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Diseño y diagramación: Percy Villazana y David Cotera

Copyrigth FOROLACFR 2013

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OrganizadoresFOROLACFR: Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas Rurales

IOB: Instituto de política y gestión del desarrollo

CERISE: Red de intercambios en microfinanzas

CERMi: Centro europeo de investigación en microfinanzas

PatrocinadoresVLIR

FNRS

Fondation Gabriel Péri

Elaborado porFlorent Bédécarrats, Johan Bastiaensen, Peter Marchetti, François Doligez, Marc Labie

Microfinanzas y Nueva Izquierda en América Latina

Memoria de la Conferencia Internacional

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Microfinanzas y Nueva Izquierda en América Latina

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A nivel mundial, las microfinanzas sufren una erosión de su legitimidad, quizás mejor ilus-trada por la evicción de Muhammad Yunus – presentado como el padre fundador de las microfinanzas modernas – de la dirección Gra-meen Bank por el gobierno de Bangladesh. Las crisis que atravesaron IMFs indias, marroquíes o nicaragüenses, recuerda que los mercados siguen imbricados dentro de la sociedad y que no pueden librarse de los trastornos políticos que sacuden su entorno . Además, el impacto de las microfinanzas se ven cuestionadas en el ámbito científico .

El sector creció tremendamente: de 17 mi-llones de prestatarios activos en 1997 a 190 millones en 2009. La expansión se acompañó de la diversificación de los servicios finan-cieros proveídos: ahorro, seguros, remesas... También se diversificaron las poblaciones atendidas, que ahora incluyen a una mayo-ría de hogares de bajos recursos, pero que están por encima del umbral de la pobreza , así como empresas pequeñas o medianas ya consolidadas pero que no tenían un acceso satisfactorio a la banca comercial. Varios acto-res, preocupados por los riesgos de deriva de misión que conllevan estas tendencias hacia la comercialización, enfatizaron enfoques de desempeño social, como una forma de gestio-nar la dimensión social de las actividades de las IMFs con el mismo profesionalismo que su quehacer financiero.

América Latina fue recientemente caracteriza-da por un fenómeno inédito, ya sea el ascenso de movimientos políticos y sociales designa-dos como ‘nueva izquierda’ . Estos tienden a recomponer la articulación entre estado, sector privado comercial y el ‘tercer sector’, a menudo calificado de ‘sociedad civil’. En este contexto, la relación entre nuevas izquierdas y microfinanzas son distintas en cada país y oscilan entre cooperación, cooptación y confrontación. A pesar del carácter aparente-mente errático de estas interacciones, estas situaciones ponen en juego los fundamentos en los cuales las microfinanzas se consolida-ron: una autonomía frente a las autoridades políticas, una prerrogativa casi exclusiva para la provisión de servicios financieros para el desarrollo local y una regulación basada en criterios esencialmente bancarios. Estos pa-rámetros estructurales están actualmente su-jetos a cambios profundos, condicionando la continuidad de las microfinanzas en su forma actual. En este contexto, el debate que se arma en relación a las microfinanzas en los países que viven este cambio político se estructura en varios temas claves.

El impacto milagroso a veces reivindicado por actores de las microfinanzas ha sido puesto en tela de juicio, no solamente por científicos, sino que también por la dificultad de muchas IMFs en atender segmentos más pobres y el campo (en particular sus sectores producti-

Microfinanzas y Nuevas Izquierdas, un contexto polémico que dispara cuestiones esenciales para ambos sectores

Introducción

Basado en la exposición de J Bastiaensen (IOB), ‘Microfinanzas y Nuevas Izquierdas: Status Quaestionis’.

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vos), por situaciones de sobreendeudamiento y prácticas de cobranza a veces abusivas. Si bien es cierto que los discursos de los ope-radores fueron generalmente mucho más matizados que su vitrina mediática, las críticas cuestionan el aislamiento de las microfinanzas de otros sectores, apuntando al hecho que las IMFs privilegiaron la responsabilidad indivi-dual de los pobres para mejorar su condición, en lugar de apuntar a la responsabilidad colectiva del sistema socioeconómico. En este sentido, se presentaron las microfinanzas como un proyecto neo-liberal adverso al pro-yecto defendido por los movimientos sociales de izquierda.

También se cuestiona la definición estrecha-mente monetaria de la pobreza generalmente usada como referencia en el campo de las microfinanzas. Otras definiciones tienden a prevalecer ahora, como la de Sen, según el cual el bienestar se define en base de conceptos de libertades sustanciales. Está visión converge con el concepto de “bien vivir” enfatizado por la mayoría de los gobiernos de izquierda latinoamericanos, que le presentan como un rechazo a la excesiva mercantilización, consi-derado deshumanizante.

Por otra parte, el debate apunta también a in-terrogar la magnitud del cambio inducido por la alternancia política. Se cuestiona la capaci-

dad de las nuevas autoridades por definir una ruta verdaderamente distinta de la dirección inducida por el neoliberalismo revisionista que sustituyo el consenso de Washington al inicio del nuevo milenio, así como de salir de un desarrollismo basado en ingresos mineros y grandes empresas, o de relaciones clientelistas basadas en representación en lugar de partici-pación directa con autonomía popular. En este sentido, los contornos y el contenido dado por estos movimientos a la economía social o popular parecen imprecisos, pero esenciales para entender el carácter de los gobiernos de “nueva izquierda”.

En este sentido, las tenciones iniciadas entre microfinanzas y nuevas izquierdas sobre el nivel de las tasas de interés, el control social de las IMF, su rentabilidad o el tipo de em-prendimientos financiados, son solamente una pequeña parte de una polémica que tiende a redefinir las fronteras entre intervenciones públicos y privados, campos económicos y sociales, esferas técnicas y políticas. Al fin al cabo, se puede temer que iniciativas valiosas de desarrollo socioeconómico sean víctimas del ‘narcisismo microfinanciero’ que tiende a ver las IMFs como actores aíslados de otros actores económico, dinámicas sociales o de po-líticas públicas, para reprocharles ahora todos los fallos del desarrollos, después de haberlos presentados como una panacea.

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Microfinanzas y Nueva Izquierda en América Latina

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Presentación del programaDado la relevancia de los temas en juego, tanto para la transformación socio-política del con-tinente, como para los instrumentos de desarrollo económico, la conferencia reunió a varios participantes para abrir un espacio de debate. Se trata en particular de superar las incompren-siones relativas y la forma esencialmente caótica en el que se desarrolla el reajuste en materia de financiamiento del desarrollo, para entablar una reflexión crítica y compartida entre diferentes actores implicados. Este encuentro pretendía de esta forma juntar a operadores de microfinan-zas, oficiales públicos e investigadores académicos para profundizar la discusión. Los intercam-bios se desarrollaron de la forma siguiente:En el panel II se presentaron tres experiencias: la de COMIXMUL de Honduras, FONDESURCO del Perú y la de ANED de Bolivia. La primera es una cooperativa formada por mujeres que tiene como socias y público objetivo a mujeres urbanas y rurales. FONDESURCO y ANED son IMF especializadas en el otorgamiento de servicios finan-cieros en el sector rural.

Memoria de la conferencia internacional ‘Microfinanzas y Nueva Izquierda en América Latina’. ................................................................................... 1

Introducción: Microfinanzas y Nuevas Izquierdas, un contexto polémico que dispara cuestiones esenciales para ambos sectores ............................ 3

Presentación del programa .............................................................................................................................................................................. 5

Sesión 1. Microfinanzas y los desafíos de transformación socioeconómica y política en América Latina .................................................................... 7

Panel 1. La agenda de transformación sociopolítica en América Latina: movimientos sociales y democracia. .......................................... 7

Panel 2. La agenda de transformación socioeconómica y ‘Nueva Izquierda’: microfinanzas y la economía social y solidaria .................11

Debate: interpretar la magnitud de los cambios en Latinoamérica ..............................................................................................................15

Sesión 2. Microfinanzas y ‘Nuevas Izquierdas’: comparación de los escenarios nacionales .........................................................................................17

Panel 1. El caso de Bolivia ..............................................................................................................................................................................18

Panel 2. El caso de Ecuador ............................................................................................................................................................................20

Panel 3. El caso de Nicaragua .........................................................................................................................................................................23

Panel 4. El caso de Brasil ................................................................................................................................................................................25Debate y síntesis .............................................................................................................................................................................................27

Sesión 3. ¿ Hacía una visión compartida para el financiamiento del desarrollo local? ................................................................................................29

Panel 1. Microfinanzas en América Latina: socavando el desarrollo económico local sostenible ...............................................................29

Panel 2. Limitaciones del ‘narcicismo microfinanciero’: la crisis de las microfinanzas en Nicaragua y sus lecciones para el empoderamiento rural económico y político ...........................................................................................................31

Panel 3. Articular finanzas, movimiento cooperativo y las políticas públicas en Brasil: el caso CRESOL ....................................................33

Panel 4. Microfinanzas más allá del crédito: una oportunidad para promover la transformación y la inclusión social .............................34

Debate ............................................................................................................................................................................................................35

Sesión 4. Tendencias y desafíos de las políticas públicas en microfinanzas para el desarrollo ....................................................................................34

Panel 1. Regulación microfinanciera en América Latina: análisis comparativo ...........................................................................................34

Panel 2. Innovaciones y el debate actual sobre la regulación financiera en América Latina ......................................................................39

Panel 3. Reflexiones sobre políticas públicas, microfinanzas y desarrollo ....................................................................................................41

Debate final: ¿Y para el futuro? ......................................................................................................................................................................43

A través de estos intercambios; se espera contribuir a un marco común de análisis e identificar vías para una articulación más fértil de estrategias microfinancieras con las agendas emancipa-doras de los gobiernos y movimientos sociales en América Latina.

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Panel 1.

La agenda de transformación sociopolítica en América Latina: movimientos sociales y democracia.

Sesión 1.

Microfinanzas y los desafíos de transformación socioeconómica y política en América Latina

Para entender el proceso en el cual se inserta el debate actual sobre las microfinanzas, es preciso entender la pretensión mucho más amplia que tienen las nuevas izquierdas en términos de transformación sociopolítica. En este sentido, se tiene que entender la agenda de democratización que defienden, no sola-mente a nivel del régimen político, pero tam-bién en materia social, económica y cultural.

Promover la participación de toda la sociedad en las decisiones políticas es lo que hace ‘no-vedosas’ a estas izquierdas. Por ello, casi todas abrieron procesos de reformas constitucio-nales al tomar posesión. Esta intención está determinada por la denuncia de la incapaci-dad de las élites de enfrentar, en la amplitud que merece, el problema de la desigualdad y el llamado a la participación de segmentos sociales hasta ahora ‘sin voces’ en la definición de un nuevo rumbo.

No obstante, se implica superar varias li-mitaciones del análisis para entender este proceso. Primero, es incorrecta y engañosa la dicotomía que se establece comúnmente entre sociedad civil (lugar de todo lo ‘bueno-democrático’) y Estado (lugar de todo lo ‘malo-autoritario’): esta visión maniqueísta proviene de la experiencia de autoritarismo que se tuvo en varios países, pero hay que en-tender que la separación entre estos dos entes es meramente ideológica y que en la práctica los componentes del Estado están anclados en el tejido social y que actores sociales también integran en Estado. Segundo, hay que dejar de considerar la sociedad civil como un conjunto homogéneo e idealizado. Esta imagen tam-bién es una herencia de la dictadura, pero desde el momento que existe una posibilidad de debate democrático, la unidad desaparece por diferentes visiones de la democracia, de la forma organizativa y proyectos políticos.

Presentación: Evelina Dagnino

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Tercio, de la misma forma, el Estado no puede ser caricaturizado como un monolito prepo-tente. Se debe tomar en cuenta sus dimensio-nes histórica (rasgos estructurales del Estado que provienen de distintos contextos históri-cos), vertical (tomando en cuenta diferentes niveles: Estado central, regional, municipal) y horizontal (por ejemplo en función de las diferencias entre entidades ejecutivas, legisla-tivas y judiciales).

Sobre todo, más allá de las consideraciones técnicas, se tiene que entender los distintos proyectos políticos que llevan estos actores en el sentido de los deseos, intereses y repre-sentaciones que cristalizan y que orientan su acción política. Esta noción tiene que ser lo suficiente amplia para tomar en cuenta su variedad de manifestaciones. En este sentido, se debe reconocer que varios proyectos polí-ticos –compatibles o contradictorios- existen dentro de la sociedad civil, pero también del Estado.

Visto desde esta perspectiva, se nota una convergencia aparentemente perversa del

proyecto participativo y del proyecto neoli-beral. Eso confunde porque el último usa las mismas palabras para propósitos diferentes: “participación”, “sociedad civil”, “ciudadanía”. Estos términos reinterpretados adquirieron un poder efectivo, en el sentido que llevan, por ejemplo, actores privados a tomar respon-sabilidad por problemas de bienes públicos y asumir responsabilidades abandonadas por el Estado. La noción de participación como com-partimiento del poder fue redefinida como la inclusión de los individuos en el mercado. La noción de ciudadanía también fue transfor-mada, refiriéndose estrechamente a la partici-pación a procedimientos electorales y comer-ciales cuando obviamente tenía un sentido más amplio en el proyecto participativo.

Se debe de estar cuidadoso también con los conceptos de la cooptación y del clientelismo. Estas nociones pueden adquirir un sentido diferente y variado si se considera las múlti-ples formas de articulación entre sociedad y estado, y desde allí siempre deben de estar evaluados en detalle.

Discusión: Arturo Grisby

Bajo los conceptos presentados por Evelina Dag-nino, las microfinanzas pueden ser interpretadas como un paliativo al retiro del estado bajo un concepto neoliberal. Ahora la pregunta es cómo se ubica esto dentro de la nueva izquierda. Pero allí también hay una heterogeneidad. Por ejemplo en Nicaragua hay una supeditación de la pequeña agricultura.

Pregunta: Como se define la noción de ciudadanía en Brasil, porque parece ser más amplia que en otros países, donde se resume a tener derecho de voto?

Respuesta (E. Dagnino): La noción de ciudadanía más integral está presente en otros países, pero nació en Brasil a raíz de la extensión de la defensa de derechos humanos básicos (contra tortura, muerte) hacía otros derechos (educación, salud, vivienda, participación a la toma de decisiones y tantos otros). Y, principalmente, en sociedades marcadas por el autoritarismo social, “el derecho a tener derechos”.

Pregunta: Los proyectos así presentados no son demasiado simplificado?

Respuesta (E. Dagnino): Son más bien grandes prin-cipios, alrededor de los cuales se articulan distintos proyectos. El principio básico del neoliberalismo es la extensión del mercado como sistema de organización de la sociedad. El de la democracia participativa es la radicalización y extensión de la democracia por medio de la participación de la sociedad en las decisiones. Existe una relación intima entre proyectos y la cul-tura, que es ambigua: al mismo tiempo que intentan cambiarla, son también atrapados por ella.

Pregunta: Porque dice que hay que reinterpretar la noción de cooptación y clientelismo?

Respuesta (E. Dagnino): Porque, en contextos de relaciones próximas entre sectores del estado y de la sociedad civil, como es el caso de Brasil, por ejemplo, esta proximidad puede tener distintos significados y no necesariamente pueden ser reducidos a cooptación

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o clientelismo. Además, el uso de “cooptación” suele ser demasiado fácil, simplista: nadie se preocupa en analizar la relación ella misma, basta denominarla cooptación y ya está! Por ejemplo, cuando partidos de izquierda reclutan militantes de movimientos sociales con los cuales comparten un proyecto político para ocupar puestos en el es-tado, ¿cuál es el significado de ese tránsito? ¿Será siempre, por definición, cooptación? O ¿puede ser una medida para fortalecer ese proyecto y las demandas de los movimientos en él? En estos

mismos contextos, los intercambios entre acto-res de la sociedad civil y de la sociedad política tampoco pueden ser siempre reducidos al viejo intercambio de favores conocido como “clientelis-mo”. Algunas preguntas pueden ayudar a distin-guir nuevas formas de esos intercambios: ¿esas relaciones son públicas o se dan en privado? ¿El objeto del intercambio son demandas individuales o colectivas? ¿Ésta es la única forma de actuación de los movimientos o coexiste con otras, como por ejemplo, en los espacios públicos de participación?

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Panel 2.

La agenda de transformación socioeconómica y ‘Nueva Izquierda’: microfinanzas y la economía social y solidariaPresentación-José Luis Coraggio

Se vive una crisis financiera desde los 1998. Pero se trata también de una crisis de capacidad de respuesta del Estado y principalmente, en lo que a este seminario hace, de una crisis de la reproducción de la vida (ambiental y social). Que golpea particularmente a los sectores pobres y excluidos de la principal institución del sistema capitalista: el mercado. El sistema actual condena un tercio de la población a la miseria y no de manera coyuntural sino estruc-tural. Eso trae además una crisis de legitimidad del sistema y de sus instituciones económi-cas. El sistema incluyó su propia izquierda, que en muchos sentido asumió el programa de la derecha: progreso productivista, políticas neoliberales, aunque se las denomine socio-libera-les. No es de extrañar que la crisis genera una crisis política, que se cuestione la vieja izquier-da y se haya iniciado la búsqueda de nuevas formas de ser izquierda.

Pero en qué son ‘nuevas’ estas izquierdas? Un consenso al respecto es sobre lo que no son o no quieren ser: no son neoliberales, no quieren seguir reproduciendo una democracia de baja intensidad, no quieren aceptar la pérdida de soberanía nacional que acompaña la globali-zación capitalista, pero buscan formas de agregación solidaria entre estados de la región, creando nuevas instituciones de acción conjunta (Mercados comunes, ALBA, UNASUR, CELAC). En lo positivo y general, al menos en América Latina, tienen como punto común presentar la vida de todos como el centro de sus preocupaciones y ponerse en el lugar de las víctimas del sistema actual: los pobres y excluidos. Por lo otro, no proponen respuestas institucionales predefinidas ni tienen un nuevo paradigma societal con capacidad de orientar las acciones políticas y sociales y no renacer en más delo mismo en nombre del realismo y el oportunismo. Por debajo de las búsquedas desde el sistema político una novedad es la pre-sencia de nuevas corrientes de pensamiento o de nuevos movimientos sociales: Esto abarca varios componentes: una parte del cristianismo sostenido no por el dogma de la colaboración de clases sino por la teología de la liberación, el movimiento de educación popular, un cierto renacimiento de orientaciones anarquistas, el movimiento feminista, el ecologista, el indíge-na, el campesino, los movimientos por la descolonización, los movimientos contra acciones imperiales como el Tratado de Libe Comercio propuesto por Estados Unidos que ha hecho desastres en México, y el encuentro de todos ellos en el Foro Social Mundial... Cómo consti-tuir el pueblo a partir de tal heterogeneidad? Cómo generar las bases materiales de una nueva vida, cuando se dice que otro mundo es posible? Qué otra economía para sustentarlo?

Este complejo mosaico de movimientos necesita de algún enemigo: es la globalización capi-talista con el capital financiero a la cabeza. Promueve un proceso contingente, en el sentido que no surge de una identificación del sujeto político con una clase social predeterminada ni la planificación como lo fue la interpretación del marxismo que se institucionalizó como

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el “socialismo real”. Políticamente suele admitirse que puede ir hacia un lado que mira al mejor pasado– una visión débil de restablecer un Estado que garantiza derechos (reformas al mercado) para mayor equidad – o hacia otro que mira a un incierto futuro –un sistema socia-lista del siglo XXI el Buen Vivir o Vivir Bien–. En el campo económico, el riesgo es volver al “desarrollismo” y al proyecto de modernización que básicamente es la extensión del mercado y el productivismo a los sectores considerados atrasados, adoptado también por las ‘vie-jas’ izquierdas y que fue responsable de la crisis y del neoliberalismo que vinieron después. Además, hay que tomar en cuenta la posibilidad de un regreso al fascismo de estado o a los fascismos sociales.

Puede decirse que las nuevas izquierdas no pretenden adecuar la sociedad a la economía existente o adecuar la economía. Pretenden más bien forjar una nueva economía. Se trata primero de juzgar la economía, lo que se resume en las propuestas del “buen vivir”, que son ante todo metáforas. La revalorización (superar la adjetivación como informal) de la econo-mía popular que tiene como fundamento la unidad doméstica, que tiene como una de sus estrategias la de micro-emprendimiento que financia las microfinanzas. Pero no es la única estrategia, subexiste y se integra con la de empleo asalariado, la producción para el autocon-sumo, el trabajo comunitario. En este sentido, se tiene también que tomar en cuenta que en muchas ocasiones, la familia subsidia al micro-emprendimiento. No se debe considerar el subsidio como una mala palabra.

Una economía solidaria retoma el papel público de la redistribución, lo que supone no sólo adoptar la nueva política de transferencias monetarias (una suerte de ingreso mínimo universal) sino también de recuperar y renovar las políticas de salud, educación, vivienda. Y debe incluir la redistribución de los activos productivos, en lo que inscribe la política de acceso al crédito, pero también el acceso al conocimiento técnico y a la tierra. Pero a fin de encontrar fuentes adicionales para redistribuir y crear un sistema más justo, a veces se genera la contradicción de volver al sistema extractivista que es una de las causas de la inequidad de la economía existente. Otra contradicción se deriva tiene que ver con el hecho que estos gobiernos son caracterizados por su presidencialismo. Al centralizar los poderes en nombre de la eficacia, la urgencia, y los “costos de la democracia participativa” y oponerse a las organi-zaciones intermedias, impiden que emerja el sistema institucional necesario para la transfor-mación. Tienden a dividir las organizaciones en dos partes: los que están a favor de ellos y los que están en contra, negando en la práctica el discurso que las caracteriza como “nuevas”.

En este sentido, la discusión de esta conferencia se inscribe en un proceso más amplio: un proyecto de economía social y solidaria. En éste no están solamente las IMFs, sino que tam-bién medios de asistencia técnica, monedas sociales y sobre todo una reflexión más amplia que va más allá de estos instrumentos cuyo sentido, en todo caso, sólo se pude encontrar viendo cómo se ubican frente a proyectos sociales. De ninguna manera se justifica afirmando que en todo caso no pueden ser malo dar acceso al crédito, pues este sistema tiene una enor-me capacidad de re-funcionalizar las iniciativas de reformarlo.

Discusión-François Doligez

Es interesante la lectura paralela de la tradición de economía social y solidaria en Europa y en América latina. En ambos casos se perfilan dos proyectos específicos. Uno está enfocado a in-cluir o re-incluir los sectores excluidos por las políticas neoliberales. Esta parece predominan-te en países como Brasil o Argentina y tienen varias similitudes con las formas de economía social y solidaria que prevalecen actualmente en Europa. El otro promueve un eje de ruptura con el régimen de acumulación actual, para romper con el capitalismo y promover un sistema

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económico autónomo y que podría eventualmente substituirlo. Esta corriente parecería más presente en Bolivia, Ecuador o Venezuela y se parece a los a tradición europea dicha “utópica”, favorable a la “República Cooperativa”.

Esta discusión genera muchas interrogantes en cuanto a la pertenencia o no de las micro-finanzas a este movimiento. Qué lugar pueden tener entre, por un lado, un movimiento de transferencias desde el estado y, por el otro, un modelo endógeno comunitario. Por otra par-te, qué relación tiene este modelo con la economía popular: ¿estamos hablando de la promo-ción de un capitalismo popular o de formas más colectivas de organización?

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Debate:

Interpretar la magnitud de los cambios en Latinoamérica

Las presentaciones de los de transformación sociopolítica y socioeconómica promovidas por las nuevas izquierdas generó varios debates, que giraron alrededor de cuatro temas principales.

Institucionalidad: Una gran dificultad parece ser que la economía no se decreta desde arriba, se construye desde abajo. En este sentido, las agendas de los nuevos gobiernos tendieron a trastornar tejidos institucionales complejos sin siempre tomar en cuenta los tiempos y meca-nismos que requieren la transformación del sistema actual o la construcción de una alternativa. Sin embargo, se ve que este proyecto se enfrenta ya cierta dificultad para traducir principios constitucionales en reglamentos concretos, y los desafíos son aún más grandes generar formas organizacionales socioeconómicas viables. Además la realidad a veces no cuadra con las defini-ciones teóricas. un ejemplo es el de las monedas alternativas, una idea que fascinó a los inte-lectuales, pero que no pegó significativamente en la economía social y solidaria. Otro caso es el de las ONGs, que son a menudo atacadas por ser vistas como un producto de la impulsión del Banco mundial. Sin embargo constituyen en realidad un tejido muy diverso y complejo. Algunas cumplen con funciones importantes y sustituirlas implicaría un proceso de construcción de varios años en el campo en lugar de decisiones políticas puntuales. De igual forma, la definición estándar de las microfinanzas corresponde a realidades muy diferenciadas.

Otro mundo es posible: Si bien es cierto que puede haber tendencias de soberbia de los ideólo-gos al suponer que los grandes principios declarados se van a traducir por sí solos en la realidad, peor es la soberbia de los expertos, que por argumentos de imperativo técnico, despojan el pue-blo de toda capacidad de decisión. La afirmación que “Otro mundo es posible” es necesaria para que exista la política. Lo importante es de cambiar lo que existe. Si se hubiera quedado en lo presente, América Latina se hubiera quedado centrada en agricultura, fue una decisión política de industrializar.

Clientelismo: Evelina Dagnino advierte que hay que librarse de prejuicios sobre este aspecto porque es un mecanismo necesario el hecho que autoridades públicas busquen reconocimien-to y legitimidad al incorporar o servir segmentos focalizados de la población. Por otra parte, hay que diferenciar comercio y mercado: el primero puede ser justo, pero la justicia no es una preocupación del segundo, que se focaliza en la estabilidad de las reglas del juego. Las reglas del mercado, sin intervención pública o interferencia cualquiera, no son imprescindibles para que haya comercio. En sí, los subsidios no son una mala palabra. Lo importante es que sean maneja-dos con eficiencia y que funcionen.

Ciudadanía: la participación es el eje central para que funcione esta agenda democrática. Establecer un espacio público es una base importante para compartir informaciones y mediar conflictos. Estos espacios tienen que abarcar consideraciones económicas y no solamente sociopolíticas. Su establecimiento no es el resultado de movimientos sociales, pero más bien de los procesos constitucionales impulsados por gobiernos. Pero el lema zapatista de “mandar obedeciendo” es importante, porque abre espacios para incluir los ciudadanos en la toma de decisiones.

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Marc Labie y Annabel Vanroose abrieron la sesión dibujando el panorama global de las ‘mi-crofinanzas en América Latina’. Subrayaron que ‘las microfinanzas’ representen una variedad de realidades compitiendo en una diversidad de arenas políticas, pero con dominancia del paradigma comercial. Para acercarse a esta compleja realidad proponen utilizar los conceptos ‘campo’ y ‘capitales’ de Bourdieu y el de ‘ciudades’ (en el sentido de lógicas y regímenes de va-lores) de Boltanski. El ‘campo’ son los sistemas financieros formales e informales, las micro-finanzas y posiblemente también las instituciones de promoción de desarrollo. Los ‘capitales’ son el capital económico, social, cultural y simbólico. Las lógicas de Boltanski comprenden las inspiradas (ex. ONGs), domesticas, cívicas (ex. cooperativas democráticas), reputaciona-les, comerciales/industriales (mercantilización de las IMFs). Diferentes formas de microfi-nanzas representen diferentes combinaciones de estas lógicas de operación. Esencial para quien logra dominar cierto campo son sus diferentes capitales a través de los cuales gana le-gitimidad y hegemonía, y en consecuencia tiene capacidad de difundir e imponer sus lógicas preferidas. En el panorama latinoamericano, la combinaciones de estos capitales por diferen-tes ‘ciudades’ inducen 7 tendencias: (1) dominancia del enfoque comercial, (2) ‘downscaling’ (bancos hacen microfinanzas), (3) regulación-supervisión específica para microfinanzas, (4) sesgo urbano fuerte, (5) fuerte presencia de redes IMF, (6) inserción en mercados inter-nacionales de capital, (7) minoría significativa de modelos alternativos (menos comercial, menos regulado, más rural y localmente enraizado, ahorro local). Estas tendencias se pueden observar y medir con un análisis de datos disponibles en el MIX-Market.

En cuatro mesas redondas se analizaron las historias recientes de las microfinanzas, y en particular sus relaciones con los gobiernos de la Nueva Izquierda, en base a cuatro preguntas: (1) relaciones autoridades públicas-microfinanzas; (2) incidencia del nuevo contexto en las microfinanzas; (3) las estrategias del sector de las microfinanzas; (4) tendencias a futuro.

Sesión 2.

Microfinanzas y ‘Nuevas Izquierdas’: comparación de los escenarios nacionales

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Panel 1.

El caso de BoliviaMesa redonda moderada por Gustavo Birbuet, con Carmen Velasco y Marcelo Zabalaga.

Gustavo Birbuet enfatizó que las relaciones entre autoridades públicas y microfinanzas han sido históricamente fuertes. Allí jugó un papel importante la institucionalidad del sector (en particular las asociaciones profesionales ASOFIN y FINRURAL) que muy temprano empezaron a tener una interlocución regular con las autoridades. El marco regulatorio fue el resultado de una colaboración entre IMFs y Estado. El país atravesó una crisis de sobre-endeudamiento en el 1999, que incitó al Estado a velar por el buen funcionamiento de las mi-crofinanzas, y que empujo al sector para establecer funciones regulatorias (p.ej. una Central de Riesgos dónde las IMFs pueden intercambiar informaciones para evitar endeudamiento cruzado). Siempre existieron ‘voces disonantes’, pero minoritarias, que asociaron microfinan-zas a usura y denunciaron su falta de contribución al desarrollo y su papel como parte de la agenda neoliberal.

El nuevo contexto político favoreció cierta especulación sobre posibles intervenciones y toma de control de IMFs por los movimientos sociales. Pero solo se dio en un caso atípico. Gene-ró mucha expectativa la elección de un Superintendente de Bancos, que resultó cercano a las IMFs. FINRURAL promovió una marco regulatorio para entidades sin fines de lucro, las Instituciones Financieras de Desarrollo (IFD), que hasta ahora tenían que volverse comercia-les para ser supervisadas por el Banco Central. Este cambio fue legalmente adoptado, pero aún no se ha dado una de estas licencias todavía. A pesar de muchos rumores en este sentido, tampoco se ha fijado un tope de tasas.

La situación macroeconómica es muy favorable para las microfinanzas. El gobierno creó un Banco de Desarrollo Productivo, que fue inicialmente visto como un competidor de las IMFs, pero el primero terminó operando mediante las ventanillas de las segundas. Más polémica es la obligación hecha a las microfinancieras de proveer crédito productivo. La principal estrate-gia de las IMFs ha sido la transparencia y la información para mantener una opinión favo-rable. También han anticipado políticas del Estado yendo más a las áreas rurales y al sector productivo y agrícola. Su peso macroeconómico les da legitimidad. Se mantiene cercanía a figuras claves en el gobierno y se busca mantener el espíritu colaborativo.

A futuro viene una nueva ley de Bancos que podría regular las tasas de interés del crédito productivo, agropecuario y de la vivienda. Podría tener un efecto contraproducente: reduc-ción del acceso para segmentos de menos ingresos y cierre de algunas IMFs. Las IFD tienen el desafío de ganar confianza del ente regulador para captar ahorros. Y deben resolver el tema de su capitalización a través de formas legales mixtas que permite mantener su visión social y su carácter ‘sin lucro’. Un importante desafió es la promoción de ‘Microfinanzas Plus’, inte-grando servicios financieros con servicios de desarrollo, y las prácticas de Gestión del Desem-peño Social deben de incorporar nuevos criterios a nivel de clientes: capacitación, atención de reclamos, responsabilidad ambiental, inclusión social-, género, niños, etc. Se debe seguir estimulando creatividad e innovación, generando nuevos productos más adaptados. En gene-ral las IMFs aspiran a mantener el ambiente de colaboración con las entidades de regulación.

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Carmen Velasco subraya que el gobierno es consciente de la capacidad y del impacto social de las IMFs, generando independencia y potencial de empoderamiento. Este potencial puede ser utilizado de forma positiva para promover una plataforma de desarrollo y de inclusión social; pero también de forma perversa, como un mecanismo de adhesión de una población cautiva, susceptible a ser manipulada con promesas electorales de subsidios al crédito. Habrá que tener mucho cuidado de mantener la incidencia constructiva en la regulación. Se debe de recalcar el papel constructivo de ASOFIN y FINRURAL, también promoviendo las IMFs no reguladas (es decir las ONGs que no son supervisadas por el Banco Central). Son expe-riencias positivas a seguir para todos. La convivencia prevalece entre Estado e IMFs, pero se caracteriza por una ‘tensa calma’, con temores relativos a la posible instauración de un tope de tasas, la oferta de crédito subsidiado y el papel del BDP. Son positivas las estrategias de las IMFs reguladas y no reguladas mejorando su eficiencia, su alcance y masificando sus ser-vicios. Positivos son también los esfuerzos de las ONGs para prepararse para la regulación. En cuanto a la nueva figura de IFD (es decir ONGs supervisadas por el Banco Central) existe el riesgo que pierdan la oportunidad de ofrecer servicios no financieros (p. ej. capacitación, acompañamiento, etc.), lo que hace surgir el desafío de crear/organizar alianzas con otros organismos. La más importante estrategia de las IMFs es la atención al cliente con iniciativas como el SPTF, Sello de Excelencia y SMART-campaign . Podrían faltar más esfuerzos para ar-ticular servicios no financieros. Lo importante es sumar esfuerzos para avanzar en el objetivo común: la inclusión de toda la población.

Marcelo Zabalaga subraya el apoyo del gobierno a las IFDs. La visión del gobierno es que estan transitando desde una fase inicial neoliberal en la cual las microfinanzas se enfocan en el alivio de la pobreza/promoción del microempresario para salir de la pobreza en un contexto de reducción del estado y ampliación del mercado. El gobierno actual no alaba a las microfinanzas: se confunden con el mundo financiero de especulación y falta de respeto al cliente. Se transita hasta un estado que interviene activamente en la economía, tanto en la producción directa (p.ej. plantas leche) como en la regulación y control de los mercados (p. ej. prohibiendo exportación para garantizar precios internos bajos). Al inicio, el gobierno creó el BDP para garantizar el acceso a crédito de los productores sin darse cuenta que ya estos estaban cubiertos en gran parte por las IMFs. En este sentido, el BDP agregó US$ M 60 a una oferta existente de US$ M 2000). También hubo intentos de controlar el mercado directa-mente a través de la compra del fondo financiero privado PRODEM con fondos venezolanos. Existen amenazas de control de las tasas que podría ahuyentar inversionistas; también existe una leve competencia desde el Banco Unión (público). En general es obvio que las microfi-nanzas reciben mucho menos atención que en la época neoliberal, mientras que se produce un cambio del enfoque de la pobreza a un enfoque centrado en los (micro)productores y su contribución económica-productiva. La gestión del desempeño social y el crédito productivo por esta razón son temas claves en el contexto actual. El gobierno pronto va descubrir que las microfinanzas financian un 35% del crédito micro-empresario (son uno de los sectores más dinámicos del país) y que su papel productivo es crucial y no se limita al alivio de la pobreza como lo ha diseñado la burguesía en la época neoliberal.

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Panel 2.

El caso de EcuadorMesa redonda moderada por Javier Vaca , con José Luis Corragio y Florent Bédécarrats

Javier Vaca indica que en Ecuador el gobierno del Ec. Rafael Correa trajo un nuevo marco institucional en cuanto al sector financiero, distinguiendo ‘privado’, ‘público’ y ‘popular-solidario’. Este último está ligado al concepto de ‘economía social’, que aún queda bastante amplio e impreciso. También se crearon nuevas instituciones en el marco Ley de Economía Popular y Solidaria (EPS): Superintendencia de la EPS, Instituto de EPS (asistencia técnica/apoyo) y la Corporación Financiera Popular y Solidaria (entidad de ‘segundo piso’, es decir que financia a entidades financieras). Todo esto se conforma con un programa de Finanzas Populares (inicialmente de microfinanzas), que financia incluso al momento bancos microfi-nancieros. Las autoridades no reconocen o entienden bien el concepto de ‘microfinanzas’ que es una metodología específica que puede ser utilizada por bancos, cooperativas, ONGs, etc. Ello dificulta la incidencia de la Red Financiera Rural (que representa a las más importantes IMFs ecuatorianas), porque hay un trato diferente por ‘sector’: bancos privados (antagónico) o cooperativas (aliado). A pesar del maniqueísmo del gobierno, se ve que ambos sectores agrupan a instituciones muy diversas y conocen tendencias buenas y malas.

En cuanto a nuevas políticas, se han impuesto límites a las tasas de interés. También se han regulado otras tarifas financieras e incluyeron las cooperativas en la regulación. Se han introducido nuevos conceptos: ‘protección al cliente’ (defensor de cliente, educación finan-ciera), obligación de hacer un balance social (pero falta clarificar como hacerlo). El gobierno quiere reinventar la banca pública. Lo intentó inicialmente con el programa ‘crédito 5-5-5’ (5%, 5 años, US$ 5000), que mucho dicen ‘5-5-5-5-brar (‘sin cobrar’, porque la tasa de mora supera los 60%), apuntando su carácter insostenible. Un gran dilema es cómo financiar a la producción, en particular agropecuaria. Preguntas: ¿Cómo llegar? ¿Cómo evitar abusos?, ¿es político o económico? Se habla de fomentar las Finanzas Populares, pero el monto para la corporación de segundo piso es US$ M 150 en comparación con US$ M 2700 cartera total de las IMFs. Ello conlleva un impacto moderado, positivo en las pequeñas instituciones.

El Banco Central busca un papel en la inclusión financiera. Por el lado del sector, apoyado por el movimiento internacional, se hace énfasis en la Gestión del Desempeño Social, destacando la visión-misión específica de cada entidad y buscando mostrar resultados tanto en el campo financiero como en el campo social. El gobierno promueve el concepto de ‘balance social’ anual, el cual no queda claro, pero que se inspira fuertemente en las prácticas de GDS. En cuanto al destino de crédito se observa una expansión fuerte del crédito al consumo (por haber mucha liquidez en la economía), con riesgos de sobre-endeudamiento. Hay esfuerzos para atender al sector productivo rural. Se busca cooperar con el gobierno con propuestas técnicas porque se comparten objetivos comunes y se trata de evitar posicionamiento políti-ca, aunque es difícil. Se promueve la idea de finanzas inclusivas, es decir la necesidad de un sector financiero diversificado.

A futuro, un primer gran desafío es la clarificación de muchos conceptos claves: ‘finanzas populares/solidarias-microfinanzas-balance social’. Estas nociones están en la Ley, pero sin concretarse. Se tiene que diseñar también una supervisión adecuada a las finanzas populares. Falta también afianzar el modelo del gobierno en sus consecuencias prácticas, en particu-

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lar observando la evolución de las relaciones entre gobierno y sus cooperativas aliadas que por primera vez estarán supervisadas. A las finanzas privadas le esperan nuevos impuestos (aplicables a todos los bancos), nuevas regulaciones y mayor competencia, consecuencia del proceso de fusión dentro de las 600 cooperativas. Desde el lado de las finanzas populares, empiezan a surgir tensiones por el modelo único que el gobierno quiere imponer, y proba-blemente se multiplicarán si el gobierno realmente quiere imponer las reglas del juego de la supervisión.

José Luis Coraggio agrega que estos procesos de cambio son complejos y contradictorios en su desarrollo. La constitución, bajo la fuerte influencia de los movimientos sociales que lograron el ascenso del gobierno popular, hace referencia y reconoce nuevos conceptos: ”Buen vivir”, ”sistema económico social y solidario” ‘economía popular solidaria’, e incluye como formas de organización económica la economía familiar y la comunitaria. Ahora se trata de hacer realidad estos conceptos constitucionales mediante leyes operativas pero sobre todo mediante el discurso y las prácticas concretas de gobierno. Por ejemplo, dónde ubicar la res-ponsabilidad de diseñar y acompañar políticas públicas de economía popular solidaria? Con qué estilo político acordar y definir esas políticas y programas? Con qué estilo implementar esas políticas? Cuánta participación y de qué calidad (en el discurso y en la práctica)? Toman-do el primer punto, el instituto de economía popular, a cargo del diseño y seguimiento de las políticas, fue incorporado dentro del organigrama del Ministerio de Inclusión Social, que tiene una función más de asistencia que de promoción económica. Pero si nos atenemos al sentido dado por la constitución debería ser asumido por quienes están a cargo de la política socioeconómica. Para salvar esa brecha se creó un espacio de corresponsabilidad de varios mi-nisterios, incluido los tradicionalmente considerados como económicos. Pero que el gobierno como un todo asuma el mandato constitucional es una verdadera lucha cultural. Si esto que-da como un debate o conflicto entre funcionarios se estaría negando el estilo participativo que otras leyes indican debe seguirse. Hasta ahora la participación ha sido principalmente de consulta, no de efectiva co-construcción de políticas con iniciativa de los actores sociales. Un problema es que el presidente Correa no cree mucho en todo esto y, en un sistema presiden-cialista esto explica mucho de lo señalado. Sectores del gobierno siguen viendo la economía social como ‘algo de los pobres’, mientras que la economía, la infraestructura, el desarrollo, etc. se juega en otro lado.

Un elemento a resaltar también es que la economía social no es sobre todo la economía de los emprendimientos populares ni instituciones tradicionales como el microcrédito. Por un lado hay un sector de cooperativas que, en el caso del crédito, tienden y buscan parecerse más a bancos que a emprendimientos solidarios. Si se pretende definir la economía social en su totalidad por ser ‘formas de organización productiva de los trabajadores mismos’ nos encon-tramos con que algunas cooperativas grandes que cumplen con esa definición son más bien empresas bajo control del capital comercial o financiero que no cumplen el mandato ético de las cooperativas. La cooperativa se define por la solidaridad hacia adentro (socios, no necesa-riamente trabajadores asalariados), no incluye solidaridad más amplia, hacia afuera (con los consumidores), ni tampoco con el medio ambiente.

En relación a la cuestión de este seminario, indicó que cabe resaltar que ni en el proceso de elaboración de la ley de economía popular ni en este encuentro se ha reflexionado sobre las ‘monedas sociales’, las cuales, por ejemplo en Venezuela, van a fomentarse y ser reconocidas por el Banco Central. Finalmente, se puede mencionar que el Bono de Desarrollo Humano (transferencia directa para mujeres de hogares necesitados) ha sido institucionalizado como un programa sostenido y no coyuntural, por lo que puede ser utilizado como garantías para acceder a créditos para ampliar actividades.

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Florent Bédécarrats contribuye desde la experiencia de CERISE y sus investigaciones de doctorado en Bolivia y Ecuador (en base a muchos datos de la RFR). Los temas enfatizados varían según los países: en Bolivia el principal tema de debate fue el crédito productivo y agropecuario, mientras que en Ecuador es más amplio con la referencia a la economía social y solidaria. Y esta diferencia tiene un impacto fuerte sobre cómo se moldean los debates de política. Por ejemplo en Ecuador, hasta los bancos privados invocan conceptos de equidad y solidaridad para rechazar una contribución adicional al Bono de Desarrollo Humano. De for-ma general, parece que la transparencia en temas no financieros (p. ej. gestión del desempeño social) contribuyen a la creación de un espacio público sobre las microfinanzas.

Los ataques – a veces justificados – del gobierno en contra de los ‘burócratas de oro’ tuvo efectos negativos porque se redujeron la capacidad técnica y los recursos destinados a la supervisión del sector financiero por el Estado. Otro efecto perverso posible de la política del gobierno tiene que ver con el alcance a los más vulnerables por las microfinanzas. En efecto, los datos de GDS colectados en Ecuador indican que las ONGs llegan mucho más que coope-rativas a los sectores pobres, mientras que el nuevo marco legal favorece a las cooperativas y por tanto podría tener efectos negativos para el acceso de los más pobres a las microfinanzas. También quedó comprobada la tensión entre rentabilidad y la focalización en los más vulne-rables. Por ello, la imposición de topes legales a las tasas de interés podría producir un efecto negativo en la oferta de servicios a estas poblaciones. De hecho, se ha observado una fuerte alza de los montos promedios y sobre todo en las ONGs y en particular las más pequeñas. Existe un riesgo del ‘camino al infierno pavimentado de buenas intenciones’ por muchas políticas impuestas desde arriba. La concertaciones de medidas adecuadas es esencial. Al res-pecto, el gremio de las microfinancieras en Ecuador es atípico por ser muy heterogéneo. Esto tiene la ventaja que habla por todo el sector, pero la desventaja que muchas veces es difícil salir del status quo para formular propuestas claras e innovadoras.

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Panel 3.

El caso de NicaraguaEn base a la mesa redonda moderada por Julio Flores , con Arturo Grigsby y Peter Marchetti.

Julio Flores enfatiza el golpe a las microfinanzas de la crisis reciente (reducción fuerte de la cartera total y agrícola). El regreso al poder de los Sandinistas se caracterizó por una campana de deslegitimación a las IMFs, acusándoles de usureros y neo-liberales. El estado inició programas propios. la cooperativa ALBA-Caruna) con tasas de interés ‘justos’ (5%-8% anual). El MCPAN (Movimiento de Comerciantes, Productores y Artesanos del Norte), un movimiento a menudo designado como ‘No Pago’ se inició en marzo 2008, es decir antes de la crisis económica. Su objetivo declarado era de substituir las IMFs privadas con iniciativas (semi)públicas. La confrontación fue dura y dio lugar a enfrentamientos con violencia, sin que el gobierno intervenga. Más bien el MCPAN recibió el apoyo tácito del Presidente y de la corriente ‘más populista’ dentro del gobierno (buscando cooptación clientelista y eliminación de las IMFs). Otra corriente ‘empresarial-pragmática’ se mostró preocupada por mantener reglas jurídicas claras y por el impacto del enfrentamiento en las IMFs, procurando resolver la crisis con regulación.

A pesar del apoyo al movimiento ‘No Pago’, paradójicamente al mismo tiempo el gobierno pedía su apoyo a las IMFs para inyectar crédito productivo como medida anti-cíclica en la crisis económica. Se sorprendió del amplio alcance productivo-agropecuario de las IMFs. Al final prevaleció la visión de los ‘empresarios-pragmáticos’ con los cuales se firma un acuerdo en febrero 2009, en medio de la crisis. Este dio lugar a una nueva Ley de Microfinanzas y una desmovilización del MCPAN en el 2010. Hubo intervención del Fondo Monetario y de los bancos privados para cabildear por esta salida. Después de la pacificación, el contexto está determinado por la Nueva Ley de Microfinanzas que vuelve a legitimar el sector. Incluye una liberalización de las tasas de interés (antes controladas de manera irrealista), pero siguen operando grandes programas semi-públicos subsidiadas sin ninguna transparencia.

Se espera una convivencia entre estos programas y el sector microfinanciero. En cuanto al futuro, se observa una tendencia relativa a la salida del sector rural productivo (característica anterior de las IMFs). Los desafíos fundamentales es la articulación de programas más in-tegrales (Microfinanzas Plus) para asegurar tanto la inclusión socio-productiva como las ame-nazas y oportunidades ambientales. Muchas ONGs se legalizaron bajo la Nueva Ley. Otras optaron por transformarse en Financiera comercial o Banco, también porque en la Nueva Ley el gran ausente es la captación de ahorro local.

Arturo Grigsby complementa con un análisis político, indicando que el proyecto político san-dinista –después de ganar las elecciones en 2007 con solo 38% de los votos- estaba centrado en fortalecer su hegemonía política. La incidencia de las microfinancieras (115,000 sobre 250,000 productores rurales, gran parte del pequeño comercio) era muy grande y entonces atractiva políticamente, pero fuera del control sandinista. Inicialmente hubo intentos de cooptación con ofertas de recursos desde Venezuela, pero rápidamente se decidió ampliar y transformar la anterior cooperativa CARUNA como entidad de financiamiento sandinista compitiendo con las microfinanzas a las cuales se declara la guerra con el apoyo al MCPAN. El objetivo político estaba bien claro: utilizar crédito subsidiado para recuperar legitimidad sandinista dentro de la economía familiar rural y el sector comercio.

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En este marco, las microfinancieras tenían que desocupar el lugar, como quedó claro con la decisión del gobierno de no apoyar un intento de rescatar al BANEX (Mayor banco micro-financiero del país que quebró con la crisis). Ahora, los programas de gobierno ocupan un espacio importante, aunque se carece de datos claros. También se observa un cambio de una actitud de hostigamiento a una de coexistencia pacífica; un factor en ello es que los progra-mas de gobierno tienen grandes problemas por falta de cultura de pago – fomentado por la confrontación anterior – que pone en duda la sostenibilidad de sus propios programas (se habla de una mora arriba de 30%). La actual estrategia parece incluir un co-desarrollo de los diferentes sectores bajo control-regulación del gobierno.

Peter Marchetti concuerda con el análisis anterior, pero a la vez subraya la ambigüedad de las actitudes del gobierno, relacionado con su propio heterogeneidad interna (Dagnino). Su-braya también que hay que ver más allá del conflicto microfinanciero, para ver los intereses subyacentes en juego; en el sector rural más en particular los intereses de las elites oligopsó-nicas (tradicionales y sandinistas-emergentes) que siguen controlando el procesamiento y el comercio en detrimento de los intereses populares (con apoyo del Sandinismo bajo su alianza con el capital privado, ver texto contribución Bastiaensen, et al. para un análisis de la crisis de la ganadería). En este sentido, el gobierno es ambiguo frente a la ‘causa popular’ y surgen preguntas más fundamentales sobre el proyecto de la ‘Nueva Izquierda’ (en Nicaragua y otros países).

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Panel 4.

El caso de BrasilEn base a la mesa redonda moderada por Lauro Gonzalez , con Miguel Assis do Couto y Andrea Domínguez.

Lauro González empezó su presentación con un reseño histórico, indicando el alcance histórico muy limitado de las microfinanzas privadas y el impacto trascendental de la entrada del go-bierno (nivel municipalidad, estado y federal) al final de los años ’90. Subraya la importancia y resultados del programa estatal CREDIAMIGO (crédito para micro-empresas) y la lenta entrada de actores privados en el sector desde 2000. Indica también la existencia de serios desacuerdos internos al gobierno de Brasil en cuanto a las políticas a seguir: un sector apoya la bancarización e inclusión mercantil de los pobres (cerca del modelo comercial), mientras que otros militan por el fomento de una economía solidaria. La tendencia es hacia la primera opción. Por ejemplo, el gobierno de Lula introdujo para todos los bancos la obligación de dedicar 2% de sus depósitos al microcrédito, bajo pena de tener que depositar los montos correspondientes en una cuenta sin intereses en el Banco Central. En realidad, la mitad de los bancos prefiere esta última opción en lugar de abrir operaciones de microcrédito.

El gobierno de Dilma ahora promueve el crédito a los micro-empresarios y sobre todo quiere ampliar CREDIAMIGO en otros bancos públicos. También se ha introducido nueva regulación para fomentar las cooperativas, pero su papel queda poco claro. Excepto CRESOL, la mayoría no se ven como parte de las microfinanzas. En cuanto a las estrategias del ‘sector’ queda claro que los bancos privados tienen pocos incentivos para entrar en el negocio, también por las tasas controladas. En cuanto a inclusión financiera se ve una expansión impresionante de nuevas agencias bancarias (‘corresponsales’) en lugares aislados. Surgen también más ONGs de pe-queña escala y hay estrategias para fortalecer el sector cooperativo. Las perspectivas a futuro incluyen

Î la replicación/adaptación de CREDIAMIGO;

Î una nueva Ley de Microfinanzas abriendo un campo para nuevas iniciativas privadas -ban-cos microfinancieros (MIBANCO Perú + IMF SEAPI planifican abrir el primero pronto);

Î la ampliación de las actividades de las corresponsalías (es decir operaciones a través de tien-das u otras entidades) de microcrédito y microseguro;

Î y un nuevo marco legal para banco móvil, cambiando la ecología de las reuniones sobre microfinanzas con la llegada de ingenieros en sistemas.

El Diputado Miguel Assis do Couto subraya que CRESOL intenta profundizar el cooperativis-mo, mientras que el gobierno de Lula había enfocado en el crédito para los pobres a través de la banca pública. Entre éstas hubo el Banco do Nordeste, del cual se habla mucho, pero también el Banco Popular do Brasil, que raramente se menciona por haber sido un fracaso contundente a cabo de 2-3 años. La obligación para los bancos de invertir el 2% de los depósitos en microcrédi-to no funciona, porque la banca no tiene capacidad para intermediar, mientras que las coopera-tivas que si la tienen no accedan a semejantes fondos. Será un desafío para el gobierno de Dilma de lograr una expansión de las cooperativas e implementar políticas públicas complementarias adecuadas para la inclusión social y la reducción de la pobreza. Así se seguiría avanzando en el camino y profundizando los resultados fantásticos.

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Andrea Domínguez aporta una visión desde un inversionista social en microfinanzas (Oi-kocredit). Enfatiza lo distinto de Brasil y se pregunta si las microfinanzas existen. Siempre hubo políticas públicas fuertes. Con el gobierno neoliberal surgieron las primeras figuras privadas, pero se mantenían topes en las tasas de interés de 1% mensual, haciendo muy di-fícil el desarrollo del sector privado y aún más el captar inversiones desde el extranjero. Lula intentó promover microcrédito, pero sin un concepto claro, esperando que los bancos iban a tener capacidad para ello. Pero no la tenían, excepto para proveer crédito al consumo). Con el gobierno de Dilma se quiso replicar el programa CREDIAMIGO, pero permanecen preguntas sobre los niveles de subsidios, que no son necesariamente malos, pero que no pueden ser permanentes y que tienden a minar la cultura de pago. Surge la pregunta hasta donde se va poder mantener los niveles de subsidios, y en consecuencia la pregunta sobre la sostenibili-dad de estas iniciativas públicas.

Lauro Gonzalez observa que algunos llaman a Brasil el modelo de las microfinanzas del fu-turo por su amplia red de corresponsales, mientras que Andrea dijo que no había casi micro-finanzas en Brasil. Ello apuntala la confusión conceptual que existe en este país sobre lo que és microfinanzas. Quizás no hay necesidad para microfinanzas ‘clásicas’ porque ya existe una oferta alternativa a través de CREDIAMIGO (no tan subsidiado con 3% mensual!), corres-ponsales, etc.

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Debate y síntesisModerados por Marc Labie

José Luis Coraggio observa que la conferencia a primera vista tenía que ver con la relación entre el mundo de la política (Nueva Izquierda en la transición actual) y las microfinanzas . Sin embargo, la discusión ha clarificado que habría más bien que transparentar la naturaleza de los proyectos políticas de todos los actores, incluyendo los de la industria microfinanciera, que pueden ser diversos, algunos más progresivos y otros más regresivos.

Milford Bateman subraya la confusión sobre el concepto de ‘microcrédito’. ¿Son parte de las microfinanzas, las cooperativas financieras o los bancos comunales de desarrollo? En la visión (neoliberal) y el proyecto pionero de Yunus, no quedaba duda que las IMF-empresas iban a rem-plazar a este tipo de proveedores de servicios financieros. Es interesante observar que ahora que se pone en duda este modelo, surge una estrategia discursiva mediante la reintegración de estos proveedores en las ‘microfinanzas’ como una forma de defender la industria. Pero no ha-brá que confundir estas formas claramente distintas de finanzas. Argumenta que los gobiernos brasileños han sido muy inteligentes en la defensa de sus bancos públicos y en su rechazo de las microfinanzas privadas y en su canalización de las inversiones hacia áreas de alta productividad. Evitaron así desastres como en Bolivia y México dónde se encuentran burbujas, primitivización de la economía y sobre-endeudamiento. Obviamente, el tamaño y el peso de Brasil han permiti-do al país de resistir los consejos del Banco Mundial, de la BID y de USAID.

Sin embargo, Gustavo Birbuet objeta que Brasil bajo Lula ha seguido un camino muy neoliberal, aun manteniendo su banco público.

Isabel Cruz concuerda que hay que desmitificar los proyectos políticos que están detrás de los actores. En el caso de extremo intervencionismo de Nicaragua, estaban detrás estrategias para contrarrestar la falta de legitimidad del gobierno. Pero visto desde México, podría ser menos dañino el querer legitimarse a través del crédito en lugar del narcotráfico (70000 muertos). Refiere a su visita a AGROAMIGO en Brasil con otros actores de las microfinanzas en el conti-nente, indicando que la mitad de ellos lo rechazaron ‘por puro subsidio’, mientras que los otros se sorprendieron por los plazos (2 años) y los logros en términos de diversificación productiva y acumulación de activos como jamás habían visto. En México se ha invertido mucho más que en Brasil en los pobres pero casi sin resultados. Esto puede interpretarse a la luz de la buena estrategia de desarrollo económico de Brasil, comparada con la excesiva apertura comercial en México. Así, cuando recibe subsidios, un brasileño compra productos de Brasil, mientras que un mexicano compra productos importados. Sea ONG, cooperativa o empresa, siempre hay un proyecto político (implícito). Un tema clave son las reivindicaciones del sector productivo en Bolivia, Ecuador, etc. En Brasil se enfatiza el reconocimiento de la agricultura familiar en su papel productivo. Este tema de la reivindicación de los actores populares (rurales) productivos, que buscan ciudadanía, es esencial en nuestro debate sobre el reposicionamiento de las micro-finanzas dentro de la economía social y solidaria. En Bolivia son impresionante los logros del marco regulatorio y el alcance macroeconómico de las microfinanzas, pero el actor campesino indígena y el sector productivo en general es el gran ausente. Aquí podrían aprender del modelo AGROAMIGO-Brasil.

Florent Bédécarrats observa que es equivocado equiparar la variedad en el sector microfinancie-ro con el modelo único del Grameen (Yunus). Aun los datos incompletos del Mixmarket indi-can que más de 50% del sector provienen cooperativas e iniciativas (semi)públicas. Pero si es

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cierto que hubo cierto cambio cultural en todo el sector cuando se dejó de hablar de ‘socios’ o ’beneficiados’ para mencionar solo a ‘clientes’, o también cuando dejó de designarse como ‘movimiento’ y empezó a llamarse ‘industria’.

Peter Marchetti coincide con Bateman en la sobreconcentración urbana y el sesgo anti-productivo de muchas microfinanzas, pero argumenta que es peligroso quedarse con una imagen de una ‘industria’ requebrada que trata de defenderse del fracaso. Es una imagen muy abstracta que no permiten ver las dinámicas. Más bien hay que enfocar la atención a quienes están poniendo nuevas reglas del juego. los multilaterales (Banco mundial, BID, etc.) han establecido las definiciones predominantes y crearon una industria de microfinanzas. Pero hoy ellos mismos empiezan a criticar la corriente que impulsaron y es interesante que la intervención de Bateman es muy similar a posiciones recientes del BID. Reposicionamientos semejante es el del FSLN en Nicaragua que primera apoya al movimiento ‘No Pago’, pero después lo abandona por intereses estratégicos mayores. ¿Pasaría igual con el Banco Mundial que hoy argumenta que las microfinanzas no sirven? ¿Qué está detrás del juego? Probable-mente mucho más que las mismas microfinanzas: hay una lucha de poder sobre el rumbo de la economía y sus rutas de desarrollo. Allí hay que enfocar el debate.

En síntesis, Marc Labie recalca que en varios países nuevas Izquierdas ven las microfinanzas con preocupaciones particulares, a veces legítimas: sobre las (altas) tasas de interés; limita-ciones para llegar al sector productivo (rural), la vivienda. Pero no es extraño que gobiernos de izquierda vean el sector desde esta perspectiva. Lo que si sorprende son los niveles de desconfianza entre gobiernos y este sector, aún cuando al final terminen en procesos de diálogo. Dentro de este dialogo se pueden observar como punto común: la importancia de los conceptos, palabras, clasificaciones, la manera de dibujar el panorama (el campo). Se observa diferencias en los niveles de confrontación, por razones históricas y contextuales de cada país. Donde hay confrontación hay oportunidades y dificultades. Dificultades en cuanto a metodología (por control de tasas, nuevos productos, etc.) , en cuanto a conflictos de intereses con un estado activo que se convierte en actor-competidor en diferentes niveles y ámbitos, o que abusa su intervención para fines políticos (populista-clientelista). Hay un temor en el sector microfinanciero de que no se reconozcan su heterogeneidad y las dife-rencias entre las instituciones. El desafío es llegar a políticas públicas coordinadas, ligadas al debate fundamental sobre el ‘proyecto político’ de fondo. Las oportunidades, que quizás no hemos suficientemente subrayadas son (1) la puesta en la agenda de las IMF de temas importantes antes descuidados (crédito productivo, rural, vivienda) y (2) la visión del cliente está cambiando de beneficiado/pobre (problema social a resolver) hacia una visión de (micro)empresario (asociado) como actor de desarrollo económico y social. Sin embargo, habría que detenerse más a profundidad sobre los temas cruciales sobre-endeudamiento y del ahorro.

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Sesión 3.

¿Hacía una visión compartida para el financiamiento del desarrollo local?

Panel 1.

Microfinanzas en América Latina: socavando el desarrollo económico local sostenibleBasado en la presentación de Milford Bateman

En su presentación, M. Bateman, que se felicito del enfoque dado en el seminario sobre la cuestión política, presentó la microfinanzas a partir de lo que considera ser su originen en Bangladesh y como esta coincide con la agenda de las políticas neoliberales. En esta visión, los pobres se conciben como auto-empresarios, se individualiza la lucha en contra de la po-breza y se descarta toda acción colectiva para enfrentar sus problemas. Rápidamente el sector salió de las políticas sociales de los donantes y de los Gobiernos para entrar en un esquema comercial que culmina con su introducción en las bolsas de valores (Wall Street, símbolo de la eficiencia). El enfoque genero muchos problemas tales como crisis de sobre-endeudamiento y no se pudo aportar evidencias claras sobre su impacto en cuanto a reducción de la pobreza (véase estudio de Duvendack y alii, 2011).

La crítica a las microfinanzas que propone M. Bateman se articula sobre la comparación con el modelo de los años 50-80 de sustitución de importación. Aunque tuvo muchos problemas, este modelo ha sido mucho más eficaz que el periodo siguiente de ajustes estructurales y pro-moción de las exportaciones. La critica propuesta considera que el modelo ha sido, dentro de este nuevo contexto, sustituido por tres elementos ligados a la microfinanza: i) primivitiza-ción de las economías generando des-economía de escala en la producción; ii) informalización de las actividades que no permite su crecimiento y iii) des-industrialización con muy pocos componentes tecnológicos. Estos tres elementos afectan la productividad global y convergen con la crítica del BID que pone en evidencia la pulverización de las actividades económicas en millones de pequeñas empresas con baja productividad, calificando esta situación de “trampa de pobreza”. Se hace una relación entre países que presentan estas tendencias (Bolivia, Perú y México) y donde existiría saturación de las microfinanzas.

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Por ello, la tesis presentada considera que el modelo de las microfinanzas va en contra de los fundamentos de un desarrollo sostenible y que se necesita reducirlo para ampliar modelos anteriores tales como los enfoques comunitarios, las cooperativas o la banca de desarrollo. La presentación generó muchos comentarios, de los cuales los principales cuestionaron la rela-ción de causalidad entre microfinanzas y procesos de empobrecimiento sin enmarcarlos den-tro de un entorno mas global de apertura comercial y de orientaciones macro-económicas.

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Panel 2.

Limitaciones del ‘narcicismo microfinanciero’: la crisis de las microfinanzas en Nicaragua y sus lecciones para el empoderamiento rural económico y político Basado en la presentación de Johan Bastiaensen

La exposición retoma el análisis de la crisis en Nicaragua, cuestionando las explicaciones mas comunes al respecto. La hipótesis que se profundiza con este caso es que no hay que confun-dir la crítica del entorno global neoliberal en que surgieron las microfinanzas y la crítica del instrumento como tal.

El caso nicaragüense constituye una ilustración para reflexionar sobre los modelos de mi-crofinanzas que se necesitan promover. La crisis surgió cuando los donantes, en particular el CGAP con su informe CLEAR (Country-Level Effectiveness and Accountability Review), estaban promoviendo la comercialización de las microfinanzas, mientras algunas ONGs e inversionistas sociales proseguían sus esfuerzos hacia el desarrollo rural. La crisis de sobre-endeudamiento reveló la importancia de la saturación y del sobre-endeudamiento en el mercado urbano, así como los límites de las herramientas tradicionales que se promovieron: transparencia, educación financiera, protección del cliente, etc. A nivel rural, hay pocas indi-caciones de sobre-endeudamiento, pero más bien hubo una crisis, entre otros, provocada por la drástica caída del precio de venta del ganado vivo (-50%) ligada al restablecimiento del mo-nopsonio de los intermediarios y mataderos cuando se cerraron las oportunidades de venta al exterior del ganado (consecuencia del tratado de libre comercio con México, firmado diez años anteriores). Esta crisis alimentó un movimiento de No-Pago desde el Norte del País que fue respaldado, en un primer momento, por el Gobierno del Frente sandinista. El conflicto más estructural entre ganaderos y mataderos que controlan la cadena fue disimulado detrás del conflicto entre IMF y clientes, que preferían pasar la cuenta a las IMF en vez de enfrentar el ‘mercado’ del ganado-carne (o sea, el poder de los mataderos y su alianza con el gobierno).

La crisis indujo una reducción importante de la cobertura del sector pero, sobre todo, su recomposición. En efecto, se aumentó el peso del financiamiento de la banca privada en el sector rural y las microfinanzas fueron desplazadas hacia el sector urbano. También, aunque retiro su apoyo al momento de la salida de crisis, el movimiento ayudó al Frente sandinista en retomar el control político. Indicador de este proceso, en las elecciones locales recientes, el FSLN ganó en 134 de 152 municipios).

La lección de esta crisis son: i) reconocer la diversidad de las formas de microfinanzas y ii) para el sector, ir más allá de lo que se llamó ‘narcisismo microfinanciero’ (que consiste en atri-

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buir todas las bondades o maldades a las IMFs) y reconectarse al cambio socio-político más global, debatiendo del proyecto político que se quiere promover y las alianzas que necesita (también para viabilizar la economía popular rural y sus transacciones con las IMFs). En este marco, las Nuevas Izquierdas no son, de por sí, una garantía del apoyo a cadenas de valor más inclusivas, y una alianza entre movimientos sociales progresistas e IMFs de desarrollo puede contribuir en promover una vía de desarrollo inclusivo que los enfrentamientos poco produc-tivos durante la crisis.

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Panel 3.

Articular finanzas, movimiento cooperativo y las políticas públicas en Brasil: el caso CRESOL Basado en la exposición de Miguel Assis do Couto

Miguel Assis do Couto contextualizó la emergencia de la red de cooperativas CRESOL en Brasil. Surgió en el 1976, en un periodo de régimen militar con un Estado autoritario. Fue promovido por movimientos cercanos a la Iglesia popular y organizado con el apoyo de MI-SERIOR. Durante la fase de transición de los 85-90, CRESOL experimentó fondos rotativos con apoyo de ONG internacional en medio de un movimiento social de izquierda. Con los Gobiernos democráticos liberales de los 90-2002, la organización creció con la fuerza del Pro-grama de apoyo a la Agricultura familiar, PRONAF y se fundó CRESOL como resultado de un amplio movimiento popular. Ya con los Gobiernos democráticos de izquierda (2002-2015), se iniciaron conflictos de identidad entre los movimientos sociales autónomos y el Gobierno a través de sus órganos de control. En conclusión, CRESOL, como organización cooperativa financiera y movimiento social, nace del deseo de cambio social de la izquierda brasileña y funcionó como referencia para el proyecto democrático popular en la oposición.

Se piensa ahora necesario ampliar el dialogo con el Gobierno, debatir más de la relación entre la sociedad civil organizada y el Estado, fortaleciendo a un movimiento social autónomo y contribuyendo a un Estado más democrático. Existe, a nivel del movimiento, una duda o un debate entre sostener una reflexión de diseño y estrategia con gobierno de izquierda o some-terse a normas y entendimientos conservadores del Banco y del Consejo monetario nacional.

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Panel 4.

Microfinanzas más allá del crédito: una oportunidad para promover la transformación y la inclusión social En base a la presentación de Carmen Velasco

Carmen Velasco pregunta ¿cual pueden ser las nuevas microfinanzas de las nuevas izquier-das latinoamericanas? De hecho, los objetivos son comunes (inclusión social y económica, disminuir brechas y diferencias, inequidad y vulnerabilidad, aumentar oportunidad, mejorar condiciones de vida, desarrollo sostenible), pero ¿cómo potenciar las distintas iniciativas (de-terminación y compromiso, búsqueda de sinergias, incluir activa participación de los actores, rendir cuenta con indicadores transparentes sobre los resultados)? En efecto, existe el riesgo que intereses sectarios o particulares destruyan la presente oportunidad de potenciar es-fuerzos en común: ausencia de sinergias, trabas uno a otros, competencia en vez de aliados, interrumpen o desvían los procesos, distorsionan las misiones, pierde la visión.

Para hacer de las microfinanzas una oportunidad, enfatiza sobre:

Î La generación de procesos de desarrollo humano, considerado el individuo como sujeto, no como objeto e interviniendo en los determinantes de la pobreza: salud, educación...;

Î La necesidad de romper con el asistencialismo, considerando los subsidios como paso a, pero no como algo permanente, y promoviendo intervenciones integradas y sostenibles en lugar de aisladas y puntuales. Allí una respuesta puede ser bridada por entidades coor-dinadas de servicios, contando con la participación activa de la comunidad y de todos los actores;

Î La importancia de considerar a las microfinanzas como iniciativa social: llevar misión a práctica, hacia población de menores recursos, mujeres, innovación de metodología y ser-vicios saliendo de los paradigmas de la banca tradicional, equilibrio entre sostenibilidad de la entidad y sostenibilidad de sus clientes.

Dentro de esto, existe un desafío para pasar de sostenibilidad operativa a financiera y ren-tabilidad. La consecuencia ha sido, muchas veces el crecimiento acelerado, el sobre-endeu-damiento, un enfoque hacia el retorno financiero disminuyendo la calidad de los servicios, la bancarización del modelo, la perdida de la misión social, el abandono de la población de menores recursos. En suma, esta corriente se concentró en las instituciones, olvidando a los clientes. Pero también existen tendencias positivas, así como la campaña de protección al cliente, la promoción de la transparencia en microfinanzas, el establecimiento de estándares universales para la gestión del desempeño social, el sello de excelencia. Al final se piensan las microfinanzas como oportunidad para impulsar cambio e inclusión social. De hecho las mi-crofinanzas solidarias se presentan como plataforma de oportunidades (200 millones de per-sonas vinculadas), al tener contacto muy regulares con una población fidelizada, articulada con una red social de apoyo y de aprendizaje, solidaridad, y economía de escala para servicios adicionales. Así se puede romper el círculo vicioso de la pobreza y se atiende a mujeres.

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DebateEn el debate, se enfatizó la necesidad de renovar el vocabulario ya que con todas estas funciones, ya se deja de llamarse microfinanzas. También, se considera que con esta finanza social ampliada, se fortalecen las reivindicaciones de las mujeres ante los Gobiernos para que atiendan mejor a sus necesidades.

El debate en plenario retomó estos aspectos. Uno de los principales elementos fue de no atribuir a las microfinanzas los problemas de la liberalización financiera y de su contexto con la crítica de las microfinanzas. También se insistió para reintegrar las finanzas solidarias como instrumento dentro de políticas o estrategias más globales, integradas y sustentadas por alianzas sociopolíticas. Si bien esto cuestiona la participación social, que en varios casos fue minimizada por los modelos de microfinanzas, también hay que entender los problemas de las cooperativas que supuestamente se fundamentan en la participación de sus socios pero que en muchos casos funcionan como empresas. No obstante, las críticas aportadas a las microfinanzas comerciales y a quienes les benefician siguen siendo validas.

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Sesión 4.

Tendencias y desafíos de las políticas públicas en microfinanzas para el desarrollo

El sector microfinanciero es como lo sabemos diverso. Sin embargo, al enfrentarse al tema de la regulación, las instituciones se encuentran en la gran mayoría de los casos con un cuadro que viene de las microfinanzas urbanas, conllevando frecuentemente problemas para instituciones pequeñas, rurales o que ofrecen servicios no financieros.

Panel 1.

Regulación microfinanciera en América Latina: análisis comparativo Basado en la exposición de Verónica Trujillo

Al discutir temas de regulación, uno se da cuenta que hay diferencias importantes entre los marcos jurídicos implementos por diferentes países. Sin embargo a lo largo de los últimos veinte años, se han desarrollado regulaciones que tienen algunas líneas comunes debido a la influencia de las grandes instituciones internacionales que han empujado hacia la adopción de esos marcos.

Al revisar las regulaciones, es necesario analizar tanto las normas que recaen sobre las insti-tuciones como las que recaen sobre los productos. Las normas se clasifican tradicionalmente en normas prudenciales (que buscan preservar la sostenibilidad financiera y estabilidad de las instituciones y del sistema en su conjunto), no prudenciales y de supervisión aplicadas a productos y instituciones. En cuanto a los productos, hasta el momento, la mayoría de países

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ha implementado normas con referencia al microcrédito (13 de los 17 países LAC lo definen, limitándolo al financiamiento de actividades productivas en 6 países) mientras que solo son 7 los que regulan productos como los microahorros o microseguros. Las remesas reciben mucho menos atención. En cuanto a la regulación sobre instituciones, entre las que podemos identificar a las reguladas, no reguladas y las instituciones del gobierno, observamos que son pocos los países con tipos institucionales específicos para la provisión de microfinanzas, y menos aun los que contemplan una regulación diferenciada para ellas.

Al revisar los tipos de regulaciones y los lineamientos sugeridos para la regulación del sector, se puede identificar 63 criterios (34 prudenciales, 20 no prudenciales y 9 sobre supervisión) a partir de los cuales se pueden comparar los marcos regulatorios, utilizando por ejemplo criterios como «regulaciones generales (que se aplican a todo tipo de instituciones) vs regula-ciones especificas (que fueron diseñadas específicamente para microfinanzas») o « protección vs promoción». Cuando se combinan todos esos elementos de comparación, no se puede decir que un marco sea mejor que otro pero si permite ver que en algunos países predominan la adopción de criterios de carácter general, en otros, predominan los criterios de protección, y son más bien una minoría en los que predomina la adopción de criterios específicos o para la promoción del sector. También observamos que destacan países como Bolivia y Perú en los que se aprecia la implementación de una gran cantidad de criterios pertenecientes a las distintas clasificaciones presentadas. Además podemos agrupar a los países en cuatro grupos según cómo se hayan configurado sus marcos normativos con atención al conjunto de crite-rios y formas de analizar la regulación presentadas:

Î Primer grupo: con enfoque sobre productos e instituciones (Bolivia, Ecuador, Honduras)

Î Segundo grupo: con enfoque sobre productos (Colombia, Guatemala, Perú, Paraguay y Republica Dominicana)

Î Tercer grupo: con definiciones sobre microfinanzas no convencionales (Argentina, Brasil, El Salvador, México y Panamá)

Î Cuarto grupo: sin regulaciones específicas para las microfinanzas (Chile, Costa Rica, Uruguay)

Finalmente, al mirar los marcos jurídicos aplicables, se tiene la impresión de que están con-formados por normas que permiten incluir a las microfinanzas dentro del sistema existente, pero que nos las identifican con un sistema específico como tal.

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Panel 2.

Innovaciones y el debate actual sobre la regulación financiera en América Latina Basado en la presentación de Marcelo Zabalaga

Moviéndose hacia los debates que han animado el sector microfinanciero de América Lati-na, se subraya que iniciativas legislativas fueron tomadas en América Latina desde la mitad de los años 90, creando Edpymes (Perú), FFP (Bolivia) con marcos particulares. Quedo sin embargo el debate de las ONGs y de su capacidad de captación de ahorro, tema importante teniendo en cuenta que esas siguen sirviendo (en promedio) poblaciones más pobres que los que atienden las instituciones reguladas.

Según algunas fuentes, es en América Latina que se han desarrollado marcos regulatorios más favorable a las microfinanzas. Aún durante la crisis internacional, este sector siguió cre-ciendo en la mayoría de los países de la región. Eso dicho, vale la pena discutir los elementos de la política de «Izquierda» que pueden influir sobre el sector. Los elementos que se destacan no parecen particularmente de «Izquierda» (superávit fiscal, disminución de la dolarización, incremento de las inversiones extranjeras directas, mejores condiciones de financiamiento de la inversión privada) pero si contribuyen al buen desarrollo del sector. A pesar de haberse logrado muchas cosas durante esas décadas, queda mucho por innovar para ir más adelante de lo que permite los modelos actuales. Eso constituye claramente un desafío fundamental que hay que enfrentar. Y claro que eso puede entrar en conflicto contra las instituciones de regulación y supervisión, puesto que se trata de cambiar la manera usual de trabajar. Hasta el momento, la capacidad de las IMFs a innovar ha sido y sigue siendo fuerte, como lo enseña el ejemplo de la implementación de una norma relativa a cajeros automáticos en Bolivia.

Sin embargo, quedan retos: incluir los servicios financieros dentro de un marco más largo que correspondería a las necesidades de la gente y combinar ese camino con otras políticas como reformas agrarias, reforma del derecho propietario, mejora de las infraestructuras y de las políticas de educación y salud, programas que aseguren la producción, programas contra riesgos familiares. Todo eso resulta en la conclusión que los gobiernos de Izquierda tienen mucho espacio para compartir el trabajo con las microfinanzas en lugar de ponerse en competencia con ellas. La prioridad debería ser una complementariedad entre las acciones de microfinanzas y los papeles y políticas del Estado.

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Panel 3.

Reflexiones sobre políticas públicas, microfinanzas y desarrolloBasado en las presentaciones de Isabel Cruz y Dominique Lesaffre

Un campo particular donde ese debate es particularmente clave es el desarrollo rural. En efecto, América Latina es el continente donde más desigualdad hay. En ese contexto, el desarrollo de la agricultura familiar es fundamental y las microfinanzas pueden ser el pri-mer escalón de verdaderos sistemas financieros rurales. Estos tendrían que basarse sobre el ahorro mucho más que sobre las remesas, que en muchos casos crean una dependencia que no permiten generar un verdadero desarrollo rural. Para favorecerlo, es importante pensar en marcos regulatorios y establecimiento de mercados que corresponden a las necesidades rurales, favoreciendo la seguridad y la soberanía alimentaria.

ForoLACFR ha trabajado en estos temas con sus miembros. En América Latina, hay una exclusión financiera del 70%, una desigualdad y pobreza fuerte en zonas rurales. Como por ejemplo, en un país como Bolivia, donde las microfinanzas están tan desarrolladas, solo el 5% de los créditos van hacia el sector agrícola. Para corregir eso, es necesario incorporar sus acciones dentro de una variedad de necesidades (ingreso y consumo, salud, crecimiento del negocio, protección contra los choques, ceremonias del ciclo de vida,….) de tal manera que se proponga un conjunto de servicios adecuados – financieros y no financieros. Eso supone integrar las microfinanzas dentro de un conjunto de políticas públicas, por ejemplo: ban-carización de transferencias, seguridad alimentaria y microfinanzas, programa nacional de alimentación, bancas de desarrollo y microfinanzas, marcos regulatorios, bienes públicos, fomento al ahorro, desarrollo rural… Combinándolo todo, se puede esperar lograr a sistemas financieros mas inclusivos.

Entre los actores que juegan un papel importante, podemos destacar el caso de los inversio-nistas sociales. Allá también, hay una variedad de prácticas y visiones del sector. Como se había mencionado en las sesiones previas, parece fundamental reubicar el beneficiario/clien-te en el centro de las preocupaciones. Todo lo que se puede hacer solo tiene sentido si es así. Aun así, quedan preguntas: hoy día se sabe diseñar, lanzar, gestionar, monitorear y evaluar servicios (micro)-financieros de una manera no solamente sostenible sino también (muy) rentable. De ahí el importante reto: ¿Cómo distribuir el lucro generado, solamente al prorrata de las aportaciones de capital? ¿Cómo los marcos regulatorios pueden asegurar que la labor local del desempeño de servicios microfinancieros cada vez más sofisticados pueda ser mejor reconocida y ...remunerada? y ¿Hasta qué punto se puede considerar normal que al desarro-llar microfinanzas se generan en algunos casos lucros enormes, lo cual acaba en ciertos casos en los manos de inversionistas cuando podría ser mas directamente útil para los clientes así como para los propios promotores locales de los servicios financieros (rurales) de las IMFs en las cuales los inversionistas invierten. Una solución factible que se podría imaginar sería que se paguen impuestos mas importantes sobre las plusvalías que se hacen en ese campo.

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Entre los actores que juegan un papel importante, podemos destacar el caso de los inver-sionistas sociales. Allá también, hay una variedad de prácticas y visiones del sector. Como se había mencionado en las sesiones previas, parece fundamental reubicar el beneficiario/cliente en el centro de las preocupaciones. Todo lo que se puede hacer solo tiene sentido si es así. Aun así, quedan preguntas: por ejemplo, hasta qué punto se puede considerar normal que al desarrollar microfinanzas se generan en algunos casos lucros enormes, lo cual acaba en ciertos casos en los manos de inversionistas cuando podría ser más directamente útil para los clientes de las IMFs en las cuales los inversionistas invierten. Una solución simple que se po-dría imaginar seria que se paguen impuestos sobre las plusvalías que se hacen en ese campo.

En conclusión, se puede decir que para un buen desarrollo del sector que ponga al beneficia-rio al centro del proceso, las políticas públicas, el juego de los actores (IMFs de todos tipos) y los marcos regulatorios tienen que reforzarse mutualmente, adoptando disposiciones par-ticulares que correspondieran a las necesidades de cada situación. No hay solución universal pero tanto a nivel de normas regulatorias, como de procesos de trabajo de las IMFs y la ética de todos, es fundamental de proveer al cliente algo que le corresponderá sin tomar el riesgo de molestarle. Eso debería mantener como una « norma suprema ».

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Debate final:

¿Y para el futuro? Basado en la presentación de P. Marchetti, “Debates sobre

microfinanzas en la coyuntura global”

Las microfinanzas sostenibles sufren de una crisis de identidad cada vez más evidente: la contradicción entre su discurso de ser una alternativa o un elemento significativo para la re-ducción de la pobreza y sus prácticas de excluir las microempresas más frágiles de su agenda o descapitalizarlas. El discurso dominante de las instituciones multilaterales y el discurso de los gobiernos de nueva izquierda coinciden en que las microfinanzas no representan ningu-na alternativa a la banca comercial. El contexto global de microfinanzas se define, entonces, por un vacío de alternativas, pero ofrece a la vez una oportunidad de convertir la crisis de identidad y las crecientes tensiones con los gobiernos de nueva izquierda en una oportunidad en que microfinanzas pueda recuperar su misión original. La revitalización de su misión y la reducción de las tensiones con los gobiernos de nueva izquierda exige re-politizar las microfi-nanzas.

Solo las microfinanzas que priorizan el financiamiento productivo rural y/o una agenda de finanzas plus para el desarrollo en el campo y en la ciudad pueden aprovechar esta oportu-nidad. Las microfinanzas que priorizan las ganancias seguirán siendo una ventanilla para la microempresa comercial cada vez menos diferenciada de la banca privada y cada vez mas contestada por los gobiernos de nueva izquierda.

Brasil es el país con menos confrontación entre los gobiernos y las microfinanzas, quizás por la trayectoria de la sociedad civil o quizás por su estatus de poder mundial de segundo nivel. También es el país más abierto a alianzas publicas/privadas y más creativo en enfrentar el desafío de la pobreza desde esas alianzas.

Nicaragua, Ecuador y aun Bolivia presentan mayores desafíos para que las microfinanzas alternativas y los gobiernos de nueva izquierda descubren que las alianzas publicas/privadas servirán mucho más para que los discursos de la nueva izquierda y los discursos de microfi-nanzas sean compatibles con sus prácticas.

Sin duda en Nicaragua y en Ecuador las alianzas privadas/públicas serán casi imposibles sin que las instituciones microfinancieras alternativas reconozcan su necesidad impostergable de crear alianzas con sectores de la sociedad civil que cuestionan la hegemonía capitalista y las flaquezas de los gobiernos de nueva izquierda en avanzar hacia un nuevo socialismo. Si la fragmentación de la sociedad representa el mayor obstáculo para reducir la conflictividad entre microfinanzas y los gobiernos de nueva izquierda, la heterogeneidad dentro de los gobiernos de izquierda se perfila como el campo fecundo para forjar las alianzas.

La posibilidad de fraguar alianzas dentro de la sociedad civil y negociar nuevas políticas con los gobiernos de nueva izquierda depende de profundizar al menos 7 debates iniciados en este seminario:

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1. El primer debate se mueve en torno a la cuestión de la tendencia de la conflictividad entre las IMFs y los gobiernos de nueva izquierda: ¿se van a empeorar las tensiones? o ¿estamos ante una coyuntura difícil pero sostenible? Sin un consenso sobre este debate la acción unificada de redes como FOROLAC no será posible.

2. ¿Cuál es vocación central de las microfinanzas? ¿Una vocación de crear bienes publicas desde iniciativa privada? o ¿una vocación privada que pretende solucionar problemas so-ciales y políticas desde las lógicas del mercado? Las actuales tensiones y conflictos sobre las tasas de intereses utilizadas por microfinanzas cubren la crisis de identidad y la nece-sidad urgente de una nueva autodefinición de microfinanzas. Descubrir ¿Qué hay detrás de la dicotomía falsa de publico/privado? ayudaría mucho a replantear las microfinanzas alternativas y también a mejorar el comportamiento de los gobiernos de nueva izquierda.

3. Un tercer debate asociado con el anterior es: ¿las microfinanzas debe o no debe depen-der de subsidios? ¿Y de qué tipo de subsidios? ¿de los subsidios actuales que cubren sus ineficiencias? o ¿subsidios nuevos para cuestionar los oligopolios y oligopsonios que blo-quean el acceso de las IMFs al financiar las microempresas productivas y transformar las cadenas de valor? (Luchar contra las concentraciones de poder económico es una bandera política que cualquier gobierno digno del nombre de nueva izquierda debe endorsar con subsidios públicos en vez de seguir subsidio las concentraciones de poder comercial en sus países. ¿Cómo abandonar nuestro narcisismo microfinanciero y aceptar que servicios financieros no son una panacea para los problemas sociales en América Latina?

4. Un cuarto debate es sobre ¿hasta qué punto las IMFs pueden sustituir la banca pública de desarrollo en una coyuntura global en que la banca pública empiece a recuperar su espacio perdido bajo el neoliberalismo? y ¿sobre las posibilidades de alianzas entre banca pública y las IMFs para obtener el mejor eficacia de subsidios públicos.

5. ¿Las microfinanzas son un portal automático de derechos económicos y humanos o ¿hay que proponer estrategias de lucha e incidencia para lograr esos derechos desde las alian-zas en que participan las microfinanzas?

6. Las microfinanzas están concentrados actualmente en el pequeño comercio urbano y en segundo lugar en financiamiento de viviendas. ¿Hasta qué punto las microfinanzas urbanas deben abordar la cuestión de reforma urbana o lo que David Harvey ha llamado “el derecho a la ciudad”?

7. Finalmente, ¿Cómo dar seguimiento a este seminario para contribuir a la creación de espacios públicos y mejorar los proyectos políticos de los gobiernos de nueva izquierda? Ubicarse en este mundo neoliberal internacional y recuperar el ser social de microfi-nanzas es un dilema fundamental que no es nada fácil. Por eso, es esencial definir muy claramente lo que se quiere lograr, para quién y con el apoyo de qué fuerzas políticas?

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Participaciones en el Plenario FinalIsabel Cruz dibujo concretamente el planteamiento de FOROLAC para dar seguimiento al seminario y en la próxima reunión sobre ‘finanzas solidarias’ de FOROLAC (México, mayo de 2013). Mencionó los siguientes puntos para debate futuro:

1. Sobre las alianzas estratégicas:

a. Repensar el modelo institucional de las microfinanzas (relación clientes/socios/pobres con las IMFs y las IMFs con ellos). Detrás de la ambigüedad política de las microfinanzas está el tema de la propiedad (del capital y las instituciones). Hay más claridad sobre el papel político de movimientos como CRESOL (Brasil) , AMUCCS (Mexico), RENAFIPSE (Ecuador), Consorcio de Organizaciones Campesinas (Bolivia), porque son productores organizados con brazos financieros, que el de las ONG y empresas microfinancieras.

b. Repensar la relación con el Banco de Desarrollo yendo hacia una alianza constructiva para realizar una verdadera inclusión financiera de los pobres: sobrepasar la discusión sobre las tasas y los subsidios (competencia desigual) para reconocer la capacidad y la necesidad de estos bancos para realizar inversiones (de mediano y largo plazo) impor-tantes, mientras que no tienen capacidad para llegar a los pobres.

2. Sobre sostenibilidad y viabilidad: el papel del ahorro es crucial (no solo como fuente de capital, pero como servicio clave para los pobres), da viabilidad financiera y social; hay que sobrepasar la exclusiva atención al crédito; sostenibilidad además de viabilidad requiere rentabilidad… pero también hay que verlo desde el lado de los clientes y aquí hay un problema clave para la agricultura. Por más baja que son las tasas de las microfinanzas bolivianas eficientes, con 17-18% difícilmente se puede prestar a la agricultura; en Brasil las tasas son de 2-4%.

Gustavo Birbuet abogó tomar en cuenta la heterogeneidad de las microfinanzas, incluyen-do las comerciales ‘neoliberales’, y no dejarles al lado del intento de ‘rescatarles su misión social’ (también dado su peso importantes). También subraya la necesidad y la legitimidad de subsidios inteligentes (que de todos modos son omnipresentes y porqué no para el peque-ño empresario). Peter Marchetti agrega que las mayoría de las IMFs no necesitan subsidios para su función privada, pero si cuando se espera que juegan un papel público (de inclusión de productores excluidos rurales, de combate de la crisis de los recursos naturales/cambio climatológico, etc.).

José Luis Coraggio aseveró que las IMFs debe abandonar su “complejo de atlas”: perder la esperanza por querer llevar todos los problemas de mundo en sus hombros sin aliados. Se-gún Coraggio las IMFs, si adoptan una orientación realmente pro economía popular, han de reconocer que es impostergable forjar una alianza entre las microfinanzas y los movimientos sociales en pro la economía solidaria para enfrentar los debates propuestos por P. Marchetti. Y observa que las organizaciones sociales no están presentes en la conferencia, ni tampoco su voz ha aparecido mucho en las exposiciones y análisis que se hizo. Si se quiere empezar a discutir tal alianza surgirá la problemática de ‘representatividad’: de quien puede representar a quienes, tanto desde el lado del gobierno, de los movimientos como, muy importante para este seminario, de las instituciones de microfinanzas.

Florent Bédécarrats plantea el gran desafío de transformar las ideas sobre la evolución desea-do de los microfinanzas (y de que como medir los resultados) y de allí la puesta en prácticas

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de estas. Recuerda como el Banco Mundial y el CGAP lograron definir ‘buenas prácticas’, premiarlas en eventos internacionales y movilizar la cooperación bi- y multilateral para reali-zar su visión de microfinanzas comerciales. Se pregunta de donde podrían venir los recursos para una visión alternativa (¿ahorro? ¿Bancos de desarrollo?) y indica un papel potencial para las redes de microfinanzas si lograrían transformarse de entes más corporativistas en entes programáticos, empujando una visión más coherente para el sector. Ve como crucial también el tema de las alianzas y ve como positivo el acercamiento de FOROLACFR con las organizaciones campesinas, lo que también ofrece una perspectiva de negociación con los gobiernos desde las mismas organizaciones que los apoyen. Hace también una autocrítica a la definición de los indicadores sociales (empujado entre otros por CERISE) reconociendo que los ‘clientes’ y sus organizaciones han sido ausente en todo este proceso.

Lauro Gonzalez argumenta por flexibilidad en nuestro pensamiento, sobrepasando ‘barreras conceptuales’ donde frenan la creatividad. Un tema importante es la relación entre Banco de Desarrollo y microfinanzas, realidades muchas veces separadas, pero una alianza potencial crucial. También indica que se debe de reconocer lo interesante de las políticas en Brasil, pero reconocer que hay mucho camino por recorrer todavía. Hay que tener cuidado también de poner CRESOL como prototipo del cooperativismo brasileño, porque no lo es realmente, dado su pequeña escala y la ausencia de visiones y prácticas similares en otras cooperativas. Aquí hay espacio para una reflexión conjunta FOROLACFR-Brasil bien interesante. Por el otro lado, esta de acuerdo que el tema de la propiedad y la gobernanza institucional es crucial para avanzar en el análisis y la reflexión.

Julio Flores argumenta que hay una complementariedad potencial importante entre enti-dades de ‘Microfinanzas Plus’ y las políticas públicas, sobre todo la agricultura. Es necesario para las microfinanzas tener programas estatales (incluyendo subsidios) que fortalezcan sus clientes y disminuyen riesgos. Sin embargo, la tentación de los gobiernos para utilizar la pro-visión directa de crédito para fines políticos clientelistas dificulta lograr establecer alianzas entre microfinanzas, con capacidad institucional montando para llegar a los clientes a costos menores y sostenibilidad aceptable, y las intervenciones del estado.

François Doligez argumenta que debemos de tener en cuenta los nuevos desafíos de esta era, como el problema demográfico y la necesidad de creación de empleos nuevos, para las cuales el rescate de viejas recetas (como el trickle down o las políticas de sustitución de importacio-nes) no serán suficientes.

Annabel Vanroose habla de una iniciativa de alianza entre el estatal Banco de la Nación y las IMFs privadas, dando oportunidad a las últimas de utilizar las ventanillas del Banco para sus operaciones en regiones sin otra cobertura financiera que el estatal. Es también notorio en Perú la fuerte expansión de las IMFs comerciales por la vía de comprar otras IMFs, haciendo surgir la pregunta de cómo enfrentar esta evolución desde las IMFs ‘para el desarrollo’.

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Microfinanzas y Nueva Izquierda en América Latina

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Pistas para el seguimiento de la conferencia:Peter Marchetti argumenta por un ‘Encuentro de Saberes’ para poder cambiar praxis; un encuentro de Saberes que incluye la necesidad de las microfinanzas de escuchar; no solo de enseñar sus propios saberes. A la vez recuerdo que el tema es ‘el grano de arena’ que van a aportar las microfinanzas al cambio dentro de un proyecto mucho mayor.

Isabel Cruz sugirió las siguientes pistas de seguimiento a la conferencia:

1. Distribuir los planteamientos de la conferencia y replicar la discusión entre operadores de países con gobiernos de ‘Nueva Izquierda’ (a través del documento básico, quizás actua-lizado, y la memoria del taller) con el fin de promover dialogo entre IMFs y gobiernos (hubo contactos en la preparación de la conferencia y hay interés)

2. Intentar replicar una iniciativa similar en Brasil (con el apoyo del dpt. Assis do Couto) y permitir a los líderes de los IMFs del continente conocer las políticas públicas brasileñas

3. Identificar y desarrollar propuestas estratégicas a los gobiernos de países con apertura (como El Salvador, Bolivia, Ecuador,…). Habrá que centrar en temas discutidos en el seminario: p.ej. papel de un Banco de Desarrollo en alianza con IMFs; necesidad de subsi-dios inteligentes para costos de transacción (rurales) altos; etc.

Carmen Velasco insiste en la necesidad de definir objetivos claros, metas alcanzables medi-bles y definir claramente los actores responsables para lograrlos. Sin estos benchmarks no se puede monitorear un proceso, ni mucho menos alcanzar sus objetivos. También subraya la importancia de alianzas e indica que microfinanzas pueden ayudar a construir platafor-mas de articulación porque el financiamiento es la ‘zanahoria’ que es imprescindible para poder realizar cualquier iniciativa. Desde allí se deberían de construir acceso a otros servicios abriendo rutas de salida a la pobreza. Hay necesidad de innovación de las microfinanzas en este sentido.

Florent Bédécarrats recuerda la experiencia de los indicadores sociales en las microfinanzas como reacción a la crisis de Compartamos y subraya que su debilidades ha sido su construc-ción adentro del sector, sin haber pasado por una rendición de cuentas hacia otros actores. En cierta manera puede explicar el por qué lo gobiernos y movimientos no las reconocen. Ahora que surgen nuevas leyes en países como Ecuador, Nicaragua, Bolivia donde se men-cionan indicadores de desempeño social podría ser una posibilidad de ampliar la reflexión y generar mayor legitimidad de los indicadores.

Xavier Vaca subraya importante avanzar en una agenda conjunta de debate con los gobier-nos. Un primer paso clave aquí es un proceso de clarificación conceptual para reducir la con-fusión reinante (entre otros sobre ‘microfinanzas’, ‘finanzas populares’, ‘finanzas solidarias’, etc.). Hasta después se podría avanzar en la definición de indicadores y responsables. Aquí las redes podrían u deberían jugar un papel propositivo más beligerante.

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