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Trabajo Final: Dirección 1
Trabajo Final: Dirección
ADM 0211
Principios de Administración
Autor:
Mauro D. Espinosa Segarra – 00107099
Quito, 19 de octubre de 2014
Trabajo Final: Dirección 2
Dirección
La dirección es un aspecto importante de la administración de empresas, debido a
que involucra directamente a sus empleados. Puede llegar a ser una función
bastante desafiante, puesto que un gerente debe identificar algunos rasgos
propios de los empleados con el fin de armonizar el trabajo y de esta manera
cumplir con los procesos establecidos de una manera eficaz y eficiente. Con esto,
para conseguir una dirección administrativa adecuada se debe considerar tres
aspectos que se los analizará en el presente ensayo, estos son: las formas en que
los gerentes se comunican con los empleados, el cómo y para qué se debe
motivar a los mismos y finalmente, el gerente, desde el punto de vista del
liderazgo.
El primer paso para dirigir de manera correcta es la comunicación entre los
gerentes y los empleados, algo que no puede faltar dentro de una organización.
Esta consiste en “la transferencia y comprensión de los significados” (Robbins &
Countler, p. 315, 2010), es decir que tanto los gerentes como los empleados
deben comprender la temática, la cual se va a tratar. Al mismo tiempo esta
comunicación engloba dos tipos muy relacionados en términos administrativos,
estos son la comunicación interpersonal y organizacional, ambas vistas desde el
punto de vista de un gerente, tienen como controlar, motivar, informar y brindar a
los trabajadores la oportunidad de expresarse emocionalmente, en lo que respecta
a su trabajo. De esta manera, para conseguir una buena comunicación
interpersonal el gerente debe tomar en cuenta, primeramente el mensaje que se
va a transmitir, el cual pasará por un medio desde el emisor al receptor y en todo
este trayecto el mensaje puede ser sujeto a distorsiones (Drucker 1984). Para
esto, un gerente debe afianzarse en métodos específicos de comunicación como
son la retroalimentación, confidencialidad, limitaciones en tiempo y espacio,
formalidad, etc. (Robbins & Countler 2010). Asimismo, se deben tomar en cuenta
también las barreras de comunicación. Una de las más importantes es el filtrado,
el cual el receptor tergiversa la información para su beneficio. Del mismo modo,
existen barreras en la comunicación como: emociones, sobrecarga de información,
actitud defensiva, lenguaje y cultura nacional. También, es imperativo señalar que
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el usar la retroalimentación, el escuchar activamente, simplificar el lenguaje, limitar
las emociones y vigilar las señales no verbales rompen las barreras antes
señaladas, ya que facilitan la emisión y recepción del mensaje al fomentar una
mejor empatía entre los intervinientes en la comunicación (Drucker 1984).
Paralelamente a la comunicación interpersonal, se encuentra la comunicación
organizacional. Esta se centra en el uso de un lenguaje formal e informal. La
primera “tiene un lugar por los acuerdos de trabajo organizacionales” (Robbins &
Countler, p.323, 2010), mientras que, la comunicación informal no se define por la
jerarquía de la estructura de una compañía. Además, este tipo de comunicación
puede realizarse en varias direcciones; una de ellas es hacia abajo, en donde la
comunicación fluye desde los gerentes hacia los empleados con el fin de
evaluarlos o dirigirlos (Robbins & Countler 2010). Otro flujo de comunicación es
aquel que se realiza hacia arriba, desde los empleados a los gerentes para
informar de sus necesidades en el trabajo (Robbins & Countler 2010). La
comunicación también puede fluir en forma horizontal, es decir entre los
empleados de un mismo nivel, con el objetivo de coordinar de mejor manera los
procesos de trabajo. También, se encuentra la comunicación diagonal, la cual se
efectúa entre varias áreas de la organización con el único fin de agilizar los
procesos de trabajo con eficiencia. Por último, estas tres direcciones pueden
formar una red de comunicación organizacional con el fin de “conectar a los
empleados con el negocio, reforzar la visión de la organización, promover la
mejoría de los procesos, facilitar el cambio e impulsar los resultados del negocio”
(Robbins & Countler, p.326, 2010). Finalmente, es importante considerar la
comunicación interpersonal y organizacional desde un punto de vista tecnológico y
contemporáneo, el cual brinda beneficios como un mejor monitoreo del
desempeño de los trabajadores, ofrece información más completa y mayor
accesibilidad al trabajo en un menor tiempo, por medio de redes informáticas.
Asimismo no se debe descuidar la comunicación efectiva con los clientes, en la
que se debe procurar una cultura sólida de servicio centrada en su
personalización. Todo esto dentro del marco de una comunicación políticamente
correcta en donde no se utilicen frases insultantes que ofendan a otros y así
promover una comunicación clara, elocuente y respetuosa.
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Una dirección bien realizada también requiere de otro componente
importante, este es encontrar y aplicar los métodos adecuados para motivar a los
empleados. La motivación es un proceso en el cual “se energizan, dirigen y
sostienen los esfuerzos de un empleado hacia el logro de una meta” (Robbins &
Countler, p341, 2010). De esta manera, las teorías de motivación actuales se
fundamentaron sobre cuatro principales pensamientos, los cuales son: la teoría de
la jerarquía de las necesidades de Maslow, la teoría X y X de McGregor, la teoría
de dos factores de Herzberg y la teoría de las tres necesidades de McClelland.
Primero se empezará analizando la teoría de la jerarquía de las necesidades de
Maslow, la cual engloba cinco necesidades fundamentales del ser humano. Estas
necesidades se centran en el ámbito fisiológico, de seguridad, social, de estima y
de autorrealización. “Maslow argumentaba que cada nivel en la jerarquía de
necesidades debe satisfacerse por completo antes de que la siguiente necesidad
se vuelva dominante” (Robbins & Countler 2010). De la misma manera, esta teoría
afirma que tanto las necesidades fisiológicas como las de seguridad se satisfacen
externamente, mientras que las necesidades sociales, de estima y de
autorrealización se satisfacen en forma interna (Robbins & Countler 2010). A
pesar de que la teoría de Maslow es fácil de entender, se deben también
considerar otros rasgos de la motivación. Este es el caso de la teoría de McGregor
la cual se divide en dos; una teoría X que refleja el hecho de que los trabajadores
poseen pocos deseos de ambición y necesitan estar controlados todo el tiempo, y
una teoría Y que afirma que los empleados son responsables con su trabajo y al
mismo tiempo, disfrutan hacerlo. Paralelamente, se encuentra también la teoría de
los dos factores de Herzberg, la cual propone que los factores intrínsecos están
relacionados con la satisfacción laboral y la motivación, mientras que los factores
extrínsecos están asociados con la insatisfacción laboral (Robbins & Countler
2010). De la misma manera, la teoría de las tres necesidades de McClelland
afirma la existencia de tres necesidades adquiridas: la necesidad de logros
relacionada con el objetivo de triunfar y sobresalir, la necesidad de poder, la cual
afirma un deseo de influir en los demás y la necesidad de afiliación que es el
deseo de tener relaciones con cercanas de amistad con otras personas. De este
modo, estos cuatro pensamientos sirvieron de cimiento para las teorías
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contemporáneas que son apoyadas por la investigación (Robbins & Countler
2010), estas son: el establecimiento de metas, la cual dicta que el proponerse
metas específicas individuales de alta dificultad ayudan a la motivación y al
desempeño del trabajador (Nelson 2005). También se encuentra la teoría del
refuerzo, que menciona que el comportamiento de los empleados se genera en
función de sus consecuencias, es decir, esta teoría se concentra en lo que le
sucede a una persona después de realizar una actividad de trabajo, mas no en
sus expectativas. Por otro lado, se encuentra la teoría del diseño de puestos que
es la forma en que se combinan ciertas actividades asociadas para formar un
puesto de trabajo (Robbins & Countler 2010). Del mismo modo, está la teoría de la
equidad en la cual un empleado trata de comparar su desempeño con el de otro
trabajador con el fin de corregir cualquier desfase en su labor. Por último, se tiene
a la teoría de las expectativas que se centra en los pensamientos que tiene un
empleado con la esperanza de que recibirá un resultado a cambio que será
favorable para sí mismo. Finalmente, todas estas teorías están fundamentadas
con el fin de brindar a los gerentes las herramientas necesarias para manejar a
sus empleados (Nelson 2005). Al mismo tiempo, ellos tienen que considerar
ciertos elementos adicionales como los desafíos transculturales, fomentar una
fuerza laboral diversa, motivar a los empleados que están poco capacitados y
ganan el salario básico y por último, diseñar un sistema de recompensas justo
(Nelson 2005).
Como tercer elemento para una correcta dirección y tal vez el más
importante de los tres, se encuentra el gerente como líder. Primero que nada,
desde el punto de vista administrativo, ser un líder significa “ser alguien que puede
influir en los demás y que posee una autoridad gerencial” (Robbins & Countler,
p.370, 2010). Entonces, es importante entender que todos los gerentes, sin
importar su rango, deben ser líderes (Collins & Porras 1995). Es por esto que de la
misma manera que en el caso de la motivación, hace muchos años también se
idearon ciertas teorías que definen el liderazgo, estas son: la teoría de los rasgos y
la teoría del comportamiento. La primera se enfoca en aislar las características
que diferencian a un líder de aquella persona que no lo es. Estos rasgos se
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enmarcaban dentro de la apariencia física, estatura, clase social, estabilidad
emocional, fluidez y sociabilidad. Por otro lado, las teorías del comportamiento se
dividieron según estudios realizados por algunas universidades. Por ejemplo, el
análisis realizado por la Universidad de Iowa expuso tres tipos de liderazgo según
el comportamiento: autocrático, democrático y liberal; finalizando en que ninguno
de estos tres es determinante para un mejor desempeño. También está el estudio
realizado por la Universidad de Ohio, en el cual se presenta al comportamiento por
dos dimensiones: una estructura inicial que consiste en el grado en el que un líder
define su función y las funciones de los miembros de un grupo (Robbins &
Countler 2010), y la consideración que trataba las relaciones mutuas entre él y los
miembros del mismo grupo. Al mismo tiempo, la Universidad de Michigan propuso
que el comportamiento de un líder está orientado al empleado y a la producción,
demostrando que aquel gerente que se concentraba más en el empleado obtenía
altos estándares de productividad (Robbins & Countler 2010). Además, se
encuentra la teoría de la rejilla del liderazgo en donde se enfatiza el interés por las
personas y por la producción al clasificar los estilos gerenciales en varios niveles
que van desde el más empobrecido hasta una administración por equipo. Para
complementar, frente a las teorías analizadas, se encuentran otras que centran su
estudio al “si-entonces”, es decir si se tiene una situación determinada, entonces
qué tipo de liderazgo sería el más adecuado para afrontarla (Robbins & Countler
2010). Estas son: el modelo de Fiedler, la teoría del liderazgo situacional de
Hersey y Blanchard y la teoría de la ruta-meta. El modelo de Fiedler afirma que “el
desempeño efectivo de un grupo depende de hacer que coincidan el estilo del
líder y la cantidad de control e influencia en la situación” (Robbins & Countler,
p375, 2010). Es por esto que Fiedler diseñó el cuestionario del compañero de
trabajo menos preferido, que evalúa mediante adjetivos calificativos, el
desempeño de los trabajadores. Similar a esta teoría, se encuentra aquella
propuesta por Hersey y Blanchard, la cual se enfoca en el número y disposición de
los seguidores del líder. Esto se refiere a que a medida que los seguidores
alcanzan niveles más altos de disposición, el líder responde con menos control
hacia estos (Robbins & Countler 2010). Por último, se encuentra el modelo de la
ruta-meta que sostiene que el labor de un líder es impulsar a sus seguidores a
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conseguir sus objetivos al proporcionar la dirección más adecuada para que estas
metas vayan en beneficio también de la organización (Robbins & Countler 2010).
De esta manera, todas estas teorías desembocan en las tendencias de liderazgo
contemporáneas, las cuales se enfocan en tipos específicos de líderes como un
líder transaccional que guía a los empleados por medio de intercambio social; o
también un líder transformacional que ayuda al trabajador a trascender sus
intereses; el líder carismático, el cual es entusiasta, seguro de sí mismo y esto le
ayuda a influir en los demás; y el líder visionario que puede transmitir su idea de
un futuro prometedor para el grupo a su cargo (Vásquez 2006). En última
instancia, se debe considerar los poderes que debe manejar un gerente, entre
ellos están el poder legítimo, que es resultado de su posición, el poder coercitivo,
que le otorga facultades para controlar, el poder de recompensa, que permite dar
beneficios a los trabajadores, el poder experto, que se relaciona con la experiencia
del gerente y el poder referente, que surge por los rasgos personales como
modelo a seguir (Robbins & Countler 2010). Estos poderes deben relacionarse
con el grado de confianza del líder, así como también con el otorgamiento de
facultades a los empleados (Vásquez 2006).
Como conclusión, en mi opinión, la dirección es el elemento más importante
de la administración ya que este brinda la oportunidad de conocer de manera
cercana el desempeño de un grupo de trabajo. Aquí, el gerente aprende cómo se
debe realizar una comunicación adecuada con los empleados para brindarles
apoyo y comprensión frente al trabajo que están realizando. De la misma forma,
gracias a esta comunicación se conoce al grupo con el que se trabaja, y por ende
se conoce sus preferencias y motivaciones, dando lugar a que el gerente entienda
estas y busque potenciarlas para beneficio de su grupo y de la organización.
Finalmente, lo que se busca con todo esto es que el gerente sea un líder que
maneje poderes que le permitan administrar a sus empleados dependiendo de las
condiciones internas y externas dadas y así este grupo de trabajo labore eficaz y
eficientemente.
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Bibliografía
Collins, J. & Porras J. (1995). Empresas que Perduran. Bogotá. Editorial Norma. 1ra Edición.
Drucker, P. (1984). La Gerencia Efectiva. Buenos Aires. Editorial Sudamericana. 1ra Edición.
Nelson, B. (2005). 1001 Formas de Motivar a los Empleados. Bogotá. Editorial Norma. 3ra Edición.
Robbins, S. & Coulter, M. (2010). Administración. México. Pearson Educación. 10ma Edición.
Vásquez, R. (2006). Habilidades Directivas y Técnicas de Liderazgo. Su Aplicación en la Gestión de Equipos de Trabajo. Madrid. Editorial Ideaspropias. 1ra Edición.