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Audición del Presidente José Mujica por M24 26-07-2012 Es un gusto amigos, el poder retomar esta conversación tratando de llevar algo, el criterio de una audiencia que hace -en muchos casos- mucho tiempo que nos acompañan y a la cual, obviamente, le tenemos un enorme respeto y porque no, agradecimiento. Amigos: por poco que sigamos cada uno de nosotros la información internacional, en este tiempo, tiempo de discusiones presupuestarias en el Uruguay, tiempo de muchos reclamos (a veces muy justos, en otras no tanto), tiempo en que inevitablemente cada uno de nosotros mida la realidad desde allí, desde donde está. Con todas estas y otras salvedades, lo que nos deja nítidamente clara la visión que emana del escenario internacional, son algunas cosas, algunas cosas, que nunca deberíamos de olvidar en nuestro diario razonamiento. En primer término, notoriamente eso que podemos llamar el mundo rico está arrastrando una formidable crisis económica. Enormemente seria, sobre todo si miramos la Eurozona, sobre todo si miramos ese formidable conjunto de países que compone el área del euro; que hace muchas décadas viene intentando construir un espacio común y es cuando se le mira en su conjunto, el polo económico más grande que hay en el mundo. Allí existe una crisis, crisis financiera, crisis económica, crisis de confianza, donde es muy difícil encontrar una visión de por dónde será la salida. Y esa crisis, en otra parte del mundo rico, en Estados Unidos, que había arrancado antes, y en parte se logró suturar, tampoco la economía norteamericana despega. Cuando se la considera aisladamente sigue siendo la primera economía del mundo, pero tampoco tiene un crecimiento que dé seguridad de influir positivamente en el torrente de la economía del resto del mundo. Quiere decir que estos dos grandes polos de la economía del mundo, en un mundo cada vez más interdependiente, están enormemente afectados. Y eso se va a reflejar -y se tiende a reflejar- en una multitud de crecimientos, y de manifestaciones en el resto de las economías del mundo. Es demasiado grande este fenómeno, no precisamos ser economistas para darnos cuenta que esto tiene repercusiones por todas partes, repercusión en cadena. En un mundo donde nadie puede ya permanecer aislado y donde aún los espacios económicos más grandes que hay arriba de la Tierra, que son cada vez más interdependientes entre sí. Este hecho en el Uruguay parecería que pasa como epidérmicamente, porque claro, en el Uruguay estamos viviendo una verdadera excepcionalidad, pero excepcionalidad que no puede ser infinita; que tiene límites. Lo peor que tiene ese aspecto del área rica del mundo, es la enorme incertidumbre, nadie tiene claro qué pasa en lo inmediato, que pasa mañana, cómo se empieza a resolver

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Desgrabación del Presidente José Mujica por M24 del 26 de julio. En la misma, el mandatario aseguró que el descenso de las ventas a Europa se compensó con el incremento en América Latina. El último semestre las exportaciones crecieron 10%.

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Audición del Presidente José Mujica por M24 26-07-2012

Es un gusto amigos, el poder retomar esta conversación tratando de llevar algo, el criterio de una audiencia que hace -en muchos casos- mucho tiempo que nos acompañan y a la cual, obviamente, le tenemos un enorme respeto y porque no, agradecimiento.

Amigos: por poco que sigamos cada uno de nosotros la información internacional, en este tiempo, tiempo de discusiones presupuestarias en el Uruguay, tiempo de muchos reclamos (a veces muy justos, en otras no tanto), tiempo en que inevitablemente cada uno de nosotros mida la realidad desde allí, desde donde está.

Con todas estas y otras salvedades, lo que nos deja nítidamente clara la visión que emana del escenario internacional, son algunas cosas, algunas cosas, que nunca deberíamos de olvidar en nuestro diario razonamiento.

En primer término, notoriamente eso que podemos llamar el mundo rico está arrastrando una formidable crisis económica. Enormemente seria, sobre todo si miramos la Eurozona, sobre todo si miramos ese formidable conjunto de países que compone el área del euro; que hace muchas décadas viene intentando construir un espacio común y es cuando se le mira en su conjunto, el polo económico más grande que hay en el mundo. Allí existe una crisis, crisis financiera, crisis económica, crisis de confianza, donde es muy difícil encontrar una visión de por dónde será la salida.

Y esa crisis, en otra parte del mundo rico, en Estados Unidos, que había arrancado antes, y en parte se logró suturar, tampoco la economía norteamericana despega. Cuando se la considera aisladamente sigue siendo la primera economía del mundo, pero tampoco tiene un crecimiento que dé seguridad de influir positivamente en el torrente de la economía del resto del mundo.

Quiere decir que estos dos grandes polos de la economía del mundo, en un mundo cada vez más interdependiente, están enormemente afectados. Y eso se va a reflejar -y se tiende a reflejar- en una multitud de crecimientos, y de manifestaciones en el resto de las economías del mundo. Es demasiado grande este fenómeno, no precisamos ser economistas para darnos cuenta que esto tiene repercusiones por todas partes, repercusión en cadena. En un mundo donde nadie puede ya permanecer aislado y donde aún los espacios económicos más grandes que hay arriba de la Tierra, que son cada vez más interdependientes entre sí.

Este hecho en el Uruguay parecería que pasa como epidérmicamente, porque claro, en el Uruguay estamos viviendo una verdadera excepcionalidad, pero excepcionalidad que no puede ser infinita; que tiene límites. Lo peor que tiene ese aspecto del área rica del mundo, es la enorme incertidumbre, nadie tiene claro qué pasa en lo inmediato, que pasa mañana, cómo se empieza a resolver

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y mucho menos cuáles son las repercusiones mientras tanto vista en profundidad y vistas en un lapso de tiempo importante, de este mundo.

Hay una tendencia inequívoca, que tiende a afectar a algunos muchos más, a otros algo menos, pero a afectar a todos en cuanto a las relaciones comerciales en el mundo entero. Con ese panorama tan comprometido y tan lleno de incertidumbre, hay algunas excepciones -por los menos por ahora-, la situación de América Latina, tal vez porque estamos asistiendo a una recomposición del mundo de dimensiones colosales. Tal vez, parte de esa crisis que expresa el mundo rico, está representando un reacomodo del mundo.

Por la que creciente participación en la economía de nuestro mundo de lo que significa las economías asiáticas, particularmente China y la India, tal vez. Tal vez, esta crisis es parte de ese precio, tal vez, y tal vez en esta parte del mundo, por el momento, la fuerte demanda asiática tiende a entibiar este panorama de crisis. A tal punto, que en general, por el momento, el peso catastrófico que han tenido las crisis mundiales sobre cada una de nuestras economías, yo diría tiende en parte a amortiguar eso.

No quiere decir que no nos afecte, ya nos está afectando. Cuando miramos cómo cae nuestro comercio con Europa rica, con la Eurozona, y sobre todo algunos productos manufacturados que mandábamos ahí; nos damos cuenta del peso que tiene en esto. El pescado altamente elaborado con mucha mano de obra, tiene enormes dificultades. El complejo de la madera, fundamentalmente de la madera de los enchapados, los que llevan valor agregado, tiende a caer en forma muy pronunciada.

Sin embargo, eso que es innegable, que existen sectores muchos más afectados que otros, no está disimulado bastantemente por una globalidad de la marcha de nuestro comercio exterior. En ese panorama triste, por ejemplo, mientras la economía cae en todas las partes y las relaciones económicas tienden a caer y a disminuir; las exportaciones del Uruguay, el último semestre aumentaron en un 10, 11%.

Se puede decir, “sí pero venimos creciendo en términos promedio a un 14% más o menos anual”. Sí, pero en términos, ojo, si crecemos en tanto por ciento de ese total es cada vez mayor; quiere decir que este 10% que hemos crecido en este semestre en cifras absolutas equivale, en cifras absolutas, lo que veníamos creciendo.

Pero ha habido una recomposición por todas partes, y ese comercio exterior habla a las claras que la política de diversificación de lucha por conseguir mercado por el momento han dado resultado, están dando resultados en el Uruguay; a pesar de todos los obstáculos que el por el mundo se levantan.

¿Qué cosas nos encontramos? No sólo que ha habido un aumento en este último semestre de ese 10% global si lo comparamos con el del año anterior, sino que lo que más importa son con cosas como estás, dentro del MERCOSUR, es obvio que el país más importante, el que se lleva casi el 70% de lo que exportamos es Brasil. Ha disminuido un poco nuestro comercio con la

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Argentina; por las medidas proteccionistas obvias de la Argentina, pero también por una congelación relativa de su crecimiento económico. Y también ha caído, en parte, lo poco que le vendíamos a Paraguay. Y esto no tiene nada que ver con los sucesos de los últimos días, es una tendencia global del semestre.

Pero a cambio de ello, aumentó casi un 8 un 9% lo que le vendemos a Brasil, lo que quiere decir que lo que globalmente vendemos dentro del MERCOSUR, se ha mantenido estable en números groseros.

¿Pero que nos pasó con lo que le vendíamos a Europa? Hay una importante caída. A Europa de la Eurozona, esos veinte y pico de países, hemos perdido más del veinte por ciento de lo que veníamos vendiendo. Y algo parecido nos pasa con el resto de Europa, particularmente con Rusia, también hemos perdido participación en lo que veníamos vendiendo. En términos groseros, toda Europa nos compra menos, Europa está sintiendo el cimbronazo, pero que cosa curiosa, logramos compensar lo que menos le vendemos a Europa, se lo hemos vendido en más al resto de América Latina, particularmente al resto de América.

Le hemos vendido más a Chile, le hemos vendido mucho más a Venezuela y le hemos vendido a otros países, como Estados Unidos y como Israel. Desde ese punto de vista, la diversificación de mercado, nos viene dando una mano formidable y nos está estableciendo la línea, nos está diciendo que tenemos que seguir con esa política paciente de armar exposiciones, de tejer, de ir por acá, de ir por allá, uno a uno. Es un trabajo interminable, pero hay que seguir en esa política.

Tal vez podamos agrandar la relación con Corea. Dentro de este panorama, si me pongo a sumar lo que le vendemos a China, directamente y lo mucho que indirectamente vende la zona franca de Nueva Palmira, que aparece como un país, pero que a su vez, gran parte de lo que exporta esa zona franja va a su vez para China, (ahí va la celulosa, por ejemplo), cuando sumamos estas dos cosas, nos encontramos con este primer gran cambio del comercio exterior del Uruguay.

China hoy, en este momento, por lo menos, es nuestro principal cliente, es nuestro principal cliente. Ha quedado un poquito atrás Brasil, que ha sido históricamente desde hace varios años nuestro principal cliente. A China globalmente considerado esas dos fuentes, es en este momento el principal cliente. Le sigue Brasil, más lejos, viene la Argentina, e inmediatamente de la Argentina, el cuarto cliente, en este momento, parece ser Venezuela, fundamentalmente por el aumento de la venta de lácteos, quesos, etc, y también carne; en varios tipos.

Pero es importante, lo que llevan otros mercados y es importante eso que se tiende a dibujar. El canciller en el día de ayer, estaba con poco ruido, estaba en Perú, tratando de suscribir un humilde acuerdo de intercambio comercial siguiendo con esta tarea de tejer y de tejer, buscando incrementar las relaciones del Uruguay, vender el trabajo de las manos de los uruguayos.

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Globalmente entonces, este conjunto de cosas que a veces son contradictorias, lo que salta a la vista, es que el comercio uruguayo hacia el exterior no ha disminuido. A pesar de la deceleración que tiende a manifestar la economía del mundo entero, pero muy particularmente nuestros históricos grandes mercados de Europa, llenos de incertidumbre de contradicciones.

Hay que hablar con la gente que viene de España, que viene de Europa, por supuesto a partir de un escalón muy alto en el que estaban, que están sintiendo, la desazón, la incertidumbre de la crisis económica. Con ese panorama, creo que en el Uruguay mucha gente no se da cuenta de lo que tenemos y tal vez, por eso mismo, tampoco lo cuidamos mucho.

Si miramos el mundo tenemos que darnos cuenta que el peso de esa crisis, de carácter mundial, sobre todo, por el grado de incertidumbre por la vastedad de los territorios de las sociedades que compromete en un mundo cada vez más interdependiente, de una forma u otra también nos afecta. El país tiene que tener una estrategia, y la tenemos. No podemos ignorar al mundo, por el momento nos va bien, yo diría: nos va increíblemente bien.

No han sido tan malos los pasos de estos años, a pesar de toda la critica que se nos hace, nunca hemos tenido la tasa de empleo, nunca en plena crisis, vista en el horizonte del mundo, en el medio de ese horizonte, el poder tomar medidas como ese intento de masificar la tarjeta para asegurar que los sectores más débiles económicamente de la población, tengan un alivio de compras en el IVA. Y curiosamente cuando todos los países se ajustan, cuando un país como España se apresta a ni siquiera a pagar algo así como el aguinaldo, y hay ajustes por aquí y por allá, el Uruguay se acuerda de los más débiles y dice “vamos a aliviar la presión del IVA sobre las cosas básicas”. No es poco lujo, con esa incertidumbre, el que nos damos, pero tampoco podemos hacer maravillas, tirar manteca al techo y creernos que somos una especie de campeones excepcionales del mundo y que esta maroma no nos va a tocar, que estamos fuera de esta circunstancia y actuar con absoluta irresponsabilidad, no.

Tenemos que seguir luchando, tener mucha prudencia y tener una estrategia como país. La venimos dibujando a pesar de todas las contras. ¿Cuál es? Si la economía hacia el exterior de la cual somos hondamente dependientes finalmente se acota, nosotros tenemos que prever que la economía interna del país camine por el lado de buscar inversiones, inversiones que generen el trabajo interno en el primer momento. Y que después signifiquen verdaderas capitalizaciones para el futuro del país. No nos podemos plantear aquellas ideas de Keynes, “aunque sea ponga gente a hacer pozos; y otra gente que los tape, pero produzca como pueda un poco de trabajo en el medio de la crisis; porque es la manera de paliar las crisis”; no, no podemos hacer pozos inútiles. Lo que tenemos que hacer son trabajos, inversiones útiles, útiles para el futuro de Uruguay. Y esta es la lucha de hoy, esa es la política que perseguimos y ahí la cuestión de la regasificadora y otras cosas que andan por ahí; por las cuales venimos luchando.

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Esto compone parte de una forma de enfrentar la incertidumbre y los eventuales coletazos que el mundo nos depare. Por esto vamos del 31 a suscribir entre otras cosas, un acuerdo bilateral con Brasil, dentro del MERCOSUR, que nos permita insertarnos en algunos circuitos fuertes de la economía brasilera. ¿Buscando qué? Buscando asegurar trabajo en primer término para los uruguayos y en segundo, trabajo un poco más calificado que permita mejorar la condición de la gente que trabaja.

Porque uno de los límites que obviamente esta tocando el Uruguay hoy, es que sencillamente, para poder intentar ganar más, hay que intentar hacer –crecientemente- trabajos más calificados. Que son generadores de mayor valor, por unidades de tiempo, pero que requieren nuevos oficios, calificación, nuevas inversiones que nos permitan ayudar a esa calificación y por lo tanto, al final, mejores ingresos. Ese es un camino inapelable, por el cual tenemos que intentar caminar.

Pero hay, obviamente, obstáculos por todos lados, por todas partes lo hay, dentro de nosotros mismos. Este intento de asegurar un margen importante de inversiones, que movilice la economía como forma inteligente y eficaz de enfrentar los eventuales coletazos de caída, de la demanda exterior en un mundo lleno de incertidumbre, choca primero con la ancestral pesadez de los mecanismos del Estado uruguayo, y que en otra época, en otras circunstancias, que generaron incluso una cultura nacional, el viejo Estado amortiguador, que vaya que cumplió un papel también de distribución, pero que se agotó, nos ha dejado como resultado una cultura demasiado generalizada, que desemboca globalmente en esa pesadez para cualquier decisión que tiene el Estado uruguayo que no es propia de los tiempos modernos.

Una cultura además, hipercrítica, llena de desconfianza, que le cuesta enormemente tener fe y decisión cuando se emprenden nuevos caminos. Eso está en nosotros es parte de ese acervo cultural nuestro. También están en contra las frecuentes actitudes corporativas que asumimos por todas partes, ¿y por qué no -dentro de ese corporativismo-, el corporativismo de la política menuda? Porque no hay que hablar que los señores profesionales tienen corporativismo o tales trabajadores tienen corporativismo. Hay un corporativismo común en la política uruguaya.

Muy tempranamente se ha destapado la campaña electoral, cuando más que nunca tendríamos que trabajar para enfrentar esta incertidumbre global del mundo. Y tener una enorme seriedad y un grado de importante unidad nacional. De unidad nacional por los intereses de nuestra gente y fundamentalmente por el destino de los más débiles, porque la historia nos enseña esta ley de hierro. En las grandes crisis, siempre los más afectados son los más débiles. No quiere decir, que los sectores de la clase media también, no sean afectados. ¡Vaya que son afectados y a veces hasta despojados! como pasó en el 2002.

Más que nunca tendríamos que tener una actitud muy madura en nuestras disensiones. Sin embargo, esto es misión imposible, es un deseo inútil. Es un

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deber que no vamos a cumplir, porque ya se desató la campaña electoral y esta así, por todas partes.

Estos son márgenes, handicap, cosas que regalamos, con estos obstáculos, nos tendremos que mover pero nos vamos a mantener firmes y serenos. ¿En qué sentido?, en seguir trabajando por multiplicar nuestra presencia exterior. Y este hecho simbólico, a pocos días de firmar un tratado con Brasil, que un par de días antes que interpelen una vez más, que el canciller este reunido en Perú, tratando de suscribir un tratado comercial de intercambio con esa sociedad, es una anécdota, pero una anécdota que establece la decisión de continuar como es con esa política. Por eso fue una delegación a Corea, porque Corea es el segundo país del mundo, en el precio de las exportaciones globales de carne en cuanto el precio que paga. Y nos interesa, y hace años que luchamos por entrar en ese mercado, y estamos decididos.

Porque no solo hay que vender, hay que tratar de vender al mejor precio posible. Y eso es trabajo, pero no es trabajo -ya he dicho en otros espacios-, el comercio es una guerra sorda. Es una guerra sin tiros, pero donde están todas las zancadillas. Que nadie piense que en el comercio exterior nos están esperando de brazos abiertos para esperar nuestra gloriosa mercadería. No es así; cuando tú logras entrar en un mercado estas agrediendo el interés de quienes estaban vendiendo lo que tú llevas. Y ellos se van a mover y van a tratar de poner palos en la rueda y va a haber una competencia despiadada, no solo en los precios, sino en todas las jugarretas que rodean al comercio mundial. Allí aparecen los aranceles, pero allí aparecen las barreras a veces sanitarias, ecológicas, etc., etc.

Por eso, esta lucha es muy dura, y muchísima gente del pueblo no necesariamente las ve o las puede ver, pero nosotros no podemos rescindir ningún lugar donde podamos colocar el trabajo uruguayo, y ese es el eje de nuestra política exterior.

Un poco para finalizar, porque es tema de los días venideros. Desde el 2001 a la fecha, en este momento tenemos que señalar que el cuarto cliente de relación comercial en este semestre se llama Venezuela. Y de un comercio que prácticamente no existía, o que era intermitente muy esporádico, y de un comercio donde en general, nosotros comprábamos, pero no vendíamos nada, o casi nada, esa relación comercial se ha venido incrementando a razón de un 35% anual; si se la promedia desde esa fecha a ahora. Y puede crecer mucho. Lo que nos vende Venezuela es alrededor del 20% del petróleo que consumimos y nos vende un poco de fertilizante químico. Tal vez, pueda vendernos bastante más, o un poco más.

¿Qué le vendemos nosotros? Una diversidad de los productos que salen de nuestra agroindustria, y en forma muy importante. Se puede transformar en un mercado de la importancia, sin ninguna duda, de la misma dimensión que tiene el comercio con la República Argentina y hasta tal vez, más. Pero depende de la habilidad, de la decisión y del trabajo. Hay que intentar abrir otros mercados. Por eso Perú, un país de 30 millones, que viene suturando sus viejas deudas

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de carácter social y económico, también hay que mirar un poco a Colombia y un poco al resto de América.

América Latina ya no es lo mismo. Vuelvo a señalar algo que señalé hace un rato: cayó en forma considerable nuestras ventas a la comunidad económica europea y al resto de Europa y aumentó en ese mismo periodo para compensar largamente nuestro comercio con América Latina, fuera del MERCOSUR.

Esos cambios los tenemos que registrar y tenemos que adivinar dentro de las dificultades, sin ninguna ingenuidad ciertas tendencias que tienden a manifestar. Por qué no, hace poco llegó una figura política importante desde China, nos hace una propuesta, todo el MERCOSUR tendrá que discutir. Los acuerdos comerciales con China son inevitables, ineludibles por la presencia gravitante y demandante que tiene semejante país en nuestro futuro económico. Pero naturalmente, tenemos como cualquier cosa grande, como pequeño país, nunca debemos abandonar la inteligencia de diversificarnos, y también la inteligencia de cuidarnos del abrazo del oso.

Sería bueno, que el Uruguay pesimista se diera cuenta de que a pesar de las dificultades que tiene el mundo, no la estamos pasando tan mal.