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Julio Manuel CARVAJAL CAVERO. Educación en el museo Ferrán nº 34, Diciembre del 2014. Págs. 159-180. ISSN 1135-2736 EDUCACIÓN EN EL MUSEO Julio Manuel CARVAJAL CAVERO Director del Museo Alhajas en la Vía de la Plata. La Bañeza Esta guía didáctica se ha realizado a instancia del profesorado del Centro de Enseñanza Vía de la Plata. Desde el Museo, queremos agradecer a los profesores su apoyo porque los consideramos el mejor público del Museo y los colaboradores más activos, en realidad, son quienes hacen la mayor parte del trabajo de los museos, tanto por su apoyo a los mismos como por su labor investigadora y divulgativa. OBJETIVOS El objetivo básico del Museo Alhajas en la Vía de la Plata de La Bañeza es realizar un homenaje al arte popular, de tal forma que la población se sienta especialmente orgullosa de sus orígenes y capacidades. Se pretende promover el conocimiento y acceso de la población a su propia tradición cultural favoreciendo su difusión. Desde el área didáctica del museo se pretende acercar el público de todas las edades al contenido del propio Museo. Se quiere fomentar la comprensión de las colecciones a través de unas actividades dirigidas a centros educativos, todo tipo de público, familias, obteniendo experiencias que promuevan su desarrollo personal y social. El programa de talleres y actividades pedagógicas sigue un planteamiento participativo para que los visitantes se impliquen en la valoración del patrimonio etnográfico de los bienes que componen los fondos materiales del Museo. La interdisciplinariedad de las tareas de difusión y la participación activa del visitante son las líneas de trabajo de este área didáctica.

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Julio Manuel CARVAJAL CAVERO. Educación en el museo Ferrán nº 34, Diciembre del 2014. Págs. 159-180. ISSN 1135-2736

EDUCACIÓN EN EL MUSEO

Julio Manuel CARVAJAL CAVERO Director del Museo Alhajas en la Vía de la Plata. La Bañeza

Esta guía didáctica se ha realizado a instancia del profesorado del Centro de Enseñanza Vía de la Plata. Desde

el Museo, queremos agradecer a los profesores su apoyo porque los consideramos el mejor público del Museo y los

colaboradores más activos, en realidad, son quienes hacen la mayor parte del trabajo de los museos, tanto por su apoyo a

los mismos como por su labor investigadora y divulgativa.

OBJETIVOS El objetivo básico del Museo Alhajas en la Vía de la Plata de La

Bañeza es realizar un homenaje al arte popular, de tal forma que la población se sienta especialmente orgullosa de sus orígenes y capacidades. Se pretende promover el conocimiento y acceso de la población a su propia tradición cultural favoreciendo su difusión.

Desde el área didáctica del museo se pretende acercar el público de todas las edades al contenido del propio Museo. Se quiere fomentar la comprensión de las colecciones a través de unas actividades dirigidas a centros educativos, todo tipo de público, familias, obteniendo experiencias que promuevan su desarrollo personal y social.

El programa de talleres y actividades pedagógicas sigue un planteamiento participativo para que los visitantes se impliquen en la valoración del patrimonio etnográfico de los bienes que componen los fondos materiales del Museo. La interdisciplinariedad de las tareas de difusión y la participación activa del visitante son las líneas de trabajo de este área didáctica.

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Desde el Museo: “Alhajas en la Vía de la Plata” de La Bañeza se pretende incorporar la visita al museo dentro de la programación de la actividad docente, de tal forma que el profesorado tenga una libertad total para implementarla en la forma y momento más adecuado.

Los objetivos del proyecto son: • Conocer y valorar el patrimonio museístico leonés • Ofertar una actividad alternativa de ocio • Orientar y motivar a los visitantes para aprender a observar e

interpretar la cultura popular • Potenciar el pensamiento crítico • Desvelar el lenguaje simbólico y el valor artístico de nuestro

patrimonio Además de los objetivos generales se persigue que el alumnado

comprenda, distinga y utilice el vocabulario asociado a los oficios, escuelas artísticas, materiales y planteamientos culturales implicados en la etnografía de la región.

Especificidad de los centros educativos: • Promover la proximidad del Museo a la Comunidad Educativa • Considerar al profesorado parte activa de la difusión y

conocimiento del Museo • Contribuir a la necesaria planificación de las actividades • Facilitar la formación específica al profesorado para la visita del

alumno • Implicar al profesorado en el desarrollo y valoración de las

actividades realizadas Se ofrecen visitas guiadas para los diferentes niveles educativos:

Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. Estas visitas se complementarán con diferentes actividades educativas tendentes a favorecer la conservación y valoración de la cultura popular y sus

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agentes. Las propuestas de trabajo serán amenas basándose en la capacidad interactiva del alumnado y en la disposición natural para el juego y la reflexión personal.

El Museo pone a disposición de los Centros Educativos unos materiales específicos para la realización de estas actividades:

• El texto correspondiente a los paneles explicativos por sala: sala infantil (1), mocedad (2), adultos (3), joyería (4), azabaches (5), patenas y Cristos “preñaos” (6) y collaradas (7). Se acompañan algunas fotos de piezas significativas.

• Unos pequeños ejemplos de tareas didácticas.

PANELES O TEXTOS EXPLICATIVOS DE CADA SALA.

Introducción: salas didácticas de la planta inferior Después de las dos salas didácticas en las cuales hemos

observado la ropa de un mozo del Órbigo bajo (Cebrones del Río) vestido con blusa de billaretes y de una mujer de la Valduerna (Destriana), pasamos a la sala de exposiciones temporales que presenta ahora mismo una muestra de rosarios.

Las ideas centrales se expondrán a continuación. Primera sala didáctica: dos maniquíes con la ropa de un

hombre y una mujer del siglo xix, en nuestras comarcas (ribera del órbigo y valduerna)

El mozo del Órbigo acude a la fiesta con la camisa de lino

bordada. El lino es una planta textil que se cultiva en los linares de las vegas de los ríos y que es la base de una industria textil primitiva.

Sobre la camisa y el chaleco lleva una “blusa de billaretes” que no es sino el blusón o guardapolvo usado a diario para las labores agrícolas

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aunque enriquecido con muchos adornos porque el mozo en realidad con esta prenda iba al baile, a las romerías y a las fiestas a dejarse ver por las mozas.

Con la botonadura de plata en el chaleco y la camisa de lino bordada, la cinta de seda en el sombrero y la blusa tan llamativa estaba diciendo a las mozas lo bien que le iba, y que tenía posibles, probablemente una buena ganadería en la vega.

La mujer de la Valduerna que completa la pareja de maniquíes que hacen la presentación del museo sirve para mostrar el enriquecimiento de los textiles del siglo XIX en el mundo rural. Con los repiquetes o sobrepuestos de abalorios vítreos y de lentejuelas, por ejemplo, de dos colores (verde y negro) en las puñetas de la chambra. A los pies vemos que la moza de la Valduerna lleva dos ligas maragatas porque, probablemente, les gustaban y fueron a comprarlas a Astorga, debido a que maragatos y valdorneses comparten el valle del Duerna.

La joyería servirá de estudio sobre todo al final de la exposición, destacando un corazón de novia de la segunda mitad del siglo XVI.

Toda la joyería es original, así como los textiles. La mejor joyería corresponde al renacimiento español, finales del siglo XV y primer tercio del XVI.

Destacando un segundo momento de esplendor, barroco, ya en el siglo XVIII y correspondiente a la joyería arriera maragata. Los arrieros, cargadores, carreteros, transportistas o comerciantes trashumantes de la maragatería hicieron mucho más dinero que los agricultores y continúan la tradición joyera del siglo XVIII, con piezas de mayor tamaño y vistosidad.

Segunda sala didáctica: exposición temporal de rosarios Del rosario de azabache que se expone en la primera vitrina

pequeña de esta sala extraemos la conclusión de que los rosarios del siglo XVII y aún anteriores han pasado a integrar los collares leoneses y de la Vía de la Plata, como se puede comprobar si se observan las

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pequeñas tallas de las cuentas o sartas y los distintos materiales y tipologías de los collares tradicionales.

El carácter protector del azabache como material mágico y el carácter protector de las creencias religiosas tradicionales se unen en los objetos de uso popular de tal forma que acompañan a los leoneses por toda la Vía de la Plata hasta llegar a América y pasan, por ejemplo, a los chachales guatemaltecos. La madre guatemalteca en el lecho de muerte transmite a su hija el collar con estas palabras: “llévalo siempre porque este chachal te protegerá”.

Vemos variantes vítreas, de Toro (Zamora), de coral y oro, de madreperla, de sangre de toro (vítreo de color rojo) o madera, entre otros materiales.

Los rosarios de madera que se exponen tienen tres metros de longitud y se colocaban sobre los cabeceros de las camas.

Podemos destacar algunas procedencias: Palacios de la Valduerna para el rosario de plata de la primera vitrina, o Santiagomillas para el rosario de pasta de color blanco de la segunda vitrina.

(1).- PRIMERA SALA: INFANTIL.

Seguimos el planteamiento de doña Concha Casado, quien forma parte del Consejo Asesor del Museo y hacemos una exposición por edades.

En las tres primeras vitrinas de la sala mostramos ropa de acristianar. El bautismo es el acto más importante en la vida del recién nacido, la persona más necesitada de protección por ser la más desvalida y, por tanto, la más expuesta a la envidia o mal de ojo: la fuente de todo mal – junto al denominado mal de aire que proviene de los efluvios de pantanos y fuegos fatuos de los cementerios –. La antropología considera el mal de ojo un fenómeno de transferencia cuyo significado es la envidia. Consecuencia de la envidia es la necesaria defensa frente al vecino, que es quien realmente puede hacernos daño, lo que ocurre es que lo decimos de forma inconsciente y solapada.

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La primera vitrina muestra una ropa de acristianar de San Adrián del Valle, de color blanco porque se realizó en las primeras décadas del siglo XX. Este color blanco significa el triunfo de la burguesía. Por el contrario el gusto popular por el colorido se muestra en la siguiente vitrina con ropa de la Valduerna (Posada y Torre), también para acristianar; realizada durante la segunda mitad del siglo XIX. La tercera vitrina expone ropa de Aliste (Zamora), una comarca etnográficamente de mucho interés porque muestra una ropa muy arcaica y auténtica como se aprecia en la “cofia” de lino blanco que llevaría la criatura en la cabeza, una pieza textil característica de los siglos XVIII y XIX.

La vitrina central muestra ya la ropa de los niños y niñas de más edad. A partir de los tres o cuatro años comienza la diferenciación por edades; hasta entonces la ropa de acristianar era igual para niños y niñas.

Vemos una ropa de niña del Val de San Lorenzo con las ligas maragatas y las castañuelas, se trata de la ropa de la hija de don Pedro Alonso, un médico muy conocido del Val (Maragatería). También vemos una ropa de un niño de Valdería (Castrocalbón). Podemos comprobar que parece llevar una chaquetilla charra porque según avanzamos hacia el sur de la Vía de la Plata, la influencia charra es mayor. De tal forma que en México hablamos de los corridos “charros” y comprobamos que la ropa mexicana está influenciada por la indumentaria tradicional charra o salmantina, estrictamente, por el traje de “serrano”.

Además podemos observar un pequeño sayo que se recupera de una Iglesia del entorno de León, un exvoto, ofrenda, prenda o agradecimiento por una curación.

En la siguiente vitrina observamos una ropa de niña zamorana (Valles de Benavente, Arrabalde), vemos los libros de “calleja” y la autenticidad y rusticidad de la ropa zamorana como ocurre con los diseños en diente de sierra, diente de lobo o puntas de diamante del justillo.

En la última vitrina de la sala vemos una presentación de los amuletos que acompañaban a niños, niñas y adultos para cuidarles de

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todo mal. Sobre el soporte de metacrilato se coloca un dijero o conjunto de amuletos también denominado “cinturón de infante” porque lo usaban los hijos de la realeza y, a imitación de ellos, la nobleza y el pueblo. La función de este objeto era servir como “cinturón de parturienta”: lo usaba la mujer cuando daba a luz para proteger a la criatura contra todo mal. Cada amuleto tiene una función protectora distinta porque sirven en especial contra manifestaciones concretas del mal de ojo, de tal forma que todos pueden ser usados en conjunto y se potencian.

Sala infantil. Sala 1. Vitrina 3. Ropa de acristianar de Aliste (Zamora). Siglo XIX.

Sala infantil Vitrina 2. Ropa de acristianar de la Valduerna. Localidad de Posada y Torre. De 1889 a 1913. Detalle del justillo.

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(2).- SEGUNDA SALA: MOCEDAD Vemos la ropa, sobre todo, con la que se vestía a la moza para

que estuviera bien guapa y luciera como merece en las celebraciones festivas. En la primera vitrina de textiles a la derecha tenemos un traje de novia para la boda maragata con los bordados matizados en el mandil, junto a ella, a la izquierda hay una “moza del caldo” que servía a los invitados en el banquete nupcial y los días de boda y tornaboda. Se adorna con una mantilla de acristianar roja con serigrafía negra. Esta pieza tiene la función de mandil o facha. Los maragatos tienen una gran variedad de trajes populares o tradicionales.

Si seguimos con los textiles en la vitrina central, la de mayor tamaño, vemos mantones de Manila. Se denominan “Manilas” porque se traían de Cantón (China) en torno a 1840/1890, con caras de marfil o nácar incluso por ambos lados del textil, talladas y pintadas. Las piezas más caras solo estaban al alcance de las mozas de la alta burguesía. El mantón de manila es la única prenda que todavía se usa de toda la indumentaria tradicional española.

Las piezas de seda llegaban a Acapulco (México) envolviendo la porcelana que venía en el Galeón de Manila, la mujer mejicana (en ese tiempo española) quiso usar esas sedas maravillosas, y esa costumbre se extendió por la España peninsular. Los comerciantes chinos no perdieron el nuevo mercado que se les abría. Hoy todavía se producen mantones a mano en las cercanías de Sevilla.

En la vitrina textil de la derecha vemos a dos mozas, una de ellas de Castro Tierra y otra de la Valdería (Castrocalbón), con collares de coral de tamaño pequeño y pasta vítrea.

En las vitrinas de joyería vemos la joyería de María Miñambres, la primera concejala de León, y una de las primeras de España. A la izquierda otros collares de pasta vítrea con un crucifijo con vidrios engastados, ya del siglo XIX.

Se trata de la joyería que solía usar la mocedad, de menor valor y precio que la joyería de adultos. Las grandes collaradas, y las piezas de

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mayor tamaño, solían usarse por las personas más adultas y solo para los actos sociales y religiosos más importantes.

Sala de mocedad. Sala

2. Vitrina 3. Detalle de mantón de Manila hecho en Cantón (China) 1840/1870. Seda y caras de marfil, talladas y pintadas.

(3). SALA DE ADULTOS En la primera vitrina, vemos ropa de la Valduerna de 1882

(Posada y Torre, Valle de la Valduerna). El hombre luce una camisa de lino bordado con lino y una faja bordada en seda. La mujer lleva un mandil de lana teñida en casa luciendo el árbol de la vida. La faltriquera de la chica procede de Zamora. Seguramente se compró en el mercado de La Bañeza. Vemos que la ropa incorpora elementos de otras comarcas e incluso de países lejanos, como China.

La mujer valdornesa luce un collar que ya merece el nombre de collarada por el tamaño y la calidad de los componentes. Las piezas de plata son un Cristo “preñao”, o barrigón, una patena, un corazón de

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novia, una cruz de madera de taracea con engaste de plata y un medallón alegórico a San Juan Bautista, todo ello de los siglos XVI/XVIII. El conjunto se completa con coral de tamaño grande y de las tallas barril y macarrón (llamadas así por su forma), procedente del Mediterráneo.

De frente, según entramos en la sala, tenemos una vitrina de maragatos, con los trajes de don Pedro Alonso del Val de San Lorenzo y de doña Carolina, su mujer. Incluye la capa de hombre; y el traje de viuda maragata, con la manta o frisa con la leyenda bordada en lana “viva mi dueño”.

Todas las piezas son originales, como ocurre en todo el museo. La influencia de lo maragato llegará a México y Argentina, por ejemplo, siendo el traje de gaucho una adaptación del traje maragato.

En la siguiente vitrina encontramos un traje de mujer de Sahagún. Lo hemos escogido para que se vea la variedad y calidad de la indumentaria tradicional en todas las comarcas leonesas. Destacamos la profusión de adornos de chapitas o chapeado metálico en el mandil y el mantón que lleva al cuello porque es un mantón de lana merina, llamado mantón del ramo, vemos que la lana no podía competir con la seda china, pese a lo cual consigue una calidad muy alta. El hombre que completa esta vitrina va vestido con ropa propia de la Valdería (Castrocalbón), con chaleco, botonadura de estaño, chaquetilla y bragas o ataqueras porque los pantalones son ya del siglo XX. Antes los hombres eran bien “bragaos” y llevaban bragas.

La siguiente vitrina recoge indumentaria del Órbigo bajo (La Nora, Alija y Navianos en concreto), una comarca, que tenía mucha riqueza agrícola y ganadera. Vemos variantes como el pañuelo de palma azul, los zapatos de Alija, las camisas de lino, de mucha calidad.

Para acabar la sala de adultos hemos colocado ropa de Zamora. La capa alistana (de Aliste) o “capa de chiva”. La chiva es el colgante de la parte superior de la capucha. Es un rastro medieval y un signo de autoridad. Esta misma capa se usa por la cofradía denominada popularmente “de las Capas pardas” de la ciudad de Zamora.

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También hemos puesto ropa de serrana charra o salmantina, con zapatos decorados con corla en la hebilla de plata, del siglo XIX.

Sala de adultos

(Sala 3). Vitrina 1. Ropa de la Valduerna del último cuarto del siglo XIX. Collarada o gran collar tradicional leonés de los siglos XVI/XVIII.

Sala de adultos

(Sala 3). Vitrina 2. Detalle del bordado matizado en seda del traje de mujer maragata de doña Carolina Alonso del Val de San Lorenzo. Principios del siglo XX.

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(4). PRIMERA SALA DE JOYERÍA: PENDIENTES Y MEDALLONES

La primera sala de joyería del museo se dedica a doña Concha

Casado. A la derecha vemos los cuatro tipos de pendientes leoneses: vincos, arracadas, calabazas y polcas.

Las polcas se caracterizan por el cuerpo de forma almendrada o de almendrilla y son los más propios del siglo XIX.

La palabra arracada procede de la palabra árabe al racat usada para designar al pendiente y se utiliza de forma muy parecida en Euskadi y Cataluña. Tiene forma de rueda de carro.

El modelo más arcaico es el vinco, cuya denominación procede de la forma del aro del cual pende un triángulo. Este triángulo semeja los cinco dedos de la mano de Fátima, la hija del profeta del Islam. Es un pendiente de concepción, como nos muestran los pequeños glandes que penden de la pieza. Como es habitual en la joyería y en la cultura tradicional vemos los principios de la magia simpática. Todo lo que se haga en el mundo mágico o simbólico se traslada al mundo real. Por explicarlo de forma sencilla, sería igual que si yo tuviera tres años y me pusiera un traje de “superman”, pensaría que puedo volar. Estas piezas del siglo XVII nos muestran la mentalidad arcaica y la imperiosa necesidad de las familias, en la sociedad agrícola de tener hijos, para que puedan trabajar el campo durante la vejez de los padres.

Al otro lado de la sala hemos situado los elementos que componen las collaradas, para que puedan observarse separadamente.

Para empezar, las medallas procedentes de fundición con distintas advocaciones marianas, del siglo XVIII.

Después, los medallones denominados “jardín maragato”, en distintas versiones. Se trata de un medallón con caja de plata sobredorada, del siglo XVIII, en cuyo interior se encuentran uno o dos niños de cera o barro, rodeados de flores secas siemprevivas, a veces se identifica al Niño Jesús o incluso aparece San Antonio junto a la figura infantil. El pueblo, es sabio, y recoge lo que le parece esencial, con este

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regalo de amor, se simboliza la familia y la procreación. Si el mozo era rumboso, un medallón de plata y unos manojitos de coral era lo adecuado para tener contenta a la novia.

Hemos colocado en la siguiente vitrina medallones de porcelana, de esmalte sobre vidrio, apaisados, en resumen, distintas variantes de los denominados popularmente “relicarios”. Un relicario estrictamente contiene restos orgánicos identificados mediante filacterias, letreros o pequeñas cartelas.

La última vitrina contiene crucifijos, de los siglos XVI/XIX. Destaca el denominado “Cristo de espiguete” del siglo XVI por lo que tiene de popular en la joyería leonesa. Las terminaciones de los brazos de la cruz tienen forma de espiga, flor de lis, o cruz de Calatrava, procede del siglo XVI, también hemos puesto unas cruces paneladas trabajadas a buril de los siglos XVI y XVII, y algunas representaciones del Cristo de Burgos, de los siglos XVI/XIX.

(5). SEGUNDA SALA DE JOYERÍA: AZABACHE

El azabache es una variedad de lignito fósil, extraído de Asturias,

lugar donde se encuentran las mejores minas. Se trata de una extracción muy difícil porque los azabacheros, el último de los cuales falleció hace poco, deben introducirse por las galerías de los chamizos o pequeñas minas, o buscar algunos restos entre las escombreras de carbón, por ejemplo. No se presenta en grandes vetas como el carbón sino que se trata de troncos fosilizados, aislados, que hay que encontrar, uno a uno, y empezar a excavar hasta encontrar la parte aprovechable, que suele presentarse en trozos de un tamaño relativamente pequeño. De esta forma esta piedra considerada semipreciosa durante siglos ha supuesto una fuente económica reseñable.

Tiene unas características muy peculiares, es un amuleto cromático por su color negro profundo y misterioso una vez que ha sido pulido. Se trata de un material quebradizo y que rompe por si mismo sobre todo ante cambios de temperatura y humedad, de esta forma,

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parece que ha absorbido el mal de ojo enviado contra su poseedor. Desde la antigüedad se ha considerado el remedio más potente contra el mal de ojo. Además, si se talla el azabache con forma de higa o figa se convierte en un amuleto punzante, por la forma que contribuye a romper el círculo de aojamiento.

La reina Victoria durante el luto por el príncipe Alberto, puso otra vez de moda el azabache en el siglo XIX, antes pocas personas guardaban memoria de este material. Las excavaciones realizadas durante el siglo XX en las tumbas de peregrinos alemanes o de indios de la florida, empezaron a dar curiosísimas muestras de sincretismo cultural y de tallas medievales europeas de un encanto especial. Santiago de Compostela, Asturias y León (recordemos la calle Azabacherías) son los centros históricos de producción de esta artesanía tan curiosa.

Los orígenes se encuentran en las culturas milenarias del Mediterráneo. El azabache es el lapis gagates señalado por Plinio. Digamos que el mal de ojo, los amuletos protectores y los materiales mágicos entroncan con las culturas del mar Mediterráneo y que, aún hoy, algunos pescadores de la Costa Brava siguen usando pócimas cuyo componente es una espina de pescado con esta función protectora para romper el mal de ojo.

No debemos extrañarnos de la pervivencia de costumbres que se mezclan con el origen de la magia blanca o ciencia primitiva en el Egipto predinástico hace 5000 años.

En mi opinión se debería potenciar la industria artesanal del azabache en Asturias y Galicia, sobre todo, en manos de joyeros tradicionales e innovadores. Porque se trata de una pequeña industria artesanal y al público le gusta mucho la joyería de azabache.

Haremos dos menciones destacadas. La primera es la vitrina de las higas; y la segunda el collar denominado de cuello o de bendición, que la madrina o la madre maragata ponía al cuello a la maragata cuando salía para ir a casarse a la iglesia. Solo nos quedan seis collares de esta tipología con tallas o labras del siglo XVII y nudos de malla de

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bronce. Estos rosarios fueron partiéndose y se han perdido casi en su totalidad. En estas escasas piezas conservadas se encuentra la clave del origen común, mágico, sagrado, protector, identitario y emocional de los collares leoneses y de la Vía de la Plata.

Sala de

azabache. Sala 5 (segunda sala de joyería). Higa de azabache del siglo XVII. Expuesta en la vitrina 3 de esta sala.

(6).- SALA 6 DE JOYERÍA: PATENAS En la sala de patenas tenemos ahora una exposición de las

medallas leonesas del siglo XVI, llamadas patenas: medallas que llevaban al pecho algunas labradoras. Doña Jimena, la mujer del Cid se casó con siete patenas al pecho. De la realeza y la alta nobleza pasan al pueblo, que conserva esta tradición hasta, más o menos, 1930.

Durante las primeras décadas del siglo XX decae esta sociedad rural y casi desaparece durante los años 70 del siglo XX. Las personas de mayor edad que visitan el museo sienten una gran nostalgia porque estos objetos han formado parte de su propia vida y les traen recuerdos muy vívidos.

Hemos dividido las patenas en sentido amplio en patenas o medallas y el medallón tradicional más conocido. Se trata del Cristo

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“preñao” en León, “barrigón” en Zamora, “empregnado” o empreñado en algunas localidades del área segoviana. Aunque podemos documentar algunos de estos medallones a partir del siglo XVIII, otros presentan las características de filigrana y labra a buril del siglo XVI. Se usan para proteger a la mujer embarazada.

La denominación es muy popular y no tiene ninguna mala intención.

La patena o medalla leonesa del siglo XVI, es quizá la pieza renacentista mejor de la joyería tradicional. Destaca por la habilidad del maestro platero al abrir la plancha de plata con el buril. Gran parte de la platería civil española se ha fundido a través de las distintas vicisitudes históricas, como ha ocurrido con las sacas más o menos voluntarias durante la Guerra Civil, como indica don Carlos Piñel, director del Museo Etnográfico de Castilla y León.

Sala de patenas. Sala 6 (tercera sala de joyería). Dos patenas o medallas leonesas del siglo XVI con las iniciales “jhs” Jesús

Salvador de Hombres y una imagen floral alegórica de la virginidad de María. De plata sobredorada, burilada y nielada. Expuestas actualmente.

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7.- SALA (7) DE JOYERÍA: COLLARADAS

En la última sala, en esta, la tercera exposición permanente (se renueva cada año), presentamos dos collaradas. La collarada es el conjunto de piezas de plata y sartas de coral de gran tamaño y calidad que forman el gran collar tradicional leonés.

Al mar Mediterráneo cayó una de las cabezas de la Górgona, que convertía en piedra a todo el que la mirase, razón por la cual el coral mediterráneo se tiñó de rojo, mientras que el coral del mar Rojo es de color blanco. No cabe duda de las “virtudes salutíferas” del coral: ahuyenta a las sierpes y otros animales ponzoñosos enemigos tradicionales de la mujer; restaña la sangre y favorece los flujos menstruales; además de, sobre todo, ser uno de los mejores remedios naturales contra el mal de ojo, integrándose el juego del coral y la plata en la joyería semítica, árabe y judía, que tanta raigambre ha tenido en la Península Ibérica, como muy bien señala el etnógrafo don José Luis Puerto, miembro del Consejo Asesor del Museo.

La indumentaria de la vitrina final recoge la que sea quizá la falda, saya, o manteo, más famoso y valorado por su trabajo textil. Es el denominado “bordado carbajalino” de Carbajales de Alba (Zamora). Son dos trajes completos, pertenecientes a la misma persona.

La falda carbajalina se confeccionó en 1915, mientras que el otro maniquí presenta una indumentaria anterior a 1885. Entre los complementos integrantes de esta ropa popular destacan las cintas denominadas “sígueme pollo”.

Vemos en la vitrina las joyas, zapatos y complementos completos propios de Zamora.

Sala 7. Sala de collaradas. Vitrina 1. Collarada

leonesa de los siglos XVI/XVIII. Expuesta actualmente.

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PEQUEÑOS EJEMPLOS DE TAREAS DIDÁCTICAS Actividad para el alumno 1.- ¿Hay un museo en vuestro lugar de origen? 2.- ¿Vais a hacer un museo en vuestra localidad? 3.- ¿Tenéis previsto hacer un museo escolar en vuestro centro de

enseñanza con fotografías originales, maquetas, recopilación de la tradición oral, costumbres tradicionales, o con grafitis u otras actividades vuestras?

4.- ¿Creéis que el skate es compatible con hacer un museo del grafiti?, ¿se pueden hacer en el mismo lugar en el que se hace skate y bajo la supervisión de los propios skaters?

5.- ¿Creéis que se podría hacer un centro de turismo rural en vuestra localidad restaurando una casa rural y situando un pequeño centro de interpretación de una actividad participativa de interés como es la recolección de hongos silvestres?

6.- ¿Si se hace un centro de turismo rural se potencia las actividades asociadas? Por favor, señalar la o las respuestas correctas, si las sabéis:

A.-Sí, por ejemplo, un observatorio astronómico. B.- Sí, por ejemplo, la agricultura ecológica. C.- Sí, por ejemplo, los nuevos productos, como los destilados

artesanos. D.- Sí, por ejemplo, las rutas turísticas para avistar lobos y osos

en el entorno. E.- No. La respuesta correcta es que el museo no es un agente de

desarrollo local y no merece la pena preservar el pasado porque no tiene ningún valor económico, al igual que ocurre con la naturaleza.

7.- ¿Consideráis propio de la cultura pop?: A.- Andy Warhol. B.- Eminem. C.- Julio Iglesias.

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D.- Todas las respuestas anteriores son correctas. 8.- Señalar un grupo pop de vuestro entorno que hayáis oído o en

el que hayáis tocado o cantado, dos grupos si los habéis llegado a conocer:

A.- B.- Actividad para el alumno

Vamos a proceder a una breve aclaración de algunos términos

propios de la cultura tradicional. Los pitos son sinónimo de castañuela pequeña. También se usa para designar por ejemplo al pájaro carpintero, por semejanza con la forma que adopta al picotear el tronco del árbol.

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Se suele recordar el dicho popular: yo ahí no tengo pito que tocar. Los chanclos son unas botas de cuero rígido y suela de madera. Al igual que las madreñas o galochas son calzado hecho de madera porque resultaba asequible y muy práctico para el trabajo en el campo. Se suelen usar indistintamente estas denominaciones madreñas, chanclos y galochas en algunas localidades del entorno, de León y Zamora, para designar al calzado tradicional más común. Como ocurre con carracas y otros instrumentos, la madera formaba parte consustancial a la vida y las tradiciones populares, basadas tantas veces en el hágalo usted mismo o intercambie en el entorno más cercano, lo cual conlleva un modelo de vida ecológico y sostenible.

Solución

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Para acabar quisiéramos agradecer al profesorado del “Vía de la Plata” su aportación y nos ponemos a su disposición para continuar con el desarrollo de nuestras iniciativas didácticas en común.

Continuamos en contacto en: • www.museoalhajas.es • [email protected] • www.facebook.com/museodelasalhajas • Museodelasalhajas-labaneza.blogspot.com Bibliografía • Alarcón Román, Concepción, 1987, Catálogo de amuletos del

Museo del Pueblo Español, Madrid. • Bartolomé Arraiza, Alberto (Coord.), 1999, Las Artes

decorativas en España, Summa Artis XLV, Madrid. • Becerril Roca, Margarita, Casado Lobato, Concha, García

Sierra, María José, 2005, Un carro chillón y algo más, Val de San Lorenzo. León.

• Bonet Correa, Antonio, Carballo-Calero Ramos, María Victoria, González García, Miguel Algel, 1987, El Santuario de Nuestra Señora de las Ermitas, Orense.

• Calatayud Lorca, Paco (comisariado), 1991, Un siglo de joyería y bisutería española, 1890 – 1990, Mallorca.

• Calles Pérez, Agustina Y Ramos García, Carmen, 2010, Indumentaria Tradicional en Sayago, Zamora.

• Casado Lobato, Concha, 1993, La indumentaria tradicional en las comarcas leonesas, León.

• CAVERO PÉREZ, OLGA Y ALONSO GONZÁLEZ, JOAQUÍN, 2002, Indumentaria Tradicional de La Bañeza y su comarca, León.

• Calvo Serraller, Francisco, 1999, El mantón de Manila, Madrid.

• González Mena, María Ángeles, 1974, Catalogo de bordados, Madrid.

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• Herradón Figueroa, María Antonia, 2005, La Alberca. Joyas, Madrid.

• Luengo Y Martínez, José María, 1995, La arquitectura popular de la maragatería, La Coruña.

• Llamazares Rodríguez, Fernando, 1987, La platería astorgana del siglo XVII. A través de documentos del Archivo Histórico Provincial de León, León.

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• Ortiz Del Cueto, José Ramón Y Lagartos Pacho, Francisco Javier (Coord.); Ortiz Del Cueto, José Ramón Y Emperador Marcos, Francisco Javier (Textos), 2010, La Indumentaria Tradicional Leonesa, León.

• Piñel Sánchez, Carlos (y otros) 1992, Etnografía, Colección Caja España, Zamora.

• Piñel Sánchez, Carlos 1998, La belleza que protege. Joyería popular en el Occidente de Castilla y León, Zamora.

• Puerto Hernández, José Luis, 2013, Leyendas de Tradición oral en la provincia de León, León.

• Sainz De La Cotera, Gustavo 1999, La indumentaria tradicional en Aliste, Zamora.