don quixote de la mancha: ilustraciones x
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Descripcion del modelo español en las laminas del quijote, siglo XVIIITRANSCRIPT
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIXOTE
DE LA MANCHA
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IMÁGENES X
EL MODELO ESPAÑOL: LA CANONIZACIÓN DEL QUIJOTE
En el prólogo que la Real Academia Española sitúa al inicio de su edición
de 1.780, la que realizara Joaquín Ibarra en su taller madrileño, quedan
patentes desde las primeras líneas el nuevo ámbito de difusión de la obra:
Valga como ejemplo el siguiente párrafo.
“Los que conozcan el mérito de esta obra, y sepan apreciar la pureza, elegancia y
cultura de su lenguage, no extrañarán, que un Cuerpo, cuyo principal instituto es
cultivar y promover el estudio de la lengua castellana, haya resuelto publicar uno
de los mejores textos y modelos de ella: particularmente quando entre tantas
ediciones como se han hecho del Quixote dentro y fuera del Reyno, puede con
verdad decirse, que ninguna hay, que no tenga defectos substanciales.”
El Quijote, como se aprecia en la calidad y cantidad de los ilustradores
que se han acercado a lo largo del siglo XVII, se ha ido convirtiendo en un texto
canónico, muy lejos de esa lectura humorística y de entretenimiento que le vio
nacer en 1.605 Y que contribuyó a su éxito por toda Europa durante el siglo
XVII. Por eso no extraña el cuidado que puso la Real Academia Española para
completar su edición ilustrada, que, según el informe presentado por el
Marqués de Grimaldi a la Corporación el 14 de marzo de 1.773 debía ser a un
tiempo exaltación de la «gloria del ingenio español», defensa de la «propiedad y
energía del idioma castellano», impulso de la «mayor perfección de nuestra
imprenta» y, por último, estímulo «a la digna ocupación de los sobresalientes
profesores de las artes».
Siete años se tardó en completar este ambicioso proyecto editorial y
artístico, no exento de numerosas polémicas y problemas. La edición
académica fijó un nuevo texto - «entre tantas ediciones como se han hecho del
Quixote dentro y fuera del reino, puede con verdad decirse, que ninguna hay que no
tenga defectos substanciales, hasta haberse llegado a alterar y corromper el mismo
título de la obra» -, se añadió un «Análisis del Quixote» firmado por el teniente
coronel Don Vicente de los Ríos, el papel se mandó hacer expresamente en la fábrica
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catalana de Joseph Llorens, se fundieron tres nuevas letrerías para la edición, y la
impresión se encargó a Joaquín Ibarra «impresor de Cámara de S. M. y de la
Academia, quien antes de ahora tenía muy acreditada dentro y fuera de España su
sobresaliente habilidad en el arte de la imprenta con las buenas ediciones que han
salido de su oficina». ¿Y qué sucede con las ilustraciones? «Pudieran haberse
omitido las estampas, cabeceras y remates, sin que por eso faltase ninguna cosa
esencial a la obra; pero la Academia, sin detenerse en los crecidos gastos que era
necesario hacer, ha querido que no la faltasen tampoco estos adornos, en obsequio del
público, y con el objeto de contribuir al mismo tiempo por su parte a dar ocupación a
los Profesores de las Artes», se indica en el «Prólogo de la Academia».
El programa iconográfico inicial, que debía constar de 66 estampas, se
redujo drásticamente a 32, a las que habría que añadir un retrato, que debía
ser más «verdadero» que el realizado por Kent en la edición londinense,
convertida en el telón de fondo de la académica: «En una edición hecha a tanta
costa y con tanto esmero, era muy justo que se pusiese un retrato verdadero de
Cervantes, siempre que se pudiese hallar». José del Castillo lo dibujaría a partir del
cuadro de Alonso del Arco siendo grabado por Manuel Salvador Carmona
(láminas 79-80).
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La intervención de la Real Academia en la configuración del programa
iconográfico será total: no sólo elegirá los episodios que deben ser ilustrados,
sino que le entregará a cada maestro dibujante los «Asuntos para las láminas que
se han de poner en la obra de Don Quixote», que están lleno de detalles, como se
podrá apreciar más adelante.
En un principio, la Academia había encargado el conjunto total de los
dibujos a José del Castillo, pero el 2 de julio de 1.776 decidió cancelar la deuda
de los 8 dibujos ya entregados y prescindir de sus servicios, dado que se
estaba retrasando demasiado en la entrega de los originales. Se abre el
proyecto académico a siete nuevos dibujantes que entregaron un dibujo en
1.777, cobrando entonces sus 900 reales: Antonio Carnicero, Bernando
Barranco, Gregorio Ferro, José Brunete, Juan de la Cruz, Jerónimo Antonio Gil
y un jovencísimo Francisco de Goya. Sólo los dibujos presentados por Juan de
la Cruz y por Francisco de Goya no llegaron a incorporarse a la edición
académica, sin que la crítica haya sido capaz de dar una respuesta
satisfactoria. A Goya le tocó ilustrar uno de los episodios elegidos por la RAE:
la Aventura del rebuzno, y recibió las siguientes instrucciones en donde
podemos apreciar, como decíamos en el párrafo anterior, el detalle con el que
la Academia encargaba cada dibujo:
«Se figurará en un campo un escuadrón de gente, unos a pie y algunos a caballo
y todos armados con lanzas, ballestas, arcabuces, alabardas, picas y rodelas, uno
tendrá un tambor y otro una trompeta: se dexarán ver dos o tres estandartes, pero
particularmente una blanca en que estará pintado un burro rebuznando, y
alrededor de él se pondrá estos versos: "No rebuznaron en balde el uno y el otro
Alcalde", En medio de este escuadrón estará Sancho sobre el rucio y Don Quixote
sobre Rocinante, armado con su lanza y adarga pero con la visera levantada.
Sancho tendrá las manos puestas en las narices y la boca abierta en acción de
rebuznar, y tras él estará uno de los del escuadrón a caballo dándole un fuerte
palo por las espaldas. La acción de Sancho será mantenerse con la boca abierta,
la una mano puesta en las narices, la otra en el aire, y el cuerpo ladeado como
que a va a caer del rucio, al modo de un hombre que, estando haciendo alguna
cosa, le cogen descuidado y repentinamente le dan un golpe tan fuerte que le
obliga a caer en el suelo con tanta prontitud y violencia que se conserva al caer
casi la misma postura y acción que tenía al tiempo de recibir el golpe. Los que
están junto a Don Quixote, el cual estará en acción de salirse fuera del escuadrón
y la lanza la tendrá de suerte que se conozca que quiso pelear con ella.
Las razones concretas por las que el dibujo de Goya, que fue grabado por
Joaquín Fabregat, no se incluyó en la edición académica se desconocen, así
como que se decidiera a última hora no ilustrar este episodio elegido desde un
principio, y que luego volverá a aparecer en la reedición que la Academia
imprimiera en 1.782, con una nueva serie de 33 estampas, dibujadas en su
totalidad por Antonio Carnicero y por su hermano Isidro (lámina 81-82).
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Entre 1.797 Y 1.798 termina de imprimir en Madrid Gabriel de Sancha una
nueva reedición del Quijote, con los comentarios de Juan Antonio Pellicer, 36
nuevas estampas ilustran el texto, en su mayoría dibujadas por Agustín
Navarro, uno de los más importantes maestros del momento, vinculado a la
Real Academia de San Fernando y cuya muerte le impidió ver completada su
obra. En este nuevo juego de ilustraciones, se ilustrarán algunos episodios que
no han merecido la atención de los dibujantes ni antes ni después, como la
entrada de don Quijote a una imprenta en Barcelona; imagen en la que es
posible descubrir al mismo Sancha dentro del taller de impresión catalán,
nuevo juego entre realidad y ficción en la obra (lámina 83).