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Colección Clásicos del Pensamiento Director Antonio Truyol y Serra Anne-Robert-Jacques Turgot Discursos sobre el progreso humano Estudio preliminar, traducción y notas de GONÇAL MAYOS SOLSONA

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ColecciónClásicos del Pensamiento

DirectorAntonio Truyol y Serra

Anne-Robert-Jacques Turgot

Discursossobre el progreso

humanoEstudio preliminar, traducción y notas de

GONÇAL MAYOS SOLSONA

ESTUDIO PRELIMINAR

por Gonçal Mayos Solsona I.

TURGOT Y SU TIEMPO

Anne-Robert-Jacques Turgot (1727-1781) naceen el seno de una familia de rancio abolengo, que seremontaba a la nobleza normanda y que siempregozó de la protección de la corte. Gran cantidad demiembros de su familia habían ejercido altos cargos,en especial en la magistratura. Era el tercer hijo delos cuatro que tuvieron Michel-Étienne Turgot (1690-1740), consejero del parlamento de París,presidente de la Chambre de Requétes y prévót desmarchands, y Francgise-Madeleine Martineau deBrétingnoles. Estaba destinado, pues, por su naci-miento a las más altas dignidades y, como tercerhijo, fue encaminado hacia la carrera eclesiástica. Apesar de su origen noble y el encauzamiento fa-miliar hacia la Iglesia -todo ello importante parasu vida-, también hay que valorar que, por el car-go de su padre (equivalente a jefe de los gremios),mantiene, contacto ya en su infancia con la burgue

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sía y con la vida burguesa, que también le marcarán einfluirán en su postura político-económica.

Como era habitual entre los de su clase, comen-zó a estudiar con preceptor para luego ir a los mejo-res colegios de la época. Precoz y buen estudiante,a los dieciséis años comenzó a estudiar teología.Dotado también de una gran memoria y una elo-cuente erudición, después de su defensa de la tesisde bachiller fue elogiado y recomendado ante LuisXV por el arzobispo de Tours. En 1749, en la edadmínima permitida, entró en la Sorbona, obtuvo sulicence y pronto fue nombrado prior de aquélla.Este cargo estaba destinado solamente a los escogi-dos: era depositario de las llaves de la Maison de laSorbonne, presidía las reuniones solemnes y laasamblea de estudiantes, y era el encargado de pro-nunciar los discursos de inauguración y clausura delperíodo de defensa de tesis. Los dos discursos quetraducimos y comentamos aquí corresponden a es-tas circunstancias.

En la Sorbona reinaba un relativo espíritu liberaly de tolerancia, aunque predominaban los alumnosde la clase noble y que, como Turgot, estaban desti-nados a altos cargos. Fue uno de sus profesores elAbbé Sigorne, el primero -según Schelle,editor de las obras de Turgot- que desde sucátedra se atrevió a criticar el sistema deDescartes. Este profesor influyó decisivamente enTurgot aproximándolo al newtonismo. Entre losmuchos intereses del joven Turgot sé incluíatambién la física. Así, cuando Fontenelle (1657-1757) se convirtió en su familiar, polemizó con él.Fontenelle, secretario perpetuo de la Academia delas Ciencias, fue un gran popularizador y defensorde la filosofía cartesiana, mientras que,paralelamente, se oponía por indemostrable a lateoría de la gravitación de Newton.

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Turgot estaba por aquel entonces muy interesa-do en la filosofía, pero sus intereses eran considera-blemente amplios. También participaba en algunosde los famosos salones de la época. De lostiempos de estudiante se conservan sus trabajossobre los Pensamientos filosóficos de Diderot (1746), sobre las Reflexiones filosóficas de Maupertuis -en torno al origen de las lenguas y lasignificación de las palabras- (1750), sobre laspruebas de la existencia de Dios (1750) y sobreel «sistema» de Berkeley (1750).

Pero a nosotros nos interesan especialmente susRecherches sur les causes des progrès et de ladécadence des sciences et des arts ou réf exionssur l'histoire des progrès de l'esprit humain (1748).Se trata de unos esbozos para un concurso de laAcademia de Soissons sobre «les causes des progrèset de la decadence du goút dans les arts et dans lessciences». Turgot no llegó a participar, pero enestos manuscritos está ya gran parte de loselementos que después desarrollará en susSorbónicas, en especial en el segundo discurso.

En 1750 y como prior de la Sorbona, Turgotredacta y pronuncia los dos discursos que presen-tamos. El 3 de julio, en la solemne inauguración -asistió el cardenal -de la Rochefoucauld y un grannúmero de prelados-, Turgot disertó sobre «lasventajas que el establecimiento del cristianismo haprocurado al género humano». El 11 de diciembre,en la clausura -ahora con un poco menos de so-lemnidad-, pronunció su discurso: «Cuadro filosó-fico de los sucesivos progresos del espíritu humano».Aunque las dos disertaciones fueron pronunciadasen latín, Turgot las redactó primero en francés ehizo copias en esta lengua para algunas amistades,llegando así hasta nosotros. Podemos concluir,

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por tanto, que ambos discursos fueron concebidos yhan trascendido en su versión francesa.

Inmediatamente después del segundo discurso,Turgot, que no había tomado todavía los hábitos,decidió dejar la carrera eclesiástica. Du Pont ySchelle recogen la anécdota según la cual, a las con-sideraciones de los compañeros respecto al gran fu-turo que perdía con esta decisión, Turgot contesta «no quiero llevar toda mi vida una máscara sobre lacara». Se han discutido mucho los motivos de Tur-got para dejar la carrera eclesiástica. Incluso se hanrelacionado -como veremos- con la diferencia de tonoentre la primera y la segunda Sorbónica. Algunosautores han aventurado una posible pérdida de fe, sibien, por nuestra parte, no puede dejar desorprendernos un cambio tan rotundo y rápido.

Coincide con esta decisión un episodio intere-sante en su vida. Poco después de abandonar la ca-rrera eclesiástica -en 1751 y, por tanto, con veinti-cuatro años- pide la mano de Anne-Catherine deLigniville -por entonces de treinta y dos años-. La familia de ésta, considerando sin duda ladiferencia de edad y la situación todavía pocodefinida de Turgot, no accede a la petición. Encambio, este mismo año acepta la solicitud en elmismo sentido del filósofo Helvétius (1715-1771),entonces ya con treinta y seis años y unaconsiderable fortuna personal. Turgot sufriógrandemente esta decisión, pero continuómanteniendo una gran amistad con la ahora Sra.Helvétius, más allá de las malas relaciones con sumarido filósofo'. Es curioso que el atractivo

' En 1773, después de la muerte de éste, Turgot criticó dura-mente y con aparente rencor el libro De l'Esprit. Aunque tam-bién se ha de tener en cuenta que difícilmente Turgot podríaaceptar el materialismo de Helvetius y la importancia que ésteconcedía a las pasiones.

ESTUDIO PRELIMINAR XIIIde esta dama logró interesar a tres pensadores delcalibre de los dos mencionados Turgot y Helvétiusy, finalmente, de Benjamin Franklin (quien ya an-ciano pidió en matrimonio a la entonces viuda).Esta interesante dama tuvo salón propio y mantuvoamistad con Turgot hasta su muerte. Éste, que nollegó a casarse, mantuvo también una gran amistadcon Mme. d'Enville (hija de Alexandre de la Ro-chefoucauld) y Mlle. de Lespinasse.

Después de dejar la vida eclesiástica, Turgot ini-ció una carrera como magistrado de la judicatura.Fue sustituto del procurador general del parlamento yconsejero de una de las cámaras de demandas ju-diciales de palacio. En 1753 fue nombrado maîtredes requétes y, más tarde, miembro de la cámara real,en plena época de conflictos de competencias (apartir de problemas religiosos en torno a los jan-senistas) entre el parlamento y el ayuntamiento, poruna parte, y el trono, por otra.

En 1751, había redactado su Plan d'un ouvragesur la géographie politique, su Plan de deux discourssur l'histoire universelle, el llamado Plan inachevé surles progrès et la décadence des sciences et des arts ylas Réflexions sur les langues. Sobre ellas ha-blaremos más adelante. Bástenos, por ahora, se-ñalar que a partir de este momento Turgot dejade escribir filosofía y su interés parece dirigirse ala economía y la política. Por otra parte, en 1753-1754 escribe unas Lettres à un gran vicaire sur latolérance.

En 1756 y 1757, Turgot participa en la Enciclo-pedia francesa de Diderot y D'Alembert con cuatroartículos sobre «Etimología», «Existencia (metafísi-ca)», «Expansibilidad (física)», «Feria (comercio ypolítica)» y «Fundación (política y derecho natu-ral)». Como podemos ver, también aquí se puede

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observar la evolución de los intereses de Turgot. Apartir de dejar la Sorbona y, sobre todo, a partir delmomento en que su carrera político-administrativale lleva a aceptar el cargo de intendente en Li-moges (1761), se va concentrando más en el pensa-miento económico. Por un escrúpulo de conciencia-debido a su cargo público Z- cancela las colabo-raciones previstas con la Enciclopedia (entonces ofi-cialmente prohibida aunque tolerada en la realidad). Por este motivo no llevó a cabo la redacción deotros artículos, ya encargados, aparte de los rese-ñados.

En adelante, Turgot se dedica a su obra econó-mica y a intentar reformar la administración públi-ca. Entra en contacto con la escuela fisiócrata, lide-rada por Quesnay y popularizada por el marqués deMirabeau. Colabora con el diario que por entoncesera el portavoz de la escuela, el Journal de l'agriculture, du commerce et des finances. El secre-tario de redacción de este periódico era Du Pont deNemours -ion el que inició una gran amistad-, quien se convirtió en su secretario, así como ensu primer biógrafo y en el editor de sus obras. Tam-bién conoce y es influido por Vincent de Gournay (1712-1759) -reformador próximo a los fisiócra-tas- y, en 1765, llegó a conocer a Adam Smith.

Dentro de su carrera administrativo-política,Turgot fue nombrado intendente en Limoges, a pe-sar de haber solicitado otros cargos. Este distrito erapor entonces uno de los más atrasados y pobres. Porello, Turgot aceptó su tarea de intendente (que leocuparía de 1761 a 1774) con desagrado y comoun cierto exilio. No obstante, se dedicó con todas

2 Sus funciones eran las de administrador general y represen-tante de la autoridad central en dicho territorio.

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sus fuerzas a mejorar la administración y las condi-ciones sociales de este degradado distrito. Sin dudaalguna, allí Turgot pudo analizar personalmente lasprincipales rémoras del ancien régime.

Entre las reformas que introdujo hay que desta-car: realización de un catastro completo; suavizaciónde las condiciones del alistamiento militar;adaptación de la carga tributaria a la capacidad depago; abolición de la responsabilidad colectiva en elimpuesto sobre la tierra (taille); sustitución deltrabajo forzoso (corvée) en los caminos por trabajoremunerado; mejora de las comunicaciones; funda-ción de casas de caridad y de búsqueda de empleo.Por otra parte, suavizó la situación de los trabajado-res agrícolas durante las hambres de 1769-1771. Conmedidas modernas, una administración muy orde-nada y un incremento de la fiscalidad sobre los másricos consiguió dar un gran impulso al Limousin y,sobre todo, adquirió gran predicamento de buen ad-ministrador y de reformador.

Mientras tanto, en 1766 redacta su obra econó-mica más importante, Les réflexions sur la forma-tion et la distribution des richesses. Este libro se ins-cribe dentro de la corriente fisiocrática, de la que esuna de las más importantes aportaciones. No obs-tante estar próximo a esta escuela y ser, por tanto,uno de los más calificados «economistas» del mo-mento, Turgot mantuvo una postura propia e inde-pendiente. No llegó a inscribirse nunca en un parti-do concreto. Así, por ejemplo, cuando era ministroy comenzaron las críticas a sus reformas se hizo pa-tente su aislamiento incluso respecto del grupo delos «economistas», al cual se le solía adscribir.

A pesar del relativo distanciamiento de la filoso-fía, ésta aparece muchas veces en la corresponden-cia de Turgot. Así, en sus cartas con Hume se habla

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muchas veces de Rousseau (en especial sobre elEmilio y el Contrato social), mientras que en otrasHume intenta convencerlo para que abandone la «secta de los filósofos economistas». En sus cartas aCondorcet -al que influyó muchísimo- se encuen-tran críticas al De l'Esprit de Helvétius, así comocomentarios sobre Rousseau, Pascal, sobre física ola guerra de la Independencia americana. El inter-cambio epistolar con Voltaire es menos interesante,aunque en una de las cartas éste muestra una grancapacidad de previsión, pronosticándole su futurocargo de ministro. Pero la correspondencia sin dudamás interesante es la que lleva a cabo con Du Pont,donde se tratan todas las temáticas: filosofía, econo-mía, sucesos políticos, etc.

Por su gran fama, el ministro Maurepas le hacenombrar jefe de la Secretaría de Estado para la Ma-rina (20 de julio de 1774). Aunque sólo ocupó estecargo un mes, preparó algunas reformas e hizo pa-gar los salarios atrasados a los obreros de Brest.Ante la satisfacción general, Luis XVI (24 de agosto de1774) le nombra Contróleur général des Finances,especie de ministro de Economía y Hacienda. Lapolítica de Luis XV había conducido a la bancarrota y,si bien la llegada al trono de Luis XVI suavizó lacrisis, los gastos por la ayuda francesa a la guerra dela Independencia americana mantienen la difícilsituación de la hacienda real. Turgot propuso unapolítica de control a esta ayuda -a pesar de simpa-tizar con la causa independentista- y, sobre todo,planteó una política de liberalismo económico.

Su sencillo y optimista programa se basaba en lossiguientes preceptos: «nada de bancarrota, niaumento de los impuestos, ni empréstitos», unabuena administración, control y reducción de losgastos. Sobre esta base exigió a los ministros que le

ESTUDIO PRELIMINAR XVIIavisasen antes de comprometerse en nuevos desem-bolsos. Paralelamente, Turgot proponía en su Lettreau Roi una política general conciliadora del espíritudel despotismo ilustrado con un cierto reformismoliberal: instrucción del pueblo, elección de los ayun-tamientos -coronados por una institución nacionalque, además de expresar el sentir nacional, se en-cargara de repartir los impuestos-. Dentro de laórbita fisiocrática, también propuso la creación deun impuesto único -que tendría que sustituir todoslos demás- sobre la propiedad de la tierra, el cual,como es evidente, jamás llegó a aplicarse.

En un primer momento sus propuestas parecie-ron destinadas al éxito. Su política austera y unacierta disminución de la corrupción -como ejemploentregó a los hospitales el tradicional regalo de100.000 escudos de los agentes de la contribución alnuevo controlador general- permitió una gran re-ducción del déficit. Pero una política como la deTurgot es siempre impopular, y éste se granjeópronto grandes enemistades. Su política económicade laissez faire, laissez passer, junto con sus intentosde reforma de los impuestos, provocó laenemistad de cortesanos y privilegiados. Porotra parte, la Iglesia francesa, donde teníaalgunos apoyos, no le perdonó su toma depostura en favor del reconocimiento civil de losprotestantes. Por todo ello, al no tener un partidopropio -incluso los «economistas» le regatearon suapoyo-, su posición política fue rápidamentedebilitándose.

Turgot había llegado al ministerio con un amplioconsenso. Su origen nobiliario, su anterior carreraeclesiástica y un talante siempre moderado no le ha-cían peligroso a los ojos de la corte, y surenombre como buen administrador y reformadoragradaba al pueblo. Frente a la cada vez másdegradada situa-

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ción social, su llegada al ministerio parecía -y dehecho lo era- la respuesta a la crisis por parte delos sectores moderados. No obstante, parece claroque la sociedad francesa estaba demasiado escindi-da como para que una política moderada pero va-liente pudiera satisfacer a todos o encontrar una víaintermedia. Ni los privilegiados se habían apercibi-do suficientemente del callejón sin salida en que seencontraba el país ni, por otra parte, los desfavore-cidos y los radicales podían satisfacerse con la políti-ca sobria y moderada de un ministro que, en defini-tiva, era noble y había sido llamado al servicio de lamonarquía. Si a esto unimos una desafortunadaevolución de las cosechas, se comprende que Turgotpasara del consenso a favor a la oposición de todos.El ministro que parecía llamado por los sectoresmoderados había planteado una política valiente dereformas; esta ambivalencia no le fue perdonada porninguno de los diferentes partidos.

Una de las medidas propuestas por los liberalesy los fisiócratas era la liberalización del comercio degranos dentro de Francia (eliminando los obs-táculos interdepartamentales) y también cara al ex-terior. Turgot la aplicó inmediatamente (13 deseptiembre de 1774) y pronto la amplió al aceite yal vino. Desgraciadamente, las malas cosechas deaquellos años llevaron a una gran escasez, a hambresy motines. El 3 de mayo de 1975 fueron saqueadaslas panaderías de París y otras ciudades, en lo que sellamaría la «guerra de las harinas». Turgot se mostrófirme y adoptó órdenes severas contra losamotinados. El rey, temeroso, abrogó la tasa delpan, pero Turgot consiguió pronto revocar la orden.Durante los desórdenes asumió las res-ponsabilidades y el mando del departamento de Pa-rís. Turgot, convencido de la bondad de supolítica

ESTUDIO PRELIMINAR XIXhasta la rigidez, se enfrentó al parlamento y asumió

personal y públicamente las responsabilidades de larepresión. Autorizó, por otra parte, importaciones yllegó a ofrecer primas a éstas, con lo que losproductores franceses se sintieron amenazados. Apesar del elogio por su firme política de Voltaire y dealgunos más, perdió totalmente su aureola ante elpueblo.

Turgot había perdido rápidamente su enteroprestigio en prácticamente todos los frentes y antetodos los partidos. Caracterizado -como recogentodos sus biógrafos- por una falta total de habili-dad para las oportunas concesiones y de flexibilidad,perdió incluso el apoyo de la reina (que había vistocómo sus abundantes recomendaciones eransistemáticamente desatendidas). Turgot estaba cadadía más solo; no obstante, en lugar de suavizar supolítica o buscar nuevos apoyos, intentó reformasmás radicales.

Decidió presentar al rey y al parlamento sus fa-mosos seis edictos económicos de 1776, que fueron lacausa directa de su caída en desgracia. Proponía ladisolución de los gremios -considerados comomonopolios y trabas al principio de libre empre-sa-, la eliminación en toda Francia del trabajo for-zoso en las carreteras y, sobre todo, la gravitacióndel peso financiero también sobre la nobleza sin ex-clusión (dicho estamento hasta entonces estaba librede impuestos). Aunque consiguió la aprobación no-minal de alguno de los edictos, en realidad no sellegaron a aplicar. Pero son importantes aún hoy,especialmente por los preámbulos teóricos y justifi-cadores con que iban acompañados. En ellos el mi-nistro Turgot tocaba sin tapujos algunos de los pro-blemas clave de la sociedad del ancien régime -porejemplo, la irracional exención de impuestos sobrelas propiedades de nobleza y clero-.

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Finalmente, el ataque de los partidarios de lamonarquía absoluta (Mironesnil al frente), la oposi-ción e intervención directa de María Antonieta, elataque de los partidarios de la guerra con Inglaterra,el desencanto del pueblo y la oposición cada vez másclara del ministro Maurepas llevaron a su caída.Después de la sustitución de su amigo Malesherbes,al que había nombrado Secretario de la CasaReal, fue destituido el 12 de mayo de 1776.

La corte celebró alegremente su cese, que impli-caba la caída en desgracia de los «economistas» y delos reformadores moderados, a pesar de que lesustituyó Necker. Paralelamente, las academias lehomenajeaban, pero Turgot, desanimado, se retiratotalmente y escoge vivir ignorado. Muere en lamarginación política en 1781; diez meses después caetambién Necker, y en diciembre de este mismo añomuere Maurepas, dejando al país y la monarquía sinotra alternativa que la revolución.

Como conclusión, podemos decir que, a pesardel extraordinario valor de sus discursos y apuntes,la obra filosófica de Turgot es secundaria respecto asu posterior obra como político o teórico de laeconomía política. Si de alguna manera Turgota su muerte ocupó un lugar en la filosofía -dadoque gran parte de su precoz obra filosófica no estabapublicada- fue por la biografía que le dedicó Condorcet. Éste buscó mostrar al Turgot filósofo subya

cente en toda su obra y en todo su pensamiento 3.Y, muy especialmente, al tomarlo como modelo

para su Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (escrito en 1793 y publicado

3 Hay que tener en cuenta que, en esta época, dentro deltérmino filosofia se incluían disciplinas hoy consideradas comoindependientes; por ejemplo, la economía política.

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en 1794). Hasta entonces Turgot fue consideradosobre todo como político (el ministro y controladorgeneral reformista) y, en todo caso, como econo-mista.

II. RAZONES PARA LA ELECCIÓNDE LOS TEXTOS

En 1748, el estudiante Turgot planificó una listade obras a llevar a cabo en el futuro. Esta lista,compuesta por cincuenta proyectos, contiene caside todo. Aparte de algunas tragedias y poemas, deobras teológicas o religiosas (incluyendo un «co-mentario sobre todas las Escrituras»), libros sobrefísica y matemáticas y muy pocas (sorprendente-mente) obras de tema económico, menciona ya al-gunos de los proyectos filosóficos que pronto intenta.Así, plantea una «Historia y discusión de losdogmas», una «Historia universal», unas «Consi-deraciones sobre la historia del espíritu humano»y «Consideraciones sobre el origen de las len-guas», una «Filosofía universal» y una «Geografíapolítica».

Efectivamente, entre las obras que esbozó o lle-vó a cabo citaremos -por su interés filosófico paranosotros-:

- Los fragmentos para el concurso de la Aca-demia de Soissons sobre las Recherches sur lescauses des progrès et de la décadence des sciences etdes arts o Réflexions sur 1'histoire des progrèsde l'esprit humain, de 1748.

- Los dos discursos en la Sorbona querecogemos aquí: Discours sur les avantages que l'établisse. tpent du christianisme a procurés au genrehumain y

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el Tableau philosophique des progrès successifs de l'esprit humain, de 1750.

- Plan d'un ouvrage sur la Géographie politi-que, de 1750.

- Plan de deux discours sur l'Histoire UniverseIle,el primero sobre la «formación de los gobiernos yla mezcla de las naciones» y el segundo «sobre losprogresos del espíritu humano», de 1751.

- Fragmentos y pensamientos sobre la «historiauniversal o sobre los progresos y la decadenciade las ciencias y las artes», sobre «geografíapolítica», sobre moral y otros, de 1751.

- Un Plan inachevé de discours sur les progrès etla décadence des sciences et des arts, de 1751.

- Unas Réflexions sur les langues, de 1751.

Éste es el material casi completo -dejandoaparte las cartas y los trabajos escolares menciona-dos- sobre tema estrictamente filosófico. Es evi-dente que hasta 1752 Turgot se interesa, básica yespecialmente, por la filosofía estricta, y muy pocopor la «filosofía económica» (que en su plan deobras a realizar era contemplada marginalmente).Pero a partir de esta fecha se ve claramentecómo Turgot se va decantando por estos temas,junto con los propiamente político-administrativos,hasta desplazar a la filosofía del centro de suinterés. Sin embargo, hemos de pensar que nodebería ser ajeno al celo del ministro reformistala concepción que del progreso humano y socialhabía establecido en los escritos que consideramos.

Hemos de lamentar naturalmente que Turgot nopudiera lleva a cabo sino muy fragmentariamente elplan de obras que se había trazado. No obstante,por lo que respecta al tema que nos ocupa, está cla-ro que logró anticipar y expresar el interés de su

ESTUDIO PRELIMINAR XXIIItiempo por la naciente idea de progreso y por

una consideración global de la historia humana.Turgot se muestra tan moderno y hastarevolucionario en estos escritos como en supolítica ministerial. En ellos se destacan aspectosfuertemente progresivos, que hoy nos parecenobvios pero que en su tiempo fueron una auténticay radical aportación. Sobre un tono y un punto departida aparentemente tradicional (por ejemplo, enla primera Sorbónica), Turgot consigue conectarcon las ideas más renovadoras de su tiempo yproyectarse hacia el futuro.

Su historia universal es un proyecto novedosode una historia de las civilizaciones contemplada enperspectiva global y desde un punto de vista filosófi-co -anterior al Siglo de Luis XIV de Voltaire y suacuñación del término «filosofía de la historia»-.Su geografía política, que viene a ser el análisis sin-crónico compatible con el diacrónico de su historia,es un avance claro en esta disciplina. Ambos inten-tos son planteamientos muy novedosos hacia laconstitución de estas ciencias sociales como hoy lasentendemos.

Como hemos visto, la obra propiamente filosófi-ca de Turgot es relativamente corta, y si para sutraducción hemos escogido los dos discursos en laSorbona es porque son aquella parte de su produc-ción que llegó a ser transmitida a su tiempo. Estosdiscursos tuvieron un gran éxito y un notable ecoen la corte, y el propio Turgot preparó copias paraalgunos amigos. Aunque los otros esbozos son taninteresantes como las Sorbónicas, otras dos razonesnos hacen preferir la edición de estas últimas. Enprimer lugar, porque fueron efectivamente prepara-dos por Turgot para ser hechos públicos y, por tan-to, se pueden considerar versiones definitivas. Ensegundo lugar, por la expectación que suscitaron en

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su tiempo. Es evidente que las Sorbónicas nosofrecen mucho más de lo que se puede esperar delos otros escritos, que, dejando a un lado sucondición de apuntes inacabados, difícilmentefueron accesibles hasta su muerte y la edición deDu Pont (18071811).

Dos razones más filosóficas y teóricas nos animantambién a publicar precisamente estos dos dis-cursos. Por una parte, el primero -a pesar de supunto de partida «meramente» religioso- nospermitirá relativizar el papel real de las ideasreligiosas en -al menos una parte de- laIlustración francesa. Si bien es cierta la mayorbeligerancia antirreligiosa de ésta comparada conla Aufklürung alemana (tópico filosófico desdeHegel), hay obras y planteamientos como los deTurgot que reúnen respeto por la tradición religiosay profunda apuesta por la modernidad y las luces 4.Por otra parte, hay que señalar la importancia de losdos discursos en la Sorbona para llevar a cabo unagenealogía del nacimiento de la idea de progreso.Como veremos más adelante, Turgot mereceperfectamente el título de ser uno de los padresde esta idea.

I I I . INTERPRETACIÓN DE LAS SORBÓNICAS

1. ¿EVOLUCIÓN O RUPTURA?

Podemos pensar que el tema del primer discursole venía ya de alguna manera dado a Turgot. Lasolemne apertura del período de lectura de tesis a

Nisbet o Bury destacan que, si Turgot hubiera llevado acabo la obra que había planificado, podría haber reequilibrado laIlustración francesa por el lado religioso.

ESTUDIO PRELIMINAR XXVla facultad de teología de la Sorbona prácticamentedebía determinar que el discurso ofrecido en estaefeméride fuera el clásico elogio de la religión y dela Iglesia católica. Turgot quizá no había podidoelegir completamente el tema de su disertación; sinembargo, está claro que el desarrollo concreto se ledebe imputar totalmente. Nuestra tesis es que Tur-got convierte el tema clásico del elogio de lareligión en un novedoso y muy moderno elogio delas luces. Sin dejar de ser una defensa de lasventajas que la humanidad debe a la religión, eltema se convierte en la demostración de que lareligión ha colaborado decisivamente en el progresode las luces y, en general, de la humanidad. Elénfasis se desplaza en gran medida desde la religióna la ilustración del género humano; además deargumentar que es posible pensar una ilustración oeducación humana que no niegue la religión, setrata -sobre todo- de pensar la religión comocausa, instrumento, impulso o motivo para lailustración y el progreso de la humanidad.

Turgot centra la práctica totalidad de las «ventajas» ofrecidas por la religión en los aspectosmás claramente ilustrados y modernos.Evidentemente, establece un pacto entre lasnuevas ideas, el nuevo espíritu ilustrado, y ladefensa tradicional de la religión. La historiaque esboza tiene como fin el espectáculograndioso del siglo de las luces y el siglo deLuix XIV. Turgot da, si bien en otra clave, casiel mismo mensaje que Voltaire en el Siglo deLuis XIV. Aún más, Turgot le supera en cuantoa optimismo, confía más en el progreso de lasluces. Evita la visión absolutamente trágica ydesengañada de las épocas oscuras -según Vol-taire-; aun en ellas ve signos de progreso, de desarrollo y de ilustración.

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Con esto queremos decir que la primera Sorbó-nica no es un mero discurso de transición como se hatendido a pensar, un pacto intermedio entre lasviejas ideas y las nuevas, sino un planteamientopeculiar donde la confianza en la religión ayudadecisivamente a formular la naciente confianza enel progreso. Sin duda en aquellos años hubo muchosintentos de actualizar los esquemastradicionales bajo nuevas palabras o temas másmodernos. El resumen histórico que se encuentra eneste discurso es la valoración esquemática hechapor un ilustrado convencido y relativamenteprogresista. La religión cristiana no es vista como unarémora sin paliativos, como una fuerza oscurantistaabsolutamente contraria a las luces, sino como elalma motora y el impulso energético del progresomismo de la humanidad. La religión se convierteasí en la fuente misma del progreso racional, delas luces y de la civilización.

Muchos autores han considerado los motivos delcambio de tono y de perspectiva del primer discursoal segundo. Bury 5, por ejemplo, no considera muygrande la diferencia, pero para reforzar esta tesispone en duda la sinceridad de Turgot en el primerdiscurso. Así, por ejemplo, considera las frecuentesafirmaciones de Turgot sobre la providencia comouna «prudente hipocresía». Piensa que no concedeun papel especial a la providencia divina y que lareduce a ser otra denominación de las «causas gene-rales que Turgot había aprendido de Montesquieu».Estamos de acuerdo en esta afirmación, pero no ve-mos por qué ha de implicar la imposibilidad de queTurgot identificara estas causas generales con laobra misma de la providencia. Leibniz había plan

o John Bury, La idea del progreso, Alianza, Madrid, 1971, p.124.

ESTUDIO PRELIMINAR XXVII

teado ya la misma postura. Es evidente en estaépoca el paso de una concepción «paternal» deprovidencia divina a otra concepción en elsentido del Dios arquitecto o relojero. Turgot puedeperfectamente creer en una providencia que haplanificado el mundo desde la creación y que, poresto mismo, no tiene necesidad de intervenir a cadamomento en él.

Schelle 6, al contrario, considera que, así como elprimer discurso es por completo religioso, el se-gundo es totalmente filosófico. Tampoco estamospor entero de acuerdo con esta tesis porque enton-ces se hace difícil la comprensión de tan gran diver-sidad de planteamientos en sólo seis meses. Natural-mente da soporte a esta posición el que Turgot dejara lacarrera eclesiástica inmediatamente después delsegundo discurso. Aparece así clara la tesis de unviolento cambio personal o una pérdida de fe, perohay que tener en cuenta el hecho de que ya en1748 Turgot había planteado de una maneraexclusivamente filosófica el tema. En sus Récherchessur les causes des progrès et de la decadence dessciences et des arts ou réflexions sur 1'histoire desprogrès de l'esprit humain el planteamiento eraprácticamente el mismo que en la segundaSorbónica. Debemos concluir pues que, si entreestas dos obras Turgot intenta una vinculaciónestrecha entre progresos en las luces y religión, noes por un cambio personal. El segundo discurso noes, por tanto, la mera consecuencia de unasorprendentemente rápida pérdida de fe.

6 Gustave Schelle, Oeuvres de Turgot et documenis le concer-nant, Felix Alcan, París, 1913. A partir de ahora citada porSchelle y el número de página. Schelle, p. 32.

XXVIII GONÇAL MAYOS

Esta última tesis es también la de Nisbet 7. Pien-sa que en la segunda Sorbónica Turgot se limita asecularizar la primera. Hemos argumentado queesta tesis no encaja con los contenidos -ya comple-tamente seculares- de la obra de 1748, que sonprevios a cualquiera de los dos discursos. Elmismo Nisbet profundiza su tesis en el sentido deque Turgot pasa de entender la providencia comoprogreso a entender el progreso comoprovidencia. Este planteamiento es interesante sievita la exageración de ver una revolución teóricadatada entre los seis meses que median entre lasdos Sorbónicas. Por otra parte, no hay queolvidar que Turgot -aunque más brevemente-reitera las tesis principales 8 en favor de la religiónen el segundo discurso, con lo que la pretendidaruptura es más aparente que real.

Nosotros creemos que, por una parte, el primerdiscurso está muy marcado por la Ciudad de Dios deAgustín de Hipona y el Discours sur 1'histoire

Robert Nisbet, Historia de la idea de progreso, Gedisa, Bar-celona, 1980, p. 257.

' Comienza su historia recurriendo a la Biblia. Cuando plan-tea el problema de la Edad Media, y después de haber calificadoel cristianismo de «una nueva luz» (con el valor especial que teníaen su tiempo la palabra «luz»), dice: «Religión Santa, ¿podríaolvidarte? ¡Podría olvidar las costumbres perfeccionadas, las ti-nieblas de la idolatría finalmente disipadas, los hombres ilustrados sobre la divinidad! En la ruina casi total de las.letras,sólo la religión formaba aún escritores, animados por el deseo deinstruir a los fieles o de responder a los ataques de los enemigosdela-fe. Cuando Europa fue presa de los bárbaros, sólo tú amansastesu ferocidad... Sólo tú nos has transmitido a través de los siglos elespíritu (si me atrevo a hablar así) de tantos hombres confiadoen esta lengua [el latín]. Y aun la conservación del tesoro de losconocimientos humanos en peligro de perderse es uno de tus be-neficios» (Schelle, p. 228).

ESTUDIO PRELIMINAR XXIX

universelle 9 de Bossuet. Turgot coincide en la tesis dela relación y el curso paralelo entre la serie deacontecimientos religiosos y la serie de los aconteci-mientos políticos y seculares. Evidentemente, Turgotdestaca más el aspecto cultural que el meramentepolítico, que era el énfasis primordial de la últimaobra. Le preocupa sobre todo el progreso en las lu-ces, en la ilustración de los pueblos. Dentro de esteprogreso civilizatorio Turgot considera que la reli-gión es un elemento claramente educativo e ilustra-dor. Especialmente le interesa subrayar sus efectosfrenando y suavizando las pasiones y bajos instintoshumanos. Plantea la tesis de que la religión -enespecial la cristiana- no ha servido tanto -aunque enalgunos momentos sí- para evitar el desarrollo dela razón, sino sobre todo para potenciarla -alreducir las pasiones e instintos que se le oponen-.

¿Por qué plantea así la primera Sorbónica y no encambio la obra de 1748 ni la segunda Sorbónica?Evidentemente, la pregunta es muy relevante, peroparece que no se puede resolver por el simple expe-diente de una pérdida de fe, según piensan Bury yDu Pont (quien censura y elimina de su versión -comodemuestra Schelle- la primera parte del discursoy otros fragmentos donde Turgot parecía cargar lastintas respecto de la revelación). Ninguna de lasafirmaciones en esta primera disertación pa- . rececontradecir radicalmente posturas posteriores deTurgot, sino que simplemente parece especificarlaspara el tema concreto que intenta. Este tema no esotro que un elogio de la religión, pero de intentos deeste tipo hay muchos y lo relevante es ver cómo

9 La primera edición es de 1681 y la tercera, revisada, de 1701.

XXX GONÇAL MAYOS

Turgot no puede llevarlo a cabo sin convertirlo enun elogio de las luces, de la ilustración.

Lo importante es constatar cómo Turgot dejapenetrar en este tema tan tradicional lo más nove-doso del signo de los tiempos. Los aspectos más mo-dernos e ilustrados terminan dominando el temaoriginal. El fin de la historia y de los progresos es lailustración o educación de la humanidad. La reli-gión aparece como uno de los medios más podero-sos para conseguir este progreso en las luces. Cree-mos, como parece insinuar Nisbet, que Turgot estáen el primer discurso secularizando y convirtiendo enultracontemporáneo el tema tradicional del elogiode la religión. No la trata en ella misma, sino sóloen la medida en que ha provocado beneficios o pro-gresos en las luces de la humanidad. En cierta medi-da se puede decir que la piensa -y la elogia-más como instrumento o medio que como fin ensí misma. El interés principal de Turgot -ya en laprimera Sorbónica- son las luces, la progresivailustración de la humanidad. Por eso, en estediscurso hay tanta secularización de la religión comotratamiento religioso del tema de las luces. Ambosaspectos son inseparables en la primera Sorbónica,mientras que en las restantes obras la religión nohace tanta presencia. Pero ello no implica ni unainsinceridad por parte de Turgot ni unsorprendente cambio radical de posición.

Cabe considerar que Turgot pertenece a unaparte de la Ilustración, quizá no tan progresiva orevolucionaria como la más conocida, pero que noes menos real e importante en su época. Unflanco del complejo movimiento ilustrado nomenos influyente en las ideas y en losacontecimientos de su tiempo. Una Ilustración llenade «abbés» que participaban muy activamente enlos salones de la época

ESTUDIO PRELIMINAR XXXIy en las polémicas, que representaron un elementoamortiguador e intermedio entre la corteconservadora y los «idéologues» o filósofos másradicales, y que participaron desde el primermomento en la Enciclopedia francesa e, incluso, enla Revolución.

Turgot era un genuino representante de estaIlustración moderada que, más o menos vinculada ala nobleza o la Iglesia -las fuerzas absolutistas-,desempeñaba en cambio -por convicción perso-nal- un papel claramente progresista. Este flancode la Ilustración nos ha dejado quizá obras de me-nor valor que las de Voltaire, Rousseau, D'Alem-bert o Diderot, pero en su época tuvo importanciatanto en filosofía como en política. Representóuna alternativa que careció de posibilidades realesde triunfar frente a unas fuerzas retrógradas yabsolutistas que no estaban dispuestas a la menorconcesión. Pero indudablemente su fracaso socialcondujo -tanto como otros factores o clases- alestallido final de la Revolución francesa. No envano, la intervención en política de Turgot, Neckery otros elementos moderados representó los únicos yúltimos intentos de cambio no violento de lamonarquía y la sociedad francesas.

2. TURGOT Y ROUSSEAU

Por lo que hace a la filosofía sensu stricto, con-viene tener en cuenta que Turgot pronunció las dosSorbónicas el mismo año en que Rousseau obtuvo elpremio de la Academia de Dijón y se hacía famosocon su Discurso sobre si el restablecimiento de lasciencias y las artes ha contribuido a depurar las cos-tumbres. En el mismo año -1750- salieron a laluz pública discursos tan importantes y con tantos

XXXII GONÇAL MAYOS ESTUDIO PRELIMINAR XXXIIIcontrastes como los de Turgot y de Rousseau.Este hecho nos ha de hacer meditar.Paralelamente, al innegable éxito e influencia deRousseau y su primer discurso, Turgot influyódecisivamente en un filósofo que participó y muriópor la revolución: Condorcet 10. En 1793, mientrasera perseguido por haber sido uno de losrepresentantes girondinos -entonces expulsadospor los «montagnards- de la Convención,Condorcet escribió a partir del modelo del segundodiscurso de Turgot su libro Esbozo de un cuadrohistórico de los progresos del espíritu humano. En élse muestra el entusiasmo y la esperanza en elprogreso humano a que se había llegado enaquellos tiempos, y que no podían enturbiar ni lapersecución política de los mismos revolucio-narios.

Respecto a la comparación entre los discursos deTurgot y el de Rousseau, hay que comentar enprimer lugar la proximidad de temática. Ambos tie-nen en común el tema de las ciencias, las artes y lasletras; en definitiva: de las luces humanas. Turgot yase había planteado la intervención en el concurso delaño 1748 de la Academia de Soissons sobre unatemática similar. Parece resultar de todo ello unapreocupación clara en la sociedad de la época de lailustración y el progreso humano -los dos concur-sos plantean el problema de si ha habido mejora oprogreso-. Por otra parte, según la formulación de lostemas de los premios, parece que son todavía unacontinuación de la vieja polémica o querella de losantiguos y los modernos.

10 Ciertamente, Turgot y Condorcet se diferencian por suposición respecto a la religión. Para este último, su papel en lahistoria no es sino negativo, como instrumento de opresióndelpueblo por parte de los sacerdotes y como favorecedora de lasuperstición.

También es importante subrayar que tanto Tur-got como Rousseau relacionan estrechamente -sibien su postura será la contraria- progreso en lasciencias, artes y letras con el progreso en la virtud.En el primer discurso, Turgot se preocupa sobre todopor esta temática, que es la que Rousseau diceconsiderar como la que más atañe «a la dicha delgénero humano». El segundo discurso de RousseauSobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entrelos hombres (1754) trata el problema político, quetambién era una de las componentes claras delprimer discurso de Turgot. Resulta, pues, que enestos cuatro discursos cada autor trata los mismostemas: progreso en las ciencias, artes y letras; pro-greso o retroceso en la virtud y el problema político en lahistoria humana.

Hay otra coincidencia de fondo muy importanteentre Turgot y Rousseau: ambos aceptan el progresopor lo que respecta al avance en las ciencias, letras yartes, si bien a partir de aquí sacarán conclusionescontrarias. Hemos de recordar que Rousseau no niegael progreso contemporáneo por lo que hace alsaber y en la «civilización». Él ya comienza diciendoque no quiere tanto negar el progreso moderno enel saber, como criticar sus consecuencias respectode la virtud. Concretamente plantea su posición de lasiguiente manera: «no es la ciencia lo que maltrato,me he dicho; es la virtud la que defiendo antehombres virtuosos» 11

Al comienzo de la primera parte de su discurso,Rousseau acepta el ideal ilustrado de desarrollo de

" J.-J. Rousseau, Del contrato social, Discurso sobre lasciencias y las artes, Discurso sobre el origen de la desigualdadentre los hombres, Alianza, Madrid, 1980, pp. 147-148.

XXXIV GONÇAL MAYOS

las luces humanas IZ. Como se puede ver por la cita,no se trata de un mero reconocimiento retórico, apesar de que no enfatiza tanto como Turgot laacumulatividad de este proceso. Se esfuerza encriticar los peores vicios «civilizados e hipócritas»de la sociedad de su tiempo, más que a enfatizar unprogreso continuado o lineal en las luces. Rousseauacepta -como casi todo el mundo en su época-los últimos y brillantes avances en el campo delsaber y la ilustración, pero critica la presunción deque estos avances sean correlativos a equivalentesprogresos en la virtud. En este punto se oponenclaramente, porque ésta era la tesis de Turgot, paraquien los incrementos en la ilustración, bondad yfelicidad humana eran correlativos. Rousseau, alcontrario, piensa que los progresos pretendidamentecivilizatorios han provocado -ahora y siempre- unretroceso o degeneración en las costumbres y lasvirtudes humanas.

Esta tesis -en principio casi calificable, en elcontexto de su época, de retrógrada- fue desarro-llada genialmente por Rousseau en sus discursos yotras obras (por ejemplo, el Emilio). Con ellaRousseau se proyectaba hacia el posteriorRomanticismo y se adelantaba a su tiempo, en el queesta tesis inevitablemente tenía un ambiguo regustoconserva

12 «Es un espectáculo grande y hermoso ver al hombre saliren cierto modo de la nada por sus propios esfuerzos; disipar,mediante las luces de su razón, las tinieblas en que la naturalezalo había envuelto; alzarse por encima de sí mismo; elevarse porel espíritu hasta las regiones celestes; recorrer a paso de gigantecual el Sol la vasta extensión del universo; y lo que aún es másgrande y más difícil, penetrar en sí mismo para estudiar ahí alhombre y conocer su naturaleza, sus deberes y su fin. Todasestasmaravillas se han renovado desde hace pocas generaciones» (op.cit., p. 148).

ESTUDIO PRELIMINAR XXXV

dor, ya que todos los enemigos de las luces las criti-caban a partir de su papel perversor del pueblo y dela moral. No hemos de olvidar que el Discurso so-bre las ciencias y las artes tuvo un éxito increíble,pues no sólo obtuvo el premio de la Academia deDijón y el aplauso público, sino que fue alabado enla corte. Seguramente por su cierta ambigüedad estediscurso nunca fue explícitamente prohibido ocondenado, al contrario de otras obras, como elContrato social o el Discurso sobre la desigualdad (que ya no obtuvo el premio de la Academia deDijón y que era mucho más radical y, unívocamen-te, interpretable).

Las conclusiones de Turgot y Rousseau respectode las consecuencias del desarrollo de la ilustraciónson opuestas, aunque hay notables proximidades in-cluso de estilo entre los dos discursos. Turgot sólove aspectos positivos y ventajas en la ilustración ycivilización de los pueblos; Rousseau ve también -yespecialmente- los aspectos negativos. ParaTurgot el valor de la educación está siempre porencima de «lo natural» y libre de toda crítica; Rous-seau, en cambio, apuesta por lo natural previo almaleamiento de la sociedad, aunque sabe que paraél es ya inalcanzable 11. Turgot valora positivamentelas leyes -siempre en cuanto que sean justas y cle-mentes- y aboga en favor de costumbres socialesque se impongan sólidamente sobre la voluntad delos individuos; Rousseau, en cambio, desconfía deesa imposición exterior al individuo y a su corazón,así como critica la religión de su tiempo por hipócri-ta y negadora del ser más propio del hombre. Final-mente, Turgot se niega a la visión totalmente oscu11

D Op. cit., pp. 315-316.

XXXII GONÇAL MAYOS ESTUDIO PRELIMINAR XXXIIIrantista de la Edad Media, mientras que Rousseaucree firmemente en ella.

3. LA RELIGIÓN EN CLAVE ILUSTRADA

El primer discurso de Turgot es una muy elabo-rada obra de oratoria, pero ésta no es su única vir-tud. Como hemos dicho, desarrolla la tesis que rela-ciona la religión cristiana con el progreso de las lu-ces, la civilización y el perfeccionamiento político.Aquélla no es interpretada, pues, como enemiga dela educación de los pueblos y como mantenedora dela superstición. Para Turgot, al contrario que lamayoría de los ilustrados franceses más conocidos -desde Voltaire a Rousseau, pasando por Dide-rot-, la religión ha sido un factor claro de progreso yde ilustración de los hombres y las sociedades.

En la presentación, que Du Pont censuró o eli-minó por considerar demasiado religioso su conteni-do, plantea claramente su tesis: la providencia divi-na ha de ser valorada como totalmente positiva,aunque a primera vista esto pueda parecer proble-mático. Turgot sale al paso de los críticos de su épo-ca, que planteaban el espectáculo de la historiacomo la mayor prueba en contra de la providenciadivina. En la historia -como el mismo Voltaire argumenta- predominan las maldades, lasatrocidades, las desgracias más incomprensibles ylas destrucciones más indiscriminadas. Los pocosmomentos afortunados, los cortos espacios de luzentre sangrientas tinieblas, no permitían olvidar elterrible espectáculo global de la historia humana.Por ello era muy difícil -consideraban-pretender ver la mano bondadosa de Dios en untal desgraciado panorama. Turgot plantea, en estefragmento suprimi

do por Du Pont, su tesis y su proyecto para demos-trar todo lo contrario: la permanente y positiva pre-sencia de la providencia divina en la historia hu-mana.

La providencia divina no se muestra sólo comola organización misma del mundo que va conducien-do poco a poco hacia mayor perfección, sino quetambién y sobre todo es -para Turgot- la presen-cia directa de la religión cristiana como un principioespiritual actuando en y desde las cosas humanas.El principio espiritual activo en la historia, que elcristianismo representa, conquista la mente y el co-razón de los hombres -tanto individual como colectivamente- y así transforma sus actos. Poresto Turgot divide el discurso en dos partes,tratando en la primera los beneficios que hareportado para los individuos y, en la segunda, losque ha reportado para las sociedades políticas.

La primera parte está subdividida en tres aparta-dos -introducidos por números romanos-, quecorresponden respectivamente a los efectos de losprogresos del cristianismo en el saber, en la virtud yen la felicidad de los hombres. Turgot plantea comouna consecuencia necesaria que los progresos en lasluces y en la virtud de los hombres implicanprogresos en su felicidad. En definitiva, para Turgot lafelicidad o infelicidad de los hombres en la historiadependen de sus actos y comportamiento. Loshombres dependen de sí mismos para alcanzar o no lafelicidad. Entonces, un progreso en la ilustración y enla virtud implica necesariamente un progreso en lafelicidad humana.

Para demostrar esta tesis, Turgot dedica su aten-ción al cuadro de la civilización pagana antes de lallegada del cristianismo. Su veredicto es completa-mente negativo: es una época de barbarie, de su-

XXXVII I GONÇAL MAYOS

perstición, de idolatría y de disolución en las cos-tumbres. En este cuadro sólo el pueblo judío parecesalvarse. Turgot lo ve como una isla incontaminadapor el mar de superstición que la rodea. Frente aeste panorama, Turgot contrapone su visión delmundo después de la aparición del «principio» cris-tiano. Con la predicación de Jesucristo, el principiocristiano -plasmado en los Evangelios y distin-guiendo claramente la doctrina del Nuevo Testa-mento de la del Antiguo Testamento- se inscribeen el mundo y comienza a actuar. La intervención delcristianismo en la historia se argumenta diversa-mente según se haga referencia a la cuestión del sa-ber -las luces-, la de la virtud o la de la felicidad.

Respecto al saber, Turgot comenta cómo el ex-travío que ve en las épocas paganas no es compen-sado o combatido por la razón. Los pocos sabios ofilósofos de esos tiempos no intentan -afirma Tur-got- ilustrar al pueblo, sino que, despreciándolo,se encierran en sus torres de marfil. Contrapone aeste pobre papel de la razón el papel de la Iglesiacristiana al salvar en la época oscura de la EdadMedia los saberes antiguos para un tiempo futuro.La Iglesia y aun la escolástica -aspecto muy pecu-liar entre los ilustrados- son reivindicados por supapel de mantener encendida la llama de la razón ydel saber hasta tiempos más afortunados. Turgotplantea aquí una primera ejemplificación de su tesisprincipal -que comentaremos más adelante-, se-gún la cual la razón por sí sola es débil y no llega aintervenir o dirigir eficazmente los actos humanos.La religión, al contrario, tendrá la fuerza que le fal-ta -sobre todo en sus comienzos- a la razón.

Respecto de la virtud, Turgot desarrolla la ideade que el principio cristiano es el más eficaz y pode-roso freno a las pasiones, los bajos instintos y los

ESTUDIO PRELIMINAR XXXIXintereses particulares. Esto no significa, para él, quehaya debilitado los «sentimientos naturales» delhombre -critica sostenida, por ejemplo, por Dide-rot y Rousseau-. El cristianismo simplemente haafianzado los sentimientos más propiamente huma-nos y más positivos frente a los impulsos más anima-les y negativos. Por tanto, ha hecho al hombre máshumano, así como ha insuflado humanidad en susactos y costumbres. Una expresión de Turgot nosparece tan clara como contundente: el cristianismoha «desvelado de alguna manera la naturaleza a símisma» 14. Hay aquí, evidentemente, un sentido denaturaleza muy diferente del usado por Diderot yRousseau.

Para Turgot, la religión ha afianzado la solidari-dad humana por medio de la caridad. Ha impulsadoa ayudar a los débiles y a evitar las crueldades me-diante la piedad. Ha ayudado -incluso- a la razón ensu necesaria imposición a los impulsos bestiales quela niegan. Otra comparación de los paganos y loscristianos le permiten argumentar su tesis.

En el tercer apartado, donde sintetiza lo anterior ylo relaciona con los progresos en la felicidad hu-mana, plantea claramente su tesis más global: «Larazón habla, la religión hace actuar» 15. Así, si biense puede decir que la naturaleza ha dado un igualderecho a todos los hombres para llegar a ser felices,la razón no ha sido suficiente para superar la tiránicaparticularidad humana. Para Turgot, sólo lareligión ha tenido suficiente poder como paraincitar real y permanentemente a los hombres aanteponer los intereses de la humanidad a los su-yos propios.

10 Schelle, p. 202.15 Schelle, p. 203.

XL GONÇAL MAYOS

Al comparar la situación entre los no creyentescon la que se da entre los creyentes, Turgot aborda elespinoso problema de la incipiente colonizaciónamericana y del resto del mundo. Aunque se haceeco de la leyenda negra -no sólo española-,su veredicto nos resulta tan duro como el de Kant.Éste -en su réplica a su reseña del primer libro delas Ideen de Herder 16 , ante la pregunta de si eslegítimo sacar contra su voluntad a las gentes de sufeliz estadio primitivo y animal, contesta quela razón nos obliga a ello. Igualmente, Turgothace gala de un confiado etnocentrismo, común ala mayoría de los ilustrados, y lleva a cabo unaapología de la «predicación» europea en América.

En la segunda parte del discurso, Turgot pasa aocuparse del problema político y social. Aquí esdonde se nota más la influencia del Discurso sobrela historia universal de Bossuet. Plantea, igual queéste, la influencia positiva que ha ejercido la reli-gión tanto en los gobernantes como en los goberna-dos, garantizando tanto la justicia de las leyes comoel respeto por el gobernante. Así, la religión se con-vierte tanto en la más fiel aliada de los reyes comola mejor protectora del pueblo.

Una vez más, Turgot contrapone la descripcióndel cuadro de las sociedades paganas con el de lascristianas de su tiempo. En las primeras, un «falsoespíritu de sistema» se ha impuesto en las constitu-ciones políticas fijándolas bajo un único principio,casi siempre al servicio de unos pocos y, a veces,oprimiendo a todos por igual. Critica la fosilizaciónde las constituciones que les impiden evolucionar

16 1. Kant, Escritos de filosofía de la historia, Nova, BuenosAires, p. 115.

ESTUDIO PRELIMINAR XLIcon los tiempos, avanzar correlativamente con elprogreso humano.

Turgot argumenta que, en los casos donde seniegan las mínimas reformas, no queda sino el re-curso de una revolución violenta. Efectivamente, esinteresante señalar que, quien después será el mi-nistro reformista de Luis XVI, subraya la necesidadde adecuar las constituciones y las leyes a los nuevostiempos. Turgot, heraldo del progreso humano engeneral, ve la necesidad de moverse con los tiempostambién en política. Su postura es, una vez más,reformista: no quiere la revolución pero la sabe ne-cesaria si no se llevan a cabo las necesarias reformas,adecuadoras de la humanidad a los nuevos progresos.Así, afirma contundentemente: «el despotismoengendra las revoluciones» 17.

Para Turgot, el cristianismo ha llevado en políti-ca el principio del común rebajamiento de pueblo ymonarca. Ambos se han de sentir predestinados porDios a la tarea común de garantizar la felicidad dela humanidad y de las sociedades. Esta felicidad im-plica para Turgot el mantenimiento del principio deorden y de autoridad -y la garantía del cumpli-miento de las leyes-, así como el principio de bondady benevolencia de los gobernantes para con losgobernados. Podemos decir que en este discursoviene a defender el modelo de una monarquía cons-titucional cristiana o -lo que no es incompatibleen absoluto- de una sólida república cristiana.Ciertamente, al final del escrito lleva a cabo un elo-gio de la monarquía en la persona de Luis XV, so-bre la base de la pretendida «ilustración» de este

" Schelle, p. 293. Aunque inmediatamente comenta que lasrevoluciones no suelen sino cambiar los tiranos sin conseguir salirdel despotismo.

XLII GONÇAL MAYOS

monarca, que tiene como su fin primordial de go-bierno la «felicidad del mundo».

A todo esto podemos concluir que, para Turgot,el cristianismo puede ser el principio activo en lahistoria humana, gracias a su capacidad de inscribir-se indeleblemente en los espíritus humanos. Desdeeste «trono» en los espíritus individuales, modera ydirige los actos de los hombres, haciéndolos compa-tibles y armoniosos entre sí. Turgot es, pues, unilustrado. Cree en la fuerza de la educación, de lailustración, de las ideas perfeccionadas, sobre losactos y las circunstancias históricas. Quiere influir ycambiar estas ideas 18, sustituir la oscuridad por lu-ces, transformar la superstición y las falsas creencias enrazón auténtica. Pero se diferencia de una parte dela ilustración -aunque no de toda, pues hay quesubrayar su proximidad a Lessing, por ejemplo- alnegarse a hacer incompatibles estos fines con unavaloración sincera de la religión cristiana. Argu-menta que no sólo no son incompatibles, sino queademás el cristianismo es el principio más poderosopara influir en los espíritus y llevarlos a la ilustra-ción y la civilización.

En definitiva, el cristianismo sería la idea o principiomás poderoso para el progreso de la humanidad,facilitaría -por decirlo así- su tarea a la razón.Como Lessing, Turgot no ve la incompatibilidadentre razón y religión bien entendida, y aboga porla tesis de la ayuda mutua que se dan en unmismo camino de ilustración. En especial, ambos

1R Es interesante comentar su valoración de las costumbrescomo leyes internas, y por tanto inscritas firmemente en la consciencia, que son más poderosas que las leyes externas. Las cos-tumbres interiorizadas actúan siempre y son más difíciles de incumplir que el mero mandato exterior (muchas veces no compar-tido por los individuos).

ESTUDIO PRELIMINAR XLIII

autores subrayan que, en etapas donde la razónno está muy desarrollada -por ser la infancia dela humanidad o por ser una época muy bárbara-, la religión se convierte en el principalinstrumento de ilustración, aceptando como unahipótesis también válida que, en épocasposteriores -más ilustradas, con los espíritus máseducados y sensibles a la razón-, ésta pueda andar porsí sola sin ayuda. Podemos relacionar en estesentido el primer discurso con el segundo, dondela religión ya no tiene tan gran presencia.

4. LA HISTORIA HUMANA EN CLAVE ILUSTRADA

El segundo discurso plantea ya en el título un mayorénfasis por la lectura filosófica de la historia, que no elprimero. Años antes del Sig lo de Lu i s XIV de Voltai-re, Turgot ya se inscribe perfectamente dentro del génerofilosofia de la historia. Se trata, por tanto, de mostrar el. «cuadro 19 filosófico» de los progresos de la ilustraciónhumana. No se trata, pues, simplemente de mostar loshechos, sino de confrontar la «serie de los hedos históricos»con «algunas reflexiones sobre el nacimiento, losincrementos, las revoluciones de las ciencias

¿las artes». Turgot considera que de esta manera podráexponer el «hilo del progreso humano, y ésta es una ta-rea que sólo unos «ojos filosóficos» -como diráHegel- pueden afrontar. w Este cuadro, adiferencia del primer discurso, ya

ly_ t

ro Se trata del término francés Tableau. Cabe señalar que&esnay, maestro y representante máximo de la escuela fisiocrá*k, usó también este término en 1758 en su obra más importan1e!`Tableau économique.

XLIV GONÇAL MAYOS

no tendrá en cuenta el problema político y,menos, la cuestión de la felicidad humana. Se limitabásicamente al desarrollo del espíritu humanoexpresado en los progresos de las ciencias y lasartes. Una vez más, pues, el centro lo ocupa lapreocupación por las luces, por el progreso delsaber humano. Evidentemente, por esto estamos enun discurso más lineal y de más fácilinterpretación. Como veremos en otro apartado,desarrolla en resumen una típica visión ilustrada dela historia humana. Todo él es una historia,dispuesta cronológicamente, de los grandes hitos enla ilustración de la humanidad.

Comienza Turgot marcando la especificidad de lahistoria respecto de la naturaleza. Así como estaúltima se caracteriza por reiterarse infinitamentedentro de la más absoluta identidad, la historiasiempre cambia y, sobre todo, introduce novedadesacumulativas. El cambio en la naturaleza es un círculodonde tarde o temprano se vuelve al mismo puntode partida. Nada ha cambiado -piensa Turgot-, simplemente se ha cumplido uno de los diferentesciclos en que se mueve la historia. En la naturaleza elcambio es siempre de manera semejante al ciclode las estaciones o las generaciones de los animalesy plantas. No hay diferencia cualitativa (pensemosque estamos ante un planteamiento predarwiniano)entre el padre adulto y su hijo adulto, como no lohay entre las diferentes primaveras. La naturaleza semueve, pues, en ciclos sólo turbados momentá-neamente por los azares que hacen una primaveramás fría o un individuo más fuerte que otros.

En la historia, en cambio, se produce auténticanovedad y, sobre todo, estas novedades se acumu-lan y definen un desarrollo total progresivo. En lahistoria humana no sólo la libertad o la razón huma-na introducen nuevas series de fenómenos y nuevos

ESTUDIO PRELIMINAR XLV

acontecimientos, sino que también hay una comuni-cación de estas novedades de una generación a otra.Por el hecho de la cultura, los hombres puede trans-mitir una «herencia, siempre aumentada» de unageneración a otra. La historia humana es, pues, undesarrollo progresivo en el caudal de los conoci-mientos o luces del hombre.

Por todo ello, un filósofo puede descubrir el pro-greso humano escondido detrás de mil aparentesparticularidades, azares o errores. Así puede descu-brir que, por lo que toca al género humano, haynecesariamente un crecimiento desde la infancia ala madurez, desde la barbarie y la incultura a la civi-lización y la ilustración. El filósofo descubre que lahumanidad es un individuo en desarrollo y en pro-greso. Visto desde este punto de vista, los errores,las desgracias y las maldades humanas, no ocultanun oscilante pero continuo progreso subyacente. Laascensión o caída de los imperios, las alternativaspolíticas, estos aparentes ciclos del mundo humanono son tales para el filósofo ilustrado. Son simple-mente alternativas, oscilaciones, que dejan ver unalenta tendencia a llegar a un equilibrio; por esto ter-minan dibujando una trayectoria progresiva.

Se puede constatar cómo Turgot -de acuerdocon la mayoría de los filósofos modernos- partede la dualidad o contraposición de naturaleza e his-toria. La primera es -como dirá Kant- elámbito de la necesidad y del determinismo,mientras que la segunda es el campo de la libertady del progreso. Así como la primera no es sinoestabilidad global a pesar de los cambiosindividuales, la segunda es el ámbito deperfeccionamiento y de la mejora. Desde estaperspectiva analiza Turgot brevemente losacontecimientos que juzga más importantes de lahistoria humana. El ámbito propiamente humano es

XLVI GONÇAL MAYOS

la historia; por esto define la geografía política 20

como la exposición sincrónica del mismo mundo hu-mano, del que la historia hace una exposición dia-crónica.

Turgot comienza remitiéndose brevemente a lahistoria sagrada por lo que respecta a los orígenes dela humanidad, pero pronto pasa a ocuparse de losacontecimientos -que parecen interesarle más-sobrevenidos a partir del diluvio, cuando loshombres se han dividido en diversos pueblos y di-fundido por toda la Tierra. Sobre todo le interesaseñalar el desconocimiento a que han llegado estospueblos entre sí, paralelamente a la identidad de labarbarie a que están sometidos. Es decir, Turgotestá definiendo -intercalado en la historia bíbli-ca- el estado de naturaleza. Efectivamente, se tratade un estadio cero por lo que respecta acivilización o luces. De hecho, su historia podríapartir perfectamente -y así parece que lo hace-de este estadio.

Turgot insiste en la igualdad de la naturaleza detodos los pueblos y todos los hombres. Estos indivi-duos parten de la inicial igualdad de la naturalezahumana: unos mismos sentidos, unos mismos órga-nos y, por consiguiente, las mismas ideas. La histo-ria humana parece partir de este estadio de igualdaden la barbarie, el punto cero de ilustración. A partir deeste momento surgirá un muy diversificado creci-miento o progreso humano. Por ello, Turgot ha deargumentar ahora las razones de este progreso tandiferente en velocidad y contenidos. Como en el se-gundo discurso de Rousseau, el problema es la desi-gualdad humana, si bien ahora centrándose única

20 Véase su manuscrito sobre la Geografía política..

ESTUDIO PRELIMINAR XLVII

mente en la diferencia de progreso en las luces delos diversos pueblos.

Concordando con Rousseau, Turgot constatatambién que si, por una parte, cabe pensar el origenigualitario de todos los hombres y pueblos, por otraparte, la civilización o el saber los distingue muypronto. La confianza de la Ilustración en sí mismano permitía tener duda sobre la superioridad cultu-ral de los pueblos civilizados -o «ilustrados»-sobre el resto de naciones bárbaras y salvajes. Así,Turgot coincide con Rousseau en que el progresosocial o cultural es la causa de la desigualdad huma-na, al menos por cierto tiempo. Así, si por una par-te los hombres nacen iguales, su desarrollo poste-rior los diversifica y distingue. El progreso socialinscribe cada vez más la desigualdad entre los hom-bres 21. Podemos decir que, para ellos, con el naci-miento de las artes o de las «luces» nace la desigual-dad humana.

Esta desigualdad se estructura -piensa Turgot-en una gradación continua desde la completabarbarie a la mayor ilustración. El saber, la ilustra-ción, diversifica y jerarquiza los pueblos en un eje decoordenadas que mide el grado de ilustración. Estoes así porque la historia rompe con la legalidadnatural; así, si bien los hombres son iguales por ydebido a la naturaleza, se diferencian por y debidoa la cultura. Este hecho no lleva a pensar una desi-gualdad ya en la naturaleza humana -concluyeTurgot-, sino que tan sólo conduce a afirmar la

21 Bien es cierto que Rouseau piensa sobre todo en la desi-gualdad entre los hombres de un mismo pueblo -en lapropiedad, por ejemplo- y Turgot en la desigualdad entrediferentes pueblos.

XLVII I GONÇAL MAYOS

desigualdad en sus progresos, en la velocidad deavance en el mismo camino de ilustración.

Para Turgot, las razones o factores que amplíanla desigualdad son: 1) La diversidad de contactosentre los pueblos, es decir, las diferentes circunstan-cias de sus mezclas, sus guerras y enfrentamientos,sus influencias, los azares políticos. 2) Las diferen-cias geográficas, que incluyen las climáticas -comopensaba Montesquieu-. 3) Los diferentes mediosde producción': caza, pastoreo, agricultura, co-mercio, etc. 4) El diferente grado de educación al-canzado por los pueblos. Turgot está de acuerdo,pues, con Lessing en que hay «entre pueblo y pue-blo la misma diferencia que la educación estableceentre hombre y hombre».

Estos factores son los que definen las diferentesalternativas que marcan la desigualdad entre lospueblos. Turgot, como precursor de la idea deprogreso que es, ve inscritos todos los pueblos enuna única línea de desarrollo, hacia la que convergenlas diferentes alternativas entre ellos o dentro decada uno. Está convencido de que los balanceos secompensan entre sí, se van equilibrando, siempre enuna trayectoria progresiva. «El bien queda y lahumanidad se perfecciona», afirma 23. Aún más, estáconvencido de que en la historia se produce unaceleramiento en los progresos. Cada vez el acopiode descubrimientos permite más rápidamente nue-vos hallazgos.

1 Como veremos más adelante, Turgot fue de los primerosautores en periodizar la historia en virtud de los modos deproducción sociales. Ciertamente, propone una periodizaciónen tres tipos de sociedades o períodos históricos: sociedad decazadores, de pastores y de agricultores.

11 Schelle, p. 218.

ESTUDIO PRELIMINAR XLIX

Evidentemente, la historia parece desmentir mu-chas veces estas tesis: por ello Turgot ha de argu-mentar no sólo en función de las circunstancias ex-ternas la diferencia en los grados de ilustración. Hade, mostrar por qué el hombre es susceptible de edu-carse aparentemente de manera tan diferente y aundificultosa, por qué el progreso de ilustración es tancomplejo y a veces errático; en definitiva, por quéno se produce en todos los campos de las luces elcamino firme y claro de progreso que se da -por ejemplo- en las matemáticas. Turgot tomasu explicación de la teoría empirista delconocimiento y de las leyes de asociación. Esta ley,que se encuentra limitada por los azares mismos dela percepción de los diversos objetos, justifica poresta azarosidad los primeros y corrientes errores. Elhombre se encuentra en principio sobre el mundocomo frente a un enigma. Sólo mediante laexperiencia y múltiples tanteos puede llegar ahacerse una imagen clara del mundo.

Por este motivo, también vinculado a la acumu-latividad y transmisión de experiencias, con el pasodel tiempo se van eliminando los errores. El hom-bre ya no se deja engañar tan fácilmente por susespontáneos prejuicios o las visiones defectuosas delmundo. Poco a poco, las opiniones y las ideas sevan perfeccionando; si el hombre yerra en un mo-mento dado, esta misma experiencia le ayuda a noerrar en el futuro. Este camino es lento -piensaTurgot- pero es un camino, es el camino queconduce a la ilustración y que necesariamente todoslos pueblos han de transitar. Por ello, Turgotmuestra su inquina contra los obstáculos a estelento, errático, pero cierto, camino de progreso.

Así podemos comprender su crítica a «las falsasvirtudes de sistema» -del primer discurso- oal

L GONÇAL MAYOS

«celo ciego» por encerrar -queriéndolas fijar- «alas ciencias en el seno de los conocimientos actua-les» -momo argumenta en el segundo- 24. Es claroque, para Turgot y todo partidario coherente de laidea de progreso, la verdad no puede darse en losorígenes de la humanidad y que sólo con el trans-curso del tiempo puede alcanzarse. Turgot lamentala rapidez de crecimiento pero también de fosiliza-ción de ciertas culturas -como las del ExtremoOriente- «donde las sociedades fueron llevadas de-masiado pronto a un estado fijo». Estas sociedadeso culturas no pueden competir con otras que crecie-ron más lentamente pero que, por ello mismo, seperfeccionaron y maduraron más. Así Grecia las su-pera, así la Francia de su tiempo las supera a todas.

Desde este punto de vista, por muy meritoria quesea una cultura, siempre cabe un perfecciona-miento posterior y el intento de querer fijarla parasiempre es un atentado a la perfectibilidad humana.Una vez más surge el reformador que era Turgot: notiene inconveniente en subrayar y valorar los ha-llazgos del pasado, pero siempre pone como una ne-cesidad su adecuación al ritmo de los tiempos. Tur-got es consciente de que la vanagloria o la búsquedacompulsiva de la solidez son el impedimento princi-pal para el progreso de la humanidad.

La humanidad y los diferentes pueblos van ma-durando con la historia, van educándose, ilustrán-dose. Este proceso es real e inevitable; se puedeparar quizá o retroceder un instante, pero ensegui-da reemprende su imparable camino. Por ello ve lasviolentas revoluciones como la inevitable conse-cuencia del intento de fijar para siempre las consti

24 Schelle, p. 221.

ESTUDIO PRELIMINAR LI

tuciones políticas. La marea del progreso terminavenciendo los más fuertes diques que se le oponen;éstos pueden detenerla un tiempo, pero, cada vezmás fuerte, termina por vencerlos y entonces lainundación es tanto más violenta cuanto más tiempohabía sido retenida. El progreso de la historia no sedetiene por más que los gobernantes o los puebloslo deseen. Por esto mismo Turgot manifiesta su fir-me y profética afirmación: «Las colonias son comolos frutos que no dejan el árbol hasta su madurez.Una vez suficientes a sí mismas, hicieron lo que hizoCartago, lo que hará un día América» 25.

Querer detener el paso del tiempo o delprogreso es, para Turgot, imposible. Esta fuequizá la enseñanza que quiso comunicar a lamonarquía francesa y que ésta, trágicamente parasí misma, desoyó.

Turgot se enfrenta con un grave problema parala incipiente visión linealmente progresiva de la his-toria: la valoración negativa -como época oscura yde retroceso- de la Edad Media, que era mayoritariaen su tiempo. Se trata, para Turgot, de la másgrande oscilación de la historia. La penetración vio-lenta de los pueblos bárbaros por el norte, primero,y la de los árabes por el sur, después, destruyen lacultura latina y mantienen a los pueblos en una re-novada barbarie. Turgot argumenta que la acumula-ción de sucesivas oleadas de pueblos incivilizadosahoga momentáneamente el sustrato más ilustradoheredado de Roma. Este se mantiene como en sus-penso incapaz de integrar o civilizar rápidamente alos pueblos venidos en sucesivas avalanchas.

Turgot recuerda aquí uno de los argumentos cla

c Schelle, p. 222.

LII GONÇAL MAYOS

ve de su primer discurso: una vez más se ha de agra-decer a la religión y la Iglesia que mantuvieran ytransmitieran las luces durante estos siglos difíciles.Ellas fueron -reitera- las mantenedoras de la culturagrecolatina y las amansadoras de la «ferocidad»bárbara. Lentamente, con el paso de los siglos, lahumanidad se recupera y reinicia su progreso en elpunto dejado por Roma, Pero Turgot, a pesar desu relativa aceptación de la visión oscura de la EdadMedia, de sus críticas radicales al feudalismo («losreyes sin autoridad, los nobles sin freno, los pueblosesclavos, los campos cubiertos de fortalezas y des-truidos sin cesar» 26), reivindica un subterráneo de-sarrollo. Un «progreso insensible preparó los bri-llantes éxitos de los últimos siglos» 27; pues inclusoen esta época oscura el progreso humano no detienedel todo su avance. Con esta postura Turgot se dis-tancia mucho de la de Voltaire, quien no veía en laEdad Media sino oscuridad, superstición y desgra-cias. Para Voltaire, los momentos ilustrados eranislas luminosas entre largos siglos oscuros; para Tur-got, incluso en los momentos más difíciles, había unprogreso que no «por estar escondido era menosreal». Turgot usa la metáfora de los ríos que parecenser tragados por la tierra pero que un poco más alláresurgen con mayor caudal.

Después de la Edad Media, Turgot no ve sinouna esplendorosa serie de progresos continuados,que conduce a los tiempos de Luis XIV y a los suyospropios. Considera su propia época como muy cer-cana al quiliasmo -el momento supremo de pro-greso- de la historia. Su confianza en el progresoparece ya total. Su visión de los descubrimientos de

26 Schelle, p. 230.27 Ibíd.

ESTUDIO PRELIMINAR LIII

los últimos siglos (imprenta, brújula, descubrimien-tos geográficos, etc.) y de los grandes genios de lamodernidad (Bacon, Galileo, Descartes, Kepler,Newton, Leibniz) se ha vuelto prácticamente tópicaa partir de entonces. Turgot en este discurso no sóloda un gran paso hacia la idea de progreso, sino tam-bién hacia la visión tradicional -devenida tópica perocasi inevitable- del nacimiento de la modernidad.

IV. HACIA LA IDEA DE PROGRESO

A pesar de ser uno de los padres indiscutibles dela idea de progreso, Turgot no ha llegado todavíaplenamente a una concepción totalizadora e irrever-siblemente unidireccional de éste. Según Turgot, elprogreso está todavía determinado por azares y porla presencia o no de grandes hombres que lo haganefectivo. Por esto depende en gran medida de lascircunstancias y de la afortunada presencia de ge-nios, que son los sujetos reales de los avances 28.Turgot nunca llegará a afirmar que las circunstan-cias, los azares y los individuos geniales dependenprecisamente del proceso global de progreso, y no alrevés. Para Turgot habrá progreso en función deciertas circunstancias favorables y de la existencia dehombres geniales: no llegará a pensar que estascircunstancias y estos hombres existirán o no en fun-ción del general proceso progresivo lineal.

28 En el manuscrito preparado para el concurso convocado porla Academia de Soissons, Turgot afirma con rotundidad: «Lascausas del progreso pueden reducirse a tres: el estado de lalengua del pueblo; la constitución del gobierno, la paz, la

guerra, las recompensas, el genio de los príncipes; el azar delgenio: Descartes, Colón, Newton, etc.» (Schelle, p. 117).

LIV GONÇAL MAYOS

Podemos decir que, para Turgot, el progreso estodavía un proceso dependiente en gran medida decircunstancias azarosas o accidentales. El progresono se ve aún como un proceso imparable y globalque arrastra litei almente a los individuos y al que nopueden afectar profunda o duraderamente azaresnegativos. El proceso progresivo tiene todavía unascomponentes contingentes y depende de lafavorabilidad o no de las circunstancias ambientales.Cuando la situación global no es favorable, elprogreso puede detenerse o, incluso, retroceder engrado considerable. En definitiva, el proceso pro-gresivo depende todavía notablemente de la fortunao de las circunstancias.

Para Hegel, por ejemplo, el desarrollo progresi-vo es absolutamente necesario de manera que nopuede ser afectado ni duradera ni profundamentepor las circunstancias. Es él quien determina las cir-cunstancias concretas, y no al revés. Si los tiemposestán maduros para un determinado desarrollo, ennada afecta que se dé o no un determinado hombregenial: si Napoleón hubiera muerto joven, otrocualquiera le habría sustituido en su papel en la his-toria. Para Hegel, los héroes o los grandes hombresson circunstancias accesorias del proceso histórico;lo importante es el núcleo lógico interno de dichoprogreso. Para Turgot, al contrario, la muerte pre-matura de Colón o de Newton habría retrasado endoscientos años «seguramente» el descubrimientode América y todavía hoy «ignoraríamos segura-mente el verdadero sistema del mundo». Turgot lle-ga a afirmar incluso que el individuo Virgilio seriainsustituible en la historia: «no habríamos tenidootro Virgilio, ya que no ha habido dos» 29.

29 Schelle, p. 303.

ESTUDIO PRELIMINAR LVEl proceso progresivo de la historia no es aún

aquella escatológica visión del imparable avance delespíritu universal «a caballo». Para Turgot, es unproceso inconstante, no tan firme ni seguro como sepensará posteriormente, que alternativamenteavanza, se detiene o llega a retroceder. El resultadoa grandes trazos y visto en perspectiva global essiempre progresivo o positivo, pero visto más decerca está lleno de oscilaciones. Así dice en su Segundo plan sobre la historia universal: «los progresos, aunque necesarios, alternan con frecuentes de-cadencias producidas por acontecimientos y revolu-ciones que vienen a interrumpirlos»30.

Podemos comprender y analizar las limitacionesde Turgot respecto a la naciente idea de progreso siconsideramos el uso que lleva a cabo de este términoen los dos discursos. Según nuestro recuento, lapalabra «progreso» aparece veintiocho veces (ochoen el primer discurso y veinte en el segundo). Puesbien, de todas estas ocurrencias sólo en ocho ocasio-nes el término aparece en singular, mientras que enveinte casos lo hace en plural. Es decir, Turgot pre-fiere hablar de «progresos» en plural, que no de«progreso» en singular (como solemos hacerlo noso-tros). Este hecho es decisivo para valorar la distan-cia que lo separa de la idea plenamente desarrolladade progreso31. El término «progreso» en singularsólo aparece en dos ocasiones en el primer discurso 1en seis ocasiones -tres seguidas- en el segundo.

- Podemos añadir a este hecho que en la mayor,

11 t_* 3° Ibíd.31 Es importante hacer notar que en las traducciones -por

ájemplo, la de María Vergara- se suelen traducir muchasveces Ocurrencias en plural simplemente en singular, con lo quese coMete un claro anacronismo muy desorientador.

LVI GONÇAL MAYOS

parte de las ocasiones el término -tanto en singularcomo en plural- puede ser sustituido -sin especialesproblemas- por palabras como «incrementos», «crecimientos», «aumentos», «acrecentamientos», «perfeccionamientos», e incluso por expresiones tanneutras como «ampliaciones» o «extensiones». Aúnmás, todas estas expresiones suelen tener un valorpositivo y muy difícilmente connotaciones negativaso peyorativas, pero el término «progrès» en Turgotpuede ser sustituido fácilmente incluso por términosque en su época tenían una cierta carga negativa,como «cambios» o «revoluciones». Al comienzo delsegundo discurso -por ejemplo- no tieneningún problema, después de afirmar que dichaobra intentará exponer «el hilo de los progresos delespíritu humano», en decir, que «formarán todo elplan de este discurso algunas reflexiones sobre elnacimiento, los incrementos, las revoluciones de lasciencias y las artes» (el subrayado es mío). Dehecho, Turgot emplea muchas veces los términosque hemos propuesto como equivalentes encontextos fácilmente sustituibles por su uso de «progreso». Por ejemplo, ya en el título del primerdiscurso utiliza un término como «avantages».

Turgot tiene tendencia a usar el término «pro-greso» en un sentido neutro de mero incremento;por ello puede utilizarlo en contextos negativos,para señalar retrocesos o «progresos» de componen-tes negativas. Así, no duda -por ejemplo- enel primer discurso, refiriéndose a la religiónmusulmana -a la que siempre tratapeyorativamente-, de hablar de sus «progresos»: «Todo ha cedido al fanatismo de esta religióndestructiva que consagra la barbarie. Egipto, Asia,África, Grecia, todo ha desaparecido ante susprogresos» (el subrayado es mío). Muy difícilmentenos atreveríamos nosotros

ESTUDIO PRELIMINAR LVII

-o los partidarios posteriores de la idea de progresoautilizar el término en contextos equivalentementepeyorativos.

Si se observa atentamente el uso del término, asícomo las afirmaciones que sobre el progreso vahaciendo Turgot, podemos concluir que, para él, elprogreso histórico no implica tanto un proceso glo-bal y conjunto, sino más bien un movimiento parcial yrelativamente autónomo. No todo progresa con-junta, simultánea e imparablemente, sino que hayprogresos parciales en diferentes campos que secompensan relativamente con los retrocesos enotros campos. El conjunto progresa, pero no a la vezy monolíticamente, sino como una suma de muchasalternativas parciales. Turgot, en definitiva, no hasustantivado ni hipostasiado el concepto de progresoen la medida en que lo harán Hegel, Comte• o,incluso, su discípulo Condorcet.

Para él, los progresos se acumulan pero tambiénse restan a los retrocesos. Todavía no ha sacralizado eltérmino «progreso» hasta el punto de minimizarsus límites o las fuerzas que se le oponen. Estodatría un proceso problemático, que tiene tanto deesperanzador como de inconstante, débil ydelicado. El optimismo de Turgot, su alegría ante loque él considera «progresos», es paralelo a suconciencia de la dificultad de la humanidad paraconseguirlos y afianzarlos. Podemos decir que pocagente ha valorado tanto los pequeños progresoscomo Turgot, ya que él, a pesar de su optimismo,no puede creer simplemente en una mecánicaprogresiva que se desarrolla por sí sola. Alcontrario, el progreso humano es una flor preciosaque, como tal, necesita de glandes cuidados y deextrema vigilancia; si no, fácilmente se recae en labarbarie y se retrocede. or Una vez señalados loslímites de la concepción

ESTUDIO PRELIMINAR LIXLVIII GONÇAL MAYOS

de progreso de Turgot, no podemos menos que ma-tizar lo dicho. Recordemos que no duda enafirmar que, incluso en las épocas (como la EdadMedia) donde se acumulan los retrocesos ydecadencias, hay un cierto progreso de fondo, aveces inadvertido. No duda en afirmar que «nohay que creer que en los tiempos de debilitamientoy de decadencia, ni en los de barbarie y oscuridad,que suceden algunas veces a los siglos másbrillantes, el espíritu humano no hiciese algúnprogreso». En último término, y para el filósofoque reflexiona en general, piensa Turgot quehay un profundo incremento constante, si bien aveces no explícito.

Parà Turgot, el tiempo tiene siempre una mayo-ritaria valoración positiva. En principio la coorde-nada temporal se inscribe globalmente en un pro-greso de peor a mejor. Así, como hemos subrayado,se muestra crítico contra los que creen que ya hanalcanzado la perfección y quieren evitar cambiosposteriores. Este intento es un atentado contra lacapacidad siempre abierta de la humanidad paraprogresar, de manera que muy difícilmente lo ante-rior es mejor que lo posterior, lo antiguo superior alo moderno. La novedad encierra ya en Turgot unaconnotación positiva, puesto que lo nuevo surge delprogreso -mejora y perfeccionamiento- de loantiguo. En historia es importante saber esperar e ircon los tiempos, no pretender de un salto alcanzarlo perfecto. El camino es, para Turgot, largo y lentopero, visto en conjunto, esperanzadoramente pro-gresivo. Turgot tiene muy clara la gradualidad delprogreso.

Como buen reformista -más que revolucionario-, Turgot sabe valorar la lentitud en las refor-mas que permite tanto afianzarlas como realizarlassin violencia. Turgot se aparta de todo milenarismo

inmediato, de los cambios bruscos y las rupturasviolentas. Su política reformista, por ejemplo, se di-rigía tanto a hacer posible una modernización de lasociedad como a evitar la revolución violenta. Estoes lo que quizá no llegaron a entender ni las fuerzasconservadoras -tan violentadas por sus tímidas re-formas- ni los elementos más radicales -fue sóloveían en él al ministro «del rey»-.

Su concepción de progreso se mueve entre losdos extremos. La sociedad ha de cambiar y adecuar-se a los nuevos tiempos, pero mientras tanto nopuede hacer saltos al vacío ni embarcarse en milena-rismos radicales. La misma idea de progreso lleva f .-para Turgot- la noción de proceso más o menoslento pero siempre lineal hacia mejor. Las rupturasson tan peligrosas en este contexto como los inten-tos por fijar para siempre la sociedad. La idea delreformismo está implícita en su noción muy mesura-da de progreso.

Como afirma Nisbet32, Turgot pasa a considerarel progreso como providencia. La humanidadtiene su principal esperanza en ese lento,gradual, lineal y! sin rupturas proceso deprogreso. Ya no hay que esperar siempre laintervención trascendente y salvadora de Dios, sinoque es el mismo desarrollo inmanente de lahumanidad sobre la que se afianza la esperanza -cada vez más laica- de la felicidad hutuana. Es unproceso que pasa -como hemos di

o- por muchos momentos difíciles, por muchosretrocesos y muchas desgracias, y, así como la pro-videncia, no es responsable de ellas33, sino tan sólo elhombre; cada vez más va resultando que también

,1:32 Op. cit., p. 254.,, - Como dirá en el Plan del primer discurso sobre la formación de

los gobiernos y la mezcla de las naciones, Schelle, p. 284.

ESTUDIO PRELIMINAR LIXLVIII GONÇAL MAYOS

sólo el hombre es el responsable de su progreso.Turgot no llega a secularizar totalmente la idea deprogreso, pero, sin tener que dudar de su religiosi-dad, consideramos que es un eslabón hacia la secu-larización de esta idea.

En definitiva, como afirma en el artículo «Éty-mologie» de la Enciclopedia francesa, en el procesoglobal de la mente humana todos los pueblosarrancan del «mismo» punto de partida, sedirigen hacia la «misma» meta y «más o menos»siguen el «mismo» camino, aunque su ritmo puedaser muy diferente. Turgot, a pesar de los matices alemplear el término «progreso» y los límites portanto de su concepto, está ya plenamente en elcamino de la idea moderna de progreso. Es un pasonecesario hacia este dios laico al que la modernidadadorará desde entonces.

V. LA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA

Tanto en el primer discurso como en el segundo,Turgot desarrolla brevemente su concepción de lahistoria universal. La podemos considerarcomo arquetípica de una ilustración moderada y nobeligerante respecto de la religión. Así, podemosencontrar muchos parecidos con la obra de LessingLa educación del género humano. Por ejemplo, enel primer discurso Turgot plantea comointerrogación la que sería la tesis central para Lessing(la equivalencia de la educación para el individuohumano con

1 Hay una excelente traducción de Agustín Andreu Rodrigo,G. E. Lessing, Escritos filosóficos y teológicos, Editoria Nacional,Madrid, 1982. Ampliada y reeditada en Antropos, Barcelona,1990.

la revelación para la humanidad): «¿Ha pasado elgénero humano por una especie de infancia enrelación con las verdades mismas que la razón le de-muestra de una manera más sensible? ¿La revelaciónsería para él lo que es la educación para loshombres?»35

Hemos de hacer referencia ahora a la distinciónque Turgot lleva a cabo entre geografía e historia.Ambas ciencias están para él indisolublemente uni-das, ya que vienen a ser como la exposición de unmismo objeto según su eje diacrónico osincrónico. La geografía política exponesincrónicamente un estadio de la historia. Es como unfotograma en una película, y el ejemplo esespecialmente adecuado, porque Turgot piensa entérminos gráficos. Su concepción de la historia vaunida a la concepción de un «atlas histórico mundial»37

. La historia se analiza . básicamente a partir de suproyección sobre la geografía política. Es en estesentido en el que debemos valorar también el término«tableau« (cuadro) del segundo discurso. Turgot estápensando como sobre un hipotético mapamundi -asípodemos entender la cantidad de determinativosque usa-. Se expresa como dibujando mentalmentey para su auditorio el *cuadro» gráfico de lo quedice (como aquellos narradores callejeros que seayudaban por una aleluya que dibujaba en viñetas loque contaban).

Turgot va exponiendo esquemáticamente los su-cesivos gráficos o momentos de la historia universal.i,

" Schelle, p. 198. Este fragmento fue suprimido -junto con9tros fragmentos parecidos- por Du Pont de la primera ediciónde las obras completas de Turgot, sin ninguna duda por parecerleal editor demasiado comprometido con la religión.» Schelle, pp. 257-258.n Es lo que intenta exponer en sus dos planes de historia

universal, donde considera diversos «mapamundis».

LXII GONÇAL MAYOS

Por esto dice que quiere «pintar» los progresos dela humanidad, quiere hacerlos intuitivos y vivos parasus oyentes. Así como Quesnay había intentadoexponer gráficamente y con máxima sencillez en suTableau économique el ciclo económico-social,Turgot intenta exponer en su Tableau philosophique-pero mediante palabras y la retórica- la historiauniversal.

En su visión de la historia humana, Turgot utili-za, suma y sintetiza la historia sagrada, la historiapolítica y la historia cultural de la humanidad. HastaJesucristo y el año cero de nuestra era, se deja guiarbásicamente por la Biblia, intercalando la historia deGrecia y Roma. Su historia política es relativa-mente fragmentaria, sólo contiene los elementosque juzga más importantes y, en cierta medida, lepermite unir la historia sagrada y la historia de lasluces. El desarrollo del espíritu humano y de susluces es el elemento principal de su concepción his-tórica. Es el hilo que preside toda su historia y quele da su unidad. Ocupa prácticamente la totalidaddel segundo discurso y es el elemento germinal delas Sorbónicas y de su historia universal.

Como podemos ver en el primer discurso, Tur-got comienza la historia humana oponiendo a la si-tuación del pueblo judío el cuadro o escena, quejuzga absolutamente negativa, del paganismo (ca-racterizado por la superstición, la idolatría, la diso-lución de las costumbres, las malas leyes, el despre-cio del pueblo, la falta de educación y de luces, eldespotismo, la barbarie). Israel es como una islapura y mínimamente ilustrada frente al panoramadesesperanzador del paganismo. Pero incluso entrela humanidad pagana se van poco a poco desarro-llando los primeros gérmenes de ilustración racio-nal. Turgot saluda el gran descubrimiento de la es

ESTUDIO PRELIMINAR LX IIIcritura, así como el nacimiento de los primeros Es-tados en Egipto, India y China. Critica la fijeza deestos reinos, que parecen negarse a posteriores pro-gresos. Alaba la tarea de comunicación entre lospueblos y, por tanto, de distribución de sus lucesllevada a cabo por los fenicios.

Evidentemente, saluda maravillado el nacimien-to de Grecia. Turgot hace un típico elogio ilustradode Grecia; alaba a Homero, la bella lengua griega,la noción de libertad, su moral y -aunque menos-su filosofía. Describe el siglo de Pericles, que tanpróximo se imaginaban los ilustrados al de LuisXIV. Alejandro Magno sería en su visión el que ex-tendería las luces alcanzadas en Grecia a todo elmundo helénico, mientras qúe Roma las traería alMediterráneo occidental. De Roma analiza sus le-yes y el desarrollo de la cultura heredada de Grecia.Finalmente, cae en el tópico de la decadencia delimperio en medio del lujo y la tiranía, y lainvasión de los pueblos «bárbaros».

No obstante la valoración general de las épocasgriega y romana, Turgot (que, para decirlo así, esun partidario de los «modernos» frente a los «anti-guos») no deja de introducir importantes críticas. Si,por una parte, alaba sin restricciones el arte, elgusto y las letras grecolatinas, manifiesta, por otraparte, una cierta ambivalencia respecto a su filoso-fía, que, de un lado, fue incapaz de dirigir hacia elbien los espíritus y, de otro lado, no podía competir -alos ojos del ilustrado Turgot- con los sistemasde su época38. Turgot valora más la moral socrático

38 En el segundo discurso afirma, por ejemplo: «Lossistemas de los filósofos griegos no podían ser más queingeniosos. Sumetafísica vacilante sobre las más importantes verdades, con fre-cuencia supersticiosa o impía, no era más que una suma de fábu-

LXIV GONÇAL MAYOS

platónica (alaba a este último sobre todo por el estilo)y se rinde ante Aristóteles, pero especialmentepor sus trabajos de lógica y la estructura sistemáticade su obra. Respecto a la sustitución política enGrecia, no se deja deslumbrar por ninguna de lasconstituciones políticas. Si bien alaba la democraciaateniense, la considera como campo abonado paralos demagogos aduladores del pueblo. Esparta escriticada totalmente por la rigidez de su estructurapolítica que esclaviza a la mayoría para «no hacertampoco feliz» a la minoría privilegiada.

Su visión de Roma es también bastante tópica39:distingue una primera etapa austera, ruda y vigoro-sa -para entendernos, la Roma republicana-de una segunda etapa -la Roma imperial- sumidaen el lujo, la disolución de las antiguas virtudesromanas, las discordias civiles, la depravación, losespectáculos sanguinarios, la relajación de lascostumbres y la depravación. También es cierto suelogio de las artes y las letras romanas, si biencuestiona su originalidad respecto a las griegas.

Mientras se desarrolla la historia grecorromana,de entre aquella isla que representaban los judíoshabía nacido la nueva doctrina cristiana, que se con-vierte, a la caída del Imperio, en la salvadora ytransmisora de la cultura clásica. Turgot enlaza ensu historia de las luces y de la razón la época greco-rromana con el renacimiento y la modernidad, gra-cias al papel de protectora de la cultura que lleva acabo la Iglesia. Turgot se resiste a caer completa

las poéticas o un tejido de palabras ininteligibles. Su misma físicano era sino una frívola metafísica.»

» Coincide, por ejemplo, con la visión de Rousseau en susdiscursos.

ESTUDIO PRELIMINAR LXVmente en el tópico -prácticamente universal en suépoca- de la oscura Edad Media. Se niega aver en ella un simple retroceso y decadencia, unaépoca prescindible en el proceso del progresohumano.

Considera que también en la Edad Media conti-núa el proceso educativo e ilustrador, en este casomediante la suavización de la barbarie que llevan acabo la Iglesia y la religión cristiana. Ellas educan alos pueblos bárbaros del norte y detienen -prime-ro- para superar -después- a losmusulmanes. Estas dos fuerzas desatadas son losazares o circunstancias accidentales que marcan yhacen inevitable el retroceso medieval. Sin embargo,continúan, si bien más subterráneos, los progresos.Turgot valora positivamente el renacimientocarolingio, la tarea de la escolástica y las cruzadas,aunque en absoluto puede ser condescendiente conel feudalismo. El ilustrado liberal -partidario dellaissez faire- no podía comprender la organizacióneconómica ni política feudal.

Preocupado sobre todo por los progresos en lasluces, Turgot ya los ve aflorar en el Renacimiento (que para él es un movimiento totalmente cristiano).En esta época se recuperará plenamente la culturaclásica que en seguida será perfeccionada. Turgotapunta y defiende los grandes tópicos de la mo-dernidad. Valora tanto el nacimiento de los moder-nos Estados como los grandes descubrimientos: labrújula y la imprenta (y, más bien enemigo de laguerra, olvida la pólvora). Alaba los grandes descu-brimientos geográficos de portugueses y españoles,al mismo tiempo que viene a justificar -creyéndo-sela- la leyenda negra de la conquista de América.

Pero, por encima de todo, Turgot se maravillaante el progreso de las luces en la modernidad y en elsiglo de Luis XIV. Su elogio de Bacon, Galileo,

LXVI GONÇAL MAYOS ESTUDIO PRELIMINAR LXVIIKepler, Descartes y Newton es ya tópico. Las lucesde la modernidad se reivindican por encima de las delos antiguos: evidentemente Turgot hubiera sido -en la famosa Querelle de los antiguos y de losmodernos- un partidario de los modernos. Para él,Shakespeare, Cervantes, Corneille, Racine son in-comparables respecto a los clásicos. Como tambiénlo son los dos últimos genios en el campo de la físi-ca, matemática y metafísica: Newton y Leibniz. To-dos estos autores consagran la ilustración de la hu-manidad, son los héroes del progreso de sus luces yconstituyen la esperanza de posteriores progresos.

Turgot, como buen moderno, no puede sino va-lorar por encima de cualquier otra su propia época.Está por encima de todas las demás tanto por ilus-tración, por desarrollo del gusto y el genio, por laperfección de sus gobiernos, como por la felicidadde sus habitantes. Incluso, la perspectiva de futurono podía ser más halagüeña: Turgot confía en suce-sivos y posteriores progresos. El resto de la historia,en tanto que se contrapone a esta visión optimistadel presente y del futuro es menos favorablementeconsiderada. Pero, aunque valora muy positivamen-te épocas como -por ejemplo- la griegaclásica, al contrario de Voltaire, no ve estas pocasépocas felices e ilustradas como pequeñas islasafortunadas en un mar infinito de oscuridades ydolor. Turgot se esfuerza por no exagerar lasdesgracias, los momentos en que predominabanlas supersticiones gin ninguna duda existentes en lahistoria- e intenta justificar la necesidad de supresencia. Estas desgracias son -piensa-necesarias para el progreso de la humanidad.

Tomando como modelo histórico el desarrollo deun organismo: nacimiento, infancia, adolescencia,juventud y madurez (obviando el problema

-poco interesante desde su visión del progreso-de la senectud y de la muerte), justifica la presencia delos elementos negativos en la historia. Así comoun organismo no nace ya perfecto, sino que ha decrecer y educarse lentamente antes de tener todas suspotencialidades, el género humano se comportabárbaramente pero poco a poco va progresando ha-cia su pleno desarrollo, su completa ilustración.Evidentemente, el modelo normativo a partir del quejuzga el nivel de desarrollo alcanzado es el de losideales y valores ilustrados. Éstos son, para Turgot, ala vez el fin y el criterio de valor de la historiahumana. Así juzga las épocas pasadas y alaba la suyaen función del desarrollo de las artes y las letras,de las ciencias, de la tolerancia política, de lalibertad de pensamiento, de la existencia de un flo-reciente comercio, de una monarquía ilustrada quese interesase por el pueblo y controlase a la noble-za, etc. Turgot, al contrario que otros ilustrados, nocuestiona el papel de la religión y, así, incluye comovalores en su visión de la historia las virtudescristianas de la caridad, benevolencia, amor por elprójimo, etc.

Es en virtud de estos complejos parámetros comose llega al tipo de historia que hemos resumido,mezcla de historia sagrada y de historia típicamenteilustrada, donde el cristianismo se ve como unservidor de las luces, y las luces como afianzadorasdel cristianismo. Donde pueblos paganos como losgriegos son valorados por el desarrollo que al-canzaron en las luces, y pueblos poco ilustrados comolos antiguos israelitas son valorados como an-tecesores del cristianismo. Por esta misma razón-como hemos dicho- es suavizado el tópico oscu-rantista de la Edad Media, reivindicando el papelhistórico de la Iglesia y criticadas las «falsas religio-

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nes» tanto como atentados al cristianismo como a lailustración.

Turgot es considerado como precursor o primerformulador de la ley de los tres estadios, periodiza-ción de la historia que hará fortuna con Comte.Bury40 ha sido quien ha sostenido y popularizado estatesis. Es cierto que hay momentos en que Turgot seacerca notablemente a las definiciones comtianas41

de los estadios teológico, metafisico y positivo deldesarrollo del espíritu humano. Sin embargo, enningún momento Turgot parece estructurar y pe-riodizar conscientemente su historia de las. luces apartir de esta tripartición. En realidad, estos frag-mentos, que Bury interpreta comtianamente, for-man parte de una teoría del desarrollo del espírituhumano de tipo empirista. En efecto, Turgot basagran parte de su historia del desarrollo de la inteli-gencia humana en teorías que le vienen directamentede Locke y de Condillac. Es dentro de este desarrolloempirista y basado en las leyes de la asociacióndonde Turgot explica la génesis de las máscomplejas nociones humanas a partir de la experien-cia sensorial. Dentro de esta explicación se inscribenlos fragmentos que sustentaron la interpretación deBury, pero en ningún momento Turgot pareceextraer de aquí una periodización del alcance de lacomtiana.

En cambio, sí que se puede afirmar -como subra-ya Meek 42 que Turgot es un antecedente claro

4° Op. cit., pp. 145-146.01 Discurso sobre el espíritu positivo, Alianza, Madrid, 1984. 42

En especial en su traducción e introducción a la segundaSorbónica, los Planes de una historia universal y las Reflexionessobre la formación y distribución de la riqueza: Turgot on Pro

gress, Sociology and Economics, Cambridge University Press,

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de divisiones de la historia humana como las deAdam Smith o Marx. Efectivamente, ya el jovenTurgot propone -con plena claridad y explícita-mente- una periodización de la historia a partir delos modos de producción de los pueblos. Turgotpropone dividir la historia a partir de los «cambiossucesivos en la manera de vivir de los hombres y en elorden en que se han sucedido: pueblos pastores,cazadores y agricultores»43. Turgot formulará -enlos escritos que consideramos- esta periodizaciónen cuatro lugares diferentes: el ya citado, dos vecesy muy extensamente en el Plan del primer discursosobre la formación de los gobiernos y la mezcla delas naciones44 y otra vez en el Plan del segundo dis-curso sobre los progresos del espíritu humano4s

Parece claro que el joven Turgot, todavía máspreocupado por la filosofia que no por la economía, yasostenía esta periodización, por otra parte muycoherente con su posterior adscripción fisiócrata.Como esta escuela, parece dar la mayor importan-cia a la agricultura como componente central de laeconomía y de las posibilidades de obtención de unrendimiento económico neto4ó. Así, si bien conside

Cambridge, 1973. Véase también su ensayo Social Science and theIgnoble Savage, Cambridge University Press, Cambridge, 1976.

43 Plan de una obra sobre la geografía política, Schelle, p.259. a Schelle, pp. 278-283 y 294-295. `s Schelle, p. 308.4° La escuela fisiocrática fue liderada por Francois Quesnay

y popularizada por el marqués de Mirabeau. Ellos, junto conunaserie de discípulos entre los que se contaba Du Pont, el biógrafode Turgot, propusieron el análisis de la totalidad de la actividadeconómica a partir de la centralidad de la agricultura. Quesnay,en su Tableau économique, había descrito la vida económicacomo un ciclo distributivo de la producción y de la riqueza. Elvalor añadido o producto neto de este ciclo sólo podía darlo la

LXX GONÇAL MAYOS

ra como modos de producción autónomos la caza yel pastoreo, no llega -aunque menciona sus progresos- a considerar como capaces de generar modosde producción autónomos de la agricultura alcomercio y la industria manufacturera. Turgot se re-siste a aceptar la periodización cuatripartita -aña-diendo una nueva etapa a estas tres- de la econo-mía política liberal.

Como hemos visto, y ya concluyendo, en Turgot seda una extraordinaria coincidencia del hombre pú-blico -que intenta cambiar el sentido de los tiem-pos y reformar su sociedad-, del pensador económico -que intenta encontrar y describir lascausas fundamentales de las deficiencias y losmecanismos fundamentales _en su época- y delpensador filosófico -que formula y desarrolla unaconcepción global de la historia humana y la ideanuclear del progreso (que marcará indeleblementelos siglos posteriores)-. Creemos que es clara laestrecha interrelación de los tres ámbitosmencionados. Evidentemente, cada uno de ellos sehabría desarrollado de modo muy distinto sihubiera sido diferente la opinión de Turgot enalgún otro. De manera especial,

agricultura, la cual se trataba, por tanto, de promocionar y desacar de su tradicional atraso. A pesar de la buena percepciónde los impedimentos económicos, sociales y legales para el buendesarrollo de la agricultura y de su importancia para aquellaeconomía todavía no industrializada, los fisiócratas erraron alnegar al comercio y a las nacientes manufacturas la posibilidadde generarellas también un producto neto. Por tanto, aunque lafisiocracia representaba una mejora respecto a la políticamercantilista entonces en boga (maniáticamente preocupadapor la acumulaciónde metales preciosos, por la minimización de las importacionesy la autarquía económica nacional) y era partidaria del laissezfaire, pronto quedó obsoleta por el evidente empuje económicode lasmanufacturas. Para mayor información, ver R. L. Meek, La fisio-c rac ia , Ariel, Barcelona, 1975.

ESTUDIO PRELIMINAR LXXInos parece que sus juveniles ideas filosóficas sobreel progreso y la historia son las que lo marcan másprofundamente, y lo definen como personaje histó-rico (con un proyecto político que se fundamenta enellas) y como pensador.

BIBLIOGRAFIA

Ediciones de obras completas

DAIRE, Eugène, y DUSSARD, Hippolyte: Oeuvres de Turgot. Re-producción, Osnabrück, 1965. Edición basada en la de DuPont con muy pocos añadidos. Sigue un orden temático yno cronológico.

Du PONT DE NEMOURS: Oeuvres de Turgot, 9 vols. 1807-1811.Edición básica durante un siglo y todavía hoy fuente únicade algunos escritos.

SCHELLE, Gustave: Oeuvres de Turgot el documents le concer-nant, 5 vols., Félix Alcan, París, 1913-1923. Es todavía hoyla mejor edición. Completa y compara la edición de DuPont con los manuscritos -restituyendo cuando procedeel texto original-; incluye nuevos manuscritos, una grancantidad de correspondencia, una excelente biografía yabundantes notas.

Otras fuentes sobre Turgot

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Obras sobre Turgot

Dado el polifacetismo de la obra de Turgot y de la importan-cia en su tiempo de sus medidas político-sociales, de sus ideaseconómicas y filosóficas, incluimos una bibliografía secundariamuy variada. Hemos intentado recoger obras que ofrezcan tantopuntos de vista sobre el hombre, el político, el contexto social,las aportaciones económicas y, sobre todo, aquellos aspectos másvinculados con la filosofía.

ALENGUY, F.: Turgot, homme privé, homme d'État, Charles La-vauzelle et c., París, 1942.

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