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ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 080 – Noviembre de 2006 Instituto Universitario ISEDET Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001 Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET Buenos Aires, Argentina Este material puede citarse mencionando su origen Responsable: Samuel Almada Domingo, 5 de Noviembre de 2006 Salmo 119:1-8; Deuteronomio 6:1-9; Hebreos 9:11-14; Marcos 12:28-34 Repaso de los textos de la fecha El Salmo 119 es un Salmo alfabético o acróstico donde cada estrofa comienza con una de las 22 letras del alfabeto hebreo. Todo el Salmo, que es el más largo del libro (176 versículos), es un canto de elogio y celebración de la Torá, y en cada estrofa se enfatiza algún aspecto o término para designar o describir a la misma, por ejemplo, testimonio, estatutos, mandamientos, preceptos, promesa, palabra, juicio, camino, lámpara. En los versículos 1-8 se destaca la felicidad de los que cumplen y caminan en la Torá de Yavé, y buscan al Señor de todo corazón. Hebreos 9:11-14 enfoca en el significado que tiene la vida y ministerio de Cristo para la redención y liberación del ser humano. En todo el contexto (capítulos 3 al 10) se establecen analogías y contrapuntos ingeniosos entre las instituciones del Antiguo Testamento y la vida de Cristo y su ministerio, lo cual tiene una resonancia particular para los destinatarios que son los creyentes de origen hebreo (ver por ejemplo las cuestiones sobre el sacrificio, el culto, el templo, el sacerdocio, la alianza). Así, a la luz de Cristo, el lenguaje de la tradición cobra nuevos significados; y en este caso se aborda principalmente el tema del sacrificio. Para un mayor desarrollo sobre el texto de Hebreos 9:11-14 se puede recurrir al EEH 3, del 25 de Junio de 2000. 1

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Estudios Exegeticos homileticos serie 80 esencia para lideres de grupos

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ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 080 – Noviembre de 2006

Instituto Universitario ISEDET

Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET

Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Responsable: Samuel Almada

Domingo, 5 de Noviembre de 2006

Salmo 119:1-8; Deuteronomio 6:1-9; Hebreos 9:11-14; Marcos 12:28-34

Repaso de los textos de la fecha

El Salmo 119 es un Salmo alfabético o acróstico donde cada estrofa comienza con una de las 22 letras del alfabeto hebreo. Todo el Salmo, que es el más largo del libro (176 versículos), es un canto de elogio y celebración de la Torá, y en cada estrofa se enfatiza algún aspecto o término para designar o describir a la misma, por ejemplo, testimonio, estatutos, mandamientos, preceptos, promesa, palabra, juicio, camino, lámpara. En los versículos 1-8 se destaca la felicidad de los que cumplen y caminan en la Torá de Yavé, y buscan al Señor de todo corazón.

Hebreos 9:11-14 enfoca en el significado que tiene la vida y ministerio de Cristo para la redención y liberación del ser humano. En todo el contexto (capítulos 3 al 10) se establecen analogías y contrapuntos ingeniosos entre las instituciones del Antiguo Testamento y la vida de Cristo y su ministerio, lo cual tiene una resonancia particular para los destinatarios que son los creyentes de origen hebreo (ver por ejemplo las cuestiones sobre el sacrificio, el culto, el templo, el sacerdocio, la alianza). Así, a la luz de Cristo, el lenguaje de la tradición cobra nuevos significados; y en este caso se aborda principalmente el tema del sacrificio. Para un mayor desarrollo sobre el texto de Hebreos 9:11-14 se puede recurrir al EEH 3, del 25 de Junio de 2000.

Marcos 12:28-34 es un diálogo entre un escriba y Jesús a raíz de una pregunta del escriba acerca de cuál era el mandamiento principal (ver también Mt 22:34-40 y Lc 10:25-28). La respuesta de Jesús se fundamenta en Deuteronomio 6:4-5 y Levítico 19:18, y manifiesta una articulación profunda entre el amor a Dios y al prójimo como dos caras de una misma moneda. Esta enseñanza de Jesús representa una verdadera síntesis o resumen de toda la Torá y la tradición, y conviene tenerla en cuenta para la lectura del texto de Deuteronomio 6:1-9. Para un mayor desarrollo sobre el texto de Marcos 12:28-34 se puede recurrir al EEH 44, del 2 de Noviembre de 2003.

Introducción a la Torá

Uno de los temas principales que recorre los diferentes textos propuestos para esta fecha es el tema de la Torá, y su profundo valor para la vida de las personas y de la comunidad. Por tanto conviene tener presente los diferentes aspectos involucrados en este concepto. En general, en el Antiguo Testamento se lo traduce como “Ley”, y este sentido también se

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utiliza mucho en el Nuevo Testamento. El problema es que en el concepto de Ley que utilizamos normalmente predomina una carga semántica restrictiva y algo negativa (en esto han influido ciertamente los escritos de Pablo y su interpretación en la tradición, ver Romanos, Gálatas, 1 Corintios), que opaca otros sentidos fundamentales como el sentido propedéutico de instrucción, enseñanza, consejo, proyecto de la comunidad.

Además, podemos agregar que en toda la Biblia y la tradición judeo cristiana se presenta siempre una forma de tensión entre la Torá escrita y la Torá oralmente transmitida; donde la Torá escrita se refiere principalmente a los diferentes grupos de textos que en el devenir del tiempo han servido de inspiración para las comunidades, que se han considerado normativos y cuya expresión concreta es el Canon; mientras que la Torá oralmente transmitida es la que siempre ha permitido “abrir los diferentes tipos de Canon”, interpretarlos, actualizarlos, y está signada por la palabra y el espíritu (ver Mateo 5:20-24 “oíste que fue dicho ... mas yo os digo ...”). Un aspecto representa un cierre y es más restrictivo, el otro representa una apertura que permite la libre interpretación y el debate sobre su articulación concreta en la vida de cada comunidad.

Introducción a Deuteronomio

El término Deuteronomio viene del griego y significa “segunda ley”, en referencia a lo que se puede entender como una segunda promulgación de la ley por parte de Moisés en las estepas de Moab, antes de entrar a la tierra prometida (la primera había sido en el monte Sinaí durante la peregrinación en el desierto). En hebreo el libro se conoce por las palabras de apertura ’eleh ha-debarim (1:1), que significa “éstas son las palabras” en referencia a las palabras o discursos que Moisés pronunció ante todo el pueblo de Israel al otro lado del Jordán, en el país de Moab (Dt 1:1-5). De tal manera, el libro de Deuteronomio se presenta organizado a través de tres grandes discursos de Moisés. El Primero (1:1-4:43) es como una introducción que repasa y resume la historia pasada. El Segundo (4:44-28:68) es el más extenso e incluye el Decálogo deuteronómico (Dt 5:1-22) y un código de leyes civiles y religiosas conocido como Código Deuteronómico (capítulos 12-26) que es central en la estructura de todo el libro. El Tercer discurso se presenta como una conclusión y exhortación final (capítulos 29-30). Los capítulos 31-34 se consideran apéndices que incluyen la misión de Josué (31), el cántico de Moisés (32), las bendiciones (33) y la muerte de Moisés (34). Todo el libro pone un fuerte énfasis en la Alianza del pueblo con su Dios, y exhorta recurrentemente a la fidelidad a través del cumplimiento de los preceptos propuestos.

Comentario sobre Deuteronomio 6:1-9

Deuteronomio 6:1-9 contiene una de las más bellas oraciones del Antiguo Testamento (vv. 4-9), la cual se conoce con el nombre hebreo de Shemá (imperativo “oye”) que es el término con que comienza la misma. Esta oración forma parte de la piedad y la oración cotidiana del pueblo hebreo, y su valor podría ser comparable al Padre Nuestro, el Salmo 23 o el Credo en la tradición cristiana. Esta perícopa tiene un gran valor para la catequesis, pues a través de una serie de frases breves sintetiza el espíritu y la fe del pueblo de Israel en una etapa importante de su historia.

La introducción de los versículos 1-3 presenta los códigos de mandamientos, preceptos y normas como una forma de organizar la vida de la comunidad de acuerdo al proyecto y

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voluntad de Yavé, y cuya práctica y cumplimiento efectivo serán la clave que asegurará la vida y el bienestar de la comunidad en el nuevo momento histórico que está por comenzar en la tierra prometida. La bendición prometida se expresa en términos de larga vida y multiplicación del pueblo en la tierra que están recibiendo como herencia, con el sentido muy particular de permanencia y arraigo en dicho suelo. Esta relación con la tierra es uno de los ejes temáticos principales de todo el libro, de tal manera que la fidelidad a Yavé y a su Alianza está íntimamente asociada a la permanencia y el bienestar del pueblo en la tierra (ver Dt 4:40), mientras que el horizonte de la infidelidad está representado por el destierro, la dispersión y la amenaza de disolución (ver Dt 4:25-28). Resulta evidente que la propuesta de estos textos proviene ya de la experiencia del destierro y la diáspora del pueblo de Israel.

En el versículo 3 aparece por primera vez la referencia a la “tierra que mana leche y miel” (cf. 11:9; 26:9.15; 27:3; 31:20); esta aparece también cinco veces en Éxodo y cuatro en Números. En general, esta expresión se entiende como una evocación de la prosperidad agrícola del país, pero también hay que recordar que la leche y la miel son productos alimentarios básicos de los pueblos nómadas en el desierto, y de esta manera podría estar evocando el sustento y la providencia en el contexto precario de la vida en el desierto, y no tanto la abundancia o exhuberancia en un país agrícola.

El comienzo de la oración Shemá (v. 4ª: Yahveh eloheynu Yahveh ehad) podría ser leído de varias maneras, y esto ya se ve reflejado en las diferentes versiones. Biblia de Jerusalén: “Yavé nuestro Dios es el único Yavé”; Reina-Valera: “Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es”; Versión Popular: “El Señor nuestro Dios es el único Señor”. Podríamos decir que las dos ideas básicas que están presentes en dicha expresión son que “Yavé y solo Yavé es el Dios de Israel” y que “Yavé es uno solo (único)”. La primera idea evoca la exclusividad del vínculo y la Alianza del pueblo con su Dios, de donde se desprenden todas las exhortaciones al amor y la fidelidad; y la segunda podría ser leída como una referencia a la unicidad y universalidad de Yavé. Mucho se podría desarrollar a partir de estas dos ideas.

La segunda exhortación en el versículo 5 es convergente con las ideas del versículo anterior, e invita a amar a Yavé a través de afirmaciones recurrentes que involucran todos los aspectos de nuestra vida: “con todo tu corazón” que en el pensamiento semita representa la sede de la voluntad y no de los sentimientos, “con toda tu vida o alma (nefesh)” y “con toda tu fuerza”.

Los versículos 6 y 7 proponen una pedagogía de lo cotidiano, donde todos y cada uno de los miembros de la comunidad se transforman en maestros que cuidan y enseñan las palabras / acciones (el concepto hebreo de dabar implica la palabra y la acción) que sirven a la vida y al bienestar de la comunidad; y lo hacen en las más diversas formas y circunstancias que podamos imaginar: estando en la casa, de viaje, acostado o levantado, y podríamos agregar trabajando, estudiando, en la vida pública, en la vida privada, etc. Es la escuela de la vida que está en marcha, donde todos y todas enseñan y aprenden en la movilización.

Los versículos 8 y 9, tomados al pie de la letra, han dado origen en la tradición hebrea a algunas prácticas y rituales particulares, como es la de usar las “filacterias” durante las oraciones y colocar la “mezuzah” en los marcos de las puertas. Las filacterias son pequeñas cajitas que contienen algunas oraciones tradicionales que se atan con cintas de cuero a la cabeza y a los brazos durante las oraciones. La “mezuzah” también es un pequeño cilindro que contiene algunas oraciones. La exhortación de los versículos 8 y 9 también se podría interpretar en un sentido más metafórico para afirmar el fuerte vínculo entre los y las

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creyentes y las palabras de la Torá, sugiriendo que los brazos (acción), la cabeza (pensamiento) y la casa (el lugar de la familia) obedecen y cumplen el consejo de Yavé.

Sugerencias para la predicación

Una primera pista que se puede abordar sería la cuestión de lo que significa amar a Dios con todo el corazón, toda la vida y todas las fuerzas, y en este sentido podríamos recordar la respuesta de Jesús al escriba que hemos mencionado anteriormente (ver Marcos 12:28-34). Por si queda alguna duda y advirtiendo la interpretación reduccionista de los sectores religiosos, Jesús pone junto a la cita de Dt 6:4-5, la cita de Lv 19:18: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Otra reflexión se podría desarrollar a partir del versículo 4 sobre la exclusividad de la relación entre el pueblo y su Dios, y sobre la unicidad y universalidad de Yavé. ¿Qué implicaciones podrían tener estas ideas para el diálogo con otras religiones y culturas? Si Yavé es único y universal, ¿puede un pueblo o una religión monopolizar o controlar el acceso a él por parte de otros pueblos? Y tener una relación exclusiva, ¿implica la exclusión de otros pueblos y expresiones religiosas, o significa más bien la fidelidad a un proyecto determinado? ¿Será que hay una sola forma, código o nombre para entendernos con aquel Dios universal y Señor de la vida? ¿Cómo es el lenguaje de nuestra fe y cómo son nuestras expresiones religiosas? ¿Son buenas noticias para otros?

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ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 080 – Noviembre de 2006

Instituto Universitario ISEDET

Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001

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Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Responsable: Samuel Almada

Domingo, 12 de Noviembre de 2006

Salmo 146; 1 Reyes 17:8-16; Hebreos 9:24-28; Marcos 12:38-44

Repaso de textos de la fecha

El Salmo 146 es un hermoso canto de alabanza a Yavé. Este y otros Salmos son conocidos con el nombre ¡Aleluya! pues comienzan con esta invocación, que en hebreo significa “¡Alabad a Yavé!”. El Salmo invita a apoyarse y confiar en el Señor del mundo y de la historia antes que en los príncipes y poderosos de este mundo (vv. 3-6), y recuerda las acciones específicas que evocamos cuando invocamos a ese Dios, pues Yavé es el que hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, libera a los encadenados, abre los ojos a los ciegos, endereza a los encorvados, protege y sostiene a los huérfanos, viudas y extranjeros (vv. 7-9).

En Hebreos 9:24-28 continúa la analogía entre Cristo y las instituciones tradicionales de la fe hebrea que se desarrolla entre los capítulos 3 y 10 del libro de Hebreos. En este caso se compara a Cristo con el Sumo Sacerdote que entra cada año al Santuario con la sangre del sacrificio para redimir los pecados del pueblo, pero se remarcan algunas diferencias significativas como que el oficio de Cristo es permanente y no se necesita renovar cada año, que el santuario donde entra no fue hecho de manos humanas, y que la sangre para el sacrificio era su propia sangre. Para un mayor desarrollo sobre el texto de Hebreos 9:24-28 se puede recurrir al EEH 8, del 12 de Noviembre de 2000.

Marcos 12:38-44 tiene dos partes que están relacionadas por el tema de la viuda. La primera (vv. 38-40) es una dura crítica o juicio de Jesús contra los maestros de las escrituras que les gusta recibir todos los honores y que devoran los bienes de las viudas, y para disimular hacen largas oraciones. La segunda parte (vv. 41-44) destaca la ofrenda y la devoción de una viuda pobre frente a la “generosidad” de los ricos, pues ella no ponía de lo que le sobraba, sino de lo que necesitaba para vivir. Es significativo que después de estas enseñanzas venga un discurso sobre la destrucción del templo y el tiempo de sufrimiento (cap. 13). Para un mayor desarrollo sobre el texto de Marcos 12:38-44 se puede recurrir al EEH 44, del 9 de Noviembre de 2003.

Comentario sobre 1 Reyes 17:8-16

El texto de 1 Reyes 17:8-16 cuenta la historia de una viuda pobre de Sarepta, en el país de Sidón, que casi ya no tenía para comer, pero que cuando compartió con el profeta Elías lo último que tenía para comer, experimentó un hecho revelador y salvador, que la harina y el

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aceite no se terminaban. Esta narración se inscribe en lo que se conoce como el Ciclo de Elías (1 Reyes 17-22) que recoge relatos sobre la vida y ministerio de este gran profeta de Yavé. Su actuación hay que ubicarla en el Reino del Norte en el siglo noveno antes de Cristo. Los capítulos 17 y 18 encuadran los relatos en el contexto de una gran sequía, fenómeno que de por si pone en riesgo la salud y la vida de las personas.

Los personajes centrales del relato son la viuda de Sarepta y el profeta Elías. Elías era un profeta de Yavé que había anunciado la sequía al rey Acab (v. 17:1), y de esa manera se había ganado la ira y la persecución del rey, que lo consideraba el causante de la desgracia de Israel (v. 18:17). Por tanto, el profeta tuvo que andar escapando y escondiéndose en distintos lugares. Primero fue enviado por la palabra de Yavé al Este del Jordán (fuera de Israel), cerca del arroyo Kerit, donde unos cuervos le traían la comida por la mañana y por la tarde (ver 17:3-6); pero luego el arroyo se secó, y la palabra de Yavé lo envió a otro país extranjero, esta vez la región de Sidón al Norte de Israel.

En este contexto, la referencia al país de Sidón es significativa por varios motivos. En primer lugar era un centro importante de la fe en Baal (el nombre Baal significa literalmente Señor), dios local que era considerado el señor de la tierra y que controlaba los fenómenos meteorológicos. También hay que recordar que Acab, el rey de Israel, hizo acuerdos con el rey de aquel lugar Ittobaal, se casó con su hija Jezabel, importó el culto de Baal a Israel, y construyó un santuario de Baal en Samaria, la capital de Israel (ver 16:31-33). Estos son los hechos que según el profeta Elías causaron la desgracia al país (ver 18:16-19), y su enfrentamiento con el rey Acab.

Pero en la perícopa que estamos abordando la verdadera protagonista de la acción salvadora y reveladora es una mujer viuda y pobre que vivía en ese país. Ya el ser mujer representaba una condición subordinada en el orden familiar y social; su situación de viuda recuerda el estado de desprotección y pobreza que tenían la mayoría de las mujeres en esa condición en aquel tiempo, y además tenía un hijo a cargo. Es coherente con todo el mensaje bíblico, y en especial de los evangelios, que la salvación y la liberación se revele a través de personas pobres, excluidas, o en estado de fragilidad, e inclusive a través de una persona de otra cultura y religión, como en este caso.

Este hecho salvador de 1 Re 17:8-16 recuerda mucho a episodios narrados en los evangelios pues mantienen el mismo padrón literario. Ver por ejemplo el encuentro de Jesús con la samaritana, a quién le pide agua (Jn 4), o con la mujer sirofenicia que tenía una hija endemoniada (Mc 7:24-30; Mt 15:21-28). En este sentido, se podría decir que en los Evangelios el profeta Elías ha sido considerado como un prototipo de Jesús.

El relato de 1 Re 17:8-16 comienza con una palabra de Yavé dirigida a Elías para que vaya a Sarepta donde una mujer viuda lo iba a alimentar (vv. 8-9). El encuentro con la mujer se da en la puerta de la ciudad, que era un lugar público (v. 10ª), y seguramente no era difícil reconocer el estado de viudez de una mujer por el vestido de duelo que portaba. El pedido de Elías tiene dos momentos; en primer lugar le pide agua (v. 10b), pero cuando la mujer está saliendo para ir a buscarla, él le dice que le traiga también algo de pan (v. 11).

En ese momento viene la reacción de la mujer, que le jura por Yavé que no tiene pan cocido, y que solo le quedaba un poquito de harina y aceite, que iba a cocinar para comer con su hijo, pues luego les esperaba la muerte (v. 12). Es significativo que la mujer jure por Yavé, y que lo reconozca como el Dios de Elías; esto podría significar que ella tiene cierto conocimiento y respeto por el Dios de los vecinos. También habría que pensar que quizás la mujer está corriendo algún riesgo al atender al siervo de Yavé, Dios del pueblo vecino, que

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está enfrentado con las divinidades locales y sus representantes. Además, quizás ella misma tendría sus cuestionamientos sobre los dioses locales por la situación que estaba viviendo. En definitiva, lo cierto es que en primer lugar la mujer no quiso ayudarlo demasiado.

La misma respuesta de Elías (v. 13) parece dar fundamento a aquella intuición. Su primera palabra fue “no temas”, que podría referirse al temor de morirse de hambre, pero también a lo que le podría pasar entre sus paisanos. Entonces el profeta insiste y le dice que haga como ella pensaba, pero que primero le haga una pequeña torta para él, y que luego haga para ella y su hijo; y agrega la palabra / promesa de Yavé de que no faltará la harina ni el aceite hasta que vuelvan las lluvias (v. 14)

Entonces la mujer actuó de acuerdo a la palabra del profeta y tuvieron el sustento necesario él, ella y su casa por muchos días (v. 15). Podríamos decir que el tema central de todo el relato es la acción solidaria de esta mujer viuda y pobre que compartió lo único que le quedaba para el sostén de ella y su hijo (comparar con la ofrenda de la viuda del relato de Mc 12:38-44). El resultado de esta acción fue que la viuda y su hijo sobrevivieron y salieron de su situación de extrema necesidad, pero además pudieron ayudar y compartir con un extranjero y recibir la bendición y el sustento necesario por muchos días.

El esquema de la perícopa podría ser el siguiente:

- Palabra / envío de Yavé (vv. 8-9)

- Obediencia del profeta (v. 10ª)

- Pedido del profeta a la mujer (vv. 10b-11)

- Respuesta negativa de la mujer (v. 12)

- “no temas”

- Insistencia del profeta (v. 13)

- Palabra / promesa de Yavé (v. 14)

- Obediencia de la mujer (v. 15)

- Cumplimiento de la palabra de Yavé (v. 16)

Sugerencias para la predicación

Dos claves fundamentales en el desarrollo de este relato son el “no temer” y el compartir nuestros bienes con los necesitados. Entonces podríamos empezar por preguntarnos cuáles son nuestros propios temores; quizás alguna enfermedad o la muerte, la soledad, no llegar a fin de mes, quedarnos sin trabajo, etc. ¿Cómo afectan los temores nuestras vidas, actividades y proyectos?

Sobre el compartir nuestros bienes con los necesitados podríamos empezar analizando nuestras formas de administración personales, familiares, eclesiales y como sociedad. ¿Qué implicaciones tiene esta enseñanza para la forma de administrar nuestros bienes? ¿Hemos dado por perdida la lucha contra el egoísmo? ¿Será que es posible la solidaridad aun en medio de la competencia salvaje para tener y ser más? ¿De qué manera nuestra experiencia de fe y compromiso cristiano nos anima a sobrepasar los temores y afrontar los desafíos para construir un mundo más justo y solidario?

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ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 080 – Noviembre de 2006

Instituto Universitario ISEDET

Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET

Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Responsable: Samuel Almada

Domingo, 19 de Noviembre de 2006

Salmo 16; Daniel 12:1-3; Hebreos 10:11-25; Marcos 13:1-8

Repaso de los textos de la fecha

El Salmo 16 es un canto de confianza y fidelidad a Yavé, donde se afirma que Yavé es la herencia y la porción más preciosa que tiene el poeta (vv. 5-6). Exalta a los íntegros y critica a los seguidores de los falsos dioses (vv. 3-4). Bendice a Yavé por el consejo y la fuerza que recibe permanentemente de él (vv. 7-8), y deja salir su alegría por disfrutar del valor permanente de la vida que supera a la muerte (vv. 9-11).

Hebreos 10:11-25 nos presenta una forma de síntesis y recapitulación de las analogías desarrolladas entre las instituciones establecidas por Moisés y el ministerio de Cristo (ver capítulos 3 al 10). Aquí la comparación se concentra en la cuestión del sacrificio para mostrar que el sacrificio de Cristo es más eficaz y definitivo; y representa la nueva Alianza en la que las leyes estarán grabadas en las mentes y los corazones, y los pecados serán totalmente olvidados (vv. 10:16-17). Esto tiene implicaciones muy concretas para la vida de fe en la comunidad: participar con corazón sincero, mantenerse firme en la esperanza, estímulo para la caridad y las buenas obras, buscar la unidad del grupo (Heb 10:22-25). Para un mayor desarrollo sobre el texto de Hebreos 10:11-25 se puede recurrir al EEH 8, del 19 de Noviembre de 2000.

Marcos 13:1-8 es el comienzo de un discurso escatológico que se desarrolla a lo largo de todo el capítulo 13 del Evangelio de Marcos. Luego del relato sobre la ofrenda de la viuda en el Templo (Mc 12:41-44), y tras la observación de uno de los discípulos que estaba muy impresionado por la grandeza del Templo, Jesús anuncia la destrucción del mismo (Mc 13:1-2), y también les habla sobre los tiempos de sufrimiento que van a venir y de la necesidad de estar preparados. Para un mayor desarrollo sobre el texto de Marcos 13:1-8 se puede recurrir al EEH 44, del 16 de Noviembre de 2003.

Todos los textos repasados tienen alguna connotación escatológica o reflejan una esperanza en la vida que perdura. El Salmo 16:10 afirma que la muerte y el sepulcro no es lo último, lo cual ha justificado algunas lecturas tradicionales relacionadas con la resurrección y luego aplicadas al mesías Cristo. Hebreos 10:25 hace referencia al “día” (del Señor), que al parecer supone disturbios y luchas a los que se consideraba como preludio de la venida del Señor. Marcos 13 es un discurso típico sobre los tiempos finales. Todo esto ya nos sirve como una introducción a los textos de Daniel, que también tienen que ver con estos temas.

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Introducción al libro de Daniel

El libro de Daniel por su contenido se puede dividir en dos partes bien diferenciadas. La primera parte (capítulos 1-6) es narrativa con historias edificantes protagonizadas por Daniel y sus compañeros en el contexto del exilio en Babilonia. El texto de Daniel 12:1-3 pertenece a la parte final de lo que se conoce como la parte apocalíptica del libro de Daniel (capítulos 7-12), donde se narran diferentes visiones: las cuatro bestias (7), el carnero y el macho cabrío (8), las setenta semanas (9) y la gran visión del tiempo de la ira y del tiempo del fin (10-12). Además, el libro de Daniel presenta la particularidad de que una buena parte está escrito en arameo y no en hebreo (Dn 2:4-7:28), para lo cual no hay una explicación muy clara.

El contexto y circunstancias que inspiraron la composición del libro parece ser el tiempo de persecuciones desatado por Antíoco IV Epífanes, antes de la victoria de la insurrección macabea (167-164 a.C.), y una de las fuentes más importantes que tenemos para fijar la fecha es el testimonio del capítulo 11, donde se relatan detalles de los enfrentamientos entre seléucidas y lágidas, y también sobre el reinado de Antíoco IV Epífanes. Otros textos fundamentales para entender mejor el contexto son los libros de Macabeos.

El hecho de que el libro de Daniel sea relativamente tardío (época helenística, siglo II a.C.) explica algunas cosas; por ejemplo que en la Biblia Hebrea no haya sido considerado en el corpus profético (nebiim), pues para esa época el canon de los libros proféticos ya estaba cerrado; por tanto fue incluido en el grupo más heterogéneo de los Escritos (ketubim). Más tarde, las Biblias griega y latina lo colocaron entre los profetas con algunos agregados deuterocanónicos.

Por otro lado, el hecho de ser más reciente explica también el mayor grado de desarrollo alcanzado por el género apocalíptico, lo cual se ve reflejado en los capítulos 7-12. En la literatura judía este género particular se desarrolló a partir del género profético, y un testimonio de ello lo tenemos en los múltiples pasajes protoapocalípticos consignados en varios libros proféticos (cf. p.e. Isaías 24-27, Ezequiel 38-39, Zacarías 9-14). Conviene recordar que hubo distintos movimientos representados por este tipo de textos, pero tomaron más fuerza a partir del siglo II a.C.

Podríamos agregar una palabra más sobre los conceptos de escatología y apocalipsis, y sobre el género literario que los representa. Escatología proviene del griego y hace referencia a las últimas cosas o el tiempo del fin, y normalmente está asociado a situaciones de persecución, sufrimiento o prueba. Apocalipsis significa básicamente revelación y se refiere principalmente a visiones y mensajes con un alto valor simbólico y frecuentemente con lenguaje críptico, cuyo propósito es sostener la fe y la esperanza de los creyentes en situaciones de sufrimiento y adversidad. En cuanto al contenido, en general se habla de un gran día de juicio y frecuentemente se lo relaciona con el advenimiento de un personaje especial; se anuncia un reino de justicia; se pone mucho énfasis en el testimonio y en que hay que estar preparados para aquel tiempo pues es inminente; se afirma la esperanza en la resurrección y en la vida que perdura más allá de la muerte.

Conviene recordar que es un lenguaje propiamente histórico que hace alusiones a situaciones concretas de la vida de la gente en contextos determinados por poderes hegemónicos y opresivos, y por tanto invita a la acción, a resistir, a estar alertas y enfrentar valientemente las adversidades llegado el caso. Representa un esquema de pensamiento claramente contrario a la evasión de las responsabilidades mundanas y la proyección de paraísos ideales de ultratumba desconectados de la realidad.

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Comentario sobre Daniel 12:1-3

El texto de Daniel 12 hay que leerlo en su contexto de la gran visión del tiempo de la ira (capítulos 10-12), que comienza con la visión de un hombre vestido de lino (Dn 10). Este hombre está asociado al Príncipe enviado por Yavé para proteger y confortar a Daniel y a la comunidad de creyentes frente al poder del rey de Persia que aparece como Príncipe protector de los enemigos y perseguidores. El Príncipe protector de Yavé aparece con el significativo nombre de Miguel (10:13) (en hebreo Mikael significa ¿Quién como Dios?), que por el contexto tiene connotaciones programáticas; y también está asociado a la expresión “hijo de hombre” (10:16) que es la traducción literal de un semitismo (ben adam) que significa simplemente “ser humano”; además, es significativo que este “ser humano” algunas veces es interpretado de manera colectiva e identificado con la comunidad de los santos o fieles (ver Dn 7:18 y 21-27). Entonces se describen las guerras entre seléucidas y lágidas, y detalles del reinado de Antíoco IV Epífanes (Dn 11:2-39), y por último se anuncia el fin irremediable del perseguidor (11:40-45), y se ofrecen algunas imágenes sobre los tiempos finales (capítulo 12).

El versículo 12:1 anuncia el surgimiento de Miguel como el gran Príncipe protector del pueblo fiel. Es un mensaje de confianza y preparación para los tiempos de angustia inédita que se avecinan (v. 1b), y al final se hace una referencia a la salvación de todos los que están inscriptos en el Libro (v. 1c). Hay que recordar que el propósito de este tipo de lenguaje es fortalecer la resistencia y alentar la fidelidad inclusive en los momentos decisivos cuando está en juego la vida.

El Libro mencionado en 1c es una metáfora que tiene varios antecedentes y usos similares en los textos bíblicos (ver especialmente Dn 7:10, y también Ex 32:32-33; Sal 69:29; 139:16; Lc 10:20; Ap 20:12). En general se lo entiende como el Libro de la Vida donde están inscriptos los considerados justos, de tal manera que estar inscripto equivale a ser salvo y no estar inscripto equivale a ser condenado. Además, la metáfora del Libro o Rollo sirve para jugar con la idea de guardar una información secreta o restringida (libro cerrado y sellado), que será revelada en el tiempo final cuando llegue la hora del juicio (apertura de sellos y libro abierto), y todo esto solo lo comprenderán los “entendidos” (ver Dn 12:10). El Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento se apoya en esta metáfora y la desarrolla aun más cuando propone la apertura de los sellos y el Libro por parte del Cordero (Ap 4-6).

El versículo 2 es una de las referencias más importantes del Antiguo Testamento sobre la resurrección y la vida que perdura más allá de la muerte. Uno de los textos que pueden servir para entender mejor el alcance de dicha idea es el de 2 Macabeos 7:9 y ss, sobre el martirio de los siete hermanos, pues representa un contexto de persecución que tiene afinidad con los textos apocalípticos del libro de Daniel.

Se ha especulado mucho sobre quienes serían los “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra” (v. 12:2ª). Por un lado, es claro que “dormir” equivale a estar muerto, y “despertarse” equivale a resucitar, aunque este lenguaje eufemístico permite jugar mejor con la idea de un estado transitorio. Por otro lado, la cuestión de los “muchos” (no todos) conviene relacionarla con el contexto específico y pensar principalmente en aquellos que han tenido que enfrentar la persecución y hasta el martirio por causa de su fe. De tal manera que lo decisivo y determinante para los que “duermen” sería la actitud que han tenido frente a aquellas situaciones de sufrimiento y angustia; así unos despertarán a la vida (vida plena o bienestar) y otros para vergüenza y horror permanentes.

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El versículo 3 sería una extensión del versículo 2, pero aquí enfocado en los “entendidos” (maskilim) y en “los que hicieron que muchos sean justos” (es decir los que enseñaron, guiaron o inspiraron al pueblo en el camino de la fidelidad). Estos tendrán un brillo resplandeciente como las estrellas en el cielo y vigencia permanente.

Sugerencias para la predicación

Podríamos empezar por preguntarnos cuáles son y de qué manera operan los poderes opresivos y hegemónicos actuales. ¿Cuál es nuestro grado de responsabilidad para que las cosas sean como son? ¿Cómo son nuestros discursos y estrategias para enfrentar a los poderes hegemónicos actuales? ¿Cuáles son los alcances y resultados de nuestro potencial transformador? ¿Cuáles podrían ser las alternativas en cuestiones económicas, políticas y sociales?

Dijimos que el lenguaje apocalíptico es simbólico, críptico, fantasioso, y escapa a interpretaciones literales y lógicas. Esto solo ya genera sospecha e incomodidad en los que necesitan controlar absolutamente todo. Es un lenguaje poético y creativo en el mejor sentido, pues imagina realidades diferentes a las impuestas.

¿Qué otros tipos de discursos y estrategias conocemos que tengan afinidades o propósitos semejantes a la literatura apocalíptica? ¿Cuál es el papel que juegan nuestras creencias?

Por ejemplo, desde la perspectiva de la fe, en la tradición de la Reforma, a veces se ha utilizado el concepto de “status confessionis”, para situaciones graves en las que está en peligro el ser Iglesia y la fidelidad al evangelio. Así se ha utilizado contra el nazismo en Alemania, contra el Apartheid en Sudáfrica, y contra la globalización neoliberal en la Alianza Reformada Mundial, para denunciar y resistir a los poderes hegemónicos que producen injusticias. Para que esto sea efectivo, generalmente va acompañado por el reconocimiento de pecados y complicidades de la misma iglesia; implementación de transformaciones eclesiológicas y de modos de gestión que son necesarios al interior de las instituciones; declaraciones y compromisos para que el discurso no sea vacío.

Por otro lado, también podríamos reivindicar discursos y movimientos de resistencia activa no violenta, de organizaciones de derechos humanos, de militancia en ecología y antiglobalización, etc.; se puede hacer memoria de personas y situaciones históricas de referencia.

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ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 080 – Noviembre de 2006

Instituto Universitario ISEDET

Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET

Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Responsable: Samuel Almada

Domingo, 26 de Noviembre de 2006

Salmo 93; Daniel 7:9-14; Apocalipsis 1:4-8; Juan 18:33-37

Repaso de textos de la fecha

El Salmo 93 exalta el reinado y el poder de Yavé en el contexto de la misma creación. El Dios de Israel tiene su morada o casa en el mundo, y el bramido de los ríos y las muchas aguas nos recuerdan su voz (vv. 3-4). Se afirma la vigencia temporal de Yavé (vv. 2 y 5) y se mencionan sus fieles testimonios que están inscritos en el universo, y que generalmente se los asocia a las enseñanzas y consejos de la Torá.

Apocalipsis 1:4-8 es el saludo introductorio para las Cartas a las siete iglesias de Asia, de parte de Dios y de Jesucristo. Para Dios, desarrolla el nombre revelado a Moisés (Ex 3:14) como “aquel que es/está, que era/estaba, y que ha de venir” (vv. 4 y 8), y como el “principio (alfa) y el fin (omega)” de todas las cosas (v. 8), y presenta a Jesucristo como “testigo fiel”, “primogénito de entre los muertos” y “Príncipe de los reyes de la tierra” que reinará junto con su pueblo constituido en un “reino de sacerdotes” (vv. 5-6). Para un mayor desarrollo sobre el texto de Apocalipsis 1:4-8 se puede recurrir al EEH 8, del 26 de Noviembre de 2000.

Juan 18:33-37 contiene el diálogo entre Jesús y Pilato cuando Jesús fue entregado por parte de las autoridades judías, en el contexto de los relatos sobre la pasión (capítulos 18 y 19). Uno de los temas centrales es la cuestión del “reino” que Jesús representaba. Jesús explica que su reino no se encuadra en el modelo de los reinos de este mundo, y por tanto la construcción del mismo no sigue los métodos y estrategias esperadas por los poderes oficiales; aunque les despierta sospecha y preocupación. Para un mayor desarrollo sobre el texto de Juan 18:33-37 se puede recurrir al EEH 44 del 23 de Noviembre de 2003.

El tema del “reino” es uno de los ejes principales que atraviesan los diferentes textos propuestos, y también es relevante en la visión de Daniel 7.

Comentario sobre Daniel 7:9-14

Daniel 7:9-14 es la visión de un anciano, de un “hijo de hombre” y del establecimiento de un reino permanente; y para su mejor comprensión hay que leerla a la luz de su contexto inmediato que es todo el capítulo 7, que incluye la visión antecedente de las cuatro bestias (vv. 1-8) y la propuesta de interpretación de todo el conjunto (vv. 15-28).

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Las cuatro bestias de la visión de Dn 7:1-8 representan cuatro grandes imperios históricos que se suceden según la periodización propuesta por el libro de Daniel, que no es muy precisa, y algunos detalles de nombres y lugares no coinciden con los datos de la historiografía aceptada actualmente. En todo caso, debemos recordar que estamos leyendo textos de alto valor simbólico que tienen intenciones específicas, y que no están tan preocupados por la exactitud de los registros. Este sueño / visión es paralelo al sueño de Nabucodonosor del capítulo 2; y las cuatro bestias son equivalentes a las cuatro partes y metales de la estatua derribada por una piedrita (ver Dn 2:31-45). Es otra versión del mismo mensaje con un contenido análogo, y también está escrito originalmente en arameo, y no en hebreo.

La primera bestia es un león con alas de águila (v. 4) y representa el imperio de Babilonia. La segunda es como un oso (v. 5) y representa al reino de los Medos, que según la cronología propuesta en el libro suceden a los babilonios (ver 6:1ss). La tercera es como un leopardo con alas de ave y cuatro cabezas (v. 6) y representa a los Persas. Entonces, viene la descripción de la cuarta bestia que era las más espantosa y diferente de todas las demás (v. 7), y que representa el imperio de Alejandro y sus sucesores (para nuestro caso el que importa es el reino de los seléucidas, con sede en Antioquía y control sobre Siria y Palestina).

Es evidente que en el esquema de las cuatro bestias, el énfasis está puesto en la última (3+1), a la cual se le dedica la mayor atención en los vv. 7-8 y también en la sección interpretativa de los versículos 19-25. Todas las referencias a esta cuarta y extremadamente terrible bestia apuntan al reinado de Antíoco IV Epífanes, cuyo contexto histórico y circunstancias de su reinado están más ampliamente desarrollados en el capítulo 11.

En Dn 7:1-8 las descripciones de las bestias están expresadas en un lenguaje sugerente y elocuente, tomando elementos simbólicos representativos de cada pueblo y cultura, pero a su vez el mensaje es velado y no explícito. Podemos mencionar algunos aspectos relacionados con la cuarta bestia por la importancia que tiene para el contexto y el horizonte de lectura del libro. En todo caso, las otras tres bestias representan imperios más lejanos en el tiempo y sin relevancia directa para la comunidad lectora.

En el caso de la cuarta bestia, los diez cuernos representan los diez reyes de la dinastía seléucida (el cuerno es un símbolo tradicional de fuerza y de poder, y por eso era común aplicarlo a reyes y monarcas). Entonces, tres de ellos fueron arrancados por el surgimiento de un cuerno pequeño. Esta parece ser una referencia clara a Antíoco IV Epífanes (monarca entre 175-163 a.C.), quien recién adquirió mayor importancia cuando sacó del medio a varios de sus rivales (ver 7:8.20.24); lo cual coincide con otros detalles que se ofrecen en Dn 11:21ss sobre su llegada al trono, donde aparece como un usurpador que se apoderó del reino por medio de intrigas y astucia.

Todo el capítulo 7, tanto en la visión (vv. 1-8) como en su interpretación (vv. 15-28), enfatiza lo terrible y devastador de este cuarto reino (ver vv. 7, 19, 23), con alusiones a su astucia y capacidad de control (“muchos ojos”), y también a su aspecto arrogante y blasfemo (“una boca que decía grandes cosas”) (vv. 8 y 20). Parte de esa arrogancia y blasfemia se describen como el intento de “cambiar los tiempos y la Ley” (v. 25) y como “la guerra y la persecución contra los santos” (vv. 21 y 25). Estas son alusiones bastante precisas a la política de helenización impulsada por Antíoco IV Epífanes, a través de la cual se intentaba desacreditar y erradicar las tradiciones culturales y religiosas locales para imponer una cultura hegemónica. Algunos ejemplos específicos fueron la prohibición del sábado y de las fiestas (ver 1 Macabeos 1:41-52).

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Pero lo más relevante de la visión es que no termina con la cuarta bestia espantosa y terrible, sino que hay algo más al igual que en la visión de Daniel 2 (ver Dn 2:44-45), y de esto precisamente se ocupa el texto de Daniel 7:9-14 elegido para esta semana. Allí se describe la llegada e instauración de un nuevo reino de carácter permanente. Esto es precisamente lo que le da el carácter de “revelación” al texto, pues hasta allí todas las referencias eran más o menos conocidas o sugeridas, aquí se empieza a poner a prueba la imaginación.

La escena que se pinta al comienzo (vv. 9-10) es la de un gran tribunal de juicio con muchos tronos preparados y un trono especial donde se sentó un anciano venerable. El trono del anciano, con ruedas y como de fuego, recuerda el carro de la visión de Ezequiel 1, y es una representación de la presencia divina. También estaban allí presentes miles de servidores; y en un momento el tribunal ocupo sus tronos, se abrieron los “libros” (ver los dicho en 12:1 sobre el Libro de la Vida) y comenzó el juicio.

Entonces el v. 11 vuelve la mirada hacia las bestias y se observa que la bestia más terrible estaba muerta, destrozada y había sido arrojada al fuego (ver también el v. 26). Las otras bestias sobrevivirían por algún tiempo, pero habían perdido su poder y ya no resultaban peligrosas (v. 12). Así se prepara el anuncio principal de todo el relato que es la instauración de un reino permanente, significativamente diferente a todos los demás.

Este anuncio comienza con la aparición en escena de una figura humana (“ser humano”, “hijo de hombre”), que se dirige hacia el anciano, y luego es llevado ante su presencia (v. 13). Y precisamente a este “ser humano” se le dio el imperio permanente y perpetuo, donde sirven todos los pueblos, naciones y lenguas (vv. 14 y 27).

Podríamos decir que una de las claves principales de todo el pasaje gira alrededor de este “ser humano” y de su reino. Por tanto, conviene profundizar un poco más sobre su interpretación. Para empezar, debemos recordar que la expresión “hijo de hombre” (arameo: bar ’enosh o hebreo: ben ’adam) es un semitismo que significa simplemente “ser humano” (casi podríamos decir “hijo de vecino”), y no tiene ninguna connotación que apunte a una supuesta condición sobrehumana o de semidiós. Esta expresión de “ser humano” no es tan común en la Biblia Hebrea, pero se ha utilizado con diferentes sentidos tanto en la tradición judía como cristiana. En el libro de Ezequiel, Dios llama frecuentemente así a su profeta. También hay atestiguado un sentido personal o individual para esta expresión en antiguos textos apócrifos judíos que se inspiran en nuestro pasaje (p.e. Henoc y IV Esdras), y por último podemos recordar alguna atribución hecha a Jesús (ver Mt 8:20).

Pero volviendo a Daniel 7, conviene que enfoquemos la propia interpretación que da el pasaje, y aquí parece que el texto se inclina hacia una interpretación colectiva donde aquel “ser humano” se identifica con los “santos del Altísimo” que son los que recibirán el reino (ver vv. 18, 22, 27). Por el contexto, también podemos entender que la expresión “santos del Altísimo” se refiere a aquellos que resistieron y fueron fieles en el tiempo de la persecución y la prueba (vv. 21 y 25), y también habría que suponer que estos son los que están sentados en los tronos del tribunal para juzgar juntamente con el anciano (v. 9).

Asimismo, esta interpretación se podría ampliar a partir de intuiciones convergentes surgidas de los otros textos elegidos para esta fecha que mencionamos al principio. Por ejemplo, el texto de Ap 1:5-6 donde se presenta a Jesucristo como “príncipe de los reyes de la tierra” que reinará junto con su pueblo constituido en un “reino de sacerdotes”. También

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podemos recordar el texto de Jn 18:33-37, donde el reino que Jesús representaba nace y se construye de una manera muy diferente a los imperios hegemónicos y opresores conocidos.

Sugerencias para la predicación

Los textos de tipo apocalíptico son siempre una invitación a usar la imaginación. Entonces podríamos preguntarnos como imaginamos este reino que no sigue los modelos dominantes y hegemónicos de este mundo.

También conviene que junto con una crítica a los poderes hegemónicos globales, podamos profundizar en el análisis de las cuestiones de poder hacia el interior de nuestras instituciones y organizaciones en aspectos cotidianos. ¿Podemos imaginar manejos de poder que no sean manipuladores y autoritarios? ¿Podemos imaginar formas de tomar decisiones más transparentes y participativas? ¿Cómo es la comunicación y la circulación de la información?

Los textos apocalípticos nos ayudan a imaginar formas de gobierno diferentes a las conocidas e instaladas; y nos sugieren modelos y métodos probados en las luchas contra los poderes opresores. Por ejemplo, con el texto de hoy podríamos hacer alusión a formas de gobierno más participativas y democráticas, donde los de abajo, el pueblo, los “hijos de vecino” tienen un papel fundamental y decisivo.

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