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EDUARDO GARCA MYNEZ (1908-1993).HUMANISTA ILUSTRE Y REPRESENTATIVO Hctor Rodrguez Espinoza

Licenciado en Derecho, Maestro en Derecho Internacional Privado y Comparado y Doctorando de la Universidad de Sonora. Profesor, desde 1968, en dicha Institucin. Secretario de Tribunales federales, 1968-1973. Ex Director de las Escuelas de Derecho de la Universidad de Sonora, 19731978 y de la Universidad del Noroeste 1996-2001. Subdirector en el Estado del Instituto Nacional Indigenista, 1980-1982. Coordinador General de Cultura 1982-1985. Director Administrativo de El Colegio de Sonora, 1985-1987. Magistrado del Tribunal Electoral del Estado, 1987-1992. Secretario Tcnico de la Comisin Estatal de Derechos Humanos, 1992-1996. Conferencista, editorialista cultural, editor y autor de ensayos publicados en Revistas Nacionales y Extranjeras y de varios libros sobre cultura y Derecho. 3 Premio Nacional de Ensayo sobre Derechos Humanos, LII Legislatura del Estado de Mxico. 3 Premio Nacional de Ensayo sobre Educacin Superior. FIMPES. Instructor de Moralidad y Derechos Humanos en Agentes del Ministerio Pblico y Policas del Estado. Ha participado en proyectos sociales, acadmicos y culturales en localidades y Universidades mexicanas y de Guatemala, Costa Rica, Cuba y Estados Unidos. e- mail: [email protected]

Al preguntarme, hace ya ms de dos dcadas, por qu la frase de Kant: "los juristas buscan todava una definicin para su concepto del derecho" sigue siendo verdadera, llegu a la conclusin de que, si no se ha podido definir de manera satisfactoria el principal objeto de estudio de la ciencia y la filosofa jurdicas, ello obedece a que los autores, al tratar de definirlo, no se refieren a especies distintas de un mismo gnero, sino a realidades heterogneas. La prueba de ello nos la brinda el examen de las relaciones entre los conceptos de derecho vigente, derecho intrnsecamente vlido y derecho eficaz. / EDUARDO GARCA MYNEZ

El orden jurdico no es, como afirman casi todos los autores, un simple conjunto de normas, sino un orden concreto que deriva del sometimiento normal de la conducta a ese conjunto de normas.

Derecho es un orden concreto, instituido por el hombre para la realizacin de valores colectivos, cuyas normas - integrantes de un sistema que regula la conducta de manera bilateral, externa y coercible - son normalmente cumplidas por los particulares y, en caso de inobservancia, aplicadas o impuestas por los rganos del poder pblico.

INTRODUCCIN Segn el clebre humanista Walter Pater, tres son las formas que a travs de la historia, y de acuerdo con las condiciones intelectuales de cada poca y el temperamento de los diversos autores, ha adoptado la expresin del pensar filosfico: el poema, el tratado y el ensayo. El poema es la forma ms antigua de expresin del pensamiento, poca en que la filosofa, balbuceante, imaginativa, a menudo obscura o nebulosa, ms que fruto de una reflexin sistemtica, es el resultado de intuiciones que tienen mucho de esttico. En poemas que son, a un tiempo, creaciones artsticas y atisbos geniales de la verdad ontolgica, formularon sus grandiosas concepciones los primeros cosmlogos: Parmnides, Empdocles, Pitgoras, Herclito -que escriba en prosa, era sin embargo una naturaleza potica-, y su estilo enigmtico, deslumbrante, lapidario, lleno de imgenes de belleza incomparable, es modelo sin par de la expresin aforstica. El tratado es preferido por los grandes constructores de sistemas, que pretendieron encerrar dentro de la red diamantina de un esquema apriorstico, la multiplicidad desbordante de la naturaleza y de la vida. Creado por Aristteles,

alcanz su perfeccin en la Summa theologica de Santo Tomas y en la Etica de Spinoza, More geometrico demonstrata. Entre estos dos tipos contrapuestos aparece una forma intermedia, ms simple, pero de ductilidad incomparablemente mayor: el ensayo. Creado por Montaigne, es el que mejor se adapta al espritu de nuestra poca y, sin duda, el ms idneo para el desarrollo de la investigacin genuinamente metafsica. Entre la intuicin genial de los filsofos poetas y las catedrales de ideas de dogmticos y escolsticos, aparece el esfuerzo osado y paciente, a la vez, de los pensadores de espritu problemtico, en quienes la bsqueda incansable y librrima de la verdad no resulta obstaculizada por dogmas intangibles ni por concepciones precipitadas y ambiciosas, nacidas de un curioso imperialismo conceptual. A manera de comentario libre en torno a un fenmeno social intelectual l como es el caso del presente-, su libertad de enfoque suele prescindir, casi en absoluto, del aparato crtico, aunque siempre dentro de los lmites del rigor intelectual. Para quienes, como el autor de este Ensayo, somos hijos de la Generacin de mediados de los cuarenta, trmino de la segunda guerra mundial; que en los sesenta decidimos construir nuestro destino en la educacin jurdica en un rincn fuerte y generoso de la patria; y que ejercemos, desde entonces, de una manera u otra, la profesin de abogado o jurista y observamos crticamente el crecimiento y desarrollo de nuestra Filosofa y Ciencia, no nos cuesta mucho trabajo constatar una triste y preocupante situacin cultural en nuestro campo de conocimiento y de accin: la orfandad nacional de grandes Maestros del Derecho. Desde finales de los cincuenta, en plena guerra fra, en la escuela preparatoria, con la sed natural de los jvenes deseosos de conocer y comernos, a puos, el mundo y la nacin que nos rodeaban, junto a los estudios de las ciencias naturales, exactas y sociales -en particular de la historia y literatura universal y espaola-, lemos entusiasmados, entre otras obras, los dos Tomos de la Historia de la Revolucin mexicana, de Jess Silva Herzog y admiramos la limpia y lgica prosa de la Introduccin al Estudio del Derecho, de Eduardo Garca

Mynez. Sus pginas nos dejaban una primera y eterna leccin de que Mxico contaba con Maestros y autores de libros de texto y de consulta necesarios para poner los cimientos de una vocacin cientfica e inclinacin filosfica -incluyendo una actitud tica-, convenientes para un inminente crecimiento intelectual y espiritual de Generaciones enteras de discpulos que, cada quien en nuestros modestos o magnos mbitos profesionales, contribuimos a la enseanza y aplicacin del Derecho, como el nico instrumento no violento de transformacin social. Pero fue a partir de septiembre de 1961, cuando iniciamos los ansiados estudios de la Licenciatura en Derecho en la Universidad de Sonora y durante los 5 aos siguientes, cuando nos asomamos a la doctrina del Derecho y de las ciencias sociales y absorbimos gustosos las aportaciones lujosamante editadas por Porra, de un abanico de autores nacionales: disfrutamos -con ms rigor que en el bachillerato- el citado texto de Eduardo Garca Mynez y el del sonorense Oscar Morineau, la Sociologa del espaol residente en Mxico Luis Recasens Siches, la Teora del Estado de Francisco Porra Prez, el compendio de 4 Tomos de Derecho Civil de Rafael Rojina Villegas, el Derecho Penal de Ral Carranc y Trujillo, el Derecho Mercantil de Felipe de J. Tena, de Roberto Mantilla Molina y Ral Cervantes Ahumada, el Derecho Constitucional de Felipe Tena Ramrez y Antonio Martnez Bez, el Derecho Administrativo de Gabino Fraga y Andrs Serra Rojas, el Derecho Procesal Penal de Gonzlez Bustamante, las Garantas Individuales y El Juicio de Amparo de Ignacio Burgoa y de Alfonso Noriega, los dos Tomos del Derecho Mexicano del Trabajo de Mario de la Cueva, el Derecho Fiscal de Ernesto Flores Zavala, el Derecho Internacional Pblico de Manuel de J. Sierra y de Csar Seplveda, entre otros. Cada uno de esos brillantes acadmicos y Doctores en Derecho compartieron y nos regalaron, adems de sus investigaciones preadas de la ms rica bibliografa extranjera y nacional, una biografa digna de los homenajes que, la mayora de ellos, se han hecho legtimamente acreedores, que pueden consultarse en Enciclopedias, libros y Revistas jurdicas.

La implacable ley natural de la vida y de la dialctica muerte se ha cumplido. Los restos mortales fsicos de todos reposan ya, al adelantrsenos en el viaje sin retorno. Las reimpresiones de sus libros ocupan sitios de honor en Bibliotecas de Tribunales, Escuelas de Derecho y Despachos. Sus enseanzas soportan, cotidianamente, estudios doctrinales de Sentencias, de ctedras y de Tesis profesionales. Sus prdicas ejemplares son dignas de imitacin. Por ello mi inicial lamento: la actual orfandad de la ciencia del Derecho mexicano. Cuando digo actual orfandad no pretendo ignorar las valiosas aportaciones de los discpulos de aquellos imborrables juristas, jvenes que han hecho y estn haciendo meritorias y modernas aportaciones al campo de la Jurisprudencia: me refiero, por ejemplo -y solo por ejemplo a Martha Morineau, Jorge Carpizo Mcgregor, Sergio Garca Ramrez, Fernando Flores Garca, Carlos Arellano Garca, Cipriano Gmez Lara, Agustn Prez Carrillo, Miguel Acosta Romero, Modesto Seara Vsquez, Jorge Adame Goddard, Leonel Pereznieto Castro, Elisur Arteaga Nava, Manuel Becerra Acosta, Francisco Jos Contreras Baca, Carlos de Silva Nava, Alonso Gmez-Robledo Verduzco, Ricardo Mndez Silva, Alejandro Sobarzo Loaiza, Loretta Ortz Ahlf, Ruperto Patio Manfur, Emilio Rabasa, Rolando Tamayo Salmorn, Enrique Snchez Bringas, Ulises Schmill Ordoez, Fernando Vsquez Pando, Jos Arturo Gonzlez Quintanilla y Guillermo Hurtado. Pero permtaseme, en esta ocasin, dedicarle estos recuerdos escritos a uno de esos magnficos preceptores, para mi particular opinin uno de los ms -si no el ms- grandes y comprometidos filosficamente juristas mexicanos del siglo XX: Eduardo Garca Mynez. Igual que todos los estudiantes de Derecho y abogados latinoamericanos, tuve el honor de conocerlo, intelectualmente, a travs de su clsica obra introductoria, en el ao de 1960, en la Escuela Preparatoria; despus, como arquitecto de los cimientos de nuestras bases de conocimiento que sustenta mi calidad de aspirante a jurista; y actualmente me sigo considerando discpulo suyo, al abrevar en su pensamiento para transmitirlo a mis alumnos en la difcil, responsable y trascendente tarea de formar los abogados de hoy y de maana.

Seguramente todos hemos sentido, alguna vez, el impacto de sus primeras lecciones, al llevarnos de la mano para aprender el carcter normativo o enunciativo de los preceptos del Derecho, al plantearnos el primer interrogante de nuestra disciplina: Qu es el Derecho?, para enseguida referirnos la teora kantiana de los imperativos y terminar criticando la clsica estructura lgica de la norma jurdica del padre de la Teora pura del Derecho y decirnos que pasa por alto el trmino de derecho subjetivo, complemento del deber jurdico, como consecuencias de la realizacin del supuesto jurdico. Y as, no va deslindando las nociones del Derecho del de la Moral y de los convencionalismos sociales; prosiguiendo con las fuentes del Derecho, la clasificacin de las normas que lo integran y darnos las bases prstinas de la problemtica de las relaciones que mediante entre el Estado y el Orden Jurdico. En forma sistemtica -pretensin que obtiene cabalmente- nos explica las disciplinas fundamentales y auxiliares que estudian al Derecho. Nos prepara ya para aprender lo que denomina los conceptos jurdicos fundamentales: supuesto jurdico, hecho jurdico, consecuencia jurdica, derecho subjetivo, persona, sancin y coaccin. Finalmente nos ensea los principales problemas de la Tcnica o Aplicacin del Derecho en la vida prctica: determinacin de la vigencia, interpretacin, integracin, conflictos de leyes en el tiempo y en el espacio. Es comn que, como alumnos, es a travs de los dems Cursos de la carrera donde calibramos ya la importancia del aprendizaje de los tpicos de la materia introductoria, y muchas veces los sentimientos de crtica que vierten los alumnos sobre los profesores que tenemos la fortuna de ensearles exigentemente esas bases, se conviertan paulatinamente, y a travs de toda la vida, en un maduro sentimiento de agradecimiento y recapacitacin sobre su utilidad posterior. Ello se explica, por s solo, si observamos el inmenso reconocimiento y gratitud que le profesamos a Don Eduardo Garca Mynez todos los egresados de cientos de Escuelas de Derecho de nuestra Amrica. Tiene mucha razn el maestro Garca Mynez cuando dice que la pareja de trminos Maestro-Discpulo no indica superioridad intrnseca ni mayor importancia del primero respecto al segundo... El maestro de hoy fue discpulo ayer, y el que

hoy es discpulo, quiz sea maestro maana; as es ahora y as ha sido siempre, desde que la educacin existe. De ah la razn del sabio consejo que Don Antonio Caso le dijo a Don Eduardo alguna vez: Eduardo, puede estar usted seguro de que el alumno ms aprovechado de mi clase es Don Antonio Caso. Adolfo Vzquez, interrogado sobre quines han sido o son los filsofos contemporneos del Derecho ms importantes en nuestro pas, afirma que no cree incurrir en una simplificacin si dice que la filosofa del Derecho contempornea en Mxico, hasta fines de los sesenta, ha girado en torno a cuatro personalidades, dos de ellas reconocidas internacionalmente. Se refiere a Eduardo Garca Mynez y Luis Recasns Siches; las otras dos, tambin brillantes pero ms locales, Guillermo Hctor Rodrguez y Rafael Preciado Hernndez. Posteriormente, cree que la produccin intelectual ms estimulante hasta la fecha debe buscarse en el grupo de los neokantianos y analticos con un agudo conocimiento y manejo de la obra de Kelsen y Hart, entre otros clsicos contemporneos: Ulises Schmill, Javier Esquivel, Rolando Tamayo y Agustn Prez Carrillo. Tambin menciona a Mauricio Beuchot, Oscar Correas, Arturo Berumen, Martn Daz y Daz, Adrin Rentara y Enrique Cceres. Un poco ms jvenes, con obra publicada y en plena actividad productiva, destaca a Andrs Roemer, Pablo Larraaga y Juan Antonio Cruz y, desde el derecho constitucional hacia la filosofa jurdica, la obra tempranamente prolfica de Jos Ramn Cosso y Miguel Carbonell. En uno de sus libros, Vzquez menciona que durante la dcada de los ochenta, la filosofa del Derecho en Mxico entr en una suerte de impasse. La dcada de los setenta se caracteriz por una intensa productividad en filosofa jurdica que, lamentablemente, disminuye de manera notable desde principios de los ochenta, situacin que no pocos la atribuyen a la crisis econmica de 1982, que oblig a la nueva generacin a abandonar la docencia y la investigacin en aras de mejores oportunidades econmicas en el sector

pblico o privado. Esto ha representado, al menos, unos quince aos de escasa produccin filosfico-jurdica, que resentimos hasta nuestros das. A lo largo de ese periodo abunda- ha habido esfuerzos aislados, pero lo cierto es que han sido escasas las actividades grupales e institucionales para marcar lneas y proyectos de investigacin en dilogo continuo con los debates, escuelas y autores contemporneos. Una ha sido la creacin, en 1991, del Seminario Anual Internacional Eduardo Garca Maynez dedicado, precisamente, al estudio de la teora y filosofa del Derecho con la participacin activa del ITAM, la Escuela Libre de Derecho, los Institutos de Investigaciones Jurdicas y Filosofa del Derecho de la UNAM, la UIA y del INACIPE- y la constitucin de la Asociacin Mexicana de Filosofa del Derecho, que preside Rolando Tamayo. Menciona que por el Seminario Garca Mynez han circulado acadmicos de la talla de Ernesto Garzn Valds, Luigi Ferrajoli, Eugenio Bulygin, Robert Alexy, Manuel Atienza, Julia Barragn, Ulises Schmill, Francisco Laporta, Ruth Zimmerling, Owen Fiss, Albert Calsamiglia, Martin Farrel, entre otros. Algunos resultados ya son visibles en la produccin lo que, pese a lo dicho, permite ver con optimismo el futuro. Guillermo Hurtado, del Instituto de Investigaciones Filosficas de la UNAM, public su ensayo: Eduardo Garca Mynez y la filosofa cientfica en Mxico. Lo introduce afirmando que Eduardo Garca Mynez es, sin duda, uno de los filsofos mexicanos de mayor peso y renombre, comparable con Carlos Cossio, de Argentina, y con Norberto Bobbio, de Italia, por su cercana generacional e intelectual, y el liderazgo que ejercieron en sus comunidades jurdicas y filosficas. Fue uno de los pioneros de una rama reciente de la lgica y de la filosofa del derecho, la lgica jurdica. Su obra fue comentada por algunos de los filsofos del derecho ms importantes del siglo XX. A pesar de ello son escasos los estudios sobre su obra filosfica y pocos son filosficamente profundos. En los trabajos ms recientes sobre la filosofa en Mxico en el siglo XX, la mencin que se hace de su labor acadmica y obra intelectual es ms bien parca

y, en ocasiones desdeosa. En la comunidad jurdica parecera que la opinin es mucho ms favorable. Pero tal impresin, a pesar del testimonio de numerosos elogios, sera ms bien superficial y poco acertada. Tampoco hay en ella estudios profundos y las alabanzas parecen ms bien la reiteracin de un lugar comn, que el resultado de una influencia profunda o siquiera una consideracin positiva de sus ideas. Por qu este desdn y este olvido?, se interroga. Para responder considera varios elementos filosficos y extrafilosficos. Uno es que Garca Mynez vivi y trabaj en dos mundos acadmicos que, con el tiempo, se han vuelto, en Mxico, muy lejanos: el de la filosofa y el del derecho. Su obra requiere, para ser comprendida y evaluada cabal y adecuadamente, de conocimientos firmes en ambos. Pero para la mayora de los filsofos mexicanos y, en particular de los historiadores de nuestra filosofa, esta obra est demasiado cerca del derecho para que puedan comprenderla correctamente y para la mayora de los juristas, est demasiado cerca de la filosofa para que puedan lograrlo. El olvido en que se encuentra su filosofa es, en buena medida, un indicador y resultado del mal estado en el que, desde hace tiempo, se halla la filosofa del derecho en Mxico, descontando pocas excepciones. Hurtado aade que este olvido es tambin resultado de su propia historiografa. No existe una perspectiva exhaustiva y crtica en el siglo XX. Opina que cuando se lleve a cabo, habr que realizar una cuidadosa reubicacin de sus figuras centrales, y que habra que darle mayor peso a la obra de Garca Mynez.

1. PERFIL BIOGRFICO Eduardo Garca Mynez naci en la ciudad de Mxico el 11 de enero de 1908. Despus de cursar su educacin primaria y media, ingres a la Facultad de Qumica de la Universidad Nacional. Despus de la bsqueda de su verdadera vocacin profesional, como todo adolescente, tuvo la fortuna de encontrarla en las primeras ctedras que tuvo con Don Antonio y Don Alfonso Caso, en la Facultad de Filosofa, habiendo tenido, al trmino de sus estudios jurdicos, a Don Antonio como presidente del Jurado de su Examen Profesional, el 26 de junio de 1930, junto con los ilustres Profesores Francisco Consentini, Mario de la Cueva, Francisco de Paul Herrasti y Jos Zapata Vela, con una Tesis sobre Relacin entre Derecho y Moral. A don Antonio Caso le tuvo especial respeto y aprecio; coleccion sus artculos periodsticos y entre sus documentos personales guard pginas de diversos peridicos que narran el sepelio de tan distinguido pensador. Animado por el maestro Caso, se dirigi a Europa en donde asisti a varios cursos de filosofa. En aquellos aos era muy difcil tener la oportunidad de proseguir estudios de posgrado en el extranjero. No existan becas ni organismos que los apoyaran.

Antes de su viaje de estudios a Europa y despus de su recibimiento profesional trabaj en Monterrey, como defensor de oficio federal. Su madre vendi una propiedad para que pudiera trasladarse a Berln y a Viena en 1932. En la primera se encontr con otro gigante del pensamiento jurdico y tambin humanista, don Mario de la Cueva. En ocasin del homenaje que le brind la Direccin de la Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora, en el ao de 1973, expres: La distincin que los que rigen esta Casa acaban de concederme, ser para m inolvidable, y su recuerdo quedar siempre unido en mi corazn y en mi memoria a un sentimiento de profunda gratitud. Tampoco podr olvidar las bondadosas palabras que acerca de mi persona y de mi obra, me han sido dirigidas por el Seor Director. Ms que un boceto de lo que soy, juzgo que corresponden a una imagen de lo que habra querido ser. Hace apenas unos das, en ceremonia tan grata y honrosa como sta, hice algunas reflexiones sobre la importancia que reviste, para los jvenes, ese llamado que denominamos vocacin; expres adems la idea de que no hay ningn mrito en acatar su mandato, ya que lo que esa voz interior nos ordena, coincide con nuestros deseos ms ntimos y suele ser fuente de dicha, o al menos de contento. Ciertas naturalezas tienen suerte de percibir, en edad temprana, el imperioso llamamiento y de percibirlo en forma clara e inequvoca; otros, en cambio, descubren su vocacin tardamente o cuando menos lo esperaban. Fue lo que ocurri al que habla: despus de abandonar los recin iniciados estudios de Qumica y de inscribirme en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, creyendo que una vez terminada la carrera iba a dedicarme al ejercicio de la abogaca, comprend, al escuchar al ms venerado de mis maestros, que mi actividad futura no sera la de litigante inquieto y luchador, sino la del contemplativo que prefiere a la brega

diaria en oficinas y tribunales, los serenos goces que dan al hombre de estudio el contacto con los libros y las tareas de investigacin. No abusar de la bondad de ustedes, si en ocasin tan placentera para m, dedico un breve recuerdo al maestro que despert mi vocacin filosfica y mi amor a la docencia: muchos de los que me hacen el honor de escucharme habrn adivinado ya, sin duda alguna, que acabo de aludir a Don Antonio Caso, de quienes fuimos discpulos no pocos de los que en el Mxico de hoy nos dedicamos profesionalmente al cultivo de la Filosofa. No voy a referirme, ni hace falta, a la vasta produccin escrita del autor de El Peligro del Hombre; sus Doctrinas son bien conocidas, como en ensayos y en artculos periodsticos. Lo que ahora me propongo exponer, son los fundamentos de una aeja conviccin: la de que Don Antonio Caso -como haba dicho Emerson- era una figura representativa, puesto que en l concurran, armonizndose de modo perfecto, las virtudes o atributos que nos parecen definitorios de la idea - o si a ustedes les place ms - del ideal del Maestro. Nada tiene de particular que en las obras que sobre l se han escrito, subyace, en primer trmino, su valor humano; y de quienes por varios aos seguimos los cursos que l profesaba en la Facultad de Filosofa, no vacilar en decir, seguro de no equivocarme, que lo que ms nos admir siempre y lo que siempre recordamos, no es el contenido de su enseanza, quiero decir al aspecto terico de su magisterio, sino la impecable congruencia entre pensamiento y accin, de que dio tantas pruebas durante su fecunda vida. Detrs del gran metafsico, del cientfico ilustre o del artista de genio, a veces se oculta un ser unilateral, humanamente pobre, pese a los quilates de su legado filosfico, cientfico o artstico. Pero puede ocurrir que tambin el nivel de la obra est muy por debajo de lo que atribuimos a quien la cre, y que las cualidades de ste, no la de su aportacin a la cultura, sean las determinantes de su grandeza. Hay, por ltimo, seres privilegiados en quienes - para usar un giro aristotlico - las virtudes ticas se hallan felizmente hermanadas con las dianoticas, lo que da origen a una no menos feliz concordancia de las bondades de la obra con las de su creador.

Antonio Caso fue uno de esos seres privilegiados. Por ello, no es posible hablar simplemente de sus libros, ya que no fue solo hombre de letras, sino hombre de bien. Inmenso era su amor a las ideas, pero jams dud que entre lo que se piensa y lo que se hace, debe haber perfecta armona. Erudicin, elocuencia, agudeza de ingenio, claridad en el discurso, rigor lgico, virtudes intelectuales todas, fueron siempre practicadas por l, con el propsito de exaltar los supremos valores de la belleza, el bien y la justicia; el imperativo de fidelidad a la vocacin, el patriotismo que no excluye, antes bien demanda, el reconocimiento de nuestros defectos y la decisin de superarlos; el respeto a la dignidad de la persona, la lucha por el Derecho como deber de autoafirmacin moral en el sentido de Jhering, la amistad desinteresada en sentido aristotlico, y sobre todo, la congruencia entre la accin y los principios, la conducta y los ideales. Quienes frecuentamos, entre 1925 y 1950, las Facultades de Jurisprudencia y de Filosofa, tuvimos muchos buenos Profesores y dos grandes maestros, en la ms noble acepcin de esta palabra: Antonio y Alfonso Caso. La diferencia que entre ellos y la mayora de nuestros catedrticos era, precisamente, la que separa a estos dos trminos: Maestro y Profesor. El Profesor es para el alumno la persona que cumple, con mayor o menor acierto, su funcin acadmica especfica y nada ms; el maestro, en cambio, no nicamente ensea, tambin educa. La accin de aqul se desenvuelve y concluye dentro del marco estrecho de la asignatura y el aula: la de ste rebasa tales lmites y proyecta su influencia formadora sobre el horizonte total de la existencia del discpulo. El profesor transmite conocimientos, el maestro hacer pensar, es gua para la vida y suscita vocaciones y entusiasmo. De aqu que, a la diferencia entre profesores y maestros corresponda, en el polo opuesto, una distincin paralela entre alumnos y discpulos, pues el profesor tiene alumnos, en tanto que el maestro, quiralo o no, pronto se ve rodeado por un grupo ms o menos grande, de fieles seguidores.

Don Antonio Caso estaba convencido de que el primer deber del filsofo consiste en la fidelidad a sus convicciones. Por su respeto a ellas, no pocos lo motejaron de intransigente; y ese respeto invariable, le hizo caer muchas veces en situaciones difciles, de pobreza algunas, que siempre antepuso a cualquier actitud de implicar el sacrificio de sus principios. Su visin de la jerarqua de los valores era clarsima, y a ella ajust, contra viento y marea, todos sus actos. No es sta la mejor leccin que puede esperarse del hombre que consagra su vida a educar a la juventud?. No nos cansemos, pues, de mantener vivo el recuerdo de los ilustres varones que, como el autor de los Discursos a la Nacin Mexicana, supieron realizar el paradigma del Maestro que ilumina con su saber, inflama con su elocuencia y edifica con su ejemplo. Ostent el doble y honroso merecimiento de Profesor e Investigador Emrito de la UNAM. Debe destacarse su obra en lo relativo a los estudios que hizo sobre Etica y sobre todo la Lgica Jurdica, respecto de lo que el mismo Jefe de la Escuela vienesa, Hans Kelsen, reconoci lo haba superado. En otras palabras, debe decirse que lo anterior lo convierte, definitivamente, en el ms completo filsofo mexicano del Derecho. Sus principales obras se relacionan en el apartado de Bibliohemerografa del jurista. As se expresa de uno de sus libros: Caracterizacin general del Anarquismo. La primera caracterstica esencial del anarquismo es la repudiacin de lo normativo. Los anarquistas son enemigos de toda norma y, en principio, de todo valor. El derecho, la moral, los convencionalismos sociales, la religin, aparecen ante sus ojos como exigencias arbitrarias, nacidas de la ignorancia, la maldad o el miedo. Para los partidarios de la doctrina, las leyes humanas son pretensiones injustificadas e injustificables. La voluntad de los dems no puede obligarles. Las reglas ticas, los dogmas religiosos, los preceptos jurdicos, son

enteramente artificiales. Opnense a la naturaleza, que es el nico valor autntico y, pretenden desviarla de su cauce, torcer su sentido, DESNATURALIZARLA. Lo que es natural no puede ser malo. Es lo plenamente valioso. Enfrentar al libre curso de lo existente el fantasma del deber, constituye un pecado contra la vida, una degeneracin, una hipocresa. Hipocresa y mentira de los cobardes, engao de los dbiles, que tratan de hacer creer a los fuertes en la igualdad de todos los hombres. Nada es idntico en la naturaleza. Ni siquiera dos copos de nieve, o las dos ms parecidas hojas de un mismo rbol. Los vivientes tampoco son iguales; el fuerte se impone al dbil; devora el len al cordero; el pez grande engulle al chico. sta es la verdadera justicia, por ser la justicia natural. Inicuo sera tratar igualmente a quienes son distintos. De este modo, la tesis transfrmase en teora del derecho de la fuerza, que culmina en la glorificacin del superhombre. Jorge Carpizo, con motivo de publicarse la 50 edicin del clsico texto Introduccin al Estudio del Derecho, como su discpulo y amigo escribi y se contienen a partir de dicha edicin y subsecuentes- las ideas siguientes: En la Universidad de Berln el catedrtico que ms le influy fue Nicolai Hartmann, fundamentalmente por sus obras de carcter axiolgico. Tambin enseaban Baumgarten, Spranger y Schmitt. Stammler no haca mucho que se haba jubilado y retirado al campo a reflexionar. En Berln literalmente se encerr a estudiar con verdadero frenes. Don Mario de la Cueva narr a Jorge Carpizo que estudiaba un promedio de diecisis horas diarias, incluidos los fines de semana; pasaba a saludarlo e invitarlo a diversos espectculos, casi nunca acept, aunque se tratara de conciertos que le fascinaban. Esos aos berlineses fueron musicalmente esplndidos, la Filarmnica de Berln estaba dirigida por Wilhelm Furtwngler. En Viena lo impact Alfred Verdross, a quien escuch sus cursos de Introduccin al Estudio del Derecho y de Filosofa Jurdica y quien influy en su primera obra El Problema filosfico jurdico de la validez del Derecho.

A fines de 1933 regres a Mxico. En 1934 se desempe como abogado en el departamento consultivo de la Procuradura General de la Repblica y de 1935 a 1944 fue secretario de estudio y cuenta del Ministro Alfredo Irritu, en la cuarta sala de la Suprema Corte de Justicia. En esa sala tambin desempeaba cargo similar, adscrito a otro ministro, don Mario de la Cueva. Estos dos ilustres maestros tuvieron una vida paralela: en estudios, en cargos universitarios, en su amor por la investigacin y la docencia, en su entrega total a la Universidad Nacional. Fueron muy buenos amigos. Cuando don Mario tena algn problema personal o duda acadmica, en varias ocasiones le escuch: con quin comentar esto? Invariablemente se contestaba con Eduardo. La experiencia de ambos en la Suprema Corte les fue muy til para sus estudios jurdicos y filosficos. Otro gran Maestro e investigador, don Hctor FixZamudio, que tuvo igual cargo en ese Alto Tribunal, refirindose a ellos, manifest: Puedo sealar, en virtud de que tambin tuve esta experiencia, que es muy enriquecedora para conocer la eficacia de las normas jurdicas a cuyo conocimiento contribuyeron tanto esos dos ilustres humanistas mexicanos. En Mxico, y como discpulo de Antonio Caso, dedicado a alguna rama de la Filosofa, su labor se centr en la Filosofa del Derecho. Inici su fructfera vida docente, en Derecho y en Filosofa, fundando el Curso de Introduccin al Estudio del Derecho, junto con Juan Jos Bremer y Antonio Carrillo Flores. En 1934 comenz su actividad docente en la hoy Facultad de Filosofa y Letras en las materias de Etica y Filosofa Griega; en Derecho ense tambin Filosofa del Derecho. Durante varias pocas las ense, aunque cada da se fue dedicando ms a la investigacin. Ocup importantes puestos administrativos y docentes. Fund y dirigi el actual Instituto de Investigaciones Filosficas, fue director de varias revistas especializadas. Secretario General de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico durante los perodos de los rectores Alfonso Caso y Genaro Fernndez McGregor. Sus inquietudes universitarias lo llevaron a presentar al presidente Manuel Avila Camacho y al Secretario de Educacin Octavio Vjar Vzquez, un proyecto

para fundar cinco universidades regionales para que la nica gran Universidad no fuera la Nacional-, idea inspirada en don Justo Sierra. Dichas autoridades lo vieron con simpata, detenido por intereses diversos. Don Eduardo se senta satisfecha que del proyecto de la Universidad del Norte naci la idea del Instituto Tecnolgico de Monterrey. Fue subdirector de la Facultad de Filosofa y Letras y de 1940 a 1942 su Director; cargo que en 1953 volvi a ocupar. Especialmente en su primer perodo como Director, despleg con todo esplendor su espritu creador: fund en 1940 el Centro de Estudios Filosficos hoy Instituto de Investigaciones Filosficas-, del cual fue durante veinte aos su director -de 1945 a 1965- al lograr, en los ltimos das de 1944, que se autonomizara de la Facultad de Filosofa. Cre el Boletn Bibliogrfico y Filosofa y Letras, la cual dirigi durante sus dos primeros aos. Comenzaron a editarse las series de Monografas Jurdicas y Monografas Filosficas, la Coleccin de Textos Clsicos de Filosofa y los Cuadernos del Centro de Estudios Filosficos, que publicaron libros claves del pensamiento universal de esa disciplina. Como director del Centro autnomo, cre el prestigiado Anuario Dinoia y la Coleccin de Dinoia, que edit muy importantes libros durante su perodo. Fue creador de empresas acadmicas y universitarias que perduran en nuestros das. Su aliento vivificador se siente cotidianamente en ellas. Se entreg plenamente a su Universidad a la cual ofrend todo lo que era, encontr la atmsfera e instrumentos para desarrollar una de las carreras acadmicas ms brillantes de este siglo mexicano: funcionario acadmico, llegando a ocupar el segundo lugar en su jerarqua de autoridad, creador de instituciones, editor de obras importantes, investigador, catedrtico, voz moral y orgullo de la misma. En sntesis: un gran humanista. Conferencista husped, entre otras, en las Universidades de Guatemala, El Salvador, La Habana, Lima, Costa Rica, Montevideo, Canad, Caracas, Puerto Rico, Buenos Aires, Chile y Houston y varias de las entidades federativas de Mxico. Su Universidad Nacional lo distingui con sus mximos honores: primer

acadmico en toda su historia que fue designado, a la vez, investigador e profesor emrito, en 1968 y 1973. En 1978 le otorg el grado de Doctor Honoris Causa y en 1987 el premio Universidad Nacional. Como profesor fue magnifico, esplndido expositor que captaba completamente la atencin de los alumnos. Cuidaba mucho sus expresiones, claro y preciso, pero en forma bella. Sus clases de una hora de duracin parecan de diez minutos. El tiempo corra y el alumno deseaba que se detuviera para seguir escuchndolo. Su palabra fue escuchada ms all de su Universidad en muchas instituciones del interior del pas, pero tambin imparti un nmero incontable de conferencias en universidades de toda Amrica y de Europa. Sus lectores podrn comprobar su gran preocupacin por un empleo correcto y elegante del lenguaje. Fue el primer director -ahora Rector- del Instituto Tecnolgico de Mxico el ITAM- de 1946 a 1952. Condujo el Instituto Cultural Mexicano-Alemn Alejandro de Humboldt, parte de la Embajada Alemana. Si slo lo pudiera describir con dos palabras, dira: un gran humanista. Humanista antes que todo. Humanista sobre todo. Un inmenso humanista. Humanista universitario de la estatura de Antonio y Alfonso Caso, Alfonso Reyes, Jos Vasconcelos, Mario de la Cueva, Samuel Ramos, Antonio Gmez Robledo, Ignacio Chvez, Jos Mara Garibay, Jaime Torres Bodet, para no citar a ninguno de los que an viven para nuestra fortuna. Fue un ilustre jurista y filsofo; declar que acudi a la Filosofa para entender mejor el Derecho y que dese ser jurista para convertir en asunto de meditacin filosfica una realidad que hunde sus races en las necesidades y afanes de la vida prctica. Ser un gran filsofo del Derecho es muy difcil, porque resulta indispensable dominar ambas disciplinas, complicadas y extensas. Don Eduardo lo logr, colocndose como uno de los grandes pensadores en dicha disciplina y quien incluy en importantes autores extranjeros. Crey en la objetividad de los valores aunque afirm- su conocimiento

dista de ser perfecto por la estrechez del sentido de lo valioso -de acuerdo con la expresin de Ncolai Hartmann-. Las diferencias entre las valoraciones de diversos hombres, sociedades y pocas se deben precisamente a esa limitacin del conocimiento estimativo. En el discurso que pronunci en la ceremonia de su recepcin como miembro de El Colegio Nacional el 28 de abril de 1958, se refiri a la evolucin de sus intereses acadmicos: Los tpicos que desde mis aos de estudiante atrajeron principalmente mi atencin fueron los de carcter axiolgico. A ellos dediqu mis primeros afanes, y el amar a estas cuestiones es todava patente en un libro que vio la luz en 1948. Se preocup par la aproximacin del Derecha y la Etica en virtud de que la moral y lo legal, aunque independientes y diversas, no pueden ignorarse uno a la otra, ni mucho menos considerarse incompatibles, y es la nocin de justicia, sobre el fundamento y el apoyo de la teora de las valores, la que conecta, la que sirve de camino comunicador a estas dos reas del conocimiento humano y a las disciplinas que la estudian. En ese discurso -realmente una ctedra- expres cmo y por qu se interes en la Lgica Jurdica y en la Ontologa Formal del Derecho, cuyos frutos fueron obras muy importantes que contribuyeran en mucho a su gran fama. Dijo que desde sus aos europeos se preocup por el pensamiento de Kirchmann, quien le neg a la jurisprudencia toda valor cientfico, en virtud de que la ley positiva es mero arbitrio y, en consecuencia, puede violentar e infringir las principias del ius naturae. De Kirchmann, lo que se recuerda es principalmente una oracin: Tres palabras del legislador y bibliotecas enteras se convierten en basura. Su preocupacin fue de mostrar que la ciencia jurdica tiene carcter cientfico, y a partir de este principio desarroll trascendentales teoras. Otro gran tema que lo haba inquietado fue el de la justicia. Deseaba leer a los autores griegos clsicos en su idioma original. Pasados los sesenta aos se puso a estudiar griego clsico. El gran personaje universitario regres al saln de clases como estudiante en el seminario de textos griegos que imparta Bernab

Navarro quien, por cierto, siempre estuvo cerca de don Eduardo. Logr su cometido y con esa herramienta -la traduccin esplndida del griego clsico- se aboc a estudiar y comentar las teoras sobre la justicia de Aristteles y de Platn en cuatro esplndidos libros de especial belleza. Regres a sus preocupaciones por la Etica y sus relaciones con el Derecho. Comenz sus investigaciones y las termin con las de carcter axiolgico. Cuando sus fuerzas fsicas comenzaban a debilitarse, una de su mayores preocupaciones era dejar inconcluso el tomo tercero sobre La justicia en Platn, lo que afortunadamente para nosotros no aconteci; vio la luz en 1988. An tuvo tiempo para publicar al ao siguiente el libro: Semblanzas, discursos y ltimos ensayos filosfico-jurdicos. Parece increble que una existencia haya sido suficiente para escribir una obra tan monumental desde todos puntos de vista. Para ello es indispensable que se conjuguen diversos factores -lo cual excepcionalmente acontece-: talento, preparacin, dedicacin, entrega apasionada, disciplina, organizacin y amor a la cultura y a la ciencia. Reuni todas esas virtudes y el resultado es una obra extraordinaria que nos regala, para nuestro jbilo, a juristas, filsofos y a todas aquellos interesados en la cultura. Su obra ha atrada la atencin de numerosas juristas y filsofos. Hans Kelsen se refera a l con respeto. Dos de los ms importantes ensayos sobre su pensamiento son: el profesor de la Universidad de Turn, Norberto Bobbio, escribi un artculo intitulado La Lgica Giurdica di Eduardo Garca Mynez, que se public en Miln; y la profesora de la Universidad de Gnova, Raffaela Petraroli, redact un ensayo sobre LOntologa Farmale del Diritto di Eduardo Garca Maynez. Adems de los premios que recibi, vale la pena destacar otros: Mxico lo distingui con las mximas honores que confiere: miembro de El Colegio Nacional, el Premio Nacional de Filosofa y la medalla Belisario Domnguez. Se suman: Catedrtico honorario fundador de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala; profesor honorario de la Facultad

de Derecho de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima; Presidente honorario de la Sociedad Mexicana de Filosofa; premio Elas Sourasky de Ciencias; y premio anual de Derecho Jorge Snchez Cordero. Carpizo se refiero luego a don Eduardo Garca-Mynez, al ser humano; a fases personales de este hombre excepcional. Como todo hombre verdaderamente inteligente fue modesto. Le disgustaba que lo lisonjearan. Se conoca bien a s mismo y ello le brindaba equilibrio interno. Las siguientes palabras lo dibujan muy bien: ...nunca me he sentido un maestro, ni he tratado de formar discpulos, aun cuando por mis aulas hayan pasado tantos jvenes. Creo, en efecto, que nicamente soy, y slo he querido ser, durante mis largos aos de vida universitaria, un inquieto y tenaz estudiante... Fue un hombre muy educado y amable. Quienes se acercaron a l para hacerle consultas de la ms diversa ndole, siempre lo encontraron dispuesto a escucharlos, a orientarlos. A veces pareca distante y hosco, pero se deba a que tena una personalidad recia y un carcter fuerte; y como estaba precedido de una fama de sabio -bien ganada y cierta-, impona, y no todos los estudiantes tenan el valor de abordarlo, pero aquellos que lo hicieron, encontraron un ser humano sencillo, generoso y cordial. Transcurridos los aos, Carpizo tuvo el especial privilegio de tratarlo de cerca y de comer con l y con don Fernando Flores Garca; a veces tambin los acompa don Hctor Fix Zamudio, su querido Maestro y amigo. Fueran veladas deliciosas que mucho disfrut; platicamos de las actualidades internacionales y nacionales, de libros, de cine, pero especialmente de la Universidad Nacional, eran tiempos muy difciles para ella y don Eduardo estaba muy preocupado y afligido. En los largos aos en los cuales me desempe como funcionario universitario, cuntas veces recurr a l para un consejo o una opinin, siempre lo encontr dispuesto a colaborar con su Universidad y conmigo.

En esas comidas se percat de que tena un fino sentido del humor y una risa franca y que le gustaba disfrutar de la buena mesa. Entre sus aficiones ms apreciadas estaban la msica clsica, la pera, el cine y la literatura, especialmente la francesa. Le agradaba viajar y lo hizo mucho por razones de trabajo; viajes de placer con su esposa, especialmente a Europa y era incansable para visitar todo aquello que representaba la cultura de esos pases y ciudades. Entre sus amigos ms cercanos se cita a don Christian Ortega, don Juan Olaguibel, don Antonio y don Alfonso Caso, don Mario de la Cueva, don Jos Vasconcelos, Frida Kahlo, don Luis Recasns Siches, don Eduardo Couture, don Joaqun y don Ramn Xirau, don Fernando Flores Garca, don Bernab Navarro, don Rafael Moreno. Su ambiente familiar fue tranquilo y sereno; su seora siempre lo respald y lo ayud a resolver los problemas prcticos que se presentan en cualquier hogar. Fue un hombre que llev una vida ordenada; goz de muy buena salud hasta unas aos antes de morir. Como todo ser humano tuvo dolores y fuertes contrariedades, aflicciones y penas profundas, como la prdida de su hijo primognito, pero tuvo muchas satisfacciones en su esplndida y luminosa carrera acadmica y universitaria, como intelectual y como humanista. Fue fiel a su vocacin y trabaj con fervor en lo que ms le gustaba. En una ocasin alguien le coment: - Maestro, trabaja usted demasiado y arduamente, realiza demasiados esfuerzas al dedicarle tantas horas al estudio. Don Eduardo le contest -palabras ms, palabras menos-: - No realizo ningn esfuerzo, porque mi trabajo me proporciona placer. Fue realmente una vida plena. Una estrella que brill y brilla. Est con nosotros a travs de su obra monumental. El mejor y ms importante homenaje que cotidianamente recibe es que se le contina leyendo y estudiando. Falleci apaciblemente el 2 de septiembre de 1993, a los 85 aos. Su fructfera vida nos deja mltiples enseanzas: nada substituye el

esfuerzo personal en esta existencia durante la cual siempre continuamos siendo un estudiante; cualquier labor hay que realizarla al mximo de nuestras capacidades, lo mejor que podamos; hay que ser fieles a nuestra vocacin, porque si as lo hacemos, ser fuente continua de alegra interna; hay que darnos, hay que ser tiles a los dems en cualquier actividad que desarrollemos; la falta de modestia slo prueba la carencia de inteligencia; conducir una vida digna, honorable y honesta ayuda en mucho a conseguir una cierta felicidad en la existencia; hay que ser leal consigo mismo; tener y cultivar convicciones; saber defender instituciones como las universidades, que son el motor para el avance del conocimiento. Y a cincuenta y ocho aos que se public la primera edicin de su Introduccin al Estudio del Derecho, somos muchos los que festejamos su aniversario de oro: hecho inslito en la literatura jurdica de Amrica Latina; celebramos este hermoso acontecimiento y a su ilustre creador: don Eduardo Garca-Mynez. Somos muchos los que rendimos homenaje al investigador, al maestro, al creador de instituciones, al universitario, al jurista, al filsofo, al hombre, pero, especialmente y sobre todo al humanista. Qu vivo se encuentra el pensamiento del Maestro! Qu joven son sus principales teoras! Qu inquietas resuenan sus ideas! Resulta imposible no asociar, en este homenaje, al editor de este libro y de gran parte de la obra del Maestro, la Editorial Porra, Casa que tanto ha hecho por la cultura mexicana y a la cual, a sus fundadores y a sus diversos directores, los mexicanos y los latinoamericanos tanto le debemos. Guillermo Hurtado, en su magnfico Ensayo Eduardo Garca Mynez y la filosofa cientfica en Mxico, dividi en tres partes su contenido: a). Un perfil del jusfilsofo y fundador de instituciones acadmicas y de las relaciones que mediaron entre l y otros filsofos importantes de su poca, en especial por sus diversas concepciones de la filosofa y de cmo deba orientarse la labor filosfica en nuestro pas y durante varias dcadas y desde el Centro de Estudios

Filosficos, uno de los principales impulsores -acaso el ms importante- de una concepcin de la filosofa como una disciplina universal, rigurosa, sistemtica y cientfica; b) Un panorama esquemtico de su filosofa; elementos y partes de su obra que podemos clasificar, con mayor seguridad, como cientficos; sus estudios sobre ontologa formal del derecho y lgica jurdica entre 1950 y 1955. y c) La pregunta de si fue un filsofo analtico o, por lo menos, de si algunas de sus obras podran verse como ejemplos de filosofa analtica. 1.- Garca Mynez: promotor de la filosofa cientfica Se habla con frecuencia de una generacin de filsofos latinoamericanos, discpulos de la de Caso, Korn y Vaz Ferreira que se propuso llevar a cabo lo que Francisco Romero llam la normalizacin de la actividad filosfica en nuestros pases. En Mxico, este proceso tuvo en Garca Mynez a uno de sus principales actores, ya que fund y consolid instituciones acadmicas que perduran. Pertenece a ella mexicanos ilustres -Alfonso Caso, Daniel Coso Villegas, Ignacio Chvez, etc.- que procrearon las instituciones ilustradas y progresistas del Mxico postrevolucionario. En entrevista que le hiciera Agustn Yaez en 1946, l afirmaba que la tarea por realizar en la filosofa mexicana era la de propiciar y estimular las vocaciones filosficas. Para ello, deca, haba que multiplicar los recursos favorables para el desarrollo filosfico en el pas, publicaciones, conferencias, bibliotecas especializadas, orientacin sostenida. Todas estas tareas, que el joven Garca Mynez pensaba necesarias en la filosofa mexicana, fueron puestas en marcha por l mismo desde la direccin de la Facultad de Filosofa y Letras y del Centro de Estudios Filosficos de la UNAM. Toma la direccin de la Facultad en 1940, sustituyendo a Antonio Caso. Ese ao funda el Centro de Estudios Filosficos de dicha Facultad. Existe un texto de Jos Gaos, de 1942, en donde habla de las actividades del Centro. Cuenta cmo sus primeras actividades fueron impulsar las publicaciones filosficas. Tambin sesiones de discusin en tomo a una ponencia de Joaqun Xirau, pero que hacia ese ao haban decado. Garca Mynez deja la direccin de

la Facultad, cargo que volvera a ocupar, por un ao, en 1953. El Centro empieza a funcionar de manera independiente hasta el 20 de abril de 1945, en que podemos hablar de una institucin realmente distinta de la Facultad. Entre las finalidades del Centro estaban realizar, fomentar y difundir la investigacin filosfica, cultivar estudios histricos sobre el pensamiento filosfico del pas y de Iberoamrica y fomentar las relaciones y la colaboracin entre todos los practicantes de la filosofa en el pas. Seala que las condiciones presupuestales y materiales con las que inicio fueron muy precarias. Fue hasta 1954 que tuvo investigadores de planta. Esto no significaba que no impartieran ctedra, todos lo hacan en la UNAM, pero s que su obligacin principal era la investigacin, no la docencia. Por vez primera en la historia de la universidad mexicana, gracias a los esfuerzos de Garca Mynez, fue posible dedicarse de tiempo completo a la investigacin filosfica, sin otras tareas como litigar, ocupar puestos en la burocracia o, incluso, dar clases. Hurtado considera su legado filosfico y personal. Se ocupa exclusivamente del impacto de su obra y su persona en la comunidad filosfica, sin mencionar el que tuvo en la comunidad de juristas. En la entrevista con Ynez, Garca Mynez declaraba su conviccin de que la filosofa es universal. A la pregunta de qu opinaba sobre "la tormentosa cuestin de lo mexicano y lo americano en filosofa", responda que dudaba fuesen temas estrictamente filosficos y no, ms bien, cuestiones propias de la historia o de la sociologa del conocimiento. Esta opinin contrastaba con la de Gaos durante el mismo periodo. En "Cinco aos de filosofa en Mxico", publicado en la misma revista un ao antes, Gaos haba dicho que para poder crear filosofa original en Mxico haba que comenzar examinando problemas histricos y circunstanciales con las herramientas conceptuales del existencialismo y el historicismo. Este es el proyecto que practic con la primera y la segunda generacin de sus discpulos y que desemboc, pocos aos despus, en el movimiento de la filosofa de lo mexicano. Mientras que Gaos pensaba que la investigacin filosfica en Mxico deba ocuparse de la circunstancia en la que se cultivaba, Garca Mynez pensaba que sta deba ocuparse de cuestiones universales. Pero adems de

esta diferencia filosfica haba otras no menos importantes; defenda una axiologa objetivista al estilo de Hartmann. Gaos, en cambio, el existencialismo y el historicismo. Pero algo que ahondaba las diferencias es que, en 1945, Gaos sostena que la axiologa objetivista de Garca Mynez era una filosofa caduca, que haba periclitado en la Alemania de antes de la guerra por el surgimiento del existencialismo, opinin compartida por la mayora de sus discpulos e incluso por Antonio Caso, la gran figura de la filosofa mexicana de entonces, para quien la axiologa haba sido una filosofa estril que haba muerto muy poco tiempo despus de haber nacido. (En carta de Caso a Gaos, ste le deca: "Los valores constituyen,para m, una teora que parece haberse contenido al nacer. No me causa asombro que as sea. Se trata de algo que equiparara yo a esos 'Universos-islas' de que tratan, hoy, los astrnomos: distantes y luminosos. Ah quedan los valores en su regin hermtica. ( ) el movimiento axiolgico se dira haberse contenido ya, en lo fundamental -por cierto demasiado pronto- lo que podra atribuirse, acaso, a esterilidad". Cfr. Archivo Gaos, Fondo cuatro, folios 60042-60043.). Garca

Mynez, por el contrario, no se dej llevar por la moda intelectual -o, como hubiera dicho Gaos, por el afn de estar a la altura de los tiempos- y sigui defendiendo su visin de la filosofa y, en particular, de los valores, durante varias dcadas. Para Garca Mynez la labor filosfica no debe ser la bsqueda de sistemas personales del mundo, sino la organizacin sistemtica de tesis con las que se d respuesta a ciertos problemas filosficos. En su prlogo al libro de Antonio Caso Positivismo, Neopositivismo y Fenomenologa, de 1941, deca: La afirmacin de que cada filsofo debe crear un sistema propio es enteramente falsa. El pensador ha de preocuparse por alcanzar la verdad, no por ser original. No se trata, en estas materias, de forjar teoras, por amor a las teoras, sino de intuir verdades. (p. 126) La idea de que la filosofa es una bsqueda de verdades fue defendida por Garca Mynez durante toda su vida. Y esto tambin lo distingue de otros filsofos de su generacin y de otros ms jvenes, que suponan que la filosofa no es ms que una visin del mundo personal que est fuera del campo de la verdad (como Gaos) o que no es ms que una actividad crtica y disruptiva sobre los resultados

de otras disciplinas o sistemas de creencias compartidas (como Villoro). Siempre estuvo convencido de que la filosofa puede descubrir verdades a priori, de que puede conocer un universo de leyes, estructuras, conceptos y valores objetivos. Y pensaba que sobre estas verdades metafsicas y axiolgicas debe estar fundado el derecho y, por ende, las sociedades humanas. Para Gaos, que pensaba que la metafsica era un sueo de la razn, la filosofa de Garca Mynez perteneca a un momento totalmente superado de la historia de las ideas. Y lo mismo pensaban los primeros analticos mexicanos discpulos de Gaos, que si bien rechazaban la concepcin casi nihilista de la filosofa de su maestro, pensaban, como l, que la metafsica tal como la haca Garca Mynez era algo superado. Vuelve Hurtado a la labor institucional de Garca Mynez. Advierte que no sera correcto decir que durante el tiempo en que fue su director, haya impuesto al Centro una orientacin universalista o, ni siquiera, cientfica (en el sentido del trmino que maneja). Sin embargo aloj y, sobre todo, cre un espacio acadmico -nico en Mxico- donde pudiera florecer la filosofa universalista y, en particular, cientfica. Mientras que afuera del Centro se practicaban corrientes ms o menos distantes a la filosofa cientfica, como el existencialismo, el historicismo, la filosofa de lo mexicano y la de lo latinoamericano, etc., hizo posible que en el Centro se cultivaran diversos tipos de filosofa cientfica, perseverando en un proyecto de profesionalizacin de la filosofa mexicana que, a la larga, result ser, con el desenvolvimiento de la filosofa analtica a partir de finales de los aos setenta, el proyecto ms exitoso en esta direccin que ha habido en Mxico. En 1955 los investigadores del Instituto eran Garca Mynez, Luis Recasns Siches, Antonio Gmez Robledo, Leopoldo Zea, Miguel Bueno, El de Gortari y Adolfo Garca Daz. Se ha crticado que durante muchos aos apenas cambi de integrantes. Hay que recordar, sin embargo, que los recursos presupuestales eran muy limitados. Despus de 1955 y durante la gestin de Garca Mynez ingresaron Robert S. Hartman, Alejandro Rossi, Bernab Navarro y Femando Salmern. (Gmez Robledo, Zea y Garca Daz salieron, aunque el primero regres varios aos despus).

A partir de 1955 Garca Mynez se propuso impulsar desde el Centro la filosofa cientfica. Hall en Hartman y de Gortari a colaboradores que compartan con l este espritu filosfico. Hartman pretenda fundar una axiologa cientfica que eludiera las dificultades epistemolgicas de la objetivista, pero que tampoco cayera en el subjetivismo o el relativismo. Present su sistema en tres libros: La estructura del valor (1959), La ciencia del valor (1965) y El conocimiento del Bien: Crtica de la Razn Axiolgica (1965). Cumpli importante labor de divulgacin de la filosofa anglosajona en Mxico, introdujo los temas y problemas de la filosofa moral anglosajona y de la filosofa moral analtica en Mxico. Consejero de la coleccin de Filosofa Contempornea del Centro, dio a conocer al pblico mexicano obras provenientes de la filosofa analtica anglosajona, ignoradas en el medio filosfico mexicano y contribuyeron para la gestacin del ambiente de ideas en el que surgira el movimiento analtico mexicano. El de Gortari fue el primer filsofo profesional de la ciencia en Mxico. Se ocup de los fundamentos de la lgica dialctica, de sus aplicaciones a las ciencias naturales y sociales, de la filosofa de la lgica y de las matemticas, de la filosofa de la fsica, de la mecanizacin del clculo preposicional, de la historia de la ciencia en Mxico, etc. Su libro Dialctica de la Fsica, de 1966, puede calificarse como el primero de filosofa de la ciencia escrito por un mexicano en el siglo XX. Sus libros de lgica dialctica fueron traducidos al ruso y estudiados en universidades soviticas. Fund en 1955 el Seminario de problemas cientficos y filosficos de la UNAM, que tena como propsito tender puentes entre cientficos y filsofos mexicanos con el fin de generar un lenguaje comn y, eventualmente, un trabajo conjunto, y tuvo una actividad acadmica y editorial intensa y destacada hasta mediados de los aos setenta. Otro colaborador de Garca Mynez en la difusin de la filosofa cientfica fue Csar Nicols Molina Flores. En 1961 el Centro public su traduccin al espaol del texto clsico de R. Carnap La superacin de la metafsica por medio del anlisis lgico del lenguaje y, en 1963, su traduccin de Filosofa y sintaxis lgica. En 1965, con otros traductores, llev al espaol la clebre antologa de A.

Ayer, El positivismo lgico. Tradujo Semntica y verdad necesaria de A. Pap en 1970. Una historia de la filosofa cientfica en el Mxico de mediados del siglo veinte debera incluir a otros filsofos adems de los citados, por ejemplo a los neokantianos. (Para Francisco Larroyo, por ejemplo, la filosofa de la cultura, a diferencia de lavieja metafsica, la filosofa ensayista, etc. tambin deban aspirar a la cientificidad. Vid. ensayo "El lugar del neokantismo en la filosofa mexicana", Guillermo Hurtado.)

A su manera, Gaos impuls la filosofa cientfica en Mxico. Fue el primero que impuls la enseanza de la lgica moderna para los filsofos. Su discpula Vera Yamuni imparti el primer curso de lgica matemtica en la Facultad de Filosofa y Letras a principios de los cincuenta. Foment el inters por la filosofa de la ciencia, el positivismo lgico, la filosofa analtica, etc. Es muy significativa la acogida tan favorable que hiciera de la axiomtica jurdica de Garca Mynez, en contraste con la negativa que tena de su axiologa. (En 1952, Gaos dijo, movido por elentusiasmo aunque de manera errnea, que la de Garca Mynez no slo era la primera y la nica axiomtica jurdica, sino que poda decirse de ella, como haba dicho Kant de la lgica de Aristteles, que haba nacido tan perfecta que ya no podra darse en ese campo un paso hacia adelante.) Para Gaos la filosofa poda dividirse en dos partes: en la Metafsica y en

sus partes no metafsicas. La primera, pensaba, es un producto arcaico de nuestra civilizacin. Pero las disciplinas no metafsicas de la filosofa, la fenomenologa, la filosofa de las ciencias particulares, la lgica, etc., podan y deban aspirar a la cientificidad. Volviendo a Garca Mynez, Hurtado refiere que su proyecto de impulsar la filosofa cientfica desde el Centro tuvo como un instrumento fundamental la creacin en 1955 del anuario Dinoia. El director del primer nmero fue Eduardo Nicol, pero dur solo un ao, a partir del siguiente nmero, el de 1956, Garca Mynez apareci como director. La presentacin del primer nmero fue escrita por Nicol, pero le parece que todo lo (que) dijo en ella lo hubiera suscrito Garca Mynez, por lo que esta presentacin es un documento importante para comprender el momento de la filosofa mexicana en el que se creaba el anuario. Nicol deca que si bien en Mxico y en los pases de habla hispana haba predominado la filosofa ensaystica, el nivel alcanzado por la filosofa en nuestros pases ya era suficiente para practicar el estilo propio de la investigacin cientfica;

que el gnero ensaystico, salvo escasas excepciones, haba sido cultivado no como un vehculo para hacer accesibles ideas rigurosas, sino que la carencia de rigor y sistema era lo que determinaba su eleccin. Pero se equivocan, segua diciendo, quienes piensan que el ensayismo es ingnito a la mente hispnica. Tambin nosotros, continuaba, podemos hacer filosofa terica y con rigor cientfico. La filosofa en nuestros pases haba progresado y podra observarse en el mayor nivel de la crtica de textos los estudios historiogrficos, los trabajos de seminario, el manejo de las tcnicas especiales, etc. Este examen de la situacin filosfica de los pases hispanoparlantes le permita a Nicol afirmar que por vez primera estaban establecidas las bases -y precisamente en Mxico- para crear un rgano especializado de filosofa en plan cientfico y con carcter internacional. Estas eran las expectativas que se tenan de Dinoia y, desde su primer nmero, los resultados nunca han estado por debajo de ellas. No se podra hacer una historia de la filosofa en Mxico o en Amrica Latina, y en particular, de la filosofa cientfica en nuestros pases, sin estudiar sus ndices. Garca Mynez impuls la creacin de una coleccin de libros originales, Publicaciones de Dinoia, por el Fondo de Cultura Econmica entre 1955 y 1975, coleccin de obras filosficas originales de ms peso de toda la filosofa mexicana del siglo XX. (De esta coleccin destacan: de Garca Mynez, Lgica del concepto jurdico, Lgica deljuicio jurdico y Lgica del raciocinio jurdico; de Antonio Gmez Robledo, Ensayo sobre las virtudes intelectuales, Meditacin sobre la justicia, Scrates y el socratismo y Platn, los seis grandes temas de su filosofa, de Jos Gaos, De la filosofa y del Hombre, de Juan David Garca Bacca, Metafsica natural estabilizada y problemtica metafsica espontnea; y de Robert S. Hartman, La estructura del valor. Fundamentos de la axiologa cientfica y El Conocimiento del bien. Crtica de la razn axiolgica.)

La labor filosfica de Garca Mynez fue un proyecto estricta y obstinadamente personal, insiste Hurtado. Todo su legado filosfico est en sus libros y esos, desgraciadamente, rara vez son consultados en la actualidad. A pesar de haber dictado ctedra durante muchos aos, no dej discpulos, ni fue abanderado de una corriente. A diferencia de Gaos, por ejemplo, no se rode de un grupo escogido de alumnos a los que guiara en sus estudios y carreras filosficas. A pesar de haber fundado y dirigido instituciones, nunca asumi el

papel de lder de una escuela filosfica. A diferencia de Larroyo, no encabez ninguna corriente filosfica. He escuchado enfatiza Hurtado- en tono de reproche que Garca Mynez no dej discpulos, como si eso fuera una falta de previsin de su parte, como si ello justificara que su obra ms terica haya quedado en el olvido, como si eso explicara que la filosofa del derecho en Mxico no hubiese mantenido el impulso que tuvo en alguna poca. Pero por qu habra que reprocharle que no haya dejado una escuela filosfica o un grupo de trabajo que continuara con su labor? Que fue un buen maestro, es algo fuera de cuestin. Su ctedra ilustraba e inspiraba, aunque quiz su personalidad resultaba demasiado distante -algunos diran que atemorizante e incluso hosca- para sus alumnos, hasta para los ms aventajados. Y quiz debi, es cierto, haberse ocupado de formar investigadores que trabajaran de manera autnoma. Pero podra decirse que su mayor obra magisterial est en sus libros de texto. Vistas as las cosas, no hay ningn otro filosofo mexicano ms exitoso en este plano. Los casi medio milln de ejemplares vendidos de su Introduccin al estudio del derecho hablaran por s solos. Su huella en la Facultad de Filosofa y Letras se borr pronto. Una razn es que en el plan de estudios de la carrera de filosofa no haba, ni hay, una materia de Filosofa del Derecho. Esto es difcil de comprender, ya que muchos de los filsofos mexicanos ms importantes del siglo XX egresaron de la Facultad de Derecho -Caso y Vasconcelos-, algunos fueron juristas destacados -Antonio Gmez Robledo- e incluso algunos de los analticos ms connotados estudiaron derecho -Femando Salmern, Enrique Villanueva, Javier Esquivel, Hugo Margan y Alvaro Rodrguez-. La ausencia de dicho curso se vuelve ms difcil de entender si tomamos en cuenta que, hasta hace poco, haba un curso obligatorio de Filosofa de la Historia, sin olvidar el de Filosofa de la Ciencia que sigue vigente. Esto puede deberse a que Garca Mynez y Gmez Robledo no estuvieron presentes en la Facultad de Filosofa y Letras durante varias dcadas, el primero por concentrar su labor de investigacin en el Centro y su docencia en la Facultad de Derecho, y el segundo por sus cargos diplomticos fuera del pas. Desde mediados de siglo XX el Colegio de Filosofa de la Facultad de Filosofa y Letras

fue un territorio en el que eran otros los profesores de mayor brillo e influencia y otras las disciplinas que se estudiaban con mayor inters. Su mayor impacto filosfico y personal qued plasmado en el Centro, pero tampoco fue as. Garca Mynez dej la direccin del Centro en enero de 1966. Lo sustituy Femando Salmern, hasta 1977. Durante el periodo ste, el Centro -que pronto se convertira en Instituto de Investigaciones Filosficas- cambi en muchos aspectos. Lo renov con investigadores jvenes, formados en la tradicin analtica en universidades del extranjero. Como dice l mismo, la mayora haban sido exalumnos de l mismo, de Villoro y, en especial, de Rossi. Su direccin fue muy positiva, especialmente por su creacin y consolidacin del programa de becarios. Sin embargo, no sera exagerado afirmar que desde que Salmern tom el mando, todos los investigadores contratados por Garca Mynez -con excepcin de Rossi- fueron quedando relegados de los programas prioritarios y de las corrientes de ideas que guiaban dichos programas, tendencia que continu con los dems directores, como Hugo Margin, Enrique Villanueva y Len Oliv. Cuando Hurtado ingres al Instituto como becario en 1981, no haba huellas filosficas, ni personales, de lo que haba sido en tiempos de Garca Mynez, no se tomaba en cuenta el trabajo filosfico durante ese periodo, ni se recordaba a las personas. Su obra, la de Recasns, Hartman, de Gortari, Bueno y Navarro, nos resultaba, a los jvenes becarios del Instituto, tan remota y tan extraa como si hubiera sido escrita siglos atrs. Por qu la filosofa que se hizo durante su periodo en el Centro fue olvidada dentro del mismo? Por qu sus investigadores veteranos quedaron marginados?, pregunta Hurtado. Juzga: Una posible respuesta es que la filosofa de aquellos investigadores, vivos o muertos, resultaba a Rossi, Salmern, a sus discpulos y a los discpulos de sus discpulos, una filosofa periclitada. Si no se les recordaba o, como en mi caso y el de mis coetneos, ni siquiera se les conoca, era porque a partir de que Salmern tom las riendas ... y, particularmente, por la influencia determinante de Rossi, a la sazn, secretario, el proyecto ... fue el de una enftica modernizacin analtica. Se ha dicho que fue tanto el celo con el que

Garca Mynez llev las riendas..., que los dos envejecieron juntos, hasta que se volvi preciso un cambio generacional, pero sobre todo, uno de ideas. Sin embargo, si bien esto tiene ms de un grano de verdad, podra responderse que si su error fue no comprender las exigencias de los tiempos, el de las primeras generaciones de analticos mexicanos fue no entender que no hay modernizacin -por buena o exitosa que sea- que, tarde o temprano, no pase de moda, y que la nica manera en la que podremos tener una filosofa robusta y, con ella, una tradicin filosfica, es si somos capaces de aprender algo de los filsofos de nuestra comunidad que nos antecedieron. En su informe de labores al entregar la direccin del Instituto, Salmern seala otras dos caractersticas del Centro que hered que eran negativas: que en el Centro no haba un dilogo entre los investigadores acerca de problemticas comunes. Si bien naci como un espacio para la discusin filosfica, con el tiempo fue volvindose cada vez ms escasa. La idea de la investigacin filosfica que se tena era la de una labor de cubculo, ms bien solitaria, que slo era dada a conocer ya publicada. En cierto modo, as fue la propia labor de investigacin de Garca Mynez, por lo que no es de extraar que no hubiese dejado discpulos o un equipo de trabajo que continuara de alguna manera con su obra personal. Pero Salmern seal como una deficiencia del Centro y como una de las razones de que no hubiera un dilogo filosfico entre sus miembros, que ellos no tuvieran una formacin semejante, ni una concepcin similar de la actividad filosfica y de su problemtica. Para remediar esta supuesta falla, se propuso homogeneizar la formacin y la orientacin filosfica de los nuevos investigadores. Hacia finales de los aos setenta, el Instituto se haba convertido en un centro de filosofa analtica en donde apenas caba cualquier otra corriente. Podra aceptarse que un dilogo filosfico constructivo se beneficia de una idea de la filosofa compartida, pero me parece que la pluralidad de formaciones e intereses filosficos, no tienen por qu verse como defectos de una institucin acadmica dedicada a la docencia o a la investigacin en esta disciplina. Si hay en ella buenos filsofos con distinta formacin, orientacin e intereses, pero dispuestos a dialogar y a aprender algo de los otros, la pluralidad podra verse, ms bien, como una virtud. Y yo dira que as

es como se le ve hoy en da, en que las viejas disputas ideolgico-flosficas de antao se han desdibujado casi por completo. El reto al que nos enfrentamos ahora, me atrevera a sugerir, es el de combinar el rigor con la pluralidad. El ejemplo de Garca Mynez es muy til para este propsito. En todas las instituciones y las revistas que dirigi, fue respetuoso de la pluralidad, siempre y cuando, por supuesto, estuviera dentro de los lmites estrictos del profesionalismo, el rigor y la calidad filosficas que l defenda, abunda Hurtado. 2. SISTEMATIZACIN Y ANLISIS DE SU PRODUCCIN CIENTFICA Eduardo Garca Mynez es ms conocido y reconocido en el mbito hispano americano por su clsica obra Introduccin al Estudio del Derecho.

INTRODUCCIN AL ESTUDIO DEL DERECHO Su primera edicin, por Editorial Porra, data de 1940, con Prlogo de Virgilio Domnguez, quien en sntesis expres que en la poca de su primera edicin, se trataba de un libro de una asignatura nueva y poco conocida en el medio jurdico. De la importancia del texto, seal sus puntos bsicos: a). Ofrece una visin de conjunto del Derecho; b). Estudia sus conceptos generales; y c). Discute los problemas de la tcnica jurdica. Respecto del primer punto, su importancia radica en que es indispensable ofrecer, a los alumnos que se inician, una visin de conjunto de nuestra disciplina; la nocin del Derecho, sus fuentes, clasificacin de las normas jurdicas, ramas del Derecho, Disciplinas que las estudian, problemas de cada una de ellas y as sucesivamente. Slo poseyendo estas nociones previas podrn cursar con xito la carrera de abogado, escribi. Sin el conocimiento de la nomenclatura jurdica usual y de los problemas fundamentales del Derecho, la tarea resulta muy difcil. El trnsito de la Escuela Preparatoria a la Universidad es demasiado brusco, por la

diversidad de los estudios que en ella se hacen y la Introduccin al estudio del Derecho es el puente entre ambos grados. Respecto al segundo punto, expres que existen dos clases de conceptos: los generales y los particulares. Aquellos se aplican a todas las ramas del Derecho y stos solo a determinadas divisiones del mismo. Corresponde a la Introduccin al estudio del Derecho la exposicin de los conceptos generales; y a las Disciplinas jurdicas especiales el estudio de los conceptos particulares. Sin el conocimiento de los primeros, no es posible comprender los segundos. El tercer punto se justifica toda vez que la ciencia del Derecho consta de dos partes: la sistemtica jurdica y la tcnica o aplicacin del Derecho. La primera tiene como objeto la exposicin, ordenada y coherente, de las normas de un Derecho positivo determinado. La segunda estudia los problemas que suscita la aplicacin a casos concretos, como son la determinacin de la vigencia, la interpretacin, la integracin, la retroactividad y los conflictos de leyes en el espacio. Es, por tanto, necesaria una materia general que ofrezca al bachiller una visin de conjunto del Derecho. Esta necesidad motiv que la materia se imparta, desde entonces, en Facultades de Derecho de Viena, Buenos Aires, La Habana, Lima, Tucumn, Guatemala y gran parte de Hispanoamrica. Libros clsicos sobre esta disciplina son los de Gustavo Radbruch, Claude Dupasquieur, Julin Bonnecasse, Teodoro Sternberg, Enrique R. Aftalin, Fernando Garca Olano, Jorge Jellinek y desde luego Hans Kelsen. La materia se estableci en la UNAM desde 1934. El texto consta de 4 partes: la nocin del Derecho, las Disciplinas jurdicas, los conceptos jurdicos fundamentales y la tcnica jurdica. Sus mritos son la originalidad, la excelente informacin, su valor didctico y el apego a nuestro Derecho positivo. En esta obra, respecto a los trazos del desarrollo histrico, a partir del ltimo tercio del siglo XX, de la Teora General del Derecho y de la Filosofa del

Derecho, expuso que en esa poca, diversos escritores, influidos por la ideologa positivista y deslumbrados por los progresos de la ciencia natural, estimaron que la Filosofa del Derecho deba ser reemplazada por una disciplina de tipo cientfica, cuyos mtodos coincidieran con los de la investigacin naturalista; y toda consideracin filosfica debiera ser repudiada por la ciencia del Derecho. Para definir lo jurdico -decan- hay que poner en prctica los procedimientos de que se sirven, por ejemplo, el astrnomo y el fsico, estrictamente experimentales, llamado induccin, forma de inferencia que consiste en pasar del anlisis de una serie de hechos o casos, al establecimiento de un principio general que expresa sus atributos comunes y pueda aplicarse tambin a los hechos semejantes y no investigados. Afirmaron que el procedimiento poda aplicarse no nicamente a los fenmenos naturales, sino tambin al Derecho. Para obtener la nocin, basta con reunir un nmero suficientemente grande de hechos jurdicos, prescindir de sus notas accidentales y abstraer las que les sean comunes; igual procedimiento podr aplicarse a cualquier otro problema anlogo, como la definicin del derecho subjetivo o del deber jurdico. Pero el intento fracas, los juristas se percataron de que la aplicacin del mtodo inductivo a la definicin del Derecho implicaba el previo conocimiento de aquello que con tal mtodo se trataba de alcanzar, pues para abstraer, de una serie de datos jurdicos, las notas comunes, es necesario conocer, de antemano, la esencia del Derecho, ya que de otro modo resulta imposible seleccionar los fenmenos que habrn de servir de llevarse a la induccin. Despus los juristas dedicaron sus afanes a la investigacin de los mtodos idneos para el desarrollo de sus estudios fundamentales del Derecho. Desde entonces el problema metodolgico es la principal preocupacin de los cultivadores de la filosofa jurdica. Se advierte que los filsofos del Derecho no han conseguido ponerse de acuerdo sobre los mtodos que deban de emplearse en tal Disciplina. El nico punto en que coinciden es el que consiste en la repudiacin del empirismo: las nociones jurdicas no pueden ser definidas mediante el procedimiento

experimental de las ciencias naturales. El mtodo de aquella debe ser enteramente diverso. Fuera de esa coincidencia, solo encontramos discrepancias. Es posible descubrir ciertas tendencias ms o menos definidas, que permiten una clasificacin de las diversas escuelas: El formalismo de Stammler y Kelsen; y la filosofa de los valores, de Radbruch y Lask. LA DEFINICIN DEL DERECHO. Ensayo de perspectivismo jurdico. En la Introduccin de su libro La definicin del Derecho, Editorial Stylo, Mxico, 1948, Garca Mynez refiere que Kant, en su obra ms famosa, deca que los juristas buscan todava una definicin para su concepto del derecho y que la frase de clebre pensador conservaba an, corrida casi la mitad del siglo XX, toda su actualidad y lozana: los juristas siguen buscando, sin ponerse de acuerdo, el gnero prximo y la diferencia especfica del objeto de su ciencia. Agrega que despus de mucho meditar sobre las causas de este fenmeno aparentemente inexplicable, haba concluido que si los autores no haban logrado armonizar sus doctrinas en asunto de tal importancia, se deba a que las definiciones propuestas no aluden siempre al mismo objeto; que pretenden decirnos qu es lo jurdico; pero al tratar de definirlo se refieren a cosas distintas y convierten en Torre de Babel su disciplina. Expresa que algunos piensan en un Derecho justo; que otros en el conjunto de preceptos que el poder pblico crea o reconoce, y que no pocos slo consideran como jurdicas las reglas que efectivamente norman la vida de una comunidad en un momento dado de su historia, sea que provengan de los cuerpos legislativos o de la jurisprudencia o la costumbre. Abunda que aun cuando en todas las definiciones figura, en primer trmino, la palabra Derecho, como sujeto del juicio, el equvoco resulta inevitable, porque los objetos definidos no son reductibles entre s, ni cabe subordinarlos bajo un gnero comn, pues si bien unas veces habla de Derecho natural, otras de Derecho vigente y algunas de Derecho positivo, y que lo cierto es que no se trata

de especies diversas de un solo gnero, ni de facetas diferentes de una misma realidad, sino de objetos distintos. Las dificultades aprecia don Eduardo-, casi insuperables, que los autores encuentran al encararse con el problema, haban despertado la idea de que el Derecho no puede definirse; que tendremos que examinar, antes de emprender nuestro camino, las razones de los partidarios de la teora de la indefinicin, pues si sus argumentos resultaren fundados, no habra porque seguir hablando del viejo problema, y su libro no tendra ningn objeto. Discute la doctrina de Schreier, por ser quien, con mayor seriedad y competencia, haba defendido ese punto de vista. Enuncia que dos tipos de solucin del problema de la esencia del Derecho deben ser, segn el jurista austriaco, rechazados decididamente: la determinacin del derecho en funcin de la naturaleza del hombre, y su determinacin por medios inductivos. La primera es una explicacin causal; quiere mostrar en qu forma, sobre la base de una legalidad psicolgica, ha aparecido el derecho. Pretende captar una esencia partiendo de un devenir, lo que es impracticable. La segunda tiende a obtener la nocin del derecho abstrayndola de la consideracin del mayor nmero posible de fenmenos jurdicos. Tal procedimiento representa un crculo vicioso, ya que da por conocido lo que hay que conocer; pues slo prejuzgando puede seleccionar el material de la induccin. (F. Schreier, Concepto y formas fundamentales del Derecho, Ed. Lozada, Buenos Aires, 1942. p. 25.) Aclara que el problema tampoco puede resolverse, de acuerdo con Schreier, si se recurre al mtodo definitorio; y que los argumentos que aduce para fundar su tesis no aluden simplemente al caso del Derecho sino, de manera general, a todo intento encaminado a definir el objeto de una ciencia. Explica que el procedimiento que la lgica tradicional propone estriba en descubrir el genus proximum y la diferencia especfica. Cita a Schreier: La clebre pirmide conceptual es el esquema de que para ello se vale. De los conceptos derivan, por clasificacin, nuevos conceptos; stos son tambin divididos, y la divisin progresiva hace cada vez ms amplia la base de la pirmide. Los conceptos supremos son los de mayor extensin y contenido ms pequeo, y el

contenido es tanto ms rico, cuanto mayor es la distancia entre la nocin de que se trate y la cspide de la pirmide, pudiendo decirse lo contrario de la extensin. Las actividades cientficas esenciales consisten en generalizar, es decir, subir de los conceptos ms bajos a los ms altos, y determinar, o sea, descender de las nociones ms elevadas a las inferiores (Idem, p. 26). Dice Garca Mynez que este esquema presenta, segn Schreier, dificultades insuperables: la construccin no es cerrada, pues cada divisin exige necesariamente un fundamentum divisionis, que no se halla implcito en lo clasificable, sino que viene de fuera: el genus proximum no puede desprender de s la diferencia especfica. Por ello la construccin de la pirmide reclama a cada paso la aplicacin de nociones que quedan al margen de lo cientficamente dado; y que -agrega- el esquema culmina, por lgica necesidad, en una nocin vaca: la representacin abstracta del ser, la cual, por abrazar cuanto existe, carece de toda significacin especfica. Adems, la cspide no puede ya ser definida, puesto que constituye un concepto lmite, o gnero supremo. La teora aristotlica de la definicin dice- desemboca as, de modo inevitable, en lo indefinible. (Schreier, idem. p. 27) Interpreta que Schreier, inspirndose en el modelo matemtico, declara que el mtodo definitorio debe ser substituido por el principio de la axiomatizacin: El fin supremo de todo conocimiento cientfico escribe- es la axiomatizacin, con la cual se otorga a cada ciencia eidtica el grado supremo de racionalidad, de tal manera que todos los procedimientos mentales mediatos pueden reducirse a simples subsunciones bajo el axioma establecido sistemtica y definitivamente para cada disciplina Garca Mynez acota que el problema no estriba en ofrecer una definicin del objeto de cada ciencia, sino de descubrir los axiomas de los cuales quepa desprender, por simples operaciones de lgica formal, los conocimientos que integran cada territorio cientfico; que a ello se debe que en los manuales de geometra no encontraremos definiciones del espacio, ni en los tratados de aritmtica las del nmero; que es cierto que los axiomas encierran siempre

conceptos; pero que stos son definibles, precisamente para construir las nociones ms altas de cada sistema; y que definir los conceptos fundamentales de un complejo sistemtico equivaldra a referirlos a otros no pertenecientes al propio sistema y, por tanto, a destruir su independencia. De lo anterior contina Garca Mynez- se sigue que si el objeto de la ciencia jurdica tiene autonoma, la definicin del Derecho resultar imposible; de existir, tendra que ser, a fortiori, metajurdica. Observa que la tesis de Schreier sera verdadera slo en la hiptesis de que el Derecho fuese un concepto lmite, un gnero supremo: Mas es obvio que no tiene tal carcter, ya que no se confunde con la nocin abstracta del ser. La circunstancia de que aquel concepto no pueda referirse a travs de una definicin, a notas jurdicas, no demuestra que sea indefinible, sino que su definicin es, como dice el propio Schreier, metajurdica. Por otra parte, la existencia de otras regulaciones de la conducta como, verbigracia, la tica, la convencional o la religiosa, revela que el derecho es una de las formas posibles de ordenacin de la actividad humana. Cabe discutir si los preceptos del derecho son normas autnticas o, por el contrario, exigencias ms o menos arbitrarias; mas nadie duda de que tales preceptos sean reglas de orden prctico, es decir, principios cuyo sentido estriba en ordenar la conducta de los hombres. Siempre podr el derecho ser referido al concepto de regulacin y ordenacin, y slo quedar por determinar la ndole de la legislacin jurdica y las diferencias existentes entre ella y otras legislaciones anlogas, como los convencionalismos sociales, la moral, la religin, etc. Razona que en realidad, todos los autores admiten que el Derecho es una regulacin del proceder de los hombres en la vida social, y que slo discrepan en lo que atae a la naturaleza de los preceptos jurdicos; que las divergencias fundamentales giran en torno al problema que consiste en saber si los mismos son normas autnticas o exigencias dotadas de una pretensin de validez absoluta, pero desprovistas, en ocasiones, de valor intrnseco; y que la positividad tambin ha dado origen a largas controversias; pues mientras algunos declaran que

aqulla no es esencial al concepto del Derecho, otros piensan que entre validez y positividad hay una independencia completa. Asienta que estos desacuerdos poseen, sin embargo, importancia enorme y que entre las diversas posiciones median tales abismos, que el resultado final slo puede ser la conviccin de que los juristas tenemos que seguir buscando, no por haber sabido encontrarla, la definicin de nuestro concepto del Derecho. Tal desconsoladora situacin se lamenta- deber haber despertado la sospecha de que no se ha podido llegar a un acuerdo porque lo que se trata de definir es a veces un objeto de conocimiento, y a veces otro diverso, al que se da, obstinadamente, el mismo nombre. Resulta infiere- que una definicin correcta, desde el punto de vista de una concepcin determinada, aparece como falsa si se la examina desde otra. Explicita que el punto de partida puede ser, sin embargo, correcto en los dos casos y que la inadecuacin es entonces puramente verbal: el equvoco obedece a que se aplica el mismo vocablo a cosas heterogneas o, mejor dicho, a que se pretende obtener, relativamente a objetos de conocimiento distintos entre s, una definicin comn; y que es como si se emplease una sola palabra para designar a la moral y al Derecho y se tuviese la pretensin de englobar a una y a otro bajo el mismo concepto. Afirma que si se quiere llegar a un entendimiento en asunto de tal trascendencia como el de la nocin universal de lo jurdico, habr que empezar por entenderse sobre cul es el objeto que se busca, ser necesario distinguir primeramente, con la mayor exactitud posible, los varios objetos a que ha venido aplicndose la palabra Derecho; definirlos despus de manera adecuada y discutir, por ltimo, cul de ellos es el que merece tal nombre. Al propio tiempo -previene-, ser menester reconocer que los otros deben llevar nombres diversos, y renunciar al descabellado propsito de dar una sola determinacin a realidades dispares. (Negritas del autor de este Ensayo) Ilustra que la nica manera de abrir un camino en la enmaraada selva de opiniones diferentes y aun contradictorias, consiste en comenzar por una descripcin, rigurosamente objetiva, de las realidades que se han pretendido definir, para examinar ms tarde si los objetos estudiados son en verdad

irreductibles o si, por ventura, cabe encontrar un punto de vista superior, capaz de referirlos a una nocin ms rica, como especies distintas de un slo gnero. En tal hiptesis -contina-, se habra logrado el desideratum de reunir todo en uno, poniendo punto final a la batalla dogmtica. De acuerdo con lo dicho -recuerda-, su programa consiste en ofrecer una caracterizacin general de los varios objetos bautizados con el mismo sustantivo, para mostrar cmo ellos difieren entre s, a pesar de que ostentan etiquetas idnticas. La primera parte de tal programa -anota- desembocar en una especie de perspectivismo, dentro del cual cada objeto podr ser contemplado y descrito desde el nico punto de vista en que es correcto colocarse para su consideracin y estudio. Aclara que el trmino perspectivismo es empleado aqu en la misma acepcin que le da Ortega y Gasset en el Tema de nuestro Tiempo. No se trata de una formulacin nueva de la postura subjetivista, segn la cual hay tantas verdades como individuos; que lejos de reincidir en el error de Protgoras, el perspectivismo ofrece una fiel visin de la realidad, pero visin condicionada por la situacin del espectador. Cita: La perspectiva escribe Ortega y Gasset- es el orden y forma que la realidad toma para el que la contempla. Si vara el lugar que el contemplador ocupa, vara tambin la perspectiva. En cambio, si el contemplador es substituido por otro en el mismo lugar, la perspectiva permanece idntica. Ciertamente, si no hay un sujeto que contemple, a quien la realidad aparezca, no hay perspectivismo. Quiere esto decir que sea subjetiva?. Aqu est el equvoco que durante siglos, cuando menos, ha desviado toda la filosofa y con ella la actitud del hombre ante el universo. (Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo, en Obras, Tomo II, p. 906, 2 edicin. Espasa Calpe, Madrid, 1936.) Garca Mynez considera que el error de quienes han pretendido encerrar en una sola definicin (en el caso del Derecho) objetos diferentes entre s, no implica nicamente confusin de puntos de vista, sino, lo que es peor, concomitante confusin de los objetos contemplados; que en vez de ofrecer la descripcin de cada uno desde ese punto de mira que el espectador ocupa, se ha pretendido obtener, de objetos distintos, perspectivas idnticas, y en relacin a

cada objeto, una perspectiva igual, pero desde miradores diferentes. El error de perspectiva -abunda- ha sido pues, en el caso del Derecho, doble: si quisiramos seguir usando la misma idea del perspectivismo, podramos decir que la ilusin en que se ha incurrido a tratar de definir el Derecho, es comparable a la que sufren nuestros ojos cuando creen advertir que dos lneas paralelas comienzan a aproximarse entre s a medida que se alejan, para acabar confundindose en un punto. Abunda que un error de ptica ha sido, en efecto, el que ha hecho creer a algunos autores en la posibilidad de englobar, bajo una sola definicin, objetos tan diversos como Derecho positivo y Derecho natural; y que la ilusin de las paralelas ha nacido aqu del empleo del mismo vocablo, lo cual demuestra que no solamente nos engaan los ojos, sino tambin los labios, cuando no llaman a las cosas por sus nombres, o aplican una sola designacin a objetos dispares. Considera que los tres objetos a que las definiciones del Derecho suelen referirse son los denominados por l Derecho formalmente vlido, Derecho intrnsecamente vlido y Derecho positivo; que cada uno de estos objetos corresponde a un punto de vista sui generis,