1UNA CONVERSACIÓN PARA EL EMPODERAMIENTO

LIDERAZGO INDÍGENA CRISTIANO

DESARROLLANDO

Paz yEsperanza

Bolivia

UNA CONVERSACIÓN PARA EL EMPODERAMIENTO

LIDERAZGO INDÍGENA CRISTIANO

DESARROLLANDO

Autor: Jared Noetzel

Traducción: Mcs. Andrew Jennings G.

Arte y diseño gráfico: Kevin Jonathan Cadima Centellas

Diseño de iconografías: Raúl Ventura

Paz y Esperanza Bolivia

Santa Cruz - Bolivia 2013

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ÍNDICE

Introducción .............................................................. 7

La cultura y la narrativa:

una afirmación de la diferencia ..................................11

Educación ................................................................ 17

La narrativa cultural del progreso ............................. 25

Empleo y la economía .............................................. 31

Empleo y la economía ............................................. 33

La política y la sociedad ........................................... 41

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Introducción

En junio de 2012, Paz y Esperanza Bolivia inició una corta exploración para investigar una preocupación dominante que existe entre líderes cristianos indígenas: la falta de hombres y mujeres jóvenes en posiciones de liderazgo dentro de la iglesia indígena en Bolivia. Es nuestra esperanza poder encarar este problema, pero de un punto de vista distinto.

Cuando empezamos a preguntar a adultos y jóvenes sobre su involucramiento en la iglesia, empezó a emerger un tema común. Estos jóvenes, hombres y mujeres, se enfrentan con cuestiones de educación y empleo. Reconocen la necesidad de capacitación para poder conseguir un trabajo de mejor paga y buscan una educación técnica o universitaria después del colegio para poder conseguir trabajo como profesional. Su búsqueda de más educación o capacitación—o en muchos casos buscan solo un trabajo—casi siempre les lleva a las ciudades donde se encuentran con un nuevo mundo.

La rutina normal de la vida está destruida y la vida urbana los consume. Se enfrentan con otras maneras diferentes de entender el mundo y tienen que interpretar

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estas nuevas formas. Desde sus tradiciones culturales y prácticas—lo que llamamos una narrativa—buscan explicar las experiencias de la vida, o sea, dan valor a ciertos comportamientos, ideas, hábitos y se resisten a otros. Estas narrativas vienen de las combinaciones de culturas de la ciudad y su cultura materna de su comunidad de origen. Sean ayoreo, chiquitano, guaraní, mojeño u otro, estos jóvenes se enfrentan con cuestiones de identidad, práctica, y comunidad. Cómo deciden contestar estas preguntas van a formar su futuro.

Entonces para hablar de la cuestión del desarrollo de liderazgo con los jóvenes de la iglesia, vamos a considerar un poco estas narrativas que tocan sus vidas en cuatro áreas específicas: identidad, educación, empleo, y actividad política. Cada tema empieza con una pequeña introducción que nos dará unas pautas para pensar en las preguntas que siguen. Las preguntas son hechas para leer y conversar en un grupo con un facilitador, pero también puedes aprender algo leyendo y reflexionando sobre las preguntas individualmente. Si no tienes la oportunidad de participar en un grupo de conversación, te animamos a hablar de los temas y hacer las preguntas con otras personas en tu comunidad, iglesia o familia para poder aprender de sus perspectivas también.

La cultura y la narrativa: una afirmación de la diferencia

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La cultura y la narrativa: una afirmación de la diferencia

Nuestra premisa central en este libro es que todos los pueblos indígenas de Bolivia, como en todo el mundo, tienen ideas muy bien formadas sobre lo que es correcto y bueno en el mundo y cómo uno debe ordenar su vida. Eso es lo que llamamos la cultura. También tenemos razones de por qué estas formas de pensar en el mundo tienen sentido y cómo tienen sentido a la luz de nuestras experiencias personales. Eso es lo que llamamos una narrativa.

Del mismo modo, otros bolivianos no indígenas también tienen una cultura y narrativas dentro de su cultura. Sin embargo, sus narrativas culturales ponen énfasis sobre ideas diferentes y valoran comportamientos diferentes. Fundamentalmente, es por eso que nosotros marcamos diferencias entre grupos y llamamos a uno como guaraní y a otro como mojeño, porque esos grupos tienen narrativas culturales distintas entre ellos dos y entre ellos y otros bolivianos. Este hecho no tiene que ser algo que nos divide; solamente que es importante reconocer que las comunidades son diferentes.

Más bien, queremos afirmar que la diferencia es en su naturaleza buena y correcta. Como cristianos, sabemos que Dios diseñó al ser humano para tener una cultura (Gen. 2: 18-25), Él creó la diversidad cultural (Gen. 11: 1-9), redimió esta diversidad cultural (Hechos 2), y que esta diversidad cultural va a existir en el cielo. En Apocalipsis 21 vemos un retrato bello de los reyes y

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naciones del mundo entrando a la Nueva Jerusalén. Esta imagen sugiere que la diversidad del mundo que creó Dios es buena y correcta, puesto que será bienvenida en el reino eterno de Dios. Pero esto todavía nos plantea la pregunta: ¿Qué es la cultura?.

Primero, la cultura por su naturaleza es algo que siempre se está cambiando. Por ejemplo, considera nuestro lenguaje. Cada día se inventa nuevas palabras y las reglas gramáticas que aprendimos en el colegio siempre van cambiándose. Estas nuevas palabras o formas de hablar son nuevas formas de expresar ideas en la vida, para comunicar nuevas experiencias e ideas. Esa novedad cambia la cultura porque de vez en cuando la nueva idea resulta ser algo realmente creativa y única que nadie ha visto ni pensado antes.

Cuando pasa eso y una persona usa una nueva palabra para describir su nueva idea a otra persona, la cultura está cambiando un poco. A través de los años, esos cambios pequeños van acumulando y llegan a resultar en un cambio significativo. Este método particular del cambio cultural es más útil cuando estamos pensando en nuestra interacción con nuevas ideas. Cuando dos narrativas culturales vienen en contacto se cambian la una a la otra, ninguna de las dos se quedan igual que antes. Las preguntas importantes en ese encuentro entonces son: ¿Cuál grupo está cambiando más al otro? ¿Quién decide cuál cambio es bueno y cuál es malo? ¿Quién controla qué tipo de cambio se produce?.

Adicionalmente, mientras hablamos mucho de la cultura con sus efectos y características es necesario reconocer que como cristianos, Dios y su verdad revelada por las Escrituras siempre tiene la autoridad para decirnos

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qué es correcto y bueno. Hay características dentro de todas las culturas que glorifican a Dios y también existen normas, prácticas y costumbres en toda cultura que son malas, pecaminosas, u opresivas. Además, puede haber ideas y comportamientos que son moralmente neutrales. Por ejemplo, que un grupo de personas prefiere la yuca a la papa no tiene ningún contenido moral, pero de todos modos es una preferencia cultural.

Sin embargo, como cristianos tomamos una decisión sobre la moralidad—sea bueno, neutral, o malo—de una norma cultural basada en la Palabra de Dios, hablando por su Espíritu en las sagradas escrituras.

Preguntas:

1. ¿Cuáles son las tradiciones de su cultura más fuertes que dan o celebran la vida?

2. En la luz de la importancia del progreso, ¿Cómo podemos defender nuestras tradiciones?

3. Como la cultura siempre se está cambiando, ¿Cómo podemos pensar en el progreso desde una perspectiva distintivamente indígena?

Educación

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Educación

Como cristianos y cristianas, ¿Cómo abordamos a nuestro mundo efectivamente?. Tenemos que pensar mucho en esta pregunta porque es compleja—no hay una respuesta fácil. Podríamos hablar de la idea teológica del trabajo y el hecho que Dios nos creó para trabajar en el mundo, aun antes de la Caída. Podríamos pensar en nuestro trabajo de hablar con nuestra familia y amigos sobre Jesucristo y su salvación. O podríamos conversar sobre cómo enfrentar los problemas que vemos en nuestra comunidad. Cada uno de estos tres ejemplos tiene que ver con diferentes partes de nuestra vida, pero cada uno requiere nuestro pensamiento y conversación.

Para poder empezar el proceso de contestar estas preguntas y otras tenemos que saber algo del mundo en que vivimos. En otras palabras, necesitamos algún tipo de educación. Cada persona quien ha vivido en este mundo ha recibido una educación. Desde el momento en que naces hasta el momento que mueres, recibes una educación; sea de tus padres enseñándote cómo hablar y sobre las plantas y animales, tu pastor explicándote las Escrituras, o un profesor mostrándote cómo hacer el álgebra. En otras palabras, aun antes de la existencia de escuelas oficiales en nuestra comunidad, siempre estábamos educando a nuestros hijos.

Sin embargo, hoy en día vemos que nuestros hijos quieren ir al colegio y no solamente eso, sino que es necesario que vayan para poder navegar el mundo moderno. La educación representa una oportunidad para

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ellos: la oportunidad para entender el mundo de nuevas maneras y la oportunidad de ayudar a su comunidad de formas tangibles. Mientras los métodos de la enseñanza pueden cambiarse, la meta de la escuela siempre ha sido la misma: entender el mundo para poder ser una mejor persona en ella. ¿Pero qué pasa si el sistema educativo promueve valores que van en contra de tu identidad?.

Gracias al trabajo duro de muchas personas, más niños pueden asistir al colegio en su propia comunidad. Para nuestros hijos, salir bachiller de la secundaria representa un logro significativo y es toda la educación que necesitan o quieren.

En la otra mano, hay hijos que quieren seguir sus estudios después del colegio para poder salir profesional o técnico y recibir mejor trabajo o ayudar a su comunidad. Para poder alcanzar esta educación tienen que salir de su pueblo y vivir en una ciudad más grande que difiere mucho de su pueblo natal. Estas escuelas, sea la universidad, el seminario, la normal, u otra, son lugares donde uno puede aprender mucho, pero no son lugares indígenas.

La realidad es que estas escuelas son creadas por la cultura que creó la narrativa cultural del progreso y siguen esa narrativa progresista. Entonces cuando una joven chiquitana entra la universidad o un joven mojeño entra al seminario pronto descubre que hay poca gente allá, y menos en la ciudad en general, quienes van a animarles a valorar y apreciar su identidad cultural. Después de los años de estudio y vida en la ciudad, ¿querrá volver a vivir en su comunidad de origen? Tal vez sí, ¿pero verá al mundo con los mismos ojos? Definitivamente no. En parte ese cambio es bueno porque la educación nos ayuda a pensar

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en nuestro mundo e investigarla. Pero si esa educación lo separa de sus raíces y desprecia su historia cultural entonces no podemos decir que es buena.

De nuestra investigación hemos visto que muchos jóvenes indígenas tienen acceso a la educación y la capacitación para ser líderes en la iglesia (o en la comunidad), pero muchas veces no vuelven para quedar en su comunidad o no usan su capacitación para el bienestar de la iglesia o la comunidad. Muchos de ellos terminan pensando que la narrativa cultural del progreso es algo atractivo y motivador, pero cuando no vuelve a la comunidad o no pone en práctica su capacitación para el bien de la iglesia y el pueblo perdimos un miembro importante de la comunidad. Queremos afirmar la importancia de la educación, pero no, si nos cuesta nuestra identidad.

Preguntas:

1. ¿Cuáles son las prioridades de la vida en su comunidad? ¿Cuáles prácticas o logros traen más reconocimiento y honor? Alista 5 cosas que describen a un buen líder o persona importante en su comunidad, o cosas que dan a una persona más influencia en la vida comunitaria.

2. Según su comprensión, ¿Cuáles son las prioridades de la vida urbana? ¿Cuáles prácticas o logros traen más reconocimiento y honor para ellos que viven en la ciudad?

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3. ¿Cuáles son algunas de las cosas importantes que quiere que sus hijos aprendan sobre el ser parte de su etnia?

4. ¿Qué le motiva al estudiante indígena para quedarse en la ciudad? ¿Qué se pierde cuando ya no vuelven a su comunidad (pérdida para esa persona y para la comunidad)?

5. ¿Cuáles son los pasos prácticos que podemos tomar para animar a nuestros hijos, quienes están estudiando fuera de la comunidad para que se recuerden de su identidad cultural y que lo tomen en serio?

6. ¿Debemos quejarnos a la universidad o al seminario si no valoran nuestra identidad étnica-cultural?

7. ¿Nuestros colegios que provee el estado realmente animan a nuestros estudiantes que deben valorar los valores de nuestra comunidad? ¿Cómo ayudan a nuestros hijos a respetar nuestras tradiciones? ¿De qué maneras promueven nuestros colegios los valores de las comunidades urbanas y no-indígenas? ¿Sobre cuál cultura ponen más énfasis y dan más valor?

8. ¿Cómo pueden nuestras familias y comunidades preparar mejor a nuestros hijos para enfrentar un sistema educativo formal que no valora nuestra identidad étnico-cultural?

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9. ¿Cómo quisiéramos que nuestros hijos piensen sobre los valores de nuestro pueblo? ¿Cómo podemos prepararles para pensar así cuando salen a otros colegios, a la universidad, o al seminario que no les enseñan a pensar como nosotros pensamos?

10. ¿Cuales profesiones serían de mucho uso en nuestra comunidad? ¿Debemos animar a nuestros hijos si quieren estudiar algo que no vemos que tiene un beneficio o aplicación directa a la vida comunitaria? ¿Por qué sí o no?

11. ¿Dónde deben aprender nuestros hijos? Debe estar en un lugar donde nuestra cultura está validada y valorada en la enseñanza, pero ¿Dónde está ese espacio? ¿En nuestra comunidad o en la ciudad? ¿En algún lugar intermedio?

12. ¿Promovemos la educación formal de nuestro hijos solamente para las ganancias materiales que nos puede traer (más dinero y cosas)?

13. ¿Cómo podemos educar a nuestros hijos en la iglesia desde nuestra propia realidad? ¿Cómo practicamos la predicación, el discipulado, y la escuela dominical?

14. ¿Nuestra predicación y enseñanza en la iglesia valora a nuestra identidad étnica-cultural o promueve otra narrativa?

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15. ¿La educación formal te deja con un deseo para tener más de la vida? ¿Existen algunos efectos negativos de la educación formal? ¿Cuáles son? ¿Cómo nos protegemos de esos efectos negativos?

La narrativa cultural del progreso

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La narrativa cultural del progreso

Mientras seguimos pensando juntos en el espacio de relacionamiento entre pueblos indígenas y no indígenas, necesitamos hablar directamente de la narrativa cultural del progreso que impulsa mucho de la vida urbana y no indígena. Hasta ahora hemos hablado solamente de la narrativa del progreso en el contexto de la educación, pero la idea del progreso y su papel en nuestro consumo de recursos juega un papel importante en nuestra conversación. El mundo moderno ha abrazado el progreso como un valor central.

En todo el mundo las personas en instituciones de educación, política, y la sociedad civil siempre están buscando lo más nuevo, lo mejor, o lo más bonito para hacer todo tipo de cosa. Ven problemas y buscan las respuestas en la tecnología, sistemas, e instituciones y así reafirman la necesidad de mover hacia adelante e inventar nuevas soluciones. A primera vista este enfoque parece ser una forma emocionante y potencialmente poderosa de ver al mundo. Es verdad que este énfasis en el progreso ha creado mucha tecnología, medicina, y entendimiento científico, ¿pero a qué costo?.

Tenemos que recordarnos que vivimos en un planeta con recursos limitados. Tal vez no existe nadie quien entiende mejor este hecho que nosotros quienes vivimos desde la tierra y dependemos directamente de ella. Muchas personas en nuestras comunidades reconocen

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que la tierra nos provee con todas las bendiciones que dan vida y tenemos que cuidarla bien. Desafortunadamente, la narrativa cultural del progreso, combinado con una población mundial más grande que nunca, ha empezado a causar problemas de salud para nuestro planeta.

Mientras muchas personas en todo el planeta han reconocido que tenemos que pensar en cómo vamos a preservar nuestra tierra, todos tenemos que consumir los productos de la tierra para poder sobrevivir. Esta tensión entre el cuidar la tierra, o mayordomía, y el consumir sus productos es un conflicto central entre nuestras formas indígenas de vivir y las formas típicas de los centros urbanos.

Esta narrativa cultural del progreso tiene un escollo más. Mientras la sociedad mira al progreso y la innovación como lo más importante, seguimos con el deseo de consumir y usar las nuevas cosas que inventamos. Por supuesto que el consumo es necesario para la vida. Necesitamos comer y beber. Utilizamos los recursos naturales para construir casas y transportarnos de un lugar a otro. En otras palabras, el consumo es parte de ser un humano; sin embargo, cuando creemos la idea que siempre tenemos que ir creando nuevas cosas podemos llegar a pensar que tenemos que seguir consumiendo esas nuevas cosas también.

Este cambio de un deseo para innovación positiva a un consumismo obsesivo nos hace devaluar el mundo que Dios nos dio, convirtiéndolo en un recurso para consumir solamente para nuestro bien en vez de verlo como un regalo que tenemos que cuidar para el uso de todos. Esto nos lleva a evaluar los recursos naturales solamente si pueden crear riqueza en la forma de dinero, como ya hemos hablado.

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Mientras hablamos de estas ideas es importante recordarnos que no están malas en sí, pero necesitamos entenderlas para poder pensar bien en nuestro contexto actual.

Cuando enfatizamos mucho el progresar hacia adelante, la innovación, y la creación de nuevas cosas, podemos fácilmente perder de vista nuestra historia. Esta falta de memoria histórica fácilmente puede llegar a ser una falta de respeto para las tradiciones y un cuestionamiento de las cosas que “siempre han sido así.” Un resultado es que dejamos de pensar en por qué hemos hecho algo de cierta forma por tanto tiempo y empezamos a pensar en cómo podemos hacerlo de una forma diferente. En algunas instancias es una buena práctica considerar si podríamos mejorar nuestro trabajo a través de nuevas formas, pero puede ser peligroso si nos hace criticar negativamente todo lo que nuestros antepasados nos enseñaron. Aquí es necesario encontrar un equilibrio adecuado entre la búsqueda del progreso y el respeto a las tradiciones que fomentan la vida plena.

Al final, queremos recordarnos que las culturas están constantemente cambiándose y por eso, en algún sentido, siempre estamos progresando. Aunque como dijimos antes, cada cultura pone un énfasis en una narrativa sobre otra. La cultura que domina los centros urbanos de Bolivia y más allá se enfoca mucho en el “progreso” y la innovación. Por el otro lado, nuestras comunidades suelen enfatizar otras ideas o valores. Decidir qué parte de cada cultura es aceptable y bueno y qué partes debemos rechazar es el trabajo duro que tenemos que hacer en comunidad y conversación.

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Preguntas:

1. ¿Cómo valoramos ahora al mundo alrededor de nosotros? ¿De qué maneras respetamos a la tierra en nuestra vida diaria?

2. ¿De qué maneras cuidaron la tierra nuestros abuelos? ¿Conocen estas prácticas nuestros hijos hoy?

3. ¿Qué valor dan los jóvenes de hoy en su comunidad a sus tradiciones, idioma, vida comunitaria tradicional, y ancianos?

4. ¿Hemos aceptado la idea que el mundo fue hecho solamente para nosotros como un recurso que podemos consumir para nuestro bienestar personal? Si es que sí, ¿Por qué? ¿Cómo podemos animar a otros que no traten a nuestro mundo así?

5. ¿Qué comidas cultivaron o recolectaron nuestros abuelos? ¿Todavía lo hacemos hoy en día? ¿Cómo vemos la comida típica de nuestro pueblo comparado a la comida “nacional” o urbana? ¿Los jóvenes comparan nuestra comida con la de la ciudad de otra forma?

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6. ¿Cómo debemos responder a esta narrativa cultural del progreso como indígenas cristianos y cristianas?

7. Desde una perspectiva cristiana, ¿Qué cosas de nuestra propia cultura debemos resistir?

8. Si un líder de su comunidad empezara a empujar la comunidad hacia un progreso que no valora su identidad étnico-cultural, ¿cómo debemos involucrarnos como iglesia?

9. Jesús fue claro que el evangelio traerá división y conflicto entre familias y comunidades. Pero también la Biblia nos instruye a amar a nuestro prójimo y hasta nuestro enemigo y estar en paz con todos en cuanto dependa de nosotros. ¿Cómo podemos fortalecer el sentido de comunidad y la unidad de nuestro pueblo desde la iglesia?

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Empleo y la economía

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Empleo y la economía

Nuestras realidades económicas están cambiando. Antes de la época de carreteras, ferrocarriles, aviones, y motores vivíamos diferente. En vez de comprar cosas en una tienda, se cultivaba la comida y se usaban plantas medicinales. Hoy nuestra realidad económica ha cambiado. Todavía cultivamos comida y usamos plantas del bosque, pero también compramos comida y medicina. Ese cambio requiere unas prioridades nuevas.

Ya hablamos de las oportunidades nuevas que trae la educación formal, pero una de esas oportunidades más grandes es el empleo. Mejor educación normalmente nos lleva a más oportunidades para un trabajo con mejor sueldo, lo cual es otra razón que muchas personas buscan más educación—solo quieren más dinero. Es cierto que esta economía moderna ha traído muchos beneficios, como mejor transporte, tecnología de comunicaciones, mejores materiales de construcción, y medicina, pero también ha cambiado la forma que las personas perciben el mundo.

Antes de la economía basada en el dinero, el mundo de nuestro alrededor—la tierra, los árboles, los ríos, las plantas y los animales tenían valor porque traían vida. Proveían comida, transporte, abrigo, todo directamente; no tenían que comprar ni venderlo; simplemente se usaba. Por el cambio de la economía esas cosas ahora tienen otro valor, un valor en efectivo (cuánto dinero se puede ganar por venderlo). ¿De dónde vino ese cambio?.

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Para poder contestar esta pregunta necesitamos considerar cómo el dinero influye en nuestras vidas y cómo funciona. Considera este ejemplo: Si vives en tu comunidad sin tener que intercambiar productos con comunidades muy lejanas, entonces resulta relativamente fácil cultivar tus productos y cambiarlos directamente con el vecino para recibir otros productos que quieres. En vez de depender del dinero, usas lo que tienes para negociar y conseguir otras cosas que quieres o necesitas.

Pero cuando necesitas algo de alguien quien vive muy lejos, la situación se vuelve más complicada. Lo que es fácil de intercambiar con alguien que vive cerca se vuelve muy complicado si cuesta muchos días para llegar a su lugar. Entonces necesitas algún intermediario para que el intercambio se vuelva más fácil. Para eso sirve el dinero. En nuestra realidad hoy, aunque nuestro pueblo siempre ha existido sin necesidad de dinero ahora hay productos que queremos o necesitamos que solamente se puede conseguir con dinero porque la economía en la ciudad solamente acepta el dinero.

Ese cambio desde el intercambio de productos o trabajo por otro producto o trabajo hasta el uso de dinero para comprar y vender ha cambiado nuestra forma de ver el mundo. Ese cambio es un buen ejemplo de cómo la narrativa cultural del progreso difiere de la narrativa cultural de nuestro pueblo. Esa narrativa dice que un chivo tiene un valor monetario—la suma que alguien está dispuesto a pagarte por tu chivo. Entonces, en vez de ver al chivo como algo con un valor en sí mismo, esta narrativa dice que debemos ver el chivo solamente en términos del dinero.

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¿Entonces que nos importa si hoy en día vemos a las cosas en términos de su valor en bolivianos o en dólares? Ese cambio en sí no necesariamente es bueno o malo, pero significa algo importante para nuestra forma de ver a nuestra vida. Seguramente significa algo para los estudiantes quienes se trasladan a la ciudad y para las personas de nuestra comunidad quienes tienen un negocio. Más importante, va a significar más y más en nuestro pueblo mientras la narrativa de progreso se vuelve más y más prevalente. Necesitamos buscar en las Escrituras para entender mejor cómo Dios nos instruye a ver nuestro mundo. Hagámoslo en conversación.

Preguntas:

1. Lea Génesis 1:28-30 y capítulos 2 y 3. ¿Qué es el mandato de Dios a su pueblo con respeto a la creación?

2. ¿Debemos salir de nuestras comunidades para buscar mejor empleo?

3. ¿Cuáles son los peligros en pensar en el mundo en términos de su valor monetario? ¿Cuáles son los beneficios?

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4. A la luz de que Dios dio trabajo a Adán y Eva en el jardín, ¿Cómo debemos pensar en la idea del trabajo? ¿Da gloria a Dios trabajar, o es simplemente una parte necesaria?

5. ¿En qué cosas gastas tu dinero? ¿Tu uso del dinero da gloria a Dios?

6. ¿Qué tipo de trabajo estás buscando o quieren sus hijos? ¿Cómo glorificará a Dios y será útil para su comunidad?

7. ¿Normalmente qué pasa con los jóvenes que van al seminario y vuelven a la comunidad?

8. ¿Están sirviendo en un ministerio de la iglesia o están buscando otras cosas (un negocio, la política, u otro trabajo)?

9. ¿En qué se enfoca? ¿Su enfoque está en otras cosas diferentes de lo que nuestros ancianos (que no han ido al seminario) valoran en la iglesia y comunidad?

10. ¿Cuáles son las necesidades reales de nuestra comunidad?

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11. ¿Nuestra educación e involucramiento en el mercado nos ha dejado deseando más cosas? En otras palabras, ¿ha creado necesidades que no teníamos antes?

12. ¿Qué son necesidades o deseos legítimos para nosotros como cristianos? Por ejemplo, es necesario la comida, agua, y un techo para poder sobrevivir. Pero, ¿cuáles son nuestras necesidades no esenciales? ¿Cuáles de esas necesidades no esenciales son buenas y es bueno satisfacerlas?

13. ¿Cómo podemos discernir entre necesidades legítimas e ilegítimas?

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La política y la sociedad

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La política y la sociedad

En las últimas dos décadas en Bolivia ha pasado muchos cambios políticos. Nuestro país sigue buscando la forma de mejorar la democracia y durante todo el proceso la lucha indígena para asegurar sus derechos ha sido una batalla constante. Pero hemos podido usar este sistema democrático de gobernar y lo hemos utilizado a nuestro favor. A través de demostraciones e incidencia política hemos visto llegar muchas cosas buenas a las comunidades indígenas en toda Bolivia.

Sin embargo, reconocemos que la lucha no ha terminado. Los que viven en lugares como el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), el Territorio Indígena Multiétnico (TIM), y varios otros territorios y comunidades indígenas son muy conscientes de la realidad de la invasión de territorio indígena, y no podemos esperar que el Estado siempre va a reconocer nuestros derechos. A veces tendremos que seguir en la lucha; sin embargo, necesitamos pensar bien en lo que significa ser un cristiano involucrado en la actividad política.

A través de los siglos, los cristianos han visto su involucramiento en la política y la vida pública de diferentes formas. Algunos han dicho que es mejor que el cristiano se retire de la sociedad y viva como un ejemplo de una manera de vivir alternativa, completamente separado de cualquier proceso político en la sociedad en general. Otros han buscado controlar la nación con la idea que se puede usar el poder del Estado para promulgar los principios cristianos y promover leyes basadas en la Biblia.

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Pero la mayoría de los cristianos han intentado establecer un balance entre los dos extremos, buscando una combinación de separación del mundo según el papel profético de la iglesia y el involucramiento político e incidencia. Cada comunidad cristiana en la historia se ha enfrentado con estos desafíos que tenemos hoy, y muchos han experimentado la marginalización y opresión que los bolivianos indígenas hoy experimentan. Tenemos que considerar cómo vivir mejor de acuerdo con el ejemplo de Jesucristo en el contexto de nuestra experiencia.

Pero igualmente en la luz de nuestro contexto debemos recordarnos que cualquier actividad política, aun sobre un tema muy urgente como los derechos territoriales, tiene que ser centrado en nuestra fe. Además, nuestra fe nos da la libertad de abordar nuestras necesidades físicas. La ley de Moisés y los profetas del Antiguo Testamento hablan con ternura y preocupación sobre el extranjero, la viuda, y el huérfano—los que estaban en los márgenes de aquella sociedad. Dios creó leyes para Israel que tomaron en cuenta las necesidades físicas del pueblo.

En el Nuevo Testamento, Santiago habla de nuestra necesidad de recordarnos de los que no tienen para abastecer sus necesidades físicas. Como comunidad también debemos reconocer que Dios se preocupa por nuestras necesidades físicas y que nuestra fe nos impulsa a cuidar a nuestros hermanos y hermanas. Si este trabajo de cuidar y proteger toma la forma de defender nuestros derechos colectivos o incidir por un tratamiento justo bajo las leyes de nuestro país, entonces nuestra fe nos impulsa a defender e incidir.

Muchas iglesias—sean indígenas o no—luchan con esta definición importante. Muchas veces sentimos que

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nuestra carga como cristianos en este mundo es enfocarnos en las necesidades espirituales de las personas en nuestro alrededor. Honestamente, la necesidad por el ministerio espiritual en la forma de evangelización y discipulado es tan grande que fácilmente podemos perder de vista las otras tareas de la misión de la iglesia. Sin embargo, las Escrituras demuestran claramente que Dios se preocupa por cada parte de la vida de sus hijos, no solamente por su condición espiritual.

Mientras trabajamos para seguir el ejemplo de Jesús, también como Él debemos esforzarnos amar a la persona entera, aun cuando ese amor tiene que manifestarse en acción política o trabajo social. Pensemos juntos sobre cómo podemos aplicar bien algunos de estos principios en nuestras comunidades, nuestras iglesias, y nuestras vidas.

Preguntas:

1. ¿Cuáles son los 5 problemas sociales o políticos más urgentes que tiene nuestro pueblo?

2. ¿Podemos demostrar nuestro amor a nuestro prójimo enfrentando estos problemas? ¿Cuáles son los pasos activos que nosotros como iglesia podemos tomar para demostrar nuestro amor?

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3. Si los cristianos y las cristianas debemos cuidar a las personas en todas las partes de su vida, ¿Cómo debemos responder los cristianos las amenazas a nuestra comunidad?

4. La vida de Jesús fue de un errante sin hogar y él siempre rechazó el deseo del pueblo de hacerle un rey. En la luz de su ejemplo, consideremos, ¿Cómo nosotros debemos aspirar a cargos públicos y buscar posiciones de poder en la sociedad?

5. ¿Cómo debe un cristiano aspirar a un cargo público de forma diferente al no-cristiano?

6. ¿Qué debe ser diferente en un líder político cristiano?

7. Cristo también nos mandó a amar a nuestro prójimo. Aparte de la incidencia política, ¿estar en un puesto político puede ser un medio para amar al prójimo? Si es que sí, ¿Qué diferencia debe haber entre un político cristiano y no-cristiano? Si es que no, ¿Por qué no?

8. La democracia y otras estructuras políticas, como en nuestro país, son manejadas siempre por hombres y mujeres pecaminosas. ¿Dónde podemos nosotros, como iglesia, hablar la verdad a los poderosos sobre sus

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acciones? Desde nuestra perspectiva cristiana, ¿Dónde vemos que el gobierno está promoviendo el mal?

9. ¿Cómo puede el pastor hablar de situaciones políticas desde el púlpito?

10. La política es buscar el bienestar de toda la sociedad. ¿Qué podemos hacer nosotros los cristianos para apoyar el bienestar de todos y todas en nuestra comunidad? ¿Nuestro territorio? ¿Nuestro país?

Se terminó de imprimir en los talleres de imprenta Diarte

Av. Cañoto entre Landivar e Ingavi No. 472

En el mes de Diciembre del 2013

Santa Cruz de la sierra, Bolivia

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Fe nativa

Trabaja con pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia para fortalecer las iglesias locales y su acción para promover el bienestar integral y la paz en su comunidad.

Nuestra meta es ver comunidades saludables que gozan de una vida sin violencia y con respeto a sus derechos. Además, que la iglesia local sea líder en la lucha para alcanzar este sueño.

Trabajamos en la formación de líderes a través de talleres de capacitación en ciudadanía, resolución pacífica de conflictos, derechos humanos y misión integral.