democracia de alta intensidad

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    DEMOCRACIA DE

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    Apuntes para democratizar la democracia

    Boaventura de Sousa Santos

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    Primera edicin, diciembre de 2004Depsito legal:

    Boaventura de Sousa Santos Foro Social Mundial Temtico

    Av. Snchez Lima N 2482, SopocachiTel/Fax: 2424221, [email protected] Paz, Bolivia

    Editado por:Unidad de Anlisis e Investigacindel rea de Educacin Ciudadana de la CNE

    Cuidado de Edicin: Unidad de Anlisis e Investigacin/CNEDiseo Grfico: Ernesto Azcuy DomnguezDiagramacin: Fresia Aguilar CondoriImpresin: Artes Grficas Sagitario S.R.L.

    Impreso en BoliviaTiraje de 3.000 ejemplaresDistribucin gratuita. Prohibida su venta.

    Las opiniones expresadas en este Cuaderno de Dilogo y Deliberacin son de responsabilidad exclusivadel autor y no comprometen la autonoma, independencia e imparcialidad de la Corte Nacional Electoral.

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    NDICE

    PRESENTACIN ......................................................................................... 7

    INTRODUCCIN ......................................................................................... 9

    Conceptualizacin y descripcin del mecanismode representacin en general ........................................................................ 11

    Las candidaturas independientes: una aproximacin

    a su definicin . ............................................................................................ 15

    LEGISLACIN SOBRE LOS MECANISMOS

    DE ASOCIACIONES CIUDADANAS Y/O INDGENAS EN OCHO

    PASES DE AMRICA LATINA: .............................................................. 17

    Chile ............................................................................................................ 19

    Colombia ..................................................................................................... 33Honduras ...................................................................................................... 47

    Nicaragua ..................................................................................................... 59

    Panam ........................................................................................................ 69

    Per .............................................................................................................. 79

    Repblica Dominicana ................................................................................ 89

    Venezuela ..................................................................................................... 97

    OBSERVACIONES Y COMENTARIOS GENERALES ......................... 105

    BIBLIOGRAFA ....................................................................................... 109

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    PRESENTACIN

    La tesis central se expresa fcil, pero adems de provocativa tiene mltiplesimplicaciones: no hay una sino varias concepciones de democracia. Esta afirmacin,que en principio puede parecer obvia, pone en cuestin a lgo hoy impuesto comoverdad absoluta e inalterable: la nica democracia realmente existente y viable, nosdicen es la liberal representativa. En consecuencia dictaminan/amenazan cualquierotra forma de participacin poltica y toma de decisiones colectivas no es democrtica.Al menos no segn el canon oficial del pensamiento hegemnico y de la globalizacinneoliberal.

    Hay alternativas? Existen otras formas de democracia no limitadas a la solaformalidad de los procedimientos, la eleccin de representantes, la extremavulnerabilidad de la poltica ante los poderes econmicos y el carcter monoculturaldel rgimen de gobierno? Significa eso que queremos una alternativa a la

    democracia? No, lo que queremos es una democracia alternativa. He ah una de lasconvicciones y bsquedas del prestigioso investigador portugus Boaventura de SousaSantos, uno de los principales exponentes del pensamiento crtico a nivel mundial yestudioso de importantes energas democrticas que muestran no slo la existencia,sino tambin la posibilidad, de lo que l bien llama democracia de alta intensidad.

    En ese horizonte, que para el autor implica asumir que la democracia hoy esparte del problema pero tambin de nuestra solucin como sociedades diversas, esque publicamos en este Cuaderno, en el marco del trabajo de la Unidad de Anlisis eInvestigacin del rea de Educacin Ciudadana de la Corte Nacional Electoral (CNE),dos innovadores documentos orientados a pensar no slo la institucionalidad, sinoen especial el desempeo y la calidad de la democracia.

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    Y es que los planteamientos de Boaventura de Sousa, sin duda polmicos y porello mismo discutibles, apuntan a combinar la democracia representativa y, tal laapuesta mayor, la democracia participativa. Es viable hacerlo? Cmo es posibleavanzar en esta articulacin? En qu escala? Sobre qu bases se tendra que construirtan deseable complementariedad? En los trabajos Para ampliar el canon democrtico(elaborado en conjunto con el investigador brasileo Leonardo Avritzer) yGlobalizacin y democracia, ustedes encontrarn importantes insumos para lareflexin y el debate.

    El desafo, pues, est planteado: democratizar la democracia o, mejor comodira De Sousa Santos radicalizarla; esto es,sustituir cada vez ms relaciones de

    poder por relaciones de autoridad compartida. Con esa inquietud, en clavedemateria prima, la CNE pone a consideracin este quinto nmero de su serieeditorial Cuadernos de Dilogo y Deliberacin. Estamos seguros que estos apuntes,presentados en el Foro Social Mundial Temtico realizado en Cartagena de Indias(de donde los tomamos para su reproduccin) y luego publicados en forma de libro,sern de referencia inexcusable y de utilidad analtica para el gran acuerdo nacionalque nos espera en Bolivia en torno al reto de la Asamblea Constituyente

    Dr. Jos Luis Exeni R.

    Director Nacional de Educacin Ciudadana,

    Capacitacin, Anlisis e Informacin

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    PARA AMPLIAR EL CANON DEMOCRTICO*

    Cuando le preguntaron recientemente a Amartya Sen cul haba sido elacontecimiento ms importante del siglo XX, ste respondi sin vacilar: la emergenciade la democracia (1999: 3). Con una visin ms pesimista del siglo XX, ImmanuelWallerstein tambin se preguntaba hace poco cmo la democracia haba pasado de

    ser una aspiracin revolucionaria en el siglo XIX, a un slogan adoptado universalmentepero vaco de contenido en el siglo XX (2001: 1). Estas dos posiciones, a pesar de serdivergentes, convergen en la constatacin de que la democracia asumi un lugarcentral en el campo poltico durante el siglo XX. Si ocupar o no ese lugar en el sigloXXI es un interrogante todava no resuelto.

    El siglo XX fue efectivamente un siglo de intensa disputa en torno a la cuestindemocrtica. Esta disputa, iniciada al final de las dos guerras mundiales y a lo largodel perodo de la guerra fra, abarc dos aspectos principales: en la primera mitad delsiglo, el debate se centr alrededor de la deseabilidad de la democracia (Weber, 1919;Schmitt, 1926; Kelsen, 1929; Michels, 1949; Schumpeter, 1942)1. No obstante si,por un lado, tal debate fue resuelto a favor de la deseabilidad de la democracia comoforma de gobierno, por otro, la propuesta que se torn hegemnica al final de las dos

    guerras mundiales implic la restriccin de las formas de participacin y de soberanaampliadas, a favor del consenso sobre el procedimiento electoral en la formacin delos gobiernos (Schumpeter, 1942). Esta fue la forma hegemnica de prctica de la

    * Este texto corresponde a la Introduccin del libroDemocratizar la democracia. Los caminos de la democraciaparticipativa, publicado originalmente en portugus por la editora Civilizaao Brasileira (Rio de Janeiro , 2002)y luego en castellano por el Fondo de Cultura Econmica (Mxico, D.F., 2004). El documento ha s ido escritopor Boaventura de Sousa Santos conjuntamente con Leonardo Avritzer, profesor de la Universidade Federalde Minas Gerais, Brasil. La traduccin de esta versin corresponde a Martha Cecilia Herrera y fue difundidacomo Documento preparatorio del Foro Social Mundial Temtico realizado en Cartagena de Indias, Colombia,en Junio de 2003.

    1 Este debate se inici en el siglo XIX pues hasta ese momento la democracia haba sido considerada

    consensualmente peligrosa y, por eso, indeseada. Su peligro consista en atribuir el poder de gobernar a quienestara en peores condiciones para hacerlo: la gran masa de la poblacin, iletrada, ignorante, social y polticamenteinferior (Williams, 1976:82; McPherson, 1972).

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    democracia en la posguerra, en particular en los pases que se volvieron democrticosdespus de la segunda oleada de democratizacin.

    El segundo debate que perme la discusin en torno a la democracia despus dela Segunda Guerra Mundial se refiere a sus condiciones estructurales (Moore, 1966;ODonnell, 1973; Przeworski, 1985), lo cual implic, adems, una discusin sobrela compatibilidad o incompatibilidad entre democracia y capitalismo (Wood, 1996)2.Barrington Moore inaugur este debate en los aos 60, a travs de la introduccin deuna tipologa segn la cual se podra identificar a los pases con propensindemocrtica y a los pases sin propensin democrtica. Para Moore, la baja densidaddemocrtica en la segunda mitad del siglo XX podra ser explicada por la existenciade un conjunto de caractersticas estructurales relacionado con: el papel del Estado

    en el proceso de modernizacin y sus nexos con las clases agrarias; la relacin entrelos sectores agrarios y los sectores urbanos, y el grado de ruptura provocado por elcampesinado a lo largo del proceso de modernizacin (Moore, 1966). El objetivo deMoore era explicar por qu la mayora de los pases no era democrtica ni podrallegar a serlo sino se transformaban las condiciones que prevalecan en estos pases.

    Simultneamente, otro debate se articulaba al de los requisitos estructurales dela democracia, el relacionado con las virtualidades redistributivas de aquella. Taldebate parta del presupuesto de que al tiempo que ciertos pases ganaban la batallapor la democracia, stos pasaban a usufructuar, junto con la forma de gobierno, deuna cierta propensin distributiva caracterizada por la llegada de la social democraciaal poder (Przeworski, 1985). Habra, por lo tanto, una tensin entre capitalismo ydemocracia, la cual, una vez resuelta a favor de la democracia, colocara lmites a lapropiedad y redundara en ganancias redistributivas para los sectores socialesdesfavorecidos. Los marxistas, por su parte, entendan que esta solucin exiga ladescaracterizacin total de la democracia, una vez que en las sociedades capitalistasno era posible democratizar la relacin fundamental en la que descansaba laproduccin material, la relacin entre capital y trabajo. De ah que dentro del contextode este debate se discutiese sobre modelos de democracia alternativos al modeloliberal: la democracia participativa, la democracia popular en los pases del este deEuropa, la democracia desarrollista de los pases recin llegados a la independencia.

    2 Este debate, como casi todos los otros debates sobre la democracia, haba sido anticipado por Rousseau cuandoafirmaba en el Contrato Social que slo podra ser democrtica la sociedad donde no hubiese nadie tan pobreque tuviese necesidad de venderse y nadie tan rico que pudiese comprar a alguien.

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    La discusin democrtica de la ltima dcada del siglo XX cambi los trminosdel debate democrtico de la posguerra. La extensin del modelo hegemnico, liberal,hacia el sur de Europa en los aos 70 y, posteriormente, hacia Amrica Latina yEuropa del Este (ODonnell y Schmitter, 1986) desactualizaron los anlisis de Moorey de Przeworski. Las perspectivas sobre la democracia de la segunda mitad del sigloXX, no parecen muy actuales con sus discusiones alrededor de los obstculosestructurales de la democracia, en la medida en que pasamos a tener decenas depases en proceso de democratizacin, los cuales tienen enormes variaciones en elpapel del campesinado y en los respectivos procesos de urbanizacin. Amartya Senes uno de los que celebra la prdida de credibilidad de la idea de las condicionesestructurales, cuando afirma que el asunto no es saber si un determinado pas est

    preparado para la democracia sino partir de la idea de que todo pas se prepara atravs de la democracia (1999: 4). As mismo, con el desmonte del Estado de BienestarSocial y con los recortes de las polticas sociales a partir de la dcada de 1980, tambinpareceran no vlidos los anlisis de autores como Przeworski o Lipset acerca de losefectos distributivos irreversibles de la democracia. Se reabre, as, la discusin sobreel significado estructural de la democracia y en particular para los llamados pasesen desarrollo o pases del sur.

    A medida que el debate sobre el significado estructural de la democracia cambiasus trminos, aparece un segundo interrogante: el problema de la forma de lademocracia y de sus variantes. Este interrogante recibi una de las respuestas msinfluyentes en la solucin elitista, propuesta por Joseph Schumpeter, segn la cual elproblema de la construccin democrtica debera ser derivado de los problemasenfrentados en la construccin de la democracia en Europa durante el perodo deentreguerras. A partir de esta respuesta se funda lo que podramos llamar la concepcinhegemnica de la democracia. Los principales elementos de esta concepcin seranla contradiccin entre movilizacin e institucionalizacin (Huntington, 1968; Germani,1971); la valorizacin positiva de la apata poltica (Downs, 1956), una idea muyresaltada por Schumpeter, para quien el ciudadano comn no tena capacidad o interspoltico sino para escoger los lderes destinados a tomar las decisiones (1942: 269);la concentracin del debate democrtico en lo relativo a los diseos electorales delas democracias (Lijphart, 1984); el tratamiento del pluralismo como forma deincorporacin partidista y disputa entre las elites (Dahl, 1956; 1971) y la solucinminimalista para el problema de la participacin por la va de la discusin de las

    escalas y de la complejidad (Bobbio, 1986; Dahl, 1991). Todos estos elementos quepodran ser sealados como constituyentes de una concepcinhegemnica de la

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    democracia, no consiguen enfrentar adecuadamente el problema de la calidad desta, el cual resurge con la llamada tercera oleada de democratizacin. Cuanto msse insiste en la frmula clsica de la democracia de baja intensidad, menos se consigueexplicar la paradoja de que la extensin de la democracia haya trado consigo unaenorme degradacin de las prcticas democrticas.

    Adems, la expansin global de la democracia liberal coincidi con una gravecrisis de sta en los pases centrales en los que ms se haba consolidado; crisis quequed conocida como la de la doble patologa: la patologa de la participacin, sobretodo si se considera el aumento dramtico del abstencionismo; y la patologa de larepresentacin, marcada por el hecho de que los ciudadanos se consideran cada vezmenos representados por aquellos a quienes eligieron. Al mismo tiempo, el final de

    la guerra fra y la intensificacin de los procesos de globalizacin implicaron unareevaluacin del problema de la homogeneidad de la prctica democrtica.

    Las variantes en la prctica democrtica adquieren mayor inters para el debatedemocrtico actual, haciendo una ruptura con las adjetivaciones propias del debatepoltico del perodo de la guerra fra democracias populares versus democraciasliberales. Paradjicamente, el proceso de globalizacin3 suscita, al mismo tiempo,un nuevo nfasis en la democracia local y en las modalidades de la forma democrticadentro del Estado nacional, permitiendo la recuperacin de tradiciones participativasen pases como el Brasil, la India, Mozambique y frica del Sur, para restringirnosslo a los pases estudiados en este proyecto. Podemos, por lo tanto, identificar unatriple crisis respecto a la explicacin democrtica tradicional: hay, en primer lugar,una crisis del marco estructural de explicacin de la posibilidad democrtica (Moore,1966); hay, en segundo lugar, una crisis de la explicacin homogeneizante sobre laforma de la democracia que emergi como resultado de los debates del perodo deentreguerras (Schumpeter, 1942); y hay, en tercer lugar, una nueva propensin aexaminar la democracia local y la posibilidad de diversas variantes dentro de losEstados nacionales, a partir de la recuperacin de tradiciones participativas novisibilizadas en el proceso de construccin de identidades nacionales homogneas(Anderson, 1991).

    En esta introduccin, pretendemos avanzar mostrando que el debate sobre lademocracia a lo largo del siglo XX qued limitado a dos formas complementarias de

    3 Santos, 2002.

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    hegemona4: una, se basa en el supuesto de que la solucin del debate europeo delperodo de entre guerras fue el abandono del papel de la movilizacin social y de laaccin colectiva en la construccin democrtica (Huntington, 1969); la otra, partedel supuesto de que la solucin elitista para el debate sobre la democracia, con lasobre valoracin del papel de los mecanismos de representacin, puede serhegemnica, descartando la idea de que dichos mecanismos de representacin debenser combinados con mecanismos societarios de participacin (Manin, 1997). En losdos casos la forma hegemnica de la democracia, la democracia representativa elitista,propone extender al resto del mundo el modelo de democracia liberal representativavigente en las sociedades del hemisferio norte, ignorando las experiencias y lasdiscusiones provenientes de los pases del sur en el debate sobre la democracia. A

    partir de una reconstruccin del debate sobre la democracia de la segunda mitad delsiglo XX, pretendemos proponer un itinerario contrahegemnico para el debate sobrela democracia, rescatando lo que qued de l en las entrelneas.

    La concepcin hegemnica de la democracia en la segunda mitad del siglo XX

    El debate sobre la democracia en la primera mitad del siglo XX estuvo marcadopor el enfrentamiento entre dos concepciones de mundo y su relacin con el procesode modernizacin de Occidente. De un lado, la concepcin que C.B. MacPhersonbautiz de liberal democracia (MacPherson, 1966) y, de otro lado, la concepcinmarxista de democracia, que entenda la autodeterminacin en el mundo del trabajocomo el centro del ejercicio de la soberana por parte de los ciudadanos, entendidosstos como individuos productores (Pateman, 1970). De este enfrentamiento surgieronlas concepciones hegemnicas de la teora sobre la democracia, las cuales tuvieronvigencia a partir de la segunda mitad del siglo XX. Estas dos concepciones serelacionan con las respuestas dadas a interrogantes sobre tres aspectos: la relacinentre procedimiento y forma, el papel de la burocracia en la vida democrtica, lainevitabilidad de la representacin en las democracias de gran escala. Permtanmeexaminar en detalle cada una de las respuestas a estos interrogantes.

    4 Estamos entendiendo el concepto de hegemona como la capacidad econmica, poltica, moral e intelectual deestablecer una direccin dominante en la forma de abordaje de una determinada problemtica, en este caso, lademocrtica. Entendemos, tambin, que todo proceso hegemnico produce un proceso contrahegemnico en el

    interior del cual son elaboradas formas econmicas, polticas y morales alternativas. En el caso del debateactual sobre la democracia esto implica una concepcin hegemnica y una concepcin contrahegemnica dedemocracia. Para el concepto de hegemona ver Gramsci (1973).

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    El interrogante de la democracia como forma y no como sustancia fue la respuestadada por la teora democrtica hegemnica a las crticas hechas por la teora marxistaa la democracia (Marx, 1871; Lenin, 1917). Hans Kelsen formul este interroganteen trminos neokantianos hacia la primera mitad del siglo XX. Para l, el puntocentral era criticar la idea de la democracia como un conjunto preciso de valores,como una forma nica de organizacin poltica:

    Quien considera inaccesibles al conocimiento humano la verdad absoluta y losvalores absolutos debe considerar posible no slo la propia opinin, sino tambinla opinin ajena. Por eso, el relativismo es la concepcin del mundo supuestapor la idea de democracia... la democracia da a cada conviccin poltica la mismaposibilidad de expresarse y de buscar el nimo de los hombres a travs de lalibre competencia. Por esto, el procedimiento dialctico adoptado por la asambleapopular o por el parlamento en la creacin de normas, procedimiento que sedesarrolla a travs de discursos y rplicas, fue oportunamente conocido comodemocrtico (Kelsen, 1929: 105-6).

    En su primera formulacin el procedimentalismo kelsiano intent articularrelativismo moral con mtodos para la resolucin de divergencias, mtodos quepasaban por el parlamento as como por formas de expresin ms directas (Kelsen,1929: 142). En este relativismo moral se anunciaba la reduccin del problema de lalegitimidad al problema de la legalidad, una reduccin que Kelsen extrajo de unalectura incorrecta de Weber. Correspondi a dos autores, Joseph Schumpeter yNorberto Bobbio, durante el perodo de entreguerras y en la inmediata posguerra,transformar el elemento procedimentalista de la doctrina kelsiana de democracia en

    una forma de elitismo democrtico.Schumpeter toma como punto de partida para su reflexin el mismo elementoque desencadena la reflexin poltica en Bobbio: el cuestionamiento de la idea deuna soberana popular fuerte, la cual es asociada a un contenido de sociedad propuestopor la doctrina marxista. Schumpeter critica este elemento al colocar en su clsicolibroCapitalismo, socialismo y democracia,la siguiente pregunta. Es posible queel pueblo gobierne? La respuesta dada por Schumpeter al interrogante es clara yabarca un desarrollo del argumento procedimentalista. Para l, no podemos pensaren la soberana popular como un posicionamiento racional por parte de la poblacino de cada individuo sobre un asunto determinado. Por lo tanto, el elementoprocedimental de la democracia ya no es ms la forma como el proceso de la toma dedecisiones remite a la soberana popular. Para Schumpeter, el proceso democrtico

    es justamente lo contrario: un mtodo poltico, esto es, un cierto tipo de concertacininstitucional para llegar a decisiones polticas y administrativas (Schumpeter, 1942:

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    242). De este modo, Schumpeter retoma una preocupacin procedimental con lasreglas para la toma de decisiones y la transforma en un mtodo para la constitucinde gobiernos. El motivo por el cual la participacin es excluida de este proceso nohace parte de la argumentacin procedimental y s de una teora de la sociedad demasas que Schumpeter introduce, de contrabando, dentro de la discusinprocedimental5.

    Norberto Bobbio da el paso siguiente al transformar el procedimentalismo enreglas para la formacin del gobierno representativo. Para l, la democracia estconstituida por un conjunto de reglas para la formacin de mayoras, entre las cualesvaldra la pena destacar el peso igual de los votos y la ausencia de distincioneseconmicas, sociales, religiosas y tnicas en la constitucin del electorado (Bobbio,

    1979). Vale la pena, por lo tanto, anotar que la primera va de afirmacin de laconcepcin hegemnica de democracia en la posguerra, es una va que lleva delpluralismo valorativo a la reduccin de la soberana y, a su vez, al desplazamiento deuna discusin amplia en torno a las reglas del juego democrtico hacia la identificacinde la democracia con las reglas del proceso electoral. En ningn momento quedaclaro en el itinerario que va de Kelsen a Schumpeter y Bobbio por qu elprocedimentalismo no comporta formas ampliadas de democracia6. Por el contrario,la reduccin del procedimentalismo a un proceso de elecciones de elites parece unpostulado ad hoc de la teora hegemnica de la democracia, incapaz de dar unasolucin convincente a dos aspectos fundamentales: el interrogante sobre si laselecciones agotan los procedimientos de autorizacin por parte de los ciudadanos yel interrogante sobre si los procedimientos de representacin agotan los asuntosreferentes a la representacin de la diferencia. Volveremos a estos puntos ms adelanteal discutir las nuevas formas de procedimentalismo participativo que emergieron enlos pases del sur.

    5 La doctrina schumpeteriana de la democracia adopta el argumento de la manipulacin de los individuos en lassociedades de masas. Para Schumpeter, los individuos en la poltica ceden a impulsos irracionales y extraracionales y actan de manera casi infantil al tomar decisiones (Schumpeter, 1942: 257). Schumpeter jamsbusc diferenciar grandes movilizaciones de masas de formas de accin colectiva lo cual hace su argumento,sobre la generalidad de la manipulacin de masas en la poltica, extremadamente frgil. Para una crtica, verMelucci, 1996; Avritzer, 1996. la vulnerabilidad del argumento schumpeteriano no impidi que ste fueseampliamente utilizado por las concepciones hegemnicas de la democracia.

    6 Bobbio analiza, de forma diferente a Schumpeter, los motivos por los cuales la participacin de los individuos

    en la poltica se volvi indeseable. Para l, el elemento central que inhibira la participacin es el aumento de lacomplejidad social en las democracias contemporneas. (Ver Bobbio, 1986). El argumento de la complejidad,as como sus limitaciones ser discutido ms adelante.

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    Una segunda discusin central en la consolidacin de la concepcin hegemnicade democracia, fue la relacionada con la forma como la burocracia y suindispensabilidad lleg a situarse en el centro de la teora sobre la democracia. Elorigen de este debate tambin remite al perodo de entreguerras y a la discusin entreliberalismo y teora marxista. Max Weber inaugur esta lnea de cuestionamientosobre la teora clsica de la democracia, al situar en el debate democrtico decomienzos del siglo, la inevitabilidad de la prdida de control sobre el proceso dedecisin poltica y econmica por parte de los ciudadanos y su creciente control porformas de organizacin burocrtica. El motivo principal por el cual la concepcin deRousseau de una gestin participativa no fue la que preponder, se debi a laemergencia de formas complejas de administracin estatal que llevaron a la

    consolidacin de burocracias especializadas en la mayor parte de los escenariosadministrados por el Estado moderno. Para Weber, la separacin del trabajador delos medios materiales de produccin, destruccin, administracin, investigacinacadmica y finanzas en general es la base comn del Estado moderno, en sus esferaspoltica, cultural y militar (Weber, 1978, II:1394). El aporte de Weber, que est endilogo directo con las formulaciones de Marx enLa guerra civil en Francia, es unintento de mostrar que el surgimiento de la burocracia en el transcurso de laorganizacin de clase de la sociedad capitalista, no es un fenmeno restringido a laesfera de la produccin material.

    Para Weber, la burocracia est ligada al surgimiento y desarrollo del Estadomoderno, y la separacin entre trabajadores y medios de produccin constituye unfenmeno general que abarca no slo a los trabajadores sino tambin a los militares,los investigadores cientficos y todos los individuos involucrados en actividadescomplejas en el campo de la economa y del Estado. Weber, no obstante, no tena laintencin de asociar realismo sociolgico con aspiracin poltica. Por el contrario,para Weber el fenmeno de la complejidad traa problemas para el funcionamientode la democracia en la medida en que creaba una tensin entre soberana creciente,en el caso del control de los gobiernos por los gobernados, y soberana decreciente,en el caso del control de los gobernados por la burocracia. De ah el pesimismo deWeber ante la doble emergencia de la jaula de hierro del mundo administrado ydel peligro de acciones emotivo pasionales instigadoras de nuevos poderescarismticos.

    A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, la discusin sobre la complejidad y

    la inevitabilidad de la burocracia se fue fortaleciendo a medida que las funciones delEstado fueron creciendo con la institucin del welfare state en los pases europeos

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    (Esping-Anderson, 1990; Shonfield, 1984). Con el crecimiento de las funciones delEstado ligadas al bienestar social, la discusin sobre el crecimiento de la burocraciafue cambiando de tono y adquiriendo una connotacin positiva (la obra de MichelFoucault es una de las excepciones). En el campo de la teora democrtica, NorbertoBobbio fue, una vez ms, el que sintetiz el cambio de perspectiva con relacin a ladesconfianza weberiana en el aumento de la capacidad de control de la burocraciasobre el individuo moderno. Para Bobbio,

    a medida que las sociedades pasaron de una economa familiar hacia una economade mercado, de una economa de mercado hacia una economa protegida, reguladay planificada, aumentaron los problemas polticos que requieren competenciastcnicas. Los problemas tcnicos exigen, por su parte, expertos, especialistas...Tecnocracia y democracia son antitticas: si el protagonista de la sociedadindustrial es el especialista, imposible que lo sea el ciudadano comn(Bobbio,1986: 33-34).

    Bobbio radicaliza el argumento weberiano al afirmar que el ciudadano, al optarpor la sociedad de consumo de masas y por el Estado de Bienestar Social, sabe queest renunciando al control sobre las actividades polticas y econmicas por l ejercidasa favor de las burocracias privadas y pblicas. Sin embargo, existe un interroganteque no parece resuelto por los tericos que abogan por la substitucin de losmecanismos de ejercicio de la soberana por parte de los ciudadanos, a favor delaumento del control de la burocracia sobre la poltica. Se trata del escepticismo sobrela capacidad que tienen las formas burocrticas de gestin de sortear la creatividad yabsorber el conjunto de las informaciones involucradas en la gestin pblica

    (Domingues, 1997; Fung, 2002). Las formas burocrticas descritas por Weber yBobbio son monocrticas en la forma como gerencian el personal administrativo yen la forma como abogan por una solucin homogeneizante para los problemasenfrentados en cada jurisdiccin. En otras palabras, la concepcin tradicional degestin burocrtica aboga por una solucin homognea para cada problema, paracada nivel de la gestin administrativa, dentro de una jurisdiccin administrativa.Mientras tanto, los problemas administrativos exigen cada vez ms soluciones pluralesen las cuales la coordinacin de grupos distintos y de soluciones diferentes ocurrendentro de una misma jurisdiccin (Sabel, 1997). El conocimiento detentado por losactores sociales pasa a ser un elemento central no apropiable por las burocracias parala solucin de problemas de gestin. Al mismo tiempo, cada vez es ms claro que lasburocracias centralizadas no estn en condicin de agregar o lidiar con el conjuntode las informaciones necesarias para la ejecucin de polticas complejas en las reas

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    social, ambiental o cultural (Sabel et al., 1999). Ah residira el motivo de la reinsercinen el debate democrtico de las llamadas concertaciones participativas.

    Hay adems un tercer elemento constituyente de la concepcin hegemnica sobrela democracia, el de la percepcin de la representatividad como la nica solucinposible en las democracias de gran escala al problema referido a la autorizacin.Robert Dahl fue uno de los autores de la posguerra que defendi esta posicin conmayor nfasis. Para l,

    cuanto menor sea una unidad democrtica mayor ser el potencial para laparticipacin ciudadana y ser menor para los ciudadanos la necesidad de delegarlas decisiones de gobierno en sus representantes. Cuanto mayor sea la unidad,mayor ser la capacidad para lidiar con problemas relevantes para los ciudadanosy mayor ser la necesidad de los ciudadanos de delegar la toma de decisiones ensus representantes (Dahl, 1998: 110).

    La justificacin de la representacin por la teora hegemnica de la democraciase basa en el asunto de la autorizacin. Dos tipos principales de pilares fundamentanel argumento de la autorizacin: el primer pilar se relaciona con el problema delconsenso de los representantes y surgi dentro de la teora democrtica clsica enoposicin a las formas de rotacin en el proceso de toma de decisin propias de lasformas de democracia directa (Manin, 1997). De acuerdo con esta concepcin, elejercicio directo de la gestin propio de las antiguas ciudades estado o de las repblicasitalianas, involucraba la falta de autorizacin, la cual era sustituida por la idea deligual derecho a la ocupacin de los cargos de decisin poltica. A medida que la ideadel consenso surge en los debates sobre una teora racional de la poltica, la rotacin

    propia de las formas republicanas de decisin, deja de tener sentido y es substituidopor la idea del consenso7, es decir, por algn mecanismo racional de autorizacin.

    La segunda forma de justificacin con relacin al asunto de la representacin,remite a Stuart Mill y al interrogante sobre la capacidad que tienen las formas derepresentacin de expresar las distribuciones de las opiniones en la sociedad. Para

    7 Es posible, al mismo tiempo, percibir que la explicacin sobre el asunto del consenso por la teora hegemnicade la democracia deja que desear (Manin, 1997). Para la teora hegemnica el problema del consenso adquiererelevancia en el acto de constitucin de los gobiernos. Por su parte, el acto de constitucin de los gobiernos esun acto de agregacin de mayoras y difcilmente lleva a consensos con relacin a las cuestiones de la identidady de la rendicin de cuentas de los gobernantes. Por lo tanto, si la explicacin para el abandono del sistema derotacin de posiciones administrativas parece ser correcta, no conduce de ninguna manera al reconocimiento de

    la superioridad de las formas de representacin con relacin a las formas de participacin. Ella apenas apuntahacia la necesidad de un fundamento diferente para la participacin, en este caso, el consenso con relacin a lasreglas de la participacin.

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    Mill, la asamblea constituye una miniatura del electorado y toda asamblearepresentativa es capaz de expresar las tendencias dominantes del electorado. Talabordaje llev a que la concepcin hegemnica de democracia se centrara en el papelde los sistemas electorales en la representacin del electorado (Lipjart, 1984). Laconcepcin hegemnica de la democracia, al abordar el problema de la representacin,ligndolo exclusivamente al problema del tipo de escalas, ignora que la representacinenvuelve por lo menos tres dimensiones: la de la autorizacin, la de la identidad y lade la rendicin de cuentas (esta ltima introducida de manera reciente en el debatedemocrtico). Si es verdad que la autorizacin va representacin facilita el ejerciciode la democracia en escala ampliada, como argumenta Dahl, tambin es verdad quela representacin dificulta la solucin de los otros dos interrogantes: el de la rendicin

    de cuentas y el de la representacin de mltiples identidades. La representacin nogarantiza por el mtodo de la toma de decisiones por mayora el que identidadesminoritarias tengan la expresin adecuada en el parlamento; la representacin aldiluir la rendicin de cuentas en un proceso de representacin del representante,dentro de un conjunto de asuntos, tambin dificulta la desagregacin del proceso derendicin de cuentas (Arato, 2000; Przeworski et al., 1999: 32). De este modo,llegamos a una tercera limitacin de la teora democrtica hegemnica: larepresentacin de agendas e identidades especficas. Volveremos a este punto en laparte final de esta introduccin.

    Es posible, por lo tanto, percibir que la teora hegemnica de la democracia, enel momento en que se reabre el debate democrtico al final de la guerra fra y laprofundizacin del proceso de globalizacin, enfrenta un conjunto de interrogantesno resuelto que remite al debate entre democracia representativa y democraciaparticipativa. Este conjunto de interrogantes es ms acuciante en aquellos pases enlos cuales existe mayor diversidad tnica; entre aquellos grupos que tienen mayordificultad para tener sus derechos reconocidos (Benhabib, 1996, Young, 2000); enlos pases en los cuales el asunto de la diversidad de intereses choca con elparticularismo de las elites econmicas (Boron, 1994). En la seccin siguiente,intentaremos recuperar aquello que denominaremos una concepcin no hegemnicade la democracia, intentando mostrar como los problemas sealados en esta seccinpueden ser articulados apartir de una ptica diferente.

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    Las concepciones no hegemnicas de democracia en la segunda mitad del siglo XX

    El perodo de la posguerra no asisti slo a la formacin y consolidacin delelitismo democrtico. Simultneo con la formacin de una concepcin hegemnicade democracia como prctica restringida de legitimacin de los gobiernos, surgitambin, en el perodo de la posguerra, un conjunto de concepciones alternativas quepodramos denominar contrahegemnicas. La mayora de estas concepciones norompi con el procedimentalismo kelseniano. Ellas mantuvieron la respuestaprocedimental al problema de la democracia, vinculando procedimiento con formade vida y entendiendo la democracia como forma de perfeccionamiento de laconvivencia humana. De acuerdo con esta concepcin, que puede ser encontrada enla obra de autores como Lefort, Castoriadis y Habermas, en los pases del norte,

    (Lefort, 1986; Castoriadis, 1986; Habermas, 1984; Habermas, 1995) y Lechner, Nuny Born en los pases del sur (Lechner, 1988; Born, 1994; Nun, 2000) la democraciaes una gramtica de organizacin de la sociedad y de la relacin entre el Estado y lasociedad: As la democracia se revela como la sociedad histrica por excelencia, lasociedad que por su forma acoge y preserva la indeterminacin en contraste notablecon el totalitarismo que, edificndose bajo el signo de la creacin del nuevo hombrese agencia, en la realidad, contra esa indeterminacin (Lefort, 1986: 31).

    Es posible, por lo tanto, ver que la preocupacin que est en el origen de lasconcepciones no hegemnicas de democracia es la misma que est en el de laconcepcin hegemnica pero con una respuesta diferente. Se trata de negar lasconcepciones sustantivas sobre la razn y las formas homogeneizadoras deorganizacin de la sociedad, reconociendo la pluralidad humana. Sin embargo, elreconocimiento de la pluralidad humana se da no slo a partir de la suspensin de laidea de bien comn, como proponen Schumpeter, Downs y Bobbio, sino a partir dedos criterios diferentes: el nfasis en la creacin de una nueva gramtica social ycultural y el entendimiento de la innovacin social articulada con la innovacininstitucional, es decir, con la bsqueda de una nueva institucionalidad de lademocracia. A continuacin desarrollaremos estos dos aspectos.

    El problema de la democracia en las concepciones no hegemnicas estestrechamente ligado al reconocimiento de que la democracia es un mero accidenteo una simple obra de ingeniera institucional. La democracia constituye una nuevagramtica histrica. No se trata en ese caso, como en Barringron Moore, de pensarlas determinaciones estructurales para la constitucin de esta nueva gramtica. Se

    trata de percibir que la democracia es una forma sociohistrica y que tales formas noson determinadas por cualquier tipo de leyes naturales. Explorando esto Castoriadis

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    aporta elementos crticos sobre la concepcin hegemnica de democracia: algunospiensan hoy que la democracia o la investigacin racional son autoevidentes,proyectando de manera ingenua la excepcional situacin de su propia sociedad haciala historia en su conjunto (Castoriadis, 1986: 274). La democracia, en este sentido,siempre implica ruptura con tradiciones establecidas y, por lo tanto, la tentativa deinstituir nuevas determinaciones, nuevas normas y nuevas leyes. Es esa laindeterminacin producida por la gramtica democrtica y no slo la indeterminacinde no saber quien ser el nuevo ocupante de una posicin de poder8.

    Pensar la democracia como ruptura positiva en la trayectoria de una sociedadimplica abordar los elementos culturales de esa misma sociedad. Una vez ms, seabre aqu el espacio para discutir el procedimentalismo y sus dimensiones societarias.

    Dentro de las teoras contrahegemnicas, Jurgen Habermas abri espacio para que elprocedimentalismo fuera pensado como prctica social y no como mtodo deconstitucin de gobiernos. Habermas ampli el procedimentalismo, reintroduciendola dimensin social, originalmente resaltada por Kelsen, al proponer dos elementosen el debate democrtico contemporneo: en primer lugar, una condicin de publicidadcapaz de generar una gramtica societaria. Para Habermas, la esfera pblica es unespacio en el cual individuos mujeres, negros, trabajadores, minorasraciales pueden problematizar en pblico9 una condicin de desigualdad en laesfera privada. Las acciones en pblico de los individuos les permiten cuestionar suexclusin de concertaciones polticas a travs de un principio de deliberacin societariaque Habermas denomina principio D. Apenas son vlidas aquellas normas-accionesque cuentan con el asentimiento de todos los individuos participantes de un discursoracional (Habermas, 1995).

    Al postular un principio de deliberacin amplio, Habermas sita en el coraznde la discusin democrtica el procedimentalismo social y participativo, estableciendo

    8 Entre los autores del campo hegemnico, Adam Przeworski fue el que ms destac el problema de laindeterminacin de resultados en la democracia. Para l, la democratizacin es el proceso de someter todos losintereses a la competicin de la incertidumbre institucionalizada (Przeworski, 1984: 37). A su vez, laincertidumbre institucionalizada para Przeworski es la incertidumbre de quien ocupar posiciones en el poderen una situacin de democratizacin y si ese resultado podr ser revertido o no. El concepto de democracia conel cual trabajamos aqu implica un nivel superior de indeterminacin, en la medida en que implica la posibilidadde la invencin de una nueva gramtica democrtica.

    9 La posicin de Habermas, no obstante, tiende a concentrarse en una propuesta de democracia para ciertos

    grupos sociales y para los pases del norte. Criticado por las limitaciones de su concepcin de pblico (Fraser,1995; Santos, 1995: 512; Avritzer, 2002), Habermas parece haber hecho un esfuerzo slo en el sentido de laintegracin de actores sociales de los pases del Norte. Ver Habermas, 1992.

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    una articulacin con la va que condujo de Kelsen a Schumpeter y Bobbio. De acuerdocon esa concepcin, el procedimentalismo tienen origen en la pluralidad de las formasde vida existentes en las sociedades contemporneas. Para ser plural, la poltica tieneque contar con el consentimiento de los actores en procesos racionales de discusiny deliberacin. Por lo tanto, el procedimentalismo democrtico no puede ser, comosupone Bobbio, un mtodo de autorizacin de gobiernos. l tiene que ser, como lomuestra Joshua Cohen, una forma de ejercicio colectivo del poder poltico cuya basesea un proceso libre de presentacin de razones entre iguales (Cohen, 1997: 412). Deeste modo, la recuperacin de un discurso argumentativo (Santos, 2000) asociado alhecho bsico del pluralismo y a las diferentes experiencias, es parte de la reconexinentre procedimentalismo y participacin. En ese caso, se muestran bastante

    insuficientes los procedimientos de agregacin propios a la democracia representativay se visibilizan las experiencias de procedimentalismo participativo de pases delsur, como el presupuesto participativo en el Brasil o la experiencia de los Panchayatsen la India.

    El segundo elemento importante de discusin se relaciona con el papel de losmovimientos sociales en la institucionalizacin de la diversidad cultural. Este aspecto,que ya haba sido anticipado en la crtica a la teora hegemnica hecha por Lefort yCastoriadis, va aparecer ms claramente en el debate democrtico a partir de la teorade los movimientos sociales. Partiendo de Williams (1981), para quien la culturaconstituye una dimensin de todas las instituciones econmicas, sociales ypolticas, diversos autores pasaron a sostener, en el campo de la teora de losmovimientos sociales, el hecho de que la poltica involucra una disputa sobre unconjunto de significaciones culturales. Esta disputa llev a una ampliacin del campode lo poltico en el cual ocurrira una disputa por la resignificacin de las prcticas(lvarez, Dagnino y Escobar, 1998). Los movimientos sociales estaran insertos enmovimientos por la ampliacin de lo poltico, por la transformacin de prcticasdominantes, por el aumento de la ciudadana y por la insercin en la poltica deactores sociales excluidos. Esta literatura sobre la resignificacin de las prcticasdemocrticas tuvo gran impacto en la discusin democrtica en Amrica Latina, dondefue asociada al problema de la transformacin de la gramtica social. Lechner afirma,con relacin a los procesos de democratizacin en curso, que

    en Amrica Latina, la actual revalorizacin de los procedimientos e institucionesformales de la democracia no puede apoyarse en hbitos establecidos y normas

    reconocidas por todos. No se trata de restaurar normas regulativas pero s decrear aquellas constitutivas de la actividad poltica: la transicin exige laelaboracin de una nueva gramtica (Lechner, 1988: 32).

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    As, en el caso de diversos pases del sur, la redemocratizacin no pas por eldesafo de lmites estructurales de la democracia, como lo supona la discusin sobrela democracia en los aos 60. Lo que la democratizacin hizo fue, al insertar nuevosactores en la escena poltica, instaurar una disputa por el significado de la democraciay por la constitucin de una nueva gramtica social. Al generar este tipo de disputa,la extensin de la democracia que comenz en el sur de Europa en los aos 70 y llega Amrica Latina en los aos 80, coloc en la agenda de la discusin sobre lademocracia los tres asuntos discutidos anteriormente.

    En primer lugar, trajo al debate democrtico el interrogante sobre la relacinentre procedimiento y participacin social. Debido a la gran participacin de losmovimientos sociales en los procesos de democratizacin en los pases del sur,

    especialmente en los pases de Amrica Latina (Escobar y Alvarez, 1992; Alvarez,Dagnino y Escobar, 1998; Doimo, 1995; Jelin y Herschberg, 1996; Avritzer, 2002),el problema de la constitucin de una gramtica social capaz de cambiar las relacionesde gnero, de raza, de etnia y lo relacionado con la apropiacin privada de los recursospblicos, puso al orden del da la necesidad de una nueva gramtica social y unanueva forma de relacin entre el Estado y la sociedad. Esta gramtica implic laintroduccin del experimentalismo en la propia esfera del Estado, transformando elEstado en un novsimo movimiento social (Santos, 1998: 59-74).

    En segundo lugar, el aumento de la participacin social tambin llev a unaredefinicin sobre la adecuacin de la solucin no participativa y burocrtica en elplano local, resituando el problema de las escalas dentro del debate democrtico. Lamayor parte de las experiencias participativas en los pases recin democratizadosdel sur tienen xito slo con relacin a la capacidad de los actores sociales de transferirprcticas e informaciones del plano social hacia el administrativo. Al mismo tiempo,las innovaciones institucionales que parecen exitosas en los pases del sur, estnrelacionadas con lo que Castoriadis denomina la instauracin de un nuevo eidos, esdecir, de una nueva determinacin poltica basada en la creatividad de los actoressociales.

    En tercer lugar, est el problema de la relacin entre representacin y diversidadcultural y social. A medida que aumenta el nmero de los actores involucrados en lapoltica, la diversidad tnica y cultural de los actores sociales, as como los interesesimplicados en las concertaciones polticas, pierde credibilidad el argumento de S.Mill sobre la representatividad. Los grupos ms vulnerables socialmente, los sectores

    sociales menos favorecidos y las etnias minoritarias no consiguen que sus interesessean representados en el sistema poltico con la misma facilidad que los sectores

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    mayoritarios o econmicamente ms prsperos. Al mismo tiempo, formas derelativizacin de la representatividad (Young, 2000) o de articulacin entre lademocracia representativa y la democracia participativa (Santos, 1998), parecen mspromisorias en la defensa de intereses e identidades subalternas. Por estas razones, lademocracia participativa es considerada en este proyecto de investigacin uno de loscinco grandes campos sociales y polticos en los cuales est siendo reinventada laemancipacin social a comienzos del nuevo siglo. En la prxima seccinpresentaremos una sntesis de los casos estudiados en este proyecto.

    Democracia participativa en el sur en el siglo XXI

    La reinvencin de la democracia participativa en los pases del sur est

    ntimamente ligada a los recientes procesos de democratizacin por los cuales pasaronestos pases. Estamos tratando, por lo tanto, de pases que dentro de la lgicahegemnica posterior a la Segunda Guerra Mundial no estuvieron en el llamadocampo democrtico. A pesar de que la guerra haba terminado con la derrota delfascismo, este sistema de gobierno continu predominando en el sur de Europa hastalos aos 70, especialmente en Portugal, en donde se mantuvo durante 48 aos. Hasta1975 Mozambique vivi bajo el yugo colonial y frica del Sur, hasta el final de ladcada de 1980, bajo el rgimen del apartheid. Brasil y Colombia son pases queestuvieron, aunque muy ambiguamente, por algn tiempo en el campo democrtico:el Brasil, alternando perodos autoritarios y perodos democrticos hasta 1985 yColombia, viviendo, desde los aos 60, una democracia truncada por sucesivos estadosde emergencia y por la guerra civil. La excepcin es la India, el nico de los pasesestudiados que permaneci democrtico durante todo el perodo, interrumpidosolamente por la declaracin del estado de emergencia en 1977. An as, fue slocon la llamada tercera oleada de democratizacin que fueron posibles experienciasparticipativas como la de Kerala.

    Todos los pases incluidos en este proyecto pasaron por procesos de transicin ode ampliacin democrtica a partir de los aos 70. Portugal fue uno de los pases porlos cuales se inici la llamada tercera oleada de democratizacin en los aos 70.Brasil y frica del Sur fueron pases alcanzados por la oleada de democratizacin enlos aos 80 y 90, al igual que sucedi con Mozambique, despus de haber pasado porla experiencia revolucionaria y socialista en la primera dcada posterior a laindependencia. Colombia sigui una va diferente: a pesar de no haber tenido un

    rgimen militar autoritario, al contrario de lo que sucedi con la mayora de los otrospases de Amrica Latina, este pas realiz a comienzos de los aos 90 un amplio

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    esfuerzo de negociacin social que result en una nueva constitucin y una ley departicipacin ciudadana. La India puede ser considerada, entre los pases del Sur,como el de mayor continuidad democrtica, aunque algunos de los importantesprocesos de democracia participativa en el pas estn ligados a la descentralizacin ylas tradiciones de participacin diferenciada en el plano local, rescatadas de manerareciente.

    En todos los casos, junto con la ampliacin de la democracia o su restauracin,hubo tambin un proceso de redefinicin del significado cultural o de la gramticasocial vigente. As, todos los casos de democracia participativa estudiados comienzanintentando disputar el significado de determinadas prcticas polticas, de ampliacinde la gramtica social y de la incorporacin de nuevos actores o de nuevos temas a la

    poltica. En el caso de Portugal, Arriscado y Serra muestran como, durante la crisisrevolucionaria por la que pas el pas despus la cada del rgimen autoritario, elSaal, redefini la idea de derechos y condiciones de vivienda creando el llamadoderecho al lugar. Durante el proceso brasilero de democratizacin y de constitucinde actores comunitarios surgi de manera semejante la idea del derecho a tenerderechos (Sader, 1988; Dagnino, 1994) como parte de la redefinicin de los nuevosactores sociales. La misma redefinicin se detecta en muchos de los casos citados eneste volumen: en el caso de la marcha de los cocaleros (campesinos plantadores yrecolectores de coca) en Colombia, Ramrez muestra que la lucha contra la fumigacinde las plantaciones de coca expresa un intento de los campesinos en la reginamaznica de alcanzar, en un contexto marcado por la violencia externa, elreconocimiento de una identidad alternativa a la construida por el Estado.Considerados por el Estado como narcotraficantes y simpatizantes de la guerrilla,estos campesinos reivindican ser reconocidos como actores sociales independientesy ciudadanos del pas y de Putumayo, identificando su condicin de ciudadano conuna poltica voluntaria de erradicacin de la coca a ser negociada con el gobierno deColombia. Clemencia Ramrez muestra como ese movimiento implic asociar laciudadana a una definicin de vnculo. Al demandar este reconocimiento se buscaconseguir una representacin frente al Estado como grupo diferenciado con voz paradecidir conjuntamente con l polticas sobre el bienestar de los habitantes dePutumayo. Adems, Uribe muestra como San Jos de Apartad, al crear el status decomunidad de paz, reivindica la legitimidad de una auto-representacin alternativaa la conferida tanto por el Estado como por los actores violentos (guerrilla y

    paramilitares).

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    Por su parte, Osorio muestra las diferentes estrategias de negociacin de lasmujeres mozambiqueas para insertarse en el juego poltico dominado por loshombres. Para ella, en el contexto de un Estado poscolonial, que intenta definirexternamente una identidad de la mujer moderna, surge la construccin social deuna identidad femenina que conduce a una apropiacin diferenciada de las finalidadesde la accin poltica, a pesar de que tanto hombres como mujeres hacen parte de lasmismas organizaciones polticas. Esta concepcin de identidad puede ser vista en loscasos de la India y de frica del Sur. D. L. Sheth muestra como la hegemona delmodelo de democracia liberal en la India no impidi la emergencia de movimientossociales animados de ideales participativos y de principios de solidaridad social,interpretados a la luz de una concepcin ghandiana de autogobierno(swaraj).

    Buhlungu muestra la pujanza de las nuevas formas de solidaridad y de identidad quesurgieron al final de la dcada de 1980 e inicios de la de 1990 a partir de la luchaantiapartheiden frica del Sur, protagonizadas por dos fuertes actores colectivos: elmovimiento cvico y el movimiento sindical.

    As, es posible mostrar que a pesar de las muchas diferencias entre los procesospolticos analizados, hay algo que los une, un rasgo comn que remite a la teoracontrahegemnica de la democracia: los actores que implantaron las experiencias dedemocracia participativa cuestionaron la identidad atribuida externamente por unEstado colonial o por un Estado autoritario y discriminador. Reivindicar derechos devivienda (Portugal), derechos a bienes pblicos distribuidos localmente (Brasil),derechos de participacin y de reivindicacin del reconocimiento de la diferencia(Colombia, India, frica del Sur y Mozambique), implica cuestionar una gramticasocial y estatal de exclusin y proponer, como alternativa, otra ms inclusiva.

    Lo que est en juego en estos procesos es la constitucin de un ideal participativoe incluyente como parte de los proyectos de liberacin del colonialismo India,frica del Sur y Mozambique o de democratizacin Portugal, Brasil yColombia. La India tuvo un movimiento por la independencia, muy influenciadopor la filosofa y la prctica de Gandhi, que postulaba la idea de un proyecto autnomode pas. Como afirma Sheth, tal movimiento de liberacin, en sus vertientes gandhiana,socialista y comunista, implic un amplio proyecto de incorporacin de las masashindes que condujo a una constitucin entendida no slo como un documento deorganizacin poltica, sino tambin como una agenda para la transformacin socialy poltica de una India independiente. Esta agenda inclua con fuerza la idea de la

    participacin y de la inclusin poltica de las castas tribales pobres y marginalizadas.Buhlungu nos muestra una agenda semejante en el caso de frica del Sur, ya que la

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    lucha contra el apartheid fue inspirada por el ideal participativo que reivindicsimultneamente la igualdad de la ciudadana y el reconocimiento de la diferencia.Para Buhlungu, cada movimiento emancipador inspira una visin de libertad o deliberacin que contiene, a su vez, la promesa de una forma de democracia participativae incluyente. En el caso de Mozambique la institucionalizacin de la democracialiberal ocurri sobre los escombros de una experiencia revolucionaria dominada porlos ideales de participacin, a pesar de que muchas veces fueron truncados, en laprctica, por el autoritarismo revolucionario y por la dominacin sexista. As, unrasgo comn a los movimientos pos-coloniales es la importancia de la democraciaparticipativa. Ella es importante, porque como dice Castoriadis, crea una normatividadpos-colonial imaginaria en la cual la democracia, como proyecto de inclusin social

    y de innovacin cultural, es el intento de instituir una nueva soberana democrtica.Por su parte, los procesos recientes de democratizacin incorporan este elemento

    de institucionalizacin de la participacin. En el caso del Brasil, durante el procesode democratizacin algunos movimientos comunitarios reivindicaron en diversasregiones del pas, en particular, en la ciudad de Porto Alegre, el derecho de participaren las decisiones en el plano local:

    Participar significa influir directamente en las decisiones y controlar las mismas(...) Si estamos en una nueva fase en el pas, es posible y es preciso que elmovimiento comunitario avance e influya directamente, presentando propuestas,discutidas y definidas por el movimiento sobre el presupuesto [pblico](Uampa,1986; Silva, 2001: 122).

    Esta pulsin participativa dio sus frutos, entre otros, en las experiencias delpresupuesto participativo analizadas por Santos y por Avritzer. En el caso de Portugal,la crisis revolucionaria cre una situacin poltica sui generis que Santos (1990),tomando como referencia la situacin en Rusia durante el perodo inmediatamenteanterior a la Revolucin de Octubre, caracteriz como dualidad de impotencias,una situacin de parlisis del Estado provocada por un vaco, tanto del poder burgus,como del poder obrero. Fue en este momento que florecieron las experiencias departicipacin popular, independientes o incluso hostiles con relacin al Estado enalgunos casos, negociando complementariedades con el Estado, entre otros, comofue el caso del Saal analizado por Arriscado y Serra. En el caso de Colombia, lanegociacin que condujo a la Constitucin de 1991 anim un amplio proceso departicipacin que condujo al mayor protagonismo y visibilidad poltica de los actores

    sociales. Entre ellos debe ser resaltado el movimiento indgena, que hace muchovena luchando por su reconocimiento. Uprimny y Villegas analizan el modo como

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    este reconocimiento tuvo lugar en el Tribunal Constitucional. En el tercer volumende esta coleccin el tema indgena ser tratado con mayores detalles.

    Las vulnerabilidades y ambigedades de la participacin

    En la seccin anterior intentamos mostrar como los procesos de liberacin y losprocesos de democratizacin parecen compartir un elemento comn: la percepcinde la posibilidad de innovacin entendida como participacin ampliada de actoressociales de diversos tipos en los procesos de toma de decisiones. En general, estosprocesos implican la inclusin de temticas hasta entonces ignoradas por el sistemapoltico, la redefinicin de identidades y vnculos y el aumento de la participacin,especialmente en el plano local.

    Estos procesos tienden a ser objeto de intensa disputa poltica. Como vimosantes, las sociedades capitalistas, sobre todo en los pases centrales, consolidaronuna concepcin hegemnica de democracia, la concepcin de la democracia liberalcon la cual procuraron estabilizar la tensin controlada entre democracia y capitalismo.Esta estabilizacin ocurri por dos vas: por la prioridad conferida a la acumulacinde capital con relacin a la redistribucin social10 y por la limitacin de la participacinciudadana, tanto individual como colectiva, con el objetivo de no sobrecargar elrgimen democrtico con demandas sociales que pueden colocar en peligro laprioridad de la acumulacin sobre la redistribucin. El recelo de la sobrecargademocrtica presidi las transformaciones que, a partir de la dcada de 1980, sedieron en la teora y en la prctica democrticas hegemnicas en los pases centrales,exportadas despus hacia la semiperiferia y periferia del sistema mundial. La idea dela sobrecarga democrtica haba sido formulada en 1975 en un informe de laComisin Trilateral preparado por Crozier, Huntington y Watanuki (1975). Segnestos autores, la sobrecarga fue causada por la inclusin poltica de grupos socialesanteriormente excluidos y por las demandas excesivas que hacan a la democracia.De este modo, podemos notar que en el momento en que por la va de ladescolonizacin o de la democratizacin fue colocado, por primera vez, el problemade la extensin de la democracia para los pases del sur, la concepcin hegemnicade la democracia teoriz el asunto de la nueva gramtica de inclusin social comoexceso de demandas. Bajo esta ptica, es fcil concluir que los procesos de

    10 Para algunos autores, esta prioridad est inscrita en la propia matriz del paradigma de la modernidad occidental,

    con su nfasis en la idea de progreso basado en el crecimiento econmico infinito, motivo por el cual estoocurri, aunque de maneras diferentes, tanto en las sociedades capitalistas como en las sociedades socialistasdel este europeo (Marramao, 1995).

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    intensificacin democrtica que hemos analizado tienden a ser contestadosfuertemente por las elites excluyentes, o elites metropolitanas, como son llamadaspor Sheth. Por ir en contra de intereses y concepciones hegemnicas, estos procesosson muchas veces combatidos frontalmente o descaracterizados por va de lacooptacin o de la integracin. En esto reside la vulnerabilidad y la ambigedad dela participacin presente en varios de los casos analizados en este volumen.

    La fragilidad institucionalizante de la participacin es patente en el casoportugus, una vez que el movimiento participativo en torno a la vivienda fuecuestionado cuando termin el corto perodo de crisis revolucionaria. Segn Arriscadoy Serra, a lo largo de los aos, la memoria oficial de la Revolucin busc apagaractivamente todos los episodios que, de alguna forma, apuntasen hacia la posibilidad

    de una forma alternativa de organizacin de la sociedad o de insercin de losciudadanos en el proceso poltico.

    En el caso de frica del Sur, Buhlungu muestra como, a medida que seinstitucionaliz el rgimen democrticopos-apartheid, el Estado, el sistema polticoy el propio CNA, que haba dinamizado todo el movimiento social en la dcada de1980, pasaron a desalentar y hasta desmovilizar la participacin popular que habasido tan importante en la derribada del apartheid, bajo el pretexto de que la democraciarepresentativa entonces instaurada, garantizaba una representacin adecuada de losdiferentes intereses sociales existentes.

    La vulnerabilidad de la participacin con respecto a su descaracterizacin, biensea por la cooptacin por grupos sociales superincludos, bien sea por la integracinen contextos institucionales que le retiran su potencial democrtico y detransformacin de las relaciones de poder, est bien ilustrada en varios de los casosanalizados. En Portugal, las formas de participacin ciudadana en los procesos deplaneamiento urbano o territorial, analizadas por Isabel Guerra, revelan como laparticipacin puede ser transformada en un proceso de control social organizadodesde arriba hacia abajo (top-down), en donde intereses y actores hegemnicosencuentran una nueva forma de prevalecer sobre intereses y actores subordinados,con menos capital poltico o de organizacin. Para evitar este peligro, Guerra proponela integracin de estas formas de participacin en procesos ms amplios de negociacinsocial en los cuales los diferentes intereses estn adecuadamente representados, unapropuesta que llama de una democracia de gestin hacia una democracia deproyecto.

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    Los casos colombianos analizados ilustran, igualmente, la vulnerabilidad y laambigedad de la participacin. Uprimny y Villegas muestran la incorporacin porparte de la Constitucin de 1991 de las fuerzas excluidas y oprimidas, comorepresentantes de grupos guerrilleros desmovilizados, indgenas y minoras religiosas,relativizando as la influencia de los dos partidos que haban dominado hasta entoncesel escenario poltico colombiano, los partidos liberal y conservador:

    En este contexto, el diagnstico de los delegados [a la asamblea constituyente]era el siguiente: la exclusin, la falta de participacin y la debilidad en laproteccin de los derechos humanos seran los factores bsicos de la crisiscolombiana. Tal diagnstico explicara algunas de las orientaciones ideolgicasde la Carta de 1991: la ampliacin de los mecanismos de participacin, la

    imposicin al Estado de deberes relativos a la justicia social y a la igualdad, laincorporacin de una gama de derechos y de mecanismos para su proteccin.

    No obstante, los autores sealan una contradiccin que perme desde el comienzolos intentos de creacin de un nuevo orden institucional ya que algunos actoressociales, tanto por parte del gobierno como de la oposicin, adoptaron una posturacontraria a la pacificacin del espacio poltico y a la ampliacin de la participacin yde los derechos. El estudio de Uprimny y Villegas se centra especficamente en elTribunal Constitucional creado en 1992. Para los autores, el caso colombiano delTribunal Constitucional muestra como la demanda por igualdad y justicia puededesplazarse del campo poltico hacia el campo jurdico, en una situacin dedesmovilizacin ciudadana:

    El desencanto de los colombianos por la poltica llev a que ciertos sectoresexijan del poder judicial respuestas a los problemas que en principio deberanser debatidos y resueltos, gracias a la movilizacin ciudadana, en las esferaspolticas. El fenmeno no es exclusivo de nuestro pas (Santos, 1995), pero en elcaso colombiano la debilidad de los mecanismos de representacin poltica esms profunda, lo que posibilit un protagonismo mayor del Tribunal.

    Tenemos, as, en el caso colombiano una doble dimensin: por un lado, comosealan los propios autores, Colombia tiene poca tradicin de movimientos sociales;y, por otro lado, muchos de los actores que dominaron la Asamblea Constituyente sedebilitaron en los aos posteriores. As, el caso colombiano aparece como un caso devulnerabilidad de la participacin en el cual un escenario de protagonismo judicialmuestra el impacto ambiguo de la accin judicial sobre los movimientos sociales.

    La vulnerabilidad de la participacin en un escenario de conflicto entre gramticassociales, es mostrada por Maria Teresa Uribe en un texto dramtico, en el cual seala

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    la contradiccin entre participacin, pacificacin del espacio poltico y guerra civil:se trata del caso de la comunidad de paz de San Jos de Apartad. Esta comunidaddecidi adoptar una estrategia comn de resistencia civil y desarmada contra laguerra y por el derecho de permanecer en su tierra, comprometindose, mediante unpacto pblico, a no involucrarse con actores armados, incluido el propio Estado.Localizada en la zona bananera colombiana, un santuario de la guerrilla en el pas,San Jos de Apartad posee una posicin geogrfica estratgica central en el conflictocolombiano. El pacto llamado Comunidad de paz fue anunciado en mayo de 1997con la ayuda de la dicesis local, de la Comisin Intercongregacional de Justicia yPaz y de diversas ONG. El fuerte apoyo internacional a la declaracin de la Comunidadde paz oblig a los paramilitares a respetar la neutralidad11. No obstante, al final de

    dos aos, el frgil equilibrio de fuerzas se deshace en una primera incursin de losparamilitares, en abril de 1999, a la cual siguieron diversas incursiones de las fuerzasguerrilleras. Hasta el ao de 2000, 83 personas ya haban sido asesinadas en San Josde Apartad. Es decir, es posible percibir en el caso colombiano la dependencia entrela profundizacin de la democracia y la necesidad de constituir una nueva gramticasocial basada en la pacificacin, lo que implica negociaciones polticas ms all dela escala local.

    Aunque con menor grado de confirmacin, la complejidad de la participacinpuede ser detectada tambin en Mozambique en el estudio de caso analizado porOsorio. As, segn la autora, la ocupacin del espacio poltico por parte de las mujerespuede contribuir tanto a cuestionar el dominio masculino como a consolidarlo. Elcaso de Mozambique demuestra que en las situaciones en las cuales la democraciano implica la renegociacin de una gramtica ms pluralista, expresada por el aumentode la participacin femenina, la propia gramtica social entra en conflicto con losmecanismos de funcionamiento del modelo poltico. La autora distingue tresestrategias adoptadas por las mujeres con relacin a la participacin poltica:adaptacin a las jerarquas existentes y, por lo tanto, a la superioridad masculina;adopcin del modelo masculino como modelo universal, usando el arma de la igualdadformal para hacer avanzar el poder de las mujeres; reivindicacin de otro modeloalternativo con capacidad para subvertir las dicotomas en las que se basa el podermasculino. El anlisis de Osorio conduce a una reflexin sobre la vulnerabilidad dela democracia. Para ella, el ejercicio de la democracia, en el contexto de los sistemasglobalmente legitimados, deja de satisfacer la demanda de nuevos grupos, como es

    11 Sobre este aspecto ver tambin Sader, en el presente volumen de esta coleccin.

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    el caso de las mujeres... [Este caso implica] la necesidad de accin ms plural ytransversal a los diferentes espacios de produccin de lo poltico. As, la autoramuestra que, incluso en situaciones en las cuales existe el aumento de la participacin,este aumento necesita, para volverse emancipador, adecuarse a las tentativas de recrearlas formas de lo poltico.

    El complejo interrogante en torno a la ambigedad de la participacin esejemplarmente tratado por Paoli para el caso del Brasil, pas en el cual existenelementos para pensar tanto en experiencias positivas como negativas de participacin.Paoli resalta la continuidad de las prcticas de participacin entre el proceso dedemocratizacin y la actualidad. Segn ella,

    las prcticas de deliberacin participativa en el Brasil estuvieron, desde su inicio,

    ligadas a la visibilidad poltica de los nuevos movimientos sociales y a laredefinicin de prcticas del movimiento obrero en las dcadas del 70 y 80.Ellas fueron entendidas a travs de una renovada teora del conflicto social queapuntaba hacia formas de participacin popular y luchas plurales, demandantesde representacin autnoma en el proceso de distribucin de bienes pblicos yde formulacin de polticas pblicas.

    No obstante, el caso por ella analizado el activismo social de los empresarioscontra la exclusin social muestra como el ideal de la participacin de la sociedadcivil puede ser cooptado por sectores hegemnicos para asumir el desmonte de laspolticas pblicas, sin criticarlo y, por el contrario, aprovechndolo para realizar unaoperacin demarketing social. Como ella afirma,

    es posible apreciar, de un lado, el posible potencial innovador que la movilizacinresponsable empresarial dirige al desbordamiento de la pobreza y de lasoportunidades de vida de la poblacin con carencias. De otro lado, es visible queesta movilizacin se silencia respecto a las polticas que profundizan la exclusinsocial y desorientan polticamente la sociedad brasilera, ms all de ocuparventajosamente, en trminos de sus intereses particulares, el espacio que abrecomo accin civil para un pblico.

    Paoli muestra especficamente, en el caso de las fundaciones de filantropaempresarial en el Brasil, los intentos de apropiacin de un discurso sobre la nocinde lo pblico. Estas fundaciones, al mismo tiempo que resaltan los efectos socialesde sus polticas, tienden a reducir la idea de pblico a dos categoras: la de losconsumidores y la de los empleados de la propia empresa. La autora muestra, as, los

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    peligros de la apropiacin del discurso de la democracia participativa por propuestasque no significan mucho ms que su reduccin a las categoras de la mercantilizacin12.

    Podemos, por lo tanto, sistematizar algunas de las caractersticas de los casos enlos cuales la participacin no llega a regir al final de un proceso de descolonizacino democratizacin. Podemos pensar en por lo menos cuatro casos diferentes: en primerlugar, el caso portugus en el cual las formas de participacin son descalificadas alfinal de un proceso de disputa por la hegemona de la forma democrtica, en el quelas fuerzas conservadoras consiguen imponer su modelo. Podemos pensar enColombia como un segundo caso, en el cual las formas de participacin no sedeslegitiman pero tampoco consiguen imponerse como modelo alternativo debido ala reaccin de los sectores conservadores. El caso de Mozambique parece ser diferente;

    por un lado, es verdad que las prcticas de participacin en Mozambique tampoco sedeslegitiman; lo que el caso mozambiqueo presenta es la necesidad de unapluralizacin de la propia gramtica poltica para que la pluralidad de la sociedadpueda ser aislada por la democracia. Y tenemos finalmente el caso del Brasil, en elcual las formas de participacin pueden hacer parte de un proceso de cooptacin,como parece ser el caso de la nocin de pblico utilizada por asociaciones defilantropa empresarial, pero representa, fundamentalmente, una innovacin capazde generar modelos contra hegemnicos de democracia, como mostraremos en laprxima seccin.

    Las potencialidades de la participacin

    A la luz de los casos estudiados, el Brasil y la India son los pases en los cualesse manifiestan ms claramente las potencialidades de la democracia participativa.Leonardo Avritzer, muestra en su texto sobre el presupuesto participativo, como laAsamblea Constituyente en el Brasil aument la influencia de diversos actores socialesen las instituciones polticas a travs de nuevas concertaciones participativas.

    El artculo 14 de la Constitucin de 1988 garantiz la iniciativa popular comoiniciadora de procesos legislativos. El artculo 29 sobre la organizacin de lasciudades requiri la participacin de los representantes de asociaciones popularesen el proceso de organizacin de las ciudades. Otros artculos requirieron laparticipacin de las asociaciones civiles en la implementacin de las polticas desalud y asistencia social.

    12 Sobre ese aspecto ver tambin Sader, 2002.

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    De este modo, la Constitucin fue capaz de incorporar nuevos elementosculturales, surgidos en la sociedad, en la institucionalidad emergente, abriendoespacios para la prctica de la democracia participativa.

    Santos y Avritzer muestran como el presupuesto participativo adquiripreeminencia particular entre las diversas formas de participacin que emergieronen el Brasil pos-autoritario. Los autores indican, para el caso brasilero, como lamotivacin por la participacin hace parte de una herencia comn del proceso dedemocratizacin que condujo a actores sociales democrticos, especialmente aquellosoriundos del movimiento comunitario, a disputar el significado del trminoparticipacin. En el caso de la ciudad de Porto Alegre esta disputa se articula con laapertura de espacios reales de participacin por la sociedad poltica, en particular

    por el Partido de los Trabajadores. Con esto, surgen formas efectivas de combinacinentre elementos de la democracia participativa y de la representativa, a travs de laintencin de las administraciones del Partido de los Trabajadores, para la articulacindel mandato representativo con formas efectivas de deliberacin en el plano local.

    El presupuesto participativo surge de este tipo de intencin que, de acuerdo conSantos, se manifiesta en tres de sus caractersticas principales: 1) participacin abiertaa todos los ciudadanos sin ningn status especial atribuido a cualquier organizacin,inclusive las comunitarias; 2) combinacin de democracia directa y representativa,cuya dinmica institucional atribuye a los propios participantes la definicin de lasreglas internas; y 3) distribucin de los recursos para inversiones basada en lacombinacin de criterios generales y tcnicos, es decir, compatibilizacin de lasdecisiones y reglas establecidas por los participantes, con las exigencias tcnicas ylegales de la accin gubernamental, respetando tambin los lmites financieros13.

    Segn Avritzer, estos principios generales son traducidos en tres formas deinstitucionalidad participativa. En primer lugar, asambleas regionales en las cualesla participacin es individual, abierta a todos los miembros de la comunidad y cuyasreglas de deliberacin y de decisin son definidas por los propios participantes. Ensegundo lugar, un principio distributivo capaz de revertir las desigualdadespreexistentes con relacin a la distribucin de bienes pblicos. En el caso delpresupuesto participativo en Porto Alegre y en Belo Horizonte, existen principiosdistributivos anteriores al proceso de deliberacin, como sucede con las llamadasescalas de necesidades. En tercer lugar, existe un mecanismo de compatibilizacinentre el proceso de participacin y de deliberacin y el poder pblico, proceso que

    13 Sobre ese aspecto ver tambin Sader, 2002.

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    implica, en el caso de Porto Alegre, el funcionamiento de un consejo capaz de deliberarsobre el presupuesto y de negociar prioridades con la alcalda local.

    Tenemos, por lo tanto, en el caso brasilero, una primera forma exitosa decombinacin entre elementos de la democracia representativa y de la democraciaparticipativa. Esta combinacin se da en tres rdenes: en el local, los ciudadanosparticipan de un proceso de negociacin y deliberacin sobre prioridades en ladistribucin de bienes pblicos. Este proceso expresa un elemento ya resaltado ennuestro texto, cual es la necesidad de que la democracia se articule con una nuevagramtica social. En el caso del presupuesto participativo, esta gramtica tienen doselementos: distribucin justa de bienes pblicos y negociacin democrtica del accesoa esos bienes entre los propios actores sociales. Las asambleas regionales, las listas

    de acceso previo a bienes pblicos y el consejo del presupuesto participativo, expresanesta dimensin que denominamos de procedimentalismo participativo, un procesode participacin ampliada que involucra un amplio debate pblico sobre las reglasde participacin, deliberacin y distribucin.

    El presupuesto participativo muestra algunos de los potenciales de ampliacinde la democracia participativa. En el caso de Porto Alegre la participacin de lapoblacin creci prcticamente todos los aos. En el caso de Belo Horizonte, a pesarde ser ms variada, ella tambin es creciente. Es importante resaltar que el presupuestoparticipativo ha ampliado significativamente su presencia en el Brasil. Entre 1997 y2000, existieron 140 administraciones municipales que adoptaron el presupuestoparticipativo, la gran mayora (127) en ciudades de hasta 500 mil habitantes. En lamitad de los casos, 71, estas administraciones estaban ligadas al PT, mientras en laotra mitad no lo estaban (Grazia, 2001). La extensin del presupuesto participativopara todas las regiones del Brasil, ms all de otras propuestas polticas, indica elpotencial de expansin de experiencias exitosas de democracia participativa.

    En el caso de la India son igualmente visibles los potenciales de la democraciaparticipativa. Sheth muestra como las acciones polticas y de participacin que serearticulan a finales de los aos 60, existan como fragmentos de movimientospolticos y sociales que tuvieron sus orgenes en el movimiento por la liberacin...Ellos actuaron en espacios pequeos y limitados a la periferia de la poltica electoraly partidista... Pero tres dcadas despus de la independencia se abrieron para ellosnuevos espacios polticos y sociales.

    No obstante, Sheth resalta igualmente que estas formas de democracia

    participativa, son consideradas por las elites metropolitanas y por las clases mediascomo sospechosas y portadoras de valores negativos anti-desarrollistas y

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    antinacionales por no armonizar con el modelo de la democracia liberal,. De ah quela articulacin de las iniciativas de democracia participativa con la democraciarepresentativa slo ocurre en contextos polticos especficos, como por ejemplo, enKerala, el caso estudiado por Heller e Isaac.

    El desafo democrtico en la India es muy complejo porque ms all de lasdiferencias de clase, de sexo, de etnia, de religin y de regiones, hay que contaradems con las diferencias de casta. Se trata de un desafo que se sita en el campode la llamada democratizacin de la democracia. El sistema de castas fue reproducidodentro del sistema poltico hind, insertando en l relaciones jerrquicas as comoprofundas desigualdades materiales (Heller, 2000). Por su parte, Sheth resalta comoel proyecto mismo de construir una democracia compartida por todas las castas y

    todos los grupos sociales, estableciendo una referencia simblica comn para elconjunto de la poblacin del pas, fue subordinado paulatinamente a una agendaparticularista de la sociedad poltica.

    Del sistema poltico hind pueden destacarse actualmente dos principales formasde democratizacin. La primera se refiere a una democracia local basada en la rupturade la sociedad con la gramtica de exclusin. Esta es la forma que la democratizacinasumi en la provincia de Kerala. All, a diferencia de otras partes de la India, lainfraestructura asociativa no reproduce el patrn dominante de organizacionesreligiosas y de castas que reproducen una cultura de la desigualdad.

    Kerala tiene los niveles ms altos de sindicalizacin del pas y, a diferencia delpatrn nacional, los sindicatos abarcan tambin los trabajadores del sectorinformal... Kerala posee adems una vasta gama de organizaciones femeninas,estudiantiles y juveniles patrocinadas por todos los partidos... Las asociacionesde masa ligadas al CPM afiliado al Partido Comunista de la India tienenms de 4,7 millones de miembros (Heller, 2000).

    He aqu, por lo tanto, un primer caso de ruptura con formas restringidas dedemocracia en el plano local. Esta ruptura que, en el caso de Kerala, se da en primerlugar en la sociedad civil, a travs de la constitucin de una gramtica asociativa, esampliada hacia la sociedad poltica a travs del sistema de los Panchayats. Este sistemafue introducido por el Frente Democrtico de Izquierda en 1996 con motivo dellanzamiento de la campaa Popular por la Planeacin Descentralizada. Esta campaa,actualmente en su quinto ao, alcanz un enorme nivel de transferencia de la capacidaddeliberativa hacia los Panchayats. Todos los 1.214 gobiernos locales en Kerala

    los municipales y los tres niveles rurales asumieron nuevas funciones y poderesde decisin y adquirieron poderes de deliberacin, con relacin al 40% del presupuesto

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    del Estado para el desarrollo (Heller y Isaac, 2002). La transferencia de la deliberacinhacia el nivel local implic un proceso de cambio cualitativo en la participacin y enla deliberacin, el cual comprendi tanto asambleas en las reas rurales (grama sabha),en las que participaron ms de dos millones de personas, como seminarios derecoleccin de informacin y planeacin en los que participaron ms de trescientosmil delegados, adems de los voluntarios para tareas especficas cuyo nmero fuemayor de cien mil personas (Heller y Isaac, 2002). Podemos constatar, por lo tanto,el gran proceso de participacin desencadenado por la transferencia del proceso dedeliberacin sobre el presupuesto destinado al nivel local.

    Sheth seala una segunda forma de profundizacin de la democracia hindrelacionada con la movilizacin de la poblacin local. Son movimientos locales para

    forzar el gobierno a actuar de forma ms honesta y eficiente. La poltica de estosmovimientos se basa en audiencias pblicas y tribunales populares que tienen comoobjetivo crear constreimientos polticos y sociales a los gobiernos locales. Shethdescribe uno de los momentos ms significativos de estos movimientos, entrediciembre de 1994 y 1995, cuando se presentaron diversas audiencias pblicasJan Sunvai en diversos estados y fueron acompaadas por los periodistas. Estasaudiencias conducen a una manifestacin local con una duracin de ms de 40 dasdharna, que lleva al gobierno a hacer pblico sus estados de cuentas a travs delPanchayat Raj.

    Tanto en la India como en el Brasil las experiencias ms significativas de cambioen la forma de democracia tienen su origen en movimientos sociales que cuestionanlas prcticas sociales de exclusin a travs de acciones que generan nuevas normas ynuevas formas de control del gobierno por parte de los ciudadanos.

    Es posible anotar algunas semejanzas y diferencias entre las dos experiencias:en primer lugar, las dos surgen de un proceso de renovacin de la sociedad. En elcaso de Porto Alegre, como apunta Avritzer, de una propuesta de participacin en elpresupuesto formulada en los aos 80 por la Uampa (Unin de las Asociaciones deMoradores de Porto Alegre) y, en el caso de Kerala, como mencionan Heller y Isaac,por intermedio de experiencias de participacin locales dirigidas por organizacionesde la sociedad civil, en particular por la Kerala Sastra Sahitya Parishad (Heller yIsaac, 2002). En segundo lugar, en los