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  • Derecho Viejo Pgina 1

    DERECHO VIEJOa la evolucin destino de hombre

    Ao 7 N 78 Un peridico para leer Mayo 2008

    GLORIA DEI, HOMO VIVENS (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

    Lejos del mundo. Cerca de los hombres

    Dios es la nada ms

    pura, intocado por

    tiempo o espacio;

    cuanto ms tratamos

    de alcanzarlo,

    ms se nos escapa.Angelus Silesius

    Dios da sus dones

    donde encuentra

    un recipiente lo

    bastante vaco como

    para recibirlos.

    C. S. Lewis

    El hombre quiere ser libre, pero no responsable

    Nuestra vocacin es ser Cristo(no solamente cristianos)

    El ser humano tiene energas fabulosas en reservas paracuando necesite ponerlas en marcha. Lo importante esdescubrir lo que est ocurriendo en ti y a tu alrededor

    para saber lo que anda mal y sus causas.Lo que importa es estar despierto.

    Ir al templo no te va a cambiar, ni tampoco hacer novenasa los santos. Eres t el que ha de cambiar.

    Recuerda que no sirve decir: Seor, Seor!, sino quehay que hacer la voluntad del Padre; y esta consiste en

    que seamos fieles a la verdad, porque slo la verdad noshar libres. Hace falta despertar. El miedo slo se te quitabuscando el origen del miedo. El que se porta bien pormiedo es porque ha sido domesticado, pero el origende sus problemas no ha cambiado: est dormido.

    * * *La felicidad no est en lo que yo poseo,

    sino en lo que soy.

    Textos de Anthony de Mello

    Nuestra vida se convierte en un enre-do, porque tomamos por realidad lo queno son ms que programaciones.

    * * *Si no te agarras a ningn concepto, cosa

    o ideologa, te ser fcil descubrir ense-guida dnde est la verdad, y tambin larealidad, que es la voluntad de Dios escri-ta en la vida.

    Seor, ensameel silencio del amor;

    el silencio de la humildad,el silencio del que habla

    slo el corazn;el silencio de la fidelidad,

    el de la verdad y el del respeto.

    Ensame, Seor, el silenciode mi propio corazn,para encontrar el tuyo.Ensame a dialogar,

    pero primeroensame a rezar,

    para que sloescuche los gemidosdel Santo Espritu.

    Y as en lo profundoquiero dejar mis armas,

    calzar tus sandaliasy caminar juntos:

    Vos Maestro y yo discpulaen un surco de amor hasta el fin.

    Felicitas Carb

    ENSAME

    Orar no es hablar a Dios,sino or cmo Dios me habla.

    Orar no es suplicar a Dios,sino recibir lo que l quiere darme.

    Orar no es ser escuchado por Dios,sino escuchar cmo Dios me habla.

    Orar no es pedir perdn a Dios,sino abrirme a lo quel me propone.

    Orar no es ofrecerme a Dios,sino recibirlo a l en la ofrendaque l me hace de s.

    Orar es morir y resucitar.Louis Evely

    La vida eterna es ahora, est aqu, y a tite han confundido hablndote de un fu-turo que esperas mientras te pierdes lamaravilla de la vida que es ahora.

    Jesucristo se sensibiliz a la vida y no a la religin. Cmo puedes amar lo queno has vivido y ni siquiera has visto con ojos despiertos? Tu vocacin es serCristo, no meramente cristiano. Ser sensible y abierto a las personas y a la vida.Ser libre, directo, inconsistente, imprevisible como l lo es.

    La espiritualidad consiste en ser como somos, en transformarnos en lo quesomos, en ver quines somos. Cuando descubrimos que nuestra esencia es ni-ca e inmutable, porque nuestro yo es lo que siempre ha sido por la gracia deDios, alcanzamos nuestro yo espiritual.

    No es necesario que intentemos percibir las cosas. Tenemos en nuestro inte-rior una mina de diamantes, somos el Reino.

    Arrepentirse no quiere decir llorarpor los pecados; arrepentirse significamirar todo de una manera nueva, cam-biar de ideas, transformar el corazn.

    Cuando puedas limpiar el corazn detodos los apegos y de todas las aversio-

    nes, vers a Dios.

    En cuanto llegas a ver con claridad,tienes que lanzarte a volar, y volar es

    no tener nada a que asirte.

  • Derecho ViejoPgina 2 Pensamiento

    EDITORIAL

    Escribe: Camilo Guerra

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    Lambar esq. LimayElectricidad Padua - Belgrano 295Kiosco Hortensia - Lambar 1630Sin orillas - Noguera 311 Loc. 4

    Cuando vamos tomando posesin de nosotros mismos, cuando vamos siendo conscientesde que somos, nos sentimos inevitablemente desidentificados de nuestra mente. Es decir,podemos afirmar sin ninguna duda que no somos la mente.

    Existe en nosotros algo similar a un tringulo que nos aprisiona, una suerte de crcel sinbarrotes conformadas por tres lados que se apoyan y sostienen recprocamente, dando la ima-gen de que son reales. Estos lados del tringulo imaginario son: mente-tiempo-espacio.

    En la medida en que dejo de identificarme con la mente, en esa misma medida, pierden supunto de apoyo y fuerza los otros dos lados del tringulo (tiempo y espacio).

    No buscamos ni salir del tiempo ni trascender la dimensin del espacio, pero estos resulta-dos se producen como consecuencia de nuestra desidentificacin con la mente.

    La mente que reina despticamente en el pasado y en el futuro, se convierte en dctil y efectivoinstrumento en el aqu y ahora, que alcanzamos al liberarnos del tiempo y del espacio.

    Por nuestras venas corre el misterio del Ser, el misterio tremendo del Dios vivo y encarnadolate en nosotros... por qu buscan entre los muertos al que est vivo?. Algrenseporque sus nombres estn escritos en el libro de la vida.

    Por qu nos imaginamosque para Dios no es

    provechoso encarnarse en nosotros?

    La persona iluminada sigue siendo lo que es, y nuncaes ms que su propio yo, limitado ante el Uno, que habitadentro de ella, cuya forma no tiene lmites cognoscibles,que lo abarca por todas partes, tan insondable como los

    abismos de la tierra y tan vasta como el cielo.Carl G. Jung

    Nadie conoce quin es el Hijo, sino el Padre;nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aqul

    a quien el Hijo decida revelrselo.Evangelio de Lucas

    A nosotros nos lo ha reveladoDios por medio del Espritu; pues elEspritu lo explora todo, incluso las pro-fundidades de Dios. Qu hombreconoce lo propio del hombre, sino elespritu del hombre dentro de l? Delmismo modo nadie conoce lo propiode Dios si no es el Espritu de Dios.

    Ahora bien, nosotros hemos reci-bido, no el espritu del mundo, sino elEspritu de Dios, que nos hace compren-der los dones que Dios nos ha hecho.

    Exponemos esto no con palabrasenseadas por la sabidura humana,sino enseadas por el Espritu, expo-niendo las cosas espirituales en tr-minos espirituales.

    Un simple hombre no acepta lo queprocede del Espritu de Dios, pues leparece locura, y no puede entenderloporque slo se discierne espiritualmen-te. En cambio, el hombre espiritual lodiscierne todo y no se somete a dis-cernimiento ajeno... quin conoce lamente del Seor para darle leccio-nes?... pero nosotros poseemos lamentalidad de Cristo. 1 Cor 2, 10-16

    Qu es conocer al Padre?Cada cual es nico e irrepetible en su consciencia; se sabe

    idntico a s mismo, se posee como distinto de los dems y preci-samente esa consciencia nica e irreductible, le permite salir ha-cia otra consciencia nica e irreductible, y puede conocer al otrocomo persona porque se conoce a s mismo como persona.

    Slo el hombre es imagen y semejanza de Dios. La conscien-cia del Ser tiene niveles de profundizacin... al que permaneceen m yo me revelo.

    La revelacin avanza con un paso cualitativamente diverso;podemos conocer a Dios como Padre, porque la conscienciacrstica nos lo revela. Una revelacin tiene lugar en momentos decontroversia o de intimidad. Jess nos confiere su Espritu, que esuna especie de naturaleza divina que nos permite sintonizar con ladivinidad, en una longitud de onda inusitada, y trabar una relacininter-personal con Dios como Padre.

    En esto consiste la vida eterna, en conocerte a ti, el nicoDios verdadero y a su enviado Jess el mesas. (Jn 17,3)

    Pidamos ese conocimiento.

    No estn preocupados, crean en Dios y crean en m. En lacasa de mi Padre hay muchas moradas, si no fuera as yo selos hubiera dicho, pues voy a prepararles un lugar. Cuando vayay lo tenga preparado volver para llevarlos conmigo, para queestn all donde yo estoy. Ya saben el camino para ir donde yovoy. Le dice Toms: Seor no sabemos a dnde vas. Cmopodremos conocer el camino?. Le dice Jess: Yo soy elcamino, la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es porm. (Jn 14, 1-6)

    * * *El Padre y yo somos uno. Aquel da comprendern que

    yo estoy en el Padre y ustedes en m, y yo en ustedes.El ltimo da, el ms solemne de la fiesta, Jess se puso de

    pie y exclam: Quien tenga sed, acuda a m, y beba quiencrea en m! As dice la escritura: De sus entraas manarnros de agua viva. (Jn 7,37)

    Nosotros somos ese camino

  • Derecho Viejo Pgina 3

    Espiritualidad yespiritualidades

    Hay una espiritualidad cristiana o haymuchas espiritualidades? Esta es unacuestin fundamental para entender eltema. Hoy hablamos con toda libertad dela espiritualidad del laicado, de la del clerodiocesano, de una espiritualidad mariana,una carmelita, una benedictina, unafranciscana, una jesuita, y podramos tra-zar una lista innumerable, incluyendo lapropia de los nuevos movimientoseclesiales; cada uno tendra casi su pro-pia espiritualidad. Hacemos referencia,pues, a estas grandes corrientes que tie-nen su sentido y su peso en la vida de laIglesia. Pero hay que decir que la espiri-tualidad cristiana es fundamentalmente unay la misma, como es una y la misma fe, laRevelacin, el contenido de la fe. As comohay una historia de los dogmas, una com-prensin progresiva de la riqueza de laPalabra de Dios, tambin en la vida per-sonal de cada uno se da un avance psico-lgico, una maduracin, incluso una pro-gresiva comprensin del misterio de Cris-to, una adecuacin ms dcil a esa reali-dad objetiva.

    Podemos hablar por tanto con todaverdad de espiritualidades, de varias, dediversas espiritualidades, que se refierenms bien a expresiones particulares, amaneras singulares de experimentar elnico misterio. Esto ha sido reconocidodesde antiguo en la Iglesia. Pero hay queponer, igualmente, ciertas reservas sobreel plural de las espiritualidades, que debeser observado cuidadosamente, porqueesas espiritualidades son legtimas en lamedida en que expresan de un modo vli-do la nica espiritualidad cristiana, el ni-co misterio de Cristo.

    A qu se debe esa diversidad? En pri-mer lugar a la libertad de Dios, a la so-berana de la gracia que elige y que mar-ca con nuevos encuentros a cada hom-bre, a cada poca, a cada comunidad.Ese designio de Dios es el que explicaque existan carismas diversos en la Igle-sia, distintos estados de vida, y que deun modo sucesivo o contemporneo elmisterio cristiano vaya expresndosediversamente. Su riqueza es tan grande,tan abarcadora, que los distintos mati-ces y acentos son en realidad inagota-bles. Lo importante es que toda espiri-tualidad, desde una perspectiva singular,apunte al todo, se dirija siempre al cen-tro, realice de un modo concreto, hist-rico, aquel ncleo objetivo, nico y siem-pre el mismo.

    En los ltimos siglos, y sobre todo apartir del siglo XIX, se ha puesto una in-sistencia especial en las pluralidades queno se encontraba en la poca de los Pa-dres de la Iglesia, ni en la Edad Media. Meparece que existe una razn una razn his-trica: a mediados del siglo XIX comien-zan a restaurarse las grandes congrega-ciones y rdenes religiosas suprimidas porla Revolucin Francesa, y ese hecho vaproduciendo una renovacin espiritual. Seda como un redescubrimiento de las gran-

    des corrientes espirituales que tienen comoreferencia tambin a grandes maestros ypersonalidades cristianas y que comien-zan a difundirse universalmente. Podemospensar que un Padre de la Iglesia del sigloV o VI, o un hombre del siglo XIII seadmiraran de que hoy dispusiramos detantas espiritualidades al parecer tan di-versas, de que hubiera tal fragmentacinen lo que llamamos la espiritualidad cris-tiana. Conviene, empero, no acentuar ex-cesivamente las diferencias. Ms an, esimportante recordar que cada espirituali-dad, por ms que uno est muy identifi-cado con ella, es juzgada siempre por sureferencia a lo esencial, a lo central, alnico misterio objetivo. En realidad ningnfundador, ningn santo o maestro espiritualde los grandes que ha tenido la Iglesia haprocurado establecer una espiritualidad pro-pia, separada o distinta de la nica espiri-tualidad de Jesucristo. Ellos entendieronsimplemente que vivan la nica espiritua-lidad cristiana. En realidad cada uno deellos estaba actualizando vlidamenteaquella nica espiritualidad cristiana.

    Esto a nosotros, los occidentales,acostumbrados a la fragmentacin ca-racterstica de la cultura moderna, nospuede resultar extrao. Nos sentimoscmodos en nuestra parcela espiritual, eincluso corremos el riesgo de conside-rarla mucho mejor que las otras. Y qui-z, desconociendo las races, la tradicin,los fundamentos, no advertimos todaslas riquezas que quedan al margen de estaexpresin vlida del nico misterio.

    En el Oriente cristiano, en cambio, tie-nen una perspectiva distinta y ms clara.Sus autores espirituales hablan de unmonaquismo interiorizado de los laicos.Si uno les pregunta cul es la espirituali-dad cristiana, ellos responden que es lamonstica. En realidad podramos decirque la espiritualidad de los monjes fue lasegunda gran oleada espiritual en la histo-ria de la Iglesia. La primera fue la de losmrtires: el ideal cristiano de los orgenesfue el martirio. En los tres primeros si-glos, con la persecucin generalizada, elcristiano viva ante la perspectiva cotidia-na del martirio. El seguimiento y la imita-cin de Cristo se canalizaban por all; ha-ba una espiritualidad del martirio y saera la espiritualidad de los fieles. Cuandocesan las persecuciones y el cristianismoempieza a acomodarse en las grandes ciu-dades, amoldndose a una nueva culturala vida de los cristianos, se atena aquellagran tensin que los pona ante la riesgosaperspectiva del testimonio o la apostasa,y se tornan ms fciles la tibieza y el rela-jamiento general. Surgen entonces gran-des aventureros que intentan reanudar conlos orgenes. Se trata de los primerosmonjes. Monje es el solitario, el que dejala ciudad y el mundo, el que se va al de-sierto para vivir en toda su intensidad lalucha espiritual, para experimentar pro-fundamente el misterio de Cristo y la ac-cin del Espritu Santo.

    Pero los monjes no plasmaron una es-piritualidad propia, ajena a la espirituali-dad cristiana comn. Ellos creyeron quese, el que ellos adoptaban, era el modode ser cristiano. Cuando San Atanasiocuenta la vocacin originaria de Antonioel Egipcio, dice que entr a la iglesia yoy que lean el Evangelio donde se dice:Si quieres ser perfecto, anda, vende loque tienes y dselo a los pobres, y ten-drs un tesoro en los cielos; luego ven, y

    sgueme (Mt 19,21). Y Antonio lo hizo as,comenzando de este modo la nueva expe-riencia. La espiritualidad de los monjes esen realidad la espiritualidad del bautismo,es la espiritualidad cristiana vivida de unmodo total, pleno, como un intento quearrebata toda la vida. El fuego aqu es rea-lidad, el fuego del Espritu.

    Ahora bien, los espirituales de Oriente,continuando la tradicin de la Iglesia indi-visa y en coincidencia con lo mejor de latradicin catlica, afirman que los laicostienen que vivir tambin as. No hay unamoral propuesta como aquello que hay quehacer para evitar el pecado, mortal o ve-nial, para librarse del infierno. No hay unaespiritualidad que es meramente ascticapara aquellos que se consideran que pue-den aspirar a la perfeccin de la vida cris-tiana. En realidad a todo creyente, por elbautismo, por el Espritu y el fuego, le espropuesto lo total, el vivir de acuerdo alEvangelio, lo que vivieron los monjes, loque se marca en la espiritualidad monstica.Por eso los orientales hablan de un mona-quismo interiorizado de los laicos. Interio-rizado porque no van al desierto, no dejansus familias, no abandonan el trabajo; vi-ven en el mundo, pero intentan hacerlo conla profundidad con que viven aquellos quelo han consagrado todo al Reino.

    Esa es la mera espiritualidad cristiana,al menos como perspectiva, como hori-zonte. Esto es lo que se nos propone en elfuego del bautismo cuando recibimos alEspritu Santo: al llegar a ser hombres ymujeres espirituales. Y todo el camino dela vida cristiana es el camino de esa pro-gresiva espiritualizacin. No es el abando-no de la materia, de lo temporal, de la his-toria y del compromiso en el mundo, sinoal contrario, es sumergirse hondamente entodo ello porque el Logos se hizo carne, y dela carne del Logos recibimos al Espritu.

    Extrado deEspritu y fuego

    La Iglesia queno sirva... no sirve...

    La rotunda afirmacin de que la Iglesiafiel a Jess y su Evangelio es la que sejuega por la vida, para muchos no aparecetan evidente. Remontar siglos de envene-namiento de una espiritualidad y una pas-toral que no se nutra directamente de laPalabra de Dios, va a llevar tiempo. Es cadada ms urgente mentalizar a las comuni-dades de la Iglesia Catlica sobre el con-vencimiento que el centro de la fe cristianaes la vida humana. As surge, de modoparticular, en cada pgina del Nuevo Tes-tamento.

    Al Dios de Jesucristo lo encontramosen la vida, en esta vida, en la medida quebusquemos la dignidad de la vida y viva-mos en coherencia con el espesor de lavida. Es la gran novedad que anuncia elEvangelio de Jess. De manera que la reli-gin con sus creencias, sus dogmas, susnormas, su moral, sus prcticas y sus ce-remonias, es vlida y aceptable, en tanto yen cuanto sirve para potenciar y dignificarla vida humana.

    Mientras se siga hablando de la fe entrminos de creencias, verdades, doctri-nas que hay que saber, y con muy pocoque ver con la vida concreta que lleva cadauno y sin inters por la vida que llevan losdems, no hay que extraarse del fenme-no cada vez ms extendido del vaciamien-to de los templos por aparente indiferenciareligiosa, y hasta por rechazo a todo lo re-

    ligioso. Porque el ser humano est he-cho para vivir. Y es el proyecto de Diosal crear al hombre: mujer-varn. Por esola Biblia en lenguaje alegrico manifiestaque lo puso en el paraso. Y acontecidoel rechazo (pecado), por parte del hom-bre hacia este primer plan creador, Jesses el enviado por el Padre-Dios para res-tablecer, en forma an ms maravillosa,que la existencia de cada ser humano selogre en el gozo de vivir como vale lapena vivir. Por eso, Jess se define abier-tamente y hasta con escndalo de la gen-te religiosa de su tiempo, como el alimentopara la Vida del Mundo (Jn 6,51) yautodefine su misin en forma inequvo-ca: Yo he venido al mundo para quetengan vida, y vida en abundancia (Jn10,10). La fe entonces, no es un asuntoque se localiza en la cabeza, en el enten-dimiento, como lamentablemente lo en-tiende una mayora de creyentes y no cre-yentes. Porque ha habido una psima ca-tequesis al respecto, presentando la fe re-lacionada con el saber y con muy pocoque ver con la vida. Y concretamente conla vida que cada uno lleva y menos an,con la vida que llevan los dems. De he-cho, se la ha presentado como un asen-timiento intelectual y no pocos la en-tienden como un sentimiento religio-so. Abramos los libros del Nuevo Tes-tamento y busquemos qu es la fe y paraqu la fe. (Su ser y misin). Y nos en-contraremos que la fe es plena adhe-sin a la persona de Jess (confianzailimitada) en plena aceptacin de su men-saje a tal punto de asumir, en la vida decada uno, sus criterios y actitudes en laexistencia cotidiana. Esto supone un mo-delo de vida en los individuos y en lasociedad que vaya surgiendo. Una sub-versin no slo en el egosmo o en laambicin personal sino, tambin, un cam-bio radical en las instituciones y poderesestablecidos que llamamos de este mun-do. Subversin y cambio para gozo y dis-frute de la vida humana con la recupera-cin de su dignidad proyectada por Dios,sacando de la postracin y desprecio, dela marginacin y exclusin.

    La fe cristiana consiste en devolver aDios, por intervencin de Jesucristo, suGloria con el cumplimiento de su plansalvador: el gozo de la vida humana paracuantos han sido llamados a la existen-cia humana. Esta utopa divina, es lla-mada por Jess: el Reino de Dios. Poreso, su mensaje es buena noticia, prin-cipalmente, para los pobres, excluidos,marginados, injustamente perseguidos ymaltratados por una sociedad formadapor egostas, prepotentes, injustos. Elcristiano ha de vigilar su fe cristiana,confrontndola con su real servicio a lavida humana, en cada poca histrica.Solamente, la Iglesia-comunidad se sabefiel a Jess, si es servidora fiel de la vidahumana. (Cfr. C. Gozo y esperanza. Vat. II).

    Mons.HctorAguerArzobispode La Plata

    Mons.MiguelEstebanHesayneObispo emritode Viedma

    Por qu no?

    Extrado deDesde los pobres a todos

  • Derecho ViejoPgina 4

    Buscando el rostro... VII

    Sin embargo, esta mirada no es sola-mente creadora y penetrante, sino quehace posible un cara a cara; como lo po-demos comprobar en los si-guientes textos bblicos: G-nesis 32,31; xodo 33,11;Deuteronomio 5,4.24;34,10; Salmo 11,7, entreotros. Cara a cara, o seamirada con los ojos enlos ojos. En efecto:Ellos (los israelitas) vencon sus propios ojos la lle- gada del Se-or a Sin, dice Isaas (52,8), y le hablaboca a boca a Moiss (Nmeros 12,8).

    En esta relacin, la iniciativa es siem-pre de Dios; l es el que hace ver. Esto esprecisamente lo que Moiss (el amigo deDios) le recuerda al pueblo de Israel, evo-cando las grandes maravillas y prodigiosrealizados en Egipto. El da un coraznpara reconocer, ojos para ver, odospara or, leemos en Deuteronomio 29,3.En respuesta, el creyente debe arriesgarsiempre sus ojos y sus odos, puesto queSus ojos vieron la grandeza de su glo-ria, sus odos oyeron su voz majestuo-sa. (Sirac o Eclesistico 17,13).

    Es muy interesante hacer notar que laEscritura articula, a veces, la mirada so-bre el otro y la mirada de Dios sobres. En este sentido vemos que ya, desdeel Antiguo Testamento, la actitud de Diosrespecto al hombre depende de la acti-tud del hombre respecto al pobre. Aslo leemos en el precioso texto de Tobas:No apartes tu rostro de ningn pobrey as no apartar de tu su rostro elSeor (4,7). Esta ecuacin: Dios-hom-bre-pobre, es muy importante y actualcon referencia a todas las formas de soli-daridad, como veremos mejor en el Nue-vo Testamento.

    A la vez, el reconocimiento y afirma-cin de Dios como el Omnividente nodisminuye para nada la certeza de que tam-bin es Omnioyente. El rostro de Diostiene ambas dimensiones, y el orante lastiene presentes: Inclina, Dios, tus o-dos y escucha. Abre tus ojos y miranuestras ruinas, leemos en la exquisitasplica del profeta Daniel (9,18).

    As pues, hablar del rostro de Dios esvivir la experiencia de un Dios solcito porlos hombres y por el mundo, de un Diosmezclado en la historia, de un Dios del x-tasis. La gesta de la salvacin es un dramade la mirada tanto como de la palabra.

    Oigo en mi corazn: Busquen mirostro. Tu rostro buscar, Seor, nome escondas tu rostro (ver Salmo 27).Esta invocacin nos invita a adentrarnosun poco en la dinmica de la fe bblica: siDios se vuelve hacia el ser humano, se-gn el significado de su rostro, el ser hu-mano es invitado a moverse hacia Dios.

    El hombre fiel, buscar el rostro de

    Dios a travs de todos los acontecimien-tos de su vida. Lo buscar, particularmentepara contemplarlo. La vida religiosa del

    pueblo hebreo va a seruna aspiracin inmensa ala visin de Dios. As elrostro de Dios no es so-lamente el origen de unamirada sobre el mundo;sino el objeto supremodel deseo humano, la fi-nalidad de toda la espe-

    ranza del hombre.Buscar... Buscar el rostro de Dios

    es una expresin bblica frecuente, sobretodo en los Salmos. Si ahondamos en ellaun poco, nos percatamos de que concier-ne esencialmente a dos experiencias: la delculto y la de la vida cotidiana. Este movi-miento del culto a toda la vida es sin dudacaracterstico de la actitud bblica y de laactitud cristiana posteriormente.

    Muy a menudo buscar el rostro deDios quiere decir simplemente ir al tem-plo a implorar la proteccin de Dios, con-sultar al Seor en su santuario. As, lee-mos en el Salmo 27:

    Una cosa pido al Seor,slo eso busco;habitar en la casa del Seortodos los das de mi vida,para gustar la dulzura del Seory contemplar la belleza de su templo...Pienso en tu palabra:Busca mi rostro.Tu rostro busco, Seor (vv 4 y 8).

    Ir a Jerusaln es ponerse en caminopara implorar al rostro del Seor (Zac8,21). Los judos piadosos son los quebuscan el rostro de Dios (Sal 24,6).

    Pero ese sentido primero se utilizar,ms adelante, para designar todo el mo-vimiento de la conversin, el gran re-torno de la existencia hacia Dios. La bs-queda ardiente del rostro del Seor des-borda el marco del templo. Constituye elprograma mismo de la vida religiosa,observa acertadamente un estudioso de lafe bblica: Busquen al Seor y vivirn.La vida de fe est toda como imantadapor la faz de Dios, porque con su luz so-mos salvados (Sal 80). Ese rostro noshace avanzar en el camino.

    Para ver - La bsqueda de Dios no serealiza ms que en la visin. Moiss im-plora: Concdeme ver tu gloria (Ex33,18). Como vimos, el amor exige el caraa cara. Pero, escuchar Dios a su puebloque clama a l: Cundo podr ir a verel rostro del Seor? (Salmo 42,3). Col-mar Dios la nostalgia de paraso, quevive, como una herida, en el corazn delhombre? No es la vocacin de Israel serun vidente de Dios?

    El tema de la visin del rostro deDios ha seguido la misma curva que eltema de la bsqueda de ese rostro. Enun primer tiempo hay una coloracin ni-camente cultual: el hombre ve el rostro deDios cuando est en el templo, cuandosaborea la presencia deDios en su santuario. Elao religioso est modu-lado por las tres fiestasen que los israelitas tie-nen obligacin de ver elrostro del Seor: Todoslos varones se presentandelante del Seor, tres ve-ces al ao, leemos en ellibro del xodo 23, 17;34,23-24; (ver Salmo42,3).

    Es la experiencia profunda de la pre-sencia de Dios en el culto: S, yo te con-templ en el santuario para ver tu gloriay tu poder (Salmo 63,3). Y el maestro decoro invita: Vengan a ver las obras delSeor, las cosas admirables que hizo porlos hombres (Salmo 66,5). Se trata degustar una presencia que no es un espec-tculo, sino una invitacin al servicio laoracin es contemplacin para una misin.

    Sin embargo, se produjo un desliza-miento del sentido cultual hacia el sen-tido interior. Ver a Dios es comulgar consu misterio en la totalidad de su existen-cia, desde el fondo de su ser. El hombre

    La mirada de Dios:En el nmero anterior, me permit sugerir la lectura atenta y contemplativa dealgunos textos bblicos, teniendo en cuenta que la mayora de los lectores/asestn familiarizados con la Palabra de Dios (Antiguo y Nuevo Testamento).Como hemos visto y meditado en el Salmo 139, nuestra existencia se des-

    pliega desde y ante la mirada profunda y amorosa de Dios.

    justo al despertarse se sacia del rostrode Dios (Sal 17,15). Desea unirse a lamirada de Dios sobre el mundo. Pense-mos en la reflexin de Job, que por lo de-ms articula audicin y visin, aunque dala preferencia a la visin: Slo te cono-ca de odas: ahora, en cambio, te hanvisto mis ojos (42,5). Dios se revela enaudiovisual, y el creyente tiene inclusola ambicin de ablandar el rostro de Dios(Sal 119,58)

    De lo dicho surge que para el AT, Diosslo puede ser visto durante la vida terrena.Es as que ante la muerte prxima,Ezequas, rey de Jud, se lamenta: Yano ver al Seor en la tierra de los vi-vos (Isaas 38,11). Pero progresivamen-

    te se desarrolla la es-catologa. La visincara a cara se con-vierte en una prome-sa para el futuro, yluego para el ms all.Ezequiel se hace ecode esta palabra deDios para la vuelta deldestierro: No lesocultar ms mi ros-tro, pues derramar

    mi espritu sobre la casa de Israel (Is.39,29). El don del Espritu revelar la fazdel Seor.

    As pues, Israel est penetrado por unaespera prodigiosa del rostro de Dios. Suvocacin es una vocacin de alianza, deesponsales y, por consiguiente, de un caraa cara. Tambin la visin del rostro de Dioscomo expresin de la identidad misma deDios es un anhelo inalienable del hombredel Antiguo Testamento: Me ensearsel camino de la vida, plenitud de gozoen tu presencia (Salmo 16,11). Con esteanhelo continuaremos en el prximo n-mero.

    Cordialmente.P. Julio, omv

    Mirada liberadora

  • Derecho Viejo Pgina 5

    Dios es. se es el hecho primor-dial. Con el objeto de descubrirlo pornosotros mismos, por experiencia di-recta, existimos. La finalidad y el pro-psito de todo ser humano es el cono-cimiento unitivo con el ser de Dios.

    Cul es la naturaleza del ser deDios? La invocacin del Padrenuestronos da la respuesta: "Padre nuestro queests en el cielo". Dios est y Dios es,es nuestro, es inmanente a todo ser sen-sible, la vida de todas las vidas, el esp-ritu que anima todas las almas. Pero estono es todo. Dios es tambin el Creadortrascendente y el Legislador Supremo,el Padre que ama y, porque ama, el queeduca tambin a Sus hijos. Por ltimo,Dios "est en el cielo". Ello equivale adecir que posee un modo de existenciaque es inconmensurable e incompati-ble con el modo de existencia que po-seen los seres humanos en su condi-cin natural, no espiritualizada. Comol es nuestro y es inmanente, Dios estmuy cerca de nosotros. Pero comotambin est en el cielo, la mayor partede nosotros estamos muy lejos deDios. El santo es una persona que seha acercado tanto a Dios como Diosse ha acercado a l. Mediante la ora-cin los hombres alcanzan el conoci-miento unitivo de Dios. Pero la vida deoracin es tambin una vida de morti-ficacin, de muerte del yo propio. Nopuede ser de otro modo, ya que cuantoms haya del yo, menos habr de Dios.

    Nuestro orgullo, nuestra ansiedad,nuestra ansia de poder y de placer sonhechos que eclipsan a Dios. Tambinlo es el codicioso apego a ciertos se-res, que tan a menudo pasa por lo con-trario del egosmo, y que en puridaddebera ser llamado no altrusmo, sinoalter-egosmo. Y no menos eclipsantede Dios es el servicio de aparente sa-crificio propio que damos a cualquiercausa o ideal que en realidad queda muylejos de lo divino. Tal servicio es siem-pre idlatra, y nos imposibilita adorara Dios tal como deberamos; para quhablar de llegar a conocerle.

    El reino de Dios no vendr a noso-tros a menos que comencemos a hacerdesaparecer nuestros reinos humanos.No slo los reinos enloquecidos y ob-viamente perniciosos, sino tambin losrespetables, los reinos de los escribasy los fariseos, los buenos ciudadanosy los pilares de la sociedad, no menosque los reinos de los publicanos y lospecadores. El ser de Dios no puede serconocido por nosotros si preferimosprestar atencin y lealtad a otra cosadistinta, por digno de crdito que esootro pueda parecer a ojos del mundo.

    Dios es amor, y hay momentos de di-cha en los que incluso para los seres hu-manos no regenerados est garantizadoconocer a Dios como amor. Pero son so-lamente los santos quienes tienen asegu-rada la continuidad de este conocimiento.Quienes se encuentran en las etapas preli-minares de la vida espiritual, aprehendena Dios predominantemente como ley.Mediante la obediencia a Dios el Legisla-dor Supremo llegamos finalmente a co-nocer el amor de Dios Padre.

    La ley que hemos de obedecer, si as-piramos a conocer a Dios como amor, esen s una ley de amor. "Amars a Dioscon toda tu alma, todo tu corazn, todatu mente y toda tu fuerza. Y amars alprjimo como a ti mismo". No podemosamar a Dios como debiramos, a no serque amemos a nuestro prjimo como esdebido, a no ser que amemos a Dios comoes debido. Por ltimo, no podemos apre-hender a Dios como principio activo y om-nipresente del amor a no ser que aprenda-mos a amarle a l y a nuestros congneres.

    La idolatra consiste en amar a un serms de lo que amamos a Dios. Hay mlti-ples clases de idolatra, pero todas tienenalgo en comn: el amor propio. La pre-sencia del amor propio es obvia en lasmanifestaciones ms groseras de la indul-gencia sensual, o en la bsqueda de la ri-queza, del poder y la alabanza. Menosmanifiesta, aunque no por ello menos fa-tal, es su presencia en nuestros desorde-nados afectos por otros individuos, luga-res, cosas e instituciones. E incluso enlos ms heroicos sacrificios del hombre alas causas ms elevadas y a los idealesms nobles, el amor propio tiene su lugartrgico. Y es cuando nos sacrificamos auna causa o a un ideal que sea inferior a loms elevado, es decir, inferior a Dios Mis-mo, meramente estamos sacrificando unaparte de nuestro ser no regenerado a otraparte que nosotros y otras personas con-sideran ms digna de crdito. El amor pro-pio an persiste, an nos impide obede-cer a la perfeccin el primero de los dosgrandes mandamientos. Dios puede seramado perfectamente slo por parte deaquellos que han aniquilado las formas mssutiles y ms notablemente sublimadas delamor propio. Cuando esto sucede, cuan-do amamos a Dios como debemos y portanto conocemos a Dios como amor, eltormento del mal deja de ser un proble-ma, el mundo del tiempo pasa a ser vistocomo un aspecto de la eternidad y, demanera inexpresable, pero no por ellomenos real ni menos cierta, la pugna y lacatica multiplicidad de la vida se recon-cilia en la unidad de la caridad divina quetodo lo abarca.

    Junto con el amor y la alegra, la paz es uno de los frutos del espritu. Perotambin es una de las races. Dicho de otro modo, la paz es condicin necesariade la espiritualidad. Como dice San Pablo, es la paz la que guarda la mente y elcorazn en el conocimiento y el amor de Dios.

    Entre la paz raz y la paz fruto del espritu existe, no obstante, una profundadiferencia cualitativa. La paz raz es algo que todos conocemos y entendemos, algoque, si optamos por hacer el esfuerzo necesario, podemos alcanzar. Si no lo alcan-zamos, nunca haremos ningn avance sustancial en nuestro conocimiento y amorde Dios, nunca llegaremos ms que a atisbar un pasajero vislumbre de esa otra pazque es el fruto de la espiritualidad. La paz fruto es la paz que atraviesa todo elentendimiento; atraviesa el entendimiento porque es la paz de Dios. Slo aquellosque en cierto modo se han convertido en algo semejante a Dios pueden aspirar aconocer esta paz en su resistente plenitud. Es inevitable. Y es que en el mundo de lasrealidades espirituales, el conocimiento es siempre una funcin del ser: la naturalezade todo lo que experimentamos est determinada por lo que somos.

    En los primeros compases de la vida espiritual nos importa casi exclusivamentela paz raz, as como las virtudes morales de las que surge, y los vicios y debilidadesque detienen e impiden su crecimiento. La paz interior tiene muchos enemigos. En elplano moral hallamos, por una parte, la ira, la impaciencia, toda clase de violencia;por otra (pues la paz es esencialmente activa y creativa), toda clase de inercia y depereza. En el plano de los sentimientos, los grandes enemigos de la paz son la pena,la ansiedad, el miedo, el formidable ejrcito de las emociones negativas. Y en elplano del intelecto encontramos las ridculas distracciones, la veleidad de la curiosi-dad vaga. Sobreponerse a estos enemigos y vencerlos es uno de los procesos mslaboriosos y a menudo dolorosos, que requiere una incesante mortificacin de lastendencias naturales y de los hbitos ms humanos. He aqu por qu, en este mundonuestro, hay tan poca paz interior entre los individuos, y tan poca paz exterior entrelas sociedades. Dicho con las palabras de la Imitacin, "todos los hombres desean lapaz, pero muy pocos desean, desde luego, las cosas que propician la paz".

    La paz, el amor, la ale-gra... De acuerdo con SanPablo, stos son los tres fru-tos del espritu. Se corres-ponden muy estrechamen-te con los tres atributos deDios tal como los resume lafrmula india: sat, chit,ananda, es decir, ser, co-nocimiento, dicha. La paz esla manifestacin del ser uni-ficado. El amor es el mododel conocimiento divino. Yla dicha, concomitante de laperfeccin, es idntica a la alegra.

    Al igual que la paz, la alegra no esslo fruto del espritu, sino tambinraz. Si hemos de conocer a Dios, ha-bremos de hacer todo lo posible porcultivar ese equivalente de la alegra,slo que inferior a ella, que est a nues-tro alcance sentir y expresar.

    "Pereza" es la traduccin ordinaria deesa acedia que se cuenta entre los sietepecados capitales de nuestra tradicinoccidental. Es una traduccin inapropiada,ya que acedia es ms que pereza; es ade-ms depresin y autocompasin; es esegris hasto del mundo que, en trminosde Dante, nos lleva a "entristecernos en ladulzura del aire que se regocija bajo el sol".Apenarse, remorderse, lamentarse por unomismo, desesperar... sas son las mani-festaciones de la terquedad, la voluntadpropia y la rebelin contra la voluntad deDios. Y ese especial desnimo, tan carac-terstico, que experimentamos debido a lalentitud de nuestro avance espiritual, ques, salvo mero sntoma de una vanidad he-rida, tributo pagado a la alta estima en que

    tenemos nuestros propiosmritos?

    Estar animado cuandolas circunstancias son depri-mentes, o cuando nos tien-ta darnos a la autocom-placencia, sa s es una au-tntica mortificacin, unamortificacin tanto ms va-liosa por ser tan poco des-tacada, tan difcil de reco-nocer como es. La austeri-dad fsica, inclusive la mssuave, no puede apenas po-

    nerse en prctica sin llamar la atencin deotras personas, y como atraen esa aten-cin, quienes la practican a menudo sontentados a envanecerse por su deliberadanegacin de s mismos. Pero otrasmortificaciones como es el abstenerse decharlar, de curiosear cosas que no nosimportan, y sobre todo de la depresin yla autocompasin, se pueden poner enprctica sin que nadie lo sepa.

    Mostrarse continuamente de buen ni-mo puede suponer un esfuerzo ms cos-toso, por ejemplo, que ser continuamentemoderado; as como otras personas amenudo nos admiran por abstenernos dela condescendencia fsica, probablemen-te atribuyan nuestro nimo a una buenadigestin o a una insensibilidad innata. Delas races de esa negacin del propio yo,secreta y ajena a la admiracin de los de-ms, brota el rbol cuyos frutos son lapaz que atraviesa todo el entendimiento,el amor de Dios y de todas las criaturasen nombre de Dios, y la alegra de la per-feccin, la dicha de una consumacin eter-na e intemporal.

    Aldous Huxley (1894-1963)Escritor ingls

    Reflexiones de Aldous Huxley

    PAZ

    ALEGRAAMORSER

    Textos extrados de Huxley y Dios

    Maximiliano PjkovichMediador Privado

    Esmeralda 980 2 A (C1007ABL)Ciudad de Buenos Aires, Repblica Argentina

    Mail: mediadores privados @mediadores privados.com.arWeb: www.mediadoresprivados.com.ar

    Tel: (54-11) 4312-25974516-0572

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    Profundo

  • Derecho ViejoPgina 6

    Marco Aurelio, el Emperador filsofoNaci en Roma con el nombre de Annio

    Vero, el 26 de abril del ao 121 d.C, du-rante el reinado de Adriano, en el seno deuna familia noble, originaria de la Btica.

    A la muerte del emperador Adriano, lesucedi Aurelius Antoninus, cuya esposa,Faustina, era ta de Marco Aurelio. Dadoque la pareja imperial no tena hijos, adopten el ao 138 al sobrino y le cambi elnombre por el de Marco Aurelio Antonino,nombrndolo su sucesor. Se cas conla hija de ambos, Faustina, con la quetendra muchos hijos y de los que slosobrevivi Cmodo, quien llegara asucederle.

    Desde su juventud practic el estoi-cismo, entregndose al aprendizaje del artedel gobierno. Una cohorte de maestros leinstruyeron para su futuro cargo, entrelos que se encontraban Apolonio, los es-toicos Sexto y Julio Rstico, Frontn -quien le inici en el arte de la retrica-,Alejandro el gramtico, Alejandro el pla-tnico, Ctulo, Severo el peripattico,Mximo y Diogneto.

    Elevado al consulado en el 140, obtie-ne ms tarde la tribunicia potestas y el im-perio proconsular, base de los poderes im-periales. A la edad de cuarenta aos, fuenombrado Csar. Contra los deseos delSenado, escogi a Lucius Verus, el otrohijo adoptivo de Antonino, como su ayu-dante en el trono, cedindole la mitad delImperio; era la primera vez que Roma te-na dos Augustos.

    Logr introducir notables reformas einnovaciones en la administracin pbli-ca, instituyendo reformas legislativas,como el reconocimiento del derecho na-tural en el mbito hereditario, el mejora-miento de las condiciones de los escla-vos, la creacin de fundaciones a favorde la infancia, etc. Cuando un terremotodestruy la bella ciudad de Esmirna, llorabiertamente y orden a continuacin su re-construccin con cargo al erario pblico.

    Durante su reinado, tuvo que hacerfrente a toda clase de adversidades. En elinterior, una plaga de peste asol el mun-do occidental y merm su poblacin; gran-des inundaciones sobre Roma acabaroncon las reservas de grano provocando unagran hambruna que Marco Aurelio afron-t vendiendo las joyas reales para aliviarlos padecimientos de su pueblo; traicio-nes internas como las de Aviudus Cassius,fueron las duras pruebas que tuvo queafrontar.

    Otra serie de problemas se cernan

    sobre las fronteras. La pax romana, quese extenda desde la parte occidental deEuropa, norte de frica, Armenia y Siria,se vio amenazada por diversas tribus, ydado que la majestad imperial era la ga-ranta del mantenimiento deeste inmenso dominio, de losdiecinueve aos de su reina-do, diecisiete estuvieron em-peados en un inmenso es-fuerzo para preservar los con-fines del Imperio. En el 166,el tratado de paz firmado conlos Partos, con la anexin departe de Mesopotamia, creuna situacin de tranquilidad enOriente. En cambio, en el Da-nubio, la situacin era distinta:en el 167 los Germanos habanllegado hasta Aquileia y Mar-co Aurelio afront con firme-za la difcil empresa derepelerlos.

    Este emperador con almade filsofo y voluntad inque-brantable, lejos de la avidezdel poder y debido a su natu-ral inclinacin a la meditaciny al aislamiento, entendi sucargo poltico y militar comoun deber ineludible. Tena una profun-da conciencia de su particular debercomo filsofo y de que el Destino lehaba brindado la oportunidad y el mo-mento adecuado para desempearlo. Sucalidad humana se aprecia en su obraque transmite el fruto de sus medita-ciones hechas en soledad y que repre-senta el mayor cdigo moral de la anti-gedad en el que resplandecen virtu-des como la ecuanimidad, la piedad yla tolerancia: Marco Aurelio piensa quela humanidad es una, y que su bien re-side en el triunfo de la justicia, la msantigua de las divinidades y, al mismotiempo el fundamento de toda virtud.

    Durante una campaa militar en el Da-nubio, el 17 de marzo del ao 180, en-contr la muerte vctima de la peste, trashaber gobernado 17 aos Roma en el ce-nit de su poder, y haber encarnado, enmuchos sentidos, el ideal platnico del reyfilsofo.

    En el pensamiento de Marco Aurelio,adems de la influencia de Platn yAristteles, el estoicismo -doctrina naci-da en Grecia en el siglo IV a.C. y que en-cuentra sus antecedentes ms directos enla doctrina de Scrates de la necesidad de

    Todo lo que sucede, se produce poralguna razn que viene determinada porlos dioses. De este modo, aquel que trasla observacin, alcanza a comprender lasrazones divinas, ve la belleza a travs detoda la Naturaleza, y el sentido de la vidamisma. De la contemplacin de la Natu-raleza, surge la comprensin de que lo msimportante no es tratar de que el cuerpo yel alma permanezcan unidos por muchotiempo, sino que, cuando llegue la muer-te, el alma haya adquirido su perfeccin.

    El mal no existe en verdad, dadoque las cosas que provienen de la Na-turaleza no son buenas ni malas, sinoque el mal depende de nuestra fanta-sa, que agrega cualidades a las co-sas. Nuestra opinin no hace ms queempaar lo que ya, de por s, es mu-table y transitorio.

    Por lo tanto, no hay nada tan buenoy duradero como la virtud, que es in-dependiente y est por encima de lasalabanzas o vituperios de los hombres.

    Nadie tiene la culpa de nuestros pro-blemas, porque a nadie podemos culparde nuestra propia ineficacia. Es difcil sus-traerse a la ley general del destino. La di-ferencia radica en cmo se hacen las co-sas: si de una forma inconsciente o con-forme a los dictados de la Naturaleza.

    Los hombres deben ayudarse y sos-tenerse los unos a los otros, por lo mis-mo que todos los seres humanos parti-cipan de una misma naturaleza racio-nal, similar a la razn csmica. Si losdioses son condescendientes con nues-tros humanos vicios, tanto ms debe-mos hacerlo nosotros con nuestros se-mejantes. El pecado es ignorancia y labondad es lo propio de la naturalezahumana: Ama al prjimo y sigue aDios. Es este el sentido de la gran fra-ternidad propugnada por los estoicos,donde todo y todos tienen cabida en elPlan Universal.

    Entiende Marco Aurelio la religin conuna visin filosfica. Encontramos el con-cepto de divina providencia, de un ordensabio del universo, y la relacin cercanaentre el hombre y Dios. Conceba la vidacomo una prueba para la mente y sus prin-cipios. Acepta, como Sneca, el dualismoentre el alma y el cuerpo e interpreta lamuerte como una liberacin.

    Marco Aurelio crea en un mundomejor, ostentando siempre su mximadepende de ti, como la actitud de unlder que asume la responsabilidad detodas las situaciones en las que se veenvuelto, separando las situaciones enlas que es verdaderamente responsable,de aquellas que escapan al control. Sa-ba evaluar su poder y establecer prio-ridades en sus esfuerzos, asumiendouna actitud positiva ante los retos fren-te a los que poda sentirse indefenso.

    Su pensamiento poltico tambin estbaado por los principios estoicos. Paral la poltica y la tica parten de los mis-mos fundamentos: el respeto de la digni-dad humana y la idea del hombre comociudadano del mundo. De este modo, Mar-co Aurelio manifestaba que el mando esuna ardua obligacin que el gobernantedebe realizar desde el interior de s mis-mo, y nicamente en beneficio de losdems.

    Fuente: Internet

    la prctica de la virtud- toma el matiz pe-culiar que le brinda su extraordinaria per-sonalidad, convirtindose esta doctrina ensu fuente de inspiracin, tanto en lo per-sonal como en su funcin pblica. Es uno

    de los filsofos estoicos de la poca delImperio (llamado tambin estoicismonuevo) ms tico y didctico; este pe-rodo se extendi hasta el ao 429 d.C.con la desaparicin de las escuelasatenienses, tras haber sido el ms impor-tante elemento de la tradicin helenstica.

    Durante la guerra contra los brbaros,para consolar sus horas de soledad y ex-tenuacin, y como ejercicio de la prcticaestoica de hacer un balance al final del dade todas las acciones diarias, MarcoAurelio compuso lo que constituye el com-pendio de su pensamiento: las Medita-ciones. Se trata de una serie de aforis-mos escritos en griego, agrupados en 12libros, nica obra completa que se con-serva de l. En estas pginas se enfrenta as mismo, y mostrando la nobleza de sualma, recoge una serie de reglas que hande regir su conducta, as como un modode comprender los acontecimientos deldestino.

    El elemento ms caracterstico desu obra es que no contiene recomen-daciones tericas destinadas a una ter-cera personas, sino que se trata de lavivencia profunda de su filosofa; quienaccede a su lectura tiene la impresinde estar asistiendo al espectculo inte-rior de un alma iluminada, donde seofrece un elixir contra los dolores delmundo. Concluye la introduccin a suspensamientos con una palabra de guadel Orculo de Caieta que parece resu-mir lo que ha aprendido en su azarosavida: Depende de ti.

    Las verdaderas riquezas del hom-bre no residen para Marco Aurelio enel mundo exterior, sino en la perfec-cin de la propia alma. En lugar de di-lapidar las energas vanamente, lo acon-sejable es realizar cada acto de nuestravida con la misma dedicacin como sitratara del ltimo. Los honores exte-riores, la fortuna, las infamias, todo ellodesaparece con la muerte, y la muerteno es ms que un efecto natural de lamisma vida, por lo que tan slo se pier-de el momento presente.

    Historia...

  • Derecho Viejo Pgina 7

    El mito del rey MidasMidas, rey de Frigia, se encontraba

    caminando por el bosque cercano a supalacio, cuando encontr a un joven des-mayado. El monarca llev al muchacho alpalacio, donde fue atendido por los mejo-res mdicos y alimentado con los mejo-res manjares. Este joven no era otro queDionisos, dios del vino, que se haba em-borrachado tanto en una de sus ltimasfiestas que haba terminado perdido en elbosque. Una vez repuesto, el dios decidiagradecer a Midas por su hospitalidad con-cedindole un deseo. El monarca, a pe-sar de su sabidura, era un hombre muyavaro, as que pidi al dios un curiosodeseo: que todo lo que tocase, se con-virtiese en oro.

    Dionisos quiso advertirle que pedir undeseo as no era algo muy prudente, peroel rey insisti y el dios no tuvo ms alter-nativa que concederselo. As, todo lo quetocaba Midas se converta en oro. rbo-les, muebles, armas, adornos... todo loque Midas tocaba resplandeca con elfulgor del oro puro. El monarca no po-da estar ms contento: De la noche ala maana se haba vuelto el rey ms ricodel mundo!

    Midas entr bailando al comedor, don-de su hija lo miraba curiosa. Se sent a lamesa, y tomando una copa de bronce (quese volvi de oro), tom un trago de vino.Sin embargo, apenas lo hubo bebido, tuvoque escupirlo: el vino se haba vuelto orolquido! Lo mismo sucedi con la comi-da: tom un pedazo de pollo, y ste sevolvi de oro macizo. Su hija se levant ytrat de ayudar a su padre dndole de co-mer ella misma, pero era intil: cualquieralimento o bebida, al tocar la boca de Mi-das, se converta en oro. Asustado, Mi-das abraz a su hija. Pero, cul no serasu sorpresa cuando se dio cuenta de queestaba abrazando a una estatua de oro!

    Horrorizado, Midas se arrodill frentea la estatua que haba sido su hija y le pi-

    di perdn. Llorando amargas lgrimas deoro, el rey frigio comenz a llamar a gri-tos a Dionisos. De la nada, el dios delvino apareci sonriente frente al angus-tiado Midas.

    "Este don que mediste es una maldi-cin!", le dijo Midas.

    "Yo te lo advert",le respondi Dio-nisos. "Espero quehayas aprendido algode todo esto".

    "Por favor, cmopuedo librarme deeste toque de oro yrecuperar a mi hija?"

    "Tens que ir a laorilla del ro Pactolo,donde las sirvientaslavan la ropa, arrodi-llarte en el barro y la-varte las manos. Lue-go, tenes que salpicarcon agua del ro todolo que transformasteen oro para volverloa la normalidad".

    Midas sali co-rriendo del palacio endireccin al ro. Al lle-gar, se postr en elbarro y se lav lasmanos, como le ha-ba recomendado el dios. Las arenas delro se volvieron mgicamente de oro (sedice que todava hoy lo siguen siendo) yMidas se liber as de su terrible toque deoro. Tomando un cubo de agua, fue di-rectamente al palacio para liberar de la mal-dicin a su hija. Salpic as la estatua conel agua, y sta volvi a ser humana. Lue-go hizo lo mismo con todo lo que habatransformado en oro.

    Algn tiempo despus de haberse cu-rado de su "toque de oro", el rey se en-contraba paseando nuevamente en el bos-que donde haba encontrado a Dionisos,

    cuando escuch una sua-ve meloda tan hermosaque se sinti extraamen-te atrado por ella. La m-sica lo gui a un pequeoclaro donde dos msicosse encontraban discutien-do. Midas se acerc ypregunt la causa de ladisputa.

    El primer msico noera humano, sino stiro(un ser mitad cabra, mi-tad hombre) llamadoMarsias, y llevaba consi-go una flauta de madera.

    El segundo msico tam-poco era humano, a pesarde parecerlo: se trataba delmismsimo dios de la m-sica, Apolo, y llevaba bajosu brazo una lira de oro.

    La discusin se debaa que Marsias, demasiadoconfiado en su habilidadmusical, haba desafiado aldios Apolo a una pequeacompetencia musical, paraver quien era mejor msi-co. Apolo, ofendido por la

    criatura, descendi del Olimpo y aceptel reto. Pero les faltaba un rbitro para lacompetencia, as que obligaron al curiosoMidas a ocupar ese puesto.

    Toc primero Apolo, y su lira vibr conmelodas sublimes y tristes. Marsias, a suvez, toc hermosas y alegres melodas consu flauta. Cuando ambos terminaron, pi-dieron el juicio de Midas, el cul dictami-n que el ganador era Marsias. El dios

    Este antiguo relato ha sido narra-do en incontables ocasiones a lo lar-go de la Historia por su innegablecarcter aleccionador. Cunto ser-vira de leccin la historia de Midas avarios empresarios y polticos denuestros das!

    Midas puede haber sido un per-sonaje histrico real, que gobernFrigia entre el 740 y el 696 a.C.,aproximadamente. Durante su reina-do, el pas logr una riqueza sin prece-dentes por el descubrimiento y explo-tacin de varias minas de oro (segncomenta Estrabn en su "Geografa").

    Tal esplendor alcanz el reino conMidas, que ste se gan la admira-cin de varias ciudades griegas. Tam-bin narran algunos historiadores dela antigedad (aunque esto ya formaparte de la leyenda) que Midas erapariente de los reyes de Troya y,cuando los griegos la arrasaron enla famosa guerra, el rey frigio partien una expedicin militar que saqueMacedonia y Tracia, como venganzapor la muerte de sus primos troyanos.

    Midas simboliza entonces una po-ca de gran prosperidad de la antiguaFrigia. Pero esta prosperidad terminsiendo una maldicin en vez de unabendicin: las riquezas posiblementehayan generado una gran corrupcin,y tambin la envidia y rencor de los

    Apolo, indignado antela ignorancia del mor-tal, castig a Midashacindole crecerenormes orejas deburro. Acto seguido,mat a Marsias y semarch, furioso, alOlimpo.

    Midas volvi a su palacio de noche,aprovechando la oscuridad para ocultarsus nuevas orejas. Desde entonces, el reyutiliz un enorme gorro para esconderlas(el famoso gorro frigio).

    Lleg el da que el rey deba cortarseel cabello, as que mand a llamar a subarbero y se encerr a solas con l. Cuan-do Midas se quit el gorro, el barbero tuvoque taparse la boca para no reirse a car-cajadas. El monarca, furioso, le advirtique si le contaba esto a alguien, sera de-capitado. Sin embargo, el barbero era unapersona muy poco discreta, as que, parasacarse del pecho semejante secreto y noperder la cabeza al mismo tiempo, se diri-gi a las afueras de la ciudad, y asegurn-dose de no ser visto ni odo, hizo un pozodonde grit "El rey Midas tiene orejas deburro!". Acto seguido, tap el pozo y vol-vi tranquilo a su hogar. Curiosamente,en ese mismo lugar creci, al poco tiem-po, una extraa planta que, al ser mecidapor el viento, susurraba "el rey Midas tie-ne orejas de burro" una y otra vez.

    La gente del reino, intrigada, interpela su rey al respecto, y, antes de que Mi-das pudiese decir algo, un nio le sac sugorro, dejando al aire las enormes orejasde burro. La sorpresa se transform en-seguida en pequeas risas que comenza-ron a crecer hasta convertirse en enor-mes carcajadas. Todo el pueblo comenza burlarse del pobre Midas, que se encerren su Palacio y jams volvi a salir de l.

    El toque de oro Las orejas de burro

    Se cuenta que hace mucho tiempo, elanciano rey de Frigia muri sin dejar he-rederos. El concejo de ancianos, temiendouna guerra civil, consult al Orculo sobrecmo actuar para evitar la catstrofe.

    "Miren el cielo! El futuro rey deFrigia ser aquel hombre en cuyo carrose pose un enorme cuervo", les respon-di el Orculo. La profeca se cumplicuando un cuervo de amplias alas negrasbaj del cielo y se pos en el carro de unhumilde granjero llamado Gordias.

    Nombrado inmediatamente rey, Gordias

    Gordias y el nudo gordiano

    El tesoroms valioso

    Escribe:FedericoGuerra

    pueblos vecinos, que terminaron inva-diendo el pas de Midas. Tambin sedice que se lo apodaba "orejas de bu-rro" porque tena varios espas a suservicio, siendo as capaz de "or" to-dos los secretos y sucesos del reino ysus alrededores.

    La versin original del mito nosdice que un buen da, el rey Midasdescubri a un stiro (al igual queMarsias, un ser mitad cabra, mitadhombre) durmiendo en su jardn. Estestiro, de nombre Sileno, no eracomo los otros stiros: no slo era in-mortal, sino que adems era amigo ymaestro de Dionisos, el dios del vino.Midas invit al ilustre stiro a su pa-lacio y organiz un enorme banquete

    donde emborrach a Sileno para quele revelase los misterios que los dio-ses ocultan a los mortales.

    An embriagado, Sileno se nega compartir tales secretos, pero antela insistencia de Midas, y con la ayu-da de varias copas ms de vino, mur-mur una sola sentencia: "Si eres mor-tal, ms te valdra no haber nacido...pero como ya has nacido, lo nicoque puedes esperar con certeza esla muerte". Al poco tiempo Dionisos,que andaba buscando a su maestroSileno, lleg a Frigia y, al ver la hospi-talidad que Midas haba mostrado a sututor, decidi concederle un deseo alrey. Este deseo termin siendo, comoya hemos visto, el del toque de oro.

    gobern el resto de su vida con justicia ybondad. Su hijo fue el famoso rey Midas.

    El carro de Gordias donde se pos elcuervo fue conservado por el pueblo, yatado con un complicadsimo nudo quecon el tiempo lleg a ser conocido comoel "nudo gordiano". El Orculo profetizque cualquiera que lograse desatar estenudo sera rey de todo el mundo. Siglosms tarde, un joven y ambicioso rey lla-mado Alejandro (apodado Magno por lahistoria) cortara con su espada el nudo,solucionando as el problema.

    Hay otra versin del mito de Midasque nos cuenta Pseudo-Plutarco, un an-tiguo escritor griego. Se dice que du-rante el reinado de Midas, se abri enen la tierra de Frigia una enorme y mis-teriosa grieta. Al mismo tiempo, lluviastorrenciales causaron que el pas seinundara, y el agua comenz a arras-trar gente y animales al abismo.

    Midas, desesperado, consult alOrculo para encontrar la solucin aeste terrible problema."Para que elabismo se cierre, debe caer all tums valioso tesoro", le contest elOrculo.

    Midas reuni entonces todos sustesoros y los arroj a la grieta (no sinlamentarse, porque era muy rico), peronada sucedi.

    El hijo de Midas, amado por su pa-dre y por todo el reino, comprendientonces el verdadero significado de laspalabras del Orculo: abraz a su pa-dre, a su madre, a su esposa y, mon-tando sobre su corcl, se arroj a laenorme grieta. Midas, al borde del abis-mo, llor la prdida de su hijo. Y porfin la grieta se cerr.

    ... y mitologa

  • Derecho ViejoPgina 8

    Hay que educar el pensa-miento para cuando no existael pensamiento. Esta recorda-da frase del poeta RobertoJuarroz parece escrita para te-nerla cerca del dolor por la muertedel querido amigo, el 17 de mar-zo. Se ha alejado Osvaldo, perono nos ha dejado. Alejamiento esvaco de presencia, adis defini-tivo, imposibilidad de estar conl, de tener su compaa. Peroen realidad, el pensamiento quedebemos educar, como nosdice Juarroz, es el del recuerdoy la presencia ya no fsica, sinode una mayor experiencia huma-na, en un existir de otras dimen-siones. Toda experiencia penetraa fondo en el sentimiento, y la

    que tenemos deOsvaldo es renovaday profunda, est msall de su prdida.Gracias a ella lo nom-bramos y seguiremosnombrndolo para quesu obra siga viva. Por-

    que lo que ms importa ahora esno ignorar todo lo que fue y loque ense con su pasin por elteatro y su incorruptible necesi-dad de estar en actividad, que escomo decir estar creando artey transmitirlo a cada instante, yasea como personaje, o como per-sona que saba llegar a los demscon gran talento y sensibilidad.

    Recordamos a Osvaldo Mila-no Arrieta como el ser que se en-tregaba, sin pensar en sus ries-gos u obstculos sociales, a esatarea diaria de mantener una vidatica y representativa de lo quedeseamos se desarrolle en elmundo: la dignidad del trabajo, lahonradez de la accin, el amorpor la poesa y toda expresin de

    solidaridad.Podemos decir que Osvaldo,

    en este tremendo compromiso,no meda esfuerzos ni conse-cuencias. Esta exigencia de sunaturaleza, de su capacidad en elteatro y en la organizacin decada espectculo, su participa-cin al frente del Central Cultu-ral que haba fundado haca diezaos, quizs lo llev al extremode sus fuerzas. Nada era msimportante para l que actuar,estar en todos los detalles de cadafuncin y sostener un proyectode tal importancia cultural.

    Un breve recorrido por la vidaescnica y las mltiples activida-des de Osvaldo nos lleva a evo-car su debut de 1956 con el Tea-tro Universitario, en el ColegioNacional de Morn, sus actua-ciones en el Teatro Municipal,bajo la direccin de HoracioForti, y luego, en el Teatro de laCiudad Vieja de San Telmo, bajola direccin de Gerardo Berensz-tein, para culminar en el Centro

    Cultural La Casa del Poeta, fun-dada el 30 de noviembre de 1998.

    Recordaremos tambin la in-auguracin del Primer CafConcert en Santo Domingo(1977), su actuacin en el Festi-val Internacional de La Habana,Cuba (1995), y las distincionesen distintas entidades del pas porsu trayectoria. Obras como Elrecaudador fiscal, Las manosde Eurdice, Mateo y la msreciente Don Alfonso y el sn-drome de la impunidad, entreotras, fueron celebradas como lasde mayores alcances artsticos.

    La poesa siempre estuvo cer-ca de sus intensas actividades.Public Un pueblo, su gente(1973), Poemas (1993),Otros poemas (Seleccin,1993) y Una forma sensible deindagacin, Poemas y crtica acargo de A. L. Ponzo (2000).Figura en la Antologa de poe-tas de Morn, editada por elMunicipio en 2007, y en otraspublicaciones de Buenos Aires.

    Pero esto no es todo, si sepiensa en lo que nos dej y con-tina viviendo con nosotros: suconducta ejemplar, su generosi-dad, su norma de trabajo sin con-tencin alguna, en una vida inquie-ta, afiebrada, de amor por el arte.

    El teatro me da la posibili-dad de congraciarme a m mis-mo, porque esencialmente soyactor, confesaba Osvaldo. Yagregaba: He pasado momentosdifciles respecto a mi salud, soyun apasionado, por lo tanto pon-go todo de m, porque hay quetrabajar mucho para sostener LaCasa... Pero es una satisfaccin,es como un hijo...

    Y fue as, sin ms palabras:puso todo de s. Ahora la Casadel Poeta lo revive y l continatrabajando...

    Y nosotros seguiremos apo-yndolo.

    Con Osvaldo Milano ArrietaEscribe: Alberto Luis Ponzo

    Cansado de ver la violencia que se adueabade casi todos los pueblos, por ver la libertad humillada,

    el pobre instrumentalizado, el rico sin ninguna sensibilidad,la poltica y la economa con fines en s mismas;

    fatigado por ver y or hablar de eutanasia, aborto, erotismo,divorcio, amor libre, gulags, Treblinka, Dachau, campos de

    concentracin, revolucin proletaria, dictadura del proletariado,seguridad nacional, la reeducacin del pueblo,

    poltica de salvacin nacional; angustiado por ver el fracasode sistemas, pero no el fin de las injusticias;

    sublevado por notar que los pobres cambian de dueo y que losdictadores solamente truecan los tronos y los ttulos;

    yo, que nunca crea en ninguna revolucin,fuera ella americana, francesa, argentina,

    brasilera, cubana, angolea o rusa, empec a dudar de todoy de cualquier cambio que considera al mtodo en primer lugar,

    al hombre en segundo y a Dios en el tercero,y continu ms firme que nunca en la conviccin

    de que la nica revolucin capaz de elevar al hombre esla que viene desde lo alto (sin venir de arriba) y que

    empieza a beneficiar a los ms desheredados porquela que beneficia al tecncrata, al camarada del mismo partido,al partido nico, al poder econmico y a los especialistas en

    economa o en poltica no cambia nada, slo transfiere el mismopoder a los grupos, igualmente propensos a la corrupcin.Dios, no! El revolucionario verdadero es Dios! Sacude

    lo ntimo de cada hombre y lo obliga a entregarsea la historia y al bienestar comn sin reservas, sin ambiciones,

    sin ninguna recompensa y sin certificado de seguro.

    Extrado del libroEl mundo por el cul rezo.

    La raz del conflictoPara resolver los conflictos humanos y problemas psicolgicos

    es inadecuado y utpico centrar toda la atencin nicamente en lasformas, en lo fenomnico, o en las apariencias.

    La raz de todos los problemas humanos y por tanto, su solucin,reside en la mente y la conciencia.

    La mente, constituida por todos los contenidos de la conciencia,crea todos los problemas y sufrimientos de la existencia.

    Cuando la mente es iluminada por un estado o nivel superior deconciencia, lo que era confusin y conflicto se clarifica y sereacomodan las cosas en un nuevo orden jerrquico de valores.

    La luz de la inteligencia nos aclara todo.

    Slo Dios es RevolucionarioP. Zezinho

    Daro Lostado

    OsvaldoMilano Arrietay supersonificacinen la obraMateo

    En memoria

    La civilizacin humana se constituye an so-bre creencias que permiten a las elites dominan-tes, disciplinar la existencia de los dbiles. Antesfue la sangre azul de la realeza, creencia por lacual quienes tenan sangre azul podan gobernara los pueblos. Hoy la realidad se constituye so-bre el dinero, ya que su tenencia posibilita ms y

    Es puro aquel corazn que, presentndose ante Dios sin imge-nes ni formas, est dispuesto a recibir solamente las impresionesque le vienen de Dios, y por las cuales se le quiere manifestar

    Destruyan el templo, no el de Jerusaln,sino la estructura religiosa interior basadaen un Dios afuera

    Hay que superar al propio Dios; dnde est mi morada? Donde ni t ni yo estamos.Dnde est el fin ltimo que debo alcanzar? Donde no hay ninguno.Hacia dnde debo tender? Debo subir ms arriba que Dios, hasta un desierto.

    Maestro Eckhart

    mejor cantidad y calidad de espacio-tiempo.As se provocan crisis, especulaciones de pre-

    cios de alimentos, corridas bancarias, caosmediticos, para seguir dominando al hombre,que por su ignorancia sigue entretenido en la in-trascendencia cultural.

    Seleccin de Eduardo de San Isidro

    La Vida no existi ni existir. Es eterna. Lo eterno es un permanente momento presente.La Vida es impersonal. No es lo que pienso que es, sino LO QUE ES. La Vida slo existe ahora

    que la ests viviendo como realidad. El recuerdo del pasado no es ninguna realidad, como no loes el futuro aunque pienses en l.

    La Vida es un fluir de eternos e infinitos Ahora.Cada momento presente es nuevo en s, aunque la mente con sus pensamientos lo relacione con

    otros anteriores.Los hechos del pasado ya no son hechos. Son simples pensamientos de la memoria.No existen como hechos, sino como recuerdos. Slo fueron hechos en su momento. Ese momento

    ya no existe.El pasado es un sueo de esta vida, y ya sabemos que esta vida es un sueo. Aquel pasado es un

    sueo dentro de otro sueo.Cada instante es nico e irrepetible. Nunca pasa la misma agua del ro dos veces por el mismo

    lugar, ni las olas del mar son las mismas por idnticas que parezcan, ni las llamas del fuego sonlas mismas aunque lo parezcan.

    Si quieres aprender del pasado, mralo como pasado. Tu mirada es de ahora. Y la mirada presentees creativa si no te cies al recuerdo del pasado. Es pura, inocente y no condicionada por elpeso emotivo del pasado.

    Vivir del pasado es remendar un traje viejo con paos nuevos.Daro Lostado

    Extrado de Despertar a la conciencia da a da

    El pasado

  • Derecho Viejo Pgina 9

    Soando una nueva ArgentinaLa violencia, como el humo, invade los ms recnditos estamentos de nuestra

    sociedad. Ya no es el robo a mano armada o el vergonzoso y artero secuestro;es la violencia en los escenarios deportivos,

    en los medios de comunicacin social, en el transporte, en las aulas, etc.La paz y la guerra anidan en lo hondo de la naturaleza humana.

    Desde el bblico litigio de Can y de Abel, a hoy, cada persona puede ser unvolcn de violencia o un mar de dulzura. La violencia y la paz,

    el odioy el perdn forman parte del misterio del hombre.Hay que educar para la paz, hay que promoverla incesantemente.

    La paz, caricia de Dios, es tarea de hoy y de siempre.La paz es tarea de todos, pero deber ineludible de las autoridades.

    A mayor investidura, mayor cordura.

    Hacia un futuro venturosoEstamos casi en vsperas del bicente-

    nario 1810. Tiempo propicio para hacerun proyecto de pas; oportunidad parasentarse en grupo amplio y pluralista deintelectuales, polticos, productores, sin-dicalistas, artistas, exportadores, etc. y detrazar lneas de accin de la Argentina delfuturo. Esbozar un proyecto de Estado acorto, una presidencia, mediano, tres pre-sidencias y largo plazo seis presidencias.Un proyecto claro, incisivo abarcativo,que obligue a quien ejerza el poder a se-guirlo y cumplirlo, ms all de las ideaspolticas que le hicieron triunfar. Un pro-yecto que nos interpele: qu queremos?;cules son los ejes del futuro progreso?;cules las debilidades que nos tienen pos-trados?; con qu recursos contamos?; qu

    Escribe: Hno.Eugenio

    Magdaleno

    principios ticos y filosficos sern la basede nuestro ser nacional?; con quin nosaliaremos?; cmo perfilaremos la educa-cin de calidad, creadora de la mejor indus-tria, la de la inteligencia?; cmo asumir laglobalidad, la mundializacin?; qu lugarocuparn las fuerzas armadas y las indus-trias a ellas vinculadas?; etc.

    Un proyecto de nacin que impulse ala Argentina hacia un porvenir venturoso,equitativo, profundamente democrtico;un proyecto que cierre el camino a la dia-ria involucin que nos empobrece y nosfragmenta.

    No hace falta filosofar mucho para vercul es el camino correcto. Miremos anuestros vecinos que tuvieron tragediascomo la nuestra o peores. Se animaron acerrar las puertas al odio y a la venganza

    y abrir caminos hacia el futuro desde launidad, el perdn y la justicia para todos.Hoy los vemos firmes, avanzando por lossenderos del progreso y del bienestar, queproducen el trabajo de calidad y la inves-tigacin; y las exportaciones que acredi-tan a un pas como productor y le permi-te pasar de ser deudor a acreedor. Admi-ramos la estabilidad de estas naciones. En-vidiamos que gobernantes de importan-tes estados los visiten y los inviten aconsensuar proyectos de poltica inter-nacional y de desarrollo.

    Es hora de despertar del letargo. Ar-gentina, con lo que es, con su inmensopotencial y con su ubicacin en el planis-ferio, no puede quedar a espaldas del mun-do libre y progresista. Buenos Aires se-duce a muchos turistas y a pocos gober-nantes, excepto a cuatro caudillos tras-nochados, anclados en el tiempo.

    En estos das polticos de importantesnaciones visitan pases limtrofes, pero nobajan en Ezeiza y no es por el humo. El

    mundo sigue progresando y nosotros pe-trificados en el pasado. Hay que hacermemoria del pasado; ste nos ser bene-ficioso en la medida que por igual recha-cemos la violencia sembrada por la uerrillasubversiva y por los gobiernos de facto.Miremos el futuro, interpelemos el por qude nuestros fracasos y depongamos nues-tros egosmos. Hagmoslo por los hijos,por los jvenes.

    Argentina es tan rica que no puede fra-casar. Fracasaremos los argentinos. En unmundo globalizado, con crecimiento sos-tenido de la poblacin, con acrecien-tamiento del poder adquisitivo, Argentinadebe aspirar a reinar y no a vegetar. Enmomentos en que las tierras cultivables,la produccin de alimentos, el agua dulcese convierten en bienes preciossimos yescasos, debemos tomar la iniciativa ysalir a conquistar el mundo.

    Los prceres que gestaron el 25 demayo y el 9 de julio soaron una Patriagrande, pletrica de proyectos yencardinada en el corazn de la humani-dad. Las mezquindades que hoy nos aslany empobrecen no condicen con el gritode libertad, ni con la epopeya eman-cipadora de la naciente patria.

    Argentina, como el cndor de nues-tras montaas, anmate a mirar el mundodesde arriba y a volar decidida por los ca-minos de la esperanza.

    El descentramiento de la Iglesia

    Jos Ignacio Gonzlez FausJesuita espaol, telogo en el Institut de

    Teologia Fonamental Sant Cugat del Valls(Barcelona)

    Mi respuesta cabe, toda ella, en unas palabras ya famosas de D. Bonhoeffer escri-tas en mayo de 1944: Nuestra Iglesia, que durante estos aos slo ha luchado por supropia subsistencia, como si sta fuera una finalidad absoluta, es incapaz de erigirseahora en portadora de la Palabra que ha de reconciliar y redimir a los hombres y almundo. Por esa razn, las palabras antiguas han de marchitarse y enmudecer, y nues-tra existencia de cristianos slo tendr, en la actualidad, dos aspectos: orar y hacerjusticia entre los hombres.

    De acuerdo con esto, podra titular mi respuesta como El descentramiento de laIglesia. Ese descentramiento la hara capaz de pensar en el mundo ms que en smisma y en su poder. Hara posible que el hombre fuese el camino de la Iglesia(RH,14) y no que ella suplante a Jess presentndose como el camino del hombre.Hara posible que la Iglesia fuese servidora del Reinado de Dios y transparentara elPadre de Jess, en lugar de ser mera servidora de s misma, aunque para ello invoqueel nombre de Dios. La hara hermana de un mundo enfermo, portadora de una buenanoticia (y buena noticia ella misma), y colaboradora decisiva en el esfuerzo por cons-truir una paz mundial basada en la justicia.

    Por supuesto, se puede objetar que hay en el mundo causas an ms importantesque ese descentramiento de la Iglesia (un nuevo orden econmico internacional; elfinal de la vergenza armamentista, etc). Si elijo sta, es porque la falta de concienciade ella en los responsables de mi Iglesia la vuelve an ms importante.

    En mi modesta opinin, la Iglesia ha estado durante todo el milenio pasado cautivaen el Egipto del poder temporal, que le haca suplantar a Jesucristo en lugar de servirley transparentarlo, y en el Egipto de una curia romana que ltimamente iba tambinsuplantando a Pedro en lugar de transparentarlo. Ello le ha hecho perder credibilidad. Yesta prdida de credibilidad la va volviendo cada vez ms autocentrada.

    El descentramiento que la Iglesia necesita es una autntica salida de Egipto que,de momento, la llevar probablemente al desierto, y ante el cual la Iglesia puede volver

    a caer en la misma tentacin en que caytras el Vaticano II: volver a los ajos y ce-bollas de Egipto. Habr que hacerlo conmesura y sin hybris, pero no sinradicalidad evanglica. Y ello ir provocan-do una serie de demandas concretas; porejemplo, la demanda de que la Iglesia searealmente (y no de nombre) Iglesia de lospobres; la demanda de una profunda re-forma en el papado y en la jerarqua; y lademanda de una mucho mayor audaciaecumnica (pues, en mi opinin, el cristia-nismo tendr muy poco que hacer en eltercer milenio si no lo afronta unido). Tam-bin la demanda de recuperar el espritu dela Gaudium et Spes, pues hoy no puede decirse con verdad que los gozos y las espe-ranzas y los dolores y las angustias de los hombres, sobre todo de los ms pobres,sean gozos y esperanzas y angustias de la Iglesia (cf. GS, 1).

    Pero, si todo eso no se da, me temo que, en lugar de autocentramiento, tendremosque comenzar a hablar de una autntica eclesiolatra, en la que la Iglesia se absolutizatanto que se cree por encima del bien y del mal. De ah que se permita predicar losderechos humanos al mundo exterior a ella, sin preocuparse por ser ella misma unmodelo de respeto a los derechos humanos. De ah que se abstenga de defender cau-sas justsimas, simplemente porque los promotores de esas causas no la defiende a ella(y viceversa: apoye causas injustas cuando la favorecen a ella). Los responsables de laIglesia, atentos slo a su propia autoconservacin corporativa, no se dan cuenta dehasta qu punto estas conductas les quitan credibilidad y hacen cada vez ms difcil lafe para los hombres del siglo XXI.

    Decir estas cosas no es agradable. Pero es an ms dolorosa la angustia que estascosas crean en muchos miembros de la Iglesia. Karl Rahner habl antao del kairs(oportunidad de Gracia) de un cambio estructural en la Iglesia que no ha sido apro-vechado. San Pablo acus de que hay una manera de representar a Dios ante el mundoque merece el antiguo reproche de Isaas: por vuestra causa es blasfemado el nombrede Dios entre las gentes: Y el obispo Casaldliga versific todo eso en un conocidopoema que comienza as: Yo, pecador y obispo, me confieso

    de soar con la Iglesiavestida solamente de evangelio y sandalias...

    Tambin yo quisiera confesarme de eso, aunque no soy obispo, sino slo pecador.Personalmente, estoy convencido de que la Iglesia es depositaria de una luz para lasgentes que ella prefiri meter bajo el celemn, aunque luego intentara tranquilizarsesacando ese celemn por la televisin... Eso es lo que me ha movido a elegir sta comola cosa ms importante, aun sabiendo que no hay una nica cosa ms importante,porque todo, en nuestro mundo, est cada vez ms interconectado.

    Superficie y algo ms

  • Derecho ViejoPgina 10

    Fueron slo doce los discpulos?Eran todos varones? -Parte I-

    El estereotipo de los doce apsto-les es un componente del imaginariocolectivo que desde hace siglos hastanuestros das ejerce sobre los cristia-nos una extraa hegemona de la queni siquiera parecen liberarse personascultas.

    Antes de entrar de lleno en los temasplanteados por los interrogantes del ttu-lo, aclaremos el preciso alcance del tr-mino apstol. De acuerdo con el sentidoen que el mismo comienza a utilizarse en-tre los primeros creyentes, especialmentedesde la resurreccin hasta la venida delEspritu Santo perodo en que cristalizasu especfico contenido, se admite co-mnmente que ese vocablodesigna a:

    todo discpulo que, sien-do de algn modo testigo dela resurreccin de Jess, re-cibe de l la misin y, juntocon sta, los correspondien-tes poderes sagrados que loacreditan para difundir elevangelio e implantar el Rei-no de Dios en la tierra. (Ta-rea sta que empieza a par-tir de Pentecosts para ex-tenderse hasta el fin de lossiglos).

    Anticipadamente, a modode tentativa exploratoria, cabepreguntar si habrn sido po-cos o, al contrario, bastantenumerosos los apstoles que,desde la jornada pentecostal, iniciaron lacristianizacin del mundo. A priori pare-ce ms probable la segunda hiptesis,dado que, hacia el final de su ministeriopblico en Israel, Jess polariza una res-petable cantidad de discpulos que lo si-guen muy de cerca. Son mayoritariamentevarones, pero tambin estn presentes va-rias mujeres cuya actitud descuella por ladecisin, la eficiencia y la fidelidad al Maes-tro en su vida y en su muerte.

    Estos discpulos, sobre todo despusdel impulso de Pentecosts, sienteninternalizada en su alma la conviccin deque ha llegado la hora de emprender laardua misin asignada por el Seor, y delanzarse a su gran aventura espiritual. (Queefectivamente haya sucedido as consta-r a lo largo de este trabajo).

    Sin embargo, durante muchos siglos,no fue conocida entre los cristianos esaamplia respuesta de los discpulos a la tam-bin amplia invitacin de Jess para queesparzan por el mundo la buena noticia dela salvacin. Al contrario, se nota la ten-dencia casi compulsiva a pensar y mani-festar que la cantidad de apstoles se re-duce a doce. La misma limitacin se da,en el campo de las artes plsticas, cuandode ellos se trata. Como si, en virtud deuna misteriosa rbrica, ese tema debaencuadrarse en la rutinaria frmula delos doce apstoles, ni uno ms ni unomenos, y, por descontado, todos ellosvarones

    Qu motivo ha podido conducir a loscristianos a esta ambigua postura, noexenta de serias y peligrosas consecuen-cias para la vida eclesial?

    Claramente la piedra de tropiezo la en-contramos en una desfasada interpreta-cin del pasaje neotestamentario que ha-

    bla del grupo de los Doce.Marcos, que escribi su Evangelio con

    anterioridad a los otros, as se expresaacerca de ese suceso:

    Despus subi a la montaa y llam asu lado a los que quiso. Ellos fueron ha-cia l, y Jess instituy a doce para queestuvieran con l, y para enviarlos a pre-dicar con el poder de expulsar a los de-monios. As instituy a los Doce: Simn,al que puso el sobrenombre de Pedro; San-tiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermanode Santiago, a los que dio el nombre deBoanerges, es decir, hijos del trueno; lue-go Andrs, Felipe, Bartolom, Mateo,Toms, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo,

    Simn el Cananeo, y Judas Iscariote, elmismo que lo entreg (3, 13-19).

    El relato es repetido por Mateo (10, 1-4) y por Lucas (6, 12-16). Estos textosse refieren sin duda al mismo aconteci-miento y por lo tanto se consideran luga-res paralelos. Aun cuando, algunos ele-mentos secundarios o accidentales, allincluidos, pueden desorientar al que pro-cura analizarlos.

    Precisamente debe admitirse que su-cumbieron a ese peligro los primerosmaestros que se abocaron al estudio or-gnico y metdico de las Sagradas Escri-turas. No obstante su talento y dedica-cin, influidos quiz por cierta rigidez deprincipios, slo acertaron a captar el sen-tido literal del pasaje citado, cuyo eje pasapor el nmero doce, que interpretaroncomo una mera expresin cuantitativa omatemtica, e ignoraron por completocualquier contenido simblico que, en rea-lidad, es el predominante.

    Con todo, no se niega en ese pasaje laexistencia de un nivel paralelo de signifi-cacin literal por el cual se nos informaque Jess, a comienzos de su vida pbli-ca, convoca entre sus discpulos a algu-nos mejor predispuestos, y forma conellos un grupo de apoyo y acompaamien-to, que lo secunde en la labor evanglicaque est desarrollando en el seno del pue-blo de Israel. Estos discpulos se mantie-nen habitualmente junto al Maestro quien,a veces, los enva a efectuar girasmisionales transitorias, dentro del territo-rio palestino.

    Este nivel de lectura literal nos da aconocer un hecho concreto, importantesin duda, pero que en realidad sirve desoporte y ocasin para transmitirnos, porla va alegrica, un anuncio incompara-

    blemente ms trascendental y decisivo.Los peritos bblicos de antao no lo

    percibieron as y se quedaron en la puraliteralidad. Incurrieron adems en un ana-cronismo, al suponer que Cristo de ante-mano (o sea, al principio de su actividadpblica) haba ya determinado el grupoexacto de apstoles (en el sentido precisoy tcnico de la palabra) que seran envia-dos a todas las naciones, los cuales, sinembargo, no tendran estrictamente su ra-zn de ser y actuar sino varios aos mstarde, al comps de hechos providenciales.

    Probablemente contribuy a confun-dirlos la circunstancia de que los evange-listas, de vez en cuando, otorgan al grupo

    de los Doce el ttulo deapstoles. Pero no haba lu-gar para tal confusin, siesos intrpretes hubiesenadvertido un aspecto de bas-tante importancia: cuandolos autores sagrados escri-ben sus Evangelios (a partirde los aos setenta, no an-tes), ya han transcurridoms de tres dcadas desdela institucin de los Doce,los cuales finalmente habanllegado a ser apstoles. In-cluso, la mayor parte deellos ya haba sufrido elmartirio por la causa deCristo. De todos modos, an-tes de su apostolado entrelos paganos, debieron pasar

    por varias situaciones.Primero, los Doce acompaaron va-

    rios aos al divino Maestro, compartien-do con l una compleja experienciamisional preferentemente en territorio ju-do. A continuacin, al igual que otros nu-merosos discpulos, vivieron jornadasconmocionantes, como testigos de la pa-sin, muerte y resurreccin de Jesucris-to. Se los vio luego transformados demodo increble por la accin del EsprituSanto, el da de Pentecosts, y con ansiasincontenibles de difundir por todas partes

    la buena nueva de la redencin en Cristo.Es interesante constatar que los miem-

    bros de ese grupo especial, al tiempo deser instituidos y durante los aos anterio-res a la resurreccin del Seor, no se lla-maban apstoles, sino simplemente losDoce, como se comprueba en Marcos3, 14; 4, 10; 10, 32; 11, 11; en Mateo 20,17; en Lucas 8, 1; 9, 12; en Juan 6, 70.Pero, a la inversa, a poco de iniciarse enlas diversas naciones la predicacin delevangelio, fue desapareciendo la mencinde los Doce (que de hecho, haban te-nido una finalidad temporaria).

    En adelante, en el transcurso de losprimeros aos de la Iglesia naciente y envas de crecimiento y organizacin, tanslo se habla de los apstoles cuya au-toridad y prestigio son ponderados por loscristianos, y no se indica nada acerca desu nmero o cantidad. Ms an, san Pa-blo, en la 2 Carta a los Corintios (11, 13),alerta a los creyentes de su tiempo res-pecto de los falsos apstoles, que pro-ceden con engao hacindose pasar porapstoles de Cristo Lo cual nos per-mite suponer que los verdaderos apsto-les eran bastante numerosos, de tal mane-ra que alguien, por algn tiempo, podadisimular su falsedad ante la comunidadcristiana. Pero esto resultara moralmen-te imposible si fuesen slo doce

    En pocas posteriores de la Iglesia, seva abriendo camino, al amparo de ciertaenseanza sistemtica, la trillada frmulade los doce apstoles, que logra lamen-tablemente prevalecer con las caracters-ticas descritas en este trabajo.

    RodolfoCanitano

    Superficie...

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    En la tercera, y ltima parte, del documento de losobispos latinoamericanos, se nos ofrece una riqusmavisin acerca de la cual es la propuesta cristiana, sobre loque implica decir de verdad plenamente y convertir eldon de la vida en una fuente inagotable de crecimientointerior que se expresa en el modo que adoptemos parainteractuar con los dems.

    En el inicio se nos dice que El bautismo no solo pu-rifica de los pecados. Hace renacer al bautizado, confi-rindole la vida nueva en Cristo, que lo incorpora a lacomunidad de los discpulos y misioneros de Cristo, a laIglesia, y lo hace hijo de Dios, le permite reconocer aCristo como Primognito y Cabeza de toda la humani-dad. Ser hermanos implica vivir fraternalmente y siem-pre atentos a las necesidades de los ms dbiles. (n.349).

    Una excelente sntesis de lo que el bautismo le aportaa la condicin humana y como la eleva a la ms grandedignidad.

    La fe es la respuesta al hondo deseo de nuestros pue-blos que no quiere andar por sombras de muerte, sinoque tienen sed de vida y felicidad en Cristo.

    Sin embargo en el ejercicio de nuestra libertad a ve-ces rechazamos esa vida nueva o no perseveramos en elcamino. Con el pecado optamos por un camino de muer-te. (n. 351)

    Ms adelante, retomando una afirmacin del papa enel discurso inaugural, nos recuerdan que la vida nueva deJesucristo toca al ser humano entero y desarrolla en ple-nitud la existencia humana en su dimensin personal, fa-miliar, social y cultural.

    Y con esta conviccin nos van a describir en unasntesis, sin desperdicio, que implica vivir cristianamente.

    La vida en Cr