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EDIFICANDO IGLESIAS SANAS LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA CÓMO PROTEGE LA IGLESIA EL NOMBRE DE JESÚS JONATHAN LEEMAN

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E D I F I C A N D O I G L E S I A S S A N A S

L A D ISCIPLINAEN L A I G LE SIA

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C Ó M OP R O T E G E

L A I G L E S I AE L N O M B R E

D E J E S Ú S

J O N AT H A N L E E M A N

LEEMA

N

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA ES IMPRESCINDIBLE PARA EDIFICAR UNA IGLESIA SANA. Pero, ¿cómo exactamente se ejerce la disciplina en la iglesia?

Jonathan Leeman nos ayuda a afrontar la interminable variedad de circunstancias y pecados para los que no tenemos ningún precedente en las Escrituras, peca-dos que no aparecen en ninguna lista y que necesitan un marco bíblico para ser corregidos de forma apropiada y con amor.

Este libro es una guía contemporánea y concisa que nos provee del marco teo-lógico necesario para entender las medidas disciplinarias e implementarlas en la iglesia local, al mismo tiempo que nos ofrece diferentes ejemplos de situaciones reales y las medidas que se tomaron.

“Una guía importante y perspicaz que consolida iglesias sanas ejerciendo básica-mente el amor, la disciplina y nuestras responsabilidades como cristianos. El pastor que anhele tener una iglesia sana recibirá un provecho inmenso de su lectura”. PAIGE PATTERSON, Presidente de Southwestern Baptist Theological Seminary

“Exegéticamente preciso, especialmente práctico y lleno de estudios de casos reales de cómo las iglesias deberían de tratar con la gran variedad de situaciones comunes. ¡Altamente recomendado!”. CRAIG BLOMBERG, Catedrático ilustre del Nuevo Testamento en Denver Seminary

“Este libro es excepcional y teológicamente único en su género. Nuestros ancianos piensan utilizarlo como guía. Creo que esta será la obra definitiva acerca de la disci-plina en la iglesia”. J. D. GREEAR, Pastor principal de The Summit Church, Durham, Carolina del Norte

JONATHAN LEEMAN (MDiv, Southern Baptist Theological Seminary) es miembro de Capitol Hill Baptist Church en Washington, D.C. También sirve en el ministerio de 9Marks como director editorial y editor de su eJournal. Autor de La membresía de la iglesia: Cómo sabe el mundo quién representa a Jesús; The Church and the Surprising Offense of God’s Love (La iglesia y la sorprendente ofensa del amor de Dios); Reverberation: How God’s Word Brings Light, Freedom, and Action to His People (Reverberación: Cómo la Palabra de Dios trae a su pueblo luz, libertad y acción).

*Este libro forma parte de la serie de 9Marks Edificando Iglesias Sanas.

www.9marks.org

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

“Jonathan Leeman airea los trapos sucios de nuestras vidas y nosdice cómo limpiarlos. Además, se atreve a entrar en la difícil áreade la aplicación pastoral, lo que provocará un debate provechoso.Cuanto más lo leo, más me convenzo. Este libro no te decepcio-nará. Conciso y bíblico, sabio y práctico. ¡Este es el libro acerca dela disciplina que hemos estado esperando!”

MARK DEVER, Pastor principal de Capitol Hill Baptist

Church, Washington, D.C.

“Son poquísimos los libros acerca de la disciplina de la iglesia queestén fundamentados en la Biblia, que sean pastoralmente adecua-dos y que se sigan imprimiendo hoy en día. No conozco ningunoque sea tan exegéticamente preciso, tan especialmente práctico ytan lleno de estudios de casos reales de cómo las iglesias deberíande tratar con la gran variedad de situaciones comunes. Y si esto nofuera suficiente, Jonathan Leeman es beneficiosamente preciso yremarcablemente claro. ¡Altamente recomendado!”

CRAIG L. BLOMBERG, Catedrático ilustre del Nuevo Testa-mento en Denver Seminary

“Este libro es excepcional y teológicamente único en su género. Jo-nathan Leeman muestra cómo la disciplina eclesial es una parteesencial dentro del proceso de disciplinar y, por tanto, es una ex-tensión de la predicación del evangelio mismo. Leeman nos enseñaque nuestro punto de vista acerca de los pasos que hay que dar esexcesivamente estrecho y nos impide guiar a la gente al arrepenti-miento que lleva a la vida. Nuestros ancianos piensan utilizar estelibro como guía. Creo que esta será la obra definitiva acerca de ladisciplina en la iglesia”.

J. D. GREEAR, Pastor principal de The Summit Church, Dur-

ham, Carolina del Norte

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“Una de las actividades más olvidadas en la Iglesia de hoy es la mi-nistración de una disciplina que sea amorosa, valiente y redentora.Este libro nos da una visión clara y una guía práctica para este vitalaspecto de la vida juntos como cuerpo de Cristo. He visto muchagente liberada de pecados espinosos por iglesias que practican estosprincipios. Es mi oración que muchas más iglesias se comprometande nuevo con este ministerio restaurador”.

KEN SANDE, Presidente de Peacemaker Ministries

“Hasta que no llegue el día en que por definición la Iglesia del Se-ñor Jesucristo se convierta en una Iglesia disciplinada, seguirásiendo en gran parte la Iglesia indisciplinada. Jonathan Leeman,del ministerio 9Marks, nos ha provisto de una guía importante yperspicaz que consolida iglesias sanas ejerciendo básicamente elamor, la disciplina y nuestras responsabilidades como cristianos.El pastor que anhele tener una iglesia sana recibirá un provecho in-menso de su lectura”.

PAIGE PATTERSON, Presidente de Southwestern Baptist The-ological Seminary

“Jonathan Leeman es un observador aventajado de la Iglesia con-temporánea. En este libro tan necesario acerca de la disciplina ecle-sial combina verdad bíblica con sabia consejería. Si tenías miedode tratar este asunto en tu iglesia, o si no estabas seguro de cómocorregir amorosamente a santos pecadores, este libro te proporcio-nará la base bíblica y el consejo práctico que necesitas para empezarcorrectamente. Este libro despertará tu imaginación, estremecerátu alma e iluminará tu camino”.

THABITI M. ANYABWILE, Pastor principal de First BaptistChurch of Gran Cayman; autor del libro What Is a Healthy ChurchMember? (¿Qué significa ser un miembro de iglesia sano?)

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

También disponible:“LA MEMBRESÍA DE LA IGLESIA: CÓMO SABE

EL MUNDO QUIÉN REPRESENTA A JESÚS” porJonathan Leeman. De la serie de 9Marks EdificandoIglesias Sanas.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

JONATHAN LEEMAN

CÓMO PROTEGE

LA IGLESIA EL NOMBRE

DE JESÚS

La disciplina en la iglesia: Cómo protege la iglesia el nombre de JesúsCopyright © 2012 by Jonathan Leeman

Publicado por 9Marks525 A Street Northeast, Washington, D.C., 20002, Estados Unidos

Publicado por primera vez en inglés en 2012 por Crossway, 1300Crescent Street, Wheaton, Illinois 60187, bajo el título Church Discipline: How the Church Protects the Name of Jesus

Con agradecimiento a Crossway por la cesión de los derechos y de lasportadas

Primera edición en español: 2013Copyright © 2013 por 9Marks para esta versión española

Esta edición se ha llevado a cabo con la colaboración de EditorialPeregrino

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puedeser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación en cualquierforma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopiativo, degrabación u otro, sin el permiso previo del editor

Traducción: Xavier Pérez PatiñoRevisión: Patricio Ledesma y Andrew BirchDiseño de la cubierta: Dual Identity Inc.

Las citas están tomadas de la Versión Reina-Valera 1960 © SociedadesBíblicas Unidas, excepto cuando se cite otra. Usada con permisoNVI = La Biblia. Nueva Versión Internacional © Sociedad Bíblica deEspaña. Usada con permiso

ISBN: 978-1-940009-00-1

Impreso en España en los talleres de Impulso Global SolutionsPrinted in Spain

ÍNDICE

Prólogo acerca de la serie 9Prólogo: El relato de los dos evangelios 11Introducción: El marco para la disciplina 17

PRIMERA PARTE: ESTABLECER LOS PARÁMETROS

Capítulo 1. Las bases bíblicas para la disciplina 29Capítulo 2. El marco evangélico para comprender

la disciplina 39Capítulo 3. ¿Cuándo es necesaria la disciplina? 53Capítulo 4. ¿Cómo aplica disciplina la iglesia? 77Capítulo 5. ¿Cómo funciona la restauración? 93

SEGUNDA PARTE: APLICAR LOS PARÁMETROS (CON EJEMPLOS REALES)

Capítulo 6. El adúltero 105Capítulo 7. El adicto 109Capítulo 8. El transgresor que aparece en los medios

de comunicación 115Capítulo 9. La caña cascada 119

Capítulo 10. El miembro que no asiste a la iglesia 123Capítulo 11. El no miembro que asiste fielmente

a la iglesia pero la divide 127Capítulo 12. El que dimite como miembro para no

ser disciplinado 133Capítulo 13. El que ha apostatado recientemente 137Capítulo 14. El miembro de familia excomulgado 141

TERCERA PARTE: EMPEZAR A DISCIPLINAR

Capítulo 15. Antes de disciplinar, ¡enseña! 147Capítulo 16. Antes de disciplinar, ¡organiza! 155

Conclusión: ¿Preparado para empezar? Un formulario para ayudar al pastor 161

Apéndice: Errores comunes que los pastores cometen cuando disciplinan 165

Índice de citas bíblicas 169

PRÓLOGO ACERCA DE LA SERIE

¿Crees que es responsabilidad tuya ayudar a edificaruna iglesia sana? Si eres cristiano, creemos que lo es.

Jesús te ordena hacer discípulos (Mt. 28:18-20). Ju-das te exhorta a edificarte sobre la fe (Jud. 20-21). Pe-dro te llama a utilizar tus dones para servir a los demás(1 P. 4:10). Pablo te dice que sigas la verdad en amorpara que tu iglesia pueda madurar (Ef. 4:13, 15). ¿En-tiendes por qué afirmamos que es responsabilidadtuya?

Tanto si eres miembro de la iglesia o líder de ella,los libros de la serie “Edificando Iglesias Sanas” pre-tenden ayudarte a satisfacer estos mandamientos bíbli-cos para que así colabores en la edificación de una igle-sia sana. Dicho de otra manera, deseamos que estos li-bros te ayuden a amar más a tu iglesia, tal y como Jesúsla ama.

9Marks planea producir un libro que sea corto y deagradable lectura acerca de cada una de las que MarkDever ha llamado las nueve características de una igle-sia sana y un libro más, acerca de lo que es doctrinasólida. Publicaremos libros acerca de la predicación ex-positiva, la teología bíblica, el evangelio, la conversión,la evangelización, la membresía de la iglesia, la disci-plina eclesial, el discipulado y el crecimiento, y el lide-razgo de la iglesia.

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Las iglesias locales existen para mostrar a las nacio-nes la gloria de Dios. Y esto lo hacemos fijando nues-tros ojos en el evangelio de Jesucristo, confiando en élpara salvación, y amándonos unos a otros con lamisma santidad de Dios, su unidad y su amor. Es nues-tra oración que el libro que tienes en tus manos teayude a ello.

Con nuestros mejores deseos,

Mark Dever y Jonathan LeemanEditores de la serie

Prólogo acerca de la serie

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PRÓLOGOEl relato de los dos evangelios

LOS DOS EVANGELIOS¿En qué clase de evangelio crees? Tu respuesta a esta pre-gunta tendrá un impacto directo en lo que piensas acercade la disciplina de la iglesia. Por eso vale la pena asegu-rarnos de que estamos hablando del mismo evangelioantes de continuar.

Aquí tienes dos versiones del evangelio ligeramentedistintas. La primera evitará con toda seguridad cual-quier debate acerca de la disciplina eclesial. La segundaversión permitirá que el debate empiece.

Versión 1: Dios es Santo. Todos hemos pecado, sepa-rándonos de Dios. Pero Dios envió a su Hijo a moriren la cruz y lo resucitó para que pudiéramos ser per-donados. Todo aquel que cree en Jesús tendrá vidaeterna. Las obras no nos justifican. Somos justificadossolo por fe. ¡Por tanto, el evangelio invita a todo elmundo a simplemente creer! Un Dios que ama incon-dicionalmente te aceptará tal y como eres.

Versión 2: Dios es Santo. Todos hemos pecado, sepa-rándonos de Dios. Pero Dios envió a su Hijo a moriren la cruz y lo resucitó para que pudiéramos ser per-donados y siguiéramos a Jesús como Señor y Rey. Todoaquel que se arrepiente y cree, tendrá vida eterna, una

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vida que empieza hoy y se extiende hacia la eternidad.Las obras no nos justifican. Somos justificados solo porfe, pero la fe verdadera va siempre acompañada deobras. Por tanto, el evangelio invita a todo el mundo aarrepentirse y a creer. Un Dios que ama bajo ciertascircunstancias te aceptará contrariamente a lo que túmereces y, después, te capacitará por el poder del Espí-ritu Santo para ser santo y obediente como su Hijo.Cuando Dios te reconcilia consigo mismo, te aceptadentro de su familia —la Iglesia— y te capacita comoun hijo que puede representar tanto su propio caráctersanto, como su trina gloria.

¿Qué es, pues, lo que crees? Según tu opinión, ¿cuál deestos dos evangelios representa mejor lo que la Bibliaenseña?

La primera versión enfatiza a Cristo como Salvador.La segunda versión enfatiza a Cristo como Salvador ycomo Señor.

La primera versión señala la obra de perdón dentrodel nuevo pacto de Cristo. La segunda versión incluyeeso y la obra de regeneración dentro del nuevo pacto delEspíritu Santo.

La primera versión señala la nueva posición que tie-nen los cristianos como hijos de Dios. La segunda ver-sión señala la nueva posición que se les otorga como ciu-dadanos del Reino de Cristo e incluye una lista de debe-res.

La primera versión señala la reconciliación del cris-

Prólogo

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tiano con Cristo. La segunda versión señala la reconci-liación del cristiano con Cristo y con la familia de Cristo.

Si tu comprensión del evangelio se detiene en la pri-mera versión no te servirá de mucho, ni este libro, nitampoco el asunto de la disciplina eclesial. Pero si adop-tas la segunda versión, tendremos una larga conversa-ción por delante. Aparte de ser un mandamiento bíblicomuy explícito, la disciplina eclesial es una extensión dela segunda versión.

Todo lo que se afirma en la primera versión es ver-dad, pero hay más que añadir. Si dejamos la primera ver-sión a sus anchas producirá creencia en una gracia ba-rata. Creo que la segunda versión es un resumen más só-lido del evangelio bíblico, y es más factible que conduzcaal tipo de gracia que hace que los cristianos tomen suscruces y sigan a Jesús de manera santa.

DOS RESPUESTAS DIFERENTES A LA DISCIPLINA DE LA IGLESIAMe atrevo a pensar que la mayoría de los líderes de laIglesia del siglo pasado habrían aceptado los elementosadicionales de la segunda versión; al menos lo habríanhecho si estuvieran contestando un test multirrespuestacon circulitos para rellenar a lápiz. Pero eso no es lo queellos han predicado desde el púlpito. Eso no es lo queles han dicho a los señores López cuando llevaron a suhijo Juanito de seis años a sus oficinas pidiendo que lobautizaran.

Los líderes de las iglesias quieren alcanzar a los in-

Prólogo

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crédulos, pero este buen deseo produce una mala tenta-ción: rebajar el evangelio a algo menor. Es relativamentefácil hablar acerca de la gracia de Dios, de amor incon-dicional y de fe. Es mucho más difícil hablar acerca dela santidad de Dios, del señorío de Cristo, de un arre-pentimiento dado por el Espíritu Santo y de la respon-sabilidad de la Iglesia bajo el nuevo pacto. Todas estascosas exigen compromiso a las personas. Producen laobligación de ser responsables. Y cuando edificas unaiglesia basada en un evangelio que pide poco compro-miso y exige poca responsabilidad, la disciplina eclesialno tiene ningún sentido.

Imagínate una congregación que ha sido alimentadacon la leche espiritual del “simplemente cree” y del“amor incondicional”. Supongamos que le dices a esacongregación que debería considerar excomulgar a Jua-nito porque ya no tiene seis años, sino veinte, y no hacruzado la puerta de una iglesia desde que acabó el ins-tituto hace dos años. No solo desconcertarás a la con-gregación, sino que chocarás literalmente con su com-prensión de lo que es el cristianismo, lo mismo que si in-tentaras conducir tu automóvil en contra dirección.

—¡Estás siendo demasiado crítico!—¡Un Dios que ama incondicionalmente no discipli-

naría a nadie!—Eso suena a legalismo. ¡Somos salvos por fe, no

por obras!—¡Una vez salvo, siempre salvo! Dicho de otra manera, se te echarán encima.

Prólogo

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Pero ahora imagínate otra congregación, una cuyoslíderes han enseñado el evangelio usando todo el consejode Dios. A estos miembros se les ha pedido que antes dehacer profesión de fe calculen lo que cuesta seguir a Je-sús. Han oído que el Reino de los cielos pertenece a lospobres en espíritu, a los de limpio corazón y a los paci-ficadores (Mt. 5:3-9). Han oído que el Padre Celestialcortará todo pámpano que no lleve fruto porque el ver-dadero evangelio cambia a las personas realmente (Jn.15:2). Han oído cuál es la diferencia entre sentir tristezamundana y tristeza piadosa: en una sientes tristeza porti mismo; en la otra sientes solicitud, indignación, temor,ardiente afecto y celo (2 Co. 7:10-11).

Es mucho más probable que la segunda congregaciónentienda que Dios el Hijo verdaderamente une a las per-sonas consigo mismo y con su familia para vida y creci-miento. Entenderán que Dios el Espíritu Santo realmentecrea una existencia nueva e integral dentro de ellos: quelos cristianos verdaderos cambian. Ahora, diles a estosmiembros que Juanito —que ya tiene veinte años— llevados años sin ir por la iglesia. Seguro que no se encogeránde hombros y suspirarán lo de una vez salvo, siempresalvo, continuando con su ensayo de canciones de ala-banza como si nada hubiera pasado. Tomarán el telé-fono en cuanto puedan, e intentarán contactar con Jua-nito para invitarlo a comer y ver cómo le va. Le exhor-tarán a vivir como el cristiano que dice ser. Puede quehasta lo excomulguen, como último esfuerzo para ayu-darle. Le aman demasiado como para no hacerlo. Aman

Prólogo

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demasiado a sus amigos incrédulos y a sus compañerosde trabajo como para no hacerlo.

SAL Y LUZEs la Palabra de Dios la que da vida a los que están es-piritualmente muertos, pero Dios quiere transformar alas personas y cambiar su trasfondo usando esa Palabra.Una vida transformada hace que el testimonio de unaiglesia sea vivo y sugerente. El mundo no necesita unaversión descafeinada del cristianismo. Necesita algolleno de luz y de sabor, algo diferente.

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desva-neciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada,sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentadasobre un monte no se puede esconder. Ni se enciendeuna luz y se pone debajo de un almud, sino sobre elcandelero, y alumbra a todos los que están en casa. Asíalumbre vuestra luz delante de los hombres, para quevean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Pa-dre que está en los cielos” (Mt. 5:13-16).

La sal es útil porque es diferente. La luz es atractiva paralos que están en la oscuridad… porque no es la oscuri-dad.

Prólogo

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INTRODUCCIÓNEl marco para la disciplina

El objetivo principal de este libro no es convencerteacerca de la disciplina eclesial. El objetivo es ayudar alos que ya están convencidos de cuándo y cómo ejer-cerla. En este sentido, será importante ver cómo elevangelio de Jesús nos ofrece un marco teológico paraabordarla. La disciplina eclesial —tanto la formativacomo la correctiva— es una extensión del evangelio.Comprenderemos mejor cómo abordarla de manerapráctica si llegamos a ella a través del evangelio.

Esto quiere decir que mi enfoque acerca del tema esun poco diferente al que otros han usado. Durante lossiglos pasados, los que escribieron acerca de la disci-plina eclesial solían elaborar listas basadas en los pa-sajes de la Biblia donde los pecados justificaban ejer-cerla. La idea era equipar a los líderes de la Iglesia conuna guía básica con la que poder examinar los retosque enfrentaban.

Normalmente, los libros de autores contemporá-neos acerca de la disciplina llevan al lector a través delos pasos que Jesús estableció en Mateo 18:15-20. Es-tos explican cómo abordar en privado al pecador, des-pués con dos o tres testigos, y finalmente con la iglesia.Estos libros prestan menos atención a las diferentes cla-ses de pecado y el planteamiento general de Mateo 18se convierte en la solución para todo.

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Hay mucho que decir de los dos tipos de enfoques,pero mi método es algo diferente. Espero establecer unmarco teológico que incorpore la variedad de enfoquesque toman los propios autores de las Escrituras. Porejemplo, Pablo tiene un enfoque diferente en 1 Corin-tios 5 al que tiene Jesús en Mateo 18. Pablo dice a laiglesia que simplemente excluyan al pecador y no men-ciona que primeramente se le dé una advertencia. ¿Porqué? Algunos escritores dicen que porque el pecado es“escandalosamente público”. Pero eso haría que la de-cisión de la iglesia acerca de quién pertenece al Reinode los cielos dependiera de los valores morales de lasiempre cambiante sociedad, lo cual me parece erró-neo. ¿No hay una conexión entre Mateo 18 y 1 Corin-tios 5? Yo creo que sí, y la encontraremos contem-plando la disciplina eclesial a la luz del evangelio.

Además, el enfoque de un marco teológico ayudaráa los líderes a afrontar la interminable variedad de pe-cados y circunstancias para los que no tenemos ningúnprecedente en las Escrituras, pecados que no aparecenen ninguna lista. Si has consumido algo de tiempocomo pastor —o como ser humano—, sabes que lospecadores —igual que tú y yo— son ilimitadamentecreativos. La gente no siempre sigue recetas cuando co-cina su pecado; cada cazuela de porquería es casera ysabe ligeramente diferente. Por tanto, mi objetivo en laprimera parte del libro es establecer un marco teológicoque ayude a los líderes de las iglesias a abordar las múl-tiples y diferentes situaciones que tienen que afrontar.

Introducción

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ALGUNAS PREGUNTAS DIFÍCILESEn 9Marks recibimos diferentes preguntas de pastoresque buscan consejería acerca de la disciplina eclesial.Aquí tienes unas cuantas que han llegado reciente-mente a la bandeja de entrada de mi correo electrónico:

¿Podemos disciplinar a un no miembro?•¿Qué debemos de hacer si uno de nuestros•miembros abandona totalmente la fe y deja dellamarse a sí mismo cristiano?¿Debería de aceptar la iglesia la dimisión de al-•guien que está en pecado y no se arrepiente?¿Qué debemos de hacer si la iglesia excomulga•a alguien y otro miembro rechaza no asociarsecon él?¿Deberíamos de compartir la cena de Navidad•con un miembro de la familia que ha sido disci-plinado?¿Desautoriza el acto mismo de la disciplina per-•mitir que la persona disciplinada continúe asis-tiendo a la iglesia?¿Qué debemos de hacer con un no miembro que•lleva mucho tiempo asistiendo pero que está di-vidiendo la iglesia?¿Qué hacemos con un miembro antiguo que no•asiste nunca pero que ha estado dividiendo laiglesia?¿Es una falta disciplinable planear casarse con•un incrédulo?

Introducción

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¿Es una falta disciplinable la glotonería?•¿Es una falta disciplinable la anorexia o la buli-•mia?¿Es una falta disciplinable creer en la Nueva Perspec-•tiva sobre Pablo?¿Existen diferentes niveles disciplinarios? ¿Debe•de abordar la iglesia de la misma manera eladulterio impenitente que la no asistencia habi-tual?¿Debe de disciplinar la iglesia a miembros ado-•lescentes que cometen pecados graves?¿En qué momento es necesario disciplinar a un•pastor? ¿Y quién debe dirigir ese proceso?¿Cuáles son las directrices específicas por las•que los miembros de la iglesia deben relacio-narse con una persona que ha sido disciplinada? ¿Es adecuado exigir a alguien que confiese sus•pecados ante toda la iglesia como evidencia desu arrepentimiento, cuando existen pecados pú-blicos más graves? ¿Cuándo aceptamos a alguien excomulgado de•vuelta a la comunión? ¿Y cómo?

Tener creado un buen marco teológico ayuda a res-ponder a estas preguntas, y a muchas otras.

Reconozco que estas preguntas son directas y noabarcan todas las cuestiones. A menudo, la vida realse vuelve más difícil cuando empiezas a retirar lasmúltiples capas de pecados y circunstancias. ¿Qué ha-

Introducción

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cemos con el hombre que tima sutilmente a sus clien-tes sin transgredir ninguna ley, acaba en la banca-rrota, es demandado por esos clientes, dice que se haarrepentido, pero como no quiere pasar los próximosdiez años de su vida haciendo sacrificios, apenasmuestra interés en la difícil labor de devolver el dineroa los clientes?

¿Qué hacemos con la madre soltera con tres hijosde tres hombres diferentes —todos nacidos fuera delmatrimonio— que ahora vuelve a quedar embarazadade un cuarto hijo por un cuarto hombre, y que estallaen lágrimas en la oficina del pastor? ¿Es la intensidadde su llanto una indicación de que está verdaderamentearrepentida?

¿Qué hacemos con el alcohólico que ha tenido al-gunos meses malos, algunos meses buenos, y un día esarrestado acusado de escándalo público? ¿Sería su pe-cado mucho más serio si hubiera tenido un altercadocon un oficial de policía? Una pregunta más, ¿qué ha-cemos si este último incidente fue causado por la pér-dida del trabajo, o porque su mujer lo abandona? ¿De-bemos de ser más indulgentes?

Este es el caso que me expuso por teléfono el an-ciano de una iglesia con el que nunca había hablado:una esposa fue infiel a su marido con otra mujer; él em-pezó a tramitar el divorcio a pesar de que ella queríaluchar por el matrimonio; el hombre tuvo entonces va-rias aventuras más, antes y después del divorcio; y todoesto sale a la luz dos años después, en medio del com-

Introducción

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promiso nupcial de este hombre con la hija del pastorprincipal. ¿Qué harías en este caso?

Mi mejor respuesta suele ser: “No tengo ni idea,pero oraré por ti”.

Pero por encima de todo, uso un marco teológicopara evaluar la situación. Mi objetivo en la primeraparte del libro es desarrollar ese marco para ayudartea abordar la diversidad de situaciones que aparecen entu iglesia.

LA RELIGIÓN FUNDAMENTALISTA VERSUSEL SABIO EVANGELIOEn la vida, a menudo, sería bonito tener un manual denormas que lo hiciera todo blanco o negro: “Cuandote encuentres con esto, haz así”. Si eres padre o pastorsabrás exactamente a lo que me estoy refiriendo.

Así sabríamos cuándo reaccionar ante el pecado denuestros hermanos y cómo hacerlo: “¿Alguien puededecirme con exactitud si ha llegado el momento de con-testar a Roberto, o debo seguir mordiéndome la len-gua?”.

En su forma más radical, la religión fundamentalistaparece estar motivada por este deseo de simplificar lascosas. Quiere colores blancos y negros cuando la Bibliapermanece silenciosa. Exige certeza allí donde no lahay.

¿Por qué se le ocurriría a Dios dejar áreas grises?Entre otras cosas, supongo que quiere que clamemospor sabiduría, porque clamar por sabiduría demanda

Introducción

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que gente de naturaleza autosuficiente —como nos-otros— se apoye en él. Todas esas áreas grises de lavida hacen la función de un campo de entrenamientopara la confianza.

Dicho esto, has de saber que Dios sí nos ha provistode un marco de referencia general. Nuestra tarea escomprender este marco y aplicarlo con sensibilidad deuna situación a otra, confiando siempre en Dios, pi-diendo siempre sabiduría. Eso es lo que la segundaparte de este libro pretende. No es un libro fundamen-talista de sentencias legales: “Cuando te encuentres conesto, haz así”. Lo que más bien intento es demostrarcómo un marco básico se aplica a diferentes tipos decasos para que así tengas una idea más completa decómo es el proceso. Las decisiones que se toman no sonla “última palabra” sobre el tema. Representan mismejores intentos, y los de otros pastores, de aplicar lasabiduría del evangelio. Estos intentos me permiten uti-lizar casos con más matices que los que me permitenutilizar los principios que establecí en la primera parte.

He creado estos ejemplos de estudio tomando ele-mentos de casos reales en los cuales he estado involu-crado o de casos que me han contado. He alterado losdetalles de todos ellos en diferentes maneras.

La tercera parte completa el libro ofreciendo conse-jería acerca de cómo llevar a tu iglesia a la práctica re-gular de la disciplina eclesial: qué necesitas enseñar atu congregación y qué estructuras necesitas desarrollar.

Introducción

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¿SE DEBE DE EJERCER LA DISCIPLINA?¿Debe de ejercer la disciplina tu iglesia? Sí. En primerlugar, la disciplina eclesial es amor. Y muestra:

Amor por las personas, para que él o ella sean ad-•vertidos y traídos al arrepentimiento.Amor por la iglesia, para que las ovejas débiles sean•protegidas.Amor por un mundo que nos observa, para que vea•el poder transformador de Dios.Amor por Cristo, para que las iglesias obedezcan su•santo nombre y lo ensalcen.

Por otra parte, si nos abstenemos de ejercer la dis-ciplina estamos diciendo que amamos mejor de lo queama Dios. Después de todo, “el Señor al que ama dis-ciplina. Y azota a todo el que recibe por hijo” (He.12:6).

Él sabe que la disciplina produce vida, crecimientoy salud: “pero éste [Padre] para lo que nos es prove-choso, para que participemos de su santidad” (He.12:10).

Es cierto que es dolorosa, pero tiene recompensa:“Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento derecibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sinembargo, después produce una cosecha de justicia ypaz para quienes han sido entrenados por ella” (He.12:11, NVI). ¿Puedes visualizar los campos llenos dejusticia y de paz? Eso es lo que Dios nos promete.

Introducción

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El amor, entonces, debe motivar a toda la iglesia aejercer la disciplina. ¿Amas? Entonces ejerce la disci-plina. La disciplina eclesial no es una palabra que nues-tra cultura entienda, y la verdad es que ésta no com-prende el paso desde el amor hacia la disciplina. Peroesto es lo que la Biblia enseña. ¿Crees que es verdad?

Siendo más explícitos, las iglesias deben ejercer ladisciplina porque:

Es bíblica.•Es una extensión del evangelio.•Promueve la salud de la iglesia.•Hace que el testimonio de la iglesia ante las naciones•sea transparente y reluciente.Advierte a los pecadores de un mayor juicio veni-•dero.Y lo más importante, protege el nombre y la reputa-•ción de Jesucristo ante el mundo.

Jesús ha asociado su nombre con el de la Iglesia. Hadepositado su reputación en nosotros. ¿No te pareceextraordinario? Ahora bien, todo este asunto no des-cansa en última instancia sobre nuestros hombros. Através de la vida de Israel en el Antiguo TestamentoDios ha demostrado que hará lo que sea necesario paraproteger su nombre. Aun más, ha entregado a nuestrasiglesias una tarea: cuidar su nombre y su reputaciónante las naciones. Te guste o no, el mundo sacará suopinión acerca de Dios basándose en nosotros.

Introducción

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Principalmente, la disciplina eclesial se centra en quelos representantes de Jesús en el mundo representen aJesús y no a cualquier otro.

Si necesitas algo más para convencerte de ejercer ladisciplina en tu iglesia, te recomiendo el capítulo 7 dellibro de Mark Dever Una Iglesia Saludable – NueveCaracterísticas (Faro de Gracia, 2008). Otros buenoslibros sobre este tema son: The Transforming Commu-nity (La comunidad transformadora) de Mark Lauter-bach, Walking Together (Caminando juntos) deWyman Richardson, Love that Rescues (Amor que res-cata) de Eric Bargerhuff, y el ya clásico libro de JayAdams Handbook of Church Discipline (Manual de ladisciplina en la iglesia). También encontrarás algunosartículos cortos en las páginas de 9Marks:www.9Marks.org (en inglés) y es.9marks.org (en espa-ñol).

Espero que el marco general de los siguientes capí-tulos sea convincente. Debería mostrar una imagen dela familia cristiana aprendiendo a ser como Jesús, detal manera que el mundo se maraville.

Introducción

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Primera parte

ESTABLECER LOS PARÁMETROS

Capítulo 1

LAS BASES BÍBLICAS PARALA DISCIPLINA

¿Qué es la disciplina eclesial? En términos generales, ladisciplina eclesial es una parte del proceso de discipu-lado, la parte en la que corregimos el pecado y dirigi-mos al discípulo hacia un camino mejor. Ser discipu-lado significa, entre otras cosas, ser disciplinado. Y elcristiano se disciplina a través de la enseñanza y la co-rrección, como en una clase de matemáticas cuando elprofesor enseña la lección y luego corrige los erroresde los estudiantes.

Este es el motivo por el que existe la práctica cente-naria de remitirnos a ambas disciplinas, la formativa yla correctiva. La disciplina formativa ayuda a formaral discípulo a través de la enseñanza. La disciplina co-rrectiva ayuda a corregir al discípulo corrigiendo el pe-cado. Este libro se centra en la disciplina correctiva,pero la enseñanza y la corrección trabajan siempre jun-tas. Esa es la esencia del discipulado.

Para usar una definición más específica y formal, ladisciplina eclesial es el acto de retirar a una persona de

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la membresía de la iglesia y de la participación de laCena del Señor. No es un acto para prohibir a la per-sona que asista a las reuniones semanales de la iglesia.Es la declaración pública de la iglesia de que ya nopuede seguir confirmando la profesión de fe de esa per-sona llamándola cristiana. Es la negativa a dar a unapersona la Santa Cena. Es la excomunión de la persona(o excomulgarla).

Para que quede claro, quiero especificar que voy atratar estas palabras como sinónimos: excomulgar sig-nifica excluir a alguien de la comunión, lo cual es reti-rarlo de la Cena del Señor, lo cual es disciplinarlo for-malmente. Algunas personas consideran uno o dos deestos pasos como diferentes niveles del proceso; yo nolo hago.

JESÚS Y LA DISCIPLINA Son muchos los textos en el Nuevo Testamento que se-ñalan la práctica de la disciplina eclesial. El más cono-cido es probablemente el del Evangelio según Mateo.Dice Jesús:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y reprén-dele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tuhermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a unoo dos, para que en boca de dos o tres testigos constetoda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia;y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”(Mt. 18:15-17).

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A simple vista, Jesús parece tener dos preocupacio-nes: primera, que el pecador se arrepienta; segunda,que el número de personas implicadas para producir elarrepentimiento sea el mínimo posible. La base de estapreocupación es la profunda convicción de que la Igle-sia debe parecer diferente al mundo (los cristianos nodeben vivir como paganos o recaudadores de impues-tos). La audiencia judía de Mateo habría entendido“pagano” como representación de los que estabanfuera de la comunidad del pacto, y “recaudadores deimpuestos” como representación de los que habíantraicionado a la comunidad del pacto (y, por tanto, es-taban también fuera de la comunidad). Los miembrosde una iglesia deben vivir de manera diferente almundo. Y si después de una serie de advertencias degracia no lo hacen, la iglesia debe excluirlos de la co-munión.

El pecado citado en este pasaje es interpersonal:“contra ti”. Aun así, creo que a menudo damos de-masiada importancia al significado de este detalle. Laclave aquí es saber si la persona se ha arrepentido ypuede ser tratada como un hermano o una hermanaen Cristo. El asunto más importante de estos versícu-los es que las iglesias locales tienen la autoridad deevaluar la profesión de fe de una persona y actuar deacuerdo con ella: “…si dos de vosotros se pusieren deacuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pi-dieren…” (Mt. 18:19). Dicho de otra manera, las igle-sias pueden utilizar el proceso de la disciplina eclesial

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descrito en los versículos 15 al 17 con pecados másamplios.

En una palabra, Jesús se propuso que las iglesiasejercieran una función judicial. Extrae el lenguajeacerca de los dos o tres testigos de Deuteronomio 19,un pasaje en que Moisés articula el reglamento parajuzgar casos criminales. Cuando nos encontramos conpersonas que aseguran representar a Cristo con sus la-bios pero que viven negándolo, las iglesias deben eva-luar cuidadosamente la evidencia y emitir un juicio. ¿Esesta una profesión de fe válida? ¿Es este un practicanteverdadero del evangelio? ¿Qué indica su testimonio?

LOS APÓSTOLES Y LA DISCIPLINAEl apóstol Pablo recurre a la disciplina eclesial en dife-rentes lugares:

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en algunafalta, vosotros que sois espirituales, restauradle conespíritu de mansedumbre” (Gá. 6:1).

“Y no participéis en las obras infructuosas de las ti-nieblas, sino más bien reprendedlas” (Ef. 5:11).

“Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y des-pués evítalo. Puedes estar seguro de que tal individuose condena a sí mismo por ser un perverso pecador”(Tit. 3:10, NVI).

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“Si alguno no obedece a lo que decimos por medio deesta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, paraque se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo,sino amonestadle como a hermano” (2 Ts. 3:14-15).

Juan propone algo parecido a la disciplina preventiva,para empezar, no dejando que alguien participe de lacomunión de la iglesia:

“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doc-trina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en ladoctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Sialguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, nolo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!” (2 Jn.9-10).

Pedro también nos presenta un caso claro de disci-plina preventiva (Hch. 8:17-24).

CORINTO Y LA DISCIPLINAOtro pasaje, bien conocido, acerca de la disciplina enla iglesia es el de 1 Corintios 5. Pablo expone el pecadoy su actitud ante él en los primeros versículos del capí-tulo:

“De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación,y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gen-tiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Yvosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien

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haberos lamentado, para que fuese quitado de en me-dio de vosotros el que cometió tal acción? Cierta-mente yo, como ausente en cuerpo, pero presente enespíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosaha hecho” (1 Co. 5:1-3).

Lo que es chocante acerca de la exhortación de Pabloes cómo coincide y, al mismo tiempo, no coincide conla exhortación de Jesús en Mateo 18. Pablo, como Je-sús, anima a la iglesia a ejercer una función judicial.Hasta utiliza palabras derivadas de juicio varias veces(vv. 3, 12-13). Pablo, como Jesús, se dirige a un grupoen el que alguien que profesa ser cristiano puede serexpulsado del cuerpo de la iglesia. De todas maneras,y contrariamente a Jesús, Pablo no le dice a la iglesiaque advierta al hombre y lo llame al arrepentimiento,tal y como Jesús aconseja en Mateo 18. Pablo simple-mente le dice a la iglesia que lo expulsen (sin pregun-tas). Debatiremos la lógica detrás de esta actitud en elcapítulo 3.

En los versículos subsiguientes Pablo describe cui-dadosamente cómo debe ser este acto disciplinario:

“En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidosvosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro SeñorJesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destruc-ción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo enel día del Señor Jesús” (vv. 4-5).

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Entregar al hombre a Satanás es tratarlo, en palabrasde Jesús, como un pagano o un recaudador de impues-tos; es tratarlo como alguien que ya no pertenece a lacomunidad del pacto. Después de todo, la Iglesia es unpuesto avanzado del Reino de Dios. Cualquiera que nopertenece al Reino de Dios, pertenece entonces al reinode Satanás. El demonio es el príncipe de este mundo ylos reinos de este mundo le pertenecen transitoriamente(Jn. 12:31; 14:30; Mt. 4:8-9).

En la exhortación siguiente, Pablo dice que evitarexpulsar de la iglesia a este hombre pone en riesgo atoda la congregación:

“No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que unpoco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues,de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sinlevadura como sois; porque nuestra pascua, que esCristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que cele-bremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la le-vadura de malicia y de maldad, sino con panes sin le-vadura, de sinceridad y de verdad. Os he escrito porcarta, que no os juntéis con los fornicarios; no abso-lutamente con los fornicarios de este mundo, o conlos avaros, o con los ladrones, o con los idólatras;pues en tal caso os sería necesario salir delmundo. Más bien os escribí que no os juntéis con nin-guno que, llamándose hermano, fuere fornicario, oavaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón;con el tal ni aun comáis” (1 Co. 5:6-11).

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En los últimos versículos del capítulo, Pablo reitera elhecho de que la iglesia tiene una función judicial queejercer en la vida de este hombre: “Porque ¿qué razóntendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juz-gáis vosotros a los que están dentro? Porque a los queestán fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perversode entre vosotros” (vv. 12-13).

EL PROPÓSITO DE LA DISCIPLINA ECLESIAL1 Corintios 5 es especialmente eficaz para discernir lospropósitos de la disciplina eclesial. Podemos encontrarpor lo menos cinco propósitos.

Primero, la disciplina pretende exponer. Al pecadole encanta esconderse, como al cáncer. La disciplina ex-pone el cáncer de manera que sea eliminado rápida-mente (cf. 1 Co. 5:2).

Segundo, la disciplina pretende advertir. La iglesiano representa la retribución divina a través de la disci-plina. Más bien, desempeña un pequeño papel seña-lando el gran juicio venidero (v. 5). La disciplina es unaadvertencia compasiva.

Tercero, la disciplina pretende salvar. La iglesia ini-cia la disciplina cuando ve a un miembro tomar el ca-mino hacia la muerte, y ninguna de sus súplicas ni desus aspavientos produce que la persona vuelva atrás.Es la herramienta del último recurso para llevar a lapersona al arrepentimiento (v. 5).

Cuarto, la disciplina pretende proteger. Así como el

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cáncer se extiende de una célula a otra, el pecado se ex-tiende de una persona a otra (v. 6).

Quinto, la disciplina pretende mostrar un buen tes-timonio de Cristo. Aunque pueda parecer incon-gruente, la disciplina eclesial es buena para los incré-dulos porque ayuda a preservar unas diferencias delpueblo de Dios que son atractivas y peculiares (cf. v.1). Recuerda que las iglesias deben ser sal y luz: “perosi la sal se desvaneciere —dijo Jesús— no sirve máspara nada, sino para ser echada fuera y hollada por loshombres” (Mt. 5:13).

LA NECESIDAD DE UN MARCO EVANGÉLICOEste último propósito muestra la necesidad de unmarco teológico más amplio para saber cómo abordarla disciplina eclesial.

Piensa en el dilema que origina el asunto de la dis-ciplina eclesial. Hemos dicho que la disciplina se centraen la idea de corregir el pecado. Pero la mayoría esta-rían de acuerdo en que el evangelio cristiano se centraen la idea de perdonar el pecado. Si Dios perdona elpecado, ¿para qué preocuparnos en corregirlo? Tam-bién los cristianos son llamados a perdonar a los de-más. Entonces ¿qué sentido tiene corregir el pecado losunos de los otros?

Un evangelio diluido que solo habla de perdón y deamor incondicional no tiene los recursos para abordareste primer problema que encontramos en la superficie.

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La consecuencia es que el pecado crece sin confrontarsey las iglesias empiezan a reflejar al mundo.

Por el contario, un evangelio más sólido no soloaborda la sensación de culpabilidad del pecado, tam-bién aborda el problema de la corrupción del pecado,con la promesa de una nueva naturaleza. Además, co-loca el evangelio en el esquema bíblico y más ampliode los planes que Dios tiene para que la humanidad lorepresente.

Dios le dio a Adán la tarea de representarle a travésdel gobierno de la creación, pero Adán falló. Tambiénfalló Israel. Y el rey de Israel, David. Entonces vino unoque representó —perfectamente— a Dios. La buenanoticia del evangelio es que Dios ha preparado un ca-mino para ser restaurados con él, y con su propósitooriginal para nuestras vidas: reinar sobre toda la crea-ción con Jesús. Dios prometió el perdón de nuestraculpa a través de la obra de su Hijo, como tambiénprometió una nueva naturaleza obediente a la ley a tra-vés de la obra de su Espíritu. La disciplina de la iglesiasolo tiene sentido dentro de este marco, tal y como va-mos a ver a continuación.

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Capítulo 2

EL MARCO EVANGÉLICOPARA COMPRENDER LA

DISCIPLINA

Imagínate que un jugador de fútbol americano1 parti-cipa en un partido de fútbol con unos amigos. En me-dio del partido, el jugador se agacha, agarra el balóncon las manos, y empieza a correr. Sin duda alguna, elárbitro hará sonar su silbato y pitará la falta.

En ese momento, el jugador mira al árbitro perplejo.¿Por qué hace sonar el silbato? ¿Por qué pita falta? Eljugador de fútbol americano hace lo que siempre hahecho: agarrar el balón y correr.

Como respuesta, alguien podría explicar a este ju-gador que, excepto el portero, nadie puede tocar el ba-lón con las manos. Así que, ¡vuelve al partido y no co-metas el mismo error otra vez!

Aun podríamos tomarnos un poco más de tiempopara explicar cómo funciona el juego llamado fútbol.Por definición, el fútbol se juega con los pies, no conlas manos. Lo que hace que un partido de fútbol sea

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tan fascinante es observar la habilidad con la que ju-gadores expertos controlan el balón sin utilizar nuncasus manos. Esta es la razón por la que en todos los pa-íses, excepto en EE.UU., llaman a este juego balompié.El jugador de fútbol americano no infringió simple-mente una regla; infringió la regla que define la esenciade este deporte.

De la misma manera, la disciplina de la iglesia puedeser definida de dos maneras. Una se puede definir comoel acto de corregir el pecado, como hacer sonar el sil-bato por una falta en la vida cristiana. O aun mejor, sepuede entender como el acto de hacer sonar el silbatodentro del marco más amplio del evangelio: la iglesiay las implicaciones de la vida cristiana. Situar el actode la disciplina dentro de este marco más amplio —loque llamo el marco evangélico—, nos ayudará a ejer-citar el discernimiento indispensable en medio de lasvariadas manifestaciones del pecado en la iglesia.

Por ejemplo, mentir es algo ofensivo. ¿Quiere estodecir que toda la iglesia debe ser convocada siempreque un miembro mienta? Desde luego que no. Muchodepende, entonces, de todas las circunstancias queacompañan la mentira o las mentiras: ¿Cuán trascen-dente es? ¿Persiste en ella la persona? ¿Existe un pa-trón?

En algún lugar hay una línea divisoria entre unamentira que merece ser resuelta en privado y una men-tira que merece ser resuelta en público. ¿Cómo sabe-mos cuándo se traspasa esa línea? Este es el desafío

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práctico de la disciplina eclesial. Esta es la razón porla cual se necesita tanta sabiduría.

En mi opinión los líderes de la iglesia estarán mejorequipados para reconocer cuándo se ha cruzado esa lí-nea si entienden el acto de corregir dentro de un marcoevangélico más amplio. El evangelio nos ayuda a eva-luar cuándo hablar y cuándo callar, cuándo actuar ycuándo no hacerlo.

¿QUÉ ES EL EVANGELIO?Establecer un marco para la disciplina de la iglesia re-quiere que entendamos:

1. Qué es el evangelio. 2. Qué significa ser cristiano. 3. Qué es una iglesia local. 4. Qué significa ser miembro de una iglesia.

¿Qué es el evangelio? Ya he ofrecido un resumen enel prólogo. Déjame que me extienda un poco sobreello. El evangelio es la buena noticia que llega al finalde una larga historia acerca de seres humanos que serebelan contra Dios y se declaran a sí mismos reyes so-bre este mundo. Dios creó a los seres humanos a suimagen para que representaran su dominio y caráctersobre la creación. Los constituyó a su imagen para quelo reflejaran. Los llamó a gobernar con obediencia paraque gobernaran como él gobierna: con bondad, justi-cia, santidad y amor.

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Pero los seres humanos decidieron que eran más sa-bios que Dios y escogieron gobernarse a sí mismos. Co-rrompieron su propia naturaleza y se ganaron el cas-tigo de la muerte. La historia de los israelitas es la his-toria ampliada de esta creación y caída. Se les dierontodas las ventajas de la ley de Dios y de su presencia,con el propósito de que lo representaran, pero ellos hi-cieron lo que les apeteció. Él los expulsó, por eso, desu tierra.

La buena noticia —que llega al final de esta tristehistoria— es la del hijo de Adán e Israel que vino a ha-cer lo que ni Adán ni Israel hicieron: gobernar obedien-temente y ganar un pueblo para Dios. Aquel que era lamismísima imagen de Dios vino como un hombre y es-tableció un Reino obedeciendo a su Padre celestialhasta lo sumo. No solamente estableció un Reino; ganóun pueblo para ese Reino entregando su vida comopago por la culpa del pecado, y finalmente resucitó dela muerte inaugurando una nueva y completa creación.

De forma resumida: la buena noticia es que Jesu-cristo ha ganado la salvación y gobierna para todosaquellos que ponen su confianza en él y lo siguen comoSeñor. La salvación incluye el perdón de pecados, la re-conciliación con Dios en Cristo, la reconciliación conla familia de Dios y un nuevo corazón —habitado porel Espíritu Santo — que ahora quiere gobernar obedien-temente asumiendo las implicaciones de representar aJesús en la tierra.

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¿QUÉ SIGNIFICA SER CRISTIANO?¿Qué significa ser cristiano? Hay distintas maneras dedescribir lo que significa ser cristiano. Para empezar, esalguien que ha sido perdonado y unido a Dios a travésdel nuevo pacto en la sangre de Cristo. Y es alguien aquien se le ha dado una nueva naturaleza por el Espí-ritu Santo (cf. Dt. 30:6-8; Jer. 31; Ez. 36:24-27).

Pero hay más en el cristiano que una nueva posicióny una nueva naturaleza. El cristiano tiene una nuevafamilia. Por definición, él o ella son ahora miembrosde una familia. Por definición, ser reconciliado conCristo significa ser reconciliado con la familia de Cristo(Ef. 3:6). Pablo realiza esta conexión uniendo la pri-mera mitad de Efesios 2 con la segunda mitad. Primeronos dice que hemos sido salvados por gracia (Ef. 2:1-10). Segundo, nos dice que el muro divisorio entre ju-díos y gentiles ha caído, creando un nuevo hombre (vv.11-22). Ser adoptado por una madre y un padre signi-fica recibir un nuevo grupo de hermanos y hermanas.Lo mismo ocurre, entonces, con el cristianismo. Fué-ramos o no conscientes de que fuimos unidos a unanueva familia, nuestra adopción en Cristo es una adop-ción en su familia.

El cristiano tiene, entonces, una nueva posición, unanueva naturaleza, una nueva familia y, finalmente, unanueva descripción de sus obligaciones. El cristiano esalguien que ahora representa a Jesús y, por tanto, aDios. Este es precisamente el mensaje del bautismo yde la Cena del Señor. Ser bautizados significa identifi-

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carnos con el nombre del Padre, del Hijo y del EspírituSanto, como también con la muerte y resurrección deCristo (Mt. 28:19; Ro. 6:4-5). Participar de la SantaCena significa anunciar su muerte y nuestra incorpo-ración a su cuerpo (1 Co. 11:26-29; cf. Mt. 26:26-29).Dios quiere que sus hijos sean señalados y apartados.Quiere una separación entre su gente y el mundo.Quiere que seamos santos porque él es santo. Los cris-tianos representan a Dios ¡aquí y ahora!

Dicho de otra manera, el cristiano es alguien quelleva el nombre de Cristo en la tierra, que declara suevangelio y que es unido a su familia. En esencia, elcristiano es un embajador: alguien cuya identidad y tra-bajo se funden en uno. Todo lo que un embajador es,dice y hace, representa a su rey. Lo mismo ocurre, en-tonces, con los cristianos y Cristo.

¿QUÉ ES UNA IGLESIA LOCAL?¿Qué hay de la iglesia local? ¿En qué consiste? La igle-sia local es algo más que cristianos que se reúnen. Diezcristianos sentados juntos en el parque no constituyenuna iglesia. Jesús ha concedido una autoridad celestiala los cristianos reunidos juntos como iglesia local queno ha concedido a los cristianos individuales. Más es-pecíficamente, ha concedido a las iglesias locales la au-toridad de utilizar las llaves del Reino para practicar ymantener tanto el bautismo como la Santa Cena, rea-lizando así la tarea de distinguir a la gente de Dios dela gente del mundo.

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Esta es la imagen que obtenemos primero en Mateo16 y 18, y luego en Mateo 28; esta imagen se convierteen una imagen animada en el libro de Hechos y en lasEpístolas. Jesús autoriza a la iglesia local para utilizarlas llaves del Reino y colocarse frente al confesor, con-siderar su confesión, considerar su vida y pronunciarun juicio oficial en representación del cielo. ¿Es esta laconfesión apropiada? ¿Es este un confesor genuino? Laiglesia local sigue el ejemplo de Jesús preguntando aPedro, quien declaró que Jesús era el Cristo (Mt. 16:16-17). En concreto, la Iglesia lleva adelante su tarea a tra-vés de los sacramentos que se establecen en Mateo 26y 28: la Cena del Señor y el bautismo2.

Es decir, la iglesia local tiene la autoridad celestialpara declarar en la tierra quién es un ciudadano delReino y, por tanto, quién representa el nombre de Jesúsen este mundo. Cristo no ha autorizado a las personas,como individuos, para decidir de repente que son cris-tianos y colocarse ante las naciones para declarar quelo representan. La multitud de Jerusalén preguntó a Pe-dro qué tenía que hacer para ser salva. Él respondió:“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros” (Hch.2:38). Necesitaron la confirmación oficial de la iglesiaen Jerusalén.

Debemos recordar que el poder de la iglesia local esdeclaratorio. Una iglesia no convierte a nadie en ciu-dadano del Reino. Pero sí tiene la responsabilidad dedeclarar quién pertenece y quién no al Reino de Cristo.Por tanto, una iglesia es como la embajada de una na-

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ción. Si tu pasaporte caduca mientras viajas por un paísextranjero, pides a la embajada de tu nación que re-nueve tu pasaporte. La embajada tiene una autoridadque tú como ciudadano individual no tienes.

Por supuesto, la Iglesia es más que una institucióncon autoridad celestial. También es un cuerpo, una fa-milia, un rebaño, un templo, un pilar y baluarte de laverdad, y muchas más cosas. Pero no debemos olvidarel hecho de que es una institución en la tierra instituidapor Jesús, con autoridad para declarar quiénes son susciudadanos y embajadores.

Entonces, y para definir la iglesia local como insti-tución, podríamos decir que es un grupo de cristianosque se reúnen regularmente en el nombre de Jesús paraconfirmar y supervisar de forma mutua —a través dela predicación del evangelio y de la práctica de sus sa-cramentos— su membresía en el Reino de Jesucristo.

No nos unimos como cristianos a la iglesia de lamisma forma que nos unimos a un club; nos somete-mos a ella. La iglesia no es la autoridad absoluta, de lamisma manera que un padre no es la autoridad abso-luta de un niño. Aun así, Cristo quiere que el cristiano—como ciudadano del Reino— se someta a la direc-ción de la iglesia local.

¿Aplicará la iglesia local las llaves de forma per-fecta? No. Cometerá errores, como cualquier otra au-toridad establecida por Jesús comete errores. La iglesialocal es una representación imperfecta de la Iglesia deCristo en los últimos tiempos. Porque cometa errores

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—igual que los jueces y los padres hacen— no significaque no tenga autoridad de parte de Dios.

Lo que tiene que quedar claro en todo momento esque una de las tareas principales de la Iglesia es prote-ger el nombre de Jesús.

¿QUÉ SIGNIFICA SER MIEMBRO DE UNA IGLESIA?¿Qué significa, entonces, ser miembro de una iglesia?Es una declaración de la ciudadanía en el Reino deCristo. Es un pasaporte. Es un anuncio hecho en la ofi-cina de prensa del Reino de Cristo. Es la declaraciónde que una persona que profesa ser creyente es un re-presentante oficial de Jesús, graduado, identificado ycon buena intención.

Más concretamente, la membresía de la iglesia esuna relación formal entre una iglesia local y un cris-tiano que se caracteriza por la confirmación de la igle-sia, la dirección de un discipulado cristiano y una su-misión cristiana para vivir ese discipulado bajo el cui-dado de la iglesia.

Observa que hay varios elementos presentes:

La iglesia como cuerpo confirma la profesión de fe y•el bautismo de la persona como formalmente creíble.La iglesia promete supervisar el discipulado de esa•persona.La persona somete formalmente su discipulado al•servicio y autoridad del cuerpo y de sus líderes.

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La iglesia como cuerpo dice a la persona: “reconoce-mos como válida tu profesión de fe, tu bautismo y tudiscipulado con Cristo. Por tanto, te aceptamos, con-firmamos públicamente ante las naciones que pertene-ces a Cristo y aceptamos la supervisión mutua de nues-tra comunión”. Principalmente, la persona le dice a laiglesia como cuerpo: “en la medida que sigáis siendouna iglesia que declara el evangelio, someto mi asisten-cia y mi discipulado a vuestro amor y supervisión”.

Los requisitos para la membresía de la iglesia no de-berían ser ni más altos ni más bajos que los requisitospara ser cristiano, y no hay excepciones. El cristiano esalguien que se ha arrepentido y ha creído, y así es comolas iglesias deberían confirmar a sus miembros. Elúnico requisito adicional es el bautismo. Los miembrosde la iglesia deben ser bautizados, un patrón que es uni-forme en el Nuevo Testamento. Pedro le dijo a la mul-titud en Jerusalén, “Arrepentíos, y bautícese cada unode vosotros” (Hch. 2:38). Y Pablo, escribiendo a laiglesia en Roma, sencillamente supone que todos losque pertenecen a la iglesia romana han sido bautizados(Ro. 6:1-3).

Dicho de otra manera, la membresía de la iglesia notiene que ver con demandas adicionales. Trata de cómola iglesia asume responsabilidades específicas por elcristiano, y el cristiano por la iglesia. Trata de poner,representar, vivir y hacer efectiva nuestra membresíaen el cuerpo universal de Cristo. En cierto modo, launión constituida por la iglesia local y sus miembros

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es como el sí quiero de los votos matrimoniales, razónpor la que algunos se refieren a la membresía de la igle-sia como pacto.

Es verdad que el cristiano debe escoger unirse a unaiglesia, pero eso no la convierte en una asociación be-néfica. Habiendo escogido a Cristo, el cristiano notiene otra opción que escoger unirse a una iglesia lo-cal.

UN CONCEPTO MÁS AMPLIO DE LA DISCIPLINA ECLESIALEl análisis realizado acerca del evangelio, el cristiano,la Iglesia y la membresía de la iglesia nos proporcionael marco a través del cual la disciplina eclesial debe sercomprendida. Déjame extraer de este análisis cuatroelementos que nos van a proporcionar las premisasfundamentales y necesarias para la disciplina de la igle-sia:

1) La expectativa de ser transformado. El nuevopacto promete que la familia de Cristo vivirá vidastransformadas a través del poder del EspírituSanto. Aunque el cambio llegue despacio, las igle-sias deben esperar el cambio: el fruto visible de lagracia y el Espíritu de Dios. La disciplina es la res-puesta correcta a la falta de fruto visible, inclusive,la presencia de malos frutos.

2) La tarea de representar a Cristo. Los cristianos de-ben ser copias de Cristo, representándolo en el

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mundo. El concepto de representación se basa enla idea de que Jesús es Salvador y Señor; se basaen el hecho de que a los cristianos se les da unanueva posición y una nueva responsabilidad. Ladisciplina es la respuesta adecuada cuando los cris-tianos no representan a Jesús y no muestran deseode hacerlo.

3) La autoridad de la iglesia local. Jesús concedió ala iglesia local la autoridad de las llaves para con-firmar oficialmente a los ciudadanos de su Reinoy supervisarlos. Las iglesias no convierten a lagente en cristianos. Eso lo hace el Espíritu Santo.Pero las iglesias tienen la autoridad para reconocerquién es cristiano y quién no lo es, y tienen la res-ponsabilidad de declararlo públicamente ante lasnaciones. Por tanto, el acto de excomunión de unaiglesia no consiste en expulsar a la persona físicay obligatoriamente de las reuniones públicas,como si la iglesia tuviera el poder estatal de la es-pada para expulsar físicamente a la gente; másbien, consiste en la declaración pública de que yano puede garantizar la ciudadanía celestial de lapersona. La excomunión es la declaración de laiglesia de que ya no puede confirmar que la per-sona es cristiana.

4) La membresía como sumisión. En obediencia aCristo, los cristianos son llamados a someterse ala confirmación de las iglesias locales y a su super-visión. Por tanto, cuando son advertidos de un po-

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sible acto disciplinario, los miembros de iglesia nopueden adelantarse a la acción de la iglesia conuna simple dimisión. Esto sería comparable a unapersona que renuncia a su ciudadanía nacional an-tes de que el tribunal pueda procesar el delito porel que ha sido acusada.

Cuando consideramos la disciplina eclesial a travésde este marco teológico, ganamos una comprensiónmás completa. No solo se trata de corregir el pecado ohacer sonar nuestros silbatos. Se trata de corregir el pe-cado con el propósito de asegurar que los miembros dela iglesia están representando a Jesús verdadera y co-rrectamente. Se trata de pedirles que sean lo que decla-ran ser.

Por lo tanto, la disciplina gira alrededor de la cues-tión de quién en la tierra tiene licencia o autorizaciónpara representar al cielo. Llamarse a uno mismo cris-tiano es afirmar que se tiene ese derecho. Ser miembrode una iglesia es ser confirmado formalmente comouno que tiene ese derecho. La iglesia local —la institu-ción portadora de las llaves de Jesús— garantiza la cre-dibilidad de la profesión cristiana de fe a través delbautismo y la Santa Cena. La disciplina eclesial se poneen marcha cuando esa credibilidad se cuestiona. Estáimpulsada por una sola pregunta: ¿Sigue la iglesia cre-yendo que un miembro dudoso es de verdad cristiano,de tal manera que está dispuesta a continuar declarán-dolo públicamente?

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En definitiva, todo el tema de la disciplina de la igle-sia tiene que ver con la reputación de Jesús en la tierra.Sin duda alguna, es mucho lo que está en juego.

1El fútbol americano debe su origen al rugby pero al empezar a

practicarse en las universidades americanas adquirió variacio-

nes y reglas propias (N. del T.).

2Encontrarás una defensa y una explicación más amplia de mi

interpretación de estos pasajes, y de las definiciones que se usan

aquí, en el capítulo 3 del libro La membresía de la iglesia:

Cómo sabe el mundo quién representa a Jesús (9Marks, 2013).

Si quieres una defensa aún más extensa puedes consultar el ca-

pítulo 4 de mi libro The Church and the Surprising Offense of

God’s Love: Reintroducing the Doctrines of Membership and

Discipline (La iglesia y la sorprendente ofensa del amor de Dios:

Reintroduciendo las doctrinas de la membresía y la disciplina)

(Wheaton, IL: Crossway, 2010).

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Capítulo 3

¿CUÁNDO ES NECESARIALA DISCIPLINA?

El discípulo cristiano es alguien que sigue a Jesucristo.El discipulado en la iglesia local implica que los miem-bros de la iglesia se ayuden mutuamente a seguir a Je-sús. Los miembros consiguen esto a través de la forma-ción y la corrección. Enseñan lo bueno y corrigen lomalo. Se animan mutuamente hacia el camino correcto,y se ayudan mutuamente a mantenerse alejados del ca-mino incorrecto.

Visto de esta manera, la necesidad de correccióncomo cristianos debería ser obvia para nosotros. Comocristianos, es en parte indispensable reconocer que so-mos criaturas finitas y caídas. Podemos al mismotiempo ser inconscientes y engañarnos a nosotros mis-mos. Por tanto, necesitamos que otros creyentes nosayuden a saber cuándo nos hemos salido del caminodel discipulado.

Recuerdo una conversación con Jaime —otro an-ciano de mi iglesia— acerca de mis impuestos sobre larenta. En algún punto de la conversación, Jaime men-

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cionó algo acerca de pagar impuestos sobre el cobroque mi mujer y yo recibíamos de la persona que nos al-quilaba el sótano. En el mismo segundo que Jaime dijolas palabras pagar impuestos, apareció un pensamientoen mi cabeza: “Espera un momento, ¿impuestos sobreel alquiler? Necesito pagar los impuestos sobre estarenta, ¿verdad?” Efectivamente, había estado robandoal gobierno de los EE.UU., y no lo sabía. Me habíaapartado del camino del discipulado y no estaba repre-sentando a Jesús, quien dijo que pagáramos nuestrosimpuestos a César.

Así que, como cristiano, no tuve otra opción quevolver a Hacienda, revisar los impuestos de los añosanteriores y pagar la parte correspondiente.

Como cristianos que reconocemos que somos cria-turas finitas y caídas, también debemos reconocer quepuede haber muchas áreas de nuestras vidas en las queestemos desconectados de Jesús. Por eso, la solución esempezar a compartir nuestras vidas con otros miem-bros de la iglesia. Ellos podrán, entonces, ayudarnos aver lo que no podemos ver sobre nosotros mismos.

Y de eso trata la disciplina: de ayudarnos mutua-mente a corregir el pecado para crecer a la imagen deCristo. No sé si Jaime pretendía disciplinarme pero,afortunadamente, eso es lo que hizo.

¿En qué momento es necesaria la disciplina de laiglesia? En términos generales, la disciplina es necesariaen el momento que un discípulo se aleja del caminocristiano a causa del pecado. Es necesaria cuando se

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abre una brecha entre nuestra profesión de fe y nuestravida, y el supuesto representante de Jesús deja de re-presentarlo.

A menudo, la disciplina tiene lugar de forma infor-mal y privada. Un hermano o hermana en Cristo pecay otro hermano o hermana se ocupa de ello con amory discreción.

En otras ocasiones, el proceso se desarrolla formaly públicamente, que es a lo que se refiere normalmentela gente cuando habla de disciplina de la iglesia, y estoes, sin duda, a lo que nos referimos con excomunión.La disciplina eclesial pública es el curso de acción apro-piado cuando el fracaso de un miembro de la iglesia enrepresentar a Jesús es tan característico y habitual quela iglesia ya no cree que sea cristiano. En ese momento,la iglesia debe rectificar su confirmación de la profesiónde fe de esa persona. Este es el enfoque disciplinariodel marco evangélico que vimos en el capítulo anterior.No está motivado por listas de qué pecados son disci-plinables. Está motivado por una única cuestión:¿puede seguir afirmando públicamente la iglesia que laprofesión de fe de la persona es creíble?

Dentro de este marco, ¿podemos ser más específicosacerca de cuándo es necesaria la disciplina de la iglesia?

PECADOS QUE ESPERAMOS Y PECADOS INESPERADOSUnos renglones atrás, he comentado que hay una líneadivisoria entre pecados de los que podemos ocuparnos

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privadamente, y pecados que necesitan que toda la con-gregación se involucre. Esta es una observación paralela:en algún lugar, hay una línea divisoria entre pecados queesperas de los cristianos, y pecados que te hacen pensarque alguien no es cristiano. Desde luego, la disciplina in-formal y privada se practica en ambos lados de la línea.Pero hablando en términos generales, la disciplina for-mal pública, o excomunión, está justificada cuando unapersona pasa del primer terreno al segundo, o sea, de lospecados que esperamos a los pecados inesperados.

Hay una diferencia, por ejemplo, entre una mentiraocasional de la que hay arrepentimiento, y una mentiraen la que una persona basa su vida negándose a cam-biar lo que está mal. Comparemos, por ejemplo, lasmentiras de dos hombres que profesan ser cristianos.El primero se jacta de haber recibido una prestigiosaoferta de trabajo que nunca recibió; posteriormente,confiesa la mentira. El segundo basa toda su carreraprofesional en información falsa; posteriormente, esconfrontado, pero persiste en la falsedad. La primeramentira es la clase de pecado que ocasionalmente es-peramos de un cristiano (por mucho que deseemos queno fuera el caso). Usando el lenguaje de Pablo, el viejohombre aparece en la mente del creyente e intenta do-minar al nuevo hombre, pero el nuevo hombre luchacontra ello. La segunda mentira es algo que no espera-mos en una persona en la que mora el Espíritu Santo.No hay evidencia de conflicto entre el hombre viejo yel nuevo. Solamente vemos al viejo.

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En términos generales, los cristianos en los quemora el Espíritu Santo no pueden permanecer largotiempo en pecado consciente. A la larga, les resulta tanincómodo —cortesía del Espíritu Santo— que final-mente hacen lo correcto.

La disciplina formal pública, o excomunión, es obli-gatoria cuando una persona parece vivir felizmente enpecado consciente, cuando no hay testimonio de queel Espíritu Santo le hace sentir incómoda, por encimadel disgusto de ser descubierta, y cuando la caracterís-tica principal es seguir los deseos de la carne.

Cualquier pecado es erróneo. Cualquier pecado ter-giversa a Jesús. Pero algunos pecados o patrones peca-minosos producirán que toda la congregación pierdala confianza en la profesión de fe de esa persona. Enalgún momento, la palabra de esa persona pierde cre-dibilidad. Este miembro puede proclamar estar arre-pentido, o estar bien, o que no es para tanto, pero poralguna razón la iglesia no puede seguir creyendo en supalabra. La vida detrás de sus palabras es demasiadocontradictoria. La iglesia, entonces, rectifica su confir-mación pública apartándolo de la Cena del Señor. Leretira su pasaporte y anuncia que ya no puede formal-mente confirmar la ciudadanía de esta persona en elReino de Cristo.

LIBERTAD PASTORAL PARA CASOS DIFERENTESComprender la disciplina de la iglesia a través de estemarco evangélico (un marco que no está motivado por

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listas de pecados sino por la cuestión de si puede la igle-sia seguir afirmando públicamente la profesión de fe),permite una mayor libertad pastoral para actuar segúnla situación. Las Escrituras son nuestra guía perma-nente para lo que se considera pecado, pero se necesitalibertad pastoral para decidir qué pecados requierendisciplina, y hasta qué punto la requieren.

Dos personas diferentes cometen el mismo pecado,pero hay una multitud de circunstancias que afectarála percepción del pastor y de la iglesia de lo que signi-fica ese pecado. Un contable que defrauda impuestosrepresenta un mayor problema que otra persona quehace lo mismo por ignorancia, porque el contable sabeexactamente lo que hace, y lo hace con conocimiento.Una pareja no casada descubierta en fornicación porquinta vez es probablemente más merecedora de disci-plina que una pareja no casada descubierta por pri-mera vez. Generalmente, también esperamos que loscristianos recién convertidos tropiecen en pecados ma-yores más a menudo que los creyentes más maduros.Aunque parezca subjetivo, diferentes circunstanciasafectarán lo que esperamos del cristiano. Lo que espe-ramos tiene un papel que desempeñar porque vivimosen la tensión entre la era presente y la era venidera.Como dijo Martín Lutero, los cristianos de esta era sonsimultáneamente pecadores y justificados. Esperamosque el nuevo hombre y el viejo hombre batallen entreellos, y reconocemos que diferentes circunstancias (p.ej.: tiempo en la fe, la enseñanza que uno ha recibido,

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etc.) se impondrán en una situación concreta tanto so-bre el nuevo hombre como sobre el viejo. Por consi-guiente, la disciplina de la iglesia nunca trata simple-mente la cuestión: “¿qué pecado?”, como si tuviéramosuna escala que nos dijera si un pecado es lo suficiente-mente grave para aplicar la disciplina. Al contrario, lospecados se miden en una balanza, con el pecado en unlado y la evidencia del arrepentimiento en el otro lado(y no solo el arrepentimiento de un pecado en particu-lar, sino la postura global de arrepentimiento en la vidade la persona). Por tanto, al evaluar un posible caso dedisciplina, trataremos siempre de evaluar la dinámicaentre la manifestación de arrepentimiento global de lapersona, y los pecados que contradicen dicha manifes-tación, planteándonos su veracidad.

Será instructivo volver a recordar los requisitos deJesús en Mateo 18 de exponer el asunto delante de doso tres testigos antes de llevarlo a la iglesia (Mt. 18:16).El pasaje que Jesús está citando, Deuteronomio 19, en-seña que Dios quiso que los israelitas tomaran grandesprecauciones y se aseguraran de realizar los juicios cri-minales justa y cuidadosamente. De la misma manera,Cristo quiso que los miembros y los líderes de la iglesiajuzgaran cada asunto cuidadosamente. Deben conside-rar la evidencia, las diferentes partes de la historia y lascircunstancias atenuantes. Y no deben precipitarse enemitir un juicio. Los cristianos deben actuar lenta-mente, concienzudamente y con gracia.

El estándar por el que los dos o tres testigos —y a

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veces la iglesia— deben evaluar el pecado o el patrónpecaminoso es uno bien simple: ¿se niega la persona aarrepentirse una y otra vez, de manera que la manifes-tación de su arrepentimiento es poco creíble y difícil deafirmar? O sea, ¿se aferra la persona al pecado contanta tozudez que eclipsa toda su profesión de fe?

Al mismo tiempo, hay una multitud de circunstan-cias que la iglesia debe considerar cuando delibere:

¿Cuánto tiempo hace que es cristiano?•¿Qué enseñanza ha recibido?•¿Admite el pecador que su acción estuvo mal?•¿Parece genuinamente afligido por su pecado, o hay•un tono de enojo en su confesión? ¿Confesó rápidamente, o tuvimos que sacarle la in-•formación?¿Se mostró abierto con todos sus pecados, o tuvimos•que sacárselos uno a uno?¿Es posible que aún oculte información?•¿Hay un patrón? ¿Es característico? •¿Acepta la corrección?•¿Acepta consejería acerca de cómo luchar contra el•pecado, o la rechaza, convencido de que sabe mejorque nadie cómo solucionarlo?Al confrontar su pecado, ¿nos parece que se posi-•ciona a nuestro lado contra el pecado, o se pone a ladefensiva? En otras palabras, nos dice: “Sí, tenéistoda la razón. Es horrible. ¿Qué puedo hacer? —onos dice— sí, vale. Está bien. Ya veremos”.

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¿Hay factores en su historial personal o familiar que•hacen que el pecado sea no menos grave, pero sí máspropenso a ocurrir?¿Fue inducido a pecar por otras personas en las que•confiaba?

Puede que la respuesta a cualquiera de estas pregun-tas no cambie el veredicto de la iglesia o de su líder.Pero puede que sí y, a menudo, esta multitud de facto-res juntos influirán si continuamos considerando a al-guien como cristiano a pesar de su pecado.

VISIBLE, GRAVE E IMPENITENTEEl uso que hace Jesús de Deuteronomio 19, y Pablo ex-hortando a los corintios a juzgar y “juzgar las cosas deesta vida” (1 Co. 5:12; 6:2-5) nos instruye, por lo me-nos, en dos maneras más.

Primero, Jesús manda a las iglesias que ejerzan jui-cio de la forma que hemos descrito, aunque prohíbeentre los cristianos, de cualquier lugar, juicios por ven-ganzas personales y farisaicas (Mt. 7:1-2).

Segundo, el proceso de juicio en la iglesia se basaen lo que la gente puede ver con sus ojos y oír con susoídos, como en la sala de un tribunal. Dios no ha pro-visto a los cristianos con visión de rayos X para quevean los corazones. Lo que ha dado a los cristianos—igual que al resto de la humanidad— son ojos, oídosy cerebros que pueden utilizar para considerar el frutode una persona, y para ejercitar el discernimiento (1

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Co. 5:12; cf. Mt. 3:8; 7:16-20; 12:33; 21:43). Con todaseguridad, los incrédulos usan sus ojos, sus oídos y suscerebros para observar las vidas cristianas y evaluarlas;los cristianos deben hacer lo mismo. Esto forma partede lo que significa proteger el nombre de Jesús, por nomencionar el amor al pecador, a los observadores in-crédulos y a la Iglesia.

Jesús ha dado a las iglesias la autoridad de hacer de-claraciones públicas basadas precisamente en el frutopúblico o exterior de la vida de la gente.

Dicho de otro modo, creo que no podemos decirmucho más acerca de cuáles son los pecados que laiglesia debe disciplinar, aparte de: “cuando el pecadocruza la línea de lo esperado a lo inesperado”. Nos seráde ayuda establecer algún tipo de estándar básico aun-que no sea teóricamente infalible. La disciplina eclesialpública debe ejercerse con pecados que son visibles,graves e impenitentes.

Primero, el pecado debe manifestarse visiblemente.Las iglesias no deben levantar el banderín rojo de ex-pulsión cada vez que supongan avaricia u orgullo en elcorazón de alguien. Debe ser algo que se pueda ver conlos ojos u oír con los oídos.

Segundo, el pecado debe ser grave. La iglesia y suslíderes no deben perseguir cada pecado hasta el límite.Necesitamos lugar para el amor que “cubrirá multitudde pecados” (1 P. 4:8) en la vida de la iglesia. Afortu-nadamente, Dios no nos disciplina visiblemente cadavez que pecamos.

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Finalmente, el pecado debe ser impenitente. La per-sona implicada ha sido confrontada con los manda-mientos de Dios en las Escrituras, pero él o ella recha-zan abandonar el pecado. A todos los efectos, la per-sona aprecia más al pecado que a Jesús.

En mayor o menor medida, estos tres factores debenestar presentes antes de que la iglesia decida iniciar laexcomunión.

¿POR QUÉ JESÚS Y PABLO USAN ENFOQUES DIFERENTES?Aún nos queda otro asunto que debemos consideraracerca de cuándo disciplinar, y es un asunto compli-cado. Es un pequeña piedra que originará una avalan-cha de confusión si no tenemos cuidado. Es la preguntade por qué el enfoque de Pablo en 1 Corintios 5 parecetan diferente al enfoque de Jesús en Mateo 18.

Recordemos que en 1 Corintios 5 Pablo reprendea la iglesia por tolerar un pecado “cual ni aun se nom-bra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujerde su padre” (1 Co. 5:1). No le dice a la iglesia queadviertan al hombre por si acaso éste es llevado alarrepentimiento. Simplemente les dice que lo “quitende en medio” (v. 2). No hay espera para el arrepenti-miento. No hay conversación entre el hombre y losancianos. Solamente hay un llamado inmediato a laacción: “Quitad, pues, a ese perverso de entre vos-otros” (v. 13). En cambio, Jesús instruye a las iglesiasque ofrezcan varias advertencias antes de llegar a la

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excomunión, cada una de las cuales significa unarampa de salida del proceso.

La tentación aquí es explicar los diferentes enfoquesdiciendo que Jesús y Pablo tienen diferentes clases depecado en mente, lo que significa que nosotros debe-mos escoger un proceso u otro según el tipo de pecadoimplicado. Jesús utiliza el ejemplo de un pecado comúne interpersonal, mientras que Pablo utiliza el ejemplode un pecado grave. Por tanto, debemos utilizar el pri-mer proceso para los asuntos más pequeños y el se-gundo proceso para los asuntos más grandes.

Los que escribieron acerca de la disciplina de laiglesia en los siglos XVIII y XIV solían ir en esta di-rección. Detectaron dos cosas acerca del asunto de 1Corintios 5: primero, el pecado era escandalosamentepúblico —“ni aun se nombra entre los gentiles” —; se-gundo, la orden de Pablo de excomunión inmediata—sin una advertencia— indica que a corto plazo no leinteresaba si el hombre se había arrepentido porque,de nuevo, el pecado era escandalosamente público. Lareputación de Jesús era de mayor valor y por eso laiglesia tuvo que actuar protegiendo el nombre de Jesús,aun si el hombre se había arrepentido.

Empatizo totalmente con la preocupación por la re-putación de Cristo, tal y como demuestra todo mimarco para abordar la disciplina. Aun así, no encuen-tro convincente esta interpretación histórica por un parde motivos. Para empezar, hace que la decisión de ex-comulgar o no, dependa de los valores del mundo, que

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no son santos y están siempre cambiando. El escándalode una sociedad es el emblema de honor de otra (piensaen el aborto o en la homosexualidad). Además, exco-mulgar a personas que la iglesia cree que se han arre-pentido significaría entregar cristianos al reino de Sa-tanás. ¿No sería eso injusto con el cristiano y deshon-roso con el mundo? Las iglesias no deben excomulgara personas que consideran cristianas. Hacer esto es bá-sicamente legalismo, porque hace que el criterio parala membresía de la iglesia no sea arrepentimiento y fe,sino arrepentimiento, fe y no cometer nunca tal pe-cado.

Sin duda, el enfoque de Pablo en 1 Corintios nosmuestra una puerta de salida que no es completamentevisible en Mateo 18: la puerta de la excomunión inme-diata. Y es obvio que ésta es la puerta que utilizaremosmás a menudo con los pecados verdaderamente gran-des. Pero debemos recordarnos no considerar exclusi-vamente la gravedad del pecado. Recuerda que los pa-sos para llegar a la excomunión se basan siempre en elexamen de la dinámica entre el pecado y la postura glo-bal de arrepentimiento de la persona. No necesitamosuna escala para el pecado; necesitamos una balanza depecado versus arrepentimiento.

Después de todo, los cristianos arrepentidos tam-bién pecan. La pregunta que debemos hacernos es:¿por qué debería de contradecir este pecado nuestracreencia en su arrepentimiento específico y global?Para contestar a esta pregunta debemos considerar

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siempre ambos lados de la balanza con sensibilidad yempatía pastoral.

¿Cuál es, entonces, el criterio para la excomunióninmediata? Un análisis más profundo de 1 Corintios 5y 6 nos ayudará a encontrar la respuesta. Veamos denuevo los siguientes versículos:

5:1-2 De cierto se oye que hay entre vosotros forni-cación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entrelos gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su pa-dre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais másbien haberos lamentado, para que fuese quitado deen medio de vosotros el que cometió tal acción?

5:4-5 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reu-nidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestroSeñor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás paradestrucción de la carne, a fin de que el espíritu seasalvo en el día del Señor Jesús.

5:9-11 Os he escrito por carta, que no os juntéis conlos fornicarios; no absolutamente con los fornicariosde este mundo, o con los avaros, o con los ladrones,o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesariosalir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéiscon ninguno que, llamándose hermano, fuere forni-cario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho,o ladrón; con el tal ni aun comáis.

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5:12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a losque están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que estándentro?

5:13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Qui-tad, pues, a ese perverso de entre vosotros.

6:9-11 ¿No sabéis que los injustos no heredarán elreino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idó-latras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los quese echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros,ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafado-res, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos;mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santifica-dos, ya habéis sido justificados en el nombre del SeñorJesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

El pecado del hombre de 1 Corintios 5:1 es de verdadescandalosamente público y muy malo, pero esa no esla clave. Pablo establece en estos versículos dos cate-gorías de personas: las que muestran señales caracte-rísticas de arrepentimiento, y las que no. Las que mues-tran señales características de arrepentimiento pertene-cen a la iglesia; las que no muestran señales caracterís-ticas de arrepentimiento no pertenecen a la iglesia por-que no heredarán el Reino de Dios.

Entenderemos esto más fácilmente si vamos consul-tando los textos anteriores. El último de ellos nosmuestra claramente las dos categorías: están los injus-

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tos que no heredarán el Reino de Dios, y está la Iglesia,que se compone de personas que han sido cambiadas:“Y esto erais algunos”. Pablo no solo describe pecadosparticulares del grupo de los injustos, describe a per-sonas que son definidas por esos pecados. Y no utilizaadjetivos, utiliza nombres: “los adúlteros, los avaros,los idólatras, los maldicientes, los borrachos, y los es-tafadores” (1 Co. 6:9-11). Estos pecados caracterizana estas personas. Es lo que son. Es evidente la mismacaracterística en la última frase del capítulo 5: “Quitad,pues, a ese perverso de entre vosotros” (5:13). El hom-bre es perverso. El versículo anterior dice que una per-sona como esta no pertenece a la iglesia (5:12).

No es difícil ver que Pablo enlaza la lista de pecadosde los capítulos 5 y 6 en la medida que menciona lamisma clase de pecadores: el fornicario, el avaro, elidólatra, el maldiciente, el borracho, o el ladrón (5:9-11). (No debemos presuponer que esta lista sea exhaus-tiva. El capítulo 6 aun añade un par de categorías más).Por otra parte, la iglesia no debe compartir su comu-nión con gente cuya característica es la impenitencia:“Os he escrito por carta, que no os juntéis con los for-nicarios” (v. 9).

Y eso es exactamente lo que este hombre del capí-tulo 5 es: característicamente impenitente. Debe ser en-tregado a Satanás para destrucción de la carne porquesu carne aún lo tiene agarrado (5:5). La iglesia apruebasus actos en vez de condenarlos (5:2). No obstante, esclaramente un fornicario (5:1).

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En resumen, Pablo exige que este hombre sea ex-cluido porque es característicamente impenitente. Lossignos presentes nos muestran que este hombre no he-redará el Reino de Dios y, por tanto, la iglesia debe ex-pulsarlo para que su alma sea advertida y pueda sersalvo. ¿Tenía Pablo más información que nosotros so-bre este hombre? Es posible. No está del todo clarocómo llegó Pablo a esta conclusión acerca de esa per-sona, pero esta es la conclusión a la que llegó, ni másni menos: no es cristiano. Es perverso (5:13). Pertenecea la categoría de los injustos (6:9).

Llegados a este punto, las diferencias entre el enfo-que de Jesús en Mateo 18 y el enfoque de Pablo en 1Corintios 5 son más evidentes. La suposición de Pabloacerca del hombre empieza justo cuando acaba el pro-ceso de Jesús. Pablo empieza con la suposición de unaimpenitencia inflexible. El proceso de Jesús está escritocon el propósito de establecer si una persona es infle-xiblemente impenitente o no (para establecer lo que Pa-blo da por sentado).

Otra diferencia entre los dos pasajes se encuentraen la cantidad de información conocida y en la canti-dad de información sobre la que se está de acuerdo. EnMateo 18, una persona cree que hay un pecado, peronecesita que dos o tres personas más estén de acuerdocon ella. Posteriormente, necesita que toda la iglesiaesté de acuerdo. Por el contario, en 1 Corintios 5, todala iglesia sabe lo que está ocurriendo. De nuevo, em-pieza justamente cuando Mateo 18 acaba.

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Las iglesias, entonces, no deberían simplementeabordar pecados comunes usando el modelo de Mateo18, y pecados graves usando el modelo de 1 Corintios5. Más bien, las iglesias deberían considerar siempreambos lados de la balanza del pecado versus arrepen-timiento. Aunque el pecado de una persona parezcagrande, la iglesia aún debe ser convencida de que lapersona es característicamente impenitente. Puede quela iglesia no se convenza en la ocasión en la que el pe-cado sea mostrado. Los miembros pueden sentir la ne-cesidad de tener algunas conversaciones y ofrecer algúnestímulo o advertencia.

No es difícil imaginar situaciones en las que unmiembro de la iglesia es culpable de uno de los pecadosenumerados en 1 Corintios 5 o 6, pero la iglesia decidecorrectamente utilizar el proceso de Mateo 18. Porejemplo, imaginemos que alguien en tu iglesia ha caídouna o aun varias veces en la embriaguez o en diferentesformas de fornicación. Creo que en algunos casosexiste la posibilidad de dar una serie de advertenciasantes de la excomunión, igual que en Mateo 18.

¿Qué hacemos entonces con la observación de Pablode que el pecado de este hombre “ni aun se nombra en-tre los gentiles”? No se niega que el pecado del hombresea públicamente escandaloso pero, bajo mi punto devista, las palabras de Pablo suenan como un toque deatención con el propósito de despertar a los corintios.No están viendo algo que deberían ver claramente. Laspalabras de Pablo no suenan como las de un teólogo

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tratando de crear un bloque aislado de pecado quecambie todas las normas acerca de la membresía de laiglesia y de la excomunión. Esperaría que Pablo ofre-ciera más que una frase aislada si esta fuera su inten-ción.

CUANDO EL ARREPENTIMIENTO NO ES CREÍBLEHay otra manera de ver todo el episodio de 1 Corintios5. Sin duda alguna, hay algunos pecados que son tandeliberados —como un patrón extenso de violencia oasesinato— o tan repugnantes —como abusos sexualeso extorsión— que harían cualquier disculpa apresu-rada imposible de creer. No es porque tales pecados nopuedan ser perdonados, o porque la persona no puedaarrepentirse inmediatamente. Pero debe pasar algúntiempo y el fruto del arrepentimiento debe ser evidenteantes de que la iglesia pueda responsablemente declararel perdón (cf. Hch. 8:17-24). La iglesia no puede cre-erse cándidamente las palabras de un miembro que haestado deliberadamente viviendo en un pecado habi-tual. Es como si la naturaleza de algunos pecados des-activara la habilidad de la iglesia para seguir afirmandola postura global de arrepentimiento de la persona, porlo que la iglesia no tiene más remedio, por el momento,que rectificar su declaración. El pecado empuja su ladode la balanza hacia abajo y la evidencia del arrepenti-miento hacia arriba. Toda la evidencia positiva es in-mediatamente socavada porque el pecado implica ungran engaño.

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La verdad es que hay algunos pecados que no espe-ramos que un cristiano cometa. Probablemente, come-terlos significa que uno no es cristiano o, por lo menos,esa es la manera como la iglesia tratará a la personahasta que la confianza de la iglesia sea ganada denuevo. Podría ser que Pablo viese de esta manera a unhombre que se acostaba con la mujer de su padre.

Hace años me reuní regularmente con un hombrejoven, de quien me enteré el año pasado que habíasido arrestado por un delito vergonzoso. Hasta apa-reció en las noticias locales. Estuvo secretamente en-vuelto en esa actividad por más de un año mientrasque servía activamente en su iglesia. Cuando a travésdel arresto del hombre la iglesia se enteró del pecado,actuó rápidamente y lo retiró de la membresía. Elhombre lloró y afirmó estar arrepentido pero, debidoa que había estado viviendo una doble vida grosera,la iglesia no podía confiar en sus palabras de arrepen-timiento, al menos por el momento. El hombre no es-cogió probar su arrepentimiento antes de la excomu-nión, sino después. Creo que la iglesia actuó correc-tamente. La acción de este hombre era una amenazapara las otras ovejas y para el testimonio de Cristo enel mundo, convirtiéndose así en un asunto urgente. Laiglesia hizo lo correcto disciplinándolo rápidamente,porque “los injustos no heredarán el reino de Dios”(1 Co. 6:9).

Principalmente, creo que la combinación de Mateo18 y 1 Corintios 5 indica que las iglesias necesitan lle-

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gar a una de estas tres conclusiones antes de decidirque es tiempo de actuar:

Cuando la iglesia está convencida de que la persona•está genuinamente arrepentida, no debe aplicar nin-guna forma de disciplina (y no puedo encontrar nin-guna excepción a este principio).Cuando la iglesia está convencida de que la persona•es característicamente —no por un tiempo— impe-nitente, debe aplicar la excomunión.Cuando un pecado es tan deliberado, repugnante e•indicativo de falsedad que una congregación se en-cuentra incapaz de creer la declaración de arrepenti-miento, debe aplicar la excomunión al menos hastaque haya pasado tiempo y la confianza sea reco-brada, proponiéndose, mientras tanto, comprobar siel arrepentimiento es verdadero.

¿PUREZA DE ESPÍRITU O POBREZA DE ESPÍRITU?Si la disciplina eclesial es el curso de acción correctocuando el creyente falla en representar a Jesús, ¿debende esperar las iglesias perfección moral?

En algunos aspectos, este es exactamente el están-dar que Jesús proclama. En Mateo 5 nos dice que lajusticia del cristiano debe ser mayor que la de los es-cribas y fariseos, o él o ella no entrarán jamás en elReino de los cielos (Mt. 5:20). Más adelante, nos diceque el cristiano debe ser perfecto como su Padre ce-lestial es perfecto (v. 48). ¡Las iglesias deben esfor-

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zarse verdaderamente en reproducir la perfección deJesús!

Pero Jesús también era profundamente realista ycomprensivo; por eso, Mateo 5 comienza con las ama-das bienaventuranzas:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de•ellos es el reino de los cielos.Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibi-•rán consolación.Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán•la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de jus-•ticia, porque ellos serán saciados.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos al-•canzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos•verán a Dios.Bienaventurados los pacificadores, porque ellos se-•rán llamados hijos de Dios.Bienaventurados los que padecen persecución por•causa de la justicia, porque de ellos es el reino de loscielos (Mt. 5:3-10).

¿Quién representa el Reino de los cielos en la tie-rra? ¿Quién puede ver a Dios y ser llamado su hijo?En un sentido, son los que se parecen al Padre celes-tial y obran como él; tal y como los hijos normal-mente hacen. El Padre divino y el Hijo divino son

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ambos misericordiosos, puros de corazón y pacifica-dores. Y ciertamente, el Hijo divino fue perseguidoa causa de la justicia. Las iglesias también deben pro-curar confirmar a los hijos que son todas esas cosas.

En un mundo caído, los hijos de Dios son tambiénaquellos que reconocen su pobreza espiritual, que la-mentan su pecado, que dejan sumisamente sus deman-das a un lado, que tienen hambre y sed de justicia, yque reconocen que carecen de ella. Por tanto, las igle-sias no deben sorprenderse cuando sus miembros re-presentantes de Jesús pecan; pero deben interesarseprofundamente en cómo sus miembros responden a esepecado. ¿Lamentan su pecado? ¿Tienen hambre y sedde justicia?

En otras palabras, los verdaderos seguidores de Je-sús son dos cosas: cada vez más puros y cada vez máspobres en espíritu en medio de la impureza restante (cf.2 Co. 7:11). Las iglesias, en su tarea de aplicar las lla-ves del Reino, deben buscar ambas.

Una vez pedí consejo a un antiguo pastor míoacerca de cómo actuar con un amigo que había dadopasos cada vez más cercanos a tener una aventura se-xual adúltera, la cual, afortunadamente, fue intercep-tada antes de que llegara a culminarse. El consejo demi pastor fue: “Lo sorprendente no es que este hombrese sienta tentado hacia este pecado. Lo que importa es,¿cómo responderá cuando se lo reproches? Será su res-puesta a la corrección lo que revelará donde está real-mente su corazón”.

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Capítulo 4

¿CÓMO APLICA DISCIPLINALA IGLESIA?

La disciplina formal pública funciona mejor en unaiglesia acostumbrada a la disciplina informal y privada.Si intentas blandir la larga y desafilada espada de la ex-comunión antes de que los miembros asuman su nece-sidad general de rendir cuentas unos a otros, te meterásen problemas.

La obligación de rendir cuentas en la iglesia es unaextensión del evangelio y esta obligación debe ejerci-tarse realmente durante toda la vida de la iglesia, tantoen público como en privado. Pero si la gente no estáacostumbrada a rendir cuentas de sus pecados, serámucho más fácil comenzar a hacerlo de manera pri-vada que pública.

Rendir cuentas públicamente debe ser una extensiónde lo que ya ocurre en las vidas privadas de los miem-bros.

Conozco a un pastor amigo mío que intentó con-vencer a sus ancianos para llevar ante la iglesia un casode disciplina. Un hombre había dejado a su esposa. Losancianos no estaban seguros de si la congregación es-

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taba preparada para excomulgar a alguien, y por esoactuaron lentamente (quizá demasiado lentamente).Cuando los ancianos por fin recomendaron su exco-munión, la congregación básicamente respondió: “Yaera hora. Se supone que debemos hacer algo en casoscomo éste”. Dicho de otra manera, los ancianos habíanhecho un buen trabajo cultivando correctamente la cul-tura de la disciplina en la iglesia.

La disciplina eclesial formal funciona mejor cuandolos miembros ya saben cómo dar y cómo recibir unacorrección amorosa. Porque lo hacen en sus casas. Por-que lo hacen con una invitación a comer. Porque lo ha-cen con dulzura, con cuidado y siempre con el bien dela persona en mente. Porque no lo hacen con palabrasafiladas y egoístas, como si solo necesitaran escupirlas.

A continuación, voy a exponer otros cinco princi-pios basados en el Nuevo Testamento de cómo dirigirla disciplina de la iglesia.

EL PROCESO DEBE INVOLUCRAR LAS MENOS PERSONAS POSIBLESUn principio claro que emana de Mateo 18:15-20 esque Jesús desea que el proceso de corrección del pecadoinvolucre tan pocas personas como sean necesariaspara conseguir el arrepentimiento. Si un encuentro en-tre los dos solos produce arrepentimiento, ¡bien! Si essuficiente que sean dos o tres, ¡que no sean más! Elasunto debe ser llevado ante la iglesia cuando todos losotros caminos se han agotado.

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Está claro que el proceso de Mateo 18 presuponeque la mayoría de la gente aún no sabe nada acerca delpecado en cuestión. Cuando los pecados son de carác-ter público —como en 1 Corintios 5—, puede ser ne-cesario que los líderes de la iglesia digan algo a toda laiglesia. Algo similar ocurre en Filipenses 4, cuando Pa-blo, delante de toda la iglesia, ruega a Evodia y a Sín-tique que sean de un mismo sentir (Fil. 4:2-3). Supues-tamente, la iglesia ya estaba enterada del desacuerdo.

A veces, el pecado tiene tales consecuencias públicasque debe ser abordado también públicamente, aunquela persona haya demostrado su arrepentimiento en pri-vado. Por ejemplo, este puede ser el caso cuando unamujer se queda embarazada fuera del matrimonio. Loslíderes de la iglesia pueden decidir que ella y su compa-ñero —si él asiste a la iglesia— están genuinamente arre-pentidos y, por tanto, no hay necesidad de disciplinarlosformalmente. Aunque así sea, es apropiado llevar elasunto con ternura ante la iglesia. Primero, para que en-señen de forma positiva el punto de vista cristiano acercade la sexualidad usando el ejemplo de la pareja; y se-gundo, para que los líderes testifiquen de la gracia deDios en el arrepentimiento de la pareja, mientras que pi-den a la iglesia que reciban y sirvan a la pareja y a suhijo. Lo quieras o no, si no dices nada en una situaciónasí le estás enseñando a la iglesia que el pecado no es unasunto grave, y además permitirás que la iglesia se pongaa elucubrar y chismorrear acerca de la pareja. No decirnada puede producir aun desconfianza y división.

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Las dos patas en las que se apoya el principio de sos-tener el proceso de la disciplina con tan poca gentecomo sea posible, son el deseo de ver al pecador arre-pentido y el deseo de proteger el nombre de Jesús.

LOS LÍDERES DE LA IGLESIA DEBEN DIRIGIR EL PROCESOEl pecado es engañoso y complejo. Con razón escribePablo: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en al-guna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlecon espíritu de mansedumbre, considerándote a timismo, no sea que tú también seas tentado” (Gá. 6:1).El apóstol sabe que las ovejas más jóvenes pueden serfácilmente engañadas y tentadas a unirse al pecador ensu pecado, o por lo menos a ser convencidas por losargumentos del pecador de que el pecado es aceptable.Es por este motivo que Pablo ruega a los espiritualesque dirijan el rescate.

La referencia de Pablo a los espirituales no significaque sean necesariamente los ancianos de la iglesia, ohubiera dicho ancianos. Lo que indica es que los miem-bros hacen bien en involucrar hermanos y hermanasadultos y sabios en la fe cuando un encuentro inicialentre dos personas no va a ningún lado. En términosgenerales, los ancianos de la iglesia serán probable-mente consultados y posteriormente llamados para di-rigir el proceso disciplinario, especialmente si el pro-ceso se está extendiendo a círculos cada vez mayores.

Debido al hecho de que Dios ha dado a los ancianos

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la responsabilidad de supervisar a la iglesia, reco-miendo encarecidamente que cualquier pecado que seallevado ante la iglesia, sea primero llevado ante los an-cianos.

LA DURACIÓN DEL PROCESO DEPENDE DE CUÁNTOTIEMPO SE NECESITA PARA CONFIRMAR QUE LAIMPENITENCIA ES CARACTERÍSTICASin lugar a dudas, una de las preguntas más difícilescuando ejercemos la disciplina es: ¿ha llegado el mo-mento de pasar al siguiente nivel? En ocasiones, las Es-crituras muestran el proceso de disciplina como un mo-vimiento lento, como en Mateo 18, cuando recomien-dan al menos tres advertencias antes de que la personasea expulsada. Otras veces, lo muestran como un mo-vimiento rápido, como en 1 Corintios 5, cuando Pabloexige una expulsión inmediata. Y por otra parte, tene-mos Tito 3:10, que parece colocado en medio de losotros dos: recomienda dos advertencias antes de pro-ceder a la expulsión.

Como vimos en el capítulo 3, la diferencia principalentre Mateo 18 y 1 Corintios 5 es que muestran dosniveles diferentes en el proceso global de la excomu-nión. Primera de Corintios 5 empieza cuando Mateo18 termina, con la conclusión de que un pecado o unpatrón pecaminoso conocido por toda la iglesia es ca-racterísticamente impenitente. Cuando la iglesia decideque una persona es característicamente impenitente, laexcomunión es la única salida.

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Por tanto, y desde un punto de vista teórico, es re-lativamente fácil establecer cuánto debe durar el pro-ceso de disciplina: tanto como el tiempo que la iglesianecesite para confirmar que la persona es característi-camente impenitente. Los miembros de la iglesia pue-den considerar el testimonio y llegar a una conclusiónen un minuto. O pueden estar meses examinando cui-dadosamente las evidencias y participando en inconta-bles conversaciones en el intento de estar seguros y te-ner un mismo parecer. La cuestión de cuánto tiempono es difícil por razones teóricas; es difícil por razonesde la propia vida real. No podemos ver el interior delos corazones de las personas, y por eso sentimos la res-ponsabilidad de ser enormemente cuidadosos cuandosomos llamados a verificar los frutos y llegar a unaconclusión en un asunto tan importante como es si laiglesia puede seguir testificando que alguien perteneceal Reino de Dios.

Irónicamente, como los pecados de talla medianano pesan tanto en la balanza como el lado del arrepen-timiento, el proceso tiende a moverse más despacio. To-memos como ejemplo la adicción a una sustancia. Nodesacredita inmediatamente la profesión de fe de lapersona. Pero origina dudas y pone a la iglesia en la si-tuación de comprobar el arrepentimiento despacio ycon cuidado. Esta es otra lección que podemos apren-der del movimiento centrífugo que Jesús muestra enMateo 18. Cada vez que el número de gente implicadacrece, el pecador es confrontado de nuevo con la pre-

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gunta: ¿Estás seguro de que quieres seguir aferrándotea este pecado? Los seres humanos se engañan a veces así mismos creyendo poder tener a Jesús y mantener supecado favorito. Se necesitan varias series de confron-taciones graduales para ayudarles a darse cuenta: “No,no puedo. Debo elegir uno u otro”.

Unos versículos antes de dar instrucciones acerca dela disciplina eclesial en Mateo 18, Jesús nos propor-ciona ayuda para establecer si la persona está caracte-rísticamente arrepentida: ¿está dispuesta la persona acortarse una mano o sacarse un ojo antes que volver apecar? (Mt. 18:8-9). En otras palabras, ¿están él o elladispuestos a hacer todo lo necesario para luchar contrael pecado? Normalmente, cuando las personas se arre-pienten son muy estrictas en cuanto a abandonar suspecados. Eso es lo que el Espíritu de Dios produce den-tro de ellas. Cuando esto sucede, esperamos ver unadisposición a aceptar consejería exterior. Una disposi-ción a revisar sus prioridades. Una disposición a con-fesar cosas embarazosas. Una disposición a hacer sa-crificios económicos, o a perder amigos, o a terminaramistades.

Por otro lado, cuanto más grande o más descaradoes un pecado o un patrón pecaminoso, más pesa ésteen contra del lado del arrepentimiento de la balanza1.Desacredita más rápidamente la profesión de fe de lapersona y lleva a la iglesia a actuar más deprisa. Porejemplo, hay una diferencia entre descubrir que alguienes un adúltero en serie o un alcohólico. Ambos pecados

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minarán la credibilidad de su profesión de fe, pero meatrevo a decir que el primer pecado lo hará más rápi-damente que el segundo.

Normalmente, los pecados graves van acompaña-dos de alguna forma de peligro, convirtiendo toda lasituación en un asunto urgente. Tenemos el peligro delescándalo público y del perjuicio que se puede causaral nombre de Cristo (1 Co. 5). Tenemos el peligro dela división y del daño que puede ocasionar a la iglesia(Tit. 3:10). Tenemos el peligro de la falsa enseñanza y,de nuevo, del daño que puede ocasionar a la iglesia, es-pecialmente a las ovejas más débiles (cf. 1 Ti. 1:20; 2Jn. 10-11). De todas maneras, la iglesia no debe iniciarla excomunión solo por los peligros, aunque la presen-cia de ellos indica la seriedad del pecado y demuestrapor qué la iglesia no debe seguir confirmando la pro-fesión de fe de la persona. Resumiendo, el peligro (per-juicio al nombre de Cristo; amenaza de división o defalsa enseñanza; daño a otras ovejas) no debe ser con-siderado como la base de la disciplina, sino como eltestigo que corrobora y demuestra que un acto disci-plinario rápido es el curso de acción correcto. Tambiéndebe aumentar el sentido de urgencia de la iglesia, detal manera que las reuniones y los procesos necesariossean preparados más rápidamente.

En definitiva, la duración del proceso está comple-tamente condicionada por el tiempo que se necesitapara convencer a las partes implicadas de que la per-sona está característicamente arrepentida o es impeni-

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tente. La iglesia debe considerar las circunstancias delpecado poniendo estas en un lado de la balanza, y to-das las evidencias del arrepentimiento en el otro lado.A veces, aparecerá nueva información que hará que labalanza se incline en una dirección o en la otra. Perocuando la iglesia llega a la convicción de que tiene todala información pertinente de ambos lados de la ba-lanza, y ésta ha dejado de moverse, está obligada a ac-tuar según el lado más pesado de la misma. Este pro-ceso puede durar un minuto o puede durar un año.

LAS PERSONAS DEBEN RECIBIR EL BENEFICIO DE LA DUDATal y como hemos visto, Jesús ordena en Mateo 18algo parecido a un proceso judicial cuidadoso: “todoasunto se resuelva mediante el testimonio de dos o trestestigos” (v. 16, NVI). Toda acusación debe ser sope-sada. Las evidencias deben ser presentadas. Los testigosdeben ser escuchados. Esto significa que los cristianosdeben actuar lenta y cuidadosamente, pero tambiénsignifica que las iglesias deben abordar los casos disci-plinarios suponiendo la presunción de inocencia: “ino-cente hasta que se demuestre lo contrario”.

Tenemos que aplicar este principio no solamente encasos de disciplina formal, sino también cuando con-frontamos a un hermano o hermana en privado. De-bemos concederle a la gente el beneficio de la duda. Laspreguntas deben preceder a las acusaciones. Debemosencontrar precisión antes de pronunciar juicio.

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En el ámbito de la disciplina, como en cualquierotro ámbito de la vida: “todo hombre sea pronto paraoír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Stg. 1:19).

LOS ANCIANOS DEBEN INVOLUCRAR A LACONGREGACIÓN E INSTRUIRLADiferentes tradiciones denominacionales tienen dife-rentes maneras de involucrar a la congregación en elproceso de la disciplina formal. De manera personal,yo recomiendo involucrar a la congregación como unprincipio bíblico basado en Mateo 18 (cuando Jesúsimplica a la iglesia), y en 1 Corintios 5 (cuando Pabloexige que toda la iglesia asuma la responsabilidad).Para aquellos que todavía no están convencidos por elrequisito exegético, aún les sugiero que busquen for-mas de involucrar a la iglesia como un mandamientoteológico y pastoral. Teológicamente hablando, Pablopide a cada parte de la iglesia que empatice con las ex-periencias de todas y cada una de las partes del cuerpoy que las hagan suyas, ya sea que haya gozo o dolor (1Co. 12:21-26; cf. Ef. 4:16). La disciplina de la iglesia,principalmente en sus pasos finales, es un suceso pro-fundamente significativo en la vida del cuerpo, el cualhace suyo este proceso en virtud de su unión conCristo. Pastoralmente hablando, es un suceso signifi-cativo que cada parte debe hacer completamente suyo.Todos aprenderán de él. Todos serán advertidos y des-afiados. Todos pueden tener algo que aportar.

En una práctica congregacional, se le pedirá a la

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iglesia que vote —en algunos casos— o que llegue a unconsenso —en otros casos— acerca del acto definitivode excomunión, una actividad que parece tener prece-dentes escriturales. Considera la palabra mayoría2 en2 Corintios 2:6 (NVI).

En otro tipo de prácticas, no se pide a la congre-gación involucrarse en la decisión final de excomulgara un miembro, pero creo que los líderes de la iglesia—de cualquier tipo de práctica— deben involucrar a lacongregación en otras cuatro formas.

Primero, los líderes eclesiales deben decírselo a laiglesia antes de excluir a alguien (Mt. 18:17). Asu-miendo que el miembro no está en una situación querequiera expulsión inmediata, Jesús parece concederun lapso de tiempo entre informar a la iglesia y el actomismo de la expulsión: “[…] dilo a la iglesia; y si nooyere a la iglesia, tenle por […]”. Es posible que estepaso ofrezca, a los miembros de la iglesia que tenganuna relación de amistad con la persona impenitente,la oportunidad de buscar su arrepentimiento. Ade-más, prepara a la congregación por si llega el acto de-finitivo de expulsión. Da la oportunidad de obrar yplantear preguntas antes de que se anuncie la decisiónfinal.

Segundo, los líderes eclesiales deben comunicar a laiglesia que han disciplinado a alguien (si no han in-cluido a la iglesia en la decisión, lo cual creo que debe-rían haber hecho). Si no se involucra a la iglesia, debeser informada de la expulsión de la persona. Las Escri-

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turas exhortan a los cristianos a cambiar notablementesu relación con la persona expulsada —como detalloen el siguiente punto—; por tanto, los creyentes debenser informados de la expulsión de la persona.

Tercero, los líderes eclesiales deben instruir a la con-gregación y dirigirla acerca de cómo enfocar actos po-sibles o reales de excomunión. A menudo, los cristianosjóvenes son susceptibles a ser cándidos y ponen su con-fianza en quien no la merece (como Dios dijo a veces ala gente de Israel). Los líderes les ayudarán a no trope-zar si les explican los textos bíblicos pertinentes y lesmuestran lo que es tener un corazón quebrantado,lleno de verdad, amor y compasión.

Siguiendo en esta línea, los líderes deben instruirtambién a los miembros acerca de cómo relacionarsecon una persona que ha sido excomulgada. El NuevoTestamento aborda este asunto en diferentes lugares (1Co. 5:9, 11; 2 Ts. 3:6, 14-15; 2 Ti. 3:5; Tit. 3:10; 2 Jn.10). La consejería básica que ofrecen los ancianos demi propia iglesia es que el tono general de la relacióncon la persona disciplinada debe cambiar notable-mente. La relación no debe estar caracterizada por lainformalidad, sino por las conversaciones deliberadasacerca del arrepentimiento. Sin duda alguna, los miem-bros de una familia deben continuar cumpliendo consus obligaciones familiares (cf. Ef. 6:1-3; 1 Ti. 5:8; 1 P.3:1-2).

Cuarto, los líderes deben dirigir a las congregacio-nes a ser constantes en la oración y a tener esperanza

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en el arrepentimiento, y a estar preparadas para recibiral pecador y reconciliarse con él. Este tipo de liderazgotiene lugar a través de la enseñanza cuidadosa y elejemplo personal. Nadie debe tener duda alguna quetanto los líderes como la iglesia están desconsolados yno desean otra cosa que la reconciliación con el miem-bro separado.

EL ENFOQUE DE MI IGLESIAEs posible que te hayas dado cuenta de que no he esta-blecido una guía paso a paso para abordar casos dedisciplina en la iglesia. Esto se debe, en parte, a que lasEscrituras proveen diferentes maneras de abordar ladisciplina formal. Y se debe en parte a que diferentesprácticas proveen diferentes medidas. También se debe,por último, a que los líderes de la iglesia necesitan ejer-citar la sabiduría para discernir qué principios escritu-rales son pertinentes y aplicables.

Lo que sí puedo hacer es explicar cómo funcionanormalmente el proceso en mi propia iglesia. De formageneral, practicamos el patrón establecido en Mateo18. Las personas han sido enseñadas a abordar pri-mero los asuntos en privado. Si no hay arrepentimientoen privado un anciano o varios serán involucrados; pri-mero uno solo y, si no funciona, todo el grupo, aunquelas personas no siempre están dispuestas a permitirlo.En este punto, los ancianos utilizarán cualquier lapsoentre unos días y unos meses para establecer si van allevar el asunto ante la congregación. Si deciden infor-

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mar a la congregación, presentarán la pertinente infor-mación en una reunión privada de miembros sola-mente. Darán el nombre de la persona y describirán laclase de pecado sin entrar en demasiados detalles. Losancianos explicarán cualquier otro asunto adicionalque consideren pertinente para lograr el arrepenti-miento de la persona, y exhortarán a la congregacióna orar en busca del arrepentimiento del miembro. Tam-bién explicarán que si la situación no cambia, ellos po-siblemente propondrán la excomunión en la próximareunión de miembros, la cual suele tener lugar pasadosdos meses. Entonces los ancianos responderán a laspreguntas de los miembros. En el caso de que se lleguea la próxima reunión de miembros y, en el caso de quelos ancianos mantengan su plan de excomulgar a lapersona, ellos recomendarán la excomunión, averigua-rán si hay preguntas y organizarán una votación entrelos miembros. Si los miembros votan sí a la excomu-nión de la persona, entonces los ancianos instruirán ala congregación acerca de cómo relacionarse con el yaexmiembro.

Aunque el proceso se desarrolla siempre igual, nodejamos nunca de lado los siguientes principios:

El proceso debe involucrar las menos personas posi-•bles para producir arrepentimiento.Cuando el proceso se sale del alcance de una o varias•personas, los líderes de la iglesia deben dirigir el pro-ceso.

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La duración del proceso depende de cuánto tiempo•se necesita para confirmar que la persona es caracte-rísticamente impenitente.Las personas deben recibir el beneficio de la duda•hasta que las evidencias indiquen lo contrario.Los líderes deben involucrar e instruir correctamente•a la congregación.

1¿Qué es un pecado “grande”? Es un pecado que destruye de

manera más rápida y visible al pecador, a la iglesia, el nombre

de Cristo, o a otras personas en general. Por ejemplo, un des-

falco daña más que robar en una tienda y el asesinato daña más

que un desfalco.

2En la versión Reina-Valera de 1960 dice “por muchos” (N. del

T.).

¿Cómo aplica disciplina la iglesia?

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Capítulo 5

¿CÓMO FUNCIONA LARESTAURACIÓN?

Si la disciplina eclesial formal conlleva la expulsión dela membresía de la iglesia y de la Cena del Señor,¿cómo funciona la restauración? ¿Y en qué momentose aplica? Estas son las dos preguntas que vamos a con-siderar a continuación: cómo y en qué momento.

¿QUÉ ES LA RESTAURACIÓN?Ya que ha sido la iglesia la que ha excomulgado a lapersona, básicamente, la restauración es que la iglesiadeclare que la persona ha sido perdonada y que con-firme su ciudadanía en el Reino de Dios.

Pablo, en la segunda carta a la iglesia en Corinto,aborda otro caso de disciplina eclesial, pero en estaocasión describe lo que significa la restauración. Nonos ofrece detalles del pecado, aunque describe la res-tauración de la siguiente manera:

“Le basta a tal persona esta reprensión hecha por mu-chos; así que, al contrario, vosotros más bien debéisperdonarle y consolarle, para que no sea consumido

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de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que con-firméis el amor para con él” (2 Co. 2:6-8).

La mayoría de la congregación ha obrado —¿vo-tado?— con el propósito de castigar a la persona. Yahora Pablo les dice que la perdonen, la consuelen y leconfirmen su amor hacia ella.

Además, la exhortación a perdonar a la persona esun eco de las palabras de Jesús en el Evangelio segúnJuan, que son paralelas a sus palabras acerca de las lla-ves en el Evangelio según Mateo: “A quienes remitie-reis los pecados, les son remitidos; y a quienes se losretuviereis, les son retenidos” (Jn. 20:23). Jesús res-tauró a Pedro un poco después de esta declaración (Jn.21:15-17).

Una vez que la iglesia ha decidido restaurar su co-munión y la Cena del Señor a una persona arrepentida,no debe existir un periodo de prueba o una membresíade segunda clase. Por el contrario, la iglesia debe anun-ciar su perdón públicamente (Jn. 20:23), confirmar suamor por la persona arrepentida (2 Co. 2:8), y cele-brarlo, igual que el padre del hijo pródigo lo celebró(Lc. 15:24).

Mi propia iglesia excomulgó una vez a una personapor una situación espinosa que añadía un patrón nadahonroso, grave e impenitente. Afortunadamente, al fi-nal se arrepintió, y la iglesia estuvo en posición deanunciar su perdón y confirmar su comunión. Esta esla propuesta que los ancianos presentaron a la iglesia:

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“Propuesta: Los ancianos se alegran de recomendara los miembros que reconozcan con gratitud a Diosel arrepentimiento de nuestro hermano, que le expre-semos formalmente nuestro perdón por sus actos con-tra nosotros, y que renovemos públicamente nuestramanifestación de comunión con él, y de amor por él,como nuestro hermano en Cristo. Y todo esto lo ha-cemos con gran gratitud a Dios por su fidelidad a suPalabra y a todos los que lo honran con su obedien-cia”.

La iglesia lo confirmó unánimemente. Fue un mo-mento de regocijo.

¿Implica la restauración incluir de nuevo a la per-sona en la membresía de la iglesia? En la mayoría delos casos, diría que sí. El arrepentimiento necesariopara la restauración será mostrado, entre otras cosas,por una disposición a reunirse con la iglesia y some-terse a su dirección. Pero principalmente, creo que larestauración es semejante al bautismo. El bautismo co-múnmente aunque no necesariamente implica la acep-tación en la membresía de la iglesia (piensa en el ejem-plo del eunuco etíope en Hch. 8:38-39). De la mismamanera, la restauración comúnmente aunque no nece-sariamente implica la restauración en la membresía dela iglesia. De hecho, la persona que he puesto comoejemplo, estaba viviendo en otro país cuando la iglesiavotó acerca de la propuesta mencionada anterior-mente. Esta persona envió un correo electrónico con-

¿Cómo funciona la restauración?

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fesando su pecado y preguntando qué podía hacer pararestaurar la relación. Esta propuesta fue la conclusióndel asunto después de intercambiar alguna correspon-dencia.

¿EN QUÉ MOMENTO SE APLICA LA RESTAURACIÓN?¿En qué momento se aplica la restauración de la per-sona a la iglesia? La respuesta sencilla es: cuando el pe-cador se arrepiente y la iglesia está convencida de queel arrepentimiento es real porque los miembros venfruto en la vida de la persona. La restauración se aplicacuando la iglesia está dispuesta de nuevo a presentarseante las naciones y garantizar la profesión de fe de lapersona.

A veces, la demostración del arrepentimiento cam-bia del blanco al negro: un hombre que había abando-nado a su mujer, vuelve con ella. A veces, la demostra-ción se quedará en un área gris: una persona atrapadaen un ciclo de adicción puede no haber vencido total-mente la adicción, pero hay mucha más victoria ahoraque en el pasado y lucha contra la adicción con nuevasfuerzas.

La evidencia necesaria para reconocer el arrepenti-miento varía de un pecado a otro y no siempre es fácildiscernir si el arrepentimiento es verdadero. Los ancia-nos de mi propia iglesia afrontaron una vez un dilemaparecido. Una persona que había sido disciplinada porla iglesia mostraba cierto arrepentimiento, pero tam-bién mostraba signos de que su corazón aún estaba en-

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durecido. Cuando los ancianos deliberamos acerca derecomendar a la congregación la restauración de estehombre, pudimos todos ver ambos lados y sentimos elpeso de las palabras de Pablo acerca de no dejar que elhombre sea consumido de demasiada tristeza. En la vo-tación final salieron siete votos en contra de la restau-ración y seis a favor.

Sin duda, es posible que como ancianos cometiéra-mos un error, igual que puede ser errónea cualquier de-cisión que tomemos como seres humanos o como igle-sia. Pero tanto los miembros de la mayoría, como losmiembros de la menoría, confiábamos en que Diosobraría a través de nuestras deliberaciones desigualese imperfectas. Afortunadamente, Dios usa comités deancianos indecisos y procesos falibles como los nues-tros.

La sabiduría para valorar las pruebas del arrepenti-miento requiere equilibrio entre precaución y compa-sión. A menudo, esto significa que el proceso debe des-arrollarse lentamente (pero no demasiado). En el capí-tulo 3, he relatado la historia de un amigo mío que fueexcomulgado por su iglesia debido a un tipo de delitovergonzoso. Afortunadamente, una vez que fue con-frontado abandonó rápidamente el delito (una buenaseñal). Pero otros pecados relacionados permanecieron(una mala señal). Estuvo dispuesto a reunirse docenasde veces con dos de los ancianos de la iglesia para con-sejería (una buena señal). Pero su asistencia a la iglesiay a los encuentros de consejería fue esporádica (una

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mala señal). Como he sugerido en este libro, los pasto-res de esa iglesia están trabajando el equilibrio entreprecaución y compasión, y cómo moverse lentamentepero no demasiado. El pastor principal de dicha iglesiame escribió recientemente: “¡Seguimos confiando queel Señor lo restaurará pronto! Nos gustaría que ocu-rriese en breve, para que no se desespere. Pero no he-mos sido capaces de avanzar tan rápido como deseá-bamos. Por favor, orad para que él busque diligente-mente al Señor”.

Como dije antes, sería bonito tener un manual denormas para momentos de este tipo: “cuando te en-cuentres con esto, haz así”. Pero parece que el Señorpretendió que sus iglesias aprendieran lo que significaconfiar en la sabiduría que él promete dar hasta en losdilemas más difíciles, recordándonos al mismo tiempocuánto dependemos de él.

¿ESTÁN LAS DEMÁS IGLESIAS OBLIGADAS ARESPETAR NUESTRAS DECISIONES?Hay una última cuestión que merece ser examinadacuando hablamos de disciplina y restauración. ¿Estánotras iglesias obligadas a respetar la decisión de unaiglesia de excomulgar a alguien? En otras palabras,¿puede una iglesia recibir como miembro a alguien queha sido disciplinado por otra iglesia?

Diferentes tradiciones denominacionales tienen di-ferentes contestaciones a esta cuestión. En parte, algu-nas tradiciones se han establecido basadas en la con-

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vicción de que la iglesia institucional se extiende porencima de la iglesia local, precisamente, para que noocurran este tipo de cosas. En cierta medida, las deci-siones de un obispo deben ser vistas por otro obispocomo vinculantes.

Pero esto no es solo cierto para los católicos y losanglicanos. Algunos bautistas de la historia han defen-dido que cuando una iglesia excomulga a una persona,dicha persona sigue bajo la autoridad de esa iglesia,por lo menos hasta que le retire la prohibición. Entretanto, otra iglesia bautista no debe usurpar la autori-dad de la primera iglesia recibiendo a la persona comomiembro.

Bajo mi punto de vista, este argumento es erróneo.Las iglesias sí tienen autoridad para recibir personasdisciplinadas por otra congregación. Puede ser sabiono hacerlo. Y con toda seguridad, será sabio investigarlos motivos de la primera iglesia. Pero al fin y al cabo,Jesús ha dado a todas las congregaciones la autoridadde las llaves para atar y desatar, y las decisiones de unacongregación no son vinculantes para otra.

Cuando una iglesia excomulga a alguien, lo entregaa Satanás (1 Co. 5:5). Esto significa que retira su con-firmación de que la persona pertenece al Reino deDios, donde gobierna la autoridad redentora de Dios.Más bien, declara que la persona pertenece al reino deSatanás, reino en el que este gobierna (Mt. 4:8-9; Jn.12:31; 14:30). La iglesia no tiene más autoridad sobreel miembro excomulgado que la que tiene sobre cual-

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quier otro incrédulo de la esfera de Satanás. Por esemotivo, Jesús dice que lo tratemos “como si fuera unincrédulo o un renegado” (Mt. 18:17, NVI); como al-guien que no pertenece a Dios ni a su comunidad delpacto1.

¿Estoy diciendo con esto que las iglesias deben deactuar de manera totalmente autónoma unas de laotras? Nada de eso. Las iglesias del Nuevo Testamentoeran claramente interdependientes. Por eso procurabanque las otras iglesias fueran abastecidas, recibieranbuena enseñanza y trabajaran juntas por la verdad (cf.Hch. 11:28-30; Col. 4:16; 3 Jn. 5-8). También se ad-vertían unas a otras acerca de falsos maestros y de per-sonas indeseables (1 Jn. 4:1-3; 3 Jn. 9-10). Parte de estainterdependencia debe incluir ayuda mutua en la recep-ción y expulsión de miembros. Por consiguiente, debehaber conversaciones entre las iglesias acerca de asun-tos disciplinarios, de tanto en tanto, y dentro de los lí-mites de la prudencia. Pero al mismo tiempo, cada igle-sia es finalmente responsable ante Dios de tomar suspropias decisiones.

1¿Deben de tratar las iglesias a las personas disciplinadas de

forma diferente a como tratan a los incrédulos (p. ej.: “con el

tal ni aun comáis”, 1 Co. 5:11)? Sí. ¿Pero no es una manera de

continuar ejerciendo autoridad? No. Es una forma de autoridad

ejercida sobre los miembros de la propia iglesia, como cuando

una madre les dice a sus hijos que no se asocien con cierto

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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grupo en la escuela. La autoridad abarca a los hijos, no al grupo

malo. Al pedir a sus miembros que no se asocien con un miem-

bro excomulgado, la iglesia está protegiendo a sus miembros y,

a la vez, proclamando que la profesión de fe de la persona es

falsa.

¿Cómo funciona la restauración?

101

Segunda parte

APLICAR LOS PARÁMETROS (CON EJEMPLOS REALES)

He preparado los siguientes ejemplos reales usando elemen-tos de casos de la vida real en los que me he visto involu-crado, o que por lo menos me han contado. A pesar de quehe usado elementos de la vida real, he alterado los detallesde varias formas, incluyendo el uso general de José y Ana.

Para no repetirme y ahorrar espacio, he evitado explicardetalles, pero en su lugar remito al lector al capítulo en elcual desarrollo el principio que utilizo. La referencia apare-cerá entre paréntesis, por ejemplo: (cap. 3) o (intr.).

No pretendo que las decisiones tomadas en las siguientespáginas representen siempre la última palabra. Algunas deellas pueden estar equivocadas. Aun así, representan el mejorintento de mi iglesia —o de otra iglesia— de aplicar el marcoevangélico descrito en los capítulos 1 al 4.

Todas las situaciones están recreadas en el contexto deun modelo congregacional dirigido por ancianos. Esto sig-nifica que los ancianos dirigen el proceso de la disciplina unavez que ha alcanzado cierto punto, pero la congregacióntiene la última palabra para establecer si la excomunión debeseguir adelante, lo cual será llevado a cabo por votación enuna reunión de miembros solamente.

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Capítulo 6

EL ADÚLTERO

CONTEXTOJosé estaba involucrado activamente en el ministerio debeneficencia de su iglesia, incluso ayudando a dirigirlo.Sus mejores amigos —que eran ancianos de la iglesia—habían tenido conversaciones con José acerca de sus du-das sobre la fe cristiana. Un día, la mujer de José se pusoen contacto con uno de los ancianos y le dijo que José sehabía involucrado recientemente en una aventura extra-matrimonial, tal vez en más de una. Dos ancianos se reu-nieron en privado varias veces con él, tratando su adulte-rio y sus dudas, pero sin resultado. José admitió que susactos estaban mal, pero sus contestaciones a las preguntasde si iba a seguir viendo a la otra mujer eran evasivas yambiguas. Unas semanas más tarde, José dijo a los dosancianos que dejaba a su mujer y que su matrimonio sehabía acabado. Al cabo de unos días se trasladó.

¿Debe de ser excomulgado José? Si así es, ¿concuánta prontitud?

EVALUAR EL PECADOEl adulterio es un pecado grave que inmediatamentepone en duda la profesión de fe de la persona. Algunos

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dirían que la socava completamente. Es un acto seriode traición que hasta los incrédulos reconocen normal-mente como equivocado, como nos muestra el hechode que a veces los políticos pierden su puesto si son des-cubiertos en adulterio. El adulterio tergiversa a Jesúsprofundamente, porque él nunca ha sido infiel a su es-posa. Destruye matrimonios, hijos, iglesias y amistades.

En otras palabras, el adulterio no es un pecado enel que una persona caiga ingenuamente o sin conoci-miento. Es un pecado deliberado y de primera magni-tud que muestra un corazón muy duro y engañoso.

En algunas circunstancias, es muy plausible quelleve a la excomunión inmediata. Por ejemplo, este se-ría el caso si se descubriera que ha habido un patrónrepetido, en vez de, digamos, un solo suceso, o si estu-viera claro que la persona está decidida a continuar enpecado.

EVALUAR EL ARREPENTIMIENTOSi se descubre a un adúltero —como lo fue José—, es-peraríamos que respondiera a la defensiva, por lo me-nos inicialmente, aunque sea cristiano. Después detodo, el corazón debe de haberse endurecido bastantepara descarriarse de esta manera. Aun así, el corazóndel cristiano debería de derretirse probablemente encuestión de días, si no en horas, cuando se confrontacon inmoralidad sexual. En palabras de Pablo, espera-ríamos que un adúltero arrepentido se caracterizarapor una tristeza santa y sincera, por una impaciencia

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para acabar con el pecado, por una indignación contrael pecado, temor, ardiente afecto, celo, y más cosas (2Co. 7:11).

Pero José fue evasivo desde el principio. No estabaclaro que él quisiera luchar contra el pecado, tampocoestaba claro que tuviera intención de abandonarlo. Du-rante las dos primeras semanas —cuando solo un parde ancianos conocían la situación— José estaba apa-rentemente en un estado indeciso acerca de qué caminoescoger. Por este motivo, ellos decidieron no actuar in-mediatamente.

FACTORES COMPLEMENTARIOSLas supuestas dudas de José acerca de la fe influyeronen la decisión de los ancianos de no actuar inmediata-mente. José hasta empezó a jugar con la idea de que noera cristiano, lo que afectaba completamente cómoafrontar la situación; recuerda la distinción que Pabloestablece entre juntarse con los fornicarios de estemundo y con los fornicarios que se llaman hermanos(1 Co. 5:9-11). Los ancianos supusieron que las dudasy la infidelidad estaban conectadas, pero no estabaclaro qué fue primero.

CONCLUSIÓNTan pronto como José anunció que abandonaba el ma-trimonio —demostrando su decisión de trasladarse—los ancianos determinaron que era característicamenteimpenitente (cap. 3). José fue advertido repetidamente,

El adúltero

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pero estaba decidido a seguir a su pecado antes que aJesús. Sabía lo que estaba haciendo. Por tanto, y conel apoyo de todo el grupo de ancianos, los dos ancianospropusieron la excomunión inmediata de José (caps. 3y 4). Toda la iglesia como cuerpo estuvo de acuerdo.

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Capítulo 7

EL ADICTO

CONTEXTOAna era adicta al juego. Creció en una casa en la quesus padres jugaban por diversión y nunca tuvieron con-secuencias graves. Sus padres incluso le daban una can-tidad fija de dinero para apostar en los viajes familiaresa Las Vegas. Pero en la facultad, el deseo de apostar sevolvió compulsivo. Frecuentó casinos. Se suscribió adiferentes juegos online. Tenía aplicaciones para jugaren el móvil.

Después de la facultad, Ana se convirtió y su adic-ción al juego se frenó radicalmente, en su mayor parteporque estaba ocupada con su nueva fe. Un año y picomás tarde, empezó a jugar más a menudo. Al principio,a sus amigos cristianos —un poco inmaduros tam-bién— les parecían graciosas sus historias acerca deljuego. Pero no pasó mucho tiempo antes de que se die-ran cuenta de que ella tenía un problema serio. Uno deellos confrontó a Ana directamente y ella reconocióque apostar podía ser un problema si se practicaba demanera irresponsable, pero Ana aseguró que lo teníatodo bajo control.

Entonces Ana se casó. En un año, la adición de Ana

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se convirtió en el problema central de su matrimonio.Al principio, ella se ponía a la defensiva cuando su ma-rido la confrontaba, diciéndole que él también habíapecado apostando dinero en partidos de baloncestouniversitario cuando eran novios. Pero Ana se ablandódespués de una mala experiencia cuando perdió un parde miles de dólares; admitió que tenía un problema deadicción al juego y decidió abandonarlo. Sus amigosde la iglesia fueron llamados a dar explicaciones.

Los meses pasaron. La obligación de rendir cuentasera fuerte al principio, pero fue disminuyendo. Ana em-pezó a apostar otra vez y el problema creció rápida-mente. La primera vez que salió, se arriesgó con apues-tas altas y perdió la cantidad de dinero más grande quehabía perdido nunca. Al día siguiente intentó salir delagujero apostando otra vez, pero el agujero se hizo in-menso. En ese momento tuvo una crisis —incluyendolágrimas y nuevas promesas— y prometió que visitaríaal consejero de la iglesia. Pero en los meses siguientesel ciclo se repitió varias veces.

Finalmente, una noche un anciano recibió una lla-mada telefónica del marido de Ana: había sido ence-rrada borracha después de un altercado con un oficialde policía fuera de servicio. Estaba en un casino, perdióvarios miles de dólares, se sintió fatal, buscó refugio enel alcohol, se volvió agresiva, y para acabar se puso agolpear al oficial que trataba de calmarla. No laarrestó, pero la encerró en el calabozo del casino yllamó a su marido para que la recogiera.

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A la mañana siguiente, Ana estaba profundamenteavergonzada, visiblemente arrepentida y también lige-ramente a la defensiva. Sí, estaba avergonzada, peroparte de ella quería justificar que su pecado no era tangrave. Ella argumentaba que el hecho de que los casi-nos tuvieran calabozos era una evidencia de que su pe-cado era bastante común. Además, el oficial la dejó sa-lir del apuro; ¿no harían lo mismo sus amigos cristia-nos?

¿Debe excomulgar la iglesia a una adicta como Anaque muestra algunas señales de remordimiento acercade la adicción y sus consecuencias?

EVALUAR EL PECADOLos cristianos pueden estar en desacuerdo acerca de sipequeñas apuestas de uno o dos dólares se pueden con-siderar pecado. En lo que sí estarán de acuerdo la ma-yoría de los cristianos es que apostar grandes cantida-des de dinero es una mayordomía pobre y pecaminosade los recursos que Dios nos ha dado, sobre todo si esalgo habitual. Con toda seguridad, esta clase de hábitoestá motivado por el deseo idólatra de conseguir algopor nada. Además, es muy posible que un hábito deeste tipo impida que el cristiano ofrende generosamentea su iglesia o a los necesitados. Y con toda seguridad,muestra el fracaso de amar al prójimo como a unomismo (¿quién incitaría a su vecino a apostar grandescantidades de dinero?).

El pecado de Ana era claramente habitual y la es-

El adicto

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taba dominando. El sentimiento de riesgo era divertidopero, además, le proporcionaba un escape de la reali-dad y le hacía sentirse importante (como ella admitió).Era como si ganando las apuestas demostrara su habi-lidad sobre la suerte y sobre el mundo. Ana había des-arrollado claramente un ídolo por la sensación de con-quistar el riesgo y por conseguir algo por nada.

Igual de preocupante, si no más, era el hecho de queAna buscara refugio en la bebida cuando el ídolo nú-mero uno le fallaba. Además, el carácter público de sualcoholismo y su comportamiento violento mostrabaque tenía una completa falta de cuidado por su testi-monio cristiano y un corazón bastante endurecido.

EVALUAR EL ARREPENTIMIENTOLa realidad es que cuando llegó la llamada telefónica,el proceso disciplinario ya llevaba años aplicándose enAna. Las advertencias llegaron. La estructura para ren-dir cuentas había sido puesta en su lugar. Pero Ana selas arregló para olvidarse de las estructuras. A vecesparecía arrepentida, pero volvía a su pecado una y otravez, como el perro a su vómito (Pr. 26:11). El problemaparecía empeorar en cada ocasión, como el espíritu in-mundo que sale solo para volver con siete peores (Mt.12:44-45).

Afortunadamente, había decidido a intervalos lu-char contra el pecado, y lo había prometido de nuevodespués del último episodio. Con toda certeza, ella es-taba arrepentida el día después. Pero cuando los ancia-

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nos debatieron el asunto, se dieron cuenta de que nohacía falta un corazón regenerado para arrepentirse deuna noche de pérdida de miles de dólares, de embria-guez, de golpear a un policía y de ser encerrada en uncalabozo.

Tres detalles parecían particularmente problemáti-cos: la frecuencia creciente de sus apuestas, la durezade su corazón revelada en el más reciente episodio deembriaguez y agresividad, y el hecho de que sus pro-mesas de cambiar se parecían mucho a las promesasque todo el mundo había oído antes. Un anciano des-cribió el suceso como la gota que colmó el vaso. Todoslos ancianos estuvieron de acuerdo en que sus palabrasya no eran creíbles (caps. 3 y 4). Las estructuras nor-males para rendir cuentas y la consejería pastoral nohabían producido fruto, y las cosas estaban empeo-rando.

Su propio marido apenas creía en las palabras dearrepentimiento de su mujer, hasta el punto de decirlea los ancianos que apoyaría la decisión de excomul-garla, no porque no la quisiera, sino precisamente por-que la quería (intr.).

CONCLUSIÓNLa tarde del domingo después de la llamada telefónicadel policía, los ancianos recomendaron la excomunióninmediata de Ana sobre la base de apostar compulsi-vamente y embriagarse de manera pública. Fue la pri-mera vez que mucha gente en la iglesia supo acerca del

El adicto

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problema, y algunos se preguntaron si no sería mejoruna advertencia de toda la iglesia antes que la excomu-nión. Pero los ancianos explicaron que el patrón con-tinuo de sucesos, acentuado por el tono profundamenteserio del altercado alcohólico con el oficial de policía,colocaron a la iglesia en la posición de ser incapaz deconfirmar con integridad el arrepentimiento de Ana, almenos por un tiempo (cap. 3). Deseaban que ella fueracapaz de demostrar su arrepentimiento en los próximosmeses, momento en el que los ancianos podrán reafir-mar su profesión de fe (cap. 5) de forma gozosa y res-ponsable.

El marido de Ana se presentó deliberadamente enla reunión de miembros. Quería que la congregaciónsupiera que apoyaba a los ancianos. También queríaque Ana supiera que él apoyaba la decisión de la igle-sia, para que nada menoscabara la seriedad que el actode excomunión mostraría a su mujer.

La congregación decidió expulsar a Ana con soloun voto en contra.

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Capítulo 8

EL TRANSGRESOR QUEAPARECE EN LOS MEDIOS

DE COMUNICACIÓN

CONTEXTOLa mañana del martes los ancianos de la iglesia se en-teraron por las noticias locales de que José había sidoarrestado bajo la acusación de haber robado en su tra-bajo. El artículo decía que durante un periodo de cincoaños José se las había arreglado para robar varios cien-tos de miles de dólares. José se declaró inocente ante eltribunal y ante un anciano en una conversación pri-vada.

¿Exige el carácter público del pecado de José que laiglesia lo excomulgue inmediatamente?

EVALUAR EL PECADORobar cientos de miles de dólares a lo largo de variosaños —mientras que era miembro de la iglesia— indicauna gran comodidad con el pecado y un corazón pro-fundamente endurecido y poco honrado. Este es un pe-cado deliberado y de primera magnitud.

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EVALUAR EL ARREPENTIMIENTOA la luz de la intencionalidad del pecado, su duracióny su duplicidad, la iglesia puede razonablemente deci-dir que es incapaz de confirmar la profesión de fe de lapersona y, por tanto, llegar a la excomunión inmediata.Una persona así podría estar arrepentida, pero la igle-sia lo tendrá difícil para determinar si la persona lo estáde verdad. Lo más probable es que el pecado de mal-versación y la duplicidad que lo acompaña indiquenuna impenitencia característica (caps. 3 y 4).

Pero esta conclusión presupone que José es culpabley él se declaró inocente. Además, el tribunal no habíapronunciado sentencia aún. Los ancianos no queríanque la decisión judicial de la iglesia estuviera menosfundamentada que la del tribunal (cap. 1). Y por su-puesto, no querían excomulgar a un hombre que el tri-bunal pudiera finalmente exculpar.

CONCLUSIÓNDebido a que la congregación ya conocía el asunto porlos periódicos, los ancianos sabían que debían deciralgo a la iglesia. Por tanto, los ancianos acordaron:

1. Esperar la decisión del tribunal antes de hacer unapropuesta formal.

2. Comunicar a la congregación que este era su cursode acción.

3. Pedir a la congregación oración y mostrar amor,mientras tanto, a José y a su familia.

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4. Y de forma privada, invitaron a José a seguir asis-tiendo al culto dominical, diciéndole que si era cul-pable se abstuviera de tomar la Santa Cena. Ellossuponían que si era culpable pasaría por alto elconsejo, pero debían decírselo a pesar de todo.

El transgresor que aparece en los medios de comunicación

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Capítulo 9

LA CAÑA CASCADA1

CONTEXTOAna fue criada por una madre soltera que tuvo muchoscompañeros sentimentales, la mayoría de ellos maltra-taron a las dos. Añorando una figura paterna estable,Ana, a su vez, estableció un patrón sexual en su ado-lescencia acostándose con hombres y dejando que seaprovecharan de ella. También desarrolló costumbrespatológicas de automutilación y de bulimia.

Estando en la facultad, Ana estableció amistad conun grupo cristiano, compañeros de estudios que se pre-ocuparon por ella.

En cierto momento durante ese tiempo, empezó aconsiderarse a sí misma cristiana y se bautizó. Su iglesiapredicaba el evangelio, pero la mayoría de la predica-ción era superficial y la iglesia apenas se preocupabade supervisar a sus miembros. La mayoría de los queasistían al culto no se conocían entre sí, Ana incluida.Ella tardó poco en caer de nuevo en sus viejos patronesde pecado sexual y automutilación.

Al acabar sus estudios, Ana empezó a asistir a unanueva iglesia donde la Biblia era fielmente predicada y

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se enfatizaba la membresía. Fue recibida como miem-bro. La mayor parte del tiempo se mantuvo aislada,pero finalmente se unió a un pequeño grupo de mujeresdonde finalmente admitió lo sola que estaba y, para susorpresa, también confesó su pecado sexual.

Un día, junto a un pequeño grupo de miembros quela apoyaban, se presentó en la oficina del pastor y con-fesó entre lágrimas un abultado nivel de actividad se-xual durante los últimos meses.

¿Debe de ser excomulgada Ana? ¿Deben de tenerseen cuenta los antecedentes de su pasado familiar?

EVALUAR EL PECADOEn general, la fornicación pone en duda la profesiónde fe del cristiano, especialmente cuando este pecadoes una costumbre establecida como lo era en el caso deAna. En sus primeros pasos como cristiana, Ana intuíavagamente que lo que hacía estaba mal, pero su iglesiano parecía tomar el pecado en serio. El líder del grupocristiano de la facultad hacía las típicas bromas subidasde tono y los otros miembros del grupo se pasaban eldía perdiendo el tiempo. Ella utilizó todo esto comoexcusa para endurecer su conciencia.

No obstante, el sentimiento de hipocresía y la con-vicción de pecado crecieron asistiendo a la nueva igle-sia. Aunque el patrón sexual y la necesidad de afectoseguían siendo profundos, la automutilación le propor-cionaba una sensación temporal de perdón por su pe-cado sexual.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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EVALUAR EL ARREPENTIMIENTOEl patrón pecaminoso de Ana era preocupante, perosus primeros pasos hacia el arrepentimiento fueronalentadores (cap. 3). En primer lugar, no fue descu-bierta, sino que ella misma sacó su pecado a la luz. Ensegundo lugar, se lo contó a su pequeño grupo y, des-pués, enormemente avergonzada, se lo contó a un pas-tor que respetaba, pero que solo conocía casualmente.En tercer lugar, estuvo de acuerdo con la petición dereunirse con el personal de consejería de la iglesia. Porúltimo, aunque le dijo al pastor que prefería que no selo contara a los ancianos, también le dijo que si decidíahacerlo, respetaría la decisión sabiendo que obraríamotivado por su propio bien. Ana no se puso en nin-gún momento a la defensiva (cap. 3) y parecía lamentarsinceramente su pasado anhelando un futuro diferente.

La automutilación era problemática en el sentidoque mostraba una comprensión pobre del evangelio.Aun así, su decisión de sacar a la luz ambos pecadossin importarle el costo personal, decía mucho de suarrepentimiento.

FACTORES COMPLEMENTARIOSEl pasado familiar tuvo una gran influencia en cómoel pastor evaluó la situación. Su evaluación habría sidodiferente si la mujer hubiera confesado tal nivel de pe-cado habiendo crecido dentro de una familia sana enla iglesia y habiendo trabajado activamente en algúnministerio cristiano.

La caña cascada

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CONCLUSIÓNEl pastor decidió presentar la situación al cuerpo deancianos y recomendó no excomulgarla. Compartió lahistoria de Ana para escuchar sus opiniones, pero tam-bién para que los ancianos supieran cómo cuidar mejora esta caña cascada. No se realizó acción formal al-guna.

1La caña cascada es un símil para definir el trato injusto hacia

una persona de apariencia débil, y que está a punto de que-

brarse. Se basa en la profecía mesiánica de Isaías 42:1-4 (N. del

T.).

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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Capítulo 10

EL MIEMBRO QUE NOASISTE A LA IGLESIA

CONTEXTOJosé fue recibido como miembro de la iglesia en enero,asistió irregularmente durante seis meses y entoncesdejó de asistir definitivamente. Durante el tiempo queasistió, llegaba tarde a las reuniones, se iba antes dehora y nunca hizo amistades. Un anciano consiguió co-mer con él en febrero e intentó programar otros en-cuentros. Pero José los canceló todos en el último mo-mento, normalmente con algo como: “Me ha surgidoun asunto urgente en el trabajo. ¡Lo siento!”. Aparen-temente, nadie más en la iglesia conocía a José.

En septiembre, el anciano se dio cuenta de que nohabía visto a José desde junio y decidió volverlo a lla-mar. Le dejó un mensaje en el contestador. Unas sema-nas más tarde, volvió a dejarle otro mensaje, y tambiénle envió un correo electrónico. José no contestó nin-guno de los mensajes. Pasaron varios meses sin señalalguna de José. Meses en los que le enviaron uno o dosmensajes más. Llegados a este punto, el anciano ex-plicó la situación a los otros ancianos, dos de los cuales

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se ofrecieron a llamar a José o enviarle un correo. Unascuantas reuniones de ancianos más adelante, el nombrede José apareció de nuevo y todo el mundo coincidióen que no habían visto a José, ni habían sabido nadade él en ocho meses.

¿Debe de ser excomulgado José? ¿Por qué pecadoen concreto?

EVALUAR EL PECADOPodemos describir el pecado de José de varias maneras.Podría ser calificado de violar el pacto cristiano por elque prometió asumir obligaciones con esta iglesia local.Podría ser calificado como la afirmación de amar aDios cuando está aborreciendo a sus hermanos y her-manas en la iglesia descuidando completamente su re-lación con ellos (1 Jn. 4:20-21). Más concretamente,José estaba desobedeciendo el mandamiento de He-breos 10:24-25, donde leemos: “Y considerémonosunos a otros para estimularnos al amor y a las buenasobras; no dejando de congregarnos, como algunos tie-nen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más,cuanto veis que aquel día se acerca”. El autor de He-breos ordena a los cristianos reunirse regularmentepara que puedan exhortarse unos a otros, y estimularasí el amor y las buenas obras, lo cual es otra manerade cumplir con los dos puntos anteriores. El autor tam-bién señala el día del juicio como un incentivo por elque esto debe hacerse. En otras palabras, se toma elasunto verdaderamente en serio.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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El pecado de la no asistencia a la iglesia no es, nimucho menos, tan descarado como el adulterio. Sinembargo, es un pecado que normalmente esconde otrospecados o, al menos, lleva a otros pecados. Además,países como EE.UU. [y otros] están llenos de cristianosnominales que acarrean mala reputación al evangelioporque las iglesias no han asumido su responsabilidadcon los miembros que no asisten a la iglesia.

Aun más, si la membresía de la iglesia se basa en laconfirmación pública eclesial de la profesión de fe deuna persona, la no asistencia del miembro provoca quela iglesia sea incapaz de cumplir con sus obligaciones.La iglesia no puede seguir afirmando con integridadque está supervisando el discipulado de la persona. Portanto, la excomunión pone las cosas en su sitio de ma-nera eficaz. Es así como la iglesia dice: “No podemosresponder por esta persona, motivo por el que no va-mos a continuar confirmando su profesión de fe” (cap.2).

EVALUAR EL ARREPENTIMIENTODebido a que José se negó a responder a los correos ya las llamadas telefónicas de los ancianos, no habíaotra manera de evaluar el fruto del arrepentimiento,sino decir que era inexistente.

CONCLUSIÓNAun así, los ancianos decidieron no iniciar la excomu-nión inmediata. En su lugar, decidieron decírselo a la

El miembro que no asiste a la iglesia

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iglesia, para usar el lenguaje de Mateo 18 (cap. 1). Portanto, en la siguiente reunión de miembros, los ancia-nos expusieron el caso de José frente a la congregacióny explicaron que, si no cambiaba nada, en la próximareunión regular —programada dos meses más tarde—propondrían su excomunión en base a su no asistencia.Animaron a cualquiera que tuviera amistad con José aque lo llamaran o que le enviaran un correo. Tambiénaprovecharon la oportunidad para enseñar a la congre-gación por qué la asistencia a la iglesia era tan impor-tante.

Los ancianos retrasaron el proceso de excomunióndos meses, por lo menos, debido a cinco razones (cap.4). Primera, así daban más tiempo para probar el arre-pentimiento de José, de acuerdo con la lógica de Mateo18. Segunda, daba a los amigos de José —en el caso deque tuviera alguno que los ancianos no conocieran—la oportunidad de unirse a ellos en la labor de traer aJosé al arrepentimiento. Tercera, eliminaba el factorsorpresa que inevitablemente acompaña al proceso deexcomunión inmediata. A menudo, Satanás usa estefactor para minar la confianza que las ovejas más jó-venes e inmaduras tienen en sus líderes. Cuarta, era elúltimo recurso para localizar a esta oveja extraviada.Y quinta razón, daba a la congregación la oportunidadde orar unánime por José.

Dos meses más tarde, seguían sin noticia alguna deél. Los ancianos, entonces, propusieron la excomunión.Toda la congregación estuvo de acuerdo.

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Capítulo 11

EL NO MIEMBRO QUEASISTE FIELMENTE A LAIGLESIA PERO LA DIVIDE

CONTEXTOAna y su marido habían asistido a su iglesia duranteveinte años. La iglesia no practicó formalmente lamembresía la mayor parte de ese tiempo y ni Ana ni sumarido fueron nunca recibidos como miembros. Aunasí, ambos estaban involucrados activamente en todo,desde organizar comidas para madres primerizas, hastaenseñar en la escuela dominical. Y rara vez se perdíanun domingo.

Ana también era una cotilla muy activa. Siempre pa-recía la primera en enterarse acerca de los problemasconyugales de una pareja, de las dificultades económi-cas de otra, y aun de los problemas de otros con sushijos adolescentes y rebeldes.

Cuando llegó un nuevo pastor y puso en prácticaun sistema de membresía más equilibrado y cuidadoso,la mayoría de la iglesia lo aceptó sin dificultad. PeroAna y su marido no lo hicieron. Les molestaba la idea

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de tener que firmar algo en relación con su cristia-nismo. Ellos razonaban: “¡la iglesia es una familia!”, y“¿quién haría firmar un documento a los miembros deuna familia diciendo que son parte de la familia?”.

Durante varios años, el nuevo pastor realizó algu-nos otros cambios que Ana y su marido no recibieroncon agrado como, por ejemplo, aplicar la norma de quesolo los miembros podían enseñar en la escuela domi-nical o liderar otros ministerios, como la hospitalidadapoyada por la iglesia. La pareja fue acumulando re-sentimiento, especialmente ella.

Un día, Ana vio al pastor en uno de los últimos pa-sillos de un supermercado hablando con una mujer jo-ven y atractiva que no era su mujer. Ana estaba lejos,pero creyó ver al pastor tocando el hombro de la mujery que ésta reaccionó gritando o riendo tontamente.Ana no estaba segura, pero empezó a decir a sus ami-gos que estaba preocupada por el pastor, porque a lomejor tenía una aventura amorosa, y que necesitabaoración. El rumor comenzó a extenderse y acabó lle-gando a los ancianos.

Al principio, Ana no trataba el asunto directamentecon el pastor o con los otros ancianos. Sin embargo,cuando dos ancianos le dijeron que parase de cotilleary que se disculpara con sus amigos, ella decidió con-frontar oficialmente al pastor y a su esposa. A esas al-turas, Ana se había convencido de que el pastor teníarealmente una aventura amorosa. Los ancianos le pre-guntaron si podía traer a un testigo que corroborase la

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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acusación (1 Ti. 5:19). Ella no pudo y, aun así, se negóa rectificar. Cuando los ancianos advirtieron a Anaacerca de la posibilidad de excomunión por difamacióny por crear división, ella respondió que ellos no teníanautoridad para excomulgarla ya que no era miembrode la iglesia.

¿Puede excomulgar la iglesia a un no miembro?¿Cuál es el baremo para decidir cuándo las calumniasde alguien —que es divisivo— han cruzado la línea yse convierten en punibles?

EVALUAR EL PECADOBasándonos en la evidencia, estaba claro que Ana eraculpable de por lo menos tres pecados: calumnia, divi-sión y rechazo a someterse a los ancianos. Jesús y losapóstoles describieron la calumnia como pecado (Mt.15:19; Ef. 4:31; 1 P. 2:1). Después de todo, la calumniapuede destruir la reputación y, posiblemente, el sus-tento de un hermano o hermana en Cristo, además deproducir desunión en la iglesia. Pablo también nos ex-horta que amonestemos dos veces al que cause divisióny que entonces sea desechado (Tit. 3:10). Dividir a laiglesia es algo sumamente serio. Por último, las Escri-turas exigen que los cristianos se sometan a sus líderes(He. 13:17).

La acusación de Ana se basaba en el incidente delsupermercado y en uno o dos detalles casuales sin im-portancia. Aun así, dos ancianos investigaron el asuntosin hacer ruido y llegaron a la conclusión de que las

El no miembro que asiste fielmente a la iglesia

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acusaciones eran completamente fantasiosas. Pidierona Ana que parase de seguir acusando al pastor por lomenos en cuatro ocasiones, pero ella se negó.

EVALUAR EL ARREPENTIMIENTOSiguieron hablando con Ana seis u ocho semanas más,pero vieron claramente que ella no rectificaría. De he-cho, se endureció en su postura con cada conversacióny empezó a embellecer la descripción de lo que habíavisto en el supermercado. Los amigos que al principiola apoyaban empezaron a distanciarse de ella. Esto pa-reció enfurecerla aún más y provocó que buscara alia-dos entre los miembros más jóvenes e inmaduros.

En resumen, los años que Ana pasó involucrada enla iglesia —y ministrando en ella—, sugerían que eracristiana. Pero los últimos meses parecían socavar estehecho (cap. 3). De forma unánime, los ancianos coin-cidieron en que ella estaba cometiendo los tres pecadosdescritos anteriormente y que no había ninguna evi-dencia de arrepentimiento por ellos en absoluto. Elfruto era malo y la cosa se estaba poniendo peor.

FACTORES COMPLEMENTARIOSUn factor complicaba la situación, y es que Ana no eramiembro de la iglesia. Técnicamente, ella estaba en locorrecto: nunca se había sometido formalmente a laautoridad de la congregación y por eso la iglesia no te-nía la autoridad de excomulgarla (caps. 2 y 3).

Al mismo tiempo, ella era muy conocida y estimada

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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por la mayoría de la congregación debido a su largaexperiencia en la iglesia. Además, mucha gente senci-llamente asumía que Ana era miembro. Algunos hastase sentían en deuda con ella por la manera en la que sepreocupó de ellos como, por ejemplo, las madres pri-merizas a las que invitó a comer. En un sentido, eratodo lo que un miembro se supone que es, excepto porel pecado. La combinación de la asistencia a la iglesia,las amistades y la participación de la Cena del Señor,testificaba por igual a los de dentro y a los de afueraque la iglesia confirmaba su profesión de fe.

CONCLUSIÓNLa calumnia y la causa de división pueden ser difícilesde evaluar, pero debido a que los actos de Ana cum-plían varias condiciones los ancianos decidieron tratar-los como pecado:

Hacía afirmaciones que no podía demostrar ni con•evidencias ni con testigos.Se negó a dejar de hacer acusaciones pese a las peti-•ciones que se le hicieron.Estaba tentando a otros miembros a cuestionar, po-•ner bajo sospecha y aun criticar al liderazgo.Estaba reclutando de forma activa a otros que dis-•creparan como ella.Su comportamiento se había convertido en una dis-•tracción palpable en la vida de la iglesia. El asuntoaparecía constantemente en las conversaciones entre

El no miembro que asiste fielmente a la iglesia

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miembros. Malgastaba el tiempo de los ancianos. Ylos miembros admitieron que afectaba su capacidadde escuchar los sermones.

Por tanto, los ancianos concluyeron que esta mujerera un lobo y la Biblia ordena claramente a los pastoresque adviertan al rebaño en contra de los lobos —seanmiembros o no— (Hch. 20:28-31; cf. 2 P.; Ap. 2:20-29). Por este motivo, los ancianos prohibieron en pri-vado a Ana participar de la Santa Cena hasta que searrepintiera públicamente y, en una reunión de miem-bros, previnieron a la congregación de las calumnias yde la división que Ana causaba. También dijeron a laiglesia que no la trataran como cristiana, y que evitaranser embaucados por sus maneras corrompidas y des-tructivas.

Debido a que no era miembro de la iglesia, los an-cianos decidieron no proponer medida alguna a la con-gregación, tampoco usaron la palabra excomunión(cap. 2). En su lugar, dijeron a la iglesia que su inter-vención como ancianos debía ser considerada comouna labor de enseñanza y advertencia, para la cual te-nían autoridad en virtud de lo que significa ser unobispo (Hch. 20:28-31).

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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Capítulo 12

EL QUE DIMITE COMOMIEMBRO PARA NO SER

DISCIPLINADO

José decidió divorciarse de su mujer después de veinteaños de matrimonio. Había logrado una buena posi-ción económica y sus adquisiciones mostraban ese he-cho progresivamente. Cuando se le preguntó acerca delos motivos, dijo que su mujer y él se habían distan-ciado irreversiblemente, y que simplemente compartíanuna misma casa. La mujer de José estuvo tristementede acuerdo, pero no quería el divorcio.

Varios de los amigos de José le suplicaron que nocontinuara con su decisión. Al final, involucraron auno de los pastores, quien mencionó las palabras dis-ciplina eclesial en el curso de una reunión de cuarentay cinco minutos. Una semana más tarde, José envió unacarta de dimisión a la oficina de la iglesia. Simultánea-mente, presentó todos los documentos necesarios paradivorciarse.

¿Debe de ser excomulgado José? ¿Puede un miem-

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bro de la iglesia evitar la disciplina renunciando a sumembresía?

EVALUANDO EL PECADOLos cristianos no se ponen de acuerdo acerca de si Jesúsy Pablo permiten divorciarse por asuntos tales comoinfidelidad y abandono (cf. Mt. 19:9; 1 Co. 7:15), perola mayoría de los cristianos están de acuerdo en que elcristiano no puede divorciarse legítimamente de su es-posa por las razones que José mencionó. Este tipo deacto sería una violación del pacto matrimonial estable-cido por Dios y, por tanto, es pecado.

Además, un pecado como este —especialmentecuando se prosigue a la luz de varias advertencias— se-ría claro, intencionado y de primera magnitud. Parece-ría socavar inmediatamente la profesión de fe de la per-sona.

EVALUANDO EL ARREPENTIMIENTOEl arrepentimiento en casos como este sería claramentede un solo color: dejar de proseguir con el divorcio.Pero José no mostró signos de abandonar su decisión.

FACTORES COMPLEMENTARIOSJosé intentó evitar la excomunión dimitiendo de lamembresía. ¿Es esto legítimo? No. En obediencia aCristo, los cristianos son llamados a someterse a la con-firmación de la iglesia local y a su supervisión (cap. 2).Las personas se unen a las iglesias por el consenti-

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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miento de la iglesia local y dimiten por el consenti-miento de la misma. Esto quiere decir que una personano puede entrar en una iglesia y decir: Ya soy miembro.Sea cual sea la política de una iglesia, todas tienen al-guna manera de comprobar la profesión de fe de la per-sona para poder confirmarla. Este es exactamente elmotivo por el que Jesús dio las llaves del Reino a laiglesia apostólica. Es verdad que la membresía de laiglesia es voluntaria en la medida que Jesús no nosobliga a escoger una iglesia antes que otra, pero sí nosobliga a escoger alguna iglesia. Y de la misma maneraque una persona no puede hacerse miembro a símisma, tampoco puede deshacerse a sí misma de lamembresía. Los miembros de la iglesia no pueden ade-lantarse a la amenaza de la disciplina de la iglesia conuna simple dimisión (cap. 2), puesto que el fin de estarelación —tipo pacto— requiere el consentimiento deambas partes1. Permitir una acción como esa minaríael propósito mismo de Jesús cuando dio las llaves delReino a las iglesias locales para que ejercieran la disci-plina. Esto equivaldría a dejar que un criminal bajoarresto dimitiera de su ciudadanía para así evitar laacusación y la condena.

CONCLUSIÓNLos ancianos decidieron no pedir a la iglesia que hicieraalgo acerca de la dimisión. En su lugar, propusieron ala iglesia excomulgar a José sobre la base del divorcio.Puesto que los actos de José —después de múltiples ad-

El que dimite como miembro para no ser disciplinado

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vertencias— eran una indicación de impenitencia ca-racterística, y puesto que la decisión de divorciarse eraahora un hecho establecido y legalizado, los ancianospropusieron a la congregación excomulgar inmediata-mente a José (caps. 3 y 4). La iglesia estuvo de acuerdoy votaron excluir a José de la Cena del Señor.

1Para un estudio más extenso acerca de este tema, puedes leer

mi artículo The Preemptive Resignation—A Get Out of Jail

Free Card? (La dimisión preventiva: ¿Un pase gratis para salir

de la cárcel?), por Jonathan Leeman, en 9Marks.org.

www.9marks.org/ejournal/preemptive-resignation-get-out-jail-

free-card

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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Capítulo 13

EL QUE HA APOSTATADORECIENTEMENTE

CONTEXTOAna creció en una familia no religiosa. En la facultad es-tudió filosofía y se definió a sí misma como agnóstica. En-tonces se convirtió en deísta. Después flirteó brevementecon el budismo Zen. Finalmente, empezó a salir con uncristiano y decidió convertirse en cristiana. Al acabar losestudios la pareja se casó y se unieron a una iglesia.

Al cabo de cinco años de matrimonio, Ana empezóa cuestionar su fe y al final decidió que aunque Jesúsera una figura histórica, no resucitó verdaderamentede la muerte. Después de varios encuentros con un an-ciano para discutir sus dudas, ella decidió que lo mejorera renunciar a su fe, pedir la baja de su membresía ydejar de llamarse cristiana.

¿Debe de excomulgar la iglesia a alguien que ya noprofesa ser cristiano?

CONCLUSIÓNUna vez que Ana tomó su decisión, el pastor le reco-mendó que se arrepintiera, amonestándola, pero no re-

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comendó a los otros ancianos su excomunión, ni tam-poco los ancianos lo recomendaron a la congregación.En vez de ello, explicaron que Ana había renunciado asu fe y que se llamaba a sí misma incrédula, y que ellosiban a eliminar su nombre de la lista de miembros, nocomo un acto de excomunión, sino de acuerdo con supetición.

El razonamiento de los ancianos fue: Jesús ha otor-gado a las iglesias locales autoridad con los cristianos,no con los incrédulos (cap. 2). Por tanto, la iglesia notenía autoridad verdadera para actuar en este caso.Además, Pablo dice que el juicio de la iglesia es paratodo aquel que se llame hermano (1 Co. 5:11), y Anaya no lo hacía.

Sin duda alguna, muchas situaciones de desviacióndoctrinal importante y de apostasía exigirían la exco-munión, como Pablo explica a Timoteo (1 Ti. 1:18-20).Y con toda seguridad, los efectos eternos de la decisiónde Ana no son menos terribles que los que Pablo prevépara aquellos que “desecharon la fe y buena concien-cia, naufragando en cuanto a la fe” (v. 19). Además, lasituación que Pablo aborda con Timoteo incluye blas-femia activa (v. 20), la cual, casi por definición, incluyeel intento consciente de corromper a los miembros dela iglesia. El asunto de Ana no se parecía a esto.

Los ancianos, entonces, dijeron que no propondríana la congregación emprender acción alguna, de lamisma manera que se hace cuando muere un miembro.En ambos casos, la membresía existente se desvanece.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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Los ancianos dieron instrucciones a la congregación debuscar la amistad de Ana, invitarla a sus casas tratán-dola como a cualquier otro incrédulo y evangelizarla.

El que ha apostatado recientemente

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Capítulo 14

EL MIEMBRO DE FAMILIAEXCOMULGADO

CONTEXTOLa mujer de José había sido excomulgada reciente-mente por su adicción al juego (cf. caso real del cap.7). José estuvo de acuerdo con la decisión de la iglesiapero, después del suceso, leyó su Biblia y descubrió quePablo dice: “con el tal ni aun comáis” (1 Co. 5:11).

La mujer de José estaba profundamente enojada porla decisión de la iglesia y se sentía despreciada por ladecisión de su marido de votar con la congregación.No obstante, ella no pensaba abandonarlo, ni él pen-saba abandonarla (1 Co. 7:12-14). Aunque ahora Josése preguntaba si debería de evitar totalmente comercon su mujer.

¿Cómo debe de tratar el miembro de la familia auna persona que ha sido excomulgada?

CONCLUSIÓNEn un encuentro privado, un anciano explicó a Joséque según las Escrituras estaba obligado a amar, servir

141

y cuidar a su mujer, inclusive entregando su vida porella como hizo Cristo por la Iglesia (cf. 1 Co. 7:14-15;Ef. 5:25-30). El anciano separó la creación de la insti-tución del matrimonio, y la gracia común de ella, de lainstitución redentora de la iglesia local y la gracia es-pecial de la misma. El hecho de que la mujer de Joséhubiera sido excomulgada de la iglesia no anulaba susobligaciones matrimoniales.

El anciano le explicó que, en general, los miembrosde la familia de una persona disciplinada deben conti-nuar cumpliendo con las responsabilidades de la vidafamiliar (cf. Ef. 6:1-3; 1 Ti. 5:8). Sin duda, esto incluyeel deber de los niños de comer con sus padres, o de losmaridos para hacer lo propio con sus mujeres.

Aun así, el acto de excomunión de la iglesia colocauna nueva responsabilidad en José y en cómo se rela-ciona con su mujer. El mandato de Pablo ordenando alos miembros de la iglesia que no comieran con losmiembros excomulgados, cumple por lo menos contres propósitos: proteger a los cristianos de la levaduradel pecado; evitar que los miembros expulsados pien-sen que la iglesia los considera cristianos; y proteger eltestimonio de la iglesia en la comunidad. En los díasde la iglesia primitiva, compartir la comida con unapersona expresaba la prolongación de la comunión, delcuidado y de la protección (por eso los líderes religiososcensuraban que Jesús comiera con los publicanos y lospecadores). Por eso Pablo no quería que los miembrosde la iglesia se relacionaran con los miembros excomul-

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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gados en manera alguna que pudiera expresar estaclase de comunión cristiana compartida.

Por esta razón, José necesitará encontrar el equili-brio entre mostrar su amor por su mujer —incluso deforma romántica— y servirla hasta lo sumo, teniendoclaro al mismo tiempo que no puede decir ni hacernada que haga creer a su mujer que él la considera cris-tiana. Al contrario, deberá continuar animándola haciala fe y el arrepentimiento.

El miembro de familia excomulgado

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Tercera parte

EMPEZAR A DISCIPLINAR

Capítulo 15

ANTES DE DISCIPLINAR,¡ENSEÑA!

Mark Dever, un pastor con experiencia y un conocidoabogado de la disciplina eclesial, comienza un artículoacerca del tema de la disciplina con estas palabras ines-peradas: “¡No lo hagas! Esto es lo primero que le digo alos pastores cuando descubren la disciplina de la iglesiaen la Biblia —les digo— ¡No lo hagas, al menos porahora!”1.

¿Por qué comienza con este consejo alguien que con-sidera la disciplina eclesial como una de las característicasde una iglesia sana? Mark Dever se imagina a un pastorque oye acerca de la disciplina de la iglesia por primeravez. Al principio, la idea le suena ridícula a este pastor.Pero entonces mira en todos los textos bíblicos y se con-vence. Se da cuenta de que ha sido descuidado. No haprotegido a la iglesia ni la reputación de Cristo. No haamado a sus ovejas ni a sus vecinos incrédulos. La con-vicción se convierte en resolución y el supuesto pastor de-cide seguir adelante. Mark Dever continúa diciendo:

Llegado a este punto, se suele afianzar una resolucióninterior inquebrantable. “Induciré a esta congregación

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a ser bíblica con este asunto aunque sea la última cosaque haga”. Y así es, muy a menudo.

¡El poderoso relámpago de la disciplina eclesial es-talla en la vida pacífica y bien intencionada de unacongregación inocente que cree en la Biblia! Puede seren un sermón. Puede ser en una conversación entre elpastor y un diácono. Puede ser en una propuesta pre-parada precipitadamente en una reunión de miem-bros. Pero estalla en algún lugar, acompañada nor-malmente por un gran fervor y una avalancha de tex-tos bíblicos.

La decisión sincera, entonces, es tomada. Las consecuencias, entonces, llegan: los malenten-

didos aparecen y los sentimientos son dañados. Se re-sisten las acusaciones. El pecado es atacado y defen-dido. Se nombra a las personas. ¡La aspereza abunda!La sinfonía de la congregación local se convierte enuna cacofonía de discusiones y acusaciones. La genteprotesta: “¡¿Cuándo se acabará todo esto?! ¿Tú tecrees que eres perfecto?”2.

Sin duda, la moraleja de la historia es que es necesario to-mar un número de pasos previos antes de que los pastoressigan adelante con la práctica de la disciplina eclesial for-mal. En este capítulo vamos a considerar lo que los pas-tores necesitan enseñar. En el próximo capítulo conside-raremos algunos asuntos que sería bueno estableceracerca de la organización.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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ENSEÑA ACERCA DE LA SANTIDAD Y EL ARREPENTIMIENTOPara que el concepto de la disciplina eclesial tenga algúnsentido para la iglesia, la congregación debe poseer unacomprensión sólida del evangelio y de lo que significa sercristiano, tal y como mostré en el prólogo y en el capítulo2. Ser cristiano no se trata solamente de tomar una deci-sión en algún momento; se trata de una fe y un arrepen-timiento que producen un nuevo sistema de decisiones.Se trata de someterse a Cristo como Señor.

Dios pretende que sus hijos no se parezcan al mundo.Pretende que vivan una vida santa y que luchen contra elpecado. Eso es lo que significa arrepentirse. El arrepenti-miento no significa que la persona haya dejado de pecar,pero sí significa que ha declarado la guerra contra el pe-cado. La congregación debe entender estas cosas antes depretender comprender la disciplina eclesial.

ENSEÑA ACERCA DE LA MEMBRESÍALa iglesia no estará dispuesta a sacar a alguien fuera de lacongregación a menos que comprenda que hay un fueray un dentro. La Biblia es clara: están aquellos que sonmiembros del cuerpo de Cristo (1 Co. 12:27) y aquellosque están fuera (1 Co. 5:12). Si la congregación no com-prende esto, el concepto de sacar a alguien fuera le pare-cerá bastante ridículo.

En concreto, la iglesia necesita comprender que lamembresía de la iglesia no es como la membresía de unclub o cualquier otra organización benéfica. Se trata de

Antes de disciplinar, ¡enseña!

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la ciudadanía de un Reino en el cual somos confirmadoscomo embajadores y reconocidos por una especie deembajada oficial, la iglesia local. Los cristianos comoindividuos no tienen la autoridad —una vez que ya sa-ben que son cristianos— de presentarse ante el mundoy decir: “Escucha mundo, estoy con Jesús”, a través debautizarse a sí mismos y darse la Cena del Señor. No,la iglesia tiene esa autoridad a través del poder de lasllaves.

¿Qué es la membresía de la iglesia? Es la confirmaciónpública que hace la iglesia acerca de la profesión de fe deuna persona en Jesús y es la decisión de una persona desometerse a la supervisión de la iglesia. Cuando tu iglesiaempiece a comprender esto, el concepto de la disciplinaeclesial empezará a tener mucho más sentido.

También ayudará a la gente a entender por qué no tie-nen la autoridad de simplemente dimitir de la membresíacuando son amenazados con la disciplina. Las personasse unen a la iglesia por la autoridad de la iglesia y dejanla iglesia por la autoridad de la iglesia.

ENSEÑA ACERCA DEL DISCIPULADOComo vimos en los primeros capítulos, tanto el discipu-lado como la disciplina implican enseñar y corregir. Y estediscipulado tendrá lugar tanto privada como colectiva-mente.

Por tanto, las congregaciones necesitan comprenderque parte de ser discípulo de Cristo significa conocercómo ser corregidos por otros discípulos de Cristo y ser

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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enseñados por ellos. Los pastores necesitan animar a losmiembros de la iglesia a construir relaciones mutuas endonde la corrección y la enseñanza sean algo normal. De-ben enseñarles que una persona fundamentada en el evan-gelio aprende cómo recibir corrección y cómo practicarlacon ternura. Hombres mayores con hombres jóvenes.Mujeres mayores con mujeres jóvenes.

La disciplina eclesial formal tiene mucho más sentidocuando la responsabilidad de rendir cuentas tipifica lasrelaciones personales en la iglesia. Si no es así, la propo-sición de dar pasos hacia un acto formal de disciplina pa-recerá que ha salido de la nada.

ENSEÑA ACERCA DEL AUTOENGAÑO En parte, el discipulado existe porque las personas —in-cluyendo los cristianos— son propensas al autoengaño.Este es el motivo por el cual los apóstoles advierten a loscreyentes una y otra vez que no se engañen (1 Co. 6:9;Gá. 6:7; Stg. 1:16). Pablo dice: “Nadie se engañe a símismo” (1 Co. 3:18) y en otro lugar: “mas los maloshombres y los engañadores irán de mal en peor, enga-ñando y siendo engañados” (1 Ti. 3:13). Es fácil decir queno tenemos pecado y así “nos engañamos a nosotros mis-mos”, según Juan (1 Jn. 1:8). Hasta nuestros propios de-seos son “engañosos” (Ef. 4:22).

Los cristianos que olvidan que son propensos al auto-engaño se convierten automáticamente en orgullosos y secolocan en la vía rápida hacia la justificación farisaica. Lasolución: recibe la disciplina. Pide que te corrijan. Acoge

Antes de disciplinar, ¡enseña!

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la reprensión. Este es el camino de la humildad y de la sa-biduría.

En parte, las iglesias locales existen para protegernosde nosotros mismos. Son los hermanos y hermanas denuestro alrededor —que nos aman y que están compro-metidos con nuestro bien— los que nos ayudan a ver lascosas que no podemos ver acerca de nosotros mismos.No somos expertos mundiales en nosotros mismos.

Esta es la lección que los pastores deben enseñar se-mana tras semana en los buenos tiempos, para que la igle-sia esté preparada cuando lleguen los tiempos rebeldes.

ENSEÑA ACERCA DE LA DISCIPLINALa iglesia necesita ser enseñada acerca de la disciplinaeclesial a través de los pasajes más importantes de estetema, tales como Mateo 18 y 1 Corintios 5. Los sermo-nes, los grupos pequeños y el boletín de la iglesia, son me-dios naturales para esta clase de enseñanza.

Pero los pastores también deben aprender cómo apli-car otros pasajes de las Escrituras al tema de la membresíay la disciplina (cuando sea apropiado). Por ejemplo, el pa-saje de ser santo porque Dios es Santo en 1 Pedro tieneaplicaciones individuales claras, pero también tiene apli-caciones como cuerpo: si los hijos de Dios deben ser san-tos, nosotros como iglesia debemos ser cuidadosos conquién recibimos y a quién expulsamos como miembro dela iglesia.

Considera, asimismo, los pasajes en el Evangelio segúnJuan y las Epístolas acerca del amor que lleva a la obe-

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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diencia. Tales pasajes tienen aplicaciones no solo indivi-duales sino también colectivas: ¿cómo aprendemos ennuestra iglesia a amarnos mejor unos a otros? Ayudán-donos mutuamente a obedecer y corrigiéndonos mutua-mente con sensibilidad cuando no obedecemos. Corregira un hermano en Cristo desobediente —cuando se hacepor los motivos apropiados— es un acto de amor. ¿Locrees así?

De hecho, casi cualquier texto en la Biblia acerca de lasantidad, arrepentimiento, conversión, señorío de Cristoy discipulado (por no mencionar textos que tocan temasmás amplios de la historia redentora, tales como los lími-tes de la propiedad de Israel o el exilio), pueden aplicarsefácilmente a la luz de la disciplina.

Los pastores también deben enseñar a los miembrosde la iglesia acerca de los propósitos de la disciplina. Lasiglesias no deben ejercer la disciplina por el bien de la ven-ganza, sino por el bien del evangelio. En el capítulo 1 con-sideramos que la disciplina sirve para exponer el pecadocancerígeno, advertir de un gran juicio venidero, salvar alpecador, proteger a los otros miembros de la iglesia ymostrar un buen testimonio de Cristo (los cuales son to-dos actos de amor).

ENSEÑA ACERCA DEL AMORLa disciplina de la iglesia, entonces, trata básicamente delamor. El Señor disciplina a aquellos que ama (He. 12:6).Con su iglesia ocurre lo mismo.

El problema es que, hoy en día, la mayoría de la gente

Antes de disciplinar, ¡enseña!

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tiene un punto de vista sentimental del amor: el amorcomo vehículo para hacerte sentir especial. O tienen unpunto de vista romántico del amor: el amor como vehí-culo para permitir expresarte tú mismo sin que te juzguen.O tienen un punto de vista consumista: el amor como ve-hículo para encontrar a la persona que te complementaperfectamente. En las mentes de hoy, el amor tiene pocoque ver con la verdad, la santidad y la autoridad.

Pero esto no es amor en la Biblia. El amor en la Bibliaes santo. Realiza demandas. Produce obediencia. “No segoza de la injusticia, mas se goza de la verdad” (1 Co.13:6).

Jesús nos dice que si guardamos sus mandamientos,permanecemos en su amor (Jn. 15:10) y Juan nos re-cuerda que si guardamos su Palabra, el amor de Dios seráperfecto en nosotros (1 Jn. 2:5). ¿Cómo se ayudan mu-tuamente los miembros de la iglesia a permanecer en elamor de Cristo y a buscar la perfección del amor de Diosen todos ellos? Ayudándose los unos a los otros a obede-cer y guardar su Palabra, a través de la enseñanza y la co-rrección.

La iglesia que comprende el amor bíblico tiene unaoportunidad mucho mayor de comprender la disciplinaeclesial.

1Don’t Do It! Why You Shouldn’t Practice Church Discipline (¡Nolo hagas! Por qué no deberías practicar la disciplina eclesial), porMark Dever, en 9Marks.org. http://www.9marks.org/journal/dont-do-it-why-you-shouldnt-practice-church-discipline2Ibíd.

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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Capítulo 16

ANTES DE DISCIPLINAR,¡ORGANIZA!

Preparar a la iglesia para ejercer la disciplina incluye amenudo algo más que enseñanza. También incluye al-gunos cambios organizativos. Déjame señalar cuatrotemas referentes a la organización.

TEN LOS DOCUMENTOS DE LA IGLESIAACTUALIZADOSAlgunas iglesias tienen ordenanzas. Otras tienen cons-tituciones. Y otras tienen confesiones de fe y estatutoseclesiales. Sea cual sea el documento que la iglesiatenga, las iglesias situadas en Occidente servirán mejora sus miembros si se aseguran que los documentos ex-plican:

1) Qué se espera de los miembros en relación con ladoctrina y el comportamiento.

2) Cómo funcionan las estructuras de autoridad dela iglesia.

3) Qué normas se aplican —bajo circunstancias nor-males— a la aceptación y expulsión de miembros.

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4) Cómo funciona la disciplina eclesial bajo circuns-tancias extraordinarias.

Es un acto de cortesía permitir que las personas se-pan qué normas deben cumplir antes de que llegue ladisciplina. Una confesión de fe les permite saber lo quese espera que crean. Un estatuto eclesial les permite sa-ber cómo se espera que vivan. Una constitución les per-mite saber cómo funciona la membresía y la disciplina.

Estos documentos promueven la unidad. Documen-tos con los que estamos de acuerdo, evitan a la iglesiacontroversias acerca de métodos o normas cada vezque aparece un desacuerdo.

ASEGÚRATE DE TENER LAS BASES LEGALES BIEN ESTABLECIDASTener los documentos actualizados también ayuda a te-ner las bases legales bien establecidas para ejercer ladisciplina eclesial en una sociedad altamente litigiosa.Las iglesias han sido demandadas con éxito a causa dela disciplina eclesial.1

Una de las maneras más eficaces de prevenir talespleitos es adoptar normas bíblicas explícitas que des-criban de manera comprensiva cómo tu iglesia ejercela disciplina en miembros impenitentes. Y una de lasdefensas más eficaces contra cualquier pleito es un con-sentimiento pactado. Para asegurar esta defensa, laiglesia debe ser capaz de probar ante un tribunal quela persona que la denuncia, en realidad, estaba com-

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

156

pletamente informada de las normas y procedimientosde la iglesia, y que consintió en ser limitado por ellas.

Además de procurar que el proceso disciplinario seaclaro en la constitución o en las ordenanzas, la iglesiadebe enseñar de forma explícita el proceso de la disci-plina en clases para miembros.2

TEN EL REGISTRO OFICIAL DE MIEMBROSACTUALIZADOPara ejercer la disciplina en la iglesia debes saberquiénes forman la iglesia. Hace algunos años, unamigo mío aceptó el puesto de pastor principal enuna iglesia internacional en el Medio Oeste. Cuandollegó allí, asistían unas seiscientas personas, pero nose había actualizado el registro oficial de miembros.Lo único que había era un directorio telefónico conun centenar de nombres y nada más. Me resumió lasituación de la siguiente manera: “No sabíamos quié-nes éramos”. Ni él, ni nadie más en la iglesia, sabíanquién había consentido tener que rendir cuentas alcuerpo de la iglesia. La iglesia había sido fiel en lapredicación. No había sido fiel en la labor de ejercerlas llaves a través del bautismo, la Santa Cena, o ladisciplina eclesial.

¿Qué habría ocurrido si mi amigo hubiera intentadoen ese momento traer ante la iglesia un caso discipli-nario? El proceso se habría colapsado en varios puntos:la persona acusada podría alegar que no estaba bajo laautoridad de la iglesia; otros líderes de la iglesia po-

Antes de disciplinar, ¡organiza!

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drían estar de acuerdo; y otros asistentes no sabrían siellos debían participar en tomar una decisión o no.

Otras iglesias tienen un problema diferente del quetenía mi amigo en el Medio Oeste. Tienen un registrooficial de miembros que excede, por mucho, el nú-mero de asistentes (trescientos que asisten; mil en elregistro). Es difícil ejercer la disciplina con integridaden un caso así. ¿Cómo puede disciplinar la iglesia auna persona que no asiste, cuando no disciplina a losotros 699?

En definitiva, la mayoría de las veces, los líderes dela iglesia deben organizar el registro oficial de miem-bros antes de ejercer la disciplina. En general, la listade miembros debe incluir las personas que asisten a lasreuniones semanales de la iglesia (por supuesto, hay ex-cepciones: los que están limitados en casa o en un hos-pital por enfermedad, los militares destinados fuera,etc.).3

ASEGÚRATE DE QUE LOS LÍDERES ESTÁN DE ACUERDOPara finalizar, es importante asegurarse de que el lide-razgo de la iglesia al completo está de acuerdo con ladisciplina eclesial, tanto en los principios como en laaplicación. Si uno de los pastores o de los ancianosplantea la acusación mientras que los otros se echanpara atrás, porque dudan de un principio o de una apli-cación en concreto, el resultado será la división de laiglesia. Por tanto, si el pastor debe enseñar a toda la

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

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iglesia acerca de la disciplina —como vimos en el úl-timo capítulo— debe asegurarse primero de enseñar asu equipo pastoral.

Empezar a practicar la disciplina en la iglesia puedeproducir discusiones acaloradas. En tales casos, elhombre seguramente querrá permanecer hombro conhombro con líderes maduros que comparten su convic-ción.

1La página web de Peacemaker Ministries es una excelente

fuente de recursos en estos temas: www.peacemaker.net (en in-

glés); y www.peacemaker.net/espanol (en español).

2Puedes ver el artículo: Informed Consent: Biblical and Legal

Protection for Church Discipline (Consentimiento informado:

protección bíblica y legal para la disciplina eclesial), por Ken

Sande, en 9Marks.org.

www.9marks.org/ejournal/informed-consent-biblical-and-legal-

protection-church-discipline

3Si necesitas orientación en cómo hacerlo, puedes consultar es-

tos dos artículos: Cleaning Up the Rolls y Cleaning Up the Rolls

(Part 2): The Care List (Limpiando las listas y Limpiando las

listas (parte 2): La lista de cuidados), por Matt Schmucker, en

9Marks.org.

www.9marks.org/ejournal/cleaning-rolls y

www.9marks.org/ejournal/cleaning-rolls-part-2-care-list

También puedes consultar: Why We Disciplined Half Our

Antes de disciplinar, ¡organiza!

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Church (Por qué disciplinamos a la mitad de nuestra iglesia),

por Mark Dever, en LeadershipJournal.net.

www.christianitytoday.com/le/2000/fall/16.101.html

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

160

CONCLUSIÓN¿Preparado para empezar?

Un formulario para ayudar al pastor

Cuando los pastores de iglesias que no conozco me pre-guntan si deben de proceder a disciplinar, les preguntoacerca de los detalles de la situación misma. Aunquetambién repaso con ellos un formulario que se parecemucho a los subtítulos de los últimos dos capítulos. Yasea por teléfono o en persona, normalmente repaso conellos una lista como esta:

UN FORMULARIO PARA AYUDAR AL PASTOR CON LA DISCIPLINA ECLESIAL

Enseñanza1) ¿Tiene tu congregación una comprensión del

evangelio que incluye el arrepentimiento, la obe-diencia y el señorío de Cristo?

2) ¿Ejerce tu iglesia una membresía cuidadosa? ¿En-tiende tu congregación la autoridad de la iglesiay el llamado a ayudarse mutuamente a rendircuentas por su fe? ¿Practican esa responsabilidaden privado los miembros de la iglesia?

3) ¿Entienden que el discipulado cristiano incluyetanto la enseñanza como la corrección?

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4) ¿Entienden que son propensos al autoengaño yque por este mismo motivo Dios —amorosa y sa-biamente— ha puesto a otros cristianos en sus vi-das?

5) ¿Has enseñado a la iglesia acerca de la disciplinaeclesial? ¿Una vez o en más ocasiones? ¿Han te-nido otros profesores la oportunidad también deenseñar, sea en la escuela dominical o en grupospequeños? ¿Parece la iglesia recibirlo como algobíblico?

Estructura6) ¿Recogen los documentos de tu iglesia la práctica

de la disciplina? ¿Se enseña a los miembros quese practica la disciplina cuando se unen a la igle-sia? ¿Se les enseña a hablar con un anciano sicambian de opinión en algún asunto de la decla-ración de fe? ¿Saben que deberán rendir cuentassi no viven de acuerdo a los principios bíblicos?

7) Dicho de otra manera: ¿Tiene tu iglesia bases le-gales bien establecidas y adecuadas? ¿Puedes de-mostrar un consentimiento informado?

8) ¿Recoge tu registro oficial de miembros a quiénpredicas los domingos?

9) ¿Entienden los hombres de tu equipo pastoral ladisciplina, están de acuerdo con ella y percibensu importancia?

Conclusión

162

La situación en concreto10) Si esta es la primera vez que la iglesia ha ejercido

la disciplina, ¿es el asunto relativamente sencillo?En resumen, del pecado en cuestión, ¿piensas quetoda la iglesia estará de acuerdo en que está com-pletamente fuera de lugar en una persona que re-presenta a Jesús?

Conclusión

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APÉNDICEErrores comunes que los pastores

cometen cuando disciplinan

Los pastores cometen a veces los siguientes errores enreferencia a la disciplina formal de iglesia:

1) No logran enseñar a sus congregaciones qué esla disciplina eclesial y por qué deben ejercerla.

2) No logran ejercer una membresía responsable, lacual incluye: (1) Enseñar a la gente lo que lamembresía implica antes de unirse a la iglesia. (2)Animar a los visitantes esporádicos a unirse a laiglesia. (3) Entrevistar cuidadosamente a todoslos que quieran unirse a la iglesia. (4) Supervisarregularmente a todo el rebaño. (5) Mantener unalista de miembros actualizada que refleje con pre-cisión quién asiste a las reuniones semanales.

3) No logran enseñar a sus congregaciones acercade la conversión bíblica, en especial, la necesidadde arrepentirse.

4) No logran enseñar a los nuevos miembros,cuando se unen a la iglesia, acerca de la posibili-dad de la disciplina eclesial y que no se acepta ladimisión preventiva.

165

5) No logran comprobar que los documentos públi-cos de la iglesia (ordenanzas, constituciones, es-tatutos eclesiales, etc.), contienen el proceso dela disciplina eclesial, exponiendo a la iglesia, portanto, a un riesgo legal.

6) No logran seguir los pasos de Mateo 18 o 1 Co-rintios 5 (dependiendo de la circunstancia). Porejemplo, en el caso de Mateo 18, equivocarse alno iniciar el proceso confrontando el pecado enprivado.

7) Calculan mal con qué rapidez iniciar la disciplinaformal, a veces ralentizando sus pasos, otras, pre-cipitándose en su juicio.

8) No logran enseñar apropiadamente a la congre-gación y explicar por qué es necesario un actodisciplinario en concreto.

9) Le explican a la congregación demasiados deta-lles acerca de un pecado concreto por el que es-tán recomendando la disciplina, avergonzando alos miembros de la familia y provocando que lasovejas más débiles tropiecen.

10) Abordan el proceso de la disciplina exclusiva-mente como un proceso legal, sin pensar en pas-torear el corazón de la persona impenitente.

11) Prestan poca atención a las diferencias entre tiposde pecadores y cómo esto influye en cuántotiempo permitirá la iglesia un patrón pecaminosoantes de continuar con los subsiguientes nivelesde disciplina (cf. 1 Ts. 5:14).

Apéndice

166

12) Olvidan que ellos también viven bajo la miseri-cordia que provee el evangelio y, de esta manera,aplican la disciplina desde una postura de farise-ísmo. Hay otros errores que emanan de esta pos-tura errónea como, por ejemplo: un tono dema-siado severo y frío.

13) No logran amar verdaderamente al pecador…porque no suplican al Señor por su arrepenti-miento.

14) Exigen demasiado a la caña cascada y al pábiloque humea. En otras palabras, sus condicionespara el arrepentimiento son demasiado altas paraalguien que ha sido profundamente esclavizadopor la mordaza del pecado.

15) No logran instruir correctamente a la congrega-ción acerca de cómo interactuar con el pecadorimpenitente como, por ejemplo: relacionarse conél en un contexto social o cómo buscar su arre-pentimiento.

16) No logran animar a las personas disciplinadas aseguir asistiendo a las reuniones de la iglesia paraque continúen oyendo la palabra de Dios (asu-miendo que no hay ninguna amenaza, ni perjui-cio penal). Tampoco logran explicar a la iglesiaque todos deberían desear que la persona disci-plinada continúe asistiendo a las reuniones.

17) Ponen toda la responsabilidad de dirigir el pro-ceso en los hombros de un hombre, el pastorprincipal, provocando que la gente se sienta ten-

Apéndice

167

tada a acusar a este pastor de revanchas perso-nales.

18) No logran tener suficiente relación pastoral conla vida de la congregación, de tal manera que losancianos desconocen el estado de las ovejas. Estainsuficiencia en disciplina formativa debilitará in-evitablemente la habilidad de la iglesia para ejer-cer bien la disciplina correctiva.

19) No logran enseñar la palabra de Dios de maneraconstante y regular.

20) Permiten a la congregación abordar un caso dis-ciplinario con un espíritu de retribución equivo-cado, en vez de con el deseo amoroso de advertiral pecador impenitente acerca del juicio veniderode Dios.

21) Aplican la disciplina por razones no bíblicas (ju-gar a las cartas, baile, etc.).

22) Aplican la disciplina por cualquier buen motivo;menos por el bien de la persona, el bien de la igle-sia, el bien de la comunidad que los observa y lagloria de Cristo.

Apéndice

168

ÍNDICE DE CITAS BÍBLICASDeuteronomio19 32, 59, 6130:6-8 43

Proverbios 26:11 112

Isaías42:1-4 122

Jeremías 31 43

Ezequiel36:24-27 43

Mateo 3:8 62 4:8-9 35, 99 5 73, 745:3-9 155:3-10 745:13 375:13-16 16 5:20 735:48 737:1-2 61

169

7:16-20 6212:33 62 12:44-45 11215:19 129 16 45 16:16-17 45 18 18, 34, 45, 59, 63, 65, 69, 70,

72, 79, 81, 82, 83, 86, 89,126, 152, 166

18:8-9 83 18:15-17 30, 32 18:15-20 17, 78 18:16 59, 8518:17 87, 100 18:19 3119:9 134 21:43 62 26 4526:26-29 44 28 4528:18-20 10 28:19 44

Lucas15:24 94

Juan12:31 35, 99 14:30 35, 99

Índice de citas bíblicas

170

15:2 1515:10 154 20:23 9421:15-17 94

Hechos2:38 45, 488:17-24 33, 718:38-39 95 11:28-30 10020:28-31 132

Romanos6:1-3 48 6:4-5 44

1 Corintios 3:18 151 5 18, 33, 36, 63, 64, 65, 66, 68,

69, 70, 71, 72, 79, 81, 84, 86,152, 166

5:1 37, 63, 67, 68 5:1-2 665:1-3 34 5:2 36, 63, 68 5:3, 12, 13 345:4-5 34, 66 5:5 36, 68, 99 5:6 37

Índice de citas bíblicas

171

5:6-11 35 5:9 68, 88 5:9-11 66, 68, 107 5:11 88, 100, 138, 141 5:12 61, 62, 67, 68, 1495:12-13 365:13 63, 67, 68, 69 6 66, 68, 706:2-5 61 6:9 69, 72, 151 6:9-11 67, 68 7:12-14 141 7:14-15 142 7:15 134 11:26-29 44 12:21-26 86 12:27 149 13:6 154

2 Corintios2:6 87 2:6-8 94 2:8 94 7:10-11 157:11 75, 107

Gálatas6:1 32, 806:7 151

Índice de citas bíblicas

172

Efesios2 432:1-10 43 2:11-12 433:6 43 4:13-15 104:16 86 4:22 151 4:31 129 5:11 325:25-30 142 6:1-3 88, 142

Filipenses4 794:2-3 79

Colosenses4:16 100

1 Tesalonicenses5:14 166

2 Tesalonicenses3:6 88 3:14-15 33, 88

1 Timoteo1:18-20 138

Índice de citas bíblicas

173

1:19 138 1:20 84, 1383:13 1515:8 88, 1425:19 129

2 Timoteo3:5 88

Tito3:10 32, 81, 84, 88, 129

Hebreos10:24-25 12412:6 24, 15312:10 2412:11 2413:17 129

Santiago1:16 151 1:19 86

1 Pedro2:1 1293:1-2 88 4:8 62 4:10 10

Índice de citas bíblicas

174

2 Pedro 132

1 Juan1:8 151 2:5 1544:1-3 1004:20-21 124

2 Juan9-10 3310 88 10-11 84

3 Juan5-8 100 9-10 100

Judas20-21 10

Apocalipsis2:20-29 132

Índice de citas bíblicas

175