahoraquévaapasar?¿Nosecharándeaquísinmás?Aunque ninguno de los hombres que trabajaban a las órdenes de Valentina
estabacerca,caminéhastaellaparaasegurarmedequeelvientodeldesiertonollevabanuestraconversaciónhastaoídosindiscretos.—Nosiyopuedoevitarlo.Tengounaideaparasalvarelrancho,peronoteva
agustar...—empecéadecir—.Petróleo.Valentinamemiróigualquesi lahubieraquemadoconunodeloshierrosal
rojovivoqueusabanparamarcarelganado.—¿Petróleo?¿Enmistierras?Nihablar.—Nonecesitotupermiso,tansolotuayuda.—Pues no la tendrás—respondió cortante—. Estás loca si crees que voy a
permitirquetraigasesacosanegraysuciaamitierra,hechicera.—Estatambiénesmitierraahora—lerecordé—.Ysinohacemosalgopronto
las dos perderemos Las Ánimas para siempre, así que dime qué es lo queprefieres, ¿que se la quede el maldito estado de California o que nos laquedemosnosotras?Los ojos brillantes de Valentina dudaron unmomento antes de responder y
supequeaunapartedeellalegustaríavercómoMasonperdíalatierraquesuabueloleshabíarobadoalostongva.—De acuerdo—dijo por fin—. Te ayudaré a traer esa porquería al rancho,
perono loharépor losCampbell,nipor ti.Estaesmi tierra,ysiosechandeaquí, tal y como os merecéis, seguramente con el tiempo terminaránconstruyendocasasbaratasparalosmalditosblancosqueloinvadentodo.¿Quénecesitasdemí?Me lamí los labios resecos por el polvo a pesar de que apenas llevaba unas
horasdevueltaenelvalle.—Nohaypetróleoenestatierra,¿verdad?¿Nisiquieracercadelrancho?Valentinamiróalrededorpensandolarespuesta.—Ni una miserable gota de ese mejunje. Cuando Mason empezó a perder
dinero a manos llenas le sugerí que contratáramos a un prospector para queanalizaralatierradelranchoporsiacasohabíapetróleodebajo—respondióella—.MasonsemarchóaLondres,teconocióyseolvidódelprospector,peroyolehicevenirdetodasformasparaqueanalizaraelterreno.Noencontrónada.—Ya,esopensaba...Habráquearriesgarsede todosmodos,no tenemosmás
opcionessiqueremosmantenerelrancho.—Esunamalaidea,hechicera.Unaideaespantosa,nosepuedeirencontrade
lanaturalezasinpagarunprecio—medijoconsuvozronca—.Alanaturalezanolegustanlasintromisiones,sitraespetróleoaWa’aachdebesestarpreparadaparahacerunsacrificio.—Yo ya hice mi sacrificio hace tiempo —respondí pensando en Alma—.
Déjatedebobadas supersticiosasyayúdamesiquieres seguirviviendoenestatierra,vamos.¿Dóndevanaexcavarmañanaloshombresparaañadirlatubería?ComoelaguahabíavueltoaLasÁnimas,Masonhizoquevolvieranainstalar
latuberíaqueuníaelpozoenelladooestedelranchoconlacasaprincipalylosestablos, lamisma tuberíaque supadrehabíamandado retirar añosantes.Lostrabajadores llevaban toda la semanaexcavandoen algunospuntosdel terrenoparapasarlatuberíabajotierra.—En el lado norte, cerca del depósito para recoger el agua de la lluvia—
respondióValentina—.Eseeselmejorsitioparahacerqueelpetróleoaparezca.SiledecimosaMasonquelohemosencontradonosotrasharámuchaspreguntasy tú tendrás que dar explicaciones a mucha gente además de a tu marido: elprospector, contratistas, trabajadores, vecinos, ingenieros y los hombres delgobiernoquevendránaasegurarsedequeelpetróleotienelacalidadsuficiente.Perosi loencuentranloshombresmientrasexcavan,todoserámásfácil,nadie
sospecharánadararoyellosnopodránresponderloquenosaben.Siempremesorprendíalalógicafríadeesamujerconelpeloplateadoylapiel
agrietadaporlasarrugas,igualquesuamorporesatierra,quenoeranadaparamísalvounafuentedeingresos.—Bien,vamosalextremonorte.—Empecéacaminarsinmirarlaporquesabía
que me seguiría—. Mason se ha quedado el coche para volver desde SanBernardino, así que tendremos que caminar, ¿está muy lejos el depósito delluvia?—No, como a media hora caminando en esa dirección. Vamos, hechicera,
mueveesaspiernaspálidastuyasonollegaremosantesdequeélregrese.Laobedecíapesardetodoylasdoscaminamosensilenciounrato,elsolya
noquemabalapielperopodíasentirelcaloracumuladoduranteeldíasaliendodelatierraabierta.—Siestastierrasaúnpertenecieranamigente,noharíafaltaelsuciopetróleo
parapodervivir—mascullóValentinademalagana.—Ya,ysihubieransidomíastampoco,peroMason...aélnoseledanbienlos
negociosyséquenoaceptaríamiayudanienunmillóndeaños.—Estaeslasegundavezquevasasalvarleeltraseroatumaridoyélniselo
imagina. El muy imbécil es tan orgulloso que de verdad se cree que el aguavolviósolaalahacienda,igualquesecreerálodelpetróleo.Inclusoescapazdepensarqueesméritosuyo.—Valentinasacudiólacabeza—.Pestedehombres.Sonreídisimuladamente.—¿Nuncahasestadocasada?¿Notieneshijos?—lepregunté.Valentinaera laúnicamujer enkilómetrosa la redonda,peroen losmásde
tresañosquellevabaviviendoconellanuncasemehabíaocurridopreguntarleporsufamilia,simplementehabíadadoporhechoquenotenía.—Noyno.CuandoloscurasmepusieronatrabajarparalosCampbell,hace
másdecuarentaaños,ledijealpadredeMasonquenoibaacuidardesuhijonide su casa —respondió sin dejar de caminar—. De haber querido escucharbobadas y sinsentidos a todas horas y limpiar traseros ajenos, me hubieraquedadoavivirconlosjesuitas.No.Lomíoeslatierra,esloquemegusta,nolaspersonasnimuchomenoslosniños.Valentinaeraunadelaspoquísimasmujeresqueyohabíaconocidoenmivida
que no tenía hijos, y desde luego era la única a la que había escuchado decir
abiertamentequeno legustaban losniños,algo imposiblededecirenvozaltaparalasmujeresdemientorno,aunquefueraverdad.—Yacasiestamos,ahíestáeldepósito—añadió.El depósito para la lluvia era una enorme construcción circular de madera
elevada sobre cuatropilotesparamantener lapreciada aguaque caíadel cielolejosdelsueloyasalvodelosanimalesquepodíanacercarseabeber.—Vaya, ha conocido mejores épocas —dije mirando al depósito mientras
recuperabaelalientodespuésdelacaminata.—Puescomotodos.Vamos,hazlotuyo.—Valentinaseapoyóenunodelos
pilotes de madera y me miró con suspicacia—. Y procura no morirte en elintentootendrémuchoqueexplicarleaMasonyalaPolicíadelvalle.Simeveoliadaenlamuertedeunaseñorablanca,lomismoterminoenlahorca.Me reí a mi pesar, después, me remangué el vestido negro de la abuela
Soledad que llevaba puesto yme arrodillé en el suelo. Valentina dio un pasohaciaatrásperonomequitólosojosdeencima.—Tranquila,nadievaamorir—respondídemasiadosegura.La tierramearañó las rodillasdesnudas.La superficieestabacalienteporel
sol y seca a pesar del agua que circulaba unos cuantos metros más abajo.Coloquélasmanosextendidassobreelpolvonaranjaquelocubríatodoysentílacorrientedeaguadelríosubterráneohaciendovibrarlatierra.—Notellevestodaelagua,hechicera:pormuyricosquevayamosaserconel
petróleo, todavía vamos a necesitar beber agua—me recordóValentina desdedondeestaba.Peroyonolaescuchéporqueestabaatentaalsonidodelpetróleoformándose
en las entrañas de la tierra. Sentí el líquido viscoso y negro avanzandolentamente bajo la superficie de la tierra quemada por el sol, arrasando en sucaminoelagua,lasplantas,lasrocasytodolodemásqueexistíaenLasÁnimas.Cuando el crudo por fin llegó hasta donde estábamos el suelo tembló unossegundos sacudiendo el polvo posado sobre la tierra y haciendo que el viejodepósitodeaguaempezaraagotear.Retirélasmanosdelsuelo,noqueríasentirlacorrientelentaypegajosadelpetróleobajolasuperficie,peronomelevantétodavía.—¿Yaestáhecho?—Sí...yaestáhecho—murmuréconlavozentrecortadaporelesfuerzo.
—La tierrano tendríaquehaber tembladoasí, esunamalacosa—mascullóValentina mirando en todas direcciones por si alguien más había sentido eltemblor—.Muymalacosa.Medolíalacabezacomosialgopesadoyoscuromehubieragolpeadoenla
nuca,teníalamiradaborrosa,asíqueapenaspodíadistinguirlasgrietassecasenelsueloolasiluetadeValentinadebajodeldepósito,peronotéquemesangrabalanariz.Melimpiélasangreconlamanotodavíamanchadadetierranaranja.—Yabasta,noquieroescucharunapalabramás—dijedemalagana—.Está
hechoypunto,nohayvueltaatrás.Apenas había terminado de hablar cuando un rayo cortó el horizonte
iluminandotodoelvalleymipropiasangremepareciónegraalmirarlabajosuluz fantasmagórica.Unos segundos después el sonido de un trueno sacudió elsuelo,levantélosojosdemisangremezcladacontierraparamiraraValentina.—¿Quéhashecho,hechicera?—mepreguntóporencimadelecodel trueno
quesealejabahaciaelhorizonte—.¿Quéesloquehashecho?Otro rayo iluminó el valle un instante y antes de que yo tuviera tiempo de
responder,unlobonegroaullónomuylejosdeLasÁnimas.
Elpetróleoqueencontraronbajoelsuelodelranchoeraelmáspuroquehabíaenesazonadelpaís,oesofuealmenosloqueescribióensuinformeelhombredelgobiernoqueviajóhastaelvalledeSanBernardinoparaanalizarelcrudoydarnoselvistobuenoparacomenzarlaextracción.Masontuvoquecontenerlaslágrimasdealegríaalleerelinforme.Esatarde,
cuandodejamosalinspectorenlaestacióndetren—todavíaimpresionadoporlacalidaddenuestropetróleo—Masonmecogióporlacinturalevantándomedelsueloymebesóenloslabiosdelantedelosdemáspasajerosqueesperabanenelandénalpróximotren.—Te dije cuando nos casamos que no tendrías que preocuparte por nada,
¿verdadquetelodije?—merepetíaextasiado—.Sabíaquealfinalnosiríabieny fíjate, ¡petróleo! Nosotros cuidando ovejas y resulta que todo este tiempoteníamospetróleodebajodeesatierranaranjaymuerta.Nuestro plan—de Valentina y mío— para que los hombres encontraran el
petróleomientrasexcavabanfuncionócon laprecisiónde losengranajesdeunrelojsuizo:aldíasiguiente,despuésdelatormentaeléctricamásterriblequeserecordabaenelvalledeSanBernardino,elgrupodehombresalasórdenesdeValentina avanzó hasta la zona norte del rancho para cavar una nueva zanja,justoalospiesdelviejodepósitoqueseusabapararecogerelaguadelluvia.Noimportaba quién encontrara el petróleo al excavar la tierra seca con las palasporquelapropiedaddelsueloseextiendeatodoloquehaydebajodeél:agua,oro,plata,petróleoogas...,todopertenecealdueñodelatierra.—Todavía faltan algunas pruebas, ya le digo, pero la bolsa de petróleo que
está bajo su propiedad es lo suficientemente grande comopara que sus nietos
puedanseguirexplotándola—habíadichoelinspectordelgobiernodespuésdehacer sus mediciones. Luego se sacudió el polvo de su traje oscuro defuncionarioyañadió—:Entodoslosañosquellevoenestetrabajonuncahabíavisto un petróleo de esa calidad, es perfecto. ¿Y dice que no lo habíanencontradoantes?¿Nisospechabansiquieraquehubierapetróleoensustierras?—No,señor,nuncaantes—lerespondióMason.Cualquier otro en su lugar seguramente se hubiera hecho preguntas —y
también a nosotras—, peroMason estaba poco acostumbrado a cuestionar subuenasuerteenlavidaporquesiemprelahabíatenidoypensabaqueeseerasuderecho.—Pues les ha caído del cielo un buen regalo, ya lo creo, uno muy bueno.
Enhorabuena.Deshágansedelosanimalescuantoantesparaganarespacioenelrancho,apartirdeahorasolotendránquepreocuparsepordóndeinstalaránlastorres extractoras.Estropean el paisaje, pero cuantasmás cosasde esas logrenmeterensuterreno,másdineroganarán.—¡Quéledenalpaisaje!—habíadichoMason,ydespuéssehabíaechadoa
reír.Apenastresmesesdespuésdequeloshombresqueinstalabanlatuberíapara
elaguaencontraranelpetróleo«porcasualidad»,yahabíamosvendido—aunprecioderisa—todoelganadodeLasÁnimase instalado las torresmetálicasqueseencargaríandeextraerelpreciadolíquidonegrodelasentrañasdelsuelo.Elpaisajeenelvallecambió:ahora,cuandosalíaalporchealatardecerveíael
solescondiéndosedetrásdeunatorreextractoraquesubíaybajabasindescanso.Los animales y sus sonidos—a los que yame había acostumbrado— fueronsustituidos por una veintena de hombres con gesto serio y lasmanos siempremanchadasdecrudoquetrabajabanenturnosdíaynoche.ElsuelonaranjapordondeantescaminabasintiendoelcaloracumuladodeldíasellenódetorresdehierrotanaltascomoalgunosdelosárbolesmásaltosdelbosqueenBasondo,pero a diferencia de aquellos, estos árboles eran sucios y ruidosos. El sonidomecánicodelastorrestrabajandonosedeteníaporlasnochesyengullóelrestode los sonidos del valle como una nube negra que provocó que incluso lascigarrashuyerandeLasÁnimasbuscandounnuevo lugar,silenciosoysalvajedondepoderinstalarse.Loquenodesapareciófueellobonegro,quemehabíaseguidodesdemibosquehastaelvalledeSanBernardino.Igualquesucediócon
elfantasmadeAlma,nohabíaescuchadoallobonivistosuspisadasenelsuelopolvorientoduranteestostresaños,perodurantelosúltimosmesesquepaséenLas Ánimas le escuché aullar cada noche al otro lado de la vieja cerca demadera.—Algunasvecescazasal loboyotrasvecesel lobo tecazaa ti—mehabía
dichoValentina la tarde enqueesavaca se escapóparadar a luz a su terneromuerto.Me gustaba engañarme con la idea de que no era el mismo lobo que
merodeabaporlaverjadehierrodeVillaSoledadlasnochessinluna,peroaunasínomearriesgabaasalirdelacasaprincipaldespuésdelapuestadesol,ysino tenía más remedio que hacerlo, me quedaba en la zona iluminada por lospotentesfocosquetuvimosqueinstalarjuntoconlastorresextractorasparaqueel gobierno nos diera el visto bueno. Ahora las noches eran todas claras yamarillas,iluminadasporlasbombillasenlaslámparasdeseguridad.Eldesiertoalrededor y las montañas negras al fondo desaparecieron, borrados por la luzartificialyel sonido incesantede lasmáquinashidráulicasextrayendo la saviadelcentrodelatierra.El dinero también volvió a Las Ánimas. No ganamos mucho vendiendo a
preciodesaldotodoelganadodelrancho,esosincontarlapequeñafortunaquetuvimos que pagar por la instalación de las torres extractoras, los focos, elgenerador de emergencia o el personal extra para trabajar en la hacienda quehubo que contratar y a los que había que alimentar, pero tal y como Liamvaticinómeses antes, cuando nos encontramos en el salón principal del hotelAmbassador, en septiembre de esemismo añomediaEuropa estaba en guerracontraAlemania.Lademandadecombustibleparaavionesmilitares,camionesparalastropas,tanquesybarcosaumentó,yelpreciodelpetróleosedisparó.—Nopodíashaberloencontradoenunmomentomejor—dijoTrapanesse,el
contablede losCampbell,mientrasnodejabadesumar,paravariar—.Estabasen un buen lío, unomuygordo, por cierto, y aunque todavía necesitarás unoscuantosmesesparasalirdelagujero,aesteritmohabráspagadotodaslasdeudasdelranchoydelnuevoequipamientoenmenosdeunaño.Yentoncesempezarása ganar dinero de verdad, dinero como nunca imaginaste que podrías ganar,Mason.Debajodenosotroshayunafortunaesperandoquevayamosacogerla.—Yasabíayoquetardeotempranomesonreiríalasuerte—respondíaMason,
olvidandoconvenientementetodalasuertequehabíatenidoensuvida.Aunque todavía le debíamos dinero al estado de California —y a media
docenadebancosendoscontinentesdistintos—Masonvolvíaagastardineroamanos llenas: renovósinconsultarmetodos losmueblesdel ranchocambiandolos que teníamos por unos de diseño italianomoderno—que no hacían juegoabsolutamente con nada más de lo que había en la casa principal. Comprótambiénunnuevovehículoparaelrancho:unmodelomodernoquesecalentabadespués de conducirlo durante media hora bajo el sol, y, desde hacía unassemanas,estabaobsesionadoconunascabañasparaesquiadoresqueunodesusamigosestabaconstruyendoenColorado,apesardequenuncaantesmehabíamencionado que le interesara esquiar. Tuve que esconderle los catálogospublicitarios llenosdefotografíasencolorcon losquesuamigoelconstructorvendía chalés de montaña a los vaqueros de media California. AunquevolvíamosaganardineroyoaúnrevisabaloslibrosdecontabilidaddelranchocuandoMasondormía.Entrabadepuntillaseneldespachodelprimerpisoparaasegurarme de que Trapanesse y él no estaban tan entusiasmados con laposibilidaddeganarunafortunacomoparaarruinarnosantes.Hice caso aValentinaydejé el aguaque corríapor el río subterráneoen su
sitio.Yanoquedabananimalesalosquedardebeber,peromegustabasentirelrumor del aguamoviéndose debajo de la tierra a pesar del ruido de las torresextractoras.Unpar deveces fuimoshasta el pozo en el ladooeste de la fincaparaversilasamapolasblancasylasalviasalvajeseguíancubriendoelsueloenesa zona del rancho, pero al acercarnos vi enseguida que algo iba mal: lasamapolasblancasqueanteshabíanalfombradoelsueloagrietadoalrededordelpozoahoraestabanmarchitasysecas.Apenasunpuñadodefloresconservabantodavíasuscoloresylamayoríadelasplantassehabíanconvertidoenunamasamarrón que se abrasaba en el suelo bajo el sol del desierto. Solo habíansobrevividolasfloresazulessilvestresdelaenredaderaquecubríaelviejopozo.—Noloentiendo—dijealverloquequedabadelasflores—.Medijisteque
enestelugarcrecíanlasamapolashaceaños.—Sí, pero también te dije que la naturaleza siempre encuentra la forma de
equilibrarseotravez,aunqueparaesotengaquepasarporencimadetiydetumagiadehechicerablanca.Estonoesbueno—mehabíarespondidoValentina.El tiempo en el valle también había empeorado en los últimos tres meses:
tormentas eléctricas tan poderosas que hacían retumbar el horizonte, lluviastorrencialesquearrastrabanconellascualquierrestodevegetaciónquepudieraquedarenelsueloagrietado,calorsofocantedurantetodoeldíaytodalanoche,yvientosecodeldesiertoquearrastrabapolvoyalimañasconél.EsatardehabíasidolamáscalurosaqueyopodíarecordardesdequelleguéaCalifornia.Hacíatantocalor,queeljefedeequipodelostrabajadoreshabíamedidolatemperaturadelcrudoquesalíadelatierraparaasegurarsedequenoestuvieratancalienteque pudiera suponer un peligro de incendio. Las torres extractoras no sedetuvieron,perounadeellasperdióelritmoyempezóachirriarigualqueunamulavieja, subiendoybajandopeligrosamentemásdeprisaque lasdemás.Yohabía salido al porche aprovechando que el sol empezaba a esconderse en elhorizontedetrásdel campodemáquinas, ydesdeahívi cómo loshombres—incluidoMason—corríanhacialatorre.—¡Se ha descentrado! Es por el maldito calor—gritó el jefe del grupo de
trabajo,unhombrequesiemprellevabalosvaquerosunatallamáspequeñaquela suya y siempre manchados de crudo—. Traed las herramientas, no puedopararla sin estar segurode quepodemosvolver a ponerla enmarchaotra vez.¡Vamos,señoritas,corredquenotengotodoeldía!Un par de hombres corrieron hasta los antiguos establos del rancho donde
ahora guardábamos la maquinaria, las herramientas y los repuestos para elequipoextractor.Losdemás sequedaronhablandoentre ellos enun corrilloymirandopreocupadosla torredescentradaquesubíaybajabamásdeprisacadavez.—¿Quésucedeahora?¿Yasehanestropeadoesasmalditascosas?—preguntó
Valentinasaliendoalporcheconmigoparaverlaescena—.Puessíquenoshansalidocaras.Nomevolvíparamirarlaperosentíelolordelcaféconunasgotasdebrandi
quesetomabacadatardesiemprealamismahora,elúnicovicioqueyolehabíavistopermitirseenestosaños.—Esperoqueno:cadaminutoqueesosmonstruosdehierroestánparadosnos
cuestadinero,muchodineroquenotenemos—respondímirandoaloshombresquerevoloteabanalrededordelatorre—.Lasituaciónhamejorado,perotodavíanosfaltanmesesparaempezaratenerbeneficiosconelpetróleo.Valentinacarraspeóylediountragoasucafé.
—Sivasadeciralgopuedesahorrártelo,muchasgracias—añadí—.Yaséqueestemalditocaloresporculpadelpetróleo.—Elcalor, la lluvia torrencialy losmalditos rayosquenodejandecaerdel
cieloencuantoseponeelsol—merecordóella—.Todoporculpadeesacosanegraysuciaqueahoraempapamitierra.—Si yo no hubiera hecho algo, ahora estas tierras pertenecerían al bendito
estadodeCalifornia,asíquepodríasdarme lasgraciasalmenos—repliqué—.DesdeluegonohasidograciasaMasonyasumaravillosagestiónquetodavíaestemosaquí.Pensé queValentina respondería con alguna de sus frases cortantes pero no
dijonada,asíquemevolvíparaverquépasaba.Susojosnegrosestudiabanelhorizontemásalládelejércitodetorresdemetal.—¿Quésucede?¿Hasvistootrorayo?—lepregunté,ysinsaberporquémi
voztemblóligeramente.PeroValentinanisiquieraparpadeó,susojosseguíanfijosenalgúnpuntomuy
lejosdelporche.—Elvientohacambiado.Yalohabíanotadoantesperoahoraesmásintenso,
yelolor...—respondióporfin—.Esvientodefuego.—¿Vientodefuego?—Asíes.Vienedesdeeldesierto,desdeelmismísimocorazóndeldesierto,y
arrastraconéltodoelcalordelatierra.Vieneapornosotras.Igualquesi laspalabrasdeValentina tuvieranalgúnextrañopodersobre los
elementos, una ráfaga de viento caliente voló hasta el porcheyme sacudió elvestidodelaabuelaSoledad.—Noesnada,solounpocodevientodelsurporelcalordeestosúltimosdías
—dijemientrasmecolocababienlafalda—.Cómosenotaquenosonelloslosquepaganlasfacturas,voyairapreguntaraloshombrescuántotiempopiensantenerlatorreparada,nopodemospermitirnosqueestétodalanochesintrabajar.Di un paso hacia las torres, pero aún no había bajado del porche cuando
Valentinamesujetóconfuerzaporelbrazo.—Novayas,niña.Novayas.Nuncamehabía llamado«niña», ni una solavez en estos años, ydeno ser
porque sabía que era imposible, hubiera jurado que era Carmen quien mehablaba a través de los labios cortados de Valentina. Me volví hacia ella
sorprendida,casiesperandoveramiantiguaniñera,cuandounvientoinvisibleselevantódelanadabarriendoelpolvonaranjadelsueloparaarrastrarlohastamispies.—Yaestáaquí—murmuróValentinadenuevo.Ellatodavíamesujetabaporelbrazo,asíquemeapartéelpelodespeinadopor
elvientoparamirara loshombres:desdedondeestábamosnomeparecióqueningunodeellosnotaraelsúbitocambioenelviento,seguíanocupadosmirandoalatorrequesubíaybajabaconsuritmodesacompasado.Elprimerrayocayómuycercadedondeestábamos,enellímitedelporche.La
luzblanquecinaentróenlatierracortadaporelsolyseextendiópordebajodelsuelo iluminando cada grieta en la superficie hasta llegar a la primera torreextractora.SiValentinanomehubierasujetadosolounmomentoantes,elrayomehabríapartidoendos.Unhumodecolorgrisoscuroy tanespesocomo laculpa salió del suelo por el agujero donde la primera torre seguía bebiendocrudo.Elhumoenvolviódeprisalatorrehastaquecasifueimposibleverladesdedondeestábamos,elvientodefuegoarrastrólacolumnadehumohastaelporcheinundándolo y haciendo que el aire a nuestro alrededor se volviera ácido,irrespirable.—¡Creoqueesunincendiosubterráneo!—legritéaValentinaporencimadel
ruidodelvientoydelastorresdescentradasquechirriaban—.Elrayohadebidoincendiarelpetróleocalientequehayjustodebajodeesatorre.Busqué a Mason, pero el humo era mucho más espeso ahora y llenaba el
porchedelanterodelacasaprincipal,losojosmeardíanyprontosemellenaronde lágrimas haciendo imposible ver nada de lo que tenía delante. Escuché aValentina tosernomuy lejosdedondeyoestabaybusqué lapuertade lacasapararefugiarnosdentrotanteandoaciegaslapareddemaderaquehabíadetrásdemí.Nohabíadadodospasoscuandounresplandorplateadoiluminóelhumoque
llenabaelporcheycubríalastorresextractoras:otrorayocayódelcieloyentróen la tierra naranja deLasÁnimas cerca de donde estabanMason y los otroshombres. Escuché sus gritos de terror, sus pasos rápidos en el suelomientrascorrían para alejarse de la torre al darse cuenta de que la bolsa de petróleo,calentadaporelsoldurantetodoeldía,sehabíaincendiadoconelsegundorayoyahoraardíabajolasuperficiedelatierra.
—¡Mason!—gritémientraselhumodensollenabamigargantaybajabahastamispulmones—.No.¡Aléjatedelatorre!Aunque no podía ver nada corrí hacia donde había visto a los hombres
trabajando y aMason por última vez atravesando la cortina de humo.Nomehabíaalejadounmetrodelporchedelanterocuandotodoelaireamialrededorsevolvióde colornaranja intensoy sentí el calordel fuego lamiendomi caraantesinclusodequelaexplosiónmelanzaraporlosaires.
Masonmurióenlaexplosiónjuntoconotroscincohombres.Dosdíasdespuésdel accidente, tuve que identificar su cuerpo para poder enterrarlo en elcementeriodeSanBernardinoconsuspadres.Noquedabanadademimaridoenesa masa de carne ennegrecida y deforme que yo pudiera reconocer comoMason,peroéleraelmásaltodelosseishombresquemurieronenlaexplosióndel pozo de petróleo y así fue como el forense del condado me ayudó aidentificaramimaridoparapodercertificarsumuerte.Valentinayyo le enterramosenelmodernocementeriode la ciudaddeSan
Bernardino,aunoscienkilómetrosdeLasÁnimas.Masonhubierapreferidoqueleenterráramosenlatierranaranjadelranchoqueéltantoamaba,perodespuésdelaexplosióndelpozodepetróleonoquedabamuchatierradondeenterraranadie.El valle entero había escuchado lo del accidente en Las Ánimas y muchos
vecinosquehabíanconocidoaMason—oasupadreoasuabuelo—vinieronalfuneralparadarmeelpésame.Elfuegodelincendiomehabíaquemadolamitadde la cara—como una quemadura solar grave—, así que incluso con el velonegrodemisombrerode lutopodíanotareldolor intensoenmipielhinchadacadavezqueun rayode solme rozaba lasmejillas.Además,no era capazdecomernadasólidodesdehacíaunosdíasylaspiernasapenaspodíansostenermeen pie debajo de mi vestido de viuda. El médico que me examinó cuandollegamosalhospitalde laciudadmehabíadichoqueerapor laexplosiónyelshockdehaberperdidoamimarido.—Noatodoslosentierranconsuspadres,muchomenoscuandopasandelos
cuarenta —dijo Valentina mirando la lápida nueva con el nombre de Mason
talladoenella—.Perosupongoqueeselfinaladecuadoparaesafamilia,nadiemás llegó a formar parte del clan, ¿entiendes? Los Campbell, menudos eranesos.Todos losdemássehabíanmarchadoyadelcementerio,peroValentinayyo
seguíamosdepieesperandoalcochequedebíallevarnosdevueltaalrancho.—Sí,loentiendo.Siempretuvemuyclaroellugarqueocupabayodentrode
esafamilia:ninguno.Mason no tenía hermanos, sus padres habíanmuerto hacía años y tampoco
teníaningúnprimo,perosíqueteníaunpardetíosqueaúnvivíanenelestado.CuandovolvimosaCaliforniadespuésdelabodaMasonmellevóaconocerasus parientes y, después de apenas una hora sentada en silencio en su salón,mientras ellos charlaban como si yo ni siquiera estuviera allí,me quedómuyclaro que los Campbell eran una familia donde solo se entraba a través de lasangre.—Sí, han tenido esposas y eso, claro, pero al final eran los hermanos de su
padreyMasonlosúnicosCampbellqueellosreconocíancomomiembrosdesufamilia, aunqueno lodecíanabiertamente.LosCampbellverdaderos—añadióValentina con un tono de reproche en su voz—. Pues ahora ahí están, bienjuntitostodosbajotierraparasiempre.Ahoraseguroquenadiemásseuniráasufamilia.—¿Yquépasarácuandoyomuera?MeenterraránjuntoalosCampbello...Peronosupecómoterminarlafrase.—Hasta que túmueras pueden pasarmuchas cosas, aún eres joven: podrías
casarte otra vez, tener hijos... No creo que tu destino sea pudrirte bajo estamismatierra—medijoValentinaconsubrusquedadhabitual.—Siemprehabíapensadoquemeenterraríanenelcementeriodemifamilia,
enBasondo,paraquepudieraestarcercademihermanaydemimadre.Nomegustaríaquemeenterraranaquí.MirélatumbadeMasonconlalápidarelucientesobreella:
MASONJOHNCAMPBELL
AMADOHIJOYESPOSO(1896-1940)
Lo había decidido mientras me ponía mi vestido negro para el funeral esa
mañana,perofueentonces,alleersunombreenlalápida,cuandoestuveseguradequeregresaríamuyprontoaBasondo.—Puesnopermitasquelohagan—dijoValentina.Esa misma tarde me reuní con Trapanesse, para que me explicara en qué
situaciónmedejaba lamuertedeMason.Nosencontramosen loquequedabadeldespachodeMasonenelprimerpisode lacasaprincipal.Lasventanasdeese ladode la fachada sehabíanhechoañicos con la explosiónyunacapadecristales cubría el escritorioy lasmodernas sillasdediseño italiano.Tuvequeapartarlos con la escoba para poder coger los libros de contabilidad de laestanteríaysentarmeenlasilladeMasontraselescritorio.—Quedaalgodedineroparatiyparaelrancho,peroespocacosa.Casitodo
lodelsegurodeMasonseráparapagaralasfamiliasdeloscincohombresquemurieron en la explosión, el resto pertenece a los acreedores y al estado deCalifornia. Lo siento —me informó Trapanesse desde detrás de sus gafascuadradas—.Mepareceincreíblequeestémuerto.—Sí,amítambién—habíarespondidoyosinsabersiestabamintiendo.Esanochemequedédormidaeneldespachosinventanasrevisandoloslibros
decuentaspor si acaso JoeTrapanesseera tan inútil comoaparentabayhabíaolvidadoalgo,peropordesgraciaparamí,casinoquedabadineroenningunadelas cuentas. Eso sin contar con que ahora queMason estabamuerto yo debíapagarsusdeudassiqueríapoderreclamarlaherenciayeldinerodelseguro.Ellobonegromedespertó,suaullidoentróatravésdelvacíodondeantesestabalaventanaempujadoporlabrisanocturna.Despuésdelincendioelclimadelvallehabíavueltoalanormalidad:nohubomásrayosnimásvientodefuegocuandolaúltimagotadecrudoseconsumióbajolatierra.Levanté la cabeza de entre los libros abiertos convencida de que todo había
sidounapesadilla,perovolvíaescucharalloboysentíelolordelhumonegrodelpetróleoardiendoquesehabíaquedadopegadoalasparedesdelacasaparasiempre.Melevanté,corríhastaelbañodeinvitadosenesemismopisoyvomitétodoloquenohabíacomidoenlosúltimosdías.Cuandovolvíaldespachoconlos ojos llenos de lágrimas por el esfuerzo para seguir revisando los libros,Valentinaestabaallídepie,enlapuerta,consupijamadealgodónfinoysupeloplateadorecogidoenunalargatrenzaparadormir.Ellaeralaúnicatrabajadoradelranchoqueteníasuhabitaciónenlacasaprincipal,todoslosdemásdormían
enlosbarraconesquehabíaenunedificiocercadelacasa,peroValentinateníasuhabitaciónconbañopropioenelprimerpisodelacasa.—¿Tienesfiebre?—mepreguntócuandomeviollegar—.Estáspálida.—Hevomitado,soloeseso.Elolordelhumomehadadonáuseas,nadamás.Pero Valentina se acercó, me colocó una mano en la frente húmeda por el
sudorfríodelsueñoylaotraenelestómago.—Estásembarazada.Enhorabuena.—¿Qué?No,nihablar—repliqué,quitándolesumanodemitripadeungolpe
—. Además, ¿qué sabrás tú de embarazos? Yo no soy una de las vacas delmalditoranchoparaquemetoqueteesymedigasqueestoypreñada.Nihablar,muchasgracias.La aparté de la puerta para pasar y me dejé caer en la silla deMason. La
garganta aúnme ardía después de vomitar, a pesar de que había bebido aguafrescadel lavabocon lamano,comohacen losanimalescuando tienenmuchased.—Te guste o no, lo estás. Y si lo tienes habrá otro Campbell en el mundo
despuésdetodo.Mellevélamanoalatripa,adondeValentinamehabíatocadoantes,ydebajo
delrasodemicamisónsentíunavidadiminutacreciendosinmipermisodentrodemícomounadeesasplantasenredaderasquemeseguíanatodaspartes.—¿Yqué se supone que debo hacer ahora?—Miré aValentina y apartémi
mano del vientre—.Mimarido hamuerto, estoy embarazada y el rancho estáarruinado.Noséquédebohacer.Ellobovolvióaaullarfuera,enelvalleque,sinlaslámparasdeseguridadde
lastorresextractoras,habíarecuperadosucolorazuloscuro.Valentinatambiénloescuchóporquesevolvióhacialanocheestudiandolaoscuridadfueraconsusojos ágiles. Al verla ahora buscando al lobo entre las sombras no me quedóningunadudadequién era la verdaderadueñade esa tierra, a pesar de loquepusieraeneltestamentodeMason.—Loslobossonanimalesferoces,peroselespuedeacostumbraraestarcon
laspersonasyanoatacar,¿losabías?Sobretodolashembras,quesonlasmássalvajesdelaespecie,perotambiénsonlasquecuidandelamanada—medijocomo si ella supiera algo que yo desconocía. Después me miró y añadió—:Incluso el lobo más feroz puede volverse amigable con tiempo y paciencia,
aunquenuncapierdenporcompletosucaráctersalvaje.Puedesverlosilesmirasalosojos,inclusoenloslobosmásacostumbradosavivirentrelaspersonas:esaferocidadensumiradanolesabandonajamás.Eraunanochecalurosa,perounescalofríomerecorriólaespaldaalescuchar
laspalabrasdeValentina.—Penséquenohabíalobosenelvalle,solocoyotesyperrosdelaspraderas
—dijemirando a la oscuridad que lo llenaba todo al otro lado de la cerca demadera.—Yno loshabíahastaque tú llegaste.Tú trajisteal lobocontigo, igualque
trajisteaesahiedradelasfloresazulesqueseenredóenelviejopozoyquetesiguea todaspartes.—Valentinasesentóen lasillaquehabíaalotro ladodelescritorio—.Vuélveteatucasaytenatuhijoentutierra.Laguerraallíyahaterminado,aquínohaymuchoquepuedashacer.—Aunquequisierahacerlonopuedovolver aEspaña:mipadremeechóde
casa hace años, por eso tuve que casarme con Mason. No creo que hayacambiadodeopiniónenestetiempo,élnomedejarávolver.—¡Queseaguantetupadre!Seguroquenoesmásqueunviejoencorvadoy
seco que se caga encima, lo mismo ni te reconoce ya. Aquella es tu casatambién,tienestodoelderechodelmundoaregresar.—MecostómuchosalirdeBasondoynoquierovolver—admití—.Ynocreo
queencasameacojanconlosbrazosabiertosprecisamente.Bajélacabezaypenséentodoloquehabíadejadoatrás.—Sealoqueseaesoquehicierasentupaísyquetantomiedoteda,apuestoa
que esmenos grave de lo que tú recuerdas—dijoValentina casi leyendomispensamientos—. Vete a casa y comprobarás que no solo tú has cambiado enestosaños.Lopenséunmomento.—Pero¿quépasaconel rancho?LasÁnimasestáarruinadaynoquedauna
solagotadepetróleoenestatierra,nopuedomarcharmeydejarlotodosinmás—respondí—.Y tampoco es que ahoramismo nos sobre el dinero como paraquepuedapagarelviajedevueltaaEspañaohacermecargodeunacriatura.—Dividiremoseldineroquequedaenlascuentasendosmitadesiguales:una
mitadparatiylaotraseráparareconstruirelrancho—sugirióValentina—.Noserámuchodinero,perobastaráparapagarteunbilletedevueltaacasa,cosas
paraelniñoyparaqueyocomprealgunosanimalesparalahacienda.—¿QuiereshacertecargotúdeLasÁnimas?—YoyamehagocargodeLasÁnimasdesdehacecuarentamalditosaños—
respondióella.Podríafuncionar,aunqueTrapanessenoteníaaúnlacifraexactaquequedaría
del seguro de vida de Mason después de pagar todas sus deudas, podía sersuficiente dinero como para comprar algunas vacas, contratar un puñado dehombresyvolveraponerenmarchaelnegocio.—Tú vuelve a tu tierra verde y azul que yo me encargaré del rancho, no
porquetedebaningúntipodelealtadatioaMason:esporquesoylaúnicaquepuede sacarnos del agujero —dijo Valentina, y supe que tenía razón—.Compraréunascuantascabezasdeganadoycontrataréaalgunoshombres, losmenos imbéciles que encuentre, para que me ayuden con los animales.DespediremosaTrapanesseporquenuncamehefiadodeeseenanodemiradahuidizayteenviaréuninformedelascuentasaEspañacadadosmesesparaqueveascómovanlosnegocios,cadaañonosrepartiremoslosbeneficiosentrelasdos.—Seríamossocias,alcincuentaporciento.—Eso es, aunque ten presente que lamitad de un puñado de polvo es solo
medio puñado de polvo.—Valentina se levantó de la silla y caminó hasta lapuerta,pero sedetuvoantesde salirdeldespachoparaañadir—:No todoestáperdido: sé que todavía hay agua debajo de esta tierra y pronto volverán lasflores,lasplantas,losanimalesylavida.Saldremosadelante.Lavidaquellenabaelvalleantesdelpetróleo,esavidanaranjayásperaque
tantohabíaodiadocuandolleguévolvíaalatirahoradebajodelatierraagrietadadeseandosalirdenuevo.—Seacomosea,yonovolverénunca—ledijemuyseria.Valentinamesonrió
y sus dientes parecieron más blancos a la luz de la luna que entraba por laventana.—Puesclaroquevolverás,elpolvodelvalleyasabetunombre—measeguró
—. No estarás fuera mucho tiempo, hechicera. Ahora, vayas donde vayas, eldesiertoirácontigo.
Cuartaparte.Tierra
CUARTAPARTE
TIERRA
Elotromarqués
ELOTROMARQUÉS
ValentinayyonosrepartimosentrelasdoseldineroquesobródelsegurodeMasondespuésdepagartodaslasdeudasconlosacreedores,losbancosyconelestadodeCalifornia.ElhombredelaoficinadecambiodedivisasenBilbaomemirósorprendido
al otro lado de la ventanilla cuando le pasé el fajo de dólares por debajo delcristaldeseguridad.—Al cambio, menos la comisión, son casi cien mil pesetas, señora.
Comprenderáqueno tengo tantodineroaquí,peropuedomandaraunode losmuchachos al banco para conseguir lo demás si no le importa esperar un ratoaquí—mehabíadichodemalasmaneras.—Hagaloquedeba.Notengoprisa.Doshorasdespuéselhombrede laventanillameentregóun fajodebilletes
manoseadosdentrodeunsobreyunreciboescritoamano.—¿Sabe dónde puedo alquilar un coche? —le pregunté antes de salir del
edificiodeaduanasdelpuerto.—¿Uncoche?Lasseñorasdecentesnoconducen.Mejorbúsqueseunchófer
quelalleveytengacuidadodepordóndeva,lascarreteruchasquevanhacialacostasonunnidodedelincuentesyalmasperdidas.Yonohabíaaprendidoaconducirparaqueahoraundesconocidoconelbigote
engominadodetrás de unaventanilla se atreviera a decirme lo quepodía o nopodíahacer,asíquebusquélaoficinadealquilerdecochesyleslogréconvencerparaquemedejaranconduciruncochehastaVillaSoledad.
La carretera que llevaba hasta Basondo estaba mejor que seis años antes,cuandoMasonyyohicimoseltrayectocontrariohaciaBilbaoaldíasiguientedenuestra boda. «No pienso volver jamás», le había dicho a mi nuevo maridomientrasveíacómoVillaSoledadsevolvíamásymáspequeñaenelretrovisor.Y,sinembargo,ahíestabaotravez.El viaje en cochehastaBasondo se había acortado casi una hora, aunque la
carreteratodavíasubíaybajabaconelrelievecaprichosodelasmontañasyseasomaba peligrosamente al mar después de las curvas más cerradas. No mecrucé con otros vehículos y tampoco vi rastro de «delincuentes o almasperdidas».Estabaembarazadadecuatromesespero,apesardeeso—yde lascurvasimposibles—nonecesitépararelcocheenelarcénniunasolavez.LasnáuseasmehabíandadounrespirodesdequesalídeLasÁnimas,peroparecíanhabersidosustituidasporlasterriblespesadillasquemeasaltabancadavezquedormía. Algunas noches soñaba con un mar de petróleo, negro y viscoso,inundándolo todoybajandopormigargantahasta llenarmispulmones.Otras,soñabaconllamaradasdecolornaranjamuybrillantesquesalíanporlasgrietasdelsuelodeLasÁnimasyseenredabanalrededordelastorresextractoras,comoesahiedramalditaquemehabíaseguidohastaCalifornia.Sentí el olor demi bosque en el aire de primavera antes de verlo aparecer
detrásdeunacolina,tanverdeyfrondosocomoyolohabíarecordadoduranteestosaños.Bajé laventanillaparadejarqueelaromaapino,helechosy tierrahúmedallenaraelhabitáculo.Unpocomásadelante,eltejadodepizarraverdedeVillaSoledadasomóenelhorizontedespuésdeunacurva.Aparquéenelmargendelacarretera,juntoalapuertadehierroforjado,ybajé
del coche. El suelo de gravilla crujió debajo de mis zapatos de piel, cogí mibolso—dondellevabaelsobrecontodoeldineroymipasaporte—,perodejéelrestodemi equipaje en elmaletero.Diunospasoshacia la altísimapuertadehierro, perome volví hacia el bosque igual que si alguien hubiera gritadominombre.Alotroladodelacarretera,lahileradeárboles,quemarcabalafronteraentreelbosqueyelrestodelmundo,seagitóconlabrisadelatardeamododebienvenida.—¿Quiénerestú?—preguntóunavozmasculinadetrásdemí.MevolvísorprendidayviquehabíaunhombreeneljardíndelanterodeVilla
Soledadalotroladodelapuertaenrejada.
—Y¿puedosaberquiénlopregunta?—respondí—.Esustedelqueestáenmicasa,¿quiénnaricesesusted?El hombre, de unos treinta años y vestido con un traje anticuado que me
resultabavagamentefamiliar,sacudiólacabezaymesonrió.—Mira, guapa, yo soy el dueño de la finca y te digo que en esta casa no
admitimosanadiemás,asíqueyateestáslargandopordondehasvenidoporquehuelesaproblemasdesdeaquí.—¿DóndeestáCarmen?CarmenBarrio.¿Todavíaviveaquí?—preguntécon
frialdad.Peroéldejóescaparunarisitaymetiólasmanosenlosbolsillosdelpantalón
quelequedabaporlomenosdostallasgrande.—Carmenyanoviveenningúnsitio,guapa.Murióantesdequeterminarala
guerra, lamismasemanaenquese fueparaelotrobarrio laseñoramarquesa,hastaesocompartieronlasdos.Meacerquéalaspuertasdehierroymirélafachadadelamansiónqueahora
estabadesconchadaymalcuidada.—¿Carmen murió? —Sentí la boca pastosa y las palabras pesadas en el
paladar—.¿YdóndeestáCatalina?Suhija.¿Ellaaúnviveaquí?Antesdequeéltuvieratiempoderesponderlapuertadelanteradelamansión
—quehabíaperdidoelcolorverdeesmeraldaqueyorecordaba—seabrióyunamujerquellevabaunniñoenbrazossalióaljardíndelantero.—¿Qué pasa, Pedro? ¿Es algo malo? —preguntó la mujer en el tono de
alguienacostumbradoaescucharmalasnoticias.—Túmedirás,esunaseñoritingapreñadaquepreguntaportumadre.Ignoréalhombreconel trajeprestadoymefijéen lamujerconelniñoque
estabadepiedetrásdeélcasicomosinoseatrevieraaacercarsemás.—¿Catalina?—Meagarréalosbarrotesoxidadosdelapuertaconfuerzapara
verla mejor, aunque también quería dejarle claro al tal Pedro que no iba amarcharmesinmás—.Catalina,¿erestú?SoyEstrella.AtravésdelenrejadovicómolosojosdeCatalinasellenabandelágrimas.Al
reconocerme, por fin, sus labios finos se curvaron en un gesto intentandocontenerelllanto.—Estrella,hasvuelto.Caminódeprisahastalapuertabuscandolallaveenelbolsillodesudelantal
conlamanolibre.—¿Quiénesesta?—preguntóPedrocondesdéncuandoellapasóasulado.—Esladueñadelacasa,lamarquesadeZuloagaquehavueltoporfin.Corre,
vealcocheacogersuscosasysúbelasporfavoralahabitacióndelatorre.Pedro memiró y supe que no le hacía ninguna gracia que yo estuviera de
vuelta, pero nome importó porque Catalina abrió la puerta yme abrazó confuerzaunbuenrato.Sentísucuerpocálido,yeldelniñoquellevabaenbrazos,contra mi pecho. El olor a pan rancio y a habitaciones cerradas salía de sudelantalsucioydesupelocastañorecogidoenunmoñodescuidadodelqueseescapanalgunosmechones.—No deberías haber vuelto, Estrella —me susurró entre lágrimas—. Se
suponía que al menos tú vivías muy lejos de esta pesadilla, al otro lado delmundocontumaridoricoyturanchodeovejas,¿porquéestásaquí?¿Cómoseteocurrevolver?Pedro pasó junto a nosotras sin importarle que todavía estuviéramos
abrazadas,me rozó el hombro a propósito al pasar pormi lado para hacermesaberqueeseerasuterritorio:Catalina,lacasa,elcaminodelaentrada... todoerasuyo.—Hubounaccidenteenelrancho—empecéadecirignorandoaPedroysus
malosmodos—.Masonmurióyyonosabíaquéhacer,asíquehevueltoparateneralniñoencasa.MeseparéunpocodeCatalinaparapoderverlamejoryloprimeroquenotées
quemimediohermanaparecíahaberenvejecidodiezañosenestetiempo.Teníadoscírculososcurosdebajodesusojoscastaños,quehabíanperdidopartedelavivezaqueyorecordabahabervistoenellos,yensupeloasomabaunmechóncompletamenteblancoidénticoalqueteníasumadre.—Oh,Estrella,cuántolosiento.MeagradabatantoMason...Parecíaunbuen
hombreytambiénunbuenmarido—medijo,ysupequelodecíadeverdad,nocomotodoslosquehicieroncolaparadarmeelpésameenelcementeriodeSanBernardino la tarde que lo enterramos—. Él es Pedro, mi marido. Y esta esMarina,nuestrahija.Di«hola»,Marina,ellaestutíaEstrella.Laniña,queteníalamismanarizmenudaqueCatalinaysuslabiosfinos,me
miróunmomentoconinterés,peroenseguidavolvióaesconderlacabezaenelcuellodesumadre.
—Esunpocotímidaconlosdesconocidos,peroyateirácogiendocariño.—Catalinamiróalapequeñaconunasonrisatristeyledejóunbesosobresupeloclaro—.Enhorabuenaporelembarazo.Bajélacabezahaciamiabdomenquesevolvíamásabultadocadadía.—Sí, enhorabuena...—mascullé—. No me escribiste para decirme lo de tu
madre.LosojosdeCatalinaseperdieronenelcéspeddescuidadodeljardíndelantero.—Sí, debí haberte escrito o llamado para contártelo, pero el teléfono del
despachonohavueltoafuncionardesdeque,haceunpardeaños,losnacionalescortaronlaslíneasdetodoelvalle—medijoconvoztensa—.Yaséqueesonoes una excusa pero tumadremurió y después lamía con solo cuatro días dediferencia, y yome quedé sola en la casa ocupándome de todo y de todos ysupongoqueal final simplementemeacostumbréaqueyanoestuvieranaquí.Además,contodoslosquehanmuertoylosqueaúnsiguencayendosientocasiquenotengoderechoaestartriste:raraeslafamiliaporaquíquenohaperdidoaalguienyestándemasiadoasustadoscomoparallorarles.Catalinamemiróporfinyviensusojostodaslasvecesquehabíalloradoa
escondidas por su madre, por la mía y seguro que también por ella misma.Apenasdosgotasmásenunmardemuerte.—Pero no hablemos de esas cosas por si acaso, nunca se sabe quién puede
estarescuchandoparairlesdespuésconelcuentoalosdelcuartelillo.—Catalinatragó saliva y miró preocupada alrededor del jardín ruinoso, casi como si deverdad temiera que alguien pudiera estar espiándonos entre los frutalesescuálidos—.Ahoraqueestásaquíotraveztodoirámejor,aunquesientodecirtequeestaríasmejorenCalifornia.Estohacambiadomuchodesdeque te fuiste,sabiendolodelaguerraytodolodemásyonohubieravueltonienmilaños.—Ya, yo también pensaba eso antes —admití a regañadientes—. Tanto
esfuerzoytantasganasquelepusealsalirdeaquíymiradóndeestoyotravez,enBasondo.Mirélafachadadelacasaynotéqueademásdelpenosoestadodeljardín,de
la pintura desconchada o la puerta verde descolorida, algunas ventanas delprimer piso estaban rotas y nadie se habíamolestado en arreglar los cristalesrajados.—QueridaEstrella,latierratellamaypunto—dijoconunadiminutasonrisa
—.Detodasformas,aunqueestésdevueltanoesperesgrandeslujos,nisiquierapequeños:lamitaddelosdíaspuedesestardeenhorabuenasihaycomidaenlamesa.—Sí,veoquelohabéispasadomalestosañosdeguerra.—¿Pasado?—Catalinasacudiólacabeza—.No,todavíalopasamosmal,todo
el mundo. Puede que la guerra haya terminado, pero la miseria acaba deempezar. Las cosas que se oyen por ahí asustan, Estrella, y lo peor es que nisiquierahacefaltairsemuylejosparaescucharhistoriasterribles:aquímismoenelpueblomásdeuno tepuedecontarcosasque tepondrían lapieldegallina.Esosiesqueseatrevenahablar,porqueelmiedosehavueltomásintensoqueelhambre,¡yesoquehambrepasamosmucha!Peroelmiedoesmuchopeor:seha instaladopor la fuerzaen lascasasyahoracampaasusanchaspor todoelpaís.Notéelpesodelsobreconlascasicienmilpesetasquellevabaenmibolso.El
hombredelaoficinadecambiodedivisashabíadichoqueera«muchodinero»,perodespuésdepasarañosfueradelpaís—ydeunaguerra—noteníaniideadecuántodineroeraenrealidad.—Ya lo verás por timisma—me advirtió Catalina cambiando a la niña de
brazo para no dejarla sobre la hierba—. Ahora es mejor estarse callada paraevitarquelametanenlíosauna,aunqueseasmarquesadebestenercuidado.PedropasóanuestroladollevandomisdosmaletasdeLouisVuittondeljuego
quemamános regaló aAlmay amípor nuestro cumpleaños en loque ahoraparecíahaber sidootravida,y entró en la casa sindecirnada.Me fijé enquehabía asegurado la precaria puerta de hierro con una cadena oxidada y uncandadoparaevitarquenadieentraraosalieradelapropiedad.—Venga, vamos dentro yme lo cuentas todo con calmamientras pongo la
cena.—Catalinamediounempujoncitoafectuosoparaguiarmehacialapuertaabiertadelacasa—.Ycómonomehasdichoquevenías,mujer,tehubiéramospreparado la habitación o te habríamos ido a buscar a Bilbao para que notuvierasquevenirtúsolahastaaquí.—Nopasanada,hevenidoconduciendo.Catalinaseriocomosisupropiarisalesonaraextrañadespuésdeuntiempo
sinescucharla.—¿Has venido conduciendo? Así que al final te saliste con la tuya y
conseguiste aprender a conducir, ¿eh?—medijo cuando lasdos estábamosyadentrode lacasa—.Mealegropor ti,elHispano-Suizadelmarquésestáen lacochera cogiendo polvo y echándose a perder sin que nadie lo conduzca, undesperdicio enorme de dinero: otro de los caprichos delmarqués que dejó deinteresarledespuésdeconseguirlo.Sereferíaasumadre,claro.—Perovamos,cuéntametodoloquehasvistoestosañosenAmérica:cómo
es,cómoviven...SeguroqueCaliforniaespreciosa,contantosolytantaestrelladecinetienequeserloalafuerza—añadióCatalina.Durante un momento me recordó a su madre, que solía mirar las páginas
brillantesde las revistasdecineemocionadapensandoenRodolfoValentinooenasomarsealcarteldeHollywood.—Claro,despuésdelviajeencochetengohambredelobo—dijesinpensaren
loqueacababadedecirhastaquelaspalabrassalierondemiboca.UnasonrisarápidacruzóloslabiosdeCatalinaaloírmemencionarallobo.—Puesdesdeya tedigoquenohaymuchodecenar,comotodos losdías,y
ahoraqueestásaquíhayquerepartirlomismoentreunabocamás,perobueno,tranquilaquealgoharemos.—¿Tanmalestátodo?—quisesaber.—Sí,nosolotúhascambiadoenestosaños.El vestíbulo de Villa Soledad estaba a oscuras. Al entrar subí y bajé el
interruptorquehabíajuntoalapuertaunpardeveces,perolalámparadecristalquecolgabasobrelaentradanoseencendió.—Notemolestes,hacemesesquedejódefuncionar,comocasi todoenesta
casa —me dijo Catalina mientras caminaba hacia la cocina—. Y aunquefuncionara tampoco tenemos bombillas suficientes en toda la casa, así que daigual,tampococreoquelashayaentodoBasondo.Elaromafamiliardelacasaqueyorecordabasehabíaesfumadoenestosaños
y había sido sustituido por una mezcla de olor a humedad, a habitacionescerradas,apolvoyaalgomásquenopudeidentificarmientrasavanzabaporelvestíbulo en tinieblas. Había esperado volver a ver a Alma en Villa Soledad;inclusomedetuveuninstanteparamiraralabarandillademaderadelsegundopiso que cruzaba sobre el vestíbulo, segura de que mi hermana estaríaesperándomeconsuvestidoblancodeencajehastalospies,supelorecogidoy
susquinceaños.PeroAlmanoestabaporningúnlado.«Puede que por fin se haya acostumbrado a su tumba», pensé todavía
buscandoalespectrodemihermanagemelaunmomentomás.DespuésseguíaCatalinahastalacocina,queparecíaserlaúnicahabitacióniluminadadelacasaporquelaluzamarillentadelfuegosalíaporlapuertaparallegarhastaelfondodelvestíbulo.—Bueno,túsiéntatemientrasyoterminodehacerlacenaynotedejesningún
detalle por contarme, que últimamente entre cuidar de Marina y atender almarqués no tengo ningún entretenimiento—dijo Catalina dándome a la niñaparaquelasujetara—.Aguántalaunpocomientrasterminoconestoyentretenlaparaquenollore,¿quieres?NoquieroquePedrosemolesteporoírlallorarotravez.Además,asívascogiendoprácticaparacuandotetoqueati.Mesentéenunadelassillasquehabíaalrededordelamesadelacocinacon
Marinaenbrazos.Eralamismamesaderoblequeyoconocía,perolasuperficiedemaderaahoraestabadeslucida,sinbrilloycubiertadearañazosfinosquemerecordaronalasgarrasdeunanimalsalvaje.—Veoque lacasaestá igualdemalconservadapordentroquepor fuera—
comentémirando lacocina—.Nosabíaqueestuvieras tanmal,podríahaberteenviadoalgodedineroparalosarreglosoparacomprarcomida.—Tampocohaymuchacomidaquecomprar,sololaquetecorrespondeconla
cartilla,ynuncaquedadecasinada.Losmueblesdemaderamacizadecolorgrisclaroconsustiradoresdecristala
juegoquetantohabíancomplacidoamimadrecuandolosvioenunarevistadedecoraciónestabanahoradescoloridosyajados.Faltabanalgunasdelaspuertasenlosarmarios,quedejabanalavistalosvasosylosplatosapilados.Todoslostiradores de cristal tallado habían desaparecido, en su lugar alguien —seguramenteCatalina—habíapasadocuerdaporlosagujerosenlaspuertasqueaúnquedabanparapoderabrirlas.Losazulejosblancosque tantoéxitohabíantenidoenañosanteriores—hastalascocinasmáselegantesdehotelesdecincoestrellas los colocaban detrás de sus fogones— ahora estaban amarillentos yalgunos incluso parecían rajados, al igual que el pesado mármol blanco quehacíadeencimeradondeahoraestabatrabajandoCatalina.—ParecequeVillaSoledadhayaestadoañosabandonada—comentémirando
alrededor.
—Yesoque todavíanohasvisto lacasacon luz, lomismoteechasa llorarporlamañanacuandoveasbiencómoestátodo,seguroquenoseparecemuchoatusrecuerdos.Perobueno,esloquehay—dijoCatalinaconresignación—.Almenostenemosunacasaenlaqueviviraunqueseestécayendoapedazosynotengamosdineroniparacambiarlasventanasrotas.—Y¿quépasacontumarido?¿Nopuedeencargarseéldelosarreglosdela
casa?—pregunté.Pero Catalina no respondió. La pequeña Marina se revolvió en mi regazo
comosinoestuvieracómodaytrataradehuirparavolverconsumadre.—Creoquenolegustomucho—dijesinmás.Catalinapusounaollaconaguasobreelfuegodelacocina,despuéssevolvió
ymemiróconafectoperonorespondióaloqueyoacababadedecirle.—¿Quévasahacerconeso?¿Lohaspensadoya?—mepreguntóseñalando
miembarazoconlacabeza.Mefijéenquevolvíaahablarenvozbajaparaquenadiefueradelacocinapudieraescucharnos—.¿Vasatenerlo?Sinoesasí,hasdesaberquevasalacárcelsitecogenintentandoabortarosielmédicodapartealaPolicía.Opuedequeteencierrenenunodeesosasquerososhospiciosparamadressolterasydespuésdeobligarteaparirledenelniñoaotrafamilia.Mirémitripaqueyanosepodíaesconderdebajodelaropa,aunquefueraun
pardetallasmásgrande.—No lo sé —admití—. ¿Tú también tenías tus dudas cuando estabas
embarazada?Catalinabufóyasintióantesdevolversehacialacocinaotravez.—Puesclaroquelastenía,comolastenemostodasaunquedigamosqueno,¿o
tecreesqueyoqueríaquedarmeembarazadaconveinteañosyparirenmitaddeuna guerra? Pues claro que no, pero los hombres quieren lo que quieren y almaridonoselepuededecirsiemprequeno—medijosinatreverseamirarme—. A ellos eso les da igual porque saben bien que somos nosotras las quecargamosconlacriaturamientrasestádentroytambiéncuandoestáfuera.Peromientrasdudabaquéhacer semeempezóanotar labarrigayyano tuvemásremedioquetenerla.Noestátanmal,despuésdeuntiempoteacostumbras.Casi como si supiera que hablábamos de ella, Marina se movió entre mis
brazosyyolasujetécomopudecolocandolasmanospordebajodesusbracitosparaqueseestuvieraquieta.
—Dicesquecuidasdelmarqués,¿esqueelviejotodavíavive?—lepreguntéaCatalinaparadejardepensarenmiembarazo—.Penséqueélseríaelprimeroendormirenelcementerio.—Yotambién,peroyavesqueno,aunquenuncaserecuperódeaquelloquele
pasóconlaplantaenredadera.EldoctorOchoa,esemédicoelegantequeveníadesdeBilbaocadasemanaparaatenderle,semarchóaMéxicodespuésdelgolpeparanovolver.Sinsuscuidados,elmarquésnoterminódecurarselapierna.—SolíapensarenélcuandoestabaenCalifornia,fantaseabaconlaideadeque
algúndíameescribierasparacontarmequehabíamuerto,por fin—admití sinningunavergüenzaenlavoz.—Y lo que me hubiera gustado poder hacerlo: con sus malos modos el
marqués se llevó por delante a tumadre, a lamía y también aAlma, pero élsigueaquíyahorayotengoqueocuparmedecuidarlesiquieroquemepermitacontinuarviviendoenestacasa.—Catalinasacóunapatataydospimientosdelarmariodebajodelfregaderodehierrofundidoyloslavóparaquitarleslatierra—.Me daría igual irme de estamaldita casa, pero no quiero que la pequeñaMarina tenga que vivir en la calle o Dios sabe dónde, así que por ella meaguantoycuidodelviejo.Catalinasevolvióparamirarasuhijaporunmomentoantesdeabrirelcajón
parasacaruncuchilloylatabladecortar.—¿Y qué pasa con Pedro?—le pregunté—. ¿No tiene trabajo para que os
puedamantenersiosvaisdeestacasa?—¿Trabajo?No, casi nadie tiene trabajo estos días. Lamina Zuloaga cerró
antes de que terminara la guerra, el marqués hizo un mal acuerdo con lossublevados y perdió lo poco que nos quedaba—respondió Catalina mientrascortabalospimientosentrozosmuypequeños—.Yaunquenohubierasidoasílaminaestáseca.Yanoquedahierrosuficienteenlatierraniparafabricarunasartén,losacarontodo.MeacomodémejorenlasillaconcuidadodenopillarlelaspiernasaMarina
conlapatadelamesaalmoverme,ypregunté:—¿Laminaestácerrada?¿Peroentoncesdequéviveelpuebloahora?—Novive,asecas.Elmarquéscerrólaminayechóalacallealoshombres
quetodavíatrabajabanenella;algunossefueronalaguerraparanovolver,otrosvolvieron pero no pueden trabajar de nada y la mayoría huyeron del país
mientras todavía se podía.—Catalina dio un golpemás fuerte con el cuchillosobre la tabla de cortar cuando llegó al final del pimiento—. Ahora soloquedamoscuatrogatosenelpueblo,cinco,ahoraquetúhasvuelto.Me miró con resignación, después se limpió las manos en el delantal que
llevabaatadodetrásdelacinturayseacercóhastalamesa.—Québien—murmuréconironía.—Escucha, las cosas aquí ya no son como antes,Estrella.Ahora tienes que
agacharlacabezaytenermuchocuidadoparanoterminarmal,ysobretodotencuidadocon...PeroantesdequeCatalinaterminaradehablarsumaridoentróenlacocina.—¿Cómo va la cena? No me digas que estáis de palique aquí en vez de
cocinando, ya es tarde yme gusta cenar temprano para no hacer la digestiónmientrasduermo.—PedromiróaCatalinaydespuésmemiróamí,peroyolesostuve lamirada sin inmutarme—.Elviejodicequequiereverte, asíqueve,estáensudespacho,yotesujetoalaniñamientrastanto.—Sielmarquésquierevermequevengaaquí—fuetodoloquedijeaPedro
antesdevolveramiraraCatalina—.¿Yquépasaconlaempresafamiliar?¿AúnexisteEmpresasZuloaga?SentílatensiónenelairedelacocinaylasondasdelodiodePedroalsaberse
ignorado,peromedioigual,noestabaotravezencasaparacontentarleaéloalmarqués.—Sí,EmpresasZuloagatodavíaexisteperohaceañosquesolotienedeudasy
másdeudas.Nohemos ingresadounapesetadebeneficioen todoeste tiempo.—LavozdeCatalinatemblóligeramentealmirarasumarido,queseguíadepieen la puerta de la cocina con los puños apretados a los lados—.No creo quenadiehayaactualizadoloslibrosdecuentasdesdehace...niloimagino.Pedrosaliódelacocinaasegurándosedecaminarconfuerzasobrelosazulejos
delvestíbuloparaquelasdossupiéramosquesehabíaenfadado.Hastaquesuspasosfuriososnoseperdieronenelecodelamansión,Catalinanoseatrevióavolveraacercarseanosotras,yaunasímiróhacialapuertadelacocinaunpardevecesantesdedecidirse.—Nohagaseso,Estrella,onosmeterásalasdosenproblemas—mesusurró.
DespuéscogióaMarinaenbrazosylameciócontrasupechoapesardequelapequeñanoestaballorando—.Lascosasyanosoncomoantesporaquí,yano
puedesdecirloquetedélaganacuandoseteantoje.—Estaesmicasa,nadiemedaórdenesenmicasapormuchomaridotuyoque
sea.PeroCatalinasiguiómeciendoalaniñacomosiestuvieraintentandocalmarla
otuvieramiedodequesepusieraallorar.—Tupadreaúnvivey,aunqueestéviejoychocho,élsiguesiendoelmarqués
deZuloaga,eldueñodetodoestoyporaquíaúnlevencomoelamodelpueblo—susurró Catalina—. Así que intenta estar a buenas con él para que te dejequedarteenlacasa.—Elmarquésnoviviráparasiempre:tendráyaunmillóndeaños,ycuandoél
muera...—Cuando elmarquésmuera Pedro todavía seguirá aquí—me cortó en voz
baja—. Se ha hecho muy «amiguito» del marqués, los dos se pasan el díahaciendoDiossabequéenelsalónoenelcuartodelacaza.Aunqueelmarquésmueramañanaytúloheredestodo,Pedroseguirásiendoelhombredelacasa:necesitarássupermisoparacobrartuherencia,venderlapropiedadyhastaparacasarte.YesosinolograconvenceralviejoparaquecambieeltestamentoylopongatodoasunombreosiahoraledaalmarquésporreconocermecomohijalegítimayPedroseconvierteenmarquésdeZuloagacuandopadremuera.—¿Qué?Perosinisiquieraesdemifamilia,¿ymedicesquevoyatenerque
pedirlepermisoatumaridohastaparairallavabo?—LevantélavozsindarmecuentadeloquehacíayvielpánicoenlosojosdeCatalina—.¿Porquénoteseparas de él? Que se vaya con sus malos modos a otro sitio, a ver dóndeencuentraotrapobrequeleaguantecomotú.Nosquedaremoslasdosenlacasahasta que el marqués muera, que para eso es nuestra casa y tenemos todo elderechodelmundo a vivir en ella.Yo tengo algo de dinero para ir tirando demientras.Catalinaserioconamargura,lediounbesoaMarinaenlafrenteysupeque
estabahaciendounesfuerzoporcontenerlaslágrimasmientrashablaba:—Ojalá pudiéramos vivir solo nosotras con las niñas en esta casa y ojalá
pudieradejar aPedro, peroyanopuedes separartedelmarido, no importa lascosasterriblesqueélhaga,nopuedesdejarle,vacontralaley.Meapoyéenelincómodorespaldodelasillaysuspirédejandoqueelpesode
todoloqueCatalinaestabadiciendocayerasobremíymeaplastara.
—El coche de alquiler aún está en la puerta, podemos marcharnos las tresmientrasellosduermen,paracuandosedencuentadequenoestásyaseráporlamañana—susurré—.TengodineroypodemoscogerelferrienBilbaoparairaInglaterra...Hastaqueno lodije envozaltano recordéque Inglaterra,ymediaEuropa,
estabanenguerraahoramismoyquelasbombasalemanascaíancadadíasobreLondres.—¿Estás loca? ¿Sabes lo que nos pasará si nos cogen?—Catalina me miró
espantada—.Paraempezar,nosencerraríanenalgunacárcelespantosay suciadondenosharíandetodo,sellevaríanaMarinaparadárselaaDiossabequiénoharíanalgopeorconella.Siestuviéramossolas,mesubiríacontigoalcocheencuantoesosdossequedarandormidos,peronopuedoarriesgarmeahaceralgoquepongaenpeligroamihijita.MefijéenlaformaenqueCatalinaseaferrabaalapequeñayderepentesupe
queellayahabíapensadoentodasesasposibilidadesmuchoantesdequeyoselosugiriese.—¿Yentonces?¿Quépodemoshacer?Escuché unos pasos furiosos atravesando el vestíbulo y acercándose a la
cocina.—Nada, no puedes hacer nada —respondió Catalina deprisa antes de que
Pedroaparecieraenelvanodelapuerta—.Voyairadarlelasopaalmarquésyaprepararleparaacostarse.TúterminaporfavordecortarlapatataparalacenayéchaleunojoaMarina,¿quieres?Catalinamesonriónerviosa,asíquemelevantédelasillaycogíalapequeña
enbrazos.Pesabamásdeloqueyocreíayolíavagamenteajabónyaeucalipto.MarinaalargólasmanoscomosiquisieravolverconsumadreperoCatalinayahabíasalidodelacocinaparairaatenderalmarqués.Enelvanodelapuerta,Pedrosonrióregodeándoseantesdesalir.
VolvíadormirenmiantiguahabitaciónigualquesinuncajamásmehubieramarchadodeVilla Soledad.Losmuebles estaban cubiertos con sábanas viejasparaprotegerlosdelpolvoydelaguerra,perodespuésdequitarlastodas,ponermantaslimpiasenmicamaylimpiarunpocomedecidíalavarmeyprepararmeparadormir.Pedrohabíatiradomismaletasjuntoalapuertadelbañoanexoycuando las abrí mi ropa estaba arrugada y mis zapatos de salón forrados enterciopelo se cayeron al suelo. Eran los zapatos queme había comprado paraasistir a la recepción en el hotel Ambassador de Los Ángeles en otra vida.Recogíloszapatosdelsueloylosvolvíaguardarenlamaletaconcuidado.Meparecieron inútiles en esa casa ruinosa llena de lámparas sin bombillas ymanchasdemohoenlasparedes.Measegurédequelapuertadelahabitaciónestabacerradapordentroysaquéelsobrecondineroquehabíaenmibolso.«NoledigasaPedroquetienesdineroytampocoselodigasalmarquésote
obligaránadárselo.Escóndelobienyyapensaremosquéhacemosconél»,mehabíadichoCatalinaenvozbajaaprovechandoqueestábamosotravezsolasenlacocina.Elsobreamarillopesabaenmimanomientrasbuscabaunlugarseguroenla
habitaciónparaesconderlo.Abrímiarmariodecerezoconespejosenlapuerta,dentro, una pila de sombrereras olvidadas cogían polvo. Pensé en esconder elsobredentrodeunadeellas,peroentoncesrecordéquehacíamuchosañoshabíaescondidoelcollarconlaesmeraldadelaabuelaSoledadenunadeesasmismascajasyhabíatenidoquedárseloalmarqués.Nopensabadejarqueserepitieralahistoriadeningunamanera.Mientraspensabadeprisameparecióescucharelaullidodeunlobofuera,en
el bosque. Corrí hasta las ventanas de la habitación, desde allí vi la sombraoscurayenormedelbosquealargándosehastadondealcanzabalavistay,justodonde crecía la primera línea de árboles al otro lado de la carretera, intuí lasilueta de un gran lobo negro que miraba hacia mi ventana con sus ojosbrillantes:unodecolorverdeyotroamarillo.Meapoyécontraelcristalparaverlomejor,peroentonceselsuelodemadera
deroblecrujióbajomispiesdescalzos.Unadelastablasbajolaventanaestabasuelta,meagachéy levanté el tablónconcuidado:debajohabíaunagujero losuficientemente amplio como para guardar un neceser de tamaño grande. Sindudarlovaciéelmíosobreellavabodelbaño,metíelsobrecontodoeldinerodentro—exceptopor el pardebilletesquehabía sacado antesy llevaba en lacartera—paraprotegereldinerodelahumedad,lometíenelagujerodelsueloydespuésvolvíacubrirloconlatablasuelta.ParaevitarquePedrolodescubrierasiacasodecidía registrarmihabitación,coloqué labutacadepieldondeAlmasolíaleerpoesíarománticasobrelatablasueltaydejéunlibroencimaparafingirquehabíaestadoleyendojuntoalaventana.Cuandovolvíamirarhaciaelbosqueellobonegroyanoestaba;sinembargo,
así fue como me di cuenta por primera vez de que en realidad el lobo meayudaba.
Unsecretocompartido
UNSECRETOCOMPARTIDO
DosdíasdespuésdemiregresoaVillaSoledadviaAlmaenelinvernaderodela abuela.Estaba amaneciendopero la luz que entraba por las ventanas demihabitaciónmehabíadespertadounratoantes.Cuandomeacerquéalaventanameparecióver,atravésdeltechodecristaldelacasita,amihermanatrabajandoenelinvernadero.Sinembargo,almirarmejormedicuentadequenoeraAlmalaqueescarbabaenelsuelodetierra,sinoCatalina.Esaeralasegundavezquelaconfundíaconella.Mevestísinningunaprisa.Miropayaestabacolgadaenelarmario,perocasi
todosmisvestidosyzapatoseraninútilesodemasiadoelegantesparapasearmeporlacasaconellos,asíquemepuseunodelosvestidosconvuelodelaabuela,elmismoquellevabapuestolatardequedevolvíelaguaaLasÁnimas.Eraunamañanadeprimaveraclaray fría.Lamansiónestabasilenciosacasi
como si estuviera habitada solo por fantasmas, y tal vez fuera así, porque unescalofríomebajóporlaespaldacuandolleguéalvestíbulosolitariodelacasa,yescuchéelsonidodeunasilladeruedasarrastrándosesobreelsuelodemaderadetrásde lapuertacerradade la salitade los trofeosdelmarqués.No lehabíavistodesdemivueltaynopretendíacambiareso,demodoqueseguíavanzandoporelpasillolateraldelprimerpisoquellevabahastaeljardíntraserodeVillaSoledad.—Vaya,casihepensadoquevolvíasa tenercatorceañoscuando tehevisto
porlaventana—ledijeaCatalinacuandoentréenelinvernadero.No era exactamente la verdad, tan solo la verdad amedias, pero no quería
hablardeAlmayarriesgarmeahacerlaaparecercomosinombrarlafuerapartedeunhechizoparaconjuraralosmuertos.—Estaría bien, ¿verdad? Que las dos volviéramos a ser adolescentes pero
sabiendoyatodoloquehemosaprendidoenestetiempo.Yquenuncahubierahabidoguerra,nihambre,nimiedo.—Sí,estaríabien—admitísinmolestarmeenocultarlamelancolíaenmivoz.—Y ¿cómo vas tú? No debe de ser fácil estar otra vez en esta casa y en
Basondodespuésdetodoloquesucedió,encimaembarazadayviuda.Suspiréenelairefríodelamañanaantesderesponder:—Sí,embarazadayviuda.Esextrañoporqueyomesientoigualysigosiendo
lamismaEstrelladesiempre,peroahoraestelugarmeparecediferente.El invernaderode laabuelaSoledadestaba sucioydeslucido.Yanoparecía
esepequeñopalaciode cristal donde la abuela se escondíadelmundodurantehorasparadedicarseasusrosas.Lospanelesestabanmanchadosdebarroseco,algunosestaban rotosyen lugarde sustituirlos loshabíanarregladoutilizandoalambre de espino y viejas botellas de leche para evitar que los pequeñosanimalitos entraran amordisquear las plantas.La largamesa de trabajo dondeañosatráslaabuelacolocabalasmacetasdebarroylostiestosdecerámicaparasus esquejes había desaparecido, las estanterías de hierro forjado que habíacontralapareddelfondotodavíaestabanensusitioaunquesusbaldasestabanocultasbajosacosdecemento,tierrahúmedayleñaamontonadaqueolíacomosiseestuvieradescomponiendo.—¿Todavíacuidaslasrosasdelaabuela?—lepregunté.Catalina estaba agachada en el suelo de tierra, no podía ver su cara porque
estabadeespaldas,peromefijéenquetrabajabasinguantes.—Sí,hacealgúntiempopenséendejarlasmoriraquídentro,peronosédequé
estánhechasesasdichosas floresque loaguantan todo—protestó sinmirarme—.Cuandocreesqueestánmediomuertasvuelvena florecermáshermosasyfuertesaún.Nohabíavistoa lapequeñaMarinahastaqueella semovió.Laniñaestaba
sentada en la vieja carretilla de hierro que Emilio, el antiguo jardinero de lamansión,solíausarparallevarselasramasmásgrandesdespuésdecortarlas.Seentreteníajugandoconlatapadeunbotedecristalysumadrelehabíacolocadounamantadecuadrosrojosdentrodelacarretillaparaquelapequeñaestuviera
cómodaynopasarafrío,aunqueelairedentrodelinvernaderoeracálido.—Sí, las rosas son más duras de lo que todo el mundo cree —le dije
conscientedequeningunade lasdoshablábamosde flores—.Pero¿quées loqueestásdesenterrandoahí?Esonosonrosas.—No, son patatas y puerros, de lo poco que crece en este suelo con esta
humedad pero bueno, algo es algo, si no fuera por mi huerto secreto ya noshubiéramosmuertodehambreenestacasa.¿Dedóndecreesquesaliólacenadelaotranoche?Desdeluegodelaasquerosacartilladeracionamientono.Meacerquépordetrásparavermejorloqueestabahaciendoyvilashojasde
lostubérculosasomandodelatierraordenadasenlínearecta.—Y¿nadiesabequelotienes?Elhuerto,quierodecir.¿Nisiquieratumarido?
—preguntéconunamediasonrisa.—Especialmentemimarido—respondióellasinvolverse—.Loshombresno
tienenpacienciaparalascosassecretasquecrecenbajotierra,ymimaridonoesuna excepción: ellos lo quieren todo al momento, ya. No, de saber que estehuertoexistePedroyalohubierapisoteado.—Sí,tumaridotienelosmismosmalosmodosqueelmarqués,seguroquepor
esoseentiendentanbien.Marina tosió un par de veces en la carretilla y dejó caer al suelo la tapa de
aluminioconlaqueestabajugando.Yoestabamáscerca,asíquelarecogíyseladevolvídespuésdelimpiarlaunpoco.—¿Cómo sabes que será niña?—le pregunté de repente a Catalina todavía
mirando a la pequeña—. La otra noche en la cocina dijiste «nosotras con lasniñas».¿Cómosabesqueesperounahija?—Porque siempre son niñas. Las mujeres de esta familia rara vez parimos
varones,¿notehasdadocuenta?Lopenséunmomento.—Sí,escierto.Marina tosió otra vez,más fuerte ahora, tanto que susmejillas se volvieron
rojas por el esfuerzo y sus ojos castaños se llenaron de lágrimas. Catalina seolvidódesuhuertoaloírlayselimpiólasmanosdetierraensudelantalantesdecogerenbrazosalapequeña.—Yaestáya,chisss...nopasanada,cariño—ledijoconvozsuave.PeroMarinaseguíatosiendocomosinopudierarespirarbien,susmanitasse
cerraronasustadasalrededordelvestidodefloresdesumadre.—¿Quélepasa?—Está enferma de los bronquios, desde que nació.—Catalina la meció en
brazos intentando calmarla, pero la niña abría y cerraba la boca como un peztratandoderespirarfueradelagua—.Teníamuchaprisaporconocermeynacióunpocoantesdetiempoporquenopodíaesperar,¿verdadquesí,maitia?[2]Yyotambiénteníamuchasganasdeversucarita.Catalinalaabrazómásfuerteylaniñavolvióatoser.—Y¿nohaynadaque le puedasdar cuando sepone así?Medicinas. ¿Algo
quelaayudearespirarmejor?—lepreguntémirandoalapequeña.—Sí.Hayunamedicinaparalosbronquiosquelealiviaylevamuybien,pero
notengodinerosuficienteparapagarla,normalmenteselepasaalpocotiempo—respondió—.Cuandosetranquilizavuelvearespirarbiendespuésdeunrato,perosinoselepasalepreparounacataplasmadeeucaliptosconlashojasquesecaendelosárboles.Megustaríapoderayudarla,claro,peronohaymuchomásquesepuedahacer.RecordéderepentequelaprimeravezquecogíaMarinaenbrazosmepareció
quelaniñaolíaligeramenteaeucaliptos.—Yotengodinero,dóndesecompralamedicinaquenecesita,¿enBasondo?—Sí,hayquepedirloenlaboticadelpuebloyellastelopreparanalmomento
peronoesbarato,Estrella.Sumedicinaparalosbronquioscuestacasilomismoquelacomidadetodoelmesparaloscuatro.—Daigual,túescríbemeloquehacefaltayyoiréabuscarlo—ledije—.El
cochedealquilertodavíaestámuertodeascoenlacarretera,asíquenotardarémucho.YaestabacaminandohacialapuertadecristaldelinvernaderocuandoCatalina
medetuvo:—Espera, esmuy amable por tu parte pero no puedes ir a comprarla. Si te
presentasen laboticacondinerosuficientepara lamedicinadeMarina,Pedroterminaráporenterarsedequetienesdineroyquerrásaberdóndeloescondes.Lamiréincrédula.—Medaigualtumarido,¡queseentere!—dijemásaltodeloquepretendía
—.Detodasformas,yaestoyhartadeélydesusbobadas,contodoloquehepasadoenmividanovoyapermitirqueunchulomalencaradomepisotee.
NotécómoCatalinaseaferrabamásfuertealapequeñaalmencionaraPedro.—Noestanfácilcomotúcrees:Pedroesmuyqueridoenelpueblo,algunos
piensanqueseráelpróximomarquésysearrimanaélparaestarabuenasporsiacasopadresemuerederepente,¿entiendesloquequierodecir?Marina ya no tosía, pero su respiración todavía era superficial y rápida, las
lágrimas lemojaban lasmejillasyelvestidodesumadremientrassusdeditosretorcíanlateladefloresdescoloridacercadesucuello.—No,laverdadesquenoséporquétenemosmiedodeél,estaesnuestracasa
—dije.Entoncesmefijéenque,debajodelateladelvestidoquelapequeñaMarina
estrujaba, lapieldeCatalina tenía el inconfundible colormoradodeungolpe.Volví hasta ellas y le retiré la tela con cuidado para verlo mejor, pensé queCatalinaprotestaría,peronodijonada.—¿Estotelohahechoél?—pregunté—.¿HasidoPedro?—Nadaessuficienteparaél.Nilacasa,ninuestrahija,nilacomida,niyo—
murmuróCatalinasinmirarme—.Pedroestáavergonzadoportenerqueaceptarmicaridadparapodervivir:lacaridaddelahijailegítimadelmarqués,figúrate.Sabebienquedenohabermeconvencidoparaquemecasaraconélseguramenteahora estaría muerto o viviría de malas maneras en algún camino perdidohaciendoDiossabequé.Paraunhombrecomoélesoesunahumillación,saberqueyolesalvé.Miré el moratón en la base del cuello de Catalina, por el color y la carne
inflamadadebajoelgolpenotendríamásdeundía,loquesignificabaquePedroselohabíahechodespuésdemiregresoaVillaSoledad.Intentérecordarperonohabíaescuchadonada:nigritos,nigolpes,nada;aunquetambiénsabíabienquelamansióneralosuficientementegrandecomoparaesconderesesecreto.—Y¿lopagacontigo?Encimadequetecasasteconél,dequelealimentas,le
lavas los calzoncillos, le permites vivir en esta casa sin trabajar, ¿todavía seatrevealevantartelamano?—Sacudílacabezaycaminéfuriosahastalapuertadel invernadero—.Piensoecharlehoymismo,apatadassiesnecesario,medaigualloquedigaelviejooloquedigalaley:esedesgraciadonovaavivirenmicasaniundíamás.—No, espera, Estrella.—Escuché el pánico en la voz de Catalina—. Si le
echasalacalleyélselocuentaalaGuardiaCivilosiseenteranenelpueblo...
—Puesqueseenteren,¿quémeharán?Soyyolaqueleechadecasa,notú—lacorté—.Yonosoysumujerniledeboningúnrespetoaesaratadedospatas.—Novaldrádenada,Estrella.AojosdelaleyestaeslacasadePedroyno
podemos echarle aunque queramos. Para ellos, él tiene todo el derecho delmundo a pegarme y seguir viviendo aquí como si nada.—Catalina hizo unapausa antes de seguir y comprendí lo mucho que le costaba hablar de ello.Intentéimaginarloquehabíapasadoenestosañosviviendosolaconelmarquésyconsumaridomientrascuidabadesuhija—.Yosolopuedocallarmeyesperarqueunadelasvecesnoterminematándomeporquesimematadeunmalgolpe,¿sabesquiénsequedaráconmihija?Él.MiréaMarinaenbrazosdesumadre,habíadejadodetoserysurespiración
eralentaperoconstante.Soltélapuertadecristaldelinvernadero,noibaairaningúnladosinelvistobuenodeCatalina.—Para esas personas Pedro podría seguir siendo un buen padre incluso
despuésde reventarme lacabezaagolpescontrael fregaderode lacocina, asíque figúrate lo queme dirán si les cuento que de vez en cuandome pega—añadióella—.Con suertenomemeteránamí enel calabozouna semanaporcontarlo.—Bien,noleecharédecasasitúdicesqueesosoloempeoraríalascosas—
acepté mientras pensaba en los distintos escenarios posibles—. Pero ¿quéhacemos con él? No voy a vivir los próximos veinte años asustada por otromarquésdepacotilla.Catalinaintentósonreírperofracasómiserablemente.—¿Dicesque todavía tieneselcochedealquiler?PídeleaPedroquevayaa
Bilbaoadevolverlo,dileque lepagarásconalgodeldineroque tehasobradodelbilletedevueltadeAmérica—sugirióCatalina—.Túcuéntalequeson lasúltimas pesetas que te quedan de lo que te dejó tu marido. Eso se lo creerá,aunquepuedequedentrodeunosmesestepidamásdinero,peroyapensaremosqué hacer llegado el día. Si va con el coche hasta Bilbao, al menos noslibraremosdeélunpardedíasentrequevayvuelve.Despuésdepegarme,suelepasarunassemanasdemalhumorofingiendoqueenrealidadnohasucedido,así que aceptarámarcharse unos días con cualquier excusa para no tener quesentirseculpable.Mientras Catalina hablaba me pareció que una de las ventanas de la parte
traserade lamansiónseabría, levanté losojosparaasegurarmedequenoeraPedroespiándonosperocuandomirénovianadie,tansololaventanaabiertaylacortinaondeandoenlabrisamarina.—Bien—respondímirandolaventanaunmomentomás—.Queselargue.Yaestabaapuntodemarcharmedelinvernaderoqueolíaamaderapodrida,a
rosas y a tierra mojada cuando recordé algo que había querido preguntarle aCatalinadesdequevolví:—¿Dóndeestáenterradatumadre?Ayerfuialcementeriofamiliar,vilatumba
demimadrejuntoaladeAlma,peronoviladeCarmenporningúnsitio.«Noa todos losentierrancon lospadres,muchomenoscuandopasande los
cuarenta»,me había dichoValentinamientras las dosmirábamos la tumba deMasonenelmodernocementeriodeSanBernardino.YValentinateníarazón—comodecostumbre—,peroamamásíquelaenterraronjuntoasuhijapequeñaenelcementeriofamiliar,algoqueyanomepasaríaamí.Inclusomuerta,AlmalaSantaseguíasiendosufavorita.—No,mimadrenoestáenterradaenelcementeriodelafamilia,tupadrese
negó.—Catalina tragó saliva antes de añadir—: Sabía que ese era su últimodeseo y así se lo dijo al párroco cuando vino a darle la extremaunción, perodespués demorir elmarqués le dio los últimos cinco duros de esta familia alpadreDávilaparaqueélseencargaradeenterrarlaenelcementeriodelpueblo,sola.Noqueríaquesuamantepudieradescansarenelmismositiodondeloharáél.A través de la pared de cristal del invernadero vi cómo se abría la puerta
traserade lacasa, la imagenestabadistorsionadaporelcristalyelbarroseco,peroaunasídistinguílasiluetadeunamujerconunvestidoblancosaliendoalporchedeatrás.Almahabíavuelto.—Bien.CuandoPedro se haya ido, iré al pueblo a comprar algode comida
para nosotras y dejaré unas flores en la tumba de Carmen, aunque tenga quecaminar hasta Basondo. —le dije apartando la mirada del cristal sucio y deAlma.—Si el Hispano-Suiza del marqués aún funciona no te hará falta caminar,
todavía está en el garaje y tenemos gasolina de cuando el generador de luzfuncionaba.Despuésdecomer,cuandoPedrosehayamarchadoparaBilbao,teayudaré a arrancarlo si quieres—se ofrecióCatalina.Alma se paseaba por la
galeríacubiertabailandoalsondeunamúsicaquesoloellapodíaescucharcomosolíahacercuandoaúnestabaviva.Alverladarunavueltasobresuspiesenelairedelamañanamepreguntésitalvezbailabaalritmodeesabandadeswingque tocó en ese mismo lugar en nuestra fiesta de cumpleaños casi diez añosantes.YentoncesescuchélosacordesdeMoodindigomezclándoseconelolorarosasenelairedelinvernaderodelaabuelaSoledad.
Basondoeraunpueblofantasma.Mientrascaminabaporsuscallesvacías,consubidas y bajadas caprichosas siguiendo el relieve del valle,me fijé enque lamayoríadelascasasbajasyamontonadasunassobreotrasparecíanhabersidoabandonadashacíamucho tiempo.Loscristalesdecasi todas lascasasestabanrotos —como ocurría en algunas habitaciones de Villa Soledad— y losdiminutos jardines delanteros que había frente a ellas crecían sin controlconvertidosenunamarañadehierbassecasybasura.ElcentrodeBasondomanteníalaaparienciadeunpueblonormalconlaplaza,
supequeñoayuntamientoconelrelojenlafachada,elfrontónaunladoconlapared de color verde, la oficina deCorreos y el dispensario al otro lado, perobastabaconcruzarlaplazaparanotarelmiedodebajodecadapiedraenelsuelo.Doshombres conboinanegrahablaban entre susurros debajode los arcosdeledificiodel ayuntamiento,peroguardaron silencioalvermeapesardequeyoestabamuylejosparapoderescucharsuconversación.La tensiónyelsilencioeran invisibles en el aire, pero tandensos, que casi tuveque apartarlos con lamanocuandoentréenlabotica.Aunque le había dicho a Catalina que no compraría la medicina para no
complicar aún más las cosas con Pedro, me encaminé directamente hacia lafarmacia.—¿Quédesea?—mepreguntóconasperezaunamujerdetrásdelmostrador.El aire olía a pastillas de regaliz y a jabón.Ademásdemíhabíaotramujer
sentadaenunasillaenelrincónmásalejadodelapuertahaciendopunto.Nolahabíavistodesdefueraycomprendíqueporesosehabíasentadoahí.Dejósulabor sobre el regazo y me miró con curiosidad mientras yo sacaba el papel
dondeCataliname había apuntado el nombre de lamedicina para la pequeñaMarina.Seloentreguéalamujertraselmostrador—másjovenquelaotraperocon losmismosojos—ynoté que ella leía la receta unpar deveces antes demirarmeconrecelo.—Estoescaro,cuestacincopesetasyllevaunratoprepararlocomoesdebido
—medijo.Saquéalgunasmonedasdemibolsoylasdejésobreelmostradordemadera
pulidoporañosdeuso.—Nomeimportaesperar.Lamujermiró lasmonedas sin saber si podía cogerlas hasta que por fin se
decidióylasguardóenunacajadepurosqueteníaenlaestanteríaasuespalda.—Bien,vuelvadentrodeunahoraylotendrélisto.Yoyaibaasalirdeldispensariocuandolamujerquehacíapuntomepreguntó:—Ereslamarquesa,¿verdad?TúereslahijamayordelmarquésdeZuloaga.—Sí,yosoylamarquesa.Lasdosmujeressemiraronentresíunmomento.—Nosabíaqueerausted,señoramarquesa.Sientohaberlatratadoconfrialdad
antes, pero es que no la había reconocido hasta que mi hermana se ha dadocuentadequiénera.No todos losdíasentraunamarquesaenmibotica,¿sabeusted?—sedisculpólamujertraselmostradorvisiblementeavergonzada—.Nosabíaquehabíavueltoalpueblo.—Daigual—mascullé—.¿Estarálamedicinalistadentrodeunahora?Lamujertraselmostradorasintió.—Claro que sí, señoramarquesa. Es para esa pequeña, ¿verdad?, la hija de
Catalina,laqueestámaldelosbronquios.Pobreniña,medaunapenitacuandole dan los ataques... Peronohaymuchoque se puedahacer por ella, bastantetienesumadreyaconelpiezadelpadre.LamirésinsaberexactamenteaquésereferíaporqueCatalinamehabíadicho
quenuncalehabíacontadoanadieenBasondocómoeraenrealidadPedro.—¿Quépasaconél?—pregunté.Laboticariaseabrigómejordentrodesurebecadelana,apesardequedentro
delatiendanohacíafrío,yporlaexpresióndesucarasupequenoestabaseguradesidebíaseguirhablando.—PuesaquíenelpuebloatodoslesparecemuysimpáticoPedro,elRubiole
llaman. Le invitan a beber cuando le ven por la plaza, le ríen las gracias ymuchos leadmiranporhaberconseguidocasarsecon laotrahijadel...,bueno,conCatalina—se corrigió con una sonrisa tensa—.Saben que si lamina aúnsiguieraabierta,Pedroseríaunodelosjefecillosasíqueesmuyrespetadoenelpuebloymuyapuestotambién,sí,peroamísiempremehacaídogordo.Noseofenda,peroeslaverdad.—Descuide,nomeofendo.PedrohabíaaceptadomarcharseaBilbaoparadevolverelcochealquiladoa
cambiodetrespesetas.«Misúltimastrespesetas»,ledijetalycomomehabíapedidoCatalina.Habíasidounaconversaciónincómodamientrascomíamoslostresenlacocinadelamansiónlaspocassobrasdetortilladepatatassinhuevosnipatatas—unafalsa«tortilla»quesepreparabautilizandolaparteblancadelasnaranjasamododepatatascortadasyunamezcladeharina,aguaybicarbonatopara reemplazar los huevos— que habían quedado del día anterior. Pedro sehabía quedado mirándome en silencio, sujetando el tenedor con demasiadafuerzasobresuplato—elmásllenodelostres,porsupuesto,queparaesoélera«elhombredelacasa»lehabíadichoaCatalinamientrasellaservíalacomida—hasta que dejé de sostenerle lamirada. El resto del tiempo nadie habló en lamesa,Catalinayyonos limitamosacomerensilencioporque la tensiónentrelosdoseratalquepodíasentirseencadarespiración.YohabíamiradoaCatalinaderefilón,peroellanoseatrevióalevantarlosojosdesuplatohastaquePedroselevantóparamarcharsedespuésdetirarlasillaalsuelo.—El muy bobo se cree mejor que los demás de por aquí solo porque ha
conseguidovivirenlacasadelmarquésapesardeserundonnadie,quenoespoca cosa, claro, pero siempre anda hablando de marcharse a la capital abuscarselavida—dijolaotramujerdesdeelrincónsinocultarsuantipatíaporPedro—.DebeserqueBasondoespocacosaparaunseñoritovenidoamenoscomoél.TodavíateníalapieldegallinadespuésdelaescenadePedroenlacomiday
noqueríaniimaginarmequéharíaélsidescubríaqueCatalinayyolehabíamosmentidoparadeshacernosdeélduranteunpardedías,osi,porcasualidad,seenterabadequeteníadinerosuficienteparacomprarmedicinasparasuhija.—No le cuenten a nadie que he estado aquí —les pedí—. Sobre todo, a
ningunodeloshombresdelpueblo.
Lasdosmujeresintercambiaronunamiradacómplice.—No, descuide.No le contaremos una palabra a nadie—me aseguró la que
hacía punto en el rincón—. Aunque debe tener cuidado con otra gente delpueblo: lascosasporaquíyanosoncomoantesycualquier rencillaviejaqueunotuvieraconsufamiliaoconustedahorapuedeconvertirseenotracosa.—¿Enotracosa?—Sí,enalgomuymalo—añadióconaprensión,casicomosinoseatrevieraa
nombraresemaldirectamente—.SihayalgunoporahíconganasdevengarsedeustedodelosZuloagapuedebuscarlelaruinasiledaporhablardemás,asíquetengacuidadoporquesermarquesayanolaprotegerá.Miré a la calle a través del pequeño escaparate adornado con botes de
porcelana y tarros de cristal que parecían llevar años ahí acumulando polvo:fuera,laplazadelpuebloseguíasilenciosaycubiertaporelmantodelmiedo.—Loharé,graciasalasdos—respondíantesdedarmediavueltaparasalir.—¿Vaavolveraabrirlamina?—mepreguntólamásjovenderepente—.Se
lo pregunto porque usted está otra vez aquí y eso sería muy bueno para elpueblo, para todo el valle.Mi hijo pequeño ya tiene diecisiete años y no haymucho más que pueda hacer, de modo que si va a reabrir la mina y buscahombres que contratar que no den problemas y trabajen bien, ya sabe adóndevenirprimero.—Descuide, será el primer sitio donde venga —les prometí, sorprendida
porquealaantiguaEstrellalehubieraimportadomuypocoelhijodeesamujerqueacababadeconocer.Salí de la farmacia todavía con la idea de reabrir la mina Zuloaga dando
vueltasenlamenteycuandoterminéenlaoficinadeCorreos,dondeleescribíun telegrama a Valentina para confirmarle la dirección de la mansión ypreguntarle por la contabilidad del rancho, seguía dándole vueltas a la idea.Sabíaquenoteníadinerosuficienteyque,segúnCatalina,elmarquéslohabíavendido todo—incluido equipos, herramienta y maquinaria— antes de cerrarpara intentar pagar sus deudas, y que tampocoquedabahierro suficiente en latierra, aunque yo sabía que eso tenía fácil arreglo.Memiré las palmas de lasmanos reprimiendo el deseo de bajar esa misma noche al foso de la minaZuloagaparahacerbrotarhierro.LaplazadondeestabanlaboticaylaoficinadeCorreoseraelcorazónfríode
Basondo. Había tres niños jugando cerca del frontón pero noté que apenashacíanruidoysemovíandespaciocomosinoquisieranllamarlaatención—apesardequenohabíaadultoscerca—,lesmiréunmomentoymedicuentadequeexceptuandoaMarina,esoseranlosúnicosniñosquehabíavistodesdemivuelta.TodavíateníaqueiralcementerioparapresentarlemisrespetosaCarmenantesdevolveralafarmaciaparabuscarlamedicina,asíquemeolvidédelosniñosycrucé laplazaapaso ligeropara llegar a las escalerasde la iglesiadeBasondo, lasmismasen lasquemuchosañosanteshabíavistoaunasmujeresmirarcondesprecioaCarmenyalapequeñaCatalina.«Yo les recuerdo lo que puede pasarles si se equivocan una sola vez en su
vida,poresomeodian»,mehabíaexplicadoCarmencuandoquisesaberporquéaquellas mujeres la miraban mal. «Mientras me critican a mí no tienen quefijarseenlascosasdesuvidaquenolesgustanoquenopuedencambiar.»Habíaungrupodemujeresvestidasdenegroesperandoaque laspuertasse
abrieranparaentraralamisadelatarde.Ningunamereconoció,perotodasmemiraronigualqueaCarmenaquellatardealvermibarrigadeembarazada.Dentrode la iglesiahacía frío, el aireoscuroolía aveladerretida, amadera
vieja y a flores marchitas. Hacía años que no entraba en una iglesia; intentérecordardesdecuándoexactamenteycaíenlacuentadequelaúltimavezhabíasido el día de mi boda. ComoMason era protestante habíamos celebrado sufuneralalospiesdesutumbaunasoleadamañanaenCalifornia.Llevabapuestounvestidodemangalargadecolorverdeynegrohastamedia
piernaqueenunaépocamejorhabíapertenecidoalaabuelaSoledad—elrestodemiropaempezabaaquedarmedemasiadojustaporelembarazo,ylosviejosvestidosconvuelode la abuelaahoraeran losúnicosquemeabrochabana laespalda. Los elegantes zapatos de piel de cocodrilo, que había usado paraconducirelHispano-SuizadelmarquéshastaBasondo,resonaronenlasparedesdepiedradelaiglesia.El cementerio donde estaba enterrada Carmen estaba justo al otro lado,
cruzando la nave central y saliendo por la puerta lateral, así quemientras lasotrasmujeressesentabanenlosprimerosbancosconsusrosariosenlamano—ymemirabanconunamezcladecuriosidadyreproche—yoseguíandandosinmolestarmeendisimulareltaconeodemiszapatos.Entonces vi a Tomás. Estaba de pie cerca del confesonario vestido con la
sotana negra y el alzacuello, con la cabeza agachada igual que si estuvierabuscandoalgoquehabíaperdidoenelsuelodelaiglesia.NoquedabanadaenéldelniñoqueAlmayyoconocimosennuestrobosqueaquellanoche.Todavíapudemirarleahurtadillasunmomentomásantesdequeélsediera
cuenta de que alguien le observaba: me fijé en su pelo castaño ondulado, lasombrarectadesunarizsobresus labios,susmanosmasculinasquesosteníanunabibliaconaspectodehabersidoleídamuchasvecesenbuscaderespuestas...Tomásmedescubriómirándoleysusojosdeavellanaseagrandaronalverme,abrió laboca sorprendidoperonodijonada, envezdeesomehizouna señaldiscretaconlabibliaensumanoyentróenelconfesonario.Contéhastacincomentalmente y antes de terminar le seguí asegurándome bien de cerrar laportezuelademaderadetrásdemí.—Estrella,nosabíaquehabíasvuelto.—Ya,tambiénhasidounasorpresaparamí.Noselohabíadichoanadie—
murmurésindejardemirarleatravésdelaesterillademimbredelconfesonario.—Ojalámehubieramarchadocontigocuandomelopedisteeldíadetuboda.
DehabersabidoloquepasaríaenEspañaunosmesesdespués,teaseguroquelohubieradejadotodoymehubieraidocontigosindudar.—Tomásserioenvozbajaalotroladodelacelosía—.Nuncapenséqueelcaminonosllevaríahastaestelugaroscuroysiniestrodondetodosvivimosahora.Aunqueelcaminotuvounaayudita,claro.—Pensaba en ti a menudo —le dije con vehemencia—. Cuando leía las
noticiassobreelgolpeydespuéssobrelaguerraalláenCalifornia,recuerdoquepensaba: «Seguro que Tomás está en el frente, defendiendo la República quetantoama.Tomás,elestúpidoidealistaquenoquisohuirconmigoeldíademiboda.»Coloquélamanoextendidaenlarejillaquenosseparabayélpusolasuyaal
otro lado,sentíelcalordesupielen lapalmademimanoycerré losojosunmomento.—Ojalá lo hubiera hecho, apuesto a que me hubiera ido mucho mejor
haciendo las Américas contigo que aquí —susurró—. Estrella, siempre tanpráctica,siempreencontrandoelmododesalvarte.Teperdíatiydespuésperdíamipaís.Nosaplastaron,nohubonadaquehacer.Yahoraaplastanlascenizasdeloquequedaconsusbotasbrillantes.
—Losientomucho.—Sí,máslosientoyo.Una sonrisa triste cruzó sus labios, el Tomás idealista que conocí había
desaparecido.—¿Todavía sigue en pie la propuesta para fugarnos juntos?—bromeó él—.
Porqueahoratedaríaunarespuestamuydistintaaladeaqueldía.Eseestúpidomuchachoquesecreíaquelosabíatodo...Silecogieraahoraseibaaenterar.Pensé en decir «sí», coger el neceser con el dinero escondido debajo de la
ventana de mi dormitorio y marcharme con Tomás en el Hispano-Suiza delmarqués muy lejos de Basondo y de ese país cubierto de silencio que habíaencontrado a mi regreso. Pero me acordé de Catalina con sus ojos castañoscansados,susmoratonesdebajodelaropa,ydelapequeñaMarinaquenopodíarespirarbienporquehabíanacidodemasiadopronto.—Yanoestanfácil,otraspersonasdependendemíahora—respondí.—Vaya,menudasorpresa,Estrellapreocupándoseporalguienademásdepor
símisma,esunverdaderomilagro.VeoqueCaliforniatehacambiado,despuésdetodo.Apartélamanodelasuyaconungestorápido.—Yo no diría tanto, te aseguro que sigo siendo la misma Estrella que
conocisteaquellanocheenelbosque,peroel tiempodefugarnosjuntosquedóatrás.Debistehaberaceptadoaqueldía.—Sí,debíhaberlohecho.Hevistoqueestásembarazada,enhorabuena—me
dijo, aunque no parecía decirlo de verdad—. Seguro que a pesar de todo tumaridoestámuycontentoconunbebéencamino.—Mimaridomurió,poresohevueltoacasa.Noteníaadóndeir.Tomásrespiróprofundamentealotroladodelarejillaquenosseparaba.—Y¿porquéhasentradohoyenmiiglesia?—mepreguntóconaspereza—.
Nuncapenséquefuerasdelasquebuscan«elperdón».—Ynolosoy:elperdónessoloparalosquesearrepientendesuspecadosy
yonomearrepiento,volveríaacometerlosmismospecadosenunsuspiro.Noestoyaquíporeso,niporti.—¿Entonces?—Intuíladecepciónensuvoz,peromedioigual.—Carmenestáenterradaenelcementeriopúblicoquehaydetrásdelaiglesia,
he venido a visitarla. No sé cómo permitiste que Dávila y el marqués la
enterraran aquí en vez de en el cementerio de la finca tal y como ella quería.¿Cómopudistehaceralgoasí?—Losiento,nopudeevitarlo—respondióTomásdespuésdeunmomento—.
EstabaocupándomedeotrosasuntoscuandoCarmenytumadremurieron.Mehubieragustadopoderhaceralgoporella,peroelpadreDávilasehizocargodetodo el asunto del entierro para contentar a tu padre. Ya sabes que nuestropárroco siempre ha sido un arribista traicionero, ahora aspira a ser el nuevoobispo de Bilbao nada menos y dicen por ahí que tiene posibilidades deconseguirlo.Mereíconamargura.—VeoqueporfinreconocesqueDávilanoesmásqueunarataadvenediza.
Pero tú ya eras sacerdote entonces, podías haber intervenido para evitarlo,pudistehaberhechoalgo...—respondí.—Yatehedichoqueenesemomentoyoestabaen...—Sí,yalosé:túestabasluchandoporlaRepública.Unsilencio tenso llenóelpequeñoconfesonario,elperfumede lamujerque
había estado confesando sus pecados antes que yo todavía flotaba en el aire.Fuera, escuché algunos murmullos de los feligreses que empezaban aimpacientarseesperandoalpárroco.—TencuidadoconDávila,esmuyamigodelosquemandanahorayyanole
tienemiedoalmarquésporque sabequenoesmásqueunviejodecrépito sinningúnpoder en el pueblo, así quenodudará enbuscarte la ruina si le das lamenor oportunidad—me advirtió Tomás muy serio—. Sin la mina y sin losnegociosde losZuloaga tupadreyano ledamiedoacasinadieporaquí,yaDávilalegustadelataralosvecinosqueélconsidera«problemáticos»parahacerméritos en el obispado.Yomehe salvado demomento porque élmenecesitaaquí para ocuparme de los asuntosmenores de la iglesia, si no yame habríamandadoalaGuardiaCivilalahabitaciónenlasacristíaparaquemedieran«unpaseíllo»hastaelagujeromáscercano.Le miré sin comprender, Tomás hizo un gesto con la mano para quitarle
importanciayañadió:—Da igual, lo importante es que mientras Dávila me deje quedarme en la
iglesiatodavíapuedoayudaraalgunosvecinos,asíqueaúnquedaesperanza.—¿Esperanza?—Yesapalabraresonóenlamaderapodridadelconfesonario
—.PorloqueyohevistolaesperanzaabandonóBasondoalmismotiempoqueyo.—Sí,conlaguerraylaminacerradanoquedanniesperanzanipandesobra
poraquí—admitióél—.Poresoloquehagoestanimportante.El Tomás que conocí de niña se asomó a los ojos castaños del hombre que
teníadelante.—¿Y qué haces exactamente?—le pregunté con suspicacia, aunque por la
expresiónorgullosaensurostroyamehacíaunaidea.—¿Por qué quieres saberlo? Nome digas que estás pensando en ayudar tú
también.ElsoldeCaliforniahadebidodedartemuyfuerteenlacabezasihascambiadotantocomoparapensarenayudaralosdemás.—No,niporasomo.Tomásmesonrióconbenevolencia.—Yaloimaginaba.Hagoloquepuedo,lesllevopanoalgodelacomidaque
sobraenlaparroquiaalosquemáslonecesitan:huérfanos, tullidos,viudasdeguerra... todo sin que Dávila se entere, claro. A él le envían paquetes desdeBilbao con fruta, queso, manteca de la buena y vino, yo le robo todo lo quepuedo—dijosindisimularsuorgullo—.Algunasvecestambiénlecojodinerodesuhabitación,paralacausa.—¿Lacausa?—Esoes,yolesayudoaresistirhastaquevuelvalaRepública.Meacomodémejorenelpequeñobanquitodemaderadelacabina,mehabía
sentidoincómodadentrodelconfesonariodesdequehabíapuestounpiedentro.—Vaya, y yo todos estos años pensando que tú eras el más honrado de
nosotrostres—ledije.LaterceraeraAlma,claro,quenoestabadentrodelconfesonarioconnosotros
peronuncanosabandonaba.—No se puede ser honrado cuando has perdido una guerra, o ¿te crees que
ellosnosaplastaronsiendohonrados?Nihablar.—Tomásapretó lamandíbulaparacontenerlarabia—.Además,Dávilarecibeesascosascomopagoporhacerdechivato.Élloharíagratis,peroencimalepaganpordelatarasusvecinos,asíqueesjustoqueyoselorobeylorepartaentrequieneslonecesitanmás.—¿Chivato?¿Terefieresa...?—Lossecretosdeconfesión,sí—terminóTomás—.Sialgúnvecinolecuenta
al«buenpárroco»algosobrepolítica,elestraperloosimplementeinsinúaquenoestácontentoconelnuevogobierno,DávilaseencargadequelosepanprimeroenelobispadodeBilbaoydespuésenMadrid,yalvecinonoselevuelveaverelpelo.RecordéelsilencioquecubríaBasondocomounmantopesadoysiniestro.—Tomáselidealista,inclusocontodoperdidotúsiguesluchandoporloque
creescorrecto—ledije,ynoeraunreproche,peroenmislabiossonócomosilofuera—.¿Quépasarásitecogen?Tomásserioconamarguraantesderesponder:—Simecogenytengosuerte,medaránunpardetirosantesdeenterrarmeen
elagujerodondehanenterradoalosdemás.Ysinotengosuertemeencerrarányme torturarán durante semanas para que delate a otros como yo, y después alagujero.Melevantédelbancotodavíaconsuspalabrasresonandoenmisoídosyme
acerquéalacelosía.—Entoncesmásvalequenotecojan—susurré.YescuchécomoTomássereíaenvozbajaantesdesalirdelconfesonario.
Cuandoregreséalamansiónaquellatardeyvielcochedealquileraparcadodonde yo lo había dejado dos días antes, supe que algo ibamal. Seguía en elmargendelacarretera,asíquePedrotodavíaestabaencasa.Mebajédelcochedepadreparaabrirelcandadode lapuertadehierrodeVillaSoledadypoderdejareldescomunalHispano-Suizaotravezenlacochera.Eratardeperoelsolaún no había terminado de esconderse en el Cantábrico cuando abrí la puertadescoloridadelacasa.—¡Catalina!—lallaménadamásentrar.No tuve repuesta.El vestíbulo estaba en silencio.Contuve la respiración un
instanteparaescucharmejor,perolacasanomedevolviómásqueelecodemipropiavoz.MepreocupabaquePedromehubieraescuchadoguardarel cochedelmarquésenelgaraje,perosobretodomepreocupabanoescucharlospasosdeCatalinaporlacasaoalapequeñaMarinallorando.«Puedequeesténenel jardíndeatrás,poresono tehanoído llegar»,pensé
mientrasatravesabaconpasorápidolacasaparallegarhastaallí.Pero Catalina tampoco estaba allí. Me asomé al invernadero por si acaso
Catalina estaba trabajandoen suhuerto secretopero solo encontré la carretillaoxidadaalotroladodeloscristalessucios.Volvíaentrarenlacasaysubíhastalamitaddelaescaleracuandoescuchéunruidosordoqueveníadelasentrañasdelamansión.Respiraba deprisa por la carrera y sentía mi corazón latiendo con fuerza.
Comprendíentoncesqueaesasalturasdemiembarazoyanopodíacorrercomoantes.Meparecióescucharunllantolejano,ocultotrasmuchaspuertascerradas.Por un momento pensé que el llanto venía de dentro de mí, pero enseguida
comprendí que se trataba de Marina llorando en alguna de las habitacionesvacíasdelacasa.—¡Catalina!—lallaméotravez.Nada. El llanto se volvió más desesperado, di media vuelta para escuchar
mejoryentoncesviaAlma:estabadepieenelcentrodelvestíbulo,justodebajode la lámpara de araña cubierta por una sábanapara protegerla del polvo.Memirabadesdeelfondodesusojosamarilloscomosiquisieradecirmealgo.—¿Quépasa?¿Dóndeestán?Almanorespondió,envezdeesoechóacorrercomounaexhalación.—Notevayas,espera.Bajélasescalerastodolodeprisaquemiembarazoymisfuerzasmepermitían
paranoperderladevisita.AlmacorrióhastalapuertaquehabíajuntoalacocinadeVillaSoledad,laquellevabaalazonadelservicio.EnesepasilloeradondeestabalaantiguahabitacióndeCarmen,elcuartitodelacoladayelcuartodelascalderas.Alcontrariodeloquehabíacreído,lapuertaestabaabierta—opuedequeAlma la hubiera abierto paramí—, así que bajé los cuatro escalones quellevabanhastaelpasillodeserviciobajolamansión.—¿Catalina?—Odiéelligerísimotemblorenmivozaldecirsunombre.Hacíaañosquenoentrabaallí,desdequebajéabuscarlascajasconlaropay
las cosas de la abuela Soledad que Carmen y Dolores habían guardado en elpolvorientotrasterodelsótanodespuésdesumuerte.Comoestabapensadoparaserunpasilloutilizadoúnicamenteporelserviciodelamansión,elsueloeradesencillos azulejos blancos, las paredes no habían sido repintadas desde hacíadécadasyaunodelosplafonesdeluzeneltecholefaltabalabombilla.Escuchéel llanto deMarina muy cerca de mí. Me pareció que salía del cuartito delaplanchayestuveseguracuandoAlmasedetuvojuntoalapuertacerradadeesahabitación.Abrí la puerta sin pensar y sin ver la expresión de pánico en la cara demi
hermana muerta, que extendió sus brazos espectrales hacia mí intentandodetenermeconunarapidezimposibleenalguienvivo.—Catalina...Estabatiradaenelsuelodelcuartitodelaplancha,encogidasobresímisma,
comosi intentarahacersemásymáspequeñahastadesaparecer.Suvestidodeflores azules, descolorido por el uso y el jabón de glicerina, estaba levantado
hasta más arriba de sus rodillas. No podía ver su cara porque su largo pelocastañoestabaenelsueloyalborotadosobresucabeza,peronotéquetemblaba.Hastaquenomeagachéjuntoaellanomedicuentadequeenrealidadestaballorandomientrasluchabaporseguirrespirando.—¿Quétehapasado?¿Puedesmoverte?Leapartéelpelodelacarayvielgolpequeteníacercadelamandíbula.No
sangraba pero sentí la carne amoratada cerca de la comisura de sus labioslatiendoconfuriaalrozarla.—¿Ha sido Pedro? ¿Él te ha hecho esto?—le pregunté, aunque ya sabía la
repuesta—.Me da igual lo que pase después, pienso echarle de esta casa hoymismo, aunque túyyo terminemosenel calabozo.Esebastardo lamentaránohabersemarchadoaBilbao.Marina lloraba en un rincón, metida en uno de los cestos sin tapa que se
usabanparaguardar la ropa suciadelquenopodía salirmientras extendía losbracitosenelaire,reclamandodesesperadamentemiayuda.Saquéalapequeñadelcestodemimbreapesardequemibarrigaprotestócuandolacogíenbrazosylamiré.Marinaparecíaestarbien:teníalacaracongestionadaporelllantoyelmiedo, pero nome pareció que estuviera herida, así que la dejé en el suelo yvolví junto a Catalina, que no había dicho una palabra aún y se sujetaba elestómagoconlasdosmanos.—¿Puedesmoverte?—lepreguntéenvozbaja—.Vamos,apóyateenmípara
levantarte.Marinahabíadejadodelloraryahoraelúnicosonidoenlapequeñahabitación
eralarespiraciónentrecortadadeCatalina,peromeparecióescucharunsusurroque venía de mi espalda. Me di la vuelta alarmada temiendo que Pedro aúnestuviera allí, listo para dejarme sin respiración a mí también, pero solo vi aAlmadepieenlapuertadelahabitaciónmirandolaescenaconsusojostristesdeadolescentemuerta.—¿Dónde está Pedro?—dije, sin saber a cuál de mis dos hermanas se lo
preguntaba.Unos pasos de hombre llenaron el pasillo de servicio. Catalina también los
escuchó,porquevielpánicoflotandoensusojosllenosdelágrimas.Lospasosseacercaron,me levanté todo lodeprisaquepude sujetandomi tripamientrasbuscabaalgoenlahabitaciónconloquedefendernosdeél.Laviejaplanchade
hierro fundido que Dolores solía usar para planchar estaba en una estanteríajuntoalcepilloparalaropa.Lacogí,sentíelpesodelhierroenmimanoymiréaCatalinaque seguíaenel suelo luchandopor recuperarel alientoparapoderlevantarse.—Ya está todo perdonado, toma, te he traído un paño con agua fría de la
cocinaparaquetealivieelgolpe—dijoPedroconvozsuavecuandoestuvolosuficientementecercadelahabitación—.Yrespiraconcuidado,quelosgolpesenelestómagopuedensermuytraicioneroscuandounonoestáacostumbrado.Sé que algunas veces tengomal genio, pero tú tambiénme provocas, en esosomosiguales.Perotranquilaqueyaestátodoolvidado.Pedro sonreía cuando entró en el cuartito de la plancha. No era la sonrisa
nerviosa de un hombre culpable que teme la reacción de sumujer después dediscutirconella,no:era lasonrisadeunhombrequesabeque ladiscusiónhaterminado ya y que él ha ganado, porque él siempre gana. Pero su sonrisaconciliadora se esfumó al verme de pie delante deCatalina con la plancha dehierroenlamano.—¿Quéhacestúaquí?¿Nodeberíasestarenelpueblo?—preguntónervioso
porlaposibilidaddetenerquedarexplicaciones—.Deberíasirte,Catalinaestarábienenseguida,siempreloestá.Yllévatealaniña,quenoparadelloraryvaadespertaralmarqués.—¿Quélehashecho?Pedrollevabauntrapodecocinaempapadoenlamano,pero,cuandomevio,
cerró el puño con fuerza y el agua del trapo se escurriómojando el suelo debaldosasblancas.—¡Quélehashecho!—legrité.—Esto no es asunto tuyo, es solo algo entremarido ymujer, así que no te
entrometas.Catalinaalargóelbrazoymesujetóeltobillo,sumanotemblabaalrededorde
mipierna, laescuché toserunpardevecesperonomeatrevíavolvermeparamirarlaporquenoqueríadarlelaespaldaaél.Pedroeramuchomásaltoymásfuerte que yo, eso sin contar con que yo estaba embarazada y acababa decomprobarqueapenaspodíacorrerohaceresfuerzos.—Vasamarchartedeestacasa,hoy—ledijecontodalaseguridadquepude
reunir a pesar del pánico—.Y si algún día se te ocurre volver a aparecer por
aquí, juroporDiosquecojo laescopetacon laqueelmarquésmatóamiotrahermanayterevientoelcorazón.Lemiréparaestudiarsureacción,atentaasusmovimientosporsiacasome
atacabatambiénamí.Pedrorespirabadeprisa, igualqueunanimaldespuésdeperseguirasupresa.Supelorubioestabadespeinadoymefijéenqueteníaunasmarcasdearañazosenelcuello,seguramenteCatalinasehabíadefendidodeélcomohabíapodido.Supequenosehabíacreídomiamenazacuandodiounpasohacia nosotras. Ahora que estabamás cercame pareciómuchomás grande yfuertequesolounmomentoantes.—¡Quietoahí!Sujeté laplanchadehierroconmásfuerza,dispuestaausarlacontraélsise
atrevíaadarunpasomás.—Estaesmicasa,ahorasomosunafamilia tegusteono, todosnosotros, tú
incluida.Las familias sepeleanalgunasveces,peronoesnadagrave,pasaentodas las casas—medijo con lavoz escalofriantemente calmada—.Novoyarenunciar a mi familia ni a mi casa después de todo lo que me ha costadomantenernosunidos,inclusohemossobrevividoaunaguerra¡porDiosbendito!Asíquenopiensopermitirquemeseparesdemimujerydemihijasoloporquetúseasunazorraamargada.Marinaempezóallorarotravezalescucharlavozdesupadre.—Teirásestamismanocheparanovolverjamás,niaestacasaniaBasondo.
Tepagaré,tedarédinerosuficienteparaquetemarchesdelpaíssiesoesloquequieres, pero nos dejarás en paz —le dije, intentando controlar los latidosaceleradosdemicorazón.Pedroseriodemí.Sabíabienquepodíatenerlotodosiesoeraloquequería:a
Catalina,lacasa,midinero,aMarina...Ytambiénquepodíamatarnosalastresenelcuartitodelaplanchaysalircaminandodelahabitacióncomounhombrelibre.—Estás tan loca como dicen en el pueblo, no me extraña que tu marido
prefiriese morir antes que seguir casado contigo —me dijo todavía con unasonrisa en los labios—. Y ahora muévete, que mi mujer necesita ayuda pararecuperarelalientoyyosoyelúnicoquedeverdadsepreocupaporellaenestacasa.¿Otecreesquenoséquetúytuasquerosahermanagemelaosburlabaisdeellacuandoeraisdosmocosasricas?
Pedrocubrióladistanciaqueleseparabadenosotrasyañadió:—No tienes ni idea de lo que significa tener una familia. Has sido una
hermanamayorhorribletodatuvidayserásunamadreigualdemala.Levanté la plancha de hierro en mi mano para golpearle, pero Pedro me
empujóconfacilidadtirándomealsuelo.Lasbaldosasblancasmegolpearonenla cara.Antes de que pudiera darme cuenta de lo que había pasado, un dolorsordoyoscuromeatravesólasiencuandomicabezaimpactócontraelsuelo.—Pero ¿qué os pasa a las mujeres de esta casa que tanto os gusta recibir
golpes?Estáistodaslocas.—Pedrosacudiólacabezacondesaprobacióncomosimehubieracaídosola—.Hastaestandopreñadateponeschula,luegovienenlosllorosylaslamentaciones,peroesquealfinalsoistodasiguales.Vilaplanchaenelsuelo,estabademasiadolejoscomoparapoderalcanzarla.
Me encogí de dolor sobre mí misma mientras un calambre cruzaba mi tripacomounrayogolpeando lasparedesdecarnedentrodemí.Pedromediounapatada con todas sus fuerzas en el costado que me dejó sin respiración unossegundos.—Loúnicoqueteníasquehacereracallartelabocaydejarmeorganizaramí
lacasayamimujer,perono,teníasquemeterteennuestrascosasporqueeresuna amargada. No tenías bastante con volver a esta casa después de lo quehiciste.—Pedrome pateó otra vez—. Éramos felices antes de que llegaras ypronto volveremos a serlo. Ella estámuchomás contenta cuando tú no andascerca, eres una mala influencia para mi mujer y es mi deber como maridoprotegerladeti.Fue entonces cuando supe que iba amatarme. Pedro no se conformaba con
darme otra patada queme removiera el alma y los huesos o con dejarme sinrespiracióndeunpuñetazoenelestómagocomolehabíahechoaCatalina,no,quería matarme porque sentía que tenía derecho a hacerlo: estaba ofendido,heridoensuorgulloporqueyomehabíaatrevidoadescubrirloqueéllehacíaasumujeryahorateníaquematarmeparapoderseguirfingiendoqueeraunbuenhombre.Intenté levantarme, luchar, ignorar el dolor eléctrico que me atravesaba el
vientreparaponermeenpieyhacerlefrente,peronopodíamoverme.—¿Qué te creías? ¿Pensabas que iba a marcharme durante dos días solo
porquetúmelodijeras?¿Porquetienesdinero?Túnomedasórdenes.—Pedro
sedetuvounmomentopararecuperarelaliento,sepeinómejorunosmechonesrubiosquesehabíanmovidoalpatearmeyseacercóamicaraparaañadir—:¿Dequétesirvetudineroahora?Estássola,vasamorirenestahabitacióncomounperroynadieteecharádemenos.Elsuelofríodebaldosasmedevolviómipropiarespiraciónentrecortadaporel
dolor, apenas podíamovermepero lemiré y vi en sus ojos quePedro llevabadíasplaneandomatarme.Comprendíquehubieradadoigualhaberledescubiertoaquellatardeodentrodeunasemana:élyahabíadecididoqueibaadeshacersede mí. En un intento de huir del dolor y del pánico mi mente viajó hasta lamañanaenlaqueelmarquéstiróamamáalsuelodelvestíbulodelamansión,recordé su ira saliendo en ráfagas calientes de su cuerpo llenando el aire detensión,esairatandensaquecasisepodíatocar.Laclasedeiraexplosivaquesolotienenloshombres.Llamé al fuego. Sentí las llamas extendiéndose por debajo de mi piel,
quemándomepor dentro.Mi corazón acelerado bombeaba lava líquida enmisvenas,igualqueunaenormecalderafuncionandoatodapotenciaenunintentodesesperadoporsalvarnosatodas.Imaginélaschispassaliendodelasyemasdemisdedoscomoaquellanocheenlabiblioteca,peronopasónada.Elfuegoquetodami vida había sentido enmismanos era ahora apenas un calor febril, elrecuerdo de una quemadura antigua. Y, sin embargo, el centro de mi cuerpoestabaenllamas.Comprendídemasiadotardequeelfuegoseconcentrabaenlavidaquecrecíadentrodemí.Catalinaselevantótambaleándose.Mefijéenlaformaenquesupechosubía
ybajabadeprisaconcadarespiración,vicómorecogíalaplanchadehierrodelsuelo y se acercaba por detrás a Pedro. Le golpeó en la nuca con todas susfuerzasyPedro cayóal suelodebrucesmuycercadedondeyo estaba tirada.Dejó escapar un quejido de dolor y extendió el brazo sobre las baldosas parasujetarasumujerporelbajodelvestido.—Pero ¿qué has hecho?Yo te quiero, te quieromucho...—balbuceó él con
dificultad.Catalinasezafódeél,peroPedrovolvióasujetarsealbajodesuvestidocomo
uncríonecesitado.Porunmomento temíquepudieravolveraponerseenpie,peroentoncesCatalina levantó laplanchaenelairey legolpeóotravezen lacabeza.Elsonidosecodesucráneoalrompersellenóelcuartitodelaplancha,
pudeescucharloporencimadelpitidoconstanteenmisoídos.—Yaestá,lehematado.Estámuerto.DespuésCatalina soltó la plancha de hierro que cayó al suelo con un golpe
metálico.YonopodíadejardemiraraPedro tiradonomuylejosdedondeyoestaba, porque temía que en cualquier momento fuera a ponerse en pie paraterminar lo que había empezado, pero no semovió. Solo cuando vi la sangreoscuraqueempezabaamancharlosazulejosdebajodesucabezacomprendíquerealmenteestabamuerto.—Iba a matarte, sé que iba a matarte—murmuró Catalina al borde de las
lágrimas pero sin dejarse arrastrar por el llanto—. Se lo he visto en los ojosmientrastepateaba.Ibaamatarteyseguroquetambiénamí.Me dio la mano para ayudarme a levantarme del suelo, las piernas me
temblabanporelmiedoyladescargadeadrenalina,peroconseguímantenermeenpieapesardeldolorenelabdomen.—Sí que iba amatarme—le dije, mirando el charco de sangremás ymás
grandequeseestabaformandodebajodelcuerpodePedro.—¿Qué vamos a hacer ahora? —Intuí el terror en la voz de Catalina al
comprenderqueunapesadillasolohabíasustituidoaotra.—PodemosiralaPolicía...—No,silecontamosalaGuardiaCivilloquehapasadoiremosalacárcel:tú
puedequeno,peroyoseguro,ysellevaránaMarinaauncentroparaniñososeladaránaotrafamiliaynovolveréaveramipequeña.Marinayanolloraba,estabaquietaenelrincóndondeyolahabíadejadoantes
mirandolaescenaconsusojoscastaños—igualesalosdesumadre—abiertosdeparenpar.—AunquelecontemosalaPolicíaquePedroibaamatartemeencerraránen
unacárcelasquerosaduranteañosconotrasmujerespobres.—No,nadadeeso.Yanonoscausarámásdolor,aninguna.—Toméairepara
intentar calmarme y pensar con claridad—. Nos desharemos del cuerpo, nopodránacusarnosdenadasinoencuentransucadáver.ApartélosojosdeélparamiraraCatalina,queteníaellabiohinchadoporel
golpe y los ojos vidriosos aunque no lloraba. Vi cómo sopesaba la idea unossegundosantesdevolversehaciaélydespuésotravezhaciamí.—Aunque nunca lleguen a encontrar su cuerpo, si alguien sospecha que le
hemosmatadonosencerraránigual.—Puesentoncesharemosquenosospechen—ledije—.¿Porquécambióde
ideasobrelodeiraBilbao?¿Telodijo?Catalinaasintió.—Sí, sí.Medijo quedespués de pensarlo y hablarlo conotros hombres del
pueblonolegustólaideadeaceptartudineroytusórdenes.YoledijequeesedineronosvendríabienparacomprarcomidaymedicinasparaMarina,peroélme acusó de estar obligándole a aceptar tu caridad. Me dijo que eso seríahumillarle.—¿Asíqueselocontóamásgente?Bien,estoesloqueharemos:elcochede
alquiler todavía está fuera, así que meteremos su cuerpo en el coche y lotiraremos al mar. Pedro desaparecerá, no lo encontrarán jamás —le dijeconvencidadequemiplanpodríafuncionar—.LediremosatodoelmundoquePedrosalióhaciaBilbaodespuésdecenar,quenosdespedimosdeélcuandosesubióalcocheyqueesafuelaúltimavezquelevimos.—No,nofuncionará.Nadienoscreerá.LedilamanoyCatalinamelaapretócontodaslasfuerzasquelequedaban.—Funcionará—leprometí—.Funcionaráporquelagentesecreeráqueteha
abandonadoynosotrasdejaremosqueselocrean.Piénsalo,Pedroteníauncochey dinero, nada le impide haber conducido hasta Bilbao, hastaMadrid o hastaPortugalsi ledalagana.Lecontaremosatodoelmundoqueledimásdineropara que cambiara de opinión, así será más creíble todavía. Nos creerán,Catalina.Noscreeránporqueparaellossomosmenosquenadaynopiensanqueseamoscapacesdehaceralgosemejante.Jamásseimaginaránloquehapasadodeverdadenestahabitación.—Podríafuncionar—empezóadecir—.Sí,muchoshombressehanmarchado
delpuebloinclusodespuésdequeterminaralaguerraodejanasusfamiliassinmás,sinsiquieraunapalabra,pasacadadía.—Esoes:loshombresvanyvienen,inclusolosquejuranquesequedaráncon
nosotras para siempre puedenmarcharse un día sin más.—Catalina memirósorprendida—.Tumadremelodijo.Asintiódespacioyyolesoltélamano.—Bien,cuandoseadenochelellevaremoshastaelcocheenlacarretillaque
hayenelinvernadero—empezóadecir—.Aúnsonlasnueve,asíquetenemos
queesperarun ratopor si acasoa alguien se leocurrepasarpordelantede lacasa.—Eso es—añadí—. Limpiaremos la sangre y todo lo demás entre las dos,
despuésenvolveremossucuerpoconsábanasviejasquehayaporaquíparaquenadievealoquellevamosenlacarretilla.—Nadie nos verá—dijo Catalinamuy segura—. A partir de las diez de la
nochenopasaunalmaporaquí.Me dolía todo el cuerpo pero especialmente el costado derecho,me puse la
manoenelvientrey respiréprofundamentedejandoque laúltimadescargadedolorpasara.—¿Estásbien?Nohabráhechodañoalbebé,¿verdad?—mepreguntó.—No,estoybien.—Túsiéntatemejorydescansa,yo limpiaré todoesto.Eramimarido,noel
tuyo.—No,es cosade lasdos, tú lehasmatadopara salvarme—respondí con la
vozentrecortada—.Solonecesitorespirarunmomento,unminutoyteayudaréconlasangre.PeroantesdequeCatalinapudieraresponder,lasdosescuchamosunquejido
sordo,nosvolvimosalarmadashaciaPedroconvencidasdequehabíaregresadodeentre losmuertospara acabar connosotrasperonoera él, lavozveníadelpisodearriba.—Es elmarqués, tranquila.—Catalinamiró al techo de la habitación de la
plancha como si pudiera ver lo que pasaba un piso sobre nuestras cabezas—.¿Creesquelohaoído?Arriba,lasilladeruedasdelmarquésvolvióahacercrujirelsuelodemadera
bajoelpesodesusruedas.—Daigualsilohaoído,almarquéslecontaremoslamismahistoriaquealos
demás:Pedrocenóconnosotras,despuéssalióhaciaBilbaoconmilpesetasenelbolsilloynosabemosnadamás.—Ynosabemosnadamás—repitióCatalina.—Esoes.Tal y comoacordamos, esamismanoche tiramos el coche con el cuerpode
Pedro al mar. Cenamos las tres en la cocina de la mansión después de queCatalinaledieradecenaralmarquésensuhabitacióncomohacíacadanoche.
Fue al primero al quementimos. Cuando padre le preguntó a Catalina dóndeestabasumarido—solíajugarunapartidadedominóconPedroantesdedormir—, ella le explicó que había ido aBilbao para devolver el coche.Mientras lecortabalatortillaenpedazospequeñosparaqueélpudieracomersinahogarseyleponíasuraídopijamaderaso,elmarquésnosemolestóenpreguntarcómosehabíahechoelgolpequeteníaenellabio,igualquenuncalehabíapreguntadoalahijaquelecuidabaporlosotrosgolpesquehabíavistoenesoscuatroaños.Esa fue la primera vezquevolví a sentir queVillaSoledad erami casa,mi
antiguacasa,laqueconocíadememoriaynolosdominiosdemiedoysilencioquePedrohabía construido alrededor deCatalina.Mientras estábamos las tressentadasa lamesade lacocinavi laexpresióndealivioensusojoscuandolapequeñaMarinasebebióelaguamezcladacon lascincogotasdesumedicinapara los bronquios. Pasara lo que pasara después, elmonstruo se había ido ynosotrasseguíamosallí.DespuésdeacostaraMarinalimpiamoslasangreoscuraypegajosadelsuelo.
TuvimosqueusardossábanasviejasparaborrarlasangreyenvolverelcuerpodePedro.Limpiamoslosrestosdepeloypielquesehabíanquedadopegadosenel pico de hierro de la plancha que nos había salvado la vida a las tres, yvolvimosacolocarlaensusitiocomounrecordatorioparanoolvidarjamáselsecretoqueahoracompartíamos.—Tiraremos el coche cerca del cargadero. En esa zona el mar es más
profundo, por eso los barcos fondeaban ahí cuando esperaban el mineral dehierro.Si tiramoselcocheenesazonaempujándolodesdeelprecipicionuncasaldráaflote—leaseguréaCatalina—.Measegurarédequenomevenadieyconducirécampoa travéshastaelacantilado, tú llevaelcuerpoen lacarretillahastaallí.Eraunanochefríadeprimavera,sin lunaniestrellasenelcielo,asíqueera
poco probable que alguien me viera conducir el coche sin luces fuera de lacarreteraendirecciónalacantilado.Cuandolleguéjuntoalprecipicioyapaguéelmotor,Catalinayaestabaallí,conlacarretillasujetaensusmanosagarrotadasporelfríoyunbultosinformadebajodeunasábanamanchadadesangre.Pesabamuchomásde loquehabíacalculado,peroentre lasdossentamosa
Pedro en el asiento del conductor. Después me aseguré de quitar el freno demanoparapodermoverelcocheconmásfacilidad,yloempujamosjuntassobre
lashierbasaltasquecrecíanenelacantilado.Lasruedasgirarondespaciounosmetros, latierraterminóunpocodespuésyelcochecayóalmarentrelasolasfuriosas.Apenashizoruidoalimpactarcontralasuperficierevueltadelmar,nadaque
elsonidodelanocheylamarejadanopudieranamortiguar.Alotroladodelacarretera, en lo más profundo del bosque, el lobo negro aulló atraído por lacertezadelamuerte.—Todamividahecreídoqueestabasola.Siemprepenséqueteníaquecuidar
demímismaporquenadiemás ibaahacerlo,poresohehechomuchasde lascosasquehehecho.Lasdecisionesmásestúpidasquehetomadoenmividahansidoporeso—ledijesinmirarla.Catalinamediolamanoyyolaestrechéensilencio.Lasdosvimoscomoel
Cantábricosetragabalaesteladeburbujasqueelcochehabíadejadotrasdesíllevándosenuestrosecretoalfondodelmar.
Laura
LAURA
Voy a reabrir la mina —le dije a Catalina mientras desayunábamos—.Encontréloslibrosdecuentasdelmarqués,losdeverdad,nolosqueleenseñabaamamáyasusacreedoresmientrasélvaciabadedineroEmpresasZuloaga.Noquedamuchoenelfondodereservadelaempresa,casinadaenrealidad,yaseaseguróelmarquésdeeso,peroconunanuevainyeccióndedineroestoyseguradequepodríamosvolveralevantarlaempresa.Catalina estaba junto a la cocina encendida vigilando la cafetera, pero se
volvióparamirarmealescucharmiidea.—¿Creesqueesposible?Volveraabrirlaminaysalvarlaempresafamiliar,
quierodecir.Yaséquetúereslaquesabedecuentas,balancesytodolodemás,perodespuésdeestosañosenlaruinanocreoquequedemuchodelaempresaquesepuedarecuperar.Elveranoestabacerca,podíasentirloporquelaluzdelsolqueentrabaporla
ventanadelacocinaempezabaaluciruntonodoradoquesoloteníaduranteunpardemesesentodoelaño.Esaeratambiénlaprimeramañanadelañoquenonecesitamosencenderelhornoparacalentarelairegélidodelacocinamientrasdesayunábamos.—No es que quedemucho que salvar—admití—. Pero con algo de dinero
para invertir en laminaypodermodernizarla, estoy seguradequepodríamoscontratar a muchos hombres del pueblo que ahora están sin trabajo y asíconseguiríamos beneficios en unos pocosmeses, un añomáximo. Aunque noserábarato.
—Y ¿desde cuándo te importan esas cosas a ti? —Catalina me mirósorprendida—. Los trabajadores o lo que le pase a la gente de este pueblo...Recuerdoqueantes todo tedaba igual:que losminerosmurieranbajo tierraoquesushijosnotuvieranparacomer.—Todavíame da igual, pero siempre he querido ser yo quien administre la
empresa familiar. Sé que puedo hacerlo mucho mejor que el marqués o quecualquierotrochupatintascontratadoporél—respondí—.Yporesomismoséquenecesitoalostrabajadoresparapoderreabrirlamina:nosepuedenobtenerbeneficiossiloshombresmuerenenmiminayhayunfuneralcadasemana:losnecesitotantocomoellosamí.Catalinadejólacafeteradehierrofundidosobreelsalvamantelesdemimbre
anudadoquehabíaenlamesaysesentóalladodeMarina,quemordisqueabaunpedazodepandeldíaanteriorablandadoenlecheconunchorritodemiel.—Bien, cuéntame, ¿qué has descubierto en los libros de la empresa?—me
preguntómuyseria—.¿Esmalo?—Noesbueno.Los libros de cuentas de Empresas Zuloaga estaban justo donde Liam los
encontróeldíademiboda—queahorameparecíaquehabíasidounaeternidaddetiempoantes—:enlacajafuertequehabíaeneldespachodelmarqués,detrásdesuretratodecaza,dondeseleveíavestidocomounlordinglésconlamismaescopetaquematóaAlmabajoelbrazoylapobrePatsysentadaasuspies.Apesarde losañosquehabíanpasadoyo todavía recordaba lacombinaciónqueLiammeconfesóaquellatardeenelcementeriofamiliar,asíqueaprovechandounadelaslargassiestasdelmarquésmecoléensudespachoparaabrirlacajadeseguridad,mal escondida detrás del horrible y vulgar retrato, para robarle loslibrosdecuentas.—Cuando padre intuyó que, por su culpa, Empresas Zuloaga no llegaría al
próximoaño,sededicóafalsearloslibrosdelaempresayasacartodoeldinerode las cuentas —empecé a decir—. Antes ya acostumbraba a hacerlo paraasegurarsedetenersiempredinerodisponibleconelquepagarsuscaprichossinnecesidaddedarleexplicacionesamamáoasusinversores,peroheencontradootracosa:resultaqueelmarquésfirmóunacuerdocomercialconlossublevadospara suministrarleshierrodurante laguerra,perono séquéhizoconeldineroquelepagaron.
—¿Porquélodices?—El ingreso del pago no figura en las cuentas.No está por ningún lado—
respondí conun suspiro—.Yesunapenaporque esedineronosvendríamuybienahoramismo.—¿Dinero de los sublevados?Cómo se te ocurre. ¿Aceptarías dinero de los
nacionales?—mepreguntóCatalinaenvozbaja.—Aceptaría dinero de cualquiera. El dinero es dinero, da igual de donde
venga,sobretodocuandonoshacetantafaltacomoahora.—No.Dicesesoporquenoestuvisteaquídurantelaguerra,teaseguroqueno
pensarías así dehabervisto con tuspropiosojos aunode esosbuitres.—Losojos de Catalina temblaron de puro pánico—. No son hombres, Estrella, sondemonios.—No,solosonhombres—ledijemuyconvencida—.Estánhechosdecarney
huesoigualquenosotras,yseguroquelesgustaeldineroigualqueacualquiera,poresomismovoyahablarconellos.—¿Dicesdeverdadquevasapedirlesayudaodinero?—¿Se teocurreotra ideaparaquenonosmuramosdehambre?Porque soy
todooídos.Catalina se frotó las mejillas igual que si tuviera frío y unas marcas rojas
aparecieronensucara,despuésmiróaMarinamientraslaniñajugueteabaconeldesayunoensutaza.—Puedopreguntarlealmarquésquéhizoconeldinero—sugirió—.Siestáde
buenaslomismoconsigoquemelocuente.Cogí la cafetera de lamesa con cuidado de no quemarme con elmango de
hierroyllenélatazadeCatalinaconelcaféaguado,despuésllenélamía.—Elmarqués nonos dirá nada, nuncahamovidoundedopor nosotras, así
quedudoquevayaaempezarahacerloahora.Sololeimportaasegurarsedequeno tienesmás remedioqueseguircuidandodeél,poresonunca tedirádóndeestáesedinero.—Y ¿qué sugieres? ¿De dónde sacaremos el dinero para invertir y volver a
abrirlamina?—Catalinacolocólasmanosalrededordesutazaparacalentarseapesardequeelsolqueentrabaporlaventanayacaldeabaelairedelacocina—.Tú lohasdicho:hace faltamuchodineropara reponer todo loqueelmarquésvendió antes de echar el cierre al negocio: equipo, herramientas, licencias, el
jornal para los hombres... ¿de dónde vamos a sacar el dinero para pagar todoeso?Merecostéenlaincómodasilla,estabaembarazadadecasisietemesesycada
díaeldolorenmiespaldamemolestabaunpocomás.—Yotengoalgodedinero,noessuficientecomoparareponerlosequiposo
pagar a los hombres, pero he pensado enbuscar un socio.Alguienquequierainvertirenhierroparavendérselodespuésalosalemanesoaquiensea,esomeda igual.—Corté una rebanada de pan de hacía tres días y añadí—:Hay unaguerra en Europa y hacen falta toneladas de hierro para abastecer a los dosbandos.Estamosperdiendounafortunacadahoraquelaminasiguecerrada.—Se supone que España es neutral en esta guerra, pero lo cierto es que el
nuevogobiernoapoyaaAlemania,asíquetendríasquevenderleselhierroalosalemanes —me dijo—. ¿No te importa venderles el hierro de tu mina a losnazis?—¿Losnazispagan?Puesentoncesnomeimporta.—Catalinamemirócomo
siyohubieradichoalgoterrible—.Amímedaniguallosidealesoloqueesosalemanes fanáticos digan, necesitamos el dinero. Tampoco me gustaba elasquerosopetróleoquemanchabamis tierras enCalifornia, perogracias aqueestaba ahí no perdí mi rancho. Además, tú misma lo has dicho: el nuevogobiernoapoyaaAlemania,asíquenopodemosvenderleanadiemás.Sonlosnazisoelhambre.Catalinanegóconlacabezaperonotécomosopesabamispalabras.—No está bien, Estrella. Y aunque lo hagamos solo por el dinero seguirá
estandomal.—Bien o mal tenemos que vivir de algo, de algo más que las cartillas de
racionamiento,elpan rancioy las lechugasde tuhuerto,porqueeldineroquetenemos ahora no durará para siempre—le dije—. ¿Y qué haremos después?Cuandoeldinerosenosacabe,¿quéharemos?¿Venderlacasaymarcharnosalacapital para buscar trabajo de costureras o de limpiadoras? ¿Con dos hijaspequeñas a nuestro cargo? Nadie va a contratarnos o a mover un dedo pornosotras, tenemosqueempezarapensardequévamosavivir.Prefieroquelascuatrotengamoselestómagollenoantesquelaconcienciatranquila.¿Túno?Marinaestabasentadaensusilla,subidasobredoscojinesparapoderllegara
la mesa. Ya se había terminado el chusco de pan y ahora se entretenía
mordisqueandounafresadelhuertocuyojugorojobrillantemanchabasumanitay goteaba sobre la mesa de roble. Catalina se levantó para coger el paño decocinaylimpiarlelabarbillaaunqueMarinanosoltólafresa.—Tienes razón,nadieva a contratarnosporque si algohayde sobra en este
país ahora mismo son mujeres pobres y sin marido, pero si queremos podervender elhierro, aunque sea a losnazis, vamosanecesitar reabrir lamina, ¿ydóndesesuponequevamosaencontraraalguiendispuestoaprestarnosdineroparainvertirenlamina?—preguntómientrasterminabadelimpiaralaniña—.Somos dos mujeres, nadie va a fiarse de nosotras para llevar un negocio tanenorme,ymuchomenosunhombrerico.Yaunquelograrasconvenceraalgunoparaque invierta en lamina, todo está enMadrid: losnegocios, el dinero, loshombres...—EntoncesiréaMadrid.Catalinadejóelpañomanchadodefresasobrelamesaymemiró.—¿AMadrid?¿Yquépasaconella?—mepreguntóseñalandomibarrigade
embarazadaconungestodecabeza—.Apenaspuedesagacharteparaponerteloszapatos,¿cómonaricesvasairtúsolaaMadrid?HastalanocheenquePedromepateómientrasyoestabahechaunovilloenel
suelodelcuartitodelaplanchasolíapensarenelembarazocomounacuestiónpasajera:unamolestiaquehabíainvadidomicuerpoperoqueprontomedejaríatranquila.Cuando tiramos el coche con el cuerpodePedro alCantábricopasésemanaspreguntándomesilacriaturaquellevabadentroaúnvivía.Hastaquenonoté que mi barriga —y el resto de mi cuerpo— seguían creciendo con elembarazonomehicealaideadequedentrodeunosmesestendríaquedaraluzquisiera o no. Prefería pensar en el momento del parto como algo lejano yborrosodemifuturo.—Irédespuésdequenazcalaniña,cuandoestérecuperadaypuedaviajaren
trensinmiedoadesangrarme.—¿Ylaniña?—mepreguntóCatalina—.¿Piensasdejarlaaquíconmigo?—¿Teimporta?Detodasformasatisetedamejorestoqueamí—admití—.
Soymuybuenacuidandodemímisma,perosospechoquenoestoyhechaparacuidardeotros.MeacordédeValentina,quenuncahabíatenidoningúninterésencasarseoen
tener hijos porque su único amor erala tierra dorada de California. Yo era un
pococomolaviejatongva.—Sí,yahenotadoquenotehacemuchailusiónsermadre—medijoCatalina
con indulgencia—. No es nada malo si no quieres serlo, muchas mujeres noquierenperosonmadresigualmente.—Loqueyoquieranoimportaahora,loúnicoqueimportaescómovamosa
darlesdecomeranuestrashijascuandosenosacabeeldinero.Catalinavolvióasentarse juntoaMarinaysesirvióunpocode lecheensu
café.—Yomequedaréconlaniñacuandonazca,asítúpodrásiraMadridabuscar
un socio en cuanto estés recuperada.—Memirómuy seria y añadió—.Tienesrazón: tenemos que pensar en algo porque si no las cuatro nosmoriremos dehambreentrelasruinasdeestamansión.Nadiemásvaaayudarnos.Asentí.—Bien.FingiremosqueEmpresasZuloaganoestá arruinada,me llevaré los
librosfalsificadosdelmarquésconmigoaMadridylecontaréatodoelmundoqueespadrequienbuscaunsociocapitalista.Nodudarántantosicreenqueesunhombrequienestádetrásdelnegocio.Repartiremoseldineroentre lasdos:quiero que compres comida, medicinas, ropa y todo lo que las tres vayáis anecesitarmientrasyoestoyfuera.Tambiénquieroquemandesarreglarlacasa,eljardínylodemás,nohacefaltaqueloarreglentodo,sololoqueseveparaquenoparezcaqueestamosenlaruina,ysobretodo,mandaarreglarelteléfonoparapoder hablar contigo desdeMadrid—le dije—. Pero sácalo del despacho delmarquésyhazqueloinstalenentuhabitacióndelsegundopisoparaqueélnolopuedausar,solofaltaríaqueelviejointentararobarnoselnegociootravez.—Notepreocupes,yomeencargarédecuidardelasdosniñasyharéarreglar
la casa para que parezca que volvemos a tener dinero: las ventanas, el jardíndelantero, un poco de pintura por aquí, unas cortinas para que se vean desdefuerayelteléfono,claro—repasóCatalina—.¿Ylaotramitaddeldinero?¿Quévamosahacerconél?Le di un trago al café amargo y demasiado aguado de mi taza que ya
empezaba a enfriarse,mientras repasaba los detallesmás pequeños de nuestroplanparaasegurarmedequenoolvidábamosnadaimportante.—Con la otra mitad del dinero vamos a comprar un socio —respondí—.
Masonsolíadecirquenadieenelmundoquiereayudartesierespobre,perosi
creen que no necesitas su dinero, entonces todo el mundo quiere dártelo.Convenceremos a los hombres de negocios deMadrid de que laminamarchabienyquesoloqueremosampliarelnegocio.Yparaconvencerlesdeesohacefalta ropa elegante, zapatos, peluquería, lo justo para parecer rica. Tambiéntendré que alquilar unpiso en la ciudadpara vivirmientras tanto, dineroparacelebrarfiestas,gastosenrestaurantes,pagarsobornos... loquehagafaltaparaconseguirunsocioouncompradorparaelhierro.—Vas a convencerles de que eres una rica y despreocupada heredera
aficionadaalasfiestasquehaviajadoaMadridenviadaporsupadre—resumióCatalinaconunamediasonrisa.—Esoes,sí.—Loharásmuybien—medijo—.AúnrecuerdocómosolíaseresaEstrella:
todos querían estar con ella, rellenarle la copa, reírse de sus bromaso casarsecon ella. Caerán rendidos a tus pies, en una semana harán cola para ser tussocios.Merecostéenlasillaparaaliviareldolordeespaldaydejéescaparunsuspiro.—Másnosvalequeselocrean,porquesiempezamosagastarenropa,pisosy
fiestascaraseldineronodurarámucho—dijedemalagana.Estabaapuntodeañadiralgomáscuandoescuchéunasvocesmasculinasque
entraronsinpermisoporlaventanaabiertadelacocina.Memovícomopudeenlasillaparamiraryvifueraadospolicíasconsuuniformequeesperabanenlapuertadehierrodelafinca.—EslaGuardiaCivil—dijeenvozbaja—.Estánahífuera.Catalina se volvió pálida ymiró a la pequeñaMarina en su silla, que ya se
habíaterminadolafresa,ydespuéssevolvióhaciamí.—VienenabuscarmeporlodePedro,seguro.—Sulabioinferiortemblabade
miedo al hablar—.Van a llevarmepresa,mequitarán aMarinaparadársela aotrafamiliaoalgopeor.Fuera, vi cómo los dos hombres con uniforme empezaban a impacientarse:
dieronunosgolpecitosalosbarrotesdehierrodelapuertaparahacersaberenlacasa que estaban esperando. La cadena quemantenía cerrada la verja tintineóconunsonidometálico.—Nada de eso, repetiremos la historia que hemos estado contando en el
puebloeste tiempo—le recordé—.HacedosmesesPedrosemarchóaBilbao
conmilpesetasenelbolsillo,uncochealquiladoaminombreyno lehemosvueltoaverdesdeentonces.Catalina asintió recordando la mentira que le habíamos contado a todo el
mundoenBasondo—incluidoalmarqués—cadavezquenospreguntabanporPedro.—Ahoracorre,veaveralmarquésmientrasyolesentretengoenlapuertaun
momentoparaasegurartedequeestádormido:noquieroqueledéporgritaryhable demás con los agentes—añadí, mirando de refilón a los dos hombresfuera—.Luegosiéntateaquíotravezconlaniñaenelregazoyfingequeestásmuy triste porque no sabes nada de tu marido. Catalina se levantó y saliócorriendo de la cocina en dirección al pasillo lateral del primer piso paraasegurarsedequeelmarquésaúndormía.Haciendounesfuerzo,yomelevantédelaincómodasillatanrápidocomopudeparasalirasaludaralosagentes.—Buenosdías—lesdijeconmimejorsonrisacuandosalíaljardíndelantero
—.Lamentohaberlestenidoesperandofuera,peroesqueconestatripacasinopuedomoverme.Mecoloquéunamanoenelvientreydejéescaparunresoplidocuandobajélas
cuatro escaleras que unían la entrada de la casa con el jardín para que losguardiasterminarandecreersemiactuación.—Buenos días, señoramarquesa—respondieron sin ninguna emoción en la
voz.Avancédespaciopor el caminode losetasblancas, a ambos lados laneblina
matutinaquesubíadesdeelmartodavíaestabaenredadaentrelashierbasaltasydescuidadasdeljardín.Alotroladodelportóndehierrovicómolosdosagentesmeesperabancongestoserio.—¿Enquépuedoayudarles?—No queremos molestar tan pronto, pero nos han ordenado hablar con la
mujerdelRubiosobreunasunto,¿estáenlacasa?Losguardiaseranunosañosmásmayoresqueyo,nodemasiadospero si lo
suficientecomoparahaberparticipadoen laguerra.Noreconocíaningunodelos dos hombres, así que supuse que no habían crecido en Basondo. Los dosteníanelpelocastañobiencortadoymedioocultodebajodeltricornio.MefijédisimuladamenteenlapistolaStarquellevabanenelcinturóndesuuniforme.—Sí,claro.Ahoramismoestáenlacocinadándoleeldesayunoasuhijita.—
Sonreí con amabilidad—. ¿Handesayunadoya?Tenemos café reciénhecho siles apetece una taza, esperen que abra la dichosa cadena para que puedanentrar...Fingí que rebuscaba la llavedel candado en el bolsillo demivestidoverde,
quería darle a Catalina tiempo suficiente para ver al marqués y volver a lacocina.—Yapuedenperdonar,eramicuñadoquienseencargabadeabrirycerraresta
puertaydesdequesemarchólasdosestamosunpocoperdidassinél—lesdijecuandosaquélallavedemibolsillo—.¿Hanvenidoporeso?¿HanencontradoaPedro?Abríelcandadoyretirélacadena,despuésabríelportóndehierrotirandode
élconayudadeunodeellos.—Sí,señora.Poresoestamosaquí:algunoshombresdelpueblonoshandicho
quedudandequePedrosefueraélsoloporsupropiopie,sospechanquepuedehabermásenjundiadetrásdeladesaparicióndesucuñadoynoshanpedidoquenos aseguremos —respondió el que me había ayudado con la puertasacudiéndoseelóxidoyelpolvodelasmanos.Intenté mantener la sonrisa en los labios cuando les vi entrar en la finca
inclusoalvercómopisabanlashierbasconsusbotas.—Vaya.¿CreenquelehapasadoalgoaPedro?PobreCatalina,quédisgusto
sevaallevarcuandoselodigan,yencimaconunaniñapequeñaasucargoyenfermadelosbronquiosademás—dijeconlavozafectada—.Y¿yasabenquélehapasadoaPedro?Hacemásdedosmesesquenosabemosnadadeélylosrumores empiezan a correr como la pólvora porBasondo, ya saben, al ser unpueblopequeñolagenteseaburreprontoyempiezanainventarcosas.Lamayoría de esos rumores los habíamos comenzadoCatalinayyo.Al día
siguiente de hundir el coche en el Cantábrico me aseguré de contarle alencargado de la oficina de Correos que Pedro se habíamarchado a Bilbao lanocheanterior,inclusofingíqueleescribíauntelegrama—quesabíaquejamásrecibiría—paraasegurarmedequeelencargadodeCorreossecreíamihistoriaylahacíacircularporelpueblo.Catalinaporsuparteempezóapreguntaralosamigos y conocidos de Pedro —todos esos hombres que tanto le respetabanconvencidos de que Pedro sería el próximo marqués de Zuloaga— si habíanvisto a sumaridopor el puebloo si sabían algode él.Casi todo elmundo se
había creído nuestra historia sin hacer muchas preguntas —Pedro no era elprimerhombreenabandonarasumujerysufamilia—,asíqueabasederepetirlamismahistoriacongestoafectadoyvoztristehabíamoshechodesapareceraPedrodeBasondo,deVillaSoledadydenuestrasvidashastaqueesosguardiasaparecieronenlapuerta.—¿Quéclasederumoressonesos?—mepreguntóunodeellosconsuspicacia
—.Losquecirculanacercadesumediocuñado,elRubio,¿quécuentandeél?Lasbotasdelosguardiasresonabanenelsilenciosojardíndelanteromientras
lostrescaminábamoshacialaentradadelacasa.—Yasabe,señor...—Sargento—mecorrigióconaspereza—.SargentoDurán.—Sargento,claro,ustedperdone.—Condisimulomiréhacialaventanadela
cocinabuscandoaCatalina,peronolavisentadaalamesa—.Yaseimaginanloquecuentanporelpueblo,puesquePedrosehalargadoaprovechandoqueteníadineroenelbolsilloyuncocheasudisposición.Vamos,queviolaoportunidaddedejarasufamiliaynolodudó.¿Esesoloquecreenquehapasado?—Estamos investigando todavía, señoramarquesa. Por eso queremos hablar
conlaseñoraBarrioparaconfirmaralgunosflecosquequedansueltos.—Porsupuesto,loquehagafalta.Subídespacio losescalonesparaganarunossegundosmás.Losguardiasme
miraronimpacientesperoesperaroneducadamenteaqueyollegarajuntoaellosylesabrieralapuerta.Lacasaestabaenpenumbrayelairesemanteníafrescocomparado con el día casi veraniego que ya empezaba a cubrir el jardíndelanteroyelbosque.—¿Quiénva,Estrella?Sonreí para mí cuando escuché la voz calmada de Catalina saliendo de la
cocinaunsegundoantesdequelostresentráramos.—Son dos guardias civiles, los pobres llevaban esperando fuera un rato
tostándosebajoelsolcuandoporfinhepodidosaliramirar—respondí,todavíaconlasonrisaenmislabios—.Yatehedichoquemehabíaparecidoescucharalgofuera.Catalinaestabasentadaenunadelassillasdetrásdelamesaderoble,teníaa
Marinaenelregazocomoyolehabíadichoyfingíaestardándoleeldesayunoalapequeña,quemirabaalosdoshombresenlapuertadelacocinaconsusojos
pardosmuyabiertos.—Quétonta,yapuedenperdonarnosperoesquealgunasvecesconelbosque
tancercadecasaunasevuelveunpocoexageradaconlosruidos—sedisculpóCatalinaconunafacilidadparalamentiraquemesorprendió—.Algunasveceshemos visto animales salvajes merodeando cerca de la verja: lobos, jabalíes,gatosmontesesycosasasí.Nosdaunpocodemiedoquepuedancolarseenlafincabuscandocomida,alfinyalcaboestamoslasdossolascomoquiendice.—Noshacemoscargo,señora.¿Dóndeestáelmarqués?—preguntóunodelos
agentes dando un rápido vistazo a la cocina—. Tenía entendido que el señormarquésdeZuloagavivetodavíaenlacasa,nosgustaríahablarconél.—Desde luego, pero por desgracia mi padre es un hombre mayor y muy
enfermo—meapresuréa responder—.Elpobreestá impedidodesdeque tuvounaccidentecazandohacevariosaños:sedisparóenlapiernasinquerer.Ahoracuando no está en su silla de ruedas pasa casi todo el día descansando en sucama.—Pero¿podemosverle?Hemosoídoqueelseñormarquéseramuyamigode
sucuñado.SiPedrolecontóaalguienquepensabamarcharseseguroquefueaél—insistió.Catalinayyocruzamosunamiradarápida.—El caso es que mi padre no solo tiene la pierna mal, su cabeza ya no
funcionacomoantes:confundelosnombres,loslugares,nosabedóndeestáoseponeagritarsinningúnmotivo—respondíconcautela—.Nohablamosdeelloenelpuebloporqueélnoquerríaquealgoasísesupiera,compréndalo.Catalinayyonosencargamosdecuidarleyasearleparaquenolefaltedenadaalpobre,¿sabeusted?Perosucabezayanoeslaqueera,aunquequisieraelmarquésnopodríaresponderasuspreguntas.El guardia que había preguntado por el marqués asintió en silencio y me
parecióqueestabaligeramenteavergonzadoporhabersacadoeltema.Mejor.—¿Quierenuncafé?—preguntóCatalinaseñalandolacafeterasobrelamesa
quetodavíaechabahumo—.Tambiéntenemosunpocodepanparamojarenlalechesigustan.Siéntenseconnosotras,hacetantoquenotenemosinvitadosenlacasa...Uno de los guardias —el mismo que había preguntado por el marqués—
movióunadelassillasyyaestabaapuntodesentarsealamesacuandoelotro
lefulminóconlamirada.—Losiento,señoras,noestamosaquíporeso—dijocongravedaddejandola
sillaensusitiootravez—.Esunavisitaoficial.—¿HanencontradoaPedro?—preguntóCatalinafingiendoestaresperanzada
conlaposibilidad—.¿Estábien?—Noseñora,nolehemosencontrado.Unodesusamigosenelpuebloteme
que su marido haya sido asesinado o secuestrado y nos ha pedido que nosaseguremosdequesehamarchadoporsupropiopiedeestacasa.Alparecer,notodosenBasondosehabíantragadolatristehistoriadeCatalina
sobreladesaparicióndesumarido.—¿Asesinado?—preguntóalarmada—.PerosiamiPedronoleinteresanlos
asuntospolíticosninadadeeso,nuncahahabladodeesascosasconmigo.—Bueno,señora,algunasveces losmaridos tienensecretosconsusmujeres.
¿NuncaleescuchómencionarnadasobrelaRepública,laguerraosobreunirsealosbandolerosesosquemerodeanporelvalle?ExistíaungrupodehombresquesededicabanaasaltaralaGuardiaCivilen
la carretera solitaria que llevaba hasta el valle de Basondo. Les robabanmercancías,comida,armas,dinero,munición...cualquiercosaquepudieraserlesútilparapoderseguirescondidosycombatiralosagentes.Nadiesabíaquiéneseran,dóndeseescondíanocuántoseranenrealidad,perocirculabantodotipoderumores por Basondo y prácticamente cualquier hombre de la zona erasospechosodeperteneceralgrupo.—¿APedro?No,nuncajamásleescuchénadaparecido—respondióCatalina
muy convencida—. A mi marido no le interesan esos asuntos. Pedro es unhombrefamiliar,unhombrenormal,vamos.Losdosguardiasguardaronsilenciounmomentoycompartieronunamirada
cómplicemasculinayuniversalquesignificabaalgoasícomo:«Vaasaberestaloquelegustabahaceronoasumarido.»—¿Creen que esos bandoleros le han hecho algo a Pedro?—pregunté con
inocencia.—Soloesunaposibilidad,señora.Sisucuñadollevabadineroencimacuando
desapareció lomismoesosdesgraciados le robarony tiraronsucuerpoporahí—respondiósinápicededelicadezaunodeellos—.Loquequeremossaberessisumaridoesunavíctimao si esunodeesoshombresque seescondenporel
valle.Nolegustaríadescubrirquehaestadocasadaconunrebeldeestosaños,¿verdad?Imagínese lamanchaquelequedaríaa laniñadeporvidaalsabersequesupadrenoesmásqueunvulgarasesino.AlmencionaraMarinanotécómoelcuerpodeCatalinasetensabaalrededor
delapequeñaintentandoprotegerladelanadasutilamenazadelagente.—La niña no tiene ninguna culpa de los pecados del padre —respondió
Catalina,yledejóalapequeñaunbesosobreelpelorubioheredado,sinduda,desupadre.—Ahoraquelomenciona,esverdadquePedrollevabamuchodineroencima
cuando desapareció: mil pesetas. Yo misma se las di —dije para apartar laconversacióndeMarina—.Yesosincontarque sepodían sacarotrasdosmilpesetasporelcochefácilmente.ElsargentoDuránmeestudióconrecelo.—Enelpueblodicenqueustedledioeldineroasucuñado,¿esverdad?La
minallevaañoscerrada,¿dedóndesacótantodinero?—Demiesposo.Élfalleciórecientementeperomedejóunapequeñaherencia
queyacasihadesaparecido.—¿Suesposomurióenlacárcel?¿Enelfrente?Noté cómo los dos guardias se tensaban debajo de la tela verde de sus
uniformesesperandomirespuesta.—No,nadadeeso,miesposoeraestadounidense.VivíamosenCaliforniayél
murióenunincendio,poresohevueltoacasaparadaraluzynoestarsola.Latensiónenelairedelacocinasesuavizó.—Comprendo,misdisculpasseñoramarquesa—mascullóelsargento—.Así
quePedroaceptóllevarelcochedevueltaaBilbao,¿yesafuelaúltimavezquelevieron?—Así es. Ya sé lo que van diciendo por ahí sobre Pedro: que me ha
abandonado,amíyalaniña,yquenovolveréaverleelpelohastaquenoseleacabe el dinero—mintióCatalina con soltura—.Yo pienso que ojalá sea eso,porqueasíalmenosPedroestarábienaunquenovuelvanuncaacasa.El sargentoarrugó lascejas intentandodecidir si secreíaono lahistoriade
Catalina.—Bien, pues ya estamos entonces —dijo después de un momento—. Nos
vamosylasdejamosseguirconlosuyo.
Los dos hombres dieron media vuelta para salir de la cocina pero yo lesdetuve:—Esperen,losacompañaréalasalida.—Nosemolesteseñoramarquesa,yaconocemoselcamino.—Noesmolestia—mentí con una sonrisa—.Tengoque salir para volver a
cerrarlapuertadetodasformas,soloesperoquenolesimporteiramipasodeembarazada.Ajuzgarporsuscarasnolesgustólaidea,peroaunasísalieronconmigodela
cocina y los tres cruzamos el vestíbulo en silencio. Contuve la respiracióncuando pasamos por delante del pasillo lateral temiendo que el ruido de susbotasenlosazulejosalertaraalmarquésyestesepusieraadargritoscomounhistéricoparahablarlesalosagentesdelanochequemurióPedro.Cuandosalimosaljardíndelanteronotéqueelmásjovendelosdoshombres
sonreíasinningúndisimulodebajodesusombrero,tantoquesusargentolehizoungestoparaquedejaradesonreír.—¿Sucede algo? —pregunté con inocencia—. ¿Creen que Pedro está
secuestrado por esos bandoleros que se esconden en el valle? Espero que no,porque aunque elmarqués aún viva no tenemos dinero para pagar su rescate,apenassipodemoscomerymantenerlacasaenpie.—Yonomepreocuparíamuchoporeso,señoramarquesa.Lomásseguroes
quesucuñadosehayalargadoyestéenPortugalohayacruzadoaÁfrica,allíunhombrepuedevivirduranteañosconesacantidaddedineroacuerpoderey,ysiencima ha vendido el coche lomismo no vuelven a verlemás—respondió elmás joven de los dos—.Ese no se hamarchado por la fuerza, desde ya se lodigo.Aunque quería dejar escapar una carcajada de alivio me contuve, ya casi
habíamosllegadoalportóndehierroquecerrabalafinca.—Esoesloqueyocreotambién—mentí—.IntentodecírseloaCatalinapoco
apoco,paraquelapobresevayahaciendoalaideadequeahoramismoPedroestaráviviendocomounmarajáenalgúnlugarremoto,peroesqueellaes tanjoven...quédesgraciaquesumaridolahayaabandonado,aellayalapequeña.Por fin llegamosa lapuertadehierro forjado, el sargento laabrióy losdos
hombressalieronporfindelapropiedad.—Sí, es una pena, pero no desespere: ella esmuyguapa y aún es joven, lo
mismoencuentraotromaridopronto;igualqueusted—dijoelmásjovendelosdosconunasonrisa,despuéssetocóeltricornioamododesaludoyañadió—:Buenosdías,señoramarquesa.—Adiós,ygracias.Mequedéunmomentomásdetrásdelapuertaviendoentrelosbarrotesalos
doshombrescaminarporelmargendelacarreteradevueltaaBasondo.Elsolyabrillabaenelcielodespejadoynotécómomecalentabalacaraylosbrazosperotodavíaesperéunmomentomásallíparaasegurarmedequenosedabanlavueltayvolvíanconmáspreguntas.Losvidesaparecerdetrásdeundesnivelenla calzada y respiré aliviada el aire tibio de lamañana.Volví a la casa por elcamino de losetas blancas con una gran sonrisa en los labios para contarle aCatalinaquehabíamosengañadoalaGuardiaCivil.
—Dice Catalina que esperas una niña, ¿qué pasa en esta familia que solosabéisparirmásmujeres?¡Yatenemosmujeresdesobra!—protestóelmarquésmientras yo terminaba de buscar en los cajones de su cómoda—. Lo que yoquerríaestenerunnieto:unvarón,claro,paraquelepusieraisminombreyparaqueasíélseaelpróximomarquésynotú,queasaberloquehacescuandoestéslibredetodaslascargas.Le miré a través del reflejo del espejo que había encima de la cómoda de
maderadecerezoysonreí.Loscajonessehabíanabombadoporlahumedadylafaltadecuidadosdelosúltimosaños,asíquetuvequeempujarloconlacaderaparapodercerrarlo.—¿Porquénosevuelveadormir,padre?—lesugeríimpaciente.—Yamegustaríaamí,peroestásaquímolestándomeyasínosepuedepegar
ojo.Nohaymaneradedescansarenestamalditacasa.Cuandosehizoevidentequesupiernanuncasecuraríayqueelmarquésno
podría subir y bajar las escaleras él solo, Catalina le instaló en el antiguosaloncito de café demamá. Lamarquesa aún vivía en esa época, pero aceptórenunciarasucuartitoparatomarelcaféconlasvisitasporquedetodasformasconlaguerrayanohabíanivisitas,nicafé,nipastas.DemodoqueCatalinaysumadresacarontodoslosmueblesdelantiguosaloncitoparalasseñorasybajaronla cama del marqués desmontada por la escalinata, la pesada cómoda paraguardarlospijamasdelseñormarqués,subutacaparacuandoqueríamirarporlaventana y una vieja radio para que no se aburriera demasiado y las dejaratranquilas.—Descuide,yotampocoquieroestaraquí—masculléabriendoelúltimocajón
delacómodaconesfuerzo.—¿Te he dejado volver ami casa y asíme lo agradeces? ¿Y qué es lo que
intentas robarme ahora?—El marqués tosió con fuerza dos veces, su cuerpohuesudo semovióconviolencia entre las sábanasde la cama—.Nodirásquetodavíabuscasel collarque tedejó tuabuelaantesde tirarsealmar, si esesopierdeseltiempo:lovendíhaceyamuchosaños.Hacía años que no pensaba en el colgante o preguntaba por él, por esome
sorprendiótantoqueelmarqués—queapenaspodíarecordarnada—seacordaradelcollar.EsatardebuscabalosdocumentosdepropiedaddelaminaZuloagaylasescriturasdelamansión,antesyahabíamiradoeneldespachodelmarquésyenlasaladelostrofeossinningúnéxito,aunquealrebuscarentreloscajonesdesu escritorio de caoba estilo colonial sí encontré varios documentos y loscontratosconelnuevogobiernoademásdealgunaspesetasviejasolvidadasalfondodeuncajón.—¿Aquiénselovendió?—lepreguntéconfrialdad,intentandonorespirarel
aire viciado con olor a rancio y a enfermedad que llenaba la habitación—.ElcollardelaabuelaSoledad,¿aquiénselovendió?Derepentenopodíapensarenotracosa:recordéelbrillodelosdiamantes,el
pesodelajoyaenmimanodeniña...—Atitelovoyadecir,másquisierastú—respondiócondificultad.Después
intentó levantar lamanoparahacermeuncortedemangasperoelbrazono leaguantó el esfuerzo—. Eramío, tú no tenías derecho a tenerlo. Lo único quelamento es no haberlo vendido mientras mi madre vivía para que esadesagradecidatuvieraclarocuálerasulugardeverdad.Mevolvíparamirarle:aúnsentíaelmismodesprecioporesehombreviejoy
decrépitoqueestabasentadoensucamaentrealmohadasahuecadasqueelquesentíporéllatardequedisparóaAlma.—Veoque la edadnonos ha ablandado a ningunode los dos,mejor así—
musitéantesdeapartarlosojosdeélparanotenerqueverleunsegundomás—.Odiaríaperdonarlesoloporqueesunviejoimpedidoconunpieenlatumba.—Quésoberbiahassidosiempre:alomejortemuerestúantesytodavíame
ríodeti.—Escupióentresuslabiosarrugados—.Túmepusisteenestamalditasilla, ojalá te hubieramatado a ti en vez de a tu hermanaAlma. Ella era tansoberbiacomotúperoalmenoseramásespabilada,mirasinocómotelajugó:
valíamásunsaposuyoquetodatújunta.Despacio, caminé hasta la cama y me incliné un poco hacia él para poder
susurrarlealoídoyasegurarmedequemeescuchaba:—Cuando usted muera, y tenga seguro que eso será muy pronto, le daré
quinientaspesetasalpadreDávilaparaqueleentierreaustedenelcementeriopúblico deBasondo—le dije conteniendo el aliento para no respirar el olor amuertequesalíadesupielpegadaaloshuesos—.NuncadormiráenlamismatierradondedescansamimadreydondeestáenterradaAlma.Yomeencargarédequeasísea.Dije«enterrada»porquesabíabienqueAlmanodescansaba.Meapartédeélparaversureacción,vielmiedopasarflotandodetrásdesus
ojosnubladosporquesabíaquemiamenazaeratanrealcomolohabíansidolassuyasdurantetodosestosaños.—No,noteatreverásahacerlealgoasíatupadre.Notienesderecho...bruja.Con sumano temblorosa y torpe elmarqués se santiguó al decir la palabra
«bruja»yyomereídeél.MereíporqueselomereceríayporqueyanoquedabanirastrodeesehombrepoderosoqueduranteañoshabíaaterrorizadoaCarmen,amimadre,amishermanasyamímismaenesesacodehuesosconsumidoconla piel grisácea y la cara descolgada hacia el cuello.Ya no quedaba nada quetemerenél,otromonstruoderrotado.—Soytupadre,tudebercomohijaobedienteesperdonarme.—YonoleperdonaréjamásyAlmatampoco.Nobusqueexpiaciónenmípara
suspecadosporquenolatendrá.Sus manos débiles y cubiertas de manchas por la edad temblaron sobre su
regazocuandointentócogerlasmantasparaprotegerse.—Catalina,ellasiemprefuemásdócilquetú,ellasíquemeperdonarácuando
lleguemihora.—No, ella tampoco le perdonará —le dije con una media sonrisa de
satisfacciónalverelpánicoensumirada—.¿Sienteeso,padre?¿Esasensaciónterrorífica de que es otro quien domina su vida? La crueldad de que sea otroquiendecidesobrecuándopuedecomerodóndepuededormir,esomismoesloquehemossentidonosotrasporsuculpadurantetodosestosaños.Estiró la mano —la misma con la que me dio un bofetón la tarde de mi
decimoquintocumpleañosdelantedetodoslosinvitadosamifiesta—eintentó
cogerme lamía, pero la edad le había vuelto lento yme aparté antes de quepudieratocarmesiquiera.—He comprendido que algunas de las cosas que hice como padre y como
maridoestabanmal—dijointentandodisimularlairaquesentíayquenohabíaabandonado su cuerpo a pesar de estar consumiéndose—. Ahora ve y dile aCatalinaquevayaalpuebloabuscaralpadreDávila,quieroconfesarmeporsiacasolamuertemevisitaestanoche.Anda,veydile.—Nohacomprendidonada: loquepasaesque semuereyde repente tiene
miedodetenerquepagarportodoloquenoshahecho—ledije—.Catalinayanovaaobedecerlemásyyotampoco.NovaahablarconDávilaytampocovaaconfesarse,ademásahorasuamigoelpárrocoesunhombreimportante,muchomás importantequeusted,yno tiene tiempoparaandarviniendohasta lacasacadavezqueaustedseleantojecontarlesusbobadasdeviejo.—Sé lo que eres, sorgiña.[3]—El marqués dijo la palabra despacio y con
labios temblorosos, pero no porque estuviera prohibido hablar en euskera: ledabamiedoesapalabray loquesignificaba—.Lecontaréa todoelmundo loque eres en realidad. ¿Es que crees que no sé que tienes algo que ver con ladesaparición de Pedro? Tú y la otra. Ya verás quién se ríe al final, ya; veráscómomerioyocuandovenganallevartepresaymetanaesamocosarubiaenunhospicio.—Nadievaaveniravisitarleyaporquenadieletienemiedoenestepueblo,
padre.Noesmásqueeldueñodeunaminaquenodatrabajoaningúnhombre,el presidente de una compañía que no factura una sola peseta desde hace seisaños,yanoeselmaridodenadieydesdeluegonuncahasidopadre...—¡Pero todavíasoyelmarquésdeZuloaga!—meinterrumpió,casicomosi
volvieraatenercincuentaañosyllevaraunadesusridículasgorrasinglesasdecazasobresuenormecabeza—.Yosoyelmarqués.—Esverdad,todavíaeselmarquésdeZuloaga,peronecesitadenosotrashasta
paramear,asíqueseabuenoconCatalinaoelladejaráqueselohagaencima,porque tenga claro que si es por mí ya puede comerle la inmundicia que nopiensomoverundedoparaayudarle.—Meacerquéaélparamirarleunaúltimavez y añadí—: Va a llevarse sus pecados consigo, padre. Alma le esperaimpaciente.Despuéssalídelahabitaciónsinesperarsurespuestacerrandolapuertatrasde
mí. Escuché su llanto asustado entre las sábanas mientras me alejaba por elpasillo,ypenséquetalvezAlmasíqueleestuvieraesperandodespuésdetodo.
Lauranaciótressemanasdespués,laúltimanochedeverano.Paraentoncesyoyanopodíasubirlasescaleras—muchomenoslasestrechasescalerasdecaracolquellevabanhastamihabitacióneneltorreóndelacasa—,demodoquelaniñanacióenelantiguodormitoriodemimadre.Elúnicomédicodetodoelvalleestabaesanocheatendiendoaunviejoque
dudaba de si morirse o no, y la comadrona de Basondo —la misma mujerdelgada de pelo claro que nos trajo al mundo a Alma y a mí— se habíamarchado del pueblo después de que terminara la guerra, así que estábamossolas. Las semanas antes,Catalina y yo habíamos leído todos los libros sobrepartos, cirugía y recién nacidos que encontramos en la biblioteca de VillaSoledadhastaquelosojosempezaronadolermedeverlasimágenesespantosasde mujeres dando a luz en posturas imposibles o de lo que parecían reciénnacidosarrugadosycubiertosdebaba.—Elquehadibujadoestonohavistounpartoensuvida—comentóCatalina
congestodedesaprobaciónmientraspasaba laspáginasdelgruesoManualdemedicinamodernaquehabíamosencontradoenlabiblioteca—.Yapuestoaquelaúnicavaginaquehavistoentodasuvidafueladesumadrecuandoloparió,lapobrecilla.Menudosdibujos,danmiedo.Las dos nos habíamos reído entonces, sentadas en las butacas de piel en la
biblioteca—dondemamánonosdejabasentarnosaAlmayamícuandoéramosniñas—mientraslacasitademuñecasfantasmalnosobservabadesdelamesitadeajedrezdondellevabacasidiezañoscogiendopolvo.—Es horrible parirlos y es casi igual de horrible verlo—me dijo Catalina
despuésdequeLauranaciera—.Sugieroqueningunadelasdosvuelvaahacer
algoparecidojamás.Mereíapesardelesfuerzo,deldolorsordoquerebotabaentrelasparedesde
micuerpoydelsudorfríoquecubríamifrente.—Sí,mepareceunabuenaidea—respondíconlavozentrecortada.Lauranacióenmitaddeunagalerna.EsatardeelcielosobreelCantábricose
volviódecolorgrisoscuro,lasuperficiepicadadelmarburbujeabacomosilasaguas heladas estuvieran ardiendo, el viento del norte golpeó Villa Soledadtratandodearrancarleelalmaalacasaylevantarladesusmismísimoscimientosdetierranegra.Al ver a Laura no sentí esa punzada de amor instantáneo y puro que
supuestamente se siente al ver a un hijo por primera vez, ni siquiera cuandoCatalina le limpiócondelicadeza los restosdemíque la reciénnacida llevabatodavíaencimaymelapusoenlosbrazos.Nisiquieraentonces.Lauraeraunacriaturapequeña,calienteyfrágilconlapielarrugadaylosojoscerrados.—Síquesepareceunpocoalosdibujosdeeselibroquevimoslaotranoche
—fueloprimeroquesemeocurriódecir.Catalina soltó una risotada de alivio porque ninguna de las dos habíamos
muertoenelparto,ymecolocómejoralaniñaenlosbrazos.—Sontodosunpocofeítoscuandonacen,peroluegomejoran,daleunosdías
y verás qué cambio.MiMarina era calva como un melón nada más nacer yestabarojadelesfuerzo,peromiraquébonitaestáahora.Fuera, el vientodelnorte, quehabía ahogadomisgritosdurante el parto, se
evaporódejandotrasdesíunamadrugadaclaraylimpiaconoloraverano.Una semana después de que Laura viniera a este mundo el marqués de
Zuloagaloabandonóparasiempre.Catalinadescubriósucuerpoporlamañanaalentrarensudormitorioparaasearleydarlededesayunarsucaféconsopas.Elmarquésmuriómientrasdormía,sinenterarseporque inclusoparamorirsehayque tener suerte en esta vida. El padreDávila estaba enBilbao y no volveríahastadentrodeunpardedías,asíqueTomásseocupódelentierrodelviejoydebuscarleunhuecoenelcementeriopúblicodeBasondotalycomoyolejuréqueharíalaúltimavezquetuvelamalasuertedeverle.—¿Estásseguradequequiereshacereso?Lagentehablará,querránsaberpor
qué no entierras a tu padre en el cementerio familiar —me había advertidoTomásmientrasyofirmabaelpermiso.
—Puesquehablen,medaigual.Diganloquedigannovoyadarleelgustoalviejodedescansarenlamismatierraquemimadreymihermana—ledijesinlevantarmedelasilladelacocinadondeleestabadandoelpechoaLaura—.Yencárgatedequesu tumbaestébien lejosde ladeCarmen,aver siencimaelbastardovaaseguirmolestándolaahoraqueestámuerto.Catalinaestabadepieapoyadaenelmarcodelapuertadelacocina,nodijo
una palabra en todo el tiempo que Tomás estuvo en la casa—ni siquiera almencionar a su madre—, pero ella y yo ya lo habíamos hablado antes yestábamosdeacuerdo:elviejonodescansaríaenelcementeriofamiliar.—Noserábarato.—MehabíaadvertidoTomásdespuésdeun tragodecafé
aguado.—Nadaloes.¿Cuántodinerohacefaltaparapagarlotodo?Elentierro,lamisa
ytucolaboración.LosojosdeTomás,quenosehabíandesviadohaciaLauraohaciamipechoni
unasolavez,ahoradudaronuninstanteantesderesponder:—Trescientas pesetas el entierro, la misa y la tumba. Cien más por mi
colaboración.Sonreíconironía.—Cien pesetas. Vaya, sí que se venden baratos los ideales cuando hay
necesidad,inclusolosdeloscuras.—Pordesgraciaparatodos,asíes—merespondióél.—Catalina te dará el dinero en cuanto hagas que el enterrador se lleve el
cuerpo,noquieroqueempieceaapestar,bastantenoscuestayamanteneralasratasfueradeestacasasinañadirleelolordeunmuerto.MeparecióqueTomássemarchabadecepcionadodeVillaSoledad.Nosupe
si su decepción era conmigo, por deshacerme del cadáver demi padre de esamanera, o con élmismo, por tener que rebajarse a pedirme cien pesetas paramantenerlabocacerradayserdiscreto,peromedioigual.Esamismatarde,despuésdequeelenterradory losdosmuchachosflacosy
altos como chimeneas que trabajaban para él a cambio de unos céntimos sellevaran el cuerpo delmarqués para siempre fuera deVilla Soledad,me reunícon el notario y abogado de padre para firmar el traspaso de todas laspropiedades,laminacerrada,lacasaenruinas,lascuentasvacíasyeltítulodemarquesa.Aunque la leymandaba que el heredero del título fuera el pariente
varónmáscercano,yonoteníaninguno,asíquesalvoqueundíaaparecieseunprimolejanodelcualnuncahabíaoídohablar,yoseríaapartirdeahoralaseñoramarquesadeZuloagayLlanoporplenoderecho.—Yaestáhecho.Ahoratúeresladueñadetodo,tambiéndelasdeudasdetu
padre.Lamentomuchosupérdida—mehabíadichoelnotariosinungramodesinceridadensuvozcuandoledespedíenelportóndehierro.Resultó que en un patético intento de ocultar la ruina familiar, el marqués
pidióunpréstamoaun importantebancoenBilbaoponiendocomoavalVillaSoledad. El dinero del préstamo se había esfumado, pero la hipoteca sobre lamansiónvencíaantesdeNavidad.—Bueno,y¿quéhacemosahora?—mepreguntóCatalinamientrascenábamos
—.¿Vamosaperderlacasa?¿Yaestá?—No,nihablar.Novoyapermitirqueeseviejonossigamanejandoincluso
después de muerto. Intentaré renegociar el préstamo con el banco mientrasconseguimoseldineroparapagarelcrédito.Estábamoslascuatroenlacocinadelamansión.Lauradormíaarropadaenel
mismo moisés pasado de moda en el que había dormido yo siendo un bebé.Catalinaencontrólosdosmoisésdemimbre—idénticos,enormesyostentosos,tal y como era todo entonces— en el trastero del sótano cuando estabaembarazada de Marina, así que lo había limpiado a fondo, le cosió nuevassábanasyfabricóparasuhijaunapequeñaalmohadaconloquesobródeunascortinas.Marinayahabía terminado su sopadepolloy zanahorias—conmászanahoriasquepollo—yahoramordisqueabauntrozodepanseco.—Y ¿cómo lo vamos a hacer? —quiso saber ella—. ¿Sigues dispuesta a
marcharteaMadrid?—Sí, no tengo más remedio que ir si queremos conservar la casa. Allí es
donde está el dinero, así que allí es donde iré —respondí con desgana—.Tenemosqueconseguirunsocioinversorparapoderreabrirlaminacomoseaodentro de cinco meses el banco se quedará con Villa Soledad y nosotrasestaremosenlacalle,yahoraqueporfinnoshemoslibradodelviejonopiensorenunciaraestacasa,nihablar.Mirélacocinadeslucidaporlaguerrayporlosañosdemiseriaqueseguíana
laguerracomounfantasma:losazulejosblancosestabanrajados,lapinturaenlapared de la puerta, desconchada, los armarios amarillentos y los tiradores de
cristal biselados a mano, que tanto habían enorgullecido a mi madre, habíandesaparecidohacíamuchotiempo.—Hepasadotodamividaescuchandoqueyonoeradignadeestacasayque
teníasuertedequemepermitieranvivirenelsótano—dijoCatalinasinocultarsuresentimiento—.Estoycontigo:novamosarenunciaraVillaSoledad.Asentíymeinclinésobrelamesahaciaellacasicomosimepreocuparaque
alguienmásenlacocinapudieraescucharnuestrosplanes:—Entoncesharemosloqueacordamos,dividiremoseldineroendospartes:yo
memarcharéaMadridparabuscarunsocioentre loshombresdenegociosdeallí que participan en la guerra. Usaré el título de marquesa de Zuloaga yalquilaréunacasa,comprarévestidoselegantes,organizaréfiestasyconvenceréatodosdequeinvertirenlaminaesunbuennegocio.—Bien.Yyomequedaréaquíconlasniñasymandaréarreglaralgunascosas
de la casa para que parezca que todo vuelve a ser como antes: el jardín, lascortinas,estacocina—dijoCatalinacontandoconlosdedos.Lasdosnosquedamosensilenciounmomento,repasémentalmentetodoslos
detalles de nuestro plan para estar segura de que no nos pasábamos nada poralto.—¿Creesquefuncionará?—Funcionará—leaseguré—.EldineroquequedadelsegurodeMasonnoes
suficienteparaquepodamosreabrir lamina,perosíalcanzaparaconseguirnosun socio en Madrid, uno que nos preste lo que nos falta. Tan solo hay queconvenceraesoshombresdequeenrealidadnonecesitamossudineroparaquequierandárnoslo.—Fiestas,vestidosamedida,bolsosdepiel,peinadoselegantesenlossalones
de belleza donde solo van las condesas, las esposas de los falangistas y lasamantes de los nazis que pululan por Madrid. —Catalina torció la cabezaestudiándome—. Tenemos que cortarte el pelo antes de que temarches, haceañosqueningunaseñoraelegantellevaelpelotanlargocomoeltuyo.Mimelenanegracomo lamedianocheme llegabamásabajodelpecho,casi
hastalacintura.Solíallevarlorecogidoenunatrenzaparaquenomemolestara,oenunmoñodescuidadoquesujetabaconmediadocenadehorquillas.—¿Túcrees?—Puesclaroquesí,vamos,échateparaatrásenlasillaqueyoteloarreglo—
añadió—.Cogímuchaprácticacortándoleelpeloamimadrecuandoempezólaguerray,casial final, tambiéna la tuya.Puedequenoquedes igualqueGretaGarboperoalmenosnopareceráquetehasescapadodelbosqueconesamarañadepelo.Catalinase levantódesusilla,salióde lacocinasindecirnaday laescuché
rebuscarenelbañodelprimerpiso,cuandovolviótraíaenlamanounastijeritasdebarberoyunpeine.—No recuerdo cuándo fue la última vez que me corté el pelo —admití
mientrasmequitabalashorquillasdemirecogidounaporunaylascolocabaenlamesa—.CreoqueaúnvivíaenCalifornia,enlatierradorada.Milargamelenacayósueltapordetrásdelincómodorespaldodemaderadela
silla y sentí a Catalina ordenando algunos mechones para asegurarse de quequedabantodosalamismaalturaantesdeempezaracortar.—Las actrices y cantantes ahora llevan todas el pelo corto, desde Carole
LombardhastaBetteDavis—medijo—.Nopasaríasporunaricaysofisticadaheredera con este pelo de lamia por mucho vestido de Chanel, bolsos decocodriloycollaresdeperlasquetepongas.Lamia.Sonreíparamísinpoderevitarlo.—¿Todavía se dicen esas cosas en Basondo?—le pregunté por encima del
sonidometálicodelastijeritasqueyahabíanempezadoacortar.—Oh, pues claro que se dicen, algunos en el pueblo aúnmantienen que la
marquesa de Zuloaga y su hermana gemela son dos poderosas lamias que seaparecenjuntoalosríosoenlascuevasalosincautoshombresparaarrastrarlosalpecadoylalujuria.Puselosojosenblanco:—Jamásheconocidounhombre incautooaunoquenoestuvieradeseando
dejarsearrastraralpecadoylalujuria.CatalinaserioenvozbajaparanodespertaraLaura,quedormíaenelmoisés
enlaesquinadelacocina.Marinamirabaconcuriosidadloquehacíasumadre,peronosemoviódesusilla.—Yaestoyrecuperadadelparto,puedoviajarsinproblema—dijemientraslos
largos mechones negros caían sobre mi regazo—. Lo prepararé todo y lapróximasemanasaldréparaMadrid.Catalinamepeinóunpocoparavercómoibaquedandoydecidiócortarunos
centímetrosmás.—Loharásbien:hassidounachiquillaconsentidaycaprichosaduranteaños,
tansolodebesconvencerlesdequeaúneresesachica.—¡Aúnlosoy!—respondímuyofendidamientrasnotabaporprimeravezen
mi vidami cuello y hombros despejados. Peromiré la mata de pelo negro ybrillante que cubría el suelo de la cocina alrededor de la silla donde estabasentadacomounacortinadeterciopelo.Yderepente,yanoestabatanseguradeseguirsiendoesachica.
ElpalacetedelosMisterios
ELPALACETEDELOSMISTERIOS
ElalquilerdelpalacetedelosMisterioscostabaunafortunaalmes;sobretodoteniendo en cuenta la miserable suma que quedaba después de dividir lo quequedaba del seguro de Mason entre Catalina y yo. Y aun así tendría que«malgastar» ese dinero persuadiendo a alguno de los muchos hombres denegociosquefrecuentabanMadridenesosdíasyconvencerledequeinvertirenunaminadehierrotodavíaeraunbuennegocio.Elpalacetede losMisterioseraunedificiode ladrillodecolor rojoy tejado
negroqueocupaba toda la esquinade la calleBailén, enunaplaza cercana alPalacioReal.Teníalaplantacuadrada,cerradasobresímismaenunasuertedelaberintosencilloperosinotraescapatoriaquelapuertaprincipal,conunpatiointeriorrodeadodealtísimasparedes.Cuandoelencargadodevigilarlacasa—unhombreconelpelocanoso,gafas
anticuadas,labarbaralayunligeroceceoalhablar—meenseñólapropiedadlaprimeravez,mecontóqueun fantasmarondabaporelprimerpiso:elespírituinquieto de una antigua amante del anterior propietario que supuestamente sehabía suicidado saltando al patio desde la ventana de una de las habitacionesinterioresaldescubrirqueestabaembarazada.—Pues espero que al fantasma de esamujer no lemolesten las fiestas o el
champán—ledijecondesdénalencargadomientras leentregabaunsobre tanllenodebilletesqueapenaspudecerrarlo.El encargado me cogió el sobre con la mano temblorosa de quien está
acostumbrado a aceptar sobornos aunque piensa que está mal hacerlo, y se
guardóunoscuantosbilletesparaélenelbolsillodesuchaquetaazulmarinoacambiodehacercorrerlavozentreotrosencargados,mayordomosymozos,dequeunamarquesadelnortehabíallegadoaMadridparaqueellosselocontaranasusrespectivosjefes.Vi otras propiedades mucho más baratas la primera semana que pasé en
Madrid:pisosenelcentroconventanalesquedabandirectamentealaGranVíaocoquetosapartamentosenlacalleVelázquezmuydiscretos,dondealgunosdelosoficialesfalangistasyaltoscargosdelPartidoúnicooficialacomodabanasusjóvenesamantesparavisitarlassintenerquesalirdelcentro.PeroelpalacetedeBailén era tan descomunal, ostentoso e imposible de ignorar que convenceríaincluso al empresario más desconfiado de que yo era ciertamente una ricaherederaamantedelasfiestas:consuvestíbulosuntuosorodeadodecolumnasde mármol, su salón de baile con capacidad para cien personas, las paredespaneladasenmaderadecaobaoscurahastaeltecho,cortinasdeseda,unagranchimenea de estilo barroco en el salón principal, espejos conmarcos doradosdecorando el pasillo en losqueuna esperaría verse aparecer al fantasmade laamantesuicidareflejadaalpasar,unoratorioparalafamiliaalfinaldelpasillo,unaescaleradenogalqueconectabalostrespisosytrecehabitacionesporquetaly como me explicó el encargado: los anteriores propietarios no eransupersticiosos.Noviningúnfantasmalasprimerastresnochesquepasésolaallí.Síescuché
el sonido de lamadera vieja haciéndosemás vieja y de habitaciones cerradascogiendo polvo, pero nada más. Llamaba cada tarde a Catalina desde elescritorioestiloimperioquehabíaeneldespachodelprimerpisoparasaberquétalibasupartedelplan.Talycomohabíamosacordado,CatalinamandóarreglarlalíneadeteléfonoqueibahastaVillaSoledadparaqueasínotuviéramosqueesperaralcorreo,aunquecuandohablabaconellacadatardesuvozmellegabadesdemuylejosyentrecortadaporloskilómetrosdebosques,suelocalizoylasinterminables llanuras vacías que había visto desde el tren que me llevó aMadrid. En nuestras charlas, Catalina me contó que las tres estaban bien, enrealidad muy bien ahora que el marqués ya no la llamaba a gritos desde suhabitaciónoinsultabaalapequeñaMarinasilaveíaporcasualidadcurioseandodesdelapuerta.PorfinparecíaqueelmarquéssehabíamarchadoparasiempredeVillaSoledad llevándoseconélelmiedo, lavergüenzaycasi todoeldolor
quehabíacausadoenvida.Catalinamecontó tambiénqueyahabíaempezadolas obras en la casa para lavarle la cara a la mansión. Ahora que estabanarregladaslasventanasdelprimerpiso,lasratas,lasalimañasylospájarosdelbosque ya no se colaban en la casa, la caldera volvía a funcionar y el jardíndelantero había recuperado el aspecto cuidado y exótico del que tanto seenorgullecíamamácuandoaúnvivía.ElcuartodíamedejéverporelcentrodeMadridasegurándomedenopasar
desapercibida.Miplanerairalasmejores—ymáscaras—tiendasderopadelaciudad taconeandosinningunavergüenza,comomamásolíahacercuandoaúnestaba de buen humor y entraba en una habitación para que todos la oyeranllegardesde lejos.Despuésde lascompras, iríaaalmorzaralhotelRitzdondehabíaoídoquepasaban el rato empresarios afines al nuevogobierno, famososvariosoespíasdeunoyotrobandofumandoensussalonesmientrastomabanungin-tonicespecial.AsíquemepusemimejorvestidodeNinaRicci—unvestidoverdeesmeraldadecócteldetardeconescotedrapeado—queconservabademisdíasenCaliforniacuandoelranchoporfinempezóadarbeneficios,antesdelamuerte de Mason, y guardé unos cuantos billetes en mi bolso de piel decocodrilocolorbeige.Antesdesalirdelpalacetepaséunbuenratodelantedeunodelosespejoscon
elmarco cubierto de pan de oro asegurándome de quemi vestido no parecíapasadodemodaconsucorteentalladohastamásabajodelasrodillas.Mepeinémi nuevamelena corta con ayuda de unos rulos y despuésme coloqué—concuidadodenodespeinarme—unpequeñosombrerodetulyterciopeloajuegoconelvestidoqueapenasmecubríalamitaddelafrente,mesubíalostaconesdemissandaliasdepieldecabritillaenblancoycrema,mepuse lasperlasdemamá,queCarmenhabíaconseguidosalvarcuandoalmarquésledioporvendersusjoyas,ymepintéloslabiosderojosangre.Memiréunavezmásalespejoantes de salir: incluso la fantasma que rondaba el palacete me daría su vistobueno.Esamismatardemecompréunnuevobolsodepieldeavestruzenlaelegante
tiendadeLoewequehabíaenelnúmeroochodelaGranVía—unbolsoque,poraquelentonces, resultó ser tancarocomo la reparacióndel tejadodeVillaSoledad—, tomé el aperitivo en el bar Chicote y me di una vuelta por unosgrandes almacenes del centro sonriendo despreocupada mientras me probaba
broches de nácar, turbantes de seda o gafas de sol de carey que pagarían lasmedicinasdeMarinadurantecasiunaño.LaantiguaEstrellanoteníaniidea—nileimportaba—cuántocostabanlasmedicinasparaelasma,peroyosíquelosabía.Almediodía, entréenelvestíbulodelhotelRitz taconeandoyhaciendoque
mediadocenadecabezassevolvieranhaciamí,aunqueporsupuestoyonomedignéquitarmemisnuevasgafasdesolparamirarles.Almorcésolasentadaalasombradelosgrandestoldosazulesenlaterrazadelhotel:linguiniconsalsadenata,vieirasalaparrillayvinoblancomuyfrío.Cuando regresé al palacete esa tarde, ya tenía esperándome una docena de
invitacionesformalesparatomareltéoasistirafiestas.
Tres semanas después había asistido a muchas fiestas en palacetes tanostentosos como el mío, comido en los mejores restaurantes de la ciudad yconocido a un sinfín de mujeres alemanas que encontraban mis vestidos deChanelymistocadosdeSaintLaurenttanfascinantescomomishistoriasacercade la vida enCalifornia,ClarkGable, el hotelAmbassador deLosÁngeles ocualquier otra aventura queme inventara para ellas.Descubrí pronto que esasmujeresqueríanvenirdecomprasconmigo,arreglarseelpeloenelmismosalóndebellezaosabercuáleraelnombredemibarradelabios.También conocí amuchasmujeres españolasmás ricas de lo que la familia
Zuloagahabíasidojamás:condesas,marquesas,amantesyesposasdeministrosyaltoscargosdelPartidoúnicoeinclusounacantantedecoplasquemesonreíancon frialdadymeestudiabancomoseestudiaa laúltimachicaque llegaauncolegio estricto y cerrado. Esas mujeres también elogiaban mi ropa de estilofrancés,mismodalesdeseñoritaysereíanenelsalónprincipaldelRitzcuandoyolescontabaanécdotasdemividaenSanBernardino.—¡Hay que ver qué atrevida eres, Estrella! Eres toda una joven demundo,
querida. Elegante y sofisticada, parece mentira que a estas alturas estés aúnsolterita—medecían.Me desenvolvía bien entre aquellas mujeres, demasiado bien. Tal y como
había predicho Catalina, ellas me adoraban, y las que aún no me adorabanacabarían deseándolo con todas sus fuerzas: parecerse amí, ser comoyo. Porsupuesto,yohabíaevitadocuidadosamentehablarlesdelamuertedeMason,delaspenuriasquepasamosenLasÁnimascuandoeldineroempezóaescasear,deLaura o de las ratas que se colaban en la mansión de indiano que llevaba el
nombredemiabuelaporque,merepetía:«Nadiequiereayudartesierespobre.»Osieresviuda,omadresolteraounamujersola.Pordesgracia, tambiéndescubríprontoqueningunadeesasmujerescon las
quepasabaelratoteníacontrolsobrelosnegociosdesufamilia,asíquedespuésdemuchas fiestas,muchas copasde champánen elPasapogademadrugadayalmuerzosconcaviarcomprendíquedebíaencontrarlaformadeengatusarasuspoderososmaridosyamantesigualquehabíahechoconellas.ElbancoenBilbaonoquisorenegociarlahipotecasobreVillaSoledadporque
estabaninteresadosenconseguirlamansión,segúnmeexplicóunhombreconlavoz aflautada al otro lado del teléfono: «Al delegado del gobierno enVascongadaslegustalapropiedad.»Demodoqueesatardeestabayosentadasolaamimesafavoritadelaterraza
del Ritz dándole vueltas a cómo acercarme a los empresarios españoles quevendíanmaterialesysuministrosalosnaziscuandounavozfamiliarmesacódemispensamientos:—Miqueridamarquesa.Nomeestarásiguiendousted,¿verdad?Nodejode
encontrármelaportodoelmundo.Mevolvíhacialavozaunquesabíadesobraaquiénpertenecía.—Desdeluegoquenoleestoysiguiendo,señorSinclair,aunqueustedsíque
parece tener algún tipodeobsesiónmalsana conmigo—respondí sinquitarmelasgafasdesolparamirarle.Liammesonrió.—Asíes,desdelatardeenquelaconocí.ComosiempremesucedíaconLiamnoestabaseguradesilodecíadeverdad
osisoloeraunaformanadasutildeintentarmetersebajomissábanas.Memovíenmisillablancayazul,queseríamásapropiadaparaunhotelenunapequeñaplaya de la Riviera francesa, y después fingí que volvía a ocuparme de miBloodyMary.—Pensé que seguiría usted en la soleada California haciendo negocios con
especuladores, terratenientesybanqueros—dijesinmirarle—.Eseparecemássuambiente.—Me temo que California perdió todo el interés para mí cuando usted se
marchó.—Apesardequeyonolehabíainvitado,Liammoviólasillaquehabíafrente a la mía y se sentó al otro lado de la mesa—. La semana pasada me
parecióverlaenelsalónprincipaldelhotelcharlandoconlabaronesadePetrinoyotrasdosmujeresmás.EltoldoazuldelaterrazabloqueabaelsoldemediodíaqueaplastabaMadrid,
pero aun así yo nomehabía quitadomis gafas de sol de carey para almorzarporque,comodecíamamá:«Cuantomásmisteriosaeinaccesibleparezcasmássemorirántodosporhablarcontigo.»—NoestabasegurodequerealmentefueraustedynoqueríamolestaraElena
Petrino.Dicenquieneslaconocenbienquetienemalcarácter,¿esciertoeso?—Notengoniidea.HastadondeyosélacondesaPetrinoesunamujermuy
divertida,unagrancocinerayamantedelasantigüedades—respondíevasiva.—Sí, eso ya lo sé. La buena condesa es también la esposa del jefe de
propagandanaziaquíenEspaña.HansLazar,dicenporahíqueHerrLazaresunpájaro tangrandequenielmismísimoFührer se fíadeélyporesomismo letieneaquíenEspaña.Liamfingióqueleíalacartadebebidasquehabíasobrelamesa,peronotéque
estabamásatentoamirespuestaquealalistadecócteles.—Sí,algohabíaoídoalrespecto,aunqueamínomeinteresalapolítica.—Me
recostéenlasillacomosiyaestuvierahartadelaconversaciónapesardequenoqueríaqueélsefueratodavía—.¿Yquétalvasuotronegocio,señorSinclair?El del «transporte urgente de personas» creo que lo llamó la última vez quehablamos.Supongoqueconlascircunstanciasactualesnodemasiadobien.Liam se puso serio, sus ojos verdes me estudiaron un momento intentando
decidir si podía confiar enmí o si se arriesgaba a ser detenido por la Policíapolíticaaldecirunapalabramás.—No,novademasiadobien.—Nodebepreocuparsepormí,señorSinclair,leaseguroquenolecontaréa
nadiecómoseganabalavidaantesanoserquenomedejeustedotraopción.Pero en vez de relajarse, Liammiró alrededor para asegurarse de que otros
clientes en la terraza no podían escuchar nuestra conversación. Casi todas lasmesitas estaban ocupadas, pero los clientes más cercanos a nosotros eran unmatrimoniodebritánicosquenohablabanunapalabradeespañol.—Tenga cuidado con lo que dice aquí, este lugar es un nido de espías de
ambos bandos: aliados y alemanes se pasean por el salón principal o por elrestaurantedelhotelatentosacualquierrumorquellevarasusembajadas.
—¿Aesosededicaahora?—quisesaber—.¿Esunespía?—Silofueranopodríadecírselodetodosmodos.—Liammesonrió—.Pero
no,actualmentemededicoalcomerciodeantigüedadesyobjetosvaliosos.—Yaveo...—asentí—.CambiólaspersonasporlasmesitasestiloLuisXVI,
cuberteríasdeplataycuadrosholandesesdelRenacimiento.—VivoporloscuadrosholandesesdelRenacimiento.Intenténosonreírperofracasé,asíquelediotrotragoamizumodetomate
convodka.Elalcoholmequemólagargantaalbajar.—Nose ríademí,marquesa,esunbuenmomentopara lasantigüedades,el
mejor: hay una guerra. Muchas personas huyen de sus hogares dejando atrásreliquias familiaresmuy valiosas o tienen que vender sus cuadros o sus joyasparapodercomer.Haymuchaofertaperotambiénmuchademanda.—Así que ahora es un ladrón normal y corriente, un ave de rapiña que se
aprovechadelaspersonasquelohanperdidotodo.—Notannormalnitancorriente—respondióélsinrastrodevergüenzaenla
voz—.Hago exactamente lomismoque hacen sus amigos los nazis amedidaqueconquistanpaíses,olomismoqueelbandosublevadohizoaquíenEspaña:quedarmecontodo.—Losnazisnosonmisamigos.—Tampocolosmíos,peroyomequedoconcualquiercosaquelosperdedores
o conquistados dejen atrás: cuadros, joyas, libros antiguos, muebles valiosos,vinos...—añadióél—.Laúnicadiferenciaesqueyo lespagoalgoacambioasusverdaderosdueños.—Vaya,esusted todounejemplodedecenciayamoralprójimo—dijecon
ironía—.LaúltimavezquenosvimosayudabaalosjudíosyalosrefugiadosahuirdeAlemaniayahoralesroba.Liamseencogiódehombros.—Hayqueadaptarsealosnuevostiempossiunonoquiereacabarenunode
esoscamposhorriblespicandopiedraoconstruyendopresaspormediopaís.Yparasuinformación,nolesroboúnicamentealosjudíos,refugiados,comunistasodisidentes,tambiénroboalosespañolesquehanperdidolaguerra.—Liamlehizo un gesto con la mano al camarero para que se acercara y le pidió unbourbon solo, cuando el camarero estuvo lo suficientemente lejos como paraescucharnos añadió—:No sea hipócritami queridamarquesa, es usted la que
acudealasfiestasdelosaltoscargosnazisaquíenMadridytomacaféconlasamantesdelosfalangistascadatarde.Encomparaciónconellos,yosoyapenasunaficionado.—Amíme da igual un bando que el otro, no tengo preferencia ninguna—
respondíconfrialdad—.Necesitohacernegociosconquienseaylosnazissonlos únicos con los que el nuevo gobierno permite negociar. No es lo que yohubieraelegidoperoesloquehay.—Entonces como yo. No soy ningún demonio o un saqueador de tumbas,
marquesa,soysolounemprendedor:unempresarioquehaencontradosuhuecoenelmercado.Jugueteéconlapajitademibebidaunmomentoylemiréporencimademis
gafasdesol:—¿Vendeantigüedades?—Asíes.Losnuevosricos,empresariosyaltoscargosdelPartidoúnicoestán
enamoradosde las antigüedades, las reliquias religiosas y las joyas familiares.Comprancualquiercosaque tengamásdeveinteañosyquepuedancolgarenlas paredes de sus palacetes y casas de campo. Les obsesionan el arte y lasantigüedades.—Y¿porquélohacen?—lepreguntécongenuinacuriosidad—.Ahoraellos
sonlosdueñosdetodoydetodos,puedencomprarcualquiercosaquedeseen,¿porquéobsesionarseconalgoantiguoqueademáspertenecióaotraspersonas?—Porqueesolesdaunairedelegitimidad,¿comprende?Leshacesentirque
sonrespetables,yque,además,siemprelohansido.Dignos.Untítulodeconde,unsellodeoroeneldedoanularounblasónfamiliarrobadocubrenlospecadoscon una pátina de verdad y de nueva justicia—me explicóLiam sin ningunaemociónenlavoz—.Tambiénlesconsigotítulosnobiliarios«cedidos»porlosperdedores,cuadrosconfiscadosparaqueadornensusfincasdecazaenToledo,bayonetas que pertenecieron a Napoleón o archivos familiares para poderfalsificarloseincluirseenlahistoriadeunmodo«legítimo».—Pero no lo entiendo, ¿qué importan todos esos documentos o reliquias
familiares?—pregunté—.Despuésdetodonopuedenengañaranadie, todoelmundoconocelaverdad.—Laverdadcambiaconlosaños,miqueridamarquesa,hoysonsublevados
peromañanaseránhéroes—respondió—.Nosolohanganado,tambiénsehan
aseguradodecomprarbuenosasientosparaelfuturo.Elcamareroseacercóhastanosotrostrayendounabandejaenlamanoconel
vasodebourbondeLiam.Dejóelvasodecristalbiseladoenlamesafrenteaél,hizounaligerainclinacióndecabezaysealejósindecirnada.—Nunca pensé que eso fuera tan importante—admití, todavía pensando en
ello.—Esoesporqueustedesunaverdaderamarquesa,otodoloverdaderaqueuna
marquesapuedeser.—Liammesonrióyañadió—:Apuestoaque las señorasaquílaadoranyserifansucompañíaparatomarcaféopasearporlaGranVíaconsuaspectodeestrelladeHollywood,susvestidosglamurososysusmodalesdesdeñososdeverdaderamarquesa.Esonoseconsiguecontítuloscompradosojoyasconfiscadas:hayquetenerlodenacimiento,comousted.—Vaya,quéamable—respondíconsarcasmoantesdedarleotro tragoami
bebidaqueyaempezabaacalentarse.—Oh, no es amabilidad en absoluto, pero basta con un vistazo para darse
cuenta de que no es usted la simple esposa de un falangista vestida deBalenciaga.—Liamjugueteóconsuvasounmomentoantesdecogerloperonobebiótodavía—.Aunquetampocoesexactamenteunamarquesa,no«solo»unamarquesa.Mequitélasgafasdesolylasdejésobrelamesa,misuñaspintadasderojo
chocaronconlasuperficiemetálica.—Tengacuidadoconloqueinsinúasobremí,señorSinclair,nocreoquesus
amigos del Partido único aprobaran cómo se ganaba usted la vida antes—leadvertíenvozbaja—.Españapuedefingirqueesneutralenestaguerra,peroelnuevogobiernoapoyaalosnazisynolesgustarásaberqueustedantestrabajabasacandoarefugiadosdeAlemania.Alcontrariodeloquepenséqueharía,Liammesonrióyseacomodómejor
susrizospelirrojosantesdedarleuntragoasuvaso.—Yo jamás ladelataría,miqueridamarquesa,nienmilaños—dijocuando
terminódebeber—.Nihablaríaconnadiedesuengañoalasseñorasdebiendeesta ciudad o de su buenamano para la jardinería. Sus secretos están a salvoconmigopero sientocuriosidad, ¿quéestáhaciendoenMadrid?Esteambientenoesmuydesuestilo.Suspirédemalaganayvolví a apoyarmeen el respaldodemi silla.Miré a
Liam tratandodedecidir si le creíaonoestudiando sumedia sonrisa, esaquenuncaabandonabasuslabiossiempreunpocoinclinadoshacialaderecha.—Negocios.Buscounsocioparainvertirenlaminademifamilia—dijepor
fin—.¿Leinteresa?Liamhizochocarloshielosdentrodesuvasoyyoadivinésurespuestaantes
dequeélladijeraenvozalta:—Talvez,¿decuántodineroestamoshablando?—Dosmillones.Cuando encontré los libros de contabilidad del viejo en la caja fuerte de su
despacho—los verdaderos, claro— repasé las facturas, los gastos y hasta laúltimapesetadesaparecidaparacalcularcuántodineroharíafaltaparavolveraabrirlaminaZuloaga.—Dos millones... eso es mucho dinero—empezó a decir Liam—. Aunque
puedequetengaunacantidadsimilar,noenpesetasperosíenoroyotrascosasvaliosas.—¿Oro?—Sí. Los nazis y los falangistas pagan bien, casi siempre en oro que
consiguendelaszonasocupadasoquelesrobanalaspersonasquearrestan,asíqueconfíoenquenoseaustedmuyescrupulosaconelorigendeldinero.—Nolosoy—ledijemuysegura—.Peroantesdefirmarnadaodeirmásallá
debemos hablar de los términos de nuestra sociedad, no quieromalentendidosmástarde:primeroymásimportantelaminaZuloagaesmía,siyomueroonoestoyencondicionesdedirigirlaempresafamiliar,mihermanaCatalinaseharácargodetodo.Ademásdeeso...Liamserioenvozbaja.Habíaolvidadosurisayalescucharlaotravezvolvía
sentiresaráfagadecalordebajodemiombligo,enlazonaindeterminadaentremispiernas.—¿Quélehacetantagracia?—lepreguntémanteniendomivozfirmeapesar
detodo—.¿Seburlausteddemí?—Nadadeeso,essoloquehabíaolvidadoquebajoesaaparienciamisteriosa
suyahayungeniodelosnegociosmáscapazquecualquiercaballeroalfrentedeunagranempresaqueyohayaconocidojamás.—Yalquehayaestafadojamás—añadíconsuavidad.Liamapartósuvasoyextendió lamanosobre lamesaparacogermelamía,
mesorprendió,peroledejéhacerporquequeríasaberquéeraloquepretendía.Ytambiénporquemegustabaelcontactodesupiel.—Sélascosasquelepreocupanporquelaconozcobien,mejordeloqueusted
seresisteacreer,yleprometoquenointentaréinmiscuirmeensusnegociosoensu empresa —me aseguró sin dejar de mirarme—. Podrá dirigir usted solaEmpresasZuloagasiesoesloquedesea,yoharédehombredepajaparausted:reunirme con los clientes, inversores, acudir a los almuerzos con ellos...Convencerlesdequesoyyoquienseocupadeloimportanteenlaempresaparaqueellosnosdensudinero.Mirénuestrasmanosunidassobrelamesa.—¿Haríaeso?¿Fingirqueestáalcargoparaqueyopuedadirigirlaempresa?
—quisesabersinmirarle.—YaselodijecuandonosencontramosenLosÁngeles,antesincluso:estaría
encantado de trabajar con usted porque sé que podríamos ganar una fortunajuntos—respondió con su acento musical—. Los dos somos muy parecidos:hacemos lo que sea necesario para sobrevivir porque, a diferencia de otraspersonas,ustedyyovemoselmundocomoesenvezdecomonosgustaríaquefuera.Sudedoíndiceempezóadibujarformasinvisiblesenlapielfinadeldorsode
mimano,unescalofríobajópormiespalda.—¿Y qué hay del hierro de mi mina? ¿Cree que podemos encontrar un
compradorparavenderagranescala?—Esposible,aunquenosería sencillo:apesarde laguerra, losnazis tienen
suficiente mineral. Incluso con mis contactos aquí, nos costaría encontrar uncompradorparasuhierrodispuestoapagarnosunpreciodecente.—¿Entonces? Si el hierro no es una opción, ¿qué es lo que sugiere? —
preguntéconlavozentrecortada.MehabíaidoacercandoaLiammientrashablábamos,ahoraambosestábamos
inclinados sobre la mesita blanca susurrando como si fuéramos espíasintercambiandosecretos.Oamantes.—Siemprehayalgoquelosdemásansíandenosotros,miqueridamarquesa.
Algoquelesrobaelsueñoylavidamientrasplaneancómoconseguirlo—dijocon voz grave muy cerca de mis labios—. Da igual que sea amor, dinero,influencia, nuestro perdón o un extrañomineral: cualquier estafador sabe que
paraconseguiralgodeotrapersonahayqueaveriguarquéesloqueestaansíaporencimadetodo.—¿Unextrañomineral?¿Ycuáleseseextrañomineralsisepuedesaber?Liammededicóunasonrisadezorro,lamismasonrisaastutaqueyalehabía
vistolatardedemiboda.IntuíalmuchachosupervivienteypocoafortunadoqueLiamhabíasidomuchosañosantesdebajodeesasonrisaafiladacuandoporfinrespondió:—Wolframio.
PasamostodalatardejuntosenlahabitaciónveinticuatrodelsegundopisodelhotelRitz,lamismahabitacióndondeLiammecontóquevivíadesdehacíayaunpardemeses.Despuésdehablardenegociosunahoramás,tomarmimosasdeMöetydiscutiracaloradamentesobrepolítica,terminamosentrelassábanasdelinobordadasamanodesusuite.Yo acababa de cumplir veintiséis años, y aunque había coqueteado con
muchoschicos—yhombres—enmivida,hastaesatardeúnicamentemehabíaacostadoconMasonCampbell.Enlacama,Masoneracomoentodoslosdemásaspectosdesuvida:impacienteycaprichoso.Masonsentíaurgencia,verdaderanecesidad de poseer algo hasta ponerse incluso de mal humor cuando no loconseguía,peroamenudo,despuésdelaprimeraexplosióndecalor,supasiónpormí—oporcualquierotracosaquecoparasuobsesiónenesemomento—seapagabatandeprisacomohabíaaparecido.Liam Sinclair no era una cerilla que se encendía deprisa yme quemara las
yemas de los dedos para apagarse igual de rápido. Si Mason era un fósforoexplosivoouncartuchodedinamitaquesujetabaenlamanohastaquemarme,Liameraunahogueraenlaplayaqueardíadurantetodalanoche:bastabaconañadir un pocomás de combustible al fuego en forma de caricias al final delmusloopalabrasdichasamediavozcercadesupelocobrizoparamantenerlahogueraardiendo.Nohabíaanochecidoaúnperoyoestabaenlacamatumbadasobremiscodos,
mirabadistraídaelsoldefinalesdeagostoqueentrabaporlaventanadelasuiteentrelascortinasconbrocados.—Quémaldito calor hace siempre en esta ciudad, ni siquiera cuando cae la
noche desaparece la sensación de bochorno —murmuré sin volverme paramirarle—.Nunca había pasado tanto calor como estos últimosmeses aquí enMadrid,esagotador.Liam estaba sentado con la espalda apoyada en el cabecero de la cama
repasandolascuentasquehabíamoshechoantesmientrastodavíallevábamoslaropapuesta.Serioalescucharmeyapartósusojosdelosnúmerosparamirarme.—Para ser alguien que ha vivido en el desierto durantemás de cinco años
soportasmuymalelcalor—medijoconsumediasonrisa.Elventiladoreneltechosobrelacamahacíagirarelairecalientedelasuite
queolíaasudor,asexoyaldelicadojabóndelavandaqueusabanparalavarlassábanasdelhotel.—Yalosé,peroesteesuncalordiferentealdeldesierto;sinfuego,niarena:
este calor pesa, te cae encimadesde lamañanay te aplasta los huesos.No sécómoalguienpuedeviviraquí.Liamdejólospapelesllenosdenúmerossobrelassábanasarrugadasyalargó
elbrazoparaacariciarmelapierna.Sentíelcontactoásperodesusdedosdetrásdemirodillasubiendodespaciopordentrodemimuslo.—¿Por qué has cambiado de opinión sobre lo de trabajar juntos después de
tantotiempo?—mepreguntóconvozgraveperosindejardesubirpormimuslo—.¿Hasidopormiirresistibleencantoescocés?¿Ohayalgomás?—Elencantonodadecomeryencasameesperanunahermana,unasobrina
enferma y una hija que confían enmí para que consiga dinero para reabrir elnegocio familiar o las cuatro nos moriremos de hambre dentro de un año—respondísinmirarle.LosdedoscalientesdeLiamdejarondesubirpormipierna.—¿Tienesunahija?No le estaba mirando, pero escuché un ligerísimo temblor en su voz al
pronunciarlapalabra«hija».—Sí,sellamaLaura.Tienemásdetresmesesperonolaveodesdequetenía
tressemanas.Algunas veces pensaba en Laura. Intentaba recordar su carita, sus manos
diminutas cerradas en puños sobre el colchón del moisés heredado mientrasdormíaolamaneraespecialenlaqueolía.Habíaolvidadocasitodoslosdetallessobreella.
—Pensé que tumarido habíamuerto—dijo con cautela pero sacándome demispensamientos.—Sí. Mason murió en un incendio en el rancho junto con otros cuatro
hombreshacecasiunaño.—Losiento—dijoél,peromesonómásaliviadoqueotracosa.—Ya,yotambiénlosiento.AdemásdeaMasonloperdimoscasi todoenel
fuego,incluidaslastorresextractorasdepetróleoyelrestodelequipo,noquedónadaquepudiéramossalvar—recordé—.Elpetróleobajolatierraardióduranteuna noche entera hasta terminar de consumirse y después no teníamos dinerosuficienteparapagarlosdañosyreponerlamaquinaria.—¿Teníamos?—Sí,lacapatazdelahaciendayyo.Cadadosmeses,Valentinameenviabauninformedetalladodelascuentasde
Las Ánimas con los gastos, los ingresos y hasta el último centavominuciosamenteexplicadoapiedepáginacomomehabíaprometido.Elranchono tenía beneficios todavía, pero por fin habíamos terminado de pagar losimpuestosatrasadosylasindemnizacionesalasfamiliasdelostrabajadoresquemurieronenelincendio.—Losientomucho.—Liamdibujósímbolosinvisiblesconsudedoíndiceen
lapieldetrásdemismuslos—.¿PoresovolvisteaEspaña?—Sí.Estabasola,embarazadayextrañabaBasondo,elbosqueyelmar...¿no
escruel?Despuésdeañosintentandohuirdeesepuebloterminovolviendopormipropiavoluntad.Túteníasrazón—admitíconunasonrisatriste—.HayalgoenBasondoquese teclavadebajode lapielyse teenredaen loshuesosparaquenotemarchesjamás.Liamseacercóunpocomásamí,sentíelcolchónhundiéndosebajosupeso
cuandoalargóelbrazoparaseguirsubiendopormicuerpo:primeromimusloymicinturahastaellugarexactodondecomenzabamicolumnavertebral.—Penséqueeras tú,durantemesescreíqueesaatracciónquemeempujaba
haciaBasondocomounabrújulaquesiempremarcaelnorteeraporti—empezóadecirenvozbaja—.Yeraporti,perohabíaalgomásquemellamaba:esacasaconeltejadoverdesuspendidasobreelmarsiemprefuriosoqueparecesalidadeunsueño.—Sí, yo volví a mi casa para dar a luz, pero el país y el pueblo que he
encontradoami regresonoescomo loqueyo recordaba—admití—.Nadaescomo yo recordaba, incluso las personas que creía conocer bien me parecendiferentesahora.PenséenTomás,enlamanerafríaydistanteenqueélmehablócuandolepaguéparaqueenterraraalmarquésenelcementeriopúblico.Cogiómidineroy se loguardódeprisa en el bolsillode su sotana, pero se atrevió amirarmeconlamismaseveridadenlosojosqueaquellasmujeresqueesperabanparaentrarenmisahabíanmiradoaCarmenhacía tantosaños.Tomásdeberíaimplorarmi perdón por lo que le hizo aAlma—y amí y al resto de nuestrafamilia—,peroenvezdeesosepermitíamirarmeconreproche,culpándomeamídesumiseriaydesuguerraperdida.—¿Por eso haces esto? ¿Por ellas? —me preguntó Liam—. Venderles
wolframioa losnazisnoescualquiercosa,sabesparaqué lousarán,¿verdad?Conélblindansusvehículosohacencañonesmásresistentesparasusarmas,asísusbalaslleganmáslejos.Lesestaríasayudandoaganarlaguerra,Estrella.—Esunaguerra,unode losbandosvaaganar—murmuré,ymevolvípara
mirarleporencimademihombro—.Lamentosieso tedecepcionaperonoseme ocurre nadamás que pueda hacer paramantenernos a flote y nos estamosquedando sin dinero, pronto tendremos que vender la casa.No voy a permitirquemifamiliapasehambresoloporqueestémalvistonotenerconciencia.Liamme acarició la espalda, susmanosmasculinas con restos de cicatrices
dejabanaldescubiertosumentiraparacualquieraquesupieramirarmásalládesusmodalesaprendidosysupelodefuego.—Nomedecepcionasenabsoluto—measeguró—.Yaunquetecuestecreerlo
tútambiénhascambiadoenestosaños:antestepreocupabasportiysoloporti,peroahorateimportanellas.Mereíenvozbajaydespuésapoyélacabezasobremismanosperosindejar
demirarle.—Supongo,aunquelassemanasquehepasadoaquíyosolafingiendoqueera
la rica heredera de un emporio minero gastando dinero a manos llenas yasistiendoafiestasdecadentesvestidadeLanvinhansidolasmejoressemanasquerecuerdoenaños—admití—.¿Yquéhaydeti?¿Porquévivesenunhotel?Ademásdeporlacomidaylassábanasdelino,claro.Me reí en voz baja pero noté que Liam ni siquiera sonreía, así que me
incorporéunpocoparaverlemejor:
—¿Quésucede?—Nada.Essoloquevivoenestehotelporsiacasotengoquesalircorriendo
delpaísparasalvarmivida,noquieroacabarenunodeesostribunalesdeguerraoconstruyendopresasconlosdemásesclavos—respondióconlosojosfijosenlassábanasrevueltas—.Sielnuevogobiernodescubrequeayudéadecenasdepersonasahuirdelosnazismematarán.—Sí, te matarán. Y también a cualquiera que tenga relación contigo —
respondípensandoenmí.—Poresovivoenestehotel:aquíhayespíasbritánicosyamericanosportodas
partes, en este mismo piso hay un par de ellos fingiendo que son turistascanadiensesdelunademiel,asíquesioigoalgoraroodejodeverlesporaquí,sabréquetengoquesalircorriendodelpaís.—Yo estaba a salvo en California, así que para mí la guerra solo era algo
borrosoquellenabalaspáginasenlosperiódicosdeldomingo.Claroquemirabalasfotografíasenblancoynegrodeloscorresponsalesoveíabarricadasenlascallesolosagujerosquelasbombasdejabanalcaer,peroparamí,laguerranoera más que una nube negra y roja de tormenta que descargaba su furiademasiadolejosdedondeyoestabacomoparasentirmiedo—admití.ElmiedoquehabíaintuidohacíasolounmomentoenlosojosdeLiamerael
mismomiedosordoyviscosoquevienlosojosdelasdosmujeresenlaboticadeBasondo o en los ojos de todos los demás. El terror a algo sin una formaconcretaqueyanoseescondíaenlascallesoenlosbares:unacriaturasiniestraqueahoravivíaentodaslascasasydentrodetodoslosquehabitabanenellas.—¿Creesqueesposible?Cambiarelhierrodetuminaporwolframio—dijo
Liam deseando hablar de otra cosa—. Quiero decir, ya sé que hiciste algoparecidoconelpetróleoenelranchodetumaridoenCalifornia,perodicesqueesonoterminódemasiadobien.Recordé esa planta enredadera donde crecía esa maldita flor azul que me
seguíaatodaspartesdesdelatardeenqueenterramosalaabuelaSoledad.Igualqueellobonegro.CaíenlacuentaderepentedequenohabíaescuchadoalloboaullardesdequeestabaenMadridysemeocurrióquetalvezsehabíamarchadoporfin,oquealigualqueyoellobonoestabaacostumbradoaesecalorpesado.—Sí, creo que es posible a pesar de lo que pasó la última vez—respondí
mirándomelasmanosdondeelfuegonaranjadelastorresextractorasenllamas
mehabíaquemado—.Cuandoatraje elpetróleohacia el suelodeLasÁnimasestabalejosdecasaylejosdelbosque,apuestoaqueesotuvoalgoqueverconloquepasódespuésy,siaesolesumasqueelwolframioyaexistemezcladoconelhierrodelasminas,creoqueestavezpodríasalirbien.Medilavueltaenlacamaparaleersuexpresiónylabrisadelventiladorenel
techomearrancóunescalofríoquebajóportodamipielhastamiombligo.—Comprendo.Tienesmáspodercuandoestáscercadetutierra,entubosque
—empezóadecirLiamconunasonrisaencantadoramientrasseacercabaamí—.Asíqueporfinadmitesqueeresunalamiaconpoderessobrelanaturalezaysobreloselementos.Me reí y mi estómago tembló cuando sentí sus dedos haciendo círculos
alrededordemiombligo.—Apenastengocontrolsobremipropiaexistenciacomoparatenerlosobreel
cieloolosárboles.Liam inclinó la cabeza sobremí y sus rizos de color rojo oscuro quedaron
esparcidossobremivientre,sentísusbesosbajandodespaciohacialapielmássensibledebajodelombligohastaquederepentesedetuvoylevantólacabezaparamirarme, solo lonecesarioporqueaúnpodíanotar su respiracióncalientebailandosobremipiel.—Sabes, de donde yo vengo también nos gustan las leyendas sobre chicas
guapasytenemosalgoparecidoalaslamias,lasllamamosselkies,[4]sesuponequesoncriaturasdeunabellezainigualablequevivenenelmar,algosimilaraunasirena.Hundímisdedosensupelodefuego.—Cuéntamemás—lepedí.—¿Sobrelasselkies?Laverdadesquenorecuerdomuchodelahistoria,era
mimadrequiensolíahablarmedeellas...—No,sobre ti—lecortédejandoquemisdedosseenredaranenunmechón
cobrizo—.¿Dedóndeeres?¿Yporquéeresasí?Liammededicóunagransonrisa.—¿Así?¿Cómo?—Unmentiroso,unestafador.—Ah, eso... no es una historia muy especial: pobreza, hambre, un padre
desconocido y una madre que no llegó a verme cumplir los diez años —
respondióevasivo—.Hasescuchadoesamismahistoriatristecienvecesya,novale lapenamalgastar tiempoenella, sobre todocuando semeocurren cosasmejoresenlasqueempleareltiempo.Volvióabesarmejustodondeanteshabíainterrumpidosucadenadebesos.—AsíqueLiamSinclairesunhombreinventado,unafantasíacreadaporese
chicohuérfanoypobrepara escapardeunavidamiserable—murmuré con lavozentrecortada.—Exactamenteasí:eseniñoasustadoyhambrientodesaparecióyyoocupésu
lugar, por eso mismo haré lo que sea necesario para no volver a ser esemuchachonunca,aunqueparaellotengaquevenderlesmialmaalosnazis—medijomuyserio.—Tualmaomiwolframio—susurrémirandoalventiladorquegirabasobre
nosotros—.Y¿cómo loharemos?¿Cómoconvenceremosa losnazisparaquenoscompren?—Laprimeraparteesfácil,¿tegustanlasfiestas?Sonreídespacioydejéquesusbesossiguieranbajandopormicuerpo.
Elloboentrenosotros
ELLOBOENTRENOSOTROS
Liam insistió en acompañarme de vuelta al palacete. Me cogió la mano encuanto doblamos la esquina y dejamos atrás la suntuosa entrada delRitz paraevitarquelosojosindiscretosnosvieran.Sumanoestabacalienteperodejéquecogiera la mía igualmente. Aunque ya había anochecido mientras cenábamostumbados en la cama de la suite rodeados de papeles con números escritos ynuestraropatiradaporelsuelo,elcalorcaíasobremishombroscomounadelaslosasdepiedramacizadeVillaSoledad.Estabapegajosadespuésdeuna tardede sexo y calor, así que me había duchado en el hotel—con cuidado de nomojarme el pelo para que mi aventura no resultara tan evidente— antes devolveraponermemivestidoymiszapatosdetacón,perolasensacióndelaguafresca en mi piel arrastrando los últimos recuerdos de pasión y mimosas seesfumóencuantoelaireasfixiantedelanochemeaplastó.—¿Quieres pasar?—le pregunté cuando llegamos a la puerta principal del
palacete—.Notengonadadecomeryteadviertoqueelfantasmadeunamujermerodeaporlacasaalgunasnoches.Liam levantó la vista para mirar la fachada de ladrillo del edificio y yo
aprovechéesossegundosparaestudiarlemejor:elarcodesuscejas,lanarizmásrectaqueyohabíavistonunca,labarbaquebajabaporsugargantacubriendosupielllenadepecasclarasosumisteriosacicatrizenlamejilla.—Asíqueunfantasma,¿eh?Cualquieracreeríaqueerestúquienatraealos
espíritus—bromeó él, todavía con los ojos fijos en el edificio—.Megustaríaentrarperonoquieroquedarmeadormir,esdecir,por supuestoquequiero—
sonrió—.Peroyasabesquenodeberíahacerlo,porsiacaso.Recordé lo queme había contado unas horas antes en la suite acerca de su
miedo a ser descubierto y detenido. Era un temor que yo no había sentidotodavía,peroquehabíavistoreflejadoenlosojosdeCatalinayencasitodoslosdemásconlosquehabíahabladodesdequeregreséaEspaña.—Bien,puesseguiremoshablandodenegociosmañanaantesde la fiesta, tú
asegúratedeenviartodasesasinvitacionesenminombre.¿Creesquevendránapesardehaberlesavisadocontanpocotiempo?—preguntémientrasbuscabalasllavesenmibolso—.Si todosesosempresariosyaltoscargosdelpartidoqueconocesnosepresentanaquímañana,todoestonoservirádenada.Por finnotéel tactometálicode las llavesenmicarísimoLoewedepielde
avestruz.—Vendrán,descuida,todosestándeseandoconocerteporfin.«Lavasca»,he
oído que te llaman en algunos círculos—me aseguró Liam observándome sinningúndisimulo—.YcuandoesténentubonitopalacetebebiéndosetuchampánfrancésleshablaremosdelwolframioydeEmpresasZuloaga.—¿Funcionará? —pregunté ya con las llaves dentro de la cerradura de la
pesadapuertaprincipal.—Ya lo creo que funcionará, seguro que hasta tienes más de una oferta
mañanamismo.—Liamdiounvistazoalacalleyalrededorparaasegurarsedequenadienosobservabaconespecialinterésydespuésmediounbesolargoyprofundo—.Tengoqueocuparmedeunasuntoporlamañana,peroestaréaquíantesdecomerparaayudarteconlospreparativos.—No necesito ayuda, pasé años viendo cómo mi madre organizaba fiestas
parecidasalademañana—respondí,todavíaconsusaborenmislabios—.Perovendetodasformas,odioesperarsola,parecequeeltiemposeempeñaenirmásdespaciocuandounaesperasola.Liammesonrió,laluzdelafarolasobrenosotrosarrancóundestellonaranjaa
supelo.—Aquíestaré,buenasnoches,miqueridamarquesa.LemiréunaúltimavezantesdeentraryúnicamentesonreícuandoLiamyano
podíaverme.Esa nocheme asaltaron unas pesadillas terribles e intensasmientras dormía
solaenlagrancamadelahabitaciónprincipaldelpalacetedelosMisterios.En
missueños,AlmaestabasentadaenlaescalinatademármoldeVillaSoledad,surostrodequinceañosestabaocultoentrelasmanosperollorabaamargamente.—Notepongasasí,Alma.TeprometoquenotehecambiadoporCatalina,es
soloquenecesitopoderconfiarenalguien,aunqueseasoloenunapersona.Túestásmuertaperosiguessiendomihermanafavorita.Túsiguessiendocomoyo.Intentaba convencerla con mis palabras, pero Alma no dejaba de llorar de
modoquetratédecorrerhastalasescalerasdondeellaestabasentadaperomispiernasnomeobedecieron.Miréhaciaabajoyviquellevabapuestoelmismovestidoblancoylargodeencajedehilodesedaquelatardedemicumpleañosonce años antes, entonces escuché unas pisadas detrás de mí entrando por lapuerta principal de Villa Soledad. No eran pisadas humanas: eran pezuñas,poderosasgarrasquerascabanelsuelodelvestíbulo.—Chisss...eselloboyteestábuscando,Estrella,tebuscadesdehacemucho
tiempo.—Alma levantó la cabeza paramirarmepero deseé que no lo hubierahecho,porquelamitaddesurostro,idénticoalmío,estabasalpicadodesangreoscura y restos de hierbas que se pegaban a su pelo ymanchaban su vestidoblancodeencaje.»Sidisimulasy te estásquieta igualpasade largo sinverte—susurróAlma
desdesuslabiospálidosdechicamuerta.Estabaparalizada,nopodíavolvermepara mirar, pero escuché las garras del animal acercándose por mi espalda,caminandoporelvestíbulodelacasaconelnombredemiabuelacomosifuerauna prolongación de su bosque, como si los pinos y los robles hubieranextendidosus raícescentenariaspordebajodeVillaSoledadaceptando lacasacomounapartemásdelbosque.Sentílarespiracióndelloboenmipiernaysolounmomento después pasó junto amí rozándome el vestido. Sabía que estabasoñando,peronuncaanteshabíapodidoverallobonegrodesdetancerca:eraunanimal magnífico, tan alto que su lomo me llegaba hasta más arriba de micintura,conpatasanchasyfuertes,sucabezaeramuchomásgrandequeladeunapersona,conlasorejasdepunta,alerta.Aunque estaba inmóvil mi falda ondeó en el aire cuando el pelaje denso y
negrocomolanochedelanimalrozóelencajeblancodemivestido.Ellobosedetuvoigualquesihubieraolfateadomimiedoenelairedelvestíbuloyvolviósuenormecabezahaciamíparamirarme.Teníaunojodecadacolor:unoverdeyelotroamarillo.
—Elloboeslamuerteytesigueatodaspartes.Túeresellobo.ApesardelpánicomiréaAlmasolouninstanteparaasegurarmedequeera
ellaquienhablabaynoel lobo,perocuandovolvíamiraralrededor,viqueelvestíbulo de lamansión estaba ardiendo. Las llamas trepaban por las paredesrecubiertasdepapeldesedahastaeltechoabovedado,dondeformaronunlagode color naranja brillante de fuego que ondeaba a su antojo sacudido por unvientoinvisible.Elcalorenelaireeratanintensoquenotécómomequemabalacara, los brazos y derretía el encaje de mi vestido. Me desperté en la camacubierta de sudor y jadeando como si el fuego de mi pesadilla estuviera yabajandopormigarganta.Miré alrededor de la habitación casi esperando ver las paredes de caoba
quemadas o al lobo negro entrando por la puerta sinmolestarse en ocultar elsonidodesusgarrasenelsuelo,preparadoparaseguirmeduranteotrosquinceañosalládondefuera.Peronohabíarestosdeincendio,nilobo;nada,nisiquieraAlmaconsuvestidodeencajeblancoylasangresalpicándolelacara.Hacíamuchocalor,asíquemelevantédelacamarevueltaporlaspesadillasy
abrílaventana.Lossonidosdelaciudadentraroneneldormitoriollevándoselosúltimosretazosdemipesadillaqueyaempezabaadesvanecerseenmirecuerdo:sonidosdevocesylaluzamarillentadelasfarolasabajoenlacalle.Mequedéunmomentomásenlaventanarespirandoelaireasfixianteysuciodelaciudad.Sabía que era imposible, pero por encima de todos los sonidos de Madrid,escuchéelaullidodeunenormelobonegro.
—Vaya, tenías razón cuando dijiste ayer que podías encargarte tú sola deorganizarlafiesta—medijoLiammirandoalrededor—.Estoyimpresionado,loadmito.¿Túsolahasorganizadotodoesto?¿Yenundía?—Sí,unadelasmuchasventajasdeserlahijadelosmarquesesdeZuloagaes
que durante años vi cómo mi madre organizaba fiestas, bailes y cóctelesparecidosaesteparaagasajaralosinvitadosdepadre.Supongoquealgoaprendíde ella. Aunque la decoración para la fiesta no estaba terminada todavía, lostrabajadoresyahabíanterminadodecolocarlasguirnaldasdebombillasquesecruzaban sobre el patio, los cojines de seda de colores brillantes, las mesasdondedespuéssecolocaríanlasbandejasconlacomida,labarraparalasbebidasylafuentecuyosgrifoshacíandibujosconelaguajustoenelcentrodelpatio.—Haquedadomuybien,casida la sensacióndequeestamosenelpatiode
algúnpalacioenTángeroenMarrakech—dijoLiamcomplacido—.NopuedoimaginarcómodebíanseresasfiestasenVillaSoledadantesdelaguerraytodolodemás.—Ahorameparecequetodoesosucedióhaceunmillóndeaños,casicomosi
hubierasidoenotravida,peroentoncesmeenfadabamuchoconmimadrepornodejarnos asistir a sus fiestas—recordé,yuna sonrisa tristey traicionera seasomóamislabiosalpensarenmamáconsuvestidodenochedelentejuelas,sumelenarectaycastañamientrasfumabacigarrillosimportadosensuboquilla—.Detodasformas,consoloundíadeantelaciónnohaymuchomásquesepuedacomprar,yesoquenohereparadoengastosparaimpresionarles.«Sololomejordelomejor»,comosolíadecirmamá.—Heasistidoavariasfiestas,amuchasenrealidad,desdequeestoyinstalado
enMadrid,peronuncahabíavistoalgoparecidoaesto.Pareceeldecoradodeunapelícula.—LosojosdeLiamvolaronsobreelpatiocuadradofijándoseenlos detalles—. Y ¿dónde has encontrado las palmeras? No me dirás que hasviajadoestanochehastaLosÁngelespararobarlasdelCoconutGrove.Mereíydespuéscrucélosbrazos.—No, nada de eso. Estas son de papel maché: se parecen a las del club
nocturnoperosonmuchomásbaratas.Soloesperoqueningunodelosinvitadosse pare debajo de una de ellas a fumar o todo esto arderá.—Sonreí, peromisonrisa duró hasta que las imágenes de mi pesadilla de la noche anteriorregresaronamicabeza.—¿Vatodobien?—Liammerozóelbrazocon losdedosaprovechandoque
loscamarerosestabanocupadoscolocandolasmesasyterminandodedesplegarlasalfombras.—Sí, es solo que todo tiene que salir a la perfección esta noche—mentí,
aunquenodeltodo—.NomequedamuchomásdineroparaquedarmeavivirenMadrid,almenos,nogastandoaesteritmo.—Funcionará—me aseguró él—.Todos los de nuestra lista han respondido
conun«sí»cuandoleshehechollegarlasinvitaciones.Semuerenporvenirestanocheyconoceralamarquesa,alaVasca.—Sí que ha quedado bien—murmuré mirando alrededor—. Quería que el
temadelafiestafueraeldesierto,elexotismoyellujodeOriente.Pretendíaquese sintieran como si estuvieran dentro de unas de esas películas antiguas conpalmeras,alfombrasvoladoras,turbantesconjoyasyalfombraspersas.HabíavistomuchasdeesaspelículasmientrasestuveinternaenelSt.Mary’s.
ElviejocinedeSurreyfueellugarmásmágicodelmundoparamíduranteesosaños.Mesentabaenunade lasbutacasde terciopelorojodesgastado,conunabolsadepalomitasenelregazoyconmiamigaLucysentadaalladocomiendoregalizmientraslalinternamágicaalotroladodelasalalanzabaunacolumnadeluz fantasmagórica proyectando en la pantalla parcheada las aventuras deladrones de Bagdad, piratas o princesas de lugares exóticos. Incluso ahora, sicerrabalosojosypensabaenelloconlasuficientefuerza,podíasentirelolorapalomitas reciénhechasyalpolvoacumuladoen lasbutacasdelpequeñocineflotandoenelaireasfixiantedeMadridquellenabaelpatiointeriordelpalacete.—Ya sé que no te gustan mucho los regalos ni los gestos románticos —
empezóadecirLiamsacándomedemisrecuerdos—.Perotengoalgoparati.Lemirésorprendida:—Puesclaroquemegustan los regalos,sobre todosisoncaros.¿Dequése
trata?Liam se inclinó ligeramente para hablarme al oído a pesar de que era
imposiblequeelcamareromáspróximoanosotrospudieraescucharnos,porqueestabaalotroladodelpatiocomprobandolacubiertaderasodelasjaimas.—Es algo queme llevé deVilla Soledad hace años—susurró, y sus labios
acariciaron la piel de mi cuello—. Debí dártelo antes pero supongo que megustaba la idea de tenerlo y que nadie lo supiera. Seguro que tú lo entiendesbien:elhábitodeengañaraotrosesdelosmásdifícilesdeabandonar.NomediotiempoaresponderporqueenesemomentoLiammetiólamanoen
elbolsillodesuamericanaysacóalgoenvueltoenunpañueloconsusinicialesbordadas.—Estosiemprehasidotuyo—añadió.Inclusosinabrirlosupeloqueprotegíaelpañuelo:eraelcolgantedelaabuela
Soledad.Aunquehabíanpasadomuchosañosdesdequepadreme loarrebató,reconocíinmediatamenteelpesodelajoyaenmimano.—¿Lo has tenido tú todo este tiempo? —pregunté, y mi voz tembló
ligeramente.—Sí.Tupadremelovendióencantadoporunaquintapartedeloquevalíael
díadetuboda—respondióél—.Paraaquelentonceselmarquésyaestabacasienlaruinaynecesitabaefectivo.Yoplaneabavendérselodespuésalaesposadeun empresario alemán, pero al final cambié de idea. Espero no estarvolviéndome un sentimental por tu culpa, mi querida marquesa, sería unatragedia.—Desdeluegoquelosería...—murmuré.Habíabuscadoesecollarduranteaños;registrandocadacajónllenodepolvoy
cadaarmaritocerradocon llavede lamansión, inclusohabíamiradodentrodelascajasdepurosdepadreporsiacasolohabíaescondidoahí.Yahoravolvíaaestarenmimano,igualquelatardeenqueAlmameconfesóentrelágrimasquenuestraabuelahabíamuertoyquemehabíadejadosucolgante.ElcollardelaabuelaSoledad representabaparamí ladolorosacertezadequemihermanasíquepodíaveralosmuertos,lapruebaenvenenadadequeAlmasiemprehabía
dicholaverdad.Peroahoraesecollareraunacosamuydistinta:laconfirmacióndequepodíaconfiarenLiamSinclairyensueternamediasonrisa.—También tengo listo el dinero para volver a reabrir lamina—me dijo de
repente—. Dos millones de pesetas en oro esperando para ser invertidos enEmpresasZuloaga.—Esmuchodinero.LarisadeLiamresbalópormicuelloyenvióunacorrientedecalorportodo
micuerpo.—Escasitodomidinero,incluidalacantidadqueteníareservadaporsiacaso
tengoquesalirhuyendodelpaís—medijo—.Perodentrodeunañohabremosganadotresvecesmásqueesoconelwolframio.Mientras Liam susurraba enmi oído, al otro lado del patio dosmuchachos
conectabanlafuenteconlabaseredondadecoradaconfiligranasalrededordelmuretedelestanquecomosifueraunaantiguafuenteárabe.Elcircuitohizounruido mientras se vaciaba de aire, parecido a alguien soplando con fuerza atravésdeunapajita,yunossegundosdespuésloscañosenelfondodelestanqueimpulsaronelaguahaciaarriba.Liamseolvidódemíunmomentoparamirarlosdibujosdelaguaenlafuente.—¿Puedes quedarte un ratomás?Noquiero esperar sola toda la tarde hasta
quelleguenlosinvitados.Élsonrióysevolvióparamirarme:—Creíaquenuncamelopedirías,marquesa.La tardepasó calurosay lenta.Dospisosmás abajo, en el patio interior del
palacetelostrabajadoresseafanabanporterminarconladecoración,laslucesylacomidaparatenerlotodopreparadoantesdequelosinvitadoscomenzaranallegar.Liamyyohabíamoscomidoeneldormitorioprincipaldelsegundopiso,habíamoshechoelamorotravezydespuésvolvimosa repasar losdetallesdenuestroplandenegocios.Sentadosen la camamientrasnos terminábamos losrestos de sándwiches fríos y limonadaque los encargadosde la cocinahabíanimprovisado para nosotros, Liamme contó lo que sabía sobre algunos de loshombresalosqueteníamosqueconvenceresanoche:quiéneseran,susbebidasfavoritas,eldineroquesegastabanenantigüedadesoelnombredesusamantes.DespuésLiamsevistióyvolvióasusuiteenelRitzparaarreglarseyponersesuesmoquin.
Mientrasabajolospreparativosparalafiestaseguíansinmí,yomediunbañoenlaenormebañeradehierrofundidoparaintentarcombatirelcalordelatarde,pero resultó inútil porque tan pronto como estuve fuera del agua fresca conesenciaderosas,elairecalientedelaciudadselasingenióparameterseotravezdebajodemipiel.HabíaplaneadoponermemivestidodeMadeleineVionnet,elmismovestido
que había llevado en la feria agrícola en el hotel Ambassador. Esa noche noencontramosningúnsocioytuvimosquevolveraSanBernardinoconlasmanosvacías.Peromivestidodeterciopelomoradocortadoalbiesconpedreríaconlaespalda descubierta fue la sensación de la velada. Lo había llevado aMadridconmigoyahoraestabacolgadodeunaperchaenlapuertaabiertadelarmario.La peluquera que solía arreglarme el pelo cada semana en el salón de bellezallegóalpalacetedoshorasantesdelafiesta,alahoraqueyolehabíaindicado,con una bolsa de cuadros al hombro donde llevaba todo lo necesario paratrabajarencasa.Medijoquenosolíatrabajaradomicilio,peroyoinsistíyañadíotrobilletemásalmontónparaterminardeconvencerlaporquenecesitabaque,ademásdearreglarmeelpeloymaquillarme,hablarademi fiesta a lasdemásclientasdelexclusivosalóndebellezadondetrabajaba.—Está ustedmuy guapa, señoramarquesa. Ha quedado igualita queVivian
Leighperomáselegante todavía—medijomientras terminabade recoger suscosas—.Muchagente importantehablade su fiestadeestanoche, ¿sabe?Loshayquesehanquedadoconlasganasdeserinvitados.—Lo recordaré para la próxima entonces.Gracias por haber aceptado venir,
hablarémuybiendeustedatodasmisamigas,nolefaltarátrabajo—leprometí.Ydespuésledialachica,quetendríamiedad,unapropinaporlasmolestias.Cuandomequedéasolasotravezeneldormitoriomequité labatade raso
blancoyempecéavestirme,despacioyasegurándomedequecadaplieguedeterciopeloycadacristalaustriacodepedreríaestabaenellugarperfecto.Cuandohubeterminadomemiréalespejodecuerpoenteroquehabíajuntoalapuertaantesdesalirdelahabitación.«SíqueestásigualitaqueVivianLeigh»,penséantesdebajar.El patio interior del palacete de los Misterios se había convertido en el
decorado de una vieja película de Hollywood mientras yo me vestía: lasalfombraspersasalquiladaspara laocasiónestabancolocadasestratégicamente
unassobreotrasparaocultarelsuelodepiedradelpatio,laspalmerasdepapelmachéparecíanmuchomásauténticasbajolaluzdoradadelasbombillasquesecruzabana tresmetrosdealtura imitandoa lasconstelacionesyestrellasenelcielonocturno,y la fuentecolocada justoenel centrodelpatioayudabaadarunafalsasensacióndefrescoralairecálidodelanoche.El pequeño ejército de camareros y ayudantes daba los últimos retoques al
decoradoparaquetodoestuvieraperfectoantesdequelosinvitadosempezaranallegar.Metoméunmomentoparaconsiderarhastadóndehabíallegado,miréalasfalsasestrellasenelcieloytoméaire.—Ha quedado fabuloso, pero tú estás tan encantadora que prácticamente te
suplicarán que les permitas darte su dinero.Te firmarán los cheques sin hacerpreguntas—medijounavozconacentodelnortedeEscocia.—Mejor, porque necesitamos todo el dinero que quieran darnos—murmuré
sinmirarle—.¿Cómoesquetehandejadopasartanpronto?EstavezsímevolvíparamiraraLiam,aunqueinclusoantesdeverlesupeque
teníasueternamediasonrisaenloslabios.—Leshedichoquesoyelamantedelamarquesa,unodelosmuchos,yque
ella esperaba encontrarse conmigo en privado antes de que llegaran losinvitados.—Mástevalequeseamentiraoteecharédeaquíapatadasconmiscarísimos
zapatos.Yalohemoshablado,nadiepuedeenterarsedelonuestro—ledijemuyseria.Liampusolosojosenblancoyserioenvozbaja,denuevounaoladecalor
bajócomounarespuestaasurisaparaperderseentremispiernas.—Ya, muy gracioso—mascullé intentando ignorar el calor de mis mejillas
paraqueLiamnosedieracuenta.—Lehedadounpardebilletesalchicoquevigilalapuertaparaquemedeje
pasarantes,esoestodo.Bien,¿quéopinas?¿Parezcounhombrehonrado?—mepreguntódandounavueltasobresímismoconceremoniaparaquepudieraverlebien—.¿Túquerríasfirmarunacuerdocomercialconmigo?Liamsehabíapuestounesmoquinnegroconlachaquetaentalladaalacintura
pararesaltarsushombrosanchos,yunacamisablancaconbotonesdenácarquecentelleaban debajo de la luz de las estrellas falsas. Su pelo cobrizo estabapeinado hacia un lado con fijador como hacían los caballeros elegantes, hasta
haberconseguidodomesticarporcompletoesasondasquesiemprelerecordabansuorigensalvaje.Sehabíaarregladosubarbapelirrojaparatenerunaspectomásdelicado recortándola hasta dejarla apenas unos centímetros de largo, losuficienteparaquecubrieralacicatrizensumejilla.—Definitivamente no pareces un hombre honrado, tranquilo —le dije
ocultando una sonrisa—. Pero sospecho que los invitados de esta noche teconocenyyasabenqueeresunverdaderosinvergüenzayunestafador.—Yaunasísoyelmáscivilizadodetusinvitados—respondióLiamsinrastro
dehumorensuvoz.Eraverdad.Pensé en ellounmomento, en loshombresymujeres a losque
había invitado al palacete para agasajar con una fiesta tan cara que podríapagarlelauniversidadaLauraoaMarina.Merecordéporquéhacíaaquelloenrealidad:mehabíadivertidotrasnochandoenfiestaselegantes,bebiendocóctelesde champán en el Pasapoga hasta el amanecer o taconeando por la GranVíamientrasmirabamipropioreflejoenlosescaparatesdelastiendasdelujoylasboutiques a pesar de que en el cajón demimesita de noche enVilla Soledadhabía una cartilla de racionamiento con mi nombre esperándome. «Ochentagramosdepanporpersonaydía.»Sí,mehabíadivertidodeverdadgastandoloque quedaba del seguro de vida deMason y comportándome como la mujerdespreocupada que había estado destinada a ser, pero ahora, mientras loscamarerosvestidosconsuschaquetillasblancasabrían laspuertasdelpalaceteparadejarpasaramisinvitadosrecordécuantísimoansiabaregresar—ypoderconservar— Villa Soledad, el bosque misterioso y fragante que cada díaavanzabamáshacialacasaymimar.Yparaesonecesitabalamina,necesitabasudinero, sus contactos, elwolframioynecesitaba todo loqueellosquisierandarme.—Ninguno de los dos somos honrados—le dije, aunque no supe si llegó a
escucharmeporquejustoenesemomentolosprimerosinvitadosentraronenelpatiointerior.Doshorasdespués,mifiestaeraoficialmenteunéxito.Loscanapésrepartidos
entre las mesas desaparecían rápidamente: dátiles flambeados, paté al oporto,baklavademieldeazahar,quesofrancésconfrutosrojos,hojaldresrellenosdepétalosde rosas... lomásexóticoyespecialquesepodíaconseguirenMadridcon tan poco tiempo de antelación. El cóctel de melón y champán había
resultado ser todo un acierto porque mirara donde mirara veía camarerosrellenandocopasconesabebidaimposiblementedulceparamigusto.La pequeña banda de músicos que había contratado tocaba versiones de
cancionesfamosasdeGlennMillerobolerosdeDanielSantosenunrincóndelpatio.LosmúsicosibanvestidosigualquesiacabarandebajarsedelescenariodelCoconutGroveparatocarenmifiestaconsustrajesimpolutos,susgrandessonrisasysusinstrumentosbrillantes.Sinembargo,esamismatarde,mientrassepreparaban,vielmiedoen losojosdelhombreque tocaba la trompetacuandoles pregunté si conocían alguna canción típica alemana para sorprender amisinvitados.—Esperoqueestéssatisfechacontufiesta,parecequetodovasobreruedas—
medijoLiam—.Tusinvitadosbeben,comen,seríenytodoshablandenegociosydelamisteriosamarquesa,laVasca.—¿Ah,sí?¿Yquéesloquedicendemí?—pregunténomuyinteresada.—De todo: desde que mataste a tu último amante porque pretendía
abandonartehastaqueereslanietadelamismísimacondesaBathory.Yolediuntragoalacopadechampánqueteníaenlamanoyqueyahabía
empezadoacalentarse.—Estaré satisfecha cuando alguno se decida a firmar con nosotros,muchas
gracias.Mientrastantosoloveoaunmontóndeparásitosbebiéndosemidinero.—Paciencia,estoshombresnosonesospalurdosconsombrerodecowboyque
querían jugar a ser vaqueros y bebían whisky con cola en el salón delAmbassador,ocomoesosvendedoresdeganadoyterratenientestejanosconlosquequeríashacertratosenCalifornia—meadvirtióLiamahoraenvozbaja—.Aunquelesveasaquíriendoybebiendomimosasconsuselegantestrajesysusuniformeslustrososdebestenermuchocuidadoconellos,Estrella.La canción terminó, hubo unos pocos aplausos educados y la banda en el
rincónempezóatocarunaversiónlibredeEldíaquemequieras.—Solo son militares, funcionarios y empresarios, sabré arreglármelas —
respondíporencimadelamelodía.—Noloentiendes,nosoloesunafiesta:estoshombressehanlevantadosobre
miles y miles de muertos para estar esta noche aquí comiendo aperitivos desalmóny bebiendo champán francés.—Liammemiró para asegurarse de quecomprendíalagravedaddeloqueestábamoshaciendo—.Nopuedesniimaginar
lascosashorriblesqueteharánsiintentasarrebatarleseso.Elpodersobreotrosy el terror que hacen sentir a los demás son adictivos para ellos, y si hacescualquiercosaqueleshagasospecharmínimamentequepretendesquitarlesesoteaplastarán.Atiyatodoslosqueconoces.Recordé la mirada asustada en los ojos del hombre de la trompeta al
mencionaralosalemanes.—Puesentoncesnoloharé,melimitaréaseguirconnuestroplantalycomo
hemosacordado—ledijeconunasonrisaencantadoraparaquenadiequenosestuviera observando pudiera saber lo que decíamos en realidad—. Si tienesmiedodequedescubranloquehacíasantesnopasanada,puedesmarcharteatuhotelsiquieres,yoestarébienaquí.Seguiremossiendosociosdetodasformas.Elpatiointeriordelpalaceteestabadecoradocomounagranjaimadelujoyel
calorasfixiantedelanochecontribuíaaquetodosseconvencierandequecadaelemento de la decoración formaba parte de una fantasía, un sueño, algoinofensivoquedesapareceríaconelamanecer.—Incluso ahora que estoy aquí no sé si esto es una buena idea o lamayor
estupidezquehehechoen todomivida—murmuróLiam—.Nomegustan losnazis.—Vamos,seguroqueestanoesnidelejoslamayorestupidezquehashecho
entuvida—respondí,intentandoanimarle.Un grupo de hombres con el uniforme de gala de la Falange charlaban
animadamente cercade la fuentemientrasuncamarero rellenaba sus copasdecóctel de melón y champán. Desde donde estaba noté cómo la mano delcamarero temblaba de miedo al inclinar la botella cerca de esos hombresimpecablementevestidosyadornadosconsusmedallas.—Yo no estoy tan seguro de eso —dijo Liam, dando un rápido vistazo
alrededor.—Amínomeimportalascosasterriblesqueestoshombreshayanhecho,son
negocios, nada más. Yo solo necesito su dinero y sus contactos para poderreabrir laminayconservarmicasa.Nohaynadiemásconquienpuedahacernegocios—dije intentandonomirar al camarero asustado—.Yya es unpocotarde para echarse atrás, ¿no crees? Tenemos a los nazis llamando a nuestrapuertadeseandotrabajarconnosotros.Señalécondisimuloaunoscaballerosalemanesqueestaban sentadosen las
otomanasdoradasentrecojinesdesedademuchoscoloresyformas.Loscuatrohombres, tan altos como torres y con risa fuerte que sonaba por encima de lamúsica, charlaban entre ellos mientras bebían un sucedáneo de té dulce conhierbabuena.—Todavíapodemosecharnosatrás,cancelarlo todoymarcharnosdeMadrid
estamismanochesi túquieres—mesusurróLiamdándose lavueltaparaquenadie pudiera leerle los labios—. Tengo dinero suficiente, podemos irnos deEspañalosdosjuntos.—Nopuedomarcharmesinmás,¿quépasaconCatalinayconlasniñas?No
piensoabandonarlasasusuerte,nihablar.LaantiguaEstrellahubieraaceptadosuofertasinpestañear.—Pues iremosaBasondoabuscarlasynosmarcharemosdelpaís, loscinco
—respondió él—. Dentro de una semana podríamos estar todos en Escocia ydespuésbuscaremosunbarcoquenosllevehastaEstadosUnidos,asalvodelaguerraydeellos.Con un gesto de cabeza Liam señaló hacia el patio lleno de mujeres con
vestidosdelujoyhombresdeuniforme.—Yaséqueesdifícilparatiestaraquíconellos,peronotepreocupes,todo
irábien.Puedomanejarlosduranteunrato—leaseguré—.Detodasformas,noimportamucho quiénes sean o lo que hayan hecho para llegar a donde están,¿verdad?Sitodovabien,despuésdeestanochenovolveremosaverles.—Sí,sitodovabien.Peroademásdelwolframioylaminahayotrosasuntos
quedebemosconsiderar—susurróLiamcasienmioídohaciéndomecerrarlosojos un momento más de lo necesario—. Puede que estos encantadorescaballerosesténinteresadosenalgomásquelosnegocios.—¿Aquéterefieres?¿Quieresdecir...?—No, no hablo de nada romántico ni sexual—se apresuró a responder—.
Escucha, para la mayoría de ellos esto solo son negocios: una formamás deganar dinero con la guerra, pero también hay verdaderos fanáticos entre loshombres que llevan ese uniforme, Estrella. Algunos están obsesionados conideaspeligrosassobreelfindelmundo,larazasuperiorotodaclasedetrastosantiguosmágicosqueelFührerandabuscandopormediomundo.¿SabesloqueeslaAhnenerbe?Neguéconlacabeza.
—No,nuncalohabíaescuchado.—Mejor para ti. La Ahnenerbe es una sociedad secreta nazi, un grupo de
comandantes y jefes obsesionados con la arqueología, la magia negra, elocultismoycosasasí.Dicenporahíquehanfinanciadoexcavacionesportodoelmundo en lugares tan distantes como Brasil o el Tíbet, también han estadobuscandoalgoaquíenEspaña—dijoLiamconsuacentoenredado.—¿AquíenEspaña?Y¿quéesloquebuscan?Liam fingió que se llevaba su bourbon con hielo a los labios. Como buen
estafador él sabía bien lo importante que era no llamar la atención para nodespertarlassospechasdelapresa.—Nadie lo sabe exactamente, pero sobre todo, les interesan las reliquias
antiguas, artefactos religiosos, ruinas celtas..., cualquier cosa que crean quealbergaalgúntipodepodermístico—medijoconunagransonrisafingidacomosi estuviéramos charlando animadamente—.Y nome refiero solo a los nazis:entre los falangistas también hay quien cree en demonios, en poderessobrenaturalesoritualessecretos.Di un rápido vistazo alrededor para que pareciera que estaba buscando a
alguien y después volví a mirar a Liam, que tenía la misma expresión quealguienqueolvidalasllavesdentrodecasaynoencuentralaformadeentrar.—¿Demoniosypoderessobrenaturales?—repetí.—Sí.ElFührerestáobsesionadoconlavidaeternayelpoder,tieneamedio
ejércitoalemánbuscandoruinaseneldesierto.—Bien,esconderélasreliquiasfamiliaresporsiacaso,peroteadviertoqueel
marqués lo vendió casi todo durante la guerra. —Sonreí para quitarleimportancia, pero Liam arrugó las cejas en un gesto involuntario depreocupaciónquepodríallevarnosalcalabozoaambos—.¿Quépasa?—Robar antigüedades no es lo único que hacen —empezó a decir—. La
Ahnenerbe depende directamente de las SS, la policía nazi, y tienen el vistobuenoparahacerexperimentosconpersonasensuscamposdetrabajo.A pesar del calor de la noche sentí un escalofrío ymi sonrisa de anfitriona
perfectatemblóenmislabios.—¿Qué tipo de experimentos? —pregunté mirando a mis invitados con
cautela.—Bueno, ellos los llaman así, pero hasta donde yo sé no tienenmucho de
científicos. Les interesa sobre todo conocer los límites del cuerpo humano: eldolor,laresistenciaalfrío,latoleranciaaenfermedadesinfecciosas...cosasasí.Porahídicenqueinyectancombustibleparatanquesaalgunosdesusprisionerosyqueunavez abrieron en canal a dosgemelospara comprobar si tardaban elmismotiempoenmorir.—Liamhizounapausacomosinecesitaraunmomentopara seguir hablando después de lo que acababa de contarme—. Pero lesinteresansobretodolaspersonasconhabilidadesespeciales.CuandoAhnenerbeencuentraaunadeesaspersonaslaencierrancomoaunanimalparasometerlaatodotipodepruebasyexperimentos,¿comprendesahoraloquequierodecir?Lo comprendía.Lo comprendía tan bien que tragué saliva varias veces para
bajarelnudoquesehabíaformadoenmigargantamientrasLiamhablaba.—Sí—respondícuandomerecuperéunpoco,perotuvequedarunsorboami
copaparaqueelchampánmeayudaraaarrastrarlosrestosdemiedoenmivoz—.Entiendoloquetepreocupa,peronopasanada,todoirábien.Liam miró alrededor para asegurarse de que nadie escuchaba nuestra
conversaciónantesdeañadir:—Se rumorea que Hitler está perdiendo ventaja y buscan una forma
desesperada de ganar: confían en poder crear soldados más poderosos, másrápidos y fuertes e inmunes al dolor.Y seguro que les vendríamuy bien quetambiénfuerancapacesdemanipularlanaturaleza.—Tendrécuidado—leaseguré,peromemiréunademismanoscomoside
repentetemieranopodercontrolarlaschispasquehabíansalidodelasyemasdemis dedos la noche que casi incendié Villa Soledad—. Pero no voy aabandonarlotodosoloporqueaunosdementesconuniformelesgusteabrirencanalasusprisioneros,ademásdicesqueesoúnicamentesucedeenAlemania,¿verdad?No era una pregunta, buscaba arrancarle a Liam un atisbo de consuelo, la
confirmacióndequeloshorroresquehabíadescritosucedíanmuylejosdeesebonitopatioiluminadoydecoradoconpalmerasfalsas.Liammepusolamanoalfinaldelaespaldajustodondeelterciopelomoradodemivestidoempezaba,ymehizogirardisimuladamente.—¿Ves a ese hombre que come canapés de queso y frambuesas? —me
preguntó—.EsebajitoqueestáalfondoconuniformedelaFalangeyllevaunbigoterecto.
Asentí.—EsehombreesJoséLuisArrese.Esnadamenosqueelministro-secretario
general del Partido único, también es muy amigo de Himmler, el jefe de laAhnenerbeyelencargadodereuniresosobjetosmágicosparaHitler.—Miréalhombrecilloquecomíahojaldresdequesoyfrutosrojosenunrincóncomosinohubiera probado algo tan delicioso en toda su vida. Su aspectomenudo y susgestosrápidosmientrascomíamerecordaronalosdeunhámsterounaardilla—.Quiere crear algo parecido a laAhnenerbe aquí, en España: una sociedadsecreta ocultista que dependa únicamente de la Falange. Y quiere que esehombreseaeldirector,elcapitánRodrigoVilla.Elcapitánteníaunvasoconwhiskyenlamanoperonobebíadeél,tampoco
parecía haber comido nada o estar pasándoselo demasiado bien en mi fiesta:daba la sensación de ser un hombre recto, poco interesado en las reunionessocialesoenloscócteles.—¿EseeseltalVilla?Yamehabíafijadoantesenél—murmuré—.Desentona
ynopareceestarmuycontento.—Sí,dicenquenoesmuyamigodelasfiestasodeiralclubdecampoajugar
algolf.LeconocíbrevementehaceunmesenelCasinoyyaentoncesmedioescalofríos.Esuntipopeculiar,hermético;escasiimposiblellegaraél.—¿Quémássabes?—preguntésindejardemiraralcapitán.—Nomucho,laverdad.HeoídoqueVillaempezócomoingenierodeminas
antes de la guerra, pero que ha ido ascendiendo dentro de la Falange hastaconvertirseenlamanoderechadeArrese.—Liamhizochocarloshielosensuvasoperonobebió—.SecomentaporahíqueelbuenodelcapitánVillaletienecomiendo de su mano, por eso Arrese va a nombrarle jefe de la SociedadEspañoladeOcultismo.El capitán Villa llevaba puesto su uniforme de gala, iba impecablemente
aseadoconlaguerreraconcinturónybotonesdoradosajuegodelosbordadosen sus hombreras. Desde donde estabame fijé en que había dos insignias demetal en su chaqueta pero no pude ver bien las condecoraciones.A pesar delcalor,Villaeraelúnicohombredeuniformeenelpatioquenosehabíaquitadolachaqueta,aunquellevabasugorradeplatodebajodelbrazo.—No parecemuy peligroso—comenté—.Y lo imaginabamás viejo, es un
hombremuyapuesto.
Villa rondaría los treinta años, con el pelo moreno bien cortado ycuidadosamentepeinadoconfijadorhaciaatrás.Supielteníaunaspectodoradoquenoparecíaunbronceadodevacaciones,sinomásbiensucolornatural,ysuspómuloseranaltosymarcados.Noteníabarbaobigote,peromeparecióqueerauno de esos hombres que tienen la sombra de una barba incluso dos horasdespuésdehaberseafeitado.Susojoseranoscurosyparecíanhundidosdebajodesuscejaspobladasyrectas.—Sí,muyapuesto,perodebajodeeseuniformetanelegantedicenquetiene
lascicatricesdedospuñaladasenelhígadoyuntirojustoenelcentrodelpechoquelediounbrigadista.Hanintentadomatarlemediadocenadevecesperoserumoreaquetienemuchasuerteymásvidasqueungato.—LiammeacariciólaespaldaconelpulgarperonotéquesusojosestudiabancondisimuloaVillaporencimademicabeza—.LosespíasaliadoslesiguenatodaspartesporquecreenqueseráelpróximodirectordelaFalange,peronoseleconocennovias,noviosoningúnotrovicioademásdeloscochesdelujoqueguardaenelgarajedesucasa.ElcapitánVillanotóqueleobservábamosdesdeelotroladodelpatioporque
mesonrióconeducaciónyempezóacaminarhaciadondeestábamos.SentíqueLiamapretabalamandíbulaconcadapaso.—Todo irá bien, déjame hablar a mí —susurré sin perder mi sonrisa de
perfectaanfitriona.—Buenas noches, señora marquesa. Por fin nos conocemos, llevo semanas
escuchando hablar de usted en cada reunión pero todavía no habíamos sidopresentadoscomoesdebido—medijoconvozserena—.SoyelcapitánRodrigoVillayRamos,paraservirla.Le estreché la mano como si estuviéramos acordando cerrar un trato de
negociosapesardequesabíaquenoeraesoloqueseesperabadeunaseñorita,yajuzgarporsumediasonrisadesorpresafuncionó.—Encantada. Me alegro de que haya podido venir a mi fiesta habiéndole
invitadocontanpocaantelación.Esperoquenoseestéaburriendodemasiado—dijeconsoltura.—Nada de eso, es solo que prefiero ambientes más tranquilos para estar a
solas con mis pensamientos, pero la suya es una fiesta muy especial, y sudecoración es muy atrevida... —Sus ojos oscuros volaron sobre las palmeras
falsas un momento interminable antes de volver a fijarse en mí—. Pero megusta, me recuerda a la época que estuve destinado enMarruecos y de todasformasteníaquevenirasufiesta.El capitán Villa era de esos hombres que hablan despacio, dejando tiempo
entrelaspalabrasporquesabenquenadieseatreveráainterrumpirlespormuchoquetardenenterminarunafrase,ellosdominanlaconversaciónsiempre.—¿Tenía que venir de todas formas? ¿Y eso por qué?—preguntó Liam
disimulandoelnerviosismoensuvoz.Antes de responder Villa le miró con curiosidad. Noté como sus ojos
estudiabansupelocobrizo,supiellechosaysusojosverdes:unamiradaaLiamerasuficienteparasaberquenoeraespañol.—Usted es el escocés, ¿verdad?—le preguntó, aunque era evidente—. Ese
marchantedeartedelquetodoshablan.Dicenporahíqueescapazdeconseguircualquierobjetoqueleencarguenpormuyextraño,únicoovaliosoquesea.—Sí,LiamSinclair—leofreciólamanoamododesaludo,peroVillatardóun
momentoenaceptar.—Órdenes, esoes loquemeha traídoaquí—respondiópor fin—.El señor
Arresequierequesepaquetieneelvistobuenodelpartidoparaextraeryvenderelwolframiode sumina.Se lovenderáaunconsorcioalemán-españolque seencargarádenegociardespuésconelejércitoalemán.Doscientaspesetaselkilo,preciocerrado.Doscientaspesetaselkiloeraunafortuna,muchomásdinerodelqueLiamy
yo habíamos pensado que conseguiríamos por el wolframio. Mi mente deempresaria ya estaba calculando las ganancias y los posibles problemas quetendríaparavolver aponer laminaen funcionamiento.Sonreípero intenténoparecer demasiado satisfecha con el acuerdo a pesar de que me hubieraconformadoconlamitad.—¿Tenemosuntratoentonces?—lepregunté.ElcapitánVillameofreciósumanoyyoselaestreché,estavezparacerrarel
acuerdo.—Tenemos un trato—dijo—. Su wolframio será de gran ayuda a nuestros
aliadosalemanes,sindudalesayudaráaganarlaguerra,asíquesupaísledalasgracias.—Perfecto,regresaréaBasondoloantesposibleparaempezaracoordinarlos
trabajos en la mina y tener listo el primer envío de wolframio dentro de tressemanas.¿Esaceptableeseplazo?—quisesaber.—Sí,tressemanasesunbuenplazo.Alguiendelconsorcioespañol-alemánse
pondráencontactoconustedparaquelefacilitetodoslosdetallesdeentregadelmaterial, cobro, horarios y todos los pormenores del trato.—Villa me sonrióeducadamente pero de repente ya no me pareció un hombre apuesto conuniforme sino algo mucho más peligroso que un hombre—. Extraña palabra«wolframio»,¿conocesusignificado,señoramarquesa?—No, no lo conozco —respondí al tiempo que sujetaba mi copa con
demasiadafuerza.Una chispa brilló tras los ojos oscuros de Villa. No supe si era porque el
capitán había olido mi miedo en el aire cálido de la noche igual que hacenalgunos depredadores, o porque era de ese tipo de hombres que disfrutabaexplicandocosasaotros,sobretodocuandoesos«otros»eranmujeres.—Esalemán.Losprimerosminerosqueloencontraroncreíanqueeldemonio
habitabaenlascuevassubterráneasyenlasminas—empezóadecir—.Estabanconvencidosdequeeldemonioseaparecíaenformadelobo,asíqueesefueelnombrequelepusieronalextrañomineral:Wolf,enalemánsignifica«lobo».
LaminaZuloaga
LAMINAZULOAGA
RegresamosaBasondoaldíasiguiente.Habíaguardadotodaminuevaropayzapatos a toda prisa y revisado las habitaciones silenciosas del palacete porúltima vez para asegurarme de que no olvidaba nada. También queríadespedirmedelfantasmadeesaamantedespechadaconlaquenohabíallegadoacruzarmeenlosmásdedosmesesquedormíensucama.Novinirastrodelespíritu, asíqueencuantomeasegurédequehabía recogido todasmiscosas,cerré lasmaletas—las dosmaletas idénticas deLouisVuitton quemamá nosregalóaAlmayamíhacíatantosañosyquesoloyohabíallegadoausar—ypedíuntaxiparaquemellevaraalaestacióndeAtocha,dondehabíaquedadoenreunirmeconLiam.LiamveníaaBasondoconmigo.Esamadrugada,despuésdelafiesta,mientras
loscamarerosrecogíanlosadornos,lasbandejasvacíasdecanapés, loscojinesde rasoyvolvían a enrollar las falsas alfombraspersas,LiammeconfesóquequeríaregresarconmigoaVillaSoledad.«Noes solopor ti, también tengoquevigilarmi inversión»,mehabíadicho
mientrasacariciaba lapiel interiordemibrazo,peroyosabíaqueeramentira.«Tehedadocasitodomidinero,¿cómosabrésilaminadabeneficios?»—YquépasacontusuiteenelRitzparapodervigilaralosaliados,¿yanote
preocupaquetedetengan?Liamsehabíareídoconamargura.—Claroquemepreocupa,meaterra...perosupongoquesepararmede time
damásmiedoaún.
DespuésdequeLiamsemarcharadelpalacetepararecogersuscosas,llaméaCatalina para decirle que íbamos a poder conservar Villa Soledad porque yateníamos contrato con el gobierno, aunque no era por hierro sino por elwolframio.AlotroladodelalíneaCatalinarompióalloraraliviadadespuésdedosmesesenlosquesololehabíadadomalasnoticias.«Salgo hoy en el primer tren hacia Bilbao, así que estaré en Basondo esta
mismanoche.»CuandoporfinlleguéalaestaciónnoviaLiamporningúnlado.Comprédos
billetes y le esperé sentada en uno de los bancos del andén. Me entretuveobservandoalospasajeroscabizbajosquecaminabanporlaplataforma.Cuandofaltabanveinteminutosparanuestro tren,miréelgran relojdeagujascolgadosobre el andén: eran las nueve de lamañana y Liam no había aparecido aún.Tenía claro queme iría de todasmaneras, sola o con Liam, pero aun así mealegrécuandoleviaparecerenelandénconunamaletadepielenunamanoysupelocobrizodespeinadoporladuchaylasprisas.—Perdona, unos caballeros norteamericanos me han hecho un montón de
preguntassobretufiestadeanochemientrasdesayunabaenlacafeteríadelhotel.—Se disculpó con su sonrisa torcida después de darme un beso rápido en lafrente—.Noestaríaspensandoenmarchartesinmí,¿verdad?—No,claroqueno—mentíantesdequelosdossubiéramosaltren.SietehorasdespuésllegamosaBilbaoycontratamosuncocheconconductor
paraquenosllevarahastaBasondo.Liamsugirióquealquiláramosunoperoyomeneguéenredondo.—Bueno,puesyahemosllegado,señor—ledijoelconductoraLiamcuando
detuvo el taxi frente aVillaSoledad—.Basondo, el pueblomás escondido detodoelCantábrico.Yestaeslamansiónquehaydoskilómetrosantesdellegaralpueblodondemehanmandadoparar.Dejenquelesayudeconlasmaletas.Mirépor laventanillamientrasLiamsebajabadelcocheparasacarnuestras
cosas del maletero. Las luces de la primera planta de la casa estaban todasencendidas,igualquelailuminacióndeljardín,queresaltabalaenormepalmeraquecrecíafrentealapuertaprincipalcomorecordatoriodequeaquellaeraunamansióndeindianos.—¿Vatodobien?Parecequehayasvistounfantasma—medijoLiamenvoz
baja.
Alma estaba sentada en elmurete del estanquemirando los peces japonesesconsulargamelenanegrasuelta.—Sí,todovabien.Le di una propina al conductor —a pesar de que él se había limitado a
ignorarmetodoelviajeyúnicamentelehabíadirigidolapalabraaLiam—yelvehículosealejóruidosamentepor lacarreteradevueltahaciaBilbao.Cuandolosfocosdelcochedesaparecieron,lanochevolvióainvadirlotodoexceptoporlaslucesdelamansión.Detrásdemí,elbosquebullíaconsussonidosnocturnosy el aire fragante de finales del verano atravesó mi traje azul eléctrico deBalenciaga.—Porfinhabéisinstaladountimbre,recuerdoquelassemanasenquevivíen
estacasaodiabatenerqueesperarhastaquealguienmevieraporlaventanadelacocinaparasaliraabrirmelapuerta—dijoLiamconunasonrisa.Peroyotodavíapodíasentirlamasaoscuradelbosquemurmurandopalabras
secretasdetrásdemí,dándomelabienvenida.—Sí,hadebidodeserideadeCatalina.Meapresuréaapretarelbotoncitodemarfildentrodeunmarcodoradoque
había junto a la verja y solo unos segundos después Catalina apareció en lapuertaverdedelacasayrecorrióelcaminodeljardínhastadondeestábamos.—Yaestásaquí,québien.—Mediounabrazocuandoabriólacancela.Olíaa
leche infantil, apintura frescay a lociónparabebés—. ¡Yquéelegante estás!Pareces una actriz de las que salen en las revistas o una artista famosa asívestida.Catalinaseñalómitrajedefaldalápizychaqueta.—¿Tegusta?Tambiéntehetraídoalgunacosaparati,yaséqueesenoerael
plan, pero al finalme sentía unpoco culpable por comprar solo cosas bonitasparamí—admití.—Me recuerdas un poco a la abuela Soledad, que incluso para estar por la
fincasearreglabaconesosvestidossuyoshastalospies,suscollaresdeperlasyse pintaba los labios de rojo pasión. Cuando estaba triste la abuela solíaarreglarme el pelo con un moño como el suyo y yo me paseaba por la casafingiendoquellevabapuestounodesusvestidoslargos,¿teacuerdas?Asentíensilencio.HabíapasadomediavidaconvenciéndomedequeCatalina
—esa niña con el pelo castaño claro y ojos marrones que correteaba por el
pasillodelsótanoyseescondíaparaespiarnos—noeramihermanadeverdadysoloahoramedicuentadequeparalaabuelaCatalinasiemprehabíasidootradesusnietas.—Menosmal que ya has vuelto, casime vuelvo loca yo sola hablando con
bebéstodoestetiempo.Noessanoserlaúnicaadulta,noseñor.Catalinaserioyyosonreíconella,entoncessevolvióhaciaLiamcomosino
lehubieravistoantes.—Teconozco,túeresesefalsolord,¿verdad?—lepreguntósinningúnreparo
—.Pasasteunas semanasencasahaceyacuántos... ¿seis?,¿sieteaños?Penséqueaestasalturasyaestaríascasadoconalgunaancianaricaesperandoheredarsufortunaoestafandoaalgúnbarónhaciéndolecreerqueerassuhijoperdidoy,sinembargo,estásotravezaquí,atrapadoenVillaSoledad.—Sí,peroahorayanosoyunfalsolord:llevounnegociohonradoderoboy
contrabando de antigüedades —respondió Liam con su sonrisa caída—. Ytambiénsoyeldinero.—Pues bienvenido seas entonces —dijo Catalina—. Venga, vamos dentro,
quieroqueveas todo loquehemandadoarreglar en lacasa. ¿Yahasvisto laslucesdel jardín?Hanquedado tanbien comoantesde laguerra, igual inclusomejor.LostresentramosenlafincayCatalinacerróconllavelapuertadelaverja.
NotéquelacadenaconelcandadooxidadodePedrohabíadesaparecidoporfin.—Eljardínhaquedadomuybien,yanopareceesajungladehierbajosdejada
delamanodeDiosyseguroquelasratasyanocorreteanasusanchasporaquícomocuandomemarchéaMadrid—comentémirandoalcéspedcuidadoybieniluminado por las luces nocturnas reparadas—. Y veo que los árboles estánpodadospor fin, comoamamá legustabaque estuvieran. ¿Ha sidoEmilio, eljardinero?—No, el pobre Emilio murió el invierno pasado al caerse del tejado de la
iglesiamientrasreparabaunasgoterasparaelpadreDávila.Hansidosuhijoysusobrino—meexplicó—.Tambiénhanarregladolacancela,unapartedelmuretequesehabíaderrumbadoporlalluvia,lasraícesquenosentrandesdeelbosquey la puerta principal, que por fin vuelve a cerrar como es debido. Menudadiferencia, ¿eh?Yanoparece que lamansión se esté cayendo a pedazos.Hayqueverloquepuedehacersecondinero,peroelmayorcambioestádentrodela
casa.Cuando pasamos por delante del estanqueAlma ya no estaba. Pensé que se
habríamarchadopararondarlatumbadepadreenelcementeriodelpuebloo,talvez, para aparecerse en el pequeño camposanto familiar que colgaba sobre elCantábrico.—Veo que los peces han vuelto—dije cuandome asomé al estanque—.Y
tambiénhaslimpiadoeseasquerosomusgoverdequecrecíaenelfondo,ahoratieneotravezelaspectoqueteníacuandolaabuelaestabaviva.Meentretuveunmomentomirandolospecesjaponesesdecoloresnaranjasy
plateadosquenadabanenelagua limpiasinquemipresencia les importara lomásmínimo.—No, estos son otros peces. Los que había antes... —Catalina sacudió la
cabeza—.Esmejorquenosepasloquelespasó.Nonecesitépreguntarparasaberqueseloshabíancomido.Supusequehabía
sidodurantelaguerra,otalvezfuejustocuandolaguerraterminóyempezóelhambrequetodavíallenabalosestómagosdelpaís.—Lapuertaprincipalvuelveaserverde,mejor.Nomegustabaverlapintura
desconchada.—Sí,yomismalapintéhaceunasemana—respondióCatalina,encantadapor
dejaratráselasuntodelospeces—.Tuvieronquefabricarnoseltonoexactoparaqueencajaraconeldelastejasyconlasventanascomoantes.Tardécasiundíaenteroenpintarladichosapuerta,perohaquedadomuybien,¿verdadquesí?La enorme puerta principal de Villa Soledad era otra vez del mismo color
brillantequeelbosque.ElabueloMartínhabíaodiadoesecolortodasuvida,aligualqueelmarqués.Paralosdoshombresesecolor—elegidoporlaabueladeentre un catálogo con más de veinte verdes distintos— siempre había sidodemasiado «excéntrico». Pero yo amaba el verde radiante de esa puerta, tantoquelosañosquepaséviviendolejosdelamansión—enelSt.Mary’soenLasÁnimas—recordabaeltonodeverdeexactodeesapuertacuandomeimaginabaabriéndolaotravezalregresarporfinacasa.—Sí,hashechoungrantrabajo,estátodotalycomoyolorecordaba—ledije
aCatalinamientrasme quitabamis guantes de piel negros que llegaban justohastadondeempezabanlasmangasdemichaqueta—.Mejorincluso.—Casi parece que no ha pasado el tiempo por aquí—dijo ella—. Algunas
vecesmeparecequeVillaSoledadescomounadeesasbolasdenievefalsasconunpequeñopaisajecongeladoensuinterior,siempreigual.Yo también había tenido esamisma sensaciónmuchas veces, pero no se lo
dije.Los tres entramos en la casa aunque Catalina se quedó atrás un momento
mientrascerrabaconllaveyechabaelcerrojoalapuerta.—Últimamente aMarina le ha dado por caminar en sueños por la casa de
madrugada y me abre la puerta si no me doy cuenta—me explicó un pocoavergonzada—.Así que hemandado poner esto lo suficientemente alto comoparaqueellanollegueaabrirlo,nisiquierasubidaaunasilla.Caí en la cuenta de que llevaba un rato en la casa y todavía no había
preguntadoporLauracomose suponequeunabuenayentregadamadredebehacer.AbrílabocaparahacerlojustocuandoCatalinamesujetódelbrazoparadetenerme.—Hastraídounhombreacasa—murmuró,señalandoaLiamconungestode
cabeza—.Creíaquedespuésde lamuertedelmarquésobedecery servir a loshombresyasehabíaacabado,paranosotrasdosalmenos.Miré a Liam que estaba distraído observando la gran lámpara de cristal
austriacoquecolgabajustosobreelcentrodelvestíbulo.—Ysehaacabado—leprometí—.Confíaenmí.—Confía tú en que no pienso lavarle la ropa ni hacerle la cama. Mis
obligaciones han terminado, yo ya no soy la criada de ningún hombre. —CatalinaresoplóymiródesoslayoaLiam—.Bastantetrabajotengoyaconlasdoscriaturascomoparaañadirleotramás,yencimaunocrecidito.Sonreí,algunasvecesmerecordabamuchoasumadre.—Notendrásqueocupartedeél,sinoescapazdehacersesupropiacamase
iráadormiralsofádelestudiooalacochera.—Puedesestarseguradeeso.Mis tacones negros de Lanvin resonaron en las baldosas del suelo del
vestíbulo,tantoquemevolvíunmomentoconvencidadequemamáacababadeentrartaconeandoenlacasacomosolíahacer.Peromamánoestabaporningúnlado,nisiquierasufantasma.—¿Cómoestánlasniñas?—lepreguntémientraslasdoscaminábamoshacia
lacocinaalotroladodelvestíbulo.
—Están las dos bien, ahora comen caliente todos los días, así que se hanpuesto más fuertes y tienen mejor color en las mejillas. Además, desde quemandé arreglar las ventanas de la casa ya no hay corrientes traicioneras nianimales que se cuelen desde el jardín para hacer sus cosas por todas partescomopasabaantes.—Catalinaarrugósunarizenungestodeasco—.AhoraqueMarina tiene su medicina para los bronquios, está mucho mejor, y Laura hacrecido una barbaridad en estos meses que has estado fuera. Es una niñabuenísima,casinillora,ycuandolohacelapobresuenacomoungatito.—¿Dóndeestánahora?—Dormidasarriba—respondió—.Mellevélacunaalaantiguahabitaciónde
tumadreyahoradormimoslastresjuntas,eslahabitaciónmásgrandedetodalacasa.Antesdormíamos separadas, perohaydemasiado silenciopor lasnochesaquí,asíqueprefieroquelasniñasesténconmigo.—Elvestíbuloytodoelpisodeabajoestáncomonuevos—comentémirando
alrededor—.Yvuelveahaberluz,bien.Los apliques de cristal—a juegode la araña sobre el vestíbulo—volvían a
tener bombillas que iluminaban toda la zona del vestíbulo, el principio de laescalinatademármolblancoyelpasillolateralquellevabaalacocina.—Sí,esofueloprimeroquemandéarreglar.Medabamiedoiraoscurasporla
casaconlalámparadekeroseno:nuncasabíasiibaacruzarmeconunespírituounladrón,ytampocomegustabamuchoquelasniñascrecieranenlaoscuridadchocandocontodocomounpardetopilloscegatos.Mereídesucomentariojustocuandoentramosenlacocina.Elfuegoestaba
apagado—seguramenteporqueCatalinay lasniñashabían terminadodecenarhacíaunbuen rato—,pero el aire tibiode la cocina todavíaolía a café reciénhecho.Alguienhabíapintadoelfrentedeslucidodelosarmariosysustituidolasbaldosas rajadas de la pared por unas nuevas. Lamesa de roble ahora estabarecién pulida, brillaba, y la mayoría de las marcas y arañazos habíandesaparecido.—La cocina ha quedado muy bien, igual que el resto de la casa —dije
acariciandoelrespaldodelaquesolíasermisilla—.Lohashechomuybien.—Lo sé—respondióCatalina sentándose detrás de la única taza de café—.
Todo está como antes excepto por los pomos de cristal tallado que tanto legustabanatumadre.
Nome había fijado en los dichosos pomos de los armarios y los cajones, apesardequeesoeraloprimeroquesolíamirarcuandoeraunaniñayentrabaenesamismacocina.—Los tiradores originales desaparecieron antes incluso de que empezara la
guerra,a saber loquehizoelmarquésconellos,pero los sustituíporestosdeporcelana—meexplicóCatalina—.Sonbonitostambiénaunquenotanvistososcomolosdecristal.Abríunodelosarmariossobreelfogóndehierroysaquédos tazas limpias,
unaparaLiamyotraparamí.No teníahambreaunquenohabíacomidonadadesdeesatardeenelvagónrestaurante,peroelaromaacaféreciénhechohizoquemiestómagoprotestara.—Asíquewolframio;desdeluegoesmuchomásvaliosoqueelhierro,esono
teloniego—empezóadecirCatalinamientrasempujabaconcuidadolacafeterahaciamí—.Y los alemanes han agujereadomedio país buscándolo, comarcasenterasvivendeeso.—Asíes.Adoscientaspesetasporkilolehabríavendidoelwolframiohastaal
mismísimodemonio—respondí.Catalinasesentóalamesaynosmiró:—Bien,contadmevuestroplan.
Aldía siguiente de regresar aVilla Soledadmadrugué para ir hasta laminaZuloagayhacerwolframio.Fui yo sola antes deque saliera el sol.Noqueríapúbliconiayudantes,asíquedejéaLiamdurmiendoenmicama,mevestíensilencio y bajé las escaleras hasta el vestíbulo. Antes de salir me aseguré depasarporlacocinaparacogerunparderebanadasdepanyunasgalletasporsiacasonecesitabarecuperarfuerzasdespués.MepuseunodelosabrigosdepañodelaabuelasobreelvestidoycondujeelT49delmarquéshastalamina.No había estado en la mina Zuloaga desde hacía años, cuando esa enorme
grietaenelsuelocalizotodavíadabadecomeratodoelvalle.Ahoranohabíahombrestrabajandoonadieenlosalrededoresquepudieraescucharelatronadormotor del Hispano-Suiza con sus seis cilindros acercándose por el caminopolvoriento.Aparquéjuntoalavallaoxidada,mecoléporunagujeroenlaverjaque nadie se habíamolestado en arreglar en estos años y bajé por la escalerahastaelfosodelaminaenlasentrañasdelatierra.Nofuedifícilhacerwolframio—desdeluegofuemuchomássencilloqueel
petróleoquehicefluirbajoelsuelodeLasÁnimas—,estabaotravezencasaypude sentir el bosque palpitando al otro lado de las gruesas paredes de rocamientrasunhormigueofamiliarviajabahasta laspalmasdemismanos.Enlosúltimos días, había leído mucho sobre el misterioso material con nombre delobo:unadelascosasquedescubrísobreelwolframioeraquesolíaencontrarsemezcladoconelhierro,asíqueprimeroatrajeelhierroalasrocasyalatierrabajomispies—algosencilloporqueelsubsuelodelvalleestabaatravesadoporunaenormevetademineraldehierro—ydespuéselwolframio.Memareéunpoco,peronisiquieratuvequecomermealgunadelasgalletitasquellevabaen
elbolsillodemiabrigopara recuperar fuerzas.Solocontéhastadiezmientrasmirabaelnuevomineralbrillantequesalpicabalasparedesyelsuelodelaminacomouncielocubiertodeestrellas.Ya tenía elwolframio enmimina, ahora solo necesitaba lamaquinaria y la
manodeobraparapoderponerotravezenfuncionamientoelnegociofamiliar.Liam iba a encargarse de conseguirnos todas las herramientas, maquinaria yvehículosquepudiéramosnecesitarparatransportarelvaliosomineraldesdelaminahastaelcargaderoancladoalprecipicio.Segúnmecontóteníaunamigo—dijo«amigo»peromesonómáscomosifueraunantiguocompañerodedelitos—queeraeldueñodeunaempresademaquinariapesadaparaarmasymineríaquepodíahacernosunbuenprecioenelmaterial.—Si tu amigo no cumple, ese dinero saldrá directamente de tu parte de los
beneficios—leadvertíantesdequedarnosdormidos.Leescuchésonreírenlaoscuridad.—Cumplirá, le salvé la vida hace algunos años, así que me lo debe —
respondióLiam,peroyoyaestabadormida.CondujeelHispano-SuizahastaBasondoporlacarreteraasfaltadamientrasel
solselevantabaenelcielo.Elotoñonohabíallegadoaúnperoyapodíasentirsuolor en el aire fresco de la mañana, igual que siempre había sido capaz depercibir las primeras notas fragantes de la primavera antes de que las floressilvestresdelbosqueempezaranaabrirse.Basondoyahabíaamanecido,peromesorprendiónoveramuchagenteenlas
calles estrechas y empinadas que subían y bajaban siguiendo el relievecaprichosodelvalle.Lospocosvecinosconlosquemecrucémiraronderefilónel ruidoso T49 de color hueso—tan enorme y ostentoso que era demasiadograndeparapodercircularpor lamayoríade lascallesdelpueblo—hastaqueporfinaparquécercadelaplazadelayuntamiento.LaboticadelashermanasAguirre,elestancoylapequeñaoficinadeCorreos
yaestabanabiertosperoyocrucélaplazataconeando—concuidadodequelosfinostaconesdemiszapatosdepielnoseenredaranenelempedradodelsuelo—endirecciónalaiglesia.Sentílasmiradasdealgunosvecinosclavadasenmiespalda —miradas de todo tipo pero ninguna buena— cuando me vieronatravesar el corazón de Basondo con mi traje de Givenchy de color amarillomostazaymibolsodeLoewe,peromedioigual.Nomedetuvehastaquellegué
alaspuertasdelaiglesia.Noesquesintieralanecesidadurgentedeconfesarme,«graciasaDios»,pensé
con unamedia sonrisa irónica: necesitaba trabajadores para reabrir la mina ysabía bien a quién debía preguntar. Cuando llegué intenté abrir el portón demaderaapolilladoperoestabacerrado,masculléunamaldiciónsin importarmedónde estaba y rodeé la iglesia para entrar en el cementerio público pensandoque, aunquenopodía hablar de negocios conTomás, almenos podría pasar a«saludar»aCarmenydepasodejarfloresfrescasensutumba.El cementerio de Basondo era pequeño: tenía el tamaño perfecto para una
época en la que casi todos los vecinosdel pueblo semoríandeviejos o en lamina,peroconlaguerra,elhambreytodolodemás,estabaarebosardetumbasrecientesymuertosinquietos.Tomástambiénestabaallí,depie,apoyadoenelmuretequeelcementerioy la iglesiacompartían.Fumaba,ysusojoscastañosestaban clavados en el suelo consagrado haciendo compañía a sus propiosfantasmas,poresotardótodavíamásendarsecuentadequeyanoestabasolo.—Bonitotraje,elamarilloesmuydiscreto—medijoconironíadesdedonde
estaba—.Yseguroquetambiénesmuycaro.—Lo es, mucho —respondí dejando muy claro que no sentía ninguna
vergüenzaporeso—.¿Teescondespara fumar?¿Acaso tienes treceañosynoquieresqueDávilatecastigue?Tomássonrióconelcigarrilloensuslabios.—No me escondo, es solo que me gusta estar aquí a solas con mis
pensamientosunratotodaslasmañanasantesdequeempieceeldía.—Contuspensamientos...yconlosmuertos—dijerespirandoelhumodesu
cigarrillocasero.—Sí,admitoquetambiénmegustaestarrodeadodelosdifuntos:losmuertos
tienenlavirtudderecordarnosquiénessomosdeverdad,podemosmentirnosanosotrosmismostodoloquequeramos,perolosquehemosenterradoconocenlaverdadsobrenosotros.—Haypecadosquesobrevivenalamuerte.TomásseñalólatumbadeCarmenconlacabeza.—Ella, por ejemplo, sabe que tú eres la heredera de los Zuloaga: una niña
caprichosaquenosabehacerselastrenzasellasolayalaquelegustacorretearporelbosquecomounasalvaje.
ContuveelalientomirandolalápidahumildeconelnombredeCarmenescritoenlapiedra.Lasfloressilvestresquecrecíanenlahiedraquecubríalalosasehabíanmultiplicadoconelveranohastaformarunamantaespesadecolorazulbrillante.—Ahorayaséhacermelastrenzasyosola—respondíconfrialdad,apartélos
ojosdelatumbaenterradaenlasfloresparamirarle—.Necesitoquehagasalgopormí.—Puesclaro,túsiemprenecesitasquelosdemáshaganalgoporti,aunquesea
soloqueteadoren,yoincluido.—TomásladeólacabezaparamirarmeyporunmomentovolvióatenerlamismaexpresiónconfiadaquelapobrePatsy.Sonrióysuaireinocenteseesfumóporcompleto—.¿Quéesloquequieresahora?Ypor favor, no me digas que necesitas confesarte porque estaría mal reírse acarcajadasenelcementerio.—Voy a reabrir la mina, la próxima semana habrá trescientos hombres
trabajandoahíabajo—respondíignorandosucomentario—.Ysi todovabien,podría contratar a otros cien dentro de un par de meses. Necesito que hagascircularlavozporelpueblo:cualquierhombrequequieratrabajarenmiminayestéencondicionesdehacerlopuedeapuntarseenlaoficinadeCorreos,allíyaestán avisados de todo.Dentro de un par de días abriremos una oficina en lapropiaexplotaciónparaqueseapuntenmás.—Asíquelosrumoreseranciertos,vasavolveraabrir laminaZuloaga.—
Tomás frunció el ceñopensativo—.Peroyanoquedahierro ahí abajo, ni unasolavetaqueexplotar,y¿aquiénvasavenderelhierro?—Anadie—ledije,yeratécnicamentecierto—.Voyavenderwolframioalos
alemanes.Tomásparpadeóigualquesinocomprendieramispalabras.—¿Vasavenderwolframioa losnazis?—Memiróconelmismodesprecio
queviensusojoslamañanaqueaceptómiscienpesetasacambiodeenterraralmarquésenesemismocementerio—.Eresunadeellos,poresoestásvestidataneleganteyporesoCatalinahamandadoarreglarlamansión:estáiscolaborandoconlosnazis.Estáslocasipiensasquevoyaayudarteparaquetúlesayudesaganarlaguerraaesosfascistas.—Solosonnegocios,Tomás,nosignificanada...—¡Los nazis bombardearon lamitad de los pueblos de este valle durante la
guerra!—gritó,ysuvozhizotemblarlaspiedrasdelcementerio—.Amínomedigasquenosignificanadaporquetúnotienesniideadeloqueestáshablando.¿Acasohasestadoenalgúnbombardeo?¿Hassentidoelpánicoenlascalles,laspersonas que corren para intentar salvarse mientras el sonido de las sirenasantiaéreassetemeteporlosoídosylosmotoresdelosJunkersllenanelpueblojustoantesdequeempiecenacaerlasbombas?Neguéconlacabeza.—No,puesclaroqueno,porquemientrasesopasabatúestabasasalvoaun
millóndekilómetrosdeaquí.Notienesniideadeloquesucedióodeloquetusamigosnazisnoshicieron,y¿ahoramedicesquevasa trabajarconellos?Noeresmásqueunachiquillamalcriadaquehaencontradoloslibrosdecuentasdepapáyquierefingirqueesempresaria—añadiócondesprecio.—Nohaynadiemás conquienpuedahacernegocios, el nuevogobiernono
permitevenderalosaliados.—¿El nuevo gobierno? ¡Qué bonita forma de llamarlo! Te refieres a los
fascistas,¿verdad?—Tomásserioconironía—.Novoyaayudarteasuavizarloquepasódeverdadsoloporquetengasdinero:piensocontarleatodoelmundoen este pueblo que vas a venderles el wolframio a los nazis, y ya veremosentoncescómoencuentrastrabajadoresparatuminacuandotodoslosepan.Tomáslediounaúltimacaladaasucigarrillomalliadoylotiróalsuelosin
importarlequeestuviéramosenelcementerio.—Les dará igual, Tomás. Les dará igual a quién se lo venda porque los
hombresnecesitantrabajarynopuedenelegir,igualqueyo—ledijesinperderlacalmaapesardesutono—.Hemandadorepararlossistemasdeseguridaddelaminaparaquenohayamásaccidentes:ahoratodoesnuevo,eltrabajoquelesofrezcoa loshombreses justoy lapagaesbuena,muchomejorde loqueeracuandomipadremandaba.Puedodardecomeratodoestepueblosimeayudasareabrirlamina,seacabaronelhambreylapobreza.—Dirásmásbienquepuedesdarleslasmigajas,tusmigajas.Quédatelas,aquí
nadiequerráayudarteaquelosnazisganenlaguerra—medijoentredientes—.Y mucha suerte explicándoles a tus amigos falangistas que no has podidoconseguir suvaliosowolframioporqueno tienes trabajadores, heoídoque losfascistassonmuycomprensivos.Tomáspasóamiladoasegurándosedechocarsuhombrocontraelmío,levi
alejarsecaminandofuriosoendirecciónalapuertalateralqueuníalaiglesiaconelcementerio.—Elwolframiosaldrádelatierradeunmodouotro,noseasingenuo.Estáen
nuestrosueloysiellosloquieren,¡lotendrán!—legrité.Tomássedetuvoenseco,visushombrossubiendoybajandoal ritmodesu
respiraciónaceleradadebajodelatelanegradesusotana.—¿Quéquieresdecir?—gruñósinmirarme.—Si tú nome ayudas a reunir a los hombres del pueblo, ellos traerán a los
esclavosyalospresospolíticosparaquetrabajengratisenmimina—añadísinningunaemociónenmivoz—.Hevistoaesoshombresmuydelgadosyconlamirada perdida que van pormedio país picando piedra y construyendo presasparaelnuevogobierno.Una llamadamíay los traeránaquíconsuscadenasytodo,¿acasoprefiereseso?Cuando Tomás se volvió paramirarme sentí la ira que salía de él llegando
hastadondeyoestabacon lamisma fuerzaque laondaexpansivaquematóaMason.—Noteatreverás,¿presospolíticos?Nisiquieratúteatreveríasahaceralgo
semejante—dijoconvozsecaporelodio—.Aunqueasíteahorraríaseljornaldeloshombres,¿verdad?RespiréelairehúmedodelcementeriodejandoqueeldespreciodeTomásme
llenaralospulmonesymeacerquéconcautelahastaél:—Yatehedicholoquequiero,ahoradependedetiqueloshombresdeeste
pueblovuelvanateneruntrabajooqueBasondosellenedebarraconesparalospresos.Túdecides,peromiwolframiollegaráalcargaderodelacantiladodentrodedossemanas.UnasonrisamisteriosacruzóloslabiosdeTomás.—Eso será si los bandoleros que merodean por el valle no tiran antes tu
valiosowolframioalmar—medijo—.Aesoshombresnolesgustaráquehagasnegocioscon lossublevadosycon losnazis.Sipretendesreabrir laminaellospuedenponertelascosasmuydifícilesporaquí.Tomás tenía razón, los bandoleros que se escondían en el valle les estaban
poniendolascosascomplicadasa laspatrullasde laGuardiaCivilqueestabandesplegadasenlazonaysiseempeñabantambiénpodíancomplicarmelavidaamíyamisnegociosconcortesdecarreteras,saqueos,robos,sabotajes...
—Medaigualloquelesgusteonoaesoshombres,yotengoquecuidardemifamilia—dijemuyseria—.Yellossolosabránloquehagositúselocuentas,porqueapuestoaquetúsabesquiénessonesosbandoleros.Puedequeinclusotúseasunodeellos,¿odedóndesinohassacadoeltabacoparaesecigarrilloquefumabasantes?AunqueTomásnorespondiólaexpresióndesucarahablabaagritosporél.—Noteescondesaquíparafumarporquetegustelacompañíadelosmuertos,
teescondesaquíparaquenadiedescubraque tienes tabacodecontrabando—añadí.SumandíbulaestabatantensacomolatardequesecolóenVillaSoledadpara
nuestraúltimafiestadecumpleañosy tuvoquepedirleperdónamamádelantedetodoslosinvitados.—Asíquenoloniegas:eresunodeellos,poresolerobascomidaydineroa
Dávila—ledijesintiéndomeunpocotontapornohabermedadocuentaantes—.Pues mucha suerte explicándoles a tus amigos que podías haber conseguidotrabajoycomidaparalasfamiliasdeestepuebloperoquepreferistefastidiarmeporquetehasvueltounresentidoyunarrogante.Tomássoltóunarisacargadadecinismo.—Almenosnomehevueltonazi—dijo.—Quéfácilhasidosiempreparatihacerlocorrecto,¿verdad?Yadesdeniño
tededicabasadecirlesalosdemásloqueestababienyloqueestabamal:todossomospecadores,ningunoestamosatualtura.—Meacerquémásaél,tantoquesentíelaromaatabacoyajabónquesalíadesupelocastañoonduladoyañadí—: Tomás el mártir, Tomás el sacerdote, Tomás el defensor de la República,Tomás el romántico... Qué fácil es ser idealista cuando no tienes bocas quedependendeti.Lasfamiliasdelpueblosemuerendehambre,peroloimportantepara«elidealista»esquehaganlocorrectoyrechacenmidineronazi.—No seas cínica, Estrella, a ti te importan una mierda este pueblo y esas
familiasquepasanhambre, igualquea tupadre.LosquevivimosenBasondosolo somosmulosdecargapara losZuloaga, almasycuerposqueusary tirarcuandomásosconvenga.—Tomásse lamió los labiosunmomentomásde loestrictamente necesario y yo estuve segura de que lo hacía solo pormí—. Sepuedesobreviviryhacerlocorrectoalmismotiempo,esoeslomásimportanteenestaépocaoscurapobladapor traidoresycobardes.Se lohan llevado todo,
Estrella;hanprendidofuegoatodaslascosasbrillantesqueconstruimosyahorapretenden cubrir su rastro de cenizas y cadáveres con tu dinero y con tucolaboración.Sacudílacabeza,estabatancercadeélquealhablarmislabioscasirozaron
lossuyos:—YonosoyAlmayyanotengoquinceaños.Amínomeimpresionaráscon
poesía y palabras bonitas porque el idealismo y los sueños de juventud no secomen,Tomás.Dinero,esoesloquehacefaltaenmicasayentodaslasdemáscasasdeestepueblo,yteaseguroqueamímedaiguallacaradequiensalgaenlosbilletes.LosdedosdeTomás rozaroneldorsodemimano, estaban fríosdespuésde
llevarlaúltimahorafuera,peroseentretuvieronuninstantemásenmimuñeca.—Pensé que habías cambiado después de lo que le pasó a tu marido, pero
ahoraveoquesiguessiendoigualdeprácticaquecuandonosconocimos—medijosindejardeacariciarmedelantedelosmuertos—.Supongoqueporesotúyyosiempreterminamosdiscutiendo.—No, no es por eso. —Me aparté apenas unos centímetros de él, solo lo
necesarioparaquesusdedosacariciaranelairefrescodelamañanaenvezdemimano—.¿Meayudarás?Tomássonrióporfinyasintió:—Tienesrazón,elidealismonovaledenadasiteestásmuriendodehambre.
Teayudaréconloshombres.
CuatromesesdespuésEmpresasZuloagavolvíaadarbeneficiosyhabíamosdevuelto hasta la última peseta del préstamo sobre la mansión que pidió elmarqués.Nienmismejoressueñoshabíaimaginadoquelaminapudieracubrirlos gastos que todavía quedabanpendientes y, además, empezar a ser rentableantes de la Navidad. Ahora el dinero entraba a espuertas en la compañía, enBasondoyenVillaSoledad.Con las cuentas familiares saneadas gracias al dinero de los nazis, Catalina
mandó reparar en la mansión todo lo que no habíamos tenido dinero paraarreglar antes. Compramos bombillas para todas las lámparas de la casa —incluso para las que estaban en las habitaciones donde nunca entraba nadie—paradesterrarlassombrasquehabíantomadolacasaenestosañosotravezalosrinconesmásapartadosdelamansión.Mandamospintarlasventanasenelcolorverdeoriginal—elmismodeltejadoydelapuertaprincipal—queelvientodelCantábricohabía lamido con cadagalerna: hicieron falta cuatro hombres y unandamiotrabajandodurantecasiunasemanaenteraparapoderrepintartodaslasventanas y contraventanas de la casa. Cambiamos las cortinas apolilladas queservían únicamente para acumular polvo y permitir que los fantasmas seescondieran tras ellas por unas nuevas de seda japonesa, hicimos arreglar lasgoterasdelala surde lacasadondenonosatrevíamosaentrarningunade lasdospormiedoaqueeltechodeformadoporlahumedadsenoscayeraencima.Dos cristaleros famosos por reparar las vidrieras de las iglesias después delbombardeovinierondesdeBilbaoparaarreglarellucernariosobreelvestíbulo.Habían pasado diez años desde la última vez que vi la luz entrando por laenorme cristalera rectangular iluminando el vestíbulo con los tonosnaranjas y
doradosdelavidrieraqueimitabanloscoloresdelotoño.«Enrealidadnoesporelotoño,esoessololoqueledijeatuabueloparaque
meconcedieraelcapricho.Loquepasaesqueechabademenoselcolordoradodemitierra,mitierradeverdad.Aquítodoesverdeyazul,poresohicequetuabuelome instalara esa vidriera: para poder volver a ver el sol dorado demitierra»,mehabíadichounavezlaabuelaSoledadhacíamuchosaños.Cuandoterminamosdepagarlasdeudasdelmarqués,adelantamoslosplazos
delpréstamoporlamaquinariaylasnuevasherramientasparalosobreros—queelamigodeLiamenInglaterranoshabíaconseguidoabueninterés—ytuvimoscubiertoslossueldosdelostrabajadoresparalospróximosochomeses.Catalinacontrató a una asistenta para la casa, Amaia —una muchacha huérfana delpuebloconbuenasreferencias—,yalhijodeEmilio,nuestroantiguojardinero.La casa siempre había tenido vida propia: era un ser enorme que respiraba ycerrabalaspuertasasuvoluntadohacíacrecerrosasrojasdondenadielashabíaplantado.«Estacasanoestaráendemoniada,perovivaestáunrato,lacondenada»,solía
decirCarmencuandolascosascambiabanmágicamentedelugarocadavezquelacalderadelsótanogemíadedolorenmitaddelanoche.Mientrashubodineroparahacerlo,laabuela,ymamádespués,habíancontenidoelcarácterrebeldeycaprichosode lamansión,perocuando tuvimosquedestinarcadapesetade lafamilia a «lujos» como comer o comprarmedicinas,VillaSoledad se desbocócomo sucede con los animales salvajes quenunca llegan a estar domesticadosporcompleto:goteras,ruidosmisteriososdemadrugada,puertasqueseresistíana ser abiertas, paredes agrietadas, crujidos, ventanas abiertas o grifos que secerraban solos después de un rato.Y sobre todo, el jardín apoderándose de lafachadahastacubrirlaporcompleto,entrandoenlacasaporlasventanasrotasylasgrietas en laparedcomosi lanaturalezavolvierapara reclamar loqueerasuyo en realidad. Las reparaciones y la atención de Catalina mantenían lamansiónbajocontrol,aunquetodavía,algunasveces,lasventanasseabríansolasolasbolasdelbillardelmarquésamanecíanesparcidasporelsuelodelasalita.Sobre lamesade lacocinavolvíanaamontonarse loscatálogos impresosen
papel brillante y los folletos de lasmejoresmarcas de ropa, perfumes caros ydecoración como cuando mamá aún vivía y Villa Soledad era el centro deluniverso.
Hacía unas semanas también habían llegado a la mansión las cartas deadmisióny los libritos informativosde los colegiosmásexclusivosen losquehabíamos solicitado plaza para matricular a las niñas dentro de unos años:Estados Unidos, Suiza, Canadá... la guerra había limitado las respuestas dealgunoscolegios—sobre todode losqueestabanenEuropa—,peroeldineroquelosnazispagabanpornuestrowolframiocubríadesobralamatrículaylosestudiossuperioresdelasdosniñasenelinternadomáscarodetodos.—Nuncasoñéquemipequeñapudieraponerunpieenunodeestoscolegios,
ni siquiera para fregar las escaleras—meconfesóCatalina una nochemientraslas dos hojeábamos los folletos y bebíamosAmaretto Sour en la cocina—.Yresultaquealomejorpuedeinclusoiralauniversidad,ytodograciasaldinerode los nazis. Sé que debería sentirme asqueada sabiendo de dónde viene esedinero,perominiñavaapoderestudiaryviajara lugaresqueyonopodíaniimaginar. Podrá ser lo que ella quiera yme alegro. ¿Estámal que piense eso,Estrella?—Notengoniideadeloqueestábienomal,nuncahesidomuybuenaeneso
—ledijedespuésdedarleotrotragoamibebida.Basondotambiénempezabaadescubrirloqueeldineromanchadodesangrey
wolframiopodíacomprar.Elalcaldedelpueblo—unhombrealquenadiehabíavotado y que hizo «desaparecer» al anterior alcalde— ordenó mejorar lacarreteraqueuníaBasondoconelrestodelmundo.Ahoraloscamionescargadosconelwolframiopodíanllegarantesalcargaderodelacantiladoparaentregarelvalioso mineral al barco que esperaba abajo tratando de no chocar contra lapared de roca.También instalaron farolas en las calles donde antes solo habíaoscuridad, cubrieron el socavón que había en la plaza para evitar que alguienpudiera caerse dentro y contrataron a un médico de familia para que pasaraconsulta gratis en una diminuta clínica cerca de la botica de las hermanasAguirre. La antigua pensión —la única en todo el pueblo— volvió a abrirdespuésdeaños sin recibirun solohuésped, las tiendasdeultramarinosahoravendían jamón de verdad, nueces y gaseosa de limón fría a dos céntimos labotella.En esa época también se inauguró el primer cine de Basondo, El Imperial,
aunquenohabíanadaquehicierajusticiaasemejantenombreenlapequeñasalaqueyaparecíaviejaelmismodíadesu inauguración.AllívolvíaverSucedió
unanoche casiochoañosdespués.NiMasonniLucyestabanami ladoenelcinelatardeenquevolvíaveraClarkGableenlapantalladeElImperial.Nolloré porque yo no soy de las que lloran, ni siquiera por las vidas o lasoportunidadesperdidas,aunquesíquemepaséelrestodelanochetarareandolamelodíadelapelícula.—Lavidaesbuenaahora,¿verdadquesímiqueridamarquesa?—mehabía
susurradounanocheLiam.Laluzdeldormitorioeneltorreónestabaapagada,asíquenopodíaverlebien
perodistinguísuperfilconocidosobrelaalmohada,laformadesushombros,supechosubiendoybajandoconcadarespiraciónosupelodefuegodesordenado.Lemiréunmomentomásporquesabíabienqueunavezpronunciadoelhechizoenvozaltalamaldiciónsedesataríasobretodosnosotroscomosiempresucedeenloscuentosdehadas:—Sí,lavidaesbuenaahora.LamañanasiguienteLiamyyofuimosaBasondoenelT49paraocuparnosde
algunos asuntos. Era el primer día de diciembre y el invierno cubría el valleentero con su luz lechosa.En las zonas de la carretera donde el pálido sol deinviernonoalcanzabaacalentar, loscristalesdehielocubríanelnuevoasfaltoformandounaalfombradeescarcha.—Siesteinviernonievatendremosquedespejarlacarreteraoloscamionesde
lamina no podrán circular por aquí y el pueblo entero se quedará aislado—comentóLiamdesdeelasientodelcopiloto—.Contrataremosunquitanievesolosqueseannecesariosparaasegurarnosdequelacarreteranosecierra.—No creo que haga falta, por aquí no suele nevar mucho, ni siquiera en
invierno—dijesinlevantarelpiedelaceleradorapesardelhieloenlacarretera—.Esporelmar,lanievecaedelcieloperonollegaacuajarenlatierra.EstábamoscasiamitaddedistanciadeBasondo.Enesazona,elbosquequese
levantabacomounmurodeárbolesalotroladodelacarreteraeramuchomásespesoycerradoqueunpocomásadelante.Almaestabaallí,depiedebajodeunode lospinosmásaltosquecrecíasincontrolenelmargende lacarretera.Lasraícesdelárbolerantanantiguasygruesasqueseextendíanpordebajodelas capas de asfalto y grava levantando el pavimento en algunas zonas de lacarretera. Alma llevaba puesto su eterno vestido blanco de encaje y su pelonegro recogido enuna coronade trenzas sobre su cabeza.Caí en la cuentade
repente de que hacía meses que no la veía: fue la noche que Liam y yoregresamosdeMadridyellaestabasentadaenelbordillodelestanque.Lamiréde refilón y solo unmomento al pasar por delante, como se debemirar a losfantasmas,peroelairequelevantabalamoledehierroqueeraelT49nomoviólafaldadesuvestidoalpasar.MeparecióqueAlmaseñalabaalgoenla tierrabajosuspiesdeespectroyunescalofríomerecorriólaespaldabajandopormisbrazosyhastamismanosapoyadasenelvolante.—¿Estásbien?Tehaspuestopálidaderepente—dijoLiam—.Máspálidade
lonormal,quierodecir.Sujeté el volante forrado en piel con más fuerza, tanto que me clavé mis
propiasuñasen laspalmasdemismanos,contémentalmentehastacincoparaesperaraquelasensacióndeestremecimientosalieradedebajodemipiel.—Sí,soloestabaperdidaenmispensamientos—mentísinapartarlosojosde
lacarreteradelantedenosotros.«Lavidaesbuenaahora,¿verdadquesímiqueridamarquesa?»—¿Crees que tu amigo Tomás querrá ayudarnos con lo de la fiesta de
Navidad?Yaséquedicesquenohaynadaentrevosotrosdos,peronoparecequeélpiensedelamismaforma,siempreestáenfadado—dijoLiamfingiendoquemirabaelpaisajeporlaventanilla—.Ymehefijadoenquealgunasvecestemiradeunmodoextraño.—Essoloporquelerecuerdoaella,aAlma.Mimadretambiénmemirabaasí
algunasvecesdespuésdequeellamuriera.Enrealidad,nomevenamí,yosololes recuerdo cómo sería Alma ahora —respondí—. ¿No estarás celoso deTomás?—No,nadadeeso...—Liamseacomodómejorensuasiento,intuísusmanos
inquietas jugueteando con los botones del salpicadero para encender lacalefaccióndel coche—.Esquemepreocupa loqueél sabede ti.Tomásestáenfadado, muy enfadado: contigo, con tu familia, con el país entero, con laIglesia,conDios...ynoquieroqueeseenfadolehagahablarmásdelacuenta.Apartélosojosdelacarreteraunsegundoparamirarle.—¿HasaveriguadotodoesodeTomásenestetiempo?—preguntésorprendida
—.Perosiapenashabréisestadojuntosunpardehorasentotal.Liamserioenvozbaja.—Puedeque ahora seaunhombredecente, ¿peroyahasolvidadocómome
ganaba la vida cuando nos conocimos? Se me da bien calar a las personas,averiguar lo que desean y fingir que yo puedo dárselo, por eso era tan buenestafador.—Y¿desdecuándotehasvueltotúunhombredecente?—preguntéconuna
media sonrisa, pero la sonrisa duró poco en mis labios—. No, Tomás no medelataría,élnoharíaeso.Sujetéelvolanteconfirmezayfijélosojosenlaúltimacurvadelacarretera
antes de llegar a Basondo recordando todas las demás cosas que pensé queTomásjamásharíay,sinembargo,habíahecho.—Puede que no lo haga a propósito, tal vez llegado el caso no tenga otra
opciónmásquedelatarte—sugirióél—.Opuedequeseacasisinquerer.—¿Casi?—pregunté,peronoeraunapreguntadeverdadporque sabíamuy
bienaloquesereferíaLiam—.Ademásdeti,solohayotrastrespersonasconvida en todo elmundo que saben lo que puedo hacer: Tomás, Catalina y unamujertongvaqueviveaunmillóndekilómetrosdeaquí.Noconfíomuchoenlaspersonasperomegustaríapoderconfiarenellos.Supequenolehabíaconvencidoporcómocontuvounsuspiro,yseguramente
tampocomehabíaconvencidoamímisma.—Solo digo que no deberías subestimar lo que un hombre herido que cree
habersidoprivadodealgoquemereceescapazdehacer.—FueronTomásymipadrequienesmeprivaron amídeunahermana, sus
caprichosysuestúpidarivalidadmasculinamataronaAlmatantoomásqueesamalditabala.—Lostejadosdelasprimerascasasdelpuebloaparecieronalfinaldelacarretera—.Perotúereselquesabeleeralaspersonas,yonuncahesidodemasiadobuenaeneso,asíquedime,¿quécreesquedeberíahacerconTomás?Liammemiróysusonrisacaída temblóunmomentoensus labiosantesde
responder:—Somosfelices,¿verdad?Quierodecir,todolofelicesquelaspersonascomo
nosotros pueden ser: las niñas están bien, nosotros también, Catalina por fintieneelreconocimientoquesemerece,elnegociovademaravilla,elpuebloseharecuperado...Nuestrapequeñayextrañafamiliaestábien.Asentí.Nuestrapequeñayextrañafamilia.TresdíasanteshabíaencontradoaLiamy
a las niñas sentadas en el suelo de la biblioteca sobre los cojines de raso
bordadosdelsofádemamádondenuncanospermitiósentarnosaAlmayamí.Lesleíaenvozaltadelamaneraenlaqueseleealosniños,mientrasLaurayMarinalemirabanconcuriosidaddesdesusrespectivoscojines.«¿Quéestáishaciendoaquí?»«Oh,esnuestroclubdelecturasecreto—mehabíarespondidoLiammuyserio
—.Porlastardes,cuandotúestáseneldespachoterminandolosasuntosdeldíaenlamina,nosotrostresvenimosaquíparanuestrasreuniones.»«Comprendo. ¿Y aceptáis más socios en vuestro pequeño club?», le había
preguntadoyointentandoreprimirunasonrisayfracasandomiserablemente.«Esodepende,somosmuyestrictosennuestrapolíticadesocios,¿verdadque
sí,niñas?»«Nocreoqueentiendanunasolapalabradeloquelees.»«Mejor, porque hace un rato me he dado cuenta de que este libro no es
apropiadoparaniñaspequeñas.—Liamlevantólosojosdelaspáginasdellibroensuregazoymesonrió—.Cuentosgóticos,deElizabethGaskell.Nuncaanteslo había leído y resulta que está lleno de fantasmas vengativos, demonios,espectrosycasasencantadas,peroparecequeaellaslesgustanesascosas.»Intenténosonreíralveralasdospequeñassentadasenloscojinesintentando
mantenerseerguidasmientrasmirabanaLiamesperandoqueélcontinuaraconlalectura.«Nocreoqueseanlosfantasmasoloscuentos,lesgustaoírtuvoz.»«Bien,ahoraporfavorestamosenmitaddeuncuentosobreundesaparecido,
así que coge un cojín para ti o déjanos seguir con nuestro club de lecturasecreto», me había dicho Liam, fingiendo estar muy serio antes de continuarleyendoenvozalta.—¿Tepreocupaalgo?—lepreguntéporencimadelruidodelmotordelT49.—No—respondió, pero vi en sus ojos delmismo color que el bosque que
mentía—. Es solo que últimamente me pregunto si no estaremos teniendodemasiadamalditasuerte.Aparqué el coche cerca de la plaza del ayuntamiento y caminamos por las
callesheladas.TodoslosvecinosconlosquenoscruzamosnossaludaronhastaquellegamosalossoportalesenlaplazadondeestabalaboticadelashermanasAguirreylaoficinadeCorreosconeltiempojustoparaescondernosdelalluviafinaqueempezabaacaer.Tomástambiénestabaallí,dondehabíamosquedado.
Hacía tanto frío esamañanaque sehabíapuestoun abrigonegrodepañoporencimadesusotana,delaqueúnicamenteseveíalosbajosmanchadosdebarro.Me fijé en que su abrigo estaba raído en el cuello y dejaba entrar el vientogélido.—Por fin, llevo diezminutos esperándote aquí, casi me congelo—me dijo
Tomás a modo de saludo, después miró a Liam y la tensión entre los doshombressevolvióespesaenelaire—.Hola.—Gracias por venir, estando laNavidad tan cerca no sabía si tenías un rato
libre—ledijesinmás—.Vamosaorganizarunafiestaparalostrabajadoresdelaminayparasusfamilias,habrácomida,músicayregalosparalosniños.—Vaya, qué amables sois los patrones—respondió Tomás con ironía—. Y
¿dóndehabéispensadoorganizaresafiesta?Hacedemasiadofríoparaqueseaalairelibre,ytalveztesorprenda,peroalostrabajadoresnolesgustapasarfrío,aunquehayacomidagratis.Tenía la misma sonrisita en los labios que cuando éramos pequeños y él
aleccionaba a Alma durante horas sobre literatura o poesía romántica. Tomásdisfrutabademostrandoqueélerasiempreelmáslistodenosotrostres.—Enellocalvacíoquetienelaiglesiaaquícerca,alladodelcine.Eseseríaun
buen sitio para la fiesta —respondí sin inmutarme—. Es lo suficientementegrandecomoparaacomodaratodoelmundo.—Así que otra vez necesitas algo demí, ¿y cuándono?—Tomás sacudió la
cabeza y después me miró, más amable ahora—. Y yo, por supuesto, estoydeseando ayudarte porque vivo solo para complacerte, así que dime, ¿quieresque convenza aDávila de que os deje usar el local de la iglesia para vuestrafiestecita?—No.QuieroquemedigascuántocostaríaalquilarloeldíadeNavidad.Todo
eldía.Tomásmetiólasmanosenlosbolsillosdesuabrigoconairepensativo.—Esunbonitodetallecontustrabajadoresysusfamilias,notelovoyanegar,
aunqueseríamásbonitoaúnsubirleseljornal—respondiódesafiante—.Dineronoparecequeosfalte,desdeluego.Nosmiródearribaabajoestudiandonuestra ropay loszapatosbrillantesde
Liam.—¿HablarásconDávilaparaquenosalquileellocal?—insistí.
El alientodeTomás revoloteó formandonubecillas por el frío delante de sucaraunmomento.—Sí,claroqueselodiré.—Gracias. —Ya iba a darme la vuelta para marcharme pero en el último
momentocambiédeopinión, lemiréydiunpasomáshaciaTomásparaestarseguradequenadieapartedeLiampodíaescucharnuestraconversación—.Túnolecontaríasanadielomío,¿verdad?Nisiquieraaunqueteobligaran.Viensusojosquelapreguntalehabíacogidoporsorpresa.—¿Cómomepreguntas algo semejante?—respondió entre dientes.Después
miró aLiamde soslayo para ver cuánto sabía él en realidad acerca de lo queestábamos hablando—. Descuida, tu secreto está a salvo. Sabes bien que yonunca lehablaríaanadiede loquepuedeshaceryde loque tevihacerenelbosque la noche que nos conocimos. Ni siquiera aunque los bastardos de tusamigosfalangistasmetorturasen.El pino que daba manzanas rojas de otoño todavía estaba en su sitio casi
quince años después de que Alma y yo sacáramos a ese niño asustado ycongeladodelcepodelmarqués.MiréaTomásalosojosparasabersimentía,sieserencorhaciamíquevivíadesdesiempredentrodesupecho—yquenoteníanadaqueverconqueyo fuera ladueñadelamina—era suficientecomoparaque me traicionara llegado el momento. Pero sus ojos ya no eran los de esemuchacho que disfrutaba sabiéndose el juguete prohibido de las hijas delmarqués,asíquenoteníamásopciónquecreerensuspalabras.—Gracias—dije,aunquenosonétanconvencidacomomehubieragustado—.
AcercadelafiestadeNavidad...Pero dejé de hablar cuando el suelo de la plaza empezó a temblar bajomis
pies. Elmurmullo de los vecinos que estaban a esa hora en la calle o en lastiendas bajo los soportales creció hasta convertirse en un coro de vocesasustadas.Alprincipiopenséqueeralalluvia:unatormentadescargandosobreBasondotodasuira,asíquemiréalrededorintentandoaveriguardedóndeveníael ruido,peronoera la lluvia:por encimade lasvocesy el temblordel sueloescuchéelestruendodeunosmotoresacercándose,motoresenormesypesados.—¿Quéeseso?—preguntóLiammirandoalrededorpreocupado.Enesemomentounconvoyformadoporcuatrograndescamionesmilitaresy
dos coches entró en la plaza. Todos los vehículos eran negros y llevaban el
emblemadelyugoy las flechasde laFalangeenel lateral.Alverlos, algunosvecinos—lamayoría—apretaron el pasopara alejarse de la plaza, escapandocabizbajos por las callejuelas inclinadas de vuelta a sus casas para encerrarsedentro,otrossemetieronenlaprimeratiendaabiertaqueencontraronparamirara través del escaparate a los militares que ya empezaban a bajarse de losvehículos.LaplazasecubriódesilenciomientrasloshombresuniformadosibanbajandodeloscamionesyocupandoelcorazóndeBasondo.Reconocíinmediatamentealhombrequesebajódelasientodelacompañante
deunlujosoRolls-Royceyqueyacaminabahacianosotros.—MarquesadeZuloaga,buenosdías.Quécasualidadencontrarlaaquí,ibaair
apresentarmea sucasadespués, cuandohubiera terminadoenelpueblo,perome ha ahorrado el viaje —dijo el capitán Villa cuando llegó hasta dondeestábamos—.Buenosdías,caballeros.Liamlesaludóconunligeromovimientodecabezasinperderlacalma,pero
yo sentí sumiedo flotando en el aire hasta convertirse en algo casi palpable:temíaqueVillaestuvieraenBasondoporél.—CapitánVilla,menuda sorpresa verle aquí—le dije conmimejor sonrisa
mientras intentabadisimularelnudoquesehabía formadoenmiestómago—.¿PuedosaberquéesloqueletraeaBasondo?Confíoenquenotenganadaqueverconelwolframioolamina.AntesderesponderVillaestudióalosdoshombresconcautela.Yaconocíaa
Liam: era evidente que no le agradaba lo más mínimo y puede que inclusosospecharaqueeraun informantebritánico,peroaunasíhabíahechonegocioscon él. Después miró a Tomás decidiendo cuánto podía decir delante delsacerdote: se fijó en el bajo de su sotanamanchada de barro al igual que suszapatosreparadoscienvecesyenelcuelloraídodesuabrigo.—Elnegociovabien,muybienenrealidad—dijoporfin—.Suwolframiono
tiene ninguna pega y nuestros aliados alemanes están satisfechos con nuestroacuerdo.Noestamosaquíporeso,señoramarquesa.El corazónme latía tan deprisa dentro demi vestido de lanamezclada que
estabaseguradequeVillapodíaescucharlodebajodelruidodelalluvia.IntentécontodasmisfuerzasnomiraraLiam,perosentísusdedosheladosrozandolosmíoscomosiestuvierapensandoenhaceralguna locurayquisieracogermelamanounaúltimavez.
—Bueno es saberlo —respondí nada aliviada—. ¿Entonces? Si es por unasuntodelnegocionoeranecesarioquesemolestaraenvenirhastaaquíconsushombres,podíamoshaberlohabladoporteléfono.Perohabíamásdetreintahombresdeuniformeesperandodepieenlaplaza,
VillanoestabaenBasondopornegocios.—Yalehedichoseñoramarquesaqueestonotienenadaqueverconsumina.
—El tono de su vozme dejó claro que no le había gustadomi insistencia—.Estamos aquí por esos bandoleros que se esconden en este valle, para acabarhastaconelúltimodeesoscobardes.Suwolframioesconsideradounmaterialestratégico por nuestro gobierno y debemos defenderlo de esos bastardos paraasegurarnosdequetodosloscargamentoslleguenasudestino,¿oacasoprefierearriesgarseaqueesosdesgraciadoslatomenconsunegociooconusted?—No,desdeluegoqueno—meapresuréaresponder.CrucéunamiradarápidaconTomásparaasegurarmedequenohacíaninguna
estupidez,perosupequeyaeratarde.—TeníaentendidoquelosbandolerossoloatacabanalaGuardiaCivilyalos
representantesdel nuevogobierno aquí en el valle.Queyo sepanunca sehanacercado a los trabajadores, al wolframio o a la mina —dijo Tomás sinmolestarse en esconder su desprecio por el capitán Villa—. Desplegar undestacamento de cuarenta hombres en un pueblo tan pequeño como Basondopuededarlugaramástensiónconlosguerrilleros.Villasequitósusombreroyselocolocódebajodelbrazoconlatranquilidad
dequiensabequenadievaaatreverseameterleprisapararesponder.—¿Esustedelpárrocodelpueblo?—lepreguntóaTomás.—CuandoelpadreDávilanoestápresente,sí,soyyo.ElcapitánVillaseacercómásaél,sedetuvotancercadeTomásqueestetuvo
que dar un pequeño paso atrás para evitar que Villa le pisara los zapatos desegundamano.—PuessiquiereseguirsiéndoloparapoderserviraDiosyasusvecinos,más
levale sabercuándodebecallarse laboca,padre.—Villa todavíasequedóunmomentomásmirandoaTomásporsiacasoaélseleocurríaresponder,despuéssevolvióhaciamíyañadió—:Mishombresseinstalaránaquí,enBasondo.Demomento voy a repartirlos entre el cuartelillo y el hostal del pueblo, peroninguno de esos sitios es lugar para un capitán. Imagino que no tendrá
inconvenienteenqueyomeinstaleensucasa,¿verdad,señoramarquesa?Noté losojosde los treshombresclavadosenmí,esperandomirespuesta,y
traguésalivaantesderesponder:—Desde luegoqueno,ningún inconveniente,capitán.Tenemoshabitaciones
libresdesobra.—Bien, todo arreglado entonces—respondióVilla complacido—. Pero siga
consusasuntosporfavor,señoramarquesa.Yaconozcoelcaminohastasucasaymepasarécuandohayaacabadoaquí.DespuésVillamesaludóllevándoselamanoalasienysealejócaminandosin
ningunaprisaparareunirseconsushombresdesplegadosenlaplaza.—Felicidades—susurróTomáscuandoVillayaestabademasiadolejoscomo
paraescucharle—.Hastraídoaldiabloanuestropueblo.
ElHispano-Suiza
ELHISPANO-SUIZA
Volvimos a Villa Soledad tan pronto como me aseguré de que Tomás nointentaríahaceralgoestúpido.—Túnohagasnada,dejaqueyomanejeaVilla.Lomismodespuésdeunpar
de días él y sus hombres se van del pueblo y no tenemos que volver apreocuparnosporesto—lehabíadichointentandotranquilizarle.Peroinclusoantesdequeélrespondierayaviladeterminaciónsuicidadelos
perdedoresflotandoensusojoscastaños.—Eseno seva a ir aningún lado,Estrella,no sin cazar loquehavenidoa
buscar aquí —respondió Tomás mirando a Villa mientras este dividía a sushombresenlaplazaendosgruposdistintos—.Voyvestidodecuraycasimedaun culatazo, no seas tan ingenua de creer que puedes manejar a ese pájaroporqueacabarásmal.HevistoantesahombrescomoVilla,sádicosdelpoder.ConseguíarrancarleaTomáslapromesadequenosearriesgaríaahacernada
contraVillaysushombresesatarde—aunquesabíaqueeraunapromesafrágilquedependía solodequeTomásnovolvieraacruzarseconél—ycondujeelT49devueltaacasasinlevantarelpiedelacelerador.QueríallegaralamansiónantesdequeVilla terminaraenelpuebloy sepresentaraen lapuertadeVillaSoledad.Apesardequeconducíaa todavelocidadmiréunmomentoal límitedelbosquedebajodelpinodondehabíavistoaAlmadepieaquellamañanaperoyanoestaba.—Tenemosqueirnosdelpaís—dijoLiamconvozgrave.No había pronunciado una sola palabra desde queVilla se había bajado del
eleganteRolls-Royceconelyugoylasflechasenlapuerta.—Noestánaquípor ti—intentéconvencerle—.No tienenni ideade loque
hacíasantes,estásasalvo.—Ninguno estamos a salvo ahora que Villa y sus hombres han tomado el
pueblo. Puede que no estén aquí pormí pero es solo cuestión de tiempo queempiecen a hacer preguntas a gente que no pueda negarse a responderles.Preguntassobre tiosobremí.—Liammemiró,nuncaantes lehabíavisto tanasustado—.Debemosirnosmientrastodavíapodamos,loscinco.YacasiestábamosllegandoaVillaSoledad,desdeesepuntodelacarreterael
tejadoverdeesmeraldadelamansiónseasomabasobreelpaisaje.—¿Marcharnos?¿Quieresquehuyamosdelpaís?—lepregunté sujetandoel
volanteconfuerza—.¿Yadóndesesuponequeiríamos?Mediomundoestáenguerra.—Acualquier lugar, cualquier lugar esmejorque este ahoraque ellos están
aquí.Nopodemosmarcharnosdelanochealamañanasinmás,esoyalosé—admitió—.Peropuedoempezaramovereldinerodelascuentasdelaempresa,pocoapoco,paraquenonotennadaextrañoenMadridhastaqueyaestemosfuera de su alcance. No podríamos llevarnos todo el dinero pero sí puedotransferirbastanteaotrascuentasfueradeEspañaantesdequesedencuentadelo que estamos haciendo. Todavía tengo contactos de cuando me dedicaba aayudarahuiralosalemanes:puedoconseguirpasaportesypasajesdebarcoparaloscinco,enunpardesemanasestaremoslistosparamarcharnos.Sacudílacabeza.—No,nihablar.Yaunqueesoquedicesfueraposible,quenoloes,nopuedo
marcharmesinmásydejarelpueblo,laminaolacasa...—Sinosdetienenpocoimportaránesascosas.Ereslista,Estrella,piensaenlo
queteharánsidescubrenloquepuedeshacer.Liamnuncamehabíahabladoasí.Niunasolavezdesdequenosconocimos
hacíacasiochoañosmehabíalevantadolavoz,nunca.Acualquierotrohombrele hubiera tirado fuera del coche enmarcha de una patada, pero Liam no eracualquierhombre.—Estaesmicasa,lacasademifamilia—dijeconvozcalmada—.Novoya
permitirqueVillaoningúnotromeechendemicasanidemitierra.—Villavaaquedarseenlamansión—merecordó—.¿Noloves?Yatehan
echadosoloquetodavíanotehasdadocuenta,poresolollaman«ocupación».Pronto se dará cuenta de que puede prescindir de ti para llevar el negocio delwolframioy entonces ya no tendrás nada con lo que negociar, lo he vistomilveces. Tenemos que dejarlo todo y marcharnos de Basondo mientras aúnpodamos.Cuandollegamosalaverjadehierrodelacasayotodavíateníalaspalabrasde
Liamrepitiéndoseenmimente.Detrásdelosbarrotesdelacancela,depieenlapuertaprincipaldelacasa,nosesperabaCatalinaconelgestopreocupado.TeníaaLauraenbrazosyMarinacogidadelamano.Mefijéenquetantoellacomolasdosniñasestabanvestidasylistasparasalir.NoguardéelT49enlacochera,simplementelodejéaparcadoenelmargendelacarreterajuntoalacasayentréenlafincaseguidadeLiam.—Déjame pensarlo un poco antes, ¿de acuerdo? Es todo lo que te pido, un
pocomás de tiempo para pensarlo bien—le dije en un tono conciliador pocohabitual enmí—.De todasmaneras,nopodemosmarcharnoshoy sin levantarsospechas,túmismolohasdicho.IgualhayotramaneradelibrarnosdeVillaydesupequeñoejército.Liamseaseguródecerrarlapuertadehierroymesiguióalolargodelcamino
de grandes losetas blancas que atravesaba el jardín delantero hasta la puertaverdedelacasa.—Quieresdecir,unamaneraquenoimpliqueentregaratuamigoTomásya
susbandolerosalosfalangistas.Medetuvedondeestabaylemiré.—¿Cómolohassabido?—Loheadivinado—respondióLiam—.Yalosospechaba,peroestamañana
cuandoTomáshamencionadolodelatorturamehaquedadoclaro.Ahorayaséporquélosbandolerosnuncahanatacadonuestrosenvíosdewolframio:esporti.—EntoncestambiénsabesporquénopodemosentregárselosaVilla.—Miréa
losojosinquietosdeLiamyañadí—:PormuchoquequieralibrarmedeVillaydesushombresnopodemosdelataraTomásporquesiélhabla...—Si detienen a Tomás y él habla cuando le torturen, y te prometo que eso
sucederá,entoncesvendránaporti.Ydespuésaporella.—LiamseñalóconlacabezaaLauraenbrazosdeCatalina—.Querránsabersiloquetúpuedeshacer
se transmite de madre a hija, si la pequeña Laura es tan especial y poderosacomotú.NoestabaseguradesiLaurapodíahacerlasmismascosasqueyo,desipodía
adivinarelfuturocomoAlmaomanipularlanaturalezaasuantojocomosolíahacer la abuela Soledad, pero sí sabía que todas las mujeres de la familiaZuloaga—incluidaCatalina,queparecíatenerunextraordinariodominiosobrelasplantas—teníanalgúntipodepodersobrenatural.—AunqueasífueraLauratienediezmeses,essolounbebé.—Esoaelloslesdaigual.—Liamlamiróunmomentoconternuraantesde
volveramirarmeamí—.ComprendoquenoquierasdelataratuamigooloqueseaqueTomássignifiqueparati,séquevosotrosdososconocéisdesdeniñosyos une la tragedia y la pérdida, y nada une más que una culpa compartida.Entiendo que yo no puedo competir con eso, pero ¿cuánto tiempo crees quetardarán en detener a alguno de los bandoleros? ¿O a la familia de alguno deellos?MiréaLauraqueseentreteníajugueteandoconunmechónsueltodelacoleta
deCatalina.—Nomucho—respondímirandoamihija.—No mucho, no. Y cuando eso suceda, el pobre desgraciado al que
interroguen en el cuartelillo escupirá tu nombre, sus dientes y hasta suspulmonessiellosseempeñan.—¿Yquéhago?—NoselopreguntabaaLiamsinoamímisma—.Noséqué
debohacerahora.Todas mis opciones eran malas, terribles. No podía permitir que el capitán
Villa se quedara en la casa mucho tiempo porque, como había dicho Liam,despuésdeinstalarseenlamansiónerasolocuestióndetiempoqueencontraralaformadehacerseconelnegocioyconlaminapasandoporencimademí.Opeoraún:queVilladescubrieraloqueyopodíahacerymeenviaraaunodeesosespantosos camposdeprisionerosdondenosharían todo tipode experimentoshorriblesamíyaLaura,ytalveztambiénaCatalinayaMarina.—Tenemos que huir, lo siento, pero es la única posibilidad que tenemos de
seguirconvida:marcharnosyabandonarlacasaytodolodemás.—LavozdeLiamme sacó demis pensamientos—. Esto es lo que pasa cuando crees quepuedeshacertratosconeldiablo.
Esa fue laprimeravezque intuí el verdadero—ysiniestro—alcancedemiacuerdoporelwolframio.—Hapasadounconvoydelejércitoporlacarretera.Eranseisvehículosmeha
parecido contar, con camiones y todo. Iban hacia el pueblo —dijo Catalinacuandollegamosalaentrada—.Hevestidoalasniñasyhehechounabolsaconlojustoporsitenemosquesalircorriendo.Entramosenlacasaycerrélapuertaasegurándomedeponerelpasadorpara
quenadamaloentraraenVillaSoledad,loqueeraridículoporquedentrodeunratotendríaquedejarentraralcapitánVillaenlamansión.—¿Quéestánhaciendoaquí,Estrella?¿Hanvenidoporlamina?¿Telavana
quitar?—LavozdeCatalinatembló.—No es nada de eso —la tranquilicé como pude—. Están aquí por los
bandoleros, quieren detenerles para asegurar el suministro dewolframio a losnazis.—Esunamalacosa,hevistocómosonyarmaránjaleoenelpueblo.LauraseremovióinquietaentrelosbrazosdeCatalinaqueladejóenelsuelo.
Lapequeñaintentódarunospasosporsucuentaperoestuvoapuntodecaerse.Liam la sujetó de la mano y la ayudó a caminar mientras nosotras doshablábamosalpiedelaescalinatademármol.—Lo sé, es una mala cosa —admití—. Y hay algo más: uno de ellos, el
capitánVilla,vaainstalarseaquí,ennuestracasa.
Pasamos toda esa tarde en silencio preparándonos para la llegada de Villa.Catalinaacostóa lasniñasensuhabitaciónpara lasiesta,peroningunade lasdossequedódormida.Pasaronlatardeinquietas:Lauragimoteabaensucunitay Marina daba vueltas en su cama enredándose con las mantas igual que sisupieranqueabajo,losadultos,tambiénconteníamoselaliento.Cuandosehizoevidente queningunade las dos niñas pretendía dormir,Catalina las bajó a labiblioteca donde Liam y yo calculábamos cuánto dinero de las cuentas deEmpresas Zuloaga podíamos mover antes de que nuestros socios se dierancuentadeloqueestábamoshaciendo.—Unmillón, unoymedio si tenemos suerte—dijoLiammordisqueando el
lapicero—.Ademásde loquepodamos llevarnosencimacuandosalgamosdelpaís:joyas,bonos,dineroenefectivo...Loslibrosdecontabilidadestabanabiertossobrelalargamesadecaobadela
biblioteca.EnesamismamesaeradondeAlmayyocuchicheábamosdurantelasclasesparticularesdearteoalemándelaseñoritaLewis.—Es muy poco, poco para lo que tenemos de verdad en las cuentas —
mascullé—. Somos cinco, ¿adónde iríamos con ese dinero? Por si lo hasolvidadoEuropaenteraestáenguerracontraAlemaniaynosotroscolaboramoscon los nazis, así que ningún país querrá acogernos, y aunque quisieran, caenbombas del cielo cada día. No voy a cambiar Basondo por Londres ahoramismo.—IremosaEstadosUnidos,podemosvolveralranchodeSanBernardino.La
guerranollegaráhastaCalifornia.LasÁnimasseguíasiendoenmimentelamismatierradoradayagrietadaque
habíaconocido,elrecuerdodelvientosurquesoplabadesdeeldesiertoporlasnoches o el cielo de madrugada cubierto de estrellas seguía intacto, a salvodentrodeunaboladenievedistintade laboladenieveen laqueguardabaelrecuerdodeBasondomientrasestabafuera.—¿Yquépasaconellas?—preguntéseñalandoa lasniñascon lacabeza—.
Sonmuypequeñasparahacerunviajeasí,Marinaesmayor,peronisiquierahacumplidosdosañostodavía.Liammiróconternuraalasdosniñasquejugabansentadasenelsuelodela
biblioteca,muycercade los tablonesqueyoquemé intentandoabrasarvivoalmarquésantesdepartirhaciaelSt.Mary’s.—Son pequeñas sí, pero también son fuertes y están bien alimentadas.
Cogeremos un barco en el puerto de Bilbao que nos lleve hasta Irlanda,relativamente a salvode las bombasde losnazis, y de Irlanda saldremosparaEstadosUnidos.Esunviaje largo,peropodemosconseguirlo, lagente lohacecadadíaconsushijoshuyendodelaguerra.Dejé escapar un suspiro y miré alrededor, la biblioteca era una de las
habitacionesdeVillaSoledadquemenoshabíacambiadoenestosaños.Cuando,porfin, tuvimosdineroparareparar losgrandesventanalesquedabanal jardíndelantero,lahierbaylamalezaquecrecíansincontrolprotegidasdelvientoylalluviaporlafachadadelacasadejarondeentrarenlahabitaciónllevándosesualfombra verde y salvaje otra vez de vuelta al jardín. Las paredes estabancubiertas por las mismas estanterías de nogal hechas a medida que el abueloMartín mandó hacer por encargo, tan altas que llegaban hasta el techo y eranecesario una escalerilla corrediza para poder alcanzar los libros en lasestanterías de más arriba. Esa misma biblioteca también fue una de lashabitaciones preferidas de mamá, por eso mismo compró la otomana deterciopelo que Catalina y yo tuvimos que colocar contra la ventana rota paraevitarquealgomásgrandequeunaratasecolaraporelagujeroenelcristal,lamesita de ajedrez hecha de marfil y ébano donde todavía descansaba nuestracasitademuñecas,ylalargamesasobrelaqueahoraestudiábamosloslibrosdecuentas.—Essoloquenoquierodejarestavidaytodoloquehemosconseguidoaquí
parahuircomoratasenelprimerbarcohaciaEstadosUnidos—dije—.Mehacostadomuchovolveraabrirlaminaytengoderechoanoabandonarmicasao
minegociosinluchar,muchasgracias.—Claroquetienesderechoanotenerquehuirdetuhogaryanodejarlacasa
detufamilia—medijoLiamconcalma—.Entiendoperfectamentequequierasquedarte aquí, pero Villa y sus hombres no son un enemigo al que puedasderrotar,estanoesunaluchajusta.Teaplastarán,atiyatodosnosotroscontigo.—Villasoloesunhombre,nadamás.Ycomoa todos loshombres lesgusta
creersemásimportantes, listosypoderososde loquesonenrealidad,siacaboconél...—SiacabasconVillaotroocuparásulugar,ydespuésotroyluegootromás
—meinterrumpió—.PuedequeVillasoloseaunhombre,perolasideasquelemantienenenpievivendentrodeotrosmuchosynopuedesmatarlosatodos.—Peropuedointentarlo.Liamtorcióelgestoynotéqueestabaapuntodeprotestarcuandoelsonido
deltimbreenlaverjacortóelairedelabiblioteca.—Esél,esVilla—dijoLiammirandoporlaventanadetrásdelascortinas—.
Rápido,escondeloslibrosdecuentasytodolodemásparaquenoseimagineloqueestamostramando.Catalina cerró todo lo que había sobre la mesa mientras yo guardaba los
extractos bancarios y las libretas de ahorro en el armario donde mamá solíaguardar losmapas de todos los países donde nunca había estado. Escuché lospasosrápidosdeAmaiaatravesandoelvestíbuloparaatenderlapuerta,perosalídelabibliotecaylainterceptéantesdequetuvieratiempodellegaralapuertaprincipal.—Deja, yo abriré—le dije a lamuchacha—. Tú prepara té y sírvelo en la
biblioteca,porfavor.Amaiamemirósincomprender.—¿Peronoquierequeatiendalapuertatambién,señoramarquesa?—No, túpreparael téy sírveloen labibliotecaconunabandejay solo tres
servicios.Yllevalaspastasdemantequillatambién,lascaras.Amaia asintió y volvió hacia la cocina, seguramente preguntándose dónde
guardábamoselté.El timbre en la verja volvió a sonar, más impertinente ahora, mientras yo
atravesabaelvestíbuloendirecciónalapuertaprincipal.Memiréunmomentoen el espejo que colgaba de la pared para asegurarme de que aparentaba
serenidadapesardequeelcapitánVillaestabaenmipuerta.—Capitán, disculpe la espera, pero quería abrirle yo misma para darle la
bienvenida—le dije a Villa con mi mejor sonrisa—. Además la doncella esnueva y la pobre no sabe aún cómo funciona el interfono, dichosos inventosmodernos...Villanomedevolviólasonrisa,perohizoungestoconlacabezaamodode
saludocuandoleabrílapuertadehierroforjado.—Elprogresoestábien,perosiempreconmedida—dijo.—Porsupuesto.—Cerrélapuertatrasélsindarmedemasiadaprisaparaque
Liam y Catalina tuvieran tiempo suficiente de esconder los libros y todo lodemás—.¿Yquétalsushombres?¿YahanencontradoacomodoenBasondo?AntesderesponderVilladiounvistazoaljardíndelanterodeteniéndoseenla
palmerajuntoalcaminoyenlacasadespués.—Lahabíavistoalpasardesdelacarretera,peroahoraquelatengodelantela
mansióncasipareceestarviva.—Susojosafiladosescudriñaron la fachadadepiedra y las ventanas verdes un momento más—. Es impresionante, ¿hapertenecidosiempreasufamilia?—Sí, mi abuelo la construyó para mi abuela cuando volvió de hacer las
Américas—respondí,olvidandoconvenientementemencionarquelaconstruyócomounacárceldelujoparamiabuela.—Confíoenquemehagaunavisitaguiadaporlafincacuandotengatiempo,
esteesunlugarmisterioso.Asentí.—Sí,loes.Las botas deVilla no eran como las de los demás soldados que había visto
bajándosedeloscamionesconelyugoylasflechaselcostado.Lassuyaseranmarrones, de cuero curtido que alguien había lustrado hasta conseguir quebrillaran,yhacíanunsonido imposiblede ignorarmientrasavanzabasobre lasbaldosasblancasynegrasdel vestíbulo.Solo cuandoescuché el sonidode lasbotasmilitaresdeVillaresonandoentrelasparedesdemipropiacasacomprendídeverdad lo queLiamhabía dicho aquella tarde: «Ya te han echado soloquetodavíanotehasdadocuenta,poresolollaman“ocupación”.»—Está muy callada, señora marquesa. No sé por qué la noche que nos
conocimos en su fiesta imaginé que era usted del tipo de mujeres que
acostumbranahablarsinparar.Intentésonreírleporencimadelsonidodesusbotas.—Estábamosapuntodetomarelté,¿quiereacompañarnos?—pregunté—.Le
diréaladoncellaquetraigaunserviciomásparaustedsigusta.EntréenlabibliotecaunsegundoantesqueVillaparaasegurarmedequelos
librosdecontabilidadyloscatálogosdeviajesestabanescondidos.Liamestabasentadoa lamesafingiendoqueleíaelperiódicomientrasCatalinajugabaconlasniñasenelsuelo.—Buenastardes.—VillasaludóaLiamconungestodecabezaydespuésse
dirigióaCatalina—.Señora.—Ellaesmihermanapequeña,CatalinadeZuloaga.Catalinaselevantódelsuelo,seestirólasarrugasenlafaldadesuvestidoy,
solodespués,leextendiólamanoaVilla.—Tantogusto,capitán.Nuncahabía escuchado aCatalinahablar de esamanera, con esamezcla de
desdényfrialdadenlavoz.PuedequeCatalinaletuvieraunmiedodemuerteaVilla,peroledespreciabaconlamismaintensidad.—Encantado, señora. Y supongo que ellas son las pequeñas marquesas —
añadió el capitán mirando a las niñas, que ni siquiera se habían vuelto paramirarle—.Lospequeñossonelfuturo,sobretodoloshijosdeorigennoble.Hayqueasegurarsedequecrezcansanosyfuertesparaquenosotrosnuncamuramosdel todo. Cuando nos hayamos ido nuestros hijos continuarán lo que hemosempezadoaquí.—Interesante teoría, no lo había pensado nunca de esamanera—mentí sin
pudor—.Ydígame,¿tieneustedhijos,capitán?¿Esposa?Villasesentóalamesaapesardequeyonoselohabíasugeridoaún,enla
sillalibrequehabíajuntoaLiam.—No,notengohijos.Metemoquelapaternidad,elmatrimonioylosdemás
asuntosdeesa índolesonun tesoroquenomehasidoconcedido—respondióVilla todavía mirando a las niñas—. Qué sentido tendría crear una familia asabiendasdequenopodríadedicarleeltiemponecesario.—Bueno,esunhombrejoven,todavíapuedecambiardeideasiesoesloque
desea—dijoCatalina,cogiendoaLauraenbrazosysentándosea lamesaconellaenelregazo—.Perotienerazónenqueesunapenaqueunosniñoscrezcan
sinpadre.Catalinamirólaalfombratejidaamanoquehabíadebajodelalargamesade
labiblioteca.Representabaalaperfecciónelpapeldebuenaesposaafligidaporhabersidoabandonadaporsumarido.Ambassabíamosqueerasolocuestióndetiempo que Villa escuchara los rumores sobre la misteriosa desaparición dePedro y era mejor que lo primero que escuchara fuera nuestra versión de laverdad.—Desdeluegoqueloes.¿Mepermite?—SinesperarlarespuestaVillaalargó
los brazos para coger a Laura—. No todos los días se conoce a una futuramarquesacomoDiosmanda.Catalinayyocruzamosunamiradacuandoleentregóalaniña.—¿Essuhija?Tieneelpeloclaro,comousted—lepreguntó.—No,esmihija.Laura—respondíconfrialdad.—Laura,unnombreprecioso—dijoVillasinmirarme—.Laura,¿sabeloque
significa?Neguéconlacabezasinapartar losojosdemihija,queahoraestudiabacon
atencióninfantillasmedallasbrillantesqueVillaexhibíaensuuniforme.—No—respondícasisinvoz.—Laura viene de laurel, la planta con la que se hacían las coronas para los
antiguos campeones en Grecia. —Villa hablaba despacio, sabía que los tresconteníamos el aliento al verle con la pequeña en el regazo y quería disfrutarcadasegundodeesepoder—.«Victoria»,esoesloquesignifica.LospasosdeAmaiaacercándosealabibliotecajuntoconeltintineodelicado
delosplatosdeporcelanayloscubiertoscortaronlatensiónqueseacumulabaenelairecomonubesdetormenta.—Elté,señoramarquesa—anunciólajovencontimidez.—Gracias,puedesdejarlabandejaenlamesa.Nosotrosloserviremos.Amaia dejó la bandeja con cuidado de no derramar la jarrita de la leche y
asegurándosedenosituarsedemasiadocercadenuestroinvitadodeuniforme.—Eso es todo—añadí para que supiera que podía volver a refugiarse en la
cocina.Amaia masculló un «buenas tardes» y salió de la biblioteca prácticamente
corriendo. Liam se levantó de su silla y empezó a repartir las tazas y lascucharillasdeplata.
—Té. —Villa miró la tetera de porcelana china humeante todavía en labandeja—.Eltéesunacostumbremuypocoespañola,esalgodelosbritánicos,¿verdad? ¿Es por usted? Tal vez sienta añoranza de su país y sus costumbresestandotanlejos,yademásenguerra.Liammantuvosumediasonrisaperolatacitapintadaamanotintineóentresus
dedosantesdedejarlafrenteamíenlamesa.—Yosoy soloun invitadoenesta casa,no estoyendisposiciónde imponer
misgustosalasseñoras—respondióconesetonoencantadoryfalsoqueusabacuandointentabaembaucaraalguien.—Tiene usted razón, capitán, el té es una costumbre del enemigo y
terriblementeeuropea,peroleconfiesoquemeaficionéaestabebidayatodosuritual durante los años que pasé estudiando en Inglaterra —dije—. ¿Prefieretomaralgunaotracosa?Bourbon,whiskyescocés...—No me gusta el escocés particularmente, lo encuentro demasiado dulzón
para mí —respondió Villa con naturalidad—. De todas maneras, tampocoacostumbroabeberalcohol,ymuchomenosestandodeservicio,nublalamenteyesoesalgopropiosolodeseresmediocres.—Cierto, el capitán está enBasondo para detener a esos bandoleros que se
escondenenelvalle—dije,mirandoaCatalina—.Noquierenarriesgarseaqueaesosdesgraciadoslesdéporatacarnuestroscargamentosdewolframio.—SonórdenesdelmismísimoArrese,mantenerlaminaZuloagaabiertayen
funcionamiento es una prioridad para él y para nuestros socios alemanes —añadió él—. ¿No conocerán por casualidad la identidad de alguno de esoscobardes?Puesclaroqueconocíalaidentidad,sabíaqueTomáserapartedelgrupoque
seocultabaenelvalleysilopensababienseguroqueprontoañadíaotropuñadodenombresaesalistamortal.—No, claro que no —respondí con la boca seca—. En esta casa no nos
mezclamoscongentedeesa.Laura se movió entre los brazos del capitán intentando zafarse y Liam
aprovechólaoportunidadparacogerla.—Muyamable.Veoque se ledanbien losniños, señorSinclair, incluso los
niñosdeotros.—VillalesonrióconeducaciónunmomentoantesdeolvidarseporcompletodeélydeLauraparavolveramirarme—.Yaimaginoqueestaes
unacasadecente, tantoomásqueustedysuhermana.Essoloqueme intrigaqueesostipejosnohayandescubiertoaúnlomuchoquelefavoreceríaasucausadeshacersedesuwolframio.DégraciasaDiosdequeasísea,asaberloqueesoshombreslesharíansilleganadarsecuentaalgúndía.TomásyyohabíamoshechounpactoenlaiglesiadeBasondodespuésdela
misadelasocho:nadadeatacarloscargamentosdemiwolframiomientrasibandesde laminahasta el cargaderodemetal. Por supuesto, aTomásno le habíagustadomuchola idea—yahabíavistoelvalorqueesemineral teníapara losnazis y sus aliados—, pero le convencí de que atacando mis envíos soloconseguiríaatraerlaatencióndelgobiernohaciaBasondo.—Entoncesesperemosquenuncasedencuenta—respondísinemociónenla
voz—.¿Quierequeleenseñesuhabitación?Mientrasestéconnosotrosencasacreoquedeberíaquedarseenlaquesolíaserlaantiguahabitacióndelmarqués,esmuycómoda,legustará.En el suelo de la biblioteca Marina le dio un manotazo a la alfombra que
cubría laquemaduraalargadaen los tablones.Lapequeñase riocuandovio lamarcaqueelfuegohabíadejadocasidiezañosantesydespuésdijoalgoenlajerga incomprensible en la que hablan los bebés. Catalina cogió a la niña enbrazosyvolvióa tapar laquemaduraempujandodisimuladamente laalfombraconelpie.—Eslahoradesumerienda,poresoprotesta—mintióCatalinaconvoztensa
—. ¿Puedes traer a Laura? Les gustamerendar a las dos juntas y asíme danmenostrabajo.YpodrásenseñarlealcapitánVillasuhabitación.Liam, que no había soltado a Laura por si acaso, asintió en silencio y los
cuatrosalierondelabibliotecapararefugiarseenlacocinaconlapobreAmaia.—Tieneuna familiamuyagradable—comentóVilla cuandoyaestábamosa
solas.Nolodijodeningunamaneraespecialperoalgoensusojoscastañosmehizo
pensarqueacababadeamenazarme.—Gracias.Vengaconmigo,leenseñarésuhabitación,sileparecebien—dije
deseandosacarledelabibliotecayalejarledelprimerpiso—.Esmuyeleganteyseveelmardesdelaventana.Almarquésleencantabanlasvistas,cuandoaúnvivíasepasabahorasmirandoporlasventanas.Era mentira, claro. Padre nunca fue un hombre aficionado a contemplar el
paisajeo lanaturaleza, a él legustabamás cazarypisotear el bosque con susbotasdelord.SalídelabibliotecaycaminéhacialaescalinatademármolseguidadeVilla.—¿Legustajugarconfuego,señoramarquesa?—dijoélcuandollegamosal
primerdescansillo,hizounapausaymesonrióantesdeañadir—:Selopreguntoporlaquemaduraquehayenelsuelodelabiblioteca.Respiré.—Nofuiyo,almarquésselecayóunodesuspuroscuandosequedódormido
fumandoenlabutaca—mentíconlanaturalidaddequienlohaceamenudo—.Mimadresedisgustómuchoperoyaesimposibleencontrartablonescomolosdelsueloparasustituirlo,asíquelocubrióconlaalfombra.Lemiréparacomprobarsilehabíaconvencido,Villanorespondióperointuí
un destello en sus ojos. Esa fue la primera vez queme pregunté si el capitánVillaconocíamisecreto.—Esporaquí—mascullé,dándomelavueltaparaevitarsumirada.Lahabitacióndepadreestabadospuertasmása laderechaquelademamá,
aunquenorecuerdoqueelloscompartieranhabitaciónnunca,nisiquieracuandoAlmayyoéramospequeñas.Desdequepodíarecordar,mamáhabíadormidoenlahabitacióndoradaconvistasaljardíntrasero—queahoraocupabanCatalinaylasniñas—mientrasqueelmarquésdormíaen lahabitación roja al fondodelpasillo. Abrí la puerta del dormitorio y me hice a un lado para dejar pasarprimeroalcapitán.—¿Tiene equipaje? Le diré a la doncella que le cuelgue los trajes o el
uniformeenelarmariosiquiere.Villadiounospasosdentrodeldormitorioestudiando losmueblesexcesivos
de madera de cerezo. La misma cama —donde el marqués había muertoplácidamentemientrasdormía—ocupaba toda lapareddelfrente,alotro lado,lasventanasrectangularesdejabanentrarlaluzdelapuestadesol.—Escurioso,comohombrequesehapasadomediavidabajotierramecuesta
acostumbrarme al mar—dijo Villa, acercándose más a la ventana para mirarfuera—.Lamismaluzdelsolsemehaceinsoportablealgunasveces.—¿Bajotierra?—Sí,entréenelejércitocomoingenierodeminas—respondióélsinmirarme
—.Pasélosprimerosdosañosenunagrutasinverlaluzdelsol,enterradovivo
aochometrosbajotierrahastaqueporfinemergíconvertidoenelhombrequesoyhoy.Transformado.Mefijéensumaneradeentornarlosojoscuandorecordabaalgo.—Comouninsectoenunacrisálidaqueseconvierteenalgomejoralsalir—
añadió.—Y¿enquéseconvirtióusted,capitán?—preguntéconcautela.Villa esbozóuna sonrisapara símismoydespuésmemiró, olvidándosedel
marylapuestadesolalotroladodelasventanas.—¿Haycapillaenlacasa?—Nodentrodelamansión,perohayunapequeñacapillafamiliarenlafinca,
unpocomásabajo—respondíconfundida—.¿Porquélopregunta?—Megustapasarmisratoslibresensilencioynohaynadamássilenciosoque
unlugarsagrado.—Tambiéntenemosuncementerio—ledijesinpensar.Penséqueseofendería,peroenvezdeesoserio,surisaerasecaybaja;me
recordóalchasquidoquehacenlasramitasenelsuelodelbosquealpisarlas.—Mehapillado, soyunhombre religiosoyunbuen cristiano, desde luego,
perome gusta descansar en lugares bendecidos.He descubierto que es casi elúnicolugardondepuedodormirsinpeligrodequelaspesadillasseapoderendemidescanso.—Silepreocupasuseguridad,legarantizoqueestacasaesprácticamenteuna
fortaleza,nadiepuedeentrarsinserinvitado—dije.—Noesese tipodemiedo.Únicamentepuedodormirdonde losespectrosy
los demonios no pueden alcanzarme en sueños, por eso necesito un lugarbendecidoparadescansar.—Villameestudióunmomentoparavermireacciónydespuésañadió—:Nopuedesorprenderletantoqueunhombrecomoyotemaa sus propios demonios. Todos tenemos un pasado que nos persigue cuandosoñamos.Apuestoaqueustedmismatieneunoscuantosfantasmasdesupasadoquelarondan.Sonreíconamargura.—Desdeluego.—Yotambiénlostengoynoquieroquemisfantasmasmeencuentren.—¿Temequealgunodesusenemigosquieravengarse?—pregunté.—Todosmisenemigosestánmuertos.Measegurébiendenodejarconvidaa
nadiequepudieradesearmeelmalsinimportarmesuedadosucondición.—¿Entonces?¿Quéesloqueteme?—quisesaber.—El ladode losmuertosestá llenodegentea laqueyoheenviadoallí,me
esperanparavengarse,esoyaloséynoesloquemerobaelsueño.—Villahizouna pausa—. No quiero que sus fantasmas me ronden mientras duermo, noquieroarriesgarmeasentirlamanogélidadeunmuertoenlamejilla.Villa teníamiedode que las personas quehabíamatadopudieran alcanzarle
mientrasélaúnestabavivo.Lemiréynomecostónadaimaginaraesehombredeaspectosereno,peroalgosombrío,perturbadoporlaspesadillasylaculpa.—¿Quierequeleacompañealacapilla?—Noseránecesario,laencontrarépormicuentaymellevarémiscosasallí,
aunque me gustaría que no comentara el asunto con nadie más, prefiero quetodoscreanqueocupoestahabitaciónmientrasmequedeensucasa.—Desdeluego—leaseguré.—Otracosa.¿EseHispano-SuizaT49quehayaparcadoenlapuertadelacasa
pertenecealseñorSinclair?Forcéunasonrisa.—No. El coche es mío, pertenecía al marqués, pero con la edad mi pobre
padre dejó de estar en condiciones de conducirlo. Lo utilizo para ir hasta elpueblooa lasoficinasde lamina, séqueesundesperdiciousaruncocheasísolo para eso, pero me he acostumbrado a conducirlo. ¿Le gustaría probarloalgunavez,capitán?RecordéloqueLiammehabíacontadosobreelcapitánVillaysuamorporlos
cochesdelujoenlafiestaqueorganicéparaencontrarsociosenMadrid.—Desdeluegoquesí,meencantaría.Esunautomóvilprecioso,puedequeya
seaelúnicoquequedaen todoelpaís.ElT49esunvehículo fabulosohechoparacorrer,cualquierotrousoqueseledéesdespreciarlamáquina,malgastarla:igualqueteneruncaballopurasangreparapasearporelcampo.MiréderefilónlagrancamavacíaqueCatalinaysumadrehabíanbajadopor
la escalinata desde ese mismo dormitorio hasta la pequeña habitación en elprimer piso que el marqués ocupó hasta su muerte. Si el fantasma del viejotodavía rondaba la mansión por las noches, seguro que odiaba vermeconduciendo su amado Hispano-Suiza, la joya de la corona del marqués. Elcaprichomáscaroyestúpido,de todos loscaprichoscarosyestúpidos,queel
dineromanchadodesangredelabueloMartínlecompró.—Mehefijadoenelbosquequehayalotroladodelacasa.Abarcatambién
todo el margen de la carretera hasta el pueblo y se pierde en la distancia—empezóadecirVilla.—Sí,nadiesabehastadóndealcanzaenrealidad.—¿Creequeloshombresquebuscamosseocultanenelbosque?—preguntó
derepente.—Notengoformadesaberlo.—Perosíquelosabía,oalmenosintuíaquelos
bandolerospodíanesconderseenelbosque—.Peroesunbosquegrande,ahoraquelomencionaseríaunbuenesconditesiemprequeseconozcabienelterrenoy se tenga la suerte de no caer en alguna de las trampas que los cazadoresfurtivosdejantrasdesíparaatraparalosjabalíes.—¿Ustedconocebienelbosque?—Notanbiencomoparanocaerenningunatrampa—respondí,pensandoen
cuandorescatamosaTomásdelcepocatorceañosatrás—.Perosiquierepuedobuscarleunguía.A lamayoríade loshombresdelpueblono lesgustamuchoadentrarse en el bosque porque dicen que está encantado, pero por un par debilletesseguroqueencontraráaalgunodispuestoairconusted.—Noseránecesariopagarunguía,he traídoconmigoacuarentahombresy
hay cincuenta más esperando una llamada de teléfono que podrían estar enBasondoenunaspocashoras.—Villaarrugóelceñounmomento,pensativo—.¿Esverdadesoquedicendelbosque?¿Lodequeestáencantado?Sonreí.—EstoesBasondo,capitán.Aquítodoestáencantado.
LosprimerosdíasqueelcapitánVillapasóen lacasanodejóde llover.Erauna lluvia gris y afilada que arrastraba gotas de mar, manchando ventanas yparedes para dejar tras de sí un resto blanquecino del salitre. El silencio seinstalóenVillaSoledad:eraelmismosilencioamorfoquellenabacadarincóndelacasacuandoelmarquésaúnvivíaenella.Catalinaylasniñasapenassalíandelcuartitodejuegosqueteníanenlaplantabaja,cercadelapuertalateralporlaquesesalíaaljardínyalinvernaderodelaabuelaSoledad.«Estahabitación está bien caldeaday la luzdel sol le pegade lleno todo el
día», había dichoCatalina amodode excusapara esconderse deVilla. «A lasniñaslesgustaestaraquíyamítambién.»Liamnopodíaconciliarelsueño.Desdequecompartíamosdormitorio,cama,
negociosysecretosnocturnoshabíaobservadoelsueñoligerodemiamante.Sedespertabaamenudoenmitaddelanochesinsaberdóndeestaba;otrasvecessusueñoeratanlivianoquenisiquieraestabasegurodehabersequedadodormido,pero desde que Villa se instaló en la casa Liam había dejado de dormir porcompleto.—Nisiquieraestáenlamansión:duermeenlacapillafamiliarquehayjunto
al cementerio. Es un hombre desquiciado y cree que los demonios van a ir abuscarle mientras duerme —le dije a Liam intentando convencerle para quevolviera a la cama conmigo—.A saber las cosas terribles que habrá hecho elcapitánensuvidaparaqueahoratengamiedodedormirseycreaencuentosdedemonios.—Deberíamos cerrar la capilla por fuera aprovechando que él está dentro.
Dejarleatrapadoahí.
Mereíenmediodelaoscuridad.Liam,porfin,dejódepaseararribayabajoporlahabitacióndeltorreónparavolveralacamaconmigo,pero,inclusoconlaluzapagada,podíasentirsusojosverdesclavadoseneltecho,comolesocurreatodoslosinsomnes.—Hay un lobo en este bosque.Hace dos noches vi cómo salía de entre los
árboleseintentabaentrarenlafincaempujandolapuerta—mesusurróLiamaloído—.A lomejorel loboestáaquíparadevoraraVilla, comosucedeconelvillanoenloscuentosdehadas.Había escuchado al lobo aullando las últimas dos nochesy sabía que estaba
cerca,podíasentirlomerodeandoporellímitedelbosquealanochecer.—Sí—lehabíadichoyo—.Peroesosolosucedealfinaldelcuentoyparaeso
todavíafaltaunpoco.Lamañanasiguientefuelaprimerasoleadatrasunasemanaenteradelluvia,
asíque,talycomolehabíaprometido,lediaVillalasllavesdelcocheparaquelocondujeraélmismohastaBasondoenvezdetenerqueesperaraquesucocheoficialconelescudodelasflechasaparcarafrentealapuertadelamansiónparallevarleadesayunar.—¿No quiere que la lleve al pueblo, señora marquesa?—me había dicho
mientrasabríalapuertadelacocheraparasacarelHispano-Suiza—.Mirequenomecuestanadaacercarlaparaquehagasusrecados.—No es necesario, hoy no llueve, así que iré caminando dentro de un rato.
Muchasgracias,capitán.No tengo forma de saber lo que sucedió después o lamanera siniestra que
tienenlosacontecimientosdesucederse,peroesamañana,despuésdequeVillasalieraconduciendoelT49atodavelocidadporlapuertagrandedelafinca,meescabullíporelcaminosinuosoquebajabahastaelcementeriofamiliarantesdequeLiamoCatalinapudieranecharmeenfaltaenlacocinayentréenlacapilla.ElequipajedeVillaestabaenelsuelodepiedra,lasbolsasdecueroytelaazul
militaramontonadascontraunade lasparedesde laermita.Dentrohacía tantofríocomorecordaba,unadelasventanasestabaabiertayelvientodeinviernosecolabaporellamanteniendoelambientegélidoenlacapilla.Villahabíaestadodurmiendoenunviejocamastroqueélmismohabíallevadohastalacapillaporel estrecho camino. Vi la cama plegable impecablemente hecha y colocadapegadaalaltar,debajodelacruz.Fueentoncescuandoescuchéelfrenazoylas
enormesruedasdelHispano-SuizaderrapandosobreelasfaltonegroybrillantedelacarreteraquellevabaaBasondo.SalícorriendodelacapillaalescucharlosgritosdeCatalina.Corrícaminoarribahastaquedejéatráselsauce,laermitaylaformaborrosadelpequeñocementerioenvueltoennieblaparallegarjuntoalapalmeraeneljardíndelanterodelamansión.Catalinasaliócorriendodelacasamientrasgritaba:—¡Lohamatado!¡Lohamatadoyhaseguidoconduciendocomosinada!La miré sin entender lo que estaba diciendo pero me fijé en que Catalina
estabapálida,incluidossuslabios,yparecíaquelosojosibanasalírseledelasórbitas.—¿Quéhapasado?—Lohevistopor laventanadel segundopisomientrasbuscaba ropa limpia
para las niñas. —Catalina se cubrió la boca con la mano horrorizada—. Elfalangista, ha atropellado a alguien en la carretera y ha seguido conduciendocomosinada.—¿Qué?—Miréhacialacarreteraaunquesabíadesobraquedesdeeljardín
delantero el muro hacía imposible ver nada de lo que había fuera—. ¿Estásseguradequeeraunapersona?Podíaserunanimalasustado,elbosqueestámuycerca...—Eraunapersonaquecaminabaporelarcén—measeguró—.Hevistobien
cómoseconvertíaenunanubedesangrecuandoVillahachocadocontraél.Hayque ir a avisar en el pueblo de lo que ha pasadopara que laGuardiaCivil loarresteencuantopongaunadesusasquerosasbotasenelsuelo.Catalinasecolocómejorelchalde lanaque llevabasobre loshombrospara
protegersedelfríoydiounpasodecididahacialapuertadelafinca.—No le van a detener. —Mi voz tembló sin que pudiera hacer nada para
evitarlo—. No importa lo que Villa haga o a quién mate, si dices algo en elpueblosolotemeterástúenproblemas.Catalinasevolvióparamirarme.—¿Quieresdecirquetemeteréatienproblemas?Atiyatumina.Apesardetodaslascosasquehabíahechonuncahabíaescuchadounreproche
enlavozdeCatalinahastaesedía.Caminéhastaellayledilamanoconfuerzaenelmismogestodeafectoque
había tenidoconella lanochequevimoselcochehundirseparasiempreenel
Cantábricoconnuestrosecretosentadotraselvolante.—Temeterásenproblemastúymemeterásenproblemasamícuandointente
ayudarte.Déjaloestar—lepedí—.Nolecuentesanadieunapalabradeloquehasvistoporlaventana,averquépasa.Igualsearreglasolo.Era mentira, claro, pero necesitaba convencer a Catalina para que ella no
hicieraloquesucorazónledictaba.—Mientes fatal, Estrella, no sé cómo te las has arreglado estos años para
convenceratantoshombresdequelosamas.—Catalinameapretólamanounmomentoydespuésmesoltó—.Estaréenelcuartitodejuegosconlasniñas,porsinecesitashablaroquieresllorar,aunqueyaséquetúnuncalloras.—Notepreocupespornada,yoloarreglaréigualquelodemás—leprometí.
Peroviensucaraquenomecreyó,niyomismamelocreía.Catalina diomedia vuelta y entró cabizbaja en lamansión. La puerta verde
todavíaestabaabierta,asíqueescuchélavozalarmadadeLiamysuspasosenelvestíbulo:éltambiénhabíaescuchadolosgritosyelfrenazodelHispano-Suizaenlacarretera.Salíde la fincayempecéabajarpor la carretera endirecciónalpueblo,no
llevabanicincominutoscaminandocuandoescuchéaunamujerllorandoyuncorodevoceshorrorizadasunpocomásabajo.Ungrupodepersonasformabanun corro cerrado alrededorde algoquenopodíaver desdedonde estaba.Unamujerllorabaderodillasenelasfaltocontantafuerzaqueotrasdosmujereslasosteníanparaquenosecayera.—¿Quéhapasado?—preguntécuandoestabalosuficientementecercacomo
paraquevieranquiénerayo.Al escuchar mi pregunta algunos se dieron la vuelta para mirarme, pero la
mayoríamantuvo losojosclavadosenel suelo, justoenelcentrodelcorrodepersonasmásnumerosocadavez.—Elcapitánesequesealojaensucasa,quelohamatadoconelcocheyha
seguido conduciendo —me dijo un hombre de unos cuarenta años al que lefaltabaunbrazoyloescondíacomopodíadebajodesuabrigo—.Hapasadoporaquí como un rayo conduciendo el coche delmarqués y se lo ha llevado pordelante.Pobrecriatura.Notéquelosojosdelhombresevolvíanvidriososmientrashablaba,sellevóla
manoalabocaenlamismaexpresiónhorrorizadaquehabíavistoenCatalina.
—¿Qué criatura? —Mi voz se mantuvo firme a pesar de todo—. ¿Hanatropelladoaalguien?—Sí,marquesa,alhijodeMaite,lacosturera.—Elhombrerespiróelairefrío
por la nariz igual que si le faltara el alientopara terminar—.El pequeñoy suhermana iban por la carretera buscando al perro de la familia que se habíaescapadodurantelanoche,yasabeustedcómosonlosniñosconlosanimales.Asentí.Hasta esemomento nome había fijado en lasmanchas oscuras que
habíaenelasfaltounpocomásadelante,manchasviscosasy restosde loqueparecía ropa pisoteada aquí y allá. También vi un zapato que había salidodespedido por el impacto a casi cincuentametros de donde estaba el corro degente.—Laniñatodavíanohadichonipalabra,lapobre,lohavistotodoyhavuelto
caminandosolahastaelpueblotodamanchadadesangreparatraerasumadre—añadióelhombre—.Comolanenaestabahechaunapenaynodecíanada,alverla así, sumadrehapensadoque alguno lahabía agarradoy lehabíahechoalgoalaniña,¿comprende?Poresohemosvenidotodosconella,porsiacasoencontrábamosaldesalmadoparadarledepalos...peroalllegarhemosvistoloquequedabadelhermano.Sumandíbulatemblóysupequeibaaecharseallorar.—¿YcómosabenquehasidoelcapitánVilla?¿Lehanvisto?—preguntéen
vozbajaparaque lamadredelniñonomeoyerapreguntar semejantecosa—.Penséquelaniñanohabíadichonada.El hombre me miró igual que si yo acabara de preguntar algo realmente
estúpido.Parpadeó,perosusojosnosesecaron.—Han visto su coche en el pueblo: tiene toda la calandra y el parabrisas
destrozado y manchado de sangre. Decían que aún llevaba restos del niñopegadosahícuandohaaparcadoenlaplazaparairadesayunarcomohacecadamañana.Nomehabíadadocuentaantes,perolasdemásvocessehabíanidoapagando
paraescucharnuestraconversación,cuandomiréalrededornotélosojosdemisvecinosfijosenmí,esperandoparavermireacción.—Losientomucho,muchísimo—murmuré.Y de verdad lo sentía, lo sentía incluso sin haber visto la mancha roja de
huesosypielqueelenormeHispano-Suizahabíadejadotrasdesí.Perotambién
tenía que proteger a Catalina, la hermana queme quedaba—y que no habíaparecidomuyconvencidaantes—,alrestodemiextrañafamiliayamímismadeVillaysushombres.—Lehadadoigual,sabequenolevanahacernadaydespuésdellevarsepor
delantealniñosehaplantadoconsucocheenelpuebloparatomarsesucaféysubollodemantequillaporquesabequepodríamatarnosa todos,yaunasí leserviríansumalditocaféysubollodemantequilla—dijounadelasmujeresqueatendíalaboticadeBasondo—.Bestia.Lamujerescupiólapalabraysemequedómirando.Nolahabíareconocido
antesporqueestabadeespaldas,peroalverlaahoramedicuentadequeeralamás mayor de las dos hermanas que solían venderme la medicina para losbronquiosdeMarinaenlaboticadelpueblo.—Asaberacuántoshabrámatadoeseyaparateneresafrialdaddeatropellara
unniñopequeñoy seguir conduciendocomosinada—añadió—.Podíahaberreventado también a la hermana pero ella estaba buscando al perrito entre losárbolesjustocuandohapasadoelcoche.Habíaunaniña,deunoscincoaños,mirandolaescenadepieenelarcéndela
carretera.Unamujerconlosojosllorososestabainclinadaasuladointentandohablarconella,pero lapequeñasolomirabaelcorrodepersonasalrededordelos restosdesuhermano.Lamitaddesucaraysu ropaestabansalpicadasdesangre.Desdedondeestabavi lasgotas rojashaciéndosemás finascadavezamedidaquesubíanporsuvestidohastasupelodespeinado.—Lohavisto todo, la pobre estaba justo al ladode suhermanocuandoese
animal le ha pasado por encima como si nada. Podía haberla matado a ellatambién—dijoladueñadelafarmaciaadivinandoladireccióndemimirada—.Eranmellizos,niñoyniña,¿sabeusted?Solíanirdelamanoatodaspartes.Miréalapequeñaunmomentomás, traguésalivaparaaliviarelnudodemi
gargantaymevolvíhacialamujerotravez.—¿Esaes lamadre?—lepreguntémirandodisimuladamentea lamujerque
sollozabaenelasfalto.—Sí,pobremujer.Tieneotrohijounpocomásmayorademásdelaniñaque
le ha quedado, pero perder a un hijo así y tan pequeño además...—respondiósacudiendolacabeza—.Esunamalacosa,nosesuperanunca.Elpadredelniñotrabajaparaustedenlamina,esunodeloscapataces.
—Maite, la costurera. Yo conocía a su madre, ella también era costurera ysolíaarreglarlelosvestidosamimadre.Meacuerdodesuhija.—Sí,desdequesumadremurióesellalaquellevalamercería.RecordabahaberidoconCarmensiendounaniñaasudiminutamercería—la
únicaquehabía en todoBasondo—con lasparedes cubiertasdecajetines conmuestrasdelazos,botonesdetodoslostamaños,hilosdecoloresymuestrasdetela.Ensutiendasiemprehabía,almenos,otrasdosseñorasdelpueblohaciendocola que charlaban con lamadre deMaite con la tranquilidad que da ser unamujer y saber que no hay hombres cerca, y que ni siquiera es posible que unhombreentreporcasualidadporlapuerta.MaiteeraunosañosmayorqueAlmayqueyo,perorecuerdobiencómomirabalosvestidoselegantesdelamarquesaqueCarmenllevabaparaquesumadreleestrecharaunpardetallasolevolvieraacoserlasperlasquesehabíansoltadoenalgúnbaileenlamansión.—¿Cómosellamabaelpequeño?—quisesaberderepente.—Ángel.Alma estaba de pie en el límite del bosque, cerca de la niña manchada de
sangremirándomeconsusojosamarillosysuvestidoblanco.NomehabíadadocuentaantesdequeestábamosexactamenteenelmismolugardondehabíavistoaAlmaunosdíasantes.—Lasdesgraciasnuncavienensolas—dijolamujerdelaboticacasicomosi
pudieraleermispensamientos—.ElfalangistaesehamatadoalhijodeIgorre,elcapatazdesuminacomosinofueranada.Vaahabersangre,cuandohesalido,enelpuebloloshombresyahablabandehacerunahuelga.Huelga. Una de las palabras más prohibidas en el país delas palabras
prohibidas. Tanto era así que lamujer miró alrededor preocupada después dehaberlapronunciadoenvozaltaporsiacasoalguienmáslahabíaescuchado.—Puedequenolleguenaeso—sugerísinningunaesperanza.Alma seguíadepiedebajodelpino, al ladode lahermanadelniñomuerto.
Viéndolas juntas cualquiera podía pensar que eran hermanas, pero yo era laúnicaquepodíaveraAlma.Lafaldadesuvestidoblancoondeóconunaráfagade viento invisible y solo un segundo después el aire cambió de direcciónarrastrandohastadondeestábamoselolorinconfundibledelasangre.
Elpaloylazanahoria
ELPALOYLAZANAHORIA
ElwolframiodejódesalirdelaminaZuloagadosdíasdespués,lamismatardeenquelafamiliaIgorreenterróalpequeñoÁngel—oloqueelT49habíadejadodeél—acompañadaporlostrabajadoresdelaminaylosvecinosdeBasondo.Los hombres deVilla también asistieron al funeral en el diminuto cementeriocivil detrás de la iglesia.Nadie les había invitado, pero nadie en el pueblo seatrevióaimpedirleselpaso.SequedarondepieenlapartetraseradelaiglesiadurantetodalaceremoniamientrasTomásleíapasajesdellibrodelApocalipsisdesdeelpúlpitoconpasiónasabiendasdequealgunasdesusfrasesnohubieranpasadoporelfiltrodedecorodelpadreDávila.PeroaTomásesoledabaigual,élmiródesafiante a losmilitares en lospárrafosmáspeligrososde su sermónparaasegurarsedequesuspalabrasllegabanhastaelfondodelaiglesia.LoshombresdeVillanodijeronunapalabraduranteelservicio,selimitarona
escuchar en silencio sin perder su pose militar, pero ni un solo vecino deBasondoselibródesentirsusojosclavadosenlapartetraseradesuscabezas.—Seguroquehanhechounalistacontodoslosquehemosvenidoaarropara
la familia y nos llevan al cuartelillo esta noche para darnos una lección —murmurabanalgunosvecinosmirandoderefilónaloshombresconeluniformedelaFalangealfondodelaiglesia.—Peroqué lista ni quéocho cuartos van a hacer estos, si los falangistas no
sabenniescribir—respondíaotro.CatalinayyotambiénasistimosalfuneralporelpequeñoÁngel.Ningunade
lasdosacostumbrabaa ira la iglesia,demodoqueno teníamosvelonegroni
mantillaparacubrirnoslacabeza.Catalinarebuscóenmiarmarioyenlosbaúlesdonde guardábamos la ropa buena de mamá hasta que encontró dos vestidosnegrosydostocadosconveloapropiadosparaunfuneral.Aunque la familiaZuloaga teníamos reservado el primerbancode la iglesia
para todos los servicios religiosos, lo dejamos libre para que lo ocupara lafamilia del pequeño y nos sentamos en un lado de la iglesia, junto al pasillodonde estaba el confesonario en el queme reencontré con Tomás después deaños intentando perdonarle. Al vernos, algunos vecinos se acercaron asaludarnos después del funeral mientras que otros cuchichearon en corrilloscuandonosvieronentrarenlaiglesiavestidasdeluto,perotodossinexcepciónnosmiraronesperandouna respuesta.Esa tarde, lanoticiadeunahuelgaen laminaZuloagayacorríapor lascalles inclinadasdeBasondoy los trabajadoresquehabíanidoalfuneraldelpequeñoÁngelqueríansaberquéibayoahaceralrespecto.—Nosésihasidounabuenaideavenir—susurróCatalina—.Cadavezque
veoaMaitesemeparteelalma,pobremujer,perderunhijoasí.NopuedoevitarpensarenmiMarina,podíahaberletocadoacualquiera.—Nopodíamosnovenir,bastantenosculpanyaporloquelehapasadoaese
niño como para quedarnos en casa—respondí sin apartar los ojos de Tomásmientrasélleíaenelaltar.—Igual nos lo merecemos —dijo Catalina de repente—. Tal vez nos
merecemosquetodosnosculpenporloquelehapasadoalpequeñoÁngel.MeolvidédeTomásparamiraralafamiliadelniño.MaiteysumaridoJulio,
unodeloscapatacesdelamina—quetambiénhabíatrabajadoparalaempresacuando el marqués todavía estaba al cargo—, estaban sentados en el primerbancodelaiglesiaacompañadosporsufamiliayporsusotrosdoshijos.—Nitúniyoconducíamosesemalditocoche.Laúnicaculpaaquíesdequien
conducíaelHispano-Suiza—respondímuysegura—.PerosabenquenopuedenculparalcapitánVillaporloquehapasado,nosinacabardetenidosoalgopeor,ynoquieroqueaesafamiliaselesocurrahaceralgunatonteríaempujadosporeldolor.Poresomismoestamosaquí.ElhijomayordelosIgorre,unmuchachoquecalculétendríaunoscatorceo
quinceaños,intentabacontantasfuerzasnoromperallorarmientrasescuchabaaTomásquesuslabiostemblabanysusmejillasestabanenrojecidasporlairay
elllantoreprimido.Laniñasentadaensilencioasuladoeralamismapequeñaala que ya había visto en el lugar del atropello.Alguien poco acostumbrado lehabía hecho una trenza en el pelo, lo supe porque casi todos los mechonescastañosseescapabandesurecogido.Llevabaunvestidonegroprestadoquelequedaba tres tallas grande y tenía una mirada extraña en los ojos, como sitodavía estuviera de pie en el arcén de esa carretera mirando lo que habíaquedadodesuhermanomellizo.—Quierosuavizarlascosasconlosvecinosyconlostrabajadoresdelamina
—dijeenvozbaja—.Seríamuymaloquedecidieranponerseenhuelga.—Maloparati,¿quieresdecir?Ahíestabaotravez:elmismotonodedecepciónquenuncahabíaescuchado
enloslabiosdeCatalinacuandoellaeraunaniñaignoradaporsufamilia,peroqueyahabíadetectadocuandolaconvencíparanosalirapedirayudalamañanadelatropello.—Malopara todos—respondícon frialdad—.¿Oquécreesquepasará si el
wolframio deja de salir de la tierra? Villa y sus hombres aplastarán a loshuelguistas, a sus familias y a cualquiera que intente ayudarles, incluidasnosotras.Asíquenomeimportaque losvecinosnosodienonosculpende losucedidocon taldequemantengan laminaabierta.Dejaquenosodien si esovaleparaquetodossigamosvivos.Después del funeral nos quedamos en las escalinatas de la iglesia charlando
conlosvecinoshastaqueelúltimodetodossemarchóasucasapararefugiarsede los hombres de uniforme que hacían guardia en la calle. Después deexplicarle aCatalina que habíamos asistido al funeral para intentar calmar losánimosenelpueblo,ellasemostróencantadoraconcualquieraqueseacercaraanosotrasparahablar:sonrióconamargura,consolóaquienseacercabasinpodercontener las lágrimasyescuchópacientemente lasversionesdequieneshabíanllegadoallugardelatropelloantesqueyo.—Yacasihabíaolvidadolobienquesetedafingirlástimaparamanipulara
los demás.Desde luego a ti no te odian—le dije cuando ya estábamos en lamansión.—Sí, soybuena fingiendoque solo soyunamujerpiadosa. Igualque seme
dababienfingirquemimaridoeraunbuenhombre.SupongoqueeslasangreZuloagaquehayenmíloquehaceserunamentirosatanconvincente.
Catalina ni siquiera me miró, tan solo se alejó caminando hacia el pasillolateralaladerechadelvestíbulodondeestabaelcuartitodejuegosdelasniñasquesehabíanquedadoalcuidadodeLiamparaquenosotraspudiéramos ir alfuneral.Escuchésuspasosperdersehastaqueelsilenciollenóporcompletoelvestíbulo. Entonces suspiré y caminé hasta la cocina en el otro extremo de lamansión.LaiglesiadeBasondoseguíasiendotangélidacomoyolarecordabayapesardelabrigoylalanamezcladademivestidodefuneral,aúnnomehabíadeshechodelasensacióndefríoquesehabíainstaladojustodebajodemipiel.—¿Amaia?Nolaviporningúnlado,asíqueencendíelfuegoyllenédeagualatetera.—¿Le importaprepararuna taza tambiénparamí?—preguntóunavozami
espalda.Estuve a punto de dejar caer la tetera al fregadero y me volví para mirar
todavíaconelcorazónlatiendodeprisacontramiscostillas.—Capitán,menudo sustomehadado—respondí con lavozentrecortada—.
Nolehabíaoídoentrar.Villa me sonrió dejando al descubierto sus dientes. Al verle me recordó a
algúnpequeñocarnívoronocturnoque seescondehastaencontrar elmomentooportunoparasaltarsobresupresaydespuésdisfrutadelacarnearrancadaensumadriguera.—Misdisculpas,señoramarquesa,noeramiintenciónasustarla—dijo,pero
notéqueenrealidadledabaigual.Miré disimuladamente sus botas de uniforme que siempre anunciaban su
presenciaantesinclusodeverleymepercatédequelashabíacambiadoporunasbotasnegras.—Penséquenolegustabaeltéalconsiderarlounacostumbredelenemigo—
dijecerrandolateteradehierro—.¿Hacambiadodeopinión,capitán?—No, en absoluto. Es solo que no se puede juzgar por completo algo sin
haberloprobadoantes,¿nocree?—Desdeluego.Villasesentóalamesadejandoclaroqueestabaacostumbradoaqueotrosle
sirvieran.Saquédos tazas limpiasdelarmario,unascucharillasde té, la jarritapara la leche y todo lo demás y lo fui colocando en la mesa mientras él selimitabaaobservarme.
—¿Cuántotiempopasóustedviviendofuera,señoramarquesa?—DosañosenuninternadoenInglaterrayotrosseisviviendoconmidifunto
esposoenEstadosUnidos.Tuve mucho cuidado de no decirle en qué parte de Estados Unidos había
vividoconMasonporsiacasohuíamosaCalifornia.—Másde ocho años en total, vaya, eso es casimedia vida para alguien tan
jovencomousted.LeresultaráextrañoestarotravezenEspaña.Dejéelazucareroenlamesasinningunaceremonia.—No,aquíesdondenací,nomesientoextrañaenabsoluto.—Mejor.—Villasesirviódosterronesdeazúcarensutazavacía—.Veopor
suropaquehaestadoenlaiglesia.¿Hasidounbuenfuneral?¿Bonito?Lemiréunmomentoycomprendíquenosesentíaenabsolutoculpableporlo
quehabíahecho.Habíamatadoaeseniñoconelcocheyahoraestabasentadoen mi cocina como si nada preguntándome por el funeral mientras yo lepreparabaelté.—Sí,haestadobien—respondísinningunaemociónenlavoz.—Parece que habrá una huelga en su mina después de todo, ¿ha podido
convencerasustrabajadoresparaquecambiendeidea?—No.Estatardeloshombreshandejadodesacarmineraldelatierra.Elsilbidodelateterasobreelfuegocortólatensiónqueflotabaenelairedela
cocina.—Una lástima.Los trabajadores senieganaaceptar su lugar en la cadenay
siempreandantratandodeimponersuvoluntadporlafuerza—dijoporencimadel sonidode la tetera—.Porestemotivo lashuelgasestánprohibidas, en fin,estamismanocheempezaremosadeteneraloscabecillasyasusfamilias.Nosepreocupe, dentro de dos días tendrá usted a los hombres suplicándole que lespermitavolveraltrabajo,alosquequeden.Lateterapesabayestabatancalientequeelmangomequemólapalmadela
manoinclusoatravésdeltrapo.—Deje que me ocupe a mi manera de los trabajadores. Deme un día para
intentararreglarlotodoantesdedeteneranadie—lepedí—.Loquelespasaalos hombres es que están dolidos por lo del chico, por eso amenazan conunahuelga,perocreoquepodréconvencerlesparaqueselopiensenmejoryasínotendremosquecerrarlaminaniunsolodía.
Villamemiróensilenciomientrasyoleservíaeltémuycalienteensutaza.Fingíquenomesentíaincómodaymantuvelamanodelateterafirmeparaqueélnolavieratemblar.—¿Quiere usted negociar con los huelguistas? Pensé que sería la mayor
interesada en que solucionásemos este asunto cuanto antes, después de todo,cadaminutoquesuminapermanececerradaporelcaprichodeesoschantajistasustedpierdedinero.—NodijounapalabrasobreÁngelosobreelatropello—.Sillamo por teléfono, enmedio día tendré otra treintena de hombres en el valledispuestos a detener a los amotinados y un escuadrón de presos listos paratrabajarensumina.Trabajaríangratis,asíquetodoseríangananciasparausted,piénselo.Meservítéenmitazaydespuésvolvíadejarlateterahumeanteenelcentro
delamesa.—¿Trabajaríangratis?¿Acambiodenada?—preguntéconinterés.Villaremoviósutégolpeandolaporcelanadelatazaconlacucharillaenun
ruido desquiciante. Cuando por fin hubo terminado dio dos golpecitos en elbordedelatazaconlacucharillaymemiró.—Gratis.—Es interesante,desde luego—admití—.Yacortoplazopareceunabuena
idea, pero creo que eso no ayudaría a calmar los ánimos en el pueblo. Sisustituyo a los trabajadores a sueldo por sus presos políticos pronto tendré unmotín en la mina y después empezarán los sabotajes a mis camiones, mimaquinaria y puede que incluso al cargadero. Serían semanas de trabajoperdidas, retrasos en las entregas de mineral y mucho dinero en daños queprefieroevitar.—Deje que yo me ocupe de los huelguistas y los amotinados, un par de
muertos en las calles y volverán al trabajo sin rechistar. El palo es el únicolenguajequeesosbárbarosentienden.Me fijé en que Villa bebía de su taza a pesar de que el té todavía estaba
demasiadocaliente,dabapequeñossorbosdegustandolainfusiónsinleche.Nohizoningúngestoquedejara entreverque sehabíaquemado lagargantao loslabiosalbeber.Mirélateteraqueaúnhumeabasobrelamesaparaasegurarmeydespuésotravezalcapitán,sentadoenlasillafrentealamíamientrasbebíadesutazaardiendocomosinada.
—Deme un día para ocuparme del asunto de la huelga a mi manera, lesofreceré la zanahoria en vez del palo, pero necesito su palabra de que sidesconvocan la huelga no habrá represalias. Ninguno de mis hombres querrávolverasupuestosisabequeleesperaunviajealcuartelillo.—Meparecejusto—respondióéldespuésdepensarlounmomento—.Y¿si
noaceptan?¿Quépasarásinoquierenlazanahoria?—Entonceselpalo.Villaarrugóloslabios,penséqueseríaporeltédemasiadocaliente,perome
percatédequesoloeraungestoquehacíacuandoalgoledisgustaba.—Bien, tiene medio día para convencer a sus hombres de que vuelvan al
trabajo.Simañanaamediodía laminasiguecerradaempezaréadetenera sustrabajadoresyatodoelquesemepongapordelante,¿quedaclaro?Lesonreícomosinohubieracaptadolaamenazaensuspalabras.—Penséqueyanoqueríaustedmásmuertosasuespalda,queintentabaevitar
que sus espíritus le persigan en sus sueños—dije con cautela—. ¿Acaso hacambiadodeopiniónigualqueconelté?—Eltésiguesingustarme,perosiemprepuedoañadirunpardedocenasmás
de fantasmas amis sueños si es por una buena causa.—Villame dedicó unasonrisa.—Comprendo.—Últimamente he estado pensando mucho en usted, en esta casa llena de
habitaciones misteriosas y en Basondo—empezó a decir él—. Soy buenocalando a las personas, pero me cuesta comprender sus motivos, señoramarquesa, es usted como esta casona de indiano: a simple vista es hermosa yexcesiva,peroenrealidadestállenademisteriosyderinconesoscuros.Sonreíparaocultarminerviosismo.—Nunca lo había pensado. —Levanté la taza pero no bebí—. Así que ha
estadopensandoenmíyenlacasa,¿puedoconoceresospensamientos?Losojos inteligentesdeVillachisporrotearon.Volvióa recordarmeaunode
esospequeñosmamíferosconlosdientesafiladosquecazansolodespuésdelapuestadesolysiempreapresasmáspequeñaseindefensas.—No es lo que usted imagina —respondió—. A pesar de que sea usted
marquesa,joven,hermosayviudanoesmiintencióncortejarla,no,nadadeeso.—¿Entonces?
—Dicen por ahí que usted está embrujada por el espíritu de su hermanamuerta,poseída,yquealgunasnochesacostumbraadeambularporelbosqueencamisónbuscandosindescansoellugardondeellamurió.Tambiéndicenqueesunaespeciedebrujadelbosque:unalamia,conpodersobrelanaturalezaigualquetodaslasmujeresdesufamilia.La tazadeporcelanachinapintadaamano temblóentremismanos, soloun
segundo, pero fue suficiente como para que Villa se diera cuenta. Sonriósatisfecho.—Peroustedesunhombredeciencia,uningenierodeminasnadamenos,no
mediráquecreeenesassupercheríasdepueblosobrebrujas,hadasogigantes—respondíintentandoquemivozsonaracalmada.—Soy un hombre de ciencia, sí, y precisamente por eso siento una gran
curiosidadporloqueexistemásalládelcuerpoquehabitamos:latierra,elcielo,elinfiernoytodoloquehayenmedio.—Villadejósutazavacíasobrelamesaymemiró—.Ungrupodehombresconlasmismasinquietudessobrenaturalesqueyo hemos realizado ya algunas investigaciones muy interesantes en sujetosúnicos.—¿Sujetosúnicos?Recordé la conversación quemantuve con Liam la noche de la fiesta en el
palacetede losMisteriosde lacalleBailén.Yonomehabíadadocuentahastaese momento de que bajo esa apariencia recta y severa del capitán vivía unhombreconpensamientososcurosyrecurrentessobrelamuerteolavidaeterna.El miedo a los demonios o a los espectros que le acechan en sus sueños noestabamotivadoporlaculpacomoyohabíacreído,sinoporsupropiaparanoia.—Asíes,sesorprenderíadeloquehemosdescubiertoconayudadenuestros
aliados alemanes. Hemos avanzadomucho en estos últimos años—respondiócomosinada—.Nomerefieroalasinvestigacionesmédicasquehacenconlosperdedores y con sus mujeres algunos de los doctores y psiquiatras másbrillantes de nuestra época. No. Yo le hablo de sujetos con poderesextraordinariosquedesafíanporcompletolarazón.Sentíelfuegocorriendopordebajodemipielhastalasyemasdemisdedos.
Cogíladelicadatazadeporcelanaconfuerzaparamantenerlasmanosocupadasyevitarquelaschispassalierandemisdedoscomosucediólatardeenquecasiquemélabibliotecaconelmarquésdentro.
—Es increíble. Ignorabaqueexistieranpersonasasí enelmundo—dijeconvozcalmadaapesardetodo.—Puesesverdad.¿Sabequehanintentadomatarmeencuatroocasiones?Me
han disparado, apuñalado en el riñón, envenenado e incluso colocaron unabombacaseraenmidespachodeguerraqueestallóllevándosepordelanteadosdemishombresperonoamí.—Villaseacomodómejorenlasillaymemirócomosiquisieracomprobarel impactoquesuspalabrasteníanenmí—.Y,sinembargo, aquí estoy, tomando té con usted en su agradable cocina y con lascicatricesenmicuerpocomoúnicapruebademihistoria.Sentí curiosidad, la misma curiosidad mortal que la polilla siente por una
llamaquetitilaalatardecer.Mirésinquererel triángulodepielbronceadaquedejabaaldescubiertoelcuellodesucamisadeuniforme.—¿Quiereverlas?—mepreguntó—.Lascicatrices,puedoenseñárselas si lo
desea. La del apuñalamiento es especialmente llamativa, los doctores quemecosieronnofuerondemasiadocuidadososyocupacasitodamiespalda.Podía imaginar lasmarcasque lahojadelcuchillohabíadejadoal rasgar su
piel,líneasirregularesyblanquecinasquesubíanporsuespaldahastallegarcasiasushombros.—No,suscicatricessuyasson.Yperdonequelehayamiradoasí,hasidouna
grosería. No debería haberlo hecho.—Me terminémi té pero nome atreví asoltarlatazatodavía—.Imaginoquedespuésdecuatrointentosparaacabarconustedlehaperdidoelmiedoalamuerte.Viunextrañoresplandorensusojosalmencionarlamuerte.Esosmismosojos
que no me habían parecido amenazantes la primera vez que hablé con él—inclusomehabíanparecidolosojosdeunhombreapuesto—ahoramehicierontemblar.—Asíes.Lamuertemehaacariciadoconsumanoheladaencuatroocasiones
ylascuatromehadejadolibre—respondiótodavíaconesamiradaencendida—.Yhapasadodelargoporquesoyespecial.Igualqueusted,señoramarquesa.—Si me apuñalaran o si alguien hiciera estallar una bomba cerca de mí le
aseguroquemoriría,yonotengonadadeespecial.Dejé la taza sobre el plato ymemiré lasmanos disimuladamente: nada, ni
fuegonichispassaliendodelasyemasdemisdedos.Sinembargo,lasensacióndequemazónbajomipieleratanfuertecomocuandoarrastréelaguarobadadel
ríosubterráneoderegresoaLasÁnimas.—Eso dice usted, pero lo cierto es que había más gente a la que comprar
wolframio:personasmáscercanasyantiguosconocidosdelgobiernoenlosquenoshubierasidomásfácilconfiar,peroapesardeesodecidíhacernegociosconusted,noporquesuminafueraespecialoporquefueraevidentelodesesperadaqueestabaporcerrarunacuerdocomercialesamismanoche,no,laelegíaustedporalgoqueviensusojosdedistintocolor.Villalosabía.Dealgunamaneraesehombreconelpelopeinadohaciaatrás,
uniformeazulimpecableylasmanerasdequienestáacostumbradosoloadaryrecibir órdenes sabía lo que yo podía hacer. Tragué saliva, aún tenía el saborterrosodeltéenlalengua.—Nohay nada sobrenatural en tener los ojos de diferente color.Es solo un
capricho de nacimiento, como quien tiene un antojo en la pierna—repetí lomismoquehabíadichocientosdeveces.—Miente.Coloquélasmanossobrelamesaalosladosdelatazalistaparaloquefueraa
pasarahora.Lemirédesafianteporprimeravezsin fingirqueyoerasolounajovenmalcriadayélunrespetablehombredeguerra.—Nosédequéestáhablandoperoseequivocaconmigo,capitán.—He cazado todo tipo de criaturas, criaturas fabulosas de dos y de cuatro
patas,peroaunasínuncahecazadounacriaturacomousted,señoramarquesa.—Villaselevantódespaciodesusillayseestirólasarrugasenelpantalóndesuuniforme—.Tienehastamañanaamediodíapara convencer a sushombresdequevuelvanal trabajo,sinoaplastaréhastaelúltimoresquiciodevidadeestepueblo.Villasaliódelacocinasinningunaprisaysinmiedo,conelmismodesdénde
quiensesabeintocableconqueaparcóelHispano-Suizamanchadodesangreenlaplazadelpueblo.Atravesóelvestíbuloyunossegundosdespuésescuché lapuertadelaentradadelacasacerrándoseconungolpesecocuandoélsalióparaescondersedelosfantasmasenlacapillafamiliardelosZuloaga.RespiréelairedelacocinaviciadoporlatensiónqueVillahabíadejadotras
de sí y fue entonces cuando me di cuenta de que había dejado mis huellasmarcadasenlaporcelanachinadelataza.Viquelosdelicadosdibujoshechosamanoporunartesanoconunpinceltanfinocomounapestañasehabíanvuelto
borrososyestabandesdibujadosporel calorquehabía salidode lasyemasdemisdedos.—Te ha faltado poco, dos minutos más con él y hubieras acabado
descubriéndote—medijounavozdesdelapuertadelacocina.Era Catalina que me miraba con una mezcla de enfado y alivio al mismo
tiempo.—¿Cuántotiempollevasahí?—lepregunté.—El suficiente como para haber escuchado su amenaza de «cazarte». ¿Qué
vasahacer?Suspiré.—Setedabienesconderte,penséqueyanoespiabasalagentedetrásdelas
paredescomohacíasdeniña.—Noeraunreproche,mealegrabadequeCatalinahubieraescuchadonuestraconversación.—Siempre seme ha dado bien esconderme—respondió lacónica—.Y está
claroqueteequivocabasenlodeespiaralosdemás:loquesomosdeniñosnospersigueelrestodenuestrasvidas,noimportalomuchoquecorramos,alfinalsiemprenosencuentra.Melevanté,laspiernasmetemblaban.—¿VasairalbosqueparareunirteconTomás?—Sí,creoquesédóndeseescondenélylosdemásbandoleros—dijemientras
meponíaelabrigoylosguantesdepielparaprotegermedelfríodelanoche—.NoledigasaLiamdondevoy,sinohevueltoamedianochecogéisalasniñasyosmarcháistanlejosdeBasondocomopodáis.Nomeesperéis.
Nohabíapuestounpie en aquella zonadelbosquedesde la tarde enque elmarqués disparó a Alma en nuestro claro secreto. En estos diez años habíacrecido sin ningún orden ni control, alargando la alfombra verde demusgo yhojas muertas tan lejos como una se atreviera a ir. Era una noche gélida dediciembre, el hielo cubría algunas ramas y arbustos dándoles un aspectofantasmagóricobajolaluzdelaluna.Hacíaañosquenorecorríaesoscaminosimposibles esquivando árboles caídos, madrigueras de topo o trampasabandonadas medio enterradas entre hojas secas y, sin embargo, mis pies nohabíanolvidadoelcaminoporquemellevaronhastaellímitedelcotodecazadelosZuloagaydespuésmáslejos,guiándomeigualqueunabrújulaapesardelaoscuridadyde los sonidosnocturnoshastaunclarodespejado—imposibledeencontrarsinoseconocíayaelcamino—conelsueloagrietadoygrandesrocasasomandoentrelatierra.Comomehabíasucedidoalolargodetodamivida,Almahabíallegadoantes
queyo.Estabaunpocomásadelante,sentadaconlaspiernascolgandoenunadelasrocasafiladasdesperdigadasporelclaroqueenlaoscuridadseasemejabanallomodeungrananimaldurmiente.—Notengotiempoparatiahora—mascullédandootropasomás.Lacuevadelasestrellasestabaunpocomásadelanteenesemismoclaro.En
cuantosupequeTomáseraunodelosbandolerosqueseescondíanenelvalleestuveseguradequeeraallídondeserefugiaban.—¿Quiénva?—dijounavozdehombre.—QuierohablarconTomás,elcura,séqueestáaquídentro.No podía ver al hombre que había hablado pero intuí que su voz venía de
detrásdeunmontículoderocasfrenteamí.—Aquínohayningúncura,solohombreshonrados—respondiólavoz.—DileaTomásquesalgaoyomismabajaréa lagrutaabuscarle,no tengo
tiempoparaperderloaquífueracharlandocontigo.Hubosusurros,contédosvocesdistintasaunqueseguramentehabíamásdeun
vigilanteparaasegurarsedequenadiedeuniformeseacercabaalaentradadelacueva.—Estábien,túesperaaquí...marquesa—dijoconretintín.Vilasiluetadeunhombrecolocándoseelarmaenlaespaldasalirdedetrásde
unadelasrocasmásgrandesyentrarenlacueva.Nomuylejosdelclaro,unalechuzaululó silenciando el resto de los sonidosdel bosque.Alma también laescuchó porque dejó de balancear las piernas que colgaban sobre la roca paramirar en la dirección del graznido. Recordé que de niña tampoco le gustabandemasiado las avesnocturnas con susgrandesojosquenosmiraban fijamentecuandonosadentrábamosenelbosquesinpermiso.—Vaya,nopenséqueaparecerías.Séqueeresmuycapazdehacercualquier
cosaentupropiointerés,perodeverdadcreíque,despuésdeloocurrido,estaveznointentaríasinmiscuirte.—Tomásseacercóamímientraselhombrequehabía ido a buscarle volvía a su puesto detrás de la roca—.Veo que te habíajuzgadomal.—Comosiempre.Visusonrisaconlamedialuzdelaluna.—¿Ycómohassabidoqueestábamosaquí?—preguntócomosinoestuviera
muyinteresadoenelasunto—.Estoysegurodequeningunodemishombrestelohadicho,ninadiedelpueblo:ahoramismonoeresmuyqueridaenBasondo.—La cueva está bien escondida dentro del bosque y es lo suficientemente
grandecomoparaesconderaunatreintenadehombres—respondíignorandosucomentario—.Tambiénhayunríosubterráneoconaguafrescaparabeber.Esunbuenescondite.—Y te has olvidado de que la gente del pueblo le tienemiedo a este lugar
porque creen que está encantado. Según dicen, losmisteriosos dibujos en susparedes son obra del demonio y de sus adoradores, así que evitan acercarse acuriosearporlazonaporsilasmoscas—añadió—.¿Teacuerdasdeldibujodeesamujerdepelo largoquehayen lacámaramásgrande?Lodescubrimos la
tardequelostresnoscolamosporprimeravezenlacueva.Almaseguíasentadaenelmismolugar,peroahoranosmirabaconlamisma
expresiónde iramaldisimuladaensusojosamarillosquecuandoestabaviva.Casipodíaescucharsuvocecillainfantilrepitiendo:«Hassidomala,Estrella.Nopuedesjugarconmiscosassiyonotedoypermiso.»YoeralahermanamayorperoAlmasiemprefuelaqueestuvoalmando.—Lorecuerdo—murmurésinsabermuybienaquiénselodecía.—Me alegro, pensé que después de tantos años sin venir por aquí no
encontrarías el camino—me reprochó—. Y ¿qué estás haciendo aquí a estashoras?Nomedirásquehasvenidohastaaquídemadrugadaparanegociarconlostrabajadores.—Tenéisqueterminarlahuelga,estamismanoche—ledijemuyseria.Tomás se rio con suavidad.Mientras avanzaba entre los árboles y la niebla
enredadaenelmusgodelsuelodelbosque,yahabíaimaginadoqueaTomásnolegustaríademasiadomivisita,peronohabíacreídoquefueraareírsedemíalacara.—Hablo en serio, Tomás: Villa pretende aplastar a los huelguistas si no
vuelvenaltrabajomañanamismo.—Para eso podías haberte ahorrado el viaje al pasado: no vamos a dejar la
huelga. Si no te gusta tener lamina cerrada y perder dinero, te aguantas. Esebastardofascistamatóalhijodetucapatazynisiquieraparóelcoche.Túytuamiguitodeuniformeosmerecéisestahuelgaymuchomás.—Tomássacudiólacabeza con desprecio y añadió—: Y ahora márchate, porque seguro que hasvenidotúsolayestoshombresteodian.Escuché el crujido de una ramita rompiéndose que venía de fuera del claro,
dondelaluzdelalunanoiluminabalosuficientecomoparadistinguirnadamásquelaformaoscuradelosárboles.—¿Quiéntehadichoquehevenidosola?Liamestáesperándomeenellímite
delbosqueconunadelasescopetasdelmarqués.Esmuybuenocazando,tienepaciencia y una gran puntería, incluso ha estado en el castillo de Balmoralinvitadoporlamismísimareinaparalacazadelzorro.Eramentira pero funcionó, porqueTomásdiounpasohacia atrásy supose
amenazanteseesfumó.—Claro, tehas traídoa tuamanteparaasegurartedequelograssalirdeeste
bosquedeunapieza.Dimeunacosa:¿elescocéstambiénparticipadelnegociode la mina, o solo te hace de mascota?—Tomás imitó el sonido que hacenalgunos perros al ladrar, algunos hombres a los que ni siquiera podía ver serieron a carcajadas en la oscuridad—. Pobre desgraciado, apuesto a que cayórendidoatuspiesnadamásconocerte.—Sí, como todos—respondí con frialdad—. Si no termináis con la huelga
antesdemañanaamediodíaelcapitánVillaempezaráadeteneralasfamiliasdelostrabajadores.Tomássequedóensilenciounmomento.—Entonceslestraeremosaquí,connosotros,paraqueesténasalvo.—Nohaysitioenesacuevaparatodos,Tomás.Sérazonableporunavezentu
vidaynodejesquetusidealestedominen.—Meacerquémásaél—.Lomejorquepuedeshacerporesoshombresyporsusfamiliasesconvencerlesparaqueponganfinalahuelga.—Lomejorparati,quieresdecir.Respirédejandoqueelairehúmedoyterrosodelbosquellenaramispulmones
ydespejaramicabeza.Estabatancercadeélquepodíasentirelcalorquesalíadesupielolamangadesusotanarozandomimano.—Villa me ha dado hasta mañana a mediodía para convencer a los
trabajadores de que vuelvan a lamina, sin represalias—dije—.Si no aceptanvolveraltrabajotieneotrostreintahombreslistosparadesplegarenBasondoyentodoelvalle.Osaplastarán,ydespuéstraeráaungrupodepresospolíticosparaquetrabajenenlamina.Esclavos.—No,nihablar.Mientes—repitiónegandoconlacabeza—.Esunfarol.Telo
estás inventandotodoporquequieresquevolvamosasacar tusuciowolframiodelatierra.—¿Volvamos?—repetíymereíconironía—.Túnotrabajasenlamina,que
yosepa túnuncahas trabajadoen lamina,niunsolodía.¿Cómo teatrevesacomparartutrabajoconeldeestoshombres?Eressacerdote,Tomás:vivesenlacasacural,comestodoslosdías,tuspulmonesnosellenandepolvobajotierraytehaspasadocasitodatuvidaalserviciodelpadreDávilaparaocuparsupuestocuandoélmueraconfiandoensertúelquecomaelconfitdepatoconlasmanosgrasientas sentado a la mesa del marqués. Y todo solo porque mi padre teprohibió entrar en nuestra casa de niño, así que amí nome des lecciones de
moral,muchasgracias.Tomásmiróalsuelounmomentoydespuésvolvióafijarseenmí:—Todoesoyadaigual,estoshombresconfíanenmíparaquelesayude...—Puesentoncesayúdales—lecorté—.Ayúdalesaterminarconestoantesde
quealguienacabemuerto.—Ya ha muerto alguien: ese pequeño al que tu amiguito destrozó con tu
coche,elhijodetucapataz.Ytútodavíateatrevesaveniraquídondeestánsuscompañerosparaexigirlesquevuelvana trabajardespuésdeloquehapasado.Nosonbestiasquepuedasutilizaratuantojo,Estrella,sonpersonas.Unos pasos cerca de las rocasme recordaron que no estábamos solos en el
claro, pensé que sería otro de los bandoleros, pero miré e intuí una siluetafemenina saliendo de la cueva. Dos hombres caminaban con ella, ayudándolaparaquenosehicieradañoconlasrocasafiladasqueasomabanentrelatierra.Cuandolostrespasaronamiladopudeverlosmejor:noconocíaaloshombres,perolamujerqueibaconelloseraMaite,lamadredelpequeñoÁngel.Ellamemiróensilencioalpasarjuntoamíysupequemehabíareconocidoporlaformaenquesusojosseagrandaronalverme.—EsMaite.Havenidoaverasumaridoyasuhijomayor, tambiénnosha
traídocomidayalgunasmedicinasparalosqueestánenfermos.Julioysuhijoestán escondidos aquí desde que esto empezó, por si acaso—me dijo Tomásmientrasyotodavíamirabaa lamujeralejarsehaciaelbosque—.Tienemiedodequelemandesdetenerparaquedejedehacerruidoporlodesuhijo.—Yonovoyahacerquedetengananadie—murmuré—.Peronosédequé
otra forma ayudar a estos hombres y a sus familias: convénceles para quevuelvanaltrabajooBasondosecubrirádesangre.Salvasusvidasysalvalatuyadepaso.LosarbustosquemarcabanelprincipiodelbosqueseagitaroncuandoMaitey
losotrosdoshombresdesaparecierondetrásdesusramas.—Notepreocupestantopormivida—dijo—.Villaestáinstaladoentucasay
túhacesnegocioscon losnazis.Nosoyyoniestoshombresquiendebehaceralgoalrespecto.Erestú,estodoculpatuya.Mereíconamargurayelfríoconvirtiómialientoenvahoentrenosotrosdos.—¿Quéesloqueesperasdemí,Tomás?¿Creesquemearrepentiréporhaber
sido una pecadora toda mi vida y suplicaré tu perdón o el de Dios? Eso te
gustaría¿verdad?—lepreguntéconironía—.Puesnuncapasaráporqueyosoyasí:novoyavolvermemásamableconel tiempoomenosegoístade repentesoloporque tú creasquenecesitounacuradehumildad.Pero si dejasmorir aestoshombresparaintentardarmeunalección,laculpaserásolotuya.—Villaestuproblema,túlotrajisteanuestropueblo,asíqueahoradeshazte
deél:mátalo,tíraloalmar,entiérraloohazquevuelvapordondehavenido,medaigual,perohazquenosdejetranquilos.Algosemovióenelbosquedetrásdemí,porunmomentopenséqueserían
losdoshombresquehabían acompañadoaMaite regresandoa la cueva.Miréporencimademihombroconcautelaperonovinada,tansoloelbosquenegroyllenodesonidosnocturnos.—No tengo control sobre Villa o sobre sus hombres, no seas ridículo. ¿De
verdad crees que se puede razonar con alguien como él? ¿O con sus amigosnazis?—Lemirésinparpadear—.Ledaigualhabermatadoaesepequeño,nisiquieracreoqueseaelprimerniñoquemata.Poresoperdiste laguerrayporesovas aperder tambiénahora: eres tan ilusoquecreesque sepuede razonarconalguienaquienledaigualmatarniños.Nopuedesconvencerle,peropuedesconvenceraestoshombres.Su mandíbula se tensó y vi en la expresión de su cara que Tomás estaba
pensandoenloqueacababadedecir.—¿Te crees que Villa lloró cuando se enteró de lo que había hecho? ¿Que
tiene pesadillas en las que se le aparece el fantasma de ese pequeño pidiendojusticia?No,aélledaigual—añadí—.Tengosuertedequenonoshayamatadoamí,aCatalinaoalasniñastodavía.—Túsolatelohasbuscado.—Acaba con la huelga esta noche o las cosas se pondránmucho peor, para
todos—ledije.Di por terminada nuestra reunión.No tenía forma de saber si había logrado
convenceraTomásparaqueloshombresvolvieranaltrabajo,asíqueretrocedípara volver al bosque y regresar a lamansión antes de que Liam empezara apreguntarsedóndeestaba.—Si le dices a tu amigoVilla dóndenos escondemosnosdetendrány él se
marcharádeBasondo junto con sus hombres—dijoTomás cuandoyoya casihabíallegadoalosarbustos—.Puedesdeshacertedeélasí.
Mevolvíparamirarle,aunqueyacasihabíallegadoallímitedelbosque.—Novoyadelataros.—¿Porquéno?¿Acasotesientesculpableporhaberempujadoatushombres
aesto?—preguntóTomásconunasonrisatriunfal.—No—respondímuyseria,yeraverdad—.Perosiosdelatoparadeshacerme
deVilla es solo cuestión de tiempo que alguno de vosotros le contéis que heestadoaquíestanoche,yteaseguroquenovoyaarriesgarmeairalacárceloalgopeorsoloporquetúesperasquemearrepientademispecados.Tomás no dijo nada durante unos segundos pero vi cómo se suavizaban sus
ojosalmirarme.—Hablaré con los hombres para intentar convencerles de que vuelvan al
trabajo.Notienesentidoquemueranporesto—dijoporfin.—Gracias.Dilesquesivuelvenestoydispuestaadarlesunapesetamásalmes
atodosyaabriruncolegionuevoenBasondoconelnombredelpequeñoparaquetodoslosniñospuedanestudiarhastalamayoríadeedad.—Es un buen acuerdo, se lo diré —me prometió Tomás—. Ahora solo
dependedeellosydeDios.—Ya, pues procura que Dios y los hombres tomen la decisión correcta o
mañanatendremosunbañodesangre.Sentí la presencia del lobo siguiéndome durante todo el camino de vuelta a
casa.Avancédeprisaesquivandolosarbustosylosárbolescaídosparaescapardeél.Podíaescucharsurespiraciónrápidadetrásdemí,tancercaqueunpardeveces pensé que era mi propio aliento el que me espantaba y no el del lobonegro. Las ramitas y hojas secas crujían en el suelo congelado debajo de susgarras,tangrandescomolasruedasdelT49.Unabestiaconconcienciayseddesangrequecaminabadetrásdemídesdequeyopodíarecordar.«Túeresellobo,Estrella»,habíadichoAlmamientrassedesangrabanomuy
lejos de donde estaba ahora. Y tal vez tuviera razón. Puede que mi hermanamoribundaintuyeradealgunaformaesanaturalezasalvajequevivíadentrodemí,mipropiaseddesangresiguiéndomealládondeiba.«Erescomounadeesaszarzasdondecrecenlasmoras,hacesdañoalagente
quepasacercadeti,leshacessangre.»Medetuveparatomarairecuandolleguéallímitedelbosque.Desdelaúltima
líneadeárbolespodíaverVillaSoledadcon todassus lucesapagadascomola
criatura durmiente que era para mí, que siempre había sido para mí. El lobonegro sedetuvoamiespalda,penséenvolvermeconcuidadoparaverloperoentoncesrecordéqueyalehabíavistoensueños:eratanaltocomounniñodeonce años, conel pelonegroy largoenmarañadoyunojode cada color: unovedeyelotroamarillo igualqueyo.Megirédespaciosobremihombroyahíestaba,mirándomeconsusojosbrillantesesperandoparaentrarconmigoen lamansiónoseguirmedenuevohastaelcorazóndelbosque.—Vuelvealbosque—ledijeallobo.Ymeobedeció.Salídeentrelosárbolesycrucélacarreterahastalamansión.Elvestíbulode
Villa Soledad estaba en silencio y lo atravesé deprisa, por eso no vi a Liamsentadoenlasescalerasdemármolhastaquenoestuveprácticamenteencima.—¿Quéhacesahísentado?—lepreguntéenvozbaja.NosabíasiCatalinay
lasniñasdormíanydesdeelvestíbulosolopodíaverlapuertadesuhabitacióncerrada—.Menudosustomehasdado.¿Vatodobien?¿Estánbienlasniñas?—¿Dóndeestabas?Suspiré, nomequedaban fuerzasparadiscutir conotrohombremás aquella
noche.—En el bosque. Estaba intentando convencer a Tomás y a los trabajadores
paraqueabandonenlahuelgayregresenalaminaantesdequeVillalesaplaste.—Y ¿lo has conseguido? —me preguntó con voz áspera—. ¿Les has
convencidoparaquevuelvanatrabajar?—Creoque sí—respondídespuésdepensarlounmomento—.Sí.Tomás se
ocuparádeconvenceralosquefaltan.NotécómoLiamfruncíaelceñoalmencionaraTomás.—¿Qué le has dado a cambio? Tu amigo Tomás no es de los que cambian
gratisdeopinión—medijo—.¿Quéesloquelehasdadoacambio?—Nadaquenoquisieradarle.Mevoyalacama,tengofríoyestoydemasiado
cansadacomoparaconvencerteatitambién.Empecéasubirlasescalerasperonohabíaavanzadonidospeldañoscuando
Liammedetuvosujetándomelamano.—Nomeimportaloquetengasconél.Séquealgunoscreenquesoymenos
hombrepordejartehacersiempreatiypermitirquetomestúlasdecisionesdelnegocioytambiéndenuestrasvidas...—¿Permitir?—repetíincrédula.PeroLiamnomesoltólamano.
—Perohayquesermuyvalienteparaquedarseatulado,Estrella.Noesporlosnazis,elwolframiooporlamagia:esporti,porcómoeres—añadióconvozrasposa—. No creo que haya muchos hombres por ahí que hubieran podidomantenerseatulado.Hundímimanolibreensupelocobrizodeslizandomisdedosentresusondas,
dejandoqueseenredaraconmigo.—No, no creo que haya ningún otro—susurré—.Y eso no te hace débil o
menoshombre,Liam,tehacemuchomásvalientequelosdemás.—Soyelpadredeunaniñaquenoeshijamíayelmaridodelaesposadeun
hombremuerto—murmuróenlaoscuridad—.Ymientrastanto,Tomás...—Tomásnoesnadaparamí.Élsoloeselpasado:merecuerdaaAlmayamí
corriendodelamanoporelbosquecuandoéramosniñas,alastardesdeveranointerminablesquepasábamoslostresbuscandogrilloscercadelacantilado,alasfiestasquemimadreorganizabaenlacasaantesdelaguerrayantesdetodolodemás.Élmerecuerdalavidaquepenséquetendría:esoesTomásparamí—admitíenvozaltaporprimeravez—.Perotú...túereselpresente,ytambiénelfuturosiestásdispuestoaseguiramilado.Le acaricié el pelo igual que si Liam fuera un niño, con una ternura poco
habitualenmí.—Yoyaelegíunbandoenestaguerrahacemuchotiempo,Estrella:el tuyo,
siempreeltuyo.Sonreíenlapenumbradelvestíbulo.—Bien.Puesentoncesvamosalacama,mañanaseráundíamuylargo.Liam se levantó despacio y sin soltarme lamano caminamos los dos juntos
escalerasarriba.
Laúltimafiesta
LAÚLTIMAFIESTA
LahuelgaterminóunasemanaantesdeNochebuena.LoshombresregresaronasuspuestosdetrabajoyEmpresasZuloagavolvióatenerbeneficiosantesdeacabareldía.Lospotentescamionescargadosconelwolframioreciénextraídode la tierra volvieron a recorrer la carretera que salía de Basondo hasta elcargaderodehierroenelprecipiciolevantandotrasdesíunanubedepolvoparaqueotrogrupodehombresseocuparadehacerllegarelvaliosocargamentoalbarco alemán que esperaba abajo, haciendo equilibrios sobre las olas delCantábricointentandonochocarcontralaparedderoca.Cuandovialoshombresbajandodenuevoalaminaconsutarterametálicaen
una mano y sus herramientas cargadas sobre el hombro, respiré aliviada:habíamos esquivado la bala. Todos. Por eso mismo supe que algo ibaterriblementemalcuandoelcapitánVillame«sugirió»queorganizaraunafiestade Navidad en la mansión para algunos altos cargos del nuevo gobierno,inversoresextranjerosynuestrosclientesenAlemania.—Sería una buena forma de demostrar su compromiso con nuestra causa,
señora marquesa, no solo con nuestro dinero. Para que nuestros clientesalemanessequedentranquilos—medijoVillacomosiseleacabasedeocurrirlaidea—.Estaríabiencelebrarquetodoesteasuntodelahuelgahaacabadoporfinyquehasidoenpartegraciasausted.Villa no era del tipo de hombres que dabanórdenes convoz cortante o que
gritaban hasta que las venas en su cuello temblaban y parecían a punto deestallar.No.Villa«sugería», laamenazaveladasiempreestabapresenteensus
palabras, aunque nunca perdía la calma ni gritaba, lo que le hacía ser másaterrador aún. Cuando el capitánVilla hablaba todo elmundo le escuchaba ytodo elmundo obedecía. Llevaba casi dosmeses instalado en lamansión y apesar de que dormía en la capilla familiar fuera de la casa, entraba y salía deVilla Soledad a su antojo. Desde que el marqués murió nadie había vuelto allenardeesepavorysilenciocortanteelairedelamansión...hastaquellegóelcapitánVilla.Supresencia,susdeseososuspalabraseranimposiblesdeignorar,unainfecciónquesehabíaextendidoprimeroalasparedesdelacasaydespuésalastablasdelsuelohastacontagiarlotodo.LiamteníarazónlamañanaenquevaticinóqueVilla ibaaocuparnos igualquesusamigosnazishabían invadidoFrancia.—CreoqueunafiestadeNavidadesunagranidea—respondíconunasonrisa
complaciente—.Mimadrelasorganizabaamenudoylosinvitadosveníandesdetodaspartesparaprobarsuscóctelesoparaescucharlatocarelpiano.Demeunalistadeinvitadosparapoderorganizarlotodo.Despuésdelahuelga,lacelebraciónparalostrabajadoresdelaminaqueLiam
yyohabíamosplaneadocelebrarenellocalvacíodelaiglesiaquedósuspendidaindefinidamente.Nomehizogracia—odiabaqueVillaseinmiscuyeraencómollevabayolosasuntosdeminegocio—peronotuvemásremedioqueaceptarsu«sugerencia». Aunque sí que les subí una peseta al mes el jornal a todos lostrabajadores de la mina Zuloaga tal y como le prometí a Tomás que haría,también lesdiunapagamásporNavidadehicevenir aunarquitecto famosodesdeBilbao para que empezara cuanto antes con los planos para construir lanuevaescueladelpueblo:EscuelaÁngelIgorre-Martínez.Habíapasadocasiunasemanaenteradesdemivisitanocturnaalacuevadelas
estrellas para convencer a Tomás y a los demás, pero en lugar de poderdedicarmeotravezalosnegociosmepasélamayorpartedeesetiempoocupadaencargándomedelospreparativosparalafiestaenVillaSoledad.CuandoporfinllegóelsábadoantesdeNochebuena,lostrabajadoreslograronmeterelenormeabetoDouglasenelvestíbulodelacasasintenerquecortarlelasramas.—NuncahabíavistounárboldeNavidadtangrande—dijoCatalinamientras
lasdosmirábamoscómolostrabajadoresseocupabandeadornarelárbol.—Esloúnicoquefaltaporterminar—noencontrabanlaescaleraparapoder
colocarlosadornos—,perolosdemáspreparativosparalafiestayaestánlistos:
lacomidarepartidaenlasbandejasylabebidaenfriándoseenlacocina,tambiénhanretiradolosmueblesdelcomedorformalparadejarsitioalosinvitados,hancolocadolosadornosdeNavidadenelpisodeabajoylosmúsicosyahanestadoensayando.—Losé,sonbuenos.Losheoídotocarantesmientrasterminabadearreglarme
—respondió.Lamiréconunadiminutasonrisa.—Estásmuyguapa—dije,yeraverdad—.Esevestidotefavorecemuchomás
atiquealamaniquíquelollevabapuestoenelcatálogocuandoloencargamos.Catalina llevaba puesto un vestido azul marino de escote cruzado y corte
sirena, el color rosadode lapielde sushombrosyde susmejillas contrastabacon el azul intenso de la tela. Se había recogido su pelo castaño claro en unmoñoeleganteenlanucacondospasadoresenformadelibélulasdeplataqueyolehabíaregaladoporsucumpleañoselañoanterior.Esehabíasidoelprimercumpleañosenelqueyolehabíaregaladoalgo.—Gracias, es un vestido realmente bonito—respondió ella estirándose con
cuidadounaarrugainvisibledelafaldadegasa—.Sihaceunañomehubierasdichoqueibaaestarenunafiestaelegantellevandounvestidocomoeste,conperfumefrancésenmismuñecasyviendoelárboldeNavidadmásgrandedelmundomehubierareídodetialacara,peroaquíestamosahora.—Sí,aquíestamos.Algunasvecesmeolvidodelojovenqueeresenrealidad
—dijederepenteysinsabermuybienporqué.—Delojóvenesquesomoslasdos—mecorrigió—.Yotengoveintidósaños
ytúveinticinco.Creoqueesportodoloquehemospasadoenestosaños,hayhermanasquenopasantantocomonosotrasentodasuvida.Hermanas.Unahermanaperdidayunahermanaganada.—Cierto.—Ytambiénesporquesiempreestoyconlasniñassinarreglaryvestidapara
estar por la casa y eso me hace parecer más mayor. —Catalina se rio consuavidad—. A las niñas les va a encantar este árbol, se quedarán hechizadascuandolovean.SonunpocopequeñastodavíaparaentenderlobienydisfrutardelaNavidad,peroseguroquelesfascinaelárbolcontodossusadornosylaslucecitas.Marinasevolverálocaintentandoalcanzarlosadornos,yaloverás.La empresaque contraté para la decoraciónde lamansión también se había
ocupadodelosadornosnavideñosparaelárbolyparaelvestíbulo:sumisióneratratar de convertirVilla Soledad en una acogedora y tradicional casa señorial,algo que la mansión excéntrica que mi abuela imaginó nunca había sido enrealidad.Alrededor del abetoDouglas habíamedia docena de cajas de cartónabiertas de las cuales los trabajadores, silenciosos y eficientes, sacaban bolasrojasydoradasdecristalpararepartirlascongustoporlasramas.—Noquieroquelasniñasesténporaquíestanoche,sihacefaltalepagaréun
extraaAmaiaparaquesequedeconellasensuhabitaciónyseaseguredequeduermen —dije sin apartar los ojos del ejército de bolas brillantes y deguirnaldasdoradas—.Estafiestanoesunbuensitioparalasniñas,yaveránelárbolmañanacuandolesdemoslosregalos.—Esoeslomismoquetumadresolíadecir:noquieroquelasniñascorreteen
por la fiesta. Recuerdo que Alma y tú odiabais que os mandaran a la camamientras aquí abajo los marqueses y sus invitados estaban de celebración,bebiendo y haciendo ruido hasta casi el amanecer.Yo era demasiado pequeñaentonces,claro,peroigualmentetampocomedejabanasistiraesasfiestasparano tener que explicarles a las visitas quién era yo en realidad.—Catalinamemiró—.Lo odiaba.Odiaba tener que espiar las fiestas y la vida demi propiafamilia detrás de la puerta cerrada del sótano donde estaba la habitación demamá.Noleshagasesoanuestrashijas.Dosdelostrabajadoresarrastraronlaescaleraparaacercarlaalabetoypoder
decorarlasramasmásaltas.Mefijéenquesacabanunagranestrelladoradadelacajaparacolocarenlacopadelárbol.—Noesesoloqueestoyhaciendo.Ytúyanotienesqueespiarlafiestadetrás
delapuerta,ytampocoestásobligadaaquedartearribacuidandodelasniñassinoesesoloquedeseas—respondísinmirarla—.Peronoquieroquelasniñasveanalosinvitadosdeestanoche.—Sonmuypequeñaspara recordarnadade loqueveanaquí,Estrella—me
dijoconsuavidad—.Cuandotodoestotermineylasniñascrezcannuncasabráncómopagábamoslasfacturas.Los trabajadores terminarondecolocar la estrella en lomásaltodel árboly
empezaronarecogerlascajasdelosadornosylasagujasdeabetocaídasenelsueloenunasuertedebailesincronizado.—Losé,peroigualmentenoquieroqueandenporaquí.Estaránmejorarriba,
ensuhabitación.Medimediavueltaparairalacocina,enrealidadnoteníanadaquehacerallí
peroqueríaescapardelamiradadeCatalinatanlejoscomofueraposible.—Estrella —me llamó ella sin moverse de donde estaba. Me volví para
mirarlaamitaddecaminodelacocina—.Tútambiénestásmuyguapaconesevestido.Asentí y después entré en la cocina con cuidado de no mancharme el
Balenciaga de satén blanco lunar que llevaba puesto. «Blanco lunar», así lohabíanllamadoenelcatálogocuandoencarguéelvestidounosmesesantessinsaberquemelopondríaenunafiestadeNavidadconnazis,empresariosyaltoscargosfalangistas.La cocina de la mansión estaba tomada por un escuadrón de camareros,
limpiadores,cocinerosyrepartidoresqueentrabanysalíanporlapuertatraserade la casa llevando carritos con ingredientes exóticos, cajas de ostras frescas,mallas conkilos de limas y limones dentro para adornar las bebidas e inclusootrohornoparapodergratinaratiempoloscanapésdemanzanayfoie.Elruidode losplatos, loscubiertosdeplataordenándoseen lasbandejas, loscacharrosqueunosfregabanatodavelocidadparapoderutilizarlosotravezolasvocesdeloscocinerosdando instruccionesa susaprendices sobreelpuntoexactode lamantequilla,quedaronsilenciadoscuandoloscochesdelujoseacercaronporlacarreteraalapuertaprincipaldelacasaconsuspotentesmotores.CogíunacopadeClicquotdeunadelasbandejasdebebidasqueyahabíapreparadassobrelamesaysalídelacocinaconmimejorsonrisaenloslabios.«Allá vamos», pensé mientras atravesaba el vestíbulo para recibir a los
invitados.Los primeros en llegar resultaron ser un matrimonio que había conocido
cuandoestuveenMadrid: ella era ladueñadeunade las tiendasde ropamásexclusivasdelacapital,sumaridoahoraestabaretiradoperohabíallegadoaserministro del nuevo gobierno un año antes. A ambos les encantaba cazar ypasaban la mitad del tiempo en su lujosa finca de Toledo, donde exhibían elcuadrodeElGrecoqueLiamhabíaconseguidoparaellosabuenpreciodespuésdequesuspropietariosoriginaleshubieransidofusilados.Lessaludéconunagransonrisaycharlamosduranteunpardeminutossobre
tonterías:elogiaronmiBalenciaga,minuevocortedepelo,loscollaresdeperlas
salvajesdecincovueltasdelaabuelaSoledadquellevabapuestos—tanpesadosy preciosos que sentía que llevaba un lingote de oro colgando del cuello—.Alabaron la mansión con su exagerada decoración navideña y aún tuvierontiempoparaquejarsedelanieblaquesalíadelbosqueodecómotranscurríalaguerraenEuropaantesdequelosdemásinvitadosempezaranallegar,todosensus coches de lujo y las mujeres con sus vestidos de lentejuelas, encaje yterciopelohechosamano.Elvestíbulo,elcomedorformalytodoelprimerpisodelamansiónprontose
llenaron de gente elegante que charlaba animadamente con sus copas en lamano.Algunoshablabanenespañol,otrosenalemánoitaliano,perotodosmefelicitaron por el enorme árbol de Navidad que dominaba la entrada y por elchampánfrancés.MefijéenqueCatalinaestabadepieconsuvestidoysuAmarettoSourenla
manocercadelabeto.Viéndolaahora,nadiehubieracreídoquehacíasolodosañoshabíatenidoqueforrarselospiesconperiódicosviejosparaevitarqueselecongelaran porque sus únicos zapatos estaban demasiado agujereados y no laprotegíandelfríocuandosalíaporlamañanaatrabajarensuhuertosecreto.Unhombreconuntrajemuyelegantecharlabaencantadoconella.Seguramente,siese hombre que le sonreía ahora la hubiera conocido entonces no se hubieramolestadoenmirarladosveces,peroahoraCatalinaeraunadelossuyos:teníadinero,bonitosvestidosy,además,era lahermanapequeñadelamarquesa,yaera«digna».Alverqueyolamiraba,Catalinamesonriódesdeelotroladodelvestíbuloydespuéssiguióhablandoconeldesconocido.BusquéaLiamconlamirada,peronolevien laentradade lacasanienel
saloncitodetédemamá,dondeyaempezabanareunirseloscaballerosconsuspuros para hablar sin que sus desafortunadas esposas pudieran escuchar susconversaciones.Meabrí paso entre lagenteparabuscarlo en el comedorperotodos querían hablar conmigo sobre mi vestido o sobre mi wolframio y meparaban a cada paso. Algunos invitados incluso me preguntaron por lasantigüedadesdelacasaconlamismacodiciaconlaqueuncoleccionistarepasael catálogo de una subasta antes de que empiece. Notaba cómo estudiabanansiososloscuadrosenlasparedesolalámparadecristalaustriacoquecolgabasobreelvestíbulo.—Aquíestás,porfinteencuentro—ledijeaLiamcuandologrédeshacerme
delúltimoinvitadoyentréenelcomedorformal—.Parecesaburrido.Liam teníaunbourbon conhielo enunamanoy llevabapuestounelegante
esmoquinnegroconfeccionadoamedida.Supelocobrizoestabapeinadohaciaunladoparadisimularsunaturalezasalvajeysehabíarecortadolabarbaenunintentodetenerelmismoaspectoformalyserioquelosdemásempresariosenesahabitación.—No,nadadeeso,esunafiestagenial.—Liammesonrióypasósumanopor
detrásdemiespalda,sentíelcalordesupielpasandoatravésdelsaténblancolunar.—Estás muy elegante, casi me engañas: pareces un honrado hombre de
negociosasívestido—ledijeacercándomemásaél.—¿Casi?—susurróconvozronca.—Casi.Yoteconozcobienytodavíaveotupeloonduladoytusojosdezorro
debajodelfijador,delesmoquindealtacosturaydelafter-shave.MegustamáselotroLiam.Susdedosacariciaronlapieldemiespaldajustodondeterminabaelsaténde
mivestido.—Sospechoquealgunosde tus invitadosquierencomprarelTurnerquehay
enelsalón—medijoenvozbajaysinperderlasonrisaparadisimular—.Aúncreenquemededicoal arte robadoyunpardecaballerosmehanpreguntadoporelcuadromuyinteresados.—Esfalso.ElTurnerauténticolovendióelmarquéshacemuchosaños,antes
inclusodequeAlmamuriera,asíquesialgunodeestostehaceunabuenaofertaporelcuadro...—Lediunsorboamicopayañadí—:Ynosonmisinvitados,sonlosinvitadosdeVilla.—¿Lehasvistoya?LaposturadeLiamcambióalmencionaralcapitánVilla.—Antes, mientras se llevaban los muebles del comedor, Villa se me ha
acercado para preguntarme dónde iban a estar los invitados.Me ha dicho queteníaunregaloespecialparamíyquequeríadármelodurantelafiesta.—¿Unregalo?—Liamparpadeósorprendido—.Y¿notehadichodequése
trataba?—No, así que lo mismo tenemos suerte y se larga por fin, él y todos sus
hombres—dijecondesgana.
Suspiré porque sabía bien que era poco probable que el capitánVilla y lossuyossemarcharandeBasondosinhaberdetenidoalosbandoleros.—Nocuentesconello—medijoLiamconsuavidad.Ibaadeciralgo,peroentonceselvestíbulosellenódemurmullos,alprincipio
nome di cuenta de lo que estaba sucediendo, pero las voces de los invitadosfuera empezaron a apagarse hasta que se formó el silencio incómodo quesiempreprecedeaalgoterrible.LosmurmullosdesorpresaydespuéselsilenciotensoseextendieronhastaelcomedordondeestábamosyunmomentodespuésvialcapitánVillaabriéndosepasoentre los invitadosconsuuniformeazuldegala,lasmedallasbrillandoenlasolapa,sugorradeplatoimpecableysusonrisadehielo.—¿Quépasaahífuera?—Liamestiróelcuelloparaintentarverloquesucedía
enelvestíbulo.—No lo sé.Túespera aquí, yovoyaverqué sucedey a saludar aVilla—
mascullédemalagana—.Yamelahejugadobastanteporlodelahuelgaconél,noquieroquepiensequenoestoy«comprometidaconlacausa».Liammesonriómientrasyocaminabahacialapuertadelcomedorformal.—¡Túsoloestáscomprometidaconlacausadeldinero,miqueridamarquesa!
—leescuchédecirdesdedondeestaba.Contuveunasonrisayesquivéaunodeloscamarerosquellevabaotracajade
champánsobreuncarritoconruedasalcomedor.Alcruzarmeconelcamarerome resultó ligeramente familiar, pero me olvidé de él en cuanto llegué alvestíbulo y descubrí lo que había hecho enmudecer a los invitados: ochohombres esposados y encadenados entre sí con la ropa sucia y la cabezaagachadaqueVillahabíadejadoenelcentrodelvestíbulo.Losinvitadoshabíanformadouncorroalrededordelosprisionerosydelostreshombresdeuniformequelesvigilaban.—¿Quéesesto,capitán?—lepreguntéaVillaconbrusquedadcuandollegué
hastaél—.¿Porquéhatraídoprisionerosamifiesta?—Mírelos,¿nolosreconoce,señoramarquesa?—Villasequitólagorradesu
uniformeyselacolocódebajodelbrazo—.Mírelosbien.Loshombresestabandemacradosymuchosteníanheridasogolpesenlacara,
perolosreconocíalmirarlesotravez.—Sonmistrabajadores,¿cómoseatreveadetenerlos?
—Sonsushuelguistas—mecorrigió—.Yaséqueestosnosontodoslosquehicieroncerrarsumina,peroconellosbastaráparaaleccionaralosdemás.Esteesmiregaloespecialparausted,señoramarquesa.FelizNavidad.Miré a los ocho hombres encadenados dentro del corro de invitados. Por la
expresiónderesignaciónensuscaraslosprisionerosyasabíanloquelesibaapasar.Me fijé en sus ropasmanchadas de sangre seca y en que todos estabandescalzosapesardelfrío.—Debo protestar, capitán. Estos hombres trabajan paramí y quiero que les
dejelibresinmediatamente,permitaquevuelvanasuscasasparacenarconsusfamilias.—Estos hombres la chantajearon usando su propia mina como rehén sin
importarleselperjuicioqueesoibaaserparaustedoparaelpueblo.Yahora,graciasaesechantaje,cobranmásqueelprofesoroelmédicodeBasondo,¿lepareceesojusto,señoramarquesa?Un murmullo indignado creció entre los invitados al escuchar las últimas
palabrasdeVilla.—EsNochebuena,capitán.Alomejorpodemoshablardelasuntodespuésde
lasfiestas.Villasacudiólacabezadespacio.—No,nopuedodejarleslibresaunquequiera.Peroyosabíabienquenoqueríahacerlo.—Medijoustedquesiabandonabanlahuelganohabríarepresalias,mediosu
palabra,capitán—dije,másaltodeloquepretendía.—Me refería a usted, señoramarquesa.Nohabría represalias contra usted a
pesardehabercolaboradoconloshuelguistas.Lagargantasemecerróalescucharle.—Nosédequéhabla,yonohehechosemejantecosa—respondíconlaboca
secaperosindejarqueelpánicosefiltraraenmivoz.—Puesclaroquelosabe:ustedmepidiótiempoparaconvencerlesyrazonar
con ellos en lugar de permitir queme ocupara amimodo del asunto. Eso escolaborar.—Villame sonrió y después añadió—:Pero no se preocupe, quedalibre de castigo por esta vez. Y los invitados de ahí dentro tienen derecho aconocer a los chantajistas que pretendían cortarles su sustento y el de susfamilias,essudeberlegítimopoderencararseconellos.¿Noopinaigual,señora
marquesa?Todos los ojos del vestíbulo se clavaron enmí, pero por primera vez enmi
vida,nosupequéresponder.—Esopensaba—terminóVillaconunasonrisacortés,despuéssevolviópara
mirar a los soldados que custodiaban a los detenidos—. Vamos, caballeros,démosleslaoportunidadaestoschantajistasdepedirperdónporsusactos.Los soldados empujaron de malas maneras a los hombres que avanzaron
penosamentepor el vestíbulo, entre lamiradade indignaciónde los invitados,para entrar en el comedor formal conel ruidode las cadenasque les seguía atodaspartes.—Estoesridículo—masculléporfin—.CapitánVilla...Di un paso hacia el comedor para terminar con el asunto pero alguien me
detuvosujetándomeporelbrazo.—Señoramarquesa,estáustedimpresionanteestanoche,simepermitedecirlo
—medijounavozmasculina.Nomemolesté enmirarle a la cara porquepensé que sería solo otro de los
invitados, pero cuando vi la manga larga negra del brazo que me sujetabareconocílavozdeTomás.Lemirémientraselsilenciodelosinvitadosllenabaahorael comedor formal alver a loshombres encadenadospaseandoentre lasbandejasdeplatayloscanapésdelangosta.—Gracias—dijeentredientes.Tomás no estaba solo, el padre Dávila estaba con él a pesar de que no
recordaba haber leído su nombre en la lista de invitados que Villa me habíafacilitado.—Sí,esunafiestafabulosa.Merecuerdaalasquesolíaorganizarsupadreel
marquéscuandoaúnvivía.¡Menudodispendiodecomida,alcoholydineroeran!—exclamó Dávila recordando encantado aquellos tiempos—. Ni un maharajágastaba el dinero con la alegría con la que lo hacía el buenmarqués, que engloriaesté.Dávila hizo el símbolo de la cruz al decir la última frase y Tomás le imitó
mientrasyolemirabaensilencio.Losaños, labuenavidayelarribismonolehabían sentado bien a Dávila, que ahora tenía el aspecto de una calabazahinchadaconextrañosbultosdebajodesupielmantecosa.Supelo—omásbienlo poco que le quedaba— se había vuelto canoso y duro, pero él intentaba
disimularloconunpeinadoquecubríalamitaddesufrente.—Cuántotiempo,padre—dijecontodalafrialdadqueguardabaparaélpor
haberaceptadoenterraraCarmenfueradelafinca—.Noleveíadesdeeldíademiboda.—Esverdad,suboda.Confíoenquehayasidoustedbuenaenestetiempo.—Oh,muybuena—respondícondesdén.Dávilamiró alrededor con losmismos ojillos traicioneros con los que solía
espiar losnegociosdelmarquésdespuésdequepadrese tomaraunwhiskydemás.—Extrañabaestacasa,ya locreo.Duranteunaépoca lleguéasercasicomo
unomásdelafamilia,perohacíamuchotiempoqueningúnZuloagameinvitabaavenir, ¿eh?—mereprochóapesardequeno lehabía invitado tampocoestavez—.¡Ymirequémayorsehahecho!Ahoraestodaunaseñoraelegantecomosolíasersumadre,noveoenustednirastrodeesaniñasalvajeydesobedientequesolíaser.MientrasDávilahablaba,suconsiderablepapadacolgabamoviéndosealritmo
de sus palabras. Recordé la noche en que ahuyentó al comercial de aquellanaviera británicamientras sujetabaunmuslo de pato en cadamanoy la grasatransparenteresbalabaporsubarbilla.—Ymire,Tomástambién,graciasaDiossehaconvertidoenunhombredefe
yahorasolomarchaporelbuencamino.Sehaolvidadodelapolíticaydetodolodemásqueledistraíadesusdeberes.—Dávilameguiñóunojoaldecir«todolodemás».Almaeraese«todolodemás»—.Esmejornometerseenpolíticaydejaresoparalosquesaben,demasiadocomplicadotodo.Sonreíconironía,estabaclaroqueDávilanoteníaniideadelasactividadesde
Tomás.—¿Haprobadoelcaviar,padre?Esruso,exquisito;elmejorcaviarquehayen
elmundo.Pruébeloconunpocodemantequilla—ledijedeseandodeshacermedeél.Losojilloscodiciososdelsacerdoteseiluminaron.—Le hacéis pecar a uno —respondió con una sonrisa pícara antes de
marcharsecaminandohacialabandejaconloscanapés.—Sisigueasíprontoheredarássupuesto,merecuerdaauntubérculomedio
podridoapuntodereventarporelcalor—masculléviendoaDávilaabrirsepaso
entrelosinvitadosparallegaralacomida—.Unavez,enelrancho,vielcuerpodeunbecerroquesehabíaperdido.Cuando loencontramosel soldelvalle lehabía golpeado durante una semana entera: estaba hinchado y deforme, separecíaunpocoaDávila.—TienequeusarzapatoshechosamedidaqueleenvíandesdeBilbaoporque
tienelospiestanhinchadosyamoratadosporlagotaquelosnormalesyanolecaben.Desde donde estaba observé cómo el párroco se abría paso a empujones
discretosysonrisasparacolocarsejustofrentealamesadelosaperitivos.—Quélástima—respondícondesdénviendoaDávilaservirseunacucharada
decaviarrusosobreunatostadaconabundantemantequilla—.Loshombresquehay en el comedor saben quién soy, seguro que algunome vio la otra nochecuandofuialbosqueparahablarcontigo.Medelataránsiesquelosinfelicesnolohanhechoya.Nadienosescuchabaahora,lamayoríadelosinvitadosseamontonabanenlas
puertas del comedor formal para ver lo que sea que Villa estuviera haciendodentro.—No te preocupes por eso, ya nos hemos encargado de todo—dijo Tomás
muyserioahora—.Ningunodeesospobreshombrestehadelatadoytampocoloharán.—Esonolosabes—siseéapesardequenadiepodíaescucharnosdesdedonde
estábamos—.Les torturarányal finaldiránminombre,yo también loharíasipensaraqueconesopodíasalvarme.DiunpasohaciaelcomedordecididaaterminarconelespectáculoqueDávila
ysushombreshabíanorganizadodentro,peroTomásmesujetóconfuerzaporelbrazo.—Noentresahí.Lemiré y entonces lo vi en su rostro: era esa determinación suicida que ya
habíavistoenélantes.Solouninstantedespuésunresplandornaranjallenóelcomedorformalyescuchéelestruendodeunabombacontenidoporlasparedesdenogalquerecubríanlahabitación.—¡Quéhashecho!—legritéaTomásporencimadelpitidoquellenabamis
oídos—.Pero¡quéhashecho!Elvestíbuloprontoseinundóconelhumoyeloloraproductosquímicosque
salíadelcomedor.TosíparapoderrespirarymiréalrededorbuscandoaCatalina,pero no la vi por ningún lado. Algunos invitados—los pocos que se habíanquedado en el recibidor de la mansión en vez de pasar al comedor— seacercaronparaverloquehabíasucedidopasandoamiladosinvermesiquiera.La explosión no se había extendido por el resto de la casa pero Tomás y yoestábamosmuycercadelaspuertasdelcomedor,asíquelaondaexpansivamehabíadesgarradopartedemivestidoyhabíaperdidounodemiszapatos.—Yaestáhecho,nohayquepensarmásenello—respondióéllacónico.—¿Cómohaspodido?Esoseranmishombres,¡confiabanenmí!—legritéa
Tomás sin importarme que alguien pudiera escucharme, aunque no podíanporquetodoslosdemásestabandemasiadoocupadosconsupropiohorrorparaprestaratenciónamisgritos—.Loshasmatadosoloparaacabarconél...—Hehecholoquehabíaquehacer,yaunasíesmenosdeloqueesemonstruo
semerecía.Tambaleándome, me apoyé en una de las paredes del vestíbulo e intenté
avanzarentrelosinvitadosqueseamontonabanenlaspuertasdelcomedor.—¿Cómo has podido? —Le miré sin saber exactamente cuándo se había
convertidoTomás en el cazador para dejar de ser la presa—. ¿Todo esto soloparaacabarconVilla?—No solo para acabar con Villa, es lo que ellos querían, Estrella: ya no
querían seguir sufriendo más. —Tomás se acercó a mí y me sostuvo por lacintura para asegurarse de que le prestaba atención—. Lo sientomucho, peroesta era la única oportunidad que teníamos para liberarles y paramatar a esecabróndeunavezportodas.ValíalapenasoloparallevarnosaVillayaunoscuantosdesusamigosnazisalinfierno.—Túlosabías—leescupílaspalabras—.Sabíasloqueibaapasaryaunasí
haspermitidoqueyoestuvieraaquí,yCatalinaylasniñasy...Entoncesmedicuentadequemefaltabaunapersonaenesalista.—Liam—murmuréintentandozafarmedeTomásparaentrarenelcomedor.—Espera,noentresahítodavía,dejaquesedisipeunpocoelhumo—medijo
Tomásmuycercademioídoysinsoltarme.—Déjameir,tengoqueencontrarle...—Piénsalo, Estrella, ahora ya no queda nadie que sepa que estuviste en la
cueva la otra noche —continuó él como si no me hubiera escuchado—. No
tienes que preocuparte más por que alguno de tus trabajadores te delate parasalvarse.Seacabó,nosesabránunca.Estásasalvo.Los invitados que todavía podían caminar empezaron a salir del comedor
formal tosiendo, llorando o entre gritos de auxilio. Pasaron muy cerca denosotros empujándose entre ellos para poder salir de la casa cuanto antes pormiedoaquehubieraotrabomba.Miréalosrostrosdesencajados,consusropaselegantes manchadas de humo y cubiertas de sangre. Salían en tromba delcomedorperonoviaLiamporningúnlado.—¡Estrella!Alguiengritóminombreporencimadelasdemásvoces.Miréalrededoryvia
Catalinaquebajabadeprisalasescalerasdemármol,despeinadayconelbajodesuvestidorecogidoenlamanoparapodercorrermás.AprovechéqueTomáslamirabatambiénparaescabullirmeyentrarenelcomedor.Tuvequeapartaraunhombrequesangrabaporuncorteenlacabezaymesujetóporloshombrosalvermeymegritóalgoenalemánparapoderpasar.Dentro del comedor el humo eramás denso aunquenovi fuegopor ningún
lado. Las mesas, las sillas, los adornos y todo lo demás que había en lahabitaciónhabíasalidodespedidopor laexplosiónyahora formabaunasuertede círculo siniestro contra las paredes del comedor que estabanmanchadas desangre,merenguefrancésyrestosdemetralla todavíahumeante.AvancécomopudeentrelosrestosenelsueloparallegarallugardondehabíavistoaLiamporúltimavez.Nohabíaluzenlahabitaciónyelhumolollenabatodo,asíquetardéunratoenencontrarle:estabacercadelasventanasquedabanaljardín,tiradoenelsueloconlosojoscerradosylacamisablancadesuesmoquinempapadaensangre.—Liam...Meagachéasu ladopara intentardespertarley lezarandeéunpardeveces.
No abrió los ojos al oír mi voz pero escuché su respiración superficial porencimadelasdemásvocesquepedíanayuda.Leabrílacamisaparabuscarlelasheridasy tratar de contener la hemorragiahasta que llegara el doctor, peronopodía ver bien porque el pecho deLiam estaba cubierto de sangre y no habíaningunaluzenelcomedorexceptoladelalunaqueentrabaporelhuecodelasventanas ahora sin cristales. Intuí una herida que sangraba en su costadoderecho. Su sangre calienteme empapó lasmanos cuando la apreté para que
dejaradesangrar,sentícomopasabaentremisdedos,viscosayoscura.Liamsequejóperonoabriólosojos.—¡Les han cogido, capitán!A dos de esos bastardos se les ha terminado la
suerte—gritó unhombre al fondodel comedor—.Estaban intentando escaparporelcaminoquehaydetrásdelacasaparaperderseenelbosque,peronuestroshombresleshanvistoyleshanparadoantesdequepudieranllegaralosárboles.Esperansusórdenes.Nome aparté deLiamperomiré en la dirección de la voz: el capitánVilla
estabadepieenelotroextremodelcomedordandoinstruccionesadosdesushombres. No estaba muerto y apenas parecía estar herido. Al entrar en elcomedorhabíavistoamediadocenadesoldadosdestrozadosenelsuelo,peromilagrosamenteélhabíasobrevividoalaexplosión.ElcapitánVillanotóqueleestabamirandodesdeelotroladodelahabitación
yseacercóamícaminandoentreloscadáveresylosrestosdelafiesta.—Señoramarquesa,¿estáustedbien?Asentí,incapazdehablarporelhumoylaslágrimasatascadasenmigarganta.—¿YelseñorSinclair?—preguntómirandoaLiamenelsuelo—.¿Élha...—Estávivo—dijedesopetón—.¿Quéesloquehapasado?Ya lo sabía, claro, pero no quería queVilla sospechara que yo había tenido
algoqueverconlaexplosión.Elcapitánmiróasualrededorcomosiestuvieraestudiandoelcampoantesdeunabatalla.—Según parece, esos bárbaros que se ocultan en el bosque han preferido
sacrificarellosmismosaochode sus trabajadoresantesdequeestospudierandarnos información útil —respondió contrariado—. Ahora ya no sabremosquiénessonsuscabecillasocómoseorganizan.—¿Estántodosmuertos?—Sí,todosmuertos.Estoyconvencidodequeellosteníaninstruccionespara
suicidarsesiloscapturábamos.—¿Noleshandichonada?—preguntéconunligerotemblorenlavoz.Villamesonriódespacio.—Nadaquenosupiéramosya.Villaestabadepieami ladoyahorapodíaverlemejor,suuniformedegala
estabamanchadoconloqueparecíasangreyotrascosasquenoquiseadivinar,habíaperdidolagorraenlaexplosiónyteníauncorteprofundoenlamejillaque
no dejaba de sangrar sobre su guerrera arruinada, pero, aparte de eso, parecíaestarperfectamente.—Meinformandeque losdetenidossonelpadreyelhermanodeeseniño,
capitán. Igorre, el capatazde lamina,y suhijomayor—escuchéque ledecíaunodesushombressinimportarlesqueyopudieraoírles—.Nosécómoperoselashanarregladoparameteresabombaenlacasasinquenadielesviera.MehabíacruzadoantesconelhijodeMaiteyJulián:erael jovencamarero
queempujabauncarritodentrodelcomedorconunacajadechampánencima.Mehabíaresultadofamiliarperonohabíacaídoenlacuentahastaesemomento.—Había mucha gente entrando y saliendo de la casa, sargento: camareros,
ayudantes,repartidores...esnormalquenoleshayamosvisto—ledijoVilla—.Vayaconlosdemáseinfórmemedecuántoshombreshemosperdidoestanoche.¿Dóndedicequehandetenidoaesosdos?—Enlacarreteracercadelacasa.Intentabanesconderseenelbosque,capitán.—Bien,vayaeinforme.Ahoravoyyo.El sargento le saludóy se alejó caminandodeprisa sin atender a los heridos
quealargaronlosbrazosalverlepasarasulado.—Ustedestábien—ledije,ynosupesieraunapreguntaounreproche.—Ya se lo dije, señora marquesa: yo soy especial. Inmortal. Un hombre
excepcional—respondióconvozáspera.Yviéndoleahídepieentreloscadáveres,envueltoenhumoconsuuniforme
manchadoylasangrecayendoporsumejillaerafácilcreerensuspalabras.—¿Nolepreocupaquesusamigosnazis ledescubran?—preguntésinpensar
en lo que estaba haciendo—. ¿No tienemiedo de que averigüen que es ustedespecial?—Esta es la quinta vez que atentan contra mi vida y míreme. —Villa se
sacudiólaguerreradesuuniforme—.Apenastengouncorteenlamejillayesoqueestabaatresmetrosdeesabomba.Amínomedanmiedolosnazisninadaenestemundo.Lemiré unmomento intentando decidir sime estaba dejando arrastrar a su
locuraosirealmenteVillateníarazón.—Hatenidoustedmuchasuerte,capitán—murmurémaldiciendoesamisma
suerte—.Peroquemuchasuerte.Villa me sonrió desde arriba y dio un paso hacia la puerta del comedor
dispuestoamarcharseya.—Estonoessuerte,señoramarquesa:eseldestinoquemeaguardaparahacer
cosasincreíbles,poresovivo.Ahora,simedisculpa,deboirainterrogaralosdetenidos.Levi salirdel comedorpasandopordelantedeCatalinaydeTomás,que le
mirósinpodercontenersuespantoalverleconvida.Escuchélaspisadasdesusbotasdecueroresonandoenelvestíbulodelacasamientrasloatravesabaparallegar hasta la puerta. Esa fue la primera vez que me creí de verdad que elcapitánVillaerainmortal.
Liamnosedespertóhastaeldíasiguiente.EldoctorAcosta,queapenasdabaabasto para atender a los heridos en la explosión, le extrajo algunos restos demetralla del costado y del hombro derecho: tornillos, tuercas y otros objetospequeñosquehabíanservidodemuniciónparalabombacasera.—Nohayinfecciónynosehadesangrado,esoesbueno,sipasadeestanoche
vivirá—había dicho Acosta mientras se limpiaba de las manos la sangre deLiamconunatoalla—.Cuandosedespiertenopermitaquehagaesfuerzosoqueselevantedelacamadurantelasprimerassemanas,debedescansar.Paguéaldoctorporsuvisitayledimásdineroparaquetambiénvisitaraensu
casadeBasondoadoscamarerosquehabíansalidoheridosenlaexplosión,perocuyasfamiliasnopodíanpermitirsepagaralmédico.LoshombresdeVillaterminarondelimpiarlosrestosdelcomedorformalal
díasiguiente:barrieronelsuelocubiertodesangre,pedazosdeporcelanachinade la vajilla de mamá, astillas que habían saltado de las paredes forradas denogal,pedazosdecarnetanennegrecidaquehacíaimposiblesabersipertenecíaaalgunodelosfallecidosoalasadodefaisán,unpuñadodelentejuelasporaquíy cuatro zapatos de fiesta sin pareja. No se esforzaron mucho en su tarea,simplementelobarrierontodoutilizandotresescobonesdemaderaylometieronenunadocenadebolsaspara,segúnmeexplicóelsargentoRaúlGolzalvézconeltonodesuperioridadqueusabasiemprequeVillanoestabacerca:«Estudiarlaspruebasconmáscalmaenelcuartelillo.»Eramentira,claro,yasabíanquiéneshabíanmetidolabombaenlamansióny
porquélohabíanhecho:Julián,elcapatazdemiminaysuhijomayor.Detrásdelabombacaseraque reventóel comedor formalnohabíaun sofisticadomóvil
político.Juliánysuhijoadolescentenopretendíanderrotaralnuevogobierno,frenar la venta de wolframio a los nazis o causarle un daño irreparable a lasrelaciones comerciales entre España y Alemania, nada de eso: era venganza,simpleypuravenganza.Villamatóasuhijopequeño,loaplastóconelcochedelmarquéscomosiel
niñofueraunconejodespistadoquesalecorriendodelbosque.TansoloungirodelgranvolantedelT49hubierabastadoparaevitarlamuertedelniño,lahuelgaen la mina, la explosión en la fiesta de Navidad y las muertes que todavíaquedabanporvenir,perohabíapasadocasiunmesdesdelamañanadelatropelloynohabíanirastrodeculpaoremordimientoenelcapitán.LoshombresdeVillatambiénbarrieronlospedazosdecristalesquesalieron
volando con la explosión: ventanas, lámparas, botellas, el gran espejo quedecorabaunadelasparedesdelcomedorformal...aunquedioigualporquedosdíasdespuésdel atentado el suelo aún crujíabajomispies cuandoentré en lahabitación.Elolorahumoyacarnecarbonizadaseguíaatrapadoenelcomedorcasicomo
silospanelesdenogalqueaúnresistíanensusitiohubieranabsorbidoeloloramuerte. La larga hilera de ventanales en la pared que daban al jardín traserohabía desaparecido, los cristales cubrían grandes zonas de la hierba y algunasesquirlasdecristalhabíanllegadocasihastaelmuretedepiedraquerodeabalafincaempujadosporlaondaexpansiva.Catalinayyocubrimoselvacíoquehabíandejadolasventanasarrancadasde
laparedconunagranlonanegraparaevitarqueelfríodediciembre,lalluviayotrascosasentraranenlacasa.Yahabíamoshechoalgoparecidounañoantes,cuandono teníamosdineropara arreglar lasventanas rotasde laplantabajaycubrimos la falta de cristales con cortinas viejas atadas con cuerdas paramantener fuera a las ratas y a las hierbas altas del jardín descuidado queintentaban por todos losmedios entrar en la casa para reclamarVilla Soledadcomopartedelbosque.Emilio,elhijodelantiguojardinerodelacasaquehabíaheredadoelnombredesupadre,eltrabajoypocomás,ysuprimonosayudaronacolocar la lona sobre lasventanas rotas.Ningunode losdosmuchachosnosdijounasolapalabraninosmiróalacaramientrasasegurábamoslalonasobrela fachadaestede lacasaconclavosygrapas:nos teníanmiedo,opuedequesolofueraasco,perodecualquiermaneraEmilioysuprimosentíanpornosotras
doslomismoqueCatalinayyohabíamossentidodurantetodanuestravidaporelmarqués.Yahabíaanochecidoy fuerahacíaviento,peronoel tipodevientocortante
que subía desde elmar por el acantilado y agitaba las hierbas altas del jardínarrastrando su perfume hasta las habitaciones interiores de la casa, no, estevientoveníadirectamentedelcorazóndelbosqueysacudíalalonatratandodearrancarla de la pared igual que una mano invisible y furiosa. Podía saberloporquedevezencuandounaráfagaconseguíaentrarenelcomedorporalgunode loshuecosquenohabíamos logradocubriry senotabaelolorhúmedodelbosquellenandolahabitaciónybajandopormigarganta.—Aquíestás,porfinteencuentro.Tehebuscadoportodalacasa—medijo
Catalina desde la puerta del comedor—. Liam se ha despertado otra vez ypreguntaporti.Estámejorydicequetienehambre,hastasehasentadoélsoloenlacama.—Bien, ahora le prepararé algo de cena y subo a verle—mascullé sin
volvermeparamirarla.EscuchélospasossuavesdeCatalinaavanzandosobreloscristalesrotoshasta
llegardondeyoestaba.—No hace falta. Hay sobras de la fiesta suficientes como para que nos
alimentemosloscincodurantedossemanas.¿Quéhacesaquísolayaoscuras?—Pensabaencómosehaestropeadotodo—respondísinapartarlosojosdela
lonanegraqueabofeteabalapared—.Noséquévamosahacerahora.—Bueno,estaríabienquepudierasfabricarcristaligualquepuedeshacercon
otrascosas,¿puedes?Sonreíapesardeltono.—No.—Lástima,esetruconosvendríamuybienahora.—Mañana vendrán los cristaleros para arreglar este desastre—dije con voz
áspera—.Estanochemequedaréaquíhaciendoguardiaconunadelasescopetasdel marqués por si acaso algo o alguien intenta entrar por ahí. —Señalé lasventanasrotascon lacabeza—.Muchagentenosodiaynosculpapor todo loquehapasado.Noati,peroamísí.—Y¿desdecuándoteimportaloquelosdemáspiensendeti?—Catalinase
rio con suavidad—. Tú solo has hecho lo que creías que debías hacer para
manteneratufamiliayatupueblo,igualqueJuliáncreíaquehacíalocorrectofabricandoesabomba.Yaséquehamatadoatodasesaspersonasyquetambiénpodíahabernosmatadoanosotrasoalasniñas...perocreoqueentiendoporquélo ha hecho. Si el capitán Villa no hubiera venido a Basondo, nada de estohubierapasado.—Yo le traje aquí, no a propósito, pero él vino aquí por mí —dije sin
atrevermeamirarla.—Vinoporelwolframio.—No,vinoapormí.—Suspiréymevolvíporfin—.Villapiensaqueesuna
especiedehombreinvencible,creequeesinmortalporquehasobrevividoaunoscuantosatentadoscontrasuvidayahorasospechademí.Sabealgoocreequesabealgosobreloqueyopuedohacer,poresovinoaBasondo.Catalinaarrugóloslabiospreocupadahastaqueformaronunasolalínea.—¿Qué crees que sabe en realidad? ¿Crees que sabe que tú hiciste el
wolframioytodolodemás?—Escuchéuntemblorensuvoz.—Nocreo,siVillasupieraquepuedocrearwolframio,aguaopetróleoyame
habríametidoenunacajaparaenviarmeaalgunodeesoslaboratoriossecretosdondesusamigoshacenexperimentosconlosprisioneros.No,nocreoquesepanadaseguro,solomeestátanteando.Estamosasalvodemomento.Estamos.Porque sabíabienqueCatalina teníaelmismodoncon lasplantas
quelaabuelaSoledad:podíahacercrecerlasrosasmáspreciosasyrojasdeunpuñadodetierramuertaosacarsuficienteszanahoriasdeesamismatierracomoparaalimentarasufamiliadurantesemanas.TalvezCatalinanopudieracrearwolframioomoverunaplantaenredaderagiganteasuantojoparaatacarcomohabíahechoyo,perodefinitivamenteeraunadelasbrujasZuloaga.—¿CreesqueTomástedelataría?—mepreguntósinmás.—Antes estaba segura de que él nunca haría algo así, ahora ya no sé qué
pensar. Tomás sabía lo de la bomba y ni siquiera me advirtió —admití—.LlegadoelcasoesposiblequeTomáslecontaralomíoaVilla,sí.Catalinaresopló.—Loshombresysusbuenascausas,daigualenloquecrean:todossonmuy
idealistashastaquesonellos losquedebensacrificarse,entoncesescuandoseacuerdan de una —dijo—. Les da mucha pena, claro, pero entre tú y ellossiemprevanaelegirsalvarseellos.
Sonreíconpesarylamiré.—Merecuerdasatumadrecuandohablasasí.Laechodemenos.—Yotambién.La última vez que fui a Basondo visité la tumba deCarmen en el pequeño
cementerio.Lamataderosasquehicecrecerlaprimeravezquelavisitéseguíaa lospiesde su tumba: rosas rojas tangrandes como lospuñosdeunhombreadultoquenosemarchitabanapesardelfríooelhielo.—Ella es el ejemplo perfecto ¿no? Mi madre pasó toda la vida siendo la
queridadelmarqués,teniendosolosusmigajasquisieraellaono,inclusoparióasuhijaenestacasa,perocuandollegóelmomentodeenterrarlacomoaunomásdelafamiliaelmarquéshizoquelametieranenotrositiosoloparanotenerquereconocerlaverdad.Yquétevoyacontardemimarido...—CatalinasesacudiódentrodesuvestidoalrecordaraPedro—.NocreoqueTomáslecuenteanadiequeestuvisteenelbosquelaotranocheyquesabíasdóndeestabanescondidoslosbandolerosdesdeelprincipio,nomientrassupellejooeldealguienaquienélconsideremásimportantequetúnoestéenpeligro.—Yotampocolocreo,perootroshombresmevieronallíesanoche,Juliány
suhijotambiénseescondíanenlacueva.—Julián y su hijo mayor están muertos. Los mataron ayer después de
interrogarles—dijoCatalinaconlavozapagada—.Nosoltabanprenda,asíqueles dieron un «paseíllo» hasta la carretera para refrescarles la memoria y lasganas de hablar. Los llevaron hasta el mismo lugar donde Villa atropelló alpequeñoyahílesdieroneltirodegraciaantesdeenterrarlosenelmargendelacarretera.—¿Cómo te has enterado? —le pregunté. Catalina tardó un momento en
responder:—He ido al pueblo estamañana, a comprar lasmedicinasparaLiamypara
Marina. Nadie quería contarme nada de lo que había pasado, ni siquiera memirabanalacaracuandointentabahablarconellos,peroalfinalAne, ladelabotica,melohacontadotodo.Mirélalonaquegolpeabalafachadadelacasayrespirésintiéndomealiviada
yculpableapartesiguales.—Deja que coja unas mantas y haré guardia contigo esta noche —añadió
Catalina—. No quiero que los tejones o alguna otra cosa se cuele por las
ventanas, bastantes alimañas de las que ocuparnos tenemos por aquí ya sinnecesidaddequenosentrenmásdesdeelbosque.—No hace falta que te quedes, puedes irte a la cama—dije—.Además, las
niñas...—Lasniñasduermencomodosbenditasarriba.Losúltimosdíasestabanmás
inquietas,comosisupieranloquehabíapasado,perohoyhancaídorendidas,nomeecharándemenos.Mequedarécontigo,nosbeberemosjuntaselwhiskymáscarodelacoleccióndepadrequetodavíanosquedeenlacasaycenaremoslosrestos de langosta con mantequilla dela fiesta —respondió—. Despuéspensaremoscómodemoniosvamosasalirdeesta.Sonreí en la oscuridad del comedor porque Catalina casi nunca decía
palabrotas.—Bien—acepté—.Túveycogelasmantasyelwhisky,yovoyaveraLiam
yacalentaralgoparaquecenemos.—Y enciende la chimenea, ¿quieres? Lamentarte a oscuras no solucionará
nada,además,despuésdeloquehapasado,noquieroestarenestahabitaciónsinohayluz.—¿Yquépasasilaluzdelfuegoatraeaalgodelbosque?—pregunté—.Fuera
estáhelando.—Puessialgoentraaquíatraídopor la luzdel fuegoledisparamosysantas
pascuas—medijoCatalina que ya se alejaba hacia la puerta. Se detuvo justoantesdellegarymemiró—.HandetenidoaMaite,ladelamercería.Creenqueellasabíaloquesumaridoysuhijoplaneabanhacerdurantelafiestayquelosencubrió.RecordéaMaitesaliendodelacuevadelasestrellasayudadapordoshombres
unascuantasnochesantes.Mehabíamiradoalpasarantesdevolveralbosque.Maitesabíabienquiénerayo,mereconociócomoaunadelasresponsablesdelamuertedesuhijoyahoraestabadetenida.—¿Va todo bien? —preguntó Catalina igual que si pudiera escuchar mi
corazónlatiendodeprisaporelpánico.—Sí,todovabien—mentí—.Tútraeesewhisky.
Ellobonegro
ELLOBONEGRO
Llamaron a la puerta al día siguiente: dos hombres con el uniforme de laFalangepreguntandopor lamarquesadeZuloaga.Amaia lesdejó entrar en lacasaperonolespermitiópasardelvestíbulo.Cuandosubióabuscarmeyvilaexpresiónensucarasupequealgoibaterriblementemal.—Preguntanporusted,señoramarquesa—meinformóconeltonodequiense
sabeportadorademalasnoticias—.Lesdiríaquenoestáenlacasaperodicenque tienen órdenes de llevarla al pueblo. El capitán Villa quiere verla en elcuartelillo.Liamdormíaenlacamadelcuartodeinvitadosdelprimerpiso,esamañana
porfinsehabíavistoconánimoparalevantarseydarunpaseoporlacasa.—Dilesqueahorabajo,porfavor.—MiréaLiamunmomentomásantesde
volverme hacia la puerta—. Y si no he vuelto para la hora de cenar dile aCatalinaquerecuerdeloqueledijelaúltimavezquefuialbosque,ellasabráaloquemerefiero.Amaia asintió despacio, sus rasgos juveniles parecieron los de una mujer
mucho más mayor un instante antes de desaparecer para bajar corriendo lasescalerasdemármol.NoibaadespertaraLiamparadecirle«adiós»ytampocobajaríaalcuartitodelosjuegosparadespedirmedeCatalinaodelasniñas.Mearregléelpelomirándomeenelespejodeltocadorymeajustémejormivestidodecolorgranate.Bajé la escalinata sin ninguna prisa; abajo, esperando impacientes en el
vestíbulovialosdoshombresdeuniformequehabíanvenidoabuscarme.
—Señores, ¿en qué puedo ayudarles?—les preguntémientrasAmaia fingíaquenoprestabaatenciónalaescena.—ElcapitánVillanoshaordenadollevarlaalpueblo,señoramarquesa.Está
enelcuartelyquierehablarconusteddeunosasuntos,asíquevámonos.Eloficialtendríamásomenosmiedadyajuzgarporeldesprecioconelque
hablóestabaclaroquenometeníamiedoyqueyonolecaíabien.—¿Sabe de qué se trata? —pregunté, aunque estaba segura de que tenía
relaciónconMaite.Probablemente ella había terminado hablando: les habría contado que yo
estabaenelbosqueesanocheyqueconocíala identidadde,almenos,unodelosbandolerosquellevabanmesesatacandoalaGuardiaCivil.ImaginéaMaiteen una sucia celda del cuartelillo con la cara hinchada por los golpes ydeformada,lasangresecaensuropaarrancadayelpelodespeinadodespuésdeque la hubieran interrogado durante toda la noche.No la culpaba: yo tambiénhubieradelatadoalaresponsabledelamuertedemihijosipensaraqueconellopodíaacortarlaagoníahastamipróximamuerte.—Yosolohagoloquedicen,señora,asíquelomejoresquenosacompañey
se lopregunteustedmismaalcapitánVilla—respondió,visiblementemolestoportenerqueresponderamispreguntas—.Elcocheestáfuera.Les seguí atravesandoelvestíbulo sindetenermey sindecirnadamás,pero
antesdecerrartrasdemílapuertadelacasamevolvíparamiraralinteriordeVillaSoledadunaúltimavez.Almaestabadepieenlaentrada,justodebajodela gran araña de cristal austriaco que colgaba en el centro del vestíbulo, y sedespidiódemíconlamano.Nomeesposaronduranteeltrayectohastaelpueblo,peroaunasí,cuandobajé
de la partede atrásdel cochequeusaronpara llevarmehastaBasondo, dondehabíaidodandotumbostodoelviaje,todoslosvecinosquehabíaenlaplazasemequedaronmirando.—Mira, han detenido a la marquesa. Lo mismo le dan el paseíllo a ella
también,selomereceporhacerseamiguitadelosnazis—susurrabanalgunos—.No,estacomomuchopasaunatemporadaenlacárcelylisto.Losquesoncomoellasiempresalenbienparadosalfinal.Nobajélacabezaavergonzadaniesquivélasmiradascuriosasdelosvecinos
queme vieron seguir a los dos soldados hasta el edificio del cuartel. Nome
habíaavergonzadonuncaporloquehacía,ysiesoseranmisúltimosmomentos,desdeluegonoibaaempezarahacerloahora,asíquedejéqueloshabitantesdeBasondo disfrutaran de mi humillación pública pero sin darles el gusto demostrarvergüenzaomiedo.El pequeño cuartel de la Guardia Civil que había calle arriba se había
convertidoenelcentrodemandodelcapitánVilladesdequeélysushombresllegaronaBasondo.DentrodelcuartelnohabíaespaciosuficienteparaalojaralossoldadosdeVilla,nisiquieraalamitaddeellos,peroaunasíélhabíadadoorden de que se quedaran en el pequeño edificio de dos plantas hasta nuevoaviso.YonohabíapasadoporesacalledesdequeregreséaBasondo,laevitabadandounpequeño rodeosi teníaquepasarcercaal igualquehacían todos losvecinos.Peronoera soloelmiedoa terminarencerradodentrodeeseedificioalgúnmalditodíaloquehacíaquelagenteevitarapasarpordelantedelcuartel:algunasvecesseescuchabandisparosqueproveníandelpatio trasero,disparosquecortabanelsilenciodelvalleyrecorríancadacalleycadacasadeBasondoporquetodoelmundosabíaqueenelpatiotraserodelcuarteleradondeestabalapareddeladrilloscontralaquefusilabanalosdetenidos.—Señoramarquesa,graciasporvenirtanpronto—mesaludóVillacomosiyo
hubiera tenido opción de negarme a ir hasta allí—. ¿Qué tal las cosas por lamansión?¿Extrañanmipresencia?Villaestabasentadotrasunescritorioenunapequeñaoficinasinventanas.Su
gorra—que recuperódespuésde la explosiónyquehabíamandado limpiar—estaba sobre lamesamientras él terminabade firmarunosdocumentoscon suplumaestilográfica,unaWatermandeplatamacizacondospequeñosdiamantesincrustados,tancaracomolareparacióndetodaslasventanasdeVillaSoledad.—Sí—respondíconfrialdad.Eramentira,porsupuesto.DespuésdelabombaenlafiestadeNavidad,Villa
sehabíainstaladoenelcuarteljuntoconsushombresporseguridad.Catalinayyoestábamosencantadasdenotenerledeambulandoporlamansiónasuantojo.Villamesonriócomoquienconocetusecretomásprofundo.—Señoramarquesa,veoqueestáustedmolestaporalgo.Confíoenquenosea
pormiculpa.ElcapitánVillaeradeesoshombresquefingíaserespartanoensusgustosy
ensumododevida:
—Unhombrerectodelosqueyanoquedan,nomeimportadormirenelsuelosihacefalta—mehabíadichoenunaocasión.Pero con el paso de losmeses yome había dado cuenta de que en realidad
Villaadorabarodearsedelosmismoslujosycaprichosquetodonuevorico:lacoleccióndecochesdeportivosimportadosqueguardabaenelgarajedesucasadeMadridcomountesoro,elrelojBulovadeoroquellevabaensumuñecaqueasomabadevezencuandobajolamangadesuuniforme,laplumadeplataconlaquefirmabaloqueahorameparecíanórdenesdedetención...AlcapitánVillale gustaba creer que era un hombre intachable, digno de esos poderessobrenaturalesqueélcreíatener,peroenrealidadnoeramásqueotronuevoricocodicioso.—¿Porquémehahechovenir?—preguntémuyseria—.Nomegustaqueme
hagan salir de mi propia casa sin darme siquiera una explicación. Hacemosnegociosjuntos,creoquemerezcoesoalmenos.Villa firmó la última orden de detención que tenía sobre la mesa, cerró la
plumaconcalmayladejósobrelamontañadepapelesqueteníadelante.—Desdeluegoquemereceustedunaconsideraciónespecial—dijomirandola
plumaunmomentomásantesdelevantarsusojosparamirarme—.Yconfíoenquemishombreshayansidotanamablescomolaocasiónmerecía.Nohabía nadiemás en el despacho aparte de nosotros dos, tampoco es que
hubiera mucho espacio en la diminuta oficina con el escritorio enfrente y lacolumnadearchivadoresalotrolado,aunasí,meparecióquetodoelairedelahabitaciónseconsumíacuandoVillaselevantóarrastrandoruidosamentesusillasobre el suelo. Di un respingo al escuchar el chillido de las patas demaderasobrelasbaldosas.—Sí,muyamables—murmuré.—Elcasoesqueayerporlatardedetuvimosalaesposadesucapataz,Maite
—empezó a decir Villa rodeando el escritorio para llegar hasta mí—.Sospechamosqueellaconocíalosplanesdesumaridoydesuhijoparaatentarensufiestayquecolaboróconellos.Tragué saliva, Villa estaba ahora tan cerca que podía sentir el olor a ropa
limpiaquesalíadeél.—No lo sabía—mentí—.He pasado estos últimos días ocupándome de las
obrasenlamansiónydelestadodelseñorSinclair.
—Esunhombrefuerte,estoysegurodequeterminaráporreponersedeltodo.Cuandoleveahágameelfavordedarlerecuerdosdemiparte.Respiréaliviada,nomehabíanmandadoirparadetenerme.—Desdeluego.—¿Qué sucede, señora marquesa? Parece preocupada.—Villa entrecerró los
ojosuninstanteparaestudiarme—.Nomediráustedquepensabaqueíbamosaarrestarla,¿porquéharíayotalcosa?Ustednohahechonadamalo,esunadelosnuestros.—Y¿porquéestoyaquíentonces?—quisesaber.Antes de responder Villa cogió su gorra del escritorio y se la colocó con
cuidadodenodespeinarsesupelocastañopeinadohaciaatrás,despuésabriólapuertadelpequeñodespachoymehizoungestoconlamanoparaindicarmequesalierayoprimero.—Maite, la mujer de su capataz, no nos ha dicho nada—empezó a decir
mientrascaminábamosporunpasilloangosto—.Ellaaseguraquedesconocíaloque tramaba su marido y que no sospechó nada cuando él y su hijo mayorsalierondecasaenNochebuena.Llegamosaunasescalerillasquebajabanhastaunapuertacerrada,Villanolo
dijoperoestuveseguradequeesaera lapuertaque llevabahastaelcalabozo,porqueenesapartedeledificioolíaaorines,avómitoyasangrecoagulada.—Talvezellanoestuvieraaltantodeloqueplaneaban—sugerísinmuchas
esperanzasdeconvencerle—.PuedequeelmaridoyelhijonolecontarannadaaMaiteparaprotegerla.—¿Protegerla?¿Ydequéquerríanprotegerla?—Villasedetuvoamitaddel
pasillo ymemirómuy serio—.Nosotros somos los buenos, señoramarquesa,los elegidos: somos la ley y el orden. ¿Por qué iba alguien a tenermiedo denosotrossinoesporqueestánplaneandohaceralgoterrible?Pensédeprisaintentandonoseryolaqueterminaradetrásdelapuertacerrada
queteníafrenteamí.—Quería decir, que tal vez no le contaron nada a Maite para que ella no
pudieracontárseloausted.Losmaridospocasveceslescuentansusplanesasusmujeres—añadí.Villaasintiódespacioymeparecióquemehabíacreídoporquemetiólamano
enelbolsillodelpantalóndesuuniformeparasacarunmanojodellaves.
—Sí,yalohabíapensado,peroelcasoesquenopodemosestarsegurosdesila mujer sabe algo más: no me gustaría descubrir demasiado tarde que hanrobadomásdinamitadesuminaparafabricarotrabombaoqueaotrosdesustrabajadoreslesdieraporhacerlomismo—dijomientrasmetíaunallaveenlacerradura—.Solonospodíafaltarteneramásexaltadosyperdedorescaminandopornuestrascallesarmadoscondinamitacomosinada.NosemeescapóqueVillahabíadicho«nuestrascalles»comosicreyeraque
Basondoeradesupropiedad.—¿La dinamita que usaron en la bomba la consiguieron en la mina? —
pregunté.—Así es, de la que usan para las voladuras. La robaron aprovechando un
descuidodelchicoquevigilaelalmacén—respondióél—.NovamosafusilaraMaite hasta que no podamos estar seguros de que nadie más en este puebloescondedinamitaynosguardarencor,¿comprende?IbanafusilaraMaite.Recordéaesaadolescentepocosimpáticaylarguirucha
que atendía la mercería cuando su madre estaba ocupada cosiendo en latrastienda.NosviaAlmayamídeniñas,cadaunadeunamanodeCarmen,esperando lacola interminabledeseñorasen ladiminuta tiendahastaque,porfin,eranuestroturnodecomprarencajesybotonesalpeso.Porunmomento,elolor a lamadera oscura delmostrador sobado de la pequeñamercería y a lasmuestras de telas apiladas en la trastienda se volviómás fuerte que el olor amuertequellenabaesesiniestropasillo.—Entiendo—mascullé.—No podemos pasar página y mirar hacia el futuro mientras aún haya
individuosporahíquequierenhacernosvolarenpedazos—dijoVilla—.Maiteha pedido hablar con usted.No quiere ver al cura para confesarse, a ningunaamigaoanadiedelamina,soloausted.Poresolahemandadovenirtanrápido.—¿Quierevermeamí?—Parpadeésorprendida—.¿Porqué?—Nolosé—admitióVilla—.Hableconella,averigüecuántosabeenrealidad
sobreelatentadoosiconoceaotrosquehayanrobadoexplosivosdelamina.Lomásseguroesqueellaquierapedirleperdónporloquesumaridoorganizóensufiesta,asíquedígalequeleperdonaycuéntemedespuésloquelehayadicho.Apesardetodo,Maitenoleshabíacontadonadasobremíosobremivisitaal
bosqueparahablarconTomás.PenséenesomientrasVillacerrabadegolpela
puertadelcalabozodetrásdemí.—¿Maite?—lallamécuandoelecodelapuertacerrándosesedesvaneció—.
SoyEstrella.En la celda había solo el esqueleto de un camastro de hierro sinmuelles ni
colchónyuncuboenunaesquina.Laúnicaluzenlapequeñaestanciaprocedíadeunventanuco rectangularquehabía justodebajodel techo,demodoque loúnicoque se veía desde la celda era el cielo.Unas rejas de hierro cerraban elpaso aunque la ventana estaba imposiblemente fuera del alcance de cualquierprisioneroquemidieramenosdetresmetros.Laluzlechosadelatardeentrabapor la ventana,me pareció bastante retorcido ponerle una ventana para ver elcieloaalguienquesabequejamásvolveráapisarelmundodelosvivos.Maite estaba sentadaenelotroextremode la celda, con la espaldaapoyada
contralaparedylacaraescondidaentrelasmanos.—Bien,nosabíasiesosladejaríanveniralfinal—dijosinlevantarlacabeza
—.Acérqueseunpocomásparahablarporsiacasonosestánescuchandodetrásdelapuerta,noquieroqueoiganloquetengoquedecirle.ObedecíycaminéhastaMaite,ellaporfinlevantólacabezaparamirarme.—¿Quétehanhecho?—pregunté.Maiteteníaunojomorado,lapieljustodebajodelgolpeestabaempezandoa
adquiriruncolorvioletaoscuroyamarilloenlosbordes.Habíauncorteabiertoen su ceja, en elmismoojo, ya no sangraba, pero los restos de sangre seca yoscuratodavíaestabanpegadosalalíneadesupeloyasuoreja.Ensucuello,justodondeempezabala teladesublusa,meparecióver lashuellasquedejanunosdedosdespuésdeapretarlapielelsuficientetiempocomoparaestrangularaunapersona.—Nohacefaltaquefinjaamabilidadconmigo,nolahehechovenirparaque
las dos lloremos juntas por las desgracias ni para que tenga la oportunidadderedimirse—medijoconvozreseca—.Pocomeimportanesosasuntosamí,nome queda mucho tiempo en este mundo y no lo voy a malgastar intentandohacerlasentirculpablecuandosébienqueledaigualloquemepase.—¿Quéquieresdemí?Maitetomóaire,parecíacansada,peronoeralamujerasustadaconvertidaen
unovilloporlosgolpesyelmiedoacurrucadaenunrincónquepenséquemeencontraría.Estabaserena,lúcida.
—Novoy a delatarla, pierda cuidado—empezó a decir—.No es porque semerezca mi perdón, es porque me van a matar igual y, aunque me dueleadmitirlo,necesitoalgodeusted.—¿Quées?Maitememiróconsuojohinchadoantesderesponder,meparecióintuiruna
lágrimaentrelacarnetumefactaquerodeabaelojo.—Mi hija, la hermana melliza de Ángel —dijo por fin—. Ahora está
escondida en casa de una vecina por si acaso a estos les da por detenerlatambién, pero ella no puede quedársela: sonmuchos ya y no puede alimentarmásbocas,ynadiemásenestebenditopuebloacogeráamipequeñacuandoyomueraporquetodasufamiliaestámarcadaparasiempre.Sisolohubierasidolodelabombaigualalgúnvalienteseatrevíaahacersecargodeella,perodespuésdequemehayandetenidoamíyanohaynadaquehacer.—¿Quieresquemehagacargodetuhija?—Sí—admitióMaiteporencimadesuorgulloydelosgolpes—.Acójalaen
sucasa,tienedinerosuficienteparamantenerlamientrascrece:enséñelaaserviropóngalaacortarpatatasenlacocinacuandoseamásmayor,medaigual.Hagaloqueseaperonopermitaquemihijasemueradehambreydefríoenlacalle,nodejequeselacomanvivaesosperrosdeuniforme.Maiteescupióalsuelodelaceldacuandoacabódedecirlaúltimafrase.—Prométamequecuidarádeminiñayyonolesdiréqueustedsabíadóndese
escondían losbandolerosni que se entiende conunode ellos—añadió—.Mellevarésusecretoconmigo.—Y¿quépasaconlosdemás?Aunquetúnodigasnadademí,otroshombres
mevieronenelbosqueesanoche.—Nohablarán, ya casi han terminado con todos ellos—respondióMaite sin
emoción—.Solofaltasuamigoelcura,peronadiesabedóndeestá.Dicenporahíquehasalidocorriendodelpuebloparasalvarelpellejo.NohabíavistoaTomásdesdelaexplosiónenNochebuena.CuandovioaVilla
salircaminandodelcomedorformalsinapenasunrasguñoTomásmascullóqueibaabuscaralmédicoysemarchóperdiéndoseentre losdemás invitadosquesalíandeVillaSoledad.—¿Lohará?—Maitemeagarrólamanocontodaslasfuerzasquelequedaban
ymemiró—.¿Seharácargodemihija?
Bajélamiradahaciasumanoalrededordelamía,notéquelefaltabanunpardeuñasyque lasyemasdesusdedosestabanensangrentadascomosihubieraestado arañando algo. Le apreté la mano con suavidad en el mismo gesto depromesasilenciosaquelehiceaCatalinalanochequetiramoselcocheconsumaridomuerto alCantábrico. IgualqueconCatalina, ahora lasdos estábamosunidasporunsecretoquenosllevaríamosalatumba.—Pierdecuidadoportuhijayvetetranquila:cuidarédelaniñacomosifuera
mía—prometí convoz frágil—.Laniña iráa losmejorescolegios, tendrá losvestidosmásbonitosqueeldineropuedacomprarydoshermanaspequeñasquelaquerránylaimitaránentodoloquehaga.Maiteserioentrelágrimas.—Sí,asísontodosloshermanospequeños—dijo—.Gracias.Acambioyome
llevosusecretoconmigoalcielo.Mesoltólamanoporfinyyolasoltéaella,peromedejórestosdesusangre
enlapalma.Lamiréintentandopensaralgoquedecirlequepudieraconsolarla,abrílabocaperoellasemeadelantó:—Nohacefaltaquediganada,asíestábien.Asentíensilencioydiunpardepasoshacialapuertacerradadelacelda.Di
dos golpes en la puerta para que Villa me abriera, quería salir de esa cárcelcuanto antes pero de repente caí en la cuenta de que había olvidado algoimportanteymevolvíhaciaMaite:—Tuhija,¿cómosellama?Escuchélacerraduraabriéndosealotroladodelapuerta,elsonidodelallave
y la voz deVilla dando órdenes a sus hombres, peroMaite sonrió despacio yrespondió:—Victoria.
MedespedídeVillaenelpasillodelcalabozoqueolíaavómitoyasangre.Aunque después no recordaría mis propias palabras, le conté al capitán queMaitesoloqueríahacermesaberquemeguardaríarencorenelotromundoporhaberempujadoasufamiliaaladesgracia.Salídelcuartelcaminandosinsentirmis propios pies. Bajé casi flotando la cuesta empedrada que llevaba hasta laplaza del pueblo, pero no había llegado al corazón de Basondo aún cuandoescuché los disparos que salían del patio trasero del cuartel: una ráfaga dedisparos rápidos, más de veinte, impactó contra la ya agujereada pared deladrillodelpatioarrancándoleunsilbidoinsoportablealatarde.Medetuvejustodondeestaba,asustadaporelruidoamiespalda.Elecodelosdisparossealejórepitiéndoseportodoelvalle,toméaireydiunpasodecididaaalejarmedeallíparanovolver jamáscuandoescuchéunúltimoysolitariodisparocortandoelaire:eltirodegraciaenlacabezadeMaite.Empezóalloverinclusoantesdequellegaraalaplazadelayuntamiento,una
lluviacortanteygrisáceaquefueempapandomipeloymi trajede lanillacasisinquemedieracuenta.Txirimiri:eseeraelnombredeesalluvia,otrapalabraprohibidaquesonabacomountrabalenguasmisterioso.Nosabíacuándohabíaempezadoallorar,peronodejédehacerlodurantetodo
elcaminodevuelta.SalídeBasondoycaminéporelmargendelacarreteraquellevabahastaVillaSoledad temblandopor la lluvia,el fríoyel llanto.Unodemiscamionespasódelargoporlacarretera,ruidosoysucio,llenodewolframioesperandoparaserdescargadoenelmuelledelacantilado.Cuandoelestruendodelcamiónpasódelargoyseperdióenelhorizonteescuchéotravezlalluviacayendoenelbosque.Caminabatancercadelahileradeárbolesquelasramas
me arañaron el brazo enredándose enmi abrigo como una criatura con largosbrazosintentandosujetarme.Lleguéal lugardondeVillahabíamatadoalpequeñoÁngelconelHispano-
Suizadelmarqués,elmismolugardondedossemanasdespuésmatóasupadreyasuhermanomayor.Vilatierraremovidaenelarcénjuntoalbosque:eralatumbarecientedondeloshombresdeVillahabíanenterradoaJuliányasuhijomayor. La esquivé para no caminar sobre ellos por respeto pero también portemoraquelosdospudieranmirarmeconsusojosdemuertocomohacíaAlma.Cuandodejé la fosadetrásdemímeagachéy toquéel suelodebarrocon lasmanosparahacercrecerhiedrayfloresazulessobresutumba.Despuésme limpié el barro fresco en el abrigo sin importarmeque quedara
arruinadoparasiempreyseguícaminandohastaqueviaparecereltejadoverdedeVillaSoledaddespuésdeunacurva.Unrayogolpeólatierracercadelacantiladojustocuandoyocrucélapuertade
hierrode lafinca,atraveséel jardíndelanteroentre lágrimasyentréenlacasasincerrarlapuertaverdedetrásdemí.LalluviaentróconmigoenVillaSoledadymedejécaerderodillassobrelasbaldosasblancasynegrasdelvestíbulo.LiamestabaenlacocinahablandoconCatalina,podíaescucharsusvocespor
encimadelatormenta—queahoradescargabasobrelamansiónyporencimademillantoincontrolable—,losdossalieronalarmadosaloírlalluviaqueentrabaenlacasa.Liamllevabaelbrazoderechosujetoenuncabestrilloqueyolehabíahechoconunpañuelodesedaitaliano,todavíanopodíamoverloconnormalidadperocorriócomopudoysearrodillóenelsuelofrenteamí.—Estrella, ¿qué ha pasado? —hablaba tan deprisa que ni siquiera se dio
cuentadequesuacentoverdadero,noeldelhombreeducadoencolegiosdelujoingleses que fingía ser, se colaba entre sus palabras haciendo casi imposibleentenderle—. Estás bien, ¿te han hecho algo? Amaia nos ha dicho que hanvenidodossoldadospreguntandoportiparallevartealpueblo.Leabracéconfuerzasindejardellorar,respirandosuolorfamiliarmezclado
conelolordelatormenta.—Tú tenías razón, tenemosquemarcharnosdeBasondo—susurrécontrasu
cuello.MeapartéunpocodeLiam,sololojustoparapoderverlemejor.Hacíacuatro
horas no había tenido el valor de despertarle para despedirme de él y quería
asegurarme de que seguía siendo tal y como yo le recordaba por si acaso loshombresdeVillavolvíanabuscarme.Estudiésusojosdezorrodelmismocolorqueelbosque,supelosalvajeysusonrisatorcidadebajodesubarbacobriza.—¿Quéhapasado?—mepreguntómáscalmadoahora—.Y¿paraquéquería
verteVilla?Leacariciélamejillasintiendolatexturadesubarbaenlapalmademimano,
justoenelmismolugardondemehabíamanchadolasangreresecadeMaite.—Teníamiedodenovolveravertenunca—respondí.Liamsujetómimano
con la suya apretándola contra su mejilla un momento más—. Tenemos quemarcharnos deBasondo.Dijiste que tenías un contacto capaz de conseguirnospasaportes y papeles para llegar aEstadosUnidos, ¿cuánto tiempo tardaría entenerlotodolistosileavisasya?Catalinacerrólapuertaprincipalyseacercóhastadondeestábamos.—Porfinentrasenrazón—medijodespuésdeunsuspirodealivio—.Pensé
que íbamosa tenerquemorir todosparaque tú tedieras cuentadequeyanopodemosseguirviviendoaquí.Basondoyanoesnuestrohogar,Estrella.Asentídespacioperonomepusedepie,nosabíasimispiernasaguantarían.—¿Cuántotiempo?—pregunté.—Miamigotardaráunasemanaentenerlospasaportesytodolodemás,pero
porserparamípuedequelotengatodopreparadoendosotresdías—respondióLiam—. ¿Estás segura de que quieres hacer esto? Si nos vamos no podremosvolver.—Llámale—respondímuyseria—.Ynecesitaremosunpasaporteextrapara
unaniñaquesevieneconnosotros.—¿Quéniña?—preguntóCatalinasorprendida.—LahijadeMaite,Victoria.Noslallevamosconnosotros.Catalinabajólacabezayclavólosojosenlasbaldosasdelsuelo,nonecesitó
preguntarmeporquénosllevábamosalapequeñaVictoria.—Seremos tres adultos y tres niñas entonces —se aseguró Liam—. Me
ocuparédemovertodoeldineroquepuedadesdelascuentasdelaempresahastaunacuentafueradelpaísparaquenopuedanrastrearla,peroesmuyposiblequeenMadridsedencuentadeloqueestamoshaciendocuandoeldineroempieceadesaparecerdeEmpresasZuloaga.—Pues hazlo rápido y coge solo lo que podamos llevarnos para que no
sospechen nada —sugirió Catalina—. Yo me ocuparé de las niñas: ropa,medicinas y todo lo que puedan necesitar para un viaje tan largo. Tú haz lasmaletasconnuestrascosasymiraaversipuedesmetertambiénlasjoyasdetumadre, los bonosdel tesoroy todo el dinero enmetálicoque tengamospor lacasa.Enlacajafuertedeldespachohaycasicienmilpesetas.Asentí,peromiréalrededor: contandosolo loquehabíaenelvestíbulo—la
gran araña de cristal austriaco que colgaba sobre nosotros y el espejo con elmarcodepandeoro—dejaríamosabandonadaunafortuna.—Dejaremoslamansiónamuebladayconmilesdepesetasencosasvaliosas
perosolosoncosas,Estrella—medijoLiamcomosipudieraleermelamente—.DebemosirnosdeVillaSoledadantesdelviernes.Alma estaba de pie en el descansillo del primer piso asomada sobre la
balaustrada de la escalera con su larga melena negra cayéndole a los ladosmientras escuchaba nuestra conversación, igual que espiábamos a nuestrospadrescuandolasdoséramosniñas.—Noesporlascosasvaliosas,loscuadrosolaropabonita—admitíymiréa
Almaunavezmás—.Esporqueséquenuncavolveréaestacasa.
La primera tormenta del año llevaba dos días enteros azotando la costa.Estábamos en el acantilado, en el cargadero de hierro esperando al barco quedebíallevarnosesanochehastaEscocia.Debajodenosotros,laespumadelmarserevolvíaempujadaporelvientodelnortequebarríaelprecipicioyatodoslosqueestábamossobreélconsualientogélido.—Elmar estámuy picado, a lomejor tu amigo no puede acercarsemás al
muelle—dijoCatalinasinocultarsupreocupación.—Vendrá,melodebe—respondióLiamsindejardemiraralmarporsiacaso
veíaaparecerelbarcodesuantiguosocio—.Vendrá,sabeloquenosjugamos.Lehedichoqueestaeranuestraoportunidadparaescapar,sialguienpasaporlacarreteraynosveaquífueraesperandoenmitaddelanocheconlasmaletas,seacabó.—Nopasaránadie,lasnochesdetormentanuncapasanadieporestacarretera.Catalinamemiróentre la lluviaysupequeella tambiénestabapensandoen
otranochedetormenta:cuandoambastiramosaPedroalfondodelCantábrico.Nadieenelmundoconocíanuestrosecreto,nisiquieraLiam.—Cuando lleguemos a Escocia descansaremos un día en casa de un amigo.
Tiene un pequeño hotel enDurness, un pueblo en el noroeste de Escocia. Enverano hay algunos turistas pero en pleno invierno nadie se atreve a ir tan alnorteporquehacedemasiadofrío,asíquenadienosverá.MefijéenlamaneraenquelosojosdeLiamoteabanelhorizontebuscando
laslucesdelbarcocondesesperación.Liamysuantiguosociohabíanacordadouncódigodelucesespecíficoparasaberqueeraélencuantoelbarcoseacercaralo suficientealprecipiciocomoparapoder fondear,despuésbajaríamosporel
muelleenlamismacestademetalquelostrabajadoresusabanparahacerllevarelwolframioalosbarcosalemanesenelmar.—¿Tienes ganas de volver?AEscocia.A tu tierra—le pregunté de repente
aunquenuncahabíamoshabladodeeso.Mesonrióapesardelfríoydelalluviayrespondió:—Esomedaigual,loúnicoquemeimportaesqueestemosasalvo.Miréalasniñas:lastresestabanbienprotegidasdelvientodeeneroporcapas
ycapasderopa.LauraestabaenbrazosdeCatalina,quelaprotegíadelalluviaconsucuerpo,yoteníaaMarinacogidadelamanoyVictoriaestabaamiladomirando el mar con la misma expresión silenciosa que tenía desde que latrajimosacasadosdíasantes.LavecinaconlaqueMaitehabíadejadoalaniñaselaentregóaCatalinaconteniendolaslágrimaspornopoderhacersecargodeella.Aunqueteníacincoaños,Victorianohablaba,nohabíadichounapalabradesde que estaba con nosotros, pero un par de veces me había parecido queintentabasonreíralveraLiamhaciendomalabarismosconsubrazomaloparaservirleseldesayunoalastrespequeñasenlacocina.—¿Quéhoraesya?Parecequellevemostodalanocheesperandoaquífuera,
medacosaquelaniñaseresfríeantesdelviaje,bastantedelicadadesaludestáya.—CatalinamiróaMarinaydespuésotravezalmarnegrobajonuestrospies.—Vendrá,noospreocupéis.Metí lamano libre en el bolsillo demi abrigo ymedi cuenta de que había
olvidadocoger lasmuñecasde lacasita.Antesde salirdeVillaSoledadhabíaregistradocadahabitaciónparadespedirmedelacasayparaestarseguradequeno olvidaba nada importante. Vi la réplica de la mansión sobre la mesa deajedrezdemamáenlabibliotecaperonomeacordédelasmuñecashastaestemomento.—Olvidé algo, tengo que volver a la casa. Solo serán cinco minutos, diez
como mucho.—Me volví hacia Liam y le di un beso en los labios, estabanheladosysabíanunpocoalsalitrepegadoenelviento—.Noosvayáissinmí.—Esojamás.Le di la mano de Marina para que él la cuidara y salí corriendo entre las
hierbasaltasdevueltaalacasa.CuandoentréenVillaSoledadlamansiónestabaensilencio,esperando,casi
pude sentir el pulso de la casa latiendo bajo los tablones del suelo y en las
paredes:yasabíaquelahabíamosabandonado.Atravesédeprisaelvestíbuloycaminéaoscurashacia labiblioteca.Lasdos
muñecasseguíanenlaréplicadelamansión,acostadascadaunaenunadelascamascondoselenlahabitaciónredondadelatorre.Laúltimavezquelasvi,las dos muñecas idénticas estaban mirando por los falsos ventanales de suhabitación como hacíamos nosotras cuando esperábamos para ver pasar lasballenasquenadabanconsuscríasescapandodelasaguasdemasiadofríasdelmardelNorte.Alguienlashabíamovidootravez.Sabíaquenoeraningunadelasniñas—erandemasiadopequeñascomoparaque les interesara lacasitademuñecas— yme costaba imaginarme a Catalina o a Liam jugando con ellas,abriendo los cajoncitos de las cómodas o colocando las diminutas tacitas deporcelana sobre lamesa de la cocina.Yo sabía bien quién cambiaba ahora desitiolasmuñecasporlasnoches.EraAlma.Sonreícontristezayguardélasdosmuñecasenmibolsodeviaje,sabíaquenopodíallevarmelacasitaconmigo—esa casita con la que nuncame permitieron jugar y que tan inútilme pareciócuando mamá nos la regaló años atrás— pero las dos muñecas sí vendríanconmigo a LasÁnimas por si acasoAlma quería seguir jugando con ellas enCalifornia.Yaibaasalirdelabibliotecacuandoescuchéunruidoqueveníadelvestíbulo:
eraelsonidoinconfundibledeunasbotasmilitaresdecuerosobrelasbaldosasbicoloresdelaentrada.Miréhacialaventanapensandoenescabullirmeporellay correr campo a través bajo la lluvia hasta el cargadero en el acantilado,esperandoqueVillacreyeraquetodosdormíamosenlashabitacionesdearribaysefuerapordondehabíavenido.«A lomejor solo está en la casa porque ha venido a buscar sus cosas a la
capilla familiar, tal vezolvidó algo laúltimavezque estuvoallí.Si te quedasmuycalladapuedequesemarchesinmás»,pensénomuyconvencida.NohabíavistoalcapitándesdelatardequehizofusilaraMaiteperosabíabienqueVillanoeradeltipodehombresquedesaparecensinmás.Laspisadasdesusbotassonaronmáscercaahorayvolvíamirarlaventana.
Nopodríaconseguirlo:aunque lograraabrir laventanasinhacer ruido—ysinqueelsonidodelalluviafueramedelatase—ypudieracorrerporelprecipiciohasta el cargadero, si Villa me descubría le llevaría directamente hasta Liam,Catalina y las niñas, así que tomé aire y salí caminando de la biblioteca con
tranquilidadyhaciendotantoruidoconmistaconescomopudeparaquenomedispararaallímismoalconfundirmeconunintrusooalgopeor.—¡Qué susto me ha dado, capitán!—mentí, llevándome la mano al pecho
comosimicorazón latieradeprisaparahacerlomáscreíbleaún—.¿Quéhaceaquíaoscurasytantarde?Nosabíaquevendríaestanoche.Villa estaba cerca de la escalinata de mármol con la mano apoyada en la
balaustradadecaoba,notéqueacariciabalamaderacomosiyafuerasuya.—Señoramarquesa,lamentohaberlasobresaltadoasí.—Sonrióalvermepero
intuí susojosprofundoschisporroteandodebajode lagorrade suuniforme—.Espero que no le importe que haya entrado en la casa sin avisar, la puertaprincipalestabaabiertayhesupuestoqueestaríancenando.Eramentira.NoteníaformadesabercuántotiempollevabaVilladentrodela
casa en realidad, pero cuandoyo había entrado corriendobajo la lluvia, habíatenidoquepararmeabuscarmisllavesparapoderabrirlapuertadelaentradaydespuésnolahabíaoídoabrirseotravez.—No,claroqueno—respondíconvozcalmada—.EssoloqueCatalinayel
señor Sinclair no están en casa, pero hay comida suficiente en la cocina si leapetececualquiercosa,aunquetendráqueprepararloustedmismoporqueeslanochelibredeAmaia.—¿Dóndeestán?ElseñorSinclairysuhermana.Parecequehayansalidodela
casaatodaprisa,perolamayoríadesuspertenenciastodavíaestánarribaensushabitaciones,yveoqueaúnquedancosasdevaloraquí.—Villaseñalólaarañadecristalquecolgabaaseismetrossobrenuestrascabezas—.Soloesalámparaya costaráunapequeña fortuna, nohedejadodemirarla desde la primeravezquepuseunpieenestacasa.Esrealmentepreciosa,única.¿Esunaantigüedadfamiliar?Miré disimuladamente el reloj en mi muñeca, ya habían pasado los diez
minutosquelehabíapedidoaLiam.Sabíaquenuncasemarcharíansinmíyesoerajustoloquemepreocupabaahora:queLiamoCatalinavinieranabuscarmealacasa.—Sí,creoqueerademiabuela—dije—.ElseñorSinclairyCatalinanoestán
porquehansalidohaciaBilbaoestatarde.VamosallevaraMarinaauncolegiointernaenSuiza,porsuspulmones,elairelimpioeslomejorparasusalud.Yohe tenido que quedarme aquí un rato más para terminar unos asuntos de la
empresa,peromereuniréconellosenBilbaoestanocheyyallegotarde,asíquesinoleimportacerrarlapuertadespuésdesalir...Caminé decidida hacia la puerta pero noté que Villa no me seguía, estaba
todavíaalpiedelaescalinatademármol.—¿ABilbao? Pues tenga usted cuidado: al último de esta familia que salió
parairaBilbaonoselehavueltoaverelpelo.Teníalapuertaprincipaldelacasaamenosdecuatrometros,solounparde
pasosmásypodía abrirla,pero también sabíaqueno teníadóndeescondermedespués, así quemevolví paramirarle: necesitaba convencer aVilla para quesalieradelacasaconmigo.—Noséquéinsinúa,capitán.Micuñadonosrobóyselargó,elmuymiserable
sellevóuncoche,midineroyelcorazóndemihermanaconél.—Sí,unaverdaderalástimalodesuhermana:tanjovenyserabandonadapor
suesposo.Pero,dígame,ellasoloessumediohermana,¿noesverdad?Lahijabastardadelmarqués.—Villa sequitó sugorray sepasó lamanopor supeloimpecablemente peinado hacia atrás con fijador—. Y su amante no es undistinguidolordinglésounrespetablemarchantedearte:essolounestafador,opeor, es un espía de los aliados al que deja dormir en su cama y con quiencomparteinformaciónvitalsobrenuestrosnegociosconlosalemanes.La luz blanca de un rayo entró por las ventanas de la casa iluminando el
vestíbulouninstante.Fuera,porencimadelsonidodelalluviaydelvientoquesacudíalalonaancladaalafachada,ellobonegroaulló.—Estarde,capitán,ycreoquedeberíamarcharseyaparaqueyopuedairme
también. Si sigue lloviendo así, la carretera quedará anegada pronto y le seráimposiblevolveraBasondo.Abrí la puerta y el ruido de la tormenta inundó el vestíbulo.Una ráfaga de
vientosaliódeentrelosárbolesalotroladodelacarreterayentróserpenteandoenlacasaarrastrandounpuñadodehojassecashastamisbotasdeviaje.—No voy a regresar aBasondo esta noche. Estoy pensando en quedarme a
dormiraquí,enestacasa,creoqueesverdadqueestáembrujadaporquesiempreacabovolviendo a ella.La casa es comoun imánpoderoso, hay algo especialentreestasparedesquehacequenosemevayadelacabeza.—Villajugueteóunmomento con su gorra y después se acercó hasta donde yo estaba, despacio,sabía que yo no iría a ningún lado—.No creo que su hermana bastarda y su
amante extranjero hayan ido aBilbao: pretendenhuir del país, por eso se hanllevadoa lasniñasenmitaddeuna tormentayporesonoquedacasinadadevalorensushabitaciones:hancogidotodoloquepuedenllevarseenunamaletaporquenotienenintenciónderegresaraBasondojamás.El sonido de un trueno sacudió las ventanas de vidrieras y la casa entera
temblóanuestroalrededor.—Nosédequéhabla—ledijemuyseria—.Peroyaestardeyleaseguroque
yonovoyaprepararlelacena,capitán,demodoquecojaloquehayavenidoabuscarysalgademicasadeunamalditavez.El lobonegroaullóentre losárboles, justoen lafronteradelbosque.Nome
atrevíadarmelavueltaparaverleperosabíaqueestabacerca.Siempredetrásdemí.—No importa adónde vayan o dónde se escondan, porque nunca estarán a
salvo de mí.—Villa se inclinó hasta mi oído y susurró—: Medio mundo esnuestro ya y pronto conquistaremos el otro medio. Aunque consiga huir estanoche,yopersonalmentelesbuscaréparatraerlesdevueltaaquí,hastaesepatiotraseroconlapareddeladrillosquetantomiedoleda.Unescalofríomebajódeprisaporlacolumnaaunquenolocausóelfríoola
ropamojada:fuelapromesasiniestraenlaspalabrasdelcapitán.—Así es, lo sé todo. Se lo vi en los ojos la tarde que la mandé llamar al
cuartel:visumiedoaterminarenesaceldamalolienteigualquelamujerdesucapataz—añadióél—.Yaséquehablóconlosbandolerosyconloshuelguistasamisespaldas,asíescómoterminóconlahuelga:hablandoconsuamigoparallegar aun acuerdo, ese cura republicanoque ahora estádesaparecido, elmuycobarde.Podíahaberhechoquelaarrestaranmuchasveces,señoramarquesa.Austedyasufamiliadebastardosytraidores.—Y¿porquénolohizo?—pregunté,conunavoztanfrágilquelaodié.Villa me sonrió y otra vez me sorprendió lo que ese hombre de sonrisa
encantadoraeracapazdehacer.—Alprincipiofueporquequeríavercómodeespecialeraenrealidad,sébien
queesustedunacriaturafueradelocomún:eltipodeanimalextraordinarioquesolo se puede cazar en lomás profundo del bosque, donde se siente a salvo.Despuésmedicuentadequequeríasuminaysuwolframio.—Ymicasa—terminéyo.
—Ysucasa,sí.Aloírle,elmiedoseconvirtióenotracosa:algocalienteyespesoquecorría
bajomipiel.Fuego.Mereí,envozbajaprimeroperoacarcajadasdespuéshastaqueVilladiounpasoatrássorprendido.—¿Dequéseríe?Peroyoaúnmereíunpocomásantesderesponder:—Ah, capitán, he conocido a muchos hombres en mi vida: marqueses,
soldados, embajadores, sacerdotes, vaqueros, terratenientes e incluso conocí aClarkGableunavez,ytodosellossinexcepciónsecreíanmejoresqueyo,perosiempre he procurado sermás lista que todos ellos, en parte por eso sigo convida.—Villamemirósincomprender—.Yausted,capitán,austedlehevistovenir a kilómetros. El wolframio ya no está. Se ha esfumado, yo me heencargadodeeso.Vi el temblor en su mandíbula, pura ira ciega creciendo dentro de él un
instanteantesdeagarrarmeconfuerzaporlapecherademiabrigoretorciendolatelayarañándomelapiel.—No,esimposible.¿Cómoqueyanoestá?—Susdientesrechinaronalhablar
—.¿Quéhahechoconél?¿Selohavendidoalosbritánicos?¡Hable!Teníalasmanoslibres,asíqueleempujécontodasmisfuerzasparaobligarle
asoltarme.—Nometoque.—Laspalmasdemismanosardíanigualquelanocheenque
casi quemé almarqués en la biblioteca—. Suwolframio ya no está, yo lo hehechodesaparecerigualquehicequevinierahastamimina.Noquedanada.Villanegóconlacabezacomosilecostaracomprendermispalabras,asíque
continué:—Yanoquedanada,capitán.Nohaynadadevaloreneseagujeroparaustedo
parasusamigosalemanes.»El día anterior, después de que los hombres que trabajaban en la mina se
fueranacasa,esperéaquesehicieradenocheybajéa laminaconayudadeCatalinaparadevolverelmineralgrisbrillantealfondodelatierra.»—¿Yquépasaráahoraconelpueblo?Sinelwolframio lamina tendráque
cerrar —había dicho Catalina mientras me sujetaba para que yo pudierarecuperarelalientodespuésdedeshacermedetodoelwolframiodelasparedesydelsuelo.
»—Basondo aguantará sin lamina y sin nosotros, puede que hasta les vayamejor sin los Zuloaga. Además, solo me he llevado el maldito wolframio, elhierrosigueensusitio,peronovoyapermitirqueVillaysusamigosalemanesseloqueden.Amínomerobanadie.—Miente. Eso que dice es imposible—dijoVilla, pero noté cómo sus ojos
temblaban ante la posibilidad de que le estuviera diciendo la verdad—.Nadiepuedehacersemejantecosa.—Desde luego usted no puede, no esmás que un demente que se cree sus
propias fantasías —respondí con desdén. Ya no tenía que seguir fingiendo,ningunodelosdos—.Peroyosoymejorqueusted.—¿Sabe loquehacíanantescon lasbrujas?—empezóadecirVillaconvoz
grave—. Las cazaban y las quemaban en la hoguera, no muy lejos de dondeestamosahora.Primero las torturabandurantedíashastaqueconfesaban todossus pecados: les rompían todos los huesos del cuerpo, les introducían hierroscandentes por cada agujero y les cortaban la lengua para que no pudieranmaldecirdespuésdemuertas.—Llevotodamividaescuchandoesashistoriasynuncamehanasustado.PeroVillaselamióloslabiosdespacioantesdeañadir:—Las brujas no eran fáciles de atrapar porque se hacían pasar pormujeres
normalesmezclándose entre las demás, pero al final las cazaban en el bosqueusandoredesytrampasparaanimales.—Amínopodrácazarme.Sabía que si me retrasaba más pronto aparecerían Liam o Catalina para
llevarme de vuelta al cargadero, seguramente el barco del socio de Liam yahabríallegadoyestabaesperándomehaciendoequilibriossobrelasolasnegras.—Esoya loveremos,puedequeyano tengaelwolframioperoahora tengo
algomuchomásvaliosoparavenderlesamissociosalemanes:usted.Siescapazde hacer lo que dice, ya no harán falta más minas ni más trabajadoresdesagradecidospara conseguir elmineral, solo lanecesitamosausted.—Villasonrióconlaseguridaddequiensiempresesaleconlasuya—.Ycuandoustedyanopuedamásentoncesempezaremosconsuhermana,suhijaysusobrina.Apuestoaquetambiénhayalgodebrujasenellas,sonZuloagadespuésdetodo.Lascazaremosalastressinimportardóndeseescondan.Di otro paso hacia la puerta abierta y entonces vi dos ojos brillantes que
aparecíanentrelosárbolesalotroladodelacarretera:unoverdeyotroamarillo.—Tengacuidado,capitán.Yaconoceeldicho:algunasvecescazasallobo...Nohabíaterminadodehablarcuandoellobonegroentróenlamansión.Pasó
muycercademí,rozándomeelabrigoconellomoalpasar,yohundímimanoen su pelaje negro y salvaje: era áspero al tacto peromullido, y olía como elbosquecuandoAlmayyoéramosniñasynostumbábamoscogidasdelamanosobrelahierbafrescaparamirarelcielo.—...yotrasvecesellobotecazaati.Clac-clac-clac.Susgarraspoderosasrascaronlasbaldosasdelsuelomientras
avanzaba haciaVilla, que retrocedió despacio y sin perder de vista al animal.Pocoapocoel lobo fuecubriendosuspasosyempujandoalcapitánhacia lospiesdelaescalinatademármol.—¡Atrás!—gritóVilla,perosuvoztemblóporprimeravez.Ellobolevantóelmorroyenseñóunahileradedientespálidoscomolaluna.
Escuché su respiración por encima del sonido de la lluvia que entraba en elvestíbulo. Con suavidad, sin hacer movimientos bruscos, Villa bajó su manohastalaAstra400quellevabaenelcinturóndesuuniformeysacóelarmadelafunda. Las cachas de bronce de la pistola brillaron un instante y vi que teníaestampado el escudo de la Falange en ellas. Villa levantó el brazo despacioapuntandoconsuarmaalaenormecabezadelanimal.—Soloesunloboquesehaescapadodelbosque,noesmásqueunlobo—
susurró,peronotécómolaAstratemblabaensumano—.Alfinaldeloscuentosdehadaselcazadorbuenosiempremataalloboquetieneaterrorizadoatodoelpueblo.Despacio, conteniendo la respiración, Villa amartilló la pistola hasta que
escuchóelclicmetálicoqueindicabaquelabalaestabaenlarecámaralistaparaserdisparada.—Yjustoasíescomoterminaestecuento—dije.Villa se olvidódel lobopor un instante ymemiró sorprendido, fue solo un
momento,peroloaprovechéparadejarsalirelfuegoquemequemabadebajodelapiel.Igualquelanochequeataquéalmarquésenlabiblioteca,elfuegosaliódelasyemasdemisdedosyseextendiórápidamenteporlasparedescubiertasdepapelpintadodelvestíbulo.—No,esimposible...—mascullóélmirandoalrededor.
Las llamas brillantes lamieron la cubierta de las paredes y continuaron sucaminohaciadentrodelamansióndevorándolotodoasupaso,subiendohastaeltechoabovedadopara formar allí unmardeolasnaranjas.De repente recordéaquelsueñoquetuveenMadridunassemanasantesdeconoceraVilla.—Adiós,capitán.Medilavueltalistaparasalirdelacasa,Villalevantóelbrazoapuntándome
consuarmaperoantesdequetuvieratiempodeapretarelgatillo,ellobonegrosaltó sobre él haciéndole caer de espaldas al suelo. El sonido de las llamasdevorando la madera amortiguó los gritos de Villa cuando el lobo empezó adevorarle.Salí de la casa sintiendo el calor del fuego a mi espalda, y corrí entre las
hierbasaltasquecrecíancercadelbordedelacantiladohastaqueporfinlleguéal cargaderodemetal.Ahora llovía conmás fuerza,peroLiam,Catalinay lasniñasmeesperabanjuntoalmuelle.Abajo,enelmarembravecido,unpequeñobarconoshacíaseñalesconlasluces.Bajamostodosjuntosenlacestilladehierroqueseusabaparahacerllegarel
cargamentodemineralalosbarcos.Lacubiertaresbaladizadelbalandroestabaempapadaporlalluviaylasolasquelogolpeabandesdetodaslasdirecciones,intentandohacerlovolcar.—Vamos, abajo hay un pequeño camarote para protegernos de la tormenta.
MañanaaestashorasestaremosasalvoenDurness.¡Seacabó!—megritóLiamporencimadelruidodelmar.Leestrechélamanouninstanteydespuésledejéir.—Seacabó.Vetú,yovoyenseguida—leprometí—.Quierover lacasauna
vezmás.Liamnoprotestóniintentóconvencerme,solosiguióaCatalinayalasniñas
porlaescalerillaquellevabahastalasentrañassecasdelbarco.Mevolvíhaciaelacantilado,sobreél,comounfarosiniestroatrayendoalos
barcosparahacerquechocarancontralaparedderoca,VillaSoledadardíabajola tormenta.A lo lejos, el lobonegroaulló antesdevolver a esconderseen lomásprofundodelbosque.
Agradecimientos
AGRADECIMIENTOS
Mentiríasidijeraquehubountiempoenelquepenséqueestemomentonollegaríajamás,peroaquíestamosahora.Nada de esto hubiera sido posible sinmi querida agente JustynaRzewuska.
Gracias por tus consejos, tu apoyo, tu saber hacer y todo tu trabajo. Hacesposibleloimposible.¡Seguimos!CarmenRomero,fabulosaeditora(yescritora)dondelashaya.Graciasportu
pasión contagiosa por los libros, tu profesionalidad, por poner también elcorazónenmihistoriayportupacienciainfinitaconmigo.Esteviajenohubierasidotandivertidosinti.BertaNoy, graciaspor tu confianzayporquitarme losnervios con las risas
quecompartimoslastresenaquellacomida.CovadongaD’lom,porhacerquemispalabrasbrillaran.GraciasatodoelmaravillosoequipodeEdicionesBporcreerenestahistoria
desde el principio, por trabajar sin descanso en la novela y hacerme sentirsiemprecomoencasa.Noquieroolvidarmetampocodeesoseditoresextranjerosqueseatrevierona
apostarporestachicadesconocida,yqueprontopublicaranmiprimeranovelaensusrespectivospaíses.GraciastambiénatodaslasEstrellas,Catalinas,Valentinas,AlmasyCármenes
anónimasquehetenidolasuertedeconocerenestosaños.Vosotrasmehabéisayudadoaentendermejorlasinfinitasaristasquetodasllevamosdentro.Nopuedoolvidarmedemisdosgatas,quehanaguantadosilenciosas(máso
menos) las horas que su «humana» dedica a escribir en lugar de prestarlesatención.Gracias tambiénaLanadelRey,su«Feetdon’t failmenow»mehaacompañadohastalameta.Ygraciasamimarido,porcreerenmícuandoyonopodía.Y a ti, lector, que has llegado hasta aquí, si quieres contarme lo que te ha
parecido,escrí[email protected].
Sobreestelibro
Unsecretoocultoenlomásprofundodelbosque.Unamansiónazotadaporlasolas.
Doshermanasenfrentadas.Unlinajedemujeresconundonextraordinario.
Afinalesdelosañosveintedelsiglopasado,Estrellaysuhermanagemela,Alma,llevanunavidaprivilegiadacomohijas de los marqueses de Zuloaga, propietarios de unacasasolariegayunaminadehierroenunpequeñopueblosuspendidosobreelCantábrico.Crecenrodeadasdefiestasylujos,perotambiénmarcadasporunpoderosomisterio.
Porque Estrella y Alma no son como las otras niñas:herederas de un extraño don que pasa de generación engeneración entre las mujeres de su familia, viven a lasombra de una maldición según la cual una de las dosmoriráantesdecumplir losquinceaños.Asíarrancaestahistoria llenademagiaypasión,quenosllevapormediomundo tras los pasos de su protagonista, una mujerinolvidablequenodudaráenhacer todo lonecesario,sinmiedo al peligro ni a las convenciones sociales, pordefender su tierra y el legado que lleva escrito en lasangre.
Unanoveladeamores,celosyvenganzas,queenvuelveal lectorconlafuerzadelasgrandessagasfamiliaresdelaliteratura.
SobreAlaitzLeceaga
AlaitzLeceaga(Bilbao,1982)esunaapasionadalectoradenovelasvictorianas,de terror y sagas familiares.Después de publicar numerosos relatos cortos endistintos portales de internet que suman más de 60.000 lecturas y cientos decomentariospositivos,selanzóaescribirsuprimeranovela.Elbosquesabe tunombre(EdicionesB)sehaconvertidoenunfenómenoeditorialinclusoantesdesupublicaciónyvaaserpublicadapróximamenteennumerosospaíses.
@AlaitzLeceaga
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Créditos
Ediciónenformatodigital:mayode2018
©2018,AlaitzLeceagaAutorarepresentadaporlaagenciaHanskaLiterary&FilmAgencyS.L.©2018,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona
Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial / S. Gómez, G.PellicerFotografíadeportada:©TrevillionImages
PenguinRandomHouseGrupoEditorial apoya laproteccióndelcopyright. Elcopyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de lasideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una culturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroyporrespetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores ypermitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.
ISBN:978-84-666-6367-0
Composicióndigital:Infillibres,S.L.
www.megustaleer.com
Notas
[1]Lamia:criaturafemeninadelamitologíayelfolclorevascoquehabitacercadelagua,ríos,bosquesocuevas.Seresdivinos,superioresaloshumanosydeextraordinariabellezaqueamenudoposeenpoderessobrenaturales.
[2]Maitia:«cariño,cielo».[3]Sorgiña:eneuskera,«bruja».[4]Selkies:dentrodelfolcloreescocéspertenecenalgrupodeloscambiantes,seresquemudansupiel
para adoptar otra forma. Estas criaturas tenían el extraño don de poder deshacerse de su piel de foca ytransformarseenmujeresdeunabellezainigualable.
Índice
Índice
Elbosquesabetunombre
Primeraparte.FuegoElhiloinvisibleLacuevadelasestrellasPuentehaciaelpasadoAlgomalvadoAcariciandoelfuego
Segundaparte.AguaDientesdeleónSucedióunanocheLasrosasdelaabuelaSoledadElmisteriosoinvitadoLaenredaderaLaboda
Terceraparte.VientoLasÁnimasMásvaliosoqueelaguaVientodefuego
Cuartaparte.TierraElotromarquésUnsecretocompartidoLaura
ElpalacetedelosMisteriosElloboentrenosotrosLaminaZuloagaElHispano-SuizaElpaloylazanahoriaLaúltimafiestaEllobonegro
Agradecimientos
SobreestelibroSobreAlaitzLeceagaCréditosNotas