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La educación en los
inicios del franquismo
Lucia Durá Sanchis
Laura Navarro Álvarez
Jezabel Tomás Visier
Grupo 2º D
Història de l’Escola
Curso 2013-2014
Entrega: 8-01-2014
[HISTORIA ORAL]
Historia Oral – Lucía Durá, Laura Navarro y Jezabel Tomás Página 2
ÍNDICE
1. Introducción .......................................................................................................................... 3
2. Aspectos ideológicos ............................................................................................................. 3
3. Contenidos del aprendizaje, metodología docente, premios y castigos, etc. ......................... 5
4. Espacios, horarios y materiales de la escuela (manuales escolares, cuadernos escolares,
ajuar de la escuela, etc.). ............................................................................................................... 9
5. Tiempo libre, ocio, sociabilidad, etc. .................................................................................. 12
6. Conclusión ........................................................................................................................... 14
7. Bibliografía ......................................................................................................................... 14
8. Anexo: recursos fotográficos .............................................................................................. 15
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1. Introducción
En este trabajo de investigación histórica mediante recursos orales hemos
decidido centrarnos en la etapa de la posguerra, es decir, los inicios del franquismo, que
es el periodo escolar que vivieron nuestros entrevistados. Los tres son mayores de 70
años y, aunque recuerdan hechos concretos y vivencias escolares, en la mayoría de los
casos conservan pocos recuerdos nítidos, pues cada uno vivió una realidad escolar muy
distinta.
Tanto Mª Pilar como Vicenta asistieron a escuelas de pueblo (de Carcaixent y de
Llombai), muy distintas entre ambas, al ser la primera un asilo para niñas huérfanas. En
cambio nuestro otro entrevistado, Salvador, recibió en Valencia capital una educación
mucho más elitista y privilegiada, teniendo en cuenta la situación de la época. Por otro
lado, también hemos contado con la participación de Adelina que, aunque no cumplía el
perfil para ser entrevistada, tuvo muchas ganas de contarnos cómo fue su experiencia
educativa en una etapa del franquismo más tardía pero, sin embargo, muy similar a la
primera, y los recuerdos de las experiencias contadas por sus padres.
Por último, y para finalizar esta breve introducción, hemos decidido enfocar este
trabajo como una sencilla recopilación histórica, es decir, hemos dividido el periodo en
que nos hemos centrado en diferentes puntos (aspectos ideológicos, contenidos,
materiales y ocio) en los cuales relataremos como era la vida escolar en esa época
basándonos en los testimonios de nuestros entrevistados.
2. Aspectos ideológicos
Durante la etapa del franquismo, la escuela será la principal encargada de formar
niños cristianos que comprendan los deberes y sacrificios que deberán hacer por la
patria a fin de constituir una unión entre todos los españoles. Como afirma García Hoz
(1980): La formación política, física y religiosa, fue poco a poco convirtiéndose en una
especie de ghetto al cual a penas sí se le prestaba atención, hasta el punto de que a
estas asignaturas se les llamaba en el argot estudiantil las tres Marías.
Algunas de las medidas que se impusieron fueron la de reincorporar la asignatura
de religión (a partir de la orden del 23 de mayo de 1938) al régimen general de
exámenes y calificaciones, además de extender en la enseñanza el carácter de formación
inspirado en el concepto cristiano de la vida con la ley de del 20 de septiembre de 1939.
Este hecho se ve reflejado en todo momento en las entrevistas realizadas. Vicenta Gil
afirma que “era obligat asistir a l’església els diumenges” de tal forma que cada lunes
“la mestra et preguntava pel color de la casulla del cura” y a quien no lo sabía “li
castigaven cara a la paret o a copiar moltes vegades no aní ahir a misa”, de tal forma
que no solo importaba la religión impartida en la escuela (que Vicenta también explica
durante su entrevista) sino también lo que hicieras fuera de ella. Asimismo, Mª Pilar
muestra una situación bastante similar, pues “els dilluns, la mestra ens preguntava si
havíem anat a missa o no, però jo no se si s’apuntaria alguna cosa o no”.
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En este punto, es interesante comentar que una de nuestras entrevistadas, Mª Pilar,
acudió a la Sección Femenina Falange: “Quan vaig ser més major, als 14 anys, vaig
anar a una escola local gran on havien mestres i fèiem activitats… Cantàvem, ballàvem,
teníem un cor, i fèiem teatre de vesprada”. Esta rama femenina del partido político
Falange Española consolidó su papel institucional controlando exclusivamente la
formación femenina, centrándose sobre todo en la instrucción de las jóvenes para ser
“buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas”.
Para fomentar este patriotismo, en la gran mayoría de las escuelas estaba presente
un retrato de Franco en cada aula y al entrar y antes de salir se solía cantar el “Cara al
sol”. Como dice Vicenta, la escuela era “doctrina, doctrina, doctrina” y, por supuesto,
hablar en valenciano estaba completamente prohibido y, si lo hacías, te castigaban o te
pegaban. En el caso de la gente que vivía en pueblos valencianoparlantes, como en el
caso de Vicenta, aprendían a hablar castellano en la escuela (“t’obligaven a parlar
castellà i apreniem en l’escola, però molt malament”).
Sin embargo, aunque no sea tan lógico, existían escuelas que, pese a cumplir con
la ideología imperante en esta etapa franquista, no manifestaban este tipo de aspectos de
forma tan extrema, y esto podía ser debido a la influencia de sus fundadores, con
ideologías procedentes del resto de Europa, que pese a comulgar con este tipo de
influencia (pues no había otra opción), daban lugar a metodologías más abiertas,
tendiendo en mayor consideración las necesidades específicas de sus alumnos y no tanto
el tipo de ciudadano que se pretendía crear en aquel entonces. Este es el caso de uno de
nuestros entrevistados, que comentaremos más adelante en profundidad.
Por supuesto, algo común en todas ellas era la educación segregada en las
escuelas públicas, los niños estaban separados de las niñas y recibían una educación
distinta. Según Vicenta Gil, sus clases consistían en “cantar cara al sol, cosir i bordar”,
lo cual hacía que las niñas no aprendieran mucho más (“Eixies igual que entraves, això
sí, sabies bordar perfectament”), mientras que los niños siempre tenían un mayor
abanico de posibilidades de futuro, no se les condicionaba tan abiertamente hacia un
camino u otro.
Como iremos viendo a lo largo de las siguientes partes de este trabajo, con la
victoria del franquismo, la escuela se centraba sobre todo en adoctrinar a los niños, en
enseñarles la tradición católica e inculcarles el poder del régimen y los ideales fascistas
de unificación de la patria.
Cierto es que también hubo un grupo pequeño de maestros y maestras que en este
nuevo clima intentaron mantener un mínimo de calidad docente y que, sin decirlo,
continuaron aplicando aquellas metodologías que habían aprendido años atrás. Se trató
de una minoría que hemos de valorar en todo lo que implicaba durante el franquismo
más duro, pero minoría al fin y al cabo, pues a lo largo de esos años no hubo
planteamientos ni debates pedagógicos. Solo con motivo de la implantación de la nueva
ley de educación de 1945 se celebraron encuentros de maestros para informar de esta y
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la manera de implantarla. Una ley que dejaba la enseñanza en manos de la iniciativa
privada y, en especial, de la Iglesia católica.
Con el franquismo se rompe finalmente el modelo republicano. Se instala el
miedo, la ignorancia, la censura, el aislamiento, el rechazo a las aportaciones que vienen
del extranjero y se liquida la tradición política. Se liquida el modelo de escuela pública
de los años republicanos, el de la escuela unificada. Nace y se consolida una escuela en
la antítesis de esta: integrista desde el punto de vista religioso; una escuela basada en la
autoridad, la jerarquía, el patriotismo. En conclusión: una escuela más preocupada por
tener un magisterio sumiso y obediente que por educar en un pensamiento libremente
ciudadano.
3. Contenidos del aprendizaje, metodología docente,
premios y castigos, etc.
Durante la posguerra, el adoctrinamiento ideológico de la sociedad fue una de
las principales consecuencias que provocó la victoria del franquismo. En aquellos
momentos, se instauró definitivamente un sistema educativo nuevo, que rechazó las
formas pedagógicas republicanas por considerarlas antipatrióticas y antirreligiosas. En
aquella época ominosa se asentaron en la práctica escolar los rasgos más arcaizantes del
nuevo orden: separación de sexos, disciplina autoritaria, paralización del programa de
construcciones, absentismo, desidia de las autoridades locales, símbolos religiosos y
políticos ideologizados.
Desde el principio se puso en práctica la sustitución de la instrucción pública
republicana por la educación nacional-católica. Para ello, se procedió a desmantelar los
aparatos pedagógicos que implantó la república. Según Escolano Benito et al. (2006):
Esta, en su corta trayectoria, había logrado adoptar toda una serie de innovaciones
pedagógicas progresistas que confirieron al sistema educativo un cierto aire de
modernidad: consolidación de la nueva arquitectura escolar, estímulos a la
escolarización de la infancia rural y urbana, secularización del calendario,
bilingüismo, coeducación, reformas metodológicas, dotación de nuevos medios técnicos
y de bibliotecas, reorientación de la formación y del estatuto de los maestros, creación
de centros de colaboración pedagógica y promoción de las instituciones
complementarias de la escuela, entre otras. Aquella estrategia de modernización se
vino abajo con el franquismo; ni siquiera la utilización instrumentar o erudita de los
materiales en que se objetivó aquella cultura escolar era posible, y ello fue
especialmente manifiesto durante los años de la posguerra.
En definitiva: se consideró el control de la enseñanza como un pilar
fundamental, acogiendo los principios pedagógicos de la España Imperial (educación
católica y patriótica, basada en la obediencia, autoridad y disciplina); desbancando la
escuela unificada y separando a la población escolar para encaminarla por dos vías
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distintas (de diferente finalidad y destino); suprimiendo el laicismo y la enseñanza en
lenguas nacionales, y acabando con la “coeducación”.
La formación que el aspirante a maestro recibía de la Normal dejaba mucho que
desear porque el contenido de las diferentes asignaturas estaba muy manipulado
ideológicamente. Además, como consecuencia de la baja consideración hacia esta
profesión y el bajo sueldo que se pagaba, el profesorado se hallaba inmerso en la
desidia, es decir, se preocupaba más por obtener medios para subsistir que por mejorar
la enseñanza de los niños. Por ello mismo, el contenido del aprendizaje y las
metodologías que se empleaban eran tan pobres. Y es que como dice García Hoz
(1980): El contenido de las escuelas primarias venía condicionado por la formación
que los maestros recibían. Leer, escribir y contar son los tres contenidos
universalmente aceptados por todos. Sobre estas amplísimas bases, los programas,
horarios, material, métodos de enseñanza y aprendizaje, exámenes, promociones, eran
cuestiones a resolver por el propio maestro, al cual le bastaba con contar con la
aprobación del inspector.
En este punto es importante destacar el hecho de que una de las entrevistadas fue
profesora durante un año. Este es el caso de Mª Pilar, que tuvo que sustituir a una de las
maestras de Carcaixent: “En principi havia de ser poc temps, però finalment, sense
haver fet cap estudis de mestra, vaig tindre la ocasió d’apropar-me a la realitat escolar
des d’altre punt de vista.”
A pesar de la figura de la maestra del franquismo que todos tenemos en mente,
en esta época también se encontraban maestras que entregaban todas sus energías a la
educación de los niños. En el caso de Mª Pilar, encontramos que, una de sus maestras a
la que recuerda con más aprecio durante el período en el que acudió a la Escuela
Nacional de Carcaixent, es Doña Patrocinio, una mujer a la que describe de la siguiente
forma: “era una senyora molt recta i exigent, però molt dolça. La meua mestra, encara
que parega estrany, era molt agradable. A més, tenia la classe amb molta ordre. Fèiem el
dictat, ens el corregia. I a casa poquets deures. No hi havia càstigs… encara que
apartava als xiquets rebolicats perquè en aquell moment és el que hi havia que fer. Però
sempre amb molta dolçor, intentant que ens portarem bé.” Vicenta Gil tambié aportó de
una de sus maestras, Doña Paula, que “era molt neta i molt apanyà” y que aunque
también era muy recta les exigía ir siempre limpios a clase.
En caso de Salvador, otro de nuestros entrevistados, este carácter vocacional en
la actuación del profesorado se ve claramente reflejado en sus palabras cuando insiste
en que “la relación entre maestros y alumnos en mi escuela era de total respeto y
cordialidad, incluso en muchas ocasiones podías ver cómo algunos de ellos jugaban a
fútbol o hockey sobre patines con nosotros”.
Cabe resaltar que la escuela de este entrevistado, “El colegio del Pilar”, no
seguía al pie de la letra los patrones clásicos de la educación franquista, sino más bien
representaba una pedagogía “un poco adelantada a su tiempo, influida en gran medida
por ideologías francesas” debido al origen de su fundador, así como con poco peso
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político dentro de las aulas (en ningún momento Salvador presenció manifestación
alguna de adoctrinamiento ideológico ni simbología franquista) aunque sí reconoce que
la presencia religiosa era constante, aunque no de forma tan explícita como en oraciones
diarias ni misas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, como ya hemos dicho antes, el profesor
se encontraba sin preparación profesional, sin cultura, sabiendo el currículo de las tres
erres (leer, escribir y contar), además de la doctrina cristiana (por la que les hacía
aprender a sus alumnos a memorizar el catecismo) y cantar (para ayudar en la iglesia del
pueblo), enseñando con una distancia y autoritarismo propios del discurso nacional-
católico franquista.
En Escolano Benito et al., 2006 encontramos que viejos rituales de saludos y
oraciones se mezclaban con los cánticos y prácticas que impuso la parafernalia del
régimen. Maestros mal pagados, a los que se les halagaba con el tópico de la vocación
mientras se les sometía a la disciplina del sistema, oficiaban como actores dóciles las
rutinas de la profesión y los papeles que les asignaban los nuevos tiempos. Una
enseñanza de cartilla, catecismo y enciclopedia daba orden y contenido a la marcha de
las clases, y otras actividades circumescolares, reflejo de los nuevos estilos de
gobernabilidad completaban el marco de la socialización cultural y política de los
niños. Y es que las entrevistas nos lo demuestran. En el caso de Mª Pilar, todas las
maestras que tuvo utilizaban enciclopedia, cantaban en clase, rezaban y hacían labores:
“de totes les mestres, les que recorde de l’Asilo són sor Benigna, sor Angeles i sor
Eugenia. Mos ensenyaven l’abecedari amb pissarra, a llegir, cifres, contar… Però
nosaltres no teníem llibres com ara, teníem una enciclopèdia on estaven totes les
assignatures.” Vicenta también hace su aportación explicando que su educación
consistía en “cantar cara al sol, coser y bordar”, que el día a día consistía en “fer
problemetes senzills, un dictado…”, “tots els dies eren igual”. Aunque Vicenta no
recordaba con precisión los libros de la escuela, sí que hace referencia a uno llamado Si
miente, menuda y añade que quien quería se compraba “una enciclopèdia per saber,
perquè eixies igual que entraves (de l’escola)”; es más, Vicenta explica también que “no
llegíem quasi i no t’aconsellaven a llegir llibres”.
Por otro lado, los castigos físicos eran el recurso habitual para provocar el
cambio de comportamiento. La falta de respeto, la indisciplina o la desobediencia se
“curaban” con un bofetón. Aunque nos parezca muy surrealista, los castigos físicos eran
aceptados por todos, de forma que los alumnos lo asimilaban sin darse cuenta como
algo natural. Y no únicamente se daban castigos físicos, también era muy común
avergonzar a los niños delante de todos con insultos o apartándolos de los demás
cuando hacían algo mal o simplemente no sabían algo, como explica Vicenta: “si algú
tenia més problemes li deien: ¡TORPE!”.
Un ejemplo del respeto que se les tenía a los maestros y de la presencia
asimilada de las creencias religiosas en la escuela es lo que nos cuenta María Adelina
(hija de Mª Pilar) en su entrevista: “Quan feies un recat a la mestra, tocaves a la porta de
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l’altre mestre i, quan et donaven permís per a entrar, preguntaves: ¿Se puede pasar?, i te
deien que passares. I sols entonces tu passaves, t’acostaves a la mestra, i li deies:
Buenas tardes, ¿cómo está usted?, i ella te contestava: Bien, ¿y tú?, i le responies Bien
gracias a Dios. De parte de…”
Asimismo, la Educación Primaria femenina debía preparar especialmente para la
vida del hogar, la artesanía y las industrias domésticas. Las niñas hacían labores,
mientras que los niños tenían otro tipo de educación. Es decir, los contenidos estaban
diferenciados en función del sexo. Siguiendo con Mª Pilar, encontramos que “al Asilo,
pel matí, apreníem a llegir, escriure i contar; però de vesprada ens dedicàvem a cosir i a
bordar... Després teníem un recreo, i a les set començàvem a remendar altra vegada.” En
la siguiente generación este hecho todavía se ve presente. Tal es el caso de la hija de Mª
Pilar, María Adelina, que nos cuenta lo siguiente: “per les vesprades resàvem el rosari.
Una companya ho resava al costat de la mestra, pasava els comptes, i les altres resaven i
cosien a la vegada, feien costura. Els dissabtes donaven història sagrada. I a més, quan
arribava el mes de maig, anàvem a resar-li a la mare de Deu i a cantar-li. Les classes les
començaven sempre formant i cantant una cançó que deia: somos madres del mañana,
llenas de fe y de ilusión, y en nuestros cuerpos arraiga el más firme y tierno amor.
Arriba españa luchemos...”. Vicenta, altra de les nostres entrevistades afegí: “ Eixies
igual que entraves, això sí, bordar perfectament”. A continuación, podemos observar
una muestra de este tipo de educación, el primer bordado de la hija de Mª Pilar:
En cuanto a otras asignaturas más artísticas, cómo podían ser música, plástica o,
incluso, educación física, eran impensables en esa época. Al preguntarles a nuestros
entrevistados sobre estas se extrañaban incluso, ya que estaban muy limitados a las
cuatro paredes del aula y no solían ni salir de excursión. Por un lado, Mª Pilar nos
cuenta que “cantaban”, pero ni mucho menos era una asignatura “cantàvem un poquet i
ja està”. Vicenta sí que aporta que, en su escuela, “Franco donava uns diners per a
visitar València” ya que, como se puede ver en los vídeos, Vicenta era de Llombai; pero
no todos podían ir de excursión, únicamente una clase en todo el año y se iban
alternando. Y si hacían funciones u otras actividades más lúdicas, estaban relacionadas
con la religión, como hacer un belén viviente en la escuela cuando llegaba la navidad.
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4. Espacios, horarios y materiales de la escuela
(manuales escolares, cuadernos escolares, ajuar de
la escuela, etc.).
Para poder comprender la importancia de los materiales utilizados en cualquier
proceso de enseñanza-aprendizaje tomaremos las palabras de García Hoz (1980) cuando
asegura que “El material escrito y el material para escribir han sido siempre elementos
imprescindibles en la actividad escolar … pues el proceso educativo se realiza
principalmente a través de la comunicación maestro-alumno, y el material cumple una
función subsidiaria pero realmente imprescindible: la materialización y permanencia
de los contenidos que son objeto de la relación entre el que enseña y aprende”. Es
decir, el material es el medio físico a través del cual se hace posible que la situación
educativa perdure, con lo cual irá siempre influido por el contexto que envuelva cada
una de esas situaciones.
Por tanto, no es de extrañar que en el caso del libro de texto, siempre haya
representado y aun en la actualidad represente un medio de transmisión de contenidos
curriculares con una gran influencia ideológica de las políticas educativas imperantes en
cada época.
Si echamos una mirada a los libros que
a lo largo de este siglo se han venido
utilizando como elemento en el proceso de
educación sistemática institucionalizada,
podremos ver con cierta claridad que el libro
es el punto de convergencia de las distintas
concepciones que influyen realmente en la
tarea de educar.
En la etapa franquista, la abundancia de
diccionarios, enciclopedias y repertorios en
las aulas refleja una concepción de la
educación y la vida mental como proceso de
adquisición de información, el carácter
memorístico del aprendizaje era notable, pues
los textos habían de ser aprendidos de
memoria y con ello el estudiante estaba en
disposición de “responder” en el momento de los exámenes o repaso de las asignaturas.
Raramente se encontraban estímulos para el trabajo o motivaciones por parte del
profesorado, ya que como hemos nombrado anteriormente, estos se encontraban
inmersos en la preocupación por transmitir la ideología política con la que formar
ciudadanos leales a la patria. Un ejemplo de ello, claramente en referencia a la
educación sexista de la época, es la portada del único libro de Urbanidad que tenemos
de Mª Pilar, que remarca la educación diferenciada:
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Las fábulas y poesías también merecen una mención especial a la hora de resaltar
el material escolar utilizado en la época franquista, pues muchas de ellas describían
aspectos de esa moralidad siempre patente, basada principalmente en la ética religiosa.
Aunque siempre trabajadas desde ese carácter memorístico del que antes hablábamos.
Tal y como dice Salvador en una de las entrevistas: “aun hoy en día recuerdo
fragmentos de poesías que nos hacían repetir constantemente”.
Dado que la gran mayoría de los alumnos de escuela primaria pertenecían a
clases económicamente débiles, frente a aquellas escuelas minoritarias que acogían a la
élite (alumnos pertenecientes a familias adineradas y destacables o alumnos becados) la
necesidad de editar libros no costosos originó la publicación de enciclopedias que en un
solo libro ofrecían todos los conocimientos que un alumno, según el curso en que
estuviera, debía aprender. Podemos ver reflejado este hecho cuando uno de nuestros
entrevistados comenta: “recuerdo cómo mis libros sirvieron siempre a mi hermano,
cinco años menor, a diferencia de los de mis 4 hijos, que jamás pudieron ser
aprovechados de un año para otro”.
Entre los utensilios de escritura y materiales escolares destacaban el cabás y en el
plumier, dos pequeñas cajas del ajuar de las niñas, donde se guardaban y transportaban
los pequeños útiles de uso escolar, tanto los hilos de agujas para las “labores” como
lápices, plumas, pinturas, pizarrines y otros elementos. Los niños, en cambio, utilizaban
carteras, las cuales terminaron por convertirse en atributos de género en la época. En
este punto, es importante remarcar de nuevo la falta de materiales por parte de una de
nuestras entrevistadas, Mª Pilar. La razón de dicha carencia se debe a que “a Carcaixent,
la riuà se’ls va dur tots”.
Respecto a la jornada escolar diaria, se estableció en cinco horas, divididas en
sesiones de tres horas por la mañana y de dos por la tarde. Citando a Escolano (2006),
las teorías higienistas, el desarrollo de la paidología y la psicología, junto con las
reivindicaciones corporativas de los maestros, facilitaron la introducción de las
vacaciones, descansos, recreos y cambios de actividades. No obstante, cabe mencionar
que la jornada escolar diaria de Mª Pilar cuando iba a l’Asilo era más extensa por el
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hecho de acudir a una escuela de una orden religiosa en la que las niñas pasaban todo el
día internas debido a la orfandad.
Durante los primeros años del franquismo, el contexto económico y sociocultural
condicionó la escolarización oficial privando del tiempo escolar a una parte de la
población infantil: a aquellos quienes desde pequeños se dedicaban al servicio de la
economía familiar y no a su formación e integración cultural. En la España de la
posguerra una parte considerable de la población era todavía analfabeta y con una
situación económica deprimente, por lo que no es de extrañar que muchos de esos niños
y niñas, en especial de los ambientes rurales, faltasen a la escuela. Y aunque era
obligatoria su asistencia, carecían de medios y estímulos para cumplir esa orden, cuyo
incumplimiento, por otra parte, no era acompañado, en esos primeros años, de sanciones
especiales por parte de las autoridades; ni por una política clara de desarrollo de la
enseñanza primaria. En el caso de escuelas de pueblo, como dice Vicenta Gil, otra de
nuestras entrevistadas: “hi havia qui no podia ni anar perquè tenia que treballar a casa”,
pero, a pesar de todo, “no obligaven a ningú”, por lo que “la gent no anava i eren
analfabets”.
En cuanto a las instalaciones de las escuelas durante la etapa franquista, como en
todos los ámbitos, podían distinguirse claramente dos polos opuestos: las escuelas
minoritarias de la élite que contaban con espaciosas aulas, variedad de material
pedagógico y destacables instalaciones deportivas, frente a las humildes escuelas a las
que los alumnos de clase obrera debían llevar calentadores o pequeñas estufas portátiles
e individuales en las que se introducía el carbón proporcionado por los alumnos, como
fue en el caso de Vicenta, que afirma que en su escuela “feia un fred que te mories i
duies un brasseret de casa”. Con estos calefactores junto con la estufa de leña del
maestro se creaba el “clima” de la clase. Se usaron ya en el siglo XIX, pero siguieron
empleándose en la posguerra, época fría y gris que tanto precarizó las condiciones de
escolarización de la infancia. La siguiente imagen nos acerca a lo que eran aquellas
pequeñas estufas portátiles, que tanto han marcado el color de dicha época.
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Por último, el uniforme no era en absoluto común en las escuelas, sobre todo en
aquellas de pueblos o con alumnos de economía más débil que apenas tenían dinero
para pagar su ropa como para tener que comprar un uniforme. Así, Vicenta afirma que
en su escuela en Llombai “uniforme no, però t’obligaven a anar molt net”.
5. Tiempo libre, ocio, sociabilidad, etc.
Durante la etapa del franquismo, las actividades de ocio y sociabilidad de los
alumnos tanto en la jornada escolar como fuera de ella, resultaban uno de los aspectos
más segregadores entre los niños y las niñas, así como entre las distintas clases sociales.
En las escuelas elitistas, que albergaban alumnos de clase media y alta, se
fomentaba en gran medida las actividades deportivas y campeonatos interescolares de
diversas disciplinas: hockey sobre patines, fútbol, atletismo… Como asegura Salvador :
“En mi tiempo libre me dedicaba casi completamente al deporte, que se potenciaba en
gran medida en la propia escuela. De hecho de mi escuela salieron grandes deportistas.
También las actividades de poesía y teatro comenzaron a picar mi curiosidad por la
interpretación en la escuela, hasta el punto de llegar a dudar entre dedicarme a ello o a la
aviación. Elegí la segunda para alegría de mis padres”.
Aun así, dentro de este mismo ámbito, se hacían grandes distinciones entre las
aficiones que debían tener los niños y las niñas. Salvador asegura que “menos a
baloncesto, que era considerado deporte de chicas, practicábamos casi todos los
deportes”.
Entre la clase obrera, sin embargo, las aficiones bien consideradas entre las niñas
se limitaban a las labores del hogar como coser, bordar, o a cuestiones de ética religiosa
como acudir de forma obligatoria a la iglesia todos los domingos. Hábitos y tradiciones
quedarían arraigadas en el pueblo como consecuencia de la ideología autoritaria que
hemos analizado y que se impondría pronto o temprano. Así, todo ello se vería reflejado
en la posterior generación, como es el caso de los hijos de Mª Pilar, dos de los cuales
vemos en la imagen junto a sus padres en su propia comunión.
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Además, continuando con el caso de Mª Pilar, es interesante ver cómo en la
escuela de l’Asilo de Carcaixent realizaban actividades de teatro i coro en las que, pese
a los estereotipos de la época, se trataba de mostrar que “cadascú defenia la seua
llengua, la seua regió, la seua terra i la seua cultura”. En la entrevista se puede observar
cómo algunas órdenes religiosas de la rama conservadora se apartaban un poco de esos
principios pedagógicos segregadores, clásicos y pasivos de los que estamos hablando en
todo momento. De la misma forma que el Padre Manjón inició esos ideales de
regeneracionismo católico e innovación educativa como hemos visto a lo largo del
curso, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul trataban de dar cabida a una
educación para niñas pobres que fuera un
poco más allá.
A pesar de todo, las características
conservadoras se pueden ver en cada imagen
o fotografía escolar, como por ejemplo la de
la primera hija de Mª Pilar, que acudió al
Asilo del que hemos hablado.
En los recreos, al igual que en las
aulas, los niños estaban separados de las
niñas y se dedicaban a jugar a aquellos que eran más “apropiados” a su sexo: los chicos
más dedicados a los deportes como el fútbol y las chicas a algo más calmado como a
mamás y papás. Aún así, había algunos juegos comunes entre ambos sexos que
probablemente suenen a la mayoría. Vicenta Gil, durante su entrevista, menciona
algunos: “jugàvem a les tabuletes, a faba (juego que consistía en subirse unos sobre
otros, como el famoso Churro va) i al “corro”, pero curiosamente la comba (un juego
muy común entre las niñas de entonces y de ahora) estaba prohibida en su escuela,
aunque Vicenta no supo decirnos el porqué. Por otra parte, Mª Pilar nos cuenta que
jugaban a “lo normal”, “cantàvem, jugàvem a la corda, al sambori…”.
De esta forma, en su tiempo libre, los niños solían estar siempre en la calle, sobre
todo aquellos que vivían en pueblos como Llombai. A penas dedicaban tiempo al
estudio ni a hacer deberes, ya que no daban tanto contenido como para aquello y
preferían dedicar su tiempo fuera de la “prisión” que les suponía la escuela a todos
aquellos juegos típicos que acabamos de mencionar.
Si hablamos concretamente de las niñas, solían dedicarse mucho más a leer y
coser, además de “xarrar en el carrer amb les amigues” como dice Mª Pilar. En su caso,
el mundo de las labores femeninas que tanto trataba de propagar el régimen franquista
se hizo realidad. Tras haber estado yendo a la Sección Femenina Falange, decidió
aprender a coser como profesión: “per les vespraes anava a ensenyar-me a cosir a una
professora particular que hi havia de corte i confección… La acadèmia era de Julia
Pons. Després d’això vaig treballar al “Almacén de taronja”.
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6. Conclusión
Al contrario de lo que nosotras creíamos, este trabajo ha sido complejo de
elaborar por diferentes razones: la principal fue que los entrevistados no recordaban con
precisión cómo era su infancia y no conservaban apenas recuerdos materiales de su vida
escolar. Por otro lado, resultó complicado conseguir que nos respondieran a ciertas
preguntas, ya que tendían a desviarse y querer contar aquello que más les apetecía en el
momento, por lo que en algún caso tuvimos que repetir la entrevista al encontrarnos con
que nos faltaban recursos.
Sin embargo y, a pesar de todas las circunstancias, consideramos que este trabajo
nos ha servido de mucho ya que ha sido una forma muy distinta de concebir la historia a
la que estamos acostumbradas. Además, nos ha permitido disfrutar con los más
mayores, observando sus maneras de concebir la historia que han vivido, la historia de
una época en la que la abundaba la escasez.
Hubiéramos querido profundizar muchísimo más de lo que lo hemos hecho y, tal
vez, innovar un poco más en la investigación, pero nos resultó prácticamente imposible
teniendo en cuenta la cantidad de recursos de los que disponíamos. Aun así, estamos
muy satisfechas con nuestro trabajo, el cual esperamos que ilustre a la perfección una
etapa escolar tan característica como fue la del primer franquismo.
7. Bibliografía
ESCOLANO, A. (2006): Historia ilustrada de la escuela en España. Dos siglos
de perspectiva histórica. Madrid. Fundación Germán Sánchez Ruipérez
GARCÍA HOZ, V. (1980): La educación en la España del siglo XX. Madrid.
Ediciones Rialp, S.A.
MAYORDOMO, A. (1999): Estudios sobre la política educativa durante el
franquismo. Valencia. Universidad de Valencia.
NAVARRO, R (1990): La enseñanza primaria durante el primer franquismo.
Barcelona. PPU.
PALACIO, I. y RUIZ, C. (1993): Infancia, pobreza y educación en el primer
franquismo. Valencia. Universidad de Valencia.
Historia Oral – Lucía Durá, Laura Navarro y Jezabel Tomás Página 15
8. Anexo: recursos fotográficos
A continuación, aparecen toda una serie de recursos materiales que no hemos
añadido a lo largo del trabajo porque nos parecían excesivos. La razón por la cual no
presentamos todos y cada uno de nuestros recursos en anexos es porque creíamos
conveniente que la explicación de cada relato, vivencia y hecho histórico quedara
ilustrado con una alguna imagen que explicara lo que estábamos comentando. Así pues,
remarcaremos algunas de las cuestiones que se han ido desarrollando a lo largo de este
trabajo.
En la escuela solían realizarse fotografías como esta a los alumnos, en las que se
les veía con la plumilla, un mapa de fondo, los libros e, incluso, algún símbolo del
franquismo.
Como hemos visto, la primera
comunión era uno de los eventos más
importantes en la infancia de los niños, todos
nuestros entrevistados conservaban fotos o
dibujos de ella, incluso aquellos que se
habían deshecho de la mayoría de sus
recuerdos de niños.
Historia Oral – Lucía Durá, Laura Navarro y Jezabel Tomás Página 16
También era común en la escuela realizar fotografías grupales con todos los
niños, incluso de diferentes cursos, como se puede ver en el revés de la fotografía en la
se indica que Vicenta sale con su hermana Carmen. Como se puede observar, no hay
ningún niño en la foto, y es que, como hemos mencionado a lo largo del trabajo, no se
mezclaban a ambos sexos en la escuela.
Historia Oral – Lucía Durá, Laura Navarro y Jezabel Tomás Página 17
Historia Oral – Lucía Durá, Laura Navarro y Jezabel Tomás Página 18
Se trata de una típica enciclopedia escolar, impresa en 1945, para segundo grado.
Resulta curiosa la indicación que aparece en la primera página, en la que se muestra sin
ningún reparo que este libro ha recibido una “censura eclesiástica aprobada por la
Autoridad”. Por otro lado, como se puede observar, esta enciclopedia incluye todo tipo
de materias: religión católica, lengua, matemáticas, geografía, historia… Con sus
respectivos ejercicios y siendo el apartado de “Instrucción religiosa, moral y cívica” el
más extenso de todos.
Historia Oral – Lucía Durá, Laura Navarro y Jezabel Tomás Página 19
Aunque este libro de
escolaridad no pertenece al
mismo periodo del
franquismo que hemos
tratado, nos ha resultado
interesante mencionarlo por
la continua aparición en este
del símbolo franquista del
águila, no solo en la portada
que aquí se muestra, sino en
todas y cada una de las
páginas del cuaderno.
Por último, en la
siguiente libreta de Mª
Adelina encontramos esa
educación diferenciada de la
que hemos estado hablando.
1º Mujeres nos muestra, en
definitiva, la educación
sexista que vivió España
durante este primer
franquismo.